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Clasicismo

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Clasicismo es la denominación historiográfica de un movimiento

cultural, estético e intelectual, inspirado en los patrones estéticos y filosóficos de la Antigüedad


clásica (simplicidad, unidad, sobriedad -decorum-, racionalidad, armonía -equilibrio de las
proporciones, concordia oppositorum-, mímesis -imitatio naturae-,3 "el hombre como medida
de todas las cosas" -homo omnium rerum mensura est-), que se desarrolló de forma
simultánea a los distintos estilos artísticos y movimientos literarios4 de la Edad Moderna.

Se expresó en todos los dominios del arte, desde la literatura y la música en sus distintas
manifestaciones hasta las artes visuales llamadas "bellas" o "mayores"
(arquitectura, pintura y escultura) y las llamadas "decorativas" o "menores" (mobiliario, moda).
Aparece junto con el Manierismo, que a su vez dio paso al Barroco y este al Rococó; siendo
renovado a través del Neoclasicismo y atacado por el Romanticismo.5 Siguió siendo la
tendencia dominante en las artes y el pensamiento occidentales durante los siglos XVIII y XIX,
en su vertiente institucionalizada en las academias (el academicismo), mientras que durante el
siglo XX tanto el mercado del arte como el ámbito institucional acabaron asumiendo el
rupturismo de las vanguardias.

Como su propio nombre indica, el clasicismo se inspiró en los patrones del arte y el
pensamiento del mundo clásico (la Antigua Grecia y la Antigua Roma). No obstante, el
clasicismo de la Edad Moderna tiene sus orígenes más inmediatos en la continuidad de
movimientos culturales surgidos en la Baja Edad Media: los valores del Renacimiento, junto a
la búsqueda del conocimiento y la perfección que caracterizan al humanismo. El clasicismo
asume todo ello y lo convierte en un nuevo canon que aspira a lograr la perfección absoluta a
través del arte.

El Orfeo, de Monteverdi, la primera obra del repertorio operístico (1609, periodo del Barroco).

 Representación del Orfeo y Eurídice de Gluck.

Haydn y Mozart, los principales compositores del clasicismo musical.


De hecho, se denomina también "Clasicismo" a una fase del Renacimiento italiano:
el Renacimiento pleno del primer cuarto del siglo XVI, cuando convivieron las figuras de "los
cuatro grandes" (Leonardo, Bramante, Rafael y Miguel Ángel) que hicieron pasar el centro del
arte de Florencia a Roma (los tres últimos, mientras que el primero terminó sus días en
Francia, que se abrió a la influencia italiana -escuela de Fontainebleau- como toda Europa -
Renacimiento nórdico, Alto Renacimiento español-).67
El clasicismo tuvo en el comienzo del siglo XVII una contradicción con el Barroco, inicialmente
en el terreno de la pintura (los Carracci o Guido Reni frente a Caravaggio) y que con el paso
de los años se extendió, como batalla de ideas, al terreno de la literatura, justo cuando los
cánones barrocos la dominaban casi por completo. El clasicismo se impuso en el campo de
las letras a finales del siglo XVII, quedando fijado en el ensayo de Boileau L'art poëtique (El
arte poética), (1674).8 En él, aboga por una literatura emocional que llegue a los sentimientos
del lector/espectador, pero que lo haga a través de los filtros del intelecto. De esta forma,
Boileau carga contra los excesos de lo que posteriormente se denominará Barroco y Rococó,
y apuesta por la recuperación de la solemnidad clásica y de los valores de la armonía y el
equilibrio que dominaron la literatura de la Antigüedad. Se busca la armonía y el equilibrio
entre el fondo y la forma, el control consciente en el desarrollo de los temas y el sentido
de orden racional y proporción formal.
El término clasicismo es el nombre del estilo de la música culta europea desarrollado
aproximadamente entre 1750 y 1820 por compositores como Joseph Haydn, Wolfgang
Amadeus Mozart y Ludwig van Beethoven. Coincide con la época cultural y artística (en la
arquitectura, la literatura y las demás artes) hoy denominada Neoclasicismo. Tuvo sus
grandes centros de difusión en Berlín, París, Mannheim y, sobre todo, Viena. Se caracteriza
por la claridad de las texturas, la simetría de las frases, la consolidación de la tonalidad plena
y el establecimiento de las formas musicales clásicas (sinfonía, sonata, cuarteto, concierto...).

Denominación[editar]
Mientras que las restantes artes descubrían y copiaban en esta época los antiguos modelos
grecorromanos, los muy escasos restos musicales conocidos de la música de la
Antigüedad eran insuficientes para basarse en ellos, por lo que el clásico es un estilo musical
nuevo.

Estética y características generales[editar]


El siglo XVIII fue el de la Ilustración, y su estética se trasladó al estilo musical: gusto por lo
natural, lo equilibrado y lo claro; rechazo del artificio y el exceso de sofisticación de la música
barroca; imitación de la naturaleza, en forma de estructuras simples y frases simétricas
similares a las de la música folclórica; en la ópera, verosimilitud y cercanía al espectador de
los argumentos, e integración íntima del drama y la música.
Además el público de la música culta se extendió de la vieja aristocracia a la pujante
burguesía, que compraba masivamente ediciones de partituras y llenaba los teatros de ópera
y de concierto, lo que impulsó a los compositores a acercar su estilo a lo popular. La difusión
de la música aumentó y se internacionalizó, y con ella la fama de los compositores más
destacados, de modo que el estilo se unificó en toda Europa y los autores más conocidos
hicieron frecuentes giras por las principales capitales del continente.
7:57

Molto allegro (I) de la Sinfonía no. 40 de Mozart. Con forma sonata global, los once primeros segundos
ejemplifican la típica melodía acompañada y simétrica del Clasicismo.
Como consecuencia de todo ello las características principales de la música del Clasicismo
son:

 Uso de la textura de melodía acompañada, consistente en el predominio de la voz más


aguda, que centra el interés en su melodía, mientras el resto de instrumentos la
acompañan; sólo en ocasiones se usa la homofonía o la polifonía imitativa. El
acompañamiento es ya escrito explícitamente (desuso del bajo continuo).
 Melodías de un mayor carácter cantabile y simétricas, con frases estructuradas en
antecedente y consecuente (o pregunta y respuesta), que típicamente se cierran en las
armonías de dominante y tónica, respectivamente.
 Armonías muy claras y funcionales, basadas en los acordes de tónica, dominante y
subdominante, que estructuran las frases y la forma musical con cadencias muy claras. El
ritmo armónico (velocidad a la que cambian los acordes) suele ser más lento que en el
Barroco: es típico el acompañamiento arpegiado llamado bajo de Alberti en el piano, o el
trémolo en el acompañamiento orquestal.
 Se escribe mucha más música en modo mayor (más alegre) que en modo menor. Se
amplía el campo de las modulaciones y se usan tonalidades cada vez con más
alteraciones.
 Compás muy claro y regido también por la armonía.
 Se amplía la orquesta y su rango dinámico. Cada vez se escribe en detalle una mayor
variedad de dinámicas y articulaciones, dejando menos espacio a la interpretación del
ejecutante.
 Se usan formas estandarizadas (en particular la llamada forma sonata) pero con gran
interés y variedad en la estructura interna de la música. Es en este periodo cuando se
definen claramente las formas y estructuras en las que se basa la música culta occidental
casi hasta nuestros días: la sonata, la sinfonía, el cuarteto y el concierto clásico.

Las formas musicales del Clasicismo[editar]


En este periodo se establecen las principales formas musicales vigentes hasta entrado el
siglo XX, y las estructuras que las rigen; entre estas estructuras se destaca la llamada forma
sonata, implementada en los primeros movimientos de la mayoría de las formas musicales del
momento (sonata propiamente dicha, cuarteto, sinfonía, concierto, etc.).

Formas instrumentales[editar]
Las formas instrumentales del Clasicismo reciben su nombre según el conjunto al que están
destinadas:

 La sonata está escrita para un instrumento solista (generalmente el piano), o bien para
piano y un segundo instrumento (violín, flauta, etc.).
 El trío, el cuarteto, el quinteto... denominan a obras escritas respectivamente para tres,
cuatro, cinco... instrumentos. Entre estas combinaciones quedan fijadas algunas plantillas,
como la del cuarteto de cuerda o el quinteto de viento.
 La serenata, el divertimento y la casación suelen estar escritas para un conjunto de
tamaño medio (pequeña orquesta de cuerdas, banda de viento), para ser interpretados al
aire libre.
 El concierto está escrito para un instrumento solista y orquesta.
 La sinfonía es una obra escrita para orquesta sinfónica.
L'orchestre de l'Opéra, cuadro de Edgar Degas, 1870.

Todas estas obras son estructuradas de modo similar, tomando como modelo la sonata. Tiene
esta tres o cuatro movimientos:

 En el primero se sigue un esquema con tres partes: primero una exposición en la que el
compositor nos presenta dos temas, uno enérgico, en la tonalidad principal, y otro más
melódico, en la dominante o el relativo mayor. En segundo lugar, el desarrollo, en el que
se establece un conflicto entre los dos temas, que son fragmentados, transportados,
variados... Finalmente la reexposición, en la que la tensión armónica se resuelve al volver
a escucharse los temas iniciales en la misma tonalidad.
 El segundo movimiento, lento, suele ser más melodioso, utilizándose la forma lied, de
estructura ternaria y carácter lírico.
 El tercer movimiento tiene un carácter más desenfadado, generalmente en forma
de minueto, danza de origen francés, o de scherzo (en el caso de Beethoven).
 En el cuarto movimiento se adopta casi siempre la forma rondó, que alterna un tema
principal a modo de estribillo, en la tonalidad principal, con episodios en otros tonos.
En la sonata propiamente dicha los compositores solían prescindir a veces de alguno de los
cuatro movimientos canónicos, a su elección. El concierto nunca tiene minueto, quedando por
tanto estructurado siempre en sólo tres movimientos. Los divertimentos y serenatas, por el
contrario, solían ampliar la secuencia habitual con algún movimiento suplementario.
Si bien la mayoría de los instrumentos sinfónicos ya existían desde el Barroco, muchos de
ellos cambian y se adaptan a los nuevos requerimientos estilísticos y de composición de la
época: así, los de viento aumentan el número de agujeros y llaves para adaptarse a las
tonalidades con muchas alteraciones. Algunos instrumentos que surgen en este periodo son el
pianoforte, el arpeggione y el clarinete, mientras pierden vigencia casi hasta su extinción la
viola da gamba, el clavicordio, la flauta dulce (que volverá a renacer en el siglo XX), el bajón y
el laúd, entre otros. El fortepiano se impuso sobre el clave de tal forma que pasó a ocupar un
lugar central en la música de cámara e incluso en los conciertos solistas.
Este es un periodo clave también para la orquesta porque se configura la orquesta sinfónica
como tal, por influencia de Mozart, Haydn y la escuela de Mannheim. De la orquesta de
cámara heredada del Barroco se mantiene la sección de cuerdas como base, aunque esta es
ampliada en número y suele complementarse con al menos un par de oboes y de trompas. Al
avanzar el siglo queda fijada la sección de instrumentos de madera a dos: dos flautas
traveseras, dos oboes, dos clarinetes y dos fagotes. La sección de metal solía incluir entre dos
y cuatro trompas, dos trompetas (con timbales) y, ocasionalmente, uno o varios trombones. Se
abandona la práctica del bajo continuo, y con ello el clavecín en la orquesta, salvo para los
recitativos operísticos.

Las formas vocales[editar]

Manuscrito del Requiem de Mozart: inicio del Lacrimosa.

La ópera[editar]
Artículos principales: Ópera e Historia de la ópera.

Ya desde inicios del siglo XVIII se había convertido en un fastuoso espectáculo de corte, a
través del cual los monarcas y aristócratas exhibían su esplendor. Los temas se referían a la
mitología y a la historia antigua y representaban grandes tragedias heroicas, montadas con
gran aparato: era la llamada ópera seria, cantada en italiano.
Por el contrario, las clases sociales menos favorecidas contaban con su propio teatro musical,
la ópera buffa, pequeñas actuaciones satírico-burlescas. De breve duración y argumento
simple, recurren a la expresión directa en lenguaje coloquial y se sirven de dos o tres
personajes solamente, reduciendo al máximo los elementos musicales, en los que desde
luego están ausentes los coros y cobra la mayor importancia la melodía popular de fácil
construcción. La ópera buffa ganó importancia y nivel artístico durante el Clasicismo, y
aparecieron además versiones nacionales, escritas en la lengua local y con diálogos en lugar
de recitativos, como el singspiel en Alemania, la ballad opera en Inglaterra, la zarzuela en
España y la opéra-comique en Francia.
La música religiosa[editar]
Un gran número de compositores siguió adscrito al servicio de la Iglesia, y continuaron
escribiendo por tanto formas religiosas como la misa y el motete, en general para orquesta,
coro y solistas, y en un estilo deliberadamente arcaico. Un ejemplo muy conocido de este
género es el Réquiem de Mozart.

Véase también

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