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Documento de JC - 210723 - 111728
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Prefacio vii
Primer Paso 1
Segundo Paso 13
Tercer Paso 25
Cuarto Paso 37
Quinto Paso 51
Sexto Paso 61
Séptimo Paso 71
Octavo Paso 81
Noveno Paso 93
Décimo Paso 109
Undécimo Paso 123
Duodécimo Paso 135
Prefacio
vii
Se pueden añadir cosas a estas guías, eliminar otras, o dejadas tal cual. Es una decisión
personal.
Probablemente hay una única forma inapropiada de usarlas: solo. No podemos dejar de recalcar
la importancia de trabajar los pasos con un padrino. De hecho, en nuestra confraternidad se
considera que el padrino. ante todo, es un guía a través de los Doce Pasos. Si aún no le has
pedido a nadie que sea tu padrino, por favor, hazlo antes de comenzar estas guías.
Limitarse a leer toda la información que hay sobre cualquiera de los Doce Pasos nunca será
suficiente para producir un auténtico cambio en nuestra vida ni para libramos de nuestra
enfermedad. Nuestro objetivo es hacer que los pasos formen parte de nosotros. Para logrado,
tenemos que practicarlos. Por lo tanto, aquí están las Guías para trabajar los pasos.
Como toda la Literatura de NA esta obra ha sido escrita por adictos y para adictos. Esperamos
que sirva para animar e inspirar a todos los miembros que la utilicen. Por nuestra parte,
agradecemos la oportunidad de haber podido participar en este proyecto. Gracias por
permitimos servir.
Viii
³$GPLWLPRVTXHpUDPRVLPSRWHQWHVDQWHQXHVWUDDGLFFLyQ
TXHQXHVWUDYLGDVHKDEtDYXHOWRLQJREHUQDEOH´
Cuando decimos <primero>, nos referimos al principio de algo. Lo mismo sucede con los
pasos; el Primer Paso es el comienzo del proceso de recuperación. El alivio empieza aquí; no
podemos seguir adelante hasta que hayamos trabajado este paso.
Algunos miembros transitan el Primer Paso a tientas, por <intuición>; otros prefieren
trabajarlo de manera más sistemática. Las razones para trabajar formalmente este paso varían de
un miembro a otro. Puede que seamos nuevos en recuperación y acabemos de pelear y perder
una batalla agotadora contra las drogas. Tal vez llevamos algún tiempo en el programa,
abstinentes de drogas, pero hemos descubierto que nuestra enfermedad se ha vuelto activa en
algún otro aspecto de nuestra vida, obligándonos a enfrentamos otra vez con la impotencia y la
ingobernabilidad de nuestra vida. No todos los actos de crecimiento están motivados por el
dolor, a lo mejor sólo ha llegado el momento de repetir el ciclo de los pasos para empezar la
próxima etapa de nuestro interminable viaje de recuperación.
A algunos en cierto modo nos consuela damos cuenta de que una <enfermedad>, y no una
deficiencia moral, nos ha hecho tocar fondo. A otros no nos importa saber cuál ha sido la causa,
lo único que queremos es... ¡salir!
En cualquier caso, es hora de trabajar los pasos: de dedicarnos a una actividad concreta que
nos ayude a librarnos un poco más de nuestra adicción, independientemente de la manifestación
que tenga en la actualidad. Nuestro objetivo es asimilar los principios del Primer Paso,
profundizar nuestra rendición y hacer de los principios de aceptación, humildad, buena
voluntad, honestidad y receptividad una parte fundamental de nosotros.
Antes de empezar a trabajar este paso, debemos estar abstinentes, cueste lo que cueste. Si
somos nuevos en Narcóticos Anónimos y nuestro primer paso consiste sobre todo en ver los
efectos de la drogadicción en nuestra vida, tenemos que estar limpios. Sí llevamos un tiempo
limpios y nuestro Primer Paso consiste en la impotencia sobre algún otro comportamiento que
hace que nuestra vida se vuelva ingobernable, tenemos que encontrar la forma de parar esa
conducta para que nuestra rendición no se empañe con continuas acciones que la estropean.
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La enfermedad de la adicción
• Cuando se me ocurre algo, ¿actúo inmediatamente sin considerar las consecuencias? ¿De
qué otras maneras me comporto compulsivamente?
• ¿De qué manera la parte egocéntrica de mi enfermedad afecta mi vida y la de quienes me
rodean?
• ¿Cómo me ha afectado física, mental, espiritual y emocionalmente mi enfermedad?
Negación.
La negación es la parte de nuestra enfermedad que nos dice que no tenemos una
enfermedad. Cuando estamos en negación, somos incapaces de ver la realidad de la adicción.
Minimizamos su efecto. Culpamos a los demás apelando a las expectativas demasiado altas de
nuestras familias, amigos o jefes. Nos comparamos con otros adictos cuya adicción parece
<peor> que la nuestra. Tal vez culpemos a una droga en particular. Si ya llevamos un tiempo
abstinentes, quizás comparemos la manifestación actual de nuestra adicción con el consumo
de drogas. y lleguemos a la conclusión de que
2
nada que hagamos hoy en día será tan malo como <aquello>. Una de las formas más fáciles de
saber si estamos en negación es ver que damos razones convincentes pero falsas sobre nuestro
comportamiento.
Nuestra adicción acaba por llevamos a un lugar donde no podemos seguir negando la naturaleza
de nuestro problema. Cuando vemos claramente en qué se ha convertido vida, se derrumban
todas las mentiras, justificaciones y fantasías. Comprende que hemos estado viviendo sin
esperanza. Nos damos cuenta de que no tenemos amigos o estamos tan desconectados que
nuestras relaciones son una farsa, una parodia del amor y de la intimidad. Quizás todo parezca
perdido cuando nos encontramos en este estado, pero lo cierto es que debemos pasar por aquí
para poder embarcarnos en nuestro viaje de recuperación.
Impotencia
Los adictos reaccionamos a la palabra <impotencia> de muchas maneras. Para algunos era
sencillamente la descripción más apropiada de nuestra situación y admitimos nuestra
impotencia con una sensación de alivio. Otros rechazamos la palabra relacionándola con la
debilidad o creyendo que indica algún tipo de deficiencia de carácter. Comprender el concepto
de impotencia y lo esencial que resulta admitirla para nuestra recuperación nos ayudará a
superar todos los sentimientos negativos que podamos tener sobre este concepto.
Somos impotentes cuando la fuerza que impulsa nuestra vida está fuera de control. La
adicción sin duda puede ser considerada como una fuerza impulsora e incontrolable. No
podemos moderar ni controlar el consumo de drogas ni otros comportamientos compulsivos,
aunque eso implique perder las cosas que más nos importan. No podemos parar, aunque la
consecuencia de continuar sea, con toda certeza, un daño físico irreparable. Nos sorprendemos
haciendo cosas que jamás habríamos hecho de no ser por la adicción, cosas que nos hacen
estremecer de vergüenza cuando nos acordamos. Quizás hasta decidamos que no queremos
consumir, que no vamos a consumir y veamos que, si se presenta la oportunidad, sencillamente
somos incapaces de parar.
Es posible que hayamos intentado abstenemos del consumo de drogas o de otros
comportamientos compulsivos durante algún tiempo sin un programa (tal vez con cierto éxito),
sólo para acabar descubriendo que la adicción sin tratar nos lleva otra vez al punto de partida.
Para trabajar el Primer Paso, debemos demostramos nuestra propia impotencia en un nivel
profundo.
Ingobernabilidad
El Primer Paso nos pide que admitamos dos cosas: una, que somos impotentes ante adicción. y
dos, que nuestra vida se ha vuelto ingobernable. En realidad, nos costaría mucho admitir una
cosa sin la otra. La ingobernabilidad es la manifestación de Hay dos tipos generales de
ingobernabilidad: una externa, que los demás perciben; y una interna o personal.
La Ingobernabilidad externa suele identificarse por cosas tales como detenciones, pérdidas de
trabajo y problemas familiares. Algunos miembros hemos estado presos; o jamás hemos podido
mantener ningún tipo de relación durante más de un par de meses. Otros hemos estado
separados de nuestra familia y ésta nos ha pedido que no volvamos a verla.
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• ¿Me derrumbo cada vez que las cosas no salen como quiero? ¿Cómo ha afectado esto mí vida?
• ¿Me tomo cada dificultad como un insulto personal? ¿Cómo ha afectado esto mi vida?
• ¿Tengo la mentalidad de quien está todo el tiempo en crisis y reacciona a cada situación con
pánico? ¿Cómo ha afectado esto mi vida? ¿Ignoro las señales de que algo puede andar mal con
mi salud o con mis hijos, pensando que todo se arreglará por sí solo? Describe la situación.
• ¿He estado alguna vez en peligro real y he sido indiferente o incapaz de protegerme por culpa
de mi adicción? Describe la situación.
• ¿He hecho daño a alguien como consecuencia de mi adicción?
• ¿Tengo rabietas o reacciono a mis sentimientos de otras maneras que disminuyan el respeto
por mí mismo o mi dignidad? Descríbelas.
• ¿Tomaba drogas o me dejaba llevar por mi adicción para cambiar o reprimir mis sentimientos?
¿Qué intentaba cambiar o reprimir?
Reservas
Las reservas son los lugares de nuestro programa que “reservamos” para recaer.
Pueden basarse en la idea de que seguimos teniendo un poco de control, algo así como: “De
acuerdo, acepto que no puedo controlar mi consumo, pero todavía puedo vender drogas, ¿no?,
Tal vez pensemos que podemos seguir siendo amigos de gente con la que consumíamos o que
nos vendía drogas. Es posible que creamos que ciertas partes del programa no son aplicables a
nosotros. Quizás nos parezca que algunas cosas sencillamente no podemos enfrentarlas limpios
una enfermedad grave por ejemplo, o la muerte de un ser querido y si llega a pasar, tenemos
planeado consumir. A lo mejor pensamos que cuando hayamos logrado determinada meta
–ganado cierta cantidad de dinero o llegado acierto número de años limpios --, entonces
podremos controlar el consumo. Las reservas por lo general se ocultan en el fondo de la mente;
no somoscompletamente conscientes de ellas. Es fundamental que expongamos todas las
reservas y las eliminemos aquí y ahora.
Ɣ ¿Hay algo que crea que no puedo superar limpio, algo tan doloroso que tendría que consumir
para superar el dolor?
Ɣ ¿Creo que con determinado tiempo limpio o con circunstancias vitales diferentes, podría
controlar mi consumo?
Ɣ ¿A qué reservas me sigo aferrando?
Rendición
Hay una enorme diferencia entre resignación y rendición. Resignación es lo que nos damos
cuenta de que somos adictos, pero aún no aceptamos la recuperación como solución a nuestro
problema. Muchos estábamos en este punto bastante antes de llegar a Narcóticos Anónimos.
Quizás pensáramos que nuestro destino era ser adictos, vivir y morir con nuestra adicción. La
rendición, por otro lado, es lo una vez que hemos aceptado el Primer Paso como algo cierto para
nosotros y la recuperación como solución. Ya no queremos que nuestra vida sea como antes. No
queremos sentimos como nos sentíamos.
Principios espirituales
Ɣ Si he pensado en consumir o en dejarme llevar por mi adicción en algún otro aspecto, ¿lo he
compartido con mi padrino o con alguien más?
Ɣ ¿He estado en contacto con la realidad de mi enfermedad, independientemente del tiempo
que haga que me haya librado de la adicción activa?
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Ɣ ¿Me he dado cuenta de que ahora que no tengo que ocultar mí adicción ya no necesito mentir
como antes? ¿Valoro la libertad que ello me brinda? ¿De qué forma he empezado a ser
honesto en mi recuperación?
Practicar el principio de receptividad de¡ Primer Paso implica sobre todo estar preparados
para creer que puede haber otra forma de vida y estar dispuestos a probarla. No importa que no
sepamos exactamente cómo será, o que sea diferente a todo lo que hayamos oído hasta el
momento; lo importante es que no nos limitemos, ni limitemos nuestros pensamientos. A lo
mejor de vez en cuando escuchamos a miembros de NA decir cosas que nos parezcan
completamente absurdas, cosas tales como que hay que «rendirse para ganar>; o que nos
sugieran que recemos por alguien con quien estamos resentidos. Demostramos receptividad
cuando no rechazamos esas cosas sin haberlas proba0q.,
El principio de buena voluntad del Primer Paso se puede practicar de muchas maneras.
Cuando empezamos a pensar en la recuperación, muchos creemos que en realidad no es posible
para nosotros o simplemente no comprendemos cómo funciona, pero de todas formas seguimos
adelante con el Primer Paso: y esta es nuestra primera experiencia de buena voluntad. Hacer
todo lo que contribuya a nuestra recuperación indica buena voluntad: llegar temprano a las
reuniones, quedarse hasta tarde, ayudar a organizar las reuniones, pedir teléfonos de otros
miembros de NA y llamarlos.
La forma más pura de expresar el principio de humildad, fundamental para el Primer Paso,
es nuestra rendición. La humildad se identifica más fácilmente como la aceptación de lo que en
realidad somos: ni mejores ni peores de lo que creímos ser cuando consumíamos: tan sólo
KXPDQRV
• ¿Creo que soy un monstruo que he envenenado a todo el mundo con mi adicción? ¿Creo que
mi adicción es completamente intrascendente para la sociedad en su conjunto? ¿O hay algún
término medio?
• ¿Tengo alguna sensación de la importancia relativa que poseo para mi círculo familiar y mis
amigos? ¿Para la sociedad en general? ¿En qué consiste esa sensación?
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• ¿Cómo practico el principio de humildad en relación con el trabajo de este Primer Paso?
Para practicar el principio de aceptación, debemos hacer algo más que limitamos a admitir
que somos adictos. Cuando aceptamos nuestra adicción, sentimos un profundo cambio interno
que se acentúa por una creciente sensación de esperanza. También empezamos a sentir cierta
paz. Hacemos las paces con nuestra adicción, con nuestra recuperación y con el significado que
esas dos realidades llegarán a tener en nuestra vida. No nos asusta un futuro de asistencia a
reuniones, contacto con un padrino y trabajo de pasos, sino que empezamos a ver la
recuperación como un don valioso, y el trabajo relacionado con ella como algo igual de
problemático que cualquier otra rutina de la vida.
Seguir adelante
A medida que nos preparamos para pasar al Segundo Paso, es posible que nos
preguntemos si hemos trabajado lo suficiente el Primero. ¿Estamos seguros de que ha llegado el
momento de seguir adelante? ¿Le hemos dedicado a este paso el mismo tiempo que los demás?
¿Ahora lo entendemos de verdad? A muchos nos ha resultado escribir sobre la comprensión de
cada paso antes de seguir adelante.
• ¿Cómo sé que ha llegado el momento de seguir?
• ¿Cómo entiendo el Primer Paso?
• ¿De qué forma mi experiencia y mis conocimientos previos influyeron en el trabajo de este
paso?
Hemos llegado a un punto en el que vemos las consecuencias de nuestra vieja forma de vida y
aceptamos que necesitamos una nueva, pero es probable que aún no nos demos cuenta de todas
las posibilidades que tiene esta nueva forma de vida en recuperación. Quizás, por el momento
nos basta con habernos librado de la adicción activa, pero pronto veremos que el vacío que
llenábamos con las drogas u otros comportamientos obsesivos y compulsivos exige que lo
llenemos. El trabajo del resto de los pasos llenará ese vacío. La siguiente parada en nuestro
viaje de recuperación es el Segundo Paso.
³/OHJDPRVDFUHHUTXHXQ3RGHU6XSHULRUDQRVRWURVPLVPRV
SRGtDGHYROYHUQRVHOVDQRMXLFLR´
El Primer Paso nos despoja de nuestras fantasías sobre la adicción, el Segundo nos brinda la
esperanza de recuperación, nos dice que lo que hemos descubierto sobre nuestra adicción en el
Primer Paso no es el final de la historia. El Segundo Paso afirma que dolor y la locura con los
que hemos estado viviendo son innecesarios. Pueden aliviarse y, con el tiempo, aprenderemos a
vivir sin ellos mediante el trabajo de los Doce Pasos de Narcóticos Anónimos.
El Segundo Paso llena el vacío que sentimos al terminar el Primero. A medida que nos
acercamos a este paso, empezarnos a contemplar la posibilidad de que quizás, sólo quizás, haya
un Poder más fuerte que nosotros, un Poder capaz de sanar las heridas, aliviar la confusión y
devolvernos el sano juicio.
Cuando llegamos al programa, muchos nos quedamos desconcertados de que este Paso
insinuara que estuviéramos locos. Una cosa era admitir nuestra impotencia y otra muy distinta
reconocer nuestra <locura>. Sin embargo, después de estar un tiempo en el programa
empezamos a comprender de qué se trataba en realidad este paso. Leímos que en el Texto
Básico se definía la locura como <repetir los mismos errores esperando resultados diferentes>.
¡Con eso sí que podíamos identificarnos! Después de todo, ¿cuántas veces habíamos tratado de
salirnos con la nuestra en cosas que sabíamos que eran imposibles, diciéndonos: <esta vez va a
ser diferente>? ¡Eso sí que es locura! Si vivimos los principios de este paso durante muchos
años, descubrimos lo profundamente arraigada que está nuestra locura y nos damos cuenta de
que la definición del Texto Básico no hace más que arañar la superficie.
Algunos nos resistimos: a este paso porque pensábamos que nos exigía ser religiosos. Nada más
lejos de la realidad. No hay nada, absolutamente nada en el programa de que exija a los
miembros ser religiosos. En nuestra confraternidad, la idea de que cualquier persona puede
unirse a nosotros, sin que importe... religión ni la falta de esta última se defiende absolutamente.
Nuestros miembros aspiran a ser abiertos en relación con esta cuestión y no toleran nada que
ponga en peligro el derecho incondicional de todos los adictos a desarrollar su propia
concepción de un Poder más fuerte que ellos. Este es un programa espiritual, no religioso.
La belleza del Segundo Paso empieza a aparecer cuando comenzamos a pensar en lo que puede
ser nuestro Poder Superior. El programa nos anima a elegir un Poder bondadoso que nos cuide.
y lo más importante, que pueda devolvemos el sano juicio El Segundo Paso no dice <Llegamos
a creer en un Poder superior a nosotros>, sino <Llegamos a creer que un Poder superior a
nosotros SRGtD GHYROYHUQRV HO VDQR MXLFLR> No hacemos hincapié en qué ni en quién es ese
Poder, sino en lo que puede hacer por nosotros. El grupo podría reunir los requisitos para ser ese
Poder más fuerte que nosotros. al igual que los principios espirituales contenidos en los Doce
Pasos. y por supuesto, la concepción que cada uno de
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los miembros tenga de un Poder Superior. Si nos mantenernos limpios y seguimos trabajando
este paso, descubrimos que por mucho que haya durado nuestra adicción y por muy profunda
que sea nuestra locura, la capacidad de un Poder más fuerte que nosotros para devolvemos el
sano juicio no tiene límites.
Esperanza
La esperanza que se logra gracias al trabajo del Segundo Paso reemplaza a la desesperación
con la que llegamos al programa. Cada vez que tomábamos un camino que pensábamos que nos
sacaría de la adicción por ejemplo la medicina, la religión o la psiquiatría, descubríamos que
sólo nos había llevado hasta el punto en el que estábamos; ninguno de estos métodos nos bastó.
A medida que se acababan las opciones y agotaban nuestros recursos, nos preguntábamos si
alguna vez encontraríamos una solución para nuestro dilema, si en el mundo existía algo que
<funcionara>. En realidad, es posible que al llegar a Narcóticos Anónimos desconfiáramos un
poco y nos preguntásemos si éste no era otro método más que no funcionaría o que no acabaría
de funcionar del todo como para que cambiaran las cosas.
Sin embargo, en las primeras reuniones nos sucedió algo increíble. Había otros adictos que,
igual que nosotros, habían consumido drogas, adictos que ahora estaban limpios. Creímos en
ellos. Sabíamos que podíamos confiar en ellos. Conocían los lugares que habíamos frecuentado
durante nuestra adicción, no sólo los rincones en los que se consumía, no sólo los sitios
geográficos, sino los rincones de horror y desesperación que nuestro espíritu visitaba cada vez
que consumíamos. Los adictos en recuperación que conocimos en NA conocían esos lugares tan
bien como nosotros porque ellos también habían estado allí.
Sólo cuando nos dimos cuenta de que esos miembros adictos como nosotros se mantenían
limpios y descubrían la libertad. la mayoría experimentamos una sensación de esperanza por
primera vez. A lo mejor nos fuimos con un grupo de miembros después de la reunión, o
escuchamos a alguien compartir una historia igual que la nuestra. La mayoría recordamos aquel
momento, incluso años más tarde... y ese momento nos llega a todos.
Nuestra esperanza se va renovando a lo largo de nuestra recuperación. Cada vez que se nos
revela algo nuevo sobre nuestra enfermedad, el dolor de verlo viene acompañado por una fuente
de esperanza. Por muy doloroso que sea e¡ proceso de demolición de la negación, se nos
restituye algo dentro de nosotros en su lugar. Aunque sintamos que no creemos en nada, sí
creemos en este programa. Creemos que se nos puede devolver el sano juicio, incluso en las
épocas más desesperadas y en nuestros aspectos más enfermos.
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Locura
Si tenemos dudas sobre la necesidad de que haya una renovación del sano juicio en nuestra vida
vamos a tener problemas con este paso. Si tenemos dudas, es posible que nos ayude hacer un
repaso de nuestro Primer Paso. Ahora ha llegado el momento de echar un vistazo a nuestra
locura.
• ¿Creía que podía controlar mi consumo? ¿Qué experiencias tuve en este campo y por qué mis
esfuerzos fueron un fracaso?
• ¿Qué cosas hice que, cuando pienso en ellas, casi no puedo creer que haya hecho? ¿Me puse
en situaciones peligrosas para conseguir drogas? ¿Me comporté de maneras que ahora me
avergüenzan? ¿Cómo fueron esas situaciones?
• ¿Tomé decisiones locas como consecuencia de mi adicción? ¿Abandoné trabajos, relaciones y
amistades, o desistí de lograr otros objetivos sólo porque interferían en mi consumo?
•¿Me hice daño o lastimé físicamente a alguien durante mí adicción?
La locura es una pérdida del sentido de la medida y la proporción. Por ejemplo, tal vez
pensemos que nuestros problemas personales son más importantes que los de nadie; en
realidad, puede que ni siquiera seamos capaces de tener en cuenta las necesidades de los demás.
Los pequeños problemas se vuelven catástrofes enormes. Se desequilibra nuestra vida. Creer
que podemos mantenemos limpios por nuestra cuenta, que el consumo de drogas era nuestro
único problema y ahora, como estamos limpios, todo está bien, son algunos ejemplos evidentes
de una forma de pensar descabellada. En Narcóticos Anónimos, la locura suele describirse
como creer que podemos tomar algo de <fuera> drogas, poder, sexo, comida para arreglar lo
que está mal dentro> de nosotros: nuestros sentimientos.
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juicio. La concepción que muchos tenemos de la locura va más allá de la definición del Texto
Básico. Cometemos una y otra vez los mismos errores, con plena conciencia de cuáles van a ser
los resultados. Tal vez nos estemos haciendo tanto daño que no nos importan las consecuencias,
o pensemos que quizás valga la pena dejarse llevar por una obsesión.
• ¿Qué pensaba y qué sentía antes de dejarme llevar por una obsesión, aunque supiera cuál iba a
ser el resultado? ¿Qué me hizo seguir adelante?
Llegar a creer
Hemos explicado algunas de las causas por las que podríamos tener problemas con este
paso. Quizás haya otras. Es importante que identifiquemos y superemos todas las barreras que
nos impidan llegar a creer.
Los adictos somos propensos a querer que todo pase instantáneamente. Pero es importante
recordar que el Segundo Paso es un proceso, no un suceso. La mayoría no nos despertamos un
día de repente y reconocemos que un Poder más fuerte que nosotros puede devolvemos el sano
juicio, Llegamos a creer poco a poco. Sin embargo, no tenemos que sentamos a esperar que esta
convicción crezca sola; podemos ayudarla.
• ¿He creído alguna vez en algo de lo que no tuviera pruebas tangibles? ¿En qué consistió esa
experiencia?
• ¿Qué experiencias he oído compartir a otros adictos en recuperación sobre el proceso de llegar
a creer? ¿He probado alguna de ellas en mi propia vida?
• ¿En qué creo?
• ¿Cómo ha crecido mi fe desde que estoy en recuperación?
Cada uno llega a la recuperación con una historia completa de experiencias vitales. Esa
historia es lo que determina en gran medida el tipo de concepción de un Poder más fuerte que
nosotros que llegamos a desarrollar. En este paso, no hace falta que tengamos un montón de
ideas específicas sobre la índole o la identidad de ese Poder Superior. Ese tipo de concepción
vendrá más tarde. En el Segundo Paso lo más importante es encontrar una concepción del Poder
Superior que pueda ayudarnos. Aquí no nos preocupan las cuestiones teológicas ni doctrinales,
solamente queremos algo que... ¡funcione!
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¿Cuánta fuerza debe tener un Poder más grande que nosotros? La respuesta es sencilla.
Nuestra adicción era sin duda una fuerza negativa más poderosa que nosotros. Nos llevó cuesta
abajo por el camino de la locura y nos hizo actuar de forma diferente a la que queríamos.
Necesitamos algo que combata eso, algo que sea por lo menos tan poderoso como nuestra
adicción.
• ¿Tengo problemas en aceptar que hay un Poder o Poderes más fuertes que yo?
• ¿Qué tipo de cosas son más poderosas que yo?
• ¿Un Poder más fuerte que yo puede ayudarme a mantenerme limpio? ¿Cómo?
• ¿Un Poder más fuerte que yo puede ayudarme a recuperarme? ¿Cómo?
Es posible que algunos tengamos una idea muy clara de la naturaleza de un Poder más fuerte
que nosotros; cosa que no tiene absolutamente nada de malo. En realidad, el Segundo Paso es el
punto en el que muchos empezamos a elaborar las primeras ideas prácticas sobre un Poder más
fuerte que nosotros. si es que no las teníamos antes. A muchos adictos les ha resultado útil
identificar lo que <no> es, antes de identificar lo que <es>. Además, es posible que considerar
lo que un Poder Superior puede hacer por nosotros nos ayude a descubrir más sobre ese Poder.
Podemos desarrollar infinidad de concepciones de un Poder más fuerte que nosotros. Podemos
entenderlo como la fuerza de los principios espirituales, la fuerza de la Confraternidad de NA.,
de la orientación divina o cualquier otra cosa, siempre y cuando sea bondadoso, nos cuide y sea
más poderoso que nosotros. En realidad, no hace falta que tengamos una concepción clara de un
Poder más fuerte que nosotros para usarlo para mantenernos limpios y aspirar a la recuperación.
El libro Funciona: cómo y por qué define el concepto de <devolución> como <cambiar hasta
un punto en el que la adicción y la falta de sano juicio que la acompaña no controlen nuestra
vida>. Descubrimos que así como nuestra locura se manifestaba en la pérdida del sentido de la
medida y la proporción, podemos ver el sano juicio en nuestra vida cuando empezamos a
desarrollar un criterio que nos permite tomar mejores decisiones. Descubrimos que podemos
elegir cómo actuar. Comenzamos a poseer la madurez y sensatez para detenemos y sopesar
todos los aspectos de una situación antes de actuar.
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Por supuesto que nuestra vida cambiará. La mayoría no tenemos problemas en identificar el
sano juicio cuando comparamos la adicción activa con los comienzos de la recuperación; los
comienzos de la recuperación con un poco de tiempo, limpio, éste con una recuperación
prolongada. Se trata de un proceso, y nuestra necesidad de que nos sea restituido el sano juicio
irá cambiando con el tiempo.
Cuando llegamos al programa, que nos devuelvan el sano juicio probablemente significa no
tener que volver a consumir; una vez que esto sucede, tal vez desaparezca parte de la locura
ligada directa y claramente a nuestro consumo. Dejaremos de delinquir para conseguir drogas.
Dejaremos de ponemos en determinadas situaciones degradantes que sólo nos sirven para
consumir.
Es posible que algunos tengamos expectativas irreales acerca de la restitución del sano
juicio. A lo mejor pensamos que nunca más vamos a enojamos o que, en cuanto empecemos a
trabajar este paso, nos portaremos perfectamente todo el tiempo y no tendremos más problemas
con las obsesiones, la confusión emocional o el desequilibrio en nuestra vida. La descripción
puede parecer exagerada, pero si estamos desilusionados con nuestro crecimiento personal en
recuperación o con la cantidad de tiempo que hace falta para que <se nos devuelva el sano
juicio>, quizás reconozcamos en esta descripción algunas de nuestras expectativas. La mayoría
descubrimos que en la medida en que nos desprendemos de todas las expectativas de progreso
de nuestra recuperación, alcanzamos una serenidad mayor.
• ¿Qué expectativas tengo de que se me devuelva el sano juicio? ¿Son realistas o no?
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Principios espirituales
En el Segundo Paso, nos centramos en la receptividad, la buena voluntad, la fe, la esperanza
y la humildad. El principio de receptividad que vemos en el Segundo Paso surge al comprender
que no podemos recuperamos solos, que necesitamos algún tipo de ayuda. Se desarrolla cuando
abrimos la mente y empezamos a creer que podemos encontrar ayuda. No importa que
tengamos o no idea de cómo va a ayudamos un Poder más fuerte que nosotros, lo que importa
es quecreamos que es posible.
Se puede comenzar a practicar el principio de buena voluntad de] Segundo Paso de manera
sencilla. De entrada, vamos a las reuniones y escuchamos a otros adictos en recuperación
compartir su experiencia con este paso. Después, a lo mejor empezamos a aplicar lo que
escuchamos en nuestra propia recuperación. Naturalmente que le pedimos a nuestro padrino
que nos guíe.
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• ¿Qué cosas he hecho que demuestren mi fe?
• ¿De qué manera ha crecido mi fe?
• ¿He podido hacer planes teniendo fe de que mi adicción no se va a interponer en el camino?
Para practicar el principio de confianza quizás haya que superar la sensación de miedo al
proceso de restitución del sano juicio. Aunque llevemos poco tiempo limpios, es probable que
ya hayamos sentido dolor emocional como consecuencia del crecimiento en recuperación. Tal
vez tengamos miedo de sufrir más. En cierto sentido tenemos razón: habrá más dolor. Sin
embargo, ningún sufrimiento será más fuerte de lo que podamos aguantar, ni tendremos que
soportarlo solos. Si logramos desarrollar la confianza en el proceso de recuperación y en un
Poder superior a nosotros, podremos sobrellevar los momentos dolorosos en nuestra
recuperación. Sabemos que lo que nos espera al otro lado, más que una felicidad superficial, es
una transformación fundamental que llenará nuestra vida de satisfacción en un nivel más
profundo.
El principio de humildad surge al reconocer que existe un Poder más fuerte que nosotros.
Para la mayoría, dejar de depender de la propia forma de pensar y empezar a pedir ayuda es una
lucha tremenda, pero cuando lo hacemos, comenzamos a practicar el principio de humildad del
Segundo Paso.
• ¿Hoy he buscado ayuda en un Poder más fuerte que yo') ¿Cómo?
• ¿He pedido ayuda a mi padrino, he asistido a reuniones y me he acercado a otros adictos en
recuperación? ¿Cuáles fueron los resultados?
Seguir adelante
A medida que nos preparamos para pasar al Tercer Paso, es posible que deseemos echar un
vistazo a lo que hemos conseguido trabajando el Segundo. Escribir sobre nuestra comprensión
de cada paso mientras nos preparamos para seguir adelante nos ayuda a interiorizar los
principios espirituales relacionados con cada uno de ellos.
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Al pasar al Tercer Paso, probablemente surja una sensación de esperanza en nuestro espíritu.
Aunque no seamos nuevos en recuperación, acabamos de reforzar la idea de que la
recuperación, el crecimiento y el cambio no sólo son posibles sino inevitables cuando hacemos
el esfuerzo de trabajar los pasos. Vemos la posibilidad de aliviamos del tipo de locura en la que
hasta hace poco nos tenía atrapados la adicción. Es probable que empecemos a sentir cierta
libertad y que cese la persecución ciega de nuestra locura. Hemos explorado la falta de sano
juicio y empezado a confiar en un Poder más fuerte que nosotros para que nos libre de tener que
seguir el mismo camino. Comenzamos a desprendernos de nuestras falsas ilusiones. Ya no
tenemos que luchar para mantener nuestra adicción en secreto ni aislamos para esconder nuestra
locura. Hemos visto cómo le funcionaba este programa a los demás y descubierto que ahora
también empieza a funcionamos a nosotros. La fe que acabamos de hallar nos proporciona la
voluntad para ponemos en marcha y trabajar el Tercer Paso.
21
'HFLGLPRVSRQHUQXHVWUDYROXQWDG\QXHVWUDYLGDDOFXLGDGRGH'LRV
WDOFRPRORFRQFHELPRV´
Hemos trabajado el Primero y el Segundo Paso con nuestro padrino, nos hemos rendido y
hemos demostrado la buena voluntad de probar algo nuevo; lo que nos ha llenado de una fuerte
sensación de esperanza. Pero sí no transformamos la ahora mismo, se desvanecerá y
acabaremos exactamente donde empezamos. La acción que debemos emprender es el trabajo
del Tercer Paso.
El eje central de este paso es una decisión. Tal vez nos asuste tomarla, especialmente si
examinamos qué es lo que se dice en este paso. Tomar una decisión, cualquier decisión, es algo
que la mayoría no hacíamos desde hacía mucho tiempo. Dejábamos que las decisiones se
tomaran por nosotros; que las tomara nuestra adicción, las autoridades, o simplemente no las
tomábamos porque no queríamos la responsabilidad de decidir nada por nuestra cuenta. Si le
añadimos a esto la idea de poner nuestra voluntad y nuestra vida al cuidado de algo que la
mayoría a esta altura ni siquiera entendemos quizás pensemos que todo este asunto nos supera y
empecemos a buscar un atajo o una manera más fácil de trabajar el programa. Son ideas
peligrosas, porque cuando tomamos un atajo en nuestro programa, la recuperación entra en
corto circuito.
La decisión del Tercer Paso puede parecer demasiado grande para tomada toda a la vez. El
miedo al Tercer Paso, y los pensamientos peligrosos a los que lleva ese miedo, pueden aliviarse
dividiendo este paso en partes más pequeñas. El Tercer Paso es sólo una etapa más en el camino
de la recuperación de la adicción. Tomar esta decisión no significa necesariamente que debemos
cambiar de golpe y radicalmente la forma en que vivimos. Los cambios fundamentales de
nuestra vida se producen poco a poco, a medida que trabajamos en nuestra recuperación, y
requieren nuestra participación. No debemos tener miedo de que este paso nos haga algo para lo
que no estamos preparados o algo que no nos gusta.
Es significativo que este paso sugiera que pongamos nuestra voluntad y nuestra vida DOFXLGDGR
GH 'LRV tal como lo concebimos. Estas palabras son especialmente importante. Mediante el
trabajo del Tercer Paso, permitimos que algo o alguien nos cuide, no que nos controle ni dirija
nuestra vida. Este paso no propone que nos volvamos robots descerebrados sin capacidad para
vivir nuestra propia vida, ni nos permite, a los que nos parece atractiva semejante
irresponsabilidad, entregamos a ese impulso. Se trata en cambio de tomar una decisión sencilla
para cambiar de rumbo, dejar de rebelarnos contra el devenir natural de los acontecimientos de
la vida, dejar de desgastamos tratando de hacer que todo suceda como si estuviéramos a cargo
del mundo. Aceptamos que un Poder Superior hará mejor que nosotros el trabajo de ocuparse de
nuestra voluntad y nuestra vida. Cuando empezamos a explorar lo que significa la palabra
<Dios> para nosotros como individuos. favorecemos el proceso espiritual de recuperación.
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En este paso, cada uno tendrá que llegar a algunas conclusiones sobre lo que cree que
significa la palabra <Dios>. No hace falta que tengamos una concepción compleja ni completa.
Tampoco tiene que ser como la de nadie. Tal vez descubramos lo que Dios no es para nosotros,
pero no lo que es. Y está bien. Lo esencial es que, a medida que avanza nuestra recuperación,
empecemos una búsqueda que nos permita intensificar nuestra concepción de un Poder
Superior. Nuestro concepto de Dios crecerá a medida que crezcamos en recuperación. Trabajar
el Tercer Paso nos ayudará a descubrir lo que nos funciona mejor.
Como ya hemos dicho, puede que a muchos nos ponga nerviosos la idea de tomar una gran
decisión. Quizás nos sintamos intimidados o abrumados, o tengamos miedo de las
consecuencias o del compromiso que supone. Tal vez pensemos que es una acción definitiva y
nos asuste no hacerla bien, o no tener la oportunidad de volver a hacerla. Sin embargo, podemos
tomar una y otra vez, todos los días si es necesario, la decisión de poner nuestra voluntad y
nuestra vida al cuidado de Dios, tal como lo concebimos. En realidad, es muy probable que
descubramos que debemos tomar esta decisión regularmente para no arriesgarnos a perder
nuestra recuperación por complacencia.
Es necesario que nos demos cuenta de que tomar una decisión sin que vaya seguida de una
acción no tiene sentido. Por ejemplo, una mañana podemos decidir ir a alguna parte y después
sentamos y no salir de casa durante el resto del día. Si hacemos algo así, no tendría sentido
nuestra decisión anterior, ni más importancia que cualquier otra cosa que se nos ocurriera por
casualidad.
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La propia voluntad
Este Paso es un paso crucial porque durante demasiado tiempo hemos actuado basándonos en la
terquedad, en nuestra propia voluntad, abusando de nuestro derecho a elegir y tomar decisiones.
¿Qué es exactamente la terquedad o la voluntad propia? A veces es el retraimiento, el
aislamiento total y acabamos llevando una existencia muy solitaria, metidos en nosotros
mismos. La terquedad a veces nos hace comportamos sin ninguna consideración hacia cualquier
cosa que no sea lo que queremos. Ignoramos las necesidades y los sentimientos de los demás.
Salimos disparados y nos lanzamos sobre cualquiera que cuestione nuestro derecho a hacer lo
que nos da la gana. Nos convertimos en huracanes que azotan la vida de familiares, amigos y
hasta desconocidos, sin ninguna conciencia de la destrucción que sembramos a nuestro paso. Si
las circunstancias no son de nuestro agrado, tratamos de cambiarlas por todos los medios
necesarios para lograr nuestros objetivos. Intentamos salimos con la nuestra a toda costa.
Estamos tan ocupados en seguir ferozmente nuestros impulsos que perdemos por completo el
contacto con nuestra conciencia y con un Poder Superior. Para trabajar este paso, cada uno de
nosotros necesita identificar las formas en que ha actuado con terquedad.
Abandonar nuestra terquedad no significa que no podamos tener objetivos ni intentar hacer
cambios en nuestra vida y en el mundo. Tampoco significa que debamos aceptar pasivamente
las injusticias contra nosotros ni contra aquellos de quienes somos responsables. Debemos
diferenciar entre terquedad destructiva y acción constructiva.
• ¿Hago daño a alguien si tengo una meta? ¿Cómo?
• ¿Si persigo una meta. es posible que acabe por hacer algo que tenga efectos negativos sobre
mí o los demás? Explícalo.
• Tengo que hacer concesiones con alguno de mis principios para lograr esa meta? (Por
ejemplo: ¿tendré que ser deshonesto, cruel, desleal?)
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La voluntad de Dios para con nosotros es algo que llegaremos a saber poco a poco, a
medida que trabajemos los pasos. A esta altura podemos sacar algunas conclusiones muy
sencillas sobre la voluntad de nuestro Poder Superior que, por el momento, nos resultarán muy
útiles. La voluntad de nuestro Poder Superior para con nosotros es que nos mantengamos
limpios, que hagamos cosas que nos ayuden a mantenernos limpios, corno ir a las reuniones y
hablar con nuestro padrino regularmente.
• ¿En qué oportunidades mi voluntad no fue suficiente? (Por ejemplo, no podía mantenerme
limpio por mi propia voluntad.)
• ¿Qué diferencia hay entre mi propia voluntad y la de Dios?
A cierta altura de la recuperación, es posible que descubramos que de alguna forma hemos
dejado de intentar que nuestra voluntad coincida con la de un Poder Superior, para empezar a
actuar con terquedad. Es algo que sucede tan despacio y sutilmente que apenas nos damos
cuenta. Parecería que fuéramos especialmente proclives a la voluntad propia cuando las cosas
van bien. Cruzamos la delgada línea que divide la lucha humilde y honesta por alcanzar
nuestros objetivos, de la manipulación sutil y los resultados forzados. Nos sorprendemos yendo
demasiado lejos en una discusión para convencer a alguien de que tenemos razón, o aferrados
con demasiada firmeza a algo. De pronto nos damos cuenta de que hace tiempo que no
llamamos a nuestro padrino. Si prestamos atención, sentimos un malestar silencioso, casi
inconsciente, que nos alerta de este sutil desvío de la recuperación.
El Texto Básico sugiere que elijamos un concepto de Poder Superior que sea bondadoso,
cariñoso y más fuerte que nosotros. Estas sencillas pautas pueden abarcar tantas
28
Por muy importante que sea averiguar lo que es nuestro Poder Superior, más importante es
desarrollar una relación con ese Poder Superior, como quiera que lo concibamos. Hay muchas
maneras de hacerlo. Primero, tenemos que comunicamos de algún modo con nuestro Poder
Superior. Algunos lo llamamos rezar, otros lo llamamos de otras maneras. Esta comunicación
no tiene que ser formal, ni siquiera oral.
Segundo, hemos de estar abiertos a la comunicación de nuestro Poder Superior. Se puede
efectuar prestando atención a cómo nos sentimos, a nuestras reacciones, a qué está pasando
dentro o alrededor de nosotros. 0 podríamos tener una rutina personal que nos ayudara a
conectar con un Poder más fuerte que nosotros. Tal vez nuestro Poder Superior nos habla o nos
ayuda a ver la manera correcta de actuar a través de los compañeros de NA.
Tercero, debemos permitimos tener emociones hacía el Dios que concebimos: enojo, cariño,
miedo o agradecimiento. Está bien compartir toda la gama de sentimientos humanos con
nuestro Poder Superior. Es algo que nos permite estar más cerca del con el que contamos y nos
ayuda a incrementar la confianza en él.
• ¿ Cómo me comunico con mi Poder Superior?
• ¿ Como se comunica mi Poder Superior conmigo?
• ¿Qué sentimientos tengo hacía mi Poder Superior?
29
muerte, una injusticia o una pérdida. Sea lo que sea, nos deja con la sensación de una patada en
el estómago. Simplemente no podemos entenderlo.
Es en tales momentos cuando más necesitamos a nuestro Poder Superior, aunque cabe la
posibilidad de que nos alejemos instintivamente. Nuestra concepci6n del Poder Superior está a
punto de sufrir un cambio drástico. Tenemos que seguir acercándonos para pedirle, sino
comprensión, al menos aceptación, fuerzas para seguir adelante. Con el tiempo, restableceremos
la relación con nuestro Poder Superior, aunque probablemente en términos diferentes.
• ¿Estoy en lucha con los cambios de mis creencias sobre la naturaleza de mi Poder Superior?
Descríbelos.
• ¿Me sigue funcionando el concepto que tengo de un Poder Superior? ¿Debería cambiarlo?
¿Cómo?
A medida que nuestra concepción de un Poder Superior madure y evolucione, veremos que
reaccionamos de otra manera a lo que nos sucede en la vida. Quizá nos demos cuenta de que
podemos enfrentamos con valentía a situaciones que antes nos aterraban. 0 quizás manejemos
las frustraciones con más elegancia. A lo mejor, descubriremos que podemos parar y pensar
antes de actuar. Probablemente estaremos más tranquilos, seremos menos impulsivos y
podremos ver un poco más allá de la inmediatez del momento.
Es importante el orden en el que nos preparamos para poner nuestra voluntad y nuestra vida
al cuidado de Dios tal como lo concebimos. Muchos nos hemos dado cuenta de que en realidad
seguíamos el orden del paso: primero entregábamos la voluntad; después, poco a poco, la vida.
Parece que nos resulta más fácil captar la naturaleza destructiva de nuestra propia voluntad, de
nuestra terquedad, y ver que tenemos que entregarla; por lo tanto, generalmente es lo primero
que se suelta. Pero captar la necesidad de entregar nuestra vida y el proceso de esa rendición
nos resulta más difícil.
Para que nos resulte más cómodo permitir que nuestro Poder Superior se ocupe de nuestra
vida, tendremos que desarrollar cierta confianza. Tal vez no tengamos problemas en entregar
nuestra adicción, pero queramos seguir controlando el resto de nuestra vida. Quizás confiemos
en que el Poder Superior cuide nuestra vida laboral, pero no nuestras relaciones emocionales; o
que se ocupe de nuestra pareja, pero no de nuestros hijos Puede que le confiemos nuestra
seguridad, pero no nuestra economía. Algunos tenemos problemas para poner cualquier cosa en
manos del Poder Superior. 0 pensamos que podemos confiarle ciertos aspectos de nuestra vida,
pero en cuanto nos asusta
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mos o las cosas no salen como creemos, retomamos inmediatamente el control. Debemos
examinar nuestros progresos en cuanto a nuestra capacidad para <soltar las riendas>.
Para poner nuestra voluntad y nuestra vida al cuidado de un Poder Superior, debemos tomar
algunas medidas. A muchos nos resulta muy útil hacer algún tipo de declaración formal con
regularidad. Podemos usar la siguiente cita de nuestro Texto Básico: <Toma mi voluntad y mí
vida, guíame en mi recuperación, enséñame a vivir,> Es una frase que para muchos refleja la
esencia del Tercer Paso. Sin embargo, tenemos la libertad de buscar nuestras propias palabras o
una manera más informal de ponernos en marcha. Muchos creemos que cada día que dejamos
de consumir o que escuchamos las sugerencias de nuestro padrino, reforzamos con medidas
prácticas la decisión de poner nuestra voluntad y nuestra vida al cuidado de un Poder Superior.
• ¿Qué medidas prácticas tomo para entregar mí voluntad y mi vida? ¿Pronuncio regularmente
ciertas palabras? ¿Cuáles?
Principios espirituales
Al considerar los principios espirituales inherentes al Tercer Paso, en primer lugar nos
centraremos en la rendición y la buena voluntad. Después examinaremos cómo se transforma la
esperanza en fe y confianza. Por último, veremos de qué forma el principio del compromiso
también está ligado a este paso.
Cuando todo sale como nos gusta es fácil practicar el principio de rendición... al menos eso
creemos. En realidad es muy probable que cuando las cosas nos salen bien empecemos a creer
que tenemos el control para lo cual no hace falta mucha «rendición» que digamos. Es esencial
que mantengamos vivo en nuestro espíritu el principio de rendirnos al cuidado de Dios como lo
concebimos, incluso cuando las cosas van bien
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• ¿Qué hago para reforzar mi decisión de permitir que mi Poder Superior se ocupe de mi
voluntad y mi vida?
• ¿De qué forma el Tercer Paso me permite continuar la rendición que he ido desarrollando en
los dos primeros?
Inmediatamente después de una rendición, por lo general sentimos muy buena voluntad. La
buena voluntad a menudo surge tras la desesperación o la lucha por el control. Sin embargo,
podemos practicar el principio de buena voluntad antes de que sea necesario y así posiblemente
nos ahorraremos cierto dolor.
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Seguir adelante
A medida que nos preparamos para pasar al Cuarto Paso, es posible que deseemos echar un
vistazo a lo que hemos conseguido trabajando el Tercero. Escribir sobre nuestra comprensión de
cada paso mientras nos preparamos para seguir adelante nos ayuda a interiorizar los principios
espirituales relacionados con cada uno de ellos.
Concluimos nuestro trabajo del Tercer Paso con un aumento del grado de libertad. Si hemos
sido minuciosos con este paso, nos sentiremos profundamente aliviados de ver que el mundo
puede funcionar perfectamente sin nuestra intervención. La responsabilidad de ocuparse de todo
es una carga pesada y nos alegra soltarla. Tal vez nos reconforte que un Dios bondadoso se
ocupe de nuestra voluntad y nuestra vida, y nos indique de forma sutil que estamos en el camino
correcto. Hemos examinado nuestras ideas tal como son, y estamos dispuestos a renunciar a
ellas y dejar que tenga lugar un cambio en nuestra vida. Hasta es posible que estemos dispuestos
a correr algunos riesgos que nunca habíamos tenido el valor de correr, porque sabemos bien que
nuestro Poder Superior nos cuida.
Algunos, antes de tomar decisiones importantes, nos detenemos y las sopesamos en función de
nuestra propia espiritualidad. Volvemos la mirada a la fuente de nuestra fortaleza, invitamos a
nuestro Poder Superior a obrar en nuestra vida, y, una vez que estamos seguros de ir por el buen
camino, avanzamos. Ahora debemos dar otro paso en la senda de la recuperación, un paso que
convierta en realidad la decisión del Tercer Paso. Ha llegado el momento de hacer, sin miedo,
un detallado inventario moral de nosotros mismos.
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³6LQPLHGRKLFLPRVXQGHWDOODGRLQYHQWDULRPRUDOGHQRVRWURVPLVPRV´
La mayoría llegamos a Narcóticos Anónimos porque queríamos parar una cosa: el consumo
de drogas. Al principio, probablemente, no pensamos demasiado en que estábamos empezando
un programa de recuperación. Pero si aún no lo hemos hecho, éste podría ser un buen momento
para detenemos y echar un vistazo a lo que sacamos de este programa.
Primero, debemos preguntamos qué queremos de la recuperación. La mayoría respondemos
diciendo que sólo deseamos estar cómodos, felices o serenos. Sólo queremos gustarnos. ¿Pero
cómo vamos a gustamos si ni siquiera sabemos quiénes somos?
El Cuarto Paso nos da los medios para, empezara descubrir quiénes somos, la información
que necesitamos para empezar a gustamos y a lograr las otras cosas que esperamos del
programa: comodidad, felicidad y serenidad.
El Cuarto Paso anuncia una nueva era en nuestra recuperación. Se podría decir que de éste al
Noveno Paso hay un proceso dentro de otro. Para trabajar los pasos Quinto, Sexto, Séptimo,
Octavo y Noveno usaremos la información que obtengamos del Cuarto. Este proceso está
pensado para que se repita una y otra vez en recuperación.
Hay una semejanza especialmente demostrativa para este proceso. Podríamos vernos como una
cebolla. Cada vez que empezamos el Cuarto Paso, sacamos una capa y nos acercamos más al
corazón. Cada capa de la cebolla representa una capa de negación, de enfermedad de la
adicción, de defectos de carácter y del daño que hemos causado. El corazón representa el
espíritu puro y sano que cada uno posee en su interior. Nuestra meta en recuperación es lograr
un despertar espiritual al que nos acercanos al empezar este proceso, y, cada vez que lo
repetimos, nuestro espíritu se despierta un poco más.
El Cuarto Paso es un método de aprendizaje sobre nosotros mismos, tanto para averiguar
cuáles son nuestras virtudes, como para poder identificar la naturaleza exacta de nuestras faltas.
El proceso de inventario también es una vía hacia la libertad. Hemos tenido prohibida la libertad
durante mucho tiempo, quizás durante toda nuestra vida. Muchos, al trabajar el Cuarto Paso,
descubrimos que nuestros problemas no empezaron la primera vez que tomamos drogas, sino
que las semillas de la adicción se plantaron mucho antes. Tal vez ya nos sentíamos aislados y
diferentes muchos antes de tomar drogas. En realidad, la manera en que nos sentíamos y los
impulsos que teníamos forman parte de nuestra adicción. Fue nuestro deseo de cambiar la forma
en que nos sentíamos y de dominar esos impulsos lo que nos llevó a tomar esa primera droga. El
inventario dejará al descubierto el dolor y los conflictos sin resolver para que no sigamos a
merced de ellos. Podremos elegir. Habremos logrado cierto grado de libertad.
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Esta parte de las *XtDV SDUD WUDEDMDU ORV SDVRV en realidad tiene dos secciones. La primera
nos ayuda a preparamos para trabajar el Cuarto Paso, nos guía en la búsqueda de nuestras
motivaciones para trabajar este paso y lo que éste significa para nosotros. La segunda es una
guía para hacer sin miedo un detallado inventario moral.
Motivación
Aunque nuestra motivación para trabajar el Cuarto Paso no es tan importante como el
trabajo en sí, quizás nos resulte útil examinar y disipar todas las reservas que tengamos y pensar
en algunos de los beneficios que obtendremos gracias al trabajo de este paso.
Esta es una frase que a la mayoría nos confunde. Probablemente entendemos qué significa
<detallado>, pero... ¿y <sin miedo>? ¿Cómo vamos a vencer el miedo? A lo mejor tardamos
años. No obstante, debemos trabajar en este inventario ahora mismo.
Hacer un inventado sin miedo significa seguir adelante a pesar del miedo; tener la valentía
de llevado a cabo al margen de lo que sintamos; tener el valor de ser honestos, aunque nos
estemos muriendo de vergüenza por dentro y juremos que nos llevaremos a la tumba lo que
estamos escribiendo. Significa estar decididos a ser minuciosos, aunque nos parezca que ya
hayamos escrito suficiente. Significa tener la fe de confiar en este proceso y en que nuestro
Poder Superior nos dé todo lo que necesitamos para llevado a cabo.
Reconozcámoslo: este paso implica un montón de trabajo; pero a lo mejor nos anima el
hecho de que en general no hay fecha límite para terminado. Podernos hacerlo en un lapso
conveniente, poco a poco, hasta que lo acabemos. Lo único importante es que trabajemos con
constancia.
Hay momentos cuando no reconocemos el miedo que nos da hacer el inventario en los que
el tiempo que llevamos limpios puede funcionar en contra de nosotros. Aunque hayamos hecho
varias veces el Cuarto Paso y sepamos que en última instancia es uno de los gestos de mayor
amor que podemos hacer hacia nosotros, muchos evitamos la tarea. Se podría pensar que no
debería asustamos puesto que sabemos lo bueno que es este proceso. Pero es importante que nos
demos permiso para tener miedo, si es eso lo que sentimos
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Es posible que tengamos miedos que procedan de experiencias previas con el Cuarto Paso.
Sabemos que un inventario significa un cambio en nuestra vida. Sabemos que si nuestro
inventario deja al descubierto patrones destructivos de comportamiento, no podemos seguir
practicándolos sin una gran dosis de dolor. A veces, esto significa tener que desprendemos de
algo en nuestra vida, de un comportamiento sin el cual pensamos que no podemos sobrevivir,
una relación o un resentimiento que hemos alimentado con tanto cuidado que en realidad se ha
convertido, de una manera enferma, en una fuente de tranquilidad y consuelo. El miedo a
desprendemos de algo de lo que nos hemos vuelto dependientes es, por mucho que
sospechemos que no es bueno para nosotros, es un miedo absolutamente válido. Pero no
podemos dejar que nos detenga; debemos hacerle frente y actuar con valentía.
Es posible que también tengamos que superar una barrera que aparece cuando no estamos
dispuestos a revelar más aspectos de nuestra enfermedad. Muchos de los miembros que llevan
tiempo limpios comparten que los inventarios hechos con una recuperación avanzada ponen de
manifiesto que la adicción ha extendido los tentáculos hasta tal punto que prácticamente ningún
aspecto de la vida ha quedado intacto. Al principio, cuando nos damos cuenta, nos quedamos
desanimados, perplejos. Nos preguntamos cómo es posible que sigamos estando tan enfermos.
¿Acaso todo este esfuerzo de recuperación no ha hecho más que sanar la superficie?
Claro que no; pero necesitamos un poco de tiempo para recordarlo. Nuestro padrino también
nos lo recordará con gusto Cuando empezamos a aceptar lo que el inventario pone de
manifiesto, vemos que una sensación de esperanza empieza a reemplazar el desaliento. Después
de todo, el inventario siempre desencadena un proceso de cambio y libertad. ¿Por qué no iba a
ser así esta vez?
• ¿Tengo miedo de trabajar este paso? ¿En qué consiste mi miedo?
• ¿Qué significa para mí detallado y sin miedo?
• ¿Estoy trabajando con mi padrino y hablando con otros adictos? ¿Qué otras medidas prácticas
estoy tomando para tranquilizarme de que puedo hacerme cargo de todo lo que el inventario
revele?
Un inventario moral
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Cada uno de nosotros debe determinar si alguna de estas cosas es válida o no para él como
individuo. Si alguno de estos ejemplos se aplica a nosotros, podemos aliviar la incomodidad que
nos produce la palabra <moral> pensando en ella de una manera diferente.
En Narcóticos Anónimos, la palabra moral de este paso no tiene nada que ver con códigos
de conducta específicos, normas de la sociedad ni criterios de ninguna figura de autoridad.
Podemos usar el inventario moral para descubrir nuestra moral personal, nuestros propios
valores y principios. No tenemos por qué asociados con los valores ni principios de nadie.
El Cuarto Paso nos pide que hagamos un inventario de nosotros mismos, no de los demás.
Sin embargo, cuando empecemos a escribir y a examinar nuestros resentimientos, miedos,
comportamientos, convicciones y secretos, veremos que la mayoría están relacionados con otras
personas, y a veces con organizaciones o instituciones. Es importante que entendamos que
tenemos entera libertad de escribir todo lo que nos haga falta sobre los demás, siempre que nos
lleve a averiguar cuál es nuestro papel en la situación. Al principio, la mayoría no podemos
separar nuestra responsabilidad de la de los demás. Nuestro padrino nos ayudará a hacerlo.
Principios espirituales
En el Cuarto Paso recurrimos a todos los principios espirituales que empezamos a practicar
en los primeros tres pasos. Antes que nada, tenemos que estar dispuestos a trabajar el Cuarto
Paso. Tenemos que ser meticulosamente honestos con nosotros mismos, pensar en todo lo que
escribimos y preguntamos si es cierto o no. Debemos tener el valor suficiente para enfrentarnos
a nuestros miedos y superarlos. Por último, pero no menos importante, cuando atravesemos
momentos difíciles y tengamos ganas de abandonar, la fe y la confianza nos harán seguir
adelante.
• ¿De qué forma mi decisión de trabajar el Cuarto Paso es una demostración de valor?
¿Confianza? ¿ Fe? ¿Honestidad? ¿Buena voluntad?
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El inventario
Toma un cuaderno o algo que de común acuerdo con tu padrino consideres apropiado
para dejar constancia del inventario. Ponte cómodo. Retira cualquier distracción del lugar en el
que piensas trabajar en el inventario. Reza para no tener miedo, ser minucioso y detallado. No
olvides mantenerte en contacto con tu padrino durante todo el proceso. Por último, tómate la
libertad de ahondar en las siguientes preguntas. Pon todo lo que te parezca material para el
inventario.
Resentimientos
• ¿Con quiénes estoy resentido? Explica las situaciones que llevaron al resentimiento.?
• ¿Con qué instituciones (educativas, gubernamentales, religiosas, penitenciarias, cívicas)
estoy resentido? Explica las situaciones que llevaron al resentimiento.
• ¿Cuál fue el motivo, o qué creía, que mi hizo actuar así en esas situaciones?
• ¿De qué forma mi deshonestidad ha contribuido a que tenga resentimientos?
• ¿De qué forma mi incapacidad o falta de buena voluntad para tener ciertos sentimientos me
causó resentimientos?
• ¿De qué forma mi comportamiento ha contribuido a que tenga resentimientos?
• ¿Me da miedo examinar mi papel en las situaciones que me causaron resentimientos? ¿Por
qué?
• ¿De qué forma mis resentimientos han afectado mis relaciones conmigo mismo, con los
demás y con un Poder Superior?
• ¿Qué ideas repetitivas noto en mis resentimientos?
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Sentimientos
Deseamos examinar nuestros sentimientos por la misma razón por la que examinamos
nuestros resentimientos: nos ayudará a descubrir el papel que jugamos en nuestra propia vida.
Además, cuando empezamos a estar limpios, la mayoría no nos acordamos de cómo sentir.
Incluso aunque llevemos tiempo en recuperación, seguimos descubriendo nueva información
sobre las maneras en las que reprimíamos los sentimientos.
Culpa, vergüenza
En realidad, existen dos tipos de culpa y vergüenza: uno real y otro imaginario. El primero
surge directamente de nuestra conciencia nos sentimos culpables porque hemos hecho algo que
va en contra de nuestros principios, o hemos hecho daño a alguien y nos da vergüenza. La culpa
imaginaria es consecuencia de situaciones de las que no somos responsables, que no hemos
contribuido a crear. Tenemos que examinar la culpa y la vergüenza para separar lo real de lo
imaginario. Debemos quedamos con lo nuestro y dejar lo que no nos corresponde.
• ¿De quién o de qué me siento culpable o avergonzado? Explica las situaciones que
desencadenaron esos sentimientos.
• ¿De qué situaciones me avergüenzo aunque no haya sido yo el causante?
• En las situaciones de las que he sido responsable, ¿cuál fue el motivo o qué pensaba para
actuar así?
• ¿Cómo ha contribuido mi comportamiento a mi sentimiento de culpa o de vergüenza?
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Miedo
Si pudiéramos examinar la enfermedad de la adicción despojada de sus síntomas básicos o sea,
consumo de drogas u otros comportamientos compulsivos y sin sus características más
evidentes, veríamos una ciénaga de miedo egocéntrico. Nos da tanto miedo que nos hieran, o
tener que sentir con intensidad, que vivimos una especie de vida a medias, haciendo como si
viviéramos pero sin estar del todo vivos. Nos da miedo todo aquello que pueda hacemos sentir,
por lo tanto nos retiramos y aislamos. Nos da miedo no caer bien a los demás, así que para
sentirnos más cómodos con nosotros consumimos drogas. Nos da miedo que nos atrapen
haciendo algo y tener que pagar el precio, así que para protegemos, mentimos, engañamos o
hacemos daño a los demás. Nos da miedo estar solos, así que para no sentirnos rechazados o
abandonados usamos y explotamos a los demás. Nos da miedo no tener bastante de lo que sea,
así que buscamos lo que queremos de manera egoísta, sin importarnos el daño que causamos en
el camino. A veces, en recuperación, cuando conseguimos cosas que nos importan, como
tenemos miedo de perderlas, ponemos en peligro nuestros principios para protegerlas. Tenemos
que arrancar de raíz el miedo egocéntrico e interesado para que deje de tener el poder de
destruir.
Relaciones
En el Cuarto Paso tenemos que escribir sobre nuestras relaciones todas nuestras relaciones,
no sólo las sentimentales para descubrir de qué forma nuestras preferencias, creencias y
comportamientos desembocaron en relaciones insanas o destructivas. Debemos examinar
nuestras relaciones con familiares, cónyuges o parejas, amigos y examigos, compañeros y
excompañeros de trabajo, vecinos, compañeros de estudios, de clubes y organizaciones cívicas,
organizaciones en sí, figuras de autoridad policiales o institucionales y cualquier otra cosa que
se nos ocurra. También deberíamos examinar nuestra relación con un Poder Superior. Quizás
nos tiente la idea de saltarnos las relaciones que no duraron mucho: por ejemplo, una aventura
sexual de una noche, o una discusión con un profesor cuya clase acabamos abandonando. Pero
esas relaciones también son importantes. Si pensamos en ellas o nos hacen sentir cosas, son
material de inventario.
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• ¿Qué conflictos de personalidad hacen que me resulte difícil mantener amistades y relaciones
sentimentales?
• ¿De que manera el miedo a que me hieran ha afectado mis amistades y relaciones
sentimentales?
• ¿De qué manera he sacrificado amistades platónicas por relaciones sentimentales?
• ¿De qué manera busqué relaciones de forma compulsiva?
• ¿En mis relaciones familiares me siento a veces condenado a repetir una y otra vez los mismos
patrones de conducta sin esperanza de cambio? ¿Cuáles son esos patrones? ¿Cuál es mi papel en
la perpetuación de éstos?
• ¿De qué manera he evitado la intimidad con mis amigos, familiares, parejas o cónyuges?
• ¿He tenido problemas para comprometerme? Descríbelos.
• ¿He destruido alguna relación por creer que como me iban a herir de todos modos debía
zafarme antes de que sucediera? Descríbelo.
• ¿Hasta que punto tengo en cuenta los sentimientos de los demás en mis relaciones? ¿ Los
tengo en cuenta igual que los míos? ¿Más? ¿Menos? ¿Nada?
• ¿Me he sentido víctima en alguna de mis relaciones? (Nota: El propósito de esta pregunta es
descubrir de qué forma nos ponemos en situación de víctimas o si unas expectativas demasiado
altas contribuyeron a que nos desilusionáramos de la gente; no es enumerar los ejemplos en los
que efectivamente abusaron de nosotros.) Descríbelo.
• ¿Cómo han sido las relaciones con mis vecinos? ¿Noto que se haya repetido algún patrón de
comportamiento viva donde viva?
• ¿Qué siento hacia la gente con la que y para la que he trabajado? ¿Mis ideas, creencias y
comportamientos me causaron problemas en el trabajo? ¿Cómo?
• ¿Qué siento hacia mis compañeros de estudios (de la infancia y actuales)? ¿Me sentía mejor o
peor que los demás alumnos? ¿Sentía que debía competir para atraer la atención del profesor?
¿Respetaba las figuras de autoridad o me rebelaba contra ellas?
• ¿Me he hecho socio alguna vez de algún club o he sido miembro de alguna organización?
(Nota: entendemos NA como una organización.) ¿Cómo me sentía con los demás socios o
miembros? ¿Me hacía amigo de ellos? ¿Me asocié a algún club con grandes expectativas para
acabar abandonándolo al poco tiempo? ¿Cuáles eran mis expectativas y porque no se cumplían?
¿Cuál era mi papel en esas situaciones?
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• ¿He estado alguna vez en un hospital psiquiátrico, cárcel, o encerrado en alguna parte contra
mi voluntad? ¿Qué efecto ha tenido en mi personalidad? ¿Cómo era mi interacción con las
autoridades? ¿Respetaba las reglas? ¿Rompí alguna vez las reglas y después, cuando me
atrapaban, me resentía con las autoridades?
• ¿Las tempranas experiencias con la confianza y la intimidad me hicieron daño y me obligaron
a retirarme? Descríbelas.
• ¿He abandonado alguna vez una relación aunque existiera la posibilidad de resolver los
conflictos y solucionar los problemas? ¿Por qué?
• ¿Me convertía en una persona diferente en función de con quién estuviera? Descríbelo.
• ¿He descubierto cosas sobre mi personalidad que no me gustaran (quizás en inventarios
anteriores) y tratado de compensarlas después exageradamente? (Por ejemplo: si descubría que
dependía demasiado de los demás, trataba de compensarlo convirtiéndome en alguien
exageradamente autosuficiente.) Descríbelas.
• ¿Cuáles son los defectos que suelen estar más presentes en mis relaciones (Deshonestidad,
egoísmo, control, manipulación, etc.)?
• ¿Cómo puedo cambiar mi conducta para empezar a tener relaciones saludables?
• ¿He tenido algún tipo de relación con un Poder Superior? ¿Cómo ha cambiado a lo largo de mi
vida? ¿Qué tipo de relación tengo ahora?
Sexo
Este es un tema muy incómodo para la mayoría de nosotros. De hecho, hasta es posible que
nos asalte la idea de detenernos aquí pensando: <¡Bueno, esto ya ha ido demasiado lejos! ¡No
pienso catalogar mi comportamiento sexual!> Pero debemos superar esta falta de buena
voluntad lo antes posible. A lo mejor nos resulta útil pensar un poco en las razones por las
cuales tenemos que hacerlo. Tal como dice )XQFLRQD FyPR \ SRUTXp: <Queremos estar en paz
con nuestra propia sexualidad>. Por eso debemos incluir los comportamientos y las
convicciones sexuales en nuestro inventario. A esta altura es importante recordar que no
hacemos el inventario para compararnos con lo que consideramos <normal> para los demás,
sino para identificar nuestros propios valores principios y nuestro propio criterio moral.
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• ¿De qué forma he utilizado el sexo para evitar la soledad o llenar un vacío espiritual?
• ¿De qué forma he buscado o evitado compulsivamente el sexo?
• ¿Algunas de mis prácticas sexuales me han dejado con sentimiento de culpa o de vergüenza?
¿Cuáles? ¿Por qué me sentía así?
• ¿Algunas de mis prácticas sexuales me han hecho daño a mí o a los demás?
• ¿Estoy cómodo con mi sexualidad? Si no, ¿por qué?
• ¿Estoy cómodo con la sexualidad de los demás? Si no, ¿por qué?
• ¿EI sexo es un requisito esencial en todas o casi todas mis relaciones?
• ¿Qué significa para mí una relación sana?
Abuso
Debemos tener mucho cuidado con esta sección. En realidad, tal vez debamos dejarla para
más adelante en nuestra recuperación. Tenemos que utilizar todos los recursos disponibles para
decidir si lo hacemos ahora o no: nuestro propio criterio para determinar si estamos preparados
para aguantar el dolor que nos causará esta tarea, las conversaciones con nuestro padrino y la
oración. Quizá nuestro padrino nos ayude con esta parte del inventario o necesitemos ayuda
extra.
Si decidimos seguir adelante, debemos ser conscientes de que esta parte del Cuarto Paso
probablemente sea el trabajo más doloroso de nuestra recuperación. Dejar constancia de las
veces que nos ha descuidado o maltratado la gente que debía querernos y protegemos, sin duda
nos causará unos de los dolores más terribles que sintamos jamás. A pesar de todo, es
importante que lo hagamos en cuanto estemos preparados. Es posible que si seguimos
guardándonos el dolor dentro, en secreto, nos comportemos de forma que no queremos, que
tengamos una imagen negativa de nosotros u otras convicciones destructivas. Al sacar la verdad
a la luz, empieza un proceso que puede llevamos al alivio del dolor. No tuvimos la culpa.
• ¿Han abusado de mí alguna vez? ¿Quién? ¿Qué sentí o que siento ahora al respecto?
• ¿Ha afectado a mis relaciones con los demás el hecho de que hayan abusado de mi.?
¿Cómo?
• Si me he sentido víctima una buena parte de mi vida porque abusaron de mí en la infancia,
¿Qué pasos puedo dar ahora para que me sea devuelta la plenitud espiritual? ¿Puede
ayudarme mi Poder Superior? ¿Cómo?
46
En posible que hayamos abusado física, mental y verbalmente de los demás. Seguro que
narrarlo nos hará sentir mucha vergüenza. No podemos dejar que esa vergüenza se transforme
en desesperación. Es importante que miremos de frente nuestro comportamiento, asumamos la
responsabilidad y trabajemos para cambiarlo. Escribir aquí sobre ello es el primer escalón para
hacerlo. Trabajar el resto de los pasos nos ayudará a hacer las enmiendas por lo que le hemos
hecho a los demás.
• ¿He abusado alguna vez de alguien? ¿De quién y cómo?
• ¿Qué sentía y pensaba justo antes de hacer el daño?
• ¿Le eché la culpa a la víctima o busqué excusas por mi comportamiento? Descríbelo.
• ¿Confío en que mi Poder Superior obre en mi vida y me brinde lo que necesito para no tener
que volver a hacer daño a nadie? ¿Estoy dispuesto a vivir con sentimientos dolorosos hasta que
se transformen gracias al trabajo de los pasos?
Virtudes
• ¿Qué cualidades tengo que me gustan? ¿Y que le gustan a los demás? ¿Y que me den
resultado?
• ¿De qué forma he demostrado mi interés por mí mismo y los demás?
• ¿Qué principios espirituales practico en mi vida? ¿De qué forma el hacerlo ha cambiado mi
vida?
• ¿Cómo ha aumentado mí confianza y mí fe en un Poder Superior?
• ¿En qué se basa la relación con mi padrino? ¿De qué forma veo que esa experiencia positiva
se traslada a otras relaciones?
• ¿'Qué metas he alcanzado? ¿Trabajo para alcanzar otras metas? ¿Cuáles son y qué estoy
haciendo?
• ¿Cuáles son mis valores? ¿De acuerdo a cuáles estoy comprometido a vivir y cómo?
• ¿De qué forma demuestro mi gratitud por la recuperación?
47
Secretos
Antes de que terminemos el Cuarto Paso, deberíamos detenemos y pensar: ¿Hemos pasado
alguna cosa por alto a propósito o sin querer? ¿Hay algo que nos parezca tan malo que
directamente no podamos poner en el inventario? Si es así, nos tranquilizará saber que muchos
miembros de NA han trabajado este paso y hasta ahora nunca ha habido una situación en el
Cuarto Paso de nadie que haya sido tan única como para tener que crear un nuevo término para
describirla. Guardar secretos es una amenaza para nuestra recuperación, es poner reservas a
nuestro programa.
•¿Hay algo en este inventario que no sea verdad, tengo historias que haya contado una y otra
vez que no sean ciertas?
Seguir adelante
Terminar el Cuarto Paso puede ser muchas cosas una decepción, un motivo de euforia, de
incomodidad. Pero al margen de cómo nos sintamos, definitivamente deberíamos estar
satisfechos de lo que hemos logrado. El trabajo hecho en este paso será la base de lo que
hagamos del Quinto al Noveno Paso. Ha llegado la hora de ponemos en contacto con nuestro
padrino y quedar para trabajar el Quinto Paso.
48
³$GPLWLPRVDQWH'LRVDQWHQRVRWURVPLVPRV\DQWHRWURVHUKXPDQR
ODQDWXUDOH]DH[DFWDGHQXHVWUDVIDOWDV´
El Texto Básico dice que <el Quinto Paso no es una simple lectura del Cuarto>. Sin
embargo, sabemos que leer el Cuarto Paso a otro ser humano es sin duda parte del Quinto. ¿En
qué consiste entonces el resto, la parte que es más que una simple lectura?
Es laDGPLVLyQque hacemos ante Dios, nosotros mismos y otro ser humano lo que produce el
crecimiento espiritual relacionado con este paso. Ya tenemos un poco de experiencia en hacer
admisiones. Hemos admitido que tenemos una enfermedad, que necesitamos ayuda; que hay un
Poder que puede ayudamos. Recurrir a nuestra experiencia con estas admisiones nos ayudará
con el Quinto Paso.
Muchos terminamos el Cuarto Paso con una sensación de alivio, pensando que la parte
difícil de verdad ya había pasado, para damos cuenta de que aún teníamos que hacer el Quinto.
Fue ahí donde apareció el miedo.
Algunos teníamos miedo de que nuestro padrino nos rechazara o nos juzgara. Otros
dudábamos porque no queríamos molestarlo con tanta cosa. No estábamos seguros de poder
confiar en que guardaría nuestros secretos.
Tal vez nos preocupaba lo que el inventario pudiera revelar. Es posible que tuviéramos algo
escondido que no llegábamos a ver seguramente nada bueno pero que nuestro padrino advertiría
enseguida. A algunos nos asustaba volver a sentir viejas emociones y nos preguntábamos si de
verdad valía la pena remover el pasado. A otros nos parecía que mientras no leyéramos el
inventario en voz alta, el contenido no sería del todo real.
Si consideramos todos los sentimientos que nos produce el Quinto Paso, es posible que
descubramos que el deseo de seguir recuperándonos nos motive a continuar este proceso.
Pensamos en la gente que conocemos y que ha trabajado este paso. Nos impresiona su
autenticidad y su capacidad de relacionarse con los demás. No están todo el tiempo hablando de
sí mismos. Preguntan por los demás y la respuesta les interesa de verdad. Y si les preguntamos
cómo han hecho para aprender tanto sobre las relaciones con otra gente, es probable que nos
digan que empezaron a hacerlo al trabajar el Quinto Paso.
Muchos de los que ya hemos trabajado el Cuarto y el Quinto Paso sabemos que el resultado
de este proceso siempre es el cambio; en otras palabras, ¡tendríamos que dejar de comportarnos
de la misma manera! A lo mejor no estábamos muy seguros de quererlo; pero, por otro lado,
aunque nos diera miedo no poder cambiar, sabíamos que debíamos hacerlo.
Para trabajar el Quinto Paso necesitamos dos cosas: valor y confianza en el proceso de
recuperación. Si tenemos ambas, podremos superar unos miedos más específicos y llevar a cabo
las admisiones que debemos hacer en este paso.
51
Es posible que tengamos algunos de los miedos que hemos mencionado o que nos atormente
cualquier otro. Lo importante es que sepamos cuáles son y sigamos adelante a pesar de ellos
para poder continuar con nuestra recuperación.
• ¿Qué reservas tengo para trabajar el Quinto Paso?
• ¿Tengo algún miedo a esta altura? ¿Cuál?
Independientemente del origen de nuestros miedos, la mayoría de los miembros de NA
hacemos lo mismo para tratar con ellos: pedir valor y buena voluntad, leer el capítulo
correspondiente al Quinto Paso del libro )XQFLRQD FyPR \ SRU TXp e intentar que otros
miembros nos tranquilicen. Muchos asistimos a reuniones de estudio de los pasos para descubrir
que, casualmente, el tema siempre parece ser el Cuarto y el Quinto. Si hacemos el esfuerzo de
compartir lo que estamos a punto de hacer, seguro que otros miembros nos darán el apoyo que
necesitamos. Utilizar los recursos espirituales que hemos desarrollado gracias al trabajo de los
pasos anteriores nos permitirá llevar adelante nuestro Quinto Paso.
• ¿Qué estoy haciendo para superar el miedo que me da trabajar el Quinto Paso?
• ¿De qué forma la práctica de los cuatro pasos anteriores me ha preparado para trabajar el
Quinto?
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Ante nosotros mismos
Es probable que cuando consumíamos la gente nos dijera que teníamos un problemas con las
drogas y que debíamos buscar ayuda. Eran comentarios que en realidad no nos importaban. Y si
nos importaban, no bastaban para que dejáramos de consumir. No pudimos parar de consumir
hasta que admitimos nuestra adicción ante nosotros mismos y nos rendimos al programa de NA
Lo mismo sucede con la admisión que hacemos en el Quinto Paso. Todo el mundo desde
nuestra pareja a nuestro jefe, pasando por nuestro padrino puede decimos que lo que hacemos
no nos sirve, pero hasta que no admitamos la naturaleza exacta de nuestras faltas en lo más
profundo de nosotros, es probable que no tengamos la buena voluntad ni la capacidad de elegir
otra cosa.
• ¿Puedo reconocer y aceptar la naturaleza de mis faltas?
• ¿Cómo cambiará la orientación de mi vida el hecho de llevar a cabo esta admisión?
Y ante otro ser humano
Uno de nuestros mayores problemas como adictos es saber la diferencia entre nuestra
responsabilidad y la de los demás. Nos culpamos de catástrofes sobre las que no tenemos
ningún control. Y a la inversa, solemos negar completamente el daño que nos hemos hecho y
hemos hecho a los demás, Exageramos pequeños problemas y minimizamos problemas
importantes a los que deberíamos prestar atención. Si al empezar el Quinto Paso no estamos
seguros de la naturaleza exacta de nuestras faltas, lo estaremos al acabarlo gracias a hacer la
admisión ante otro ser humano. La persona que nos escucha verá lo que nosotros no podamos
ver y nos ayudará a diferenciar lo que debemos aceptar como responsabilidad propia y lo que
no.
muchos, antes de empezar a trabajar los pasos formalmente, le pedimos a alguien que fuera
nuestro padrino y a partir de ese momento empezamos a desarrollar una relación con esa
persona. Para la mayoría, nuestro padrino o nuestra madrina será el <otro ser humano> al que
elegimos para que escuche el Quinto Paso. Nos ayudará a ver qué cosas fueron o no
responsabilidad nuestra. La relación que hemos construido con el padrino nos dará la confianza
que necesitamos tener en esa persona. El valor terapéutico de un adicto que ayuda a otro
muchas veces se queda claramente demostrado cuando nuestro padrino comparte detalles de su
propio inventario mientras nosotros compartimos el nuestro. Esto nos da la gran tranquilidad de
saber que no somos únicos.
La confianza que debemos tener en la persona que va a escuchar nuestro Quinto Paso va
más allá de tener la tranquilidad de que guardará el secreto. Debemos confiar en que será capaz
de reaccionar apropiadamente a lo que compartimos. Una de las razones principales de que
muchos elijamos hacer el Quinto Paso con nuestro padrino
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es que comprende lo que estamos haciendo y por lo tanto sabe qué tipo de apoyo necesitamos
durante el proceso. Además, que nuestro padrino sea nuestro oyente dará cierta continuidad al
trabajo del resto de los pasos. No obstante, si por alguna razón elegimos a otra persona para
escuchar la admisión del Quinto Paso, deberá tener las mismas aptitudes que un padrino
capacidad para apoyamos sin minimizar nuestra responsabilidad; que pueda tener una influencia
tranquilizadora si empezamos a sentimos abrumados durante el Quinto Paso, en síntesis, alguien
compasivo, íntegro y agudo.
• ¿Qué cualidades me resultan atractivas en la persona que me escucha?
• ¿De qué forma me ayudarán esas cualidades a admitir mejor la naturaleza exacta de mis
faltas?
Para la mayoría de nosotros, desarrollar una relación honesta es algo nuevo. Somos muy
buenos para huir de las relaciones la primera vez que alguien nos dice una verdad dolorosa.
También se nos dan bien las relaciones educadas y distantes, sin ninguna profundidad. El
Quinto Paso nos ayuda a construir relaciones honestas. Decimos de verdad quiénes somos, y
después, lo más difícil, escuchamos la respuesta. A la mayoría nos aterrorizaba una relación de
este tipo. El Quinto Paso nos da la oportunidad única de probar este tipo de relación en un
contexto seguro. Podemos estar bastante tranquilos de que no nos juzgarán.
Otra forma de garantizar que el Quinto Paso <no sea simplemente una lectura del Cuarto> es
centrarse en lo que se supone que admitimos: la naturaleza exacta de nuestras faltas. En nuestra
confraternidad hay experiencias muy diversas sobre lo que es la QDWXUDOH]D H[DFWD de nuestras
faltas. La mayoría coincidimos en que, al trabajar el Quinto Paso, deberíamos prestar atención a
lo que hay detrás de los patrones de conducta de nuestra adicción y a las razones por las que
actuábamos de la manera en que lo hacíamos. A menudo identificamos la naturaleza exacta de
nuestras faltas mientras compartimos el inventario. A veces, la repetición del mismo tipo de
situación pone de manifiesto la naturaleza exacta de esa situación. Por ejemplo, ¿por qué
siempre acabamos con personas que no son lo mejor para nosotros? ¿Por qué seguimos
planteando cada relación que tenemos como si nuestra vida dependiera de tener el mando? ¿Por
qué nos sentimos amenazados por experiencias nuevas y, por lo tanto, seguimos evitándolas?
54
Descubrir el rasgo común de nuestros propios patrones de conducta nos llevará directamente a
la naturaleza exacta de nuestras faltas.
A esta altura del proceso, probablemente llamemos <defectos de carácter> a algunos patrones
de conducta. Aunque hasta el Sexto Paso no empezaremos a examinar en profundidad el papel
de cada uno de estos defectos en mantenemos enfermos, sin duda no nos hará daño comenzar a
tomar conciencia de ellos.
• ¿En qué se diferencian mis actos de la naturaleza exacta de mis faltas?
• ¿Por qué debo admitir la naturaleza exacta de mis faltas y no sólo las faltas en si?
Principios espirituales
La valentía es un principio que tendremos que practicar para poder empezar con este paso.
Es posible que debamos seguir recurriendo al valor periódicamente a lo largo de todo este paso.
Si estamos a punto de llamar a nuestro padrino para fijar una cita para admitir la naturaleza de
nuestras faltas y colgamos el teléfono, es que tenemos miedo y debemos utilizar el valor. Si
compartimos nuestro inventario y vemos un párrafo del que no podemos hablar con nadie,
tenemos que enfrentamos con valor a ese momento de miedo y seguir adelante compartiendo
WRGR nuestro inventario. Si acabamos de compartir algo terriblemente doloroso y el sentimiento
de vulnerabilidad es tan abrumador que preferimos cerramos a escuchar lo que nuestro padrino
tiene que decir, estamos en un momento decisivo de nuestra recuperación y tenemos que
escoger el camino de la valentía. Hacerlo así influirá en el curso futuro de nuestra vida. Cada
vez que tengamos miedo, deberíamos recordar que entregarnos a éste raramente ha tenido más
que consecuencias negativas en nuestra vida, y esta vez no será diferente. Este recordatorio
tendría que ser motivo suficiente para que reunamos valor.
55
• ¿De qué forma puedo encontrar el valor que necesito para trabajar este paso?
• ¿De que forma el valor para practicar este paso tiene efectos en toda mi recuperación?
• ¿He fijado la hora y el lugar para mi Quinto Paso? ¿Cuándo y dónde?
Practicar el principio de honestidad con uno mismo es esencial cuando admitimos ante
nosotros la naturaleza exacta de nuestras faltas. Así como no debemos desvincularnos de
nuestras emociones sólo porque tengamos miedo de la reacción de la persona que nos escucha,
tampoco podemos damos el lujo de cerramos a nuestras propias reacciones. Debemos
permitirnos reaccionar con naturalidad, como seres humanos, al tema que tratamos: nuestra vida
de adictos. Hemos tenido una vida triste. Hemos perdido muchas cosas por nuestra adicción.
Hemos hecho daño a gente que queríamos por nuestra adicción. Es doloroso darse cuenta de
estos hechos. Sin embargo, si prestamos mucha atención, probablemente reconozcamos otro
sentimiento que empieza a formarse tras el paso del dolor: la esperanza.
Por fin hemos dejado de consumir por culpa de nuestros sentimientos, de huir de nuestros
sentimientos y de encerrarnos por nuestros sentimientos. Ahora, por primera vez, tenemos la
oportunidad de revisarlos con valentía, incluso los más dolorosos. Hacerlo, a la larga, nos
permitirá sentimos mejor con nosotros mismos. Es una de las paradojas que solemos encontrar
en la recuperación: lo que empieza en dolor acaba en alegría y serenidad.
• ¿De qué forma evité la honestidad conmigo mismo en el pasado? ¿Qué hago hoy en día para
practicarla?
• ¿De qué forma se relaciona la humildad con una visión más realista de mí mismo?
• ¿Cómo me ha ayudado a aceptarme el principio de honestidad conmigo mismo?
El principio de compromiso se demuestra con las acciones que llevamos a cabo en este paso.
Muchos establecimos los mal llamados <compromisos> en nuestra vida sin ninguna intención
de cumplirlos en momentos difíciles. Nos <comprometíamos> por conveniencia. Con cada paso
del programa de NA, profundizamos nuestro compromiso práctico y real con el programa.
Buscar un padrino, trabajar los pasos, encontrar un grupo habitual e ir a las reuniones... cada
una de estas acciones demuestra que estamos comprometidos con nuestra recuperación de una
forma práctica y significativa.
• ¿De qué forma el hecho de compartir el inventario con mi Padrino intensifica mi compromiso
con el programa de NA?
56
Seguir adelante
Uno de los muchos beneficios del trabajo del Quinto Paso es una sensación de
autoaceptación. Hoy en día reconocemos claramente quiénes somos y nos aceptamos sin
reservas. Sólo porque nos falten algunas cosas en determinadas áreas no significa que no
valgamos nada. Empezamos a ver que tenemos defectos y virtudes. Somos capaces de hacer
mucho bien, y de causar mucho daño. Hay aspectos de nuestra personalidad que nos convierten
en seres muy especiales. Nuestras experiencias, incluso las negativas, muchas veces han
contribuido a desarrollar la mejor parte de nosotros. Somos capaces de reconocer por primera
vez que, tal como somos ahora estamos Pero aceptarnos tal como somos no significa que
podemos relajarnos y dejar de intentar mejorar. La auténtica autoaceptación incluye aceptar lo
que nos falta. Si creyésemos que no tenemos que seguir creciendo, no sería autoaceptación, sino
negación. Por lo tanto, reconocemos lo que nos falta y nos comprometemos a trabajar en ello. Si
queremos ser más compasivos, trabajamos en la práctica del principio de compasión. Si
queremos tener mayor educación, nos dedicamos a estudiar. Si queremos tener más amigos, nos
tomamos nuestro tiempo para desarrollar nuestras relaciones.
Al acabar el Quinto Paso es posible que sintamos alivio, nos hemos desahogado
compartiendo lo que antes poníamos tanto esfuerzo en esconder o reprimir. Es verdad que
nuestros <defectos... mueren a la luz del día>. Exponerlos a la luz nos brinda una sensación de
libertad, independientemente de cuáles sean las circunstancias externas de nuestra vida.
Todas nuestras relaciones empiezan a cambiar como consecuencia de la práctica de este Paso.
Tenemos que reconocer especialmente lo mucho que ha cambiado nuestra relación con nosotros
mismos, con un Poder Superior y con el resto de la gente:
• ¿Cómo ha cambiado mi relación con un Poder Superior como resultado de trabajar el Quinto
Paso?
• ¿Cómo ha cambiado mi relación con mi padrino como resultado de trabajar el Quinto Paso?
• ¿Cómo ha cambiado la visión que tengo de mí como resultado de trabajar este Paso?
• ¿Hasta que punto he desarrollado amor y compasión por mí mismo y por los demás?
Junto con una sensación de alivio sentimos que el cansancio que nos producen nuestros
defectos de carácter ha llegado al límite, lo que se traduce fácilmente en estar enteramente
dispuestos. ¡Precisamente lo que necesitamos para trabajar el Sexto Paso!
57
³(VWXYLPRVHQWHUDPHQWHGLVSXHVWRVDGHMDUTXH'LRVHOLPLQDVH
WRGRVHVWRVGHIHFWRVGHFDUiFWHU´
Empezamos a trabajar el Sexto Paso llenos de la esperanza que fue creciendo en los primeros
cinco pasos. Si hemos sido minuciosos, también habremos adquirido un poco de humildad. En
el Sexto Paso, humildad significa que podemos vemos mayor claridad. Hemos visto la
naturaleza exacta de nuestras faltas y de qué forma nos lastimarnos; y lastimamos a los
dejándonos llevar por nuestros defectos de carácter. Hemos visto nuestros patrones de conducta
y llegado a comprender por qué tenemos tendencia a obrar una y otra vez en base a los mismos
defectos de carácter. Ahora debemos estar enteramente dispuestos a dejar que nos los eliminen.
Estar enteramente dispuestos no es algo que suceda en un instante, sino que se trata de un
largo proceso que suele desarrollarse a lo largo de toda la vida. Es posible que inmediatamente
después del inventario estemos de lo más dispuestos a dejar que nos quiten los defectos. Si
llevamos un tiempo en el programa, y, a pesar de que somos bastante conscientes de nuestros
defectos, seguimos dejándonos llevar por éstos, es natural que notemos que aumenta nuestra
buena voluntad. El solo hecho de ser conscientes no basta para garantizar que estemos
dispuestos, pero es el primer paso necesario para lograrlo. El proceso de inventario en sí nos ha
permitido ser más conscientes de nuestros defectos de carácter y trabajar el Sexto Paso nos hará
más conscientes aún. Estar enteramente dispuestos es acceder a un estado espiritual en el que no
sólo somos conscientes de nuestros defectos, ni sólo estamos cansados de ellos, ni sólo
confiamos en que Dios tal como lo concebimos elimine lo que haga falta... sino todas esas cosas
juntas.
Para estar enteramente dispuestos, tendremos que ocupamos de los miedos que nos produce
el Sexto Paso. También debemos echar un vistazo a la forma en que nos quitarán los defectos.
El Sexto Paso dice que sólo un Poder Superior puede eliminarlos. ¿Pero qué significa en
términos prácticos? ¿Cuál es nuestra responsabilidad en el Sexto Paso? Estas preguntas, si las
revisamos con un padrino, nos ayudarán a guiamos a través de este paso.
Si somos nuevos en NA y esta es nuestra primera experiencia con el Sexto Paso, muchos de
nuestros defectos de carácter serán tan evidentes que es muy probable que nuestra reacción
inmediata sea tener unas ganas locas de deshacemos de ellos. Los vemos por primera vez en
todo su esplendor, por así decirlo, y queremos que desaparezcan... ¡hoy mismo!
Una vez que haya pasado nuestra reacción inicial. seguramente veremos que cambiar nos da
un poco de miedo Lo desconocido asusta a casi todo el mundo. Hace mucho tiempo, quizás la
mayor parte de nuestra vida, que tenemos los defectos de los que estamos a punto de
desprendemos.
61
Es probable que nos asuste la idea de cómo será nuestra vida sin esos defectos. Hasta puede
que algunos, más que defectos de carácter, nos parezcan técnicas vitales de supervivencia. Nos
preguntamos si la eliminación de nuestros defectos inhibirá nuestra capacidad de ganarnos la
vida. Quizás la idea de convertimos en <Ciudadanos respetables> nos resulte espantosa.
Muchos estamos muy ligados a una imagen estar en onda, ser modernos, mantenerse al margen
de las normas sociales y nos gusta ser así. Puede que nos asuste pensar que si trabajamos el
Sexto Paso nos transformaremos en conformistas aburridos. Algunos incluso podríamos llegar a
creer que sólo tenemos defectos y nos preguntemos qué quedará de nosotros si se eliminan
todos ellos. Es probable que tengamos miedos vagos y ambiguos. Si tratamos de examinados y
llegar a una conclusión lógica, seguramente veremos que son infundados. En otras palabras, si
los mencionamos en voz alta, seguramente los veremos tal cual son.
• ¿Hay partes de mí que me gustan, pero que podrían ser <defectos>? ¿Tengo miedo de
convertirme en alguien que no me gustaría ser si se eliminasen esas partes de mi carácter?
• ¿Qué creo que será eliminado?
Si ya tenemos experiencia con el Sexto Paso, entonces nuestros defectos de carácter no son
nada nuevo. En realidad, es posible que nos sintamos abatidos porque aún persiste cierto
defecto o molestos de ver una nueva manifestación del mismo defecto de siempre.
Por ejemplo, seguimos siendo inseguros. A lo mejor ya no vamos corriendo por ahí
intentando convencer a los demás sin tapujos de que somos una maravilla, pero todavía tenemos
el defecto. La forma en que lo hemos exteriorizado últimamente es mucho más sutil e insidiosa.
Quizás saboteamos inconscientemente los esfuerzos de los demás para quedar mejor en
comparación, o pisoteamos los deseos de otra persona porque no satisfacían directamente
nuestras necesidades. Lo que más duele de este tipo de cosas cuando ya llevamos tiempo en
recuperación es que tendíamos a vemos con buenos ojos. Nos avergüenza profundamente
lastimar a los demás. Quizá tengamos un miedo sutil de ser incapaces de cambiar, a que tal o
cual defecto de carácter no desaparezca nunca. El hecho de que ahora seamos conscientes de lo
que hacemos y estemos dispuestos a trabajar en ello, puede proporcionarnos cierto consuelo.
Debemos tener esperanza y confianza en que el proceso de recuperación funciona incluso con
los defectos más firmemente arraigados.
62
• ¿Tengo algún defecto que crea que no se puede eliminar? ¿Cuál?. ¿Porqué creo que no se
puede eliminar?
Sí, el Sexto Paso especifica que sólo un Poder superior a nosotros puede eliminar nuestros
defectos de carácter. Sin embargo, el grado de comprensión de lo que significa esta frase está
directamente influenciado por los vaivenes y la repetición de la lucha y la rendición ligadas al
Sexto Paso.
Lo primero que la mayoría hacemos con respecto a los defectos de carácter es decidir no
tenerlos. Desgraciadamente, es un gesto inútil, más o menos tan eficaz como intentar controlar
nuestro consumo. Puede que aparentemente nos salga bien durante algún tiempo, pero, a la
larga, nuestros defectos resurgen. El problema es que son parte de nosotros. En situaciones de
mucha tensión, siempre tenemos tendencia a volver a ellos.
Lo que debemos hacer en el Sexto Paso es muy parecido a lo que tuvimos que hacer en los
dos primeros. Debemos admitir que nos ha derrotado una fuerza interna que produce sólo dolor
y degradación en nuestra vida; y después, que necesitamos ayuda para tratar con esa fuerza.
Debemos admitir por completo el hecho de que no podemos eliminar nuestros propios defectos
y preparamos para pedir a Dios, en el Séptimo Paso, que los elimine por nosotros.
• ¿De qué forma intento eliminar o controlar mis propios defectos? ¿Cuál ha sido el resultado?
• ¿Cuál es la diferencia entre estar enteramente dispuesto a dejar que Dios elimine mis defectos
de carácter y eliminarlos yo?
• ¿Cómo aumenta mi confianza en Dios tal como lo concibo al trabajar este paso?
• ¿Cómo se profundiza mi rendición en este paso?
• ¿Qué puedo hacer para demostrar que estoy enteramente dispuesto?
A pesar de todo el trabajo hecho en el Cuarto y el Quinto Paso, a esta altura todavía no nos
resulta del todo clara la naturaleza exacta de nuestros defectos de carácter. Probablemente nos
preguntemos dónde terminan los GHIHFWRVy dónde empieza el FDUiFWHU en la compleja estructura
de la personalidad. ¿Por qué hacemos las cosas que hacemos? ¿Es culpa de alguien? ¿Cuándo
nos sentimos así por primera vez? ¿Por qué? ¿Cómo? ¿Dónde? Si no tenemos cuidado,
podemos obsesionarnos tanto con nosotros mismos que perderíamos de vista la razón por la que
trabajamos el Sexto Paso. Tenemos que
63
• Haz una lista de todos los defectos con una breve definición de cada uno.
• ¿De qué forma me dejo llevar por este defecto?
• ¿Cuando me dejo llevar por este defecto? ¿qué efectos tiene sobre mí y los demás?
• ¿Qué sentimientos tengo ligados a este defecto? ¿Trato de reprimir determinado sentimiento
cuando me dejo llevar por este defecto?
• ¿Cómo sería mi vida sin este comportamiento? ¿Qué principio espiritual puedo aplicar en
lugar de este defecto?
Principios espirituales
64
No obstante, no nos damos por vencidos, sino que nos comprometemos con nuestra
recuperación. Mantenemos nuestros nuevos principios a pesar del contratiempo. Seguimos
avanzando a pesar de dar uno o varios pasos atrás. Nos proponemos una mejoría gradual, no la
desaparición instantánea de todos los defectos.
• ¿Estoy dispuesto a que se eliminen todos mis defectos de carácter en este momento? Si no es
así, ¿por qué?
• ¿Qué he hecho hoy para demostrar mi buena voluntad?
La cantidad de buena voluntad que debernos desarrollar en este paso requiere una cantidad
correspondiente de fe y confianza. Tenemos que creer que un Poder Superior va a obrar en
nuestra vida en el grado exacto necesario. Siguiendo con el ejemplo de la deshonestidad.
tenemos que confiar en que nuestro Poder Superior no va a eliminar el
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defecto de la deshonestidad hasta el extremo de que nos convirtamos en personas brutalmente
honestas, incapaces de quedamos calladas cuando decir la verdad implique lastimar a alguien.
Siempre y cuando no nos interpongamos en el camino, para que Dios pueda actuar en nuestra
vida, tendremos el grado exacto de desarrollo espiritual que necesitamos.
• ¿Hasta qué punto sigue presente el miedo a convertirme en un tipo de persona que no quiero?
¿Ha disminuido desde que he empezado a trabajar este paso?
• ¿Dequé forma aumenta mi confianza en Dios, tal como lo concibo, mediante el trabajo de este
paso?
Con palabras como <enteramente> y <todos> con un papel tan importante en este paso, es
fácil convertirse en alguien hipercrítico y perfeccionista. Tenemos que recordar que aunque
debamos estar completamente dispuestos, no vamos a ser perfectos, ni hoy ni nunca. Cuando
nos dejamos llevar por un defecto en contra de nuestra voluntad, tenemos que practicar el
principio de autoaceptación. Debemos aceptar que, aunque sigamos actuando movidos por
nuestros defectos, también seguimos dispuestos a cambiar; con esa idea en mente renovamos el
compromiso de dejamos cambiar. Hemos crecido exactamente lo que teníamos que crecer por
ahora y si fuéramos perfectos, no tendríamos necesidad de crecer más.
• ¿Me acepto hoy a mí mismo? ¿Qué es lo que me gusta de mi? ¿Qué es lo que ha cambiado
desde que trabajo los pasos?
Seguir adelante
66
tanto tiempo preocupándonos de que nos descubran. Lo que queremos sacar de este paso es una
visión de futuro de nosotros y la esperanza de poder alcanzarla.
• ¿Qué me imagino que voy a hacer con las cualidades que me gustaría tener? ¿Qué haré con mi
profesión o mi trabajo? ¿Qué haré con mi tiempo libre? ¿Qué tipo de progenitor, hijo. pareja o
amigo seré? (Especifica.)
Esta visión puede ser nuestra inspiración. Si la recordamos cuando estamos desesperados o
cuando nos parezca que tardamos demasiado en alcanzar nuestras metas, nos sostendrá y nos
ayudará a renovar nuestra buena voluntad. Nuestra visión es el trampolín al Séptimo Paso, en el
que le pediremos a Dios, tal como lo concebimos, que quite nuestros defectos.
67
³+XPLOGHPHQWHOHSHGLPRVTXHQRVTXLWDVHQXHVWURVGHIHFWRV´
Aunque cada uno de los Doce Pasos es un proceso separado, todos están unidos hasta cierto
punto porque sus partes se relacionan entre sí: aspectos del Primer Paso se fusionan con el
Segundo; elementos del Cuarto se utilizan en los pasos siguientes. Tal vez la línea divisoria más
fina entre dos pasos sea la que hay entre el Sexto y el Séptimo. A primera vista, el Séptimo Paso
podría parecer una reflexión de último momento del Sexto. En el Sexto Paso dedicamos mucho
tiempo y esfuerzo para tomar conciencia de nuestros defectos de carácter y llegamos a estar
enteramente dispuestos a dejar que nos los eliminen; ahora lo único que tenemos que hacer es
pedirlo, ¿no?
No exactamente. Este paso es mucho más que hacer un pedido al Poder Superior y sentarse
a esperar una respuesta. Es necesaria una preparación espiritual, llegar a la comprensión de lo
que significa «humildemente> en este contexto, buscar la forma de pedirlo de manera que
coincida con el camino espiritual de cada uno. Además, es necesario practicar los principios
espirituales en lugar de los defectos de carácter.
Ya hemos hecho buena parte de la preparación espiritual que nos hará falta para empezar el
Séptimo Paso. Es importante que establezcamos la relación entre el trabajo que hemos hecho y
los resultados que éste ha producido.
Todos los pasos anteriores sirvieron para plantar las semillas de la humildad en nuestro
espíritu. En este paso, las semillas echan raíces y brotan. Aunque empezamos a ocupamos de la
humildad en el Sexto Paso, es un concepto que a muchos nos resulta difícil y se merece que le
prestemos atención también en el Séptimo. Tenemos que comprender qué es la humildad para
nosotros y como se manifiesta su presencia en nuestra vida.
No debemos confundir humildad con humillación. Cuando estamos humillados, nos
sentimos avergonzados, sin ningún valor. Humildad es casi el sentimiento opuesto. Mediante el
trabajo de los pasos, hemos ido quitando capas de negación, ego y egocentrismo. También nos
hemos forjado una imagen más positiva de nosotros y hemos practicado principios espirituales.
Antes no podíamos ver nuestra fuerza porque la parte buena y saludable de nosotros estaba
oculta detrás de la enfermedad; pero ahora Podemos. Eso es humildad. Quizás algunos ejemplos
de la forma en que la humildad suele ponerse de manifiesto nos ayuden a comprender el
concepto.
Empezamos nuestra recuperación con ideas fijas. Desde que estamos en el programa, todo
aquello en lo que creíamos antes ha sido puesto en tela de juicio. Nos han bombardeado con
ideas nuevas. Por ejemplo: si creíamos tener todo bajo control, el sólo hecho de acabar en NA
admitiendo nuestra impotencia probablemente nos ha
71
bastado para cambiar de opinión. Por culpa de la adicción, no pudimos aprender las lecciones
que la vida en sí nos hubiera dado sobre lo que puede y no puede controlar un individuo.
Gracias a la abstinencia y al trabajo de los seis primeros pasos, hemos aprendido mucho acerca
de cómo vivir.
Muchos llegamos a NA con una mentalidad «callejera>. La única forma que tensamos de
conseguir lo que queríamos era acercarnos de manera tortuosa y manipular a los demás. No nos
dábamos cuenta de que podíamos pedirlo directamente y tener las mismas posibilidades, o
incluso más, de satisfacer nuestras necesidades. Dedicamos años a aprender a tener una cara
inexpresiva, a ocultar la compasión y a endurecemos. Cuando llegamos a NA, éramos muy
duchos en la materia, tanto, que los adictos novatos seguían nuestro ejemplo de la misma forma
que nosotros seguimos el de otros adictos veteranos cuando empezamos a consumir.
Aprendimos a reprimir toda nuestra humanidad y nos volvimos, en muchos casos,
completamente inhumanos.
Alejarnos de la escena en la que se jugaban estos juegos nos expuso a nuevas ideas.
Aprendimos que tener sentimientos y demostrarlos no tiene nada de malo. Descubrimos que las
reglas de la calle sólo tienen sentido en la calle; en el mundo real, eran absurdas y, a menudo,
peligrosas. Nos convertimos en personas más tiernas, más vulnerables. Dejamos de confundir la
bondad con la debilidad.
Cambiar estas actitudes tiene un efecto impresionante. Muchas veces, hasta transforma
nuestro aspecto físico. El entrecejo fruncido y la mandíbula apretada se aflojan para convertirse
en sonrisa. Las lágrimas fluyen libremente para destapar un espíritu asfixiado.
Muchos llegamos a NA convencidos de que éramos víctimas de la mala suerte, de
circunstancias desfavorables o conspiraciones para frustrar nuestras buenas intenciones.
Creíamos que éramos buenas personas pero profundamente malinterpretadas. Justificábamos
todo el daño causado si es que éramos capaces de damos cuenta de que hacíamos daño con la
excusa de la defensa propia. Los sentimientos de autocompasión y nuestra actitud iban de la
mano. Nos regodeábamos con nuestro sufrimiento y sabíamos en secreto que la compensación
por nuestro dolor era no tener que examinar jamás nuestra responsabilidad en nada.
Pero los seis primeros pasos nos llevaron precisamente a eso: a empezar a examinar nuestra
responsabilidad. Antes pensábamos que algunas situaciones sencillamente <nos sucedían>;
ahora vemos que en realidad las creábamos. Comenzamos a tomar conciencia de todas las
oportunidades que hemos desaprovechado. Dejamos de echarle la culpa a los demás por nuestra
suerte en la vida. Empezamos a ver que las decisiones que nosotros mismos tomamos fueron las
que en gran medida determinaron donde acabamos.
72
• ¿Qué actitudes he cambiado desde que estoy en recuperación? ¿Dónde le he bajado los
humos a mi fanfarronería y dónde se ha puesto de manifiesto mi parte sana?
• ¿Cómo influye la humildad en mi recuperación?
• ¿De quéforma me ayuda a trabajar este paso ser consciente de mi propia humildad?
El trabajo de los pasos anteriores nos ha ayudado a establecer una relación con Dios, tal como
lo concebimos, y nos dará una gran recompensa al practicar el Séptimo. En el Segundo Paso,
empezamos a pensar por primera vez que un Poder Superior podía ayudamos a recuperarnos de
la adicción. A partir de ahí, tomamos la decisión del Tercer Paso: poner nuestra voluntad y
nuestra vida al cuidado de nuestro Poder Superior. Recurrimos muchas veces a ese Poder para
poder trabajar el Cuarto Paso, y después, en el Quinto, compartimos con ese Poder los detalles
más íntimos de nuestra vida. En el Sexto Paso descubrimos que el Dios que concebíamos podía
hacer por nosotros mucho más que sólo mantenemos limpios.
73
sería imposible dar ejemplos en esta guía de cómo influye en el Séptimo Paso el camino
espiritual de cada uno. Basta con decir que nuestro trabajo de los pasos debería ser un reflejo de
nuestro propio camino espiritual.
Cada uno podría elegir determinada rutina o rito personal como su forma de pedirle al Poder
Superior que le quite los defectos. A efectos de esta guía, lo llamaremos <oración>. En nuestra
confraternidad. la palabra <oración> está ampliamente aceptada como la descripción de la
forma en que nos comunicamos con nuestro Poder Superior. El tono con el que se lo pedimos
queda reflejado en la palabra <humildemente>. Le pedimos que nos quite nuestros defectos con
la parte de nosotros más honesta, la que está mas cerca de nuestro centro espiritual.
• ¿Cómo le pediré a Dios, tal como lo concibo, que me quite los defectos?
• ¿Pueden ayudarme otros adictos en recuperación a averiguar cómo voy a pedírselo? ¿Les he
pedido que compartan conmigo su experiencia, fortaleza y esperanza9 ¿Le he pedido
orientación a mí padrino?
Como con cualquier otro aspecto del programa, no vamos a pedir que nos quiten nuestros
defectos sólo una vez. Lo haremos repetidamente a lo largo de toda nuestra vida. Sin duda, la
forma de pedirlo irá cambiando a medida que cambie nuestra concepción de Dios. Nada de lo
que hagamos a esta altura nos obliga a tener que trabajar el Séptimo Paso de la misma forma
para siempre.
La mayoría nos damos cuenta de que es probable que en este paso tengamos que hacer algo
más que limitarnos a pedir que nos quiten los defectos. Debemos tomar algunas medidas
prácticas para invitar a que Dios, tal como lo concebimos, obre en nuestra vida. No podemos
pedirle a Dios que nos quite un defecto y después aferramos a ese defecto con todas nuestras
fuerzas. Cuanto mayor sea la distancia que mantengamos con nuestro Poder Superior, menos
sentiremos su presencia. En el Sexto Paso aprendimos a ser conscientes de nosotros, y ahora
tenemos que conservar esa conciencia y añadir la conciencia de un Dios que obra en nuestra
vida.
• ¿Cómo aplico el principio de rendición para quitarme del medio y dejar que un Poder
Superior obre en mi vida?
• ¿Cuáles podrían ser los beneficios de dejar que un Poder Superior obre en mi vida?
• ¿Cómo me siento sabiendo que un Poder Superior me cuida y obra en mi vida?
74
Principios Espirituales
• ¿He aceptado mi impotencia ante mis defectos igual que ante mi adicción? Amplía la
respuesta.
• ¿Cómo he profundizado la rendición?
Los principios espirituales de confianza y fe son básicos en el Séptimo Paso. Debemos estar
lo suficientemente seguros de nuestro Poder Superior para confiar en que nos quite los defectos.
Tenemos que creer que nuestro Poder Superior va a hacer algo con ellos, sino, ¿cómo vamos a
tener fe para pedirle que los elimine? Hay que evitar la tendencia a llevar la cuenta de todo lo
que hace Dios, según nosotros, para eliminar nuestros defectos. No es difícil imaginar adónde
nos llevaría esta forma de pensar si, al cabo de un tiempo, vemos que aún tenemos
determinados defectos de carácter. En cambio, nos centramos en las medidas prácticas que hay
que tomar en este paso: pedir humildemente, practicar los principios espirituales y no
interponemos en el camino de Dios. Puede que los resultados del Séptimo Paso no sean
evidentes de inmediato, pero con el tiempo lo serán.
La confianza y la fe por sí solas no nos servirán para que trabajemos este paso a lo largo de
toda la vida; también debemos practicar la paciencia. Aunque haya pasado mucho tiempo desde
que empezamos a pedir al Poder Superior que nos quitase determinado defecto, debemos seguir
siendo pacientes. De hecho, es posible que la impaciencia sea uno de nuestros defectos.
Podríamos considerar las épocas de espera como un don; son los momentos en los que más
debemos practicar el principio de la paciencia. Después de todo. una de las formas de progreso
más fiables es superar las barreras que se interponen en nuestro camino espiritual.
75
Por último, mientras trabajamos este paso, debemos mantener la conciencia del principio de
humildad, más que la de ningún otro. Por medio de algunas preguntas, es bastante fácil ver si
estamos enfocando este paso con humildad:
• ¿Creo que sólo mi Poder Superior puede eliminar mis defectos de carácter? ¿0 he tratado de
hacerlo por mi cuenta?
• ¿Me impacienté porque mis defectos de carácter no se eliminaron enseguida, en cuanto lo
pedí? ¿0 tengo confianza en que Dios los eliminará a su debido tiempo?
• ¿Mi sentido de la objetividad ha sido desproporcionado últimamente?
• ¿He empezado a considerarme más importante o poderoso de lo que en realidad soy?
Seguir adelante
A esta altura, quizás nos preguntemos cómo tendríamos que sentimos. Le hemos pedido a
Dios, tal como lo concebimos, que nos quite los defectos de carácter, hemos practicado
fielmente, lo mejor posible, los principios de nuestro programa; pero tal vez notemos que aún
nos dejamos llevar por los defectos antes de damos la oportunidad de pensar y que seguimos
luchando con ellos. Es verdad, ya no consumimos y probablemente han mejorado muchas de las
circunstancias externas de nuestra vida; quizás nuestras relaciones sean más estables, pero...
¿hemos cambiado? ¿Nos hemos vuelto mejores personas?
Con el tiempo, veremos que Dios ha obrado en nuestra vida. A lo mejor nos asombra el nivel
de madurez o espiritualidad que hemos demostrado para manejar una situación en la que años
atrás nos hubiéramos comportado de manera PX\ SRFR espiritual. Un día, nos daremos cuenta
de que algunas de las formas en las que solíamos comportamos se han vuelto tan extrañas como
nos resultaban los principios espirituales cuando empezamos a practicarlos. Tras semejante
revelación, a lo mejor empezamos a pensar en lo poco que se parece la persona que éramos al
llegar a NA con la que somos ahora.
• ¿Ha habido veces en las que he podido no dejarme llevar por un defecto de carácter y practicar
en cambio un principio espiritual? ¿Lo reconozco como la obra de Dios en mí vida?
• ¿Qué defectos de carácter han sido eliminados de mi vida o han perdido parte de su fuerza
sobre mi?
• ¿Por qué el Séptimo Paso induce a una sensación de serenidad?
76
Empezamos a vivir una vida más espiritual. Dejamos de pensar tanto en lo que vamos a
VDFDU, incluso de la recuperación, y empezamos a ver cómo podemos contribuir. Las cosas que
hacemos para sostener y nutrir nuestro espíritu se vuelven hábitos; hasta puede que incluso las
esperemos con ganas. Descubrimos que tenemos la libertad de elegir la manera de enfocar
cualquier situación de nuestra vida. Dejamos de refunfuñar por las pequeñas dificultades como
si fueran grandes tragedias. Somos capaces de ir con la cabeza bien alta, con dignidad, y
mantenernos íntegros independientemente de lo que nos depare la vida. A medida que
empecemos a sentimos más cómodos con nuestro ser espiritual, aumentará el deseo de reparar
nuestras relaciones. En el Octavo Raso empezamos ese proceso.
77
³+LFLPRVXQDOLVWDGHWRGDVDTXHOODVSHUVRQDVDTXLHQHVKDEtDPRVKHFKRGDxR
\HVWXYLPRVGLVSXHVWRVDHQPHQGDUOR´
Hasta ahora los pasos se han centrado sobre todo en reparar la relación con nosotros mismos
y con el Dios que concebimos. En el Octavo Paso, empezamos a incorporar a los demás en el
proceso de reparación: gente a la que hicimos daño durante nuestra adicción, gente a la que
hicimos daño en recuperación, gente a la que queríamos hacer daño, gente a la que hicimos
daño sin querer, gente que ya no está en nuestra vida y gente que esperamos que siga cerca
durante el resto de nuestra vida.
El Octavo Paso consiste en identificar el daño que causamos. No importa si lo hicimos por
un arrebato de rabia, por descuido o por miedo, ni si nuestros actos estaban impulsados por el
egoísmo, la arrogancia, la deshonestidad o cualquier otro defecto. Ni siquiera importa que no
quisiéramos lastimar a nadie. Todo el daño que causamos es material del Octavo Paso.
Es posible que parte del daño sea irreparable, o que no podamos enmendarlo directamente.
Hasta puede que no seamos responsables de algunas cosas que hemos puesto en la lista de¡
Octavo Paso. Nuestro padrino nos ayudará a clasificarlas antes de pasar al Noveno Paso. Por
ahora, nuestra tarea tan sólo consiste en identificar a quién hemos hecho daño, qué daño hemos
causado y empezar a estar dispuestos a enmendado.
Es normal hacerse preguntas sobre el Noveno Paso y cómo vamos a hacer las enmiendas
mientras trabajamos el Octavo. Lo que pensemos sobre las enmiendas influirá en el trabajo de
este paso, por eso quizás sea necesario aclarar algunas ideas erróneas antes de hacer la lista.
Es maravilloso que hayamos empezado a reparar nuestra relación con algunas de las
personas que nos rodean. Seguramente nuestra familia estará encantada de que ya no
consumamos drogas. Parte del daño más visible que causábamos a los demás cesó en cuanto
dejamos de consumir drogas. Si tuvimos la suerte de conservar el trabajo o seguir estudiando,
seguramente ahora nos va mejor. En cierta forma, ya no hacemos daño a los compañeros de
trabajo, a los jefes, a los profesores o a los compañeros de estudios. ¿Pero es suficiente?
Es probable que hayamos oído a algunos compañeros en las reuniones hacer hincapié en que
<enmendar> significa cambiar, no limitarse a decir <lo siento>; lo que realmente importa es la
forma en que ahora tratamos a los demás. Pero esto no significa que en NA esté pasado de moda
pedir disculpas formalmente. Las enmiendas directas, de palabra, cara a cara, son muy
poderosas, no sólo como medio de crecimiento espiritual para nosotros, sino también como un
consuelo largamente esperado por las personas con las cuales efectuamos una reparación. Lo
que los compañeros de NA subrayan es que no podemos limitarnos a ofrecer unas disculpas
pobres y después ir corriendo a hacer lo mismo con lo que les causamos daño en un principio.
81
Puede que a esta altura nos sintamos un poco cansados, especialmente si nuestro padrino nos
hizo escribir mucho sobre los siete primeros pasos. En el Cuarto hicimos un inventario de
nuestra conducta y en el Sexto enumeramos nuestros defectos de carácter. ¡Y ahora encima
tenemos que examinar las mismas situaciones desde otro ángulo! Al parecer, cuando acabemos
con estos pasos habremos examinado nuestra vida y nuestra adicción al derecho y al revés. ¿Es
realmente necesario todo esto? ¿No nos estamos castigando revisando una y otra vez lo mismo?
No, no nos castigamos. El Octavo Paso es el principio de un proceso que nos hace sentir
igual que los demás. En lugar de sentimos avergonzados o culpables, en lugar de sentirnos
siempre <menos que>, podemos mirar a la gente a los ojos. No tendremos que evitar a nadie, ni
tener miedo de que nos atrapen y nos castiguen por descuidar alguna responsabilidad. Seremos
libres.
Algunos nos vamos al otro extremo con este paso: nos falta tiempo para salir corriendo por
ahí a <arreglar todo>, sin enteramos de que podemos causar más daño. Nos precipitamos a
confesar infidelidades a nuestra pareja y amigos. Sentamos a nuestra familia y le contamos
todos los detalles de nuestra adicción, confirmando algunos de sus peores miedos sobre lo que
hacíamos y llenando todos los vacíos que, hasta entonces, felizmente habían quedado en blanco.
En un estado de excitación, le soltamos un discurso a nuestros hijos y les decimos que tenemos
una enfermedad de la que no somos responsables, que nos gusta mucho la recuperación y lo
maravillosa que va a ser la vida a partir de ahora, olvidando todas las promesas vacías que les
hicimos tantas veces. Un día entramos en la oficina de nuestro jefe y anunciamos que somos
adictos, que hemos hecho un desfalco de mucho dinero de una manera muy ingeniosa, pero que
lo lamentamos mucho y no volveremos a hacerlo.
Aunque nuestra experiencia con precipitamos a hacer enmiendas no llegue hasta este
extremo, seguramente captamos lo esencial: si tratamos de hacer enmiendas sin la orientación
de nuestro padrino y sin un plan, podemos acabar causando aún más daño.
• ¿Me doy cuenta de que tengo que parar y consultar con mi padrino antes de hacer
enmiendas? ¿He causado alguna vez más daño por precipitarme a hacer enmiendas antes de
estar preparado? ¿Cómo fue la situación?
Es posible que algunos aún creamos que somos básicamente buenas personas que nunca
hemos hecho daño a nadie, salvo a nosotros mismos. Si de verdad no sabemos a quién poner en
nuestra lista de enmiendas, o si tenemos la vaga idea de que debemos poner a nuestra familia
pero no estamos muy seguros de por qué, caben dos posibilidades: o estamos pasando algo por
alto o nuestra negación es aún bastante grande. A
82
veces en ciertas situaciones, sencillamente no podemos ver la realidad, incluso tras muchos años
de recuperación. Muchos hemos decidido aceptar la sugerencia de poner en la lista el nombre de
alguien a quien supuestamente le debemos enmiendas, aunque no podamos recordar la situación
por la cual tenemos que hacerlas. Más adelante pensaremos en el <porqué>. Por ahora, debemos
hacer este paso lo mejor que podamos, ponernos en contacto con nuestro padrino y seguir
trabajando en nuestra recuperación. Como solemos decir: <algo más será revelado>. Sólo
tenemos que mantener la mente abierta para que cuando llegue el momento de saber el porqué
estemos preparados para aceptarlo.
Por último, pero no menos importante, muchos tardamos en empezar este paso porque no
estamos dispuestos a hacer enmiendas con ciertas personas. 0 estamos resentidos con ellas o
tenemos demasiado miedo para imaginamos acercándonos alguna vez a ellas. Debemos
comenzar este paso y poner a esa gente en la lista aunque no sepamos si podremos hacer las
enmiendas. Si es realmente inseguro efectuarlas, nuestro padrino nos ayudará a encontrar la
manera de manejar la situación.
• Hago una lista de los resentimientos que se interponen en mi camino para estar dispuesto a
hacer enmiendas.
• ¿Puedo soltar ahora esos resentimientos? Si no, ¿puedo armarme de buena voluntad para
añadir de todas formas esos nombres a la lista y preocuparme más adelante de estar
dispuesto?
• ¿Hay alguna persona a la que deba enmiendas que sea una amenaza para mi seguridad o
que me preocupe de verdad por alguna otra razón? ¿Cuáles son mis miedos?
83
84
enmiendas. En NA nos ponemos más alto el listón de conducta y estamos seguros de que los
demás también esperan más de nosotros. Lo cierto es que lo más probable es que nuestros
compañeros sean especialmente indulgentes porque saben lo que estamos tratando de hacer;
pero, por ahora, no debemos preocupamos del Noveno Paso.
Lo primero que tenemos que saber es que no se trata de una lista que podamos recordar de
memoria. Tenemos que escribir cada nombre y el daño que le causamos a esa persona. Una vez
en el papel, es difícil olvidarse de nadie o volver a caer en la negación con respecto a las
enmiendas que preferiríamos evitar. Si por alguna razón no podemos escribir, podemos usar una
grabadora o cualquier otro método que nuestro padrino esté de acuerdo en que nos ayudará a
sacar el máximo provecho de este paso.
Cuando estamos preparados para empezar la lista, nos sentamos, recordamos todo lo que
hemos aprendido sobre el daño y empezamos a escribir. Algunos nombres nos saldrán
enseguida; otros, quizás los recordemos al pensar en los tipos de daño que hemos causado.
Tenemos que repasar indefectiblemente nuestro Cuarto Paso y extraer toda la información que
podamos.
Debemos incluir todos los nombres y situaciones que nos parezcan, incluso aunque estemos
relativamente seguros de que nuestro padrino va a decimos que, en determinada situación, no
debemos ninguna disculpa. Casi siempre es mejor borrar nombres cuando repasamos la lista con
nuestro padrino, que tratar de recordar los que deberíamos haber puesto, pero que no pusimos.
Además, quizás haya momentos en los que nos acordemos de un incidente en el que hicimos
daño, pero no los nombres de las personas implicadas. Por lo menos, podemos dejar constancia
del incidente en la lista.
Ponemos a nosotros mismos en la lista puede resultamos incómodo. Tal vez al principio de
nuestra recuperación nos dijeron que pedirnos disculpas era una idea egocéntrica, que debíamos
dejar de pensar en nosotros todo el tiempo y empezar a pensar en la gente a la que habíamos
hecho daño; por lo cual es posible que la noción de enmendar el daño que nos causamos
resultara de lo más confusa. Algunos probablemente pensamos que hacer enmiendas implicaba
<recompensarnos> por mantenernos limpios o por cualquier otro logro e intentamos premiamos
comprando cosas que no podíamos permitimos o entregándonos a otras compulsiones. En
realidad, la manera de enmendar con nosotros mismos es dejar de comportarnos de manera
irresponsable o destructiva. Tenemos que identificar las formas en que nos creábamos nuestros
propios problemas por culpa de nuestra incapacidad para aceptar las responsabilidades
personales; es decir, la forma en que nos hacíamos daño. Entonces. cuando agregamos nuestro
nombre a la lista. podemos enumerar el daño que le hemos causado a nuestra economía, a
nuestra propia imagen. a nuestra salud etc,
85
Hay otra situación delicada a la que muchos hemos tenido que enfrentarnos. ¿Qué pasa si
hemos hecho daño a nuestro padrino y no lo sabe, y lo más probable es que se entere cuando
repasemos la lista? En esa situación, deberíamos consultar con un miembro cuya recuperación
respetemos, quizás con el padrino de nuestro padrino.
• Hago una lista de las personas a las que he hecho daño y la manera específica en que se lo
he hecho a cada uno.
Estar dispuestos
Ahora que tenemos la lista, o que hemos añadido nombres nuevos a la que teníamos desde la
primera vez que hicimos el Octavo Paso, ha llegado el momento de estar dispuestos a hacer las
enmiendas. Para lograrlo, tenemos que saber mínimamente lo que implica la palabra
<enmendar>. Ya hemos mencionado en esta guía la necesidad de hacer algo más que cambiar
de comportamiento, pero quizás algunos tenemos miedo de no ser capaces de cambiar. Somos
sinceros. Queremos evitar que se repita de nuevo el mismo comporta miento, pero también
recordamos todas las veces que hemos hecho promesas. ¿No tenemos tendencia a hacer siempre
lo mismo? Es aquí donde hace falta que creamos de verdad en nuestra recuperación. No importa
el tiempo que llevemos limpios ni las faltas que estamos enmendando, debemos tener fe en que
el Dios que concebimos nos dé la fortaleza y la capacidad para cambiar. Veremos que estamos
dispuestos a hacer algunas de las enmiendas en cuanto pongamos el nombre en la lista. Para
hacer otras, en cambio, no nos resultará tan fácil llegar a estarlo.
• ¿Por qué no basta para reparar el daño causado limitarse a decir <lo siento>?
• ¿Por qué no basta para reparar el daño causado limitarse a cambiar de comporta miento?
Es muy raro que no tengamos pendientes algunas enmiendas económicas; ya sea a gente a la
que robamos, gente que nos prestó dinero que nunca devolvimos, empresas o instituciones de
crédito. Sabemos que hacer estas enmiendas nos privará de dinero que preferiríamos quedamos
para nosotros. Quizás tardemos en damos cuenta de la profunda libertad interna que surge al
saldar esas deudas y por lo tanto, en estar dispuestos a hacerlo. Es posible que pedir a nuestro
Poder Superior que nos dé la buena voluntad de hacer esas enmiendas nos sirva de ayuda.
• Tengo enmiendas económicas pendientes que no quiero hacer? ¿Cómo sería mi vida si ya
las hubiera hecho?
Es posible que debamos algunas enmiendas a personas que también nos han hecho daño Por
lo general son los casos en los que más nos cuesta estar dispuestos a hacer
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las. Parece como si cada vez que pensáramos en esas enmiendas, nos diera tanta rabia recordar
lo que <ellos> nos hicieron que nos olvidáramos por completo de nuestra reparación. Pero
nuestra recuperación nos pide que pongamos en práctica el principio espiritual del perdón. A
través de la oración y de cualquier ayuda adicional que nos haga falta, encontraremos dentro de
nosotros la capacidad de perdonar a las personas que también nos hicieron daño.
• ¿Debo enmiendas a gente que también me ha hecho daño? ¿Qué he hecho para poder estar
dispuesto a hacer esas enmiendas?
Las enmiendas que ni nos imaginamos haciéndolas también deben estar en nuestra lista. Tal
vez estamos tan poco dispuestos que ni siquiera queremos intentar pedir la buena voluntad de
hacerlas, no podemos ni imaginamos sintiendo compasión por la gente a la que debemos esas
enmiendas. En este caso, tenemos que dejarlas en la lista. No tenemos que enmendar todo en un
día ni en una fecha determinada. Quizás tardemos un tiempo en llegar a estar dispuestos a hacer
algunas enmiendas. Cada vez que echemos un vistazo a nuestro Octavo Paso, debemos
preguntamos si ya estamos dispuestos a efectuar <esta> enmienda. Si no, podemos seguir
revisando la lista periódicamente.
Principios espirituales
•¿Por qué es valioso determinar la naturaleza exacta de mis faltas en el Octavo Paso? ¿Por qué
es tan importante que tenga clara mi responsabilidad?
• ¿Qué ejemplos puedo mencionar de mi experiencia con la honestidad en los pasos
anteriores? ¿Cómo trasladaré esa experiencia a este paso?
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Para practicar el principio del valor en el Octavo Paso, debemos ponernos al cuidado de
Dios. No podemos restringir la lista a las enmiendas que creemos que saldrán bien. Tenemos
que creer que nuestro Poder Superior nos brindará la entereza, la humildad, la fuerza interior y
lo que haga falta para efectuar cualquier enmienda. Tanto si debemos enfrentamos a alguien y
nos da miedo lo que vamos a sentir, como si tenernos que aceptar las consecuencias de un delito
por el que se nos busca, con la ayuda de nuestro Poder Superior podremos manejarlo.
• ¿Qué ejemplos puedo mencionar de mi experiencia con el valor en los pasos anteriores?
¿Cómo trasladaré esa experiencia a este paso?
Ya hemos hablado mucho de buena voluntad en este paso, especialmente de llegar a estar
dispuestos a enmendar. Pero para trabajar este paso nos hace falta cierta dosis de buena
voluntad que sin duda no tiene nada que ver con hacer enmiendas. Antes que nada, necesitamos
la buena voluntad de hacer la lista. Al margen de cómo nos haga sentir poner determinado
nombre en la lista, debemos hacerlo. También es necesaria la buena voluntad de practicar otros
principios espirituales relacionados con este paso.
• ¿Hay algún nombre que aún no haya añadido a mi lista? ¿Estoy dispuesto a añadirlo? ¿He
terminado mi lista?
• ¿Qué he hecho para aumentar mi buena voluntad?
• ¿Cómo me hace sentir el hecho de rezar para pedir buena voluntad?
88
Seguir adelante
Es imprescindible que hablemos de cada una de las enmiendas de la lista con nuestro
padrino. No importa el tiempo que llevemos limpios ni cuánta experiencia tengamos en hacer
enmiendas. Nadie está exento de malinterpretar una situación al trabajar solo, pero si la
examinamos desde otro punto de vista solemos verla con mayor claridad. Necesitamos la
agudeza de nuestro padrino, los ánimos que pueda darnos, su visión y su esperanza. Es
asombroso lo mucho que una sencilla conversación con nuestro padrino puede ayudamos a
conectar con esa fuerza silenciosa que habita en cada uno de nosotros. Cuando hayamos
eliminado las influencias que nos distraen y saquemos a luz la sólida esencia de la serenidad, la
humildad y el perdón, estaremos listos para el Noveno Paso.
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³(QPHQGDPRVGLUHFWDPHQWHHOGDxRFDXVDGRDDTXHOODVSHUVRQDVVLHPSUH
TXHQRVIXHUDSRVLEOHH[FHSWRFXDQGRHOKDFHUORSHUMXGLFDUtDDHOORVRDRWURV´
En NA escuchamos una y otra vez que los pasos están escritos en orden por una razón: cada
uno nos brinda la preparación espiritual que necesitamos para el siguiente. Y esto en ninguna
parte se ve más claro que en el caso del Noveno Paso. Sin la preparación espiritual que
obtuvimos de los pasos anteriores, jamás, ni en un millón de años, hubiéramos podido sentarnos
con la gente a la que hicimos daño para efectuar enmiendas directas. Si no hubiéramos hecho el
trabajo de admitir nuestras propias limitaciones, ahora no tendríamos una base sobre la cual
apoyamos mientras hacemos las enmiendas. Si no hubiéramos establecido una relación con el
Dios que concebimos, no tendríamos la fe y la confianza que necesitarnos para practicar el
Noveno Paso. Si no hubiéramos hecho el Cuarto y el Quinto Paso, probablemente seguiríamos
tan confundidos sobre nuestra responsabilidad personal que ni siquiera sabríamos por qué
estamos haciendo enmiendas. Si no hubiéramos desarrollado la humildad en el Sexto y Séptimo,
seguramente enfocaríamos nuestras enmiendas con santurronería o ira para acabar haciendo aún
más daño. La buena voluntad que logramos gracias a la aceptación de nuestra responsabilidad
personal nos permitió hacer la lista del Octavo Paso, la preparación espiritual para trabajar el
Noveno Paso.
Los preparativos finales que estamos a punto de hacer en este paso, antes de llevar a cabo las
enmiendas, consisten fundamentalmente en fortalecer lo que ya forma parte de nosotros. El
grado en el que podemos practicar el principio del perdón, la profundidad de nuestra
comprensión y el nivel de conciencia de nosotros mismos que podamos conservar durante todo
el proceso de enmendar dependerán de nuestra experiencia previa con los pasos y el esfuerzo
que estemos dispuesto a dedicar a nuestra recuperación.
• ¿De qué forma me ha preparado el trabajo de los ocho pasos anteriores para practicar el
Noveno?
• ¿Cómo me ha ayudado la honestidad para trabajar este paso?
• ¿Cómo me ha ayudado la humildad para trabajar este paso?
Enmiendas
El Noveno Paso no se puede efectuar en un período de tiempo determinado. No hacemos la
lista del Octavo Paso y después comenzamos a hacer enmiendas de forma decidida, tachando
las <hechas> como si fuera una lista de compras. De hecho, algunas enmiendas nunca estarán
<acabadas>, es una tarea que continuará durante toda nuestra recuperación. Por ejemplo, si
debemos enmiendas a nuestra familia, nos pasaremos el resto de la vida practicando los
principios espirituales que producirán un cambio auténtico en nuestra forma de tratar a la gente.
Tal vez un día sentemos a nuestra familia y nos comprometamos a tratarla de forma diferente a
como lo hacíamos. pero
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ése no será el fin de nuestras enmiendas. Cada día que nos esforzamos por no hacer daño a
nuestra familia y tratamos de portarnos cariñosamente con ella, es un día en que continuamos
con nuestras enmiendas.
Incluso una enmienda relativamente concreta como saldar una vieja, deuda: no concluye del
todo cuando la pagamos. La práctica del Noveno Paso nos exige que no volvamos a contraer
deudas que no podamos pagar. A un nivel más profundo, quizás tengamos que examinar qué
tipos de deudas contraemos; por ejemplo, pedir favor tras favor a los amigos pero sin que nunca
sea recíproco; o agotar la paciencia de la gente con la que compartimos responsabilidad porque
nunca asumimos la parte que nos corresponde. Evitar ese tipo de deudas es una parte tan
importante de nuestro proceso de enmendar como pagar regularmente las deudas pendientes.
Hacer enmiendas no siempre es una experiencia desagradable que destroza los nervios. A
menudo, nos entusiasma la posibilidad de cerrar las heridas de una relación. Quizás nos demos
cuenta de que nos estamos anticipando alegremente al alivio de haber hecho una enmienda. Sin
embargo, la mayoría tenemos miedo de algunas enmiendas. Tal vez nos asuste que no nos
quede bastante dinero para nosotros si hacemos enmiendas económicas. Puede que nos dé
miedo el rechazo, las represalias o alguna otra cosa.
Si no hemos tenido ninguna experiencia con el Noveno Paso, entonces realmente nos
estamos aventurando a lo desconocido. No sabemos muy bien cómo vamos a sentimos antes,
durante y después de hacer las enmiendas. Quizás nos sintamos extremadamente seguros en un
momento, y, al cabo de un instante, totalmente incapaces de seguir con el Noveno Paso. Éste es
un momento en el que es muy importante entender que las cosas no <son> necesariamente de la
forma en que las <sentimos>. El hecho de que tengamos miedo no significa que haya de verdad
algo que temer. Por otro lado, sentirse animado y contento no necesariamente refleja la realidad
de hacer las enmiendas. Es mejor desprenderse de todas las expectativas sobre la forma en que
se recibirán nuestras enmiendas.
• ¿Qué miedos me produce hacer enmiendas? ¿Me preocupa que alguien se desquite o me
rechace?
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Independientemente del tiempo que llevemos limpios y de las veces que hayamos hecho los
pasos, cada vez que empecemos un nuevo paso sin duda tendremos miedos y expectativas. Y
esta afirmación es especialmente válida si tenemos experiencia previa con un paso. Es muy
probable que el Noveno, en concreto, produzca cierta ambivalencia.
Por ejemplo, a esta altura puede que muchos pensemos en las experiencias que tenemos con
las enmiendas que hemos hecho. Algunas habrán sido muy positivas. Si hicimos enmiendas a
algún ser querido especialmente receptivo a nuestro gesto de conciliación, seguramente salimos
con una sensación maravillosa de esperanza y gratitud. Confiábamos en que la relación siguiera
mejorando y estábamos agradecidos que nos perdonaran y aceptaran nuestras disculpas.
Aunque cueste creer, en enmiendas posteriores este tipo de experiencias puede obrar en
contra de nosotros. Nos pueden hacer creer que todas las enmiendas van a salirnos bien, y, si no
es así, caer en el abatimiento. 0 tal vez reconozcamos que este tipo de enmiendas no van a ser la
regla y empecemos a demorar las que nos dan miedo porque no estamos seguros de su
resultado. Si vemos que dependemos de cuál va a ser el resultado de nuestras enmiendas,
tenemos que volver a concentrarnos en el propósito del Noveno Paso.
El objeto de este paso es corregir el daño que hicimos. Algunos solemos tener en cuenta tres
conceptos ligados al hecho de hacer enmiendas: resolución, restauración y restitución. La
resolución implica que para encontrar una solución al problema debemos quedar en paz con lo
que antes nos atormentaba o perturbaba de alguna manera. Restauración implica devolverle su
forma original a aquello que se ha dañado. Puede tratarse de una relación o una cualidad que
solía existir en una relación, por ejemplo, la confianza. Podríamos restaurar nuestra reputación,
si es que fue buena en algún momento. La restitución es bastante similar a la restauración, pero
en relación al Noveno Paso podemos considerarla como el acto de devolver algo material o más
abstracto a su legítimo dueño. Nuestro padrino puede ayudamos a explorar estos conceptos para
que podamos tener criterio sobre la naturaleza de enmendar y mantenemos centrados en lo que
se espera que hagamos. La única forma de darnos cuenta de muchos de los beneficios ligados al
Noveno Paso es vivir el proceso. Puede que el primero de ellos sea una sensación de libertad. o
de falta de culpabilidad y vergüenza. Tal vez necesitemos un tiempo en recuperación o
experiencia con algunas enmiendas para valorar algunas de las recompensas espirituales del
Noveno Paso: una conciencia más
95
sólida de los sentimientos de los otros y del efecto de nuestra conducta sobre los demás, una
sensación de alegría por haber podido curar viejas heridas que no cerraban, la capacidad de ser
más cariñosos con la gente que nos rodea y de saber aceptarla mejor.
En NA tendemos a pensar que es mejor hacer enmiendas directas, cara a cara, y este paso,
efectivamente, nos dice que debemos hacerlas siempre que sea posible. Pero este tipo de
enmiendas no son la única forma de reparar y, en algunos casos, puede que hasta sean la peor
manera de hacerlo.
Antes de dar algunos ejemplos, es muy importante recalcar que se trata sólo de eso: de
ejemplos. Esta guía no pretende ponerse en el lugar del padrino en el momento de revisar una
por una las enmiendas con el ahijado para decidir qué es lo mejor.
Algunas situaciones son más complicadas de lo que parecen a primera vista. Quizá
pensemos que la solución es evidente, pero siempre debemos tomamos nuestro tiempo para
reflexionar un poco más. Por ejemplo, quizás haya una situación en la cual la gente a la que
hemos hecho daño no es consciente de ello y es posible que se sienta aún más lastimada si se
entera. A lo mejor tenemos amigos, familiares o patrones que ignoran nuestra adicción, y
decírselo podría hacerles daño. Nuestro padrino nos ayudará a examinar los motivos por los que
queremos decir a la gente que somos adictos. ¿Necesitan saberlo? ¿A qué buen propósito sirve
el hecho de que compartamos esa información? ¿Qué daño les podría hacer?
¿Pero qué pasa si esa misma situación se hubiera complicado con el hecho de haberle robado
dinero a amigos? ¿Y si acusaron a otro de habérselo llevado? ¿No tendríamos que hablar
entonces de nuestra adicción, además de admitir que nos llevamos el dinero y devolverlo? Es
posible, pero quizás no. Cada una de estas situaciones tiene que analizarse individualmente. De
nuevo, nuestro padrino nos ayudará a decidir cómo manejar mejor cada caso. Si somos
receptivos al hablar con él, seguramente pensaremos en esas situaciones de una forma que
nunca habíamos pensado. Puede que el método que de entrada nos parecía el más apropiado
para hacer enmiendas, a fin de cuentas no lo sea tanto. Al prepararse para esta conversación, es
muy útil hacer una lista de todas las circunstancias de las enmiendas difíciles, así las tenemos
delante cuando hablemos con nuestro padrino.
96
¿ Qué nombres de mi lista del Octavo Paso son complicados por circunstancias como las
descritas? ¿Cuáles son esas circunstancias específicas?
Un problema que a muchos nos resulta difícil es, que debemos enmiendas que
probablemente nos hagan perder el trabajo, ir a la cárcel o alguna otra consecuencia grave. Por
ejemplo, si nos entregamos a la justicia por un delito que cometimos es muy posible que
acabemos en la cárcel. ¿Qué consecuencia tendría en nuestra vida? ¿Perderíamos el trabajo? ¿Se
pondría en peligro la seguridad de alguien digamos, de nuestra familia, además de la nuestra?
Por otro lado, si estamos prófugos de la justicia, ¿cómo nos afectaría o afectaría a nuestra
familia una súbita detención? En tales casos, probablemente lo mejor es buscar asesoramiento
legal y explorar nuestras posibilidades. Pase lo que pase, tenemos que asumir las consecuencias
de nuestra conducta, pero debemos tener en cuenta que la parte del paso que dice <excepto
cuando el hacerlo perjudicaría a ellos o a otros> puede muy bien referirse a nuestra familia.
Tendremos que evaluar estas situaciones con mucho cuidado. Con la orientación de nuestro
padrino, examinaremos cómo hacer las enmiendas.
• ¿Debo enmiendas que, si las hago, podrían tener consecuencias graves? ¿Cuáles?
Otra circunstancia en la que no podremos hacer enmiendas directas, aunque en este caso no
por la posibilidad de seguir perjudicando, sería cuando la persona a la que le debemos las
enmiendas está muerta. Es algo muy común en NA, tan común que los compañeros han ideado
muchas maneras creativas de abordar tales situaciones. Los miembros también se las han
arreglado para garantizar que las enmiendas de este tipo sirvan para algo más que para libramos
de nuestra sensación de vergüenza. Algunos hemos hecho donaciones económicas en nombre de
la persona a la que le debíamos una enmienda. 0 hemos emprendido alguna obra que sabíamos
que a esa persona le importaba. 0 hemos hecho una restitución con los hijos, que quizás tengan
su propio puesto en nuestra lista del Octavo Paso. Las formas de encarar este tipo de situaciones
son infinitas, sólo están limitadas por la imaginación y el grado de buena voluntad. Tal vez nos
sorprenda lo eficaz que pueda llegar a ser una enmienda <indirecta> en este tipo de situaciones.
Muchos aspiramos a hacer las enmiendas lo más directamente posible, visitando la tumba de la
persona, o algún otro sitio significativo, para leerle una carta o sencillamente hablar con la
memoria o el espíritu de ella. Aquí, otra vez, nuestra respuesta a esas situaciones estará
determinada por la naturaleza del daño que hemos hecho. nuestras creencias espirituales, y, por
supuesto. la orientación de nuestro padrino.
• ¿Debo enmiendas a alguna persona muerta? ¿Qué tenía esa persona de especial que yo
pueda emplear para planificar la enmienda?
97
Ya hemos hecho hincapié en examinar todas y cada una de las enmiendas con nuestro
padrino antes de efectuadas. Aunque es muy importante, no significa que debamos convertimos
en robots sin cabeza, temerosos de pensar o actuar por nuestra cuenta sin preguntar a nuestro
padrino. Muchos hemos tenido la experiencia de topamos con alguien de nuestro pasado al que
no habíamos puesto en la lista del Octavo Paso, pero que quizás tendría que haber estado allí. A
veces las enmiendas que debemos son tan claras que seríamos tontos si no aprovecháramos una
afortunada coincidencia. Otras veces, nos encontramos con alguien y nos sentimos incómodos,
pero no sabemos por qué. Si es así, es mejor hacer pasar esa relación por el proceso del Cuarto y
el Quinto Paso para tener cierta claridad. En todo caso, jamás debemos considerar la lista del
Octavo Paso <cerrada>. Cabe la posibilidad de que vayamos agregando nombres en el
transcurso de nuestra vida.
¿Y qué pasa con la gente que no podemos encontrar? ¿Tenemos que seguir adelante y
también hacer con ellos enmiendas indirectas? Tal vez; aunque muchos compañeros han tenido
la experiencia de encontrarse con gente que pensaban que nunca volverían a ver, por lo general
en el sitio menos esperado. Sin duda podríamos llegar a la conclusión de que, en semejantes
coincidencias se ve la mano de un Poder Superior. Y aunque no fuera así, no deberíamos pasar
por alto la oportunidad de hacer enmiendas directas.
Si no podemos localizar a alguien de la lista, a lo mejor preferimos esperar. Mientras tanto,
debemos hacer todo lo posible por encontrarlo, esforzarnos por no causar el mismo tipo de daño
a nadie más y sin duda seguir dispuestos. Un espíritu de buena voluntad a menudo sirve de
reparación cuando no podemos hacer las enmiendas en sí.
Después de considerar las complicaciones que entrañan las enmiendas indirectas parecería
fácil hacer las directas, o menos complicado. Hicimos algo que hizo daño a alguien. Tenemos
que pedir disculpas y repararlo. Eso es todo, ¿no?
No, casi nunca. Como ya se ha dicho, el proceso de enmendar no tiene un principio y un fin
claros. Por lo general empezamos a hacer enmiendas, en cierto sentido, cuando comenzamos a
estar limpios. Casi siempre enmendamos inmediatamente parte de nuestra conducta. Esta parte
del proceso de reparación aquella en el que cambiamos nosotros continúa mucho después de
que hayamos hablado directamente con la persona que hemos lastimado.
¿Qué pasa con las enmiendas directas, esas en las que sentamos a la persona, reconocemos y
asumimos nuestra responsabilidad por el daño causado y aceptamos la respuesta que nos da, sea
cual sea? Son las que nos dan miedo de verdad. Nos imaginamos sentados delante de una de las
personas de nuestra lista, admitimos humilde y
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sinceramente nuestro error, y después, con la misma humildad y sinceridad nos ofrecemos a
repararlo, sólo para enfrentamos a la respuesta: <No. jamás podrás repararlo; lo que has hecho
es demasiado terrible>. o, <Es mejor que te olvides, nunca te perdonaré.>
En realidad, semejante situación es exactamente la que más miedo nos da porque nos asusta
que un trance así destruya nuestra fe. Hemos corrido un gran riesgo al permitimos creer en un
Poder Superior, en nosotros mismos, en la posibilidad de recuperación. Nuestra peor pesadilla
es que el daño no pueda repararse, que seamos tan horribles que no puedan perdonamos. Quizás
nos consuele saber que algunos adictos que recibieron una reacción negativa de alguien con el
que trataban de enmendar, no sólo no se decepcionaron, sino que obtuvieron los mismos
beneficios espirituales del hecho de efectuar la enmienda que si ésta hubiera sido recibida con
amor y perdón.
A veces, cuando nuestros intentos de reparar son recibidos tan negativamente, nos damos
cuenta de que tenemos que tomar algunas medidas adicionales para poder sentir que hemos
logrado algo. Nuestro Texto Básico dice: <Acercarse a alguien que todavía sufre las
consecuencias de nuestras malas acciones puede ser peligroso>. También puede ser inútil,
especialmente en el caso de familiares o amigos íntimos. Ponerse en contacto con personas a las
que hicimos daño antes de que hayan tenido la oportunidad de calmarse, puede hacerlas
reaccionar con mucha ira, mientras que si les hubiésemos dado un poco más de tiempo la
reacción habría sido bastante diferente. Si hemos abordado a una persona demasiado pronto,
quizás debamos esperar un tiempo para intentarlo de nuevo.
A veces, sin embargo, por muy bien que nos hayamos preparado y por muy sinceras que
sean las enmiendas, la persona sencillamente no acepta nuestras disculpas. Si nos encontramos
con esa situación, tenemos que comprender que a cierta altura nuestra responsabilidad acaba. Si
alguien está decidido a alimentar un rencor contra nosotros durante el resto de su vida, quizá lo
mejor que podamos hacer es desearle suerte y considerar que ya hemos hecho la enmienda. Si
tenemos dificultades en tratar con los sentimientos que surgen tras esas enmiendas, nuestro
padrino nos ayudará a encontrar la manera de ponemos de acuerdo con ellas. Quizás en ciertas
situaciones sea mejor hacer enmiendas indirectas, o nos parezca que la reparación sea más
<completa> si tomamos otras medidas que arreglen la situación. Por ejemplo, hemos tratado de
hacer enmiendas con un antiguo patrón al que le robamos dinero. Esa persona no quiere oír
nuestras disculpas ni aceptar nuestro dinero. Tal vez una forma de resolver la situación sea
mandando clientes a la empresa de esa persona, o, si es posible, pagando anónimamente de
algún modo el dinero que nos llevamos.
Debemos recordar que hacer enmiendas es parte de nuestro programa de recuperación
personal. Es cierto que las hacemos porque las debemos, pero también tenemos
99
que reconocer el crecimiento espiritual inherente al proceso de reparación. Primero,
reconocemos y aceptamos el daño causado. Como dice el libro )XQFLRQDFyPR\SRUTXp. esto
<nos saca de las garras de la autoobsesión>. Como la autoobsesión y el miedo egocéntrico son
las partes de nuestra enfermedad que más afectan nuestra espiritualidad, seguramente si las
aliviamos y atenuamos prosperará nuestra recuperación. Segundo, acercarse a una persona a la
que hemos lastimado y reconocer el daño que le causamos, es un paso enorme en nuestro viaje
espiritual, LQGHSHQGLHQWH GH FyPR VHDQ UHFLELGDV QXHVWUDV GLVFXOSDV. Seguir adelante con algo
que exigía tanta humildad, ya ha sido una prueba de haber obtenido cierto grado de humildad.
Por último, después de hacer las enmiendas, nos quedamos con una sensación de libertad. Ya no
cargamos con el peso de algo inconcluso y con la sensación de vergüenza por el daño causado.
Ha desaparecido. Nuestro espíritu se eleva.
El perdón
100
momento le robamos dinero, le estropeamos algún bien o lo lesionamos físicamente. Por lo
tanto, debemos enmiendas por el robo, la lesión o el salvajismo. La pregunta que surge en esta
situación no es si hacer o no la enmienda, sino cuándo y cómo. Puede que tardemos mucho en
estar preparados para hacer las enmiendas correspondientes. No hay problema; esperamos y
trabajamos con nuestro padrino.
Antes de enmendar, tenemos que tratar de perdonar a la gente que nos ha hecho daño.
Seguramente no nos gustaría tener que sentamos con alguien con quien estamos furiosos para
intentar hacer una reparación. Se nos notará, por más que tratemos de ocultado. Al hacer
enmiendas, por lo general no es muy recomendable <hacer como si>.
Hay una gran diferencia entre las situaciones en que nos hicieron daño sin tener nada que ver
y las que nuestra conducta contribuyó a que nos trataran así. En muchas de las enmiendas en las
que estamos enojados con alguien que nos trató mal, debemos preguntamos si no habremos
hecho algo que hizo que nos trataran de esa forma. Por ejemplo, puede que estemos furiosos
con nuestros padres porque no se creen que el fin de semana vamos a... ¡un baile de NA! Pero si
pensamos en todas las veces que les mentimos y les dijimos cualquier cosa para acabar
consumiendo en cualquier parte, quizás nos ayude a comprender que nuestros padres no pueden
evitar desconfiar de nosotros, y a lo mejor necesitamos más tiempo para recuperar su confianza.
Quizás hayamos sido egoístas con nuestros amigos y durante días y semanas no les hacíamos
caso, y después, cuando los necesitábamos y no estaban disponibles, nos enojábamos y
llenábamos de resentimiento. Recordar que nosotros mismos hemos creado gran parte de
nuestras desdichas puede ayudamos a perdonar a quienes nos han hecho daño.
Otra forma de aprender a perdonar a los que nos han hecho daño es olvidamos un poco de
nosotros y pensar cómo es la vida de los demás. A lo mejor la gente que nos lastimó lo hizo
porque tenía problemas y era menos sensible a las necesidades de sus semejantes. Quizás
nuestro padrino no nos devolvió las llamadas durante una semana porque habían detenido a su
hijo menor. Quizá nuestra mejor amiga nos dijo que nuestra relación de pareja era enfermiza y
que teníamos que dejarla... porque acababa de divorciarse. Quizás nuestro jefe no valoraba
nuestro trabajo porque esa semana estaba preocupado por poder pagamos el sueldo.
Generalmente nos sentimos mezquinos e insignificantes cuando descubrimos que la persona con
la cual estábamos resentidos tenía algún problema terrible. Quizás podríamos ser más
indulgentes y cariñosos si pensáramos desde el principio que las intenciones de la mayoría de la
gente son buenas y que si alguien es poco amable con nosotros, puede que esté sufriendo mucho
y el dolor le impide ser atento.
Antes que nada, para prepararnos espiritualmente para hacer las enmiendas debemos
aprovechar la fuerza y el amor de nuestro Poder Superior. Pensar en la indulgencia de un Dios
bondadoso las veces que hemos hecho daño a los demás, nos ayudará a acercarnos a la gente
con una actitud de amor y perdón. Usar a nuestro Poder Superior
101
como una especie de fuerza protectora nos garantizará que las reacciones negativas de nuestras
enmiendas no nos hagan perder la esperanza. Podemos orar y meditar antes de cada enmienda
para poder centramos.
Hacer enmiendas
Ahora estamos preparados para hacer enmiendas. Hemos repasado con nuestro padrino cada
persona e institución de la lista del Octavo Paso y hecho un plan para proceder a enmendar.
Hemos hablado con Dios, tal como lo concebimos, y pedido la buena voluntad, la serenidad, el
valor y la sabiduría para hacer las enmiendas.
Ahora necesitamos proseguir con nuestras enmiendas. Debemos continuar enmendando
nuestro comportamiento y tenemos que mantener todos los compromisos que hemos hecho con
la gente de nuestra lista.
Aquí es donde se pone difícil. Cuando hacemos una enmienda por primera vez, nos sentimos
como si fuéramos a salir volando en una nube de libertad. Sentimos que el respeto que tenemos
por nosotros mismos aumenta y con la desaparición de un gran remordimiento, aparece una
euforia inicial. Nos parece que somos buenas personas, que estamos en igualdad de condiciones
con el resto de la humanidad. Es una sensación muy fuerte, y si es la primera vez que la
tenemos, podría parecer más de lo que estamos a la altura de manejar.
No debemos preocupamos. Esos sentimientos tan fuertes no durarán mucho tiempo, aunque
sí habrá ciertos cambios permanentes en los sentimientos hacia nosotros mismos. Cuando
desaparezca el primer fogonazo que produce el hacer enmiendas, tendremos que enfrentamos al
auténtico desafío: seguir adelante. Por ejemplo, un año después de haber ido a una institución de
crédito a la que debíamos dinero con la promesa de pagar una cantidad todos los meses, a lo
mejor no nos parece muy <espiritualmente inspirador> entregar una parte del sueldo duramente
ganado, sobre todo si tenemos que seguir haciéndolo durante varios años más. La siguiente
pregunta puede ayudarnos a continuar con nuestras enmiendas: «¿Cuánta libertad quiero
tener?> Seguir con todos los aspectos de nuestra recuperación, incluido el proceso de
reparación, hace que nuestra libertad aumente día a día.
• ¿Hay enmiendas con las que me resulta difícil continuar? ¿Qué hago para volver a
comprometerme con esas enmiendas?
102
• ¿Cuáles son los planes inmediatos para hacer enmiendas a mi persona? ¿Tengo objetivos a
largo plazo que también podrían considerarse enmiendas a mí mismo? ¿Cuáles? ¿Qué puedo
hacer para seguir adelante?
Principios espirituales
En el Noveno Paso nos centramos en la humildad, el amor y el perdón. La humildad que
hemos alcanzado es el resultado de examinar con detenimiento el daño que le hemos hecho a
los demás y de asumir la responsabilidad de lo que hicimos. Lo reconocemos ante nosotros: <Sí,
esto es lo que he hecho. Soy responsable del daño causado y de repararlo>, Es posible que
hayamos llegado a esta conclusión tras la experiencia de
103
que alguien nos dijera con lágrimas en los ojos cuánto lo habíamos lastimado. Tal vez nos tocó
sufrir el mismo daño que le habíamos infligido a otra persona y la experiencia nos sacudió de tal
modo que pudimos comprender más profundamente la forma en que heríamos a los demás.
Aquí, nuevamente, es posible que el proceso de los pasos anteriores junto con la experiencia de
hacer enmiendas haya hecho que aumentara nuestra humildad.
• ¿Qué experiencias he tenido gracias a las cuales puedo ver con más claridad el daño
causado? ¿De qué forma todo esto ha permitido que aumentara mi humildad?
En el Noveno Paso se vuelve mucho más fácil practicar el principio espiritual del amor,
aunque es probable que lo hayamos estado haciendo durante toda la recuperación. Al llegar
aquí, ya hemos eliminado muchos de los criterios y sentimientos destructivos que teníamos,
para que de este modo hubiera más espacio para el amor en nuestra vida. Al empezar a
llenarnos de amor, nos sentimos obligados a compartido, y lo hacemos alimentando nuestras
relaciones, construyendo otras nuevas, brindando desinteresadamente nuestra recuperación,
nuestro tiempo, nuestros recursos, y, sobre todo, nuestra propia persona a aquellos que nos
necesitan.
A medida que vemos lo que significa que nos perdonen, empezamos a ver el valor de
trasladarlo a los demás, lo que nos impulsa a practicar el principio espiritual de la indulgencia lo
máximo posible. Reconocer nuestra propia condición humana nos da la capacidad de perdonar a
los demás y no ser tan críticos como antes. Otorgarle a otras personas el beneficio de la duda se
vuelve un acto natural en nosotros. Ya no sospechamos móviles horribles ni confabulaciones
solapadas en todas las situaciones en las que no tenemos control absoluto. Somos conscientes de
que generalmente tenemos buenas intenciones, y lo hacemos extensivo a los demás. Cuando
alguien nos hace daño, sabemos que alimentar resentimientos sólo sirve para quitamos nuestra
propia paz y serenidad, por lo tanto tendemos a perdonarlo lo antes posible.
• ¿Cuáles son los beneficios de practicar el principio de la indulgencia? ¿En qué situaciones
he podido practicar este principio?
104
Seguir adelante
A muchos nos resulta útil reflexionar después de cada enmienda. Algunos escribimos cómo
fue hacer las enmiendas y lo que hemos aprendido de la experiencia.
La palabra <libertad> es la que describe con mayor claridad la esencia del Noveno Paso.
Parece resumir el alivio de la culpa y la vergüenza, la disminución de la obsesión con nosotros
mismos y la creciente capacidad de valorar lo que está pasando a nuestro alrededor en el
momento en que sucede. Empezamos a estar menos preocupados por nosotros y a ser más
capaces de estar presentes en cuerpo y alma en nuestras relaciones. Comenzamos a poder estar
en una habitación con gente sin tratar de controlarlo todo o manejar cada conversación.
Empezamos a considerar el pasado especialmente nuestra adicción como una mina de oro de
experiencia para compartir con la gente a la que intentamos ayudar en recuperación, en lugar de
considerarlo un período de oscuridad del que queremos olvidamos. Dejamos de pensar en
nuestra vida en función de lo que no tenemos y empezamos a valorar los dones que recibimos a
diario. Sabemos que para conservar esta sensación de libertad debemos seguir aplicando lo que
hemos aprendido en los pasos anteriores. El Décimo Paso nos da los medios para hacerlo.
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³&RQWLQXDPRVKDFLHQGRQXHVWURLQYHQWDULRSHUVRQDO
\FXDQGRQRVHTXLYRFiEDPRVORDGPLWtDPRVUiSLGDPHQWH´
Gracias al trabajo de los nueve primeros pasos, nuestra vida ha cambiado de forma
espectacular, mucho más de lo que esperábamos cuando llegamos a Narcóticos Anónimos. Nos
hemos vuelto más honestos y humildes, nos preocupamos por los demás, somos menos
temerosos, egoístas y rencorosos. Pero ni siquiera unos cambios tan profundos tienen garantía
de que sean permanentes. Como tenemos la enfermedad de la adicción, siempre podemos volver
a donde estábamos antes. La recuperación tiene un precio: exige vigilancia. Debemos seguir
haciendo todo lo que hemos hecho hasta ahora por nuestra recuperación: ser honestos, tener
confianza y fe, prestar atención a nuestras acciones y reacciones, y determinar si nos benefician
o nos perjudican. También debemos observar la forma en que nuestros actos afectan a los
demás, y, si vemos que el efecto es negativo o dañino, enseguida debemos dar un paso al frente,
asumir la responsabilidad del daño causado y hacemos cargo de repararlo. En síntesis, tenemos
que seguir haciendo nuestro inventario personal y admitir rápidamente nuestros errores.
Como vemos, el Décimo Paso nos hace repetir gran parte del trabajo hecho del Cuarto al
Noveno Paso, aunque de una forma mucho más breve. El formato que se sugiere en esta guía
incluye en cierto modo los elementos de un inventario personal. Tal vez a algunos nos parezca
necesario agregar a las preguntas de esta guía otras que se ocupen de aspectos concretos de
nuestra recuperación personal. A lo mejor, en el folleto 9, 9LYLU HO SURJUDPD vemos otros
aspectos de los cuales ocuparnos. Nuestro padrino puede brindamos orientación específica
sobre este punto. Como ya hemos dicho, esta guía no se propone ser la última palabra sobre
ninguno de los pasos, sino sólo un punto de partida.
Usamos el Décimo Paso para tomar conciencia y mantenerla de lo que sentimos, pensamos,
y, más importante aún, hacemos. Antes de que empecemos un esquema regular de inventario
personal, es imprescindible que comprendamos lo que estamos evaluando, No sirve de mucho
hacer una lista de nuestros sentimientos si no va acompañada de las acciones que éstos generan
o dejan de generar. Puede que muchas veces nos sintamos muy mal aunque nos estemos
comportando muy bien, o viceversa.
Por ejemplo, una compañera de NA llega a su grupo habitual. <¿Cómo estás?>. te pregunta
alguien, <Muy mal>, responde ella. Desde luego se refiere a cómo se siente. De
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ninguna manera a lo que hace porque se está portando realmente bien: va a las reuniones,
expresa con sinceridad cómo se siente y busca el apoyo de otro miembro.
Por otro lado, es posible que nos dediquemos a satisfacer nuestros impulsos y nos dejemos
llevar por los defectos de carácter. Puede que superficialmente nos sintamos bien. Por lo general
se tarda un tiempo en notar el vacío que comporta esa forma de vida. Estamos evitando el
trabajo que nos ayudará a mantenemos limpios. Nos entregamos a los impulsos y tomamos el
camino fácil. ¡Y sabemos adónde nos llevará este proceder!
El Décimo Paso nos mantiene conscientes de nosotros mismos para que no tengamos que
llegar a ninguno de los dos extremos. No debemos castigamos por sentimos mal. En cambio,
podemos centramos en las medidas positivas que estamos tomando. Si aprendemos a cambiar
nuestro enfoque, tal vez hasta acabemos también por sentirnos mejor. Ser conscientes de lo que
hacemos nos ayuda a reconocer los patrones de conducta destructivos mucho antes de que se
afiancen, de modo que no terminemos sacrificando lo que nos hace bien para poder sentimos
bien.
Los adictos también tenemos tendencia a juzgar lo que sentimos. Enseguida queremos
eliminar cualquier cosa que nos hace sentir mal. Muchas veces no tenemos en cuenta que la
forma en que nos sentimos es perfectamente coherente con las circunstancias, si nos tomamos la
molestia de examinarlas.
Por ejemplo, a muchos nos resulta problemático el hecho de enojarnos. No nos gusta lo que
sentimos en esos casos. Lo juzgamos, llegamos a la conclusión de que no tenemos derecho de
sentimos así y hacemos todo lo que podemos para reprimir cualquier sentimiento de ira. Sin
embargo, a lo mejor estamos pasando por una situación que enojaría a cualquiera. Tal vez
estamos en una relación con alguien que constantemente nos falta el respeto. Quizás nos
pasaron por encima varias veces en el trabajo y no nos dieron el bien merecido ascenso.
Reaccionamos con ira a esas situaciones. Nos han tratado mal... ¡claro que estamos enojados!
Ahora llega el momento en que nuestra recuperación puede inducimos a tener un mayor respeto
hacia nosotros mismos, o nuestra enfermedad puede arrastrarnos a una niebla espesa de
depresión y resentimiento.
Todo tiene que ver con cómo reaccionamos a nuestra ira. Si chillamos, maldecimos y
tiramos cosas, destruiremos toda posibilidad de que la relación o la situación en el trabajo
mejoren. Si no hacemos nada y escondemos el enojo, nos deprimiremos y nos llenaremos de
resentimiento, y tampoco mejorará la situación. Pero si tomamos medidas positivas tendientes a
mejorar la situación, tal vez mejore: o por lo menos, sabremos si ha llegado el momento de
largarnos y podremos hacerlo sin lamentarnos.
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A veces, lo único que hay que hacer con los sentimientos es sentirlos. No hace falta que
reaccionemos a ellos. Por ejemplo, si hemos perdido a alguien, sentiremos tristeza y la tristeza
puede durar mucho tiempo. Se nos pasará cuando hayamos llorado esa pérdida lo suficiente. Sin
embargo, y aunque es de esperar que nos, afecte, no podemos damos el lujo de que la tristeza
nos arrastre a un punto en el que no podamos seguir adelante con nuestra vida. Puede, que nos
distraigamos con facilidad o que nos cueste disfrutar de actividades que normalmente son
placenteras. Tenemos que intentar mantener un equilibrio entre negar nuestros sentimientos y
dejar que nos abrumen; no nos interesa llegar a ninguno de los dos extremos. Parece un
concepto sencillo como sí casi no hiciera falta mencionarlo, pero muchos de nuestros miembros
comentan que hacen falta años de recuperación para poder tener cierto equilibrio la mayor parte
del tiempo.
Por lo tanto, el Décimo Paso nos brinda la libertad de vivir con nuestros sentimientos y nos
ayuda a ver la diferencia entre sentir y hacer.
• ¿Hay veces en la vida en que la diferencia entre mis sentimientos y mis acciones me
resulta confusa? Amplía la idea.
Lo correcto y lo incorrecto
El Décimo Paso nos dice que cuando nos equivocamos debemos admitirlo rápidamente.
Parece dar por sentado que sabemos cuándo nos equivocamos, pero lo cierto es que la mayoría
no lo sabemos... por lo menos no de inmediato. Hace falta tener práctica con el inventario
personal para llegar a ser expertos en damos cuenta de cuándo nos equivocamos.
Reconozcámoslo: durante un tiempo, al principio de nuestra recuperación, estábamos en
desacuerdo con todo el mundo. Como dice el Texto Básico: <El arte de vivir se había reducido
a un nivel animal>. No sabíamos cómo comunicarnos con los demás. Lo empezamos a aprender
en recuperación, pero, durante el proceso, cometimos muchos errores. Muchos pasamos por un
período en el que nos volvimos muy rígidos en cuanto a los valores que habíamos desarrollado
en recuperación. No sólo éramos rígidos con nosotros mismos sino también con todos los que
nos rodeaban. Nos parecía correcto y lleno de principios enfrentarnos a aquellos cuya conducta
nos resultaba <inaceptable>. En realidad. lo inaceptable era nuestra conducta. Éramos
santurrones y autoritarios. Nos equivocábamos.
Algunos, después de ser durante años un felpudo que todos pisoteaban, decidimos que
nuestra recuperación exigía que nos volviéramos enérgicos y firmes. Pero nos pasamos de la
raya. Le exigíamos a todo el mundo que nos tratara de forma perfecta todo el
111
tiempo. Nadie podía tener un mal día y no devolvemos una llamada telefónica. No permitíamos
que nadie estuviera durante un tiempo emocionalmente fuera de nuestro alcance. Exigíamos de
mal humor una atención impecable en todas partes. No éramos firmes, sino inmaduros y
beligerantes. Nos equivocábamos.
Incluso podemos acabar equivocándonos cuando alguien nos hace daño. ¿Cómo? Por
ejemplo, nuestro padrino nos dice algo que nos resulta muy hiriente. En lugar de arreglarlo con
él, lo hablamos con diez o doce amigos íntimos en las siguientes tres reuniones a las que vamos.
Antes de que termine la semana, la mitad de la comunidad local de NA habla de esa cosa tan
horrible que Fulano de Tal le dijo a uno de sus ahijados... ¡y eso en el caso de que la historia no
se haya ido tergiversando por el camino! Por lo tanto, la situación se inició sin que hubiéramos
hecho nada malo, pero acabamos siendo los responsables por el daño que le causamos a la
reputación de nuestro padrino en el programa, un lugar en donde él necesita tanto como
nosotros tener la posibilidad de equivocarse y recuperarse a su ritmo.
• ¿Ha habido veces en mi recuperación en las que me equivoqué y no me di cuenta hasta más
adelante? ¿Cuáles?
• ¿De qué forma mis errores afectan a mí propia vida? ¿Y a la vida de los demás?
Es bastante difícil notar cuándo nos equivocamos; y admitir nuestros errores puede ser un
reto aún mayor. Al igual que en el Noveno Paso, aquí también debemos tener cuidado de que la
admisión no resulte aun más dañina.
Por ejemplo, muchos nos damos cuenta de que hemos lastimado a alguien cercano quizás
porque esa persona nos dejó de hablar, pero no sabemos qué dijimos ni qué hicimos de malo. En
lugar de tomamos un tiempo para reflexionar sobre lo que pudimos haber hecho, o preguntarle
directamente a la persona, decidimos cubrirnos por cualquier eventualidad y hacer una admisión
indiscriminada. Nos acercamos a la persona y le decimos: <Si te he ofendido o lastimado alguna
vez desde que nos conocemos, por favor, perdóname.>
El Décimo Paso nos pide que nos tomemos un tiempo para la reflexión personal sobre
ejemplos como éste. Cabe la posibilidad de que si pensamos en qué momento cambió la actitud
de esa persona hacia nosotros, y recordamos cómo nos comportamos justo antes, sabremos qué
fue lo que hicimos mal. Tal vez nos resulte doloroso o vergonzoso pensar en ello: en definitiva,
requiere un esfuerzo, igual que todos los pasos. La pereza es un defecto de carácter como
cualquier otro y no podemos darnos el lujo de entregarnos a él. Pero aún así, si estamos