2 Llach Fe
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2 Llach Fe
NO HAY
JUSTICIA SIN FE
cual se puedan edificar con cierta solidez. Y también una cierta luz que
sea siempre instancia de discernimiento de los medios y los fines de
las ciencias.
O sea que para hablar del socialismo se pone en el lugar de la
persona, hace una impostación personalista del tema. Con raíces
teológicas desde luego, ya veremos por qué. Vamos ahora a analizar
esos elementos que suponen el concepto de "trascendencia de la
persona humana".
1.1. La autonomía: la persona es trascendente porque decide
sobre sí misma, y desde sí misma. El concepto de persona supone un
centro interior de decisión, de elección. La persona no actúa como tal
cuando actúa "mecánicamente". El hombre no es un puro manojo de
instintos, que se rige por el mecanismo de estímulo-respuesta, sino
que entre el estímulo y la respuesta está lo que llamamos "decisión"
y que supone la instancia personal: supone que la persona es no sólo
ni principalmente movida, sino que se mueve.
Antes de ser Papa, Karol Wojtyla reflexionó abundantemente
sobre este tema. y podemos decir que fue central en su pensamiento,
característico suyo, el fundar la trascendencia de la persona en la
autodeterminación. En "Persona y acción"l, su obra filosófica central,
desarrolla la diferencia entre "actuar" y "ocurrir" (pág. 76): entre lo que
la persona hace, y aquello que le ocurre a la persona. Hace la diferencia
para basar fenomenológicamente la "epifanía" de la persona en el
"actuar" en cuanto opuesto a "ocurrir". Me manifiesto como persona
cuando realizo un acto libre; no, en cambio, cuando me ocurre algo.
En la misma obra afirma que "la experiencia del 'yo quiero'
revela la trascendencia de la persona en acción" (pág. 130). La persona
no se reduce: ni a su sola actividad, ni a aquello que la lleva a actuar,
sino que está detrás del "yo quiero" (que, por cierto, es muy diferente
del modernísimo "yo tengo ganas").
Volvamos entonces al magisterio actual. Ahora, Juan Pablo II se
refiere en este sentido a "la intuición última acerca de la verdadera
grandeza del hombre, su trascendencia respecto al mundo material";
sobre todo en este sentido: en que no es una máquina, y que por lo tanto
no se lo puede tratar, ni a él ni a sus relaciones, como una máquina.
Aquí usa entonces la imagen de la máquina, para hablar de la
autonomía de la persona, que es forma esencial de su trascendencia.
Más adelante, en la misma encíclica, se va a referir a la relación
entre autonomía y totalitarismo:
sólo puede ser asegurada por "una verdad trascendente, con cuya
obediencia el hombre conquista su plena identidad". Es algo que él
repite: teocentrismo y antropocentrismo no se oponen, sino que son
concéntricos (cfr. DM 1).
1.2. Sin embargo afirmar que la trascendencia se da en la
autonomia no conduce a una visión individualista. Porque el segundo
elemento de este concepto de "trascendencia de la persona humana"
es que "el hombre ... se realiza plenamente en la entrega sincera de sí
mismo a los demás" (GS 24). El hombre es trascendente en cuanto que
sale de sí, en cuanto que se entrega, yen cuanto que en esto consiste
como persona:
2 cfr. Boasso, Fernando, El rostro descubierto del misterio del hombre, Ed.
Guadalupe, BA, 1989, págs. 153-154.
176 JOSEFINA LLACH
3. Persona y justicia
4. El anuncio de la misericordia
5. Algunas conclusiones