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Que Es La Ilustracion Kant PDF
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RESPUESTA A LA PREGUNTA:
¿QUE ES LA ILUSTRACION?*
• Ber1inische Monatsschrift, diciembre de 1784. Traducció o del profesor Rubén Jaramillo V. texto tornado de Argumentos No. 14 a 17, 1986.
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COLOMBIANA
DE PSICOLOGIA 7
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logrado, gracias a un esfuerzo del propio espíritu, salir de este caso ciertamente no es permitido razonar, sino
la minoría de edad y andar, sin embargo, con paso seguro. que se debe obedecer. Pero en cuanto esta parte de la
ero, en cambio, es bien posible que el público máquina se considera miembro de toda una comuni-
se ilustre a sí mismo; siempre que se lo deje en dad o, incluso, de la sociedad cosmopolita; y por lo
• libertad ello es inclusive casi inevitable. Siem- tanto se le estima en la calidad de un sabio que con
pre se encontrarán algunos hombres que pien- sus escritos se dirige a un público en el entendimiento
sen por sí mismos, incluso entre los tutores instituidos propio, puede en todo caso razonar, sin que por ello
del montón, quienes después de haber arrojado el padezcan los asuntos para los que ha sido designado
yugo de la minoría de edad propagarán el espíritu de en parte en cuanto miembro pasivo. Así, sería muy
una estimación racional del propio valor y de la voca- pernicioso si un oficial, a quien su superior ordena
ción que todo hombre tiene de pensar por sí mismo. algo, quisiera argumentar en voz alta estando de ser-
Notemos en particular que el público al que con ante- vicio, acerca de la conveniencia o utilidad de esta
rioridad los tutores habían puesto bajo este yugo, des- orden. Tiene que obedecer. Pero no se le puede impe-
pués los obliga a someterse al mismo cuando algunos dir con justicia el hacer observaciones, en cuanto sa-
de sus tutores, por sí mismos incapaces de toda ilus- bio, acerca de los defectos del servicio militar y presen-
tración, los incita a la sublevación; tan dañino es in- tarlas al juicio del público. El ciudadano no se puede
culcar prejuicios, ya que ellos terminan por vengarse negar a pagar los impuestos que le corresponden,
de los que han sido sus autores o precursores. Por ello incluso puede ser castigada una censura impertinente
puede el público alcanzar ilustración sólo lentamente. a esa carga, en el momento de pagarla, como un
Quizás sea posible producir por una revolución la escándalo (que pudiera ocasionar resistencia gene-
caída del despotismo personal o de alguna opresión ral). Pero, en cambio, no actuará el mismo en contra
interesada y ambiciosa; pero jamás se logrará una ver- del deber del ciudadano sí, como sabio, manifiesta
dadera reforma del modo de pensar, si no que surgirán públicamente sus ideas acerca de la inconveniencia o
nuevos prejuicios que, como los antiguos, servirán de injusticia de tales impuestos. De la misma manera, un
andaderas para el montón que carece de pensamiento. sacerdote está obligado a enseñar a sus catecúmenos
ero para esa ilustración sólo se exige libertad y, y a su comunidad según el símbolo de la iglesia a la
~ por cierto, la más inofensiva de las que pueden que sirve, pues ha sido admitido en ella con esta
~ llamarse libertad, a saber: la libertad de hacer condición. Pero, como sabio, tiene toda la libertad y
uso público de la propia razón en todo respec- hasta la misión de comunicar al público todas sus
to. Sin embargo oigo exclamar por doquier: ¡no razo- ideas cuidadosamente examinadas y bien intenciona-
nes! El oficial dice: ¡no razones, adiéstrate! El conseje- das acerca de los defectos de ese símbolo; y debe
ro de finanzas; ¡no razones, sino paga! El pastor; ¡no exponerle las propuestas relativas a un mejoramiento
razones, sino cree! (Sólo un único señor en el mundo de las instituciones de la religión y la iglesia. En esto
dice: ¡razonad todo lo que queráis, pero obedeced!) tampoco hay nada que pudiera provocar en él escrú-
Por todos lados limitaciones de la libertad. Pero ¿qué pulos de conciencia. Pues lo que enseña en virtud de
limitación impide la ilustración y cuál por el contrario, su función como agente de la iglesia lo presenta como
la fomenta? Respondo: el uso público de la razón debe algo que no puede enseñar a su arbitrio y según sus
ser libre siempre, y es el único que puede producir la propias opiniones, porque se ha comprometido a pre-
ilustración de los hombres. El uso privado de la misma, dicar de acuerdo con lo prescrito y en nombre de otro.
en cambio, debe ser con frecuencia severamente limi- Dirá: "nuestra iglesia enseña esto o aquello", estos son
tado, sin que obstaculice con ello particularmente el los argumentos de que se sirve. Además, deduce todo
progreso de la ilustración. Entiendo por uso público de lo que es útil para su comunidad de proposiciones a
la propia razón, el que alguien hace de ella en cuanto las que él mismo no se sometería con plena convic-
sabio ante la totalidad del público lector. Llamo uso ción, pero que se ha comprometido a exponer, porque
privado al empleo de la razón que se le permite al no es del todo imposible que en ellas se ocultara
hombre en el interior de una posición civil o de una alguna verdad y que, al menos, no hay allí en todo
función que se le ha confiado. Ahora bien, en muchas caso nada contrario a la religión íntima. Pues si creye-
ocupaciones que conciernen al interés de la comunidad se esto último no podría administrar su cargo sin
es necesario cierto mecanismo por medio del cual algu- sentir los reproches de su conciencia y tendría que
nos de sus miembros se tienen que comportar de modo renunciar. Así pues, el uso que un predicador emplea-
meramente pasivo, para que, mediante una unanimi- do hace de su razón ante la comunidad es meramente
dad artificial, el gobierno los dirija a fines públicos o, al privado, pues esta sólo es una reunión familiar, por
menos para impedir la destrucción de los mismos. En zyxwvutsrqponmlkjihgfedcbaZYXWVUTSRQPONMLKJIHGFED
amplia que sea, y con respecto a la misma no es libre
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en cuanto sacerdote ni tampoco debe serIo, porque sus voces (aunque no la de todos) pudiera elevar ante
ejecuta un cargo ajeno. Como sabio en cambio, que el trono una propuesta para proteger a aquellas comu-
habla mediante escritos al público propiamente dicho, nidades que se hubieran unido según los conceptos
es decir, al mundo, el sacerdote gozará, en el uso propios de una mejor comprensión en una disposi-
público de su razón, de una libertad ilimitada para ción modificada de la religión, sin impedir que los que
servirse de la misma y hablar en nombre propio. Pues quieran permanecer fieles a la antigua lo hagan así,
pretender que los tutores del pueblo (en cuestiones perduraría pues todavía el orden establecido. Pero es
espirituales) hayan de ser también menores de edad, algo absolutamente no permitido adherirse a una
constituye un disparate que conduce a la eternización constitución religiosa inconmovible que no debe ser
del disparate. puesta en duda públicamente por nadie, aunque sólo
ero, ¿no debería acaso una sociedad de ecle- fuera durante el tiempo que dura la vida de un hom-
siásticos, como por ejemplo un sínodo de la bre, y con ello aniquilar y hacer infecundo un período
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Falta mucho todavía para que la totalidad de los hom- ta de la misma e incluso una franca crítica de la
bres, en su actual condición, sean capaces o pudieran existente. También en esto tenemos un brillante ejem-
llegar a serlo, de servirse bien y seguramente del enten- plo, pues ningún monarca se anticipó al que nosotros
dimiento propio sin la dirección de un extraño en cues- veneramos.
tiones religiosas. Sólo que ahora se les abre el campo ero también sólo quien por estar ilustrado no
para trabajar libremente hacia ese fin, y los obstáculos teme las sombras, y, al mismo tiempo, dispone
para una ilustración general o para la salida de su de un ejército numeroso y disciplinado para
•
culpable minoría de edad son cada vez menores, cosa garantía de la paz pública, puede decir algo a lo
de la cual tenemos claros indicios. Desde este punto que no puede atreverse un Estado libre: ¡razonad
de vista es este tiempo la época de la ilustración o el tanto como querais y sobre lo que querais, pero obe-
siglo de Federico'. deced! Se muestra aquí una extraña e inusitada mar-
n príncipe que no encuentra indigno de sí cha de las cosas humanas; de otro modo, si la contem-
declarar que tiene por deber no prescribir na- plamos en la amplitud de su trayectoria, casi todo es
da a los hombres en materia de religión sino en ella paradojal. Un mayor grado de libertad civil
•
dejarles en eso en plena libertad, y que inclu- parece ventajoso para la libertad del espíritu del pue-
sive rechaza para sí el altivo nombre de tolerancia, es blo y, sin embargo, le fija límites infranqueables, Un
él mismo ilustrado y merece que el mundo agradecido grado menor, en cambio, le procura espacio para
y la posteridad lo ensalcen como aquel que, al menos extenderse según toda su capacidad. Pues cuando la
desde el gobierno, fue el primero en sacar al género naturaleza ha desarrollado bajo esta dura cáscara la
humano de la minoría de edad y dejó a cada uno en semilla que cuida con la mayor ternura, a saber, la
libertad para que se sirva de su propia razón en todo inclinación y vocación al libre pensamiento, esto re-
lo que concierne a cuestiones de conciencia. Bajo él, percute gradualmente sobre el modo de sentir el pue-
dignísimos clérigos pueden someter al mundo, sin blo (con lo cual este se hace poco a poco más capaz de
perjuicio de sus deberes profesionales, en su calidad una libertad para actuar) y finalmente sobre los prin-
de sabios, juicios y opiniones que aquí y allá se apar- cipios del gobierno, que encuentra como provechoso
tan del símbolo aceptado; y aún más todavía cual- tratar al hombre, que es algo más que una máquina,
quier otro que no esté limitado por ningún deber conforme a su dígnidad" '1'
profesional. Este espíritu de libertad se extiende tam-
bién hacia el exterior, incluso allí donde debe luchar
contra los obstáculos externos de un gobierno que se
equivoca en sus obligaciones. Pues le presenta a este
un claro ejemplo de que gozando de la libertad no
debe haber la menor preocupación por la paz pública
y la solidaridad de la comunidad. Los hombres salen
gradualmente del estado de rusticidad por su propio
esfuerzo, siempre que no se trate a propósito de man-
tenerlos artificiosamente en esa condición.
e puesto al punto principal de la ilustración, el
de la salida del hombre de su minoría de edad
• de la que él mismo es culpable, especialmente
en asuntos de religión, porque frente a las artes y
las ciencias nuestros señores no tienen ningún interés
en jugar el papel de tutores de sus súbditos. Además,
aquella minoría de edad (en cuestiones religiosas) es
tanto la más dañina corno la más deshonrosa entre
todas. Pero el modo de pensar de un jefe de Estado
que favorece esa libertad va todavía más allá y com-
prende que, con respecto a la legislación, no es peli-
groso permitir que los súbditos hagan un uso público
2. En elzyxwvutsrqponmlkjihgfedcbaZYXWVUTSRQPONMLKJIHGFEDCBA
Semanario de Busching, del 13 de septiembre, leo hoy -30 del mismo mes-
de la propia razón y expongan públicamente al mundo
el anuncio de la Revista Mensual de Berlín correspondiente a este mes, que publica la
sus pensamientos acerca de una concepción más perfec-zyxwvutsrqponmlkjihgfedcbaZYXWVUTSRQPONMLKJIHGFEDCBA
respuesta del señor Mendelssohn a la misma cuestión. Todavía no me ha llegado a las
manos; de otro modo hubiese retrasado mi actual respuesta, que ahora no puede ser
considerada sino como una prueba de lo mucho que el acuerdo de las ideas se debe
1. Alusión a Federico 11 de Prusia.zyxwvutsrqponmlkjihgfedcbaZYXWVUTSRQPONMLKJIHGFEDCBA
al azar.
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