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Durkheim, Las Relaciones Objetivas

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Durkheim: las

relaciones
objetivas

Sociología
Económica

1
Durkheim: las relaciones
objetivas entre las instituciones
y el hecho social
Comencemos con Durkheim. Lo que está en el centro de su reflexión y de
sus preocupaciones es la naturaleza de la sociedad moderna o de la
sociedad industrial o capitalista. Durkheim quiere explicar esa nueva
sociedad que ha ido emergiendo como consecuencia de las
transformaciones operadas por las dos revoluciones, según la
caracterización ofrecida por Nisbet.

Y al mismo tiempo, Durkheim proporciona un diagnóstico de los problemas


que esta nueva sociedad plantea. Para enfrentar este problema, el
sociólogo francés recurre a la tipología que era frecuente en los escritos
sociológicos y filosóficos de la época. Nos referimos a la tipología que
distingue las sociedades primitivas de las sociedades avanzadas o
modernas. Como tendrás oportunidad de apreciar, en dicha tipología
construida sobre la base de un indicador bien preciso, el derecho o las
reglas jurídicas, Durkheim clasifica los dos tipos de sociedad a partir del
tipo o de las formas de solidaridad que predomina en cada una de ellas.

Así, según el autor, en las sociedades primitivas la solidaridad entre los


miembros del grupo tiene lugar en virtud de la semejanza que existe entre
ellos, mientras que en las sociedades modernas obedece a la diferencia. La
división del trabajo social es precisamente la que establece esa diferencia o
la que opera esa diferenciación entre los individuos.

Ahora bien, ¿qué significa ese cambio en la forma de solidaridad? Para


poder apreciarlo, podemos referirnos a las propiedades principales que
caracterizan a la conciencia colectiva en las sociedades tradicionales y
observar de qué manera cada una de ella se transforma a medida que la
división del trabajo se expande y la sociedad se torna más compleja. Ahora
bien, para poder entender esto, debemos antes comprender qué es la
conciencia colectiva para Durkheim. Pues bien, es el conjunto de las
creencias, valores y sentimientos comunes compartidos por los miembros
de una sociedad. De manera que cuando hablemos de aquellas
propiedades, estamos hablando de las características de ese conjunto de
creencias, valores y sentimientos comunes.

¿Cuáles son las propiedades de las creencias y valores que componen la


conciencia colectiva señaladas por Durkheim? Ellas son el volumen, la

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intensidad, la rigidez y el contenido. El volumen indica el grado en el que
las actitudes de los individuos son idénticas a las adaptadas por los otros
miembros de la sociedad. La intensidad alude a la influencia emocional e
intelectual que esas creencias y sentimientos comunes ejercen sobre los
individuos. La rigidez refiere al grado de definición que presentan esas
creencias y sentimientos. Por último, el contenido, como su palabra lo
indica, alude al contenido moral de esas creencias y sentimientos.

Según Durkheim, en las sociedades tradicionales la conciencia colectiva


tiende a ser alta en volumen, intensidad y rigidez. Lo que esto quiere decir
se desprende de la misma definición de las propiedades que caracterizan a
la conciencia colectiva.

En las sociedades avanzadas, en cambio, y en virtud de la diferenciación


que resulta de la división del trabajo, el volumen, la intensidad y la rigidez
tienden a declinar, lo que significa:

 Que las actitudes de los individuos comienzan a diferenciarse respecto de


las del grupo o sociedad;
 Que las creencias del grupo ejercen una menor presión emocional e
intelectual sobre el individuo;
 Que dichas creencias se tornan menos rígidas, menos definidas, es decir,
que dejan mayor espacio para la interpretación de los individuos.

El problema de la reflexión sociológica de Durkheim no es otro que el de las


relaciones entre el individuo y el grupo. En rigor, todos los elementos que
componen los dos tipos mencionados ponen en juego las relaciones entre
individuo y grupo. El paso de una sociedad a otra implica precisamente una
transformación de esta relación.

Así, en las sociedades tradicionales, el grupo (la conciencia colectiva) lo es


todo, y el individuo, en consecuencia, se confunde con él, de tal modo que
la individualidad se ve absorbida en lo que llamamos la personalidad
colectiva, mientras que, en el tipo avanzado o moderno, la presión moral
del grupo se afloja en provecho de una mayor iniciativa por parte del
individuo y de un desarrollo de su personalidad.

Pero ¿quiere decir esto que la conciencia colectiva que define para
Durkheim la sociedad se extingue, desaparece? La tesis de La división del
trabajo social afirma precisamente lo contrario. Según esta última, si bien
es cierto que el pasaje de las sociedades tradicionales a las sociedades
avanzadas implica una declinación del volumen, la intensidad y la rigidez de
la conciencia colectiva y, por tanto, la posibilidad del desarrollo de las
personalidades individuales (proceso que Durkheim denomina
individuación), ello no significa la erradicación completa de la conciencia

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colectiva sino una transformación bajo la forma del desarrollo de nuevos
ideales morales (Durkheim, E. (1982). La división del trabajo social. Madrid:
Akal.)

Estos nuevos ideales vienen a sintetizarse en eso que Durkheim llama el


culto al individuo o el individualismo moral. En suma, con todo esto
Durkheim quiere decirnos que la individualidad misma, la noción misma de
individuo, es una producción de la sociedad.

En rigor, el hallazgo o la importancia de las reflexiones de Durkheim


emprendidas en La división del trabajo social reside en el hecho de haber
puesto de relieve las características morales del tipo avanzado o moderno.
¿Qué quiere decir esto último y por qué debemos suponer que es
relevante?
Para comprenderlo es necesario que reparemos en un enunciado que
aparece en La división del trabajo social y que constituye en verdad el
núcleo de su argumento. En las sociedades avanzadas o modernas, escribe
Durkheim (1982), “hay una verdadera actividad colectiva tan natural como
la de las sociedades más pequeñas de edades anteriores”.

¿Qué significa este enunciado? ¿Qué nos ha querido decir el autor? Que
contrariamente a lo que piensan los pensadores provenientes de la
tradición conservadora, el advenimiento del moderno orden industrial no
significa la disolución de los lazos morales o de la sociedad, sino un cambio
de contenido de las normas morales. Pero igualmente, y contrariamente a
lo que piensan autores como Spencer, procedentes de la tradición del
utilitarismo, la sociedad industrial no puede reducirse a un agregado de
individuos, cada uno de los cuales, persiguiendo sus intereses particulares,
sino que la existencia misma de los individuos presupone la existencia de
un orden moral o, para decirlo en los términos del autor, una conciencia
colectiva que la hace posible.

A partir de esta especificación, Durkheim ha podido precisar las relaciones


de continuidad y discontinuidad entre sociedades tradicionales y
sociedades modernas de manera más convincente respecto a cómo había
sido presentada hasta ese momento.

Por un lado, hay continuidad entre ambas formas de sociedad por cuanto
las dos presuponen eso que Durkheim llama la actividad colectiva (o la
conciencia colectiva), que es irreductible a la conciencia individual y sin la
cual resulta impensable la existencia de cualquier sociedad.

Pero, por otro lado, hay discontinuidad, por cuanto si bien existe esa vida
colectiva, ella ha cambiado de contenido, es decir, se ha modificado el

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conjunto de las normas morales que rigen las relaciones entre los
individuos.

En la división del trabajo social Durkheim halla, entonces, la fuente de un


nuevo mecanismo de solidaridad social. Pero para apreciar hasta qué punto
la sociedad o la conciencia colectiva no se ha extinguido con la aparición de
la sociedad industrial, hay que reparar en, cómo explica Durkheim, el
pasaje del tipo de sociedad primitiva (solidaridad mecánica) al tipo de
sociedad avanzada (solidaridad orgánica).

Contrariamente a la explicación utilitarista, la aparición de la división del


trabajo no se explica por las ventajas que los individuos encuentran en
repartirse las tareas para un mejor provecho de los intereses individuales,
sino porque ha aumentado lo que Durkheim llama la densidad dinámica de
la sociedad, es decir, la comunicación y la interacción entre los individuos.
Es esta última la que ha resquebrajado las similitudes entre los individuos y
ha aumentado la diferenciación.

Es decir que la sociedad industrial, sociedad en la que predominan las


relaciones contractuales entre los individuos, no puede ser, sin embargo,
vista como un producto de los contratos de los agentes particulares, sino
que la posibilidad misma de esos contratos presupone la existencia de un
orden moral que escapa al contrato o que no ha sido contratado. Dicho de
otra manera, es la sociedad la que explica al individuo y no a la inversa.

5
Referencia
Durkheim, E. (1994) “Formas de la solidaridad social”, “La división del trabajo y la
solidaridad social” en Giddens Anthony, Escritos selectos. (pp. 125-154) Buenos
Aires: Nueva Visión.

Durkheim, E. (1982). La división del trabajo social. Madrid: Akal.

Steiner, P. (2015). La Sociología Económica. Madrid: Síntesis.

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