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Tema 3. Restauración y Absolutismo

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1.

LA RESTAURACIÓN ABSOLUTISTA

Derrotado Napoleón, se inició en Europa una etapa antirrevolucionaria,


la Restauración, que se prolongó hasta el triunfo de nuevas oleadas revolucionarias. Sus
bases se sentaron en el Congreso de Viena (1814-1815), donde representantes de las
potencias europeas se reunieron para consagrar el modelo de monarquía absoluta —
salvo en el Reino Unido, que mantuvo el sistema parlamentario— y reestructurar el
mapa europeo.

Para lograrlo, aplicaron los principios de:

Legitimidad: se restituían las monarquías de origen divino.

Patrimonial: se fijaban las fronteras de cada territorio de acuerdo con los derechos
históricos de sus gobernantes, sin atender a los pueblos ni a criterios étnicos, lingüísticos
o culturales.

Equilibrio: para evitar que alguna potencia tuviera supremacía sobre las demás, se
reordenó el mapa de Europa.

Intervencionismo: se justificaba la injerencia en cualquier país para mantener el orden


vigente. Se creó la Santa Alianza, integrada por Rusia, Prusia y Austria, más tarde se
unió Francia. Su objetivo fue el mantenimiento del orden y la preservación de sus tronos
y su método, la intervención militar.

En Francia, se instauró una monarquía constitucional donde reinó Luis XVIII, que
concedió a sus súbditos una Carta Otorgada (1814). Este sistema se aplicó también en
Suecia, Países Bajos y Suiza.
Europa tras el Congreso de Viena

Con el Congreso de Viena, Europa experimentó importantes cambios territoriales.


Francia volvió a las fronteras existentes antes de 1789, el Reino Unido consolidó su
dominio marítimo y Prusia y Austria emergieron como potencias dominantes.

2. LOS EMBATES CONTRA LA RESTAURACIÓN

Los principios del Congreso de Viena y la Restauración se mantuvieron mediante alianzas


y congresos, pero el liberalismo había prendido en la burguesía y entre los nacionalistas.
Los liberales se agruparon en sociedades secretas, como la masonería o
los carbonarios*, y prepararon pronunciamientos* contra los regímenes absolutistas,
que derivaron en tres oleadas de movimientos revolucionarios liberales: 1820, 1830 y
1848.

Culminaron en diversos países las revoluciones iniciadas el último cuarto del siglo XVIII,
con el definitivo paso de una sociedad estamental a otra de clases.
Asimismo, también contribuyeron a la expansión de la Revolución Industrial y al impulso
de movimientos nacionalistas, que darán paso a la unificación de Italia o Alemania.
Carbonarios: organización secreta fundada en Nápoles en 1815 y difundida por
Piamonte, Francia, España y el Reino Unido. Defendían ideales liberales y participaron
activamente en las revueltas de los años veinte y 1830.
Pronunciamientos: sublevaciones de unidades del Ejército que se iniciaban con la
promulgación de un manifiesto para propiciar un cambio de régimen.

2.1 LAS REVOLUCIONES DE 1820

En 1820, un pronunciamiento liberal triunfó en España de la mano del militar Rafael de


Riego, lo que obligó a Fernando VII a aceptar la Constitución de 1812. Esto conllevó a la
instauración de cambios políticos y sociales en lo que se conoce como Trienio Liberal
(1820-1823). Desde España se extendió por Nápoles y el Piamonte.

Las grandes potencias europeas de la Cuádruple Alianza* se reunieron en el Congreso


de Laibach (enero-mayo de 1821) y, por el principio de intervención, autorizaron la
presencia de tropas austríacas en Italia.

En el Congreso de Verona (noviembre-diciembre de 1822), se decidió la entrada de


soldados franceses en España, los denominados «Cien Mil Hijos de San Luis», para
restablecer el absolutismo.

En diciembre de 1825, en Rusia se produjo el movimiento liberal de


los decembristas, promovido por oficiales del Ejército ruso, que pretendieron, sin éxito,
instaurar un régimen liberal.

Los griegos, que habían proclamado su separación del Imperio otomano en el Congreso
de Epidauro (1822), hicieron efectiva su independencia tras una larga guerra en la Paz de
Adrianópolis (septiembre de 1829).
Cuádruple Alianza: coalición de grandes potencias formada en 1815 por Austria, Reino
Unido, Prusia y Rusia como refuerzo de la Santa Alianza. En 1818, se convirtió en
Quíntuple Alianza con la entrada de Francia.
2.1 LAS REVOLUCIONES DE 1820

En 1820, un pronunciamiento liberal triunfó en España de la mano del militar Rafael de


Riego, lo que obligó a Fernando VII a aceptar la Constitución de 1812. Esto conllevó a la
instauración de cambios políticos y sociales en lo que se conoce como Trienio Liberal
(1820-1823). Desde España se extendió por Nápoles y el Piamonte.

Las grandes potencias europeas de la Cuádruple Alianza* se reunieron en el Congreso


de Laibach (enero-mayo de 1821) y, por el principio de intervención, autorizaron la
presencia de tropas austríacas en Italia.

En el Congreso de Verona (noviembre-diciembre de 1822), se decidió la entrada de


soldados franceses en España, los denominados «Cien Mil Hijos de San Luis», para
restablecer el absolutismo.

En diciembre de 1825, en Rusia se produjo el movimiento liberal de


los decembristas, promovido por oficiales del Ejército ruso, que pretendieron, sin éxito,
instaurar un régimen liberal.

Los griegos, que habían proclamado su separación del Imperio otomano en el Congreso
de Epidauro (1822), hicieron efectiva su independencia tras una larga guerra en la Paz de
Adrianópolis (septiembre de 1829).
Cuádruple Alianza: coalición de grandes potencias formada en 1815 por Austria, Reino
Unido, Prusia y Rusia como refuerzo de la Santa Alianza. En 1818, se convirtió en
Quíntuple Alianza con la entrada de Francia.
Pronunciamiento liberal de Riego, en España.

2.2 LAS REVOLUCIONES DE 1830

En Francia, el descontento popular con Carlos X, sucesor de Luis XVIII, provocó un


alzamiento en París en el que participaron burgueses y obreros. Las jornadas de
julio triunfaron y el rey fue derrocado. Luis Felipe de Orleans se convirtió en el nuevo
monarca y restableció la Carta Otorgada de 1814, que su antecesor había suprimido. Esto
supuso la implantación de un liberalismo moderado en Francia, que fue rechazado por los
sectores más radicales.

Tras la el triunfo revolucionario, fue aprobada una Constitución que reconocía de nuevo
la soberanía nacional*. El rey dejaba de serlo por derecho divino y pasaba a depender
de la voluntad de los ciudadanos.
Soberanía nacional: todo el poder de la nación recae en los ciudadanos, que lo ceden al
Estado.

Luis Felipe de Orleans, por su parte, asumía el poder ejecutivo y legislativo, compartido
con la Cámara de los Diputados.
Fuera de Francia se produjeron los siguientes acontecimientos:

Bélgica estableció un régimen liberal tras independizarse de los Países Bajos en 1830.

En Suiza, la burguesía ocupó el poder en varios cantones*.

Cantones: divisiones administrativas del territorio de ciertos Estados, como Suiza.

En España, fracasó el pronunciamiento liberal de José María de Torrijos.

Las protestas nacionalistas de los Estados alemanes fueron reprimidas por el Ejército de
Prusia.

En Italia fracasó el alzamiento nacionalista.

La revuelta nacionalista de Polonia fue sofocada por el Ejército del Imperio ruso.

E. DELACROIX, La libertad guiando al pueblo, 1830. Esta pintura romántica es un homenaje a


los revolucionarios de 1830 que exalta los principios liberales frente al absolutismo.
2.3 LAS REVOLUCIONES DE 1848

Barricadas en París durante la Revolución francesa de 1848.

La tercera oleada revolucionaria comenzó en Francia con las jornadas de


febrero en París. Progresistas, republicanos y obreros socialistas se sublevaron. Luis
Felipe de Orleans, el rey burgués, abdicó y se proclamó la Segunda República. El
Gobierno provisional dio amplias libertades, creó los Talleres Nacionales y convocó
elecciones a la Asamblea Constituyente, que elaboró la Constitución republicana de 1848.
Con mayoría moderada, esta Asamblea ordenó reprimir la protesta obrera y las conquistas
sociales se eliminaron. Luis Napoleón Bonaparte, sobrino de Napoleón I, ganó las
elecciones presidenciales de diciembre de 1848.

En Viena, los alzamientos populares provocaron la caída del canciller Metternich y se


formó una Asamblea Constituyente que acabó siendo disuelta por el Ejército.
En Bohemia, Hungría y el norte de Italia, se produjeron sendos estallidos
nacionalistas.

En los Estados alemanes, la revolución se inició en Prusia, donde Federico Guillermo


IV tuvo que aceptar una Asamblea Constituyente. La oleada se extendió por Sajonia,
Baviera, Hannover y la ciudad libre de Fráncfort, cuyo Parlamento empezó a elaborar la
constitución de una Alemania unida bajo los ideales liberales y con el rey de Prusia como
soberano. Este, al ver recortado su poder, dio un golpe de Estado con el apoyo del Ejército,
suprimió la Asamblea prusiana y rechazó el ofrecimiento de los nacionalistas de
Fráncfort.

La revolución había fracasado, pero el orden del Congreso de Viena dejó de existir. La
burguesía revolucionaria se volvió conservadora. El realismo se abrió paso frente al
idealismo. En filosofía, este movimiento fue conocido como positivismo y, en política,
en el ámbito europeo, como realpolitik o «política de lo posible», que consiste en la
defensa de los intereses nacionales de forma pragmática, a partir de factores como la
economía, la capacidad militar o la influencia política de un país, así como la de sus
adversarios.

Los Talleres Nacionales fueron empresas creadas por el Gobierno provisional francés
de 1848, a propuesta del ministro socialista Louis Blanc, para dar trabajo a todos los
parados del país. Tras el triunfo electoral de los moderados, fueron suprimidos, lo que
dio lugar a una revolución social en París que fue duramente reprimida por el Ejército.
3. NACIONALISMO Y ESTADO

Frente al propósito napoleónico de organizar Europa bajo los valores universales de la


Revolución francesa, movimientos cada vez más amplios reivindicaron las peculiaridades
de los pueblos desde diversas perspectivas culturales y filosóficas. Estos sentimientos no
fueron tenidos en cuenta por el Congreso de Viena, que impuso un orden europeo a la
medida de los intereses de los soberanos y no de sus pueblos.

Durante la Restauración, esa toma de conciencia sobre la cultura e instituciones propias


de los pueblos europeos fue cristalizando en el nacionalismo*. En función de sus
principios, los nacionalistas exigieron mayor autonomía para sus pueblos y, en una
segunda instancia, la independencia en forma de Estado-nación*.
Nacionalismo: movimiento que defiende la unidad, autonomía o independencia política
de un territorio que comparte elementos comunes como la lengua, la religión, la etnia, la
cultura, la historia o la tradición.
Estado-nación: unidad político-administrativa integrada por una nación, esto es, por una
comunidad que comparte elementos comunes, como la lengua, y que se asienta en un
territorio
En origen, el nacionalismo fue revolucionario, puesto que discutía las fronteras impuestas
por el Congreso de Viena y mantuvo alianzas con los liberales. Hubo dos modelos:

Nacionalismo unitario: pretendía la construcción de un único Estado —caso de


Alemania e Italia— como reunión de una nacionalidad dispersa.

Nacionalismo disgregador o separatista: buscaba la creación de Estados


independientes con su respectiva nacionalidad. Fue el caso de Hungría, inserta en el
Imperio austríaco, o de los pueblos balcánicos, dependientes de los Imperios otomano y
austríaco.

Los primeros triunfos del nacionalismo se dieron en Grecia, que se emancipó del Imperio
otomano en 1829, y en Bélgica, que se separó de los Países Bajos en 1831. Otros intentos
fueron duramente reprimidos como el de Polonia (1831), reducida a provincia del Imperio
ruso, o el de Hungría, que permaneció en el Imperio austríaco.
E. D ELACROIX, La matanza de Quíos, 1824. Este óleo representa un episodio de la
guerra de Independencia griega en que soldados del Imperio otomano masacraron a la
población civil de Quíos, Grecia.

3.1 LA UNIFICACIÓN DE ITALIA

A mediados del siglo XIX, Italia había desarrollado un sentimiento de identidad cultural,
pero su territorio estaba dividido en zonas con políticas diferentes. Fracasadas las
revoluciones nacionalistas italianas de 1830 y 1848, el reino del Piamonte, con un
régimen liberal y una avanzada industrialización, dirigió el proceso unificador de la mano
de Víctor Manuel II y de su primer ministro, Camilo Benso, conde de Cavour, que
buscó el apoyo de la gran burguesía con una política librecambista, disminuyó el poder
de la Iglesia con la desamortización de sus bienes, fortaleció el Ejército y mejoró las
relaciones diplomáticas con el Reino Unido y Francia.

La unificación italiana se dividió en tres fases:


La guerra contra Austria. En 1858, Cavour firmó el Acuerdo de Plombières con
Napoleón III, por el que le cedía Niza y Saboya a cambio de apoyo militar, y entonces,
declaró la guerra a Austria. En junio de 1859, las tropas francopiamontesas vencieron en
las batallas de Magenta y Solferino. Aunque Napoleón III, sin contar con su aliado, firmó
con Austria el Acuerdo de Villafranca, el reino del Piamonte acabaría recibiendo la
Lombardía en la Paz de Zúrich.

La formación del reino de Italia. Seguidamente, se organizaron levantamientos


revolucionarios en los ducados de Parma, Módena y Toscana, así como en el territorio
pontificio de la Romaña, que se unieron voluntariamente al Piamonte. En 1860, se reunió
en Turín el primer Parlamento del nuevo reino. En Nápoles, el avance de Giuseppe
Garibaldi acabó con el gobierno Borbón de Nápoles, que fue entregado a Víctor Manuel
II. A su vez, el rey piamontés, en su marcha hacia el sur, recibió la adhesión del resto de
los Estados Pontificios, excepto Roma. Víctor Manuel II fue proclamado rey de
Italia en Turín el 17 de mayo de 1861.

La incorporación del Véneto y de Roma. El reino de Italia, aliado con Prusia, venció
en una corta guerra a Austria (1866) y recibió el Véneto en la Paz de Viena. En 1870, las
tropas italianas entraron en Roma y el papa Pío IX fue despojado de los Estados
Pontificios.

El nuevo reino debería resolver importantes problemas, como el enfrentamiento con el


papa Pío IX, las diferencias regionales entre el norte y el sur de Italia o el nacionalismo
de las zonas fronterizas como el Trentino, Trieste o las islas Dálmatas.
La batalla de Solferino tuvo lugar el 24 de junio de 1859 y enfrentó al ejército austríaco
y al francopiamontés.

La unificación italiana

Tras el Congreso de Viena (1815), el norte de la actual Italia estaba constituido por el
reino del Piamonte-Cerdeña y los dominios austríacos de la Lombardía y el Véneto. En
el centro, estaban los ducados de Parma, Módena y Toscana –controlados por Austria– y
los Estados Pontificios, bajo la soberanía del papa. Al sur, se hallaba el reino de Nápoles,
bajo la autoridad de los Borbones.

3.2 LA UNIFICACIÓN DE ALEMANIA


El Congreso de Viena estableció una Confederación Germánica con 39 Estados
independientes. Pese a la desunión política, Prusia impulsó el Zollverein (1834), la
Unión Aduanera de los Estados alemanes. Sin embargo, los anhelos nacionalistas se
vieron obstaculizados por la rivalidad entre Austria y Prusia y el fracaso de la Revolución
de 1848. Guillermo I de Prusia confió a su canciller, Otto von Bismarck, la dirección
del proceso de unificación. Bismarck logró el apoyo de la burguesía, reorganizó el
Ejército, controló la Administración y buscó colaboración diplomática para aislar a
Austria.

El canciller de hierro
Otto von Bismarck (1815-1898) era un terrateniente de Prusia Oriental. Nombrado
canciller —primer ministro— de Prusia en 1862, dirigió la unificación alemana hasta
1871, año en que pasó a ser canciller del Segundo Reich. Fue un político conservador,
hábil, práctico y obstinado que logró aislar a Francia y dominar las relaciones
internacionales en Europa hasta 1890.
La unificación alemana tuvo las siguientes fases:

Guerra de los Ducados. En 1864, Dinamarca decidió anexionarse definitivamente


a Schleswig y Holstein, ducados autónomos con numerosa población alemana. Prusia y
Austria le declararon la guerra y se los arrebataron. Schleswig, al norte, quedó bajo
administración prusiana, y Holstein, en manos de Austria, aunque con derechos de paso
para los prusianos.

Guerra austro-prusiana. Por discrepancias en la administración de los ducados,


Bismarck declaró la guerra a Austria en 1866. Los soldados prusianos derrotaron a los
austriacos en la batalla de Sadowa. Prusia constituyó entonces la Confederación
Alemana del Norte, lo que supuso el fin de la Confederación Germánica, y Austria quedó
excluida de la unificación alemana.

Guerra franco-prusiana. Después del veto de Napoléon III a la candidatura de un


príncipe alemán a ocupar el trono español, en 1868, Prusia declaró la guerra a Francia.
Tras la batalla de Sedán, en enero de 1871 se produjo la caída de París, lo que supuso la
desaparición del Segundo Imperio francés y el inicio del Segundo Reich alemán.
El 18 de enero de 1871 Guillermo I fue proclamado káiser de Alemania.

La unificación alemana
El proceso de unificación se cerró con la incorporación de los Estados del sur de
Alemania y la anexión de Alsacia y Lorena.

4. LA EMANCIPACIÓN LATINOAMERICANA
Latinoamérica inició su emancipación en torno a 1810, en coincidencia con la guerra de
Independencia española (1808-1814). Entre 1810 y 1824, amplios territorios americanos,
hasta entonces parte de los Imperios español y portugués, desarrollaron procesos de
independencia.

4.1 EL CONTEXTO Y LAS CAUSAS

Las reformas económicas de la segunda mitad del siglo xviii habían revitalizado el pacto
colonial, haciendo de América un mercado muy atractivo para los comerciantes europeos.
En lo político, los virreyes gobernaban las colonias españolas en nombre del rey siguiendo
las políticas mercantilistas monopolistas desde la metrópoli, sin participación de los
elementos locales.

La sociedad colonial era muy desigual y compleja. De una parte existía un grupo
privilegiado, integrado por españoles peninsulares y criollos —americanos con origen
español—. De otro, mestizos, mulatos y negros esclavos o libertos, y los indios, sometidos
a duras condiciones de trabajo.

La difusión de las ideas ilustradas y la posterior independencia de Estados Unidos y la


Revolución francesa, junto al apoyo británico y estadounidense a las élites coloniales,
fueron los principales factores externos. Finalmente, todos estos factores se reactivaron
con la pérdida del dominio español de los mares tras la derrota de Trafalgar (1805),
las abdicaciones de Bayona* y el inicio de la guerra de la Independencia española
(1808).
Abdicaciones de Bayona: episodio histórico por el que, en 1808, el rey Fernando VII y
su padre, Carlos IV, entregaron sus derechos reales a Napoleón Bonaparte.

4.2 EL PROCESO EMANCIPADOR


El proceso de emancipación de las colonias españolas de América del Sur tuvo:
La primera fase (1810-1814) comenzó cuando, a falta de un rey, se formaron Juntas en
ciudades como Caracas, Buenos Aires o Santiago. Dirigidas por criollos como Francisco
de Miranda, estas expresaron el derecho a gobernarse por sí mismas: la Junta de Caracas,
que había declarado la independencia, fue sometida, en tanto que la de Buenos Aires se
mantuvo al margen de las autoridades españolas. En 1813, el militar y político Simón
Bolívar prosiguió la tarea emancipadora con su entrada en Caracas, cuyo Ayuntamiento
le otorgó el título de «Libertador».

En una segunda fase (1814-1818), Fernando VII, tras su regreso a España, exigió la
sumisión de sus súbditos americanos. La lucha de los americanos sufrió un retroceso en
Nueva Granada con su derrota frente a la expedición del general realista Pablo Morillo.
Sin embargo, en el virreinato de La Plata, el Congreso de Tucumán proclamó la
independencia de Argentina en 1816. A finales de ese año, el general José de San
Martín atravesó los Andes con su ejército y, ayudado por las tropas de criollos chilenos
de Bernardo O’Higgins, consiguió la independencia de Chile, tras derrotar a las tropas
españolas en las batallas de Chacabuco y Maipú (1818).

En la tercera fase (1819-1826), las tropas españolas quedaron solas frente a las
independentistas, tras la negativa de la Cuádruple Alianza a intervenir debido a los
intereses comerciales británicos.

El general San Martín zarpó por mar desde Chile y desembarcó en Lima. En el norte,
durante el Congreso de Angostura (1819-1820), se constituyó la Gran Colombia,
formada por las circunscripciones de Caracas, Quito y Bogotá. Simón Bolívar fue
proclamado su presidente.

En 1821, Bolívar marchó sobre Quito y, al año siguiente, se reunió con San Martín en
la Conferencia de Guayaquil. Tras el encuentro, San Martín dejó todo el protagonismo
a Bolívar, que fue nombrado presidente vitalicio* de Perú. Este territorio y Bolivia
quedaron unidos a la Gran Colombia, aunque poco después se separarían de ella. Los
soldados realistas fueron vencidos en la batalla de Ayacucho, el 9 de diciembre de 1824
y, en 1826, desapareció el último ejército español de América del Sur.
Presidente vitalicio: título asumido por algunos dictadores para eliminar los límites a su
mandato.
La batalla de Ayacucho, de A. Herrera. Esta contienda fue decisiva en el desenlace del
proceso de emancipación de las colonias españolas de América del Sur.

En Nueva España, la lucha por la independencia comenzó en Querétaro, con el


llamado Grito de Dolores (1810) del cura Miguel Hidalgo. Desde entonces, se propagó
una revolución protagonizada por los indígenas y con contenido social. Derrotado y
ejecutado, la causa fue retomada por el cura José María Morelos en Michoacán (1813-
1815), quien corrió la misma suerte.

En 1820, los criollos y el Ejército se incorporaron a la rebelión. Mediante el Plan de


Iguala, México accedió a la independencia y el general Agustín Iturbide se convirtió en
emperador constitucional. Una sublevación militar impuso una república federal, liberal
y laica, de la cual acabó separándose América Central, que constituyó la Federación
Centroamericana. En 1834, el Estado mexicano derivó hacia un modelo conservador al
asumir el poder el general Antonio López de Santa Anna.

En el virreinato portugués del Brasil, el rey de Portugal, Juan VI, ante la invasión
napoleónica de la península, trasladó su corte a Río de Janeiro. Tras regresar a Portugal,
su hijo Pedro permaneció en Brasil como regente. Posteriormente y con el apoyo de los
criollos, Pedro I se proclamó emperador constitucional de Brasil y la antigua metrópoli
reconoció su independencia en 1825.

La Iberoamérica independiente

Los nuevos Estados hispanoamericanos se constituyeron en repúblicas presidencialistas


entre 1826 y 1870. El sueño de Bolívar de la gran América unida no se hizo realidad. La
Gran Colombia se disgregó en Venezuela, Colombia y Ecuador, y la Federación
Centroamericana se disolvió formando las actuales repúblicas centroamericanas.
5. NEOCLASICISMO Y ROMANTICISMO

El Neoclasicismo había expresado los ideales de progreso de la Ilustración. Las primeras


revoluciones burguesas lo adoptaron para propagar los valores cívicos del naciente
liberalismo: la austeridad, la moralidad y la virtud. Este estilo artístico alcanzó su apogeo
en tiempos de Napoleón Bonaparte, que lo convirtió en seña de identidad de su corte y
posibilitó su difusión por Europa.

Como reacción al academicismo frío y racional del Neoclasicismo, surgió


el Romanticismo, que coincidió en el tiempo con la Restauración y la segunda oleada de
revoluciones liberales. Era un movimiento artístico y cultural que exaltaba la libertad
individual, la sensibilidad, la imaginación y la pasión. Por ello, se interesó por las culturas
exóticas y por la Edad Media.

El Romanticismo, especialmente en literatura, atravesó dos etapas:

Romanticismo conservador: propio de sus inicios, fue una corriente afín a las ideas de
la Restauración. La representaron el francés François-René de Chateaubriand y el alemán
Friedrich Schlegel.

Romanticismo revolucionario: se impuso a partir de 1830. Valedora de los ideales de


libertad y exaltadora del nacionalismo, en esta corriente destacaron el francés Victor
Hugo y el británico Lord Byron.

En arquitectura, el Romanticismo impulsó, durante la primera mitad del siglo xviii,


los historicismos, con la recuperación de los estilos más característicos del pasado de
cada lugar. En estilo neogótico, por ejemplo, fue erigido el Parlamento de Londres.

La escultura continuó la tradición clasicista, pero dotando a las figuras de más


movimiento y sentimiento, e incorporando nuevos temas como los históricos o exóticos.
En pintura, se impuso la temática política, histórica, oriental y los temas amorosos. Las
figuras se representaban en movimiento sobre escenarios exóticos o desolados, con la
intención de conmover. Destacaron los pintores franceses Eugène Delacroix y Théodore
Géricault.
Musicalmente, destacaron movimientos nacionalistas que exaltaban la patria, los mitos
o la historia propia.

Verdi en Italia y Wagner en Alemania fueron dos de los compositores destacados.


C. D. FRIEDRICH, El caminante sobre el mar de nubes, 1818.

El Romanticismo, con su exaltación del sentimiento y lo pasional, contribuyó a despertar


el amor a la tierra. En ello se distinguieron poetas, filósofos, literatos y artistas.

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