El Camino Del Guerrero - Chris Bradford
El Camino Del Guerrero - Chris Bradford
El Camino Del Guerrero - Chris Bradford
El único tripulante
que
sobrevive al ataque de unos guerreros ninja es el joven Jack, quien antes de
desmayarse
presencia la muerte de su padre a manos de uno de ellos.
Nota: El joven samurái es una obra de ficción que, a pesar de estar inspirada en
figuras, acontecimientos y hechos históricos,
no pretende reflejarlos con total exactitud. Es más un eco de los tiempos que
una recreación de la historia.
Advertencia: No intenten reproducir ninguna de las técnicas descritas en este libro sin la
supervisión de un instructor de artes
marciales cualificado. Se trata de llaves muy peligrosas que pueden causar heridas
fatales. El autor no se hace responsable de
los daños que pueda acarrear la puesta en práctica de estas técnicas.
Chris Bradford
El joven samurai:
el camino del
guerrero
ePUB v1.0
adruki 06.09.11
A mi
padre
Prólogo
Masamoto Tenno
De pronto,se produjo una fuerte sacudida. Todas las maderas del barco crujieron,
y Jack perdió el
equilibro. La lamparilla de aceite que colgaba de la viga central de la
oscura sentina se agitó
salvajemente
Jack fue mientras
a su
aterrizar llama
entre chisporroteaba.
un montón de toneles vacíos, que acabaron
rodando por los tablones
combados del suelo. Mientras intentaba incorporarse, un atajo de hombres de
aspecto mugriento y
famélico pasaron a toda prisa junto a él en la oscuridad. Una mano lo
agarró por el cuello de la camisa y
Era Ginsel.
lo puso en pie.
El holandés, un hombre bajito, pero fornido, le sonrió mostrándole esos dientes
rotos e irregulares a
los que debía su aspecto de gran tiburón blanco. A pesar de su
dura apariencia, el marinero siempre
había—Ginsel,
tratado a Jack demonios
¿qué con amabilidad.
está pasando? —preguntó
Jack.
—¡Nos ha alcanzado otra tormenta, Jack! ¡Se diría que el Infierno ha
abierto aquí sus puertas! —
respondió Ginsel—. Será mejor que subas a cubierta antes de que el
Jack contramaestre
se te
apresuró corte
a laseguir piel
a aGinseltiras.
y el resto de la tripulación escaleras
arriba, y todos salieron al
corazón de la tormenta.
Amenazadoras nubes negras surcaban los cielos y las quejas y los gruñidos de
los marineros
quedaron inmediatamente ahogadas por el implacable viento que sacudía el
velamen del barco. El olor a
sal marina golpeó la nariz de Jack y una lluvia helada le abofeteó la cara,
picoteándolo como un millar de
La cubierta se cubrió de agua y espuma y Jack quedó calado hasta los
agujas diminutas. Y, antes de que tuviera tiempo de situarse, una ola gigantesca
huesos. El agua caía a cántaros
alcanzó el barco.
por los imbornales, y cuando Jack abrió la boca dispuesto a tomar aire,
otra ola, aún más fuerte que la
anterior, barrió la cubierta. Jack perdió el equilibrio y consiguió a duras
penas agarrarse a la amura para
En cuanto Jack logró ponerse en pie de nuevo, la irregular línea de un
no caer por la borda.
relámpago se abrió paso por el
cielo nocturno y alcanzó el palo mayor.Durante un breve instante, todo el
navío quedó iluminado por una
luz espectral. El barco mercante de tres palos, el Alexandria, se hallaba
sumido en el caos. La tripulación
yacía desperdigada por las cubiertas como restos de madera a la deriva. En lo
alto del penol de la verga,
unEn elgrupo alcázar,
de marineros
el batallaba
tercer contra gigante
oficial,un los elementos,
de tratandode
más de
dos soltar con
metros la una
vela mayor barba
rebelde antes roja,
de que el
luchaba
viento
con el la rasgara
timón. Junto a o acabara
él, el haciendo
rostro severo volcar
del el
capitánbarco. Wallace gritaba órdenes
a la tripulación, pero todos
sus
Habíaesfuerzos
en eran
el en vano: el
alcázarun tercer viento
hombre:se llevaba
era un sus palabrasy
marinoalto antes
poderosode que
que
nadie
llevaba pudierasus oírlas.
cabellos castaño
oscuro recogidos en una coleta. Este hombre era John Fletcher, padre de Jack y
piloto del Alexandria, y
no apartaba ni un segundo los ojos del horizonte, como si esperara
taladrar la tormenta y alcanzar la
—¡Vosotros! —ordenó el contramaestre señalando a Jack, Ginsel y otros tres
seguridad de las tierras que se extendían más allá.
marineros—. ¡Poneos
en marcha y soltad esa gavia! ¡Deprisa!
Los cinco marineros de dirigieron a toda prisa a la proa del barco, pero
cuando cruzaban la cubierta
principal en dirección al palo del trinquete, una bola de fuego apareció de
la nada... y fue derecha hacia
Jack. —¡Cuidado! —gritó uno de los
marineros.
Jack, que en ese viaje ya había vivido en sus carnes algunos de los
ataques de sus enemigos
portugueses, se hizo a un lado instintivamente. Sintió la vaharada de aire
caliente y el zumbido de la bola
de fuego pasó junto a él, y se precipitó sin pensarlo a la cubierta.
El sonido del impacto de ese proyectil,
sin embargo, nada tuvo que ver con el de los cañonazos: no se produjo
el habitual y temible crujidodel
hierroSecontraquedó
la horrorizado.
madera. Fue más bien un golpe sordo y sin vida, como una
Nobola erade una tela. bola
Los deojos de Jack
se posaron
fuego. en el objeto que tenía ahora a sus pies.
Era el cadáver ardiente de uno de los marineros de la
tripulación: el rayo lo había matado.
Jack se quedó inmóvil. Una desconcertante sensación de asco le subía de la
boca de su estómago
hacia el fondo de su garganta. El rostro del hombre mostraba un gesto de
agonía y estaba tan desfigurado
por —Santa
el fuegoMaría,
que Madre
Jack deni Dios siquiera
—exclamó pudo Ginsel—,
reconocerlo.¡incluso los cielos están
contra nosotros!
Pero antes de que pudiera murmurar otra palabra, una ola barrió la amura y
se llevó el cuerpo al mar.
—¡Jack, tú quédate conmigo! —le dijo Ginsel, al ver la expresión de
espanto del rostro del
muchacho. Lo agarró por el brazo y lo empujó hacia el palo del trinquete.
Pero Jack permaneció clavado en su sitio. Todavía podía oler la carne calcinada
del marinero
muerto, como un cerdo quemado en una espeta.
No era el primer muertoque veía en el viaje y sabía que no iba a ser
el último.Sin embargo, eso no
ayudaba a que la experiencia le resultara menos dolorosa. Su padre le
había advertido que cruzar el
Atlántico y el Pacífico era un viaje lleno de peligros y Jack ya
había visto morir a hombres de
congelación, escorbuto, fiebre tropical, heridas de cuchillo y balas de cañón.
—Vamos, Jack... —instó
Esa familiaridad con la
muerte, Ginsel.
no obstante, no lo hacía inmune al horror.
—Estoy diciendo una oración por él —respondió al fin Jack, intentando
desesperadamente sofocar el
pánico. Sabía que su deber era seguir a Ginsel y el resto de la
tripulación, pero la necesidad de estar con
su—¿Adónde
padre en vas? este momento
—chilló Ginsel,fue más fuerte que
mientras Jack sucorría compromiso
hacia el con
alcázarel deber.
situado
en la otra punta del
navío—. ¡Te necesitamos aquí!
Jack, sin embargo, se perdió en la tormenta, enzarzado en una lucha caóticapor
alcanzar a su padre
mientras el barco se sacudía de un lado a otro.
Apenas había conseguido llegar al palo de mesana cuando otra ola colosal
golpeó el Alexandria. Fue
tan potente que Jack perdió pie y fue barrido por la cubierta hasta la
El amura
barco de se babor.
estremeció de nuevo y Jack cayó por la borda. En ese mismo
instante supo que había
llegado el final. Escupido por la tormenta, iba a ser devorado por el
oscuro océanoque se rebullía allí
abajo...
2
El gaviero
Jack se volvió y vio que el aparejo suelto volaba directamente hacia su cabeza.
Se lanzó a un lado,
esquivándolo, pero en el proceso perdió su asidero y resbaló.
Jack se agarró por instinto al cordaje. Los cabos se le clavaron en las
manos,pero, a pesar del dolor
desgarrador, consiguió no perder su asidero.
Se quedó allí colgado, agitándose al
viento.
El mar. El barco. La vela. El cielo. Todo giraba a
su alrededor.
—¡No te preocupes! ¡Te tengo! —oyó que le gritaba Ginsel en medio de
la tormenta.
Tiró de la cuerda e izó a Jack hacia el palo. Jack pasó las piernas
por el juanete principal y se
enderezó. Tardó unos instantes en recuperar el aliento, tratando de tomar aire
entre los dientescon los
queCuando
aún sujetaba
el dolor elde cuchillo
sus manosde Ginsel. continuó
remitió, arrastrándose por la verga. Al
cabo de un rato, la
driza atascada quedó a unas pocas pulgadas de su rostro. Jack se quitó el
cuchillo de entre los dientesy
empezó a cortar el cabo empapado. Pero el cuchillo estaba mal afilado.
Tuvo que intentarlo varias veces
antes de que los hilos del cabo empezaran a soltarse. Jack tenía los dedos
helados hasta los huesos y las
palmas,
—¡Noooo! ensangrentadas:
—gritó resultaba
Jack, tratando difícilinútilmente
trabajar decon soltura en esas condiciones.
Una alcanzarlo.
ráfaga de viento
lo Agotado
alcanzó por
de el costado esfuerzo, y, seal volvió tratar de sujetarse, soltó el cuchillo. La
hoja hacia
se Ginsel.
fue volando con la tormenta.
—¡Sólo he conseguido cortar la mitad del cabo! ¿Y
ahora qué?
Ginsel, sujetando la cuerda de seguridad, le indicó que regresara, pero en ese
preciso instante otra
ráfaga de viento golpeó a Jack con violencia. Habría jurado que el barco había encallado.
Todo el mástil
se estremeció y la gavia tiró con fuerza de la driza. Debilitado por los
cortes de Jack, el cabo chasqueó
El barco se abalanzó hacia
como un hueso al romperse, la vela se desplegó y, con un poderoso
y delante.
Ginsel crujido, los capturó
otros marineros soltaron un breve grito de júbilo y Jack se
el viento.
sintió momentáneamente
exultante por ese inesperado giro de
la fortuna.
Pero la alegría duró poco.
La noche era negra como la brea, la vieja luna había desaparecido, y el barco
wako pronto quedó
envuelto en una oscuridad absoluta.
El capitán, consciente de la posibilidad de un ataque,había doblado la
guardia en cubierta. Mientras,
en el interior del buque, los marineros fuera de servicio se susurraban
unos a otros sus temores. Agotado,
Jack yacía silencioso en su camastro, contemplandoel chisporroteo de la lámpara
de aceite, a cuya luz
Jack debió de quedarse adormilado, porque cuando volvió a abrir los ojos la
los rostros de los hombres aparecían descarnados y espectrales.
lámpara de aceite se
había apagado. ¿Qué lo había despertado? Reinaba un silencio absoluto, salvo
por los ronquidos de
algunos
Jack saltó de de los
su marineros,
camastro pero
y asubió pesar
las de ello se
escaleras. No sintió
había inquieto.
luz en cubierta.
Ni una sola estrella brillaba
en el firmamento, y esa oscuridad absoluta le resultó preocupante. Cruzó la
cubierta, palpando su camino.
Parecía
Entonces,no sinhaberavisonadieprevio,chocó
cerca y esto unincrementó aún más su
contra sensación de
intranquilidad.
vigilante.
—¡Demonios! —exclamó el marinero—. Me has dado un
susto de muerte.
—Losiento, Pipa —dijo Jack, viendo la pequeña pipa de barro entre los labios del
hombre—. Pero
¿por qué están apagadas todas las mechas?
—Bien. Pero éste no es sitio para dar paseos de medianoche. Vamosarmados con
pistolas y espadas
por si los wako atacan,así que vuelve abajo. No querrás estropear esa linda
carita dedicó
Pipa le tuya, a¿no? Jack una amplia sonrisamellada y alzó una hoja de aspecto
oxidado ante su cara.
Jack no estaba seguro de si Pipa hablaba en serio, pero no iba a quedarse
Seahí retiró
para a averiguarlo.
la
escalera.
Cuando se disponía a bajar, le dirigió una última mirada al marinero,
que estaba junto a la amura,
De repente,
encendiendo su el
pipa. El brillo desapareció,
brillo rojo como
del si
tabaco una
resaltó sombra
como un lo
ascua hubiera
en la engullido.
oscuridad.
Jack oyó entonces una
leve exhalación de aire y el golpeteo de la pipa al caer contra la
cubierta, y vio el cuerpo del marinero
desmoronándose silenciosamente en el suelo. La sombra voló por los aires y
desapareció en los
aparejos.
Jack se quedó demasiado aturdido para poder gritar. ¿Qué acababa de ver? ¿Había
llegado a ver
algo? Sus ojos se habían acostumbrado a la oscuridad y le pareció distinguir
sombras arrastrándose en
silencio por todo el barco. Otros dos vigilantes de la cubierta de proa
fueron tragados por las sombras y
se desplomaron. Lo extraño de todo aquello era el silencio sepulcral en
Jack
el bajó entonces
que se a
producía toda
el prisa las
ataque.Y escaleras y se lanzó hacia
eso era, el advirtió
camarote Jack:deun suataque. padre.
—¡Padre! —gritó—. ¡Nos atacan!
John se detuvo en seco y se dio media vuelta, incrédulo. Pero una mirada al
rostro ceniciento de su
hijo le convenció. Se sacó el cuchillo del cinturón y se lo entregó
a
—No Jack dejuntoeste
salgas con camarote.
la llave ¿Medel oyes?
camarote.
Pase lo que pase, no
salgas —ordenó.
Jack asintió, obediente: estaba demasiado aturdido como para
discutir.
Nunca había visto así a su padre. Juntos habían sobrevivido a los ataques de
los barcos portugueses
mientras navegaban por aguas suramericanasy atravesaban el difícil Estrecho de
Magallanes. Pero hasta
entonces su padre nunca le había mandado que se quedase en el camarote.
Siempre había luchado codo
—Echa la llave... Y espera mi regreso —ordenó su padre mientras
con codo junto a su padre, aunque sólo fuera recargándole la pistola.
cerraba la puerta tras él.
Jack lo oyó desaparecer por el pasillo, congregando a
los hombres.
—¡Todos a cubierta! ¡A las armas!
¡Nos abordan!
Jack cerró la puerta del camarote. Sin saber qué otra cosa hacer, se sentó en el
camastro. Pudo oír el
sonido de los pies descalzos de los hombres que acudían a toda prisa a
la llamada de su padre. Y cuando
subieron a
Luego,silencio. cubierta, sólo hubo gritos y chillidos.
Jack escuchó con atención. Lo único que podía oír era el crujidode las
tablas mientras los hombres
se movían con cautela. Parecía haber cierta confusión.
—¿Dónde está el enemigo? —exclamó uno de
los marineros.
—No hay ningún ataque... —dijo otro.
—¡Silencio! —ordenó su padre, y los hombres
se callaron.
La gravedad del silencio era
enervante.
—¡Venid aquí! —exclamó Ginsel—. Pipa está
muerto.
De repente, pareció que el infierno se desencadenaba. Se oyó la
detonación de una pistola, seguida de
más disparos. Los hombres gritaron.
—¡ESTÁN EN LOS APAREJOS! —chilló
alguien.
—¡Mi brazo! ¡Mi brazo! —exclamaba otro, y sus gritos de angustia fueron cortados
pronto
ominosamente.
Las espadas entrechocaron. Los pies corrieron por cubierta. Jack pudo oír los
gruñidos e
imprecaciones del combate a brazo partido. No supo qué hacer. Estaba
aterrado, capturado entre dos
miedos:
Los sonidosluchar ode esconderse.
la batalla remitían, sustituidos por los gemidos de los
moribundos, pero todavía pudo
oír a su padre animando a los hombres en la cubierta. ¡Al menos su
padre algo
Entonces estaba chocó
vivo! contra la puerta del camarote. Jack saltó de la cama,
sobresaltado. El picaporte
se sacudía frenéticamente arriba y abajo, pero la cerradura aguantaba.
—¡Socorro! ¡Por favor, socorro! ¡Déjenme entrar!—suplicaba una voz desesperada al
otro lado.
Era Christian. Sus manos golpeaban la puerta
cerrada.
—¡No! ¡No! Te lo
suplico...
Hubo un frenético roce. Un suave golpe de carne seguido por un
gemido doloroso.
Jack corrió hacia la puerta. Mientras manoseaba la llave, se le cayó antes de
poder meterla en la
cerradura. Ahogado por el pánico, volvió a cogerla, la hizo girar y
abrió la puerta, cuchillo en mano,
dispuesto
Christian acayó defenderse.
hacia el interior de la habitación, con un cuchillo clavado
en el estómago. La sangre
manchó las tablas del suelo y Jack sintió su tacto cálido y pegajoso bajo sus
pies. ojos de
Los Christian se le quedaron mirando,
aterrorizados y suplicantes.
Jack arrastró a su amigo al interior del camarote y cogió una de las
sábanas del camastro de su padre
para detener la hemorragia. De pronto, oyó los gritos desesperados de su
padre y, tras dedicarle una
mirada de dolor a Christian, salió al pasillo para enfrentarse a lo que se
ocultaba en la oscuridad.
6
Fiebre
Podía oír gritar a su padre. Los hombres yacían muertos o moribundos, los
cuerpos apilados unos
encima de otros. Su padre, todavía en pie, pero cubierto de sangre,estaba
rodeado por cinco sombras.
John Fletcher hacía girar un arpeo por encima de su cabeza, combatiendo con
la ferocidad de un león. Las
sombras (vestidas de negro de la cabeza a los pies, con una sola
Una
rendija para se los abalanzó
ojos) no hacia podían
acercarse. él.
Su padre descargó violentamenteel arpeo, alcanzando a su atacante en la
sien con un golpe terrible.
La sombra se desplomó en el suelo...
—¡Vamos! —rugió su padre—. ¡Parecéis fantasmas, pero seguís muriendo
como hombres!
Dos de los guerreros sombra atacaron. Uno iba armado con una hoja de
terrible aspecto unida a una
cadena, mientras que el otro hacía girar rápidamente dos pequeñas guadañas.
Ninguno pudo acercarse. El
grupoJack
rodeaba
no al
consiguió padremoverse:
de Jack, el intentando cansarlo. sus
miedo clavaba
pies a la cubierta.
Una de las sombras arrojó una estrella
centelleante...
Todo era deslumbrantemente brillante. Jack entrecerró los ojos ante la luz del
día. Se sentía
acalorado y la cabeza le martilleaba. Un dolor sordo latía en su brazo izquierdo.
Permaneció allí tendido,
incapaz
Su de nomoverse,
padre lo viomirando
venir, peroun techo de cedro pulido.Eso no era el
barco...
Jack sí.
El shuriken lo alcanzó en el brazo. John Fletcher gruñó de dolor, y
luego se arrancó con disgusto la
estrella de metal. Un fino hilillo de sangre manó de la herida. Su padre se río
Pero de
el lasburiken
patética no arma.
pretendía matar: simplemente era una distracción. Una sombra
bajó
silenciosamente por los cordajes tras su padre, como una araña que saltaba sobre su
presa.quiso gritar una advertencia, pero su
Jack voz quedó ahogada por
el pánico.
La sombra pasó un garrotepor delante de la garganta de su padre y
tiró con fuerza hacia atrás. Jack se
sintió completamente inútil. Había demasiados. Él no era más que un muchacho.
¿Cómo podía salvar a su
padre?
Llevado por la desesperación, Jack gritó y se lanzó al ataque empuñando
el cuchillo de su padre...
Desorientado, volvió la cabeza, con los músculos del cuello entumecidos y
doloridos.
Allí,arrodillada en silencio junto a él, había una mujer pequeña. Le resultaba
familiar, pero no podía
estar seguro: todo estaba desenfocado.
—¿Madre? —preguntó Jack.
—Jack... Estás vivo —dijo,y una leve sonrisaasomó en sus labios ensangrentados—. El
cuaderno de
ruta... A casa... Te llevará a casa...
Entonces la luz abandonó los ojos de su padre y John
exhaló su último suspiro.
Jack ese abrazó a su padre, tratando de calmar sus sollozos. Se aferró a él
como si fuera un marinero
que busca una cuerda de seguridad para no ahogarse.
Cuando su llanto finalmente remitió, Jack se dio cuenta de que estaba
completamente solo, aisladoen
una tierra extranjera. Su única esperanza para regresar a casa era el cuaderno
Corrióde ruta. las
hacia cubiertas inferiores. Los wako, ocupados en cargar las armas, el
oro y el brasilere en
su propio barco, no se fijaron en él. Bajo cubierta, Jack dejó atrás cadáver
tras cadáver hasta que
consiguió
Habían entrar
saqueadoen el camarote
camarote, de
el su padre, donde
escritorio estaba encontró
volcado el
y cuerpo
las sin
cartas
vida de
esparcidas Christian.
por todas partes.
Jack corrió al camastro y levantó el colchón. Apretó el resorte oculto y,
para su alivio, vio el cuaderno
de ruta, envuelto en su tela protectora.
Se lo metió debajo de la camisa y salió corriendo del camarote. Casi había
llegado a las escaleras
cuando una mano apareció de pronto en medio de la oscuridad y lo
Unagarrórostro
por ennegrecido
el cuelloapareció
de la ante camisa.
sus
ojos.
Sonreía con una mueca enloquecida, revelando una hilera de dientes
de tiburón.
—¡Caiga la peste sobre ellos! No nos han derrotado —susurró Ginsel con los
ojos desencajados—.
Le he prendido fuego a la santabárbara. ¡BUUM!
Ginsel extendió los brazos, para indicar el gran alcance de la
explosión. Se rio brevemente, y de
pronto una expresión de sorpresa se apoderó de su rostro. Jack lo vio
entonces desplomarse ante él con
unJack gran
alzó la cuchillo mirada ysujeto a
vio una
la cadena
siniestraasomándole
figura por
de la
un espalda.
ninja surgiendo de las
sombras. Un único ojo verde
lo miró a los ojos y luego reparó en el cuaderno de ruta que Jack
llevaba guardado debajo de la camisa.
La sombra tiró de la cadena, devolviendo el cuchillo a su mano.
Jack giró sobre sus talones y corrió
Antes de que el cuchillo del ninja lo alcanzara, Jack salió despedido por
escaleras arriba, rezando para poder llegar a tiempo a la amura.
la fuerza de la explosión y
acabó cayendo al océanocon el resto del naufragio...
Luego... Luego la
nada...
Un dolor terrible.
Oscuridad.
Una luz cegadora.
Jack fue súbitamente consciente de que podía oír esas mismas voces ahora, hablando
fuera de la
habitación. Durante un momento, no se atrevió a respirar.
¿Eran wako? Pero entonces ¿por qué estaba
vivo?
Jack divisó su camisa y sus calzones, perfectamente doblados en un rincón de la
habitación, pero no
vio ni rastro del cuaderno de ruta. Se puso en pie a duras penas y se
vistió apresuradamente. Cruzó la
habitación
Se en perdido.
sintió busca de Nila siquiera
puerta, pero había
sólo halló una parrilla ininterrumpida de
paneles.
una aldaba.
Entonces recordó uno de sus sueños febriles: la muchacha había entrado en
la habitación a través de
una puerta corredera. Jack agarró una de las tablillas de madera para empujar,
pero, al no estar aún
habituado a la firmeza de la tierra firme, se tambaleó y atravesó con
la mano la puerta de fino papel. La
conversación al otro lado de la puerta shoji cesó bruscamente.
El panel se deslizóy Jack retrocedió tambaleándose, avergonzado por
su torpeza.
Una mujer de mediana edad de rostro redondo y un joven fornido de
oscuros ojos almendrados se lo
quedaron mirando. La expresión del hombre era feroz. De su cintura colgaban
dos espadas, una parecida
a una daga, la otra, larga y levemente curvada. Dio un paso adelante,
sujetando con la mano la
—¿Naniwoshiteru, gaijin? —dijo el hombre desafiante.
empuñadura de la hoja más larga.
—Lo siento. Yo... No comprendo —dijo Jack, retirándose asustado.
—Ofuro —dijo la
mujer
—Me bañé ayer... —se quejó Jack.
—¡Ofuro!—reprendió ella.
Jack repitió el gesto varias veces. Ella seguía sin parecer comprender, manteniendo en sus
labios la
misma sonrisaenervante. Jack estaba a punto de darse por vencido cuando el
niño pequeño
—JakuFurecha intervino. luego se
—dijo,y señaló la nariz
—. Jiro.
—Jiro. Sí, sí, mi nombre
es Jack.
—¡Jaku! ¡Jiro! ¡Jaku! ¡Jiro! —exclamó el niño, encantado, señalando alternativamente a
Jack y luego
a sí mismo.
La mujer, comprendiendo, inclinó la
cabeza
—Watashi wa Dâte Hiroko. Hi-
ro-ko.
—Hi-ro-ko —repitió Jack lentamente, devolviendo la inclinación de cabeza. Al
menos ahora sabía
sus nombres.
Una shoji lateral se deslizó para abrirse y entró Chiro, la criada, con
una bandeja y seis pequeños
cuencos lacados. Mientras los colocaba sobre la mesa, Jack se dio cuenta de
pronto de lo hambriento que
estaba. Había sopa de pescado, arroz, tiras de extrañas verduras sin cocer, lo
que parecían ser densas
Jack se preguntó dónde estaba el resto de la comida. La mesita estaba adornada
gachas de trigo y pequeños trocitos de pescado crudo. La criada se inclinó y
con cuenquecitos de
se marchó.
comida, pero ¿era suficiente para todos? ¿Dónde estaba la carne? ¿La salsa? ¿Aunque
sólo fuera un trozo
de pan con manteca? ¡Por el amor de Dios, el pescado ni siquiera
estaba cocido! Temiendo ofender de
nuevo a sus anfitriones, esperó a ser servido. Se produjo un largo silencio,
Jiro
y hizo lo
entonces Hirokocogió dos
palillos mismo.
que había junto a su cuenco.
A continuación, para asombro de Jack, sujetando los palillos con una sola
mano, empezaron a coger
pequeñas cantidades de comida y se las introdujeron con destreza en la
boca sin dejar ni un instante de
observar
Jack ni atentamente
siquiera ase Jack.
había fijado en que tenía un par de palillos junto a
su cuenco. Examinó los pedazos
de madera, finos como lápices. ¿Cómo demonios se suponía que iba a
comerle con sonrió
Jiro eso? con la boca
llena.
—Hashi —dijo,señalándolos.
Jiro abrió la mano para enseñarle a Jack a sujetar correctamente los palillos.
Aunque consiguió imitar
el movimiento de tijera de Jiro, no logró sujetar ni el pescado ni la
verdura tiempo suficiente para
levantarlos
Cuanta del
más cuenco.
comida se le caía, más frustrado se sentía. Pero no era de
los que se rinden fácilmente,
así que lo intentó de nuevo, con una mueca. Esta vez se concentró
en el arroz. Esto tenía que ser más
fácil: había más. Pero la mitad de la cantidad volvió a caer inmediatamente en
el cuenco. La otra mitad se
Satisfecho de haberlo conseguido, Jack masticó el único grano y se frotó la
esparció por la mesa. Para cuando llegó a la boca de Jack, todo lo que
barriga fingiendo que
quedaba era un granitode arroz.
estaba saciado.
Jiro se echó a
reír.
Al pequeño podría haberle gustado la broma,pensó Jack, pero si no aprendía
a utilizarpronto estos
hashi, iba a morirse de hambre. ¡Y eso no era cosa de risa!
10
¡Abunai!
Jack echó a
correr.
Sin preocuparse de adonde se dirigía,bajó corriendo por un camino de
tierra que serpenteaba entre
edificios hasta que perdió la casa de vista.
Tras echar un rápido vistazoa sus inmediaciones, Jack comprendió que la aldea se
encontraba en la
hondonada de una gran bahía natural desde la que se divisaban montañas
elevándose en la distancia.
Alrededor de la bahía había unas doscientas viviendas, muchas con techos de
paja, otras con tejados
rojos. Alrededor de la aldea había incontables terrenos escalonados en los que
algunos granjeros
atendían
Dobló los
una campos
esquina de
y arroz.
se Aencontró
pesar dede que
prontoleen dolía
medio elde brazo,
una Jack
plaza. La
corrió
plaza entre los
conducía aturdidos
a un aldeanos
gran
colina
malecón abajo, hacia
de el mar.
piedra donde hombres y mujeres limpiaban pescado y reparaban
redes. En la bahía, un
puñado de barcos de pesca salpicaba las aguas. Mujeres vestidas con finas
ropas blancas se lanzaban al
agua desde los barcos,para desaparecer y volver a aparecer con bolsas llenas de
algas marinas, marisco
y El silencio
ostras. Una se pequeñaapoderóisla de arenosala se
plaza yalzaba Jack
en el
fue centro de
consciente la
de bahía, y
que
un
cientosdeportal ojos
de maderaestudiaban.
lo roja Toda la
dominaba
aldea parecía su playa.
detenida en el tiempo. Las mujeres vestidas con quimonos
de vibrantes colores se quedaron
arrodilladas inmóviles en mitad de la compra; los pescados, medio abiertos en
las manos de los
Tras un momento de vacilación, Jack inclinó la cabeza, vacilante. El
pescadores, brillaron al sol; y un samurái, como una estatua, se le
samurái apenas reconoció el
quedó mirando pétreo.
saludo, pero continuó su camino, ignorándolo. Unas cuantas mujeres le
devolvieron la inclinación de
cabeza, con una sonrisabrillando en sus ojos, y los aldeanos reemprendieron
sus actividades cotidianas.
Sin saber qué hacer a continuación, Jack se recuperó, cruzó la plaza hacia el
Escrutó
malecón, los ybarcos buscando
se dirigió adesesperadamente
una un buque extranjero. Pero no tuvo
suerte: todos los
playa pequeña.
navíos eran japoneses y estaban tripulados por japoneses. Desesperado, Jack se
sentó junto a un bote y
miró el mar.
Inglaterra estaba a dos años y cuatro mil leguas de distancia. El único hogar que
conocía, y Jess, la
única familiaque le quedaba, estaban en el otro lado del mundo. ¿Qué
esperanza le quedaba de volver a
verla? ¿Qué sentido tenía tratar de escapar? No había ningún sitio adonde ir.
No tenía dinero. Ni
cuaderno de ruta. ¡Ni siquiera sus propias ropas! Con su pelo rubio, destacaba
Jack contempló
como un los barcos
dedo hinchado que fondeaban en la bahía, sin saber qué hacer a
entre continuación.
los Y
japoneses entonces
de pelo negro.
apareció ella, surgiendo de las aguas como una sirena. Su piel era tan
inmaculada
Jack la y
vio el
emerger negro del
de su
mar y subir a uno de los botes más cercanos
cabelloa tan
la puro como
orilla. Un el
pescadorde la
recogiómuchacha que había visto en el templo.
su bolsa, cargada de ostras, y, mientras ella se incorporaba y se secaba,
el hombre se dispuso a abrir las
ostras en busca de perlas. Ella se pasó las manos por el pelo. El agua de
mar cayó en cascada, reflejando
la luz de la mañana como un millar de estrellas diminutas.
Mientras el pescador remaba para cruzar la bahía, la muchacha permaneció
completamente al compás
del bamboleo del barco, moviendo su esbelto cuerpo con la gracia de un
sauce, de modo que parecía
flotar sobre las aguas. Cuando se acercó al malecón, Jack pudo distinguir claramente
sus rasgos.No era
mucho mayor que él. Bendecida con una piel suave y pura, sus ojos de media
luna tenían el color del
ébano—¡GAIJIN!
y bajo su nariz pequeña y redonda asomaba la flor de su
boca, con labios como pétalosde rosa. Si
Jack hubiera imaginado alguna vez una princesa de cuento de hadas, se habría
parecido a
Jack salió bruscamente de ésta. su ensimismamiento y vio acercarse a dos japoneses
vestidos con sencillos
quimonos y zapatillas de cuerda. Uno era bajo, con la cabeza redonda y
la nariz chata, y el otro, delgado
como—¿Nani
un palillowoy con los gaijin?
shiteru, ojos —dijo
muy Nariz
juntos.
Chata
desafiante.
El hombre delgado se asomó por encima de los hombros de su
amigo y golpeó con su bastón el pecho
de Jack.
—¿Eh,gaijin? —dijo su voz aflautada en tono de
burla.
Jack trató de retroceder, pero no tenía
adonde ir.
—¿Onushi ittai doko kara kitanoda, gaijin? —exigió Nariz Chata, tirandodel pelo rubio
de Jack.
—¿Eh,gaijin? —coreó el hombre delgado, golpeando los dedos de
Jack con su bastón.
Jack retiró la mano.
Jack apenas oyó la resonante orden, pero vio, sin embargo, que a Nariz Chata
casi se le salían los
ojos de las órbitas cuando una mano le asestó un golpe en el cogote.
Nariz Chata se desplomó en la arena
y Taka-san,
se quedó
el allí, inmóvil,
joven samurái mientras
de la lo
casa cubrían
de Jack, las
había olas.
aparecido de la
nada y, con la ferocidad de un
tigre, había golpeado a Nariz Chata. Se volvió ahora hacia el otro atacante de
Jack, desenvainando su
espada con un fluido movimiento. El hombre delgado se arrojó al suelo, pidiendo
disculpas
La espada cortó el aire y trazó un arco hacia el
ardientemente.
hombre postrado.
—¡Iye! Taka-san. Dôzo —ordenó otra voz, y Taka-san detuvo la espada
apenas a una pulgada del
cuello expuesto.
Jack reconoció al instante la
amable voz.
Esa noche, cuando llamaron a Jack para cenar, Hirokoy su hijo Jiro se
sentaron en sus sitios habituales,
pero el cuarto cojín estaba ocupado por Akiko. Detrás de Akiko colgaban las
dos brillantes espadas
samuráis.
La presencia de la muchacha hacía que Jack se sintiera encantado y
torpe al mismo tiempo. Ella tenía
la delicadeza de una dama de clase, y, sin embargo, poseía un aura de
autoridad que Jack no había visto
nunca en una chica. El samurái Taka-san obedecía cada una de sus palabras
y los criados se inclinaban
Jack se quedó algo sorprendido al ver que no pensaban castigarlo por su
profundamente en su presencia.
huida. De hecho, los criados
parecían más preocupados que furiosos, sobre todo Uekiya el jardinero, y
Jack se sintió culpable por
haber preocupado
Concluida la al anciano.
cena, Akiko condujo a Jack al porche, donde se sentaron en
mullidos cojinesa la luz del
crepúsculo. El silencio se había posado sobre la aldea como una suave manta y
Jack pudo oír los
vacilantes chirridos de los grillos y el suave tintineo del arroyo que
serpenteaba a través del inmaculado
Akiko permaneció allí sentada absorbiendo la paz y por primera vez en
jardín de Uekiya.
días Jack se permitió bajar la
guardia.
Entonces advirtió a Taka-san de pie en las sombras, silencioso, con la
mano apoyada en la espada.
Jack se tensó al instante. Al parecer a partir de ahora le estarían
Una vigilando.
shoji se abrió y Chiro trajo una bandeja lacada con una tetera hermosamente
decorada y dos
tacitas. Colocó la bandeja en el suelo y, con suma delicadeza, sirvió un
líquido caliente de un color
verde. A Jack le recordó al «té», una bebida de moda que los comerciantes
holandeses habían empezado
Con ambas manos,Chiro le pasó una taza a Akiko, quien entonces se la
a importar a Holanda desde China.
ofrecióa Jack.
Jack cogió la taza y esperó a que Akiko recogiera la suya, pero ella le
indicó que bebiera primero.
Vacilante, Jack sorbió la bebida humeante. Sabía a hierba hervida y tuvo que
reprimir una mueca ante su
sorprendente amargura. Akiko bebió entonces de su propia taza. Una expresión de
tranquila satisfacción
Tras varios momentos de silencio, Jack acumuló el
se adueñó de su rostro.
valor para hablar.
Señalando el té verde que evidentemente tanto le gustaba
a ella, preguntó:
—¿Cómo se llama esta
bebida?
Hubo una breve pausa, y cuando Akiko pareció haber comprendido la
pregunta, respondió:
—Sencha.
Una masa de piel seca y marcas enrojecidas se desplegaban como lava fundida
por encima de su ojo
izquierdo, por su mejilla y por la línea de su mandíbula. Sus rasgos restantes
eran por lo demás regulares
y bien definidos. Tenía la constitución recia y musculosa de un buey, y sus
ojos eran del color del ámbar.
Su quimono marrón oscuro y crema lucía el emblema circular de un
A fénix
diferencia
y, de
al Godai, Masamoto
igual que Godai, llevaba llevaba la cabeza completamente
afeitada,
una cinta en pero lase había dejadopero la
cabeza, suya era de un rojo escarlata.
algo de barba, una barba fina y muy cuidada. A Jack, Masamoto le parecía
más un
Masamoto monje que
observó la un
escenaguerrero. antes de sacar sus espadas de la barquita.
Las guardó, junto con sus
sayas protectoras, en el obi de su quimono. Primero sacó la espada corta
wakizashi, y luego la más larga,
la catana,con su aguzado filo vuelto hacia arriba. Tomándose su tiempo, empezó
a caminar lentamente
Furioso por la llegada tardía y poco respetuosa de su oponente,
por la playa hacia el torii.
Godai lo insultó a gritos.
Imperturbable, Masamoto mantuvo su estoicopaso, incluso deteniéndose a responder
al saludo de sus
samuráis. Por fin se encontró cara a cara con Godai y se inclinó
ceremoniosamente ante él. Godai se
enfureció aún más. Ciego de ira, cargó contra Masamoto en un intento de pillarlo
desprevenido antes de
Sin embargo, Masamoto estaba preparado para semejante ofensiva. Esquivó a
que la competición comenzara oficialmente.
Godai, pero faltó poco
para que la enorme nodachi lo alcanzara. Con un solo movimiento,
Masamoto desenvainó sus dos
espadas de sus sayas, alzando al cielo la catana con la mano derecha y
colocándose con la izquierda la
Godai preparó su nodachi para un segundo ataque, trazando un
wakizashi sobre el pecho para protegerse de cualquier contraataque.
arco con la espada a velocidad
cegadora y dirigiéndola a la cabeza de Masamoto. Éste cambió su pose,
ladeando su catana para desviar
el golpe a la izquierda. Las espadas entrechocaron y la nodachi
resbaló a lo largo de la hoja de
Masamoto aguantó el golpe aplastante y con su wakizashi cortó el torso de
Masamoto.
Godai. La espada sesgó el
quimono de Godai, pero no llegó a alcanzar la carne. Godai giró para evitar que
Masamoto extendiera su
golpe y
Masamoto consiguiera
persiguió hacerle sangrar.
Jack se sorprendió aante Godai la hasta el
habilidad mar,
y haciendo
la girar sus
agilidad de espadas
esos dos aguerreros.
toda velocidad,
Combatían con pero la no
gracia tardó
en detenerse
propia de los ante el
bailarines, avance
haciendo de la
piruetasnodachien yuna casidanza le faltó tiempo
exquisita, pero para
letal.
saltar y
Cada golpe era ponerse ejecutadofuera de su alcance.
con total precisión y entrega. No era extraño que sus compañeros de
tripulación hubieran sido
masacrados con tanta facilidad: no tenían ninguna posibilidad contra un enemigo tan
diestro en las artes
de la
lucha.
Godai hizo retroceder a Masamoto playa arriba, mientras sus samuráis
lo animaban.
A pesar del obvio peso y la longitud de la nodachi, Godai era
devastadoramente diestro en su
manejo. La empleaba con facilidad, como si no fuera más que una vara de
bambú. Godai continuó
haciendo
Godai retroceder
amagó un agolpe Masamoto
a la hacia
derechael grupo
y de
luego espectadores,
cambió justo
su donde
ataque se
y se
encontraba
lanzó contra el Jack. brazo expuesto de
su oponente. Masamoto consiguió evitar el golpe, pero el inmenso esfuerzo de
Godai por alcanzarlo
empujó
Llenos su
de pesada
pánico,espada hacia
los la multitud.
aldeanos se dispersaron, pero Jack permaneció inmóvil
en su sitio, paralizado
por la mortal intención de los ojos de Godai. Descubrió en ellos la misma ira
cruel que había visto arder
en En el
ese único
mismo ojo
instante,verde del
Taka-sanasesinoapartó de
a su
Jack, padre:
pero una
el inequívoca
aldeano determinaciónde
que tenía
matar.
detrás no fue tan afortunado.
El hombrecillo trató de protegerse, pero la nodachi le cortó la mano que
había alzado con los dedos
extendidos.
Godai, haciendo caso omiso de los gritos del aldeano, sacudió la sangre de
su espada y emprendió
otro ataque contra Masamoto, que se retiraba.
Jack advirtió con asombro que no se trataba de una competición de práctica.
Era un duelo a muerte.
Dos de los samuráis de Masamoto se llevaron al aldeano herido mientras
la multitud se abalanzaba
hacia adelante, ansiosa por no perderse la acción,aplastando bajo un mar de
pies los al dedos
Preocupada ver amputados.
el rostro ceniciento de Jack, Akiko le preguntó por señas
si se encontraba bien.
—Estoy bien —replicó Jack, forzando una sonrisa, aunque en
realidad se sentía asqueado.
Se tragó la amarga sorpresa de lo que acababa de presenciar. ¿Cómo
podía ser tan bárbaro un pueblo
que dedicaba su tiempo a crear jardines exquisitos y decorar quimonos con
imágenes de mariposas?
Devolvió su atención al combate para evitar la inquisitiva mirada de
Akiko. Los dos samuráis se
habían separado y jadeaban entrecortadamente por el esfuerzo. Caminaron
rodeándose el uno al otro
esperando el siguiente movimiento. Godai fingió un avance y la multitud se
replegó, desesperada por
Masamoto, familiarizado ahora con la táctica de Godai, se situó en su lado
evitar ser pillada de nuevo en el ataque.
ciego, deteniendo la
nodachi con su espada corta y contraatacando con la catana.La catana se
dirigió a la cabeza de Godai.
Éste
Los lados esquivó
guerreros ygiraronla espada
el rozó
uno su coronilla.
alrededor del otro y se detuvieron. La
multitud contuvo la
respiración. Entonces el moño de Godai se deslizópor su cabeza y cayó flácido a
la arena. Masamoto
sonrió—¡Masamoto!
ante la desgracia
¡Masamoto!pública de
¡Masamoto! Godai, y sus samuráis del fénix empezaron
a canturrear:
Encendido por la humillación de haber perdido su moño, Godai gritó un kiai y
atacó con más
ferocidad que antes. Su nodachi golpeó de arriba abajo y a continuación, como un
águila que asciende
después de cernirse sobre su presa, voló inmediatamente hacia arriba en un
ángulo que derrotó la catana
Masamoto, doblándose hacia atrás para esquivar el golpe, alzó su wakizashi para
de Masamoto.
desviar la hoja de
su cuello, pero se vio obligado a soltar la catana y la punta de la
nodachi se clavó en su hombro derecho.
Masamoto gimió de dolor. Cayó de espaldas y rodó en un intento de
distanciarse de Godai. Después de
Ahora eran los samuráis de Godai los que
varias vueltascontroladas, volvió a ponerse en pie.
vitoreaban.
Godai estaba seguro de su victoria: Masamoto había perdido su catana y la
corta wakizashi no era
rival para una poderosa nodachi. Los samuráis de Masamoto advirtieron que su
campeón tenía pocas
posibilidades de superar semejante desventaja. Por primera vez en su vida, el
legendario manejo de las
Masamoto se retiró playa abajo, dirigiéndose hacia la barquita del pescador en la
dos espadas de Masamoto no había resistido el ataque de una nodachi.
que había llegado.
Godai sonreía, casi saboreando la victoria, y se interpuso de un salto
entre Masamoto y el barco de
madera, cortando
Masamoto parecía su huida.
derrotado. La sangre manaba del corte en su hombro.
Bajó débilmente su
wakizashi. La multitud dejó escapar un gemido de abatimiento. Godai sonreía
de oreja a oreja cuando
alzó Ésesu eraarma el para momento
descargar que el Masamoto
golpe final.había estado
esperando.
Jack sintió que lo estaban juzgando. Lo habían convocado a esa sala sólo
para tener que enfrentarse a
ese cura jesuita amargado y sañudo. Su padre ya le había advertido acerca de
esos hombres. Los
portugueses, como los españoles, habían estado en guerra con Inglaterra durante
casi veinte años, y,
aunque el conflicto ahora estaba oficialmente concluido, ambas naciones todavía
sentíanpor la otra un
profundo odio. Y los jesuitas seguían siendo los peores enemigos de Inglaterra:
—Mefanáticos
llamo Jack católicos
Fletcher. que Soy de Inglaterra. Llegué a bordo de un
celebraban barco juicios inquisitoriales
mercante... y por herejía supuestamente en nombre de Dios.
Jack, como
—Inconcebible: no protestante
hay ingleses en estas aguas. Eres un pirata, así que no nos
inglés, hagas
se hallabael
perder en
tiempo serios problemas.
con tus mentiras, ni a mí, ni a su alteza. Me han llamado para que
traduzca
—¿Douka tu
shimashitaengaño.
ka? —intervino Masamoto.
—Arigato repitió Jack, señalando su brazo roto, e inclinándose tanto como el brazo
pudo permitirle.
Esto pareció complacer a Masamoto, quien reconoció el respeto mostrado
con una leve inclinación de
cabeza.
—¿Entonces ésta es la casa de
—No, es la
Masamoto? casa de su hermana Hiroko. Vive aquí con su hija
Akiko. —El sacerdote empezó a toser
de nuevo violentamente y tardó unos instantes en recuperarse—. ¡Ya basta de
preguntas por tu parte,
muchacho! ¿Qué hay del resto de tu tripulación?
—Están muertos.
Jack se sentía frustrado por no poder comunicarse más con ella. Había muchas
cosas que quería
decir, preguntas que necesitaban respuesta. Estaba rodeado por extraños amables,
pero se sentía
completamente aisladopor el idioma. La lección improvisada que Akiko le
había dado la tarde anterior
había sido el intercambio de palabras más parecido a una conversación que
Jack abrió la nota
había tenido desde que se y leyó el
mensaje. de
había recuperado sus fiebres hacía dos semanas.
Se solicita tu presencia. Por favor, ven a verme directamente después del
desayuno mañana. Vivo
en la cuarta casa a la izquierda del malecón.
Padre Lucius
La casa del padre Lucius era un edificio pequeño, apartado del camino
principal. Taka-san, el samurái de
la casa de Jack, llamó a la campana que colgaba de la puerta y
esperó pasos
Jack oyó una yrespuesta.la puerta se abrió. Tras ella apareció el padre Lucius, con
los ojos hinchados y sin
parar de toser.
—Bienvenido a mi humilde hogar, hereje.
Pasa.
Jack atravesó la puerta y entró en un pequeño jardín que guardaba poco
parecido con el paraíso de
Uekiya. Había una parcela de verduras y hierbas, y un manzano
solitario con unos pocos frutos en un
extremo. Jack no vio ni adornos ni hermosos arroyuelos: sin duda era un
jardín para cultivar, no para
Tras haber escoltado a Jack, Taka-san se inclinó y
reflexionar.
se marchó.
El padre Lucius condujo a Jack a una habitación pequeña amueblada
escuetamente con una mesa, dos
sillas y un altar improvisado. Un gran crucifijo de madera adornaba la
pared
—Toma del fondo.
asiento—instruyó el padre Lucius mientras se sentaba en la silla
al otro lado de la mesa.
Tosía esporádicamente cubriéndose la boca con un
pañuelo.
—¿Cómo está hoy el joven samurái? —dijo el sacerdote en
tono de burla.
—¿Porqué me ha llamado? —repuso Jack, haciendo caso omiso del sarcasmo
del padre Lucius.
—Tengo que enseñarte
japonés.
—¿Porqué? —preguntó Jack desconcertado—. No parecía muy dispuesto a
ayudarme ayer.
Esa tarde, bajo el cerezo, Jack hojeó las páginas del diccionario. El padre
Lucius tenía razón al
hablar tan orgullosamente de su obra. Contenía listas de palabras japonesas
junto a sus traducciones al
portugués, notas detalladas sobre gramática, indicaciones para pronunciar correctamente, y
guías sobre la
—Discúlpame, Jack —dijo Akiko, acercándose por el puentecito—. Espero no
etiqueta adecuada. Era en efecto su magnum opus.
molestarte.
—No, en absoluto —dijo Jack, soltando el diccionario—.Agradezco que vengas a
verme, pero creía
que hoy ibas a pescar perlas.
—No, hoy no —respondió Akiko, algo decepcionada.
—Domô, gaijin.
Al día siguiente, Jack llegó temprano al jardín para practicar la kata antes de
que apareciera Yamato.
Éste no hizo ningún comentario al respecto, pero sin duda la intención de
Jack le quedó clara: no pensaba
quedarse
Yamato atrás seen colocó la juntopráctica
a del y bokken,
Jack empezó por a muy sincronizar
irrespetuosa suque fuera la
actitud de Yamato.
entrenamientocon el suyo.
Yamato no era en modo alguno un artista marcial hábil. Era unos seis meses
más joven que Jack, así
que no llevaba más de un año de entrenamiento. Pero había heredado
parte de la habilidad de su padre
con el arma y sabía lo suficiente para enseñarle a Jack las bases del
kenjutsu: el arte de la espada.
Cuando el otoño dio por fin paso al invierno, Jack había mejorado
claramente. Los movimientos kata,
al principio torpes y recios, empezaron a fluir, y el bokken se convirtió
en una extensión natural de sus
brazos. Ni siquiera Yamato podía negar sus progresos. Su randori se fue
haciendo más igualado y a
Akiko, sin embargo, no aprobaba la decisión de Jack de entrenarse
Yamato le resultó cada vez más difícil derrotar a Jack.
con Yamato, a pesar de sus
mejoras, y no se cansaba de sugerirle que al regreso de Masamoto
éste podría entrenarlo adecuadamente
en el arte del bokken sin que resultara herido cada dos por tres. Akiko,
no obstante, comprendió
finalmente que Jack no se dejaría disuadir y se resignó a administrar
A cambio
ungüentos Akiko había insistido
medicinales para sanar en que, además de entrenarse en las
los artes marciales
numerosos cortes del
y samurái,
magulladuras Jack
que recibió durante el randori.
debía conocer también los aspectos más elegantes y refinados de lo que
significaba ser un samurái, sobre
todo la formal etiqueta japonesa. Le recordó que Masamoto esperaría que él,
su hijo adoptivo, estuviera
Akiko le enseñó las formas aceptadas de mostrar respeto, así como el
bien versado en sus costumbres, y Jack no podía decepcionarlo.
modo adecuado de sentarse y
levantarse en presencia de un samurái y señor de la casa. Le enseñó
la manera correcta de ofrecer y
recibir regalos, usando ambas manos. Ayudó a Jack a perfeccionar su
japonés, detallando las formas
Jack creía que la cabeza le iba a explotar durante las sesiones de
correctas de dirigirse a personas de diferente estatus y relación.
etiqueta con Akiko. Había tantas
costumbres y códigos de conducta que casi se quedaba paralizado e
inactivo por miedo a ofender a
alguien.
Tal vez por eso disfrutaba de la lucha cuando se entrenaba con Yamato
en el randori: se sentía libre y
dueño de su propio destino.
—¿Al mejor de tres? —propuso Jack un día, cuando los primeros copos de
nieve se posaban sobre el
jardín.
—¿Porqué no, gaijin? —dijo Yamato, adoptando su pose de
lucha.
Akiko, que estaba enseñando a Jiro a marcar en la nieve kan-ji, la
forma de escribir japonesa, les
dirigió su habitual mirada reprobatoria antes de continuar con los estudios de
Jack Jiro.
comprobó su postura, ajustó su tenaza y alzó su kissaki. Yamato
golpeó inmediatamente,
deteniendo el bokken de Jack y empujando. Jack ladeó el cuerpo,
esquivando la hoja, y lanzó su propia
arma
Yamatocontra Yamato.
bloqueó sin esfuerzo y contraatacó con un golpe cortante hacia
arriba. Jack saltó hacia atrás,
mientras la kissaki casi le rozaba la barbilla. Oyó a Akiko dejar escapar un
suspiro
Yamato de
avanzóy preocupación.
alcanzó a Jack en el hombro con un
golpe hacia abajo. Jack gimió.
—Uno para mí —dijo Yamato, saboreando la evidente
victoria.
Continuaron.
—¿Porqué...?
El cerezo había perdido ya todas sus hojas y, con sus ramas peladas cargadas
de nieve, parecía un
esqueleto recortado contra el cielo. Jack caminó por el jardín hasta detenerse a
la sombra de su árbol. La
muerte parecía flotar en el ambiente. ¿Qué había querido decir el padre Lucius?
«No sabía que estarían
dispuestos a matar por él.» ¿Estaba hablando del cuaderno de ruta? Si era
así, eso debía de significar que
corríaSus
peligro.
pensamientos quedaron interrumpidos por una suave
voz.
—Lamento mucho la muerte del padre Lucius. Debes de estar
muy triste.
Akiko llevaba un sencillo quimono blanco, y parecía un copo de
nieve en un mundo todo blanco.
—Gracias —dijo,inclinando la cabeza—, pero no creo que fuera
amigo mío.
—¿Porqué dices eso? —susurró Akiko, sorprendida por la frialdad de sus
sentimientos.
Jack tomó aliento antes de responder. ¿Podía confiar en ella? ¿Podía
confiar en alguien allí? Pero
Akiko era lo más parecido que tenía a una amiga. No tenía nadie más a
quien
—Cuando el recurrir.
padre Lucius murió, dijo algo muy extraño. Dio a entender que
alguien querríamatarme,
y luego murió llorando y suplicando el perdón de Dios.
—¿Porqué querríanadie matarte, Jack? —preguntó Akiko, arrugando la nariz en gesto
de sorpresa.
Jack la estudió. ¿Podía extender su confianza y revelarle el secreto
del cuaderno de su padre? No,
pensó, no podía contarle toda la verdad. Al menos,todavía no. El cuaderno
de ruta de su padre era la
única posesión de valor que tenía. Lo único que podía suponer era que ellos
querían, pero como no sabía
—No lo sé. ¿Tal vez alguien a quien no le
quiénes eran esos ellos, cuanto menos se supiera acerca de sus auténticas
gustan los gaijin? —mintió.
intenciones, mejor.
—¿Quién?
Akiko no vaciló. Lanzó la larga banda de su ohi contra los ojos del
ninja de la espada. El arma
chasqueó como un látigo contra su cara, cegándolo momentáneamente. El ninja del
tanto se abalanzó
contra Akiko e intentó acuchillarle la cara. Con un rápido movimiento, Akiko lo bloqueó
con su vara, se
interpuso entre los dos ninjas, y descargó la mano del ohi contra el
El otro
cuello de ninja
su emitió un
atacante. siseo
El venenoso
ninja, y corrió hacia Akiko espada en mano. Ella se
aturdidovolvió hacia
por su
el golpe, soltó su tanto y retrocedió tambaleándose hacia la
atacantepared y,
del haciendo
fondo. retroceder rápidamente su obi, lo envolvió alrededor del
brazo extendido del ninja.
AlJack tirar del obi,
gritó inmediatamente sin embargo, Akiko se
una advertencia. Pero acercó
Akiko aleludió rostro el
hábilmente arma
la enemiga.
hoja y la
guió
resueltamente hacia el otro ninja. Su atacante perdió el equilibrio y, al no
poder detener su impulso hacia
Akiko
delante,había sido
clavó tan
la rápida
espada que,
en en
el cuanto
pecho Jack
de ysu Yamato
camarada. habían entrado en la
habitación, todo había
prácticamente terminado. El ninja retiró su espada, pero ya era demasiado tarde. Su
camarada,
ahogándose en sangre,se desplomó muertosobre el tatami.
Al volverse, el ninja se enfrentó a los tres muchachos: ¡un chico, una
chica y un gaijin! Los
muchachos defendieron su terrenoalzando sus armas como uno solo. Impresionado por su
arrojo, el ninja
miró —¿Cómo...
a su cómocamarada
has caídoeso?
hecho y escapó.
—tartamudeó Jack, asombrado por la habilidad
de Akiko.
—Las mujeres japonesas no sólo llevan quimonos, Jack —respondió ella, indignada
ante su
incredulidad.
En el exterior, oyeron gritar a
Taka-san.
—¡Rápido! Taka-san necesita nuestra ayuda —ordenó
Akiko.
Salieron corriendo al jardín justo a tiempo de ver a Ojo de Dragón
atravesando a Taka-san con su
espada. Los tres gritaron con toda la fuerza de sus pulmones y atacaron
a Ojo de Dragón como un solo
hombre.
Ojo de Dragón abandonó al derrotado Taka-san y, tras retirar su espada,
se volvió para enfrentarse a
los tres chicos. Taka-san se desplomó al pie del puente, agarrándose el
estómago herido y escupiendo
sangre.Jack, Akiko
—¡Jóvenes samuráis! y Yamato
¡Qué novedoso!formaron un
—exclamó anillo
Ojo protector
de Dragónen torno a
echándose su
a
reír amigo
ante la caído. absurda
visión de tres chicos empuñando armas—. Pero no demasiado jóvenes para morir —
añadió, con siniestra
maldad.
De la oscuridad surgieron otros dos ninjas, con las armas preparadas. Jack advirtió
que uno de ellos
se sujetaba contra el pecho la muñeca rota. «Está claro que no lo he
golpeado lo bastante fuerte», pensó
con —Elamargura.
cuaderno de ruta —susurró Ojo de Dragón, clavando su único ojo
en Jack—. ¿Dónde está?
21
Niten Ichi Ryû
Jack examinó la pequeña planta. Era un árbol perfecto, pero sólo algo
más grande que su mano
abierta.
—El sakura florece en abril —explicó Uekiya con ternura—. La flor es breve,
pero hermosa. Como
la vida.
—Arigatô, Uekiya-san. Pero yo no tengo nada que darte
a cambio.
—Eso no es necesario. Me ha producido un gran placer verte disfrutar en
mi jardín. Es todo lo que un
viejo jardinero puede desear.
—¡Jack-kun! ¡Jack-kun! —gritó Hirokosaliendo de la casa—. Debes darte prisa.
Es hora de partir.
—Cuando estés en Kioto, cuida de este bonsái y recuerda al viejo Uekiya
y su jardín, ¿quieres?
—Lo haré —dijo Jack, inclinándose para mostrarle su gratitud, y entonces se dio
cuenta de que
echaría mucho de menos el solaz que había descubierto bajo el cerezo.
Hiroko lo dirigió a la parte delantera de la casa. Jack miró por encima
de su hombro una última vez y
vio al anciano todavía inclinado, mostrándole su respeto. Estaba tan quieto que
parecía formar parte del
propio jardín.
—¿Cómo debo cuidar el bonsái? —le preguntó Jack
alzando la voz.
Uekiya alzó la
cabeza.
—Riégalo un poco cada día, pero no demasiado... —empezó a decir, pero el
resto de sus palabras se
perdieron cuando Jack dobló la esquina.
Hiroko lo condujo a través de la puerta principal, donde un grupo de
samuráis esperaban con sus
caballos. Estaban haciendo los últimos preparativos para el viaje y, a la
cabeza de la columna, junto a
Masamoto,
—Un iba
momento,Yamato. Jack-kun —dijo Hiroko, y, tras desaparecer en la casa,
regresó casi de inmediato con
un quimono perfectamente doblado. Jack se dio cuenta enseguida de que era de
seda, de un color burdeos
oscuro,
—Lo ynecesitarás
estaba decorado
para las con la
ceremonias insignia
y del
festivales. fénix
Lleva deel Masamoto.
mon del fénix, el
símbolo familiar de
Masamoto —dijo Hiroko, los ojos llenos de lágrimas por su partida—. Estarás
más seguro bajo el ojo
protector
—Arigatô, de Masamoto-sama
Hiroko-san —dijo Jack, que aquí. el
aceptando regalo con ambas manos y admirándolo—.
Es
magnífico.
Un fornido samurái de oscuras cejas tupidas y bigote que parecía
crecerle directamente de los
agujeros de la nariz se acercó a caballo. Iba vestido con un quimono
marrón oscuro y un chaleco de
montar.
—Jack-kun, Jack tienes
lo que reconoció:
cabalgar era conmigo
el samurái
—ordenó,de dando confianza de
una palmada Masamoto,
en la
Kuma-san.
grupa del caballo.
Jack colocó con cuidado el quimono dentro de su mochila, junto con el
bonsái,y lo guardó todo en
una alforja vacía. Kuma-san le ofrecióla mano y Jack montó.El samurái le
entregó entonces una gruesa
capa —¡Ypara acuérdate
que se deprotegiera bañarte! del —lefrío. aconsejó Hiroko, dirigiéndole a
Jack una sonrisatriste.
Mientras trotaban a la cabeza de la marcha, Jack notó que los ojos le
ardían de repente y contuvo las
lágrimas. Le entristecía dejar Toba. Ese lugar había sido su hogar durante los
seis últimos meses. No
tenía ni idea de cuándo regresaría, ni siquiera si lo haría alguna
vez. Se despidió de Hiroko, que le
devolvió el saludo inclinando la cabeza. Entonces Jack se dio cuenta de
que no había visto a Akiko.
¿Dónde
Al cabo de estaba?un Tenía laque divisó
rato, despedirse
detrás dede ella. grupo
un Jack de miró samuráis
desesperadamente
a a
caballo. su
alrededor, su
Cabalgaba incapazpropio corcel
de
bajar del
blanco, caballo.mismo que Jack había visto su
el primera mañana en Japón.
—¡Akiko! —gritó Jack—. Me preocupaba no poder
decirte adiós.
—¿Adiós? —repuso ella mirándole con expresión perpleja y acercándosele al
trote—. Pero Jack, si
yo también voy a Kioto.
—¿Qué? Pero si vamos a entrenarnos para ser
guerreros samuráis.
—Las mujeres también son samuráis, Jack —dijo Akiko ofendida, y acicateó
a su caballo antes de
que Jack tuviera tiempo de responder.
Se oyó el grito de «¡Ikinisai!», y la columna de
caballos se puso en marcha.
Jack vio que alguien corría junto a
su caballo.
—Adiós, adiós, Jack Fwesher. ¡Adiós! —gritó Jiro
con entusiasmo.
—Adiós, Jiro —respondió Jack, agitando la
mano.
Los samuráis empezaron a subir por la colina dejando al niño perdido
en una nube de nieve.
Una vez hubo dejado atrás la bahía, la tropa de samuráis serpenteó a lo
largo de los campos de arroz
de la colina hasta llegar a una estrecha carretera de tierra. Desde la falda de
la colina, Jack contempló el
puerto de Toba. Desde allí le parecía muy pequeño y los barcos eran como
pétalos en un estanque. El
toril, que marcaba la entrada a la bahía, ardía como el fuego bajo las
Kioto
luces del estaba
alba. Ya cuarenta
entonces ri, unos ciento cuarenta kilómetros de Toba, según le
había dicho
desapareció, perdidoKuma-san tras ala curva de la colina.
Jack. Cabalgarían hasta mediodía, descansarían, y luego pernoctarían en la aldea de
Hisai. Desde allí, el
día siguiente se dirigirían a Kameyama y tomarían la carretera de
Tokaido, tierra adentro, para acercarse
La ruta estaba libre de tráfico,aunque por el camino encontraron pequeños
a Kioto desde el extremo sur del lago Biwa. El viaje completo duraríatres
brotes de vida: aldeas de
días.
pescadores en cuyas orillas fondeaban algunas barcas y en las que se divisaban
pescadores reparando sus
redes; campos moteados donde granjeros atendían las heladas terrazas de
arroz; un mercado de verduras
local; una posada junto al camino, abierta a los negocios; perros medio
salvajes que ladraban y
perseguían
Jack advirtióa los
que caballos;
ante la un mercader
presencia de solitario
Masamoto que y se
su dirigía al
séquito, camino
todos los
de Tokaido,
aldeanos la
hacían una espalda cargada
de artículos.
reverencia de profundo respeto y no volvían a levantar la cabeza
Cuandohasta seque detuvieron
todos habían apasado.almorzar en una posada que había junto al camino,
Jack buscó a Akiko y la
encontró atendiendo a su caballo.
—Es un hermoso caballo —señaló Jack sin saber muy bien qué decir después
del grosero comentario
que le había hecho a Akiko esa mañana.
—Sí, Jack. Era de mi padre —respondió ella, sin
mirarlo.
—¿De tu padre? ¿Qué le
—Mi padre se sucedió? llamaba Date Kenshin. Fue un gran guerrero, pero murió a
manos de sus enemigos. No
se le permitió cometer seppuku, y fue por tanto
avergonzado en la muerte.
—Lo siento. No sabía...—dijo Jack con expresión perpleja—. ¿Qué es
seppuku?
—Un ritual de suicidio. Habría sido una muerte honorable para mi
padre. Pero no te preocupes.
Sucedió hace ya mucho tiempo. Yo sólo tenía dos años. Este caballo y las
espadas de la casa de mi madre
sonJack todo
recordólo que
las me
espadasqueda deroja él.
y negra que colgaban en la pared del
comedor de Hiroko. Eso le hizo
pensar en la única prueba que poseía de la existencia de su padre: el cuaderno
de ruta. Reconoció en los
ojos de
—Bueno, Akiko
lo lasiento misma
de amarga
todos modossensación —dijo,de pérdida
deseando que
poder élconsolarla
experimentaba
más—.
cada
Tambiéndía. deseaba
pedirte disculpas por lo de esta mañana. Te he molestado. No tenía ni
idea de que una mujer pudiera ser
samurái.
—Acepto tus En Inglaterra,
disculpas, son
Jack —dijo ella, hombres
sólo los inclinando los la que
cabeza,luchan. y su rostro se
iluminó—. A veces
olvido que no eres japonés.
—¿Cómo es posible? ¿Quién más tiene aquí el pelo rubio y la nariz
grande? —dijo él señalando la
turba de samuráis de pelo oscuro y rasgos finos que había en la posada.
Un Ambos
samurái se
se rieron
acercó,con ganas.
con expresión intrigada en el rostro, y les
entregó a cada uno un cuenco de
arroz y pescado ahumado.
—Siempre ha habido mujeres samurái, Jack —dijo Akiko, mientras se
sentaban a comer—. Hace
seiscientos años, en la época de la gran Guerra Gempei, vivió TomoeGozen,cuyas
valerosas acciones
son —¿Elhonradas
Heike qué?con —preguntó
un versoJack,
en la el boca Heikellena
Monogatari.
de
arroz.
—El Heike Mono-ga-tari es el relato épico de la lucha entre los clanes Taira y
Minamoto por el
controlde Japón. TomoeGozen fue una generala del poderoso daimyo Minamoto
Yoshinaka. Cabalgaba y
luchaba
—Por con
favor, la
continúa misma valentía
—la animó y Jack, destreza
cogiendo que
con cualquier
los palillossamuráiotra varón.
porción
de pescado ahumado
—. ¿Cómo era?
—El Heike describe a Tomoecomo excepcionalmente hermosa, con piel blanca,
largo pelo negro y
formas encantadoras. Era una arquera destacada, y una espadachina que valía por mil
hombres, siempre
dispuesta
—Parece a enfrentarse
que era a
una dioses o
mujer demonios, ya fuera sobre el caballo o
a pie.
imbatible.
—Para muchos samuráis lo era. Algunos la creían tan poderosa que
estaban convencidos que era la
reencarnación de una diosa del río.
Akiko soltó su cuencoy miró a Jack a
—Podía losdomarojos. caballos salvajes con habilidad sin par; y podía bajar por
montañas escarpadas sin
hacerse un rasguño. Cada vez que una batalla era inminente, Yoshinaka la
mandaba como su primer
capitán. Usaba una catana y un potente arco, y realizaba más acciones
valerosas que ninguno de sus otros
guerreros.
Jack guardó silencio. En el fervor de Akiko había algo más que simple
respeto por los logros de
TomoeGazen.Akiko tenía claramente algo que demostrar... Como samurái mujer que era.
—¿Qué quiso decir Ojo de Dragón con eso del cuaderno de ruta...? —
preguntó Akiko de repente
bajando la voz para que los demás samuráis allí presentes no la oyeran.
—Bueno, no exactamente. Es una ruta, una guía de los océanos del mundo.
Mi padre me dijo que
aquel que lo posea podrá dominar los mares —explicó Jack—. Su conocimiento no
tiene precio, y es la
única—Pero¿por
esperanza qué que notengosede lo volverdijiste
algunaa vez a casa.
Masamoto?
—Porque mi padre me hizo jurar que sería un secreto. Cuantamás gente sepa de
su existencia, más
peligroso será para todos nosotros. No sé en quién puedo confiar.
—Bueno, puedes confiar en mí. Guardé silencio por tu causa...
Igual que Yamato. Y puedes estar
seguro de que no diré nada.
—¿Y Yamato? ¿Puedo confiaren él de verdad?
—preguntó Jack.
La llamada del samurái que encabezaba la columna los interrumpió. Los
demás samuráis se
reagruparon rápidamente preparando la partida.
—Tenemos que irnos —dijo Akiko, dejando la pregunta sin
contestar.
Akiko montó en su corcel y Kuma-san se acercó cabalgando sin dejarle a
Jack tiempo de insistir.
Luego,en una larga fila de a dos, partieron camino abajo.
Al anochecer, llegaron al pueblo costero de Hisai. La calle principal
presumía de tener dos
albergues, y Kuma-san reservó alojamiento en el mejor.
Al día siguiente, se levantaron temprano e hicieron rápidos progresos
hacia Kameyana, un bullicioso
pueblo situado en el camino principal entre Edo y Kioto. Ése fue el
punto donde tomaron el camino de
Tokaido.
El camino tenía poco más de unos cuantos metros de ancho, pero
estaba atiborrada: había
mercaderes, samuráis, viajeros, porteadores extenuados que se calentaban junto al
fuego. Algunos
llevaban sombreros de paja redondos y grandes mochilas cuadradas. Otros
avanzaban cargados con
bolsas de tela y la cabeza envuelta en grandes pañuelos de cuadros. Los
pocos que iban a caballo eran
todos
A samuráis.
medida La
que fueron recorriendo pareció
escena le el camino,a Jack
pasaronun poco
ante extraña,
pequeños pues, a
diferencia
montículos de
flanqueados lo
por que ocurría
un en
cualquier
árbol a carretera
cada lado. inglesa, no había carros ni ningún tipo de vehículo tirado por
caballos.
—¿Qué son, Kuma-san? —preguntó Jack, señalando
uno.
—Cuando se fundó Kioto hace casi mil años —respondió Akiko—, el emperador
Kammu estableció
un monasterio en el monte Hiei para proteger a la ciudad de los espíritus
malignos. Los monjes tenían la
responsabilidad
—Incluso de suproteger
tenían Kioto.
propio ejército de sohei —añadió
Yamato.
—¿Sohei?
Era Jack Fletcher, un muchacho inglés que había soñadocon ser piloto, como su
padre, y explorar las
maravillas del Nuevo Mundo, no un aspirante a guerrero samurái, perdido
en una tierra extraña, presa de
unJack ninja
se tuerto.
sentía como un cordero al que hubieran mandado al matadero.
Cada uno de aquellos
estudiantes lo había miradocomo si quisiera despedazarlo miembro a miembro.
24
Sensei
—¡JÓVENES SAMURÁIS!
—¡Hai! Dôzo, Masamoto-sama. Es bueno tener un final hacia el que viajar —dijo el
anciano con
considerado cuidado—, pero al final es el viaje lo que cuenta.[ 3 ]
—Sabias palabras, sensei —respondió Masamoto.
El sensei Yamada asintió y pareció volver a dormirse. Jack deseó ser capaz de
quedarse dormido tan
fácilmente en esa posición. Las rodillas se le estaban entumeciendo y le
—Por dolían los pies.
favor, no te muevas —le susurró Akiko, al ver que Jack cambiaba
su peso de una rodilla a otra
—. Es irrespetuoso.
«Ninguna compasión por su parte —pensó Jack—, ¡tal vez los japoneses
nacen de rodillas!»
Masamoto se volvió hacia una mujer joven que tenía a su izquierda.
—Ahora os presento a la sensei Yosa Hoshi, maestra de
kyujutsu y equitación.
La sensei vestía un titilante quimono rojo sangre y marfil adornado con un
mon de una luna y dos
estrellas. Su pelo negro brillaba a la luz de las numerosas lámparas de
las paredes del Chô—no-ma,
dándole el aspecto de una cascada. Jack olvidó rápidamente el dolor de sus
rodillas: como el resto de los
—Es indudablemente uno de los talentos más prodigiosos en el «Arte del
estudiantes varones, se había quedado cautivado por la bellezade la sensei
Arco» —explicó Masamoto
Yosa.
—. Me atrevería a decir que es la mejor arquera del mundo. Envidio
verdaderamente a aquellos que se
beneficien
Cuando de
la su
sensei tutelaje.
inclinó la cabeza, sus ojos de color avellana no
abandonaron a sus estudiantes. Se
dirigieron a cada uno de ellos como si calcularan distancia y trayectoria. A
Jack le recordó a un halcón
cazador, elegante y graciosa, pero al mismo tiempo aguda y letal. Entonces,
cuando se sentó, se echó atrás
—En último lugar, pero no por ello el menos importante, permitidme que os
el cabello tras las orejas y reveló una fea cicatriz rojo rubí que le
presente al sensei Kyuzo
corría por toda la mejilla derecha.
Isamu, maestro de taijutsu.
Un hombre diminuto ocupaba el extremo de la mesa, a la izquierda
de la sensei Yosa. Tenía por ojos
dos diminutas motitas negras y, bajo su nariz regordeta y chata, se adivinaba
una pelusa que debía de ser
—Es
el vuestra
bigote. autoridad en todos los asuntos del combate cuerpo a
cuerpo: patadas, puñetazos,
forcejeos,
más nuevosse golpes,sentaronbloqueos más cercay de
lanzamientos.
la entrada.Las Jack, habilidades
Yamatoque yaprenderéis Akiko, que
del
vestía
sensei unKyuzoquimono ceremonial
alimentarán
verde jade contodo el lo que familiar
mon hagáis aquí. de su padre de una flor de sakura,fueron a
Jack sentarse
se con otros
sorprendió. El diecisiete
sensei era menudo como un niño y le pareció
nuevosreclutas
Jack extraño
se había al vestidofondo
que lo de
con todo.
hubieranel elegido
quimono burdeos que Hirokole había regalado
como antestutor de de combates
partir de cuerpo
Toba. a cuerpo. Jack advirtió que los rostros
De de muchos
algún modo, llevar el de los
mon de nuevos la familiade Masamoto le había dado fuerza
estudiantes
El para expresaban
ancianocontrolar el
inclinó sus
la mismo
temores.
cabeza, desconcierto.
irritado. Al hacerlo, Jack advirtió que
El mon aplastando
estaba del fénix nueces
había conactuadolas como una armadura invisible y desanimó a
los
manos desnudas. otros Metódicamente
estudiantes a y sin prisa, el sensei Kyuzo cogía una nuez grande de
Cuando Jack fue a sentarse, sin embargo, el estudiante con el
acercarseun ocuencolacado
desafiar físicamente su presencia. Simplemente, lo observaron con
mon del sol lo interrumpió.
en —Éste recelo.
rojo esy mila sitio,
aplastaba
gaijin —le entre dijo
los dedos hasta que la partía. Luego recogía los
pedazos
desafiante.y proseguía con otra
Terminadas las presentaciones, Masamoto indicó a todos los estudiantes que se
nuez.
Todos los estudiantes se volvieron interesados en descubrir cuál iba a ser
inclinaran una vez
la reacción del gaijin del
más en honor a sus nuevossensei.
pelo rubio.
—Pero el Camino del Guerrero no es sólo artes marciales y
Jack se midió con el
meditación —continuó Masamoto—.
muchacho.
Significa
Se sostuvieron vivir según
la el
mirada código
durantesamuráiunos del segundoshonor, el
que bushido,
parecieron en todo momento.
extenderse hacia el
Exige
infinito.valor y
Entoncesdisciplina
en todas en
Jack sintió vuestras
el empresas.
hombro elEsperosuave roce
que de demostréis
la integridad,
mano de benevolencia
Akiko, que lo y
lealtad diariamente.
—Es apartó
todo con tuyo amabilidad.
—le dijo Jack al muchacho—. De todos modos, tampoco me
Debéis
gusta cómo huele ypor
honraros respetaros mutuamente. Cada estudiante de la Niten Ichi Ryûha
Jack tuvo la
sido sensación de que él era la razón de ese último comentario y
aquí. elegido
de
personalmente hecho varios
por estudiantes
mí, de
El muchacho respondió con modouna que mueca todo
al estudiante
insulto implícitose merece
acerca de vuestro
su falta de
volvieronrespeto. la cabeza para observarlo. Uno de ellos, un joven de aspecto imperioso,
limpieza y les dirigió
pómulos prominentes
una mirada terrible a los dos estudiantes que se habían reído ante la respuesta
y ojos oscuros, con la cabeza afeitada y un quimono negro azabache en
—Node Jack.
deberías ofender así a la gente, Jack —susurró Akiko, guiándolo
cuya espalda lucía el kamon de un
rápidamente hacia la mesa
sol rojo, le dirigió una mirada de pura malicia.
donde se había sentado Yamato—. No es conveniente que te crees enemigos... No
—Mañana comenzaréis vuestro entrenamientoformal. Los que sois estudiantes desde
dentro de la Niten Ichi
hace un curso o
Ryû.
más, necesitaréis también refrescar las habilidades adquiridas hasta el momento. No
penséis ni por un
momento que lo sabéis todo. ¡Sólo habéis dado vuestro primer paso! —proclamó
Masamoto, golpeando
la mesa con el puño para recalcar su argumento. A continuación, añadió—:
Con el tiempo, cualquiera
puede dominar lo físico. Con conocimiento, cualquiera puede ser sabio. Sólo los
más dedicados
guerreros pueden conseguir dominar el auténtico bushido.[ 4 ] La
Masamoto inclinó la
Niten Ichi Ryûes vuestro cabeza para mostrar
camino respeto
a la a sus estudiantes y todos
entonaron un estruendoso
excelencia. ¡Por tanto, aprendedlo como su fuerais a vivir para siempre! ¡Vivid como si
vítor. fuerais a morir
mañana!—¡MASAMOTO! ¡MASAMOTO! ¡MASAMOTO!
Con tanto a la vista, a Jack le resultó difícil saber por dónde empezar.
Cogió los hashi y se los
colocó con cuidado en la mano. Después de seis meses de práctica ya
casi se había acostumbrado a los
pequeños
—Estabaspalillos,
diciendo pero quetodavía
todo esle cuestión
resultaba decomplicado comer los bocados
pequeños.
vergüenza —instó.
—Sí. Para un japonés es muy importante no avergonzarse nunca —
respondió Akiko.
—¿Cómo puedes avergonzarte?
Kazuki aplicó aún más presión. El dolor se intensificó aún más y Kazuki
le hundió a Jack la cara en el
suelo. se
Jack Jack frotó
era incapazespinilla
la de ymoverse. Kazuki
entró cojeando forzó el
en brazo de
butokuden. Jack su
Dejó hacia
arriba
bokken y se
al lo
filo de pegó a
la la
entrada, espalda junto
mientras
con—¿Disfrutas
las le
armas de restregaba
de los con
los otrosgusanos,fuerza la
estudiantes,
gaijin?ycara por
¡Es la
luego todo tierra.
se arrodilló
lo que torpemente
te junto a
mereces
Yamato.
Akiko entró con
comer! —exclamó Kazuki—. Kiku pocoLos después. Saburocorría tras
gaijin no ellas. son dignos de aprender nuestros secretos. Nuestras artes marciales.
—¡Ayyyyy!
No —gimió
perteneces aquí.Saburo.
¡Márchate,
Jack
También gaijin!
sintió que
él el
entró brazo
cojeando estaba ay punto
se de
puso rompérsele
en fila, mordiéndose los
otra por
labios vez. el dolor.
El —El
senseientrenamientopuede
Hosokawa estabaserjuntopeligroso
a la y entrada podrías blandiendo
lesionarteuna fácilmente.
shinai, una Deespada de
bambú.manera Escrutópermanente.al
resto Lede retorció
los un poco más
nuevosestudiantes que el cruzabanbrazo y el a patio Jack en le dirección al butokuden
pareció
para su —exclamó primeraincluso oírlo
clase del crujir.
—¡Sensei! entonces
día:
—¡Las una Nobu.sesión
artes matutina
marciales de
no ken-jutsu.
empiezan Tres
ni más
terminanfueron golpeados
en la en
puerta las
del espinillas
dojo! —
al
tronóKazuki
el entrar.
se Hosokawa
sensei puso en pie de un salto,
cuando liberando
el últimosu estudiante
tenaza. se unió a la nerviosa fila de chicos y
—¡Volveremos
chicas arrodillados—. a vernos,
Inclinaos
siempre gaijin! la
Entonces con Kazuki espalda
y Nobubiense alzada cuando
marcharon entréis en hasta
corriendo, el perderse
dojo. ¡A trastodola el
que pille arrastrando los pies,
Toda esquina la fila del se Chô—no-ma.
enderezó al instante para evitar tener una imagen
andando
Jack se desgarbado
quedó allí o no prestando atención
brazo contra sentirá el
pecho. filo
Cuandode mi shinai!
desgarbada. El sensei tirado, sujetándose
Hosokawa el el el dolor
recorrióremitió, la lo examinó
sala, inspeccionando cada uno de los proyectos de samurái.
con
Cuandoatención. llegó No junto estaba
a roto,
Jack, pero
se sí dañado, y luchó por contener las
lágrimas.
detuvo. Jack se estremeció al
—He
recordar oído
las decir
últimasal sensei
palabrasMasamoto de que
Kazukicombatiste contra un
(«¡Volveremos ninja
a yvernos,lo
derrotaste
gaijin!»), con
que un repetíanbokken.ominosamente la
¿EsMientras
cierto? Jack yacía allí frotándose el brazo dolorido, el sensei Yamada se
amenaza de Ojo de Dragón.
acercó. El
—Um... sensei se
Hai... Más o
apoyaba en
men... un bastón de bambú y miró a Jack como si estuviera
—¡Hai,
inspeccionando SENSEI!a —tronó
un insectocon el ala
rota.
—Para Hosokawa.
que te pisen, tienes eque inclinóestar laen el suelo ¡Idiota!
[ 5 ] —dijo
Jack se disculpó rápidamente cabeza. Había olvidado la
casualmente,
etiqueta antes de proseguir
debida cuando
tranquilamente
se dirigía a su
una caminopersona hacia
de los
estatus dormitorios.
superior.
—¿Y eso Estaba
—Hai, sensei. qué ayudando
se suponeque
a significa?
Yamato... —gritó Jack, pero el sensei no
respondió. La única respuesta
fue —Excelente
el eco —dijodel el golpeteo del bastón,que ¿Tuviste
sensei, interrumpiéndolo—. fue desvaneciéndose
miedo? en el patio de
piedra.
Jack no sabía qué respuesta esperaba Hosokawa. Miró la fila de estudiantes que
le miraba a su vez.
¿Debería admitir que se sintió aterrado? ¿Qué pensaba que el ninja iba a
atravesarlo con su espada, o a
estrangularlo
Jack vio como había
que Kazuki hecho con
le su
mirabapadre? con aire burlón, ansioso por oír al
gaijin admitir su debilidad ante
todos. Entonces captó la mirada de Akiko, que le asentía en silencio: «Di la
verdad.»
—Hai, sensei —respondió con cautela.
—Absolutamente
—¡Ocho! ¡Nueve!
—reconoció Hosokawa—. Hay que tener miedo cuando se enfrenta
uno ¡Diez!
a un ninja.
Jack dejó alineaos!
—¡Ahora, escapar un suspiro de alivio mientras el sensei continuaba
caminando por la fila.
—El Todos
valorseno pusieron es la enausencia pie y del corrieron
miedo, sino más bien el juicio de que
otra a cosa colocarse.
es más importante
que —Mejor.
el miedo.Primero,
Jack, aquí quiero que sostengáis
presente, valoró su simplemente
lealtad haciavuestros
Yamato bokken
por encima del
en
miedo. Un la mano.
ideal digno
Jack ajustó su sable de madera hasta colocarlo exactamente como Yamato le
de un samurái.[ 6 ] Jack se hinchó de orgullo ante el inesperado
había enseñado allá en
cumplido y le lanzó una mirada a Kazuki,
Toba.Hosokawa continuó:
que parecía completamente fastidiado por las alabanzas del sensei.
—¿Dónde está tu bokken? —le preguntó de repente Husokawa a un
—Jack mostró
chico menudo yvalor, deconquistóaspecto el miedo y
ratonil por eso derrotó a su
oponente.
que estaba en Una labuena fila leccióndel para al
fondo, lado de Jack.
empezar
—Sumimasen, vuestra formación
sensei. Lo en enel el camino
dejé del... —respondió, temiéndose
Shishi-no-ma
Hosokawalo se peor. detuvo a mitad de la frase. Nobu cruzaba trabajosamente el
—¿Cómo
patio: llegabate llamas?
tarde a la
lección. Se estaba abrochando el quimono mientras andabay llevaba su
—Yori,
bokken sensei.
sujeto torpemente bajo la
axila.
TodosEl sensei se acercó asupieron la puerta y esperó.que iba
—Bien, los Yori-kun, estudiantes ¿qué tipo deexactamente samurái lo serás? —preguntó a suceder.
Hosokawa Nobu
siguiócon corriendo,
disgusto. ajeno a su
—No lo castigo.
inexorable sé,
—¡Ayyyyy!sensei.
—Yo te lo diré: un samurái muerto. Ahora ve y coge otro
El shinaibokkendel senseideHosokawa
la Pared
golpeódelas lasespinillas
Armas. de Nobu con tanta fuerza que el
Yori fue
chico corriendo
perdió el y cogió un bokken de la pared del fondo, donde había
panelesy
equilibrio de
cayó madera
de bruces repletos
al suelo. Su bokken resbaló castañeteando por el
de armas:
suelo de espadas,
madera. cuchillos,
Los demás lanzas, porras y media docena de armas
más para las
estudiantes sofocaronque Jack una no risita tenía
antes de que el sensei Hosokawa los hiciera
nombre.
—Paracon empezar,
callar una miradaclase, quiero que simplemente sintáis el bokken. Sostenedlo. Haceos
—¡Levántate! ¡Y no vuelvas a llegar tarde a mi clase nunca más! —ordenó
severa. una idea de su
peso, su Hosokawa,
forma, su dándole a
equilibrio. Blandidlo... ¡Sin golpear las paredes, el suelo ni
Nabu una firme
Jack asostuvonadie! su patada en
bokken el trasero—.
entre las ¡Ni
manos, vuelvas a
pasándolo presentarte
de derechaasí en
a mi
Nobudojo! se
izquierda. Probó puso
algunosen pie.
golpes Parecía que estaba a punto de estallar de
vergüenza,
clásicos, y pasó
luego giró sobre síde largo, mismo. Lo alzó sobre su cabeza y trazó un
inclinándose
gran yarco rozando con él. el suelo.
Saburoestaba
—Bien,
haciendo ahora
lo que estamospero, todos, podemos empezarsuficientevuestro entrenamiento.
—¡He Recoged dicho mismo,
sin
vuestros golpearbokkencomo a no
nadie! prestaba
—gritó Hosokawa, atención,
asestando golpeó
con asu
shinai otro
otro estudiante
golpe en en en
las la nuca.
y alineaos tres filas. Daos espacio suficiente para blandirvuestras armas.
espinillas de
Todos inclinaron Saburo—.
la La y espada
cabeza sees pusieron
una extensión en de Torpemente,
pie. vuestro brazo. Debéis
saberformaron
instintivamenteen dóndefilas.
tres
está
—¿Qué su kissaki,
es esto? —gritó extensión
la de
Hosokawa—. su
¡Todo hoja mundo,
el y dónde ase encuentra
hacer en
diez flexiones!
todo ¡Kazuki,
momento en
ve relación
contando! con vuestro
Hosokawa
Toda la alzó clase
rápidamente
se su al shinaisuelo
tiró y y lo empezódescargó a con la velocidad del
cuerpo.
rayo cumplir
contra la sucabeza de
castigo.
Yamato,
—¡Uno! deteniéndose
¡Dos! ¡Tres! a ¡Cuatro!
una pulgada de su nariz. Yamato dio un respingo
ante ¡Cinco!
el imprevisto ataque, y
tragó —¡La
saliva próxima
presa del vez que diga «alineaos», espero que corráis!
pánico. ¡Y formad
—¿Para qué sirve el poder, si no hay control? —dijo Hosokawa, dejando
filas ordenadas!
Los brazos
caer su de
arma—. Jack temblaron
Ahora, un poco por el esfuerzo, pero, a pesar de la
sostenedtortura de
vuestrosla noche
bokken pasada, ante vosotros, con ambos brazos rectos y el arma
dos años en
descansando de subir a
horizontal las jarcias le habían dado fuerzas suficientes para
enfrentarse
encima
Jack obedeció, a
de ese
vuestras
sintiendo castigomanos.
levemente sin el peso del bokken sobre sus manos estiradas.
siquiera«No es sudar. demasiado
Algunos de los estudiantes, sin embargo, empezaron a
equivocarse
difícil», al
pensó. seguir el ritmo y
otros se rindieron por completo. Kazuki siguió contando, sin perder el aliento.
—Y mantened la postura hasta que os
diga que paréis.
El sensei Hosokawa empezó a caminar por la sala, pensativo. Como un
ejército de piedra, todos los
estudiantes (con los brazos extendidos y el bokken encima de las manos)
Uno aesperaron
uno, lossu orden empezaron
brazos de parar. a temblar. Kiku, un alumno situado por
delante de Jack, empezó a
bajar los brazos.
—¿He dicho que podéis bajar los brazos? —ladró Hosokawa, y Kiku se
enderezó al instante. El
esfuerzo se notaba en su rostro.
Unos minutos más tarde, una chica al fondo soltó su bokken,
incapaz de continuar.
—¿Te rindes? —preguntó Hosokawa—. Ve a sentarte a ese lado.
¿Quién será el siguiente?
Varios estudiantes se rindieron inmediatamente, entre ellos Kiku y Yori. Akiko
empezaba a notar el
esfuerzo. Jack, sin embargo, se sentía aún bastante fresco.
Otros cinco bajaron los brazos,sin aliento por el esfuerzo, y salieron del
área de entrenamiento.
—¿Derrotados tan fácilmente? —dijo Hosokawa con claro desdén, mientras Saburo
se rendía al
mismo tiempo que Nobu.
—¿Discúlpame, sensei? —preguntó Saburo con adecuada deferencia, mientras se
masajeaba los
brazos doloridos.
—¿Sí?
—¿Cuál es el propósito de
este ejercicio?
—¿El propósito? —dijo Hosokawa con desconcierto—. Creía que era obvio. Si tu
propia espada
puede derrotarte en tus propias manos,¿qué esperanza tienes de derrotar jamás a
El tu enemigo?
descubrimiento de la función del ejercicio renovó los esfuerzos de
los que todavía aguantaban.
Todos estaban ansiosos por impresionar al sensei en su primera lección y
se
Sin embargo, sobrepusieron al
unos minutos dolor. más tarde, otros dos se retiraron, dejando sólo a
cinco estudiantes de pie:
Jack, Kazuki, Yamato, Akiko y Emi, una muchacha elegante, pero arrogante,
que, según le habían contado
a Los Jack,
brazos era
de la
Akiko hija mayor del
empezaban a daimyo
temblar, Takatomi,
pero ella el parecíapatrocinador de
decidida la
a
escuela.
derrotar a la chica restante.
Emi, sin embargo, era la más estable de las dos. Miró a Akiko y le
dirigió una sonrisa forzada, pero
victoriosa. Estaba claro que tampoco quería pasar vergüenza. Akiko empezó a
respirar
entrecortadamente, para darse fuerzas para continuar. Por el rabillo del ojo, Jack vio
Apenas un
que Emi empezaba segundo a después, los brazos de Emi se
bajar los desplomaron
brazos.Pero también.
entonces Akiko llegó a su límite físico y soltó su bokken.
—Excelente—comentó Hosokawa—. Emi, has demostrado un fuerte espíritu de lucha.
Has ganado
mi respeto.
Ambasfueron a sentarse. Por el camino, Emi pasó junto a Akiko con una
expresión triunfante en su
rostro. Jack vio que Akiko dirigía una mirada molesta hacia la arrogante Emi, y
evidentemente quería
tener la oportunidad de borrar aquella expresión de superioridad del rostro de la
otra chica. Akiko, sin
embargo,
—Todavía se nos contuvo
quedan ytres en cambioguerreros
valientes inclinó amablemente
—anunció la cabeza.Kobai, esto ya
Hosokawa—.
no es cuestión
de fuerza ni resistencia. Es cuestión de fuerza de voluntad. La mente sobre la
materia. Es cuestión de
probar
Yamatolos propios
temblaba límites
como un de vuestra
árbol en capacidad
una tormenta. de aguante.
Jack sabía que no iba a
durar mucho, pero eso no
importaba. Estaba decidido a derrotar a Kazuki, no importaba el precio.
Kazuki le había vencido ayer,
pero Kazuki,
hoy Jack sinlo embargo,vencería a
parecía él firmedelante
como de todo el mundo. ¡Kazuki
pasaríavergüenza
una roca. delante del gaijin!
Los brazos de Yamato le fallaron de pronto y tuvo que unirse a los
demás en el perímetro del dojo.
Jack y Kazuki continuaron batallando... Y la batalla se lidiaba tanto en sus
mentescomo entre sí. Los
brazos de Kazuki se estremecían, pero él aguantaba.
—¡Kazuki! —gritó Nobu para mostrarle su apoyo, y de inmediato otros
estudiantes se unieron a él—.
¡Kazuki! ¡Kazuki! ¡Kazuki!
Animado por el apoyo, Kazuki levantó aún más los brazos.Segurode su
victoria, le dedicó a Jack
una sonrisa.
Entonces Saburoestalló:
—¡Vamos, Jack!
Los dos muchachos se encontraban en el centro del butokuden: eran dos guerreros
librando una
guerra invisible y cuyos ejércitos entonaban cánticos desde los flancos.
Jack dio graciasa Dios por todas las horas que había pasado como gaviero a
bordo del Alexandria.
Estaba acostumbrado a colgar de sus brazos durante horas, entumecido por el
dolor y el frío, ya fuera
contra el
Sin embargo, viento o
también bajo la
conocíalluvia o
sus la
límites nieve.
y no se había subido a las
jarcias desde hacía más de seis
meses. Ya había empezado a reconocer los signos de que se acercaba al
final de su capacidad de aguante.
Le Kazuki,
quedaba noquizásobstante,
otro minuto: parecía después
aún firme sus brazos cederían por completo.
como una roca.
27
Un motivopara entrenarme
¡No,no iba permitir que Kazuki lo derrotase! Jack luchó contra el bokken
que reposaba en sus manos.
Vio a Akiko apoyándolo desde el exterior del dojo. Jack apretó los dientes,
cerró los ojos y convocó la
última gota
De repente, de fuerza que
como una ola tenía. que rompe,su cuerpo se inundó de una curiosa
energía. Experimentó una
nada infinita, los brazos parecieron extenderse eternamente, sin peso, casi entumecidos.
Se oyó un fuerte sonido de madera cuando un bokken cayó al suelo del
dojo; luego una explosión de
aplausos y vítores, y el sonido de su nombre.
—¡Jack! ¡Jack! ¡Jack!
—Para que te pisen, tienes que estar en el suelo. ¡Menudo sabio! ¿Qué
ayuda es ésa?
—Disculpadme —dijo una vocecita, y Yori, el chico que había olvidado su
bokken, asomó la cabeza
por detrás de Saburo—. El sensei Yamada puede que te estuviera sugiriendo
que aprendieras a
defenderte.
Jack aún tardó unos instantes en captar el significado de las palabras de
Yori, pero finalmente
advirtió que tenía razón. De repente, el proverbio del sensei le pareció
obvio. Si podía dominar la
espada y el taijutsu, y ser más fuerte, más rápido y mejor que Kazuki,
entonces sería Kazuki quien estaría
¡Con las habilidades adecuadas, podría derrotar a cualquiera, tal vez incluso
en el suelo, no él.
a Dokugan Ryu!
Ahora había un motivopor el que merecía la
pena entrenar.
—¿Te encuentras bien, Jack? —preguntó Akiko, preocupada ante la oscura expresión
de
determinaciónque nublaba el rostro de Jack.
El sensei Yamada asintió sabiamente, sugiriendo que había muchas más verdades que
descubrir del
muñeco de madera.
—Laclave del arte del zen es la regularidad diaria, así que debéis ser
disciplinados y meditar cada
mañana y cada noche durante un ratito. Pronto veréis la vida tal como es.
Inclinó la cabeza, indicando que la lección había terminado. Los
estudiantes se pusieron en pie y, tras
saludar, se marcharon con sus muñecos Daruma en la mano. Jack sacudió
las piernas para que la sangre
volviera
—¡Acordaosa correrle
de pintarley fue
al amuñecoreunirseel con
primer Akiko,
ojo Kiku
y yformular
Yamato. un
deseo! —dijo alegremente el sensei
Yamada, todavía sentado en los cojines, todavía parecido a un
sapo del
Tras salir en un
oscuro nenúfar.
butsuden al patio principal, Jack tuvo que protegerse los
ojos contra el sol de
invierno, que ya estaba bajo en el cielo de la tarde.
—¿De qué iba todo esto? —preguntó Saburo, que bajaba corriendo los escalones
del butsuden tras
ellos.
—No lo sé —respondió Yamato—. ¿Por qué no se lo preguntas a Kiku?
Parece que lo sabe todo.
—Se suponeque tienes que descubrirlo tú mismo —dijo Kiku, por encima
del hombro.
—Sigosin pillarlo —dijo Saburo—. No es más que un
muñeco de los deseos.
—No, no lo es. Es más que eso —
respondió Kiku.
—Eso es exactamente lo que ha dicho el sensei Yamada. Sólo estás repitiendo
sus palabras. Creo que
tú tampoco tienes ni idea —repuso Saburodesafiante.
—Sí que la tengo —replicó ella, y se negó a
decir nada más.
—¿Quiere alguien decirme cuál es el significado? —suplicó Saburo—.
¿Akiko? ¿Yamato?
Ambos se encogieron de
hombros.
—Te lo preguntaría a ti, Jack, pero probablemente ni siquiera
sabes lo que es el zen.
Tenía razón. Jack no lo sabía. Esperaba que alguien se lo dijera, pero no
se atrevió a preguntarlo por
miedo a parecer estúpido.
—Siete veces abajo, ocho veces arriba —dijo una vocecita
aflautada.
Todos se volvieron y vieron a Yori que bajaba las escaleras y
se dirigía hacia ellos.
—¿Qué?
—Siete veces abajo, ocho veces arriba. No importa cuántas veces te derriben:
levántate e inténtalo
de nuevo. Como el muñeco Daruma.
Todos miraron asombrados a
Yori.
—El sensei Yamada nos ha enseñado una lección vital de
budo. Nunca te rindas.
—¿Porqué no nos ha dicho eso sin más? —
dijo Saburo.
—Ése no es el camino del zen —dijo Kiku, claramente disgustada con
Yori por haber revelado la
respuesta. Se volvió hacia Jack y, como si le ofreciera la explicación a él,
dijo—:El zen recalcala idea
de que la verdad definitiva en la vida no debe perseguirse a través del
estudio, sino experimentarse de
—¿Cómo? —dijo Jack, tratando desesperadamente de entender este concepto
primera mano.
inaudito.
—El sensei Yamada debe guiarnos, no instruirnos. Hay que descubrir la
respuesta por uno mismo. Si
el sensei Yamada nos hubiera dicho sin más la respuesta, no habrías
comprendido su verdadero
significado.
—¡Yo lo habría comprendido! —interrumpió Saburo—. ¡Y me habría ahorrado
un buen dolor de
cabeza!
Esa noche, Jack encendió una varita de incienso en su habitación y se
sentó con las piernas cruzadas
en la posición del semiloto, ante el muñeco rojo. Lo empujó y lo
vio oscilar. Entonces, pacientemente,
esperó la
La varita se iluminación.
consumió y Jack no pareció haber llegado a ninguna
respuesta, así que encendió otra y
empujó de nuevo el muñeco. Su suave movimiento empezó a arrullarlo. Lo
empujó una vez más y, al no
haber
Jack nadie
relajó que
la pudiera
postura... distraerlo,
Entrecerró se los sintió
ojos... vagar.
Su El muñecose
respiración continuó
volvió más oscilando.
lenta...
Su mente se
calmó... Sus pensamientos se volvieron menos caóticos... Su cuerpo se llenó
gradualmente de un suave y
cálidoSupo
brillo...
lo queKi... tenía
Y que entonces un único pensamiento ardió con pleno brillo en su
mente.desear.
Jack pintó el primer ojo.
29
El sensei Kyuzo
—Os he preguntado si comprendéis. Los dioses del cielo necesitan oír vuestra
respuesta. ¿Hai? —
exigió de nuevo el sensei Kyuzo.
—¡HAI, SENSEI! —gritaron los muchachos al unísono, y su
grito resonó en las paredes.
—Cada vez que atraveséis esa puerta, os enfrentaréis a diez mil
enemigos. ¿Hai?
—¡HAI, SENSEl!
—Vuestro primer año de taijutsu estará dedicado a las kihon waza, las
técnicas básicas.
El sensei Kyuzo continuó golpeando verbalmente el aire con sus palabras mientras
golpeaba el poste
de madera con su puño.
—Dominad las técnicas básicas. Es todo lo que importa. Haced bien vuestras
poses. Que vuestros
movimientos sean precisos. Entonces, podréis luchar. Las técnicas deslumbrantes
son para las ferias y
para Deimpresionar
repente, a las dedamas.Las
dejó golpear básicas son para la batalla.
el poste.
—¡Tú, gaijinl Ven aquí.
—Me llamo Jack —respondió Jack, envarado, sorprendido por el término despectivo
del sensei.
—Bien. Gaijin Jack, ven aquí —dijo,haciendo con la mano un gesto cortante
para que se acercase.
Kazuki retorció el brazo de Jack cuanto pudo. Su agonía era tan grande que las
lágrimas le corrían
por la cara. Kazuki lo miró, con una expresión vengativa en los ojos.
—Cambiad de compañero —ordenó el
sensei.
—Es bueno entrenar contigo, Gaijin Jack —dijo Kazuki, soltando la muñeca de
Jack y buscando una
nueva víctima.
Jack ardió de furia. Ni siquiera le habían dado la oportunidad
de desquitarse.
Cuando terminó la clase, Jack fue el
primero en salir.
—¿Te encuentras bien, Jack?
—¡Pues claro que no! ¿Por qué no escogió el sensei Kyuzo a otro
para hacer su demostración? —
contestó, explotando con rabia acumulada—. La tiene tomada conmigo. Es igual que
Kazuki. Odia a los
gaijin.
—No, no es así. El sensei Kyuzo probablemente utilizará a otro la
próxima vez —dijo ella, tratando
de tranquilizarlo—. Además, es bueno ser uke. Masamoto me dijo que es la
mejor forma de aprender. Así
sabrás
Jack cómo
oyó debelos ser la
comentarios técnicacuando
burlones que lalos apliques adecuadamente.
demás estudiantes hacían sobre Gaijin Jack al
salir del
butokuden para dirigirse al Chô—no-ma para almorzar.
—¿Y todas esas burlas de Gaijin Jack? ¡Yo no voy por ahí
insultándolos!
—Ignóralos, Jack —dijo Akiko—. No saben comportarse.
Una mota blanca,no más grande que un ojo, destelló con fuerza al sol de
mediodía. El gong de un templo
sonó, y su sonido tintineó sobre los tejadosde la escuela.
Una veta de plumas surcó el aire con la velocidad de un halcón que se
abate sobre su presa y, tras un
agudo silbido, se oyó un golpe resonante como el latido de un corazón: la
flecha se había clavado en el
mismo
Una centro
segundadel blanco.
flecha se clavó al cabo de un instante junto a la primera,
haciendo temblar levemente sus
plumas.
Los estudiantes aplaudieron. La sensei Yosa Hoshi mantuvo la pose aún unos
momentos; la intensidad
de su concentración era palpable. Entonces bajó el arco, que era medio
metro más alto que ella, y se
dirigió
—Ela sus alumnos.
kyujutsu exige del samurái una combinación única de talentos —empezó
a decir—. La
determinaciónde un guerrero, la gracia de un bailarín, y la paz espiritual
Los de un
estudiantes monje.
escuchaban con atención, todos congregados en un extremo del
Nanzen-niwa, el
jardín «Zen del Sur», situado tras el Butsuden. Era un jardín de hermosa
sencillez, diseñado alrededor de
un rectángulo de arena blanca y decorado con monolitos y plantascuidadosamente
cultivadas. Un viejo
pino, retorcido y curvado por los elementos, se alzaba en un rincón.Como un
anciano frágil, su tronco se
apoyaba en una muleta de madera. La diana estaba bajo el árbol, a cincuenta
metros
—El arco es de distancia,
el y
arma elegida no para luchar desde lejos. Pueden dispararlo hombre
parecíay más grande
mujer, niño y que la
niña cabeza de Jack; su blanco central era casi indetectable en
el
con resultados interior de los dos
igualmente devastadores.
anillos
Jack negros
estaba concéntricos.
arrodillado entre Yamato y Akiko, asombrado tanto por la bellezacomo por
la suprema
habilidad de la sensei Yosa. Les estaba enseñando un ángel mortífero, pensó.
—Todos los daimyo han sido entrenados en kyujutsu, desde Takatomi Hideaki
hasta Kamakura
Katsuro, pasando por el propio Masamoto Takeshi. Y, naturalmente, fue el
arma que convirtió a Tomoe
Gozen en
Akiko una
se leyenda.
sintió transfigurada por las palabras de la sensei Yosa. La mención
a TomoeGazen la había
entusiasmado tanto que Jack pensó que iba a prorrumpir en aplausos de un
momento
—Contrariamente a otro. espada,
la el puño, o el pie, el arco se os
resiste.¡Completamente tenso, el arco
está
Los aestudiantes
nueve décimas
abrieron partes de
asombrados romperse
la boca. por la
Kazuki, mitad!
sin embargo, miró a su
alrededor, como si
estuviera un poco aburrido de todo aquello. Tal vez eso no era lo
bastante violento para él, pensó Jack.
—Dominar el Camino del Arco es similar a una pirámide, donde las
mejores habilidades se
encuentran sobre una base ancha y firme. Debéis tomaros vuestro tiempo para construir
una base sólida.
Desarrollaremos cada etapa paso a paso en los meses venideros —dijo,acariciando con
ternurael astil
emplumado de una flecha con el pulgar y el índice—. Hoy, sin embargo,
Hubosimplemente
un murmullo
quiero que todosde emoción ante la posibilidad de disparar contra el
blanco.el
conozcáis Akiko
arco. seSi irguió
sois aún
capaces, incluso dispararéis una flecha.
más en su postura, dispuesta a saltar a la primera oportunidad.
—Para empezar, por favor, observad con atención para que podáis reproducir
luego mis movimientos
—dijo la sensei Yosa, acercándose a la línea de tiro—. El primer principio
del kyu-jutsu es que el
espíritu, el
La sensei alineó los arco y
pies en el cuerpo
la son uno. del
dirección blanco y adoptó la pose adecuada,
formando una A con
su cuerpo.
—El segundo principio es el equilibrio. El equilibro es la piedra
angular del kytijutsu. Imaginad que
sois un árbol. Vuestra mitad inferior es el tronco y las raíces, la parte
estable y sólida del árbol. Vuestra
mitad superior son las ramas, flexibles, pero capaces de conservar su forma y
su función. ¡Este equilibrio
La sensei Yosa sostuvo la cuerda del arco con la mano derecha y
es lo que os convertirá en grandes kyudoka!
luego colocó la izquierda
cuidadosamente en la madera del arco. Lo alzó sobre su cabeza y se
—Sepreparóproducepara entre disparar.
la mente y el cuerpo una lucha constante para controlar
el fluir del disparo. Para
alcanzar un blanco con cierto grado de precisión, es necesaria una
concentración absoluta. Éste es el
primer principio. El menor desequilibrio, un error al respirar, cualquier pérdida de
concentración
La sensei bajó el arco, tirandode la cuerda hasta más allá de su pómulo y
provocará un fallo.
alineando la flecha con su
ojo, de manera que flecha y cuerda enmarcaban su cicatriz.
—Cuando vuestro espíritu y equilibrio sean correctos, la flecha alcanzará su
blanco. Vuestro objetivo
espiritual es pues entregaros por completo al Camino del Arco.
La sensei completó el disparo con un único y fluido movimiento, y, tras
surcar el aire, la flecha
alcanzó una vez más el centro del blanco.
—¿A quién le gustaría intentarlo primero? —
preguntó.
Akiko alzó la mano rápidamente. Emi, al ver una oportunidad para derrotarla de
nuevo, levantó la
suya al unísono.
—Bien, empecemos con vosotras dos. Por favor, usad estos dos arcos. Deben ser del
tamaño y la
tensión adecuados —dijo la sensei, indicando los dos arcos de la parte
inferior del bastidor que tenía
tras —Buena
ella. suerte —le dijo Kiku a Emi, mientras la muchacha se levantaba
para ocupar su puesto.
—La suerte es para los ineptos —respondió ella, ignorando a Kiku como si
fuera una especie de
criada y dirigiéndose a la línea de tiro.
—Señoras, me gustaría que tensarais el arco como os he enseñado, pero no
disparéis hasta que yo lo
diga.
Emi y Akiko, una junto a otra, alzaron sus armas y apuntaron, encajándose
dentro de la curva de sus
arcos. Emi era más alta y su cabello, inusitadamente largo y recto, resaltaba
su esbelta figura. Su rostro
tenía una afilada belleza que la pequeñez de su boca acentuaba aún
más. En conjunto, pensó Jack, su
—Bien. Ambas mostráis formas aceptables. Apuntad al blanco más
imagen era fiel a su kamon familiar, la grulla: alta, esbelta y elegante.
cercano y disparad cuando
queráis —dijo ella, señalando una de las dianas situadaa sólo a diez metros.
Emi disparó, pero la cuerda tropezó con su brazo y la flecha aleteó
débilmente por el aire antes de
aterrizar a un metro de distancia del blanco.
El disparo de Akiko fue más impresionante. La flecha voló recta, pero
tampoco alcanzó el blanco.
—Un buen primer intento —dijo la sensei Yosa—. ¿Lo habíaisprobado
antes?
—Hai, sensei —admitió Emi, con expresión agria.
Jack pudo verlo en sus ojos. No era un igual. Nunca podría serlo. Ni a los
ojos de ella ni a los de
Kazuki. Estudió la mesa. Saburoy Kiku evitaron amablemente su mirada.
Yamato lo miró con frialdad.
Para Jack quedó claro que Yamato seguía tolerándolo sólo porque su padre se lo
había ordenado, a pesar
—Así que el honor sólo se reserva para los japoneses, ¿no? —dijo Jack,
de haberle salvado la vida.
desafiándolos.El rostro de
Akiko se arrugó como un copo de nieve e inclinó la cabeza para evitar su
—Sí, buena
furiosa idea —dijo Saburo,
mirada—. tratando
Bien, al de quitar hierro a la situación—. Tal
vez Yamato
menos mantened y
vuestro yo honor con Yori y ayúdame a encontrarlo.
podamos ir a buscarlo al Niwa. Akiko y Kiku pueden intentar buscarlo
en el Shishi-no-ma. Jack, tú
puedes mirar en el butsuden. Akiko tiene razón, probablemente estará meditando en
alguna parte.
Saburose puso rápidamente en pie y los instó a iniciar la búsqueda. Todos
ma. salieron de la Chô—no-
Era otra fría noche estrellada y una media luna flotaba en los cielos, iluminando el
patio con una luz
pálida y espectral. La figura solitaria de Jack subió los peldaños de piedra de
Jack laquería entrada
gritarle del
a butsuden.
la luna. Su sentimiento de frustración por estar en
Japón era tan intenso que
tenía la sensación de que aceite caliente corría bajo su piel. Podía soportarlo
casi todo, incluso a Kazuki,
pero lo que más le había dolido había sido la reacción de Akiko. De pronto se
había dado cuenta de que
ella también lo veía como un ser diferente, inferior. Jack había creído que
Jack sonrió
eran tristemente
amigos. para
Pero sí. los Empezaba
amigos a parecerse al sensei Yamada
no farfullando
se dividen algún proverbio
por diferencias. Se unen por ellas.
zen. Se tragó su amargura. Al menos Yori lo había defendido. Esperaba que el
chico no se hubiera metido
en Al problemas.
llegar al último escalón, se asomó a la penumbra del butsuden. La luz
helada de la luna cortaba el
salón como los barrotes de una celda. Jack estaba a punto de gritar el nombre
de Yori cuando oyó voces
apagadas,
—He tensas
tenido yque furiosas.
esparcir por el jardín los residuos de los lavabos —
dijo la voz amargamente—. ¡Me
he perdido la cena y apesto!
—Lo siento mucho, Kazuki. Pero estuvo
mal...
Jack se asomó a la puerta y vio a Kazuki de pie sobre la
temblorosa silueta de Yori. Nobu se alzaba
detrás, y su sombra se extendía por todo el suelo, gorda y bulbosa.
Jack se apretujó contra la pared y,
oculto por
—¿Mal? ¿Y la oscuridad,
a ti se
qué te acercó más.
importa? ¡Es un gaijinl No es digno de ser
uno de nosotros —escupió Kazuki
—. ¡No me puedo creer que tú, Yori, hijo primogénito de los Takeda, cuyos
antepasados combatieron y
derrotaron a
—Perorealmente los nomongoles,es defiendas
muy distinto a deun nosotros,
simple gaijin!Kazuki...
—suplicó Yori.
—¿Qué? Tienes mucho que aprender. Somos los descendientes de Amaterasu, la diosa del
sol. Los
samuráis son los elegidos, los guerreros de los dioses. Los gaijin no son
nada. Los gaijin sólo pueden
serJack dominados.
estaba asombrado por las ínfulas de importancia de Kazuki. La sangre le
hirvió ante la
ignorancia del muchacho. No había personas mejores que las demás.Sólo distintas.
Kazuki, sin embargo,
entendía la diferencia como debilidad, como un defecto, un error. Jack hizo
acopio de valor y se dispuso
—Pero puedo ser razonable. En reconocimiento a los antepasados de tu
a intervenir. Justo cuando estaba a punto de hacer su movimiento, Kazuki
familia, Yori —continuó
cambió de táctica.
Kazuki en tono conciliador—,te daré una oportunidad para escapar a mi
Jack castigo.
se contuvo. «Tal vez Akiko tenía razón —pensó—. Tal vez va a honrar a
Yori como samurái.»
Yori parpadeó en la oscuridad, confuso
y ansioso.
—Parece que sabes mucho sobre zen. Quiero que respondas a esta koan. Es un
acertijo que sin duda
podrás responder fácilmente. Pero si no lo haces, entonces aceptarás agradecido tu
castigo, aunque
mañana
Nobu te
soltó cueste
una un risotadapoco deante trabajo
la comer.
amenaza, haciendo crujir sus nudillos. El
sonido reverberó por todo
el salón. Yori gimió.
—Ésta es tu koan. Dos manos baten y hay un sonido. ¿Cuál es el
sonido de una sola mano?
Yorino dijo nada durante un momento, agarrándose nerviosamente el quimono
con las manos mientras
arrugaba la frente tratando de concentrarse.
—¿Cuál es el sonido de una mano, Yori? —
exigió Kazuki.
—Por favor. Por favor. Necesito silencio para
pensar.
—Lo siento, pero tengo hambre y poca paciencia.
¡Respóndeme!
—Se refiere a... a la koan misma. Cuando dos manos baten... se
ven como la búsqueda de la
respuesta... Así que las manos mismas se convierten en la koan... Entonces
se deduce que tú... como
meditador...
—Excelente. te conviertes
El sensei en
Yamadala koan que estás
aprobaría ese intentando
embrollo comprender...
filosófico Ése
de es el
respuesta.
sonido
¡Pero dete una mano.
equivocas!
Éste es el sonido de una mano —dijo Kazuki, y alzó la mano y abofeteó
con fuerza a Yori en la cara. Yori
cayó al
—¡No! suelo,
—gritógimiendo Jack, dey, desazón.
sin pensárselo dos veces, salió corriendo de las
sombras y se abalanzó contra
Kazuki.
Hundió el hombro en la barrigade Kazuki y los dos rodaron por
el suelo. Kazuki, sin aire, no pudo
moverse. Jack lo golpeó con todas sus fuerzas en la boca.
—Esto es por Yori —dijo Jack—. ¡Y esto
es por mí!
Una gloriosa mariposa con alas azules transparentes se posó en la flor blanca y
rosada de un cerezo.Libó
el dulce néctar de la flor, para nutrirse y hacerse más fuerte. Sus antenas
se agitaron cuando cambió la
brisa.
Una pesada barra de hierro apareció como de la nada para golpear la
flor. La mariposa salió
volando, escapando de la muerte sólo por una fracción de segundo. Un
gigantesco demonio rojo surgió
delLa suelo,
mariposaagitando la
evitó sin barra como un
esfuerzos los loco,
golpes decidido
una y aotra atrapar
vez. laEl mariposa
sudor caía por
cuando
la cara del se posara
demonio en las
rojo flores.
y la frustración se reflejaba en su entrecejo. El demonio, hirviendo de
furia, se revolvió una y otra vez
contra la mariposa, hasta que se desplomó en la tierra yerma, derrotado
por sus propios esfuerzos. La
Jack abrió los ojos.
mariposa, con sus alas azules transparentes aún intactas, se marchó volando...
Una lánguida nube de incienso se abría paso hacia el techo de su diminuto
dormitorio enroscándose
sobre sí misma. El muñeco Daruma rojo estaba colocado en el estrecho
alféizar de la ventana, junto al
bonsái.El ojo con
Jack respiró solitario
dificultad,del apartándose
muñeco dirigió a
levemente deJack la una claridad
mirada inocua.
de la visión.
Durante sus meditaciones matutinas, Jack conseguía normalmente alcanzar la tercera
visión, una
mente pura. Eso le permitía pensar con claridad durante el resto del día,
pero nunca había experimentado
una visión como ésta antes. ¿Qué le había hecho ver un demonio y una mariposa?
¿Qué significaba, si es
que significaba algo? Esto no se parecía a nada de lo que le habían
Jack se puso en
enseñado. Tendríapie, se que desperezó
hablar con yel cogió una jarrita de debajo de la
ventana.
sensei Yamada. Vertió un poco de agua
sobre el bonsái. Lo había hecho cada mañana y cada noche, como le
había indicado Uekiya. El viejo
jardinero
Mientras estaría
atendíasatisfecho,
al pensó. Aún no
bonsái,Jack advirtióhabía conseguido
los diminutosmatar alcapullosarbolito.rosas y
blancos que emergían. Los
mismos que había visto en su visión. Flores de sakura.
La floración significaba que ya era
primavera.
Jack no podía creerlo. ¡Llevaba entrenándose en la Niten Ichi Ryûmás de
tres meses! Llevaba en
Japón casi nueve meses. ¡No había puesto el pie en suelo inglés desde hacía casi
tres años! Su vida
apenas se parecía a lo que antaño había sido. Ya no era un niño que
soñaba con ser piloto como su padre.
¡Era un muchacho que se entrenaba para convertirse en guerrero samurái!
Cada mañana se levantaba antes del alba para meditar durante lo que
tardaba en consumirse media
varita de incienso. Luego se unía a los demás para tomar el mismo monótono
desayuno de arroz y unas
cuantas verduras salteadas. ¡Qué no daría por unos buenoshuevosfritos con beicon!
Luego se embarcaban en sus lecciones del día: dos largas sesiones, una por
la mañana, la otra por la
tarde. Algunos días era kenjutsu y zen, otros, kyujutsu y taijutsu. Después
del entrenamiento, Jack se
reunía con los otros estudiantes en el Chô—no-ma, donde cenaban ante la presencia
de todos los sensei,
que, sentados fila a la mesa principal, parecían esotéricos dioses guerreros
Después
contemplando a de cenar,
sus tenían que entrenar solos, practicar las habilidades que habían
aprendido.
custodios.
«Aprende hoy y quizá podrás vivir mañana» era el mantra que les habían inculcado
Sin aembargo,todos. a pesar de la rutina y la vigorosa disciplina de esta
vida, Jack tenía que admitir que
nunca hasta entonces se había sentido tan en paz consigo mismo. La
rutina era un consuelo. Jack ya no era
una rueda libre girando sin propósito ni dirección. Estaba aprendiendo a
defenderse, a convertirse en un
Ahora podía empuñar un bokken con potencia y precisión y había
guerrero samurái.
aprendido a dominar los tres
primeros ataques, «los únicos que necesitaréis», según había dicho el sensei Hosokawa.
Ahora era capaz de disparar una flecha, aunque, a diferencia de
Akiko, que se había dedicado al
kyujitsu como si hubiera nacido con un arco en la mano, sólo había dado en
el
Ahora blanco dar
podía un par
patadas,de veces.
puñetazos, bloquear y lanzar. Cierto, sólo conocía las
técnicas más básicas,
pero ya no estaba indefenso. La próxima vez que se encontrara con Ojo de
Dragón, no sería el niño
indefenso
Habían que
cambiado no había
muchaspodido salvar
cosas adesde sula padre.
pelea Sería
con el Kazuki,samuráien gaijin
el que
Salón de
cumpliría su
Buda. Akiko, tras haber venganza.
declarado abiertamente su amistad, era la única amiga verdadera de Jack. Yori se
había convertido en un
compañero constante, pero era tan reservado que Jack en realidad no lo
conocía. Kiku se mostraba
bastante agradable con él, aunque Jack pensaba que su actitud respondía
más a su deseo por complacer a
Akiko que a una auténtica amistad. Saburo estaba en el límite. Era amigo de
todos. Hablaba con
Yamato, sin embargo, se había distanciado completamente. Ahora se sentaba en
cualquiera que le escuchase.
la otra mesa, con
Kazuki, Emi y Nobu. Todavía hablaba con Akiko y los demás,pero ignoraba
descaradamente a Jack. A
Jack le
Kazuki daba
había igual.
mantenido su palabra: había dejado a Jack en paz. Todavía
le dirigía miradas
intimidatorias y se burlaba de él, llamándolo «Gaijin Jack» junto con el
resto de sus comparsas, pero no
le EnEso
había
las erapuesto un dededo
tierra
sesiones de encima.
kihon y ¡Excepto
randori, durante
el sensei los
Kyuzoentrenosa de
menudotaijutsu!
hacía la nadie. vista gorda ante el uso
excesivo de la fuerza por parte de Kazuki. En una ocasión, al practicar
ude-uke, llaves por dentro del
antebrazo, la potencia tras cada llave fue aumentando hasta que los dos
muchachos acabaron golpeándose
los brazos.Los cardenales tardaron en desaparecer más de una semana. Jack
había intentado quejarse por
la conducta de Kazuki, pero el sensei Kyuzo lo había hecho callar, gritándole:
—Es un buen entrenamiento para ti. Si no puedes soportar un poco de
dolor, está claro que eres
demasiado gaijin para ser samurái.
La voz de Akiko interrumpió sus
pensamientos.
—Jack, ¿vas a
venir?
Había aparecido en la puerta vestida con un quimono celeste decorado
con mariposas. Jack
parpadeó. ¿Sería ella la mariposa de su visión? Kiku asomó a su lado
vestida con un quimono verde
claro —¿Ir
y una
adonde? bolsa en la
—preguntó Jack.mano.
Saburo corrió hacia los samuráis borrachos y regresó rápidamente con una
copa cuadrada rebosante
de líquidoclaro. Le ofrecióun poco a Jack.
Jack tomó un sorbo. El sake sabía dulce y acuoso, pero cuando lo tragó se
fue volviendo más fuerte y
potente, y acabó quemándole el fondo de la garganta. Jack tosió.
—¿Qué te parece? —dijo Saburo,
ansioso.
—Bueno, no es tan fuerte como el grog que tomábamos a bordo del barco,
pero si no te importa,
seguiré tomando agua.
Saburo se encogió de hombros, indiferente, y se terminó el resto de
la copa de un solo trago. Fue a
devolverles la copa a los samuráis, pero regresó con otra copa llena. Esta vez
se
—Saburo, la sabes ofrecióa
que nolas sechicas. te permite tomar sake —lo
reprendió Kiku.
Saburola ignoró y se tomó felizmente todo el
contenido.
Pasaron el resto del día relajándose bajo el árbol, y metiendo de vez en
cuando los pies en las frías
aguas del Kamogawa.
Cuando el sol empezó a ponerse, encendieron linternas de papel y las
colgaron de las ramas de los
sakura: flotaban como si fueran frutas brillantes sobre los caminos. Con el
ocaso, llegó la hora de
regresar
—Bueno, a la Niten Ichi Akiko—.
Jack —preguntó Ryû. ¿Qué te parecen
ahora las flores?
—Hermosas, pero con una vida breve —dijo Jack, repitiendo las palabras
de Uekiya.
—¡No! ¡Fugaces como la belleza de una mujer! —farfulló Saburo, a
quien el exceso de sake se le
había subido a la cabeza. Sus piernas lo traicionaron y Kiku y Yori
tuvieronComo la
—Sí,Jack. que vidaayudarlo a
—reconoció levantarse.
Akiko, ignorando la borrachera de Saburo—.
Estás empezando
a pensar como un japonés.
Caminaron por el sendero que avanzaba junto al río, donde las ramas de los
sakura formaban un
encantador emparrado de flores y lámparas. Jack y Akiko iban delante, mientras
Bajo elKiku suave
y brillo
Yori de las
cargaban linternas, Akiko estaba más hermosa que nunca. Jack
con recordó
el el
embriagado momento
Saburoy avanzaban a paso lento y vacilante.
en que la había visto por primera vez, junto al templo, en la orilla,
acompañada de su corcel blanco. Y
había estado allí para él desde entonces: cuidándolo durante su fiebre, ayudándole a
aprender el idioma,
enseñándole sus costumbres, defendiéndolode Kazuki. ¿Cómo podría pagárselo
alguna vez?
Se dio la vuelta y empezó a hablar, pero las palabras se atascaron en
su garganta y todo lo que pudo
hacer fue mirarla.
El rostro de Kazuki lo
miraba burlón.
—¿No me has oído, gaijin? Te he preguntado qué estás haciendo fuera
de la escuela.
—Déjalo en paz, Kazuki. ¡Lo prometiste! —
dijo Akiko.
—¡Oh, es la enamorada del gaijin! Sigue sin poder defenderse, ¿no? —repuso
Kazuki en tono burlón
—. ¿Necesitas a una chica para que luche por ti, gaijin? ¿Habéis oído,
muchachos? ¡El gaijin tiene que
tener
Con auna una mueca chica
de como guardaespaldas!
diversión, Kazuki miró por encima de su hombro a
los cuatro muchachos que lo
acompañaban.Nobu se partía de risa y su gran barrigase sacudía arriba y
abajo. Dos chicos,a quienes
Jack no reconoció, se reían también, pero el cuarto miembro de la banda de
Kazuki parecía claramente
—Bueno, Akiko te dio una paliza, ¿no? —dijo Jack, y uno de los chicos
incómodo, y de repente pareció considerar muy interesante su tabi. Era
se calló al instante.
Yamato.Estaba
—¡Cállate! de espaldas a ella —replicó Kazuki—. Además, yo me
preocuparía más por tu
bienestar que por el mío, gaijin. Tenemos una deuda que zanjar.
—¡No! ¡No te atrevas! —dijo Akiko—. Te lo advertí:
se lo diré a Masamoto.
—¿Decirle qué? ¿Que hace tres meses tuvimos una pequeña discusión en el
Salón de Buda? No lo
creo. Es demasiado tarde para eso.
Dio un paso hacia Jack, desafiándolo a hacer un
movimiento.
—Te olvidas, Akiko, que mi promesa sólo se extendía a los
muros de la escuela. Fuera, es presa
fácil. Aquí no nos gobierna Masamoto.
—Entonces vamos —retó Jack—. Terminemos de una
vez.
Jack estaba harto de burlas, de susurros a su espalda, de malos tratos en las
clases de taijutsu, de la
constante intimidación y las amenazas. Era como vivir bajo una sombra
permanente. No podría librarse
de ello, ser él mismo, ganar aceptación, hasta que el asunto entre Kazuki y
él quedara zanjado de una vez
—Yo que tú, gaijin, me lo pensaría dos veces antes de empezar una
por todas.
pelea que no puedes ganar —dijo
Uno
Kazuki—.de los muchachos
Creo que no dio
conocesun paso
a adelante
mis primos.y saludó
Este inclinando
de aquí laes cabeza.
Raiden.
Cuando
Su nombrese irguió, Jack se
significa Dios del
sorprendió
Trueno. ante su tamaño. Raidenle sacaba más de una cabeza. Sus brazos
eran gruesos y carnosos, y
por piernas tenía troncos de árbol. También era inusitadamente velludo
para ser japonés. Sus cejas,
oscuras y tupidas, sobresalían de una frente pronunciada y un buen mechón
del vello que cubría su pecho
intentaba escapar del interior de
su quimono.
Jack se habría sentido intimidado por el formidable aspecto del muchacho, si
los ojos de Raidenno
hubieran estado un poco demasiado juntos. Le hacían parecer un mono grande,
—Yperoéste algoes mássu estúpido. hermano gemelo, Toru. Te aseguro que no querrás
saber lo que significa su nombre.
El segundo muchacho saludó. Como era de esperar, parecía idéntico a
su hermano, sólo que más
estúpido, pensó Jack.
—Son de Hokkaido, pero no sabrás dónde está eso, ¿verdad, gaijin? —dijo
Kazuki, pinchando de
nuevo a Jack—. Deja que te enseñe. Es la isla norte de Japón y
estos chicos pertenecen al clan Seto, los
samuráis más duros e implacables que conocerás jamás. Por eso estudian en la
escuela Yagyu aquí en
Kioto. Es cierto que no es tan refinada y reputada como la Niten Ichi
Ryû, pero es famosa por haber
creado
—Esto algunoses de
sólo los
entre guerreros
tú y más
yo, terribles.
Kazuki ¡La patrocina
—interrumpió nada
Jack, más
harto yde los
nada
intentos menos que
de el gran
Jack por daimyo
Kamakura
aterrorizarlo—. Katsuro!Envía a casa a tus monitos.
Raiden y Toru rugieron ante el insulto, y se abalanzaron hacia Jack
con la clara intención de
arrancarle los miembros.
—¿Eh? ¿Qué está pasando aquí? —farfulló Saburo, librándose de Kiku y
Yori y plantándose entre
Jack y los dos gigantes—. Dejad en paz a mi amigo Jack... Estamos en la
fiesssta ha... ha... hanami y no
habéis
Saburo sido invitadosss.
se bamboleaba levemente como un muñeco Daruma. Entonces cayó
hacia delante y su cabeza
chocó contra el pecho de Raiden, quien lo apartó de un manotazo como si
fuera una
—¡Auuu! mosca. Saburo,
—exclamó retrocediendo, con la nariz ensangrentada—.
¡Gordinflón! ¡Eso ha
dolido!
Kiku y Yori corrieron en su ayuda, pero Saburose libró de ellos y se
preparó para dar un golpe a su
atacante. Raidensimplemente alzó su enorme puño y lo descargó contra la
—¡OH! cara de Saburo. a
¡Búscate alguien de tu propio tamaño! —dijo Jack, soltando un
yoko-geri, una patada
lateral, y golpeando con el talón las costillas de Raiden.
Raiden gruñó y se tambaleó hacia un lado: tras pasar de largo ante el
sorprendido rostro de Saboru,
su puño fue a clavarse en el tronco de un sakura cercano. Raidenaulló de
dolor, y entonces se volvió y
atacóJacka Jack con apresuradamente
retrocedió varios puñetazos para salvajes.
evitar que le alcanzara en
la cabeza.
—¡Cuidado! —gritó Akiko.
Pero era demasiado tarde. Toru había aparecido por detrás y agarró a Jack con un
abrazo de oso,
sujetándole los brazos a los costados.
—¿Qué vas a hacer ahora, Gaijin Jack? —dijo burlonamente Kazuki, que se estaba
divirtiendo de lo
lindo. Tras él, Yamato retrocedió hacia las sombras en un intento por
distanciarse de la pelea.
Toru apretó su tenaza y Jack se quedó sin respiración. Creyó que iba a
desmayarse, pero la presión de
Toru remitió un poco cuando el grandullón dejó escapar un gemido de
Akikodolor. había descargado una ushiro-geri, una patada atrás con giro, la patada más
poderosa del
taijutsu. Había golpeado a Toru en el costado. Cualquier persona normalse
habría desplomado ante un
golpe
Así tan
que directo,
ella continuó pero Toru
con tan una sólo aflojó un
mawashi-geri,la poco
patada su
circular.presa yListo miró
esta convez
mala
para el cara a Akiko.
ataque,Toru
giró y colocó a Jack directamente en su camino. Akiko trató desesperadamente de
detener su ataque,pero
perdió el equilibrio en el proceso. Toru atrapó la pierna de Akiko con un
brazo, mientras sujetaba a Jack
Cuando los tuvo a ambos bajo control, deslizóel brazo derecho por el
con el otro.
pecho de Jack y atenazó su
garganta. Entonces empezó a estrangularlo.
—¡Basta! —gritó Kiku, alarmada, mientras Yori observaba con ojos como platos—.
¡Yamato,
ayúdalos!
Pero Yamato hizo oídos sordos a sus súplicas y se retiró aún más de la
pelea. Mientras tanto, Kazuki
y Nobu disfrutaban del espectáculo, animando a los dos hermanos y burlándose
—¿No de Jack. aprendido
has nada, gaijin? Cualquier samurái de verdad podría librarse
de eso —se mofó
Kazuki.
—¡Venga, Toru, pártelo en dos! —gritó
Nobu.
Toru apretó aún con más fuerza la garganta de Jack, pero de pronto ésa se
convirtió en la menor de las
preocupaciones del muchacho inglés: Raidense dirigía hacia él con ambos puños alzados.
Todavía sujeto por la tenaza de hierro de Toru, y comprendiendo que sólo
tenía las piernas para
defenderse, Jack clavó las manos en el brazo de Toru y tiró hacia abajo lo
suficiente para poder respirar.
Entonces, usando el brazo de Toru para apoyarse, se alzó del suelo,
disparando simultáneamente una
doble mae-geri, la patada frontal, con cada pierna. El movimiento fue totalmente
inesperado y Raiden,
que
Saburoreaccionóvio una
su fracción
oportunidad de y segundo
extendió demasiado
un pie, tarde, recibió el
zancadilleando golpe
por en detrás laa
cara.
Raiden,La nariz
quien empezó
tropezó ay
sangrarle
chocó y
contra el el muchacho
sakura.El árbol se llevó rápidamente
estremeció, y las
la manos del
fuerza a la
impactocara desprendió
mientras
retrocedía
una linterna tambaleándose.
de papel
que cayó directamente sobre la cabeza de Toru.
—¿Sí, Akiko?
—Sí. ¿Cómo lo
sabía?
—Suele suceder a esa hora. La mente, una vez liberada, es más potente
de lo que puedes imaginar.
Cuéntame. ¿Qué viste?
Jack describió su sueño del demonio rojo atacando furiosamente
a la mariposa.
—Hay muchas maneras de interpretar ese tipo de revelaciones —dijo el
sensei, después de
reflexionar un momento—. Su verdadero significado quedará oculto bajo las muchas
capas de tu mente, y
sólo tú podrás descubrirlas todas. Tienes que encontrar la clave que abra
el secreto.
Jack se sintió profundamente decepcionado.Había esperado que el viejo monje pudiera
ayudarle con
la respuesta, pero el sensei Yamada se mostraba tan obtuso como siempre.
¿Cómo podía una clave abrir
su —Tal mente?
vez la clave sea la chô—geri... —murmuró Yamada, más para
sí que para Jack.
—¿La chó-geri? —instó Jack, de repente lleno
de esperanza.
—Sí,la chô—geri. A veces el camino para comprender la mente pasa a
través del cuerpo. Tu visión
contenía una mariposa. Sus movimientos eludieron al demonio. Tal vez la chô
—geri—¿Yte dóndeilumine.
la encuentro?
Jack parpadeó ante la brillante luz del sol de verano. Iba a ser
otro día caluroso, pensó, mientras
dejaba atrás la fresca sombra de la Sala de los Leones para salir al
tórrido patio arropado por los
aplausos
Los últimosde los
tres estudiantes
meses habíanallí congregados.
supuesto para Jack, Akiko y Saburo un
calendario agotador de
entrenamientos implacables. La ausencia de Yamato, al principio muy sentida
por todos, prácticamente
había sido olvidada con la intensidad de los entrenamientos. Jack había perdido
la cuenta del número de
«cortes» que había practicado con su bokken para mejorar su kenjutsu y
la cantidad de flechasque había
perdido o
Jack había tenido roto en
además el
que kyujutsu,
encajar y
en no
su había ni
apretado una sesiones
día sola parte de su
cuerpo que
clandestinas deno hubiera
entrenamientoconsido lastimada
durantesensei Yamada
el el taijutsu.con la tenue esperanza de aprender la chó-geri y
descubrir el significado de su visión.
Pero los entresijos de la compleja técnica seguían eludiéndole. Había hecho
todo lo que le había
indicado el sensei Yamada, pero simplemente no era lo bastante bueno. Al
—Nunca
paso conseguiré
que iba, hacer tardaríaesto —había
años en dicho desesperado tras caer de espaldas por
dominar enésimala vez,
técnica.a
apenas una semana de la Taryu-Jiai.
—Lo que tú creas será, Jack-kun —respondió sin rodeos el sensei Yamada—. No
es la técnicalo que
tienes que dominar, sino a ti mismo.
Ese fue todo el ánimo que ofreció. Jack se quedó más frustrado que nunca.
¿Acaso no podía ver el
viejo monje que la técnicaestaba más allá de sus capacidades? Sin embargo, el
sensei Yamada le exigía
la práctica diaria de la chô—geri, hasta que todo el cuerpo le dolía por el
esfuerzo.
Allí,de pie en el caluroso patio, rodeado de un montón de
estudiantes que se desgañitaban para darle
ánimos, Jack esperaba que todo el dolor y el esfuerzo de las últimas
semanas merecieran la pena. Pero no
tenía Elsentido
día depreocuparse
la por esas había
Taryu-Jiai cosas ahora. Era demasiado tarde.
llegado.
—¡Jack-kun! ¡Jack-kun! ¡Jack-kun!
El cántico llenó sus oídos mientras cruzaba el patio camino del Nanzen-
niwa, el jardín Zen del Sur.
Akiko y Saburoestaban ya allí, esperándole junto a uno de los grandes
pilares de piedra. Masamoto y
Kamakura estaban sentados bajo un dosel en el extremo norte del jardín. A
cada lado los flanqueaban los
sensei de sus escuelas, todos ellos vestidos con quimonos ceremoniales. Los
estudiantes estaban situados
a ambos lados del jardín, en filas ordenadas y disciplinadas: los de la Niten
Ichi Ryû ocupaban el lado
este, Ellos corazón
de la deYagyu Ryû, golpeteó
Jack el lado oeste.
en su pecho.
—Samuráis de la Niten Ichi Ryû. ¡Os saludamos! —gritó un funcionario calvo
vestido con un
quimono blanco.
La multitud aplaudió con fervor y Jack, Akiko y Saburo se agruparon
instintivamente como para
protegerse.
Mientras los aplausos remitían, Masamoto y Kamakura conversaban amablemente,
pero su cortesía
exterior no lograba ocultar la animosidad que subyacía entre los dos
samuráis. Masamoto tenía un
aspecto especialmente sombrío. La evasión de su hijo lo había
envejecido más que cualquiera de sus
—Samuráis de la Yagyu Ryû. ¡Os
cicatrices. La vergüenza de la deserción de su hijo era una herida que no
saludamos!
se curaría jamás.
Los estudiantes del lado oeste del jardín aplaudieron y dejaron escapar
su grito de batalla:
—¡Yagyu! ¡Yagyu!
¡Yagyu!
La monstruosa silueta de Raidenentró en el jardín y ocupó su sitio junto al
pilar de piedra situado
frente a ellos. Jack había olvidado lo grande que era. Raidenpodía haber parecido un
simio enorme en la
hanami de abril, pero ahora le parecía un toro, brutal y terrible. La
Taryu-Jiai no iba a ser una
Tras él emergió la esbelta figura de una chica de pelo negro. Se movía de
competición. Sería una masacre.
forma rápida y calculada,
como si cada paso fuera parte de una kata. Sus ojos eran afilados diamantes
oscuros y su boca de labios
finos era un tajo rojo que cruzaba su cara maquillada de polvo blanco. Era
atractiva de un modo letal,
pensó Jack, una víbora dispuesta a atacar. Entonces la chica ofreció una
Los
sonrisa, tenía pintados
descubriendo sus completamente de
dientes. negro.
Jack apenas se había recuperado de la sorpresa cuando entró el último
guerrero de Yagyu. Toda la
Niten Ichi Ryûdejó escapar un grito de asombro: no era Tora.
Era Yamato.
—Laescuela que anote más puntos con seis flechasserá considerada la vencedora de
esta prueba —
continuó el juez—. Un punto por alcanzar el blanco. Dos puntos por el
La centro.
chica Yagyu
de comenzará
los dientesprimero.negros se situó en su marca. La multitud
guardó silencio. Ella colocó la
primera flecha y, de manera fría y despegada, la hizo volar.
Dio en el centro de la diana y la escuela Yagyu aplaudió. Sin esperar
ni un instante, la chica colocó su
segunda flecha y también alcanzó el anillo blanco interior, apenas a una
flecha de distancia del centro.
Hizo —Tres
una puntos,
mueca de Yagyu.frustración.
Saburo se colocó en posición. Incluso desde donde estaba, Jack pudo ver que las
manos le temblaban.
Apenas podía encajar su flecha.
El primer tiro de Saburosalió tan desviado que casi alcanzó a un estudiante
del público. Una oleada
de risas recorrió la escuela Yagyu.
El segundo tiro de Saburono fue mejor, y se quedó a
un metro de distancia.
—Cero, Niten Ichi Ryû.
Falló.
Hubo un gemido en el sector de la Niten Ichi Ryûy el otro sector inició una
gran celebración. El juez
alzó las manos,exigiendo silencio.
El golpe del «cordel» de Raidenle había dejado sin sentido y permaneció allí
tirado, deseando que
todo terminara. La cabeza le resonaba de dolor, los vítores eran una oleada de
sonido en sus oídos, y la
idea de rendirse era ahora más incitadora que nunca. No tenía ninguna
posibilidad en ese combate. Su
—Tres...
única esperanza era terminar vivo y en una sola pieza.
Entonces oyó una voz por encima del murmullo
de la multitud.
—¡Siete veces abajo, ocho veces arriba!
—Cinco...
Tenía que conquistar sus propias dudas y miedos. Las palabras del
sensei Yamada resonaron en su
cabeza.
—Para que te pisen, tienes que estar en el
suelo.
—Siete...
Ahora oyó a Saburoy Akiko que se habían unido al cántico de Yori, junto con
varios estudiantes más.
—Ocho...
Yamato se enfrentó a
Saburo.
Saburo le dirigió una sonrisaamable, pero Yamato permaneció impasible, con una
expresión cerrada
en los ojos, como si no reconociera a su antiguo amigo.
—¡Reí! —exclamó el juez. Los dos saludaron y, una vez encendido el
incienso, agregó—. ¡Hajime!
Yamato no se
movió.
Saburo vaciló un momento y luego lanzó una limpia patada frontal seguida de un
sólido puñetazo del
revés.
Yamato esquivó limpiamente la patada y bloqueó el puñetazo de Saburocon
el antebrazo. Luego,con
un movimiento como el rayo, giró sobre Saburoy lo atacó con un devastador
seoi-nage, un empujón con
el —¡Ippon!—gritó
hombro. Saburosurcó
el el
juez entreaire vítores
y aterrizó
exultantes—. con segunda
¡La fuerza en ronda
el essuelopara
de
maderala del Ryû!
Yagyu butokuden.
—Luego, con los gemelos Seto... Una vez más, me sentí demasiado asustado
para ayudarte. No quise
que me consideraran un amante de gaijins. Y después de esa noche,
me sentí demasiado avergonzado
para Jack
ser setu inclinó
amigo. No delante,
hacia merecías el trato que te di. Ése es el verdadero
motivo. Lo
confundido. siento mucho.
—No comprendo. ¿De qué te
disculpas?
—Me mostraste mi verdadero yo, Jack, y no me gustó lo que vi. Mi
padre tenía razón. No soy digno
de ser un samurái, mucho menos un Masamoto. Eres más hijo suyo de lo que
yo podré serlo jamás. No me
robaste
—No a mi padre.
seas idiota, Yamato. Lo perdí
No yo lo mismo.
has perdido. No está muerto, como el
mío —recalcó Jack—.
Masamoto puede estar furioso, pero no tiene ningún motivopara sentirse avergonzado de
ti. Y aún menos
después de como has combatido hoy. Y si es una cuestión de orgullo
entre tú y yo, olvídalo. Kazuki no
Jack le sonrió a Yamato y Yamato le devolvió
merece la pena. ¡Es un cerdo vanidoso con cara de culo de león!
débilmente la sonrisa.
—Además, ahora te has disculpado ante mí. ¿Significa eso que has
recuperado tu honor?
—Supongo, pero...
—Nada de peros, Yamato. ¡Yo me disculpo ante Akiko todos los días por una
torpeza u otra! Ella me
ha enseñado todo lo que hay que saber sobre el perdón japonés. Ella me
perdona siempre, y yo te
perdono
—Gracias, aJack ti —dijo ahora.
Yamato,¿Amigos? —dijo Jack,
estrechando ofreciendo
incómodo la su
mano mano.
de Jack al estilo
inglés—. Pero sigo
sin comprender por qué me perdonas.
—Yamato, tienes todo el derecho a no apreciarme. Yo odié a Jessica en
cuanto nació por haberme
robado la atención de mi padre. ¡Y es mi hermana pequeña! ¡No quiero ni
pensar cómo habría sido si mi
padre hubiera adoptado a un chico francés! —exclamó Jack, haciendo una
mueca de repugnancia—. Por
eso no te reprocho que me trataras como lo hiciste.Pero no es a mí
a quien hay que echar la culpa. Es
Dokugan
La situación Ryu. era¡Si no
tan hubiera
absurda matadolos
que a
dos Tenno y
muchachos a
se mi
echaronpadre, ano
estaríamos
reír. La ahora aquí que
tensión sentados,
los medio
había
ahogados,
separado con
se una
evaporó,espada robada
como sien nuestras
la Cascadamanos!del Sonidode las Plumas se
hubiera llevado el conflicto no
expresado
En cuanto río
sus abajo.
risas cesaron, los dos se quedaron sentados en silencio,
lanzando piedrecitas al río, sin
saber qué decir o hacer a continuación.
—Será mejor que regresemos —dijo Yamato al cabo de un rato—.El sol se
pondrá pronto y la Niten
Ichi Ryû tiene que saber que ha ganado.
—Deberías llevarla tú —dijo Jack, desatando la Espada de Jade de su obi
y tendiéndosela a Yamato.
—¿Porqué yo? La has conseguido
tú.
—Sí, pero tu padre no tiene por qué
saberlo, ¿no?
40
Permanecer en el camino
La multitud que los rodeaba empujó hacia delante para no perderse las
carrozas que pasaban. Emi,
acompañada de dos amigas, se unió a Jack, Akiko y Yamato.
—¿Cómo está hoy nuestro victorioso samurái? —dijo Emi acalorada agitando un
abanico de papel
rojo mientras se situabaentre Jack y Akiko. Akiko frunció el ceño molesta por
la
—¡Muy intrusión.
bien, gracias! —dijo Jack—. Es un festival
maravilloso...
—¡Vamos! —instó Yamato, al ver la reacción de Akiko. Agarró a
Jack por el brazo y añadió—:
—Lo siento,un
Conozco tengo mejor.
sitio que irme. Quizá nos veremos más tarde —dijo Jack despidiéndose
de la
desencantada Emi con la mano mientras Yamato y Akiko lo arrastraban hacia el
fondo de la multitud.
Allí se encontraron con Saburo, Yori
y Kiku.
—¡Hola, Jack! —exclamó Saburo—. ¡Ten, prueba esto! —le dijo colocándole en la
mano un pastelito
en forma de pez.
—¿Qué es esto? —preguntó Jack, mirando con
recelo el pastel.
—Es taiyaki... —dijo Saburo, metiéndose uno en
la boca.
—Más tarde. Tenemos toda la tarde para comer —interrumpióYamato—. Tenemos que
adelantarnos
a la procesión, o no podremos verla toda. ¡Seguidme!
Yamato los condujo a una calle trasera y, después de abrirse
paso por un laberinto de estrechos
callejones desiertos, salieron por fin a la avenida principal, justo delante
del
Centenares Palacio
de Imperial.
personas se habían congregado ya allí y la calle estaba
repleta de puestos donde se
vendían extraños dulces,bocados de pollo a la plancha, sencha y una
amplia gama de artículos festivos,
desde abanicos de papel de brillantes colores a burdas máscaras de cartón
piedra, todo preparado para
—¿Qué te he dicho, Jack? Desde aquí podremos ver la procesión entera —dijo
las celebraciones nocturnas.
Yamato con orgullo,
abriéndose paso hacia la primera fila.
Yamato, tras la reconciliación con su padre y la victoria de la escuela
en la Taryu-Jiai el día anterior,
se había convertido en una persona distinta. La nube negra que había flotado
hasta entonces sobre su
cabeza había desaparecido, y ya no actuaba de manera distante y despegada
cuando estaba con Jack.
Ahora se relacionaba abiertamente con él y dedicaba una mirada desafiante a
No todo
es que lo hiciera
aquel que hablaba mucha
de gente. Jack y Yamato eran los héroes de
la
Jack como escuela,
del gaijin. junto con Akiko y
Saburo. Sólo Kazuki y sus amigos mantenían una actitud desafiante y
hostil hacia Jack, pero se habían
visto obligados a no llamar la atención, porque todo el mundo estaba celebrando la
victoria de la escuela
—¡Mirad! —dijo Kiku—. ¡Allí está
sobre la Yagyu Ryü.
Masamoto!
—¿Adónde va? —preguntó Jack.
—¡A ver al emperador, naturalmente! —dijo Kiku con tono reverente—. Nuestro Dios
Viviente.
—Puede que tú hayas ganado la Taryu-Jiai —explicó Akiko—, pero como
fundador de la Niten Ichi
Ryû él tiene el honor de ver al emperador.
Masamoto, flanqueado por los sensei Yamada, Kyuzo, Hosokawa y Yosa, todos
vestidos de gala,
entró por la inmensa puerta del Palacio Imperial y desapareció tras las
altas semurallas
Jack
Pasaron resto de
el preguntó de cómocolor tierra.
la sería
tarde conocer
viendo el a desfile
unde carrozas, geishas y
«Dios
músicos, Viviente».
y presentaron a Jack una
extraña variedad de comidas japonesas. Saburoparecía disfrutar experimentando
con los gustos de Jack,
obligándolo a comer a la fuerza con distintos grados de éxito. A Jack le
gustó el takoyaki, una bola de
harina, jengibre y pulpo frito, pero el obanyaki, un grueso pastel redondo relleno de
natillas, le pareció
demasiado dulce. Mientras seguían deambulando por las calles, Saburoinsistíaen ofrecerle
a Jack una
especie
—Se llaman de tortas fritas.
okonomiyaki. Significa «cocina lo que quieras, cuando quieras» —
le explicó Akiko, con
expresión de asco en el rostro, mientras Jack engullía su cuarta torta—,
pero yo no me fiaría. ¡Nunca se
sabe qué
—Rápido, por le ponen esos
aquí —gritó vendedores!
Yamato, dirigiéndolos a un puesto situado en una
esquina—. ¡Este puesto
vende algunas de las mejores máscaras que he visto!
—Toma, Jack, ésta te viene bien —dijo Saburo, tendiéndole una máscara con el
rostro de un horrible
demonio rojo con cuatro ojos y dientesdorados—. ¡Debería mejorar tu aspecto!
—¡Bueno, será mejor que tú te quedes ésta, teniendo en cuenta que luchas
como una de ellas! —
respondió Jack, pasándole la máscara arrugada y medio hundida de una
—¡Ja,vieja. ja! —replicó Saburo, sin verle la gracia. Pero la aceptó de
todas formas—. ¿Y qué tal ésta
para ti, Yamato?
—Sí,¿por qué no? Tiene espíritu —dijo Yamato, examinando la máscara dorada de
un loco con pelos
negros de punta.
—¿Cuál vas a coger tú, Akiko? —
preguntó Jack.
—Estaba pensando en ésa —dijo ella, señalando una máscara de
mariposa roja y dorada.
—Sí, estarías preciosa con ésa... —empezó a decir Jack, pero se interrumpió al
ver que Saburo y
Kiku expresaban sorpresa ante ese afectuoso cumplido inesperado—. Bueno...
Sería mejor que esa...
máscara
—Gracias, de Jackleón —dijo
de ella,
ahí sonriendo
—terminó amablemente,
Jack torpemente,
y seseñalando con el la
volvió hacia mano.
mercader.
Jack corrió hasta la tabla que conducía al otro lado del foso. Tras unos momentos
de vacilación, los
demás se unieron a él y todos cruzaron con cautelael estrecho puente
hasta
—¿Estará la puerta.
abierta? —preguntó Akiko—. ¿Y si ha escalado
por la muralla?
—Sólohay un modo de averiguarlo —dijo Jack, y empujó la pesada
puerta de madera.
Se abrió sin ninguna
resistencia.
Jack se asomó a la negra oscuridad. No vio nada. Tomó aire y, preparándose
para una emboscada,
entró rápidamente.
Antes de haber dado dos pasos, resbaló y se cayó de bruces en el
duro suelo de piedra.
—Jack, ¿estás bien? —preguntó Akiko, alarmada por su grito
de dolor.
—Sí,sí, estoy bien —susurró Jack—. Podéis entrar. He tropezado con el guardia,
eso es todo. Está
muerto.
Los demás lo encontraron arrodillado junto al cadáver de
un samurái.
—Hay otro detrás de la puerta —dijo
Jack.
Kiku dejó escapar un grito sofocado cuando vio el cadáver
decapitado del segundo samurái.
—Parece que lo han matado con su propia espada —dijo Yamato, mientras
sí. Akiko atraía a Kiku hacia
—Kiku, vuelve y avisa a los demás —le ordenó Akiko con un susurro
—. Luego dale la alarma a
Masamoto y dile lo que está pasando.
La chica asintió sin decir palabra y, sorteando al samurái decapitado,
salió por la puerta y corrió
hacia el Palacio Imperial.
—¿Y ahora qué? —dijo Yamato.
No podía hacerlo.
catana:espada larga
futon: cama japonesa: colchón fino colocado directamente sobre el tatami, y plegado
durante el día
gaijin: extranjero (término peyorativo)
gomennasai: lo siento
hai: sí
hajime: comenzar
hashi: palillos
ikinasai: vamos
iye: no
kami: espíritu
kissaki: punta de la
espada
konnichiwa: buenosdías
niwa: jardín
ofuro: baño
satori: iluminación
saya: vaina
sayonara: adiós
seiza: sentarse/arrodillarse
sencha: té
verde
sensei: maestro
tantô: cuchillo
tsuba: guardia de la
empuñadura
uchi: golpe
wakarimasen: no comprendo
zabuton: cojín
zazen: meditación