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Catamarca Almundo

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En la zona no se ponen de acuerdo: que 102, que 100, que 105 años.

Como no existe
certeza de su fecha de nacimiento, se cree que es una de las mujeres más longevas de
uno de los sitios arqueológicos legendarios de Catamarca. Pero a ella no parece
importarle. Graciela Yapura vive en su quinta cerca del Shincal de Quimivil, ubicado en
la ciudad de Londres, departamento de Belén. Todas las semanas esta Mamanchi -como
se llama a las ancianas madres en idioma quechua- se despierta temprano y atiende a
los niños de la zona. Ellos la ven trabajar la tierra, cultivar zapallos y maíz, usar su
mortero de tiempos ancestrales. Un caballo suele estar echado en el campo, a metros de
donde selecciona las hojas de sus plantas medicinales. Graciela es la curandera del
pueblo, y aunque sus seres queridos no dejan que haga esfuerzos, sigue encendiendo el
fuego para lograr las infusiones. Allí, cuando el cuerpo duele, nadie necesita una
farmacia: sólo golpear las manos en la quinta de Graciela Yapura.
Con su sabiduría de estirpe diaguita calchaquí, pueblo pre-incaico que pobló la zona,
Graciela forma parte del linaje secreto del chamanismo sudamericano. Silenciosa, oculta
en el valle, prepara la jarilla, el boldo, la maravilla, el vira-vira, la espinilla, la tusca, el
incayuyo, la cola de caballo, la gramilla: todo un mundo de aromas, texturas y sabores
que brotan en esta tierra milenaria del noroeste argentino. Es imposible que cualquier
visitante no se lleve una bolsa de yuyos y se resista a aprender los secretos de la
medicina natural.
-También cura con la luz de la luna. Dolores de cabeza, acidez, heridas, úlceras, mal
aire. Ella cocina las plantas y conoce qué hierbas usar.
La que habla es Rosita Ramos, hija de Graciela, alma mater y guía de “El Shincal”, a
285 kilómetros de la capital San Fernando del Valle de Catamarca. Este sitio, uno de los
de los más importantes de la Región Sur del Imperio Incaico y declarado Monumento
Histórico Nacional, es un centro neurálgico de uno de los recorridos históricos y
culturales más atractivos de la bella Catamarca: el que une la Ruta 60 con la Ruta 40.
El cielo está despejado y, a lo largo del camino por estas rutas, las rocas milenarias se
tiñen de tonos azules, marrones, rojos, anaranjados y violetas. Sólo basta dejar el auto a
la vera de la ruta y caminar por algún sendero y toparse con una manada de vicuñas
silvestres, o simplemente, permanecer quieto, respirando la brisa serrana en la
contemplación de las formas gigantescas que adoptan las montañas.
Saliendo de San Fernando del Valle -donde hay varios puntos de clásica visita, como la
Cuesta del Portezuelo, la arquitectura colonial, la peregrinación a la Virgen del Valle y
la villa turística El Rodeo- lo primero que aparece por la Ruta Nacional 60, imponente,
es el sinuoso camino de la Quebrada de La Cébila, totalmente asfaltado, vía de conexión
entre los valles del centro y el oeste de Catamarca. Poblado por 58 curvas y
contracurvas, está atravesado por un festival de cardones al costado del trayecto, nubes
enormes que bajan y luego suben hasta el pico más alto de 1900 metros, y el aire seco
que trae una serie de leyendas, espejismos y tradición de espíritus. Tal vez la más
conocida es la de La Salamanca, un ritual pagano donde brujos y demonios celebran sus
aquelarres en cuevas de la montaña.
-Acá decimos que es una zona “energética”. Hay cuevas de La Salamanca, y aparecidos
en la ruta. La más conocida es la mujer blanca, que se te aparece en la noche, de golpe,
y con un niño en brazos. Ella fue atropellada con su niño por un camión -dice Carlos, un
chofer que jura haber sentido el olor del azufre y escuchado música de fiesta (“estoy
seguro que venía de una Salamanca”).
Los relatos se cuentan con asombro y en voz bajita, como suelen hablar los lugareños.
En esta tierra donde el sol alcanza los 50 grados en verano y el frío temperatura bajo
cero en invierno, donde suele nevar varias veces al año, hay pueblos que apenas
sobreviven en una lenta agonía después del cierre del ferrocarril (en la dictadura cívico
militar de 1976-1983): sus habitantes plantan olivos en sus patios desérticos y ofrecen
aceitunas en puestos ruteros a la vez que crían cabritos y ovejas. Kilómetro por
kilómetro, Catamarca, una provincia que cuenta con yacimientos de oro, litio y plata,
desborda por la belleza de sus paisajes agrestes y un horizonte recortado por un cielo
infinito en contraste con la pobreza de su población.
La Ruta del Telar
Para llegar al sitio de “El Shincal” hay que tomar la Ruta Nacional 40 -cuyo recorrido
atraviesa pueblos de la provincia de La Rioja como Aimogasta-, y el colorido va del
monte a la aridez: un pasaje hacia pueblos pintorescos como Belén, Londres y Santa
María, zona de ruinas prehispánicas que mantienen las artesanías de tejidos en telares
manuales. Allí se celebra la Ruta del Telar, heredada de generación en generación y en
las que se mezclan las tradiciones indígenas y las españolas para elaborar todo tipo de
tejidos en lana de oveja, llama, alpaca y vicuña. Las artesanas invitan a pasar a sus
casas, mayormente construidas por ladrillos de adobe, y muestran sus chales, ponchos,
pashminas y chalinas. “Apostamos a los colores para los más jóvenes y a la calidad del
telar hecho a mano”, cuenta María Quintero bajo la sombra de un nogal. María es parte
de la cooperativa “Arañitas Hilanderas”, integrada por mujeres. La zona es cuna de la
nuez, y de árboles como el chañar, el algarrobo,
Lo que se destaca en esta región es la memoria de la cultura aguada y del período
incaico. Una serie de museos -ver recuadro- narran cómo era la vida entre el 600 y el
900 de nuestra era: las imágenes de felinos en las cerámicas, la exuberancia del arte
precolombino en oro y bronce, la práctica de sacrificios humanos y una nueva forma
política marcada por “señoríos”. Las casas de entonces, de paja y barro, aún continúan
como si hubieran sido talladas por los mejores orfebres de la cultura aguada.
Todo cambió con la llegada de los Incas. En “El Shincal”, una suerte de pequeño Machu
Picchu argentino, una de las primeras áreas exploradas de Argentina por la expedición
conquistadora española salida del Cusco, En el comedor se puede comer el jigote,
exquisita comida regional similar a la lasagna: carne picada rehogada en manteca de
cerdo con capas de pan casero, queso de cabra, papa, huevo duro y cebolla.
La Ruta del Adobe
La primera vez que Gabriela Tedesco llegó a Tinogasta fue hace diez años, como
turista. De familia italiana que producía vino, probó los de Fiambalá y se fascinó. En el
distrito de San José, en Tinogasta, conoció a un anciano que quería vender su finca. Así
fue como creó su bodega Finca La Gloria. Hoy, sus vinos boutique son de lo mejor de la
zona. “Tinogasta es un potencial en la calidad de la uva, es uno de los pocos lugares en
el mundo que como vino de altura llega a la maduración con la concentración de la
azúcar que necesita para ser vino. Tan buenos como los de Cafayate”, explica y muestra
su vid, donde también hay olivos, con una aceituna grande conocida como el Arauco,
del tamaño de una bellota. Allí, con ayuda del municipio local, hizo la conversión de la
uva criolla a los varietales, tales como torrontés, boyarda, syrah y malbec. Con una
producción de 4 mil litros al año
De Berazategui a Tinogasta, Gabriela, de 49 años, no dejó su metalúrgica familiar pero
cada vez se siente más catamarqueña. “Me encanta el paisaje, la gente, el clima. Salir a
la ruta y ver el cerro Famatina con nieve. Estar en la casa de adobe fresco, y afuera el
calor de 35 grados. Que los zorros te espíen desde la ventan, son cosas que no tienen
precio. Y cuando vinieron a visitarme gente de Berazategui ellos también se encantaron
del lugar”, dice. Al poco tiempo, los visitantes de Gabriela pusieron su propia bodega:
Llama Negra. Se convirtieron, así, en un fenómeno que prolifera en la zona: los que
arriban de Buenos Aires, se enamoran de Tinogasta y crean emprendimientos
productivos.
“Esta zona había experimentado un éxodo poblacional y una caída de la producción por
décadas tras la clausura del ferrocarril. Y hace unos años, con la llegada de nuevos
emprendimientos, se dio un empuje sensacional a la región con la producción de
grandes olivares, viñedos y con una industria turística en desarrollo”, resume Tullio
Robaudi, responsable del museo “Tullio Robaudi”, inaugurado como museo privado por
su padre, arqueólogo aficionado que donó sus piezas de colección al municipio.
En las paredes hay murales contra la megaminería -es una de las provincias donde
avanzan las multinacionales pero con rechazo de las comunidades locales-
Toda la muestra se encuentra emplazada en una gran sala del centro cultural de la
ciudad de Tinogasta y se destacan piezas de las culturas originarias de la región, con
fuerte influencia de la cultura Aguada.
En el recorrido podemos ver que en sus más de 9 vitrinas hay varios objetos entre los
que se destaca una momia recuperada de su lugar de entierro que data del año 1300
aproximadamente.
A su vez en la colección se pueden ver cerámicas, estatuillas de la cultura Ciénaga y
pipas con las que se fumaban o aspiraban alucinógenos.
Además de la momia, puede impresionar una muestra de cráneos adultos, masculinos y
femeninos, a los que se le suman vasijas del período incaico –calculado de entre el año
1400 al año 1530- y del período temprano -350 años antes de Cristo- de la cultura
Condorhuasi.

Actualmente esas industrias vuelven a ser factibles de desarrollar y han convertido a


Tinogasta en el departamento de mejor desarrollo en la industria de la vid y el olivo con
la producción de numerosas bodegas de vinos de alta calidad y estándares,
FINCA "LA GLORIA"
VINO TINTO Y BLANCO CASERO
- VARIETALES: bonarda - syrah - torrontes

San jose se encuentra en TINOGASTA al pie de la cordillera de los andes. "Tierra de encuentro"
y zona de aguas termales, donde las culturas diaguitas e incas han dejado sus huellas.
Los primeros españoles cruzaban por este lugar hacia el norte y a chile a travez del paso de san
francisco, para comercializar su ganado, fueron los que vislumbraron lo propicio de la zona
para la actividad vitivinicola.

Los viñedos, rodeados de montañas y quebrachales se hallan a 1250 metros sobre el nivel del
mar, donde el clima de la puna, con gran amplitud termica, el viento zonda y el suelo desertico
con sus guijarros hacen el ideal para este cultivo.
Alimentadas por el Rio Abaucan, con sus minerales y sus aguas provenientes del deshielo de la
cordillera, dan la posibilidad de una maduracion ideal en las uvas, obteniéndose una armonía
especial que hacen que este vino joven exprese al máximo los aromas y sabores de su terruño.

La Ruta Nacional 60 es un circuito interesante para recorrer. Conduce a las ciudades


de Fiambalá y Tinogasta, en el valle del río Abaucán. Donde está la La Ruta del Adobe, un
circuito con sitios históricos y bodegas. En Fiambalá además de las famosas Las Termas
agrestes de Fiambalá.

La Ruta 60 ofrece un recorrido totalmente asfaltado hacia los volcanes más altos del
continente, de más de 6.000 m de altura, es conocido como la Ruta de los Seismiles

Dulces de cayote, sin aditivos ni conservantes.

Oro verde

Tinogasta se encuentra en lo que mundialmente se conoce como la “franja de oro” para el


cultivo de vinos y aceites

Es uno de los sitios arqueológicos más importantes de la Región Sur del Imperio Incaico. Fue
centro administrativo, centro ceremonial, . “Aquí sucedieron fiestas, lugares de reunión,
también depósitos con techo a dos aguas”, cuenta y camina a lo largo del depósito con
paredes de piedra que quedó sin el techo, y donde allí guardaban la papa, el maíz, la sal y las
hierbas medicinales que luego llevarían hasta el Perú.

Las puestas miran al sol. El templo de la luna y el templo del sol, En las montañas, los Incas
hicieron escaleras de piedra. La chacana, el cacique en el centro, el nac iente el templo del sol,
y el templo del sol, los puntos cardinales. Los ciclos de cosecha, la reproducción de los
animales, . Un pucará: control y dominio del valle.
El Qhapaq Ñan-Sistema Vial Andino ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad por la
UNESCO como Itinerario Cultural Transnacional y Seriado el 21 de junio a las 18.35 en la ciudad
de Doha, Estado de Qatar. El sistema de caminos de los Andes fue una de las soluciones más
importantes creadas por el hombre para un mejor aprovechamiento de los distintos
ecosistemas andinos y para vincular a los pueblos ubicados en sus varias regiones,
favoreciendo la interacción de los valores sociales, económicos, culturales, tecnológicos,
políticos e ideológicos a lo largo del Tawantinsuyu; conocido desde el siglo XVI como Qhapaq
Ñan (Gran Camino).
Esta red de caminos de más de 30000 km de largo conectaba varios centros de producción,
administrativos y ceremoniales construidos en más de 2000 años de cultura andina pre-inca.
Su importancia radica no sólo en su magnitud, sino también en la notable ingeniería aplicada
en la agreste geografía, así como en la capacidad de organizar y unificar el inmenso territorio
andino y en el manejo efectivo de las poblaciones asociadas, cada una de ellas con tradiciones
propias que continúan vigentes.
El Qhapaq Ñan es producto de la acumulación de múltiples experiencias de las sociedades que
habitaron el territorio andino a lo largo de siglos de historia. Se sabe que los diferentes
pueblos originarios trazaron caminos y rutas que luego las incas incorporaron y articularon a su
propio sistema caminero.
Es un itinerario cultural, transnacional y seriado, que constituye una obra física única, de gran
trascendencia para la historia de la humanidad y de escala continental para América del Sur. Su
construcción plasmó una extraordinaria red caminera planificada y articulada que atravesaba
una de las geografías más accidentadas y extremas del planeta, caracterizada por albergar la
mayor diversidad biológica mundial acompañada por una enorme diversidad cultural. Todos
los territorios estaban ligados al eje longitudinal de la Cordillera de los Andes, que hacia
posible conectar los pueblos y paisajes dentro de una sola matriz caminera, con ejemplos
tecnológicos excepcionales de viabilidad, de arquitectura y de ingeniería, solucionando las
múltiples dificultades del terreno y adaptándose a sus variables paisajísticas, por medio de
puentes, escaleras, cunetas y empedrados, que aseguraban, gracias a un específico programa
de mantenimiento, la continuidad, seguridad y conservación del Qhapaq Ñan, a la par que
señalizaciones, almacenes y postas de reposo y abastecimiento (tambos) facilitaban el tránsito
a lo largo de la ruta.
Esta extensa red usada por los Incas principalmente en el siglo XV llegó a conectar y comunicar
los diversos territorios, y sus particulares desarrollos, de lo que hoy son los países andinos de
Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador y Perú. Por sus caminos circularon ejércitos,
poblaciones íntegras, cuyo número podía ser superior a 40.000 personas, acompañados por un
número significativo de caravanas de llamas, que trasladaban bienes y materias primas.
En nuestro país atraviesa siete provincias: Jujuy, Salta, Tucumán, Catamarca, La Rioja, San Juan
y Mendoza. Los segmentos del Qhapaq Ñan y sitios asociados propuestos por Argentina son
testimonio tangible de un fenómeno de integración multicultural y de diversidades ecológicas
sin parangón en la historia mundial, incluyendo los desafíos logísticos implicados (extracción y
almacenaje de recursos agrícolas, pastoriles y mineros, movilización de mano de obra y
aprovisionamiento de vías que surcan vastos desiertos), de una manejo militar y cultural
excepcional de las fronteras políticas y de una tradición espiritual única en el mundo, que
rindió culto a las montañas practicando ritos y sacrificios en adoratorios erigidos en numerosas
cumbres de más de 6000 metros de altura.
El Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano (INAPL) de la Dirección
de Patrimonio y Museos del Ministerio de Cultura de la Nación, ha trabajado por más de diez
años en forma conjunta con las 7 provincias argentinas y los 6 países del área andina en la
elaboración, puesta en valor y reconocimiento del valor universal excepcional de este bien.
Este proceso ha tenido lugar a través de un dialogo constante con las comunidades locales, y
de una intensa gestión participativa; con el acompañamiento permanente de el Ministerio de
Relaciones Exteriores y Culto, al cual se ha sumado el Ministerio de Turismo de la Nación, a
través de la elaboración del Plan de Uso Público.
El Qhapaq Ñan Sistema Vial Andino y los sitios arqueológicos asociados constituyen el vínculo
de las comunidades con su historia, con sus antepasados, con su territorio; además de ser
elementos fortalecedores de la identidad cultural. Su declaratoria como Patrimonio Mundial
no sólo es una revalorización y fortalecimiento de la identidad y la diversidad cultural, sino que
al mismo tiempo se convierte en una posibilidad para generar iniciativas de desarrollo local,
que contribuyan a la conservación del bien, del medio ambiente y a la mejora de la calidad de
vida de las comunidades.
El Camino también expresaba su armoniosa relación con su gente y su adaptación al complejo
paisaje andino. Hoy en día, el paisaje cultural del Qhapaq Ñan forma un excepcional telón de
fondo, en donde las culturas andinas continúan transmitiendo un mensaje universal: la
habilidad humana para convertir uno de los escenarios geográficos más duros del continente
americano en un entorno habitable.
Hoy los estados de Argentina, Bolivia, Colombia, Chile, Ecuador y Perú han traducido esa
herencia viva en un proyecto de integración transnacional, que se compromete a salvaguardar
la excepcionalidad de este patrimonio cultural común de Andino América, legado único para el
mundo.
La Argentina ha seleccionado 13 segmentos de camino en las 7 provincias involucradas y 32
sitios arqueológicos asociados. La longitud total de los tramos de camino propuestos para la
nominación es de 118,527 km. Los segmentos argentinos del Qhapaq Ñan ilustran muy bien la
capacidad de los Incas, tanto para vencer los obstáculos del medio, como para aprovechar las
potencialidades que sus variaciones encierran para las poblaciones humanas.
La sección Complejo Ceremonial Llullaillaco que transcurre entre los 4800 y 6670 metros sobre
el nivel del mar ofrece el ejemplo más sorprendente de la capacidad de los Incas de dominar la
cima de los cerros, erigiendo caminos y edificios a mayor altura que ninguna otra población de
la historia. Fue el único pueblo que ocupó sistemáticamente, como parte de su religiosidad, las
cumbres de uno de los grandes sistemas montañosos del mundo. Esta larga tradición tuvo por
protagonistas a los espíritus de los cerros (apus). Se han registrado más de un centenar de
santuarios, a diversa altura y de distinta complejidad, que pueden incluir altares, recintos
ceremoniales, ofrendas y sacrificios humanos (capacocha). Como es sabido, el Qollasuyu, y el
Noroeste argentino en particular, alberga la mayor proporción de los santuarios de altura del
Tawantinsuyu.

Es uno de los capítulos de la serie documental que hizo Gustavo Santaolalla, “Desandando el
camino”,

n las anteriores, se le suman también diálogos en los que asoma la cultura del norte argentino
"donde la conversación, el cuento, el rodeo es algo que lo notas mucho en el habla cotidiana".

"Nuestros países tienen todavía una impronta de la colonia tan fuerte que están configurados
con un polo de producción, de comercio, de decisiones administrativas y después está el resto
que crece a la buena de dios. Esa estructura colonial, que mirá cuantos años llevamos, 500, no
se ha podido modificar o sólo muy levemente. El pasado colonial nuestro está tan presente en
las decisiones que se toman que después de la independencia incluso agudizaron algunas
cosas"

n el norte, a pesar de que no está reconocido, es tan fuerte que lo sentís en la comida, en las
fiestas populares. Buenos Aires es como si fuese una ciudad que empieza a principios del siglo
XX. La administración ve a las comunidades como un problema y no parte de la diversidad. La
prueba de cómo se legitimó el modelo colonial o de cómo se empeoró es la situación actual de
los pueblos indígenas y de todos los conflictos que hay alrededor de la tierra.

El Departamento Tinogasta está ubicado a 280 Km al Oeste de la Provincia de Catamarca,


actualmente es una ciudad sobresaliente dedicado a la producción de grandes olivares,
viñedos, y con una industria turística en desarrollo.

Etimológicamente significa junta o reunión de pueblos y fue demarcada el 14 de agosto del


año 1713, su patrono es San Juan Bautista Niño y se celebra su día los 24 de junio de cada año.

En materia turística Tinogasta tiene mucho para ofrecer, desde sus paisajes, edificaciones
antiguas y museo, hasta la hermosa calidez de su gente.

Uno de los circuitos más reconocidos es denominado como la Ruta del Adobe, la cual en su
trazado original inicia en la Ciudad de Tinogasta y se extiende por 50 kilómetros hacia el
distrito Fiambalá, pasando por ocho sitios de gran importancia. Ellos son: Casa Grande (1897),
Centro Cultural Municipal o ex Hospital Público de Tinogasta (1899), Oratorio de los Orquera
en la Localidad de el Puesto (1740), Iglesia de Nuestra Señora de Andacollo (1850), Iglesia de
Nuestra Señora del Rosario (1712), Sitio Pre Hispánico de Watungasta (350ac), Templo de San
Pedro (1770) y Plaza de Armas (1735), estos dos últimos en el Distrito Fiambalá.

Al salir de Tinogasta es evidente en las montañas denominadas como Zapata la imagen del
Gigante Dormido que se mantiene mirando al cielo y despertando el imaginario de los
pobladores y visitantes al Valle del Abaucán de Tinogasta. Ya saliendo de la ciudad pueden
divisarse los olivares y plantaciones de vid muy antiguas de la antigua Tinogasta de gran
renombre y desarrollo durante los años en que se mantuvo en la zona el recorrido del
ferrocarril Gral. Belgrano, pero que al descontinuar su recorrido y por último dejar de venir
comenzó a decaer completamente la producción, ingresando Tinogasta en un proceso
denominado de declinación y éxodo poblacional muy marcado que hizo que nos podamos
encontrar hoy en día con las ruinas de numerosas casas construidas en adobe totalmente
abandonadas.

Actualmente esas industrias vuelven a ser factibles de desarrollar y han convertido a Tinogasta
en el departamento de mejor desarrollo en la industria de la vid y el olivo con la producción de
numerosas bodegas de vinos de alta calidad y estándares, como así también la producción de
aceites de oliva muy bien logrados como los producidos en la Finca Altos de Tinogasta.

El recorrido sigue hacia el norte y nos encontramos con la entrada al pueblo de El Puesto,
poblado muy pequeño pero que encierra mucha historia, ya que fue denominado así por uno
de los primeros españoles en la zona, Don Gregorio Bazán de Pedraza, quien mantenía grandes
cultivos en ese puesto de trabajo. En este pueblo se encuentra el Oratorio de los Orquera, que
fuera construido por la iniciativa de dos mujeres provenientes de Chusquisaca (Alto Perú),
quienes deciden llevar a cabo la construcción de un oratorio de grandes dimensiones que sería
utilizado por la familia como también por los habitantes del pueblo, oratorio que termina de
construirse en el año 1740 donde se realizaban misas de bautismo, casamiento, comuniones,
etc. En el lugar también puede visitarse un museo de sitio que contiene pertenencias de la
familia desde el año 1800, un lagar de cuero de vaca donde se elaboraba el vino patero, un
olivo bicentenario y al salir un regional donde encontrarse con diversos productos artesanales
de la zona.

A pocos kilómetros nos encontramos con una de las edificaciones más reconocidas de esta
llamada Ruta del Adobe, la Iglesia de Nuestra Señora de Andacollo, Iglesia que se encuentra
enmarcada en un paisaje de montaña difícilmente posible de encontrar en otro sitio. Iglesia
que no se sabe quién mando a construirla o el año exacto de su construcción, pero que aún
mantiene mucho de la construcción original, y otra parte que fuera restaurada por el proyecto
Ruta del Adobe a cargo del Arquitecto Rafael Toledo de la Provincia de Catamarca.

Lugar donde actualmente pueden desarrollarse diversas celebraciones ya que se mantiene


siempre acondicionado para tales fines y que recibe la visita de cientos de turistas al mes.

Luego el recorrido nos lleva al Anillaco tinogasteño, poblado que resguarda a la Iglesia más
antigua en pie de la Provincia de Catamarca, la Iglesia de Nuestra Señora del Rosario que data
del año 1712 y que fuera enviada a construir por Don Gregorio Bazán de Pedraza, español que
fuera designado como mercedario de estas tierras y dueño de todo lo que había en ellas desde
el año 1867.

Pedraza manda a construir inmediatamente su casa, actualmente denominada como


mayorazgo, y también la iglesia que terminara de construirse en el año 1712, año en que esta
persona fuere denominada como Gobernador del Paraguay.

Anilaco (AGUA CLARA), también se erige como un pueblo a desarrollar en materia turística, ya
que no solo cuenta con el mayorazgo e iglesia de Pedraza, sino que también cuenta con un
basto bosque de algarrobos, el molino antiguo, la laguna negra, el nacimiento de las aguas
termales, el campo de morteros y también para cerrar con la denominada “Salamanca de
Anillaco”, cueva que despierta los miedos más profundos de los pobladores.

+ INFO

Festival “Cuna del Poncho” (Belén): En julio, y durante tres días, el pueblo de Belén festeja su
día con una tradicional “Marcha de los Ponchos” y un desfile desde la Virgen de los Cerros. Con
una amplia cartelera de espectáculos y un bingo del Festival, es una linda ocasión para conocer
este epicentro de la Ruta del Telar. En Belén se consiguen los ponchos de mayor calidad del
país: por ejemplo, uno de vicuña, que no pesa más de 500 gramos, puede costar 120 mil pesos.

Festival de “La Cosecha de Luna Llena” (Fiambalá). En Semana Santa, es tiempo de uno de los
acontecimientos más representativos de Fiambalá: una noche mágica a cielo abierto.

A la luz de antorchas y guiados por el propietario Carlos Arizu, la bodega Tizac abre sus puertas
para que lugareños y turistas tomen parte de la vendimia, un momento crucial del proceso de
producción del vino. Allí los visitantes pasean entre los parrones cortando la uva, para luego
llevarla a la bodega a la medianoche, entre música y baile.

“La ocasión está planteada como una celebración por el fin de la cosecha y se cierra con un
festival folclórico, la degustación de comidas regionales y, por supuesto, de vinos de altura en
un entorno mítico y un paisaje único”, explican sus organizadores.

Finca La Sala (Tinogasta). Mientras corren los rumores de la posible llegada de grandes hoteles
con casino, el turismo local se resiste con propuestas de gran atractivo histórico y
arquitectónico. Es el caso de Finca La Sala, una casona histórica del siglo XIX ubicada sobre la
Ruta Nacional 60 en la localidad de La Puntilla, 9 km antes de llegar a Tinogasta.

Siendo parte de la “Ruta del Adobe”, y en un entorno ideal de belleza natural con galería y
aljibe al estilo colonial, esta posada de campo se destaca por la calidad de su comida -con
especialidades de la casa como el estofado de cordero y el locro- y la excelencia de su
atención, al nivel de un hotel boutique con piezas amplias y confortables, almacén de
artesanías y regionales y vino de altura de fabricación propia.

“Es una propuesta para desconectarse del ruido, estar en la serenidad del paisaje y en la
seguridad del ambiente”, dice Horacio Saldaño, uno de sus dueños.

Para reservas: http://www.fincalasala.com/espanol/restaurante.html

El libro de las plantas sagradas. Tras los pasos de autores como Carlos Castaneda en los
sesenta o Shultes y Hofmann a fines de los setenta, el psicólogo Juan Acevedo Peinado, de
ascendencia mbya guaraní, da cuenta en “Plantas sagradas. El linaje secreto del chamanismo
sudamericano” de un conocimiento escondido a los ojos de Occidente durante cientos de
años. Es un libro indispensable para conocer las denominadas “plantas maestras” o “plantas
sagradas”, y de los caminos de las Mamaicunas y del Otorongo, experiencias vigentes que
marcan las culturas de los pueblos originarios de Catamarca. Además, Acevedo Peinado es
autor de “El Shinkal y su Inti Raymi. El despertar de los olvidados”.

Complejo Termal “La Aguadita” (Tinogasta). Unas escalinatas conducen hacia tres piletas
cercanas a un arroyo. Es uno de los lugares turísticos más bellos de Tinogasta, con una vista
panorámica de la Sierra del Abaucán, donde se divisa “El Gigante Dormido”. Las aguas son
termales –sulfatadas, cloruradas, alcalinas, bicarbonatadas, sódicas, cálicas y de mineralización
media-, a un promedio de 20 grados de temperatura, y altamente recomendadas para las
personas que sufren reumatismo, artritis, afecciones nerviosas o problemas de la piel. A 15
kilómetros al norte de la ciudad, cuenta con quinchos, piscina, sanitarios, duchas, asadores y
comedor. Sus cabañas, al pie del cerro Negro de Rodríguez, son un paraíso de silencio,
naturaleza y descanso.

Museo Tullio Robaudi (Tinogasta). Con 2500 piezas compuestas de material cerámico, óseo,
lítico, cestería textil y cuerpos momificados, este sitio es una referencia para conocer cómo fue
la vida de los pueblos originarios de la región.

Lo que se destaca de este pequeño y acogedor sitio es el camino de los morteros, en el patio a
cielo abierto, y el impacto que significa, para un visitante contemporáneo, encontrarse con una
momia. Allí están las denominadas “Momias de la Falda”, que datan del año 1300 y las
constituyen el cuerpo de un niño y un adulto que habían sido enterrados en especie de ataúd
de madera de algarrobo y chañar atado con totora; y las “Momias de la Troya”, donde se
encuentra el cuerpo momificado de una mujer que yacía en un círculo de piedras, cubierto de
tierra. Se cree que el mismo fue parte de los enterramientos de los antiguos diaguitas, de una
clase social baja.

A su vez, los Campos de la Troya fueron nombrados de ese modo por los antiguos cronistas
españoles tras la cruenta batalla y derramamiento de sangre en la ciudad aborigen de
Watungasta, acción que para ellos fue similar a la de la Troya Helénica.

Para información del museo: http://www.tinogasta.gob.ar/museo.html

Termas de Fiambalá. Es, tal vez, el epicentro turístico de la zona con mayor atractivo
internacional. A los pies de la Cordillera de los Andes y a 1.550 metros al nivel del mar, el
complejo termal se erige en una quebrada ubicada entre cerros multicolores, a sólo 12 km de
la ciudad de Fiambalá.

Allí, los viajeros pueden disfrutar de la tranquilidad del turismo-salud, con 14 piletas de piedra
cordillerana con temperaturas que varían entre los 28° C y 51° C. Sus aguas vienen de
montaña, y son relajantes del sistema nervioso, limpian los tejidos y los poros, y desintoxican
el organismo.

Se puede armar la carpa en un camping o bien alquilar una cabaña y pasar la noche con un
cielo de estrellas imponentes, el cual se disfruta desde la privilegiada panorámica de un
mirador.

Para mayor información: http://www.turismo.catamarca.gob.ar/termalismo/

Museo Folklórico de Londres. “Nuestro tesoro es la memoria popular”, reza un cartel en la


entrada del pintoresco Museo Folklórico, ubicado sobre Ruta 40 en una antigua casona del
siglo XIX. El Museo es la posta cero de la Ruta del Telar, y es un moderno espacio donde se
exhiben máscaras carnavaleras, ponchos, tradiciones de los idiomas, las lenguas -el Kakán,
lengua diaguita colonizada primero por el quechua de los Incas y luego por el castellano de los
conquistadores españoles- y de las costumbres ancestrales, con un reservorio de estatuas
sobre mitos y leyendas como el Coquena -hijo de la Pachamama, hombrecito con aspecto de
duende- y el Uturunco –mitad hombre, mitad felino-. Hay, también, un interesante lugar para
el culto de la copla y el refrán popular con frases como “Viene del año del Ñaupa” -Ñaupa, en
quechua, significa antiguo-. Y una historia de los primeros poblamientos de Catamarca, que
datan de hace 8000 años, con la presencia de cazadores de guanacos y vicuñas y recolectores
de frutos y semillas silvestres.

Bodega Don David. Parece un paraje del lejano oeste norteamericano: una casita de adobe,
una galería, una escenografía de troncos de madera y el polvo que se levanta de la calle de
tierra. Al fondo, sobre un campo de vides y olivos, se recorta la bodega que produce vinos de
exportación a 1.505 metros sobre el nivel del mar.

Con cepas tales como Syrah, Cabernet Sauvignon, Malbec, Merlot y Chardonnay, cuenta con
una cava subterránea para 100 barricas y 150.000 botellas, y está hecha de piedra y adobe. La
bodega recibió la certificación orgánica de todos los viñedos, y los techos de caña y arena
volcánica, sumado a los 50 cm de espesor de las paredes, proporcionan una estabilidad de
temperatura única.
El nombre de la finca hace honor a Don Diego Centurión y a Don Diego Carrizo de Frites quien
introdujo la vid en Fiambalá por el año 1702. Bodega Don David cumplió 23 años y produce
100 mil litros por año, exportando a Madrid y a Brasil, siendo su blend Malbec Syrah uno de los
más cotizados de la zona.

Para conocer la bodega: http://www.fincadondiego.com/la-bodega/

Altos de Tinogasta. Se encuentra a 1.300 metros sobre el nivel del mar, en una zona con gran
amplitud térmica y alta insolación. Su enólogo, Santiago Palero, fue el primer responsable de la
premiada El Esteco, de Cafayate, Salta.

Altos de Tinogasta es un emporio de la zona, con fábrica propia de aceites, aceitunas y vinos.
Con tecnología internacional y un predio de paneles solares, busca extender su proyecto con la
construcción de un hotel y una futura bodega.

Entre sus productos de altísima calidad están la línea de vinos “Venerable” y “Seismiles”. La
empresa acaba de desembarcar en México para lanzar un plan de exportación de aceite de
oliva extra virgen.

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