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Sociedad, Cultura y Literatura
Sociedad, Cultura y Literatura
Sociedad, Cultura y Literatura
cultura y literatura
Carlos Arcos Cabrera, compilador
Sociedad,
cultura y literatura
© De la presente edición:
ISBN: 978-9978-67-207-5
Cuidado de la edición: Bolívar Lucio y Paulina Torres
Diseño de portada e interiores: Antonio Mena
Imprenta: Rispergraf
Quito, Ecuador, 2009
1ª. edición: junio 2009
Índice
Presentación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11
PARTE 1
El problema de la subjetividad en
Autorretrato de memoria de Gonzalo Millán . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 73
Biviana Hernández
PARTE 2
Adrián Bonilla
Director
FLACSO - Ecuador
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Introducción
Sociedad, cultura y literatura
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Carlos Arcos Cabrera
I.
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Introducción
“ […] contribuciones hechas desde América Latina. Esto quiere decir por
latinoamericanos y también por cierto, por no latinoamericanos que asu-
mieron como propio algún problema de la región, que intentaron enten-
derlo en sus propios términos, que se dedicaron seriamente a conocernos,
y que a partir de ellos contribuyeron valiosamente al estudio de nuestros
países” (2007: 8).
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Carlos Arcos Cabrera
2 Sintomáticamente, el erudito libro de Randall Collins, Cuatro tradiciones sociológicas, en sus más
de cuatrocientas páginas no dedica una sola línea a la sociología latinoamericana. Por el contra-
rio, la literatura latinoamericana en el denominado boom, el ensayo a través de obras como El
laberinto de la soledad de Octavio Paz, o Las venas abiertas de América Latina de Eduardo
Galeano, y en menor medida el cine y la plástica adquieren una circulación y un reconocimien-
to internacional. Ver al respecto Pascale Casanova (2001), La república mundial de las Letras,
especialmente la segunda parte, Revueltas y revoluciones literarias; y Harold Bloom (2005).
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Introducción
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Carlos Arcos Cabrera
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Introducción
4 Sobre Gino Germani y su importancia para la sociología de América Latina remito al estudio de
Alejandro Blanco, Razón y modernidad. Gino Germani y la sociología en Argentina (2006) y Gino
Germani: La renovación intelectual de la sociología (2006). Estudio preliminar de Alejandro
Blanco.
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Carlos Arcos Cabrera
tro del campo de la sociología y que “sólo puede ser combatido a través
del establecimiento de criterios rigurosos y de un control permanente y
responsable de la actuación científica.” Son duros términos destinados a
los grandes maestros universitarios de la primera mitad del siglo XX y a
la forma dominante de producción intelectual, el ensayo. Germani debía
sentirse suficientemente seguro de que estaba en un campo de la ciencia
que había construido nuevos códigos de legitimidad, normas y criterios y
nuevos habitus para permanecer y moverse en el mismo. Es evidente el
esfuerzo de un actor clave como es Germani por definir los límites del
campo de la sociología en América Latina. Al referirse a los mecanismos
de control Germani platea que estos no pueden ser de tipo legal sino
5 Sobre el caso de Alemania remito al sugerente texto de H. G. Gadamer (2007) Sobre la trans-
formación de las ciencias humanas en El giro hermenéutico.
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Introducción
tas, esa versión compleja y rica de la producción cultural que había inter-
pretado la historia y la sociedad latinoamericana, pasaban a ser historia,
tradición intelectual que había sido superada.
Esa superación se la hizo a costa de una distancia temática de las cien-
cias sociales, en especial de la sociología, frente a la producción cultural,
frente al arte. Los aspectos socioeconómicos del desarrollo y de la depen-
dencia se convirtieron en el centro de sus preocupaciones. Un breve vista-
zo de la producción de las ciencias sociales de América Latina en su perio-
do de auge y expansión entre 1950 y fines de los años 1970 evidencia la
distancia que las ciencias sociales, y especialmente la sociología, tuvieron
frente a expresiones culturales como la literatura, el teatro y el cine. Los
temas duros del desarrollo concitaron el mayor esfuerzo de reflexión y de
investigación.
En la tradición marxista del pensamiento latinoamericano, se encuen-
tra una producción relevante aunque asilada, tal es el caso de la obra de
José Carlos Mariátegui. Las tempranas reflexiones de Mariátegui no tuvie-
ron continuidad, me refiero al texto El proceso de la literatura con el que
se cierra “Los siete ensayos de interpretación de la realidad peruana”, pu-
blicado originalmente en 1928. Otro marxista, Agustín Cueva escribió un
lúcido e incisivo ensayo sobre literatura, lamentablemente limitado a
Ecuador, se trata de Entre la ira y la esperanza, publicado en Ecuador en
1967. En otros autores de esta tendencia, los temas de la explotación, los
modos de producción y la formación económica social dominarán el esce-
nario, el mundo cultual era un subproducto de la ideología que tenía una
importancia secundaria.
Luego de la crisis de las ciencias sociales en América Latina (una com-
binación de agotamiento interno y de destrucción de campo por factores
externos, especialmente por las dictaduras de los años 1970 que golpea-
ron en aquellos países donde ésta tenía un mayor desarrollo relativo) y la
declinación del ensayo como forma de construcción e interpretación cul-
tural en América Latina, los espacios de investigación y análisis se diver-
sifican. Se produce una imbricación de nuevas tendencias y perspectivas
de análisis provenientes de la lingüística, la semiótica, la comunicación, la
crítica literaria y las ciencias sociales sobre aspectos específicos de la pro-
ducción cultural.
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II.
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cuyo punto central es poner en duda radical la teoría del “creador increa-
do” y del proyecto original en que se basa buena parte de los análisis y la
crítica literaria. Afirma Bourdieu:
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Introducción
“Para una sociología concreta del saber de aquí se deriva la misión de exa-
minar, en su estadio respectivo, los presupuestos sistemáticos desde los
que las distintas corrientes dadas en un momento del tiempo abordan el
desarrollo de un mismo hecho de la vida, y las tensiones características
que surgen entre el marco sistemático y los elementos constructivos de la
propia tradición, por un lado, y los nuevos hechos que hay que incorpo-
rar a ella, por otro lado. Dicho más simplemente,…, se trata aquí de apre-
ciar que las distintas corrientes de pensamiento no marchan aisladas unas
de otras, sino que se orientan e ilustran entre sí, sin por ello confundirse
en un solo sistema, intentando ofrecer desde su propia posición una sín-
tesis de la totalidad de los ‘hechos’ históricamente presentes” (1990: 24).
Esta temprana definición es cercana a una historia de las ideas (algo que
el mismo reconoce) es una perspectiva aún cercana a una hermenéutica
del origen de los puntos de vista, o a un intento de comprensión de la re-
lación entre tradición teórica y los “nuevos hechos” o la “relación entre
corrientes”. Para Mannheim, el conocimiento no es supra temporal, ni se
produce en un territorio vacío. Es un espacio ocupado por diversas ten-
dencias (centros sistemáticos de conocimiento) que constituyen a los he-
chos sociales en forma diferenciada de acuerdo al lugar desde el que se los
enuncia. El descubrimiento de esos “hechos sociales” “está ligado a deter-
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Introducción
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Introducción
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Introducción
Es este carácter reflexivo, del que se hace uso metódico, lo que caracteri-
za a las “ciencias históricas modernas, o ciencias del espíritu o ciencias hu-
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III.
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IV.
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Carlos Arcos Cabrera
la misma crítica literaria como desde las ciencias sociales. Los lectores
podrán reconstruir esa caleidoscópica presencia de temas y enfoques.
Las siguientes ponencias tratan sobre dos temas: por un lado, una mira-
da crítica sobre la producción de cine, tanto de ficción, como de documen-
tal, en América Latina. Expresan la irrupción en el campo de reflexión de
las ciencias sociales de toda la poderosa corriente del mundo cultural de
América Latina que se expresa en el cine y la producción audiovisual. Ese
conjunto de ponencias marcan una línea de base en términos de reflexión.
Por otro, se dedica a un tema de enorme importancia en el momento actual
y es la reflexión sobre la producción de un grupo altamente representativo
de intelectuales latinoamericanos. Es un esfuerzo por reconstruir una tradi-
ción intelectual que debe ser rescatada. Las ponencias incluyen textos sobre
Agustín Cueva, Josué de Castro y otros intelectuales.
Bibliografía
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Introducción
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Parte 1
Martins Pena e o dilema
de uma sensibilidade popular
numa sociedade escravista
* Pesquisador e Chefe da Pesquisa em História da Fundação Casa de Rui Barbosa, Rio de Janeiro.
Doutor em Estudos de Performance pela New York University.
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Antonio Herculano Lopes
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Martins Pena e o dilema de uma sensibilidade popular numa sociedade escravista
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Antonio Herculano Lopes
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Martins Pena e o dilema de uma sensibilidade popular numa sociedade escravista
Aninha – Meu pai disse que quando desmanchar o mandiocal grande há-
de comprar uma negrinha para mim. (Pena, s.d.: 39)
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Martins Pena e o dilema de uma sensibilidade popular numa sociedade escravista
Os três exemplos acima nos dão algumas chaves sobre a “questão femi-
nina” em Martins Pena. A mulher aparece sempre como um problema
para o homem, num ambiente hostil, sem a estabilidade das relações
familiares patriarcais, os outros homens constituindo constante ameaça.
No caso do pedestre, o problema é manter sua esposa e filha, e a solução
por ele empregada é a violência e o autoritarismo. Isso apenas espicaça o
desejo das mulheres de trairem-no e a simpatia do espectador vai para as
pobres subjugadas. O irmão das almas sofre pelo oposto: a opressão da
mulher e da sogra, que, para o agrado da platéia, ele logra inverter com
esperteza. Quanto ao caixeiro Manuel, o “problema” mulher surge da sua
superposição com o problema econômico. Ao final, a desonestidade do
português é redimida pela honestidade de seu coração, através do que
obtém sucesso em ambos os terrenos –a mulher amada e a sociedade com
a rica viúva.
O que se pode extrair desses exemplos é uma ética liberal e individua-
lista. O ponto de partida e o foco é o homem, sendo a mulher vista como
uma presa a ser conquistada e mantida. Mas é uma presa (e uma proprie-
dade) especial, com desejos próprios e capaz de resistir e combater os pla-
nos do homem. A solução não pode passar pela imposição autoritária,
mas terá que ser negociada. E diante do conflito entre Estado/sociedade
e indivíduo, este deve prevalecer, desde que negocie seus interesses com
seus próximos e, em particular, com suas próximas.
No plano da representação do nacional, também podemos fazer algu-
mas inferências. A molecagem, o descompromisso e a desonestidade é o
ambiente que é respirado por toda essa sociedade. E o princípio funda-
mental, o móvel último de todo brasileiro é o prazer. Em mais de uma
ocasião, Martins Pena contrasta o princípio do prazer do brasileiro com
outras nacionalidades. No caso de Manuel, nosso caixeiro português aspi-
rante a taverneiro, o que transpira é uma ética do trabalho. Inquirido por
sua ama e futura sócia, mostra seu desinteresse pela farra.
Angélica – Espero que não freqüente certas ruas desta cidade e que,
sobretudo, não arranches para essas patuscadas dos domingos, que fazem
os caixeiros no Jardim Botânico, nos canos da Carioca e nas Paineiras.
Tens visto o resultado.
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Antonio Herculano Lopes
Manuel nem ao menos sabe como são os bailes mascarados, o que tran-
qüiliza a viúva. O contraste é com Carlos, o herói malandro de uma
comédia sem título (perdeu-se a folha de rosto do manuscrito), uma das
últimas produções de Martins Pena. Dele, somos informados que depois
de três meses de casamento, disse à mulher que estavam sem dinheiro e
saiu em busca do dito para não mais voltar. As notícias que chegam em
casa são de que “anda por bailes mascarados, pagodes, teatros com as tais
filhas de Jericó” (Pena, s.d.: p. 621). Quando por primeira vez reaparece,
tem um taco de bilhar na mão, colete e casaca desabotoada. A polícia pro-
cura por ele e a descrição das roupas com que por última vez fora visto
revelam o malandro: “Levava calça de casimira cor de flor de alecrim,
paletó verde claro com botões de chifre e chapéu de pelo de lebre” (Pena,
s.d.: p. 625). Carlos gosta sinceramente de sua mulher, mas preza sobre-
tudo sua liberdade. Quer fazer dinheiro para sustentar sua família, mas
prefere fazê-lo no jogo do que através do trabalho árduo. Ao final, amea-
çado de prisão e de ter que duelar com um desafeto que ambiciona a sua
mulher, safa-se de tudo com esperteza, regenera-se, volta “ao grêmio da
sociedade”, perdoado pela mulher e pelo tio meirinho, de quem detém
uma carta revelando uma infidelidade conjugal (Pena, s.d.: 639). É por-
tanto diante da iminência de perder sua mulher que Carlos é levado a
optar entre seus dois prazeres, amor e boêmia, fazendo sua livre escolha
pelo primeiro.
Encerremos com a questão dos negros e da escravidão. Esses assuntos
surgem na obra de Pena, a exemplo do que ocorre com seus contemporâ-
neos, como pano de fundo sobre o qual se desenrola o drama ou, mais
propriamente, a farsa social. Mas aqui e ali aparece a escravidão em toda
a sua violência. O caso mais patente é o da comédia Os dous ou o inglês
maquinista. Já ao colocar em cena um personagem do comerciante negrei-
ro, que se beneficia da importação ilegal de meias-caras, e um inglês tra-
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Martins Pena e o dilema de uma sensibilidade popular numa sociedade escravista
paceiro, ambos rivalizando pela mão da filha de uma rica viúva, Pena se
permite apresentar um painel desse comércio iníquo.
Clemência – Não vale a pena mandar fazer vestidos de chita pelas france-
sas; pedem sempre tanto dinheiro! (esta cena deve ser toda muito viva.
Ouve-se dentro bulha como de louça que se quebra:) O que é isto lá den-
tro? (Voz, dentro: Não é nada, não senhora.) Nada? O que é que se
quebrou lá dentro? Negras! (A voz, dentro: Foi o cachorro.) Estas
minhas negras!... Com licença. (Clemência sai.)
Eufrasia – É tão descuidada esta nossa gente!
JOÃO DO AMARAL – É preciso ter paciência. (Ouve-se dentro bulha
como de bofetadas e chicotadas.) Aquela pagou caro...
Eufrasia, gritando – Comadre, não se aflija.
João – Se assim não fizer, nada tem.
Eufrasia – Basta, comadre, perdoe por esta. (Cessam as chicotadas.) Estes
nossos escravos fazem-nos criar cabelos brancos. (Entra Clemência
arranjando o lenço do pescoçoe muito esfogueada.)
Clemência – Os senhores desculpem, mas não se pode... (Assenta-se e
toma respiração.) Ora veja só! Foram aquelas desavergonhadas deixar
mesmo na beira da mesa a salva com os copos pra o cachorro dar com
tudo no chão! Mas pagou-me! (Pena, s.d.: 114)
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Antonio Herculano Lopes
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Referências
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Humberto Salvador y la entrada de
Sigmund Freud en las letras ecuatorianas
Fernando Balseca*
No hay lugar a dudas de que el literato que más temprano y que de mejor
forma manejó los fundamentos del psicoanálisis –entonces llamado freu-
dismo– fue Humberto Salvador (1909-1982); quien incluso publicó, en
1934, su Esquema sexual, de profunda repercusión entre los intelectuales
ecuatorianos. Este Esquema –que parte de la sexualidad humana para
hacer nuevos aportes en los campos de la sexualidad y la criminología– es
la tesis que Salvador preparó para obtener el grado de doctor en jurispru-
dencia en la Universidad Central del Ecuador y que alcanzó por esos años
gran difusión en los países hispanoamericanos y en Brasil, donde fue tra-
ducida al portugués. En el período que atendemos los estudios literarios
están fuertemente asociados con las sociedades jurídicas. No es casual, por
tanto, que en una Facultad de Jurisprudencia produjera este texto central
de nuestro estudio.
Salvador se erige en uno de los propagandistas más firmes de las teo-
rías freudianas, lo que es interesante si se toma en cuenta que las obras
más populares de Freud datan del primer quinquenio del siglo XX (La in-
terpretación de los sueños, 1900-1901; Psicopatología de la vida cotidiana,
1901; El chiste y su relación con lo inconsciente, 1905 y Tres ensayos de teo-
ría sexual, 1905). Freud es glosado y examinado por Salvador a menos de
treinta años de haberse producido la primera tópica psicoanalítica, aque-
lla que se articula alrededor del inconsciente. También es decisivo desta-
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Fernando Balseca
car que solo a partir de 1922, por iniciativa del filósofo español José
Ortega y Gasset, empiezan a aparecer las obras de Freud traducidas al es-
pañol por Luis López-Ballesteros en Madrid.
Esquema sexual de Salvador fue un verdadero hito para la divulgación
del pensamiento freudiano. Aunque no hemos podido comprobar la exis-
tencia de las ediciones segunda y tercera del Esquema en la Editorial Cla-
ridad de Buenos Aires, y de la cuarta publicada por la Editorial Zig-Zag
de Santiago de Chile, sabemos que ambas casas editoras sudamericanas
tenían una gran difusión continental. Varios escritores ecuatorianos de la
época publicaron en dichas prensas. La edición de 1934 apareció en Qui-
to con un prólogo del médico Jorge Escudero –hermano del poeta Gon-
zalo–, que era entonces profesor de la cátedra de psicología experimental
en la Universidad Central del Ecuador (más tarde Escudero formaría
parte, en 1944, del primer directorio que funda la Casa de la Cultura
Ecuatoriana).
Lo primero que resalta del prólogo de Escudero es que los intelectua-
les de la época estaban convencidos de que el freudismo otorgaba a cual-
quier práctica intelectual un sentido de actualidad, ya que el pensamien-
to de Freud ofrecía la posibilidad de asumir un punto de vista desde la
totalidad. La recepción atenta de las ideas nuevas era un signo de actuali-
zación cultural. Escudero entiende las implicaciones del Esquema para el
derecho, por ejemplo, y por eso celebra que se junten disciplinas como la
anatomía, la fisiología, la endocrinología, la sexología, la sociología. Esto
es, se vive una época en que el positivismo y la compartimentación de las
disciplinas empiezan a romperse entre nosotros. Según Escudero, lo vital
aparece enfrentado a lo racional y esta lucha da forma a los polos de atrac-
ción de las conductas del hombre; tópico apreciado dados los intensos
juegos de la modernidad por instaurar novedosas actitudes de disfrute de
las formas de lo cotidiano, asunto que ya habían puesto sobre el tapete los
poetas modernistas en la década de 1910.
El filósofo español Ortega y Gasset es mencionado por Escudero. Se
sabe, por las reseñas que aparecen en las revistas literarias de la época, que
la Revista de Occidente circulaba entre los intelectuales quiteños, aunque
es probable que Salvador haya podido leer a Freud a partir de alguna tra-
ducción inglesa o francesa, pues en su Esquema vacila entre decir la psi-
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Ante un genio tan alto como el de Freud que habla la verdad desnuda,
que llama por su auténtico nombre a todos los conflictos anímicos repri-
midos, lógico es que se levanten las más violentas protestas de los reaccio-
narios. Un fenómeno análogo sucedió con el marxismo, que está ahora
triunfante.
En una lucha tan fuerte como la que sostuvo, Freud procedió con auda-
cia, valentía y constancia. Estaba dotado de penetración genial; de amor
a la verdad científica; de desdén para la crítica y de sentido estético. Él
mismo ha dicho que sus obras se leen con la misma amenidad que una
novela. Es cierta la afirmación del maestro, porque los libros que ha escri-
to son como sonatas en prosa. (Salvador, 1934: 120)
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súper yo; las neurosis; la vida sexual; el Edipo; la represión; todo esto ma-
tizado por una acerba crítica al celibato y al catolicismo; las sociedades
primitivas; el psicoanálisis como parte de la cultura de los pueblos “cul-
tos”; intervenciones sobre el método y la doctrina; la regla fundamental
del análisis, donde se reconoce el valor de la cura por medio de la palabra.
En fin, Salvador tiene una concepción del psicoanálisis como una terapia
cuasi religiosa:
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1 Gregorio Marañón (1887-1960) fue un médico madrileño que influenció la medicina sudame-
ricana. Hizo contribuciones en endocrinología, nutrición, metabolismo, etc. Exploró las llama-
das enfermedades sociales y atribuyó al plano ético, moral, religioso, cultural e histórico un lugar
importante para comprender el origen de las enfermedades. Es autor de Tres ensayos sobre la vida
sexual (1926), de reminiscencias freudianas desde el título.
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Los tontos, los reaccionarios, los capitalistas ignorantes, los malos médi-
cos, los abogados mezquinos, las señoritas cursis, los tenorios de pacoti-
lla, los frailes explotadores, las viejas nobles, los políticos liberales y, en
fin, toda la parte inculta y baja de la humanidad, ha pretendido sostener
que la nueva moral del sexo es corruptora. (Salvador: 273)
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Como puede verse, la novela anticipa el mismo reclamo del que teórica-
mente parte el Esquema. Camarada prepara en la ficción el poder concep-
tual del que se nutrirá el Esquema. Veamos otros casos. En Camarada se
cuestiona el odioso papel de la moral religiosa que discrimina a los hijos
nacidos fuera del matrimonio eclesiástico: “Son huérfanos. Hijos prohibi-
dos. Ilegítimos, incestuosos, adulterinos. ¿Por qué tanto dolor? El hombre
es el único animal que cruelmente clasifica a los hijos. Las demás especies
no suelen hacerlo” (Salvador, 1933:16). En el Esquema leemos esto: “El
cristianismo envenena el espíritu del hombre, aún antes de nacer. Sub-
divide a los hijos ‘de dañado ayuntamiento’ en adulterinos, incestuosos y
sacrílegos. Verdaderamente, tal ideología demuestra hasta dónde puede
llegar la ferocidad del animal humano” (Salvador, 1934: 223).
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Bibliografía
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El problema de la subjetividad
en Autorretrato de memoria
de Gonzalo Millán
Biviana Hernández*
Introducción
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Autorretrato y memoria
1 Un relato de memorias designa un escrito en retrospectiva, en el que una persona real narra acon-
tecimientos relevantes de su vida, “enmarcados en el contexto de otros eventos de orden políti-
co, cultural, etc., en los que ha participado o de los que ha sido testigo” (Estébanez 1999: 653).
Según esta definición, la frontera que separa la autobiografía de la memoria, entendidas como
dos tipos de textualidad, está dada por el hecho de que en la primera el sujeto enunciador acen-
túa el desenvolvimiento de su personalidad y los hechos que, de manera personal, han marcado
su pasado, siendo el objeto de tratamiento de su relato la historia de su vida individual; mien-
tras que en la segunda éste refiere sucesos de su propia vida, pero situándolos en el contexto de
otras vidas y en relación con el acontecer histórico, político o cultural que ha afectado a su país
o grupo(s) de referencia(s). Si un relato de memorias se distingue de uno autobiográfico por la
perspectiva más o menos individualista del sujeto, también se diferencia del autorretrato por el
tratamiento temporal de la narración: la memoria retrotrae la vida del sujeto (aun cuando sea
solo un periodo de ella, lo importante es que se reconstruye cronológicamente con cierto deta-
lle y orden lógico), en tanto que el autorretrato describe determinadas características personales
del sujeto correspondientes a su realidad presente, preocupándose por captar sólo un instante de
su vida y no el desarrollo de ciertas etapas de aquella.
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El problema de la subjetividad en Autorretrato de memoria de Gonzalo Millán
gure el acto por medio del cual explicita su “yo”, aun cuando éste se en-
cuentre mediatizado por los mecanismos antirretóricos de una escritura
poética que intenta encubrirlo. Trátase de un acto fundamental de expre-
sión, ya que si bien, como género de autorreferencia, la memoria es cues-
tionada por Millán, le permite al sujeto significar la realidad otorgándole
sentido al pasado y, a partir de aquel, una valoración que legitime su esta-
do actual de existencia.
La memoria erígese así en el lugar donde se elaboran las significacio-
nes y reinterpretaciones de lo pasado que, más tarde, posibilitarán en él
una determinada percepción de la realidad y, finalmente, la configuración
de su vida presente. Los autorretratos2 en que se representa, a este respec-
to, validan la arbitrariedad y parcialidad de su mirada. En ellos la memo-
ria actúa como espacio capaz de relacionar distintos aspectos y situaciones
de su vida pasada, las que remiten a vivencias que, por una parte, carecen
de trascendencia y resurgen en su memoria como simple dato y, por otra,
a recuerdos que aprehenden situaciones, seres y objetos impregnados de
sentido al expresar una relación de dependencia entre el pasado y el pre-
sente. Así, por ejemplo, en “El paradero”, de “Autorretrato en la Chimba”,
se detecta que en un lugar específico de este barrio: el Monte del Olvido,
está la génesis de un camino que abre paso a un estado de crecimiento, no
solo biológico, sino también vital para el sujeto, en tanto este paradero es
síntesis de un aprendizaje de vida que determina de qué manera ésta se
inclina hacia una concepción ácida y corrosiva de sí como del mundo que
le rodea. Del mismo modo, en “1. Mapa”, primera parte de este poema
autorretrato, el sujeto actualiza una imagen de las calles de la Chimba pa-
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El problema de la subjetividad en Autorretrato de memoria de Gonzalo Millán
Mami,
La próxima vez
No manches por favor
Mi cepillo de dientes
Con sangre
(Recado bajo un magneto en un refrigerador Crosley)
No sé cuántas veces
Debo escribir esta misma sentencia
De la tarde que pasa con desgana (...)
La tarde pasa no sé cuántas veces
Tengo que escribir la certeza del día.
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Biviana Hernández
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El problema de la subjetividad en Autorretrato de memoria de Gonzalo Millán
gorjeo de pájaros cuando solo era perceptible el ruido hostil de los auto-
móviles desplazándose por las calles de la ciudad. Sin embargo, este es so-
lo un momento fugaz que, aunque grato, tempranamente acabó en cuan-
to cayó la noche (¿o la muerte?):
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Consideraciones finales
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El problema de la subjetividad en Autorretrato de memoria de Gonzalo Millán
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Biviana Hernández
Bibliografía
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Cuerpo, sensualidad y erotismo:
espacio de resistencia desde el cual las
narradoras centroamericanas impugnan
los mandatos simbólico-culturales
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Consuelo Meza Márquez
1 La crítica Magda Zavala utiliza el concepto gestos de ruptura para referirse a esa ruptura frente
a los convencionalismos de la relación sexo-género con el propósito de remover los estereotipos
y conductas que han mantenido a las mujeres dentro de los márgenes del orden privado.
2 Patrocinio P. Schweickart señala que en los textos androcéntricos, la lectora lee el texto confir-
mando su posición del otro debido a que ha introyectado los textos y los valores androcéntri-
cos. En el caso de los textos escritos por mujeres, la lectura expresa un encuentro intersubjetivo
escritora-lectora estableciendo un contacto íntimo con otra subjetividad que no es idéntica a la
suya pero que igualmente en su calidad de otro, le ofrece la posibilidad de articular su experien-
cia bajo una propuesta sexuada femenina. En ese proceso de identificación, la mujer lee como
mujer lo escrito por otras mujeres, sin colocarse en la posición del otro, desnaturalizando los
valores androcéntricos.
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Cuerpo, sensualidad y erotismo
91
Consuelo Meza Márquez
92
Cuerpo, sensualidad y erotismo
una mujer que ya ha cumplido los cuarenta años, por tanto se supone que
su ciclo reproductivo ha terminado, lo que la deja al margen de ese ejer-
cicio de la sexualidad que debe ser para la procreación. Sin embargo, ella
pretende expresarle al marido el amor y el deseo que aún le provoca. El
hombre la rechaza porque, conforme a los mandatos culturales patriarca-
les, es el varón el que debe tomar la iniciativa, la mujer es vista como ase-
xuada y como el objeto del placer del otro. A Bienvenida aún le sangraba
la herida de la última vez en que quiso que le advirtiera como mujer:
93
Consuelo Meza Márquez
do es infiel. El espejo le ofrece una imagen de una persona que esta dejan-
do atrás la juventud y su cara empieza a marchitarse. Es el rostro de una
mujer que no desea seguir viviendo como hasta ahora, que expresa el
anhelo de plenitud y admite, enfrentando al marido y a sí misma, en el
reconocimiento de que ese “amor se marchito hace años y ya no hay nada
que hacer” (Reina, 2003: 56) y le pide que se marche.
“La distancia es como el mar” de Mildred Hernández (Guatemala,
1966) ofrece otra salida. Piedad enfrenta al marido y a la amante, los gol-
pea para liberarse de la rabia y “va al mar porque es la única manera que
tiene de exorcizar el odio que la abrasa” (Hernández, 1995: 105):
94
Cuerpo, sensualidad y erotismo
Carol Fonseca (Belice) es una autora que escribe con una clara intencio-
nalidad feminista en relación con situaciones de violencia doméstica. En
“Breaking the silence”, la pequeña hija le pregunta a la madre sí los hom-
bres golpean a las mujeres porque las aman. La madre aspira a otra vida
para su hija y es el apoyo sororal de una amiga de la abuela, la que le
brinda los medios para abandonar al marido y asumirse dueña de su des-
tino.
La preocupación por las madres solteras es una inquietud importante
en las escritoras de Belice. Frecuentemente, la mujer es negra y el varón
blanco. Las mujeres se ven obligadas a casarse, de no hacerlo son rechaza-
das por la familia y deben abandonar su empleo. Es una sociedad, como
todavía sucede en muchos países latinoamericanos, con costumbres muy
rígidas respecto de la esfera del cuerpo y a los hijos nacidos fuera del ma-
trimonio.
En el cuento “The rocking chair” de Corinth Morter-Lewis la mujer
decide continuar con el embarazo, a pesar de que la decisión implica el
abandono forzoso de su empleo. La comprensión, el amor y el apoyo de
la madre es una condición que le permite desafiar de manera exitosa el
conflicto objetividad/subjetividad. Por su parte, Ivory Kelly en el cuento
“The real sin”, ante la misma situación, con una clara intención feminis-
ta, realiza una crítica a esas sociedades que obligan a las mujeres a casarse
porque, de no hacerlo, quedan fuera de la sociedad en lo simbólico y lo
material. Lo anterior representa el verdadero pecado, nombre del cuento,
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Consuelo Meza Márquez
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Cuerpo, sensualidad y erotismo
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Consuelo Meza Márquez
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Cuerpo, sensualidad y erotismo
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Consuelo Meza Márquez
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Cuerpo, sensualidad y erotismo
Se llega al final del laberinto, en un recorrido gozoso que deja atrás la vic-
timización y el llanto para seducir en el placer del desafío; en una pro-
puesta de la narrativa escrita por mujeres como el espacio de la utopía, de
ese inédito posible que la escritora propone como ese cuarto propio en que
las lectoras pueden someter a prueba las nuevas relaciones sin temor al
castigo y la represión. La mirada que se encuentra en la autora y en las
protagonistas representa, por tanto, una invitación a la transgresión, una
invitación a las lectoras a verse reflejadas en el espejo de la literatura; en
ese encuentro mutuo, que en el diálogo escritora-lectora les permitirá des-
cubrir su rostro en plena humanidad y llenar el espejo de la cultura con
nuevos rasgos como mujer y con nuevas ficciones como escritora, produc-
to de un cuerpo y una conciencia sexuadas femeninas. Al hacerlo desafía
al poder patriarcal y a toda la sociedad fundada en esta ideología, como
mujer y/o como escritora.
Así, los cuentos no presentan protagonistas que se quedan atrapadas
en el reclamo y la victimización, son textos de mujeres victoriosas que
recuperan el gozo de ser mujer rompiendo con esa ética de sacrificio y
abnegación que subyace en el discurso patriarcal acerca de “lo femenino”,
a pesar de referirse a situaciones límite como la violación, la violencia y el
aborto. Cuentos que conjugan ese afán lúdico de la Literatura con el com-
promiso hacia las mujeres, escritos por narradoras de distintas generacio-
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Consuelo Meza Márquez
Bibliografía
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Cuerpo, sensualidad y erotismo
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Diferenças culturais e
dilemas da representação
Diana I. Klinger*
Desde final dos anos setenta, com a reconfiguração das nações latino-
americanas depois dos períodos ditatoriais, configura-se um novo pano-
rama socio-cultural latino-americano. A política identitária ganha força
perante a política partidária, apontando para uma pluralização de vozes e
focos de poder, que são focos de discurso. As minorias internas à nação
lutam pelo reconhecimento da sua voz no cenário da negociação política,
ao mesmo tempo que questionam o lugar do letrado como representante
daquelas minorias.
Pois bem, acredito que um dos traços dominantes da narrativa latino-
americana pós-boom e pós-ditaduras seja a existência de um “dilema da
representação”, nos dois aspectos da palavra “representação”: o político,
no sentido de “delegação”, e o artístico, no sentido de “reprodução mimé-
tica”. Refiro-me a certa narrativa que dá conta das particularidades da
modernização em América Latina e de sua inserção no cenário da globa-
lização, mostrando as tensões entre as diferenças culturais internas às
nações e desconstruindo a idéia do estado nacional como instância inte-
gradora dessas diferenças. A linguagem aparece nesses relatos como o
lugar do conflito de representação e negociação entre subjetividades que
falam de lugares heterogêneos. É a partir desses pressupostos que propo-
mos ler à novela do escritor colombiano Fernando Vallejo, A virgem dos
sicários (AVS) (1998).
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Diana I. Klinger
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Diferenças culturais e dilemas da representaçao
1 Citado por Lennard, Patricio. “Dame fuego”, resenha de Los días azules e El fuego secreto. Buenos
Aires, Página 12, 1 de maio de 2005.
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Diana I. Klinger
2 Citado por Fernando Vallejo em entrevista a María Sonia Cristoff, La Nación, Buenos Aires, 6
de junho de 2004.
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Diferenças culturais e dilemas da representaçao
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Diana I. Klinger
(Alexis) não fala espanhol, fala gíria, ou seu jargão. No jargão das comu-
nas, ou gíria comuneira, que é formado essencialmente por um velho
fundo da língua local de Antioquia, que foi a que falei enquanto vivi
(como Cristo, o aramaico), mais uma ou outra sobrevivência do malevo
antigo do bairro de Guayaquil, já demoliu, que falavam seus açougueiros,
já mortos; e, enfim, por uma série de vocábulos e construções novas, feias,
para designas certos conceitos velhos: matar, morrer, o morto, o revólver,
a polícia....Um exemplo: “Então, e aí, cara, tudo em riba?” O que ele
disse? Disse: “Oi, filho-da-puta”. É um comprimento de rufiões” (p.22)
Sabe?, Alexis, você tem uma vantagem sobre mim, é que você é jovem e
eu vou morrer logo, mas infelizmente você nunca viverá a felicidade que
eu vivi. A felicidade não pode existir neste mundo de televisões e
gravadores e punks e roqueiros e jogos de futebol. Quando a humanidade
senta a bunda diante de uma televisão para ver vinte e dois adultos infan-
tis dando pontapés numa bola, não há esperanças. Dá desgosto, dá pena,
dá vontade de dar um pontapé na bunda da humanidade e atirá-la pelo
barranco da eternidade, e que desocupem a Terra e não voltem mais.
(p.13)
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Diferenças culturais e dilemas da representaçao
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Diana I. Klinger
Trinta anos depois, uma leitura retrospectiva do boom não pode deixar de
assinalar suas contradições. É o que faz Idelber Avelar, quem considera
que o boom
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Bibliografia
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Diana I. Klinger
Entrevistas do autor
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Opiniones cruzadas sobre veinte años
de narcotráfico en Colombia.
Este trabajo propone una exploración ética de lo que el fenómeno del nar-
cotráfico representó para la sociedad colombiana, al menos desde lo que
muestran algunas de las representaciones cinematográficas y literarias. Si
bien el análisis empieza con una breve comparación entre películas y
novelas producidas en los 90; en este trabajo me ocupo en mayor detalle
en la novela de Darío Jaramillo Agudelo (1995) Cartas cruzadas, una
época en la que se estrenaba el sicario como protagonista de la narrativa
en Colombia, tanto en Literatura como en cine. Una década en la que
además, muerto Pablo Escobar, los colombianos empiezan a articular re-
flexiones alternativas que los guíen en la comprensión de la violencia que
estaba vinculada al tráfico de drogas ilegales.
Para llegar al análisis de la novela, quiero hacer algunas digresiones. La
primera es hacer una aclaración sobre el título de esta ponencia. En 1995,
el mismo año de la publicación Cartas cruzadas, Luis Astorga publicó (en
México) un libro en el que cuestiona el uso del término narcotráfico. El
asegura –con razón– que el narcotráfico prescribe la manera en la que esta
actividad adquiere sentido y que el término es una suerte de discurso pre-
formativo que genera el problema que nombra y que además legitima
ciertas políticas represivas. El narcotráfico poco o nada dice de los proce-
sos, las prácticas y los individuos que están involucrados con el tráfico de
drogas ilegales. La resistencia de Astorga a término, apunta la necesidad
121
Gabriela Pólit Dueñas
1 Recordemos a Teresa Mendoza y su “exótico” español con acento, como lo describe el autor,
como la cabeza de una organización encargada del tráfico de drogas en el Mediterráneo. Capa
de un mundo masculino después del clásico rito de pasaje para las mujeres con poder en la lit-
eratura: la violación. Sus amantes, un mexicano muerto por ser doble agente de los narcos y la
DEA y, en España, un contrabandista vasco a quien ella adiestra para transportar droga. Sus
clientes: la mafia rusa y la del norte de África. Su inicio en el negocio, una lesbiana, adicta, de
clase alta que se enamora de ella en la cárcel, donde fueron compañeras de celda. Los recursos
de Pérez Reverte no solo que son poco originales, sino que lindan en el cliché. Su narrativa con-
vence porque el escritor maneja herramientas del periodismo profesional. La novela vende
porque el público al leerla, confirma las nociones de su sentido común en una historia que tiene
la dosis necesaria de suspenso. Hay algunas novelas con el tema del narcotráfico que se producen
con la exclusiva intensión comercial y son menos logradas que la de Pérez-Reverte.
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Opiniones cruzadas sobre veinte años de narcotráfico en Colombia
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Gabriela Pólit Dueñas
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Opiniones cruzadas sobre veinte años de narcotráfico en Colombia
La sicaresca
En 1990, después de leer el reportaje escrito por una joven periodista so-
bre un joven de las comunas que quiso tirarse del piso alto de un edificio
y a quien lo rescata la señora encargada de la limpieza, César Gaviria escri-
be el guión de su primera película, Rodrigo D, no Futuro (Rufinelli: 2004).
La historia muestra la manera cómo los muchachos de las comunas de
Medellín, sortean su suerte con la muerte. Aunque el guión es de Gaviria,
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Gabriela Pólit Dueñas
126
Opiniones cruzadas sobre veinte años de narcotráfico en Colombia
somos responsables por esto que sucede,” dice Fernando, el personaje au-
tobiográfico de la obra de Fernando Vallejo; otra vez nos vemos en un
corredor sin salida en términos de un serio planteo ético. Como aprendi-
mos con Primo Levi, toda culpa colectiva lo único que hace es absolver a
los individuos de sus responsabilidades personales. La culpa colectiva neu-
traliza la situación y exime al individuo de tomar una posición ética fren-
te a los hechos.
En este sentido, la obra de Darío Jaramillo es una novedad, al menos
en su planteo ético, no solo por lo que (d)enuncia, sino también por su
forma literaria: la epístola. En Cartas cruzadas Darío Jaramillo mira hacia
adentro. Su novela es de una profunda introspección y su búsqueda se
funda en una pregunta sobre la propia conciencia: la suya y la de su clase.
El interés en la novela se desplaza de la historia pública, a la historia pri-
vada, la de los individuos y de las transformaciones en sus relaciones afec-
tivas.
127
Gabriela Pólit Dueñas
128
Opiniones cruzadas sobre veinte años de narcotráfico en Colombia
uno de estos lugares (y mundos) también nos permiten mirarlos por den-
tro. Al mostrar las transformaciones de los personajes y las relaciones
entre ellos, lo que vemos es una intensa búsqueda personal por respuestas
medianamente certeras en momentos en los que la confusión social hace
que todo el mundo sucumba a la posibilidad de enriquecimiento rápido.
La combinación de estos elementos en la novela epistolar de este tipo, ha-
ce que el autor dé cuenta del proceso de transformación de la sociedad an-
tes de que la excesiva visibilidad de los narcos en los espacios públicos,
permitieran elaborar una visión maniquea que condene a ciertos actores
sociales y exima del todo a otros.
Por otro lado hay que decir que Darío Jaramillo Agudelo es uno de los
poetas colombianos más reconocidos, por eso no es casual que los perso-
najes de su historia tengan una intensa relación con la poesía. Esteban
viene de una familia adinerada, Luis de la clase media. Esteban ama la
poesía y escribe sin decidirse a ser poeta. Luis estudia a Rubén Darío y se
vuelve un experto en Modernismo después de obtener una beca para estu-
diar en Nueva York. Esto permite que Darío Jaramillo ponga en las car-
tas de Luis largas reflexiones sobre la poesía y que incluya alguna de sus
poesías como piezas escritas por Esteban. Esteban es periodista deportivo,
trabaja como locutor en una radio. Viviendo en Bogotá, Luis se enamora
de una muchacha de clase alta de Medellín, Raquel, que tiene una herma-
na lesbiana en NY, Claudia, cuya amante es Juana, a quien Raquel escri-
be preguntándose qué pasó en su vida y en la de Luis, y esa carta contie-
ne toda la novela. La madre de Claudia y Raquel había abandonado a su
familia y se radicó en Miami con su nuevo marido, ella cierra el círculo
geográfico de la novela.
Entre los temas que se discuten en la novela, no parece ninguno que-
darse fuera de los diálogos de los personajes. Ventilan los prejuicios de la
sociedad paisa, su apego a las formas y una estricta ética del trabajo por la
satisfacción de lo material. Esteban y Claudia conversan sobre los efectos
de la marihuana, los de la cocaína y concluyen que no existiría adicción a
ésta última si no fuera por el alto grado de consumo de alcohol. Son her-
mosas las descripciones del negocio marimbero, sobre todo en los albores
de los años 70 y las transformaciones que hubo en la sociedad Guajira.
Otros son los tiempos de la cocaína, como es otra la región –el valle de
129
Gabriela Pólit Dueñas
130
Opiniones cruzadas sobre veinte años de narcotráfico en Colombia
Cuando Luis le pide ayuda a Esteban porque ahora está bajo la mira
de sus ex-jefes, Esteban asume su papel de cómplice. El había insistido a
doña Gabriela que aceptara el departamento que Luis le había comprado
en el auge de su actividad narco. Era también él quien ahora escondía a
su amigo en ese mismo departamento (vendido por la inmobiliaria de su
familia) y en el que doña Gabriela nunca supo ni pudo vivir. Por el tama-
ño y el lujo que no tenía proporciones con sus necesidades y comodida-
des. Cuando Esteban le pregunta a Luis porqué ha elegido esconderse en
el departamento que él mismo había comprado, Luis aplica una lógica
literaria y dice estar siguiendo la Ley de Poe en “La carta robada.” Refres-
quemos la memoria y en una corta digresión, recordemos que, en ese
cuento, Dupin descubre la carta que el comisario no supo encontrar. En
su encuentro, Dupin le dice examinemos mejor en la oscuridad. En este
cuento, Poe da importancia a la posesión de la carta, no a su uso. Eso es
lo que da poder al Ministro, a quien el Comisario considera un loco por-
que es poeta.
Las cartas de Jaramillo Agudelo tienen que leerse con esta clave que él
mismo deja suelta en su novela. Cuando Luis desaparece lo que nos queda
de su recuerdo son los testimonios en estas cartas que el autor pone a
nuestra disposición para que descubramos qué es lo que pasó en Colom-
bia. La referencia al cuento del Poe nos permite tener una doble entrada
al cuento, porque Jaques Lacan (1966) hizo una lúcida lectura de la his-
toria para explorar el significado de la epístola. Según Lacan, lo importan-
te son los pasos de la búsqueda de la carta, porque su contenido mismo,
queda en un espacio de nebulosidad, de lo opaco, lo que en el inglés de
Poe se dice odd o bizarre. Por eso nunca se termina de descubrir su con-
tenido, eso es algo que queda volando en el ambiente. Al parecer esto es
también lo que nos quiere decir el autor de Cartas cruzadas.
Una quisiera que hubiera una respuesta fácil, una manera de encon-
trar culpables e inocentes, una manera de comenzar un relato en el que se
diga cómo inicia Raquel la carta a Juana “érase una vez o había una vez”,
pero no hay. El único testimonio que nos podría servir para comprender
el proceso de transformación, sería el del profesor universitario, amante
de los libros, de la lírica, que termina sucumbiendo a la posibilidad de un
dinero fácil. Ya no es el pacto fáustico que fácilmente se le atribuye al ha-
131
Gabriela Pólit Dueñas
bitante de las comunas, aquel que ha sido olvidado por el Estado o que se
ha convertido en un objeto de un biopoder a lo Foucault. Luis es un hom-
bre con el cualquier colombiano de clase media que no habita en las
comunas se puede identificar. Su testimonio sería tal vez, el ancla de sal-
vación. Pero no es así. Lo más cercano que llega a decir de su propia ver-
dad es que no se arrepiente de nada, que lo que hizo lo volvería a hacer
pese al dolor que causó a sus seres queridos, ahora ya distantes de su pro-
pio amor porque está sumido en un egoísmo mantenido a ultranza por la
necesidad de vivir la vida con otra intensidad.
Así desaparece del relato, sin articular un testimonio que podría ser el
punto de partida para un juicio ético. Vuelvo a Agamben en estas pala-
bras finales, cuando dice que el testimonio de Auschwitz lo podrían hacer
quienes sufrieron su mayor consecuencia, pero ellos están muertos. Hay
algo en el testimonio verdadero que es indecible. Ese también es, de algu-
na manera, el valor de lo indecible que Lacan le atribuye a la carta roba-
da sobre la que escribe Poe. En toda esta disquisición de la ética, hay algo
que también Levinas (1987) había dicho. La ética tiene que anteceder a
la cultura, porque de lo contrario, se vuelve una cuestión particular, y en
lo debe preocuparle es una cuestión universal. No a la manera de Kant,
como un imperativo anterior a los sujetos, sino como universal en la rela-
ción con los sujetos. En ese sentido, el silencio de Darío Jaramillo sobre
su propio personaje es también su posición ante lo indecible, porque ela-
borar un testimonio de ese personaje sería, necesariamente, catalogarlo o
juzgarlo y partir de un universal antes de dar espacio al encuentro con el
otro, con aquel que sucumbió al poder del dinero. Creo que aquí está la
mayor riqueza de esta novela: 600 páginas no son suficientes para real-
mente llegar a una conclusión sobre el proceso de transformación. Pero a
diferencia de los personajes de las sicaresca y de relatos mencionados al
inicio de este trabajo, las responsabilidades de Luis, de Esteban y Raquel
son personales.
En un libro maravilloso de Marc Alain Ouaknin, El elogio de la cari-
cia (2006), se habla del afán de la filosofía occidental de conocer el texto.
Ouaknin viene, como Levinas, de un profundo estudio del Talmud y con-
sidera la interpretación como un gesto: “[…] una demostración de la tras-
cendencia, el movimiento de retirada necesario depende ante todo y esen-
132
Opiniones cruzadas sobre veinte años de narcotráfico en Colombia
Bibliografía
133
Gabriela Pólit Dueñas
Walde Uribe, Erna von Der (2001). “La novela de sicarios y la violencia
en Colombia” en Ensayos sobre letras, historia y sociedad Vol. 1. Madrid-
Frankfurt: Iberoamericana-Vervue
Williams, Raymond (1977). Marxism and Literature. Londres: Oxford U.
Press.
Žižek, Slavoj (1997). The Plague of Fantasies. New York: Verso
134
Entre un Tapete Persa, un Cadillac
y Walden. Las Hojas Muertas de
Bárbara Jacobs
“[…] Esta es la historia de papá, papá de todos nosotros” (1987: 9). Así
comienza la primera novela de la autora mexicana Barbara Jacobs, Las
hojas muertas.
La historia de Papá y su familia nos llegará desde la perspectiva y el vo-
cabulario de los hijos, tal y como ellos, “los niños” (pues no existe otra
identificación) la entienden. Sus ojos inocentes describen la vida de su
familia en México, al tiempo que intentan armonizar el presente y el pasa-
do de Papá. A través de una combinación de voces, recorrerán junto al
lector diversos lugares como New York, Moscú y España durante la
Guerra Civil, así como diversas experiencias como la boda de Papá, la re-
lación con sus padres de origen libanés, su vida en pareja, casado y con
hijos; hasta su descenso gradual. Los niños, es decir los hijos de papá y
mamá; nos cuentan la historia según su perspectiva y de acuerdo a lo que
otros familiares van revelando, especialmente a lo que les contó su mama.
En líneas generales, se puede afirmar que la historia presenta impor-
tantes rasgos autobiográficos. La familia de la autora, de hecho, era de as-
cendencia libanesa (como la de Papá), de madre mexicana y padre neo-
yorquino. Emile Jacobs, su padre, fue a la URSS como un futuro perio-
dista y confirmado comunista, regresó a los Estados Unidos, se unió a los
voluntarios de la Brigada Española de Abraham Lincoln en la Guerra
* Universidad Metropolitana.
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Hélène Ratner Zaragoza
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Entre un tapete persa, un Cadillac y Walden. Las Hojas Muertas de Bárbara Jacobs
1 Ver: (www.saintrafika.net/LebaneseHistorySC.html)
137
Hélène Ratner Zaragoza
Perhaps he should have stayed in Lebanon, but it seemed then that all the
men from Jean’s generation were leaving for the Americas, many to Brazil
and Bolivia, others to Detroit and Cleveland, and some to western
Pennsylvania, where Jean and his family moved from coal town to from
village setting up a dry-goods business. In America, Jean sold clothes
from the back of a truck, off the seats of cars, out of a small rented cor-
ner shop, until finally he bought his own store in Carmichaels where he
sold socks to miners’ wives. (Abinader, 1991: 13).
138
Entre un tapete persa, un Cadillac y Walden. Las Hojas Muertas de Bárbara Jacobs
139
Hélène Ratner Zaragoza
años mayor que ella, llegó a la ciudad de New York. Seguramente esta mi-
gración se da en busca de mejoras económicas; inclusive los niños pien-
san que este era un matrimonio por conveniencia. “Sus familias los casa-
ron porque ésa era la costumbre y si ella hubiera estado enamorada de él
a lo mejor le habría hecho un retrato al óleo en el barco […]” (1987: 62).
Los matrimonios arreglados eran comunes, para la costumbre libanesa no
solo incluía el arreglo de los matrimonios, sino también el matrimonio
entre primos y Rashi y Salima eran primos segundos. Más adelante apren-
demos que también lo eran papá y mamá2.
Los narradores aprenden acerca de sus familias por partes y piezas y así
lo hacen los lectores. A través de la mirada de adoración de los niños,
aprendemos mucho acerca de Mamá Salima y de sus formas independien-
tes. A diferencia de papá, quien raramente habla, no le gustaba la música
y el cine y se encerraba en su cuarto cuando estaba deprimido, Mamá
Salimas resultaba abierta y fuerte. De hecho, ella luce como la mujer más
fuerte de la familia. No solo nunca habla de Rachid o tiene una carta o
foto de él; una vez que ella se muda con su familia a Michigan, nadie de
su familia visita a los dos hermanos de Rachid que viven allí.
Ahora bien, cabe preguntarse ¿por qué escogió este lugar ? La versión
de los niños es que como su libro de cabecera era Walden: “Le habrá pare-
cido que el Estado de los lagos se acercaba más a Nueva Inglaterra y el
mundo de Thoreau que…Manhattan” (Jacobs, 1987: 65).
En Michigan, con lo que queda de los tapetes persas, lámparas y mesas
que Rachid trajo del Líbano a objeto de abrir una tienda, ella comienza
la suya propia. La continúa por un tiempo, pero la cierra mientras papá
está todavía en bachillerato.
Para entonces Mamá Salima había dejado de trabajar y fueron tío Gus-
tavo y papá los que empezaron a mantener y sostener a la familia con em-
pleos de medio tiempo…[ella] había cerrado el negocio y se dedicaba a
leer y a fumar y además escribía en el periódico en árabe sobre lo que leía
y lo que pensaba y se encerraba a cocinar y a hacerse la ilusión de que vivía
en una choza de madera a la orilla de un lago o salía a caminar entre las
tumbas del cementerio local o tomaba su Chevrolet viejo y manejaba des-
2 Ver http:www.everyculture.com/multi/Le-Pa/Lebanese-Americans.html.
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Entre un tapete persa, un Cadillac y Walden. Las Hojas Muertas de Bárbara Jacobs
141
Hélène Ratner Zaragoza
todos hablaban árabe, se supone que los nietos también entendían, al me-
nos ellos sabían los nombres árabes para las comidas que ella hacía. En
México ella “se encerraba en la cocina y hacía empanadas árabes de carne
o espina sin que nadie la vieras. En árabe se llaman ftiri o ftaier, una es
singular y la otra plural” (Jacobs, 1987: 16-17).
Ella ha manejado un nuevo estilo de vida en su nuevo país, pero ha
mantenido su cultura libanesa también, la cual ella transmite a su fami-
lia. Además de cocinar para su familia, Mamá Salima ama tres cosas: ca-
minar sola en el silencio del cementerio, tomar el té a las 6 de la tarde de-
lante la chimenea, hablando en árabe con la mamá de mamá, su segunda
prima y en tercer lugar, como mencionamos anteriormente, leer por ho-
ras. “A veces la veíamos la vista algo perdida encima del libro pero sería
porque lo leía la haría pensar en algo o algo así” (1987: 17 ). Cuando la
familia sabe de su muerte muchos años más tarde, el efecto es tremendo
sobre papá y marca el inicio de su retirada; a partir de este momento vivi-
rá más aislado que nunca. Simbólicamente, todo lo que papá pide son sus
libros, los cuales sus hermanos no le dejarán traer porque nunca le han
perdonado el que él haya partido hacia México.
A diferencia de Mamá Salimas, la mamá de los niños, la “mamá” de la
novela, parece muy tímida, muy convencional y conservadora a primera
vista. Ella es de padres libaneses pero ha sido criada en México y es, en-
tonces, el producto de dos sociedades patriarcales, lo cual es evidente en
su comportamiento. Después de todo, es solamente en los últimas dece-
nios que la vida de las mujeres ha cambiado, que la edad para contraer
matrimonio aumentó, que la cantidad de hijos y el tiempo dedicado a su
crianza han disminuido y que su situación política, social y económico ha
mejorado”3. Mamá parece ser una mujer clásica de los años 40-50.
Ella había tenido un matrimonio arreglado pero diferente al de Mamá
Salimas y Rachid. Ella conoce a su futuro esposo “accidentalmente a pro-
pósito”. En 1939 ella viaja a New York con su mamá, a conocer y visitar
a papá, que era “su primo segundo y sobrino segundo de abuelita, la
mama de mamá”. Durante la escala, y antes de la reunión en la Feria
Mundial, ella y su mamá están en la casa de Mamá Salima, mamá ve una
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Entre un tapete persa, un Cadillac y Walden. Las Hojas Muertas de Bárbara Jacobs
143
Hélène Ratner Zaragoza
ria, aun sin una foto, el retrato de papá en un pintura de óleo. Los niños
hacen mucho caso a este fenómeno. “Un óleo hecho de memoria de tan
enamorada que estaba de él” (1987: 109). Lo que es muy significativo
es que el lector nunca sabe si mamá había alguna vez pintado antes o si
tenía algún talento. Así era la condición de las mujeres libanesas o méxi-
co-libanesas, que estaban animadas en sus actividades domésticas pero,
aparentemente, no en sus actividades artísticas. Significativamente,
nunca, en todo el libro, se oye un comentario sobre la calidad de su
retrato por parte de ningún miembro de la familia. Una vez de vuelta
en México, nunca más pinta, como si esto hubiese sido demasiado
osado, demasiado fuera de lo típico, demasiado “no libanés-mexicano”
para la época.
Cuando finalmente la familia se asienta en México, el retrato está col-
gado sobre la cama matrimonial, del lado de mama y es un recordatorio
constante para todos ellos de cómo lucía papá. “El retrato había estado ahí
y era de papá y sin embargo nosotros a papá apenas poco a poco lo íba-
mos conociendo aunque conocíamos de memoria su retrato y hasta lo
soñáramos” (1987: 39). El retrato también es el símbolo del amor de
mamá por papá, ya que los sigue a donde quiera que vayan. Sin embar-
go, en un curioso pasaje cerca del final del libro, cuando papá ya tiene
alrededor de 70 años, los narradores casualmente mencionan que la pin-
tura no estaba ya colgada sobre la cama. En vez de interpretar esto como
un símbolo de un matrimonio tambaleante, parece un anuncio de la sepa-
ración inmediata de la pareja, en tanto papá se vuelve más y más víctima
de una extrema y final depresión fatal.
Una vez de vuelta en México, mamá se readapta aparentemente como
una mujer joven libanesa mexicana casada. El hotel de Papá, el Edgar
Allan Poe, iba bien, además tenían un Cadillac. Él era, sin duda alguna,
símbolo de éxito financiero, y mamá, a diferencia de otras mujeres de
ascendencia libanesa, no tenía que trabajar fuera del hogar. Ella tiene ayu-
da doméstica pero se asegura de que se conserven las tradiciones culina-
rias libanesas, porque la comida es uno de los rasgos culturales más im-
portantes para los libaneses4.
4 Ver (http://ellibano.com.ar).
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Hélène Ratner Zaragoza
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Entre un tapete persa, un Cadillac y Walden. Las Hojas Muertas de Bárbara Jacobs
sos, parecía tener más conocimiento acera de las tallas de las mujeres y sus
gustos. Pronto mamá se dio cuenta de lo que pasaba, inclusive sabía de la
amante que vivía en New York y que lo llamaba cada 31 de diciembre; no
obstante, trataba de esconder su desconfianza diplomáticamente mante-
niéndose tranquila, hasta que una vez.
El tercer y último capítulo del libro se titula “La cita y el Puente”. Este
comienza con una llamada telefónica de la Tía Lou-ma y Tío Gustav,
quienes informan sobre la muerte de Mamá Salima, cuya salud había esta-
do decayendo. Papá se va solo al funeral y permanece solo dos días.
Cuando regresa, él también, comienza a declinar. Está entristecido por-
que sus hermanos no quisieron darle los libros aunque eran las únicas co-
sas que el pidió. La muerte de su hermano mayor Gustav es el último paso
en el descenso de papá a la soledad y la última batalla de mama para ani-
marlo.
Ahora los niños son adultos y menos ingeniosos y finalmente recono-
cen que mamá tiene que conllevar la depresión y soledad de papá. Papá y
mamá se mudaron a la casa de los padres de mamá, a pesar de que ellos
no entendieron el porqué. Ahora mamá tiene una o más cargas y tiene
que reajustarse de nuevo al nuevo entorno. Ellos dejan muchas de sus
posesiones en la antigua casa y viajan entre dos casas, y una vez más tie-
nen que adaptarse a nuevas situaciones: “[...] papá y mamá se fueron aco-
modados en la otra casa y mamá iba y venia y la hacia también su casa
pero papá no, porque él se fue quedando en su cuarto y no salía de su
cuarto y su cuarto era prácticamente toda su casa” (Jacobs, 1987: 128).
Durante esta última etapa de la batalla de mamá, los jóvenes admiten
que “Durante todo este tiempo la más preocupada ha sido mamá y la
vemos planear cosas que entretengan a papá porque a él no le gustan por-
que lo que él quiere de veras es leer en paz […]”. Preocupada, ella encuen-
147
Hélène Ratner Zaragoza
tra diligencias para que él: responde cartas que sus viejos amigos han escri-
to, intenta interesarlo en el ejercicio e incluso trata de relanzar su viejo
grupo de bridge “pero ha encontrado que la mayoría de los miembros [...]
o han muerto o se han ido o, igual que papá […] lo que quieren es estar
en paz” (1987: 133). Mamá llama a sus amigas y, en árabe, francés y espa-
ñol les confía sus preocupaciones sobre papá. En una escena conmovedo-
ra y quizá la única en la que ella sucumbe a la tristeza: “[…] le preguntó
arrodillada a sus pies y abrazándole las piernas...Qué te pasa, mientras lo
miraba y trataba de tranquilizarse [...]” (1987: 135).
Un tercer y corto ejemplo de una segunda generación líbano-mexica-
na aculturizada es Sara, la hermana de mamá quien colecciona “cosas deli-
cados de porcelana y antiguas libanesas porque ella sí era paisana” (1987:
36) y, a pesar de que los lectores nunca conocimos cuánta educación te-
nía, sabemos que es traductora de novelas de intriga. Aunque la autora le
dedica muy pocas páginas, nos damos cuenta que ella no es como mamá:
ella es muy independiente, divorciada, tiene su falda estrecha negra y con
un toque de ironía, los niños inocentes explican que
[…] según mamá siempre estaba diciendo y porque la tía Sara había
tenido que pasar calores insoportable en una época de su vida en que
había tenido que vivir en el sur del país y desde entonces…no usaba ropa
interior. Pero no se le veía nada.
Sara nos parece independiente, probablemente más educada, tiene un tra-
bajo intelectual y, como Mamá Salima, vive sola y parece contenta.
(Jacobs, 1987: 35)
148
Entre un tapete persa, un Cadillac y Walden. Las Hojas Muertas de Bárbara Jacobs
Bibliografía
Consultas Internet
149
Hélène Ratner Zaragoza
150
Caracas, ciudad multicultural
de los noventa en las novelas:
La Última Cena de Stefanía Mosca (1957)
y Trance de Isabel González (1963)
Introducción
151
Laura Febres de Ayala
Además hay que acotar que según los estudiosos de la literatura venezola-
na Julio Miranda, Yolanda Pantín y Ana Teresa Torres, los temas de la
emigración y la ajenidad en la literatura venezolana de finales del siglo XX
parecen haber sido tratados fundamentalmente por mujeres en la novela
y en la lírica:
1 Artista protagonista de una novela televisiva que sirve a veces como sub-texto de La Última
Cena.
152
Caracas, ciudad multicultural de los noventa en las novelas
153
Laura Febres de Ayala
años cincuenta, para la esposa del dictador Marcos Pérez Jiménez. Esta
confección novelística como los trajes necesita diferentes telas. Por lo que
la autora se permite utilizar, como si fueran aquellas, el lenguaje de la
prensa, la televisión, el cine, los cabarets y las canciones juveniles e infan-
tiles.
Caracas se presenta como una ciudad que todo lo permite y que acuna
como una madre a veces cariñosa, pero, en otros momentos, sádica y cri-
minal a aquellos que se cobijan bajo su seno. Uno de ellos es Salustio:
Elsa abrió los ojos, era él, Salustio, hecho un asco. El pobre lo que hacía
era tener su botiquín y el cuarto listo para cuando el general dispusiera y
necesitara. Él no se opuso a nadie, no sabía de las ideas. Colaboró con el
progreso en su barrio, puso los primeros televisores sobre la mesa, él no
podía decirle que no a mi general: era un hombre pequeño, un hombre
menor […] Como podía saber él que entre parranda y parranda se de-
cidían los negocios y los muertos del día. Yo no sé nada, les gritó a los nue-
vos esbirros, lo juro, nada […] La noche se le había metido por dentro
hasta dejarlo hecho un nombre para nada […] (Mosca, 1991: 115-116)
154
Caracas, ciudad multicultural de los noventa en las novelas
Ambos grupos con todos sus matices son pintados por la novela que esta-
mos analizando aquí, el grupo marginal está representado por algunos
personajes, entre quienes destaca la señora de la limpieza de la familia
principal: “Ana era delgada, el pelo lo llevaba siempre recogido en un mo-
ño maltrecho donde quedaban impresas todas las voces de su resignación,
todos los ecos de sus abatimientos, todos esos cuatro hijos sin padre pre-
sente”. (Mosca, 1991: 75).
Ana también es producto de una migración. Viene del campo a la ciu-
dad. En su tierra había sido víctima de la pobreza y de la muerte del padre
de su primer hijo. Pertenece a un grupo que es excluido. Sin embargo, la
escisión entre estos dos grupos sociales, el de los marginales y el de los
incorporados a la sociedad, no es tan profunda en la novela como en los
estudios sociales que se realizan después de la década de los noventa. Por
ejemplo, uno de los cuatro hijos citados, Carmen, estudia gracias a la gene-
rosidad de Marcela y luego con una pequeña ayuda internacional y políti-
ca puede triunfar como fotógrafa en el mundo cultural. La novela expresa
así la forma en que el compromiso político contribuye a acentuar o a ate-
nuar la diferenciación social en la segunda mitad del siglo XX venezolano.
Carmen nos habla también de esa sociedad que permitió la incorpo-
ración de la mujer a muchas tareas que habían sido tradicionalmente
reservadas al ámbito masculino. “Se señala para 1988 una tendencia a la
feminización del egreso universitario en casi todas las carreras. Cuando en
1960 las mujeres representaban 33,8% de la matrícula de educación supe-
rior, en 1988 alcanzan 51,1%”. (Pantín y Torres, 2003: 106).
Ana, la madre de Carmen, a pesar de su situación social no había per-
dido la ternura ni la calma, vivía en su propio país, pero tuvo que aceptar
por necesidad los modos de vida distintos que le imponía Marcela, la
señora de la casa, que vino de Italia. Se adaptó, entonces este personaje, a
un ritmo diferente. Modernidad que sería fatal para Ana porque la má-
quina de lavar que ella se resistía a usar, le dejaría inútil una de sus ma-
nos para toda la vida. Metáfora que expresa lo que significó la moderni-
dad para esta clase social, que no pudo incorporarse a los modos de vida
que temporal y tecnológicamente su “progreso” exigía. Ana junto con Elsa
y Agustín Martínez serían tres de los venezolanos aniquilados por la
maquinaria “moderna” construida por la dictadura.
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Laura Febres de Ayala
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Laura Febres de Ayala
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Caracas, ciudad multicultural de los noventa en las novelas
161
Laura Febres de Ayala
Soy cineasta. Elena pronuncia la frase con altivez; has producido un cor-
tometraje de quince minutos y un amigo del canal del Estado los proyec-
tó por la televisión. Ese triunfo insignificante te es suficiente; la gloria a
lo latinoamericano, se reparte en segundos por los miembros de un par-
tido político […]
“En este país no se avanza sin el gobierno” (1993: 59)
162
Caracas, ciudad multicultural de los noventa en las novelas
Ambas novelistas insisten en la relación entre ambos países. ¿No será que
existen para ambas semejanzas entre Venezuela y Cuba? Una de ellas es la
falta de identidad: “I am Cuban. Cuba no existe, tu Cuba murió”. Ernes-
to, Hermes, el principal amante de Elena en el relato es, como dijimos
antes, un joven cubano de nacimiento, quien desde sus catorce años es en-
viado a la ciudad de Nueva York, y en sus primeros tiempos vivirá en un
orfanato. La descripción de su identidad es la siguiente: “Te sientes li-
quen en simbiosis entre dos mundos. Es el exilio porque, cuanto más lo
piensas, eres un exiliado: te vuelve ajeno. Perteneces al regreso, es un eter-
no retorno”. (González, 1993: 67 y 20)
Luego se reunirá con sus padres quienes lo sacaron de la isla para evi-
tarle que la situación política lo arrastrara. De la misma manera que Mar-
cela, la madre de la novela La Última Cena, la mamá de Ernesto sobrevive
en los Estados Unidos cosiendo, para que su hijo adquiera el nivel de vida
que ella deseaba. El exilio cubano es un tema muy importante para las
décadas ochenta y noventa, por eso lo tratan ambas novelas.
163
Laura Febres de Ayala
164
Caracas, ciudad multicultural de los noventa en las novelas
El supuesto progreso de la isla no tiene que ver con la vida de sus habi-
tantes nativos, pescadores de oficio, cuyo destino continúa siendo el mis-
mo, atado solamente al alimento que su trabajo puede darles.
Los italianos son mencionados también en Trance. Además de ellos fi-
guran los argentinos quienes se interesan en conseguir como pareja, a una
mujer adinerada.
165
Laura Febres de Ayala
–Por el futuro...
–¡Cómo¡– exclamó la audiencia en el mismo asombro ante tan
inverosímil parlamento. Todos sabemos lo que sucederá. Glen, aunque no
lo haya plasmado al principio, nos descubrió al final, y terminó por con-
tarnos el argumento donde vivimos, y al final todos estaríamos muertos.
(Mosca, 1991: 15)
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Caracas, ciudad multicultural de los noventa en las novelas
Bibliografía
167
Hasta no verte Jesús mío
de Elena Poniatowska:
¿testimonio o Literatura contestataria?
Introducción
169
María Miele de Guerra
El destino hace que Jesusa se reencuentre con su padre, que ahora per-
tenece al ejército carrancista y por el que conoce un mundo en el que
el objetivo es derrotar al enemigo, sin importar los derechos inaliena-
bles del hombre: vida, libertad y felicidad. La participación de la mu-
chacha en la Revolución Mexicana nos permite conocer este aconteci-
miento desde otro punto de vista, más real y emocional, no solo con
hechos históricos, sino que también con el día a día de esta joven, que
debe asumir la dura vida de ser parte del ejército como un “soldado”
1 Poniatowska Elena (1969) Hasta no verte Jesús mío. México. Editorial Era
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Hasta no verte Jesús mío (1969) de Elena Poniatowska
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María Miele de Guerra
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Hasta no verte Jesús mío (1969) de Elena Poniatowska
173
María Miele de Guerra
Yo creo que fue una guerra mal entendida porque eso de que se mataran
unos contra otros, padres contra hijos, hermanos contra hermanos; car-
rancistas, villistas, zapatistas, pues eran puras tarugadas porque éramos los
mismos pelados y muertos de hambre. Pero ésas son cosas que, como
dicen, por sabidas se callan. (1969: 94)
174
Hasta no verte Jesús mío (1969) de Elena Poniatowska
Pero adoran al puesto, no al hombre. Así fue la revolución, que ahora soy
de éstos, pero mañana seré de los otros, a chaquetazo limpio, el caso es
estar con el más fuerte, el que tiene más parque…También ahora es así.
Le caravanean al que está allá arriba encaramado (1969: 71)
175
María Miele de Guerra
Estas declaraciones de Jesusa nos sirven para darnos cuenta que, en cier-
tos momentos, revela o encubre aspectos de su carácter: por una parte es
una crítica acerba de la versión oficial de la historia mexicana, la voz de la
mujer de clase inferior a la cual han silenciado tanto social como literaria-
mente; pero, por otra, parte reconstruye una imagen ante la Jesusa que
quiere ocultarse: “Sé que está aquí por mis pertenencias, no porque me
quiere. Me acuesto pero no me duermo. Siento coraje. Todo viene de muy
lejos de muy dentro (1969: 314).
Elena Poniatowska ha servido de voz literaria a los marginados socia-
les y ha descrito su opinión sobre eventos y desarrollos sociales y políti-
cos, “es el espejo estético de los social” (Lectura y plática. Acaba de reci-
bir el premio Rómulo Gallegos por su novela El tren pasa primero; el jura-
do justificó su premio, destacando su torrente literario, su pasión por el
lenguaje, el absurdo y el poder autoritario de los tópicos de la sociedad
(economía-discriminación-explotación).
A partir del Premio Nobel de la Paz, otorgado a Rigoberta Menchú en
1992, el testimonio se ha concebido primordialmente como discurso de
resistencia. La propia Elena lleva colgando de la espalda el cartel de “rebel-
de” por ser la conciencia crítica de México.
Literatura que sube de la calle, la que sale de la boca de los hombres y
mujeres, la de las voces que escuchamos, la del grito… La que hacemos
entre todos apenas amanece. Es la crónica de nuestras horas, de nuestros
días y de nuestras vías.
(Poniatowska, 2007)
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Hasta no verte Jesús mío (1969) de Elena Poniatowska
Bibliografía
177
Dimensões sensíveis da brasilidade
modernista: esboços de uma genealogia
literária
179
Mônica Pimenta Velloso
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Dimensões sensíveis da brasilidade modernista: esboços de uma genealogia literária
181
Mônica Pimenta Velloso
6 Cf Antelo ( 1992)
7 Trata-se de uma gíria bastante utilizada na época, referindo-se a um tipo social identificado
como malandro.
8 Antelo (1992)
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Dimensões sensíveis da brasilidade modernista: esboços de uma genealogia literária
9 Cf Sussekind (1992)
10 Dançamos A Noticia, Rio de Janeiro, 4 de julho de 1908.
11 Cf Thérenty (2005)
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Mônica Pimenta Velloso
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Mônica Pimenta Velloso
190
Dimensões sensíveis da brasilidade modernista: esboços de uma genealogia literária
191
Mônica Pimenta Velloso
Bibliografia:
Fontes primárias
192
Desde la sumisión a la rebeldía:
el deseo del sujeto femenino y su
negación como estrategia de subversión
en la obra de María Carolina Geel
193
Pamela Baeza Acevedo
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Desde la sumisión a la rebeldía
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Pamela Baeza Acevedo
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Desde la sumisión a la rebeldía
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Pamela Baeza Acevedo
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Desde la sumisión a la rebeldía
hermosa y plebeya. Las frases que dice las enlaza por hábito con alguna
injuria que, cosa singular, no altera el claro timbre que rasga el aire. La
dueña de esa bonita voz es llamada aquí María Patas Verdes. Tras ella
puede oírse a veces la fina voz de la Rvda. Madre que ejerce allí su manda-
to […] (Geel 2000: 23).
199
Pamela Baeza Acevedo
Si “ser significa ser para otro y a través del otro”, la problemática radica
en que ese otro amenaza el espacio íntimo y la posibilidad de autodefini-
ción. Surge así la disyuntiva frente al deseo erótico. Acceder al contacto
físico con el cuerpo masculino, descrito ampliamente y sin inhibiciones
por las sujetos “deseantes” es una forma de sumisión física que las sujetos
rechazan constantemente y de diversos modos a medida que éstas adquie-
ren madurez. En este sentido, es importante destacar que las protagonis-
tas de El mundo dormido de Yenia, Extraño estío y Cárcel de mujeres repre-
sentan a la figura femenina en tres momentos cronológicos de la consti-
tución del sujeto. Yenia, alrededor de los 20, joven mujer cuyo conflicto
principal es la confusión amorosa provocada por dos muchachos que des-
piertan su interés sexual. La protagonista de Extraño estío, mujer de alre-
dedor de 33 años, separada y madre de un niño de 9 años, cuyo sueño es
encontrar al hombre que le permita reconstruir su vida y, finalmente, la
protagonista de Cárcel de mujeres, mayor de 40 años, autora de un crimen
cuyo motín, aunque impreciso, podría calificarse de pasional. En conclu-
sión, tres figuras femeninas que representan tres momentos de conflicto
200
Desde la sumisión a la rebeldía
201
Pamela Baeza Acevedo
del esposo, pero más contemporáneamente dicho sitial ha ido siendo ocu-
pado por otra figura femenina, que bien puede ser la madre o la hija.
El despertar del deseo en Yenia toma la forma de una llamada interior,
otra conciencia que impulsa la incesante búsqueda del placer erótico, el
cual se materializa en dos figuras masculinas: el primo de la protagonista,
Alejandro y un amigo íntimo de éste, Hans. “Anduve vagando por los
cuartos del piso bajo hasta que me trepé en una ventana y me senté abra-
zando mis rodillas. En mi corazón se abultaban imprecisos deseos de
conocer un placer que desde alguna parte del mundo me llamaba” (Geel,
1946: 21). Las sensaciones y sentimientos provocados por ambos perso-
najes conforman la temática central. Yenia los “ama”, de distinta forma
pero con igual intensidad. Al primero quisiera “entregarse”, al segundo
“pertenecer”. Alejandro representa la esfera más sensible y sentimental, sin
carecer por esto de atractivo sexual para la protagonista. Sin embargo,
Hans constituye la llamada de un deseo aún más carnal. Frente al prime-
ro “sabíase hermosa”, respecto del segundo “necesitaba serlo”. “¿Por qué?
Porque ninguno de ‘ellos’ podía ser rechazado en mi alma y lo sexual en
mí se quebrantaba al choque de la dualidad de su ansia” (Geel, 1946: 51).
La conciencia de la llamada dual se acrecienta entretejiendo en el interior
de la protagonista el presentimiento de un sino trágico: “Las dos voces me
penetraron y me pareció que en alguna época ya me llamaron, o bien que
alguna vez me atormentarían en el tiempo” (Geel 1946:40).
Ambas fuerzas, ambas energías, Alejandro y Hans, imposibilitan el
fluir y concreto despertar del mundo dormido. La dualidad, la disyunti-
va, la indecisión frente a uno u otro, coartan la materialización del deseo;
éste queda nuevamente recluido, encarcelado en el “alma prisionera” de
Yenia. La polarización de lo masculino constituye la problemática princi-
pal de la sujeto. Es recurrente en las obras de María Carolina Geel que las
sujetos de enunciación se desdoblen o, en otras palabras, se presenten es-
cindidas, dialogando frecuentemente consigo mismas, como si se tratara
de dos personas.
Sin embargo, consiente del hecho, mi turbación crecía hasta el ridículo.
No podía volver a atacarle, era imposible, ni podía quedarme allí tam-
poco, me delataría, sabría él de una manera física que había encontrado
el camino a mis sensaciones… Defendiéndome de todo ello, pensé: “pero
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Desde la sumisión a la rebeldía
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Pamela Baeza Acevedo
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Desde la sumisión a la rebeldía
Uno vive y va llenándose de la experiencia que traían los años. Se cree que
ya es posible mirar a las gentes sin exigirles lo que no pueden dar. Se pien-
sa que, como ciertas bestias de la selva, es posible ser solo. La seguridad
de estar acorazados frente al ataque parece volvernos serenos. Mas la
pequeña ilusión fue cultivándose a sí misma, subrepticia, y cuando
creíamos no pedir nada en verdad, confiábamos en los dones y las vir-
tudes con que identificábamos a los otros, especialmente a quien permiti-
mos, con cierta negligencia, avanzar más que el resto, en la zona privada
205
Pamela Baeza Acevedo
Las razones del homicidio están ocultas silenciosamente en ese ser “mons-
truoso”. La sujeto frente a los médicos y abogados que la inquieren cons-
tantemente respecto del motín del crimen jamás se justifica: “¿Quién
comprenderá?” (Geel [1956], 2000: 105). Las misteriosas razones son
impulsadas simplemente por una íntima e inexpresada necesidad de liber-
tad. Una libertad diferente:
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Desde la sumisión a la rebeldía
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Pamela Baeza Acevedo
Bibliografía
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Desde la sumisión a la rebeldía
209
Cinco imágenes, un ensayo y
su propia refutación
211
Ramiro Noriega Fernández
Ay de mi España mortal,
Porque me alejo de ti, España, de ti,
Porque me arrancan de mi rosal.
La imagen termina ahí y me abandona. Cada vez que pienso en ella me lla-
ma la atención la conexión entre ambos estados del personaje: el que ríe y
el que añora. No entiendo porqué estados contrarios como estos aparecen
ensamblados como cuerpos siameses. Me pregunto si hay algo ahí que decir
que no sea algún lugar común invitando a festejar la estética de lo inusual.
La otra cosa que me llama la atención es precisamente el aspecto melancó-
lico del personaje, aspecto que, sobra decir, me aturde porque para mí la
melancolía está asociada con el pasado y no con el futuro. Y el Bolaño de la
imagen que he inventado, añora el futuro. Añora el futuro en el que no
212
Cinco imágenes, un ensayo y su propia refutación
tiene cabida, herido de muerte como está. Lo raro es que el Bolaño de esta
parte de la imagen es ya el Bolaño que el público aplaude y festeja, el autor
de Estrella Distante y de Los detectives salvajes y de Literatura Nazi y de todos
esos libros que hemos leído, aunque no sé si ya el de 2666, eso no lo sé.
Digo, me llama la atención que el autor de todos esos textos, sobre todo de
Nocturno de Chile y de Tres, aparezca ahí saturniano y raro, como si todos
esos textos de repente hubieran perdido sentido, como si todos esos textos
de repente ya no fueran suficientes para sostener su risa socarrona, inteli-
gente y lúcida, y se esfumaran dejándolo sin piso, miserable y solo.
En la segunda imagen que tengo a mano, Bolaño aparece de refilón,
pero aparece. El protagonista principal es Javier Cercas, el escritor catalán
que, como yo, recoge en su novela Soldados de Salamina la letra del paso-
doble “Suspiros de España”. Es una imagen igualmente arbitraria y quizá
la principal diferencia que hay entre esta y la primera es que en esta el pro-
tagonista goza de una cierta despreocupación (que mucho habría compla-
cido a Milan Kundera). Su despreocupación reside, a primera vista, en
que el personaje Javier Cercas parece ignorar el alcance verdadero de su
situación. Se trata de una suerte de ingenuidad que lo recubre como la
historia recubre a las obras de arte vanguardistas.
Como en la otra, en esta el protagonista también ríe pero no nos
muestra sus dientes sino apenas sus ojos entrecerrados, tal cual aparece en
la enésima edición de Soldados de Salamina. De hecho, sus ojos parecen
sacados de un tiempo glorioso cuando la muerte era otra cosa ¿Qué hace
Cercas en esta imagen? (Si pudiera, lanzaría una respuesta de un tirón,
pero resulta imposible dadas las condiciones especulativas de la imagen).
A primera de bastos, parece que Cercas reacciona a alguien que ha obser-
vado algún hecho con alguna astucia. De ahí sus ojos entrecerrados, como
cuando se acaba o comienza la sorpresa. Pero si uno se fija bien, justamen-
te son sus ojos entrecerrados los rastros de algo que se parece más bien a
un reflejo incondicionado antes que a un gesto premeditado ¿Qué hay en
ese reflejo incondicionado? No sé, tampoco sé, a ciencia cierta en todo
caso. Y digo a ciencia cierta consciente del sitio en el que hablo, aunque
sospecho que sus ojos entrecerrados se cierran de manera incondicionada
anunciando lo que podría ser una debacle. Es en el anuncio de esa deba-
cle que aparece por solo un instante la sombra de Roberto Bolaño rozan-
213
Ramiro Noriega Fernández
214
Cinco imágenes, un ensayo y su propia refutación
II
Volviendo a estas imágenes, me doy cuenta que ellas han sido posibles
después de la lectura de tres novelas: Los detectives salvajes, Soldados de
Salamina y Respiración artificial, de Roberto Bolaño, Javier Cercas y Ri-
cardo Piglia, respectivamente. Podríamos elucubrar sobre la justicia de
esta aseveración, pero cualquier resultado sería mucho menos inquietan-
te que el que obtenemos con ella porque, de alguna manera, lo que se
trata de decir es la relación que se teje entre unos documentos literarios y
unas imágenes arbitrarias, que es lo mismo que decir que la literatura de
ficción tiene un efecto, cualquier efecto, por precario o deleznable que
sea. Esto que es indecible es el motivo de este texto, aunque sea solamen-
te para decir que decir lo indecible es en sí mismo imposible.
¿Y qué es eso que es indecible? Si volvemos los ojos a la novela de
Piglia, lo indecible es a todas luces la historia. «¿Hay una historia?» se pre-
gunta Emilio Renzi, el alter ego de Piglia y no el mismo Piglia, en cuya
boca estas palabras resonarían de otro modo dado el hecho de que Piglia,
él mismo se reconoce historiador. (Renzi se hace la pregunta de la histo-
ria como otros se hacen la pregunta del deseo. A partir de ahí, de ese no
lugar que es el lugar de la duda se desencadena el torrente narrativo, que
es en definitiva lo indecible.).
215
Ramiro Noriega Fernández
3 La otra verdad es, por supuesto, la historia de Maggi, no contada hasta ahí, por marginal. La otra
mentira es, por supuesto, la impostura que Renzi ha fabricado en su novela juvenil cuyo título
sugestivo es La prolijidad de lo real.
4 Piglia Crítica y Ficción (1997).
216
Cinco imágenes, un ensayo y su propia refutación
estatuto del texto que es, como lo sabemos ya, preguntarse sobre su valor
¿Quién cuenta, por qué me cuentan esto?, ¿quién lee, por qué leo esto?
Ya sabemos que en los estados modernos los que cuentan la historia
son los poderosos. Es gracias a este saber benjaminiano que la cuestión del
valor del texto (del estatuto, he dicho antes) está atada a la cuestión de la
autoridad. Un documento sin autoridad es un documento sin autor, una
arbitrariedad. La idea de arbitrariedad es fundamental en este ejercicio
que intento aquí, no solo por lo de las imágenes evocadas al inicio, sino
por el impacto que la idea de arbitrariedad tiene en la de autoridad. Ar-
bitrar y autorizar son dos términos que se juntan y se separan con dema-
siada facilidad. Se juntan en una suerte de filosofía del justo medio que,
si no fuera porque aquí lo que nos convoca es la literatura, resultaría pe-
nosa y quizá incluso irrisoria. Ese justo medio con sabor a jurisprudencia
sentencia también el lugar que separa o une dos voluntades en apariencia
distintas. De ahí que lo autorizado y lo arbitrario puedan compartir el
mismo ámbito, la misma poética. Por eso no resulta difícil reconocer que
no hay historiografía sin literatura –en el sentido de novela– como no hay
novela sin historia. Así, quizá la pregunta de Renzi sobre la existencia de
la historia y la consecuente duda del lector no lleven a otra cosa que no
sea el lugar donde lo arbitrario y lo autorizado se juntan. Quizá no se trate
sino de decir cómo lo autorizado es también una forma de arbitrariedad.
En el caso de la novela de Piglia, la noción de autoridad está convoca-
da a su destrucción, y esto mediante la puesta en escena de una aporía de
partida, que es en el fondo un engaño moral. Renzi se presenta al lector
como un autor, es decir como alguien que ha probado, que ha experimen-
tado el sentido del lenguaje. Más aún, se presenta como un autor de van-
guardia que ha jugado en los límites del justo medio restableciendo en su
novela La prolijidad de lo real la imagen corrompida de su tío Marcelo
Maggi, que es lo mismo que restablecer su propia imagen. El problema es
que este restablecimiento, antes que un trabajo de historia, más, de
memoria, es una suerte de cirugía plástica, una operación de maquillaje
que en vez de revisitar el pasado lo contamina de una moralidad dudosa
e intencionada, una moralidad digna de un soldado fascista, de un peque-
ño burgués. Si leyéramos en esa faz, la vida de Maggi, la que el poder ad-
mite sin ambages, aparecería como un relato de sucesos ordenados, exen-
217
Ramiro Noriega Fernández
to del fracaso y del rumor. Un relato inspirado por algo supremo a quien
Borges, sin pestañear, llamaría Dios y que en el imaginario del ingenuo
Renzi es equivalente al valor del arte, es decir un relato equilibrado, esté-
tica y por supuesto moralmente indiscutible. Un relato kistch.
Por fortuna, si Dios existe, y Dios seguramente ama el kistch, también
Faulkner existe. Significa que hay cabida para otro relato, y ese justamen-
te es Respiración artificial que puede ser leído, que debe ser leído, como el
contra-relato de La prolijidad de lo real. Si seguimos en Borges diríamos:
La prolijidad de lo real más Respiración artificial constituyen, el uno en el
otro, las dos caras de la misma verdad: es decir, la existencia política del
ciudadano Marcelo Maggi, el ciudadano rebelde concebido por Ricardo
Piglia como alter ego del escritor Rodolfo Walsh asesinado por los milita-
res fascistas argentinos el 24 de marzo de 1977.
La dinámica relato / contra-relato es equivalente a la dinámica arbitra-
rio / autorizado. Eso significa que antes que una determinación se trata
aquí de una dialéctica. Así, sin La prolijidad de lo real, relato del escritor
ingenuo que es el joven Emilio Renzi, no sería posible leer / escribir Res-
piración artificial. Sin aquel relato no sería posible la destrucción / decons-
trucción de la noción de autoridad que Ricardo Piglia ensaya en Respi-
ración Artificial. Para decirlo con Derrida, Respiración artificial, como rela-
to desautorizado de la biografía de Marcelo Maggi es la deconstrucción del
relato arbitrario pero legitimado por la institución literaria representada
por La prolijidad de lo real. Poner en duda la autoridad de la literatura es,
según esto, el único modo disponible para restituir ya no el valor a la his-
toria o a la literatura, sino simplemente al acto de contar ¿Hay una histo-
ria? No, hay muchas historias. Que es decir, con Benjamin, tantas histo-
rias como voces, como voces, dice Benjamin, restituidas y salvas.
Así, digamos que con lo arbitrario y lo autorizado se logra el montaje
de una situación discursiva proliferante. La palabra «situación» aquí resul-
ta inconveniente, en parte porque ella se presta a un equívoco espacial,
que consiste en creer que la proliferación sucede en un lugar determina-
do. Y tal no es el caso ni de las imágenes arbitrarias que hemos enuncia-
do al inicio ni tampoco de los textos que hemos citado aquí, a saber: La
prolijidad de lo real y Respiración artificial.
218
Cinco imágenes, un ensayo y su propia refutación
¿Dónde están estos textos? Por Emilio Renzi, su autor, sabemos que La
prolijidad existe, que trata sobre algo cuya ética ha sido puesta en duda
por el supuesto protagonista Marcelo Maggi. Pero con Borges nos pode-
mos preguntar si el testimonio de Renzi sobre la existencia de su supues-
to libro es suficiente para creer en su existencia determinada, ahora que
sabemos que Renzi, como todo escritor, es un verdadero mentiroso. Pero
eso no es lo importante aquí, lo importante es que esa novela existe en
Respiración artificial de manera metonímica a través de la existencia de su
autor. La prueba de su existencia es la voz del autor que a medida que
avanza el otro relato, el de Respiración artificial, se encarga de menospre-
ciar. Así, si podemos atribuir una existencia a la Prolijidad de lo real esa
existencia es solo entendible en la necesidad de su desaparición. En cier-
ta forma, hay un vínculo estrecho entre esta biografía inútil y su protago-
nista, Marcelo Maggi. Ambos existen como símbolos, o si se quiere, como
mitos, en una especie de no lugar. Ese no lugar es lo que Piglia llama la
utopía y que en palabras de Enrique Ossorio, uno de los protagonistas de
la novela, se dice así:
¿Qué es la utopía? ¿El lugar perfecto? No se trata de eso. Antes que nada,
para mí, el exilio es la utopía. No hay tal lugar. El destierro, el éxodo, un
espacio suspendido en el tiempo, entre dos tiempos. Tenemos los recuer-
dos que nos han quedado del país y después imaginamos cómo será
(cómo va a ser) el país cuando volvamos a él. Ese tiempo muerto, entre el
pasado y el futuro, es la utopía para mí. Entonces: el exilio es la utopía.5
Así como es una utopía la noción de que lo real sea en cualquier modo
prolijo, es una utopía la posibilidad de que la vida del disidente sea respe-
tada, es decir, valorada. Ese no lugar es el sitio donde ambos desapareci-
dos se encuentran para decir el uno del otro algo que a su vez no tendrá
lugar en el universo pragmático de la verdad histórica. Por eso es que nos
basta, al menos en términos dramatúrgicos, la inexistencia de ambos ele-
mentos del texto de Piglia: basta con nombrarlos para que sepamos a
ciencia cierta que existen, aunque sea en un no lugar, exiliados en un no
lugar.
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Ramiro Noriega Fernández
La memoria
Esto que Rancière escribe en este 2007 ya lo sabía de algún modo Bolaño
en los 1990, y quizá antes. Y justamente no en el territorio de las militan-
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Cinco imágenes, un ensayo y su propia refutación
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Cinco imágenes, un ensayo y su propia refutación
ción de autor por el sencillo hecho de que quien escribe lo hace con la in-
tención a priori de fijar el sentido de algo que puede ser su vida, a sabien-
das de que todo lo escrito es a destiempo, que todo, a partir de esta leve
pero significativa fractura, ha dejado de ser lo que es, corrompido por el
vértigo del tiempo que pasa siempre más velozmente que cualquier len-
guaje que intente capturarlo.
Así, tenemos que el diario no solo señala la existencia de unos hechos,
sino que por añadidura interroga esa misma veracidad porque todos los
días son diferentes aunque nunca, como dice Piglia, en realidad suceda
nada. Digo, interroga esa misma veracidad, porque ningún día es lo sufi-
cientemente poderoso ni inquietante como para repetirse en los demás.
No hay, en tal sentido, ningún modelo a seguir que no sea el de intentar
una y otra vez conscientes de que ningún intento será definitivo. El dia-
rio, por esto, puede ser leído como el modelo del modelo indecible. Co-
mo el archivo que es capaz de decir porqué no existen archivos ideales a
pesar de la disciplina, del rigor y de la neurótica escritura del escritor
empeñado en fijar su tiempo en los tiempos de todos, o al menos empe-
ñado en representar su pobre existencia.
Es que los héroes no existen, o mejor dicho, parafraseando a Cercas,
que cita a Roberto Bolaño, los héroes no están vivos. Es justamente esta
condición la que distingue a esta literatura contemporánea de otras lite-
raturas, la condición del héroe y su lenguaje. Es decir, la novela no es el
lugar del héroe, sino la afirmación de su no lugar. Por eso la novela, los
héroes no escriben novelas, los escritores escriben novelas. Las novelas no
heroizan al escritor ni a su vida rutinaria, heroizan a aquellos que simbó-
lica o prácticamente han desaparecido. Y los héroes son justamente aque-
llos que desaparecen, como Salvador Allende, “alguien que”, en palabras
de Bolaño citado por Cercas, “tiene el coraje y el instinto de la virtud, y
por eso no se equivoca nunca, o por lo menos no se equivoca en el único
momento en que importa no equivocarse, y por lo tanto no puede no ser
un héroe. O quien entiende, como Allende, que el héroe no es el que
mata, sino el que no mata o se deja matar”.7 Para ser héroe, en cierta
forma, hay que dejar la escritura.
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Cinco imágenes, un ensayo y su propia refutación
mo una máquina del diario vivir. Y es por esa razón que no todas las escri-
turas son suficientes, o mejor dicho, no todas las escrituras son autosufi-
cientes. Esta falta de autonomía de ciertas escrituras por no decir de todas
las escrituras, por ejemplo, de las escrituras que perfilan al protagonista
histórico (héroe o victimario), deriva en formas poéticas híbridas como
Soldados… y Los detectives…
En el caso de la novela de Javier Cercas, el relato “no fallido” pero “co-
jo” de Sánchez Mazas requiere de su contra-relato para ver la luz. Ese con-
tra-relato se hace con la afirmación de su insuficiencia y con el relato no
autorizado de otros protagonistas de la historia, de la misma historia, y de
otras historias. Así, tenemos que SDS es la suma, como Respiración…, de
un relato arbitrario y de un relato autorizado.
Es que en el fondo, toda escritura entraña un error. Esta poética del
error es la poética del montaje. De la artificialidad. La memoria sucede en
ese montaje y no en la acumulación de información, como es la tragedia
de “Funes el memorioso”. El montaje de errores da lugar al aparecimien-
to del contenido, sin el montaje ningún contenido es posible.
El ensayo
Este es el juego que plantean las tres novelas que nos ocupan aquí. En el
fondo, si se trata de decir que la dictadura produce una nueva literatura, la
respuesta es no, al menos en el sentido de que seguimos, como dice Jean
Bessière, pensado cada texto para describir la totalidad, la totalidad de la
literatura, y la totalidad de la sociedad. La versión esencialista de pensar la
literatura como una continuidad nos aleja de la posibilidad de pensar lo
contemporáneo fuera de la lógica vanguardista. La pregunta que estos tex-
tos nos imponen, a través de sus alusiones a los juegos de lenguaje sobre la
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Ramiro Noriega Fernández
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Cinco imágenes, un ensayo y su propia refutación
Bibliografía
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Letras judaicas americanas:
diálogo norte/sur en las autobiografías
de Ariel Dorfman e Ilan Stavans
Rodrigo Cánovas*
229
Rodrigo Cánovas
hacia las lenguas, inglés y español. De inmediato, además, nos choca que
Ariel se desplace hacia abajo, el Sur, como siguiendo un rumbo inmigra-
torio milenario que implica haber abandonado el origen, sin haber nunca
renunciado a él.
Un romance en dos lenguas. La denominación de romance no es casual
y es muy probable que nuestro autor esté pensando en aquel género defi-
nido por Northon Frye como cercano a la novela, pero con personajes
más estereotípicos y argumentos más alegóricos, con cierta tendencia a
presentar mundos ideales y ensoñados, del gusto de la imaginación popu-
lar. Al denominar romance a su libro (y no, por ejemplo, autobiografía o
memorias), consideramos que su autor quiere privilegiar más el relato lite-
rario que el histórico o, mejor, desea que sea leído como una novela, sien-
do él un héroe en busca de un destino prefijado. Por supuesto, es inelu-
dible la alusión al romance o idilio amoroso (incestuoso, de amor y odio,
de líneas paralelas, sublimado, imposible) entre dos lenguas, el encuentro
entre dos sensibilidades.
¿Cómo organiza y dispone su material Ariel Dorfman? Ordena su vida
generando hitos que conforman una serie de términos en la cadena tem-
poral: nacimiento en Buenos Aires en 1942 (es hijo de inmigrantes); pul-
monía a su llegada a Manhattan en febrero de 1945 (renuncia al español
y adopta el inglés); amenaza roja en los años 1950-1953 en USA, por per-
secuciones a los comunistas (cambia su nombre de Vladimir por el de
Edward); la experiencia escolar en Santiago hacia 1945 (estudia en el
Grange, colegio exclusivo inglés); la experiencia universitaria de los años
60 (política, amor y chilenidad en el Pedagógico de la Universidad de
Chile, en Santiago); Berkeley 68 (las libertades individuales); los tiempos
de la Unidad Popular desde 1970 a 1973 (la responsabilidad de los inte-
lectuales).
Ahora bien, esta serie aparece entrelazada con otra dedicada a un solo
hito: los sucesos del 11 de septiembre de 1973 y los inmediatamente pos-
teriores. Así, cada vez que queremos avanzar linealmente (años 40, 50, 60;
Ariel en Manhattan, Santiago, Berkeley), retornamos al hito donde cul-
mina la historia, donde en capítulos intercalados de modo sucesivo se nos
otorga in ralenti las dramáticas vivencias del autor, su familia y su comu-
nidad durante el 11 y los siguientes días, semanas y meses de ese año
230
Letras judaicas americanas
1973. Aclaremos que dentro de las escrituras del Yo, tiene las marcas más
de un relato de memorias que de una autobiografía, por cuanto el sujeto
se articula desde una voz pública (intelectual), no habiendo una mirada
hacia el espacio privado de la familia.
¿Quién es Ariel Dorfman? Muchos años después de ocurrido el golpe
de Estado, este indica retroactivamente: “era un híbrido, una parte grin-
go, otra parte chileno, una pizca de judío, un mestizo en busca de su cen-
tro de operaciones” (1998: 298). Ante la necesidad de justificar sus accio-
nes y emociones en esos días aciagos, el sujeto redescubre la dualidad de
su existencia: a dos bandas en el lenguaje (inglés y español) y a dos ban-
das en la cartografía (norte y sur) y, ¡sorpresa para muchos!, también a
nivel nacional: es un gringo. Más aún, en la competencia entre dos códi-
gos lingüísticos (es decir, culturales), gana lejos el inglés: es declarado el
hermano mayor, la primera lengua en que se ensayó la ficción (con un
seudónimo: Eddie) y la primera en que se redactó este romance (en rigor,
leemos una traducción, aunque escrito por el mismo autor). En cuanto a
la lucha por la sobrevivencia individual y a la defensa pública de los dere-
chos de los pueblos, también el inglés se erige como el arma más podero-
sa. En realidad, es una confesión. Esta dualidad, unida a su condición de
intelectual (no apto para la acción, sino para las letras) le permiten enten-
der su destino: el exilio, la salida de Chile (y no el emprendimiento de una
gesta heroica en la clandestinidad).
Uno de los enigmas que sostiene este romance es una pregunta culpo-
sa y que también puede ser entendida como liberadora: ¿por qué sobrevi-
ví (siendo que debí haber sido detenido, torturado, ser uno más entre los
desaparecidos)? La imagen heroica está aquí en juego. Digamos, de inme-
diato, que la experiencia de constantes pogromos, persecuciones y el holo-
causto, está lateralmente presenta aquí, de modo larvado.
La marca judía aparece en el relato de modo tangencial, especialmen-
te ligada a sus padres, hijos de judíos rusos que emigraron a Argentina a
comienzos del siglo XX por persecuciones (en el caso de la familia de
Fanny Zelicovich Waisman) o en busca de mayor fortuna en los negocios
(los padres de Adolfo Dorfman). Su madre hablaba yiddish y su padre,
además de ser bilingüe (ruso y español), hablaba fluidamente otras len-
guas. Familia, entonces, cruzada por constantes traslaciones y diversas
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Letras judaicas americanas
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Letras judaicas americanas
New England) como espacio sagrado y al inglés como idioma del mundo.
Ahora bien, siniestramente el corazón del relato (the core) lo ocupa la
familia: un capítulo para la Bobbe (un retrato despiadado), otro para el
padre (más bien condescendiente) y uno para su hermano Darian (su do-
ble desquiciado). No hay relato para la madre y la hermana aparece fan-
tasmalmente: “I think of Bartleby the Scrivener: ‘Ah, the family, ah huma-
nity!” (1998: 141).
El rechazo al país se retroalimenta del resentimiento hacia el hogar.
Siniestramente, los pasajes literarios mejor logrados son los dedicados a
esa sombra de su vida que fue su hermano, una persona desequilibrada
que lo condena a una temprana orfandad; sentimiento también presente
en su relación existencial con la comunidad judía-mexicana (rechaza la
mentalidad de ghetto), el país (iletrado) y su juventud universitaria (ads-
crita al marxismo latinoamericano).
A diferencia de sus antepasados, que salieron de modo apresurado
huyendo en estampida y cayendo en lugares remotos; Ilan cruza la fron-
tera voluntariamente, en un acto que lo redime: “I feel no need to return
I did not suffer My emigration was carefully planned” (1998: 22) ¿Un
parto sin dolor? ¿Una nueva máscara del Yo? ¿O simplemente la partida
del héroe y sus nupcias en un espacio sagrado, donde se revela que su
lugar de nacimiento y su genealogía fueron solo un accidente para el des-
cubrimiento posterior de su ser (judaico)?
New York. La nueva ciudad luz se revela como una biblioteca móvil,
animada por lectores de muy diversa condición: “Everyone reads –bums,
secretaries, subway conductors, nannies– a far cry from my illiterated
Mexico, where the writen Word has always felt like an imposition, a
foreign import” (1998: 18). Alguien que domina el yidish, el español y el
hebreo siente que los espacios deben constituirse como escrituras cabalís-
ticas, sujetas a una interpretación inagotable.
Labyrinthine libraries around me, where I could get lost. Un laberinto de
símbolos, una tradición viva. A place where my Jewishness was valued.
Entrelíneas –como se exige leer la Cábala, para extraviar los sentidos apa-
rentes– desciframos que allí Stavans es visible, es decir, su mentalidad ju-
día se expresa en sintonía con otras mentalidades e, incluso, tiende a des-
viarlas hacia su curso. El sujeto no visualiza aquí muros de contención,
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Letras judaicas americanas
sión: “my Mexican self is not altogheter gone, nor is my American self so
prevalent as to erase everything else. In between the two stands my
Jewishness, moderating the tension, becoming an arbitrator and perhaps
a censor” (1998: 253). Libro inquietante, de un inmigrante que se ha ins-
talado en la casa del lado y que nos desafía a cambiar de lugar.
Hagamos dialogar estos dos textos. Acaso el eje semántico más visible
sea el de la lengua. Dorfman concibe su autorretrato en dos versiones, dis-
tinguiendo claramente dos receptores: uno que entiende en inglés y otro,
en español. Es la distinción de dos culturas diferentes, de dos subjetivida-
des, que recuerda el ejercicio natural que realizaba el niño Borges quien
cuando le hablaba a la abuela paterna lo hacía de cierta manera (que des-
pués descubrió que era el inglés) y cuando lo hacía con su madre de otra
(que después supo, era el castellano). La experiencia del bilingüismo, líne-
as paralelas que definen armoniosamente al sujeto. Es cierto que Dorfman
señala el inglés como hermano mayor; pero es más bien una confesión
autovergonzante, para hacer visible su parte gringa, inscrita en sus viven-
cias infantiles en Manhattan. Es otro modo de abandonar el centro heroi-
co en la contienda: era menos puro que lo que pensaba; además que la
mirada de los otros así se lo señala en los momentos de decisión: “Me
siento agudamente consciente de mi cuerpo. Mis ojos verdes, mis anteo-
jos a lo Woody Allen [judío neoyorquino], mi metro ochenta y tantos, mi
nariz judía [¿se notaría si él no lo marcara?], mi pelo rubio-castaño, mi piel
blanca, mis gestos, todo me hacía conspicuo en este lugar” (1998: 198).
Stavans es un judío políglota, que al ydish y al español agregó más ade-
lante el hebreo y como paraguas, el inglés. Elige escribir su autorretrato
acaso en la lengua que menos domina; pero que le asegura un territorio
no minado. Se trata, en su caso, de poner al lector hispanoamericano en
un pie forzado: de señalarle en otra lengua su marginalidad. Es el ningu-
neo, que se proyecta hacia la casa mexicana, incapaz de haberle señalado
el recto camino hacia los orígenes.
Lo cierto es que Stavans considera que el ser judaico está mejor defen-
dido en el idioma inglés. Ahora bien, así como provoca y zahiere al lector
español; también seduce y se acomoda a cierto lector norteamericano.
¿Cuál es éste? No estamos muy seguros. Paradójicamente, puede ser al-
guien que no lee español, salvo en traducción; alguien que necesite un
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Bibliografía
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Reordenando el margen discursivo
de la violencia. Los Santos Malandros:
una nueva representación
simbólica/medial en Venezuela
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Daniuska González
Introducción
1 Según los datos analizados por el criminólogo Marcos Tarre Briceño (“Develando el secreto de
las estadísticas delictivas”, en: El Nacional, Caracas, lunes 19 de junio de 2006, B23).
2 Cifras aportadas por el informe del alcalde del municipio metropolitano Chacao, Leopoldo
López (En: García Mora, Luis. “Cráteres”, El Nacional, Caracas, domingo 18 de junio de 2006,
A9).
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Daniuska González
Bibliografía
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nal, domingo 13 de noviembre, Caracas, B22.
Tarre Briceño, Marcos (2006). “Develando el secreto de las estadísticas
delictivas”. En: El Nacional, lunes 19 de junio, Caracas, B23.
254
La construcción del sujeto cultural
en el discurso y metadiscurso
poético y visual mapuche1
Introducción
1 El presente trabajo forma parte del Proyecto DIUFRO D-107-0005, “La dinámica estético-cul-
tural del actual discurso artístico mapuche: aproximaciones a las relación entre poesía y visuali-
dad”, cuyo equipo de trabajo está formado por la Investigadora Responsable, profesora Mabel
García Barrera y los co-investigadores Hugo Carrasco Muñoz y Sonia Betancour Sánchez.
* Universidad de La Frontera (Temuco, Chile). soniabet@ufro.cl
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de Moens, Alvarado, entre otros. Sobre arte visual mapuche, los investigadores Carrasco,
Contreras y García han realizado un interesante aporte y “visión académica” de las expresiones
pictóricas, murales y textiles en el libro de su autoría Crítica Situada. El estado actual del arte y
la poesía Mapuche (2005).
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3 Estas etapas las distingue a propósito de un trabajo suyo sobre traducción y resistencia cultural
en el poemario Arco de Interrogaciones de Bernardo Colipán.
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tonos rojizos, un musgo acuático para el color verde; el contacto con otra
cultura introduce elementos culturales ajenos como la práctica de la pin-
tura en óleo y pastel, la técnica del pirograbado y genera prácticas artísti-
cas interculturales que se posicionan y afianzan en el quehacer de la crea-
ción artística nacional, pero con una propuesta que contiene rasgos espe-
cíficos y diferenciadores de una expresión étnico-cultural.
Es un arte que da cuenta de un interés por expresar las prácticas cul-
turales propias y ancestrales (García, 2005)4. Hay énfasis en aspectos de
creencia y cosmovisión de la cultura propia lo que remite a un re-posicio-
namiento y recuperación de la cultura, a través del afianzamiento de la
identidad. En definitiva, el arte mapuche poético y visual se construye en
el plano de los significados, con identidad propia y elementos culturales
diferenciadores que le permiten ser apreciado como tal en sus diversas for-
mas de expresión.
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Por otra parte, la presencia del weichafe es esencial en la lucha del pueblo
mapuche por lo que el arte visual de Silva Painequeo lo actualiza perma-
nentemente.
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Bibliografía citada
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Sonia Betancour
Bibliografía consultada
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El modelo mito-poético del mundo
en la cultura quechua durante
la época del Tawantin Suyo
Ileana Almeida*
ˆ
Kay Yacana ñisqanchksiˆ llamap kamaqin cielo ñiqta ˆcawpikta purimun.
Ñuqanchik runakunapas rikunchikmi ari yanalla hamuqta. Chaymanta
ˆ
chay Yacana ñisqanchiksiˆ mayu ukukta purimun. Ancha hatunmi ari.
ˆ
Yanayaspa cielo ñiqta iskay ñawiyuq kukanpasˆ ancha hatun kaptin
hamun. Kaytam runakuna Yacana ñinku.
ˆ ˆ ña huk runap kusimpi
Kay Yacana nisqanchiksi ˆ venturan kaptin paysawa
ˆ ˆ
urmamuspa mayqin pukyullamantapas yakuta upyaq. Chaysi ˆ chay runa
ancha millwasapa ñitimuptin chay millwanta wakinnin runaqa tiraq. Kay
ˆ tuta kaq. Hinaspas
rikuchikuysi ˆ ˆ qayantin pacha paqarimuptinqa chay
ˆ
millwa tirasqanta ˆ chay millwaqa anqaspas
rikuq. Rikuptinsi ˆ ˆ yuraqpasˆ
yanapasˆ chumpipasˆ imaymana rikchaqkuna millwasˆ taku taku kaq.
Kaytasˆ kanan mana llamayuq kaspapasˆ ˆ tuylla rantikuspa
ˆ pachan
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Ileana Almeida
ˆ
rikusqanpi ˆ
tirasqanpi muchaq karqan. Ña muchaspas ˆ ˆ huk cìna
ˆ llamakta
ˆ
urquntawan rantikuq. Chay rantisqallanmantas ˆ ñacqa
ˆ ishay
ˆ kimsa waran-
qa llamamanpasˆ ˆcayaq. Kay ñisqanchiktaqa
ˆ ancha achka runaktasˆ ñawpa
pacha kay tukuy provinciapi hina rikuchikurqan
ˆ
Kay Yacana ñisqanchiktaqsiˆ ˆcawpituta mana pipasˆ yacaptin
ˆ ˆ
mamaquca-
manta tukuy yakukta upyan. Mana upyaptinqa utqallasˆ tukuy hinantin
ˆ
mundokta pampawachwan. Kay Yacana ñisqanchikpi ˆ yanalla ñaw-
aslla
paqnin chaytam “yutum” ñintu. Chaymantari kay Yacanataqsi ˆ wawayuq.
ˆ ˆ
Wawanpas ñuñukuptinsi riscan. 1
Vamos a contar como la mancha negra bajo del cielo para beber agua
Dicen que esta Yacana es la sombra negra que gobierna las llamas. Ca-
mina por el centro del cielo. Nosotros los hombres la vemos venir toda
negra. Cuando llega camina por debajo de los ríos. Es de veras muy gran-
de. Viene por el cielo poniéndose cada vez más negra. Viene ennegrecien-
do el cielo. Tiene dos ojos y un cuello muy largo. A esta sombra los hom-
bres llaman Yacana.
Dicen que la Yacana bajó a beber el agua de un manantial y cayó sobre
un hombre venturoso. De esta manera el hombre quedó cubierto con su
lana. Otros hombres pudieron esquilarla. Esto sucedió durante la noche.
Al amanecer del día siguiente el hombre miró la lana. Era azul, blanca,
negra, amarilla oscura. Tenía todos los colores juntos. Era así como todas
las lanas vistas. Como no tenía llamas vendió toda la lana. Reverenció a
la Yacana en el mismo sitio en el que cayó. Luego del rito de la adoración
compró una llama macho y una llama hembra. Con esta pareja logró te-
ner dos y hasta tres mil llamas. En tiempos antiguos, esto sucedió a mu-
chísimos hombres de esta provincia. Dicen que esta Yacana baja a la me-
dianoche. Cuando nadie observa se toma toda el agua del mar. Si no la
bebiera todo el mundo quedaría cubierto.
Dicen que a la pequeña mancha oscura que va por delante de la Yacana
la llaman yute “perdiz”. Por esto se dice que la Yacana tiene hijos. Cuando
mama ella se despierta2.
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El modelo mitopoético del mundo en la cultura quechua durante el Tawuantinsuyo
Para Iuri Lotman, “la construcción misma del orden del mundo es
concebida inevitablemente sobre la base de una estructura espacial que
organiza todos los otros niveles de ella” (Toporov, 2002). Dicho de otra
manera, un modelo es, ante todo y sobre todo, espacio y puede ser des-
crito en términos espaciales. En el caso del modelo arcaico del mundo, en
la cultura quechua, es esencial caracterizar espacialmente el modelo mito-
poéitco porque son las concepciones espaciales las que lo conforman y
cosmologizan las partes más importantes del universo.
En el cuadro arcaico mitológico, se representa el mundo en los esque-
mas vertical y horizontal. Tal división encuentra un nexo con la idea de
Lotman que distingue dos tipos de disposición de elementos en la estruc-
tura, en ella el número adquiere significado cualitativo. En el modelo
mito-poético, debido a la misma conciencia mítica que lo determina, los
dos esquemas se presentan como cerrados y no se despliegan temporal-
mente. En el modelo vertical, los elementos se disponen como una jerar-
quía de niveles orientados de arriba-abajo y su base semántica une los ele-
mentos en un solo plano. Ilustremos con el ejemplo correspondiente.
El esquema vertical del modelo mito-poético quechua se componía
del mundo de arriba o Hanan Pacha, el Cielo; el mundo de Aquí o Kay
Pacha, la Tierra y el mundo de Abajo, Urin Pacha, la inferior. Los tres
mundos se hallaban comunicados a partir de la base semántica del aquí
(kay pacha). La división vertical del mundo determinaba el reparto de los
seres. Un relato mítico recogido por Valcarcel en su Historia del Perú
Antiguo, muestra en imágenes-sentido la representación vertical del uni-
verso:
[…] dos grandes sierpes se encargaban de unir los mundos, salían de abajo,
natural guarida de los ofidios, para pasar este mundo terrestre, una rep-
tante en forma de un gran río, bajo el nombre de Yaku Mama o, madre de
las aguas; la otra caminando verticalmente, dotada de dos cabezas, una
inferior que absorbe los bichos de la superficie, otra superior que se ali-
menta de insectos y volátiles, apenas se mueve y tiene el aspecto de un
árbol seco, es la Sacha Mama o la madre de la vegetación. Pasan después
al mundo de arriba, donde la Yacu Mama se convierte en el Rayo o Illapa
y la Sacha Mama en el Arcoiris o Koychi. (Toporov, 2002).
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El modelo mitopoético del mundo en la cultura quechua durante el Tawuantinsuyo
Bibliografía
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Estrategias del discurso artístico
mapuche como proyecto de
autonomía estético-cultural1
Antecedentes generales
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ción– los que dan cuenta de una interpretación parcial, para estos efectos,
sustentada en categorías estéticas occidentales que introducen argumen-
tos reduccionistas.
Por otra parte, este nuevo panorama artístico también ha tendido a
separar valóricamente las propuestas tradicionales de las actuales expresio-
nes mediadas por cánones occidentales, en la medida que esta última
adquiere progresivamente, por parte de la sociedad occidental, un mayor
reconocimiento de sus condiciones estéticas. Las expresiones denomina-
das tradicionales siguen siendo objeto de una lectura que las mantiene en
el plano de la artesanía, a pesar de los esfuerzos que se realizan por la inno-
vación y/o creación de nuevos diseños en el ámbito del textil y las joyas
de plata.
Esta diferencia se debe en gran parte al manejo comunicacional que
adquiere el creador urbano al interior de los circuitos artísticos locales e
internacionales, donde aprende a manejar los códigos de visibilización
pública, situación que se apoya también al interior de la tendencia mun-
dial a la valoración de las expresiones patrimoniales o simplemente dife-
renciadas de los pueblos originarios. Esto posibilita el marco estratégico
que adoptan hoy las producciones artísticas mapuches con el fin de pro-
vocar el deslinde de un sistema estético-cultural ajeno para afianzar un
proyecto con identidad diferenciada y propia.
El denominado arte actual, expresiones que han incorporado soportes,
técnicas y diseños de cánones estéticos occidentales que se conjugan estra-
tégicamente con los cánones de la cultura tradicional, afirma la continui-
dad del proceso de adopción cultural en la dimensión intercultural de la
que forma parte; sin embargo, la característica singular que agregan estas
nuevas expresiones respecto de la expresión tradicional se encuentra en la
posición de resistencia y recuperación cultural. Esta se introduce como
función de la obra de arte, debido a la permanente actualización que esta
obra artística establece con el conflicto histórico y el discurso hegemónico.
Con este fin se estrategiza la obra hacia un tipo de comunicación, la
comunicación intercultural, recurriendo a los mecanismos de carácter
dialógicos como la transtextualidad en sus diversas manifestaciones, la
oposición de tipos discursivos –tradicionales y occidentales– al interior
del mismo espacio textual, la confrontación de cánones estéticos argu-
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Estrategias del discurso artístico mapuche
Retroceden ríos, piedras y los pájaros/ remontan hacia abajo / Los cane-
los sagrados nos recuerdan oraciones/ mientras las machis en los últimos
bosques/ se refugian/ No hay serpientes que eleven adormilados cerros/
No hay estrellas, sólo la pálida luna/ nos alumbra y oculta en su otra cara
los temores/ La nutria del mar guarda silencio/ pues sabe que el invisible
barco es/ más fuerte que el acero/ En el país de la memoria/ somos los hi-
jos de los hijos de los hijos/ la herida que duele, la herida que se abre/ la
herida que sangra hacia la tierra
(Elicura Chihuailaf. En el país de la memoria)
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Este discurso, que forma parte del rito de renovación de las fuerzas espi-
rituales (Wetxipantu: año nuevo mapuche), tiene como función invocar
“la intermediación de los ancestros sagrados para que el dueño de la gente
y el cosmos Gnemapun, Elchen, Elmapun o Gnechen restablezcan la comu-
nicación espiritual (Manquenahuel, s/f ). En este sentido, el discurso del
Yeyipun es instaurado como espacio articulador de protección. Desde
aquí, el emisor textual se desplaza para reflexionar y evaluar su ajenidad y,
también, busca refugio para su exilio cultural.
Así, en el espacio de la representación, el discurso ritual dinamiza lo
sacralizado al transformar toda acción individual en colectiva. Por lo tanto
es en sí mismo el acontecimiento, la voz y el significado cultural que se
hilvana desde la pluralidad de puntos de vista; él “es” los modos de exis-
tencias anteriores y presentes, lo nouménico y lo humano, la trascenden-
cia y la contingencia, la totalidad del territorio del ser cultural. Su función
como discurso en la representación es el esfuerzo por la traducción de lo
inefable a través de instaurarse como pleno acontecimiento, es también
simultáneamente explicación del despliegue del ethos cultural en su pre-
sente histórico-ahistórico y deseo de comprensión y entendimiento de sí,
individual y colectivo, de la vivencia cultural (García, 2005b).
En la plástica, esta orientación se encuentra marcada por símbolos y
códigos altamente cifrados, sobre todo la creación de códigos que expre-
sen lo que la visualidad tradicional no contemplaba. Así, por ejemplo, la
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Estrategias del discurso artístico mapuche
obra “El Señor de los Pájaros II” de Christian Collipal, codifica rigurosa-
mente el ritual de nguillatun a través de uno de sus elementos centrales:
la escala ritual ascendente de números cifrados en proporción geométri-
ca, que representa lo infinito y trascendente. Estas, las circunferencias de
color rojo se homologan; por otra parte se muestran, a través de las cir-
cunferencias de color blanco las lunas, del año mapuche.
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Estrategias del discurso artístico mapuche
Fue un día de cosecha, allá donde los Llanquileos./ Nos juntamos noso-
tros los huilliches/ y el sol./ Yo tendría todo el temor alojándose/ en lo
húmedo del pulmón izquierdo./ Asistimos a la muerte del sol./ Lo vela-
mos en cuerpo presente./ Rezamos mucho./ Rezamos y vimos su rostro/
reflejado en la fuente/ con agua./ Antu kushe, Antu fucha wentru./ Tres
veces nos arrodillamos/ y el canto/ no cayó en el vacío…
(“Lan Antu”)
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Bibliografía
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Traducción y literatura chicana:
¿cuán efectiva puede ser la adaptación?
Judith Hernández-Mora*
Los mexicanos que deciden (por razones ajenas al presente análisis) vivir
en los Estados Unidos constituyen un grupo migratorio muy especial,
entre otras razones porque mientras la cultura madre de otros grupos étni-
cos está alejada en la geografía o en el tiempo, la mexicana está muy cerca
de aquellos nacionales que deciden cruzar la frontera norte. El lenguaje y
su “preservación” constituyen uno de los lazos más fuertes que vinculan
estos grupos migrantes con su origen, con sus raíces y con sus tradiciones.
Es el vehículo que les permite (re)conocerse en una tierra en la que las
intersecciones se cruzan y la cultura se entreteje, convirtiéndolos en suje-
tos “transgresores” por su uso del lenguaje visiblemente afectado por la
semántica y sintaxis del inglés. Constituye un reto traducir textos que
apelan a sentimientos que surgen de la misma imaginería a pesar de ser
recreados en otra lengua: nunca extranjera por el fenómeno del bilingüis-
mo, nunca materna en tanto nace de un ser que es bireferencial.
El lenguaje permite nombrar al mundo y condensar el colectivo.
Basaré mi análisis en la perspectiva de Lotman, quien entiende la cultura
como sistemas de lenguajes (sistemas de comunicación) que sirven de sig-
nos organizados de un modo no arbitrario o como “memoria hereditaria
expresada en un determinado sistema de obligaciones y prescripciones”
que transforman la historia de las sociedades en lo que él describe como
“la historia de la lucha por la memoria” (Lotman, 1979: 21 y 2).
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Traducción y literatura chicana: ¿Cuán efectiva puede ser la adaptación?
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en otra lengua con una carga modelizadora mucho más fuerte, precisa-
mente porque busca apelar a una identidad que es dos?
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Traducción:
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8 Traducción Prida.
9 Traducción Vinós.
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Traducción y literatura chicana: ¿Cuán efectiva puede ser la adaptación?
La tercera suposición indica que tanto las situaciones del texto fuente
como del texto meta, la comprensión del mundo del texto depende del
bagaje cultural y del conocimiento del mundo de los receptores. Desde el
punto de vista de la traducción, esto significa que los mismos medios esti-
lísticos sólo pueden lograr el mismo efecto cuando el bagaje literario es
también el mismo.
En la cuarta suposición, los elementos del código literario meta solo
pueden tener el mismo efecto en sus receptores que los elementos de la
literatura fuente tiene sobre los suyos si su relación con la tradición lite-
raria es la misma. Todo esto nos hace entender las variedades de distan-
cias culturales (además de las lingüísticas) que el traductor literario debe
salvar para lograr su encargo de traducción.
Bibliografía
Bibliografía directa:
Castillo, Ana (1999). Peel my Love Like an Onion. New York: Random
House.
————–– (2001). Desnuda mi corazón como una cebolla ¿Qué tan fuer-
te es el poder del amor? (Traducción de Ricardo Vinós). México:
Alfaguara.
————–– (2000). Carmen la Coja (Traducción de Dolores Prida).
Nueva York: Vintage Español.
317
Judith Hernández
Bibliografía de traducción:
318
Parte 2
Cine, performatividad y resistencia.
Apuntes para la crítica del
documental indigenista en Ecuador
Christian León*
Resumen
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Christian León
1 A pesar de los múltiples cuestionamientos que se han hecho sobre el uso de la teoría poscolo-
nial en el contexto latinoamericano (Coronil, 1998; Lins Riveiro, 2001; Grüner, 2005), sus
estrategias deconstructivas me parecen imprescindible para la crítica de las posiciones hegemó-
nicas y subalternas construidas a través de la representación visual. El campo interdisciplinario
de análisis discursivo, histórico y político abierto por el poscolonialismo sigue teniendo valor
para cuestionar los mecanismos de dominación étnica y cultural que se ejerce desde el discurso
eurocéntrico de la modernidad.
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Cine, performatividad y resistencia
tro del relato ilustrado de “la desgraciada raza indígena”. Según este rela-
to, agentes geográficos, biológicos, sociales y políticos han privado al indí-
gena de su capacidad de agencia y discurso. La tarea de los intelectuales
ilustrados es la denuncia de esta situación y la consiguiente redención de
estos sujetos caídos en desgracia. Por está razón, Andrés Guerrero sostie-
ne que tras las narrativas blanco-mestizas de la redención indígena se es-
conden dos efigies heredadas de concepciones coloniales afianzadas en el
siglo XIX. Por un lado, la imagen de un indio pasivo desprovisto de vo-
luntad e incapaz de expresarse y asumir su propia defensa. Por otro, el
semblante magnánimo del intelectual mestizo condescendiente hacia los
inferiores étnicos (Guerrero, 1994: 198). Las imágenes del indio sin capa-
cidad de agencia política y la del intelectual redentor, agente de la cultu-
ra occidental, son remozadas en el siglo XX por cierta intelectualidad de
izquierda que apadrinó al indígena y denunció su explotación inhumana.
Esta actitud, heredada de esa matriz de dominación que Aníbal Quijano
denominó como “la colonialidad del poder” (1999), es la que se va a ex-
presar primero en el indigenismo pictórico y literario y posteriormente se
va a trasladar al cine. De esta manera, como lo apuntamos en otro lugar,
el documental indigenista actualiza un proceso de jerarquización y subor-
dinación de la diferencia proveniente de la forma colonial de dominación
(León, 2005: 128).
Sentado esto, es fundamental el análisis, no sólo la significación sino
también los actos de poder que el discurso fílmico indigenista produce.
Como lo han planteado los teóricos de los actos preformativos (Austin,
1990; Derrida, 1998; Butler, 1993), los enunciados no sólo producen
mensajes referenciales de carácter constatativo sino que actúan a través de
enunciados ilocutivos en donde el poder ejerce como discurso. El docu-
mental indigenista, es un caso paradigmático en el cual la imagen opera
con una fuerza preformativa creando aquello que muestra. Apoyado en la
tecnología cinematográfica y su capacidad de crear efectos de realidad,
produce un enunciado audiovisual cargado de un poder prescriptivo. Con
sus imágenes visibiliza al indígena al mismo tiempo que instaura una serie
de imaginarios que tienen efectos en lo social. En ese sentido, no sólo
muestra un indígena preexistente sino que lo produce al ponerlo en con-
tacto con una serie de discursos, instituciones y tecnologías. Estamos
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Christian León
frente a ese intento de “saber cómo se han constituido los sujetos a partir
de la multiplicidad de los deseos, de las fuerzas, de las energías, de las
materialidades, de los pensamientos, etc.” sobre el que insistió Foucault
(1991: 151). Los imaginarios producidos por el cine ?pero también por
otros discursos artísticos, científicos, jurídicos? permiten el proceso de su-
jeción y dominación necesario para el aparecimiento del sujeto indígena.
El documental indigenista lejos de ser un registro fidedigno de una reali-
dad objetiva es un mecanismo de producción del sujeto indígena en tanto
“otro”, inferior y lejano.
A través de la iterabilidad de distintos textos, narrativas, argumentos y
tropos, el documental indigenista produce la sujeción del indígena a tra-
vés de su identificación con una efigie inmóvil que designa un lugar
subordinado en la estructura social, política y cultural. Estructura que
pretende estar ordenada alrededor de un significante amo que es la con-
ciencia ilustrada del mestizo. Por estas razones, pensamos que el docu-
mental indigenista puede ser caracterizado como un aparato semiótico y
político de dominación, orientado a la dominación de la diferencia étni-
ca y cultural a través de una acción preformativa de producir sujetos. Su
funcionamiento no radica en la verdad o falsedad de sus imágenes, sino
en su capacidad de producir efectos de sujeción a través del lenguaje
visual.
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Cine, performatividad y resistencia
2 Como sostiene la crítica deconstructiva el “sentido tutor no guarda, no salva, no garantiza nada
de forma lo bastante rigurosa” (Derrida, 1996: 112) o, como lo plantean los estudios subalter-
nos, todo discurso dominación alberga un “lugar epistemológico presentado como límite, nega-
ción, enigma” (Rodríguez, 1998: 106).
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Christian León
caso particular de Los hieleros… salta a la vista uno de esos puntos ciegos
con una evidencia tal que incluso mereció múltiples comentarios. En con-
traste con el tono contemplativo del filme y la argumentación objetivista
de Guayasamín, irrumpe abruptamente un plano general de más de dos
minutos en el cual un indígena interpela violentamente al equipo de fil-
mación. Mientras los realizadores se encontraban haciendo entrevistas, un
hombre que arremete contra ellos y encolerizado dice:
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Agenciamientos subaltermos
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La performatividad indígena
3 De hecho cuando circularon por televisión las imágenes de Evo Morales, primer presidente
indígena de Bolivia, leyendo un decreto ley que nacionalizaba los hidrocarburos en su país. Aún
en este caso donde un indígena está investido por el poder preformativo del Estado, su discur-
so y su imagen circulan al interior de regímenes de representación hegemónicos que vehículan
concepciones racistas que procuran desautorizarlo. En ese sentido encontramos, a pesar de los
diferentes contextos, una similitud entre la acción discursiva de Morales y los agenciamientos
discursivos de los indígenas en los filmes analizados.
332
Cine, performatividad y resistencia
333
Christian León
Bibliografía
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Barthes, Roland (2004). S/Z. México: Siglo XXI.
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Guha, Ranajit (1997). “La prosa de la contra-insurgencia”. En Debates
postcoloniales: una introducción a los estudios de subalternidad, comps.
Silvia Rivera y Rosana Barragán. Bolivia: Sierpe Publicaciones.
334
Cine, performatividad y resistencia
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Modernismo brasileiro e mídias
audiovisuais: antropofagia globalizada
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não pode ser melhor trabalhada por Oswald de Andrade que morreu em
1954.
Dentre as várias influências da antropofagia, a historia da formação
social e cultural brasileira é sua devedora na medida em que a antropofa-
gia se constituiu numa das primeiras tentativas de se pensar positivamen-
te a herança cultural portuguesa pelo viés da mestiçagem.
A antropofagia representou um pensamento renovador, de inspirações
múltiplas e fragmentárias, que vão da crítica à genealogia do cristianismo
de Nietzsche, às criticas marxistas da sociedade capitalista e à freudiana do
racionalismo, passando pelo matriarcalismo de Bachofen3 e o ceticismo de
Montaigne.
Na versão antropofágica da história, questões levantadas por moder-
nos pensadores europeus aparecem associadas a uma concepção xamâni-
ca da natureza e a uma configuração igualitária da sociedade indígena que
se afasta do ideal romântico e acaba por se constituir numa crítica filosó-
fica e política do colonialismo moderno e do sistema político e econômi-
co que dele se serviu, invertendo a interpretação sobre as origens dos valo-
res da modernidade.
Na visão da poética pau-brasil, tópicos do exótico tais como o ócio, a
comunhão fraterna, a sociedade dadivosa, a liberdade sexual e a vida edê-
nica, transformam-se em valores prospectivos que ligam a originalidade
nativa aos componentes mágicos, instintivos e irracionais da existência
humana e ao pensamento letrado moderno.
Em outras palavras, fala da recuperação de traços primitivos idealiza-
dos e da sua resignificação à luz da tecnologia e da filosofia modernas.
Neste sentido, o Brasil das primeiras décadas do século XX, com suas pai-
sagens geográficas e humanas marcadas pela miscigenação étnica, cultural
e física, é visto como o lugar privilegiado do encontro entre as tradições
primitivas, o conflito religioso da colonização católica e a modernidade
urbana da cidade de São Paulo, berço da vertente antropofágica do
3 Johann Jakob Bachofen (1815-1887) apresenta uma visão radicalmente nova do papel da
mulher nas sociedades antigas. Com ampla documentação se propôs a demonstrar que a mater-
nidade é a fonte da sociedade humana, da religião e da moral. E conclui conectando o arcaico
direito materno com a veneração à virgem Maria. Seu livro causou reações em várias gerações de
pensadores, inclusive Friedrich Engels.
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4 ‘dorme nenê que o bicho vem pegá’ Trecho de cantiga de ninar muito popular no Brasil.
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Modernismo brasileiro e mídias audiovisuais: antropofagia globalizada
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9 AI-5. Ato Institucional n.5. Decreto-lei de 1968 que revogava os direitos políticos e civis dos
cidadãos suspeitos de subversão ou oposição ao regime vigente e institucionalizava a censura às
manifestações político-culturais.
10 Expressão usada por Walnice Nogueira Galvão no texto “As falas e o silêncio” (1994).
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Modernismo brasileiro e mídias audiovisuais: antropofagia globalizada
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Modernismo brasileiro e mídias audiovisuais: antropofagia globalizada
12 Filmes populares que parodiavam situações do cotidiano social e político pelo viés da circulari-
dade cultural.
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Modernismo brasileiro e mídias audiovisuais: antropofagia globalizada
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Sonia Cristina Lino
Referencias bibliográficas
350
¿Recuerdas Juan?: el rastro del olvido en
una película de Juan Carlos Rulfo
I.
¿Quién diablos haría este llano tan grande?¿Para qué sirve, eh?
Juan Rulfo. Nos han dado la tierra
351
Sua Dabeida Baquero
352
¿Recuerdas Juan?: el rastro del olvido en una película de J. Carlos Rulfo
Del olvido al no me acuerdo es una película que llega entre sueños o acaso
con la incompletud de los recuerdos, como algo aparentemente interrup-
to, discontinuo. Nos habla poéticamente de muchas cosas, del desierto de
Jalisco y sus viejos, de la historia de amor entre Clara Aparicio y Juan
Rulfo, pero también del silencio, de la memoria y del olvido.
Nos platica de algo inabordable en su totalidad por la simple voluntad
o la inteligencia: el pasado. Siempre en conflicto, siempre con algo del
todo inabordable, el pasado “continúa allí, lejos y cerca, acechando el pre-
sente como el recuerdo que irrumpe en el momento en que menos se
espera o como a nube insidiosa que ronda un facto del cual no se quiere
o no se pude recordar” (Sarlo, 2007)...(traducción nuestra).
2 Entrevista al director Juan Carlos Rulfo por Mónica Mateos el 8 de junio del 2000 publicada en
http://www.jornada.unam.mx/2000/06/08/cul1.html
353
Sua Dabeida Baquero
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¿Recuerdas Juan?: el rastro del olvido en una película de J. Carlos Rulfo
II.
“Me cuestiono, por ejemplo, por que motivo leer una poesía excita nues-
tra imaginación y nos invita a participar de su realización. Sin duda, la
poesía, no obstante su carácter de incompletud, es creada para alcanzar
una unidad. Cuando mi imaginación se mezcla con ella, la poesía se torna
mía. La poesía nunca cuenta historias. Ofrece una serie de imágenes.
Representándolas en mi memoria, apoderándome de su código, puedo
elevarme a su misterio. Raramente encontré alguien que, al leer una poe-
sía, dijese: ‘No la comprendí’ (...) Pienso que, si queremos que el cinema
sea considerado una forma de arte mayor, es preciso garantizarle la posi-
bilidad de no ser entendido.” (Kiarostami, 2004: 10-14) (La traducción
y el subrayado es nuestro).
355
Sua Dabeida Baquero
“Una cuestión que colocan varios analistas, últimamente con más insis-
tencia, es qué actitud del analista es una actitud falsa en relación al espec-
tador. El analista cuando entra en un cinema, entra más o menos como
un espectador. O sea, él ve un determinado filme, en el ritmo que este
filme es proyectado, pero esa proyección no le permite en muchos nive-
les una actitud analítica. No puede percibir todo el plano, al tener su
atención sobre determinado punto, pierde otros. No puede hacer deter-
minadas correlaciones porque no hay tiempo, o porque algunas correla-
ciones van a aparecer solamente al final del filme, lo que exigiría una reto-
mada desde el inicio etc. Por tanto, la actitud del analista no es la misma
actitud del espectador.
3 Por ejemplo, esto puede ocurrir, cuando se tienen secuencias más largas que las acostumbradas
en la mayoría de los filmes de acción de Hollywood, dejando tiempo y espacio para que el espec-
tador imagine.
4 Tal vez esta sea una diferencia falsa, o al menos una dicotomía que pretende distinguir dos accio-
nes humanas aparentemente antagónicas…
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¿Recuerdas Juan?: el rastro del olvido en una película de J. Carlos Rulfo
Esto es una opción que usted debe hacer claramente: o bien usted se
queda con aquello que es aprensible al nivel del espectador, o sea en la
proyección y genera en una proyección única, o en una actitud de analis-
ta que no considera la situación del espectador como operacional para sus
fines.”5
Tal vez es esta una primera diferencia que es importante señalar. Esco-
gimos este filme porque desde el inicio nos emocionó, pero hemos nece-
sitado verlo varias veces, detenernos, editarlo. Esto no ha significado la
pérdida de la emoción, no hemos dejado de ser “espectadores” para con-
vertirnos en “analistas” o viceversa; por el contrario, entre más caminos
encontramos al detenernos en una secuencia en particular, en un detalle
técnico, en una sugerencia temática, en un personaje, se hace más inten-
sa la relación afectiva con lo que se está viendo y a la vez nos es revelado
una serie de pensamientos e ideas.
“La cantidad de lecturas que puede tener la película es algo que me encan-
ta. Podías estar con un personaje que en sí representaba tiempo, era un
anciano de 100 años. Por otro lado, tenía que ver con su memoria, por-
que el preguntarle algo sobre mi padre era ejercer su mecanismo del re-
cuerdo, lo que era lanzarte hasta los tiempos más pasados donde quién
sabe qué estaba imaginándose sobre cómo eran esos tiempos y a lo mejor
se imaginaba a mi padre de chiquito y, eso, es fascinante. Pero todo eso se
representaba en él físicamente. Son personajes que en sí son todo el re-
cuerdo, y es el recuerdo el que me conecta con mi padre y con toda su
época y su tiempo.”6
357
Sua Dabeida Baquero
explicarlos a la antigüita. Tenemos descripciones muy originales de esas ideas porque cada quien
habla de cómo las vivió, de cómo construyeron sus amores y esperanzas, de cómo viven la muer-
te. En cualquier película lo que nunca funciona es cuando el autor quiere imponer su subjetivi-
dad, es decir, en este filme no está mi versión de la vida, del amor y de la muerte ni una preten-
sión de hacerla muy profunda. Es fresca y ligera como los personajes que conocí. Es un cuento
cuya estructura básica, casi imperceptible, es la búsqueda universal del padre. No de mi padre,
ni del escritor Juan Rulfo”.
8 Algunas de las cuales ya han sido sugeridas en este mismo texto.
9 Esta categoría nos parece útil, ya que hace referencia al sonido del filme como una franja fílmi-
ca tan importante como cualquier otro elemento de la imagen adquiriendo inclusive una fun-
ción importante a la hora de dar ritmo y poética a los fotogramas. En el caso del documentalis-
ta brasilero, Artur Omar han afirmado otros autores: “Otra área que talvez le interese, para con-
textualizar el trabajo de Omar, es abordar la vanguardia francesa de los años 20. Idealmente para
algunos de estos cineastas, el cine debería librarse de sus impurezas. Estas impurezas eran bási-
camente literarias. El enredo tendría un origen literario y el cine debería librarse de esto. En este
sentido, ellos consideraban al cine y su música, constituidos de ritmos, de composiciones visua-
les las cuales no estarían al servicio de un enredo, sino que serían la propia expresión. En ese sen-
tido hay una aproximación que me parece muy metafórica, pero que es una aproximación en
relación a la música”. En entrevista de Jean-Claude Bernardet sobre A questão sonora nos filmes
de Arthur Omar. São Paulo 23/1/1995 publicada en: http://www.museuvirtual.com.br/targets/
galleries/targets/mvab/targets/arthuromar/languages/portuguese/html/index.html. (Traducción
nuestra).
358
¿Recuerdas Juan?: el rastro del olvido en una película de J. Carlos Rulfo
III.
“Sólo recuerda quién está vivo. También sólo olvida quien todavía respi-
ra”.11
“Filmar el olvido, puede ser una forma de recordar… Recordar en imáge-
nes olvidar en fotogramas”.
Nadie puede vivir con todas sus memorias por lo que se hace necesario el
olvido12.
10 Quisiéramos señalar que no nos interesa clasificar por género el filme del cual se ocupa este escri-
to, al menos este tipo de discusión no se coloca en el centro, preferimos por el contrario enten-
derlo como un filme en general, ya que tanto los documentales o la “ficción” se acercan de una
manera plástica al mundo.
11 Estas ideas son notas de clase de los profesores Milton José de Almeida y Wenceslao Machado
de Oliveira Jr. director y profesor respectivamente del Laboratorio de estudios audiovisuales
–OLHO– Unicamp; la organización, y en algunos casos los comentarios son nuestros.
12 “Irineo empezó por enumerar, en latín y español, los casos de memoria prodigiosa registrados
por la Naturais Historia: Ciro, rey de los persas, que sabía llamar por su nombre a todos los sol-
dados de sus ejércitos (...) Me dijo que antes de esa tarde lluviosa en que lo volteó el azulejo, él
había sido lo que son todos los cristianos: un ciego, un sordo, un abombado, un desmemoriado
(...) Diez y nueve años había vivido como quien sueña: miraba sin ver, oía sin oír, se olvidaba de
todo, de casi todo. Al caer, perdió el conocimiento; cuando lo recobró, el presente era casi into-
lerable de tan rico y tan nítido,, y también las memorias más antiguas y más triviales (...)”
Me dijo: “Más recuerdos tengo yo solo que los que habrán tenido todos los hombres desde que el
mundo es mundo. Y también mis sueños son como la vigilia de ustedes. Y también, hacia el alba: Mi
memoria, señor, es como un vaciadero de basuras” en Funes el memorioso. Borges (1997:127-128).
359
Sua Dabeida Baquero
360
¿Recuerdas Juan?: el rastro del olvido en una película de J. Carlos Rulfo
IV.
15 “El sentido está siempre desplazándose, muchos sentidos, polisemia, diseminándose”, dice
Almeida.
361
Sua Dabeida Baquero
Una de las cualidades del viento es que pasa, como el tiempo. A diferen-
cia del testimonio que recuerda, que intenta fijar, aclarar, dar cuenta, ins-
cribir en una temporalidad lo acontecido (Sarlo, 2077: 24), mediante la
narración escrita u oral de la siempre irrepetible experiencia, en el filme
Del olvido al no me acuerdo, el olvido transcurre.
Luego de la dedicatoria que finaliza los créditos al inicio de la pelícu-
la, y sobre la pantalla en negro se escucha:
Sonido de cigarras, viento que sopla pantalla noche. La voz que invita al
descanso convoca al ensueño. Imagen exacta de lo que se ve cuando se cie-
rra los ojos…
La cámara queda estática en un solo lugar, en primer plano la silueta
de unas rocas en forma de puerta, al fondo el cielo se transforma en cáma-
ra rápida conforme el tiempo trascurre. La música acompaña el recorrido
de las nubes… el llano inmenso, el llano seco…
De repente la cámara describe un vuelo, abajo, la tierra a retazos de
colores mientras escuchamos un fragmento de Pedro Páramo que se refie-
re al paso por entre trigales y flores de jazmín del viento…de sus jue-
gos…luego en la propia voz de Rulfo
¿Recuerdas?
16 Trascripción nuestra de uno de los diálogos del filme que suponemos sea la voz del Juan Rulfo
en off, mientras aparecen paisajes donde el firmamento se modifica rápidamente con el pasar del
tiempo.
362
¿Recuerdas Juan?: el rastro del olvido en una película de J. Carlos Rulfo
363
Sua Dabeida Baquero
Bibliografía
Filmografía
Páginas Web
http://cinemexicano.mty.itesm.mx/peliculas/caminos.html
http://www.museuvirtual.com.br/targets/galleries/targets/mvab/targets/a
rthuromar/languages/portuguese/html/index.html
http://www.jornada.unam.mx/2000/06/08/cul1.html
http://www.terra.com.mx/entretenimiento/articulo/037870/
364
Energúmenos, best-sellers y cintas
de vídeo: mal y subdesarrollo en
El exorcista y Satanás
Introducción o hundiéndonos1
365
Emilio José Gallardo Saborido
“Los hombres de más advertencia reconocen que son muchos los fingi-
dos, pero quedando en persuasión de que no son muy pocos los verda-
deros. Pero mi sentir es que el número de estos es tan estrecho, tan limi-
tado, que apenas, por lo común, entre quinientos que hacen papel de
energúmenos, se hallarán veinte o treinta que verdaderamente lo sean”
(Flores Arroyuelo, 1985: 173).
366
Energúmenos, best-sellers y cintas de vídeo
“Irina Maricica Cornici tenía 23 años. [...] Un día, hace tres meses, acu-
dió al Monasterio de la Santísima Trinidad a visitar a una amiga. Una ho-
ra de charla con el enigmático Daniel Petru Corogeanu, pope de un con-
vento al que ya llaman el Monasterio del Diablo Rojo, y decidió tomar
los hábitos negros de la congregación. Nadie sabe muy bien cómo ni por
qué. Todo lo que saben es que hoy está muerta en medio de un sórdido
suceso en que se mezclan exorcismos, fanatismo y, según la familia de
Irina, 4000 euros que no aparecen. […]
Aquel día [10 de junio de 2005], el padre Corogeanu y cuatro monjas
entraron en la habitación de Irina convencidos, según aducen, de que
estaba poseída por el Diablo. La ataron y la amordazaron con cuerdas de
lino e iniciaron un peculiar exorcismo.
El tormento continuó tres días, al cabo de los cuales, la encadenaron
por los brazos, las piernas y la cintura a una vieja cruz de madera. Irina
siguió amordazada con una toalla. No le dieron de comer y apenas le deja-
ron humedecerse los labios.
En la noche del 15 de junio, Irina murió por ‘hambre, sed y estrangu-
lamiento’, según el informe forense”.
367
Emilio José Gallardo Saborido
2 Se puede hacer el siguiente ejercicio para comprobar hasta qué punto esto es cierto: cotejar lo
dicho por un clásico del tema, como es el volumen de Benito Remigio Noydens, Práctica de exor-
cistas, y ministros de la Iglesia en que con mucha erudición, y singular claridad, se trata de la instruc-
ción de los exorcismos, para lanzar, y ahuyentar los demonios y curar espiritualmente todo género de
aleficios y hechizos (Barcelona, 1675), con determinados pasajes de la novela de Blatty. De este
modo, observaremos cómo desarrolla temas centrales de la obra de Noydens como pueden ser
las condiciones personales y el estado en que debe encontrarse el exorcista o las causas e indicios
de posesión. Asimismo, en la novela se trabajan otros leitmotivs demoníacos como la relación
entre el Mal y el género femenino, o la afirmación “yo soy legión”, que alude al carácter múlti-
ple y colectivo del Demonio, y que, por otra parte, dará título a la secuela Legión (1983).
368
Energúmenos, best-sellers y cintas de vídeo
Dos son las aseveraciones sobre las que pivotará la siguiente disertación:
369
Emilio José Gallardo Saborido
370
Energúmenos, best-sellers y cintas de vídeo
Un aspecto que hace que la maldad sea aún más horrible es que, en
ocasiones, parece venir impuesta por las condiciones sociales a personas
que en principio, en otro ambiente, actuarían como ciudadanos honrados
y de vidas equilibradas. Respecto a esto oímos decir al padre Ernesto: “Pe-
ro son contadas las ocasiones en las cuales tenemos la oportunidad de ver
gente realmente buena poseída contra su voluntad. Desde el primer
momento supe que ese hombre estaba atrapado en un remolino que lo su-
peraba, que nadaba contra una corriente muy superior a él” (p. 59). Se es-
tá refiriendo al padre de familia que toma la decisión de asesinar a su mu-
jer e hijos porque es incapaz de seguir viéndolos padecer el mal del ham-
bre física, de la desnutrición lenta y agónica.4
Ahora detengámonos un momento en la figura del ángel exterminador,
de Campo Elías: a grandes rasgos, dos son los leitmotivs que le otorgan
coherencia como personaje:
4 Otro ejemplo de esto que venimos diciendo podrían ser estas palabras que María dirige al padre
Ernesto: “Yo no soy Mala, usted lo sabe, lo que pasa es que la vida es así, la calle es una guerra
donde hay que sobrevivir” (p. 198).
5 Ignacio Ramonet dedica un capítulo, “Hollywood y la guerra de Vietnam”, de su libro
Propagandas silenciosas: masas, televisión y cine a examinar el tratamiento que de esta guerra se
hizo desde la industria del cine y la TV de los Estados Unidos. Allí se recogen una serie de títu-
los (Taxi Driver, Rambo (First Blood, Le Maître de guerre, Los desaparecidos, Who’ll stop the rain?,
Wolf Lake, The Choirboys, etc.). que abundan en el arquetipo del soldado tarado, incapaz de
adaptarse a la vida civil norteamericana a su vuelta del conflicto.
6 Ambos concluyen sus intervenciones en la novela escribiendo con la sangre de sus víctimas el
conocido: “Yo soy Legión” (pp. 281 y 283).
371
Emilio José Gallardo Saborido
7 “- […] No hay un bien supremo, Maribel. […] Somos el experimento de un Dios cuya
Malevolencia y vileza se llama Satanás” (p. 264)
372
Energúmenos, best-sellers y cintas de vídeo
8 No deja de ser curioso que el único personaje del que sabemos a ciencia cierta que padece la
enfermedad, a causa de su promiscuidad y su dejadez en la toma de precauciones, lleve al nom-
bre de Angélica.
373
Emilio José Gallardo Saborido
9 Dice la madre de la niña, Esther, a Ernesto: “No me gusta para nada la manera como están elu-
diendo sus responsabilidades. Se están lavando las manos, y usted lo sabe, padre. La están dejan-
do sola, a la deriva, y eso me parece que demuestra un comportamiento cruel e injusto” (p. 234).
10 Notemos además que esta crítica se extiende diacrónicamente. Sólo tenemos que ver algunas de
las palabras de Ernesto: “Incluso pensando en los mismos jerarcas de la Iglesia […] la hipótesis
de una Maldad creciente se confirmaba. Por qué la Inquisición y el Santo Oficio, ¿qué habían
sido sino organismos criminales y asesinos?” (p. 205).
374
Energúmenos, best-sellers y cintas de vídeo
En un país donde datos como los que acabo de ofrecer se consideran hala-
güeños, donde la violencia se halla enquistada de tal manera que los se-
cuestros, matanzas, balaceras, etc., se han convertido en un fenómeno que
raya con lo cotidiano, ¿qué pintura podemos esperar que nos haga una
pluma crítica y decidida como es la de Mendoza de los distintos agentes
políticos? Empecemos por la guerrilla: ella es la culpable de la matanza en
donde muere la madre de María. Pero es que las expectativas de vida que
se le presentan a este personaje, una vez que está en manos de sus “salva-
dores”, el ejército, no son mucho mejores. De hecho, se queda apartada
en una guarnición del ejército donde acabaron “por emplearlas y esclavi-
zarlas” (a María y a su hermana) (p. 86).
Efectivamente, la visión idílica de un ejército de “buenos” enfrentado
a un conjunto de fuerzas destructivas y malvadas no encaja en absoluto
con la idea que Mendoza nos da. Bajo su mirada, todos son culpables. Así
se encarga de certificarlo al evocar, por medio del padre Ernesto, el asalto
al Palacio de Justicia, que había sido tomado antes por los guerrilleros del
M-19: “Los tanques disparando a la fachada principal, los batallones
entrando a sangre y fuego, la masacre de los jueces y de los más altos juris-
tas del país, la carnicería, la cantidad de desaparecidos […], que nunca
regresaron para dar testimonio de las brutales torturas a las que fueron
sometidos. ¿Dónde estaba entonces el Presidente?” (pp. 182-183).
Así pues, Mendoza considera que no es de extrañar que una parte de
la población se identifique con el ciudadano que, en un acto desesperado,
se enfrenta al status quo político cara a cara. En la novela hay un episodio
en el que se nos narra cómo un individuo entra en el Senado y amenaza
con matar a todos los congresistas. La gente que se arremolina alrededor
del edificio hace comentarios de este calibre:
375
Emilio José Gallardo Saborido
376
Energúmenos, best-sellers y cintas de vídeo
• Sin embargo, los estudiantes negros estaban menos que contentos con
la política de Nixon (p. 108).
377
Emilio José Gallardo Saborido
11 En este sentido, es interesante señalar que los protagonistas de El exorcista poseen profesiones
más o menos acomodadas (sobre todo, la madre de Rags), en distinto grado, pero en ningún caso
se trata de desahuciados, parias sociales como puede ser la María de Mendoza, y el submundo
del hampa que la rodea en su etapa como chica de la burundanga.
378
Energúmenos, best-sellers y cintas de vídeo
lógico que social, más restringido. Claro está que haber elegido el mode-
lo ciudad-infierno a lo Mendoza hubiera complicado llegar al cuasi-happy
ending. Los argumentos que nos mueven a defender esta concepción del
final de la novela comienzan con el hecho de que, aunque Karras muere,
consigue salvar a la niña y expulsar al Demonio de su cuerpo. Añadamos
que Karras muere una vez ha sido confesado por el padre Dyer, lo cual
supone la salvación eterna, y qué mejor destino para un católico como él.
Por si esto fuera poco, el “epílogo” de la novela se halla cargado de men-
sajes tranquilizadores, que devuelven la calma al zarandeado lector. Vea-
mos algunos:
• Dyer conversa con Chris sobre el Mal y el Bien como fuerzas que go-
biernan el mundo. La conclusión de esta charla, en la que en princi-
pio Chris había afirmado que, a pesar de ser atea, podía admitir la
existencia del Diablo, la dan las siguientes palabras de Dyer: “- Pero si
todo el mal del mundo le hace pensar que puede existir el Demonio,
¿cómo explica usted todo el bien que hay en el mundo”. A lo cual res-
ponde Chris: “—Sí… sí –murmuró–. Eso es importante” (p. 374).
12 Otros nombres parlantes o label-names que aparecen en la novela son los siguientes: Lankester
(Merrin) y Demian (Karras). En cuanto al primero, leemos que se lo pusieron al padre Merrin
por un barco de carga, aunque luego rectifica y dice que por un puente. En efecto, sobre él pesará
en principio la carga del exorcismo, y su acción y enseñanzas le servirán de puente a Karras para
que pueda cruzar a la otra orilla, la de la victoria sobre el Demonio. En cuanto a Demian: “Era
el nombre de pila de un sacerdote que dedicó su vida al cuidado de leprosos en la isla de Mo-
lokai. Finalmente, contrajo la enfermedad” (p. 327). Así Karras se sacrificará al dejarse poseer,
en un acto de suprema generosidad. Finalmente, tenemos el hipocorístico de Reagan, esto es,
rags, que en inglés puede significar harapos. De este modo, se identifica a la niña posesa con
aquellos pordioseros que causan ese sentimiento ambivalente de repulsión y compasión. El exor-
cismo y la superación de la aversión que Karras siente hacia los mendigos vendrán de la mano
del gesto de entrega a los demás que supone el suicidio del jesuita.
379
Emilio José Gallardo Saborido
• Las últimas líneas del libro se corresponden con una distendida char-
la entre el policía Kinderman y el padre Dyer, donde se bromea rela-
cionando la situación con el famoso diálogo final de Casablanca y con
el parecido que, según Kinderman, tiene Dyer con Humphrey Bogart.
Se trata de dos representantes de los poderes fácticos que caminan co-
do con codo hacia un futuro esperanzado, donde las aguas han vuelto
a su cauce una vez que el Mal ha sido expulsado. Ese Mal se nos mues-
tra como algo ajeno a la sociedad misma, como un invasor que pertur-
ba la quietud cotidiana.
380
Energúmenos, best-sellers y cintas de vídeo
Bibliografía
Obras literarias:
Estudios:
381
Emilio José Gallardo Saborido
Prensa:
Internet:
382
Parte 3
Entre la ira y la esperanza (1967-2007):
una escritura y lectura desde la
interdisciplinariedad
Michael Handelsman*
Acotaciones preliminares
385
Michael Handelsman
386
Entre la ira y la esperanza
387
Michael Handelsman
388
Entre la ira y la esperanza
389
Michael Handelsman
390
Entre la ira y la esperanza
6 Catherine Walsh, Walter Mignolo, Aníbal Quijano, Arturo Escobar, Edgardo Lander, Javier
Sanjinés, Fernando Coronil y Freya Schiwy son algunos intelectuales que han aportado mucho
al tema de la colonialidad.
391
Michael Handelsman
“Lecturas de base muy poco ortodoxas para un autor al que algunos con-
sideran (caricaturalmente) como la encarnación de cierto pensamiento
‘dogmático’; y, si se quiere redondear la paradoja, textos muy poco socio-
392
Entre la ira y la esperanza
lógicos para ser los favoritos de alguien que se supone es un sociólogo pro-
fesional” (1987: 8).
393
Michael Handelsman
394
Entre la ira y la esperanza
“la literatura no refleja simplemente las relaciones de poder, sino que par-
ticipa activamente en la consolidación y/o construcción de discursos e
ideologías como, también, funciona como un instrumento en la cons-
trucción de identidades, no solamente en el nivel individual –el del suje-
to– sino, también, en el nivel del grupo, o hasta en el del Estado-nación.
La literatura no es simplemente un producto de la historia, sino que tam-
bién la produce” (2001: 177).
395
Michael Handelsman
Conclusión
Quisiera dejar con ustedes la idea de que una nueva lectura de Entre la ira
y la esperanza revelará un pensamiento centrado en una interdisciplinarie-
dad que apunta a mucho más que a una colección de monólogos disper-
sos entre diversas disciplinas. Por eso, ante la estrechez de los discursos
especializados que han acaparado muchos espacios universitarios, a lo
largo del Norte y del Sur y, en el proceso, han contribuido a lo que Ri-
cardo Forster ha identificado como el “empobrecimiento del lenguaje,”
surge la necesidad de recuperar “la tradición de las irradiaciones, los cru-
ces, las contaminaciones.” Para Forster (2005:2), esta recuperación no
trata del
396
Entre la ira y la esperanza
“It is difficult
to get the news from poems
yet men die miserably every day
for lack
of what is found there”.
Bibliografía
397
Michael Handelsman
398
La polémica periodística y la formación
de la inteligencia en Colombia en la
segunda mitad del siglo XIX
Introducción
399
Germán Alexander Porras Vanegas
400
La polémica periodística y la formación de la inteligencia en Colombia
401
Germán Alexander Porras Vanegas
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La polémica periodística y la formación de la inteligencia en Colombia
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Germán Alexander Porras Vanegas
404
La polémica periodística y la formación de la inteligencia en Colombia
1 Sería mucho tratar de precisar aquí ampliamente el uso de este concepto de integración. Con él
no se quiere introducir ideológicamente la presuposición según la cual aquella realiza un proce-
so positivo, que al denominar integración el proceso denotamos su realización armónica o con-
flictiva. Margaret Archer ha estudiado con profundidad este “mito” de la teoría social. No des-
prendemos del término integración su inversión: desintegración.
405
Germán Alexander Porras Vanegas
406
La polémica periodística y la formación de la inteligencia en Colombia
Bibliografía
407
Tradição e Modernidade no Brasil Rural
de Maria Isaura Pereira de Queiroz
409
Aline Marinho Lopes
410
Tradição e Modernidade no Brasil Rural de Maria Isaura Pereira de Queiroz
411
Aline Marinho Lopes
412
Tradição e Modernidade no Brasil Rural de Maria Isaura Pereira de Queiroz
413
Aline Marinho Lopes
414
Tradição e Modernidade no Brasil Rural de Maria Isaura Pereira de Queiroz
415
Aline Marinho Lopes
416
Tradição e Modernidade no Brasil Rural de Maria Isaura Pereira de Queiroz
417
Aline Marinho Lopes
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Tradição e Modernidade no Brasil Rural de Maria Isaura Pereira de Queiroz
Referências bibliográficas
419
Aline Marinho Lopes
420
El barroco y la modernidad
latinoamericana. Una lectura a
la obra de Bolívar Echeverría
Gustavo Morello*
Introducción
421
Gustavo Morello
La modernidad
El capitalismo
422
El barroco y la modernidad latinoamericana
Abundancia
Emancipación
423
Gustavo Morello
Laicismo
424
El barroco y la modernidad latinoamericana
425
Gustavo Morello
El ethos barroco
426
El barroco y la modernidad latinoamericana
Echeverría, esa respuesta está conformada tanto por los usos y costumbres
objetivos que protegen a la existencia humana de esa contradicción, como
por las identidades subjetivas que la protegen individualmente. El ethos
surge cuando las contradicciones se convierten en un drama histórico en
el que se produce un empate de posturas antagónicas: una postura pro-
gresista y ofensiva, que domina sobre otra, conservadora y defensiva, a la
que sin embargo no puede eliminar, y en la que debe buscar ayuda para
enfrentar la vida que la desborda. Es un estado de desfallecimiento de la
forma vencedora, de triunfo y debilidad, por un lado; y de resistencia de
la forma vencida, de derrota y fuerza, por otro. La respuesta a esa guerra
de sentidos por estructurar el conjunto de la vida y del mundo origina el
ethos que guiará a la comunidad durante un tiempo, estableciendo pautas
para la organización de la vida social y la construcción del mundo de la
vida. El ethos no es algo fijo o sustancializado (como el concepto de na-
ción o raza) sino una historia de acontecimientos concretos, abiertos, aje-
nos a todo intento de acotarlos (Echeverría, 2000: 37,47,89,91,162).
En tanto que estrategia de construcción del mundo de la vida que
enfrenta y resuelve la carencia de sentido, el ethos moderno tendría varias
modalidades de sí mismo, una de las cuales es el barroco, con un paradig-
ma formal específico. La actualidad de lo barroco reside, para Echeverría,
en la fuerza con que manifiesta en el plano profundo de la vida cultural,
tanto la incongruencia de la modernidad capitalista cuanto la posibilidad
y la urgencia de una modernidad alternativa (Echeverría, 2000:12-
13,106,118).
Este ethos nace entre los perdedores, como una forma de vivir la rea-
lidad de pobreza y desesperación sin resignarse; construyendo un mundo
imaginario en el que se reconstruye el valor destruido. Como no puede
contra la devastación capitalista, la intenta superar teatralizando la exis-
tencia. Al instalarse en lo imaginario surge esa ‘magia’ que convierte al
mundo en ‘maravilloso’. Es un mundo rico, creador de formas, pero desde
un vacío que reconoce ineludible y desde una existencia que sabe preca-
ria (Echeverría, 2003: 107-109).
Este ethos, al no estar comprometido con el proyecto civilizatorio ca-
pitalista, se mantiene al margen del productivismo exagerado que ese pro-
yecto implica. La toma de distancia se logra al enfatizar lo estético, y no
427
Gustavo Morello
428
El barroco y la modernidad latinoamericana
Los europeos que llegan a México en 1520 sólo concebían la relación con
el otro como la negación absoluta de su identidad. La idea de dar forma
al mundo de las culturas amerindias no era sólo diferente a la europea,
implicaba una elección de sentido distinta que subrayaba la continuad
entre lo humano y lo otro. La mentalidad americana consideraba absurda
la idea europea de la naturaleza como diferente del sujeto, como un obje-
to inerte y pasivo, moldeable por la actividad humana. Había un abismo
entre estos dos modos de concebir el mundo y de dar forma a la vida. La
extrañeza de españoles e indios era radical (Echeverría, 2000: 29-30, 52).
El ‘encuentro’ se dio mediante un proceso de sometimiento del otro y
el intento de suplantar una cultura por la imposición de otra. Este proce-
so, que debió terminarse con la destrucción formal del derrotado, tendrá
obstáculos insuperables en la historia latinoamericana. El límite a este
proyecto de conquista absoluta surgió por los cambios en la geopolítica
europea. La derrota de la Gran Armada (1588) clausuró la posibilidad in-
429
Gustavo Morello
2 En la situación de apartheid, la mejor relación a que aspira el ‘dueño’ con el ‘nativo’ es la no rela-
ción, el pacto de no agresión. El subordinado está compelido a la aquiescencia frente al domi-
nador: no puede decir ‘no’. Pero el ‘dueño’ tampoco puede acceder a la significación del ‘sí’ del
dominado, a ser reconocido por su asentimiento (Echeverría, 2000: 55).a
430
El barroco y la modernidad latinoamericana
431
Gustavo Morello
432
El barroco y la modernidad latinoamericana
433
Gustavo Morello
3 Echeverría señala lo sucedido con Pablo Escobar como ejemplo de este sistema paralelo.
Idolatrado en las poblaciones que controlaba porque les construía un mundo artificial de rique-
zas; nunca promovió una transformación social. Esta ‘seudo-institucionalidad’ parasitaria es fun-
cional al capitalismo. Está ahí cuando se la necesita para calmar la miseria; y como lo hacen en
términos autoritarios, tienen un funcionamiento más o menos ordenado (Echeverría, 2003:
108).
434
El barroco y la modernidad latinoamericana
435
Gustavo Morello
Bibliografía
436
Pensamento crítico latino-americano
e os projetos de sociedade na visão
dos uruguaios Rodó e Vaz Ferreira
e do peruano Mariátegui
Sonia Ranincheski*
Introdução
437
Sonia Ranincheski
1 Optou-se por deixá-lo de fora por razões metodológicas: contrastar autores de dois diferentes
paises em situação distinta quanto ao destino do Estado. Um futuro trabalho será contrastar estes
autores aqui estudados com outro autor igualmente importante no Uruguai: Emilio Frugoni. Ele
foi o primeiro deputado socialista eleito, em 1911. Escreveu inúmeras obras. No entanto, não se
pode considerá-lo homem das letras, na categoria arendtiana.
438
Pensamento crítico latino-americano e os projetos de sociedade
439
Sonia Ranincheski
440
Pensamento crítico latino-americano e os projetos de sociedade
441
Sonia Ranincheski
do, mais radical que Rodó, no entanto, será lembrado como um filósofo
e incentivador da educação, apenas.
Nestes dois contextos bastante distintos encontramos a produção de
intelectuais importantes para além de suas fronteiras nacionais. Mas
quem foram eles?
442
Pensamento crítico latino-americano e os projetos de sociedade
443
Sonia Ranincheski
444
Pensamento crítico latino-americano e os projetos de sociedade
445
Sonia Ranincheski
446
Pensamento crítico latino-americano e os projetos de sociedade
A ordem social de seu tempo, para ele, não satisfaz seu desejo de vida
ideal, fundamentalmente porque limita às condições de criatividade
humana (de fermentalidad, nas suas palavras). Um das razões desse impe-
dimento do avanço da criatividade é a dificuldade da existência humana
material. Ele está respondendo a novas situações que se apresentam no seu
país, principalmente aquelas derivadas da complexidade da vida urbana,
bem como às idéias veiculadas pelo socialismo. A modernidade para este
autor traz dificuldades, mas que deveriam ser contornadas dentre outras
maneiras. Seu interesse era o pleno direito ao indivíduo ao desenvolvi-
mento total de todos os seus dons, e dessa maneira manifesta sua sensibi-
lidade a injustiça de não haver condições de desenvolver os talentos de
cada um.
A dualidade tradicional do liberalismo aparece em suas idéias. Para
estes intelectuais do começo do século XX, em países como Uruguai, a
polêmica entre igualdade e liberdade foi colocada como essencial na tare-
fa de construir um ideal prévio. A inspiração liberal aparece quando o
defende em última instância na satisfação interior, no mundo dos senti-
mentos privados, portanto distante das imposições do mundo exterior.
Diante da questão social, Vaz Ferreira se perguntava: primeiro: o pro-
blema social se resolve? Segundo: Em que sentido?
Vaz Ferreira não é benevolente com seus leitores ou ouvintes a ponto
de devolver uma resposta direta. A resposta é encontrada nas entrelinhas
e principalmente com base na sua visão de organização social.
E a resposta para ele é uma incerteza. E porque incerteza? Porque para
ele, a solução possui dois elementos indissociáveis: primeiro é fundamen-
talmente uma questão de escolha, com base em situações de casos simples
e de casos complexos. Aqui, nota-se uma noção de conflito entre interes-
ses divergentes na sociedade e que para Vaz Ferreira deve ser sempre sub-
sumido na vontade maior de qualquer nação: o progresso. O segundo ele-
mento é que as soluções jamais são perfeitas, o que garante a cada gera-
ção, inserido num contexto evolutivo, possibilidades de buscar alternati-
vas às suas vontades. A sociedade seria, portanto, definida, pelo progres-
so, desejo primeiro e último, permeado pelas vontades individuais. O
sujeito individual é a unidade de análise primeira de Vaz Ferreira. Aqui
notamos o encontro de suas idéias com as de Spencer, por exemplo, quan-
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pode deixar de receber? Para Vaz Ferreira, apesar da sociedade ser forma-
da pelos desejos e vontades dos indivíduos. Estes desejos não deveriam ser
deixados a mercê da própria vontade individual. Surge, no escopo de suas
idéias a necessidade da força, entendida como força social (talvez no
melhor estilo de Durkheim). Em outras palavras, o acordo entre os indi-
víduos, que ele defende, pressupõe de um lado cumprimento do indiví-
duo e de outro o Estado. Como o indivíduo demonstra que aceita e cum-
pre o acordo? Seguindo as regras estabelecidas na geração de riqueza, ou
seja, priorizando o trabalho. E para ele trabalho não é só produção de
necessidade, mas fonte de criatividade.
Algumas das críticas que se fazem a ambos seriam homens indiferen-
tes e alheios ante os compromissos de sua época, resultando no estetecis-
mo de Rodó e na lógica formal de Ferreira, não procede. O que se verifi-
ca na obra destes dois autores é a escassez de fatos concretos da época, não
eles não escrevem sobre determinado evento, mas eles em sua ação práti-
ca e seu pensamento estão conectados e influenciando no projeto de
sociedade.
Considerações finais
A América Latina tem sido, igualmente, palco de grande tensão entre assi-
milação de modelos de desenvolvimento importados de outras realidades
européia e norte-americana e o esforço pela construção independente de
idéias genuinamente latino-americana. Tanto uma quanto a outra incor-
rem em erro, pois é preciso reconhecer a impossibilidade de um pensamen-
to hermeticamente isolado de tudo o que já se produziu teoricamente.
Diferentemente de Mariátegui que apresenta a questão do índio e o
mito fundador e a questão da terra como problemas fundamentais, Rodó
e Vaz Ferreira apresentam três eixos distintos: i) dicotomia entre liberda-
de e igualdade; ii) a questão social como privação de capacidades básicas.
A pobreza não seria a falta de ingressos, senão a privação de condições que
geram as capacidades de desenvolvimento. As diferenças entre os dois
autores estão justamente neste ponto de partida. Para Rodó basta à edu-
cação, para Ferreira era preciso um conjunto de mínimos necessários. Por
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“(...) não fazem mais que atribuir à culpa da fome aos próprios famintos.
(...) esses povos famintos não passam, a seu ver, de povos criminosos, crim-
inosos culpados desse feio e tremendo crime: passar fome A teoria neoma-
lthusiana é, em última análise, uma teoria do faminto-nato” (1953: 54).
1 Geografia da Fome é apresentado como o primeiro de uma série de cinco livros a serem escritos
sobre a fome no mundo.
2 Este é ainda um tema controverso nas discussões sobre as perspectivas futuras das condições de
vida no planeta.
Ver a respeito entre outros: Sasson, Albert (1993). Em especial: Produção e Comércio dos
Produtos Agroalimentícios e Realizações e Promessas: Cooperação Internacional e Perspectivas.
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“(...) em alguns trechos deste livro o leitor poderá sentir certa paixão nas
palavras do autor, mas é a paixão pela verdade, que é a poesia da ciência.
Paixão pelos problemas humanos em sua totalidade e em sua universali-
dade. O fato de o autor fazer uso, em alguns trechos, de tintas um tanto
negras deve ser considerado pelo leitor uma conseqüência inevitável de ter
sido este livro - documentário de uma era de calamidades - pensado e
escrito sob a influência psicológica da pesada atmosfera que o mundo
vem respirando nos últimos dez anos. Atmosfera contaminada pela cor-
rupção, pela frustração e pelo medo e abafada pela fumaceira das bombas
e dos canhões, pela pressão das censuras de toda ordem, pelos gritos e
clamores das vítimas da guerra e pelos gemidos surdos dos aniquilados
pela fome” (1953: 62-63).
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A fome continua a fazer cada vez mais vitimas em todo o planeta, cor-
roborando a assertiva de que “toda a Terra é terra de fome”, embora uns
padeçam maisque outros na luta pela sobrevivência. Afinal, este não é um
flagelo natural, nem uma praga divina enviada para castigar os homens e
sim o resultado de um modelo econômico e político perverso que precisa
fabricar miseráveis para que uma minoria privilegiada possa usufruir da
riqueza produzida pela maioria.
O estudo feito em 1951 sobre a fome no mundo, encontrou eco na
campanha mundial que a FAO lançou em 1960 contra a fome e que pre-
via que em um decênio o problema estaria amenizado. Em 1996, a ONU
diante do fracasso da campanha anterior, viu-se obrigada a repetir a
mesma façanha em campanha similar, diante do imenso número de
famintos e desnutridos do planeta: mais de 800 milhões de pessoas! Sendo
que o maior índice está concentrado na faixa etária de 0 a 5 anos de idade.
Em 1957, por ocasião da fundação da Associação Mundial de Luta
Contra a Fome –ASCOFAM, Josué de Castro publica O Livro Negro da
Fome, como um manifesto de denuncia da situação de fome no mundo
e de suas causas e conseqüências3. O objetivo principal desta obra era o de
demonstrar que a fome e o subdesenvolvimento são uma coisa só, não
havendo outro caminho para lutar contra a fome senão o da emancipação
econômica e da elevação dos níveis de produtividade das massas de famin-
tos, que constituíam (e ainda constituem) cerca de dois terços da popula-
ção mundial (Castro, 1968).
Como afirma o autor no Prefácio do livro, “é a fome –a fome crônica
e endêmica em escala universal– o traço mais típico da miséria reinante
em nosso mundo, e a sua revelação constituiu sem dúvida a grande des-
coberta da ciência e da cultura do século XX”. O livro buscava comover
os leitores e leva-los não só a tomada de consciência do problema, mas
aumentar o número de aliados na luta contra a fome, ou seja, tira-los da
inércia, da indiferença.
3 A ASCOFAM foi criada por Josué e mais um grupo de personalidades de renome internacional,
interessadas pela sorte da humanidade, entre as quais se destacavam os nomes do Padre Joseph
Lebret, Abbé Pierre, Albert Schweitzer, Raymond Schein, Louis Maire, Kuo-Mo-Jo, Paul
Martin, Lord Boyde Orr, Tibor Mende, René Dumont e de Max Habitch, homens preocupa-
dos com a tolerância do intolerável e intolerantes diante do drama da fome.
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A literatura da fome
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Um caleidoscópio de imagens
Vocês já viram que não foi por ambição que a gente abandonou a terra do
sertão. Não foi em busca de riqueza. Foi em busca de vida. Foi para sal-
var a vida dos meus que desci para a costa. Vínhamos em busca de vida,
mas o que a gente topava a cada instante era com a morte e não com a
vida.
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O-Ian. Mas ela, como de costume, não disse nada. Então o mais moço
dos meninos, demasiado pequeno para se conter e orgulhoso de sua esper-
teza, exclamou:
–Fui eu quem arranjou...é minha essa carne. Quando o açougueiro
se voltou, depois que a cortou dum pedaço grande de cima do balcão,
corri por baixo do braço duma velha, que viera comprá-la, agarrei-a e
escapuli-me para um beco, escondendo-me num tonel vazio, que havia
atrás duma porta, à espera do mano.
–Pois não comerei esta carne! Exclamou Wang Lung, colericamen-
te. – Comeremos a carne que pudermos comprar ou pedir, mas não carne
roubada. Mendigos podemos ser, mas ladrões, nunca.
Lúcio fechou o livro do ponto e mandou dispersar, que nessa tarde
não havia vales, que o fim da semana estava longe, que não havia milho
para toda a gente antes da chegada do Falucho.
Da multidão elevou-se um clamor de desconsolo, de súplicas, cada
um rezando sua história a justificar sua razão de vida, que os meninos
estavam sem comer, que a casa não tinha um simples grão de milho para
entreter a boca.
No dia seguinte mais nome ficaria riscado na folha do capataz. As
valas da estrada guardariam um outro debilitado que não pode mais avan-
çar, boca aberta, corpo e olhos a falar para além da morte. No fundo das
ancas laivos de sangue.
A fome voltava a fazer sentir os seus efeitos. Encontrava-me com
uma indisposição fantástica. Via o pequeno rolo de papel branco e pare-
cia-me um cartucho cheio de pequenas moedas de prata; e por fim já jul-
gava aquilo uma realidade.
Bem diz o povo que quem ensina é a vida, e quem bota cara feia sem
nunca desenvergar é o diabo da fome.
Coriolano comprime a barriga com as mãos e se enrodilha de lado,
procurando minorar a lancetada das entranhas roídas que sente como um
oco azedado. Bota a candeia no prego, aviva as brasas apagadas e prepara
o chá de capim-santo que vai tomar daqui a pouco com raspas de rapa-
dura.
(...) Com os solavancos do cavalo pela estrada dura, a barriga ron-
cava como um porco e era de fazer medo seu barulho nas tripas vazias.
Com o calor do sol começou a subir da carga um cheiro forte das merca-
dorias. Do lado direito vinha um cheiro bom de queijo que me fazia cóce-
gas nas ventas(...) A fome foi crescendo a minha barriga vazia. A boca foi
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– ...Elas vai na feira, cata cabeça de peixe, tudo que pode aproveitar.
Come qualquer coisa. Tem estomago de cimento armado (...)
– Os prazeres daquele recipiente redondo e achatado conhecido
como “marmita” consistem antes de mais nada no fato de ele ser desatar-
raxável... Os primeiros golpes do garfo servem para despertar um pouco
aquelas comidas entorpecidas, dar relevância e a atração de um prato
recém-servido na mesa àqueles alimentos que ficaram ali amontoados
tantas horas. Então se começa a ver que a comida é pouca, e pensa: “É
melhor comer devagar”, mas foram levadas à boca, velozes e famélicas, as
primeiras garfadas.
– Enquanto come, pensa: “Por que me dá prazer reencontrar aqui o
sabor da comida de minha mulher, mas em casa, entre brigas, choros,
dívidas que surgem a cada conversa, não consigo apreciá-la?” e depois
pensa: “Agora me lembro, isso é o que sobrou da janta de ontem”.
Perguntei para os moços: “Que levam aí embrulhado nesta rede,
irmãos?”, e os moços responderam:
“Levamos um morto, irmão”.
“De onde vem este morto, irmãos?”, perguntei.
“Vem de bem longe. Em vida, vivia nos ombros da serra e agora,
defunto, há horas que viaja pra sua ultima morada no fundo do
vale. Mas vai sem pressa, sem impaciência, como em vida, irmão.
“E de que morreu ele? Foi de morte morrida ou de morte matada?”
“Difícil de responder, irmão. Parece mais ter sido morte matada.”
“Com que mataram o homem? Com faca ou com bala, irmãos?”
perguntei.
“Nem de faca nem de bala, foi um crime bem mais bem feito.
Crime que não deixa marca”.
“De que mataram então este morto?” indaguei, e eles, bem calmos,
responderam:
“Este morto foi matado de fome, irmão”.
Uma última frase.
Bebida é água
Comida é pasto.
Você tem sede de quê?
Você tem fome de quê?4
Você tolera o quê?
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Este libro se terminó de
imprimir en junio de 2009
en la imprenta Rispergraf.
Quito, Ecuador