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Rubinzal 2005

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La derecha y la cuestión social en la Argentina.

La cuestión obrera en la perspectiva del nacionalismo en Buenos Aires


(1935-1943).
Mariela Rubinzal

Tesis de licenciatura presentada en la Universidad Nacional del Litoral,


Santa Fe, diciembre de 2005

ÍNDICE

1. INTRODUCCIÓN 1

1.1 ESTADO DE LA CUESTIÓN 3

2. LOS NACIONALISTAS Y LA CUESTIÓN SOCIAL 17

2.1 LA CUESTIÓN SOCIAL EN LA PERSPECTIVA DE LOS AÑOS TREINTA 25

2.2 EL DESARROLLO DE LA TENDENCIA REVOLUCIONARIA 39

3. LA PERSPECTIVA DE LOS CONFLICTOS LABORALES EN LOS PERIÓDICOS NACIONALISTAS 46

4. EL MUNDO DEL TRABAJO Y LAS ORGANIZACIONES OBRERAS NACIONALISTAS 61

4.1 LAS MUJERES OBRERAS NACIONALISTAS 95

5. EL PRIMERO DE MAYO NACIONALISTA. ESTRATEGIAS Y PRÁCTICAS EN UN NUEVO ESCENARIO 106

6. CONCLUSIONES 120

7. BIBLIOGRAFÍA 123
1. Introducción

Este trabajo sobre la derecha argentina se encuentra relacionado con nuestro pasado
reciente. La última dictadura militar en la Argentina ha generado –como en otros países
que sufrieron regímenes criminales- una pregunta que parece difícil contestar: ¿Cómo
fue posible lo que aconteció? La sistematización de los crímenes, la institucionalización
del horror, la tortura física y psicológica ha dejado sus huellas en el presente. Desde la
historia, después de un relativamente largo período de latencia producto de la
experiencia traumática u otras razones menos entendibles, comienzan a darse los
primeros intentos de responder algunas preguntas e inquietudes que siguen –y
seguramente seguirán- abiertas. Se han buscado indicios en la historiografía europea,
que lleva un largo camino recorrido en esta tarea de tratar de explicar sus holocaustos, y
se ha recurrido a la memoria de los que sobrevivieron.
Nuestra inquietud por el pasado reciente generó ciertas preguntas relacionadas con los
orígenes de una corriente política y cultural que sin dudas motivó prácticas
antidemocráticas y violentas sobre las cuales se edificaron las dictaduras en la
Argentina. Por cierto, los historiadores han acordado en denominar la década del treinta
como “la década del nacionalismo” en el sentido de rescatar el momento de mayor
profusión de los grupos que portaban ideas nacionalistas; y también suele destacarse el
golpe de Uriburu como el primer momento en que estas ideas se plasmaron en un
proyecto político palpable. Aunque efímero, este ensayo de la derecha en el poder dejó
una impronta: la posibilidad de interrumpir la evolución democrática y las
transformaciones sociales que se podrían haber desarrollado en un marco de democracia
política. Los efectos de esta trama están a la vista: la operatividad del mito de la
conspiración universal, que reprodujeron los nacionalistas de los treinta, pudo verse
durante la dictadura de 1976/1983. Los más que repudiables recursos de violencia de
antaño también prefiguraron nuestros horrores futuros: las persecuciones y ejecuciones
a los obreros izquierdistas, la represión de las protestas populares y, hasta las torturas
con descargas eléctricas que el hijo de Leopoldo Lugones aplicaba en las dependencias
policiales. Se sabe que existieron declaraciones del general Luis Dellepiane al
embajador norteamericano en las cuales aseguraba que el gobierno de Yrigoyen habría
podido prevenir la Semana Trágica haciendo “desaparecer silenciosamente a los
cabecillas uno por uno, sin ningún arresto formal.”1 Darío Macor destaca la operatividad
y trascendencia de la distinción amigos/enemigos que el nacionalismo articula en su
visión de la política y la penetración del nacionalismo integral en sectores claves de la
formación educativa en el nivel superior de la enseñanza, con el objetivo de formar la
elite dirigente.2 Por otro lado, el intercambio con las instituciones del orden y la Iglesia
católica, aseguraron una eficaz alianza contra la izquierda y una importante difusión de
la doctrina nacionalista. La pregunta sobre la extensión y perdurabilidad de estas ideas
en el entramado social ha sido abordada en distintas ocasiones; se han investigado
también los vínculos con el peronismo, para negarlos o para subrayar las continuidades;
se han explicado las vinculaciones entre el Ejército, la Iglesia y los nacionalistas, etc.
Es bien conocida la caracterización historiográfica de la derecha argentina como
una tradición política elitista y conservadora; así eran descriptos los integrantes de La
Nueva República y otros grupos de intelectuales que ayudaron a crear el clima propicio
para ejecutar el primer golpe de Estado en la Argentina. En esta tradición historiográfica
se inscribe la obra de Fernando Devoto, Nacionalismo, fascismo y tradicionalismo en la
Argentina moderna, en la cual plantea que el nacionalismo de los años veinte tiene lazos
indisolubles con el conservadurismo por los ámbitos de sociabilidad que comparten, por
cierta pertenencia de clase, y por sus perspectivas ideológicas comunes. En este sentido,
el autor sostiene que se trata de un nacionalismo desmovilizador que podría ser
considerado como una vertiente del conservadurismo. Para el autor, el nacionalismo de
los treinta no sólo asumirá otras características ideológicas sino que serán protagonistas
otros actores, por lo tanto se estaría frente a otro fenómeno político. Sin embargo, otros
autores destacan la trascendencia y militancia de muchas figuras del nacionalismo que,
iniciando sus actividades culturales y políticas en los años veinte, prosiguen en el
camino del nacionalismo restaurador –en los términos de Buchrucker- o el
nacionalismo integrista –concepto que utiliza Spektorowski- en la década siguiente.
Ahora bien, un importante grupo de historiadores ha demostrado que en los años treinta
existe un proceso por el cual la derecha argentina sufre ciertos cambios que afectan su
estructura y visión del mundo, transformando sus rasgos elitistas. En efecto, es sobre
todo en la segunda mitad de la década que pueden observarse más claramente los
esfuerzos por acercar a la clase trabajadora al movimiento nacionalista. Por ejemplo, se

1
En MC GEE DEUTSCH, Sandra, Las derechas. La extrema derecha en la Argentina, el Brasil y Chile.
1890-1939, Buenos Aires, Universidad Nacional de Quilmes Editorial, 2005, p. 117.
2
MACOR, Darío y Eduardo IGLESIAS, El peronismo antes del peronismo. Memoria e historia en los
orígenes del peronismo santafesino, Santa Fe, U.N.L., 1997.
ha señalado que algunas organizaciones otorgaron a la “cuestión social” un lugar
privilegiado en su agenda y que desarrollaron una retórica encendidamente
revolucionaria. En este sentido, los estudios se han centrado en la Alianza de la
Juventud Nacionalista que fue la agrupación más importante del período. Inclusive, esta
importante transformación de la derecha elitista y antipopular –como lo han afirmado
algunos especialistas- implicó la inclusión de componentes pertenecientes a los sectores
populares en las filas del movimiento. Sin embargo, la historiografía no profundizó
suficientemente en el estudio de las agrupaciones sindicales de derecha, espacio de
vacancia que este trabajo pretende comenzar a explorar.
Con respecto a la evolución del nacionalismo, el período señalado se caracteriza
por ciertos cambios en los órdenes del discurso y las prácticas. Podríamos decir,
simplificando demasiado el proceso, que de una retórica conservadora se pasa a una
“radicalizada” en contenidos sociales; y que, de prácticas asociadas a la producción
intelectual y a las acciones represivas contra el movimiento obrero se transita hacia un
“activismo militante pro-obrero”. Pero lo cierto es que no todo el movimiento
nacionalista circula por idénticas vías, así que encontraremos importantes casos de
nacionalistas que reaccionan negativamente ante este giro y también destacados
enfrentamientos, polémicas y divisiones entre los camaradas nacionalistas. Sin
embargo, puede afirmarse que un sector del nacionalismo exhibió una particular síntesis
política y sindical que podríamos llamar nacionalismo sindicalista. En cuanto a la
definición de este fenómeno podría describirse como una tendencia dentro del
nacionalismo argentino dedicada a penetrar, organizar y transformar al mundo obrero.3
Su objetivo fundamental era nuclear a los “auténticos obreros” para lograr sanear el
sindicalismo de las “ideas disolventes” del socialismo y el comunismo.
A través de las publicaciones periódicas y de los estatutos, panfletos, folletos u otra
información producida por grupos nacionalistas, se producía una importante circulación
de ideas, nociones y representaciones sobre distintos aspectos y problemas del mundo
del trabajo. Esta circulación no sólo alcanzaba al círculo nacionalista, sino también al
ámbito del catolicismo y, probablemente, llegaba también a otros sectores de la
sociedad civil teniendo en cuenta el importante volumen de la distribución de las
publicaciones nacionalistas.4

3
Dentro del movimiento de derecha argentino esta „tendencia obrerista‟ coexistía con otras posiciones
más tradicionalistas.
4
Para los datos de edición y distribución ver, NAVARRO GERASSI, Marysa, Los Nacionalistas, Buenos
Aires, Jorge Alvarez, 1968, p.155.
1.1 Estado de la cuestión

Los orígenes del nacionalismo en la Argentina podrían ubicarse a fines de la década de


1920 cuando aparecieron en escena publicaciones, como La Nueva República, y grupos
de intelectuales que propiciarían el golpe de Uriburu. Sin embargo, algunos autores
proponen diversas perspectivas sobre los inicios de este fenómeno. Por ejemplo, María
Inés Barbero y Fernando Devoto5 entienden al nacionalismo como un movimiento
cultural que tienen sus orígenes en el contexto del Centenario; David Rock –adoptando
el mismo criterio cronológico- advierte que antes de la Primera Guerra Mundial el
movimiento nacionalista existía en un “estadio prepolítico” pero que después de 1918
“se desarrolló rápidamente como una crítica radical de la democracia liberal”. En sus
palabras, “La Primera Guerra Mundial, la Revolución Rusa y el advenimiento del
yrigoyenismo fueron (...) los motivos principales que generaron la formación del
movimiento nacionalista.”6 De todos modos, las distintas perspectivas disponibles sobre
el nacionalismo destacan el momento de auge de esta corriente en la década del 1930.
Al fin de cuentas, como señala Devoto, “sabemos bien que la cronología es una
convención arbitraria que ilumina o enfatiza, desde la opción elegida, ciertas
perspectivas de lectura del fenómeno por sobre otras.”7 Desde el punto de vista de
nuestro trabajo, el nacionalismo sindicalista tendría sus orígenes en 1932 cuando la
Legión Cívica Argentina (LCA) funda su rama obrera denominada Federación Obrera
Nacionalista Argentina (FONA), pero es recién a partir de la mitad de la década cuando
podríamos hablar más claramente de una tendencia. De hecho, es en 1937 cuando se
registra una explosión de agrupaciones obreras vinculadas al nacionalismo; algunas de
ellas surgen como apéndices de agrupaciones existentes y otras parecen nacer más
desvinculadas de los grupos tradicionales.
El concepto de nacionalismo, para designar a un determinado grupo situado a la derecha
del espectro político, surge en primera instancia debido a que fue precisamente el
término elegido por los propios actores históricos para autodenominarse. Por ejemplo,
para Barbero y Devoto el elemento fundamental de la definición es la incorporación de

5
BARBERO, María Inés y DEVOTO, Fernando, Los Nacionalistas, Buenos Aires, CEAL, 1983.
6
ROCK, David, La Argentina Autoritaria. Los nacionalistas, su historia y su influencia en la vida
pública, Buenos Aires, Ariel, 1993, p. 100.
7
DEVOTO, Fernando, Nacionalismo, fascismo y tradicionalismo en la Argentina moderna. Una historia.
Buenos Aires, Siglo XXI, 2002, p. XXII.
los actores que se reconocían a sí mismos como nacionalistas y que eran designados así
por sus contemporáneos. En este sentido, Elena Piñeiro utiliza el término nacionalismo
para designar a “un conjunto heterogéneo de grupos culturales y políticos, surgidos
hacia fines de la década de 1920, que tienen conciencia de pertenecer a una misma
generación y que comparten algunos elementos político-ideológicos comunes,
tributarios de ideas europeas, cuya difusión realizan principalmente a través de escritos
y publicaciones periódicas.”8
Ciertamente el rasgo fundamental de este fenómeno es la exaltación de la nación. Sin
embargo, esta condición no es suficiente teniendo en cuenta que la nación fue también
objeto de preocupación de otras corrientes incluso de signo democrático como el grupo
FORJA. Para señalar esta diferenciación, Cristián Buchrucker9 propone los conceptos
de „nacionalismo populista‟ y „nacionalismo restaurador‟. Para dicho autor, el
nacionalismo restaurador de la década del treinta puede emparejarse al fascismo y ser
analizado bajo este concepto aun en un contexto periférico como la Argentina.
En general, hay consenso en indicar que el nacionalismo en la Argentina tomó la
forma de movimiento de extrema derecha que permaneció por fuera del sistema de
partidos; y que se destacó por su continua fragmentación en pequeños grupos a pesar de
los reiterados intentos de unificación.10 La década de 1930 fue testigo de una asombrosa
proliferación de grupos y periódicos nacionalistas. Ambiciones personales y rivalidades
explicaban algunas de estas divisiones. Otras expresaban genuinas diferencia de
opinión, por ejemplo, la Legión Cívica Argentina (LCA) y Acción Nacionalista
Argentina/Afirmación de una Nueva Argentina (ANA/ADUNA) se mantuvieron leales
a Uriburu, mientras que el círculo de los Irazusta criticó al general. Asimismo, algunas
organizaciones como Baluarte y Restauración pusieron mayor énfasis en el catolicismo
que otras. Según Piñeiro a partir del fracaso del uriburismo se quiebra la unidad que los
nacionalistas habían mantenido para lograr un objetivo en común, y aparecen dos
tendencias: “una, la de las organizaciones paramilitares que desarrollarían en los
próximos años un intenso activismo político y establecerían contactos con algunos
sectores de las fuerzas armadas; otra, la de los intelectuales que ofrecerían sus

8
PIÑEIRO, Elena, La tradición nacionalista ante el peronismo. Itinerario de una esperanza a una
desilusión, Buenos Aires, A - Z editora, 1997, p. 12.
9
BUCHRUCKER, Cristián, Nacionalismo y Peronismo. La Argentina en la crisis ideológica mundial
(1927 - 1955), Buenos Aires, Sudamericana, 1987.
10
Para el zigzagueante itinerario de los intentos de unificación del nacionalismo en la década del treinta
ver PIÑEIRO, Elena, La tradición ..., Op. Cit.
propuestas doctrinarias y teóricas a través de sus obras o de colaboraciones en la prensa
nacionalista.”11
Desde nuestra perspectiva, la diferenciación más importante va a ser aquella destinada a
marcar una separación entre la “vieja” y la “nueva” derecha con respecto a la llamada
cuestión social. En otras palabras, la hendidura se dio en uno de los lugares más
sensibles para el movimiento, a saber, la estrategia de resolución del conflicto obrero.
Las posibilidades que se ensayaron comenzaron a dar cuenta de visiones muy diferentes
dentro de la derecha: “La LCA, el grupo más numeroso de principios de la década de
1930, y la Alianza Juventud Nacionalista (AJN), el más grande de finales de esa década,
intentaron atraer una base popular, mientras que la Liga Republicana rechazó con
desdén algo semejante. (…) Algunos grupos aceptaron el rótulo de fascistas, aunque la
mayoría de los nacionalistas oscurecieron sus lazos con esta ideología.”12
Dentro de este marco se desenvuelve el debate sobre cómo definir a estos grupos, si
bajo el tipo de fascismo o nacionalismo. Para David Rock el nacionalismo argentino
carecía del culto al instinto, a la fuerza y a la voluntad propia del fascismo; no tenían
una “actitud comprometida” en la creación de una organización de masas; y su relación
con la religión católica era demasiado estrecha.13 Por el contrario, Buchrucker y McGee
aportan un análisis del fenómeno argentino desde la teoría del fascismo, recurriendo a
los modelos de Nolte y Payne para elaborar sus argumentos en este sentido. Para ambos
el nacionalismo argentino reviste el carácter del fascismo y posee características
particulares. Cristian Buchrucker sostiene que en primera instancia, cumple con varias
de las condiciones genéticas para el surgimiento de los fascismos: el peligro
izquierdista, la debilidad de las tradiciones e instituciones democráticas y liberales –para
el autor eran relativamente fuertes en sus manifestaciones formales, aunque débiles en
sustancia- y la crisis económica. Sólo un elemento, central en los tipos europeos, no
estaba presente en el caso argentino: una guerra perdida o una victoria “mutilada”. Gran
parte del resentimiento y la militarización de la política europea expresada en los
fascismos tiene que ver con esta última característica. En segunda instancia, existen
varias similitudes en cuanto a las raíces sociales y psicológicas entre el caso argentino y
los modelos europeos. La composición social conformada por grupos urbanos,

11
PIÑEIRO, Elena, Idem, p. 97.
12
MC GEE DEUTSCH, Sandra, Las derechas.. Op. Cit. p. 266.
13
ROCK, David, Antecedentes de la derecha argentina; Sandra McGee Deutsch y Ronald Dolkart
(comps), La derecha Argentina, Buenos Aires, Ediciones B, 2001. Ver también La Argentina Autoritaria.
Los nacionalistas, su historia y su influencia en la vida pública, Buenos Aires, Ariel, 1993.
juveniles, académicos, periodistas y otros grupos de clase media; sin embargo no eran
individuos frustrados sino que “llevaban, sin rupturas, una existencia más o menos
„burguesa‟ o socialmente adaptada al medio”. La ideología mostraba analogías
importantes con la tipología del fascismo, aunque no tuvieron -en nuestro país-
profundidad las tendencias vitalistas e irracionalistas; y, predominaba un
“ultratradicionalismo católico” que podía asimilarse al caso del franco-falangismo o,
también, a la Guardia de Hierro rumana. La cuestión del espacio vital y el
expansionismo militar, aspectos relevantes en el modelo fascista, se encuentran también
desarrollados en el nacionalismo argentino.14 El territorio fue crecientemente
incorporado como un elemento definidor de una identidad nacional orgánica, que
alcanzará una radical importancia en la década del treinta. Desde el punto de vista de la
construcción de la identidad nacional, la ausencia de ligazones étnicos y culturales
(religiosos, lingüísticos, genealógicos e, incluso, políticos) entre los habitantes de la
nación reforzó la centralidad del territorio como fundamento unitario. El nacionalismo
de los treinta se obsesionó con la cuestión territorial, que fue uno de los elementos
constituyentes de la visión conspirativa. Bohoslavsky argumenta que esta obsesión por
el territorio es parte de la idea del carácter decadente de la nación como resultado de la
adopción de un régimen político moderno, laico y democrático.15 En tercera instancia,
las modalidades de organización estarían – siguiendo a Buchrucker- más emparentadas
al caso italiano que a otras formas europeas. Pese a que nunca pudieron imponer un
líder al movimiento, se organizaron milicias uniformadas con las mismas características
plásticas y coreográficas que las fascistas italianas.
Uno de los referentes sobre teoría del fascismo, Stanley Payne, sostiene que el
nacionalismo autoritario tiene tres caras: el fascismo, la derecha radical y la derecha
conservadora. Las dos últimas se basaban más en la religión que en una nueva mística
cultural, como el vitalismo o el irracionalismo, típica de los fascismos. Asimismo,
defendían el elitismo y la instauración de una jefatura fuerte invocando legitimidades
tradicionales, a las cuales no recurrían los fascistas. En cuanto a la política social las
derechas radical y conservadora estaban interesadas en mantener una mayor parte de la
estructura existente de la sociedad, mientras que el fascismo intentaría cambiar las
relaciones de clase y condición social utilizando formas más radicales de autoritarismo.

14
BOHOSLAVSKY, Ernesto, El nacionalismo argentino, el mito conspirativo y el territorio, Ponencia
presentada en las IX Jornadas Interescuelas / Departamentos de Historia, Universidad Nacional de
Córdoba, Córdoba, 2003.
15
BOHOSLAVSKY, Ernesto, Idem.
Según su “flexible” definición de fascismo, éste se basaba en ciertas negaciones: era
antiliberal, anticomunista, y anticonservador (aunque establecían alianzas temporales
con este sector de la sociedad). Dentro de sus objetivos estaba la creación de un nuevo
Estado nacionalista autoritario; una estructura económica nacional, regulada y
corporativista; un cambio radical de las relaciones con otras naciones; y una nueva
forma de cultura secular y moderna. En el estilo y la organización se destaca la
importancia de la estructura estética de los mitines y la utilización de símbolos; la
tentativa de movilizar a las masas y la militarización de las relaciones políticas; la
evaluación positiva y el uso de la violencia; la insistencia en el principio masculino y la
visión orgánica de la sociedad; la exaltación de la juventud; y, por último, el mando
personal, autoritario y carismático. Por su parte McGee señala muchas de estas
características del movimiento fascistas aplicándolas al caso argentino y polemiza con
la apreciación de Rock, quien señalaba como diferencias con los modelos europeos: la
inexistencia de una praxis tan violenta como los fascismos europeos; el carácter católico
del movimiento y la incapacidad para movilizar a los sectores populares. La historiadora
cree, por el contrario, que sobre la violencia ya fue demostrado que la capacidad de
ejercerla era muy alta y los nacionalistas argentinos se encontraban entrenados y
armados para actuar en las calles provocando heridos y muertos. Respecto al carácter
religioso señala que diversas formas de fascismos europeos estaban conformadas por
ardientes y belicosos activistas católicos y ortodoxos, por lo tanto no es un motivo para
descartar a los nacionalistas argentinos de la tipología fascista. Además, el nacionalismo
intentó movilizar los sectores populares y desarrolló una retórica populista para lograrlo.
A medio camino de ambos planteos, Elena Piñeiro sostiene que el “heterogéneo”
movimiento nacionalista puede definirse como “protofascista”, entendiendo por
protofascismo a movimientos que hacen referencia a la visión de un nuevo orden
revolucionario pero no son del todo radicales en su populismo como para destruir las
elites gobernantes tradicionales ni el sistema político existente, es decir, no pueden
transformar sus ideas en hechos revolucionarios.
Sandra Mc Gee entiende que a pesar de las diferencias existen puntos de contactos que
permiten estudiar al fenómeno del nacionalismo argentino sin efectuar divisiones
demasiado tajantes.16 En general, los nacionalistas eran católicos, corporativistas,

16
Se refiere fundamentalmente la óptica que separa el nacionalismo católico del nacionalismo político.
Argumenta que los grupos católicos no abjuraban de la actividad política y que el catolicismo influyó en
los grupos políticos. Además miembros de ambos nacionalismos pertenecían a los mismos grupos.
hispanistas, antiliberales, antisemitas, contrarios al feminismo, al izquierdismo, al
cosmopolitismo. “Muchos emigraron de un grupo a otro o pertenecieron a varios. A
pesar de sus celos mezquinos y sus diferencias, los movimientos cooperaron entre sí,
organizaron actos públicos en común y participaron en correrías conjuntas contra sus
enemigos. Más que dividir al nacionalismo en facciones mutuamente excluyentes, es
mejor verlo como una coalición de fuerzas cambiantes de extrema derecha, algunas más
extremas que otras. La importancia reside en el conjunto más que en los grupos
individuales.”17
Daniel Lvovich parte de la dificultad de trabajar con una definición basada en los rasgos
ideológicos señalando que el nacionalismo “Se trató de una empresa político cultural,
que sobre la base de unos pocos rasgos compartidos, un mínimo denominador común
ideológico, desarrolló expresiones de muy diversa naturaleza, tanto en sus discursos
como en sus prácticas y en la composición de sus bases sociales.” 18 Este común
denominador ideológico del nacionalismo de derecha estaba conformado por la
combinación de posturas antiliberales, antiizquierdistas y corporativas. Pero el autor
agrega un aspecto nodal del fenómeno –que en su análisis adquiere una particular
relevancia, ya que se transforma en el dispositivo a través del cual se recorre la historia
de la derecha hasta el peronismo- a saber, el “antisemitismo conspirativo”. Este tipo de
antisemitismo implica la configuración de un mito sobre una conspiración judía mundial
que amenazaba la integridad de la nación. Este mito político es fabulación, deformación
o interpretación “objetivamente recusable” de la realidad; pero cumple una función
explicativa “al proponer cierto número de claves para la comprensión del presente y
constituir una grilla a través de la cual aparenta ordenarse el caos desconcertante de los
hechos y los sucesos.”19 Es importante señalar, siguiendo al autor, que la “cuestión
judía” no se derivó de la presencia de una minoría perteneciente a esa comunidad, ni a
las conductas que sus miembros tuvieran, “sino de la existencia de discursos con
capacidad de incidir en la esfera pública que denunciaran tal presencia como un riesgo o
una amenaza para la vida de la nación.” Finalmente, este tipo de antisemitismo actuó
como un límite a sus posibilidades de expansión ya que el mito de una conspiración
judía mundial como explicación de todos los males de la nación no podía encontrar
receptores mucho más allá de las propias filas del nacionalismo.

17
MC GEE DEUTSCH, Sandra, Las derechas...Op. cit., p. 267.
18
LVOVICH, Daniel, Nacionalismo y antisemitismo en la Argentina, Buenos Aires, Ediciones B, 2003,
p. 23.
19
LVOVICH, Daniel, Nacionalismo..., Op. cit. p. 28.
Se ha avanzado mucho en el análisis sobre algunas organizaciones del período. Marcus
Klein20 enfatiza la ruptura que provocó la aparición de la Alianza de la Juventud
Nacionalista en el mundo de la derecha. Según el autor el nacimiento de este grupo
señala la declinación y el fracaso del nacionalismo elitista y antipopular; en momentos
en que sus apoyos habían comenzado a declinar significativamente y habían dejado de
ser una fuerza política importante. Klein afirma que puede ser descripta como una
organización fascista: a través de la movilización de masas esperaban crear un régimen
que trascendiera al comunismo y al capitalismo; además, hacían una evaluación positiva
de la violencia como medio y fin, ensalzaban las virtudes militares, y tomaban tanto la
filosofía vitalista como el principio del líder.
Imprimiendo una nueva mirada sobre el tema, Alberto Spektorowski 21 argumenta que
los nacionalistas integrales, luego del fracaso del uriburismo, hacen hincapié cada vez
más insistentemente en la necesidad de integrar las masas obreras a la nación virando
hasta una postura antiburguesa y anticapitalista. “El nacionalismo orgánico o integral,
cuya influencia en el nacionalismo argentino de la década de 1930 es evidente, tuvo sus
orígenes en Europa de principios de siglo en los escritos de intelectuales franceses,
italianos y alemanes, quienes entendieron que los principios racionalistas, materialistas
y utilitarios surgidos durante la Revolución Francesa, basados en la filosofía de los
derechos naturales, no podían dar respuesta a los nuevos problemas creados por la
modernización económica y política en Europa.” 22 El nacionalismo integral evoluciona
hacia el fascismo; y, ambos pretenden ser una tercera vía entre el liberalismo y el
socialismo marxista, viniendo a proponer otra solución a los problemas presentados por
la revolución tecnológica y la revolución intelectual a la sociedad europea de principios
de siglo. Aunque los procesos de modernización económica y política en Argentina no
equivalían a los europeos, el autor señala que la nueva intelectualidad nacionalista
argentina no reparaba en tales diferencias. Zeev Sternhell –de quien Spektorowski toma
el análisis sobre el fascismo europeo- dice que la ideología fascista es el producto de
una síntesis del nacionalismo orgánico y de la revisión antimaterialista del marxismo.
Expresa una aspiración revolucionaria fundada en el rechazo del individualismo (liberal
o marxista) e instaura las bases de una cultura política nueva y original. El fascismo

20
KLEIN, Marcus: “Argentine Nationalismo before Perón: The case of the Alianza de la Juventud
Nacionalista, 1937-c.1943” en Bulletin of Latin American Research, vol. 20, 2001.
21
SPEKTOROWSKI, Alberto “Argentina 1930 - 1940: nacionalismo integral, justicia social y clase
obrera” en: Estudios Interdisciplinarios de América Latina y el Caribe, Vol. 2, N°1, 1990
22
SPEKTOROWSKI, Alberto “Argentina 1930 – 1940... “, Op. cit., pp. 62-63.
reacciona ante los efectos más desastrosos de la modernización, quiere reunir a la
comunidad disgregada, quiere recomponer al individuo alienado convertido en mera
mercancía. Se rebela contra la deshumanización introducida por la modernización en las
relaciones humanas pero desea preservar los logros del progreso. “Ni reaccionario, ni
contrarrevolucionario en el sentido maurrasiano del término, el fascismo aparece, por el
contrario, como una revolución de otro tipo: una revolución que declara querer
aprovechar lo mejor del capitalismo, del desarrollo de la tecnología moderna y del
progreso industrial.”23 El nacionalismo orgánico, uno de los componentes
fundamentales del fascismo, cree que la nación es un organismo comparable a un ser
vivo. Es un nacionalismo total que pretende ser una ética y un conjunto de criterios que
representen al cuerpo en su conjunto, independientemente de la voluntad del individuo.
El objetivo fundamental es garantizar la “integridad” del cuerpo y su esencia por esto no
puede quedar sin resolver la cuestión social. El revisionismo revolucionario de la teoría
marxista, de Goerges Sorel, también proporciona una base fundamental al fascismo, ya
que suministra una plataforma conceptual a partir de la cual evolucionarán las teorías
del sindicalismo revolucionario. Los sorelianos van a mantener la idea de que el
progreso depende de la evolución de la economía de mercado, no van a cuestionar el
capitalismo, no conciben el período poscapitalista. El racionalismo marxista va a ser
sustituido por la creencia en la violencia proletaria, el vitalismo, la intuición, el
pesimismo y el activismo. En este sentido, la psicología sustituye a la economía como
motor de la actividad revolucionaria; así Sorel hará hincapié en la importancia del mito
para movilizar las fuerzas revolucionarias. En este desarrollo de la crítica marxista se
producirá un encuentro entre un nuevo socialismo que descubre a la nación como agente
revolucionario y el movimiento nacionalista que, a su vez, se rebela contra aristócratas y
burgueses, contra las injusticias sociales, y que considera que la nación no será un
auténtico todo hasta que no haya conseguido integrar al proletariado.
Marysa Navarro Gerassi señala respecto a las influencias ideológicas la existencia de
tres períodos para el nacionalismo argentino: el primero está signado por la influencia
extranjera, sobre todo el fascismo italiano; el segundo, está marcado por el
desplazamiento de esta influencia a favor de la primacía del catolicismo; y, el tercero
agrega elementos “autóctonos” como el rosismo y el antiimperialismo. Asimismo,

23
STERNHELL, Zeev, Mario Sznajder y Maia Asheri, El nacimiento de la ideología fascista, Madrid,
Siglo XXI, 1994, p. 7.
resalta que “el nacionalismo argentino, desde sus mismos comienzos, se formó como un
movimiento fuertemente católico”. Sin embargo, Buchrucker revisa esta evolución de
las influencias ideológicas planteando que en realidad el proceso revela complejidades
que el esquema de Gerassi no puede reflejar. Parece más ajustado decir que los
filofascistas integraron un sector importante del nacionalismo no sólo hasta mediados de
la década, sino por lo menos hasta 1945, aunque es sabido que en muchos casos esta
tendencia perduró aún más allá de este año. El fascismo italiano, el nacionalsocialismo
y el franco-falangismo fueron interpretados por los nacionalistas restauradores como
“fenómenos básicamente emparentados”. Asimismo –según el autor- los nacionalistas
argentinos no le asignaron demasiada centralidad a las tensiones entre el catolicismo y
el nacional-socialismo. Así parece que se ha dado una coexistencia de influencias
provenientes de una misma tradición política: este radicalismo revolucionario de
derecha que aparece en la Europa de la Primera Guerra Mundial.
Distintos autores como Navarro Gerassi, Zanatta y Rock, creen que el nacionalismo fue
un movimiento básicamente elitista que no logró captar a los sectores populares.
Buchrucker sostiene que la base social del nacionalismo restaurador siguió siendo, a lo
largo del período, la clase media y especialmente la juventud de los ciclos secundario y
universitario. Destaca el intento del nacionalismo por captar los sectores populares: “las
organizaciones mayores del nacionalismo fundaron una serie de asociaciones por medio
de las cuales intentaron penetrar en estos estratos sociales”. Sin embargo, McGee
sostiene que es posible verificar un cambio notable en la composición de la estructura
social del movimiento. La investigadora norteamericana destaca que a principios de
dicha década existía en el movimiento nacionalista, por lo menos, un 61% de miembros
pertenecientes a la oligarquía -muchos de ellos terratenientes o familiares de
terratenientes- mientras que al final de la década este grupo llega tan sólo al 21% del
total de los nacionalistas. Y concluye que a fines de la década del treinta, al menos los
nacionalistas del tipo de la Legión Cívica Argentina (LCA), Unión Nacionalista de
Estudiantes Secundarios-Alianza de la Juventud Nacionalista (UNES-AJN), Federación
Obrera Nacionalista Argentina (FONA), Crisol y Clarinada encajan en la definición de
Nolte del fascismo como “un movimiento que trata de imponerse sobre la izquierda y de
atraer una amplia franja de adherentes mediante métodos radicalizados.” Los rasgos
fundamentales de estos grupos fascistas eran: el revisionismo histórico, la justicia
social, el antiimperialismo, el antisemitismo, el culto de la virilidad y la crítica de la
oligarquía. 24 Spektorowski señala que la Alianza es el primer movimiento que sintetiza
elementos nacionalistas elitistas con el mensaje plebeyo y populista. En esta síntesis no
hay contradicción entre el capital y la justicia social. Así, la AJN trató de ganar apoyo
popular presentándose como genuinamente interesada en las necesidades de las masas,
aunque fracasó en conseguir un apoyo masivo.
Sobre el tema de la cuestión social Buchrucker señala que, durante la década del veinte
y principios de la siguiente, para el nacionalismo uriburista se presentaba como un tema
no prioritario en su agenda política. En realidad formaba parte de una crítica más amplia
a todos los componentes del liberalismo, que en su aspecto económico había dañado los
intereses obreros y subyugado la nación al capital extranjero. Este autor señala el
predominio de una interpretación aristocrático-xenófoba de la cuestión social, núcleo
de una “especie de doctrina social específicamente nacionalista”, en la cual los
problemas sociales se reducían a los “resentimientos traídos del extranjero”. Buchrucker
argumenta que puede observarse un crecimiento del tema de la “justicia social” en la
propaganda nacionalista junto con una variación del contenido significativo: con el
uriburismo este concepto había sido utilizado en sentido negativo, mientras que a partir
de 1933-1934 el mismo adquiere connotaciones positivas.25 David Rock sostiene que el
interés por la “justicia social” que los nacionalistas sostienen en esa década tiene su
disparador en la encíclica papal Quadragesimo Anno de 1931. Este documento
planteaba –entre otras cosas- que ninguna clase podría excluir a la otra en el reparto de
los beneficios, de hecho, el capital y el trabajo eran miembros de una comunidad y
ambos tenían el legítimo derecho de participar de los beneficios del proceso productivo;
el Estado debía apoyar y crear los sindicatos, además podía establecer “monopolios
legales” en ciertas áreas de la economía.
Marysa Navarro Gerassi y Loris Zanatta sostienen que el nacionalismo de derecha surge
estrechamente ligado a la Iglesia no sólo en el plano ideológico sino también en el
estructural: frecuentemente nacionalistas y católicos formaban parte de los mismos
grupos y organizaciones. En los sectores de la Iglesia la cuestión social aparece en clave
moderna a partir de 1935 –argumenta Zanatta-, cuando en los Cursos de Cultura
Católica comenzará a enseñarse la doctrina social católica.26 Hasta entonces –siempre

24
MC GEE DEUTSCH, Sandra, Las derechas...Op. cit., p. 313.
25
BUCHRUCKER, Cristián, Nacionalismo y Peronismo..., Op. cit., p.155.
26
En 1891 León XIII publica la encíclica Rerum Novarum, documento fundador de la doctrina social de
la Iglesia; en el cual se llama a los católicos a reconquistar los espacios perdidos frente al liberalismo y el
socialismo. Esta doctrina es la concepción del mundo que la Iglesia, desde 1880, sostiene en sus
según el autor- los conflictos eran atribuidos a factores externos y la problemática social
giraba en torno a la sociedad de beneficencia compuesta en su mayoría por miembros de
las familias de la oligarquía. La Pastoral del Episcopado de mayo de 1936 expresa este
cambio de mirada cuando los obispos recordaron el fin social de la propiedad privada,
condenaron los salarios de hambre y proclamaron el derecho al salario familiar.27 La
política social y los sindicatos obreros serán, entonces, dos objetivos claves para una
parte de la Iglesia. Sin embargo, es conveniente señalar que algunos eclesiásticos ya
habían recorrido un largo camino intentando modificar la situación integral del obrero.
Monseñor De Andrea es el mejor ejemplo del interés de la Iglesia por atraer y proteger a
los obreros de las influencias izquierdistas. De todos modos Zanatta concluye “Desde
fines de los años treinta, la „cuestión social‟ asumió para la Iglesia argentina una
importancia comprable al problema educacional.”
Por el contrario, Lila Caimari plantea que ya a fines del S XIX “el centro de la
organización del laicado católico pasó de la cuestión educativa a la social”. 28 David
Rock dice que es por estos años -1890- que la Iglesia desarrolla una de las premisas
básicas del nacionalismo: la doctrina de la armonía de clases. Esto denota, por un lado,
la preocupación por los conflictos sociales productos de la inmigración masiva que se
dio en esa época; y por otro, la reacción ante los movimientos militantes anarquistas y
socialistas que se iban fortaleciendo y organizando en Buenos Aires y en el Litoral.
Zanatta cree que la Iglesia supo interpretar las condiciones históricas en que estaba
inmersa y que en consonancia “elaboró una estrategia para influir sobre la transición
hacia un nuevo orden social”; contrariamente los nacionalistas “por su aristocratismo,
habrían de perder el tren de la historia en el momento de la irrupción de las masas”. El
carácter popular y masivo de la Acción Católica se oponía a “los movimientos
29
nacionalistas de matriz aristocrática.” Esta tesis no parece muy sostenible si tenemos
en cuenta –más allá de los resultados finales- que, como demostraremos más adelante,
el nacionalismo intentó movilizar a las masas mientras que la Iglesia no tuvo entre sus
objetivos tal aspiración.

documentos oficiales. “Se trata de un conjunto de proposiciones y directivas cuyo contenido constituye
una doctrina orgánica destinada a responder a los desafíos de la sociedad moderna” en CAIMARI, Lila,
Perón y la Iglesia Católica. Religión, Estado y Sociedad en la Argentina (1943 - 1955), Buenos Aires,
Ariel, 1995, pp. 40-54
27
ZANATTA, Loris, Del Estado liberal a la Nación Católica. Iglesia y Ejército en los orígenes del
Peronismo. 1930 - 1943, Buenos Aires, Universidad Nacional de Quilmes, 1996, p. 212.
28
CAIMARI, Lila, Perón y la Iglesia Católica. Religión, Estado y Sociedad en la Argentina (1943 -
1955), Buenos Aires, Ariel, 1995, p. 41.
29
ZANATTA, Loris, Del Estado ..., Op. cit. pp. 238, 325.
Respecto a la relación entre el nacionalismo y el peronismo, los investigadores Mc Gee,
Spektorowski y Klein opinan que muchos elementos, sobre todo retóricos, de los
primeros influyeron sobre el segundo. Por ejemplo, en el sentido de plantear como ejes
relacionados la independencia económica y la justicia social. Este nacionalismo se había
ubicado en una nueva posición frente al problema de la clase trabajadora como parte
integral de la nación.30 Para Cristián Buchrucker, a pesar de la inclusión de muchos
representantes del „nacionalismo restaurador‟ en las filas del peronismo, existen
diferencias estructurales que permiten la separación taxativa de ambos fenómenos.31 Por
su parte, Richard Walter sostiene que la influencia que los nacionalistas tuvieron
después del golpe de 1943 había menguado visiblemente después de 1946. La mayoría
de los nacionalistas se pasaron al grupo antiperonista que incluía los sectores elitistas a
los cuales habían criticado anteriormente. “Su desilusión y distanciamiento de Perón
solamente pone de relieve el propio fracaso para ofrecer al pueblo una alternativa
política viable para concretar la profunda renovación nacional que propugnaban.” 32 Para
Spektorowski el alejamiento de los nacionalistas del movimiento peronista (y el de
Perón con respecto a los nacionalistas) no implica que el justicialismo peronista no
tuviera sus raíces en la ideología del nacionalismo. De hecho, señala, los sindicalistas
italianos De Ambris y Labriola se alejaron del fascismo en 1921 y 1924,
respectivamente, por divergencias con el rumbo que había tomado el fascismo, “lo cual
no quita que la contribución de ambos al desarrollo de la ideología fascista fuese
considerable. De la misma manera, el aporte del nacionalismo al Peronismo es
inapelable.”33 Desde la perspectiva de Darío Macor el escenario en el cual surge el
peronismo está determinado por una coyuntura en la cual la mirada nacionalista aporta
una vía de impugnación de la tradición democrática y liberal. Si bien el peronismo no
reniega de la primera trata de desligarse del liberalismo a través de sus políticas
sociales. El momento histórico previo al primer peronismo estaría signado por una

30
SPEKTOROWSKI, Alberto “Argentina 1930 – 1940...”, Op. Cit. p. 62.
31
Buchrucker toma el modelo que provee Nolte para analizar el fascismo con el objetivo de realizar una
comparación entre el nacionalismo restaurador y el peronismo. La primera parte de este modelo identifica
en cuanto al origen y características: 1) las condiciones genéticas de los movimientos; 2) las bases
psicológicas y sociales de los mismos; 3) el universo ideológico (raíces y rasgos); 4) la organización y
prácticas del movimiento. Luego agrega el tema de la llegada al poder y el régimen político y práctica
gubernativa del fascismo.
32
WALTER, Richard, “La derecha y los peronistas, 1943-1955”, p. 271, en MC GEE DEUTSCH,
Sandra, y DOLKART, Ronald (compiladores), La derecha Argentina, Buenos Aires, Ediciones B, 2001.
33
SPEKTOROWSKI, Alberto, Reseña del libro ROCK, David, Authoritarian Argentina. The Nationalist
Movemeat, Its History and As Impact. University of California Press, 1992.
fuerte presencia del nacionalismo integrista que en algunos sectores, como en la
educación universitaria, dejaría sus huellas.

Aunque muchos aspectos del fenómeno del nacionalismo en la Argentina fueron


investigados exhaustivamente, no encontramos trabajos específicos sobre los obreros
nacionalistas. En este sentido, nuestro trabajo -acotado a los tiempos previos al
peronismo- procura aportar un aspecto importante del señalado viraje de la derecha
argentina hacia el fascismo. Sostenemos como hipótesis principal que el nacionalismo,
además de popularizar sus filas y radicalizar su discurso con el objetivo de atraer a las
masas, logró efectivamente penetrar en el mundo obrero creando sus propias
organizaciones. De hecho, hemos encontrado más de una decena de dichas entidades
obreras de distinta importancia y perduración. En otras palabras, existió un novedoso
proceso, de corta duración, basado en la proliferación de agrupaciones obreras
nacionalistas durante los años treinta. Más allá de la perdurabilidad y fortaleza del
sindicalismo nacionalista, esta propagación de entidades obreras denota una novedosa
estrategia nacionalista de captación y movilización de la masa obrera.
En principio hemos trabajado sobre una serie de preguntas, anteriormente no formuladas
o abordadas en forma parcial, sobre las características de dicho proceso de
popularización de una parte de la derecha argentina. Estas problemáticas se refieren a:
1) el lugar que las organizaciones obreras tenían en el movimiento nacionalista;
2) la relación que establecían con los intelectuales y sus órganos de difusión;
3) las prácticas de los obreros nacionalistas en el ámbito político y cultural; y,
finalmente
4) la gravitación de estas entidades en el ámbito sindical.

Dos núcleos centrales sostienen la investigación, a saber, las formas que adquiere dicha
transformación de la derecha en lo que respecta al ámbito sindical, por un lado, y las
motivaciones, ideas y prácticas de los obreros que se acercan a esta tendencia, por el
otro. A su vez, estos núcleos se conectan con otra problemática de fondo: la captación
de sectores sindicales estaría hablando de un fenómeno –reducido pero existente al fin-
de fascismo en la Argentina o se trataría tan sólo de una tendencia en el sindicalismo
hasta ahora ignorada por los estudios sobre el movimiento obrero.
El campo de análisis es la ciudad de Buenos Aires en los años 1935-1943.
Nuestra pretensión es abarcar los momentos más definidos del proceso de
“popularización” del movimiento nacionalista en un espacio acotado pero a la vez
relevante por su centralidad en la trayectoria del fenómeno. Dicho proceso se desarrolla
en el contexto de un marcado avance de la industrialización por sustitución de
importaciones (ISI) y del sostenido crecimiento numérico de la clase obrera. Se destaca,
para mediados de la década de 1930, el aumento de la conflictividad laboral y de las
luchas sindicales principalmente a partir de la gran huelga de los trabajadores de la
construcción en 1935. En este marco, la redefinición de la derecha respecto a la cuestión
obrera y la aparición de grupos de obreros nacionalistas alcanzan sus formas más
definidas. El período se cierra con el golpe militar de 1943 y, en particular, con el
crecimiento político de la figura de Perón desde la Secretaría de Trabajo y Previsión
Social, ya que en ese momento se reconfigura la relación del movimiento obrero con el
Estado. A partir de allí, las identidades de los trabajadores se alinean según nuevas
coordenadas y se producirá el eclipse de -entre otros- aquellos vínculos que el
„nacionalismo sindicalista‟ erigió en los años anteriores.
La organización del trabajo está basada cuatro partes fundamentales. La primera trata el
tema de la derecha y la cuestión social, resaltando aquellos debates más importantes del
período y las distintas opiniones que los nacionalistas construían respecto del salario,
del trabajo de las mujeres y menores, de los problemas urbanos, todos temas relevantes
para el nacionalismo de la época. Asimismo se hará hincapié en el desarrollo de una
tendencia revolucionaria dentro del nacionalismo que tratará de imponer a sus
“camaradas” una nueva concepción sobre la cuestión social.
La segunda parte está conformada por el análisis de la perspectiva de la prensa
nacionalista en relación a los conflictos laborales. Nuestra hipótesis al respecto es que la
prensa nacionalista ha representado un importante papel en la conformación, extensión
y desarrollo de las agrupaciones obreras nacionalistas. Ciertos periódicos irán dando
progresiva importancia y centralidad a la tematización de la cuestión social y, en
particular, la cuestión obrera adquirirá un lugar muy importante. La postura de la prensa
con respecto a estos temas evolucionará desde una actitud contradictoria y más bien
represiva hacia un apoyo casi total de las luchas obreras “legítimas”. Los nacionalistas
entendían como luchas legítimas las reivindicaciones salariales y las mejoras de las
condiciones laborales que los obreros reclamaban a través de las huelgas. Los obreros
nacionalistas utilizarán los periódicos para la difusión de ideas y doctrinas, e incluso
para la realización de campañas de inscripción de adherentes y la comunicación de
reuniones, asambleas, y otras actividades públicas (conferencias, manifestaciones, etc.).
El tercer núcleo del trabajo es el más significativo en cuanto refiere a las organizaciones
obreras nacionalistas, a su estructura y prácticas. Una de las hipótesis que se sostienen
para esta parte del desarrollo es que la génesis de estas organizaciones se dio –en
general- en tanto apéndices de las tradicionales agrupaciones nacionalistas de la década,
sin embargo algunas de ellas tendieron a lograr cierta “autonomía” con respecto a las
entidades “madres”. Esta evolución está signada por tensiones y conflictos dentro del
movimiento nacionalista que llevan a su permanente desmembramiento. Asimismo, se
sostiene que existió una evolución de esta tendencia del nacionalismo sindicalista que
tiene su punto cumbre a partir de 1937 y que verá su decadencia en los años cuarenta.
La cuarta parte del trabajo se refiere a las movilizaciones y actos del primero de
Mayo en las cuales participan los obreros nacionalistas. En este sentido, las hipótesis
son:
Las estrategias de captación de la clase trabajadora se basan especialmente en desplazar
la actitud represiva que había sostenido el nacionalismo desde la formación de la Liga
Patriótica Argentina en 1919, y en consolidar la imagen de una derecha comprometida
con la vida cotidiana de los sectores populares. Es decir, constituir una opción
combativa y “revolucionaria” para las masas, sin por ello amenazar necesariamente el
orden social existente.
Las celebraciones del primero de Mayo adquirieron una notable importancia para
construir esta nueva representación del nacionalismo. La puesta en escena de los
nacionalistas en las calles, con banderas y carteles junto a los trabajadores, fue la vía
privilegiada para resignificar prácticas asociadas exclusivamente a la tradición política
de la izquierda. Se entablan violentos conflictos con los obreros comunistas, se lucha
por ocupar espacios urbanos significativos y aparecen oradores nacionalistas que
adoptan una actitud encendida y gritan consignas “populistas” desde los improvisados
escenarios en las plazas porteñas.

En cuanto a la metodología de la investigación sería conveniente destacar las formas de


utilización de las fuentes ya que no son portadoras, en sí mismas, de la “verdad
histórica” ni contienen en forma “transparente” los acontecimientos. Por tanto, los
periódicos nacionalistas serán tomados por un lado, en tanto soportes de ideas y
doctrina nacionalista, con las funciones de difundir ciertas ideas, formar a la opinión
pública, y pugnar por la conformación de una hegemonía nacionalista en la esfera
público política. Por otro lado, se analizarán dichas publicaciones en tanto soportes de
información sobre la cuestión social, con el objetivo de analizar los vínculos de la
derecha nacionalista con el mundo del trabajo.
2. Los nacionalistas y la cuestión social.

La cuestión social, como categoría analítica, refiere en sentido amplio a las


consecuencias del proceso de industrialización y modernización que impactan en las
sociedades. Estas consecuencias suelen manifestarse en una serie de elementos, en
cierto sentido novedosos, que afectan la vida cotidiana y la visión del mundo de los
actores históricos. Así hacen su aparición en la esfera pública la urbanización, la higiene
social, la familia obrera, el desplazamiento del campo a las ciudades, la inmigración, la
adaptación de los nuevos contingentes de trabajadores o desocupados al medio urbano,
las formas de producción y explotación, el trabajo de las mujeres, las organizaciones
obreras, los conflictos tanto en la ciudad como en el ámbito rural, la regulación del
34
trabajo, etc. Así definida, la cuestión social refería principalmente –aunque no
exclusivamente- a los cambios y problemas planteados en el mundo del trabajo. En
otras palabras, la cuestión obrera atraviesa la mayoría de las problemáticas que
comenzarán a debatirse en la sociedad. Asimismo, el Estado no podrá eludir en adelante
una respuesta ante las sucesivas encrucijadas que la cuestión obrera instauraba en el
seno de una sociedad moderna que retardaba la inclusión plena de los sectores populares
en la vida política.
En este capítulo, analizaremos la “cuestión social” en la perspectiva del
nacionalismo. La trama que dicha corriente elabora sobre este eje central de la agenda
política en los años treinta, no será unidireccional ni estática, por el contrario existirán
matices y una evolución hacia concepciones más modernas. El espacio sobre el cual se
ha centrado el presente estudio es ciudad de Buenos Aires que, sin lugar a dudas, se
presentó como el escenario privilegiado de este proceso de modernización. Según las
miradas nacionalistas de la época, los niveles de conflictividad social eran más altos en
las grandes ciudades. Enrique Osés, un importante referente del nacionalismo,
expresaba un inquietante diagnóstico sobre este tema: "En nuestro medio se agita una
honda cuestión social, aprovechada por la subversión soviética. Y esa cuestión es no
sólo metropolitana, como pudieran imaginarlo los miopes. Ahora mismo, el agro
argentino está siendo sacudido por los agitadores profesionales de siempre,
encabezados por el judío Isaac Libenson (...) Pero es aquí, en la capital, donde está el

34
Ver SURIANO, Juan (comp.), La cuestión social en Argentina (1870-1943) Buenos Aires, La
Colmena, 2000.
35
foco.” Ciertamente Buenos Aires aparece como el centro del “peligro rojo” que
amenazaba con una revolución social, pero también como el lugar donde las diferencias
sociales se hacen más evidentes.
Juan Carlos Moreno36, asiduo columnista de publicaciones nacionalistas y católicas, en
su obra Tiempos amargos advierte que en la capital argentina “se observa lo que en
pocas metrópolis: aquí hay pocos hombres fabulosamente ricos, y una inmensa multitud
sumamente pobre. Nuestra comida, nuestra ropa, nuestras comodidades están
amasadas con el sudor de estos infelices en los talleres y en las fábricas; y mientras
ellos, que levantaron la fortuna de los industriales, padecen horrible estrechez, los
capitalistas siguen enriqueciéndose desmedidamente."37 Estos testimonios son
interesantes en la medida que traslucen dos elementos que comenzarán a conjugarse:
por un lado, una preocupación por la subversión del orden establecido –que podría
rastrearse mucho antes- y que tendría su eje en las concentraciones urbanas, y por el
otro, una particular sensibilidad con respecto a la situación de los obreros que incidía en
el primer elemento del diagnóstico. Es decir, ahora la temida revolución social no era
solamente producto de la acción de “agitadores profesionales” sino que existía un rasgo
adicional y determinante, a saber, una situación de extrema injusticia social que debía
repararse.

Volviendo al marco de análisis, podrían identificarse distintas etapas en torno al


tratamiento de la cuestión social. La primera localizada sobre todo en las últimas
décadas del siglo XIX en la cual las problemáticas fundantes son la creciente
urbanización y el aumento poblacional generado por la afluencia inmigratoria
estimulada por las políticas liberales del gobierno conservador. Es en este momento que
se desarrollan las ideas filantrópicas y se destacan los discursos de los médicos
higienistas que trataban de responder y normar las nuevas problemáticas planteadas. Se
buscaba proteger y moralizar al obrero, “a quien se percibía y trataba como si fuera un
menor de edad, un individuo sin responsabilidad e incapaz de resolver problemas

35
OSÉS, Enrique, “No ha concluido, ni mucho menos, la agitación subversiva. Después del prólogo,
esperamos el primer acto”, en Crisol, 12/01/1936, p.1. Las negritas son nuestras.
36
Escribía artículos para los periódicos Crisol y Criterio, y fue autor de libros antisemitas como Santa Fe
Judaizada en el que “se dedicaba a denunciar el supuesto control israelita de esa provincia”. En
LVOVICH, Daniel, Nacionalismo y antisemitismo en la Argentina, Buenos Aires, Ediciones B, 2003, p.
333.
37
Crisol, “La explotación al obrero y la novela „Tiempos amargos‟”, 6/02/1936, p. 3.
básicos de subsistencia.”38 Juan Suriano plantea que el excesivo énfasis de los
higienistas por la higiene de los lugares de trabajo y de los obreros junto a una
“prejuiciosa apreciación del trabajador”, impedía que dichos intelectuales preocupados
por la cuestión obrera pudieran pensar en una legislación abarcadora en lo que respecta
a la protección del trabajo.
A principios del siglo XX, la cuestión social se hace más visible, se transforma en un
tema permanentemente presente en la esfera pública y se convierte en una cuestión de
Estado. Podrían destacarse los proyectos de leyes del trabajo en 1904 y en 192139;
también las distintas leyes represivas destinadas a controlar al movimiento obrero, las
cuales podrían ser entendidas como señales muy claras del aumento de la clase obrera y
de su organización, de las luchas de estos sectores, y de la reacción del Estado ante una
nueva dimensión de las transformaciones iniciadas en el siglo pasado. En efecto, cuando
la cuestión obrera se convirtió en un problema central, el gobierno conservador facultó a
la policía con poderes de vigilancia y represión sobre los sectores más radicalizados. En
1901 se crea la Sección Especial de la Policía la cual participó, bajo la dirección del
coronel Falcón, en la masacre del primero de Mayo de 1909 en Plaza Lorea. "La policía
defendió de manera entusiasta la limitación de las actividades políticas y sindicales,
basándose en la idea de la existencia de un enemigo interno de quien la Nación debía
defenderse".40 A su vez, se promulgaron dos leyes restrictivas para la participación
sindical: la Ley de Residencia (1902) y la Ley de Defensa Social (1910). El contexto en
el cual surgen estas leyes represivas era de notable crecimiento y esplendor del modelo
económico diseñado en los años ochenta: aumento de la producción agropecuaria,
exportaciones, extensión de la red ferroviaria, aumento de la población. “Sin embargo,
los signos de prosperidad y progreso no impidieron que un sector de la élite percibiera
con preocupación algunos de los efectos del masivo proceso inmigratorio.” Sobre todo
el temor a la desintegración de la nacionalidad y a las revueltas sociales, que se veían

38
SURIANO, Juan, “Introducción: una aproximación a la definición de la cuestión social en Argentina”,
p. 12, en SURIANO, Juan (comp.): La cuestión social..., Op. cit.
39
Ricardo Falcón señala importantes diferencias entre los dos proyectos de Código del Trabajo: el de
1904, “ese proyecto, nunca concretado y otras pocas leyes sí sancionadas, combinaban una inspiración
asistencialista, una real pero limitada vocación protectora del trabajo, con una fuerte concepción
“policíaca” de la cuestión social.” Mientras que en el proyecto de 1921 existe en realidad una “incompleta
pero real, tentativa por ensanchar las bases sociales del Estado incorporando nuevos actores a la „sociedad
política‟”. Así este autor remarca las notorias diferencias en el tratamiento estatal de la cuestión laboral
antes y después de la ampliación del régimen político. Ver FALCÓN, Ricardo, “Políticas laborales y
relación Estado-sindicatos en el gobierno de Hipólito Yrigoyen (1916-1922)”, en SURIANO, Juan
(comp.): La cuestión social..., Op. cit.
40
LVOVICH, Daniel, Nacionalismo...,Op. cit., p. 142.
más como un producto de la acción de agitadores extranjeros que como una
consecuencia del proceso de crecimiento industrial y urbano.41
En 1916 el radicalismo ganaba las elecciones presidenciales con la instauración de un
nuevo sistema electoral el cual implicó una real y significativa ampliación la
participación ciudadana. La Ley Sáenz Peña (que dispuso el voto masculino, obligatorio
y secreto) había pretendido transparentar la vida política, incorporando el conjunto de la
población nativa a la práctica electoral. Quienes habían proyectado la reforma estaban
seguros de que los partidos tradicionales obtendrían sin problema las mayorías
legislativas. “Se trataba, en suma, de erradicar la política criolla y constituir un partido
de „notables‟, favorecido sin duda por la obligatoriedad del sufragio, que ayudaría a
romper el aparato de caudillos hasta entonces dominante.”42 Sin embargo, los resortes
del viejo orden conservador para controlar la posesión del poder político ya se
encontraban desgastados y deslegitimados.
Ciertos rasgos del primer gobierno democrático producían tensiones entre los
conservadores y los miembros de la elite: la ampliación de los funcionarios estatales,
cargos ocupados por miembros de las clases medias; la intervención de ciertas
provincias gobernadas por conservadores; y, fundamentalmente, la política “obrerista”
ante las crisis laborales. En el esquema propuesto por Cristian Buchrucker este sería el
momento del desarrollo de una cierta “mentalidad defensiva” que no tendría aun la
consistencia de una doctrina o un cuerpo de ideas coherente y estructurado. El autor la
define como “un conjunto de límites imprecisos, de un conglomerado de opiniones y
representaciones, que, a raíz de una situación social y política concreta, habían perdido
el tradicional tono optimista.”43 Esta mentalidad estableció una explicación de la
cuestión social basada en una representación de los trabajadores que dividía el universo
en dos: los “buenos” obreros argentinos frente a los manifestantes, huelguistas,
revolucionarios, extremistas, judíos, anarquistas y extranjeros.
Aquello que distintos autores señalaron sobre la imagen del enemigo para los
nacionalistas –es decir, la existencia de un solo enemigo con la facultad de presentarse
bajo diversas formas- funcionaba también en la visión que ellos tenían de la clase
trabajadora. Quienes habían sido de sustancial importancia para el desarrollo y notable

41
Ver LVOVICH, Daniel, Nacionalismo..., Op. cit., p. 121.
42
ROMERO, Luis Alberto, Breve historia contemporánea de Argentina, Buenos Aires, Fondo de Cultura
Económica, 1994, p. 44.
43
BUCHRUCKER, Cristián, Nacionalismo y Peronismo. La Argentina en la crisis ideológica mundial
(1927 - 1955), Buenos Aires, Sudamericana, 1987, p. 32.
crecimiento del país, quienes habían sido valorados como un recurso vital de la
estrategia de crecimiento ilimitado del proyecto de nación, se habían convertido en
criminales obsesivos de la revolución social.
En el contexto de un incremento de las luchas sindicales y la organización obrera surgen
dos agrupaciones importantes, la Asociación del Trabajo y la Liga Patriótica Argentina,
para contrarrestar esta evolución del sindicalismo.44 Ésta última nace en el contexto de
los violentos enfrentamientos entre los obreros de la fábrica Vasena frente a la policía y
las brigadas de jóvenes de élite que los reprimieron. La Semana Trágica, en enero de
1919, reveló hasta qué punto se había conmovido la sensación de seguridad de la clase
dominante que reaccionó con una violencia inusitada ante la presencia cada vez más
consolidada de un proletariado combativo.45 La composición social de esta
organización, precursora del nacionalismo de los años treinta46, se conformaba de
hombres de clase alta para los puestos dirigentes y de clase media para las filas
militantes. El sector femenino de la Liga, el cual tuvo una notable importancia, era en su
mayoría conformado por mujeres pertenecientes a la aristocracia argentina. “Mujeres
liguistas crearon escuelas para las obreras de fábricas, quienes recibían lecciones de
patriotismo, religión y obediencia, junto con alfabetización, enseñanza de diversos
oficios e instrucción para ser mejores amas de casa”.47 La educación y la asistencia
social que desarrollaban estas mujeres se fundaban en la idea de que todavía era posible
“salvar” a los trabajadores de las malas influencias.

44
También es importante nombrar, en este marco, a la Unión Popular Católica Argentina (UPCA). La
UPCA, fundada en 1919, tenía como principal objetivo aplacar el conflicto social generado después de los
sucesos la huelga y para esto realizó, entre otras cosas, una Gran Colecta. En sus publicaciones la
cuestión social, tanto rural como urbana, obtenía gran relevancia. Para deslindarse de las agrupaciones
que defendían puramente los intereses patronales "...incluían propuestas de participación de los
trabajadores en las ganancias y hasta planteos referidos a la progresiva abolición del salariado, para
extender la propiedad y evitar así el riesgo revolucionario (...) En este sentido, y pese a compartir una
común imagen del enemigo, las posturas católicas contrastaban con claridad con las de la Asociación del
Trabajo cuyo objetivo de destruir el poder de negociación de los trabajadores se acompañaba de la tarea
de producir y divulgar ideologías que justificaran sus conductas, tomándose el ejemplo del fascismo
temprano como un incentivo y una fuente de argumentos legitimadores." LVOVICH, Daniel,
Nacionalismo...,Op. cit, p. 203. Su directorio estaba integrado por miembros de la Liga Patriótica
Argentina y por dos curas: De Andrea y Fasolino. Financiaron cuatro barrios obreros pequeños, una
escuela de oficios para trabajadoras y otros proyectos. MC GEE DEUTSCH, Sandra, Las derechas. La
extrema derecha en la Argentina, el Brasil y Chile. 1890-1939, Buenos Aires, Universidad Nacional de
Quilmes Editorial, 2005, p. 142.
45
Lvovich demuestra a través del análisis de los sucesos de la Semana Trágica de qué forma y con qué
potencia las representaciones sobre el enemigo pueden direccionar las prácticas; en este sentido afirma
que el temor a la revolución se había apoderado de las clases dominantes ya a fines de 1918. LVOVICH,
Daniel, Nacionalismo...,Op. cit, p. 136.
46
Ver MC GEE DEUTSCH, Sandra, Los nacionalistas argentinos y la sexualidad, 1919-1940, en
Reflejos, N° 10, 2001-2002; y de la misma autora Contrarrevolución en la Argentina 1900-1932. La Liga
Patriótica Argentina, Buenos Aires, Universidad Nacional de Quilmes Editorial, 2003.
47
MC GEE DEUTSCH, Sandra, Los nacionalistas..., Op. cit. pp. 108-109.
La Liga organizó brigadas de trabajadores libres con obreros no sindicalizados en
distintos lugares del país. Al igual que su predecesora, la Sociedad Unión Protectora de
Trabajo Libre creada en 1905 en los puertos, una de las principales funciones de las
brigadas de trabajadores era la de romper huelgas y, por ende, ser una fuerza de trabajo
segura y deferente con la patronal. La subordinación de estas brigadas a sus delegados y
éstos, a su vez, a la Junta central y a sus cuadros ejecutivos, da cuenta de la estructura
jerárquica que sostenía la Liga y del lugar que ocupaban estos sectores obreros. Según
afirma Sandra McGee "estos rompehuelgas constituían el contingente de clase baja de la
Liga, desprovisto claramente de voz y de todo poder dentro de la organización"48
Fernando Devoto sugiere que “no debería omitirse recordar que cualesquiera hayan
terminado siendo los propósitos y las características de la Liga, la función que
justificaba su nacimiento era la represión extralegal del movimiento obrero contestatario
y, a partir de allí, de las agrupaciones de izquierda que eran percibidas con él
vinculadas. Ésa sería, por lo demás, la tarea principal de la Liga en los años
subsiguientes. Para ello combinaban la violencia física (…), una estrecha relación con
empresarios, en especial vinculados con la Asociación Nacional del Trabajo, y el
reclutamiento de trabajadores rompehuelgas (crumiros) para sustituir a aquellos en
conflicto.”49 Para dicho autor la idea de justicia social “estaba totalmente ausente del
asistencialismo liguista”, por el contrario sus acciones estaban más ligadas a la idea
tradicional de caridad. Esta idea se basaba en la creencia de que la desigualdad social es
inevitable y la acción sólo debe disminuir los efectos ya que no es posible erradicar las
causas. “Pero esta noción es totalmente diferente de la moderna idea de una sociedad
justa vista como un ideal al que se debe propender a través de la acción pública.”50
Mc Gee subraya que la agrupación representó la radicalización de la derecha moderada
durante la crisis de posguerra, de hecho, una vez que ésta se superó, sus miembros
depusieron la violencia y la retórica amenazante y volvieron al conservadurismo.51
Devoto califica a la Liga como una organización protofacista, que podría ser ubicada

48
MC GEE DEUTSCH, Sandra, Contrarrevolución...,Op. cit. p. 17.
49
DEVOTO, Fernando, Nacionalismo, fascismo y tradicionalismo en la Argentina moderna. Una
historia. Buenos Aires, Siglo XXI, 2002, p. 127.
50
DEVOTO, Fernando, Op. Cit., 2002, p. 135. Por su parte McGee subraya el “humanitarismo práctico”
que definió a la Liga en los años veinte, en el sentido de recalcar las propuestas humanitarias que
pretendían resolver la cuestión social. La envergadura de algunos proyectos dan cuenta de la dimensión
que tenía esta noción para la Liga: los programas sociales, las escuelas fabriles, el apoyo a las leyes de
regulación de las condiciones de trabajo, y, hasta, planes de repartición de las ganancias entre los obreros.
Esto no invalida, que tales acciones se orientaran a “salvar lo esencial del capitalismo”. Ver MC GEE
DEUTSCH, Sandra, Contrarrevolución...,Op. cit.
51
MC GEE DEUTSCH, Sandra, Las derechas..., Op. cit., p. 140.
también como la versión más conservadora de la corriente abierta por el liberalismo
decimonónico. Algunos rasgos la alejan claramente del fenómeno fascista: no aspiraban
llegar al poder, no eran ni antiliberales ni antiparlamentaristas.
La Asociación del Trabajo surge en 1918 conformada por fracciones de la burguesía
ligadas al sector agroexportador, como reacción a las huelgas de ferroviarios y
portuarios que se suceden en 1917 y 1918. Al igual que la Liga su función era la de
proporcionar “trabajadores libres” a los empleadores asociados y, a diferencia de ésta,
su móvil fue únicamente salvaguardar el crecimiento económico de las empresas que se
veían afectadas por las huelgas. Otra diferencia es que el ámbito de la Asociación
estuvo restringido a las zonas portuarias más importantes: Buenos Aires, Bahía Blanca y
Rosario. María Silvia Ospital destaca el establecimiento en 1920 de una Oficina de
Inmigración de la Asociación ubicada en las inmediaciones del muelle de desembarco.
“De esta manera la entidad patronal combinaba esfuerzos y unificaba su acción sobre
trabajadores e inmigrantes. Por un lado dividía a la clase obrera enfrentando a
huelguistas con rompehuelgas, mientras buscaba captar a los recién llegados
disputándoselos a las „sociedades de resistencia‟. La problemática inmigratoria aparecía
52
como un aspecto de la compleja cuestión social y como tal debía ser encarada.” Esta
Oficina de Inmigración funcionó anexada a la Bolsa de Trabajo de la Asociación que –
como señala María Ester Rapalo- “en realidad era una oficina que operaba como
suministro de rompehuelgas y en situaciones normales competía por el control de la
contratación y los despidos que habían logrado importantes sindicatos y que otros
aspiraban a conseguir.”53
La Asociación del Trabajo contaba con dos publicaciones a través de las cuales
expresaba y difundía sus ideas y programas de acción. Una de las publicaciones
periódicas era el Boletín de Servicios de la Asociación del Trabajo, restringido a los
socios de la entidad (gerentes y directivos de empresas que en su mayoría eran de
capitales extranjeros).54 Además de los servicios de rompehuelgas, guardias e
informaciones sobre sindicatos, el Boletín ofrecía análisis económicos y artículos sobre
52
OSPITAL, MARÍA S., Inmigración y Nacionalismo: la Liga Patriótica y la Asociación del Trabajo
(1910 - 1930), Buenos Aires, CEAL, 1994, p. 17.
53
RAPALO, María Ester, “De la Asociación del trabajo a la revista Criterio: encuentros entre
propietarios e ideólogos, 1919-1929”, pp. 124-125, en Sandra McGee Deutsch y Ronald Dolkart (comps),
La derecha Argentina, Buenos Aires, Ediciones B, 2001.
54
Agrupaba a los sectores económicamente más poderosos: terratenientes, agroexportadores, financistas,
transportistas, importadores, empresas ferroviarias. Ver RAPALO, María Ester, “De la Asociación...”,
Op. cit.; y de la misma autora “Los empresarios y la reacción conservadora en Argentina: las
publicaciones de la Asociación Nacional del Trabajo, 1919 - 1922” en: Anuario del IHES “Prof. Juan C.
Grosso”, N°12, 1997, p. 430.
política mundial y análisis legislativos y jurisprudenciales. La otra publicación, La
Concordia, estaba dirigida al público en general y era repartido compulsivamente a los
obreros de las fábricas de los empresarios asociados. La estrategia era contrarrestar la
influencia de la prensa obrera contestataria, a través de métodos paternalistas, de una
“autoridad del falso amor” porque cuida a los trabajadores sólo en la medida en que
beneficia a los intereses patronales. En efecto, el fin último siempre es preservar el
interés de la patronal y neutralizar la protesta social.
El programa de la Asociación del Trabajo (AT) iba más allá del mundo del trabajo en la
medida que proponía diversas intervenciones para corregir el desorden social: modificar
la educación pública y sus políticas de libertad y autonomía; promover los gestos
autoritarios y la violencia privada como forma de resolver eficazmente los conflictos; y,
la restricción de la política inmigratoria de acuerdo a los lugares de origen de los
inmigrantes. Además ofrecía una red de servicios destinados a proteger los intereses
capitalistas y destruir la lucha y las conquistas del movimiento obrero: rompehuelgas,
guardias armados, un servicio de informaciones a cargo de un ex funcionario policial,
carros para neutralizar las huelgas, bolsa de trabajo, asesoramiento jurídico. Pero sus
acciones no se restringían sólo a los obreros, también ejercían su poder sobre los
empresarios que se negaban a participar en la AT, el boicot era el recurso más usado
para afectar financieramente a dichos empresarios para lo cual circulaban “listas negras”
entre los socios.55
A fines de los años veinte la entidad patronal se “inclinaría” hacia el fascismo, haciendo
hincapié en los logros fascistas e incrementando su demanda de “mano dura” para con
los gremios de izquierda. “No obstante, a pesar de una primera seducción por la
movilización de masas que mostraba el movimiento fascista, en rigor éste fue
legitimado básicamente como una fuerza necesaria para cumplir un papel destructor,
como algo útil para retornar a la „normalidad‟ conservadora y que, por lo tanto, debía
56
ser limitado en sus „excesos‟” Rapalo concluye que la creación de la AT no fue un
simple acto reflejo ni una reacción a la supuesta amenaza de revolución social, “sino
una respuesta concreta ante las conquistas laborales efectivas y potenciales.”57
Estas entidades de la derecha que se radicalizan ante el conflicto social, pero que no
salen de los marcos de una derecha integrada al sistema marcan los límites de un posible

55
Ver RAPALO, María Ester, “Los empresarios...”, Op. cit., p. 432.
56
RAPALO, María Ester, “De la Asociación...”, Op. Cit., 137-138.
57
RAPALO, María Ester, “Los empresarios...”, Op. cit., p. 431.
desarrollo de un nacionalismo sindicalista. Devoto señala: “Los años veinte son años de
lenta preparación de un movimiento reaccionario cuyo punto de partida es la relectura
en una clave no democrática de la tradición liberal decimonónica y una opción política
que no se distingue sin dificultad de los sectores conservadores.”58
En cuanto a las entidades preocupadas por la cuestión social provenientes del ámbito de
la Iglesia católica hay que destacar a los Círculos Católicos de Obreros y a la menos
duradera Liga Democrática Cristiana (1902-1908). Estas organizaciones respondían a la
necesidad de resolver el conflicto social instaurando un estado de “armonía de clases”.
El texto fundador de esta doctrina fue la encíclica papal de 1891 Rerum Novarum en la
cual se llamaba a los católicos a reconquistar los espacios perdidos frente al liberalismo
y el socialismo. Este texto “Se trata de un conjunto de proposiciones y directivas cuyo
contenido constituye una doctrina orgánica destinada a responder a los desafíos de la
sociedad moderna”.59 Su contenido expresaba el objetivo de evitar la acumulación de la
riqueza, bregar por una justicia distributiva y por el logro del bienestar público.
También sostenía el derecho de los trabajadores a asociarse para defender sus intereses.
Bajo este espíritu fueron creados los Círculos de Obreros Católicos que eran entidades
constituidas como organizaciones laicas guiadas por un clérigo. Ofrecían a los obreros
distintos beneficios (asistencia social para las necesidades inmediatas: remedios,
atención médica, escuelas gratuitas para los hijos de los obreros, etc.) y promovían
legislación laboral tendiente a mejorar la situación de los trabajadores. Debido a sus
funciones y prácticas, podría decirse que se asemejaban más a las asociaciones mutuales
que a los sindicatos. Los afiliados debían asistir a las reuniones como contrapartida de
las prestaciones. En 1912 existían 77 Círculos con 23.000 miembros y el Estado les
otorgó reconocimiento jurídico y subvenciones. A partir de 1916 organizaron
“conferencias populares” en las plazas y esquinas barriales para atraer a un público más
amplio, rivalizando con socialistas y anarquistas por un público en común.60
La Liga organizó alrededor de 5.000 trabajadores en sindicatos confesionales, pero su
participación en algún que otro conflicto despertó sospechas entre los católicos
61
adinerados y fue disuelta. Caimari señala, sin embargo, que la principal acción de la
Liga fue la difusión doctrinaria: contaba con una importantísima biblioteca y organizaba

58
DEVOTO, Fernando, Nacionalismo..., Op. cit., p. XXV.
59
CAIMARI, Lila, Perón y la Iglesia Católica. Religión, Estado y Sociedad en la Argentina (1943 -
1955), Buenos Aires, Ariel, 1995, p. 41.
60
CAIMARI, Lila, Idem, p. 42.
61
Estos datos en MC GEE DEUTSCH, Sandra, Las derechas..., Op. cit. p. 58.
cursos y conferencias. Mientras los Círculos eran reacios a participar y apoyar a
organizaciones obreras en conflicto; Mirta Lobato destaca que la Liga Democrática
Cristiana tuvo una actitud solidaria con otros obreros en lucha.62
El movimiento nacionalista de derecha definirá sus posiciones en principio orientadas a
una actitud completamente represiva y contraria a los trabajadores. Para los
nacionalistas de La Nueva República el problema obrero era secundario, sus críticas
estaban dirigidas al sistema democrático, al liberalismo, y a Yrigoyen quien era visto
como un demagogo populista. Su mayor influencia ideológica era la Acción Francesa, la
principal fuerza de la derecha radical en Francia. Esta organización además de
reaccionaria era profundamente no activista y “le interesaban poco las cuestiones
sociales o la movilización.”63 Sin embargo, en la década del treinta el nacionalismo
argentino cambiará sus posiciones discursivas y tratará de competir con otros sectores
por la captación de los trabajadores.

2.1 La cuestión social en la perspectiva de los años treinta

La crisis económica mundial puso de manifiesto el agotamiento de un modelo de


producción que había tocado sus límites previamente. La fuerte dependencia del
mercado exterior provocó una serie de problemas que hicieron colapsar el desarrollo de
la macro economía (caen las exportaciones, fuga de capitales, caída de los precios de las
materias primas) y también de la doméstica (suba de precios de productos básicos,
desocupación). Pero lo más decisivo fue el impacto en la percepción de gran parte de la
sociedad argentina, al menos de la elite dirigente y de la clase alta en su conjunto, que
implicó una sensación de desasosiego y temor. “Ese temor cada vez más justificado
comenzaba a corroer las seguridades que habían hecho posible construir una sólida
conciencia nacional apoyándose en una promesa de futuro antes que en la memoria de
un pasado compartido.”64
Cristian Buchrucker sostiene que para el denominado nacionalismo uriburista, a
principios de los años treinta, la cuestión social no era un tema central. Desde su
perspectiva lo que predominaba era una interpretación aristocrática-xenófoba de los

62
LOBATO, Mirta, “Entre La protección y la exclusión: discurso maternal y protección de la mujer
obrera, Argentina 1890-1934”, en SURIANO, Juan (comp.): La cuestión social en Argentina (1870-1943)
Buenos Aires, La Colmena, 2000, , p. 259.
63
PAYNE, Stanley, El fascismo, Madrid, Alianza Editorial, 1980, p. 136.
64
HALPERIN DONGHI, Tulio, La Argentina y la tormenta del mundo: Ideas e ideologías entre 1930 y
1945, Buenos Aires, Siglo XXI, 2003, p. 17.
problemas sociales en la cual una situación de conflictividad se explicaría por la
existencia de extranjeros. Esta configuración de la cuestión social sería, según el autor,
una especie de doctrina “particularmente” nacionalista que coloca a los inmigrantes en
el lugar de portadores de frustraciones y resentimientos capaces de perturbar la paz
social. Sin embargo, parece más ajustado precisar que esta visión no era exclusiva del
nacionalismo sino que estaba presente también en otros sectores sociales. Así, muchos
conservadores y otros sectores tradicionalistas creían que los inmigrantes habían
iniciado un proceso de decadencia, que debía revertirse mediante la selectividad de la
inmigración o la deportación de los sujetos considerados peligrosos. De éstos últimos,
los más indeseables resultaban ser los judíos que habitualmente eran identificados al
mismo tiempo con el comunismo, sobre todo después de la Revolución Rusa. Halperín
Donghi argumenta que es la crisis mundial la que logra finalmente instaurar la idea,
“más allá de la antigua y la nueva derecha”, de que los judíos son el problema. Además
de identificarlos con la militancia revolucionaria, los sectores más conservadores y
tradicionalistas junto con los nacionalistas, establecían una vinculación entre los judíos
y las altas finanzas; sostenían que el capitalismo usurero era un invento de los judíos y
que Moscú tenía grandes reservas de oro con las cuales financiaba –paradójicamente-
las huelgas revolucionarias. La imagen del enemigo tenía múltiples formas pero un
mismo significado: la disolución de la nación.
Entonces, la reducción de la cuestión social al componente extranjero pareciera
alcanzar a un amplio arco de actores que compartían con los nacionalistas la misma
imagen prejuiciosa del sindicalismo de izquierda compuesto en su mayoría por
trabajadores extranjeros. Tal como afirma Zanatta: “En la óptica dominante entre los
católicos y los conservadores en general, la inmigración terminaba sirviendo de chivo
expiatorio de la crisis social del país.” 65
Un discurso del militante nacionalista Alfredo Villegas Oromi demuestra
claramente ese particular estado de malestar que compartían los sectores que iban desde
el conservadurismo hasta la derecha más radical, en definitiva, las diferencias estaría en
las estrategias que cada uno vislumbraba para escapar de esta encrucijada.
"¿Qué ha sucedido señores, para que hayamos perdido la tranquilidad? Es que se ha
querido hacer de la Argentina un emporio de riquezas materiales, una feria
internacional. Se ha querido presentar al mundo el orgullo de una ciudad babilónica a

65
ZANATTA, Loris, Del Estado liberal a la Nación Católica. Iglesia y Ejército en los orígenes del
Peronismo. 1930 - 1943, Buenos Aires, Universidad Nacional de Quilmes, 1996, p. 63.
orillas del Plata, cuyos rascacielos levántanse a manera de parapeto para ocultar la
inmensa planicie donde el hombre es abandonado a sus propios recursos, a sus escasas
fuerzas. Se ha querido figurar en las estadísticas mundiales poseyendo la primer ciudad
de habla hispana y la segunda de raza latina, en cuanto al número de sus habitantes,
monstruosa realidad forjada a costa de la despoblación de tres millones de kilómetros
cuadrados (...) Se ha preferido entregar la producción, las industrias, el transporte, la
luz, los teléfonos, la radio, la prensa, a manos extranjeras... (...) Se ha querido abrir de
par en par las entradas del país, para que él sirva de refugio a todos los que en sus
mismas patrias son repudiados por enemigos del orden, de la moral y de la bandera. (...)
Toda esa obra se ha hecho en base a un liberalismo económico cuyo único resultado ha
sido una mala distribución de la riqueza, pues mientras unos pocos lo tienen todo, la
inmensa masa de hombres ignora lo que les depara el mañana. De ahí, a la
desesperación hay un solo paso, paso terrible que lo está dando España en estos
momentos, y véis cuánta sangre, cuántos dolores les cuesta…”66

Dentro del amplio espectro de derecha tradicionalista, uno de los primeros en


destacar la importancia de la cuestión social a principios de los años treinta fue
monseñor Franceschi. El primero de mayo de 1931 recordó a su público de clase alta
que el magisterio de la Iglesia admitía el capital pero no el capitalismo, ya que la
propiedad debía tender a fines sociales.67 Asimismo, en el campo del nacionalismo hay
que destacar como pionero a Manuel Gálvez68, quien -en su libro Este pueblo necesita y
otros escritos- criticó a la mayoría de sus pares como reaccionarios de clase alta con
escaso interés por la justicia social. “Gálvez (…) auspiciaba un „socialismo práctico‟,
despojado del marxismo y de la lucha de clases, que operaría en un contexto de orden y
jerarquía.”69 Decía que los nacionalistas adoptaban sólo los rasgos derechistas del
fascismo –su énfasis en el orden, la disciplina y la jerarquía- pero ignoraban
completamente sus aspectos izquierdistas:

66
Crisol, “En toda la República se conmemoró la Revolución”, 8/9/1936, p. 5.
67
Un par años más tarde la preocupación por la cuestión social promueve la creación del secretariado
económico-social de la Acción Católica y Franceschi se convertirá en su asesor espiritual. Zanatta afirma
que la creación de este secretariado “permitió presagiar un viraje en la visión que la Iglesia tenía de la
cuestión social.” ZANATTA, Loris, Del Estado..., Op. cit. , pp. 67, 124, 211, 212.
68
Manuel Gálvez era uno de los exponentes del denominado “nacionalismo cultural”, junto a Ricardo
Rojas y Leopoldo Lugones. En sus escritos reacciona ante el cosmopolitismo, revaloriza el componente
hispánico y se declara contra el positivismo.
69
MC GEE DEUTSCH, Sandra, Las derechas..., Op. cit., p. 282.
“son más nacionalistas que fascistas, que se interesan poco o nada por la parte
socialista del fascismo; y que, a pesar de sus declaraciones, y que tal vez de sus deseos,
no dejan de tener algunas vinculaciones con los conservadores. Creo, en resumen, que
son dictatoriales y militaristas, más que fascistas.”70

Manuel Gálvez sostiene una polémica con Julio Irazusta, uno de los fundadores
de la Nueva República, sobre la cuestión social. Para Gálvez el primer gobierno de
Yrigoyen había sido muy eficaz en resolver la conflictividad social: se había constatado
una notable mejoría en la situación de la clase trabajadora a partir de la legislación sobre
la jornada de ocho horas y salarios mínimos. Estas medidas contribuyeron a mantener el
orden social. También señalaba el acierto del presidente radical en conservar una actitud
neutral ante la Primera Guerra Mundial conservando la paz y la razón en estas tierras.
Por el contrario, Irazusta se oponía a las leyes de salario mínimo y de ocho horas,
porque perjudicaban la producción. Observaba el carácter demagógico del presidente al
cual no le interesaban, en verdad, los trabajadores sino el apoyo electoral que podrían
darle y consideraba errada su posición neutral ante los conflictos sociales. 71
A partir de la mitad de los años treinta, otros representantes del nacionalismo
expresarán su preocupación sobre los problemas sociales y la política nacionalista
referida a la resolución de éstos. Podría decirse que la frecuencia y centralidad que
adquiere este punto en la agenda nacionalista permite indicar que se convirtió en un
tema prioritario alcanzando una mayor importancia con respecto a los primeros años de
la década. Incluso muchos nacionalistas cambiarán sus posiciones a través de los años.
Bruno Jacovella, quien había participado del nacionalismo elitista, proponía en 1941 un
nacionalismo antiburgués que adquiriera el carácter de revolución social para destruir a
la oligarquía que había obligado a la sociedad argentina a adoptar formas de vivir y
pensar que no le eran propias -la inmigración y los judíos habían contribuido a efectuar
estos atropellos-. Por tanto proponía “solicitar el apoyo popular para un programa
nacionalista que hiciera vibrar los dolores y esperanzas de la multitud argentina”. Por
su parte, Rodolfo Irazusta, hermano de Julio, viró desde una posición tradicionalista y

70
Fragmento de GÁLVEZ, Manuel, “Este Pueblo necesita”, 1934, en KLEIN, Marcus: A Comparative
Analysis of Fascist Movements in Argentina, Brazil, and Chile. Between the Great Depression and the
Second World War, Thesis submitted for the degree of Doctor of Philosophy of the University of London,
Institute of Latin American Studies, School of Advanced Study, London, 2000, p. 214.
71
Ver DEVOTO, Fernando, Nacionalismo..., Op. cit.,, pp. 190-191-192; LVOVICH, Daniel,
Nacionalismo...,Op. cit., pp. 254-255; y MUTSUKI, Noriko, Julio Irazusta: treinta años de nacionalismo
argentino, Buenos Aires, Biblos, 2004, p. 61.
conservadora a otra en sintonía con la nueva perspectiva sobre la cuestión social. Si en
1930 se oponía al intento del Departamento de Trabajo de hacer cumplir el descanso
dominical porque –según él- era una ley “contraria a las conveniencias y modalidades
de la población”72, años más tarde proponía un programa nacionalista en el cual –entre
otros puntos- se efectuara “una repartición equitativa de los bienes nacionales entre los
argentinos (…) una justa regulación de las ganancias entre obreros y campesinos, entre
agrarios y comerciantes, entre productores y consumidores, protegidos todos ellos de la
voracidad capitalista.”73 En un tono mucho más populista, Enzo Valenti Ferro –
miembro de la Legión Cívica Argentina74- proclamaba, en 1934, una justicia social
nacionalista a través de una ley de viviendas, un programa de emergencia obrera para
asegurar atención médica e indemnizaciones por accidentes.75
Desde mediados de los años treinta, pudimos observar la evolución de una gran
variedad temática respecto a la cuestión social en los diarios nacionalistas Crisol y
Bandera Argentina. Las noticias y los artículos de opinión sobre el mundo del trabajo
ganan espacios cada vez más visibles en las páginas de las publicaciones diarias. Allí se
puntualizan ciertos aspectos de la cuestión y también se enuncian los contornos de una
doctrina social nacionalista centrada en la supresión del trabajo de la mujer en las
fábricas, la defensa de la familia obrera, el salario digno para el trabajador, el concepto
del trabajo como un derecho y un deber social, la vivienda obrera, entre otros temas.
Por tanto, la idea inicial (compartida por los sectores más favorecidos y conservadores
de la sociedad) de que el conflicto social era sobre todo una cuestión de inmigrantes
radicalizados empezó a dar lugar a ciertas ideas más complejas.
Es necesario destacar que existían vínculos muy sólidos con el pensamiento del
catolicismo social y que muchos principios que sostenía el nacionalismo de los treinta
tenían sus raíces en esta corriente. En principio, ambos –nacionalismo y catolicismo
social- sostenían que la izquierda había penetrado con éxito el mundo del trabajo
provocando la “perdición” del proletariado, descristianizando a las masas. El problema
social se acentuaba cuando los obreros organizados y dirigidos por militantes
72
En DEVOTO, Fernando, Nacionalismo..., Op. cit., p. 192.
73
En PIÑEIRO, Elena, La tradición nacionalista ante el peronismo. Itinerario de una esperanza a una
desilusión, Buenos Aires, A - Z editora, 1997, p. 167.
74
La Legión Cívica Argentina fue creada en 1931 con apoyo del entonces presidente de facto José
Uriburu. Mediante un decreto Uriburu oficializó a la LCA y se tendieron las redes para la vinculación con
las fuerzas armadas. La Legión se “organizó en unidades paramilitares y se entrenaba con el Ejército”. En
DOLKART, Ronald, “La derecha durante la década infame 1930-1943”, en Sandra McGee Deutsch y
Ronald Dolkart (comps), La derecha Argentina, Buenos Aires, Ediciones B, 2001, p. 157.
75
DOLKART, Ronald, Idem.
izquierdistas intentaban socavar las bases del orden social, a través de sus luchas y sus
reivindicaciones de clase. Creían, siguiendo los preceptos de la encíclica Rerum
Novarum, que había que elaborar una alternativa antiliberal y antiizquierdista para
“reconquistar” los espacios fabriles; que había que terminar con los abusos del
capitalismo y la avaricia de los capitalistas; que había que encontrar una armonía entre
el capital y el trabajo. Sin embargo, la jerarquía, la propiedad privada y la desigualdad
social eran inevitables y, también, deseables si se evitaba la codicia y las luchas.
Zanatta subraya la importancia de la Pastoral del Episcopado de mayo de 1936
que expresa este cambio de mirada. Los obispos recordaron el fin social de la propiedad
privada, condenaron los salarios de hambre, proclamaron el derecho al salario familiar.
También se propone como objetivo urgente la conquista de la clase obrera, movilizando
y ampliando el sindicalismo católico. La importancia de este documento radica en que
esta línea se constituye en la postura oficial de la Iglesia en relación a los problemas
sociales. La Iglesia elabora una alternativa tanto del comunismo como del capitalismo
rapaz, que se denominó la „tercera vía católica‟; fundamentalmente se planteaba un
Estado regulador que ejerciera un contrapeso a la ley de la oferta y la demanda fijando
los precios de los bienes de consumo; construyendo viviendas populares e impidiendo el
estancamiento del capital improductivo. Conjuntamente a las acciones de las entidades
católicas en las fábricas y los sindicatos católicos, los legisladores católicos presentaron
en el Congreso distintos proyectos legislativos en materia social (salario mínimo y
familiar, seguro social, desocupación, etc.). Se revalorizó la función de las
corporaciones entre el individuo y el Estado como forma de asegurar la protección a los
más débiles; en este sentido existía en este discurso una especie de anticapitalismo
inspirado en una situación ideal, basada en los vínculos solidarios de la sociedad
cristiana tradicional, representada por el “corporativismo cristiano”. El presbítero Julio
Meinvielle, quien tenía una profusa participación en el mundo nacionalista formando
parte de agrupaciones y brindando asesoramiento espiritual a muchos de los miembros
de éstas, calificaba al capitalismo como un sistema económico que procura un
crecimiento ilimitado. No veía nada malo en la acumulación de riqueza, mientras parte
las cuantiosas ganancias fueran reinvertidas para proveer empleos y productos para
satisfacer las necesidades humanas. El dinero, estéril e improductivo, no poseía ningún
valor en sí mismo sólo era un medio de cambio que no debía generar él mismo riqueza;
por el contrario la riqueza genuina debía extraerse de la tierra y la industria. El clérigo
culpó a los judíos por la usura y dijo que el capitalismo había dividido la humanidad en
dos clases: los especuladores oligárquicos y los productores empobrecidos.76
Zanatta argumenta que “Frente al peligro de que el individualismo económico y
social liberal empujase a las masas obreras en brazos del socialismo y del comunismo,
la Iglesia avanzó en la elaboración de una tercera vía católica, capaz de integrar a las
diferentes clases sociales en el seno de una estructura compuesta de organismos
colectivos, llamados profesiones organizadas o corporaciones.”77 El problema de cómo
lograr la integración de los sectores populares no estaba definido en el discurso del
catolicismo social; el nuevo orden era sobre todo antipolítico: no contemplaba
autonomía ni acción de los actores sociales y políticos. La respuesta parecía estar en la
idea de “resignación” y de “organicidad” que implicaba que los obreros podían
legítimamente reclamar por una mejora de su situación pero no podían renunciar a su
lugar en la sociedad.
Juan Carlos Moreno expresa a través de uno de sus personajes la noción sobre la
cuestión social que compartían la mayoría de los grupos nacionalistas. Los problemas
que configuraban esta cuestión eran el rol del Estado, el trabajo de las mujeres, la
desocupación, las ciudades congestionadas, los sindicatos, la crisis económica, los
valores morales –entre otros-. Decía uno de los personajes:
"El Estado deberá proceder con autoridad y seguridad. Para anular la desocupación
deberá crear grandes obras públicas; sustituir en lo posible, el trabajo de las mujeres en
fábricas y oficinas, por hombres desocupados. El Estado extirpará los trust y
monopolios y disolverá las grandes sociedades anónimas, no autorizando la existencia
de compañías con más de un millón de pesos, y fomentando y favoreciendo, en cambio,
las industrias pequeñas, especialmente las domésticas. Se disminuirán al minimum los
impuestos sobre la propiedad, el comercio y las profesiones. La explotación de las
empresas de vapores, ferrocarriles, minas y petróleo, que producen cuantiosos
beneficios, estará a cargo del Estado. Se descongestionarán las ciudades muy repobladas
atrayendo la gente al campo, al que se dará mayor vida e interés, dividiendo las tierras
para el establecimiento de granjas y colonias; cuanto mayor número de pequeños
propietarios existan, mejor. Se crearán sindicatos patronales y obreros que establecerán
contratos de trabajo, para evitar el abuso de los patrones. Se castigará el lujo, los altos
emolumentos, los juegos de azar, la prostitución. La aplicación de estas medidas y otras

76
Ver MC GEE DEUTSCH, Sandra, Las derechas..., Op. cit., pp. 288-289.
77
ZANATTA, Loris, Del Estado..., Op. cit., p. 327.
análogas, originará un abaratamiento de los medios de subsistencia, y la sociedad
entrará en un régimen de vida más sencillo, más sano y conforme a la naturaleza
humana; desaparecerá progresivamente la crisis económica, creada por la ambición de
los hombres, y se restaurarán los valores espirituales." 78

Este párrafo del texto literario de Moreno puede sintetizar gran parte de la
propuesta programática del nacionalismo sindicalista que no siempre era expresada de
manera coherente y sistemática. Con el término de nacionalismo sindicalista hacemos
referencia a un conjunto de agrupaciones de obreros nacionalistas, a la Alianza de la
Juventud Nacionalista, a los intelectuales vinculados a estas agrupaciones sindicales y
políticas, y también a los órganos de difusión que portaban sus ideas. Existía mucha
insistencia en algunos temas como la creación de una democracia funcional o
corporativa, la institución de los contratos colectivos de trabajo, la armonía entre el
trabajo y el capital, los salarios mínimos de acuerdo a las necesidades del consumo
familiar. Todas estas ideas pertenecían también al decálogo del fascismo. Por cierto
existían diferencias entre las distintas agrupaciones obreras, por ejemplo la Federación
Obrera Nacionalista Argentina (FONA) se presentaba como una organización sindical
de obreros que profesaban el catolicismo y seguían los preceptos de las encíclicas
papales, el Sindicato Obrero Nacionalista Argentino (SONA) también se identificaba
alineado al catolicismo y festejaba sus aniversarios con oficios religiosos; mientras que
la Alianza Juventud Nacionalista (AJN) se desenvolvía de un modo más profano en el
sentido de un discurso y unas prácticas menos comprometidas con la identificación
religiosa –aunque seguramente sus integrantes también eran miembros de la comunidad
católica a juzgar por el intercambio relacional entre el nacionalismo y la Iglesia-. Uno
de los dirigentes de la AJN más reconocidos decía “De la derecha teníamos la defensa
de la tradición, los valores culturales, la lengua, la religión, la historia; y de la
izquierda teníamos la apertura a lo social, el apetito por la justicia social. Ninguna
fracción del nacionalismo era extraña a la cuestión social y el menos extraño fue el
grupo nuestro.”79

78
En Crisol, La explotación al obrero y la novela "Tiempos amargos", 6/02/1936, p. 3.
79
MACOR, Darío y Eduardo IGLESIAS, El peronismo antes del peronismo. Memoria e historia en los
orígenes del peronismo santafesino, Santa Fe, U.N.L., 1997, ver la entrevista a Alberto Ottalagano, p. 156
y ss.
María Pía Martín sostiene, basándose en el estudio del catolicismo social en la ciudad
de Rosario, que en la década del treinta se desarrolla una nueva corriente, el
“nacionalismo sindicalista católico”. En sus palabras, “Este concepto, involucra la idea
de un sindicalismo católico que se entrecruza con la ideología nacionalista vigente en
los años „30.”80 Si bien muchos tópicos, tal como sostiene la autora, son producto de la
fluidez y los entrecruzamientos entre nacionalistas e Iglesia, existen algunas diferencias.
Mientras Martín sostiene que esta corriente del sindicalismo católico acentuó su
demanda de control de la clase obrera a través de la actuación policial, nuestro trabajo
demostrará –más adelante- que los nacionalistas insistieron en denunciar los abusos
policiales en distintos conflictos obreros. Ellos habían incorporado esta retórica, que sin
duda fue una de las estrategias más inteligentes y exitosas que utilizaron para acercarse
a los obreros, sobre todo en la segunda mitad de los años treinta. Además, algunas de las
agrupaciones obreras nacionalistas portaban un discurso en verdad radicalizado que iba
más allá de la idea de conciliación y proponía la emergencia de un nuevo orden. Este
tono resultaba extremo para el catolicismo y recordaba a los discursos fascistas
europeos, el mismo era sostenido, a su vez, por ciertas prácticas callejeras violentas y
perturbadoras que podrían haber contrastado fuertemente con las formas más
“recatadas” del sindicalismo católico.
El tráfico de ideas y concepciones entre nacionalistas y representantes de la Iglesia
católica ha sido suficientemente documentado por la historiografía. Por tanto, muchos
conceptos y principios del catolicismo social estarán presentes en el decálogo
nacionalista. Sin embargo, nos referiremos específicamente al discurso nacionalista, es
decir, nos centraremos en las fuentes que se autodenominaban de ese modo y
compartían una plataforma ideológica sintetizada en el antiizquierdismo, el
antiliberalismo, el corporativismo y el antisemitismo.
La tematización de la cuestión social en el nacionalismo tomó algunos aspectos ya
enfocados por otros actores desde fines del siglo XIX. Los temas más frecuentes sobre
la cuestión social en los periódicos nacionalistas eran el creciente encarecimiento de los
productos básicos81; la congestión de las ciudades y la situación del interior del país; la

80
MARTÍN, María Pía, “Católicos, control ideológico y cuestión obrera. El periódico La Verdad de
Rosario (1930-1946)”, en Estudios Sociales, Año VII, Nº 12, Santa Fe, Argentina, 1º semestre de 1997, p.
62.
81
“Con la disminución de los salarios, se registró también un reducción de la proporción de lo gastado en
comida, según los resultados de la investigación” en Crisol, Los gastos de vida de familias obreras en
América del sur, 7/03/1936, p4; el costo de vida "ha aumentado en los últimos meses en un 20 a 25 por
ciento", La carestía de la vida, 13/03/1936, p 3.
legislación sobre jubilaciones; la instauración de un seguro social obligatorio; el
cumplimiento de los días de descanso y de las horas de trabajo. También importaba la
problemática de las enfermedades profesionales y los accidentes de trabajos. Durante
todo el período abarcado, los nacionalistas sostendrán la necesidad de responder a los
requerimientos económicos de los obreros imposibilitados por un accidente y a la
necesidad de una legislación protectora de los riesgos del trabajo. Argumentaban que las
nuevas exigencias de la industria y los métodos modernos de producción ponían en
peligro al obrero, por un lado, amenazando al mismo con las nuevas maquinarias que
podían producir ciertos accidentes y, por el otro, enfermándolo con atmósferas insanas
82
producidas por el polvo metálico y las “nieblas colorantes” –entre otras-. En muchas
ocasiones se resaltaban los logros de los fascismos europeos como el horizonte deseable
hacia el cual debería marchar la Argentina en materia laboral, aunque no sólo en esa
área. De la gran cantidad de elementos que presentaba el debate sobre la cuestión social,
haremos referencia sobre algunos de estos elementos: el crecimiento urbano, la
modernización del proceso productivo y de las relaciones de producción, el trabajo de
mujeres y menores, y, finalmente el tema del salario.
El crecimiento de Buenos Aires tuvo un gran impacto en la derecha. La
concentración habitacional en los llamados “conventillos” fue muy temprana, de hecho
Panettieri señala que ya en 1880 existían 1.770 conventillos en la ciudad, y que la
mayoría de los habitantes eran extranjeros. Las condiciones económicas, sociales y
materiales de éstos eran pésimas, de manera que el descontento y la miseria se hicieron
evidentes cuando en 1907 se desató una huelga de inquilinos, la cual tuvo repercusiones
hasta en la ciudad de Rosario.83 En 1936 la novela Tiempos amargos de Moreno
retrataba la vida en los conventillos de una manera precisa y dolorosa, según el Dr.
Cafferata, representante del catolicismo social: “Su capítulo sobre el conventillo, es
dolorosa verdad. La mayoría de las desviaciones morales y de muchas enfermedades,
tienen su origen en la promiscuidad, en el confinamiento, en el ambiente malsano del

82
En Crisol, “La lucha por la salud del obrero”, 11/08/1940, pp. 1 y 4. En contraposición al “desinterés”
de políticos, investigadores e industriales argentinos, frente a los verdaderos problemas de los obreros, sus
homólogos del régimen nazi se abocaban al descubrimiento nuevas herramientas para la protección del
trabajador. Así informaban que éstos lanzaron un filtro coloidal que permite una filtración extraordinaria
por parte de las máscaras protectoras logrando una respiración sin molestias ni impedimentos. "El nuevo
descubrimiento, debido a investigadores alemanes y construido en talleres y fábricas del Reich, da idea
nuevamente de la capacidad técnica, y a la vez, de la preocupación germana por la suerte y la salud del
obrero."
83
Los habitantes de los conventillos solicitaban la rebaja de un 30% de los alquileres; la supresión de
garantías para el alquiler; el compromiso de no desalojar a los no-deudores; mejoras en las condiciones
higiénicas. En PANETTIERI, José, Los Trabajadores, Buenos Aires, CEAL, 1982, p. 72.
conventillo, que alimenta la sordidez de muchos malos propietarios."84 Al mismo
tiempo Crisol advertía: “... no hay que olvidar que la injusticia social es el sentimiento
de la rebelión que puede resultar grave cuando se compruebe como lo sostenemos que
la familia obrera llegará a constituir dentro de pocos años el 80% de la población de la
Capital Federal, que es directora espiritual de la República entera".85 Según un estudio
del Departamento Nacional del Trabajo el 59% de las familias obreras de la Capital
Federal vivía en una habitación de dimensiones mínimas, tomando como familia tipo un
matrimonio y tres hijos menores de 14 años.86 Tanto los periódicos como las
agrupaciones obreras nacionalistas reclamaban al Estado la construcción de viviendas
obreras. Los periódicos nacionalistas recibieron con agrado un decreto del gobierno de
Manuel Fresco que llamaba a concurso para el proyecto de construcción de cincuenta
mil casas para obreros de la provincia; desde la perspectiva del periódico la
trascendencia social y política de esta iniciativa radica en que "la manera mejor de
combatir al extremismo es casualmente arraigando al obrero, ya sea de la fábrica o del
campo, al lugar en que se gana el sustento".87 Por su parte, los obreros nacionalistas
otorgaban una gran importancia al tema de la vivienda obrera; por ejemplo, en el
programa de la Agrupación Obrera Adunista dos de los ocho puntos que lo conforman
están dedicados a este tema. Desde esta perspectiva la vivienda obrera aparecía como un
derecho de los trabajadores pero también como una estrategia para erradicar las
conductas desviadas y eliminar uno de los escenarios propicios para la sociabilidad de
los militantes izquierdistas y los obreros recién llegados a la ciudad que se alojaban en
este espacio habitacional de bajo costo.
Los obreros nacionalistas creían que las consecuencias de la modernización eran
negativas moral y económicamente. Fermín Mares, obrero nacionalista que escribía en
algunas ocasiones en Crisol y también brindaba conferencias callejeras, entendía que el
problema era que los obreros argentinos carecían de una unidad cultural que “hace que
se pierda el culto de lo tradicional”. Y agregaba: “El hombre, individualizado, no puede
detenerse en las antiguas formas de convivencia social, y se lanza desesperadamente
hacia una sociedad vagamente concebida de origen y forma netamente filosófica.”88 En

84
Crisol, “A propósito del libro „Tiempos Amargos‟, de J. Carlos Moreno”, 12/05/1936, p.4
85
Crisol, “En defensa de la familia obrera hoy olvidada de los políticos”, 1/04/1936, p 3.
86
Ver Crisol, 18/08/1937 y 28/01/1938, el costo mínimo de la habitación era de 30 pesos mientras que el
salario promedio de los obreros de Buenos Aires era de 125 pesos mensuales.
87
Crisol, “Las casas para los obreros de la provincia”, 18/02/1937, p1.
88
MARES, Fermín, “Un aspecto del problema obrero argentino”. En Edición extraordinaria de Crisol por
el sexto aniversario de su fundación, 1/02/1938, p8.
otra oportunidad decía que el hombre de trabajo "es considerado unidad electoral antes
que entidad social; considerado instrumento de producción antes que el elemento
creado ; considerado contribuyente antes que factor de progreso..."89 El Frente Obrero
Nacionalista Argentino, lamentaba en su declaración de principios, que por efectos del
individualismo económico el hombre de trabajo se convertía en una mercancía.
Además, según esta agrupación, se envilecía más aún el trabajo a través de la
modernización: el incremento de las maquinarias y de los métodos modernos de
producción traen como consecuencia el paro forzoso de trabajadores que hace
retroceder los salarios de los ocupados. Sin embargo, no todos los nacionalistas
compartían esta evaluación negativa de la modernización tecnológica en el proceso
productivo. Por ejemplo, el escritor católico y nacionalista, Antonio Varela, señalaba en
su libro El nacionalismo argentino y los obreros socialistas que la máquina no era
enemiga del obrero. Más que provocar la desocupación un incremento de las
maquinarias produciría un aumento de la producción que, a su vez, repercutiría
favorablemente en los precios reduciendo los costos de producción y consumo. Esto
implicaría un mayor bienestar social para un amplio sector de la población.
El trabajo de la mujer, como el de los menores, representaba una de las consecuencias
indeseables del sistema capitalista, no sólo desde el punto de vista económico, en tanto
mano de obra barata que desplaza el trabajo masculino mayormente remunerado, sino
también desde el punto de vista moral. Crisol, se pregunta retóricamente: “¿Se quiere
síntoma más evidente de descomposición social que esa invasión de mujeres en todo el
90
ámbito de la vida económica argentina?” En general el nacionalismo sostendrá una
postura ambigua entre el rechazo abierto de la presencia de las mujeres en las fábricas y
la demanda de protección a las obreras. El trabajo de los menores también constituía un
tema de importancia en la perspectiva del nacionalismo. Al no percibir el obrero, padre
de familia, un salario digno o, lo que es peor, al estar desocupado el “cabeza de
familia”, se presentaban dos consecuencias indeseables: la necesidad de trabajar tanto la
mujer como los hijos menores.
En el periódico Crisol encontraremos una postura más avanzada en cuanto a la
protección de este sector visiblemente desprotegido y en riesgo en el mundo obrero,
mientras que Bandera representa a una derecha más comprometida con los intereses de

89
MARES, Fermín, “En el nacionalismo se forja la unidad nacional. Nuestra preocupación obrera”, en
Crisol, 7/12/1935, p. 1.
90
Crisol, “La verdadera inversión de la sociedad cristiana. El trabajo de las mujeres y la desmoralización del
hombre”, 6/11/1938, p.1.
los capitales industriales con un discurso bastante compatible con el discurso de los
empresarios de la industria agrupados en la Unión Industrial Argentina (UIA). Crisol
condenaba el trabajo de menores, argumentaba que se trataba de otros de los excesos del
capitalismo. Incluso llega a entablar una polémica con la UIA surgida de la discusión de
un proyecto de ley que proponía que las empresas e industrias debían contar con 85% de
obreros de nacionalidad argentina. El razonamiento de la UIA era que tal proyecto, con
cuyo fin acordaba, era impracticable en la medida en que los obreros especializados
eran extranjeros, entonces la alternativa a la contratación de los mismos implicaba la
formación de obreros argentinos especializados. El punto de discordia era la modalidad
de esa “educación” para el trabajo, mientras que los industriales querían que se realice
en los talleres e industrias (exigiendo, consecuentemente, la modificación de la ley
11.31791) los nacionalistas pensaban que en todo caso debía realizarse en
establecimientos educativos bajo el control del Estado.92 Vale la pena transcribir el
párrafo completo del argumento de Crisol contra el trabajo infantil:

91
Se destacan los siguientes artículos de la Ley 11.317 sancionada en 1924 y que reglamenta el trabajo de
mujeres y niños: “CAPITULO II - Ocupación, de mujeres y de menores de 18 años. Art. 5° - No podrá
ocuparse en la industria y comercio a mujeres mayores de 18 años durante más de 8 horas diarias o 48
horas por semana, ni a menores de 18 años durante más de 6 horas diarias o 36 por semana. Art. 6° - No
se podrá ocupar a mujeres ni a menores de 18 años en trabajo nocturno, entendiéndose por tal el
comprendido entre la hora 20 hasta la 7 del día siguiente en invierno y las 6 en verano, salvo en los
servicios de enfermeras y doméstico. La disposición anterior no se aplicará a las empresas de
espectáculos públicos nocturnos, en los que podrán trabajar mujeres mayores de 18 años. Art. 7° - Las
mujeres y menores de 18 años que trabajen en horas de la mañana y de la tarde dispondrán de un
descanso de dos horas al mediodía. Art. 8° - Queda prohibido encargar la ejecución a domicilio de algún
trabajo a mujeres y a menores de 18 años, ocupados en algún local u otra dependencia de la empresa. Art.
9° - Queda prohibido ocupar mujeres y a menores de 18 años en industrias o tareas peligrosas e
insalubres. La reglamentación determinará las industrias que esta prohibición comprende en general”. La
ley también establece las actividades prohibidas para ser desarrolladas por mujeres y menores, la
protección de la maternidad, la aplicación de las disposiciones y las penas que corresponden a quienes las
transgredan. Publicado en el Boletín Oficial del 7/11/1924.

92
La Juventud Obrera Católica también se expresó en contra de las propuestas de la UIA. Los industriales
argumentaban que debido a las dificultades que presentaba la ley 11.317 “los jóvenes que no han llegado
aún a los 18 años deben buscar ocupación en trabajos auxiliares del comercio o en actividades
secundarias de la calle."(Ver Crisol, “Sobre el trabajo de los menores dio un informe la Unión Industrial
Argentina”, 6/07/1939, p3.) Entonces, La UIA proponía por un lado, crear escuelas-talleres estatales –con
cooperación de la industria- para formar a los niños cuando salían de la escuela primaria (es decir, a los
doce años) y, por otro lado, modificar el artículo cinco de la Ley con el objeto de extender a ocho horas
diarias la jornada legal de trabajo de los menores de 15 a 18 años, apoyando el proyecto presentado –en
este mismo sentido- por el diputado Arias Uriburu. La JOC reacciona presentando un petitorio a la
Cámara de Diputados declarando: "La Juventud Obrera Católica, considera: que la edad de los 12 a los 18
años constituye la del desarrollo físico, moral, intelectual, espiritual y técnico del joven, lo que no permite
equipararlo en la carga del trabajo y horario a los adultos. En efecto: el joven está en la época de su vida
en que necesita energía para el crecimiento y desarrollo propios de su edad”, En Crisol, “No puede
permitirse la extensión de la jornada legal de trabajo de los menores de 18 años”, 7/07/1939, p. 3.
"Con la concurrencia de niños o adolescentes, menores siempre, a las fábricas no
se remediará nada, y se agravará aún esa anómala situación creada por el
supercapitalismo, que ya ha descentrado el hogar sacando a las mujeres de sus funciones
lógicas. (...) Los menores deben ser educados para esos fines en establecimientos
especiales cuyo fin primordial no sea el lucro sino, precisamente la capacitación de esa
juventud industrial. El grado de aprendiz debe existir, pero deben desempeñarlo
muchachos mayores ya, por lo menos de diez y ocho años.(...) Dése al niño y al
adolescente la oportunidad de educarse para la comisión de labores especializadas, pero
que sea el Estado y, preferentemente desde la escuela, el encargado de facilitar y
controlar esa instrucción. Dése al padre de familia el justo salario que necesita como
cabeza de hogar. Prohíbase terminantemente el trabajo de las mujeres que puedan tener
otro sostén. Y entonces se habrá dado el verdadero paso para crear una población
industrial argentina, que la democracia es incapaz de asegurar". 93
Por el contrario, en Bandera Argentina sostiene una visión diferente de este
aspecto de la cuestión social. Según su punto de vista, la ley de protección al trabajo de
las mujeres y los niños puede considerarse otro “engendro” socialista que condena a las
mujeres a la prostitución y a los niños a “la vagancia, a la corrupción y a la
delincuencia”. Incluso se lamentan que estas leyes hayan sido apoyadas por “los
representantes de las derechas” que con esta normativa fomentaban los móviles de la
disolución social; resta entonces esperar que el Dr. Fresco aborde este problema y lo
solucione.94 Pensaban que no era necesario proteger a los menores del trabajo, porque
justamente era el trabajo el que evitaba que cayeran en prácticas amorales. Sin embargo
planteaban, igual que Crisol, que el aprendizaje de los obreros y artesanos debía estar a
cargo del Estado, a través de establecimientos educativos controlados por éste. “Dichas
escuelas tendrían una organización parecida a las mencionadas de las instituciones
armadas y no sólo proporcionarían el personal obrero y de artesanos para las
reparticiones del Estado, sino también un aporte considerable de elementos útiles que

93
Crisol, “Los obreros argentinos y los argumentos patronales”, 25/01/1939, p1. Para los argumentos de
la UIA ver Crisol, “El obrero argentino especializado, escasea en nuestra patria. Una nota de la UIA”,
24/01/1939, p. 1.
94
Ver Bandera Argentina, “Hay que restablecer el aprendizaje en el comercio, fábricas y talleres”,
4/03/1937, p. 1; también Bandera Argentina argumentaba que a los menores “hay que ir a buscarlos hoy,
por virtud de esa ley absurda, en las canchas de fútbol, establecidas o improvisadas en las calles y baldíos
de la ciudad, o en pandillas insolentes de garrapones que se dedican a molestar a la población, al oficio
muy marxista del robo, si varones, y si mujeres, a hundirse en los centros de la prostitución.”, 9/08/1938,
p. 1.
tanto necesita la industria privada.”95 Por tanto es interesante notar que ante un punto
tan sensible de la cuestión social en los treinta, el nacionalismo más recalcitrante
aportaba más de una visión.
Cabe destacar que, desde nuestro punto de vista, no se discutía la formación del
adolescente en tanto un derecho vinculado al desarrollo y la perfectibilidad del ser
humano sino que se debatía el problema del trabajo del menor concebido como una
herramienta del capitalismo. Ninguna de las dos posturas estaba realmente concebida
como una defensa de los derechos de los menores y, en el fondo, dichos discursos
traslucían la idea de que los niños debían trabajar o ser educados para trabajar, pero
nunca debían ser “liberados” de estas responsabilidades porque caían en la delincuencia
precoz. Los distintos proyectos y leyes para reglar el trabajo de mujeres y menores, en
su mayoría provenientes de los diputados socialistas, demuestran que en la práctica se
cometían graves abusos.96 Desde los inicios de la industrialización en la Argentina, los
industriales ocuparon a mujeres y niños: una fábrica de bolsas empleaba a niñas de seis
y siete años de edad. “Se trabajaba mientras durara la luz del día, siendo comunes las
jornadas de 10, 12 y hasta 14 horas.”97 A esto se sumaba la mala remuneración salarial
de las mujeres que trabajaban la misma cantidad de horas que los hombres y ganaban
mucho menos dinero, el maltrato corporal que recibían los aprendices que “Nunca
aprendían nada, porque se les daba una tarea monótona, sin variante alguna, que
terminaba por idiotizar a la criatura, apagándole toda chispa de inteligencia.”98 Más allá
de los maltratos, un niño que trabaja tantas horas no podía concurrir a la escuela: el
trabajo infantil iba a contramano de los valores que la generación del ochenta sostuvo
como necesarios para edificar una nación, me refiero, al valor de la educación universal
que pretendía formar al futuro ciudadano desde su infancia. Si bien la preocupación por
el trabajo de los menores era central, también aparecían en los periódicos notas
relacionadas con otras formas de la explotación de la niñez, tales como la mendicidad y
la servidumbre infantil –niños que son “dados” por sus propios padres a otras familias-.
El acto de pedir en las calles era – bajo la óptica de Crisol en 1936- delito que podía

95
Bandera Argentina, “Crisis de obreros”, 2/04/1940, p.3.
96
Ver GUY, Donna, El sexo peligroso. La prostitución legal en Buenos Aires 1875-1955, Buenos Aires,
Editorial Sudamericana, 1994, p. 90 y ss.
97
PANETTIERI, José, Los Trabajadores, Op. cit., p. 80.
98
PANETTIERI, José, Idem, p. 81.
encuadrarse como tal bajo distintos artículos de la normativa vigente, sin embargo la
fuerza pública no cumplía con su deber de aplicar estas disposiciones. 99
Las demandas de aumentos salariales por parte de los trabajadores de distintos
gremios eran generalmente apoyadas desde las páginas nacionalistas, aunque no pueda
decirse lo mismo de las medidas de fuerza a través de las cuales los obreros
vehiculizaban estos reclamos. De este modo, se sostenía que era indispensable un
salario obrero que lograra satisfacer las demandas de una vida “modesta”, con lo cual no
habría ninguna razón para justificar el abandono de las tareas del hogar por parte de las
mujeres. Sin embargo, existían otros planteos como el de Teotimo Otero Oliva quien
señalaba, en primer lugar, que el aumento del salario podría ser una solución transitoria
de urgencia para resolver el apremiante problema de los trabajadores pero, bajo ningún
punto de vista, definitiva. Los aumentos de salarios traían aparejado la suba del costo de
los productos, y, luego, los crecimientos de los precios de venta. No tardaría, entonces,
en verificarse el impacto en el resto de la economía en la medida que el aumento del
precio de unos productos, "producen por rotación, el aumento de otros y una elevación
del costo de la existencia, volviéndose a presentar permanentemente el mismo
problema..." Por tanto, la solución radicaba en basar los salarios en el índice del costo
de vida, siendo este costo reducido todo lo posible por parte de la acción del Estado
consistente en distintos ámbitos, por ejemplo, el aumento de los comedores escolares, la
construcción de viviendas económicas, etc. Por su parte, Bunge coincidía en parte con
este planteo: las permanentes fluctuaciones salariales anarquizaban la producción, el
comercio y los presupuestos individuales. Pero al mismo tiempo debía resguardarse el
equilibrio social estabilizando sobre todo los sueldos mínimos. Por lo tanto había que
lograr un “reajuste prudente y parcial” que basándose en los cálculos del costo de vida -
tarea que sería encomendada a una nueva división dentro del DNT- aumentaría los
salarios obreros que no alcanzaran a cubrir estas necesidades mínimas o, viceversa,
reduciría los salarios que superaran el índice. 100
Es cierto que existían distintos matices dentro de la retórica del nacionalismo
sobre la cuestión social, pero los planteos se seguían encuadrando dentro de un
horizonte de resoluciones más o menos tradicionalistas. Sin embargo, una nueva

99
Crisol, “La explotación de la niñez”, 18/02/1936, p1.
100
Ver OTERO OLIVA, Teotimo, “Algunos principios básicos económicos-jurídicos del nacionalismo”,
en Crisol 21/07/1937, p1. (Parte de una conferencia pronunciada en la sede de Restauración). Ver
BUNGE, A. E, “El aumento del costo de vida y los salarios”, en Crisol, 16/05/1937, p. 1.
retórica irá evolucionando hacia formas radicalizadas conforme iba avanzando los años
en la llamada República imposible.

2.2 El desarrollo de la tendencia revolucionaria.

En 1939 la Alianza Juventud Nacionalista proclama una innovadora visión de la


cuestión social: “El nacionalismo no es, pues, en su aspecto social, una reacción
destinada a acallar el clamor popular, en salvaguardia de la situación existente. Es por
el contrario una manera nueva de interpretar ese clamor, una solución distinta,
igualmente revolucionaria pero profundamente argentina, a las graves cuestiones del
trabajo.”101
Las páginas nacionalistas insistían cada vez más en la necesidad de representar a los
trabajadores en la búsqueda de la justicia social. El objetivo de este nacionalismo
sindicalista era captar a los sectores populares y adecuarse a los nuevos tiempos para
poder contraponerse eficazmente a la izquierda. Esto significaba transformar ideas,
tácticas y discursos:
"Es de urgente necesidad conquistar los trabajadores para nuestra causa,
intentarlo todo para que los cuadros del movimiento se vean colmados de gente del
trabajo, sin que ello importe recurrir a tácticas que vulnera la esencia de nuestros
ideales, aunque ello importe sacrificar algo de su puritanismo, sólo así con la
potencialidad de las masas productoras podremos poner un freno a la ola reaccionaria
que pretende avasallarnos, y sólo así podremos substraer de la influencia de los
policastros a los miles de productores, que engañados con promesas que jamás cumplen,
forman parte de las famosas organizaciones izquierdistas entregadas al capitalismo
británico, explotador del sudor de nuestros obreros." 102
En la doctrina social nacionalista el trabajo adquiere, por oposición a la noción
del trabajo como mercancía, tres atributos: 1) es un derecho inalienable, debe estar
garantizado por el Estado a “todos” es decir, que además de inalienable, se trata de un
derecho universal que debe ser garantizado mediante una legislación adecuada, 2) es
una obligación que abarca a “todos” con la sola excepción de los incapacitados; 3) se

101
Crisol, “El nacionalismo, el trabajo y el 1º de mayo”, 27/04/1939, p1.
102
ANDRADE AGULLEIRO, Benito, “La Conquista del obrero: imperiosa necesidad nacionalista. Sin
nuestro esfuerzo nada cambiará el curso actual de la situación”, en Crisol, 5/1/1941, p. 4.
trata de un deber que se cumple alegremente, con satisfacción “y hasta con gozo”,
porque su valor es patriótico.

"El trabajo concebido como obligación penosa que tiene que cumplir el hombre
para satisfacer sus necesidades, esclaviza. El que considera el esfuerzo un castigo y la
necesidad de realizarlo una injusticia, hace de su labor un sacrificio y vive en un estado
de disconformidad que amarga y anula. Concebido a la inversa, exclusivamente como
derecho, dificulta el desarrollo de la potencialidad creadora del hombre. Nadie se creería
moralmente obligado a trabajar más de lo estrictamente necesario para vivir, y hasta
habría algunos que vivirían sin trabajar en absoluto, como parásitos de la sociedad. Por
otra parte un acto-facultad, por plausible que sea, sin una noción equivalente de deber,
sin un ideal elevado o sin un sentimiento noble obrando como móvil, no otorga a quien
lo ejecuta la dignidad del verdadero mérito. Para el Nacionalismo, el trabajo participa
por igual de ambos caracteres, es a la vez un derecho y un deber." 103

Héctor Bernaudo, secretario de la Alianza de la Juventud Nacionalista (AJN),


durante un discurso en un acto del 1º de mayo, realiza una revalorización del trabajo
manual respecto al trabajo intelectual directamente relacionado a la clase alta,
argumentando que el valor del trabajo radica en su finalidad patriótica. El
antipatriotismo económico estaba expresado en el „capitalismo explotador‟ que,
obviamente, servía a intereses ajenos a la patria; por eso esta especie de “anticapitalismo
nacionalista” se fundaba en una distinción respecto al carácter del capital. Las únicas
diferencias aceptables para Bernaudo eran las relativas a la capacidad y la conducta,
sobre las cuales se edificaría una escala jerárquica para la distribución de los distintos
puestos en la sociedad.
Tanto en el fascismo italiano como en el nacionalsocialismo alemán, el trabajo fue
revalorizado en sentido positivo, de manera que dejaba de ser una mercancía para tener
un alto valor social. En 1935, Alemania sanciona la Ley de Servicio Obligatorio de
trabajo, cuyo objetivo declarado era educar a los jóvenes nacionalsocialistas; alcanzaba
a jóvenes de ambos sexos entre 18 y 25 años quienes trabajarían en beneficio de la
comunidad alemana. El Estatuto del Trabajo Nacional del salazarismo (1933) sostiene

103
BERNAUDO, Héctor, “El concepto nacionalista del trabajo. Un deber y un derecho”, en Crisol,
29/04/1939, p1.
que el trabajo es un deber de solidaridad social y que el Estado debe garantizar el
derecho al trabajo y al salario suficiente.
Eran frecuentes los artículos sobre los modelos europeos en la prensa nacionalista, y
esto no sólo implicaba la presencia de una filiación ideológica –o por lo menos de cierta
simpatía- con los regímenes autoritarios, sino también una reciprocidad al
financiamiento económico que –por lo menos Crisol- recibían de éstos. Tanto el
concepto “integral” de la cuestión social en el fascismo, como el sistema corporativo
eran elementos que podrían corregir los aspectos negativos de la situación social en la
Argentina de los años treinta. El problema social abarcaba dos órdenes, el material y el
espiritual, en la medida en que el hombre es cuerpo y espíritu. Por lo tanto el sistema
político, que tenía que responder dando solución al problema social, debía tener en
cuenta esos dos aspectos de la vida del hombre.

“Por eso la historia contemporánea presenta al movimiento universal anti-liberal


habitualmente denominado „fascismo‟, preocupándose tanto de los aspectos injustos de
la distribución de la riqueza material, dinero, como de los aspectos morales de esa
riqueza, como son las alegrías, la cultura, las artes, la religión. Es lo que podríamos
denominar la economía integral de los pueblos, ya que por economía puede y debe
entenderse el gobierno y dirección de todos los bienes sociales e individuales, dentro de
una concepción de armonía social.” 104
Fermín Mares, obrero nacionalista, establece una diferenciación entre la lucha de clases
–aspecto restringido a las pugnas por la riqueza material- y el problema social –
perspectiva integral de los problemas nacionales- que radica no solo en una cuestión
ideológica, sino también en los elementos que comprende uno y otro concepto,

“....cuando nosotros hablamos de „problema social‟ y de „lucha de clases‟ hablamos de


dos cosas, si no opuestas, por lo menos distintas. El problema social es integral, abarca
desde lo religioso hasta lo económico, y, circunscrito a una nación determinada,
comprende a todos los elementos que la forman. La cuestión de clases es, en cambio,
una controversia, minúscula, por la posesión de la riqueza.”105

104
Crisol, “El confusionismo mental de los „sociales‟. La justicia social y la „sociología‟ liberal-burguesa
de ahora”, 11/11/1938, p.1.
105
MARES, Fermín, “La lucha de clases y el contrato colectivo de Trabajo. La posición nacionalista y de
corporativismo”; en Crisol, 14/09/1938, p. 3.
Proponía un nuevo orden de relaciones entre el Capital y el Trabajo, que traería
aparejado una transformación en el orden político, lo que da lugar a la implantación del
sistema corporativo de gobierno.”106 La colaboración de clases se alcanzará en el
corporativismo, con la regulación de las categorías de la producción. Un aspecto de esta
regulación es el contrato colectivo de trabajo, importante herramienta para asegurar la
paz social, ya que el trabajador podría pactar en igualdad de condiciones con el
empleador las circunstancias de trabajo. 107
Las doctrinas corporativas modernas surgen en Europa para oponerse al
individualismo y la atomización social que provocaba el liberalismo. Podría definírselo
como “un sistema de representación de intereses en el cual las unidades constituyentes
[es decir, los sectores sociales y económicos] están organizadas en un número limitado
de categorías singulares, obligatorias, no competitivas, ordenadas jerárquicamente y
diferencias funcionalmente, reconocidas o autorizadas (si no creadas) por el estado, a las
que se le concede un monopolio deliberado de representación dentro de sus categorías
respectivas a cambio de observar determinados controles.”108
Para los nacionalistas argentinos, el sistema corporativo se sustentaba en la idea
que el hombre se encuentra primeramente determinado por la actividad que brinda el
sustento diario antes que por sus inclinaciones ideológico-políticas. "Un zapatero,
radical, conservador o socialista, es antes que todo un zapatero, que tiene con los
demás zapateros un vínculo económico muy superior al que pueda tener con sus
correligionarios políticos. Antes que su ideología partidaria, está para él el valor del
cuero que labora y el precio de la mercancía que vende."109 Algunos reivindicaban un
régimen denominado democracia funcional nacionalista donde los partidos políticos
serían reemplazados por organismos sindicales y corporativos que agruparían a los
ciudadanos por profesiones. Estos organismos que velarían por los intereses materiales,
culturales y morales de la nación, y tendrían la función de designar a los representantes
del Poder Legislativo.

106
MARES, Fermín, Op. Cit, en Crisol, 14/09/1938, p. 3.
107
“La situación quedaría resuelta de esta manera [por los contratos de trabajo] porque los obreros,
agrupados en sindicatos y apoyados por el Estado, propondrían sus propios jornales basados en las
necesidades de la existencia, de acuerdo al nivel que ocupen dentro de las categorías de la producción.
(…) El objeto principal es colocar al trabajador en una situación de comodidad con respecto a
preocupaciones materiales a fin de que sume sus energías a la obra común de restaurar los valores
culturales, morales y espirituales de raza”. MARES, Fermín, “La lucha de clases...”, Op. cit., p. 3.
108
PAYNE, Stanley, El fascismo, Op. cit., p. 32.
109
Crisol, “Sobre corporativismo”, 18/05/1935, P.3.
La Unión Patriótica Argentina difundirá en 1935 una circular con los principales
conceptos en torno al sistema corporativo: cada individuo sería parte de una nueva
organización económica-política cuya base es la Corporación; las grandes actividades
tendrían sus representantes en el Parlamento. Estas Corporaciones estarían conformadas
por tres grupos: 1) Sindicato de obreros y empleados; 2) Sindicato de patrones; y 3)
Grupo de los técnicos. Los Consejos corporativos (gobierno de cada uno de las
Corporaciones), estarían formados por estos tres grupos en partes iguales, “elegidos
libremente”. Los técnicos introducirían la imparcialidad entre patrones y obreros, "como
fuerza reguladora y expresión de la ciencia, contrarrestaría los choques inevitables
cuando frente a frente dirimen posiciones el capital y el trabajo." La estructura de
Corporaciones estaría conformada por las siguientes siete: Industria y artesanías,
Agricultura; Ganadería; Comercio; Crédito, Previsión y Renta; Comunicaciones;
Profesiones y Artes.
Los nacionalistas tomarán este sistema de representación política como el más
acorde a sus expectativas e intereses. Esta estructura política tiene como modelo las
experiencias fascistas europeas, sobre todo el caso italiano: el Estatuto del Trabajo de
1927 presenta una división de la actividad económica en siete grandes ramas. Para el
sector más fervientemente católico del nacionalismo la experiencia mejor lograda era el
salazarismo110, porque Italia y Alemania habían avanzado hacia un “corporativismo de
estado” con vicios inaceptables; en el primer caso el Estado favorecía ampliamente a las
organizaciones sindicales afiliadas al partido fascista mientras que en el segundo se
llegó a la radical medida de suprimir los sindicatos para crear el Frente Alemán del
Trabajo entregándole a los “comisarios de trabajo” una ingerencia total en los asuntos
de las fábricas. El Dr. Gutierrez O‟Neill –argentino residente en Lisboa colaborador de
Crisol - comparaba estos casos afirmando la superioridad de Portugal:

110
Desde el catolicismo, Monseñor Franceschi era una de las figuras que sostenía este tipo de
corporativismo. También proponía instaurar una “democracia orgánica” que diera voz a la familia y a los
cuerpos profesionales. Planificaba la colaboración de entre las corporaciones de modo tal que los sectores
menos favorecidos se beneficiaran. La “emancipación” de las clases inferiores habría de ser promovida y
dirigida desde arriba dentro de un sistema rígidamente jerárquico. El sistema electoral debía reformarse -
“en base a las capacidades”- al igual que la Constitución. Monseñor De Andrea representaba la
perspectiva opuesta; sostenía que no era el sistema lo que producía la crisis sino los hombres que lo
dirigían y llamaba a los católicos a respetar el sistema democrático instaurado. Ver ZANATTA, Loris,
Del Estado..., Op. cit., pp. 214-215, 251, 253-254, 256.
"Esta forma corporativa, al contrario de lo que se observa en el corporativismo de
Estado, debe ir cristalizando de la periferia para el centro, porque se basa en la libre
voluntad de los interesados. A esto ha aspirado Portugal". 111

La evolución hacia, lo que algunos autores denominan, un anticapitalismo


nacionalista es observable en la particular noción de propiedad que estos sectores
portaban. Klein señala que los planteos anticapitalistas aparecen con la Alianza
Juventud Nacionalista en 1937. Sin embargo, en nuestro análisis pudimos observar que,
aunque ambigua, la idea de un anticapitalismo precede al surgimiento de la AJN y a su
retórica radicalizada. De hecho, ya estaba presente en una agrupación obrera Federación
Obrera Nacionalista Argentina creada en 1932. Dicha agrupación declaraba en 1936 que
la cuestión social no radicaba en conseguir pequeñas mejoras salariales sino en
“conmover las mismas bases del sistema capitalista”. El aspecto “anticapitalista” estaba
dado justamente por esta conjunción, la idea de un cambio revolucionario que
trascendiera el sistema capitalista unido a la perduración de la propiedad privada.
Crisol explicaba que el nacionalismo, contrariamente al marxismo, admite el
concepto del „capital‟ y favorece la iniciativa privada pero con ciertos límites, a saber,
debía obligarse al capitalista a invertir sus ganancias creando más trabajo, o bien a
entregarlas al Estado en forma de impuestos, o, incluso, a realizar obras de beneficencia.
Alfredo Villegas Oromi (Legión de Mayo), aclaraba que se condenaba el “abuso” de la
propiedad, no su uso honesto y legítimo. Por esto, en un acto de la Federación Obrera
Nacionalista Argentina (FONA), Villegas Oromi explicaba a su auditorio que la
propiedad privada “es derecho natural, es institución arraigada en la esencia misma de
la naturaleza humana como lo prueba su ejercicio durante sesenta siglos. ¿Acaso
trabajaría el hombre si no llevara dentro de sí el acicate, que es la esperanza de ser
112
dueño de algo para asegurar su vida y el porvenir de los hijos?" El adunismo
reclamaba la creación de un estado corporativo y una mejor distribución de la riqueza:
no es posible que exista armonía cuando hay salarios de hambre y ganancias fabulosas
para los empresarios; sin embargo no avanza hacia una actitud resueltamente
anticapitalista: "Esto no significa en manera alguna que el Estado Adunista vaya a

111
GUTIERREZ O‟NEILL, J., Las ideas corporativas, en Crisol 3/11/1936, p. 1.
112
Crisol, “Una afirmación argentina y cristiana fue el mitin anticomunista realizado anoche en la Casa
Suiza”, 20/8/1936, p. 3.
hacer política anticapitalista sino que es necesario organizarlo teniendo en cuenta los
intereses del Estado y de la colectividad por encima de los intereses individuales." 113
Héctor Bernaudo explicaba que el nacionalismo venía a restaurar la fractura
entre economía y moral que el liberalismo había provocado, y que la idea liberal de la
propiedad en tanto derecho absoluto sería trocada por el concepto nacionalista de
propiedad como función social. Éste conducía inevitablemente a una “redistribución de
la riqueza” la cual, según Bernaudo, urgía en el campo.114 El concepto de una economía
social en contraposición a una economía individualista, propia del capitalismo, se
perfilaba cuando afirmaban que los índices del crecimiento económico debían leerse
desde esta perspectiva dicotómica: "La economía social no puede contentarse con el
volumen global de las transacciones y la circulación monetaria haya aumentado,
puesto que el fin de la economía no es la productividad del capital en sí sino la
satisfacción de las necesidades del pueblo."115
El nacionalismo era muchas veces ambiguo en este punto; a muchos grupos
radicalizados les interesaba mostrarse como anticapitalistas aunque toleraban uno de sus
pilares fundamentales: la propiedad privada.
"Una sociedad en la que se respete la propiedad privada y se permita el
desenvolvimiento del capital honesto, no es, por ese solo hecho, una sociedad
capitalista. Al capital deben imponérsele con energía las obligaciones y las limitaciones
necesarias para que cumpla su verdadera función social; pero su existencia, que no es
incompatible con un régimen de equidad, contribuye también a la prosperidad general,
como uno de los factores de la producción".116

113
Crisol, “Concepción del estado dentro del adunismo”, 24/06/1937, p. 4.
114
Héctor Bernaudo traza los rasgos de un plan nacionalista de colonización agraria que contempla la
redistribución de la tierra y la modificación del régimen sucesorio: “Esta colonización será distinta en
muchos aspectos a las que se han ensayado hasta ahora en el país. En primer lugar, en una empresa de
esta índole, ni el Estado ni el colono han de pagar un sólo centésimo de interés, pues los recursos no han
de obtenerse acudiendo al crédito, sino mediante emisiones de papel moneda respaldadas por el valor del
mismo inmueble objeto de la operación, que puede cumplir esta función tan bien como el oro de las
finanzas judías (…) Para que a la larga no se llegue al minifundio por vía indirecta, habrá que establecer,
para las colonias agrícolas un régimen sucesorio que tienda a mantener la integridad del inmueble a la
muerte del titular, disponiendo al mismo tiempo compensaciones equitativas, a cargo del nuevo
propietario y a favor de los herederos que no adquieren sobre el campo derechos de propiedad" en Crisol,
Número extraordinario, 1/02/1939, p16.
115
Crisol, “La falacia de la prosperidad es oficialmente proclamada”, 1/09/1937, p1.
116
Crisol, Número extraordinario, 8 aniversario, “Hacia una nueva ordenación económico-social”,
1/02/1940, p. 11.
3. La perspectiva de los conflictos laborales en los periódicos nacionalistas

Los periódicos Crisol (1932-1944) y Bandera Argentina (1932-1940) fueron los


de mayor difusión en el período 1935-1943. Según Navarro Gerassi, Bandera alcanzaba
una tirada diaria de 7.000 ejemplares y Crisol de 4.000. “Sin embargo, a poco de
aparecer la publicación, los redactores de Crisol, afirmaban contar con una tirada de
22.500 ejemplares, de los cuales casi 16.000 se reservaban a los suscriptores, para
sostener poco después que la Legión Cívica Argentina compraba 10.000 ejemplares de
117
Crisol por mes para distribuir en el interior del país.” En 1936, en el periódico
dirigido por Enrique Osés, aparece una sección gremial en la cual se encontrarán
algunas crónicas de huelgas y otros hechos en el mundo del trabajo, y las opiniones que
estos hechos generaban en el periodista de la sección. Bandera Argentina también
contaba en 1935 con una columna gremial denominada “Campo gremial”. “Los dos
principales periódicos nacionalistas compartían la crítica al aislamiento nacionalista y
defendían la necesidad de incorporar amplias masas del pueblo a sus filas.”118
En 1940 aparecerá regularmente, en Crisol, una interesante sección sobre la
cuestión obrera que se mantendrá hasta mediados de 1942 cuando se produce una
reestructuración del periódico: cambia de formato, se duplica el número de páginas y
aparecen con regularidad noticias del ámbito deportivo y del cultural. El autor de la
columna gremial se llamaba Benito Andrade Agulleiro, se desempeñaba como
periodista y decía ser obrero, pero su tarea más importante era la militancia sindical. De
hecho, participaba como orador en actos sindicales –por ejemplo, en un acto que
organizó la entidad Ferroviarios Argentinos en el marco de su campaña de
nacionalización de los ferrocarriles-, se presentaba en las fábricas y se reunía con
obreros en huelga. Benito Andrade Agulleiro era una figura muy activa del
nacionalismo sindicalista. No se trataba, simplemente, de un “observador” de la
situación obrera, por el contrario, se manejaba cómodamente en los escenarios de
conflictos laborales y tenía una relación estrecha con los obreros. En el diario Crisol
pueden verse fotos del periodista en las fábricas y leerse las cartas que sus lectores le
enviaban.

117
LVOVICH, Daniel, Nacionalismo y antisemitismo en la Argentina, Buenos Aires, Ediciones B, 2003,
p. 300.
118
LVOVICH, Daniel, Nacionalismo..., Op. cit., p. 304.
El apoyo de la prensa nacionalista a las demandas obreras era variable, por
ejemplo, los conflictos laborales aparentemente más importantes en el año 1935 en
Buenos Aires - la huelga de colectiveros y taxistas (setiembre), la de obreros panaderos
(agosto-setiembre), la de la industria textil (agosto) y, sobre todo, la huelga de los
obreros de la construcción (noviembre-diciembre) – no obtendrán apoyo de la prensa
nacionalista, al menos la actitud de Crisol es abiertamente contraria a los intereses de
los trabajadores.119 La gran huelga de la construcción en octubre de 1935 fue
conducida por dirigentes comunistas y duró más de noventa días; los huelguistas
recibieron una amplia solidaridad: la CGT realizó una huelga general que definió la
satisfacción de las demandas obreras. Allí se conformó la Federación Obrera Nacional
de la Construcción (FONC), uno de los sindicatos más importantes del país.120 Estos
hechos propiciaron el despliegue, en la prensa nacionalista de versiones que incluían
una insistente visión de la existencia de un plan organizado, o “complot”, de revolución
social que abarcaba otros países de Latinoamérica. La huelga de los ferroviarios en
Chile121, las acciones del movimiento obrero en Brasil, sumaban elementos para

119
Con respecto a el conflicto en la industria de la seda se argumentaba que “El movimiento no está
movido, pues, por el interés o necesidades del obrero, sino por causas totalmente ajenas a su situación.
Los obreros de las fábricas serias y responsables se niegan a secundar el movimiento y si en alguna de
ellas se ha interrumpido parcialmente el trabajo, es debido a las amenazas de que se las hace objeto". (Ver
Crisol, “La agitación huelguista en la Industria de la seda”, 13/08/1935, p. 4). Para el caso de los
colectiveros y taxistas se argumenta que no puede ser designados como “trabajadores” en la medida en
que no reciben un „salario‟ a cambio de su trabajo sino que se trata de dueños de automotores del servicio
público. Para Crisol un "chofer de colectivo o de taxi es un burgués un tanto descontento y mal hablado,
pero un burgués al fin...” Se condena la acción de elementos “anarquistas y pistoleros” que con el
objetivo de apoyar la huelga provocaron un incendio de tranvías. "Si la libertad de huelga es un derecho
de los obreros fuera de toda discusión, el de trabajar es más sagrado y no es posible que porque se les
antoje a unos cuantos dinamiteros y anarquistas, miles de obreros tengan que abandonar el trabajo." La
policía debe custodiar los tranvías y demás vehículos porque "si los elementos disolventes consiguen su
propósito, el caos social azotará el país", Crisol, “Los servicios públicos y la huelga de colectiveros”,
29/09/1935, p. 2. El conflicto de obreros panaderos, según el diario, no se dan por derechos laborales sino
por la rivalidad entre dos gremios: la Bolsa de Trabajo y los Trabajadores Libres. "Si un patrón contrata
los de una parte, los de la otra atentan contra su vida y su negocio (...) Lo más grave de todo esto, es que
ambas asociaciones de obreros están dirigidas, o por lo menos inspiradas, por los factores del comunismo
en nuestro país, regenteado desde Moscú, que no solamente los incitan al asesinato, incendio, atentado,
etc, tanto a unos como a otros, sino que sostienen a los obreros mientras duran los conflictos, que entre
paréntesis tratan de eternizar, por así convenirles a sus intereses.", Crisol, “Los panaderos y el
comunismo”, 27/10/1935, p.1. Los otros conflictos citados serán desarrollados a continuación.
120
ROMERO, Luis Alberto, Breve historia contemporánea de Argentina, Buenos Aires, Fondo de
Cultura Económica, 1994, p. 107. Ver sobre todo DI TELLA, Torcuato, Perón y los sindicatos. El inicio
de una relación conflictiva, Buenos Aires, Grupo Editorial Planeta, 2003, pp. 318-319.
121
La organización de los movimientos huelguísticos se le imputa al uruguayo comunista Elías Laferte, que
llegó a Chile para participar como "observador" en la Conferencia Internacional del Trabajo, "conferencia
que tuvo una finalidad netamente comunista y revolucionaria y en las cuales las cuestiones de trabajo no
fueron más que el disfraz de la realidad." Para poder desarrollar mejor la propaganda revolucionaria, Laferte
“había dividido la ciudad de Santiago en cinco regiones, preparando el paro general en todo el país para
arrastrar la totalidad del proletariado a un movimiento revolucionario". La policía chilena lo arresta en
Santiago junto a otros “activistas” revolucionarios, cuando dirigían la "huelga revolucionaria, preparatoria de
configurar y dar consistencia a la idea de una marea revolucionaria dispuesta a tomar los
países de América de acuerdo a las directivas de Moscú. La creación del Frente Popular
en 1936 será el marco sobre el cual se desarrollará esta construcción conspirativa en la
cual socialismo y comunismo se habían unido para lograr, a través de una serie de
movimientos huelguistas, la revolución social. 122
La huelga de la construcción fue apoyada por casi todas las organizaciones obreras que
se movilizaron „civilizadamente‟ en solidaridad con un “justo” reclamo, sin embargo,
decían en los periódicos que los hechos en distintos barrios de la ciudad "indican que el
paro debía asumir, en el plan trazado, caracteres violentos por las actitudes adoptadas
123
por algunos exaltados." Para la prensa nacionalista por un lado existía el reclamo y
movilización de los obreros y, por otro, la acción de “agitadores profesionales” que
habían aprovechado la ocasión. Además presumen que estos agitadores “se hallaban en
estrecha relaciones con los dirigentes del movimiento comunista que tuvo por escenario
hace muy pocos días a la República de Brasil."124 Enrique Osés calificaba a la huelga
como "un ensayo general de la subversión comunista, de un episodio de esa gimnasia
revolucionaria preconizada por Trotzki", las características son la preparación
silenciosa, la utilización de un sector obrero en lucha por sus derechos, la movilización
de elementos de enlace (mensajeros, postas, motocicletas, etc), agresiones en distintos
barrios, control de los vitales medios de transporte, desaparición de los "cabecillas
mayores", ataque a los servidores del orden. La legitimidad de los reclamos no es
discutida: "Hablábamos de una causa justa, de la causa justificativa de una huelga.
Ella existe, en el caso presente. Los obreros de la construcción hace dos meses y medio
que están parados. Reivindican decimos, su derecho a vivir. Y un obrero, solo, sin
familia, sin hijos, que en este país gana 2.50 pesos diarios, no tiene para vivir siquiera
como los perros."125
Así, en este caso, a pesar de que los nacionalistas reaccionan con mucho temor ante el
peligro a una supuesta revolución social, se plantea una defensa de las reivindicaciones
salariales. En los años siguientes encontramos varios casos de conflictos en los que la

la revolución social que de acuerdo con las directivas de Moscú debía producir la revolución proletaria en
toda la América", El presidente chileno Alessandri, a raíz de los sucesos, decidió clausurar el Congreso y
declarar el estado de sitio. Ver Crisol, “El „fantasma comunista‟ sigue haciendo gimnasia continental. El caso
de Chile, ahora.”, 9/02/1936 y “La soberanía de todos los países de América está amenazada por el
comunismo extranjero”, 9/02/1936.
122
Ver Bandera Argentina, 4/07/1936, p. 1.
123
Crisol, “Para la subversión, fue un éxito completo el ensayo general de ayer”, 5/01/1936, p.1.
124
Crisol, “A quienes hay que achacar los hechos de ayer”, 5/01/1936, p.4.
125
OSÉS, Enrique, “El hombro que todos estamos poniendo a la Revolución. Un Estado liberal que es
injusto, y una causa justa que explota la subversión roja”, en Crisol, 9/01/1936, p. 1.
típica visión de la derecha argentina es modificada por una tendencia a
“desculpabilizar” al obrero de todos los males antes atribuidos. Por ejemplo, al año
siguiente de la gran huelga hubo otra por demandas salariales en el mismo sector de la
construcción. La lucha obrera se mantuvo durante varios días; intervino la policía que
detuvo a varios obreros, de los cuales cinco de ellos fueron deportados a su país de
origen. En las crónicas y notas de opinión es posible notar en Crisol una postura algo
más matizada. Incluso realiza una defensa de la lucha obrera por ser “justa y legal”;
según su perspectiva, la medida de deportar a los trabajadores comunistas no podía “ser
más antipática ni más inoportuna”. No es que se planteara la “inocencia” de los obreros,
para el nacionalismo seguían siendo agitadores sociales experimentados, pero pensaban
que la medida de deportarlos no había sido aplicada en un momento justo. En todo caso,
estos trabajadores "debieron haber sido objeto de la aplicación de la ley 4.144 cuando
constituían un peligro social y no ahora, que, por el momento está muy lejos de ello." 126
Por el contrario, el periódico Bandera Argentina se mostraba de acuerdo con la
deportación. Pero para otros nacionalistas, la existencia de “agitadores sociales” dentro
de los sindicatos no se arregla con la deportación sino con una nueva sindicación
nacional y corporativa: "Toda la sindicación obrera del país está organizada sobre la
base de la lucha de clases, y eso solo por la obra de una nueva sindicación nacional y
corporativa es posible eliminar por completo, pues jamás se insistirá demasiado en el
incontrovertible principio de que el orden social no es cuestión de policía”.127
La prensa nacionalista insistirá cada vez más en la idea que los conflictos laborales no
se solucionan con represión policial. Crisol decía, en 1937, que habían sido los primeros
en documentar el avance del comunismo en las universidades, escuelas, fábricas y
sindicatos.
“Y hasta hemos propuesto el remedio, porque sabemos que al comunismo no es posible
destruirlo con leyes de represión, sino que es necesario presentar en su reemplazo otro
programa que sea también una esperanza de redención para las masas oprimidas." 128
El nacionalismo pensaba que para combatir al comunismo lo más adecuado era
elaborar un programa social, es decir, ya no se trataba de acciones policiales sino
sociales. Parecería plausible afirmar entonces que, al menos en el discurso, existe un
cambio de estrategia y concepción de la cuestión social que puede ilustrarse en la frase

126
Crisol, “Las deportaciones de obreros dirigentes”, 31/10/1937, p. 1.
127
Crisol, “Sindicatos argentinos en manos extranjeras”, 27/11/1937, p1.
128
Crisol, “Se organiza por la Alianza de la Juventud Nacionalista un gran mitin anticomunista,”
27/10/1937, p. 1.
de Crisol: "Combatir el comunismo es acción social y no policial. Esto es más claro que
129
el agua". O en el párrafo publicado por Bandera Argentina, en ocasión de un
conflicto en la actividad maderera en el año 1935:
"El gobierno está obligado a prever adelantándose a los acontecimientos y
consecuencias. No se trata, por cierto, de aplastar a los gremios ni de acallar con la
policía sus quejas y demandas. Al contrario: lo que se debe hacer es justicia. Ya lo
hemos dicho a menudo: el desorden de la producción, la ausencia de autoridad y la falta
de organismos legales adecuados han conducido a la ruina a numerosos sectores de la
clase obrera, imponiéndoles salarios de hambre."130

El periodista de Crisol, Benito Andrade Agulleiro, admitirá que los trabajadores


nacionalistas (entre los cuales se incluye a sí mismo) eran los primeros en pronunciarse
en contra de toda huelga, “por entender que el trabajo en sí no es patrimonio exclusivo
de unos cuantos; sino colectivamente de todo el pueblo, perjudicándose entonces toda
la población en general cuando se inicia una lucha”. Sin embargo bajo las condiciones
de un régimen liberal, ante la ineficacia de las leyes obreras, y la explotación desmedida
e injusta no puede concebirse que los obreros “agachen el lomo y sigan permitiendo que
se les explote miserablemente”. 131
En agosto de 1937 comienza a conocerse a través de los periódicos la existencia de un
conflicto que abarcará varios años. Se trata del conflicto ferroviario originado, por una
parte, en la intención de las empresas de aumentar las tarifas en los lugares donde
ejercían el monopolio del transporte. Al mismo tiempo los obreros ferroviarios
denuncian que la empresa mantiene una actitud abusiva con los trabajadores
respaldándose en un laudo presidencial que permitía que ésta realizara quitas de
salarios. Los obreros argumentan que las compañías habían experimentado una mejora
sustancial respecto al momento en que surgió el polémico laudo arbitral de octubre de
1934. El origen de la medida judicial tiene como fundamento las consecuencias
negativas de la crisis del treinta. En dicho contexto las empresas amenazaron con
despidos masivos debido a la insolvencia financiera; y los obreros ferroviarios

129
Crisol, “Los problemas obreros y sociales y el gobierno”, 3/11/1937, p1.
130
Bandera Argentina, “Signos de inquietud en la clase obrera”, 15/05/1935, p. 1. Las bastardillas son
nuestras.
131
Crisol, “La acción de políticos sin escrúpulos permite que la empresa explote al obrero”, 30/1/1941, p.
4.
propusieron mantener la planta de empleados a través de licencias cortas rotativas sin
goce de sueldo, permitiendo de esta manera el trabajo a mayor número de obreros.
Desde el principio, Crisol entiende que las demandas de los obreros son justas y
absolutas mientras que las de los empresarios son relativas y artificiales.132 El conflicto
generó la participación de un lector ferroviario a través de una carta de lectores
publicada en el periódico Crisol. En esa carta el lector comentaba su situación de
trabajador cesante por haber participado de las medidas de fuerza tomadas por la
Federación de Empleados y Obreros Ferroviarios, y en nombre de “los ferroviarios”
solicita al director de Crisol que se ocupe de estos temas en sus “buenos comentarios”.
133
La Federación pedía en 1939, mediante una carta al presidente del Senado, que se
ratifique el proyecto de ley sancionado en Diputados por el que quedaban caducos los
convenios concertados en 1931 por la empresa y los trabajadores y el fallo arbitral de
134
1934. A partir del comienzo de la Segunda Guerra Mundial, los nacionalistas –que
defendían la neutralidad- sumaron este factor al conflicto. "Las empresas inglesas
quieren que sus obreros paguen los desastres guerreros a que se ha visto empujada la
nación inglesa por la estupidez de sus políticos y de sus judíos....". 135
Los conflictos que se daban en la rama de textiles136 eran muy importantes para
la prensa nacionalista por varios motivos. En principio se trataba de una actividad que
agrupaba a un gran número de trabajadores inmigrantes. En 1935, de los 36.650 obreros
textiles de la Capital Federal, el 40% había nacido en el exterior, y la proporción subía
al 58% si se tomaba sólo a los hombres. La mano de obra en su gran mayoría era poco
calificada, formada por mujeres y jóvenes en una proporción de más de dos tercios.137 A
su vez, existía muchos obreros y, aún más, empresarios pertenecientes a la comunidad
judía, por lo cual muchas veces los conflictos eran utilizados como salvoconductos para

132
Ver Crisol, “Los obreros argentinos y los „pobres accionistas‟ londinenses”, 23/07/1939, p. 1; “Los
obreros ferroviarios y los políticos profesionales”, 29/07/1939, p. 1; DAUS, Julio, “El conflicto de los
ferroviarios y sugestiones para su solución”, Idem, p. 3; “Las empresas ferroviarias han encontrado un
expediente favorable a sus pretensiones”, 21/08/1937, p. 1; “Los obreros ferroviarios tienen razón de
sobra”, 24/09/1937, p. 1.
133
Crisol, “Carta de los lectores. La situación de los obreros ferroviarios”, 9/08/1939, p. 3.
134
Crisol, “Los descuentos sobre sueldos y salarios del personal ferroviario”, 29/08/1939, p. 2.
135
Crisol, “Huelga ferroviaria”, 20/03/1940, p. 1.
136
Los conflictos en este sector de la industria incluían, más que en otros, el accionar de la derecha. Di
Tella comenta el caso de un conflicto en 1936 de una huelga contra Grafa y Establecimientos Americanos
Gratry, del barrio de Nueva Pompeya. La huelga, que duró cuatro meses, se concentró en Gatry y contó
con un fuerte apoyo del vecindario y alrededores. Para proteger sus instalaciones, la empresa tuvo
colaboración de los bomberos y de escuadrones de derecha (de la Liga Patriótica y otros grupos más
recientes), que transformaron el barrio en un campo de batalla. En DI TELLA, Torcuato, Perón..., Op.
cit., p. 283.
137
Los datos fueron sacados de DI TELLA, Torcuato, Perón..., Op. cit..
expresar el antisemitismo bajo el ropaje de la defensa del obrero. El periodista de la
sección gremial de Crisol en 1936 decía que los empresarios textiles tenían a sus
trabajadores bajo un régimen y un trato inhumano porque así se lo demandaban los
“Protocolos de los sabios de Sión”.138 Crisol decía que los judíos no tenían una
nacionalidad, por tanto un Estado podía tratar a los judíos como "seres aparte" y
suprimir las actividades de los capitales judíos. "Tal es el principio jurídico, también,
que puede utilizarse para una eliminación total y sistemática del judío del ámbito de la
vida nacional del país. Pues repetimos que el nuestro no es un plan católico, sino un
plan nacionalista de contraofensiva antisemita, cuya legitimidad en principio, lo
repetimos, no hay consideración teológica ni sociológica ni biológica alguna que pueda
invalidarla."139
A estos dos elementos hay que agregar la existencia de un predominio de la agremiación
de izquierda en el sindicato más importante, la Unión Obrera Textil (UOT), donde
140
convivieron socialistas y comunistas hasta 1941. También existían otros gremios de
tendencias conservadora, católica y antiizquierdista como las organizaciones de
costureras católicas La Aguja y el Sindicato de Costureras; el Consejo del Trabajo de
Ducilo “entidad claramente amarilla”; y, la Agrupación de Obreros Textiles adherida a
141
una Junta de Coordinación contra el Comunismo. Pero comparadas con la
organización del sindicato comunista, tenían menos peso entre los trabajadores de la
industria textil. Los nacionalistas si bien defendieron la causa obrera en el conflicto
desarrollado en la empresa Ducilo, acusaron duramente a la UOT. Culparon al sindicato
por haber abandonado la lucha obrera para dedicarse a realizar las actividades
propagandísticas del retorno de Ortiz a la presidencia, y por lograr un insatisfactorio
acuerdo ya que la empresa reincorpora sólo al 30% de los trabajadores echados. Decían
que trabajadores debían "pasar a formar parte de la falange nacionalista, donde no
hallarán las traiciones a la orden del día, ni las entregas al margen de los auténticos
intereses proletarios". 142

138
Crisol, “El juego judío en los sindicatos obreros”, 27/05/1936, p. 3.
139
Crisol, “Aclaraciones sobre puntos básicos que defendemos. Nacionalismo, capitalismo y semitismo”,
7/8/1936, p. 1.
140
La UOT socialista se incorpora en 1943 a la CGT Nº1, de Domenech, mientras que la UOT comunista
fue desde 1943 hasta 1945 clausurada, su periódico dejó de aparecer y muchos de sus militantes fueron
presos a la Patagonia.
141
DI TELLA, Torcuato, Perón..., Op. cit., p. 278.
142
Crisol, “Los dirigentes de la Unión Obrera Textil has traicionado a los trabajadores de la Ducilo”,
14/02/1941, p. 4.
El antisemitismo, en tanto trama de interpretación de los conflictos laborales, se expresa
en aquellos casos en que los sindicatos comunistas lideraban la protesta o bien cuando
se trata de gremios con trabajadores principalmente extranjeros de origen ruso, polaco,
etc. Y viceversa: muchas de las campañas gráficas en defensa de los trabajadores se
explicaban por la condición de extranjeros de los patrones, sobre todo si se trataba de
judíos. Así, por ejemplo, en ocasión de una huelga llevada a cabo por la Federación
Obrera Textil - que pedía la equiparación de los salarios de todos los obreros textiles
tomando como base el monto salarial de los trabajadores de la seda- Crisol remarca que
la industria textil está “acaparada y dirigida por judíos”, lo cual “explica” la real causa
del conflicto. Los judíos son explotadores y los agitadores también lo son, las
agrupaciones izquierdistas también están copadas por “la raza maldecida”.
"Judíos que explotan y judíos que hacen el clima a esa explotación son el
verdadero enemigo del obrero. Pero esto es celosamente silenciado por las
organizaciones que se abrogan su defensa. Allí tenemos a todos los izquierdistas, a
todos los socialistas obreros, a todos los sindicalistas, a todos los anarquistas tendiendo
celosamente una cortina de humo sobre la cuestión. Ahí tenemos al concejal Unamuno
gritando contra la "persecución racial" ¿Por qué? Porque también los agitadores
profesionales responden a la raza maldecida como perros sumisos que temen al látigo o
al hambre. Porque todas esas agrupaciones han sido copadas también por los judíos, que
en la campaña electoral realizada por el socialismo obrero llegaron a formar más del
setenta por ciento de sus oradores."143

De vez en cuando reaparecían versiones sobre el “complot” aplicadas al mundo del


trabajo.144 Las organizaciones obreras nacionalistas, por lo menos las más importantes,
eran claramente antisemitas lo mismo que los periódicos que hemos tomado como
referencia. La cuestión del antisemitismo en el mundo obrero, más allá de los horizontes
nacionalistas, fue explorada por especialistas en la temática. Éstos documentan un
importante conflicto que comienza en 1938 y se extiende hasta el año siguiente, entre la
143
Crisol, “Los obreros textiles tienen toda la razón. Pero la Federación Obrera Textil, que los ha llevado
a la huelga, no los defiende”, 9/10/1937, p. 1.
144
Por ejemplo, acusan a Dickman defender a la firma Ezra Teubal que entabla con un conflicto con sus
obreros en huelga, poniendo de manifiesto la relación de amistad que los une. Dice Benito Andrade:
"Todos estos hechos que vienen a justificar cuanto dijéramos respecto a la confabulación masónica
mundialmente, tienen su origen en las reuniones de las logias que cotidianamente efectúan en los gethos,
a fin de imponer por encima de todas las cosas las teorías de Israel cimentadas en el acaparamiento del
oro, a fin de prevalecer por encima de quienes están educados en una religión cristiana y mantienen d
acuerdo a ella un concepto ético en todos los actos de su vida", en Crisol, “El ex-diputado socialista
defiende al patrón contra el interés de los obreros”, 9/1/1941, p. 4.
Sociedad Comercial Israelita, por un lado, y la Federación de Empleados de Comercio
junto a la Unión de Cortadores de Confección y Anexos, por el otro. Según la versión
de Crisol, el conflicto iniciado en julio de 1938 se genera porque la Sociedad Comercial
Israelita (SCI) empleó a un operario cortador que no pertenecía a la Unión de
Cortadores de Confección, violando un convenio firmado entre patrones y obreros. Así
se desatan una serie de incidentes que terminan en una huelga general el 9 de diciembre
de 1938. El DNT ofreció su mediación que fue rechazada por la SCI, por tanto dicha
Sociedad fue citada por el Ministro del Interior, Taboada, quien al no obtener respuesta,
ordena una citación policial. "El hecho que transcribimos está muy lejos de ser una
simple incidencia o la tozudez de dos o tres israelitas. Si tenemos en cuenta las
modalidades propias de este pueblo y su agilidad para doblar el espinazo ante las
145
autoridades y los poderosos..." A partir de este caso, mientras Torcuato Di Tella
llega a la conclusión de que “el antisemitismo hacía fácil impacto en la población local,
de clase media o popular, e incluso en sectores de la dirigencia sindical”146; Daniel
Lvovich entiende que “en los ámbitos políticos y gremiales el antisemitismo no resultó
un factor de importancia y no fructificó ninguna de las iniciativas desplegadas para
incorporar la „cuestión judía‟ a sus programas o actividades”.147
Dos años más tarde la Unión de Cortadores se ve envuelta, nuevamente, en otro caso de
antisemitismo sindical contra el empresario del vestido Moisés Kleiman proveniente de
la ciudad de Rosario. Crisol publica el comunicado de la Unión en el cual se acusa a la
firma de no cumplir los convenios, de pagar sueldos inferiores a los que pagan otras
casas del ramo, y de maltratar a los empleados. Por estos motivos –dice el comunicado-
se requirió “en más de una oportunidad, la intervención policial, por las incidencias
que lógicamente tienen que producirse, donde existen judíos". En el texto se establecía
la diferencia entre el comercio “sano” y las actividades de “aquellos que hacen de la
mentira un culto y de la ficción una práctica, que desprecian nuestras tradiciones y
costumbres, que rebajan el nivel de vida de la población, que eluden el cumplimiento de
las leyes y menosprecian a los legisladores que las sancionan, que no cumplen los
convenios contraídos y ponen de manifiesto su incultura maltratando de palabra a su
personal. Por eso cumplimos con el penoso deber de denunciarlo al comercio sano y al

145
En Crisol, “El tratamiento judío a los obreros”, 17/02/1939, p1.
146
DI TELLA, Torcuato, Perón..., Op. cit., p.51.
147
LVOVICH, Daniel, Nacionalismo..., Op. cit., pp. 446-448.
pueblo de la República."148 Sin duda, el sindicato de la Unión de Cortadores era
portador de ideas antisemitas, aunque no se trataba de un sindicato inserto en las filas
del nacionalismo. Por su parte, los lectores obreros de Crisol, a través de cartas dirigidas
a la sección gremial del diario, denuncian la “explotación” y los sueldos “mezquinos” a
los que son sometidos por los empleadores judíos. 149
En 1941 Crisol sigue el conflicto iniciado en una textil, Ducilo, en la localidad de
150
Berazategui. Apenas dos años después de la inauguración de la empresa, aparecen
los conflictos laborales. Todo comienza a fines de 1939, cuando los trabajadores que
solicitaban mejoras de salarios y reajuste “de las bases de producción”, toman el edificio
en señal de protesta. No sólo no fueron recibidos por el gerente sino que por la noche se
vieron desalojados por la fuerza policial.151 Hacia fines de 1940 y principios del año
siguiente, retorna el conflicto y se inicia una huelga en busca de mejoras salariales y
“morales” termina con la muerte de un obrero, Fidel Ares, aparentemente a manos de la
policía. Crisol hacía constar “que es completamente innecesaria la rigurosa vigilancia
policial” porque la protesta obrera se desarrollaba con total tranquilidad y en un clima
de absoluta justicia. Por lo tanto se denuncia que "Siempre que algún sindicato declara
una huelga en procura de mejoras en el salario o bien exigiendo el cumplimiento de
leyes nacionales a alguna empresa extranjera, aparecen en los alrededores del
establecimiento, agentes de seguridad con fusiles y pertrechados hasta los dientes, no
para defender los derechos obreros, sino para protección del patrón, que vive a fuerza
de explotar a humildes hombres de nuestro pueblo. El Estado, por lo tanto se convierte
en protector de los que no cumplen las leyes y para ellos envía contingentes de
cosacos".152
La resolución de conflictos laborales a través de la intervención del Departamento
Nacional del Trabajo (DNT) era vista, en general, positivamente por los periódicos
nacionalistas. A partir de 1935, con el notable incremento de las huelgas obreras, la

148
Crisol, “A los modelistas les exige pruebas y luego los echa alegando su incompetencia”, 15/02/1941,
p. 4.
149
Ver Crisol, “El consorcio Bunge y Born expolia a nuestros obreros”, 8/11/1941, p. 4; y, “Los
capitalistas judíos de la GDA condenan al hambre a sus operarios”, 25/12/1941, p. 4.
150
La empresa textil Ducilo fue pionera en el campo de las fibras artificiales, fundada en 1937, pone en
funcionamiento las primeras máquinas de hilar rayón viscosa en el país. La fábrica fue inaugurada
oficialmente por el entonces presidente, Agustín P. Justo, en un acto al que también concurrieron el
gobernador de la provincia de Buenos Aires, Manuel Fresco, el presidente de la Unión Industrial, Luis
Colombo y numerosas personalidades.
151
Ver BEJAR, María Dolores, “La política laboral del gobierno de Manuel Fresco” en PANETTIERI,
José (compilador), Argentina: trabajadores entre dos guerras, Buenos Aires, EUDEBA, 2000, p. 177.
152
Crisol, “Quilmes en masa repudió la explotación del capitalismo a los trabajadores de la Ducilo”,
30/1/1941, p. 4. Las negritas son nuestras.
actividad del DNT se acrecentó. En el acto de asunción a la dirección del DNT, el Dr.
Alfredo Molinario, expresaba las ideas provenientes del catolicismo social que los
nacionalistas compartían plenamente. Decía que la antítesis entre el Capital y el trabajo
tenía que ser superada armoniosamente con la ayuda del Estado no sólo para asegurar la
riqueza económica sino también “para procurar mediante una cada vez más equitativa
distribución de esa riqueza, el mayor bienestar para el mayor número de hombres.”
Además el objetivo último sería “evitar las reacciones violentas de quienes, por una
imperfecta distribución de la riqueza, pueden verse limitados en sus justas aspiraciones
de mejoramiento, para ellos y para sus hijos.”153
El organismo, creado en 1907, se consolidó como recurso positivo para la resolución de
los conflictos laborales. Juan Suriano sostiene que la creación de este organismo es el
resultado de la necesidad de dar una respuesta no represiva a los conflictos laborales y
Zimmerman enfatiza que el proyecto es parte de una tradición liberal reformista. Por su
parte, Suriano subraya que los reformadores sociales aparecieron como una
consecuencia de las manifestaciones de la cuestión social pero la aceleración en la
convocatoria al Estado a resolver este problema se debió al desarrollo de las
organizaciones obreras, de sus manifestaciones ideológicas y el estallido del conflicto
social. 154
El proyecto de regulación estatal de las relaciones capital-trabajo expresado en la
creación del DNT, y desarrollado en forma generalizada en Argentina desde mediados
de los años treinta, consideraba central la definición de un marco normativo para el
desarrollo de las relaciones laborales. Sus objetivos fundamentales eran la constitución
de asociaciones profesionales patronales y obreras legalmente reconocidas; la práctica
de convenios colectivos de trabajo; la intervención de las agencias laborales del Estado
en la conciliación y arbitraje de los conflictos; y, finalmente, la creación de un código y
una justicia del trabajo. En cuanto a la trayectoria de este organismo, desde su creación
hasta 1943 en que se convierte en la famosa Secretaría de Trabajo y Previsión, Germán
Soprano sostiene la hipótesis que predomina una continuidad en el proyecto del
organismo a lo largo de todo el período. Es decir, se verifica una persistencia del
“proyecto fundacional” a lo largo de su historia. Por tanto considera “que es parte del
„mito de los orígenes‟ del peronismo afirmar que el DNT era, hacia 1943, una agencia

153
La Fronda, Discurso pronunciado por el Dr. Alfredo J. Molinario al asumir la presidencia del D.
Nacional del Trabajo, 7/05/1938, p. 4.
154
SURIANO, Juan, “La oposición anarquista a la intervención estatal en las relaciones laborales”, en
SURIANO, Juan (comp.): La cuestión social en Argentina (1870-1943) Buenos Aires, La Colmena, 2000.
estatal „inútil‟ y heredera de una política coercitiva del „Estado oligárquico‟ y que sólo
con Perón fue definida una política sistemática de regulación estatal de las relaciones
capital-trabajo en la Argentina.”155 No obstante, muchos autores registran un aumento
en los arbitrajes del organismo a partir de 1935 convirtiéndose en “una práctica
habitual” y una transformación en los alcances de sus decisiones en la medida en que se
presionó para que las partes aceptaran obligatoriamente la resolución de dicha entidad.
El Departamento de Trabajo de la Provincia de Buenos Aires, durante el
gobierno de Fresco, tuvo una activa participación en los conflictos laborales, por
ejemplo, en 1940 se habían firmado en la provincia 300 convenios colectivos de trabajo
156
frente a 39 en la Capital Federal. Bandera Argentina se encargaba de resaltar con
grandes títulos y fotos los logros del gobierno provincial del Dr. Fresco; mientras que
Crisol mantenía una actitud un poco más distante. Ronald Dolkart señala que Bandera,
dirigida por Juan Carulla –uno de los fundadores de la LCA- “siguió una línea a mitad
de camino entre conservadores y nacionalistas (…) Carulla se negó a adoptar posiciones
más extremistas y a dar cabida a voces más estridentes. Este espacio lo brindó Crisol,
dirigido por Enrique P. Osés, virulento adversario de la oligarquía y –por consiguiente-
del gobierno de Justo”.157 La excepción, dentro del nacionalismo, respecto a la idea
sobre actuación del Departamento del Trabajo era la Federación Obrera Nacionalista
Argentina. La entidad no confiaba en la acción de un organismo oficial liberal, y su
objetivo era la instauración de un Estado Corporativo en el cual las luchas obreras
carecerían de sentido. Mientras tanto mantendrían una actitud militante y combativa:
“La Federación Obrera Nacionalista Argentina tiene como meta la implantación
del Estado Corporativo Nacionalista, que suprimirá la lucha de clases estableciendo la
justicia social; no obstante, mientras subsista el régimen demócrata-burgués seguirá
155
SOPRANO, Germán, “El Departamento Nacional del Trabajo y su Proyecto de Regulación Estatal de
las relaciones capital-trabajo en Argentina. 1907-1943”, en PANETTIERI, José (compilador),
Argentina..., Op. cit. p. 53. Este estudio se inscribe en la tendencia a considerar la importancia de los
elementos de continuidad entre el Estado Peronista y el Estado Conservador que lo precedió, en el sentido
de encontrar en los años treinta delineados los resortes más importantes de lo que será el Estado social
peronista.
156
DEL CAMPO, Hugo, Sindicalismo y peronismo. Los comienzos de un vínculo perdurable, Buenos
Aires, CLACSO, 1983, p. 54.
157
DOLKART, Ronald, “La derecha durante la década infame 1930-1943”, en Sandra McGee Deutsch y
Ronald Dolkart (comps), La derecha Argentina, Buenos Aires, Ediciones B, 2001, p. 165. Cristian
Buchrucker señala sobre Enrique Osés sus características de orador, agitador y organizador eficaz. “A
partir de 1938-1939 logró imponer su liderazgo en sectores considerables del nacionalismo restaurador.
Entre 1929 y 1932 había dirigido la revista Criterio, presentándose como decidido sostenedor de un
reformismo social en el sentido de las encíclicas Rerum Novarum y Quadragesimo Anno. Pero al
convertirse en colaborador de Molas Terán en el diario Crisol, Osés fue arrastrado por la creciente oleada
filofascista y antisemita”. BUCHRUCKER, Cristián, Nacionalismo y Peronismo. La Argentina en la
crisis ideológica mundial (1927 - 1955), Buenos Aires, Sudamericana, 1987, p. 119.
cumpliendo la función que le corresponde como organismo sindical obrero. Es decir que
luchará con las armas propias del sindicalismo en defensa de las reivindicaciones
morales y materiales del proletariado argentino. Luchará en forma directa, repudiando el
reformismo socialista, y el parlamentarismo y no aceptará el arbitraje del Estado
mientras sea irresponsable, mientras carezca de fuerza suficiente para hacer cumplir al
capital con los compromisos contraídos con los organismo obreros, como ocurrió
últimamente con la Federación Obrera de la Construcción."158

Fresco había realizado en su gobierno muchas de las medidas que los nacionalistas
reclamaban. La Ley Orgánica del Trabajo estableció los mecanismos para arbitrar en los
conflictos laborales, para controlar e intervenir en los acuerdos sobre accidentes de
trabajo y participar en otros tipos de situaciones de índole laboral. Estos mecanismos
son básicamente dos: primero la mediación, en caso de no lograr un acuerdo entre las
partes, se pasaba al arbitraje. El Director del Departamento estaría asesorado por un
Consejo del Trabajo compuesto por representantes obreros, patronales y del gobierno;
pero al parecer no se conformó como organismo estable al menos hasta 1939.159 “En
gran medida, estas iniciativas del gobierno en materia social, reflejaban concepciones
ampliamente compartidas en la época, eran la expresión de un repertorio de ideas que,
más allá de las diferencias sustanciales en cuanto a su aplicación, reconocían la
necesidad de la intervención estatal en el campo laboral. La organización de los
trabajadores y su incorporación a la mesa de negociaciones con las asociaciones
patronales y con representantes del Estado contaba con una amplia aceptación por parte
de gobiernos de diferente naturaleza. Sin embargo, el fascismo italiano y el New Deal
propuesto por Roosvelt se distinguían en aspectos cruciales.”160
En su crónica sobre la celebración de un acto con motivo de cumplirse el primer
año de mandato del gobernador bonaerense, Bandera decía: “El Dr. Fresco presentó el
cuadro que más deseábamos, es decir, el de un nacionalismo sindicalista, jerarquizado y

158
Crisol, “La Federación Obrera Nacionalista Argentina. Ante el problema presidencial”, 29/08/1937, p.
6.
159
El Acta Orgánica del Trabajo introduce un sistema de representación en el cual los gremios tendrían el
reconocimiento del Estado que sería el árbitro de sus demandas. Pero sería sólo una parte de un proyecto
más general denominado “plan orgánico” que posibilitaría la superación de la injusticia social y, en
consecuencia, la consolidación del orden y la armonía social. En el ámbito laboral, además de la Ley
Orgánica del Departamento de Trabajo (Ley 4.548), se elaboraron otras: Ley de Accidentes de Trabajo
(4.455); Ley 4.686 que refería al sábado inglés y una serie de decretos sobre condiciones de trabajo. Ver
BÉJAR, María Dolores “La política laboral del gobierno de Manuel Fresco” en PANETTIERI, José
(compilador) Argentina..., Op. cit., p. 158.
160
BÉJAR, María Dolores, “La política...”, Op. cit., p. 159.
totalitario. La obra del Dr. Fresco habrá de completarse con la sindicalización
obligatoria de los trabajadores, propiciada por el estado y por él reglamentada y
dirigida.”161 En realidad Fresco no será un nacionalista pleno hasta después de su
partida de la gobernación a causa de la intervención que propiciara el presidente Ortiz
con el fin de comenzar a sanear el régimen electoral largamente vilipendiado. Fue a
partir de ese momento que conforma una agrupación más claramente nacionalista
(UNA-Patria) y se va separando de sus antiguos amigos y compañeros en la elitista
sociabilidad política porteña, pero hasta ese momento –como destaca Halperín- “ni aun
aquellos que dentro del partido rechazan sus orientaciones políticas dejan de reconocer
en él a una figura quintaesencialmente conservadora.” Y agrega, “Fresco no aspira
entonces a imponer un orden nuevo: se esfuerza por el contrario por encontrar
instrumentos nuevos para restituir a su plena vigencia el que ha sido puesto en peligro
de extinción por la experiencia política abierta por la Ley Saénz Peña. Y el populismo
que Fresco busca movilizar al servicio de ese proyecto conservador es también él
clásicamente conservador…” 162
El sector obrero mantuvo diferentes tipos de relaciones con el gobierno, Fresco recibió
considerable apoyo de la CGT Catamarca y una actitud oscilante, definida por los
actores mismos como un “apoyo crítico”, de la CGT Independencia. Las organizaciones
obreras solicitaron en reiteradas oportunidades la intervención del Departamento de
Trabajo para resolver conflictos en diferentes ramas de la industria. Según María
Dolores Béjar, existieron gran cantidad de mediciones y convenios sobre todo en dos
ramas, la construcción y la industria textil. Las intervenciones favorables a los obreros,
al parecer, se dieron en un contexto de bonanza: “En la última etapa del gobierno de
Fresco, el pronunciado debilitamiento del equipo gobernante junto con la recesión
económica pusieron en evidencia la fragilidad de los acuerdos logrados en el campo
laboral” 163 Si bien Fresco atrajo a muchos sectores nacionalistas, otros lo consideraban
un instrumento de la oligarquía que intentaba captarlos para lograr sus propósitos.
La relación del nacionalismo sindicalista con otras tendencias del mundo obrero
presenta matices. Con la izquierda obrera y sus dirigentes casi siempre se trata de una
lucha encarnizada. A los dirigentes socialistas se les acusa de engañar a los obreros con
promesas incumplidas y con la imposibilidad de lograr un derecho obrero eficaz en vez

161
Bandera Argentina, 20/02/1937, en DEL CAMPO, Hugo, Sindicalismo..., Op. cit., p. 55.
162
HALPERIN DONGHI, Tulio, La República imposible (1930-1945), Buenos Aires, Ariel, 2004, pp.
183, 185.
163
BÉJAR, María Dolores, “La política...”, Op. cit., p. 184.
de legislar unas pocas disposiciones y leyes que nadie cumplía. El comunismo era
directamente una peste que amenazaba con la revolución social, aunque por estos años
también comienza a matizarse esta idea y algunos nacionalistas comienzan a entender
que el comunismo era una “reacción” entendible frente al capitalismo. Con ciertos
sectores se establecían relaciones de simpatía, por ejemplo con la Unión Obrera
Marítima, las Vanguardias Obreras Católicas, etc. Dolkart destaca la influencia de las
ideas nacionalistas en algunos sindicatos en la década del treinta: “Un grupo de
trabajadores perteneciente al Sindicato Obrero de Diques y Dársenas del Puerto de
Buenos Aires redactó su propio manifiesto, especificando que la influencia anarquista,
socialista y comunista había llevado a los obreros a la cárcel, que la vida económica
argentina estaba controlada por „enormes consorcios judíos‟, y que todos los obreros
debían reunirse el 1 de mayo [de 1933] para reafirmar los principios del
Nacionalismo.” 164
Se partía de una definición valorativa general que permitía dividir el mundo
obrero en dos partes. Por un lado, los „auténticos obreros‟, que podían ser nacionalistas
o no, pero se trataban siempre de obreros argentinos que luchaban por su bienestar en
forma despolitizada. Dicho de otra manera, reclaman mejoras básicas - en el salario o en
las condiciones de trabajo- sin encontrarse bajo la dirección de ningún partido político o
sindicato de izquierda. Por ejemplo, la Unión Obrera Marítima está constituida por
“argentinos, conocedores por lo tanto de las imperiosas necesidades de nuestra patria,
ajenos además a todo lema político, cosa por demás halagüeña en los actuales
momentos en que le toca vivir al país"165 Los nacionalistas celebraron las conclusiones
del Segundo Congreso de la Unión Sindical Argentina, realizado en 1941, en el cual se
bregó “por las soluciones nacionalistas” como por ejemplo el desarrollo de la industria
nacional, la implementación de las cuarenta horas semanales, las viviendas obreras, etc.
Si bien es muy difícil establecer la importancia que el movimiento obrero le otorgaba a
la prensa y al sindicalismo nacionalista, hay que decir -en principio- que por lo menos
no eran ignoradas. Crisol sostiene en 1936 una polémica con el diario sindical El
Andamio respecto a la gran huelga iniciada por la dirigencia comunista en el ramo de la
construcción. Asimismo, en 1942 las páginas de la publicación sindical El Obrero
Municipal se informaba que durante una huelga metalúrgica la Alianza Juventud
Nacionalista había hecho circular un panfleto en el cual se presentaban como “obreros

164
DOLKART, Ronald, “La derecha...”, Op. cit., p. . 177.
165
Crisol, “Se introdujeron mejoras para el gremio, aprobándose subsidios a desocupados”, 28/03/1941, p. 4.
nacionalistas” y decían participar de las aspiraciones de los obreros en lucha. El Obrero
Municipal argumentaba que la Alianza ofrecería escasa resistencia contra los
empresarios metalúrgicos que –según la perspectiva del diario- eran “nazis”, y que los
166
nacionalistas pretendían engañar a los obreros. Por el otro, están los dirigentes
extranjeros pagados por las fuerzas judeo-comunistas para llevar al país al caos social.
La construcción de una imagen plural del enemigo permitía incluir a los obreros
izquierdistas en un conjunto indiferenciado. Por ejemplo, la Legión Argentina contra el
Comunismo, presidida por Pascual Aloisi, organizó en 1935 un mitin para solicitar al
Poder Ejecutivo que ponga fin a la “campaña extremista roja”, de forma que "sea
declarado fuera de la ley el marxismo en todas sus formas llámese socialistas,
anarquistas y comunistas, dado que esta trilogía a pesar de ir por diferentes caminos,
todas llevan el mismo fin, es decir, la destrucción de todo lo existente." Y lo más
interesante es la apelación a los obreros para participar de las actividades: "Para llevar
a cabo dicha finalidad, la Legión Argentina contra el Comunismo, solicita la
cooperación de todas las entidades nacionalistas y obreras."167
Hacia el interior del nacionalismo nos podemos encontrar con diferentes
tensiones que estructuraron el movimiento por esos años. Una primera tensión estaba
entre los nacionalistas que aspiraban representar al “hombre que sufre” y quienes
seguían con prácticas propias de una sociabilidad política más bien elitista. Decía
Benito Andrade:
"Dijimos en varias oportunidades que nuestra acción debía dirigirse hacia el
hombre que sufre, ya en el campo, ya en la ciudad, pero ciertos militantes del
Nacionalismo opinan contrariamente a ello, creyendo que la obra íntegra a realizar el
movimiento está en las grandes ciudades, entre quienes pueden discutirla en cafés de la
Avenida de Mayo, o boites de Leandro Alem, no en cambio, entre nuestros productores,
que por desgracia ni leer saben en su mayoría" 168

166
Ver El obrero Municipal, 1/08/1942, p. 1; y Crisol, 3/06/1936.
167
Crisol, “La Legión Argentina contra el Comunismo realizará un gran mitin”, 13/03/1935, p. 2.
168
En Crisol, “Nuestro movimiento debe conquistar a las masas. En la Avenida de Mayo no se resuelven
los problemas del interior”, 3/04/1941, p. 4. Otro párrafo en el mismo sentido: "Es de urgente necesidad
conquistar los trabajadores para nuestra causa, intentarlo todo para que los cuadros del movimiento se
vean colmados de gente del trabajo, sin que ello importe recurrir a tácticas que vulnera la esencia de
nuestros ideales, aunque ello importe sacrificar algo de su puritanismo, sólo así con la potencialidad de
las masas productoras podremos poner un freno a la ola reaccionaria que pretende avasallarnos, y sólo así
podremos substraer de la influencia de los policastros a los miles de productores, que engañados con
promesas que jamás cumplen, forman parte de las famosas organizaciones izquierdistas entregadas al
capitalismo británico, explotador del sudor de nuestros obreros", en Crisol, “La Conquista del obrero:
imperiosa necesidad nacionalista. Sin nuestro esfuerzo nada cambiará el curso actual de la situación”,
5/1/1941, p. 4.
A las típicas “discusiones de café” se contraponía la militancia de Osés y sus seguidores
en giras incansables por el interior, junto a los obreros en las fábricas, etc. En este caso,
el diario Crisol funcionaba como un vehículo de difusión política y su director una
figura destacada de la política nacionalista, que ahora se orientaba a ganar a las masas.
Una segunda tensión podría ubicarse entre los distintos grupos que pretendían encarnar
el nacionalismo obrerista: es notorio que en los grupos nacionalistas específicamente
obreros no se registran acercamientos ni prácticas conjuntas importantes en el ámbito de
la lucha obrera, salvo en algunas celebraciones del 1º de mayo.
4. El mundo del trabajo y las organizaciones obreras nacionalistas.

Hacia mediados de la década del treinta la corriente sindicalista169 pierde su


posición de privilegio y poder en el movimiento obrero. Mediante la fuerza, precedida
de largas y corrosivas discusiones, los dirigentes sindicalistas son desalojados de la
conducción de la Confederación General del Trabajo (CGT) entidad representativa de la
clase obrera argentina desde su constitución en 1930. El socialismo, apoyado por el
comunismo, tomaría a su cargo la tarea de dirigir al movimiento obrero por aquellos
años en los cuales los resortes de la economía se reacomodaban después de la gran crisis
económica mundial. Sin embargo, la corriente sindicalista no desapareció sino que
funcionó como una CGT “paralela” y en 1937 apareció nuevamente la organización
Unión Sindical Argentina que los había agrupado en 1922170.
Dicha corriente fue ganando influencia entre los obreros cuando el anarquismo
comenzó a debilitarse debido a las terribles medidas represivas y persecuciones a sus
dirigentes –muchos de ellos deportados a sus países de origen-. Asimismo tuvieron
incidencia los cambios en la composición de la clase trabajadora: muchos inmigrantes
habían adquirido a través de los años una relativa estabilidad laboral que estimulaba las
luchas para mejorar la situación mas no incitaba a la rebelión; a su vez, se habían
incorporado a la masa trabajadora los hijos de los inmigrantes, quienes también
preferían la consecución gradual de las mejoras sociales en vez del “rechazo absoluto e
intransigente de toda realidad social existente en nombre de una hermosa utopía, la
protesta simbólica y violenta precursora del estallido revolucionario donde los

169
Originariamente, en Europa, el sindicalismo apareció como una reacción contra la tendencia reformista
y parlamentaria del socialismo, adjudicándole al sindicato el rol revolucionario en la lucha contra el
capitalismo y exaltando la huelga como el medio más eficaz de lucha. Sus teóricos más destacados son
Sorel y Labriola. En la Argentina comenzaron a actuar a un nivel pragmático, sin fundamentación
filosófica, y si bien se presentaba a si misma como una corriente revolucionaria fueron virando hasta una
actitud más moderada hacia 1930.
170
En ese momento, 1922, el sindicalismo estimulado por la Revolución Rusa, retoma su carácter
revolucionario y forma la USA presentando un manifiesto que determinaba: 1) desconocer todo derecho
de intervención y tutelaje a las fracciones organizadas en partidos políticos en las cuestiones
fundamentales que interesan al proletariado argentino que milita en las filas de la USA; 2) no permitir la
intervención de los partidos políticos en las campañas electorales o de protesta con fines políticos; 3)
proclamar como principio de lucha contra el capitalismo la superioridad de la acción directa, “desde la
huelga, el boicot y el sabotaje hasta los movimientos insurreccionales y la propia revolución social”; 4)
afirmar que la única vanguardia del proletariado la constituyen los sindicatos de la USA. La organización
desaparece en 1930 ya que se fusiona con los socialistas en la recientemente formada CGT, pero después
de la fragmentación de dicha central en 1935, los sindicalistas decidieron la resurrección de la USA
(1937) con 42 organizaciones y 32.000 cotizantes. Dos años más tarde las organizaciones habían
descendido a 33 y contaba con menos de 27.000 cotizantes que en 1941 sólo serían 14.000. En DEL
CAMPO, Hugo, Sindicalismo y peronismo. Los comienzos de un vínculo perdurable, Buenos Aires,
CLACSO, 1983, pp. 27-28, 93.
oprimidos se jugarían al todo o nada, iban perdiendo entonces sus adeptos frente a
quienes preferían dirigir sus energías hacia la conquista paulatina de mejores
condiciones de vida y de trabajo.”171 El socialismo, que era la segunda tendencia en el
movimiento obrero, no tenía en este momento una entrada fácil con estos trabajadores
debido fundamentalmente a su retórica centrada en la utilización de la herramienta
parlamentaria para alcanzar los fines de una mejor vida para la clase obrera. El camino
legalista era rechazado por lo dificultoso y lento, además, una vez que se aprobaba una
legislación en materia laboral no existían los mecanismos que aseguraran su
cumplimiento. Probablemente tampoco ayudaba a su inserción en el mundo obrero el
hecho que la mayoría de sus dirigentes pertenecieran a otra clase social. 172
En todo caso, el sindicalismo fue condensando bajo su esfera a muchos
sindicatos importantes por su posición económica estratégica: los marítimos y
ferroviarios. Es que frente a las tendencias anarquista y socialista, el sindicalismo
ofrecía junto a una retórica revolucionaria una alternativa más flexible y pragmática,
“concentraban todos sus esfuerzos en la organización de los trabajadores, buscando
principalmente en el sindicato no tanto un ámbito propicio para la difusión de su
ideología –como hacían anarquistas y socialistas-, sino el instrumento para lograr
mejoras concretas e inmediatas.” Del Campo agrega que “frente a la huelga general –
arma preferida por los anarquistas como expresión de protesta- o a la acción educativa y
parlamentaria de los socialistas, los sindicalistas centraban su estrategia en la huelga
reivindicativa.”173 Las reivindicaciones inmediatas y la “despolitización” de la protesta
ampliaban la llegada de esta tendencia que poco a poco fue abandonando los fines
revolucionarios que se hallaban en el origen de su existencia para desembocar en una
174
corriente reformista y principalmente pragmática. Los gremios sindicalistas más
importantes eran la Federación Obrera Marítima (FOM) y la Federación Obrera
Ferrocarilera (FOF); se trataba de dos gremios numerosos y de expansión nacional que

171
DEL CAMPO, Hugo, Sindicalismo..., Op. cit., pp. 19-20.
172
El Partido Socialista tenía como base a amplios sectores de clase media de donde salía, en gran parte,
su dirigencia. Aparecía como un partido integrado al régimen con funciones de oposición tolerable, se
veía “antes que como una fuerza enfrentada con el mismo y que representara una alternativa, más como
un partido dirigido por intelectuales con inquietudes sociales que como un partido obrero.” En DEL
CAMPO, Hugo, Sindicalismo..., Op. cit., p. 61.
173
DEL CAMPO, Hugo, Idem, p. 20.
174
Hugo del Campo cree que en esta corriente deben buscarse las influencias que formaron al peronismo:
“Tengamos en cuenta, finalmente, que muchas de las modalidades que adoptaría en sus comienzos el
movimiento peronista –organización basada fundamentalmente en los sindicatos, vinculación directa de
los mismos con los sectores del poder político, reformismo pragmático sin mayores preocupaciones
teóricas-coinciden objetivamente con las que habían practicado los sindicalistas durante las décadas
anteriores.” En DEL CAMPO, Hugo, Ibídem, p. 12.
tenían llegada a los trabajadores del interior. El presidente Yrigoyen (1916-1922 y
1928-1930) tuvo especial interés en mantener buenas relaciones con estos gremios, de
hecho intervino favorablemente para ellos en algunos conflictos laborales y los recibió
en más de una ocasión en la Casa de Gobierno. Era la primera vez que los obreros
recibían estos gestos del gobierno y los sindicalistas no desaprovecharon el apoyo
estatal para conseguir sus fines, así se abre un canal de diálogo y negociación
completamente inédito en la Argentina. Algunos explican esta actitud del caudillo del
radicalismo por la necesidad estratégica de ganar votos y por la presión para crear una
atmósfera de armonía social; pero otros resaltan estos hechos como partes de un
proyecto de nación opuesto al antiguo orden conservador. Así, para Ricardo Falcón las
políticas innovadoras del radicalismo en el campo laboral y asistencial son parte de una
tentativa por ensanchar las bases sociales del Estado. El estudio comparativo de la
política laboral del radicalismo y la del conservadurismo -esta última expresada, sobre
todo, en el Código de Trabajo elaborado el ministro del interior Joaquín V. González en
1904- permite afirmar las diferencias existentes entre ambos proyectos de país: uno
inclusivo y el otro excluyente respectivamente. “Nuestra hipótesis es que ese proyecto,
nunca concretado y otras pocas leyes sí sancionadas, combinaban una inspiración
asistencialista, una real pero limitada vocación protectora del trabajo, con una fuerte
concepción “policíaca” de la cuestión social.” Se trataba de una “concepción
bismarckiana” en la cual las políticas asistenciales tenían ante todo una función político
provisional destinada a evitar las insurrecciones obreras. Por el contrario, en el proyecto
de 1921 existe en realidad una “incompleta pero real, tentativa por ensanchar las bases
sociales del Estado incorporando nuevos actores a la „sociedad política‟” 175
La relación Estado-sindicatos desarrollada durante los gobiernos radicales
fortaleció las tendencias reformistas y favorables al diálogo que se hallaban en germen
en el movimiento obrero. “Pero esta transformación, que sin duda tendió a legitimar la
dominación estatal, no parece haber hecho lo propio con el sistema de partidos ya que
prescindió completamente de ellos y del Parlamento, privilegiando los contactos
directos con el Poder Ejecutivo”.176

175
FALCON, Ricardo, “Políticas laborales y relación Estado-sindicatos en el gobierno de Hipólito
Irigoyen (1916-1922)”; en SURIANO, Juan (comp.): La cuestión social en Argentina (1870-1943),
Buenos Aires, La Colmena, 2000, pp. 117-118.
176
GARGUIN, Enrique, “Relaciones entre Estado y sindicatos durante los gobiernos radicales, 1916-
1930”, en PANETTIERI, José (compilador), Argentina: trabajadores entre dos guerras, Buenos Aires,
EUDEBA, 2000, p. 102.
En este período se dieron dos represiones brutales sobre el movimiento obrero -la
Semana Trágica (1919) y los sucesos en la Patagonia (1921-1922)- y surgieron
organizaciones de derecha para revertir esta tendencia obrerista del gobierno y
asegurarse de que el movimiento obrero se mantuviera lo más alejado posible de las
tendencias de izquierda. Tanto la Asociación Nacional del Trabajo (1918) como la Liga
Patriótica Argentina (1919) contaban con elementos de choque al servicio patronal y
organizaban brigadas de trabajadores “libres”, es decir, no sindicalizados ni bajo
influencias de ninguna de las corrientes obreras, para asegurar la continuidad productiva
y desarmar los efectos aglutinadores de las huelgas obreras. Para algunos autores estos
hechos represivos marcarían el final o, por lo menos, el retroceso del buen
entendimiento entre el gobierno y el movimiento obrero: “La formación de la Liga
Patriótica Argentina y su rápido crecimiento tendió a prolongar ese clima [de violencia
y represión] y ejerció una constante presión sobre el gobierno de Yrigoyen, jaqueado
por la oposición y vigilado por los mandos del ejército. La superación de esta crisis y la
supervivencia del gobierno radical solo se logró a costa de abandonar el intento de
introducir un cambio sustancial en la actitud del Estado frente al problema social. La
violenta represión de las huelgas patagónicas de 1921-22 confirma el sentido de esta
nueva orientación.”177 Enrique Garguin sostiene que la actitud relativamente favorable
de Hipólito Yrigoyen hacia el problema obrero “se plasmó en una política estatal
ambigua que combinó la represión violenta con gestos favorables hacia los trabajadores,
pasando por la indiferencia.” En esta perspectiva, tal ambivalencia dio como
consecuencia el favorecer a los grandes sindicatos de transportes y parcializar la
relación Estado-sindicatos, la que solo se efectivizó con un sector de ellos,
sobreponiendo de tal modo los intereses particulares de esos grandes sindicatos a los
generales de la clase en su conjunto.178
El golpe de Estado de 1930 encabezado por Uriburu encontró al movimiento
obrero unificado en la CGT. Hacia 1929 había cuatro centrales: la Federación Obrera
Regional Argentina (FORA, anarquista, instituida en 1904 y reconfigurada en 1915
como FORA del V Congreso), la Confederación Obrera Argentina (COA, socialista,
creada en 1926), la Unión Sindical Argentina (USA, sindicalista, fundada en 1922) y el
Comité de Unidad Sindical Clasista (CUSC, comunista, creado en 1929). Los socialistas
y sindicalistas terminaron por concretar la unidad del movimiento obrero pero la

177
DEL CAMPO, Hugo, Sindicalismo..., Op. cit., p. 25.
178
GARGUIN, Enrique, “Relaciones...”, Op. cit., p. 106.
balanza de la Central Obrera se inclinaba hacia el sindicalismo. El hecho de que el
sindicalismo se hubiese impuesto en la CGT a pesar de la inferioridad numérica de la
USA con respecto a la COA se explica en parte por la creciente fuerza del sindicalismo
en la Unión Ferroviaria, el gremio más importante de la COA. La reacción del
organismo obrero frente al gobierno autoritario fue defensiva y “su actitud complaciente
frente al gobierno, aceptada quizá como el precio que había que pagar para
sobrevivir”.179 En realidad existió una gran impotencia en la dirigencia obrera frente a
una serie de medidas que atacaban al movimiento: vigencia del estado de sitio, lo cual
dificultaba las reuniones; clausura de algunos locales sindicales y de diarios como La
Protesta; persecución de dirigentes anarquistas y comunistas; y, hasta el fusilamiento de
tres obreros anarquistas; etc. Con respecto a la declaración de apoyo al gobierno de
Uriburu que la CGT se vio obligada a hacer, Di Tella opina “Es probable que esto fuera
una estrategia para salvar lo salvable, pero también reflejaba las actitudes de una buena
parte de la opinión pública del momento, cansada del yrigoyenismo y bastante confiada
en que el nuevo régimen militar iba a reconstitucionalizar rápidamente al país,
esperanzas que pronto se vieron frustradas. (…) De todos modos, esta muestra de
moderación por parte de la dirigencia de la CGT terminó erosionando el prestigio de sus
dirigentes, en su mayoría sindicalistas. Algunos de ellos, por otra parte, sobre la base de
su ideología, no tenían particular entusiasmo por la democracia burguesa y mostraban
una cierta sensibilidad a las propuestas corporativistas, que tenían algún parecido con el
modelo soreliano de administración de la industria.”180
A su vez, otros factores, limitaban el accionar sindical. El factor económico
repercutió sobre la población obrera mediante la desocupación y la reducción de
salarios: el nivel de ocupación más bajo se registró en 1932 pero luego comenzó a
crecer en forma regular; en cuanto a los salarios nominales alcanzaron su punto más
bajo en 1934 (sólo representaban un 77% del nivel de 1929), a partir de allí, siguieron
su curso ascendiendo muy lentamente ya que recién en 1942 recuperaron los niveles de
1929.181 Al regularizarse el índice de empleo y disiparse parcialmente el fantasma de la
desocupación se fue configurando un escenario favorable para las luchas
reivindicativas. Así a partir de 1934 los índices de las luchas obreras comienzan a
remontar hasta alcanzar sus cifras máximas del período abarcado en 1935-1936. El

179
DEL CAMPO, Hugo, Sindicalismo..., Op. cit.,, p. 32.
180
DI TELLA, Torcuato, Perón y los sindicatos. El inicio de una relación conflictiva, Buenos Aires,
Grupo Editorial Planeta, 2003, p. 178.
181
DEL CAMPO, Hugo, Sindicalismo..., Op. cit., p. 40.
desarrollo de los grandes establecimientos industriales fue de la mano con el incremento
de la conflictividad laboral. “El objetivo de las huelgas en la industria es doble: el
reconocimiento del sindicato y el establecimiento de condiciones de salario y de trabajo
mínimas y uniformes. En la actividad sindical del período se pueden distinguir dos
movimientos paralelos. De un lado, como es el caso de la Unión Ferroviaria, se trata de
preservar las conquistas obtenidas; del otro, la movilización de los obreros de la
industria apunta a traducir institucionalmente las nuevas realidades del trabajo. En el
centro de una y otra tentativa está la búsqueda del amparo del Estado.”182
En estos años se registran algunos cambios muy importantes para nuestra
temática. En principio la CGT controlada por el sindicalismo es “arrebatada” por las
fuerzas de izquierda. Nuestra hipótesis es que este hecho –combinado con otras
variables- provocaría un “cimbronazo” para el nacionalismo, profundamente
antiizquierdista, el cual buscaría nuevas estrategias para desplegar en el campo obrero.
El socialismo había intentado, dentro de la CGT, una reacción contundente
frente a la cuestión del fascismo, mientras que los sindicalistas tendían a enfocar el
problema desde un punto de vista puramente sindical o de neto interés obrero. Por su
parte los socialistas acentuaban su peligro para la democracia política, que era el único
régimen en el cual podía desempeñarse libremente la actividad sindical. Ante los
reclamos planteados por los gremios socialistas, la Junta Ejecutiva de la CGT dio a
conocer un manifiesto en 1933, en el cual decían que “la actividad perturbadora de las
fuerzas profascistas no es tan grave”, los sindicatos debían preocuparse de los salarios y
condiciones de trabajo ya que en Argentina no había condiciones para el triunfo del
fascismo, y, además, el gobierno de Justo ha confirmado su orientación democrática.
Los obreros sindicalistas estaban mucho más cómodos en el escenario del gobierno
conservador que los socialistas y más aún que los comunistas permanentemente
hostigados y perseguidos. De hecho, desde 1932, un grupo de sindicalistas actuaron
como asesores del presidente del DNT.183 “En otros términos, desde el punto de vista
sindicalista, el peligro del fascismo que señalaban los socialistas, era inexistente y, por
tanto, los obreros debían dedicarse a la lucha económica principalmente, más que a la
lucha contra el fascismo.”184 Un segundo manifiesto publicado en diciembre de 1933

182
TORRE, Juan Carlos, La vieja guardia sindical y Perón, Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1990,
p. 43.
183
DEL CAMPO, Hugo, Sindicalismo..., Op. cit., p. 112.
184
MATSUSHITA, Hiroschi, Movimiento obrero argentino 1930-1945. Sus proyecciones en los orígenes
del peronismo, Buenos Aires, Ediciones Siglo XX, 1987, p. 111.
reafirmaba la oposición de la CGT a las actividades perturbadoras del movimiento
obrero; insistía en la necesidad de la independencia respecto del partido político; y,
aconsejaba a los obreros que no se salieran del terreno económico.
En algún sentido estas declaraciones podrían haber ejercido un efecto
“tranquilizador” en el nacionalismo abiertamente profascista. Por otra parte, los
nacionalistas reivindicaban algunos de los principios que los obreros sindicalistas
sostenían, a saber, las reivindicaciones obreras debían ser meramente económicas y los
obreros no debían inmiscuirse ni ser influidos por partidos políticos. No obstante, no
está demás aclarar que el profundo criterio antidemocrático, la perspectiva antiliberal y
la furia antisemita a partir de las cuales el nacionalismo organizaba su visión del mundo
separaban claramente a la corriente sindicalista del nacionalismo sindicalista..
Con el uriburismo se había notado una tendencia a tratar de organizar el
sindicalismo, a insistir en que los sindicatos obreros fueran inscriptos y autorizados para
poder ser fiscalizados oficialmente. El presidente del DNT, Eduardo Maglione, en
funciones desde setiembre del 1930 hasta el mes de mayo del año siguiente cuando
renunció a su puesto, demostró cierta intención de hacer cumplir las leyes obreras a
través de intensificar las funciones del organismo. Era un abogado que compartía ideas
pro-corporativistas con el Ministro del Interior, Matías Sánchez Sorondo. Maglione
sugería la necesidad de organizar los sindicatos obreros y los patrones por industria y
comercio; asimismo reconoció que la ofensiva capitalista pasaba de los límites y había
que frenarla. En marzo de 1931 convocó por primera vez en el país un congreso de
Departamentos del Trabajo donde participaron representantes de los organismos
provinciales. En esa oportunidad señaló el atraso del organismo en cuanto al
cumplimiento de las leyes sociales, recomendó la clausura de los locales donde se daban
infracciones y habló a favor de la creación de los tribunales del trabajo y de un
ministerio del trabajo. Hiroschi Matsushita evalúa la acción del funcionario de Uriburu
como un intento orientado –más allá de sus filiaciones ideológicas- a mejorar el nivel de
vida de los trabajadores, en sus palabras, “la idea de buscar una equidad entre capital y
trabajo, aunque estuvo inspirada en cierto sentido en el ejemplo del fascismo italiano, en
el caso de Maglione, puede a veces trasladarse a ciertas políticas tendientes a favorecer
a la clase obrera en un país como la Argentina, donde estaba atrasada la legislación
laboral y las leyes no se cumplían plenamente.”185 En 1931 – explica Maglione- el

185
MATSUSHITA, Hiroschi, Movimiento..., Op. cit., p. 84.
campo obrero se dividía en dos, los revolucionarios y los que preferían una evolución
paulatina de las conquistas y que el gobierno tenía que apoyar a la segunda tendencia.
“Aparte de las dos divisiones fundamentales de un campo de patronos y otro de obreros
–decía entre otras cosas, el funcionario-, actúan dos tendencias no menos antagónicas en
el campo obrero: La de los que quieren encaminar la lucha en el terreno revolucionario
y los que quieren conquistar las mejoras por evolución, dentro de un marco de la justicia
y la ley. Un gobierno inteligente, que se preocupe y que estudie las cuestiones de esta
naturaleza, debe forzosamente penetrarse de la necesidad absoluta –diré vital para el
país- de fomentar las organizaciones que tratan de encauzar las actividades obreras
dentro de la legalidad.”186

Maglione expresaba de manera frontal y cruda aquello que más tarde sería una
opinión generalizada de la derecha, a saber, lógicamente el obrero “por su inferior
condición social” va a lanzarse a la actividad revolucionaria. Ante esta realidad el
gobierno tenía el deber de respaldar a las organizaciones obreras que luchan en sentido
opuesto - para pacificar la sociedad-; si no lo hiciera el Estado sería responsable de la
violencia y odio que generan las organizaciones revolucionarias.
En 1935 con la división de la CGT se cumple la “profecía” de Maglione, las
tensiones internas en el campo obrero estallaron y la balanza se inclinó hacia los grupos
más radicalizados. La Comisión Directiva de la CGT, con predominio de la tendencia
sindicalista, se resistía a convocar a un Congreso que normalizara su situación, que
hasta ese momento era provisoria. En diciembre de 1935, ante la continuada negativa de
la CGT de convocar al Congreso, un grupo de dirigentes encabezado por Domenech,
con participación de militantes obreros del socialismo y el comunismo, coparon
violentamente la sede de la CGT y expulsaron a su personal, que tuvo que trasladarse a
las oficinas de la Federación Telefónica, en la calle Catamarca. Para los nacionalistas
este conflicto fue sumamente inquietante: "Lo que importa son las masas de
trabajadores que van a ser absorbidas por los más audaces. Hay que denunciar
claramente la intromisión en la CGT de ocho o diez diputados socialistas, que no son
obreros y quieren hablar en representación de los obreros auténticos”187
Durante un corto tiempo existieron dos CGT: la CGT Catamarca de los
sindicalistas expulsados, contaba con el apoyo de la Federación Obrera Marítima

186
DEL CAMPO, Hugo, Sindicalismo..., Op. cit., p. 56.
187
OSÉS, Enrique, “La escisión en la masa obrera”, en Crisol, 19/12/1935, p. 1.
(FOM), la Federación de Obreros y Empleados Telefónicos (FOET), la Federación de
Oficiales de la Marina Mercante (FOMM), la Asociación Trabajadores de la Comuna
(ATC) y una serie de pequeños sindicatos de oficio (cartoneros, mimbreros, molineros,
cocineros –entre otros-); mientras que la CGT Independencia contaba con los gremios
de más peso como la Unión Ferroviaria188 (UF), Confederación General de Empleados
de Comercio (CGEC), La Fraternidad (LF), Unión Tranviarios (UT) y Unión de
Obreros y Empleados Municipales (UOEM). En 1937 la CGT Catamarca volvió al
antiguo nombre de la Unión Sindical Argentina. 189
En este contexto aparece una visión cada vez más pronunciada en el
nacionalismo consistente en considerar desde una perspectiva diferente el problema
obrero: “La incomprensión de muchos de nuestros hombres del pasado, algunos de los
cuales ni siquiera creían en la existencia de problemas sociales en nuestro país, ha
hecho que la agremiación obrera fuera vista como un peligro social.”190 Esta nueva
perspectiva coexistirá con posiciones más tradicionalistas y hostiles al movimiento
obrero. Sin embargo, el debate de la cuestión social y las propuestas para mejorar la
vida de los sectores populares por parte del nacionalismo junto con la “popularización”
del movimiento plantea un nuevo escenario de esta corriente político-cultural que tuvo
sus años de auge en la década del treinta. ¿Cuán profundo fue el cambio de esta
concepción originariamente elitista? La popularización incluía aceptar en las filas
nacionalistas a hijos de inmigrantes, a miembros de las clases populares e, incluso, a
mujeres trabajadoras. ¿Cómo se explica esta tendencia inclusiva dentro de una corriente
sostenida en principios básicamente antidemocráticos, anti-cosmopolitas, antiliberales?
A principios de 1932 Laferrere recibe la noticia de que un grupo de amigos
había pensado fundar una “asociación resueltamente nacionalista para hacer propaganda
entre los obreros.” La iniciativa estaba, según Laferrere, destinada al fracaso por tanto
para fortalecer al nacionalismo había que reflotar las actividades de la Liga
Republicana.191 Apenas unos años más tarde, y pese a la disconformidad de algunos

188
A la modificación en la dirección de la Unión Ferroviaria correspondió un cambio en la distribución
del poder dentro de la CGT: los sindicalistas fueron marginados. En 1934, la facción socialista liderada
por José Domenech, se hizo del control de la Unión Ferroviaria, abriendo una etapa de confrontación
dentro de la CGT
189
Ver DI TELLA, Torcuato, Perón..., Op. cit., pp. 205-206; DEL CAMPO, Hugo, Sindicalismo..., Op.
cit., pp. 81-87, TORRE, Juan Carlos, La vieja..., Op. cit., p. 47.
190
Bandera Argentina, “El movimiento obrero y el „Frente Popular‟”, 18/06/1936, p. 1.
191
Unos meses más tarde la Liga Republicana decidió reorganizar sus cuadros en previsión de probables
desórdenes, se dispuso la creación de un órgano militarizado: la Guardia de Combate “para reprimir toda
tentativa de alteración del orden público que provenga del radicalismo, anarquismo, comunismo u otra
nacionalistas, la derecha argentina no sólo incluyó a elementos populares dentro de sus
organizaciones sino que también intentó organizar a la masa obrera. Pensaban que era
necesaria la organización y, sobre todo, el control de los obreros porque la mayoría eran
inmigrantes o sostenían un débil sentimiento patriótico, pero también porque defendían
un régimen de justicia económica “sin el cual no es posible realizar un gran país”. 192
Alberto Spektorowski sostiene que “Las formulaciones de justicia social no
representaban un mero intento demagógico destinado a destruir la lucha de los partidos
obreristas contra el sistema. La justicia social, para el nacionalismo argentino,
representaba el contenido práctico del sentido comunitario del nacionalismo
orgánico.”193
Un punto importante es determinar el lugar y la influencia de los trabajadores en
el movimiento nacionalista. En general, se puede decir que fueron adquiriendo cada vez
mayor importancia y que, algunas personalidades, que se autodefinían como
trabajadores nacionalistas, consolidaron su posición y prestigio dentro del mundo del
nacionalismo. Este es el caso de Benito Andrade Agulleiro y Fermín Mares, quienes no
sólo escribían para Crisol habitualmente y en forma sostenida en el período, sino que
participaban en distintas actividades políticas y sindicalistas. Decía Mares: “Nuestras
presencias dentro de las agrupaciones nacionalistas, no sólo se explica por la
necesidad de colaborar en la obra de restauración moral, ni por la mejor concurrencia
de dar a nuestro país un sistema de gobierno más justo y más humano, sino que
entendemos que es desde este puesto donde debemos defender nuestros derechos,
194
nuestros sencillos derechos humanos.” Sin embargo, Fernando García Della Costa,
colaborador de Crisol, separaba la lucha política de la sindical reservando a los obreros
del movimiento sólo una función educativa restringida al ámbito sindical: “El
Movimiento, por medio de sus organizaciones de tipo político, los Centros, Comandos,
etc., cumple con esas funciones y encara la conquista del Poder. El sindicato pues, sólo
lucha en el terreno del proselitismo frente a los adoctrinadores marxistas, englobando
en su disciplina nacionalista a la masa trabajadora de la que se quieren servir los
empresarios del marxismo. El Sindicalismo nacionalista debe servir tan solo para
imprimir consciencia cívica ante los problemas del trabajo a una clase la que se quiere

fuerza disolvente.” PIÑEIRO, Elena, La tradición nacionalista ante el peronismo. Itinerario de una
esperanza a una desilusión, Buenos Aires, A - Z editora, 1997, pp. 98 y 103.
192
Bandera Argentina, “Los sindicatos....”, 10/01/1937, p. 1.
193
SPEKTOROWSKI, Alberto, “Argentina 1930 - 1940: nacionalismo integral, justicia social y clase
obrera” en Estudios Interdisciplinarios de América Latina y el Caribe, Vol.2, N°1, 1990, p. 73.
194
MARES, Fermín, “El obrero argentino dentro del Nacionalismo”, en Crisol, 1/12/1937, p. 3.
apartar de su misión nacional.”195 Estas visiones contrapuestas, sobre el lugar que debía
tener el sindicalismo nacionalista, dan cuenta de uno de los principales debates que se
darían en la derecha por aquellos años. Es decir, el tema se encontraba abierto en la
agenda nacionalista y fue la causa de encuentros, fusiones y separaciones dentro del
movimiento nacionalista.
Benito Andrade Agulleiro era un obrero de izquierda que se pasó tempranamente
a las filas nacionalistas y fue un elemento clave del nacionalismo sindicalista. Escribía
para Cabildo y Crisol y en 1943 la editorial La Mazorca publica un libro de Agulleiro
titulado “Técnica de infiltración comunista”, el cual fue el tercer tomo de la Colección
Anticomunista dirigida por Bruno Jacovella, conocido por su virulento antisemitismo.
En agosto de 1943, después del golpe del GOU, Benito Agulleiro será el secretario de la
intervención oficial de las dos entidades ferroviarias cuyo interventor fue el mayor Raúl
Pujol. 196
Probablemente la renovación del movimiento, con nuevas ideas y componentes
sociales, incomodaba a muchos de los intelectuales del movimiento, pero sin duda
también esperanzaba a otros. Según los últimos estudios disponibles sobre el tema, el
proceso de popularización se dio tanto en las filas de las antiguas agrupaciones como en
las de algunas nuevas y, por supuesto, en las agrupaciones obreras más conocidas:
Vanguardia Obrera Argentina (VOA) y Federación Obrera Nacionalista Argentina
(FONA). Incluso –señala Buchrucker- estudiantes secundarios mendocinos pretendieron
crear, en 1942, una organización campesina en esa ciudad. Bonifacio Lastra estaba
entusiasmado con el nuevo ímpetu de los nacionalistas y hablaba de una conversión de
las masas al nacionalismo, pero al año siguiente se vio decepcionado por los
resultados.197 Sin embargo nos falta tener un mapa más preciso sobre cuáles eran esas
agrupaciones y qué actividades desarrollaban. En el siguiente cuadro se obtendrá un
panorama de las agrupaciones obreras o directamente vinculadas con grupos obreros
que, entre 1935 y 1943, aparecen en las fuentes relevadas.198

195
GARCÍA DELLA COSTA, Fernando, “Estamos contra la reacción de la beatería hipócrita de la
reacción que usa a la Patria como un mito”, en Crisol, 23/03/1943, p. 5.
196
DI TELLA, Torcuato, Perón..., Op. cit., p. 207.
197
El autor menciona el surgimiento de la Federación Obrera Nacionalista Argentina (1932) como rama
de la Legión Cívica Argentina; el Block Obrero en la Legión Nacionalista (1934); la Agrupación Obrera
Adunista en la ANA (1937) y un Sindicato Obrero Nacionalista Argentino independiente (1935). Ver
BUCHRUCKER, Cristián, Nacionalismo y Peronismo. La Argentina en la crisis ideológica mundial
(1927 - 1955), Buenos Aires, Sudamericana, 1987, pp. 209-210-211.
198
Las fechas que aparecen en el cuadro indican diversos aspectos, como el surgimiento, el cambio de
nombre o la fusión de las agrupaciones obreras nacionalistas. Lamentablemente no contamos con fechas
Organizaciones obreras nacionalistas (1935-1943)
Agrupaciones Referentes sindicales Sindicatos y/o grupos vinculados
Sindicato Obrero Nacionalista Francisco Ungaro Obreros y Empleados de
Argentino (SONA) Creado en Pizzerías
1934.
Legión Cívica Argentina (LCA) Obreros Marítimos y
(Sub Comisión de Asuntos Madereros
Gremiales – creada en 1935)
Federación Obrera Nacionalista Carlos Navarro Otero, (sec. Agrupación de empleados
Argentina (FONA) general) Juan A. Parrao y de comercio y Agrupación
Creada en 1932 por la LCA. Luis Lado Vidal (Pte), de talabarteros. Vinculación
Estará dentro de la UNCA Jesús Ceferino Albornoz con Agrupación de
(1935-mayo 1936) (talabarteros), José Tranviarios Nacionalistas
Fernández. En 1937 se
convierte en el Frente
Obrero Nacionalista
Argentino, aunque luego
reaparece.
Falange Argentina Nacional Manuel Gustavo Cao. Federación Obrera de Entre
Sindicalista (1937 “Segundo Ríos (expulsada en 1937)
Congreso Nacional Sindicalista”)
Agrupación de Tranviarios Relacionados con FONA
Nacionalistas (Aparecen en (1937)
1936)
Agrupación Obrera Adunista – Organización Obrera
ADUNA. Creada en 1937. Adunista de Mendoza
Frente Obrero Nacionalista La Comisión Directiva : Agrupación de Obreros
Argentino (ex FONA). Adhiere Pte : Oscar Fernández, Albañiles (1939).
al Frente Nacional en elecciones Vice : Jesús Albornoz
de 1938. (Creado en 1937/1939) (FONA); Sec. gral : Dante
Caminos; Prosec: José
María Fernández
Tesorero: Juan Carlos

para todas las agrupaciones que componen el esquema, pero igualmente creímos fructífera la
incorporación de los datos cronológicos disponibles.
Gómez; Jefe de Archivo :
Félix Rotura; Vocales :
Marcelino Grande,
Salvador Buccafusco, Alfio
Paroldi, Virgilio Sordeli.

Unión Sindicalista Argentina Pte. Roberto Rolón Sindicato Argentino de


(USA). Fundada en 1937. (Corredor de Comercio). Corredores del Comercio
Publicación “Sindicalismo”. En Posteriormente Repetto de la Alimentación y afines
1938 se fusiona con el Partido (ferroviarios), Soria y (1937) Pte: Vicente Ruiz;
Social Argentino (bajo la Martinolich. Sec. Monteagudo;
Vanguardia Argentina del Tesorero: Colombo.
Trabajo). Apoya a Ortiz.
Central Sindical Obrera de la Nicolás Quintana (Falange Agrupaciones fusionadas:
Falange Española (Falange Española) Frente Nacionalista
Española de la JONS) Santafesino, Agrupación
Nacionalista Río Bamba,
Acción Fascista Argentina
y Corporación Obrera de
Entre Ríos.
Partido Nacionalista Argentino –
Central Obrera sindical-
nacionalista
Alianza Juventud Nacionalista Pte J. Queraltó (AJN) Vanguardia Obrera
(AJN). Publicación “Avanzada”. Scr. Miguel Trujillo (VOA) Argentina (VOA). Creada
Creada en 1937. Pascual Alberto Sevilla en 1939. Intento de
(VOA-San Juan) constitución de un
Sindicato Obrero de la
Construcción.
Filial San Juan: Sindicato
de Conductores de
Ómnibus.
Centro Obrero Nacionalista
Argentino (CONA) Aparece en
las fuentes en 1939.
Partido Obrero Restaurador Secretario general: Horacio
Argentino. Creado en 1940 E. de Yebra; secretario de
propaganda: Julio Guatelli;
secretario de reclutamiento:
Ricardo Gerlero; secretario
de administración: Pedro
Ilvento
Partido Fascista Argentino. Hugo Passalacqua, Ernesto Obreros de origen italiano.
Creado en 1932. Martínez, Floreal Sol
Rosatti, Juan Bonfiglio,
Nicolás Vitelli.
Nacionalismo Laborista. Creado José María Rosa Participaban trabajadores
en 1935 no industriales –chóferes,
almaceneros, etc.- actores;
industriales y comerciantes.

No figura en el cuadro los ferroviarios nacionalistas que no estaban formalizados


en una agrupación, pero cuya existencia encontramos en las fuentes.199 En cuanto a los
militantes del Partido Fascista Argentino (PFA) eran en su mayoría inmigrantes
italianos trabajadores que expresaban su admiración por el régimen de Mussolini. No
parece que su agrupación se haya extendido más allá de la comunidad italiana y de sus
hijos nacidos en el país, pero se hallaban integrados al universo de obreros
nacionalistas. De hecho, Luis Lado Vidal –uno de los referentes de la FONA- fue
invitado como orador en un acto del PFA. Sin embargo, en el estatuto del Partido decían
-seguramente para distinguirse de otros grupos nacionalistas- que no eran solamente
“una agrupación de argentinos alrededor de la Bandera Patria, sino un movimiento
renovador, de justicia social, basado en una fe hondamente sentida, la que exige
sacrificio, honradez y patriotismo a sus adeptos.”200 Desde el punto de vista de su
conformación, parece probable la participación de varios obreros inmigrantes; la
ampliación de su base social dependía de la captación del mismo segmento del
proletariado al cual querían llegar los nacionalistas. En 1936 resolvieron "Invitar
especialmente a los trabajadores sometidos a la tiranía de las ideas del marxismo a

199
Di Tella observa la heterogeneidad de este sector del sindicalismo argentino: “Entre los ferroviarios
había gente de todas las tendencias políticas, incluidos conservadores, sobre todo en la provincia de
Buenos Aires.” En DI TELLA, Torcuato, Perón..., Op. cit., p. 204.
200
PASSALACQUA ELIÇABE, H. V., El movimiento fascista argentino, Buenos Aires, La Argentina,
1935, p. 152.
sacudir su apatía plegándose al movimiento auténticamente proletario y redentor del
fascismo para constituir una sociedad armónica sobre las bases del corporativismo que
elimine definitivamente del cuerpo social a todos los parásitos."201
En cuanto a una entidad que tuvo bastante relevancia en nuestro período
denominada Nacionalismo Laborista202, no es claro que haya tenido componentes
obreros entre sus miembros. Igualmente fue incorporado en el cuadro ya que la retórica
puede incluirse plenamente dentro de la tendencia del nacionalismo sindicalista:
proponían medios para garantizar a los propietarios agrícolas el derecho a comprar las
tierras que cultivaban; propiciaban impuestos a los ingresos inmerecidos, a la ganancia
excesiva, a la herencia y al dinero invertido en el exterior.203 Su lema era “Invocando la
protección de Dios, fuente de toda razón y justicia, e inspirados por nuestro amor a la
Patria, vamos en defensa de la Familia, del Orden, del Trabajo y de la Justicia Social.”
Decían que la remuneración del trabajo debía guardar relación con el costo de vida del
trabajador y su familia; y que la ayuda a los desocupados podría funcionar como
solución provisoria pero había que desterrarla como sistema ya que fomentaba la
haraganería. Planteaban una reforma de la legislación penal estableciendo agravantes a
diversos delitos entre los cuales se encontraba “los abusos y exacciones cometidas en
perjuicio de la población obrera y trabajadora.”204 Dentro del orden económico
proyectaban una especie de nivelación capitalista de forma que los trabajos,
transacciones, negocios de reducidas ganancias, así también los lotes de menos de cien
hectáreas estarían exentos de impuestos o patentes.205 Su base estaba conformada por
trabajadores no industriales –chóferes, almaceneros, etc.- e incluso por profesionales
como actores; también apuntaban a representar a los industriales y comerciantes. 206 Así,
repetimos, no puede ser considerada plenamente una agrupación obrera desde el punto
de vista de su conformación social, aunque sus principios presentan rasgos que
permitirían incluirla –con ciertas reservas- dentro de la tendencia del sindicalismo
nacionalista.

201
Crisol, Partido Fascista Argentino, 10/05/1936, p. 2.
202
Creada por José María Rosa (padre) era una agrupación nacionalista integrada al sistema electoral,
intervenía regularmente en elecciones municipales en la ciudad de Buenos Aires, aunque “nunca logró
reunir más que algunos centenares de sufragios”. En BUCHRUCKER, Cristián, Nacionalismo..., Op. cit.,
p. 213.
203
Ver MC GEE DEUTSCH, Sandra, Las derechas. La extrema derecha en la Argentina, el Brasil y
Chile. 1890-1939, Buenos Aires, Universidad Nacional de Quilmes Editorial, 2005, p. 283.
204
Ver El Nacionalismo Argentino, Publicación del Nacionalismo Laborista, Junio de 1935.
205
Idem.
206
Ver Bandera Argentina, “Nacionalismo Laborista”, 29/12/1935, p. 4.
Las agrupaciones que aparecen en el cuadro anterior, son las que al menos un
par de veces aparecen en la prensa nacionalista como entidades existentes. Posiblemente
muchas de ellas tuvieron una efímera existencia, pero lo que este cuadro pretende
graficar es una tendencia del nacionalismo argentino en los años treinta.
Estas agrupaciones -por lo menos aquellas que aparecen más frecuentemente en los
periódicos- tenían una serie de actividades regulares como reuniones; inscripción de
adherentes en locales propios o prestados por alguna organización nacionalista mayor o,
bien, por algún diario; conferencias callejeras; asambleas para resolver algún conflicto
laboral; participación en movilizaciones o festejos del 1º de mayo.
Una de las funciones sociales de estos grupos era enlazar a trabajadores nacionalistas
con empleadores de la misma tendencia. Por ejemplo, el Sindicato Obrero Nacionalista
Argentino (SONA) había organizado una Bolsa de Trabajo para ubicar a los
trabajadores nacionalistas desocupados y, a su vez, para que los empleadores eligieran a
estos “auténticos” trabajadores y no a inmigrantes comunistas. Tenían dos sedes donde
funcionaba este servicio de enlace, y además publicaban diariamente avisos en el
periódico Bandera Argentina. De la misma manera, La Falange española de las JONS
llamaba a los empleadores a recurrir al sindicato, ubicado en Bernardo de Irigoyen 483,
para contratar a trabajadores. Por su parte, los periódicos publicaban habitualmente
avisos de ofrecimiento de trabajadores, del estilo: “buen muchacho necesita un trabajo
con urgencia” o “zapatero nacionalista ofrece sus servicios”, etc. Cristián Buchrucker
establece una relación entre SONA y el periódico Crisol207; sin embargo en el período
1935-1943 Crisol ofrece apenas unas pocas noticias sobre el sindicato de Ungaro. Por
tanto entendemos que el Sindicato establece en realidad una relación más estrecha y
sistemática con Bandera en el cual publica sus actividades y noticias.
La Federación Obrera Nacionalista Argentina (FONA) fue creada en 1932 por la Legión
Cívica en un intento por imitar el modelo nacional sindicalista de Mussolini. Navarro
Gerassi señala que “no consiguieron obtener ningún apoyo entre los obreros
argentinos”. 208 Según Spectorowski la Legión movilizó también a mujeres y niños a los
cuales les impartió entrenamiento militar. Pero junto a estas actividades militares
desarrolló una serie de prácticas basadas en un nuevo concepto de solidaridad. En esta
línea se inscribe la fundación de la FONA y la provisión de alimentos y vivienda a
trabajadores en varias partes de la capital, con la especial participación de las mujeres

207
BUCHRUCKER, Cristián, Nacionalismo..., Op. cit., p. 116.
208
NAVARRO GERASSI, Marysa, Los Nacionalistas, Buenos Aires, Jorge Alvarez, 1968, p. 104.
en estas tareas.209 La Legión Cívica Argentina (LCA) contaba también con una
Comisión de Asuntos Gremiales en la cual participaban obreros marítimos y madereros,
que debían conseguir e inscribir nuevos adherentes. Asimismo participaban en la
210
realización de conferencias explicativas sobre temas de doctrina nacionalista y otros
temas de “vivo interés para el proletariado”, pero no se sabe qué roles ocupaban ni qué
tareas desarrollaban. El objetivo de la Comisión era la coordinación entre los obreros y
la construcción de un mejor entendimiento mutuo "entre los diferentes gremios en que
se encuentran divididos".211
No obstante la agrupación desarrolló una profusa actividad política y podría decirse que
hasta 1937 – momento en que surge en la escena la Alianza Juventud Nacionalista
(AJN) que con su retórica obrerista y sus relativamente exitosas marchas en los
primeros de mayo va a eclipsar a esta y otras organizaciones- aparece en la prensa como
la organización obrera nacionalista que tuvo más notoria gravitación en la escena
política. Es interesante resaltar, entonces, que la FONA desde 1932 representaba los
intereses obreros dentro del mundo nacionalista; y a tal punto lo hacía, que en 1936 la
Unión Nacional Corporativa Argentina (UNCA)212 decide separar a la FONA de sus
filas por apoyar reclamos obreros impulsados por sindicatos “rojos”.213 Por tanto, si
bien la AJN fue el grupo más importante del período no fue el primero en tratar de
promover la participación obrera en las filas nacionalistas. En 1935 La FONA, cuyo
lema era "Todo por Dios, la Patria y el Hogar" publicaba en Crisol:
"La Federación Obrera Nacionalista Argentina, organización creada por obreros
conscientes, deseosos de mejorar la situación actual en que vivimos, llama a sus filas a
todos los trabajadores que quieran colaborar en el engrandecimiento de la patria y de
nuestros sanos ideales; nuestras filas están abiertas para todos los hombres de buena

209
SPEKTOROWSKI, Alberto “The fascist and populist síndromes in the argentine revolution of the
right” en LARSEN, Stein, Fascism outside Europe, New York, Columbia University Press, 2001, pp.544-
545.
210
Crisol, “Acción gremial de la Legión Cívica Argentina”, 5/02/1935, p. 3.
211
Crisol, “Legión Cívica Argentina. Se realizó ayer otra conferencia popular”, 17/05/1935, p. 3.
212
Entidad creada en 1935 con el objetivo de agrupar a las formaciones nacionalistas del período. Puede
ser considerada un ejemplo más de la constante fragmentación y del reiterado fracaso de unificación del
frente nacionalista. Esta organización se sintió culpabilizada por el asesinato de Bordabehere y denunció
las maniobras de la prensa que –según ellos- acusaba a los nacionalistas y fascistas de haber asesinado al
legislador: “mintió la canalla pasquinera cuando unió nuestros ideales de juventud y de reivindicaciones
sociales a la burda política conservadora.” (Ver BASTA, Órgano Oficial de la Unión Nacionalista
Corporativa Argentina, Año I, Número 7, Julio de 1935.) El Dr. Luis Agote, uno de los referentes de la
agrupación, fue arrestado en agosto de 1935 por la policía cuando estaba pronunciando una conferencia
callejera.
213
En Crisol, “Unión Nacional Corporativa Argentina. Comunicado”, 10/05/1936.
voluntad, para una vez todos unidos poder terminar con la política rastrera y forjar la
Patria nueva de trabajo y progreso que será la Nueva Argentina".214
Si bien la FONA tenía su centro en la ciudad de Avellaneda, su radio de acción
se extendía a toda la Capital Federal donde solían realizar conferencias callejeras en
distintos puntos de la ciudad, y donde año tras año celebraban sus aniversarios con un
oficio religioso y un acto en el cementerio de la Recoleta donde estuvieron, hasta 1937,
los restos de Uriburu. En 1936 crearon ha entidad denominada “Socorro Blanco” la cual
organizaba misas en memoria de los asesinados en la Revolución Rusa y juntaba dinero
para ayudar a los nacionalistas en la Guerra Civil Española. En Avellaneda
desarrollaban conferencias, cursos de capacitación y lecturas comentadas que estaban a
cargo de Juan Parrao organizadas por la Comisión Central de dicha agrupación. En esa
localidad también se encontraba un grupo importante de militantes enrolados en el
Partido Fascista Argentino215 y al parecer se trataba de un escenario donde
frecuentemente se desencadenaban enfrentamientos violentos entre los nacionalistas
radicalizados y la izquierda. Por ejemplo, en 1933 los socialistas realizaron un mitin en
el cual se presentaron algunos fascistas que provocaron al orador Rodolfo Salgado,
quien respondió a la provocación sacando un arma y matando a un carpintero fascista
llamado Matías Álvarez.216
En 1936, luego de un nuevo fracasado intento de golpe de estado dirigido por el
general Molina, Enrique Osés dijo que los nacionalistas debían olvidarse
definitivamente de esta vía de acceso al poder. Pensaba que tendría más éxito una nueva
estrategia: captar a sectores más amplios de la población. “Sin pueblo no habría victoria
nacionalista posible; y hasta la fecha había que confesar que no se habían hecho
progresos en la gran masa. No se trataba solamente de ganar a hombres de confianza en
las instituciones de prestigio, sino de penetrar en todos los „sectores sociales de la
nación‟. No sólo la clase media, también el campesinado y los obreros debían ser
receptores de la propaganda nacionalista.”217 Al año siguiente se produce una
acentuación de la tendencia hacia la conformación del nacionalismo sindicalista.
Aparecen nuevas agrupaciones como la Alianza (AJN), la Agrupación Obrera Adunista,
la Unión Sindicalista Argentina (USA) y el Frente Obrero Nacionalista Argentino
(FONA), que surge como una renovación de la Federación. Esta nueva agrupación

214
Crisol, “Federación Obrera Nacionalista Argentina. Un manifiesto a los obreros”, 13/03/1935, p. 3.
215
Según Di Tella este grupo tenía 2.500 afiliados. DI TELLA, Torcuato, Perón..., Op. cit..
216
DI TELLA, Torcuato, Idem, p. 50.
217
BUCHRUCKER, Cristián, Nacionalismo..., Op. cit., p. 208.
conformada a fines de 1937 contaba con algunos miembros de la FONA Federación
como Jesús Albornoz y José María Fernández; sin embargo resaltarían por su ausencia
en la Comisión Directiva de dicho Frente Obrero, el presidente de la Federación Luis
Lado Vidal y Juan Parrao. Al parecer, la comunión de los integrantes fue muy breve y al
poco tiempo del primer acto público del flamante Frente obrero, la Federación vuelve a
la escena, y por un tiempo coexistirán.
En este contexto se produce una intensificación de las campañas de difusión y
agremiación. La FONA (Federación) despliega una serie de recursos para ganar
adherentes: propicia la formación de sindicatos allí donde no existiesen, en los lugares
donde los obreros se encuentren desorganizados; y, en aquellas fábricas ganadas por el
socialismo, comunismo o anarquismo los afiliados de la FONA debían proceder a la
“catequización” del “obrero descarriado” para construir otros sindicatos inspirados en la
declaración de principios nacionalistas. A su vez se proponían avanzar sobre los
sindicatos autónomos “para disputar a los rojos la dirección del movimiento obrero.”
Para desarrollar estas tareas se convocaba a afiliados de todas las entidades
nacionalistas, colocándose así por encima de las diferencias conceptuales con el
objetivo de fortalecer la entidad con más afiliaciones. Las afiliaciones se hacían en tres
direcciones distintas de la Capital Federal, lo cual indica un importante crecimiento de
la agrupación que inicialmente tenía domicilio Avellaneda y un sólo espacio físico en
Capital donde se reunían algunos de los sindicatos pertenecientes a la Federación. Uno
de los domicilios en los cuales se realizaban las tareas de afiliación era Belgrano 2422,
local perteneciente a la Agrupación de Tranviarios Nacionalistas que, sin duda, se había
afiliado a la FONA o bien, había estrechado vínculos con la misma. La Federación,
creada por la LCA, buscará sostener la idea de “autonomía” respecto otras
organizaciones: “la FONA como organización es, y necesariamente debe ser,
independiente para unificar la lucha del nacionalismo en el terreno sindical.”218
Por su parte, la recientemente creada Agrupación Obrera Adunista -entidad que
tenía adherentes mendocinos agrupados en la Organización Obrera Adunista de
Mendoza219-, organizó su propia campaña en la prensa nacionalista. Ellos querían luchar
en los gremios obreros por la implantación de la “Justicia social” y los postulados del

218
Ver Crisol de los días 22, 23, 24, 25, 27 y 31 de julio de 1937.
219
El 1 de enero de 1937 se inauguró en Mendoza la Casa de ADUNA de esa provincia. Se realizó un
acto con adherentes y simpatizantes, fue madrina la señora María Luisa O. de Iglesias. Luego de la
bendición del gallardete "que ostentaba la Cruz de Garay y el lema de ADUNA" los componentes de la
Organización Obrera Adunista de Mendoza entonaron, con el brazo en alto, el himno nacional. En Crisol,
“Se bendijo en Mendoza el gallardete donado por los obreros adunistas”, 5/02/1937, p. 4.
nacionalismo. Para atraer a los trabajadores se valía de frases como “Obligación al
trabajo; derecho al trabajo. Sólo el nacionalismo te ofrece esta tranquilidad” o
“Miseria. Hambre. Fantasmas terribles que sólo el nacionalismo ahuyenta.” Meses
antes de su aparición formal –en el mes de julio de 1937- la agrupación ADUNA
(Afirmación de una Nueva Argentina) había comenzado a abordar “la cuestión obrera”
en sus clases de doctrina para sus afiliados y simpatizantes.220 Al igual que la FONA, la
campaña de los obreros adunistas estaba dirigida a “todos los obreros nacionales sin
distinción de entidades”, lo único que se requería era la aceptación de la declaración de
principios difundida por el diario Crisol.
Dentro de la Unión Sindicalista Argentina se encuentra el Sindicato Argentino de
221
Corredores del Comercio de la Alimentación y Afines. En 1939 actuaba como
presidente de la agrupación Roberto Rolón, corredor de comercio, quien escribía
artículos publicados en Bandera Argentina. Rolón había sido uno de los líderes del
Partido Fascista Argentino a principio de los años treinta, en esa época opinaba que los
nacionalistas como Kinkelín y Juan P. Ramos carecían del ímpetu de los fascistas ya
que en realidad eran patriotas que vivían de proyectos. 222 Explicaba en diversas
conferencias callejeras “cómo procede el Judaísmo organizado de la Capital Federal
para destruir el esfuerzo de años del trabajo del comercio argentino honesto y libre que
hoy se ve avasallado por el supercapitalismo judío.”223 Si bien esta entidad está
fundamentalmente compuesta por trabajadores de la actividad comercial 224, existía la
participación un profesor llamado Miguel Massa en la lista de oradores de los actos
callejeros. Señalaban que habían surgido para colocarse en contra de las doctrinas que
demostraron su fracaso y que se trataba de una agrupación “completamente

220
Guillermo Ramallo, "un obrero", disertó sobre el tema "Origen y desarrollo del movimiento obrero en
nuestro país" y se refirió sobre la necesidad de explicar a los obreros los principios adunistas porque
conociéndolos se unirían al movimiento, en Crisol, 23/02/1937; Raúl Castilla Molina habló sobre “El
obrero y el estado adunista". Se reclamaba un salario digno, trabajar en edificios apropiados y un buen
estado sanitario. (Ver Crisol, 8/06/1937 y 24/06/1937)
221
La Comisión Provisional estaba compuesta por Vicente Ruiz (presidente); L. Monteagudo (secretario)
y Colombo (tesorero).
222
KLEIN, Marcus: A Comparative Analysis of Fascist Movements in Argentina, Brazil, and Chile.
Between the Great Depression and the Second World War, Thesis submitted for the degree of Doctor of
Philosophy of the University of London, Institute of Latin American Studies, School of Advanced Study,
London, 2000, p. 213.
223
Crisol, El judaísmo organizado y el trabajo argentino, 23/07/1939, p4. Otros oradores en el acto:
Carlos Forster (empleado de comercio), José Mancini (ex encargado de la GDA), Domingo Funes
(corredor de comercio), y Miguel Massa (profesor).
224
Eran en su mayoría empleados de comercio, incluso podría haber pequeños comerciantes o
proveedores mayoristas que trabajaban por cuenta propia.
antipolítica”.225 En el popular barrio porteño de La Boca organizaron un festival
artístico, en el Teatro Verdi, como cierre de una serie de actividades realizadas en el
barrio. Las entradas para disfrutar la actuación de artistas líricos y los números radiales
que estaban preparados para tal evento, se entregaban gratuitamente en los almacenes de
La Boca; todo esto “en defensa del tradicional almacén argentino”.226
La Alianza Juventud Nacionalista se coloca en el espectro radicalizado de este
nacionalismo obrerista. Nació como entidad afiliada a la LCA, y anunció su propósito
de convertir al nacionalismo en millares de jóvenes trabajadores. Fue, sin dudas, la
organización más importante del período pero es difícil precisar el número de miembros
ya que los especialistas brindan más de una única estimación. Mientras que Zuleta
Álvarez menciona de modo indeterminado la existencia de decenas de miles de
adherentes, Navarro Gerassi calcula sólo unos 11.000 para todo el país. Mc Gee
Deutsch y Lvovich coinciden en sostener una cifra que oscilaría entre los 30.000 y
50.000 miembros. Por su parte, Klein cree que la cifra mencionada por Navarro Gerassi
es más plausible que las otras disponibles, aunque señala que los 3.000 miembros
mujeres, que dicha autora afirma que existían en los años cuarenta, es una
exageración.227
Juan Queraltó –presidente de la agrupación- la definirá como un movimiento
“eminentemente proletario” basado en la justicia social. De hecho, Dolkart sostiene que
“un esfuerzo especial fue hecho para reclutar miembros entre la clase obrera e impartir
228
un denso adoctrinamiento en una escuela de la AJN.” José Luis de Imaz, sociólogo
que en su temprana juventud participa de la AJN, describe la admiración que le causó
ver las columnas de la AJN avanzar por la Avenida Santa Fe. Era el 1º de mayo de 1943
y el joven de Imaz sintió el deseo de pertenecer a ese grupo: “Eran muchachos
„grandes‟, miles y miles, de mi mismo ambiente, desfilando por Santa Fe”. Sin
embargo, se puede constatar la inclusión de hombres provenientes de los sectores
populares a juzgar por sus apellidos de orígenes extranjeros y carentes de prosapia.
Cuando su padre, proveniente de una familia de terratenientes, se enteró de la
incorporación de su hijo a este grupo de nacionalistas reaccionó con enojo. La familia
frecuentaba ambientes nacionalistas y católicos, pero de ninguna manera alternaba con

225
Bandera Argentina, “Ha quedado constituida la Unión Sindicalista Argentina”, 28/09/1937, p. 4.
226
Bandera Argentina, “Unión Corredores de Comercio”, 7/02/1939, p. 3.
227
KLEIN, Marcus: A Comparative…, Op. Cit., pp. 243-244.
228
DOLKART, Ronald, “La derecha durante la década infame 1930-1943”, en Sandra McGee Deutsch y
Ronald Dolkart (comps), La derecha Argentina, Buenos Aires, Ediciones B, 2001, p. 189.
personajes plebeyos. Más aún, la retórica de los jóvenes de la Alianza resultaba
particularmente avasallante con las ideas del nacionalismo tradicional.
“Los sindicatos, nacionales y no clasistas, al poder; el capital y el trabajo asociados; los
servicios públicos recuperados para el Estado, intervención directa y planificación de la
economía, estatización de los monopolios, la tierra para el que la trabaja, una Argentina
fuerte y poderosa. Así llegaríamos al paraíso prometido, a la liberación colectiva. Todo
eso a través del nacional-sindicalismo, de la conjunción pueblo y ejército, del uso de la
germinal violencia como medio, y del sacrificio personal entendido como una exigencia
cotidiana: la entrega generosa a ese movimiento que estaba más allá y por encima de
nuestras voluntades individuales.”229
Tenían una retórica radicalizada orientada al futuro, que odiaba tanto al marxismo como
a la sociedad liberal, capitalista y burguesa. Dentro de su programa se incluyen dos
aspectos bastantes novedosos: la distribución de tierras fiscales entre los campesinos
“sin tierras” y la división de los latifundios; junto con el acceso a la educación superior
para las clases populares. Tal como lo decía José Luis de Imaz la AJN recurría al uso de
la violencia como medio para alcanzar sus fines. “La prensa informaba de las habituales
escaramuzas y provocaciones recíprocas entre la Alianza y la izquierda, especialmente
en la Universidad de Buenos Aires, pero pasó por alto muchos alborotos violentos en
barrios obreros. El hecho de que la AJN fuese más plebeya que otras organizaciones
nacionalistas y que desafiara deliberadamente a los trabajadores en su espacio pudo
haber determinado que esos choques fuesen particularmente encarnizados.”230
La Alianza contaba con filiales en las provincias y poseía una organización
estrictamente jerárquica que especificaba las tareas y responsabilidades de cada uno de
sus miembros dentro de la estructura de la organización. Proponían la limitación de la
propiedad privada, la nacionalización del petróleo y de los servicios públicos, el control
de la inmigración y el rechazo a los inmigrantes judíos. Marcus Klein la presenta como
la verdadera renovación del nacionalismo antipopular en los años treinta, de hecho,
enfatiza que la Alianza trató de ganar el apoyo popular presentándose como
genuinamente interesada por las necesidades de las masas. El discurso y las prácticas se
basaban en la idea de conformar un ultranacionalismo revolucionario que provocara el
renacimiento de la Nación y detuviera la declinación social para ingresar en una nueva
era de grandeza nacional. Esperan poder finalmente instaurar un régimen que

229
DE IMAZ, José Luis, Promediados los cuarenta, Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1977, p. 35.
230
MC GEE DEUTSCH, Sandra, Las derechas..., Op. cit., p. 300.
trascendiera el comunismo y el capitalismo. Estos aspectos junto a otros -tales como la
filosofía vitalista, el principio del líder, la evaluación positiva de la violencia como
medio y como fin, y la militarización de la política- permiten a Klein incorporarla
dentro del marco de los movimientos fascistas aunque en el caso de la Alianza existe un
elemento particular del contexto argentino: la idea del antiimperialismo.
La Alianza decía que los obreros se volcaban al comunismo debido a la situación
social que atravesaban, por tanto, su estrategia se basaba en promover las reformas
sociales necesarias para atraer a los trabajadores a las filas nacionalistas.
La Vanguardia Obrera Nacionalista es creada en 1939, y se constituye como rama
obrera de la AJN, posteriormente su nombre cambiará a Vanguardia Obrera Argentina
(VOA).231 Junto a la UNES y la FUN (Federación Universitaria Nacionalista), los otros
dos organismos de la Alianza, participaba de las distintas actividades que organizaba
esta agrupación. La comisión de la Vanguardia estaba encabezada por Miguel Trujillo,
quien desde 1935 venía participando activamente en actividades de la Legión Cívica
Argentina como por ejemplo, las conferencias callejeras. Todas las designaciones de
cargos en la organización obrera fueron realizadas por Queraltó. La conformación de la
Vanguardia respondía al declarado intento de disputar el predominio del marxismo en el
campo obrero.
“Se cumplirá así uno de los más nobles postulados del movimiento: incorporar a
la Patria a la gran masa trabajadora del país, asegurándole justicia social en el marco de
la nacionalidad."232

El primer acto de la Vanguardia se realizó en la Plaza Flores y el tema principal


de la convocatoria fue el repudio a los altos precios de los medicamentos que inciden
desfavorablemente en el costo de vida de la familia obrera. A su vez, esta agrupación,
organizó un cuerpo médico que prestaría atención gratuita a los adherentes y a sus
familiares, también contaría con un grupo de abogados para la defensa de los obreros en
casos de violación patronal de las leyes de trabajo.233

231
Parece probable el aprovechamiento de la estructura nacional de la AJN para la organización de
obreros de distintas regiones del país como, por ejemplo, la intención de la filial de la AJN de San Juan
que constituyó un Consejo Gremial Obrero como paso previo para la formación de la VOA en aquella
provincia. Ver Bandera Argentina, 30/08/1939. Más datos acerca del proceso de constitución de un
Sindicato de Conductores de Ómnibus integrante de la VOA de San Juan, dirigida por el jefe Pascual
Alberto Sevilla, en Bandera Argentina, 30/09/1939.
232
Crisol, “Alianza de la Juventud Nacionalista”, 25/08/1939, p. 4.
233
Bandera Argentina, “Vanguardia Obrera Argentina”, 25/08/1939, p. 2.
En los inicios Trujillo se reunía con obreros de distintos gremios para elaborar
estrategias de captación acorde a la realidad de cada sindicato; al parecer se había
iniciado una serie de tareas de “penetración silenciosa” en fábricas y sindicatos. Pero era
una primera fase que pronto debía ser superada y para esto era necesario contar con una
especie de programa político específico de la rama obrera. Este manifiesto de ideas y
principios, destinado a ser distribuido en las fábricas y talleres, sería la carta de
presentación de los militantes de la Vanguardia en los lugares de trabajo.
La VOA avanzó lo suficiente en la rama de la construcción, tradicionalmente de
izquierda, como para proponer la creación de un Sindicato Obrero de la Construcción
perteneciente a esa agrupación. Posteriormente encontramos que sus actividades se
encuadraban, sobre todo, en tareas de difusión y de adhesión, desarrolladas junto a la
UNES y a la FUN, pergeñadas directamente por la cúpula directiva de la Alianza. No es
posible determinar si la iniciativa de la rama obrera mermó o si, sencillamente, se le dio
menos espacio en la prensa nacionalista.
El columnista de Crisol, dedicado a la sección gremial, insistía en que la VOA
tenía que seguir el ejemplo de las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista (JONS).
“Tenemos, varios ejemplos que nos hablan a las claras, de las formas de
interpretar, las necesidades del gremialismo, en una faz justiciera y equitativa pero
nombraremos el de la JONS en España, país donde el sindicalismo de izquierda llegó
hasta el crimen, para seguir defendiendo el comunismo anárquico (…) Tienen pues, un
amplio campo de acción, los militantes activos de VOA, comenzando por desplegar la
única obra que da frutos a este respecto, organizando conferencias callejeras en las
puertas de los talleres y fábricas, haciendo de cada trabajador un verdadero defensor de
la causa nacionalista, hermanando así con nuestros productores, emprendiendo la
campaña de la liberación nacional, y reconquista de nuestros derechos absorbidos por la
actual sociedad, próxima a derrocarse por estar construidos sus cimientos, en las más
bajas mentiras y traiciones, que por si solas están en franco tren de derrumbamiento."234

Payne afirma que las JONS fueron la primera agrupación política fascista de
España. Ramiro Ledesma Ramos, su jefe, pretendía crear un Estado nacionalsindicalista
basado en las ideas del fascismo italiano.235 Crisol reproducía parte del manifiesto

234
ANDRADE AGULLEIRO, Benito, “Luchar por las reivindicaciones obreras es la consigna actual de
la Vanguardia Obrera Argentina”, en Crisol, 20/07/1940, p. 4.
235
Las JONS permanecieron aisladas y al nivel de una pequeña secta. Su base principal eran los
estudiantes universitarios y secundarios. No tuvieron mayor importancia en la política española hasta que
publicado en el diario de la Falange decía "Repudiamos el sistema capitalista que se
desinteresa de las necesidades populares, deshumaniza la propiedad privada y
aglomera a los trabajadores en masas informes, propicias a la miseria y a la
desesperación. (…) El Estado reconocerá la propiedad privada como medio lícito para
el cumplimiento de los fines individuales, familiares y sociales y la protegerá contra los
especuladores y usureros y contra los abusos del capital financiero."236
Juan Queraltó compartía con Ramiro Ledesma Ramos una misma valoración
positiva de la violencia juvenil como vía de acceso al poder. Ninguno de los dos líderes
asignó una función primordial al catolicismo en su propuesta nacional sindicalista, y
ambos compartían una concepción no industrialista del desarrollo económico. “Además,
los postulados de la Alianza de autarquía económica, justicia social y unidad nacional
bajo un férreo control estatal, compartían por su generalidad la exigencia de las JONS
de una organización sindical de la economía nacional con una imprecisa voluntad
corporativa.”237 También coinciden en dos aspectos fundamentales: eran absolutamente
anticomunistas y pretendían dotar de una base popular al nacionalismo a través de la
nacionalización del movimiento obrero. Sin embargo Leonardo Senkman señala una
diferencia ideológica importante entre el nacional-sindicalismo español y el
nacionalismo sindicalista de la Alianza, a saber, la importancia otorgada a las cuestiones
étnicas y raciales. Mientras en la Argentina el mito de una conspiración judía mundial
fue impulsado por los nacionalistas como un eje central de su acción política, los
falangistas no hacían hincapié en la cuestión judía. En la España pre-franquista “los
fascistas de Falange necesitaron mucho menos del mito conspirativo antisemita para dar
batalla a sus enemigos reales que la ALN para combatir a sus enemigos imaginarios en
la Argentina pre-peronista."238
La violenta retórica antisemita de la Alianza no fue novedad en el mundo
nacionalista pero lo nuevo fue, según Senkman, “la interpelación racista en sus
movilizaciones callejeras y concentraciones públicas (…) lo nuevo de semejante
discurso en Argentina fue la apelación a las masas populares para convencerlas del
mito: „Judaísmo, enemigo de la patria y de los trabajadores‟, tal como exactamente

se fusionaron con la Falange Española de José Antonio Primo de Rivera. Los vínculos entre nacionalistas
argentinos y el fascismo español fueron fluidos, de hecho, en setiembre de 1936 algunos nacionalistas
viajan a España a "luchar por la causa".
236
Crisol, “El trabajo y el capital en la concepción de la falange española”, 26/11/1936, p. 2.
237
SENKMAN, Leonardo, “Populismo latinoamericano, etnicidad y organizaciones fascistas: los casos de
la AIB brasilera y la ALN argentina” en Si somos americanos, Revista de Estudios Fronterizos, Volumen
VI, Año 5, Iquique, Instituto de Estudios Internacionales, Universidad Arturo Prat, 2004, pp. 97-98.
238
SENKMAN, Leonardo, Idem, p. 99.
Bonifacio Lastra, entonces funcionario del Departamento Nacional del Trabajo, tituló a
su arenga pronunciada el 1º de mayo de 1943.”239 Cabe agregar –desde nuestra
perspectiva- que otras agrupaciones del nacionalismo sindicalista también apelaban a
este dispositivo para movilizar a los sectores populares; por ejemplo la Unión
Sindicalista Argentina explicaba en conferencias callejeras en el barrio obrero de la
Boca cómo los judíos afectaban a los pequeños almacenes. Si bien la Alianza fue la
agrupación nacionalista con mayor capacidad de movilización popular esto no implica
que haya sido, en rigor, la única en introducir el antisemitismo como clave de los
problemas sociales para llegar a los sectores populares.
Según el periodista de Crisol los militantes de la VOA tenían que iluminar las
conciencias de los trabajadores a partir de las acciones de difusión fundamentalmente
callejeras.
“Tienen pues, un amplio campo de acción, los militantes activos de VOA,
comenzando por desplegar la única obra que da frutos a este respecto, organizando
conferencias callejeras en las puertas de los talleres y fábricas, haciendo de cada
trabajador un verdadero defensor de la causa nacionalista, hermanando así con nuestros
productores, emprendiendo la campaña de la liberación nacional, y reconquista de
nuestros derechos absorbidos por la actual sociedad, próxima a derrocarse por estar
construidos sus cimientos , en las más bajas mentiras y traiciones, que por si solas están
en franco tren de derrumbamiento".240
Las causas del fracaso de la AJN-VOA en captar y nacionalizar a la clase obrera
argentina tendría diversas explicaciones. Leonardo Senkman entiende que la
composición de los aliancistas y su visión de un estado sindicalista serían los elementos
fundamentales que trabaron el objetivo de ampliar las bases de la agrupación con
miembros de los sectores populares. En sus palabras: “El fracaso de atraer desde abajo a
la masa obrera por parte de la ALN241 se debió, básicamente, a su extracción social
juvenil populista y a sus anacrónicos deseos políticos de implantar un estado nacional-
sindicalista en Argentina pre-peronista. Las consignas alianzistas [sic] de la VOA no
fueron suficientes para organizar políticamente a los estimados diez mil manifestantes
que participaron el 1º de mayo 1943 en la Plaza de Mayo convocados por un proyecto

239
SENKMAN, Leonardo, Idem, pp. 102-103.
240
Crisol, “Luchar por las reivindicaciones obreras es la consigna actual de la Vanguardia Obrera
Argentina”, 20/07/1940, p. 4.
241
La Alianza Juventud Nacionalista en 1943 cambia su denominación por Alianza Libertadora
Nacionalista (ALN).
ideológicamente fascista, semejante al que propició en Brasil la AIB [Acción
Integralista Brasileña], el cual, a diferencia de la ALN, tenía una amplia y heterogénea
base social entre 1932-38.” 242
Por su parte, Marcus Klein enfatiza que evidentemente la Alianza fracasa en
atraer a una masa de seguidores. “The Alianza was a populist but not popular
movement.”243 Más que una agrupación “eminentemente proletaria”, como Queraltó la
definía y promocionaba, Klein dice que se trataba de una organización de jóvenes
provenientes de la clase media baja. El fracaso de la VOA en atraer a los obreros se
explicaría –según su criterio- por la combinación de una retórica violenta junto con sus
simpatías por los fascismos europeos, los cuales perseguían a los trabajadores
organizados.

Más allá de que la popularización haya resultado limitada, no puede negarse la


mutación que se estaba produciendo en la derecha. El proceso fue errático y conflictivo,
se daban avances y retrocesos en las posturas, se fusionaban para luego separarse,
algunas veces apoyaban las demandas obreras que en otras ocasiones les parecían
desmedidas. En numerosas ocasiones sostenían, ante los conflictos laborales, la idea de
resguardar el orden establecido a través de la noción de “armonía de clases”. Francisco
Ungaro, jefe del Sindicato Obrero Nacionalista Argentino (SONA), en una reunión del
grupo de Obreros y Empleados de Pizzerías proponía “a los empleados una escala de
sueldos, en armonía con las necesidades del gremio y poco gravoso para los que se
dedican a la explotación comercial de Pizzerías, una de las más florecientes actividades
del momento”244
Las organizaciones más importantes elaboraron un cierto cuerpo de ideas bajo la
forma de manifiestos o programas políticos y en esos documentos se podría encontrar
cierta línea coherente compartida. La Unión Sindicalista Argentina (USA), cuyo lema
era “pensamiento y acción”, difundirá un programa que presenta los rasgos más
comunes del nacionalismo obrerista de la década del treinta. Los puntos del programa
son:
1- Agrupar en sus filas a los auténticos trabajadores.
2- Organizar el trabajo y la producción en auténticos sindicatos nacionalistas.

242
SENKMAN, Leonardo, “Populismo...”, Op. cit., , p. 101.
243
KLEIN, Marcus, A Comparative…, Op. cit., p. 244.
244
Crisol, “Sindicato obrero nacionalista argentino”, 26/01/1935, p. 4.
3- Combatir por todos los medios las ideas extremistas internacionalistas y disolventes.
4- Combatir a todos los partidos políticos porque desvirtúan la acción sindical.
5- Luchar por la creación de un Código y una Magistratura del Trabajo que garantice
una verdadera justicia social.
6- Estudiar y proyectar “una verdadera legislación de previsión y asistencia social,
basada en los seguros obligatorios, a fin de elevar la moral de los trabajadores y
terminar con la beneficencia limosnera que deprime al individuo.”
7- Armonizar relaciones entre Capital y Trabajo.
8- Solicitar personería jurídica en su debido momento. 245
9- Exigir que los salarios contemplen la situación social del trabajador no sólo sus horas
de trabajo y lo producido.
10- Luchar por la reintegración de la mujer al hogar.
11- Reglamentación del aprendiz.
12- Modificaciones a la ley del Trabajo a Domicilio, Ley 10.505 para que no se explote
al trabajador.
13- Leyes de disciplinamiento y control para la producción y el trabajo.
14- Infundirá en sus filas el amor a la Patria, respeto a la tradición y a los símbolos
nuestros. 246
Su finalidad será el engrandecimiento de la nación y por eso tratará de evitar las
luchas sociales; además “sabrá ganarse la más absoluta confianza de la masa
trabajadora, pues será su mejor defensora” y al mismo tiempo convencerá a los
capitalistas de la importancia de su rol al implementar el orden y la jerarquía “para el
más justo reconocimiento de los derechos, salvaguardando el principio de defensa de la
producción”.247
La Agrupación Obrera Adunista también publicó en la prensa su manifiesto. En dicho
texto se defiende el contrato colectivo de trabajo y la obligación del empleador de
respetarlo. Se defendía también la armonía laboral a través de la creación de tribunales
del trabajo en donde se resolverían adecuadamente los conflictos surgidos de la relación
necesariamente asimétrica entre empleador y obrero; y a su vez se proclamaban fuera de
la legalidad a las huelgas obreras y a los paros patronales. Al igual que otras

245
De hecho en octubre de 1937 esta agrupación envía una nota al DNT pidiendo su inscripción en la lista
de las entidades sindicales y la participación de delegados de la USA en las reuniones. En Bandera
Argentina, 17/10/1937, p. 3.
246
Ver Crisol, “La Unión Sindicalista Argentina. Su programa de principios y de acción”, 23/11/1937, p.
3; y en Bandera Argentina, 28/09/1937, p. 4.
247
Bandera Argentina, “Ha quedado constituida la Unión Sindicalista Argentina”, 28/09/1937, p. 4.
agrupaciones obreras luchaban por el derecho a la vivienda propia del obrero, la
necesidad de seguros sociales y pensiones para la vejez. En la misma dirección que
otros elementos de esta corriente proclamaban la obligatoriedad del trabajo. 248
La FONA presentaba un discurso en muchos aspectos radicalizado y si bien mantenía
los pilares morales del nacionalismo (la defensa de la familia cristiana249, el lugar de la
mujer, etc.) comenzó a plantear la posibilidad de realizar una crítica severa del
capitalismo y, es más, llegó a proponer al obrero como el sujeto del cambio histórico.
En una declaración publicada en 1936 decían que “la organización sindical de los
trabajadores no puede limitarse a luchar solamente por pequeñas mejoras económicas
que al poco tiempo resultan ineficaces, otra misión más trascendente está reservada a
los sindicatos obreros: atacar el mal social en sus raíces, encaminando su acción a
conmover las mismas bases del sistema capitalista".250 Tenía una retórica
antiimperialista, ampliamente compartida por distintos sectores del nacionalismo –sobre
todo a partir del tratado Roca-Runciman-. Pero dicha retórica antiimperialista se
ajustaba más a los británicos y norteamericanos –identificados, entre otras cosas, como
los representantes de la democracia liberal-, mientras que cuando se trataba de
comerciar con otras naciones los nacionalistas no presentaban una oposición tan
determinantemente cerrada.
En ocasión de sancionarse la Ley de Coordinación de Transportes, a fines de 1936 y
principios de 1937, la FONA organizó un mitin de protesta. La ley 12.346 –actualmente
en vigencia solo con algunas modificaciones- de creación de la Comisión Nacional de

248
El manifiesto dice:
"1) Reconocimiento del sindicato, corporación o entidad obrera como ente jurídico y social.
2) Obligación de la empresa, patrono o empleador al reconocimiento del contrato colectivo de la entidad
obrera respaldada por el Estado y la justicia ordinaria.
3) Creación de tribunales destinados a zanjar las dificultades surgidas entre patronos y obreros.
4) Prohibición total del lock-out patronal y de las huelgas obreras, por la intervención del Estado dentro
de los conflictos obreros.
5) Edificación por el Estado de viviendas y villas obreras con lugares de esparcimiento para los
trabajadores y sus familias.
6) Reglamentación para la adquisición de su vivienda, dando facilidades al obrero.
7) Salarios familiares, seguro social y pensión a la vejez.
8) Obligación del trabajo de todos los hombres capaces para el desempeño de una función." Crisol,
“Agrupación Obrera Adunista. Los principios que sustenta”, 4/08/1937, p. 2.
249
Desde ya esta agrupación se manifiesta de acuerdo con los principios católicos en diferentes temas:
“La FONA representa a las fuerzas obreras orientadas en los principios de un corporativismo nacionalista
de la más pura cepa cristiana que se inspira en la doctrina imperecedera proclamada por León XIII en la
Encíclica Rerum Novarum, y por Pío IX en la Encíclica De Immortale Dei”, En Crisol, “La Federación
Obrera Nacionalista Argentina. Ante el problema presidencial”, 29/08/1937, p. 6.
250
Crisol, “El Nacionalismo tiene la solución para el problema obrero. Una declaración de la FONA”,
19/06/1936, p. 1.
Coordinación de Transportes251, ponía bajo su responsabilidad la coordinación de todos
los medios de transporte por agua y por tierra. Por tanto, todo tipo de transporte público
de pasajeros, encomiendas o cargas debía obtener –previo a su circulación- la
autorización de la Comisión. Esta ley benefició a los ferrocarriles británicos que venían
observando caer sus ganancias a raíz de la competencia de los camiones. Entonces, la
FONA declaraba que se encontraba “firmemente en contra de todos los monopolios y
mucho más de los que ejerce el capitalismo internacional porque significan el coloniaje
más repugnante para la patria. Por ello ha resuelto hacer pública su protesta para que
se sepa que el nacionalismo argentino ha definido claramente su posición frente a la
política de entrega que caracterizó el actual régimen demoliberal."252
Al antiimperialismo hay que agregar el antiparlamentarismo que fue una constante en la
Federación. Su separación de la UNCA tuvo varios motivos pero uno importante era la
intención de algunos miembros de dicha entidad de aprovechar la vía electoral para
insertarse en el ámbito político y de apoyar a algunos candidatos no nacionalistas. Con
respecto a las elecciones presidenciales se oponían a la candidatura de Ortiz por
considerarlo un instrumento dócil de los intereses británicos. Sobre el radicalismo
desplegaron un detallado reconto de las actitudes antiobreras durante las presidencias de
Yrigoyen y Alvear, haciendo hincapié en la Semana Trágica donde por supuesto no
mencionan el accionar de la derecha en la represión. "Durante la primera presidencia
de Yrigoyen se suscitaron muchísimos conflictos entre el capital y el trabajo, pero la
máquina estatal, hábilmente manejada por demócratas de primer agua, siempre ejerció
su presión en favor de los poderosos." 253
El nuevo Frente Obrero Nacionalista Argentino tomaría como base en su declaración de
principios los postulados de la ex FONA.254 Tanto el capitalismo, que engendra la lucha
de clases, como el socialismo, que usufructúa esa lucha de clases, pertenecen a un
régimen social en decadencia cuyos tres pilares son: la economía burguesa, la
democracia política y la filosofía materialista. En el manifiesto se asegura que este

251
La Comisión Nacional de Coordinación de Transportes estaba compuesta por siete miembros: un
presidente, nombrado por el poder ejecutivo con acuerdo del Senado y único remunerado, el presidente de
la Dirección Nacional de Vialidad, el administrador general de los Ferrocarriles del Estado, el prefecto
general de puertos, el director general de los ferrocarriles de la Nación, un representante de las empresas
ferroviarias y un representante de las empresas de transporte automotor.
252
Crisol, “Federación Obrera Nacionalista Argentina. Gran mitin de protesta por la ley de monopolio”,
3/10/1936, p. 3.
253
Crisol, “La Federación Obrera Nacionalista Argentina. Ante el problema presidencial”, 29/08/1937, p.
6.
254
Bandera Argentina, “Frente Obrero nacionalista Argentino. Declaración de principios”, 18/01/1938, p.
2.
régimen desaparecerá y que estos tres pilares “caerán abatidos por el vendaval
revolucionario”. Al igual que las otras agrupaciones, creían que los intereses de los
trabajadores estaban plenamente identificados con los de la nación. Sin embargo, el
Frente apoyará distintas candidaturas políticas para elecciones regionales, siempre los
candidatos eran conservadores o nacionalistas integrados al sistema. Por esto, en lo que
respecta a las acciones el cuadro se torna más complejo. Todas las agrupaciones se
proclamaban antiliberales y criticaban el sistema político que regía la vida política del
país desde la Ley Saénz Peña, pero muchas terminaron por ceder en ciertas coyunturas
apoyando en elecciones a determinados candidatos conservadores de derecha y/o
católicos. La Unión Sindicalista Argentina no rechazará de plano toda intervención en el
sistema político. Por ejemplo, apoyará la candidatura a presidente de Ortiz rompiendo
con “prejuicios y reparos que sólo llevan al estancamiento de todo movimiento”. Al
mismo tiempo se fusiona con el Partido Social Argentino, aportando trabajo en las
tareas de propaganda callejera, oradores en los actos y contribuciones en la organización
de otros eventos. Incluso la Federación Obrera Nacionalista Argentina, la cual se había
mantenido ajena a todo tipo de alianzas y simpatías con los políticos liberales 255, en
marzo de 1938 entiende que la Capital Federal corría el peligro de caer en manos del
radicalismo, por tanto era necesaria una definición política de la agrupación. Entonces,
después de haber denostado la fórmula conservadora, invitan a los trabajadores a votar a
la Concordancia y al Frente Nacional aclarando que “los nacionalistas, sin renunciar a
sus principios, consideran que en este momento difícil deben apoyar los candidatos de
la Concordancia para poder impedir que la Capital Federal sea ganada por los
elementos disolventes del Frente Popular en germen.”256 Sin embargo, en otro periódico
desmienten este supuesto apoyo a los conservadores. 257 Sea como fuere, podemos decir
que aunque se autodefinían como agrupaciones antiliberales (y, por ende,

255
Decían que "los obreros nacionalistas que se agrupan en las filas de la FONA, son precisamente
reaccionarios, anti-demócratas, enemigos de la Ley Sáenz Peña y de todas las instituciones liberales
consagradas por la Constitución del 53", En Crisol, “Federación Obrera Nacionalista Argentina. Un
comunicado”, 6/05/1936, p. 1.
256
Bandera Argentina, “Federación Obrera Nacionalista Argentina”, 20/03/1938, p. 2. Los candidatos
que apoyan son los senadores encabezados por el Dr. Mariano Vedia y Mitre, los diputados de la
Concordancia y la lista de concejales del Frente Nacional.
257
La ruptura se explica, según los dichos de la misma FONA (Federación), por el apoyo del Frente a una
candidatura electoral (el mismo motivo por el que también se separa de la UNCA). "La Federación
Obrera Nacionalista Argentina desde el día de su fundación -hace cinco años- ha combatido el
parlamentarismo y la acción electoral; propendiendo al desarrollo de la organización sindical de los
trabajadores y difundiendo el ideal nacionalista. La FONA nunca apoyó ni apoyará ninguna candidatura
política porque su acción se inspira en la doctrina del Nacionalismo Argentino que es antidemocrático,
antiliberal y antimarxista. Por lo tanto el Consejo Directivo resolvió desmentir la patraña difundida por
los politicastros de "The National Front"" en Crisol, FONA, 23/03/1938, p. 3.
antielectoralistas) algunas terminaban concretando alianzas con partidos o candidatos
del conservadurismo.
El manifiesto de la Vanguardia Obrera Argentina señalaba que la lucha estaba signada
por la conquista de la „justicia social‟ para las masas obreras, pues les resultaba
intolerable “que en un país tan rico como el nuestro, millares y millares de hogares
estén en la miseria.” También les resultaba intolerable la existencia de hombres sin
trabajar, de “parásitos”, por esto el segundo punto del programa exigía el deber de
trabajar a todos los hombres con aptitudes físicas. Desde el punto de vista político,
creían en la organización de un estado fuerte y „ético‟, es decir, “que concluya con los
privilegios de los poderosos y con las explotaciones del capitalismo internacional.”
Éste debía ser verdaderamente representativo, otorgando a los hombres de trabajo la
participación en el gobierno del país a través del sindicato. El último punto declaraba:
“Guardando lo suficiente para vivir con relativa holgura, poseyendo una
vivienda propia, teniendo el trabajo asegurado, sin preocupaciones para la vejez,
protegido por un sindicato y por el estado mismo, contando con facilidades para
instruirse y para entretenerse sanamente, el obrero se habrá convertido de veras en un
hombre libre.”258
Algunos de los puntos de los programas o manifiestos políticos de los obreros
nacionalistas muestran un evidente parecido a los programas de los movimientos
fascistas europeos. Crisol publica en innumerables ocasiones notas halagadoras sobre el
orden del trabajo en Alemania.259 Sin embargo, los obreros nacionalistas argentinos
pensaban más en el modelo del sindicalismo corporativo que en la creación de un
organismo único del trabajo. No obstante, algunos aspectos del orden del trabajo en el
régimen nazi eran incorporados en el discurso de los obreros argentinos. Así el punto
décimo de la Vanguardia Obrero Argentina decía: “El obrero debe contar con
organizaciones culturales, deportivas y festivas. Así en las horas libres podrá divertirse
260
e instruirse, según sus gustos y aptitudes.” Estas ideas recrean los objetivos de un
organismo importante del nazismo alemán. En la Alemania nazi se llevó a cabo la
“regeneración social del trabajo” creando primeramente un único organismo de las

258
Bandera Argentina, “El nacionalismo y las justas reivindicaciones de los obreros argentinos. Puntos de
lucha de la Vanguardia Obrera, organismo gremial de la Alianza”, 20/09/1939, p. 3.
259
Ver en Crisol, “La belleza del trabajo”, 12/05/1936; “La protección a los trabajadores en Alemania”,
17/9/1936; “La gran fiesta del trabajo en la Alemania nazi”, 4/19/1936; SELATE, Franz (Ministro de
Trabajo de Alemania), “Política social en el Reich”, 12/01/1937; FLACHS, Guenter “La belleza del
trabajo”, 15/01/1937; “Una realización nazi. El concepto cristiano del trabajo”, 31/01/1937.
260
Bandera Argentina, “El nacionalismo y sus justas reivindicaciones...”, Op. Cit., 20/09/1939, p. 3.
fuerzas de producción denominado Frente del Trabajo. Dentro de este organismo
funcionaba la institución Fuerza por la Alegría (Kraft durch Freude) que se dividía en
tres secciones : 1) Centro de estética del trabajo; 2) Centro de viajes, excursiones y
vacaciones; y, 3) Centro de deportes. También contaba con una sección cultural que
promovía ciertas expresiones artísticas a bajo costo mediante convenios con
empresarios de teatros, etc. Este organismo se esforzaba por aumentar la seguridad, la
ventilación y la luz en los talleres industriales, el perfeccionamiento de las instalaciones
higiénicas, la instalación de lugares de recreación como campos y natatorios, y la
renovación del decorado en los ambientes de trabajo; pero todo esto “sin dañar” los
intereses de los empresarios.

Para superar la fragmentación del movimiento nacionalista, en 1941 apareció el


Consejo Superior del Nacionalismo, una entidad presidida por el general J. B. Molina
que pretendía aunar fuerzas como primer paso para la creación de un partido político.
En su estatuto se repetirían algunos tópicos del nacionalismo sindicalista, como la
distribución de tierras no cultivadas, la protección de las actividades productoras, la
fijación de salarios con una justa capacidad adquisitiva a todo habitante, la protección
integral del trabajador urbano y rural, y la ordenación del trabajo para evitar privilegios.
Preveían la conformación de una Cámara Nacionalista de Trabajo que tendría por
función el estudio de los problemas económicos, sociales y políticos. Esta Cámara se
integraría por un representante de cada agrupación nacionalista más un número de
miembros directamente designados por el Jefe del Consejo.261 Para esta altura Molina
ya había perdido mucho de su prestigio y figuras como Osés y Fresco, que habían
ganado centralidad en la escena política, no lo reconocían como un posible conductor
del movimiento. La experiencia de unificación del nacionalismo en el Consejo Superior
del Nacionalismo tuvo una corta vida, el Ministerio del Interior negó la autorización
para la legalización del partido y poco después se desvaneció este proyecto.262 Pero aún
así, sus principios fundamentales dan cuenta de la consolidación de los pilares básicos
del nacionalismo sindicalista que para esta época abarcaba a buena parte del
movimiento nacionalista.
La atracción del sindicalismo nacionalista podría haber radicado en que se
trataba de una propuesta antiizquierdista pero que tenía fines revolucionarios –

261
Estatuto del Consejo Superior del Nacionalismo Argentino, Buenos Aires, Julio de 1941.
262
Ver BUCHRUCKER, Cristián, Nacionalismo..., Op. cit., p. 212.
característica propia de los fascismos-. Resaltaban el aspecto social de sus manifiestos y
programas políticos, la creación de una magistratura del trabajo, los seguros sociales, la
vivienda obrera, los ajustes de salarios mínimos; y al mismo tiempo defendían la moral
tradicional, fundamentalmente centrada en el regreso de la mujer obrera al hogar. El
sindicalismo católico planteaba parecidos objetivos pero desprovistos del ropaje
revolucionario. Los líderes nacionalistas combinaban en su retórica la conquista de las
reivindicaciones del trabajo, la movilización de los sectores populares, la destrucción
violenta de la oligarquía y la construcción de nuevo orden justo.
"Debemos por lo tanto dirigir con toda premura nuestra acción a la conquista de la calle
con nuestra doctrina y así encauzar y nacionalizar las reivindicaciones del trabajo, pero
jamás destruir el impulso revolucionario del pueblo trabajador..." (...) Nosotros
emplearemos la violencia y la proclamaremos instrumento de nuestra santa cruzada,
cuando la oligarquía imperante, destructora de la vitalidad del pueblo, o el marxismo
judaico internacional y los grupos de todos los rótulos propagadores de ideas
antinacionales, quieran impedir que construyamos una Nueva Argentina Libre,
Poderosa y Justa". 263

La violencia no es apenas una cuestión retórica. Se encuentran documentadas las


numerosas acciones de violencia y asesinatos que los nacionalistas ejecutaron en las
manifestaciones y actos del primero de mayo contra obreros comunistas; en los barrios
judíos; en las sedes de periódicos y sindicatos de izquierda. 264
Es importante establecer las condiciones que hicieron posible –y estimularon- la
emergencia de este nacionalismo volcado a la conquista de mundo del trabajo. Si bien
no es posible elaborar una estimación cuantificable del resultado de la penetración del
sindicalismo nacionalista en el mundo obrero, es lícito afirmar que existió un desarrollo
ascendente. En este sentido, es interesante notar que en 1937, justamente un año
después del cambio de la CGT a manos socialistas y comunistas, el nacionalismo
motorizó la creación de varias organizaciones obreras nacionalistas. Al respecto, parece
bastante plausible sostener la siguiente hipótesis: la proliferación de grupos de obreros
de derecha y los esfuerzos del nacionalismo por organizar a los trabajadores, bajo el
signo de la autenticidad y la patria, fueron una consecuencia del avance de la izquierda.

263
QUERALTÓ, Juan, “La juventud nacionalista, vanguardia en marcha”, en Crisol, 5/02/1939, p. 1.
264
Ver MC GEE DEUTSCH, Sandra, Las derechas..., Op. cit., 2005; y LVOVICH, Daniel, Nacionalismo
y antisemitismo en la Argentina, Buenos Aires, Ediciones B, 2003.
El comportamiento histórico de la derecha –en sentido amplio, la conservadora y
la radicalizada- ante sucesos de estas características podría aportar ciertos indicios sobre
su funcionamiento como actor social. En efecto, la formación de la Federación Obrera
Argentina (FOA), con anarquistas y socialistas, en el año 1901, fue seguida de una gran
huelga que paralizó el puerto y gran parte del transporte en plena cosecha, en 1902.
Inmediatamente se sancionó la Ley de Residencia, cuyo proyecto se encontraba
“demorado” desde que Miguel Cané lo presentara unos años antes. La celebración del 1
de mayo de 1904 fue reprimida con particular violencia, ocasionando numerosos
muertos y una huelga general. Los sucesos revolucionarios en la Rusia de los zares
parecen haber abonado el temor a que se desate en estas tierras una revolución social.
“Como al final no pasó nada, es fácil considerar que las premoniciones eran exageradas,
frutos de la usual paranoia de las clases altas, que ven el trapo rojo en cualquier lado.
Paranoicos o no, esos temores existieron y fueron algo más que la pesadilla de algún
individuo o grupo marginal.”265
En 1909 otra manifestación para conmemorar el día de los trabajadores es
sangrientamente reprimida, a lo que siguió el asesinato del jefe de Policía, Ramón
Falcón, por el joven inmigrante ruso Simón Radowitzky. “La reacción fue de grandes
dimensiones: estado de sitio, allanamiento de locales, destrucción de imprentas, y otros
actos, en buena medida realizados por jóvenes de las clases acomodadas, decididos a
salvar el país de la revolución social.”266
La reacción desmedida y brutalmente violenta de los grupos de derecha durante
la Semana Trágica demuestra también el funcionamiento de una actitud “defensiva”
ante las prácticas contestatarias del movimiento obrero. “La Semana Trágica fue el
resultado de una situación de Gran Miedo que posibilitó que se tornara verosímil la
versión sobre la existencia de un intento revolucionario. (…) La simultaneidad de una
situación de conflictividad social en la Argentina, con las revoluciones en Rusia y
Europa y la presencia en el nivel local de algunas corrientes que manifestaban su
adhesión al bolchevismo provocó que los tres fenómenos fueran considerados – por el
gobierno, la policía, la Iglesia y los grupos conservadores- como resultados de la misma
causa. La seguridad, de vieja data, en la efectividad de los agitadores extranjeros y la
cosmovisión conspirativa de la Iglesia católica facilitaron la difusión de estas
creencias.” Pero lo más interesante del planteo del autor radica en la siguiente

265
DI TELLA, Torcuato, Perón..., Op. cit., p. 15.
266
DI TELLA, Torcuato, Idem, pp. 15-16.
afirmación: “En los años siguientes, la creencia en la existencia del complot no
desaparecería.”267 Evidentemente la derecha argentina interpretaba la realidad bajo una
óptica precisa que, a partir de una imagen abarcativa del enemigo, motorizaba
“reacciones” fundamentalmente violentas. De todos modos, la idea de un peligro
inminente proveniente desde la izquierda no era, en absoluto, una construcción
imaginaria (o real) sólo de la derecha argentina. También participaban de estas
sensaciones los empresarios, los militares, el catolicismo.
La novedad en los años treinta proviene justamente en cierto cambio de
estrategia en la reacción defensiva de la derecha: los obreros dejan de ser sólo “carne de
cañón” de los ataques nacionalistas para convertirse en elementos positivos de la
reacción. La represión pura sería combinada con intentos genuinos de incorporar
obreros “auténticos” al movimiento nacionalista. Se perfilaba así una nueva visión del
mundo que interpretaba como imperiosamente necesaria la inclusión de estos sectores a
la nación, y la movilización de los mismos constituía la base de cualquier intento de
tomar el poder. La filiación ideológica con el fascismo parece evidente en el sentido de
pretender elaborar una respuesta antiizquierdista al conflicto social dentro de un Estado
moderno.
Así, en una tentativa desmesurada, un nacionalista intenta captar a los obreros
socialistas. En efecto, en 1935 aparece el libro El nacionalismo argentino y los obreros
socialistas, el autor se llamaba Antonio Hilario Varela y era muy leído en el ambiente
nacionalista y católico. Posiblemente sus obras llegaban también al público general ya
que los diarios más importantes como La Nación y La Prensa –además de Crisol,
Bandera Argentina y El Pueblo- comentaban sus obras. En “El nacionalismo y los
obreros socialistas” señalaba que los obreros socialistas se encontraban en una posición
inferior en la estructura interna del Partido Socialista y por esto: “La masa socialista no
tiene, pues, otra solución para su problema, que adherir a las doctrinas nacionalistas
que han de asegurarle lo que el nacionalismo no puede ni podrá darle nunca.”268 Para
la resolución de dos cuestiones fundamentales, la supresión de las fuerzas extremistas y
la estructura democrática- proponía la instauración de una “dictadura constitucional
nacionalista” que “no significa otra cosa que orden, jerarquía y disciplina”. En su
diagnóstico lo que necesitaba la masa trabajadora era “pan”, es decir, en su
cosmovisión, “derecho al trabajo”. No hace hincapié en otros tipos de derechos y el

267
LVOVICH, Daniel, Nacionalismo..., Op. cit., p. 173.
268
En MATSUSHITA, Hiroschi, Movimiento..., Op. cit., p. 212.
derecho al trabajo sólo implica asegurar la alimentación. Tiene una perspectiva moderna
en cuanto al uso de la técnica la cual debía ponerse al servicio de la producción para
reducir costos de producción y precios de venta de los productos; esta sería la vía por la
cual se produciría un derrame del bienestar social: no se trata de privar al burgués de sus
lujos sino de que una mayor cantidad de personas disfruten de tales comodidades. En la
visión de Varela las masas socialistas tenían que adherir a las doctrinas nacionalistas
porque ellas les asegurarían lo que el socialismo no puede: trabajo permanente, orden y
bienestar. Esta idea aparece sintetizada en una pregunta retórica del autor: “¿Qué
obrero no trocaría hoy el voto y el sindicato, por un trabajo seguro y bien
remunerado?”269
“Les pedimos, en una palabra, que comprendan que nosotros los nacionalistas,
no somos otra cosa que atalayas del porvenir, cuya concepción social es, por cierto,
mucho más avanzada que la que nos ofrecen los extremistas de todas las escuelas; y
que, con la humilde sencillez de la gente dolorida por el triste espectáculo de la vida
contemporánea, monjes y a la vez soldados, hemos tomado sobre nuestros hombros la
pesada y dura carga que el destino quiso imponer a los hombres que comprendemos la
responsabilidad que ante la Patria y ante el mundo nos impone la hora presente.”270

El ultracatólico Varela tenía buenas relaciones con funcionarios oficiales, de


hecho, en la edición del año 1943 de su libro Problemas de redención social o
problemas sociales, el prólogo estuvo a cargo del Dr. Juan Carlos García Santillán,
quien se desempeñaba como inspector de Enseñanza Secundaria del Ministerio de
Justicia e Instrucción Pública. Además era miembro de la Academia Nacional de
Historia de Buenos Aires y de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación de
Madrid, entre otras cosas. García Santillán señalaba la importancia de la obra de Varela
y subrayaba lo que a su juicio era una de sus mayores virtudes “la renuncia de las
exquisiteces de su arte para llegar al mayor número” porque “hay que hablarle al
pueblo la lengua que pueda entender. En su honor Varela sacrifica voluntariamente sus
galas de artista de la palabra. Cumple su programa: hacer Patria. Esto, para él es
ahora lo primero.” 271

269
VARELA, Antonio, El nacionalismo argentino y los obreros socialistas, Buenos Aires, Imprenta
López, 1935, p. 207.
270
VARELA, Antonio, El nacionalismo..., Op. cit., p. 220.
271
VARELA, Antonio, Problemas de redención social o problemas sociales, Buenos Aires, Editorial
Difusión, 1943, p. 6.
El hecho de que Varela (al igual que Benito Andrade Agulleiro) viniera de la
izquierda –había pasado por el anarquismo- aporta una mayor significación a la obra,
porque si bien se trató de un error, al final de su vida dejó testimonio del cambio
edificante: “vino del extremo del error anarquista que le inculcara, sin culpa de él, una
sociedad sin corazón, a la alta cumbre de la contemplación de la Verdad, porque lo que
272
nunca había podido pervertirse fue su propio gran corazón”. Parece que en la
Argentina, al igual que en Europa, muchos militantes de izquierda en sentido amplio
dieron un giro rotundo en sus ideas políticas a partir de un profundo desencanto. Basta
recordar el paso por el socialismo del poeta Leopoldo Lugones, o a los jóvenes Ernesto
Palacio y Juan Carulla simpatizantes del anarquismo. En el mismo sentido, Rafael
Ginocchio, un fideero nacido en Italia en 1912, simpatizante del anarquismo y del
socialismo, luego se dejó seducir por el régimen de Mussolini y posteriormente adhirió
al peronismo. Cuando en 1937 su sindicato ingresó a la CGT el se opuso
enérgicamente.273
Antonio Hilario Varela pretendía llegar a los sectores populares utilizando un
lenguaje llano y comprensible, recurriendo a la fábula274 y publicando breve artículos en
los periódicos (Bandera Argentina y Criterio). Sin embargo, su retórica resultaría muy
poco atractiva para los trabajadores: “Poner orden en las actividades: disciplinar con
métodos rigurosamente científicos y mano férrea el trabajo, la producción y el
consumo, mediante un Ejecutivo Todopoderoso, y en beneficio de toda la Nación.” Para
esto hay que resolver “los dos problemas fundamentales de la actualidad argentina: el
aplastamiento de las fuerzas extremistas y la supresión de la estructura democrática de
gobierno, para reemplazarla por la dictadura constitucional nacionalista.” 275

Otro de los elementos que desencadenaron la reacción nacionalista fue el cambio


de orientación del comunismo, en alianza con las fuerzas socialdemócratas frente al

272
VARELA, Antonio, Problemas..., Op. cit., p.9.
273
DI TELLA, Torcuato, Perón..., Op. cit., p. 47.
274
Ver su obra “Profetas, apóstoles y redentores”, Buenos Aires, 1934. En este libro –decía La Prensa-
predomina “la idea de censura de las modalidades actuales de vida del hombre, sus ímpetus, sus
reacciones instintivas, su relajamiento moral y su parsimonia frente a lo que en realidad tiene un valor de
interés duradero. En especial es este libro una crítica, como hemos dicho, a las modernas tendencias
marcadas por la evolución de las ideas sociales y políticas. Malos apóstoles, siniestros profetas y
malvados redentores, es el calificativo que merecen al autor los sujetos que ha hecho actuar como
dirigentes en el estudio que comentamos.” La Prensa, 3/06/1934, en VARELA, Antonio, Problemas...,
Op. cit.
275
Transcripciones del libro “El nacionalismo argentino y los obreros socialistas” en una nota del diario
La Nación del 6/06/1935, en VARELA, Antonio, Problemas de redención social o problemas sociales,
Buenos Aires, Editorial Difusión, 1943.
fascismo. Hacia 1934-35 la economía urbana comenzó a recuperarse de los efectos de la
depresión y la política económica favoreció la sustitución de importaciones y la
afluencia de capital extranjero. La tendencia de los años veinte de coexistencia de
pequeños establecimientos industriales junto con otros mayores se intensificó. El
resultado será una economía industrial, pero “no integrada”, basada en una industria
liviana, productora de bienes de consumo no durables. El proceso se basará,
principalmente, en la expansión de una industria preexistente más que en el fomento
deliberado de una diversificación que hubiere requerido más inversiones. “El
crecimiento de la industria nacional fue paralelo al aumento de los trabajadores
industriales, y entre 1935 y 1939 la población del país se incrementó en un 6 por ciento,
mientras el número de personas ocupadas en la industria aumento un 31 por ciento.”276
El crecimiento industrial se orientará fundamentalmente a cubrir un vacío en
alimentación y textiles. Esto deterioró a los sindicalistas que tenían su base principal
entre los obreros calificados de establecimientos pequeños. Los comunistas que
participaron en la CGT Independencia fueron incrementando su fuerza, a través de su
prédica de formar una organización obrera nacional por industria, no por oficio. Benito
Andrade Agulleiro, obrero nacionalista y periodista de la columna gremial de Crisol,
decía que “Su método de adaptación a las diversas circunstancias es incuestionable.
Logran unificar varios gremios, haciendo un solo y poderoso sindicato; mantienen en
pie una sostenida propaganda sectaria; y así como en 1935 lograron sacar a la huelga
a los obreros de la Madera, producen luego la huelga de los Sastres y posteriormente
la de los Trabajadores de la Construcción. De tal manera, analizando la actuación de
los elementos comunistas que se desempeñan en el orden político local, como en el
campo gremial o sindical, se llega a la conclusión de que cumplen fielmente con las
últimas directivas de Moscú, donde, al celebrarse en agosto de 1935 el VII Congreso
Mundial de la Internacional Comunista, se fijaron las nuevas normas de acción política
y sindical.”277 Andrade Agulleiro pretendía demostrar que tanto la Central obrera –la
CGT que “pese a su pretendida filiación socialista, está manejada por los elementos del
Komintern”- como las entidades obreras sindicalista (USA) y anarquista (FORA) se
encontraban dirigidas por el comunismo. Obviamente pasa por alto las distinciones

276
BAILY, Samuel, Movimiento obrero, nacionalismo y política en Argentina, Buenos Aires,
Hyspamérica, 1986, p. 72.
277
AGULLEIRO, Benito, Técnica de la infiltración comunista, Buenos Aires, La Mazorca, 1943, p. 30.
entre las distintas corrientes obreras, no por desconocimiento sino para apuntalar su
argumento central de un “copamiento” comunista del movimiento obrero.
“Pero, en conclusión, pese a estos sutiles distingos de entidades autónomas, etc., puede
afirmarse que la totalidad de de los gremios adheridos a la Unión Sindical Argentina
están, lógicamente, dependiendo de las directivas comunistas, que, como en el caso de
otros gremios o centrales obreras, han logrado adueñarse de los cargos directivos
después de una hábil campaña de infiltración que les ha hecho dueños del campo obrero
y gremial con toda la enorme y fundamental gravitación que ello significa, no sólo para
el porvenir de los asalariados, sino también para la tranquilidad general del país.” 278

La percepción del avance del comunismo era tan profunda y traumática para el
nacionalismo que junto con las estrategias de afiliación de los trabajadores al
nacionalismo sindicalista en fábricas y talleres, se organizaron actividades de fuerte
impacto público. Un ejemplo es el “gran mitin contra el comunismo” organizado por la
Alianza en noviembre de 1937 en Plaza Italia, donde –según Crisol - asistieron 10.000
personas.
Es decir, que la combinación de ciertos dispositivos permiten la aparición de este
fenómeno de corta duración. Estos componentes son: a) una determinada “mentalidad
defensiva” - compartida por varios sectores de la sociedad entre los cuales se encontraba
la derecha- que se transforma en una “ofensiva”; b) las innovaciones que la
industrialización provoca a mediados de los treinta; c) el avance del comunismo en el
mundo obrero; y d) una nueva visión del mundo respecto al conflicto social moderno.
Todos estos elementos proporcionaron las bases para la conformación de organizaciones
obreras nacionalistas. La propia evolución de la corriente nacionalista hacia formas más
radicalizadas claramente influenciadas por los regímenes fascistas europeos, dan cuenta
del desarrollo de una variante del fascismo aplicable al caso argentino. Ellos, al igual
que sus contemporáneos fascistas europeos, basaron su plataforma en la movilización de
las masas contra el comunismo utilizando métodos persuasivos y a la vez violentos,
para conformar un régimen superador, anticapitalista y anticomunista.
Hacia 1943 una nueva división de la CGT279 y un nuevo golpe de estado presentaban un
escenario estimulante para el nacionalismo. La conducción militar del golpe y sobre

278
AGULLEIRO, Benito, Idem, pp. 61-62.
279
Ambas CGT estaban encabezadas por afiliados socialistas: “La principal diferencia radicaba en que
quienes apoyaban a la CGT Nº 2 aspiraban a que la central tuviera una participación más activa en las
cuestiones de política nacional e internacional, en forma coordinada con los partidos políticos, mientras
todo la figura del Coronel Perón traerán consigo una nueva etapa tanto para el
nacionalismo como para el movimiento obrero. No pocos nacionalistas van a adherir al
peronismo. Alberto Ottalagano, un destacado militante de la Alianza de la Juventud
Nacionalista de Santa Fe, destaca la participación del nacionalismo en el peronismo:
“Pero el peronismo no sólo se logró con votos. La brecha del peronismo,
desgraciadamente, se abrió a punta de pistola, el 17 de octubre y antes. Por eso tiene sus
mártires el nacionalismo. Y por esa brecha que se abrió a punta de pistola pasó una gran
parte del pueblo argentino. El nacionalismo puso su sacrificio y puso sus muertos. El
nacionalismo le aportó a Perón su filosofía, su doctrina.”280
Ottalagano creía que las circunstancias, nacionales e internacionales, ofrecía a los
nacionalistas la posibilidad de entrar a las filas del peronismo o marginarse por
completo de la vida política.

4.1 Las mujeres obreras nacionalistas

Las mujeres y su lugar tanto en la familia como en la sociedad eran un asunto de


importancia en la agenda nacionalista. Los roles familiares sostenían y expresaban el
orden social deseable para el nacionalismo. “Los nacionalistas creían que la base de una
nación poderosa era la familia heterosexual, la cual estaba jerárquicamente constituida
bajo la autoridad masculina, y preservaba distinciones rígidas entre los papeles del
hombre y de la mujer.”281 Parecía haber una correlación asociativa entre los tres
órdenes: el social, el familiar y el sexual. Los nacionalistas ponían lo activo del lado
masculino y todo lo referido a la pasividad quedaba, sin duda, del lado femenino. Por
esto existen referencias a la democracia como un sistema político débil y femenino,
mientras que el golpe de estado encabezado por Uriburu venía, según los nacionalistas,
a restaurar la “virilidad” perdida. Sin embargo, la virilidad nacionalista, en su aspecto
sexual, tenía ciertos límites contradictorios: se entendía que “una masculinidad
verdaderamente viril requería ejercer la continencia sexual.”282 La falta de control sobre

que los que sostenían a la Nº 1 se inclinaban por una actitud „neo-sindicalista‟ de prescindencia política,
limitación a las reivindicaciones específicamente gremiales y buena relación con el gobierno, cualquiera
que éste fuera.” En DEL CAMPO, Hugo, Sindicalismo..., Op. cit., p. 108.
280
MACOR, Darío y Eduardo IGLESIAS, El peronismo antes del peronismo. Memoria e historia en los
orígenes del peronismo santafesino, Santa Fe, U.N.L., 1997, p. 163.
281
MC GEE DEUTSCH, Sandra, Los nacionalistas argentinos y la sexualidad, 1919-1940, en Reflejos,
N° 10, 2001-2002, p. 107.
282
MC GEE DEUTSCH, Sandra, Los nacionalistas..., Op. cit., p. 110.
el propio cuerpo, la sensualidad desenfrenada y el caos moral eran características
negativas que atribuían al enemigo. Se suponía que ciertas conductas sexuales conllevan
acciones parecidas en otras esferas. “Al parecer, consideraban que los hombres tenían
que controlar sus apetitos sexuales fuera del matrimonio, pero que las mujeres tenían
que hacerlo también dentro del mismo.” 283 El liberalismo, la educación secular, habían
instaurado –según la perspectiva de aquellos- diversas aberraciones como el feminismo
y el amor libre, la prostitución, los burdeles y el libertinaje. En la misma línea podía
agregarse la militancia femenina de izquierda y de las obreras, así como las demandas
feministas.
Los nacionalistas afirmaban que la vida de una mujer digna y virtuosa estaba en el
hogar junto a su marido y a sus hijos, sin embargo, destacadas personalidades alentaban
algunas formas de participación femenina en sus agrupaciones. La función más
importante de las mujeres reclutadas por el nacionalismo era inculcar ciertas nociones
conservadoras y patrióticas en sus familias. Así se creía que las madres eran los vectores
más apropiados para “transmitir” los principios nacionalistas a sus esposos, padres,
hermanos e hijos.284 Las aristocráticas mujeres de la Liga Patriótica Argentina, que fue
antecesora y modelo de otros grupos de mujeres nacionalistas, “inculcaban a las
trabajadoras nacidas en el extranjero la importancia de casarse y criar hijos
patrióticos”.285 El matrimonio y la maternidad eran dos elementos fundamentales para
sostener una moralidad nacionalista y cristiana, y el lugar propicio para desarrollar la
esencia de la femeneidad, era el hogar.
Sandra McGee Deutsch sostiene que en los orígenes de la participación femenina,
dentro del movimiento nacionalista, se encuentra la experiencia de las mujeres dentro
del catolicismo social. Muchas mujeres devotas ingresaron a las filas de la extrema
derecha como una extensión de sus actividades en la Iglesia Católica.286 Estas prácticas
estaban asociadas, sobre todo, a los actos caritativos llevados a cabo por mujeres
pertenecientes al estrato más alto y distinguido de la sociedad. El trabajo social de estos
grupos femeninos intentaba reducir las necesidades e insatisfacciones que producía el
sistema capitalista en los estratos más pobres y en la clase trabajadora. El objetivo era
283
MC GEE DEUTSCH, Sandra, Idem, p. 111.
284
Ver MC GEE DEUTSCH, Sandra, Spreanding Right. Wing Patriotism, Femininity and Morality, en V.
Gonzalez y K. Kampwirth Editoras, Radical women in Latin America. Left and Right, USA, The
Pennsylvania State University, 2001. La función de “transmisoras” también es destacada por Marcela
Nari en “El feminismo frente a la cuestión de la mujer en las primeras décadas del siglo XX”, en
SURIANO, Juan (comp.): La cuestión..., Op. cit.
285
MC GEE DEUTSCH, Sandra, Los nacionalistas..., Op. cit., p. 109.
286
MC GEE DEUTSCH, Sandra, Spreanding…, Op. cit.
disminuir la influencia de la izquierda en aquellos sectores, y esperaban lograrlo a través
de distintos proyectos y programas sociales, como la educación informal de las mujeres
trabajadoras.
Las mujeres de la Unión Nacionalista Santafesina de Rosario, trabajaban para
"promover a la educación nacionalista de la mujer argentina, proclamando que la
287
mujer es para el hogar, sus hijos para la Patria y todo para Dios”. Encuadradas en
esta doctrina nacionalista las mujeres se dedicaban al estudio doctrinario, dirigidas por
la Jefa de la sección, María Teresa Rodríguez Dondiz; organizaban la biblioteca de la
sección femenina que contaba con libros, folletos y diarios; practicaban la caridad
cristiana, la organización de actos patrióticos y la creación de una entidad de “Ayuda
Social” que realizaba donaciones a los hogares necesitados. María Esther Méndez
subrayó en 1941 que esta entidad no era un grupo de “niñas bien” que se dedicaban a
organizar encuentros para tomar el té y para ser mencionadas en las páginas de sociales,
porque ser nacionalistas significaba otra cosa: significaba crear “una patria libre, sin
ideas yanquis, sin judíos ni políticos”.288
De la misma manera, la rama femenina de la LCA instalaba en distintos barrios
Institutos de Enseñanza del Hogar, que tenían por finalidad capacitar a la mujer para
que “dentro del hogar” pueda ayudar al sostenimiento de su familia. Las mujeres
obreras representaban un peligro en dos sentidos: por un lado se creía que el trabajo
castigaba y “degeneraba” el cuerpo de la mujer, poniendo en riesgo la reproducción
biológica de la sociedad; por otro lado, las mujeres fuera del hogar amenazaban la
reproducción ideológica de la sociedad.289
Por su parte, las mujeres de izquierda y feministas sostenían que las obreras debían ser
protegidas y formularon, tempranamente, algunos proyectos de reformas legislativas
(jornadas de ocho horas, horario de trabajo de las adolescentes, descanso obligatorio una
vez por semana, prohibición del trabajo nocturno, licencia por embarazo, sala de
lactantes, etc.). Asimismo entendían, que una de las causas que llevaban a las mujeres
trabajadoras a una “doble subordinación” (como mujeres y como obreras) era la “hábil
propaganda desplegada por las mujeres de la aristocracia”.290 Por esto pretendían
separarse de los actos caritativos que podían confundir a las obreras, y proclamaban que

287
Crisol, Número extraordinario en festejo de su 7º aniversario, 1/02/1939, “La mujer en el
nacionalismo”, p 32.
288
MC GEE DEUTSCH, Sandra, Las derechas..., Op. cit., pp. 303-304.
289
NARI, Marcela, “El feminismo...”, Op. cit.; p. 282.
290
LOBATO, Mirta, “Entre La protección y la exclusión: discurso maternal y protección de la mujer
obrera, Argentina 1890-1934”, en SURIANO, Juan (comp.): La cuestión..., Op. cit, p. 254.
la lucha por la protección de las trabajadoras “era un acto de justicia, no una obligación
religiosa-social.”291 En la década del treinta, además de las luchas por reforzar la
normativa de protección laboral, las feministas sostenían el derecho universal al trabajo,
entendido como una forma de emancipación de las mujeres. La presidenta de la Unión
Argentina de Mujeres, la escritora Victoria Ocampo, les decía a sus contemporáneas que
“para encontrarnos a nosotras mismas y ocupar el lugar que nos pertenece, no
debemos esperar la ayuda de los hombres. No puede ocurrírseles la idea de reivindicar
para nosotros los derechos de que no se sienten privados. Nunca son los opresores
quienes se rebelan contra los oprimidos.”292 En realidad el tema de la emancipación
femenina fue tratado muy tempranamente, en 1891, por el diario El Obrero, órgano
oficial de la primera Federación Obrera Argentina dirigido por el socialdemócrata
Germán Lallemant. “Con la grande industria se ha generalizado el trabajo de las mujeres
en las fábricas y en los talleres, junto con el trabajo de los niños, porque en cantidad y
calidad iguales, el trabajo de la mujer está menos retribuido que el del hombre. El
desarrollo de la industria mecánica ha ensanchado la esfera estrecha en que la mujer
estaba confinada (…) la arrancó del hogar doméstico y la arrojó en la fábrica,
poniéndola al nivel del hombre ante la producción, pero sin permitir que escape de la
dependencia masculina, ni admitiendo su emancipación como obrera para igualarse
socialmente con el hombre y para ser dueña de sí misma.”293
Retomando el punto que nos ocupa, es probable que la acción de aquellos grupos de
“mujeres de la aristocracia” y también la influencia de la Iglesia católica a través de sus
sermones, de sus organizaciones y sindicatos294, hayan difundido entre las trabajadoras
ciertas nociones moralmente conservadoras y políticamente reaccionarias. De algún
modo, este trabajo intenta pensar en la recepción e impacto de este esfuerzo por alejar a
las trabajadoras de la “nefasta” influencia de los discursos izquierdistas. Así, nos
interrogamos sobre una serie de cuestiones que podrían enunciarse de la siguiente
manera: ¿Pudieron estas mujeres aristocráticas difundir sus ideas entre las obreras?
¿Estos esfuerzos llegaron a generar o alentar la conformación de agrupaciones de
obreras nacionalistas? ?¿Qué importancia tuvieron las obreras en el movimiento

291
NARI, Marcela, NARI, Marcela, “El feminismo...”, Op. cit.; p. 288.
292
OCAMPO, Victoria, “Testimonios”, 2ª serie, Buenos Aires, Sur, 1941, en HALPERIN DONGHI,
Tulio, La República imposible (1930-1945), Buenos Aires, Ariel, 2004, p.577.
293
El Obrero, Nº11, 7/3/1891, citado en PANETTIERI, José, Los Trabajadores, Buenos Aires, CEAL,
1982, p. 82.
294
Por ejemplo, el Sindicato Católico de Empleadas (1917), el Sindicato Católico de la Aguja (1918), la
Federación de Asociaciones de Empleadas Católicas (1922).
nacionalista de los treinta? Y, si bien se trata de una pregunta casi imposible de
reconstruir historiográficamente, es interesente pensar sobre ¿cuál fue el atractivo de la
corriente nacionalista para captar a las trabajadoras?

La problemática de la mujer y su rol social tenía su trayectoria histórica. Tal como lo


señala Mirta Lobato295, la cuestión familiar comienza a debatirse a fines del siglo XIX
en la Argentina. El ingreso de la mujer al mercado de trabajo estuvo en el centro del
debate en la medida en que “el lugar” natural de la mujer fue desplazado por los
insalubres ámbitos laborales. Las trabajadoras debían pasar largas jornadas fuera de sus
hogares, trabajando en lugares oscuros, deprimentes, antihigiénicos e incómodos; de
esta manera las familias, sobre todo los niños, quedaban desprotegidos y desatendidos.
El católico y nacionalista Antonio Varela, en uno de sus tantos libros dirigidos a
debilitar los lazos de los obreros con la izquierda, habla de la vida de las mujeres en
Rusia: “La mujer, caricatura del hombre, semeja un triste mamarracho de carnaval,
que va perdiendo el aserrín de sus entrañas en el umbral de cada fábrica adonde llega,
en demanda de un número y una tarjeta, que ha de llenar su corazón de grises nieblas y
poner un rictus de asco en la boca contraída mientras sus ateridos pies chapotean lodo
hecho de sangre y carne.”296
Particularmente el trabajo en las fábricas resultaba socialmente desestabilizador, pero no
todas las tareas o trabajos “femeninos” inspiraban iguales reacciones. Marcela Nari
subraya que, “El lugar del trabajo fue fundamental en la feminización de los trabajos a
domicilio o del servicio doméstico. Para realizarlos, las mujeres no debían salir de su
„ámbito natural‟: una estructura familiar propia o ajena.” Y agrega: “La transformación
de las relaciones de producción, las nuevas “formas” de trabajo, tendían a sacar tanto a
trabajadores como trabajadoras del grupo doméstico, y no sólo en un sentido geográfico
sino fundamentalmente social. El trabajador o trabajadora era un individuo „libre‟ y
autónomo y no parte de un conjunto orgánico, relacional, interdependiente, como podría
ser entendida la comunidad o la familia.”297 Otra preocupación, anteriormente
mencionada, era la salud de las futuras madres y de las embarazadas, ya que eran las
portadoras de la nueva generación de argentinos. Quizá el elemento más destacado fue
la visibilidad de las mujeres en el mundo del trabajo, cuestión que estimuló, sin duda,

295
LOBATO, Mirta, “Entre la protección...”, Op. cit.
296
VARELA, Antonio, Las hordas comunistas, Buenos Aires, 1932, p. 210.
297
NARI, Marcela, “El feminismo...”, Op. cit., pp. 285 y 297.
los debates de la época. Desde fines del siglo pasado las obreras participaron de los
conflictos entre el capital y el trabajo como en el caso de las huelgas de obreras
cigarreras y alpargateras.298 Las mujeres eran empleadas en las fábricas de cigarrillos,
de fósforos, de calzado, de sombreros, de dulces y galletitas, chocolates, de tejidos, de
camisas, etc. Ellas enfrentaban a los hombres nacionalistas con un problema
particularmente irritante: los hombres son desplazados de su lugar “natural” como
cabeza de familia, de forma que se produce el trastocamiento total de los roles
tradicionales. El desequilibrio familiar podía darse, por ejemplo, en los casos en que la
hija mujer trabajaba para mantener a los padres, esto debilita la autoridad del padre: “[la
hija] se alza contra la autoridad familiar valida de su papel preponderante, que como
algo nuevo en ella le llena de humos la cabeza, y llega aún a imponer condiciones en la
casa.” 299
Los acelerados cambios en el mundo obrero y en la cultura femenina generaban una
serie de debates y artículos de opinión en los periódicos alineados al nacionalismo
argentino. Se denunciaba que las “mujeres modernas” destinan el dinero que ganaban en
sus trabajos para “gastos de tocador” que tiene por fin “no tanto el embellecimiento
como la erotización [sic] de la mujer.” La estricta moral de los nacionalistas repudiaba
los detalles sensuales de las mujeres y creían que la mujer trabajadora pobre no podía
ser bella sin caer en la prostitución. Agregaban, “No en balde hay un judío escondido en
cada casa de modas, de perfumes, en cada salón de belleza... La hija de familia pobre
compra su seducción con el hambre de sus padres y hermanos ¿Y para qué? Se sabe ya
en lo que suele acabar con sus encantos...” 300
La referencia antisemita asociando a un judío con la sensualidad, el erotismo, la
seducción y la degradación moral no resultaba extraña en las páginas nacionalistas.
Convertidos en un “otro” abominable y amoral, los judíos eran equiparados a las
prostitutas, ambos amenazaban el orden moral y el orden social. 301 Meinvielle,
destacada personalidad del mundo católico, declaraba su deseo de preservar a la
sociedad de las “perversidades” de los judíos, quienes aprovechaban la oscuridad de la

298
Ver, LOBATO, Mirta, “Entre la protección...”, Op. cit., p. 247.
299
Crisol, “La verdadera inversión de la sociedad cristiana. El trabajo de las mujeres y la desmoralización
del hombre”, 6/11/1938, p. 1.
300
Crisol, Idem.
301
“El hecho de estar circuncidados los hacía sexualmente distintos y, por tanto, los convertían en „el
Otro‟; uno podía esperar de ellos cualquier perversidad. Como las mujeres, los judíos eran propensos a
conductas hipersexuales...” MC GEE DEUTSCH, Sandra, Los nacionalistas..., Op. cit., p. 114.
noche para cometer actos bestiales.302 A su vez, algunas de estas características se
extendían a otros grupos no necesariamente judíos, como los comunistas o los
inmigrantes rusos asociados al judaísmo y al comunismo.
Las mujeres trabajadoras representaban una amenaza en potencia, todo dependía
del éxito de la protección y el acaparamiento de este material disponible para los
izquierdistas. En este sentido se imponía una decisión estratégica: se podía insistir
inútilmente en que la mujer regrese al hogar a cumplir el rol predestinado de ama de
casa, o podrían buscarse formas innovadoras de proteger a estas mujeres trabajadoras e
incorporarlas al nacionalismo. Los nacionalistas, paradójicamente, seguirán las dos
alternativas paralelamente. Síntoma de esta doble estrategia es la inclusión, en los
programas de las agrupaciones de obreros nacionalistas, de la exigencia de legislación
que proteja realmente a las obreras proponiendo, al mismo tiempo, un futuro en el cual
las necesidades económicas de las clases populares no lleven a que la mujer “abandone”
el hogar en busca de trabajo. Guido Glave, miembro de la Unión Patriótica Argentina,
decía que la mujer fuera de su casa genera por lo menos a tres consecuencias
indeseables: desatención de sus hijos, disminución de la natalidad, y, también,
distracciones y diversiones malsanas. Por tanto proponía la abolición del trabajo de la
mujer casada.303 Todavía más extremista, Passalacqua Eliçabe, del Partido Fascista
Argentino, decía que su agrupación no permitirá de ningún modo “que la mujer deje de
cumplir su destino de madre y esposa, es decir, la reintegrará por completo al
hogar.”304 Esto significa que, a lo sumo, la decisión de las mujeres de ingresar al
mercado laboral estaba justificada únicamente por un estado de necesidad primaria. Los
obreros nacionalistas no consideraban el trabajo femenino como una forma de
realización y desarrollo personal ni, mucho menos, como una vía de emancipación
económica y social para las mujeres. Ellos pensaban el trabajo en términos netamente
masculinos: “El trabajo, en cuanto es creación y arte, donde el hombre encuentre la
necesidad de sí mismo, donde sienta la exaltación de su virilidad y donde exprese su
íntima personalidad espiritual.”305
En los casos en los que las mujeres, apremiadas por necesidades o la mala fortuna del
destino –las viudas, las huérfanas, etc.- debían enfrentar el desafío de insertarse en el

302
En MC GEE DEUTSCH, Sandra, Idem.
303
GLAVE, Guido, Economía dirigida de la democracia corporativa, Buenos Aires, Imprenta Luis
Gotelli, 1936. Ver pp. 85 y 87.
304
PASSALACQUA ELIÇABE, H. V., El movimiento..., Op. cit., p. 66.
305
MARES, Fermín, “Conceptos nacionalistas de la libertad y del trabajo”, en Crisol, 4/04/1940, pp. 1 y
3.
mercado de trabajo, los nacionalistas expresaban que debían percibir un salario “digno”
y trabajar las horas reglamentarias para poder también hacerse cargo de las tareas del
hogar. 306
Los casos de las trabajadoras de las alpargatas y de las costureras a domicilio sirven de
ejemplo de la defensa que los nacionalistas erigen de ciertas obreras. En los últimos
meses del año 1938 el periódico Crisol sigue el caso de las trabajadoras de las
alpargatas. Estas trabajadoras tenían –según el informe del periódico- entre 16 y 20 años
y se desempeñaban en distintas tareas para la confección de alpargatas; las mismas eran
sometidas a la utilización de líquidos fétidos y otros materiales ásperos que les
producían callosidades en las manos.307 Los empleadores pagaban por docena de
unidades realizadas, esto implica que debían coser “a toda velocidad durante 9 horas”.
La situación de estas trabajadoras se veía agravada por la incorporación de una hora al
horario, para compensar el feriado de los sábados. El discurso periodístico apoya su
argumento de defensa de las obreras en dos cuestiones: los empleadores eran judíos y
esto era una desgracia tanto para las empleadas explotadas como para los otros
empresarios del ramo textil que no podían competir frente a las argucias de los
fabricantes israelitas; y, el segundo punto, la situación tenía lugar debido a la ineficacia
de las leyes sociales de los “partidos de izquierda y la oronda burguesía democrática”.
En cuanto al régimen de trabajo de costureras sastres, Crisol dice que se vio afectado
por la desocupación y la ineficacia de la legislación, en el sentido de mayor cantidad de
horas de trabajo y menores ingresos, debido a que el salario se conforma por las
unidades confeccionadas. El DNT tendría que actuar para "... impedir que se siga
haciendo este ilícito y repugnante comercio del trabajo humano. El problema, tanto
desde el punto de vista social como económico, es demasiado grave como para que
admita dilaciones y sus consecuencias, pueden ser fatales para nuestra sociedad
actual."308
La defensa y protección del trabajo a domicilio fue otro de los grandes frentes que los
nacionalistas abrieron en la década del treinta, denunciando a menudo la explotación de

306
Sobre la perspectiva del catolicismo respecto al trabajo femenino ver MC GEE DEUTSCH, Sandra,
“The catholic church, work, and womanhood in Argentina, 1890-1930”, en Gender & History, Estados
Unidos, Vol. 3, Nº 3, Otoño de 1991.
307
Otro caso denunciado a favor de mujeres obreras: "Hay secciones donde las obreras llamadas
„maquinistas‟ tienen que atender máquinas que requieren la fuerza de un hombre. El continuo abrir y
cerrar de ciertas válvulas calientes y duras que les destrozan las manos, formándoles horribles
callosidades, que solamente pueden concebirse en un hombre que empuña diariamente el arado o la pala."
En Crisol, “La mujer y el trabajo de la industria textil”, 30/11/1939, p. 1.
308
Crisol, “El problema del trabajo”, 21/08/1935, p. 3.
las costureras que trabajaban bajo ese sistema. Por esto, en 1941 será bienvenida una
ley, sancionada en Diputados, para regular este sistema. La legislación disponía – entre
otras cosas- que los empresarios, intermediarios y talleristas que encargan trabajos a
domicilios debían estar previamente habilitados, y llevar un libro autorizado y rubricado
en donde constaran los datos personales de los obreros (en su mayoría mujeres).
Asimismo debían consignar otros aspectos del trabajo: la cantidad y calidad del
producto encargado, las tarifas y los salarios, motivos o causas de la reducción o
suspensión de los encargos a domicilio. También se agrega que los locales donde se
realice el trabajo a domicilio (talleres, viviendas) debían reunir condiciones de higiene y
seguridad que determine la autoridad competente, además, los pagos de los salarios se
309
deben hacer en forma directa. Monseñor Miguel De Andrea fue un muy activo
defensor de las costureras y trabajadoras mujeres sobre todo de la rama textil. Creía que
a través de la dignificación moral y el bienestar material el pueblo se “inmunizaría”
contra el comunismo y denunciaba los abusos de los industriales.
“La expoliación se vuelve tanto más inicua, cuanto más indefensas son las víctimas
contra las cuales se ejercita. Son tratadas peor que los esclavos a quienes se negaba el
derecho de propiedad de su trabajo, y peor que a las bestias a quienes se da alimento
suficiente para que no perezcan de hambre. La Sociedad que tolera una abominación
semejante tiene su castigo.”310

No obstante, los nacionalistas sostenían que "El ingreso de la mujer a las fábricas
marcó una serie de fenómenos sociales nefastos", los cuales son: el abaratamiento del
salario que puso al obrero en situación desventajosa; el desplazamiento de hombres
aptos por obreras nuevas; la desocupación de los jóvenes presentando un nuevo peligro
ya que "la juventud desocupada es apta para la perversión moral y física". A estos
fenómenos, hay que sumarle la “debilidad” del movimiento obrero debido a que el
carácter femenino no favorece la lucha gremial. Al ingreso de las mujeres en las
fábricas le seguiría, según los nacionalistas, "la muerte de todo movimiento obrero de
carácter social, porque la mujer no podía mantener en ninguna forma una lucha
gremial, dada la brutalidad de los métodos empleados por ambas partes".311

309
Ver Crisol, “Controlará el Estado el trabajo a domicilio”, 1/08/1941.
310
DE ANDREA, Miguel, “Obras completas”, tomo IV, Buenos Aires, Difusión, 1946, en HALPERIN
DONGHI, Tulio, La República imposible (1930-1945), Buenos Aires, Ariel, 2004, p. 590.
311
Crisol, “Deben reclamar su trabajo los jóvenes desalojados por la competencia femenina”, 19/04/1940,
p. 1.
Sin embargo, el nacionalismo intentó organizar y sindicalizar a las mujeres, sabemos
que el centro nacionalista de Vicente López se propuso oficializar algunos grupos de
obreras que actuaban por la “revolución nacional”.312 Entonces, resultaría excesivo y,
hasta, insostenible afirmar la existencia de obreras nacionalistas en el sentido de un
grupo determinado, organizado, agremiado, pero sí parece plausible afirmar que existían
mujeres trabajadoras identificadas con el movimiento nacionalista. Éstas se expresaban
a través de los órganos de difusión disponibles y por medio de la participación en las
distintas agrupaciones. Por ejemplo, en un acto de la Unión Sindicalista Argentina, en el
barrio de Flores, se menciona la presentación de una “dama” que hablaría sobre el
monopolio de la venta de productos alimenticios.313 El lugar de las mujeres en el
movimiento obrero nacionalista es difícil de evaluar pero es importante destacar que
funcionaban como ejemplo de “auténticas trabajadoras” y “buenas mujeres”. Es
interesante el caso del acto inaugural de la Organización Obrera Adunista de Mendoza
el cual se realizó formalmente en un recinto junto a dos figuras destacadas: el cura y la
madrina.
También se puede hablar de una participación no desdeñable de las mujeres en distintas
prácticas, por ejemplo la oratoria, generalmente reservada a la masculinidad. María
Luisa del Campo, militante de la Falange Argentina de las JANS (Juventudes
Argentinas Nacional Sindicalista), ofició de oradora en representación de la “mujer
nacionalista” en el II Congreso Nacional Sindicalista realizado en la ciudad de La Plata
en 1937.314 Asimismo, María Elena Rodríguez, perteneciente a la Falange Española de
las JONS, actuó en un seminario junto a otros oradores con una conferencia titulada
“Que el hombre de tu vida sea el mejor….” 315
Estas mujeres encarnaban el ideal de la “mujer argentina”, a veces secundando a los
hombres en sus tareas, apoyándolos desde sus acciones cristianas; y otras veces,
ocupando un rol protagónico en actos, marchas y rituales. Representaban lo opuesto a
las obreras politizadas, a las militantes comunistas, habitualmente caracterizadas como
mujeres exaltadas y monstruosas: “… las líderes comunistas estudiantiles y obreras, de
narices ganchudas, labios bestialmente sensuales y ojos de chancho".316 Otra vez la

312
Crisol, “El nacionalismo y el trabajo nacional”, 17/03/1943, p. 4.
313
Crisol, “Unión Sindicalista Argentina”, 22/10/1939, p. 3.
314
Crisol, “Falange Argentina de las JANS. Una aclaración”, 25/05/1937, p. 2.
315
Crisol, “Falange Española de la JONS”, 11/12/1937, p. 2.
316
Crisol, “El 1º de Mayo fue copado íntegramente por los comunistas”, 3/05/1936, p. 1.
imagen enemiga condensando varias “indeseables”: judías, comunistas, militantes
obreras politizadas, mujeres sensuales.
Periódicos como Crisol publicaban cartas de lectoras –aunque eran escasas-
dando lugar a la participación femenina. Las mujeres estaban presentes en las fotos que
el periódico editaba en ocasión de festejos y conmemoraciones, como también en los
actos del primero de mayo en los cuales ellas marchaban bajo un cartel con el nombre
del diario. Las formas de participación y adhesión eran variadas: cartas, visitas al diario,
presencia en conmemoraciones, etc. Por ejemplo, una obrera del Frigorífico Armour de
Berisso envía una carta para informar sobre las condiciones de trabajo en ese
establecimiento317; o un grupo de obreras católicas visita las instalaciones de Crisol para
felicitar al diario por sus campañas de denuncia contra los abusos que se daban en el
trabajo a domicilio.
Pero no todas las intervenciones femeninas eran en sentido positivo. El periódico editó
una polémica entre un columnista y una lectora la cual se quejaba de la perspectiva de
una nota titulada “Los judíos y el empleo de las mujeres”. Esta lectora se mostraba
indignada porque el autor de la nota afirmaba que el “instinto de inferioridad” femenino
las llevaba a aceptar trabajos mal remunerados, lo cual repercutía negativamente en el
índice de empleo masculino. También se sugería en la nota que los hombres son
naturalmente más “eficaces” que las mujeres. La lectora replicaba: "Soy mujer y trabajo
desde hace 20 años y más en oficinas comerciales. Conozco y he conocido a muchos
hombres (...) y puedo asegurar a Uds. que en ningún momento he podido comprobar
que en general sean más competentes ni más eficaces que nosotras las mujeres, por lo
que tampoco he conocido ni experimentado el más mínimo sentimiento de inferioridad
al hombre." Afirmaba que los salarios más bajos los deben aceptar a la fuerza, por la
brutalidad del hombre. El argumento que sustentaba su indignación era claramente de
peso, a saber, el derecho al trabajo era universal. De hecho, "el trabajo no es ningún
privilegio, creado exclusivamente para el hombre, sino simplemente el medio de
asegurarse la vida y ya sería el colmo sostener que el hombre tenga más derecho a la
vida que la mujer." 318

317
La obrera del Frigorífico destaca los efectos del cambio de temperatura que existen en el proceso de
faenamiento “que obligan a trabajar a 10 o 12 grados bajo cero y volver más tarde a una atmósfera de 28
o 30 grados sobre cero”, mientras que agrega que las condiciones de salubridad son „solo palabras‟. En
Crisol, “Inicua explotación a la mujer argentina cometen los frigoríficos trustificadores”, 31/07/1941, p.
4.
318
Crisol, “Carta de una lectora. Una opinión femenina”, 2/03/1941, p. 4.
Este caso podría considerarse dentro de la evolución y complejidad que la participación
femenina tuvo en el movimiento de derecha. En efecto, mujeres nacionalistas se
dedicaron a defender ciertos objetivos feministas como el derecho al trabajo, a
remuneraciones equitativas respecto al salario masculino, también, la extensión de los
derechos civiles. Aunque muchos objetivos coincidían con los movimientos feministas
democráticos y con los reformadores socialistas, no actuaron en conjunto debido a que
las mujeres nacionalistas eran profundamente antiizquierdistas y antidemocráticas,
además de defender un modelo opuesto de mujer como inherentemente piadosas,
maternales y humildes.319
La “visibilidad” de las mujeres nacionalistas y obreras parecía haberse incrementado en
la década del treinta, estaban presentes en las marchas del día del trabajador, y otras
prácticas organizadas y dirigidas por los hombres nacionalistas. El contexto favorecía
esta tendencia “inclusiva” porque el movimiento nacionalista, ilusionado por el clima
creado por el fascismo europeo, pretendía ampliar su capacidad de convocatoria y
movilización popular.
Para alcanzar este objetivo los nacionalistas buscarán operar en nuevos ámbitos (plazas,
barrios populares, etc.) desplegando prácticas diferentes a las tradicionales. En este
nuevo ciclo del nacionalismo se inscribe la realización de actos para los 1º de mayo,
ocasión en la cual se intenta disputar, en un ámbito propio de la cultura de izquierda, la
representación de los trabajadores. Con una estética particular y una programa
“revolucionario” la derecha radical procura responder al predominio de la izquierda
entre el proletariado argentino. En el siguiente capítulo se abordarán algunos aspectos
de los 1º de mayo nacionalistas en la ciudad de Buenos Aires, entendiendo a estás
prácticas como una estrategia central en del intento de construir un movimiento político
masivo y popular que hunda sus raíces en la extrema derecha.

319
Ver MC GEE DEUTSCH, Sandra, “Spreanding…”, Op. cit..
5. El primero de mayo nacionalista. Estrategias y prácticas en un nuevo escenario.

La historiografía sobre el fascismo teorizó acerca del carácter que asumían ciertas
prácticas en este fenómeno político particular. Se han destacado los mitines como uno
de los elementos constitutivos del fascismo, es decir, se trataba de una práctica
necesaria para la reproducción de la estructura política. Stanley Payne dice que “lo que
sí parecía claramente distintivo [en los movimientos fascistas] era el gran hincapié que
se hacía que se hacía en mitines, marchas, símbolos visuales y rituales ceremoniales o
litúrgicos, a los que en la actividad fascista se les daba un papel central y una función
que iba más allá de lo que ocurría en los movimientos revolucionarios de izquierda. Con
ello se trataba de envolver al participante en una mística y en una comunidad de ritual
que apelaba al factor religioso, además de al meramente político.”320
Posteriormente, la nueva historiografía ha fijado su atención en ciertos episodios
que traslucirían una cierta lógica de las prácticas sociales. Aparentemente secundarios
en importancia, estos episodios, eventos y experiencias son tomados como “síntomas”
de fenómenos más amplios. En general se atiende a la construcción de rasgos
identitarios y formas autorrepresentativas de una clase, grupo o comunidad, a través de
las cuales se definen los actores sociales de un determinado momento histórico. El
marco en el cual se desenvuelven estas prácticas será fundamental para dimensionar su
importancia y significado en relación siempre a otras acciones.
Las festividades han sido un campo privilegiado por los historiadores para analizar la
construcción de identidades políticas, la presencia de conflictos interétnicos y de
tensiones sociales, la autoafirmación de actores que emergen en la escena pública, los
posicionamientos y confrontaciones político-ideológicas, la apropiación y significación
del espacio urbano.321 “Todo proceso de construcción y uso de los espacios públicos,
como son las fiestas, implica polémicas y desafíos culturales. En el caso argentino,

320
PAYNE, Stanley, El fascismo, Madrid, Alianza Editorial, 1980, p. 18.
321
Los siguientes trabajos, en relación a nuestro país, abordan uno o más aspectos enunciados:
BOHOSLAVSKY, Ernesto y YAPPERT, Susana, “¿Génova o Yapeyú? Fiestas, monumentos y tensiones
nacionalistas en el Alto Valle, 1910-1930”, Revista de la Facultad de Derecho y Cinecias Sociales,
Universidad Nacional del Comahue, General Roca, N°7, Año 2002; y también de BOHOSLAVSKY,
Ernesto, “El 1° de mayo y las fiestas peronistas en Río Negro”, en Pilquén, N°4, Centro Universitario
Regional Zona Atlántica, U.N. del Comahue, Viedma; MACOR, Darío y PIAZZESI, Susana, “Fiestas
provincianas en el calendario simbólico peronista. Santa Fe 1946-1955”, Documento de Trabajo Nª 11,
Santa Fe, Programa de Estudios Interdisciplinarios de Historia Social, UNL, 1998; VIGUERA, Aníbal,
“El primero de mayo en Buenos Aires, 1890-1950: evolución y usos de una tradición” en Boletín del
Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr. E. Ravignani”, Tercera Serie, núm. 3, 1° semestre de
1991; SIGAL, Silvia, “Las plazas de Mayo”, en Altamirano, C. (ed.) “La Argentina en el siglo XX”,
Buenos Aires, Editorial Ariel, UNQ, 1999.
desde 1910, este campo de batalla cultural apareció cada vez más tensionado en una
clave nacionalista que implicaba una relectura de los inmigrantes. Se difundía la
convicción de que había un „ser nacional‟ que había sido bastardeado por el aluvión
babélico y una república liberal sin discriminaciones nacionalistas y abiertas a los
322
influjos del mundo.” Así, por ejemplo, documenta Bohoslavsky que en 1919 los
simpatizantes de la Liga Patriótica Argentina tomaron la iniciativa en la organización de
las tradicionales Fiestas Mayas en General Roca, caracterizadas por la confluencia de
las distintas colectividades de la zona, sin embargo, en esta ocasión los organizadores
excluyeron a los „elementos extranjeros‟ pretendiendo “copar” la celebración
otorgándole un tinte fuertemente nacionalista.
Si bien desde sus inicios, los actos del 1º de mayo pueden identificarse como una
práctica política casi exclusivamente limitada al socialismo y al anarquismo, durante la
década del treinta aparecen distintos grupos en lucha por la apropiación del significado
323
del día de los trabajadores. En efecto, a los tradicionales partidos de izquierda y
organizaciones gremiales se suman ahora los sectores dominantes que intentan construir
un nuevo significado a la fecha. “A partir de la decisión primigenia de celebrarlo,
transmitida en 1890 desde los círculos obreros internacionales, el 1° de mayo ha tenido
en Buenos Aires un sentido y una función cambiantes para los propios trabajadores;
pero también los ha tenido para los sectores dominantes, que lentamente fueron
intentando „cooptar‟ la celebración obrera en un claro ejemplo de construcción de un
orden hegemónico.” 324
Al principio, los nacionalistas participaban en las celebraciones del día del trabajador
organizadas por los grupos de obreros católicos, concurriendo a los actos o bien
difundiéndolos en sus periódicos en forma de apoyo. Nacionalistas e Iglesia, muchas
veces en un esfuerzo coordinado, pujaban por arrebatar a los partidos de izquierda su
influjo sobre la masa trabajadora. Federico Finchelstein hace referencia a un festejo
realizado en Trelew que coincidió con una misa de homenaje a la memoria de Uriburu
en 1933325; con posterioridad a dicho homenaje “nacionalistas y obreros católicos

322
BOHOSLAVSKY, Ernesto, “¿Génova o Yapeyú?...”, Op. Cit.
323
El primero de mayo de 1890 los obreros conmemoraron por primera vez el día del trabajador. Dicen
que los oradores hablaron cada uno en su propio idioma (español, alemán, italiano y francés), en En
PANETTIERI, José, Los Trabajadores, Buenos Aires, CEAL, 1982.
324
VIGUERA, Aníbal, “El primero...”, Op. cit. p. 54.
325
Federico Finchelstein sostiene que, en la primera mitad de la década del treinta, la figura de Uriburu
empieza a ser vivida como un „mito movilizador‟ que pretendía tener en la práctica una función
aglutinante, y el golpe de Estado de 1930, como un momento fundacional y de ruptura con un orden
anterior. A través de distintas prácticas y rituales, los nacionalistas intentaron construir una memoria
326
festejarían asimismo el 1º de mayo con un almuerzo de camaradería”. Poco a poco,
las celebraciones del 1º de mayo adquirieron una importancia fundamental para una
parte del nacionalismo que se disponía a captar los sectores populares. Se trató de un
proceso por el cual los nacionalistas se acercan al mundo obrero a partir de un cambio
fundamental: van a sumar a las prácticas puramente represivas durante los festejos, la
organización de actos propios.327
La Liga Patriótica Argentina fue pionera - en lo que la derecha se refiere- en
intentar otorgar al día de los trabajadores un signo patriótico. Carlés estableció una
vinculación con el pronunciamiento de Urquiza, decía que con “el mismo entusiasmo
que nuestros abuelos proclamaron en esta tierra de bravos la libertad cívica, en esta
tierra de bravos la Liga Patriótica Argentina proclama la libertad del trabajo, en el día
de los trabajadores honestos de la República Argentina.”328 La Liga Patriótica
Argentina difundió una circular a las filiales donde hacía notar la “trascendencia
histórica” de la fecha ya que se rememoraba “el día del pronunciamiento de Urquiza
contra Rosas”, añadiendo que el significado de aquel hecho debe ser difundido “para
oponerlo a la prédica de aquellos que pretenden convertir esa misma fecha en símbolo
de odios, exaltados regímenes de fuerza que rechazan nuestro pasado histórico y la
actual conciencia ciudadana.”329 La celebración se produjo en la ciudad de
Gualeguaychú, Entre Ríos, el 1º de mayo del año 1921, con la autorización del
gobierno.330 Existió una gran organización para el acto: Carlés llegó en un aeroplano y
hubo música, desfiles y discursos. “La Liga planeaba apropiarse de este símbolo
internacional de la lucha de los trabajadores y transformarlo en una festividad

uriburista que “fuera conducente en términos políticos”. Explica el autor, que estas políticas de la
memoria intentaron “coordinar la acción política del conglomerado o formación informal nacionalista con
vistas a un comportamiento coherente en el ámbito más amplio de la esfera pública argentina”. Ver
FINCHELSTEIN, Federico, Fascismo, liturgia e imaginario. El mito del general Uriburu y la Argentina
nacionalista, Buenos Aires, FCE, 2002.
326
FINCHELSTEIN, Federico, Fascismo..., Op. cit., p. 47.
327
Las prácticas violentas eran un elemento constituyente de las dinámicas de los grupos nacionalistas
desde sus inicios, tomando como momento histórico referencial los sucesos de la semana trágica en 1919.
Sobre estos sucesos y la violencia que se inicia en este „nudo histórico‟, para luego trascender el marco
histórico de la protesta y proyectarse en tanto una forma de reacción y acción política del nacionalismo
argentino, ver LVOVICH, Daniel, Nacionalismo y antisemitismo en la Argentina, Buenos Aires,
Ediciones B, 2003; y, MC GEE DEUTSCH, Sandra, Contrarrevolución en la Argentina 1900-1932. La
Liga Patriótica Argentina, Buenos Aires, Universidad Nacional de Quilmes Editorial, 2003. Para un
análisis de la violencia nacionalista después del golpe del treinta ver FINCHELSTEIN, Federico,
Fascismo..., Op. cit.
328
CARLÉS, Manuel, El primero de mayo argentino, Comisión de Propaganda de la Liga Patriótica
Argentina, Buenos Aires, 1921.
329
La Fronda, “Liga Patriótica”, 30/05/1938, p. 2.
330
Ver DI TELLA, Torcuato, Perón y los sindicatos. El inicio de una relación conflictiva, Buenos Aires,
Grupo Editorial Planeta, 2003.
puramente nacional del trabajo libre, en forma similar a como lo harían luego los
nacionalsocialistas en Alemania”331 En el desfile participaron las brigadas y las filas de
“trabajadores libres” que pertenecían a la Liga. De todos modos, Sandra McGee señala
que la Liga “nunca explotó la psicología de masas, los mitos nacionales ni la estética de
las concentraciones multitudinarias con la intensidad con que lo hicieron los fascistas
(…) no intentó sistemáticamente movilizar a las masas, y mucho menos por medio de
sus milicias, cuyo propósito primordial era combatir a los sindicatos”. 332

Según los historiadores la primera organización nacionalista verdaderamente popular


que organizó sistemáticamente actos para el día del trabajador en Buenos Aires fue la
Alianza de la Juventud Nacionalista en el año 1938. Marcus Klein señala, “On 1 May
1938, the first time that Nacionalistas publicity celebrated Labour Day in the streets of
Buenos Aires, Queraltó reaffirmed this pro-labour stand-point by skating social
inequality was „irritating and unjust‟ and that „the desperation and misery‟ of the people
333
were unacceptable.” En el mismo sentido, Daniel Lvovich sostiene que la Alianza
“fue el primer movimiento nacionalista en convocar a los trabajadores a conmemorar el
1º de mayo, desafiando el monopolio de la izquierda en los actos públicos del Día del
334
Trabajador en su intento de nacionalizar la fecha.” Sin embargo, los festejos
nacionalistas del 1º de mayo existen -en forma sistemática- varios años antes. Dichos
actos fueron organizados por la Federación Obrera Nacionalista Argentina en la Plaza
Alsina de Avellaneda, una localidad vecina de la Capital Federal, la misma plaza en la
que Fresco celebró por vez primera el 1º de mayo en 1937. Esto quiere decir que para
cuando hace su aparición la AJN en la escena pública, el nacionalismo ya contaba con
una tradición de actos nacionalistas. Más aún, el joven Juan Queraltó –jefe de la
Alianza- formó su oratoria en los actos de la FONA en los cuales ocupaba un lugar en la
tarima junto a oradores de la agrupación obrera organizadora. Tampoco fue, en 1938, la
única en convocar a los obreros. En efecto, el año que la Alianza organiza su primer
gran acto, dos organizaciones obreras convocaban a sus propios actos: la FONA en
Avellaneda y la USA en Plaza Primera Junta de la Capital Federal.

331
MC GEE DEUTSCH, Sandra, Contrarrevolución..., Op. cit., p. 144.
332
MC GEE DEUTSCH, Sandra, Idem, p. 238.
333
KLEIN, Marcus: “Argentine Nationalismo before Perón: The case of the Alianza de la Juventud
Nacionalista, 1937-c.1943” en Bulletin of Latin Américan Research, vol. 20, 2001, p. 106.
334
LVOVICH, Daniel, Nacionalismo..., Op. cit., p. 310.
El 1° de Mayo de 1935 estaba Buenos Aires poblada, en los distintos puntos de
reunión, de celebraciones de los partidos de izquierda. Socialistas y comunistas
convocaron a los trabajadores –como tradicionalmente lo hacían- a los festejos del día
del trabajador que consistían en marchas, discursos, cánticos, etc. Los nacionalistas se
quejaban del „uso‟ electoralista que los socialistas daban a las celebraciones y los
denunciaban por “enarbolar el trapo rojo”. Unos días antes, la C-PACC, organización
liderada por Carlos Silveyra, llamaba a los adherentes de la agrupación y a los
simpatizantes de la misma, a organizarse para cumplir con el servicio de vigilancia
preparado para el 1° de mayo, era imperioso participar, y "ocupar el puesto que se le
asigne en el servicio de vigilancia que la CPACC ha organizado para ese día, como en
los años anteriores, en los distintos barrios de la Capital, a fin de cooperar en el
mantenimiento del orden y hacer cumplir estrictamente el decreto nacional que prohibe
335
enarbolar el trapo rojo". Carlos Silveyra era amigo de Osés, y editaba la revista
Clarinada a través de la cual incitaba a la violencia, de hecho, debió enfrentar
numerosas demandas judiciales por sus expresiones agresivas, cargadas de desprecio y
odio. Además la CPACC organizaba conferencias callejeras, interfería en los mitines
izquierdistas con actividades de vigilancia y “contraespionaje” buscando información
escrita que intercambiaba con la policía. Clarinada contaba con la propaganda de varios
organismos del Estado, como el Banco de la Nación Argentina y la Junta Nacional de
Granos entre otros. Silveyra alentaba al gobierno para que tomara medidas
anticomunistas, recomendaba retirar a los maestros izquierdistas de la docencia y
controlar al sector estudiantil; también quería “apartar a los sindicatos de la política y
crear „sindicatos argentinos‟ de empleadores y trabajadores bajo el liderazgo de
argentinos nativos. Los sindicatos de patrones „ayudarían‟ a sus contrapartidas obreras a
eliminar los sindicatos „rojos‟, y los sindicatos obreros crearían „grupos de defensa‟
contra el comunismo, propuestas parecidas a las de la LPA”.336
Paralelamente a estas habituales prácticas represivas a cargo de la CPACC y sus
simpatizantes, se prepara una celebración nacionalista del día del trabajador en
Avellaneda organizada por la FONA con la adhesión de ADUNA. En la misma se cantó
el himno nacional argentino, la marcha adunista y se escucharon discursos de los
referentes de dichas agrupaciones.

335
Crisol, “C-PACC”, 28/04/1935, p. 4.
336
MC GEE DEUTSCH, Sandra, Las derechas. La extrema derecha en la Argentina, el Brasil y Chile.
1890-1939, Buenos Aires, Universidad Nacional de Quilmes Editorial, 2005, p. 282.
El objetivo era lograr instituirse como una opción identitaria para los
trabajadores „argentinos‟ a través de generar un ámbito público festivo. En el primer
acto que organiza la Alianza de la Juventud Nacionalista (AJN) en noviembre de 1937,
Mario Rosso, uno de los oradores decía: "No creemos en la virtud de las leyes de
represión; en la práctica estas agravan el mal, y no solucionan nada, mientras
337
subsisten las causas que alimenta toda rebelión, en este caso más que justificada.”
La aparición relativamente exitosa de la Alianza en el escenario público, participando
de una práctica genuinamente popular, fue posibilitada por ciertas condiciones. El año
1937 será un momento de auge para nacionalismo obrerista con la creación de varias
agrupaciones obreras: la Agrupación Obrera Adunista; el Frente Obrero Nacionalista
Argentino; la Unión Sindicalista Argentina; y la Alianza Juventud Nacionalista. En
1937, la FONA (Federación) desarrolla una seguidilla de actividades semanales,
denominada “campaña del 1° de mayo”, que básicamente se trataban de conferencias
cuyos lemas principales eran por la “España nacionalista” y contra el comunismo. Se
trató del único acto nacionalista reconocido por Crisol, los representantes de la
agrupación señalaron que el significado de esta fecha se opone tanto al de “fiesta del
trabajo”, como al de “movilización del proletariado mundial” y se trata de un repudio al
liberalismo y a su símbolo, la Constitución de 1853, “agente y factor principal de los
males que hoy nos aquejan”.338
Se abre una lucha por el significado del primero de mayo, donde los socialistas
se perciben como el enemigo más significativo desde el punto de vista político, mientras
que los comunistas lo son desde el punto de vista social. Se trataba entonces de
arrebatar la hegemonía del marxismo en el mundo del trabajo. "Resulta verdaderamente
anacrónica la celebración del 1 de Mayo como fecha del trabajo, porque tal como está
concebida y acaparada por el marxismo - que a su vez se la arrebató al anarquismo-
tiene todas las características de una fecha del odio clasista, que la secta roja
pendonea como un símbolo."339 Contraponían a la tradición mundial del 1º de mayo el
nuevo significado abierto por los fascismos europeos. La prensa informaba con detalles,
fotos y grandes titulares las celebraciones de la “fiesta del trabajo alemán”. En dichas
celebraciones se hacían presentes, además – por supuesto- de la comunidad alemana de

337
Crisol, “La vibrante afirmación juvenil nacionalista de ayer. El gran mitin contra el comunismo de la
Alianza de la Juventud”, 7/11/1937, p. 1.
338
Ver Crisol, 4/05/1937. La misma crítica de a la Constitución de 1853 en el editorial de La Fronda del
1/05/1938.
339
Crisol, “La anacrónica celebración del 1º de Mayo”, 1/04/1935, p.1.
orientación nazi, algunos nacionalistas argentinos. Por ejemplo, la agrupación Unión
Nacionalista de Estudiantes Secundarios (UNES) que en 1937 se presentaron vestidos
de camisa gris340, corraje y brazaletes argentinos. Los actos se realizaban en el estadio
Luna Park decorado con banderas esvásticas y banderas argentinas. En ellos participaba
un número importante de personas: según Crisol, la concurrencia "rebasaba el límite de
capacidad del estadio" mientras que Bandera Argentina hablaba de 20.000 personas.341
Se preparaban desfiles y demostraciones de jóvenes gimnastas, compañías de boy
scouts, agrupaciones femeninas; se cantaba el himno alemán y se pronunciaban
discursos del embajador alemán en la Argentina, Von Therman, y otras
personalidades.342
Los sucesos mundiales de 1936, fundamentalmente la guerra civil española, generaron
una exasperación del odio nacionalista contra las fuerzas de izquierda que, junto al
radicalismo y al demoprogresismo, prepararon un gran acto para el 1º de mayo.343 “Las
consignas de ese acto, por otra parte, superaban ampliamente el marco de las
reivindicaciones gremiales: si no dejaban de incluir la defensa de la ley 11.729, la
derogación de la ley de residencia, el respeto por las libertades sindicales, la lucha
contra la desocupación y por la elevación del nivel de vida de la clase trabajadora,
también planteaban numerosas cuestiones de política general: afirmación de las
libertades democráticas; defensa de la ley Sáenz Peña y condena del fraude y la
violencia; repudio de las dictaduras, de la oligarquía y el fascismo; amnistía para los
presos políticos y sociales; reconocimiento legal de los partidos democráticos; control

340
Juan Queraltó, presidente de la UNES y posteriormente de la AJN, explicaría en el primer acto de la
Alianza en noviembre de 1937, que el significado de la camisa gris es la igualación de los hombres, “los
de arriba” y “los de abajo”, agregaría que “es del color de la blusa de nuestros trabajadores de fábricas y
talleres y del color de las bombachas de nuestros hombres de campo; es por eso que la hemos adoptado
como prenda de nuestro movimiento, por ella significa trabajo, sudor y lucha”. Ver, Crisol, 7/11/1937.
341
Bandera Argentina, “La colectividad alemana….”, 4/05/1937, p. 4.
342
Pudimos obtener registro de las celebraciones alemanas en los años 1935, 1936 y 1937, según las
fuentes consultadas. En 1938 la comunidad alemana abiertamente pro nazi festeja en el mes de abril la
anexión de Austria al III Reich. El acto se realizó en el Luna Park y contó con la autorización policial
correspondiente, mientras que la misma le fue negada a la Federación Universitaria Argentina (FUA) que
quiso hacer un acto. En repudio a la negación del permiso y al acto de la comunidad alemana los
estudiantes universitarios marcharon hacia el centro de la ciudad expresando su oposición a tales hechos.
En este año el dibujante Clément Moreau representó mediante su obra esta tensión en la sociedad
argentina; en uno de sus dibujos había un hombre leyendo un periódico nazi con la leyenda “Nosotros
también celebraremos, si nos dejan nuestra conmemoración del 1º de mayo en el Luna Park: cualquier
ocasión es buena para manifestarnos.”
343
El acto del 1º de mayo de 1936 fue celebrado de manera conjunta por la CGT, el Partido Socialista, el
Partido Comunista, la Unión Cívica Radical y el Partido Demócrata Progresista (PDP).
del capital financiero internacional y lucha contra su política imperialista; oposición a
todo monopolio privado y en especial al monopolio del transporte.” 344
Sobre Avenida de Mayo, por donde pasaron las columnas de las marchas organizadas
por la izquierda, se colgaron una bandera alemana con la cruz gamada junto a dos
banderas argentinas, una a cada lado, en un obvio gesto de provocación. El
nacionalismo decía que el 1º de mayo era en realidad “un día de huelga oficializada, de
vagancia obligatoria y de cosecha para los explotadores de los trabajadores.”345
Por esos años, además de los actos nacionalistas existían otros sectores que
intentaban también disputar el espacio representativo de la izquierda. Hay que tener en
cuenta los actos de los Círculos de Obreros Católicos –generalmente se trataban de
misas, charlas y almuerzos- y del Partido Popular. El 1º de mayo de 1936 los Círculos
celebrarán la Fiesta del Trabajo en las iglesias y parroquias correspondientes a cada uno
con jornadas eucarísticas, donde se pedirá por la pacificación social del mundo. En esa
oportunidad se difundió el programa social del sindicalismo católico:
Asociación obligatoria para los trabajadores, sobre la base de la libre elección de sus
asociados, reconocimiento de la más amplia libertad de acción y de organización y
colaboración obligatoria de los sindicatos en la preparación, mejora y aplicación de la
legislación obrera.
Conquista de la pequeña propiedad rural para los trabajadores del campo, por la venta
de tierras fiscales, la colonización o por una legislación paulatina que obligue a la
propiedad privada a realizar la función social a que está obligada en pro del bienestar
común.
Adquisición de la vivienda propia para todos los trabajadores urbanos y mientras ello no
se consiga, obtener la mejora, saneamiento y rebaja de alquileres para las habitaciones
urbanas.
Salario vital o familiar, reconociendo para la retribución del trabajo femenino el
principio a rendimiento igual, salario igual.
Participación de los trabajadores en las utilidades y gestión de las empresas.
Instituto de comisiones mixtas permanentes para la fijación de salarios mínimos en la
industria, el comercio y la agricultura.

344
DEL CAMPO, Hugo, Sindicalismo y peronismo. Los comienzos de un vínculo perdurable, Buenos
Aires, CLACSO, 1983, p. 98.
345
Crisol, “El 1º de Mayo fue copado íntegramente por los comunistas”, 3/05/1936, p. 1.
Descanso dominical en lugar del descanso hebdomadario, dentro de lo posible, para
todo trabajador sin excepción.
Organización legal de los consejos o tribunales de trabajo locales, y nacionales para la
aplicación de las leyes sociales; establecimiento de los contratos colectivos de trabajo y
solución de las cuestiones o conflictos profesionales por vía de conciliación y arbitraje.
Organización del seguro social obligatorio, comprendiendo prestaciones por
enfermedad, partos, paro forzoso, vejez, accidentes y en general todos los riegos de la
vida obrera.
Enseñanza y educación profesionales gratuitas y obligatorias del trabajador, con el libre
concurso de las asociaciones obreras: aprendizaje, cursos complementarios en el
transcurso de las horas del trabajo hasta los 18 años, enseñanza técnica de orientación
superior.
Reglamentación de la inspección de trabajo con el apoyo de las organizaciones
sindicales, y el nombramiento de inspectores designados por los sindicatos.
Fomento de las cooperativas existentes por aportes y facilidades de la ley, y formación
de nuevas cooperativas.
Revaluación de las altas tasaciones de la tierra, que sirven de base a la percepción de los
impuestos, y rebaja de los precios de los arrendamientos al colono arrendatario.
Sindicación y organización de cooperativas agrarias.
Construcción de elevadores de granos para facilitarlos preferentemente a las
cooperativas de agricultores.
Escalafón para los trabajadores y empleados del Estado bancarios y de las empresas
privadas que exploten servicios públicos o tengan por lo menos cien personas
asalariadas con carácter permanente. 346
Este programa se revela muy avanzado en varios aspectos. El programa para la
adquisición de la tierra, la generalización de la vivienda urbana, los tribunales del
trabajo, etc., son aspectos presentes en los planes nacionalistas, pero menos comunes
son las reivindicaciones de un salario femenino acorde a las tareas que realice, el
fomento de cooperativas y los programas educativos.
También se destaca el primero de mayo de 1937 el acto organizado por Fresco en
Avellaneda, ya que se trató del primer intento del conservadurismo de derecha, de
competir en este ámbito con la izquierda. Los discursos fueron difundidos por distintas

346
Ver Crisol, “El sentido subversivo de esta fiesta del Trabajo. Expresa sus conceptos la Federación de
Círculos Católicos de Obreros. Un programa de legislación económico-social”, 1/05/1936, p. 3.
radios347 y se gestionaron dos trenes especiales para llevar y traer a los trabajadores de
la zona al acto. También se dictó un decreto que decía sobre el primero de mayo: “esa
celebración se ha convertido entre nosotros en un patrimonio de todas las clases, sin
distinción alguna, desde que para todas ellas el trabajo, en sus múltiples formas,
manuales e intelectuales, constituye la base del progreso y la grandeza de la
Nación.”348 El de Fresco, fue un acto separado del de la FONA, en la misma Plaza
Alsina pero en distinto horario y dentro de las agrupaciones nacionalistas que apoyaron
el acto del gobernador no figuraba la adhesión ni la presencia de FONA.
En el año 1938 se produjeron concentraciones en distintos puntos de Buenos
Aires convocadas por diferentes agrupaciones nacionalistas: en Plaza Italia, la Acción
Renovadora Argentina; en Plaza Primera Junta, la Unión Sindicalista Argentina349; y, en
Avellaneda, la Federación Obrera Nacionalista Argentina. La Liga Patriótica Argentina
también organizó sus actividades por el 1º de mayo, en la Capital y en el interior, pero
al parecer fueron actos cerrados porque no se difunde el lugar de la celebración ni se
promociona la asistencia. La más concurrida y previamente difundida con más
insistencia por la prensa nacionalista fue la Marcha de la Libertad, que según el
periódico Crisol contó con 30.000 asistentes. El recientemente creado Frente Obrero
Nacionalista Argentino, un desprendimiento de la FONA (Federación), participó del
acto de la Alianza disminuyendo seguramente el número de concurrentes al acto de
Avellaneda. La denominación del acto respondía a la necesidad de resaltar “que el
obrero ha roto las cadenas que lo ataban a la afrentosa tiranía marxista”. Sin lugar a
dudas, se trató de la primera manifestación masiva de un primero de mayo nacionalista.
La organización fue muy meticulosa y tuvo en cuenta todos los detalles 350; de
hecho muchos meses antes, desde febrero, “la juventud obrera y estudiosa” inicia los
preparativos de este acto que significaría “la exteriorización de las genuinas y nobles

347
Radio Splendid (LR4), Radio Excelsior (LR5), Radio Prieto (LS2) y Radio Callao (LS10)
348
Bandera Argentina, “La adhesión del gobierno de la Provincia de Buenos Aires a la fiesta del trabajo”,
1/05/1939, p. 3.
349
Los oradores del acto: Luciano Gamedo, Eduardo Lacabanne, Francisco Martinolich, Vicente Ruiz y
Roberto Rolón. La secretaría de prensa de la USA pondría en circulación su periódico “Sindicalismo”.
350
Difundieron unos gráficos en los cuales indicaban la formación de los manifestantes y debajo una serie
de advertencias: “1) Todas las divisiones estarán organizadas como lo establece el gráfico. 2) Las filas
serán de ocho hombres de frente, siendo las distancia de banda a abanderados de 15 metros. De
abanderados 10 metros, de éstos a la primer fila 20 metros. Entre pecho y espalda de cada fila 1 metro;
entre la última fila primera sección y la primera fila de la segunda sección 30 metros; entre divisiones 50
metros. 3) A la cabeza de cada sección irá una banda. La orden de la marcha será dada por el “trompa” de
cada división quien previamente hará un toque de atención. Toda la división a este primer toque adoptará
la posición de firmes a la espera de la orden de marcha que será dada con un segundo toque del mismo
trompa.” Ver Crisol, “Orden y disciplina habrá en la marcha del trabajo”, 28/04/1940, p. 3.
aspiraciones del proletariado sano y consciente de su misión, en su lucha por una
mayor justicia social."351
El esfuerzo por ganar un espacio en una tradición típicamente contestataria
implica marcar las diferencias y establecer un nuevo significado; según los aliancistas,
la izquierda ha “tergiversado el sentido” de la celebración cantando la Internacional en
las calles de la católica y patriótica Buenos Aires. La tradición a la que apelan para ligar
a las masas al pasado nacional otorgándole un fuerte sentido patriótico, es la figura del
gaucho –la cual es revalorizada por el nacionalismo ya en la década del veinte-
encarnada por los soldados criollos que acompañaron a San Martín en su cruzada
libertadora. 352
La manifestación se organizó en filas bien disciplinadas, detrás de un amplio
cartel que decía “Luchamos por la Patria, el Trabajo y la Justicia Social” y según la
crónica, además de los uniformados y simpatizantes, asistieron señoras y señoritas. Se
dispusieron varias brigadas cada una de las cuales tenía una función precisa en el
desarrollo de la marcha y la manifestación en la Plaza San Martín. Por ejemplo, la sexta
brigada tenía la misión de entremezclarse entre las filas para “apagar en sus comienzos
cualquier tentativa de alteración del orden, para lo cual había sido instruida debidamente
y dotada de los medios necesarios.”353 El componente fuertemente antisemita de esta
organización quedó inmortalizado en los cánticos reproducidos por los periódicos de la
época: “Argentinos si, judíos no” y "Los judíos y los ingleses, son los hermanos
siameses. ¡ay, ay, ay ! son los hermanos siameses !" Juan Queraltó, jefe de la AJN,
sostenía que era imperioso para el nacionalismo la creación de una “conciencia
obrerista argentina”; las celebraciones y marchas del día del trabajador serían
momentos fundacionales de esa identidad obrera argentina. Decía “Este año señala el
principio del fin del monopolio bolchevique en las filas obreras argentinas….”354 El
discurso nacionalista se situaba tan contrario al capitalismo como al marxismo: “No

351
Crisol, “Alianza Juventud Nacionalista”, 19/02/1938, p. 9.
352
“Trabajadores y obreros fueron los que hace poco más de un siglo hicieron en este suelo de América la
nación Argentina (...) porque trabajadores y obreros eran los criollos que en batallones legendarios y al
mando del héroe más completo que nación en el mundo, cruzaron las montañas más altas de la tierra, no
para conquistar, sino para redimir. Trabajadores y obreros eran aquellos soldados gauchos que al son del
clarín cubrían las filas del ejército emancipador, sin odios ni rencores porque no tenían otro Rey que
Cristo ni otro emblema que el cielo les brindara". Discurso de Enrique Milani en el acto del 1º de Mayo
de 1938, en Crisol, “Crónica de la marcha organizada por la Alianza Juventud Nacionalista”, 3/05/1938,
p. 1.
353
La Fronda, “Con la Marcha de la Libertad la Juventud Nacionalista celebrará el 1º de mayo”,
1/05/1938, pp. 1-2.
354
Bandera Argentina, “Millares de jóvenes formaron en la manifestación patriótica del 1º de Mayo”,
3/05/1938, p. 2.
permitiremos la tiranía del capital, ni la rebelión que el marxismo inculca al obrero”.
355

Al año siguiente la apuesta de la AJN y del nacionalismo en general se hizo más


exigente y se pusieron en marcha todos los recursos posibles de propaganda y difusión
para el segundo gran festejo del día del trabajador. Los periódicos realizarán una
insistente y agresiva propaganda semanas antes de la marcha y varios grupos
nacionalistas apoyarán el acto, como el Centro Obrero Nacionalista Argentino (CONA)
que invita a los obreros y simpatizantes a incorporarse a la columna de la CONA en la
marcha organizada por la AJN. La concentración tomaría por la Avenida Santa Fe –por
lo que se pidió a los vecinos que embanderaran sus balcones- hasta la Plaza San Martín;
ese día se distribuiría una publicación, “Avanzada”, editada especialmente para la
ocasión. Héctor Bernaudo anticipaba cómo sería ese gran día: "Desfilarán orgullosas
las banderas de la patria, conducidas por los brazos juveniles de su milicia gris;
marcharán altivos los cóndores majestuosos, presagiando el poderío futuro de la gran
Nación; pasarán los estandartes grises y azules de la Alianza, simbolizando voluntad
inquebrantable de argentinismo y de justicia; y detrás, obreros, estudiantes,
profesionales, campesinos de los distritos próximos, formarán en la imponente columna
para reafirmar la verdad incontrastable y la fuerza incontenible de la nueva conciencia
nacional. (...) El Nacionalismo va a tributar así su segundo gran homenaje al trabajo
argentino, con el noble sentido que tiene en su doctrina: derecho inalienable, deber que
se cumple alegremente, alta dignidad."356 Pero la columna de los participantes no fue
tan “imponente” como se ansiaba, pues decían las propias páginas nacionalistas:
“Faltaríamos a la verdad si dijéramos que el acto nacionalista del 1º de Mayo
357
congregó una impresionante muchedumbre. Ni lo creíamos ni lo esperábamos.” La
primera marcha del 1º de Mayo, funcionó como hito fundante del nacionalismo
sindicalista en las calles.

"Para nosotros, esta fecha tiene ahora un significado muy noble y muy criollo: no es ya
la recordación de los sucesos sangrientos de Chicago, sino el aniversario del día
histórico en que los trabajadores conscientes del país, que desfilaron en la imponente
Marcha de la Libertad -el 1º de mayo de 1938- para afirmar públicamente su voluntad

355
Crisol, “La celebración del 1º de mayo nacionalista fue imponente”, 3/5/1938, p. 3.
356
BERNAUDO, Héctor, “Nuestra doctrina. El concepto nacionalista del trabajo”, en Crisol, 30/04/1939,
p. 1.
357
Bandera Argentina, “Significado de la marcha nacional del trabajo”, 3/05/1939, p. 1.
de quebrar el yugo del capitalismo y del marxismo, y de emprender la lucha por una
nueva Argentina, libre, poderosa y justa."358

En 1940 se despliega un intensivo trabajo preparatorio por parte de la AJN, a través de


sus organismos –obrero, universitario, estudiantil secundario- para organizar esta nueva
Marcha de la Liberación Nacional. Se desarrollaron conferencias callejeras, difusión de
volantes y la circulación, en la ciudad, de camiones altoparlantes. Se realizan mitines
preparatorios en los barrios porteños de La Boca, Palermo y Villa Urquiza. El orden y la
disciplina fueron una gran obsesión para los organizadores de la marcha, hasta tal punto
que publicaron en Crisol, días antes del 1º de mayo, planos con especificaciones acerca
de las distancias que debían guardar las filas, la posición en la que debían esperar la
orden de avance, etc.
En los años siguientes, más allá de las distintas situaciones y contextos, se repitieron las
prácticas de los festejos del día del trabajador, creando así una particular tradición
nacionalista del 1° de mayo. En efecto, hasta 1943 se mantuvieron ciertas regularidades:
el predominio de la Alianza Juventud Nacionalista, el recorrido por la Avenida Santa
Fe, la obsesiva organización resguardada por los “comisarios de columnas”, el paso por
la Iglesia de San Nicolás de Bari desde la cual eran aplaudidos por el público (entre
otros notables de la aristocracia porteña se encontraba el Coronel Juan Bautista Molina),
la presencia de la banda de músicos, y, el acto central en la Plaza San Martín. En 1941
se lanzan las consignas de la neutralidad, la justicia social y la liberación nacional, y se
constituyen núcleos en fábricas y talleres para organizar y asegurar la participación
obrera en la manifestación. José Luis de Imaz, sociólogo que en su juventud participa de
la AJN, cuenta en su libro el deslumbramiento que le causó ver las columnas de la AJN
avanzar por la Avenida Santa Fe. Fue el 1º de mayo de 1943 cuando se incorporó a las
filas de la Alianza pese al descontento de su familia. Las concentraciones juntaban a un
nada desdeñable volumen de personas: para 1941 se maneja la cifra de entre 8 y 10 mil
asistentes359, mientras que para el año siguiente se informa una concurrencia mayor que
la del acto organizado por el socialismo.
En los actos de los años cuarenta se combinaban los discursos de los militantes
de la Alianza, como Héctor Bernaudo y Bonifacio Lastra (figura destacada con Juan

358
QUERALTÓ, Juan, “El nacionalismo y el trabajo argentino. Nuestra lucha antioligárquica y
antimarxista”, Crisol, 12/05/1939, p. 1.
359
NAVARRO GERASSI, Marysa, Los Nacionalistas, Buenos Aires, Jorge Alvarez, 1968, p. 148.
Queraltó), con los de personalidades del mundo nacionalista (Ramón Doll, Enrique
Osés), de el ámbito militar (Teniente León Scasso, Capitán Manuel Miranda Durán,
Coronel Mascarello) y de la política oficial (canciller Ruiz Guiñazú, quien no pronunció
un discurso pero saludó a los nacionalistas desde el balcón de la cancillería). En 1943, el
Ministro del Interior, Culaciati, pidió explicaciones sobre la participación de Bonifacio
Lastra y la de León Scasso en ese primero de mayo, preocupado por las declaraciones
antisemitas de Lastra. Éste último sostenía que el judío es el gran capital. "Sin hacer del
judaísmo el chivo emisario de todos los sufrimientos de la clase trabajadora, porque no
son todos judíos los culpables de la injusticia social, es indiscutible que el judaísmo es
el factor preponderante de esa injusticia.”360 En su discurso proponía un nacionalismo
anticomunista y antiliberal, que reclamaba una salida corporativa para establecer la
justicia social. En una conferencia en abril de 1942 expresaba la posición del
nacionalismo:
"Contra el capitalismo, que es el régimen materialista defendido por los
poderosos egoístas, y contra el comunismo, que es el régimen materialista acariciado
por los desheredados mordidos por la envidia o por la desesperanza. Es indispensable
que no ocurra jamás en nuestras filas que alguien olvide el contenido social,
profundamente revolucionario de nuestro Movimiento. Porque todos aquellos que
quieren acabar con el régimen liberal que nos rige, sin perseguir una reforma sustancial
de nuestra organización económica, no comprenden un ápice la revolución que se está
gestando en el mundo"

La cuestión de la dimensión de los actos es un aspecto borroso en las fuentes


nacionalistas antes de los masivos actos de la Alianza. Sobre los actos de la FONA en
Avellaneda no tenemos cifras ciertas. En 1935, Crisol denunciaba que los comunistas y
socialistas recurrieron a la metodología de “tapar” los afiches informativos, sin embargo
se esperaba una gran concurrencia: “Será uno de los mitines más importantes que se
celebrarán con motivo del 1º de mayo, descontándose, desde ya, que asistirá una gran
concurrencia, pese a los recursos puestos en juego por socialistas y comunistas,
quienes no pararon ni en el viejo y rastrero procedimiento de 'tapar' los afiches
anunciadores."361 El primer acto organizado por la Alianza –según las fuentes

360
LASTRA, Bonifacio, "El judaísmo, enemigo de la patria y de los trabajadores", Discurso del 1 de
mayo de 1943 en Plaza San Marín, en la Marcha de la soberanía organizada por la ALN, citado en Bajo el
signo nacionalista, Buenos Aires, Alianza, 1944.
361
Crisol, “El 1º de Mayo en Avellaneda”, 1/04/1935, p. 3.
nacionalistas- contó con 30.000 personas; mientras que los datos que manejan los
especialistas para los actos de 1942 y 1943 hablan de entre 9.000 y 10.000 participantes
cada vez. La pregunta que se plantea en este punto es si dichos actores partícipes del
escenario nacionalista de los primeros de mayo eran todos militantes nacionalistas,
obreros nacionalistas, obreros “independientes” o bien, simpatizantes del nacionalismo
sindicalista. En sus memorias Marcelo Sánchez Sorondo recuerda esas masivas
movilizaciones brindando algunos valiosos datos. Al respecto, señala que el 1º de mayo
nacionalista organizado por la AJN, aunque no contaba con la concurrencia de las masas
obreras agremiadas, “sí [contaba con la adhesión] de la masa independiente que
celebraba como propia la fiesta del trabajo.” 362 En cuanto al éxito de esta estrategia de
captación de la clase obrera, podemos decir que resultó una experiencia positiva para las
expectativas nacionalistas. Incluso la movilización del 1º de mayo de 1942 organizada
por los nacionalistas fue más numerosa que la de los socialistas. Spectorowski señala al
respecto: “This success reflected the new popular appeal of nationalism, which the
Alianza Nacionalista had been defending from the outset.”363 Según Bonifacio Lastra,
en el acto del 1º de mayo de 1943 hubo 50.000 personas. En ese acto dijo que "Ya
perdieron sentido para siempre las voces de derecha e izquierda. Y perdieron sentido
porque el Nacionalismo les ha arrebatado lo único que justificaba la postura de cada
una de esas fuerzas. Les arrebató a las izquierdas su doctrina de justicia social,
filtrándola de las sucias contaminaciones judías. Les arrebató a las derechas su
bandera de nacionalidad y tradicionalismo, despojando esos conceptos del sentido
reaccionario y antipopular que divorciaba a las derechas de las masas." 364

362
SÁNCHEZ SORONDO, Marcelo, Memorias. Conversaciones con Carlos Payá, Buenos Aires,
Editorial Sudamericana, 2001, p. 83.
363
SPEKTOROWSKI, Alberto, The origins of Argentina‟s Revolution of the Right, Indiana, University of
Notre Dame, 2003, 169.
364
LASTRA, Bonifacio, "El judaísmo...”, Op. cit.
6. Conclusiones

El nacionalismo sindicalista, conformado por las agrupaciones de obreros, por


grupos políticos y por periódicos como Crisol, presentan una transformación de la
derecha argentina que introduce la movilización de las masas como un elemento
fundamental de su estrategia política. Esto implicaba reconocer que la cuestión social
moderna -tal como se planteaba por aquellos años- producto del avance de la
industrialización, ponía en primer plano el problema de integrar los sectores
trabajadores a la nación. Los integrantes de la derecha que pudieron trocar su
concepción elitista de la política y su visión conservadora del orden social por nociones
más modernas, encontraron en los regímenes fascistas una respuesta adecuada a las
necesidades de la hora. La utilización del término de fascismo para definir el fenómeno
del nacionalismo argentino sigue siendo discutido por los distintos especialistas en la
temática; pero este trabajo viene a aportar un dato importante para el debate, a saber,
existió un desarrollo de una tendencia “obrerista” dentro del nacionalismo que fue
producto de una nueva visión del mundo en conjunción con ciertos factores externos
que actuaron como desencadenantes. Dichos factores externos pueden encontrarse en el
avance de la modernización económica y de la izquierda en el terreno sindical.
Asimismo, esto movilizó la transformación de una “mentalidad defensiva” que
evoluciona a una posición “ofensiva” en la cual el movimiento obrero no será objeto de
represión social sino un elemento esencial y constitutivo de la nación integral.
Esta evolución del nacionalismo conllevó una penetración del mundo del trabajo
a través de la organización de los obreros en agrupaciones y sindicatos. Los más
importantes fueron: el Sindicato Obrero Nacionalista Argentino (SONA); la Federación
Obrera Nacionalista Argentina (FONA); la Agrupación Obrera Adunista; el Frente
Obrero Nacionalista Argentino (FONA); la Unión Sindicalista Argentina (USA); la
Alianza Juventud Nacionalista (AJN), y la Vanguardia Obrera Argentina (VOA) –rama
obrera de la AJN-. Se podría decir que existía un núcleo básico de elementos que
constituía el común denominador de estos grupos obreros. Creían que el régimen
democrático debía ser sustituido por una democracia funcional dentro de un régimen
corporativo. Así el Estado estaría constituido por los representantes de las
Corporaciones, entidades que agrupaban las distintas ramas productivas de la economía.
Además dicho Estado tenía que ser fuerte en el sentido de imponer una economía
dirigida, protegiendo las industrias nacionales y evitando el avance económico de las
naciones imperialistas. El nacionalismo de derecha desarrolla una tendencia
antiimperialista –que compartirán con otros sectores, como el grupo FORJA- centrada,
básicamente, en el rechazo del imperialismo británico y norteamericano. Por el
contrario, no se oponían tan vehementemente cuando se trataba del comercio y las
relaciones con otras naciones, como Alemania.
Compartían una valoración positiva de la Iglesia católica y muchos de ellos se
identificaban como obreros que profesaban dicha religión y sostenían los fundamentos
básicos de la doctrina social cristiana. El objetivo fundamental del movimiento obrero
nacionalista era combatir por todos los medios las ideas izquierdistas “extremistas,
internacionalistas y disolventes”; y vaciar la acción sindical de todo contenido político.
En este sentido, argumentaban que los partidos políticos desvirtuaban la acción sindical.
Propugnaban la creación de un Código y una Magistratura del Trabajo que garantice
una “verdadera justicia social”. Pretendían elaborar un cuerpo legislativo en materia
laboral e imponer una estricta disciplina del trabajo, cuyo fin último sería la “armonía”
en las relaciones entre el capital y el trabajo. Al mismo tiempo, exigían que los salarios
contemplaran la situación social del trabajador no sólo sus horas de trabajo y lo
producido. Algunos de estos grupos desarrollaron tempranamente una tendencia
“anticapitalista”, entendiendo por ello, la voluntad de destruir ese sistema e implantar
uno totalmente nuevo y superador. Defendían la moral cristiana, la estructura social
jerárquica, la “reintegración” de la mujer al hogar.
La nueva concepción nacionalista sobre la cuestión social implicó un cambio en las
estrategias de penetración en el mundo obrero. La valoración positiva de ciertas luchas
reivindicativas (mejoras del salario y de las condiciones de trabajo) de la época junto
con la presencia en las calles y en los barrios obreros de Buenos Aires le dio un nuevo
cariz a este sector del espectro político. Sobre todo, las movilizaciones del primero de
mayo instalaron de lleno al nacionalismo sindicalista en la puja por la representación de
las masas. En estos actos públicos los nacionalistas intentaban ganar a los sectores
populares presentando la construcción de una identidad puramente nacional. Para esto
recurrían a nuevos significados anclados en la historia nacional –para contraponer al
significado universal de conmemoración de los mártires de Chicago- y utilizando
símbolos nacionales –como el himno y la bandera nacional- para fortalecer la noción de
una nación integral en la cual el obrero era una parte integrante y esencial. Las
movilizaciones eran relativamente masivas y la presencia de estos grupos no pasaba
desapercibida en la esfera pública. Llegados a este punto entonces se presentan,
finalmente, otras problemáticas, que deberían ser estudiadas en el marco de otra
investigación: ¿Por qué esta corriente no llega a prosperar en el mundo del trabajo?
¿Cómo se alinea dentro del mapa sindical con la llegada del peronismo?
Si bien no se pretende profundizar en estas problemáticas que se presentan en una etapa
posterior al desarrollo que nos propusimos analizar, podríamos intentar algunas
aproximaciones. Sobre el posicionamiento del sindicalismo nacionalista con la llegada
del peronismo se podría conjeturar que el peronismo, al dividir al universo político entre
peronismo/antiperonismo recurriendo a la contraposición de patria/antipatria, ponía al
sindicalismo nacionalista en el único lugar posible: del lado de la nación. Así la
identificación con la figura del general Perón era posibilitada por una retórica que
unificaba los conceptos de nación, pueblo y justicia social. Los tópicos de un Estado
fuerte y de la independencia económica también estaban en armonía con el programa
del nacionalismo sindicalista. Asimismo, la inclusión de algunas figuras del movimiento
nacionalista en el aparato gubernamental a partir de 1943 y el origen militar del nuevo
conductor, proveerían una sensación de respaldo y entendimiento con el nuevo viraje
que planteó el golpe de Estado. Posteriormente, es probable que los obreros
nacionalistas no escaparan a la desilusión que sufrió el nacionalismo en general respecto
del gobierno peronista. Entre otras cosas, la actividad sindical durante el peronismo fue
totalmente politizada en contraposición al vaciamiento del contenido político que
proponían los sindicatos nacionalistas. Los choques con la Iglesia también habrían
aportado un elemento de distanciamiento con el flamante presidente Perón.
Parece más difícil inferir –con pocos indicios- las razones que explicarían las causas de
la declinación de la relativa influencia del nacionalismo en el movimiento obrero. La
aparición del peronismo –fenómeno sobre el cual se ha entablado un largo y
controvertido debate historiográfico- explica parte del descenso de esta corriente; la
larga tradición del influjo de la cultura de izquierda en el movimiento obrero argentino
también funcionó como una barrera en el desarrollo de esta tendencia sindicalista. Sin
embargo, parecería plausible proponer otro elemento explicativo: las contradicciones
internas que presentaba el nacionalismo sindicalista funcionarían como la principal
barrera en la difusión de esta tendencia. De hecho, un discurso que por un lado proponía
la redistribución de la riqueza, la justicia social y la reivindicación de los derechos de
los trabajadores, pero que al mismo tiempo pretendía recortar la autonomía del
movimiento sindical y coartar las prácticas políticas podría producir rechazo en un
movimiento obrero que se destacó por su activismo y participación en la esfera pública.
El despliegue del antisemitismo y del violento ataque a ciertos sindicatos de izquierda
impactaría negativamente con una tradición cosmopolita y liberal –que resistió fuerte
embates- y con la tradicional solidaridad que eran valores muy presentes en gran parte
del universo del mundo obrero. Este intento explicativo, sin duda incompleto e
insuficiente, abre un espacio hasta ahora no transitado por la historiografía del
movimiento obrero respecto a la participación del nacionalismo sindicalista en los
orígenes del peronismo.
Por su parte, este trabajo analizó la gravitación del nacionalismo en el mundo obrero
como parte constituyente de una estrategia integral de construcción de un nuevo orden
social basado en la movilización de los sectores populares. En este sentido, aspiramos a
contribuir tanto a la historia del movimiento obrero en la Argentina en el período
anterior al peronismo, como a los estudios sobre la derecha argentina.
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