Don Quixote">
Resumen 4
Resumen 4
Resumen 4
Después de lo hecho se marcharon del río pensando cada cual en sus cosas, don Quijote claro está
pensando en Dulcinea.
Al día siguiente de esta aventura, cuando don Quijote y Sancho proseguían su camino,
encontraron a una Duquesa y a un Duque a los cuales don Quijote presentó su deseo e intención
de servir en cuanto hiciese falta. La Duquesa y el Duque habían reconocido a don Quijote ya que
habían leído con anterioridad la primera parte del Quijote.
Don Quijote y Sancho acompañaron a los Duques hacia su castillo ya que ambos Duques eran
lectores de libros de caballería y querían pasar unos días con don Quijote.
Capítulo 31
Antes de que don Quijote llegara a la venta los Duques se habían adelantado para explicar a los
criados cómo debían tratar a don Quijote. En cuanto llegó don Quijote a la casa de los Duques se
dio cuenta de que realmente era un caballero famoso ya que todos en la venta le trataban de una
manera totalmente caballeresca, aunque don Quijote no se dio cuenta de que en realidad le
estaban tomando el pelo.
Después de que las doncellas le hubiesen quitado a don Quijote las armaduras se dispusieron
todos a cenar. En ese momento se produjo una discusión cortés, entre el Duque y don Quijote,
acerca de quién debía presidir la mesa. Finalmente fue don Quijote quien presidió la mesa. En ese
momento Sancho contó una historia mediante la cual avergonzó a don Quijote por ser él quien se
encontraba presidiendo la mesa. Para evitar el apuro de don Quijote la Duquesa se vio obligada a
preguntarle a don Quijote acerca de Dulcinea.
En ese momento el cura que acompañaba a los Duques, don Quijote y Sancho se dio cuenta de
quién era el que estaba sentado en la mesa junto a ellos y comenzó a insultar a don Quijote
diciendo que era un loco y que tenía la cabeza llena de tonterías y de chorradas y le dijo que sería
mejor se fuese a su casa y que dejase de hacer el ridículo.
Capítulo 32
Don Quijote al ver que quien le insultaba era un clérigo, únicamente le contradijo dando un
discurso en defensa de la caballería andante tan bueno que consiguió que Sancho se emocionara y
diera muestras de disfrutar escuchando a don Quijote.
Después de ese discurso el cura le preguntó a Sancho si realmente él era Sancho Panza y Sancho
para probarlo contestó con una retahíla de refranes propia de su personalidad. En ese momento el
Duque le dijo a Sancho que él le concedería el gobierno de la ínsula que le había prometido don
Quijote, Sancho al oír esto se volvió loco de la alegría. El cura a su vez criticó el que los Duques,
que se suponen que estaban cuerdos, permitían que Sancho y don Quijote siguiesen locos y no
hacían nada por impedirlo, el cura añadió además que él se quedaría allí hasta que don Quijote y
Sancho se fueran.
Después de cenar aparecieron unas doncellas que comenzaron a lavarle la cara a don Quijote el
cual pensó que era la costumbre del lugar. Al poco tiempo las doncellas que le lavaban la cara
fingieron que se quedaban sin agua culminando así la primera broma que le gastaron a don
Quijote. Los Duques al ver esto se rieron de gran manera pero para que el caballero no se diese
cuenta de la broma se lavaron también ellos la cara.
Después de esto se retiraron don Quijote y la Duquesa la cual le preguntó a don Quijote acerca de
sí Dulcinea existía realmente o si era causa de su imaginación. Don Quijote le dijo que si Dulcinea
existía o no era algo que no merecía hablarse pero que dentro de él mismo estaba y con eso valía,
explicó también que si Sancho había visto a Dulcinea mal vestida era por causa de los
encantadores que al no poder perjudicar a don Quijote lo intentaban con Dulcinea.
Capítulo 33
Mientras don Quijote se acostaba, la Duquesa y sus doncellas se quedaron hablando con Sancho el
cual les contó que nunca había visto a Dulcinea y que le mintió a su amo diciéndole que aquellas
tres campesinas estaban encantadas y que una de ellas era Dulcinea.
La Duquesa en ese momento decidió engañar también a Sancho y le dijo que no era mentira lo
que le dijo a don Quijote sino que había sido toda verdad y que no se lo había inventado él.
Sancho se creyó todo lo que la Duquesa le decía ya que no se podía ni imaginar que alguien como
la Duquesa podía querer burlarse de él.
Después de hablar con Sancho la Duquesa acordó junto con el Duque que le iban a gastar a Sancho
y a don Quijote la broma más grande que jamás se haya gastado.
Capítulo 34
Después de uno días se llevaron los Duques a don Quijote de montería, después de unas horas,
cuando era de noche, montaron las tiendas en torno a un fuego para pasar la noche. Al cabo de un
rato se dieron cuenta de que una procesión de carros se acercaba. Un personaje que iba en una de
las primeras carretas era, según ellos, el diablo que venía en nombre de Motesinos y que le iba a
revelar la manera de desencantar a Dulcinea.
Capítulo 35
En el último carro apareció una extraña ninfa, con la cara desgarrada, que decía ser Merlín, el
encantador, el cual se conmovió al ver a Dulcinea convertida en rústica aldeana y decidió que la
única y exclusiva manera para que Dulcinea volviese a tener la misma belleza que antes era que
Sancho se debía dar tres mil trescientos azotes en las posaderas.
Sancho al oír esto le dijo a don Quijote que no pensaba dárselos ya que él no tenía ni la más
mínima intención de que Dulcinea volviese a su estado natural, además dijo que si era don Quijote
el que tenía tanta intención en volver a ver a Dulcinea bien que se diera él los azotes y que no se lo
pidiera a Sancho ya que él no tenía culpa ninguna.
En ese momento intervino el Duque el cual dijo que si no accedía a darse los azotes no le daría el
gobierno de la ínsula ya que demostraría ser un gobernador muy duro. Sancho al oír esto accedió
con la condición de que él debía decidir cuándo se daría los azotes y que no deberían hacerle
sangre y además dijo que no debería haber nadie que se los contara y que se tendrían que fiar de
lo que él dijera.
Capítulo 36
Al día siguiente Sancho le comenzó a explicar a la Duquesa que ya se había dado unas cuantas
palmadas en la espalda ya que no creía que mereciese la pena el azotarse para que otros
obtuvieran la recompensa. La Duquesa al oír esto le dijo a Sancho que debía buscar otro método
para azotarse ya que el darse palmadas en la espalda no servía absolutamente de nada.
Sancho le enseñó a la Duquesa una carta que tenía pensado mandar a su mujer en la cual le
contaba que estaba a punto de irse a gobernar la ínsula que el Duque le había prometido y que la
Duquesa no hacía más que besarle la mano con lo que ella también debería hacerlo. También le
dijo a su mujer que estaba deseando ir a gobernar la ínsula para ver si así conseguía algo de
dinero. Al oír esto la Duquesa contestó que se mostraba un poco codicioso y que un buen
gobernador no se tenía que mostrar codicioso.
Después de esto se fueron al jardín a comer y mientras comían vieron cómo se acercaba un
hombre que se hacía llamar Trifaldin, escudero de la condesa Trifaldi, el cual en realidad era el
mayordomo del Duque que se había hecho pasar por Merlín un par de capítulos más atrás. Este
personaje decía que la condesa Trifaldi estaba esperando fuera y quería hablar con don Quijote
porque le necesitaba por temas caballerescos. Don Quijote y el Duque accedieron a que entrara y
esperaron a que llegara.
Capítulo 37
Mientras todos estaban esperando a que la condesa Trifaldi hiciese su aparición se produjo una
conversación entre Sancho, la dueña doña Rodríguez y la Duquesa en la cual cada uno dio su
opinión acerca de si este tipo de mujeres tienen alguna función en este mundo o si simplemente
sirven para adornar y para tener ocupado un puesto en la sociedad que luego no sirve de nada y lo
único que hace es gastar dinero público con su mantenimiento.
Capítulo 38
Cuando la Trifaldi apareció, precedida de doce doncellas, preguntó si se encontraban allí don
Quijote de la Mancha y su escudero Sancho Panza. Cuando don Quijote y Sancho se presentaron
ante ella comenzó a contarles su historia, con una voz ronca y poco femenina.
Ella había ayudado a una princesa, Antonomasia, hija y heredera del rey Archipiela y de la reina
Maguncia de Candaya, a conseguir el amor de un caballero llamado don Clavijo. Debido a su
intención Antonomasia se había entregado a don Clavijo y tenían intención de casarse.
Capítulo 39
Cuando la madre de Antonomasia se enteró de que su hija se había casado con un hombre de
linaje más bajo que ella, se enojó tanto que a los tres día murió. Un día después de su muerte
apareció el gigante Malambruno, primo hermano de la madre de Antonomasia, en un caballo de
madera y para vengarse de la muerte de su prima convirtió a Antonomasia y a don Clavijo en
estatuas de diversos metales. Y para culminar la venganza hizo crecer barbas a todas las doncellas
del palacio para vengarse así de la intercesión de la Trifaldi.
Una vez dijo eso y para que los allí presentes se lo creyeran se descubrieron la cara y mostraron
cómo tenían todas unas barbas bastante considerables.
Capítulo 40
Después de haberle contado la historia a don Quijote le acabó pidiendo que por favor fuese a
luchar con Malambruno ya que éste había dicho que solo desharía el encantamiento en caso de
que don Quijote de la Mancha fuese a luchar contra él. Cuando don Quijote aceptó, la Trifaldi le
dijo que Malambruno había dicho que mandaría un caballo de madera, llamado Clavileño, el cual
llevaría a Sancho y a don Quijote a donde se encontraba él, que estaba a 3.220 leguas por el aire y
en línea recta sobre Clavileño.
Capítulo 41
Por la noche llevaron a don Quijote y a Sancho hacia el caballo y le dijeron que deberían taparse
los ojos porque la altitud que iban a alcanzar era muy grande y se podía marear. Don Quijote y
Sancho accedieron, y al momento les dijeron que para activar el caballo había que mover una
clavija que se encontraba en el cuello del caballo. Y para bajarse del caballo cuando llegasen
tendrían que esperar a que este relinchara.
Cuando don Quijote apretó la clavija todos los allí presentes se despedían como si realmente se
estuvieran moviendo, incluso imitaban el calor de la altitud y el movimiento del viento. Al cabo de
un rato los allí presentes encendieron la cola de Clavileño el cual al estar lleno de cohetes salió
disparado por el aire tirando a don Quijote y a Sancho al suelo. Cuando se levantaron vieron que
no se habían movido del lugar y que a su alrededor estaban los mismos personajes que antes y
observaron también que junto a ellos había una lanza con un mensaje el cual decía que don
Quijote había vencido con solo intentarlo y que Malambruno se contentaba con eso y había
desencantado a la Trifaldi y a sus doncellas. También decía que igualmente se desencantaría
Dulcinea en cuanto Sancho cumpliera lo prometido. Cuando el Duque leyó la carta felicitó
efusivamente a don Quijote por su hazaña.
Sancho le dijo a la Duquesa que durante su viaje en Clavileño se había quitado el pañuelo y había
visto cómo el mundo y las personas eran muy pequeñas desde esas alturas, la Duquesa al decirle
que eso era imposible Sancho le respondió que mediante el encantamiento nada era imposible.
Sancho prosiguió contando que había estado tan cerca del sol que había podido comprobar que
realmente era muy grande, también dijo que se habían detenido en la constelación de las siete
cabrillas ya que como Sancho había sido cabrero se entretuvo un poco con ellas.
Capítulo 42
Cuando los Duques se dieron cuenta de que las bromas funcionaban y don Quijote y Sancho no se
daban cuenta de nada decidieron proseguir con ellas para reírse más. Mas tarde el Duque le dijo a
Sancho que se preparara por que al día siguiente irían a la ínsula en la que Sancho gobernaría. Al
oír esto don Quijote se apartó con Sancho un momento para aconsejarle acerca de cómo tenía que
comportarse como gobernador de una ínsula.
Primero la aconsejó acerca del alma. Don Quijote le dice que se haga amigo de Dios, que no se
avergüence de su linaje ya que si no se avergüenza él nadie se avergonzará nunca de él. También
le dijo que en caso de que fuesen sus parientes a visitarlos que no los desprecie y en caso de que
enviudase que supiera elegir bien a la mujer ya que en ocasiones son éstas las que ayudan a
gobernar. También le dijo que juzgase igual a un rico que a un pobre pero que atendiese más a las
lágrimas de un pobre ya que son los que no tienen nada en este mundo.
Capítulo 43
En este capítulo don Quijote le comienza a dar consejos a Sancho acerca del cuerpo.
Don Quijote le dice a Sancho que se debe mantener limpio y aseado, que no debe comer nada que
le haga oler mal, que no debe comer demasiado ni muy deprisa por que si no puede dar una mala
impresión y también le dice que no diga tantos refranes como solía decir siempre ya que le harían
quedar muy mal.
Don Quijote al final le dice que debe gobernar bien ya que las responsabilidades que acarrearan su
mal gobierno caerían también sobre él y no quiere sentirse culpable de ningún mal mandato.
Sancho al oír esto le dice a don Quijote que si él lo desea dejará el cargo de gobernador ya que no
quiere que su amo sufra consecuencia alguna de lo que él pueda hacer mal. Don Quijote al oír que
Sancho está dispuesto a dejar de ser gobernador de una ínsula para que él no quede mal en
ningún momento le dice Sancho que merecería mil ínsulas ya que sus razonamientos son sabios y
correctos.
Capítulo 44
Al partir Sancho hacia su ínsula se despidió de todos y se montó en el Rucio y comenzó su camino.
Con él estaba el mayordomo, que había fingido ser la Trifaldi; al verlo Sancho se lo comentó a don
Quijote el cual al comprobar que lo que Sancho decía era cierto se quedó frustrado y acabó
diciendo que eso no podía ser así ya que sería una gran contradicción.
A la marcha de Sancho se quedó don Quijote solo y al notarlo la Duquesa le ofreció un par de
doncellas para que le sirvieran. Don Quijote las rechazó diciendo que él era un caballero andante y
no necesitaba doncellas de ningún tipo. Cuando don Quijote estaba a punto de marcharse a la
cama abrió la ventana y vio como una doncella, Altisidora, cantaba un romance burlesco en el cual
declaraba su amor a don Quijote.
Don Quijote al oír esto le dijo a Altisidora que él ya tenía una dama y que por nada le sería infiel. Y
mediante varias comparaciones reafirmó su amor hacia Dulcinea del Toboso, su dama.
Capitulo 45
Cuando Sancho llegó a su ínsula, Barataria, le recibieron con mucho afecto y cariño. Al verle le
llevaron a la iglesia y allí le dieron las llaves de la ciudad y le admitieron como gobernador
perpetuo
Al momento le llevaron al juzgado donde comenzó a ejercer como gobernador en unos juicios que
le presentaron los habitantes de la ínsula.
En el primer juicio le sucedió lo siguiente: era un señor que le fue a pedir a un sastre que le hiciera
una caperuza con un tipo de tela que él le llevaba, pero como era tan desconfiado y temía que el
sastre se quedara con un trozo de tela le dijo que le hiciera las máximas posibles. Al final el sastre
le dijo que le podía hacer cinco caperuzas. El problema estaba en que el sastre había hecho unas
caperuzas diminutas haciendo caso a que el hombre quería cinco. Entonces el sastre le exigía al
hombre el dinero que se había ganado haciendo esas caperuzas, mientras que el hombre le exigía
al sastre el trozo de tela que le había dado. Sancho al ver esto decidió que ninguno de los dos
tuviera lo que pedía ya que ambos habían sido muy desconfiados con el otro.
La segunda historia contaba lo siguiente: un hombre había recibido prestados diez ducados y no se
los quería devolver a su dueño original porque decía que ya se los había devuelto. El primer
hombre le dio al segundo una caña que tenía en la mano y juró ante todos que ya se los había
devuelto y entonces se fue recuperando su caña antes. Sancho al darse cuenta de esto le mandó
que le diese la caña al hombre que le había dejado los diez escudos y le dijo que con la caña ya
estaba pagado. La sorpresa vino cuando el hombre rompió la caña y vio que dentro de ella estaban
los diez escudos.
En el tercer caso se contaba lo siguiente: una mujer llegó ante Sancho diciendo que un hombre la
había forzado en mitad de un camino y no la quería indemnizar. El hombre decía que la mujer se le
había ofrecido y que ya le había pagado lo justo por esos trabajos. Sancho le dijo al hombre que le
diese una bolsa que tenía llena de dinero, y cuando se fue la mujer le mandó salir detrás de ella
para recuperar la bolsa. Al cabo de un rato regresaron el hombre y la mujer sólo que ambos unidos
a la bolsa ya que la mujer no la quería soltar por nada del mundo. Sancho al ver esto le dijo a la
mujer que si hubiera puesto tanto empeño en defenderse como lo está poniendo ahora en agarrar
la bolsa nadie la habría forzado en el campo. Les mandó ir y le devolvió la bolsa de dinero al
hombre.
Capítulo 46
Un día al salir don Quijote se encontró a Altisidora y una amiga, al ver a don Quijote Altisidora
fingió que se desmayaba para que don Quijote se fijase en ella. Don Quijote al verla le dijo a su
amiga que esa noche se quedaría él mismo haciendo la compañía para que se desengañara. Por la
noche comenzó a cantarle un romance a Altisidora en el cual le decía que él sólo estaba
enamorado de una mujer y que sus sentimientos no se cambiarían por nada ni por nadie. En el
jardín estaban las Duques y otras personas del castillo.
Desde un corredor cercano a la reja de don Quijote descolgaron un saco lleno de gatos los cuales
al meterse en la habitación de don Quijote comenzaron a montar un escándalo tan grande que
parecía que en la habitación se estaba librando la mayor batalla jamás vista. Don Quijote pensó
que la habitación estaba llena de encantadores y, puesto que estaba a oscuras, comenzó a dar
espadazos contra los gatos. Entonces uno de los gatos se le subió a la cabeza y le araño y mordió la
cara.
Capítulo 47
En la ínsula de Sancho era la hora de comer y sus sirvientes le llevaron a un gran palacio donde le
iban sirviendo grandes platos de comida. Con el pequeño inconveniente de que cada vez que tenía
un plato de comida delante un médico que estaba junto a él mandaba que se lo quitaran con lo
cual es fácilmente imaginable el hambre que estaba pasando el pobre Sancho.
Cuando Sancho estaba a punto de comer algo decente llegó una carta del Duque diciendo que
existía una conspiración contra él y sería recomendable que no comiera nada de lo que le ofrecían.
Entonces Sancho se tuvo que contentar con un racimo de uvas y un poco de pan.
Mientras Sancho comía la poca comida que le permitían comer apareció un labrador que le
comenzó a contar su vida. Sancho después de escucharle le preguntó qué era lo que quería.
Entonces el labrador le pidió a Sancho que le diese 300 ó 600 ducados para poder celebrar la boda
de su hijo y una carta para que su futuro consuegro accediese a la boda con su hijo.
Sancho se enfadó tanto al oír esto que el médico que estaba allí le prometió darle de comer para
evitar enfados similares.