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Cuaderno de Comentarios de Texto Resueltos

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RIOS
RESUELTOS
Antología de
textos no
literarios 4º
ESO

1
ÍNDICE
“Veneno” de Manuel Vicent pág. 3
“Leer con luz de luna” de Arturo Pérez Reverte pág. 7
“Antes aquí no había nada” de Íñigo Domínguez pág. 13
“Palabrera” de Marta Sanz pág. 20
“Letrinas de Internet” de Juan Manuel de Prada. pág. 27
“Tremendos 16” de Luz Sánchez Mellado pág. 32
“Atontados” de Eduardo Álvarez pág. 39
“Salvamento” de Manuel Vicent pág. 46
“Contra la pared” de Lara Moreno pág. 51
“La ortografía es el termómetro” de Álex Grijelmo pág. 57
“Porno duro” de Luz Sánchez Mellado pág. 64
“Dilema” de Fernando Savater pág. 71
“Parad el mundo, que nosotros nos subimos” de Nuria pág. 77
Labari

IMPORTANTE: Los comentarios pueden estar resueltos total o


parcialmente. La profesora podrá ofrecer, en algunos casos (actitud,
intencionalidad, etc.) una respuesta má s elaborada de la que se exigirá
en la prueba. Esto se debe a que aspira a ofrecer un comentario má s o
menos amplio, que satisfaga las dudas de todo el alumnado que pueda
enfrentarse, sin ayuda del profesor, a la lectura de este solucionario.

Se recomienda que se intente desarrollar autó nomamente el


comentario de los textos antes de leer la solució n propuesta.

En caso de encontrar un error o de querer proponer una sugerencia,


diríjase a mercedes.alcazar@educa.madrid.org

2
Veneno
La basura mediática que uno se traga cada día no deja lesión
alguna, ni siquiera microscópica, en la mucosa más sensible del cerebro.
Las neuronas procesan toda la mierda tóxica que nos rodea y tal como
5 les llega la trasladan al conocimiento sin que se produzca
fisiológicamente ningún control ni rechazo. La contaminación del aire
congestiona los pulmones e irrita la garganta e incluso puede provocar
cáncer; en cambio, el veneno moral e ideológico que uno respira penetra
10 en la raíz de la conciencia sin que el cerebro reaccione ante un ataque
tan rudo y persistente. Hay que imaginar qué sucedería si las ideas y
creencias con que se nutre el cerebro cambiaran de sustancia y fueran a
parar al estómago en forma de alimento que se adquiere en un colmado.
15
Muchas noticias del telediario te harían vomitar durante el almuerzo y
después de tragarte un debate histérico e inconsistente, de oír el
comentario crispado de un político idiota, de leer un artículo sectario,
una disentería fulminante te mandaría corriendo al cuarto de baño. El
nacionalismo fanático, la corrupción política y la banalidad gansa de la
cultura, en un colmado serían productos equivalentes a la carne de
perro, al aceite de colza, a la fruta con gusanos y al pescado podrido. Si
en la tienda la gente rechaza por instinto un alimento pasado de fecha,
¿por qué acepta una creencia rancia como si no le dañara? La
denominación de origen y el control de calidad que rigen en la
alimentación, no atañen a los productos destinados al cerebro, aunque
estén llenos de bacterias. Nuestra conciencia largamente intoxicada
acepta con normalidad el veneno diario que recibe en lo que uno lee,
oye, contempla, huele y respira, de forma que el ciudadano se comporta
con toda naturalidad en la vida, creyéndose sano y libre, sin saber que
está envenenado.
Manuel Vicent: El País (22 de febrero de 2015)

COMENTARIO DE “VENENO” DE MANUEL VICENT

Resumen del texto

El cerebro digiere la información mediática que recibe sin que esta


repercuta negativamente sobre él, a diferencia de otros agentes
externos que sí modifican y perjudican gravemente los órganos
afectados. Si esto se extrapolara al terreno alimenticio, esta
información equivaldría a productos poco saludables que sí serían
3
rechazados de forma instintiva por el organismo por sus efectos
perniciosos sobre él. ¿Por qué se aceptan, entonces, estas
informaciones sin ser cuestionadas? La conciencia interioriza la
información que los medios transmiten sin ponerla en tela de juicio,
provocando su intoxicación.

Esquema del texto

1. La no afectación del procesamiento de la información inútil


sobre la estructura o el funcionamiento del cerebro.
2. El planteamiento sobre qué ocurriría si
estas informaciones se transmutasen en
productos alimenticios.
2.1. Convencimiento de que estas informaciones serían
productos rechazables o en mal estado.
2.2. Dada esta comparación, cuestionamiento sobre su
aceptación sin ser revisadas.
3. Aceptación de estas informaciones sin cobrar conciencia de su
perjuicio.
Tema y estructura del texto

El tema del texto es la falta de espíritu crítico de la ciudadanía ante


la manipulación moral e ideológica por parte de los medios de
comunicación. / … el efecto nocivo que producen los medios de
comunicación en la conciencia humana. / … la necesidad de arbitrar
controles de calidad en las producciones mediáticas.

El texto propuesto para su análisis puede estructurarse en tres partes:

(a) En la primera, que se extiende desde el principio hasta la línea


seis, el autor recoge ya de entrada la tesis: la idea de que la
información transmitida por los medios de comunicación no
consigue dañar la estructura del cerebro. Incide en esta idea ya en
este apartado, además, comparándolo con el efecto pernicioso de
la contaminación, que sí afecta.
(b) Pero es, no obstante, en la segunda parte donde recae todo el
peso argumental comparando esta vez el cerebro y la información
con el estómago y la digestión. Se extiende, por tanto, desde el
final de la línea seis hasta la doce.

Para ello parte de una propuesta hipotética, una pregunta retórica


4
indirecta (“qué sucedería si…”, l. 6), y, lógicamente, todo el léxico
del apartado está relacionado con el aparato digestivo o la
alimentación, constituyendo un campo asociativo: “almuerzo”,
“estómago”, “alimento”, “disentería”, etc., relacionando la
información rechazable con productos en mal estado o
indeseables.

(c) La última parte se extiende desde la línea doce hasta el final,


desde la devolución al tema original tras una nueva pregunta
retórica (“¿por qué acepta una creencia rancia como si no le
dañara?”, l. 13), y viene a ser una reafirmación de la tesis original
en la que se recogen elementos de la argumentación precedente
(se mencionan “la denominación de origen y el control de
calidad”, l. 13 y s.). Sobre la tesis original añade algún elemento
nuevo, como la idea de “intoxicación”, que, por un lado, conecta
nuevamente con la argumentación del segundo apartado, y, por
otro, justifica así el título del artículo.

La repetición de la tesis en el primer y en el tercer apartado permite


apreciar un desarrollo circular en la estructura de este texto.

Actitud e intencionalidad del autor (justificación a partir de


elementos lingüísticos relevantes del texto)

La actitud que manifiesta Manuel Vicent en este artículo es


absolutamente subjetiva, a pesar del mayoritario empleo de
recursos como la modalidad oracional enunciativa, que le
proporciona una apariencia de falsa objetividad. Esta subjetividad se
aprecia en que emplea voces o sustantivos denostadores, con una
fuerte carga connotativa negativa o peyorativa, como “basura
mediática” (línea 1) o “mierda tóxica” (l. 2), expresiones que,
además, represen tan ideas diferentes a lo que significan sus
referentes gracias a un proceso de metaforización. Esta también se
observa, por ejemplo, en expresiones como “una disentería
fulminante [que] te mandaría corriendo al cuarto de baño” (l. 10 y
s.). Otro recurso estilístico, del que el anterior también sería
ejemplo, es la

5
continua comparación o símil que establece entre la información
tóxica y sus efectos y los productos del colmado y sus
consecuencias. Por la adjetivación que utiliza, podría señalarse
incluso que su actitud llega a ser combativa o incendiaria, como
cuando califica el ataque al cerebro de “rudo y persistente” (l. 6) o
caracteriza nuestra conciencia como “largamente intoxicada” (l. 16 y
s.), adjetivos aquellos –junto con otros como “idiota” (l. 10), por
ejemplo– y adverbio este que, además, son valorativos y sirven
también para justificar la subjetividad anteriormente mencionada.

En cuanto a la intencionalidad, el autor de este texto pretende


convencer o persuadir al lector de la “contaminación” moral a la
que está sujeto al exponerse a la información indiscriminada de los
medios de comunicación de masas, y para ello critica el tipo de
información y la metodología con que estos la suministran, así como
también, de forma indirecta, la incapacidad del ciudadano medio de
‘blindarse’ ante este ataque informativo. La persuasión
anteriormente mencionada puede observarse indirectamente a partir
del intento del autor de aglutinar al lector en el razonamiento, algo
que sucede cuando emplea el plural en expresiones como “nos
rodea” (l. 2) o “nuestra conciencia” (l. 16), o, también en este sentido,
cuando emplea giros impersonales como el de “que uno se traga” (l.
1), “que uno respira” (l. 5) y “en lo que uno lee” (l. 17). Por
supuesto, uno de sus objetivos también es ejemplificar cuanto
expone a través de las continuas comparaciones con el estómago y
los productos alimenticios que establece en el cuerpo argumental del
texto. Se podría admitir, por último, que invita a la reflexión a
través de las preguntas retóricas que, de forma indirecta (“hay que
imaginar qué sucedería si…”, l. 6 y s.) o directa (“¿por qué acepta
una creencia rancia como si no le dañara?”, l. 14), se emplean en el
texto.

6
Leer con luz de luna
Hace tiempo que me preguntan por el libro electrónico. Qué opino
y cómo veo el futuro, la desaparición del papel, los formatos clásicos y
demás. Siempre respondo lo mismo: me da igual, porque yo escribo lo
5 que va dentro. Mi trabajo es ocuparme del contenido: contar historias y
que la gente las lea. Del soporte se ocupan otros. Editores y gente así. Y,
por supuesto, los lectores que recurren al medio que estiman
conveniente. Al hablar de libro de papel y libro electrónico, lo usual es
10 oponerlos. Obligarte a elegir, como siempre. O conmigo o contra mí. Y
no es esa la cuestión. Creo. El libro electrónico es práctico y divertido.
Hace posible viajar con cientos de libros encima, trabajar consultándolos
con facilidad, aumentar el cuerpo de letra o leer sin otra luz que la
15
propia pantalla. Incluso los hay con ruido de pasar páginas cuando se
va de una a otra, «lo que no deja de ser una simpática gilipollez».
Además, mientras lees puedes zapear a tu correo electrónico,
20 escuchar música, ver imágenes y cosas así. Pero leer no tiene nada que
ver con eso. Me refiero a leer de verdad, en comunión estrecha con algo
que educa tu espíritu, que te hace mejor y consciente de ti mismo. Que
aporta lucidez, multiplica vidas, consuela del dolor, la soledad y el
25 desamparo, aclara la compleja y turbia condición humana. Leer así
requiere tiempo, serenidad concentrada, ritual. Cuando estás en ello, ni
siquiera las bombas son capaces de romper el vínculo mágico. Y si se
funden los plomos, o como se diga ahora, el verdadero lector es capaz
30 de seguir haciéndolo a la luz de una vela, de un encendedor, o a la luz
de la luna llena reflejada en la arena de un desierto. Puestos a setas o a
Rolex, aún hay más. He dicho que libro de papel y libro electrónico
deberían ser complementarios; pero si me obligan a elegir, diré alto y
claro que no hay color. Y que, llegado a ese extremo, la pantalla portátil
me la refanfinfla.
Estoy harto de toparme con pantallas en todas partes, hasta en el
bolsillo, y me niego a transformar mi biblioteca en un cibercafé. Con un
libro electrónico, sea El Gatopardo o El perro de los Baskerville, no
puedo anotar en sus márgenes, subrayar a lápiz, sobarlo con el uso,
hacerlo envejecer a mi lado y entre mis manos, al ritmo de mi propia
vida. Nada decora como un buen y viejo libro una casa, o una vida. Y
déjenme añadir algo. Si los libros de papel, bolsillo incluido, han de
acabar siendo patrimonio exclusivo de una casta lectora mal vista por
elitista y bibliófila, reivindico sin complejos el privilegio de pertenecer a
ella. Que se mueran los feos. Y los tontos. Tengo casi treinta mil libros
en casa; suficientes para resistir hasta la última bala. Quien crea que esa
7
trinchera extraordinaria, su confortable compañía, la felicidad inmensa
de acariciar lomos de piel o cartoné y hojear páginas de papel, pueden
sustituirse por un chisme de plástico con un millón de libros
electrónicos dentro, no tiene ni puta idea. Ni de qué es un lector, ni de
qué es un libro.
Arturo Pérez Reverte: XL Semanal (15 de octubre de 2010), adaptación

COMENTARIO DE “LEER CON LUZ DE LUNA” DE ARTURO


PÉREZREVERTE
Resumen del texto

Lo habitual es enfrentar la lectura en papel con la lectura en formato


electrónico, pero de esta oposición no se desprende una conclusión
clara: ambos soportes son rentables para la lectura y, si cabe, incluso,
el segundo comporta algunos elementos o ventajas que lo revisten
de interés. No obstante, existen determinados aspectos, espirituales
cabría decir, o intangibles, que hacen preferible la lectura en papel,
por los que cabe terminar asumiendo que, al margen de la pregunta
inicial, esta comporta un verdadero valor de lectura que hace que
aquella resulte fútil o inapropiada.

Tema y estructura del texto

El tema del texto es la contraposición entre los dos formatos principales


de lectura, el papel y la lectura electrónica, con el objeto de reivindicar las
ventajas de la primera.

En cuanto a su estructura, claramente puede advertirse una


estructura de comparación o de contraste en la medida en que el
autor utiliza el texto para contraponer, como hemos dicho, los dos
formatos principales de lectura. Asimismo, también presenta una
estructura inductiva en la medida en que la tesis (la preferencia por
el soporte físico) se recoge al final del texto. En cualquier caso, el
artículo puede dividirse o segmentarse en tres partes:

(a) La primera parte comprende desde el principio hasta la línea 12.


En ella, predomina la tipología textual expositiva, en tanto que el
autor plantea el tema y se limita a oponer asépticamente los dos
formatos, sin ofrecer aún apenas argumentos, admitiendo que
ambos presentan ventajas que los hacen complementarios.
(b) La segunda parte se extiende hasta la línea 18, concretamente
8
hasta “hay más”. A pesar de todo lo dicho anteriormente, el autor
cambia de tono, lo cual se puede observar en el aumento de la
literariedad e, incluso, a través del conector de oposición con que
arranca este apartado: “pero” (l. 12), que contrapone la nueva
información con la del apartado anterior. En esta parte, además,
comienza a argumentar las comodidades que la lectura en papel
ofrece y empieza a decantarse por esta, después de ofrecer una
definición con tintes literarios, como se acaba de apuntar, nada
aséptica ya, de la lectura.
(c)La tercera parte, por último, arranca desde el “he dicho” de la
línea 18 hasta el final. A partir de este momento (nótese el
arranque) la primera persona y la subjetividad se convierten en
elementos predominantes, tanto así que los fenómenos más
interesantes o relevantes para justificar la actitud del autor, a
juicio del que comenta, están extraídos de esta parte. Asimismo,
también presenta un conector de oposición “pero” un poco más
adelante (l. 19) que contrasta, nuevamente, con lo recogido hasta
ese momento. Aquí, de hecho, Pérez Reverte termina
definitivamente decantándose por la lectura en papel y
despreciando la lectura electrónica, a pesar de lo expuesto más
arriba, con lo que, como se ha adelantado, se puede sostener que
esta es la tesis que alcanza su autor.

Actitud e intencionalidad del autor (justificación a partir de


elementos lingüísticos relevantes del texto)

La actitud del autor, por mucho que pretenda ser objetiva en un


principio, como se observa en la aparición, por ejemplo, de rasgos de
la función referencial, es absolutamente subjetiva, como se puede
comprobar, rápidamente, en el empleo de verbos intelectivos
(“opino”, l. 1; “creo”, l. 6; “reivindico”, l. 26), construidos, además,
como todas las formas verbales del texto, en primera persona. Esta
también está presente en el alto número de expresiones o
marcadores de la propia opinión empleados por el autor: “me da
igual” (l. 2), “diré alto y claro que no hay color” (l. 19 y s.), “me la
refanfinfla” (l. 20), “me niego a.…” (l. 21), etc. Asimismo, la
subjetividad queda patente a través de la también ingente cantidad
de adjetivos valorativos empleados por Pérez Reverte:

9
“[trinchera] extraordinaria” (l. 29), por ejemplo, aunque quizá
resulten más significativos aquellos asociados a exabruptos o
palabras malsonantes, no menos subjetivas, claro, como “simpática
[gilipollez]” (l. 10), o “puta [idea]” (l. 31), a partir de los cuales se
puede achacar que, asimismo, la actitud del autor es soez e incluso
despreciativa hacia el lector en formatos digitales. Este mismo
desprecio se puede observar en el uso de la voz “chisme” (l. 30),
cargada de connotaciones peyorativas. En este mismo sentido, en
relación aún con los términos valorativos, también cabe destacar
“verdadero [lector]” (l. 17), cargado de connotación, pues Pérez
Reverte da a entender que existe una categoría de lectores de verdad
a la vez que una falsa. Por último, los recursos estilísticos también
contribuyen a justificar la existencia de subjetividad en este texto: las
metáforas como “vínculo mágico” (l. 16) para referirse al acto de leer
o “trinchera extraordinaria” (l. 29) para aludir a su biblioteca; las
hipérboles como “ni siquiera las bombas son capaces de romper el
vínculo mágico” (l. 15 y s.) o “suficientes para resistir la última bala”
(l. 28), o incluso la ironía que destila en casi todo el texto. También
cabe señalar que, inexplicablemente, el autor presenta una actitud
contradictoria al expresar dos opiniones contrarias en el artículo (al
principio y al final).

Sin lugar a dudas, la intencionalidad del autor es contraponer los


dos formatos hábiles para la lectura (el soporte físico o en papel
frente al digital), con el objeto de terminar privilegiando el primero
sobre el segundo, tras lo cual llega incluso a denostar este último.
Reivindica la lectura en soporte físico a través de su extensa
descripción con tintes literarios en el segundo párrafo, de los
argumentos definitivos en su favor que recoge en el tercer párrafo
(anotaciones en el margen, subrayados, etc.) o afirmaciones como
“me niego a convertir mi biblioteca en un cibercafé” (l. 21 y s.). La
denostación del soporte digital se ha visto, por su parte, en la
connotación de “chisme” o el ataque subrepticio en “verdadero
lector”, explicados más arriba. En la actitud también se ha
demostrado como llega a despreciar al usuario de lectores
electrónicos empleando expresiones soeces como “no tiene ni puta
idea” (l. 31) o un lenguaje políticamente incorrecto. Sin que queda la
menor duda, la intención de Pérez Reverte es la de causar
controversia, generar polémica provocando al lector a través de
todos estos recursos (atrayéndolo hacia su opinión o moviéndolo en
su contra).

10
Valoración personal

El tema recogido en el texto está totalmente en vigencia o es de


interés, y lo es para un público muy amplio, pues la oposición entre
los dos soportes principales de lectura no es un aspecto ya exclusivo
de una generación o de un sector de la sociedad: los precios cada vez
más competitivos de los lectores electrónicos, así como la
posibilidad de leer incluso en los dispositivos electrónicos móviles
que la población mayoritariamente posee, lo posibilitan. No
obstante, el planteamiento realizado por Pérez Reverte en este texto
de este tema resulta inadecuado e, incluso, podría admitirse que es
incoherente. La incoherencia se observa en el momento en que, en el
primer párrafo, desestima que sea oportuno oponer los dos
formatos, y llega incluso a señalar las ventajas del electrónico, pero
termina por vindicar, especialmente en el último párrafo, y con
contundencia, las del papel. No solo esto, sino que, además,
contradice muchas de las cosas que había admitido anteriormente,
desacreditándolas, llegando a llamar “chisme de plástico” (l. 30) lo
que antes era, sin más, “práctico” incluso (l 7). Por todo ello, parece
que su argumentación carece de solvencia o no puede admitirse que
se sostenga. También podría reprocharse la estructuración temática
del artículo y su división en párrafos: ¿acaso el primer enunciado y
los últimos (a partir de “he dicho”, l. 18) del segundo párrafo no
tendrían más sentido en el primer y en el tercer párrafo,
respectivamente? Por último, en relación con su lenguaje, con el
objeto de generar polémica, como se ha admitido ya, llama la
atención que el autor emplea un lenguaje soez, que a juicio del que
comenta llega incluso a desacreditarlo, admitiendo, por ejemplo,
que “[el lector de formato electrónico] no tiene ni puta idea (…) ni
de qué es un libro” (l. 31).

Buena parte de los argumentos empleados por Arturo Pérez Reverte


son fútiles, románticos (en el sentido más decimonónico de la
palabra, basta leer el título): aluden al tacto, al olor, a las
experiencias sensoriales que se desprenden de la lectura en papel, y
olvida que, de igual modo que su trabajo como escritor es “ocuparse
del contenido”, el del lector es interpretar o decodificar lo que ese
objeto contiene, al margen de su formato, al margen de esas otras
experiencias auxiliares que podrían llegar, incluso, a distraerlo tanto
o más que una puntual notificación informando de la recepción de
un correo electrónico. Reconozco al menos que yo, cuando el papel
11
se amarillea, se cuartea, cuando desprende olor a humedad, no
experimento en absoluto las mismas sensaciones que Pérez Reverte
describe exaltado. Además, personalmente no creo que el disfrute de
la lectura tenga nada que ver con los placeres sensuales, sino que se
trata de un ejercicio de carácter intelectual y de abstracción.
Paralelamente, hasta que se extendió el uso del papel a causa de su
abaratamiento, en los monasterios medievales el soporte habitual
era el pergamino, elaborado a partir de la piel animal, y no creo que
ahora proceda imaginárselos a los monjes poniendo el grito en el
cielo, montando en cólera, aduciendo que el tacto del pergamino es
más agradable, o que el olor que del pergamino emana evoca y
favorece la lectura. La industria tecnológica evoluciona, y con ella
también la industria del libro, y a veces es normal, y hasta
aconsejable, temer el cambio; pero recordemos, no obstante, que la
invención de la imprenta fue catalogada en su momento como un
arma del diablo, algo parecido a lo que ocurre hoy con la televisión
o con internet. Sí, de lo anterior se desprenderá que tengo y disfruto
con mi lector electrónico, que no sustituye a la lectura tradicional: la
complementa. En cualquier caso, leo, interpreto, decodifico: extraigo
el contenido, que es mi misión como lector.

12
Antes aquí no había nada
Un estudio de la Universidad de Huxley trabaja con la hipótesis de
que la masificación turística y el desparrame urbanístico pueden
contribuir a desarrollar las capacidades cognitivas, porque en muchos
5 sitios se requiere una gran capacidad de abstracción para no ver la gente
que hay o lo que han construido. Seguro que este verano habrán tenido
que hacer esta gimnasia mental. Es difícil imaginar cómo es el mundo
que no conocimos, hasta que estás en una playa, en un pueblecito, y un
10 anciano, o alguien no tan mayor, dice esta frase: “Antes aquí no había
nada”.
En verano, cuando nos paramos a mirar y a pensar en el mundo, y
no en nuestras cosas, suele haber algún momento en que nos ponemos
15
apocalípticos, como en esta columna. Notas que algo va mal. Durante
un tiempo pensé que si bien el mundo antiguo había desaparecido —
mares llenos de peces, bosques rebosantes de animales—, se quedaría
20 más o menos así. Nunca creí llegar a sentirme como uno de esos
ancianos, ver un cambio a peor en mi generación. Una de las mayores
impresiones de mi vida fue regresar el verano pasado a un glaciar de los
Alpes que había visto hace 20 años. Era la mitad, como si lo hubieran
25 borrado con efectos especiales. Esta primavera en Roma no hubo
golondrinas. ¿Se les ocurre una señal de alarma más poética? Pues
esperen que les cuente la siguiente: como no llegaron en mayo, por el
frío insólito, en junio hubo una invasión de mariposas. Que en un año
30 normal se habrían comido antes las golondrinas.
Lo curioso es que en la ciudad oyes la frase contraria: “Antes aquí
había de todo”. Una carnicería, una panadería… Ahora, el centro de una
ciudad suele ser un lugar sin sentido. Por eso uno revaloriza las
ciudades feas, sin turismo, con bares normales. Acabaremos viviendo
todos en lugares anodinos mientras viajamos a los bonitos, que solo
serán visitables, no habitables. En verano esa sensación se agudiza, las
ciudades se vacían aún más de sus vecinos, solo hay turistas
desubicados.
Además, la tecnología acude en nuestra ayuda para abstraernos
bien: cuando la gente está en los sitios ya es como si no estuviera. Una
de las cosas más raras que este verano he visto hacer a alguien con el
móvil es un tipo hablando por teléfono mientras cogía moras.
¡Cogiendo moras!
¿Puede haber algo de una disipación más pura, un placer menos
maquinal, que coger moras? Yo creo mucho en esta combinación como
solución de futuro: cuando lo que había ya no esté, tampoco estaremos
13
allí para verlo, porque estaremos siempre con el móvil. O habrán sacado
ya unas gafas de realidad virtual para ver el paisaje como era, como una
visita en 3D a unas ruinas griegas. Y hasta veremos las ciudades con
gente corriente haciendo la compra y niños jugando en la calle, como
asegurarán los ancianos que eran.
Íñigo Domínguez: El País (18 de agosto de 2019), adaptación

COMENTARIO DE “ANTES AQUÍ NO HABÍA NADA” ÍÑIGO


DOMÍNGUEZ

Resumen del texto

Se requiere una gran dosis de abstracción para conseguir ignorar a


la gente o las construcciones inmobiliarias en aquellos espacios
masificados por culpa del turismo y del urbanismo sin control. A
partir del comentario de un anciano, “antes aquí no había nada”,
cabía pensar que no se iba a experimentar un cambio a peor en
nuestra generación, por lo que sorprende observar los efectos de los
anteriores: como el derretimiento de un glaciar alpino o la
desaparición de las golondrinas durante la primavera en Roma. A la
inversa, en las ciudades se oye “antes aquí había de todo”, pues se
ha producido un vaciamiento de sus habitantes, sustituidos por
turistas. La tecnología, que colabora en esa abstracción, puede ser,
¡qué duda cabe!, la solución al problema, permitiendo digitalizar lo
que desaparecerá irremediablemente.

Tema y estructura del texto

El tema del texto es la propuesta de una solución, con tintes irónicos,


que pase por la aplicación de la tecnología, ante los efectos del
turismo y el urbanismo exacerbados.

En cuanto a su estructura, se observa claramente una estructura de


enunciación resolución de un problema: aunque sea de forma
sarcástica, en el último párrafo se ofrece una “solución de futuro” a
la problemática o a los conflictos descritos en los párrafos anteriores;
de hecho, así se la llama, directamente (l. 16). De acuerdo con este
punto de partida, el texto se dividiría claramente en dos partes:

(a) La primera parte abarca desde el principio hasta la línea 21 y en


toda ella, como se ha apuntado, se aborda la enunciación de un
14
problema. No obstante, en su seno también podemos distinguir
otras dos partes o subapartados:

(a.1) El primer subapartado, que comprende los dos primeros


párrafos, se extiende hasta la línea 16, pues. Gira en torno a
la idea de que “antes aquí no había nada” (l. 6), frase
pronunciada por un anciano con el que el autor se compara
(no creía que fuese a ser capaz de experimentar, al
contrario que este, “un cambio a peor”, l. 11). A partir de
aquí, recoge dos efectos con los que trata de ejemplificar
este “cambio”: el derretimiento de los glaciares y la
desaparición de las golondrinas en Roma.
(a.2) En contraposición al anterior, este subapartado bascula en
torno a la idea de que “antes aquí había de todo” (l. 17),
con la que el autor parece establecer una dicotomía, y que
sirve, pues, de transición. Coincide con el tercer párrafo del
texto. El efecto sobre el que incide ahora Domínguez es la
despoblación de algunos núcleos urbanos (es más, en este
fragmento, la palabra “ciudad” se repite hasta en cuatro
ocasiones: l. 17, 18, 19 y 21).

(b) La segunda parte, como se ha apuntado al comienzo de esta


cuestión, es el apartado en que el autor propone, sarcásticamente,
una “solución de futuro” (l. 26) que pase por la abstracción a
través de la tecnología (idea que ya aparecía apuntada,
curiosamente, en la l. 3). Comprende el último párrafo, aunque, en
propiedad, su enunciación aparece a partir del “yo creo” de la
línea 25. Sin embargo, nos ha parecido acertada esta segmentación
en el momento en que el párrafo arranca con el enunciado
“además, la tecnología acude en nuestra ayuda para abstraernos
bien” (l. 22), a partir del que se plantea el nuevo eje temático, y el
campo asociativo de la tecnología está repartido por todo él:
“tecnología” (l. 22), “móvil” (l. 24 y 27), “teléfono” (l. 24), “gafas
de realidad virtual” (l. 27 y s.) y “3D” (l. 28).

Actitud e intencionalidad del autor (justificación a partir de


elementos lingüísticos relevantes del texto)
La actitud del autor es mayoritariamente subjetiva. Íñigo
Domínguez emplea, por ejemplo, la primera persona en los
15
momentos varios en los que relata anécdotas personales: “pensé”, l.
9; “creí”, l. 10, o “creo”, l. 26, todos los cuales son, además, verbos
intelectivos. En relación con los verbos, cabe destacar también un
verbo emocional: “sentirme” (l. 10) o el uso del modo subjuntivo en
“hubieran borrado” (l. 13) cuando el autor plantea una comparación
hipotética. Asimismo, un enunciado de la cuarta línea arranca con
un marcador de la propia opinión: “seguro que...”. El sufijo
apreciativo (“pueblecito”, l. 5) y los adjetivos valorativos,
abundantes en el texto, también son útiles para justificar su
subjetividad: “difícil” (l. 5), “curioso” (l. 17), “[ciudades] feas” (l. 19),
“[lugares] anodinos” (l. 20), “bonitos” (l. 20) o “[señal de alarma
más] poética” (l. 14) y “[cosas más] raras” (l. 23), estos últimos,
además, en sendas estructuras que expresan cuantificación. Esto
último –la cuantificación– también se aprecia en las siguientes
estructuras enfáticas o ponderativas: “abstraernos bien” (l. 22),
gracias al concurso del adverbio valorativo, y en la construcción “y
hasta veremos...” (l. 28 y s.). Las preguntas retóricas que aparecen en
el texto también representan una marca de subjetividad (“¿se les
ocurre...?”, l. 14, y “¿puede haber algo...?”, l. 25), así como el
enunciado encerrado entre signos de admiración (“¡cogiendo
moras!”, l. 24), en el que se observa un aumento del tono empleado
hasta el momento y una repetición de la expresión anterior (“... por
teléfono mientras cogía moras”, l. 24), de lo que se desprende que
indudablemente tiene un valor enfático. Por último, no es posible
pasar por alto las hipérboles, como “nos ponemos apocalípticos” (l.
8) o “como si lo hubieran borrado con efectos especiales” (l. 13), así
como el notable sarcasmo al que recurre cuando plantea, en el
último párrafo, la tecnológica “solución de futuro”, de lo que se
puede colegir que el autor presenta, también, una actitud sarcástica.
No obstante, es imposible pasar por alto que Íñigo Domínguez
también se muestra objetivo en algunos momentos: cuando habla
del “estudio de la Universidad de Huxley” (l. 1), por ejemplo, o al
aportar el dato de la capital italiana a partir de “esta primavera en
Roma no hubo...” (l. 13). En estos fragmentos predomina la función
referencial del lenguaje (tercera persona gramatical, modo
indicativo, enunciados enunciativos...), así como se constata, hasta
en dos ocasiones, una estructura impersonal (“...no hubo
golondrinas...”, l. 13 y s., y “...hubo una invasión de mariposas”, l.
15).

La intención de Íñigo Domínguez es, claramente, denunciar el


impacto que la acción del hombre ejerce, a través del turismo y
16
uno de sus efectos, la pésima organización urbanística, sobre el
medio natural, primero (en el primer y en el segundo párrafos), y
sobre la habitabilidad de las ciudades (en el tercer párrafo). Para ello
proporciona datos veraces –aquellos en los que se ha observado, en
el apartado anterior, una actitud predominantemente objetiva–
valiéndose de las marcas propias de la función referencial (también
explicada entonces). Algunos de estos datos, por cierto, se basan en
su propia experiencia personal, y entonces emplea marcas de la
función expresiva del lenguaje (primera persona, cuantificación o
ponderación, etc., como en “una de las mayores impresiones de mi
vida fue regresar el verano pasado a un glaciar de los Alpes que
había visto...”, l. 11 y s.). No obstante, la intención principal presente
en el párrafo final de este artículo es la de provocar sonrojo sobre la
miopía o la ceguera de la sociedad a propósito del tema propuesto,
y para ello se vale del sarcasmo, con el que denuncia,
fundamentalmente, nuestra facilidad para distraernos, “abstraernos
bien”, gracias a los dispositivos móviles, que nos impiden cobrar
verdadera conciencia de la magnitud del problema.
Subsidiariamente, el autor también se propone, por último, hacer
partícipe al lector en el desarrollo de su reflexión, como se observa
en el empleo de marcas propias de la función apelativa (segunda
persona en fórmulas de cortesía1, como “seguro que este verano
habrán tenido...”, l. 4, y “pues esperen que les cuente...”, l. 14).

Valoración personal

El texto propuesto para su comentario es de una rabiosa actualidad,


ya que los efectos ocasionados por el turismo desmedido y los
excesos urbanísticos son patentes en muchos lugares, no solo dentro
de las fronteras de nuestro país. La estructura del artículo es
especialmente singular pues la enunciación de estos problemas va
acompañada de una propuesta de solución que, sin lugar a dudas,
provoca una fuerte impresión sobre el lector. Indudablemente, bajo
ninguna circunstancia puede concebirse que su autor, Íñigo
Domínguez, la está planteando seriamente. Lo que resulta también
bastante curioso es que el autor, una vez efectuado el análisis de la
situación, señale como una de las causas de la misma la tecnología, o
–más exactamente– la inacción ciudadana como resultado de las
distracciones que provoca la tecnología, aspecto con el que, por otra
parte, no se puede estar en desacuerdo, aunque podría ser extensible
a múltiples situaciones en vías de solucionarse. También en relación
con la estructura, por último, resulta bastante acertado –y llega a
17
hacer más estimulante la lectura– el establecimiento de una
dicotomía u oposición a partir de dos enunciados antonímicos
(“antes aquí no había nada” “antes aquí había de todo”, en las líneas
6 y 17, respectivamente).

¿Qué duda cabe de que el turismo es una de las causas de los efectos
señalados por Íñigo Domínguez? La depredación de los recursos
naturales necesarios para sostener un sector económico en auge
como este resulta cada vez mayor, sin olvidar que incluso, en
ocasiones, empresarios despiadados yerguen monumentales
edificios en primera línea de playa contraviniendo la ley de costas o
en espacios medioambientales protegidos. Sin embargo, como bien
hace el autor, conviene denunciar que sus efectos no se limitan a
impactar sobre una emergente crisis climática, ya de por sí
suficientemente crítica: sus efectos también se sienten en las
ciudades, en las que la habitabilidad de sus vecinos resulta cada vez
más crítica. La aparición de nichos de mercado cada vez más
rentables, por ejemplo, en relación con los pisos turísticos, causados
por especuladores sin escrúpulos, o que solo se preocupan “por la
pela”, alentados o auspiciados por empresas digitales como Airbnb,
así como el aumento indiscriminado de los precios del alquiler que
provocan en ocasiones los fondos buitre que adquieren edificios
enteros “a precio de saldo”, provoca lo que se conoce técnicamente
como gentrificación, es decir, el abandono de los centros urbanos
históricos o neurálgicos por parte de sus anteriores inquilinos, que
se ven abocados a instalarse en barrios del extrarradio, en favor de
nuevas formas

1 Al tratarse de una fórmula de cortesía o de deferencia con “usted”,


los verbos están construidos en tercera persona, pero siguen siendo
marcas de segunda persona pues continúan aludiendo al receptor
del acto comunicativo.

18
de negocio con las que los anteriores pueden enriquecerse más. Esta
y otras situaciones similares son las que han movido a muchos
grupos ciudadanos a rebelarse contra el turismo, como en Barcelona,
donde han aparecido múltiples pintadas en que podía leerse
“tourists, go home”. Sin embargo, ¿es deseable que se marchen
realmente? No parece esta una postura muy inteligente cuando el
turismo es uno de los sectores económicos que más dividendos
ofrece, y que más puestos de trabajo directos e indirectos genera.
Quizá resulte interesante por fin adoptar las fórmulas de las que la
clase política lleva años hablando, consistentes en reducir el número
de visitantes, pero aumentar su calidad (en resumidas cuentas,
menos personas, más dinero).

19
Palabrera
Deconstrucción no es una palabra pomposa, sino necesaria. Abogo
por aumentar el número de entradas de nuestros lexicones y no
avergonzarnos de usar términos como lexicones, saponificación o
5 tergiversar, un verbo que se trasgiversa mucho. Con palabras se nombra
la realidad y se comprende. Nos hace falta designar emociones, partes
del cuerpo y árboles. Aprender palabras ensancha el campo visual, y
ensanchar el campo visual enriquece el acervo léxico. Construimos
10 realidad y pensamiento. Limpiamos la casa y a la vez emborronamos
sus límites: esos son los peligros de nombres, verbos, metáforas y
silogismos. Alpendre, escorrentía, epanadiplosis, flebitis, música...
Reivindico la lexicografía, el Scrabble y la acción pública de empollar.
15
Lo cierto es que la gente redicha es ignífuga y resistente: no se puede
andar por la vida con una mochila —como dicen ahora— de 1.200
palabras. Por eso, quiero hablar del profesor Andreu Navarra, que ha
20 publicado Devaluación continua, libro en el que aprendemos qué es el
ciberproletariado. Me encanta. En el ámbito de las ciencias humanas, dar
con la combinación de términos o con el compuesto o derivado
iluminadores es fundamental: fin de la historia, sociedad líquida,
25 literatura caníbal… Luego discutimos sobre la pertinencia ideológica de
los constructos. Con su neologismo, Navarra alude a una generación
que se está quedando sin léxico y, lo que resulta paradójico, sin datos:
quizá por el exceso de estímulos, el descrédito de la memoria y por una
30 falta de concentración que se vincula con nuevos soportes, nuevos
modos de lectura, la hegemonía audiovisual, pero también con la
desnutrición. Con la confusión entre el perfil pedagógico y el
psicoterapéutico, y la necesidad de satisfacer instantáneamente el
35 placer. La entrevista que le concedió a Berna González Harbour plantea
una inquietud que comparto: la de que cultura y educación hayan
dejado de ser ascensores sociales. Donde esté un buen culo, una lengua
bífida o una metralleta, que se quite todo lo demás. Intento no ser
apocalíptica, pero sentirme integrada atenta contra mi esencial
optimismo transformador.
La segunda palabrería es más confortable. La Caja de las Letras del
Instituto Cervantes acoge una exposición sobre palabras perdidas. El
futuro aparentemente se acelera y las academias hacen el pino puente
para adaptarse a laptops y whatsapps, mientras otras palabras se
arrumban, y en ese arrumbamiento, más allá de melancolías, hay una
pérdida de realidad y sentido. María Sánchez lo cuenta en Tierra de
mujeres colocando el foco sobre trabajadoras del medio rural, sus
20
espacios, herramientas, cuidados. Los dueños de las palabras siempre
han sido los otros —modelos de virtud humana y profesional—, y quizá
en el rescate de ciertos vocablos descubramos lo poco que han
importado las cosas de mujeres. La exposición de las palabras perdidas
nace de la artista zaragozana Marta P. Campo, que recoge cuñadez,
cocadriz (femenino de cocodrilo) o bajotraer (abatimiento, humillación).
La muestra se cierra el 29 de septiembre. Yo, que me siento un poco
bajotraída, saldré de mis dormisqueos y me amalaré la noema. Porque,
además, de incorporar novedades anglas y jugar con las piezas del
museo, quienes usamos el lenguaje —¿alguien se ha quedado fuera? —
tenemos derecho a mostrar lo mucho que nos importa, inventariándolo,
aprendiéndolo, acumulándolo e inventándonoslo, con mayor o menor
fortuna, para hablar de sexo, iluminar lo no dicho, hacer política o,
incluso, circensemente, circunvalar la verdad.
Marta Sanz: El País (23 de septiembre de 2019)

COMENTARIO DE “PALABRERA” DE MARTA SANZ

Resumen del texto

Resulta fundamental ampliar el vocabulario que se maneja, pues,


enriqueciendo el lenguaje, que establece los límites de la realidad y
del pensamiento, estos se amplían. Es indudable que no se puede
‘sobrevivir’ con un léxico básico. Por ello es necesario aludir a
conceptos como el de ‘ciberproletariado’, acuñado por A. Navarra,
que se refiere a una generación cuyo vocabulario se empobrece
debido a múltiples factores. Asimismo, también resulta conveniente
recoger iniciativas como la de la Caja de las Letras del Instituto
Cervantes, que ha acogido una exposición sobre voces caídas en
desuso, a partir de la cual parece interesante reflexionar que su
desaparición conlleva aparejada una pérdida de esa ‘realidad’ y de
nuestro pensamiento. Dicho lo cual, conviene cobrar conciencia de la
importancia del léxico y la pertinencia de ampliarlo en cualquier
contexto.

Tema y estructura del texto

El tema del texto es la recomendación por parte de la autora de


ampliar el vocabulario individual para ampliar los límites del
pensamiento y evitar su caída en desuso.

21
La estructura del texto comprende tres partes:

(a) En la primera parte, que abarca hasta la línea 10, exactamente


hasta “1 200 palabras”, se recoge, directamente, la tesis del texto,
que se podría sintetizar, aquí, en el enunciado “abogo por
aumentar el número de entradas de nuestros lexicones” (l. 1 y s.) o
“no se puede andar por la vida...” (l. 9 y s.).
(b) En la segunda parte, que abarca hasta la línea 33 (exactamente
hasta “se cierra el 29 de septiembre”), se aborda el cuerpo
argumental a través del cual la autora pretende apoyar su tesis,
esto es, la conveniencia de aumentar nuestro vocabulario. No
obstante, en esta segunda parte podemos observar, a su vez, dos
claros apartados apoyándonos en la distinta temática que se
aborda en uno y otro:

(b.1) El primer apartado menor dentro del cuerpo argumental


se extiende desde “por eso quiero...” (l. 10) hasta el final del
primer párrafo. En este fragmento la autora recurre a un
argumento de autoridad, ya que alude al libro de Andreu
Navarra y, más exactamente, a su concepto de
“ciberproletariado” incluido en él. Con este argumento
persigue, fundamentalmente, poner de manifiesto la
depauperación del caudal léxico de las últimas
generaciones.
(b.2) El segundo apartado menor abarca hasta la línea 33, y
arranca, significativamente, con “la segunda palabrería” (l.
24), a partir de lo que se presupone que la primera será la
recogida en (b.1). Aquí, ahora, se utilizan como argumentos
las referencias a la exposición de la Caja de las Letras del
Instituto Cervantes y el libro de Marta Campo, con los
que la autora pretende denunciar la desaparición de voces
por culpa de su caída en desuso.

(c) La última parte, en que recupera la primera persona (“yo, que me


siento...”, l. 33), se extiende ya hasta el final. En ella se vuelve a
enunciar la tesis, que se podría sintetizar, aquí, por medio del
enunciado “quienes usamos el lenguaje [...] tenemos derecho a
mostrar lo mucho que nos importa, inventariándolo,
aprendiéndolo...” (l. 35 y s.).

Así, al constatar que la tesis se repite al principio y al final del

22
artículo, podemos concluir que la tipología a la que este se adscribe
es de tipo circular o de encuadre.
Actitud e intencionalidad de la autora (justificación a partir de
elementos lingüísticos relevantes del texto)

La actitud de la autora en este texto es claramente subjetiva, como


se puede ver, por ejemplo, en el constante uso de la primera persona
gramatical: a veces en plural, como “construimos” (l. 5),
“limpiamos” (l. 6), “emborronamos” (l. 6)..., pero los más
significativos, en verdad, son los ejemplos en singular: “abogo” (l.
1), “reivindico” (l. 8) o “quiero” (l. 10), verbos volitivos todos ellos, a
partir de los que se desprende que la actitud de Marta Sanz es
también reivindicativa, o “me siento” (l. 33), un verbo emocional
esta vez, al que hay que sumar también “sentirme” (l. 22). En esta
misma línea, son especialmente significativas la expresión evidencial
como “lo cierto es que...” (l. 8 y s.) y la marca de la propia opinión
“me encanta” (l. 11 y s.), que también es un verbo emocional, o la
ponderativa o enfática “lo mucho que nos importa” (l. 36). También
proporcionan subjetividad los adjetivos valorativos que aparecen:
“[gente] redicha”, “ignífuga”, “resistente” (todos en la l. 9),
“fundamental” (l. 13), “paradójico” (l. 15), “buen [culo]” (l. 21)
“confortable” (l. 24) ... Cabe destacar, por último, para justificarla, la
existencia de un enunciado con modalidad oracional dubitativa con
“quizá” (“quizá en el rescate de ciertos vocablos descubramos...”, l.
30), adverbio este que aparece una vez más, por cierto, en la línea 16,
y la manifestación de varios recursos estilísticos: hipérbole en
“aprender palabras ensancha el campo visual” (l. 4 y s.) e ironía en
“esos son los peligros de nombres...” (l. 6 y s.) o “donde esté un buen
culo [...] que se quite todo lo demás” (l. 21 y s.), enunciado por el que
se podría reprochar, asimismo, que la autora presenta una actitud
relativamente soberbia. No obstante, existen algunos fragmentos en
los que sobresale una actitud objetiva, en cambio (principalmente,
cuando habla del libro de Andreu Navarra, especialmente en “con
su neologismo, Navarra alude a.…”, l. 14 y s., o en el segundo
párrafo, cuando se refiere a la exposición de la Caja de las Letras del
Instituto Cervantes o al título de Marta Campo). Esto se puede ver,
fundamentalmente, a través de marcas lingüísticas de la función
referencial: predomina la tercera persona, el modo indicativo, la
modalidad oracional enunciativa... Asimismo, aparecen datos, como
en “la muestra se cierra el 29 de septiembre” (l. 33), enunciado en
que se observa, además, una estructura pasivo refleja, y aparecen
23
también tecnicismos, tales como “neologismo” (l. 14),
“ciberproletariado” (l. 11), “sociedad líquida” (l. 13), etc.

En cuanto a la intencionalidad, es evidente que Marta Sanz


reivindica –verbo este que llega a emplear la misma autora en la
línea 8– la necesidad de ampliar la nómina de vocablos que
conforma nuestro caudal léxico. “Necesaria”, verbigracia, es un
adjetivo que emplea para caracterizar la palabra deconstrucción (l. 1),
con la que arranca, a modo de ejemplo, el texto. En esta
interpretación parece fundamental el enunciado “no se puede andar
por la vida con una mochila [...] de 1 200 palabras” (l. 9 y s.), que
recoge una idea de ‘imposibilidad’ (obsérvese como se niega una
perífrasis verbal de posibilidad) aplicable a todos los individuos (es
una estructura impersonal con “se”). También reivindica la
necesidad de recuperar ese léxico al que alude en el segundo
párrafo para evitar, como recoge, la “pérdida de realidad y sentido”
(l. 27). Su reivindicación va acompañada de un acto acorde con la
misma, pues emplea algunas de estas voces, aunque su significado
queda disfrazado o difuso, especialmente en “saldré de mis
dormisqueos...” (l. 33 y s.). No obstante, aclara el significado de
varias de las expresiones caídas en desuso que menciona, haciendo
para ello uso de la función metalingüística. Asimismo, también
parece despreciar la incorporación de anglicismos mientras se
produce la desaparición de voces como las recogidas (esto puede
interpretarse a partir de la expresión coloquial “hacen el pino
puente”, l. 25 y s., referida a las Academias de la Lengua, que alude
a una acción imposible y que, por lo tanto, parece destilar cierta
ironía. Por último, aunque resulte una obviedad, reconoce que el
uso del lenguaje es compartido, tanto por el receptor como por
parte de la emisora: en buena parte del artículo emplea la primera
persona del plural, como cuando describe los procesos lingüísticos,
o en “usamos el lenguaje” (l. 35), expresión claramente aglutinadora,
tras la cual añade la pregunta retórica “¿alguien se ha quedado
fuera?”, muy pertinente también por el contenido.

Valoración personal

El texto propuesto para su comentario, aparte de su actualidad e


interés para todos los públicos, que resultan evidentes, destaca por
el particular uso del lenguaje que su autora manifiesta en él. Dada la
temática que aborda, este parece totalmente justificado, aunque,
inevitablemente, en muchos momentos resulta relativamente
24
incomprensible, especialmente en el enunciado “yo, que me siento
un poco bajotraída, saldré de mis dormisqueos y me amalaré la
noema” (l. 33 y s.), como ya se ha apuntado más arriba. Al analizar
su léxico, resulta cuanto menos significativo que Marta Sanz recoge
fenómenos de todo tipo: de neologismos (“ciberproletariado”, l. 11),
de coloquialismos (“hacen el pino puente”, l. 25 y s.), de voces que
se adscriben a un registro más formal (“lexicones”, l. 2), de
tecnicismos (“epanadiplosis”, l. 7), de vulgarismos (“trasgiversa”, l.
3), de voces en desuso (“cocadriz”, l. 32), etc. En una primera
lectura, esta diversidad genera confusión, resulta particularmente
abrumadora, pero parece correlacionarse perfectamente con el tema
del texto, con la reivindicación de su autora; es decir, el despliegue
léxico demostrado por Marta Sanz está en clara consonancia con su
deseo de evitar su depauperación, con su deseo de demostrar que
existe un léxico amplísimo que posibilita aludir a los conceptos con
mayor precisión y que puede acabar por desaparecer si no se
emplea.

Parece imposible no adoptar un tono relativamente apocalíptico,


desesperanza do, como la autora: es inevitable constatar que el
léxico de las últimas generaciones se está pauperizando de una
forma incuestionable, totalmente palpable (“¿pauperi... qué?”, me
responderán). No me encuentro en disposición de determinar cuál
es la causa que lo provoca: tal vez sí se deba a ese exceso de
estímulos que los adolescentes –y no tan adolescentes– encuentran
en las aplicaciones de toda índole, con las que, desde Silicon Valley,
se los induce al entretenimiento en esta sociedad del espectáculo y
del escaparate: cuanto mayor sea su uso, mayor información
obtienen de nosotros, mayor cantidad de datos con los que negociar,
con los que vendernos, para que otros, unos terceros, consigan
promocionarse con el éxito garantizado de quien conoce los gustos
de su cliente; en cambio, leer un libro, abrir la prensa a diario para
informarse, etc., son experiencias con las que no necesariamente se
obtiene un disfrute inmediato, con las que el usuario que las
emprende no ha de recibir ese ‘chute’ de dopamina circulando por
su organismo, al contrario que con las anteriores. Sin embargo, ¿cabe
por otro lado considerar que esta visión ‘apocalíptica’ quizá resulte
excesivamente exagerada? Me refiero a una versión moderna del
tópico literario de la ‘Edad de Oro’, por la que cualquier tiempo
pasado fue mejor; al fin y al cabo, en boca de nuestros mayores solo
es posible imaginar una involución: la EGB era mejor que la ESO,
antes se era más respetuoso, etc. Lamentablemente, tampoco lo creo.
25
Recuerdo a un profesor de Historia que tuve que nos señalaba –qué
amable él, por otra parte– que la mayoría iba a acabar saliendo del
instituto siendo analfabeta funcional; es decir, sabría leer y escribir,
sí, pero tendría dificultades notables para interpretar un texto
medio. Asimismo, basta examinar la ‘devaluación’ –¡qué
coincidencia con el título de A. Navarra! – entre los libros de texto
del antiguo BUP y COU y los actuales de Bachillerato. Nada que ver.
Ahora bien, ¿cabe sobreponerse a esta situación? Por supuesto,
aunque parezca que todo está orquestado para evitarlo: basta una
simple elección, tomar un libro en lugar del dispositivo móvil
cuando el aburrimiento nos acose. Y, por último, ¿esto será
suficiente para evitar la depauperación del léxico, su caída en
desuso? Observado en sincronía, es decir, en el momento actual,
representará un cambio notable, claro; pero, en diacronía, en
cambio, es decir, analizando el devenir del tiempo, será imposible
impedir su completa actuación, la del tiempo quiero decir, pues la
historia de la lengua nos ha demostrado que cualquier idioma
experimenta una evolución, y en ello resulta inevitable la
desaparición y adopción de nuevos vocablos.

26
Letrinas de Internet
[…] Siempre me ha llamado la atención la ingente cantidad de pasiones
putrescentes que se desaguan en Internet. Algunos amigos que mantienen blog me
confiesan que con frecuencia se ven tentados a abandonarlo, ante la avalancha de
5 comentarios ofensivos o desquiciados que un puñado de sórdidos trolls dejan a sus
entradas. Yo mismo, cuando consulto las ediciones electrónicas de los periódicos,
me quedo estupefacto ante la retahíla de obscenidades, improperios y calumnias
que, en mogollón informe y bilioso, se suceden a las noticias. Y me pregunto si los
responsables de tales ediciones electrónicas serán conscientes del daño que tal
10 acumulación de cochambre hace a la credibilidad y prestigio de sus respectivos
medios; y, si lo son, por qué permiten su entrada y sedimentación. Algún director
de un medio digital especialmente infestado por estos gargajos del odio me ha
llegado a confesar –no sé si hipócritamente– que no hay manera de contener la
15 avalancha de inmundicia... salvo que se impida la participación de los usuarios, que
es tanto como renunciar a las potencialidades de Internet.

Y es que, en efecto, lo más llamativo y amedrentador del fenómeno es su


20 pujanza, su incoercible pujanza. La pasión putrescente del odio, avivada por el
anonimato, ha alcanzado en Internet un ímpetu de marea que todo lo anega... y no
hay dique jurídico que trate de detenerla. Y como, entretanto, se han empezado a
disponer diques jurídicos contra otros fenómenos infinitamente menos lesivos que
florecen en Internet, como la descarga de canciones y películas (que, en puridad, es
25 un servicio de intercambio gratuito que los usuarios entablan sin ánimo de lucro),
uno se pregunta si en el mantenimiento de Internet como desaguadero de odios no
habrá alguien que salga beneficiado. En un número anterior de esta revista el
profesor Santiago Niño Becerra anunciaba que, en un futuro próximo, los gobiernos
legalizarían la venta de la marihuana, para «que la gente no sea agresiva y esté
tranquila y relajada»; esto es, para que no se revuelva contra los artífices de su
miseria, en estos tiempos de vacas flacas y horizonte laboral cada vez más angosto.
Y me pregunto si las letrinas de Internet donde se desagua el odio no estarán siendo
la marihuana que aparta la agresividad de la gente de los artífices de su miseria,
para dirigirla contra quienes la denunciamos. […]

Juan Manuel de Prada: XLSemanal (31 de enero de 2010)

COMENTARIO DE “LETRINAS DE INTERNET” DE JUAN MANUEL DE


PRADA

Resumen del texto

Resulta bastante llamativo que la Red cada vez está más invadida de
comentarios altamente agresivos por parte de los internautas. Cabe
preguntarse por qué no se intenta poner freno a estos exabruptos,
que están cobrando un cariz irrefrenable, mientras resulta
sospechoso que se persigan otras acciones, más inofensivas, en
27
cambio. Quizá se esté utilizando Internet para desviar el odio de sus
usuarios, en estos tiempos de crisis, de los auténticos causantes de
sus problemas.

Esquema del texto

1. La red está inundada de odio.


1.1 Constatación personal de que los comentarios de muchos
internautas están llenos de procacidades e improperios.
2. Si los responsables son conscientes del problema, ¿por qué no lo
evitan?
3. Hipótesis de que pueda interesar desviar el odio de la
ciudadanía de quienes están causando sus penurias.
3.1. Internet es como la marihuana pues relaja o despreocupa
a la sociedad.

Tema y estructura del texto

El tema de este texto es los problemas asociados a la masiva


presencia en Internet de comentarios de usuarios anónimos llenos
de insultos, calumnias e injurias. / ... la sospecha de que la
canalización del odio hacia Internet es una fórmula controlada por
los poderes fácticos para evitar dirigirlo hacia ellos.

Desde el punto de vista de su estructura, se puede dividir el artículo


en dos partes o apartados:

(a) En la primera parte, comprendida entre la línea 1 y la línea 19


(“uno se pregunta si...”), el autor introduce el tema (la existencia
de comentarios perniciosos en la Red) evidenciando el hecho que
critica y mostrando su asombro hacia él. Sin embargo, la principal
razón por la que se establece una oposición entre este primer
apartado y el siguiente es que, en él, De Prada recoge el cuerpo
argumental. Se vale de testimonios de amigos que tienen blogs y
de la opinión del director de algún medio digital (argumentos de
autoridad), así como también de la contraposición con otras
prácticas, como la descarga ilegal de canciones y películas
(argumento de analogía o comparación), para conducirnos hacia
la tesis, que se recoge seguidamente.
(b) En la segunda parte, que abarca desde la línea 19 hasta el final
del texto, como se acaba de decir, aparece la tesis: en ella se
sugiere la posibilidad de que el Gobierno o los poderes fácticos no
28
están tomando cartas en el asunto pues da a entender que tal vez
nuestros dirigentes se aprovechan de que la gente se desahogue y
descargue su ira en la Red en lugar de rebelarse contra las
injusticias del sistema (para expresar esta idea, la sospecha de que
la ciudadanía se evade así de la verdadera causa de sus males,
repetida dos veces, en la línea 19 y s. –“uno se pregunta si...”– y,
más contundentemente, en la línea 24 y s. –“y me pregunto si...”–,
se vale nuevamente de un argumento de autoridad –la referencia
al profesor Santiago Niño Becerra [l. 21]– y de uno de analogía o
comparación –compara el desahogo en el ciberespacio con el
consumo de marihuana [l. 22]–).

De lo expuesto se desprende que, si entendemos que la tesis que


sostiene el autor es que las letrinas de Internet son ahora mismo “el
opio del pueblo” y que, por ello, su existencia beneficia a nuestros
gobernantes, podríamos hablar de una estructura inductiva o
sintetizante: el autor parte de hechos y ejemplos concretos,
argumentando a partir de ellos y, también a través de la analogía,
acaba por expresar la tesis al final del artículo.

Actitud e intencionalidad del autor (justificación a partir de


elementos lingüísticos relevantes del texto)

La actitud de Juan Manuel de Prada es en todo momento subjetiva


y crítica, tanto con los autores de dichos comentarios (a los que
denomina de forma claramente connotada, claramente peyorativa,
“puñado de sórdidos trolls”, en la línea 3 y s.), como con quienes no
hacen nada por controlar este asunto (acusa a los responsables de las
ediciones electrónicas de “daño”, l. 7, sustantivo este de carácter
denostador que contribuye también a justificar la subjetividad). En
este sentido, esta se manifiesta, claramente, en la repetición
expresiva o enfática de “pujanza” (l. 14 y s.), en el uso continuado de
la primera persona del singular (“me ha llamado la atención…”, l. 1,
expresión con la que manifiesta, además, su propia opinión; “yo
mismo [...] me quedo estupefacto…”, l. 4 y s., con un adjetivo
valorativo; “y me pregunto…”, l. 6), y también en el léxico que
emplea, que está cargado de connotaciones: por una parte, destaca el
empleo de adjetivos valorativos con una fuerte carga crítica
(“[pasiones] putrescentes”, l. 1, repetido también en singular en la
línea 15; “[comentarios] ofensivos o desquiciados”, l. 3; “sórdidos
[trolls]”, l. 4, etc.), y, por otro, el uso figurado del lenguaje que
emplea para referirse al fenómeno que está criticando, en torno al
29
cual el autor teje todo un entramado de metáforas que se despliegan
a partir del título del artículo (“letrinas de Internet”): “acumulación
de cochambre” (l. 7), “sedimentación” (l. 9), “infestado por estos
gargajos del odio” (l. 9 y s.), “inmundicia” (l. 11), “desaguadero de
odios” y, de la misma familia léxica, “se desagua el odio” (l. 20 y 25,
respectivamente); otras referencias metafóricas, empleadas para dar
a entender que esta realidad es un “tsunami imparable”, también
contribuyen en esta dirección: por ejemplo, “marea que todo lo
anega” (l. 16) o “dique jurídico” (expresión repetida en dos
ocasiones, en las líneas 16 y 17). Gracias a este entramado de
metáforas, podría admitirse que la actitud del autor también es
relativamente mordaz u ofensiva, con el objeto de poner de relieve
la crudeza, la insensibilidad, la falta de ética o de debate reflexivo
que se puede observar en la Red. No obstante, parece pertinente
señalar que algunos enunciados (el que se halla entre paréntesis,
“que, en puridad, es un servicio...”,
l. 18 y s., y “en un número anterior de esta revista el profesor...”, l.
21 y s.) presentan, en cambio, una actitud objetiva debido a la
ausencia en ellos de los rasgos anteriormente mencionados.

La intención del autor es criticar no solo a los individuos que se


dedican a verter en las redes todo el odio y la podredumbre que
cultivan en su interior, sino también a quienes permiten que esto se
pueda realizar con total impunidad. No obstante, como se ha
planteado también a propósito de la estructura cuando se ha
señalado la tesis, parece que su principal pretensión no es otra que
identificar al gobierno o a los poderes fácticos como posibles
responsables o invitarnos a sospechar de si su permisividad no
esconderá oscuras y maliciosas intenciones. Por supuesto, a su vez,
el autor se cuestiona o se interroga algunas de las afirmaciones que
sugiere, que no dejan de ser, pues, hipótesis personales. Esto se ve
en la insistente repetición de enunciados con una modalidad
oracional interrogativa indirecta (“me pregunto si...”, l. 6 y 24; “por
qué permiten...”, l. 8, o “uno se pregunta si...”, l. 19 y s.). Asimismo,
también manifiesta su desprecio hacia estas prácticas, como se
aprecia en un alto número de los rasgos aducidos para justificar la
subjetividad (los adjetivos valorativos críticos, el lenguaje
connotativo de tipo peyorativo, etc.), así como un interés por
vincular o identificar las aportaciones en la Red con excreciones, lo
cual se puede justificar por medio del entramado de abundantes
referencias metafóricas que el autor emplea en torno a la idea de las
“letrinas de Internet”, y que se han descrito ya en el apartado
30
anterior; en propiedad, el autor emplea múltiples recursos propios
de la función poética que tienen como fin dotar de mayor
expresividad y originalidad el artículo: aparte del lenguaje
figurado y las metáforas ya comentados, destaca el uso de la anáfora
o la repetición de las mismas palabras al comienzo de varios
enunciados (“y me pregunto”, “uno se pregunta...”, “y me
pregunto...”; coinciden, pues, con los enunciados interrogativos ya
descritos), con la que el autor pone de relieve que existo “algo” en
todo esto que no entiende completamente y quiere hacer partícipes
de sus dudas a los lectores.

Valoración personal

Respuesta libre. Después de abordar la valoración crítica, habrás de


redactar un texto expositivo argumentativo en el que opinarás sobre
cuestiones como las siguientes (recuerda establecer claramente tu
tesis, la idea que defiendes, y varios argumentos con que la
sostengas): ¿estás a favor de la libertad de expresión en Internet?,
¿crees que esta debería tener sus límites?, ¿no podrían esos límites
considerarse censura?, ¿cómo piensas que se podría controlar este
problema que plantea el autor?, ¿crees que se debería legislar en su
contra?,
¿compartes la idea del autor de que el Gobierno se beneficia de que
la gente descargue su odio en la red?, ¿se te ocurren otros ejemplos,
aparte del de la marihuana, de actividades que adormecen a la
ciudadanía o que la hacen desviar su atención de sus verdaderos
problemas?, etc. Como siempre, en esta cuestión se valoran vuestra
expresión, originalidad y madurez.

31
Tremendos 16
A diario, ni te enteras. Bastante tienes con llegar viva a tu propia
meta. Vuelves a casa para la cena después de haberla llamado mil veces
sin respuesta y haber rezado para que todo esté en orden, por muy caótico
5 que sea. Compruebas que está entera. Confirmas que parece o muy
contenta o muy de morros, como suele. Verificas, sobre todo, que no está
más triste de lo ordinario, alarma de alarmas, y das gracias a los dioses por
haber superado la prueba hasta mañana. En cuanto pasas más tiempo
10 cerca te topas, sin embargo, con una extraña en casa. Tu propia hija
adolescente. La que se hace un ovillo para que ni le hables ni la mires
mientras tú le bramas que qué le pasa y ella te ladra que no le pasa nada,
“mamá, chaval, pesada”. La que se te cuelga del cuello deshecha en llanto
15
porque sus amigas han intimado de más en Snapchat y ella se ha sentido
“lo puto peor, mamá, chico”. La que te confiesa que igual tiene ganas de
llorar que de reír y que no se aguanta del pavo que tiene encima, “te lo
20 juro, mamá, tío”.
Lo de toda la vida, pero distinto, porque su mundo y el nuestro ya no
es el mismo. Me río yo de los expertos que nos sermonean sobre cómo
supervisar a nuestros hijos. Nos contentamos con saber, presuntamente,
con quién andan y con quien wasapean. No tenemos ni idea. No
imaginamos la angustia de sentirse patito feo viendo continuamente
cisnes en las redes. No sentimos el escrutinio del grupo al segundo en el
móvil. No sufrimos —no recordamos— el vértigo de estar lleno de
inseguridades mientras los demás te restriegan sus soberbias. Triunfa
ahora la serie 13 Reasons Why, en la que una adolescente cuenta los
motivos de su suicidio en 13 capítulos. Este puente, mi pava y sus íntimos
se los han bebido a morro en mi casa mientras una les contemplaba
muerta de amor y de miedo. ¿Dulces? Tremendos 16. Quién los pillara. Y
qué descanso haberlos ya pasado.
Luz Sánchez Mellado: El País (4 de mayo de 2017)

COMENTARIO DE “TREMENDOS 16” DE LUZ SÁNCHEZMELLADO

Resumen del texto

Al regresar a casa, te preocupas por comprobar que está bien tu hija


adolescente te, esa persona que manifiesta un comportamiento
contradictorio, esquivo, solícito... La adolescencia de esta generación
y la de la anterior no tienen ya nada en común, por lo que los
32
individuos de esta última no consiguen comprender cabalmente a
los de la primera. El éxito de la serie 13 Reasons Why, que está
visionando la hija de la autora del artículo, conduce a esta a la
preocupación. Ojalá volver a tener su edad, pero qué alivio no ser
adolescente.

Esquema del texto

1. Al regresar, compruebas que tu hija adolescente está bien.


1.1. Comportamiento contradictorio por su parte.
2. La adolescencia de esta generación y la de la anterior no son iguales.
2.1. Los adultos no pueden comprender completamente a sus
hijos adolescentes.
3. Triunfa la serie 13 Reasons Why.
3.1. Temor ante el visionado por parte de su hija adolescente.
3.2. Deseo de rejuvenecer y alivio de haber dejado atrás la
adolescencia.

Tema y estructura del texto

El tema del texto es la preocupada visión de una madre ante las


vivencias de su hija adolescente.
En relación con la estructura, podríamos considerar que es de tipo
causa efecto, pues en la primera parte se describe una situación a
partir de la cual se analiza el efecto que provoca (temor ante el
visionado de la serie de Netflix por parte de su hija y el rechazo a
volver a experimentar la etapa de la adolescencia).

(a) La primera parte, que abarca desde la línea 1 hasta la línea 17,
recoge –como se ha dicho ya– la causa (se analiza la adolescencia
desde la experiencia personal de su hija), pero este apartado, a su
vez, se podría dividir en otros apartados menores:

(a.1) En el primero, que comprende hasta la línea 6 (“... con una


extraña en casa”), la autora se dirige al hipotético lector con
verbos en segunda persona (“tienes” y “vuelves”, l. 1;
“compruebas” y “confirmas”, l. 3; “verificas”, l. 4; “pasas”,
l. 5, y “te topas”, l. 6).
(a.2) El segundo, que abarca desde “tu propia hija adolescente”
(l. 6) hasta el final del primer párrafo, arranca con una frase
o sintagma nominal (“tu hija propia hija adolescente”),
objeto del texto que no se había explicitado hasta este
33
momento en el texto, y a partir del cual se sucede una
secuencia de carácter descriptivo (cuyos enunciados
arrancan, todos ellos, con “la que...”).
(a.3) En el tercero, que comprende desde la línea 12 a la 17 (“...
te restriegan sus soberbias), la autora aborda un nuevo
tema, que se opone al de (a.1) y (a.2), entre los que se
observa una mayor continuidad: la disparidad entre su
adolescencia y la de su hija, para lo cual, ahora, recurre a la
primera persona gramatical y otras marcas de la función
expresiva que se comentarán más tarde.

(c) La última parte, como queda ya recogido, se extiende desde la


línea 17 hasta el final y coincide con el efecto: a partir de un nuevo
asunto, la serie 13 Reasons Why, que no se había tratado antes, la
autora expresa la preocupación por los sinsabores que pueda estar
experimentando su hija adolescente y su reconocimiento explícito
de no querer volver a experimentar esta etapa.

Actitud e intencionalidad de la autora (justificación a partir de


elementos lingüísticos relevantes del texto)

A pesar de que en el enunciado “triunfa ahora la serie...” (l. 17 y s.)


podemos justificar la manifestación de una actitud objetiva (marcas
de la función referencial: tercera persona, modalidad oracional
enunciativa, indicativo, etc.), esta es completamente secundaria: en
el texto predomina, con mucho, la subjetividad. Esto se puede
observar en el notabilísimo número de coloquialismos con los que
Luz Sánchez Mellado trata de reproducir la jerga juvenil de su hija:
por ejemplo, “no se aguanta del pavo” (l. 10), “mi pava” (l. 18) o “se
los han bebido a morro” (l. 19), o, directamente, las citas o
expresiones entrecomilladas que pone en boca de su hija; o,
asimismo, también en el lenguaje connotativo empleado, muchas a
partir de referencias metafóricas (“se hace un ovillo”, l. 6 y s.; “se te
cuelga del cuello”, l. 8; “sermonean”, l. 13; “patito feo” o “cisnes”, l.
15, o “muerta de amor y de miedo”, l. 19 y s.). En el segundo

34
párrafo aparecen otras marcas de la función expresiva del lenguaje:
un adjetivo valorativo, como “tremendos” (repetido en el título y en
la l. 20); una pregunta retórica (“¿dulces?”), con la que la autora
comienza a manifestar su opinión, más claramente expresada a
través de los dos enunciados exclamativos siguientes (“quién los
pillara” y “qué descanso haberlos ya pasado”), que encierran una
paradoja, de lo que se podría deducir que la actitud de la autora
también es ambigua o contradictoria.

En cuanto a la intencionalidad, a partir de la descripción de su


propia hija adolescente, Luz Sánchez Mellado parece querer
evidenciar la distancia entre la adolescencia experimentada por
dos generaciones distintas (“su mundo y el nuestro ya no es el
mismo”, l. 12), pues esta etapa vital de su hija le genera una enorme
preocupación (nótese este campo asociativo en voces como
“angustia”, l. 15; “sufrimos”, l. 16; “inseguridades”, l. 17, o “miedo”,
l. 20), y esta se acentúa ante el visionado de la nueva serie de Netflix.
Asimismo, con el empleo de formas verbales de segunda persona
(“tienes” y “vuelves”, l. 1; “compruebas” y “confirmas”, l. 3;
“verificas”, l. 4; “pasas”, l. 5, y “te topas”, l. 6) puede querer
involucrar al hipotético lector en el relato de una anécdota que, de
este modo, cobre visos de universalidad, o con la que sea más fácil
empatizar. Algo parecido puede pretender con la notable inclusión
de voces coloquiales o de la jerga juvenil, con las que imita o
reproduce la forma de comunicarse de su hija con el objeto de
adornar el texto con giros lingüísticos propios de la etapa de la
adolescencia. En el segundo párrafo, por su parte, predominan las
marcas de la función expresiva, como queda recogido a propósito de
la actitud, con lo que especialmente en este punto manifiesta su
opinión a tenor de las vivencias de su hija adolescente, señalando la
imposibilidad de comprender a los adolescentes de esta última
generación o constatando la existencia de una brecha generacional
(por ejemplo, a partir del enunciado de la línea 14, “no tenemos ni
idea”, se suceden varias oraciones enunciativas negativas que
permiten justificar esta última afirmación). Por último, la paradoja
de la línea 20, explicada en la actitud, le permite expresar una
contradicción habitual entre los individuos adultos: la de desear
volver a experimentar o regresar a una edad más temprana, pero, al
mismo tiempo, repudiar la adolescencia como tiempo convulso.

35
Tipo de texto y modo de discurso. Justificación con elementos
lingüísticos relevantes

Desde el punto de vista del ámbito de uso, el texto objeto de análisis


es claramente un texto periodístico, pero específicamente un tipo
que pertenece al género subjetivo: un artículo de opinión. Desde el
punto de vista textual o pragmático, se puede observar en que es un
texto unidireccional, es decir, en él el emisor envía el mensaje al
receptor (a través de un canal físico o digital en que emplea un
código escrito), un receptor colectivo, por cierto, no individualizado,
sin que este pueda asumir el papel de emisor, a su vez. Es evidente,
asimismo, por toda la información paratextual que aparece en su
transcripción: el nombre del emisor (Luz Sánchez Mellado, una
colaboradora del periódico), del canal o medio en que se ha
publicado (El País), la fecha de publicación, etc. En este mismo
sentido, el titular que aparece en su cabecera también es una marca
habitual de los textos periodísticos. Destaca, no obstante, la
subjetividad presente en él al tratarse de un texto del género
periodístico de opinión (subjetividad observable en términos
valorativos como el adjetivo “tremendos” del mismo título, en el
empleo de enunciados exclamativos, como “quién los pillara”, etc.).
Y, por último, como los artículos de opinión presentan un lenguaje
próximo al de los textos literarios –algo similar ocurre con los textos
publicitarios–, es posible hallar en él recursos estilísticos (destacan
las metáforas “vértigo”, l. 16, “muerta de amor...” y “se han bebido a
morro”, ambos en la l. 19; la hipérbole del mismo título y la paradoja
de la última línea del artículo).

Por su parte, desde el punto de vista del modo de elocución (o modo


de discurso), al haber reconocido en él una estructura de causa
efecto, el texto pro puesto es exclusivamente expositivo, algo que se
puede observar, especialmente, en el segundo párrafo gracias a que
prevalece la función referencial y la modalidad oracional
enunciativa (demostrable en los enunciados “lo de toda la vida pero
distinto, porque...”, l. 12, o “triunfa ahora la serie...”, l. 17 y s.). En
estos mismos ejemplos es posible observar, asimismo, el uso de la
tercera persona gramatical (aunque también emplea, en este mismo
párrafo, la primera persona aglutinadora) y del modo indicativo,
modo de la realidad y de la de notación, concretamente en el tiempo
presente con valor atemporal.

36
Sin embargo, a propósito del modo de elocución también es necesario indicar la
aparición una serie de secuencias narrativo descriptivas. (a) Las primeras, las
narrativas, predominan en la primera parte del primer párrafo, pero también en
la segunda del segundo (“este puente mi pava...”, l. 18 y ss.). Es posible
observarlo en que, para transmitir una sucesión de acciones, la autora emplea
oraciones con verbos predicativos (“vuelves a casa para la cena después de...”, l.
2 y s.) y abundan, asimismo, las expresiones temporales (“después de
haberla...”, l. 2; “en cuanto pasas...”, l. 5; “este puente”, l. 18; “mientras una...”, l.
19). (b) Las secuencias descriptivas, por su parte, aparecen exclusivamente en la
segunda parte del primer párrafo, en las que predominan los elementos
nominales sobre los verbales (se observan varias frases nominales: “tu propia
hija adolescente”, l. 6 y las tres que, acto seguido, comienzan por el pronombre
relativo “la que”). Por último, también contiene pequeñas secuencias
dialógicas, cuando la autora reproduce en estilo directo, en el primer párrafo,
las frases tí picas de su hija, enunciados en los que aparecen elementos de la
función apelativa, tales como los vocativos “mamá” (l. 8, 9 y 11) o la segunda
persona gramatical (“te lo juro”, l. 11).

Valoración personal

Respuesta libre. Después de abordar la valoración crítica (en la que


quizá convenga focalizarse sobre la recurrencia de formas
lingüísticas pertenecientes a una jerga juvenil, la contradicción en
que incurre la autora al final del texto a través de la paradoja, la
curiosa descripción de su hija adolescente, la referencia a la serie de
Netflix, etc.), habrás de redactar un texto expositivo argumentativo
en el que opinarás sobre cuestiones como las siguientes (recuerda
establecer claramente tu tesis, la idea que defiendes, y varios
argumentos con que la sostengas): ¿representa ciertamente la
adolescencia una etapa de la vida “tremenda”? ¿Está la adolescencia
cargada de estereotipos o están estos suficientemente justificados?
¿Tienen los familiares de hijos adolescentes en verdad motivos para
preocuparse? ¿Son responsables de estos los propios adolescentes o
son circunstancias inherentes a esta etapa, de la que estos, por tanto,
no tienen culpa? ¿Existe una sobreprotección por parte de los
familiares con hijos adolescentes hacia estos? ¿Hay algo que puedan
hacer ambas partes para evitar esta última situación?

37
Atontados
Poca repercusión ha tenido un estudio de Italia tan inquietante como quizá
revelador para comprender lo que les pasa a nuestros vecinos transalpinos y
también lo que nos ocurre por estos lares. Estamos atontados por culpa de algunas
5 cadenas de televisión. Y por eso votamos lo que votamos. Tirando del hilo
llegaríamos a que el desgobierno es cosa de Vasile. Bueno, no tanto, pero casi.
Han concluido tres economistas italianos que Mediaset, el rentabilísimo
emporio mediático que tantos identifican con la telebasura, tuvo una
influencia enorme en la elección de Berlusconi como primer ministro italiano,
10 así como en el más reciente éxito electoral de fuerzas populistas como las que hoy
cogobiernan. El estudio es demoledor. Concluye que la gente que pasa horas y horas
consumiendo los programas de este canal sobre todo ancianos y jóvenes presenta un
impacto negativo en sus habilidades cognitivas y bajos niveles de compromiso civil.
15 Y establece que, con la cabeza embotada de tanto ver programas de mamachichos y
versiones similares a nuestro Mujeres, hombres y viceversa, tienen dificultades para
procesar cuestiones sobre democracia con alguna mínima complejidad, por lo que
en ellos calan muy bien los eslóganes y las simplezas de los dirigentes que han
20 convertido la política en espectáculo. Rivera haría su agosto en Roma.
Que sepamos, nadie está investigando aún los efectos que pueda tener en los
españolitos la programación que vomitan algunas de nuestras cadenas. Pero no hay
que ser linces para presuponer que algo tendrá que ver con el arraigo aquí del
populismo de izquierda y derecha, o con el hecho de que hoy para liderar cualquier
25 partido sea más importante contar con el tipín de Pedro Sánchez que una cabeza
amueblada. Hoy tener el Estado en el cerebro como antes se les atribuía a gentes
como Fraga o Rubalcaba seguro que penaliza en las urnas.
Con todo, lo más preocupante es que, mientras se sitúan al frente de la agenda
política cuestiones como la erradicación del sexismo o el machismo, la lucha contra
la cosificación de la mujer, la promoción de la igualdad, etcétera, cada día millones
de jóvenes consumen programas como el mencionado o el engendro recién
estrenado por Jesús Vázquez que contribuyen a enquistar los peores estereotipos
sociales en los cerebelos de la generación de la que saldrá el futuro inquilino de La
Moncloa. Igual Carmen Calvo que este verano estará desocupada debiera leerse el
informe italiano. O a lo peor es que nuestros políticos nos quieren cada vez más
tontos. No es descartable.

Eduardo Álvarez: El Mundo (3 de agosto de 2019)

COMENTARIO DE “ATONTADOS” DE EDUARDO ÁLVAREZ

Resumen del texto

Una investigación italiana concluye que la televisión idiotiza, y que


esto repercute sobre lo que se vota; más concretamente, que los
televidentes que siguen la programación del grupo Mediaset
presentan un perfil ideológico pobre y se dejan seducir más
38
fácilmente por la “política del espectáculo”. Resulta evidente que
esto puede trasladarse a España, y justificaría el auge aquí de los
movimientos populistas y de la escasa importancia que tiene el
perfil intelectual de los líderes políticos. A pesar de esto, preocupa
más que esta programación perpetúe estereotipos sociales injustos o
que parezca que la clase política mantenga cierta connivencia con
esta situación, pues prefieren una ciudadanía atontada.

Tema y estructura del texto

El tema del texto es la denuncia de que determinados contenidos de


la ‘telebasura’ son contraproducentes para el correcto ejercicio
individual de la democracia.
En relación con la estructura, el texto es claramente inductivo pues
la tesis que defiende el autor (que esta situación descrita en Italia es
trasladable a España y que parece que interesa a los políticos) se
encuentra en la parte final del mismo. Así, se puede segmentar en
dos claros apartados:

(a) En la primera parte, que comprende los dos primeros párrafos,


se encuentra el cuerpo argumental. Se trata, concretamente, de un
argumento de autoridad, pues se alude al estudio italiano, cuyas
conclusiones se recogen, a través del cual se pretende establecer
una analogía con la situación española. Como se demostrará en el
apartado de la actitud, dado que se pretende presentar la tesis de
la investigación de la forma más aséptica posible, en este apartado
predomina la objetividad.
(b) En la segunda parte, que comprende los dos últimos párrafos, se
recoge la tesis que el autor defiende a partir del argumento de
autoridad y de analogía anterior: como se ha apuntado ya, que la
situación descrita es extrapolable a España y que interesa a la
clase política. Además de predominar la subjetividad en este
apartado, por su distinta temática se puede subdividir a su vez en
dos subapartados menores:

(b.1) En el primero, que coincide con el tercer párrafo, se incide


en los efectos de la ‘telebasura’ sobre la gobernabilidad o el
perfil de los líderes políticos.
(b.2) El segundo, que coincide con el último párrafo, incide en
un efecto peor, a juicio del autor: la perpetuación de los
estereotipos, y se acaba concluyendo que esta situación

39
parece interesar a la clase política.

Actitud e intencionalidad del autor (justificación a partir de


elementos lingüísticos relevantes del texto)

El texto propuesto para su comentario presenta una actitud


eminentemente subjetiva. Sin embargo, lo anterior no obsta para
que puedan apreciarse notables elementos o marcas lingüísticas que
le proporcionan objetividad, sobre todo en la primera parte del
artículo (los dos primeros párrafos), en los que su autor recoge las
conclusiones del estudio italiano (así, en este fragmento predomina
el uso de la tercera persona gramatical, el modo indicativo, la
modalidad oracional enunciativa, etc., como puede observarse en
“concluye que la gente que...”, l. 9 y ss., o “tienen dificultades para
procesar...”, l. 13 y ss.). Sin embargo, el elemento subjetivo –como
queda ya recogido– es el preponderante, especialmente a partir del
tercer párrafo. A partir de él, Álvarez emplea un lenguaje figurado
cargado de connotaciones: “haría su agosto” (l. 15), que serviría de
transición; “no hay que ser linces” (l. 17), o incluso “españolitos” (l.
16) o “tipín” (l. 19), sustantivos sufijados con un diminutivo que, no
obstante, de acuerdo con el contexto, están cargados de tintes
despectivos y de carga irónica (presente en otros enunciados: “hoy
tener el Estado en el cerebro...”, l. 20 y s., o “no es descartable”, l. 28),
de lo que se desprende que la actitud del autor es, también,
despectiva. Asimismo, en esta parte también sobresale una
referencia metafórica igualmente connotada (“vomitan”, l. 17), una
expresión evidencial (“seguro que...”, l. 21), y un neologismo (“a lo
peor”, l. 28), creado por analogía con “a lo mejor”, con el que el
autor carga de expresividad la idea enunciada a continuación. Son,
no obstante, los adjetivos valorativos los que proporcionan
subjetividad al texto a lo largo de todo el artículo: “inquietante” (l.
1), intensificado por medio del adverbio “tan”; el superlativo
“rentabilísimo” (l. 6), “[influencia] enorme” (l. 7), “demoledor” (l. 9),
o “preocupante”, inserta en una construcción de superlativo (l. 22),
así como también el adverbio valorativo “quizá” (l. 1).

La intencionalidad con la que Eduardo Álvarez ha redactado el texto


es la de, a partir del estudio italiano, señalar que España vive una
situación similar: determinados contenidos de la ‘telebasura’
empobrecen, embrutecen, consolidando en el poder a los populistas,
algo que puede interesar a los políticos. En los primeros dos
párrafos, como queda recogido, predominan las marcas de la
40
función referencial porque el autor pretende recoger una síntesis de
las conclusiones del estudio italiano de la forma más fidedigna
posible. Sin embargo, como queda dicho también, a partir del tercer
párrafo especialmente, predominan las marcas de la función
expresiva del lenguaje, pues es en esta parte donde recoge su
opinión, la suposición de que esta realidad es trasladable a España
también y de que estar “atontados” puede estar al servicio de
nuestros políticos: puede que les interese. Los enunciados en los que
se ha observado anteriormente un tono irónico o despectivo (a los
que puede sumarse “no hay que ser linces”, l. 17) permiten,
asimismo, suponer que el autor manifiesta que la realidad que
describe resulta evidente, o tan evidente que no requiere de
demostración (entre estas expresiones, quizá destaque la de “tipín
de Pedro Sánchez”, l. 19, que sirve tal vez para ridiculizar el perfil
político actual, vacío, de escaparate –antes Álvarez se ha referido a
la conversión de la política en espectáculo, l. 15–, frente al perfil de
Estado, ejemplificado por Fraga y por Rubalcaba, l. 21). Por último,
la estructura “lo más preocupante” (l. 22), ya analizada más arriba,
precedida del conector discursivo concesivo “con todo”, sirve para
que el autor manifieste que le desasosiega más el efecto sobre la
ciudadanía que sobre los resultados electorales (descritos en el
tercer párrafo).

Tipo de texto y modo de discurso. Justificación con elementos


lingüísticos relevantes

Desde el punto de vista del ámbito de uso, el texto objeto de análisis


es claramente un texto periodístico, pero específicamente un tipo
que pertenece al género subjetivo: un artículo de opinión. Desde el
punto de vista textual o pragmático, se puede observar en que es un
texto unidireccional, es decir, ya que el emisor envía el mensaje al
receptor (a través de un canal físico o digital en que emplea un
código escrito), un receptor múltiple, por cierto, no individualizado,
sin que este pueda asumir, a su vez, el papel de emisor. Es evidente
que se trata de un artículo de opinión, asimismo, por toda la
información para textual que aparece en su transcripción: el nombre
del emisor (Eduardo Álvarez, un colaborador del periódico), del
canal o medio en que se ha publicado (El Mundo), la fecha de
publicación, etc. En este mismo sentido, el titular que aparece en su
cabecera –“Atontados”– también es un elemento habitual de los
textos periodísticos. Destaca, también, la subjetividad presente en él
al tratarse de un texto del género periodístico de opinión
41
(subjetividad observable en adjetivos valorativos como
“inquietante” en la l. 1 o “demoledor” en la l. 7, algunos con un
cierto grado de cuantificación, bien por su significado, como
“[influencia] enorme” en la l. 7 o el grado superlativo
“rentabilísimo” en la l. 6; los sufijos apreciativos de “españolitos” en
la l. 16 o “tipín” en la l. 19; la expresión evidencial “seguro que...” en
la l. 21; el lenguaje connotativo que se desprende de los usos
figurados que se van a comentar a continuación, etc.). Y, por último,
como los artículos de opinión presentan un alto grado de
literariedad, es decir, se aproximan notablemente al lenguaje de los
textos literarios, es posible hallar en él recursos estilísticos, entre las
que sobresalen las metáforas “vomitan” (l. 17) y otras más
fraseísticas, asimiladas por el lenguaje estándar, como “haría su
agosto” (l. 15) o “no hay que ser linces” (l. 17), aparte de secuencias
en las que prevalece la ironía o el sarcasmo (como cuando alude al
“tipín de Pedro Sánchez”, por ejemplo, en la l. 19).

Por su parte, desde el punto de vista del modo de elocución (o modo


de discurso), el texto propuesto es expositivo argumentativo, ya que
presenta una estructura claramente inductiva (el cuerpo argumental
comprende los dos primeros párrafos mientras que la tesis –las
consecuencias de ese consumo televisivo sobre la sociedad
española– abarca los dos últimos), en la que el argumento empleado
es, en primera instancia, de autoridad, pues parte de la información
recogida en “un estudio de Italia” (l. 1). El contenido del cuerpo
argumental implica que sea, además, un argumento de causa efecto
(se entiende que, como compartimos cadena de televisión y
programación –causa–, los resultados del informe son extrapolables
al caso de España –consecuencia–) con algún elemento de
ejemplificación (la referencia a “mamachichos”, l. 12, y al programa
“Mujeres, hombres y viceversa”, l. 13).

La parte expositiva, por su parte, puede identificarse,


principalmente, en el cuerpo argumental, en el momento en que en
este se explica de forma divulgativa el contenido del estudio
italiano. Es por ello que pueden hallarse múltiples marcas de la
función referencial: en enunciados como “la gente que pasa horas y
horas...”, l. 9 y ss., o “tienen dificultad para procesar cuestiones...”,
l. 13 y ss., es posible identificar algunas, como el empleo de la tercera
persona gramatical, el modo indicativo, que es el modo de la
realidad y de la denotación, el presente con valor atemporal, etc.
42
Otros rasgos menores que permiten llegar, asimismo, a esta
conclusión son la aparición, junto con los adjetivos valorativos ya
mencionados, de adjetivos de carácter especificativo (como, por
ejemplo, “[éxito] electoral”, l. 8; “[compromiso] civil”, l. 11;
“[estereotipos] sociales”, l. 26, etc.), a lo que habría que sumar el
empleo de un cierto léxico especializado, más o menos técnico,
denotativo (a veces con carácter abstracto): nos referimos a campos
asociativos de la política (“populismo de izquierda y derecha”, l. 18;
“el Estado”, l. 20, etc.) y de la televisión (“la telebasura”, l. 7; “la
programación”, l. 16 y s., etc.).

Valoración personal

El texto propuesto para su análisis aborda un tema actual e


interesante para todos los públicos, pues en mayor o menor medida
toda la población es televidente o consume contenidos televisivos y,
por lo tanto, debería sentirse preocupada por su ínfima calidad y
por el aprovechamiento de esta situación por parte de la clase
política para embrutecer. El argumento que emplea Álvarez para
alcanzar su tesis (de autoridad y de analogía) resulta bastante
convincente para el sostenimiento de la misma, dados –entre otros
factores– la similitud entre el país italiano y el nuestro y la existencia
en ambos de canales televisivos del grupo Mediaset. En el artículo,
resulta especialmente significativo el empleo de un lenguaje
claramente connotado (basta observar los ejemplos aducidos a
propósito de la actitud) y el tono irónico o despectivo, como puede
observarse en el particular uso del diminutivo de “españolitos” (l.
16) o “tipín” (l. 19).

La ‘caja tonta’ ‘atonta’. ¡Qué novedad! Nada nuevo bajo el sol, nada
que no supiéramos ya. Esta es una de las conclusiones que alcanza el
sociólogo francés Pierre Bourdieu en su ensayo Sobre la televisión:
entre otras, este autor recoge la idea de que la calidad de las
informaciones que vuelca este medio de comunicación de masas ha
decrecido notablemente, entre otras razones, por el sometimiento a
los índices de audiencia, es decir, se han democratizado los
contenidos de la televisión... pero a la baja; como dijo Lope de Vega
a propósito de su arte nacional, “como las paga el vulgo, es justo
hablarle en necio para darle gusto”. Esta situación, generalizada
entre los distintos canales y que afecta también, lamentablemente, a
los propios espacios informativos, de los que se espera un contenido
más crítico y contrastado, alejado de las noticias de sucesos, las
43
cuales poseen un impacto mayor sobre la sociedad y, por ende,
sobre los índices de audiencia, resulta sin embargo notablemente
más cruda en la parrilla de la programación de Mediaset: su
programación adolece de una falta evidente de cultura, de rigor, de
ética incluso, con escasas aunque honrosas excepciones; más bien,
sus espacios ofrecen la versión más chusca y barriobajera de nuestra
cultura popular, con sus reality shows y sus programas de variedades
cuyos tertulianos mantienen un debate pobre en argumentos pero
rico en gritos o improperios, lleno de lugares comunes. ¿Qué puede
esperarse del nivel cultural o de la implicación política de una
sociedad que ha ‘ascendido al poder’, que ha designado ‘princesa
del pueblo’ a un personaje televisivo como Belén Esteban, cuya
biografía se reduce a haber mantenido un affaire con un torero y que
muestra un comportamiento irreverente en la pantalla? Como las
paga el vulgo, se le habla en necio, en efecto. Mientras no se
visibilice en televisión a sectores de la sociedad informados, a
intelectuales (científicos, literatos, etc.); mientras no se emplee la
‘caja tonta’ como medio informativo de primer orden,
democratizador, sino como instrumento administrador de estulticia
‘a cascoporro’, atontados, sí, y muy atontados, y a mucha honra.

44
Salvamento
En cualquier calle de cualquier ciudad de Europa se puede
observar cada día con más frecuencia la imagen de ancianas
amarillentas en silla de ruedas y de viejos jadeantes con muletas, que
5 apenas pueden con su alma, acompañados y asistidos por jóvenes
inmigrantes negros o hispanos. Son imágenes premonitorias de la
Europa que heredarán nuestros descendientes si la convulsa biología
planetaria no acude al rescate. En un futuro no tan lejano España va
10 necesitar cinco millones de gente joven que venga a trabajar, a
integrarse, a reproducirse y a pagar impuestos. Europa va a necesitar 50
millones de extranjeros jóvenes de cualquier color, que aporten savia
nueva que la libre de su inexorable decrepitud. Ante la angustiosa
15
visión de la continua llegada de pateras a nuestras costas hay que
preguntarse quién salva a quién. El terrible espectáculo de los
inmigrantes huidos del hambre y de la guerra, que son rescatados en el
Mediterráneo, de hecho, supone una operación contraria de salvamento.
Son ellos quienes vienen a salvarnos. Ahora estos náufragos limpian el
cúmulo de basura que dejan nuestros adorables adolescentes después
de los conciertos y los botellones, piden limosna en la puerta de los
rebosantes supermercados, realizan los trabajos más duros que nadie
quiere, contemplan con las manos en los bolsillos el paso de la historia
por las esquinas. Cuando en el futuro los descendientes de estos
esclavos sean tan señores como usted, a ellos deberá Europa agradecer
el no haberse extinguido como una vieja caduca, egoísta y achacosa.
Puede que algún patriota racista o xenófobo, a quien uno de estos
inmigrantes tal vez le está limpiando hoy la mierda del retrete, crea que
este pronóstico es el ridículo ensueño de un alma blanca. Pero por
mucho que le duela lo cierto es que un día toda la humanidad será de
color chocolate.
Manuel Vicent: El País (21 de octubre de 2018)

COMENTARIO DE “SALVAMENTO” DE MANUEL VICENT

Resumen del texto

Próximamente Europa en general, y España en particular, van a


requerir un notable incremento de la población a través de la
inmigración que las ayude a superar la crisis demográfica que están
experimentando. En ese sentido, si uno se plantea quiénes salvan a
quién cuando se examina la situación de la inmigración a través del
45
Mediterráneo, la respuesta es que son los inmigrantes los que
contribuyen a nuestra salvación, pues, gracias a su implementación
en la sociedad, el viejo continente compensará su tasa de crecimiento
negativo.

Tema y estructura del texto

El tema del texto es la demostración o justificación de que los


inmigrantes que llegan a Europa no constituyen un problema sino
una solución a la crisis demográfica.

En relación con la estructura, el texto es inductivo pues la tesis que


defiende el autor (resumida en el enunciado “son ellos quienes
vienen a salvarnos”, idea conectada con el título del artículo:
“Salvamento”) se encuentra en la parte final del mismo. Así, se
puede dividir claramente en dos apartados:

(a) La primera parte, que abarca hasta la línea 11 (exactamente hasta


“contraria de salvamento”), coincide con el cuerpo argumental.
En él se recoge un argumento de causa efecto, es decir, a partir de
la idea de que Europa y España van a necesitar aumentar su
población activa, se concluye, más tarde, que son ellos, por tanto,
los que vienen a salvarnos (la tesis).
(b) La segunda parte, pues, coincide con la tesis, que se comienza a
enunciar a partir del enunciado “son ellos quienes vienen a
salvarnos” (l. 11), como queda ya recogido.

Actitud e intencionalidad del autor (justificación a partir de


elementos lingüísticos relevantes del texto)

El texto propuesto para su comentario resulta claramente subjetivo.


El fenómeno lingüístico que más sobresale para justificar esto es la
ingente cantidad de adjetivos valorativos que aparecen: “inexorable
[decrepitud]” y “angustiosa [visión]” (l. 8), “terrible [espectáculo]”
(l. 9), “[trabajos] más duros” (l. 13 y s.) ... También lo es “adorables
[adolescentes]” (l. 12), que comporta, a su vez, un tinte irónico
evidente (los adolescentes que ensucian tras conciertos y botellones
no pueden ser, en opinión del autor, adorables), lo que permite
justificar también la existencia de una actitud despectiva por parte
de Vicent. También son adjetivos valorativos “caduca, egoísta y
achacosa” (l. 16), con los que caracteriza a “una vieja”, expresión que
46
hace referencia a Europa; de esta manera sigue incidiendo en la idea
de la crisis demográfica. Por otra parte, también justifican la
subjetividad una expresión evidencial como “lo cierto es” (l. 19) y la
aparición de expresiones coloquiales a partir de referencias
metafóricas más o menos lexicalizadas (“la mierda de retrete”, l. 18)
y de otras en que predomina el lenguaje figurado (“apenas pueden
con su alma”, l. 3; “savia nueva”, l. 7, e incluso “alma blanca”, en la
que se aprecia un juego de palabras a partir de una sinestesia). No
obstante, también existen enunciados objetivos, en los que
predominan las marcas de la función referencial del lenguaje
(tercera persona gramatical, modo indicativo, modalidad oracional
enunciativa...): casualmente, estos coinciden con la formulación de
la premisa (“en un futuro no tan lejano...”, l. 5 y s.) y de la tesis (“son
ellos quienes vienen a salvarnos”, l. 11).

En cuanto a la intencionalidad, el autor pretende ofrecer una


novedosa lectura de la inmigración por la que esta no constituye un
problema sino la solución a la crisis demográfica que están
experimentando Europa, en general, y España, en particular.
Además, desea expresar o manifestar que está aludiendo a una
situación ubicua, universal, como se aprecia en la indeterminación
del primer enunciado (“en cualquier calle de cualquier ciudad...”, l.
1; nótese la repetición enfática de “cualquier”). La ironía, descrita a
propósito de la actitud, permite observar que, de alguna manera,
desprecia el comportamiento de la sociedad europea u occidental,
especialmente de sus jóvenes, despreocupados de las consecuencias
de sus actos. La adjetivación utilizada (ya referida: “angustiosa”,
“terrible”, etc.) sirve para expresar la opinión que le merece al
autor esta situación; asimismo, la adjetivación que sirve para
caracterizar a Europa (ya referida: “caduca”, “achacosa”...) o el
sustantivo denostador “decrepitud” (l. 8), en consonancia ambos
fenómenos dentro del campo asociativo de –podríamos decir– la
“podredumbre” física, le ayuda a Vicent a evidenciar o remarcar la
idea de crisis demográfica, de que el viejo continente está
envejeciendo de forma inevitable. Por último, la pregunta retórica de
la línea 9 (“hay que preguntarse...”) revela que se cuestiona sobre
qué sector recae la responsabilidad de saber al otro, aunque
claramente despeja esta incógnita cuando, a continuación, en la línea
11, enuncia que “son ellos quienes vienen a salvarnos” (esta
expresión provoca extrañamiento, resulta chocante, paradójica,
efecto con el que el autor aspira a asombrar por su contundencia al
lector).
47
Tipo de texto y modo de discurso. Justificación con elementos
lingüísticos relevantes

Desde el punto de vista del ámbito de uso, el texto objeto de análisis


es claramente un texto periodístico, pero específicamente un tipo
que pertenece al género subjetivo: un artículo de opinión. Desde el
punto de vista textual o pragmático, se puede observar en que es un
texto unidireccional, es decir, ya que el emisor envía el mensaje al
receptor (a través de un canal físico o digital en que emplea un
código escrito), un receptor múltiple, por cierto, no individualizado,
sin que este pueda asumir el papel de emisor, a su vez. Es evidente
que se trata de un artículo de opinión, asimismo, por toda la
información paratextual que aparece en su transcripción: el nombre
del emisor (Manuel Vicent, un colaborador del periódico), del canal
o medio en que se ha publicado (El País), la fecha de publicación, etc.
En este mismo sentido, el titular que aparece en su cabecera
–“Salvamento”– también es un elemento habitual de los textos
periodísticos. Destaca, también, la subjetividad presente en él al
tratarse de un texto del género periodístico de opinión (subjetividad
observable en términos valorativos como “angustiosa [visión]” (l. 8)
o “adorables [adolescentes]”, car gado de ironía, l. 12; la expresión
evidencial “lo cierto es que...”, l. 20; los coloquialismos, como “la
mierda del retrete”, l. 18, etc.). Y, por último, como los artículos de
opinión presentan un lenguaje próximo al de los textos literarios, es
posible hallar en él recursos estilísticos (aparte de la ironía recién
mencionada, destaca la metáfora “savia nueva”, l. 7; la
personificación en la descripción de Europa, l. 16, o la sinestesia
“alma blanca”, l. 18 y s.).

Por su parte, desde el punto de vista del modo de elocución (o modo


de discurso), el texto propuesto es expositivo argumentativo, ya que
presenta una estructura claramente inductiva (el cuerpo argumental
se extiende hasta la l. 11 y la tesis, “son ellos quienes vienen a
salvarnos”, a partir de entonces), en la que el argumento empleado
es de causa efecto (su premisa es, exactamente, “en un futuro no tan
lejano España va a necesitar cinco millones de gente joven que
venga a...”, l. 5 y s., del que la tesis se desprende como un claro
efecto o consecuencia). A estos se pueden añadir otros rasgos
lingüísticos que permiten justificar la susodicha tipología textual: la
aparición de una pregunta retórica indirecta (“hay que preguntarse
quién salva a quién”, l. 9) y de marcas de la función referencial,
48
como, por ejemplo, el predominio de la tercera persona gramatical y
el modo indicativo, modo de la realidad y de la denotación
(observables ambas características en la premisa “en un futuro no
tan lejano España va a necesitar...”, l. 5 y s., o en la formulación de la
tesis “son ellos quienes vienen a salvarnos”, l. 11); además, abunda
el presente con valor atemporal (identificable en los ejemplos
proporcionados), así como se puede encontrar alguna estructura
impersonal (“se puede observar”, l. 1).

Por último, es posible detectar alguna mínima secuencia descriptiva.


Concretamente dos: “la imagen de ancianas amarillentas...” (l. 2 y s.), en
que se describen individuos, pues predominan elementos nominales,
especialmente adjetivos, y “ahora estos náufragos limpian...”, en que se
describen acciones, pues los verbos empleados carecen de dinamismo en
este fragmento o, para ser más exacto, carecen de tiempo, no constituyen
acciones diversas, enmarcadas, consecutivas, gracias a la aparición de
expresiones temporales.

49
Contra la pared
El domingo por la noche vi un capítulo de Los Soprano. Junior
Soprano, tío y mentor de Tony, está en un hotel con su amante, Bobbi
5 secuencia descriptiva. En la cama, Bobbi, cariñosa y seductora, lo felicita
por lo bien que practica el sexo oral. Lo festeja: es una suerte que ella
tiene, algo insólito que él le regala. Junior está serio. Es un señor mayor
y respetable; un mafioso de Nueva Jersey. Le advierte: no le gusta que
10 ella hable de eso, es algo que absolutamente nadie tiene que saber. Por
supuesto, ya es tarde. La mujer ha compartido su alegría con otras
mujeres, y la delicada información llega a oídos de Tony, su bravo
15 sobrino, que en aras de la compleja relación que tiene con su tío, acabará
burlándose de él durante una sesión de golf. Por comer felpudos. La
escena siguiente es dura e incómoda. Junior va a buscar a Bobbi a la
oficina. Le grita, la insulta, la empuja contra la pared, la inmoviliza y, en
20
vez de pegarle en la cara, de hecho, para no hacerlo, le refriega una tarta
que había sobre la mesa, con fuerza, con rabia. La despide. Se va. Y ella
llora, con el merengue y el bizcocho bajándole por el rostro: “Corrado,
25 no me dejes, por favor, no me dejes”. Este capítulo se emitió por
primera vez en 1999.
El martes por la tarde vi un capítulo de Euphoria. Es la serie sobre
adolescentes, pero no solo para adolescentes que estrenó HBO este
verano. Deberían verla todas las madres y los padres, a pesar del
pánico, precisamente por él. Maddy es la novia de Nate, el macho alfa
del instituto, alto y guapo. Durante una feria, Maddy va vestida de
forma sexy, Nate intenta obligarla a que se cambie; no quiere que sus
padres la vean así. Ella se rebela ante su familia, lo provoca, lo
ridiculiza. Él va decidido tras ella y, en la oscuridad de un callejón, la
coge del cuello y la embiste contra un camión. Ella lo perdona. Es 2019.
Veinte años no es nada. La ficción televisiva, una sofisticada
manera de retratar la burda realidad. Me pregunto entre cuántos
hombres (la cifra exacta de los hombres de la Tierra) ya está bien visto
practicar el sexo oral a las mujeres. Me pregunto también cuántos
hombres siguen cogiendo a mujeres del cuello y aplastándolas contra la
pared. La cifra exacta de los hombres de la Tierra. Las paredes son para
los besos, y la distancia entre Junior Soprano y Nate Jacobs es un simple
lunes de septiembre, cargado de secretos.
Lara Moreno: El País (5 de septiembre de 2019)

COMENTARIO DE “CONTRA LA PARED” DE LARA MORENO


50
Resumen del texto

Recientemente se reprodujo un episodio de Los Soprano, el cual


contenía una escena en la cual un personaje masculino le practicaba
satisfactoriamente el sexo oral a su pareja, hecho por el que esta lo
felicitó; sin embargo, el primero manifestó su deseo de que no
hablase de su habilidad. Cuando fue sabedor de que ella ya lo había
comunicado por ahí, la agredió. En un capítulo de Euphoria, por su
parte, se apreció otra escena, en la que una pareja discute porque el
chico quería que ella adoptara una forma de vestir menos
provocativa. Como ella no accedió, y lo ridiculiza, también la
agredió. El tiempo transcurrido entre la publicación de una escena y
otra no supone nada, pues las series de televisión constituyen un
espejo de nuestro tiempo.

Tema y estructura del texto

El tema del texto es la demostración, a partir de dos ejemplos


tomados de sendas series, de que la consideración que se tiene sobre
la mujer y la violencia que se ejerce sobre ella siguen inalterables.
En relación con la estructura, el texto se puede dividir claramente en
dos apartados:

(a) El cuerpo argumental, que abarca los dos primeros párrafos


del artículo, y con los que la autora pretende aportar un par de
ejemplos de violencia de género a partir de sendas series
televisivas. Se corresponden, pues, concretamente, con
argumentos de ejemplificación. Por el distinto contenido que
se aborda en uno y otro párrafo, es decir, por la distinta serie
que se describe en cada uno de ellos, este primer apartado se
podría dividir en otros dos subapartados, a su vez: (a.1) en
que se describe la serie de Los Soprano y (a.2) en que se
describe la serie de Euphoria.

(b) La tesis, cuya formulación aparece recogida en el último


párrafo del texto.

De la exposición anterior se desprende que el texto propuesto para


su comenta rio presenta una estructura inductiva.
51
Actitud e intencionalidad del autor (justificación a partir de
elementos lingüísticos relevantes del texto)

La actitud de Lara Moreno en el texto es claramente subjetiva, lo


cual puede justificarse o demostrarse a partir de una gran cantidad
de elementos lingüísticos observables en el artículo. Sobresalen, por
ejemplo, los términos valorativos (fundamentalmente adjetivos),
entre los que sobresalen “dura” e “incómoda” (l. 8 y s.), y
“sofisticada [manera]” y “burda [realidad]” (l. 21 y s.). También
resultan interesantes las connotaciones que aportan los usos
metafóricos, especialmente el de “comer felpudos” (l. 8) y “macho
alfa” (l. 16). También aportan subjetividad el enunciado exhortativo
que comienza con una perífrasis verbal modal de obligación:
“deberían verla...” (l. 15), o las dos preguntas retóricas indirectas del
último párrafo (“me pregunto...”, l. 22 y ss.). Por último, aunque
resulte secundario, también sirven para justificar esta actitud los
verbos de percepción o sensoriales construidos en primera persona
que emplea para iniciar los dos párrafos iniciales: “vi” (l. 1 y 14), que
son útiles, asimismo, para justificar una actitud más bien personal,
basada en la propia experiencia de la autora. No obstante, el
predominio en el primer y en el segundo párrafos de marcas de la
función referencial permiten justificar en este apartado la existencia,
asimismo, de cierto grado de objetividad (en “este capítulo se
emitió...”, l. 12, por ejemplo, se observa la modalidad oracional
enunciativa, el modo indicativo, la tercera persona gramatical...).

En cuanto a la intencionalidad, se podría admitir que esta es retratar,


a partir del análisis de varias escenas de dos series televisivas
distanciadas en el tiempo (para demostrar que “veinte años no es
nada”, l. 21), como apenas se ha evolucionado en materia de
género. Esto queda todavía más patente a partir de la hipérbole que
puede leerse en el último enunciado del artículo: “la distancia entre
[...] es un simple lunes de septiembre” (l. 25 y s.). Por su parte, en el
primer apartado de la estructura sobresalen peculiaridades tales
como las marcas lingüísticas propias de la función referencial, la
existencia de secuencias de carácter narrativo descriptivo y una
perífrasis verbal modal de obligación (ya descrita a propósito de la
actitud): se emplean las mencionadas secuencias, en las que
predomina la función referencial, porque está en su intención no
solo describir sino recoger o plasmar de la forma más objetiva
posible las dos escenas de las series de televisión, que se convierten
52
en conjunto, y en particular cada escena, en un ejemplo
representativo de su tiempo; la perífrasis, por su parte, está
empleada para emitir una invitación a los padres con el fin de que
visionen una serie que, a priori, está dirigida a los adolescentes, para
que la examinen o analicen con ellos. En el segundo apartado, el
predominio de la función expresiva sirve, en cambio, para expresar
su opinión a propósito del tema abordado, mientras que las
preguntas retóricas son elementos con los que la autora se interroga
el número de hombres (“cuántos”, l. 22 y 23) que imitan o
desarrollan también estas prácticas, aunque parece clara su opinión
al respecto a tenor de lo recogido en este último párrafo: muchos;
nada ha cambiado.

Tipo de texto y modo de discurso. Justificación con elementos


lingüísticos relevantes

Desde el punto de vista del ámbito de uso, el texto objeto de análisis


es claramente un texto periodístico, pero específicamente un tipo
que pertenece al género subjetivo: un artículo de opinión. Desde el
punto de vista textual o pragmático, se puede observar en que es un
texto unidireccional, es decir, en que el emisor envía el mensaje al
receptor (a través de un canal físico o digital en que emplea un
código escrito), un receptor múltiple, por cierto, no individualizado,
sin que este pueda asumir el papel de emisor, a su vez. Es evidente,
asimismo, por toda la información paratextual que aparece en su
transcripción: el nombre del emisor (Lara Moreno, una colaboradora
del periódico), del canal o medio en que se ha publicado (El País), la
fecha de publicación, etc. En este mismo sentido, el titular que
aparece en su cabecera también es una marca habitual de los textos
periodísticos. Destaca, no obstante, la subjetividad presente en él al
tratarse de un texto del género periodístico de opinión (subjetividad
observable en términos valorativos como “dura”, l. 8; “incómoda”,
l. 9; “sofisticada”, l. 21...; el empleo de formas verbales en primera
persona gramatical, concretamente en verbos de percepción o
sensoriales –“vi”, por dos veces, en las l. 1 y 14, etc.). Y, por último,
como este tipo de textos presenta un lenguaje próximo al de los
textos literarios, es posible hallar en él recursos estilísticos (destacan
las metáforas “comer felpudos”, l. 8, y “macho alfa”, l. 16, o las
anáforas de “me pregunto...”, expresión repetida por dos veces en
las l. 22 y 23, que genera expresividad).
Por su parte, desde el punto de vista del modo de elocución (o modo
de discurso), el texto propuesto es expositivo argumentativo, ya que
53
presenta una estructura claramente inductiva (argumentos –dos
primeros párrafos– más tesis o conclusión –último párrafo–), en la
que los argumentos empleados son de ejemplificación (se apoya en
el ejemplo de lo recogido en dos series tele visivas, que describe,
para concluir que apenas han cambiado las cosas). Es una
argumentación muy personal, por lo que emplea la primera persona
(sirven los ejemplos aducidos en el párrafo anterior), o preguntas
retóricas (las iniciadas con “me pregunto...”, expresión ya recogida).
Sin que resulte muy importante, la parte expositiva podría
justificarse por medio del predominio de la función referencial y de
la modalidad oracional enunciativa (cualquier enunciado del último
párrafo valdría como ejemplo), así como la utilización del modo
indicativo, pro pio de la realidad, de la denotación, específicamente
el presente con valor atemporal (“veinte años no es nada”, l. 21, por
ejemplo).
Sin embargo, en los dos primeros párrafos, en los argumentos de
ejemplificación, aparece una serie de secuencias narrativo
descriptivas.

(a) Es narrativo porque predominan las oraciones con verbos


predicativos (construidas, además, en tercera persona): se aprecia,
por ejemplo, en “le grita, la insulta, la empuja contra la pared...” (l. 9
y s.). Aunque en este mismo enunciado se observa que en el texto se
abusa de la relación de las acciones por medio de la yuxtaposición,
sin conectores, también existen expresiones de tiempo, como “el
domingo por la noche” (l. 1) o “el martes” (l. 14). (b) Es descriptivo
porque, en cambio, otros enunciados contienen oraciones
atributivas, esto es, con verbos copulativos, en los que predominan,
además, elementos nominales, especialmente una profusa
adjetivación (rasgos observables en “la escena siguiente es dura...”, l.
8 y s., o “Maddy es la novia de Nate...”, l. 16). Por último, también
contiene una pequeña secuencia dialógica, en el momento en que
recoge la intervención de un personaje en estilo directo: “Conrado,
no me dejes...” (l. 12), en que se observan algunas marcas de la
función apelativa (es un enunciado exhortativo, con un vocativo,
“Conrado”, y un verbo en segunda persona).

54
La ortografía es el termómetro
Quien tiene un problema de ortografía no sufre solamente ese
problema. Los errores con la puntuación o las letras van siempre
5 asociados a una deficiente expresión sintáctica y a un vocabulario
pobre. La ortografía es el mercurio que sirve para señalar la fiebre. Se
podrán abolir las haches y las tildes, como propuso García Márquez,
pero no por romper el termómetro bajará la temperatura.
10 Las personas acostumbradas a leer buenos libros y buenos
periódicos no suelen cometer faltas cuando escriben, porque su
memoria inconsciente ha ido almacenando las palabras exactas y ha
15 deducido las relaciones gramaticales que mantienen entre sí. Y cuando
las necesiten para expresar una idea, brotarán casi sin esfuerzo.
Frente a eso, las faltas involuntarias afloran en quienes no
quisieron o no pudieron recibir una enseñanza de calidad y no han
20
enriquecido luego su pensamiento con las cuidadas lecturas que
conducen siempre a cuidadas reflexiones.
Hoy en día salimos a la plaza pública más con la palabra escrita
que con la expresión oral. Redactamos mensajes de WhatsApp, de
correo, escribimos en Twitter… Y paseamos por esa calle de multitudes
vestidos solamente con nuestra ortografía y nuestra sintaxis. Así nos
mostramos a los demás, que se formarán una opinión al respecto del
mismo modo que se establece una impresión general ante quien lleva
siempre lamparones en el traje.
En definitiva, la ortografía es sobre todo un indicio.
Se supone que quien escribe con corrección ha leído y ha
incorporado a su pensamiento una estructura gramatical que le permite
ordenar mejor las ideas y analizar con más competencia tanto lo que oye
como lo que piensa. La buena ortografía ayuda además a relacionar
unos vocablos con otros (y también a distinguir unos conceptos de
otros).
Por el contrario, cabe suponer que quien comete faltas de ortografía
no dispone de esas herramientas; que tal vez disfrute así de menor
capacidad para la argumentación y la seducción, y que probablemente
sea, por todo ello, una persona más manipulable.
Álex Grijelmo: El País (7 de noviembre de 2018)

55
Resumen del texto

Experimentar errores de ortografía constituye un problema mayor,


puesto que normalmente estos defectos lingüísticos suelen ir
asociados con otras deficiencias más graves, como la dificultad a la
hora de expresarse de manera sol vente o de manejar un vocabulario
aceptable. Estas deficiencias no son achacables a aquellas personas
que leen con relativa frecuencia, sino a aquellas otras que no
experimentaron una correcta instrucción. Y hoy nos exponemos por
medio de la palabra escrita, ya que la utilizamos en muchos de los
medios en que interactuamos; en consecuencia, esta representa un
indicio: en las personas del primer tipo delatará que son capaces de
comunicarse de forma competente mientras que, en las segundas, no
es así, evidenciando, además, que resultan más vulnerables.

Tema y estructura del texto

El tema del texto es la identificación de los errores en la expresión


escrita con un problema más acuciante: la imposibilidad de una
comunicación competente o solvente y una mayor vulnerabilidad
por parte de quien los experimenta.

Por su parte, el texto presenta una estructura claramente circular o


de en cuadre, por lo que es posible determinar en él tres apartados:
(a) Introduce en el primer párrafo la tesis, en que expone la idea
que va a tratar de demostrar a continuación: una mala
ortografía es el indicador de una competencia lingüística
insuficiente por parte de aquellos individuos que la sufren.
Para ello se vale, especialmente en este momento, de la
metáfora que recoge en el mismo título: la ortografía es el
“termómetro” (título y l. 4), el “mercurio” (l. 3), que evidencia
un problema mayor (“la fiebre”, l. 3, o “la temperatura”, l. 4).

(b) El segundo apartado, que abarca desde la línea 5 a la 17 (es


decir, los cuatro siguientes párrafos), se corresponde con el
cuerpo argumental, con el conjunto de premisas de que se
vale el autor para alcanzar la tesis que repite al inicio y al final
del texto. Por el distinto contenido que se aborda en uno y
otro, esta parte se puede dividir, a su vez, en dos sub
apartados:

56
(b.1) En el primero, que coincide con los dos primeros párrafos,
se indica la incidencia que la lectura y la instrucción tienen
sobre estas dificultades expresivas. Nuevamente se podría
subdividir en dos: (i) personas que leen y que no tienen ese
problema (l. 58) y (ii) personas que no leen y que han
recibido una educación escasa (l. 911).
(b.2) En el segundo, que se extiende, en este caso, desde la l. 12
a la 17, es decir, se corresponde con los dos últimos
párrafos del apartado, se señala que, además, la ortografía
es un indicio de la estructura de nuestro pensamiento que
permite a los demás formarse una idea sobre nosotros,
pues son múltiples las circunstancias o contextos en que,
hoy, nos valemos de la palabra escrita para comunicarnos
con nuestros semejantes.

(c) Como queda expuesto, en los dos últimos párrafos se repite


nuevamente la tesis, recogida ya en (a), que aquí se expone de
forma más elaborada, compleja, y se añade una nueva idea (en
la última línea): los individuos que experimentan estos
problemas no solo tienen dificultades a la hora de expresarse,
sino que, además, pueden resultar más fácilmente
manipulables. Como en (b), también aquí se podrían
establecer subapartados a tenor del contenido:

(c.1) En el primer párrafo recoge que quienes se expresan


correctamente serán más capaces de estructurar
correctamente sus excursos.
(c.2) En el segundo, se alude, en cambio, a aquellas personas
que cometen errores y, por tanto, carecen de otras
herramientas lingüísticas.

Actitud e intencionalidad del autor (justificación a partir de


elementos lingüísticos relevantes del texto)

En un primer momento, y de forma general, se puede concluir que


la actitud de Álex Grijelmo en este artículo de opinión es estética,
literaria o retórica, en la medida en que existe en su texto una
notable vocación estilística. Se observa esta en la alta cantidad de
recursos literarios que emplea, que dotan al texto de un
sobresaliente grado de literariedad. Ya se ha señalado, a propósito
de la estructura, algunos juegos de palabras basados en usos
metafóricos (la identificación de la ortografía con un termómetro; la
57
identificación de otros problemas lingüísticos menos evidentes con
la fiebre que delata el termómetro), pe ro existen otros: cuando habla
de las palabras y de las faltas en los párrafos segundo y tercero,
respectivamente, utiliza las voces “brotarán” (l. 8) y “afloran” (l. 9).
En el párrafo cuarto, por su parte, se utilizan otras muchas
expresiones en las que resulta admisible la misma explicación:
“salimos a la plaza pública” (l. 12), “esa calle de multitudes” (l. 13 y
s.), “vestidos” (l. 14) ... Por supuesto, todas estas marcas permiten,
asimismo, justificar la actitud subjetiva que el autor manifiesta en la
redacción de su artículo. Esta última actitud también puede de
mostrarse a partir de otras marcas, tales como la aparición de
términos valorativos (“buenos [libros]” y “buenos [periódicos]”,
ambos en la l. 5; “cui dadas”, que se repite enfáticamente en las
líneas 10 y 11; “mejor”, l. 19; “manipulable” y “probablemente”, l.
24, que es –este último– una expresión de duda, como “se supone
que...”, l. 18, o “tal vez”, l. 23, tras algunas de las cuales apa recen
formas de subjuntivo con valor afectivo, dubitativo: “disfrute”, l. 23,
y “sea”, l. 24). Sin embargo, a pesar del concurso de las mismas, es
posible de terminar en este texto también una alta dosis de
objetividad, constatable a partir de algunos enunciados (“la
ortografía es sobre todo un indicio”, l. 17, o “la buena ortografía
ayuda además a relacionar...”, l. 20 y s., entre otros posibles). En
ellos es imposible identificar marcas de subjetividad pues
predomina la función referencial (orden lógico, enunciados
enunciativos, tercera persona, modo indicativo, etc.).

En relación con la intencionalidad, se puede señalar que Grijelmo


persigue de terminar que existe una correlación entre las faltas de
ortografía y ciertos problemas superiores de orden lingüístico y/o
comunicativo (problemas a la hora de comunicarse, de expresar
ideas complejas, de argumentar, pero también de comprender
mensajes con una finalidad persuasiva, cuyo objetivo pueda ser
engañar o estafar, algo que se desprende del uso del adjetivo
valorativo en la definición de estos individuos con la que cierra el
artículo: “una persona más manipulable”). Para lograr lo anterior
establece una relación gráfica, asequible, fácilmente comprensible,
especialmente en el primer párrafo, en que se vale de una relación
metafórica con la que identifica la ex presión escrita con el
termómetro y los otros problemas con la fiebre. Por su puesto,
pretende exponer estas ideas de una forma relativamente objetiva,
para lo que se sirve de las marcas de la función referencial, ya
expuestas a propósito de la actitud; y, para que su exposición resulte
58
más objetiva, establece incluso, de alguna manera, tipos universales
al emplear expresiones más o menos generales como “las personas”
(l. 5) o “persona” (l. 24); “quien tiene un problema de ortografía” (l.
1), “quienes no quisieron o no” (l. 9), “quien escribe” (l. 18), “quien
comete” (l. 22), etc. Evidentemente, a tenor de todas las marcas de
subjetividad que se han identificado a la hora de determinar la
actitud, también se propone hacerlo manifestando o
proporcionando su propio punto de vista, su opinión. Por último,
la aparición de un notable número de marcas de la primera persona
del plural en el cuarto párrafo (“salimos”,
l. 12; “redactamos”, “escribimos”, “paseamos”, l. 13; “nos
mostramos”, l. 14; por dos veces “nuestra” en esta misma línea)
también permite suponer que está tratando de integrar al hipotético
lector, pues son acciones que desarrollan tanto el emisor como los
interlocutores a los que el artículo va dirigido.

Tipo de texto y modo de discurso. Justificación con elementos


lingüísticos relevantes

Desde el punto de vista del ámbito de uso, el texto objeto de análisis


es clara mente un texto periodístico, pero específicamente un tipo
que pertenece al género subjetivo: se trata de una columna de
opinión. Desde el punto de vista textual o pragmático, se puede
observar que se trata de un texto unidireccional, es decir, el emisor
envía el mensaje –el contenido del artículo– al receptor valiéndose
de un canal físico o digital en el que se emplea exclusivamente un
código escrito; el receptor, por su parte, que es múltiple, por cierto,
no individualizado, no puede asumir el papel de emisor, es decir, no
puede responder al autor porque no se ha establecido un diálogo.
Es evidente que se trata de este tipo de texto, además, por toda la
información paratextual que aparece en su transcripción (está
transcrito en el momento en que no lo leemos directa mente del
periódico y esto fuerza la aparición de algunos elementos, los que
aparecen en el pie del texto, que no existían en su publicación
original): el nombre del emisor (Álex Grijelmo, un colaborador del
periódico), del canal o medio en que se ha publicado (El País), la
fecha de publicación, etc. En este mismo sentido, el titular que
aparece en su cabecera también es una marca habitual de la
estructura de los textos periodísticos. Destaca, no obstante, la
subjetividad presente en él al tratarse de un texto del género
periodístico de opinión (subjetividad observable en términos
valorativos como “buenos [libros]” y “buenos [periódicos]”, ambos
59
en la l. 5; “cuidadas”, que se repite enfáticamente en las líneas 10 y
11; “mejor”, l. 19; “probablemente”, l. 24, que es una expresión de
duda, como “se supone que...”, l. 18, o “tal vez”, l. 23; manipulable,
l. 24, etc.) Y, por último, como este tipo de textos presenta un
lenguaje próximo al de los textos literarios, es posible hallar en él
recursos estilísticos, es decir, se manifiesta en él un alto grado de
literariedad (destacan los usos metafóricos del primer párrafo, por
medio de los cuales identifica la ortografía con un termómetro o el
mercurio, mientras que los problemas lingüísticos y/o
comunicativos que evidencia, con la fiebre).

Por su parte, desde el punto de vista del modo de elocución (o modo


de discurso), el texto propuesto es claramente también expositivo
argumentativo, ya que presenta una estructura circular o de
encuadre (tesis – cuerpo argumental – tesis), lo que permite colegir
que contiene una conclusión (una mala ortografía es el indicador de
una competencia lingüística insuficiente por parte de aquellos
individuos que la sufren, repetida por dos veces), que el autor
alcanza a partir de la exposición de un conjunto de argumentos;
concretamente, dos: (a) la diferencia en hábitos de lectura, con los
que se obtienen otras estrategias lingüísticas y/o comunicativas, es
precisamente la que permite determinar la existencia de individuos
que escriben bien y otros que no lo hacen correctamente (párrafos
segundo y tercero), y (b) la ortografía es un indicio con el que damos
a conocer cada vez con más frecuencia a otros nuestras capacidades
o competencias, pues la exposición social a partir de la palabra
escrita es cada vez más habitual en un mundo hiperconectado a
partir de las tecnologías de la información y de la comunicación
(párrafos cuarto y quinto). Ambos argumentos son de causa efecto.
Aparecen, asimismo, otras marcas lingüísticas que permiten
justificar esta tipología textual: el predominio de formas
gramaticales de tercera persona, que resulta especialmente notable
en términos con valor generalizador, universal (“las personas”, l. 5,
o “persona”, l. 24; “quien tiene un problema de ortografía”, l. 1,
“quienes no quisieron o no”, l. 9, “quien escribe”, l. 18, “quien
comete”, l. 22, etc.), el modo indicativo como modo de la realidad y
de la denotación (salvo “necesiten”, integrado en una estructura
subordinada, l. 7, y “disfrute” y “sea”, introducidos a partir de
expresiones dubitativas, en las líneas 23 y 24, todas las demás
formas personales están conjugadas en este modo), construcciones
pasivo reflejas con las que se procura, conscientemente, ofrecer una
visión impersonal, objetiva, eliminando u ocultando el agente (“se
60
podrán abolir...”, l. 3; “se establece...”, l. 15; “se supone..., l. 18...), etc.

61
Porno duro
De cría rebuscaba en la basura. No por hambre del buche, sino del
espíritu. Con un solo sueldo y cuatro bocas en casa, para mis padres
5 todo lo que no fuera comida y libros era capricho. Así que, para la
lectora omnívora que fui antes de que las pantallas me arrasaran las
neuronas, las revistas y tebeos que tiraban otros eran pura ambrosía. Un
día, tendría 12 o 13 años, me explotó entre el botín una bomba atómica.
10 Era un folleto para adultos, o sea, un imán para mis ojos. Pero no un
Interviú, ni un Lib, ni un Playboy, con el surtido de pubis, tetas y culos
que tenía tan vistos. Era una revista X con fotos hiperrealistas de penes,
15 ortos y vulvas interaccionando en primerísimo plano que me
provocaron arcadas y me dejaron trastornada varios días con sus
noches. Una era niña, no tonta. Antes de eso, la lectura de alguna novela
de las del salón, a las que nos dejaban barra libre, me había provocado
20
turbación y deseo. Pero aquellas imágenes ofendieron mi inocencia y
pervirtieron mi idea del sexo más que un millón de palabras. No sé si
me explico.
Aquí y ahora, uno de cada cuatro menores de 13 años ve porno y lo
tiene como referencia para iniciarse en el sexo. Lo que ven y lo que
hacen a solas lo imagino. Nada nuevo bajo la capa de ozono. Lo peor es
que no hayamos aprendido nada. En mi familia no se hablaba de cintura
para abajo, hasta el punto de que tuve que aprender a ponerme
tampones a escondidas. Nadie, tampoco, ni en casa ni en el cole, me
habló de la ternura, el goce y el misterio del sexo. Pero eso fue el siglo
pasado. Algo hacemos mal o no hacemos en este para tener tamañas
bombas en el móvil de los críos y no poner contrapesos en la familia ni
en la escuela. Por eso me repugna tanto el pataleo de esos políticos que
acusan a quienes intentan educar sexualmente a los niños de
adoctrinarles, pervertirles y animarlos a masturbarse. Algo que jamás
hizo falta, por cierto.
Luz Sánchez Mellado: El País (13 de junio de 2019)
Resumen del texto

En la infancia rebuscaba entre los desperdicios en busca de material


bibliográfico. En cierta ocasión hallé una revista pornográfica, lo que
provocó en mí turbación y una cierta distorsión de lo que era el sexo.
Actualmente una alta proporción de adolescentes se inicia en esta
materia a través del porno. Este tema no se abordaba antiguamente,
pero es incorrecto no hacerlo hoy cuando resulta tan fácil acceder a
este tipo de material. Por ello resulta indignante que algunos
62
políticos quieran ver en la educación sexual un intento de
perversión moral o de subversión.

Esquema del texto

1. Durante su infancia halló una revista pornográfica.


1.1. Este hallazgo le provocó turbación y que tuviera una idea
distorsiona da del sexo.
2. Hoy una alta proporción de adolescentes se inician en el sexo
viendo por no.
2.1. Como antiguamente, no se está gestionando correctamente
esta situación desde las familias y las escuelas.
3. Expresión de repulsa hacia la clase política que ve en la
educación sexual un intento de manipulación.

Tema y estructura del texto

El tema del texto es la constatación de que una alta proporción de


adolescentes se inicia en el sexo a través del porno ante la ineficacia
(o inexistencia) de una educación sexual más apropiada, por lo que
manifiesta su repulsa hacia aquellos que impiden el desarrollo de
este tipo de educación.

En relación con la estructura, esta es claramente de tipo causa


efecto, pues en las últimas líneas se recoge la idea principal, que se
desprende como consecuencia de lo anterior, pero sin que se pueda
interpretar que existe una relación argumental entre dichas partes.
Estas son, pues:

(a) El primer apartado, que abarca desde la línea 1 hasta la línea 18,

Recoge –como se ha dicho ya– la causa, que se puede resumir en que


los adolescentes se informan del sexo tempranamente a través del
porno y no se emprende desde la familia y la escuela ninguna acción
para impedirlo o solucionarlo. Ahora bien, en este apartado es
posible observar al menos dos subapartados a tenor de la distinta
temática que se aborda en cada uno de ellos:

(a.1) En el primero, que comprende el primer párrafo (es decir, de la


línea
63
1 a la 11), la autora emprende el relato de una anécdota
propia, transcurrida durante su infancia. Por ello sobresale
un estilo más personal y, al corresponderse además con
una secuencia textual narrativo descriptiva, predominan
las formas verbales de primera persona gramatical (se
justificará más pormenorizadamente en la cuestión de tipo
de texto).
(a.2) El segundo, que abarca desde la línea 12 hasta la línea 18,
aborda el tema de forma más general, ya no solo desde la
perspectiva anecdótica de la autora; por esa razón se
observan algunas marcas propias de las secuencias
textuales expositivas, como el predominio de la tercera
persona gramatical y el presente de indicativo con valor
atemporal, entre otras.

(b) El último apartado, el efecto, está contenido en las líneas finales,


entre la 18 y la 20, y recoge como una consecuencia de lo anterior
su repulsa hacia aquellos dirigentes políticos que creen ver en la
educación sexual un intento de perversión moral.

Actitud e intencionalidad del autor (justificación a partir de


elementos lingüísticos relevantes del texto)

La actitud de Luz Sánchez Mellado es clara y manifiestamente


subjetiva por la ingente cantidad de marcas de subjetividad que es
posible identificar en el texto. Ahora bien, también se puede
considerar íntima o personal en el momento en que, especialmente
en el primer párrafo, desarrolla o relata una anécdota personal en la
que abundan las formas de primera persona gramatical
(“rebuscaba”, l. 1; “fui”, l. 3; “me arrasaran”, l. 3, etc.). Entre estas
marcas de subjetividad destaca el empleo de numerosos recursos
estilísticos, entre los que sobresalen las metáforas (el sentido de
“arrasar” en “me arrasaran las neuronas”, l. 3; “pura ambrosía”, l. 4;
“me explotó entre el botín una bomba ató mica”, l. 4 y s.; “dejaban
barra libre”, l. 9; también “de cintura para abajo”, en la
l. 14, que no se puede entender de forma literal; “tamañas bombas”,
l. 17, o incluso “pataleo” en la l. 18. También aparecen alguna
hipérbole (como “más que un millón de palabras”, l. 11), varias
sinécdoques (“cuatro bocas”, l. 2; “pantallas”, l. 3, y “las
neuronas”, l. 3) y tres trimembraciones que proporcionan cadencia,
ritmo... (“no un Interviú, ni un Lib, ni un Playboy”, l. 5 y s.; “de penes,
ortos y vulvas”, l. 7, y “de la ternura, el goce y el misterio del sexo”,
64
l. 16). Algunos de estos recursos, especialmente los primeros,
permiten considerar la existencia de un lenguaje altamente
connotativo, algo a lo que contribuyen otras expresiones del texto,
como “cría” (l. 1) y “críos” (l. 17); “hambre del buche” y “del
espíritu” (l. 1), donde se puede observar cierta intención metafórica
también; “bajo la capa de ozono”, l. 13, donde también recurre al
humor, etc. Asimismo, existen términos valorativos, como los
adjetivos “[fotos] hiperrealistas” (l. 7), “primerísimo [plano]” (l. 7,
además en grado superlativo), “[lo] peor [es]...” (l. 14, que también
se puede considerar una expresión evidencial) o “tamañas
[bombas]” (l. 18), o el adverbio “tanto” (l. 18, que comporta cierto
grado de cuantificación, como también “tan [vistos]”, l. 6). “Me
repugna”, en la
l. 18, por su parte, es un verbo emocional con el que expresa su
propia opinión. También existe algún caso de orden marcado (o
alteración del orden lógico), como en “lo que ven y lo que hacen a
solas me lo imagino” (l. 13), así como, anecdóticamente, podríamos
llegar a considerar el enunciado “no sé si me explico” (l. 11) (cuasi o
pseudo) dubitativo. No obstante, a pesar de lo expuesto, la autora
también pretende manifestar cierto grado de objetividad, el cual se
aprecia claramente en enunciados como “aquí y ahora, uno de cada
cuatro [...] iniciarse en el sexo” (l. 12 y s.), en que se observan las
marcas propias de la función referencial (tercera persona gramatical,
presente de indicativo con valor atemporal, modalidad oracional
enunciativa, etc.).

Por su parte, en relación con la intencionalidad, se puede considerar


que el objetivo principal de su texto es expresar la idea contenida en
el apartado (b) de la estructura: manifestar, pues, su rechazo hacia
aquellos miembros de la clase política que observan o consideran la
existencia de manipulación o sub versión o perversión moral en la
educación sexual, al tiempo que parece reivindicar, a tenor del
enunciado anterior, una mayor implicación de las familias y de la
escuela en materia de educación sexual, a quienes parece reprochar
su dejación de funciones. También parece querer alertar sobre la
peligrosidad, sobre la verdadera perversión o subversión moral que
entrañan estas informaciones para los más pequeños, algo que
podría justificarse por el constante empleo de voces pertenecientes
al campo asociativo de las bombas y de la detonación (“me explotó
[...] una bomba atómica”, l. 4 y s., o “tamañas bombas”, l 17) Por
supuesto, en el primer párrafo desarrolla una anécdota personal
como forma de introducir el tema, por lo que se vale de una
65
secuencia narrativo descriptiva en que predominan las formas
pretéritas de primera persona (ya se han identificado algunas a
propósito de la actitud), fundamentalmente con el objeto de
introducir, en primera persona, la impresión que le causó a la
autora el hallazgo de una revista pornográfica (emplea verbos
relativamente emocionales con cierta connotación peyorativa, como
“ofendieron” o “pervirtieron”, en la l. 10, así como realiza una
plástica descripción de sí misma a través del adjetivo “trastornada”,
l. 8). A continuación, pretende aportar datos sobre la situación
actual de forma más o menos objetiva (para lo que se vale de las
marcas de la función referencial identificadas en el apartado de la
actitud), pero, en cambio, por supuesto en el texto prevalece la
intención de manifestar su propia opinión, por lo que prevalecen
también las marcas de la función expresiva identificadas en el
párrafo anterior. Por último, y a tenor de todos los recursos
estilísticos justificados en el apartado de la actitud, se puede señalar
que la autora también manifiesta una finalidad o finalidad estética,
literaria.

Tipo de texto y modo de discurso. Justificación con elementos


lingüísticos relevantes

Desde el punto de vista del ámbito de uso, el texto objeto de análisis


es clara mente un texto periodístico, uno del subgénero subjetivo o
de opinión: una columna de opinión. Esto se puede justificar, en
primer lugar, atendiendo a un criterio puramente pragmático: el
texto es unidireccional, es decir, el emisor se dirige a un receptor
(colectivo, heterogéneo), sin que este pueda asumir su rol a
continuación y producirse un intercambio conversacional; además,
el mensaje se transmite a través de un medio, la prensa, que es un
canal, físico o digital, en que predomina el código escrito. Aparece,
además, cierta información para textual (que no forma parte del
texto propiamente dicho) que, de alguna forma, lo corrobora: me
refiero a la que aparece al pie del texto, en que se recoge el nombre
de la autora (una colaboradora habitual del medio), el nombre del
periódico y la fecha de publicación. Por su parte, el título (“Porno
duro”) no forma parte de esta información paratextual, pero parece
relevante en la medida en que es un elemento imprescindible en la
estructura de cualquier texto periodístico. Asimismo, como se trata
de un texto perteneciente al subgénero subjetivo o de opinión,
predominan las marcas de subjetividad (el verbo de tipo emocional
“me repugna”, l. 18; los adjetivos valorativos “[fotos]
66
hiperrealistas”,
l. 7 o “tamañas [bombas]”, l. 17; la aparición de términos en los que
se reconoce cierta connotación: “cría”, l. 1, y “críos”, l. 17, “hambre
del buche” o “del espíritu”, l. 1, entre otros fenómenos). Al tratarse
de una columna, por último, el estilo es bastante personal,
elaborado, por lo que existe un alto grado de literariedad, es decir,
abundan los recursos estilísticos (sobresalen las metáforas, como el
sentido de “arrasar” en “me arrasaran las neuronas”, l. 3; “pura
ambrosía”, l. 4; “me explotó entre el botín una bomba atómica”, l. 4
y s.; “dejaban barra libre”, l. 9; también “de cintura para abajo”, en la
l. 14, que no se puede entender de forma literal; “tamañas bombas”,
l. 17, o incluso “pataleo” en la l. 18; hipérboles como “más que un
millón de palabras”, l. 11; varias sinécdoques como “cuatro bocas”, l.
2; “pantallas”, l. 3, y “las neuronas”, l. 3, y tres trimembraciones que
proporcionan cadencia, ritmo...: “no un Interviú, ni un Lib, ni un
Playboy”, l. 5 y s.; “de penes, ortos y vulvas”, l. 7, y “de la ternura, el
goce y el misterio del sexo”, l. 16).

Desde el punto de vista del modo de elocución, se trata de un texto


expositivo claramente divulgativo. Aunque no resulten
especialmente abundantes, se puede justificar por medio de las
marcas de la función referencial que aparecen, especialmente, en el
segundo párrafo, y que se ven claramente en enunciados como “aquí
y ahora, uno de cada cuatro [...] iniciarse en el sexo” (l. 12 y s.): aquí
se observa la aparición de la tercera persona gramatical, el presente
de indicativo con valor atemporal o gnómico, en el que el modo
indicativo se emplea como modo de la realidad y de la denotación,
la modalidad oracional enunciativa, etc. Es reseñable que una buena
parte del primer párrafo, además, se corresponde con una secuencia
narrativo descriptiva, pues la autora relata en primera persona una
anécdota experimentada durante su infancia (“rebuscaba”, l. 1; “me
había provocado”, l. 9 y s, etc.). Las partes narrativas se aprecian en
que emplea verbos dinámicos, de acción física, conjugados en
pretérito perfecto simple (especialmente claro es “me explotó”, l. 4) o
expresiones de tiempo (como “de cría”, l. 1, o “un día”, l. 4). Las
partes descriptivas, por su parte, se aprecian en que se emplean
formas verbales en pretérito imperfecto, propias de esta tipología
(además sobresalen los verbos auxiliares, estativos, como “era”, l. 2,
5 o 6; “fui”, l. 3, o “tendría”, l. 4) y el predominio de formas
nominales (valen como ejemplo las dos trimembraciones de este
párrafo).

67
Dilema
En la lógica clásica era temido el dilema o argumento bicornuto (sí,
con dos cuernos) que equivalía a un callejón sin salida. Vamos, que
5 sostuvieras esto o lo otro siempre te pillaba el toro. En política no son
raros, todo lo contrario, y el populismo consiste en saltar por encima de
ellos como si no existieran. Son populistas quienes no torean ni bien ni
mal, sino que niegan que haya toro... El bicornuto más peligroso que
10 hoy tiene Europa (a la que en la mitología raptó un toro) es el dilema
que plantea la inmigración. Por un lado, si no rescatamos del mar, la
guerra y la miseria a los desdichados semejantes que quieren refugiarse
15 a nuestro lado (en muchos casos, mujeres y niños), cometemos el peor
pecado contra la humanidad que compartimos y contra su mejor timbre
de excelencia, la hospitalidad; por otro, si auxiliamos a cuantos tratan de
forzar nuestras fronteras incluso arriesgando sus vidas, favorecemos el
negocio de las mafias que se aprovechan de su desesperada esperanza,
además de comprometer por saturación nuestros servicios públicos.
Los populistas lo tienen claro: ¡abramos las fronteras, que pasen
todos, al fondo hay sitio, Dios proveerá! Los de la acera opuesta: ¡nada
de manga ancha, con el contrato laboral en la boca o a la calle, los que se
ahoguen que hubieran aprendido a nadar! Con tanto antitorero suicida,
es difícil componer una figura airosa para lidiar al bicornuto. Quienes lo
intenten deben empezar por recordar que el primer derecho de los
emigrantes es a no tener que abandonar por falta de oportunidades o
sobra de amenazas su país de origen. No es nuestra luz lo que les atrae,
sino sus sombras las que les empujan. Ahí, en el oscuro origen, debe
iniciarse nuestra lidia.
Fernando Savater: El País (23 de junio de 2018)

Resumen del texto

Un argumento bicornuto es un dilema irresoluble pues presenta dos


problematicas enfrentadas y complementarias. Los populistas
tienden a ignorar esta dicotomía. En la política actual el argumento
bicornuto más acuciante es el de la in migración. Así, a partir de él,
los populistas de un signo señalan que no es humanitario
desatender a los inmigrantes, por lo que proponen acogerlos; por
otra parte, los populistas de signo contrario indican que, de hacerlo,
se estaría colaborando con las mafias y los servicios públicos
colapsarían, por lo que pro ponen un tráfico migratorio regulado.
68
No obstante, la forma correcta de aproximarse a este dilema es
reconociendo que los migrantes lo son por obligación, al huir de los
problemas de sus lugares de origen, por lo que es aquí donde hay
que actuar.

Esquema del texto

1. El dilema o argumento bicornuto es imposible de resolver


completamente porque presenta dos problemas o situaciones
enfrentadas.
1.1. El populismo se caracteriza por evitar enfrentarse al dilema
negando una de estas situaciones.
2. El dilema o argumento bicornuto más destacable en la política
actual es el de la inmigración.
2.1. Si no les brindamos nuestra ayuda, no estamos siendo
solidarios; ergo, para los populistas de este signo es
necesario no restringir los flujos migratorios.
2.2. Si les brindamos nuestra ayuda, estamos colaborando con
las mafias y pondríamos en riesgo nuestros servicios
públicos; ergo, para los populistas de este signo es
necesario restringirlos.
3. Unos y otros han de entender, no obstante, que las actuaciones
políticas deben acometerse en el lugar de origen pues los
migrantes tienen derecho a no abandonarlos.

Tema y estructura del texto

El tema del texto, tras plantear las posturas enfrentadas de los


sectores populistas, es el reconocimiento de que la inmigración solo
puede resolverse en el lugar de origen, solucionando sus conflictos.

En relación con la estructura, podemos considerar que esta responde


a la tipología enunciación solución de un problema, en la medida
en que, (a) de la línea 1 a la mitad de la línea 15, Savater plantea el
problema de la inmigración identificándolo con un dilema o
argumento bicornuto, es decir, identificándolo con un problema de
difícil solución, mientras que, (b) de la mitad de la línea 15 hasta el
final, recoge la posible forma de resolverlo: limitar las amenazas
(guerras, hambrunas, etc.) en los lugares de origen para que los
migrantes no se vean forzados a serlo. No obstante, es posible
observar distintos subapartados en el primero –(a)– a partir del tema

69
que se aborda en cada uno de ellos:

(a.1) El primer subapartado, que abarca desde la línea 1 hasta el


principio de la línea 6, el autor define lo que es el argumento
bicornuto e introduce el tema que va a tratar en su columna: la
inmigración.

(a.2) En el segundo, que comprende desde la línea 6 hasta la línea 15,


recoge la forma en que los políticos populistas de un signo y otro
resuelven el dilema obviando una de las problemáticas o
dificultades. En esta parte podríamos hablar en propiedad de una
tipología estructural propia: de contraste o contraposición. Así,
recoge las propuestas de unos y otros utilizando fórmulas de
oposición como “los populistas lo tienen claro” (l. 12) y “los de la
acera opuesta” (l. 13), o los conectores del discurso “por un lado”
(l. 6) y “por otro” (l. 9).

Actitud e intencionalidad del autor (justificación a partir de


elementos lingüísticos relevantes del texto)

La actitud de Fernando Savater en este texto es fundamentalmente


subjetiva, aunque no por ello podemos dejar de reconocer alguna
marca de objetividad, que recogeremos al final. La subjetividad de la
columna se puede justificar, fundamentalmente, por medio de los
recursos estilísticos que abundan en él. Sobre todo metáforas, y
metáforas en las que aprovecha la etimología de “bicornuto” (‘dos
cuernos’) para realizar un constante juego de palabras: “no torean” y
“niegan que haya toro” (l. 4), “antitorero suicida” (l. 14), “lidiar [al
bicornuto]” (l. 15) o “lidia” (l. 18). En el apartado que hemos
identificado como (b) la solución del problema, también enfrenta
dos conceptos metafóricos: “nuestra luz” y “sus sombras” (l. 17), y
con este último está relacionado el adjetivo “oscuro [ori gen]” de la l.
18. También, aunque menos importante que los anteriores, es el
juego de palabras (también metafórico, aunque basado en una
metáfora popular o coloquial) que recoge en las hipotéticas palabras
de los populistas del segundo grupo: “los que se ahoguen que
hubieran aprendido a nadar” (l. 14). La subjetividad también se
puede justificar por el alto número de expresiones coloquiales que
existen en el texto, que proporcionan connotaciones: “callejón sin
salida” (l. 2), “te pillaba el toro” (l. 2, expresión en que vuelve a
incluir una referencia taurina), “saltar por encima de ellos” (l. 3),
“empujan” (l. 18), etc. A su vez, es posible justificarla a partir de los
70
términos valorativos (“raros”, l. 3; “[bicornuto] más peligroso”, l. 5,
en que se aprecia una estructura superlativa, además; “desdichados
[semejantes]”, l. 7; “difícil”, l. 14; “[figura] airosa”, l. 15, etc.), alguna
expresión de cuantificación (como “tanto [torero suicida]”, l. 14) y
las perífrasis verbales modales de obligación con que cierra el texto
(“deben empezar”, l. 15; “no tener que abandonar”, l. 16, y “debe
iniciarse”, l. 18). No obstante, como se ha apuntado al comienzo de
este apartado, existe algún elemento mínimo que le confiere
objetividad, al menos en algunos enunciados como “en la lógica
clásica era temido el dilema o argumento […]” (l. 1 y s.), en los que
aparecen las típicas marcas de la función referencial (tercera persona
gramatical, modo indicativo como modo de la realidad y de la
denotación, modalidad oracional enunciativa…).

En cuanto a la intencionalidad, se podría admitir que Savater


aprovecha la definición del dilema o argumento bicornuto (que
recoge en las primeras líneas de forma relativamente coloquial) para
contraponer las ideas contrarias, y de signo populista, que existen
hoy día con respecto a la inmigración (ya se observó en la actitud
como el autor contraponía términos como “los populistas lo tienen
claro”, l. 12, y “los de la acera opuesta”, l. 13, o los conectores del
discurso “por un lado”, l. 6, y “por otro”, l. 9). Sin embargo, en el
cierre del artículo defiende que es perentorio que entendamos que
vienen a Occidente huyendo de las miserias de sus países de
origen, no exclusivamente (o no exactamente) por una vida mejor
(esta nueva oposición o dicotomía Occidente salvador fren te a
países de origen en desgracia se apreciaba, entre otros elementos, a
través de la oposición metafórica “no es nuestra luz, sino sus
sombras las que les em pujan”, l. 17 y s.); se conmina a entender esto
por parte del hipotético lector a través de tres perífrasis verbales
modales de obligación, ya mencionadas a pro pósito de la actitud
(“deben empezar”, l. 15; “no tener que abandonar”, l. 16, y “debe
iniciarse”, l. 18). Gracias a todas las marcas de subjetividad que se
han identificado ya, gracias al predominio de las marcas de la
función expresiva del lenguaje, resulta evidente que se aproxima al
tema manifestando o expresando su opinión, aunque sin
comprometerse excesivamente. Aprovecha, asimismo, las
referencias metafóricas taurinas para aludir al tema por medio de
múltiples juegos de palabras: “te pillaba el toro” (l. 2), “no torean”
y “niegan que haya toro” (l. 4), “antitorero suicida” (l. 14), “lidiar [al
bicornuto]” (l. 15) o “lidia” (l. 18). Como en otros textos de este tipo,
por último, también pretende aglutinar o incluir al hipotético lector
71
en la exposición del tema, para lo que se sirve de formas de la
primera persona del plural (“[la humanidad que] compartimos”, l. 8;
“[si] auxiliamos [a cuantos…]”, l. 9; “nuestros [servicios públicos]”,
l. 11, etc.).

Tipo de texto y modo de discurso. Justificación con elementos


lingüísticos relevantes

Desde el punto de vista del ámbito de uso, el texto analizado es un


texto periodístico, concretamente uno del subgénero subjetivo o de
opinión: una columna.
Esto se puede determinar teniendo en cuenta varios criterios. El
primero de ellos es la información paratextual, es decir, toda
aquella información que no pertenece al texto propiamente dicho
pero que puede ser útil para su clasificación (en este caso nos
referimos a la información que aparece al pie del texto, en que se
concreta quién es el autor un colaborador habitual del medio, el
periódico en que se publica y la fecha, y que aparece porque la
columna está tomada de un medio de comunicación al que hay que
referenciar). El título, por su parte, sin llegar a formar parte de la
información paratextual, es un elemento que siempre forma parte,
asimismo, de este tipo de textos. En segundo lugar, también es
posible recurrir al criterio pragmático, que permite observar que
este texto, entre otras cosas, es unilateral, es decir, no implica un
diálogo, sino que es el emisor el único que transmite información al
receptor (un receptor, por cierto, múltiple, heterogéneo…) a través
de un medio, físico o digital, en que predomina el código escrito. En
tercer lugar, al tratarse de un tipo de texto perteneciente al
subgénero periodístico de opinión, la subjetividad también
constituye un criterio claro: el lenguaje connotativo (“callejón sin
salida”, l. 2; “te pillaba el toro”, l. 2; “saltar por encima de ellos”, l. 3;
“empujan”, l. 18, etc.), los términos valorativos (“raros”, l. 3;
“[bicornuto] más peligroso”, l. 5, en que se aprecia una estructura
superlativa, además; “desdichados [semejantes]”, l. 7; “difícil”, l. 14;
“[figura] airosa”, l. 15, etc.) y las perífrasis verbales modales de
obligación con que cierra el texto (“deben empezar”, l. 15; “no tener
que abandonar”, l. 16, y “debe iniciarse”, l. 18), sin duda permiten
señalar que el texto es altamente subjetivo. Por último, al tratarse de
una columna, la literariedad, los recursos estilísticos que posibilitan
un estilo más personal, más elaborado, también resulta interesante.
En ese sentido destacan, principalmente, las metáforas que abundan

72
en el texto: “te pillaba el toro” (l. 2), “no torean” y “niegan que haya
toro” (l. 4), “antitorero suicida” (l. 14), “lidiar [al bicornuto]” (l. 15) o
“lidia” (l. 18).

Desde el punto de vista del modo de elocución, se trata de un texto


expositivo de tipo divulgativo. A pesar de que resultan claramente
escasas, aparecen al gunas marcas propias de la función referencial,
como la modalidad oracional enunciativa, formas de la tercera
persona gramatical, el modo indicativo como modo de la denotación
y de la realidad… (especialmente claras en “en la lógica clásica era
temido […]”, l. 1 y s., o la porción del enunciado “el primer derecho
de los emigrantes es”, l. 16, en que además se aprecia el empleo del
presente de indicativo con valor atemporal o gnómico). Se podría
llegar a considerar incluso que la utilización de términos como
“dilema o argumento bicornuto” (l. 1) se corresponde con la
utilización de un léxico más o menos denotativo, relativamente
técnico.

73
Parad el mundo, que nosotros nos subimos
Cada día buscamos en el periódico cómo de malo será lo que nos espera.
Tratamos de descifrar curvas y datos para entender de una vez cuál va a ser
la magnitud de este desastre y cuál será su duración. Sin embargo, algo está
5 pasando al mismo tiempo que este horror. Un cambio en la conciencia que no
sabemos medir ni mostrar en un gráfico y que, sin embargo, se asoma cada
tarde a los balcones. Y grita y aplaude. Un cambio que es bueno. […]
Reconozco que me había acostumbrado a aplaudir y gritar siempre
10 contra otros. Por eso es tan emocionante cuando retumban las calles vacías,
llenas de aplausos cada noche. Cuando sentimos que la solidaridad ha de ser
de todos con todos, que no queda otra, ni con el virus ni con los demás.
El Covid19 ha venido cargado de tristeza. Pero también ha llegado para
15 despertarnos una nueva conciencia. Y creo, además, que estábamos deseando
que este cambio llegara. Llevábamos demasiado tiempo anestesiados,
formando parte de un sistema que se equivoca demasiado a menudo en lo
fundamental. Teníamos ganas de formar parte de una sociedad capaz de
20 reaccionar ante la adversidad y de anteponer, si es preciso, la fragilidad al
dinero, los cuidados a la producción. […]
Muchos trabajadores nos hemos encerrado en casa para proteger a
nuestros mayores y cuidar de esos niños a quienes estamos llenando de
25 tiempo y de sentido. En la era millenial nos hemos con vertido en ciudadanos
capaces de sacrificarnos por quienes antes lo hicieran por nosotros. Así, en
esta triste parada del mundo, estamos tomando conciencia de que no
viajábamos solos. España está en estado de alarma porque creemos que el
ritmo de una sociedad no lo marca solo el que más corre, también el más
débil, el más frágil, el que ni siquiera puede correr.
Aunque no todo se ha parado. Muchos y muchas están redoblando
esfuerzos ahí fuera, los que ni siquiera pueden permitirse el lujo de quedarse
en casa, de hacer lo posible por no contagiarse.
Gracias a ellos, el Covid19 ha hecho una excelente distinción entre el
valor y el precio de las cosas. Los más valiosos vuelven a ser los que cuidan y
los que educan, si es que debemos distinguir entre ambas cosas. Sanitarios y
cuidadores primero; pero también camioneros, tenderos, basureros,
periodistas… Una selección de profesiones a las que casi habíamos perdido el
respeto y de las que recordamos ahora su valor.
Es imposible medir el sacrificio inmenso que está haciendo este país.
Aún así, es posible que vengan tiempos peores. Recuerden al menos que nos
van a pillar siendo mejores.

Nuria Labari, adaptado de El País, 18/03/2020

COMENTARIO DE “PARAD EL MUNDO, QUE

74
NOSOTROS NOS SUBIMOS” DE NURIA LABARI

Resumen del texto

Al tiempo que es necesario conocer el alcance de la crisis sanitaria


que el mundo está experimentando, se está produciendo un cambio
de actitud en la sociedad caracterizado por un incremento de la
solidaridad, cambio que resulta evidente cada tarde cuando los
ciudadanos salen a aplaudir. Y es que la sociedad ha preferido
privilegiar la seguridad de todos los individuos que la componen,
especialmente aquellos más débiles, antes que las ventajas que se
desprenden de la actividad económica. Es por ello que muchos
trabajadores han detenido su ejericio profesional quedándose en
casa. Sin embargo, no todos han podido hacer lo: determinados
sectores se han visto en la obligación de invertir un esfuerzo mayor,
de exponerse, y eso ha permitido que la sociedad reconozca la
importancia de los mismos. Así, aunque parece probable que la
situación empeore, pare ce que, al menos, la sociedad ha cambiado a
mejor.

Tema y estructura del texto

El tema del texto es la constatación de que la crisis sanitaria ha


generado un cambio de conciencia por el cual la sociedad es más
solidaria y, por otro lado, también representa una forma de
agradecimiento a aquellos sectores profesionales que la autora juzga
indispensables en estos momentos.

En relación con la estructura, podemos considerar que esta responde


a la tipología circular o de encuadre, ya que la tesis o idea principal
parece apuntada en el primer párrafo, pero aparece nuevamente al
final del texto. Así, podemos determinar en él la existencia de tres
apartados:

(a) El primer apartado, que como queda recogido abarca solo el


primer párrafo, apunta ya la tesis del texto: la evidencia de que se
ha producido un cambio de conciencia en la sociedad.

(b) El segundo apartado se corresponde con el cuerpo argumental y


abarca desde la línea 6 hasta la línea 26. En esta parte la autora
trata de demostrar la naturaleza de este cambio, de la que habla
75
recurrentemente (la menciona hasta en dos ocasiones: “una nueva
conciencia”, l. 9, y “este cambio”, l. 10, pero también alude a ella
señalando que “estamos tomando conciencia de que…”, l. 17).
Este apartado puede subdivirse a su vez en otros apartados
menores a tenor del distinto tema que se aborda en ellos:

(a.1) En el primero, que comprende desde la línea 6 hasta la 13,


apunta que esta nueva solidaridad se manifiesta a través de
los aplausos vespertinos, pero también habiendo
antepuesto la seguridad de los individuos más débiles
antes que los beneficios de la actividad económica.
(a.2) El segundo, que abarca desde la línea 14 hasta la línea 26,
aborda el tema concentrándose en la reacción o el
comportamiento de los trabajadores. Así, en el cuarto
párrafo la solidaridad se manifiesta al haberse recluido la
mayoría en sus domicilios. En este subapartado podría
establecerse una oposición, o nueva subdivisión, pues en
los dos párrafos siguientes aclara que existen sectores
profesionales que, no obstante, resultan tan indispensables
que no solo no han detenido su actividad, sino que la han
incrementado, y termina señalando que es to ha permitido
revalorizarlos en su justa medida.

(c) El último apartado, la reformulación de la tesis, comprende solo


las dos últimas líneas, donde se incide en la idea de que, gracias a
ese cambio de con ciencia, suficientemente demostrado en los
párrafos anteriores, aunque sobrevengan nuevas dificultades, la
sociedad las afrontará con nueva actitud, más positiva.

Actitud e intencionalidad del autor (justificación a partir de


elementos lingüísticos relevantes del texto)

Resulta notable que la actitud manifestada en este texto por Nuria


Labari es claramente subjetiva, algo que puede observarse,
simplemente, su literariedad, la libertad con que está compuesto:
aparecen recursos estilísticos como el juego de oposiciones a partir
de antítesis que recoge en la redacción de la tesis final (“es imposible
[…]. Es posible […] peores […] mejores”, l. 27 y s.), como las
abundantes personificaciones, especialmente para hablar de la
76
actuación del vi rus (“el Covid19 ha venido cargado de tristeza”, 9;
“el Covid19 ha hecho una excelente distinción”, l. 22; pero también,
por ejemplo, “un cambio en la con ciencia que […] se asoma cada
tarde […]. Y grita y aplaude”, l. 35), como la hipérbole “retumban las
calles vacías” (l. 7), como las frecuentes estructuras bimembres (“y
grita y aplaude”, con polisíndeton, l. 5; “la fragilidad al dinero, los
cuidados a la producción”, 13; “de tiempo y de sentido”, 15; “el lujo
de quedarse en casa, de hacer lo posible por no contagiarse”, l. 21;
“los que cuidan y los que educan”, 23, etc.) e incluso trimembres (“el
más débil, el más frágil, el que ni si quiera puede correr”, l. 19) o
como la metáfora “anestesiados” (l. 11). Menos interesante resulta,
en cambio, la sinécdoque observable en “es imposible medir el
sacrificio inmenso que está haciendo este país”, donde “este país”
alude, en pro piedad, a sus habitantes. También aparecen términos
valorativos, principalmente adjetivos: “malo” (l. 1) y “bueno” (l. 5);
“[tan] emocionante” (l. 6 y s.), que aparece modalizado o
intensificado por el adverbio cuantificador “tan”; “triste [parada]” (l.
17), “excelente [distinción]” (l. 22); “los más valiosos” (l. 23), en una
estructura de tipo superlativo; “[sacrificio] inmenso” (l. 27), o
“peores” y “mejores” (l. 28). Además de las ya recogidas, aparecen
otras estructuras de cuantificación que también aportan
subjetividad, como “demasiado [tiempo]” (l. 10 y s.). También es
necesario tener en cuenta los sustantivos denostadores (“[este]
desastre”, l. 2; “[este] horror”, l. 3; “tristeza”, l. 9, etc.) y
ponderativos (como “[su] valor”, l. 26), cuyo significado y el de los
términos valorativos ya recogidos permite considerar que se está
abordando el tema desde un punto de vista fatalista al tiempo que
optimista. También se puede justificar la subjetividad por medio de
expresiones evidenciales (como “por eso es tan…”, l. 6; “es
imposible…” y “es posible”, l. 27), la aparición de la perífrasis verbal
modal de obligación “debemos distinguir” (l. 23) y de
coloquialismos (como “era millennial”, l. 15; “nos van a pillar”, l. 28,
o la estructura “cómo de malo será…”, l. 1). Por supuesto, la clásica
aparición de la primera persona gramatical también lo permite
(“buscamos”, l. 1; “llevábamos”, l. 10, etc.), pero en relación con este
as pecto resulta más pertinente indicar su manifestación en verbos
volitivos como “sentimos” (l. 7) o “estábamos deseando” (l. 10), o
intelectivos o de opinión como “creo” (l. 10) y “creemos” (l. 18).

Con la redacción de esta columna, su autora se propone evidenciar


que se ha producido un cambio de conciencia como efecto de la
pandemia de la Co vid19, caracterizado por una corriente de
77
solidaridad y apoyo entre los individuos que conforman la
comunidad; asimismo, de alguna forma recoge una forma de
agradecimiento hacia aquellos sectores que no han podido detener
su actividad profesional, a los que califica de “los más valiosos” (l.
23), con esa enfática estructura de superlativo absoluto. Es claro que
el primer elemento constituye un motivo recurrente en el texto en el
momento en que se detectan varias recurrencias léxicas a propósito
de él: “un cambio en la conciencia” (l. 3 y s.), “una nueva conciencia”
(l. 9 y s.), “este cambio” (l. 10) o incluso “estamos to mando
conciencia” (l. 17). También incide sobre la idea de la detención
como característica definitoria de esta nueva solidaridad, lo cual
puede justificarse, esta vez, por medio de palabras que pertenecen a
una misma familia léxica o, nuevamente, a través de recurrencias
léxicas: se repite el verbo ‘parar ‘en el título, “parad” (donde
establece un ingenioso juego de palabras), y en “se ha parado” (l.
20), que comparte raíz o lexema con “parada” (l. 17). En relación con
el segundo ejemplo, es claro también como la autora pretende
establecer una oposición entre los que han podido parar y los que
no han podido, para enfatizar el valor de estos, lo cual se puede
advertir por medio de la estructura concesiva “aunque no todo se ha
parado” (l. 20). Asimismo, Nuria Labari aglutina al hipotético lector
para hacerlo partícipe de su relato al emplear el plural inclusivo
(“buscamos”, l. 1; “tratamos de descifrar”, l. 1 y s.; “muchos
trabajadores nos hemos encerrado”, l. 14, etc.). La presencia del hipo
tético lector se hace más evidente en el último enunciado del texto,
que presenta una modalidad oracional exhortativa (“recuerden al
menos que nos van a pillar siendo mejores”), con el que la autora los
interpela directamente y del que se desprende que la columna tiene
una clara intencionalidad persuasiva. También emplea un lenguaje
políticamente correcto, que pretende resultar más abarcador o
evitar posibles ofensas, al emplear fórmulas del actual lenguaje
inclusivo como “muchos y muchas” (l. 20). Evidentemente, después
de todo lo expuesto en el apartado de la actitud, en el que hemos
destacado el claro predominio de marcas de la función expresiva del
lenguaje, es imposible no señalar que la autora recoge, por supuesto,
su opinión al respecto con una clara voluntad o finalidad estética,
como se puede ver en el abundante empleo de recursos retóricos
(basta recordar las frecuentes bimembraciones, o la antítesis con que
cierra el texto).

Tipo de texto y modo de discurso. Justificación con elementos


lingüísticos relevantes
78
Desde la perspectiva del ámbito de uso, el texto analizado es un
texto periodístico, concretamente uno del subgénero subjetivo o de
opinión: una columna. Esto se puede observar, en primer lugar,
atendiendo a la información paratextual que resulta evidente en
una rápida aproximación al texto: al tratarse de un texto publicado
en un medio distinto del ofrecido, al pie del mismo se ofrece esta
información para su correcta localización (así, aparecen el nombre
de la autora, una colaboradora habitual de El País; el medio de
publicación y la fecha en que apareció en este). También responde a
la estructura de este tipo de textos, en el momento en que consta de
un título, elemento indispensable de este tipo de textos. Desde el
punto de vista del criterio pragmático, también es posible
caracterizarlo dentro de este ámbito de uso, al tratarse de un texto
unilateral, es decir, que no implica un diálogo, sino que es el emisor
el único que transmite in formación al receptor (un receptor, por
cierto, múltiple, heterogéneo…) a través de un medio, físico o
digital, en que predomina el código escrito. Por supuesto, al tratarse
de un texto periodístico de opinión resulta notable la cantidad de
elementos que aportan subjetividad, pues, al expresar su opinión, la
autora se vale, fundamentalmente, de la función expresiva del
lenguaje: aparecen términos valorativos (“malo”, l. 1, y “bueno”, l. 5;
“[tan] emocionante”, l. 6 y s., que aparece modalizado o
intensificado por el adverbio cuantificador “tan”; “triste [parada]”, l.
17; “excelente [distinción]”, l. 22; “los más valiosos”, l. 23, en una
estructura de tipo superlativo; “[sacrificio] inmenso”, l. 27, o
“peores” y “mejo res”, l. 28), sustantivos denostadores (“[este]
desastre”, l. 2; “[este] horror”, l. 3; “tristeza”, l. 9, etc.) y
ponderativos (como “[su] valor”, l. 26), expresiones evidenciales
(como “por eso es tan…”, l. 6; “es imposible…” y “es posible”, l. 27),
coloquialismos (como “era millennial”, l. 15; “nos van a pillar”, l. 28,
o la estructura “cómo de malo será…”, l. 1), etc. En último lugar, al
tratarse de una columna, la redacción por parte de Nuria Labori es
más libre, más personal, lo cual se demuestra por un alto grado de
literariedad, por un notable número de recursos estilísticos, ya que
la columna se redacta con cierta voluntad o finalidad literaria:
aparecen recursos estilísticos como el juego de oposiciones a partir
de antítesis que recoge en la redacción de la tesis final (“es imposible
[…]. Es posible […] peores […] mejores”, l. 27 y s.), como las
abundantes personificaciones, especialmente para hablar de la
actuación del virus (“el Covid19 ha venido car gado de tristeza”, 9;
“el Covid19 ha hecho una excelente distinción”, l. 22; pero también,
79
por ejemplo, “un cambio en la conciencia que […] se asoma cada
tarde […]. Y grita y aplaude”, l. 35), como la hipérbole “retumban
las calles vacías” (l. 7), como las frecuentes estructuras bimembres
(“y grita y aplaude”, con polisíndeton, l. 5; “la fragilidad al dinero,
los cuidados a la producción”, 13; “de tiempo y de sentido”, 15; “el
lujo de quedarse en casa, de hacer lo posible por no contagiarse”, l.
21; “los que cuidan y los que educan”, 23, etc.) e incluso tri membres
(“el más débil, el más frágil, el que ni siquiera puede correr”, l. 19) o
como la metáfora “anestesiados” (l. 11).

Por su parte, desde la perspectiva del modo de elocución, es


claramente un texto expositivo argumentativo en el momento en
que presenta una estructura circular o de encuadre y, en su cuerpo
argumental (que comprende el fragmento entre las líneas 6 y la 26),
la autora emplea varios argumentos de ejemplificación para
demostrar que se ha producido ese cambio de conciencia al que
alude en el primer párrafo y que, de acuerdo con el último, nos hará
mejores (los aplausos vespertinos, los profesionales que han
detenido su actividad para cuidar de los más frágiles y los que no
han podido detenerla sino que la han incrementado porque son
indispensables). Asimismo, y a pesar de la notable subjetividad
demostrada en el párrafo anterior, aparecen algunas marcas propias
de la función referencial, tales como la tercera persona gramatical,
verbos en modo indicativo (modo de la denotación y de la realidad),
etc., apreciables en enunciados de modalidad enunciativa como
“España está en estado de alarma” (l. 17 y s.) o “muchos y muchas
están redoblando esfuerzos ahí fuera” (l. 20). Sin embargo, aunque
con una incidencia mucho menor, también es posible detectar
algunas secuencias descriptivas en los párrafos primero y tercero (en
ellos apa recen frases nominales como “un cambio de conciencia que
no…”, l. 3 y s., o “un cambio que es bueno”, l. 5; estructuras con
verbos semicopulativos como “el Covid19 ha venido cargado de
tristeza”, l. 9, o “llevábamos demasiado tiempo anestesiados”, l. 10 y
s., o incluso verbos habituales en este tipo de secuencias, como
“tener”: “teníamos ganas de…”, l. 12).

Valoración personal

El texto propuesto para su comentario es de una rabiosa actualidad,


puesto que todavía estamos experimentando (incluso sufriendo) los
efectos de la pandemia sanitaria que la articulista describe en este

80
texto. La redacción del mismo favorece que sea fácilmente
comprendido por un público relativamente amplio, sor prendiendo
la inclusión de coloquialismos (ya comentados en el apartado de la
actitud). También sorprende el uso políticamente correcto del
lenguaje inclusivo en la línea 20 (“muchos y muchas”) que, sin
embargo, no es secundado en otros momentos de la columna (por
ejemplo, “muchos trabajadores nos hemos encerrado…”, l. 14, o “los
más valiosos”, l. 23, y la enumeración de profesionales que aparece a
continuación). Finalmente, resulta especialmente inteligente o
interesante la referencia en el título a la archiconocida viñeta de
Mafalda “paren el mundo, que me quiero bajar”2; teniendo en
cuenta que este personaje de Quino pretendía denunciar
fundamentalmente las carencias de la vida en sociedad, la inversión
de esta célebre frase puede bastar, por sí sola, para justificar la
postura de la autora.

Ahora que han pasado casi cuatro meses desde la redacción de este
texto por parte de Nuria Labari, la sola constatación de los últimos
acontecimientos vividos a propósito de la crisis sanitaria permiten
suponer que la postura de la autora es de una extrema ingenuidad.
¿Realmente una crisis de este tipo nos ha con vertido en mejores
personas, en una sociedad mejor? Dejando al margen que las
experiencias de esta clase, en las que el ciudadano común ve
peligrar su modo de vida, su sustento, su estabilidad, su
seguridad…, lo hacen converger hacia peligrosas posturas
individualistas, egoístas, de rechazo a “el otro” (ejemplos de este
comportamiento ha habido en muchas ocasiones a lo largo de la
historia, como, por ejemplo, cuando perdida la I.ª Guerra Mundial
Alemania abrazó el régimen nazi para superar, entre otras razones,
la crisis económica en que su derrota la dejó sumida), hoy es posible
aducir muchas otras situaciones que no respaldan la tesis de Labari:
comportamientos incívicos por parte de amplios sectores de la
sociedad que han incumplido el confinamiento o que no emplean la
mascarilla, poniéndose a sí mismos en riesgo, pero también al resto
y despreciando el esfuerzo desarrollado por nuestros sanitarios;
manifestaciones en favor de la libertad a lo largo del ancho mundo,
desde Estados Unidos hasta Europa, despreciando también ellos
este esfuerzo colectivo del que habla la autora, este deseo de
proteger a los más frágiles; respuestas inverosímiles por parte de
negacionistas (no solo “conspiranoicos”, sino también líderes
mundiales), que no solo han restado credibilidad desde sus tribunas
a las evidencias empíricas proporcionadas por los científicos, sino
81
que han sugerido medidas o soluciones altamente peligrosas o
cuestionables, alimentando, por otra parte, el peligroso discurso de
los “antivacunas”, por ejemplo; actitudes poco responsables por
parte de la clase política, que ha seguido cómodamente parapetada
en la confrontación sin trabajar conjuntamente para superar la crisis.
Esta ristra de esperpentos de la vida en común, de espantajos de la
civilización occidental, no niegan, sin embargo, que esta crisis ha
representado un “aldabonazo” para otro importante sector de
nuestra sociedad, uno que “ha despertado de la anestesia” y ha
cobrado conciencia de la importancia de la comunidad y de la
necesidad de unos sólidos servicios públicos para garantizar su
cohesión y estabilidad. Ahora bien, ¿será esto suficiente para creer
en el advenimiento de un mundo mejor?
¿Nos hará más fuertes esta experiencia, saldremos fortalecidos de la
misma o, por el contrario, ha destapado nuestras vergüenzas y nos
enfrentará a unos y otros para mantener nuestro estatus, nuestra
seguridad, nuestro bienestar?

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