Familia
Familia
Familia
DE LA FAMILIA
José Luis Martorell Ypiéns
LOS JUEGOS
DE LA FAMILIA
¿Qué Nos Pasa Una y Otra Vez?
Editorial Jeder
[ jeder: uno cualquiera ]
Sevilla – España
© Autor: José Luis Martorell Ypiéns
© De esta edición: Editorial Jeder
Escribí este libro en 1983, cuando tenía 28 años. Recuerdo con toda
claridad la alegría cuando José Antonio Ríos, mi maestro y mentor en tantas
cosas, me propuso escribirlo para la editorial que él asesoraba. Acepté, claro,
sin la menor duda, con toda la desfachatez de un tipo joven con más
autoestima que sentido común. Me apliqué con toda seriedad a la tarea y
publiqué este libro. Ahora, Agustín Devós, otro de esos seres humanos
estupendos con los que la fortuna me ha premiado encontrándomelos en la
vida, me ha propuesto su reedición. Y he vuelto a aceptar, con toda la
desfachatez de un tipo algo menos joven.
Visto con la perspectiva de todos estos años, y leído con la vista puesta en
su posible reedición, me ha parecido que seguía siendo válido como una
introducción a la teoría de los Juegos Psicológicos del Análisis
Transaccional, desarrollado por Eric Berne. Tiene, quizás, el mérito de ser
breve y presenta los conceptos de un modo bastante ajustado a la teoría
original de Berne. No podía ser de otro modo porque poco podía añadir yo a
esa edad. De vez en cuando, en el texto, aludo a mi “experiencia clínica”, no
era muy larga, la verdad, pero ustedes me perdonaran esas concesiones a mi
ego juvenil.
Siempre se tiene la tentación de reescribir lo que uno escribió hace
tiempo, pero solo lo he hecho donde me ha parecido imprescindible. Para
empezar, he sustituido algunos “es así” por “puede que sea así”. La
experiencia, que ahora sí la tengo (y más kilos y menos pelo) me ha hecho
más prudente en lo que se refiere a la psicoterapia, mi profesión.
Donde sí he añadido algunos párrafos es en los temas que tocan al
machismo y sexismo de nuestra sociedad. Aunque, hasta donde yo sé, Berne
fue un adelantado en el uso no sexista del lenguaje –en sus textos avisa de
que utilizará el pronombre she (ella) para hablar de los pacientes en general y
he (él) sólo cuando el hecho de ser hombre sea relevante para lo que se dice-,
escribió su obra en los años sesenta del pasado siglo y eso se nota en que,
aunque lo que él hace es describir, no queda suficientemente enmarcado, en
mi opinión, en la influencia aplastante de una sociedad patriarcal. No fui
consciente de ello cuando escribí el libro, pero ahora sí lo soy. Hay que tener
en cuenta que el ámbito de este texto es la familia, uno de los lugares, si no el
que más, donde el patriarcado ejerce con más potencia, y violencia, su fuerza.
Allí donde lo he visto lo he señalado.
Igualmente, como tributo a la época, y sin excusar mi ceguera personal,
los ejemplos y descripciones del texto original se refieren a la familia
formada por una pareja heterosexual, sin que aparezcan otros tipos de familia
como la monoparental o la formada por una pareja homosexual. Aunque en
algún punto del texto he añadido algún comentario al respecto, señalo aquí
que la teoría de los Juegos es aplicable a cualquier tipo de familia (y por
extensión de agrupación humana) dado que los Juegos son modos
profundamente arraigados en el psiquismo de afrontar (con malos resultados,
como se verá) conflictos tanto intrapsíquicos como interpersonales, más allá
de la orientación sexual o del tipo de familia elegido. Agradezco a mi hija y
colega Paula Martorell sus comentarios, que han incrementado mi conciencia
sobre estas cuestiones.
El tema de los Juegos ha sido uno de mis principales intereses teóricos y
profesionales. Después de este libro seguí escribiendo sobre ellos, y mi tesis
doctoral versó también sobre los Juegos. Me parece una idea veraz y potente
y, a mí al menos, me ha dado muchas claves sobre mi vida personal y, desde
luego ha sido un instrumento primordial en mi trabajo como terapeuta. Si esta
reedición logra que este tema siga despertando interés me sentiré
verdaderamente satisfecho.
En la primera edición agradecía a Val Garfield, una fantástica analista
transaccional, el modo en que me enseñó la teoría de los Juegos:
mostrándome mis propios Juegos. También agradecía a mi hermano, Carlos
Martorell, su labor con los diagramas y gráficos. Para esta edición ha
realizado la portada con su habitual talento y buena disposición, gracias de
nuevo. También en la primera edición agradecía a María Eugenia Zeijen su
paciente labor de mecanografía. Y de nuevo, expresar mi gratitud a Agustín
Devós, alma de la magnífica Editorial Jeder, quien es el artífice de que tengan
ahora este libro en sus manos.
Al comienzo de esta introducción he señalado que José Antonio Ríos fue
quien me invitó a escribir este libro. José Antonio ya no está entre nosotros y
he querido dedicar este libro a su memoria. Verle trabajar como terapeuta fue
para mí una experiencia fundacional. Para mí es sin duda el terapeuta. Su
escucha, la finura de sus interpretaciones y, sobre todo, el afecto y el respeto
con que se dirigía a los miembros de las familias que trataba son para mí un
modelo a seguir. Además, me honró con su amistad que ahora continúa con
su mujer, Pilar, con su hijo, compañero y amigo Marcos y con su nieto
Samuel con quien he interpretado el éxito mundial Panama papers blues.
Sí, cada palabra postula el universo. O de un modo más preciso: cada una
de mis palabras postula mi universo, mi manera de percibirlo, de sentirme
feliz o desgraciado en él. Lo mismo sucede con nuestras acciones y nuestro
modo de relacionarnos con los demás: el más pequeño segmento de ellas
tiene un sentido, un por qué, y está expresando mucho de nosotros mismos.
Por todo ello, es en la vida cotidiana, en lo que se hace y dice un día tras
otro, en esos momentos aparentemente no muy relevantes, donde podemos
buscar explicaciones y aplicar soluciones para todo aquello que nos ayuda o
nos impide alcanzar una situación de bienestar.
En las relaciones familiares, tema central del presente estudio,
aplicaremos este mismo criterio: será el análisis de la convivencia cotidiana
familiar lo que nos permita explicar e intentar solucionar las crisis que en un
momento determinado surgen en una familia y que afectan a la propia
convivencia en general, al desarrollo de los hijos y a la estabilidad y
realización de la pareja.
Para ello comenzaremos por ver cómo son esas personas que han formado
una familia o que han nacido en su seno. Cómo es su personalidad, cómo se
comunican, qué se dicen, por qué se dicen lo que se dicen, qué quieren unos
de otros, para así poder llegar al punto focal en nuestra visión de las
relaciones familiares: un cierto tipo de relaciones repetitivas, que suceden una
y otra vez de manera similar, que provocan el malestar en las personas, y que
socavan la convivencia familiar e impiden el total desarrollo y realización de
las personas que forman la familia.
A este tipo de situaciones se las denomina juegos psicológicos. El grueso
del texto estará dedicado a aclarar el significado, la importancia, y las vías de
solución para los juegos, especialmente de los jugados en la familia. Sin
embargo, el lector notará enseguida que los modos de relación que aquí se
describen sobrepasan el ámbito de la familia y se encuentran en cualquier
campo de relación entre personas, lo que dará idea de su profunda
implantación, bajo las condiciones que se describirán, en nuestra
convivencia.
La teoría y análisis de los juegos psicológicos forma parte muy relevante
del cuerpo teórico del Análisis Transaccional (AT), cuyo desarrollo debemos
a Eric Berne. Una de las ideas centrales que han guiado el desarrollo del AT
es la de dotarlo de un lenguaje directo y unos razonamientos claros. La
pretensión última es poner al servicio de las personas un modelo de
interpretación de la realidad psicológica que, sin perder exactitud, esté al
alcance de una persona con una inteligencia normal y una cierta preparación
cultural, ofreciéndole métodos y pautas de cambio que colaboren en la
consecución de su bienestar personal.
Si este libro lo logra en alguna medida, nuestro objetivo se habrá
cumplido.
PRIMERA PARTE
LAS PERSONAS
DE LA FAMILIA
1. CÓMO SOMOS LAS PERSONAS
La intuición primera de Eric Berne fue que cada cosa que hacíamos,
decíamos, pensábamos o sentíamos las personas podía ser clasificada en una
de las tres categorías anteriores.
Basándose en observaciones similares a la que hemos descrito, articuló su
teoría de la estructura de la personalidad, que la investigación posterior ha
confirmado y que de un modo relativamente fácil podemos observar en
nosotros mismos: la existencia de tres estados del Yo en cada persona,
entendiendo por estado del Yo un sistema de emociones al que van unidos
unos patrones de comportamiento.
Estos tres estados del Yo reciben el nombre de Adulto, Padre y Niño (fig.
1a). Se escribirán con mayúscula siempre que se refieran a estados del Yo, y
con minúscula —padre, adulto y niño— cuando nos ocupemos de personas
reales.[1] Pasemos ahora a analizar cada uno de los estados del Yo.
FIGURA 1a
Representación gráfica de la estructura
de la personalidad
EL ESTADO DEL YO PADRE
Todas las pautas, patrones, ideas, modos de reaccionar, juicios, etcétera,
que la persona grabó de sus padres o sus sustitutos durante su infancia,
igualmente que de todas aquellas personas que fueron importantes cuando él
era pequeño. Cuando la persona responde a una situación con alguna de esas
grabaciones está en su estado del Yo Padre.
Este Padre interno es quien nos dice lo que se debe hacer; puesto que
estas grabaciones se incorporan durante los ocho o nueve primeros años de
vida, en una etapa en la que la persona depende totalmente de sus padres y
aún no tiene los suficientes elementos para valorar los hechos que percibe,
éstos son grabados como verdades absolutas dispuestas para ser aplicadas en
toda situación.
Las normas culturales, sociales, morales y, en definitiva, los valores no
sometidos a análisis pertenecen al estado del Yo Padre, pero no de un modo
abstracto, sino muy concreto, referido a personas reales (las figuras
parentales), tiempos reales y sentimientos reales, es decir, que han sido
grabadas por la influencia de unas personas concretas, en un tiempo concreto
y asociadas a unos sentimientos determinados. Y como cada persona ha
tenido padres diferentes que actuaban, hablaban y sentían de modo diferente,
el Padre de cada uno de nosotros es único (incluso en el caso de los hermanos
por sus diferentes edades, cualidades y posición en la familia, reciben
influencias parentales diferentes que conforman Padres distintos).
El Padre es fundamental para la supervivencia, primero y de modo
evidente durante la infancia, cuando no somos capaces de valorar
correctamente la situación a nuestro alrededor. Cuando el niño cumple la
orden de la madre «no cruces la calle sin mirar», lo hace porque necesita y
pretende la aceptación de la madre y no porque evalúe el peligro real, pero,
de paso, es posible que salve la vida. Años más tarde, cuando la persona ya
sea capaz de evaluar el peligro, la grabación seguirá siendo útil, pues
convertirá en automático un acto que de otro modo requeriría una mayor
cantidad de energía.
Pero igualmente el Padre puede contener patrones o ideas inadecuadas,
que no favorecen el desarrollo de la persona. Si los padres, por ejemplo,
desprecian y desvalorizan las primeras expresiones de alegría o ellos mismos
no se muestran alegres, el niño es muy posible que grabe en su Padre un «no
está bien divertirse» que quedará dispuesto a activarse durante el resto de su
vida y convertirle, tal vez, en una persona triste.
Un mecanismo muy frecuente de transmisión de patrones de
comportamientos inadecuados, es el que ejemplifica la siguiente historia.
Juan, un joven recién casado, se dispone a fumar una pipa. Pone sobre la mesa el
bote de tabaco con la mano izquierda; una vez abierto coge la pipa con la misma
mano, la introduce en el bote y con el dedo pulgar llena de tabaco la cazoleta; se la
lleva a la boca y mientras la sujeta con los dientes, toma una cerilla, también con la
mano izquierda, la prende en la suela del zapato y enciende la pipa. La esposa, que ha
asistido a toda la operación con una sonrisa, le pregunta: «¿No sería más fácil utilizar
las dos manos?». Juan, sin mirarla, responde: «La pipa se enciende así». «¿Pero por
qué?», pregunta ella, incauta. Juan eleva un poco el tono de la voz: “¡Porque sí! Los
buenos fumadores de pipa la encienden así. Ya desde pequeño lo aprendí de mi
padre”. La mujer opta por callarse. Unos días después van a comer a casa de los
padres de Juan; después de comer el padre y el hijo encienden sus pipas utilizando
sólo la mano izquierda. La mujer pregunta al padre de Juan que por qué enciende así
la pipa. El padre de Juan repite los mismos argumentos que su hijo: «En la época en
que mi padre fumaba en pipa lo aprendí de él».
Pasado un tiempo toda la familia se reúne. El abuelo, retirado forzoso del tabaco,
aprovechando la ocasión, obtiene el permiso de fumarse una pipa «para recordar la
juventud». Ante el asombro de hijo y nieto (y secreto regocijo de la esposa de Juan)
utiliza las dos manos para encenderla.
«Pero, abuelo, si fuiste tú quien me enseñaste a encenderla con la mano
izquierda», dice el padre. El abuelo les mira extrañado, como tratando de hacer
memoria; al fin, sonríe y dice: «No, hombre, no. Lo que pasaba es que en aquella
época era cuando tenía tantos dolores en el brazo derecho y lo utilizaba lo menos
posible. Pero ahora ya no me duele y lo utilizo».
CONDUCTAS
ESTADOS
FUNCIONES POSITIVAS (+) Y
DEL YO
NEGATIVAS (—)
(+) Firme, Justo, Pone
límites.
Ordena situaciones.
CRÍTICO
(—) Autoritario, Prejuicioso.
Despectivo, «Está en
PADRE
posesión de la verdad».
(+) Da ayuda y confianza.
«Está siempre ahí».
PROTECTOR
(—) Sobreprotege. Impide la
autonomía
DATOS (+) Se responsabiliza, actúa
EXTERNOS objetivamente.
ADULTO Toma decisiones autónomas.
E
INTERNOS (—) Frío. Calculador.
(+) Sabe expresar sus
sentimientos.
NATURAL Disfruta, es creativo.
(—) Egoísta, Cruel.
Manipulador.
(+) Sociable, Dúctil.
Apaciguador.
ADAPTADO
NIÑO
SUMISO (—) Miedoso,
Autodesvalorizado.
Se deja pisar.
(+) Rechaza las
imposiciones.
ADAPTADO
No deja que le atropellen.
REBELDE
(—) Se opone por sistema.
Vengativo, Agresivo.
ESQUEMA 1
EL ESTADO DEL YO ADULTO
Cuando una persona actúa atendiendo a los datos objetivos de la realidad,
evaluando pros y contras, y previendo consecuencias, está actuando con su
Adulto. El conductor señor C., cuando calcula para ajustar la velocidad del
autobús al horario asignado, está en su Adulto.
FIGURA 1b
El conductor Sr. C.
FIGURA 2a
Representación gráfica
de una contaminación del Adulto por el Padre.
En este caso ideal (lo habitual es que todos tengamos en mayor o menor
medida contaminaciones, de ahí la importancia de la utilización del Adulto)
el Adulto se ve libre para dirigir sus energías al exterior y la persona obtiene
una sensación de seguridad en sus acciones.
En resumen, todas las personas tenemos un Padre, un Adulto, un Niño. La
expresión de estos tres estados, las funciones que con ellos realizamos:
básicamente, la crítica y la protección con el Padre; la captación objetiva de
la realidad con el Adulto; y la expresión natural y libre, junto a la sumisión y
rebeldía con el Niño, pueden ser realizados de modo apropiado o
inapropiado.
Es decir, es lo adecuado o inadecuado de la utilización de los contenidos
de los tres estados lo que nos dará el criterio para cambiar o no. Tanto el
Padre, como el Adulto, como el Niño son necesarios para la supervivencia,
seguridad y felicidad de la persona, y, como decía un participante de un
grupo de terapia, «los tres tienen derecho a salir a pastar de vez en cuando».
2. CÓMO NOS COMUNICAMOS
LAS PERSONAS
FIGURA 5a
Transacción cruzada.
Sr. Peavey: «¿Hay café hecho?».
Sra. Peavey: «¡Voy todo el día de aquí para allá y no tengo tiempo para
nada!».
Ejemplo 2: La señora Framus dice a
su marido: «Habría que comprar zapatos a los chicos» (Adulto-Adulto). El
marido responde: «¿Crees acaso que fabrico el dinero?» (Padre-Niño) Fig.
5b.
FIGURA 5b
Transacción cruzada.
Sra. Framus: «Habrá que comprar zapatos a los chicos».
Sr. Framus: «¿Crees acaso que fabrico el dinero?».
FIGURA 6a
A: «¡Rojo asqueroso!».
B: «¡Fascista inmundo!».
FIGURA 6b
A: «Vamos a echar una partidita».
B: «¡Sólo piensas en divertirte!»
FIGURA 6c
A: «Mamá, hoy no quiero ir al colegio».
B: «¿Qué piensas que pasaría si yo no quisiera
ir a la compra?».
FIGURA 6d
A: «¿Qué se puede hacer con alguien como tú?».
B: «Tal vez, sentarse y hablar».
Son estas transacciones que tienen lugar a dos niveles: uno externo,
socialmente más aceptable, y otro interno, oculto, que es el verdadero
mensaje. Son de uso corriente en la publicidad, pero también suceden con
frecuencia en nuestras relaciones habituales.
Ejemplo 1: La señora Gretsch, viendo la televisión con su marido, dice
con tono levemente apesadumbrado: «Estas películas suecas son difíciles de
entender». El marido, secamente, responde: «Sí, no son para todo el mundo».
Aparentemente hay una transacción complementaria Adulto-Adulto, pero los
mensajes auténticos son «Qué tonta soy, no la entiendo» - «Sí, eres bastante
tonta», como se diagrama en la Figura 7a.
FIGURA 7a
Transacción ulterior
Sra. Gretsch: «Estas películas suecas son difíciles de entender. (Qué tonta
soy, no la entiendo)».
Marido: «Sí, no son para todo el mundo. (Sí que eres tonta)».
ADULTO ADULTO
NIÑO NATURAL NIÑO NATURAL
PADRE CRÍTICO
PADRE PROTECTOR
NIÑO SUMISO PADRE PROTECTOR
PADRE CRÍTICO
NIÑO SUMISO
NIÑO REBELDE PADRE CRÍTICO
NIÑO REBELDE
(1) La primera respuesta que figura en cada
apartado es, además de la más probable en
términos generales de obtener, la intención, es
decir, la respuesta que pretende, de un modo
consciente o no, el emisor.
3. PARA QUÉ NOS COMUNICAMOS
CARICIAS
NEGATIVAS
Retiro. No hay relación con otros (no hay transacciones), la persona está
aislada, retirada. Puede estar perdida en sus pensamientos, fantasías o
ilusiones. Leyendo, escuchando música, etc. La persona no recibe caricias del
exterior, aunque puede darse autocaricias, pero éstas no son suficientes como
única fuente de reconocimiento.
Rituales. Son cadenas de transacciones sencillas, altamente predecibles
porque responden a patrones culturales. Son los saludos, las conversaciones
intrascendentes, la relación que se da dentro de celebraciones preestablecidas,
como las religiosas, etc.
Aunque son bastante similares dentro de una cultura, cada familia o grupo
suele tener sus propias variantes. En los rituales ya hay un intercambio de
caricias, aunque son de baja intensidad. Sin embargo, hay culturas donde los
rituales proporcionan un número de caricias mayor y de más intensidad que
en la nuestra. Veamos un ejemplo resumiendo libremente un diálogo que
sucede en Pekín, tomada de El último Mandarín de S. Becker:
—¿El señor Burnham, por fortuna?
—Sí, soy Burnham.
—Bienvenido, yo soy Yen.
—Su fama le ha precedido. ¿Su estimado nombre es el Yen de las nueve
divisiones?
—No. Mi indigno nombre es el Yen de los dos fuegos.
—¡Ah! El Yen de la feroz incandescencia.
—¡Éste sí que es un placer!
Cada vez que mi marido y yo decidimos ir al cine pasa lo mismo. Él dice que le
da igual la película, que yo estaré más enterada de lo que ponen, que sólo es por
distraerse un rato; en fin, que acabo yo eligiendo la película. Vamos a verla y cuando
salimos me dice algo así como «con la cantidad de cosas que hay que hacer en casa y
me traes a perder el tiempo con esta estupidez» (eso cuando no hace comentarios así
durante la película), o cuando nuestros hijos le preguntan por ella dice: «una tontería
de esas que le gustan a tu madre». De verdad que es algo que me pone mala.
Cebo. Estímulo que lanza el primer jugador. Lleva algo oculto, destinado
a enganchar alguna característica sensible de otra persona.
Flaqueza. La parte débil del segundo jugador que responde al cebo (se
engancha y pica).
Respuesta. Acción o frase con la que el segundo jugador entra en el juego.
Cambio. El primer jugador cambia en su actitud. El segundo jugador
siente confusión y, generalmente, cambia también.
Beneficio. Ambos jugadores «ganan» sentirse mal, junto a otra serie de
beneficios más profundos que veremos en otro apartado.
Veamos cómo nos puede ser útil esta fórmula para averiguar el Plan del
Juego. Los Juegos descritos al principio del capítulo nos servirán de modelo.
Caso 1
Cebo. Aquí el cebo lo pone el marido: «Elige tú», mostrándose
desinteresado y algo desvalido. En cualquier caso intentando enganchar el
Padre Protector de la mujer.
Flaqueza. La debilidad de la mujer es su tendencia a «salvar», a tomar las
riendas.
Respuesta. Elige ella la película. Ya están jugando los dos.
Cambio. El marido critica su elección. Ella queda confusa.
Beneficio. Ambos se sienten mal (él decepcionado «una vez más», y ella
ansiosa y enfadada).
Este es, sacado de la fórmula, el Plan del Juego. Como se ve, es como una
falsilla que está dispuesta a ser aplicada en cualquier ocasión y no sólo,
hablando de la pareja del ejemplo, en lo referente a elegir películas, sino
también, muy probablemente, en cualquier situación que implique la toma de
una decisión.
Hay otra cuestión que surge de este primer ejemplo. El «culpable» (entre
comillas, pues no son plenamente conscientes de sus motivaciones) no es
sólo el primer jugador, también el segundo obtiene algo y entra en el Juego
por algo: los Juegos precisan, al menos, de dos jugadores.
Caso 2
Cebo. Aquí el cebo en realidad lo pone la madre y no la hija, provocando
situaciones para que la critiquen (o siendo extremadamente susceptible a
cualquier comentario).
Flaqueza. La debilidad de la hija para responder automáticamente a esas
situaciones.
Respuesta. Hay dos respuestas: 1) La hija critica a la madre; 2) Entonces
el padre consuela a la madre.
Cambio. La madre cambia a estar de mal humor y critica a la hija. La hija
queda callada y llora.
Beneficio. La madre queda preocupada y deprimida; la hija, triste y
deprimida.
En este segundo Plan de un Juego, podemos observar un nuevo elemento:
aunque de un modo breve, ha aparecido un tercer jugador (el padre en este
caso). Los Juegos pueden ser jugados por más de dos personas. De hecho, es
corriente que en las familias los Juegos impliquen a varios miembros a la vez.
A veces analizamos las situaciones sólo a partir del momento en que hay
algún tipo de crisis, sin atender a los momentos que la preceden, que, como
se ve, son de gran importancia para comprenderlas en todo su significado.
Para averiguar el Plan del Juego en toda su secuencia temporal sin
necesidad de ajustarse muy finamente a la fórmula, basta con responder a las
siguientes preguntas, propuestas por John James:
—¿Qué es lo que sucede una y otra vez?
—¿Cómo empieza?
—¿Y luego qué pasa?
—¿Y luego?
—¿Cómo termina?
—¿Qué siente la gente que ha tomado parte?
5. EL TRIÁNGULO DRAMÁTICO
ESQUEMA 3
ROLES EN LOS JUEGOS, CARACTERÍSTICAS Y
ESTADOS DEL YO ASOCIADOS
Caso 2.
Madre. Haciendo algo mal: Víctima.
Hija. Criticando: Perseguidor.
El padre interviene consolando: Salvador.
Madre. Cambia y critica a la hija: Pasa de Víctima a Perseguidor.
Hija. Queda callada y llora: Pasa de Perseguidor a Víctima.
Obsérvese la íntima relación que hay entre los tres roles y cómo se puede
entrar en el Juego desde cualquiera de ellos y terminar en cualquiera.
El análisis de roles en el triángulo dramático permite un rápido
acercamiento a los Juegos y a su significado para los jugadores.
En los capítulos finales veremos qué se puede hacer para salir del
triángulo, es decir, para evitar ser un Salvador, Perseguidor o Víctima.
En este capítulo y en el anterior hemos querido definir y analizar qué es
un Juego. Si una persona vive situaciones que respondan a las características
anteriormente definidas, con toda probabilidad estará mezclada en un Juego.
Sin embargo, muchas personas nos preguntan que cómo pueden saber si una
situación que vivieron y que creó sentimientos negativos fue un Juego o
simplemente puede ser achacada a un mal momento. Dejando aparte los
criterios técnicos de identificación de Juegos, se puede pensar que cualquier
situación que deja malos sentimientos en los participantes con una cierta
sensación de haber sido «enganchados» (es decir, el Adulto quedó fuera)
tiene muchas posibilidades de ser un Juego. Hay, además, otro criterio, que
no pretende ser universal, pero que utilizado como pauta práctica puede ser
una campana de aviso: si algo que nos dejó mal sucede una vez, puede ser un
mal momento; si sucede dos veces, tal vez sea casualidad; si sucede tres
veces y todavía no piensa que es un Juego, prepárese para una cuarta vez, y
una quinta, y una sexta...
6. ¿POR QUÉ JUGAMOS?
VÍCTIMA LIBRE DE
JUEGOS
(en el extremo
maníaco: Salvador y
Perseguidor: ¿Cómo
YO — te atreves a estar mal,
TU + imbécil?)
YO +
TU +
YO — YO +
TU — TU —
VICTIMA PERSEGUIDOR
(ocasionalmente SALVADOR
Perseguidor ¡Te (ocasionalmente
demostraré que estás Víctima: ¡Tú me
mal!) haces sentirme mal!)
FIGURA 9a
Posición de vida y roles del triángulo dramático.
En la Figura 9b se muestra gráficamente a una persona que entrará en
muy pocos Juegos. La mancha central representa la cantidad de tiempo que
pasa en cada una de las posiciones. Como se ve, emplea la mayor parte de su
tiempo en la posición de Libertad, y aunque en ocasiones y con respecto a
determinadas situaciones cae en las otras tres, tendrá tendencia a volver a su
posición favorita.
FIGURA 9b
Posición de vida y gráfico de una persona
relativamente libre de Juegos.
4. Establecer o mantener Simbiosis.
Una simbiosis es una relación entre dos personas, repetitiva y estable, en
la que ambas actúan como si fueran una sola; es decir, que cada uno ignora
alguna parte de sí mismo y alguna parte de la otra persona.
Ya desde la definición se ve que simbiosis y Juegos tienen algo en común:
una situación que se repite y que tiende a perpetuarse. En efecto, los Juegos
mantienen las simbiosis. Aclararemos esto viendo algunos tipos de simbiosis.
a) Simbiosis complementaria (Fig. 10 a).
Figura 10a
Simbiosis complementaria
Figura 10b
Simbiosis competitiva. PA-PA
Al uso del esquema P-A-N y de las transacciones hay que unir, para tratar
los Juegos, el más potente instrumento de cambio que utiliza el AT: las
caricias.
Ya se ha dicho en otro punto del texto que el mejor modo de entender una
situación confusa es traducirla en términos de caricias. Entender qué caricias
se están pidiendo, obteniendo, aceptando o rechazando en una determinada
situación, es la clave necesaria para poder actuar sobre ella.
Cuando la situación sobre la que queremos actuar es un Juego, es decir,
una situación en la que se obtienen una buena cantidad de caricias negativas,
debemos tener en cuenta lo siguiente:
Para cortar y eliminar un Juego, es necesario siempre un intercambio de
caricias positivas que termine por hacer innecesarias las caricias negativas
que el Juego proporciona.
Este intercambio de caricias positivas tiene mucho que ver con la doble
acción sobre los Juegos de la que hablábamos en el capítulo anterior.
Proporciona la base necesaria para que la persona tenga algo con lo que
sustituir los beneficios del Juego, además de ser en sí mismo un instrumento
de gran fuerza para cortar el propio Juego. Vemos así que las caricias son un
elemento de extraordinaria importancia para tratar los Juegos.
No es infrecuente que las personas tengamos problemas a la hora de tratar
con las caricias. Muchas personas actúan como si hubiera una escasez de
caricias positivas. Esto se debe a que muchas personas se han desarrollado en
familias y grupos donde en algún momento la escasez fue real (por ejemplo,
padres que educan a sus hijos con la falsa creencia de que elogiar los logros
de éstos les impedirá superarse) y la persona ha extrapolado esta escasez real
de su infancia a una escasez general de caricias positivas en su vida. Sin
embargo, hay una abundancia real de caricias positivas que pueden ser
dadas, pedidas u obtenidas por cualquier persona.
Steiner enunció las Leyes de economía de caricias, que transcribimos a
continuación junto a las de abundancia real.
5. No se dé a sí mismo 5. Dese C+
C+
(C+ y C— corresponden a Caricias positivas y
Caricias negativas.)
Dado que las caricias son de gran importancia en los procesos educativos,
puede ser de mucha utilidad conocer cuáles de estas leyes son las que se están
utilizando en una situación concreta. Con frecuencia los problemas
educativos y de aprendizaje surgen porque se está tácitamente bajo la férula
de alguna de las leyes de economía de caricias. Hemos visto hasta aquí cuáles
son los cimientos de una acción eficaz contra los Juegos de un modo general.
En muchas ocasiones estos cimientos pueden constituirse en el edificio
entero, dada su potencia, pero en todo caso serán el marco en el que se
desarrollarán las acciones específicas para contrarrestar un Juego
determinado. Resumimos los puntos examinados hasta ahora:
Hacerse consciente de los estados del Yo utilizados (Padre-
Adulto-Niño).
Analizar las transacciones utilizadas. Buscar el mensaje oculto
de las transacciones ulteriores (si se piensa que se está inmerso
en un Juego con toda certeza habrá alguna transacción ulterior
que analizar).
Traducir la situación en términos de caricias y dar caricias
positivas.
Pasemos a analizarlas.
DESCUBRIR EL JUEGO
Descubrir un Juego consiste en mostrar al jugador que pretende iniciarlo
todo lo que está pasando en ese momento.
El modo habitual en el que se desarrolla esta alternativa es la exposición
del Plan del Juego con todos sus movimientos, naturalmente utilizando un
lenguaje no técnico. Podríamos decir que la persona que descubre el Juego
tiene el Plan del Juego en la cabeza, pero lo expresa en un lenguaje cotidiano.
Al hablar del Plan del Juego dijimos que en ocasiones a una persona le
basta con que se le haga manifiesto para comenzar a salir del Juego. Pero por
otro lado hemos advertido seriamente contra las posibles consecuencias de
atacar un Juego precipitadamente. ¿Cuál es, pues, el criterio para decidirnos
bien por descubrir el Juego o bien por esperar a una situación más propicia y
protectora?
El criterio general es atender a la capacidad y la potencia del Adulto del
jugador que pretende iniciar el Juego. Para que el descubrimiento de un Juego
sea útil, la persona a la cual se le descubre tiene que estar en posesión de un
Adulto con la suficiente capacidad para poder manejar la información que se
le está proporcionando. Para ser exactos, ya que todas las personas tienen
visible o soterrado un Adulto, digamos que la condición es que la persona
tenga su Adulto lo suficientemente disponible.
Esta condición supone que la persona (padre, educador, terapeuta, o
cualquier persona en una relación) que decide en un momento dado descubrir
un Juego, tiene que esforzarse en mantener sus transacciones con la otra al
nivel de Adulto-Adulto, por lo que nunca está de más analizar las
motivaciones que a uno le llevan a descubrir Juegos de otras personas. Si no
se controlan los motivos ulteriores a la hora de descubrir un Juego, es muy
posible que lo único que se consiga sea un nuevo Juego, con frecuencia «Te
pillé, hijo de puta» o «Sólo trataba de ayudarte».
SEGUIR EL JUEGO
Dado que no siempre es viable descubrir un Juego, ni quizá en un
momento determinado ejercer alguna otra acción alternativa sobre él, una
posibilidad es seguir el Juego. El utilizar esta opción no da lugar a un Juego
auténtico, ya que una característica esencial de un Juego es que los dos
jugadores están emocional e inconscientemente implicados en él, y en este
caso el segundo jugador es un jugador fingido (aprovechemos la ocasión para
decir que esta opción es utilizada sistemáticamente, desde una óptica
malsana, por los manipuladores, estafadores y seductores profesionales:
fingen entrar en los Juegos de las personas, pero se distancian lo suficiente
como para obtener una ventaja sobre ellas).
Desde un planteamiento honesto, seguir el Juego es una alternativa válida
cuando no hay, viendo el momento y las circunstancias, ninguna otra
posibilidad productiva de atacarlo. Muchas veces esta situación se da cuando
el iniciador del Juego todavía necesita jugarlo perentoriamente.
La persona que sigue el Juego, al hacerlo de un modo consciente que le
permite prever el desenlace, no recibe la paga de los malos sentimientos, por
lo que no es una decisión dramática seguir un Juego en un momento dado.
Por estas mismas razones el falso jugador no deja que la intensidad del Juego
sea alta, lo que empieza a posibilitar acciones posteriores.
IGNORAR EL JUEGO
Consiste esta alternativa en no aceptar la invitación a seguir el Juego, pero
tampoco descubrirlo. Evidentemente, no consiste tampoco en hacer el «Don
Tancredo»; el primer jugador es, con toda seguridad, más perceptivo que un
toro y muy probablemente embestirá con mayor intensidad que la utilizada
para iniciar el Juego.
Ignorar un Juego consiste, además de no aceptar la invitación, en pasar a
otra cosa. De modo orientativo, y sin querer convertirlo en norma, una opción
muchas veces efectiva es cambiar a un Pasatiempo (Asociación de Padres,
Hablemos mal de ellos ahora que no están, etc.). El primer jugador es posible
que intente más de una vez iniciar el Juego, pero si al cambio van unidas unas
cuantas caricias positivas, hay bastantes probabilidades de que quede en
intento.
Siguiendo con los símiles taurinos, cambiar de tercio es la esencia de
ignorar un Juego.
CONFRONTAR EL JUEGO
Esta alternativa se aplica preferentemente en una situación de terapia, por
un profesional de la misma o bajo su control. Fuera de esta situación, para
aplicarla con garantías, se requiere que ambas personas, el que inicia el Juego
y quien lo confronta, dispongan de unos Adultos capaces de captar matices,
como los de la ironía y el sentido del humor, junto a una buena disponibilidad
del Niño Natural.
Confrontar un Juego, en el sentido en que lo estamos viendo aquí,
consiste en descubrir el Juego de un modo no explícito, oponiéndose a él
desde una posición que tiene mucho de ironía y de humor.
No tiene que existir ningún tipo de persecución a la otra persona (la ironía
puede ser muy perseguidora y muchos perseguidores son irónicos) porque
entonces estaríamos en la situación descrita al hablar de la alternativa de
descubrir el Juego, cuando hacíamos alusión a los posibles motivos ocultos:
esto podría convertir la confrontación en el Juego «Te pillé» o derivar a
«Alboroto».
Pongamos un ejemplo a propósito de una partida de cartas: Un grupo de
amigos está reunido en casa de uno de ellos. Ana, Pat y Susana proponen
jugar una partida de Continental (si el lector desconoce este juego, digamos
que sería apropiado para alguien que padeciera insomnio y tuviera cuatro
manos para sujetar un desmesurado número de cartas). El resto del grupo no
quiere, pero las tres tahúres insisten; en ese punto los demás, haciéndose
guiños, se sientan a la mesa. Cuando se comienza a repartir las cartas, la
facción anti-Continental comienza a guardarse ases y comodines en la manga
con poco o ningún pudor. Las mujeres protestan, pero al cabo de un momento
una de ellas dice:
—No vale la pena seguir jugando con semejante gentuza.
Y el grupo pasa a otra actividad.
1º Jugador 2° Jugador
No poner el No picar.
cebo. (combatir la propia
(darse cuenta). flaqueza).
No hacer el No aceptar el cambio.
cambio.
No cobrar la No aceptar la paga.
paga.
El Niño que llevamos dentro, el guión de vida, los juegos psicológicos, las caricias, el
diálogo interno, el contrato: todas ellas son una pequeña muestra de las ideas originales con
las que el psiquiatra Eric Berne creó el Análisis Transaccional, y con las que revolucionó
para siempre la psicología.
Sus libros han vendido millones de copias en todo el mundo, y ahora el lector puede
explorar su pensamiento en un solo volumen. Incluye una selección de todas sus obras,
desde los ensayos en los que explora el concepto de intuición, hasta los libros en los que
introduce y desarrolla las ideas de juegos y guiones, tan influyentes en la psicología
contemporánea.
«Este libro habla de las cosas que las personas se hacen unas a otras en vez de decirse
«Hola».
Eric Berne
El Otro Lado del Poder
Claude Steiner (Prólogo: Lluís Casado)
“El libro que tiene en sus manos gira en torno a cómo hacer que las emociones
trabajen para nosotros y no en contra nuestra. Es un objetivo ambicioso, un logro que nos
ayudaría a mejorar nuestras relaciones, a crear oportunidades de empatía entre las
personas, a posibilitar el trabajo cooperativo y a facilitar el sentido de comunidad.
Educarnos emocionalmente nos ayuda a gestionar nuestras emociones en una dirección
que mejore nuestro poder personal, nuestra calidad de vida y la de las personas que nos
rodean”.
José Luis Pérez Huertas
“Veo señales de que muchos de los que comparten que la inteligencia emocional es
una cualidad importante han perdido de vista las dimensiones éticas de su uso. Lo que
nosotros perseguimos con la educación emocional son esas habilidades emocionales que
mejoran la vida, no sólo la nuestra, la de una persona o la de un grupo, sino la de todo el
mundo. Y las únicas habilidades emocionales que mejoran la vida de las personas a largo
plazo son las centradas en el corazón”.
Claude Steiner
La Intuición y el Análisis Transaccional
En definitiva, este libro es un resumen de su pensamiento, una visión del AT, pero
sobre todo una proyección a nuevas propuestas para soluciones de un nuevo siglo.
“Siempre poderoso en las cuestiones humanas, el amor solo no ha estado a la altura de
la ocasión en esta tarea redentora. Asociado con la información, el amor, creo, es aún la
Solución”.
Claude Steiner
Análisis Transaccional: Modelo y Aplicaciones
Josemaría Román (Coordinador del manual. Varios autores)
ISBN: 9788494484605 · Ebook
«No hay nada más práctico que una buena teoría». Pues aquí tiene el lector ambas
cosas.
Pero además contiene toda una segunda parte repleta de sugerencias y casos prácticos
de aplicación del Análisis Transaccional. Ejemplos reales llevados a cabo por profesionales
en la vida real: formación de vendedores, creatividad en las organizaciones, práctica
terapéutica, escuelas y mundo académico, selección de personal, etc.
Mira, HOMBRE: Este libro está pensado para quienes quieren sentirse a gusto siendo
amigos y amantes de las mujeres que haya en su vida; para los hombres que quieren
relaciones duraderas y seguras, y aun así sexualmente plenas y excitantes; y más
importante, para hombres que quieren ser amantes, sexys y, digámoslo ya, dulces.
Escucha, MUJER: Este libro les dirá lo que vosotras las mujeres de hoy queréis de
vuestros amigos, amantes y parejas, y cómo un hombre puede convertirse en aquél que la
mujer actual busca y aprecia.
«Escribí Cuando un hombre ama a una mujer para mostrar cómo el feminismo podía
hacer las relaciones heterosexuales más polémicas y confusas, o bien más emocionantes y
gratificantes, dependiendo de cómo reaccionara el hombre. Hoy estoy reexaminando los
temas que exploré en este libro y reescribiéndolo para reflejar las realidades más
complejas del nuevo siglo. La cuestión fundamental es la misma: ¿Cómo puede un buen
hombre construir y mantener una relación amorosa profunda y significativa con una mujer
emancipada?».
Claude Steiner
A Montreal Childhood
Eric Berne (Edición y Prólogo: Terry Berne)
ISBN: 9788493703240 · 180 Páginas · Original en inglés
«Que Eric estaba escribiendo una autobiografía unos pocos años antes de su
muerte en 1970 era desconocido por nosotros en el Seminario de San Francisco. Es
uno de los muchos hechos ocultos que la Gran Pirámide (como él mismo se denominó
en un críptico graffiti que realizó en una pared de mi casa el día de su 60
cumpleaños) mantenía bajo llave en una cámara oculta que metódicamente ha
desenterrado Terry en los últimos años».
Claude Steiner
Una Infancia en Montreal
Eric Berne (Edición y Prólogo: Terry Berne)
ISBN: 9788493703288 · 180 Páginas · Traducción al español.
Que Eric estaba escribiendo una autobiografía unos pocos años antes de su muerte en
1970 era desconocido por nosotros en el Seminario de San Francisco. Es uno de los
muchos hechos ocultos que la Gran Pirámide (como él mismo se denominó en un críptico
graffiti que realizó en una pared de mi casa el día de su 60 cumpleaños) mantenía bajo
llave en una cámara oculta que metódicamente ha desenterrado Terry en los últimos años.
Claude Steiner
Así que ahí estaba yo, un descendiente directo de Adán y Eva, afrontando el mundo a
mis diecisiete. Tenía pocas cosas materiales y nada de dinero en mis bolsillos, pero tenía un
montón de parientes, una carta de admisión para una universidad, un trabajo y una novia.
Las cosas más importantes que poseía estaban en mi cabeza. En primer lugar, todas las
cosas que habían puesto ahí mis padres, mis profesores, los libros y mis amistades:
ocupaciones y libertades, aspiraciones y prohibiciones. En segundo lugar, todo el
conocimiento del mundo y sus aspectos, y de las cosas que tenía para ofrecerme y que
podía tomar. En tercer lugar, todos los recuerdos y deseos que habían crecido conmigo
desde mi nacimiento, todos los ideales y esperanzas y esfuerzos y creaciones que brotaban
de mi joven alma. Así que podía ir por las calles con la cabeza alta, balanceando mis brazos
con firmeza como un súbdito británico libre, y sentirme a mí mismo como una parte del
mundo, con todos sus árboles y pájaros y bestias y gentes que latían y pululaban por la
tierra y por encima de ella, y sí, también de las raíces que rebuscaban debajo de su
superficie.
Eric Berne
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[1]
Berne, E.: Análisis Transaccional en Psicoterapia. Psique, 1976: Cap. 1 y 2.
[2]
Piaget, J.: Seis Estudios de Psicología. Barral Ed. Barcelona, 1974, página 93.