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Fundación de La Casa de Moneda

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Fundación de la Casa de Moneda

En abril de 1561, el entonces virrey del Perú, Diego López de Zúñiga, conde de Nieva y marqués de Aguasclaras, solicitó
autorización a la corona para establecer una casa de moneda, indicando las razones que justificaban su pedido ya que era necesario
ordenar la caótica y variada emisión de moneda que se había generalizado lo que amenazaba seriamente la estabilidad política y
económica del recién establecido virreinato.

La autorización de apertura se dio por el monarca Felipe II, conocido como el "rey prudente", el 21 de agosto de 1565 que
ordenaba en Lima la amonedación en plata. Los trabajos se iniciaron durante el mandato del licenciado Lope García de Castro
como gobernador del virreinato del Perú, haciendo uso de un local en las "Cajas Reales", ubicado en lo que hoy en día es Palacio
de Gobierno. La ceca suspendió sus trabajos casi de inmediato.

Ante la escasez de moneda y por iniciativa propia aún sin contar con la respectiva licencia del rey, el virrey Luis Enriquez de Guzmán, reabrió sus
puertas el 11 de diciembre de 1568 y así la conservó hasta abril de 1660 fabricando monedas de 1/4, 1/2, 1, 2, 4 y 8 reales y 8 escudos; estas monedas
son conocidas con el nombre de "Estrella de Lima". La reapertura de la ceca limeña había sido solicitada a la corona por el anterior virrey don Pedro de
Toledo y Leyva, pedido que mereció un "no ha lugar".

Pese a este antecedente, el virrey Alba de Liste restableció el funcionamiento de la casa y al parecer contó con el respaldo del
comercio consular y del cabildo limeño pues el mercado adolecía de una aguda falta de monedas acuñadas, como consecuencia de
dos hechos: la orden del 30 de abril de 1657, que retiró el curso forzoso de las monedas falsas acuñadas en Bolivia y conocidas
como "rochunas" y la voluntad del público de ocultar las antiguas monedas de plata del tipo columnaria por considerar que el valor
del metal era mayor al de cambio. Desde aquellos años iniciales, la ceca limeña se ubica en el mismo local, en la esquina de las
calles Moneda y Molino Quebrado, hoy jirones Junín y Paruro.

Sistema de acuñación en la colonia. Las Macuquinas

No obstante que la ordenanza real señalaba que sólo se acuñaría monedas de menor valor, se acuñaron también monedas de 8 Reales. Las primeras
monedas peruanas se acuñaron en 1568 y son conocidas con el nombre de "Rincones" ya que la responsabilidad técnica de la nueva ceca recayó en el
ensayador Alonso de Rincón, heredero de una tradición familiar ejercitada largamente en las cecas de España y México, quien puso su inicial en esas
monedas.
Estas monedas fueron hechas con yunque y martillo; su burda confección hizo que tuvieran forma irregular y que por el desgaste
sea muchas veces ilegible gran parte de la leyenda. Son raras las piezas completamente redondas y se conoce algunas con forma de
corazón. A la izquierda figura la letra "R", inicial de Alonso de Rincón y la leyenda "PHILIPVS II D. HISPA". Dichas leyendas
pueden ser traducidas como "Felipe II, a Dios gracias, rey de España y las Indias".

En 1570 el virrey Francisco de Toledo decidió trasladar la acuñación de monedas a la ciudad de La Plata, hoy conocida como
Sucre y posteriormente a Potosí en donde se encontraba una importante veta argentífera. La acuñación se reanudó posteriormente
en Lima entre 1577 y 1588, año en que se volvió a clausurar la Casa de Moneda de Lima. En esos años de producción se acuñaron
monedas con un nuevo diseño dispuesto por el rey Felipe II, conocidas con el nombre de "Escudo Coronado".

Al reiniciarse la acuñación en 1577, se encargó el ensaye a Diego de la Torre y el grabado al talla Diego García, quien sumó a la
inicial "D" del ensayador la estrella de ocho puntas guía de los Reyes Magos, tomada del escudo de la Ciudad de Los Reyes. Es así
como se diferencian de las acuñadas en La Plata y Potosi. A mediados del siglo XVII se descubrió una cuantiosa falsificación
cometida en la Casa de Moneda de Potosí. Estas monedas pasaron a la historia con el nombre de "Rochunas". Todo ello determino
que Lima exigiera ser sede nuevamente de acuñación, reiniciándola en 1659.
El siglo XVIII fue conocido como el siglo de la "Razón" y de las "Revoluciones"; los efectos se sintieron en las colonias
americanas, destacando avances tecnológicos que llegaron a las cecas coloniales.

El rey Felipe V, ordenó que en sus colonias se acuñara mediante el uso de volantes, logrando monedas perfectas De manera
adicional y para evitar las limaduras y cortes en las monedas, tan comunes en las piezas tipo macuquinas, se colocó un cordoncillo
en el borde, operación que se efectuaba con un simple e ingenioso aparato llamado "máquina de acordonar" que grababa el borde
de las monedas con un cordón, dibujos de estrellas o rayas paralelas de manera que no sólo se protegía la moneda del roce entre
ellas mismas, sino que era fácil descubrir si el borde había sido alterado. Estas monedas, de forma plenamente circular, pasaron a
la historia con el nombre de "monedas de cordoncillo". Las primeras piezas de este tipo datan de 1752 y fueron acuñadas en la
volante de San Andrés, primera máquina de acuñación llegada a América y que nuestra Casa Nacional de Moneda aún conserva.

Por entonces el virrey era don José Manso de Velasco, conde de Superunda. Los cambios técnicos introducidos en Lima
coincidieron con la modernización administrativa de la ceca capitalina. Como el edificio donde funcionaba la Casa de Moneda había
quedado destruido luego del terremoto, el gobierno aprovechó para comprar tanto el terreno donde se alzaba el derruido predio como
uno colindante para levantar una fabrica de amonedación más moderna y amplia. Para llevar a cabo la instalación y cambio de
administración llegó de México don Andrés Morales de los Ríos, quien trajo consigo maquinas, herramientas, moldes y cuños, y un
grupo de especialistas en distintas areas de amonedación.
Las últimas acuñaciones coloniales

Para 1751 se empezó a acuñar los llamados "bustos" con la efigie del monarca y la peluca típica de la época, se les conoció con
el nombre de "Peluconas". Estas monedas se acuñaron en Lima hasta 1772, año en que Lima modificó su marca pasando del
monograma con las letras LM al monograma LIMAE; el estilo de incluir el retrato del soberano, duraría hasta las últimas
acuñaciones hispano-peruanas;

A partir de entonces, las monedas de plata exhiben un hermoso diseño; llevan dos globos terráq ueos flanqueados por las
columnas de Hércules que van apoyadas sobre olas marinas. A estas monedas se les conoce como "Columnarias", "Mundos y Mares" o " Monedas de
dos Mundos"; las de este tipo acuñadas en oro, en valores de 1 a 8 Escudos, muestran el retrato de Fernando VI, rey de España.

Durante el reinado de Carlos III, entre 1759 y1788, se adoptó un nuevo tipo de diseño para las monedas que se acuñaron en nuestra ceca, apareciendo
aquellas que mostraban el busto laureado del monarca. Entre 1789 a 1791, aparecen monedas con la imagen de Carlos III pero, con la leyenda
CAROLUS IV que era el nuevo rey.

Del mismo modo, cuando Fernando VII ocupó el trono español en 1808, demoraron en llegar los nuevos cuños; por ello, en la
Casa de Moneda de Lima se decidió acuñar monedas con un busto imaginario del rey. De allí que se conoce como "Busto limeño"
aquellas emitidas en Lima entre 1808 y 1811. Ya en 1810 se comenzó a acuñar monedas con el busto auténtico de Fernando VII,
último monarca español cuya figura apareció en las monedas del virreinato peruano.

En este mismo período, las casas de Lima y Potosí, unidas, producían de 5 a 7 millones promedio en pesos de 8 reales. En estos
años aumentó la troquelación de las monedas menudas, con el fin de disponer de circulante de pequeña denominación para facilitar el incremento de
los circuitos monetarios, con la participación activa de la población de escasos recursos.

Las acuñaciones de la emancipación

La independencia del Perú fue proclamada por don José de San Martín el 28 de julio de 1821, asumiéndose la forma política de una
República. Para distinguirse como tal, se consideró entonces de vital importancia darle al nuevo estado una bandera nacional,
escudo, himno y moneda.

La escasez de circulante aumentó en San Martín el deseo de acuñar moneda propia, deseo que no pudo ser satisfecho de inmediato.
Ante la necesidad de contar con circulante de uso común, fue necesario acuñar monedas de denominaciones mayores utilizando los
troqueles coloniales. La primera moneda con representación propia fue la de ¼ de Real en 1822.
El 14 de diciembre de 1821 se creó el Banco Auxiliar de Papel Moneda, que emitió billetes cuyas denominaciones fueron de 10
Pesos, 1 Peso, 4 Reales y 2 Reales.

En mayo de 1822 se encargó a Cayetano Vidaurre acuñar en cobre monedas de 1/8 y 1/4 de Peso.

La idea de acuñar moneda propia fue reiterada en el Decreto Supremo del 15 de julio de 1822, el cual estableció la moneda
conocida como el "Peso de San Martín". Con este decreto se fijó la leyenda y símbolos de esta nueva moneda diseñada por
Hipólito Unanue. Se mantuvo el sistema monetario octal con el peso de 8 Reales, sin cambios en sus submúltiplos ni equivalencias.

- Un Doblón equivalente a 8 Escudos que tuvo denominaciones menores de 4 Escudos, 2 Escudos, 1 Escudo y ½ Escudo o Escudillo.

- Un Peso duro o fuerte, equivalente a 8 Reales, se conoció popularmente como "Patacón" y tuvo denominaciones menores de 4
Reales llamados "Tostones", 2 Reales, 1 Real, ½ Real y ¼ de Real o "Cuartillos".

- Un Escudo equivalente a 17 Pesos fuertes.

Cuando las fuerzas realistas del general Canterac ingresaron a Lima el 17 junio de 1823, recuperar la Casa de Moneda se convirtió
en un objetivo prioritario. Por entonces, el primer Director de la Casa de Moneda del Estado era Joaquín Boqui quien aduciendo la
urgencia de custodiar las exiguas reservas de metales y joyas de la ceca limeña, las empacó, embarcó y fugó con ellas a Europa. El ejército invasor
saqueó la Casa de Moneda, llevándose a su paso la maquinaria necesaria para la acuñación de moneda, incendiaron el local y desviaron el curso del río
Huatica, con lo que se anulaba el acceso a la energía para la fabricación monetaria.
La etapa bolivariana y la Confederación Peruano Boliviana

En septiembre de 1823 llegó Simón Bolívar a Lima; las primeras acciones estuvieron orientadas a sellar definitivamente la
independencia del Perú y terminar con la presencia del gobierno español en nuestras tierras, imponer el orden y evitar la anarquía
que se empezaba a gestar y que constituía una amenaza permanente para la estabilidad y autonomía de las demás repúblicas
latinoamericanas.

El 25 de febrero de 1825 se dio la ley que fijaba definitivamente el peso, ley y tipo de la moneda nacional y a partir de entonces las
variaciones fueron mínimas, cambiando básicamente la iconografía.

El 24 de abril de 1830 se aprobó y promulgó el Reglamento General de Amonedación, que se encontraba pendiente desde el gobierno de Riva Agüero,
creándose las cecas de Arequipa y Trujillo en 1831, amparadas en un decreto del gobierno que promovía la instalación de casas de acuñación que
debían mantener el diseño establecido e identificar con claridad el año de acuñación, el valor, la ceca y las iniciales del ensayador. Las gestiones para el
funcionamiento de la ceca de Trujillo se extendieron hasta 1835. También se solicitó al gobierno un permiso para abrir una Casa
de Moneda en Chucuito, solicitud que se denegó.

La etapa del caudillaje desencadenó una serie de guerras civiles en el Perú que enfrentó a Salaverry, Gamarra y Orbegoso,
situación que aprovechó el entonces presidente de Bolivia, Andrés de Santa Cruz, para lograr lo que hacia tiempo ambicionaba:
reunir a Bolivia y al sur del Perú en una confederación. Los caudillos peruanos, aliados con Santa Cruz, facilitaron el proceso y
con el Pacto de Tacna, celebrado el 1º de mayo de 1837, quedó establecida la Confederación conformada por tres estados
confederados: el Estado Nor Peruano, el Estado Sur Peruano integrado por Ayacucho, Cusco, Arequipa y Puno y, Bolivia. Se
estableció que cada Estado conservaría su moneda, la que circularía libremente por todo el territorio confederado y como el Estado Sud-Peruano no
tenía moneda, no tardó en acuñar una propia en las cecas del Cusco y Arequipa.

Siendo Andrés de Santa Cruz presidente de Bolivia, en 1829 y a través de la Secretaria de Hacienda, ordenó acuñar moneda
fraccionaria con la peculiaridad de una disminución intencional de la ley en un 26%. La circulación de esta moneda llamada
feble acrecentó la crisis de la economía boliviana, que repercutió de manera severa en el Perú y en el resto de los países de la
región. Convirtiéndose en un problema permanente para los Ministros de Hacienda peruanos, que no se pudo resolver sino hasta
1863.

La Confederación Peruano-Boliviana fue de vida corta y si bien tuvo importante acogida en los departamentos del sur peruano al poder beneficiarse del
libre comercio, en cambio no fue bien recibida por las élites limeñas y del norte peruano, que tradicionalmente habían mantenido
un intercambio comercial cerrado con Chile, país que a su vez vio a esta confederación como una amenaza para sus intereses
económicos. Sin embargo, la prosperidad del país estaría siempre mermada por los conflictos internos y el problema monetario se
acrecentaría con la exportación ilegal de monedas de buena ley, quedando en el país las de menor circulación.
El Sol de Plata

Como parte de su gestión administrativa, Castilla buscó de modernizar la acuñación de monedas y en julio de 1857 se aprobó el
plan y el presupuesto que había elaborado el ingeniero George Rumbril, para modernizar la tradicional Casa de Moneda de Lima -
que por entonces tenía al ingeniero Ernesto Malinowski como Director y encargado de Fielatura- y terminar con el grave problema
que seguía significando la circulación de moneda feble procedente de Bolivia. En cinco meses la Casa de Moneda de Lima quedó
en condiciones de acuñar diariamente unas mil monedas de plata, contando con los servicios del británico Robert Britten a quien
correspondió ensayar las primeras monedas del sistema decimal pues Castilla buscaba cambiar el sistema monetario de base ocho.
En 1863 el presidente Miguel de San Román dictó la ley mediante la cual se crea el "Sol", acuñada en plata. Estas monedas han sido conocidas como
"Libertad sentada". El nuevo signo monetario tenía fracciones de medio Sol, quinto de Sol llamado "Peseta" y décimo de Sol denominado
popularmente "Dinero" o "Real".

La ley dictada por San Román establecía en el artículo 3 la existencia de monedas de oro de veinte, diez, cinco y dos Soles y diez décimos de Sol o
Dineros, asignando a estas monedas de Sol el mismo peso de 9/10 de metal fino y las mismas características de diseño que las de plata. Es interesante
señalar que esta ley buscó terminar de manera definitiva con la circulación de la moneda feble boliviana por lo que en el artículo 10 se fijó el valor de
cambio de dichas monedas en 80 centavos de Sol.

La escacez de moneda circulante motivó la fundación del primer banco privado: El Banco y Monte de Piedad "La Providencia" (1862) y emitió sus
propios billetes, pero cerro sus puertas por no poder controlar los créditos y la emisión de billetes.

En esa coyuntura fue, pues necesario, desarrollar un programa económico para aumentar las rentas, creando impuestos sobre la propiedad territorial, el
movimiento de capital y la exportación de los principales artículos de la producción nacional como plata, salitre, lanas, algodón, azúcar, arroz y tabaco.

Hacia 1870, el presidente Balta debido al auge guanero, decidió modernizar la Casa de la Moneda importando de Inglaterra maquinaria a vapor con lo
que nuestra ceca se convirtió en la más moderna en América del Sur.

El Inca y la Libra Peruana

La crisis económica de los años 1873 a 1877 motivó al presidente Mariano Ignacio Prado, a dictar leyes para ordenar las finanzas (1879). Se acordó
emitir billetes que fueron conocidos como "Billetes Fiscales" y circularon de las siguientes denominaciones: 1, 2, 5, 10, 20, 50, 100 y 500 Soles; todos
ellos llevan la firma autógrafa de Valentín Gil y R. de la Puente.

El 23 de marzo de 1880 Piérola expidió un decreto por el cual se creaba una nueva unidad monetaria denominada "Inca", que se acuñaría en oro y
plata. La moneda de 1 Inca sería de oro fino y que habría también monedas de 2 y 5 Incas en oro. El Inca se dividiría en 5 pesetas llamada "Moñona", 2
reales, 1/2 real y 5 centavos. Además se acuñarían monedas de uno y dos centavos en cobre y de 1/2 real, 1 real, 1 peseta y 5 pesetas en plata. Las
monedas de oro no se acuñaron y las de plata fueron fabricadas en valores de 5 pesetas equivalentes a 1 Inca, 1 Peseta equivalente a 1/5 de Inca y
posteriormente en la ceca de Ayacucho piezas de 5 Pesetas y medio real.

El 18 de octubre de 1880 Piérola autorizó la emisión de billetes de "Inca" los mismos que no fueron muy bien recibidos por el público por lo que se
decretó su circulación forzosa y se estableció un valor de cambio de 8 Soles de plata por cada "Inca". Medidas administrativas erradas y la grave
situación general del país produjeron desconfianza y depreciación del billete por lo que fue necesario emitir una resolución el 31 de diciembre de 1884
fijando equivalencia entre el Sol de plata y los billetes de Inca.
La Libra peruana tendría una ley de 916 y 2/3 de oro fino, un peso de 7 gramos y 988 miligramos y un diámetro de 22 milímetros.

Con las mismas características pero en piezas de menor diámetro y gramaje, se acuñaron monedas de ½ y 1/5 de Libra. Las monedas anteriores a 1872
acuñadas en plata y cobre serían utilizado de manera transitoria para uso interno y sólo como monedas fraccionarias de las Libras, en relación de 1
Libra Peruana por 10 Soles de plata. Se ordenó además acuñar monedas de 1/2 y de 1/5 de Libra en oro para facilitar las transacciones menudas y los
centavos de cobre de 1900 llamados "centavos chicos" siguieron también circulando, así como la Libra Esterlina que tenía pleno curso legal.

Varios países, entre ellos el Perú, sufrieron de la imposibilidad de exportar e importar oro, terminando así la era del patrón oro.

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