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1-Caracteristicas Especificas Desarrollo Primera Infancia

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PSICOLOGÍA EVOLUTIVA:

Características específicas del desarrollo en la primera infancia.

Autora: Lic. Mariana De Mathía.

Introducción

El propósito de este trabajo es presentar a los alumnos las características


generales del desarrollo en la primera infancia e identificar aquellas específicas de este
momento del desarrollo.

Desde el comienzo de nuestras clases enfatizamos la importancia de pensar el


desarrollo como un patrón de cambio o movimiento progresivo que comienza en la
concepción y continúa a lo largo de la vida. Este patrón de cambio es complejo porque
es producto del interjuego de los procesos del crecimiento, la maduración y la
experiencia. Concebimos el desarrollo entoncescomo el complejo entramado de
cambios que transforman un ser vivo en un ser humano; la Psicología Evolutiva apela
a conceptualizaciones de distintas teorías para dar cuenta de esta complejidad.

En las clases previas, caracterizamos cómo intervienen los procesos del


desarrollo desde la concepción, consideramos que existe una “lógica biológica”
característica del organismo humano, esto es: una cierta organización y un calendario
madurativo que indican el momento en que ciertas adquisiciones son posibles.
También subrayamos que la posibilidad de esta
concreción está moldeada por las interacciones del sujeto con el medio. Esta
organización propia de la especie humana está regida por una serie de principios
biológicos abiertos a la influencia del ambiente, dentro de ciertos márgenes posibles.

En esta misma línea y ahora centrándonos en la primera infancia, partiremos


del interrogante: ¿cómo intervienen el crecimiento, la maduración y las
interacciones en este momento evolutivo? en particular, el papel de los padres en la
crianza y su importancia en el desarrollo infantil. En estos momentos iniciales, los
procesos madurativos se encontrarán inicialmente más ceñidos a nuestro código
genético - esta organización biológica mencionada - para luego, con la aparición de las
primeras adquisiciones y el constante intercambio entre el infante y su entorno, darán
lugar a que el desarrollo se materialice.

En este trabajo, partiremos de consideraciones generales acerca de la primera


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infancia; en segundo lugar, presentaremos las características específicas del desarrollo


en la primera infancia y aportes de diversos autores para comprenderlas. Finalmente,
abordaremos aspectos centrales del desarrollo infantil en este momento evolutivo, con
una breve referencia situación de la primera infancia en la Argentina.

La primera infancia.

Para presentar este momento del desarrollo apelamos a autores del campo de la
Psicología del Desarrollo, sus aportes brindan una perspectiva de la cualidad de los
cambios característicos de la primera infancia y no se re restringen a sólo a considerar
el criterio de la variable edad para delimitarla.

La perspectiva de Jesús Palacios (1999) se basa en los principios del modelo


organísmico (el individuo concebido como activo, el cambio visto como propiedad de
los organismos y como proceso permanente, etc.), en este modelo se apoyan las
conceptualizaciones usadas por este autor para explicar el desarrollo. Por otro lado,
Philip Rochat (2004) enriquece el conocimiento de este momento evolutivo con sus
investigaciones; éstas se centraron sobre la acción, la percepción y el desarrollo
cognitivo en los bebés.

En cuanto a la delimitación del período, Palacios y Mora (1990) ubican la


primera infancia en torno a los dos primeros años de vida. Rochat, desde una
perspectiva funcional, se refiere a la primera infancia como el período del desarrollo
que va desde el nacimiento hasta el inicio del andar autónomo.

Estos autores hacen hincapié en describir que el crecimiento que se produce en


la primera infancia es tanto estructural como funcional, es decir, los cambios se
refieren a la anatomía y también a la conducta del niño.

Al analizar la bibliografía, identificamos un aspecto central en el tratamiento de


este momento del desarrollo: se potencia la idea de pensar la primera infancia como un
período de juego, aprendizaje, experimentación, exploración, de adquisiciones motoras,
cognitivas y emocionales, y ya no como un período de fragilidad. Es decir, se enfatiza
la actividad del sujeto infantil y la cualidad de sus construcciones y ya no se caracteriza
el cambio en términos de lo que aún no se ha logrado.
La primera infancia: características específicas

Agrupamos las características específicas del desarrollo en la primera infancia en


torno a tres ejes:
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 El desarrollo motor, centrado en el progresivo control postural.

 El desarrollo emocional, en el proceso de adquisición de autonomía


psíquica

 Desarrollo intelectual, caracterizado por el tránsito de lo motor a lo


representativo.

Subrayamos que el desarrollo infantil evidencia la estrecha


interdependencia entre estos tres ejes.

El desarrollo motor en la primera infancia:

En cuanto al desarrollo motor, se observa un progresivo control corporal; este


logro obedece a la maduración que se da en el cerebro del niño , fenómeno que
condiciona y posibilita los progresos en la motricidad y su paulatino control.
Específicamente, en cuanto al desarrollo motor en la primera infancia, inicialmente
los movimientos del niño son incontrolados y no coordinados, y sobre el final de
esta etapa observamos que el niño logra movimientos voluntarios y coordinados.

Como ya planteamos en las primeras clases, estos cambios no son anárquicos


sino que están regulados por principios o leyes del desarrollo, referidos a: la dirección
de la maduración, la subordinación funcional, la diferenciación y al ritmo de
crecimiento en tanto asincrónico y discontinuo. Estos cinco principios que rigen el
desarrollo se expresan de manera particular a lo largo de todos los momentos
evolutivos que vamos a trabajar. En relación a esta última ley, cabe subrayar que en la
primera infancia este proceso continuo y progresivo de crecimiento se acelera, las
curvas de crecimiento muestran por lo tanto un perfil más vertical. En períodos
posteriores, se observa una disminución de la velocidad, tanto en altura como en peso.

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La génesis de la motilidad voluntaria se inicia en el área cerebral cortical


específica, estimulando las neuronas motoras espinales a través de las vías
corticoespinales específicas (haces piramidales). Esto se convierte en la condición
necesaria pero no suficiente para el logro del movimiento voluntario. Para que esta
adquisición sea posible es indispensable el despliegue de este equipamiento biológico
del sujeto en interacción con el medio.

Este control y coordinación motora se logra en dirección céfalo caudal y


próximo distal. La primera implica que se controlan antes las partes del cuerpo que
están próximas a la cabeza, y luego ese control se extiende hacia abajo.

La próximo distal muestra que se controlan antes las partes más próximas al centro del
cuerpo que las más alejadas. (La articulación del codo se controla antes que la de la
muñeca, que se controla antes que las de los dedos).

El cuanto al desarrollo esperable del control postural en los dos años primeros
años de vida, la relación logro-edad se observa en los siguiente cuadros (Palacios,
1999):

En cuanto a la conducta motora gruesa:

Conducta motora Edad del logro motor Margen de edad del

gruesa logro motor


Sostén cefálico 2 meses 1-4 meses

P. sedente sin apoyo 7 meses 5-9 meses

Se mantiene de pie sin 11 meses 9-16 meses

apoyo
Marcha 12 meses 9-17 meses

En cuanto a la conducta motora fina:


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PSICOLOGÍA EVOLUTIVA:

Conducta motora fina Edad del logro motor Margen de edad del
logro motor

Toma objeto con prensión 4 meses 2-6 meses

palmar

Opone el pulgar al resto 7 meses 5-9 meses

de la mano
Prensión en pinza 9 meses 7-12 meses

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PSICOLOGÍA EVOLUTIVA:

Vemos que existe un margen del logro de variación relativamente amplio, en el


cual cada niño adquiere cada uno de los hitos del control postural. Esta amplia
variación se debe a que el margen consignado tiene sólo un valor indicativo. Al
respecto, resulta fundamental prestar mayor atención a la secuencia de aparición de los
logros, lo que tiene un valor evolutivo invariable entre los diferentes sujetos. Estas
diferencias Palacios las entiende como resultado de la cultura en la que el niño se
desarrolla, como así también las características y posibilidades del propio niño.

Palacios trabaja sobre el concepto de Psicomotricidad para abordar los avances


motores en este período. Este autor, refiere que la psicomotricidad es un nudo que ata
psiquismo y movimiento hasta confundirlos entre sí en una relación de implicaciones y
expresiones mutuas (Coste, 1979; Palacios y Mora 1990). A la vez, agrega que la meta
del desarrollo psicomotor es el control del propio cuerpo hasta ser capaz de sacar de él
todas las posibilidades de acción y expresión que a cada uno le sean posibles. Ese
desarrollo implica un componente externo (acción), pero también un componente
interno o simbólico, que se refiere a la representación del cuerpo y sus posibilidades de
acción. Esto demuestra que la psicomotricidad no es una mera suma de habilidades
aisladas sino que forma un sistema integrado y dinámico.

Por lo tanto, podemos decir que el aspecto relevante de la psicomotricidad en la


primera infancia recae en el progresivo control corporal. El recién nacido no logra
controlar su cuerpo, su cabeza cae para los lados cuando no está apoyada, es incapaz de
mantenerse sentado y hacia los dos años de vida, se observan movimientos voluntarios
y coordinados que se traducen en la posibilidad del niño de alcanzar un andar y correr
de forma autónoma.

Un dato a destacar en el estudio de Palacios (1999) es que en la primera


infancia no se encuentran diferencias significativas de género en cuanto al logro del
control postural, como así también en el ritmo de crecimiento. Los ritmos de
adquisición son semejantes para niños y niñas, las diferencias están ligadas a las
influencias del medio

Por lo tanto, entendemos el desarrollo psicomotor como producto de la acción


conjunta de la programación madurativa, con las circunstancias del ambiente y las
características del propio niño. En cuanto a las circunstancias del ambiente, nos
referimos a la interacción y por lo tanto a la estimulación indispensables para que el
desarrollo se lleve a cabo.

Esta interacción es indispensable para que este proceso se cumpla y nos


lleva a pensar otra característica central de la primera infancia: el progresivo y sutil
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pasaje de la dependencia a la independencia.


El “desarrollo emocional” en la primera infancia.

La designación “desarrollo emocional” es de uso corriente en las publicaciones


de Psicología Evolutiva y agrupa aportes de diversas teorías , en este apartado haremos
referencia a los aportes del psicoanálisis .

Sigmund Freud (1856-1939) sostiene que aquello que sucede en el sujeto en los
primeros años de vida tiene relevancia para comprender el funcionamiento adulto, es
por eso que su teoría es considerada una teoría evolutiva (Martí Sala, 1991). Esta
perspectiva, señala la importancia de conceptualizar y mostrar el papel central que
tienen los cuidados “maternos” en el marco del vínculo temprano, en los orígenes del
psiquismo. Es necesario aclarar que cuando mencionamos cuidados maternos, hacemos
alusión a la función materna, donde se antepone el concepto de función frente al del
sujeto que la realiza, (madre, padre o sustituto). La función implica una acción que
posibilita un proceso, más allá de quién /quiénes realice/n el denominado cuidado
materno.

La importancia que se le asigna a estos cuidados reside en entender que en esta


relación temprana de dependencia del niño con la asistencia ajena, la necesidad
biológica es transformada por la atención de otro auxiliar, generándose así la primera
comunicación.
La experiencia de satisfacción en relación con el apremio de la vida inaugura el
llamado al otro, al cuidado ajeno, que le permite al recién nacido constituir una parte del
cuerpo (zona erógena) como fuente de placer. Por lo tanto, el apuntalamiento de la
pulsión sexual, el autoerotismo, y el apoyo en una zona erógena, son considerados
como la primera explicitación del movimiento pulsional.

En la misma línea Winnicott (1984) plantea que para que los procesos del
desarrollo sucedan necesitan del aporte de un ambiente que facilite y se adapte a las
necesidades de ese niño. El psicoanalista inglés, quien contribuyó al desarrollo del
pensamiento psicoanalítico con sus estudios de las relaciones más tempranas, entiende
al desarrollo emocional como la posibilidad del sujeto de realizar tres tareas:
integración del yo, establecimiento de la psique en el cuerpo, y la formación de
relaciones objetales. Estas tres tareas, como él las menciona, se corresponden con las
tres funciones de la madre: sostén, manejo y presentación de objetos. Estas tareas
contribuyen a realizar entonces la función de amparo y sostén que la familia tiene en
estos momentos iniciales.

Por su parte, Rochat (2004) considera la primera infancia como un período de


inmadurez prolongada, da cuenta de esta dependencia inicial, donde la familia
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PSICOLOGÍA EVOLUTIVA:

contribuye decididamente a que el niño logre la madurez


emocional, en tanto permite el despliegue de un alto grado de dependencia en los
comienzos de la vida y paulatinamente da la oportunidad de ingresar a otros
espacios sociales cada vez más alejados del núcleo familiar. Este autor subraya
que el andamiaje psicológico de los padres está presente desde el comienzo, y que es
indispensable para propiciar la experimentación, la exploración, la observación, propias
de la primera infancia.

La paternidad humana, según Rochat, implica un considerable grado de empatía,


esta capacidad para ponerse en el lugar del otro, habla de una necesaria sintonía
afectiva -como nos dice Stern (1998) al mencionar los intercambios sociales lúdicos
necesarios para presentar al niño el mundo exterior.

Estas interacciones sociales con los adultos, en el recién nacido son posibles
gracias al bagaje conductual que posee y éste le permite mantener la interacción
mediante sus conductas innatas, conductas que el adulto trata como intencionales. En
esta instancia el adulto se convierte en el responsable del curso de la interacción. Dentro
de estos marcos interactivos en estos momentos iniciales de la vida, comienzan a
construirse un conjunto de expectativas comunes que le permite a cada uno, tanto niño
como adulto, reconocer la señal del otro y anticipar su respuesta.
Es allí cuando el niño logra un salto cualitativo fundamental en el desarrollo,
aquellas conductas innatas del comienzo, dan lugar a verdaderas señales que buscan
influir en su entorno.

Estos intercambios son una pieza clave para dar lugar a la organización
perceptiva-afectiva del niño, a partir de la regulación de sus emociones indispensables
en el desarrollo. Y es aquí donde la protección y control parental contribuyen a que los
bebés se permitan experimentar en un entorno que los cuidadores hacen seguro y
atractivo.

Los aportes de Bowlby (1907-1990) pediatra, psicoanalista inglés, formado en la


escuela kleniana, son fundamentales para valorar la importancia del vínculo temprano a
partir de la noción de apego. Sus contribuciones buscan explorar la importancia que
tiene en la primera infancia y la niñez la vinculación afectiva con las figuras parentales.
A su vez, dar cuenta de la influencia que estas primeras relaciones tienen en el
desarrollo, siendo por lo tanto, sus investigaciones un gran aporte para la Psicología
Evolutiva.

En esta línea, Bowlby entiende esencial para la salud mental del niño, que en las
interacciones con su madre predomine una relación cálida y amorosa. Esto será la
mayor garantía de protección contra peligros ambientales. A su vez permitirá que el
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niño construya una imagen de sí valorada, y se convierta en un ser social con


capacidad de adaptación al medio.

Bowlby elabora la teoría del apego, entendido como la tendencia a establecer


lazos emocionales íntimos con individuos determinados como un componente básico de
la naturaleza humana. Durante la infancia, los lazos se establecen con los padres a los
que se recurre en busca de protección, consuelo y apoyo. Sugería que la insistencia con
que el niño busca mantener la proximidad de las figuras protectoras (parentales)
depende de la actividad de un sistema adaptativo de comportamientos de apego,
destinado a garantizar la seguridad y la supervivencia del individuo. El apego
designa un lazo entre dos personas y una vez constituido, se vuelve duradero. La
naturaleza y la intensidad del apego se evidencian por las reacciones que presenta el
niño ante la pérdida de ese lazo o su desestabilización.

Bowlby intenta buscar y describir el camino que traza el niño con el fin de
adaptarse a su entorno. Es entonces donde cobra mayor relevancia la teoría del apego al
confirmar la trascendencia y peculiaridad de las experiencias tempranas en las
conductas futuras del sujeto. Sostiene que aquello que sucede en los momentos
iniciales de la vida permanecerá en el repertorio píquico del sujeto, constituyendo
así modelos de representación del mundo que influyen y determinan las conductas.

Es indispensable tener en cuenta que en esa etapa de vida inicial no existe un


pensamiento lógico y menos aún lenguaje, por lo tanto, esas vivencias nodales para el
desarrollo se asimilan mediante estados anímicos que permanecerán inconscientes.

Si bien la teoría del apego, propone cierta universalidad del proceso de


evolución en la formación del apego, con las conductas de interacción que lo
acompañan, es necesario resaltar los factores que influyen en la formación de patrones
de apego. En este caso, subrayamos un factor que incide y determina la formación de
distintos patrones de apego, se basa en las diferencias que se pueden situar en los dos
protagonistas de la relación: la figura adulta y el bebé.

Al respecto, Rochat (2004) cuando habla de cuidadores que generan un espacio


seguro para fomentar la exploración del medio hace referencia al tipo de apego seguro
que se caracteriza por una figura de apego que es percibida como accesible y receptiva a
las necesidades del niño.

Por último, nos parece indispensable subrayar un aspecto central para el tema
que nos ocupa, que los logros motores y las interacciones posibilitan los aprendizajes
del niño.

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El “desarrollo cognitivo” en la primera infancia

Señalaremos aspectos centrales del desarrollo intelectual en la primera infancia,


basándonos en los aportes de Jean Piaget (1896-1980) cuyas investigaciones sobre el
desarrollo intelectual del niño proporcionó estudios empíricos fundantes del campo de
la Psicología Evolutiva. Este investigador, concibe el desarrollo intelectual como
resultado de la maduración neurobiológica y la interacción del niño con el medio.

En la primera infancia, Piaget nos dice que el bebé aprende acerca de sí mismo
y de su mundo a través de su actividad sensorial y motora en desarrollo. Es por esto que
en su caracterización de la génesis de la inteligencia denomina a este primer período
sensoriomotor,

Piaget teoriza y muestra cómo los infantes pasan de un estado inicial, en el


cual responden principalmente mediante reflejos y comportamientos casuales a
convertirse en niños orientados por sus objetivos.

Ubica a la actividad refleja y sensorial como base para el desarrollo intelectual.


Si bien el recién nacido cuenta con un repertorio conductual limitado, sus posibilidades
se irán diversificando y enriqueciendo como consecuencia de la interacción con el
medio, dando lugar al nacimiento de la inteligencia en el niño. Al finalizar la
elaboración de la inteligencia sensoriomotora la actividad del niño muestra que las
exploraciones, hasta este momento por tanteos o por experimentación activa, son
sustituídas por una especie de experimentación interna, a través de la cual el niño puede
inventar los medios adecuados, puede sustituir la acción directa sobre los objetos por
una acción simbólica que los contiene.

Es importante señalar que este salto cualitativo en el desarrollo no significa que


el niño abandona el plano sensoriomotor, sino que las adaptaciones inteligentes más
avanzadas que realice se moverán en el plano simbólico y no en el sensoriomotor.

En la primera infancia entonces el sistema de significaciones del niño se


despliega a través de señales sensoriomotoras e índices perceptivos, así logra conocer,
“conquistar” aquello que lo rodea, hasta llegar a situarse como uno más entre otros y
en un universo que ha construido que es exterior a sí mismo, con ciertas reglas de
causalidad y permanencia, donde su sistema de significaciones darán lugar a los
símbolos por imágenes y signos linguísticos.

Este proceso se inicia a partir de las tempranas interacciones en la primera


infancia, en las cuales la participación del adulto es la que otorga intencionalidad
comunicativa a la conducta del bebé (Vila 1999). Esta característica resulta ser clave
para la aparición de la capacidad de representación que el niño logra al finalizar esta
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etapa, donde se da comienzo a una inteligencia simbólica, reflexiva basada en el


dominio del lenguaje.

El desarrollo infantil en la primera infancia.

En síntesis, vimos entonces cómo el logro psicomotor referido al control


postural, la comunicación y la adquisición del lenguaje se convierten en recursos
fundamentales de conocimiento y transformación de la realidad; recursos que
contribuyen en la adquisición de la autonomía en el niño. Estos procesos motores y
cognitivos característicos de la primera infancia, son indispensables en el desarrollo y
se dan en estrecha interacción con el papel que las figuras de apego; éstas le brindan
una base segura sobre la cual el niño se apoya para alejarse, salir a explorar el medio
con la confianza de disponer de ellos en caso de necesitarlo.

Por último, si entendemos que el desarrollo se produce en determinados


contextos, es interesante observar la situación de la primera infancia en la Argentina y
su relación a las políticas implementadas. Se considera que si bien en los últimos años
se redujo la tasa de mortalidad infantil y materna, todavía el estado debe reforzar la
implementación de políticas públicas integrales, destinadas a disminuir la disparidad
que aún existen en el acceso al derecho a la salud en los primeros años de vida, según
el lugar y nivel socioeconómico de la familia en que se nace (datos último censo
realizado en la Argentina INDEC 2010). Promover políticas destinadas a reducir la
desigualdad, ayudará al desarrollo sano e integral de los niños en la primera
infancia.

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