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Josep Llàtzer Pérez El Señor de Las Moscas. William Golding

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48 BEERS&POLITICS

EL SEÑOR DE LAS MOSCAS, DE


WILLIAM GOLDING
JOSEP LLÀTZER PÉREZ

Josep Llàtzer Péres es politólogo (@josepllatzer)


49 EL SEÑOR DE LAS MOSCAS, DE WILLIAM GOLDING

El experimento que nos propone Golding en su obra de 1954 es el siguiente: ¿qué pasaría si un
grupo de niños, de repente, se quedara solo en una isla desierta?

Así comienza El señor de las moscas, con un grupo de niños que sobreviven a un accidente de
avión y van a parar a una isla desierta. No se especifica si son todos los niños los que
sobreviven, ni sus edades, ni tan siquiera cuántos son. Lo que sí se sabe es que no hay ningún
adulto y que los mayores tienen unos 12 años. Uno de ellos encuentra una caracola que les
servirá a partir de entonces para reunir a todos los niños en asamblea, y a partir de aquí el
autor va describiendo a algunos de ellos y sus marcadas personalidades.

Así, por ejemplo, tenemos a Ralph, el mayor de ellos, que representa la disciplina, la justicia, el
carisma, la democracia. Es al que eligen líder y el que instruirá al resto de los niños sobre lo que
hay que hacer. Otro personaje es Piggy, siempre al lado de Ralph, es la cabeza pensante, la
inteligencia, aunque su aspecto físico lo convierte en la diana de las burlas, en el personaje más
despreciado por los “disidentes”, que no tardan en aparecer, liderados por Jack. Éste tiene su
séquito y pronto entra en conflicto con Ralph, desoyendo sus órdenes y girando a todo el
grupo en contra de su antiguo líder. Sin duda, Ralph representa la violencia, el autoritarismo,
dispuesto a tomar el poder por la fuerza cueste lo que cueste. Para ello, se vale de un
personaje que es, para mí, el que más inquietante del libro. Éste es Roger, un niño introvertido,
callado, que a lo largo de la obra supera el conflicto moral cuando se da cuenta que torturando
a los otros niños, incluso maltratando a los más pequeños, no sufre ninguna represalia. Se
convierte en el brazo ejecutor de Jack, en su mano derecha, y es el que, sin dudarlo, hace rodar
una roca que da de lleno en Piggy matándolo de forma inmediata. Se convierte en un sádico
sin remordimientos.

Hay otros personajes, y ocurren otros hechos terribles, y ya al final, cuando Jack y el grupo se
lanzan a perseguir a Ralph y asesinarlo, en el último momento, cuando le van a dar alcance,
Ralph sale a la playa y cae a los pies de un adulto, un miembro de la marina que ha llegado a
rescatarlos. Ahí, los niños se quedan parados y se ponen a llorar, incluidos Ralph, Jack y Roger.
Esta es una obra dura, incómoda, una obra distópica que ha sido llevada a la gran pantalla en
dos ocasiones. Y es que en ella, se describe el devenir, o mejor, el decaer de unas relaciones
sociales que parten de la inocencia de los niños, que pretenden convivir de forma ordenada y
civilizada, como los adultos, pero que sus relaciones derivan en lo peor de nuestro ser. William

BPOLITICS - MONOGRÁFICO 08 - LAS DISTOPIAS POLÍTICAS


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Golding lo tituló El señor de las moscas, que es como se conoce también al demonio Belcebú en
la tradición hebrea, dando a entender que el libro trata sobre la maldad humana.

Es significativo que el libro se publicara en una época y en una sociedad que había conocido lo
peor del ser humano, tras la Segunda Guerra Mundial, una época donde la comunidad
internacional luchaba para redactar tratados y formar comunidades interestatales para que el
desastre no volviera a ocurrir, pero que a la vez se enfrentaba una vez más a la bicefalia en el
poder con el asentamiento de los dos bloques que regirían las relaciones internacionales
durante las cuatro décadas siguientes.

Y aunque la Guerra Fría ya terminó hace tiempo, los líderes de cada momento no han hecho
desde entonces más que alimentar toda esta confrontación, como si cada vez que se llega a
una isla desierta, a una situación de distensión política o social, el Jack de turno con sus
secuaces pone en marcha toda su maquinaria para llevarnos otra vez a la confrontación. No
hace falta enumerar casos que ocurren a día de hoy, a cada uno se le ocurrirán unos cuantos.
Alguien decía que el hombre era bueno por naturaleza, pero para mí no hay duda de que no es
así. Yo seguiré mirando al mar con esperanza. Quizás algún día llegará aquel adulto que nos
hará que se nos caiga la cara de vergüenza, y quizás entonces también nos pongamos todos a
llorar.

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