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RESUMEN - Pueblos Originarios de La Ciudad de México.

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TEMA: PUEBLOS ORIGINARIOS DE LA CIUDAD DE MÉXICO: DESARROLLO HISTÓRICO Y URBANO

SESIÓN 1

LA CUENCA DEL VALLE DE MÉXICO PAISAJE Y URBANIZACIÓN: EVOLUCIÓN HISTÓRICA


PUEBLOS ORIGINARIOS (ALTÉPETL) Y MORFOLOGÍA URBANA REGIONAL

MATERIAL
La cuenca del Valle de México es una región geográfica que abarca cuatro valles ubicados en los Estados de México,
Hidalgo, Tlaxcala, Puebla y la Ciudad de México. Actualmente denominada como “Zona Metropolitana de la Ciudad de
México. Este espacio geográfico, ha sido ocupado por una serie de comunidades cuyas raíces históricas nos remontan a la
época prehispánica y Virreinato, y cuyas expresiones culturales en el siglo XXI señalan la vigencia de sistemas simbólicos
vinculados a la tradición cultural mesoamericana (Romero 2009).

DIDÁCTICO DE
Esta cuenca, se ubica en el centro de la región cultural denominada como Mesoamérica, rodeada por sierras de origen
volcánico, en su interior el relieve es suave, con planicies y algunos cerros aislados y dominado por llanuras lacustres. Se
ubica en medio de un valle cuya altitud promedio es de 2240 metros sobre el nivel del mar (Rostro, 2015: 6; Mora, 2007:
23). Desde la época prehispánica hasta nuestros días, el espacio geográfico de la cuenca de México ha sido ocupado por
distintos asentamientos humanos.

CONSULTA
Mora Vázquez señala que ha tenido ocupaciones de grupos predominantemente otomíes, tepanecas y diferentes grupos
nahuas que desde hace aproximadamente 22,000 años, hacia el año 1,000 a. de C., formaron numerosos asentamientos en
la región; mencionando algunos entre los que se incluye Tlapacoyan, Cuauhtlalpan, Coatepec, Xalistoc y Tepetlaoztoc,
época en la que se desarrolló la agricultura, creció la población, se intensificó el comercio interregional y se vio
incrementada la colonización de la zona septentrional de la cuenca (Delfín, 2013: 29).

Con base en las fuentes escritas y por la distribución de los restos arqueológicos localizados hasta la fecha, se infiere una
ocupación de grupos predominantemente otomíes y tepanecas desde el norponiente hasta el sur poniente y de diferentes
grupos nahuas en el nororiente y el suroriente, distribuidos a lo largo de las orillas del lago de Texcoco y de los ríos que
recorrían la parte central de la cuenca la ciudad queda comprendida, sobre todo en las partes bajas de escasos relieves, en
áreas ocupadas antiguamente por lagos y en la actualidad por parte de las Alcaldías Gustavo A. Madero, Azcapotzalco,
Miguel Hidalgo, Cuauhtémoc, Venustiano Carranza, Benito Juárez, Iztacalco, Iztapalapa, Tláhuac y una superficie
considerable de Coyoacán y Xochimilco. El resto de las alcaldías comprenden la zona denominada por Mora Vázquez
como “pie de monte”, ubicada en la transición de la zona plana a la sierra misma. Entre estas se encuentran Tlalpan, Milpa
Alta, Magdalena Contreras, Álvaro Obregón y Cuajimalpa (Mora, 2007:23).

En en Valle de México, las culturas mesoamericanas, cuya economía fue primordialmente agrícola, adaptaron la región
acorde a estas necesidades. Desmontaron los campos para cultivar la tierra, condujeron el agua por acequias para su riego,
construyeron chinampas sobre los lagos, acarrearon piedras para la construcción de centros ceremoniales y trazaron
caminos. Con la llegada de los españoles el paisaje mesoamericano empezó a sufrir un cambio más radical y generalizado.
Los factores que propiciaron este cambio fueron muy diversos. Entre los más importantes se encuentran la introducción de
nuevos cultivos, principalmente del trigo y de la caña de azúcar que requerían el empleo de nuevas técnicas agrícolas;
estos trajeron consigo una utilización diferente del suelo y del agua, así mismo se introdujo la práctica de la ganadería que
requería del uso de grandes extensiones de tierra.

CURSO OPTATIVO PUEBLOS DE AGUA: DESARROLLO DE ASENTAMIENTOS HUMANOS RURALES, HISTORICIDAD,


PATRIMONIO CULTURAL Y SISTEMAS PRODUCTIVOS EN LA CUENCA DEL RÍO MAGDALENA-ENCRYM-INAH. SEPTIEMBRE-
NOVIEMBRE 2022
Docente: Mtra. en Conservación de Bienes Culturales Inmuebles Arq. María Teresa Ramírez Gómez
TEMA: PUEBLOS ORIGINARIOS DE LA CIUDAD DE MÉXICO: DESARROLLO HISTÓRICO Y URBANO
SESIÓN 1

MATERIAL
DIDÁCTICO DE
CONSULTA

Áreas étnicas antes de la conquista en la Cuenca del Valle de México. (Mora, 2007:24).

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SESIÓN 1

Dentro del Valle de México el emplazamiento la Ciudad de Tenochtitlan, antecedente de la actual Ciudad de México, fue
un islote localizado en el lago Meztliapan “lugar de la luna en el agua”, antiguo nombre del lago de Texcoco, que
perteneció al señorío tepaneca de Azcapotzalco. La fundación mexica de la ciudad, se remonta a 1325. Al principio, los
moradores vivieron de la pesca y la recolección, pero pronto empezaron a fabricar chinampas para aumentar el reducido

MATERIAL
territorio con que contaban. Estas chinampas consistían en una especie de balsa con lodo y plantas acuáticas que se fijaba
en el fondo del lago por medio de estacas para que, con el tiempo, la flora acuática echara raíces y se integrara al fondo.
Las chinampas para viviendas y para cultivo llegaron a constituir el sesenta por ciento del área de la ciudad.

En los primeros años del siglo XVI, en la cuenca lacustre de México- Tenochtitlan vivían aproximadamente 400 000
habitantes ciudades de Iztapalapa, Churubusco, Coyoacán, Tacubaya, Tacuba, Azcapotzalco, Tepeyac, Texcoco y

DIDÁCTICO DE
Chimalhuacán Había cuatro calzadas principales que conectaban a Tenochtitlan con las riberas de los lagos en las que se
encontraban diseminadas estas poblaciones: al norte la del Tepeyac, al poniente la de Tlacopan (Tacuba), al sur la de
Iztapalapa, que se desviaba hacia Churubusco y Coyoacán continuando a Tenanitla; y al oriente la de Tetamazolco, que
conducía al embarcadero donde llegaban las canoas procedentes de Texcoco.

CONSULTA
Hernán Cortés decide establecer una nueva ciudad sobre las ruinas de la urbe prehispánica. Al convertirse la antigua
capital la antigua capital mexica en la capital del virreinato de Nueva España, la ciudad virreinal siguió ocupando solo una
pequeña parte central de lo que más tarde sería la ciudad moderna. Esa área fue ocupada por los españoles, mientras que
los indios fueron desplazados a los cinco barrios periféricos de la isla por indígenas. Así la ciudad prehispánica de
Tenochtitlán, se transformó en la ciudad virreinal, de la que a continuación se dará una semblanza histórica a través de
cartografía.

El plano que representa a la ciudad prehispánica en su totalidad fue publicado en Nuremberg en 1524, como complemento
de las Cartas de relación de Hernán Cortés. En este plano se observan que ahí partían hacia los cuatro puntos cardinales,
las principales calzadas que limitaban los cuatro Huey Calpulli, o parcialidades; estas parcialidades estaban subdivididas
en barrios o calpullis formados por agrupaciones de parcelas o lotes a manera de manzanas.

Se entraba a la ciudad principalmente a través del lago, además de las cuatro calzadas que la comunicaban por tierra firme.
El control del paso hacia Tenochtitlan por tierra se lograba por medio de baluartes, que consistían en dos torres almenadas
media legua antes de llegar a la ciudad. Asimismo, puentes de madera cumplían una función defensiva, pues se levantaban
para impedir el tránsito en caso de guerra. Hernán Cortés decidió levantar sobre las ruinas de Tenochtitlan lo que sería la
Ciudad de México. En 1522 encomendó al agrimensor Alonso García Bravo la traza del área que sería habitada por los
españoles. Fuera de ella quedaron los indígenas, que no cambiaron sus costumbres y mantuvieron su tradicional forma de
vida.

García Bravo trazó una retícula ortogonal de oriente a poniente, tomando como base el trazo de las calzadas prehispánicas
y los espacios abiertos del núcleo central. Así, la forma reticular de la ciudad, la distribución espacial de las calzadas, la
amplitud de sus calles, muchas acequias y la mayor parte de sus plazas, fueron resultado del trazo prehispánico. La ciudad
tenía un núcleo central constituido por la Plaza Mayor, la Catedral, las casas de Cortés, las casas de Cabildo y portales
comerciales. El ámbito de la traza formado por calles rectas alojaba edificios e instituciones de españoles y fuera de ella,
se extendían los barrios de indios, destacando entre las casas sus iglesias. Son aproximadamente los mismos límites que
tuvo la ciudad prehispánica con una ampliación por la calzada de Tacuba. Dentro de la traza, las casas se agrupaban en
bloques compactos, en contraste con los espacios abiertos de las plazas. En la periferia, las casas indígenas se encontraban
distanciadas unas de otras. El perfil de la ciudad muestra iglesias de techos a dos aguas y casas bajas.

Poner plano nuremberg

La Ciudad de México, siempre ha estado en un territorio inundable. Ha habido inundaciones históricas y durante el
virreinato, durante el siglo XVII, hubo una inundación en 1634, la cual repercutió en la conformación de las
construcciones de la ciudad, ya que gran parte de los edificios resintieron sus efectos. Las pocas construcciones del siglo
XVI que aún existían tuvieron que ser demolidas o quedaron sepultadas, pues se elevó el nivel de las calles previendo

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SESIÓN 1

futuras inundaciones. Posteriormente, a mediados del siglo, la traza de García Bravo quedó rebasada por indígenas que
invadieron el área originalmente española y viceversa. En el plano de Pedro de Arrieta de 1727, se observa la ciudad de
poniente a oriente, con una imagen detallada de sus edificios, calzadas, calles, plazas y acequias.

MATERIAL
Pedro de arrieta

El siglo XIX fue de cambios significativos en el desarrollo de la Ciudad de México. Durante esta etapa pasó de ser una
ciudad virreinal a una moderna. En los trescientos años del virreinato, la ciudad creció muy lentamente, debido a la
reducida y poco dinámica de crecimiento poblacional del país, así como por su economía basada en la explotación de los
recursos naturales y los productos agrícolas. Hacia 1845, la ciudad tenía 165 000 habitantes y alrededor de 14.1

DIDÁCTICO DE
kilómetros cuadrados de extensión. A finales del siglo XIX entró en una etapa de mayor dinamismo. Hacia 1900, contaba
con una extensión de 27.5 kilómetros cuadrados y 344 000 habitantes.

Durante el siglo XX, la ciudad creció hacia los terrenos de la llanura lacustre, en torno a la antigua Tenochtitlan, y poco a
poco se extendió en dirección de las estribaciones de la Sierra del Ajusco y la del Cerro de las Cruces, sobre lo que ahora

CONSULTA
constituye una zona de reserva ecológica. Con la urbanización se alteró el régimen hidrológico de la Cuenca, como
consecuencia del entubamiento de las partes bajas de los ríos y de su conducción artificial, además de la transformación de
la superficie de algunos en transitadas avenidas, como ocurrió con los antiguos ríos de Mixcoac-Churubusco y con el de
La Piedad, convertido ahora en el Viaducto (Mora, 2007: 25).

También contribuye al cambio medio ambiental la captación de los ojos de agua y manantiales, como los de Acuexcomoc,
Santa Cruz Acalpixca, Nativitas y La Noria, en Xochimilco, para abastecer de agua a diferentes colonias de la capital.
Como se puede imaginar, este cambio ha afectado sensiblemente la forma en que los pueblos originarios de la Ciudad de
México se apropian ahora de los recursos que solían ser abundantes (Mora, 2007: 25).

En términos de división política, el 28 de agosto de 1928, se decidió la supresión de municipalidades del Distrito Federal.
En el Departamento Central se integraron las que fueran municipalidades de México, Tacuba, Tacubaya y Mixcoac, y se
crean 13 delegaciones: Azcapotzalco, Coyoacán, Cuajimalpa, General Anaya, Guadalupe Hidalgo (en 1931 su nombre se
convertiría en Gustavo A. Madero), Iztacalco, Iztapalapa, La Magdalena Contreras, Milpa Alta, San Ángel (a partir de
1931 se llamaría Álvaro Obregón), Tláhuac, Tlalpan y Xochimilco. A pesar de que hubo algunos arreglos, en principio, es
esta organización que sigue hasta ahora. La forma actual se basa directamente en la nueva Ley Orgánica del Departamento
del Distrito Federal del 29 de diciembre de 1970 que fijó las 16 delegaciones, que en 2016 debido a una reforma política
se transformaron las delegaciones en demarcaciones territoriales; el gobierno dentro de las demarcaciones territoriales se
llama alcaldía.

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SESIÓN 1

URBANISMO MESOAMERICANO Y VIRREINAL

Para comprender la integración de los asentamientos urbanos en la época contemporánea donde se ubican los Pueblos

MATERIAL
Originarios se debe comprender la conformación del espacio urbano entre la época prehispánica y el virreinato. La forma
del espacio urbano mesoamericano y virreinal, así como los sistemas de producción introducidos durante el siglo XVI,
dieron inicio a nueva nueva forma de urbanización y repartimiento de tierras.

La construcción de villas y ciudades a la usanza española y Ja concentración de los indios en pueblos modificaron el
patrón de asentamientos indígenas. La introducción de un nuevo sistema económico transformó la estructura existente.

DIDÁCTICO DE
Económicamente, uno de los cambios más significativos fue la práctica de la ganadería. El ganado mayor y menor
proliferó con los pastos vírgenes, convirtiéndose en uno de los elementos característicos del paisaje mexicano. Gracias a la
ganadería se utilizaron extensas zonas de tierra que habían permanecido desocupadas durante la época prehispánica, por
no ser propicias para la agricultura. Así mismo se adoptó la minería como sistema económico en algunos territorios

CONSULTA
urbanizados. Con la minería, los españoles penetraron en regiones distantes e inhóspitas colonizando amplias zonas que
antes sólo estaban pobladas por indios nómadas. Se construyeron caminos para comunicar los centros mineros con la
capital y las costas, que impulsaron el comercio. Alrededor de las mismas surgieron zonas agrícolas y ganaderas para
abastecer los nuevos núcleos de población.

La repartición del suelo en la Nueva España se inició con la conquista misma. Las cesiones de tierras que dio Cortés a sus
soldados fueron como recompensa por los trabajos realizados durante las diferentes etapas de la conquista, y siempre
estuvieron acompañadas de indios que trabajaran las tierras.

Los demás conquistadores obtuvieran las llamadas encomiendas cesiones de terreno, que no implicaban la posesión de la
tierra, sino sólo el derecho a recibir un tributo, en especie y/ o en trabajo, de los indios encomendados, y con una
extensión moderada de tierras que, obtenidas mediante una merced real, podían poseer a título personal. Con el tiempo la
encomienda perdió importancia, principalmente cuando se prohibió su traspaso mediante sucesión hereditaria a mediados
del siglo XVI, y la Corona fue recobrando los distritos de encomienda para su propio beneficio, convirtiéndolos en tierras
realengas. Sin embargo, aun cuando se puede apreciar desde los primeros años una clara tendencia por parte de la Corona
hacia el desarrollo de la pequeña propiedad, no hubo un criterio definido y unificado para implantar ésta durante la
primera época. Diferentes instancias civiles y militares llegaron a repartir.

La fundación de villas españolas estuvo acompañada de cesiones de tierras. Se llevaba a cabo mediante capitulaciones o
convenios que celebraban los gobernadores de las nuevas provincias con aquellos individuos que consideraban más
capaces para esta tarea Después de haberse elegido el lugar para el nuevo centro de población , se delimitaba una
extensión de tierras adecuada para dehesas y ejidos, otra para propios y el resto se dividía en cuatro partes, de las cuales
una era para el que había obtenido la capitulación y las tres restantes para suertes iguales que se repartían entre los
pobladores. Si quedaban tierras sin poblar se reservaban para futuros colonos.

Se diseñó un modelo para la traza de las villas y los pueblos que tenía como centro una gran plaza con la iglesia principal
y los edificios administrativos, y a partir de dicho centro, hacia "los cuatro vientos", se disponían las calles en forma
simétrica, formando ángulos rectos. Sólo en aquellos sitios donde las condiciones geográficas constituían un
impedimento, como por ejemplo en las zonas montañosas, este esquema no se respetó, siguiendo las calles y las casas el
curso dictado por el capricho de la naturaleza.

En referencia al territorio Cuenca de México estaba densamente poblada desde antes de la conquista española. Para
cuando vinieron los mexicas a fundar Tenochtitlan, ya vivían allí varios grupos en numerosos poblados, pueblos y
ciudades. De hecho, aparte de Tenochtitlán, existían varios altepeme (altépetl, «ciudad o pueblo», en singular) en la época
posclásica tardía: Tlatelolco, Azcapotzalco, Tlacopan (Tacuba), Culhuacán, Coyoacán e Iztapalapa, por ejemplo, están
incluidos en el actual Distrito Federal. Alrededor de estas ciudades principales, había muchos otros pueblos y pequeños
poblados. Algunos de ellos eran altepeme, es decir, tenían sus propios gobernantes (tlatoani) y, aun cuando estaban
subordinados a los grandes altepeme, solían seguir contando con su gobierno.

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Un caso especial ocurrió en las regiones ubicadas al norte de México. Estas regiones estaban pobladas por grupos de
indígenas, que en su mayoría no conocían la agricultura intensiva, y que constantemente tenían que emigrar de un lugar a
otro en busca de alimentos, mismos que encontraban en la flora y la fauna silvestres. Sin embargo, a pesar de que las
condiciones para sobrevivir en estos ámbitos eran muy difíciles para los españoles, éstos lograron penetrar en dichas

MATERIAL
tierras paulatinamente. A partir de 1530, ante el decrecimiento demográfico del grupo indígena, el gobierno español trató
de concentrar a los in dios del campo, que de acuerdo con los patrones de asentamientos prehispánicos vivían dispersos en
pueblos. Esta medida tenía la finalidad de ejercer un mayor control sobre ellos, para facilitar su explotación (tributo y
fuerza de trabajo) y su evangelización.

Las congregaciones se llevaron a cabo con mayor intensidad entre los años 1550-1564 y entre 1595-1605, cuando

DIDÁCTICO DE
murieron miles de indios a causa de las grandes epidemias. La política de congregaciones produjo una reorganización
fundamental en la ocupación y utilización del suelo. A los indios congregados se les otorgaron nuevas tierras y aguas
alrededor del pueblo. Esta medida contribuyó a romper la organización económica existente, porque los indígenas, al
encontrarse en un nuevo ámbito y tener que limitarse a la utilización de las tierras que rodeaban al pueblo, ya no pudieron
disponer de los múltiples recursos que venían explotando tradicionalmente. Éste fue uno de los motivos que provocó una

CONSULTA
gran resistencia a vivir en dichos pueblos

Para asegurar las posibilidades de subsistencia de las comunidades y para protegerlas en contra de la expansión territorial
de los agricultores y ganaderos, se les concedió en 1567, el derecho legal sobre las tierras, aguas, montes y demás recursos
naturales que estaban incluidos en un área de 500 varas (1vara = 0. 836 m) a partir del centro del pueblo, hacia los cuatro
puntos cardinales. A este espacio se le denominó fundo legal. Posteriormente, mediante las ordenanzas de 1 787 y 1 795,
se concedieron 100 varas más. Una parte considerable de las cartografías del siglo XVIII se mandó hacer con este fin.

Al concluir la conquista, los españoles tuvieron que solucionar, como uno de los problemas más inmediatos, el suministro
de víveres para la población española. La economía prehispánica producía un excedente, que, durante el periodo
prehispánico, había circulado a través del tributo y del mercado. La mayoría de los pueblos habían sido tributarios de
algún señorío o grupo más poderoso. Basándose en la institución del tributo, los españoles dejaron durante los primeros
años el abasto casi exclusivamente en manos de los indios. Inclusive utilizaron antiguas matrículas de tributo para evaluar
la capacidad tributaria de los diferentes pueblos. En algunos casos las comunidades tributaban directamente a la Corona
(pueblos realengos); pero en muchos otras el derecho de cobrar el tributo se cedió a particulares, mediante la institución de
la encomienda.

La producción de alimentos indígenas pudo abastecer las necesidades de la población española durante los primeros años,
pero el rápido descenso de la población autóctona tuvo como consecuencia la disminución del excedente y que escasearan
los alimentos. Por otra parte, el número de españoles iba en aumento y las necesidades alimenticias crecían día con día.
Por esta razón, las autoridades novohispanas determinaron impulsar la formación de unidades productivas españolas,
surgiendo así las primeras estancias de ganado y labores.

El suelo americano fue considerado como propiedad de la Corona -exceptuando aquellos terrenos que eran explotados por
los indios y ésta lo cedía a particulares por medio de las mercedes de tierras. El principal periodo de sesiones comprendió
de 1540 a 1620. Después de esta fecha únicamente se repartieron mercedes en forma aislada. Durante los años 1553-1563
y 1585-1595 se dieron incrementos notables, vinculados con las grandes epidemias, y en los años 1545- 1547 y 1576-
1580 debido a la concentración de los indios en pueblos se favoreció la desocupación de amplios territorios que se
ocuparían después para mercedes reales. Se repartían sitios para ganado mayor y menor, criaderos de ganado, potreros,
caballerías y solares para casa o huerta. También se otorgaban mercedes para establecer unidades productivas específicas
como, por ejemplo, sitios para ingenio, minas, molinos, ventas, obrajes, etcétera. El agua, que junto con la tierra era el
recurso más importante, también se obtenía mediante una merced real. Era frecuente que las mercedes de tierra incluyeran
una dotación de agua.

El procedimiento era el siguiente: el interesado formulaba una solicitud, dirigida al virrey, especificando cuáles eran las
tierras o aguas que deseaba. Si no existía no ningún inconveniente relacionado con su persona, el virrey emitía una orden
al alcalde o corregidor de la zona donde se ubicaban las tierras o aguas solicitadas para que realizara una investigación,

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que se conocía con el nombre de "mandamiento acordado" Los propietarios particulares, así como las comunidades
indígenas, tenían el derecho a contradecir si veían afectados sus intereses. Existía la obligación de que se les informara de
la cesión de tierras proyectada durante la misa mayor del domingo o de algún otro día festivo. Si no existía ningún
impedimento para conceder la merced, el funcionario elaboraba un mapa detallado de la zona, el cual debía incluir la

MATERIAL
ubicación de las tierras solicitadas, las poblaciones aledañas, así como los principales accidentes geográficos: ríos,
montañas y los caminos. El mapa se remitía, junto con la aprobación del funcionario, a la capital para que el virrey
pudiera conceder la merced en nombre del rey.

Por medio de las mercedes se trataba de favorecer en primer término a los españoles, por lo tanto, aproximadamente 81
%28 de las cesiones correspondieron a este grupo de la población. Como de acuerdo con la legislación española también

DIDÁCTICO DE
la mujer podía poseer bienes inmuebles, algunas mercedes (4.5%) se destinaron a ellas, principalmente a las viudas.
También los indígenas fueron beneficiados mediante mercedes, correspondiéndoles 19% del total de las mercedes
concedidas. El 60% de estas mercedes fue para terrenos particulares de la nobleza indígena y el 40 % restante para predios
comunales de los pueblos. El porcentaje relativamente alto de tierras en manos de la nobleza indígena refleja la situación
de privilegio que todavía gozaba este grupo durante el siglo XVI, gracias al importante papel que jugaba como

CONSULTA
intermediario entre las autoridades españolas y los pueblos de indios.

Los linderos de los territorios se señalaban sobre planos muy generales, que en algunas ocasiones no correspondían a la
realidad. Esta situación era agravada por las irregularidades burocráticas. No todos los funcionarios cumplían con su
deber, siendo frecuente la presentación de testigos falsos. Así, se llegaban a repartir tierras que ya tenían dueño. En
muchos casos no coincidían los límites de las diferentes propiedades de una zona, e inclusive hubo sobreposición de
mercedes. Una parte considerable de los conflictos relacionados con la tenencia de la tierra, que surgieron en épocas
posteriores, tienen su origen en esta primera etapa de la repartición del suelo.

La figura que tomaron los tlacuilos, para la elaboración de estos mapas fue de gran relevancia. Tlacuilo o tlahcuilo (del
náhuatl: tlahkwiloh, “pintor, ilustrador”) es un término para designar, dentro de la historiografía del México antiguo, lo
que hoy llamamos escriba, pintor, escritor o sabio. Los tlacuilos eran hombres y mujeres hábiles en el dibujo, a quienes
desde niños se les educaba en el Calmécac para obtener un conocimiento profundo de su lengua, cultura, costumbres,
religión, política, arte, etc., ya que tenían que tener un vasto conocimiento de la vida de su sociedad para poder escribirlo
con glifos, rebuses, retratos, mapas, etc.

La labor del tlacuilo se asocia, por lo tanto, con diferentes actividades, no solo con la pictografía. El tlacuilo pintaba los
códices, los murales y las esculturas en Mesoamérica. Se encargaba según su especialidad de los anales, genealogías,
mapas fijando límites en los diferentes señoríos, la distribución territorial, los libros de las leyes, ritos y ceremonias;
también existían filósofos y sabios que se ocupaban de pintar acerca de las ciencias de su conocimiento.

Durante y después de la conquista los Tlacuilos fueron usados para documentar la conquista y la cultura mesoamericana.
Con este fin se elaboración los llamados códices Techialoyan los cuales son un grupo de códices nahuas coloniales, cuyos
textos fueron escritos con caligrafía y alfabeto europeo, pero mayoritariamente en idioma náhuatl. Son originarios del
centro de México y fueron realizados en el virreinato. Tienen por característica principal tener como temática el
otorgamiento o refrendo de los derechos de propiedad de los pueblos o de mando de los caciques locales sobre las tierras
que poseían en los tiempos prehispánicos por parte de la corona española.

Estos códices abarcan gran cantidad de pueblos de los valles de México, Cuautitlán y sobre todo de Toluca, así como de
Tlaxcala, entre los cuales desde los trabajos de Federico Gómez de Orozco pasando por los de Robert Barlow y otros se
han llegado a sumar más de 50. Algunos aún permanecen como parte de las propiedades comunales de los pueblos, otros
se encuentran en manos de particulares, algunos resguardados en archivos y bibliotecas públicas, otros en el extranjero.

PUEBLOS ORIGINARIOS EN LA CIUDAD DE MÉXICO

Los altépetl prehispánicos del Altiplano Mexicano, fueron desapareciendo poco a poco a lo largo del período virreinal.
Sin embargo, muchos de los pueblos indígenas fundados con el reconocimiento de la Corona española durante el siglo

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SESIÓN 1

XVI, que eran una continuación de los antiguos poblados, los asentamientos indígenas prehispánicos, se mantuvieron en
los alrededores de la Ciudad de México hasta el siglo XIX y parte del XX.

Después de que se consolidó la Revolución de 1910, la Reforma Agraria logró fraccionar las grandes haciendas

MATERIAL
propietarias de grandes extensiones de tierra cultivable, para conformar el ejido de los pueblos y, en ciertos casos,
restituyó la propiedad comunal para usufructo de sus habitantes. Estas circunstancias favorecieron por algún tiempo la
producción agrícola en beneficio de sus pobladores, hasta el momento de la venta y expropiación de parcelas y predios
para la construcción de infraestructura urbana (Rostro, 2015: 6).

Luego de la Revolución Mexicana los ejidos y las tierras comunales que habían sufrido los embates de las reformas

DIDÁCTICO DE
liberales de la segunda mitad del siglo XIX, que desamortizaron los bienes de las poblaciones indígenas, fueron
recuperados por el común de estos pobladores y amparados con el artículo 27 de la Constitución Mexicana. Sin embargo,
durante el sexenio neoliberal salinista, 1988- 1994, se modificó dicho artículo y se privatizaron los ejidos (Rostro, 2015:
5).

CONSULTA
A finales del siglo XX, las reformas constitucionales al artículo 27, al término de la Reforma Agraria, fueron presentadas
como un signo de justicia y no como un procedimiento para acelerar la descomposición del ejido y propiciar el
nacimiento de nuevos latifundios que compitieran a nivel internacional bajo las nuevas reglas del comercio. Como en el
pasado, la resistencia indígena se manifestó también con las armas pocos años después de consumada esa modernización
de la tierra, surgieron movimientos guerrilleros en Chiapas, Oaxaca, Guerrero y en tres o cuatro estados más de la
República, todos caracterizados por la pobreza extrema de su población indígena.

Con el término “pueblos originarios” se autodenominó inicialmente un grupo de nativos de los pueblos asentados en la
delegación Milpa Alta, con un definido contenido simbólico-político, al adquirir presencia nacional e internacional el
movimiento de los pueblos indígenas, a raíz del levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en
1994 y con la posterior firma de los Acuerdos de San Andrés Larráinzar (Mora, 2007:25).

Los pueblos originarios estaban fuera de la ciudad de México durante el periodo virreinal, parte de ellos fueron integrados
al Distrito Federal al crearse este en 1824. Aunque con posterioridad continuó el proceso de su ampliación, en realidad
muchos siguieron siendo pueblos indígenas pertenecientes a las áreas periféricas.

En 1996 se realizó en Milpa Alta el Foro de Pueblos Originarios y Migrantes Indígenas del Anáhuac, donde se asume con
convicción la filiación indígena, pero señalando una clara diferencia: son pueblos asentados en la legendaria región del
Anáhuac y, como legítimos herederos de sus antiguos pobladores, tienen derecho incuestionable a su territorio. Como
aceptación de la validez de la demanda, poco después de la celebración del foro, el Gobierno del Distrito Federal
desarrolló políticas públicas específicas para los pueblos originarios (Mora, 2007:25).

Según el XII Censo General de Población y Vivienda (2000), existen 117 pueblos y 174 barrios que conservan dichas
categorías políticas, identificados con los límites precisos reconocidos en diferentes fuentes y que en total abarcan 148
km2 distribuidos en las 16 delegaciones que componen la Ciudad de México. Considerados en conjunto, en esos pueblos
y barrios se asientan 1 509 355 personas, lo que representa 17% de la población total de la ciudad (Mora, 2007: 28).

La diversidad que caracteriza a los pueblos originarios es producto de su sensibilidad creadora, representada por la
organización del conjunto de tradiciones y especificidades socioculturales propias de su vida comunitaria, conservadas en
la memoria histórica local y transmitidas oralmente por sus pobladores (Mora, 2007: 30).

La mayoría de los pueblos conservan el nombre que les fue asignado en la época virreinal compuesto en general por el de
un santo católico unido al término náhuatl. Este último suele referir a algún atributo paisajístico de la zona o del
emplazamiento del asentamiento y en la mayoría de los casos se representa por un glifo. En ocasiones sólo subsiste el
patronímico náhuatl para denominar algunos pueblos.

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PATRIMONIO CULTURAL Y SISTEMAS PRODUCTIVOS EN LA CUENCA DEL RÍO MAGDALENA-ENCRYM-INAH. SEPTIEMBRE-
NOVIEMBRE 2022
Docente: Mtra. en Conservación de Bienes Culturales Inmuebles Arq. María Teresa Ramírez Gómez
TEMA: PUEBLOS ORIGINARIOS DE LA CIUDAD DE MÉXICO: DESARROLLO HISTÓRICO Y URBANO
SESIÓN 1

En la mayoría de los pueblos originario de la ciudad de México, se observa un patrón de asentamiento irregular formado
por estrechas calles y callejones que se formaron con el tiempo como resultado de la división de un solo predio entre
demasiados herederos.

MATERIAL
Entre los pueblos originarios es posible encontrar diversas combinaciones de los componentes de su estructura
sociocultural. Los menos complejos se conforman por un núcleo de nativos que aún se reconocen como descendientes de
los primeros pobladores y que recuerdan los límites originales de su pueblo o barrio. Los miembros de la familia que han
emigrado por la construcción de edificios y zonas residenciales, y que ahora viven en otra colonia de la ciudad o en algún
estado de la República, refuerzan anualmente su identidad con el pueblo de origen al asistir a la fiesta del santo patrono.
La organización de la fiesta patronal ya no es responsabilidad de los nativos, porque se encuentra en manos de los

DIDÁCTICO DE
párrocos, pero éstos no pueden prescindir ni de la cooperación eco nómica de los feligreses ni del trabajo voluntario de
los vecinos. hoy en día, las familias de arraigo, de ejidatarios o comuneros, aspiran a heredar el usufructo de sus tierras
por lo menos a uno o dos de sus descendientes que quieran continuar con la tradición del trabajo agrícola o que al menos
estén dispuestos a construir ahí sus viviendas (Mora, 2007: 30).

CONSULTA
Desde la congregación de los pueblos y la formación de sus barrios, sus prácticas religiosas han generado una amplia red
de relaciones en todos los ámbitos de su vida comunitaria. Los espacios para las prácticas religiosas, como atrios y plazas,
permiten reforzar las identidades locales entre los pueblos a través del intercambio ritual, ya que allí inician y terminan
las peregrinaciones. Para la realización de las fiestas se invita a los santos patronos de otras localidades, con quienes se
intercambian promesas o correspondencias; esta relación es más frecuente entre los pueblos sureños, donde también
participan poblados de algunos municipios de los estados de México y Morelos, colindantes con la Ciudad de México
(Mora, 2007: 31).

Numerosos monumentos religiosos, algunos de gran valor histórico-arquitectónico, fueron edificados por la población
indígena durante el virreinato, y no obstante la esporádica presencia de sacerdotes en las capillas y parroquias, sin olvidar
la total ausencia de ellos durante la época revolucionaria y la prohibición cristera, fueron cuidados con esmero por sus
feligreses, quienes se apropiaron de los ritos católicos a lo largo del proceso. En algunos pueblos se han redefinido los
cargos tradicionales como una expresión contemporánea de organización, entre la que destaca la construcción de templos
de mayores dimensiones para dar cabida a una población que crece aceleradamente (Mora, 2007: 31).

SISTEMAS PRODUCTIVOS Y ECONOMÍA DE LOS PUEBLOS ORIGINARIOS DE LA CUENCA DEL


VALLE DE MÉXICO

Desde la fundación de la ciudad española durante el virreinato, la fuerza de trabajo relevante en el desarrollo.
Inicialmente, a través del tributo y del comercio basado en la economía lacustre, así como por la producción agrícola de la
zona chinampera. Tiempo después, al transformarse la ecología de la Cuenca y como efecto del creciente arrendamiento
de los terrenos comunales a los extranjeros hacendados, la aportación de los habitantes fue tomando más relevancia en
productos como cereales, hortalizas, frutas, flores y madera extraída de los bosques circundantes. El paulatino despojo de
sus tierras y aguas durante el largo periodo virreinal no alcanzó el nivel que tuvo en el México independiente, cuando la
política de desamortización de las tierras, legitimada con la Ley Lerdo, afectó las formas de apropiación colectiva de la
tierra de las comunidades y pueblos indígenas (Mora, 2007:28).

Los habitantes de los pueblos laboran en los diferentes sectores productivos; sin embargo, el sector agropecuario está
conformado casi exclusivamente por ellos, ya que en los pueblos originarios se encuentran 43 ejidos y comunidades
agrarias que ocupan una superficie de 59 057 hectáreas con 33 374 ejidatarios y comuneros, lo que supone casi la
totalidad de las tierras para la agricultura en la ciudad, concentradas sobre todo en las delegaciones del sur y el poniente
de la ciudad. Muchos propietarios suelen combinar el cuidado de sus tierras y chinampas con el desempeño de otros
oficios y ocupaciones profesionales.

Con el reparto ejidal y el reconocimiento de sus tierras comunales durante el periodo posrevolucionario, los nativos de los
pueblos originarios recuperaron su presencia como abastecedores de los mercados Abelardo L. Rodríguez, Jamaica y La
Merced ubicados en el centro de la ciudad, donde en los años cincuenta sus productos ya competían con los que venían de
otros estados de la República.

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SESIÓN 1

De los pueblos lacustres llegaban mujeres que ofrecían patos y chichicuilotes vivos por las calles céntricas de la ciudad.
Los compradores reconocían las legumbres de las chinampas y parcelas de Ixtacalco, Iztapalapa, Xochimilco y Tláhuac,
así como las coronas confeccionadas por los floristas de Coyoacán y las macetas de los pueblos de Mixcoac. Los
agricultores sureños transportaban sus mercancías al centro por la Góndola, nombre que le daban al tranvía que corría por

MATERIAL
la calzada de Tlalpan o bien por otro que salía de San Ángel y pasaba por Mixcoac.

Hasta las primeras tres décadas del siglo XX, cuando aún existían canales que llegaban hasta el centro de la ciudad, los
pueblos aledaños a los lagos llevaban sus productos en canoas Las actividades económicas desempeñadas por los nativos
de los pueblos originarios se han diversificado presionados por el crecimiento urbano en decremento de la agricultura.
Además, a la mayoría de los hijos de campesinos ya no les interesa dedicarse a cultivar la tierra.

DIDÁCTICO DE
La pérdida de demanda de los productos provocada por la oferta de los supermercados y la disminución en la demanda
derivada de la especialización de algunos mercados como el de Jamaica, dedicado casi en exclusiva a la venta de flores al
mayoreo, también ha contribuido a que los productores que vendían en los distintos mercados citadinos abandonen la
agricultura. Otra causa es la sustitución de La Merced por la Central de Abastos, construida en tierras de cultivo de los

CONSULTA
pueblos de Iztapalapa durante la década de los setenta, lugar donde se concentran los productos procedentes de los
diferentes estados del país.

PUESTA EN VALOR DEL PATRIMONIO DE LOS PUEBLOS ORIGINARIOS EN EL SIGLO XXI Y


ACERCAMIENTO A LA LEGISLACIÓN DE PROTECCIÓN

En marzo de 2011 el Consejo de Pueblos y Barrios Originarios del Distrito Federal elaboró el padrón oficial de los
«pueblos y barrios originarios» que se encuentran dentro de su entidad federativa (GDF 2011). Para ser reconocidos como
tales, se requieren elementos que los hagan distinguirse de otras colonias modernas. En este contexto, algo «tradicional» e
históricamente «antiguo» se convierte en un marcador importante para que un pueblo sea reconocido como «originario».

Según la propuesta de Medina Hernández (2007), las características de los pueblos originarios son las siguientes:

1) El Pueblo Originario como comunidad corporada;

2) El Patrón de Asentamiento;

3) La Toponimia;

4) Sistemas Agrícolas de Tradición Mesoamericana;

5) Un Núcleo de familias troncales;

6) Una organización comunitaria, en la cual se comprenderán: las fiscalías y las mayordomías, los comisariados ejidales y
de bienes comunales, la asamblea comunitaria, las comisiones de festejos, y los subdelegados y coordinadores;

7) Un calendario ceremonial anual;

8) Una memoria histórica; y

9) Una articulación con diversos circuitos ceremoniales.

De acuerdo a la propuesta teórica de Yukitaka Inoue, se reconocen los siguientes ámbitos, presentes en los asentamientos
humanos de los Pueblos Originarios:

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SESIÓN 1

(1) La iglesia católica y sus fiestas. Es probable que tales fiestas religiosas con ciertos sistemas organizativos se fueran
formando a lo largo del periodo virreinal. Actualmente, en los pueblos originarios tienen sus propios calendarios religioso-
rituales.

MATERIAL
(2) La toponimia indígena. Entre los pueblos originarios, hay varios que conservan sus topónimos en náhuatl junto con
el nombre del santo patrono sobrepuesto a estos.

(3) Objetos y restos arqueológicos. En algunos pueblos originarios se conoce la existencia de restos arqueológicos
prehispánicos.

DIDÁCTICO DE
4) Documentos antiguos. Para todo el centro de México, apenas contamos con dos documentos que podrían ser anteriores
a 1521: el Tonalámatl Aubin y el Códice Borbónico (Alcina Franch, 1992, pp. 17-19). El resto de los códices que
conocemos son los llamados «códices virreinales», posteriores a la conquista española. A pesar de la quema de libros
antiguos y autos inquisitoriales, el uso de libros mesoamericanos sobrevivió porque los tlacuilos siguieron copiando o
haciendo nuevos códices durante el siglo XVI. Mientras tanto, a mediados de la época virreinal, la escritura alfabética

CONSULTA
sería cada vez más utilizada para sustituir al sistema prehispánico.

Una característica distintiva de los pueblos originarios es su activa participación en la organización política interna,
basada en normas consuetudinarias establecidas. Las modalidades de representación y dirección en estos pueblos tienen
como antecedente el sistema de cargos indígena, un mecanismo de gobierno conformado en la época virreinal.

La mayoría de los pueblos se organizan en Comités Vecinales, una forma de reciente introducción impuesta por las
autoridades capitalinas. Los miembros del comité se eligen mediante el voto popular en las fechas determinadas por las
autoridades delegacionales y el ejercicio del cargo tiene una duración de tres a cuatro años, como sucede en el resto de las
colonias de la Ciudad de México.

En algunos pueblos, paralelamente a los comités, existe el puesto de Coordinador de Enlace Territorial o de Subdelegado
Auxiliar, cargos de mayor jerarquía en la actualidad. Se eligen por medio del voto de los vecinos del pueblo al que
representan y ejercen facultades otorgadas por la comunidad y funciones administrativas establecidas por cada
delegación. Estos puestos implican distintas funciones, pero sin duda la más importante es ser el enlace entre la
comunidad y las dependencias gubernamentales.

Con base en su pasado histórico, el apego a su territorio, a sus tradiciones y a las diferentes instancias organizativas que
los rigen, los habitantes de los pueblos originarios han desarrollado una compleja red de relaciones políticas y
socioculturales que los distingue entre sí y del resto de los residentes urbanos.

Los derechos de representación y participación política de las personas pertenecientes a los pueblos y las comunidades
originarias de Ciudad de México fueron reconocidos, por primera vez, con la reforma del 27 de mayo de 2010, por medio
de la figura del consejo de los pueblos. Anteriormente, la Ley de Participación Ciudadana del entonces Distrito Federal no
contenía un precepto que reconociera los referidos derechos (Alanis, 2020: 147).

Tanto en la Constitución Política de la Ciudad de México, aprobada en 2017, como en la Ley de Derechos de los Pueblos
Indígenas en la Ciudad de México, de 2019, finalmente se reconoce la composición plurilingüe, pluriétnica y pluricultural
sustentada en los habitantes, los pueblos y barrios originarios históricamente asentados en la ciudad, así como los sistemas
normativos indígenas. Lo anterior, en un contexto en el que se tiene el registro de 154 pueblos y 56 barrios (Alanis, 2020:
148).

El artículo 58 define a los pueblos, los barrios originarios y las comunidades indígenas residentes como aquellos que
descienden de poblaciones asentadas en el territorio actual de Ciudad de México desde antes de la colonización y del
establecimiento de las fronteras actuales, y que conservan sus propias instituciones sociales, económicas, culturales y
políticas, sistemas normativos propios, tradición histórica, territorialidad y cosmovisión, o parte de ellas (Constitución
Política de la Ciudad de México, 2020 (Alanis, 2020: 148).

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SESIÓN 1

Una problemática actual en la actualidad es el desconocimiento de cuántos pueblos y barrios originarios existen en la
Ciudad de México. El Instituto Electoral de la Ciudad de México tiene 48 pueblos y barrios originarios registrados, la
Secretaría de Pueblos y Barrios Originarios y Comunidades Indígenas Residentes de la Ciudad de México estima un
padrón de 193 pueblos y 56 barrios originarios. Sobre la distribución por alcaldía de estos espacios se encuentran también

MATERIAL
grandes diferencias. En el 2007 el Instituto Nacional de Antropología e Historia y el Gobierno del Distrito federal,
publicaron un Atlas Etnográfico de los Pueblos Originarios de la Ciudad de México, coordinado por la Dra. Teresa Mora.
En dicho documento se estiman un total de 117 pueblos y 174 barrios originarios. Mientras que, en febrero del 2017, el
Consejo de los Pueblos y Barrios Originarios del Distrito Federal publicó una lista de pueblos y barrios originarios donde
se identificaron 139 y 58, respectivamente. Estos datos son tan variables como la fuente que sea consultada.

DIDÁCTICO DE
Actualmente los pueblos en la Ciudad de México se pueden dividir, de forma general, en tres categorías (Gomezcésar,
2011):

1) Los pueblos rurales y semirrurales en las alcaldías de Milpa Alta, Xochimilco, Tláhuac, Tlalpan, Magdalena
Contreras, Álvaro Obregón y Cuajimalpa. Donde parte de las actividades está ligada a la producción primaria y una vida

CONSULTA
comunitaria compleja.

2) Pueblos urbanos con un pasado rural reciente, que son aquellos que perdieron su carácter rural en las últimos 40 o 50
años, se ubican en las alcaldías de Iztapalapa, Coyoacán, Iztacalco, Benito Juárez, Venustiano Carranza

3) Los pueblos urbanos con una vida comunitaria limitada, que se ubican en Cuauhtémoc, Miguel Hidalgo, Gustavo A.
Madero y Azcapotzalco.

Una de las características principales de los pueblos y barrios originarios de la Ciudad de México se refleja en el
patrimonio intangible, donde las tradiciones, expresiones sociales y culturales tienen un reflejo espacial, tanto en el
territorio que habitan como en el que los rodea. Estos elementos, se enlistan como parte de las variables que deben
considerarse en la división territorial de la Ciudad de México, con forme a lo establecido en el artículo 52 de la
Constitución Política de la entidad. Este punto se basa en cuatro elementos:

1) un fuerte vínculo con la tierra

2) una estructura de parentesco consolidada, también llamada familias troncales, y que puede variar en número y tamaño
de acuerdo con el pueblo

3) una historia común

4) un santo patrón propio a partir del cual se organiza toda la vida festiva religiosa de la comunidad (Portal, 2007).

Se reconocen tres formas de fiesta en los pueblos y barrios originarios:

1) las fiestas religiosas o sagradas (que pueden o no estar articuladas con creencias católicas)

2) las fiestas cívicas

3) las ferias comerciales (Portal, 2007).

En la primera categoría se agrupan la mayor parte de festividades, muchas veces ligadas con el territorio y la agricultura.
Las fechas en que se organizan siguen un estricto calendario, que en muchos casos es el que rige la vida en comunidad. De
forma que año con año se celebra al santo patrón de la comunidad, a los demás santos que se encuentran en la iglesia, en
los altares y capillas que se encuentran en los espacios públicos y en las casas de los mayordomos a cargo. Muchas de
estas festividades se relacionan también con aquellas dedicadas a la fertilidad de la tierra, al inicio de la temporada de
lluvias, a la cosecha. Es decir, el sistema de festividades es una clara muestra del mestizaje cultural entre las culturas
mesoamericanas y la española.

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TEMA: PUEBLOS ORIGINARIOS DE LA CIUDAD DE MÉXICO: DESARROLLO HISTÓRICO Y URBANO
SESIÓN 1

Es importante señalar que las tradiciones ligadas a los espacios naturales ya sean de uso agrícola o conservación,
significan que esas porciones de territorio son también parte de la identidad de los pobladores, y que, seguramente, juegan
un papel importante en la memoria histórica y en la tradición oral de las comunidades.

MATERIAL
Si bien en cada uno de los pueblos y barrios hay fiestas particulares, algunas otras son visibles en toda la ciudad, como el
2 de febrero, con la bendición de los niños dios, la semana santa, el 3 de mayo, cuando se festeja el día de la Santa Cruz,
las fiestas patrias, el 28 de octubre, con la fiesta más grande para San Judas Tadeo, el día de muertos, el día de la virgen el
12 de diciembre y las posadas. La importancia de contemplar estos elementos en la división territorial es que todos hacen
uso de los espacios públicos: calles, avenidas principales, plazas, jardines e incluso viviendas particulares. Todas ellas con
una identidad que, en años recientes, se ha fortalecido en torno a la pertenencia a un pueblo o barrio originario.

DIDÁCTICO DE
En cuanto al papel administrativo de las alcaldías en las festividades, son ellas quienes otorgan los permisos para el
establecimiento de ferias temporales, además de brindar la seguridad pública, servicios de emergencia y salud que
acompañan a estos eventos. Dichos permisos son tramitados por los mayordomos de las iglesias, o santos, los
coordinadores territoriales o los comisariados ejidales. Todos ellos son parte de la administración interna de los pueblos y

CONSULTA
barrios originarios, quienes funcionan con un sistema de elecciones internas para nombrar a sus representantes ante las
autoridades legales. De este modo, los pueblos y barrios exigen su derecho a la participación y toma de decisiones sobre el
espacio que habitan y donde se encuentra su identidad socio-cultural.

Sobre la apropiación, uso y conservación de los recursos naturales por parte de los pueblos y barrios originarios de la
Ciudad de México, puede ser tanto por producciones materiales: agricultura, pesca, extracción minera y/o
aprovechamiento forestal, o bien por su producción intelectual: cosmovisiones, conocimiento de la naturaleza, mitos y
leyendas (García, 2007).

Hoy en día los denominados pueblos originarios se enfrentan a la fuerte presión social y económica de la urbanización
acelerada acontecida en la Cuenca de México en los siglos XX Y XXI. Este problema hace necesario plantear estrategias
que puedan coadyuvar a la conservación de su patrimonio cultural, permitiendo a sus habitantes incorporarse a la vida de
la ciudad, sin perder la autenticidad e integridad de estos asentamientos humanos.

FUENTES CONSULTADAS:

ALANÍS FIGUEROA, MARÍA DEL CARMEN; VÁZQUEZ PIÑÓN MARISOL (2020). “Los pueblos indígenas en
Ciudad de México” en Sentencia Relevantes Comentadas y sus derechos fundamentales. Ciudad de México: Universidad
Nacional Autónoma de México, Tribunal Electoral Federal del Poder Judicial de lA Federación. 147-171 Pp.

DELFÍN GUILLAUMIN, MARTHA EUGENIA (2013). “La Ciudad de México y la absorción territorial de los pueblos
originarios vecinos”, Pacarina del Sur [En línea], año 4, núm. 16, julio-septiembre, 2013. ISSN: 2007-2309. Con acceso
en Agosto de 2022. www.pacarinadelsur.comindex.php?option=com_content&view=article&id=768&catid=6

MORA VÁZQUEZ, Teresa (2007). “Los pueblos originarios en los albores del siglo XXI” en Los Pueblos originarios de
la Ciudad de México Atlas Etnográfico. Ciudad de México: Instituto Nacional de Antropología e Historia- Gobierno del
Distrito Federal. 23-41 Pp.

ROMERO TOVAR MARÍA TERESA (2009) “Pueblos originarios: cultura y poder” en: Antropología y pueblos
originarios de la Ciudad de México. Las primeras reflexiones Cuidad de México: Argumentos Vol.22 No. 59 .

ROSTRO ENHORABUENA, ANTONIO (2015). Investigación: Pueblos Originarios y población indígena en la Ciudad
de México. México, Ciudad de México: Instituto de Investigaciones Parlamentarias. 147 p.

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