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El Camino Del Guerrero - Chris Bradford

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Un barco inglés del siglo XVII naufraga en las costas de Japón.

El único tripulante
que
sobrevive al ataque de unos guerreros ninja es el joven Jack, quien antes de
desmayarse
presencia la muerte de su padre a manos de uno de ellos.
Nota: El joven samurái es una obra de ficción que, a pesar de estar inspirada en
figuras, acontecimientos y hechos históricos,
no pretende reflejarlos con total exactitud. Es más un eco de los tiempos que
una recreación de la historia.
Advertencia: No intenten reproducir ninguna de las técnicas descritas en este libro sin la
supervisión de un instructor de artes
marciales cualificado. Se trata de llaves muy peligrosas que pueden causar heridas
fatales. El autor no se hace responsable de
los daños que pueda acarrear la puesta en práctica de estas técnicas.

Chris Bradford

El joven samurai:
el camino del
guerrero

ePUB v1.0
adruki 06.09.11
A mi
padre
Prólogo
Masamoto Tenno

Kioto, Japón, agosto de 1609

El muchacho despertó de repente y agarró


rápidamente la espada.
Tenno apenas se atrevía a respirar: sentía que había alguien más en la
habitación. Sus ojos trataban de
acostumbrarse a la oscuridad mientras se afanaban en encontrar signos de
movimiento. Pero no
conseguían distinguir nada, sólo sombras dentro de sombras. Tal vez se había
equivocado... Sin embargo,
Tenno escuchó con atención pendiente de cualquier sonido que pudiera
sus conocimientos de samurái le advertían de lo contrario.
desvelar la presencia de un
intruso. Pero no oyó nada fuera de lo normal: llegaba desde el jardín el
susurro de los cerezos en flor
agitados por la suave brisa, y el tintineo del agua de la fuente al
caer al estanque acompañaba la
Sin duda debía de estar exagerando. No era más que uno de esos malos espíritus
persistente canción que un grillo cercano entonaba cada noche. El resto de la
kami que había
casa estaba en silencio.
decidido perturbar sus sueños, pensó.
Todos los miembros de la familiaMasamoto se habían pasado el mes con los
nervios de punta. Los
rumores de guerra no cesaban y ya se hablaba de posibles
rebeliones. De hecho, el propio padre de
Tenno había sido requerido para ayudar a sofocar cualquier alzamiento potencial. La
paz de la que Japón
había disfrutado durante los últimos doce años de repente se veía
Tenno
amenazada, y bajó la
la guardia
gente temía que y se dispuso a seguir durmiendo en su
futón. El
estallase de grillo
nuevo nocturno
otra guerra.No cantó deera pronto
extraño que estuviera inquieto.
un poco más fuerte y la mano del muchacho agarró instintivamente con más
fuerza la empuñadura de su
espada. Su padre le había dicho una vez: «Un samurái siempre debe obedecer
a sus instintos», y sus
Se incorporó en la cama para levantarse
instintos le decían que algo iba mal.
a investigar.
De repente una estrella de plata apareció girando
de la oscuridad.
Tenno se hizo a un lado, pero su reacción llegó un
segundo demasiado tarde.
El shuriken le cortó la mejilla y fue a clavarse en el futón, justo
donde antes había estado reposando
su cabeza. Mientras rodaba por el suelo, el muchacho sintió la sangre caliente
corriéndole por el rostro.
Y entonces oyó que un segundo shuriken se clavaba con un golpe
seco en el tatami. Tenno se puso en pie
Una figura espectral vestidade negro de la cabeza a los pies se
con un movimiento fluido alzando la espada para protegerse.
movió en las sombras.
«¡Ninja!» El asesino japonés de
la noche.
Con lentitud medida, el ninja desenvainó de su saya una espada de aspecto
ominoso. A diferencia de
la catana curva de Tenno,la tanto era corta, recta, ideal para
apuñalar.
El ninja avanzó un paso silencioso y alzó la tanto: era como una cobra
humana preparándose para
atacar.
Dispuesto a anticiparse al ataque, Tenno levantó la espada para asestarle
un buen golpe al asesino
que se aproximaba. Pero el ninja esquivó con destreza la catana del
muchacho, y giró sobre sí mismo
para darle una patada en
Impelido hacia atrás, Tenno atravesó el pecho. de un salto el fino papel de la puerta
shoji de su habitación y se
adentró de golpe en la noche. Aterrizó pesadamente en medio el jardín interior,
desorientado y luchando
por Elcontrolar
ninja pasósu al respiración.
otro lado de la abertura y se posó de
un salto ante él, como un gato.
Tenno trató de plantarle cara y de defenderse, pero sus piernas cedieron.
Se habían vuelto pesadas e
inútiles. El pánico se apoderó de él: trató de gritar, de pedir ayuda, pero la
garganta se le había cerrado.
LeEl ardía como
ninja apareció si estuviera
y en
desapareció llamas
ante ysu sus
vista gritos
hasta eran
que puñaladas
de pronto asfixiantes
se en
busca de
desvaneció aire.
en un remolino de
humo negro.
Mientras su visión se nublaba, el muchacho advirtió que el shuriken
que le había lanzado el ninja
estaba empapado en veneno. Su cuerpo sucumbía a sus letales poderes, se
iba paralizando miembro a
miembro,
Cegado, yTenno élintentóquedabaescuchar, a merced
pero sólo de pudo suoír asesino.
el canturreo del grillo.
Recordó que su padre
había mencionado que los ninja usaban el ruido que emitían los insectos para
disfrazar el sonido de sus
propios
Tenno movimientos.
recuperó ¡Así había conseguido
brevemente la visión suy, atacante
bajo la pasar
pálida desapercibido
luz de entre
la los
luna,
guardias!
distinguió un rostro
enmascarado flotando hacia él. El ninja se le acercó tanto que el muchacho
pudo oler el caliente aliento
del asesino, agrio y rancio como el sake barato. A través de la rendija de su
shinobi shozoko, Tenno vio
—Esto es un mensaje para tu padre —
un único ojo verde esmeralda encendido por el odio.
susurró el ninja.
Tenno sintió la presión fría de la punta de la
tanto sobre su corazón.
Un solo movimiento y todo su cuerpo fue presa de un
dolor lacerante...
Luego,nada...

Masamoto Tenno había pasado al Gran Vacío.


1
Bola de fuego

Océano Pacífico, agosto de


1611
El muchacho despertó de
repente.
—¡He dicho: «Todos a cubierta»! —gritó el contramaestre—. ¡Eso también
te incluye a ti, Jack!
El rostro ajado del contramaestre asomó en la oscuridad y clavó la mirada
en el muchacho, que
abandonó rápidamente la bamboleante hamaca para plantarse de un salto en el
suelo de madera de la
cubierta
Jack Fletchercentral del
tenía barco.
sólo doce años, pero, en los dos años que había vivido en el
mar, se había
convertido en un muchacho alto, esbeltoy musculoso. Tenía los ojos de un
azul profundo, y su mirada,
oculta bajo la maraña de pelo rubio que había heredado de su madre,
brillaba con una fuerza y una
Los tripulantes del Alexandria, cansados tras el largo viaje, saltaron de sus
determinaciónpoco habituales en su edad.
camastros y se
precipitaron a toda prisa hacia la cubierta principal, dejando atrás a Jack. El
muchacho le dirigió al
contramaestre
—¡Vamos, una muchacho,
triste mirada de
adelante! disculpa.
—rugió el
contramaestre.

De pronto,se produjo una fuerte sacudida. Todas las maderas del barco crujieron,
y Jack perdió el
equilibro. La lamparilla de aceite que colgaba de la viga central de la
oscura sentina se agitó
salvajemente
Jack fue mientras
a su
aterrizar llama
entre chisporroteaba.
un montón de toneles vacíos, que acabaron
rodando por los tablones
combados del suelo. Mientras intentaba incorporarse, un atajo de hombres de
aspecto mugriento y
famélico pasaron a toda prisa junto a él en la oscuridad. Una mano lo
agarró por el cuello de la camisa y
Era Ginsel.
lo puso en pie.
El holandés, un hombre bajito, pero fornido, le sonrió mostrándole esos dientes
rotos e irregulares a
los que debía su aspecto de gran tiburón blanco. A pesar de su
dura apariencia, el marinero siempre
había—Ginsel,
tratado a Jack demonios
¿qué con amabilidad.
está pasando? —preguntó
Jack.
—¡Nos ha alcanzado otra tormenta, Jack! ¡Se diría que el Infierno ha
abierto aquí sus puertas! —
respondió Ginsel—. Será mejor que subas a cubierta antes de que el
Jack contramaestre
se te
apresuró corte
a laseguir piel
a aGinseltiras.
y el resto de la tripulación escaleras
arriba, y todos salieron al
corazón de la tormenta.
Amenazadoras nubes negras surcaban los cielos y las quejas y los gruñidos de
los marineros
quedaron inmediatamente ahogadas por el implacable viento que sacudía el
velamen del barco. El olor a
sal marina golpeó la nariz de Jack y una lluvia helada le abofeteó la cara,
picoteándolo como un millar de
La cubierta se cubrió de agua y espuma y Jack quedó calado hasta los
agujas diminutas. Y, antes de que tuviera tiempo de situarse, una ola gigantesca
huesos. El agua caía a cántaros
alcanzó el barco.
por los imbornales, y cuando Jack abrió la boca dispuesto a tomar aire,
otra ola, aún más fuerte que la
anterior, barrió la cubierta. Jack perdió el equilibrio y consiguió a duras
penas agarrarse a la amura para
En cuanto Jack logró ponerse en pie de nuevo, la irregular línea de un
no caer por la borda.
relámpago se abrió paso por el
cielo nocturno y alcanzó el palo mayor.Durante un breve instante, todo el
navío quedó iluminado por una
luz espectral. El barco mercante de tres palos, el Alexandria, se hallaba
sumido en el caos. La tripulación
yacía desperdigada por las cubiertas como restos de madera a la deriva. En lo
alto del penol de la verga,
unEn elgrupo alcázar,
de marineros
el batallaba
tercer contra gigante
oficial,un los elementos,
de tratandode
más de
dos soltar con
metros la una
vela mayor barba
rebelde antes roja,
de que el
luchaba
viento
con el la rasgara
timón. Junto a o acabara
él, el haciendo
rostro severo volcar
del el
capitánbarco. Wallace gritaba órdenes
a la tripulación, pero todos
sus
Habíaesfuerzos
en eran
el en vano: el
alcázarun tercer viento
hombre:se llevaba
era un sus palabrasy
marinoalto antes
poderosode que
que
nadie
llevaba pudierasus oírlas.
cabellos castaño
oscuro recogidos en una coleta. Este hombre era John Fletcher, padre de Jack y
piloto del Alexandria, y
no apartaba ni un segundo los ojos del horizonte, como si esperara
taladrar la tormenta y alcanzar la
—¡Vosotros! —ordenó el contramaestre señalando a Jack, Ginsel y otros tres
seguridad de las tierras que se extendían más allá.
marineros—. ¡Poneos
en marcha y soltad esa gavia! ¡Deprisa!

Los cinco marineros de dirigieron a toda prisa a la proa del barco, pero
cuando cruzaban la cubierta
principal en dirección al palo del trinquete, una bola de fuego apareció de
la nada... y fue derecha hacia
Jack. —¡Cuidado! —gritó uno de los
marineros.
Jack, que en ese viaje ya había vivido en sus carnes algunos de los
ataques de sus enemigos
portugueses, se hizo a un lado instintivamente. Sintió la vaharada de aire
caliente y el zumbido de la bola
de fuego pasó junto a él, y se precipitó sin pensarlo a la cubierta.
El sonido del impacto de ese proyectil,
sin embargo, nada tuvo que ver con el de los cañonazos: no se produjo
el habitual y temible crujidodel
hierroSecontraquedó
la horrorizado.
madera. Fue más bien un golpe sordo y sin vida, como una
Nobola erade una tela. bola
Los deojos de Jack
se posaron
fuego. en el objeto que tenía ahora a sus pies.
Era el cadáver ardiente de uno de los marineros de la
tripulación: el rayo lo había matado.
Jack se quedó inmóvil. Una desconcertante sensación de asco le subía de la
boca de su estómago
hacia el fondo de su garganta. El rostro del hombre mostraba un gesto de
agonía y estaba tan desfigurado
por —Santa
el fuegoMaría,
que Madre
Jack deni Dios siquiera
—exclamó pudo Ginsel—,
reconocerlo.¡incluso los cielos están
contra nosotros!
Pero antes de que pudiera murmurar otra palabra, una ola barrió la amura y
se llevó el cuerpo al mar.
—¡Jack, tú quédate conmigo! —le dijo Ginsel, al ver la expresión de
espanto del rostro del
muchacho. Lo agarró por el brazo y lo empujó hacia el palo del trinquete.
Pero Jack permaneció clavado en su sitio. Todavía podía oler la carne calcinada
del marinero
muerto, como un cerdo quemado en una espeta.
No era el primer muertoque veía en el viaje y sabía que no iba a ser
el último.Sin embargo, eso no
ayudaba a que la experiencia le resultara menos dolorosa. Su padre le
había advertido que cruzar el
Atlántico y el Pacífico era un viaje lleno de peligros y Jack ya
había visto morir a hombres de
congelación, escorbuto, fiebre tropical, heridas de cuchillo y balas de cañón.
—Vamos, Jack... —instó
Esa familiaridad con la
muerte, Ginsel.
no obstante, no lo hacía inmune al horror.
—Estoy diciendo una oración por él —respondió al fin Jack, intentando
desesperadamente sofocar el
pánico. Sabía que su deber era seguir a Ginsel y el resto de la
tripulación, pero la necesidad de estar con
su—¿Adónde
padre en vas? este momento
—chilló Ginsel,fue más fuerte que
mientras Jack sucorría compromiso
hacia el con
alcázarel deber.
situado
en la otra punta del
navío—. ¡Te necesitamos aquí!
Jack, sin embargo, se perdió en la tormenta, enzarzado en una lucha caóticapor
alcanzar a su padre
mientras el barco se sacudía de un lado a otro.
Apenas había conseguido llegar al palo de mesana cuando otra ola colosal
golpeó el Alexandria. Fue
tan potente que Jack perdió pie y fue barrido por la cubierta hasta la
El amura
barco de se babor.
estremeció de nuevo y Jack cayó por la borda. En ese mismo
instante supo que había
llegado el final. Escupido por la tormenta, iba a ser devorado por el
oscuro océanoque se rebullía allí
abajo...
2
El gaviero

Jack se preparó para el impacto final, pero su cuerpo se elevó inesperadamente:


de pronto se encontró
colgando del borde del navío, mientras el mar se agitaba violentamente a sus
pies. alzó la
Jack cabeza y vio un brazo tatuado que lo agarraba
firmemente por la muñeca.
—¡No te preocupes, chaval,te tengo! —gruñó su salvador, mientras una
nueva ola se elevaba hacia
Jack, tratando de volver a arrastrarlo hacia el fondo. El ancla que el hombre
llevaba tatuada en el
antebrazo pareció doblarse bajo la tensión y Jack tuvo la sensación de
que el brazo se le iba a salir de la
Jack se desplomó a los pies del marinero,
cuenca mientras el marinero seguía tirandode su muñeca para llevarlo de
escupiendo agua.
vuelta aEres bordo.
—Vivirás. un marinonato, como tu padre, aunque con un poco más de
agua en los pulmones —
sonrió el contramaestre—. ¡Ahorarespóndeme, chaval! ¿Qué demonios creías que estabas
haciendo? Le
—Yo... llevaba un mensaje a mi
padre, contramaestre.
—No es eso lo que te había ordenado —le gritó el contramaestre a la
cara—. ¡Puede que seas el hijo
del piloto, pero eso no va a impedir que te haga azotar por desobediencia!
¡Ahorasube ahí arriba o me
veré obligado a hacerte probar el gato!

—Que Dios le bendiga, contramaestre —murmuró Jack, y rápidamente volvió al


palo del trinquete,
consciente de que había tenido una suerte extraordinaria. El gato de nueve colas no
era ninguna amenaza
baldía: el contramaestre había azotado a otros marineros por cosas mucho
menos graves que la
desobedienciade una orden.
De todas formas, cuando llegó a la proa, Jack vaciló. El palo del trinquete
era más alto que la torre
de una iglesia,y se agitaba salvajemente con la tormenta. Los dedos de
Jack, entumecidos ya por el frío,
ni siquiera podían sentir los cabos, y sus ropas, ahora empapadas por completo,
resultaban pesadas y
engorrosas. El problema era que cuanto más se retrasara, más frío tendría y sus
«Vamos
miembros —se
no dijo—.Demuéstrales
tardarían en que tienes agallas...»
estar
Sin demasiado
embargo, entumecidos
en el para
fondo, salvarle
sabía que en no caso
era de
así. que
De tuviera
hecho, problemas.
estaba verdaderamente
aterrado. Durante el
largo viaje desde Inglaterra a las Islas de las Especias se había ganado la
fama de ser uno de los «monos
gavieros» más diestro. Sin embargo, su habilidad para trepar a los mástiles,
repararlas velas y soltar los
cabos que se habían estropeado no procedía de la seguridad en sí mismo...
sino del puro miedo.
Jack contempló la tormenta. El cielo se había convertido en un frenesí de
oscuras nubes empeñadas
en ocultar una luna incolora. En la penumbra, Jack apenas pudo distinguir
a Ginsel y el resto de la
tripulación en el velamen. Las sacudidas del mástil eran tan violentas que los
hombres se agitaban como
—No tengas miedo de las tormentas de la vida —le había dicho su padre el
manzanas en un árbol.
día que le encargaron
coronar por primera vez el nido del cuervo, la cofa—. Todos tenemos
que aprender a navegar nuestro
propio
Jack navío,
recordóya sea
haber elvisto tiempo
cómo bueno
todos olos malo.
nuevos marineros, uno tras otro, intentaban
culminar el
aterrador ascenso. Y todos habían quedado petrificados por el miedo antes de
llegar a la cima, o habían
acabado vomitando encima de los marineros que esperaban abajo. Todos menos
uno. Cuando le tocó el
turno a Jack, el viento soplaba con tanta fuerza que las jarcias se sacudían
Jack
casi miró
tan a frenéticamente
su padre con comomiedo en
sus los
propias ojos.
piernas.
—Creo en ti, hijo. Puedeshacerlo —le dijo su padre, cogiéndolo del hombro
con firmeza y cariño.
Convencido por la fe que su padre demostraba tener en él, Jack se
lanzó a las jarcias y no miró abajo
hasta que llegó a la seguridad de la cofa. Exhausto, pero jubiloso, el
muchacho le dedicó un grito de
deleite a su padre, que le observaba desde la lejana cubierta, diminuto, como una
hormiga. El miedo lo
Jack se agarró a las jarcias y empezó a escalar. Pronto adquirió el
había impulsado hasta la cima. Bajar fue otro cantar...
ritmo habitual, consolado por la
costumbre. Mano sobre mano, fue ganando rápidamente altura, hasta que vio las crestas
blancas de las
olas que azotaban el navío. Pero la mayor amenaza no eran ya las olas,
sino el implacable viento. Un
continuo de ráfagas despiadadas hacía todo lo posible para empujar a
Jack hacia la noche, pero su cuerpo
reaccionaba
—¡Jack! instintivamenteGinsel,y
—gritó seguía parecía
que subiendo. Poco después
peligrosamente se
agotado,encontró
los junto a
ojos
inyectadosGinsel en el
sangre y penol
superior.
hundidos—. Una de las drizas se ha atascado. La vela no cae. Tienes que ir
a
Jack miró soltarla.arriba y
hacia vio una gruesa maroma enganchada en la verga superior
del penol, donde el
aparejo de poleas se agitaba peligrosamente.
—¡¿Estás de broma?! ¿Por qué yo? ¿Por qué no van ellos? —exclamó Jack,
señalando con la cabeza
a los dos marineros aterrados que se aferraban con uñas y dientesa
cada siento,
—Lo lado Jack,
del eres peñol.el mejor gaviero que
tenemos.
—Peroes un suicidio... —protestó
Jack.
—¡También lo era dar la vuelta al mundo, y lo hemos hecho! —replicó
Ginsel, esforzándose por
esbozar una sonrisatranquilizadora mientras mostraba sus dientesde tiburón con
aire maniático—. Sin
esa
—Muygavia, elbien capitán —dijo Jack, no podrá salvar
consciente de elque barco.
tenía Hay
pocas que hacerlo ¡Pero yserá tú
opciones—. mejor
que eres
estés el gaviero encargado.
preparado para cogerme!

—Confía en mí, muchacho, no querría perderte. Átate esta cuerda a la


cintura y entonces podré
agarrarte. Será mejor que te lleves también mi cuchillo. Lo necesitarás para
cortar aseguró
Jack se esa driza. la cuerda y se colocó entre los dientesla hoja mal afilada.
Entonces subió el mástil
hasta el juanete más alto. Usando el poco cordaje disponible, se fue
arrastrando a lo largo de la verga
hacia la
El avance eradriza atascada.
traicioneramente lento, pues el viento lo empujaba malévolo con un
millar de manos
invisibles. Al mirar hacia abajo, Jack apenas pudo ver a su padre en el
alcázar. Por un instante, sin
embargo, le
—¡Cuidadooo! pareció
—advirtióque Ginsel.
lo saludaba.

Jack se volvió y vio que el aparejo suelto volaba directamente hacia su cabeza.
Se lanzó a un lado,
esquivándolo, pero en el proceso perdió su asidero y resbaló.
Jack se agarró por instinto al cordaje. Los cabos se le clavaron en las
manos,pero, a pesar del dolor
desgarrador, consiguió no perder su asidero.
Se quedó allí colgado, agitándose al
viento.
El mar. El barco. La vela. El cielo. Todo giraba a
su alrededor.
—¡No te preocupes! ¡Te tengo! —oyó que le gritaba Ginsel en medio de
la tormenta.
Tiró de la cuerda e izó a Jack hacia el palo. Jack pasó las piernas
por el juanete principal y se
enderezó. Tardó unos instantes en recuperar el aliento, tratando de tomar aire
entre los dientescon los
queCuando
aún sujetaba
el dolor elde cuchillo
sus manosde Ginsel. continuó
remitió, arrastrándose por la verga. Al
cabo de un rato, la
driza atascada quedó a unas pocas pulgadas de su rostro. Jack se quitó el
cuchillo de entre los dientesy
empezó a cortar el cabo empapado. Pero el cuchillo estaba mal afilado.
Tuvo que intentarlo varias veces
antes de que los hilos del cabo empezaran a soltarse. Jack tenía los dedos
helados hasta los huesos y las
palmas,
—¡Noooo! ensangrentadas:
—gritó resultaba
Jack, tratando difícilinútilmente
trabajar decon soltura en esas condiciones.
Una alcanzarlo.
ráfaga de viento
lo Agotado
alcanzó por
de el costado esfuerzo, y, seal volvió tratar de sujetarse, soltó el cuchillo. La
hoja hacia
se Ginsel.
fue volando con la tormenta.
—¡Sólo he conseguido cortar la mitad del cabo! ¿Y
ahora qué?
Ginsel, sujetando la cuerda de seguridad, le indicó que regresara, pero en ese
preciso instante otra
ráfaga de viento golpeó a Jack con violencia. Habría jurado que el barco había encallado.
Todo el mástil
se estremeció y la gavia tiró con fuerza de la driza. Debilitado por los
cortes de Jack, el cabo chasqueó
El barco se abalanzó hacia
como un hueso al romperse, la vela se desplegó y, con un poderoso
y delante.
Ginsel crujido, los capturó
otros marineros soltaron un breve grito de júbilo y Jack se
el viento.
sintió momentáneamente
exultante por ese inesperado giro de
la fortuna.
Pero la alegría duró poco.

La vela, al caer, tiró del aparejo, que, tras un chasquido, se precipitó


sobre Jack. Esta vez, sin
embargo, el muchacho no tenía a donde ir.
—¡SALTA! —gritó Ginsel.
3
El Diablo y el profundo mar azul

Jack se soltó de la verga y se apartó del


camino del aparejo.
Trazó un arco en el aire mientras Ginsel se esforzaba por sujetar el
otro extremo de la cuerda de
seguridad. Jack chocó contra las jarcias del otro lado del mástil y enganchó el
brazo en los cordajes,
sujetándose
El aparejocon todas osciló sus
ahora fuerzas
hacia Ginsel.Nopara nolo perder
alcanzóla vida.
por muy poco, pero golpeó a
Sam, que estaba
justo tras él. El desdichado marinocayó dando vueltasal mar.
—¡Sam! —gritó Jack mientras bajaba rápidamente por
las jarcias.
Una vez en cubierta, corrió hasta la amura, y vio que Sam se debatía
contra las olas gigantescas,
desapareciendo y volviendo a aparecer, hasta que, tras un último grito
desgarrador, la corriente lo
arrastró
Jack sedefinitivamente
volvió hacia el haciacontramaestre,
el fondo. que se había reunido
con él en la amura.

—No hay nada que puedas hacer, muchacho. Ya le llorarás por la


mañana... Si conseguimos
sobrevivir.
Al advertir la expresión de desesperación del rostro de Jack, el
contramaestre suavizó un poco su
postura.
—Has hecho un buen trabajo ahí arriba. Ahora ve a ver a tu padre: está en su
camarote con el capitán.
Jack corrió hacia la escalera de la cámara y se dirigió bajo cubierta,
contento de poder escapar de la
terrible tempestad. Dentro del vientre del barco, la tormenta parecía
menos amenazante, y su furia
desatada no parecía allí abajo más que un aullido apagado. Jack se abrió
paso hasta el camarote de su
Su padre estaba inclinado sobre una mesa, estudiando con atención un montón de
padre, situado en la popa, y entró en silencio en el cuarto pequeño y
cartas marinas junto
de techo bajo.
al capitán.
—¡Piloto, en sus manos está sacarnos de aquí! —ladró el capitán golpeando
la mesa con el puño—.
¡Dijo que conocía estas aguas! ¡Dijo que veríamos tierra hace dos semanas! ¡Hace
dos semanas! ¡Por
Dios bendito, puedo capitanear este barco en cualquier tormenta, pero tengo que
saber dónde demonios
Jack,
voy! Tal como
vez los
ese demás
Japón marineros
no existe, del
¿no? barco,
Todo había
podría oído
ser hablar
una de leyenda.la leyenda
Un malditode
las
engañoislas de Japón,
portugués
repletas
diseñado de
para riquezas
acabar incalculables y
con nosotros. de exóticas especias. Un intercambio
comercial con los japoneses
sin duda los haría ricos a todos, pero hasta entonces los únicos que habían puesto los
pies en Japón eran
los portugueses, y al parecer estaban resueltos a mantener la ruta en
secreto—Japón existe, capitán —
dijo John Fletcher tranquilamente abriendo un gran cuaderno con tapas de
cuero—. Mi cuaderno de ruta
dice que se encuentra entre las latitudes treinta y cuarenta norte. Según mis
cálculos, sólo nos hallamos a
John señaló un tosco mapa dibujado en una de las páginas
unas pocas leguas de la costa. Mire aquí.
de su cuaderno.
—Estamos ya cerca del puerto de Toba...Aquí, capitán. Nos encontramos a unos
cientosde leguas de
nuestro destino, Nagasaki. Ya lo ve, capitán, la tormenta nos ha
desviado de nuestra ruta. Pero éste no es
nuestro único problema: me han dicho que toda esta costa está repleta de piratas.
Toba no es un puerto
amistoso, así que probablemente creerán que también somos piratas. Aún
peor, oí decir a otro piloto en
Bantam que los jesuitas portugueses han erigidouna iglesia católica allí. Habrán
envenenado
Un impacto las
sacudió mentes la nave y todas las maderas crujieron: una enorme
de los
ola lugareños.
había golpeado ¡Aunqueel lleguemos
costado a la costa, nos matarán como a
herejes
del protestantes
Alexandria. si
desembarcamos
—Con una allí!
tormenta como ésta, piloto, las posibilidades de desembarcar son pocas.
¡Puede que
tengamos que elegir entre el diablo y el profundo mar azul, John, pero prefiero
correr el riesgo con un
diablo jesuita!tengo otra sugerencia. Según indica el
—Capitán, cuaderno de ruta, a dos millas al
sur de Toba hay un
par de bahías al socaire. Sin duda el lugar es más seguro, pero acceder
a ellas resultará más peligroso
debido a
Jack vio estos arrecifes.
que su padre señalaba una pequeña serie de líneas irregulares
marcadas en el mapa.
El capitán miró a John directamente a los ojos y le
preguntó con gravedad:
—¿Cree que podrá hacernos
pasar?
—Tal vez... Si Dios está de nuestra parte —respondió John dejando reposar
la mano sobre su
cuaderno.
Cuando el capitán se dio la vuelta para
marcharse, reparó en Jack.
—Será mejor que tu padre tenga razón, Jack: la vida de este barco y su tripulación
está en sus manos.
El capitán se marchó, dejando a
Jack y su padre a solas.
John envolvió con cuidado el cuaderno de ruta en una tela protectora
y se dirigió al camastro que
tenía en un rincón del camarote. Alzó el fino colchón y retiró un
compartimento oculto, donde guardó el
cuaderno
—Recuérdalo, de ruta.
Jack, Luego
es lo
nuestrocerró con
pequeño llave. secreto—le dijo a su hijo con un
guiño conspirador mientras
volvía a aplanar el colchón—. Este cuaderno de ruta es demasiado valioso
para que esté por ahí. En
cuanto alguien
Como Jack nose contestó,entere de John que estudió
hemos llegado a sua Japón, sabrá que hay uno a
hijo
bordo.con preocupación.
—¿Cómo te encuentras?

—No vamos a conseguirlo, ¿verdad? —dijo Jack


bruscamente.
—Pues claro que sí, hijo —respondió su padre, atrayéndolo hacia sí—. Lograste
bajar la vela. Con
marineros como tú, no podemos fracasar.
Jack trató de devolverle la sonrisaa su padre, pero estaba verdaderamente asustado.
El Alexandria
había ido de tormenta en tormenta, y a pesar de que su padre aseguraba
que ya estaban cerca de su
destino, Jack tenía la sensación de que nunca volvería a poner los pies en
tierra. El miedo que lo invadía
era más sombrío que el que había sentido en las jarcias,o en ningún
—Nootro desesperes,
momento Jack.
de La
su mar
vida. es Su una
padre dama tempestuosa, pero he capeado
se tormentas
inclinó para mucho
mirarlopeores a los ojos.
que ésta y he sobrevivido. Y sobreviviremos a ésta.
Mientras regresaban al alcázar, Jack se mantuvo cerca de su padre. De
algún modo, en su presencia,
se sentía protegido de lo peor de la tormenta, pues la tranquila seguridad
de su padre le daba esperanzas
donde
—Nono parecía
hay nada haber como ninguna.
una buena tormenta para baldear las cubiertas, ¿eh? —
bromeó su padre con el
tercer oficial,que aún luchaba valientemente con el timón; el esfuerzo le había
dado a su rostro el mismo
tono rojizo de su barba—. Fija rumbo norte noroeste. Pero ten presente que
hay arrecifes, así que
A pesar de la fe de su padre en el rumbo que seguían, el océano
advierte a los vigías para que estén ojo avizor.
se extendía infinito, y las olas
golpeaban una tras otra el casco del Alexandria. La confianza empezó a
menguar como la arena del reloj
de La la arena bitácora.
del reloj de la bitácora tuvo que agotarse dos veces para que
por fin se oyera el grito de:
—¡Tierra a la
vista!
Una oleada de satisfacción y alivio palpable recorrió a toda la tripulación.
Llevaban luchando contra
la tormenta casi la mitad de la noche. Ahora había un atisbo de esperanza, una
leve posibilidad de poder
llegar a la
Pero casi con la seguridad mismade tierra
rapidezfirme ycon capear
que lase tormenta
reforzaron tras sus una punta ose
esperanzas,
aldesvanecieron
socairede alguna
con bahía.
el
segundo grito del vigía.
—¡Arrecifes por la banda de
estribor!
Y apenas un minutodespués:

—¡Arrecifes por la banda de


babor!
El padre de Jack empezó a gritarle órdenes
al tercer oficial.
—¡Todo a estribor!... Sigue el rumbo... Sigue... Sigue...
¡A babor treinta grados!
El Alexandria se alzaba,y caía sobre las olas revueltas, sorteando arrecifes
mientras se dirigía hacia
la oscura masa de tierra que se intuía en la distancia. Desde su puesto de
observación en el alcázar, Jack
podía ver las rocas afiladas como cuchillas que asomaban en el océano.
Acorralaban al barco por ambos
Su padre dirigió la nave por entre el laberinto de terribles rocas: el
lados.
Alexandria gemía y crujía con
cada virada, y sus jarcias se tensaban hasta casi romperse.
—¡TODO A babor! —gritó su padre, lanzando todo su
peso sobre el timón.
La pala del timón se hundió en el mar revuelto. La cubierta se escoró
terriblemente y el barco dio un
bandazo hacia el otro lado... Pero el giro llegó demasiado tarde. El Alexandria
chocó contra el arrecife.
Una driza del
—¡CORTAD racel
LOS se rompió —ordenó
APAREJOS! y elel debilitado
capitán mástil se
mientras resquebrajó,
el barco sese
escorabadesmoronó y
peligrosamente cayó.
por la fuerza del palo.
Los hombres de cubierta atacaron con hachas los cordajes. Cortaron,
liberando el mástil, pero el
barco seguía sin responder. Estaba claro que la quilla se había quebrado.
¡El Alexandria se estaba
hundiendo!
4
El país del sol naciente

A pesar de que todo esfuerzo parecía inútil, la tripulación había luchado


toda la noche para mantener el
barco a flote. El agua había inundado los pantoques y Jack había trabajado
frenéticamente junto con los
demás hombres para achicarla. El nivel del agua, sin embargo, no tardó en
alcanzarle el pecho y había
tenido que luchar desesperadamente para controlar su pánico. Morir ahogado era la
peor pesadilla del
marinero: una la
Jack vomitópor tumba borda
de agua Alexandria
del donde los cangrejos
por se
cuarta vez arrastraban
esa mañana,sobre al
tu cuerpo
recordar
hinchado
el modo eny picoteaban
que las
tus
oscuras fríos ojos sin
aguas le vida.
habían lamido la barbilla. Conteniendo la respiración, continuó
bombeando. Pero ¿acaso
tenían
La otra
fortunaelección?
estuvo O
de salvaban
su parte. el barco ola
Alcanzaron moríanintentándolo.
seguridad de una cala. El
océanose calmó de repente, y
cuando el Alexandria dejó de sacudirse, el nivel de las aguas bajó
rápidamente. Cuando tuvo la cabeza
fuera de la superficie y oyó el pesado golpe del ancla, el aire rancio de los
pantoques le pareció a Jack
Mientras se recuperaba en el alcázarde popa, saboreó el puro aire marinoy
tan dulce como el de las montañas.
su estómago empezó a
apaciguarse.

Jack contempló el mar: las olas lamían ahora suavemente la cubierta y el


rugido de la tempestad
había sido sustituido por las llamadas matutinas de las aves marinas y el
ocasional crujidode las jarcias.
Se dejó llevar por la paz que le rodeaba. Al cabo de unos minutos, un
glorioso sol escarlata se alzó sobre
el océanopara descubrir una visión espectacular.
El Alexandria se encontraba en el centro de una curiosa cala en la que
una elevada lengua de tierra,
cubierta de tupidos cedros verdes y pinos rojos, se internaba en el océano
formando una bahía que
encerraba una gloriosa playa dorada en su interior. Las aguas verde esmeralda de
la cala estaban llenas
Jack vio en la península algo que brillaba,de y sacó el catalejo de su
de En lopeces alto
de de
todos unlos enorme
colores pedestal
del arco iris. piedra había una serie de columnas
padre.
hechas Entre
de los
maderaárbolesroja. se Cada alzaba
un
columna exquisito edificio
estaba minuciosamente que parecía
tallada con haber
imágenessurgidodoradasde la
que misma
parecíanroca. Jack
dragones
nunca
y había
signos visto
exóticosnada parecido.
y
retorcidos. Apoyados en las columnas había tejados inclinados que se alzaban
hacia el cielo, y en la
misma cima del tejado más alto había una fina torre de círculos dorados
concéntricos que se elevaba más
allá de las copas de los árboles. Delante del edificio, y dominando la
bahía, una gran piedra sobresalía
del suelo. También estaba grabada con los mismos símbolos.
Cuando Jack intentaba averiguar cuáles eran aquellos símbolos,
atisbo movimiento.
Oculto tras la piedra erecta había un gran caballo blanco, y a su
sombra, sin llegar apenas a la altura
de la silla, distinguió una delgada muchacha de cabellos oscuros. Parecía
tan efímera como un espíritu.
Su piel era blanca como la nieve, y su pelo, negro y misterioso como el
azabache, le caía en cascada
hasta más allá de la cintura. Llevaba un vestido rojo sangre que titilaba
Jack se
con la quedó absorto.
bruma de Incluso
las primerasen la distancia, pudo sentir que ella lo
miraba.
luces de laAlzó mañana.
la mano,
vacilante, para saludarla. La muchacha permaneció inmóvil. Jack volvió a saludar.
Tal vez ella no lo
había visto. Esta vez
—¡Oh,maravilloso día! la —exclamómuchachauna inclinó
voz levemente
tras él—. la ¡Y cabeza.
mucho más ahora que ha
pasado la tormenta!
Jack se dio media vuelta y vio a su padre admirando el disco de rubí del
sol, que seguía ascendiendo
sobre el océano.
—¡Padre, mira! —exclamó, señalando a la muchacha de
la península.
John alzó la cabeza y escrutó el
promontorio.
—¡Te lo dije, hijo! Esta tierra está repleta de oro —dijo, jubiloso,
acercándose a Jack—. Incluso
construyen templos con él...
—No, no el edificio, padre, la
chica y...
Pero la muchacha y el caballo habían desaparecido. Sólo quedaba la piedra
erecta. Era como si se la
hubiera llevado la brisa.
—¿Qué chica? Has pasado demasiado tiempo en la mar, Jack —respondió su padre
esbozando una
sonrisa experta que desapareció rápidamente, como robada por un recuerdo olvidado
—. Demasiado
tiempo...
Guardó silencio, contemplando melancólicamente
tierra.
—Nunca tendría que haberte traído, Jack. Fue una locura por
mi parte.
—Peroyo quise venir —dijo Jack, mirando a su padre
a los ojos.
—Tu madre... que Dios la tenga en su seno, nunca lo habría permitido. Habría
querido que te
quedaras en casa con Jess.
—¡Sí, pero mi madre ni siquiera me permitía caminar por los muelles
sin ir cogido de su mano!
—¡Y por buenos motivos, Jack! —respondió su padre, de nuevo con una sonrisa
en los labios—.
Siempre estabas ansioso de aventuras. ¡Probablemente habrías subido a
bordo de algún barco con destino
a África
Jack se y no dehabríamos
sintió vuelto a
pronto envuelto enverte!uno de los enormes
abrazos de oso de su padre.
—Ahora estas aquí en Japón. ¡Y por mi vida, hijo mío, que anochedemostraste
tener temple! Un día
serás un buen piloto.
El orgullo que su padre sentía por él le caló hasta los huesos. Enterró
la cabeza en el pecho de su
padre, como si no quisiera salir nunca de ahí.
—Jack, si de verdad has visto a alguien en tierra, entonces será
mejor que estemos en guardia —
continuó su padre cogiéndole a Jack el catalejo—. Los wako infestan estas
aguas y nunca se es demasiado
cauteloso.
—¿Qué son los wako? —preguntó Jack, echando atrás
la cabeza.
—Son piratas, hijo. Pero no piratas corrientes. Son piratas japoneses.
Desesperados, astutos y
despiadados —explicó su padre, escrutando el horizonte—. Son temidos en todas
partes y no vacilan en
matar
—Y ason españoles,
el holandeses, portugueses
motivo—interrumpióel capitáne ingleses
desde atrás—por igual.
por Son
el los
que diablos
debemos
de estos
apresurarnos a mares. reparar
el Alexandria, jovencito. ¿Hizo el tercer oficial el recuento de daños?
—Sí,capitán —repuso John, mientras se dirigía al timón con el capitán
Wallace—. La situación es
tan mala como nos temíamos.
Jack los siguió de cerca, tratando de escuchar lo que decían mientras buscaba
con la mirada algún
signo de la misteriosa muchacha.
—Me temo que el Alexandria ha recibido una buena paliza...
—decía su padre.
—... Al menos dos semanas para que vuelva a
navegar...
—... Quiero que esté listo cuando llegue la
luna nueva.
—... Eso es apenas dentro de una semana... —protestaba
su padre.
—Turnos dobles,piloto, si queremos salvarnos del destino
del Clove...
—Murió hasta el último hombre. Decapitados...Todos y cada
uno de ellos.
La noticia del turno doble no cayó bien entre los hombres, pero le tenían
demasiado miedo al
contramaestre y su gato de nueve colas como para quejarse. Durante los siete
días siguientes, Jack y el
resto de la
Mientras reparaba tripulación
el trabajaron
trinquete como
con esclavos, sudandomás, la
varios tripulantes Jack gotano gorda bajo el
apartaba la
caliente
mirada del sol japonés.
templo que
titilaba en la bruma producida por el calor: parecía flotar por encima del
macizo de tierra. Cada día se
levantaba esperando volver a ver a la muchacha de aquella primera
mañana... Pero estaba empezando a
Tal vez su padre tenía razón. Tal vez había pasado demasiado tiempo
pensar que había sido producto de su imaginación.
en la mar.
—Esto no me gusta. No me gusta nada de nada —se quejó Ginsel, sacando
a Jack de su
ensimismamiento—. Somos un barco mercante sin vela. Llevamos un cargamento de
tela, brasilere y
armas.
—Pero ¡Cualquier
somos pirata
más que de conozca
cien, señor, su
y oficio
tenemossabrá que
cañonessomos un —dijo bocado
Christian, apetecible!
un
chaval holandés de doce
años, tímido y menudo como un ratón—. ¿Cómo podrían derrotarnos?
—Pero bueno, ¿acaso no sabes nada, erizo de mar? —escupió Pipa, un
hombrecillo huesudo cuya
piel le colgaba de los huesos como papel de pergamino—. Estamos en
Japón. Los japoneses no son
indígenas
Christian indefensos
negó con y la desnudos.
cabeza sinSon siquiera
luchadores. despegar
¡Asesinos! ¿Has oído hablar de los
samuráis?
los labios.
—Se dice que los samuráis son los guerreros más mortíferos, sañudos y
malignos que han pisado
nunca la faz de la tierra. ¡Te matarán en cuanto te vean!
Christian abrió los ojos, horrorizado, e incluso Jack, que conocía bien la
reputación de charlatán de
Pipa, se sintió sorprendido por su terrible descripción.
El anciano hizo una pausa para encender su pipa y la chupó lánguidamente.
Otros marineros se habían
unido a ellos y se apretujaban a su alrededor.
—Los samuráis trabajan para el mismísimo diablo. ¡He oído que te cortan la
cabeza si no te inclinas
ante ellos como si fueras un esclavo!
Christian se estremeció, y algunos de los hombres
se echaron a reír.
—Así que si alguna vez os encontráis con un samurái, inclinaos.
¡Inclinaos bien inclinados!
—¡Ya está bien, Pipa! ¡Ya basta de meterle miedo a la gente! —intervino el
contramaestre, que había
acudido a ver qué distraía a los hombres de su trabajo—. Vamos,
poned este barco a punto de una vez...
¡Tenemos
—A la que orden, zarparseñor
mañana al
—canturrearon amanecer!
todos los hombres, volviendo a toda
prisa a su trabajo.
Esa noche la inquietud creció entre la tripulación. La historia de Pipa sobre los
samuráis y la
revelación de Jack sobre los wako habían corrido como la pólvora y los
vigías habían empezado a ver
sombras
Al día negras moviéndose
siguiente, en
nadie apartaba el bosque.
los ojos de la orilla y, a pesar de
que no se veía un alma, todos
trabajaban esa mañana dominados por una febril ansiedad.
Casi había anochecido cuando el Alexandria quedó listo para zarpar. El contramaestre
llamó a todos
los hombres a cubierta y Jack esperó ansiosamente a oír las órdenes del
capitán.
—Caballeros, han hecho ustedes un buen trabajo —anunció el capitán
Wallace—. Si el viento es
favorable, al amanecer zarparemos hacia Nagasaki. ¡Todosse han ganado una
Toda ración
la extra de
tripulación cerveza!
dejó escapar un aplauso entusiasta. No era nada habitual
que el capitán se
mostrara tan generoso. Sin embargo, cuando los vítores se apagaron, se oyó
gritar al a vigía la desdevista!
—¡Barco la ¡Barco
cofa: a
la vista!
Todos se volvieron como un solo hombre
hacia el mar.
Allí, en la distancia, se distinguía el ominoso contorno de un barco...
Con la bandera roja de los
waco.
5
Sombras de las noche

La noche era negra como la brea, la vieja luna había desaparecido, y el barco
wako pronto quedó
envuelto en una oscuridad absoluta.
El capitán, consciente de la posibilidad de un ataque,había doblado la
guardia en cubierta. Mientras,
en el interior del buque, los marineros fuera de servicio se susurraban
unos a otros sus temores. Agotado,
Jack yacía silencioso en su camastro, contemplandoel chisporroteo de la lámpara
de aceite, a cuya luz
Jack debió de quedarse adormilado, porque cuando volvió a abrir los ojos la
los rostros de los hombres aparecían descarnados y espectrales.
lámpara de aceite se
había apagado. ¿Qué lo había despertado? Reinaba un silencio absoluto, salvo
por los ronquidos de
algunos
Jack saltó de de los
su marineros,
camastro pero
y asubió pesar
las de ello se
escaleras. No sintió
había inquieto.
luz en cubierta.
Ni una sola estrella brillaba
en el firmamento, y esa oscuridad absoluta le resultó preocupante. Cruzó la
cubierta, palpando su camino.
Parecía
Entonces,no sinhaberavisonadieprevio,chocó
cerca y esto unincrementó aún más su
contra sensación de
intranquilidad.
vigilante.
—¡Demonios! —exclamó el marinero—. Me has dado un
susto de muerte.
—Losiento, Pipa —dijo Jack, viendo la pequeña pipa de barro entre los labios del
hombre—. Pero
¿por qué están apagadas todas las mechas?

—Para que los wako no puedan vernos, estúpido —susurró Pipa, y


luego sorbió su pipa apagada—.
¿Qué estás haciendo en cubierta? He estado a punto de rebanarte el pescuezo.
—Esto... No podía dormir.

—Bien. Pero éste no es sitio para dar paseos de medianoche. Vamosarmados con
pistolas y espadas
por si los wako atacan,así que vuelve abajo. No querrás estropear esa linda
carita dedicó
Pipa le tuya, a¿no? Jack una amplia sonrisamellada y alzó una hoja de aspecto
oxidado ante su cara.
Jack no estaba seguro de si Pipa hablaba en serio, pero no iba a quedarse
Seahí retiró
para a averiguarlo.
la
escalera.
Cuando se disponía a bajar, le dirigió una última mirada al marinero,
que estaba junto a la amura,
De repente,
encendiendo su el
pipa. El brillo desapareció,
brillo rojo como
del si
tabaco una
resaltó sombra
como un lo
ascua hubiera
en la engullido.
oscuridad.
Jack oyó entonces una
leve exhalación de aire y el golpeteo de la pipa al caer contra la
cubierta, y vio el cuerpo del marinero
desmoronándose silenciosamente en el suelo. La sombra voló por los aires y
desapareció en los
aparejos.

Jack se quedó demasiado aturdido para poder gritar. ¿Qué acababa de ver? ¿Había
llegado a ver
algo? Sus ojos se habían acostumbrado a la oscuridad y le pareció distinguir
sombras arrastrándose en
silencio por todo el barco. Otros dos vigilantes de la cubierta de proa
fueron tragados por las sombras y
se desplomaron. Lo extraño de todo aquello era el silencio sepulcral en
Jack
el bajó entonces
que se a
producía toda
el prisa las
ataque.Y escaleras y se lanzó hacia
eso era, el advirtió
camarote Jack:deun suataque. padre.
—¡Padre! —gritó—. ¡Nos atacan!

John Fletcher saltó de su camastro y agarró la espada, el cuchillo y


las dos pistolas que tenía
preparadas sobre la mesa. Estaba completamente vestido, como si esperara problemas,
y rápidamente se
envainó
—¿Porqué la noespada hay se
alertado colocó
la las guardia?
pistolas y el cuchillo en el
cinturón.
—preguntó.
—No hay guardia, padre. ¡Están todos muertos!

John se detuvo en seco y se dio media vuelta, incrédulo. Pero una mirada al
rostro ceniciento de su
hijo le convenció. Se sacó el cuchillo del cinturón y se lo entregó
a
—No Jack dejuntoeste
salgas con camarote.
la llave ¿Medel oyes?
camarote.
Pase lo que pase, no
salgas —ordenó.
Jack asintió, obediente: estaba demasiado aturdido como para
discutir.
Nunca había visto así a su padre. Juntos habían sobrevivido a los ataques de
los barcos portugueses
mientras navegaban por aguas suramericanasy atravesaban el difícil Estrecho de
Magallanes. Pero hasta
entonces su padre nunca le había mandado que se quedase en el camarote.
Siempre había luchado codo
—Echa la llave... Y espera mi regreso —ordenó su padre mientras
con codo junto a su padre, aunque sólo fuera recargándole la pistola.
cerraba la puerta tras él.
Jack lo oyó desaparecer por el pasillo, congregando a
los hombres.
—¡Todos a cubierta! ¡A las armas!
¡Nos abordan!

Jack cerró la puerta del camarote. Sin saber qué otra cosa hacer, se sentó en el
camastro. Pudo oír el
sonido de los pies descalzos de los hombres que acudían a toda prisa a
la llamada de su padre. Y cuando
subieron a
Luego,silencio. cubierta, sólo hubo gritos y chillidos.

Jack escuchó con atención. Lo único que podía oír era el crujidode las
tablas mientras los hombres
se movían con cautela. Parecía haber cierta confusión.
—¿Dónde está el enemigo? —exclamó uno de
los marineros.
—No hay ningún ataque... —dijo otro.
—¡Silencio! —ordenó su padre, y los hombres
se callaron.
La gravedad del silencio era
enervante.
—¡Venid aquí! —exclamó Ginsel—. Pipa está
muerto.
De repente, pareció que el infierno se desencadenaba. Se oyó la
detonación de una pistola, seguida de
más disparos. Los hombres gritaron.
—¡ESTÁN EN LOS APAREJOS! —chilló
alguien.
—¡Mi brazo! ¡Mi brazo! —exclamaba otro, y sus gritos de angustia fueron cortados
pronto
ominosamente.
Las espadas entrechocaron. Los pies corrieron por cubierta. Jack pudo oír los
gruñidos e
imprecaciones del combate a brazo partido. No supo qué hacer. Estaba
aterrado, capturado entre dos
miedos:
Los sonidosluchar ode esconderse.
la batalla remitían, sustituidos por los gemidos de los
moribundos, pero todavía pudo
oír a su padre animando a los hombres en la cubierta. ¡Al menos su
padre algo
Entonces estaba chocó
vivo! contra la puerta del camarote. Jack saltó de la cama,
sobresaltado. El picaporte
se sacudía frenéticamente arriba y abajo, pero la cerradura aguantaba.
—¡Socorro! ¡Por favor, socorro! ¡Déjenme entrar!—suplicaba una voz desesperada al
otro lado.
Era Christian. Sus manos golpeaban la puerta
cerrada.
—¡No! ¡No! Te lo
suplico...
Hubo un frenético roce. Un suave golpe de carne seguido por un
gemido doloroso.
Jack corrió hacia la puerta. Mientras manoseaba la llave, se le cayó antes de
poder meterla en la
cerradura. Ahogado por el pánico, volvió a cogerla, la hizo girar y
abrió la puerta, cuchillo en mano,
dispuesto
Christian acayó defenderse.
hacia el interior de la habitación, con un cuchillo clavado
en el estómago. La sangre
manchó las tablas del suelo y Jack sintió su tacto cálido y pegajoso bajo sus
pies. ojos de
Los Christian se le quedaron mirando,
aterrorizados y suplicantes.
Jack arrastró a su amigo al interior del camarote y cogió una de las
sábanas del camastro de su padre
para detener la hemorragia. De pronto, oyó los gritos desesperados de su
padre y, tras dedicarle una
mirada de dolor a Christian, salió al pasillo para enfrentarse a lo que se
ocultaba en la oscuridad.
6
Fiebre

Jack gritó lleno de agonía.

Todavía era de noche, pero una cegadora luz blanca quebró


la oscuridad.
Voces extrañas lo rodeaban, extrañas y
confusas.
Jack pudo distinguir el rostro de un hombre flotando sobre él. Un lado
estaba horriblemente marcado,
como derretido. Curiosamente, los ojos del hombre mostraban gran preocupación.
El hombre extendió la mano
para tocarlo.
De pronto el brazo le ardió al rojo vivo y perlas de sudor corrieron por su
frente enfebrecida.
Jadeando, Jack trató de huir del agudo dolor, pero la oscuridad lo envolvió de
nuevo...
Perdió el sentido y volvió a recuperarlo... Y oscuros recuerdos
se apoderaron de él...
Jack estaba en cubierta.

Podía oír gritar a su padre. Los hombres yacían muertos o moribundos, los
cuerpos apilados unos
encima de otros. Su padre, todavía en pie, pero cubierto de sangre,estaba
rodeado por cinco sombras.
John Fletcher hacía girar un arpeo por encima de su cabeza, combatiendo con
la ferocidad de un león. Las
sombras (vestidas de negro de la cabeza a los pies, con una sola
Una
rendija para se los abalanzó
ojos) no hacia podían
acercarse. él.
Su padre descargó violentamenteel arpeo, alcanzando a su atacante en la
sien con un golpe terrible.
La sombra se desplomó en el suelo...
—¡Vamos! —rugió su padre—. ¡Parecéis fantasmas, pero seguís muriendo
como hombres!

Dos de los guerreros sombra atacaron. Uno iba armado con una hoja de
terrible aspecto unida a una
cadena, mientras que el otro hacía girar rápidamente dos pequeñas guadañas.
Ninguno pudo acercarse. El
grupoJack
rodeaba
no al
consiguió padremoverse:
de Jack, el intentando cansarlo. sus
miedo clavaba
pies a la cubierta.
Una de las sombras arrojó una estrella
centelleante...
Todo era deslumbrantemente brillante. Jack entrecerró los ojos ante la luz del
día. Se sentía
acalorado y la cabeza le martilleaba. Un dolor sordo latía en su brazo izquierdo.
Permaneció allí tendido,
incapaz
Su de nomoverse,
padre lo viomirando
venir, peroun techo de cedro pulido.Eso no era el
barco...
Jack sí.
El shuriken lo alcanzó en el brazo. John Fletcher gruñó de dolor, y
luego se arrancó con disgusto la
estrella de metal. Un fino hilillo de sangre manó de la herida. Su padre se río
Pero de
el lasburiken
patética no arma.
pretendía matar: simplemente era una distracción. Una sombra
bajó
silenciosamente por los cordajes tras su padre, como una araña que saltaba sobre su
presa.quiso gritar una advertencia, pero su
Jack voz quedó ahogada por
el pánico.
La sombra pasó un garrotepor delante de la garganta de su padre y
tiró con fuerza hacia atrás. Jack se
sintió completamente inútil. Había demasiados. Él no era más que un muchacho.
¿Cómo podía salvar a su
padre?
Llevado por la desesperación, Jack gritó y se lanzó al ataque empuñando
el cuchillo de su padre...
Desorientado, volvió la cabeza, con los músculos del cuello entumecidos y
doloridos.
Allí,arrodillada en silencio junto a él, había una mujer pequeña. Le resultaba
familiar, pero no podía
estar seguro: todo estaba desenfocado.
—¿Madre? —preguntó Jack.

La mujer se acercó.Tenía que ser ella. Siempre lo cuidaba cuando estaba


enfermo, pero ¿cómo podía
estar allí?
—Yasunde, gaijinsan —respondió ella amablemente, leve como el fluir de un
arroyuelo.
La figura iba vestida completamente de blanco. Su largo pelo negro le
rozó la mejilla cuando le
colocó un paño fresco en la frente. Su suave contacto le recordó a Jack a
su hermana pequeña. El pelo de
Jess era igual de suave... Pero Jess estaba en Inglaterra... Esa mujer... No, era
una muchacha. Parecía un
El guerrero sombra miró directamente
ángel todo de blanco... ¿Estaba en el cielo? Un velo de oscuridad lo
a Jack.
envolvió
Un único ojo de
verde lonuevo...retó con vengativo placer. La sombra lo había cogido por
el cuello y le estaba
quitando lentamente la vida.
Jack soltó el cuchillo, que cayó a cubierta
con un golpe.

—¿El cuaderno de ruta? —siseó la sombra del ojo verde, volviéndose


hacia el padre de Jack.
John Fletcher dejó de debatirse contra el garrote, desconcertadoante la
súbita demanda.
—¿El cuaderno de ruta? —repitió la sombra del ojo verde, desenvainando
la espada que llevaba a la
espalda y apuntando con su afilada punta al corazón de Jack.
—¡Déjalo, no es más que un niño! —gritó su
padre, dispuesto a atacar.
Los ojos de John Fletcher ardían de ira. Se retorció tratando de liberarse
del garrote, intentando
alcanzar a su hijo, pero fue inútil. La sombra tiró hacia atrás con fuerza.
John se ahogó y las fuerzas
fueron mi
—En abandonándolo
camarote... En poco mi a poco. Derrotado,
escritorio... —gimió, se quedó flácido una
sacándose como llavecita
una muñecadel de
trapo.
bolsillo y arrojándola a
la cubierta.

El guerrero del ojo verde no pareció


comprender.
—En mi camarote... En mi escritorio... —repitió John Fletcher, señalando
primero la llave y luego la
dirección donde se encontraba su camarote.
La sombra asintió a uno de sus hombres, que recogió la llave y
desapareció rápidamente bajo
cubierta.
—Ahora suelta a mi hijo —suplicó el
padre de Jack.
La sombra del ojo verde soltó una risotada, y echó atrás la espada
para descargar el golpe de
gracia...
Jack gritó y abrió los ojos. El corazón le latía desbocado. Miró frenéticamente
a su alrededor. Una
vela aleteaba en el rincón de la habitación vacía.
Una puerta se deslizópara abrirse y la muchacha se le acercó y
se arrodilló junto a él.
—Aku rei. Yasunde, gaijinsan —dijo la muchacha, con la misma voz
amable que Jack había oído
antes.
Colocó una vez más el frío paño en su frente
y le hizo acostarse.
—¿Qué? Yo... no entiendo —tartamudeó Jack—. ¿Quién eres? ¿Dónde
está mi padre?
La risotada
continuó.
El padre de Jack explotó de ira cuando advirtió que la
sombra pretendía matar a Jack.
John Fletcher echó atrás la cabeza, golpeando a su captor en la
cara y rompiéndole la nariz. El
garrotese aflojó y cayó al suelo. John se lanzó hacia el cuchillo que había
caído en cubierta y, con un
último y desesperado intento para salvar a su hijo, agarró la hoja y la clavó en
la pierna de la sombra del
La sombra gruñó de dolor antes de descargar el golpe mortal y Jack, libre de
ojo verde.
la mano que lo ahogaba,
se desplomó, casi inconsciente. Haciendo girar su espada, la sombra corrió
hacia su
Tras soltar atacante.
grito de batalla, «¡KIAI!», la sombra del ojo verde dejó
caer su arma contra el pecho
de John.
7
Samurái

Inmaculadamente limpio, el suelo de la pequeña habitación sin adornos


estaba cubierto con una pauta
geométrica de suaves esterillas de paja. Las paredes eran cuadrados de
papel transparente que
suavizaban
Jack yacía la
en luz
un del
grueso día,
futón, creando
cubierto en
con la una habitación
colcha de una
seda. atmósfera
Nunca hasta mágica.
entonces
había sentido el
contacto de la seda sobre su piel y le pareció como la caricia de un
millar de
Después alas tiempo
tanto de mariposa.
en la mar, la cabeza le daba vueltasen la mareante
inmovilidad del suelo.
Trató de sujetarse, pero una brusca lanzada de dolor le corrió por todo el
brazo.
Se examinó con cautela. Tenía el brazo izquierdo hinchado y descolorido. Le
pareció que estaba roto,
pero alguien se lo había asegurado con una tablilla de madera. Con
esfuerzo, trató de recordar lo que
había sucedido. La fiebre había remitido, y las imágenes inconexas que hasta
entonces habían ido
Christian muriendo en la puerta. Las sombras en la oscuridad. La
ocupando momentáneamente su mente adquirieron de pronto una dimensión dolorosamente
tripulación del Alexandria
real.
masacrada. Su padre muriendo, con un garrotepresionándole la garganta. El guerrero
sombra clavándole
su Jack espada...
pudo recordar que había permanecido tendido en cubierta lo que le
había parecido una
eternidad. Las sombras, creyendo que había muerto, habían dejado el
alcázar para saquear el barco.
Luego,como
—Jack... si surgiera de una profunda
Jack... Hijo mío... —susurró sima, oyó hablar a
débilmente. su padre.

Jack se sacudió la parálisis y se arrastró


hacia su padre moribundo.

—Jack... Estás vivo —dijo,y una leve sonrisaasomó en sus labios ensangrentados—. El
cuaderno de
ruta... A casa... Te llevará a casa...
Entonces la luz abandonó los ojos de su padre y John
exhaló su último suspiro.
Jack ese abrazó a su padre, tratando de calmar sus sollozos. Se aferró a él
como si fuera un marinero
que busca una cuerda de seguridad para no ahogarse.
Cuando su llanto finalmente remitió, Jack se dio cuenta de que estaba
completamente solo, aisladoen
una tierra extranjera. Su única esperanza para regresar a casa era el cuaderno
Corrióde ruta. las
hacia cubiertas inferiores. Los wako, ocupados en cargar las armas, el
oro y el brasilere en
su propio barco, no se fijaron en él. Bajo cubierta, Jack dejó atrás cadáver
tras cadáver hasta que
consiguió
Habían entrar
saqueadoen el camarote
camarote, de
el su padre, donde
escritorio estaba encontró
volcado el
y cuerpo
las sin
cartas
vida de
esparcidas Christian.
por todas partes.
Jack corrió al camastro y levantó el colchón. Apretó el resorte oculto y,
para su alivio, vio el cuaderno
de ruta, envuelto en su tela protectora.
Se lo metió debajo de la camisa y salió corriendo del camarote. Casi había
llegado a las escaleras
cuando una mano apareció de pronto en medio de la oscuridad y lo
Unagarrórostro
por ennegrecido
el cuelloapareció
de la ante camisa.
sus
ojos.
Sonreía con una mueca enloquecida, revelando una hilera de dientes
de tiburón.
—¡Caiga la peste sobre ellos! No nos han derrotado —susurró Ginsel con los
ojos desencajados—.
Le he prendido fuego a la santabárbara. ¡BUUM!
Ginsel extendió los brazos, para indicar el gran alcance de la
explosión. Se rio brevemente, y de
pronto una expresión de sorpresa se apoderó de su rostro. Jack lo vio
entonces desplomarse ante él con
unJack gran
alzó la cuchillo mirada ysujeto a
vio una
la cadena
siniestraasomándole
figura por
de la
un espalda.
ninja surgiendo de las
sombras. Un único ojo verde
lo miró a los ojos y luego reparó en el cuaderno de ruta que Jack
llevaba guardado debajo de la camisa.
La sombra tiró de la cadena, devolviendo el cuchillo a su mano.
Jack giró sobre sus talones y corrió
Antes de que el cuchillo del ninja lo alcanzara, Jack salió despedido por
escaleras arriba, rezando para poder llegar a tiempo a la amura.
la fuerza de la explosión y
acabó cayendo al océanocon el resto del naufragio...
Luego... Luego la
nada...
Un dolor terrible.
Oscuridad.
Una luz cegadora.

El rostro cubierto de cicatrices de


un hombre...
Extrañas voces desconocidas...

Jack fue súbitamente consciente de que podía oír esas mismas voces ahora, hablando
fuera de la
habitación. Durante un momento, no se atrevió a respirar.
¿Eran wako? Pero entonces ¿por qué estaba
vivo?
Jack divisó su camisa y sus calzones, perfectamente doblados en un rincón de la
habitación, pero no
vio ni rastro del cuaderno de ruta. Se puso en pie a duras penas y se
vistió apresuradamente. Cruzó la
habitación
Se en perdido.
sintió busca de Nila siquiera
puerta, pero había
sólo halló una parrilla ininterrumpida de
paneles.
una aldaba.
Entonces recordó uno de sus sueños febriles: la muchacha había entrado en
la habitación a través de
una puerta corredera. Jack agarró una de las tablillas de madera para empujar,
pero, al no estar aún
habituado a la firmeza de la tierra firme, se tambaleó y atravesó con
la mano la puerta de fino papel. La
conversación al otro lado de la puerta shoji cesó bruscamente.
El panel se deslizóy Jack retrocedió tambaleándose, avergonzado por
su torpeza.
Una mujer de mediana edad de rostro redondo y un joven fornido de
oscuros ojos almendrados se lo
quedaron mirando. La expresión del hombre era feroz. De su cintura colgaban
dos espadas, una parecida
a una daga, la otra, larga y levemente curvada. Dio un paso adelante,
sujetando con la mano la
—¿Naniwoshiteru, gaijin? —dijo el hombre desafiante.
empuñadura de la hoja más larga.
—Lo siento. Yo... No comprendo —dijo Jack, retirándose asustado.

La mujer le habló al hombre con firmeza, pero él no


retiró la mano de la espada.
Jack temió que fuera a usarla contra él. Aterrorizado, escrutó la habitación con la
mirada en busca de
una salida, pero aquel hombre le barró el paso y empezó a tirar de la
empuñadura de la espada. Jack
clavó sus ojos en el brillo cegador de la afilada hoja. Y entonces
recordó las palabras de Pipa: «Si
Aunque Jack nunca había visto, y mucho menos conocido, a un samurái, aquel
alguna vez os encontráis a un samurái, inclinaos. ¡Inclinaos bien inclinados!»
hombre terrible parecía
serlo. Llevaba una túnica en forma de T de crujiente seda blanca y anchos
pantalones negros adornados
con puntos dorados. Se había afeitado la cabeza, y la parte posterior y
los lados del pelo negro restante
los llevaba recogidos en un tenso nudo en lo alto. Su rostro era severo e
impenetrable: era el rostro de un
guerrero.
El cuerpo El hombre
de tenía el
Jack estaba magullado aspecto y de
le alguien
dolían todos que
los podía matar apero se
músculos,
Jack
obligó con
a lainclinarse
misma tranquilidad
a del que
pisa del
pesar a una Al
dolor. hormiga. hacerlo, el hombre dio asombrado un paso atrás.
Entonces empezó a reírse, una risa de diversión que acabó por convertirse
en un profundo rugido.
8
Ofuro

Jack debió de haber gritadoen sueños, porque cuando se dio la vuelta la


mujer del rostro redondo estaba
arrodillada junto a su cama.
Como el samurái del día anterior, llevaba una túnica de seda, pero la
suya era de un azul oscuro y
estaba elaboradamente decorada con imágenes de mariposas blancas. La mujer le
sonrió amablemente y
le ofrecióa Jack un poco de agua. El muchacho cogió el pequeño cuencoy
apuró el líquido. Era dulce y
—Gracias. ¿Puedo pedirle un poco
fresco.
más?
Ella frunció el
ceño.
—¿Puedo beber un poco más de agua? —dijo Jack, señalando el pequeño cuenco
que tenía en la
mano y haciendo sonidos de succión.
Tras comprender, ella sonrió e inclinó la cabeza. Desapareció a través de la
puerta corredera, que ya
habían reparado, y regresó con una bandeja lacada de color escarlata con
tres cuencos pequeños. Uno
contenía agua, otro una fina sopa humeante de pescado, y el tercero un
montoncito de arroz blanco con
Jack se tomó el agua y luego la sopa. Aunque no le gustó el sabor
pepinillos.
picante, la sopa lo calentó.
Entonces se metió ansiosamente el arroz en la boca, con los dedos. Jack ya
había visto arroz en otra
ocasión, cuando su padre les había traído un poco de Italia. Le parecía
insípido, pero como llevaba
varios días sin comer, no le importó. Se lamió los dedos para limpiárselos y le
Ladedicó
mujer
a pareció
la completamente
mujer una
escandalizada.
amplia sonrisacon ánimo de mostrarle su agradecimiento por la comida.
—Esto... Gracias. Muchas
gracias.
Jack no supo qué más
decir.
Claramente molesta, la mujer recogió los boles vacíos y salió
de la habitación.
¿Qué había hecho Jack? ¿Tal vez debería haberle ofrecido algo de
comer también?
Al cabo de unos instantes, el panel de la pared se abrió y la mujer
regresó con una túnica blanca y la
colocó sobre la cama.
—Kimono wo kite choudai... —dijo,indicándole a Jack con gestos que
se lo pusiera.
Jack, súbitamente consciente de que estaba desnudo bajo la
colcha,se negó.
La mujer parecía perpleja. Volvió a señalar
la túnica.
Frustrado por su incapacidad de comunicarse, Jack le indicó que atravesara el
panel deslizante.
Aunque claramente asombrada por la petición, ella inclinó la cabeza y
salió de la habitación.
Jack se levantó tan rápidamente como se lo permitió su cuerpo dolorido y,
cuidando de su brazo en
cabestrillo, se puso la túnica de seda.
Tras dirigirse a la puerta, la abrió, procurando no estropearla de nuevo.
La mujer esperaba en un
porche de madera que rodeaba la casa. Un grupito de escalones conducía
a un gran jardín rodeado por
unaUn tapia alta.
puente pequeño El jardín
cruzaba no se
un parecía
estanque alleno ninguno
de de
nenúfares los
rosa. que Jack de
Senderos
había
guijarrosvisto jamás.
se abrían paso
entre coloridas flores y matorrales verdes y grandes piedras adornadas. Una
cascada caía a un arroyo que
rodeaba
Todo primero
en el un
jardín glorioso
era cerezo ypacífico,
perfecto, luego volvía
pensó al
Jack. estanque.
Cuánto le habría
gustado a su madre. No tenía
nada que ver con los embarrados parches de hierbas, verduras y setos
que se extendían por toda
Inglaterra.
—Es como el Jardín del Edén —dijo
Jack.
La mujer le indicó que se pusiera unas sandalias de madera, y avanzó
por el camino dando pasos
cortitos, indicándole con la mano que la siguiera.
Al otro lado del estanque había un anciano huesudo, sin duda el jardinero,
que atendía una zona ya
perfecta con un rastrillo. Al pasar, hizo una profunda reverencia. La mujer le
devolvió una ligera
inclinación
Entraron de en cabeza
un ypequeño Jack la edificioimitó. Parecía
de maderaque inclinarse
al otro era
lado lodel que
jardín. La
había que
habitación hacer
era en todo
agradablemente momento.
cálida y en su interior había un gran banco de piedra y una gran bañera
cuadrada de madera llena de agua
humeante.
—¿Qué? Para Nohorroresperará
de Jack, que
la memujermeta le ahíindicódentro,¿no?
que se —exclamó
desnudara. Jack,
apartándose del baño.
Sonriendo, ella se tapó la nariz, señaló a Jack, y
luego al baño.
—O furo.

—¡Yo no apesto! —dijo Jack—. Me bañé hace


apenas un mes.
¿Acaso no sabían esas gentes que bañarse era peligroso? Su madre le había
dicho un millón de veces
que uno podía pillar una diarrea, ¡o incluso cosas peores!
—¡Ofuro haitte! —repitió ella, dando una palmada en la bañera—. ¡Anata ni
yo! nomiga tsuite iru wa

Jack no entendió una palabra, ni tampoco le importó: no iba a


meterse en aquella bañera, y punto.
—¡Uekiya!¡Chiro!¡Kocchi ni hite! —gritó la mujer, intentando
coger a Jack.
Jack rodeó la bañera y se dirigió a la puerta a toda prisa, pero el jardinero
había acudido atraído por
los gritos y le bloqueaba el paso. Llegó una criada joven y lo agarró.La
mujer le quitó la túnica y empezó
a frotarlo con agua fría.
—¡Basta! ¡Está helada!—exclamó Jack—. ¡Le exijo que me
deje en paz!
—Dame, Oruro no jikan yo, ohkina agachan ne —dijo la mujer, y la
criada se echó a reír.
Jack se debatió y pataleó tanto que el jardinero tuvo que acudir a
sujetarlo también, aunque el anciano
tuvo mucho cuidado con su brazo roto.
Jack se sintió como un bebé cuando lo frotaron y lo metieron, todavía
protestando, en el humeante
baño. El calor era casi insoportable, pero cada vez que intentaba salir de allí la
mujer volvía a empujarlo
hacia dentro.
Al cabo de un rato lo dejaron salir, pero sólo para volver a lavarlo,
esta vez con agua jabonosa y
tibia. A esas alturas, Jack estaba demasiado cansado para resistirse y se
resignó a la indignidad de todo
aquello.
Luego ¡Lo peor era
volvieron a que
meterloel agua
en estaba
la perfumada!
bañera: Olía
tenía como
la una
piel «chica».
rojiza por el
calor. Al cabo de un rato, le
indicaron que saliera y lo sometieron a una dosis final de agua fría antes de
secarloy vestirlo con una
túnica nueva.
Agotado, lo condujeron de vuelta a su habitación, donde se desplomó sobre su
colchón y se quedó
inmediatamente sumido en un profundo sueño.
9
Quimonos y palillos

—Ofuro —dijo la
mujer
—Me bañé ayer... —se quejó Jack.

—¡Ofuro!—reprendió ella.

Jack, advirtiendo que era inútil resistirse, se puso la bata limpia y se


abrió paso por el pintoresco
jardín hasta el baño. Esta vez, casi disfrutó de la experiencia.
Aparte del dolor en el brazo y la cabeza, tuvo que admitir que el
baño le había sentado bien. Estaba
más descansado y, una vez eliminada el agua marina y los piojos, el cuero
Cuandocabelludo
regresóya ano le
su picaba.
habitación, observó que sobre la cama le habían
dejado ropas similares a las del
samurái. ¿Qué quería esa gente de él? Lo alimentaban, lo lavaban y lo
vestían, pero mantenían siempre
las Ladistancias
mujer del y rostro redondo todo entró
evitaban contacto
en la innecesario.
habitación.
—¡Chiro! —exclamó, y la criada llegó
corriendo.
La criada era joven, de unos dieciocho años, pero a Jack le resultaba difícil
juzgarlo, pues su piel era
perfectamente lisa. Tenía los ojos pequeños y oscuros y una corta melena de
cabello negro. Su rostro
poseía los delicados rasgos de una muñeca de porcelana y, aunque era
hermosa, su belleza no podía
¿Dónde estaba, por cierto? Y, ya puestos, ¿dónde estaba el hombre del
compararse a la de la muchacha que lo había atendido durante su
rostro cubierto de cicatrices?
fiebre.
Sólo había visto a otros dos hombres en la casa: el viejo jardinero, a
quien la mujer llamaba Uekiya, y el
samurái de aspecto fiero... Y ninguno de los dos tenía cicatrices. Tal vez
la muchacha y el hombre de las
—Goshujin kimono —dijo la mujer, señalando las
cicatrices eran ambos producto de su imaginación, como la muchacha que había
ropas.
creído ver en
Jack comprendió que la tierra. mujer pretendía que se pusiera aquella ropa, pero al
mirar el sorprendente
conjunto de piezas, se preguntó por dónde demonios tenía que empezar.
Cogió un par de curiosos
calcetines de dedos hendidos. Al menos era evidente dónde iban, pero sus pies
eran demasiado grandes.
—Bueno, ¿y cómo se suponeque debo ponerme estas ropas absurdas? —dijo
La criada comprendió su apuro y se rio suavemente, cubriéndose la boca con la
Jack irritado.
La mano.
criada dejó de reírse, se puso de rodillas e inclinó la cabeza pidiendo
Jack disculpas.
soltó los La mujer dio
calcetines y un
aceptó a regañadientes que la mujer y la joven
paso adelante.
criada lo ayudaran a
vestirse. Primero le pusieron los blancos calcetines tabi, que afortunadamente
cedieron un poco.
Entonces, para alivio de Jack, le dieron una ropa interior llamada juban: una
camisa blanca de algodón y
una falda. Luego lo envolvieron en una túnica de seda, y las mujeres se
aseguraron con cuidado de que el
lazo izquierdo de la túnica se solapara con el derecho antes de atarlo
todo desde atrás con un ancho fajín
rojoAl llamado
salir al obi.
porche, Jack se sintió incómodo con su nuevo atuendo. Estaba
acostumbrado a calzones y
camisas varoniles, no a «vestidos» y «faldas». Cuando se movía, el
quimono dejaba pasar el aire por
todas partes, pero tuvo que admitir que la suave seda era mucho más agradable que
el tejido rígido de sus
La criada desapareció en otra habitación mientras la mujer lo conducía por el
calzones y el áspero cáñamo de su camisa de marinero.
porche hasta otra shoji.
Entraron en una habitación pequeña similar a la suya... Excepto que en el
interior de ésta había una mesa
baja y alargada y cuatro cojines planos dispuestos a cada lado. En la
pared del fondo colgaban dos
magníficas espadas, con empuñaduras de un tono rojo oscuro y brillantes
vainas negras repujadas de
madreperla.
Un niño pequeñoBajo estas estaba
armas sentado
había un pequeño
con las altar donde cruzadas
piernas ardían dos en velas uno
y una los
de
vara
cojines, de incienso
y miraba aque Jack, rubio
yperfumaba
de el
ojos aire lleno
azules, con de un ligero olor a
asombro. jazmín.
La mujer le indicó a Jack que se sentarajunto al niño mientras ella
ocupaba el sitio opuesto.
Se produjo un embarazoso
silencio.
Jack advirtió que el cuarto cojín estaba desocupado y supuso que debían de
estar esperando a
alguien. El niño pequeño continuó mirando a Jack.
—Soy Jack Fletcher —le dijo al niño, intentando romper el silencio—.
¿Cómo te llamas?
El niño estalló en carcajadas al oír
hablar a Jack.
La mujer le habló con brusquedad y el niño guardó silencio.
Jack miró a la mujer.
—Soy Jack Fletcher —dijo el muchacho, señalándose el pecho—. ¿Y usted? —
añadió, señalando a la
mujer.

Jack repitió el gesto varias veces. Ella seguía sin parecer comprender, manteniendo en sus
labios la
misma sonrisaenervante. Jack estaba a punto de darse por vencido cuando el
niño pequeño
—JakuFurecha intervino. luego se
—dijo,y señaló la nariz
—. Jiro.
—Jiro. Sí, sí, mi nombre
es Jack.
—¡Jaku! ¡Jiro! ¡Jaku! ¡Jiro! —exclamó el niño, encantado, señalando alternativamente a
Jack y luego
a sí mismo.
La mujer, comprendiendo, inclinó la
cabeza
—Watashi wa Dâte Hiroko. Hi-
ro-ko.
—Hi-ro-ko —repitió Jack lentamente, devolviendo la inclinación de cabeza. Al
menos ahora sabía
sus nombres.
Una shoji lateral se deslizó para abrirse y entró Chiro, la criada, con
una bandeja y seis pequeños
cuencos lacados. Mientras los colocaba sobre la mesa, Jack se dio cuenta de
pronto de lo hambriento que
estaba. Había sopa de pescado, arroz, tiras de extrañas verduras sin cocer, lo
que parecían ser densas
Jack se preguntó dónde estaba el resto de la comida. La mesita estaba adornada
gachas de trigo y pequeños trocitos de pescado crudo. La criada se inclinó y
con cuenquecitos de
se marchó.
comida, pero ¿era suficiente para todos? ¿Dónde estaba la carne? ¿La salsa? ¿Aunque
sólo fuera un trozo
de pan con manteca? ¡Por el amor de Dios, el pescado ni siquiera
estaba cocido! Temiendo ofender de
nuevo a sus anfitriones, esperó a ser servido. Se produjo un largo silencio,
Jiro
y hizo lo
entonces Hirokocogió dos
palillos mismo.
que había junto a su cuenco.
A continuación, para asombro de Jack, sujetando los palillos con una sola
mano, empezaron a coger
pequeñas cantidades de comida y se las introdujeron con destreza en la
boca sin dejar ni un instante de
observar
Jack ni atentamente
siquiera ase Jack.
había fijado en que tenía un par de palillos junto a
su cuenco. Examinó los pedazos
de madera, finos como lápices. ¿Cómo demonios se suponía que iba a
comerle con sonrió
Jiro eso? con la boca
llena.
—Hashi —dijo,señalándolos.

Jiro abrió la mano para enseñarle a Jack a sujetar correctamente los palillos.
Aunque consiguió imitar
el movimiento de tijera de Jiro, no logró sujetar ni el pescado ni la
verdura tiempo suficiente para
levantarlos
Cuanta del
más cuenco.
comida se le caía, más frustrado se sentía. Pero no era de
los que se rinden fácilmente,
así que lo intentó de nuevo, con una mueca. Esta vez se concentró
en el arroz. Esto tenía que ser más
fácil: había más. Pero la mitad de la cantidad volvió a caer inmediatamente en
el cuenco. La otra mitad se
Satisfecho de haberlo conseguido, Jack masticó el único grano y se frotó la
esparció por la mesa. Para cuando llegó a la boca de Jack, todo lo que
barriga fingiendo que
quedaba era un granitode arroz.
estaba saciado.
Jiro se echó a
reír.
Al pequeño podría haberle gustado la broma,pensó Jack, pero si no aprendía
a utilizarpronto estos
hashi, iba a morirse de hambre. ¡Y eso no era cosa de risa!
10
¡Abunai!

Jack se aclimató a la cómoda rutina de


bañarse, comer y dormir.
Su cuerpo fue recuperándose gradualmente de la fiebre, el brazo se le
curó y pudo dar paseos
regulares por el jardín. La mayor parte de los días se sentaba bajo el
cerezo y contemplaba como Uekiya,
el jardinero, arrancaba hierbas del lecho de flores o recortaba los arbolitos
con infinito cuidado. Uekiya
reconocía la presencia de Jack con una breve inclinación de cabeza, pero
Jack empezó
como Jack no a inquietarse.
entendía ni Su mundo se reducía a una monotonía de
palabrahabitaciones
de indistinguibles,
su extraño alenguaje, entre ambos había poca relación.
bañarse diariamente y a un jardín sin mácula. Se sentía atrapado, como un
canario encerrado en una jaula
dorada. ¿Qué quería esa gente de él? Estaban constantemente observándolo, pero
nadie le dirigía nunca la
palabra. Le permitían pasearse por la casa y el jardín, pero nunca le
Jack estaba desesperado
dejaban dar un por
paso saber
más qué allá. había detrás de las tapias de aquel jardín. Sin
¿Estabanduda tenía que
decidiendo su destino? ¿O acaso esperaban a la persona que iba
haber alguien
a que
decidirlo? entendiera el inglés y pudiera ayudarle a volver a
casa, o tal vez encontraría un barco
con destino a un puerto extranjero. Quizá podría colarsea bordo con la esperanza
de que en su siguiente
recalada pudiera encontrar pasaje de vuelta a Inglaterra y a su hermana,
Jack
la decidió escapar.
única familiaque le quedaba.
Fuera lo que fuese, tenía que ser mejor que estar sentado bajo un árbol sin
hacer nada.
El joven samurái, Taka-san, que parecía ser el guardián de la casa de
Hiroko, entraba y salía cada día
por una puertecita que había en la tapia del jardín. Ésa sería su ruta de
escape. Era absurdo preguntarle a
esa gente si podía salir: era prisionero del lenguaje y de las circunstancias.
Ellos simplemente se
inclinaban y respondían «Gomennasai,wakarimasen»a todo lo que les decía, y, a
juzgar por la expresión
deTras elsus ahora
rostrospredecible
y el
desayuno tono de de su
arroz, voz, Jack sazonadas
verduras suponía yque gachas
queríande
decir trigo,
algo Jack
así como dispuso
se «Lo siento,a no
comprendo».
dar su acostumbrado paseo por el jardín. Cuando Uekiya se agachópara atender
un ya inmaculado adorno
de Comprobó
flores, Jack
que se Jiro dirigió
e en silencio
Hirokoestaban hacia
en la
la puerta.
casa antes de tirar de la
aldaba.Por suerte, la llave no
estaba echada. Salió en silencio. La puerta se cerró con un chasquido casi
imperceptible,pero Uekiya lo
oyó —¡Iye!¡Abunai!¡Abunai!
y salió gritando tras él.

Jack echó a
correr.
Sin preocuparse de adonde se dirigía,bajó corriendo por un camino de
tierra que serpenteaba entre
edificios hasta que perdió la casa de vista.
Tras echar un rápido vistazoa sus inmediaciones, Jack comprendió que la aldea se
encontraba en la
hondonada de una gran bahía natural desde la que se divisaban montañas
elevándose en la distancia.
Alrededor de la bahía había unas doscientas viviendas, muchas con techos de
paja, otras con tejados
rojos. Alrededor de la aldea había incontables terrenos escalonados en los que
algunos granjeros
atendían
Dobló los
una campos
esquina de
y arroz.
se Aencontró
pesar dede que
prontoleen dolía
medio elde brazo,
una Jack
plaza. La
corrió
plaza entre los
conducía aturdidos
a un aldeanos
gran
colina
malecón abajo, hacia
de el mar.
piedra donde hombres y mujeres limpiaban pescado y reparaban
redes. En la bahía, un
puñado de barcos de pesca salpicaba las aguas. Mujeres vestidas con finas
ropas blancas se lanzaban al
agua desde los barcos,para desaparecer y volver a aparecer con bolsas llenas de
algas marinas, marisco
y El silencio
ostras. Una se pequeñaapoderóisla de arenosala se
plaza yalzaba Jack
en el
fue centro de
consciente la
de bahía, y
que
un
cientosdeportal ojos
de maderaestudiaban.
lo roja Toda la
dominaba
aldea parecía su playa.
detenida en el tiempo. Las mujeres vestidas con quimonos
de vibrantes colores se quedaron
arrodilladas inmóviles en mitad de la compra; los pescados, medio abiertos en
las manos de los
Tras un momento de vacilación, Jack inclinó la cabeza, vacilante. El
pescadores, brillaron al sol; y un samurái, como una estatua, se le
samurái apenas reconoció el
quedó mirando pétreo.
saludo, pero continuó su camino, ignorándolo. Unas cuantas mujeres le
devolvieron la inclinación de
cabeza, con una sonrisabrillando en sus ojos, y los aldeanos reemprendieron
sus actividades cotidianas.
Sin saber qué hacer a continuación, Jack se recuperó, cruzó la plaza hacia el
Escrutó
malecón, los ybarcos buscando
se dirigió adesesperadamente
una un buque extranjero. Pero no tuvo
suerte: todos los
playa pequeña.
navíos eran japoneses y estaban tripulados por japoneses. Desesperado, Jack se
sentó junto a un bote y
miró el mar.
Inglaterra estaba a dos años y cuatro mil leguas de distancia. El único hogar que
conocía, y Jess, la
única familiaque le quedaba, estaban en el otro lado del mundo. ¿Qué
esperanza le quedaba de volver a
verla? ¿Qué sentido tenía tratar de escapar? No había ningún sitio adonde ir.
No tenía dinero. Ni
cuaderno de ruta. ¡Ni siquiera sus propias ropas! Con su pelo rubio, destacaba
Jack contempló
como un los barcos
dedo hinchado que fondeaban en la bahía, sin saber qué hacer a
entre continuación.
los Y
japoneses entonces
de pelo negro.
apareció ella, surgiendo de las aguas como una sirena. Su piel era tan
inmaculada
Jack la y
vio el
emerger negro del
de su
mar y subir a uno de los botes más cercanos
cabelloa tan
la puro como
orilla. Un el
pescadorde la
recogiómuchacha que había visto en el templo.
su bolsa, cargada de ostras, y, mientras ella se incorporaba y se secaba,
el hombre se dispuso a abrir las
ostras en busca de perlas. Ella se pasó las manos por el pelo. El agua de
mar cayó en cascada, reflejando
la luz de la mañana como un millar de estrellas diminutas.
Mientras el pescador remaba para cruzar la bahía, la muchacha permaneció
completamente al compás
del bamboleo del barco, moviendo su esbelto cuerpo con la gracia de un
sauce, de modo que parecía
flotar sobre las aguas. Cuando se acercó al malecón, Jack pudo distinguir claramente
sus rasgos.No era
mucho mayor que él. Bendecida con una piel suave y pura, sus ojos de media
luna tenían el color del
ébano—¡GAIJIN!
y bajo su nariz pequeña y redonda asomaba la flor de su
boca, con labios como pétalosde rosa. Si
Jack hubiera imaginado alguna vez una princesa de cuento de hadas, se habría
parecido a
Jack salió bruscamente de ésta. su ensimismamiento y vio acercarse a dos japoneses
vestidos con sencillos
quimonos y zapatillas de cuerda. Uno era bajo, con la cabeza redonda y
la nariz chata, y el otro, delgado
como—¿Nani
un palillowoy con los gaijin?
shiteru, ojos —dijo
muy Nariz
juntos.
Chata
desafiante.
El hombre delgado se asomó por encima de los hombros de su
amigo y golpeó con su bastón el pecho
de Jack.
—¿Eh,gaijin? —dijo su voz aflautada en tono de
burla.
Jack trató de retroceder, pero no tenía
adonde ir.
—¿Onushi ittai doko kara kitanoda, gaijin? —exigió Nariz Chata, tirandodel pelo rubio
de Jack.
—¿Eh,gaijin? —coreó el hombre delgado, golpeando los dedos de
Jack con su bastón.
Jack retiró la mano.

—No comprendo... —tartamudeó,y empezó desesperadamente a buscar un modo


de escapar.
Nariz Chata agarró a Jack por el cuello del quimono y lo alzó hasta
tenerle frente a frente.
—¿Nani? —dijo,y le escupió a
la cara.
—¡YAME!

Jack apenas oyó la resonante orden, pero vio, sin embargo, que a Nariz Chata
casi se le salían los
ojos de las órbitas cuando una mano le asestó un golpe en el cogote.
Nariz Chata se desplomó en la arena
y Taka-san,
se quedó
el allí, inmóvil,
joven samurái mientras
de la lo
casa cubrían
de Jack, las
había olas.
aparecido de la
nada y, con la ferocidad de un
tigre, había golpeado a Nariz Chata. Se volvió ahora hacia el otro atacante de
Jack, desenvainando su
espada con un fluido movimiento. El hombre delgado se arrojó al suelo, pidiendo
disculpas
La espada cortó el aire y trazó un arco hacia el
ardientemente.
hombre postrado.
—¡Iye! Taka-san. Dôzo —ordenó otra voz, y Taka-san detuvo la espada
apenas a una pulgada del
cuello expuesto.
Jack reconoció al instante la
amable voz.

—Konnichiwa —dijo ella, acercándose a él y haciéndole una amable reverencia


—. Watashi wa Dâte
Akiko.
La muchacha del promontorio, la misma muchacha de sus sueños
febriles, era Akiko.
11
Sencha

Esa noche, cuando llamaron a Jack para cenar, Hirokoy su hijo Jiro se
sentaron en sus sitios habituales,
pero el cuarto cojín estaba ocupado por Akiko. Detrás de Akiko colgaban las
dos brillantes espadas
samuráis.
La presencia de la muchacha hacía que Jack se sintiera encantado y
torpe al mismo tiempo. Ella tenía
la delicadeza de una dama de clase, y, sin embargo, poseía un aura de
autoridad que Jack no había visto
nunca en una chica. El samurái Taka-san obedecía cada una de sus palabras
y los criados se inclinaban
Jack se quedó algo sorprendido al ver que no pensaban castigarlo por su
profundamente en su presencia.
huida. De hecho, los criados
parecían más preocupados que furiosos, sobre todo Uekiya el jardinero, y
Jack se sintió culpable por
haber preocupado
Concluida la al anciano.
cena, Akiko condujo a Jack al porche, donde se sentaron en
mullidos cojinesa la luz del
crepúsculo. El silencio se había posado sobre la aldea como una suave manta y
Jack pudo oír los
vacilantes chirridos de los grillos y el suave tintineo del arroyo que
serpenteaba a través del inmaculado
Akiko permaneció allí sentada absorbiendo la paz y por primera vez en
jardín de Uekiya.
días Jack se permitió bajar la
guardia.
Entonces advirtió a Taka-san de pie en las sombras, silencioso, con la
mano apoyada en la espada.
Jack se tensó al instante. Al parecer a partir de ahora le estarían
Una vigilando.
shoji se abrió y Chiro trajo una bandeja lacada con una tetera hermosamente
decorada y dos
tacitas. Colocó la bandeja en el suelo y, con suma delicadeza, sirvió un
líquido caliente de un color
verde. A Jack le recordó al «té», una bebida de moda que los comerciantes
holandeses habían empezado
Con ambas manos,Chiro le pasó una taza a Akiko, quien entonces se la
a importar a Holanda desde China.
ofrecióa Jack.
Jack cogió la taza y esperó a que Akiko recogiera la suya, pero ella le
indicó que bebiera primero.
Vacilante, Jack sorbió la bebida humeante. Sabía a hierba hervida y tuvo que
reprimir una mueca ante su
sorprendente amargura. Akiko bebió entonces de su propia taza. Una expresión de
tranquila satisfacción
Tras varios momentos de silencio, Jack acumuló el
se adueñó de su rostro.
valor para hablar.
Señalando el té verde que evidentemente tanto le gustaba
a ella, preguntó:
—¿Cómo se llama esta
bebida?
Hubo una breve pausa, y cuando Akiko pareció haber comprendido la
pregunta, respondió:
—Sencha.

—Sencha —repitió Jack, paladeando la palabra en la boca y guardándola en


la memoria. Advirtió
que tendría que acostumbrarse al sencha en el futuro—. ¿Y esto? —dijo,indicando
la
—Chaman taza. —respondió ella.

—Chawan —repitió Jack.

Akiko aplaudió amablemente y luego empezó a señalar otros objetos y


a decirle sus nombres en
japonés. Parecía encantada con enseñarle el idioma y Jack se sintió aliviado,
porque era la primera vez
que alguien intentaba realmente comunicarse con él. Jack siguió preguntando palabras
nuevas hasta que su
Taka-san lo acompañó a su habitación y cerró la
cabeza no logró contenerlas y llegó la hora de irse a la cama.
puerta shoji tras él.
Jack se acostó en su futón, pero no logró dormirse. La cabeza le daba
vueltas, llena de palabras
japonesas y emociones confusas. Mientras yacía en la oscuridad, permitió que
una rendija de esperanza
entrara en su corazón. Si podía aprender el idioma, tal vez podría sobrevivir
en esta extraña tierra y
encontrar trabajo con una tripulación japonesa, llegar a un puerto donde estuvieran sus
Jack compatriotas,
vio pasar y,una sombra al otro lado de la pared de papel y
comprendió que Taka-san
desde allí, regresar a estaba
Inglaterra. Tal vez Akiko era la clave. ¿Podría ella
todavíaayudarleallí fuera,
a vigilándolo.
volver a casa?
Cuando Jack completaba su paseo matutino por el jardín, Jiro acudió corriendo
desde el otro lado del
porche.
—¡Kinasai! —gritó, arrastrando a Jack a la entrada
frontal de la casa.
Jack apenas pudo seguirle.

Fuera estaban esperando Akiko y Taka-san. Akiko llevaba un resplandeciente


quimono de color
marfil, bordado con la imagen de una grulla en vuelo. Como remate, sostenía
un parasol de color carmesí
sobre—Ohayô—gozaimasu,
la cabeza. Jack —dijo,inclinando la
cabeza.
—Ohayô—gozaimasu, Akiko —repitió Jack, saludándola del mismo
modo.
Ella pareció complacida con su respuesta y se dirigieron a la bahía
siguiendo el camino de tierra.
En el malecón, subieron al bote del pescador de perlas de Akiko, quien los
llevó remando hasta la
islita situadaen el centro de la bahía. Cuando estuvieron más cerca, Jack se
sorprendió al ver la enorme
multitud que se había congregado en la amplia playa dorada que se
extendía delante de la puerta de
Jack—Ise
asintió, comprendiendo.
jingu Torii El
—dijo Akiko señalando torii la era del color del fuego nocturno y
madera roja.
tenía estructura.
la altura de una casa de
dos pisos. Estaba construido sobre dos pilares y cruzado por dos grandes arcos
horizontales, el más alto
de los cuales tenía un estrecho tejado de losas de jade verde. La barquita
atracó en el extremo sur de la
isla y Jack y Akiko se unieron a la turba de aldeanos, mujeres
ataviadas con quimonos de brillantes
colores y samuráis armados con espadas. La multitud había formado un
ordenado semicírculo, pero todos
los aldeanos se inclinaron y se apartaron para dejar paso a Akiko y su
séquito, que se dirigieron al frente
Los guerreros reconocieron de inmediato la llegada de Akiko inclinando la
para reunirse con un gran grupo de samuráis.
cabeza. Tras devolverles
el saludo,Akiko empezó a conversar con un joven samurái de ojos
almendrados que llevaba el pelo de
punta y parecía tener la edad de Jack. El muchacho le dirigió a Jack una
mirada desdeñosa y a partir de
Los aldeanos, sin embargo, se quedaron asombrados ante la presencia de
entonces lo ignoró por completo.
Jack. Se mantenían a
distancia y se susurraban comentarios unos a otros mientras se cubrían la
boca con las manos.A Jack, sin
embargo, no le importó que no se le acercaran, porque así pudo ver
claramente lo que ocurría en la
Había bajo el torii un samurái solitario, como un
cancha improvisada.
dios antiguo.
El guerrero lucía un quimono negro y dorado con el símbolo circular de
cuatro relámpagos en cruz en
el pecho, las mangas y la espalda. Iba peinado al estilo tradicional
samurái: con la cabeza afeitada y un
copete de pelo negro recogido hacia delante. Ese samurái, sin embargo, llevaba
además una gruesa banda
de tela blanca alrededor de la cabeza. Fornido, poderoso, y de mirada
Aquelamenazadora,
samurái empuñaba
el la
guerrero espada
le más grande que Jack había visto en su
recordó vida. La
a hoja
Jack a medía más
un de
gran bulldog preparado para la lucha.
metro y medio de longitud y, con la empuñadura, su longitud era superior
a la altura de Jack. Sin apartar
ni un instante la mirada de la lejana orilla de la bahía, el guerrero se
movió con impaciencia y su espada
captó la luz del sol. Durante un instante resplandeció como un relámpago. Al
—Nodachi.
ver la expresión de asombro
del rostro de Jack, Akiko le susurró al oído el nombre del arma:
El guerrero se encontraba solo en el coso y Jack se preguntó dónde
debía de estar su oponente. Nadie
salvo ese hombre parecía preparado para el combate. Mientras Jack estudiaba
la multitud, advirtió que
un grupo armado de samuráis llevaba en sus quimonos el mismo emblema
de los cuatro relámpagos. Se
¿Dónde estaba su
fijó entonces en que los samuráis que tenía más cerca lucían, en cambio, el
campeón?
símbolo
Jack calculó redondo
que debía de de un fénix.
haber pasado una hora desde que habían llegado
a la orilla, pues el sol
había cubierto unos quince grados del claro cielo azul. El calor había
aumentado y los aldeanos se
estaban inquietando. El samurái bajo el torii se mostraba cada vez más
impaciente y recorría la playa
Pasó otra hora.
como un tigre enjaulado.
El calor resultaba cada vez más insoportable y los murmullos de la multitud
empezaban a subir de
tono. Jack agradeció ir vestido con un quimono ligero y fresco. No
quiso ni imaginar cómo se habría
sentido con su antigua camisa y sus calzones.
Entonces, justo cuando el sol alcanzaba su cénit, una barquita
zarpó del malecón.
La inquieta multitud se animó al instante. Jack pudo ver a un pescador
remando sin prisa a través de
la bahía en compañía de un hombre con actitud de Buda.
La barquita se acercó.La multitud vitoreóy
empezó a cantar.
—¡Masamoto! ¡Masamoto! ¡Masamoto!

Akiko, Taka-san y Jiro se unieron al atronador cántico


del nombre del samurái.
El grupo de samuráis que llevaba el símbolo del relámpago respondieron
inmediatamente al desafío
animando a su propio campeón.
—¡Godai! ¡Godai! ¡Godai!

El guerrero avanzóalzando su nodachi en el aire. Sus seguidores


rugieron aún más fuerte.
La barquita se detuvo en la orilla. El pescador recogió los remos y
esperó pacientemente a que su
acompañante desembarcara.La multitud irrumpió en nuevosvítores cuando el hombre
se levantó y bajó
descalzo a
Jack dejó escapar la playa.
una exclamación de sorpresa involuntaria. Su campeón,
Masamoto, era el hombre
del rostro cubierto de cicatrices.
12
El duelo

Una masa de piel seca y marcas enrojecidas se desplegaban como lava fundida
por encima de su ojo
izquierdo, por su mejilla y por la línea de su mandíbula. Sus rasgos restantes
eran por lo demás regulares
y bien definidos. Tenía la constitución recia y musculosa de un buey, y sus
ojos eran del color del ámbar.
Su quimono marrón oscuro y crema lucía el emblema circular de un
A fénix
diferencia
y, de
al Godai, Masamoto
igual que Godai, llevaba llevaba la cabeza completamente
afeitada,
una cinta en pero lase había dejadopero la
cabeza, suya era de un rojo escarlata.
algo de barba, una barba fina y muy cuidada. A Jack, Masamoto le parecía
más un
Masamoto monje que
observó la un
escenaguerrero. antes de sacar sus espadas de la barquita.
Las guardó, junto con sus
sayas protectoras, en el obi de su quimono. Primero sacó la espada corta
wakizashi, y luego la más larga,
la catana,con su aguzado filo vuelto hacia arriba. Tomándose su tiempo, empezó
a caminar lentamente
Furioso por la llegada tardía y poco respetuosa de su oponente,
por la playa hacia el torii.
Godai lo insultó a gritos.
Imperturbable, Masamoto mantuvo su estoicopaso, incluso deteniéndose a responder
al saludo de sus
samuráis. Por fin se encontró cara a cara con Godai y se inclinó
ceremoniosamente ante él. Godai se
enfureció aún más. Ciego de ira, cargó contra Masamoto en un intento de pillarlo
desprevenido antes de
Sin embargo, Masamoto estaba preparado para semejante ofensiva. Esquivó a
que la competición comenzara oficialmente.
Godai, pero faltó poco
para que la enorme nodachi lo alcanzara. Con un solo movimiento,
Masamoto desenvainó sus dos
espadas de sus sayas, alzando al cielo la catana con la mano derecha y
colocándose con la izquierda la
Godai preparó su nodachi para un segundo ataque, trazando un
wakizashi sobre el pecho para protegerse de cualquier contraataque.
arco con la espada a velocidad
cegadora y dirigiéndola a la cabeza de Masamoto. Éste cambió su pose,
ladeando su catana para desviar
el golpe a la izquierda. Las espadas entrechocaron y la nodachi
resbaló a lo largo de la hoja de
Masamoto aguantó el golpe aplastante y con su wakizashi cortó el torso de
Masamoto.
Godai. La espada sesgó el
quimono de Godai, pero no llegó a alcanzar la carne. Godai giró para evitar que
Masamoto extendiera su
golpe y
Masamoto consiguiera
persiguió hacerle sangrar.
Jack se sorprendió aante Godai la hasta el
habilidad mar,
y haciendo
la girar sus
agilidad de espadas
esos dos aguerreros.
toda velocidad,
Combatían con pero la no
gracia tardó
en detenerse
propia de los ante el
bailarines, avance
haciendo de la
piruetasnodachien yuna casidanza le faltó tiempo
exquisita, pero para
letal.
saltar y
Cada golpe era ponerse ejecutadofuera de su alcance.
con total precisión y entrega. No era extraño que sus compañeros de
tripulación hubieran sido
masacrados con tanta facilidad: no tenían ninguna posibilidad contra un enemigo tan
diestro en las artes
de la
lucha.
Godai hizo retroceder a Masamoto playa arriba, mientras sus samuráis
lo animaban.
A pesar del obvio peso y la longitud de la nodachi, Godai era
devastadoramente diestro en su
manejo. La empleaba con facilidad, como si no fuera más que una vara de
bambú. Godai continuó
haciendo
Godai retroceder
amagó un agolpe Masamoto
a la hacia
derechael grupo
y de
luego espectadores,
cambió justo
su donde
ataque se
y se
encontraba
lanzó contra el Jack. brazo expuesto de
su oponente. Masamoto consiguió evitar el golpe, pero el inmenso esfuerzo de
Godai por alcanzarlo
empujó
Llenos su
de pesada
pánico,espada hacia
los la multitud.
aldeanos se dispersaron, pero Jack permaneció inmóvil
en su sitio, paralizado
por la mortal intención de los ojos de Godai. Descubrió en ellos la misma ira
cruel que había visto arder
en En el
ese único
mismo ojo
instante,verde del
Taka-sanasesinoapartó de
a su
Jack, padre:
pero una
el inequívoca
aldeano determinaciónde
que tenía
matar.
detrás no fue tan afortunado.
El hombrecillo trató de protegerse, pero la nodachi le cortó la mano que
había alzado con los dedos
extendidos.
Godai, haciendo caso omiso de los gritos del aldeano, sacudió la sangre de
su espada y emprendió
otro ataque contra Masamoto, que se retiraba.
Jack advirtió con asombro que no se trataba de una competición de práctica.
Era un duelo a muerte.
Dos de los samuráis de Masamoto se llevaron al aldeano herido mientras
la multitud se abalanzaba
hacia adelante, ansiosa por no perderse la acción,aplastando bajo un mar de
pies los al dedos
Preocupada ver amputados.
el rostro ceniciento de Jack, Akiko le preguntó por señas
si se encontraba bien.
—Estoy bien —replicó Jack, forzando una sonrisa, aunque en
realidad se sentía asqueado.
Se tragó la amarga sorpresa de lo que acababa de presenciar. ¿Cómo
podía ser tan bárbaro un pueblo
que dedicaba su tiempo a crear jardines exquisitos y decorar quimonos con
imágenes de mariposas?
Devolvió su atención al combate para evitar la inquisitiva mirada de
Akiko. Los dos samuráis se
habían separado y jadeaban entrecortadamente por el esfuerzo. Caminaron
rodeándose el uno al otro
esperando el siguiente movimiento. Godai fingió un avance y la multitud se
replegó, desesperada por
Masamoto, familiarizado ahora con la táctica de Godai, se situó en su lado
evitar ser pillada de nuevo en el ataque.
ciego, deteniendo la
nodachi con su espada corta y contraatacando con la catana.La catana se
dirigió a la cabeza de Godai.
Éste
Los lados esquivó
guerreros ygiraronla espada
el rozó
uno su coronilla.
alrededor del otro y se detuvieron. La
multitud contuvo la
respiración. Entonces el moño de Godai se deslizópor su cabeza y cayó flácido a
la arena. Masamoto
sonrió—¡Masamoto!
ante la desgracia
¡Masamoto!pública de
¡Masamoto! Godai, y sus samuráis del fénix empezaron
a canturrear:
Encendido por la humillación de haber perdido su moño, Godai gritó un kiai y
atacó con más
ferocidad que antes. Su nodachi golpeó de arriba abajo y a continuación, como un
águila que asciende
después de cernirse sobre su presa, voló inmediatamente hacia arriba en un
ángulo que derrotó la catana
Masamoto, doblándose hacia atrás para esquivar el golpe, alzó su wakizashi para
de Masamoto.
desviar la hoja de
su cuello, pero se vio obligado a soltar la catana y la punta de la
nodachi se clavó en su hombro derecho.
Masamoto gimió de dolor. Cayó de espaldas y rodó en un intento de
distanciarse de Godai. Después de
Ahora eran los samuráis de Godai los que
varias vueltascontroladas, volvió a ponerse en pie.
vitoreaban.
Godai estaba seguro de su victoria: Masamoto había perdido su catana y la
corta wakizashi no era
rival para una poderosa nodachi. Los samuráis de Masamoto advirtieron que su
campeón tenía pocas
posibilidades de superar semejante desventaja. Por primera vez en su vida, el
legendario manejo de las
Masamoto se retiró playa abajo, dirigiéndose hacia la barquita del pescador en la
dos espadas de Masamoto no había resistido el ataque de una nodachi.
que había llegado.
Godai sonreía, casi saboreando la victoria, y se interpuso de un salto
entre Masamoto y el barco de
madera, cortando
Masamoto parecía su huida.
derrotado. La sangre manaba del corte en su hombro.
Bajó débilmente su
wakizashi. La multitud dejó escapar un gemido de abatimiento. Godai sonreía
de oreja a oreja cuando
alzó Ésesu eraarma el para momento
descargar que el Masamoto
golpe final.había estado
esperando.

Con un brusco movimiento con la muñeca, Masamoto lanzó la wakizashi


girando por el aire.
Sorprendido, Godai retrocedió para evitar la hoja y perdió el equilibrio en la
arena. en
Convertido poco más que un destello, Masamoto pasó de largo ante Godai y
se dirigió a la barca.
Godai, poniéndose en pie, le gritó a su oponente.
Pero Masamoto no pretendía escapar: cogió el largo remo de madera de la
barca y se dio la vuelta
para enfrentarse a Godai. Ahora Masamoto poseía un arma de igual longitud.
Godai atacó inmediatamente a Masamoto, que detuvo sus golpes con el
remo. Trozos de madera
volaron por los aires. Godai golpeó entonces por abajo, intentando cortarle las
Masamoto saltó por Masamoto.
piernas a encima de la nodachi y descargó el remo contra la
cabeza de Godai. El remo
encontró su objetivo y las piernas de Godai cedieron bajo la fuerza del
golpe. Se desplomó hacia atrás
como
Los un
samuráisárbol talado.
de Masamoto vitorearon y la multitud empezó a canturrear,
instándolo a matar a Godai.
Pero Masamoto se apartó del cuerpo caído. Su victoria era clara y decisiva, no
tenía ningún motivopara
matar.
Cuando se acercó a la multitud, todos guardaron silencio y cayeron de
rodillas, inclinando la cabeza
sobre la arena. Incluso Akiko, Jiro y Taka-san
los imitaron.
SóloJack permaneció en pie, sin saber qué hacer. No era uno de ellos, pero
Masamoto emanaba una
autoridad y un poder tan absoluto que Jack se inclinó por instinto. Mientras
miraba la arena, sintió que
Masamoto se le
Los pies descalzos acercaba.
del hombre de las cicatrices se pararon
directamente delante de él.
13
El padre Lucius

—Vocêfala o Português? —le preguntó a Jack


el sacerdote.
Estaba arrodillado en el suelo delante de Masamoto, que se había sentado
en una plataforma elevada
en la habitación principal de la casa.
—Parlez-vousFrançais?

El sacerdote, un hombre de pelo oscuro, gran nariz ganchuda y mirada


dura y vidriosa, llevaba la
sotana y la capa distintivas de los jesuitas portugueses y, en la cabeza,
un birrete sin adornos. Examinó a
Jack —¿Habla
con desconfianza.
español? Do you speak English? —preguntó, lleno de
frustración.
—Falo um poco. Oui, un petit peu. Sí, un poco —respondió Jack con fluidez—.
Pero prefiero mi
propia lengua, el inglés. Mi madre era maestra, y siempre me hizo aprender
nuevas lenguas. ¡Incluso la
suya!
—¡Maldito muchacho! Más te vale no hacerte más enemigo mío de lo que
ya eres. Claramente eres el
retoño de un hereje y no eres bienvenido en estas tierras... Empezó a
toser entrecortadamente y se secó
con «Yun nopañuelo la
hay duda de baba amarilla
que está usted oscura que se
enfermo», le había depositado encima
de pensólos Jack.
labios.
—El único motivopor el que sigues vivo —continuó el sacerdote— es porque
eres un niño.
Jack ya había pensado que podía darse por muertocuando Masamoto se plantó
ante él en la playa.
Pero el samurái simplemente pretendía ordenarle que le acompañaran de vuelta a
tierra firme, donde
Hirokolos esperaba
—¿Doushita?¿Karewa para doko
escoltarlos hasta la —preguntó
kara kitanoda? casa.
Masamoto.
Le habían vendado el hombro y ahora llevaba puesto un quimono celeste con
un bordado de hojas de
arce blancas. Bebía tranquilamente una taza de sencha. Jack no podía creer que
fuera el mismo hombre
que
Lo hacía apenas un
flanqueaban dos par de
samuráis horas había estado
armados. A luchando
su por
izquierda su
estaba vida.
arrodillada Akiko y,
junto a ella, se
encontraba el muchacho con el que había estado hablando antes de que empezara
el duelo. Desde el
momento en que Jack entró en la habitación, el muchacho lo había miradocon
una expresión tan distante y
—Sumimasen, Masamoto-sama —se disculpó el sacerdote, guardando
a la vez tan amenazadora como una nube de tormenta.
su pañuelo.
El sacerdote, que estaba arrodillado en el suelo junto a Jack, se inclinó con
considerable deferencia
ante Masamoto, y la cruz de madera oscura que colgaba de su cuello
rozó suavemente el tatami.
—Su alteza Masamoto Takeshi quiere saber quién eres, de dónde vienes y cómo has
llegado aquí —
dijo, volviéndose hacia Jack.

Jack sintió que lo estaban juzgando. Lo habían convocado a esa sala sólo
para tener que enfrentarse a
ese cura jesuita amargado y sañudo. Su padre ya le había advertido acerca de
esos hombres. Los
portugueses, como los españoles, habían estado en guerra con Inglaterra durante
casi veinte años, y,
aunque el conflicto ahora estaba oficialmente concluido, ambas naciones todavía
sentíanpor la otra un
profundo odio. Y los jesuitas seguían siendo los peores enemigos de Inglaterra:
—Mefanáticos
llamo Jack católicos
Fletcher. que Soy de Inglaterra. Llegué a bordo de un
celebraban barco juicios inquisitoriales
mercante... y por herejía supuestamente en nombre de Dios.
Jack, como
—Inconcebible: no protestante
hay ingleses en estas aguas. Eres un pirata, así que no nos
inglés, hagas
se hallabael
perder en
tiempo serios problemas.
con tus mentiras, ni a mí, ni a su alteza. Me han llamado para que
traduzca
—¿Douka tu
shimashitaengaño.
ka? —intervino Masamoto.

—Nani no nai, Masamoto-sama... —empezó a responder el sacerdote, pero


Masamoto lo cortó
inmediatamente con lo que a Jack le pareció una orden—. Moushiwake
arimasen, Masamoto-sama —
dijo entonces el sacerdote en tono de disculpa, y se inclinó cubriéndose la
boca con el pañuelo mientras
tosía con fuerza. A continuación se volvió hacia Jack y prosiguió—: Muchacho, te lo
volveré a preguntar:
¿cómo has
—Acabo llegado
de hasta aquí?
decírsela. Llegué¡Y por
en lael sangre de
Alexandria, Cristo,
uno seráde mejor
los que barcosdigas
de la
una verdad!
flota mercante de la
Compañía Oriental de las Indias Holandesas. Mi padre era el piloto. Hemosnavegado
durante casi dos
años Elpara sacerdote
llegar a Japón...
había ido traduciendo las palabras de Jack, pero en ese
punto le interrumpió:
—¿Porqué ruta habéis llegado?

—Por el sur, a través del Estrecho de


Magallanes...
—Imposible. El Estrecho de Magallanes es
secreto.
—Mi padre lo conocía.

—Sólo nosotros, los portugueses, los dignos, sabemos cuál es el paso


seguro —replicó el sacerdote,
indignado—. Está bien protegido contra herejesprotestantes como tu padre.
—Vuestros barcos de guerra no fueron rival para mi padre. Los dejó atrás en un día
—dijo Jack, y
una profunda sensación de orgullo se apoderó de él cuando el
sacerdote, a regañadientes, informó a
Masamoto
Jack miróde al esa sacerdote
humillación con
portuguesa.
cautela.
—Por cierto, ¿quién es usted? —le preguntó.
—Soy el padre Lucius, hermano de la Sociedad de Jesús, protectorado de
la Iglesia católica, y su
único misionero aquí, en el puerto de Toba —respondió el sacerdote con fervor
persignándosey besando
a continuación el talismán de madera que llevaba colgado del cuello—.
Yo sólo doy cuentas a Dios y a
—¿Y entonces qué cargo ocupa el samurái? —preguntó Jack—. Y si es
mi superior, el padre Diego Bobadilla, en Osaka. Soy sus ojos y sus oídos
usted tan importante, ¿por qué
aquí.
se inclina ante él?
—Muchacho, en el futuro yo que tú sería más prudente con las palabras...
Si es que quieres vivir. El
samurái exige respeto.
Inclinándose de nuevo profundamente, el sacerdote
continuó.
—Éste es Masamoto Takeshi, señor de Shima y mano derecha de Takatomi
Hideaki, daimyo de la
provincia de Kioto...
—¿Qué es un daimyo? —
interrumpió Jack.
—Un señor feudal. Gobierna la provincia en nombre del emperador.
Los samuráis, incluyendo a
Masamoto aquí presente, son sus vasallos.
—¿Vasallos...? ¿Quiere decir
esclavos?
—No, los campesinos, los aldeanos que has visto, son más parecidos a los
esclavos. Los samuráis
son miembros de la casta guerrera, igual que vuestros caballeros ingleses de
antaño, pero
considerablemente más dotados. —El padre Lucius tosió y volvió a limpiarse la
bilis amarilla de los
labios—. Masamoto es un experto espadachín, invicto. ¡Y también es el
hombre responsable de haberte
sacado del océano, medio ahogado, y de haberte curado el brazo que
tenías roto, así que muéstrale el
Jack estaba anonadado. Sabía por el señor Diggins, el médico del Alexandria,
debido respeto!
que tal capacidad
médica era inaudita en Europa. Un miembro roto en el mar significaba
una muerte lenta por gangrena o
una amputación dolorosa y arriesgada. En efecto, había tenido mucha suerte de que
Masamoto lo hubiera
—¿Puede usted, por favor, darle las graciaspor haberme salvado
encontrado.
la vida?
—Puedes hacerlo tú mismo. Arigato significa
graciasen japonés.

—Arigato repitió Jack, señalando su brazo roto, e inclinándose tanto como el brazo
pudo permitirle.
Esto pareció complacer a Masamoto, quien reconoció el respeto mostrado
con una leve inclinación de
cabeza.
—¿Entonces ésta es la casa de
—No, es la
Masamoto? casa de su hermana Hiroko. Vive aquí con su hija
Akiko. —El sacerdote empezó a toser
de nuevo violentamente y tardó unos instantes en recuperarse—. ¡Ya basta de
preguntas por tu parte,
muchacho! ¿Qué hay del resto de tu tripulación?
—Están muertos.

—¿Muertos? ¿Todos ellos? No te


creo.
—Una tormenta nos desvió de nuestro rumbo.Nos vimos obligados a buscar
socaireen una cala, pero
el Alexandria rozó un escollo. Tuvimos que hacer reparaciones, pero fuimos
atacados por... No estoy
seguro...
Mientras Una el especie sacerdotede traducía
sombras. la historia de Jack, el
interés de Masamoto aumentó.
—Describe esas sombras —le pidió el padre Lucius traduciendo las palabras
de Masamoto.
—Creo que eran hombres... Vestidos de negro. Sólo pude verles los ojos. Tenían
espadas, cadenas,
cuchillos que arrojaban... Mi padre pensaba que eran wako.
—Ninja susurró
Masamoto.
—¡Fueran lo que fuesen, uno de ellos mató a mi padre! —exclamó Jack
con la voz cargada de
emoción y el recuerdo de aquella noche quemándole el pecho—. ¡Un
ninja con
Masamoto se un
inclinóúnico ojohacia verde!
delante, tenso y claramente perturbado por la
traducción que el padre
Lucius había hecho del estallido de furia de Jack.
—Repite exactamente lo que acabas de decir —le exigió el padre Lucius de parte
de Masamoto.
Jack reprimió las lágrimas: la imagen del rostro encapuchado del ninja y la
muerte de su padre habían
vuelto a formarse en su cabeza. Deglutió con dificultad antes de continuar.
—El ninja que asesinó a mi padre tenía un solo ojo. Verde como el de
una serpiente. Nunca lo
olvidaré.
—Dokugan Ryu —escupió Masamoto, como si hubiera
tragado veneno.
Los guardias samuráis se envararon visiblemente ante sus palabras. El rostro del
chico de pelo negro
se ensombreció por el miedo. Akiko se volvió hacia Jack con los ojos llenos de
pesar.
—¿Doku qué? —preguntó Jack, sin comprender lo que había dicho
Masamoto.
—Dokugan Ryu. Significa Ojo de Dragón —explicó el padre Lucius—. Dokugan
Ryu fue el ninja
responsable del asesinato de Tenno,el hijo mayor de Masamoto. De eso hace dos
años. Masamoto-sama
había frustrado un atentado que pretendía acabar con la vida de su daimyo,
e iba tras los responsables.
Enviaron a Dokugan Ryu a asesinar a su hijo como advertencia para que
Masamoto
detuviera le su habló a
búsqueda. Lucius
No se ha
vuelto a gravemente.
ver al ninja desde entonces.
—No,
—Masamoto murió cuando
quiere saber el yo paraderotenía diez del años.restoNeumonía.
de tu —Jack miró significativamente
familia. ¿Qué hay de al
padre
tu Lucius,
madre? ¿Iba a bordo?
reconociendo en la tos del sacerdote el síntoma de lo que era—. Por eso
yo iba en el barco. Mi padre
dejó a mi hermana pequeña, Jess, al cuidado de una vecina, la
señora Winters, pero la mujer era
demasiado mayor y su casa demasiado pequeña para poder hacerse cargo también
de mí. Por eso yo iba a
bordo. Además, yo ya era lo bastante mayor para trabajar, así que mi
padre me consiguió un puesto de
gaviero a bordo del Alexandria.
—Has sufridomucho. Lamento la muerte de tu madre. Y la de tu
padre —dijo el padre Lucius, con
evidente sinceridad.
Entonces le contó la historia de Jack a Masamoto, quien escuchó
solemnemente. Masamoto le indicó
a Akiko que le sirviera un poco más de sencha. Estudió la taza
antesrompió
Nadie de sorberel lentamente su contenido.
silencio.
Masamoto depositó la taza y se dirigió a la sala. Mientras hablaba, el
color fue desapareciendo del
rostro ya pálido del sacerdote. El chico del pelo negro se quedó rígido como una
piedra y su expresión se
ensombreció
Con uncon leve malicia
temblor apenas encontenida.
la voz, el padre Lucius tradujolas
palabras del samurái.
—El señor Masamoto considera que tú, Jack Fletcher, debes quedar a su
cuidado hasta que «cumplas
la edad». Siendo éste el segundo aniversario de la muerte de su hijo, considera
que eres un «regalo de los
dioses». Y ambos habéis sufrido el azote de la mano de Dokugan Ryu.
Por tanto, ocuparás junto a
Jack estaba aturdido. Ante la idea de ser adoptado por un señor samurái no
Masamoto el lugar que había ocupado Tenno y, a partir de ahora, serás tratado
sabía si reír o llorar. Pero
como uno de los suyos.
antes de que tuviera oportunidad de responder, Masamoto solicitó la presencia
de Taka-san en la
habitación.
Masamoto Taka-san
se llevaba
dirigió a un Elpaquete
Jack. envuelto
padre Lucius fue en tela lasde palabras
traduciendo arpillera, y
lo delcolocó a
samurái. los pies de Jack.
—Masamoto-sama te encontró agarrando esto cuando te sacó del mar. Ahora que
te has recuperado,
te devuelve tus legítimas pertenencias.
Masamoto le indicó a Jack que desenvolviera el objeto rectangular. Jack tiró de los
lazos y la tela
cayó para revelar un paquete envuelto en una tela oscura. Toda la
sala esperó con interés. El padre
Lucius se sabía
Jack acercó.
exactamente qué era antes de retirar la tela: era el cuaderno
de ruta de su padre.
Todala habitación giró a su alrededor y de repente Jack vio claramente
el rostro de su padre. Yacía
en cubierta, con la cabeza ladeada y la sangre manándole de la boca, y
le
—Jack... miraba
Elfijamente
cuaderno a delos ruta...
ojos. Cógelo... A casa... Te
llevará a casa...
Entonces exhaló su último suspiro.

—¿Jack? ¿Te encuentras bien? —preguntó el padre Lucius, devolviéndolo


al presente.
—Sí —respondió Jack, recuperándose rápidamente—. Estoy un poco trastornado. Esto
pertenecía a
mi padre.
—Comprendo. ¿Son quizá las cartas de tu padre? —dijo con aire despreocupado el
padre Lucius, sin
apartar, sin embargo, su mirada codiciosa del libro.
—No... No... Es el diario de mi padre —mintió Jack, agarrando
el cuaderno de ruta.
El padre Lucius no pareció convencido, pero no
insistió.

Tras la devolución del libro, Masamoto dio por terminada la reunión y se


puso en pie. Todos se
inclinaron cuando se puso a hablar.
—Masamoto-sama te ha ordenado descansar —tradujo el sacerdote—. Se reuniráde
nuevo contigo
mañana.
Todos volvieron a inclinarse y Masamoto salió de la habitación, seguido
por sus dos guardias y el
silencioso muchacho del pelo negro.
El padre Lucius se levantó también para marcharse, pero un violento
ataque de tos se lo impidió.
Cuando la tos por fin remitió, se secó el sudor de la frente y se
—Una volvió hacia Jack. Jack Fletcher.
advertencia, Nunca olvides que tu salvador es un
samurái. Los samuráis son
brillantes, pero completamente despiadados. Apártate del camino y te cortará en
ocho pedazos.
14
La convocatoria

Jack se pasó la tarde en


el jardín.
Jack no podía quitarse de la cabeza que había sido adoptado por un samurái.
Suponía que debía estar
agradecido. Tenía comida, refugio y el personal de la casa ya no lo
trataba como si fuera un perro
extraviado.
Sin embargo, Jack se él sentía
no ahora
encajabacomo un allí. huésped
Era un de
extrañohonor. ¡Taka-san
en una incluso
tierra de se
había inclinado
guerreros, quimonosante él!y sencha. La
cuestión era: ¿adónde pertenecía?
Sus padres habían fallecido, y ya no le quedaba ningún sitio que
pudiera considerar su hogar. Su
hermana estaba viviendo con la señora Winters, pero ¿qué sucedería cuando a
la pobre mujer se le
acabara el dinero que su padre le había entregado? ¿O cuando la anciana
falleciera? Jack tenía que
encontrar un modo de regresar a casa para hacerse cargo de su hermana.
Pero Inglaterra estaba al otro
lado del
A pesar mundo calor
del y era
del imposible
día, Jack se que estremeció:
un chico sede doce totalmente
sentía años pudieraindefenso navegar
hasta
ante la tan lejos, aunque
situación. Estaría tuviera
el
atrapado cuadernoen de
Japón ruta que
hasta de su padre. un
encontrara barco con destino a Inglaterra, o
hasta que fuera lo bastante
mayorQuedarse
para marcharse.
no era una elección, sino una cuestión
de supervivencia.
Jack se sentó bajo el cerezo en flor, al abrigo del sol, y contempló durante
un buen rato la frágil
esperanza que le ofrecía el cuaderno de ruta de su padre.
Jack recordaba claramente la intensidad de la emoción que había sentido
cuando su padre le mostró
por primera vez el cuaderno de ruta. El libro parecía repleto de
conocimientos y secretos, y cuando lo
abrió,
El sintió
libro elconteníaaroma del océanoen
intrincados mapas sus páginas.a
dibujados mano; brújulas magnéticas entre
puertos y penínsulas;
observaciones sobre la profundidad y la naturaleza del lecho marino, y los
colores del océano; informes
detallados de viajes de éxito; indicaciones de los lugares donde había amigos, y
los puertos donde había
enemigos. Los arrecifes estaban marcados con puntos; las mareas, con
cruces;los refugios, con círculos;
y —Para en cada piloto,
un página el
había cuaderno
números cifradosruta es
de secretoscomo la que Biblia
protegíanpara un de ojos
sacerdote
enemigos el
—le había informado conocimiento
su de las
Jack había
rutas
padre. seguras.escuchado embelesado las explicaciones de su padre. Era fácil calcular la
latitud por la
posición de las estrellas, le había dicho, pero resultaba imposible determinar
con certeza la longitud.
Esto significaba que cuando un barco dejaba de avistar tierra, estaba perdido en
todos los sentidos.
Cualquier viaje por mar era por tanto un peligroseguro.
A menos...
—¡A menos que tengas un cuaderno de ruta! —exclamó su padre—. Este
libro, hijo mío, contiene
todo el conocimiento que necesitarás para guiar un barco por los mares. En
estas preciosas páginas
encontrarás las observaciones personales de un gran piloto que surcó todos los
mares conocidos antes
que yo. Para conseguir este libro se perdieron vidas y muchos hombres
resultaron heridos. Ahora, cada
vez que completo una singladura, añado mis propias observaciones. ¡Este cuaderno
de ruta no tiene
precio, te lo aseguro! Pueden contarse con los dedos de una mano los
Y
cuadernos ahora era
verdaderamente
precisos. suyo.
¡Quien tenga este
El cuaderno de ruta libro,
era hijo
el mío,
único dominará
eslabón los
que mares!
lo Por eso
conectaba nuestros
con su
enemigos,
vida anterior. los
Con suespañolespadre. De
yhecho, portugueses,
era su darían cualquier
única esperanza cosa
de por
volver conseguir
a casa, un
un cuaderno
tenue hilillo de
de ruta como que
direcciones
éste...
recorríaCualquier
el cosa...
mundo por
losMientras
mares. hojeaba sus páginas, un trozo de pergamino suelto cayó al suelo.
Jack lo recogió. Se
quebraba por el efecto de la sal marina y tenía los bordes ajados y
rotos por haber sido manipulado
infinitas veces. Jack lo desplegó, y el pergamino reveló un dibujo infantil
que representaba a cuatro
figuras en un pequeño jardín con una casa cuadrada. Jack reconoció inmediatamente
Eranlas figuras.padre, alto y
su con el pelo negro y agitado por el viento, él
mismo, con la cabeza enorme y una
maraña de pelo amarilla, su hermana pequeña, con su vestido y
saludando con una mano, mientras
sujetaba
Jess había hecho la
con aquel otra
dibujo la
y mano
se de
lo Jack,
había y, en
entregado el
a centro
su del
padre dibujo,su
el día en
madre, ataviada
que zarparon con
de alas de
Inglaterra ángel.
hacia Japón. Jack reprimió las lágrimas, tratando de no llorar. ¿Cómo se
sentiría Jess cuando supiera que
suJack padre
alzó había
la muertotambién?
cabeza, súbitamente consciente de que lo estaban mirando. El
chico del pelo negro lo
observaba desde la casa. «¿Cuánto tiempo debe de llevar ahí?»
Jack se secó los ojos y lo saludó con una breve inclinación de cabeza.
Era lo educado. El chico
ignoró el saludo de Jack.
¿Qué tenía ese chico contra él?, pensó Jack. Sin duda disfrutaba de cierta posición,
pues había
llegado con Masamoto, pero aún no se había presentado y desde un principio
se había mostrado muy
hostil
Akikocon Jack.
rodeó entonces la casa con Jiro, que agitaba emocionado un papel, y
el chico del pelo negro
cerró en silencio la sho-ji. Jack dobló el dibujo de su hermana y lo
colocó con cuidado dentro del
cuaderno
Akiko de
se ruta.
inclinó ante Jack, y a continuación cogió el papel que sostenía
Jiro y se lo entregó
respetuosamente
—Arigatô con Jack,
—dijo ambasdándole
manos. las
gracias.
—Domo —respondió ella.

Jack se sentía frustrado por no poder comunicarse más con ella. Había muchas
cosas que quería
decir, preguntas que necesitaban respuesta. Estaba rodeado por extraños amables,
pero se sentía
completamente aisladopor el idioma. La lección improvisada que Akiko le
había dado la tarde anterior
había sido el intercambio de palabras más parecido a una conversación que
Jack abrió la nota
había tenido desde que se y leyó el
mensaje. de
había recuperado sus fiebres hacía dos semanas.
Se solicita tu presencia. Por favor, ven a verme directamente después del
desayuno mañana. Vivo
en la cuarta casa a la izquierda del malecón.
Padre Lucius

Jack se apoyó contra el árbol. ¿Qué podía querer de él el


padre Lucius?
15
Yamato

La casa del padre Lucius era un edificio pequeño, apartado del camino
principal. Taka-san, el samurái de
la casa de Jack, llamó a la campana que colgaba de la puerta y
esperó pasos
Jack oyó una yrespuesta.la puerta se abrió. Tras ella apareció el padre Lucius, con
los ojos hinchados y sin
parar de toser.
—Bienvenido a mi humilde hogar, hereje.
Pasa.
Jack atravesó la puerta y entró en un pequeño jardín que guardaba poco
parecido con el paraíso de
Uekiya. Había una parcela de verduras y hierbas, y un manzano
solitario con unos pocos frutos en un
extremo. Jack no vio ni adornos ni hermosos arroyuelos: sin duda era un
jardín para cultivar, no para
Tras haber escoltado a Jack, Taka-san se inclinó y
reflexionar.
se marchó.
El padre Lucius condujo a Jack a una habitación pequeña amueblada
escuetamente con una mesa, dos
sillas y un altar improvisado. Un gran crucifijo de madera adornaba la
pared
—Toma del fondo.
asiento—instruyó el padre Lucius mientras se sentaba en la silla
al otro lado de la mesa.
Tosía esporádicamente cubriéndose la boca con un
pañuelo.
—¿Cómo está hoy el joven samurái? —dijo el sacerdote en
tono de burla.
—¿Porqué me ha llamado? —repuso Jack, haciendo caso omiso del sarcasmo
del padre Lucius.
—Tengo que enseñarte
japonés.
—¿Porqué? —preguntó Jack desconcertado—. No parecía muy dispuesto a
ayudarme ayer.

—Es aconsejable hacer lo que pide Masamoto —respondió el sacerdote mirando a


Jack a los ojos—.
Comenzaremos a esta hora cada mañana. Harás lo que yo te diga, cuando
yo lo diga. Tal vez incluso
pueda—No
salvarte.
necesito que me «salven». Enséñeme japonés, pero no
me dé sermones.
—¡Basta ya de insolencias! —exclamó el padre Lucius golpeando la mesa con la
palma de la mano
—. Que Dios te proteja de tu ignorancia. Empezaremos. ¡Cuanto antes aprendas
su idioma, más pronto
podrás
Secolgarte
limpió la tú solo decon la tu boca,
baba lengua!
y
—La claveluego
de continuó.
los japoneses es su idioma. Tiene un vocabulario y una
estructura gramatical propios.
En una palabra, es único. Refleja toda su forma de pensar.Comprende el
japonés, y comprenderás a los
japoneses. ¿Me sigues?

—Sí. Tengo que pensar como un japonés para


hablarlo.
—Excelente. Veo que tu madre al menos te enseñó a
escuchar.
El padre Lucius se volvió y deslizóun pequeño panel que reveló un armario. El
sacerdote cogió un
grueso libro, unos papeles, tinta y pluma, y tras colocarlo todo sobre la mesa,
comenzó
—Comparado la
con lección.idiomas,
otros el japonés es relativamente sencillo de
hablar. En la superficie, es
menos complejo que el inglés. No hay artículos que precedan a los nombres,
nada de «un», «uno», «una»,
«el»,
Jack «la»,
ya «los»,
estaba «las». La
empezando palabra
a pensarhon
que puede
un significar
sermón libro,
jesuitaelhabría libro,
sido unmenoslibro,
pesado
libros o
que aprender los libros.
japonés.
—No hay conjugacionesni infinitivos de verbos... —El padre Lucius se detuvo
bruscamente—. ¿Por
qué no anotas todo esto? Creía que eras inteligente.
A regañadientes,Jack cogió la pluma, la mojó en el tintero y
empezó a escribir.
Cuando Taka-san regresó para recogerle, Jack tenía la cabeza hecha un
amasijo de verbos e
idiosincrasias japonesas. Sin embargo, reacio a mostrarse anonadado por la ofensiva
de enseñanza
dictatorial
Taka-san lo del padre
miró Lucius,
con asombro, saludó aparpadeóTaka-san
y, en
cuandoun entrecortado
por fin japonés.
comprendió el
precario japonés de Jack,
sonrió.
Regresaron a la casa, e inmediatamente después del almuerzo Jack fue
convocado a la habitación de
Masamoto.
Masamoto estaba sentado en la plataforma elevada, dominando la habitación
como el dios de un
templo en su altar sagrado, y el inevitable samurái armado montaba
guardia ceremonial. El chico del pelo
negro también
Para desazón estaba
de allí,
Jack, elsilencioso
padre Luciusmeditabundo.
y entró por la otra sho-ji y se
arrodilló frente a él.
Afortunadamente, sólo lo habían llamado para que hiciera de intérprete.
—¿Cómo ha ido tu lección con el padre Lucius? —preguntó
Masamoto, a través del sacerdote.
—Iu desu yo, arigatôgozaimasu —respondió Jack, esperando haber pronunciado correctamente:
Muy bien, muchas gracias.

Masamoto asintió, apreciando su


respuesta.
—Jack, aprendes rápido.Esto es bueno —continuó Masamoto a través del padre
Lucius—. Tengo que
regresar a Kioto. Debo atender mi escuela. Permanecerás aquí en Toba hasta que
tu brazo haya sanado.
Estás en buenas manos. Mi hermana, Hiroko, cuidará bien de ti. El
padre Lucius continuará sus
—Hai, Masamoto-sama —respondió Jack cuando el padre Lucius terminó
enseñanzas y espero que a mi regreso hables fluidamente el japonés.
de traducir.
—Mi intención es regresar a Toba antes de que llegue el invierno.
Hasta entonces, te presento a mi
hijo menor,Yamato. Se quedará aquí contigo. Todo muchacho necesita un
amigo... Y tú serás su amigo.
Aunque
Yamato lo
inclinó cierto es
brevemente que
la ahora
cabeza,sois hermanos.
clavando en Jack su mirada dura y
desafiante. No había duda
de que le estaba transmitiendo un mensaje: Jack nunca sería digno de sustituir a
su hermano Tenno y él no
tenía ninguna intención de ser amigo suyo... Ni entonces ni nunca.
16
El bokken

El cerezo que ocupaba el centro del jardín le iba indicando a Jack el


tiempo que llevaba en Japón. A su
llegada, el árbol era tupido y verde. Un refugio fresco donde se había protegido
del caluroso sol del
verano. Ahora, tres meses más tarde y con el brazo completamente curado, las
hojas del cerezo se habían
El árbol era el santuario de Jack. Se había sentado allí con el cuaderno
vuelto de un marrón dorado y empezaban a desprenderse de las ramas.
de ruta de su padre,
examinando las constelaciones meticulosamente representadas, repasando los perfiles
de las costas y
esforzándose por descifrar en cada página los códigos secretos que protegían los
misterios de los mares
de los ojos enemigos. Un día, le había prometido su padre, le revelaría la
clave para comprender todos
esosSin códigos.
embargo, Pero
el ahora
árbol queera su tambiénpadre había
un muerto,
puente Jack no
simbólico, podía
un contar
enlace más
que que le
con
había su ingenio ir
permitido para
desvelarlos
comprendiendo y, con
poco a cada código
poco quela conseguía
cultura desentrañar,
japonesa. más
Pues cerca
era se ahí sentía
donde de su
padre. todas las
prácticamente tardes se
reunía
Tres con
días Akiko
despuéspara practicar
de que su idioma. se
Masamoto marchara a Kioto, Akiko había
sorprendido a Jack
debatiéndose para lograr pronunciar una frase en japonés que el padre Lucius le
había ordenado
memorizar,
—Arigatô, yAkikola—respondió muchacha él, sey ofreciópara
luego repitióayudarle.
la frase varias veces para grabarla en
su memoria.
Así habían comenzado sus tardes en compañía de Akiko. Combinadas con las
lecciones del padre
Lucius, permitieron que su japonés mejorara rápidamente. Akiko había sido para él
una cuerda de
seguridad. Cada semana que pasaba, Jack hablaba con más fluidez, tanto con
Akiko como con el resto de
Por otro lado, Yamato, a pesar del mandato de su padre, se había mantenido
la casa.
a una gélida distancia de
Jack. Estaba claro que para Yamato, Jack podía haber sido invisible.
—¿Por qué no me habla Yamato? —le preguntó a Akiko un día—. ¿Me he
comportado en algo mal
con él?
—No, Jack —respondió ella con deliberada cortesía—. Es tu
amigo.
—Todo el mundo es mi amigo, pero sólo porque Masamoto lo ordena
—replicó Jack.
—A mí no me lo ha ordenado —dijo ella, con una pincelada
de dolor en los ojos.
Jack advirtió que había sido innecesariamente brusco con ella y buscó
vanamente en su reducido
El padre Lucius le había explicado a Jack que ser capaz de disculparse era
japonés las palabras adecuadas para pedir disculpas.
considerado una virtud en
Japón. Así como los europeos entienden la disculpa como la admisión de la
culpa y el fracaso, los
japoneses prefieren verla como la aceptación de la responsabilidad por las
propias acciones y el deseo
de evitar echarles la culpa a los demás.Si uno se disculpa y muestra
remordimiento, los japoneses están
dispuestos
—Lo sientoa perdonar Akiko
mucho, y no
—acabó mantener
por ninguna
decir—. enemistad.
Has sido muy
amable conmigo.
Ella inclinó la cabeza aceptando su disculpa y continuaron la conversación, olvidando
por completo
la molesta observación de Jack.
Hoy, mientras se acercaba a su rincón de estudio, Jack advirtió
que el cerezo había perdido más
hojas: una alfombra dorada se extendía bajo sus ramas. Uekiya, el jardinero, las
estaba retirando e iba
guardando
Jack seen dispuso su saco a las coger hojasunmuertas.
rastrillo para ayudar al
anciano en su tarea.
—Esto no es trabajo para un samurái —dijo el jardinero amablemente, quitándole
el rastrillo de las
manos.
En ese momento Akiko acababa de cruzar el puente y, con pasitos
cortos y delicados, se dirigía al
cerezo.Jack se fijó en que esa tarde llevaba un quimono lila con flores de
marfil, atado con un obi de un
amarillo dorado. Jack no lograba acostumbrarse a lo inmaculadamente
arregladas que iban siempre las
mujeres japonesas.
Jack y Akiko se sentaron bajo el árbol, y Uekiya, tras inclinar la
cabeza, se marchó para atender uno
de sus setos ya perfectos. Comenzaron la lección de la tarde, pero, cuando
sólo habían transcurrido unos
minutos,
—¿CómoJack puedo le serpreguntósamurái? a NiAkikosiquiera
por el extraño comentario que le
habíatengo
hechoespada.
el jardinero.
—Ser samurái no es sólo empuñar una espada, Jack. Cierto, los samurái
son guerreros, pues nosotros
somos bushi, la casta guerrera. Por tanto, como hijo adoptivo de Masamoto, ahora tú
también eres
samurái. Y samurái significa «servir». La lealtad de un samurái va
dirigida primero al emperador y luego
—Sigosin comprender.
a su daimyo. Es una cuestión de deber. Y tu deber es para
Masamoto.
¿Qué No le para impondría
obligaciones el jardín.
Masamoto? ¿Se debería a ese samurái
para siempre?
—Ya comprenderás. Ser samurái es una actitud de la mente.
Masamoto te enseñará.
Mientras Jack trataba de entender lo que quería decir Akiko, Yamato salió de la
casa con una vara de
madera oscura en la mano. La vara tenía más o menos la longitud de su
brazo; un tercio lo ocupaba un
recio —¿Qué
mango, esy lo los que otros lleva?
dos, —una larga hoja que se curvaba levemente
hacia
preguntó la punta.
Jack.
—Un bokken. Un sable de
madera.
Yamato los vio, hizo una envarada reverencia y se dirigió a una
—¿Qué? zona despejada
¿Un sable de del jardín.
juguete? —rio Jack, mientras Yamato levantaba el
bokken por encima de su
cabeza y ejecutaba un sañudogolpe contra un enemigo
imaginario.
—¿Juguete?No, un bokken no es ningún juguete —dijo Akiko muy seria—.
Puede matar a un hombre.
El propio Masamoto-sama ha derrotado a más de treinta samuráis usandoun
bokken
—Entonces contraestá
¿qué sus haciendo
espadas. Yamato ahora? Parece que
juegue.
Yamato había repetido el golpe y siguió con una serie de
tajos y bloqueos.
—Kata. Son pautas de movimientos que ayudan al samurái a perfeccionar sus
habilidades marciales.
Yamato está aprendiendo el arte de luchar con la espada.
—Bueno, si yo soy samurái, será mejor que aprenda también a luchar,
¿no crees? —dijo Jack,
alisando su quimono.
Haciendo caso omiso de las protestas de Akiko, Jack se acercó a Yamato, que
seguía practicando sus
golpes. Jack se quedó observándolo con interés, estudiando sus movimientos y su
técnica. Yamato lo
ignoró a conciencia
—¿Puedo intentarlo? —preguntó y continuóJack, practicando,
cuando esquivando
Yamato yhubo atacando
decapitado aa su
su
oponente
atacante imaginario.
con un poderoso
tajo cruzado.
Yamato volvió a guardar el bokken en su obi con notable precisión
e inspeccionó a Jack como si
fuera un recluta novato. Por un instante, Jack creyó que el chico se negaría
—¿Por para demostrarle
qué no, su gaijin?autoridad.
—dijo, con una risita arrogante—. Será bueno tener un
blanco con quien
practicar. ¡Jiro, tráeme un bokken para el gaijin!
El niño pequeño salió corriendo de la casa con una segunda espada de
madera en las manos. Tras
cargar con dificultades con un objeto más largo que él, Jiro le entregó el
arma a Yamato, quien,
inclinando
Jack dio la un cabeza con las
paso adelante dos para
manos extendidas, le ofrecióel bokken a
Jack. recogerlo.
—¡NO! Debes inclinarte cuando se te ofrece el honor de usar la espada
de otro —ordenó Yamato.
A Jack no le gustó el tono imperativo de sus palabras, pero obedeció.
Quería coger el arma. Deseaba
saber utilizarla tal como Masamoto había empuñado sus dos espadas en la
—Yplaya.cógela con las dos manos —instruyó Yamato, como si Jack fuera
un niño pequeño.
Al sujetarla con las dos manos,Jack descubrió que la espada de madera era
engañosamente pesada.
Entonces comprendió por qué un arma semejante podía causar daños lo bastante
devastadores como para
matar.
—¡NO! La hoja hacia abajo —corrigió Yamato, mientras Jack sostenía el
bokken ante él, tal como le
había visto hacer hacía unos instantes.
Yamato colocó entonces adecuadamente el bokken en
las manos de Jack.
—¡No dejes caer la kissaki! —exclamó Yamato desbordado por la
ignorancia de Jack.
—¿Kissaki? —preguntó Jack.
—La punta del bokken. Mantenía en línea con la garganta de tu
oponente. Un pie hacia delante. Un pie
atrás. Más separados. Debes plantarte bien en el suelo.
Disfrutando de su papel de maestro, Yamato caminó lentamente alrededor
de Jack, ajustando con
cierto fastidio su pose hasta quedar satisfecho.
—Esto tendrá que valer. Primero, practicaremos kihon... Lo básico.Simplemente parar y
golpear.
Yamato se colocó frente a Jack y alineó su kissaki con la suya. Un instante
después, golpeó el bokken
de Jack. El arma se estremeció en las manos del muchacho, y una oleada de
dolor recorrió su brazo
obligándolo a soltarla. La hoja de Yamato cayó desde arriba y se detuvo a
un pelo de la garganta de Jack.
—¿No te enseñan a luchar en el sitio de donde vienes? Lo sujetas
Yamato lo miró con desdén, desafiándolo a moverse.
como una niña —reprendió Yamato
—. Recógelo. No lo sujetes con el pulgar y el índice la próxima
vez. Es una presa débil y puede
romperse fácilmente. Mira la mía. Colocael dedo meñique de tu mano izquierda
alrededor de la base del
mango. Luego coge el resto de la empuñadura con los demás dedos: haz fuerza
con los dos dedos
inferiores,
Yamato y parecíacon eldisfrutaríndice ydel elespectáculo
pulgar sujeta
que sólo
estaba levemente.
representandoTu mano
delantederecha de
debería
Akiko y estar
Jiro. justo debajo
de la
Obviamente guardia,
le gustabay sujetarla
la del
sensación mismo
de modo que tu
superioridad que izquierda.
le Esto es
proporcionaba el
poner tenouchi
a Jack correcto.
en evidencia,
tanto
«No que no
importa», llegó
pensó aJack. advertir, o
Pronto aprendería la
a ignoró
usar ael propósito,
bokken la
y reacción
entonces
mortificada
podría darle a de Akiko
Yamato ante su
una conducta.
lección o dos.
Cuando Jack dominó la forma de sujetar el arma, Yamato repitió el ataque.
Esta vez, Jack consiguió
no soltar el bokken.
—Bien. Ahora inténtalo
tú.
Al principio a Jack le pareció incómodo el movimiento del golpe. Era
difícil conseguir suficiente
fuerza tras la parada, pero Yamato le hizo repetir el movimiento hasta que
empezó a dominar la técnica.
Continuaron practicando durante toda la tarde. Yamato le enseñó a Jack
otros tres movimientos kihon:
un tajo básico, una maniobra evasiva y un sencillo bloqueo defensivo.
El entrenamiento de kata era
sorprendentemente duro y, al cabo de un rato, Jack, que llevaba tres meses sin
hacer prácticamente
ejercicio físico, empezó a cansarse. El bokken parecía de plomo.Yamato
—¿Quieres intentar encantado
estaba claramente un poco
de de randori ahora? —le propuso
Yamato
verlo flaquear. desafiante.
—¿Qué es eso?—dijo Jack, respirando
entrecortadamente.
—Entrenamiento libre. Tú intentas atacarme. Yo intento atacarte. ¿Al
—Discúlpame,
mejor de Yamato
tres? —interrumpió Akiko, esperando evitar el problema
que preveía—. ¿Puedo
sugerir que ambos os unáis a mí para el sencha. Habéis practicado mucho y
deberíais descansar.
—No, gracias, Akiko. No tengo sed. Pero Jack parece que necesita
descanso.
Jack sabía muy bien lo que Yamato pretendía. Lo había visto en el
Alexandria. Los hombres que no
aguantaban a pie firme la primera semana eran los últimos en la
cola para comer, los que tenían que
contentarse con las hamacas cercanas a los pantoques, los que acababan
encargándose de los peores
trabajos, como limpiar los imbornales donde la tripulación hacía sus necesidades. Si
—No, gracias,
daba marcha Akiko.
atrás Yo tampoco estoy
cansado.
ahora, siempre estaría intentando recuperar terreno.
—Pero¿y tu brazo? —insistió ella—. No es
aconsejable...
—Estaré bien —respondió Jack, cortándola amablemente antes de volverse hacia Yamato
—.
Randori, ¿eh? ¿Al mejor de tres? ¿Por qué no?
Se plantaron uno ante el otro con las
kissaki tocándose.
Jack tenía las manos empapadas en sudor. Trató de recordar los movimientos: la
colocación de los
pies, la parada, el bloqueo, el golpe. Se preparó, pero Yamato golpeó
primero. Apartó el bokken de Jack
y golpeó con el suyo los dedos expuestos del muchacho. Jack dejó escapar un
grito de sorpresa y dolor, y
—Demasiado lento —dijo Yamato dejando que una sonrisasádica se extendiera por
soltó su bokken.
su rostro—. Te
he visto «pensar» el movimiento antes de ejecutarlo.
Jack se agachópara recoger su arma. Los dedos le latían de dolor y tuvo
dificultades para cerrarlos
en torno al bokken. Apretó los dientesy alineó su kissaki.
Esta vez, vio el bokken de Yamato retorcerse y dio un paso atrás
evadiendo el primer tajo. Yamato
blandió su bokken por segunda vez y Jack, más por instinto que por
intención, bloqueó su golpe. Yamato
se enfureció y lanzó un golpe malicioso que Jack sólo pudo evitar girando
sobre sí mismo. Yamato
golpeó a Jack en la espalda. El golpe lo hizo caer de rodillas: los
—Dos...
riñones a cero
le —se
ardían deburló Yamato,
dolor y mientras
tenía la Jack se retorcía de agonía
sensaciónen el
de suelo—.
que los Un
pulmonespequeño
se le habían desplomado.
consejo: nunca des la espalda a tu oponente.
—Basta, Yamato —interrumpióAkiko, inquieta por esa innecesaria crueldad—. Aún no
sabe luchar
con un bokken. ¡No puede defenderse!
Sin aliento y con el cuerpo abotargado por el dolor, Jack se puso en
pie usando el bokken como
muleta. Se negó a darse por vencido. Era el momento en que tenía que
demostrar su temple. Siempre supo
que no podía ganar, pero era él quien tenía que trazar la línea donde detenerse, no
Yamato. Con esfuerzo,
Yamato parecía
alzó su espada.
aturdido.
—No seas estúpido. El mejor de tres. He
ganado.
—¿Qué? ¿Tienes miedo de que pueda
derrotarte?
El desafío directo acicateó a Yamato a la acción e inmediatamente
asumió la posición defensiva.
Consciente de que Yamato estaba esperando los signos delatores de su primer
movimiento, Jack
fingió golpear a la izquierda como había hecho el guerrero Godai con el
nodachi en la playa. Yamato se
dispuso
Yamato a
fue bloquear el
pillado desprevenido y golpe y
tuvo Jack
que cambió
bloquear la ofensiva,
torpemente el haciendo
golpe, de
girar su
modo que la bokken a
espada de la derecha.
Jack rozó su mano derecha. Inflamado por el inesperado contacto, Yamato
contraatacó con un aluvión de
golpes. Jack consiguió evitar los dos primeros y milagrosamente bloqueó el
tercero, pero el cuarto le
Fue como si alguien hubiera cortado la conexión entre su cerebro y
alcanzó en la cara.
el resto de su cuerpo. Las piernas
dejaron de sostenerle y se desplomó en el suelo. La cabeza le resonaba
de dolor y pequeños destellos de
luzAkikochisporroteaban
acudió al en
instantesu visión.
a Se
su sintió
lado, mareado
llamando ya su
Chiro nariz
para empezó
que trajera a
sangrar,
agua y manchando su
toallas.Jiro tiraba de quimono.la
manga de Jack, asustado por la inesperada violencia. Incluso Taka-san había
aparecido y estaba
inclinado
Jack pudo sobre
ver Jack,
a con
Yamatoaspectoallí preocupado.
solo, con una expresión contrariada en el
rostro mientras todo el mundo
despreciaba su victoria. Quizá Jack había sido derrotado en la lucha, pero había
conseguido la auténtica
victoria.
17
Gaijin

—¿Qué te ha pasado? —gimió el padre


Lucius desde su lecho.
—Tuve una pelea —contestó Jack a la defensiva, incapaz de ocultar los
cardenales que rodeaban sus
ojos.
—Parece más bien que has perdido una. Te advertí que los samuráis
podían ser implacables.
El padre Lucius se incorporó para toser en su pañuelo. En las últimas
semanas el sacerdote había
sucumbido cada vez más a la enfermedad. La tos y el esputo amarillo
iban ahora acompañados de fiebre y
temblores. El padre Lucius, consciente del edicto de Masamoto, todavía insistíaen
que Jack recibiera sus
—Jack, me temo que esta enfermedad me está derrotando a pesar de todos los
lecciones, pero después de sólo unas cuantas frases tuvieron que dejarlo.
tés, hierbas y ungüentos
que puede administrar el médico local. Ni siquiera sus artes pueden con
esto...
El sacerdote empezó a toser; el dolor asoló su rostro y se llevó la
mano al pecho. Lentamente, la tos
remitió para ser sustituida por una respiración entrecortada y silbante.
—Lo siento, padre —dijo Jack, sin saber qué más
decir.
—No es necesario que me compadezcas, Jack. He cumplido con mi deber en
esta tierra y pronto seré
recompensando en el cielo —dijo el sacerdote persignándose—. Estaré mejor mañana,
pero hoy debes
practicar tú
Jack extendió solo. la Por manofavor,y pásame
cogió el mi grueso
libro.libro de notas que el sacerdote
tenía encima de la mesa.

—Ésta es la obra de mi vida —dijo,acariciando cuidadosamente la suave


encuadernación de cuero
—. Un diccionario japonés-portugués. Es una guía para su lenguaje y su
forma de pensar. Llevo
recopilando información para este libro desde que llegué a Japón hace más de diez
años. Es la clave para
desentrañar su lenguaje para todos los portugueses. Luego podremos traer la Palabra
Eldel fervor religioso
Señor a todasbrillaba en los ojos reumáticos del
las padre
islas de Lucius.
Japón.
—Es el único que existe, Jack —dijo,dirigiéndole una grave
mirada.
Estudió al muchacho durante unos instantes y finalmente le ofrecióel
libro con mano temblorosa.
—¿Quieres cuidarlo por mí, y si muero,asegurarte de que llegue a manos de
su Eminencia, el padre
Diego Bobadilla, en Osaka?
—Sí, padre —prometió Jack, incapaz de negarse al deseo del moribundo—.
Sería un honor.
—No, sería mío. Has sido un buen alumno, a pesar de tus creencias. Tu
madre debe de haber sido una
buena maestra. Con la ayuda continuada de Akiko, hablarás con la fluidez de
cualquier japonés antes de
que termine el año.
Le sonrió amablemente, y luego continuó hablando con tono desacostumbradamente
almibarado.
—¿Serías quizá tan amable de dejarme echar un vistazoal diario de tu
padre a cambio? Temo que
mis días en esta tierra se acortan y me causaría gran placer leer las
aventuras
Jack se mundanas
envaró de de
inmediato. otro. ¿Habíasido el ofrecimiento del diccionario
una treta?
Jack recordó el modo en que los ojos del jesuita brillaron al ver el
cuaderno la primera vez que
Masamoto lo presentó. Desde aquel día el padre había ido haciendo referencias
ocasionales al diario de
su padre durante las lecciones: ¿Estaba a salvo? ¿Le importaría ofrecerle
una de las historias de su
padre? ¿Le mostraría una página del diario? El padre Lucius quería ver el cuaderno de
Jack ruta,
se ysintió ligeramente
no tanto irritado por la petición del padre Lucius, y se
por preguntó
interés si
propio,sino el
por elcambiode de
su Hermandad.
actitud del sacerdote había sido auténtico, o respondía más bien a un plan
para hacerse con el precioso
cuaderno
—Losiento, de padre ruta
Lucius de
—repuso su padre.
Jack—, pero, como usted sabe, es privado y es
la única posesión
que me queda de mi amado padre.
—Lo sé, lo sé. No importa. —El padre parecía demasiado cansado para
insistir en el tema—.
¿Volveré a verte mañana?
—Sí, padre. Por supuesto.

Esa tarde, bajo el cerezo, Jack hojeó las páginas del diccionario. El padre
Lucius tenía razón al
hablar tan orgullosamente de su obra. Contenía listas de palabras japonesas
junto a sus traducciones al
portugués, notas detalladas sobre gramática, indicaciones para pronunciar correctamente, y
guías sobre la
—Discúlpame, Jack —dijo Akiko, acercándose por el puentecito—. Espero no
etiqueta adecuada. Era en efecto su magnum opus.
molestarte.
—No, en absoluto —dijo Jack, soltando el diccionario—.Agradezco que vengas a
verme, pero creía
que hoy ibas a pescar perlas.
—No, hoy no —respondió Akiko, algo decepcionada.

—¿Porqué no? Sueles hacerlo,


¿no?
—Sí...

Akiko vaciló unos instantes, sopesando si era o no adecuado confiar en


Jack. Luego, tras haberse
decidido, se sentó a su lado.
—Mi madre dice que soy demasiado mayor para que se me asocie con esa
gente. Dice que ser un ama
no es adecuado para una dama de la casta samurái, y me lo prohíbe.
—¿No es adecuado? ¿Por qué dice
eso?
—Pescar perlas puede ser peligroso, Jack. Los ama a veces quedan atrapados por
las mareaso son
presa de los tiburones. Por eso sólo los aldeanos de las castas inferiores se
—¿Y dedican
entonces a por esequé trabajo. lo haces también tú? —preguntó Jack, algo sorprendido
por su confidencia.
—Me gusta —recalcó Akiko con la mirada iluminada—. Allí abajo se ven mariscos,
pulpos, erizos y
a veces tiburones. Bajo el agua, puedo ir donde quiero.Hacer lo que quiero.Soy
libre... Y eso es una
sensación gloriosa.
—Conozco exactamente lo que quieres decir —reconoció Jack—. A mí me
pasaba lo mismo cuando
el Alexandria surcaba el mar a toda vela y me permitían quedarme en
la proa. ¡Era como si cabalgara en
laLos cresta
dos de las
guardaron olas y
silencio, pudiera
contemplandoconquistar
las elhojas mundo!
marrones del cerezo mientras
la luz del sol
bañabasus rostros.
—¿Te sientes mejor hoy? —preguntó Akiko al cabo de un
rato.
—Estoy perfectamente, gracias. Yamato tampoco me golpeó tan fuerte —
respondió él haciéndose el
duro.
Akiko le dirigió una mirada perpleja.

—Bueno, la nariz me duele una barbaridad —admitió Jack finalmente—, y


todavía me duele la
cabeza, pero estoy mucho mejor.
—Yo soy responsable. No debería haberte permitido que te involucraras —
dijo Akiko, inclinando la
cabeza—. Pido disculpas con todo mi corazón por la conducta de ayer de
Yamato. No debería haber
actuado como
—¿Porqué te lo hizo.
disculpas? Tú no
hiciste nada.
—Porque sucedió en mi casa. Estoy segura de que Yamato no pretendía
hacerte daño. Simplemente se
dejó llevar por el calor del momento.
—¡Bueno, pues no me gustaría ver a Yamato luchando en
serio! —exclamó Jack.
—Lo siento mucho. Debes comprender, Jack, que Yamato está sometido a una
gran presión por parte
de su padre. Desde que mataron a Tenno,Masamoto espera que Yamato sea un
samurái tan hábil como lo
era su hermano, a pesar de ser más joven. Pero eso no excusa sus acciones,
ni tampoco que te llamase
—¿Quieres dejar de disculparte por él? —dijo Jack, algo exasperado—. ¿Y qué
gaijin. Lo siento mucho.
importa que me
llamase gaijin?
—Gaijin significa bárbaro. Es el nombre que damos a los extranjeros no
civilizados. No es muy
agradable, y ahora que eres miembro de su familia, Yamato no hace
bien al usar un término tan
En ese
irrespetuoso. momento,
Es un Yamato
insulto hacia salió
ti. de la casa con el bokken guardado en
el obi. Pasó junto al cerezo e
inclinó la cabeza en dirección a Akiko, ignorando por completo la presencia de
Jack.
Jack vio que Yamato iniciaba su rutina de kata y entonces decidió su
propio curso de acción.Guardó
el diccionario del padre Lucius y se levantó.
—¿Adónde vas? —preguntó Akiko, preocupada.

—A seguir practicando —dijo Jack acercándose a Yamato, que ya había comenzado su


segunda kata.
—¿Vuelves a por más? —preguntó Yamato algo perplejo sin interrumpir
su entrenamiento.
—¿Porqué no? No puede irme peor que
ayer.
—Desde luego, hay que reconocer que para ser gaijin tienes arrojo —dijo Yamato
esbozando una
sonrisa.
Jack insistió, decidido a no perder la oportunidad de
aprender más de su rival.
Yamato llamó entonces a Jiro para que volviera a traer
un bokken de la casa.
—Repite lo que yo hago. Exactamente —dijo Yamato, una vez Jack
tuvo su propia arma.
Yamato se plantó en el suelo con los pies juntos. Había guardado el bokken
en su obi sujetando el
arma por la empuñadura y manteniéndolo firmemente en su sitio, junto a la
—El cadera,en el lado izquierdo.
otro lado hacia arriba —dijo, señalando el bokken de Jack—. El
filo de la hoja debe mirar
hacia el cielo, de modo que cuando desenvaines la espada puedas cortar inmediatamente.
Jack volvió la hoja de modo que el filo curvo apuntara
hacia arriba.
—Bien. Ahora obsérvame.

Yamato pasó la mano derecha por delante de su cintura y agarró el


mango del arma. Su pierna derecha
se deslizóhacia delante y, simultáneamente, desenvainó su bokken agarrándolo con
ambas manos y dio un
tajo hacia abajo. Avanzó otro paso, alzando la kissaki hacia la garganta de
su víctima imaginaria.
Completado el ataque,retorció entonces el bokken realizando con la mano
—Ahora,
derecha tu un rápido giro y se
turno. con cuidado
apartó entonces para volver a envainar su arma.
Jack se dispuso a imitar los movimientos de Yamato, pero todavía no
había agarrado el mango cuando
fue interrumpido.
—¡No! Tu mano debe quedar cerca de tu cuerpo. Si la pones ahí,
tu enemigo te la cortará.
Jack empezó de nuevo. A cada paso, Yamato lo detenía y corregía sus
movimientos. Jack empezó a
desanimarse. Había muchas cosas que tener en cuenta y Yamato era inflexible en
sus
—¿Para críticas.
qué es ese último movimiento? —preguntó Jack,
irritado.
—Ese movimiento se llama chiburi—replicó Yamato, dirigiéndole una sonrisasádica—.
Desprende
Se pasaron toda la tarde repitiendo esa única kata una y otra vez. Poco a
de la hoja la sangre de tu enemigo.
poco, Jack fue aprendiendo
cada paso de la secuencia hasta que consiguió ejecutar la kata en un
movimiento completo. No lo hizo
con fluidez, pero ahora ya conocía la técnica. El sol empezaba a
ponerse y Yamato dio la sesión por
concluida.
—Arigatô, Yamato —dijo Jack, inclinándose cortésmente.

—Domô, gaijin.

—Me llamo Jack.

Y sostuvo la imperiosa mirada de Yamato, desafiándolo a


mostrar el respeto debido.
—Te llamas gaijin hasta que demuestres lo contrarío —dijo Yamato, volviendo a
envainar su bokken.
Yamato giró entonces sobre sus talonesy, sin devolverle el saludo a Jack,
desapareció dentro de la
casa.
18
El mejor de tres

Al día siguiente, Jack llegó temprano al jardín para practicar la kata antes de
que apareciera Yamato.
Éste no hizo ningún comentario al respecto, pero sin duda la intención de
Jack le quedó clara: no pensaba
quedarse
Yamato atrás seen colocó la juntopráctica
a del y bokken,
Jack empezó por a muy sincronizar
irrespetuosa suque fuera la
actitud de Yamato.
entrenamientocon el suyo.
Yamato no era en modo alguno un artista marcial hábil. Era unos seis meses
más joven que Jack, así
que no llevaba más de un año de entrenamiento. Pero había heredado
parte de la habilidad de su padre
con el arma y sabía lo suficiente para enseñarle a Jack las bases del
kenjutsu: el arte de la espada.
Cuando el otoño dio por fin paso al invierno, Jack había mejorado
claramente. Los movimientos kata,
al principio torpes y recios, empezaron a fluir, y el bokken se convirtió
en una extensión natural de sus
brazos. Ni siquiera Yamato podía negar sus progresos. Su randori se fue
haciendo más igualado y a
Akiko, sin embargo, no aprobaba la decisión de Jack de entrenarse
Yamato le resultó cada vez más difícil derrotar a Jack.
con Yamato, a pesar de sus
mejoras, y no se cansaba de sugerirle que al regreso de Masamoto
éste podría entrenarlo adecuadamente
en el arte del bokken sin que resultara herido cada dos por tres. Akiko,
no obstante, comprendió
finalmente que Jack no se dejaría disuadir y se resignó a administrar
A cambio
ungüentos Akiko había insistido
medicinales para sanar en que, además de entrenarse en las
los artes marciales
numerosos cortes del
y samurái,
magulladuras Jack
que recibió durante el randori.
debía conocer también los aspectos más elegantes y refinados de lo que
significaba ser un samurái, sobre
todo la formal etiqueta japonesa. Le recordó que Masamoto esperaría que él,
su hijo adoptivo, estuviera
Akiko le enseñó las formas aceptadas de mostrar respeto, así como el
bien versado en sus costumbres, y Jack no podía decepcionarlo.
modo adecuado de sentarse y
levantarse en presencia de un samurái y señor de la casa. Le enseñó
la manera correcta de ofrecer y
recibir regalos, usando ambas manos. Ayudó a Jack a perfeccionar su
japonés, detallando las formas
Jack creía que la cabeza le iba a explotar durante las sesiones de
correctas de dirigirse a personas de diferente estatus y relación.
etiqueta con Akiko. Había tantas
costumbres y códigos de conducta que casi se quedaba paralizado e
inactivo por miedo a ofender a
alguien.
Tal vez por eso disfrutaba de la lucha cuando se entrenaba con Yamato
en el randori: se sentía libre y
dueño de su propio destino.
—¿Al mejor de tres? —propuso Jack un día, cuando los primeros copos de
nieve se posaban sobre el
jardín.
—¿Porqué no, gaijin? —dijo Yamato, adoptando su pose de
lucha.
Akiko, que estaba enseñando a Jiro a marcar en la nieve kan-ji, la
forma de escribir japonesa, les
dirigió su habitual mirada reprobatoria antes de continuar con los estudios de
Jack Jiro.
comprobó su postura, ajustó su tenaza y alzó su kissaki. Yamato
golpeó inmediatamente,
deteniendo el bokken de Jack y empujando. Jack ladeó el cuerpo,
esquivando la hoja, y lanzó su propia
arma
Yamatocontra Yamato.
bloqueó sin esfuerzo y contraatacó con un golpe cortante hacia
arriba. Jack saltó hacia atrás,
mientras la kissaki casi le rozaba la barbilla. Oyó a Akiko dejar escapar un
suspiro
Yamato de
avanzóy preocupación.
alcanzó a Jack en el hombro con un
golpe hacia abajo. Jack gimió.
—Uno para mí —dijo Yamato, saboreando la evidente
victoria.
Continuaron.

Jack no cometió el mismo error esta vez y arremetió directamente contra su


contrincante. Apartó el
bokken de Yamato, empujando la kissaki ante la cara de su oponente.
Yamato retrocedió tambaleándose,
buscando a la desesperada evitar ser golpeado. Atacó salvajemente con su bokken
y Jack tuvo que
Jack lo engañó bajando su kissaki. Yamato divisó la abertura y,
retirarse para evitar ser alcanzado por el remolino de golpes.
alzando su bokken, golpeó la cabeza
expuesta de Jack. Este esquivó a Yamato y le descargó un tajo en
el estómago. Yamato se desplomó,
derrotado por la inesperada maniobra.

Jiro, que había perdido interés en la lección de kanji de Akiko en cuanto


comenzó el randori, dejó
escapar un grito.
—¡Ha ganado Jack! ¡La primera vez! ¡Ha
ganado Jack!
—Iguales a uno, creo —dijo Jack, mientras ayudaba a Yamato
a ponerse en pie.
—Un golpe de suerte, gaijin —susurró Yamato sin aliento quitándose de encima
la mano de Jack.
Encendido por su error, Yamato rompió con la etiqueta del combate y
atacó a Jack sin esperar a
igualar las guardias.
Golpeó rápidamente el bokken de Jack y le descargó un golpe contra el
cuello. Jack consiguió a duras
penas mantenerse fuera de su alcance, retrocediendo para crear distancia entre ambos.
Yamato se lanzó a
los pies de Jack, obligándolo a saltar para esquivar la hoja. Jack perdió el
equilibrio, pero de algún
—¡Yamato...! —gritó Akiko, pero él hizo caso omiso y continuó
modo bloqueó el nuevo golpe que Yamato le lanzaba al estómago.
su ataque.
Yamato colocó su bokken bajo el de Jack, arrancándoselo de las manos y
lanzándolo al aire. Entonces
le Siguiendo
dio con su ataque,en
una fuerte patada elYamato le lanzó de
pecho, empujándolo a Jack el
espaldas arma eldirectamente
contra cerezo. a
la cabeza. En el último
segundo, más por instinto que por conocimiento,Jack la esquivó y sintió el
temblor del árbol al recibir el
azote del bokken contra el tronco y la lluvia de nieve que
caía de sus ramas.
«Esto va en serio», pensó Jack, y atacó con todas sus fuerzas, golpeando con
el hombro la barrigade
Yamato. Su adversario cayó hacia atrás y los dos aterrizaron sobre la nieve
hechos un ¡Basta!
—¡Basta! ovillo. —suplicaba Akiko, mientras Jiro saltaba de emoción ante
el claro empate.
Jack rodó por el suelo, buscando desesperadamente su bokken. Lo vio al pie
del puente y se abalanzó
sobre él para recuperarlo. Yamato lo persiguió de inmediato, gritando con
todas sus fuerzas, y levantando
el Jack bokken
agarró su dispuesto
arma e, para golpear.las
ignorando desesperadas súplicas de Akiko para que se
calmaran, pasó de
largo hacia el puente. Al oír a Yamato tras sus talones, Jack se
volvió,arremetiendo con su bokken contra
la cabeza de Yamato. Las dos armas entrechocaron y las hojas se detuvieron a
escasos centímetros de la
—¡Empate! —gritó Jiro, entusiasmado.
garganta de cada adversario.
Akiko dejó escapar un tembloroso suspiro de alivio ante el empate y
corrió para interceder antes de
que el combate continuara. En ese mismo instante apareció Taka-san y
los dos luchadores bajaron sus
bokken.
—¡Jack-kun! —exclamó acercándose—. El padre Lucius requiere tu presencia.
Es urgente.
Jack supo que eso sólo podía significar una
cosa.
Se despidió de Yamato y Akiko inclinando la cabeza y luego
corrió detrás de Taka-san.
Al entrar en el cuarto del padre Lucius, Jack notó el abrumador hedor del
vómito, el sudor rancio y la
orina. Apestaba a mortalidad.
Una única vela solitaria chisporroteaba débilmente, iluminando la penumbra. En un
rincón, pudo
escuchar la respiración entrecortada del sacerdote.
—¿Padre Lucius?

Jack se acercó a la figura en sombras tendida en el futón. Tropezó


con algo y, al bajar la mirada,
distinguió en la oscuridad un pequeño cubo rebosante de vómito. Jack se
obligó a continuar y se inclinó
juntoLaal vela lechochisporroteó
del sacerdote.
y Jack vio entonces el rostro hueco y
demacrado del padre Lucius.
La piel del sacerdote era de un azul pálido y estaba empapada en sudor. El
poco cabello que le
quedaba, gris y flácido, se le pegabaen los huecos que formaban sus
mejillas hundidas. Gotas de sangre
moteaban sus
—¿Padre Lucius? labios resquebrajados
—dijo Jack, casi ydeseando bajo susque ojosel se extendían
sacerdote oscuras ya
estuviera
muerto sombras.
para que no
tuviera que seguir sufriendo ese tormento.
—¿Jack? —croó el padre Lucius, pasando una lengua pálida por sus
labios entrecortados.
—¿Sí, padre?
—Debo pedirte perdón...

—¿Porqué...?

—Lo siento, Jack... Aunque eres hijo de herejes... Tienes valor...


Hablaba de manera entrecortada,
inspirando profundamente entre cada murmullo. Jack escuchó, entristecido por el
penoso estado del
sacerdote. Era el último eslabón con el otro lado del mundo y, a pesar de
sus constantes prédicas, había
aprendido a respetarlo. También el sacerdote parecía haber llegado a
—Te juzgué
apreciarlo, mal... Disfruté
aunque se de
negara tusa lecciones... Ojalá pudiera
haberte
dejarseconvertir. salvado...
—No se preocupe por mí, padre —repuso Jack para consolarle—. Mi propio
Dios cuidará de mí.
Igual que el suyo.
El padre Lucius dejó escapar un pequeño
sollozo.
—Lo siento mucho... Tuve que decírselo... Era mi deber... —susurró con
lágrimas en los ojos.
—¿Decirle qué a quién? —preguntó
Jack.
—Por favor, comprende... No sabía que estarían dispuestos a matar por él...
Que Dios tenga piedad
de mi alma...
—¿Qué dice? —instó
Jack.
El sacerdote continuó moviendo los labios, tratando de decir algo más, pero sus
palabras no fueron
audibles.
Con una débil tos, el padre Lucius exhaló su último suspiro
y murió.
19
El regreso de Masamoto

El cerezo había perdido ya todas sus hojas y, con sus ramas peladas cargadas
de nieve, parecía un
esqueleto recortado contra el cielo. Jack caminó por el jardín hasta detenerse a
la sombra de su árbol. La
muerte parecía flotar en el ambiente. ¿Qué había querido decir el padre Lucius?
«No sabía que estarían
dispuestos a matar por él.» ¿Estaba hablando del cuaderno de ruta? Si era
así, eso debía de significar que
corríaSus
peligro.
pensamientos quedaron interrumpidos por una suave
voz.
—Lamento mucho la muerte del padre Lucius. Debes de estar
muy triste.
Akiko llevaba un sencillo quimono blanco, y parecía un copo de
nieve en un mundo todo blanco.
—Gracias —dijo,inclinando la cabeza—, pero no creo que fuera
amigo mío.
—¿Porqué dices eso? —susurró Akiko, sorprendida por la frialdad de sus
sentimientos.
Jack tomó aliento antes de responder. ¿Podía confiar en ella? ¿Podía
confiar en alguien allí? Pero
Akiko era lo más parecido que tenía a una amiga. No tenía nadie más a
quien
—Cuando el recurrir.
padre Lucius murió, dijo algo muy extraño. Dio a entender que
alguien querríamatarme,
y luego murió llorando y suplicando el perdón de Dios.
—¿Porqué querríanadie matarte, Jack? —preguntó Akiko, arrugando la nariz en gesto
de sorpresa.
Jack la estudió. ¿Podía extender su confianza y revelarle el secreto
del cuaderno de su padre? No,
pensó, no podía contarle toda la verdad. Al menos,todavía no. El cuaderno
de ruta de su padre era la
única posesión de valor que tenía. Lo único que podía suponer era que ellos
querían, pero como no sabía
—No lo sé. ¿Tal vez alguien a quien no le
quiénes eran esos ellos, cuanto menos se supiera acerca de sus auténticas
gustan los gaijin? —mintió.
intenciones, mejor.
—¿Quién?

—No lo sé. El padre Lucius murió inmediatamente después de


decirme eso.
—Deberíamos contárselo a
alguien.
—¡No! ¿Quién iba a creerme? Dirían que fueron los desvaríos
de un moribundo.
—Pero tú pareces creerlo —dijo Akiko, mirándolo con atención. Sabía que no se
lo estaba contando
todo. No tenía un pelo de tonta, pero Jack sabía también que la cortesía
japonesa le impedía presionar en
buscaJack
de seuna encogió
respuesta. de
hombros.
—Tal vez lo oí mal. No estoy seguro de
lo que dijo.
—Probablemente —respondió ella, dejando correr el tema—. Pero por si acaso
oíste bien,
deberíamos estar más vigilantes. Guarda tu bokken junto a tu cama por las
noches. Le pediré a mi madre
que deje una lámpara encendida. Le diré que tengo pesadillas. Así, cualquier
intruso creerá que alguien
—Gracias, Akiko. Pero estoy seguro de que no será nada —dijo Jack sin
está siempre levantado.
creerse sus propias
palabras.
Pero Jack tenía razón. No sucedió
nada.
El padre Lucius fue enterrado según sus costumbres y Jack regresó a la
rutina de estudiar japonés con
Akiko y kenjutsu con Yamato.
Al cabo de unos cuantos días, un samurái llegó a caballo con una
carta en la que se anunciaba el
regreso de Masamoto a Toba. Tardaría en llegar una semana.
La casa se convirtió en un hervidero de actividad. Hiroko visitó
personalmente el mercado para
asegurarse de que los alimentos favoritos de Masamoto estuvieran en la
casa y contrató ayuda adicional
para que el cocinero preparara el almuerzo de celebración. Chiro fregó los
suelos, lavó las sábanas y los
quimonos, y preparó la habitación de Masamoto. Uekiya barrió los caminos
La noche
y antes de
logró que el la llegada
jardín de Masamoto, todos se acostaron temprano:
queríanprecioso,
pareciera estar frescospara
incluso el
en medio del frío invierno.
día siguiente. Jiro estaba tan excitado que estuvo a punto de derribar las
paredes de papel y Akiko tuvo
que
El intentar
estado de calmarlo
ánimo de varias
Yamato, veces. por otro lado, se había ensombrecido con la
inminente llegada de su
padre y practicó su kata hasta bien entrada la noche, consciente de
que tendría que impresionar a su
progenitor para ganar
Jack permanecía acostado su favor.
en su futón, contemplandoel brillo apagado de la
lámpara a través de la
shoji. La cabeza no paraba de darle vueltas. No tenía ni idea de lo
que podía esperar durante su
audiencia con Masamoto. ¿Tendría que demostrarle su valía, como Yamato? ¿Tendría
que luchar?
¿Tendría que pasar una prueba para mostrar su dominio de la lengua japonesa?
Masamoto
¿O era
las claramente
tres cosas? un ¿Y hombre
si que no esperaba ser cuestionado y un
causaba profundo instinto
alguna seria ofensa por asesino un simple error de etiqueta?
corría por sus venas. Era austero y brusco y las cicatrices que cruzaban
su rostro ponían a Jack en
guardia. ¿Qué había sucedido en su vida para desfigurar tanto a un hombre?
Sin embargo, todos los que rodeaban a Masamoto lo honraban y Akiko
también consideraba que era
«uno de los samuráis más grandes que han vivido jamás». Había ordenado
atender el brazo roto de Jack,
una habilidad que superaba a la mayoría de los cirujanos ingleses
experimentados. Jack era consciente de
que sombra
Una Masamoto era
pasó mucho la
ante más lámpara,
que un rostro cubiertopor
oscureciendo de
un cicatrices
instante y
la una
habitación
espada Jack.
de rápida El
y letal.
muchacho se
tensó instintivamente, pero parecía que fuera no había nadie. Ni siquiera se
había oído ruido de pasos.
Cerró los ojos y, como cada noche, se imaginó a sí mismo en la
proa del Alexandria, regresando a
Inglaterra, triunfal, con su padre pilotando el buque y la bodega repleta de
oro, seda y exóticas especias
de Otra Oriente,
sombra mientras
pasó ante la los
Jess saludaba desde el puerto...
habitación.
Jack abrió los ojos: había percibido que la habitación había vuelto a oscurecerse.
Entonces oyó que
la shoji se deslizaba suavemente.
Nadie entraba nunca en su habitación durante la noche. Muy despacio,
Jack echó mano a su bokken,
que reposaba al borde del futón. Contuvo la respiración y escuchó con
atención.
Oyó el inconfundible crujidode la madera del porche y el levísimo roce de
un paso al detenerse en el
tatami cuando alguien entró en la habitación.
Jack saltó de su futón y chocó contra una rodilla al tiempo que levantaba el
bokken para defenderse.
Un destello de plata pasó ante sus ojos y un shuriken se clavó en la
viga sede quedó
Jack madera
inmóvil. que tenía a su lado.

Agazapado delante de él estaba el Guerrero Sombra mirándolo fijamente


con su único ojo verde.
—Dokugan Ryu —murmuró Jack asombrado.
20
Akiko

Ojo de Dragón vaciló momentáneamente ante la mención


de su nombre.
Jack aprovechó la ocasión. Era imposible que pudiera derrotar al ninja,
pero existía la posibilidad de
que pudiera volver a escapar.
Se lanzó con todas sus fuerzas contra la pared de su habitación. Los finos
marcos de madera se
quebraron y los frágiles recuadros de papel se desintegraron cuando su
Mediocuerpo aturdido
atravesó la
por pared. colisión,
la Jack se puso en pie, agarró su bokken
y, sin mirar hacia atrás, corrió
por el porche.
Jack vio dos sombras que cruzaban el jardín y otra
que entraba en la casa.
¡Akiko! Tenía que advertirla.

El ruido de la shoji al romperse había despertado a toda la casa, y el


cocinero salió al porche para
ver qué sucedía. Todavía medio dormido, se quedó pasmado al ver al
joven gaijin corriendo hacia él, y
JackUn tuvo
segundoque hacerse
shuriken rápidamente
voló entonces a un
por lado
encimapara evitar
del chocar
hombrocon él. de Jack y
fue a clavarse en el cuello del
cocinero. El hombre se quedó tan conmocionado que ni siquiera sintió el
dolor del arma que ahora tenía
clavada en corriendo.
Jack siguió el cuello. Masculló
Ojo de algo indescifrable
Dragón lo y se desplomó en el
suelo.persiguió.
Jack cambió de dirección y atravesó una shoji abierta justo cuando Taka-san
salía empuñando sus dos
espadas.
Ojo de Dragón no esperaba la súbita aparición de Taka-san, que había
calibrado la situación con sólo
una mirada. Taka-san hizo silbar una de las espadas hacia la cabeza del
ninja, pero Ojo de Dragón eludió
el golpe, doblándose sin esfuerzo como la hierba en la brisa: la catana de
Taka-san cortó el aire rozando
Ojo de Dragón se retorció entonces rápidamente y lanzó una veloz patada
el rostro del ninja.
contra el torso de Taka-san,
que empujó al samurái contra una columna cercana.
Ojo de Dragón desenvainó su propia espada de la saya que llevaba a la
espalda y avanzóhacia Taka-
san.
La ninjatô tenía la típica tsuba cuadrada de los ninja, la guardia del mango,
y una hoja más recta y
más corta que la catana de los samuráis, pero no por ello era menos mortífera.
Ojo de Dragón atacó sin
Taka-san
piedad. mantuvo a raya al samurái con su propia descarga de golpes
letales y lo hizo retroceder a lo
largo del porche.

Mientras, Jack entró en otra habitación, donde se encontró con un segundo


ninja. Afortunadamente, el
ninja estaba de espaldas, concentrado en la lucha con otro oponente que lo
mantenía frenéticamente a
raya. Pero la víctima del ninja perdió de pronto el equilibrio y cayó al
suelo. Jack atisbo el rostro de
Yamato, que miraba fijamente a su atacante blanco de miedo. El
—¡Nooooo!
ninja alzó su—gritó Jack.
ninjató para descargar
sobre Yamato el golpe fatal.
Todala confusión, el miedo, el dolor y la furia que había sufridodesde el
asesinato de su padre le
sobrevinieron de pronto con la fuerza de un volcán.
Los ninjas eran responsables de la muerte de su padre, de sus amigos, de
su tripulación, y ahora
atacaban a la única familiaque conocía. Jack se dejó llevar por un impulso
agresivo y, sin pensárselo dos
veces, atacó al
Sorprendido, ninja.
el ninja se dio media vuelta y levantó la ninjató dispuesto
para atacar, pero Jack
descargó el bokken con todas sus fuerzas contra el brazo derecho de su
enemigo. La muñeca del ninja se
quebró con
Jack preparó un crujidoterrible
su arma para un y elsegundo
hombre ataque,dejó escapar
tratando un
de aullido de
recordar
todo dolor.
lo que Yamato le había
enseñado. Apuntó a la cabeza del ninja.
El ninja esquivó el golpe milagrosamente, y se lanzó al suelo para recoger
con la mano izquierda la
espada que había dejado caer. El ninja miró fijamente a Jack y le soltó un
gruñido. Su muñeca rota
colgaba inútil junto
Jack retrocedió: de aprontosuse costado.
había dado cuenta del peligro que corría. ¡Estaba
intentando luchar
contra un ninja!
El ninja cogió con fuerza la espada y Jack advirtió que su oponente no se
sentía muy cómodo usando
el brazo izquierdo. Consciente de que sólo podría intentar un golpe, Jack rezó
para que esta pequeña
ventaja le diera la ocasión que necesitaba. Pero ¿dónde debía golpear?
Cada vez que se movía, el ninja
Entonces el duelo de Masamoto destelló ante sus ojos... El farol que había
se disponía inmediatamente a contrarrestarlo.
hecho que Godai se
confiara y que le había dado a Masamoto la victoria.
Jack dejó caer su kissaki, fingiéndose derrotado, exactamente tal como lo había
hecho Masamoto.
El ninja, creyendo que tenía la batalla ganada, sonrió y avanzó. Bajó el
arma para cercenarle a Jack
la cabeza con un revés. En el último segundo, Jack enderezó su bokken y
le asestó a su oponente un golpe
en el estómago. El ninja cayó al suelo como un jabalí abatido. Jack giró
sobre sus talonesy descargó con
Jack se alzó sobre el cuerpo caído, sorprendido de su propia fuerza, con el
fuerza su bokken contra la nuca del hombre. Con un golpe sordo, el ninja
bokken temblando
quedó inconsciente en el tatami.
descontroladamente en sus manos y la adrenalina corriendo por sus venas.
—¿Dónde has aprendido ese movimiento? —preguntó Yamato, poniéndose
rápidamente en pie.
—Vi a tu padre hacerlo —respondió, sin aliento, con la
boca seca y pastosa.
—Arigatô, gaij... Jack —dijo Yamato, corrigiéndose deliberadamente y haciendo una
breve pero
respetuosa inclinación. Sus ojos se cruzaron y, durante un segundo, un
silencioso lazo de camaradería les
unió. —Tenemos que encontrar a Akiko —dijo Jack con urgencia, rompiendo
el momento.
—¡Hai, sígueme!

Y Yamato salió corriendo al porche y corrió hacia la habitación de Akiko


seguido de cerca por Jack.
Todavía podía oírse a Taka-san luchando con Ojo de Dragón. Jack miró por
encima de su hombro y
vio que el samurái expulsaba al ninja hacia el pequeño puente.
—Escucha —susurró Yamato.

Pero desde el exterior la habitación de Akiko parecía


ominosamente silenciosa.
Yamato descorrió la shoji y descubrió el cuerpo inerte de una muchacha
cuya sangre se esparcía en un
gran charco rojo por todo el tatami.
—¡NO! ¡Akiko! —gritó
Jack.
Yacía boca abajo en el suelo, con los brazos extendidos como si tratara en
vano de escapar a la
muerte. Jack se arrodilló junto al cadáver con los ojos anegados en
lágrimas. Extendió la mano y le retiró
cuidadosamente el
Jack miró ansiosamente a pelo de la
Yamato. cara, ¿Dónde descubrir
para los rasgos de porcelana de
Chiro,estaba
su Akiko?
criada.
Entonces oyeron movimientos en la habitación de al lado. Abrieron la shoji
interior y vieron a Akiko
enfrentándose no a uno, sino a dos ninjas armados. Empuñaba una vara corta en
una mano y su ohi
desplegado
Uno de en
los la
ninja otra.
iba armado con un corto tanto y el otro, con una
ninjatô. Atacaron simultáneamente.

Akiko no vaciló. Lanzó la larga banda de su ohi contra los ojos del
ninja de la espada. El arma
chasqueó como un látigo contra su cara, cegándolo momentáneamente. El ninja del
tanto se abalanzó
contra Akiko e intentó acuchillarle la cara. Con un rápido movimiento, Akiko lo bloqueó
con su vara, se
interpuso entre los dos ninjas, y descargó la mano del ohi contra el
El otro
cuello de ninja
su emitió un
atacante. siseo
El venenoso
ninja, y corrió hacia Akiko espada en mano. Ella se
aturdidovolvió hacia
por su
el golpe, soltó su tanto y retrocedió tambaleándose hacia la
atacantepared y,
del haciendo
fondo. retroceder rápidamente su obi, lo envolvió alrededor del
brazo extendido del ninja.
AlJack tirar del obi,
gritó inmediatamente sin embargo, Akiko se
una advertencia. Pero acercó
Akiko aleludió rostro el
hábilmente arma
la enemiga.
hoja y la
guió
resueltamente hacia el otro ninja. Su atacante perdió el equilibrio y, al no
poder detener su impulso hacia
Akiko
delante,había sido
clavó tan
la rápida
espada que,
en en
el cuanto
pecho Jack
de ysu Yamato
camarada. habían entrado en la
habitación, todo había
prácticamente terminado. El ninja retiró su espada, pero ya era demasiado tarde. Su
camarada,
ahogándose en sangre,se desplomó muertosobre el tatami.
Al volverse, el ninja se enfrentó a los tres muchachos: ¡un chico, una
chica y un gaijin! Los
muchachos defendieron su terrenoalzando sus armas como uno solo. Impresionado por su
arrojo, el ninja
miró —¿Cómo...
a su cómocamarada
has caídoeso?
hecho y escapó.
—tartamudeó Jack, asombrado por la habilidad
de Akiko.
—Las mujeres japonesas no sólo llevan quimonos, Jack —respondió ella, indignada
ante su
incredulidad.
En el exterior, oyeron gritar a
Taka-san.
—¡Rápido! Taka-san necesita nuestra ayuda —ordenó
Akiko.
Salieron corriendo al jardín justo a tiempo de ver a Ojo de Dragón
atravesando a Taka-san con su
espada. Los tres gritaron con toda la fuerza de sus pulmones y atacaron
a Ojo de Dragón como un solo
hombre.
Ojo de Dragón abandonó al derrotado Taka-san y, tras retirar su espada,
se volvió para enfrentarse a
los tres chicos. Taka-san se desplomó al pie del puente, agarrándose el
estómago herido y escupiendo
sangre.Jack, Akiko
—¡Jóvenes samuráis! y Yamato
¡Qué novedoso!formaron un
—exclamó anillo
Ojo protector
de Dragónen torno a
echándose su
a
reír amigo
ante la caído. absurda
visión de tres chicos empuñando armas—. Pero no demasiado jóvenes para morir —
añadió, con siniestra
maldad.
De la oscuridad surgieron otros dos ninjas, con las armas preparadas. Jack advirtió
que uno de ellos
se sujetaba contra el pecho la muñeca rota. «Está claro que no lo he
golpeado lo bastante fuerte», pensó
con —Elamargura.
cuaderno de ruta —susurró Ojo de Dragón, clavando su único ojo
en Jack—. ¿Dónde está?
21
Niten Ichi Ryû

—No sé... —dijo Jack de rodillas tratando de encontrar una respuesta—. El


padre Lucius lo cogió.
Akiko y Yamato intercambiaron una mirada de desconcierto: ¿era Jack la razón de
que los atacasen?
—¡Mientes! —replicó Ojo de Dragón—. No estaríamos aquí si ellos no
hubieran sabido que eres tú
quien lo tiene.
De repente se oyó un agudo silbido en el aire y un sonido sordo: el
ninja de la muñeca rota cayó de
bruces al suelo, con una flecha temblando en su espalda.
—¡Masamoto! —exclamó con odio Ojo de
Dragón.
Masamoto, con ambas espadas desenvainadas, entró a la carga en el jardín
acompañado por cuatro
samuráis más. Otros tres samuráis corríanpor el porche, cargando sus arcos con
flechasnuevas.a
—Volveremos vernos, gaijin —aseguró Ojo de Dragón antes de huir por
el puente con los demás
ninjas.
Las flechasde los samuráis empezaron a volar por los aires, y Yamato tiró
con fuerza de Akiko y Jack
para que se echaran al suelo. La primera flecha alcanzó al último ninja en
la pierna. La segunda le
atravesó la garganta. La tercera apuntaba a Ojo de Dragón, pero el
ninja saltó como un gato hacia el
cerezo y la flecha fue a clavarse en el tronco. Ojo de Dragón se
colgó de la rama inferior y se lanzó
ágilmente por
—¡Por Akuma! encima¿Quién de erala ése? tapia —preguntó
para desaparecer
Masamoto en cuandola oscuridad
alcanzó de la
noche.a los muchachos.
—Ojo de Dragón —respondió Jack poniéndose en
pie.
—¿Dokugan Ryu? —repitió Masamoto desconcertado gritándole tras unos instantes
al samurái más
cercano—: ¡Capitán! ¡Desplegaos! Asegurad la casa. Llamad a todos nuestros
samuráis de la aldea. ¡Por
la El memoria
capitán de mi
repitió las hijo
órdenesTenno,encontrad
a su agrupo ese
de Dragón
samuráis yy destruidlo!
todos
desaparecieron en la noche. Masamoto
le indicó a Hiroko y a un fornido samurái que se acercaran
desde la casa y, volviéndose hacia Jack,
Akiko y
—Kuma-san Yamato, cuidaráque seguían
de arrodillados
vosotros. Es junto
uno ade Taka-san,
mis samuráis intentando
más coger
leales. en
No
brazos
te al herido,dijo:
preocupes por Taka-san,
Akiko —añadió, advirtiendo la preocupación en la mirada de la muchacha—.
Haré que lo atiendan
adecuadamente.
Al día ¡Ahora,
siguiente, marchaos!
Jack, Akiko y Yamato fueron convocados a los
aposentos de Masamoto.
—Sentaos —les ordenó,
cortante.
Masamoto estaba sentado en su lugar habitual, en la plataforma elevada,
pero esa mañana le pareció a
Jack menos compuesto que en ocasiones anteriores. Sus cicatrices estaban más
inflamadas y su voz era
tensaHirokole
y ronca.sirvió sencha.

—No se ha encontrado a Dokugan Ryu —dijo con brusquedad, claramente


insatisfecho por el fracaso
de sus samuráis—. Mis exploradores habían avistado a ninjas de la aldea
Matsuzaka, a diez ri de aquí.
Vinimos tan rápido como pudimos. Sin embargo, nuestros caballos no fueron lo
bastante veloces para
—Masamoto-sama, ¿puedo preguntarte cómo está Taka-san? —inquirió
salvar a Chiro.
Akiko.
—Está bien, Akiko-chan. Su herida es profunda, pero me han dicho que se
recuperará con el tiempo.
Dokugan Ryu es un enemigo formidable y Taka-san luchó con valor.
Masamoto los estudió a
los tres.
—Sin embargo, tuvo suerte de poder contar con vosotros tres. Actuasteis con
verdadero bushido.
¿Sabes lo que es eso, Jack-kun?
—No, Masamoto-sama —respondió Jack inclinando la cabeza como le había enseñado
Akiko.
—Bushido significa «Camino del Guerrero», Jack-kun. Es nuestro código de
conducta samurái. No
está escrito, ni se dice. Es nuestra forma de vida. El bushido sólo se
conocea
Masamoto diotravésunde profundo
la acción.
sorbo a su
sencha y prosiguió.
—Las siete virtudes del bushido son Lealtad, Honestidad, Benevolencia,Respeto,
Honor,Integridad
y Valor. Anoche, Yamato, Akiko y tú demostrasteis tener estas virtudes a
Dejó través
que de el vuestras
peso de acciones.
sus palabras colgara en el aire. Los tres se
inclinaron profundamente para
mostrar su agradecimiento.
—Sin embargo, tengo una pregunta. Me sorprende que Dokugan Ryu asome de
nuevo la cabeza por
aquí. No puedo creer que siga a las órdenes de los enemigos de mi
daimyo. Esa amenaza ha pasado. Los
hombres responsables de ese intento de asesinato están todos muertos, por mi
propia mano. Sólo puedo
suponer que tiene una nueva misión, pero no sé por qué mi familia
Jack
está permaneció en silencio,
involucrada. ¿Dio alguna sintiéndose acalorado e incómodo. Podía sentir los
ojos de
indicación de Masamoto
por qué se atrevió a atacar el santuario de este hogar?
sobre él. ¿Debería revelar la verdad sobre el cuaderno de ruta? Su padre le
había ordenado estrictamente
que lo mantuviera en secreto. Y hasta que Jack no supiera quién lo
quería, no podía revelar el verdadero
—Jack... —empezó a decir
propósito del diario a nadie, ni siquiera a Masamoto.
Yamato.
Pero Akiko miró a Yamato, declarando claramente con los ojos que era deber de
Jack, y no de
Yamato, decírselo a Masamoto.
—¿Sí, Yamato?
—Jack... —empezó a decir Yamato vacilante— me salvó la vida. Derrotó a
un ninja con su bokken.
—Jack-kun, ¿tienes habilidad con las armas?Vaya, has superado mis expectativas —dijo
Masamoto,
con expresión satisfecha, al parecer olvidando sus preguntas sobre Dokugan
Ryu—. La primera vez que
te—Fuevi ya
el sentí que
entrenamientodeposeías Yamatofuerza deel carácter.
que lo De
hizo hecho,
posible,la esencia
Masamoto-sama del
espíritu
—respondió bushido.
Jack, ansioso
por dar a Yamato el crédito debido para impresionar a su padre.
También esperó que eso desviara la
conversación
—Excelente.del cuaderno
Pero él de
no ruta.
es ningún maestro —declaró Masamoto sin malicia
ni mala intención, pero
hiriendo el orgullo de Yamato.
A Jack le supo mal por el muchacho: nada de lo que hacía parecía
merecer el respeto de Masamoto.
El padre de Jack, en cambio, siempre había estado dispuesto a reconocer sus
logros. De pronto, una
punzada de pesar atravesó su corazón: qué orgulloso se habría sentido su
padre de él. ¡Había derrotado a
—Jack-kun. Has demostrado ser digno de seguir el Camino del Guerrero. Decreto
un ninja!
por tanto que
debes entrenarte con Yamato en la Niten Ichi Ryû, mi «Escuela de los
Dos Cielos». Mañana partiremos
para Kioto.
22
El camino de Tokaido

Cuando apenas había amanecido, Jack se despertó con el ruido de cascos de


caballos y el cortante grito
de un samurái que ordenaba a sus tropas que se detuvieran ante la
casa. las
Jack reunió pocas pertenencias que tenía: su otro quimono, su obi, sus tabi, un
par de sandalias, el
bokken que ahora era suyo y, lo más importante, el cuaderno de ruta de
su padre. Cogió el diccionario del
sacerdote, dispuesto a cumplir con su promesa y entregárselo al padre
Bobadilla en Osaka cuando se
presentara la ocasión, y lo guardó en una mochila. Después se
Una fina bruma
aseguró de anaranjada
colocar se
el alzaba
cuadernosobre el
en cielo
el de invierno y Jack apenas
fondo, apudo salvo
distinguir
de la
ojos espías, y salió al porche.
silueta del cerezo,con sus ramas recortadas contra el prístino paisaje blanco. La
flecha del samurái aún
seguía clavada en el tronco,como un recordatorio letal de que Ojo de Dragón
estaba ahí afuera, en alguna
—Buenos días, Jack-kun.
parte, dispuesto a apoderarse del cuaderno de ruta. Jack se estremeció al
pensarlo. el
Uekiya jardinero se había acercado y
presentaba sus respetos.
—Buenos días, Uekiya-san. ¿Qué haces levantado tan
temprano?
—Jack-kun, por favor, acepta este humilde
regalo.
El anciano le entregó una cajita de madera y, al retirar la tapa,
Jack descubrió una planta diminuta en
su interior.
—¿Qué es? —
preguntó.
—Es un bonsái —explicó Uekiya—. Un diminuto sakura,un cerezo,como el de
este jardín, junto al
que sueles sentarte.

Jack examinó la pequeña planta. Era un árbol perfecto, pero sólo algo
más grande que su mano
abierta.
—El sakura florece en abril —explicó Uekiya con ternura—. La flor es breve,
pero hermosa. Como
la vida.
—Arigatô, Uekiya-san. Pero yo no tengo nada que darte
a cambio.
—Eso no es necesario. Me ha producido un gran placer verte disfrutar en
mi jardín. Es todo lo que un
viejo jardinero puede desear.
—¡Jack-kun! ¡Jack-kun! —gritó Hirokosaliendo de la casa—. Debes darte prisa.
Es hora de partir.
—Cuando estés en Kioto, cuida de este bonsái y recuerda al viejo Uekiya
y su jardín, ¿quieres?
—Lo haré —dijo Jack, inclinándose para mostrarle su gratitud, y entonces se dio
cuenta de que
echaría mucho de menos el solaz que había descubierto bajo el cerezo.
Hiroko lo dirigió a la parte delantera de la casa. Jack miró por encima
de su hombro una última vez y
vio al anciano todavía inclinado, mostrándole su respeto. Estaba tan quieto que
parecía formar parte del
propio jardín.
—¿Cómo debo cuidar el bonsái? —le preguntó Jack
alzando la voz.
Uekiya alzó la
cabeza.
—Riégalo un poco cada día, pero no demasiado... —empezó a decir, pero el
resto de sus palabras se
perdieron cuando Jack dobló la esquina.
Hiroko lo condujo a través de la puerta principal, donde un grupo de
samuráis esperaban con sus
caballos. Estaban haciendo los últimos preparativos para el viaje y, a la
cabeza de la columna, junto a
Masamoto,
—Un iba
momento,Yamato. Jack-kun —dijo Hiroko, y, tras desaparecer en la casa,
regresó casi de inmediato con
un quimono perfectamente doblado. Jack se dio cuenta enseguida de que era de
seda, de un color burdeos
oscuro,
—Lo ynecesitarás
estaba decorado
para las con la
ceremonias insignia
y del
festivales. fénix
Lleva deel Masamoto.
mon del fénix, el
símbolo familiar de
Masamoto —dijo Hiroko, los ojos llenos de lágrimas por su partida—. Estarás
más seguro bajo el ojo
protector
—Arigatô, de Masamoto-sama
Hiroko-san —dijo Jack, que aquí. el
aceptando regalo con ambas manos y admirándolo—.
Es
magnífico.
Un fornido samurái de oscuras cejas tupidas y bigote que parecía
crecerle directamente de los
agujeros de la nariz se acercó a caballo. Iba vestido con un quimono
marrón oscuro y un chaleco de
montar.
—Jack-kun, Jack tienes
lo que reconoció:
cabalgar era conmigo
el samurái
—ordenó,de dando confianza de
una palmada Masamoto,
en la
Kuma-san.
grupa del caballo.
Jack colocó con cuidado el quimono dentro de su mochila, junto con el
bonsái,y lo guardó todo en
una alforja vacía. Kuma-san le ofrecióla mano y Jack montó.El samurái le
entregó entonces una gruesa
capa —¡Ypara acuérdate
que se deprotegiera bañarte! del —lefrío. aconsejó Hiroko, dirigiéndole a
Jack una sonrisatriste.
Mientras trotaban a la cabeza de la marcha, Jack notó que los ojos le
ardían de repente y contuvo las
lágrimas. Le entristecía dejar Toba. Ese lugar había sido su hogar durante los
seis últimos meses. No
tenía ni idea de cuándo regresaría, ni siquiera si lo haría alguna
vez. Se despidió de Hiroko, que le
devolvió el saludo inclinando la cabeza. Entonces Jack se dio cuenta de
que no había visto a Akiko.
¿Dónde
Al cabo de estaba?un Tenía laque divisó
rato, despedirse
detrás dede ella. grupo
un Jack de miró samuráis
desesperadamente
a a
caballo. su
alrededor, su
Cabalgaba incapazpropio corcel
de
bajar del
blanco, caballo.mismo que Jack había visto su
el primera mañana en Japón.
—¡Akiko! —gritó Jack—. Me preocupaba no poder
decirte adiós.
—¿Adiós? —repuso ella mirándole con expresión perpleja y acercándosele al
trote—. Pero Jack, si
yo también voy a Kioto.
—¿Qué? Pero si vamos a entrenarnos para ser
guerreros samuráis.
—Las mujeres también son samuráis, Jack —dijo Akiko ofendida, y acicateó
a su caballo antes de
que Jack tuviera tiempo de responder.
Se oyó el grito de «¡Ikinisai!», y la columna de
caballos se puso en marcha.
Jack vio que alguien corría junto a
su caballo.
—Adiós, adiós, Jack Fwesher. ¡Adiós! —gritó Jiro
con entusiasmo.
—Adiós, Jiro —respondió Jack, agitando la
mano.
Los samuráis empezaron a subir por la colina dejando al niño perdido
en una nube de nieve.
Una vez hubo dejado atrás la bahía, la tropa de samuráis serpenteó a lo
largo de los campos de arroz
de la colina hasta llegar a una estrecha carretera de tierra. Desde la falda de
la colina, Jack contempló el
puerto de Toba. Desde allí le parecía muy pequeño y los barcos eran como
pétalos en un estanque. El
toril, que marcaba la entrada a la bahía, ardía como el fuego bajo las
Kioto
luces del estaba
alba. Ya cuarenta
entonces ri, unos ciento cuarenta kilómetros de Toba, según le
había dicho
desapareció, perdidoKuma-san tras ala curva de la colina.
Jack. Cabalgarían hasta mediodía, descansarían, y luego pernoctarían en la aldea de
Hisai. Desde allí, el
día siguiente se dirigirían a Kameyama y tomarían la carretera de
Tokaido, tierra adentro, para acercarse
La ruta estaba libre de tráfico,aunque por el camino encontraron pequeños
a Kioto desde el extremo sur del lago Biwa. El viaje completo duraríatres
brotes de vida: aldeas de
días.
pescadores en cuyas orillas fondeaban algunas barcas y en las que se divisaban
pescadores reparando sus
redes; campos moteados donde granjeros atendían las heladas terrazas de
arroz; un mercado de verduras
local; una posada junto al camino, abierta a los negocios; perros medio
salvajes que ladraban y
perseguían
Jack advirtióa los
que caballos;
ante la un mercader
presencia de solitario
Masamoto que y se
su dirigía al
séquito, camino
todos los
de Tokaido,
aldeanos la
hacían una espalda cargada
de artículos.
reverencia de profundo respeto y no volvían a levantar la cabeza
Cuandohasta seque detuvieron
todos habían apasado.almorzar en una posada que había junto al camino,
Jack buscó a Akiko y la
encontró atendiendo a su caballo.
—Es un hermoso caballo —señaló Jack sin saber muy bien qué decir después
del grosero comentario
que le había hecho a Akiko esa mañana.
—Sí, Jack. Era de mi padre —respondió ella, sin
mirarlo.
—¿De tu padre? ¿Qué le
—Mi padre se sucedió? llamaba Date Kenshin. Fue un gran guerrero, pero murió a
manos de sus enemigos. No
se le permitió cometer seppuku, y fue por tanto
avergonzado en la muerte.
—Lo siento. No sabía...—dijo Jack con expresión perpleja—. ¿Qué es
seppuku?
—Un ritual de suicidio. Habría sido una muerte honorable para mi
padre. Pero no te preocupes.
Sucedió hace ya mucho tiempo. Yo sólo tenía dos años. Este caballo y las
espadas de la casa de mi madre
sonJack todo
recordólo que
las me
espadasqueda deroja él.
y negra que colgaban en la pared del
comedor de Hiroko. Eso le hizo
pensar en la única prueba que poseía de la existencia de su padre: el cuaderno
de ruta. Reconoció en los
ojos de
—Bueno, Akiko
lo lasiento misma
de amarga
todos modossensación —dijo,de pérdida
deseando que
poder élconsolarla
experimentaba
más—.
cada
Tambiéndía. deseaba
pedirte disculpas por lo de esta mañana. Te he molestado. No tenía ni
idea de que una mujer pudiera ser
samurái.
—Acepto tus En Inglaterra,
disculpas, son
Jack —dijo ella, hombres
sólo los inclinando los la que
cabeza,luchan. y su rostro se
iluminó—. A veces
olvido que no eres japonés.
—¿Cómo es posible? ¿Quién más tiene aquí el pelo rubio y la nariz
grande? —dijo él señalando la
turba de samuráis de pelo oscuro y rasgos finos que había en la posada.
Un Ambos
samurái se
se rieron
acercó,con ganas.
con expresión intrigada en el rostro, y les
entregó a cada uno un cuenco de
arroz y pescado ahumado.
—Siempre ha habido mujeres samurái, Jack —dijo Akiko, mientras se
sentaban a comer—. Hace
seiscientos años, en la época de la gran Guerra Gempei, vivió TomoeGozen,cuyas
valerosas acciones
son —¿Elhonradas
Heike qué?con —preguntó
un versoJack,
en la el boca Heikellena
Monogatari.
de
arroz.
—El Heike Mono-ga-tari es el relato épico de la lucha entre los clanes Taira y
Minamoto por el
controlde Japón. TomoeGozen fue una generala del poderoso daimyo Minamoto
Yoshinaka. Cabalgaba y
luchaba
—Por con
favor, la
continúa misma valentía
—la animó y Jack, destreza
cogiendo que
con cualquier
los palillossamuráiotra varón.
porción
de pescado ahumado
—. ¿Cómo era?
—El Heike describe a Tomoecomo excepcionalmente hermosa, con piel blanca,
largo pelo negro y
formas encantadoras. Era una arquera destacada, y una espadachina que valía por mil
hombres, siempre
dispuesta
—Parece a enfrentarse
que era a
una dioses o
mujer demonios, ya fuera sobre el caballo o
a pie.
imbatible.
—Para muchos samuráis lo era. Algunos la creían tan poderosa que
estaban convencidos que era la
reencarnación de una diosa del río.
Akiko soltó su cuencoy miró a Jack a
—Podía losdomarojos. caballos salvajes con habilidad sin par; y podía bajar por
montañas escarpadas sin
hacerse un rasguño. Cada vez que una batalla era inminente, Yoshinaka la
mandaba como su primer
capitán. Usaba una catana y un potente arco, y realizaba más acciones
valerosas que ninguno de sus otros
guerreros.
Jack guardó silencio. En el fervor de Akiko había algo más que simple
respeto por los logros de
TomoeGazen.Akiko tenía claramente algo que demostrar... Como samurái mujer que era.
—¿Qué quiso decir Ojo de Dragón con eso del cuaderno de ruta...? —
preguntó Akiko de repente
bajando la voz para que los demás samuráis allí presentes no la oyeran.

—Bueno... No lo sé. —La pregunta de Akiko lo había pillado por sorpresa.


Jack sabía que su
respuesta era insuficiente. Los remordimientos de conciencia le habían
acompañado desde que había
decidido
—PeroOjo no dehablarleDragón a te nadielo del exigió.
cuaderno
¿Qué esde ruta.
ese cuaderno?
—No es nada... —Jack hizo ademán de marcharse. No estaba acostumbrado a que
Akiko le hiciera
preguntas tan directas.
—Jack, tiene que ser una nada muy poderosa para que Ojo de Dragón
arriesgue su vida por
conseguirla... ¡y para que Chiro pierda la suya! —exclamó indignada.
Había subido tanto la voz que algunos de los samuráis levantaron la
cabeza de sus bols para
observarlos. Akiko forzó una sonrisaserena e inclinó la cabeza en señal de disculpa y
todos siguieron
comiendo.
Jack observó a Akiko durante unos instantes. ¿Podía realmente
confiaren ella?
Tenía que hacerlo. Era su única
amiga.
—Es el diario de mi padre —admitió
finalmente.
—¿Un diario?

—Bueno, no exactamente. Es una ruta, una guía de los océanos del mundo.
Mi padre me dijo que
aquel que lo posea podrá dominar los mares —explicó Jack—. Su conocimiento no
tiene precio, y es la
única—Pero¿por
esperanza qué que notengosede lo volverdijiste
algunaa vez a casa.
Masamoto?
—Porque mi padre me hizo jurar que sería un secreto. Cuantamás gente sepa de
su existencia, más
peligroso será para todos nosotros. No sé en quién puedo confiar.
—Bueno, puedes confiar en mí. Guardé silencio por tu causa...
Igual que Yamato. Y puedes estar
seguro de que no diré nada.
—¿Y Yamato? ¿Puedo confiaren él de verdad?
—preguntó Jack.
La llamada del samurái que encabezaba la columna los interrumpió. Los
demás samuráis se
reagruparon rápidamente preparando la partida.
—Tenemos que irnos —dijo Akiko, dejando la pregunta sin
contestar.
Akiko montó en su corcel y Kuma-san se acercó cabalgando sin dejarle a
Jack tiempo de insistir.
Luego,en una larga fila de a dos, partieron camino abajo.
Al anochecer, llegaron al pueblo costero de Hisai. La calle principal
presumía de tener dos
albergues, y Kuma-san reservó alojamiento en el mejor.
Al día siguiente, se levantaron temprano e hicieron rápidos progresos
hacia Kameyana, un bullicioso
pueblo situado en el camino principal entre Edo y Kioto. Ése fue el
punto donde tomaron el camino de
Tokaido.
El camino tenía poco más de unos cuantos metros de ancho, pero
estaba atiborrada: había
mercaderes, samuráis, viajeros, porteadores extenuados que se calentaban junto al
fuego. Algunos
llevaban sombreros de paja redondos y grandes mochilas cuadradas. Otros
avanzaban cargados con
bolsas de tela y la cabeza envuelta en grandes pañuelos de cuadros. Los
pocos que iban a caballo eran
todos
A samuráis.
medida La
que fueron recorriendo pareció
escena le el camino,a Jack
pasaronun poco
ante extraña,
pequeños pues, a
diferencia
montículos de
flanqueados lo
por que ocurría
un en
cualquier
árbol a carretera
cada lado. inglesa, no había carros ni ningún tipo de vehículo tirado por
caballos.
—¿Qué son, Kuma-san? —preguntó Jack, señalando
uno.

—Indicadores de distancia. Ahora estamos a diecisiete ri de Kioto —


explicó Kuma-san.
Cerca de aquellos indicadores acostumbraba a haber siempre algún mercader
ocasional dispuesto a
vender sus mercancías o algún albergue que ofrecía a los viajeros alojamiento y
vituallas. Pasaron ante
un mercader muy viejo instalado junto a un árbol del que colgaba una
tetera: vendía sencha recién
Y entonces, en la distancia, el tráfico peatonal empezó a
preparado a los transeúntes.
dispersarse. Jack oyó un grito lejano:
—¡Abajo! ¡Abajo!

Y la carretera que se extendía ante ellos se cubrió de pronto de


japoneses postrados en el suelo.
— Jack-kun, desmonta e inclínate. ¡Ahora! —le ordenó
urgentemente Kuma-san.
Jack hizo lo que le indicaba y Kuma-san se
colocó a su lado.
El anciano vendedor de té, sin duda sordo, no había oído el aviso y
estaba tan concentrado
preparando una infusión que no advirtió el convoy que se acercaba.
Todos se habían inclinado en el suelo
excepto
Jack se él.
incorporó y trató de llamar la atención del anciano, pero Kuma-san
lo obligó a agachar la
cabeza justo cuando el primer samurái pasaba a caballo; su espada pasó a
apenas un pelo de la cabeza de
Jack.
El samurái a caballo miró a Jack con mala cara. Entonces, sin romper
el ritmo, volvió a alzar su
espada y le cercenó la cabeza al viejo mercader.
El contingente de samuráis armados pasó de largo, seguidos de una procesión
de samuráis, hombres
uniformados y ayudantes que sostenían en alto pintorescos estandartes azules,
amarillos y dorados. En
medio del convoy viajaba un brillante palanquín lacado, una pequeña
silla de sedán de madera con
Al pasar, Jack atisbó en el interior del palanquín a un hombre de
cortinas, transportada por cuatro hombres sudorosos en taparrabos.
rostro orgulloso que observaba sin
interés el cadáver del mercader que yacía en el suelo.
—¿Quién era ése? —susurró Jack
conmocionado.
—El Daimyo Kamakura Katsuro que regresa a Edo —dijo Kuma-san, con
desprecio—. Insiste en que
se le muestre un respeto absoluto.
La procesión continuó por el camino de Tokaido, dispersando peatones
como si fueran hojas
humanas.
23
Butokuden

—¡Jack-kun! ¡Kioto! —exclamó Kuma-san la tarde siguiente, sacando a Jack del


sopor en el que lo había
sumido el suave balanceo del caballo—. ¡El corazón de Japón, donde vive el
gran los
Jack abrió emperador!
ojos. El camino de Tokaido terminaba en un magnífico
puente de madera bajo el que un
ancho río fluía perezosamente. El puente rebosaba de gente que iba y venía en
un exótico fluir de color y
sonido. Pero en cuanto la multitud vio aproximarse a Masamoto y sus
samuráis, se abrió como una ola al
Una vez cruzado el puente, Jack pudo ver la
chocar contra las rocas y una inclinación uniforme onduló mientras la tropa pasaba.
amplia extensión de Kioto.
Una enorme ciudad de villas, templos, casas, jardines, tiendasy albergues cubría el
lecho del valle.
Montañas forradas de cedros la rodeaban por tres lados y en sus pendientes
se distinguían altares aquí y
allá. Al noreste de la ciudad se elevaba el más magnífico de aquellos
picos, coronado por los restos de
—El monte Hiei —dijo Akiko acercándose a Jack en el puente en compañía de
un enorme templo y su complejo.
Yamato—. Era la
sede del Enryakuji, el monasterio budista más poderoso de Japón.
—¿Qué le ocurrió? —preguntó Jack, sorprendido por los centenares de edificios,
templos y
estructuras quemadas que cubrían sus faldas.
—El gran general Nobunaga invadió el monasterio hace cuarenta años —
dijo Kuma-san—. Prendió
fuego a todos los templos y ejecutó a todos los monjes.
—Pero¿por qué?

—Cuando se fundó Kioto hace casi mil años —respondió Akiko—, el emperador
Kammu estableció
un monasterio en el monte Hiei para proteger a la ciudad de los espíritus
malignos. Los monjes tenían la
responsabilidad
—Incluso de suproteger
tenían Kioto.
propio ejército de sohei —añadió
Yamato.
—¿Sohei?

—Feroces monjes-guerreros entrenados en las artes marciales —explicó Kuma-san—.


Nobunaga
desafió su controlde Kioto y sus fuerzas asaltaron la montaña y
conquistaroneran
—Perosi a loslos guardianes
sohei. de Kioto, ¿por qué los destruyó
Nobunaga?
—Nobunaga no fue el destructor de este monasterio —dijo Kuma-san
vehementemente—. Los monjes
se habían vuelto demasiado ricos, demasiado poderosos, demasiado avariciosos. ¡El
destructor del
monasterio fue qué
—¿Entonces el protege
monasterio ahora
mismo!
a Kioto de los
espíritus malignos?
—Hay muchos otros monasterios, Jack —dijo Akiko—. Kioto es una ciudad de
templos. Mira, allí,
en aquella pendiente empinada, por encima de los árboles, se ve el
templo Kiyo-mizudera... El Templo
del —¿Qué
Agua Clara.esProtege la la
Otowa-no- fuente del río Kizu, la Otowa-no-taki.
taki?
—La cascada de «El sonido de las plumas». Dicen que beber de sus
aguas cura cualquier
enfermedad.
Jack contempló la elevada pagoda del templo hasta que
desapareció de la vista.
Mientras serpenteaban por las estrechas calles y callejas de Kioto, Akiko fue
señalando los diversos
altares y puentes de su ruta. Cada calle parecía tener su propio altar.
Finalmente, avanzaron por una calle
que desembocó en una gran avenida pavimentada dominada por una magnífica
portalada de madera,
—Kioto Gosho —susurró Akiko con total
acabada en un gran tejado curvo recubierto de pan de oro.
reverencia.
—El Palacio Imperial —explicó Yamato, al ver la mirada de
desconcierto de Jack—. Estamos
pasando por delante del hogar del emperador de Japón, el Dios Viviente.
Masamoto inclinó brevemente la cabeza en dirección a la portalada y
luego se desvió hacia la
izquierda siguiendo las murallas del palacio. Ellos lo siguieron por un
amplio bulevar de vuelta a las
estrechas
Gruesas calles
murallas de la
blancasciudad.se Poco
elevabandespués,sobre desembocaron
grandes ante otro
cimientos de recinto
piedra
fortificado.
rodeando un castillo de tres
plantas con un gran techo curvado. Las fortificaciones desembocaban en un
amplio foso y, en cada
esquina, imponentes torretas defensivas protegían la puerta principal y las
calles de acceso. El castillo
—Hemos llegado —declaró Kuma-
exudaba un aire de lugar inexpugnable.
san.
—¿Vamos a alojarnos en el castillo? —dijo
Jack, asombrado.
—¡No! Ése es el castillo Nijo. Hogar del daimyo Takatomi —dijo Kuma-san,
y, con inmenso orgullo
en la voz, añadió—: Vamosa ir al butokuden.
Desmontaron. Jack, tras descargar su mochila, se volvió
hacia Akiko.
—¿Qué es el butokuden? —le preguntó bajando la voz para
no ofender a Kuma-san.
—Es el «Salón de las Virtudes de la Guerra». El butokuden es
el dojo de Masamoto, su sala de
entrenamientos —le explicó Akiko—. Es el hogar de la Niten Ichi Ryû, la
Al otro
mejor lado
escueladel camino
de esgrimahabía un de gran edificio rectangular coronado por dos
Kioto filas
y de
la tejas
única de color por
patrocinada el propio daimyo Takatomi. Es el lugar
rojizo. Estaba
donde construido
nos entrenaremos con oscura
en madera
el de ciprés y, aunque algunas de las
bushido,paredes el eran
Camino de tierra,
del las
Guerrero.
habían pintado de un blanco brillante. En el centro del edificio sobresalía
una entrada de madera
ricamente tallada con un gran kamon de un fénix. Masamoto se colocó
bajo sus alas llameantes,
esperando a que Akiko, Yamato y Jack se reunieran con él.
—Bienvenidos a mi escuela, la Niten Ichi Ryû—dijo Masamoto
magnánimamente.
Akiko, Yamato, y Jack se inclinaron y Masamoto los
guió hacia el interior.
Incluso antes de entrar en el butokuden, Jack pudo oír los gritos de
«Kiai» procedentes del dojo.
Un agudo grito de «Rei» resonó en el gran salón cuando Masamoto entró, y
todo el grupo de guerreros
dejaron de entrenarse al instante. En la sala se impuso un silencio
absoluto. Lo único que Jack oía era el
sonido de su propia respiración. Como un solo hombre, la clase entera se inclinó y
mantuvo la postura
—Continuad vuestro entrenamiento—ordenó Masamoto.
reverente como muestra de respeto.
—¡ARIGATO GOZAIMASHITA MASAMOTO-sama!—respondieron, y el saludo resonó por
todo el
dojo.
La cuarentena de estudiantes regresó a sus diversas actividades de kihon,
kata y randori. El sol de la
tarde se filtraba por las estrechas ventanas de papel dando a los
movimientos de los guerreros una
cualidad casi mística. Mientras entrenaban, sus sombras luchaban al unísono
en el suelo de madera de
Jack estaba abrumado. El butokuden irradiaba un aura de poder supremo, desde sus
color miel que definía su zona de entrenamiento.
columnas
redondas de madera de ciprés hasta el elevado techo panelado, pasando por
el trono ceremonial para el
que se había reservado un hueco de techo curvo. Incluso los estudiantes,
arrodillados en ordenadas filas a
lo largo del perímetro del dojo, exhibían una concentración y determinaciónabsolutas.
Lentamente,
Eso era como
en el
efecto sonido de una tormenta al alejarse, el dojo volvió a
un quedar
salón ende silencio.
guerreros Jack
en se
formación.
preguntó quién había entrado esta vez, pero con alarma cada vez mayor se dio
cuenta de que los
estudiantes habían cesado su entrenamiento para observarle a él: miraban
al rubio gaijin que había
Masamoto estaba de espaldas, conversando con un samurái de aspecto
irrumpido en su dojo con una mezclade diversión, incredulidad y abierto desdén.
severo y barba afilada.
Jack podía sentir que las duras miradas de los estudiantes se le clavaban
como flechas. Yamato se
distanció gradualmente de Jack, pero Akiko permaneció donde estaba.
—¿Por qué os habéis detenido? —exigió Masamoto, como si no fuera consciente
de la presencia de
Jack—. Continuad con vuestro entrenamiento.
Los estudiantes reemprendieron sus actividades, aunque dirigiéndole a Jack
miradas furtivas.
Masamoto se volvió hacia Jack, Akiko y
Yamato.
—Venid. El sensei Hosokawa os mostrará vuestras habitaciones. Tengo asuntos que
Ellosatender, así
inclinaron que
la cabeza y todos salieron del dojo por una puerta situadaen
no os
el volverédel
fondo a ver
butokuden. hasta la cena de recepción de esta noche en el
El Chô—no-ma.
sensei Hosokawa los guió a través de un pequeño patio abierto hasta la
Shisi-no-ma, la Sala de los
Leones, un edificio alargado que albergaba una serie de pequeñas
habitaciones. Entraron por una shoji
lateral y, tras dejar sus sandalias en la puerta, recorrieron un estrecho pasillo.
—Éstos son vuestros dormitorios —dijo sensei Hosokawa, mostrándoles varias habitaciones sin
ningún adorno en las que apenas cabían tres esterillas tatami—. Los baños comunes
están al fondo. Os
recogeré para la cena cuando os hayáis lavado y cambiado.
Jack entró en su habitación y cerró la shoji
interior tras él.
Soltó su mochila y colocó con cuidado el bonsái en un estrecho
estante que había bajo una ventanita
que dejaba pasar los últimos rayos de sol de la tarde. Tras mirar a su
alrededor, buscó un sitio seguro
para esconder el cuaderno de ruta de su padre, pero como no había muebles,
su única opción fue
guardarlo debajo del futón que había extendido sobre el suelo. Tras volver a
Mientras yacía
colocar el allí
colchóntendido,en agotado
su tras tres días de duro viaje, una sensación
sitio, de
se temor se
desplomó apoderó
encima.
de él. Un estremecimiento le recorrió el cuerpo y las manos no
dejaban de temblarle. ¿Qué estaba
haciendo
No eraaquí?ningún samurái.

Era Jack Fletcher, un muchacho inglés que había soñadocon ser piloto, como su
padre, y explorar las
maravillas del Nuevo Mundo, no un aspirante a guerrero samurái, perdido
en una tierra extraña, presa de
unJack ninja
se tuerto.
sentía como un cordero al que hubieran mandado al matadero.
Cada uno de aquellos
estudiantes lo había miradocomo si quisiera despedazarlo miembro a miembro.
24
Sensei

—¡JÓVENES SAMURÁIS!

La voz de Masamoto resonó en todo la Chô—no-ma, la Sala de las


Mariposas, una larga cámara
resplandeciente con paneles de mariposas y árboles sakura exquisitamente
pintados.
Masamoto estaba sentado con las piernas cruzadas ante la mesa principal, la
negra plancha de cedro
lacado que dominaba el extremo de la sala. Alzado sobre un estrado, lo
flanqueaban a cada lado cuatro
samuráis
—¡El con
bushidoquimonos es ceremoniales.
un camino que no hay que tomar a la ligera?
Jack, Yamato y Akiko escuchaban junto
con los cien aspirantes a guerrero que habían solicitado estudiar a las
—Paraórdenesentrenarsede Masamoto
en el Takeshi.
arte del samurái, hay que conquistar el yo,
soportar el dolor de la práctica
agotadora, y cultivar la mente para que conserve la tranquilidad ante el
peligro—declaró Masamoto—.
El camino del guerrero dura toda la vida. Sin embargo, su maestría
suele conseguirse simplemente
Tomó un medido sorbo de su taza de sencha, dejando que sus
permaneciendo en el camino. [ 1 ] Necesitaréis compromiso, disciplina y
palabras calaran en las mentesde los
una mente intrépida.
estudiantes que le escuchaban arrodillados en disciplinadas filas.
—También necesitaréis guía. ¡Sin ella, pereceréis! ¡A todos os ciega la ignorancia!
¡Os derrota la
inexperiencia!¡Os deja mudos la incompetencia!
Masamoto se detuvo de nuevo y contempló la sala entera, asegurándose de
que su discurso había
tenido el efecto pretendido. A pesar de encontrarse al otro extremo de la
cámara, Jack sintió sobre él la
gravedad
—Pero de
de su
cada mirada.
brote diminuto crece un árbol de muchas ramas —continuó
Masamoto, relajando
levemente su austero tono—. Todo templo comienza con la colocación de la
primera piedra. Todo viaje
comienza con sólo un paso. [ 2 ] Para ayudaros a dar ese primer
paso y los muchos otros que daréis, os
Todos los estudiantes inclinaron la cabeza hasta tocar el tatami con la
presento a vuestros sensei. ¡REI!
frente como muestra del
respeto que sentíanpor sus maestros.
—Primero, el sensei Hosokawa Yudai, maestro de kenjutsu
y el bokken.
Masamoto señaló al samurái que tenía a su derecha, el hombre que
había conducido a Jack a su
habitación horas antes. Hosokawa era un guerrero de aspecto feroz, ojos oscuros
y penetrantes, perilla
afilada y
—Junto cabello
conmigo, negro
os como el
entrenará azabache
en el que
«Arte llevaba
de la recogido
Espada» en
y, el
si
típico moño.
demostráis excelencia, os impartiremos
la técnicade los «Dos Cielos».
El sensei Hosokawa los miró como si fuera calibrando, estudiante por estudiante, su
derecho a estar
allí. Entonces inclinó la cabeza, aparentemente satisfecho. Jack se preguntó
cuál sería la técnicade los
«Dos Cielos», y miró a Akiko para preguntárselo, pero, como todos los demás,
ella miraba
—A la derecha del sensei Hosokawa está el sensei Yamada, vuestro
decididamente en dirección al sensei.
maestro en zen y meditación.
Un hombre calvo con una larga barba gris y rostro arrugado dormitaba en un
extremo de la mesa. Era
delgado y fibroso, como si estuviera hecho de caña bambú, y Jack
calculó que debía de tener al menos
setenta años;
—¿Sensei incluso
Yamada? sus cejas se
—dijo Masamoto habían vuelto grises.
amablemente.

—¡Hai! Dôzo, Masamoto-sama. Es bueno tener un final hacia el que viajar —dijo el
anciano con
considerado cuidado—, pero al final es el viaje lo que cuenta.[ 3 ]
—Sabias palabras, sensei —respondió Masamoto.

El sensei Yamada asintió y pareció volver a dormirse. Jack deseó ser capaz de
quedarse dormido tan
fácilmente en esa posición. Las rodillas se le estaban entumeciendo y le
—Por dolían los pies.
favor, no te muevas —le susurró Akiko, al ver que Jack cambiaba
su peso de una rodilla a otra
—. Es irrespetuoso.
«Ninguna compasión por su parte —pensó Jack—, ¡tal vez los japoneses
nacen de rodillas!»
Masamoto se volvió hacia una mujer joven que tenía a su izquierda.
—Ahora os presento a la sensei Yosa Hoshi, maestra de
kyujutsu y equitación.
La sensei vestía un titilante quimono rojo sangre y marfil adornado con un
mon de una luna y dos
estrellas. Su pelo negro brillaba a la luz de las numerosas lámparas de
las paredes del Chô—no-ma,
dándole el aspecto de una cascada. Jack olvidó rápidamente el dolor de sus
rodillas: como el resto de los
—Es indudablemente uno de los talentos más prodigiosos en el «Arte del
estudiantes varones, se había quedado cautivado por la bellezade la sensei
Arco» —explicó Masamoto
Yosa.
—. Me atrevería a decir que es la mejor arquera del mundo. Envidio
verdaderamente a aquellos que se
beneficien
Cuando de
la su
sensei tutelaje.
inclinó la cabeza, sus ojos de color avellana no
abandonaron a sus estudiantes. Se
dirigieron a cada uno de ellos como si calcularan distancia y trayectoria. A
Jack le recordó a un halcón
cazador, elegante y graciosa, pero al mismo tiempo aguda y letal. Entonces,
cuando se sentó, se echó atrás
—En último lugar, pero no por ello el menos importante, permitidme que os
el cabello tras las orejas y reveló una fea cicatriz rojo rubí que le
presente al sensei Kyuzo
corría por toda la mejilla derecha.
Isamu, maestro de taijutsu.
Un hombre diminuto ocupaba el extremo de la mesa, a la izquierda
de la sensei Yosa. Tenía por ojos
dos diminutas motitas negras y, bajo su nariz regordeta y chata, se adivinaba
una pelusa que debía de ser
—Es
el vuestra
bigote. autoridad en todos los asuntos del combate cuerpo a
cuerpo: patadas, puñetazos,
forcejeos,
más nuevosse golpes,sentaronbloqueos más cercay de
lanzamientos.
la entrada.Las Jack, habilidades
Yamatoque yaprenderéis Akiko, que
del
vestía
sensei unKyuzoquimono ceremonial
alimentarán
verde jade contodo el lo que familiar
mon hagáis aquí. de su padre de una flor de sakura,fueron a
Jack sentarse
se con otros
sorprendió. El diecisiete
sensei era menudo como un niño y le pareció
nuevosreclutas
Jack extraño
se había al vestidofondo
que lo de
con todo.
hubieranel elegido
quimono burdeos que Hirokole había regalado
como antestutor de de combates
partir de cuerpo
Toba. a cuerpo. Jack advirtió que los rostros
De de muchos
algún modo, llevar el de los
mon de nuevos la familiade Masamoto le había dado fuerza
estudiantes
El para expresaban
ancianocontrolar el
inclinó sus
la mismo
temores.
cabeza, desconcierto.
irritado. Al hacerlo, Jack advirtió que
El mon aplastando
estaba del fénix nueces
había conactuadolas como una armadura invisible y desanimó a
los
manos desnudas. otros Metódicamente
estudiantes a y sin prisa, el sensei Kyuzo cogía una nuez grande de
Cuando Jack fue a sentarse, sin embargo, el estudiante con el
acercarseun ocuencolacado
desafiar físicamente su presencia. Simplemente, lo observaron con
mon del sol lo interrumpió.
en —Éste recelo.
rojo esy mila sitio,
aplastaba
gaijin —le entre dijo
los dedos hasta que la partía. Luego recogía los
pedazos
desafiante.y proseguía con otra
Terminadas las presentaciones, Masamoto indicó a todos los estudiantes que se
nuez.
Todos los estudiantes se volvieron interesados en descubrir cuál iba a ser
inclinaran una vez
la reacción del gaijin del
más en honor a sus nuevossensei.
pelo rubio.
—Pero el Camino del Guerrero no es sólo artes marciales y
Jack se midió con el
meditación —continuó Masamoto—.
muchacho.
Significa
Se sostuvieron vivir según
la el
mirada código
durantesamuráiunos del segundoshonor, el
que bushido,
parecieron en todo momento.
extenderse hacia el
Exige
infinito.valor y
Entoncesdisciplina
en todas en
Jack sintió vuestras
el empresas.
hombro elEsperosuave roce
que de demostréis
la integridad,
mano de benevolencia
Akiko, que lo y
lealtad diariamente.
—Es apartó
todo con tuyo amabilidad.
—le dijo Jack al muchacho—. De todos modos, tampoco me
Debéis
gusta cómo huele ypor
honraros respetaros mutuamente. Cada estudiante de la Niten Ichi Ryûha
Jack tuvo la
sido sensación de que él era la razón de ese último comentario y
aquí. elegido
de
personalmente hecho varios
por estudiantes
mí, de
El muchacho respondió con modouna que mueca todo
al estudiante
insulto implícitose merece
acerca de vuestro
su falta de
volvieronrespeto. la cabeza para observarlo. Uno de ellos, un joven de aspecto imperioso,
limpieza y les dirigió
pómulos prominentes
una mirada terrible a los dos estudiantes que se habían reído ante la respuesta
y ojos oscuros, con la cabeza afeitada y un quimono negro azabache en
—Node Jack.
deberías ofender así a la gente, Jack —susurró Akiko, guiándolo
cuya espalda lucía el kamon de un
rápidamente hacia la mesa
sol rojo, le dirigió una mirada de pura malicia.
donde se había sentado Yamato—. No es conveniente que te crees enemigos... No
—Mañana comenzaréis vuestro entrenamientoformal. Los que sois estudiantes desde
dentro de la Niten Ichi
hace un curso o
Ryû.
más, necesitaréis también refrescar las habilidades adquiridas hasta el momento. No
penséis ni por un
momento que lo sabéis todo. ¡Sólo habéis dado vuestro primer paso! —proclamó
Masamoto, golpeando
la mesa con el puño para recalcar su argumento. A continuación, añadió—:
Con el tiempo, cualquiera
puede dominar lo físico. Con conocimiento, cualquiera puede ser sabio. Sólo los
más dedicados
guerreros pueden conseguir dominar el auténtico bushido.[ 4 ] La
Masamoto inclinó la
Niten Ichi Ryûes vuestro cabeza para mostrar
camino respeto
a la a sus estudiantes y todos
entonaron un estruendoso
excelencia. ¡Por tanto, aprendedlo como su fuerais a vivir para siempre! ¡Vivid como si
vítor. fuerais a morir
mañana!—¡MASAMOTO! ¡MASAMOTO! ¡MASAMOTO!

Cuando el saludo se apagó, la gran shoji de la entrada se descorrió y


varios criados entraron en la
sala cargados con seis largas mesas lacadas. Todos los estudiantes se levantaron y
se hicieron a un lado y
losUn sistema
criados de jerarquía
colocaron las no
mesas especificado,
en dos pero
filas rígido,
a dictaba
lo largo la
de forma
todo de
el
sentarse.
Chô—no-ma. Los estudiantes
mayores y más avanzados se reunieron más cerca de la cabecera de la
mesa, mientras que los reclutas
25
El resplandeciente

—No he sido yo quien se ha enfrentado a él —dijo Jack, sentándose con las


piernas cruzadas entre Akiko
y Yamato.
—No importa —recalcó Akiko—. Todo es cuestión
de vergüenza.
—¿De vergüenza? —preguntó Jack, pero antes de que Akiko pudiera responderle
llegaron varios
criados cargados con bandejas de comida.
Los criados colocaron los platos primorosamente sobre las mesas. Cuencos de
sopa de miso,
tallarines fritos, verduras salteadas, diferentes tipos de pescado crudo, unos cubitos
blancos y blandos
que Yamato le dijo que se llamaban tofu, platitos llenos de un oscuro
líquidoviscoso (salsa de soja para
mojar, informó Akiko, servicial), y un montón de platos de humeante
arroz hervido. Jack nunca había
visto —¡Itadakimasu!
tantos tipos diferentes
—exclamóde Masamotocomida en para cuanto
elegir.
el La banquete
enorme variedad de
platos implicaba que se
estuvo servido.
—¡Itadakimasu!
trataba de un —respondieron
evento altamente todos los
prestigioso. estudiantes, y a continuación
empezaron a comer.

Con tanto a la vista, a Jack le resultó difícil saber por dónde empezar.
Cogió los hashi y se los
colocó con cuidado en la mano. Después de seis meses de práctica ya
casi se había acostumbrado a los
pequeños
—Estabaspalillos,
diciendo pero quetodavía
todo esle cuestión
resultaba decomplicado comer los bocados
pequeños.
vergüenza —instó.
—Sí. Para un japonés es muy importante no avergonzarse nunca —
respondió Akiko.
—¿Cómo puedes avergonzarte?

—No es cuestión de poder o no poder, Jack —explicó Yamato—. La


vergüenza es nuestra percepción
del estatus de otra persona. Es crucial mantener el respeto. El respeto se
traduce en poder e influencia. Si
avergüenzas a alguien,
—Le hiciste pasar vergüenza pierdes
delante autoridad
de susy respeto.
compañeros estudiantes —
coincidió Akiko.
—Vaya, así que pasó vergüenza —dijo Jack, encogiéndose de hombros y señalando
con sus hashi al
chico del kamon del sol—. ¿Quién es, por cierto?
El chico miró a Jack, entornando los ojos con
agresividad.
—¡No hagas eso! —reprendió Akiko.
—¿Que no haga
qué?
—Señalarlo con tus hashi. ¿No recuerdas lo que te enseñé? Se considera
muy maleducado —dijo
Akiko, exasperada por la continua conducta incivilizada de Jack—. ¡No derrames
la comida con ellos!
¡No—Por atraigasel el
amor plato
de hacia
Dios, ti¿por para
qué usarlos!
no? —exclamó ¡Y nunca
Jack, dejes los
retirando palillos
de inmediato
clavados
sus en
hashi del tu
cuencodecuencode arroz!
arroz en el que acababa de dejarlos. Nunca comprendería la etiqueta japonesa,
pensó. Había demasiadas
cosas que tener en cuenta por cada acción y ocasión, por insignificantes o
absurdas que fueran.
De repente, advirtió que toda la mesa lo estaba mirando. Bajó los ojos
hacia el plato que tenía
delante y empezó a picotear sus componentes.
—Porque eso significa que alguien ha muerto —dijo Akiko, en voz
baja, inclinando la cabeza—.
Sólo en un funeralse clavan los hashi en el arroz. El cuencose coloca entonces
a la vera del difunto para
que—¿Cómo
no pase hambre iba en
demonios yo ela siguiente
saber eso? mundo.
—rezongó Jack entre dientes—. Todo lo
que hago lo
consideráis maleducado. Venid a Inglaterra y veréis lo raras que se consideran allí
vuestras costumbres.
¡Estoy seguro
—Lo siento, de que
Jack incluso
—dijo Akiko tú podrías inclinando
tímidamente, ofender la acabeza—.
alguien!Pido disculpas. Es
culpa mía
por no enseñarte adecuadamente.
—¿Quieres dejar de pedir disculpas? —gritó Jack exasperado, sujetándose la cabeza
con las manos.
Akiko se quedó muy callada. Jack alzó la cabeza. Los estudiantes de su
mesa fingíanignorarlos, pero
estaba claro que su tono con Akiko había sido completamente inapropiado. Yamato lo
miró con mala
cara,
—Lopero no siento, dijo
Akiko nada.
—murmuró Jack—. Sólo estás intentando ayudarme. Es tan
difícil hablar, pensar y
vivir como un japonés todo el tiempo...
—Acepto tus disculpas, Jack. Ahora, por favor, disfruta de la comida —
contestó ella llanamente.
Jack continuó picoteando de los diversos cuencos, en rotación, pero de
algún modo habían perdido su
sabor. Le dolía profundamente haber molestado a Akiko, y aún más haberle
gritadodelante de otra gente.
Estaba seguro de que la había avergonzado con sus acciones. Cuando Jack volvió a
levantar la cabeza, el
—Akiko —dijo Jack, inclinando la cabeza y hablando en voz alta para que
chico del kamon del sol estaba todavía mirándolo, con una malévola sonrisade
todos lo oyeran—. Por
satisfacción en el rostro.
favor, acepta mis humildes disculpas por mi conducta. Sigo cansado por el
viaje.
—Gracias por tu disculpa, Jack —respondió ella, y con la disculpa aceptada
formalmente la
atmósfera de la mesa se animó y todo el mundo continuó con sus educadas
—Por favor, ¿quieres decirme quién es ese chico? —preguntó Jack, aliviado por
conversaciones.
haber conseguido
restaurar cierto grado de acuerdo. Tal vez después de todo estaba empezando a
comprender los matices
de la etiqueta japonesa.
—No lo sé —contestó
ella.
—Yo sí —intervino un entusiasta muchacho sentado frente a Jack en la
mesa—. Es Oda Kazuki, hijo
del daimyo Oda Satoshi, primo segundo del Linaje Imperial. Por eso lleva el
kamon del Sol Imperial.
Algunos consideran que la familiaOda es bastante alta y poderosa. Tal vez
ése es el motivopor el que su
Todos se quedaron mirando asombrados al muchacho, mientras él seguía
padre lo llamó Kazuki. Significa «Resplandeciente».
hablando sin parar. Era un
chico de aspecto bastante anodino, con un rostro regordete cuyo único rasgo
destacado eran las cejas, dos
gruesas
—Pido orugas negras
disculpas en una permanente expresión
—dijo,inclinándose—. No me de
he sorpresa.
presentado. Me llamo Saburoy
soy el tercer hijo
de Shimazu Hideo. Nuestro kamon muestra dos plumas de halcón:
simboliza la rapidez, la gracia y la
dignidad del halcón. Mi hermano se llama Taro. Podéis verlo sentado cerca de
la mesa principal. Es uno
de los mejores estudiantes de kenjutsu de la escuela, y este año
—Es un
aprenderá honor
la conocerte
técnica —interrumpióYamato
de los «Dos amablemente—. Yo soy Yamato,
hijo de
Cielos»... Masamoto
Taskeshi. Ésta es mi prima, Akiko. Y éste es Jack. Procede del otro lado del
mundo.
Todos inclinaron la cabeza por turno mientras Yamato los iba
presentando.
—¡Ahh! El gaijin al que salvó Masamoto —dijo Saburo, mirando brevemente a
Jack e ignorándolo
luego en favor de Yamato—. Es un verdadero honor conocerte, Yamato. Me
muero de ganas de informar a
mi madre de que he cenado frente al hijo superviviente de Masamoto. Lo
que le sucedió a Tenno fue
—¿Y quién es tu amiga? —preguntó Akiko rápidamente, viendo que el
trágico. Mi hermano lo conocía. Entrenaron juntos muchas veces...
ánimo de Yamato se
ensombrecía ante la mención de la muerte de su hermano.
Una chica menuda de ojos marrones de ratón y el pelo hasta los hombros
estaba sentada a la izquierda
de Saburo. Pero antes de que tuviera tiempo de presentarse, lo hizo Saburopor
—Éstaella. de aquí es Kiku, hija segunda de Imagawa Hiromi, un famoso
sacerdote zen. —Todos
inclinaron la cabeza mientras Saburo seguía hablando sin parar—. ¿Quién
creéis que nos enseñará
primero? ¿Creéis que será la sensei Yosa? Eso espero. Seguro que es
una diosa reencarnada. Nuestra
Jack pudo ver que Akiko se molestaba por los comentarios casuales que Saburo
propia TomoeGozen,¿eh?
hacía de su ídolo y
se apresuró a hacer una pregunta que desviara la conversación.
—Saburo, ¿a qué se refería Masamoto con la técnicade los «Dos Cielos»? —
preguntó, sinceramente
deseoso de averiguarlo.
—Ah, la técnicade los «Dos Cielos» es el secreto
de Masamoto...
Pero antes de que Saburopudiera seguir dilucidando, Masamoto puso fin a la
cena con un grito:
—¡Gochiso-samakoahita!
—¡REI SENSEl! —gritaron todos, y la sala entera se incorporó y se
inclinó al unísono. Masamoto y
sus sensei se levantaron, recorrieron el centro del Chô—no-ma y salieron a la
noche. Los estudiantes
fueron abandonando la sala en fila por orden de veteranía.
Jack salió a la noche fría y clara, aliviado por escapar de las constantes
miradas que había tenido que
soportar en la Sala de las Mariposas. Cada vez que levantaba la cabeza de
su cuenco, Kazuki le dirigía
una mirada de desprecio mientras los estudiantes que lo rodeaban se reían
ante sus comentarios acerca
Jack caminó detrás de Akiko, Yamato y Kiku, a los que seguía de cerca el
del gaijin.
charlatán Saburo, hacia la
Sala de los Leones. Miró el cielo lleno de estrellas, tratando de reconocer
las constelaciones que su
padreDele repente,
había enseñado.
Kazuki El secinturón de delante
materializó Orion, la deOsa él,Mayor, Bellatrix...
bloqueándole el paso.
—¿Adónde crees que vas, gaijin?

—A acostarme, Kazuki. Como todos los demás —respondió Jack, tratando de


rodearlo.
—¿Quién te ha dado permiso para usar mi nombre, gaijin? —dijo Kazuki,
empujando a Jack hacia
atrás.
Jack tropezó y cayó contra el muchacho que se había colocado tras él.
Rebotó en la impresionante
panza del chico.
—Ahora has insultado también a Nobu. Nos debes a
ambos una disculpa.
—¿Una disculpa por qué? —dijo Jack, tratando de esquivar sin
éxito la barrigade Nobu.
—¡Qué descortés! Y no quiere pedir disculpas. Deberías ser castigado —dijo
Kazuki, amenazante.
Jack oyó que Nabu hacía crujir los dedos, como preparándose para golpearlo, pero se
mantuvo firme.
—¡No os atreveréis! —gritó,
desafiante.
Miró por encima del hombro de Kazuki. Akiko y Yamato, junto con
todos los demás, ya habían
desaparecido en la Sala de los Leones. Sintió que su bravata perdía
—Aquí consistencia
no rápidamente.
hay nadie, gaijin —se burló Kazuki—. ¿Ves? No estás siempre bajo la
protección de
Masamoto. Además, ¿quién iba a creer a un gaijin?
La mano de Kazuki se disparó y, tras agarrarla muñeca izquierda de
Jack, empezó a retorcérsela. El
dolor fue instantáneo. El brazo se le dobló y Jack cayó de rodillas tratando
desesperadamente de aliviar
la —Primero,
agonía.tienes que disculparte por quitarme mi sitio. Segundo, por haberme
insultado delante de
mis amigos. Tercero, por haberme ofendido señalándome con tus hashi.
¡Discúlpate! —dijo Kazuki,
haciendo
El girar le cada ardía
brazo vez demás la muñeca de Jack.
dolor.
—¡Discúlpate, gaijin! —volvió a gritar
Kazuki.
—¡Vete al infierno! —escupió Jack
en inglés.
—¿Qué has dicho? —dijo Kazuki,
palabras—. Será mejor 26
sorprendido por
el extraño sonido de las

que tengas cuidado,


entrenamiento,
gaijin. No
¿verdad? Derrotar la espada
querrás lesionarte
antes de empezar tu

Kazuki aplicó aún más presión. El dolor se intensificó aún más y Kazuki
le hundió a Jack la cara en el
suelo. se
Jack Jack frotó
era incapazespinilla
la de ymoverse. Kazuki
entró cojeando forzó el
en brazo de
butokuden. Jack su
Dejó hacia
arriba
bokken y se
al lo
filo de pegó a
la la
entrada, espalda junto
mientras
con—¿Disfrutas
las le
armas de restregaba
de los con
los otrosgusanos,fuerza la
estudiantes,
gaijin?ycara por
¡Es la
luego todo tierra.
se arrodilló
lo que torpemente
te junto a
mereces
Yamato.
Akiko entró con
comer! —exclamó Kazuki—. Kiku pocoLos después. Saburocorría tras
gaijin no ellas. son dignos de aprender nuestros secretos. Nuestras artes marciales.
—¡Ayyyyy!
No —gimió
perteneces aquí.Saburo.
¡Márchate,
Jack
También gaijin!
sintió que
él el
entró brazo
cojeando estaba ay punto
se de
puso rompérsele
en fila, mordiéndose los
otra por
labios vez. el dolor.
El —El
senseientrenamientopuede
Hosokawa estabaserjuntopeligroso
a la y entrada podrías blandiendo
lesionarteuna fácilmente.
shinai, una Deespada de
bambú.manera Escrutópermanente.al
resto Lede retorció
los un poco más
nuevosestudiantes que el cruzabanbrazo y el a patio Jack en le dirección al butokuden
pareció
para su —exclamó primeraincluso oírlo
clase del crujir.
—¡Sensei! entonces
día:
—¡Las una Nobu.sesión
artes matutina
marciales de
no ken-jutsu.
empiezan Tres
ni más
terminanfueron golpeados
en la en
puerta las
del espinillas
dojo! —
al
tronóKazuki
el entrar.
se Hosokawa
sensei puso en pie de un salto,
cuando liberando
el últimosu estudiante
tenaza. se unió a la nerviosa fila de chicos y
—¡Volveremos
chicas arrodillados—. a vernos,
Inclinaos
siempre gaijin! la
Entonces con Kazuki espalda
y Nobubiense alzada cuando
marcharon entréis en hasta
corriendo, el perderse
dojo. ¡A trastodola el
que pille arrastrando los pies,
Toda esquina la fila del se Chô—no-ma.
enderezó al instante para evitar tener una imagen
andando
Jack se desgarbado
quedó allí o no prestando atención
brazo contra sentirá el
pecho. filo
Cuandode mi shinai!
desgarbada. El sensei tirado, sujetándose
Hosokawa el el el dolor
recorrióremitió, la lo examinó
sala, inspeccionando cada uno de los proyectos de samurái.
con
Cuandoatención. llegó No junto estaba
a roto,
Jack, pero
se sí dañado, y luchó por contener las
lágrimas.
detuvo. Jack se estremeció al
—He
recordar oído
las decir
últimasal sensei
palabrasMasamoto de que
Kazukicombatiste contra un
(«¡Volveremos ninja
a yvernos,lo
derrotaste
gaijin!»), con
que un repetíanbokken.ominosamente la
¿EsMientras
cierto? Jack yacía allí frotándose el brazo dolorido, el sensei Yamada se
amenaza de Ojo de Dragón.
acercó. El
—Um... sensei se
Hai... Más o
apoyaba en
men... un bastón de bambú y miró a Jack como si estuviera
—¡Hai,
inspeccionando SENSEI!a —tronó
un insectocon el ala
rota.
—Para Hosokawa.
que te pisen, tienes eque inclinóestar laen el suelo ¡Idiota!
[ 5 ] —dijo
Jack se disculpó rápidamente cabeza. Había olvidado la
casualmente,
etiqueta antes de proseguir
debida cuando
tranquilamente
se dirigía a su
una caminopersona hacia
de los
estatus dormitorios.
superior.
—¿Y eso Estaba
—Hai, sensei. qué ayudando
se suponeque
a significa?
Yamato... —gritó Jack, pero el sensei no
respondió. La única respuesta
fue —Excelente
el eco —dijodel el golpeteo del bastón,que ¿Tuviste
sensei, interrumpiéndolo—. fue desvaneciéndose
miedo? en el patio de
piedra.

Jack no sabía qué respuesta esperaba Hosokawa. Miró la fila de estudiantes que
le miraba a su vez.
¿Debería admitir que se sintió aterrado? ¿Qué pensaba que el ninja iba a
atravesarlo con su espada, o a
estrangularlo
Jack vio como había
que Kazuki hecho con
le su
mirabapadre? con aire burlón, ansioso por oír al
gaijin admitir su debilidad ante
todos. Entonces captó la mirada de Akiko, que le asentía en silencio: «Di la
verdad.»
—Hai, sensei —respondió con cautela.
—Absolutamente
—¡Ocho! ¡Nueve!
—reconoció Hosokawa—. Hay que tener miedo cuando se enfrenta
uno ¡Diez!
a un ninja.
Jack dejó alineaos!
—¡Ahora, escapar un suspiro de alivio mientras el sensei continuaba
caminando por la fila.
—El Todos
valorseno pusieron es la enausencia pie y del corrieron
miedo, sino más bien el juicio de que
otra a cosa colocarse.
es más importante
que —Mejor.
el miedo.Primero,
Jack, aquí quiero que sostengáis
presente, valoró su simplemente
lealtad haciavuestros
Yamato bokken
por encima del
en
miedo. Un la mano.
ideal digno
Jack ajustó su sable de madera hasta colocarlo exactamente como Yamato le
de un samurái.[ 6 ] Jack se hinchó de orgullo ante el inesperado
había enseñado allá en
cumplido y le lanzó una mirada a Kazuki,
Toba.Hosokawa continuó:
que parecía completamente fastidiado por las alabanzas del sensei.
—¿Dónde está tu bokken? —le preguntó de repente Husokawa a un
—Jack mostró
chico menudo yvalor, deconquistóaspecto el miedo y
ratonil por eso derrotó a su
oponente.
que estaba en Una labuena fila leccióndel para al
fondo, lado de Jack.
empezar
—Sumimasen, vuestra formación
sensei. Lo en enel el camino
dejé del... —respondió, temiéndose
Shishi-no-ma
Hosokawalo se peor. detuvo a mitad de la frase. Nobu cruzaba trabajosamente el
—¿Cómo
patio: llegabate llamas?
tarde a la
lección. Se estaba abrochando el quimono mientras andabay llevaba su
—Yori,
bokken sensei.
sujeto torpemente bajo la
axila.
TodosEl sensei se acercó asupieron la puerta y esperó.que iba
—Bien, los Yori-kun, estudiantes ¿qué tipo deexactamente samurái lo serás? —preguntó a suceder.
Hosokawa Nobu
siguiócon corriendo,
disgusto. ajeno a su
—No lo castigo.
inexorable sé,
—¡Ayyyyy!sensei.
—Yo te lo diré: un samurái muerto. Ahora ve y coge otro
El shinaibokkendel senseideHosokawa
la Pared
golpeódelas lasespinillas
Armas. de Nobu con tanta fuerza que el
Yori fue
chico corriendo
perdió el y cogió un bokken de la pared del fondo, donde había
panelesy
equilibrio de
cayó madera
de bruces repletos
al suelo. Su bokken resbaló castañeteando por el
de armas:
suelo de espadas,
madera. cuchillos,
Los demás lanzas, porras y media docena de armas
más para las
estudiantes sofocaronque Jack una no risita tenía
antes de que el sensei Hosokawa los hiciera
nombre.
—Paracon empezar,
callar una miradaclase, quiero que simplemente sintáis el bokken. Sostenedlo. Haceos
—¡Levántate! ¡Y no vuelvas a llegar tarde a mi clase nunca más! —ordenó
severa. una idea de su
peso, su Hosokawa,
forma, su dándole a
equilibrio. Blandidlo... ¡Sin golpear las paredes, el suelo ni
Nabu una firme
Jack asostuvonadie! su patada en
bokken el trasero—.
entre las ¡Ni
manos, vuelvas a
pasándolo presentarte
de derechaasí en
a mi
Nobudojo! se
izquierda. Probó puso
algunosen pie.
golpes Parecía que estaba a punto de estallar de
vergüenza,
clásicos, y pasó
luego giró sobre síde largo, mismo. Lo alzó sobre su cabeza y trazó un
inclinándose
gran yarco rozando con él. el suelo.
Saburoestaba
—Bien,
haciendo ahora
lo que estamospero, todos, podemos empezarsuficientevuestro entrenamiento.
—¡He Recoged dicho mismo,
sin
vuestros golpearbokkencomo a no
nadie! prestaba
—gritó Hosokawa, atención,
asestando golpeó
con asu
shinai otro
otro estudiante
golpe en en en
las la nuca.
y alineaos tres filas. Daos espacio suficiente para blandirvuestras armas.
espinillas de
Todos inclinaron Saburo—.
la La y espada
cabeza sees pusieron
una extensión en de Torpemente,
pie. vuestro brazo. Debéis
saberformaron
instintivamenteen dóndefilas.
tres
está
—¿Qué su kissaki,
es esto? —gritó extensión
la de
Hosokawa—. su
¡Todo hoja mundo,
el y dónde ase encuentra
hacer en
diez flexiones!
todo ¡Kazuki,
momento en
ve relación
contando! con vuestro
Hosokawa
Toda la alzó clase
rápidamente
se su al shinaisuelo
tiró y y lo empezódescargó a con la velocidad del
cuerpo.
rayo cumplir
contra la sucabeza de
castigo.
Yamato,
—¡Uno! deteniéndose
¡Dos! ¡Tres! a ¡Cuatro!
una pulgada de su nariz. Yamato dio un respingo
ante ¡Cinco!
el imprevisto ataque, y
tragó —¡La
saliva próxima
presa del vez que diga «alineaos», espero que corráis!
pánico. ¡Y formad
—¿Para qué sirve el poder, si no hay control? —dijo Hosokawa, dejando
filas ordenadas!
Los brazos
caer su de
arma—. Jack temblaron
Ahora, un poco por el esfuerzo, pero, a pesar de la
sostenedtortura de
vuestrosla noche
bokken pasada, ante vosotros, con ambos brazos rectos y el arma
dos años en
descansando de subir a
horizontal las jarcias le habían dado fuerzas suficientes para
enfrentarse
encima
Jack obedeció, a
de ese
vuestras
sintiendo castigomanos.
levemente sin el peso del bokken sobre sus manos estiradas.
siquiera«No es sudar. demasiado
Algunos de los estudiantes, sin embargo, empezaron a
equivocarse
difícil», al
pensó. seguir el ritmo y
otros se rindieron por completo. Kazuki siguió contando, sin perder el aliento.
—Y mantened la postura hasta que os
diga que paréis.
El sensei Hosokawa empezó a caminar por la sala, pensativo. Como un
ejército de piedra, todos los
estudiantes (con los brazos extendidos y el bokken encima de las manos)
Uno aesperaron
uno, lossu orden empezaron
brazos de parar. a temblar. Kiku, un alumno situado por
delante de Jack, empezó a
bajar los brazos.
—¿He dicho que podéis bajar los brazos? —ladró Hosokawa, y Kiku se
enderezó al instante. El
esfuerzo se notaba en su rostro.
Unos minutos más tarde, una chica al fondo soltó su bokken,
incapaz de continuar.
—¿Te rindes? —preguntó Hosokawa—. Ve a sentarte a ese lado.
¿Quién será el siguiente?
Varios estudiantes se rindieron inmediatamente, entre ellos Kiku y Yori. Akiko
empezaba a notar el
esfuerzo. Jack, sin embargo, se sentía aún bastante fresco.
Otros cinco bajaron los brazos,sin aliento por el esfuerzo, y salieron del
área de entrenamiento.
—¿Derrotados tan fácilmente? —dijo Hosokawa con claro desdén, mientras Saburo
se rendía al
mismo tiempo que Nobu.
—¿Discúlpame, sensei? —preguntó Saburo con adecuada deferencia, mientras se
masajeaba los
brazos doloridos.
—¿Sí?

—¿Cuál es el propósito de
este ejercicio?
—¿El propósito? —dijo Hosokawa con desconcierto—. Creía que era obvio. Si tu
propia espada
puede derrotarte en tus propias manos,¿qué esperanza tienes de derrotar jamás a
El tu enemigo?
descubrimiento de la función del ejercicio renovó los esfuerzos de
los que todavía aguantaban.
Todos estaban ansiosos por impresionar al sensei en su primera lección y
se
Sin embargo, sobrepusieron al
unos minutos dolor. más tarde, otros dos se retiraron, dejando sólo a
cinco estudiantes de pie:
Jack, Kazuki, Yamato, Akiko y Emi, una muchacha elegante, pero arrogante,
que, según le habían contado
a Los Jack,
brazos era
de la
Akiko hija mayor del
empezaban a daimyo
temblar, Takatomi,
pero ella el parecíapatrocinador de
decidida la
a
escuela.
derrotar a la chica restante.
Emi, sin embargo, era la más estable de las dos. Miró a Akiko y le
dirigió una sonrisa forzada, pero
victoriosa. Estaba claro que tampoco quería pasar vergüenza. Akiko empezó a
respirar
entrecortadamente, para darse fuerzas para continuar. Por el rabillo del ojo, Jack vio
Apenas un
que Emi empezaba segundo a después, los brazos de Emi se
bajar los desplomaron
brazos.Pero también.
entonces Akiko llegó a su límite físico y soltó su bokken.
—Excelente—comentó Hosokawa—. Emi, has demostrado un fuerte espíritu de lucha.
Has ganado
mi respeto.
Ambasfueron a sentarse. Por el camino, Emi pasó junto a Akiko con una
expresión triunfante en su
rostro. Jack vio que Akiko dirigía una mirada molesta hacia la arrogante Emi, y
evidentemente quería
tener la oportunidad de borrar aquella expresión de superioridad del rostro de la
otra chica. Akiko, sin
embargo,
—Todavía se nos contuvo
quedan ytres en cambioguerreros
valientes inclinó amablemente
—anunció la cabeza.Kobai, esto ya
Hosokawa—.
no es cuestión
de fuerza ni resistencia. Es cuestión de fuerza de voluntad. La mente sobre la
materia. Es cuestión de
probar
Yamatolos propios
temblaba límites
como un de vuestra
árbol en capacidad
una tormenta. de aguante.
Jack sabía que no iba a
durar mucho, pero eso no
importaba. Estaba decidido a derrotar a Kazuki, no importaba el precio.
Kazuki le había vencido ayer,
pero Kazuki,
hoy Jack sinlo embargo,vencería a
parecía él firmedelante
como de todo el mundo. ¡Kazuki
pasaríavergüenza
una roca. delante del gaijin!
Los brazos de Yamato le fallaron de pronto y tuvo que unirse a los
demás en el perímetro del dojo.
Jack y Kazuki continuaron batallando... Y la batalla se lidiaba tanto en sus
mentescomo entre sí. Los
brazos de Kazuki se estremecían, pero él aguantaba.
—¡Kazuki! —gritó Nobu para mostrarle su apoyo, y de inmediato otros
estudiantes se unieron a él—.
¡Kazuki! ¡Kazuki! ¡Kazuki!
Animado por el apoyo, Kazuki levantó aún más los brazos.Segurode su
victoria, le dedicó a Jack
una sonrisa.
Entonces Saburoestalló:

—¡Vamos, Jack!

Y Akiko, Yamato y Kiku se


unieron al coro.
—¡Jack! ¡Jack! ¡Jack!

Los dos muchachos se encontraban en el centro del butokuden: eran dos guerreros
librando una
guerra invisible y cuyos ejércitos entonaban cánticos desde los flancos.
Jack dio graciasa Dios por todas las horas que había pasado como gaviero a
bordo del Alexandria.
Estaba acostumbrado a colgar de sus brazos durante horas, entumecido por el
dolor y el frío, ya fuera
contra el
Sin embargo, viento o
también bajo la
conocíalluvia o
sus la
límites nieve.
y no se había subido a las
jarcias desde hacía más de seis
meses. Ya había empezado a reconocer los signos de que se acercaba al
final de su capacidad de aguante.
Le Kazuki,
quedaba noquizásobstante,
otro minuto: parecía después
aún firme sus brazos cederían por completo.
como una roca.
27
Un motivopara entrenarme

Una perla de sudor corrió por la cara de Kazuki y sus brazos


empezaron de pronto a temblar.
Ése fue todo el incentivo que Jack necesitaba. Kazuki perdía
fuerzas. Y deprisa.
—¡Jack! ¡Jack! ¡Jack!

Los gritos continuaron.

—¡Kazuki! ¡Kazuki! ¡Kazuki!

¡No,no iba permitir que Kazuki lo derrotase! Jack luchó contra el bokken
que reposaba en sus manos.
Vio a Akiko apoyándolo desde el exterior del dojo. Jack apretó los dientes,
cerró los ojos y convocó la
última gota
De repente, de fuerza que
como una ola tenía. que rompe,su cuerpo se inundó de una curiosa
energía. Experimentó una
nada infinita, los brazos parecieron extenderse eternamente, sin peso, casi entumecidos.
Se oyó un fuerte sonido de madera cuando un bokken cayó al suelo del
dojo; luego una explosión de
aplausos y vítores, y el sonido de su nombre.
—¡Jack! ¡Jack! ¡Jack!

—Bien hecho, Jack-kun. Has derrotado a la espada —dijo Hosokawa,


impresionado.
Jack abrió los ojos y vio a Kazuki malhumorado, con los brazos caídos a
los costados, junto al
bokken que yacía en el suelo.
Con absoluto alivio, Jack bajó los brazos,entumecidos y doloridos. Parecían de
plomo,pero había
vencido. Había derrotado a Kazuki... Delante de todo el mundo.
Saboreando su triunfo público, inclinó la
cabeza ante Kazuki.
Kazuki, prisionero de la etiqueta, se vio obligado a reconocer la
victoria de Jack e inclinó aún más la
suya.
Ese día, a la hora del almuerzo, Akiko, Yamato, Kiku, Saburoy Yori se
reunieron en torno a Jack a la
mesa situada en el fondo del Chô—no-ma. Kazuki estaba arrodillado, rígido, en
la mesa opuesta,
mirando a Jack con expresión malencarada y haciendo caso omiso de los
intentos de Nobu y Emi por
—¿Cómo lo has conseguido, Jack? —preguntó Saburo—. Se te estaban cayendo
animarlo.
los brazos.Estabas
derrotado. ¡Y entonces, ZAS! Se te han puesto rígidos como una flecha.
—No lo sé —dijo Jack intentando aliviar la tensión que aún le quedaba
en los músculos de los
hombros—. He recibido una corriente de energía de alguna parte y he
sentido como si mis brazos no
tuvieran ningún peso.
—¡Ki! —exclamó Kiku.

Jack la miró, aturdido.

—Ki significa fuerza vital. Mi padre me lo explicó. Es tu energía espiritual.


Con entrenamiento, un
samurái puede canalizarla en el combate —explicó Kiku.
—¡Claro! —interrumpió Saburo con entusiasmo—. Los monjes sohei del
monte Hiei eran famosos
por poder controlar su ki. Al parecer, podían derrotar a sus enemigos
sin desenvainar siquiera sus
espadas.
Todos le dirigieron a Saburouna mirada de
desconfianza.
—¡No, de verdad! —insistió Kiku—. El sensei Yamada probablemente nos
enseñará a usar nuestro
ki. Tenemos su clase de zen esta tarde. Todos podríamos derrotar a nuestras
—Noespadas.creo que nos sirva de nada —murmuró Jack, más para sí que para
ninguno de sus amigos, pero
Akiko lo oyó.
—¿Qué te hace decir eso? —preguntó la
muchacha.
—Bueno, anocheKazuki decidió que quería que me disculpara y trató
de romperme el brazo.
—¿Por qué no lo has denunciado? —preguntó Akiko, inspeccionándole el
brazo con auténtica
preocupación.
—¿Para qué? Kazuki se detuvo antes de que pasara nada. Pero sólo porque
apareció el sensei
Yamada. Poco me ayudó, por cierto. No hizo nada más que murmurarme un proverbio
sin
—¿Qué sentido.
dijo? —preguntó Yamato.

—Para que te pisen, tienes que estar en el suelo. ¡Menudo sabio! ¿Qué
ayuda es ésa?
—Disculpadme —dijo una vocecita, y Yori, el chico que había olvidado su
bokken, asomó la cabeza
por detrás de Saburo—. El sensei Yamada puede que te estuviera sugiriendo
que aprendieras a
defenderte.
Jack aún tardó unos instantes en captar el significado de las palabras de
Yori, pero finalmente
advirtió que tenía razón. De repente, el proverbio del sensei le pareció
obvio. Si podía dominar la
espada y el taijutsu, y ser más fuerte, más rápido y mejor que Kazuki,
entonces sería Kazuki quien estaría
¡Con las habilidades adecuadas, podría derrotar a cualquiera, tal vez incluso
en el suelo, no él.
a Dokugan Ryu!
Ahora había un motivopor el que merecía la
pena entrenar.
—¿Te encuentras bien, Jack? —preguntó Akiko, preocupada ante la oscura expresión
de
determinaciónque nublaba el rostro de Jack.

—Perfectamente. Estaba pensando en las palabras de Yamada. Ahora tienen


sentido. Completo
sentido.
Y allí y entonces, tras haber recibido sólo una lección en la Niten
Ichi Ryû, Jack juró dedicarse al
Camino del Guerrero.
28
El muñeco Daruma

—Pasad. Pasad. ¡Seiza! —exclamó el sensei Yamada mientras ellos se detenían


en la entrada del
butsuden, el Salón de Buda, situado en el ala este del patio.
El sensei Yamada los invitó a entrar. Estaba encaramado en un estrado al
fondo del salón, sentado
encima de un pequeño cojín zafu redondo, que, a su vez, reposaba
sobre un zabuton más grande y
cuadrado. El sensei llevaba una sencilla túnica de azul pizarra y verde mar y
los esperaba con las piernas
cruzadas, las manos colocadas tranquilamente sobre el regazo, y las yemas de
En ellos salón,
dedos laen luz de
contacto. la
A tarde se abría paso a través de las persianas,
Jack le revelando
recordó columnas a de
un humo de
sapo gordo en un nenúfar.
incienso y dándole a la barba gris y rizada del sensei Yamada el
aspecto de una telaraña finamente tejida.
El aire estaba cargado con el olor a jazmín y sándalo, y Jack se
sintió inmediatamente relajado al
La clase se fue sentando en los cojinesque había dispuestos en el suelo, en
respirarlo.
hileras semicirculares.
Jack encontró un zabuton en las primeras filas, junto con Akiko, Yori y
Kiku. Mientras se acomodaba, vio
entrar a Kazuki y Nobu. Eran de los últimos, y se sentaron al
fondo de la clase. Kazuki le dedicó a Jack
—Por favor. Sentaos como lo hago yo —indicó
una mirada venenosa.
Yamada.
Se produjo un cierto alboroto hasta que los estudiantes consiguieron reproducir la
postura del sensei
Yamada.
—Ésta es la postura del semiloto. Buena para la meditación. Anima la
circulación de vuestro ki.
¿Todo el mundo está cómodo? —preguntó, y luego inspiró largamente—.
Delante de cada uno de
vosotros
Jack miró el hay un
pequeño regalo para
objeto daros
de la
maderabienvenida
que ahabía mi ante clase
sus de
pies. zen.
Parecía un
muñequito en forma de
huevo, pero sin brazos ni piernas. Estaba pintado de un rojo vivo, tenía bigote y
barba negros y, aunque el
blanco de
—¿Puede sus decirme
ojos carecíade alguien pupila, la esexpresión
qué esto? —del rostro era de sorpresa.
preguntó Yamada.
Kiku levantó la
mano.
—Es un muñeco Daruma. Está basado en Bodhidharma,el fundador del zen. Se
escribeel nombre en
la barbilla y se llena uno de sus ojos con tinta negra mientras se
pide un deseo. Si el deseo se cumple,
coloreas
—Sí,en el
efecto, otro
pero ojo.es mucho más que eso —dijo Yamada, empujando levemente el
muñeco Daruma
que
El tenía
muñecodelante.se inclinó hacia un lado, se detuvo, luego se inclinó hacia el
otro, volvió a detenerse, y
siguió repitiendo el mismo movimiento cada vez más
lentamente.
La clase esperó pacientemente a que el sensei Yamada continuara, pero el
anciano parecía haber
caído en trance. Hasta que el muñeco no dejó de moverse por completo, el
sensei Yamada no levantó la
mirada, parpadeando,
—¿Quién puede decirme como sorprendido
qué son de las que
Nueve todavía
Visiones? estuvieran
—continuó, allí.
aparentemente
ajeno al hecho de
que no había aclarado sus últimas palabras.
Nadie levantó la
mano.
El sensei Yamada
esperó.
Nadie ofrecióninguna respuesta. Pero Yamada siguió esperando, como si la
respuesta simplemente
necesitara asentarse en las mentesde sus estudiantes, como el polvo en un
libro viejo.vacilante,
Finalmente, Kiku levantó la
mano.
—¿Sí, Kiku-chan?

—¿Son las nueve reglas para conseguir la


iluminación?
—No exactamente, Kiku, pero es un buen resumen —dijo Yamada, obviamente
satisfecho con su
esfuerzo—. Es una secuencia ascendente de nueve etapas, o visiones, que el
samurái necesita atravesar
durante la
Una sonrisaenigmática meditación.
aparecióComprender
en adecuadamente
sus labios y las
sus Nueve
ojos Visiones
chispearon conduce
como la al
luz
satori,
del la
sol iluminación.
en un arroyo.
Jack se sintió atraído hacia la mirada del anciano, como si fuera una hoja flotando
—Esteen el
proceso mismo de
arroyo.meditación se llama zazen. El objetivo del zazen es
sentarse y abrir la mano del
pensamiento. Cuando vuestra mente no esté sujeta por sus muchas capas, podréis
advertir la verdadera
naturaleza
La voz del de las
sensei cosas
Yamaday conseguir
era el por
sonido tanto
de la
un iluminación.
arroyuelo cantarín, el
zumbido de las abejas en verano
y la suave ternurade una madre todo en uno. Así que aunque Jack no
entendía realmente lo que quería
decir el sensei, se dejó llevar sin esfuerzo por el hipnótico flujo y reflujo del
habla del anciano.
—Hoy practicaremos zazen con el muñeco Daruma. Meditaremos durante un
ratito —dijo,
encendiendo una corta vara de incienso que mediría el avance de la
meditación—.La primera visión —
prosiguió— es adoptar la postura meditativa adecuada, como estáis haciendo
todos ahora: sentados, las
Todos adoptaron esa postura.
piernas cruzadas, la espalda recta, pero relajada, las manos una encima de
—Lala otra,
segundalos ojos
visión entrecerrados.
es respirar desde el hara. Concentraos justo en el
punto situado sobre vuestro
ombligo. Ése es vuestro centro. La respiración debe ser lenta, rítmica y
tranquila. Mokuso —dijo,
iniciando
Jack se la meditación
concentró en respiratoria.
su respiración, pero le resultaba difícil dejar de respirar
con el pecho y hacerlo
con el estómago.
—Desde el hara, Jack-kun. No desde el pecho —dijo Yamada
suavemente.
«¿Cómo demonios lo ha notado?», pensó Jack, sorprendido. Se concentró de
nuevo en su respiración
y trató de sacar el estómago en vez de alzar el pecho.
El sensei Yamada dejó que toda la clase frenarasu respiración durante
varios minutos.
—La tercera visión es para tranquilizar el espíritu. Desprendeos de cualquier
pensamiento trivial,
emociones que os distraigan o irritaciones mentales. Imaginad que hay nieve en
vuestra mente. Dejad que
se Jack vaya
de derritiendo
pronto fue gradualmente.
consciente de que su mente rebosaba de pensamientos.
Zumbaban en su cabeza
como avispas: Kazuki, el cuaderno de ruta, Ojo de Dragón, Akiko, su
casa, Masamoto, su padre, Jess...
Trató
—Lade calmar
cuarta suvisión mente,
es pero
la cuando
consecución. apartaba
A medidaun pensamiento,
que vuestros otro ocupaba
pensamientos
mundanosinmediatamente
se su
disipen, lugar.
empezad a llenar vuestro cuerpo de ki. Imaginaos como un recipiente
vacío. Verted vuestra energía
espiritual como
A Jack, que todavía si fuera miel.
se Que os
esforzaba llene
por desde la
despejar planta
su de
cabeza,los pies
le hasta
resultóla
cabeza.
imposible concentrarse en la
siguiente etapa. Descubrió que su mente se distraía continuamente con
pensamientos
—Laquinta visión esaleatorios.
la sabiduría natural. Cuando se está en calma, sin
preocupaciones, en paz, las
cosas pueden verse bajo su verdadera luz. Esto lleva de manera natural al
desarrollo
La meliflua de
voz la
del sabiduría.
sensei Yamada continuó arrullando a todo el mundo
hasta sumirlos en un estado
parecido al sueño. Los dejó flotar un poco más antes de continuar. Jack todavía
estaba intentando
despejar su mente para poder llenarse de ki y experimentó una vez más la
energía con la que había
—Por hoy, nos quedaremos con esta quinta visión y empezaremos con una koan
tropezado durante la prueba del bokken.
básica, una cuestión a
la que debéis responder vosotros mismos. Concentrad vuestra atención en
vuestro muñeco Daruma y
empezad
Estaba a mecerlo.
claro que el Todos sabemos
sensei Yamada lo
no que
quería es,
que perole ¿qué
diesen es?
una respuesta a
su koan, sino que
reflexionaran en su búsqueda. Jack, no obstante, aún era incapaz de
concentrarse adecuadamente y no
consiguió encontrar ninguna solución. El muñeco Daruma siguió pareciéndole un
muñeco Daruma, y sus
ojos ciegos resultaban tan blancos como la respuesta de Jack.
Su mente se apartó del muñeco, y sus pensamientos fluctuaron como las sombras
proyectadas por una
vela hasta que el incienso se consumió y el sensei Yamada exclamó:
—¡Mokuso yame!

Todos cesaron sus intentos de meditación y soltaron un suspiro de


alivio ahora que la tarea había
—Bien
terminado. hecho, todos. Acabáis de aprender un ideal importante del busbido —
dijo, con una sonrisade
satisfacción en el rostro, como si la respuesta a su koan estuviera clara
como el agua.
Jack seguía sin comprender qué pretendía el sensei. Miró a su alrededor y,
para su alivio, vio
expresiones de confusión en el rostro de muchos de los demás estudiantes. La
iluminación no los había
alcanzado.
—Esta noche Kiku
quiero yque Yori,
todos sin embargo,
continuéis parecíanante bastante
meditando el satisfechos
muñeco. Ved con
qué susmás
experiencias.
podéis aprender de
él.

El sensei Yamada asintió sabiamente, sugiriendo que había muchas más verdades que
descubrir del
muñeco de madera.
—Laclave del arte del zen es la regularidad diaria, así que debéis ser
disciplinados y meditar cada
mañana y cada noche durante un ratito. Pronto veréis la vida tal como es.
Inclinó la cabeza, indicando que la lección había terminado. Los
estudiantes se pusieron en pie y, tras
saludar, se marcharon con sus muñecos Daruma en la mano. Jack sacudió
las piernas para que la sangre
volviera
—¡Acordaosa correrle
de pintarley fue
al amuñecoreunirseel con
primer Akiko,
ojo Kiku
y yformular
Yamato. un
deseo! —dijo alegremente el sensei
Yamada, todavía sentado en los cojines, todavía parecido a un
sapo del
Tras salir en un
oscuro nenúfar.
butsuden al patio principal, Jack tuvo que protegerse los
ojos contra el sol de
invierno, que ya estaba bajo en el cielo de la tarde.
—¿De qué iba todo esto? —preguntó Saburo, que bajaba corriendo los escalones
del butsuden tras
ellos.
—No lo sé —respondió Yamato—. ¿Por qué no se lo preguntas a Kiku?
Parece que lo sabe todo.
—Se suponeque tienes que descubrirlo tú mismo —dijo Kiku, por encima
del hombro.
—Sigosin pillarlo —dijo Saburo—. No es más que un
muñeco de los deseos.
—No, no lo es. Es más que eso —
respondió Kiku.
—Eso es exactamente lo que ha dicho el sensei Yamada. Sólo estás repitiendo
sus palabras. Creo que
tú tampoco tienes ni idea —repuso Saburodesafiante.
—Sí que la tengo —replicó ella, y se negó a
decir nada más.
—¿Quiere alguien decirme cuál es el significado? —suplicó Saburo—.
¿Akiko? ¿Yamato?
Ambos se encogieron de
hombros.
—Te lo preguntaría a ti, Jack, pero probablemente ni siquiera
sabes lo que es el zen.
Tenía razón. Jack no lo sabía. Esperaba que alguien se lo dijera, pero no
se atrevió a preguntarlo por
miedo a parecer estúpido.
—Siete veces abajo, ocho veces arriba —dijo una vocecita
aflautada.
Todos se volvieron y vieron a Yori que bajaba las escaleras y
se dirigía hacia ellos.
—¿Qué?
—Siete veces abajo, ocho veces arriba. No importa cuántas veces te derriben:
levántate e inténtalo
de nuevo. Como el muñeco Daruma.
Todos miraron asombrados a
Yori.
—El sensei Yamada nos ha enseñado una lección vital de
budo. Nunca te rindas.
—¿Porqué no nos ha dicho eso sin más? —
dijo Saburo.
—Ése no es el camino del zen —dijo Kiku, claramente disgustada con
Yori por haber revelado la
respuesta. Se volvió hacia Jack y, como si le ofreciera la explicación a él,
dijo—:El zen recalcala idea
de que la verdad definitiva en la vida no debe perseguirse a través del
estudio, sino experimentarse de
—¿Cómo? —dijo Jack, tratando desesperadamente de entender este concepto
primera mano.
inaudito.
—El sensei Yamada debe guiarnos, no instruirnos. Hay que descubrir la
respuesta por uno mismo. Si
el sensei Yamada nos hubiera dicho sin más la respuesta, no habrías
comprendido su verdadero
significado.
—¡Yo lo habría comprendido! —interrumpió Saburo—. ¡Y me habría ahorrado
un buen dolor de
cabeza!
Esa noche, Jack encendió una varita de incienso en su habitación y se
sentó con las piernas cruzadas
en la posición del semiloto, ante el muñeco rojo. Lo empujó y lo
vio oscilar. Entonces, pacientemente,
esperó la
La varita se iluminación.
consumió y Jack no pareció haber llegado a ninguna
respuesta, así que encendió otra y
empujó de nuevo el muñeco. Su suave movimiento empezó a arrullarlo. Lo
empujó una vez más y, al no
haber
Jack nadie
relajó que
la pudiera
postura... distraerlo,
Entrecerró se los sintió
ojos... vagar.
Su El muñecose
respiración continuó
volvió más oscilando.
lenta...
Su mente se
calmó... Sus pensamientos se volvieron menos caóticos... Su cuerpo se llenó
gradualmente de un suave y
cálidoSupo
brillo...
lo queKi... tenía
Y que entonces un único pensamiento ardió con pleno brillo en su
mente.desear.
Jack pintó el primer ojo.
29
El sensei Kyuzo

Jack voló por el


aire.
El suelo acudió a recibirlo. Con un golpe terrible, aterrizó de espaldas,
completamente sin
respiración. Se quedó allí tumbado, jadeando.
Un segundo después, Yamato pasó volando y se desplomó a su
lado, seguido de Saburo, que cayó
encima de ambos y los clavó al suelo.
—¡Idiota! —le ladraron los dos a
Saburo.
—Losiento. Sus palabras parecían un poco... increíbles —respondió Saburo,
haciéndose a un lado
para apartarse de encima de sus compañeros mientras se frotabael pecho.
—¡Bueno, pues ya sabes que no lo eran! —dijo Yamato, quitándoselo de
encima de una patada.
Jack le dirigió a Saburouna mirada de resentimiento.Era culpa suya que estuvieran en
esta situación.
Cuando, durante su presentación, el sensei Kyozu citó sus victorias contra diversos
guerreros famosos,
Saburohizo
—¿Qué un
ha gesto
sido deeso? incredulidad
¿Crees que y yo el
mentiríasensei se
a lanzó
un hacia
kohai él.
charlatán? ¿Crees que
alguien de mi tamaño
no puede derrotar a un guerrero coreano de dos metros? ¡Levántate!
Tú, Yamato y el gaijin de allí —
ordenó
Ellosseñalando se acolocaron
Jack con un
torpemente dedo
en retorcido—.
el centro Atacadme.
del Los tres
butokuden con aaspectola de
vez.
conejos asustados. El
anciano era más pequeño que todos ellos, pero parecía tan peligroso como una
serpiente de cascabel.
—Vamos. ¡Creí que erais samuráis! —se burló—. Igualaré un poco las cosas. Os
prometo que sólo
utilizaré el brazo derecho.
La clase se tensó ante este gesto
exagerado.
—¡Atacadme ahora! —gritó el
sensei.
Los tres muchachos se miraron uno al otro y entonces, como un solo
hombre, cargaron contra el
sensei Kyuzo. Jack ni siquiera lo había tocado, y se vio volando
por los aires y luego aterrizar con
estrépito
Mientras en el dojo
Jack volvía a momentos
arrodillarse ende suque sitio
antes Yamato
vio y
que Saburose le unieran
Kazuki
a él
sonreía en con una malicia,
pila humillante.
satisfecho.
—Agradezco a mis padres que me dieran un cuerpo pequeño. Los guerreros me
subestiman. Vosotros
me subestimáis —dijo el sensei Kyuzo, desafiante—. ¿Me crees ya, Saburo-kun?
—Hai, sensei —dijo Saburo, inclinándose tan rápidamente que golpeó el suelo con la
Mientras frente.continuaba enseñándoles, el sensei Kyuzo golpeó con los dedos un
poste de madera. Sus
dedos, duros como clavos,hicieron que el poste se estremeciera cada vez que lo
golpeaba.
—Para vencer a oponentes más grandes, tuve que llevar mis técnicas a la
perfección y entrenarme el
doble de duro.
Su voz resonaba en los oídos de los muchachos en estallidos breves,
marcando el compás con sus
golpes.
—Si mi enemigo entrena una hora, yo entreno dos. Si ellos entrenan
dos horas, yo entreno tres. La
clave del taijutsu es el trabajo duro, el entrenamientoconstante y la disciplina.
¿Hai?sensei —dijeron
—Hai, todos los estudiantes.

—Os he preguntado si comprendéis. Los dioses del cielo necesitan oír vuestra
respuesta. ¿Hai? —
exigió de nuevo el sensei Kyuzo.
—¡HAI, SENSEI! —gritaron los muchachos al unísono, y su
grito resonó en las paredes.
—Cada vez que atraveséis esa puerta, os enfrentaréis a diez mil
enemigos. ¿Hai?
—¡HAI, SENSEl!

—Considerad vuestras manos y pies como armas contra ellos.


¿Hai?
—¡HAI, SENSEl!

—La victoria de mañana es la práctica


de hoy. ¿Hai?
—¡HAI, SENSEl!

—Vuestro primer año de taijutsu estará dedicado a las kihon waza, las
técnicas básicas.
El sensei Kyuzo continuó golpeando verbalmente el aire con sus palabras mientras
golpeaba el poste
de madera con su puño.
—Dominad las técnicas básicas. Es todo lo que importa. Haced bien vuestras
poses. Que vuestros
movimientos sean precisos. Entonces, podréis luchar. Las técnicas deslumbrantes
son para las ferias y
para Deimpresionar
repente, a las dedamas.Las
dejó golpear básicas son para la batalla.
el poste.
—¡Tú, gaijinl Ven aquí.

—Me llamo Jack —respondió Jack, envarado, sorprendido por el término despectivo
del sensei.
—Bien. Gaijin Jack, ven aquí —dijo,haciendo con la mano un gesto cortante
para que se acercase.

Kazuki dejó escapar una risita, mientras, entre dientes, le susurraba


a Nobu: «Gaijin Jack.»
—¡Kazuki! —dijo el sensei Kyuzo sin apartar los ojos de Jack—. Confío en que
vivas para igualar la
reputación de tu padre como samurái. ¡Presta atención!
Jack se levantó y se situó frente al sensei Kyuzo. No sabía qué esperar:
el sensei era claramente
implacable y desde luego él no iba a volver a subestimarle.
—Antes de empezar con las patadas, los puñetazos o los empujones,
debéis poder controlar a vuestro
enemigo. Vamosa empezar con dori y kime, presas y llaves, ya que para
vosotros es más fácil sentir las
líneas de energía en una presa que en un golpe.
Se plantó ante Jack, mirándole con expresión
torva.
—Agárrame la muñeca como si fueras a impedirme que desenvainase la espada.
¡Atácame! —le
ordenó.
Jack avanzóy, con precaución, agarró la muñeca del sensei. Su propia muñeca
ardió instantáneamente
de dolor e involuntariamente cayó de rodillas para aliviar la agonía. El
sensei Kyuzo simplemente había
pasado
—Esto la mano
es por
nikkyô.encima Aplicadel brazo
una de Jack ypresiónlo
dolorosa había retorcidoen
nerviosa hacia
la él,
muñecapero ely efecto
el era abrumador.
antebrazo —explicó el
sensei—. Golpéate el muslo con la mano o el suelo cuando se vuelva
insoportable.
El sensei Kyuzo retorció una vez más la muñeca de Jack y el muchacho
quedó cegadopor la agonía.
Se golpeó frenéticamente el muslo y la técnicaterminó. Con los ojos
lagrimeando por el dolor, Jack vio
que —Levántate
Kazuki y disfrutaba
atácame de lo su más sufrimiento
rápido quepúblico.
puedas —ordenó
el sensei.
Jack así lo hizo, pero inmediatamente fue impulsado al suelo de nuevo por la
insoportable agonía del
mismo sencillo movimiento. La mano de Jack golpeó salvajemente contra su muslo y la
—Ved presióncómo lo cedió. suave controla lo duro. Cuanto más fuerte ha intentado
atacarme el gaijin Jack, más
fácil me ha resultado derrotarlo —dijo el sensei con una sonrisa implacable en
los labios mientras
demostraba
El sensei laejecutótécnicavarias
luego veces
varias más para beneficio
técnicas más con de Jack, laagitándolo
clase. como a una
marioneta, usándolo
como saco de golpear, empujándolo por tener mala postura. Al final, Jack quedó
agotado, magullado,
golpeado
—Ahora quiero dolorido.
y que todos practiquéis nikkyô. Emparejaos. Decidid quién es el
tori, el que ejecutala
técnica, y quién es el uke, el que la recibe. Kazuki, ¿por qué no te
entrenas con mi uke? Ya debe de estar
preparado
Kazuki para
sonrió ti.
torvamente. Jack gruñó ante la injusticia de todo aquello, pero
estaba decidido a no
dejar que su frustración se notara delante de Kazuki.
—Como tú eres mi uke, Gaijin Jack, yo voy primero —dijo Kazuki con
una breve inclinación de
cabeza—. Trata de agarrarme el brazo de la espada.
—Recordad todos —advirtió el sensei Kyuzo—. Si la técnica se aplica
con demasiada severidad,
golpead el suelo o vuestro muslo para que vuestro compañero lo sepa.
Jack agarró
Deben lasoltaros.muñeca de Kazuki, confiando en que la inexperiencia del
otro muchacho le impediría
aplicar la técnicade manera efectiva. Pero cuando Kazuki ejecutó la
nikkyo, Jack reparó al instante en su
error. Kazuki había practicado la técnicaantes. Jack cayó de rodillas, y su
Jack
cuerpo
sereaccionó
golpeó el por instinto
para evitarmuslo.
el dolor.
Kazuki aplicó más presión.

Jack golpeó con más fuerza.

Kazuki retorció el brazo de Jack cuanto pudo. Su agonía era tan grande que las
lágrimas le corrían
por la cara. Kazuki lo miró, con una expresión vengativa en los ojos.
—Cambiad de compañero —ordenó el
sensei.
—Es bueno entrenar contigo, Gaijin Jack —dijo Kazuki, soltando la muñeca de
Jack y buscando una
nueva víctima.
Jack ardió de furia. Ni siquiera le habían dado la oportunidad
de desquitarse.
Cuando terminó la clase, Jack fue el
primero en salir.
—¿Te encuentras bien, Jack?

—¡Pues claro que no! ¿Por qué no escogió el sensei Kyuzo a otro
para hacer su demostración? —
contestó, explotando con rabia acumulada—. La tiene tomada conmigo. Es igual que
Kazuki. Odia a los
gaijin.
—No, no es así. El sensei Kyuzo probablemente utilizará a otro la
próxima vez —dijo ella, tratando
de tranquilizarlo—. Además, es bueno ser uke. Masamoto me dijo que es la
mejor forma de aprender. Así
sabrás
Jack cómo
oyó debelos ser la
comentarios técnicacuando
burlones que lalos apliques adecuadamente.
demás estudiantes hacían sobre Gaijin Jack al
salir del
butokuden para dirigirse al Chô—no-ma para almorzar.
—¿Y todas esas burlas de Gaijin Jack? ¡Yo no voy por ahí
insultándolos!
—Ignóralos, Jack —dijo Akiko—. No saben comportarse.

«Pues deberían —pensó Jack—. Se suponeque todos van a


ser samuráis.»
30
Práctica de tiro

Una mota blanca,no más grande que un ojo, destelló con fuerza al sol de
mediodía. El gong de un templo
sonó, y su sonido tintineó sobre los tejadosde la escuela.
Una veta de plumas surcó el aire con la velocidad de un halcón que se
abate sobre su presa y, tras un
agudo silbido, se oyó un golpe resonante como el latido de un corazón: la
flecha se había clavado en el
mismo
Una centro
segundadel blanco.
flecha se clavó al cabo de un instante junto a la primera,
haciendo temblar levemente sus
plumas.
Los estudiantes aplaudieron. La sensei Yosa Hoshi mantuvo la pose aún unos
momentos; la intensidad
de su concentración era palpable. Entonces bajó el arco, que era medio
metro más alto que ella, y se
dirigió
—Ela sus alumnos.
kyujutsu exige del samurái una combinación única de talentos —empezó
a decir—. La
determinaciónde un guerrero, la gracia de un bailarín, y la paz espiritual
Los de un
estudiantes monje.
escuchaban con atención, todos congregados en un extremo del
Nanzen-niwa, el
jardín «Zen del Sur», situado tras el Butsuden. Era un jardín de hermosa
sencillez, diseñado alrededor de
un rectángulo de arena blanca y decorado con monolitos y plantascuidadosamente
cultivadas. Un viejo
pino, retorcido y curvado por los elementos, se alzaba en un rincón.Como un
anciano frágil, su tronco se
apoyaba en una muleta de madera. La diana estaba bajo el árbol, a cincuenta
metros
—El arco es de distancia,
el y
arma elegida no para luchar desde lejos. Pueden dispararlo hombre
parecíay más grande
mujer, niño y que la
niña cabeza de Jack; su blanco central era casi indetectable en
el
con resultados interior de los dos
igualmente devastadores.
anillos
Jack negros
estaba concéntricos.
arrodillado entre Yamato y Akiko, asombrado tanto por la bellezacomo por
la suprema
habilidad de la sensei Yosa. Les estaba enseñando un ángel mortífero, pensó.
—Todos los daimyo han sido entrenados en kyujutsu, desde Takatomi Hideaki
hasta Kamakura
Katsuro, pasando por el propio Masamoto Takeshi. Y, naturalmente, fue el
arma que convirtió a Tomoe
Gozen en
Akiko una
se leyenda.
sintió transfigurada por las palabras de la sensei Yosa. La mención
a TomoeGazen la había
entusiasmado tanto que Jack pensó que iba a prorrumpir en aplausos de un
momento
—Contrariamente a otro. espada,
la el puño, o el pie, el arco se os
resiste.¡Completamente tenso, el arco
está
Los aestudiantes
nueve décimas
abrieron partes de
asombrados romperse
la boca. por la
Kazuki, mitad!
sin embargo, miró a su
alrededor, como si
estuviera un poco aburrido de todo aquello. Tal vez eso no era lo
bastante violento para él, pensó Jack.
—Dominar el Camino del Arco es similar a una pirámide, donde las
mejores habilidades se
encuentran sobre una base ancha y firme. Debéis tomaros vuestro tiempo para construir
una base sólida.
Desarrollaremos cada etapa paso a paso en los meses venideros —dijo,acariciando con
ternurael astil
emplumado de una flecha con el pulgar y el índice—. Hoy, sin embargo,
Hubosimplemente
un murmullo
quiero que todosde emoción ante la posibilidad de disparar contra el
blanco.el
conozcáis Akiko
arco. seSi irguió
sois aún
capaces, incluso dispararéis una flecha.
más en su postura, dispuesta a saltar a la primera oportunidad.
—Para empezar, por favor, observad con atención para que podáis reproducir
luego mis movimientos
—dijo la sensei Yosa, acercándose a la línea de tiro—. El primer principio
del kyu-jutsu es que el
espíritu, el
La sensei alineó los arco y
pies en el cuerpo
la son uno. del
dirección blanco y adoptó la pose adecuada,
formando una A con
su cuerpo.
—El segundo principio es el equilibrio. El equilibro es la piedra
angular del kytijutsu. Imaginad que
sois un árbol. Vuestra mitad inferior es el tronco y las raíces, la parte
estable y sólida del árbol. Vuestra
mitad superior son las ramas, flexibles, pero capaces de conservar su forma y
su función. ¡Este equilibrio
La sensei Yosa sostuvo la cuerda del arco con la mano derecha y
es lo que os convertirá en grandes kyudoka!
luego colocó la izquierda
cuidadosamente en la madera del arco. Lo alzó sobre su cabeza y se
—Sepreparóproducepara entre disparar.
la mente y el cuerpo una lucha constante para controlar
el fluir del disparo. Para
alcanzar un blanco con cierto grado de precisión, es necesaria una
concentración absoluta. Éste es el
primer principio. El menor desequilibrio, un error al respirar, cualquier pérdida de
concentración
La sensei bajó el arco, tirandode la cuerda hasta más allá de su pómulo y
provocará un fallo.
alineando la flecha con su
ojo, de manera que flecha y cuerda enmarcaban su cicatriz.
—Cuando vuestro espíritu y equilibrio sean correctos, la flecha alcanzará su
blanco. Vuestro objetivo
espiritual es pues entregaros por completo al Camino del Arco.
La sensei completó el disparo con un único y fluido movimiento, y, tras
surcar el aire, la flecha
alcanzó una vez más el centro del blanco.
—¿A quién le gustaría intentarlo primero? —
preguntó.

Akiko alzó la mano rápidamente. Emi, al ver una oportunidad para derrotarla de
nuevo, levantó la
suya al unísono.
—Bien, empecemos con vosotras dos. Por favor, usad estos dos arcos. Deben ser del
tamaño y la
tensión adecuados —dijo la sensei, indicando los dos arcos de la parte
inferior del bastidor que tenía
tras —Buena
ella. suerte —le dijo Kiku a Emi, mientras la muchacha se levantaba
para ocupar su puesto.
—La suerte es para los ineptos —respondió ella, ignorando a Kiku como si
fuera una especie de
criada y dirigiéndose a la línea de tiro.
—Señoras, me gustaría que tensarais el arco como os he enseñado, pero no
disparéis hasta que yo lo
diga.
Emi y Akiko, una junto a otra, alzaron sus armas y apuntaron, encajándose
dentro de la curva de sus
arcos. Emi era más alta y su cabello, inusitadamente largo y recto, resaltaba
su esbelta figura. Su rostro
tenía una afilada belleza que la pequeñez de su boca acentuaba aún
más. En conjunto, pensó Jack, su
—Bien. Ambas mostráis formas aceptables. Apuntad al blanco más
imagen era fiel a su kamon familiar, la grulla: alta, esbelta y elegante.
cercano y disparad cuando
queráis —dijo ella, señalando una de las dianas situadaa sólo a diez metros.
Emi disparó, pero la cuerda tropezó con su brazo y la flecha aleteó
débilmente por el aire antes de
aterrizar a un metro de distancia del blanco.
El disparo de Akiko fue más impresionante. La flecha voló recta, pero
tampoco alcanzó el blanco.
—Un buen primer intento —dijo la sensei Yosa—. ¿Lo habíaisprobado
antes?
—Hai, sensei —admitió Emi, con expresión agria.

—Yo no, sensei —dijo Akiko, para gran malestar de


Emi.
—Estoy muy impresionada, Akiko-chan —comentó la sensei—. Muestras una aptitud
natural para el
arco.
—Quiero intentarlo de nuevo con mi segunda flecha —exigió
Emi, petulante.
La sensei, algo sorprendida por el tono arrogante de la muchacha, calibró a
ambas chicas antes de
responder.
—No estoy en contra de un poco de competición. Anima el talento. Por
favor, acercaos ambas a la
marca. Veamos si podéis alcanzar el blanco esta vez.
Emi se colocó de nuevo en posición, tensó su arco y disparó limpiamente. La
flecha se clavó en el
anillo negro exterior del objetivo. Miró con desdén a Akiko, segura de su victoria.
—Muy bien, Emi-chan. Pero veamos si Akiko-chan puede mejorarlo —dijo la
sensei Yosa
amablemente, fijandoel desafío.
Akiko se colocó en la línea de
tiro.
Jack contuvo la respiración mientras ella buscaba la posición y cogía la
cuerda. La vio temblar
levemente al coger el arco. Su rostro entonces adoptó una expresión de férrea
determinación. Se preparó,
alzó el arco por encima de su cabeza y, bajándolo lentamente, tensó la
cuerda. A juzgar por la expresión
de Akiko
su tensó la cuerda más
rostro, estaba claro que Emi deseaba allá de su
que mejillafallara,pensó
Akiko y finalmente
Jack, y, la
siendo la
soltó. diana
La flecha
tan surcó
pequeña, el aire y fue a
clavarse
¿cómo iba aun palmo más Akiko
conseguir cerca alcanzarla?
del blanco que la de Emi. Jack dejó escapar
un alarido de júbilo e
inmediatamente los otros estudiantes lo imitaron. Akiko sonrió con una mezclade
deleite y asombro.
—Excelente, Akiko-chan. Las dos podéis sentaros —dijo la sensei Yosa—. ¿Quién
quiere ser el
siguiente?
Varios estudiantes levantaron inmediatamente la mano, mientras una disgustada
Emi y una jubilosa
Akiko volvían a arrodillarse en su sitio.
Jack se limitó a observar mientras los estudiantes iban haciendo
sus lanzamientos.
Cuando Kazuki y Nobu intervinieron, se decidieron por los arcos más grandes
que había en el
bastidor haciendo caso omiso de la advertencia de la sensei de que serían
demasiado potentes. Nobu
demostró que ella tenía razón. Perdió el dominio del arco, la cuerda chasqueó y
le golpeó con fuerza en
la mejilla. Nobu aulló de dolor, para gran placer de todos. Incluso Kazuki se
Finalmente,
rio de le la tocó el
desgracia turno
de a su
amigo. Jack.
Se colocó sobre la marca, cargó una flecha y apuntó. Entonces, de la
nada, algo le golpeó en la
mejilla. Distraído, perdió el control y la flecha se perdió volando. Golpeó
una gran piedra erecta y
rebotó de vuelta hacia él. Jack se agachó, y la flecha le pasó por encima
de la cabeza. Aterrizó a los pies
—¡ALTO! —gritó.
de la sensei Yosa, y golpeó el borde de su tabi.
Nadie se movió.Un silencio mortal se extendió por el jardín. Jack pudo oír
claramente el roce de la
punta de la flecha cuando la sensei la recogió del suelo, y luego el
crujir de la grava mientras se
acercaba.
—Jack-kun —le susurró al oído—, ¿he dicho que podías
soltar tu flecha?
—Lo siento, sensei, pero no ha sido culpa
mía.
—¡Acepta tu responsabilidad! Eres el arco. Tenías control. Ven a verme después
de clase para que te
imponga tu castigo.
—Discúlpame, sensei Yosa —dijo Yori tímidamente.

—¿Qué pasa, Yori-kun?

—No ha sido Jack, sensei Yosa. Alguien le ha tirado


una piedra.
—¿Es eso cierto? —exigió ella—. ¿Quién ha
sido?
—No lo sé —respondió Jack, aunque podía imaginarlo
muy bien.
—¿Yori-kun? ¿Quién ha sido
responsable?
El chico inclinó la cabeza, temblando de ansiedad, y susurró
el nombre de Kazuki.
—¿Qué has dicho, Yori? —preguntó la sensei, que no había oído su
primer intento.
—Kazuki, sensei... —Y se
calló.
Los ojos de Kazuki ardieron de furia ante esa clara traición e intentó
actuar contra Yori, pero se
contuvo asustado cuando la sensei gritó:
—¡KAZUKI! Me verás después de la clase para discutir tu castigo.
¡Ahora recoge mis flechas del
blanco!
Kazuki se inclinó rápidamente y corrió hacia la diana. Estaba tan asustado por la
ira de la sensei que
se esforzó por desclavar las flechas. Acababa de desclavar la primera
cuando una flecha pasó junto a su
oreja y empaló la manga de su quimono en el blanco. Se dio
la vuelta horrorizado, con los ojos
—¡Despierta a una abeja, Kazuki-kun, y se volverá contra ti con la
desencajados y la boca abierta.
fuerza de un dragón! —exclamó la
sensei desde el otro lado del jardín, con voz tranquila, pero resuelta, mientras
colocaba otra flecha en su
arco—. El kyujutsu es muy peligroso para los estudiantes. No juegues.
¿Comprendes,Kazuki?
Dejó volar la segunda flecha. Kazuki ni siquiera tuvo tiempo de parpadear. La
flecha le pasó rozando
por encima de la cabeza, le hizo la raya en el cabello y se
clavó en el blanco. Kazuki, rebulléndose por
escapar
—¡Hai, como un gusanoempalado
sensei Yosa! ¡Moushiwake arimasen en un
deshita!anzuelo,—exclamó
estaba desesperado
farfullando porla poner
fórmulafin
amás su elevadahumillación.
de disculpa.
Jack saboreó la situación de su enemigo. Tal vez la próxima vez
Kazuki no estaría tan ansioso por
acosarle.
Se volvió hacia Yori para expresarle su agradecimiento, pero el chico no le
devolvió el saludo.
Permaneció allí arrodillado, con los ojos mirando sin ver, mordiendo nervioso el
labio inferior.
31
La guerra de Kazuki

Kazuki no estuvo presente en


la cena.
Jack, por primera vez desde su llegada a Kioto, se relajó. Sin duda debía de
estar cumpliendo todavía
el castigode la sensei Yosa. Su única preocupación era que Yori tampoco había
aparecido para cenar.
Akiko dijo haberlo visto dirigiéndose al Salón de Buda y creía que tal vez
había ido a ver al sensei
La cena terminó sin que Yori apareciera y Jack empezó a estar
Yamada. Sin embargo, cuando empezó la cena, el sensei Yantada llegó
convencido de que le había sucedido
solo.
algo. Se inquietud se intensificó cuando vio salir corriendo a Nobu hacia la
puerta.
—Akiko, me preocupa Yori. No ha
venido a cenar.
—Seguro que está bien, Jack. Probablemente estará meditando en alguna parte. Lo
he visto en su
habitación. Meditapor la mañana, al mediodía y por la noche. Tiene un
incienso de sándalo magnífico.
Incluso
—Hablo aen veces me
serio, Akiko. presta un
Despuéspoco... del kyujutsu de hoy, sin duda se ha
convertido en enemigo de
Kazuki.
—Jack. Kazuki ha sido avergonzado, pero no se atrevería a hacerle
nada a Yori. Iría en contra de su
honor.
—¿Honor? ¿Qué honor? A mí me ataca sin ningún
problema.
—Eso es cierto, pero tú eres... —empezó a decir Akiko sintiéndose de pronto
algo incómoda— un
gaijin..., un extranjero. No te ve como a un igual. Yori, sin embargo, es
japonés, de una familiacon una
historia larga y
—PeroMasamoto mehonorable.
ha adoptado, así que me merezco el mismo
respeto... —dijo Jack.
Akiko, sin embargo, guardó silencio.

Jack pudo verlo en sus ojos. No era un igual. Nunca podría serlo. Ni a los
ojos de ella ni a los de
Kazuki. Estudió la mesa. Saburoy Kiku evitaron amablemente su mirada.
Yamato lo miró con frialdad.
Para Jack quedó claro que Yamato seguía tolerándolo sólo porque su padre se lo
había ordenado, a pesar
—Así que el honor sólo se reserva para los japoneses, ¿no? —dijo Jack,
de haberle salvado la vida.
desafiándolos.El rostro de
Akiko se arrugó como un copo de nieve e inclinó la cabeza para evitar su
—Sí, buena
furiosa idea —dijo Saburo,
mirada—. tratando
Bien, al de quitar hierro a la situación—. Tal
vez Yamato
menos mantened y
vuestro yo honor con Yori y ayúdame a encontrarlo.
podamos ir a buscarlo al Niwa. Akiko y Kiku pueden intentar buscarlo
en el Shishi-no-ma. Jack, tú
puedes mirar en el butsuden. Akiko tiene razón, probablemente estará meditando en
alguna parte.
Saburose puso rápidamente en pie y los instó a iniciar la búsqueda. Todos
ma. salieron de la Chô—no-

Era otra fría noche estrellada y una media luna flotaba en los cielos, iluminando el
patio con una luz
pálida y espectral. La figura solitaria de Jack subió los peldaños de piedra de
Jack laquería entrada
gritarle del
a butsuden.
la luna. Su sentimiento de frustración por estar en
Japón era tan intenso que
tenía la sensación de que aceite caliente corría bajo su piel. Podía soportarlo
casi todo, incluso a Kazuki,
pero lo que más le había dolido había sido la reacción de Akiko. De pronto se
había dado cuenta de que
ella también lo veía como un ser diferente, inferior. Jack había creído que
Jack sonrió
eran tristemente
amigos. para
Pero sí. los Empezaba
amigos a parecerse al sensei Yamada
no farfullando
se dividen algún proverbio
por diferencias. Se unen por ellas.
zen. Se tragó su amargura. Al menos Yori lo había defendido. Esperaba que el
chico no se hubiera metido
en Al problemas.
llegar al último escalón, se asomó a la penumbra del butsuden. La luz
helada de la luna cortaba el
salón como los barrotes de una celda. Jack estaba a punto de gritar el nombre
de Yori cuando oyó voces
apagadas,
—He tensas
tenido yque furiosas.
esparcir por el jardín los residuos de los lavabos —
dijo la voz amargamente—. ¡Me
he perdido la cena y apesto!
—Lo siento mucho, Kazuki. Pero estuvo
mal...
Jack se asomó a la puerta y vio a Kazuki de pie sobre la
temblorosa silueta de Yori. Nobu se alzaba
detrás, y su sombra se extendía por todo el suelo, gorda y bulbosa.
Jack se apretujó contra la pared y,
oculto por
—¿Mal? ¿Y la oscuridad,
a ti se
qué te acercó más.
importa? ¡Es un gaijinl No es digno de ser
uno de nosotros —escupió Kazuki
—. ¡No me puedo creer que tú, Yori, hijo primogénito de los Takeda, cuyos
antepasados combatieron y
derrotaron a
—Perorealmente los nomongoles,es defiendas
muy distinto a deun nosotros,
simple gaijin!Kazuki...
—suplicó Yori.
—¿Qué? Tienes mucho que aprender. Somos los descendientes de Amaterasu, la diosa del
sol. Los
samuráis son los elegidos, los guerreros de los dioses. Los gaijin no son
nada. Los gaijin sólo pueden
serJack dominados.
estaba asombrado por las ínfulas de importancia de Kazuki. La sangre le
hirvió ante la
ignorancia del muchacho. No había personas mejores que las demás.Sólo distintas.
Kazuki, sin embargo,
entendía la diferencia como debilidad, como un defecto, un error. Jack hizo
acopio de valor y se dispuso
—Pero puedo ser razonable. En reconocimiento a los antepasados de tu
a intervenir. Justo cuando estaba a punto de hacer su movimiento, Kazuki
familia, Yori —continuó
cambió de táctica.
Kazuki en tono conciliador—,te daré una oportunidad para escapar a mi
Jack castigo.
se contuvo. «Tal vez Akiko tenía razón —pensó—. Tal vez va a honrar a
Yori como samurái.»
Yori parpadeó en la oscuridad, confuso
y ansioso.
—Parece que sabes mucho sobre zen. Quiero que respondas a esta koan. Es un
acertijo que sin duda
podrás responder fácilmente. Pero si no lo haces, entonces aceptarás agradecido tu
castigo, aunque
mañana
Nobu te
soltó cueste
una un risotadapoco deante trabajo
la comer.
amenaza, haciendo crujir sus nudillos. El
sonido reverberó por todo
el salón. Yori gimió.
—Ésta es tu koan. Dos manos baten y hay un sonido. ¿Cuál es el
sonido de una sola mano?
Yorino dijo nada durante un momento, agarrándose nerviosamente el quimono
con las manos mientras
arrugaba la frente tratando de concentrarse.
—¿Cuál es el sonido de una mano, Yori? —
exigió Kazuki.
—Por favor. Por favor. Necesito silencio para
pensar.
—Lo siento, pero tengo hambre y poca paciencia.
¡Respóndeme!
—Se refiere a... a la koan misma. Cuando dos manos baten... se
ven como la búsqueda de la
respuesta... Así que las manos mismas se convierten en la koan... Entonces
se deduce que tú... como
meditador...
—Excelente. te conviertes
El sensei en
Yamadala koan que estás
aprobaría ese intentando
embrollo comprender...
filosófico Ése
de es el
respuesta.
sonido
¡Pero dete una mano.
equivocas!
Éste es el sonido de una mano —dijo Kazuki, y alzó la mano y abofeteó
con fuerza a Yori en la cara. Yori
cayó al
—¡No! suelo,
—gritógimiendo Jack, dey, desazón.
sin pensárselo dos veces, salió corriendo de las
sombras y se abalanzó contra
Kazuki.
Hundió el hombro en la barrigade Kazuki y los dos rodaron por
el suelo. Kazuki, sin aire, no pudo
moverse. Jack lo golpeó con todas sus fuerzas en la boca.
—Esto es por Yori —dijo Jack—. ¡Y esto
es por mí!

Akiko y Kiku llegaron corriendo al butsuden justo cuando Jack alzaba el


puño por segunda vez.
—¡Jack! —gritó
Akiko.
Jack alzó la mirada. Era la décima de segundo que necesitaba Kazuki.
Lanzó el puño contra la
barbilla de Jack, haciéndolo caer hacia atrás. Kazuki se puso en pie mientras
Jack, aturdido, yacía en el
suelo—Mal
de movimiento,
piedra. Kazuki se
gaijin —escupió, alzó levantando
sobre él. la El pierna
labio para
le golpear
sangraba. a
Jack.
—¡No! —ordenó Akiko, lanzándose contra Kazuki en un intento por detenerlo.
Pero Nobu la agarró
por el pelo y la tiró bruscamente hacia atrás.
Jack, irritado por el ataque de Nobu a Akiko, rodó hacia Kazuki y golpeó con
fuerza la pierna en la
que Kazuki
se apoyaba.
perdió el equilibrio y cayó
al suelo.
Los dos chicos forcejearon; cada uno intentaba dominar
al otro.
Kazuki consiguió mantenerse encima de Jack y, tras atraparle el brazo
izquierdo, se lo empezó a
retorcer. Jack quedó inmediatamente paralizado de dolor. Trató de moverse, pero
cada vez que lo hacía,
KazukiYamato presionaba con más seguido
entró corriendo, fuerza. de cerca
por Saburo.
—¡Yamato, ayuda a Jack! —gritó Akiko, que se debatía contra la
tenaza de Nobu.
Nobu, temiendo que Yamato lo atacaratambién a él, soltó de inmediato
a Akiko. Kiku corrió en su
ayuda, pero Akiko no necesitaba ninguna. Le asestó a Nobu un fuerte codazoen el
estómago y el chico se
dobló
—¿Porde dolor.
qué quieres ayudar a un gaijin, Yamato? —gritó Kazuki, sin
aliento por la pelea—. Sobre
todo a uno que ha usurpado el lugar de tu hermano. Tengo razón, es el
hijo que ha adoptado Masamoto,
¿no?Yamato vaciló, frenando su avance, y miró a Jack, que yacía en el
suelo inmovilizado por Kazuki.
—¿Cómo pudiste dejar que eso sucediera, Yamato? Eres el legítimo heredero
de tu padre. No un
gaijin. ¡Qué desgracia!
Las palabras de Kazuki resonaron en las paredes del butsuden, repitiendo
«¡Desgracia! ¡Desgracia!
¡Desgracia!» en los oídos de Yamato.
—Yo puedo poner fin a este deshonor —prosiguió Kazuki—. Puedo romperle el
brazo de tal modo
que ni siquiera Masamoto pueda repararlo. No conozco a muchos samuráis
con un solo brazo, ¿y tú,
Yamato?
Yamato sopesaba sus opciones. Por un lado, estaría encantado de que el
gaijin se marchara, pero, por
el otro, había la deuda de honor que le debía a Jack por haberle salvado
la vida. El factor decisivo, sin
embargo,
—Masamoto no era
no ése, sino
nos castigará la ira de
—insistió su
Kazuki,padre. como si le hubiera
leído los pensamientos—. Nobu
es mi testigo. Vio al gaijin golpearme primero. Tengo todo el derecho a
defenderme.retrocedió
Yamato un
paso.
—Eso es, Yamato, déjame librarte de este gaijin. Ha tenido que ser
para ti como llevar clavada una
espina en el costado.
Kazuki retorció un poco más la muñeca de Jack para recalcar su
argumento. Jack gruñó, y el dolor
surcó su brazo como una vara de hierro caliente. De repente, la presión
desapareció. Akiko había
golpeado con el pie la espalda de Kazuki usandoun maegeri, la
simple pero efectiva patada frontal que
Se levantó y se volvió
habían aprendido ese día en taijutsu. Kazuki cayó al suelo.
hacia Akiko.
Instintivamente, ella alzó la guardia para contrarrestar su ataque,pero Kazuki
controló su golpe en el
último momento.
—Esto es una tontería —dijo, dando un paso atrás y alzando las
manos en gesto de paz—. Nos
estamos peleando por un gaijin. Masamoto decretó que fuéramos leales a los
samuráis de esta escuela.
No —Sin lucharé
embargo,contigo.luchas con Jack y él también es un
samurái —replicó Akiko.
—No, no lo es. Nunca lo será y lo
sabe. Míralo.
Jack yacía en el suelo, frotándose el brazo, con el rostro magullado e hinchado
por los golpes de
Kazuki. Akiko miró a Jack, con los ojos llenos de lástima.
Jack no quería inspirar lástima a nadie. Estaba lastimado y avergonzado, pero no
derrotado. Lo que
quería era ser aceptado, pero tal vez eso era demasiado pedir. Se apartó de
ella. inclinó la
Kazuki cabeza y se dirigió tan tranquilo hacia la puerta, seguido
fielmente por Nobu, que
todavía se sujetaba el estómago. Kazuki se limpió la sangre de los
labios con el dorso de la mano, pero
luego—Nose quiero
volvióquey los
ninguno miró dea todos.
vosotros le cuente a los sensei lo que
ha pasado esta noche.
—Si vuelves a tocar a Jack, se lo diré a
Masamoto —amenazó Akiko.
—No, no lo harás. Si lo haces, nos expulsarán a todos de la escuela.
Está prohibido luchar en el
Salón de Buda.
—Jack es mi amigo y lo defenderé, no importa
a qué precio.
Jack no pudo dar crédito a sus oídos. Akiko había expresado sus sentimientos en
público, algo que
los japoneses no hacían nunca. El significado de su declaración no escapó
a Jack ni a ninguno de los
demásAkiko
presentes.
ayudó a Jack a ponerse
en pie.
—¡No seas amante de gaijins, Akiko!No puedo prometer que vaya a
contenerme la próxima vez que
te interpongas en mi camino —advirtió Kazuki.
—Hazle daño y te denunciaré: la
decisión es tuya.
Kazuki vaciló.

Jack comprendió que no podía permitirse tomar a la ligera la amenaza de


Akiko. Ser expulsado de la
Niten Ichi Ryû era una vergüenza permanente, una circunstancia enormemente inadecuada
para un chico
de—Nosangre imperial.
deseo que caigas en desgracia, Akiko, así que te haré una promesa a
cambio de olvidaresta
noche. No volveré a pelear con el gaijin dentro de los muros de la Niten
Ichi miró
Akiko Ryû. a ¿De Jack
acuerdo?
antes de
asentir.
—¡Gaijin! —desdeñó Kazuki—. Tú y yo no hemos terminado. Nuestra guerra
apenas acaba de
empezar.
32
La fiesta Hanami

Una gloriosa mariposa con alas azules transparentes se posó en la flor blanca y
rosada de un cerezo.Libó
el dulce néctar de la flor, para nutrirse y hacerse más fuerte. Sus antenas
se agitaron cuando cambió la
brisa.
Una pesada barra de hierro apareció como de la nada para golpear la
flor. La mariposa salió
volando, escapando de la muerte sólo por una fracción de segundo. Un
gigantesco demonio rojo surgió
delLa suelo,
mariposaagitando la
evitó sin barra como un
esfuerzos los loco,
golpes decidido
una y aotra atrapar
vez. laEl mariposa
sudor caía por
cuando
la cara del se posara
demonio en las
rojo flores.
y la frustración se reflejaba en su entrecejo. El demonio, hirviendo de
furia, se revolvió una y otra vez
contra la mariposa, hasta que se desplomó en la tierra yerma, derrotado
por sus propios esfuerzos. La
Jack abrió los ojos.
mariposa, con sus alas azules transparentes aún intactas, se marchó volando...
Una lánguida nube de incienso se abría paso hacia el techo de su diminuto
dormitorio enroscándose
sobre sí misma. El muñeco Daruma rojo estaba colocado en el estrecho
alféizar de la ventana, junto al
bonsái.El ojo con
Jack respiró solitario
dificultad,del apartándose
muñeco dirigió a
levemente deJack la una claridad
mirada inocua.
de la visión.
Durante sus meditaciones matutinas, Jack conseguía normalmente alcanzar la tercera
visión, una
mente pura. Eso le permitía pensar con claridad durante el resto del día,
pero nunca había experimentado
una visión como ésta antes. ¿Qué le había hecho ver un demonio y una mariposa?
¿Qué significaba, si es
que significaba algo? Esto no se parecía a nada de lo que le habían
Jack se puso en
enseñado. Tendríapie, se que desperezó
hablar con yel cogió una jarrita de debajo de la
ventana.
sensei Yamada. Vertió un poco de agua
sobre el bonsái. Lo había hecho cada mañana y cada noche, como le
había indicado Uekiya. El viejo
jardinero
Mientras estaría
atendíasatisfecho,
al pensó. Aún no
bonsái,Jack advirtióhabía conseguido
los diminutosmatar alcapullosarbolito.rosas y
blancos que emergían. Los
mismos que había visto en su visión. Flores de sakura.
La floración significaba que ya era
primavera.
Jack no podía creerlo. ¡Llevaba entrenándose en la Niten Ichi Ryûmás de
tres meses! Llevaba en
Japón casi nueve meses. ¡No había puesto el pie en suelo inglés desde hacía casi
tres años! Su vida
apenas se parecía a lo que antaño había sido. Ya no era un niño que
soñaba con ser piloto como su padre.
¡Era un muchacho que se entrenaba para convertirse en guerrero samurái!
Cada mañana se levantaba antes del alba para meditar durante lo que
tardaba en consumirse media
varita de incienso. Luego se unía a los demás para tomar el mismo monótono
desayuno de arroz y unas
cuantas verduras salteadas. ¡Qué no daría por unos buenoshuevosfritos con beicon!
Luego se embarcaban en sus lecciones del día: dos largas sesiones, una por
la mañana, la otra por la
tarde. Algunos días era kenjutsu y zen, otros, kyujutsu y taijutsu. Después
del entrenamiento, Jack se
reunía con los otros estudiantes en el Chô—no-ma, donde cenaban ante la presencia
de todos los sensei,
que, sentados fila a la mesa principal, parecían esotéricos dioses guerreros
Después
contemplando a de cenar,
sus tenían que entrenar solos, practicar las habilidades que habían
aprendido.
custodios.
«Aprende hoy y quizá podrás vivir mañana» era el mantra que les habían inculcado
Sin aembargo,todos. a pesar de la rutina y la vigorosa disciplina de esta
vida, Jack tenía que admitir que
nunca hasta entonces se había sentido tan en paz consigo mismo. La
rutina era un consuelo. Jack ya no era
una rueda libre girando sin propósito ni dirección. Estaba aprendiendo a
defenderse, a convertirse en un
Ahora podía empuñar un bokken con potencia y precisión y había
guerrero samurái.
aprendido a dominar los tres
primeros ataques, «los únicos que necesitaréis», según había dicho el sensei Hosokawa.
Ahora era capaz de disparar una flecha, aunque, a diferencia de
Akiko, que se había dedicado al
kyujitsu como si hubiera nacido con un arco en la mano, sólo había dado en
el
Ahora blanco dar
podía un par
patadas,de veces.
puñetazos, bloquear y lanzar. Cierto, sólo conocía las
técnicas más básicas,
pero ya no estaba indefenso. La próxima vez que se encontrara con Ojo de
Dragón, no sería el niño
indefenso
Habían que
cambiado no había
muchaspodido salvar
cosas adesde sula padre.
pelea Sería
con el Kazuki,samuráien gaijin
el que
Salón de
cumpliría su
Buda. Akiko, tras haber venganza.
declarado abiertamente su amistad, era la única amiga verdadera de Jack. Yori se
había convertido en un
compañero constante, pero era tan reservado que Jack en realidad no lo
conocía. Kiku se mostraba
bastante agradable con él, aunque Jack pensaba que su actitud respondía
más a su deseo por complacer a
Akiko que a una auténtica amistad. Saburo estaba en el límite. Era amigo de
todos. Hablaba con
Yamato, sin embargo, se había distanciado completamente. Ahora se sentaba en
cualquiera que le escuchase.
la otra mesa, con
Kazuki, Emi y Nobu. Todavía hablaba con Akiko y los demás,pero ignoraba
descaradamente a Jack. A
Jack le
Kazuki daba
había igual.
mantenido su palabra: había dejado a Jack en paz. Todavía
le dirigía miradas
intimidatorias y se burlaba de él, llamándolo «Gaijin Jack» junto con el
resto de sus comparsas, pero no
le EnEso
había
las erapuesto un dededo
tierra
sesiones de encima.
kihon y ¡Excepto
randori, durante
el sensei los
Kyuzoentrenosa de
menudotaijutsu!
hacía la nadie. vista gorda ante el uso
excesivo de la fuerza por parte de Kazuki. En una ocasión, al practicar
ude-uke, llaves por dentro del
antebrazo, la potencia tras cada llave fue aumentando hasta que los dos
muchachos acabaron golpeándose
los brazos.Los cardenales tardaron en desaparecer más de una semana. Jack
había intentado quejarse por
la conducta de Kazuki, pero el sensei Kyuzo lo había hecho callar, gritándole:
—Es un buen entrenamiento para ti. Si no puedes soportar un poco de
dolor, está claro que eres
demasiado gaijin para ser samurái.
La voz de Akiko interrumpió sus
pensamientos.
—Jack, ¿vas a
venir?
Había aparecido en la puerta vestida con un quimono celeste decorado
con mariposas. Jack
parpadeó. ¿Sería ella la mariposa de su visión? Kiku asomó a su lado
vestida con un quimono verde
claro —¿Ir
y una
adonde? bolsa en la
—preguntó Jack.mano.

—¡Hanami! —canturreó ella, y se marchó seguida


por Kiku.
—¿Qué es hanami? —le preguntó Jack siguiéndola
por el pasillo.
—Una fiesta para ver flores —dijo Saburo, que había asomado la cabeza en
la esquina. Yori
esperaba en silencio al fondo.
—¿Una fiesta para ver flores? Parece absolutamente fascinante —dijo Jack, con
entusiasmo forzado,
pero dejó la jarra de agua y los siguió de todas formas. Al menos,pensó,
sería un cambio con respecto a
los—¡Esto
entrenamientos.
sí que es un cambio! —dijo Jack, dejando escapar un suspiro
de satisfacción. Estaba tendido
sobre la hierba, en las riberas del río Kamagowa, bajo la sombra de los
sakura,que literalmente se caían
por
Akiko,el peso
Kiku, de Yori susy flores.
Saburoestaban sentados a su lado, disfrutando
igualmente de la tranquilidad del
momento. Era la primera vez que permitían a los estudiantes salir del
complejo de la escuela, y estaban
saboreando
—¿Asíque tela libertad.
gusta nuestra fiesta hanami? —
preguntó Akiko.
—¡Bueno, si se trata de comer, beber y relajarte bajo los cerezos,
Akiko, ésta es la mejor fiesta
hanami en la que he estado! —respondió Jack.
—¡Es mucho más que eso, Jack! —reprendió Akiko con una sonrisa
benevolente.
—¡Empiezas a parecer el sensei Yamada y una de sus koanl —replicó
Jack de buen humor,y todos se
rieron.
—Enserio, el hanami es muy importante para nosotros —dijo Akiko—. La
floración de los cerezos
marca el inicio de la estación de plantar el arroz y usamos las flores
para adivinar el éxito de la cosecha.
A juzgar por lo abundantes que son las flores, éste será un buen año.
—Las flores también indican un comienzo, una nueva etapa en la vida —
añadió Kiku—, así que
hacemos ofrendas a los dioses que viven dentro de los árboles. ¿Ves a
esos samuráis de allí?
—Sí —dijo Jack, observando a los tres samuráis que había tendidos en torno a
un cerezo.Se iban
pasando una jarra de cerámica enorme los unos a los otros y lo
ciertohecho
—Han es la que tradicional
ya estaban
ofrenda bastante
de ebrios.
sake al sakura y ahora
comparten la ofrenda.
—¿Qué es el sake? —preguntó
Jack.
—¡Vino de arroz! —dijo Saburo, muy contento—. ¿Quieres
probarlo?
—De acuerdo —respondió Jack, vacilante.

Saburo corrió hacia los samuráis borrachos y regresó rápidamente con una
copa cuadrada rebosante
de líquidoclaro. Le ofrecióun poco a Jack.
Jack tomó un sorbo. El sake sabía dulce y acuoso, pero cuando lo tragó se
fue volviendo más fuerte y
potente, y acabó quemándole el fondo de la garganta. Jack tosió.
—¿Qué te parece? —dijo Saburo,
ansioso.
—Bueno, no es tan fuerte como el grog que tomábamos a bordo del barco,
pero si no te importa,
seguiré tomando agua.
Saburo se encogió de hombros, indiferente, y se terminó el resto de
la copa de un solo trago. Fue a
devolverles la copa a los samuráis, pero regresó con otra copa llena. Esta vez
se
—Saburo, la sabes ofrecióa
que nolas sechicas. te permite tomar sake —lo
reprendió Kiku.
Saburola ignoró y se tomó felizmente todo el
contenido.
Pasaron el resto del día relajándose bajo el árbol, y metiendo de vez en
cuando los pies en las frías
aguas del Kamogawa.
Cuando el sol empezó a ponerse, encendieron linternas de papel y las
colgaron de las ramas de los
sakura: flotaban como si fueran frutas brillantes sobre los caminos. Con el
ocaso, llegó la hora de
regresar
—Bueno, a la Niten Ichi Akiko—.
Jack —preguntó Ryû. ¿Qué te parecen
ahora las flores?
—Hermosas, pero con una vida breve —dijo Jack, repitiendo las palabras
de Uekiya.
—¡No! ¡Fugaces como la belleza de una mujer! —farfulló Saburo, a
quien el exceso de sake se le
había subido a la cabeza. Sus piernas lo traicionaron y Kiku y Yori
tuvieronComo la
—Sí,Jack. que vidaayudarlo a
—reconoció levantarse.
Akiko, ignorando la borrachera de Saburo—.
Estás empezando
a pensar como un japonés.
Caminaron por el sendero que avanzaba junto al río, donde las ramas de los
sakura formaban un
encantador emparrado de flores y lámparas. Jack y Akiko iban delante, mientras
Bajo elKiku suave
y brillo
Yori de las
cargaban linternas, Akiko estaba más hermosa que nunca. Jack
con recordó
el el
embriagado momento
Saburoy avanzaban a paso lento y vacilante.
en que la había visto por primera vez, junto al templo, en la orilla,
acompañada de su corcel blanco. Y
había estado allí para él desde entonces: cuidándolo durante su fiebre, ayudándole a
aprender el idioma,
enseñándole sus costumbres, defendiéndolode Kazuki. ¿Cómo podría pagárselo
alguna vez?
Se dio la vuelta y empezó a hablar, pero las palabras se atascaron en
su garganta y todo lo que pudo
hacer fue mirarla.

Ella se detuvo, devolviéndole la mirada, sus ojos de ébano


titilando en la penumbra.
—¡Eh, Gaijin Jack! —rugió una voz—. ¿Qué crees que estás
haciendo?
Jack sintió que la sangre se le helaba en
las venas.
33
La Taryu-Jiai

El rostro de Kazuki lo
miraba burlón.
—¿No me has oído, gaijin? Te he preguntado qué estás haciendo fuera
de la escuela.
—Déjalo en paz, Kazuki. ¡Lo prometiste! —
dijo Akiko.
—¡Oh, es la enamorada del gaijin! Sigue sin poder defenderse, ¿no? —repuso
Kazuki en tono burlón
—. ¿Necesitas a una chica para que luche por ti, gaijin? ¿Habéis oído,
muchachos? ¡El gaijin tiene que
tener
Con auna una mueca chica
de como guardaespaldas!
diversión, Kazuki miró por encima de su hombro a
los cuatro muchachos que lo
acompañaban.Nobu se partía de risa y su gran barrigase sacudía arriba y
abajo. Dos chicos,a quienes
Jack no reconoció, se reían también, pero el cuarto miembro de la banda de
Kazuki parecía claramente
—Bueno, Akiko te dio una paliza, ¿no? —dijo Jack, y uno de los chicos
incómodo, y de repente pareció considerar muy interesante su tabi. Era
se calló al instante.
Yamato.Estaba
—¡Cállate! de espaldas a ella —replicó Kazuki—. Además, yo me
preocuparía más por tu
bienestar que por el mío, gaijin. Tenemos una deuda que zanjar.
—¡No! ¡No te atrevas! —dijo Akiko—. Te lo advertí:
se lo diré a Masamoto.
—¿Decirle qué? ¿Que hace tres meses tuvimos una pequeña discusión en el
Salón de Buda? No lo
creo. Es demasiado tarde para eso.
Dio un paso hacia Jack, desafiándolo a hacer un
movimiento.
—Te olvidas, Akiko, que mi promesa sólo se extendía a los
muros de la escuela. Fuera, es presa
fácil. Aquí no nos gobierna Masamoto.
—Entonces vamos —retó Jack—. Terminemos de una
vez.
Jack estaba harto de burlas, de susurros a su espalda, de malos tratos en las
clases de taijutsu, de la
constante intimidación y las amenazas. Era como vivir bajo una sombra
permanente. No podría librarse
de ello, ser él mismo, ganar aceptación, hasta que el asunto entre Kazuki y
él quedara zanjado de una vez
—Yo que tú, gaijin, me lo pensaría dos veces antes de empezar una
por todas.
pelea que no puedes ganar —dijo
Uno
Kazuki—.de los muchachos
Creo que no dio
conocesun paso
a adelante
mis primos.y saludó
Este inclinando
de aquí laes cabeza.
Raiden.
Cuando
Su nombrese irguió, Jack se
significa Dios del
sorprendió
Trueno. ante su tamaño. Raidenle sacaba más de una cabeza. Sus brazos
eran gruesos y carnosos, y
por piernas tenía troncos de árbol. También era inusitadamente velludo
para ser japonés. Sus cejas,
oscuras y tupidas, sobresalían de una frente pronunciada y un buen mechón
del vello que cubría su pecho
intentaba escapar del interior de
su quimono.
Jack se habría sentido intimidado por el formidable aspecto del muchacho, si
los ojos de Raidenno
hubieran estado un poco demasiado juntos. Le hacían parecer un mono grande,
—Yperoéste algoes mássu estúpido. hermano gemelo, Toru. Te aseguro que no querrás
saber lo que significa su nombre.
El segundo muchacho saludó. Como era de esperar, parecía idéntico a
su hermano, sólo que más
estúpido, pensó Jack.
—Son de Hokkaido, pero no sabrás dónde está eso, ¿verdad, gaijin? —dijo
Kazuki, pinchando de
nuevo a Jack—. Deja que te enseñe. Es la isla norte de Japón y
estos chicos pertenecen al clan Seto, los
samuráis más duros e implacables que conocerás jamás. Por eso estudian en la
escuela Yagyu aquí en
Kioto. Es cierto que no es tan refinada y reputada como la Niten Ichi
Ryû, pero es famosa por haber
creado
—Esto algunoses de
sólo los
entre guerreros
tú y más
yo, terribles.
Kazuki ¡La patrocina
—interrumpió nada
Jack, más
harto yde los
nada
intentos menos que
de el gran
Jack por daimyo
Kamakura
aterrorizarlo—. Katsuro!Envía a casa a tus monitos.
Raiden y Toru rugieron ante el insulto, y se abalanzaron hacia Jack
con la clara intención de
arrancarle los miembros.
—¿Eh? ¿Qué está pasando aquí? —farfulló Saburo, librándose de Kiku y
Yori y plantándose entre
Jack y los dos gigantes—. Dejad en paz a mi amigo Jack... Estamos en la
fiesssta ha... ha... hanami y no
habéis
Saburo sido invitadosss.
se bamboleaba levemente como un muñeco Daruma. Entonces cayó
hacia delante y su cabeza
chocó contra el pecho de Raiden, quien lo apartó de un manotazo como si
fuera una
—¡Auuu! mosca. Saburo,
—exclamó retrocediendo, con la nariz ensangrentada—.
¡Gordinflón! ¡Eso ha
dolido!
Kiku y Yori corrieron en su ayuda, pero Saburose libró de ellos y se
preparó para dar un golpe a su
atacante. Raidensimplemente alzó su enorme puño y lo descargó contra la
—¡OH! cara de Saburo. a
¡Búscate alguien de tu propio tamaño! —dijo Jack, soltando un
yoko-geri, una patada
lateral, y golpeando con el talón las costillas de Raiden.
Raiden gruñó y se tambaleó hacia un lado: tras pasar de largo ante el
sorprendido rostro de Saboru,
su puño fue a clavarse en el tronco de un sakura cercano. Raidenaulló de
dolor, y entonces se volvió y
atacóJacka Jack con apresuradamente
retrocedió varios puñetazos para salvajes.
evitar que le alcanzara en
la cabeza.
—¡Cuidado! —gritó Akiko.

Pero era demasiado tarde. Toru había aparecido por detrás y agarró a Jack con un
abrazo de oso,
sujetándole los brazos a los costados.
—¿Qué vas a hacer ahora, Gaijin Jack? —dijo burlonamente Kazuki, que se estaba
divirtiendo de lo
lindo. Tras él, Yamato retrocedió hacia las sombras en un intento por
distanciarse de la pelea.
Toru apretó su tenaza y Jack se quedó sin respiración. Creyó que iba a
desmayarse, pero la presión de
Toru remitió un poco cuando el grandullón dejó escapar un gemido de
Akikodolor. había descargado una ushiro-geri, una patada atrás con giro, la patada más
poderosa del
taijutsu. Había golpeado a Toru en el costado. Cualquier persona normalse
habría desplomado ante un
golpe
Así tan
que directo,
ella continuó pero Toru
con tan una sólo aflojó un
mawashi-geri,la poco
patada su
circular.presa yListo miró
esta convez
mala
para el cara a Akiko.
ataque,Toru
giró y colocó a Jack directamente en su camino. Akiko trató desesperadamente de
detener su ataque,pero
perdió el equilibrio en el proceso. Toru atrapó la pierna de Akiko con un
brazo, mientras sujetaba a Jack
Cuando los tuvo a ambos bajo control, deslizóel brazo derecho por el
con el otro.
pecho de Jack y atenazó su
garganta. Entonces empezó a estrangularlo.
—¡Basta! —gritó Kiku, alarmada, mientras Yori observaba con ojos como platos—.
¡Yamato,
ayúdalos!
Pero Yamato hizo oídos sordos a sus súplicas y se retiró aún más de la
pelea. Mientras tanto, Kazuki
y Nobu disfrutaban del espectáculo, animando a los dos hermanos y burlándose
—¿No de Jack. aprendido
has nada, gaijin? Cualquier samurái de verdad podría librarse
de eso —se mofó
Kazuki.
—¡Venga, Toru, pártelo en dos! —gritó
Nobu.
Toru apretó aún con más fuerza la garganta de Jack, pero de pronto ésa se
convirtió en la menor de las
preocupaciones del muchacho inglés: Raidense dirigía hacia él con ambos puños alzados.
Todavía sujeto por la tenaza de hierro de Toru, y comprendiendo que sólo
tenía las piernas para
defenderse, Jack clavó las manos en el brazo de Toru y tiró hacia abajo lo
suficiente para poder respirar.
Entonces, usando el brazo de Toru para apoyarse, se alzó del suelo,
disparando simultáneamente una
doble mae-geri, la patada frontal, con cada pierna. El movimiento fue totalmente
inesperado y Raiden,
que
Saburoreaccionóvio una
su fracción
oportunidad de y segundo
extendió demasiado
un pie, tarde, recibió el
zancadilleando golpe
por en detrás laa
cara.
Raiden,La nariz
quien empezó
tropezó ay
sangrarle
chocó y
contra el el muchacho
sakura.El árbol se llevó rápidamente
estremeció, y las
la manos del
fuerza a la
impactocara desprendió
mientras
retrocedía
una linterna tambaleándose.
de papel
que cayó directamente sobre la cabeza de Toru.

Su débil armazón se hizo pedazos con el impacto y la vela del


interior cayó sobre el pelo grasiento de
Toru, que prendió al instante. Toru soltó de inmediato a Akiko y a
Jack y empezó a dar saltitoscomo un
oso bailarín. Se puso a agitar frenéticamente las manos y se golpeó la
coronilla, tratando de apagar el
Saburo, Kiku y Yori soltaron una carcajada ante el baile de Toru,
fuego.
pero su alegría fue breve.
En medio del caos, Raiden había vuelto a ponerse en pie y, tras agarrar
a Saburo por los pelos,
empezó a golpearlo. Toru, con la cabeza humeando como una chimenea, se
lanzó acabado
Se habían contra Akiko las
y Jack.
tonterías: los dos monos de Hokkaido estaban decididos
a poner fin a la pelea
con el siguiente golpe.
—¡YAME! —oyeron exclamar a alguien, y todos se detuvieron inmediatamente.
La voz tenía una
autoridad tan incuestionable que incluso un grupo de samuráis ebrios que
pasaba
—En se
nombre detuvodeen Buda,su ¿qué camino.
está pasando? —
exigió la voz.
De la oscuridad surgió Masamoto con el rostro encendido. Yamato, todavía en
retirada, palideció al
instante e inclinó la cabeza avergonzado, mientras Kazuki y Nobu se
arrodillaban
—¡Dejad a suplicantes.
mis estudiantes en paz! —ordenó Masamoto mientras, con velocidad
cegadora, su mano
lanzaba un nukite-uchi contra el cuello de Raiden.
El canto de la mano de Masamoto golpeó un punto de presión situado
en la nuca de Raiden, cuyas
rodillas cedieron al instante. El grandullón se desplomó como una marioneta
a la que hubieran cortado
las cuerdas.
Saburo, frotándose la zona de la cabeza donde le faltaba un gran mechón de
pelo, corrió junto a Kiku
y Yori. Entonces todos hicieron una contrita reverencia ante Masamoto y
mantuvieron la ¡Deja
—¡Masamoto! cabezaa gacha.mis estudiantes en paz! —ordenó una segunda
voz tras Masamoto.
Un samurái vestido con un quimono azul, amarillo y dorado se
acercaba por el sendero. Cuando
estuvo más cerca, las linternas iluminaron su rostro. Jack lo reconoció al momento.
Era Kamakura
Katsuro,
El hombreel daimyo
era un que
poco había
más visto
bajo en que el interiorpero del
Masamoto, lo palanquín
observaba lacado,en
con
el camino
desprecio. Kamakurade Tokaido.
tenía un
rostro afilado y cruel, y un bigote puntiagudo disimulaba la tensión de su
boca. Escrutó la escena con aire
de arrogancia, examinando con gesto implacable a cada uno de los estudiantes de
Masamoto, como si
fueran alimañas que debían ser exterminadas. Kamakura desprendía una atmósfera
de pomposidad y
autocomplacencia. Jack pensó en el viejo mercader de té que había sido
decapitado
—Será por no haberse
mejor que controles a tus estudiantes o lo haré yo —replicó
inclinado
Masamoto acon tiempo.
firmeza—. Kamakura
Me era claramente un hombre cruel que disfrutaba
parece abusando
que tienes de un su
problemasituación
de de
disciplina en tu escuela.
daimyo.
—Nosotros no tenemos ningún problema con la disciplina —respondió Kamakura,
arrogante—, pero
parece que tu escuela tiene un problema con su entrenamiento. Nunca he
visto una técnicatan pobre.
—¡No había nada malo en su técnica! ¡Akikoejecutó una sorprendente ushiro-geri
y ya me gustaría
ver a cualquiera de tus estudiantes ejecutar una mae-geri mientras lo
—Masamoto,
están por favor. Somos viejos camaradas
estrangulando! —dijo Kamakura en tono conciliador—.Este no
es
un asunto que haya que zanjarse en un parque público. Hagámoslo según la
tradición adecuada. Propongo
una Taryu-Jiai entre nuestras dos escuelas.
—¿Una Taryu-Jiai? —repitió Masamoto, algo
desprevenido.
—Esos tres —dijo Kamakura, señalando a Jack, Akiko y Saburo con un
gesto despectivo— contra
Raideny Toru, junto con una samurái femenina adecuada que pueda competir con
tu chica que da coces
hacia
—¿Qué atrás. disciplinas propones? —preguntó Masamoto, pasando por alto el insulto
dirigido a Akiko y
empezando a acariciar la idea.
—Kenjutsu, kyujutsu, y
taijutsu.
—De acuerdo —dijo Masamoto, sin la más mínima
preocupación.
Jack, sin embargo, se sintió más que perturbado por la sugerencia de una
Taryu-Jiai. No tenía ni idea
de lo que era, pero Akiko había palidecido de pronto y a Saburo se le
había pasado la borrachera al
instante,
—¿Alguna así preferencia
que eso para de la la celebración
Taryu-Jiai deno esta parecía
pequeña una competición?
perspectiva —preguntó
prometedora.
Kamakura.
—¿Qué te parece el día antes del Festival Gion? —replicó Masamoto como
quien no quiere la cosa.
—¡Pero para eso faltan aún tres lunas! —exclamó Kamakura
desconcertado.
—A juzgar por la actuación de esta noche, tus estudiantes necesitarán entrenamiento
extra. Queremos
que esto sea una auténtica competición, ¿no? No un paseo —replicó Masamoto,
mostrando una amplia
sonrisa mientras inclinaba la cabeza—. Además, siempre me gusta celebrar
mis victorias con un buen
festival.
34
El secretode Yamada

—¿Porqué no defendiste su honor? —tronó


Masamoto.
La respuesta fue un susurro y
prácticamente no pudo oírse.
—¡Te vi retirarte! Tenno nunca habría hecho algo así —continuó Masamoto,
escupiendo ira como si
fuera fuego—. ¿Por qué no ayudaste a Jack-kun? Corrígeme si me equivoco,
pero le debes la vida. Te
salvó.SeDemuestra que
oyeron gimoteos es y más samurái
una disculpa de entrelo que tú lo has sido jamás.
murmullos.
—¿Dónde está tu coraje, tu valor, tu honor? Eres tú quien debería
combatir en la Taryu-Jiai para
defender el nombre de mi escuela. ¡No Jack-kun!
La voz de Masamoto se quebró, y de pronto se oyó un golpe y el
sonido de una taza de té al caer de
una mesa.
—¡Has traído el deshonor a esta familiay a ti mismo! ¡Márchate!
¡Piensa en lo que significa ser un
Masamoto, y vuelve cuando tengas una respuesta!
La shoji se abrió y Yamato salió con el rostro colorado y bañado por
lágrimas de vergüenza. Evitó
intercambiar una mirada con Jack, Akiko y Saburo, que estaban arrodillados fuera de
la Hô—Oh-No-Ma,
la Sala del Fénix. Era la sala de entrenamientopersonal de Masamoto, donde
sólo eran convocados los
—Yamato, lo siento... —empezó a decir Jack, deseoso de
estudiantes lo suficientemente buenospara aprender la técnicade los «Dos Cielos».
ayudarlo de algún modo.
Pero Yamato lo interrumpió con una furiosa mirada y se marchó
sin mirar atrás.
—No es culpa tuya, Jack —dijo Akiko en voz
baja.
—Sí que lo es. Si no hubiera venido aquí, él
no estaría en esta...
—¡ENTRAD!—tronó la voz de
Masamoto.
Todos se miraron entre sí, aterrorizados. Después de la pelea del hanami,
Masamoto los había
acompañado hasta la escuela y les había ordenado que se fueran directamente a
la cama. Apenas habían
dormido en toda la noche, pues Masamoto había exigido verlos a los
tres al alba, excusando a Kiku y
Yori como meros testigos. Akiko le había explicado nerviosamente a Jack que una
—¡Seiza!—dijo
convocatoria a Masamoto
la Sala mientras entraban todos y se inclinaban
del tanto
Fénix antes decomo podían.
desayunar sólo significaba una cosa: iban a ser castigados. No
Masamoto estaba sentado en un estrado, junto a una mesita lacada en negro.
sabían hasta qué punto.
Una criada se afanaba en
recoger el té que se había derramado, mientras otra le servía una nueva
Tras él,tetera un
de fénix
sencha.ardiente pintado en vividos colores sobre una pantalla
de seda alzaba el pico hacia
el cielo. Masamoto se rebullía en su asientocomo un volcán a punto de
estallar, con la cicatriz escarlata
y brillante como lava fundida. Esperó en silencio hasta que las criadas
se hubieron marchado. Jack,
Akiko—¡Erguíos!
y Saburotemblaban con las cabezas pegadas al suelo.

Masamoto los examinó con atención, como si estuviera cotejando el castigoque


pensaba aplicarles
con su capacidad para soportarlo. Masamoto inspiró profundamente y Jack
sintió que la boca se le
secaba de
—Excelente miedo. —dijo, con una leve sonrisa que asomó en la parte de su
rostro donde no había
cicatrices—. Estoy muy impresionado por el modo en que os comportasteis anoche.
Todos se miraron entre sí, confundidos. ¿No pensaba castigarlos
después de todo?
—Saburo, se te perdona tu estado no demasiado sobrio. Pero sólo porque
te mostraste leal a tus
compañeros samuráis y porque tu astuto enfrentamiento con ese tal Raidenme
demostró que eres capaz de
actuarSaburoinclinó
como un la guerrero incluso estando
cabeza profusamente,incapaz deebrio.contener su alivio por
el perdón.
—Akiko, eres una auténtica dama de la Niten Ichi Ryû. Sólo los guerreros
más valientes se enfrentan
con osadía al peligro —dijo, henchido de orgullo—. El que atacó a
Jack debía de tener dos veces tu
tamaño, pero tú no vacilaste. Fue una lástima que no cayera ante tu
mawashi-geri,pero no te preocupes,
Akiko inclinó la cabeza, dejando escapar un silencioso suspiro: también
se despertará muy dolorido esta mañana, te lo aseguro.
la había perdonado.
—Y en cuanto a ti, Jack —dijo Masamoto, y sorbió su
taza de sencha.
Jack sabía que al ser la causa de la pelea, no escaparía tan a la
ligera. Sin duda sufriría las
consecuenciasde la ira de Masamoto.
El momento del juicio se hacía esperar. Masamoto se tomaba su tiempo
para saborear el té y el
estómago de Jack acabó tensándose en un nudo de hierro.
—Sobrepasas mis expectativas continuamente —dijo por fin Masamoto—. Has
desarrollado de modo
considerable tus habilidades marciales. Eres leal con tus amigos. Y tienes el
espíritu de un león. ¿Estás
seguro de que
—No, Masamoto-samano naciste samurái?
—dijo Jack, sintiendo una oleada de alivio ante el
indulto.
—¿Discúlpame, Masamoto-sama? —preguntó Akiko, inclinándose.

—¿Sí, Akiko?

—¿Nos estás diciendo que lo


viste todo?
—Sí.

—Entonces, ¿por qué no impediste la pelea? —interrumpióJack, sorprendido ante esta


revelación.
repararen
—Parecía que él. os estaba yendo bastante bien —dijo Masamoto, tomando un sorbo de
sencha—.
Jack, Akiko yestaba Saburose
Además, interesado dirigieron
en ver en
cómo silencio
reaccionabais abajo la presión.Chô—no-maLa para
medidadesayunar,
demasiado
definitiva aturdidos
de un samurái
por
no la
es tarea
cómo se que les
comportaesperaba en para
la murmurar
comodidad una de sola
su palabra.
dojo, sino cómo se
comporta en los momentos de desafío
y Duranteamenaza. todo elHe de decir que,
día, Jack, Akiko y aunque Saburoun poco
fuerondesordenado,
acosados tu
por mae-geri
los otros
Jack, Akiko
mostró y
inventiva
estudiantes, que querían Saburo y se
demostró miraronser sorprendidos. Masamoto había visto todo el
episodio
efectivo.
saber si como
era una
cierto que lucharían en una Taryu-Jiai por el honor de la
prueba
escuela. de artes
El marciales,
rumor se mientras
había que para ellos había sido cuestión de vida o
—Así
extendidomuerte.pues, iremos ay
rápidamente la
ahora Taryu-Jiai.
que estaba Estoy seguro de
confirmado, todos que
queríanAkiko te ser ha
sus contado
amigos,
lo que
convencidos de es una
que Taryu-
Jack fue
Jiai. de pronto aceptado como compañero samurái. Ya no volvieron a
quizá podrían elevar su estatus por asociación.
llamarlo
Camino Gaijin laJack, escuela,
de ni Akiko, alarmada por la idea, le había explicado a
susurraban
Jack acon sus voz espaldas
trémula: cuando
«Una lo veían pasar. Todos se enteraron de que
había luchado
Taryu-Jiai es una con valentíaentre diferentes
competición escuelas de artes marciales. Los
contra los gemelos
participantes
Esa noche, en combaten
la Seto
cena, lade Hokkaido
lucha del y
hanami querían se ser parte de
había convertido en tan valerosa
una
en acción.
disciplinas
leyenda. seleccionadas
Los gemelos para establecer
del clan qué escuela es la mejor, pero hay
Seto mucho eran más en
gigantes juego
de que
dos metros de altura y llevaban garrotes. Akiko
una simple
había volado competencia.
por Una
los Taryu-Jiai
aires, es un asunto de honor. La escuela ganadora
será coronada
ejecutando patadas como
en tijera, patadas de media luna y patadas de hacha en
la mejor las
todas escueladirecciones.
de Kioto era
Jack y a su fundador se le concederá el
ahora
—Bien raro
el privilegio
samurái
—dijo Masamoto, de tener
que podía una audiencia
luchar sin
depositando en necesidad
la con
mesa deel
su recuperar
taza de elté—. aliento.
Por tanto, Y
emperador.
Jack Saburose
comprendes Para
sospechaba
la Masamoto,
que muchas es
había convertido en impensable
de esas que perdamos.»
exageraciones Jack
tenían asintió
su origen a
en el
Masamoto,
locuaz
el
importanciaSaburo,
guerrero indicando
de que,
borracho
tal que que había derrotado
acontecimiento y por aqué Raiden,
debemos el
ganar. Dios del Trueno,
comprendía.
satisfecho
—Pero con los de
¿cómo ojosla
podemos atención
cerrados. que
ganar? —estalló recibía,
Saburo—. nunca se cansaba
Como dices, nos doblan ende contar la
tamaño
historia.y Estabahabrían permitiendo
nos
claramente
matado que
si sus
no... bravatas actuaran en su favor. Akiko y Jack, sin embargo,
se
—¡Basta! mostraron más cautos en
Después —dijo de Masamoto,
cenar, se interrumpiendo
dirigieron al elSalón estallido
de Buda, de
donde Saburo—.
el sensei La
Yamada derrotano
iba
esta materia,
es una ansiosos
opción, la por
a lo que les aguardaba en los meses por venir.
a impartirles
menos
primera que sea lecciónaceptada como una
preparatoria para realidad
la en
Taryu-Jiai. tu
Cuandopropia mente.
entraban No
en deseo
el oír
patio, murmurar
vieron venir de de nuevo
frente esa
a
palabra.
Kazuki Además,
y Nobu. cuanto
Se mayor
cruzaron es el lossu
en obstáculo,camino, mayor es la gloria yal superarlo.[
—Hai, Masamoto-sama
—¿Adónde van? —preguntó —reconocieron
Jack, sorprendido que Kazukipero Kazuki
de muchachos, no escupiera Nobu
su los
7ignoraron
] decididamente.
vacilantes.
habitual «Gaijin Jack».
—Tenemos
—Al butokudende —respondió
suerte que hubiera Akiko. conseguido tiempo suficiente para que
perfeccionéis vuestras
—¿Qué? Cierto,
habilidades. ¿También
son más van a
grandes que vosotros. Pero cuanto más grandes sean,
entrenarse?
más duro caerán y, con
las—¡No! técnicas—rio Saburo—.
adecuadas, ¿No
eso te
es has
lo enterado?
que Masamoto
ocurrirá. los ha castigado por
Akikodeshonrar había tenido
la razón,
escuela.pensó Jack. La derrotaera un concepto extraño para la
Les mente ha de
ordenadoMasamoto.que pulan el salón entero, del suelo al techo.
No —¿De esperaba
verdad? menos de
¡Eso les ellos.
va a llevar días! —dijo Jack, incapaz de contener
—He dispuesto
una sonrisade con vuestros
alegría. senseisclases extraordinarias cada noche hasta la
—Pero competición
no en
tantos julio. limpiar
como todos los ladrillos de este patio —dijo Saburocon
Se os requerirá
igual alegría—. que
Y os entrenéis el doble de duro y el doble de
tiempo que —protestó
luego—Pero...
tienen todos las
quitar los Saburo.
demás.
piedrecitas del jardín Zen del Sur, pero sólo pueden
usar sus hashi. ¡Tardarán
—¡Basta!
semanas! Actuaréis como samuráis y
Eso mantendría
venceréis.a Kazuki apartado de su camino, pensó Jack con alegría.
Teniendo
Masamoto en
los cuenta
despidió todo e, lo inclinando la cabeza, ellos
queEn se el abandonaron
exterior,veníala encima,
le Kazukisala. y
lo Nobu que
último esperaban de
necesitaba rodillas.que Kazuki
era Nobu parecíase
Subieron
pálido el
pasara de
las angustia
escaleras
día y,y
acosándolo. por
entraron
una vez, en el Salón de Buda. El sensei Yamada
Kazuki ya no
estaba tuvo
sentadovalor para
en burlarse
los de Jack. Estaba demasiado preocupado por su
cojinesde propia su
situación
estrado,para rodeado de velas.
—Pasad. Pasad. ¡Seiza!—dijo Yamada. Su voz resonó en la enorme
extensión del salón.
Jack, Akiko y Saburose sentaron en los tres cojinesque había situados a
los pies del sensei.
—¿Así que vosotros sois los tres poderosos guerreros? —dijo Yamada
retóricamente observándolos
con picardía—. ¿Y mi honor es preparar vuestras mentespara la gran batalla?
Humm. Yamada
El sensei encendió otra varita de incienso, una mezcla de cedro y
resina roja que llamaba
Sangre de Dragón. La extraían de palmeras rattan, y tenía un denso aroma a
madera. Era tan potente que
Jack se sintió
El sensei Yamada mareado. entornó los ojos y canturreó levemente para sí,
sumiéndose en otro de sus trances.
Todos estaban ya familiarizadoscon las clases del sensei y Jack, Akiko y Saburose
dedicaron cada uno
a —¿Desus propias
qué tienes meditaciones.
miedo, Jack? —preguntó el sensei Yamada después de varios
minutos, sin romper
su trance.
—Umm —murmuró Jack. La inesperada pregunta había interrumpido su meditación
justo cuando se
internaba en la quinta visión, la sabiduría natural, el estadiodonde las cosas
pueden verse a su verdadera
luz. —Vamos. Vamos. Dime exactamente lo que ves. ¿De qué
tienes miedo?
La voz del sensei resonó en la cabeza de Jack. El incienso amplificaba sus
sentidos, y del removido
lodo de su mente se fueron materializando imágenes, flotaron rostros y
aparecieron
—De ahogarme...pensamientos.
Siempre he tenido miedo de
ahogarme
—De ser arrastrado al fondo del océano—dijo Jack, vacilando como si expulsara
sus palabras en un
mal sueño.
—Bien. Bien. ¿Qué más
ves?
—A mi madre... Tengo miedo... Me deja... Se muere... Sola —gimió Jack
mientras se agitaba un poco
en su trance—. Ginsel... Veo a Ginsel... Hay un cuchillo en su
espalda... en
Entonces, la oscuridad de la mente de Jack, una bruma verde se
condensó en un ojo único.
—Un ojo verde... Ahora veo un ojo verde... como el de un dragón.
El ojo de Dokugan Ryu... Flotando
sobre mi padre... No puedo ayudarle... Se está muriendo —gimió Jack, abriendo
de pronto los ojos.
Lágrimas
—La muerte calienteses le
más corríanpor
universal laque cara—.
la vida La —dijo muerte...
Yamada. ¡Tengo
Su voz miedo
cálida de
la
acariciaba muerte!
los oídos del
muchacho—. Todo el mundo muere, pero no todo el mundo vive. Tu madre. Ginsel.Tu
padre. Déjalos ir,
Jack.
—Yo... No comprendo —tartamudeó Jack, abrumado por la magnitud de las
palabras del sensei
—La muerteIntentóreprimir
Yamada. no es el
sus mayor miedo de
lágrimas que angustia:
debes tener. no Tu mayor que
quería miedo los
es correr el
demás
riesgo de
creyeran estar era
que débil.
verdaderamente vivo. Así es como se vive, Jack, incluso en la muerte —explicó
Yamada, con los ojos
rebosantes de sabiduría—. Eso es lo más importante. Masamoto-sama me contó
que tu padre vivió y
murió protegiéndote.No hay otra causa más digna. No tienes que temer por él, pues
vivió y todavía vive
en Mientras
ti. las palabras del sensei reverberaban en la cabeza de Jack, un imparable
flujo de lágrimas
corrió por sus mejillas. Meses de soledad, dolor, sufrimiento, tristeza brotaron de
él como un río que
desborda sus
Había dejado de riberas.
importarle lo que Akiko y Saburopudieran
pensar de él.
Poco a poco, los sollozos fueron
remitiendo.
Jack se secó las lágrimas y descubrió que se sentía más ligero, más tranquilo
y más cómodo, como si
le hubieran quitado de encima un peso invisible y lo hubieran
Akikoenvueltoy en
Saburo,una gran a manta
quienesde paz.
el sufrimiento de Jack había sacado de
sus meditaciones, lo observaron
con compasión. El sensei Yamada se inclinó hacia delante con una expresión de
triunfo sereno en los ojos
y —Noles dijo:
sé cómo derrotar a otros, sólo sé cómo ganarme a mí mismo —
les susurró, atrayéndolos hacia
él con sus palabras—. Los oponentes más reales y peligrosos a los que nos
enfrentamos en la vida son el
miedo, la ira, la confusión, la duda y la desesperación. Si vencemos a
esos enemigos que pueden
El sensei Yamada los miró uno a uno, asegurándose de que habían entendido
atacarnos desde dentro,podremos conseguir una verdadera victoria sobre cualquier
lo que quería decir.
ataque
—Conquistad exterior.
vuestros miedos interiores y podréis conquistar el mundo.
Ésa es vuestra lección para
hoy.
El sensei inclinó ligeramente la cabeza y los despidió. Akiko y Saburole
devolvieron el saludo y se
encaminaron hacia la puerta. Jack, en cambio, permaneció allí sentado.
—Tengo que preguntarle una cosa al sensei Yamada —dijo, en respuesta a
sus miradas de
preocupación—. Me reunirécon vosotros dentro de un momento.
—Te esperaremos en la escalinata —dijo Akiko, y se marchó
con Saburo.
—Sí, Jack —reconoció el sensei Yamada—. ¿Hay algo que te
preocupe?
—Más o menos.Ayer por la mañana,
tuve una...
—¿Visión?

—Sí. ¿Cómo lo
sabía?
—Suele suceder a esa hora. La mente, una vez liberada, es más potente
de lo que puedes imaginar.
Cuéntame. ¿Qué viste?
Jack describió su sueño del demonio rojo atacando furiosamente
a la mariposa.
—Hay muchas maneras de interpretar ese tipo de revelaciones —dijo el
sensei, después de
reflexionar un momento—. Su verdadero significado quedará oculto bajo las muchas
capas de tu mente, y
sólo tú podrás descubrirlas todas. Tienes que encontrar la clave que abra
el secreto.
Jack se sintió profundamente decepcionado.Había esperado que el viejo monje pudiera
ayudarle con
la respuesta, pero el sensei Yamada se mostraba tan obtuso como siempre.
¿Cómo podía una clave abrir
su —Tal mente?
vez la clave sea la chô—geri... —murmuró Yamada, más para
sí que para Jack.
—¿La chó-geri? —instó Jack, de repente lleno
de esperanza.
—Sí,la chô—geri. A veces el camino para comprender la mente pasa a
través del cuerpo. Tu visión
contenía una mariposa. Sus movimientos eludieron al demonio. Tal vez la chô
—geri—¿Yte dóndeilumine.
la encuentro?

—No es cuestión de «dónde», Jack. Es cuestión de «cómo». La


chó-geri es una antigua técnicachina
de artes marciales perdida en el tiempo. Se llama «la patada de la
mariposa» porque es una patada
voladora donde todos los miembros se extienden en una postura similar a la
de las alas de una mariposa
en vuelo. Es una maniobra altamente avanzada que se abre paso a través de
—¿Entonces
cualquier qué sentidoque tiene hablarme
ataque.Dicen de la clave, si nadie la conoce?
no —dijo Jack,
hay defensa frustrado con
contra la chó-geri.
los continuos enigmas del sensei.
—No he dicho nadie —respondió éste, y luego estudió a Jack durante
largo rato. Jack se sintió
enormemente incómodo, como si el sensei estuviera de algún modo asomándose a su
alma.
—Podría enseñártela —dijo por fin—, pero puede que esté muy por encima de
tus habilidades.
—¿Tú? Pero... —tartamudeó Jack, algo perplejo—. Perdona mi falta de respeto,
sensei, pero ¿no eres
demasiado viejo para las artes marciales?
—Oh, la ceguera de la juventud —dijo Yamada, poniéndose en pie
con ayuda de su bastón.
Jack estaba a punto de pedirle profusamente disculpas cuando, sin advertencia, el
sensei soltó el
bastón y saltó al aire.
El torso del anciano se revolvió, sus brazos se abrieron en arco y
ambas piernas se dispararon,
pasando por encima de la cabeza de Jack. El sensei Yamada giró en
el aire y aterrizó de nuevo en su
estrado.
—¿Cómo demonios has hecho eso? ¿Cómo has podido? —tartamudeó Jack,
anonadado ante la
incomprensible agilidad del anciano.
—Nunca hay que juzgar a una espada por su saya. Soy monje, Jack.
Pero ¿qué soy? —dijo
crípticamente,antes de apagar las velas y fundirse en la oscuridad acompañado del
eco del golpeteo de
suLas bastón en
columnas el de gran salón. restante
incienso trazaron en el aire espirales
Jack salió del
fantasmales ySalón de el Buda aturdido,
sensei desapareció. a la vez anonadado y perplejo: el
anciano monje había volado
por el aire con la gracia de una mariposa, y luego se había marchado
dejándole un acertijo.
Encontró a Akiko y Saburosentados en los escalones y se
desplomó junto a ellos.
—¿Te encuentras bien? —preguntó Akiko, preocupada por que la lección hubiera
afectado demasiado
a Jack.
—Sí,estoy bien. Pero no vais a creeros lo que acabo de ver —respondió
Jack, y les comunicó a sus
dos amigos las sorprendentes habilidades del sensei Yamada.
—¡En nombre de Buda, Jack! Incluso yo puedo resolver eso —dijo Saburo,
anonadado—. ¡Es un
shoei!
—¿Shoei? ¡Pero si yo creía que Nobunaga había matado a todos
los monjes guerreros!
—Está claro que no a todos —dijo Saburo, mirando asombrado hacia el
Salón de Buda—. ¡Te
apuesto a que el sensei Yamada puede matar a un hombre usandosólo su
—Ahí ki! viene Kiku —dijo Jack, al ver a la muchachita salir de la Sala de
los Leones y cruzar el patio
corriendo hacia ellos.
—Sumimasen —dijo Kiku, sin aliento, mientras subía corriendo los escalones
de piedra.
—¿Qué pasa? —preguntó Akiko asustada por el tono exaltado de
la voz de Kiku.
—¡Yamato se ha
escapado!
35
El cambio

—¡Jack-kun! ¡Jack-kun! ¡Jack-kun!

Jack parpadeó ante la brillante luz del sol de verano. Iba a ser
otro día caluroso, pensó, mientras
dejaba atrás la fresca sombra de la Sala de los Leones para salir al
tórrido patio arropado por los
aplausos
Los últimosde los
tres estudiantes
meses habíanallí congregados.
supuesto para Jack, Akiko y Saburo un
calendario agotador de
entrenamientos implacables. La ausencia de Yamato, al principio muy sentida
por todos, prácticamente
había sido olvidada con la intensidad de los entrenamientos. Jack había perdido
la cuenta del número de
«cortes» que había practicado con su bokken para mejorar su kenjutsu y
la cantidad de flechasque había
perdido o
Jack había tenido roto en
además el
que kyujutsu,
encajar y
en no
su había ni
apretado una sesiones
día sola parte de su
cuerpo que
clandestinas deno hubiera
entrenamientoconsido lastimada
durantesensei Yamada
el el taijutsu.con la tenue esperanza de aprender la chó-geri y
descubrir el significado de su visión.
Pero los entresijos de la compleja técnica seguían eludiéndole. Había hecho
todo lo que le había
indicado el sensei Yamada, pero simplemente no era lo bastante bueno. Al
—Nunca
paso conseguiré
que iba, hacer tardaríaesto —había
años en dicho desesperado tras caer de espaldas por
dominar enésimala vez,
técnica.a
apenas una semana de la Taryu-Jiai.
—Lo que tú creas será, Jack-kun —respondió sin rodeos el sensei Yamada—. No
es la técnicalo que
tienes que dominar, sino a ti mismo.
Ese fue todo el ánimo que ofreció. Jack se quedó más frustrado que nunca.
¿Acaso no podía ver el
viejo monje que la técnicaestaba más allá de sus capacidades? Sin embargo, el
sensei Yamada le exigía
la práctica diaria de la chô—geri, hasta que todo el cuerpo le dolía por el
esfuerzo.
Allí,de pie en el caluroso patio, rodeado de un montón de
estudiantes que se desgañitaban para darle
ánimos, Jack esperaba que todo el dolor y el esfuerzo de las últimas
semanas merecieran la pena. Pero no
tenía Elsentido
día depreocuparse
la por esas había
Taryu-Jiai cosas ahora. Era demasiado tarde.
llegado.
—¡Jack-kun! ¡Jack-kun! ¡Jack-kun!
El cántico llenó sus oídos mientras cruzaba el patio camino del Nanzen-
niwa, el jardín Zen del Sur.
Akiko y Saburoestaban ya allí, esperándole junto a uno de los grandes
pilares de piedra. Masamoto y
Kamakura estaban sentados bajo un dosel en el extremo norte del jardín. A
cada lado los flanqueaban los
sensei de sus escuelas, todos ellos vestidos con quimonos ceremoniales. Los
estudiantes estaban situados
a ambos lados del jardín, en filas ordenadas y disciplinadas: los de la Niten
Ichi Ryû ocupaban el lado
este, Ellos corazón
de la deYagyu Ryû, golpeteó
Jack el lado oeste.
en su pecho.
—Samuráis de la Niten Ichi Ryû. ¡Os saludamos! —gritó un funcionario calvo
vestido con un
quimono blanco.
La multitud aplaudió con fervor y Jack, Akiko y Saburo se agruparon
instintivamente como para
protegerse.
Mientras los aplausos remitían, Masamoto y Kamakura conversaban amablemente,
pero su cortesía
exterior no lograba ocultar la animosidad que subyacía entre los dos
samuráis. Masamoto tenía un
aspecto especialmente sombrío. La evasión de su hijo lo había
envejecido más que cualquiera de sus
—Samuráis de la Yagyu Ryû. ¡Os
cicatrices. La vergüenza de la deserción de su hijo era una herida que no
saludamos!
se curaría jamás.
Los estudiantes del lado oeste del jardín aplaudieron y dejaron escapar
su grito de batalla:
—¡Yagyu! ¡Yagyu!
¡Yagyu!
La monstruosa silueta de Raidenentró en el jardín y ocupó su sitio junto al
pilar de piedra situado
frente a ellos. Jack había olvidado lo grande que era. Raidenpodía haber parecido un
simio enorme en la
hanami de abril, pero ahora le parecía un toro, brutal y terrible. La
Taryu-Jiai no iba a ser una
Tras él emergió la esbelta figura de una chica de pelo negro. Se movía de
competición. Sería una masacre.
forma rápida y calculada,
como si cada paso fuera parte de una kata. Sus ojos eran afilados diamantes
oscuros y su boca de labios
finos era un tajo rojo que cruzaba su cara maquillada de polvo blanco. Era
atractiva de un modo letal,
pensó Jack, una víbora dispuesta a atacar. Entonces la chica ofreció una
Los
sonrisa, tenía pintados
descubriendo sus completamente de
dientes. negro.
Jack apenas se había recuperado de la sorpresa cuando entró el último
guerrero de Yagyu. Toda la
Niten Ichi Ryûdejó escapar un grito de asombro: no era Tora.
Era Yamato.

Cuando Masamoto reconoció al último participante, se puso en pie de un


salto, con los ojos
hinchados de ira. Se volvió hacia Kamakura, ciego de ira. Kamakura permaneció
sentado, sin moverse,
saboreando
—Esto el
no momento.
es lo El
que gran Masamoto
acordamos. ¿Dóndehabía sido
está sacado
el de
otro quicio.
samurái? —dijo
Masamoto, apenas capaz de
controlarse.

—¿Se me olvidó decírtelo? Lo siento. Desgraciadamente, lo convocó su padre y


tuvimos que
sustituirlo por uno de mis otros estudiantes —respondió Kakamura, paladeando
deliberadamente sus
últimas palabras.
—¿Tu estudiante? Esto es inaceptable.

—Me temo que las reglas de la Taryu-Jizi explican claramente que la


competición es entre las dos
escuelas, no entre estudiantes individuales, Tengo completa libertad para cambiar a
mis guerreros en
cualquier
—Hai, momento antes
Kamakura-sama, de
es la
correctoprueba.—respondió
¿No esel así,
hombre,Takeda-san? —le preguntó
evitando
Kamakura al
deliberadamente juez.
la mirada de
Masamoto.
—Así pues, a menos que desees interrumpir la Taryu-
Jiai...
—¡No! Continuaremos.

Masamoto se sentó, hirviendo como una


tetera.
—Soy Takeda Masato —dijo el hombre calvo—. Soy el juez
independiente de esta Taryu-Jiai,
nombrado por la Corte Imperial. Arbitraré todos los encuentros. Mi decisión es
definitiva e irrefutable.
LaLa primera
multitud ronda será kyujutsu.
prorrumpió en una ¡Samuráis,
salva de preparaos!
aplausos mientras se colocaban los
blancos para el tiro con
arco.
—¿Qué está haciendo Yamato en su bando? —preguntó Jack mientras
esperaban en torno a su pilar—.
¿Cómo puede luchar contra nosotros?
—Ya oíste las palabras de Masamoto —dijo Akiko—. Masamoto lo repudió
después del hanami. Se
escapó porque había pasado demasiada vergüenza. No podía soportarlo.
—Pero¿por qué unirse a la escuela
Yagyu?
—Creo que es obvio, Jack. Quiere que su padre pase también
vergüenza.
—¡Basta! —interrumpió la sensei Yosa, que se había acercado para poner fin a
su discusión—.
Debéis concentraros en la competición. No permitáis que os distraigan esas prácticas
innobles. Recordad
lo que os enseñé: necesitáis absoluta concentración. El equilibrio es la
piedra angular del kyujitsu. El
La sensei Yosa había estado insistiendo en esos tres principios cada uno de los
espíritu, el arco y el cuerpo son una sola cosa.
días de los últimos
tres meses. Habían pasado literalmente el primer mes aprendiendo a colocarse y a
empuñar el arco de
manera correcta. Sólo entonces pasó a enseñarles cómo disparar una flecha.
Akiko fue la primera en
dominar
En las adecuadamente
últimas semanas,la técnica,
la sensei pero
Yosa Saburoy
les hizo Jack
disparartodavíahasta tenían
que dificultad
les
para alcanzarlos
sangraron el
dedos. blanco vez,
Una
con
inclusocierto grado
se de
acercó consistencia.
a Akiko y le hizo cosquillas en la oreja con la
pluma de una flecha. Akiko se quedó tan
sorprendida que falló el blanco por completo y casi alcanzó a un pájaro que
había instalado su nido en el
pino cercano. Todo lo que la sensei Yosa dijo fue:
—No puedes distraerte tan fácilmente. Concentración absoluta,
¿recuerdas?
En la siguiente lección, le gritó a Saburoal oído y
su flecha voló hacia el cielo.
—¡Concentración! —repitió la sensei
Yosa.
—Comencemos. Primera ronda. Blancos a cien shaku —
dijo el juez.
—¡Cien shaku! —exclamó Saburo, mientras recogía su arco y sus flechas—.
¡Apenas puedo darle a
cincuenta!

—Laescuela que anote más puntos con seis flechasserá considerada la vencedora de
esta prueba —
continuó el juez—. Un punto por alcanzar el blanco. Dos puntos por el
La centro.
chica Yagyu
de comenzará
los dientesprimero.negros se situó en su marca. La multitud
guardó silencio. Ella colocó la
primera flecha y, de manera fría y despegada, la hizo volar.
Dio en el centro de la diana y la escuela Yagyu aplaudió. Sin esperar
ni un instante, la chica colocó su
segunda flecha y también alcanzó el anillo blanco interior, apenas a una
flecha de distancia del centro.
Hizo —Tres
una puntos,
mueca de Yagyu.frustración.

Saburo se colocó en posición. Incluso desde donde estaba, Jack pudo ver que las
manos le temblaban.
Apenas podía encajar su flecha.
El primer tiro de Saburosalió tan desviado que casi alcanzó a un estudiante
del público. Una oleada
de risas recorrió la escuela Yagyu.
El segundo tiro de Saburono fue mejor, y se quedó a
un metro de distancia.
—Cero, Niten Ichi Ryû.

—No te preocupes, Saburo—dijo Jack al ver la expresión mortificada de su


amigo—. Estoy seguro
de que el chico mono no lo hará mucho mejor.
Por fortuna, Jack tuvo razón. Raidenni siquiera podía empuñar el arco
correctamente. Ambos tiros
pasaron de largo sin rozar siquiera el blanco.
—Cero, Yagyu.

Jack fue el siguiente. Comprobó dos veces su postura, intentó ralentizar su


respiración y ejecutó
meticulosamente cada movimiento. Soltó su primera flecha y alcanzó el blanco
en su anillo exterior.
Estalló
Jack untrató gran
de aplauso.
mantener su concentración mientras esperaba a que el
ruido de la multitud cesara. Se
impuso un silencio respetuoso.
Jack apuntó y disparó.

Falló.
Hubo un gemido en el sector de la Niten Ichi Ryûy el otro sector inició una
gran celebración. El juez
alzó las manos,exigiendo silencio.

—Un punto, Niten Ichi Ryû.

—Lo siento —dijo Jack, regresando a su


columna.
—No. Ha estado bien. Todavía tenemos una oportunidad —dijo Akiko, con un
ligero temblor en la
voz. ¡La oportunidad era ella!
Yamato se colocó en la marca. Su técnicabásica era buena, y su primera
flecha alcanzó el blanco con
certeza. La escuela Yagyu sintió la victoria y empezó a gritar. Sin
embargo, Yamato fue demasiado osado
con la segunda flecha: tensó el arco con tanta fuerza que la flecha pasó de
largo y, para gran alivio de
La competición no había
Jack, Saburoy Akiko, fue a clavarse en el viejo pino situado al fondo del
terminado.
jardín.
—Un punto, Yagyu.

Yamato ignoró abiertamente a Jack y los otros mientras se dirigía a su


asiento. No había duda de que
estaba insatisfecho con su actuación.
Akiko avanzóhacia la línea de
tiro.
—¡Tiene que conseguir dos dianas! —susurró Saburo, desesperado—. ¿Cuándo
ha logrado alguna
vez eso?
—¿Hoy? —dijo Jack, esperanzado, viendo cómo Akiko tomaba aire lentamente para
calmar los
nervios.
Jack había visto a Akiko alcanzar el centro una vez a esta distancia, pero fue
la única vez durante todo
su periodo de entrenamiento. ¿Podría conseguirlo dos veces seguidas cuando
más Akiko
Mientras importaba?
se preparaba para disparar, los ruidos de la multitud se
redujeron a un leve murmullo,
como el sonido del océano. Con un fluido movimiento, Akiko lanzó su primera
flecha. Voló recta y
segura, golpeando el blanco en el mismo centro. Los vítores del
sector de la Niten Ichi Ryûbrotaron
—¡Vamos, Akiko!—gritó Jack, incapaz de
como una ola al romper.
contenerse.
El juez pidió silencio y los aplausos
se apagaron.
Akiko, todavía en el calor del momento, se preparó para su segundo
y último tiro. Si lo conseguía, la
Niten Ichi Ryûganaría la primera ronda.
Sus manos empezaron a temblar incontrolablemente bajo la presión. Los ojos de
toda la multitud
estaban clavados en ella. Jack pudo verla luchar para controlar sus nervios: su
respiración fue
tranquilizándose gradualmente y sus manos se reafirmaron. Alzó el arco por encima
de su cabeza y tensó
—¡AMANTE DE GAIJINS! —gritaron desde el sector de la
la cuerda.
escuela Yagyu.
El grito quebró el silencio. Durante un brevísimo instante, Akiko pareció
aturdida, luchando por
controlar el delicado equilibrio entre su mente y su cuerpo mientras el
insulto resonaba dentro de su
cabeza.
Jack ardió por dentro, sabiendo que Akiko tenía que mantener el fluir de su
tiro; de lo contrario,
fallaría.
Ella disparó la flecha un instante
demasiado pronto.
La flecha giró torpemente. Sin embargo, alcanzó la diana. Pero ¿había
dado en el centro?
Toda la multitud contuvo la respiración. El juez corrió a examinar la
flecha, cuya punta había ido a
clavarse en el borde del centro.
—¡Ha dado en el centro!Cuatro puntos para Niten Ichi Ryû —anunció el oficial,
satisfecho con la
marca de la flecha.
Jack y Saburodieron un puñetazo al aire. ¡Akikolo
había conseguido!
Akiko inclinó triunfal la cabeza mientras el juez
exclamaba:
—¡Primera ronda para Niten Ichi Ryû!
36
El Demonio y la mariposa

Ni siquiera era mediodía, pero en el butokuden hacía ya un calor sofocante.


Los estudiantes de ambas
escuelas flanqueaban el perímetro del salón, desplegados como una nube de
mariposas, mientras la
demás gente se
Masamoto fue asomaba
a buscar por
a las
Jack, rendijas
Akiko y de
Saburoylas persianas.
los encontró preparándose
para la siguiente ronda.
Felicitó a Akiko por su sobresaliente actuación en el kyujitsu y les
ofrecióa cada uno palabras de ánimo
ante el
—Recordad la inminente
segunda combate de
virtud del taijutsu.
bushido —dijo con entusiasmo mientras se
marchaba para ocupar
su sitio en el butokuden—. ¡Valor!
Jack dirigió a Saburouna mirada de desesperación y se encogió de hombros
mientras se cambiaba de
ropa y ataba firmemente un obi en torno a su gi azul de lucha. Cuando
todos estuvieron preparados, Jack,
Akiko y Saburoentraron en el butokuden y formaron una fila delante del
estrado ceremonial.
Masamoto y Kamakura esperaban al fondo del salón, como dos emperadores que
aguardaran a que
sus gladiadores lucharan. Kamakura se mostraba menos exultante que al principio,
mientras que
Masamoto exudaba
—¡Segunda ronda, taijutsu! un aire de
—anunció tranquila
el juez confianza
de la tras
Corte laImperial,
primera y victoria
luego,
tras de
mirar asu escuela.
Raiden,
añadió—: esto no es una lucha a muerte. Se concederá la victoria
por puntos, rendición o fuera de
combate
Raiden solamente.
se encogió de hombros, despectivo, indicando claramente que no
tenía ninguna intención de
seguir las reglas.
—Durante cada encuentro, se concederán puntos por la ejecución de la técnica.
El ippon es un punto
completo por demostrar una técnicaperfecta. El waza-ari es medio punto por una
técnicacasi perfecta:
dos waza-ari igualan un ippon ganador. Se conceden yoku y koka por
técnicas menores y sólo contarán
La multitud vitoreócomo una carnada de leones,y sus gritos reverberaron por
si, una vez agotado el tiempo, no hay ningún ganador claro. La escuela
todo el butokuden.
con más combate.
—Primer puntos ganará esta contra
Akiko ronda.Moriko.
¡Alineaos!
El rostro de Akiko perdió gran parte de su color al oír
mencionar su nombre.
—Lo harás bien —animó Jack—. Recuerda lo que dice siempre el sensei
Kuyzo: «La victoria de
mañana es la práctica de hoy.» Bueno,hemos practicado lo suficiente para
Y era
vencer. cierto. El diminuto sensei Kyuzo había sido el más exigente de todos los
sensei. Era casi como
si el hombre hubiera lamentado tener que enseñarles y por eso los
había castigado con entrenamiento
extra. Habían repasado vigorosamente una técnicatras otra. Habían ensayado
lo básico y nada más.
—¿Y las otras técnicas, como la ren-geri, las patadas múltiples? —se
quejó Saburoun día, y luego
tuvo que hacer cincuenta flexiones por su insolencia.
—Todo lo que necesitáis es el kihon waza —explicó el sensei Kyuzo—. Las
patadas múltiples son
demasiado abiertas para contrarrestarlas. Un buen bloqueo o un puñetazo son
mucho más efectivos. Ya os
digo:
Y eso las técnicas
era básicas
exactamente lo son
que paraiba la
a batalla.
ser ese combate: una batalla. La
chica de Yagyu, Moriko, siseó y
mostró sus dientesnegros mientras se encaraba a Akiko para su encuentro.
—¡Rei! —dijo el juez, y las muchachas inclinaron la cabeza ante Masamoto y
Kamakura y luego una
ante la otra. Se encendió una varita de incienso en un cuencode latón y
De elinmediato,
juez exclamó—:
Moriko ¡Hajime!
se lanzó contra Akiko disparando una patada frontal, y
luego una patada en
redondo y después una patada hacia atrás. Akiko se retiró a la defensiva,
intentando contrarrestar el
chaparrón de ataques. Consiguió desviar la patada frontal, esquivó apenas
la circular, pero la patada
hacia atrás la alcanzó en la cadera.Cayó al suelo. Moriko dio un salto
—¡YAME! —exclamó
hacia delante el oficial,deteniendo
para terminar con el sañudoataque de Moriko—. ¡Waza-ari
para
una fumi-komi, laMoriko! patada con pisotón.
La escuela Yagyu aplaudió. Jack estaba pálido. Odiaba ver pelear a Akiko. Quiso
correr y defenderla,
como ella lo había defendido.
—¡Rei! —dijo el juez, y las chicas saludaron—.
¡Hajime!
Moriko atacó de nuevo a Akiko, pero esta vez Akiko estaba preparada. Se hizo a
un lado, atrapó la
pierna de Moriko con un brazo y la golpeó en el pecho con un golpe de
canto, barriendo la pierna en la
que se apoyaba Moriko al mismo tiempo. Un bloqueo y una respuesta
simple, pero efectivos. La perfecta
—¡YAME! —exclamó el juez, deteniendo el forcejeo—. ¡Waza-ari
técnicade Akiko, sin embargo, pareció de lo más burdo cuando Moriko
para Akiko!
Esta agarró
vez alos Akiko al
estudiantes caer.
de la Niten Ichi Ryûse volvieron locos. Las dos
muchachas estaban
empatadas.
—¡Rei! —dijo el juez, y las chicas saludaron—.
¡Hajime!
Esta vez, Moriko mantuvo su
distancia.
Caminaron en círculo; Moriko siseaba como un gato negro, mientras Akiko
conservaba la calma.
Cada una fingió acercarse a la otra, hasta que Moriko agarró rápidamente el
brazo izquierdo de Akiko.
Akiko contraatacó, pero entonces las dos forcejearon, cada una intentando conseguir
ventaja para hacer
una llave. Akiko fue la primera y rotó su cuerpo para una o-goshi, una
Jack fue
llave uno
de cadera.Moriko
de los pocos ense agachó,Tirar del
verlo. pelo estaba prohibido, y Moriko
bajandoocultó su centro de
movimiento gravedad e impidiendo la acción de Akiko. Desde atrás, tiró
ilegal con su saña cuerpo,
del pelo manteniéndose
de pegadaa Akiko, que estaba atrapada. Moriko
Akiko. entonces barrió con la
pierna desde atrás, sin dejar de tirarle del
pelo.
—¡YAME! ¡Waza—ari para Moriko! —dijo el juez, que no había visto la infracción
de Moriko—.
¡Primer combate para Yagyu Ryû!
—¡No puedo creerlo! —dijo Jack, airado, mientras Akiko se sentaba a su
lado—. ¿Cómo no ha visto
eso el árbitro?
—No te preocupes por mi combate. Ya ha terminado —dijo Akiko con el
rostro acalorado por los
esfuerzos de la pelea—. Concéntrate en el tuyo. Tienes que vencer.
—Segundo combate. Raidencontra Jack. ¡Shugo!

El corazón de Jack se detuvo un segundo. Le tocaba


enfrentarse a Raiden.
—Buena suerte, Jack —susurró Yori, que estaba de rodillas tras ellos con el
resto de su clase.
—Sí, buena suerte, Jack —dijo Emi cálidamente.

Estaba coqueteando, pensó Akiko, dirigiéndole a Emi una mirada de


desconfianza.
—Gracias —respondió Jack, consiguiendo de algún modo devolverles una sonrisa. «Bueno,
es un
principio», pensó. Emi se fijaba en él.
Entonces vio a Kazuki mirándolo desde el fondo de la fila y sus
amistosos sentimientos se
evaporaron. Kazuki se pasó un dedo por la garganta.
Su antiguo enemigo estaba resentido desde el hanami, pues Jack ya no era
el gaijin de la escuela,
sino el héroe. Y Kazuki había sido ignorado. Ahora saboreaba la inminente
derrota de Jack. Era
imposible
Jack se que
dirigió pudiera
al centro vencer
del ybutokuden.
KazukiEl sabía
calor queafectó ainmediatamente
nadie le gustan
a los
sus
perdedores.
fuerzas. No soplaba ni
una brizna de aire fresco y los intensos rayos de sol calentaban el suelo de
madera.de
El salón repente le pareció a Jack más grande que nunca, y se
sintió diminuto como una hormiga
frente al gigantesco Raiden. Éste sonrió y ladeó la cabeza, aflojando las
articulaciones de su cuello con
un Jack crujidoterrible.
iba a ser despedazado miembro a
miembro.
Miró a sus amigos. Sus rostros reflejaban el miedo
como un espejo.
Entonces vio al sensei Yamada, el sensei Kyuzo, y el sensei Hosokawa en
el perímetro. El sensei
Yamada inclinó ligeramente la cabeza, luego indicó con la mano abierta la diferencia
de tamaño entre el
sensei Kyuzo y el sensei Hosokawa. Jack comprendió inmediatamente: el tamaño
nunca había sido un
—¡Rei! —dijo el
problema para el sensei Kyuzo a la hora de luchar. Y tampoco lo sería
juez.
para
Jack y él.
Raidensaludaron primero a Masamoto y Kamakura, y luego se
saludaron fríamente el uno al
otro. El juez esperó que encendieran otra barra de incienso y a continuación
gritó:
—¡Hajime!
Jack se había decidido por una estrategia de todo o nada y, cuando
Raidense abalanzó hacia él, lo
golpeó con una patada frontal, y luego una circular. Pero Raidensimplemente desvió sus
patadas de un
manotazo
—¡YAME! antes—exclamó
de lanzarle
el un golpe con el
juez—.¡Kokapara antebrazo. Jack salió volando y
acabóRaiden!
tendido en el suelo.
Jack se puso en pie tambaleándose, sacudido, pero ileso. Akiko y Saburo le
dirigieron miradas de
ánimo, pero su apoyo quedó minado por el rostro sonriente de Kazuki y el
gesto de Nobu, que hacía la
pantomima
—¡Hajime! de colgarse de una horca.

Cuando Jack aún se estaba preparando, Raiden pisoteó su pierna adelantada.


Jack dejó escapar un
alarido y trató de retroceder, pero tenía el pie atrapado. Raidenlanzó un gran
gancho de izquierda. Jack
lo esquivó y sintió como le pasaba por encima de la cabeza. Pero, al
levantarse, Raidenlanzó su puño
Jack lo bloqueó con un sólido age-uke, bloqueo hacia arriba, pero supo que le
derecho contra su cara.
quedaba poco tiempo
si no se liberaba pronto.
Jack cayó de rodillas y, con todo su peso, golpeó el interior del
muslo de Raiden, apuntando
directamente al centro nervioso que le había enseñado el sensei Kyuzo. Raiden
aulló de dolor y soltó el
pie de Jack, pero al retroceder, tambaleándose, consiguió alcanzar a Jack con
un torpe pero brutal revés
Jack salió volando por segunda
en la cara.
vez.
—¡YAME! —exclamó el juez—. ¡Koka para
Raiden!
—Vamos, Jack. Puedesderrotarlo —exclamó Akiko para animarlo, pero los gemidos del
resto de la
Niten Ichi Ryû eran una evaluación más sincerade sus posibilidades.
En el tercer ataque,Jack duró un poco más, hasta que el antebrazo de
Raidenle cruzó la cara...
Jack se desplomó.

—¡YAME! —exclamó el juez—. ¡Kokapara


Raiden!
Esta vez Jack se quedó en el suelo y el
juez empezó a contar.
—Uno... dos...

El golpe del «cordel» de Raidenle había dejado sin sentido y permaneció allí
tirado, deseando que
todo terminara. La cabeza le resonaba de dolor, los vítores eran una oleada de
sonido en sus oídos, y la
idea de rendirse era ahora más incitadora que nunca. No tenía ninguna
posibilidad en ese combate. Su
—Tres...
única esperanza era terminar vivo y en una sola pieza.
Entonces oyó una voz por encima del murmullo
de la multitud.
—¡Siete veces abajo, ocho veces arriba!

Jack sacudió la cabeza, tratando de despejarla. La sala volvió a


aclararse y la voz ganó claridad.
—Cuatro...

—¡Siete veces abajo, ocho veces arriba!

Era Yori. Le estaba gritando a


Jack.
—¡Siete veces abajo, ocho veces arriba!

—Cinco...

Yori le estaba diciendo a Jack que no se rindiera. Todo lo aprendido se


fundió de repente en una sola
cosa: Jack no podía aceptar la derrota.
—Seis...

Tenía que conquistar sus propias dudas y miedos. Las palabras del
sensei Yamada resonaron en su
cabeza.
—Para que te pisen, tienes que estar en el
suelo.
—Siete...

—¡Siete veces abajo, ocho veces arriba!

Ahora oyó a Saburoy Akiko que se habían unido al cántico de Yori, junto con
varios estudiantes más.
—Ocho...

Raidenno lo derrotaría sin


luchar.
—Nueve...

Jack se obligó a ponerse en pie. La multitud rugió, ansiosa por ver al


gaijin volar de nuevo. La cuenta
se detuvo y Jack ocupó tambaleante su posición.
—¡Hajime! —dijo el juez, sin dar a Jack más oportunidades para
recuperarse.
Raidense abalanzó hacia delante.

Jack bloqueó su primer


ataque.
Raiden pasó de largo, se dio la vuelta y volvió a atacar. Jack consiguió
alcanzar con un golpe el
costado de Raiden, pero éste le asestó en el pecho un terrible puñetazo
y Jack salió despedido hacia atrás
y aterrizó pesadamente
—¡YAME! —exclamó el cerca de Akiko.
juez—.¡Kokapara
Raiden!
Akiko parecía inquieta, pero Jack se levantó y
lo intentó de nuevo.
—¡YAME! —exclamó el oficial, cuando Jack volvió a caer al suelo como un
muñeco de trapo—.
¡Kokapara Raiden!
Raiden se aprovechó del débil estado de Jack y ejecutó una ura mawashi-
geri, una patada de gancho,
que lastimó a Jack en las costillas.
—¡YAME! —exclamó el juez, con creciente preocupación en la voz—. ¡Yuko
para Raiden!
Jack se alegró de que el suelo fuera blando, aunque el impacto al
aterrizar le dolió de todos modos.
Se obligó a levantarse, tambaleándose como el muñeco Daruma. Jack empezó
ahora a apreciar todas y
cada una de las veces en que el sensei Kyuzo le había hecho uke. Akiko tenía
razón, la experiencia lo
—Queda media varita de incienso —anunció el juez
había endurecido contra este tipo de palizas constantes.
—. ¡Hajime!
Raiden respiraba entrecortadamente por la longitud del combate. Quedaba
claro que estaba
acostumbrado a que sus oponentes se rindieran después de una sola ronda. Su
rostro había adquirido un
color rojo
Jack advirtióbrillantetambiény sudaba
que como se un
movía cerdo.
más despacio y consiguió bloquear
con facilidad un mawashi-
zuki de Raiden, un puñetazo circular. Entonces la comprensión lo alcanzó
con un destello cegador.
Raiden,
Demasiado sudoroso,
cansado colorado
para intentary cansado
siquiera no
una era técnicaun cerdo. ¡Era un
adecuada, Raidendemonio,
agarró ael demonio
Jack y, de
por la
pura visión de Jack!
fuerza bruta, lo arrojó al otro lado del aojo. Jack resbaló de espaldas por el
suelo, y fue a detenerse a los
pies —¡YAME!
del sensei—exclamó
Yamada. el juez—.¡Kokapara
Raiden!
La escuela Yagyu se volvió loca. En menos de una varita de tiempo, el
combate sería suyo. Era
imposible que Jack venciera.
Jack miró al sensei Yamada, que se inclinó expectante sobre él,
como si rezara.
—¡Sensei! ¡Raiden es el demonio de mi visión! —murmuró Jack
—. ¿Qué significa?
El sensei Yamada simplemente abrió y cerró las manos como las alas de una
mariposa. El mensaje
estaba claro: Jack tenía que ser la mariposa.
Jack se incorporó y alisó su gi azul de combate. ¡Azul! Jack se rio
ante lo clara que había sido su
visión. No podía derrotar a Raidenpor la fuerza, pero sí con habilidad y
resistencia. de
Jack cambió táctica.Raidentenía claramente mala técnica, y confiaba tan
sólo en que su tamaño y
su peso hicieran el trabajo por él. Si Jack era rápido y ágil como una
mariposa, podría evitar los golpes.
Evitarlos lo suficiente para que Raiden se agotara, igual que el demonio
de su visión. Jack tan sólo
—¡Hajime! —anunció el
esperaba tener tiempo suficiente para cansar al «demonio».
juez.
La pelea continuó.
Sin embargo, mantenerse fuera del alcance de Raidenera más fácil de pensar que
de hacer. Jack no
podía correr simplemente alrededor del dojo. Tenía que mantenerse lo bastante cerca
para que Raidenlo
atacara, para obligarlo a agotarse, sin lanzarle, sin embargo, ningún golpe.
Jack alargó el combate, pasando de un punto a otro. Esquivó a su
contrincante, se contorsionó y se
zambulló, mientras el calor del sol del mediodía ya cercano cocía el
butokuden y lo convertía en un
horno.
Raiden se agitaba lleno de frustración, con movimientos cada vez más torpes,
mientras Jack
esquivaba un golpe tras otro. El sudor corría por la frente del muchacho y se
le metía en los ojos,
dificultando
Ésta era su la visión. Al levantar
oportunidad que había la estado
manoesperando
para secárselo, bajó ligeramente la
guardia.
Jack.
Sabía que era imposible que una simple patada o un puñetazo pudieran
derribar a Raiden. Necesitaría
dejar atrás los brazos de simio de su oponente antes de poder descargar un
golpe efectivo. Sólo le
quedaba una opción, la cho-geri, la patada de mariposa. «Lo que tú
creas será», le había dicho el sensei
Sin pensarlo, Jack se lanzó al aire. Una sesión de entrenamientoconvergió en
Yantada, y en ese momento Jack creyó que podía hacerlo.
un solo momento.
Mientras se retorcía en el aire, haciendo girar los brazos como las alas de
una mariposa para no
perder el control, lanzó la pierna derecha, sin dejar de girar, y rebasó la
debilitada guardia de Raiden,
mientras su pierna izquierda golpeaba la mandíbula de su contrincante. La
cho-geri salió bien y Raiden
Todo el butokuden quedó sumido en un
se desplomó bajo su fuerza.
silencio sepulcral.
Jack aterrizó limpiamente junto al cuerpo caído de su oponente justo cuando
los últimos restos de
ceniza caían al plato.
—¡YAME! —exclamó el sorprendido juez—.¡Ippon para
Jack!
Contra todo pronóstico, Jack había conseguido ejecutar la cho-geri. No
podía creerlo.
La Niten Ichi Ryû estalló en aplausos y Jack se dirigió tambaleándose a su
esquina, dejando a Raiden
caído en el suelo.
—¡Ha sido sorprendente! —exclamó Saburo, que había corrido a animarlo,
entusiasmado.
—¿Dónde aprendiste a lanzar una patada así? —dijo una voz entre
la multitud.
—¿Cómo se llama? —preguntó otro—.¿El gaijin
volador?
Todos los estudiantes rodearon a Jack, deseosos de aprender su
patada del gaijin volador.
Todavía aturdido por la victoria, Jack se arrodilló mientras todos se
congregaban en torno al nuevo
héroe.
El juez pedía desesperadamente silencio y poco a poco el griterío de la
multitud se redujo a un
murmullo entusiasmado.
Cuando todo el mundo volvió a ocupar su puesto, Jack pudo ver al
sensei Yamada, con una
enigmática sonrisaen los labios, conversando educadamentecon el sensei Kyuzo, quien al
parecer pedía
una explicación del talento hasta ahora oculto de Jack para las patadas.
—Ahora, combate final. Saburo contra Yamato. ¡Alineaos! —anunció el juez, y
todos los ojos se
posaron sobre los dos competidores restantes.
Las dos escuelas estaban empatadas, de modo que el
combate final era crucial.
Si Saburoderrotaba a Yamato, la Niten Ichi Ryû sería la vencedora del día.
Saburoera un luchador
competente y tenía muchas posibilidades de vencer. Yamato, sin embargo, se
había convertido en un
factor desconocido.

Yamato se enfrentó a
Saburo.
Saburo le dirigió una sonrisaamable, pero Yamato permaneció impasible, con una
expresión cerrada
en los ojos, como si no reconociera a su antiguo amigo.
—¡Reí! —exclamó el juez. Los dos saludaron y, una vez encendido el
incienso, agregó—. ¡Hajime!
Yamato no se
movió.
Saburo vaciló un momento y luego lanzó una limpia patada frontal seguida de un
sólido puñetazo del
revés.
Yamato esquivó limpiamente la patada y bloqueó el puñetazo de Saburocon
el antebrazo. Luego,con
un movimiento como el rayo, giró sobre Saburoy lo atacó con un devastador
seoi-nage, un empujón con
el —¡Ippon!—gritó
hombro. Saburosurcó
el el
juez entreaire vítores
y aterrizó
exultantes—. con segunda
¡La fuerza en ronda
el essuelopara
de
maderala del Ryû!
Yagyu butokuden.

El incienso apenas había empezado a humear y el


combate ya había terminado.
37
La Espada de Jade

Jack miró a los ojos de Yamato, buscando su


primer movimiento.
—La mayoría de las batallas se ganan antes de desenvainar la espada —
le había dicho el sensei
Hosokawa durante una de sus sesiones de kenjutsu—. Derrota la mente de
tu enemigo, y derrotarás su
espada.
Akiko había ganado su competición de bokken contra Moriko, consiguiendo una
dulce venganza con
una victoria por tres a cero. Las sucias tácticas de Moriko en taijutsu
habían airado a Akiko y había
combatido sin piedad. Saburo, por otro lado, después de haber perdido la
confianza tras su lucha con
Yamato, fue derrotado por Raidendos a uno. La Taryu-Jiai estaba ahora en
Todo se
equilibrio, reducía
cualquiera a de Jack las
dos escuelas y Yamato.
podía vencer.
Jack seguía sin poder creer que Yamato estuviera luchando contra la escuela de
su propio padre, pero
la expresión oscura y ominosa de sus ojos dejaba claro que su lucha era con
Jack. mejor
—¿Al Y desólo tres? con —se Jack. burló Jack, lanzando su propio viejo
guante.
Jack sabía cómo luchaba y pensaba Yamato. Él le había enseñado, había
practicado con él, y Yamato
lo había derrotado. Esta vez, Jack juró que sería él quien vencería.
Yamato hizo una mueca de desdén y, sin dignarse responder, colocó su kissaki en
línea con la de Jack.
—¡Hajime! —anunció el
juez.
Yamato golpeó con la velocidad de una cobra. Su bokken se abrió
paso hacia Jack y se abalanzó
contra su cabeza.
Jack esquivó el golpe, barriendo con su propio bokken sobre la garganta de
Yamato, quien
contraatacó rápidamente y bloqueó su intento. Jack presionó inmediatamente
con otro ataque, pero
Yamato—¡YAME! lo —exclamó
vio venirel y bajó mientras
oficial su propiala arma multitud
sobre el aplaudía—.
brazo armado¡Punto de
Jack. para Yagyu!
—Te he visto pensar antes de que hicieras el movimiento —rio Yamato—. No
has cambiado, Jack.
—Perotú sí. Has perdido tu
honor.
Yamato se irritó por el insulto y lanzó un ataque incluso antes de que el
juez diera inicio a la siguiente
ronda. Era exactamente la reacción que Jack esperaba. Yamato seguía sin poder
controlar su
Los golpes de
temperamentoy, Yamato
cuando arreciaron
lo sobre Jack ysus
desequilibraban entonces...
emociones, Yamato
cometía cometió
errores su
primer error:
fundamentales se había
de juicio.
acercado demasiado y, al prepararse para dar un revés, Jack lo esquivó y
le golpeó con fuerza en el
vientre.

—¡YAME! —exclamó el oficial mientras Yamato caía al suelo y la multitud


prorrumpía en aplausos y
vítores—. ¡Punto para Niten Ichi Ryû!
Empate.

El siguiente movimiento decidiría la Taryu-Jiai. Nadie se atrevía a respirar.


En el butokuden se
impuso de pronto un grave silencio. Masamoto y Kamakura estaban
inmóviles, petrificados por la
expectación,
Durante como
un dioses de
breve momento, piedra en
el sus
tiempo tronos.
pareció detenerse y Jack y Yamato
se enzarzaron en una batalla
invisible, cada uno viendo en su mente los movimientos del otro. Se movieron
con lentos pasos
sincronizados,reflejando
—¡Hajime! —anunciólas el posesoficial. del otro, alzando sus espadas al unísono y
nivelando sus kissaki.
Los bokken entrechocaron. Casi como si estuvieran bailando, acariciaron el
suelo con los pies,
detuvieron los golpes del otro, giraron sobre sus talonesy prepararon sus armas de
nuevo.
Las espadas entrechocaron, y cada bokken alcanzó
simultáneamente el cuello del otro.
—¡Empate! —gritó asombrado el
juez.
Sus ojos continuaron la lucha. Seguían siendo los mismos niños que habían
combatido en el
puentecito de la casa de Hiroko, en Toba, pero ninguno de los dos
podía negar que ambos tenían ahora
lasLa mismas
confusión habilidades.
reinó entre los estudiantes. ¿Podía haber un empate en una Taryu-
Jiai? ¡Claro que no!
¿Cómo se decidiría entonces el ganador definitivo? El juez pidió calma.
Jack y Yamato sólo se retiraron cuando el juez se interpuso entre
ellos. El juez corrió entonces hacia
Masamoto y Kamakura y empezó a conversar en tono grave y susurrante.
Toda la multitud aguzó el oído, esperando captar alguna palabra de
lo que se decía.
Después de varios minutos de acalorada discusión, Masamoto y Kamakura
volvieron a acomodarse
en sus asientos y el juez regresó al centro del dojo.
—¡Samuráis de la Niten Ichi Ryû! ¡Samuráis de la Yagyu Ryû! —anunció
con gran pompa y
ceremonia—. Por el poder que me confiere la Corte Imperial, invoco el Rito de
La lamultitud Espada estallóde en Jade.
un clamor y el juez casi perdió la voz
desgañotándose para recuperar el
control.
—Como consideró el emperador Kammu, el padre de Kioto, el Rito de la
Espada de Jade puede
invocarse cuando se produce un empate en la Taryu-Jiai. Se ha
acordado que el samurái que recupere la
Espada de Jade de la Cascada del Sonido de las Plumas y la
presente al fundador de su escuela será
considerado
La multitud
el campeón.
se dejó
Comenzaremos
llevar por el el entusiasmo
rito dentro de dos varitas de tiempo
ante enfervorizado.
el Salón de Buda.
El rito no se había invocado desde hacía más de cien años. No había habido
necesidad. Nadie
recordaba que dos escuelas hubieran empatado hasta entonces.
38
La Cascada del Sonidode Plumas

El incienso emitió una última vaharada de humo


antes de morir.
—¡Hajime! —exclamó el juez
calvo.
Jack corrió hacia la puerta, con Yamato pegado a
su costado.
Los aplausos se intensificaron cuando salieron del Salón de Buda y bajaron
corriendo de dos en dos
los escalones de piedra. La multitud, que se había congregado en el patio, se
dividiócomo una inmensa
olaFuerahumanade mientras
la Niten Jack
Ichi yRyû, Yamato
Jack y se
Yamatodirigíansiguierona la
la puerta
calle principal.
a la
izquierda y la multitud los siguió,
animándolos.
Unos cuantos estudiantes trataron de seguir su ritmo, pero pronto Jack y
Yamato los dejaron atrás.
Al final de la calle, Yamato se adelantó un poco y de pronto tomó un
atajo por un callejón. Jack le
siguió pisándole los talonesmientras el sonido de la multitud se apagaba tras
ellos. No quería perder a
Yamato. No es que le preocupara despistarse en las calles. Akiko le había
dicho cómo llegar a la
En la carrera por comenzar el Rito de la Espada de Jade, Akiko y
Cascada del Sonidode las Plumas. Jack no quería perder terrenotan pronto.
Saburohabían llevado a Jack a la
Sala de los Leones en un frenético intento de prepararlo. Mientras
Jack se ponía un quimono nuevo y
engullía
—La febrilmente
Espada agua
de yJade perteneció Akiko
comida, al lemismísimo
contó laemperador
historia Kammu,de lael
padre Espada
fundador de
de Jade.
Kioto. Se
dice que el samurái que empuñe la Espada de Jade nunca podrá ser
derrotado. El emperador Kammu
ordenó por tanto que nunca saliera de Kioto para que esta ciudad estuviera siempre
protegida. Ofreció la
espada al sacerdote budista Enchinpara que la guardara, y éste la colocó en
—Entonces
lo alto ¿dónde
de la está esa
Cascada cascada?
del —preguntó Jack entre
Sonidode bocadoslas de
Plumas arroz.
para que dominara Kioto y protegiera la fuente del río
—Está detrás del templo Kiyomizudera, en las montañas. Se llega allí siguiendo
Kizu.
el sendero empinado
que parte del puente principal.
—¿Te refieres al puente por el que entramos
en Kioto?
—Sí. El sendero quedará a tu izquierda. Serpentea entre las montañas
y te llevará directamente a la
Niomon, la Puerta de los Reyes Deva. Es la entrada principal al templo.
—EsNo un camino
puedes perderte de peregrinos
—dijo ella y está claramente indicado. Una vez
dentro del mientras
enfáticamente complejo, ve
ataba el obi de Jack alrededor de su cintura.
directamente hacia la Sanju-no-to, una pagoda de tres pisos del mismo color del
torii de Toba. Luego
corta camino por el Templo del Dragón y la puerta central hasta la
Hondo, la sala principal. Al otro lado
encontrarás el butai, el escenario de baile de los monjes, y a tu
izquierda quedará la Cascada del Sonido
de las Plumas y el altar de la Espada de Jade.
—Eso no parece muy difícil.

—No te dejes engañar, Jack. Enchincolocó allí la espada por un motivo. La


cascada es enormemente
peligrosa. Las rocas están mojadas y son muy resbaladizas, y la ascensión es
enormemente empinada.
Muchos samuráis han caído en su pretensión de tocar la espada, y
sólo unos pocos han logrado ponerle
Entonces, antes de que Jack pudiera hacer más preguntas, lo llevaron corriendo
las manos encima.
al Salón de Buda para
comenzar: llevaba el peso del honor de la Niten Ichi Ryû sobre sus hombros.
—¡A ver si os fijáis por dónde vais! —gritó un airado mercader mientras
Yamato y Jack pasaban
corriendo junto al puesto del hombre, derribando su fruta al suelo.
Se abrieron paso entre el puñado de sorprendidos compradores y pronto llegaron
a las afueras de la
ciudad. Jack se sintió aliviado por escapar del sofocante calor. Yamato
llegó primero al puente y lo cruzó
antes de dirigirse hacia la izquierda y tomar el camino de los
peregrinos. A lo lejos, Jack vio la Sanju-
Akiko tenía razón: era imposible perderse. Un continuo fluir de peregrinos se
no-to, la pagoda de tres plantas, alzándose sobre los árboles.
dirigía al templo. Había
vendedores a ambos lados del polvoriento camino y ofrecían talismanes, incienso
y pequeños papelitos
de la fortuna, mientras que los mercaderes más reputados vendían agua,
sencha y tallarines a la multitud
—¡Más prisa, menos velocidad! —gritó uno de los vendedores, agitando un
de viajeros agotados y hambrientos. Jack serpenteó entre ellos, tratando de
papel de la fortuna ante
alcanzar a Yamato.
la cara de Jack cuando pasó corriendo.
Jack continuó, apretando más el
paso.
Yamato ya había entrado en el bosqueque marcaba la zona inferior de
la montaña. El camino se abría
paso pendiente arriba, desapareciendo y volviendo a aparecer entre el puñado
de árboles. Jack agradeció
su fresca sombra cuando penetró también en el bosque. El corazón
le martilleaba en el pecho, pero
continuó corriendo, esforzándose por alcanzar a Yamato. La ruta se fue
Jack, convencido de que
empinando cada vez más y, podría adelantarlo
tras en la siguiente recta, aceleró, pero al
doblar rodear
una la curva, esquina
Jack se dio cuenta de que Yamato empezaba a reducirel
chocó de ritmo. frente con una gran barrigablanda. Rebotó y cayó sin más
—¡Eh!ceremonias
Menuda sobre elprisa suelo
llevas, de
hijo piedra.
mío —dijo un orondo monje de túnica azafrán,
frotándose
tiernamente su generoso estómago.
—Lo siento, pero tengo prisa por... Un asunto de
honor...
Jack inclinó la cabeza en una rápida disculpa y corrió detrás
de Yamato.
—Oh, los jóvenes de hoy, tan ansiosos de iluminación... ¡Buda esperará!
—gritó el monje
amistosamente
No vio a mientras
Yamato Jack
cuandose perdía
dobló en
la la
última distancia.
curva y pasó bajo la Nio-mon,
la Puerta de los Reyes Deva.
Jack, sin mirar apenas los dos grandes leones que protegían la entrada contra el
mal, subió corriendo los
escalones de piedra, dejó atrás a los sobresaltados peregrinos y atravesó
una segunda puerta que
conducía a la Sanju-no-to. La pagoda de tres pisos estaba pintada de un
rojo violento y destacaba
Jack no vio a Yamato por ninguna parte y corrió hacia la Hondo, la
claramente contra el marrón oscuro de los demás edificios.
Sala Principal, un inmenso
edificio que dominaba el complejo del templo.
Atravesó un pequeño altar, en cuyo techo había un vivido dibujo de un dragón
verde, pasó otra puerta
protegida por leones,y entró en el santuario exterior de la Hondo.
Tras abrirse paso entre los numerosos
peregrinos
Dentro, postrados
sólo había en unos oración,
cuantos se
monjesdirigió alde santuario
aspecto interior.
sorprendido que
observaron al acalorado,
sudoroso y jadeante gaijin con sereno interés. El interior del santuario era
oscuro y fresco, y, a diferencia
de otros templos, estaba adornado con imágenes doradas del Buda. Jack, sin
embargo, sólo tuvo tiempo
—¿La Cascada del Sonidode las Plumas? —preguntó
de echarles un vistazorápido y se apresuró a buscar una salida.
desesperado.
Un monje delgado y bronceado, sentado en posición de semiloto, señaló una
puerta a su derecha. Jack
inclinó brevemente la cabeza para mostrar su agradecimiento, atravesó la puerta y
salió una vez más a la
brillante luz del sol.

Se encontró en una gran plataforma de madera, el butai, que se asomaba


unos diez metros a un
profundo barranco repleto de vegetación y árboles. El sonido del agua atronaba
sus oídos y, a través de
una fina bruma de agua, Jack vio todo Kioto desplegado en el lejano suelo del
valle. La ciudad titilaba
con toda su gloria como un espejismo, y un leve arco iris se elevaba en
A la su izquierda
corazón, de
sobre elJack, la
Palacio Cascada del Sonido de las Plumas
caía
Imperial.por un acantilado pelado hasta
estrellarse en una gran cuenca de roca, a unos quince metros de
distancia. El agua se rebullía en una
confusión de remolinos y espuma antes de remansarse y seguir deslizándose
por el barranco hacia el
Jack alzó la cabeza y vio que Yamato ya estaba escalando por la cara
valle de Kioto.
rocosa,dirigiéndose al pequeño
altar de piedra que había en el borde de la cascada.
Jack calculó que la cascada tenía la altura de la cofa del Alexandria.
Yamato estaba un poco más
arriba del butai, pero no había duda de que la ascensión no le resultaba
fácil: incluso desde donde
estaba, Jack
Tras pasar laveía que las
barandilla piernas
del butai, leJack temblaban,
divisó un yestrecho
que sus salientemanos buscaban
desde donde a
empezartientas ella siguiente asidero.
ascensión. Había un salto de dos metros desde la seguridad del butai al
acantilado.
Aterrizó Bajo él,
limpiamente en el agua
el saliente, pero perdió pie de inmediato en su
embalsada
resbaladiza proporcionaba
superficie. su única red de seguridad. Jack tomó aire, y se
Resbalólanzó hacia
sin la cara de
controlpor la roca.
cara del acantilado. Sus días como gaviero acudieron
ahora en su ayuda y sus
manos buscaron asidero por instinto, apoyándose en la superficie de
roca y frenando su caída.
Jack controló la respiración y se calmó. Debería tener mucho más cuidado si
quería sobrevivir a esa
escalada.
Al alzar la mirada, vio que Yamato había hecho pocos progresos, así que
comenzó su ascenso con
renovado vigor. Todavía era posible alcanzar antes que él la Espada de
Jade. acostumbrado a
Una vez la resbaladiza superficie del acantilado, empezó a
aumentar el ritmo. Jack
descubrió que escalar rocas no era muy diferente a escalar las jarcias del
Alexandria, y como no le tenía
miedo—¿Estás
a las bien?alturas,
—preguntó pronto alcanzó
Jack, ligeramente a Yamato.
preocupado, mientras lo
adelantaba.
Yamato no dijo nada. Se limitó a mirar Jack, con la tez pálida y los
ojos petrificados de miedo.
—¿Necesitas mi ayuda? —dijo Jack, recordando el terror paralizante que había
experimentado la
primera vez que subió a las jarcias.
—¡No necesito ayuda de ningún gaijin! Con una vez ya tuve bastante —
siseó Yamato con la voz
quebrada por el miedo, mientras se aferraba tenazmente a la roca.
—Bien. Entonces cáete —replicó Jack, y
siguió adelante.
Jack llegó al borde de la cascada sin más dificultad y, tras dirigirle una
última mirada a Yamato, que
seguía aferrado a la roca como una lapa, avanzópor varias grandes piedras
redondas hasta alcanzar el
pequeño
Entró y altar encontró
levantado la en Espada medio de dela Jade cascada.
dentro de un
hueco, a la sombra.
La espada reposaba sobre una peana de color rubí y brillaba en la
penumbra. Era una catana
ceremonial, y su saya era una vaina de madera negra lacada en la que
había grabado un dragón dorado.
Un gran jade engarfiado en la madera era el ojo del dragón. A
Jack se le heló la sangre en las venas.
Jack trató de agarrarla pesada espada con fuerza y la alzó del bastidor. Asió la
Dokugan Ryu. Ojo de Dragón.
empuñadura de cuero,
sintiendo la textura de la piel de raya blanca,y desenvainó una brillante
hoja de acero pulido tan afilada
que dañaba la vista con sólo mirarla. La leve sombra de un segundo
dragón había sido grabada en la
Guardó la Espada de Jade en su obi, atando cuidadosamente
superficie de metal y Jack rápidamente volvió a envainar la brillante hoja.
la saya, y salió del altar.
Al mirar hacia abajo, Jack vio que Yamato no se había
movido todavía.
Descendió rápidamente y se puso a su altura una vez más. Yamato ni
siquiera lo miró. Estaba
agarrado a la pared y el cuerpo le temblaba como una hoja en la
tormenta. te
—Escucha, has quedado paralizado —dijo Jack, tratando de
llamar su atención.
Había visto esa misma reacción en muchos de los marineros a
bordo del Alexandria. La mente se
trababa por el miedo y el cuerpo se negabaa moverse. Una mareante
sensación de vértigose apoderaba
del marinero, que acababa por soltarse y caer al océano,
o, peor aún, a cubierta.
Jack, consciente de que a Yamato le quedaban pocas fuerzas, comprendió que
tenía que hacerlo bajar
enseguida.
—Déjame ayudarte. Saca el pie
derecho...
—No puedo... —dijo Yamato con voz
débil.
—Sí, sí puedes. Saca el pie y colócalo en ese pequeño
saliente que tienes debajo.
—No, no puedo... Está demasiado
lejos...
—No, no lo está. Confía en mí, puedes
hacerlo.
—Además, ¿a ti qué te importa? ¡Me has robado a mi padre! —dijo Yamato
dejando que su furia se
abriera paso a través de su parálisis.
—¿Robarte a tu padre? —dijo Jack,
perplejo.
—¡Sí, tú! Antes de que vinieras, todo iba bien. Mi padre finalmente empezaba
a aceptarme. Ya no
estaba a la sombra de Tenno.Luego me lo robaste...
—Yo no te robé a tu padre. ¡Él me adoptó! No es
que yo tuviera ninguna opción.
—Síque la tenías. ¡Podrías haber muertocon el resto de tu tripulación! —dijo
Yamato, dando rienda
suelta a su odio.
—¡Bueno, aquel ninja te habría matado si no hubiera sido por
mí! —replicó Jack.
—De eso exactamente estoy hablando. Podría haber tenido una muerte honorable, como mi
hermano.
¡Pero fuiste y me salvaste! ¡Quedé avergonzado por tu causa!
—¡Los japoneses y vuestro dichoso sentido del orgullo! —gritó
Jack, lleno de frustración—. ¿Qué
tontería es eso de la vergüenza? ¡Te salvé la vida! Éramos... amigos. Si
yo hubiera querido a Masamoto
por padre, te
—¡Bueno, tal habría
vez dejado
yo morir
deberíaentonces. estar No quiero a
muertotambién! tu
—dijo padre.
Yamato¡Quieroominosamente,
al
mío,
mirandopero está las muerto!
rocas
sumergidas que había abajo—. Tú tienes la espada. La gloria es toda tuya. Mi
padre nunca me reconocerá
ahora. Le he traicionado. ¡Quieras o no que Masamoto sea tu padre, es
tuyo! Dicho esto, Yamato saltó.
39
La disculpa

—¡No! —gritó Jack, tratando de agarrarlo, pero Yamato desapareció en la


blanca cortina de la cascada.
Jack bajó por la superficie de roca y saltó de vuelta al butai. Se abrió
paso a empujones entre varios
peregrinos que se habían congregado en la tarima de madera, intrigados por lo
que pasaba.
—¿Puede verlo alguien? —preguntó Jack, asomándose por encima de la barandilla
y mirando las
aguas revueltas de abajo.
—No. Cayó bajo la cascada. No ha salido todavía —dijo uno de los
peregrinos, mirando a Jack con
recelo.
—Probablemente se habrá golpeado en las rocas —
dijo otro.
Varias personas más salieron de la Hondo y se acercaron
corriendo a mirar.
—¡Espera, allí está! —gritó un peregrino, señalando el
estanque rocoso.
Yamato salió un instante a la superficie, jadeando en busca de agua, e
inmediatamente quedó atrapado
por la corriente y volvió a hundirse.
—¡Eh, ese muchacho tiene nuestra Espada de Jade! —gritó uno de los
monjes que salían del santuario
interior de la Hondo—. Detenedlo.
Jack se asomó al borde del precipicio. Calculó que el butai debía de estar a
la misma altura que el
peñol de la verga del Alexandria, unos quince metros, pero había visto caer a
marineros al océanodesde
alturas superiores
—¡Que alguien sobrevivir.
y lo ¿Podría
detenga! lograrlo?
¡Tiene la espada!
—instó el monje.
Sin pensárselo más, Jack saltó desde el
butai.
El aire pasó silbando y, durante un breve instante, Jack se sintió ingrávido,
casi en paz. Vio
fugazmente Kioto a través de los árboles y se zambulló en las aguas
heladas.
El impacto lo dejó sin respiración y tragó grandes cantidades de agua.
Debatiéndose contra el peso
de la espada, llegó a la superficie y tuvo que vomitar varias veces
Buscóantes frenéticamente
de recuperar ala compostura. pero
Yamato, no lo vio por ninguna parte.
Tomó aire y luego se zambulló bajo
las aguas.
Nadó hacia la cascada, pero siguió sin encontrar rastro de Yamato. Las
rocas asomaban en las aguas
Sus pulmones
revueltas y llegaron
los remolinosrápidamente al
tiraban de punto
Jack, de rupturacon
amenazando y cuandoal
llevárselo estaba a
fondo
punto siempre.
para de volver a la
superficie, algo suave rozó contra su mano. Lo agarró a ciegas, atrayendo el
objeto hacia él. Pasó el
brazo alrededor del peso muertode un cuerpo y se impulsó hacia arriba
con ambas piernas.
Jack y Yamato llegaron juntos a la superficie, pero la corriente los
arrastró hacia el borde de la
cascada y cayeron al río por el barranco.
Jack oyó a la gente gritando mientras trataba de mantenerse a sí mismo,
a Yamato y a la espada a flote
en los rápidos. El agua seguía cayendo por el barranco, arrastrando
implacablemente a Jack y Yamato
consigo.
Estaban Jack
ya notó que
muy lejos de le faltaban
la Hondo,las fuerzas
y la mientras
pagoda nadabadesesperadamente
desapareció de su
hacia la
vista cuando orilla. doblaron un recodo
del río. Afortunadamente, las aguas se calmaron y Jack consiguió llegar a la
orilla. Con sus últimas
fuerzas,
Se desplomó arrastróa asu tierra
lado la y flácida forma de
permaneció tendidoYamato.un momento, boqueando
como un pez al calor del sol. Al
recuperarse, Jack se preguntó si había llegado demasiado tarde para salvar a
Yamato, pero entonces lo
oyó —Déjame
toser, escupir y
morir —gimió, despertar.
apartándose el pelo mojado
de los ojos.
—No si puedo salvarte —jadeó
Jack.
—¿Porqué? Nunca he sido amable
contigo.
—Se suponeque somos hermanos. Al menos eso es lo que ordenó tu padre, ¿no? —
dijo Jack, con una
sonrisasardónica—. Además, me enseñaste a usar el bokken.
—¿Y qué?

—Gracias a ti, me di cuenta de que no era un gaijin indefenso —dijo


Jack dejando que ese
calificativo ofensivo flotara en el aire entre los dos.
Yamato lo miró con expresión
perpleja.
—¿Cuándo has estado tú
indefenso?
—Cuando mi padre murió, no pude salvarlo —reconoció Jack—. Ojo de Dragón
se me rio en la cara
cuando intenté atacarlo. Tú me enseñaste un modo. Me diste un motivo
para vivir y por eso te estoy
agradecido.
—No te comprendo, gai... Jack —empezó a decir Yamato, sentándose y
llevándose las manos a la
cabeza—. Te ignoré,te desprecié y te golpeé y, sin embargo, cuando ese
ninja se dispuso a matarme, tú
atacaste sin vacilación. Con honor y valor. Hicistelo que yo no podría haber
hecho. Actuaste como un
—Tú habrías hecho lo
hermano. Un samurái.
—No... mismo. Yo no —dijo Yamato, deglutiendo con dificultad, como si sus palabras
se hubieran
convertido en piedras en su garganta—. Esa noche te debí la vida, y, sin
embargo, cuando más me
necesitabas, te fallé. Vi a Kazuki golpearte, pero tuve demasiado miedo para
hacer nada. Supe que era
mejor luchador
Yamato se que yo.
volvió,pero Él
Jack lo supo pasarse
vio también. No
el tuve de
dorso valor lapara mano
enfrentarme
por a
los
él... y
ojos, estremecerse cada vez
que hablaba.

—Luego, con los gemelos Seto... Una vez más, me sentí demasiado asustado
para ayudarte. No quise
que me consideraran un amante de gaijins. Y después de esa noche,
me sentí demasiado avergonzado
para Jack
ser setu inclinó
amigo. No delante,
hacia merecías el trato que te di. Ése es el verdadero
motivo. Lo
confundido. siento mucho.
—No comprendo. ¿De qué te
disculpas?
—Me mostraste mi verdadero yo, Jack, y no me gustó lo que vi. Mi
padre tenía razón. No soy digno
de ser un samurái, mucho menos un Masamoto. Eres más hijo suyo de lo que
yo podré serlo jamás. No me
robaste
—No a mi padre.
seas idiota, Yamato. Lo perdí
No yo lo mismo.
has perdido. No está muerto, como el
mío —recalcó Jack—.
Masamoto puede estar furioso, pero no tiene ningún motivopara sentirse avergonzado de
ti. Y aún menos
después de como has combatido hoy. Y si es una cuestión de orgullo
entre tú y yo, olvídalo. Kazuki no
Jack le sonrió a Yamato y Yamato le devolvió
merece la pena. ¡Es un cerdo vanidoso con cara de culo de león!
débilmente la sonrisa.
—Además, ahora te has disculpado ante mí. ¿Significa eso que has
recuperado tu honor?
—Supongo, pero...

—Nada de peros, Yamato. ¡Yo me disculpo ante Akiko todos los días por una
torpeza u otra! Ella me
ha enseñado todo lo que hay que saber sobre el perdón japonés. Ella me
perdona siempre, y yo te
perdono
—Gracias, aJack ti —dijo ahora.
Yamato,¿Amigos? —dijo Jack,
estrechando ofreciendo
incómodo la su
mano mano.
de Jack al estilo
inglés—. Pero sigo
sin comprender por qué me perdonas.
—Yamato, tienes todo el derecho a no apreciarme. Yo odié a Jessica en
cuanto nació por haberme
robado la atención de mi padre. ¡Y es mi hermana pequeña! ¡No quiero ni
pensar cómo habría sido si mi
padre hubiera adoptado a un chico francés! —exclamó Jack, haciendo una
mueca de repugnancia—. Por
eso no te reprocho que me trataras como lo hiciste.Pero no es a mí
a quien hay que echar la culpa. Es
Dokugan
La situación Ryu. era¡Si no
tan hubiera
absurda matadolos
que a
dos Tenno y
muchachos a
se mi
echaronpadre, ano
estaríamos
reír. La ahora aquí que
tensión sentados,
los medio
había
ahogados,
separado con
se una
evaporó,espada robada
como sien nuestras
la Cascadamanos!del Sonidode las Plumas se
hubiera llevado el conflicto no
expresado
En cuanto río
sus abajo.
risas cesaron, los dos se quedaron sentados en silencio,
lanzando piedrecitas al río, sin
saber qué decir o hacer a continuación.
—Será mejor que regresemos —dijo Yamato al cabo de un rato—.El sol se
pondrá pronto y la Niten
Ichi Ryû tiene que saber que ha ganado.
—Deberías llevarla tú —dijo Jack, desatando la Espada de Jade de su obi
y tendiéndosela a Yamato.
—¿Porqué yo? La has conseguido
tú.
—Sí, pero tu padre no tiene por qué
saberlo, ¿no?
40
Permanecer en el camino

Jack y Yamato entraron juntos en el


Salón de Buda.
La escuela Yagyu se volvió loca cuando vieron que su campeón traía la
Espada de Jade. Kamakura se
hinchó de orgullo y se preparó para aceptar la espada y la victoria.
Masamoto estaba sentado en el estrado junto a él, con las piernas
cruzadas y una expresión hierática
de seriedad y distanciamiento en el rostro. Cuando Yamato entró en el
Salón de Buda con la espada,
Masamoto
Los aplausos pareció fueronconvertirse
reduciéndose en a una
un versión
murmullo de
de cartón
respetopiedra de
cuandosí mismo,
Jack y
en
Yamato una cáscara
se sin
acercaron vida.
al
estrado e inclinaron la cabeza.
Akiko y Saburo estaban arrodillados en la parte derecha, Raiden y
Moriko, en la izquierda. Akiko
sonrió con tristeza, contenta al ver a Jack de una sola pieza, pero inquieta
por su derrota. Yamato dio un
paso adelante,
Jack necesitó con la Espada
mucha persuasión para convencer de Jade ena una
Yamatomano. Kamakura
de que se llevara preparó
la
para
espada, recibir la
pero al ofrenda.final el
muchacho accedió. Jack creía que era la mejor manera de que se
reconciliara con su padre. A Jack no le
interesaba el honor de ganar la Taryu-Jiai. Masamoto le había demostrado gran
amabilidad al aceptarlo
Yamato se inclinó una vez más y, tras apoyarse en una rodilla,
en su familia. Jack, por tanto, no debería ser el motivopara separarla.
alzó la Espada de Jade con ambas
manos por encima de su cabeza. Kamakura extendió las manos formalmente
para aceptar la ofrenda y
sellar su victoria en la Taryu-Jiai, pero antes de poder ponerle las manos
encima, Yamato se volvió y le
—Padre, te pido perdón y te ofrezco lo que es el justo triunfo de la
presentó la espada a su padre.
Niten Ichi Ryû. No he sido yo
quien ha recuperado la espada. Ha sido Jack.
Un momento de perplejidad se apoderó
de la sala.
Jack se quedó boquiabierto. Esto no era lo que habían acordado. Sí, iba a
darle la espada a
Masamoto, pero no iba a decir que era Jack quien la había conseguido. Ese
tenía que ser el momento de
gloria de Yamato. La prueba que Masamoto necesitaba para darse cuenta de que
Yamato era lo bastante
Akiko miró con ojos asombrados a Yamato y luego a Jack, que sacudía
bueno para ser un guerrero samurái, para ser un Masamoto.
la cabeza en silenciosa
disputa.
Masamoto dirigió a Yamato una mirada
dubitativa.
—¿Es esto la verdad?

—Sí, padre. Pero Jack insistió en que fuera yo quien te


entregara la espada.
Ignorando las protestas de Jack, Masamoto asintió una vez, zanjando el tema. Se
levantó y cogió la
espada de las manos extendidas de Yamato.
—¡La Niten Ichi Ryû es la campeona de la Taryu-Jiai! —anunció el
juez de la Corte Imperial,
igualmente sorprendido.
Todo el Salón de Buda prorrumpió en una cacofonía de vítores y protestas.
Raidendio frustrado un
pisotón en el suelo mientras Moriko mostraba sus dientesnegros, siseando
su disgusto a Akiko. El rostro
de Kamakura se volvió rojo de furia y su garganta tembló como si estuviera
tratando de tragarse un sapo
—¡Esto es un escándalo! —exclamó Kamakura, empujando al juez al
gigantesco.
suelo—. ¡Un escándalo!
Kamakura saludó cortante a Masamoto y salió rápidamente de la sala, seguido
de sus samuráis. El
juez recuperó la compostura y luego exigió silencio. Cuando el ruido finalmente
se aplacó,dio la palabra
a —¡Estudiantes
Masamoto. de la Niten Ichi Ryû! —empezó a decir ceremoniosamente
Masamoto, blandiendo la
Espada de Jade y alzándola en un saludo heroico—. ¡Hoy hemos sido testigos
de lo que significa ser un
samurái
Hubo de esta
una explosión escuela!de aplausos. Masamoto alzó la otra mano pidiendo
silencio, se bajó del estrado y
se dirigió a Jack.
—Al principio de vuestro año, os dije que tenéis que conquistar el yo,
soportar las fatigas de la
práctica, y forjar una mente intrépida. Este muchacho, Jack-kun, es prueba de
eso. Hoy, ha luchado con
valorHubo
y entrega.
otra explosión¡Ha dederrotado aplausos,al aún enemigo
más fuerte y ha
que ganado el honor
para la esta anterior.
escuela!
—Pero el bushido no trata sólo de valor y disciplina. Ni su propósito
es el combate y la guerra.
Aunque puedan ser paradas necesarias en vuestro viaje, no son vuestro
destino. La verdadera esencia del
bushido
Masamoto es se la integridad,
volvió hacia Yamato la benevolencia
y y
apoyó unala manolealtad.
en el
hombro de su hijo.
—Yamato ha demostrado esta misma esencia. Admitir la verdad en presencia de
tanta gente requiere
un gran valor. Tal vez más valor que recuperar la Espada de Jade.
Masamoto alzó la brillante espada y la escuela
aplaudió una vez más.
—Yamato, has respondido a mi pregunta —continuó Masamoto, y miró a su
hijo con un entusiasmo
que Jack no había observado hasta entonces—. Te pedí que me dijeras qué significa
ser un Masamoto. Lo
que acabas de hacer es exactamente de lo que trata el espíritu
Masamoto. Has honrado y respetado a
Jack, tu compañero samurái. Has mostrado integridad. Eres verdaderamente un
Masamoto
Masamoto.
Jack no se
Acepto
podía dar apoyó
tu en
crédito una a rodilla
lo para estar
que veía, y, al nivel
a juzgar por la expresión
de
disculpasorprendida Yamato.
cien veces
de ysu terostro, imploro que regreses a la Niten Ichi Ryû.
tampoco podía Akiko. A pesar de todo lo que había ocurrido, Masamoto
estaba aceptando formal y
públicamente a Yamato. Todos los estudiantes fueron conscientes de ello, e inclinaron
la cabeza ante
Yamato y Masamoto guardando un respetuoso silencio. A continuación, padre e
hijo se inclinaron la
cabeza
—El el
bushidouno al es otro.
un viaje que no hay que tomar a la ligera —declaró
Masamoto, poniéndose en pie—.
Os dije que el camino del guerrero dura toda la vida y la maestría
se consigue simplemente
permaneciendo
El Salón de en el camino.
Buda tronó Estudiantes de
con fervientes la Niten Ichi Ryû... ¡permaneced en
el aplausos.
camino!
41
Gion Matsuri

El niño ataviado con la inmaculada túnica blanca y el sombrero negro de los


sacerdotes Shinto alzó la
corta espada wakizashi por encima de su cabeza y la descargó con todas sus
Defuerzas.
un solo golpe, cortó la cuerda y comenzó el festival
del Gion Matsuri.
—¡Es sorprendente! ¡Nunca había visto nada igual! —exclamó Jack, entusiasmado,
mientras veía
pasar la procesión de carrozas.
Las carrozas eran inmensas estructuras de madera adornadas con tapices y
columnas de linternas
bulbosas que parecían velas alzándose al cielo. Algunas de las carrozas
avanzaban por las calles a
hombros de la gente, pero las mayores, grandes como barcazas fluviales y
en las que se sentaban las
Cuando la primera de las carrozas más grandes se acercó a una
geishas de rostro blanco, disponían de ruedas de madera.
esquina, todos los hombres que la
empujaban empezaron a cantar con fuerza:
—¡Yoi!¡Yoi!¡Yoi to
sei!
El ritmo lo marcaban grandes tambores taiko instalados en el piso superior
de la carroza. Toda la
estructura empezó a girar y poco a poco fue desapareciendo tras la
esquina como si fuera un enorme
dragón enjoyado.
—¿Qué se celebra en este festival? —preguntó Jack desgañitándose para que
lo oyeran a pesar del
ruido de la celebración.
—Es una purificación ritual —respondió Akiko, que estaba a su lado, vestidacon un
ligero quimono
de verano de color aguamarina decorado con crisantemos de brillantes colores—.
Kioto sufrió una
horrible
—Nosotros plagasufrimos
hace setecientos
también años una y el enMatsuri
plaga Inglaterraimpide que Jack—.
—dijo regrese. La
llamaron la Peste Negra.

La multitud que los rodeaba empujó hacia delante para no perderse las
carrozas que pasaban. Emi,
acompañada de dos amigas, se unió a Jack, Akiko y Yamato.
—¿Cómo está hoy nuestro victorioso samurái? —dijo Emi acalorada agitando un
abanico de papel
rojo mientras se situabaentre Jack y Akiko. Akiko frunció el ceño molesta por
la
—¡Muy intrusión.
bien, gracias! —dijo Jack—. Es un festival
maravilloso...
—¡Vamos! —instó Yamato, al ver la reacción de Akiko. Agarró a
Jack por el brazo y añadió—:
—Lo siento,un
Conozco tengo mejor.
sitio que irme. Quizá nos veremos más tarde —dijo Jack despidiéndose
de la
desencantada Emi con la mano mientras Yamato y Akiko lo arrastraban hacia el
fondo de la multitud.
Allí se encontraron con Saburo, Yori
y Kiku.
—¡Hola, Jack! —exclamó Saburo—. ¡Ten, prueba esto! —le dijo colocándole en la
mano un pastelito
en forma de pez.
—¿Qué es esto? —preguntó Jack, mirando con
recelo el pastel.
—Es taiyaki... —dijo Saburo, metiéndose uno en
la boca.
—Más tarde. Tenemos toda la tarde para comer —interrumpióYamato—. Tenemos que
adelantarnos
a la procesión, o no podremos verla toda. ¡Seguidme!
Yamato los condujo a una calle trasera y, después de abrirse
paso por un laberinto de estrechos
callejones desiertos, salieron por fin a la avenida principal, justo delante
del
Centenares Palacio
de Imperial.
personas se habían congregado ya allí y la calle estaba
repleta de puestos donde se
vendían extraños dulces,bocados de pollo a la plancha, sencha y una
amplia gama de artículos festivos,
desde abanicos de papel de brillantes colores a burdas máscaras de cartón
piedra, todo preparado para
—¿Qué te he dicho, Jack? Desde aquí podremos ver la procesión entera —dijo
las celebraciones nocturnas.
Yamato con orgullo,
abriéndose paso hacia la primera fila.
Yamato, tras la reconciliación con su padre y la victoria de la escuela
en la Taryu-Jiai el día anterior,
se había convertido en una persona distinta. La nube negra que había flotado
hasta entonces sobre su
cabeza había desaparecido, y ya no actuaba de manera distante y despegada
cuando estaba con Jack.
Ahora se relacionaba abiertamente con él y dedicaba una mirada desafiante a
No todo
es que lo hiciera
aquel que hablaba mucha
de gente. Jack y Yamato eran los héroes de
la
Jack como escuela,
del gaijin. junto con Akiko y
Saburo. Sólo Kazuki y sus amigos mantenían una actitud desafiante y
hostil hacia Jack, pero se habían
visto obligados a no llamar la atención, porque todo el mundo estaba celebrando la
victoria de la escuela
—¡Mirad! —dijo Kiku—. ¡Allí está
sobre la Yagyu Ryü.
Masamoto!
—¿Adónde va? —preguntó Jack.

—¡A ver al emperador, naturalmente! —dijo Kiku con tono reverente—. Nuestro Dios
Viviente.
—Puede que tú hayas ganado la Taryu-Jiai —explicó Akiko—, pero como
fundador de la Niten Ichi
Ryû él tiene el honor de ver al emperador.
Masamoto, flanqueado por los sensei Yamada, Kyuzo, Hosokawa y Yosa, todos
vestidos de gala,
entró por la inmensa puerta del Palacio Imperial y desapareció tras las
altas semurallas
Jack
Pasaron resto de
el preguntó de cómocolor tierra.
la sería
tarde conocer
viendo el a desfile
unde carrozas, geishas y
«Dios
músicos, Viviente».
y presentaron a Jack una
extraña variedad de comidas japonesas. Saburoparecía disfrutar experimentando
con los gustos de Jack,
obligándolo a comer a la fuerza con distintos grados de éxito. A Jack le
gustó el takoyaki, una bola de
harina, jengibre y pulpo frito, pero el obanyaki, un grueso pastel redondo relleno de
natillas, le pareció
demasiado dulce. Mientras seguían deambulando por las calles, Saburoinsistíaen ofrecerle
a Jack una
especie
—Se llaman de tortas fritas.
okonomiyaki. Significa «cocina lo que quieras, cuando quieras» —
le explicó Akiko, con
expresión de asco en el rostro, mientras Jack engullía su cuarta torta—,
pero yo no me fiaría. ¡Nunca se
sabe qué
—Rápido, por le ponen esos
aquí —gritó vendedores!
Yamato, dirigiéndolos a un puesto situado en una
esquina—. ¡Este puesto
vende algunas de las mejores máscaras que he visto!
—Toma, Jack, ésta te viene bien —dijo Saburo, tendiéndole una máscara con el
rostro de un horrible
demonio rojo con cuatro ojos y dientesdorados—. ¡Debería mejorar tu aspecto!
—¡Bueno, será mejor que tú te quedes ésta, teniendo en cuenta que luchas
como una de ellas! —
respondió Jack, pasándole la máscara arrugada y medio hundida de una
—¡Ja,vieja. ja! —replicó Saburo, sin verle la gracia. Pero la aceptó de
todas formas—. ¿Y qué tal ésta
para ti, Yamato?
—Sí,¿por qué no? Tiene espíritu —dijo Yamato, examinando la máscara dorada de
un loco con pelos
negros de punta.
—¿Cuál vas a coger tú, Akiko? —
preguntó Jack.
—Estaba pensando en ésa —dijo ella, señalando una máscara de
mariposa roja y dorada.
—Sí, estarías preciosa con ésa... —empezó a decir Jack, pero se interrumpió al
ver que Saburo y
Kiku expresaban sorpresa ante ese afectuoso cumplido inesperado—. Bueno...
Sería mejor que esa...
máscara
—Gracias, de Jackleón —dijo
de ella,
ahí sonriendo
—terminó amablemente,
Jack torpemente,
y seseñalando con el la
volvió hacia mano.
mercader.

Jack se alegró de que Akiko le estuviera dando la espalda: así no vio el


rubor que le quemaba las
mejillas. Yamato, sin embargo, sí lo vio y se quedó mirando a
PocoJack significativamente.
después, el sol se puso y todas las linternas de las carrozas
de la procesión se encendieron,
transformando Kioto en un mágico paraíso nocturno. Las linternas flotaban
por las calles como enormes
formaciones de nubes iluminadas desde el interior por soles diminutos. Todo el
mundo se puso su
Muchas de las carrozas se detuvieron y los hombres sacaron grandes
máscara y la músicay la alegría llenaron las calles de vida.
botellas de sake y empezaron a
beber. No pasó mucho tiempo antes de que el jolgorio invadiera las calles.
Mientras Jack, Akiko, Yamato y los demás se dirigían a la avenida
principal para ver los fuegos
artificiales, un grupo de samuráis borrachos se cruzó con ellos y Jack se vio
obligado a apartarse de su
camino.
Chocó con un hombre vestido de negro que llevaba una máscara de
diablo de color ébano con dos
afilados cuernos rojos y una pequeña calavera
grabada en la frente.
—¡Apártate de mi camino! —siseó el
demonio negro.
Jack lo miró desde detrás de su máscara de demonio rojo y
se quedó petrificado.
El demonio negro, irritado, lo apartó de un empujón y continuó su
camino calle abajo hasta que
desapareció por un estrecho callejón.
—¿Estás bien? —preguntó Yamato, corriendo hacia
Jack.
—Creo... ¡Creo que acabo de ver a Ojo
de Dragón!
42
Dokugan Ryu

—Debes de haberte confundido. Dokugan Ryu nunca se atrevería a mostrarse


en un festival. Tal vez te has
equivocado —dijo Yamato mientras corríanpor el callejón tras el demonio
—Lonegro.
he visto claramente a través de la máscara —dijo Jack—. ¡Sólo tenía un
ojo y era verde!
¿Cuántos japoneses conoces que tengan un solo ojo verde?
—Uno —admitió Yamato.

—Exactamente. Sólo espero que no me haya reconocido —dijo Jack quitándose la


máscara mientras
echaba a correr—. ¿Adónde conduce este callejón?
Antes de que Yamato tuviera tiempo de responder, doblaron una
esquina y se encontraron frente al
Castillo Nijo. Habían desembocado en una de sus entradas laterales: una
estrecha tabla de madera que
cruzaba
—¿Creéis un que pozo
ha conducía
entrado aen una
el pequeña
castillo? puerta.
—preguntó Jack—. Creía que ahí
es donde vive el padre de
Emi. ¿No se supone que Takatomi es el daimyo de Kioto? ¿No
debería tener guardias en todas las
entradas?
—Sí, pero es Gion Matsuri —dijo Yori—. Estará en el festival, igual que la
mayoría de sus guardias.
—¡Pues claro! ¿Qué mejor momento para que un ninja entre en
un castillo?
—Pero¿por qué querríaentrar en el Castillo Nijo? —
preguntó Kiku.
—Quién sabe —dijo Jack, encogiéndose de hombros—, pero seguro que no será para ver
los fuegos
artificiales. ¡Vamos! Veamos qué pretende y detengámoslo.
—¡Pero es un ninja! —exclamó
Saburo.
—¡Y nosotros somos samuráis!

Jack corrió hasta la tabla que conducía al otro lado del foso. Tras unos momentos
de vacilación, los
demás se unieron a él y todos cruzaron con cautelael estrecho puente
hasta
—¿Estará la puerta.
abierta? —preguntó Akiko—. ¿Y si ha escalado
por la muralla?
—Sólohay un modo de averiguarlo —dijo Jack, y empujó la pesada
puerta de madera.
Se abrió sin ninguna
resistencia.
Jack se asomó a la negra oscuridad. No vio nada. Tomó aire y, preparándose
para una emboscada,
entró rápidamente.
Antes de haber dado dos pasos, resbaló y se cayó de bruces en el
duro suelo de piedra.
—Jack, ¿estás bien? —preguntó Akiko, alarmada por su grito
de dolor.
—Sí,sí, estoy bien —susurró Jack—. Podéis entrar. He tropezado con el guardia,
eso es todo. Está
muerto.
Los demás lo encontraron arrodillado junto al cadáver de
un samurái.
—Hay otro detrás de la puerta —dijo
Jack.
Kiku dejó escapar un grito sofocado cuando vio el cadáver
decapitado del segundo samurái.
—Parece que lo han matado con su propia espada —dijo Yamato, mientras
sí. Akiko atraía a Kiku hacia

—Kiku, vuelve y avisa a los demás —le ordenó Akiko con un susurro
—. Luego dale la alarma a
Masamoto y dile lo que está pasando.
La chica asintió sin decir palabra y, sorteando al samurái decapitado,
salió por la puerta y corrió
hacia el Palacio Imperial.
—¿Y ahora qué? —dijo Yamato.

—¡Tenemos que encontrarlo y detenerlo! —dijo Jack con amenazadora


determinación.
Empezó a escrutar el patio en busca de
algún movimiento.
—O encontrar a un guardia que siga vivo y que pueda dar la alarma —
añadió Akiko, preocupada por
las intenciones de Jack.
—Demasiado tarde para eso —dijo Jack, señalando una sombra negra apenas
visible junto a las
almenas—. ¡Allí está! Junto a la muralla, al otro lado del patio.
Jack echó un vistazo a su alrededor y localizó la catana del samurái
decapitado. Tras recoger del
suelo la espada ensangrentada, corrió por el borde del patio en dirección a Ojo
de Dragón, dejando atrás
a Yamato y Akiko.
—¡Es una locura!—dijo Akiko—. Va a conseguir que
lo maten.
—No si yo puedo evitarlo —dijo Yamato buscando en la oscuridad la
espada del otro samurái.
—¡Pero ninguno de vosotros dos ha usado nunca una
espada de verdad!
—No importa. Mi padre dice que una vez dominado el bokken, la
catana es relativamente fácil. Ah,
ya la he encontrado —dijo Yamato, al descubrir la segunda espada
tras la caseta de los guardias—.
¡Vamos!
—¡Perfecto!JackY ya
yo ha
tengo llegado
que quedarme al otro
con lado.
la espada corta, ¿no? —murmuró
Akiko, y, después de
desenvainar la wakizashi del cadáver de samurái más cercano, echó a
correr detrás de Yamato.

Jack estaba ya al abrigo de la muralla del castillo y podía ver a


Ojo de Dragón acechando en las
sombras para evitar ser descubierto. Se dirigía a los cinco edificios que formaban
el complejo central
del castillo. Jack supuso, por su estilo altamente decorativo, que integraban el
palacio de Takatomi.
Ojo de Dragón, muy ocupado mirando hacia delante, no había advertido
aún la presencia de Jack.
Ésta era la oportunidad de
Jack.
Sopesó la catana en sus manos, y la sujetó con fuerza. La espada
era mucho más pesada que su
bokken, así que debía prestar especial atención a mantener la kissaki
a la altura adecuada para evitar
quedar expuesto.
Jack se acercó más; Ojo de Dragón seguía ajeno a
su avance.
Cuando Jack estaba sólo a diez pasos del ninja, toda la ira y el dolor que
había sentido a raíz de la
muerte de su padre estallaron en su interior.
¡Había llegado momento! ¡Dokugan Ryu pagaría por fin la
muerte de su padre!
Pero Jack vaciló.

No podía hacerlo.

—Nunca vaciles —susurró Dokugan Ryu, todavía de


espaldas.
Ojo de Dragón giró sobre sus talonesy un shuriken plateado
destelló en la oscuridad.
—¡Cuidado! —gritó Yamato, plantándose de un salto
delante de Jack.
El shuriken alcanzó a Yamato y se clavó en su pecho. El muchacho
se desplomó en el suelo, dejando
un charco de sangre en el patio de piedra.
De pronto Jack lo vio todo rojo: hirviendo de furia, gritando con toda la
fuerza de sus pulmones, se
abalanzó contra Ojo de Dragón con la espada alzada, y la descargó
con todas sus fuerzas contra su
enemigo
Ojo de jurado.
Dragón desenvainó su ninjatô de la saya que llevaba a la
espalda, esquivando al mismo
tiempo la hoja de Jack. Entonces contraatacó, tratando de clavar su espada en el
torso el
Jack previo de Jack.
movimiento y lo bloqueó. Inmediatamente, avanzóatacando, lanzando
un golpe contra
la cara de Ojo de Dragón. Pero el ninja lo esquivó, dando una voltereta
hacia atrás para esquivar la hoja.
Mientras volaba por el aire, Ojo de Dragón lanzó una patada y alcanzó las
manos de Jack, que perdió la
catana. Ojo de Dragón aterrizó cuando la espada de Jack chocaba
—¡Vaya,
contra el has
suelo. progresado,
Jack estaba joven
ahora samurái, para ser un gaijinl —dijo con genuina
admiración—.
desarmado eUn indefenso.
día, puede que merezca la pena luchar contigo. ¡Pero hoy no eres mi misión,
así que márchate a casa
como
—Noun niño
tengo bueno!
casa. Mataste a mi padre, ¿recuerdas? —dijo Jack, furioso—. ¿Mi
padre también fue una
misión?
—Tu padre no fue nada. ¡El cuaderno de ruta
era mi misión!
Jack miró asombrado al
ninja.
—¿Quién ordena estas misiones?

—No cederás, ¿verdad? —siseó Ojo de Dragón, irritado—. ¡A ver cómo


vives sin el brazo derecho!
Ojo de Dragón alzó su ninjatô y descargó un golpe con la intención
de cortarle a Jack el brazo
derecho.
Surgida de la noche como estrella fugaz, la wakizashi de Akiko voló girando
por los aires hacia
Dokugan Ryu. En el último segundo, el ninja giró por instinto. El golpe de
su espada no alcanzó el
hombro de Jack por milímetros. La wakizashi se clavó en su costado y,
aunque la hoja caló hondo, Ojo de
—¿De quién has aprendido eso? ¿De Masamoto? —escupió disgustado mientras
Dragón apenas emitió ningún sonido. Se tambaleó levemente y miró el arma.
Akiko se situaba
junto a Jack.
El ninja los miró desafiante a ambos mientras extraía con cuidado la
hoja ensangrentada de su
costado. Hizo girar la espada corta en su mano y, cuando estaba a punto de
arrojarla contra la indefensa
Akiko, la puerta principal se abrió de golpe y Masamoto y sus samuráis
entraron corriendo en el patio,
—¡Desplegaos! —ordenó Masamoto—. ¡Encontradlos, y matad
portando antorchas encendidas.
al ninja!
—¡Volveremos a vernos, gaijin! —siseó Ojo de Dragón—. ¡No creas que me
he olvidado del
cuaderno de ruta!
El ninja soltó la wakizashi y escaló la muralla del castillo como una
malévola araña de cuatro patas,
hasta desaparecer en la oscuridad.
En la distancia, los fuegos artificiales estallaron y brillantes chispas de
colores se apoderaron del
cielo nocturno.
43
Kendo: el Camino de la Espada

—Creemos que la misión de Dokugan Ryu era envenenar al daimyo


Takatomi —explicó Masamoto la
noche siguiente en la Hô—Oh-No-Ma, la Sala del Fénix.
Estaba sentado en su estrado, enmarcado por el magnífico fénix en
llamas.Los sensei Kyuzo y Yosa
se habían sentado a su izquierda, y los sensei Hosokawa y Yamada, a
su
Jack estaba derecha.
arrodillado en el suelo entre Akiko y Yamato. Yamato había tenido
muchísima suerte. El
shuriken no estaba envenenado y aunque había sufrido una profunda herida en
el pecho, no había sido
fatal. —Pero¿quién lo ha enviado? —preguntó
Jack.
Masamoto bebió un sorbo de sencha de su taza y luego se la
quedó mirando, pensativo.
—Eso no lo sabemos. Puede que sea un signo de cosas por venir —
respondió gravemente—. Pero el
daimyo Takatomi ha reforzado su guardia personal y ha ordenado
que se tomen nuevas medidas de
seguridad en su castillo. Nos manda sus disculpas por no estar aquí esta
noche. Lo han requerido en Edo.
Pero agradece vuestros esfuerzos por detener al ninja. Quería que os entregara
Una esto
criada como
entró muestra
en la desala su con tres cajas y las fue colocando una a
una
estima. delante de los jóvenes
samuráis. Jack examinó la suya. Era una cajita rectangular de madera lacada
ricamente decorada con
hojas en oro y plata. Jack distinguió un árbol sakura hermosamente grabado,
cuyas delicadas flores
estaban perfiladas en marfil. Sujeto a la caja con un cordón de
También
cáñamo ellos
había unhabían pequeño recibidopasador regalosde similares, pero el diseño de sus
cajas y
marfil con los de
forma pasadores
cabeza de eran león. Jack miró intrigado a los demás.
diferentes: el de Yamato tenía forma de mono y el de Akiko, de un
—Seáguila en llamanminiatura.inro, Jack —explicó Masamoto, al ver la expresión de
asombro del muchacho—. Se
usan para llevar cosas, como medicinas, dinero,plumas y tinta. Esa cabeza de león de
marfil se llama
netsuke.
Jack cogió el La pasas por
hermosamente tu obi
tallado y
inro aseguras
y el el
netsukeinro. de marfil. Siempre se
había preguntado cómo se
las arreglaban los japoneses para funcionar sin bolsillos en el quimono. El
inro consistía en un puñado de
—Takatomi-sama
diminutas también
bolsas que encajaban ha extendido
exactamente indefinidamente
unas sobre otras. Jacksu contribución
pasó la económica
cabeza de a
la
león Niten netsuke
del Ichi
Ryû—continuó
por su obi yMasamoto—,
aseguró y elha concedido
inro a a
su la
cinturón.escuela una nueva sala de
entrenamiento. Se llamará
Taka-no-ma, la Sala del Halcón. Por eso, estoy en deuda con vosotros. Una vez
más habéis traído gran
honor a esta escuela. En reconocimiento a vuestro servicio, deseo haceros
estos regalos.
Entraron en la sala tres criadas, cada una cargada con una gran caja
lacada. Una vez hubieron
depositado las tres cajas en el estrado, Masamoto prosiguió.
—Yamato, has demostrado ser un auténtico Masamoto. Esta vez con tu propia
sangre.Estoy orgulloso
de llamarte hijo mío. Como signo de respeto, por favor, adelántate y acepta
este se
Yamato daishô.arrodilló ante Masamoto y, a pesar de que su herida le
impedía expresar todo el respeto
que deseaba, se inclinó tanto como pudo. Masamoto abrió la primera caja y
—Talextrajo su
vez contenido.
reconozcas este daishô, Yamato. Eran de Tenno. Ya es
hora de que las lleves: has
demostrado ser digno más allá de toda duda.
Con las dos manos extendidas, sonriendo a pesar del dolor, Yamato aceptó la
catana y la espada
wakizashi. Las dos armas juntas componían el daishô, y eran un símbolo del
poder social y el honor
personal de un samurái. Era un inmenso privilegio recibir un daishô.
Yamato se quedó unos instantes contemplandolas espadas, cuyas magníficas sayas
lacadas en negro
daban una idea de las brillantes hojas que albergaban. Volvió a ocupar su sitio
junto a Jack y Akiko. Jack
advirtió
—Akiko, que por los favor, ojos de
arrodíllate Yamato
delante brillaban
de la llenos
sensei de
Yosa. orgullo.
Pues es ella quien
desea ofrecerte tu
regalo.
Akiko se levantó e hizo una profunda reverencia
ante la sensei Yosa.
—Akiko, tienes el ojo de un halcón y la gracia de un águila —dijo la
sensei, acercando su caja y
sacando con ternuravarios artículos de su interior—. Mereces llevar mi arco y
mis flechas. Por favor,
acéptalos
Akiko como
se reconocimiento
quedó casi demasiado de tus grandespara habilidades
sorprendida mostrarle como
a kyudoka.
la sensei su
respeto. Cogió el alto arco
de bambú de la sensei Yosa y el carcaj de flechasde pluma de halcón con
—Mimanos arcotemblorosas.
tiene mucho que enseñarte, Akiko. Como sabes, un arco contiene en su
interior parte del
espíritu de la persona que lo forjó. Mi arco es ahora tuyo y espero que
te proteja como me ha protegido a
mí.—Arigatôgozaimashita, sensei —susurró Akiko, sosteniendo el arco y las flechas
con total
reverencia y regresando a su sitio.
—Por último,llegamos a ti, Jack —dijo Masamoto con magnanimidad—. ¿Quién
habría pensado que
el despojo medio ahogado de un muchacho gaijin llegaría a tanto? Tu
padre, si hubiera sobrevivido,
estaría orgulloso
Los ojos de de
Jack seti este día.
llenaron de lágrimas de repente. La inesperada
referencia
—Has a
salvado su padre vida
la fue casi Yamato
de —continuó Masamoto—. Dos veces, si no
insoportable
me y tuvo
equivoco. que
Has morderse los labios para no llorar.
aprendido nuestro idioma y nuestras costumbres. Y has desbaratado los intentos
de asesinato de Dokugan
Ryu, no una, sino tres veces. Si mi daimyo tuviera un ejército de
muchachos ingleses como tú,
conquistaría cualquier tierra en un abrir y cerrar de
ojos. Acércate.
Jack se arrodilló respetuosamente delante de
Masamoto.
Todos los sensei respondieron al saludo de Jack. El sensei Hosokawa y la
sensei Yosa le dirigieron
serios pero aprobatorios gestos con la cabeza. El sensei Kyuzo ofreciósu típico saludo frío
y reservado,
pero el
—Todavía sensei
tienes Yamada
mucho que le aprender,sonrió cálidamente.
Jack —continuó Masamoto, súbitamente serio—. No
eres más
que una pequeña flor. Sólo has puesto los cimientos. Has dado tu primer paso.
Aún tienes un largo viaje
por recorrer en el Camino del Guerrero, pero, como dije al principio,
estamos aquí para ayudarte a hacer
A juzgar por la expresión de asombro de los rostros de los sensei y
ese viaje. Por tanto, te ofrezco mis primeras espadas.
la manera en que tanto Akiko
como Yamato contenían el aliento, no había duda de que se trataba de
un honor considerable y sin
precedentes.
A Masamoto
diferencia de abrió
la laEspadaúltima caja
de lacada
Jade, que
las había
daishôante
de élMasamoto
y alzó
no dos
estaban
formidables espadas.
demasiado decoradas. Las
sayas eran vainas lacadas en negro, y su único adorno era un grabado de un
pequeño fénix dorado cerca
de —Jack,
la empuñadura.
la espada No
es era
el una
alma obra
del de
samuráiarte ni —dijo una
Masamotoespada de
con exhibición.
gravedad, Era
y
un arma para
dedicándole una mirada la guerra.
severa, le entregó a Jack el daishô—. La posesión de un arma semejante
conlleva una gran
responsabilidad —instruyó Masamoto, sin soltar las espadas, que ahora Jack y él
sostenían al mismo
tiempo—. No puedes perderla. Nunca debe caer en manos de tu enemigo. Y
debes cumplir siempre los
principios del bushido.
—Hai, Masamoto-sama. Valor. Disciplina. —respondió
Arigatôgozaimashita Honor.Respeto.
Jack, con Lealtad.
completa Integridad.
sinceridad.
Benevolencia.Este último
Jack recogiólos
principio las
sustenta espadasa e
todos. inmediatamente
¿Comprendes? sintió que sus manos se hundían
bajo el peso de su
responsabilidad. Hizo una profunda reverencia y regresó a su sitio entre
—AhoraAkiko que
y Yamato.
hemos terminado, he de pediros que os marchéis. Deseo pasar
algún tiempo con mi hijo.
Tenemos mucho de qué hablar —dijo Masamoto, y una sonrisailuminó la parte
intacta
Todos de
inclinaronsu la rostro. cabeza y se marcharon respetuosamente de la
Sala del Fénix.
Jack y Akiko dieron un paseo por el jardín Zen del Sur mientras esperaban a
Yamato. Se detuvieron
entre dos columnas de piedra y contemplaron en silencio el cielo nocturno. La
luna estaba brillante e
hinchada,
—¿Ves apenas a
esa dos
estrella, días lasde más volverse
brillante?luna Esllena,Espiga
y las Jack
—dijo estrellas brillaban
clarastras
en unos el instantes.
cielo.
—¿Cuál?
—Empiezaa —preguntó
partir del Akiko—.
extremo Todas
de mela parecen Osa Mayor, la constelación que
está iguales.
encima de nosotros, luego
sigue el arco hasta Arcturus y llegarás a Espiga —dijo Jack, guiando los
ojos de Akiko con la punta del
dedo—. La que está a la izquierda es la que llamamos Regula, y
la que está al lado, Bellatrix. La que
tintinea allí es Júpiter, pero eso no es una estrella, sino un planeta.
—¿Cómo sabes todo eso? —preguntó Akiko, volviendo hacia él sus ojos
chispeantes.
—Mi padre me lo enseñó. Decía que si alguna vez quería ser piloto
como él, tendría que saber
navegar guiándome por las estrellas.
—¿Y sabes?

—Sí.Lo suficiente para guiar un barco de regreso a puerto —dijo Jack, y


añadió con tristeza—: pero
probablemente no lo suficiente para regresar a casa. El hemisferio sur es
muy distinto a éste y tendría que
navegar los
—¿Todavía quieresocéanos meridionales
volver a para llegar a Inglaterra.
casa?
Jack miró a Akiko. La luz de la luna se reflejaba en sus ojos
negros, y Jack sintió de pronto que
pequeños escalofríos le recorrían la espalda como estrellas fugaces.
Sí, todavía quería volver a casa. Añoraba los verdes prados de Inglaterra en
primavera, y el calor de
la chimenea de su casa en invierno, junto a la que su padre les
contaba largas historias de viajes
intrépidos. Anhelaba el caos de Londres y el ruido de los vendedores
ambulantes, el ganado y el golpeteo
de los herreros. Su estómago echaba de menos la carne, los pasteles y
el pan con mantequilla, y su
cerebro, hablar inglés con alguien. Pero sobre todo añoraba a su familia.
Jess era todo lo que tenía ahora.
Tenía que encontrarla. Asegurarse de que estaba bien.
Sin embargo, por primera vez, allí, de pie junto a Akiko bajo las estrellas,
Jack sintió que podía
encajar en Japón.
«Estés donde estés, son tus amigos los que conforman tu mundo.» Se lo
había dicho su madre cuando
se mudaron de Rotterdam a Limehouse debido al trabajo de su
padre. Entonces sólo tenía siete años y
lamentó tener que mudarse, pero ahora comprendía lo que ella quería decir. Aquí en
Japón, Jack había
—¡Akiko! —dijo una voz.
encontrado amigos. Amigos de verdad. Saburo, Yori, Kiku, Yamato y,
sobre
Era la todo, Akiko.
sensei Yosa.

—¿Puedo requerir un instante de tu tiempo? Necesito explicarte las


peculiaridades de tu arco.
—Hai, sensei —respondió Akiko. Pero antes de irse se volvió hacia Jack y le
dijo—:Sé que echas
de menos tu hogar en Inglaterra, Jack, pero Japón es también tu hogar, espero.
Entonces, con una sonrisa cálida y amable, inclinó la cabeza y se
marchó, desapareciendo en el
jardín.
Jack contempló el cielo nocturno, y siguió nombrando mentalmente cada estrella.
Por impulso,
Apoyó la mano en
desenvainó la catana y la alzó a la luz para admirar la
sus nuevas espadas,curva de
graciosa acariciando
su ausenteLa
hoja. la
hizo empuñadura.
girar en el aire, sopesándola, buscando su punto de equilibrio. Era demasiado
pronto para que se
convirtiera en una extensión de su brazo, como lo era su bokken de
madera, mucho más liviano, pero se
sentía
Cuando
lo bastante
Jack alzóseguro la paramirada,
intentar unaunasestrella
cuantas
fugaz cruzófintas.
el cielo.
El
Cortópequeñola luna por
meteorito la
destellómitad, al
salvó morir,
a yBellatrix
el y
camino desvió que
una estrellaido
había
fugaz. Tras en
quemando girar el sobre cielo
sí mismo,difuminó
se
alzó las
como su kissaki,de
ascuas preparado
una hoguera.para otro ataque,y allí estaba Dokugan Ryu. De pie
En eseen la
instanteoscuridad.
Jack fueInmóvil.alcanzado por un momento de satori, una
Esperando
—Nunca para
iluminación atacar.
tan
vaciles. brillante como el
mismo cielo. También el destino de su viaje era desconocido y su sino,
incierto.
Esta vez Jack Pero no había lo fijado hizo.
su Alzó la espada por encima de su cabeza y
rumbo y
corrió no
hacia
Había elegido... había
Ojo el vuelta
de atrás.
Dragón
Camino para
del
descargar Guerrero.
el golpe de gracia.
—¡Jack!

Dokugan Ryu se convirtió en piedra y Jack se dio media vuelta.


Era el sensei Yamada.
—¿Qué estás haciendo? —preguntó, apoyado en su bastón en la oscuridad,
con una expresión
interrogante en los ojos.
—Estaba... —empezó a decir Jack, y miró la piedra erecta que había imaginado
que era Ojo de
Dragón—, practicando mi kata.
—¿Con una piedra?

—No, en realidad no —respondió Jack, abatido—. Imaginaba que era Dokugan


Ryu. Estaba a punto
de matarlo. Para vengarme.
—Lavenganza es una derrotaen sí misma. Te reconcomerá hasta que no
quede nada de ti —observó
el sensei Yamada, diciendo la verdad como si fuera tan obvia como la luna.
—¡Pero él mató a
mi padre!
—Sí. E indudablemente pagará por ese pecado, si no en esta vida, sin
duda en la siguiente. Pero no
creas ni por un momento que poseer esa espada te hace todopoderoso. No
debes olvidar nunca tu
bushido. ¡La rectitud, la habilidad para juzgar lo que está bien y lo que
está mal es la clave para ser un
Cogió a Jack por el brazo y lentamente lo condujo por el camino
samurái!
hacia el fondo del jardín, hacia el
viejo pino cuyo tronco se apoyaba pesadamente en su muleta de madera.
—La benevolencia, tu compasión por los demás,lo sustenta todo. No hay
lugar para la furia o la ira
en el Camino. En el verdadero budo, no hay enemigos. El verdadero
budo es una función del amor. La
tendencia absoluta a hacer el bien. Debes comprender que el Camino del
Guerrero no es destruir y matar,
Se detuvo junto al viejo pino y
sino crear vida.[ 8 ] Protegerla.
miró a Jack.
—Jack, como dijo Masamoto-sama, apenas has empezado a aprender el Camino
del Guerrero, pero
también debes
El sensei Yamada comprender
sonrió el Camino
enigmáticamente de
y la
sus Espada.
agudosojos Kendo.
chispearon como estrellas
en miniatura.
Luego desapareció tras un velo de oscuridad, más allá del árbol, dejando a
Jack solo bajo el cielo
japonés.
Agradecimientos
Debo dar especialmente las graciasa las siguientes personas, que han sido capitales
en la creación de El
joven samurái: a Charlie Viney, mi agente,por sus palabras de ánimo ante la
idea de El joven samurái y
su compromiso continuado hasta hacer de mi primera novela una realidad; a
Sarah Hughes, mi editora en
Puffin, por tener un ojo implacable y las habilidades dignas de un samurái a
la hora de convertir mi
manuscrito en un libro veterano; a Pippa Le Quesne por su experta
guía, así como por sus incisivas
sugerencias mientras corregía los borradores iniciales; a Tessa Girvan de ILA por
enfrentarse al mundo;
a la Sasakawa Foundation y la Sociedad de Autores por concederme el
Premio Sasakawa 2007 de Gran
Bretaña y permitirme viajar a Japón para llevar a cabo la investigación esencial
para este libro; al sensei
Akemi Solloway por organizar ese maravilloso y supremamente informativo viaje
cultural a Japón,
arigatô gozaimashita; a Steve Cowley y todos los sensei de su Academia de
Artes Marciales por
ayudarme a conseguir mi cinturón negro en taijutsu; a Hiroko Takagi
por su traducción al japonés; a
Katherine Hemingway por sus reflexiones japonesas; a Matt Bould por su atención
al detalle; a mis
padres por su continuo apoyo y confianza; ¡y a mi esposa, Sarah, por ser
mi primera lectora!
Glosario japonés
abunai: peligro

arigatô(gozaimasu): (muchas) gracias

bokken: espada de madera

bushido: el Camino del


Guerrero
butokuden: salón de las virtudes de
la guerra
butsuden: Salón de Buda

catana:espada larga

Chô—no-ma: Sala de las Mariposas

daimyo: señor feudal

futon: cama japonesa: colchón fino colocado directamente sobre el tatami, y plegado
durante el día
gaijin: extranjero (término peyorativo)

gomennasai: lo siento

hai: sí

hajime: comenzar

hashi: palillos

Hô—Oh-No-Ma: Sala del Fénix

ikinasai: vamos

iye: no

kami: espíritu

kata: una serie de movimientos prescritos en las artes


marciales
kenjutsu: el Arte de la
Espada
kiai: literalmente «espíritu concentrado». Se usa en las artes marciales como grito
para enfocar la energía
cuando se ejecutauna técnica
kihon waza: técnicas básicas

kissaki: punta de la
espada
konnichiwa: buenosdías

kyujutsu: el Arte del


Arco
matsuri: festival
ninjatô: espada ninja

niwa: jardín

ofuro: baño

ohayôgozaimasu: buenosdías por la


mañana
randori: entrenamientolibre

rei: llamada para inclinarse en


el saludo
sake: vino de arroz

satori: iluminación

saya: vaina

sayonara: adiós

seiza: sentarse/arrodillarse

sencha: té
verde
sensei: maestro

shinobi shozoko: la ropa


del ninja
Shishi-no-ma: Sala de los Leones

shoji: puerta deslizante japonesa

shuriken: estrella de metal


arrojadiza
sohei: monjes guerreros

sumimasen: discúlpame; mis disculpas

tabi: calcetines japoneses de dedo


hendido
taijutsu: el Arte del Cuerpo (combate
mano a mano)
Taka-no-ma: Sala del Halcón

tantô: cuchillo

tatami: suelo (tapiz acolchado que cubre el


suelo)
torii: puerta

tsuba: guardia de la
empuñadura
uchi: golpe

wakarimasen: no comprendo

wakizashi: espada corta

wako: piratas japoneses


yame: ¡alto!

zabuton: cojín

zazen: meditación

Los nombres japoneses normalmente se forman primero con el nombre de


la familia (el apellido), y
después con el nombre propio,al contrario de lo que sucede en el
mundo occidental, donde el nombre
aparece siempre antes que el apellido. En el Japón feudal, los nombres
reflejaban el estatus social y las
creencias espirituales de una persona. Además, para dirigirse a alguien, se
añadía san al apellido de esa
persona (o al nombre propio en situaciones menos formales) como signo de
cortesía. En Japón, la
palabra sensei se emplea después del nombre de los profesores o
maestros. A los chicos y las chicas se
les menciona usandokun y chan, respectivamente.
Notas
Las siguientes citas aparecen en El joven samurái: El Camino del Guerrero
(con el enlace de retorno
entre corchetes), y sus fuentes se indican a continuación:

[ 1 ] «El camino del guerrero dura toda la vida. Sin embargo, su


maestría suele conseguirse simplemente
permaneciendo en el camino.» Richard StrozziHeckler (strozziinstitute.com).
[ 2(Con ]permiso«De cada del autor.) diminuto
brote crece un árbol de muchas ramas. Todo
templo comienza con la colocación
de la primera piedra. Todo viaje comienza con sólo un paso.» Lao Tzu, filósofo
[ 3y ]fundador del
«Es bueno taoísmo.
tener un final hacia el que viajar, pero al final es el
viaje lo que cuenta.» Extracto de La
mano izquierda de la oscuridad, de Ursula K. Le Guin. (Con permiso de la
[ 4agente ]de la
«Con autora.)tiempo,
el cualquiera puede dominar lo físico. Con
conocimiento,cualquiera puede ser sabio.
Sólo los más dedicados guerreros pueden conseguir dominar el auténtico
bushido.» Tien T'ai, secta
budista.
[ 5 ] «Para que te pisen, tienes que estar en el suelo.»Brian Weir. (Fuente
original desconocida; no hay
pruebas de publicación.)
[ 6 ] «El valor no es la ausencia del miedo, sino más bien el
juicio de que otra cosa es más importante
que el miedo.» Extracto de «No Peaceful Warriors!», Gnosis: A Journal
of the Western Inner Traditions,
1991,
[ Ambrose
7 Hollingworth
]«Cuanto mayor Redmoon
es el (nacido
obstáculo, James
mayor Neil
es Hollinigworth).
la gloria de superarlo.»
Moliere, actor y dramaturgo
francés.
[ 8 ] «En el verdadero budo, no hay enemigos. El verdadero budo es
una función del amor. La tendencia
absoluta a hacer el bien. El Camino del Guerrero no es destruir y
matar, sino crear vida.» Morihei
Ueshiba, fundador del Aikido. (De Budo Secrets, de John Stevens, ©
2001, John Stevens.)

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