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1 El Gran Camino Osho

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Buks for drimin presenta

El libro de la nada de Osho

ÍNDICE
INTRODUCCIÓN
1. EL GRAN CAMINO
El Gran Camino no es difícil para aquellos que no tienen preferencias.
2. EL CAMINO ES PERFECTO
El camino es perfecto, como el espacio infinito donde nada falta y nada sobra.
3. LA VERDAD NO SE PUEDE BUSCAR
Cuanto más hablas y piensas acerca de ello, más te alejas de la verdad.
4. VUELVE A LAS RAÍCES
Volver a las raíces es encontrar el significado, pero perseguir apariencias es alejarse del origen.
5. LA UNIDAD DEL VACÍO
Cuando los objetos del pensamiento se desvanecen, el sujeto pensante se desvanece.
6. NO PERSIGAS NINGUNA META
El hombre sabio no persigue ninguna meta, pero el tonto se encadena a sí mismo.
7. TODOS LOS SUEÑOS DEBEN CESAR
Sí el ojo nunca duerme, todos los sueños cesarán naturalmente.
8. VIVIR EN LA FE VERDADERA
Para la mente unificada, en armonía con el Camino, cesan todos los esfuerzos enfocados hacia
uno mismo. Las dudas y las vacilaciones se desvanecen, y vivir en la verdadera fe se vuelve
posible.
9. NI ESTO NI AQUELLO
No importa cuándo ni dónde: iluminación significa entrar en esta verdad.
10. NI AYER NI MAÑANA NI HOY
¡Palabras! El Camino está más allá del lenguaje, porque en él no hay ni ayer ni mañana ni hoy.

INTRODUCCIÓN

ANTES DE ESCUCHAR A OSHO, yo entendía el zen simplemente como una colección de


acertijos incomprensibles, situaciones imposibles y unas cuantas historias divertidas. De alguna
manera yo creía que debía de tener un significado oculto, pero nadie parecía capaz de resolver el
rompecabezas. Pero entonces, gracias a una serie de maravillosas «casualidades» que
constituyen la historia de mi vida, llegué a ver y a oír a Osho.
Osho no habla sobre el zen: él es un maestro zen, al igual que lo es de toda la variedad de
religiones sobre las que habla, ejerciendo la maestría de su esencia. Hable de lo que hable, lo hace
desde su propia experiencia del fenómeno, y en un lenguaje tan claro y simple que el enigma se
resuelve inmediatamente y sin destruir su misterio.
En estas charlas Osho expande e ilumina los sutras del maestro zen Sosan; los ilumina a la luz
de nuestras experiencias en este mundo, para que así puedan tener significado para nosotros.
Siendo un maestro del silencio y un maestro de las palabras, Osho sirve de puente entre el vacío
de la no mente de Sosan y el mono parlanchín que llevamos dentro.
Estos sutras, llamados en chino «El libro de la verdadera fe», son las únicas palabras que Sosan
pronunció, y como tales son muy poderosas. Osho dice de ellas:

Estas palabras son atómicas, están llenas de energía. Siempre que una persona que
se ha realizado dice algo, la palabra se convierte en semilla y durante miles de años
permanecerá como tal y buscará un corazón. Si tú estás listo, listo para ser su terreno,
entonces estas palabras, estas palabras tremendamente poderosas de Sosan, están
todavía vivas. Son semillas; entrarán en tu corazón si tú se lo permites y te
transformarán.
Pero nuestros corazones se han cerrado a las palabras de lo infinito: Dios, iluminación, amor,
divinidad; todas ellas han sido tan mal usadas que se han vuelto absurdas y sin sentido. Osho
muestra el significado de las palabras de Sosan en sí mismo, en su ser, y nos prepara para aceptar
estas experiencias en nosotros mismos.
Con sus charlas nos conduce a través del laberinto de nuestras sofisticadas mentes hasta el
punto desde donde, si nuestros ojos están claros, podremos ver la realidad. Desde lo racional, nos
lleva al borde de lo irracional, hasta el punto desde el cual, si nuestros oídos están afinados,
podremos oír el sonido de una sola mano aplaudiendo. Con las meditaciones que él mismo ha
inventado, Osho ha creado para nosotros situaciones en las cuales hay la suficiente energía y la
oportunidad de despojarnos de todo lo que vela nuestra visión y tapona nuestros oídos: nuestro
pasado, nuestra represión y nuestra mente.
Osho ha hablado acerca de todos los maestros iluminados que ha habido en esta Tierra, no con
la intención de hacernos creer en algo o convencernos de alguna idea, sino para mostrar nos los
diferentes caminos que nos acercan a la multifacética y contradictoria realidad.
No le interesan las teorías ni las filosofías ni los «...ismos», porque estos son, dice, lo que está
entre la realidad y nosotros. Él siempre recalca que para alcanzar la realidad, Dios, la iluminación,
el nirvana, o como quieras llamarlo, debemos encontrar nuestro propio camino. Cuando habla
sobre Sosan, Jesús o Buda, el enfoque de Osho permanece en nosotros, los individuos
buscadores, y en nuestro crecimiento hacia nuestra propia realización. Así, dice:
Tú eres el camino y la meta, y no hay distancia entre la meta y tú. Tú eres el
buscador y lo buscado; no hay distancia entre el buscador y lo buscado. Tú eres el
devoto y la devoción. Tú eres el discípulo y el maestro. Tú eres el medio y el fin. Este
es el Gran Camino.

SIN SIN MING:


EL LIBRO DE LA NADA
Diez discursos dados por Osho
en el ashram de Poona (India),
basados en el SIN SIN Ming de Sosan.

El Gran Camino no es difícil


para aquellos que no tienen preferencias.
Cuando ambos, amor y odio, están ausentes
todo se vuelve claro y diáfano.
Sin embargo, haz la más mínima distinción,
y el cielo y la tierra se distancian infinitamente.
Si quieres ver la verdad,
no mantengas ninguna opinión a favor o en contra.
La lucha entre lo que a uno le gusta
y lo que le disgusta
es la enfermedad de la mente.

1. EL GRAN CAMINO.

VAMOS A ENTRAR EN EL MARAVILLOSO MUNDO de la no mente de un maestro zen. Sosan


es el tercer patriarca zen. No se sabe mucho sobre él; así es como debe ser, porque la historia sólo
registra la violencia. No registra el silencio; no puede. Lo único que registra son los conflictos.
Siempre que alguien se queda realmente en silencio desaparece de todos los archivos, ya no
forma parte de nuestra locura. Así es como debería ser.
Sosan fue durante toda su vida un monje errante. Nunca se quedó en ningún sitio; siempre de
paso, yendo, moviéndose. Era un río; no era un estanque, no era estático. Era un constante
movimiento. Eso es lo que Buda quiere decir al llamar errantes a sus monjes: no que sólo deberían
vivir sin hogar en el mundo exterior, sino también en el interior, porque siempre que construyes un
hogar, te aferras a él. Así, ellos debían permanecer sin echar raíces; no había más hogar para ellos
que el Universo entero.
Incluso una vez que su iluminación fue un hecho reconocido, Sosan continuó en su antiguo estilo
de vida de vagar mendicante. Y nada en él era especial. Era un hombre ordinario, un hombre del
Tao. Una cosa quisiera decir, y tenéis que recordarla: el zen es un cruce de razas. Y al igual que
de un injerto salen flores más hermosas y de un cruce de razas nacen niños más hermosos, lo
mismo ocurrió con el zen. El zen es un cruce entre el pensamiento de Buda y el de Lao Se. Es un
gran encuentro, el mayor que jamás haya tenido lugar. Por eso el zen es más hermoso que el
pensamiento de Buda o que el de Lao Se. Es un raro florecimiento de las más altas cumbres y del
encuentro de esas cumbres. El zen no es ni budista ni taoísta, pero contiene a ambos. La India es
un poco demasiado seria acerca de la religión; un pasado largo, un enorme peso sobre la mente de
la India, han hecho que la religión se haya vuelto seria. Lao Se siempre hizo el ridículo; a Lao Se
se le conoce como «el viejo chiflado». No es serio en absoluto; de hecho no puedes encontrar a un
hombre menos serio que él. El pensamiento de Buda y el de Lao Se se encontraron, la India y
China se encontraron, y de ahí nació el zen. Y Sosan estaba ahí justo al comienzo, junto a la
fuente original, cuando el zen salía del útero. Él lleva consigo lo fundamental.
Su biografía no tiene ninguna importancia, porque siempre que un hombre se ilumina carece de
biografía. Deja de identificarse a la forma, así que su nacimiento o su muerte son hechos
irrelevantes. Por eso en Oriente nunca le hemos dado importancia a las biografías o a los hechos
históricos. Aquí nunca ha existido esa obsesión. Esa obsesión ha llegado ahora de Occidente;
entonces la gente se ha ido interesando más por cosas irrelevantes. ¿Qué más da que un «Sosan»
haya nacido un año u otro? ¿Qué importancia tiene cuándo muera?
Sosan es lo importante, no su llegada o su salida de este mundo o de este cuerpo. Las llegadas
y las salidas son del todo irrelevantes. Lo único importante está en el ser. Y estas son las únicas
palabras que Sosan pronunció. Recuerda, no son palabras, porque proceden de una mente que ha
transcendido las palabras. No son especulaciones, son auténticas experiencias. Todo lo que dice,
lo sabe.
Él no es un hombre con conocimientos, es un sabio. Ha penetrado en el misterio, y todo lo que
trae consigo tiene un enorme significado. Puede transformarte completamente, total mente. Si le
escuchas, el mero hecho de hacerlo puede transformarte, porque todo lo que dice es oro puro.
Pero aún así es difícil debido a la distancia entre tú y él: tú eres una mente y él es una no mente.
Aunque él use palabras, está diciendo algo en silencio; y tú, aunque te quedes callado, sigues
charlando por dentro.
Ocurrió una vez...
Se abrió un proceso contra Mula Nasrudin. El fiscal no podía probar gran cosa. Se le acusaba de
poligamia, de tener muchas esposas. Todo el mundo lo sabía, pero nadie podía probarlo. El
abogado le dijo a Nasrudin: «Quédate callado, eso es todo. Si dices una sola palabra te van a
coger. Así que estate callado y yo me ocuparé de todo».
Mula Nasrudin permaneció en silencio; hirviendo por dentro, desazonado, y a pesar de haber
querido interrumpir muchas veces, se las arregló para, de alguna manera, controlarse a sí mismo.
Por fuera parecía un buda, pero por dentro estaba como un loco furioso. No se pudo encontrar
nada contra él. Aun sabiendo que este hombre tenía muchas mujeres en el pueblo, ¿qué podía
hacer, el juez sin ninguna prueba? Así que tuvo que concederle la libertad.
Le dijo: «Mula Nasrudin, eres libre. Puedes irte a casa». Mula Nasrudin se quedó perplejo y dijo:
«¡Qué!; ¿a qué casa, señoría?». Tenía muchas casas porque tenía muchas esposas en el pueblo.
Una sola palabra tuya mostrará la mente que hay dentro; una sola palabra y todo tu ser quedará
expuesto. Ni siquiera se necesita una palabra; tan sólo un gesto y aparecerá tu mente parlanchina.
Aunque estés en silencio, tu silencio no reflejará otra cosa que el mono parlanchín que llevas
dentro.
Cuando Sosan habla, lo hace en un plano totalmente diferente. A él no le interesa hablar, no
tiene ningún interés en influir en nadie; no trata de convencerte de ninguna teoría, de ninguna
filosofía o «...ismo». No, cuando habla su silencio florece. Cuando habla, habla de lo que ha
llegado a saber y le gustaría compartir contigo. No es para convencerte, recuérdalo; sino tan sólo
para compartirlo. Y si puedes lograr entender una sola palabra suya, sentirás un tremendo silencio
liberándose en ti.
Sólo oyendo aquí... Vamos a estar hablando sobre Sosan y sus palabras. Si escuchas
atentamente, de repente sentirás que en tu interior se libera un silencio. Estas palabras son
atómicas, están llenas de energía. Siempre que una persona que se ha realizado dice algo, su
palabra es una semilla y durante miles de años permanecerá como tal y buscará un corazón.
Si estás listo, listo para ser su terreno, entonces estas palabras, estas tremendamente poderosas
palabras de Sosan, estarán todavía vivas. Son semillas; entrarán en tu corazón si tú lo permites, y
a través de ellas te convertirás en un ser totalmente diferente. No las escuches desde la mente,
porque su significado no pertenece a la mente; la mente es absolutamente incapaz de entenderlas.
No proceden de la mente y no pueden ser entendidas por la mente. Proceden de una no mente.
Sólo pueden ser entendidas desde un estado de no mente.
Así que aquí, mientras escuches, no trates de interpretar. No escuches las palabras, sino los
espacios entre líneas; no lo que dicen sino lo que quieren decir; su significado. Deja que este
significado te envuelva como un perfume. Te penetrará silenciosamente; te preñará. Pero no
interpretes. No digas: «Significa esto o aquello», porque eso será tu interpretación.
Una vez ocurrió que...
Mula Nasrudin volvía, completamente borracho, al amanecer. Y al pasar por el cementerio se fijó
en un cartel, en el que estaba escrito con letras grandes: TOQUE LA CAMPANA PARA LLAMAR
AL VIGILANTE; y eso es exactamente lo que hizo.
Al ser tan temprano, el vigilante se molestó. Salió tambaleándose y enfadado; y cuando vio a
Nasrudin, absolutamente borracho, se enfadó más aún.
Le preguntó: «¿Pero por qué? ¿Por qué has tocado la campana? ¿Para qué me has despertado?
¿Qué pasa? ¿Qué quieres?». Nasrudin le miró un momento en silencio, luego se volvió hacia el
cartel y le dijo: «Pues a mí me gustaría saber: ¿por qué me piden a mí que llame al vigilante?».
El cartel decía: TOQUE LA CAMPANA PARA LLAMAR AL VIGILANTE. Ahora bien, cómo lo
interpretes, depende de ti.
No interpretes; escucha. Mientras interpretas no puedes escuchar, porque la consciencia no
puede hacer dos cosas opuestas simultáneamente. Si empiezas a pensar, dejas de escuchar.
Escucha como escuchas la música; con una forma de escuchar diferente, sin interpretar. No hay
significados en los sonidos. Esto también es música. Sosan es un músico no un filósofo. Sosan no
está diciendo palabras, está diciendo algo más, más que palabras. Sus palabras tienen un
significado pero no significan nada. Son más bien como sonidos musicales. Ve y siéntate cerca de
una cascada. Escuchas, pero ¿interpretas lo que la cascada dice? No dice nada... y aún así dice.
Dice mucho, mucho que no puede ser dicho.
¿Qué haces cuando estás cerca de una cascada? La escuchas, te quedas quieto y en silencio,
absorbes. Permites que la cascada vaya entrando cada vez más profundamente dentro de ti.
Entonces todo se calma y se queda en silencio en tu interior. Te conviertes en un templo; lo
desconocido entra a través de la cascada. ¿Qué haces cuando escuchas los cantos de los pájaros,
o el viento pasando a través de los árboles, o las hojas secas cuando el viento se las lleva? ¿Qué
haces? Simplemente escuchas.
Sosan no es un filósofo ni un teólogo ni un sacerdote. No quiere venderte ninguna idea, las ideas
no le interesan. No está ahí para convencerte, simplemente florece. Es una cascada, una catarata,
un viento soplando a través de los árboles, o tan sólo el canto de los pájaros; sin significado, pero
con mucho sentido. Tienes que absorber este sentido, sólo entonces serás capaz de entender. Así
que escucha pero no pienses. Entonces es posible que ocurran muchas cosas dentro de ti, porque
quiero decirte que este hombre, Sosan, del que no se sabe casi nada, era un hombre de poder, un
hombre que llegó a saber. Y cuando dice algo, trae algo de lo desconocido al mundo de lo
conocido. Con él entra lo divino, un rayo de luz, en la oscuridad de tu mente.
Antes de que entremos en sus palabras recuerda su sentido, no lo que significan: la música, la
melodía; no el significado literal; el sonido de su mente sin ningún sonido, su corazón, no su
pensamiento. Tienes que escuchar a su ser, a la cascada.
¿Cómo escuchar? Sólo quédate en silencio. No metas tu mente en ello. No empieces a pensar:
«¿Qué está diciendo?». Sólo escucha, sin decidir esto o aquello, sin decir si tiene razón o no, si es
verdad o no, si te convence o no. A él no le importa tu convicción, a ti tampoco tiene por qué
importarte. Simplemente escucha y disfrútalo. Las personas como Sosan son para deleitarse; son
un fenómeno natural.
Una hermosa roca; ¿qué hacer con ella? Te deleitas en ella. La tocas, la recorres, sientes su
musgo. ¿Qué haces con las nubes que se mueven en el cielo? Danzas sobre la tierra, las miras, o
simplemente te tumbas y te quedas quieto; las miras y las dejas flotar. Te llenan. No solamente el
cielo exterior; poco a poco, cuanto más en silencio te quedas, van llenando también tu cielo interior.
De repente ya no estás ahí, sólo hay nubes moviéndose, adentro y afuera. La división desaparece,
ya no hay ninguna delimitación. Te has convertido en cielo y el cielo se ha convertido en ti.
Trata a Sosan como a un fenómeno natural. Él no es un hombre: es Dios, el Tao, un buda.
Antes de que tratemos de entrar en su trascendencia, primero hay que entender algunas cosas.
Te darán un empujón.
LA MENTE ES UNA ENFERMEDAD. Esta es una verdad básica que Oriente ha descubierto.
Occidente dice que la mente puede enfermarse, o puede sanarse. La psicología occidental
depende de esto: que la mente puede estar sana o enferma. Pero Oriente dice que la mente como
tal es la enfermedad, que no puede estar sana. Ninguna terapia psiquiátrica puede servir de ayuda;
como mucho puede hacer que esté normalmente enferma.
Así que en relación a la mente existen dos tipos de enfermedades: normalmente enferma (esto
es, que tienes la misma enfermedad que otros a tu alrededor) o anormalmente enferma, que quiere
decir que padeces algo único. Tu enfermedad no es algo ordinario; es excepcional. Tu enfermedad
es algo individual, no colectivo; esta es la única diferencia. O normalmente enferma o
anormalmente enferma, pero la mente no puede estar sana. ¿Porqué? Oriente dice que la propia
naturaleza de la mente es tal que siempre estará enferma. La palabra «salud» es hermosa,
procede de la misma raíz que la palabra «totalidad». Salud, curación, totalidad, sagrado o santo…:
todas estas palabras proceden de la misma raíz.
La mente no puede estar sana porque nunca puede estar entera. La mente siempre está dividida;
la división es su base. Si no puede estar íntegra ¿Cómo va a poder estar sana?, y si no puede
estar sana ¿Cómo va ser sagrada? Todas las mentes son profanas. No existe cosa tal como una
mente santa. Un hombre santo vive sin mente porque vive sin división.
La mente es la enfermedad. ¿Cómo se llama esta enfermedad? Su nombre es Aristóteles, o si
prefieres que que realmente parezca una enfermedad puedes llamarla «aristotelitis». Así suena
totalmente como una enfermedad. ¿Por qué es Aristóteles la enfermedad? Porque dice: «O esto o
lo otro. ¡Elige!». Y elegir es la función de la mente; la mente no puede existir sin elegir.
Al elegir caes en la trampa, porque siempre que eliges lo haces en contra de algo. Si estás a
favor de algo, tienes que estar en contra de algo; no puedes estar solamente a favor ni puedes
estar totalmente en contra. Cuando el «a favor» entra, el «en contra» le sigue como una sombra.
Cuando aparece el «en contra», el «a favor» aparece también; oculta o abiertamente.
Cuando eliges, divides. Entonces dices: «Esto está bien, esto está mal». Y la vida es una unidad.
La existencia no puede dividirse, la existencia es un profundo «unísono». Es unidad. Si dices:
«esto es bonito y esto es feo», la mente ha entrado en escena, porque la vida es las dos cosas
juntas. Lo bonito se vuelve feo, y lo feo se va haciendo bonito. No hay una línea divisoria; no se les
puede poner en compartimentos separados. La vida va fluyendo de esto a aquello.
El hombre tiene compartimentos fijos. La naturaleza de la mente es la fijación, y la fluidez es la
naturaleza de la vida. Es por eso que la mente es obsesión; está siempre fija, es sólida. Y la vida
no es tan sólida; es fluida, flexible, se mueve hacia lo opuesto. Algo está vivo en este momento y al
siguiente está muerto.
Alguien era joven en ese momento, y al siguiente se ha hecho viejo. Esos ojos, que eran tan
hermosos, han desaparecido; ahora son sólo ruinas. Ese rostro era tan lozano..., y ahora no queda
nada, ni siquiera un fantasma. Lo bonito se vuelve feo, la vida se convierte en muerte, y la muerte
vuelve a nacer de nuevo.
¿Qué vas a hacer con la vida? No puedes elegir. Si quieres estar con la vida, con la totalidad,
tendrás que vivir sin elegir.
La mente es una elección. Aristóteles hizo de ella la base de su lógica y de su filosofía. No
puedes encontrar un hombre más distante de Sosan que Aristóteles, porque Sosan dice: «Ni esto
ni aquello, no elijas». Sosan dice: «Vive sin elegir». Sosan dice: «¡No hagas distinciones!». Desde
el momento en que haces una sola distinción, desde el momento en que la elección aparece, ya
estás dividido, fragmentado; has enfermado, no estás entero.
Recuerda, si le preguntas a un cristiano... Este realmente no sigue a Jesús, sino que
básicamente sigue a Aristóteles. El cristianismo está basado más en Aristóteles que en Cristo.
Jesús se parecía más a Sosan, pues dice: «¡No juzgues y no serás juzgado!»; dice: «No elijáis. No
digáis: ¡Esto es bueno y esto es malo! Eso no os concierne. Dejad que la totalidad decida. No os
convirtáis en jueces». Pero el cristianismo no está orientado hacia Jesús. Los fundadores del
cristianismo fueron más aristotélicos que cristianos.
No se puede construir una Iglesia basándose en Sosan o en Jesús. ¿Cómo vas a poder levantar
una Iglesia sin elegir? Una Iglesia tiene que estar a favor o en contra de algo; tiene que estar a
favor de Dios y en contra del diablo. Y en la vida Dios y el diablo no son dos, son uno. El diablo es
una cara y Dios es la otra cara de la misma energía; no son dos.
Unas veces se presenta como diablo y otras como Dios. Y si te fijas atentamente, descubrirás
que son lo mismo. Unas veces se presenta en forma de ladrón y otras en forma de hombre
ejemplar. Unas veces le encontrarás en lugares respetables y otras en lugares de perdición. Se
mueve, él es un movimiento. Y para él ninguna costa está demasiado lejos, nadie está fuera de su
alcance; se mueve entre todo el mundo.
Jesús no hace distinciones, pero el cristianismo sí, porque una religión tiene que hacerlas; una
religión tiene que convertirse en algo moral. Y una vez que una religión se ha vuelto moral ya no es
una religión. La religión es la cosa más osada que existe. Se necesita un gran valor para vivir sin
elegir, porque la mente dice: «¡Elige!». La mente dice: «¡Di algo!» Esto está mal, esto está bien.
Esto es bonito, esto es feo. Amo esto, odio aquello». La mente dice: «¡Decídete!».
La mente tiene la tentación de dividir. Una vez que divides, la mente se encuentra a sus anchas.
Si no divides, si dices: «No voy a decir nada. No voy a juzgar», la mente se siente como en su
lecho de muerte. Aristóteles dice que A es A y nunca puede ser no-A; los opuestos no se pueden
encontrar. Sosan dice que no hay opuestos; que ya se han encontrado, que siempre han estado
encontrándose.
Esta es una de las verdades más fundamentales de las que uno tiene que darse cuenta: que los
opuestos no son opuestos. Tú eres el que dice que lo son, pero no lo son. Míralo existencialmente
y sentirás que son la misma energía.
Tú amas a una persona...
Una mujer vino a verme y me dijo: «He estado casada durante diez años y mi marido y yo jamás
hemos discutido por nada. Y ahora de repente, ¿qué es lo que ha pasado? Él me ha abandonado».
Ella pensaba que el hecho de que nunca se hubieran peleado, demostraba que estaban muy
enamorados. Eso es absurdo; pero es aristotélico; la mujer es absolutamente lógica.
Ella me dijo: «Hemos estado casados durante diez años. Nunca hemos discutido ni nos hemos
enfadado el uno con el otro. Estábamos tan enamorados que nunca nos peleábamos por ninguna
razón. No tuvimos ni un sólo momento de disputa. Y en cambio ahora, ¿qué ha ocurrido? ¡De
repente me ha dejado! ¿Se ha vuelto loco o qué? Nos adorábamos». Ella se equivoca.
Si el amor es tan grande tiene que haber alguna disputa. Algunas veces os peleareis. Y la lucha
no destruirá el amor, sino que lo enriquecerá. Si hay amor, se enriquecerá al pelear; si no hay
amor, entonces os alejareis, os separareis. Diez años es mucho tiempo; hasta veinticuatro horas es
mucho tiempo para estar constantemente en un estado mental, porque la mente se mueve hacia lo
opuesto. Amas a una persona pero a veces te enfadas. En realidad, sólo porque amas te puedes
enfadar. ¡A veces odias! Algunas veces te sacrificarías por tu amante, y otras quisieras matarle. Y
tú eres ambas cosas.
Que nunca os peleaseis durante esos diez años, sólo significa que no había ningún amor.
Significa que no era una relación. Y que teníais mucho miedo a que cualquier enfado, cualquier
conflicto, cualquier cosa sin importancia pudiera romperlo todo. Teníais tanto miedo, que nunca
discutisteis. Nunca creísteis que el amor pudiera ser más profundo que la disputa, que la pelea
pudiera ser momentánea y que después de ella cayerais uno en brazos del otro aún más
profundamente. No, nunca confiasteis en eso. Por eso es que os las apañabais para no pelear. Y
entonces no hay por qué sorprenderse de que el hombre se haya ido. Yo le dije: «Lo que a mí me
sorprende es que haya sido capaz de estar contigo durante todos esos años. ¿Por qué razón?».
Una vez vino un hombre y me dijo: «Algo le pasa a mi hijo. Le conozco muy bien; y siempre ha
sido obediente. No se puede encontrar un muchacho mejor que él. Jamás me ha desobedecido,
nunca me ha contestado. Y ahora de repente se ha vuelto hippie. Ya no me escucha. Me mira
como si ya no fuera su padre. Me mira como a un extraño. Siempre me había obedecido en todo.
¿Qué es lo que le ha ocurrido a mi hijo?».
No le ha ocurrido nada. Esto es lo que se debe esperar, porque si un hijo realmente ama a su
padre también le desobedece. ¿A quién si no va a desobedecer? Si un hijo realmente ama a su
padre y confía en él, también a veces le tiene que desobedecer; porque sabe que la relación es tan
profunda que no se romperá por desobedecer. Por el contrario, se enriquecerá. Los opuestos se
enriquecen.
En verdad, lo opuesto no es lo contrario. Es sólo un ritmo, el ritmo de lo mismo; obedeces y luego
desobedeces; es sólo un ritmo. Porque si no, estar siempre solamente obedeciendo y obedeciendo
hace que todo se vuelva monótono y sin vida. La monotonía es la naturaleza de la muerte, porque
lo opuesto no está ahí.
La vida está viva. Lo opuesto está ahí, hay un ritmo. Te vas, vuelves; te despides, llegas;
desobedeces, y luego también obedeces; amas y odias. Así es la vida, pero no la lógica. La lógica
dice que si amas no puedes odiar. Que si amas, ¿cómo vas a enfadarte? Si amas de esa forma
amas de una forma monótona, siempre lo mismo. Pero entonces te pondrás tenso, te será
imposible relajarte. La lógica cree en un fenómeno lineal: se mueve en una línea. La vida cree en
círculos: la misma línea sube, baja y se convierte en un círculo.
Seguramente habrás visto el símbolo chino del yin y el yang. La vida es así: el encuentro de los
opuestos. Este círculo del yin y el yang es mitad blanco y mitad negro. En la parte blanca hay un
punto negro, y en la parte negra hay un punto blanco. El blanco se mueve hacia el negro, y el
negro se mueve hacia el blanco; es un círculo. La mujer moviéndose hacia el hombre, el hombre
moviéndose hacia la mujer...: así es la vida. Y si lo observas minuciosamente, lo verás dentro de ti.
Un hombre no es un hombre las veinticuatro horas del día, no puede serlo; a veces es una mujer.
Y una mujer no es una mujer las veinticuatro horas; a veces ella es también un hombre. Se
trasladan a lo opuesto. Cuando una mujer se enfada ya no es una mujer; se vuelve más agresiva y
más peligrosa que cualquier hombre, porque su masculinidad es más pura y además está sin usar.
Así que cuando la usa, tiene una intensidad con la que ningún hombre puede competir. Es como
un terreno que no ha sido usado durante muchos años: arrojas unas semillas, ¡y surge una
abundante cosecha'.
A veces una mujer se vuelve hombre, y cuando lo hace ningún hombre puede competir con ella;
se vuelve muy peligrosa, por lo que entonces es mejor que el hombre se rinda. Y eso es
exactamente lo que hacen todos los hombres: se vuelven sumisos, se rinden. Porque el hombre
tiene que convertirse inmediatamente en mujer, pues si no, habrá problemas. Dos espadas en el
mismo lugar causarán problemas. Si la mujer se ha convertido en hombre, si ella ha cambiado el
rol, inmediatamente el hombre se convierte en mujer. Así todo se restablece. Y de nuevo el círculo
se completa.
Y siempre que un hombre se somete y se rinde, su rendición tiene una pureza con la que
ninguna mujer puede competir; porque ordinariamente el hombre nunca adopta esta postura, este
juego. Normalmente él se levanta y lucha. Normalmente él es voluntad, no sumisión. Pero cuando
se rinde posee una inocencia con la que ninguna mujer puede competir. Mira a un hombre
enamorado; se vuelve como un niño pequeño.
Pero es así como se mueve la vida. Y si lo entiendes ya no te preocupas en absoluto. Entonces
sabes que aunque el amante se haya ido, volverá; que aunque la amada esté enfadada, te amará.
Entonces tienes paciencia. Con Aristóteles no puedes tener ninguna paciencia, porque si el
amante se ha ido, se ha ido en un viaje lineal, sin regreso; no es un círculo. Pero en Oriente
creemos en el círculo; por el contrario, en Occidente se cree en la línea. La mente occidental es
lineal, la mente oriental es circular. Por eso en Oriente un amante puede esperar. Sabe que la
mujer que le ha dejado volverá. De hecho ya está en camino, debe de estar arrepintiéndose, ya
debe de haberse arrepentido, debe de estar viniendo; tarde o temprano llamará a la puerta. Sólo
espera.,., porque lo opuesto está siempre presente.
Y siempre que una mujer vuelve, después del enfado, el Amor es nuevo. Ha dejado de ser una
repetición. El intervalo de la ira ha destruido el pasado. Ahora ella es de nuevo una joven, una
muchacha virgen. Se vuelve a enamorar otra vez; y todo se vuelve nuevo.
Si entiendes esto, entonces no estás en contra de nada. Entonces sabes que hasta la ira tiene su
hermosura, que hasta una pelea de vez en cuando le da tono a la vida. Y que todo con tribuye a su
riqueza. Entonces aceptas, y cuando aceptas profundamente tienes paciencia, entonces no hay ni
impaciencia ni prisa. Entonces puedes esperar, rezar, tener esperanza y soñar.
De otra forma, si la vida es lineal, como piensa Aristóteles o Bertrand Russell (dado que el
pensamiento occidental se ha movido desde Aristóteles a Bertrand Russell), entonces la vida se
vuelve muy impaciente. Nadie va a volver; entonces estás siempre temblando, con miedo, y
empiezas a suprimir tus sentimientos. Entonces puede que estés con una mujer durante diez años
o diez vidas, pero estarás con una extraña. Tú te controlas, ella se controla, y no hay encuentro.
La vida no es lógica. La lógica es sólo una parte (por supuesto, muy clara, categorizada,
encasillada, dividida) pero la vida es confusa. ¿Qué le vas a hacer? Es así. No es tan lineal, tan
clara, tan dividida; es un caos.
Pero la lógica está muerta y la vida está viva, así que la cuestión radica en, elegir la lógica, o bien
elegir la vida. Si te inclinas demasiado hacia la lógica cada vez estarás más muerto, porque la
lógica sólo es posible si abandonas su opuesto completamente. Entonces amas y solamente amas,
y nunca te enfadas, nunca odias, nunca te peleas. Obedeces y solamente obedeces (nunca
desobedeces, nunca te rebelas, nunca te vas. Pero entonces todo se paraliza, entonces la relación
se envenena), y entonces te mata.
Sosan no está a favor de la lógica, está a favor de la vida. Ahora, trata de entender el significado
de sus palabras, que dicen así:
El Gran Camino no es difícil
para aquellos que no tienen preferencias.
Cuando ambos, amor y odio, están ausentes
todo se vuelve claro y diáfano.
Sin embargo, haz la más mínima distinción,
y el cielo y la tierra se distancian infinitamente.
Si quieres ver la verdad,
no mantengas ninguna opinión a favor o en contra.
La lucha entre lo que a uno le gusta
y lo que le disgusta
es la enfermedad de la mente.

EXACTAMENTE IGUAL QUE CHUANG TZU: «Lo fácil es lo correcto». El Gran Camino no es
difícil. Si parece difícil, eres tú el que lo hace difícil. El Gran Camino es fácil. ¿Cómo va a ser difícil?
Hasta los pájaros vuelan en él y los peces nadan en él. ¿Cómo va a ser difícil? El hombre lo hace
difícil, la mente lo vuelve difícil; y el truco para hacer de cualquier cosa fácil algo difícil es elegir,
hacer una distinción. El amor es algo fácil, el odio es algo fácil, pero tú eliges. Dices: «Sólo voy a
amar, no voy a odiar». Así todo se vuelve difícil. ¡Así ni siquiera puedes amar! Inspirar es fácil,
espirar es fácil. Pero tú eliges. Dices: «Sólo voy a inspirar, no voy a espirar». De esta forma todo se
vuelve difícil. La mente puede decir: «¿Para qué espirar? La respiración es vida. Simple aritmética:
inspira, no expulses el aire; estarás cada vez más vivo. Acumularás más vida. Tendrás grandes
reservas de vida. Inspira solamente, no espires porque espirar es morir».
Lo primero que hace un niño al nacer es inspirar. Y lo último que un hombre hace al morir es
espirar. La vida comienza con la inspiración y la muerte comienza con la espiración. Cada vez que
inspiras renaces; cada vez que espiras mueres, porque el aliento es vida. Es por eso que los
hindúes lo han llamado prana. Prana significa «vida». El aliento es vida. Simple lógica, simple
aritmética, ningún problema, lo puedes hacer sencillo: inspira cada vez más y no espires, así no
morirás. Si espiras morirás. ¡Y si espiras mucho te morirás antes! Entonces, ¿qué se supone que
una persona lógica debería hacer? Una persona lógica solamente inspiraría, nunca espiraría.
El amor es inspirar, el odio espirar. ¿Qué hacer entonces? La vida es fácil si no decides, porque
entonces sabes que inspirar y espirar no son dos cosas opuestas; son dos partes de un mismo
proceso. Y estas dos partes son orgánicas, no puedes dividirlas. ¿Y si no espiras...? La lógica se
equivoca. No vivirás; sencillamente, te morirás inmediatamente.
Pruébalo: solamente inspira, no espires. Lo entenderás, te pondrás tenso, muy tenso. Todo tu ser
querrá espirar porque si no morirás. Si eliges, te meterás en un problema. Si no eliges, todo será
fácil. Lo fácil es lo correcto.
Si el hombre se encuentra en un problema es debido a los muchos maestros que han
envenenado su mente, que le han estado enseñando: «¡Elige esto! ¡No hagas esto, haz esto».
Todas estas elecciones le han destruido. Y parecen lógicos. Si discutieras con ellos, ellos siempre
tendrían razón. La lógica les apoya: «¡Mira, es tan simple! ¿Para qué espirar si espirar es morir?».
Y esto ha ocurrido, no sólo con la respiración..., o incluso con la respiración. Hay escuelas de
yoga que dicen que tu vida se cuenta a través de la respiración; que tu vida no se cuenta por los
años que vives sino por las veces que respiras; así que respira lentamente. Si respiras doce veces
por minuto morirás pronto; así que respira seis veces, o mejor aún tres, vivirás más tiempo.
Nadie lo ha conseguido, pero la gente lo sigue intentando. Respira lentamente. ¿Por qué?;
porque si respiras lentamente espirarás menos veces, así que cada vez estarás muriendo menos,
o podrás vivir más tiempo. Pero lo único que ocurrirá será que perderás tus ganas de vivir. Y la
vida no se prolongará, aunque lo parezca. Se dice que la gente casada vive más tiempo que la
soltera, así que alguien le preguntó a Nasrudin: «¿Es eso verdad, Nasrudin?».
Y Nasrudin contestó: «Eso parece. Un hombre casado no vive más tiempo, pero parece que ha
vivido mucho más». Porque cuando la vida se vuelve dura, el tiempo pasa más lentamente.
Cuando la vida es fácil, el tiempo parece más corto. Esos a los que la gente llama yoguis, que cada
vez respiran menos y más despacio, lo único que hacen es disminuir el proceso de la vida. Están
menos vivos, eso es todo. No van a vivir más tiempo; tan sólo van a estar menos vivos. No están
viviendo plenamente; su llama no arde adecuadamente. El ánimo, el entusiasmo y la danza
desaparecen. Se consumen a sí mismos, eso es todo.
Y esto también ha ocurrido con el sexo, porque la gente cree que con el sexo viene la muerte. Y
tienen razón, porque la energía sexual da nacimiento a la vida; así que cuanta más energía sexual
sale, más vida se va. Lógico, absolutamente aristotélico, pero estúpido. Y no puedes encontrar
gente más estúpida que la gente lógica. Es lógico que la energía vital venga del sexo (los niños
nacen del sexo, el sexo es el origen de la vida), así que guárdala. No la permitas salir, o morirás.
Por eso todo el mundo tiene miedo.
Pero es lo mismo, exactamente igual, que cuando contienes la respiración, entonces todo el
cuerpo quiere espirar. Lo mismo pasa con vuestros llamados bramacharías, célibes, que tratan de
contener la energía sexual, mantener el semen dentro, mientras que todo su cuerpo quiere
deshacerse de él. Toda su vida se vuelve sexual; su mente se vuelve sexual, sueñan con el sexo,
piensan en el sexo. El sexo se convierte en su obsesión porque tratan de hacer algo que, aunque
desde luego es lógico, no es realista. Y no viven más tiempo, se mueren antes.
Recientemente se ha descubierto que un hombre vive más tiempo si prolonga su vida amorosa lo
más posible. Si un hombre puede hacer el amor a los ochenta años vivirá más tiempo. ¿Por qué?
Porque cuanto más espiras, más inspiras. Así exactamente... Si quieres más vida, espira más para
que puedas crear un vacío dentro y entre más aire. No pienses en inspirar. Simplemente espira
tanto como puedas y todo tu ser inspirará. Ama más (amar es espirar) y tu cuerpo recogerá energía
de todo el cosmos. Crea el vacío y la energía vendrá. Y lo mismo pasa con todos los procesos de
la vida. Comes, pero si retienes el alimento, te estriñes. La lógica es correcta: simplemente no
echas el aire. El estreñimiento es una elección a favor de coger aire y en contra de soltarlo. Casi
todo ser civilizado está estreñido; puedes medir la civilización por el grado de estreñimiento.
Cuanto más estreñido esté un país, más civilizado será, porque será más lógico. ¿Para qué soltar
el aire? Sigue tomándolo. El alimento es energía. ¿Por qué echarla? Puede que no te des cuenta
pero esto es el inconsciente volviéndose lógico y aristotélico.
Pero la vida es un equilibrio entre echar afuera e invitar adentro. Tú eres un pasaje. ¡Comparte!,
¡da!, y te será dado más. ¡Sé tacaño!, ¡no des!, y te será dado menos, porque necesitarás menos.
Recuerda y observa los procesos de tu vida. Si a pesar de todo sigues realmente interesado en
entender la iluminación, acuérdate de dar para que te sea dado más; sea lo que sea. Deja salir el
aire, expulsa más. Eso es lo que significa compartir, lo que significa dar.
Dar tu energía es un regalo, y a cambio se te da más. Pero la mente dice... Ella tiene su propia
lógica, y Sosan a esta lógica la llama la enfermedad.

El Gran Camino no es difícil...


Tú lo haces difícil, tú eres difícil. El Gran Camino es fácil... ...para aquellos que no
tienen preferencias.

No prefieras; simplemente permítele a la vida moverse. No digas a la vida: «Muévete de esta


forma, ve hacia el norte, o ve hacia el sur». No lo digas; simplemente fluye con la vida. No luches
contra la corriente, hazte uno con ella.

... para aquellos que no tienen preferencias.


El Gran Camino es fácil para aquellos que no tienen preferencias. Y tú tienes preferencias
¡acerca de todas las cosas! En todo pones tu mente. Dices: «Me gusta, no me gusta. Prefiero esto
y no aquello».

Cuando ambos, amor y odio, están ausentes...

Cuando no tienes preferencias..., cuando todas las actitudes «a favor» y «en contra» están
ausentes, ambos, amor y odio, están ausentes, a ti ni te gusta ni te disgusta algo, simplemente
permites que todo ocurra...

...todo se vuelve claro y diáfano.


Sin embargo, haz la mínima distinción,
y el cielo y la tierra se distancian infinitamente.

Pero tu mente dirá: «Si no tienes preferencias te convertirás en un animal. Si no eliges, ¿cuál es
la diferencia entre tú y un árbol?». Hay una diferencia, una gran diferencia; pero no la diferencia
que trae la mente sino una que viene a través de la consciencia. El árbol vive sin elección,
inconscientemente. Tú vivirás sin elección, conscientemente. Esto es lo que significa consciencia
sin elección, y la mayor diferencia es que serás consciente de que no estás eligiendo.
Y esta consciencia te da una paz tan profunda..., te conviertes en un buda, un «Sosan», un
«Chuang Tzu». El árbol no puede convertirse en un Chuang Tzu. Chuang Tzu es como un árbol, y
algo más. Es como el árbol en lo que respecta a la elección, pero es absolutamente distinto del
árbol en lo concerniente a la consciencia; es absolutamente consciente de que no elige.

Cuando ambos, amor y odio, están ausentes...

El amor y el odio; ambos colorean tu visión y entonces no puedes ver con claridad. Si amas a
alguien empiezas a ver cosas que no existen. Ninguna mujer es tan hermosa como tú piensas
cuando la amas, porque proyectas. Tú tienes en la mente una chica de ensueño y la proyectas. De
alguna manera la chica real solamente hace de pantalla.
Por eso, tarde o temprano, todo amor llega a un punto de frustración, porque ¿cómo puede la
chica seguir haciendo de pantalla? Ella es una persona real; se afirmará, dirá: «¡Yo no soy una
pantalla!». ¿Durante cuánto tiempo puede ella encajar en tu proyección? Antes o después te darás
cuenta de que no encajan. Al principio ella cedía, al principio tú cedías. Tú eras una pantalla para
ella, ella una pantalla para ti.
La esposa de Mula Nasrudin le decía (y lo he oído tantas veces): «Ya no me amas como me
amabas antes, cuando me cortejabas». Mula Nasrudin dijo: «Querida, no le des mucha importancia
a esas cosas; sólo eran la campaña publicitaria. Yo he olvidado lo que decías, olvida tú lo que
decía yo. Ahora somos seres reales».
Nadie puede pretender ser una pantalla de proyección para ti durante toda la vida porque es muy
pesado. ¿Cómo puede alguien ajustarse a tu sueño? Él tiene su propia realidad, y la realidad se
hace valer. Si amas a una persona, proyectas cosas que no existen. Si odias a una persona, de
nuevo proyectas cosas que no existen. En el amor, la persona se vuelve un Dios. En el odio la
persona se vuelve un demonio; y esa persona no es ni un Dios ni un demonio. Esa persona es
simplemente ella misma. Esos dioses y diablos no son sino proyecciones. Tanto si amas como si
odias no podrás ver con claridad.
Cuando el «me gusta» y el «no me gusta» no existen, tus ojos no están empañados, tienes
claridad. Entonces ves al otro tal como es. Y cuando posees esa claridad de consciencia, toda la
existencia te revela su realidad. Esta realidad es Dios, esta realidad es la verdad.
¿Qué significa esto? ¿Que un hombre como Sosan no amará? Su amor tendrá una cualidad
completamente diferente; no será como el tuyo. Amará, pero su amor no será una elección. Amará,
pero su amor no será una proyección. Amará, pero su amor no será un amor por su propio sueño.
Amará lo real. Este amor por lo real es compasión.
Él no proyectará esto o aquello. No verá en ti un Dios o un demonio. Simplemente te verá, y
compartirá porque tiene suficiente; y cuanto más compartes, más crece. Compartirá su éxtasis
contigo. Cuando amas, proyectas. No amas para dar; amas para tomar, amas para explotar.
Cuando amas a una persona intentas encajarla de acuerdo a ti, de acuerdo a tus ideas. Todos los
maridos hacen esto, todas las esposas hacen esto, todos los amigos. Continuarás intentando
cambiar al otro, al ser real, y el ser real no puede ser cambiado; sólo conseguirás frustrarte.
El ser real no puede cambiarse; lo único que pasará es que tu sueño se hará añicos y entonces
te sentirás herido. No escuchas la realidad. Nadie está aquí para realizar tu sueño. Todo el mundo
está aquí para realizar su propio destino, su propia realidad.
Un hombre como Sosan ama, pero su amor no es una explotación. Él ama porque tiene mucho
amor, le desborda. No está creando un sueño alrededor de nadie. Comparte con cualquiera que
aparezca en su camino. Su compartir es incondicional, de forma que no espera nada de ti. Si el
amor espera algo sólo habrá frustración. Si el amor espera algo habrá desilusión. Si el amor espera
algo habrá sufrimiento y locura.
Sosan dice: «No, ni amor ni odio. Simplemente ve la realidad del otro». Este es el amor de un
buda: ver la realidad del otro, ver al otro tal como es, ver sólo la realidad; no proyectar, no soñar,
no crear una imagen, no intentar encajar al otro de acuerdo a la imagen de uno.

Cuando ambos, amor y odio, están ausentes todo se vuelve claro y diáfano.

La mente tiene que amar y odiar, y la mente tiene que luchar continuamente entre estas dos
cosas. Si no amas ni odias, vas más allá de la mente. ¿Dónde está la mente entonces? Dentro de
ti, cuando la elección desaparece la mente desaparece. Aunque digas: «Me gustaría estar en
silencio», nunca estarás en silencio porque tienes una preferencia. Este es el problema. La gente
viene y me dice: «Me gustaría estar en silencio, no quiero tener más estas tensiones». Me dan
lástima; lástima porque lo que dicen es estúpido. Al no querer más tensiones crearás otras nuevas,
porque este no-querer creará una nueva tensión. Y si deseas mucho el silencio, si lo persigues
demasiado, el propio silencio se convertirá en tensión. Debido a ello sentirás más inquietud aún.
¿Qué es el silencio? El silencio es un profundo entendimiento; un entendimiento de que el
fenómeno de elegir te causa tensión. Aunque lo que prefieras sea el silencio, te pondrás tenso.
Entiéndelo, siéntelo; siempre que prefieres algo, te pones tenso; cuando no prefieres, no hay
tensión, estás relajado. Y cuando estás relajado, tus ojos poseen cierta claridad; no están velados
por nubes y sueños. No se mueven pensamientos en la mente; puedes ver a través de ella. Y
cuando puedes ver la verdad, ello te libera. La verdad libera.

Sin embargo, haz la más mínima distinción, y el cielo y la tierra se distancian


infinitamente.

Haz la más mínima distinción, la más mínima elección, y estarás dividido. Entonces tendrás un
cielo y un infierno, y entre ellos dos serás aplastado.

Si quieres ver la verdad, no mantengas ninguna opinión a favor o en contra.

Vive sin opiniones. Vive desnudo, sin ropa alguna, sin opiniones acerca de la verdad, porque la
verdad detesta todas las opiniones. ¡Abandona todas tus filosofías, teorías, doctrinas, escrituras!
¡Abandona toda esa basura! Vive en silencio, sin elegir, con los ojos simplemente dispuestos a ver
lo que hay, de ninguna manera esperando ver tus deseos realizados. No cargues con deseos. Se
dice que el camino del infierno está completamente lleno de deseos, de buena voluntad, de
esperanzas, de sueños, de arco iris, de ideales. El camino del cielo está absolutamente vacío.
¡Despréndete de todas las cargas! Cuanto más alto quieras llegar, más ligero tendrás que ir. Si
quieres ir a los Himalayas tendrás que dejar toda la carga. Al final, cuando llegues al Gurisankar, al
Everest, tendrás que dejarlo todo. Tendrás que ir completamente desnudo, porque cuanto más alto
llegues, más ligero necesitarás estar. Y todas las opiniones son cargas. No alas. Sin opiniones, sin
ninguna preferencia...

Si quieres ver la verdad, no mantengas ninguna opinión a favor o en contra.


Si quieres saber la verdad no seas ni creyente ni ateo. No digas: «Dios existe», ni: «Dios no
existe», porque lo que sea que digas se convertirá en un deseo profundo. Y proyectarás todo lo
que haya oculto tras el deseo.
Si quieres ver a Dios como un Krishna con una flauta en sus labios, algún día lo verás; no porque
Krishna esté ahí, sino tan sólo porque tienes una semilla de deseo que proyectas en la pantalla del
mundo.
Si quieres ver a Jesús crucificado, lo verás. Lo que quieras se proyectará, pero es sólo un mundo
de sueños; no te estás acercando a la verdad. No plantes ninguna semilla en tu interior: vive sin
opinión, sin ningún pensamiento a favor o en contra, sin filosofía. Simplemente ve lo que hay. No
lleves contigo ninguna mente. Vive sin mente.

Si quieres ver la verdad, no mantengas ninguna opinión a favor o en contra.


La lucha entre lo que a uno le gusta y lo que le disgusta es la enfermedad de la
mente.

ESTA ES LA ENFERMEDAD DE LA MENTE: Lo que a uno le gusta y lo que le disgusta, a favor


y en contra. ¿Por qué está la mente dividida? ¿Por qué no puedes ser uno? Te gustaría, desearías
ser uno, pero continúas alimentando las divisiones, las preferencias, el «esto me gusta» y «esto no
me gusta».
Precisamente el otro día vino una mujer y me dijo: «Bendíceme, por favor dame tus
bendiciones». Pero me di cuenta de que estaba inquieta, preocupada, así que le pregunté: «¿Qué
pasa?».
Ella dijo: «Es que ya estoy iniciada con otro maestro».
Un conflicto; ella quería mis bendiciones pero la mente le decía que yo no soy su maestro. Ella
tiene otro maestro, entonces ¿qué hacer? Yo le dije que dejara a ambos. Hubiera sido más fácil si
le hubiera dicho: «Deja al otro. Elígeme a mí». ¡Hubiera sido mucho más fácil!, porque entonces la
mente podría continuar funcionando, pero el problema seguiría siendo el mismo. Cambiaría el
nombre de la enfermedad, pero la enfermedad sería la misma. De nuevo, en algún lugar, surgiría la
misma duda, la misma agitación. Pero si yo digo: «Deja a ambos» Pues esa es la única manera de
llegar a un maestro: no tener ninguna preferencia por esta vía o por aquella. Simplemente ir vacío.
Simplemente ir sin ninguna opinión. Ve simplemente disponible, receptivo. ¡Sólo así se llega a un
maestro! No hay otra forma. Y si el maestro va a ser la puerta a la verdad, tiene que ser así, porque
esta es la preparación, esta es la iniciación.
Un maestro está para ayudarte a dejar las opiniones, a dejar la mente. Y si el propio maestro se
convierte en una elección entonces también se convertirá en una barrera. De nuevo has vuelto a
elegir, de nuevo has usado la mente. Y cuanto más usas la mente, más se refuerza, más fuerte se
hace. No la uses.
Es difícil, porque dirás: «¿Y qué le ocurrirá a nuestro amor? ¿Qué va a ser de nuestro
compromiso? ¿Qué va a ser de nuestras creencias? ¿Qué va a ser de nuestra religión, de nuestra
Iglesia, de nuestro templo?». Estas son tus cargas. Libérate de ellas, y deja que ellas se liberen de
ti. Te están manteniendo aquí, arraigado, y la verdad quiere liberarte. Liberado llegas, con alas
llegas, sin peso llegas.

Sosan dice:
La lucha entre lo que a uno le gusta y lo que le disgusta es la enfermedad de la
mente.

¿Cómo curarse? ¿Hay alguna manera de superar esta enfermedad? No, no hay manera. Uno
simplemente tiene que entenderlo. Uno simplemente tiene que mirar el hecho en sí mismo. Uno
sólo tiene que cerrar los ojos y mirar en su propia vida; observarla. Y sentirá la verdad de Sosan. Y
cuando sientes la verdad, la enfermedad desaparece. No hay ningún remedio para ella, porque si
se te da algún remedio, ese remedio te empezará a gustar. Entonces olvidarás la enfermedad pero
empezará a gustarte el remedio, y el mismo remedio se convertirá en la enfermedad.
No, Sosan no te dará ningún remedio, no te dará ningún método. No te sugerirá qué hacer.
Simplemente insistirá una y otra vez, una y mil veces, en que entiendas cómo has creado toda esta
confusión a tu alrededor, cómo has creado todo este sufrimiento. Y nadie más que tú lo ha creado;
es la enfermedad de tu mente: preferir, elegir.
No decidas. Acepta la vida en su totalidad. Tienes que ver la totalidad: la vida y la muerte juntas,
el amor y el odio juntos, la felicidad y la desgracia juntas, la agonía y el éxtasis juntos. Si los ves
juntos, entonces ¿qué quedará para elegir? Si ves que son uno, entonces ¿por dónde va a entrar
la elección? Si ves que la agonía no es otra cosa que éxtasis, y el éxtasis agonía; si puedes ver
que la felicidad no es otra cosa que infelicidad; que el amor no es otra cosa que odio y el odio,
amor; entonces ¿dónde elegir? ¿cómo elegir? Entonces la elección desaparece.
No es que tú la dejes. Si eres tú el que la dejas, se convertirá en una elección; esta es la
paradoja. No supongas que tienes que dejarla, porque si la dejas, eso ya quiere decir que has
elegido a favor y en contra. Ahora tu elección es la totalidad. Estás a favor de la totalidad y en
contra de la división, pero la enfermedad ha entrado. Es algo muy sutil.
Simplemente entiende, pues la propia comprensión hace que la elección desaparezca. Nunca la
abandonas. Simplemente te ríes... y pides una taza de té.

Cuando no se entiende el significado


profundo de las cosas,
se perturba en vano la paz esencial de la mente.
El Camino es perfecto, como el espacio infinito
donde nada falta y nada sobra.
De hecho, es debido a nuestra elección
de aceptar o rechazar que no vemos
la verdadera naturaleza de las cosas.
No vivas en los enredos de las cosas externas
ni en los sentimientos internos de vacío.
Mantente sereno, sin hacer esfuerzos,
en la unidad de las cosas,
y tales falsos conceptos desaparecerán por sí solos.
Cuando tratas de parar la actividad
para alcanzar la pasividad,
el propio esfuerzo te llena de actividad.
Mientras estés en un extremo o en el otro,
nunca conocerás la Unidad.
Aquellos que no viven en el Camino único
fracasan en ambas: actividad y pasividad,
afirmación y negación.

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