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El Derecho de Matar Cuentos Revolucionarios Magda Portal

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· p e I í g ·r o 8 o !
para
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íos burgueses de la literatura .
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es prqpied~d , de los·• • «

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copyright by ~'agitacion" .

de serafin del niar

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· henry .barbusse

~ 1 ªJ
"las tres tragedias del lamparero alucinado"
de
sif¡mon remeyi'ck
56657

ltlUtTl~A IACJOIAL DEL PERU


nuestros ~ libros k} •
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"e) desfile de las · miradas" .


ma,qda portal
· ''radiogramas de] pacífico''
serl~fin del_mar

"vidrios de amOr"
magda portal
"]os espejos envenenados" ·
· ·. . ". . sercifir: ~el
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mar.
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Los hombres de] mar

Todos los marÍIJ.os aullaban a la noche como si tuvieran perros


desgarrados metidos en el alma-
Los silbidos del viento buceaban la proa, donde abandon~ los
ojos-allí se torcieron las sombras del día ahorcadas por el horizonte-
Funerarios centinelas se paseaban por la cubierta timoneados por el
frío del Este.
El mar dormía como el viejo Capitán, soñandc en. las colinas de
la costa donde los golfillos exprimen los pechos de la mañana para
~renderse como pulpos hambrientos y succionar el venei~o de la -mise-
na
El trasatlántico marchaba a 16 millas con un cansancio de Con·
tinentes y ;.;opor de oceano
Los obreros con los pechos descubiertos atizaban los hornos
ardidos-los motoros-como un un cerebro--se desesperaban cinemati-
zados en el sudor de Jos hombres embetunados-Allí, los fuertesl-Lo:-3-
4

hombres! con una sonrisa amurilla y brazos cósmicbs d innn.11 zaha,n


las hélices
Ah, los fuertes-des:fiJaban a media noche coliw especfros Yi-
vientes por los pa~adillos inde<.:isos a sus ·camarotes abandonados don-
de la muerte guardianea con hüm10s de fiebre-simulando alegría e11
el wiski de contrabando. ·
El Capitán dormía-En la embriagues todoR los rnru·inos con In
Halvaje exigencia sexual cambiaban de sexo n1~.ldü~iendo la vida) bust:1 /
m01 der con crisnaciones de fiera las botellas v masticar el vidrio con
J.. • ..

la cólera broquelada de lágrimas .


En en el hall los de Wall Street, jugaban con el champagne y las
serpentinas se sonreían fln sus colores
·¡
La alegría del dancing se ajusticiaba en las puertas antes de sii-
lir · -las risas reventaban en las vasos de cristal t~omo pompas <le· ja-
bón-
La música expiTaba su última nota cuando las pnrejas d esfilaban
a ,sm;; camarotes con rayos de amor en el cuerpo-
-La música decoraba el espectáculo
Afuera el frío acariciaba hast.a hoeer botar saugrn a lo:--; marinos
Los mástiles se quejaban en su silendo preguntón del azul-
La NOCHE dormía en las sentinas incru.s tándoles j deas a los
marinos llenos de soledad , dolor, miseria, Yieio

En el salón ]os pl'i vilegia.dos, los burgueses, oscilaban su e11tn-


siasmo en los brazos de lns muj eres con los pechos erectos qlie in \~ita­
han regresar a la infancia-Los bomhres l'uhios con ojos de hierro o
inteligencia de dollar cazaban en ~ns arcos elwios todas lc\s rn irndas
r'ª noche se estremecía en las manos de los marinos que blan-
(lían puñetazos a sus rostros negreados-De allí nació el odio y la
venganza cabriolada por la angustia •
Uua sola voz despertó y erguidos como los mastiles chorrea-
ron ele sus ojos chispas rojas que incendiaron el cerebro-De sus caver-,
HflS. salían los hombres semidesnudos pulsándoles el pecho como una
cuer(la

-Los hombres se miraban tragándose- unoK a otros


T,o dos los hombres como movidos pot una fuerza eléctrica-gu-
turando blasfemias que enrojecían hi.8 brisas-se precipitaron al salón,
rojas las bocas con los vidrjos inc1·ustados en la mandíbula
Columpiábase en la depresión de los ojos que brillaban: has-
ta vroducir escalofrío, la peste ·
Uorno una bandada de mendigos miraban envej'-\cidos de rabia
P1 salón pulverizado de luz y risas
U nos pedían lieor-De pronto la música so suicidó
Las mujeres co1Tían desesperadamente a sus camarotes-U u
marino de bronceadas manos le cortaba el cuello a un alto gentleman
de frac con un vidrio deforme que rechinaba en la garganta
El hombre s2 debatía entre las piernas como una ola-La san-

gre saltó como de un surtidor a la boca del marino que sct.b oreó rabioso
Los gritos partían la na.che-apenas salían se entenaban en
01 mar
Los hombres ya de caras torcidas arrastraban con sus cuer-
<las por el piso encerado como un espejo cínico que nos hace ver el al-
ma invertida, las cabezas extranguladas en los fierros-y los hombre;..:
gritaban como una jauría de lobos ~n el escmiayio pnlcramenü~ deeo-
l'c~do por las manos ensangi·entadas q u,e pedían auxilio
Más allá-las mujeres se ahogaban en su llanto, protegjendo a
los hij0s entre sus senos asustados, pero los hombres, aquellos hom-
bres de ojos dilatados y rnanos ensangrentadas se arrodillaron ante
las madres que se retorcían como una madeja, destrozándose los
cabellos que volaban como serpientes- _
Los niños miraban con cara extraña, prendidos de los senos, a
los marinos que reían con la mandíbula extrangulada y hundida en
cara

La mañana aguaitaba por los vidrios con miedo-El Ca-


pitán amaneció muerto


.. ,
EJ super cosmopolitismo de
. .
m1 am.lgo

Un <lía se encontró de sotpresa en el bulevar de .Montmartre al


lado de José Delteil en el miting de protesta que hicieron los obreros
de las fábricas de París contra el abuso del Parlamento para esclavizar
la libertad del 'hombre marroquí y cuando los anarquistas aprovecha-
ron para arrojar bombas al Palacio y apedrear a su presidente
Próspero.nacido de esa multitud · enardecida miraba con sus
ojos J.e fuego el ir y venir de los autos-palme~=mdo las espaldas de los
Ornnibus, bailaba sus dedos s9bre la cabeza de los Imperiales y desta-
pó el seso de un joven suramerieano que fumaba todo el crepúsculo
<le Xamaiea !f¡

Próspero.:._no _sabía como se llamaba--era como un bólido de


;)'
Derecho 2

I •
' 1

. ~sos que se presentan al az:t1·--Cíudadnno 1el .J'.ltrn<lo-hijo de í :1 rnn-


jer-quien sabe! · ,
Amaneció su voz a ]os veinte afi.os, 1Hl<'ido en ·esa rnisnm edafl
eseUJ).Ía insultos a todo el siglo y ab(,fefraba las entrafias de ht vjeja
l~uropa que se asusta de América que tiende sns brnzos de pulpo a!
Uni 1·so
Hoy, es el único hombre libre sin pl'ocedencia, e9n absoluto
desconocimiento de la vida, pero cree que ~s l~nn cinta cinematográfi-
ca tornada en Alem:::!nia durante la guerrn y con el concnrso de lof;
Zepelines
Ui1.a tarde de invierno cut:ndo la nieve polveó la CHra de la ciu-
dad y la neblina perf-um0 süs labios perezosos donde se suicidan los
gritos de espanto que silb:-).n las cañerías de la miseri:-t-bizo el descu-
. brimiento más grande de los colones, saeando de uno de los cubos eere:
brales un poema que caldeó los polos y entusiasrn.o ~t1 ecnador--Todos
)os talleres gritaron como aprett:tdos por nn timbre fiamonndo el humo
de sus banderas ·
· Aquel muchacho de cabellei-a provinciana era un poeta---des<k .
luego un horn bre completo-:BJmbareó sus inquietudes por óualquieJ\
puerto a la América de leyenda an1.nrilht, eBperanza de nrn.nzanrt, y l'i:-:a
de loros en el sol del trópico, frDyendo un equiimje f:.uttido de ilusionés
? cinemismo· raro de proyectos. Erihe su n1n1etín Yenfa uno · intei·(·-
sante piando eorno una ave: La teol'Ía relati;rista <fo que e! hom1n·c
h:we lo qne pnecle:.r no lo qne quiere

• 1 1

Cnántn r1 :sa almacen(; en su ülll'a cuando a bordo esr.ribió en e]


mm' sns meiores poemas qnc horró cou los olas verdes y musgosas dt'l
tie~npo, per¿ ann -le queda el recuerdo dr hÍ emoción qué il1a ,_llenrtDdo
·los bolsillos. con todos los bimnos que invita el horizonte a los man-
nos-Si-este venía de timone] soltando las redes de sus ojos a la cara
azul del pano1·ama de donde habfa bebido más de u11a vez el eognfü·
· de la aTithtC'.Üt
Navegó 20 d~as en su ha1·eo mercante do salsas y quesos pal'a
N ue-\r<t Y ork-3 Uí-e;n la A venida Brod way donde el más cosmopolita
<le los viajeros se ve pisado por todos los motores, donde el más yanki
baee gritar sus cinco sentidos para pasar por el gelatinoso barrio· de
cabezas humanas con alto-parlnnltjs y ojos chorreados de gasolina-
.Allí Pl'óspero ahogado por los Tascacielos y asfixiado por los réclames
conió eún los caballos Pord en busca de Cad Sandburg, con quien s0
había escrito a11teriormeute, pero el poeta de la pipa eterna (dicen qm· ·
uació con e11aJ estaba en cama, dando a luz un poemita de ".,..hitrnau
con asisteneia de 1a obstetriz miss Amy Lowell-Próspero -no sa,bía
hablar inglés y pensaba en su idioma inventado por e] hombre que na-
ce a los veinte año~-el más bello y sintético que los humanos no han
)]egado a cornpre11der hasta aposh·ofarlo tímidamente: «Señor Emba-
jadm· de Marte~ ·
E~te extraüo ladrón de metáforas perseguido por toda la poli-
(·fa do la Academia nasó por la tierro de los aztecas huvendo de la ma-
mifestación que l~ preparaban una legión de pir~;tas; eütre ellos
)faplhes Arce, Kin Taniya, Cal'doza y Aragón hasta llegar a Pana-
má-ombligo de b tierra-el c,mal que él había visto hace 20[t· aüos
,junto con los sumergibles y los atomóv iles que volabq,n
Él, que desde las esclusas había visto levantarse un puente d~
fierro a las fronteras de Europa para que crucen los eléctricos-había
visto también a los hombres de hoy del tamaf10 de la torre Eiffel, pero
loR hombres son B centímetros más pequeños que él
Por sus manos atravezaban todas las líneas radio telegráficas
" del Orbe-por su cerebro-estación receptora de los pensamientos se

f • '
voceaban los más importantes diarios, sus ojos eran el ecran ele los rá-
pidos y llegó con l_a s puertas abiertas de su alma al Perú

El crepúsculo teñido parecía que sostenía ef ~ueHe custodiado


por la policía. El rnar--era un mar de pájaros y peces tlotando· los en-
dá veres hin ehados
Humaredas de sangre se escapaban por el pue1·to oliente u ma- •
triz podrida_._Los perros con lenguas incendiadas arrastraban las yfoe-
1as de los obreros por Üts c.alles . asfaltadas de fuego-Los cadáveres
hinehados como rnwíos fondeados en tierra trjpu]aban ]as aves ham-
brientas conlo )as mujeres que se comían .los codos en los rincones
agudos y p:rofundos de la noclrn donde el quejido de las balas perforó
la sien del silencio
Los soldados en patrullas olían a eementerio deseubiedo eon el
vestido y los zar1atos pegados al cuerpo, pero escupiendo -la; muerte a
todos los anarquistas de la Revolución Social
El vie1J.to arrastraba olas de putrefacción y los niños se despe-
dían de su:J padres en las puertas heridas de hambre-Solo una lág1·i-
ma en los ojos de esos valientes niflos ,
. Las patrullas fantasmas centelleaban süs bayonetas, con pasos
macabros que resonaban más en el hueco de la noche
Por las gargantas de algunas calles se izaban vivas a la revolu-
eión-Jos tiros se desgranaban como de un infierno y banderas, de pól-
vora asfixiaban la luz de las estrellas
Por todas partes se veían hombres arrastrados y extrnngulado::-;,
valientemente altivos-los intestinos enredados a los pies de la caba.Jfo..
ría que cabalgaban los esclavos
Tres días la ciudad olía a carne hnmana en putrefacción-un
viento amarillo y morado salía de los cadáveres tendidos·
y
Cinco días-murieron los caballos, los perros las aves que pi-
coteaban los ojos de los cuerpos envenenados-Los soldados se caían
botando sangre por la boca, con los ojos que parecían linternas rojas
Dos meses · -tres meses-Los esqueletos en las calles servían de
trinchera-,J a u ría de perros extraflos y rabiosos en los campos aulla-
h'ln desesperadamente-De las montañas bajaban las aves carnívoras
eon los picos gruesos de sangre-Carabanas de microbios cabalgaban
las nubes que se asilaban en la ,peste que visitaba de pueblo en pueblo
Los Asilos cerraron sus puertas- · La pe8te invadió las casas-
Se esquelitizaba Ja ciudad con un color verde pálido-Las fábricas pa-
ralizaron por falta de hombres-Se construían nuevos cementerios
En esa dasesperación tremenda de sangre, sangre, sangre, triun
fa la revolución y se izó la bandera t·oja en los Andes
Carretillas haciendo sonar huesos pasaban por las calles hacia
el ma.r-Fué la única vez que sintió mi amigo alegría en la yida- ·y
abrazó al pueblo peruano como abrazó al pueblo ruso. Dejando un
retazo de su alma se fué a vagar como todos los que no tienen patria
ni hogar por los pueblos de América, soñando despierto en los ojos de
la LIBERTAD. '

Del"echo 3
EJ. viento
.. Era el siglo XX.
Los aeroplanos, los automóviles, los rayos X, el radio, la ·adivina-
eión del pensamiento, desconcertando -el sentido de la Vida, creaban •
una nueva lógica, sobre la ilógica. Surgían Einstein, Spengler Cu-..
i·ie, Voronoff
Cristo. miraba desde HU retiro espiritual. Y a no los papiros del
viejo Egipto, socababan los buzos de sus ojos. Estos pigmeos de los
hombres, sabían más que Prometeo el ladrón del luminoso secreto
Revolvía la bola del mundo entre sus dedos de misántropo ce-
- leste, como otra vez la conciencia de los hombres-niños, para amasar
í la primera revolución de amo1·.- Y se le tostaban las manos con la
guerra t\urGpea
De repente, en la mancha blanca de Rusia, chorreaban ríos de
lágrimas, como para deshacer la Siberia. Y. de todo el globo se eleva·-
han los vahos de h angustia, produciéndole el vértigo de los abismos
Ül'isto se hizo nif1o y bajó
Pero bajó en el vienfre de una bella bm·guesa que no conocía
sino los deberes de la mujer-la obedienéia y la reprvducción de la es-
pecie-y cuyo marido cargaba los distintivos de l~s asesinos impunes:
los galones ~mi1ifa1·es. Y bajó sin memoria. Grande virtud de los
creadores
Fué niño hermoso, bien cuidado, y hastá ayudó a su padre
a eseupir en la cara después de haber pisoteado la dignidaii
de un hombre del pueblo. Pel'O de pronto en los ojos del hombre ~e
incendiaron dos hojas de puüal para gritar: militares! ya caerán
Y en el corazón de Cristo de ocho años se despertó SACHA
YEG-ULEV.

«Los hermanos del bosque » extraña cofradía de jóvenes, hijos


de farnalias notables del país. Los sucios y harapientos a cuyo nom-
bre temblaban los burgueses y que solían decorar semanalmente de ro-
jo el horizonte, cuando ya habían muerto los crepúsculos. Los herma-
nos del bosque, cuyas casas eran los árboles, y cuyas fiestas después de
jurarse acabar con los explotadores del pueblo, concluían llorando a la
voz de las balalaikas ingénuas como nif10s '
Aurora de las revoluciones.
Los llamados de Dostoiewsky, Andreiev, Gorki, repercutían
hasta en el alma de los lobos de)as estepas siberianas, y más allá, en
la China. Y más aún, en A:M:ERICA. ••·
~ El niño pálido y desastrado, que había sembrado su vid~ de
cüdáveres como de enormes lirios rojos, y cuya fama sanguinaria se ex-
tendía por el mundo, fué llevado al patíbulo come un monstruo rabio-
so, por su padre. Pero Sacka Y egulev brotó de las mices. de la tierra, •'
multiplicándose hasta donde no llegan los números. Sacka no había
- .
.
muerto; en todas las cofradías de veng:adores flameaba su nombre .. en
un grito -rojo , .
I,os despotismos de Europa empezaron a aullar ·como canes
·7 fiente-a. visiones de ultravida. Saeka Yegulev ~como un fantasma ck~
dimensiones inconmensurables, se , interponía ál sol, y apagaba a los
hombres
Hecho vümto sacudía en su onda revolucionaria los cabellos de
Jos estudiantes que desde állí sacrificaban su vida, sus anhelos, su
juventud, para of-cendarla a la causa libertaria. Hecho . médula, reco-=-
rría la espina dorsal de los hombres simbreada por la humillación, y
la erguía a la estatura de la dignidad
Saeka Yegulev caniinó por todos los hombres de la Rusia de la
Libertad . Y opló su aliento caliente. Como un baño eléctrico, los
Hombres se conmovieron. Se insinuaba enlos aires del mundo una
marsellesa de alegría
Pero como todos los Sacka habían muerto en los millones· de
cadáveres de la guerra europea y de la revolución rusa, Cristo encarnó
en LENIN · · ,
Su compañera, pálida y agitada de grandes presentiniientos, le
impelía H la lucha eon más ardor. Noches enteras de insomnios des-
tructores y eons_tructores, cojían las picas de la libertad y derrumba-
ban Jos palaeios, donde se empezaban a alzar los cimientos de la Con-
eiencia Libre. Y como en la llamada de Andreiev o en las voces de
de J-uana de Arco, sentía la novedad maravillosa de una faz nueva en
el cuerpo del mundo. Y sonreía, como uno madre ante el hijo q~e le ,
acaba de nacer.
Crjsto en la cena sin Judas . distribuía a todos los obreros del
Progreso, pan de Libertad y vino de alegría. Los com1sar10s del tra-
Derecho 4


\

~xtjo le esti·echában la mano. f_I_ieniaii las cabezas cubiertas, pero er1


los ojos sonreían las lágrimas

.. En Leningmdo está la tumba de Cristo. Desde ~ns plataformas


oyen los vientos las voces de los pl'edicadores libertarios
· , Cristo en su calavera sontíe pül'(lUe el sueño qno tuvo ahor¿t
veinte siglos recien tiene, su encendida y maravillosa culmi11aeión
~\ Pero fneron los HOMBR:BJS los qne Je preparal'On el en.mino.
'l

d.erecJ1() de n1atar

«Yo as~~irlCJ? Ase~dnooooocu



Nó ~~
La hrn so11ozante en sn prisión se ahogaba y la sombra pulsan ..
llo su corrosiYa angustia que -se helaba en un grito, hacía temblm· el sol
· que en e1 techo so desesperaba por aullar
· «Yo asesino.?
custodiado por estos muros donde pego los ojos manchados t~) ..
thtYfa de sangre -Inutil izar dG las manos para agarrarme de una idea
que~ me liberte . •
El viento n1e talacha todns las "blasfemias que se in~rustm1 nl
vacío ...
-fo asesino! sí por Ja injusticia, por la ininsticia <le los .hom-
·hres! Por el hambre que ha roido mis entrañas-por el hambre qnP
1ne hizo malo-.-·
Por el HAMBRE que me hizo matarr >>
{J n llanto de gritos desganados como una ;jauría de dolores se
llevaba el viento de la cárcel •
· Acompaf1ado por la policía visitaba el hospital donde se morían
de tisis los presos-En las puertas de acero los centinelas ~acian sonar
los cerrojos con maestría de verdugos
De irn proviso
unos ojos me ladraron-era nn hombre 113 d 1•

uniforme azul~con gran melena rubia, ojei·as donde la vida se duernH"'


despiadadamente, frerite amplia eomo un oceano dqnde está zincogrn.-
. bada la tragedia .
«Y o criminal »
y SUS ojos relucían COIDO custodiados por }Yllñales
. Me acerqué temblando para. hacerme ·su a:migo, le extendí las
manos como a un compañero y él me l3:s rehusó-nos miramos frente
a frente :unos minutos-,sus ojos me decían Yete, pero sus labios se
contraían sonrojándose de ira para contarme su vida que se lamía las
heridas como una fiera
«Heredé de mis padres hambre y miseria-atorrante-y hom-
bre desgraciadamente, en los puertos malditos euando la noche ancla··
ba salfan vagabundas mujeres oliéndose el sexo como perras hambrien- .
tas-
N o ve usted eorno se me pudren las carnes? Todos los días
a:tnanecía en los muelles tendido de largo a largo en el frío alimentáü-
dome de scarchacla neblina
La mañana despertaba siempre en los mástiles y todos los pitos
llamaban a los obi·eros, a e8os hombres que se burlaban d~ mí, riéndo-
se como se ríen los canallas ..
Mi vida era buscar trabajo en las fábricas, pero, ay! me veian
tan roto.de traje, temblando de frío y de hámbre que ni siqujera me
.•

dejaban asomanne a la puerta que me botaban a patadas los guardianes.~


de los seiiores. • ,
Y un día! Obligado por la falta de fuerzas se me incrustó la ·
idea de ;natar-Sí, .de mata1·! de matar! Era un comerciante-aquí:
• aquí lo estrangulé con estos dedos que apenas se metiero11 ]as uñas a la
garganta hasta que el asqueroso hizo un gesto con Jos ojos que se le
saltaban y la lengua que se le batía como una hélice-más le apreta-
ba Üts uñas mordiéndole la nariz con los dientes rojos ya de sangí·e, los
dedos rojos de sangre se desesperaban como diez hombres asesinos
h.asta que cayó del mostrador con los últimos respiros que se murie-
ron en mi boca espumosa y horriblemente arrugada, con los dientes
que querían saltar •
. Al verme dueño me invadió la locura sin atinar a sacar siquiera
- un saco que me abrigue y salí gritando por las calles con todas mis
' fuerzas-lo maté! lo maté! y corría como si me persiguieran también·
para matarme-Después· no me acuerdo_Jsolo me dí cuenta cuando
me llevaron a los tribunales a oir mi sentencia-20 años--20 años de
prisión me condenaban los mismos hombres que me llevaron a ma-
tar-Injusticia de las,leyes!»
Y se puso a gritar como "l¡n niño .
He visto al hombre irse paso a paso. a llorar en un rincón como
un recién nacido, arañándose las carnes como un perro mal de rabia,
ehispeando ,fuego sus E;,normes ojos dilatados que querían extrangu-
larme

Derecho 5

. ..

...
I

•.

Circulos vio]eta

Humarnda de angustia hasta ahogar las lágrimas (fo las eshelJas


. Caniinaba por el camino sin direcciones, e8tremeeida i)Or lo~
fantasmas de la neurastenia
Y es que en el fondo de las entraflas, con un · <·h isponeteo tc-
une, sintió el hervor de una Yida qnc no era la suy[l
AMOR-- .
. Pero es que el Amor eueierra la única razón del HIJO?
Ya debiera encenderse dos ojos profnndó_s la .c oguera criminal de la
Naturaleza
Para qué?
Día a día, como un pnñal que penPttara en un:t roca) se le dn~
vada ln interrogación
Para qué?
Todás fas noches mirándose en el espejo de su •earne-fatig-ac1H
y enferma por el pro<~eso lento, se le Rpretaba el corazón - Y huhjera
·/

¡ :

(f UCI'ldo, con el espíritu de rodillas, amanecer como Sl fuera todo Ull


sueño
p ARA (~UE? ·- .
Le rquemaba el liierro de la pregunta
Sus pulmones mordidos por la tuberculosis, sn so] edad, su ·vida
sin ob;je·to, vagabunda en la vastedad hostil de la tierra
. Para qué pues el hijo? a prolongación de las lágrimas mudas,
del abandono, del extravío? La prolongación de las miserias del mundo!
Y ia negación rotunda no le rasgaba las entrañas
Todos los días hervía un poco más aquel fermento del acaso
De sus ojos brillantes y lánguidos salía _a bailarle en las ojeras
y en la cara extenuada
· Y en verdad sentía como si llevara en su vientre todo el dolor
de la humanidl'.tcl
I-'os fantasmas de neui·astenia le hundían sus dedos en las
f~e1dillas del cerebro ,
En sus ojos empezaron a inmovilizarse los paisajes más rojos

Cuando liegó la Ho~~a, cayerq~1 sobl'e sus pupilas los telones de


la indiferencia
Le miró curiosamente-como a una muñeca de biscuit .
Tenía cÚtridad de aurora en las pupilas, y las carnes suavm:µente
rosadas-Era una níña
Iiloraba-estremeciendo la dulce masa de su cnrnt;i
. Le envolvió en unos trapos y se echó a andar po.r las calles-
como siempre. no. llevaba dirección
Al fondo divisó en ~u mole blanca, el Hospicio de Huérfanos-
- Retrocedió-l:o,cubador de esclavos y de asesinos
Caminó en sentido contrario-La mas~ negi·a del río, tan pro-
funda y tan n.egru, que parecía jnmóvil, copiaba el panorama del eielo
'7

.,
/ # Le miró largo i;ato recostada en {m árbol
Después envolvió a la niña en su amplio abrigo·,
y sencillamente, la arrojó .
' lll
El río se :tbríó en un punto para dejar pasar a la huésped-y ~0
volvió a cer}:ar
Solo un instante se quebraron las estrellas en sus ondas revueltas
La MADRE tomó el regreso a su posada- · bañada de iudiferencia-
. .
Se insinuaba la aurora-como en los ojos de la niña ·
Todos los pájaros lloraban
EJ pirata sideral
Era este como todos los hombres ... ? N ó-Tenía en su faz el
misterio de sus miradas, tenía el misterio de poseer alma de pirata, eu
cuyo8 labios danzaba la vida, tenía · el misterio sal va}· de su hm aña
·amistad. , .
Era silencioso cqmo las aves en presencia dd hombre; pero sus
ojos revoluGionarios querían dominar el universo con lós puentes q.ue
8e están levantando para unir los Continentes
A Yeces era ruiseñor que cantaba su trova pai·a.lela h~sta que-
nn día aprendió a llorar en los labios de una mujer .y desde entonces
por la ruta perdida se alarga como una sombra llevando la constelación
apagada en su pedazo de carne, donde han bebido su eanto todos los
hu..hos que muerden los diálogos subterráneos encaramados sobre los
pe1:1sativos muros- .
1 Era un cazador de estrellas sobre el pano'ram_a de su pensamien-
fo, masticando el tiempo falso sobre las ciudades levantadas en la pal-
fna de sns manos -- con el único gran sentido del hombre: La COM.,
PRENSION~pero daba alaridos horribles por falta de alegría hasta
que la gente huyó de éL
Solo. · , •
En las ciudades de sus ojos fumaban Jos marinos toda ln músi ..
'-'ª del Univeeso con las redes tendidas a la VIDA.
1 .

.,El poema de Ja cárcel


En dónde están los hombres y sus picas de libertad?-Pasa·n de
frente y ni' el acero de sus ojos se cla:va en la piedra de mis entrañas
Pasan-pasait~no me reconocen-Y yo sigo inconmovible so·
hre las murallas de'l tiempo. Soy la eternidad hecha piedra.
Todo se derrumba, todo concluye y se renueva ~ SOLO YO
<JUEDO .
Y los hombres ·de la Libertad siguen pasando con sus picas, sin
mirarme Y sin embargo, estoy de espaldas a la civilización- ' y a la hu~
manidad-Y soy el rezago de la fiera que todavía se alimenta con la
sangre de los hombres.
Soy el límite, el Exterminio, la Prialdad y la Ignoniinia-Y soy la
Yerdadera Tumba porque en mis entrañas procreo el odio y la aberra-
ción-Los hombres de ojos abiertos como espejos impasibles me _entre~
gan a los hombres, hermanos-Hombres que lloran al entrar y salen
. -asustados porque yo les devuelvo espectros, babean tes de odio y de tal
\

modo arraigados a mis piedras q úe ya temen caminar brijo el cielo libi n ·


sin la mirada d~l centinela- Y tanto es su miedo que se vuelven a mí.
definitivamente Soy un pulpo que me alimento de conciencias.
Preguntad a uno solo entre mil de los que 'han tenido que abaa I
...
donarn:ie qué es lo que más anian, y os dirán invariablemente: .
-LA CARCEL!
llameándoles los ojos de una perversidad inconsciente. , ..
· Sí, me odian, me maldicen, pero si de lo ?tlto de mis mm·os c::H
una piedra, cien hombres la restituyen
Soy INCONCLUIBLE.
Pero los Hombres de la _L ibertad no vienen con sus picas.
Y a mis entrañas están abitas de blasfemi:;ts y de sangre-mi .si-
lencio estrangula el grito grande de la- Hlimanidad
Dentro de mi recinto todo grís el sol tiene vei·guenza de llegarse
porque he vencido para siempre su luz ~
Todo es grís en mí grises los hombres que aprisiono dentro dt~
mis piedras grise~ -
Hombres de la Libertad reco:nocedme:
. ·· -SOY LA CARCEL /
f ,a única mano que ahogará para siempre .vuestro grito
Traed vuestras picas
Derruidme
O sobre los escombros de la ;fierra levantaré todavía mis mura- .
' llas de piedra. inconmovibles y eternas
.... .

La sonrisa de Cristo

Pasaba el Hijo del Hombre por el mundo.


Las multitudes subyugadas, pendientes de su divino decir, co ..
mo de n¡ágica escala suspendida al cielo, le seguían.
· Y el lírico y dufoe pastor de ovejas, con el cayado de la Bondad
en la mano, llevaba a la grey por el sendero. Y -sus labios ' rebosaban
frases con sq,bor a ternura, como ja.más tuvo ninguno:
«Amaos los irnos a los otros, porque todos sois hermanos bajo
mi padre Celestial» . . ..

Una vez, llegóse una mujer. Seguíale en ola furibunda, el pue-


blo indignado. La mujer, enlóquecida de terror e intuitiva de la pie·
dad del Justo, se refugió a sus pies.
Y Cristo preguntó:
-¿Por qué la insultais?
Derecho 7
--Es una adúltera, rugieron hombres y mujeres de la tul'ba, no
la toques, Señor.
La mujer cesó de gemir y quedó en actitud suspensa, temblan-
do por el fallo fatal. Cristo la miró. Los ojos de la pecadora, húme-
dos aun de llanto, el gracil cuerpo gentil, los bra~os sobre el pecho,
sosteniendo la clámide rasgada y como defendiendo el corazón, toda
ella, ingenua y pueril, lo hizo meditar. •
La multitud les miraba en· silencio.
Y Cristo vió:
Era el marido hombre tozco y brutal. La faena diaria, le daba
hambre y sueño. Satisfecha la una, dormía. Y su caricia a la esposa
fué siempre como zarpa de fiera.
La joven mu.j er se consumía en soledad, corno \ma flor abando-.
nada...... _
Pero vino el amante armónico y hermoso, y cantó a su juven-
tud. Y algb dió en su fondo un grito tan fuerte que cubrió toda otra
voz. Era como el clarín de oro del Sol que hace temblar la Tierra
cuando se anuncia. Y ella amó. Y los hombres dijeron: pecado!
Cristo atrajo hacia su pecho a la culpable que se guareció pre-
surosa, y tendiendo la mano en amplio gesto sobre la mnchedumbre 1
les habló:
-Aquel que se sienta sin culpa, que arroje sobre ella la prime-
ra piedra...... ·
El p~ieblo aturdido fuó disgregándose.

Sobre la cumbre enhiesta, pensaba el Cristo.


· Era la tarde. Al ocaso, se hundía el sol en rojo y gualda, y
lentas nubes negras entoldaban el cielo. ,
La hora grave, silenciosa y sugerente. •

Pasaban raudas las aves, y su canto final Bra medroso, como
pob]ado de augurios. Lejanos, les olivos oscuros, se volvían quietos
en ium o vilidad fantástica.
El ·aire frío agitaba las mangas de la túnica amplia que se · mo·
vían acompazadas como dos alas prontas.
Cristo., sentaqo en una roca, apoyaba lo~ codos en las rodillas y
el mentón nazareno en las ascéticas manos de marfil. Y tendía el
enorme mirar de sus ojos color de miel oscura, hacia el pequeño mun~
· do que tenía a sus pies.
La Hora de la Tentación.
Y est.lba Cristo solo, lejos de las miradas de su padre celeste.
Una secreta voz r~eóndita, le hablaba. Una voz que palpitaba
en su corazón como sobre cuerdas tesadas.
«El mundo es tuyo. Al fluido de tu voz magnética, los pue·
blos te siguen con el alma postrada. Eres dueño y Señor. Todos
creen en tí, y no hay palabra. salida de tu boca que recoja el · Vacío.
Los llevas como el pastor a su rebaño. La Humanidad está · vencida.
Tu palabra es la fé. Van ciegos y confiados tras de t.b ,
Mas, otra voz suave y tranquila, respondía desde el fondo de su
fiSpíritu: .
«Yo vine a eso. Mis treinta af10s de meditar en el silencio del
destierro voluntario, me mostraron fa amarga y sutil Verdad Unica.
Y ella hizo en mi corazón la piedad y el renunciamiento, y el hondo e
íntimo desprenio... No amé nada con amor egojsta, porque sabía cuan
vano era amar, ya que todo es perecedero bajo el sol... Y vine a los
hombres porque los sabía ciegos, locos, enfermos de incertidumbre ca-
minando a tientas... Porque los sabía débiles y vencidos... Porque
los sabfa desesperados ante el ·presentimiento de la eterna sombra sin
auroras... Y era preciso un evangelio de esperm1za y de fe... Una
•·
amable mentira que les hiciera morir sin maldiciones, sin terrores,
sonrientes... Por eso dejé mis soledades, y mi ideal ya es ... »
Y la otra voz profunda e insinuante, cuyo eco parecía venir de
las cavernas de la Tierra: ·

«Pero, y tu corazón ... ? No lo sientes amargo y dolorido?:.. No
lo sientes va:cío y con apremios de colmarse?... "''I'u corazón no ha
muerto. Lo has visto vivo ante los raros ojos, ante los bel1os ojos de
la culpable incomprendida.. . Ah esa mujer... Su alma es tan dul-
1

C8 como la miel que destilan los dátiles en el desierto... A musgo


aromado de aceites, huelen sus carnes túrgidas, y la túniea de oro de
sus cabellos sueltos... Teniéndola a ella, has de amar la vi.da, y sen-
tirla tan grata como jamás lo fué en tu estrecha celda de Etiopía, jun-
to a los Yiejos infolios ·sabios y amargos... Amala!... Unidos tú y
ella, rodarán bs ofrendas a tus pies de seíior único y tendrás un reina-
do de gloria... El mundo olvida pronto, y luego que tu muera.s, de
nada habrá servido el sacrificio de la, única ilusión de tu vida... Sé
,feliz.. . Te ama esa mujer ... » .
Co1110 saeudido de súbito anhelo, irguiose el Cristo. Surgía
cerca el astro de oro en forma <le mujer, ante sus manos tendidas en
súp]íca. Surgía con sus ojcs dorados, con su pálida tez ... con sus ve-
os deshechos ...
. Unff ráfaga fría, le azotó el rostro con violencia) y vencido, tor-
nó al asiento duro de la roca.
Cristo ternbla ba como agitado de intenso frío, y gemía, hundida
cabeza entre las torturadas manos blancas:
. .«Oh, nol. .. Sería defraudarles ... _ Yo soy su esperanza ... Si yo les ·
falto, se hundirá el templo de fe que he logrado levantar en sus cora-
/Jones. Y. desgart·ndos, perdidos en la noche, rugirán para siempre, es-
clavo_s <le su do1or y de su miedo a la sombra sin auroras ... Y me mal-
decirán... Oh, no! ... ser frágil como ellos, ser ·-débil como ellos ...
i'

. \.

. I •
Amarl ... ¿A qué entonces mis luchas?... La Humanidad está sola co-
mo rebaño en el yermo arenado y traidor. Yo soy su guía... Y ya no
tengo corazón ... Yo disequé la carne ...
<< Deliras. .. Te ~ngañas y te pierden tus temores... Si el mun-
do se salva, olvidará tu nqmbre y nada te dará en pago de tu inmola-
ción ... »
«No ilnportá! Yo vine a eso: sacrificarlo todo porque los hom- ,
bres creyeran en una luz, porque se reconocieran hermano~ y cesaran
sus odios mortales. Porque tuvieran esperanza, puerta abierta hacia
a Dios... Y después, nada he sacrificado porque nada quería para
mí. .. Todo es. perecedero ba.jo el sol. ..Mi credo hará una religión de
amor y de fé, y como antorcha luminosa e ideal, alumbrará la ruta, y
la humanidad caminará confiada.. . Quiero cumplir! ...
E irguióse el Fuerte.
Sobre el picacho altivo le envolvió la última llamarada de sol y
su túnica blanca se iluminó en un tr.ágico inc~ndio. Empezaba la no-
che, sin aves ya, en misterioso silencio. Y Cristo, tendidas las manos
hacia el pequeño mundo que tenía a sus pies, alta la frente aureolada,
cerró los párpados y sonrióse. Sonrióse largamente.
En el aire flotaban las vestes albas cual si fueran dos alas pre-
parándose al vuelo ...
La multitud imantada le seguía.
Suave su decir, como reguero de estrellas en el sereno azul, co-
mo remanso de agua fresca, como blando pan: ponía lágrimas en los
ojos ·y quietud inefable en los espíritus proste1nados de los hombres.
La pregunta de hacía siglos halló respuesca. No más congojas
ni temores. El hombre iluminado les hablaba, y todos los ojos mira- .
ban la ruta ideal que conduce hacia la bienaventuranza.
Derecho 8
«Yo soy el Buen Pastor que amo a mis ovejas y las defiendo de
todos los peligros ... '»
«Venid a mí los faltos, los enfermos de pena. Yo os diré pala-
bras de consuelo y surgirá una nu2va aurora para vuestro corazón.
Que no se hizo el pan para lo.s hartos, sino para los que han hambre ... »
y al conjuro ae su voz, ab3,11donaban su. lecho los enfermos, y
su tumba los muertos. Besaban los hombres el borde de su traje y
las mujeres le ungían los pies cori esencias.
«¡Hosanna! ... Bendito sea el que viene en nombre del Señor.
El eterno nos lo envía para nuestra salvación... He aquí que se m1m-
plen las profecías y llega el hijo del hombre ... » ·
Cristo tendida la mirada sobre el humano mar que rebullía a
s-µs pies se sonreía.
«En verdad, en verdad os digo que todo el que creyera en mí se
salvará. Porque vine de parte de mi Padre que está en los cielos, a
mostraros la verdadei·a senda de la luz y de la vida ».

/
' 1

·•

Navidad ·
Yo era siempre el mismo, con las miradas turbias de melanco . ... .
lía, sin saber donde poner en los días en blanco la muerte q ne tengo
en la espa.lda-Dnnzaban los 12 números del reloj en círculo roto para
disparar el peso de los insultos al azoramiento de mis débiles años-
8 tristes figuras que se pasaron.
En los días sin nombre, porque se habían olvidado en mi ca-
lendario, desfilaban las fiestas sin dejar huella, como un peregrino por
el camino. . ,
Los niños de la escuela, palpitantes de alegría llegaban como
pájaros a cantar bajo el sol de otoño, trayendo en las manos los clari-
nes del entusiasmo y los tamboriles de la danza infantil con los vesti-
dos color de mañana boreal donde yo no podía llegar con mi traje de
percala sin bolsillos, porque nunca tenía nada
Esto era en todas las fiestas-Y un día de diciembre ve ví
danzar a todos los niños bajo el olor de los ponches de almendr~ con
sus árboles de navidad SOL0 1YO NO TENIA-Por qué se olvida-
rían de mí?
NO!
Y o buscaba siempre -en los días las lágrimá.s de mi r:nadre que
corrieron por mis ojos, yo buscaba en las noches los suspiros para llevar
muy de madrugada al mercado donde nadie me quería comprar-Y
~quel día de Jesús yo salí gritando mi corazón, pero nadie me quería
comprar también ·
Y o vi danzar a los niños bajo el olor de los ponches de almen- --
dra con sus árboles de navidad
2
Mis hermanos menores se hacían llorar jugando con sus som-
bras en el patb donde llovía el sol, esperando con los ojos prendidos
en la puerta la llegad!1 de algún mensajero.
Mamá también esperaba, no la llegada del mensajero, sino mi
llegada
Cuando yo asomé a la puerta con mi cara de niño pobre ví a
mis hermanos que se rieron por primera vez en su vida, péro mamá se
puso a llorar y yo támbién sin saber por qué .
· En el cuarto se hacian señas las sombras y de la pared, el ancia-
no reloj con su voz gangosa nos lacraba el corazón con la angustia de
nuestras vidas miserables
3
EL SOL DE NAVIDAD QUEMABA LOS ÁRBOLES Y LAS
HOJAS CAIAN COMO P AJAROS
HERIDOS A PICOTEAR NUES-
TRO DOLOR-
' (

El MotiV6
« . . .... . .. Tenía hambre y quería pedir perdón. Pensais? Per-
dón. Por qué? .. .Yo no sabía, pero junto con la idea de mis mandíbulas
inactivas y de mi estómago espectante y vulgar, salía el vocablo amar-
gado, fácil: «Perdonadme »! No comprendía por qué - ·
,. Era la mañana bellamente nublada. Si no hubiera dejado de
comer tantos días, seguramente mis dedos no estarían morados, cris-
poso...s, sec()S. Y hubiera sentido un dulce goce artistico viendo diluirse
los contornos agudos de las <nsas en L:t bruma azula.da, Pero nó. Tenia
frio, y a la vez con mi vagoroso deseo de comer, salía la queja: «per-'
dón »1 Que? Es que Ciener hambre es pecado y hay que arrepentirse?
· La palabra me humillaba. Por qué subia asi bajita, medrosa, del cora-
zón a los l: bios? Y no es que yo tuviera envidia. Pasaban gentes ale-
gres, niños aiegres, gordos, satisfechos. Pasaban autos con choferes
robustos, cugos labios destilaban el delicioso humito tibio del _cigarro.
Y o no pensaba que ellos, todos, estaban eón los estómagos colmados.
Derecho 9
t. -.

Yo solo sabía que mí estómago estaba vacío ... .. _Y al pasar por los res~
taurnntes, me imaginaba que las viandas eran criminales de ofrecerse
. a mis ojo$ asi, teLtadoras, llamati v:is ... Y nuevamente pedía perdón ...
Fué antes de todo. Por la mañana. Por la noche ya, luego de una lar-
ga vagancia llena de presentimientos inútiles, al fin, la amarga e iróni-
ca palabra que carcomia mi corazón injustamente, se modeló, tomó re-
lieves. Y supe que mi perdón 'tenía causa. Era fatal. Se adelantaba.
Entonees fuí dei·echo y robé. Biscochos que se enfriaban en un mon-
toncito indefenso sin que llegaran compra.dores. Bizco-ehos que se
arrugaban con el frio y con la lhfvia. El chiquillo ha1aposo estaba de
espaldas. Llovía mucho y sus piernas desnudas y flacas. temblaban,
comó todo yo, como mi e~tómago vacío. Pero yo le robé el montón y
corrí, y lo engullí de yarios tragos famélicos.
, .A lo le~os hasta mi osc~rid~d, llegaron los" llantos del chiqui
llo que .se qneJaba doloroso: «ahora me pega mi mamá! ..... ,
, · Yo sen~. eía. Y de una vez, fuerte, me salió · la palabra, ya sin
que me temblaran los labios, ni se resistiese el -cor~zón: «Perd6nadme
' 1 • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • .. ' • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • f • • .. ' • .. .. • • • , · • ~ • .• • • ,¡ • • • '

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Las ciudádes atesfadas de gentes mjserablas-descomponfan el.
ambient..:; con sns ca1·as de angustia-Todas las colmenas del trabajo
, rnbosaban y el saldo de obreros sin o~upnr formaba enorme.s colunmm~
delante de las puert~.s cerradas-
Los burgueses, los capitalistas, y los dueños de fábrica~, agesta- .
han las caras.« se le'N pudiera aprovechar-ama::;arían mas dinero_- pero
no hay d()nde-hay que desaparecerlos ». " ·
:F.Jntonces uniéndose a los burócratas y . a los gobernantes, abrie-
l'On sus pomos de mias'nias y los regaron sobre la multitud ham,b reada
y febril-Y sonaron los clarines en las ciudades atestadas de misera-
L:es-
-La guerra--viva la guena!-
Los hombres sin trabajo, las mujeres con sus hijos en brazos,
h:Ú·Hi)ient<'.'s y sueios, 'tenían una expresión indefinible-Era conto si
se hubieran abierto las puertas de una ciudad sitiada~
El contagio C'Q.ndió rápidamente, y de todos los labios, como ·
• bahos de muerte, brotaba en aeoeidos: ,
- · La guerra-viva la guena.!-
r , Entonces todos fueron ocupados-Hombres 1á11guiclos, de ojot:
8a1tados por la rabia de la miseria-herencia de Di(JS-Ot'8fi1abmr por
]as calles vestidos de soldados sonriendo ~Sus mujeres y sus hijof::,
1

~.1t.isfecha su hambre con la primera propina dél soldado con 1:'1gr-imaf'


<1h..gres, les veían partir n la. rnuerte~.
Los burgueses, los capitalistas, los gobernantes, so1ne1an-
«A1 fin vamos a vaciarnos de esta plaga-Ya nos podemos ex-
tender sobre la tierra ». .~
La Muerte en sus p!ataformas-senreía-

Las ciudades oscurecidas por temor a los aereoplanos portado-


res de bombas, semejaban cementerios de larvas por )as que se arras- ·~
traban de vez en vez sombras medrosas, con farolillos de mano para
encontrar -el camino y cuya luz <le luciérnaga rasgaba debilmen te la
noche- '
Pero en los subterráneos ya era otra cosa-alumbrados h~sta doler
la mirada, se habían convertido en los palacios de los señores-roda-
ban las botellas vacías, por el suelo brillante-y se derramaba en las
viandas perfumadas él champagn e de los ri<~os-liombres y mujel'üs
reían-mientras afuera, en la ciudad vestida de negro-reventaba al-
guná bomba abrienlo como una espada de fuego, las entrañas de algn-
na casa pobre- ·

Como lobos saslían los espías de las trincheras, y arrastrándose


en el barro de ' la lluvia y de la sangre, iban a -sorprendel' al enemigo-
, A veces los cojia los alambrados entre cuyas púas quedaban prisione-
ros desgarrándose hasta Ja llegada de la muerte- I

Vida de trincheras con olor a cadáveres frescos-Inyectados de •


morfina para no sentir sobre sus carnes los picotazos de los cuervos-. }
Aguardiente y morfina, alimento de ·los soldados, que a la hora de pe-
lear llevaban la serenidad de la inconciencia, y a la hora de morir, les
atravezaba sus alfileres helados la locura-
El espía Henri Barbusse,Uegó a las trincheras enemigas -era un .·
,, gusano gris sobre la tierra negra-No había visto nunca al centinela de
a otra trinchera, que un instante ahora, bajo su envoltura de soldado,
se había hecho hombre para cantar una canción bañada de lágrimas-
sus compañeros· de trinchera le escuchaban en silencio- Si, los padres
viejos, 10s hermanos pequeños y los otros hermanos los mayores, muer-
tos ya-como ellos mismos, futuros cadáveres-Y la V-ida dulce y cla-
ra y alegre, para quíén?-para ELLOS-para los señores »-Todqs se
pusieron alerta - sobre las trincheras se levantaba la escuálida figura
del espía enemigo Barbusse, cuyos ojos de loco iluminaban su cara ·de
.f antasma, donde se estrellaba la noche - Todos callaban, heridos de sor-
presa, y él, con su linterna en la mano huesuda, les examinaba las ca-
ras como si fuera la primera v~z en la.vida que veía rostros de hom-
bres-
-- HERMAN OS!-

En la cara de Barbusse se dibuja la cara de Cristo~

Al alba seis soldados de la trinchera del centinela Franck Ke-


bler el cantor de la noche¡ y un espía enemigo, eran adelantados a la
muerte - por traición y espionaje-·-
Contra la pared improvisada, esperaban con los ojos abiertos -
pero antes un grito ronco y formidable, cual otro estampido de cañón,
salió de sus pechos vacíos:
-¡MUERA LA GUERRA!-- ·

Las balas de los hermanos les abrieron las puertas de la vida


indiferente - sobre la tierra ese día eclosionaron enormes frutos rojos
y negro~ de cadáveres - para la orgía de los ricos -
Pero en sus térraplenes, la Muerte con los brazos cruzados en
'-=.•
·s u mortaja, sollozaba -
Derecho 10
/

La· 5onrisa de .Ja Locura.


Un hombre?
Sí - Era un honibre divinamente frívolo, triste y sornbrío co-
mo un nácar, con ~angrientas miradas ·de terror, y los labios rojos de
blasfemia, cuyos angulos eastigados por el pensamiento aprisionaban
· una sonrisa eterna, ,
Ah, la _sonrisa cruel y satánica, impregnada sonrisa de tristeza.
·y melancolía eternamente viajera por la ca¡~a de emoción donde se h1 ~ :n
quemado las alegrías de la vida -
Muerto den~ro de él como un veneno en su tubo lagrimeaba la
angustia de su imposible ·iealización en la pizarra más negra de su pen-
samiento: la p.oche; y surcaban extráños_. huéspedes eon ojos d·e asesi-
nos - todos llevamos de asesinos - y manos adúlteras por los puentes
levadizos del cerebro a arrellenarse en el abismo de sus nervios flojos y
eóbardes para sonreir ante la tragedia de la muerte con una inconción-
eia de locura -
El mal macerado en su espíritu y en sus carnes co11 tentáculos
negros que sorben las preguntas mas viles del castigo hacían lamer en
' .los días la maldad de su sonrisw- · . · .,
Miraba el tremendo dolor de los hermanos, el amargo y ·dulce
amor de su vida, con la tristeza profunda de una sonrisa demoniaca,
haciendo verter lágrimas congeladas de tensióu por los surcos donde ha
eaminado la timidez. de lo~~ oj\.>s qne minm indiferentes la inminencia
do la traged in -·Poro sn egoismo s~tl vajl~mente bo1·deado de orgullo con
campos de anftrquismo hada fiameni· las banderas rojns de la REVO-
LUCION, mnena~:rndo salvar a su país de Ja tiranía. rroda sn fuerza
t·~mulgaba en extirpar ~desde la raiz la miserable burguesía y el mi.lit.a-
ri~·Hno-úniens cosas que no tienen razón en el siglo XX -

Se fümiaba Juli.an Pei-rnviek - Ardían en su exrn'étÜÓn todas lc-ls -


caras del e.rímen con gestos inconexos de asilado, pero una voz. sub
terránea lo decentraba del cfrculo vic]ado de la «buenas personas >:· has
ta temerse eomo si pre._jntiera al ahogador de su cuerpo de papel; ar-
1·ast1·ándose dentro de su proyección para perderse en la noche que al-
<'ftllzaba des pues de haberse en vcnenado en sus miradas casi verdes dü
cümta para llorar junto a Dostoievski
Pero la Cirtdad llamaba con una ,~oz fnorte y tumn1tnosa, cou
1,7sa üepidación que aman los hombres de hoy, para iucru~tal'le las rn-
bias mañanas de miel cou todo ~1 ajenjo de Ja pob1·eza - ~l no veía sino
las boeas del HAMRRl<~ frotada~ de estricnina po1· Jas manos dPl di-
nero, ~onrojándose d~·· su iin potencia para sal nn· -
t3ó1o, gritaba \'Oll Ja desesperaei6n mas grande qne 1mmaname11-
tv se puede ereei·, pero todos hnian -
Por qué esta impoten<'ia! .
·~ Los niños llorabmi y las madres muertas ('ll:-: ('1-wimn el vi,enh'í..\
l;<J<lrido de miseria, pero loe homhrcs, los hombres haia:1 1·uh:1n1t'men-
' '

- '
te dejando sus niños envueltos en los dedos- del EXPLOT·_A_DOR ;- '
1
·: '· ~
Oh, si pudieran gritar todas las bocas trizadas y levantar los
'

brazos los muertos cobardes que huyen! .- · ·


Sólo. En la multitud desesperante con olor a muerte ei·a inva-
dido por la sonrisa que habíá ·roto 1a protesta de sus dientes que en el
sue~o blanqueaban y con los dedos crispados se arrojó fieramente a ]a
garganta de Jos imfamadores, pero sangraba su cuerpo en convulsio-
nes de LIBERTAD y con enormes ojos dilatados ahogaba los sollpzos
de su corazón- · . , . _ '
1 •

Llegaba el día siguiente y los hombres todavía huían ......

Y él, ante la plataforma de la tierra se le humedecían los ojos


para secar con la sangre que sus heridas vertían-Perq ........
Aquella sonrisa delatadora había des::tparecido en el teatro dé su
cara y reía con todos los pecados reflejados poi~ el dolor· del abandono, ,
viendo a la distancia perderse los hombres que dejaban .sus hogares
sin el c'astigo de su sonrisa- ·

'.
¡'.
•,

. \

N O C· h e
En su cara de indio, peluda e indiferente, relucían dos ojos co-
mo dos vidrios alelados-Su cabeza rapada y sucia tenía las protube~
i·ancias de la genialidad o del crímen-Estaba en un sótano-A donde
la luz se negaba a llegar - y fantásticamente, una cadena mascullaba su
acero en uno de los tobillos del hombre-
«Dos veces asesino »-dijo el alcaide a manera de dato y siguió-
Pero las lagunitas amarillas de sus ojos-pedazos diminutos de
Hol-estriadas de sangre, me miraron con fijeza-Se arrastró hasta las
rejas· con esa indolencia Jel que no hace nada-y ya bañado en la pie-
dad de la luz, pareció mas humano-- /~
Atras «-ordenó el alcaide, con los látigos .de su mirada-el pri~
so no se movió-
«Quiere dejarme unos minutos? » ~
Derecho 11
El alcaide sonríóse-
-,-Pero que le interesa?-es casi una hestia-aulla-gl'Íta-Es- ,,
tá medio loco-_¡Dos veces asesino! -pero si usted lo quiere vuelvo 4en-
tro de diez minutos.

. Yo era joven-Tenía 18 aflos-dijo la voz descalabrada-Era


peon en una hacienda--Mas lejos en un pueblo, vivian mis padres y -
nna niujer -No tenin. nada-mi salario era mísern y tod.o lo debía al
hacendado--.:_o tenía ropa-pero que- alegre y dulce era la vida-penJ

suba en tantas cosas bellas!-tenía esperanzas--No se llama así?-
e s p e .r a n z a s - »Los hierros de la reja crugían bajo el apreton de
sus manos de uñas engarfiadas, hechas hierro tambien - y sus ojos
prendidos en el techo ennegrecido de la prisión - parecian buscar un
agujero para constatar la realidad de la· luz -, :
ESPERANZASt- ·
U na noche se me perdieron dos corderos-Salí por e1 monte a
buscarlos-·-N o los hallé y regresé · desalentado-lloraba casi--lo que
m~ eran dos corderos-Derrepente sentí correr-c~os hombres atrave-
zaron la malesa y se hundieron en el monte--Mas lejos hacía la casa
del patron, los gendarmes gritaban «Alto o hago fuego)) -Y o tu ve
miedo y me agaché-ellos avanzaron y dieron conmigo- ·
Ah, tu eres-tú- ·
· - Yó?-Sí, yo soy - yo- les djje --
- ---Tú has -asesinado al administrador para robar d

- Y o? N ó - grité, pero fué inútil - Me amarraron y me llevaron~


,El patron no dijo nada - Y era ~en vano que yo dijese llorando que fuí
a buscar a los corderos -
Me trajeron entre gendarmes a esta cárcel - Yo esperaba - no
dejaba cle espera1· - .Mis padres, -ella? - Pero todos habían rnuerto por-
que nadie me buscó -
4 Al principio contaba las horas' - los días - los meses, - lnégo -
-~ me fui olvidando - Veía e] rnl sobre los patios de la cáreel, y me acor-
daba de mis campos - ya vol veré, deeia - _
Pero la cáteel es la cárcel - Allí donde todo es 1gual, y no ha_y<-
1

una sola rnüjer que nos alegre - y las bayonetas de los gendarmes se
tr-' eimbran tantas veces sobre uuestras espaldas - y pareee que· síempre
fuera noche - Y todos relatan cien veces «su crímeru con angustiosa
alegria - y todos quisieran i10/ver a matar .. _. . . Allí me h/ce crimina/ -
_ Me faltaba muy poco para salir·_ Cuantos años? - No sé - Se me
perdió el tiempo entteº los dedos que no alcanzaron a contarlo - Como el
día era igual a la noche, llena de p..:esentimientos y temores -
'.renía miedo y ansiedad - Ser libre! - Cómo sería aquello? - Lo
había olvidado -
Cuando salí, el viento de la ciudad latigueó indiferente mi cara
de penitenciado - Nadie me miraba - Y yo en todas las caras buscaba
Jos dos ojos_del centinela - -Tomé un tren -y me marché a mi pueblo -
A.lli estaría mejor, y recordé sn sol y sus campos - Ellos me quitarían
este miedo - este miedo, señor, de ser libre - Pero el sol cayó sobre mis
espaldas corno las bayo-n etas de los soldados ,. La cárcel era fria - Y a
no podía amar el sol - V agué todo el día buscando a mis padres, a mi
mujer - no estaban - Realmente todos habían muerto - Mi pueblo mis-
mo había muerto - Sobre él, se levantaba otro pueblo donde nadie
me conocía porque jamás había estado - Yo caminaba como un
fantasma, perseguido por los ojos llenos de repulsión de las gentes -
Como los pei ros perseguidos, pasé toda la tarde acurrucado en una
choza derruida - Tambien me daban miedo las gentes y no po-
día soportarlas. - Lancinado de angustia, esperaba - Qué? - Qué al-
gui.en me reconociera? - Quién era yo? - Pensé con horror en loR
días que vendrían 1 los días de libertad - Y todo el frio de la sietm que ..
bramaba en el dolor del viento, se incrustó en mis ai·teria.s - Así, como
los perros r.lbiosos, escondido, debería vivir - Porque ito había nadie
que conociera y me llevara a su hogar -
Oscurecjó pr9fundamente - y yo sentí un ali vio - siquiera la no-
c-he no tenia la aplastante libertad del día - Yo entraba, en ella como en
la· celda de ht cárcel - Me bajé y besé la tierra como si fuera el .suelo de
·la celda - Musaraña de sus paredes infectadas, e~a noche / juré regresar
al~ cárcel - Allí .donde me 11'-~varon llorando, debía regresar alegre -
Al amparo de la noche que me envolvia, caminé - caminé largu
tiempo - Al alba me hallé en el campo - .Los trigales se mecian, romo
al compas del canto de los pájaros - Me estremecí§ uua semmción ex~
traña - Y e.reí qne yo estaba robando la alegría que brotaba del campo ·
.Mas lejos, sentí una tonada de mujer - Ü)JTÍ sjgiJosnmente, como se
corre en la cárcel - Cuando estuve cerca de ella, la miré con curiosi.dad-
Era bella,, easi niú.a., pnr ecia' un tallito, erguida sobre sus pies desnu-
dos - 'ruve rabia - A su lado, una canasta de panes y queso - Al mis-
mo tiempo de la cabeza hasta los pies, me sa<mdíó un temblor - E r a
u n a m u j e r ~ Qué me impo1·taha? - X reeordé las charlas de la
cárcel-cuando' llorábamos de angnstia-
J1Jlb cantaba como bu dándose de mí, mientras juntaba un hato
de gavillas - Su casa eRtaba lejos, entre eucaliptos que ennegrecia la
claridad del alba - U ri a m u j e r ! - Estabá jnnto a ella, agazapado
tm los trigales - De pronü~, ladró un perrillo minúsculo que tenía a su
lado ~ Di un salto "y le trjturé los huesos - Ella lauzó un ehillido y echó
ª. correi:, mie1Ítras yo ln. perseguía con to~a la rabia de mis veinte años
sm mnJer -
HABIA LLEGADO :YII HORA DE SER CRIMINAL -

La alcancé entre los eucaliptos, muy cerea de su casa - Pero


gritaba mneho y yo no podía dominarla -. Antes que salieran en su
auxilio) le golpee la cabeza contra unas piedras y entonces se calmó -
Sus ~~randes ojos azorados, se cerraron llenos de lágrimas - Pero fué
inútil ya - De su casa salieron gentes y me la arrebataron - De la naríz
y la boca le salía un hilillo de sangre - Estaba muerta - y yo era el ase-
sino - Rccien había muerto yo a alguien - ,
Con qné alegria me entregué a los gendarmes que fueron por
mí - Todos creían que iba a resistirme y a huir - pero nó - Las gentes
me miraban asustadas--
So1o tengo este recuerdo: los ojos de la niña, grantles cqmo los
de las llamas, que me miraron curiosos, llenos de terror, como si hu-
biera sido un fantasma - en ellos pude ver mis ojos, cruzados d~ rayi-
tas de sangre .. . ... . ..
Sí - dos veces criminal el perro y ella .. . ...... » .
Se apretó mas a las l'ejas hasta hacerlas crujir - como si sus
dedos de hierro la estuvieran limando - Sus dientes enfilaron sobre su
cará de bestja con el brillo de una hoja de acero - Y la sombra relam-
pagueó en sus ojos amarillos - Luego ·se arrastró al fondo de su celda,
de donde trashumaba uu olor a miasmas y a, humedad - Sus cadenas
crujieron un r<"tto, y después pareció como si hubiera oscurecido -

..,.\ ,k

O.er~cho 12
'

H
y llegó ol hombre
1 E R R o
amasando una sola idea para prende1~ las mañanas en las paredes del
cielo a manera de reclamo -
~ Con gran escándalo! .
se reveló la luna contra la Via Lactea y los anarquistas aereolitos pre-
pararon la revolución de Astros -

Y 1feg-ó el hombre a la ciudad abriendo las cinco esclusas del


cuerpo para cortej ;n· a su majestad el Ruido - pero un pensamiento se
entoi·nilló en el cel'eb:._·0 como una gran verdad, en esa instalaeión eléc- _
trica de un millon de voltios donde el espíritu fuma el meridiano en
la pipa de sonrisas donde se queman los ojos de ve1· tanto a los 1000
H. P, del tiempo -
El tiempo enroscado en el índice como una antena, en cuyas
ondas las crónicas mundiales vi en en manchadas rle sangre, ineandonos
eon esta única canción:
Soy ·del mundo
traigo la cancjón de Uii sangre
con las razas que se cruzan en mis venas
para morir en Ja espalda del mar
único camino de los rebeldes \
Viva la Libertad!
El viento cantó una canción canalla, desde en-
tonces la Internacional gritó como si aullara a los hombres hasta que
ellos escucharon -
La obra empezó
En la Ciudad todos los pitos callaron:
. han muerto los burgueses -
Los obreros en las c~:dles reían como si tubieran una mirada de
Dios, abrazándose eomo niños, pero lloraron como saben. Jlorar los
hombres-Los niños se sonrieron junto con el sol al ver la alegría casi
dentro de ellos -'--Las mujeres con las cabelleras fiameantes caminaban
en silencio y cuando pasaron delante del hombre se m·rodillaron sobre
la tierra que ya ern de ellas.
Pero todavía hnmeabl'.l. la sangre caliente con la protesta del
polvo-los perros se quitaban las cabezas arrastrando los intestinos--
y los hombres furiosos como rayos decapitaban mas y mas hasta teñir
el panorama de terror-

La bandera roja palmeaba la frente del viento h~wiendo sonar


los pliegues de la alegría-

Fué por primera vez que en el campo el paisaje se musicalizó y


las pájaros cantaron por todos los cardinales, amapolas de alegría-
Fué entoces cuando los toros y las fierás con sus ojos donde se
refa:aba el horizonte recién despertado del dolor mugían en una pascua
de liberación abriendo con el hombre la tierra donde germinaron las
las semillas como nunca-
Allí crecieron las raices del Derecho y la Justicia, pero una vez
arborecidas, los hombres dueños del mundo- UN DIA. TODO LO
PERDIERON!
•\"""
r
Rojos ...,.

~ Sigrno vino do RusiR-T-


TraíR en sus ma.noR sus lárnnarais ahH:.inadtits, une pt'OU(1ie1·a en
ln, cauda revolucional'ia dei último ~ometa q ne pa,s6 po;· la ti•~t>t'<l-pa,ra
iluminar Ja oscuridad (e los hombJ es-- poro los hombres le rniraron
con miedo-- ·
~rr::ün en 8US ojof; el pg Eot·anut de las vu:•JaS ciudad~\s pntn~fae-
tas---Ln, China. mü~\..1 rab12 y viciosa gangrenada por sus 4 (~ostados--
1:-~usfa, enyas nnehas e:.,tl·pa3 de nieve ab1·igaban tantos endáveres es-
e!<°tY"Os-lnglaterra ln fondn,1 , nntre (~uyas garras ngonizaha.n los esque-
letos de hlanda y ln. India--]\·an0ia, donde sou amos los burgueses
hncit.•ndo la. Psdavitud nrns asquerosa-Italia, en poder de un Musso-
1ni 1.\:neg.1do t:le Ja e!'rn:.-:m libertati;;i y exaltado1· de los ti.ranos-y Es-
paüu, !n tien·u d \\ los H~nnarcas sifilíticos, donde un vnlgnr uniformado
plagialw~ a1 desertor :M.u~solini- ·
·Sigm0 tení.a la frente partida en cruz por el dolor del pensa-
rniento-Y había na~idn esta vez on América, en la tierra de un tirano
sh1 nomhtc c:ue levantaba sn fantasrna de papel ante la ccabardía de los
homhre~-Explotadur irnp:.-i1w de 1rn pueblo miserable de quien extraía
<~l oro cu ehonos do sangre que 1uego ~ise~~urnba en 103 B[tncos de In-
glatena-- _ ·
l..1a}-S lal'vas de la miseria tn.:paban las parc•des t1.el proletal:iado,
que se ahogaba eiÍ Sn cárcel porque ni el aÜü le pertPW~C~a -Pei'O im-
generación-Como perros, volveis contra vosotros mismos la " rabia
mendicante que os devora las entr·añas--sin mirar a los verdugos, a
los explotadores que hoy quieren lanzaros a la guerr!l-Üs ilusiónan
con la guerra, como un mendrugo de pan para vuestra hambre-y vo-
sotros que teneís ansias de n1atar vais contra vuestros hermanos de
más allá-tan miserables y explotados como vosotros misn~os-Qué os
traerá la guel'ra?-ldás h,'lmbre, más dolor, más explotación--Y que los
tiranos levantan un poco más su insolencia sobre los escalones de vues
fros cadáveres»-Sigmo hablaba embriagado pqr la tristeza infinita de
los hombres que contenían su pecho para que no se les rompiera el .co-
razón-Su palabra era el vitriolo de 1os fuertes-primera bandera de ·re
, volución social-que caía sobre la casta de explotadores, burgueses y
capitalistas de que estaba infectado ese país de América
Los .veinte obreros se habían . muhiplicado---imantados por las
palabras de Sigmo~Un enorme · acecido salía del.a masa.. humana,
donde recién se habrían las válvulas de la comprensión-La yoz del
lider atravezaba las distancias para llegar a todos . ·-·-\.
· Derrepente, todos los hombres se estremecieron Hacia el fon-
do, surgía la carroza presidencial, defendida por una compacta escolta
de sold.ados, en cuyas bayonetas caladas se enredaban los rayos del
sol La· muchedumbre retrocedió em·pujada por las tropas que abrían
paso al tirano .- .
U na onda caliente que agitaba en los aires banderas invisibles, salía
de la multitud -- Sigmo había aplastado todas las tapias de cobardía y
por primera vez la sangre caldeaba las caras levantadas de odio
. - ·_ . El ttrano llegaba y todos esp~raban ·en sílenéio -- El héroe debía
_, '·.... darles.Ja_ señal -- Sigmo también callaba, depositando todá·· 1a: vida de
:·. ~· ~~- c-µ~rpo e~ sus dos ojos centellantes
:·.~·"' . ...
_'
.. . .-;
,_ ~·~· .. : .
. ~- ~ ..
. Al estrépito d~ las dos bom)}as la zadas certel'amente por el
héro.e, la muchedumbr~ enloqueció;\- Huyeron los caballos y dispers6se
1a t:fupa, mientras la' ca1'rt>za presidencial partida en -d os, dejaba .su
carganien'to .dé miembros destrozados en · el su,,e lo --· Había llegado la
hp_r a de ser libres -- La mnsa hum.aria, vibrap.te hasta· el delirio, fnar-
. chaba en ola inco"ntenible hacia la mole de palacib que erguía el despo-
. tisn1o ae sus-muros .
• ·
1
, Sigmo siempre en alto, arengaba a los hombres que una vez pa-
l'& sien:;ipre se ~nanciparQn de su cobardía -- Y derretidas sus lagrimas-
no1· la cilegría, le bai\rebal! la cara ql{e se congestienaba gritando:
.. ~-A bajo _la tira_t.1ía --· vi"."a ]a libertad!
Uha bala dirigiM.a por los esclavos del tirano, se hundió en la
c'í't11:z de su frente ___ t)ayó de espaldas, con los brazos abiel'tos .
· · .La ola-humapa seguía su cu:i:'so incontenible hacia el palacio,
· ~in tlQtenerse. a ihirar al HERVE que en ia serenidad de la . muerte
~ ~p~ta~a. e~ sus laqios ;- como si fuera el nombre de la madre -- la pa- ·
. l~br~-.rbañada en sangre y alegría '
I_J I B E R T A . D

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