Barricadas 1868
Barricadas 1868
Barricadas 1868
X I Y
'V
- A u r
X I * •
A°m
ft O TZ-T-d^Z.
EDICION ECONOMICA.
• U S B A R R I C A D A S D E C A D I Z .
CRÓNICA DETALLADA
D E L 0 S A C O N
TECIMIENTOS OCURR,DOS
EN DICHA CIUDAD,
p r
if ümmi
CADIZ.
' M P R E N T A DE A R J O
1869.
lo i/.- ® VlpIOKJíi
M P I W S »
t ¿ ,
m 0 ; ) / v 0 J 3<
a p O ^ v W 1 '
*• AHOlCr ** |
• 8 ^ 1 iü I f i M ^ '0 e i
. ' • • \ : £ •
* •
Íkí/O
-. '.
{r
' >• • .•
.A^OVHA 3 d
,4¿<>K1
^M WMm
i
INTRODUCCION.
.aoijJííh
oJao cdjiaca oiaTH
II.
GADITANOS:
Encargado del mando* en las difíciles cir-
cunstancias que atravesamos, cumplo el deber
de manifestaros mis propósitos. Conservar el
órden y la tranquilidad á todo trance, hacer
obedecer las órdenes del gobierno provisional,
né ahí mi deber y lo cumpliré.
Una sucesión de alarmas injustificadas, una
s é n e de hechos que no tienen mas explicación
plausible que la mala intención de unos pocos
la demencia de muchos y el fructífero trabajo
de la reacción, ha venido á crear un estado de
eosasque nos lleva á la disolución de la socie-
dad, y por lo tanto al despotismo. '
Mi misión es por convicción y por oblio-a-
cion salvar la libertad e n ' e l territorio de °mi
mando, y á pesar de los ilusos y alborotadores
de oncio, la salvaré.
El gobierno provisional, la nación entéra á
quien respondo de mis acto?, dictarán el fallo,
1
DE CADIZ. ]19
y á él me someto con limpia conciencia y co-
razón sereno, con la tranquilidad del hombre
honrado que cumple un penoso pero ineludible
deber. . ,...; jfr , r , ,-. ti « . .
Espero que no me sea preciso aplicar las me-
didas de rigor que acabo de dictar; inflexible
como juez severo, las llevaré á cabo, y los aman-
tes de la libertad bien entendida y los hombres
¡ robos de todos ios paitidos me harán justieia
dando la responsabilidad de los sucesos á los
que, seducidos por los enemigos de la libertad
contra la que conspiran á sabienda, provocan
la necesidad de apelar á recursos extremos.
Los pacíficos y honrados habitantes pueden
descansar en la seguridad de que sabré sostener
el derecho que tienen á vivir tranquilos.
Cádiz 5 de Diciembre de 1868.—El goberna-
dor militar, Joaquin de Peralta.
III.
«
26 LAS BARllICA D A S
¿Acaso la j u v e n t u d , menos esperta que no-
sotros, puede pensar con el tacto y la mesura
que reclaman situaciones difíciles y escepcio-
nales? r
Y por otra parte: ¿cuando ya en diferentes
épocas de libertad la patria ha puesto un
fusil en manos de sus hijos, la reacción al c a -
bo, con sus maquiavélicos manejos, con sus d e -
testables intrigas, no ha sabido sobreponerse
á los acontecimientos, arrebatando ese fusil al
entusiasta defensor de las libertades?
Como este ejemplo se ha operado impunemen-
t e en diferentes épocas, como la reacción nunca
se ha presentado desenmascarada, no puede
estrañarse que el pueblo de Cádiz y sus volun-
tarios de la libertad la viesen asomar victo-
riosa cubierta con la careta del bando del Señor
Peralta.
Aun pensando nosotros con el critério de la
esperiencia, también creimos verla internarse
en nuestras filas, tatuando al pueblo de Cádiz
como campo de su primera conquista.
Todos los hechos lo demostraban, y los acon-
tecimientos que se fueron sucediendo .paso á
paso y con una rapidez indescriptible, lo corro-
boraban mas y mas.
^ Porque mientras se publicaba el bando, y
mientras la Artillería, sopretesto de encami-
narse al Puerto de Santa Maria, paseaba las c a -
lles de la ciudad, algunos voluntarios de la li-
DE CADIZ . 27
IV.
V.
- « S I S T F Í S * - - — Í
P O R , A P A R T E
R
El propósito de] ejercito estaba visto
No era otro que el de destruir el edificio Avun~
ta,mentó, donde los voluntarios y el pueblo "
mado se hallaban parapetados/y de'sde d 0 n d ¡
tan certeramente hacian sus disparos, que no
pocas^ bajas causaban 4 los s o l d a d o s ' d T a ™
VI.
Carac
terizan al ^ o f s T T ^ - "
0 C h e a h é r 0 e e l m a s seDa1
do de 1 0S (Je
deoW, ' »"
T r P'trables acontecimientos que nar-
5 2 LA
S BARRICADAS
ramos.COD la imparcialidad debida
El Señor Salvochea, á la fecha do * 4.
8
cesos no era nna gran figura A j * " *
De caracter franco y ristiPfír»
\Ue fué el
Í0S Í C 0 D t e
dmiento, de C ^ " * '
con un arrojo 4 toda prue.
\
54 LAS BARRICADAS
VII.
VIII.
dos de su corazon.
El sol tendiendo sus primeros rayos no daba
la dulce entonación de ffeos mágicos colores que
e n t i n t a n el espácio, sin nubes que lo circun-
den. Y no obstante, el horizonte despejado y
sereno, los rayos del sol dorados siempre, pero
helados en la estación qué atravesamos, este
dia herían con sus abrasadores destellos.
Era que hasta el g i g a n t e planeta del dia se
agitaba esfervesciente y calenturiento á la v i s -
ta de un espectáculo aterrador que llenaba de
consternación, de luto, de ruina y de miserias,
al pueblo mas favorecido p > r l a s galas de la
naturaleza de cuantos tienen asiento en el e s -
pacioso vergel, rico de encantos y maravilla,
que se llama Andalucía.
Era que los rayos del a r r o g a n t e Febo, siem-
pre altaneros y penetrantes, siempre poderosos
para herir con su f u e g o é inundar con su f u l -
m i n a n t e luz el espacio contenían su vivificador
impulso á la vista de un cuadro t a n repugnan-
te, cuyas tintas de un carmín espumoso, l u -
chaban por pugnarle y contrariar su benéfico
impulso.
Porque cuando la tierra se estremece, los
elementos descompuestos secundan su estre-
mecimiento.
Porque cuando la ira de los hombres se des*-
enfrena, el rayo del cielo se desprende, la m a -
no de Dios reprobadora se deja sentir i m p e t u o -
DE CADIZ. 69
i
I 70 LAS BARRICADAS
la metralla y de las bayonetas realistas, c o n -
firmándose de una vez y á poco en Málaga, al
gemido del asesinado y al bramido del asesino-
¿Córno conoceríamos lo detestable del m a r t i -
rio sin ser martirizados? ¿Cómo condenaríamos
con nuestra odiosidad la monarquía, sin.cono-
cer á los monarcas?
Todas las ideas en teoría son muy buenas, si-
quiera se las presente por el hombre con los
fascinadores rasgos del sofisma. Pero como en
la práctica los hombres las hacen palpables, des-
córrese el ilusorio velo que las encubría y apa-
recen á nuestros ojos con el vivo colorido de
la verdad desnuda.
Los gaditanos hemos tenido ocasion de apre-
ciar, aunque por poco tiempo, desgraciadamen-
te, el benéfico influjo de la idea republicana
llevado á la práctica en un momento decisivo
de la mas terrible crisis.
El sistema republicano se apoya mas que
en ninguna base en la honrada sensatez de ese
pueblo que la monarquía siempre desprecia y
tiraniza, y como el pueblo español es nt>ble,
honrado y sensato á la vez, se basta por sí solo
para gobernarse, sin otra presión que su m i s -
ma honradez, su misma cordura y sus h u m a -
nitarios instintos.
Cádiz e n t r e g a d o á sí mismo, gobernado por
si mismo, siu mas dique que sus propios i n s -
tintos, sin otro apoyo que el suyo propio, sin
1
DE CADIZ. ]83
otra autoridad mas que su soberanía, sin otra
barrera mas que su sensatez, su cordura, su
honradez y sus generosos sentimientos ha rea-
lizado, con gran admiración del país entero, de
la Europa, del mundo, el sistema republicano.
¡Fatal ejemplo para los que combaten este
sistema, fundados en la falta de educación que
atribuyen á las masas populares!
Cádiz al amanecer del dia 6 de Diciem-
bre, despues de entregado a sf mismo durante
una mortal agonía, en medio del desconcierto á
que una lucha fratricida le condenaba, conser-
vaba sin embargo ilesa toda su sensatez, toda
su honra, toda su generosidad.
No tenia autoridades, porque estas sin duda
poco conformes en la defensa de sus intereses,
le habia abandonado: impopulares hasta lo su'
mo, como emanadas de un poder, que solo era
poder por su autoridad propia, que no por la
autoridad legítima del pueblo, comprendía su
ridículo, el ridículo la hacia cobarde, y, rubori-
zad??, se escondía de la vista cíe los honrados ga-
ditanos, que no hubieran tenido par^ ella mas
que el sarcástico desden que se tributa siempre
d lo que para nada sirve; á lo que nada es, por-
que nada debe ser.
Faltaba á Cádiz esa plaga de polizontes,
llamados malamente agentes de seguridad, por-
que por punto general lo único que aseguran
es el háber que perciben mensual y que sale
I 72 LAS BARRICADAS
i
1
DE CADIZ.
]89
X.
XI.
XII.
XIII.
Híi! 4v . í^Jjiíyf)
XIV
XV.
llr O'Otria Ir
XVI.
g CD9 • • i r ¿riaít rn
la tormenta en calma.
La alegría, siquiera fuese efímera y pasage
ra, se habia infiltrado en todos los corazones.
Solo lloraban las madres que habian perdi
sus hijos: los hijos que habian perdido á s
padres, la esposa que habia perdido á su espo
so; todos los que en fin, echaban de menos á
su lado algún objeto querido, víctima del d e -
sastrozo drama ocurrido en los tres dias memo-
rables.
Todavía esta mañana tuvimos que lamen-
tar algunas desgracias.
Una inocente joven fué inmolada en la calle
del Hércules al rigor de un proyectil enemigo.
Apenas la desgraciada contaba diez y seis años,
cuando impunemente é indefensa el plomo de
la g u e r r a le arrebatara la vida.
La voz general circulaba por todas partes,
en todos los sitios la tranquilizadora especie
de que entre las partes beligerantes, y por la
mediación de los Cónsules, se contratabaun a r -
misticio, con seguridad probable de un lisonge-
ro resultado.
El vecindario en masa se lanzó a las calles,
ávido de noticias, no t a n t o del pasado, como
para el porvenir.
En medio de esta natural alegría, el aspec-
to de.la ciudad era horrible. Su estado deplo-
rable.
Veamos.
DE CADIZ, J149
jQué panorama!
Los que tenemos la g a l a , que tal debe l l a -
marse y ahora mas que nunca, de haber visto
la primera luz en esta ciudad, hoy t a n m a l -
tratada, al llegar á la plaza aotes nombrada, iro
podíamos por menos, al contemplarla, que dejar
rodar por nuestras mejillas una lágrima de
tristeza y desconsuelo.
Quien conozca la alegría de este precioso s i -
tio, siempre animado por la m u l t i t u d que de
continuo se a g r u p a en estos lugares, siempre
risueño, por el risueño aspecto que le imprimen
sus blanqueados edificios de una elevación g i -
g a n t e y le contemplara en este dia, no podría
por menos de retroceder espantado de terror y
conmovido de sentimiento, al observar el aso-
lador estado en que todo se hallaba.
Charcos de sangre por doquier.
Una atmósfera fétida, espesa, condensada por
los humeantes despojos de los efectos combus-
tibles que a n t e s sirvieran de barricada al e j é r -
cito.
Fétida y r e p u g n a n t e , porque á j u z g a r por
los efectos que producía en nuestro olfato, por la
calentura que f a t i g a b a nuestra imaginación,
entre aquellos restos que ardían sin piedad, y
de cuyo alrededor retrocedían aterrados todos
los transeúntes, parecíanos ver arder los d e s -
pojos de a l g ú n humano cuerpo sacrificado al ri-
gor de las llamas para ocultarlo mas l i g e r a m e u -
DE CADIZ. ] JG
te á la vista del espectador: parecíanos percibir
el nauseabundo hedor de la carne quemada, de
los huesos caldeados: parecíanos en nuestra ilu-
soria óptica ver un monton de cadáveres consu-
midos por las llamas.
Los árboles que adornáran la mayor parte de
la alegre plaza, habian sido talados por los pro-
yectiles del combate, y yacían tendidos en tier-
ra, como mudos testigos de las horrorosas esce-
nas que pocas horas antes habian tenido lugar
en aquel sitio.
Las fachadas de todas las easas se encontra-
ban agujereadas en forma virolenta: todos los
cristales de'los balcones y ventanas rotos.
Los puestos del pequeño mercado que cir-
cundan la renombrada plaza, arruinados y des-
truidos.
Todas las paredes, antes blancas y relucien-
tes cual el alabastro, ahora ennegrecidas por el
humo salitrozode la pólvora quemada.
Nada sin embargo era comparable al esta-
do en que se hallaba el precioso edificio que cons-
tituye el llamado Ayuntamiento, la Casa del
pueblo, donde principalmente se habia ensañado
la cólera de las fuerzas militares, como pun-
to mejor y mas fuertemente defendido por los
voluntarios de la libertad.
La fachada conservaba su forma, pero ha-
bia perdido su aspecto. Cada espacio era la
hendidura de una bala. De trecho en trecho,
152 LAS BARRICADAS
20
I 134 LAS BARRICADAS
XVII.
XVIII.
N ú m e r o de b a r r i c a d a s y c a l l e s e n que s e
encontraban.
1 Calle de Santo Domingo.
4 « Botica.
1 « Mirador.
2 « Público.
DE CADIZ, J63
1 Calle de la Higuera.
4 « Sopranis.
5 « San Marcos.
5 « Merced.
2 « Calle de San Juan de Dios.
3 « Plaza de id. id. (Una del ejército, des-
truida.)
3 « Espaldas del Ayuntamiento. '
2 « Calle del Sagrario.
1 « Salazar.
2 « Flamencos.
1 « Alonso el Sábio.
8 « San Francisco y laterales.
1 « Flores.
1 « Cristóbal Colon.
5 « Rosario y plaza de San Agustiu.
4 « Marina.
1 « Puerto.
1 « Norte.
I « Gamonales.
1 « Ahumada.
1 « Isabel la Católica.
1 « Calvario.
2 « Linares.
1 « San Juan.
1 « Escuelas.
3 « Puerto Chico.
2 « Garaicoechea.
3 « Compañía.
2 « Empedrador.
164 LAS BARRICADAS
XIX.
*
I 172 LAS BARRICADAS
defensa.»—Epoca.
«¡Imponer á tiros una forma dada de go-
bierno cuando están espéditos todos los caminos
para hacerla triunfar, si es la mejor, por medio
de la opinion pública! Esto no se ha visto en
ningún país del inundo. Semejante espectá-
culo no le dió la Grecia en sus épocas mas tur-
bulentas, ni le dieron las repúblicas italianas
de la Edad Media, ni le dieron los concejos re-
publicanos de la Flaudes, ni le ha dado ningún
país democrático en el último ni en el presen-
te siglo. ¡Oh, qué demencia! ¡Oh, qué ingra-
titud! ¡Oh, qué dias de gloria para la reacción
y qué dias de luto para la libertad! Somos
republicanos: pero si habíais de proporcionar-
nos así vuestra república, nos saldríamos de
ella mas apresuradamente que de un estado so-
metido á la tiranía de un Nabis, de un Olive-
roto de Fermo, de un Rosas ó de un emperador
Soulouque.»—Pucllo.
«Criticábase anoche que el Gobierno provi-
sional hubiese accedido á las proposiciones de
armisticio en Cádiz, y á la verdad que quienes
esto sostienen, desconocen por completo las
costumbres y las reglas del derecho público
europeo.
«Sensible es, en efecto, que se deje descan-
sar cuarenta y ocho horas á unos insurrectos
que no merecen consideración alguna; pero no
es posible otra cosa sise ha de guardar para
184
LAS BARRICADAS
con las naciones estranjeras las deferencias y
justicia que en caso análogo hubiéramos d e -
mandado para nosotros. Hoy por hoy, es nece-
sario para batir á los insurrectos, caso de que
estos no ceseD en su demanda, como anoche se
indicaba, ejecutar operaciones en g r a n d e esca-
la, y estas podrían producir en súbditos e s t r a n -
jeros ó en sus intereses, perjuicios que no es
equitativo tanto los r e p e -
timos, ha Smu mcuma nucida y plenamente
justificada la concesion de un armisticio, que
no supone ni debilidad ni falta de medios para
hacer t r i u n f a r la causa de la libertad, que hoy
es la del Gobierno provisional.»—Reforma.
«Allí se sospecha y aun casi se tiene por
cosa cierta que manda uno de los generales de
aquella desatentada ex-reina que llamó al país
á la guerra civil antes que humillarse ante la
sentencia providencial á que su pueblo la con-
denara. Aprovechándose de la ligereza de al-
gunos republicanos, y habiendo distraído la
guarnición con motines provocados en la pro-
vincia, cuando ésta habia quedado reducida á
m u y escaso número de hombres, la lanzó á la
insurrección, tenieudo por auxiliares á un e x -
jefe de la guardia rural, pariente del duque de
Valencia.» —Nación.
«Al frente de ésta se halla un tal Junco,
sastre de profesion, ayer progresista, hoy re-
publicano, que ha dado la voz de viva la r e p ú -
i
DE CADIZ. ]75
blicay hécbose proclamar presidente de ella.
En una proclama que circula en Cádiz se dice
que Pierrad, Orense y Castelar son unos pobres
hombres, transigentes, débiles é incapaces de
ponerse al frente de la república-federal-ibérica
y que por eso se ha aclamado para la presiden-
cia al ciudadano Junco.»—Política.
«No es ya un secreto para nadie que los re-
voltosos de Andalucía han sido pagados por
uno de los principales banqueros de Bayona á
favor del cual las gentes del pabellón Roh'an
habían librado gruesas sumas. Tampoco se
ignora que militares afectos á la situación cai-
Ua, apoyándose en el elemento republicano, han
preparado el movimiento de los perturbadores,
organizándolos v distribuyéndolos en diversos
puntos, con instrucciones detalladas y preci-
• sus.»—Diario Español.
«Los elementos Borbónicos que existían en
Cádiz y que el Gobierno ha dejado intactos
algunas fuerzas procedentes del ejército de No-
valiches y otras destinadas á Ultramar envuel-
tas en la conspiración Isabelina, creyeron favo-
rable esta circunstancia y se lanzaron á la pe-
lea tratando de arrastrar al partido republi-
cano, gritando en los primeros momentos vi-
va la república. El partido republicano, sin em-
bargo, sorprendido por tan inesperado suceso
y comprendiendo el lazo que se le tendía, lo ha
evitado permaneciendo tranquilo, aparte de la
I 176 LAS BARRICADAS
n a t u r a l alarma que hechos de este género pro-
ducen siempre. Los Isabelinos, al ver frustra-
do sus planes, se han decidido á arrojar la m á s -
cara y á enarbolar su propia bandera.»—Dis-
cusión.
«Hoy podemos dar mas detalles acerca de
los acontecimientos de Cádiz y el Puerto:
«Parece ser que hace ya muchos dias se r o -
t a b a n en Cádiz y en Sevilla algunos personajes
poco ó nada conocidos, pero que manejaban di-
nero: notábase también mucha moneda france-
sa y que los expresados forasteros se mezcla-
ban entre los trabajadores, y al par que les h a -
blaban de república federal, les hacían algunas
esplicacioues eminentemente socialistas: no se
habia hecho caso de esto, pero al saberse lo
ocurrido en Cádiz y en el Puerto, cuando el par-
tido republicano en masa y sus hombres i m -
portantes, así de Madrid como de las provin-
cias, se han esforzado por predicar y sostener
el órden convencidos de que sin él no hay l i -
bertad posible, se ha comprendido que el mo-
vimiento no es republicano, sino reaccionario
de Cárlos ó de Isabel.
«Corroboran este aserto, según nos dicen por
una parte, el que los que conozcan al pueblo de
Cádiz, m u y liberal, sí, pero también m u y i l u s -
trado y sensato, no promovería hoy dificulta-
des al Gobierno que habian de convertirse en
daño del partido avanzado; por otra, que el es-
DE CADIZ. 177
caso número de personas que en Cádiz tomarían
las armas y la falta de .dirección que por p u n -
to general se notan siempre en los movimientos
populares, no puede acordarse con la tenaz d e -
fensa que viene haciéndose en Cádiz; añade, en
fin, que pronto se sabrá quien es la persona que
dirige el movimiento, así como su bandera, que
no es republicana, por mas que se hayan dado
algunos gritos á la república.
«Por esto los republicanos de Sevilla y los de
toda España se aprestan á auxiliar al Gobierno
y a las autoridades para que sofoquen el movi-
miento retrógrado, que se ha iniciado por gen-
tes que ni son gaditanos ni merecen el nombre
de españoles.»— Impartial.
Como la verdad de lo ocurrido es cuanto lle-
vamos consignado en esta reseña, escusamos
toda clase de comentarios respecto á las a n t e -
riores versiones.
20
I 178 LAS BARRICADAS
x i
GLORIA A CADIZ.
GADITANOS:
«Sois dignos de ser libres!
«La lucha que habéis sostenido d u r a n t e mas
de sesenta horas, lo ha demostrado de una m a -
nera harto elocuente.
«Esa lucha h a cesado, por mediación de los
cónsules extranjeros; pero estáis dispuestos á
renovarla con el mismo ardor, si los hombres
que han tenido la c u l p a de que se vierta s a n g r e
inocente, no acaban de comprender de que Cá-
diz está dispuesto A TODO antes de rendirse.
«Nosotros hemos predicado la fraternidad y
la union entre el ejército y el pueblo: nosotros
estamos encausados de órden del Sr. Goberna-
dor militar por esta causa: el ejército no h a
querido oír la voz d e s ú s hermanos: pues bien;
nosotros no seremos los responsables de lo que
suceda!
«Gaditanos:
«Si el fuego vuelve á romperse, si las n e g o -
ciaciones son inútiles, es necesario concluir la
%
obra que con tanto heroísmo habéis principiado.
DE CADIZ. ] JG
XXI.
XXII.
í i •
FIN.
JUUM* f J
ii
— S Ki K s
- At<J
- C A D
I
jfcji-
*