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Ensayo, Los Yo Soy de San Juan
Ensayo, Los Yo Soy de San Juan
Ensayo, Los Yo Soy de San Juan
Cristología.
Pbro. Licdo. Jonathan Parra
La cristología viene a mostrar los diversos matices y formas en que los autores
sagrados neotestamentarios presentan a Jesús y demuestran que Él es el Hijo de Dios
hecho hombre para salvar a la humanidad y como Él mismo Jesús es Dios. Por ejemplo
ante la interrogante ¿quién es Jesús? Marcos afirma que, Jesús es el Cristo, el mesías;
Jesucristo es el siervo sufriente humillado, que da su vida en rescate (Cf. Mc. 10,45)
pero que triunfa. Jesús es el Hijo de Dios y también el Hijo del hombre con sentido
escatológico.
Por su parte Mateo, quien escribe para los judíos conversos al cristianismo,
Jesús es el Maestro, el Señor, el Hijo del Hombre; pero su título preferido es el de
Jesús, Hijo del Dios viviente, término que encajaba perfectamente en el pensamiento
judío y confesado de forma solemne por Pedro. (Cf, Mt. 16,16). Mateo busca en todo
momento asegurar que las escrituras del antiguo testamento se cumplen plena y
perfectamente en Jesús. Por tanto, Jesús es el Mesías escatológico de Israel.
Por otro lado, en San Lucas, quien había sido discípulo de San Pablo, se
encuentra un Evangelio con carácter universal y misionero y que tiene a Jesús como
centro del plan de salvación, salvación de dimensión universal. Jesús es el rostro de la
misericordia y la gracia (Cf. Lc. 1,28), es la manifestación salvadora de Dios Padre. La
salvación universal de Dios viene a través de Jesucristo, el Hijo de Dios, quien plenifica
la gracia y la misericordia de Dios que desea salvar a la humanidad caída. Jesús es el
Señor y centro de la historia de la salvación. A tal efecto se encuentra en los
evangelios sinópticos una línea con caracteres similares en las que se profesa a Jesús
como el Hijo de Dios y el Cristo, esto es el Mesías salvador.
Ahora bien, el Evangelio de San Juan no se logra adecuar a estas líneas de los
sinópticos sino que da un paso más elevado en tanto que la Cristología hallada en Juan
es mucho más profunda. De entrada ya en el prólogo Juan coloca puntos más elevados
y marca la diferencia reconociendo la identidad de Jesús como Verbo del Padre y del
Hijo en la Trinidad. Jesús es la revelación del Padre y de la Trinidad.
A tal efecto, Jesús revela en la carne ese Dios a quien nadie había visto; por
eso el verbo de Dios se hizo carne y puso su morada entre nosotros (cf Jn. 1, 14) Por
otra parte, el texto joánico asevera otro título cristológico, el de Jesús como Hijo del
Hombre que hace referencia al aspecto escatológico pero cuyo carácter no es
apocalíptico sino que es presencial, es ya mismo. Enfatiza que el Hijo del hombre ha
descendido del cielo (Cf. Jn. 3,13; 6,38,42...) y que ya se presenta como juez, quien
salva a quien lo recibe en la fe. Por cuarto título en san Juan se tiene la particularidad
de presentar la identidad de Jesús tanto absoluta como pronominal en los discursos de
revelación. Allí se va hacer énfasis en que Jesús es Dios,
En cuanto a lo que se refiere a Jesús como pan de vida, “Yo soy el pan de
vida” (Jn. 6, 34) Juan revela en Jesús su identidad pronominal usando un signo
prefigurado ya en el antiguo testamento pero que aquí se puede comprender en dos
dimensiones de un mismo misterio, a saber, por un lado el pan como palabra, como
doctrina y revelación del Padre y el pan como Eucaristía propiamente dicho que va
tener su preámbulo en la multiplicación de los panes (Cf. Jn. 6, 1-13) Jesús se auto
revela como el pan pero un pan que no perece sino un pan que da la vida, verdadera, la
vida eterna. No por casualidad Jesús nació en Belén que en hebreo se traduce como
case del pan. Así Jesús se va a mostrar como el pan que da la vida, Él es alimento de
vida eterna.
En lo referente a “Yo soy la luz del mundo” (Jn. 8, 12) la luz tiene símbolo de bien
y de vida. En el antiguo testamento encuentra su prefiguración y contexto en la fiesta
de los tabernáculos, fiesta de la luz (Véase Lev. 23) fiesta de las tiendas. Dios se
muestra como luz que alumbra. También la luz tiene que ver con la creación (Gn 1)
Dios creador que ilumina y ordena el caos. De igual forma la Torah se concibe como
luz que guía e ilumina (Sal. 119, 105)
Jesús asume este signo y lo plenifica. Cristo se muestra como realidad plena de
la luz, Bien supremo quien despeja las tinieblas y los temores, Él hace ver lo bello y lcia
donde Él va, el templo definitivo, hacia el Padre. o bello de la vida, que trae la vida en sí
misma. Pero esta luz tiene como objeto iluminar a todos los confines del mundo, es luz
que da la vida, que trae la vida ya no como signo sino como verdad y realidad.
“Yo soy la puerta de las ovejas” (Jn. 10, 7-9) Aquí el atributo de puerta toma una
dimensión de camino pero en actitud caminante, es dirección y meta. Recuerda el paso
del río Jordán hacia la tierra prometida viniendo de Egipto (Cf Josué. 3). El río Jordán
es signo del bautismo, no quedarse viendo desde afuera, sino sumergirse y adentrarse
en el misterio. Cristo es la puerta angosta, es difícil pero también porque es
individualización, como pastor y puerta quiere contar a cada uno y uno por uno. Él es la
puerta del redil lo que significa el atrio del templo; Jesús saca de los atrios del antiguo
templo y lleva hacia donde Él va, el templo definitivo, el Padre. También Jesucristo es
puerta de los pastores, los que no pasan por Él son ladrones y salteadores. Para ser
pastor genuino del redil hay que pasar por Cristo.
Así pues, al pastor le importan las ovejas, el rebaño porque son suyas,
compradas a precio alto, a precio de sangre. Por eso el pastor da la vida por sus
ovejas, arriesga su vida por ellas, da la vida día a día; Él conoce a sus ovejas y las
ovejas reconocen su voz y le siguen, por eso Él va delante guiando y sus ovejas
caminan tras Él. Cristo asume de si el Buen Pastor del que habla David en el salmo 23,
“el Señor, Adonay, es mi pastor y nada me ha de faltar” y haciéndole de suyo lo lleva a
plenitud pues Él es el Pastor auténtico, verdadero que da la vida por sus ovejas como
siervo sufriente (Is. 53) y que da la vida por amor y por voluntad propia sin que nadie se
la quite. (Cf. Jn. 10, 14; 17).
Por lo que se refiere al “Yo soy el camino, la verdad y la vida” (Jn. 14, 4-6) Cristo
se presenta no sólo como meta sino sobremanera como camino , Cristo se ha hecho
amor a los hombres. camino, camino a Él por Él. Ello implica caminar con Él pero
detrás de Él, que Él como maestro y Señor sea quien vaya guiando como hace el buen
pastor con sus ovejas. Jesús va ser las respuestas a los cómos y por qué del hombre.
Por eso se muestra también como la Verdad, tanto como objeto de búsqueda más
profunda del ser humano tanto como contenido, pues en Él se cumple todo y es todo.
De igual forma por su manera de hablar, en lo que dice, Cristo habla con verdad, con la
verdad, Él mismo es la Verdad, la personificación de la Verdad, Verdad de Dios
encarnada, Verdad de Dios revelada por puro amor a los hombres. (Cf. Jn. 3, 16)
En cuanto a la vida, Cristo mismo dice que Él es la vida, el Logos del prologo de
san Juan es la vida, el Logos es vida. Esto significa que Él es la vida pero más aún, que
Él nos trae la vida. La vida en san Juan no es sólo la vida natural sino que es vida
eterna, vida plena- (Cf. Jn. 10, 10b). Esta vida eterna es el vivir de Dios, el vivir en Dios,
el existir en Dios. No se trata sólo de la resurrección futura sino de que en Cristo ya se
vaya pregustando la vida del Reino de los cielos en plenitud. Que se viva en la tierra la
vida eterna, eterna como cualidad de la vida, como estilo, vivir desde ahora, a pesar de
las dificultades, la vida en Dios y la vida de Dios, vida en abundancia.
El ultimo “Yo soy” pronominal revelado como identidad de Jesús en san Juan es
el “Yo soy la vid verdadera” contenido en Jn. 15, 1 – 5. En esta imagen - signo usado
por Cristo en el marco del discurso de despedida afirma que es la vid, pero la verdadera
vid. En Juan no aparece la Eucaristía pero prefigura la Eucaristía en el capítulo 15, el
fruto de la vid, que se encuentra en los Evangelios sinópticos con la referencia a la
Eucaristía propiamente dicha. Se halla una tipología en el antiguo testamento en el
capítulo 5 de Isaías como trasfondo bíblico. Israel aparece como una viña o una vid
frondosa.
Por otra parte, en el libro del cantar de los cantares también aparece esta imagen
de la viña con la que se garantiza el amor de los esposos. Algunos estudiosos afirman
que este signo usado por cristo hace referencia al árbol de la vida del Génesis 3. Aquí
la vid es la que da la vida, el árbol de la vida verdadera es Cristo; el árbol verdadero
que da la vida es Cristo. En las parábolas diversas y distintas veces Jesús hace
referencia a la viña, a la vid y los viñadores.
Al respecto, se halla así en todo el evangelio joánico una dimensión trinitaria que
recorre todo el camino del evangelio para mostrar el rostro de Dios revelado en Cristo,
el Logos encarnado, cuyos atributos del Yo soy, como identidad pronominal hacer
referencia a imágenes tipificadas en el antiguo testamento, en su mayoría, y a las
cuales Cristo les da la mayor plenitud porque Él es, es decir tiene la plenitud del ser y
como Dios tiene toda potencia y/o poder para obrar en consecuencia con la voluntad
del Padre que le ha enviado con quien mantiene la íntima comunión ya que son Uno
sólo.
En efecto, Cristo es pan de vida, luz del mundo, buen pastor, puerta del redil,
resurrección, camino, verdad, vida y vid verdadera. Nótese que el objeto del atributo
que aparece más veces es el término vida, tanto como objeto del atributo tanto como
atributo mismo, lo que va a decir y traducirse en que Cristo ha venido a traer la vida y
vida en abundancia, Él mismo es la vida, vida eterna, Él es el “Yo soy”, identificación
unitaria con el Dios Uno y Único. Él es el camino, Él es la verdad, Él es la vida.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS.
Auer, Johann. Jesucristo, hijo de Dios e hijo de maría. Editorial Herder, Barcelona,
1989.
Caba, José. Cristo, pan de vida. Biblioteca de autores cristianos. Madrid, 1993.
Sayes, José. A. Señor y Cristo, curso de cristología. Ediciones palabra. Madrid, 2005.
Schokel, Luis. A. La biblia de nuestro pueblo. Ediciones mensajero. Edición VIII. Bilbao,
2007.