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Participacion de La Mujer en La Independencia de Ecuador

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Monografía de: Historia

TEMA:

“El papel de la mujer en la independencia de Ecuador”

Pregunta de investigación:

¿Hasta qué punto la participación de la mujer ecuatoriana en la lucha

por la independencia transformó el rol social de la misma con respecto al

que desempeñaba en la época colonial?

Juliana Galarza

2023

Nº DE PALABRAS:
Índice
Introducción ..................................................................................................................... 1
Capítulo 1. Contexto histórico, Ecuador en el siglo XIX.................................................... 2
Capítulo 2. El rol de la mujer en los distintos períodos de la historia ecuatoriana del
siglo XIX ............................................................................................................................ 5
Capítulo 3. Discusiones sobre los cambios en el rol de la mujer antes y después de la
lucha por la independencia. ............................................................................................. 9
Conclusiones: ................................................................................................................. 11
Bibliografía: ....................................................................... ¡Error! Marcador no definido.
Introducción

La presente investigación tuvo por objetivo explorar el rol de la mujer ecuatoriana


antes durante y después de los procesos de independencia de esta nación y discutir
que tanto cambió, para determinar si su participación en la guerra de independencia
fue un punto de inflexión en la historia del género. Para ello se revisaron fuentes
secundarias clásicas y modernas, con y sin enfoque de género, así como fuentes
primarias (principalmente cartas y escritos de mujeres de la época).
Para empezar, fue necesario contextualizar el período de la historia local en
cuestión, brindando un pantallazo de Ecuador en la última etapa de la época
colonial, durante la independencia y los primeros años de república.
Posteriormente, se analizó el rol que desempeñó la mujer en cada una de estas
etapas, tomando en cuenta lo que se esperaba del común de mujeres, así como la
participación puntual de mujeres ecuatorianas que marcaron hitos y rompieron
esquemas. Finalmente se comparó estos roles, y se analizaron otros factores como
la educación de la mujer en las distintas épocas, para discutir si hubo un verdadero
cambio y si ese cambio surgió a partir de su participación en el proceso de
independencia.
Se concluyó que, aunque la independencia marcó cierto cambio en lo que se espera
de la mujer, en su papel en la sociedad y en su educación; en la naciente República
del Ecuador no se dejó de relegarla a su rol familiar y de privarla de los asuntos
públicos manteniendo su condición de subalterna. Pese a esto, se evidenció que
existió un mayor número de mujeres intervinientes en la esfera pública post-
independencia, y se adjudica al hecho de que los actos revolucionarios de mujeres
independentistas quedaron grabados en la memoria de las siguientes generaciones
de mujeres ecuatorianas inspirándolas a seguir luchando por la posibilidad de
autodeterminarse.

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Capítulo 1. Contexto histórico. Ecuador colonial, independentista
y republicano.

El Reino de Quito en la última etapa de la colonia

Lo que hoy es Ecuador, en la época colonial fue llamado Reino de Quito, bautizado así
tras el kichwa “Kitus” nombre indígena, usado desde períodos preincaicos. En general,
la historia colonial estuvo marcada desde sus inicios por una puja de poderes entre los
nuevos locales (colonos) y la Corona Española por prevalecer sus respectivos intereses,
mientras toda actividad económica se sustentaba en el trabajo forzado de la población
indígena y afrodescendiente. La Iglesia era encargada de instaurar su ideología en toda
la sociedad. Por otro lado, la política estaba repartida entre los Virreyes, que
representaban a la monarquía y el “cabildo”, institución cuyo fin era debatir los intereses
locales. La principal actividad económica eran las grandes producciones textiles en la
Sierra, algunas pertenecientes a La Corona y otras a comerciantes particulares. Si bien
hubo una época de estabilidad con estas formas de organización, según (Ayala, 2008)
en el último período de la colonia, las contradicciones propias del sistema empezaron a
volverlo insostenible.

La inestabilidad comenzó con las crisis de 1700, cuando ascendieron al poder español
monarcas Borbones que pretendieron modernizar el comercio del reino con el fin de
convertirlo en una potencia industrial. Con ese objetivo, pusieron reformas que
limitaron al comercio de las colonias, sobre todo a los textiles. A esto se le sumaron
desastres naturales, peleas entre funcionarios, conflictos con la iglesia, entre otros
factores que pusieron en duda la capacidad administrativa de La Corona.

Por otro lado, la misión geodésica en 1734 inspiró el surgimiento de ideas ilustradas
entre los criollos, mismas que sustentaban ideológicamente sus deseos de autonomía.
Es así que el siglo XVIII terminó con gran inestabilidad socio-económica y con nuevos
pensadores y actores políticos criollos con claras tendencias de autonomía que
empezaban a querer diferenciarse de lo europeo e instaurar una identidad propia.

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Independencia de Quito y Época Bolivariana

A principios del siglo XIX, América empezaba a desear la independencia. Según (Ayala,
2008) las causas fueron: la decadencia del imperio español y la influencia de dos
referentes de revolución: Estados Unidos y Francia; pero, sobre todo, las falencias de la
administración y el abuso de los colonizadores, como se había mencionado.

Los principales protagonistas de la Independencia, fueron los latifundistas criollos, a los


que se sumaron algunos grupos medios de la sociedad colonial, entre ellos los
intelectuales “radicales”. Al principio, los indígenas y otros sectores populares
(artesanos, pequeños agricultores, etc.) no se sumaron a las fuerzas independentistas
ya que tenían conciencia de que la autonomía no los beneficiaría de forma alguna.
Los primeros hitos de la independencia se dieron cuando el Rey Fernando fue apresado
por Napoleón y criollos comenzaron a formar juntas para gobernar en nombre del rey
(Salvador Lara, 2010). El primer ejemplo de esto se da 1808 en Quito, donde se organizó
la Junta Soberana, que proclamaba presidente al Marqués de Selva Alegre. La Junta duró
muy poco ya que no logró concentrar fuerzas populares ni conseguir la adhesión de
Cuenca Guayaquil y Pasto (principales ciudades coloniales aledañas). Fue intervenido
militarmente y aunque la Corona ofreció “perdón y olvido”, decapitó a centenas de
revolucionarios (Ayala, 2008).

La independencia definitiva de la Real Audiencia de Quito se logró más de diez años


después con el apoyo de las fuerzas militares Bolivarianas. Según (Ayala, 2008), los
esfuerzos independentistas solo pudieron tener éxito cuando lograron convocar a
sectores más populares de la sociedad y unir fuerzas de diferentes procesos anti
realistas, convirtiéndolo en un suceso continental.

Así nació la Gran Colombia que comprendía a Venezuela, Nueva Granada y Quito, con
esperanzas de independizar y anexar a Perú. El Reino de Quito pasó a llamarse Distrito
del Sur. La situación política de la Gran Colombia fue muy conflictiva desde sus inicios.
Simón Bolívar había sido designado presidente, sin embargo, las exigencias de la
campaña militar por la independencia de las regiones que faltaban hacían imposible que

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pueda gobernar, por lo cual su vicepresidente, Santander, quedó a cargo. Santander
promovió políticas liberales, por ejemplo: creó juntas de protección de la agricultura y
el comercio, impulsó el librecambismo, declaró ilegal el trabajo gratuito de los indígenas
y estableció un salario mínimo, (Ayala, 2008). Estas políticas le ocasionaron disyuntivas
con los grandes terratenientes ya que perjudicaban sus intereses y por ende también
con Bolívar.

Este desacuerdo interno, sumado a la gran demanda de recursos que significaba la


guerra independentista, al acecho continuo de los enemigos realistas por retomar el
control y a la dificultad de coordinar tan diversas regiones, terminó por disolver la Gran
Colombia.

Primer período del Ecuador Republicano

En 1830 se anunció la separación del Distrito del Sur, que pasó a llamarse Ecuador en
honor al nombre que le habían dado los científicos de la misión geodésica al descubrir
que la línea equinoccial lo atraviesa. La república tuvo que lidiar desde sus inicios con
una profunda desarticulación de los distintos sectores sociales. Por una parte, surgió un
marcado regionalismo, producto de las precarias relaciones comerciales entre las
distintas provincias que conformaban el Ecuador. Por otro lado, se impusieron los
intereses de latifundistas criollos, cuando la mayoría de la población eran campesinos
indígenas, provocando una ruptura entre clases que perdura hasta nuestros días.

Según (Ayala, 2008), los factores que permitieron que la oligarquía terrateniente
mantenga el control fueron: la exclusión del voto a mujeres, analfabetos y no
propietarios; y mecanismos de represión y manipulación ideológica de campesinos y
trabajadores. Se mantuvo el tributo indígena que, de hecho, fue una de las principales
fuentes de recursos del estado, se mantuvo el control ideológico que ejercía la Iglesia
haciéndose cargo de gran parte de la educación (que por cierto estaba destinado a una
parte extremamente reducida de la población) y “auspiciando” a figuras políticas para
asegurar la continuidad de sus intereses. La historia del país a grandes rasgos estuvo
caracterizada por dichas condiciones hasta fines del siglo XXI.
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Capítulo 2. El rol de la mujer en los distintos períodos de la
historia ecuatoriana del siglo XIX

Rol de la Mujer en la Real Audiencia


Cuando se lee documentación sobre el rol de la mujer en la época colonial, es común
encontrar que en la historia tradicional y oficial se tiende a describirlo como totalmente
pasivo y ajeno a la esfera pública, sin embargo, estudios más recientes, prueban que no
fue del todo así. Haciendo énfasis en el último período de la época colonial que es el que
compete a esta investigación, encontramos data de mujeres quiteñas que desde sus
distintas clases sociales e intereses personales empiezan a abrirse espacios en la esfera
pública.
Según (Salazar & Sevilla, 2009) se han encontrado documentos que atestiguan “su
participación directa en actividades económicas, muchas eran letradas y un
considerable número, eran mujeres de élite ilustradas.” Las historiadoras señalan que
esto puede deberse a que, si bien la Iglesia y el Estado colonial imponían leyes y
represalias que privaban a lo femenino de la esfera pública, la sociedad no revisaba
estrictamente su cumplimiento.
En cuanto al ámbito económico, (Christiana, 1991) registra que las mujeres
desarrollaron actividades como: regateras en el mercado popular, dueñas y/o
administradoras de pulperías, hacendadas (las propiedades pasaban a sus manos tras la
muerte o ausencia de sus maridos), artesanas e incluso mercaderas. Evidentemente no
eran la mayoría de mujeres que ejercían actividades comerciales, sin embargo por la
cantidad de registros al respecto, tampoco se puede entender como excepciones
puntuales.
En lo político, podemos destacar dos tipos de participación femenina de la época: la de
la mujer de élite ilustrada que organizaba tertulias y tejía redes de información y la de
la mujer de clase baja, víctima de una extrema desigualdad que la empujaba a participar
de la esfera pública en su estrato pese a su condición de mujer.
En cuanto a la primera, ya tenía cierto acceso a la educación (por cierto muy distinta a
la que recibía el hombre) gracias a las ideas ilustradas que ya empezaban a llegar a
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América. Esta tendencia tomó fuerza en el Reino de Quito, cuando llegó la misión
geodésica, y comenzaron a hacerse más frecuentes las tertulias, reuniones privadas
cuyo objetivo era discutir puntos de vista sobre diversos tópicos. En la tertulia, la mujer
quiteña encontró un espacio donde se fundían lo público y lo privado, ya que estuvieron
encargadas de organizar y prestar sus hogares para estas reuniones. Puesto que la élite
comprendía a un número reducido de personas, estas mujeres se conocían entre ellas e
intercambiaban información y opiniones, creando así redes y ejerciendo cierta influencia
en el imaginario social de su época.

En cuanto a la mujer de estratos bajos, ya que la sociedad colonial tampoco consideraba


sujeto de derechos al hombre de su clase social, ambos sexos estaban en una condición
casi igual de privación de lo público. Es por esto que encontramos casos en los que estas
mujeres tuvieron injerencia política en su esfera. Es interesante el caso de las mujeres
indígenas, a quienes se les permitía ser cacicas de sus pueblos, muchas de ellas los
lideraron exigiendo mejores condiciones. (Goetschel, 2009)

En el ámbito cultural, la mujer colonial tuvo cierta injerencia en la religión, desde


conventos, cofradías o fiestas religiosas (Cruz, 2005).

Es importante señalar que pese a que se evidencia que la mujer colonial no fue un
personaje casi vegetativo como pretenden retratarla ciertos escritos históricos,
tampoco gozaba de derechos y autonomía, si no que se valía de estrategias diversas
para abrirse paso en la sociedad patriarcal, aunque esto le suponga ser castigada y
juzgada.

Rol de la mujer en la Independencia


Hoy en día es innegable que la mujer tuvo un rol clave en los procesos de independencia.
Según (Salazar & Sevilla, 2009) Se involucraron por diferentes motivos y de diferentes
maneras; entre los roles más destacados que desempeñaron estuvieron: defensoras
legales de su familia, convocadoras de gente que se sume a la causa, espías e
informantes, soldados e incluso financiadoras de la causa.

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Muchas mujeres tuvieron que defender legalmente a sus familias ya que, en los casos
en que todos los integrantes apoyaban la causa independentista, los miembros varones
cayeron presos y ellas tuvieron que abogar por sus parientes ante las autoridades. Un
ejemplo es Rosa Montufar, que abogó por su padre, el Marqués de Selva Alegre cuando
este protagonizó la independencia de Quito en 1809 y cayó preso.
Respecto al segundo rol mencionado, consistió en convocar simpatizantes a la causa,
mediante discursos públicos y privados. Una representante importante de este rol fue
la sanroqueña María Ontaneda y Larraín, que de acuerdo a (Salazar & Sevilla, 2009) era
conocida por dirigir y movilizar un grupo importante de mujeres en la insurrección.
Asimismo las mujeres participaron tejiendo redes de información y prestando sus
espacios. Como se había mencionado, ya desde la segunda mitad del siglo XXI se
empezaban a formar tertulias, mismas que se incrementaron con los ímpetus
revolucionaros de la población, sobre todo de la élite (recordando que fue este sector
el que inició el movimiento). No solo que en estas reuniones las mujeres absorbían
información valiosa que después compartían, si no que posteriormente estos espacios
posibilitaron coordinar estrategias y acciones antirrealistas, y eran ellas quienes los
organizaban. El ejemplo más representativo de esto lo encontramos en la gloriosa
Manuela Cañizares, que en los salones de su casa se fraguó el primer grito de la
independencia en Quito 1809 (Goetschel, 2009)
No solo las mujeres de la élite sirvieron como espías e informantes, varias del sector
popular aprovecharon la indiferencia con que se las trataba para recopilar valiosa
información en las casas en las que trabajaban.
En otros casos, las mujeres participaron directamente en el campo de guerra, o bien
desempeñando actividades que permitían la mantención de los campamentos como
cocinar y atender heridos, o bien en batalla empuñando armas. No se puede dejar de
nombrar como ejemplo a Manuela Sáenz, que luchó por la independencia de Ecuador
Perú y Colombia, en varias ocasiones en traje de guerra junto a su amante y compañero
Simón Bolívar. Según (Lopez, 2011) por sus actividades proindependentistas, se le
concedió el título de "Caballeresa del Sol".

En la historia de la independencia, también es importante resaltar el papel económico


de la mujer. Ya que sus hombres estaban participando de la guerra, las mujeres tuvieron

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que sostener la economía haciéndose cargo de los negocios e incluso financiando la
causa. Según (Salazar & Sevilla, 2009) ellas se convirtieron, aunque sea temporalmente,
en el motor económico de este período. Un caso representativo es el de la “Marquesa
de Maenza” en Latacunga, a quien su estatus particular privilegiado, le permitió recibir
y transmitir patrimonio y títulos, ser jefa de su familia, gestionar, mandar y gobernar,
convirtiéndose en una de las principales financiadoras mujeres de la revolución.
La información presentada, permite asegurar que la mujer tuvo un papel activo e
indispensable en la independencia del Ecuador, actuando desde diversos focos y desde
sus respectivas posiciones sociales, fueron un elemento clave logístico y en muchos
casos bélico para que se logre la independencia.

Rol de la mujer en el primer período del Ecuador Republicano


Si bien las condiciones de conflicto permitieron que las mujeres participen activamente
de la revolución independentista, al restablecerse un orden social y político en el
Ecuador, no cambió demasiado el estándar que la sociedad imponía sobre ella.
Como se mencionó, la sociedad ecuatoriana de esta época era una suerte de
continuidad hispánica y obedecía a los intereses de los latifundistas criollos, en este
sentido, mantenía la influencia de la iglesia, y los mecanismos de opresión a las clases
sociales bajas y a las mujeres, excluyéndolos del voto.
Un hecho que evidencia esto es que Juan José Flores al asumir el mando como primer
presidente de Ecuador, exilia a Manuela Sáenz sin tomar en cuenta su contribución con
la independencia, alegando que es un peligro para el orden social por no responder al
estándar de la mujer de la época (Lopez, 2011).

Pese a que la suerte de las mujeres que participaron en la independencia no fue la mejor,
en la segunda mitad del siglo XXI, empiezan a surgir mujeres que destacan en literatura,
arte y que comienzan a levantar sus voces sobre asuntos políticos.
Por ejemplo, encontramos a Dolores de Veintimilla (1829-1857), poetiza destacada, que
se atrevió a escribir su opinión de la pena de muerte en su texto “Necrología”
(Veintemilla, 2006). Dolores era una mujer sola, ya que su marido la había abandonado,
y acostumbraba a organizar tertulias en su casa a donde acudían importantes literatos

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quiteños. Como era de esperarse, la sociedad castigó este comportamiento que
escapaba a los estándares, y la calumniaron tanto en la prensa que se suicidó.
Otro ejemplo destacable es Marieta Veintimilla (1858-1907), librepensadora autora del
primer escrito histórico ecuatoriano realizado por una mujer, titulado “Páginas del
Ecuador” (1890). En lo político, defendió apasionadamente el gobierno de su tío Ignacio
de Veintimilla, llegando incluso a comandar tropas en su nombre. Otra publicación
icónica de ella, fue “Madam Roland” donde según (Goetschel, 2009) se dirige a las
mujeres latinoamericanas planteando que es posible a la mujer de cualquier condición
social “trabajar por el fomento de las ideas provechosas al género humano” y haciendo
homenaje a la feminista de quien lleva el nombre este escrito. Este texto es clave al
situar los orígenes del feminismo en Ecuador.
Otro ejemplo de una mujer activa políticamente, fue el de la indígena Manuela León en
su participación en el Levantamiento de Daquilema (1871), misma que fue duramente
castigada en público para escarmiento. (Goetschel, 2009)

Podemos notar que pese a que las mujeres seguían luchando por ganar espacios
públicos, las que se atrevían a hacerlo eran castigadas legal o socialmente con el fin de
encasillar a la mujer ecuatoriana en un estándar de ama de casa, sumisa, casta, cuyo
objetivo último de su vida era satisfacer las necesidades de su marido e hijos.

Capítulo 3. Discusiones sobre los cambios en el rol de la mujer


antes y después de la lucha por la independencia.

La autora Isabel Cristina Bermúdez Escobar en su libro “La educación de las mujeres en
los países andinos. El siglo XIX” (Bermúdez, 2015) estudia la evolución de la educación
de la mujer como tema de interés público en el siglo XIX, en los países andinos. En su
investigación señala que en la época colonial hubo una especie de anarquía en cuanto a
la formación y el control de las mujeres. Si bien la iglesia, que estaba a cargo de imponer
y mantener su ideología en la sociedad promovía un ideal femenino de beatitud,
castidad y sumisión, cuando esta teoría era llevaba a la praxis no lograba imponerse
completamente y permitía figuras femeninas cotidianas que no respondían a la norma.
Es por esto que, por ejemplo, como se detalla en la sección anterior de esta
investigación, había mujeres totalmente involucradas en actividades económicas.
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En la revolución independentista, el caos generó vacíos de poder y promovió ideales
ilustrados, permitiendo que las mujeres aprovechen estas “rendijas” y se involucren en
asuntos públicos. Así mismo la necesidad del movimiento revolucionario de convocar a
un sector más amplio de la sociedad provocó que los lideres incentivaran la participación
de la mujer en diferentes procesos de la independencia (Lopez, 2011). La participación
femenina fue tan importante que sin ella no se hubiera podido conseguir la
independencia, sin embargo, al estabilizarse la situación de las nuevas repúblicas
andinas, uno de los objetivos fue retomar el orden social, y se volvió a poner a la mujer
“en su sitio” (Bermúdez, 2015).
Esta nueva sociedad intentó emular el ideal de civilización ilustrada de las naciones
europeas. (Bermúdez, 2015) sostiene que la educación de la mujer fue tomada como
bandera por los políticos de la época, sin embargo, no se pretendía educar a la mujer en
ningún área técnica o intelectual, si no domesticarla para ponerla al servicio de la nación.
La autora plantea que el rol de la mujer fue ser “el ángel del hogar” una criatura sensible
y educada que inculcaba el patriotismo y formaba ciudadanos de bien en el seno del
hogar. Era la educadora de la nueva familia para una nueva nación y los intentos de
conferirle cultura, tuvieron por objetivo que se la transmitiese a sus hijos y no convertirla
en sujeto de derechos. Por su puesto este rol estaba relegado a las mujeres de la élite y
algunas de clase media ya que las indígenas y mestizas pobres, simplemente
correspondían a la masa poblacional de gente “sin cultura” y sin derechos que había que
“sanear” para mejorar la imagen de la república.
Pese a que la mujer fue adoctrinada para no salir del espacio familiar, no tuvo acceso al
voto hasta mucho después y era aún relegada a un papel secundario en la sociedad; se
registra un aumento en la aparición de mujeres libre pensantes.
En mi opinión personal esto se debe a que, aunque no cambió la opresión sistemática
hacia la mujer al nacer la república del Ecuador, cada acto revolucionario de las mujeres
valientes que se atrevieron a cuestionar lo impuesto, quedó grabado en el imaginario
colectivo de las mujeres ecuatorianas, inspirándolas para seguir luchando por ganar
espacios en el sistema patriarcal.
Es importante destacar que la situación de las mujeres indígenas y mestizas no cambió
demasiado a lo largo del siglo XIX, ya que en todo este período fueron doblemente

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oprimidas, por ser mujeres y ser no-blancas. Ellas participaron desde la colonia en
actividades económicas, no necesariamente porque quisieran si no porque su condición
de pobreza lo exigía. Como se revisó, tuvieron un papel clave en la independencia, sin
embargo, fue totalmente invisibilizado al punto en que recién en estudios
contemporáneos con enfoque de género, empiezan a revelarse nombres de mujeres
históricas de esta clase social. Ellas compartieron con los varones de su clase, que fueron
subyugados y obligados a participar en procesos históricos que de ninguna manera los
beneficiaron.

Conclusiones:

Si bien la sociedad ecuatoriana colonial, en respuesta a la iglesia promovía un ideal


femenino de total sumisión a los designios de dios y el hombre, en la práctica no se
cumplió estrictamente, permitiendo que las mujeres participen de actividades
económicas y en casos muy restringidos de cierta injerencia política.

Durante la independencia, las mujeres aprovecharon el caos y la necesidad del


movimiento revolucionario de convocar a un sector más amplio de la sociedad para
intervenir activamente y desde diferentes frentes en este proceso. Entre los roles más
destacados que desempeñaron estuvieron: defensoras legales de su familia,
convocadoras de gente que se sume a la causa, espías e informantes, soldados e incluso
financiadoras de la causa.

En los primeros años de la República del Ecuador, se mantuvo una dinámica social
parecida a la de la colonia, solo que respondía a las ideologías e intereses económicos
de los criollos patriotas. Se mantuvo la opresión de indígenas y la exclusión de la mujer
y sectores populares de la política. Aunque se hizo énfasis en la necesidad de educar
formalmente a la mujer, el objetivo era hacerla útil para la República, como formadora
de ciudadanos modelo desde el seno del hogar. No se brindó educación técnica o
intelectual a la mujer.

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El rol que la sociedad le asignaba no cambió significativamente después de su
participación en la independencia, ya que, una vez retomado el control social, no se
reconocieron sus hazañas ni se la incluyó en la esfera pública, si no que más bien se
reprendió cualquier acción femenina fuera de la esfera privada. Pese a esto, después de
la independencia empezaron a surgir más mujeres librepensadoras en las clases altas,
que luchaban por abrirse espacio en la temprana sociedad ecuatoriana, probablemente
inspiradas por sus ancestras que dejaron como legado la memoria de que las mujeres sí
pueden ser sujetos históricos.

Las mujeres indígenas y mestizas, compartieron con los varones de su clase que fueron
obligados a participar de procesos históricos que no cambiaron en lo absoluto su
posición de oprimidos. Esta condición provocó que esta mujer se vea obligada a
involucrarse en actividades económicas y en algunos casos en procesos políticos de su
clase social. Su papel en la independencia fue clave, sin embargo, fue aún más
invisibilizado que el de la mujer de élite. El rol de la mujer proletaria en Ecuador no vario
mucho a lo largo del siglo XIX, ya que fue basado siempre en la doble opresión por ser
mujer y por no ser blanca, condición con la que luchamos hasta los días presentes.

Realizar esta monografía tuvo un gran significado para mí como mujer ecuatoriana, ya
que me permitió valorar los esfuerzos de cada mujer revolucionaria que luchó por abrir
espacios para nuestro género. Así mismo pude entender el origen de instituciones
antiguas que limitan la autodeterminación de las mujeres ecuatorianas y se mantienen
hasta nuestros días. Por último, pude darme cuenta de que por más que se intente
invisibilizar ciertas personas y procesos históricos, la memoria resiste y es semilla de
revolución.

Bibliografía
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Salvador Lara, J. (2010). Breve Historia Contemporánea del Ecuador. Bogotá: Fondo de
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