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La Inteligencia Emocional en La Danza

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PINA BAUSCH

CUERPO Y EMOCIONES
Taller Online Certificado

LA INTELIGENCIA EMOCIONAL EN LA
DANZA

La inteligencia emocional es la capacidad que posee el ser humano para reconocer


sentimientos, ya sea propios o ajenos, y la habilidad para manejarlos. El término fue
popularizado por Daniel Goleman en su libro Inteligencia Emocional, donde sostiene que
la misma puede organizarse en cinco capacidades: conocer las emociones y sentimientos
propios, reconocerlos, manejarlos, crear la propia motivación y saber conducir las
relaciones.
Las emociones son fenómenos psico-fisiológicos que representan modos eficaces de
adaptación a ciertos cambios del mundo externo y contextual del individuo.
En psicología, la emoción se define como aquel sentimiento o percepción de los elementos
y relaciones, tanto de la realidad como de la imaginación, que se expresa físicamente a
través de alguna función biológica, como son por ejemplo las reacciones faciales o las
alteraciones en el pulso cardíaco.
Asimismo, la interacción humana con el entorno es, esencialmente, emocional. Tanto es
así, que el individuo tiende a recordar con mayor facilidad a las personas con quienes, de
una u otra forma, ha establecido un vínculo emocional, aún cuando éste pudiera haber
sido negativo.
La palabra emoción deviene de la voz latina “emotio” y alude directamente a producir un
movimiento. Se trata de un impulso que genera una acción. En consecuencia, todo
movimiento es la expresión de una emoción. De allí la importancia de conocer esa
emoción, para hacerla consciente, y usarla de manera autónoma en nuestra creación
dancística.
“Baila primero, piensa después. Es el orden natural”
Samuel Beckett

Danza & Comunicación


Premios Teatro del Mundo
Comprendiendo que la emoción es una reacción subjetiva a un estímulo, que viene
acompañada de cambios orgánicos, modificando nuestro lenguaje corporal,
mencionaremos las seis categorías básicas de emociones dentro de las cuales
encontraremos infinidad de matices.
Miedo: nos hace tender a la protección
Sorpresa: nos ayuda a orientarnos frente a nuevas situaciones
Aversión: nos produce una sensación de rechazo hacia algo
Alegría: nos induce a la necesidad de querer reproducir cierto
estímulo
Ira: nos induce hacia la destrucción del estímulo
Tristeza: nos descoloca para motivarnos hacia una nueva reintegración personal
Para lograr la autonomía emocional es importante desarrollar la inteligencia emocional,
concepto sobre el cual Goleman ahondó específicamente para recordarnos que, mientras
más abiertos estemos a nuestros propios sentimientos, mejor podremos leer los de los
demás.

LENGUAJE EMOCIONAL
Siguiendo a Gilles Deleuze, la emoción es creadora, en primer lugar, porque expresa la
creación entera; en segundo lugar, porque crea la obra en la que se expresa; y finalmente,
porque comunica a los espectadores u oyentes un poco de esa creatividad.
Y es precisamente aquí donde podemos integrar los conceptos de comunicación y
emoción en la danza, entendida ésta como práctica social y siendo, en consecuencia, un
canal de expresión y de construcción vincular.
La práctica artística de danza juega un rol fundamental en la creación de nuevas
significaciones imaginarias sociales, a través de la emoción.

“No me interesa cómo se mueve el ser humano sino aquello que lo conmueve”
Pina Bausch

Si toda emoción, encarnada en nuestro cuerpo, no puede más que simplemente


manifestarse en el soporte de su naturaleza, ¿qué sucedería si pudiéramos hacer un uso
consciente y autónomo de nuestras emociones para crear un lenguaje de movimiento
capaz de transformar la realidad social, a través de la expresión emotiva?

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Comprendiendo las infinitas posibilidades expresivas, perceptuales y creadoras del
cuerpo, abordamos diversos modos de comunicación que exceden al lenguaje verbal.
A través de la creación en danza -entendida como práctica social y relacional-
descubrimos el origen de nuestras emociones y sus devenires para resignificar
experiencias que aún descansan en nuestra corporalidad, resignificando, de este modo,
toda nuestra estructura vincular.
Cabe destacar que, como parte de nuestro trabajo en el área de la danza y la
comunicación, asistimos a la presentación de espectáculos con frecuencia.
Ello nos permite apreciar con nítida claridad cuando la creación en danza es auténtica y
cuando no lo es.
Observamos que la imitación continúa siendo la forma habitual de componer danza.
Esta mimesis de danzas, pensamientos, ideas, sentimientos, formas de vida y/o contextos
socioculturales ajenos, repercute de manera poco favorable en el desarrollo de la danza
ya que limita, no sólo la capacidad creativa de los artistas sino también la capacidad
receptiva del público.
Cuando un espectador afirma "no entiendo", es posible que se deba a un quiebre en la
construcción del vínculo comunicacional. Aquí aparece lo que en el campo de las Ciencias
de la Comunicación, denominamos “ruido”: una interferencia entre los códigos de
producción (en este caso, los del artista) y los códigos de reconocimiento (público).
La danza es un lenguaje que excede las interpretaciones del pensamiento -verbal y finito-
y, en consecuencia, es imprescindible trabajar sobre sus formas particulares de
comunicación. Esto es válido tanto para el desarrollo de una clase, como para un
espectáculo, como para una crítica periodística.
Cuando la danza es auténtica surge de la confianza en el propio lenguaje expresivo.
Descubrir este lenguaje supone un trabajo –valga la redundancia- de “des-cubrimiento”.
Se trata de investigar el propio lenguaje del movimiento a través un recorrido
profundamente introspectivo, intenso y a largo plazo, que invite a la deconstrucción de
los supuestos institucionales y mediáticos jamás puestos en cuestión.
La codificación del lenguaje de la danza responde a las necesidades de un sistema político
y económico nocivo para el desarrollo emocional y sensible de las personas.
Paradójicamente, es precisamente el abordaje de la danza entendida como práctica, la
raíz de todo proceso creativo autónomo, capaz de sobredeterminar las posibilidades
creativas de los artistas del movimiento y con ello, la capacidad perceptual de los
espectadores.
Por eso nos interesa rescatar una metodología que, habiendo surgido en un período
histórico teñido por las dolorosas consecuencias de un sistema global alienante, la
Segunda Guerra Mundial, dio lugar a la revalorización de la emoción.
Pina Bausch supo transformar las emociones subjetivas en la voz de nuestra danza: una
voz que es de toda la sociedad y por eso, amerita ser escuchada.

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Esto será posible cuando la danza, nuestra danza, logre trascender todas las barreras
culturales que han limitado su expansión.

“¡Bailemos, bailemos! Sino, estamos perdidos”


Pina Bausch

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