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Yo Lo Vi Lo Vi Todo Masacre de San Francisco Nentón
Yo Lo Vi Lo Vi Todo Masacre de San Francisco Nentón
Yo Lo Vi Lo Vi Todo Masacre de San Francisco Nentón
¡Lo vi todo!
Mateo Ramos Paiz
Mateo Pérez Ramos
Andrés Paiz García
ISBN: 978-99939-33-08-3
Introducción ..................................................................... 7
Contexto de la masacre
A fines de octubre de 1981, el ejército inició una
ofensiva estratégica desde el sur del departamen-
to del Quiché hacia el norte del país, con la inten-
cionalidad de “barrer” a la guerrilla hacia el norte
para que saliera a México de donde había entrado.
Con este objetivo, le fue quitando la base de apoyo
popular, ya fuera controlando a parajes y aldeas y
organizándolas en Patrullas de Autodefensa Civil
(PAC), ya fuera masacrando completamente a al-
gunos núcleos poblacionales identificados previa-
mente, como fue el caso de San Francisco.
La ofensiva del ejército “fue barriendo” el alti-
plano guatemalteco hasta llegar a la esquina occi-
dental del país, donde estaba la finca San Francisco.
Así, culminó con esta masacre, una línea de ataque
hasta la frontera de México.
Dicha ofensiva se dio en un momento de clímax
del conflicto armado interno entre el Estado y su
Ejército, por un lado, y, por otro, la vanguardia re-
volucionaria, organizada en la Unidad Revolucio-
naria Nacional Guatemalteca (URNG), cuya segun-
da gran fase había comenzado alrededor de 1972,
cuando una unidad guerrillera penetró desde Mé-
xico a la selva del Ixcán.
8 “¡Yo lo vi! ¡Lo vi todo!”
El informe de La Comisión para el Esclareci-
miento Histórico -CEH- registró 42,000 víctimas de
violaciones, entre ellas, 29,000 fueron ejecutadas o
se les hizo desaparecer, y concluye que durante el
enfrentamiento armado de Guatemala murieron y
desaparecieron más de 200,000 personas.
Resumen de la masacre
El sábado 17 de julio de 1982 llegan soldados del
ejército de Guatemala en número de 400 a la fin-
ca San Francisco, en ese entonces del municipio de
Nentón, Huehuetenango, y la cercan.
Proceden de la cabecera municipal de San Mateo
Ixtatán y pasan por la aldea Bulej. Mucha gente los
vio pasar. No eran guerrilleros. Eran inconfundi-
blemente soldados del ejército de Guatemala. Al
llegar, llaman a la población a tener una reunión. A
las mujeres las meten en una pequeña iglesia y a los
hombres en una alcaldía auxiliar.
Luego, disparan contra las mujeres, pero no las
matan a todas, a las que quedan vivas, las sacan ha-
cia sus casas donde las violan y las queman. Después
van con los niños que han quedado en la iglesita. Los
testigos ven cómo los sacan y matan con cuchillo. La
masacre va siguiendo un protocolo inflexible.
Y transcurre el día, los soldados descansan para
comer de un toro que han mandado traer del ga-
nado de los mozos colonos de la finca. Más tarde
comienzan con los hombres. Un grupito logra esca-
par por la ventana de la alcaldía. Siguen matándo-
los hasta que solo quedan dos vivos.
Uno de ellos, el testigo principal, logra escapar
Testigos de la masacre de San Francisco 9
por la ventana. Huye a México donde los sobrevi-
vientes son recibidos como refugiados en colonias
mexicanas fronterizas. Debido al pánico que cunde
por esta masacre en la población fronteriza, cerca de
9,000 personas se refugiaron en México (Chiapas).
Una o dos semanas después, un grupo grande de
refugiados se reúne en una colonia mexicana, y los
testigos principales narran, ante el obispo de San
Cristóbal de Las Casas, lo sucedido.
Un par de meses más tarde, vuelven a contar su
historia a Ricardo Falla y a dos personas, represen-
tantes de Justicia y Paz de Guatemala y de la dióce-
sis de San Cristóbal.
A los diez años, ya en Guatemala, otro testigo se la
narra a Ricardo Falla, ya con la perspectiva del tiempo
transcurrido.
La finca era propiedad del coronel Víctor Ma-
nuel Bolaños. Tenía alrededor de 50 viviendas con
un total de poco más de 400 habitantes. El total de
muertos fue de 376 entre mujeres, hombres, niños
y viejos. Se especula si la razón para atacar precisa-
mente a este grupo, fue que de esa finca se abaste-
ciera la guerrilla o que cerca se encontraran campa-
mentos guerrilleros importantes.
Pero, el matar indiscriminadamente a niños, mu-
jeres, ancianos y trabajadores, indica que había un
móvil ulterior de raza y pueblo que se pretendía
exterminar, al menos parcialmente, hasta la semi-
lla. Toda la población era maya chuj.
Entrevistas
Las entrevistas son cinco. Más que entrevistas pare-
cen declaraciones que atestiguan un hecho tremen-
do. Tienen cierta solemnidad, no llevan ni llantos,
ni gritos. Desgranan la verdad en medio del asom-
bro de los que escuchan y de ellos mismos, que es-
tán aún pasmados por lo que han visto y vivido.
Son, en fin, testimonios, para que otros crean.
Los tres entrevistadores son, don Samuel Ruiz,
obispo de San Cristóbal, un miembro de Justicia y
Paz de Guatemala junto con otro de la diócesis de
San Cristóbal y Ricardo Falla, sacerdote jesuita y
antropólogo guatemalteco.
Se trata, pues, de tres testigos diferentes y tres
entrevistadores diferentes en tiempos diferentes y
lugares diferentes. Las palabras emocionadas y la
verdad que encierran dan credibilidad a un hecho
tan increíble. Los tres se expresan en español, aun-
que su lengua materna es el chuj. Hubo más perso-
nas y más testigos en otras ocasiones. Los entrevis-
tadores son como los escribanos que dan fe de las
palabras.
El título del libro, tomado de las propias palabras
de los testigos, es una confirmación de una verdad
difícil de creer, por lo terrible: la matanza de los
niños inocentes.
Compiladores
Dos personas firmamos la publicación: Ricardo Fa-
lla y María Pilar Hoyos. Entre ambos discutimos la
estructura de toda la publicación y nos repartimos
todo el texto de lo que no son las entrevistas mis-
mas. Pili se encargó previamente de “la traducción”
de las entrevistas a un castellano más fácil de leer.
PRIMERA PARTE3
Lo que pasó
Bueno, señor padre, vamos a explicar todo lo que pasó.
El día sábado llegaron esos señores, como a las 11
menos…, a las 11 de la mañana.
Sábado, ¿de qué día?
Un día sábado, 17 de julio, sí, 17 de julio.
No sabemos, no escuchamos, cuándo ¡ya vienen!
Ya llegan los ejércitos. Como nosotros…, nosotros
La finca …
¿Cuántos animales tenía el señor en la finca?
Antes que pasaran esos señores, dicen que son…,
Salimos a refugiarnos
Y, ustedes ¿cuándo salieron de Yulaurel? ¿Cuándo oye-
ron ustedes lo de San Francisco?
En la noche bajaron algunos. Como a las 3 y media
o las 4 de la mañana. Vinieron ellos a avisarnos a
nosotros aquí en San José.
Ahí escuchamos que habían acabado con todos en
San Francisco, que todos estaban muertos.
Entonces sí nos asustamos.
¿Y qué íbamos a hacer? ¿Acaso nos vamos a dejar
balear? Por eso salimos. Pensamos en levantarnos
rápido. Unos llevan todavía sus cositas, pero otros
no, porque… ¡Qué susto tenemos!
Nosotros estamos con la pena. Bueno, acaso esta-
mos pensando si nos van a matar.
Pero nosotros estábamos tranquilos, aquí, en esos
lugares. Buscando cómo mantenernos.
Y buscando qué les vamos a dar a ellos… ¿dulces…,
manteca…?, ¡qué! Todo lo que van a comer ellos es
de lo que nosotros tenemos.
Llegaron ellos
Llegaron ellos como a las 11 de la mañana y ellos…
Lo primero que pensaron es pedir dos toros para
comerlos. Y la gente aceptó regalar sus animales
para que ellos comieran, porque él dijo:
Si son de ustedes nos pueden regalar, si es ani-
mal de la finca, no queremos.
Entonces nosotros dijimos que nosotros no somos
sinvergüenzas, que nosotros, ciertamente somos
campesinos, pero trabajadores, tenemos lo nuestro,
tenemos ciencia para... para ver cómo mantener a
nuestras familias.
Vamos a regalar a ustedes, pero es nuestro pro-
pio, no somos hombres perdidos, es de nuestro
trabajo.
Bueno, en fin, se los entregamos a ellos y lo mataron.
¿Cuántos animales, uno o dos?
Dos, toritos, pues, bien gordos.