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UNIVERSIDAD DE EL SALVADOR

FACULTAD MULTIDICIPLINARIA DE OCCIDENTE


LICENCIATURA EN EDUCACIÓN, CON ESPECIALIDAD EN PRIMERO Y
SEGUNDO CICLO DE EDUCACIÓN BÁSICA.

CATEDRÁTICA: LICDA JACQUELINE XIOMARA MENDEZ REYES

CURSO DE ESPECIALIZACIÓN SOBRE EVALUACIÓN DE LOS

ARENDIZAJES

ENSAYO SOBRE LAS E-RÚBRICAS

ESTUDIANTE: JENY KARINA MENDOZA CHÁVEZ

MC20154
Rúbricas: una alternativa evaluativa.

Solo con una adecuada evaluación se podrán tomar decisiones que


favorezcan efectivamente a los estudiantes, ya que esta es una parte importante
del proceso de enseñanza- aprendizaje de carácter integral y permanente.
Entonces, la búsqueda de instrumentos para lograr una evaluación objetiva sigue
su trayectoria y responde a las nuevas tendencias pedagógicas. Hoy por hoy, el
paradigma es “la rúbrica”, sin embargo, no es la panacea, ya que existen
pedagogos que están a favor y otros en contra, debido a que no hay estudios
completos que demuestren la validez y fiabilidad de los resultados.

Existen infinidad de conceptos sobre este instrumento, de la cuales


podemos mencionar las siguientes y que van desde lo más simple a lo más
complejo:

1. Las rúbricas son guías de puntaje que permiten descubrir el grado en el


cual un aprendiz está ejecutando un proceso o un producto (Airasian,
2001).
2. Las rúbricas ayudan a explicar a los estudiantes lo que espera el profesor
que aprendan, y disponen de criterios sobre cómo va a ser valorado su
trabajo con ejemplos concretos. El alumno puede observar sus avances en
términos de competencias, y saber que le queda por superar, qué ha
superado y cómo. (Cebripan et al. 2007)
3. Es un listado del conjunto de criterios que permiten valorar el aprendizaje,
los conocimientos y las competencias logrados por los estudiantes
(Martínez- Rojas, 2006).
4. Guías de calificación que constan de criterios de desempeño previamente
establecidos (Mertler, 2007).
5. Las rúbricas son una forma de valoración auténtica en la que los alumnos
realizan actividades del mundo real para dar a conocer aplicaciones
significativas de sus conocimientos y habilidades, ofreciendo a sus
profesores, padres, compañeros y comunidad en general, evidencias de su
desempeño y comprensión (Mueller, 2012).

Actualmente, el uso de la rúbrica ha ganado terreno en los diferentes niveles


educativos, de igual manera los estudios sobre su utilización (Dawson, 2017;
Panadero y Jonsson, 2020). Entre ellos tenemos a Goodrich, 1997; Jonsson y
Svingby, 2007; Panadero y Tapia, 2013, quienes han explorado el potencial para
mejorar los procesos de aprendizaje, sobre todo cuando es utilizada en la
evaluación formativa, definiendo las ventajas que este instrumento posee para el
logro de los objetivos y la profundidad de los aprendizajes.

Entre el profesorado, el discurso de las rúbricas cada vez es más popular,


esto debido a los resultados de aprendizaje en los estudiantes, lo cual conlleva
una metodología propuesta, el hacer público los criterios de evaluación y la
demostración de los niveles de alcance. Estos elementos han hecho que las
rúbricas se hayan comenzado a utilizar. Es el profesorado quien debe darse
cuenta de los progresos de los estudiantes y es acertado cuando Stevens y Levi
(2005) afirma que la rúbrica ofrece al profesor una visión de sus propios puntos
ciegos, omisiones y fortalezas.

Ante esta alternativa de evaluación se advierte que la mala implementación


de este instrumento reducirá los posibles beneficios, aun si la rúbrica estuviera
bien diseñada, ya que el profesorado no tiene la instrucción adecuada a este tipo
de evaluación. Para que este tipo de evaluación sea un instrumento de mejora en
este contexto, se evidencian dos variables: uso de la rúbrica y aprendizaje de los
profesores. Esto conlleva, el diseño, es el docente que debe realizar su propia
rúbrica o adaptar la de otros, ya que es él quien la aplicará para mejorar los
procesos de evaluación, además, analizar los datos obtenidos.

Es evidente que al elaborar, aplicar y analizar la rúbrica de evaluación, cada


docente reacomoda o incluye nuevos elementos a su metodología y los utiliza
para mejorar su práctica profesional. Elaborar sus propias rúbricas implica hacer
ajustes al contenido, verificar si va a evaluar lo que quiere evaluar, le ayuda a
pensar lo que está dando relacionado con lo que evaluará, y lo más importante, le
permite visibilizar el grado de distanciamiento esperado y el rendimiento posible,
ya que le permite organizar o precisar los aprendizajes significativos.

Al utilizar las rúbricas, los profesores expresan, que sienten más


tranquilidad y seguridad, les ayuda a objetivar y a disminuir la subjetividad,
también manifiestan que van reflexionando cuando ven los resultados y existe una
percepción de transparencia, confianza y equidad; minimiza la subjetividad y
elimina la ambigüedad.

Dodge (1997) las rúbricas de evaluación se convierten en una herramienta


eficaz tanto para el profesor como para el estudiante. Se trata de instrumentos de
medición en los cuales se establecen criterios por niveles mediante la disposición
de escalas que permiten determinar la calidad de la ejecución de los estudiantes
en unas tareas específicas (Vera, 2008). Por tanto, permiten al profesor
especificar cuáles son las competencias que se han de alcanzar y con qué
criterios se van a calificar. De esta manera el estudiante puede regular su propio
aprendizaje y participar en su propia evaluación. Finalmente, el alumno se ha
implicado en su autoevaluación y se ha convertido en un agente activo de su
aprendizaje. En definitiva, consideramos que la utilización de las rúbricas de
evaluación permite que la evaluación sea formativa, diagnóstica, orientadora y
orientada a la práctica de la profesión.
Existen también posiciones que cuestionan la viabilidad de los enfoques
basados en competencias en el marco de estructuras aún disciplinares (Escudero,
2009). Parece evidente que no existen instrumentos buenos o malos. Por ello
parece claro que no todas las dificultades asociadas a los procesos de evaluación
pueden resolverse con las rúbricas y que las esperanzas idealizadas que aspiran
a que la rúbrica aporte objetividad y rigor a la evaluación de ciertos aprendizajes
que, por su naturaleza, son menos “objetivables” o más cualitativos, pueden
generar frustración al no hallar respuesta a las inquietudes que las han generado.
No se puede estar taxativamente en contra de la rúbrica pero sí en contra de un
mal uso y de un abuso de dicho instrumento.

Podemos mencionar cinco motivos para dudar de la consistencia de las


rúbricas: en primer lugar, no todo se puede encapsular, esta es viable en
comportamientos observables como simuladores, prácticas de laboratorio, en
exposiciones, así pues, los aspectos actitudinales no se pueden son difíciles
agregarlos a esta tabla. Otro aspecto es que las rúbricas son difíciles de redactar
cuando queremos incluir un comportamiento. En tercer lugar, el coste de
elaboración de la rúbrica en términos de tiempo, por lo que se ha expuesto, es
muy alto. Por ello elaborarla para una actividad puntual de una asignatura parece
claramente ineficiente, ya que para actividad hay que realizar una diferente. En
cuarto lugar, no permite la participación de los estudiantes, sigue siendo
unidireccional. Y por último, existen otros instrumentos cuya finalidad es la misma,
disminuir la subjetividad del proceso.

A esto hay que agregar que hay pocos estudios o investigaciones que
justifiquen los beneficios de las rúbricas en términos de motivación o de
aprendizaje, según Reddy y Andrade (2010). A manera de resumen, podemos
mencionar que son varias las desventajas al aplicar las rúbricas en el proceso
evaluativo, una de ellas es el tiempo que lleva la elaboración de estos
instrumentos, otra sería, la limitación a la creatividad del estudiante mediante una
guía tan detallada. En esa misma línea, se asocian peligros por un uso mecánico y
poco personalizado. También aparece como preocupación el tener que definir qué
incluir qué excluir a partir del diseño de la herramienta.

Un último elemento que hay que tomar en cuenta es el efecto de las


rúbricas en los estudiantes, esto también requiere que ellos tengan conocimiento
de este tipo de evaluación. Al conocer previamente los objetivos a cumplir, la
mayoría de los alumnos se aplican en conseguirlos y son conscientes de la
importancia de la regulación del proceso de aprendizaje. Finalmente, el alumno se
implica en su autoevaluación y se convierte en un agente activo de su
aprendizaje. En definitiva, consideramos que la utilización de las rúbricas de
evaluación permite que la evaluación sea formativa, diagnóstica, orientadora y
orientada a la práctica de la profesión.
En conclusión, no hay una respuesta científica concluyente sobre cómo
crear y validar rúbricas (Marín y Santandreu, 2015). Una parte del profesorado no
las utiliza, ya que las rúbricas no resuelven todas las dificultades que se
encuentran en los procesos de evaluación. Sin embargo, estas están al servicio de
la educación y el docente y este buscará utilizarlas en su proceso de facilitador
para el aprendizaje ante situaciones de la vida real, a pesar de la cantidad de
tiempo que le demande. Esto lo supera electrónicamente, y una vez que empiezas
a trabajar con rúbricas, ya no te detienes, porque ellas superan la evaluación
sumativa y le dan un significado diferente a una calificación y ayuda a un
aprendizaje de calidad, además, valora los conocimientos y favorece la reflexión
permitiéndole tomar conciencia de lo aprendido. En pocas palabras, esta
herramienta pedagógica sirve para averiguar cuánto y cómo está aprendiendo el
estudiante. Así pues, se está hablando de una herramienta para mejorar los
procesos y resultados formativos que contribuye al éxito académico y al desarrollo
personal de los estudiantes, porque las sociedades avanzadas lo demandan.

Referencias.

https://www.mined.gob.sv/wp-content/uploads/download-manager-files/evaluacion-al-
servicio-de-los-aprendizajes_0_.pdf
https://www.redalyc.org/pdf/567/56741181017.pdf

https://web.ua.es/es/ice/jornadas-redes-2011/documentos/posters/184446.pdf

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