Spain">
Nothing Special   »   [go: up one dir, main page]

CaPA Granada Bloque 2 1

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 438

Catálogos de Paisajes

de Andalucía

Catálogo de paisajes de la
provincia de Granada

Bloque II: Cualificación


Estudio sobre literatura y paisaje en la provincia de Granada
Catálogo de Paisajes de la provincia de Granada (Archivo digital) / directores:
Florencio Zoido Naranjo y Yolanda Jiménez Olivencia; autores: VV.AA.- Sevilla:
Centro de Estudios Paisaje y Territorio, Consejería de Medio Ambiente y
Ordenación del Territorio, 2015.

268 p.: il. fot. col. map.

ISBN 978-84-606-6623-3

1. Paisaje. 2. Caracterización de paisajes. 3. Andalucía, Granada (provincia). 4.


Centro de Estudios Paisaje y Territorio. 5. Consejería de Medio Ambiente y
Ordenación del Territorio.
Autoría del Proyecto:
© Secretaría General de Ordenación del Territorio (SGOTU). Consejería de Medio Ambiente y Ordenación del
Territorio. Junta de Andalucía. 2014.
Universidad de Sevilla. Centro de Estudios Paisaje y Territorio (CEPT).

Dirección Facultativa:
Gonzalo Acosta Bono. Servicio de Planificación Regional y Paisaje. Consejería de Medio Ambiente y Ordenación del
Territorio.

Dirección Científica:
Florencio Zoido Naranjo. Director del CEPT.
Yolanda Jiménez Olivencia. IDR. Universidad de Granada.

Asesoramiento Científico:
Rocío Silva Pérez. Universidad de Sevilla.

Coordinación Técnica:
Jesús Rodríguez Rodríguez. Jefe de Estudios del CEPT.
Juan Vicente Caballero Sánchez. CEPT.

Coordinación Administrativa:
Carmen Venegas Moreno. Gerente del CEPT.

Responsables Equipos de Investigación:


Juan Vicente Caballero Sánchez. Geógrafo. CEPT.
Laura Porcel Rodríguez. Geógrafa.
Miguel Ángel Sánchez del Árbol Rodríguez. Geógrafo. Universidad de Granada.
Joaquín Susino Arbucias. Sociólogo. Universidad de Granada.

Investigadores:
Jorge Alcántara Manzanares. Biólogo. Universidad de Córdoba.
Manuel Alejandro Carmona Peláez. Geógrafo.
Rafael Camacho Muñoz. Sociólogo.
Beatriz Cazorla Martín. Socióloga.
Esperanza Estévez Toledo. Socióloga.
Lorena Fernández Gómez. Socióloga.
Nayla Denisse Fuster González. Socióloga.
Juan Garrido Clavero. Arquitecto.
María José Morillo Rodríguez. Socióloga.
Said Zoido Salazar. Biólogo. CEPT.

Asesoramiento Externo y Colaboradores:


Andrés Caballero Calvo. Geógrafo
Ángel Cazorla Martín. Sociólogo
Juan Fernández Lacomba. Pintor e Historiador del Arte. 1
César López Gómez. Geógrafo.
Carlos Parejo Delgado. Geógrafo.
CAPDEA

Edición:
Antonio Ramírez Ramírez. Geógrafo. CEPT.
Salud Moreno Alonso. Historiadora. CEPT.
CONTENIDOS

PRIMERA PARTE: ÍNFORME DE SÍNTESIS

0. INTRODUCCIÓN
0.1. Criterios metodológicos
0.2. Objetivo y alcance

1. SÍNTESIS POR PERIODOS HISTÓRICOS


1.1. Textos anteriores a 1500
1.2. Renacimiento y Barroco (1500-1699)
1.3. Barroco tardío e Ilustración (1700-1799)
1.4. Romanticismo y costumbrismo (1800-1899)
1.5. Generaciones del 98 y del 27 (1900-1940)
1.6. Postguerra y dictadura (1940-1974)
1.7. Transición democrática y finales del siglo XX (1975-1999)
1.8. Inicios del siglo XXI (2000-2013)

2. SÍNTESIS POR TERRITORIOS


2.1. Fuentes disponibles
2.2. Ciudad y Vega de Granada
2.3. Costa granadina
2.4. Poniente granadino
2.5. Altiplano de Guadix y Marquesado
2.6. Altiplano de Baza y comarca de Huéscar
2.7. Los Montes
2.8. Alpujarras y Valle de Lecrín
2.9. Sierra Nevada.

SEGUNDA PARTE: SELECCIÓN Y COMENTARIO DE TEXTOS

I. Ciudad y Vega de Granada


I.1. La representación literaria del carácter del paisaje (I):
siglos XIV – XVIII.
I.2. La representación literaria del carácter del paisaje (II):
Siglo XIX.
I.3. La representación literaria del carácter del paisaje (III):
siglos XX – XXI.
I.4. Atributos generales de la Vega de Granada. El agua y su
aprovechamiento (I).
I.5. Atributos generales de la Vega de Granada. El agua y su
aprovechamiento (II).
I.6. Atributos generales de la Vega de Granada. Abundancia y
diversidad.
I.7. Imagen de conjunto de la Vega de Granada.
I.8. Imagen interna de la Vega de Granada.
I.9. Imagen de conjunto de la ciudad de Granada.
I.10. Imagen interna de la ciudad de Granada (I): ríos y
fuentes.
I.11. Imagen interna de la ciudad de Granada (II): las
sensaciones.
I.12. Imagen interna de la ciudad de Granada (III): la huella de
la historia en el paisaje urbano.
I.13. Imagen interna de la ciudad de Granada (IV): la renovación
del paisaje urbano.
I.14. La Alhambra árabe y cristiana. Siglos XII-XVII.
I.15. La Alhambra decimonónica.
I.16. La Alhambra de la primera mitad del siglo XX.
I.17. La Alhambra en la segunda mitad del siglo XX e inicios del
siglo XXI.
I.18. Imagen de conjunto de La Alhambra.
I.19. Imagen interna de La Alhambra.
I.20. El barrio del Albaicín (I). Siglos XIV-XVIII.
I.21. El barrio del Albaicín (II). Siglo XIX.
I.22. El barrio del Albaicín (III). Primera mitad del siglo XX.
I.23. El barrio del Albaicín (IV). Finales del siglo XX e
inicios del siglo XXI.

II. Costa granadina.


II.1. La representación literaria del carácter del paisaje.
Siglos XIV al XVIIII.
II.2. La representación literaria del carácter del paisaje.
Siglos XX al XXI.
II.3. La evolución del paisaje agrario.
II.4. El proceso de urbanización turística y residencial.
II.5. Calas y acantilados.
II.6. La vega de caña de azúcar de Motril-Salobreña.
II.7. El Valle del Río Verde. 2
II.8. Salobreña.
II.9. Almuñécar.

III. Poniente granadino


III.1. La Tierra de Alhama (I). Representación literaria del
carácter del paisaje (ss. XIV-XXI).
III.2. La Tierra de Alhama (II). Zafarraya.
III.3. La Tierra de Alhama (III). Sierras de Almijara, Tejeda y
Alhama.
III.4. La Tierra de Alhama (IV). Imagen de conjunto de Alhama de
Granada.
III.5. La Tierra de Alhama (V). Imagen interna de Alhama de
Granada.
III.6. La Tierra de Alhama (VI). Baños árabes de Alhama de
Granada.
III.7. La Hoya de Loja (I). Representación literaria del
carácter del paisaje (ss. XVI-XXI).
III.8. La Hoya de Loja (II). Los Infiernos de Loja.
III.9. La Hoya de Loja (III). Riofrío.
III.10. La Hoya de Loja (III). Imagen de conjunto de la ciudad de
Loja.

IV. Altiplano de Guadix y Marquesado


IV.1. Altiplano de Guadix (I). Representación literaria del
carácter del paisaje (ss. XIX-XX).
IV.2. Altiplano de Guadix (II). Malas Tierras.
IV.3. Altiplano de Guadix (III). Vega de Guadix.
IV.4. Altiplano de Guadix (IV). Imagen de conjunto e imagen
interna de la ciudad de Guadix.
IV.5. Altiplano de Guadix (V). Imagen de conjunto del Barrio de
Cuevas.
IV.6. Altiplano de Guadix (VI). Imagen interna del Barrio de
Cuevas.
IV.7. Marquesado del Zenete (I). Representación literaria del
carácter del paisaje (ss. XIX-XX).
IV.8. Marquesado del Zenete (II). El paisaje agrario.
IV.9. Marquesado del Zenete (III). El paisaje urbano.
IV.10. Marquesado del Zenete (IV). El castillo de La Calahorra.

V. Altiplano de Baza y comarca de Huéscar


V.1. Altiplano de Baza y comarca de Huéscar. La representación
literaria del carácter del paisaje (ss. XIX-XX).
V.2. Altiplano de Baza (I). Evolución de los usos en la Sierra
de Baza.
V.3. Altiplano de Baza (II). El paisaje vegetal de la Sierra de
Baza.
V.4. Altiplano de Baza (III). Rambla del Espartal.
V.5. Altiplano de Baza (IV). La Sierra de Jabalcón.
V.6. Altiplano de Baza (V). El embalse de Negratín.
V.7. Altiplano de Baza (VI). La Vega de Baza. 3
V.8. Altiplano de Baza (VII). La ciudad de Baza.
V.9. Altiplano de Baza (VIII). Cuevas de Cúllar Baza.
V.10. Altiplano de Baza (IX). Hábitat tradicional diseminado de
la Sierra de Baza.
V.11. Comarca de Huéscar (I). Sierra de La Sagra.
V.12. Comarca de Huéscar (II). Sierra de Castril.
V.13. Comarca de Huéscar (III). Los yacimientos paleontológicos.
V.14. Comarca de Huéscar (IV). Imagen de conjunto e imagen
interna de Castril.
V.15. El almendro en el Altiplano de Baza y la comarca de
Huéscar.

VI. Los Montes.


VI.1. Montes Occidentales (I). Cambios en el paisaje en los ss.
XIX y XX.
VI.2. Montes Occidentales (II). Paisajes del agua.
VI.3. Montes Occidentales (III). La Peña de los Gitanos.
VI.4. Montes Occidentales (IV). El paisaje agrario.
VI.5. Montes Occidentales (V). El paisaje urbano.
VI.6. Montes Occidentales (VI). Imagen de conjunto e imagen
interna de Montefrío.
VI.7. Montes Orientales (I). Atributos generales del carácter
del paisaje.
VI.8. Montes Orientales (II). El paisaje agrario.
VI.9. Montes Orientales (III). El paisaje urbano.
VI.10. Espacios de religiosidad popular en Los Montes.

VII. Alpujarras y Valle de Lecrín


VII.1. Alpujarra Alta (I). Visiones del carácter del paisaje
hasta finales del s. XX.
VII.2. Alpujarra Alta (II). Visiones del carácter del paisaje
desde finales del s. XX.
VII.3. Alpujarra Alta (III). El paisaje agrario.
VII.4. Alpujarra Alta (IV). Imagen externa de los núcleos.
VII.5. Alpujarra Alta (V). Imagen interna de los núcleos.
VII.6. Alpujarra Baja (I). Sierra de la Contraviesa.
VII.7. Alpujarra Baja (II). Los alcornocales meridionales.
VII.8. Alpujarra Baja (III). El paisaje agrario.
VII.9. Valle de Lecrín (I). Visiones del carácter del paisaje
(ss. XVIII-XXI).
VII.10. Valle de Lecrín (II). El paisaje agrario.

VIII. Sierra Nevada.


VIII.1. Siglos XII-XVIII.
VIII.2. Siglo XIX (I). Naturalistas y montañeros.
VIII.3. Siglo XIX (II). Viajeros románticos.
VIII.4. Siglo XIX (III). El Diccionario de Madoz.
VIII.5. Siglo XX (I). El modernismo literario y Sierra Nevada.
VIII.6. Siglo XX (II). Los penibetistas.
VIII.7. El siglo XX (III). Visiones poéticas de Sierra Nevada en
la segunda mitad del siglo. 4
VIII.8. Visiones científicas de Sierra Nevada (finales del s. XX
y principios del s. XXI).
VIII.9. Las cumbres del Mulhacén y el Veleta.
PRIMERA PARTE. INFORME DE SÍNTESIS.

5
0. INTRODUCCIÓN
Se abordan en este apartado los aspectos metodológicos del estudio,
incluyendo referencias al universo de datos y fuentes consultadas y a
los criterios particulares de selección aplicados.

El estudio sobre literatura y paisaje en la provincia de Granada ha


tenido como punto de partida la búsqueda y/o clasificación de las
fuentes para la realización del catálogo, incluyendo las fuentes
documentales y bibliográficas a partir de las cuales se acota el
universo de obras a analizar y, posteriormente, se establece una
selección definitiva de referencias literarias.

0.1. Criterios metodológicos


Este inventario ha tenido como primer criterio metodológico el de
entenderse como una muestra amplia de textos que hacen referencia a
hitos, paisajes o itinerarios de la provincia de Granada que, sin
ánimo de exhaustividad, permiten realizar un reconocimiento preliminar
de los contenidos y tendencias generales apreciables en la
representación artístico-literaria de los paisajes provinciales. Se
han analizado tanto obras literarias originales en sus diversos 6
géneros (prosa, poesía, ensayo,…) como obras científicas y de
divulgación con valor literario e interés paisajístico (artículos
periodísticos, diccionarios geográficos e históricos, guías de viajes,
etc.). Este inventario se ha completado para las etapas históricas más
alejadas del momento actual con obras de Historiografía local tanto
antiguas como contemporáneas, y con ensayos/novelas contemporáneas
sobre épocas pasadas.

La recopilación inicial de textos ha empleado un segundo criterio de


búsqueda y clasificación. Se ha tratado de lograr una selección de
textos de valor literario de diferentes etapas históricas, de manera
que pueda observarse la evolución del interés por los paisajes y los
diferentes territorios de la provincia de Granada a lo largo del
tiempo y por su interpretación. En concreto, la relación paisaje-
literatura ha sido abordada siguiendo la secuencia lógica desde los
tiempos más alejados sobre los que existen referencias hasta la
contemporaneidad. Para ello, se han contemplado los siguientes
periodos históricos:

• Textos anteriores a 1500.


• Renacimiento y Barroco (1500-1699)
• Barroco tardío e Ilustración (1700-1799)
• Romanticismo y costumbrismo (1800-1899)
• Generaciones del 98 y del 27 (1900-1939)
• Postguerra y Dictadura (1940-1975)
• Transición democrática y finales del siglo XX (1976-1999)
• Inicios del siglo XXI (2000-2013)

Un tercer criterio, que completa los anteriormente mencionados, ha


sido el que exista una adecuada proporcionalidad en términos
territoriales de los temas, elementos o espacios de interés
paisajístico que han sido objeto de una mayor atención por parte de
literatos. Para garantizar la adecuada representatividad territorial
del muestreo de textos, la provincia de Granada ha sido dividida en
los siguientes ámbitos o referentes territoriales para el inventario y
la selección de citas literarias:

• Ciudad y Vega de Granada.


• Costa granadina.
• Poniente granadino.
• Altiplano de Guadix y Marquesado.
• Altiplano de Baza y comarca de Huéscar.
• Los Montes.
• Alpujarras y Valle de Lecrín.
• Sierra Nevada.

Un cuarto criterio tenido en consideración ha sido proceder a una


estructura clasificatoria para la selección y el análisis de las
referencias literarias, buscando una selección equilibrada entre las
siguientes categorías:

• Paisajes de dominante natural (sierras, espacios forestales,


espacios agrestes o escasamente poblados, riberas fluviales,
espacios adehesados…). 7
• Paisajes de dominante agraria (imágenes donde los usos y
construcciones relacionadas con los usos agrícolas y ganaderos
constituyan el objeto principal de la representación).
• Paisajes de dominante urbana (imágenes de conjunto, itinerarios
de aproximación a los núcleos urbanos, visión en perspectiva, de
las calles, de elementos pintorescos de las viviendas,
vegetación urbana,…).

0.2. Objetivo y alcance


El presente estudio, partiendo de la identificación, recopilación y
análisis de un conjunto de referencias literarias relativas a los
paisajes de la provincia de Granada, es la base documental para
abordar distintos objetivos operativos del Catálogo que se pretende
implementar, entre los que cabe consignar:

1) El reconocimiento del proceso de construcción icónica de


determinados referentes paisajísticos de la provincia de Sevilla
a partir de textos literarios de diversa índole que han ido
consolidando su percepción y valoración por parte de la
sociedad.

2) La ilustración del proceso de caracterización paisajística del


Catálogo, incorporándose algunas de los textos seleccionados
como referencias o citas de autoridad en las fichas y materiales
destinados a la descripción sintética del carácter de los
distintos tipos o sectores paisajísticos provinciales
identificados.
3) La selección de determinados paisajes sobresalientes y
singulares de la provincia de Granada, reconociendo su
integridad histórica y su pervivencia temporal como elementos o
espacios icónicos de la provincia.

4) La identificación de rasgos o situaciones paisajísticas


socialmente apreciadas que deben ser debidamente considerado a
la hora de establecer mecanismos de protección, gestión y
ordenación.

8
1. SÍNTESIS POR PERIODOS HISTÓRICOS

1.1. Textos anteriores a 1500


La pervivencia del reino nazarí de Granada hasta aproximadamente esta
fecha ha dejado una fuerte impronta en el paisaje provincial, ya que
Granada fue durante siglos la capital del único territorio bajo
dominio de los árabes, mientras que el resto de la Península Ibérica
había sido conquistada por los castellanos.

El paisaje heredado, como casi en ninguna otra provincia andaluza,


tiene raigambres árabes en la mayoría de las localidades de la
provincia de Granada. Y este paisaje comprende tanto las vegas regadas
como los secanos abancalados o los cascos antiguos de los núcleos de
población.

Para el conocimiento de estos paisajes fósiles durante la etapa que


tuvieron mayor esplendor, en tiempos del reino nazarí, se dispone cada
vez en mayor medida de las traducciones de los libros de viajes de
geógrafos musulmanes que los describieron.

Una de las primeras traducciones divulgadas de estos autores fue la de


Francisco Javier Simonet (1829-1897) Descripción del Reino de Granada
bajo la dominación de los nazaritas, sacada de los autores arábigos
(1860). Citas de estos autores se encuentran también en obras más 9
recientes como las diversas publicaciones de rutas históricas de la
Fundación Legado Andalusí.

Las principales traducciones consultadas para la elaboración del


Catálogo de Literatura y paisaje en la provincia de Granada, han sido
las siguientes: Al Idrisi (1100-1166). Descripción de España (1153);
Ibn Jatib (1313- 1374). Por los caminos de Al Andalus (1349-1350).
Historia de los Reyes de la Alhambra: El resplandor de la luna llena
(1351); Ibn Battuta (1304-1369). A través del Islam (1354); Ibn Zamrak
(1333-1394). Poema epigráfico de la Sala de Dos Hermanas (Siglo XIV);
Al-Zuhri, (Siglo XII). Viaje a España, (1137); y Al Azdi (Siglo XIII).
Solayr.

A ello hay que añadir un ingente número de estudios historiográficos


realizados desde la segunda mitad del siglo XX sobre el reino de
Granada en su conjunto, y para cada comarca y localidad de la
provincia en particular, que permiten la reconstrucción de este
paisaje histórico. Al respecto hay que señalar, por ejemplo, el
funcionamiento del Centro de Estudios del Reino de Granada (desde el
año 1910) y la Escuela de Estudios Árabes –Centro Superior de
Investigaciones Científicas (desde el año 1932). Además, recientemente
se viene trabajando desde la Universidad de Granada en nuevas líneas
de investigación como la de Arqueología del Paisaje medieval. Línea
que ha cobrado especial relevancia en los últimos años, con el gran
desarrollo de las nuevas tecnologías de la información. Ejemplo de
ello es el grupo de investigación THARG (Toponimia, Historia y
Arqueología del Reino de Granada), que viene aportando interesantes
novedades al debate historiográfico que historiadores, arqueólogos,
geógrafos y otros especialistas mantienen con respecto a las
relaciones entre historia y paisaje.
1.2. Renacimiento y Barroco (1500-1699)

Para el Catálogo de Literatura y Paisaje de la provincia de Granada se


han consultado varias obras que ilustran el periodo posterior a la
conquista castellana: el de la convivencia entre cristianos y moriscos
hasta la definitiva expulsión de éstos.

Durante este periodo se va moldeando la visión de la Granada morisca y


del “moro granadino” como idealización o país literario. Esta visión
embellecida de la Granada morisca y de las proezas y malandanzas de su
nobleza de fines de la Edad Media y principios de la Edad Moderna, se
produce en una circunstancia concreta de la historia de España: las
luchas de moros y cristianos durante varios siglos en torno al Reino
de Granada. Y es que el contacto secular y prolongado entre dos
civilizaciones tan diferentes deja una huella en la producción
literaria que se ha mantenido incluso hasta la novela histórica
contemporánea.

Sus orígenes se encuentran antes, en los romances fronterizos de los


siglos XIV y XV. Pero será entre 1500 y 1700 cuando se produzca el
10
interés literario por la belleza de la ciudad de Granada y otras
comarcas como la Alpujarra, así como sobre sus paisajes y costumbres
moriscas. Los autores de esta época se verán atraídos por el recuerdo
idealizado de una capital nazarí, en que se desplegaba una vida de
lujo y refinamiento superior a la de los reinos cristianos. En
definitiva, Granada interesará por ser distinta, ya que en ella
florecían formas de vida y arte que no eran europeas.

En el Siglo de Oro al romance fronterizo le sucederá el género


literario morisco. Y este género literario es el que aporta más
valiosa información para la reconstrucción de los paisajes del pasado
en la provincia granadina. La historia del Abencerraje y la hermosa
Jarifa (hacia 1550) es la primera novela morisca que trata el paisaje
de Granada y, posiblemente, la más característica y más pura de
cuantas se han escrito.

Dentro de la novela histórica aparecen también otras obras clásicas


como Guerras civiles de Granada (Ginés Pérez de Hita 1595) y Segunda
Parte de las Guerras Civiles de Granada, del mismo autor (1619);
Guerra de Granada, de Diego Hurtado de Mendoza, escrita antes de 1577,
aunque la primera edición es de 1627; La Austríada (Juan Rulfo, 1584)
y la crónica de Luis del Mármol Carvajal Historia de la rebelión y
castigo de los moriscos de Granada, (1600), así como la obra dramática
de Calderón de la Barca El Tuzaní de la Alpujarra (1633).

Otras obras historiográficas se han utilizado para el estudio sobre


literatura y paisaje en la provincia de Granada, que tienen más la
condición de ensayos que de novelas. Se trata de aquéllas que poseen
descripciones puntuales de interés paisajístico: Grandezas y cosas
notables de España. Libro Segundo (Pedro de Medina, 1595); Anales de
Granada. Descripción del reino y la ciudad de Granada (1588-1646), de
Antonio Henríquez de Jorquera; Antigüedad y excelencia del Reino de
Granada, (Francisco Bermúdez de Pedraza, 1608) e Historia eclesiástica
de Granada, del mismo autor (1638), y el Viaje por España, (1526) de
Andrea Navagero (1483-1529)

A ellas hay que añadir algunos libros de este periodo que tratan sobre
territorios concretos de la provincia de Granada. Entre ellos se
pueden citar Historia de las antigüedades y excelencias de la villa de
Motril (Tomás Aquino y de Mercado, 1600) y, sobre el altiplano
granadino, la obra de Pedro Suárez Historia del obispado de Guadix y
Baza, (1696). Sobre las Alpujarras tiene interés, para este periodo,
una monografía reciente: Las Alpujarras a principios del siglo XVII:
El manuscrito Domecq-Zurita de 1605 (2003)

1.3. Barroco tardío e Ilustración (1700-1799)

Siguiendo la moda imperante en Europa desde la publicación por el


barón de Montesquieu de las Cartas Persas (1721), imitadas en España
por las Cartas Marruecas (1774) de José Cadalso, comienzan a editarse
en esta época los primeros libros de viajes que recorren la provincia
granadina y describen sus paisajes con espíritu científico. El libro
más conocido para este periodo es el Viaje por España (1795), de
Antonio Ponz.

Otra obra de referencia es la publicada por José Antonio Navarro 11


(1739-1796): Viajes de un naturalista ilustrado por los reinos de
Granada y Murcia (1789). Este libro ofrece un recorrido más breve por
el altiplano granadino, desde el que se interna hacia la provincia de
Almería.

Otras fuentes de información para el conocimiento de los paisajes del


siglo XVIII en la provincia de Granada son los Catastros y
Diccionarios Ilustrados, que mezclan información histórica, geográfica
y estadística. Las respuestas municipales al Catastro del Marqués de
Ensenada (1752) son las contestaciones a 40 preguntas acerca de todo
lo concerniente a cada población: Nombre, lugar, extensión, limites,
aguas, tierras, propietarios, bienes de la Iglesia, bienes propios,
industriales, ganado, vecinos residentes y casas, etc. Dichas
respuestas municipales están disponibles como recurso electrónico en
la página web de la Dirección General del Catastro del Ministerio de
Hacienda. Éste, a través de la editorial "Alcabala del Viento" ha
publicado las Respuestas Generales del Catastro de Ensenada para los
siguientes municipios granadinos: Granada (Antonio Domínguez Ortiz,
1987), Fuente Vaqueros (1989), Baza (Gabriel Cano García, 1990),
Guadix (Juan Gámez Navarro, 1990), Lanjarón (Aurelio López Barajas,
1992), Montefrío (Rafael G. Peinado Santaella, 1995). Además hay que
mencionar el estudio de Salvador Raya Retamero Alhama y el Catastro de
Ensenada de 1752 (1997) y la página web adurcal.com para las
respuestas de los municipios del Valle de Lecrín (2002).

Entre los diccionarios hay que citar el Diccionario Geográfico e


histórico de España. Provincia de Granada (1756), de Tomás López y
Machuca. A éste cabe añadir el libro del médico Francisco Fernández
Navarrete Cielo y Suelo Granadino (1732) y algunas obras de interés
para el ámbito local, tales como Noticias históricas de la insigne,
fuerte y célebre villa de Moclín (Fray Francisco Ferrón Martínez,
1751) o la Geographia histórica de Pedro Murillo Velarde (1752).

1.4. Romanticismo y costumbrismo (1800-1899)

Una primera obra relevante para este periodo es el Viaje a Andalucía.


Historia Natural del Reino de Granada 1804-1809, del naturalista Simón
de Rojas Clemente Rubio (1777-1827). Se trata de un recorrido extenso
por las provincias de Málaga, Granada y Almería, con una descripción
muy detallada de los diferentes lugares y comarcas de la provincia
granadina. Es una obra indispensable para conocer la evolución de los
paisajes naturales de la provincia.

Las descripciones de los viajeros románticos extranjeros que


recorrieron la provincia de Granada han sido recopiladas, para la
mayoría de las comarcas, por la doctora en filología inglesa Maria
Antonia López Burgos en las siguientes publicaciones: Granada como
tema literario en los viajeros ingleses del siglo XIX (1980); Por los
caminos del Poniente granadino. Relatos de viajeros durante el siglo
XIX (1998); Por las rutas de Baza (2000); Guadix y su comarca. Relatos
de Viajeros (2000); Granada, Relatos de viajeros ingleses (1800-1830);
Granada, Relatos de viajeros ingleses (1830-1843); Granada, Relatos de
viajeros ingleses (1843-1850) (2001); Granada, Relatos de viajeros
ingleses (1860-1870) (2003) y Viajeras en la Alhambra (2007). Otra
autora que ha recopilado estas crónicas para Granada ciudad y su 12
entorno ha sido la historiadora Cristina Viñes Millet: Granada en la
literatura romántica española (1995); Granada en los libros de viaje
(1982, reeditado en 1999) y La Alhambra que fascinó a los románticos
(2007).

De entre estos viajeros extranjeros hay que destacar la figura del


hispanista estadounidense Washington Irving (1783-1859), que nos dejó,
entre otras descripciones de interés paisajístico, Cuentos de la
Alhambra (1828), Diarios (1828-1829) y Crónicas Moriscas o Crónicas de
la Conquista de Granada (1831).

Entre los muchos otros viajeros que dejaron plasmadas sus impresiones
en libros específicos hay que mencionar, entre los autores
extranjeros, a Henry David Inglis (Granada en 1830, 1831); Richard
Ford (Manual para viajeros por España y lectores en casa, 1844); Lady
Tenisón (Granada, 1853); Hans Christian Andersen (Viaje por España,
1863); Théophile Gautier (Viaje a España, 1843), y Charles Davillier y
Gustave Doré (Viaje por España, 1874). Y entre los autores locales
cabe citar a Domingo Manuel Lafuente Alcántara (Libro del viajero en
Granada, 1843), Pedro Antonio de Alarcón (Viajes por España, 1883) y
Manuel Gómez Moreno (Guía de Granada, 1892).

Siguiendo la tradición de los libros de viajes realizados por


naturalistas, en el siglo XIX visitan la provincia de Granada varios
científicos que aportan algunas de las primeras descripciones de sus
paisajes naturales. El primero de ellos es Carlos Edmundo Boissier
(1810-1885), cuyas impresiones quedan plasmadas en su obra Viaje
botánico por el Sur de España (1837).

Décadas más tarde, el botánico Maurice Willkomm (1821-1895) recorre la


Península Ibérica, y sus vivencias quedan reflejadas en un primer
libro, Dos años en España y Portugal (1847); después realiza otros dos
viajes a la provincia granadina -en los años 1850 y 1873-, que están
descritos en su libro Las Sierras de Granada (1882). Se editan ahora
también otros dos interesantes libros de viajes de estas mismas
características: el de Antonio Rubio (Del mar al cielo. Crónica de un
viaje a Sierra Nevada, 1881); y el de Johanes Justus Rein (Aportación
al estudio de Sierra Nevada, 1899).

Además, al final del siglo XIX se pone de moda el excursionismo


cultural a Granada capital y sus alrededores. Como consecuencia de
ello se editan varias guías con descripciones de los paisajes de la
época. Entre ellas, La ciudad de Granada (descripción y guía) (Luis
Seco de Lucena, 1884); Guía de Granada (Tomás de Escalada 1889); Guía
de Granada (Francisco de Paula Valladar, 1890) y Guía de Granada
(Manuel Gómez Moreno, 1892).

Junto a los libros de viajes y guías antes comentados, se publican


varios diccionarios geográfico-histórico-estadísticos, que son
fundamentales para la reconstrucción de los paisajes históricos de los
diferentes lugares y comarcas de la provincia de Granada.

El primero de ellos es el de Sebastián de Miñano (Diccionario


geográfico-estadístico de España. 1826) A éste le sigue el de Pascual
Madoz (Diccionario geográfico estadístico histórico de la provincia de
Granada, 1845-1850). Para las últimas décadas de este siglo cabe
señalar las descripciones presentes en dos libros: el de Juan de Dios 13
De La Rada y Delgado (Crónica de la provincia de Granada, 1869) y el
del periodista gaditano Augusto Jerez Perchet (Granada pintoresca,
1885).

Descendiendo a menor detalle, las descripciones de los viajeros


románticos del siglo XIX aportan también una valiosa información para
conocer los paisajes de los alrededores de los caminos más
transitados, es decir, las hoyas de Loja y Granada para el itinerario
Sevilla-Granada; la Tierra de Alhama, para el itinerario Málaga-
Granada, y los altiplanos de Guadix y Baza, para el itinerario Levante
español-Granada.

Fuera de estos itinerarios, las Alpujarras y Sierra Nevada son, con


diferencia, los otros lugares más visitados de la provincia de
Granada. El paisaje de la Alpujarra granadina es descrito en capítulos
específicos de libros de viajeros de la época como Gazpacho o meses de
verano en España (William G. Clark, 1801), La Bíblia en España (George
Borrow, 1843) y Don Gitano (Walker Starkie 1843). Charles Didier
publica La Alpujarra y Sierra Nevada (1845) y el escritor costumbrista
guadijense Pedro Antonio de Alarcón escribe poco más tarde su ya
clásico libro de viajes La Alpujarra (1872), al que hay que añadir el
curioso libro del médico Francisco Olóriz Aguilera Diario de la
expedición antropológica a la Alpujarra en 1894.

La Hoya de Guadix es otro paisaje sobre el que existe cierta


producción literaria a finales del siglo XIX, ya que en ella se sitúan
los personajes de algunas novelas de Pedro Antonio de Alarcón, natural
de esta localidad, como El sombrero de tres picos (1874) y El niño de
la bola (1880).
Por lo que se refiere a Granada capital, la reflexión sobre sus
paisajes se convierte en nuevo motivo de inspiración literaria. Este
fenómeno se produce en un ambiente de efervescencia cultural, en que
se suceden corrientes culturales como el romanticismo, el costumbrismo
y el modernismo, aparecen nuevos periódicos y revistas (El Defensor de
Granada, La Alhambra, etc.) y se crean instituciones que promueven una
intensa vida cultural. Entre las obras más representativas de este
periodo cabe citar la de Salvador Rueda Granada y Sevilla,
bajorrelieves (1890), en clave modernista, y los libros de Ángel
Ganivet Granada la bella (1896) y Libro de Granada (1899).

Asimismo, el género de la novela histórica, prácticamente desaparecido


desde el siglo XVII, resucita a lo largo del siglo XIX. Y tiene su
tema predilecto, como dos siglos atrás, en los últimos años del reino
árabe nazarí. Entre las producciones de esta época se pueden nombrar
los siguientes autores y obras: Florián Caballero (Gonzalo de Córdoba
o la conquista de Granada, 1804); Washington Irving (Cuentos de la
Alhambra, 1828, e Historia de la conquista de Granada, 1831);
Francisco Martínez de la Rosa (Aben Humeya, 1830 e Isabel de Solís.
Reina de Granada, 1837); Manuel Fernández y González (La Alhambra,
leyendas árabes, 1850 y Los monfíes de las Alpujarras, 1856);
Francisco Javier Simonet (Cuatro leyendas históricas árabes, 1858);
Pedro Antonio de Alarcón (Moros y cristianos, 1880) y Emilio Cautelar
(El suspiro del moro, 1885). Incluso hay espacio también para la
poesía histórica, en la que destaca, por ejemplo, José Zorrilla
(Granada, 1852). 14

1.5. Generaciones del 98 y del 27 (1900-1939)

La intensa vida cultural de Granada capital se mantiene en las


primeras décadas del siglo XX. En este contexto se publican algunas
pequeñas obras que constituyen hondas reflexiones literarias sobre los
paisajes de Granada capital, como las de Juan Ramón Jiménez (Olvidos
de Granada, 1924-1928), Federico García Lorca (Impresiones y paisajes,
1918 y Granada, paraíso cerrado para muchos, 1928), Santiago Rusiñol
(Oraciones, 1897), Rafael Murciano (Mirando a la nieve, 1916) y
Armando Palacios Valdés (Los cármenes de Granada, 1929).

Al mismo tiempo, con la moda del excursionismo y los viajes se


publican nuevas guías sobre la ciudad, como las de Francisco de Paula
Valladar (Guía de Granada, 1906) y las de Gregorio Martínez Sierra
(Granada, guía emocional, 1910).

Una novedad de este periodo son los textos de literatos y viajeros a


Sierra Nevada, los llamados penibetistas, que se interesan también por
los paisajes de las comarcas limítrofes (Las Alpujarras, Altiplano de
Guadix y Marquesado del Zenete). Cabe destacar la labor de dos
viajeros y excursionistas. El primero de ellos es el alicantino
Eduardo Soler y Pérez (1845-1907), miembro de la Real Sociedad
Geográfica. Es autor de dos textos que combinan las crónicas
naturalistas con los postulados de la geografía moderna, combinando el
trabajo de campo con las primeras cartografías oficiales: “Guadix.
Notas de viajes por España”, publicado en Revista Contemporánea (1903)
y “Las Alpujarras y Sierra Nevada”, publicado en el Boletín de la Real
Sociedad Geográfica Española (1906).
El segundo es Fidel Fernández Martínez (1890-1942). Fue médico,
académico de Bellas Artes y de Medicina, conservador de la Alhambra y
apasionado penibetista, como se llamaba entonces al aficionado
excursionista y alpinista de Sierra Nevada. Se trata de un personaje
clave para el conocimiento y divulgación de los valores naturales y
paisajísticos de Sierra Nevada y la Alpujarra. Puso de moda las
excursiones y estancias en albergues en las altas montañas de Granada
que, hasta entonces, eran casi desconocidas. Publicó el libro Sierra
Nevada (1931), fruto de sus múltiples viajes por la zona, y un amplio
reportaje periodístico sobre las comarcas de Guadix y el Marquesado,
titulado Guadix en la revista Blanco y Negro (1934). Recientemente se
ha editado una recopilación de otros cincuenta artículos que no
figuraban en la anterior obra, con el título Sierra Nevada: Estudios,
Descripciones y Leyendas (1996).

En estos años se llevan a cabo los primeros libros de viajes a algunas


de las sierras granadinas que hoy son parques naturales. El
naturalista alemán G. W. Dedem escribe la obra Geología de la Sierra
de Tejeda (CSIC, 1935). Cabe citar también las aportaciones de
Salvador Rivas Goday (Excursiones botánicas a la Sierra de Baza y
Zújar, 1937-1941) y Eduardo Reyes Prosper (Las estepas granadinas,
1915). Además, destaca, para el altiplano granadino, la publicación,
por el cronista e historiador Luis Magaña Visual, del primer tomo de
Baza Histórica (1927), que se apoya en otras dos obras históricas ya
mencionadas.
15
Por último, cabe reseñar que en este periodo se siguen publicando
libros de viajes escritos por autores extranjeros. Cabe citar a este
respecto dos obras significativas: La senda gitana. Viaje por
Andalucía y otras riberas del Mediterráneo (Irving Brown, 1924), que
presta atención al paisaje troglodita del altiplano de Guadix; el
segundo es Don Gitano (1936), obra del cónsul irlandés Walter Starkie.

1.6. Postguerra y dictadura (1940-1974)

Los libros de literatos y viajeros son relativamente escasos en este


periodo. Una obra fundamental es La España del Sur (1958), del
geógrafo francés Jean Sermet. En cuanto a literatura de viajes,
destacan dos libros, los de Ciro Bayo (Lazarillo español, 1945) y
Emilio García Gómez (Silla del moro y nuevas escenas andaluzas, 1954).
En relación con los paisajes naturales, se publican Estudios sobre la
vegetación y fauna de las sierras de Tejeda y Almijara (1946), de
Modesto Laza Palacios, Etnobotánica de Sierra Nevada (1953), de Pierre
Quezel y Distribución de la vegetación potencial de la provincia de
Granada (1971), del catedrático de botánica de la Universidad de
Granada Salvador Rivas Goday. En el campo científico, en el año 1971
se inicia la revista Cuadernos Geográficos de la Universidad de
Granada y Joaquín Bosque Maurel, su impulsor, publica una obra
geográfica ya clásica, Granada la tierra y sus hombres, reeditada en
1999.

El turismo se irá convirtiendo en el principal impulso para la


proliferación de nuevas publicaciones relacionadas con el paisaje de
la ciudad de Granada. Cabe citar las promovidas por el Ministerio de
Turismo en su colección de temas españoles: Granada (1955), de
Francisco Peramós y Guía de Granada (1969) de Maria José Arredondo
Piedra. Se editan también las primeras guías turísticas modernas como
las de Antonio Gallego Burín (Granada, guía del viajero, 1946,
reeditada en 1950 y 1965), Francisco Sordo (Granada, 1964), y las de
Francisco Prieto Moreno (Los jardines de Granada, 1952, y Guía de
Granada, 1966).

Tras un paréntesis de un cuarto de siglo, comienzan a aparecer nuevas


reflexiones literarias sobre los paisajes de la ciudad de Granada.
Cabe destacar las de Marino Antequera (Guía breve de Granada, 1954;
Unos días en Granada, 1987), Juan Luís Seco de Lucena (Cármenes de
Granada, 1971; La Alhambra de Granada, 1972); Guía de Granada, 1973;
Cercas y puertas árabes de Granada, 1974); Julio Belza (Fuentes de
Granada, 1971; Las calles de Granada, 1953; El agua en Granada, 1974),
Luis Ladrón de Guevara (Plazas de Granada, 1972) y Francisco Izquierdo
(Guía Secreta de Granada, 1977). Desde una perspectiva muy distinta,
cabe añadir la novela de la escritora francesa J. Saint-Marcoux La
guitarra andaluza (1959), ambientada en el Albaicín.

Los paisajes de la costa granadina de la época son retratados de


manera inmejorable en dos novelas con un estilo entre el costumbrismo
y el realismo social: Zafarí. Novela granadina de costumbres (1942),
de Pedro Barragán y El barranco de los gitanos (1958), de Fernando
Robles. Poco después se publica el relato de Juan Goytisolo Fin de
fiesta (1962), que también trata la costa granadina. Asimismo, se
publican en este periodo las primeras guías turísticas, como las de
Eduardo Roca Roca (Estudio turístico de la Costa del Sol de Granada, 16
1967) y Andrés Soria (La Costa del Sol granadina, 1970).

En lo que se refiere al Poniente granadino, se edita en este periodo


Tierra de olivos (1964), un curioso libro de viajes que incluye
descripciones de la Hoya de Loja y Los Montes, obra del novelista
Antonio Ferrés. Justo al norte, hay que señalar una de las pocas
novelas que describe los paisajes de los montes orientales, La mina
(1960), de Armando López Salinas. Y, en el terreno académico, cabe
citar el trabajo del profesor R. Lhenaff El polje de Zafarraya (1968).

Para las comarcas del Altiplano de Guadix y Marquesado destacan el


trabajo de Juan Dantín Cereceda Aspectos geográficos de las vegas
interiores granadinas (1942) y las descripciones del ya citado libro
de Jean Sermet La España del Sur (1958). Además, Miguel Rodríguez
Pastor publica una interpretación de la influencia del paisaje de
cárcavas sobre los habitantes de la ciudad de Guadix, titulada El
misterio de Guadix (1960).

Para la comprensión de los paisajes de Las Alpujarras resulta


fundamental la lectura de un nutrido número de obras, hoy ya clásicas,
publicadas en este periodo. Entre ellas, los ensayos de Manuel Gómez
Moreno (La Alpujarra, 1951), Gerald Brenan (Al sur de Granada, 1957),
Jean Christian Spanhi (La Alpujarra: La Andalucía secreta, 1959),
Miguel Carrascosa (A las puertas de las Alpujarras, 1960), el médico
colombiano Harold López (España desconocida. La Alpujarra: rincón
misterioso, 1967), y, sobre todo, la profunda interpretación de un
paisaje civilizado de montaña que realiza el novelista granadino
Francisco Izquierdo (El apócrifo de la Alpujarra Alta (1967), con la
que obtuvo el Premio Nacional de Literatura.
Además, se publican varios libros de poesía que evocan magistralmente
sus paisajes rurales: Raíces y tierra (1959), de Francisco Gil
Craviotto; Romancero alpujarreño (1963), de Enrique Morón; y, de
Rafael Gómez Montero, Granada, bronce y nieve (1960) y Cancionero
alpujarreño (1971). Otra obra de interés es la colección de artículos
escritos por Juan Aparicio, Cartas desde la Penibética, publicados en
el diario La Vanguardia (años 1966-1967). A ellos se pueden añadir la
colección de artículos de viajes escritos por el novelista balear
Baltasar Porcel, titulados Lección de ortografía penibética. Los
Trabajos y los días (Diario La Vanguardia, 1964-1967). Con un carácter
más científico se publican también las investigaciones del profesor
Francisco Villegas Molina (El Valle de Lecrin. Estudio Geográfico,
1972) y de R. Lhenaff (Estudio geomorfológico del Valle de Lecrín,
1973).

1.7. Transición democrática y finales del siglo XX (1975-


1999)

El género literario de viajes alternará en este periodo con las


publicaciones destinadas a una divulgación fácil y amena -a través de
coleccionables de periódicos- y con las publicaciones de divulgación
científica. Para el presente estudio sobre literatura y Paisaje en la
provincia de Granada se ha utilizado el libro del crítico literario
Federico Fernández Cañete Retorno a Granada (1989), representativo del 17
primero de estos géneros; los fascículos redactados por el novelista
Francisco Izquierdo sobre cada comarca granadina para el coleccionable
del diario Ideal Tu tierra, tu gente. Comarcas de Andalucía de la A a
la Z. (1992-1993); y la obra colectiva coordinada por Manuel Titos
Martínez Nuevos paseos por Granada y sus contornos (1993), que es un
buen ejemplo de divulgación científica del paisaje provincial.

En este periodo cabe destacar diversas iniciativas editoriales:

• La colección Sierra Nevada y la Alpujarra de la Obra Social Caja


Granada. Consta de 25 libros clásicos y difíciles de encontrar
sobre ambas comarcas, que fueron reeditados entre 1990 y 2000
bajo la coordinación de Manuel Titos Martínez.
• La colección Tierras del Sur (Universidad de Granada), iniciada
en 1991, con una veintena de títulos sobre la organización del
espacio geográfico. Incluye la reedición del clásico libro de
Joaquín Bosque Maurel Granada, la tierra y sus hombres (1999) y
el libro de Francisco Rodríguez Martínez Granada, Medio Físico y
Desarrollo (1985), así como otras aportaciones novedosas, tales
como el Atlas histórico-forestal de Andalucía del siglo XVIII
(año 1992).
• Las publicaciones coleccionables del diario Ideal de Granada,
tales como Reino de Granada. V Centenario (1991) y la ya citada
Tu tierra, tu gente. Comarcas de Andalucía de la A a la Z.
(1992-1993).
• La colección Biblioteca General del Sur, de la Obra Social Caja
Granada. Consta de 21 títulos editados entre 1990 y 1992, e
incluye, entre otros, los viajes andaluces de Pedro Antonio de
Alarcón.
• La colección Genil de literatura de la Diputación de Granada.
Consta de más de medio centenar de títulos editados desde 1990.
Incluye reediciones de obras como Fábula del Genil, de Pedro
Espinosa.

Por lo que se refiere a la producción literaria de las diferentes


comarcas en que se ha dividido el presente estudio, la situación es la
siguiente:

Ciudad y Vega de Granada. En los años de la transición democrática se


prolonga el género literario que constituye una reflexión poética
sobre Granada ciudad. Entre los autores y obras más destacadas de este
periodo pueden citarse José Asenjo Sedano (Yo Granada, 1979); Arcadio
Ortega Muñoz (Biografía de la luz en Granada, 1978; Granada, crónica
de un desguace, 1997; Granada a cinco voces, 1999); Saturnino Colina
Murguía (Los ríos de Granada, 1980); Francisco Onieva (Granada de las
mil noches, 1994); Antonio Cano (Granada en la memoria, 1995); Antonio
Enrique (Granada, 1996; Alhambra: la construcción del paraíso, 2004),
así como la obra de tres autores –Fernando Morales Henares, Antonio
Gallego Morell y Antonio Muñoz Molina- Granada: la ciudad en el tiempo
(1989).

Asimismo, se desarrolla en esta época el género ensayístico, en que la


ciudad se Granada es retratada a través de diferentes personajes
ilustres de su historia. Autores que siguen esta línea son Ian Gibson
18
(Guía de la Granada de Federico García Lorca, 1989), Cristina Viñes
Miret (La Granada de Melchor Fernández Almagro, 1992), Matías de Mina
(La Granada de San Juan de Dios, 1994), Manuel Díaz Orozco (La Granada
de Manuel de Falla, 1996) y Antonio Gala (Granada de los nazaríes,
1998). Cabe también citar la obra colectiva Granada en la época de
Juan Sebastián Bach (2001).

Coincidiendo con la puesta de moda del género de la novela histórica


proliferan desde los años noventa las novelas que tratan sobre la
Granada histórica, sobre todo acerca de la Granada nazarí, con
aportaciones puntuales sobre sus paisajes urbanos. En este periodo se
publican obras de Antonio Gala (El manuscrito carmesí, 1990), Janine
Villar (Las llaves de Granada, 1992), Tariq Ali (A la sombra del
granado, 1994), Radwa Azur (Trilogía de Granada, 1994-1996), Felipe
Romero (El segundo hijo del mercader de sedas, 1995) y Warren A.
Silver (La rosa verde. Ibn Gaboril, Un poeta en Granada, 1999).

También hay hueco durante estos años para trabajos académicos,


centrados en la ciudad, publicados en revistas especializadas. Cabe
destacar, entre ellas, el Boletín del Instituto Andaluz de Patrimonio
Histórico, en el cual se han publicado trabajos como “Los jardines y
la génesis de un paisaje urbano a través de la documentación gráfica:
El Albayzín de Granada” (1999), de José Tito Rojo.
Por último, cabe reseñar que en este periodo ha hecho su aparición un
género literario que tiene como argumento la desmitificación de la
“Granada oficial y tópica”, inaugurado por la Guía Secreta de Granada
(1996), de Francisco Izquierdo.

Costa granadina. Para la Costa granadina se publican en este periodo


las primeras guías turísticas, como las de Eduardo Roca Roca (Estudio
turístico de la Costa del Sol de Granada, 1967), Andrés Soria (La
Costa del Sol granadina, 1970) y Jesús Pérez Barquero (Guía de la
costa granadina, 1982). Asimismo, para la reconstrucción de los
paisajes históricos tiene interés la novela histórica de Joaquín Pérez
Prado La ciudad de la melaza (1997), así como otras obras de
historiografía, entre las que cabe citar las de Maria Dolores
Rodríguez Gómez (El Islam en la costa granadina, 1993), Antonio
Malpica Cuello (La costa de Granada en la Edad media: poblamiento y
territorio, 1994) así como La prospección y los recursos naturales.
Aplicación a la Costa granadina (1997). Respecto a la divulgación de
sus paisajes agrarios cabe citar el trabajo de Thomas May Técnicas
tradicionales de protección del suelo, paisajes abancalados y erosión
en la costa granadina (1989). Y en relación con sus paisajes naturales
la Asociación Buxus publica diversos artículos de interés en su
revista El Colorín (1995-2000).

Poniente granadino. Para este ámbito hay que señalar, por un lado, la
prolífica labor investigadora de Salvador Raya Retamero sobre los
paisajes históricos de la comarca alhameña, expuestos en publicaciones
como Alhama y el Catastro de Ensenada de 1752 (1997), Colección de
documentos para la historia de la comarca de Alhama (1999), La imagen
de Alhama en la literatura siglos XV al XX (2000), La ciudad de Alhama
entre los siglos XV-XVIII (2001), Alhama y sus alquerías moriscas
(2009), Alhama de Granada 1800-1830 (2010) o Visita cultural a Alhama
(2010). Y, por otro, la labor de Andrés García Maldonado que tiene,
entre otras obras de interés, la titulada La comarca de Alhama pueblo
a pueblo (1999). 19

Por su parte, diversos investigadores universitarios abordan, para el


ámbito de Loja, el análisis de sus paisajes del pasado: José Carrasco
Rus para los periodos prehistóricos, y los profesores Manuel Barrios
Aguilera, Carmen Trillo San José y Antonio Malpica Cuello para el
paisaje lojeño medieval y de la Edad Moderna.

Altiplano de Guadix y Marquesado. Hay que destacar la labor del Centro


de Estudios Padre Suárez -Obispado de Guadix- y del Ayuntamiento de
Guadix, como principales impulsores de un importante número de
publicaciones que contribuyen a un mejor conocimiento de los paisajes
de la comarca.

La producción más prolífica y variada es la del escritor Carlos Asenjo


Sedano: De Acci a Guadix (1980); Las Cuevas de Guadix (1983); Guadix,
la ciudad musulmana del siglo XV y su transformación en la ciudad
neocristiana del siglo XVI (1983); Pueblos e iglesias de Granada: La
Tierra de Guadix (1992); Guadix: Guía histórica y artística (1996);
Por Tierras de Granada (1998) y Arquitectura religiosa y civil de la
ciudad de Guadix en el siglo XVI (2000). El profesor Juan Gámez
Navarro ha publicado El espacio geográfico de Guadix: aprovechamientos
agrarios, propiedad y explotación (1984) y Guadix (1991). Y José
Francisco Fernández Segura ha escrito dos guías divulgativas: Guía de
Guadix y su comarca (1983) y Nueva guía de Guadix, encrucijada de
milenios (2000). Por su parte, el historiador Manuel Espinar Moreno
aporta nuevos datos al análisis de los paisajes históricos en su obra
Del Guadix romano al morisco (1990).

El hábitat de las cuevas es objeto también de estudios que contribuyen


a su mejor conocimiento. A la obra ya citada de Carlos Asenjo Sedano
hay que añadir la de Flavia Paz Velázquez, que las retrata a
principios del siglo XX, cuando fue objeto de las misiones cristianas
del Padre Poveda, en su obra En los cerros de Guadix (1986). A esta
obra siguen otras como la de Maria Asunción Fernández Romacho (Las
cuevas de Guadix, 1990) y, sobre todo, el trabajo colectivo realizado
por la Consejería de Obras Públicas de la Junta de Andalucía
Arquitectura subterránea: cuevas de Andalucía (1989).

La comarca del Marquesado del Zenete es descrita en el libro de viajes


de Carlos Asenjo Sedano Viaje al Sened (1993) y su arquitectura es
analizada detalladamente en el trabajo realizado por Maria Vicenta
Barbosa García, del Gabinete Pedagógico de Bellas Artes de Granada, El
Marquesado del Zenete (1991). Se publican, además, un estudio
específico y una novela sobre su espacio más singular, el castillo de
La Calahorra: El castillo de La Calahorra (1981), de Carlos Asenjo
Sedano, y Kalaat-horra (1991), de Antonio Enrique. A las obras antes
indicadas hay que añadir la edición de tres monografías universitarias
que sacan a la luz la organización de su territorio: Propiedad y uso
de la tierra en el Marquesado del Zenete (Jesús Arias Abellán, 1984),
El Marquesado del Zenete, tierra de minas (Aron Cohen Amselem 1985),
El Marquesado a través de textos inéditos árabes (J Albarracín
Navarro, 1986). Cabe añadir Labradores, pastores y mineros en el
Marquesado del Zenete (Francisco Checa, 1995).

Altiplano de Baza y comarca de Huéscar. El Altiplano de Baza es objeto 20


de un mejor conocimiento a partir de trabajos universitarios como los
del profesor de geografía Gabriel Cano García: Baza, notas de
geografía urbana (1973), La comarca de Baza (1974) y Baza en las
respuestas del Catastro de Ensenada de 1752 (1990).

El auge del turismo en cuevas o troglodita auspicia también la


publicación de guías turísticas y de viaje, como las de Dolores García
Doménech (Breve guía de la comarca de Baza, 1988) y la de Juan García
Paredes (Baza, Guía de historias y monumentos, 1985).

La Sierra de Castril, lugar de residencia en Andalucía del premio


Nobel portugués José Saramago, comienza a despertar su interés como
paisaje. Al hilo de esta tendencia, Antonio Teruel Mallorquín coordina
la obra colectiva Castril, testimonio (1990); la historiadora
Concepción Alfaro Baena publica su estudio Castríl de la Peña. Señorío
bajomedieval (1988); aparece Castríl de la Peña (1989), del párroco
Andrés Gea Arias; y, en una línea más científica, se publica, por
Pascual Luque Moreno, Mapa de vegetación del Parque Natural de Castríl
(1997).

Los Montes. Son relativamente escasas las publicaciones que abordan


este territorio con carácter global o supramunicipal. Entre ellas se
pueden citarse Montes Occidentales de Granada (José Salobreña García,
1989) y Recorrido por los Montes Orientales (Isidoro Román Martínez
1995). Para la reconstrucción de los paisajes del pasado tiene interés
La repoblación de Granada: los Montes Orientales: 1485-1525 (Rafael G.
Peinado Santaella, 1988), así como dos aportaciones del investigador,
piloto y geógrafo francés de la Casa de Velázquez André Humbert:
“Formes héritées et transformations récentes dans les paysages des
hauts plateaux grenadins” (1983) y Campagnes andalouses et colons
castillans. Paysages d'un front pionnier entre Grenade et
Jaén (1988).

La producción literaria y la geografía de viajes de ámbito local es


más abundante. Entre otros libros se pueden destacar los de José
Manuel Onieva Morales (El municipio de Montefrío, 1977), Lorenzo Bohme
(Caminos y senderos de Montefrío, 1996), José Ávila García (Preludios
de Montefrío y otras canciones, 1997), Rafael G. Peinado Santaella
(Montefrío en el catastro de Ensenada de 1752 (1997) y Manuel López
Moreno y José Sánchez Clemot (Moclín, historia y paisaje, 1995).
Además hay que citar la monografía de Emilio Ferré Bueno Iznalloz, un
municipio de los Montes Orientales (1974).

Las Alpujarras y Valle de Lecrín. En Las Alpujarras de produce una


ingente producción referida a sus paisajes y sus gentes en las décadas
ochenta y noventa. Se debe a que se pone de moda tanto como lugar para
un estilo de vida alternativo como para el turismo rural y de
naturaleza.

Durante la década de los ochenta se publican un importante número de


aportaciones literarias para la lectura poética de sus paisajes.
Mientras que en la década de los noventa, auspiciados por su auge
turístico, proliferarán los libros recopilatorios y con vocación de
guías de viaje.

Entre las primeras se pueden citar los de Purificación Mezcua Rodelas 21


(Cumbres serenas: Alpujarra, 1980), La Alpujarra y su silencio (1985),
el libro colectivo Itinerario Lírico de la Alpujarra (1982), el de
Florentino Castañeda y Muñoz (Ruta poética por la Alpujarra bravía,
1983 y Alpujarra: Tierra de poetas (1999). Otros autores de interés
son Miguel J. Carrascosa (La Alpujarra en copla y otros poemas),
Antonio Morón Sabio (El camino de la Alpujarra, 1990), Francisco
Blanco Prieto (La Alpujarra. Notas de un viaje, 1991) y Enrique Morón.
(Tierras de la Alpujarra, antología poética, 1992).

Entre las guías editadas en la última década del siglo veinte figuran
La Alpujarra: guía para viajar y conocer (Miguel J. Carrascosa 1991),
Andar por la Alpujarra (Agustín García Martínez, Eugenio García
Aguilera y Margarita García Domínguez, 1992), Guía Natural de la
Alpujarra (Colectivo Peñaban, 1994) y Guía General de la Alpujarra
(Eduardo Castro Maldonado, 1994).

Finalmente, en el campo de la reconstrucción de los paisajes del


pasado, hay que citar la monografía universitaria de Carmen Trillo San
José (La Alpujarra antes y después de la conquista castellana, 1994) y
la obra de Manuel Gutiérrez Radial Lanjarón: historia y tradición
(1982).

Para el Valle de Lecrín se pueden mencionar las siguientes obras: Guía


del Valle de Lecrín (Arturo Bazán Murguía, 1990; Cuentos y leyendas
del Valle de Lecrín (Leonardo Villena Villena, 1997) y Nigüelas,
atalaya de la alegría (Manuel Martín García, 1998). En el campo de la
reconstrucción de los paisajes del pasado, Manuel Espinar Moreno, ha
comenzado a publicar la geografía de sus diferentes municipios a
partir de los libros de hábices de 1502.
Sierra Nevada. Se publica en esta época una serie de obras referidas a
los paisajes y a la naturaleza existente en las montañas de Sierra
Nevada. Son de carácter científico y divulgativo, y el objetivo de
tales textos suele ser el de promover la conservación y el de crear a
la vez un turismo relacionado con la naturaleza.

Para la elaboración del presente estudio se ha usado el libro de Jorge


Bartolomé e Isaac Vega Naturaleza de España (1998) así como el de
Joaquín Molero Mesa, Francisco Pérez Raya y Francisco Valle Tendero
Parque Natural de Sierra Nevada. Paisaje, fauna, flora, itinerarios
(1992).

1.8. Inicios del siglo XXI: 2000-2013

En este periodo, la interpretación divulgativa y amena de los paisajes


de la provincia se refuerza como estilo narrativo predominante. Y ello
en tanto que lo que se busca es potenciar los paisajes granadinos como
destinos turísticos singulares en función de su pasado medieval. En
esta labor tiene un destacado protagonismo la fundación El Legado
Andalusí. Promueve una visión de los paisajes del antiguo Reino de
Granada a través de diversas rutas temáticas, sobre las que se
publican sus respectivas guías en soporte papel y electrónico: Ruta de
los Nazaríes (2004), Ruta del Califato (1994), Paseos por Granada
(1999), Ruta de Ibn Jatib (2006), Ruta de Al Idrisí (2007), Ruta de
Washington Irving (2009) y Ruta de las Alpujarras (2010). 22
Hay que destacar, por otra parte, la creciente importancia del
artículo periodístico, como instrumento de divulgación de los valores
paisajísticos del territorio granadino. Destacan los artículos
escritos por colaboradores del diario Ideal de Granada, y las
colecciones de artículos de los diarios nacionales ABC, El País y El
Mundo, dirigidos al viajero y turista de a pie. El diario Ideal de
Granada ha publicado un rosario de artículos que han sido agrupados en
coleccionables como Granada en tus manos (2005-2007) y Rutas
turísticas de Granada (2009-2013), los cuales realizan un recorrido
actual por los paisajes de los diferentes municipios de la provincia
de Granada. Los principales periodistas viajeros y corresponsales que
colaboran con sucesivas crónicas en el conocimiento de cada comarca
son los siguientes: José Rodríguez Rodríguez (Ciudad y Vega de
Granada) Antonio Arenas Maestre (Poniente granadino), Juan Rodríguez
Titos (Altiplano de Guadix y Marquesado), Lorenzo Sánchez Quirante y
Jesús María García Rodríguez (Altiplano de Baza y comarca de Huéscar)
y Rafael Gan Quesada (Alpujarras y Valle de Lecrín).

Además, en la transición de los siglos XX al XXI, periodistas y


fotógrafos profesionales cuya pasión es viajar están desarrollando una
prolífica producción literaria referida a los paisajes de la provincia
de Granada. Entre estas publicaciones se pueden citar Caminos y
veredas de Granada (Arcadio Egea García, Gabriel Osorio Pérez y José
Carrasco García, 2002-2009) y Monumentos Naturales y parajes
singulares de Granada (Arcadio Egea García, 2006).

Por otra parte, se ha producido un sustancial y rápido avance en


cuanto a la disponibilidad digital, a través de INTERNET, de todo tipo
de publicaciones sobre los paisajes de Granada y su provincia. Las
nuevas tecnologías permiten disponer a través de INTERNET de valiosas
reproducciones digitales de documentos antiguos, antes difíciles de
obtener, tras una ardua investigación personal en archivos y
biblioteca para los investigadores. Entre estas nuevas fuentes
documentales digitales cabe señalar:

• La biblioteca digital Hispania del Ministerio de Cultura


(www.hispana.mcu.es): Es un recurso avanzado de acceso a la
información digital producida por todo tipo de instituciones
españolas que se constituye en la red mediante la interconexión
de sus bases de datos.
• La biblioteca virtual Miguel de Cervantes del Ministerio de
Cultura (www.cervantesvirtual.com), iniciada el año 1999).
Dispone de una amplia colección de títulos y autores de
literatura española y otras ciencias en distintos formatos:
libros en versión texto digital y facsimilar, periódicos y
revistas, tesis doctorales, archivos sonoros y audiovisuales,
vídeos en Lengua de Signos Española, imágenes…
• La Biblioteca virtual Hispánica, formada a partir de fondos de
la Biblioteca Nacional (bibliotecadigitalhispanica.bne.es), y
que se puso en funcionamiento el año 2008. Incluye una extensa
colección de títulos y autores clásicos y antiguos de la
literatura española.
• La Biblioteca Virtual de Andalucía
(www.bibliotecavirtualdeandalucia.es), dependiente de la
Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, que se define 23
como un conjunto organizado de colecciones de documentos
digitalizados del patrimonio bibliográfico andaluz accesibles a
través de Internet.
• El proyecto DIGBUG de la Universidad de Granada
(www.digibug.ugr.es). Tiene como finalidad recoger, recopilar y
organizar los documentos digitales de carácter científico,
docente e institucional producidos por la Universidad,
haciéndolos visibles a través de INTERNET.
• El proyecto de la biblioteca digital del Centro Superior de
Investigaciones Científicas (CSIC), que ha incorporado parte de
los fondos y archivos de la Escuela de Estudios Árabes de
Granada (www.csic.summon.serialssolutions.com)

Para el conjunto de la provincia de Granada han ido apareciendo blogs


que están dedicados específicamente a un mejor conocimiento y
divulgación de sus paisajes. Entre ellos se pueden mencionar algunos
de carácter institucional como otragranada.org; granadanatural.com;
ellegadoandalusí.es; granadaenlared.com, etcétera. Otros blogs han
sido iniciativa de profesionales del urbanismo, movidos por su interés
por la adecuada conservación del paisaje granadino, como granada.Blogs
y lemapaisaje.worldpress.

También hay que mencionar que continúan las reediciones de autores y


obras clásicas. En este periodo cabe destacar iniciativas editoriales
como:

• Las Guías temáticas de la Diputación de Granada: Esta


interesante iniciativa recopiladora consta de más de 35 títulos
editados entre 2000 y 2012. Incluye Guías de Historia y Arte
(Almuñécar, Salobreña y Almijara; Montefrío, Santa Fe, Baza,
Loja, baños árabes o palacios del renacimiento); Guías de
Naturaleza (geología, árboles y arbustos, manantiales, anfibios
y reptiles, fauna submarina o aves de la provincia de Granada) y
Guías arqueológicas (prehistoria, poblados íberos, etc.).
• Las publicaciones coleccionables del diario Ideal de Granada,
como Rutas del Legado andalusí (2000-2001), Granada en tus manos
(2005-2007) o Rutas y senderos por la provincia de Granada
(2009-2013).
• La colección Tierras del Sur (Universidad de Granada) ha
publicado obras como Paisajes y Montañas del Sur (Francisco
Rodríguez Martínez, 2005) y Geografía de la España Morisca
(Henri Lapeyre, 2009).
• Las publicaciones del Área de Cooperación Local de la Diputación
de Granada, que comenzaron en el año 1999. Incluyen varios
tomos, de ámbito comarcal, dedicados a las directrices para la
intervención en el paisaje urbano (Marquesado y Valle de Lecrín)
y al análisis de los asentamientos urbanos, así como un atlas
hidrogeológico y otro de riesgos naturales.

Otras obras de recopilación de interés para el presente estudio son


Literatura en Granada. Poesía 1898-2000 (Andrés Soria Olmedo, 2000) y
Granada en cuento (Varios Autores, 2003).

Por otra parte, en cada comarca granadina se han ido publicando nuevas
aportaciones bibliográficas y surgiendo diversas iniciativas 24
editoriales que permiten un mejor conocimiento de los paisajes:

Ciudad y Vega de Granada. Se han seguido publicando guías turísticas


cada vez más completas y mejor informadas en relación con la ciudad de
Granada, las cuales atienden a las múltiples demandas de su turismo de
masas. Cabe citar la de Rafael Arjona. (Granada. Guía total, 2009), la
de Paco Nadal (Granada. Escapadas 2013) o la de Jesús Serrano y Rolf
Neuhaus (El collar de las medinas. Rutas literarias por el corazón de
Al-Ándalus, 2004). A la vez, ha continudado el género literario
centrado en la desmitificación de la “Granada oficial y tópica”. En
este sentido, cabe nombrar, ente otros, el libro de Francisco
Izquierdo Granada fingida (2002) y el de Ángel Sánchez Granada, otra
mirada (2005).

Ha continuado y se ha incrementado la edición de novelas históricas


sobre Granada, donde abunda la recreación de la época nazarí. Entre
ellas se pueden citar El maleficio de la Alhambra (Tania Kinkel,
2001), Aynadamar, la fuente de las lágrimas (Antonio Rodríguez Gómez
2001), El último hayib de la Alhambra (Emilio Ballesteros 2003), Zawi
(Emilio Ballesteros 2006), Sueños del Albaycin (Carolina Molina,
2006). Esta misma autora ha publicado Guardianes de la Alhambra (2010)
y Noches en Bib-Rambla (2012). Otras novelas en esta línea son La
profecía del Corán (Jesús Maeso de la Torre, 2007), El judío de
Granada (Fernando Barragán, 2007), El perfume de la bergamota (José
Luis Gastón Morata: 2007), El mercenario de Granada (Juan Eslava Galán
2008), Boabdil, el último rey de Granada (Jorge de Barnola 2009, El
último suspiro de Boabdil (Leonardo Villena 2010), El esclavo de Al-
Hamra (Blas Malo, 2010) y El cautivo de Granada (Marceliano Galiano
2013). Y, entre las que tienen otras temáticas y personajes cabe citar
Melchor Almagro (1999) y Yo, Mariana de Pineda (2005), ambas de
Cristina Viñes Miret
A lo anterior hay que sumar numerosas páginas web y blogs recientes,
dedicados a la defensa de los paisajes de Granada ciudad y su entorno,
tales como: nuestragranada.blogspot. vegadegranada.es. otragrana.org o
granadasostenible.org. Así como también algunas obras procedentes de
diversas administraciones públicas, tales como la reciente Granada
nazarí y renacentista. 1600 (2012), de la Consejería de Agricultura,
Pesca y Medio Ambiente.

Costa granadina. El ayuntamiento de Motril edita periódicamente Qalat.


Revista de Historia y Patrimonio de Motril y la Costa de Granada, así
como una colección de títulos sobre temas comarcales y locales,
mientras que los otros municipios mantienen una labor difusora de los
paisajes de ámbito local. Asimismo, en colaboración con la Asociación
Buxus ha editado cuatro títulos de la colección “Monografías
ambientales de la costa granadina”, y 22 números de la revista
Cuadernos Ambientales, en los que se tratan detalladamente sus
formaciones geológicas, ecosistemas, formaciones marinas y especies de
plantas y de fauna más singulares. Dentro de las publicaciones
digitales se pueden nombrar algunos blogs dedicados a los paisajes
naturales, tales como asociaciobuxus.es y
biocostagranadina.blogspot.com.es.

La reconstrucción de los paisajes históricos posee en este periodo,


como obras de referencia, la de Manuel Domínguez García El patrimonio
histórico del agua en Motril (2002) y la obra colectiva La caña de 25
azúcar: recorrido por el patrimonio azucarero de la costa granadina
(2002).

Poniente granadino. Se comienzan a publicar los primeros textos que


abordan conjuntamente las distintas comarcas que forman el consorcio
para el Desarrollo del Poniente granadino. Entre ellos, el de Fernando
Valle El medio natural del Poniente granadino (2001) y el de Antonio
Arenas Maestre Guía del Poniente granadino (2004).

Para la comarca de Alhama, hay que señalar la labor divulgativa que


realiza el Patronato de Estudios Alhameños y ayuntamiento a través de
la biblioteca de temas alhameños y el periódico digital Alhama
Comunicación (www.alhama.com). En él participan los principales
autores que han divulgado el paisaje comarcal, tales como Andrés
García Maldonado, Salvador Raya Retamero o Antonio Arenas Maestre.

El historiador local Salvador Raya Retamero ha llevado a cabo


múltiples publicaciones sobre sus paisajes a través de la historia.
Entre éstas cabe destacar: Respuestas al Catastro de Ensenada (1752)
Alhama de Granada (1997); Colección de Documentos para la historia de
la comarca de Alhama siglos XV-XVIII (1999); Imagen de la ciudad de
Alhama en la literatura (siglos XV-XIX) (2000); Génesis y evolución
del Campo de Zafarraya (1484-1884) (2006); Breve historia de Alhama de
Granada (2001); Historia de los Baños de Alhama (2009), etcétera.

El Parque Natural de la Sierra de Tejeda, Almijara y Alhama ha sido un


paisaje bastante desconocido hasta su declaración como Parque Natural
en el año 1989. Desde entonces se pueden destacan las publicaciones
realizadas por el que fue su primer director-conservador, Antonio
Pulido Pastor: Parque Natural de las Sierras de Tejeda, Almijara y
Alhama (2002). EGMASA. Guía del Parque Natural (2003); Otras obras de
interés son Disfrutar caminando por los ríos y costas del Parque
Natural de las Sierras Almijara y Tejeda (Jesús Cuartero Zueco y
Cayetano Casado Bolívar, 2004); Guía Oficial del Parque Natural
Sierras de Tejeda, Almijara y Alhama (Consejería de Medio Ambiente,
2011); Tejeda, Almijara y Alhama (Parque Natural) (Sebastián García
Acosta, 2012); Sierras de Tejeda y Almijara (Rafael Flores Domínguez,
2012) y el libro de memorias del guardia forestal Pedro Aguilar
Miranda Con el viento en calma (2012).

En el Poniente (ámbito de Loja) destaca la labor de la Fundación Ibn


Al-Jatib, constituida bajo la acción promotora del Ayuntamiento de
Loja y la Diputación de Granada. Dicha institución está publicando
trabajos sobre los paisajes históricos como Los regadíos tradicionales
del territorio de Loja: Historia de paisajes agrarios (Miguel Jiménez
Puertas, 2006) o Sabios y literatos en la Loja andalusí (Ahmad Chafic
Damaj, 2009).

Otras publicaciones recientes, pertenecientes al género de guías de


divulgación cultural y turística, han sido: Loja contada en mil pasos
(Antonio Martín Sánchez y Miguel Ángel Sorroche de la Cuerva, 2010).
Loja (Esther Galera Mendoza, 2001). Y, para el espacio natural de su
sierra se ha publicado una primera guía, La Sierra de Loja: rutas por
sus paisajes serranos y rurales (Julio Augusto Rodríguez Eiras, 2005).

Altiplano de Guadix y Marquesado. Hay que mencionar que se ponen en 26


marcha ahora algunas páginas web con abundante información sobre sus
paisajes naturales (www.wadi-as.es; www.comarcadeguadix.com o
www.guadixymarquesado.com) y urbanos (www.patrimonioguadix.es).
Asimismo, el Centro de Iniciativas Turísticas de la Comarca de Guadix,
en colaboración con el historiador J.M. Gómez Moreno Calera, está
llevando a cabo una valiosa labor divulgativa de los principales
paisajes culturales de la comarca, agrupados por itinerarios: Ruta de
la herencia árabe (2007), Ruta Monumental (007), Ruta del Mudéjar
(2009) y Ruta del megalitismo (2012). Por su parte, el Grupo de
Desarrollo Rural de Guadix ha editado, junto con el de Baza-Huéscar,
Itinerario geoturístico de la Hoya de Guadix-Baza (2013). A ello hay
que añadir otras monografías recientes como las de José Francisco
Fernández Segura (Nueva Guía de Guadix, 2002) y la de J. Rodríguez
Titos (Guadix y su tierra, 2005). Para la comarca del Marquesado, José
María Martín Civantos ha publicado El Zenete (Granada) en época
medieval (2004) y Manuel Espinar Moreno Historia, cultura material y
antropología del Marquesado (1999) así como El Marquesado, un paisaje
en evolución (2008). Para el conocimiento de rutas y paisajes se puede
consultar el blog senderosdelmarquesado.blogpost.

Altiplano de Baza y comarca de Huéscar. La Asociación de Estudios de


Arqueología Bastetana, fundada en el año 2005, ha aglutinado los
estudios históricos de la comarca, que divulga a través de la revista
Péndulo, dirigida por Francisco Tristán García desde el año 1998. En
el año 2011 se constituye la Asociación de Escritores del Altiplano y
Pozo Alcón (www.escritoresaltiplanodegranada.com). Por lo que se
refiere a Baza ciudad, diversas monografías han ido mejorando
sustancialmente el estado de conocimientos de la ciudad de Baza: cabe
citar las de Miguel Ángel Sorroche Cuerva (Poblamiento y arquitectura
tradicional en Granada: patrimonio de las comarcas de Guadix, Baza y
Tierras de Huéscar, 2004), Juan García Paredes (Baza. Ciudad
milenaria, 2005) y Javier Castillo Fernández (Baza. Guía de historia y
arte, 2009).

La Sierra de Baza, tras su declaración como Parque Natural (1989), ha


visto como han proliferado las publicaciones en forma de guías y
estudios para conocer mejor su paisaje natural. Cabe destacar las
editadas por la Consejería de Medio Ambiente y las diferentes
publicaciones divulgativas de sus paisajes que lleva a cabo la
Asociación Proyecto Sierra de Baza a través su página web
www.sierradebaza.org. En ella, se está realizando, desde el año 1999,
un proceso pionero y ejemplar de documentación de los paisajes del
Parque Natural. Para ello, combina las colaboraciones académicas y de
expertos con los relatos y leyendas escritos por sus propios
habitantes.

La Sierra de Castril, al igual que la de Baza, presenta una mayor


producción literaria sobre sus paisajes a raíz de su declaración como
Parque Natural (1989), siendo antes una gran desconocida. Se trata,
principalmente, de literatura digital en forma de guías para amantes
de la naturaleza y excursionistas, artículos de viajes y senderos por
la naturaleza y páginas personales de montañeros y naturalistas.
Eduardo Arrojo y Fernando Valle han publicado Guía del Parque Natural
de la Sierra de Castril: Flora y Vegetación (2000). Otras aportaciones
de interés son Sierras de Castríl. Historia y naturaleza, (Francisco
Rodríguez Vicario 2002), Guía del Parque Natural de Castríl (EGMASA 27
2002); Guía Oficial del Parque Natural Sierra de Castríl (Consejería
de Medio Ambiente, 2006), y Sierra de Castril. Guía del excursionista
(Agustín García Martínez, 2012). Antonio Teruel Mallorquín ha
coordinado una nueva obra colectiva sobre los paisajes del entorno de
la población: Castril, visiones de un paisaje (2006). Y se ha editado
la novela histórica El pergamino de Castril de la Peña (Amado, 2012).

Los Montes. Durante este periodo J.J. Pérez y Joaquín Rodríguez Titos
han escrito diversos artículos en el diario Ideal reivindicando los
valores de su desconocido paisaje rural y natural. Además se
encuentran publicaciones como la de Julio Augusto Rodríguez Eiras Los
Montes Orientales: Rutas y paisaje (2003).

Entre otras publicaciones divulgativas de ámbito local, se pueden


citar también Montefrío (Esperanza Guillén, 2001); Montefrío en época
nazarí (Rafael G. Pedregosa, 2011), Montefrío, años cuarenta (José
Ávila García 2008);. Guía de Illora: para descubrirla paso a paso
(Juan José Peña Egea y José Luis Esteban Sánchez, 2003), Illora
(Andrés Palma Valenzuela, 2009), Torrecardela (Eduardo Teba Fernández,
2008) y el trabajo de Mariel Rivera. La ruta del agua. Algarinejo.
(En: www.granadapedia.es)

Las Alpujarras y Valle de Lecrín. La producción más reciente sobre


literatura y paisaje en Las Alpujarras se singulariza por dos
aspectos: las crónicas costumbristas de visitantes extranjeros allí
instalados, y su utilización como escenario para novelas históricas
medievales.

Dentro del primero de estos géneros hay que señalar los libros de
relatos de un antiguo batería de grupo pop británico, Chris Stewart:
Entre limones, historia de un optimista (2006), El loro en el limonero
(2007) y Los Almendros en flor (2011); libros que han vuelto a poner
de moda este paisaje, como lugar ideal para un estilo de vida
alternativo.

Y, adscritas al género de la novela histórica, sorprende la


proliferación de libros que recrean tiempos de la dominación morisca,
tales como: Aben Humeya, rey de los moriscos (José Acosta Montoso,
1998); El jinete morisco (Rodrigo de Zayas, 2009); La historia de una
morisca en la guerra de la Alpujarra Aixa-zara (José Espinosa Villa,
2010), La mano de Fátima (Ildefonso Falcones, 2012) y El país perdido.
La Alpujarra en la guerra morisca (Justo Navarro, 2013).

Otras publicaciones divulgativas han sido A tus plantas, Alpujarra


(Anabel Sandoval, 2006), La Alpujarra oriental, esa gran desconocida
(Andrés García Lorca, 2008) y Guía de la Alpujarra: el valle del Sol
(Vanesa Aguilera Hatero, 2009).

En lo relativo a las publicaciones digitales se pueden mencionar,


entre otros, las siguientes direcciones: adr-alpujarra.com,
elblogdelaalpujarra.com, lasalpujarras.org y
arquitecturapopulardelaalpujarra.blogspot.com

Para la sierra de la Contraviesa, Rafael Gan, que combina sus


colaboraciones periodísticas en el diario Ideal y su profesión de
profesor de francés en un Instituto de Motril, ha publicado desde el 28
año 2006 una veintena de artículos sobre los paisajes de sus
diferentes municipios, antes casi desconocidos. A esta labor hay que
sumar la publicación del libro de Ramón Barragán Reina. Alcázar en la
Contraviesa: un retrato en vivo de la Alpujarra Baja (2004). También
se puede consultar la página WEB de Domingo Lisardo, que ofrece
también una detallada descripción de sus principales monumentos y
paisajes naturales.

Respecto al Valle de Lecrín hay que mencionar la labor que realiza el


periódico digital www.periodicovalledelecrin.com y la página web
adurcal.com, donde se han publicado digitalmente documentos históricos
de todas las épocas sobre este municipio, que constituyen un útil
instrumento para la reconstrucción de los paisajes del pasado. Otro
enlace con bastante información es: elvalle.es. Las publicaciones sobe
sus paisajes han continuado en este periodo. Entre las aportaciones
literarias cabe citar la de Leonardo Villena Villena (Desde el valle
de Lecrín, 2003). Otras están dedicadas específicamente al paisaje
como Más que agua: pueblos y fuentes del Valle de Lecrín (Juan Antonio
Haro, 2008) y Paisajes y costumbres del Valle de Lecrín (Eduardo
Ortega Martín, 2012).

Sierra Nevada. Se continúan realizando diversas publicaciones que,


como las de finales del siglo XX, siguen situándose en el campo de la
información turística y en el de la divulgación científica. Estos
documentos, generalmente vinculados a la Administración o a la
Universidad, se publican tanto en forma de libro como en formato de
revista especializada. Entre los primeros cabe destacar el de Gabriel
Blanca (Flora amenazada y endémica de Sierra Nevada, 2001) y el de
Antonio Castillo Martín (Las lagunas de Sierra Nevada, 2009). Respecto
al segundo, valga de ejemplo el texto de Antonio Gómez Ortiz El
paisaje como valor patrimonial en los espacios protegidos: El caso del
parque nacional de Sierra Nevada (España) (2010), incluido dentro de
la Revista Geocrítica.

Asimismo, la llegada de las nuevas tecnologías ha permitido que se


difundan con mayor facilidad los conocimientos y la información
vinculada a la Sierra. Exponente de ello es el Observatorio del Cambio
Global de Sierra Nevada, desde cuya página web puede accederse a
diversos trabajos realizados por la propia entidad (wiki.obsnev.es)

2. SÍNTESIS POR TERRITORIOS

2.1. Fuentes disponibles

En lo que se refiere a los ámbitos o territorios supramunicipales de


la provincia en que se ha dividido el estudio, se observan las
siguientes pautas generales:

- La Ciudad y Vega de Granada concentran ampliamente la principal


producción literaria y de libros de viaje frente a otros ámbitos de su
provincia. Dentro de ésta, la comarca que posee mayor bibliografía son
las Alpujarras, seguida de la Costa granadina. En un nivel intermedio
se encuentran el Altiplano de Guadix y Marquesado, el Poniente 29
granadino y el Altiplano de Baza y comarca de Huéscar.

- Los ámbitos con menor representación de textos en el presente


estudio son el Valle de Lecrín y los Montes; a un nivel más específico
cabe citar la Sierra de la Contraviesa, a caballo entre Las Alpujarras
y la Costa granadina, y el conjunto de sierras que, hasta su
declaración como parques naturales en el año 1989, eran bastante
desconocidas.

A continuación resumimos brevemente los recursos disponibles para cada


ámbito:

Ciudad y Vega de Granada: Referenciada ya en textos anteriores al


siglo XVI, la antigua capital del reino de Granada cobra sobre todo
importancia literaria a partir del XIX, con el Romanticismo y también
con el Modernismo posterior. Fue el foco de atención de la mayoría de
los autores extranjeros, de entre los cuales Washington Irving es
probablemente su máximo representante, así como también de escritores
nacionales y locales, quienes irán cobrando cada vez más peso con el
paso de los años.

Según puede deducirse por lo descrito en las diversas referencias,


existen básicamente tres lugares con entidad propia dentro de este
ámbito: la Alhambra, la ciudad de Granada y la Vega. La primera es la
que atrae más la mirada de los escritores e investigadores a causa de
su arquitectura y su historia. Pero también las otras dos centran
sobre ellas diversas descripciones literarias, así como estudios
históricos y sociológicos.

Costa granadina: Los paisajes del litoral granadino de la postguerra


civil fueron retratados en las novelas de Pedro Barragán. Zafarí.
Novela granadina de costumbres (1942) y Fernando Robles. El barranco
de los gitanos (1958), que los recrean con todo lujo de detalles, y en
el relato de Juan Goytisolo Fin de fiesta (1962). Con posterioridad se
han publicado diversas novelas históricas que recrean los paisajes del
pasado como la de Joaquín Pérez Prado La ciudad de la melaza (1997).
Sin embargo, los principales recursos para el conocimiento de sus
paisajes, con una abundante producción en las últimas décadas son las
guías turísticas y artículos de viajeros, las guías naturalistas y
ambientales y los trabajos historiográficos.

Poniente granadino: Esta comarca, que es atravesada por los caminos


históricos desde Sevilla y Málaga –en este último caso, por el boquete
de Zafarraya- a Granada, dispone de numerosos relatos de viajeros
desde finales del siglo XVIII a la primera mitad del siglo XX.

Altiplano de Guadix y Marquesado: La ciudad de Guadix y su entorno es


un paisaje con abundante bibliografía, procedente tanto de literatos
como de viajeros románticos. Éstos últimos, por ser encrucijada
histórica de los caminos tradicionales entre Granada y Almería y el
Levante español.

Guadix dispone, para el análisis de sus paisajes del pasado, de una


nutrida colección de estudios historiográficos, a los que hay que
añadir las aportaciones de estudios locales realizados desde la Edad
Moderna por su condición de ciudad episcopal del centro-norte de la
provincia de Granada, y la aportación literaria de escritores locales 30
como el novelista costumbrista Pedro Antonio de Alarcón (segunda mitad
del siglo XIX) y de los hermanos Asenjo Sedano para el siglo XX.

La comarca del Marquesado ha sido objeto también de una creciente


atención historiográfica que cubre la evolución de sus paisajes desde
la Edad Moderna a la Edad Contemporánea. En cambio, las novelas y
libros de viajes sobre este territorio son relativamente escasos.

Altiplano de Baza y comarca de Huéscar: La ciudad y la vega de Baza


son, con diferencia, los paisajes mejor documentados por literatos y
libros de viajes.

Para el resto de la comarca las principales aportaciones al presente


estudio son contemporáneas. Proceden de publicaciones y artículos
periodísticos aparecidos en la segunda mitad del siglo XX. La
excepción la constituyen los libros de viajes de varios escritores
naturalistas del siglo XIX, que se sintieron especialmente atraídos
por esta comarca tan representativa de la Andalucía semiárida o
esteparia.

Un hecho relevante a nivel provincial es la declaración, desde 1989,


de parques naturales por parte de la administración autonómica
(Sierras de Tejeda, Almijara y Alhama, en el Poniente granadino);
Sierra de Baza y Sierras de Castríl, en el Altiplano de Baza y
Huéscar). Ello ha impulsado, desde la década de los noventa, un
conjunto de publicaciones, tanto en forma de libros como en soporte
digital, blogs y páginas web, que han mejorado de forma notable el
escaso conocimiento anterior de sus paisajes.
Los Montes: Es uno de los territorios con menor número de libros
literarios y de viajes sobre sus paisajes, especialmente para el
sector de los Montes Orientales.

Las Alpujarras y Valle de Lecrín: Las Alpujarras son, junto a Sierra


Nevada, uno de los ámbitos de la provincia granadina con mayor
producción literaria desde el siglo XIX a la actualidad. Esta
producción literaria abarca, en el periodo decimonónico, los relatos
de los viajeros románticos y expedicionarios naturalistas, los de los
estudiosos de las costumbres de la etnia gitana, o los escritos de
médicos y antropólogos. Durante el siglo XX las visiones de la
Alpujarra granadina se diversifican y se amplían. Hay libros de
relatos de paisajes y costumbres escritos por británicos afincados en
esta tierra (como Gerald Brenan y, más recientemente, Chris Stewart)
que ensalzan su vida de estilo alternativo y más natural que el de las
ciudades. Y otros, escritos por poetas autóctonos, que cantan a sus
paisajes nativos. A ellos hay que añadir más de una treintena de
guías, e incluso varios autores de novela histórica de temática
morisca, que sitúan su escenario en este territorio.

La Contraviesa o Baja Alpujarra tiene, comparativamente, una


producción literaria mucho más reducida y bastante más reciente que la
Alpujarra alta y media. Y en una posición intermedia en cuanto a dicha
producción literaria se encuentra el Valle de Lecrín.

Sierra Nevada: Si bien se la nombra desde antaño, por ser un hito 31


geográfico de gran importancia y por alguna historia o leyenda bien
conocida, no es hasta el siglo XIX cuando comienza a ser realmente
explorada y, por tanto, a usarse como ambiente de fondo en muchas
descripciones literarias. De igual modo, los llamados penibetistas
realizarán también un gran número de descripciones e incursiones por
el lugar, realzando en sus escritos las diversas características de
estas montañas.

2.2. Ciudad y Vega de Granada

I. Introducción
El ámbito que ahora nos ocupa presenta una singular riqueza y
diversidad en relación con las tradiciones culturales que han hecho
aportaciones significativas de interés paisajístico: la literatura
geográfica musulmana de la Baja Edad Media, la novela morisca, la
crónica histórica cristiana, la literatura de viajes, tanto ilustrada
como romántica. Más recientemente, desde el último tercio del siglo
XIX va emergiendo una tradición literaria local, que llega hasta
nuestros días.

Por otra parte, este ámbito presenta una importante singularidad: la


relevancia y la potencia de la tradición literaria en torno a la
Alhambra. Al igual que ocurre con otros conjuntos arqueológicos y
monumentales, estamos ante un lugar capaz de generar en torno suya
una tradición literaria e iconográfica, al mismo nivel que ámbitos de
mayor extensión.

II. La representación literaria del paisaje


Durante la época nazarí florece una poesía de gran sensualidad y
refinamiento en la que el paisaje de la Alhambra es descrito con gran
sutileza, desde una experiencia de inmersión en estos paisajes y de
contacto estrecho con ellos. Estamos pues ante una primera
manifestación de un hilo conductor en la representación literaria de
la Alhambra: una sensibilidad paisajística en la que el conjunto
monumental es tratado como un espacio vivido y familiar que se vive
intensamente y con una amplia gama de matices sensoriales. Esta poesía
está presente en la propia Alhambra, en forma de inscripciones
grabadas, con lo cual se multiplicaba su capacidad comunicativa.

De forma paralela el reino nazarí es visitado por relevantes geógrafos


y literatos musulmanes (Ibn Battuta, Ibn al Jatib y otros). Estos
autores quedan asombrados ante la extensión de la vega, su feracidad,
y la abundancia y diversidad de sus producciones. Se acuñan entonces
una serie de tópicos sobre el paisaje granadino que incluyen la
comparación con el paraíso musulmán, que en esta religión adopta la
forma de un oasis.

Tras la conquista castellana, los autores cristianos siguen una línea


similar. Al igual que los escritores musulmanes de siglos anteriores,
manifiestan su asombro ante un paisaje rural de compleja organización,
en el que la intensidad de la presencia humana no ha envilecido el
carácter del paisaje sino que lo ha mejorado y realzado. En todo ello
puede verse la influencia de la retórica del locus amoenus, de gran
importancia en la cultura occidental. De este modo, vuelve a 32
configurarse un repertorio de lugares comunes en torno a la vega,
centrados de nuevo en su condición de vergel, su abundancia, su
feracidad, su esplendor y belleza… Este tópico se extiende también a
la Alhambra, que, en 1600, es definida por Hernández de Jorquera como
un “paraíso español”, ensalzando la sabia manera de abancalar la
colina roja para convertirla en un vergel de jardines y huertos.

El siglo XVIII asiste a la emergencia de discursos de corte ilustrado


que lamentan la falta de aprovechamiento de las tierras de la vega,
pero estas representaciones no llegan a tener una influencia cultural
y social relevante. Muy diferente es el caso de visión romántica y
orientalista de la Alhambra que arranca en el siglo XIX, con las obras
del norteamericano Washington Irving, especialmente Cuentos de la
Alhambra (1829). Es indudable que esta y otras obras son un episodio
importante del citado orientalismo, entendido como modo de
representación estereotipado de la cultura islámica. Pero hay otros
aspectos que no se pueden soslayar: Irving hace también aportaciones
significativas a la poética del espacio vivido que constituye uno de
los hilos conductores de la representación paisajística de la Alhambra
(como es bien sabido, este autor vivió en el conjunto monumental). Por
otra parte, resulta interesante comprobar que el tópico musulmán de
la vega como “paraíso en la tierra” es recogido por este autor, como
pone de manifiesto el siguiente texto procedente de una de sus obras
de ficción:

“(…) La gloria de esta ciudad era su vega, que se extendía por espacio
de treinta y siete leguas de circunferencia. Era un jardín de
delicias, rodeado de altos cerros, y fertilizado por una multitud de
fuentes y manantiales; y el cristalino Genil, deteniendo su curso, lo
atravesaba con lento y tortuoso paso.”
Irving no es el único autor que sigue esta línea orientalizante que
continúa durante el resto del siglo XIX. En ella se sitúan también
muchos autores británicos, franceses y también españoles (José
Zorrilla, Francisco Villaespesa). Todos ellos se acercan a la Alhambra
desde esta sensibilidad, acuñando una serie de tópicos que connotan a
este conjunto monumental pero que se extienden al conjunto de la
ciudad. Los lugares comunes acuñados en esta tradición perviven en
nuestros días, como testimonia Francisco Izquierdo, en un fragmento de
su Guía secreta de Granada:

“(…) La Alhambra es también la palabra mágica que envuelve toda clase


de sinonimias de lo maravilloso, lo romántico, lo sensual, lo
misterioso, etc. Palabra que fue manufacturada como símbolo por los
tísicos del XIX, en principio, y como logotipo, más tarde, por los
cazapostales y trotaleguas del espectáculo, adquiriendo una gran
potencia como ‘marca registrada’ e incluso como reclamo de
establecimientos exóticos.”

Por otra parte, durante el siglo XIX, el paisaje de la ciudad de


Granada va cobrando una importancia creciente como tema literario. Es
objeto de atención por parte de los viajeros románticos, pero, a
medida que se avanza hacia el final del siglo son los autores locales
los que van cobrando una importancia creciente. Ello se produce en un
ambiente de efervescencia cultural, en que se suceden corrientes como
el romanticismo, el costumbrismo y el modernismo; aparecen nuevos 33
periódicos y revistas (El defensor de Granada, La Alhambra, etc.) y se
crean instituciones que promueven una intensa vida cultural. Entre las
obras más destacadas de este periodo cabe citar las de Salvador Rueda.
Granada y Sevilla, bajorrelieves (1890), en clave modernista, y los
libros de Ángel Ganivet. Granada la bella (1896) y libro de Granada
(1899).

A partir de esa época se va consolidando un nuevo clima cultural en la


ciudad de Granada, en el que emerge una marcada preocupación por la
identidad propia de la ciudad. En este contexto, los autores locales
van cobrando un protagonismo creciente. La sensibilidad paisajística
que se desarrolla desde entonces es muy diferente a la desplegada en
las visiones orientalizantes de la Alhambra. Estos escritores centran
su atención en la ciudad, en tanto que constituye su marco vital
cotidiano, y se esfuerzan en evocar la experiencia que les
proporciona, con todos sus matices. Es pues una aproximación basada en
un largo contacto con el paisaje evocado. Un hito relevante de esta
tradición es la obra Impresiones y Paisajes de Federico García Lorca.
Es un claro exponente de esta sensibilidad paisajística, que huye del
tópico y que busca evocar la experiencia del paisaje realmente vivido.
Pueden citarse también a Rafael Murciano (1898-1925), Encarnación Seco
de Lucena (1937) o Luis García Montero (1958).

En este mismo periodo se observan cambios muy significativos en la


visión de la Alhambra. Los textos seleccionados coinciden en una
visión subjetiva y personal de los paisajes de la Alhambra y el
Generalife, pero también diferente a la orientalizante del siglo XIX.
Se comienzan a describir sus paisajes, emergiendo tres grandes temas
que pervivirán posteriormente: la arquitectura palaciega, los jardines
y los paisajes del agua. En este contexto cabe incluir aportaciones de
autores muy diversos, tales como Juan Ramón Jiménez o Santiago
Rusiñol.

II. El carácter del paisaje: cambios y valores

La Alhambra
Los textos posteriores a la conquista cristiana (siglos XV al XVII)
nos muestran una Alhambra aún bien conservada pero prácticamente
deshabitada. Así, por ejemplo, el veneciano Andrés Navagero menciona,
en su Viaje por España (1526), que la ve poblada por conejos, al
tiempo que ensalza su frondosa vegetación y su arquitectura del agua.
No obstante, no puede hablarse de un abandono completo, y de hecho es
usada como residencia por algunos monarcas, notoriamente por Carlos V,
que permanece allí varios meses en 1526 tras su boda con Isabel de
Portugal y encarga a Pedro Machuca el proyecto del palacio que llevará
su nombre, cuya construcción comienza a partir de 1527.

Durante el siglo XVIII sí puede hablarse de situación de abandono,


llegando el recinto a ser utilizada como cobijo y cuadra por
asaltantes y bandoleros. La visión orientalizante del siglo XIX la da
a conocer en todo el mundo y ello influye para que sea declarada
Monumento Nacional allá por el año 1870. Desde inicios del siglo XX
se empieza a invertir un presupuesto anual en su conservación y se
inicia, de la mano de Leopoldo Torres Balbás, la restauración
científica de la Alhambra (1923-1936). Este trabajo de reconstrucción
34
y restauración continúa en la actualidad, gracias a la labor de
sucesivas generaciones de investigadores y profesionales.

En cuanto a los valores o hilos conductores que la definen la Alhambra


a nivel paisajístico, cabe citar en primer lugar la imagen externa del
conjunto monumental, tema recurrente que atraviesa épocas y contextos
culturales. La atención a su condición de hito visual que domina el
paisaje de la ciudad ya aparece en Esplendor de la luna llena, de Ibn
Al-Jatib (1313-1374) y varios siglos después, continúa siendo objeto
de evocación por parte de Luis García Montero, en un texto de 1994:

“(…) En alto, anclada en un bosque como un barco en el agua verdosa de


los puertos, la Alhambra guarda silencio frente a la ciudad y se deja
mirar, responde igual que una metáfora a los ojos inquietos de los que
deben buscarla.”

En relación con los valores presentes en el interior del conjunto, hay


que decir que, a pesar de la abundancia de representaciones literarias
e iconográficas de la Alhambra, el esfuerzo por interpretarlo y
comprenderlo desde un punto de vista estrictamente paisajístico es
relativamente reciente. En ello han tenido un papel relevante diversos
escritores y arquitectos, tanto españoles como procedentes de otros
países. Se ha configurado así, en las últimas décadas, una línea
interpretativa que insiste en la capacidad del conjunto para integrar
naturaleza y cultura, y para potenciar la sensibilidad paisajística.
Así, Francisco Prieto Moreno (1907-1985) plantea como “la integración
de la naturaleza en los edificios, apropiándose del dominio del
paisaje y la vegetación, que penetran hasta los espacios más íntimos
de la vivienda, llega a expresar un máximo naturalismo.” Por su parte,
el arquitecto William Curtis ha podido decir que “la Alhambra es un
paisaje simbólico que encarna referencias antiguas como el jardín del
paraíso, la villa imperial romana y el trono de Salomón” y que “sus
edificios integran el paisaje e intensifican nuestra experiencia de la
naturaleza”.

La ciudad
En relación con la ciudad de Granada, las fuentes literarias y la
literatura científica permiten también construir una interpretación en
términos de cambios y resiliencias. De los testimonios de viajeros de
fines del siglo XV y el siglo XVI se deduce la existencia de una
ciudad amurallada y de otros asentamientos extramuros con una vida
propia. Por otra parte, las investigaciones históricas, arqueológicas
y geográficas permiten reconstruir las etapas de la evolución de la
ciudad. Sabemos que la expansión urbana prosigue en sucesivos anillos
de arrabales (Albayzín, Rambla, Alfareros, Loma), que en los siglos
XIV y XV se dotan de murallas. El perímetro amurallado de Granada cede
en algunos sectores ante la disminución de las necesidades defensivas
y el empuje del crecimiento de la ciudad. Se abren portillos, se
derriban muros y torres., mientras que en la periferia surgen
monasterios, hospitales y otros grandes edificios que ocupan amplios
solares a costa de huertas. Crece el arrabal de San Lázaro, y junto al
Darro avanzan los arrabales cercanos a la plaza Bib-Rambla, mientras
que también se ocupan los espacios extramuros hacia el Genil. Más
adelante, a partir del tramo final del siglo XIX, el auge económico
que trae la remolacha azucarera favorece las obras de reforma interior
y la configuración de importantes ejes urbanos. 35

Los cambios sufridos por el Albaicín son especialmente bien conocidos


debido a la abundancia de fuentes. De este modo es posible tener una
imagen relativamente clara de los cambios en su carácter: es, en época
nazarí, un barrio populoso (unos 40000 habitantes), que queda
semiabandonado a raíz de la expulsión de los moriscos a principios del
siglo XVII. Este hecho y las desamortizaciones del siglo XIX, dejaron
muchos terrenos del Albaicín despoblados, o convertidos en casas en
ruinas y huertos abandonados.

Durante la mayor parte del XIX es un barrio marginal, asiento de la


población gitana que vive en cuevas y casas modestas. Es en el siglo
XX cuando se configura su imagen actual. Artistas, escritores,
músicos, ocupan el Albaicín, para situar allí sus viviendas o la sede
de sus tertulias. En un proceso que, con matices, aún está vigente y
que ha configurado el carmen como atributo que marca el carácter del
paisaje.

La Vega de Granada
La visión de la Vega como vergel y paraíso en la tierra, antes
reseñada, responde a una realidad que asombraba a los viajeros, tanto
musulmanes como cristianos: la de un espacio intensamente humanizado a
la vez que primorosamente ordenado y manejado, que daba cobijo a
numerosas producciones agrarias, así como a la producción sedera, todo
ello acompañado de un aprovechamiento intensivo del agua a través de
acequias. Esta imagen ha sido confirmada y profundizada por la
investigación histórica y arqueológica contemporánea.

Estas mismas investigaciones han puesto de manifiesto las importantes


consecuencias de la expulsión de los moriscos en 1609. La agricultura
irrigada entra en decadencia al abandonarla quienes mejor la conocían;
ello implica el deterioro de las redes hidráulicas así como la
decadencia de la producción sedera, a la par que la población
disminuye y muchos inmuebles son abandonados. Hay que esperar a
finales del siglo XIX, para que la Vega vuelva a ser cultivada en toda
su extensión, gracias al auge de la remolacha azucarera y a la
renovación de los regadíos.

En las últimas décadas, el desarrollo de la ciudad ha hecho


desaparecer, una parte considerable de los paisajes de la Vega,
afectados por la expansión metropolitana. Este cambio radical de
escenario ha generado representaciones que aúnan la calidad literaria
y la denuncia, como ocurre en el siguiente texto de Franciso
Izquierdo, en su Guía secreta de Granada:

“¡Madre, si levantaran la cabeza tan hambrientas lozanas andaluzas!


Donde ellas refocilaron han crecido el cemento y los pasos de
peatones; donde ellas inventaban rincones para el recreo y la
mandanga, hoy son campos de fútbol, almacenes del butano, cuarteles de
artillería y sanatorios siquiátricos.” “(…) El sorprendente caletre de
los constructores del país, con la anuencia de quien sea y con mucha
pasta y soborno por medio, insiste en cubrir la vega con horrorosas
torres de ladrillo y ridículas vías de tránsito…”

Las fuentes literarias y la literatura científica permiten por otra


parte identificar dos atributos muy relacionados entre sí, que son 36
citados, descritos e interpretados de forma recurrente: los cursos
fluviales y el sistema de canalizaciones creado por el ser humano. En
definitiva, el agua y su aprovechamiento son los atributos más
destacados de la vega y su valor paisajístico más importante. Las
referencias a ello aparecen en contextos muy diversos, en geógrafos
musulmanes (Ibn Battuta), en los escritores cristianos del siglo XVI y
principios del XVII y en los geógrafos del siglo XX (Jean Sermet,
Dantín Cereceda, Bosque Maurel, Ocaña Ocaña). La presencia de este
tema en contextos culturales y épocas diferentes permite afirmar que
es este el principal atributo paisajístico de este espacio, aun cuando
se halle actualmente en crisis y en riesgo de deterioro.

2.3. Costa granadina


El paisaje de la Costa granadina, considerado en su globalidad, ha
tenido una percepción cambiante a través del tiempo. Los textos de la
Edad Moderna, posteriores a la conquista cristiana del reino nazarita,
reflejan la predominancia de un paisaje mixto agrario y natural. El
Cehel árabe, la Farda de mar y Lugar de la Marina cristiana, se
identifica en los siglos XV y XVI con un paisaje donde se combinaban
las producciones del mar (la pesca) y las producciones terrestres.
Dentro de éstas se destacan tres principales cultivos: los plantíos de
caña de azúcar, los campos de moreras para la cría de seda, y sus
producciones de pasas. La Costa se convierte durante los siglos XVII y
XVIII, tras la expulsión de los moriscos y la amenaza de la piratería
berberisca, en un paisaje defensivo y de frontera, relegándose a un
lugar secundario la presencia de los paisajes agrarios. La primera
mitad del siglo XIX, con la desaparición del peligro de la piratería
berberisca, supone la resurrección de los paisajes agrarios, como
imagen predominante de la costa granadina. Dicha colonización agraria
vendrá acompañada de las primeras aclimataciones de plantas
subtropicales, que conllevarán su nueva denominación como “Costa
tropical”.

Durante los siglos XX y XXI coexisten dos visiones complementarias del


paisaje de la costa granadina, la que da predominancia a su paisaje
agrario y natural, y la que apuesta por su inclusión en el mercado
turístico internacional y nacional, usando para ello las
denominaciones “Costa del Sol granadina” o “Costa Tropical”.

Los dos aspectos más valorados de la imagen global de la costa


granadina son su clima y su perfil costero. Respecto al clima, se
valora la benignidad del mismo. Es “la porción de la Costa del Sol de
clima más soleado y templado, el mejor de todo el Mediterráneo”, “la
costa española con más horas de sol al año”, allí donde más “abunda la
presencia de un cielo despejado y azul”, “la tierra más cálida de la
península Ibérica”, el lugar “con una temperatura media anual de 20
grados”, o “un territorio sin invierno, donde las temperaturas no
bajan casi nunca de los cinco grados y cuyas aguas son templadas e
invitan al baño”. El perfil del litoral granadino es el segundo
aspecto más comentado por viajeros y literatos. Lo caracterizan
también de forma mayoritariamente positiva como: “una costa
accidentada, bella y excéntrica”, una costa donde “su carretera
litoral se sube al flanco de la montaña, y desde donde el agua azul de
las playas y las caletas es un espectáculo interminable”, o “una 37
sucesión de playas y calas de oscuros guijarros, arropadas por la
hermosa silueta de sus peñones y acantilados”. Un tercer aspecto muy
valorado por viajeros y literatos es la gran diversidad interna de sus
paisajes litorales, ya que “ofrece atractivas calas y playas
enmarcadas en ásperos acantilados y escarpados cabos”, combinado con
un paisaje agrario único en Andalucía donde “alternan planicies y
vegas de gran fertilidad que están ocupadas por cultivos tropicales”,
y un telón de fondo del paisaje, igualmente único en el sur
peninsular: “se contempla el grandioso paisaje de montaña y nieve
circundante, cortijos blancos y pueblecitos colgados de sus laderas,
feracísimas vegas…”.

Esta comarca posee, además, varios paisajes sobresalientes y


singulares según la apreciación de literatos y viajeros como son los
paisajes naturales de los acantilados de Maro-Cerro Gordo, paisajes
agrarios como las vegas de Motril-Salobreña y el río Verde y paisajes
urbanos como los de Salobreña o Almuñécar.

2.4. Poniente granadino


I. Tierra de Alhama
El Consorcio para el Desarrollo del Poniente Granadino ha unificado
actualmente dos ámbitos geográficos limítrofes y con paisajes
diferentes como son la Tierra de Alhama y la Hoya de Loja.

La Tierra de Alhama es la más meridional de las altiplanicies


interiores granadinas. Las crónicas de viajeros y literatos destacan
la predominancia de su paisaje agrario. Hablan de ella como una
altiplanicie cerealista. Su percepción por los viajeros románticos
estaba cargada de connotaciones negativas. La mencionan como un campo
singularmente pelado y desprovisto de árboles, a excepción del trigo y
del centeno, lo que le da un aspecto monótono. Con posterioridad, los
viajeros contemporáneos han reivindicado los valores paisajísticos de
esta altiplanicie cereal. Tres de sus aspectos más valorados son: Su
paleta de colores, sus formas de relieve y su ambiente bucólico.

Dentro de esta comarca, cabe destacar otros tres paisajes singulares y


sobresalientes: El Boquete de Zafarraya, el núcleo urbano de Alhama de
Granada y los baños árabes.

El Boquete de Zafarraya ha sido la clásica vía de comunicación entre


la costa malagueña y Granada, antes de la apertura de la autovía A 92,
lo que se ha reflejado en un gran número de comentarios de viajeros,
los cuales disfrutaron del descanso en la zona una vez superada la
dura subida desde la costa. La mayoría manifiesta una agradable
impresión ante la vista del llano. Según viajeros y literatos, este
territorio presenta tres aspectos destacables en su paisaje: La
originalidad de su funcionamiento hidráulico y su paisaje kárstico o
calizo; su condición de observatorio del paisaje de los alrededores, y
la secuencia de su paisaje agrario desde la Edad Moderna –cuando era
una dehesa ganadera y, más tarde, un campo cerealista- al siglo XXI –
en que se ha convertido en un conjunto de explotaciones dedicadas a la
horticultura intensiva-.

La localidad de Alhama de Granada ha sido lugar de parada y fonda de


viajeros nacionales y extranjeros para sus desplazamientos entre 38
Granada y Málaga, a través del puerto de Zafarraya, por tratarse de su
conexión más directa.

La fama legendaria de la localidad como uno de los lugares más


excelentes del antiguo reino nazarí de Granada, por su condición de
residencia veraniega de los mismos, reforzaba su atractivo.

El aspecto más llamativo de su paisaje urbano ha sido su imagen


externa. En concreto, su posición en lo alto de un abrupto tajo,
mirando el río que corre bajo ella. Ello le ha valido comparaciones
con otras ciudades andaluzas y españolas con similar emplazamiento,
como Ronda, Cuenca o Toledo. La vega y el barranco del río Marchan y
el perfil recortado de la población de Alhama de Granada en la meseta
que lo corona, constituyen tres elementos de un mismo paisaje urbano.
Respecto a su imagen interna, la de sus calles y plazas, han llamado
poderosamente la atención la traza urbanística de su antiguo barrio
árabe, constituido por calles, plazuelas y rincones de puro estilo
musulmán; y la yuxtaposición de la arquitectura civil y religiosa
cristiana y castellana, tras su conquista.

Los baños árabes, a pocos kilómetros del núcleo urbano, han sido otro
de los lugares más citados por los viajeros desde el siglo XV.
Subyace, tras esta descripción repetida de dicho lugar, la novedad que
les producía a los viajeros románticos el conocimiento en pleno
funcionamiento de uno de los pocos edificios que se conservaban en tal
estado de la época dorada nazarí, así como las leyendas sobre su
función de lugar de retiro y descanso estival de los reyes granadinos
en los siglos XIV y XV.
El paisaje de los baños árabes de Alhama de Granada puede ser
segmentado, a efectos de sus análisis, en tres elementos: Su entorno y
acceso principal, el manantial, y las instalaciones para los baños. Su
entorno y acceso principal se realiza por un paisaje agreste, un
desfiladero donde el río discurre encajonado entre paredes verticales.
Se trata de una zona fresca, umbría y húmeda con gran riqueza
paisajística y ecológica. El antiguo baño árabe, también llamado baño
de la reina, ha sido considerado la edificación más notable de su
conjunto arquitectónico, y descrito en innumerables ocasiones.

Las Sierras de Tejeda, Almijara y Alhama, declaradas Parque Natural en


el año 1989, no han sido un lugar especialmente visitado ni descrito
por viajeros y literatos a través de la historia, y se han decubierto
como paisaje a raíz de su declaración como parque natural.

Sus paisajes sobresalientes son los de sus cumbres y rocas marmóreas y


dolomíticas, su vegetación y su vida animal salvaje. El paisaje de sus
cumbres - entre los 1.500 y más de 2.000 metros de altitud-, está
ocupado mayoritariamente por terrenos relativamente llanos, compuestos
por esquistos, duros e impermeables. Sus principales valores son el
paisaje fósil de sus neveros o almacenes de nieve y como Observatorio
o mirador del paisaje del entorno, destacando el cordal de las sierras
de Tejeda y Almijara, que ofrece singulares vistas al Mediterráneo y
las costas africanas. El otro paisaje sobresaliente de la Sierra de
Tejeda son los terrenos ocupados por rocas como mármoles y dolomías en
sus laderas medias y bajas, donde se pueden observar manifestaciones 39
originales de la vida vegetal y animal, con presencia de numerosos
endemismos locales.

Los otros dos paisajes sobresalientes son su paisaje forestal -


especialmente sus bosquetes de tejos, pinos y otras arboledas
mediterráneas - y el paisaje de su vida animal salvaje, ya que acoge
una de las mayores poblaciones de cabra hispánica.

II. Hoya de Loja

La imagen global de la Hoya de Loja es la de un mosaico de paisajes


agrarios (los de la Vega y el piedemonte cultivado), naturales
(paisajes del agua y la montaña que la circunda) y urbanos (los
numerosos asentamientos urbanos existentes en este ámbito, entre los
que destaca el núcleo urbano de Loja).

El paisaje agrario se caracteriza por una paleta de colores muy rica,


diversa y variada. Presenta fuertes contrastes cromáticos y de
texturas y formas entre el fondo de valle, el piedemonte y las sierras
circundantes. Las márgenes ribereñas del fondo de valle se han
especializado en plantaciones de álamos y chopos cuya imagen es la de
intensas manchas de verdor. Gran parte del resto de la vega lojeña
tiene como paisaje predominante el de las plantaciones de huerta con
un peculiar colorido, el de los esmeraldas y verdes de cien matices.
En las laderas del piedemonte tiene su reinado, casi en forma de
monocultivo, el olivar, mientras que los montes cercanos –muy pelados
por antiguas roturaciones- se han recuperado ligeramente gracias a la
política de repoblación forestal.
La Vega de Loja es, además, un paisaje agrario maduro y de una gran
personalidad. Posee una trama parcelaria extremadamente compleja y
rica en componentes -canales y acequias, setos y linderos variados,
caminos rurales- y una excepcional diversificación de usos. Su imagen
externa se individualiza, en cuanto a sus dimensiones, por su
configuración alargada y estrecha. Aunque, a pesar de sus dimensiones
relativamente modestas, se singulariza también por su proverbial
abundancia de aguas. Esta abundancia de aguas ha dado lugar a dos
paisajes sobresalientes y singulares: Los infiernos de Loja y la
piscifactoría de Riofrío.

Los Infiernos de Loja son un paisaje geológico singular por, al menos,


dos aspectos. Por un lado, porque el río Genil se escalona dando lugar
a socavamientos y la formación de sendas terrazas, al atravesar una
masa de rocas travertinas, donde las aguas han dibujado un paisaje de
formas caprichosas con vistosas cascadas. Y, por otra parte, porque
los manantiales y surgencias de la zona dibujan sobre estas masas de
rocas los denominados edificios travertínicos, donde se conservan
fósiles de flora y fauna. Además, las condiciones de temperatura y
humedad del lugar favorecen la presencia de un gran número de plantas
y animales. Fueron declarados monumento natural en 2003. Las
instituciones están interviniendo en este paisaje natural para
adecuarlo, a la manera de un parque periurbano, como espacio de ocio y
disfrute de la naturaleza.

Por su parte, el paisaje de la piscifactoría de Riofrío, es un paisaje 40


del agua único y original. En él las aguas no sólo son abundantes y
limpias sino que, además, conservan una temperatura idónea que ha
servido para la cría industrial de peces. Un segundo aspecto
importante es el enriquecimiento de los paisajes del agua y de los
paisajes naturales que ha traído consigo la actividad piscícola. A su
vez, el enriquecimiento y diversificación de los paisajes naturales
sirve para impedir la contaminación de las aguas producida por la
actividad piscícola. Y un cuarto y último aspecto novedoso es la
conversión progresiva de todo este territorio en un refugio de
especies muy diversas de la fauna silvestre.

Finalmente, el paisaje urbano de la ciudad de Loja ha recibido una


doble valoración a través de la historia. Hasta finales del siglo XIX
atrae como ejemplo de ciudad romántica, de raigambre árabe, que tuvo
una importancia crucial como llave y guarda del reino nazarí de
Granada.

En el primer tercio del siglo XX, con su declaración como “Lugar de


interés turístico” por el Patronato Nacional (año 1929), comienza a
ser considerada de una manera más amplia: como una de las milenarias
ciudades medias andaluzas – al igual que Antequera, Osuna, Écija o
Lucena -, donde es posible deleitarse con vestigios históricos de
épocas diversas.

Uno de los aspectos más apreciados por literatos y viajeros es su


agreste y pintoresca imagen externa. Esta imagen externa ha cambiado
en gran medida desde los tiempos medievales y modernos, en que primaba
su condición de bastión defensivo al momento actual, en que se ha
convertido en una estratégica encrucijada de comunicaciones viarias y
ferroviarias.
Otro aspecto repetidamente ensalzado es la privilegiada situación y el
estratégico emplazamiento, mayor si cabe que el de la mayoría de los
núcleos urbanos andaluces. Loja está estratégicamente situada en la
parte más estrecha de una fisura, por la que se cierra la vega de
Granada por montañas elevadísimas.

La peculiar relación de la ciudad de Loja con su entorno geográfico


inmediato es otro aspecto característico de su paisaje urbano. La
ciudad fue excelentemente descrita por la reina Isabel: Flor entre
espinas. Las espinas son las dos sierras que la limitan. La flor, la
ciudad y su valle. Se produce un fuerte contraste de su arquitectura y
su vega con los hoscos montes que la rodean, sobre los que la ciudad
tiene una vista magnífica.

Otros aspectos que singularizan el paisaje urbano de Loja ciudad son


el mantenimiento de la traza urbanística árabe medieval de su barrio
de la Alcazaba, y su perfil aéreo mixto árabe y cristiano. En él se
entremezcla la silueta de su alcazaba y los campanarios de las
iglesias, con sus cruces recortándose sobre el azul de la serranía y
con la vega verde y sus frondosas huertas a sus pies.

2.5. Altiplano de Guadix y Marquesado


41
I. Altiplano de Guadix
La imagen global de la Hoya de Guadix según literatos y viajeros viene
marcada principalmente por su paisaje natural y secundariamente por
uno de sus paisajes urbanos más originales, sus barrios cueveros.

En concreto, el paisaje natural se caracteriza por la alternancia y el


contraste de dos paisajes dentro de la Hoya, con una doble paleta de
colores: Los tonos ocres y marrones de los áridos y desarbolados
cerros, donde se asienta el hábitat en cuevas, y el verde de la fértil
vega, donde se emplazan las poblaciones principales, con extensas
plantaciones de álamos situadas en la rivera de los ríos.

Dentro de esta imagen global, las cárcavas o tierras baldías de sus


cerros son ya percibidas como su paisaje más sobresaliente y singular
por los viajeros y literatos del siglo XIX. Bautizadas por la
etimología popular local, como “dientes de la vieja” abundarán las
comparaciones con montañas o con volcanes, hasta asemejarlas con un
paisaje lunar. Esta imagen será la que más triunfará y se repetirá
posteriormente en muchas guías turísticas. A finales del siglo XX
pasaran a tener la consideración positiva de “monumento natural”,
incluyéndose en ocasiones en la Red de Espacios Naturales Protegidos
por la Junta de Andalucía. De modo y manera que los autores más
recientes hablan de ellas como espacios naturales de interés
geológico, aptos de ser visitados a pie o a caballo, donde disfrutar,
de un original catálogo de formas de relieve: “Cañones, cárcavas,
barrancos, canales, chimenea de hadas y otras formas geológicas” y de
una espectacular gama de colores en sus diferentes rocas.

Por lo que se refiere a los paisajes agrarios, el más valorado es el


de vega. Y, dentro de los paisajes urbanos, el de la ciudad de Guadix
y, sobre todo, el hábitat cuevero.
La descripción de la imagen externa y del interior de las cuevas es el
tema más tratado por viajeros y literatos desde el siglo XVIII en sus
descripciones de las altiplanicies nororientales de la provincia de
Granada. De él llama poderosamente la atención que sea un paisaje
urbano surgido espontáneamente y no sacralizado, fenómeno urbano
insólito en Andalucía. También, que sea una extensión de la ciudad que
crece orgánicamente, donde el único orden divisorio interior son las
cañadas que separan los barrancos de las cárcavas en que se asientan
las cuevas. Un tercer elemento característico de estos barrios es la
mezcla de la cal blanca con que se enlucen las fachadas con el gran
número de chimeneas que sobresalen de sus techos. Otros componentes de
este paisaje, que han perdido fuerza con la contemporaneidad, son su
uso ganadero y para actividades artesanas. Asimismo, durante la
transición del siglo XX al XXI ha decaído su consideración como barrio
marginal y de gente salvaje en favor de su revalorización como lugar
típico para el turismo y el disfrute de su arquitectura tradicional
tan original y pegada al terreno. En este último sentido, se ha
revalorizado su imagen interna. De ser criticada y despreciada por los
primeros viajeros que las visitaron por su oscuridad, humedad y falta
de condiciones higiénicas, las cuevas han pasado a considerarse un
inmejorable ejemplo de arquitectura bioclimática y popular. Hay que
tener en cuenta que las cuevas han mejorado sustancialmente sus
condiciones de habitabilidad, hasta el punto de que algunas son
alojamientos rurales de lujo, donde se combina la decoración
tradicional local con los más modernos refinamientos. 42

II. Marquesado del Zenete


La comarca del Marquesado tiene un paisaje natural diferente al resto
de la Hoya de Guadix, si bien su escaso y débil poblamiento hace que
se encuentre bajo el área de influencia de la urbe accitana.

Los paisajes naturales, agrarios y urbanos del Marquesado forman un


mosaico indisoluble, sin que se pueda hablar del predominio de alguno
de ellos en la imagen global de este territorio.

El aspecto más destacado por viajeros y literatos de su paisaje


natural es, precisamente, la gradación o escalonamiento de tres
unidades paisajísticas: la parte más alta o de rasgos alpinos –situada
en las laderas de Sierra Nevada-; una franja intermedia, la de
piedemonte, donde se concentra el poblamiento y el regadío y puede
encontrarse una gran diversidad paisajística, y el llamado localmente
“Campo”, es decir, una amplia llanura de sabor castellano, que le
sirve de borde con la Hoya de Guadix.

El paisaje agrario más valorado en el Marquesado es el de las vegas de


sus pueblos, que han heredado buena parte de su fisonomía de la etapa
nazarí. Su imagen principal es la de un pintoresco damero formado por
su parcelario rural, con árboles en los linderos de sus explotaciones
para mejor aprovechamiento del terreno agrícola. Y con las márgenes de
arroyos, ríos y principales acequias pobladas de árboles productivos,
entre los que abundan aquéllos que se aclimatan con facilidad a su
clima frío y continental como son el castaño, el nogal y otros
frutales como avellanos, cerezos, servas, peras y manzanas.
Por su parte, el paisaje urbano tiene una imagen externa
característica. Se trata de pequeños núcleos urbanos con un peculiar
emplazamiento en el piedemonte, entre Sierra Nevada y el Llano del
Zenete. Su perfil aéreo es el de casitas escalonadas entre la montaña
y el llano, ensamblándose unas con otras sus menudos volúmenes
cúbicos, rematados por terrazas cubiertas de launa, que recuerdan a
los pueblos alpujarreños. Además, la mayoría de los núcleos de
población están dominados visualmente por iglesias mudéjares,
construidas sobre antiguas mezquitas, con ricos artesonados.

En lo relativo a su imagen interna, la traza urbanística de estas


poblaciones presenta, al menos, dos sectores bien diferenciados. La
parte antigua de los pueblos recuerda la estética andalusí y morisca.
Es un urbanismo ecológico, ya que no invade zonas irrigables y sus
calles y casas se adaptan a las pendientes. En estos barrios se
respira lo introvertido de la arquitectura pública musulmana:
arquitectura serrana, requiebros callejeros derrochando ángulos por
doquier y calles sinuosas, estrechas y sugerentes. Junto a él, el
espacio urbano creado por los cristianos tras la Repoblación, ocupa la
zona más llana y es de calles más rectas y anchas, en las que vuelan
balcones castellanos.

Otro rasgo que define dicha imagen interna de los pueblos del
Marquesado es que la arquitectura de estas poblaciones ha estado muy
vinculada a los materiales constructivos que ofrecía el terreno. Hasta
hace poco tiempo los únicos que se usaban eran la madera, la cal, la 43
mampostería, la pizarra y la launa.

2.6. Altiplano de Baza y comarca de Huéscar


La imagen global de la Hoya de Baza está bastante bien documentada a
través del tiempo, ya que se disponen de numerosos textos de literatos
y viajeros, por ser el camino natural desde Granada al Levante
español.

Dicha imagen se corresponde, en términos generales, con la que ofrece


su paisaje natural. Por un lado, su apariencia de antiguo lago, que
siempre ha provocado la extrañeza de los viajeros acerca de su origen
geológico. En segundo término, los textos recogen la dualidad entre su
imagen externa- que le otorga la apariencia de una superficie llana –
y su aspecto interno –, en que se transita por un territorio
accidentado, surcado por numerosos barrancos-. Otros dos aspectos que
caracterizan dicha imagen externa son su carácter estepario y el
predominio del tono blanquecino en su paleta de colores, originado por
la abundancia de yesos.

La percepción de esta imagen externa ha ido evolucionando. Los


viajeros románticos (siglos XVIII-XIX) ofrecían la visión de un
territorio de pastores, que resultaba inhóspito de transitar por estar
muy despoblado, y que aparecía como difícil para la vida humana. Sin
embargo, su apreciación contemporánea es más positiva, presentándose
como un paisaje subdesértico de gran originalidad en el contexto
andaluz, no exento de belleza.
Las vegas cultivadas son los paisajes agrarios más valorados por
viajeros y literatos. Se trata de vegas tradicionales de origen nazarí
(anteriores al siglo XVI) que han pervivido hasta los tiempos
actuales. Su paisaje ha sido ensalzado por la espesura de sus
arboledas, que le da el carácter de un paisaje de oasis. Y ello, en
tanto que su forma es como la de un alargado lienzo verde que
contrasta con la estepa circundante, desértica y desarbolada y de
tonos blanquecinos, ocres y grises. Otros aspectos destacados de dicho
paisaje agrario son: Su importante hábitat diseminado; los muros de
mampostería que separan las parcelas cultivadas - cuyo objetivo es
defender el suelo agrícola de la erosión provocada por lluvias y
avenidas –, y un complejo y elaborado sistema de aljibes, canales y
acequias. Se trata, en todo caso, de un paisaje agrario maduro, y de
gran valor etnográfico y cultural, cuya conservación deberá
compatibilizarse con los proyectos de modernización de los regadíos
actualmente en ejecución en la comarca.

El paisaje urbano conserva en gran medida la traza urbanística de


origen árabe en los cascos históricos de la mayoría de las poblaciones
del altiplano granadino, que no crecieron significativamente en los
siglos posteriores a la conquista cristiana. La capital del Altiplano,
la ciudad de Baza, presenta ciertos rasgos diferenciales en su paisaje
urbano: El primero es el de sus frecuentes y numerosas fuentes, ya que
el agua y las construcciones hidráulicas adquieren especial
importancia en el urbanismo medieval musulmán: fuentes, aljibes,
molinos, acequias, pozos, etcétera. El segundo es su arquitectura 44
popular de casas altas con balcones floridos y tejados de teja árabe
con chimeneas de mampostería o ladrillo, que terminan en aleros
marrones y de madera. Y el tercero, su amplio catálogo de edificios
civiles y religiosos de valor como patrimonio histórico-artístico, y
un excepcional patrimonio industrial, de valor etnográfico (molinos,
mataderos, etc.).

Hay otros dos paisajes urbanos singulares y sobresalientes en la Hoya


de Baza. En primer lugar, el hábitat en cuevas de las periferias
urbanas, tan abundante en el siglo XIX y primera mitad del siglo XX
como el de la Hoya de Guadix, que atrajo la atención de los viajeros y
literatos. Y, en segundo término, la arquitectura tradicional y
popular del hábitat diseminado de la Sierra de Baza.

Finalmente, la Hoya de Baza dispone, además, de bastantes paisajes


naturales sobresalientes y singulares, de los que los principales han
sido incluidos en el Catálogo de Literatura y Paisaje en la provincia
de Granada: El Cerro de Jabalcón, la Sierra de La Sagra, y las Sierras
de Baza y de Castríl. Estas dos últimas, a raíz de su declaración como
Parques Naturales (año 1989), han sido objeto de una mayor atención
por viajeros y literatos, siendo muy escasas anteriormente las
referencias históricas sobre dichos paisajes.

2.7. Los Montes


Todavía no se ha consolidado definitivamente la identidad de la
comarca de los Montes de Granada. Y, por ende, la de su paisaje.
Actualmente su delimitación territorial varía para las distintas
administraciones. Frecuentemente los Montes Occidentales se dividen y
comparten su identidad con las comarcas del Poniente y/o la Vega
granadina, y los municipios de los Montes Orientales lo hacen con la
Hoya de Guadix. A ello contribuye el débil poblamiento y la situación
de atraso económico y fuerte emigración que vienen padeciendo las
poblaciones de los Montes granadinos, desde mediados del siglo veinte.

La imagen global del paisaje de los Montes granadinos está


condicionada por su orografía. Presenta formas muy fragmentadas y
variadas del relieve, rasgo que comparte con otras comarcas de las
Sierras subbéticas andaluzas. Los obstáculos de la orografía a un
potente y fácil desarrollo de la red viaria por su interior y desde
fuera, hacen que “Los Montes” tengan la condición de territorio
relativamente aislado y remoto, y difuso en cuanto a sus límites,
situado en la franja intermedia de Granada y de Andalucía.

Una segunda cualidad del paisaje de los Montes es que su fisonomía


global es fruto de la intervención humana a través de la historia.

El paisaje contemporáneo de los Montes Occidentales granadinos se


caracteriza por el predominio del paisaje agrario cultivado, y
conserva minoritariamente su antiguo paisaje ganadero-forestal y
natural. De manera que lo que en tiempos medievales fueron islas
agrícolas situadas en vaguadas, rodeadas de bosques de encinas y
alcornoques y de pastos, son hoy un paisaje cultivado con pequeñas
extensiones de bosque y matorral, a modo de islas ecológicas, en los
lugares más abruptos como cimas y laderas más pendientes de sus 45
sierras y cerros.

El paisaje agrario contemporáneo se ha formado como tal en el último


siglo. Los Montes Occidentales se caracterizan por el hecho de que
entre el 80 y el 90 por ciento de la superficie agraria útil
corresponde al monocultivo del olivar. En cierto modo, su implantación
está influida por el éxito del complejo productivo aceitero de la
provincia jiennense. Se trata de modernas plantaciones, ordenadas
geométricamente cuya imagen visual es la que predomina en el paisaje.
El cereal o tierra calma, cultivo principal hasta el siglo XIX, ocupa
ahora tan solo unas pocos cientos de hectáreas de cada término
municipal. Y otro cultivo leñoso, el almendro, acompaña al olivar en
algunos terrenos más pendientes y pedregosos. Conforme nos desplazamos
hacia el sector de los Montes Orientales se mantiene el protagonismo
del cultivo de cereales, si bien estas poblaciones han emprendido una
estrategia de diversificación de cultivos que puede ir cambiando el
paisaje agrario tradicional. Ya es una realidad que en los terrenos en
pendiente han ido apareciendo otros cultivos leñosos (el olivar, el
cerezo y el almendro), en alternancia con las vaguadas y tierras
llanas, donde sigue imperando la tierra calma, que le dan mayor
diversidad al paisaje rural.

Un tercer aspecto que caracteriza el paisaje urbano, con mayor


intensidad en los Montes Occidentales, es su genealogía como
territorio fronterizo entre el reino de Granada y los reinos
cristianos en el periodo bajomedieval. De manera que aún sobrevive una
densa red de de fortalezas defensivas, que es la imagen urbana externa
más habitual de sus principales poblaciones (Montefrío, Moclín o
Íllora). Por su parte, su importante hábitat diseminado, así como los
pequeños municipios de los Montes Orientales, si bien no destacan
especialmente ni por su arquitectura ni por su monumentalidad, están
siendo reivindicados recientemente como paisajes valiosos por su
ambiente bucólico e impregnado de tranquilidad y de apego al campo y
la vida tradicional.

Otros aspectos sobresalientes y singulares de los Montes de Granada


aparecen con carácter puntual, como sucede con determinados paisajes
del agua y vinculados a la presencia de rocas calizas (surgencias,
manantiales, cuevas, etc.), o por el excelente estado de conservación
de determinados yacimientos arqueológicos como el Peñón de los
Gitanos.

En cualquier caso, su identificación como un tipo de paisaje


provincial es la más difusa de todas las comarcas de la provincia de
Granada.

La Diputación, en un reciente Plan de Dinamización Turística de este


territorio, ha diagnosticado que es preciso aún dar a conocer la
diversidad de su medio natural (grutas y cuevas, manantiales,
encinares, pinedas, riqueza micológica, etc.); poner en valor el
patrimonio arqueológico y natural asociado a las cuevas y grutas
existentes; mostrar la riqueza etnológica con que destaca su paisaje
rural (cortijos, fuentes, abrevaderos, etc.); dar a conocer su riqueza
arqueológica y su patrimonio artístico y cultural y, en definitiva,
favorecer el disfrute de su paisaje, todavía poco conocido e
investigado. 46

2.8. Las Alpujarras y Valle de Lecrín


La Alpujarra granadina es uno de los paisajes de referencia que
identifican la imagen global de la provincia de Granada, como se
deduce del gran número de citas literarias y de viajeros existentes.

Sin embargo, su conocimiento es muy escaso hasta el siglo XVI.


Entonces, como consecuencia de la rebelión de los moriscos, se pone de
moda como país literario. Moda que se ha prolongado hasta nuestros
días a través de la novela histórica de temática morisca. La visión
del paisaje de la Alpujarra morisca (siglos XV y XVI) es la de una
tierra “rencillosa y pendenciera”, “borrascosa”, “indomable” y
“fortaleza de monfíes”. Dicha visión se prolonga durante los siglos
XVII y XVIII, cuyas descripciones de este territorio continuarán
apoyándose en las crónicas de la conquista a los moriscos y su
posterior repoblación cristiana, sin aportar una visión renovada de
sus paisajes y gentes.

Esta tendencia sólo se rompe durante el siglo XIX. Entonces se impone


una percepción del territorio alpujarreño como paisaje natural y
agrario de una singular diversidad procedente del escalonamiento de
microclimas que van desde el alpino al tropical. Paisaje que acuña la
frase ya tópica: “Es como un paseo del Polo al Trópico” en pocos
kilómetros, la cual se repetirá después en tantas guías turísticas
contemporáneas y, en segundo término, por la originalidad de sus
habitantes y costumbres ancestrales.

En el primer tercio del siglo XX la Alpujarra se pondrá de moda por


primera vez, por su estilo de vida alternativo, como hogar de artistas
y escritores extranjeros y, más tarde, nacionales. Fue gracias a la
iniciativa pionera del escritor Gerald Brenan, que encontró en sus
pueblos un modo de vida más auténtico. Las costumbres sencillas y la
paz que le proporciona el ambiente de las pequeñas poblaciones
alpujarreñas, contrasta con el ambiente anónimo, artificial y
aristocrático del barrio londinense de donde provenía el autor inglés.
Durante la segunda mitad del siglo XX y las primeras décadas del siglo
XXI la Alpujarra ha continuado siendo lugar de retiro de literatos e
intelectuales. Sin embargo, desde su explosión como destino turístico
a finales del siglo XX, se cierne sobre la comarca el riesgo de la
pérdida de las señas de identidad del paisaje tradicional, ya que la
dedicación al visitante o turista ha trastocado las pautas de la vida
cotidiana secular, centrada en la agricultura.

El paisaje agrario y el paisaje urbano son los dos rasgos más


sobresalientes de la imagen externa de la Alpujarra granadina. La
originalidad del paisaje agrario no fue percibida hasta el siglo XIX.
Entonces se comienza a ensalzar estéticamente por la variedad de la
paleta de colores de sus campos minifundistas en forma de mosaico; la
diversidad de usos y aprovechamientos escalonados de norte a sur, y el
fuerte contraste entre las tierras de secano y las vegas regadas.

A mediados del siglo XX, el escritor inglés Gerald Brenan y el


geógrafo francés Jean Sermet coincidirán en otorgar un creciente valor
etnográfico a este paisaje agrario alpujarreño. Empieza entonces a
valorarse como producto de una larga “práctica civilizadora” que puso 47
en valor suelos naturalmente casi estériles. Bajo este punto de vista,
el típico paisaje abancalado alpujarreño es el símbolo del trabajo
humano en este suelo donde los hombres se esfuerzan por no perder
nada. Durante la década de los sesenta se completa la justa
apreciación y valoración del paisaje agrario alpujarreño. Dos textos
que lo ejemplifican son las Cartas Penibéticas del escritor accitano
Juan Aparicio y el libro de Francisco Izquierdo: El apócrifo de la
Alpujarra Alta. Ambas publicaciones nos informan en profundidad de
otros aspectos que caracterizan dicho paisaje agrario, un conjunto de
oasis regados en un mar de secano, tales como el valor del bancal de
regadío para la tradicional economía de subsistencia de sus
habitantes; el trato exquisito y esmerado otorgado a cada bancal por
su propietario y agricultor; el valor principal del paisaje del
regadío en el conjunto del paisaje alpujarreño tradicional, y la
importancia tanto de su arquitectura del agua como del paisaje
abancalado, tanto en secano como en regadío.

Así, Francisco Izquierdo concluye que ”el alpujarreño necesitó


edificar una montaña entera para labrar la décima parte. Las paratas
son falsos escalones a los que el agricultor ha puesto calzos de
piedra, calzos que deben ser fortalecidos cada cosecha, afirmados
constantemente…”…”Toda la sierra ha sido convertida en pirámides
semejantes a los templos aztecas…”). Otras dos cualidades que
singularizan el paisaje agrario alpujarreño tradicional son la
importancia de las faenas manuales y la destacada presencia humana en
el mismo.

Gran parte del despegue turístico de la Alpujarra granadina está, no


obstante, vinculado a la belleza y originalidad de sus paisajes
urbanos. Contemplados desde una panorámica lejana, insertos en cada
valle, las poblaciones alpujarreñas tienen una imagen típica y
original, por su disposición orgánica, adaptándose a las formas del
relieve, con una organización escalonada –semejante a la de los
cultivos- de su caserío. Su paleta de colores es la típica de los
pueblos blancos mediterráneos, lo que hace que los núcleos
alpujarreños se integren armónicamente en el paisaje alpujarreño
mediante “un juego de alternancias entre lo blanco y lo verde o
amarillo” del campo y la vegetación que los rodea. Una visión más
elaborada de esta imagen externa de los núcleos habitados es aquélla
que relaciona sus características con la necesaria adaptación
bioclimática al medio físico y natural en que se inserta el
poblamiento. Bajo este punto de vista, sus paisajes urbanos son
apreciados como un “ejemplo de simbiosis entre arquitectura y medio
rural: viviendas escalonadas y orientadas al sur para aprovechar al
máximo las horas de sol, con tejados horizontales para secar cosechas
o tomar el sol”. La forma y composición de los núcleos habitados no es
azarosa, sino que responde a soluciones prácticas y baratas para hacer
frente a dos problemas: “La escabrosidad del terreno y la búsqueda de
sol…”. Finalmente, hay que mencionar el original perfil aéreo de estos
paisajes urbanos tradicionales. Se trata de un perfil de silueta
recortada, imagen proporcionada por la profusión de chimeneas
troncocónicas que proliferan en los techos de las casas, entre las que
sobresale la torre de sus iglesias.

Tan atractiva como la imagen externa es la imagen interna de los


núcleos alpujarreños, la de sus calles, plazas y casas. Estos pueblos 48
conservan lo mejor de la arquitectura tradicional andaluza. Se diría
que por ellos no ha pasado el tiempo, y que sus casas, sus calles y
sus plazas son las mismas que abandonaron los moriscos a principios
del siglo XVII. Sin embargo, esta arquitectura ha sido un arte de
difícil entendimiento. Se trata de un urbanismo y una arquitectura
orgánica, adaptada al terreno. En el proceso de urbanización los
lugareños edificaban sus moradas en los espacios menos propicios para
los cultivos. El relieve no se transformaba. El resultado de este
urbanismo alpujarreño, tan adaptado al medio, es que todos los pueblos
poseen un entramado de calles estrechas y plazuelas íntimas.

Descendiendo en detalle, las calles alpujarreñas se singularizan por


elementos característicos como los soportales o tinaos que las cubren
cada cierto tramo y producen un ambiente misterioso y laberíntico de
comunicación entre unas calles y otras. Un segundo elemento
característico son sus terrados o techos grises de launa. Menos
conocidos son otros elementos como los balcones de sus viviendas, las
chimeneas troncocónicas, resultado de la unión de dos lajas de
pizarra, y el abundante y casi exclusivo uso de materiales
constructivos procedentes del entorno más próximo, a diferencia del
uso masivo de materiales estandarizados que se produce hoy en día en
la ciudad contemporánea.

La Sierra de la Contraviesa o Baja Alpujarra se presenta, como imagen


global, como un conjunto de cerros y lomas de colores pardos y grises
que se diferencian visualmente de sus contornos, y que tienen una
posición “enfrentada” a Sierra Nevada por el norte y el Mar
Mediterráneo, por el sur. Ha sido definida como una “gran solana”
serrana que se beneficia de la humedad que le proporciona la
proximidad del mar. Aunque también posee en su umbría o cara norte,
parajes donde nieva más fácilmente y que guardan mayores similitudes
con la Alpujarra.

Contemplada desde dentro, lo que más llama la atención en la Sierra de


la Contraviesa es el predominio de un paisaje agrario -creado entre
los siglos XIV al XVI-, que ha colonizado un relieve quebrado y
difícil, con presencia de terrenos tan pendientes como los de la
Axarquía malagueña, y a veces casi verticales. Su interminable
sucesión de cerros y lomas fueron aterrazadas y puestas en cultivo
mediante bancales y paratas por el hombre, con especies amantes de los
climas secos y soleados típicas de la arboricultura mediterránea -
almendros, viñedos, olivos e higueras-. Imagen que se mantiene hoy
día.

En segundo lugar, dentro del paisaje de la Contraviesa resulta


original la pervivencia de un poblamiento humano tradicional, que
tiene una distribución muy dispersa. Está formado por decenas de
pequeños núcleos de población y alquerías y pequeñas cortijadas,
respondiendo a un condicionante natural: la escasez de agua. Dentro de
este paisaje urbano sobresale un interesante y original patrimonio
edificado tradicional, vinculado a las faenas agrarias: bodegas,
lagares, fábricas de aguardientes, molinos de aceite y harineros,
almacenes de higos o las fábricas de tejidos de pita y esparto.

En cuanto al Valle de Lecrín, es una comarca que presenta una imagen


global de pequeño y cerrado valle entre montañas con una sorprendente 49
bondad climática, una gran abundancia de aguas y una proverbial
fertilidad agraria. Diccionarios ilustrados, viajeros y escritores
decimonónicos ponen de moda un adjetivo que resume la percepción de
esta comarca, y que desde entonces, viene acompañando las
descripciones del Valle de Lecrín en las guías turísticas, como es la
de “Valle de la alegría”, según su etimología árabe.

El paisaje agrario, al igual que en la mayoría de las comarcas


granadinas, es una herencia de la civilización creada por los árabes
nazaritas, que deja una importancia secundaria al paisaje natural. De
manera que, como señala uno de los textos seleccionados para el
catálogo, la naturaleza agreste de cerros de considerable altura y
diversa configuración, donde se descubren derrumbaderos inaccesibles y
tajos cortados de bastante altura, se combina y se suaviza por la
abundancia de terrenos hermoseados por los bancales y paratas de
olivos, naranjos y limoneros.

Asimismo, la presencia ubicua del agua en campos y poblaciones, es


otro elemento que embellece notablemente el paisaje del valle de
Lecrín.

Durante el siglo XX y primeras décadas del siglo XXI, han ido


surgiendo aspectos novedosos de su paisaje que llaman la atención de
literatos y viajeros. Entre éstos se pueden citar la fragancia y el
olor inconfundible a azahar de los naranjos del Valle, que provienen
de la fuerte expansión que tiene aquí el cultivo del naranjo con fines
comerciales durante la segunda mitad del siglo XX, y el ambiente
idílico y la paz que rebosan sus pueblos. Y es que aún se trata de
pequeños pueblos que, como los de la Alpujarra o la Contraviesa,
conservan sus costumbres y rasgos identitarios, en contraste con los
paisajes urbanos cada vez más anónimos y masificados del área
metropolitana de Granada o de su franja litoral.

2.9. Sierra Nevada


Los autores musulmanes ofrecen una imagen global de la Sierra, e
identifican los rasgos generales de su carácter, mencionando la
abundancia de nieves que alberga, el frío gélido que la domina, el
viento violento que barre las alturas, las aguas cristalinas que de
allí proceden, o la variedad de plantas medicinales que produce.
Cuando mencionan la morfología de la Sierra destacan sus fuertes
pendientes, la angostura de sus barrancos y las considerables alturas
de sus picos, que se distinguen desde el mar.

Tras la conquista castellana, el macizo pasa a ser descrito


someramente en algunos libros de viajes del Renacimiento. Sin embargo,
para la mayoría de los viajeros y literatos es sobre todo el paisaje
de fondo de Granada y la Alhambra. Durante este período (siglos XVI y
XVII) Sierra Nevada es un lugar apenas visitado. Sólo se adentran allí
pastores, manzanilleros y neveros, pues la montaña resultaba
desconocida, inhóspita e insegura. Sólo en verano determinados
puertos, si quedaban libres de nieves, eran frecuentados por arrieros
en sus recorridos entre poblaciones.
50
De este modo, el macizo no fue explorado y descrito de forma
sistemática hasta bien entrado el siglo XVIII. Es explorada por
Antonio Ponz en 1754, que proporciona los primeros datos de interés y
es descrita en el Catastro de Ensenada (1755) y en el Diccionario de
Tomás López. Se abre entonces una etapa pionera, en el que se asiste
el descubrimiento científico y geográfico de Sierra Nevada. Dicho
proceso de interpretación y explicación de sus paisajes naturales vino
encabezado por naturalistas, botánicos y también por geólogos y
geógrafos, mayoritariamente centroeuropeos.

Estos autores van levantando la información básica relativa a su


organización orográfica e hidrográfica, catalogan buena parte de la
flora nevadense y determinan y clasifican los pisos de vegetación. A
partir de mediados del XIX se va cartografiando progresivamente el
territorio, en particular la ubicación de los núcleos de población,
las vías de comunicación y caminos, los bosques y usos del suelo, los
pasos y altitudes de las montañas, etc.

Una segunda fuente de información sobre los paisajes de Sierra Nevada


en el siglo XIX la proporcionan los excursionistas. Además de señalar
cotas, itinerarios, pasos estratégicos, etcétera, van delimitando los
terrenos ocupados por las nieves y los hielos de forma permanente.
Destaca la obra de Luis de Rute Sierra Nevada (1876), inspirada en los
principios de la Institución Libre de Enseñanza, que veía en la
montaña un objeto de estudio y trabajo de sus valores paisajísticos y
culturales.

Son los viajeros románticos quienes convierten Sierra Nevada en tema


literario. Para estos escritores el fin del viaje no es la
investigación ni tampoco tiene un sentido estratégico y utilitario. Se
trata ante todo de tener una experiencia y de ampliar el propio
horizonte vital a través del contacto directo con los paisajes y
llegando, en algunos casos, a la comprensión de sus claves. De este
modo, Téophile Gautier, Louise Tenison y Charles de Davillier, autores
de sendos libros de viaje de gran éxito, incluyen la narración de sus
respectivos ascensos a Sierra Nevada. Richard Ford, por su parte,
pretendía con su famoso A Handbook for travelers in Spain (1845) una
finalidad más práctica: comunicar su experiencia pero también
proporcionar informaciones útiles a otros viajeros interesados en
España. Todos ellos suben a caballo acompañados de guías locales. Para
ello usan los caminos trazados por los neveros, personas que accedían
allí a diario para hacer acopio de nieve y venderla en Granda y que
conocían en profundidad el macizo.

Como puede apreciarse, ya en el siglo XIX se delinean dos líneas en la


representación cultural de Sierra Nevada: por un lado, es objeto de
interpretación científica, a diversos niveles (botánico, geológico y
también geográfico); por otro, es convertida en terma literario.

Esta tónica continúa en el siglo XX. En un primer momento, el


modernismo hace aportaciones significativas a la tradición literaria
en torno a Sierra Nevada, abriendo una línea en la que se combina la
experiencia vivida con el significado simbólico o alegórico de esa
experiencia. Más adelante, se abre una nueva etapa, dominada por los
autores locales, en la que estos evocan el macizo como parte
sustancial de su espacio vivido. Rafael Murciano, en la primera mitad
del siglo XX había abierto este camino, que alcanzará un notable 51
desarrollo en la segunda mitad de la centuria.

En cuanto a la representación científica, durante las primeras décadas


del siglo XX se yuxtaponen dos fuentes de conocimiento de sus
paisajes. Por un lado, la de ámbito local, la de los penibetistas
granadinos, que va descubriendo progresivamente el significado
ambiental, ecológico e histórico de la Sierra. Y, por otro, la emanada
de la comunidad intelectual y científica, preocupada por descubrir,
explicar y difundir los valores biofísicos e histórico-culturales de
la Sierra.

Las asociaciones de montañeros conocidas como penibetistas tuvieron


como objeto actividades de excursionismo, practicado por
intelectuales, que aportaron conocimientos científicos de la montaña.
Dos autores representativos de este movimiento son Luis Seco de Lucena
y Fidel Fernández. La imagen global que ofrecen de Sierra Nevada no es
ya la de un lugar temible como en la Edad Media, ni sólo un escenario
de sorprendentes y arriesgados viajes, como en el caso de los viajeros
románticos, sino que comienza a intuirse y ponerse de manifiesto su
importancia ecológica.

Ya en la segunda mitad del siglo XX se asiste a una verdadera eclosión


de aproximaciones científicas a Sierra Nevada. Desde un punto de vista
geográfico, Bosque Maurel delinea una imagen desmitificadora del
macizo:

“Sierra Nevada es una montaña paradójica… el más importante edificio


montañoso de Europa tiene una gran bóveda uniforme y monótona… parece
poco montañosa en sus alturas… con predominio de lomas, llanos y
cerros, propios de las zonas llanas”.
Asimismo, se profundiza en el conocimiento de los fundamentos
naturales del paisaje. Diversos estudios inventarían las formas de
relieve glaciares y periglaciares. También se ha profundizado en el
conocimiento de la biodiversidad del macizo, que tiene su origen en el
carácter de refugio de especies de latitudes medias europeas o de la
frontera ibero-africana que ha tenido el macizo de Sierra Nevada tras
la última glaciación cuaternaria. Otra vía de avance ha sido la
identificación y caracterización de los ecosistemas y de geosistemas
presentes en el macizo.

Finalmente, se ha operado en ciertos ámbitos de la sociedad granadina


un cambio de mentalidad en favor de la protección del medio ambiente
de Sierra Nevada. Todo ello ha favorecido diversas actuaciones de
corte proteccionista, tales como la declaración de Sierra Nevada como
Reserva de la Biosfera (1986), la declaración del Parque Natural de
Sierra Nevada (1989), o la declaración de las cumbres de Sierra Nevada
como Parque Nacional (1999).

52

SEGUNDA PARTE: SELECCIÓN Y COMENTARIO DE TEXTOS


I - CIUDAD Y VEGA DE GRANADA.
53
Ámbito territorial: Ciudad y Vega de Granada.

Número y título de ficha: I.1. La representación literaria del


carácter del paisaje (I): siglos XIV – XVIII.

Objetivo: Caracterización del tipo de paisaje provincial.

Referente paisajístico: Paisajes de dominante urbana y rural.

Autor(es), Obra(s) y fecha(s):

I.- IBN BATTUTA (1304-1377). A través del Islam, (1353), p. 763.


Madrid, Editora Nacional, 1981.

II.- IBN AL-JATIB (1313-1374). Esplendor de la luna llena, (?). Citada


en Francisco Javier Simonet, Descripción del Reino de Granada, p. 54.
Madrid. Imprenta Nacional, 1860.

III.- MÜNZER, JERÓNIMO (?-1508). Itinerario por España, Francia y


Alemania, (?). Citada en José García Mercadal, Viajes de Extranjeros
por España y Portugal. Tomo 1, p. 332. Consejería de Educación y
Cultura. Junta de Castilla y León, 1999.

IV.- MEDINA, PEDRO DE (1493-1567). Libro de grandezas y cosas notables


de España, (1548), p. 316. Sevilla, 1568.
54
V.- MÁRMOL CARVAJAL, LUIS DEL (1520-1600). Rebelión y castigo de los
moriscos de Granada, (1600), p. 36. Málaga, Ed. Arguval, 1991.

VI.- BERMÚDEZ DE PEDRAZA, FRANCISCO (1576-1655). Antigüedad y


excelencias de Granada, (1608), p. 37. Madrid, 1608.

VII.- Catastro del Marqués de la Ensenada, (1754), p. 63-64. Madrid,


1754.

VIII.- PONZ, ANTONIO (1725-1792). Viage de España. Tomo XVIII, (1794),


p. 267. Madrid, 1794.

TEXTOS SELECCIONADOS:

I. “(…) Después continué la marcha hasta Granada, capital del país


de al-Ándalus, novia de sus ciudades. Sus alrededores no tienen igual
entre las comarcas de la tierra toda, abarcando una extensión de
cuarenta millas, cruzada por el famoso río Genil y por otros muchos
cauces más. Huertos, jardines, pastos, quintas y viñas abrazan la
ciudad por todas partes.”

II. “(…) Es una tierra que Allah ha ennoblecido con excelsitud y


esplendor, y mereció la recompensa de la bienaventuranza el que
procuró su libertad. Ella atesora copioso vino y bebida deliciosa…”
“(…) En todas sus bellezas hay un esplendor, que por todas partes y
por todas maneras se ostenta admirable. Semejante a un vergel, que
admira cuando principia a germinar sus plantas…”

III. “(…) Extramuros de Granada, pero no lejos de ella, está la


ciudad llamada Albaicín, de más de catorce mil casas, aunque no se ve
desde la Alhambra. En esta ciudad o, mejor dicho, en este barrio, hay
una hermosa mezquita con ochenta y seis columnas exentas, menor, pero
mucho más bella que la grande de Granada y con un lindo jardín
plantado de limoneros.”

IV. “Hay otro que se llama Albaicín, que en la altura es casi igual
y semejante a la Alhambra, el cual es lugar muy saludable. Además de
la población de estos collados, en el llano hay muy gran número de
edificios suntuosos y, además de las casas reales, otras muchas de
grandes aposentos. Los barrios y calles por la gran espesura de los
edificios por la mayor parte son angostos.”

V. “(…) y ocupando los valles que hay entre ellos, se extiende


largamente por un espacioso llano a la parte de poniente, donde está
una hermosísima vega llana y cuadrada, llena de muchas arboledas y
frescuras, entre las cuales hay muchas alcarías pobladas de labradores
y gente del campo, que todas ellas se descubren desde las casas de la
ciudad.”

VI. “(…) Tiene últimamente al septentrión los frescos cármenes del


Fargue y Dinadamar, palabras árabes que significan, la primera,
división, por estar divididos estos dos pagos, y la última, ojo de
lágrimas. Son legua y media de huertas en la ladera del Albaicín, que
mira hacia la Vega, con una acequia, o río, de agua de la fuente de
Alfacar, lugar a dos leguas de Granada.”
55
VII. “(…) bosques, matorrales, montes e inútiles; y que las tierras
de hortaliza, jardines y huertos referidos producen anualmente
diferentes frutos, como igualmente las de sembradura de regadío
producen anualmente, pues aunque algunas del término suelen llevar dos
cosechas al año, se considera por una, en atención del valor y
cantidad de los frutos que se siembran para esta duplicada cosecha…”

VIII. “(…) En el espacio de Gavia la grande a Granada se ven algunos


lugares bastante buenos, pero todavía les falta mucho para lo que
debían ser…” “(…) la melancolía y tristeza que me ha causado esta ruta
desde Cádiz hasta plantarme en Granada al ver muchas leguas de tierra
despobladas (…) la pobreza, e infelicidad de los habitantes de algunos
de ellos, y el poco caso que hacen los naturales de sus pingües
territorios…”

Contexto y valoración:

El reino nazarí fue visitado por relevantes geógrafos y


literatos musulmanes como Ibn Batuta o Ibn al Jatib. Estos autores
quedaron asombrados ante la extensión de la vega, su feracidad, y la
abundancia y diversidad de sus producciones. Se acuñan entonces una
serie de tópicos sobre el paisaje granadino que incluyen la
comparación con el paraíso musulmán, que en esta religión adopta la
forma de un oasis. Las descripciones previas e inmediatas a la
conquista castellana del reino nazarí (Textos I y II) atribuyen a la
vega la condición de un vergel y de lugar excepcional y sin igual por
su belleza, esplendor y fertilidad.

Tras la conquista castellana, los autores cristianos siguen una


línea similar (texto V). Al igual que los escritores musulmanes de
siglos anteriores, manifiestan su asombro ante un paisaje rural de
compleja organización, en el que la intensidad de la presencia humana
no ha envilecido el carácter del paisaje sino que lo ha mejorado y
realzado. En todo ello puede verse la influencia de la retórica del
locus amenus, de gran importancia en la cultura occidental. De este
modo, vuelve a configurarse un repertorio de lugares comunes en torno
a la vega, centrados de nuevo en su condición de vergel, en su
abundancia, feracidad y esplendor.

El siglo XVIII asiste a la emergencia de discursos de corte


ilustrado que lamentan la falta de aprovechamiento de las tierras de
la vega, pero estas representaciones no llegan a tener una influencia
cultural y social relevante (texto VIII). Sin embargo, los textos de
esa centuria son altamente significativos, pues suponen un punto de
inflexión respecto a la representación literaria anterior.

En ello puede verse la incidencia de la expulsión de los


moriscos en 1609. Las investigaciones de las últimas décadas han
puesto de manifiesto las consecuencias de este hecho histórico. La
agricultura irrigada entra en decadencia al abandonarla quienes mejor
la conocían; ello implica el deterioro de las redes hidráulicas así
como la decadencia de la producción sedera, a la par que la población
disminuye y muchos inmuebles son abandonados. Hay que esperar a
finales del siglo XIX, para que la Vega vuelva a ser cultivada en toda
su extensión, gracias al auge de la remolacha azucarera y a la
renovación de los regadíos. Tal como se indica en el libro Granada 56
nazarí y renacentista. 1600, (2012), en la p. 27: “(…) Quebrantos que
se manifiestan con igual virulencia en la economía: la laboriosa
agricultura irrigada de la Vega decae con la marcha de sus mejores
conocedores; las redes hidráulicas se deterioran; la producción
granadina más preciada, la seda, declina; numerosos inmuebles quedan
abandonados y maltrechos.”

En relación con la ciudad de Granada, las fuentes literarias y


la literatura científica permiten construir una interpretación en
términos de cambios y resiliencias. De los testimonios de viajeros y
escritores de fines del siglo XV y el XVI (textos III y IV) se deduce
la existencia de una ciudad amurallada y de otros asentamientos
extramuros con una vida propia, tales como el Albaicín. Por otra
parte, las investigaciones históricas, arqueológicas y geográficas
permiten reconstruir las etapas de la evolución de la ciudad. Sabemos
que la expansión urbana prosigue en sucesivos anillos de arrabales
(Albayzín, Rambla, Alfareros, Loma), que en los siglos XIV y XV se
dotan de murallas. El perímetro amurallado de Granada cede en algunos
sectores ante la disminución de las necesidades defensivas y el empuje
del crecimiento de la ciudad. Se abren portillos, se derriban muros y
torres, mientras que en la periferia surgen monasterios, hospitales y
otros grandes edificios que ocupan amplios solares a costa de huertas.
Crece el arrabal de San Lázaro, y junto al Darro avanzan los arrabales
cercanos a la plaza Bib-Rambla, mientras que también se ocupan los
espacios extramuros hacia el Genil.

Al mismo tiempo, otras poblaciones menores irán surgiendo


alrededor; algunas de forma premeditada, como ocurrió en el caso de
Santa Fe, tal y como recoge Pedro de Medina en la p. 314 de su libro:
“En el mes de mayo del año del señor de mil y cuatrocientos y noventa
y uno, el Rey católico entró en la vega de Granada y taló los árboles
y frutos de ella y en un lugar que los mozos llamaban Goftón, que es
un gran campo llano apartado de Granada cuanto dos leguas, mandó el
Rey asentar sus reales y, habiendo su consejo, determinó refundar allí
una ciudad…”

Ámbito territorial: Ciudad y Vega de Granada

Número y título de ficha: I.2. La representación literaria del


carácter del paisaje (II): Siglo XIX.

Objetivo: Caracterización del tipo de paisaje provincial.

Referente paisajístico: Paisajes de dominante urbana y rural.

Autor(es), Obra(s) y fecha(s):

I.- MIÑANO, SEBASTIÁN (1779-1845). Diccionario Geográfico-Estadístico 57


de España y Portugal. Tomo IV, (1826), p. 350. Madrid, 1826.

II.- FORD, RICHARD (1796-1858). Manual para viajeros por Andalucía y


lectores en casa (Granada), (1845), p. 92 y 93. Madrid. Ediciones
Turner, 1980.

III.- FERNÁNDEZ Y GONZÁLEZ, MANUEL (1821-1888). La Alhambra. Leyendas


Árabes, (1856), p. 5. Madrid. Ed. J. J. Martínez, 1856.

IV.- ANDERSEN, HANS CHRISTIAN (1805-1875). Viaje por España, (1863),


p. 126-128. Madrid. Alianza Editorial, 2004.

V.- JEREZ PERCHET, AUGUSTO (1844-1903). Granada pintoresca, (1885), p.


9-10. Madrid-Málaga, 1885.

VI.- GANIVET, ÁNGEL (1865-1898). Granada la bella, (1896), p. 12.


Versión on-line, Biblioteca Virtual Universal, 2003.

TEXTOS SELECCIONADOS:

I. “(…) Pero nada de lo que hay en el día iguala ni aun se acerca


en magnificencia, belleza y comodidad a lo que hubo en tiempo de los
árabes, si hemos de juzgar por los vestigios que aún se conservan del
lujo de sus habitaciones, sus techos artesonados, sus estucos
afiligranados, sus mosaicos de azulejos…”

II. “(…) vivir en la Alhambra misma. Allí todo es moro, mientras que
abajo Granada no es mejor que cualquier otra ciudad española…” “(…) De
todas sus varias excelencias ninguna ha sobrevivido, excepto la
agricultura; y ésta, aunque degenerada, constituye todavía la riqueza
de la provincia, que abunda en grano y vino, aceite, seda y fruta.”

III. “(…) Y esta magnífica llanura que se llama la Vega, que nace a
los pies de Sierra Nevada y se extiende hasta la volcánica Sierra
Elvira, deja ver desde la Colina roja, bajo el diáfano horizonte que
recortan las lejanas sierras al poniente, sus mil aldeas, blancas como
nidos de tórtolas…”

IV. “(…) se mostraba ahora el paisaje en toda su magnitud, ricamente


cultivado: bosques de olivos y viñedos se extendían en derredor; en
otros tiempos aquellas tierras habían sido regadas con sangre de moros
y cristianos.” “Por debajo de nuestras ventanas pululaban vehículos y
peatones; las campanas de la iglesia repicaban; se oían cantos y
gritos de júbilo. Parecía un lugar estupendo para estar.”

V. “(…) A las ruinas de la Granada mora han venido el genio, el


poder y la hermosura para escribir un pensamiento de admiración en la
obra de Alhamar o en el voluptuoso retiro de Generalife, y ahora, como
antes, la inspiración y la poesía flotan, por decirlo así, en las
misteriosas encrucijadas del adusto Albaicín, en el opulento bosque de
la Alhambra, en la áspera cuesta del Rey Chico.”

VI. “(…) a pesar de su exposición y de la proximidad de la Sierra


Nevada, que producen grandes irregularidades climatológicas, su
carácter es el de una ciudad meridional; su estructura antigua, que es 58
la lógica, obedece a la necesidad de quebrar la fuerza excesiva del
sol y de la luz, de detener las corrientes de viento cálido: por eso
sus calles son estrechas e irregulares, no anchas ni rectas.”

VII. Granada nazarí y renacentista. 1600, (2012), en la p. 19: “(…)


Los cambios se acentúan y se hacen más evidentes a fines del XIX. La
renovación de los regadíos de la Vega, cultivada ya en toda su
extensión, corre pareja de la remodelación de la trama urbana…”

Contexto y valoración:

Durante el siglo XIX, la ciudad de Granada vive episodios


significativos de renovación de su paisaje urbano interior, los cuales
han sido sintetizados por Bosque Maurel en Granada, la tierra y sus
hombres. La desamortización de los bienes eclesiásticos en 1836
propicia la aparición de nuevos espacios urbanos sobre las ruinas de
los conventos desaparecidos. Este es el caso del paseo del Salón, las
plazas del Carmen y la Trinidad. Se abre también la calle Reyes
Católicos, tras el embovedado del Darro a su paso por la ciudad. La
apertura de la Gran Vía de Colón en los años del cambio de siglo,
junto al derribo de parte de la antigua cerca culmina este proceso de
surgimiento de nuevos espacios urbanos.

Las visiones que en esta época se acuñan y difunden de la


Alhambra y la ciudad son un episodio relevante del llamado
orientalismo, entendido como una corriente cultural de fondo de la
cultura occidental por la cual se crea una visión estereotipada de la
cultura islámica. El iniciador de esta visión orientalista de Granada
es el diplomático y escritor norteamericano Washington Irving, a
través especialmente de Cuentos de la Alhambra (1829). Pero hay otros
aspectos que no se pueden soslayar: Irving hace también aportaciones
significativas a la poética del espacio vivido que constituye uno de
los hilos conductores de la representación paisajística de la Alhambra
(como es bien sabido, este autor vivió en el conjunto monumental). Por
otra parte, resulta interesante comprobar que el tópico musulmán de
la vega como “paraíso en la tierra” es recogido por este autor, como
pone de manifiesto el siguiente texto procedente de una de sus obras
de ficción:

“(…) La gloria de esta ciudad era su vega, que se extendía por


espacio de treinta y siete leguas de circunferencia. Era un jardín de
delicias, rodeado de altos cerros, y fertilizado por una multitud de
fuentes y manantiales; y el cristalino Genil, deteniendo su curso, lo
atravesaba con lento y tortuoso paso.”

Esto incide en que éste y otros autores románticos no den un


especial valor al paisaje de la ciudad, menos aún al compararla con la
Alhambra (Texto II). El propio Washington Irving, por ejemplo, tal
como expone en sus Cartas desde la Alhambra, (1828), en la p. 102,
apenas sí realiza alguna incursión por la ciudad, permaneciendo casi
todo el tiempo en la Alhambra: “(…) paseo por la tarde bien por los
salones del palacio o caminando por las colinas y huertos de la
Alhambra. La pequeña Dolores y su tía me cuidan muy bien pero están un
poco extrañadas de mi soledad ya que voy poco por Granada.”
59
Sin embargo, otros autores de este período sí muestran un
aprecio por el paisaje y los monumentos de la ciudad de Granada. Es el
caso de Hans Christian Andersen, quien viaja a Granada durante los
preparativos para la recepción de la reina Isabel II, en los que se
realizan comentarios en favor de la ciudad y en donde se resaltan
además ciertos elementos de la misma, como las iglesias o el sonido de
sus campanas (Texto IV). También en el tomo II del libro de Charles
Davillier y Gustave Doré Viaje por España, (1874), en la p. 82, se
pueden leer comentarios similares: “(…) se encuentra uno enfrente de
la Catedral. La fachada data de la segunda mitad del siglo XVI, y
aunque de estilo bastardo, no le falta cierta grandeza. El interior
está mejor…”

A medida que avanza el siglo son los autores locales y del resto
de España los que van tomando el relevo. Granada vive un clima de
efervescencia cultural, en la que se suceden el romanticismo, el
costumbrismo y el modernismo. En este contexto va emergiendo una
reflexión sobre la identidad de la ciudad, que cristaliza en Granada
la Bella, de Ángel Ganivet (texto VI). En esta época, sin embargo,
también pervive el orientalismo, como pone de manifiesto el texto de
Jerez Perchet (texto V). El cambio de clima cultural no significa que
la visión orientalista de Granada y la Alhambra desaparezca, sino que
adopta nuevas formas, de modo que los tópicos acuñados en la época
romántica se siguen transmitiendo hacia el futuro.
60

Ámbito territorial: Ciudad y Vega de Granada

Número y título de ficha: I.3. La representación literaria del


carácter del paisaje (III): siglos XX – XXI.

Objetivo de la Catalogación: Caracterización del tipo de paisaje


provincial.

Referente paisajístico: Paisajes de dominante urbana y rural.

Autor(es), Obra(s) y fecha(s):

I.- MURCIANO, RAFAEL (1898-1925). Mirando a la nieve, (1916). Citada


en Antonio Gallego Morell, Antología Poética de Sierra Nevada, p. 113.
Granada. Editorial Cetursa, 1992.

II.- GARCÍA LORCA, FEDERICO (1898-1936). Impresiones y paisajes,


(1917), p. 151. Granada. Ed. Don Quijote, 1981. [Facsímil de 1918].

III.- SERMET, JEAN (1907-2003). La España del sur, (1956), p. 104.


Barcelona. Editorial Juventud. 1956.

IV.- BOSQUE MAUREL, JOAQUÍN (1924-). Granada, la tierra y sus hombres


(1999), p. 324-325. Granada, 1999.
V.- SECO DE LUCENA, MARÍA ENCARNACIÓN (1937-). Noviembre, (1971).
Citada en Antonio Gallego Morell, Antología Poética de Sierra Nevada,
p. 164. Granada. Editorial Cetursa, 1992.

VI.- IZQUIERDO, FRANCISCO (1927-2004). Guía secreta de Granada,


(1977), p. 36. Madrid. Ed. Al-Borak, 1977.

VII.- VIÑES, CRISTINA (1947-2013). Granada en los libros de viaje,


(1999), p. 218 y 219. Granada. Ediciones Miguel Sánchez, 1999.

VIII.- SERRANO, JESÚS y NEUHAUS, ROLF (1942- y 1951-). El collar de


las medinas. Rutas literarias por el corazón de Al-Ándalus, (2004), p.
186. Granada. Ediciones Mágina, 2004.

TEXTOS SELECCIONADOS:

I. “(…) Son las tres de la tarde del caluroso estío,


la tierra es como un horno, todo respira fuego,
y las aguas veloces del caudaloso río,
no refrescan el aire, ni la campiña; luego…”

II. “(…) Las umbrías tienen noche en sus marañas y la ciudad va


despojándose de sus velos perezosamente, dejando ver sus cúpulas y sus
torres antiguas iluminadas por una luz suavemente dorada.
Las casas asoman sus caras de ojos vacíos entre el verdor, y las
hierbas, y las amapolas y los pámpanos, danzan graciosos al son de la 61
brisa solar…”

III. “(…) En cambio, las montañas almenadas y recortadas como


decoraciones de teatro, las nieves de la Sierra responsables del rumor
hechicero de las aguas en los jardines, las colinas de un rojo fuego,
los palacios <<dorados como un sueño y llenos de armonía>>, prestigiosa
herencia de un pueblo desaparecido que revive en el arte y la leyenda,
hasta el nombre, todo hace de Granada una ciudad única.”

IV. “Ciudad de montaña por su situación, lo es también por su


emplazamiento. Nacida sobre las colinas que forman el borde orográfico
de la depresión del Genil, Granada ha descendido a las terrazas
aluviales extendidas a su pie, convirtiéndose en una urbe de vertiente
o adosada, o bien encajándose cuando se estrecha a lo largo del valle
del Darro entre las colinas y San Nicolás. La complejidad de este
emplazamiento constituye, en parte, el fundamento de los profundos
contrastes físicos y humanos de la ciudad del Genil. Pero, sobre todo,
el paisaje urbano granadino es consecuencia lógica de su devenir
histórico; ciudad orgánica por excelencia, de desenvolvimiento lento y
crecimiento pausado, aunque acelerado en los últimos cincuenta años,
como la mayor parte de las urbes europeas, sus actuales formas urbanas
con hijas del pasado, lejano y cercano, y de un presente dinámico y
cambiante”

V. “(…) Granada dormía, pero la despiertan


las lenguas de bronce de viejas iglesias,
que lanzan al viento una helada queja;
gimen por aquellos que abriga la tierra.”
VI. “(…) se podía seguir la metamorfosis en ofidio, impuesta por el
oleaje de las colinas, de todas las voces del Paseo de los Tristes. El
ambiente sonoro de la ciudad, apenas nace ya crece megafónico, como la
gráfica invisible del aroma, que repta, que modela la inflexión
numerosa de los barrios.”

VII. “(…) Si por aquí la ciudad comienza a dilatarse hay otros


lugares donde permanece inalterable y el Albaicín es uno de ellos.”
“(…) Con sus blancos cármenes de espléndidos jardines repletos de
rosas y cipreses, este Albaicín ha venido a convertirse en síntesis –
más o menos armoniosa- de la opulencia y de la pobreza que conviven en
la ciudad.”

VIII. “(…) De vuelta a Granada, anocheciendo, callejeamos por el


Realejo, el antiguo Arrabal de los Alfareros: Carnicería, Santa
Escolástica, Placeta del Hospicio Viejo, Damasqueros… ¡Vieja Granada,
entre callejas y plazuelas de cal y geranios! En el Campo del Príncipe
se ensancha la visión hacia la colina de la Sabica, coronada por un
hotel que, ¡Santo Dios!, pretende emular a la Alhambra.”

Contexto y valoración:

A partir de la introducción de la remolacha azucarera, en la


década de los 80 del siglo XIX, la población de la ciudad comienza a
aumentar sustancialmente, al tiempo que comienzan importantes 62
transformaciones urbanísticas. Como señala Bosque Maurel en Granada,
la tierra y sus hombres (p. 309), “la ciudad se ensancha, se confirman
y amplían los barrios nacidos durante los siglos XVIII y XIX, como los
trogloditas del Sacromonte y el Barranco del Abogado, y los más
tradicionales de la Magdalena y las Angustias, continúa la reforma
interior que se había iniciado en la Gran Vía y se comienza la
remodelación y destrucción del caserío tradicional en los barrios
centrales”. Pero es en los años posteriores a la Guerra civil cuando
comienzan el proceso que llevará a la formación de un área
metropolitana. Hitos de este proceso son la construcción de una
carretera de circunvalación (el camino de Ronda) y el planteamiento de
un triple ensanche: hacia el norte, hacia la Vega y hacia el
piedemonte suroccidental de Sierra Nevada.

A partir de 1960 se abre, como en otras muchas ciudades


españolas, un período de desarrollismo especulativo que
institucionaliza la invasión de la vega. La marea constructora dobla
el espacio ocupado por la ciudad en 1940, a expensas sobre todo de la
vega del Genil. Esta tendencia continúa en las décadas posteriores,
pero extendida a los municipios de dicha vega, formándose de este modo
un área metropolitana que ha sido objeto, en la década de los 90, de
planes subregionales de ordenación del territorio. De este modo, la
presión urbanizadora sobre la Vega ha obligado al retroceso de los
cultivos, proliferando en su lugar centros comerciales, polígonos
industriales y toda clase de edificios e infraestructuras.

Todo ello ha incidido en un proceso de patrimonialización de la


Vega, considerada ahora como un paisaje amenazado que es necesario
defender y preservar de las presiones que la amenazan. En ello tienen
un gran protagonismo las plataformas ciudadanas que, como ellos mismos
indican en sus portales web, trabajan por la “protección y la
dinamización económica y cultural de la Vega de Granada”.

En este contexto, los autores locales van cobrando, a lo largo


del siglo XX, un protagonismo creciente. La sensibilidad paisajística
que se desarrolla desde entonces es muy diferente a la desplegada en
las visiones orientalizantes que tanto peso tuvieron en la centuria
anterior. Estos escritores centran su atención en la ciudad, en tanto
que constituye su marco vital cotidiano, y se esfuerzan en evocar la
experiencia que les proporciona, con todos sus matices. Es pues una
aproximación basada en un largo contacto con el paisaje evocado. Un
hito relevante de esta tradición es la obra Impresiones y Paisajes de
Federico García Lorca. Es un claro exponente de esta sensibilidad
paisajística, que huye del tópico y que busca evocar la experiencia
del paisaje realmente vivido (textos I, II y V).

El siglo XX es también la época en la que se van formulando


interpretaciones holísticas de la ciudad y la vega de Granada, basadas
en el conocimiento y la investigación. Se da la circunstancia de que
Granada es una de las primeras ciudades españolas que fue objeto de un
estudio sistemático de Geografía urbana (Geografía urbana de Granada,
de Joaquín Bosque Laurel, 1958). Este mismo autor dio a la luz años
después Granada, la tierra y sus hombres (1971, reeditada en 1999).
Este texto es una síntesis geográfica del conjunto de la provincia, en
el cual la vega del Genil y la ciudad de Granada son los ámbitos a los
que se dedica mayor atención. En las obras de este y otros autores, la 63
erudición no es incompatible con la formulación de interpretaciones de
gran sutileza y maestría que nos proporcionan una visión holística
alejada de estereotipos y simplificaciones.

Otra línea relevante en este período es la crítica en


profundidad a los lugares comunes acuñados por las visiones
orientalistas de la Alhambra y de la ciudad. Esta visión crítica pone
de manifiesto que estamos ante tópicos que han trascendido el ámbito
de lo literario y tienen repercusión en la percepción social e incluso
en el propio paisaje urbano (texto VIII). A este respecto, tiene
interés citar una reflexión de Francisco Izquierdo en su Guía Secreta
de Granada (p. 75), “(…) La Alhambra es también la palabra mágica que
envuelve toda clase de sinonimias de lo maravilloso, lo romántico, lo
sensual, lo misterioso, etc. Palabra que fue manufacturada como
símbolo por los tísicos del XIX, en principio, y como logotipo, más
tarde, por los cazapostales y trotaleguas del espectáculo, adquiriendo
una gran potencia como ‘marca registrada’ e incluso como reclamo de
establecimientos exóticos.”

Referente territorial: Granada y la Vega.

Número y título de ficha: I.4. Atributos generales de la Vega de


Granada. El agua y su aprovechamiento (I).

Objetivo de la Catalogación: Caracterización del tipo de paisaje


local.

Referente paisajístico: Paisajes de dominante agraria.

Autor(es), Obra(s) y fecha(s):


I.- IBN BATTUTA (1304-1377). A través del Islam, (1353), p. 763.
Madrid, Editora Nacional, 1981.

II.- MÁRMOL CARVAJAL, LUIS DEL (1520-1600). Rebelión y castigo de los


moriscos de Granada, (1600), p. 40. Málaga, Ed. Arguval, 1991.

III.- HENRÍQUEZ DE JORQUERA, FRANCISCO (1594-1646). Anales de Granada.


Tomo I, (1603-1644), p. 37 y 39. Granada, 1987.

IV.- BERMÚDEZ DE PEDRAZA, FRANCISCO (1576-1655). Antigüedad y


excelencias de Granada, (1608), p. 47. Madrid, 1608.

V.- VV. AA. Granada nazarí y renacentista. 1600, (2012), p. 56, 67 y


68. España. Consejería de Agricultura, Pesca y Medio Ambiente, Junta
de Andalucía, 2012.

TEXTOS SELECCIONADOS:

I. “(…) Sus alrededores no tienen igual entre las comarcas de la


tierra toda, abarcando una extensión de cuarenta millas, cruzada por
el famoso río Genil y por otros muchos cauces más.”

II. “(…) Fuera de la ciudad, a la parte de la Vega, hay grandes


huertas y arboledas que se riegan con el agua de las acequias que
proceden de los dos ríos arriba referidos; con las cuales muelen 64
también muchos molinos de harina…”

III. “(…) en años secos se fructifique la vega, que atravesándola en


culebreados retornos, recogiendo las aguas del Dauro y del Beiro,
Monachil y Dílar se emboscan en el Soto de Roma, no desechando las
aguas de Cubillas en este dilatado bosque.” “(…) Págale tributo al
Genil a la salida de la ciudad, cerca de su nombrado puente, ocultando
antiguos edificios gentilicios, dando paso por debajo de su corriente
a la acequia gorda del Genil, por fuerte bóveda de cantería, para que
refriegue huertas, meneando tornos de seda y molinos que muelen.” I.
“(…) Sácansele cuatro copiosas acequias para sustento de molinos, para
riego de huertas, y heredades, para que Macarena se consuele y en años
secos se fructifique la vega que atravesándola en culebreados
retornos, recogiendo las aguas del Dauro y del Beiro, Monachil y Dílar
se emboscan en el Soto de Roma, no desechando las aguas de Cubillas en
este dilatado bosque.” “(…) repartidos en brazos por la una y otra
parte, refrigera y fertiliza campos deleitosos de la granadina vega,
dando de beber por la parte de mediodía a los lugares de Dílar, a
Utrera, Alhendin, Gavia la grande y Gavia la chica, Ambrós y Cúllar y
por la parte del norte los lugares de Góxar, Churriana, Purchil y
Pochilejo y Belicena, en cuyos términos se consumen las aguas de esta
sangría y corriendo al poniente lo demás restante lo admite en sus
entrañas el Genil…”

IV. “(…) Llegado Genil a Granada, batiendo con el agua sus murallas,
se junta con el río Dauro, y más adelante con los ríos Monachil y
Dílar, con los cuales pasa fertilizando la espaciosa vega…”
V. “(…) En contraste con la situación actual, hacia los siglos XVI
y XVII el volumen de aguas subterráneas alumbradas por el hombre es
todavía mínimo…” “(…) funciona como una extensa llanura de inundación,
un paisaje cambiante al ritmo de las avenidas, que ya no están
necesariamente asociadas al deshielo, pues el régimen fluvial depende
tanto de la lluvia como de la nieve. En la actualidad, los embalses,
repoblaciones forestales y encauzamientos, han domesticado su antaño
furioso régimen torrencial.” “(…) El nivel freático de las aguas
subterráneas se encuentra en conexión directa con el lecho de los
ríos, ocasionando, según las circunstancias, una dinámica
hidrogeológica bidireccional…”

Contexto y valoración:

La Vega y sus cauces fluviales son el tema central de esta


ficha I.4. Los autores antiguos, tanto musulmanes como cristianos
coinciden en que el agua y su manejo han sido el fundamento del
paisaje de la vega de Granada.

Desde los resultados de la investigación científica


contemporánea puede afirmarse que unos y otros encontraron una gran
abundancia de cursos fluviales así como una compleja red de acequias
que se traza en época zirí y que incluye varias conducciones derivadas
de los cauces del Darro y el Genil y de manantiales cercanos. Una
acequia principal deriva agua a las hijuelas o acequias secundarias;
portillos y compuertas permiten la regulación del cauce, dando paso a 65
las regueras de las hazas o conduciendo el caudal hacia otros pagos
que esperan su turno de reparto. De esa forma, se conseguían regar
abundantemente todos los campos cercanos, obteniéndose así buenas
cosechas, pero también logrando harina de los molinos, gracias al
flujo de agua. Este control del flujo fluvial, cada vez más exhaustivo
lleva a la pérdida de vegetación fluvial y a que los cañaverales
invaden numerosas zonas de ramblas y pedregales.

Los autores aquí citados nos muestran cómo son muchos los ríos y
pequeños afluentes que, procedentes de Sierra Nevada o de manantiales
de la propia Vega, riegan con sus aguas este vasto territorio (Textos
I, III y V). Su flujo, abundante y diverso, ha dado lugar a una red
confusa, casi laberíntica, de corrientes de agua, cuyo entramado se ha
visto además potenciado visualmente por la presencia de numerosas
estructuras, diseñadas para controlar y favorecer el curso del agua,
así como por la distribución de las propias parcelas y campos de
cultivo (Textos II y VI).

De hecho, el agua, que proviene en gran parte de las cumbres


de Sierra Nevada, no requiere en ocasiones, cuando se producen las
grandes avenidas, control de ningún tipo, y se distribuye por el campo
por sí misma (Textos V y VI). Sea como fuere, estos torrentes de agua
no han sido utilizados únicamente para el riego de huertas y campos,
sino también para que en los molinos, al pasar el caudal, se lograra
moler el grano y para que, en las fábricas de seda, los tornos
pudiesen elaborar este preciado tejido (Textos II, III y IV).
Francisco Henríquez de Jorquera señala en la obra citada que estos
cauces no sólo servían para moler granos de cereal, sino para obtener
a su vez la preciada seda: “(…) dando paso por debajo de su corriente
a la acequia gorda del Genil, por fuerte bóveda de cantería, para que
refriegue huertas, meneando tornos de seda y molinos que muelen.”

Ello ha sido posible gracias a la gran cantidad de afluentes,


ríos y canalizaciones que atraviesan la extensa Vega. Todos acaban
confluyendo finalmente en el Genil, que es el más importante, pero su
número es, especialmente cerca de la ciudad de Granada, bastante
elevado (Textos I, III y IV). En ocasiones su relevancia es tal que
hasta ha podido usarse para adjudicarle nombre a un población, como
comenta en su libro Francisco Henríquez de Jorquera: “(…) la fuente de
Dílar, de quien toma el nombre la población de Dílar, faldas de la
sierra, y recogiendo cristales de pequeñuelo arroyuelo se ostenta
rápida corriente…”

66
Referente territorial: Ciudad y Vega de Granada.

Número de ficha y título: I.5. Atributos generales de la Vega de


Granada. El agua y su aprovechamiento (II).

Objetivo de la Catalogación: Caracterización del tipo de paisaje


local.

Referente paisajístico: Paisajes de dominante agraria.

Autor(es), Obra(s) y fecha(s):

I.- DANTÍN CERECEDA, JUAN (1881-1943). Aspectos geográficos de las


Vegas de Granada, (1942). Segunda Reunión de Estudios Geográficos,
Centro Superior de Investigaciones Científicas. Madrid, 1942.

II.- SERMET, JEAN (1907-2003). La España del sur, (1956), p. 106-107.


Barcelona. Editorial Juventud. 1956.

III.- BOSQUE MAUREL, JOAQUÍN (1924-). Granada, la tierra y sus hombres


(1999), p. 289 y 292. Granada. Universidad de Granada-Caja General de 67
Ahorros, 1999.

IV.- VV. AA. Granada nazarí y renacentista. 1600, (2012), p. 13, 16 y


25. España. Consejería de Agricultura, Pesca y Medio Ambiente, Junta
de Andalucía, 2012.

TEXTOS SELECCIONADOS:

I. “(…) La palabra vega se aplica a toda la extensión capaz de ser


regada, y se reserva específicamente el término huerta para designar
aquellos terrenos de vega que por disponer de agua suficiente son
capaces de producir sin descanso, al menos dos cosechas al año, y
cuyas pérdidas se compensan con estiércol aportado continuamente…”

II. “(…) Esto, unido a los numerosos ríos alimentados por las nieves
de la Sierra, proporciona un espléndido riego a la extensa Vega, que,
prácticamente, no necesita reglamentar sus irrigaciones.”

III. “Los riegos del Genil son la base de la economía comarcal (…)”
“En la Vega de Granada aparecen hoy, dispuestos en anillos
concéntricos ordenados desde el cauce del Genil hasta la periferia
montañosa, cuatro diferentes paisajes agrícolas. Primero, bordeando el
curso medio del Genil, la masa verde oscura de los extensos choperales
de la antigua zona pantanosa de Santafé y Fuente Vaqueros, el
tradicional “Soto de Roma”; después, en las cercanías de Granada y,
sobre todo, a lo largo de los cursos altos, aguas arriba de la ciudad,
del Genil y del Darro, el cinturón de “huertas” que abastece el
creciente núcleo urbano con sus cultivos de verduras y árboles
frutales; choperas y huertas están envueltas por la Vega propiamente
dicha, damero de parcelas abiertas de escasa extensión por lo general,
dedicada al cultivo de tabaco, patatas, habas, trigo, remolacha, lino
y cáñamo, etc. Y, finalmente, rodeando a este triple paisaje dominado
por el regadío, en las primeras pendientes del secano, el cíngulo
olivarero de regadío eventual o sin riego, con sus grandes cortijadas”

IV. “(…) El agua aportada por estos cursos confluyentes en Granada


y sus cercanías —Genil, Darro, Beiro, Monachil, Dílar, Cubillas,
Cacín—, en lo que podría considerarse como la mesopotamia granadina,
ha sido decisiva en el devenir de la urbe y de los regadíos que la
envuelven.” “(…) La fragmentación del parcelario refleja el predominio
de pequeñas propiedades explotadas de manera intensiva y dependientes
del regadío.”

Contexto y valoración:

La presente ficha reúne varios textos del siglo XX e inicios


del XXI, escritos por geógrafos (I, II y III) e historiadores (IV) de
este periodo. Plantean visiones holísticas e integradas de la vega en
las cuales el agua y su aprovechamiento son considerados de nuevo como
el fundamento de este paisaje. A diferencia de los autores antiguos
citados en la ficha anterior, son investigadores que siguen un método
sistemático y que están adiestrados en la formulación de
interpretaciones basadas en un proceso de investigación científica.
68
Los tres primeros, a pesar de pertenecer a diferentes
generaciones, tienen un nexo que los une: están realizados desde los
postulados de la geografía científica moderna, tal como se configura
en las décadas finales del siglo XIX. Más específicamente, son textos
que siguen la pauta de la descripción explicativa tal como ésta es
entendida en la escuela francesa de geografía.

Esta pauta metodológica de interpretación geográfica consiste


en la integración de conocimientos procedentes de disciplinas
científicas diversas en una perspectiva holística e integradora, que
atiende a dos ejes fundamentales:

- Relaciones verticales: se trata de explicar la interacción entre


elementos que coexisten e interactúan en un mismo espacio (por
ejemplo, uso agrario y tipo de suelo)
- Relaciones horizontales: se trata en este caso de describir y
explicar distribuciones espaciales, así como todo lo relativo a
las relaciones de contigüidad y proximidad.

El texto I es obra de Juan Dantín Cereceda (1881-1943), uno de


los introductores en España de la geografía científica moderna. En el
texto citado se revela su conocimiento geográfico pero también los de
índole agronómica, fruto de su estudio y docencia de esta materia.
Tiene el interés de precisar los conceptos de vega y huerta pero,
sobre todo, es un ejemplo acabado de descripción geográfica de
relaciones verticales

El texto de Joaquín Bosque Maurel (III) centra su atención en


relaciones de carácter horizontal, en concreto en la pauta de
distribución de los cultivos en la vega, de forma que se hace
inteligible el orden territorial que subyace a este paisaje y la
imbricación del mismo con sus fundamentos naturales.

En cuanto al texto IV, tiene el interés de que sigue la pauta


de la descripción explicativa aun cuando se trate de una obra de
divulgación no adscrita a la tradición geográfica antes reseñada. Al
mismo tiempo, tiene interés el uso de la expresiva metáfora
“mesopotamia granadina” para referirse a la vega de Granada. Mediante
este procedimiento retórico se refuerza en el lector la idea de que la
concurrencia de varios cursos fluviales y la ordenación de ese recurso
es la clave última que permite comprender el carácter de este paisaje
en un contexto más seco y árido.

Por otra parte, estos textos permiten confirmar lo que ya se iba


perfilando en la ficha anterior: el agua y su aprovechamiento son el
fundamento de este paisaje, así como su atributo más destacado y su
valor paisajístico más importante. El hecho de que esta idea aparezca
en geógrafos musulmanes que visitan este paisaje en época nazarí, en
los escritores cristianos del siglo XVI y principios del XVII, y en
los geógrafos del siglo XX (Dantín Cereceda, Sermet Bosque Maurel,
Ocaña Ocaña), permite hacer esta afirmación, aun cuando dicho valor se
halle actualmente en crisis y en riesgo de deterioro.

69
Referente territorial: Ciudad y Vega de Granada.

Número y título de ficha: I.6. Atributos generales de la Vega de


Granada. Abundancia y diversidad.

Objetivo de la Catalogación: Caracterización del tipo de paisaje 70


local.

Referente paisajístico: Paisajes de dominante agraria.

Autor(es), Obra(s) y fecha(s):

I.- IBN ASSEIRAFI (Siglo XII). Citada en Francisco Javier Simonet,


Descripción del Reino de Granada, p. 49. Madrid. Imprenta Nacional,
1860.

II.- IBN BATTUTA (1304-1377). A través del Islam, (1353), p. 763.


Madrid, Editora Nacional, 1981.

III.- MÜNZER, JERÓNIMO (?-1508). Itinerario por España, Francia y


Alemania, (?). Citada en José García Mercadal, Viajes de Extranjeros
por España y Portugal. Tomo 1, p. 333. Consejería de Educación y
Cultura. Junta de Castilla y León, 1999.

IV.- MÁRMOL CARVAJAL, LUIS DEL (1520-1600). Rebelión y castigo de los


moriscos de Granada, (1600), p. 40. Málaga, Ed. Arguval, 1991.

V.- HENRÍQUEZ DE JORQUERA, FRANCISCO (1594-1646). Anales de Granada.


Tomo I, (1603-1644), p. 37, 38, 42-43, 46 y 47. Granada, 1987.

VI.- ALARCÓN, PEDRO ANTONIO DE (1833-1891). La Alpujarra: Sesenta


leguas a caballo precedidas de seis en diligencia, (1873), p. 13.
Versión on-line.

TEXTOS SELECCIONADOS:
I. “(…) porque le habían celebrado su dilatada vega con sus
copiosas producciones, sus granos, su lino, su abundancia en sedas,
viñas, olivares y frutos de todas clases, sus fuentes y arroyos…”

II. “(…) Sus alrededores no tienen igual entre las comarcas de la


tierra toda, abarcando una extensión de cuarenta millas, cruzada por
el famoso río Genil y por otros muchos cauces más. Huertos, jardines,
pastos, quintas y viñas abrazan a la ciudad por todas partes.”

III. “(…) Al mediodía, al norte y al poniente, extiéndese una


dilatada y hermosísima llanura, casi toda ella ceñida por cerros de
escasa elevación, con agua abundante para el riego y de suelo tan
fecundo que produce dos cosechas al año. Se dan en él la zanahoria, el
nabo, el mijo, la lenteja, el panizo, el haba, la aceituna…”

IV. “(…) Con todas estas aguas pasa Genil por fuera de los muros de
Granada; y tomando consigo a Darro y al río de Monachil, que los
antiguos llaman Flum, y al de Dílar, dejando regada toda la Vega con
el agua de sus acequias, que la hacen fertilísima de trigo, cebada,
panizo, alcandia, lino, frutas y hortalizas de todas maneras…”

V. “(…) La cosecha de vino es tanta, si le acude sólo de su vega,


que para que se gaste tienen cédula real y merced propia de los reyes
los herederos (que así llaman a los señores de heredades) que no pueda
entrar vino de fuera parte, aunque sea de los lugares de la 71
jurisdicción, sino fuere vecino de Granada y ha de ser de los lugares
de la vega.” “(…) La cosecha del lino y del cáñamo es muy grande en
los lugares de la vega, ocasión de la mucha agua para el riego de que
hay gran cosecha y saca para Sevilla y otras partes…”

VI. “(…) Los trigos, las cebadas, los centenos y las hortalizas
mostraban alternados sus distintos verdes en espléndidas llanadas que
se perdían de vista al Norte y al ocaso, mientras que, a mediodía y
Levante, dejábamos atrás bosques de frutales y prolongadísimas
alamedas, sin flores aún y sin hojas.”

Contexto y valoración:

Ya se ha visto anteriormente que la Vega de Granada suscitó,


tanto en autores musulmanes como cristianos, una retórica peculiar,
que ensalzaba este espacio y llegaba a considerarlo como un paraíso en
la tierra o un jardín de las delicias. Sin embargo, esos mismos
autores fueron también capaces de dar un paso más, y de complementar
ese discurso literario con otro de carácter descriptivo en el que se
mostraban características concretas, tales como la diversidad de
producciones, y la abundancia de las mismas, todo ello relacionado con
la feracidad y, en última instancia, con el agua y su aprovechamiento.

Como no podía ser de otra manera, la referencia a la abundancia


de agua para el riego es recurrente (textos III y IV). Pero no nos
detendremos en esta cuestión, que ya ha sido tratada en las dos fichas
anteriores”. En consecuencia, centraremos nuestra atención en tres
atributos que son referidos con gran frecuencia como inseparables de
este paisaje: la gran extensión de terreno cultivado, la abundancia de
sus producciones y la diversidad de las mismas.

En relación con el primer tema, es uno de los aspectos más


referidos. Abundan adjetivos tales como “dilatada” o “prolongadísima”,
y similares, (Textos I, II, III y VI). Tiene interés también citar a
Francisco Bermúdez de Pedraza, que, en su Antigüedad y excelencias de
Granada, utiliza el adjetivo “espaciosa”: “(…) Llegado Genil a
Granada, batiendo con el agua sus murallas, se junta con el río Dauro,
y más adelante con los ríos Monachil y Dílar, con los cuales pasa
fertilizando la espaciosa vega…”

Puede comprobarse también la frecuencia en el uso de


calificativos relacionados con la feracidad y la abundancia: “copiosas
producciones” (texto I), “de suelo tan fecundo que produce dos
cosechas al año” (texto III), “La cosecha del lino y del cáñamo es muy
grande” (texto IV)…

Otro aspecto importante de estas descripciones es el énfasis que


también se hace en la diversidad de producciones (textos I y V). Son
muy frecuentes las enumeraciones de productos, en las que tienen
especial protagonismo los cereales y las hortalizas El ya citado
Francisco Bermúdez de Pedraza, es un ejemplo elocuente de esto: “(…)
pasa fertilizando la espaciosa vega, y haciéndola abundante de trigo,
cebada, panizo, alcandia, centeno, cáñamo, lino, y todo género de
frutas, y legumbres.” 72

Excepto el texto VI, se trata de textos que, aunque muestren un


tono más concreto, se valen de recursos propios de la retórica, en
concreto de la descripción de imágenes. En el texto VI se observa un
cambio de registro: la experiencia vivida adquiere un peso mucho
mayor, convirtiéndose en algo con un interés intrínseco, tan
importante como la descripción en términos de diversidad y abundancia.
El mensaje es el mismo, pero se ha incorporado la sensibilidad
paisajística moderna que, gracias al movimiento romántico, considera
la experiencia vivida como una vía válida de conocimiento.
73

Referente territorial: Ciudad y Vega de Granada.

Número de ficha y título: I.7. Imagen de conjunto de la Vega de


Granada.

Objetivo de la Catalogación: Caracterización del tipo de paisaje


local.

Referente paisajístico: Paisajes de dominante agraria.

Autor(es), Obra(s) y fecha(s):

I.- HENRÍQUEZ DE JORQUERA, FRANCISCO (1594-1646). Anales de Granada.


Tomo I, (1603-1644), p. 58. Granada, 1987.

II.- IRVING, WASHINGTON (1783-1859). Cuentos de la Alhambra, (1832),


p. 45. Barcelona. Ediciones Brontes S. L., 2012.
III.- FORD, RICHARD (1796-1858). Manual para viajeros por Andalucía y
lectores en casa (Granada), (1845), p. 114. Madrid. Ediciones Turner,
1980.

IV.- MADOZ, PASCUAL (1806-1870). Diccionario geográfico-estadístico-


histórico de España y sus posesiones de ultramar. Tomo 8, (1847), p.
531. Madrid, 1847.

V.- ANDERSEN, HANS CHRISTIAN (1805-1875). Viaje por España, (1863), p.


163. Madrid. Alianza Editorial, 2004.

VI.- DAVILLIER, CHARLES y DORÉ, GUSTAVE (1823-1883 y 1832-1883). Viaje


por España. Tomo II, (1874), p. 30 y 52. Madrid. Ediciones Giner,
1991.

VII.- GARCÍA LORCA, FEDERICO (1898-1936). Impresiones y paisajes,


(1917), p. 160. Granada. Ed. Don Quijote, 1981. [Facsímil de 1918].

TEXTOS SELECCIONADOS:

I. “(…) mirando al Dauro, a la ciudad y a la vega y señoreando sus


jardines más que deliciosos, diferenciados en bancales y alcatifas que
las reciben fuertes paredones de argamasa que van levantando a más
altura unos de otros a media ladera, formando un vistoso escaparate de
fuentes y aparador de flores, que junto por mayor y por menor es la
primera parte de este paraíso español.” 74

II. “(…) la vista se extasía con las exuberantes bellezas de la


vega: la floreciente feracidad de arboledas y jardines e innumerables
huertas, por donde se extiende caprichosamente el Genil como una cinta
de plata, acrecentándose por multitudes de arroyos encauzados en
viejas acequias moriscas, que mantienen la campiña en un perpetuo
verdor; por aquella otra parte, los placenteros bosques, cármenes y
casas de campo…”

III. “(…) más allá se extiende la Vega, unas treinta millas a lo


largo por veinticinco de ancho, guardada como un edén por una muralla
de montañas. La cuenca fue en otros tiempos lago, y a través de él el
Genil se abrió camino por Loja. La Vega está tachonada de aldeas y
casas; cada campo tiene su batalla, cada arroyo su balada. Es una
escena para ser pintada por artistas y cantada por poetas.”

IV. “(…) alrededor de la cual se extiende sobre un plano levemente


inclinado, la vega, llanura hermosa, que consideraban los moros como
el paraíso del profeta…”

V. “(…) Allá en lo hondo, a mis pies, distinguí las calles de


Granada, la soleada Alameda, la feraz campiña y la rica vega. En los
campos veíanse las espigas de un verde tan fresco como si la
primavera, saltándose el invierno, a partir de los últimos días de
estío hubiese empezado de nuevo a gobernar en el valle.”

VI. “(…) Más lejos aún, enfrente de nosotros, la fértil vega


extendía, como un inmenso tapiz, sus veinte leguas de verdor, donde
brillaban, como puntos blancos, los muros de sus alquerías y surcada
por la larga cinta de plata del Genil.” “(…) Pero el inmenso cuadro de
la Vega, que se extiende hasta el infinito con un horizonte de
montañas formando una sucesiva gradación de planos, sólo podría ser
descrito comparándolo con los ópalos, los zafiros y otras piedras de
los más delicados matices.”

VII. “(…) Por encima del caserío se levantan las notas funerales de
los cipreses, luciendo su negrura romántica y sentimental… juntos a
ellos están los corazones y las cruces de las veletas que giran
pausadamente frente a la majestad espléndida de la vega.”

Contexto y valoración:

Esta ficha I.7 contiene diversos fragmentos literarios que


recogen la visión general que se ha tenido de la Vega, observada desde
los puntos elevados de la ciudad de Granada. De su estudio es posible
conseguir un mejor conocimiento de su imagen de conjunto y de su
representación literaria.

Uno de los elementos más referenciados es el verdor, procedente


de las huertas próximas a la ciudad, de los pequeños bosques aislados,
o de los extensos y variados campos de cultivo (Textos I, II, V y VI).
Asimismo, el poblamiento disperso, formado por casas y pequeños
asentamientos, conforman otro elemento importante en la visión del
conjunto de la Vega (Textos III y VI). En su Diccionario geográfico-
estadístico de España y Portugal, Tomás López hace también una
referencia a esto último: “(…) en el arranque mismo de una vega que 75
tiene siete leguas de circunferencia, sembrada de una multitud de
poblaciones pequeñas y regada por varios ríos…”

La Vega es vista también como un recinto cerrado, un paisaje


rural protegido y delimitado por varias elevaciones (Textos III y VI).
También Francisco Bermúdez de Pedraza escribió sobre ello en su libro
Antigüedad y excelencias de Granada: “(…) no había visto tan hermosa
vega en todo cuanto había andado: porque mirada de lugares altos,
parece un hermoso anfiteatro, donde los moros representaron bien
lastimosas tragedias. Está cercada de montes y sierras, que le sirven
de murallas para guardar sus frutos, y mieses de los enemigos…”

No es extraño, por otra parte, que al verla desde una posición


elevada, reaparezcan los tópicos literarios tantas veces asociados a
este paisaje. Para Richard Ford, a mediados del siglo XIX se sigue
haciendo eco de estos lugares comunes al evocar como, desde la
distancia, la vega está “guardada como un edén por una muralla de
montañas” (Texto III). Charles Davillier, en su Viaje por España,
adopta una línea similar, comentando en este sentido: “(…) casas que
destacan sobre un tupido verdor, iluminadas por el sol del atardecer
con una rosácea luz, nos hacía pensar en los versos del poeta árabe
que compara a Granada con una copa de esmeralda adornada de perlas
orientales.”
76

Referente territorial: Ciudad y Vega de Granada.

Número y título de ficha: I.8. Imagen interna de la Vega de Granada


Objetivo de la Catalogación: Caracterización del tipo de paisaje
local.

Referente paisajístico: Paisajes de dominante agraria.

Autor(es), Obra(s) y fecha(s):

I.- MÁRMOL CARVAJAL, LUIS DEL (1520-1600). Rebelión y castigo de los


moriscos de Granada, (1600), p. 36. Málaga, Ed. Arguval, 1991.

II.- IRVING, WASHINGTON (1783-1859). Cuentos de la Alhambra, (1832),


p. 31. Barcelona. Ediciones Brontes S. L., 2012.

III.- MURCIANO, RAFAEL (1898-1925). Mirando a la nieve, (1916). Citada


en Antonio Gallego Morell, Antología Poética de Sierra Nevada, p. 113.
Granada. Editorial Cetursa, 1992.

IV.- GARCÍA LORCA, FEDERICO (1898-1936). Impresiones y paisajes,


(1917), p. 151 y 174. Granada. Ed. Don Quijote, 1981. [Facsímil de
1918].

V.- GIL CRAVIOTTO, FRANCISCO (1933-). Paseo ecologista por la vega de


Granada, (4 de diciembre de 2008). Blog Ideal.es: La mano quemada.

VI.- IZQUIERDO, FRANCISCO (1927-2004). Guía secreta de Granada,


77
(1977), p. 35 y 41. Madrid. Ed. Al-Borak, 1977.

TEXTOS SELECCIONADOS:

I. “(…) una hermosísima vega llana y cuadrada, llena de muchas


arboledas y frescuras, entre las cuales hay muchas alcarías pobladas
de labradores y gente del campo…”

II. “(…) El día estaba sin nubes y el calor del sol atemperado por
las frescas brisas de la montaña; después de la comida tendimos
nuestras mantas y dormimos nuestra última siesta, acariciados por el
zumbido de las abejas entre las flores y por los arrullos de las
palomas torcaces en los cercanos olivares.”

III. “(…) Son las tres de la tarde del caluroso estío,


la tierra es como un horno, todo respira fuego,
y las aguas veloces del caudaloso río,
no refrescan el aire, ni la campiña; luego…”
“(…) Enmudece la vega, envuelta en los aromas
que exhalan en las granjas las rosas y jazmines,
solamente se escuchan arrullos de palomas;
y allá en la lejanía, ladridos de mastines…”

IV. “(…) las chicharras locas de la vega templan sus violines para
emborracharse al mediodía.” “(…) El sol al ocultarse se asomó entre
las nubes… y la vega fue como una inmensa flor que abriera de pronto
su gran corola mostrándonos toda la maravilla de sus colores. Hubo una
conmoción enorme en el paisaje. La vega palpitó espléndida. Todas
cosas se movieron. Algunos colores se extendieron fuertes y briosos.”
V. “(…) nada mejor que enlosar los alrededores de la “Fuente de la
Teja” -el apartado rincón de la ribera del río Cubillas a donde iba
Federico García Lorca a escribir su poemas-, y, para que nada le falte
al lugar, lo que antes era vereda de guijarros y de hierbas
silvestres, que discurría entre zarzas y chopos, y ahora la ha
convertido en amplia y asfaltada carretera. ¡Se acabó para siempre
todo el encanto y poesía del paraje!” “(…) contra viento y marea, aquí
y allá, se levantan llenas de arboledas y vida la Huerta del Tamarit,
el Cortijo del Pino o el de Torroba; ahí están esas alamedas en donde
todavía cantan los ruiseñores como en los tiempos de Federico, o esa
inolvidable mansión, mitad cortijo mitad palacio, del pintor Moreno
Abril; o esas acequias y regatos por donde siguen corriendo las
interminables aguas de Granada.”

VI. “(…) ¡Madre, si levantaran la cabeza tan hambrientas lozanas


andaluzas! Donde ellas refocilaron han crecido el cemento y los pasos
de peatones; donde ellas inventaban rincones para el recreo y la
mandanga, hoy son campos de fútbol, almacenes del butano, cuarteles de
artillería y sanatorios siquiátricos.” “(…) El sorprendente caletre de
los constructores del país, con la anuencia de quien sea y con mucha
pasta y soborno por medio, insiste en cubrir la vega con horrorosas
torres de ladrillo y ridículas vías de tránsito…”

Contexto y valoración:
78
Esta ficha I.8 contiene referencias a escritos en los que se
remarcan las diferentes sensaciones que los visitantes han
experimentado en la Vega de Granada. En los mencionados textos puede
hallarse información sobre la temperatura de lugar, el perfume de las
plantas, los sonidos, etc.

Importantes son las primeras imágenes de los viajeros y


literatos renacentistas, quienes, tras la conquista de Granada,
manifiestan su asombro ante un paisaje rural sabia y complejamente
organizado, donde la naturaleza se ha modificado, sin que pierda
belleza el escenario visual, para dar cabida a un denso poblamiento,
tal y como pone de manifiesto el texto I.

La Vega mantendrá así su fama de fértil zona de cultivo, próxima


a la ciudad, durante los siglos posteriores -tal como puede leerse en
el libro que escribiera Charles Davillier, Viaje por España, a
mediados del siglo XIX: “(…) Estábamos en la famosa Vega de Granada,
tan celebrada por los poetas…”-

El clima de la Vega ha sido objeto de representación literaria,


a través de las atmósferas sensoriales creadas por las distintas
estaciones. La mayoría de los autores se han centrado en la primavera
y el verano (II, III y IV), pero también pueden encontrarse
evocaciones del período invernal, como la siguiente de Federico García
Lorca, en Impresiones y Paisajes: “(…) Está la vega aplanada. Estos
días tristes de invierno la convierten en campo de ensueño. Las
lejanías veladas por la niebla son plomo y violeta, y las alamedas
marchitas son grandes rayas negras. El cielo es blanco y suave con
ligeros toques negros, la luz azulada, vaga, delicadísima. Los
caseríos brillan y se esfuman en la vaguedad del humo. El sonido es
apagado y de nieve.”

También en la última frase del párrafo anterior se hace una


alusión al sonido que envuelve la Vega en invierno. Sin embargo, la
mayoría de referencias literarias, como ya se explicó anteriormente,
prefieren describir el lugar durante su época de mayor esplendor y
abundancia. Por ello, el aire está comúnmente cargado de aromas (Texto
III) y de sonidos aislados que, no obstante, se extienden por encima
de la solitaria Vega (Textos II, III, IV y V).

En los últimos tiempos la Vega de Granada ha perdido muchas de


sus anteriores características. Los cambios y dinámicas territoriales
han provocado la pérdida de muchos paisajes y por tanto, de su
atmósfera sensorial (Texto V). Francisco Gil Craviotto también
comenta, respecto a este hecho: “(…) No quedan mejor servidos los dos
desdichados ríos de la zona, Genil y Dílar, por donde han pasado los
ingenieros de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir.
Desarbolados y presos entre dos enormes muros de hormigón, ni
remotamente recuerdan lo que fueron. Cuesta un enorme trabajo imaginar
que estos diminutos caudales de aguas sucias, encajonadas y sin el
menor adorno vegetal, pudiesen hoy inspirar versos tan hermosos…”

79
Referente territorial: Ciudad y Vega de Granada.

Número y título de ficha: I.9. Imagen de conjunto de la ciudad de


Granada

Objetivo de la Catalogación: Caracterización del tipo de paisaje


local.

Referente paisajístico: Paisajes de dominante urbana.

Autor(es), Obra(s) y fecha(s):

I.- IBN AL-JATIB (1313-1374). Esplendor de la luna llena, (?). Citada


en Francisco Javier Simonet, Descripción del Reino de Granada, p. 45.
Madrid. Imprenta Nacional, 1860. 80

II.- BERMÚDEZ DE PEDRAZA, FRANCISCO (1576-1655). Antigüedad y


excelencias de Granada, (1608), p. 28. Madrid, 1608.

III.- IRVING, WASHINGTON (1783-1859). Crónica de la conquista de


Granada, (1829), p. 10-11. Barcelona. Ediciones Brontes S. L., 2012.

IV.- IRVING, WASHINGTON (1783-1859). Cuentos de la Alhambra, (1832),


p. 31. Barcelona. Ediciones Brontes S. L., 2012.

V.- ALARCÓN, PEDRO ANTONIO DE (1833-1891). La Alpujarra: Sesenta


leguas a caballo precedidas de seis en diligencia, (1873), p. 13-14 y
16. Versión on-line.

TEXTOS SELECCIONADOS:

I. “(…) Sobre los edificios y vergeles que componían esta rica y


populosa ciudad se elevaba como otra villa, según dice Ebn Aljathib,
la población de la Alhambra, Medina Alhamra, residencia de los reyes,
que ostentaba altísimas torres y alminares, fortísimos baluartes,
alcázares magníficos y otros suntuosos edificios, que con su
brillantísimo aspecto arrebataban los ojos y el ánimo.”

II. “(…) La ciudad de Granada, cabeza de su rico y poderoso reino,


metrópoli y arzobispado de casi toda la provincia, está sentada en las
verdes faldas del sagrado monte ilipulitano…”

III. “(…) La ciudad de Granada, ocupando el centro del imperio,


descollaba desde la falda de Sierra Nevada, y cubría dos alturas y un
valle fertilizado por el Darro. Sobre una de estas alturas se eleva el
alcázar real de la Alhambra…” “(…) elevándose unos sobre otros los
edificios, presentaba esta capital el aspecto singular y embelesador
de una ciudad y de un jardín a un mismo tiempo.”

IV. “(…) Aquí hicimos la última merienda, a la sombra de unos olivos


y a orillas de un riachuelo, con la vieja ciudad morisca en
lontananza, coronada por los picos de Sierra Nevada, brillante como la
plata.”

V. “(…) la corte de Boabdil, vista a aquella distancia (que permite


todavía distinguir separadamente colinas, casas, iglesias, torres
cristianas y torres moras, cármenes, arboledas y murallas; pero
presentándolo ya todo en comprensivo y armonioso conjunto, ofrecía un
aspecto embelesador, muy por encima de cuanto pueden excogitar poetas
y pintores, y asaz digno de la codicia de todos los reyes de la
tierra.”

Contexto y valoración:

La ficha I.9 incluye varios textos literarios que hacen


referencia a la imagen de conjunto de la ciudad de Granada, vista
desde la zona de la Vega. A través de las mismas es posible discernir
los diversos significados, vinculados a dicho panorama, que ha
despertado esta urbe en quienes la han contemplado durante el
transcurso de los años.
81
En este sentido, su emplazamiento en un conjunto de colinas
prominentes sobre la vega inmediata constituye un rasgo llamativo que
se ha destacado en varios escritos. Y, también, su condición de telón
o escenario de fondo: la cautivadora presencia de las cumbres de
Sierra Nevada, situadas detrás de la ciudad (Textos II, III y IV). No
es extraño, además, que desde la diáfana topografía de la Vega, estas
elevaciones resulten de gran atractivo para el ojo humano.

Sin embargo, en la Granada tradicional existen además otros


elementos de interés, arquitectónicos y vegetales, que consiguen
aportarle su propio carácter a le esencia misma de la ciudad (Textos
III y V).

La impronta andalusí es una de las características que más


llaman la atención al contemplar la ciudad (Texto IV y V), de modo que
la presencia de los restos del pasado más famoso de Granada marca gran
parte de la visión que se tiene de ella. En este sentido, la Alhambra
es sin duda, dada su condición de hito visual y lugar conspicuo, el
punto focal del paisaje urbano (Textos I y III).

Por otro lado, cabe destacar además que esa visión lejana de
Granada no se produce siempre desde las mismas localizaciones, ya que
es posible contemplar la ciudad desde muy diversos puntos de la Vega.
El propio Pedro Antonio de Alarcón, en su libro, realiza otro tipo de
descripción desde una zona situada más al sur, en el camino a las
Alpujarras, en la cual, aunque se conservan ciertos elementos
característicos, también se pierden varios otros: “(…) Granada, se
veía blanquear a lo lejos, tendida en los cerros umbrosos de la
Alhambra y del Albaicín, como una odalisca envuelta en cándido
alquicel, echada sobre oscuros almohadones… Ya no se percibían sus
pormenores y detalles… Sólo se divisaba una elegante ráfaga de
blancura, intensamente alumbrada por el sol, bajo el risueño azul del
purísimo firmamento.”

Referente territorial: Ciudad y Vega de Granada.

Número y título de ficha: I.10. Imagen interna de la ciudad de Granada


(I): ríos y fuentes.
82
Objetivo de la Catalogación: Caracterización del tipo de paisaje
local.

Referente paisajístico: Paisajes de dominante urbana.

Autor(es), Obra(s) y fecha(s):

I.- MEDINA, PEDRO DE (1493-1567). Libro de grandezas y cosas notables


de España, (1548), p. 318. Sevilla, 1568.

II.- MÁRMOL CARVAJAL, LUIS DEL (1520-1600). Rebelión y castigo de los


moriscos de Granada, (1600), p. 39. Málaga, Ed. Arguval, 1991.

III.- HENRÍQUEZ DE JORQUERA, FRANCISCO (1594-1646). Anales de Granada.


Tomo I, (1603-1644), p. 39. Granada, 1987.

IV.- BERMÚDEZ DE PEDRAZA, FRANCISCO (1576-1655). Antigüedad y


excelencias de Granada, (1608), p. 35. Madrid, 1608.

V.- MADOZ, PASCUAL (1806-1870). Diccionario geográfico-estadístico-


histórico de España y sus posesiones de ultramar. Tomo 8, (1847), p.
503. Madrid, 1847.

VI.- SERMET, JEAN (1907-2003). La España del sur, (1956), p. 110.


Barcelona. Editorial Juventud. 1956.

VII.- DAVILLIER, CHARLES y DORÉ, GUSTAVE (1823-1883 y 1832-1883).


Viaje por España. Tomo II, (1874), p. 12. Madrid. Ediciones Giner,
1991.
VIII.- GANIVET, ÁNGEL (1865-1898). Granada la bella, (1896), p. 12.
Versión on-line, Biblioteca Virtual Universal, 2003.

IX.- VV. AA. Granada nazarí y renacentista. 1600, (2012), p. 29, 30 y


85. España. Consejería de Agricultura, Pesca y Medio Ambiente, Junta
de Andalucía, 2012.

TEXTOS SELECCIONADOS:

I. “(…) Junto a esta ciudad pasa el río Genil, que es buen río
grande y lleva de continuo mucha agua, con la cual se riegan más de
ochocientas huertas con otros muchos frutales, y donde hay tantas
frutas que no se pueden decir.”

II. “(…) El restante del río atraviesa por medio de la ciudad, y


llevándose las inmundicias, va a meterse en el río Genil fuera de la
puerta de Bibarrambla. El agua y el aire de este río Darro es muy
saludable. Hállanse en él, como queda dicho, granos de oro fino entre
las arenas…”

III. “(…) pasan las aguas del otro sin mesturarse las calidades de
estas aguas del Darro. Virtudes para enfermedades, aires saludables
que gozan los barrios que lo alcanzan, las describe largamente
Bermúdez de Pedraza, Luis de Mármol, don Diego de Mendoza, y otros
muchos. Sólo diré para consuelo de las mujeres que sus aguas purifican
el color que tanta fama tiene y en las tintas es más permanente, más 83
vistas y brillantes…”

IV. “(…) Es también el sitio excelente por la comodidad de agua que


tiene para el gasto y servicio de los ciudadanos, con dos ríos, sin
otros menos principales, que el uno corriendo por medio de ella, la
limpia y hermosea, y el otro besa sus murallas, fertiliza sus campos y
hace de mayor recreación su vega, con un gran número de fuentes que
nacen en su ribera…”

V. “(…) algunos de sus barrios son históricamente célebres por la


pureza de sus aires y aguas, y por la influencia que estos elementos
tienen en la curación de la tisis y otras dolencias análogas. Esta
benignidad se halla especialmente en los barrios de la población
contiguos al Darro y en los Cármenes del mismo nombre, ó igualmente en
los de Ainadamar, cercanos a la Cartuja; pero no sucede lo mismo en
las márgenes del Genil, cuyas cristalinas aguas, adulteradas con otras
recargadas de sales y gases hacia el barranco de San Juan, producen en
las estaciones del calor vapores nocivos y enfermedades intermitentes
de extraordinaria malignidad.”

VI. “(…) el Darro salía de la población para ir a confluir con el


Genil en las huertas de la Vega. Hoy el Darro está canalizado y es
subterráneo desde que entra en la ciudad en la Carrera del Darro; va
por debajo de la calle de los Reyes Católicos y de la Puerta Real…”
“(…) El Darro dividía la Granada antigua, y los puentes que lo
franqueaban no dejaban de ser pintorescos; la higiene urbana ha ganado
tapándolo.”

VII. “(…) El agua del Aljibe de la Alhambra, que conserva todo el año
la misma temperatura, goza en Granada de una reputación merecida. Es
la mejor de la ciudad, y muy apreciada en un ardiente país donde el
agua tiene sus catadores, como en otros países el vino. Pues todas las
fuentes de Granada no son igualmente apreciadas por los entendidos.”

VIII. “(…) la parte descubierta del Darro: si para facilitar la


circulación se continuara la bóveda hasta el extremo de la Carrera, se
causarían muchos daños sin ninguna seria compensación. El río suple
allí con ventaja la falta de árboles, y siendo grande la distancia
entre las casas, el efecto es como si la calle fuera estrecha. Con el
embovedado la calle sería más ancha, perdería su frescura y su
gracia…”

IX. “(…) Entre 1854 y 1880 se cubre el tramo del Darro entre Plaza
Nueva y Puerta Real. Sobre el cauce se tiende uno de los ejes mayores
de la ciudad.” “(…) El cauce del río Beiro se ha embovedado e
incorporado al continuo urbano. Su existencia sólo pervive en el
callejero de la ciudad…” “(…) Las tuberías eran de barro y el
alcantarillado deficiente, lo que provocaba la contaminación del agua
potable y una humedad por toda la ciudad hasta que, a finales del
siglo XIX, tras la epidemia de cólera de 1885, se acomete el
embovedado del Darro, la pavimentación, canalización de agua en
tuberías de hierro y reconstrucción de los darros.”

Contexto y valoración:

Las fichas I.10. I.11, I.12 y I.13 se centran en los diferentes 84


atributos que componen la imagen interna de la ciudad de Granada. En
el caso concreto de la ficha I.10, los textos en ella recogidos versan
sobre el agua que han circulado por la ciudad, pues es éste uno de los
elementos básicos que dotan de personalidad al paisaje de la Granada
tradicional; de ella se hace mención, por una u otra causa, en los
escritos de geógrafos y viajeros, desde el siglo XV hasta la
actualidad.

La presencia de diversos y caudalosos ríos, procedentes de


Sierra Nevada, y su distribución tanto por dentro de la ciudad como
por su borde exterior, es una de las características más notorias del
líquido elemento en Granada (Textos I, II y IV). Sus principales
cursos son el Darro y el Genil, nombrados por la mayoría de los
escritores. Entre sus antiguas atribuciones, respectivamente, estaban
tanto la de limpiar las calles de Granada como la de regar las huertas
de la ciudad (Textos I y II), además de aportarle una mayor frescura
al ambiente de los arrabales inmediatos.

Existían además diversas fuentes y pozos repartidos por los


diferentes barrios, de los que se tomaba el agua para beber o salían
las conducciones hacia las casas particulares (Textos VII y IX); el
propio Hans Christian Andersen, por ejemplo, describe uno de ellos en
su Viaje por España, en la p. 131: “(…) Los moros habían cavado
aquellos pozos, de los que extraían un agua helada y
extraordinariamente clara de las entrañas de la tierra; agua que luego
transportaban en enormes tinajas, a lomo de mulas, hasta Granada.”
También Luis del Mármol Carvajal dice: “(…) Finalmente, entrando esta
acequia por bajo de la puerta del Albaicín, tiene sus tomaderos y
cauchiles, por donde se reparte a las casas de los vecinos y a los
algibes públicos que están en las parroquias para servicio de los que
no tienen repartimientos…”

Asimismo, el agua en Granada no es sólo abundante, sino que


tiene además una calidad notoria, lo que hizo que incluso la población
adquiriera un alto conocimiento de la misma (Texto VII), tal como
evidencia también un comentario de Ángel Ganivet: “(…) Hay agua
abundante para todos los usos de la vida, y sólo falta una poca pura y
clara para beber, de la cual es costumbre bastante extendida proveerse
comprándola a los aguadores. (…) Un hijo legítimo de Granada no se
contenta con llamar al primer aguador que pasa: lo busca él, yendo a
donde sepa lo que bebe. Hay aficionados al agua de Alfacar, a la de
las fuentes de la Salud o de la Culebra…”

Y es que las aguas de Granada han llegado a tener fama de


saludables e incluso hasta de sanadoras (Textos II, III y V), no sólo
para los seres humanos, sino también en los animales; Francisco
Bermúdez de Pedraza pone también esto último de manifiesto: “(…) los
animales que de ella beben, sanan de cualquier enfermedad. Por lo cual
lo llaman los antiguos, baño saludable de los ganados; pues a los
hombres es la misma salud.” Asimismo, posee el agua del río Darro la
gran cualidad de llevar oro consigo (Texto II). Sin embargo, con el
paso del tiempo, el efecto de diversas sustancias depositadas en el
Genil provocó a su vez que el carácter de ese río cambiara, al igual
que la concepción que la gente tenía de él (Texto V).
85
No fue lo único que cambió con el tiempo. Los cambios urbanos a
mediados del siglo XIX llevaron a que el Darro, así como otras
corrientes de agua, que antes participaban activamente en la
conformación viaria de la ciudad, fuesen tapados y canalizados,
permitiendo de ese modo que su parte superior se usara para otros usos
(Textos VI, VIII y IX). Sin embargo, éste no fue el único motivo para
tales obras: las riadas provocadas por las variaciones en el caudal de
los ríos, el mal estado de las conducciones o la mezcla de aguas
sucias y potables, hicieron aumentar la insalubridad en las calles.
Las autoridades se vieron forzadas así a realizar una serie de
transformaciones en el entramado de tuberías de la ciudad que fueron
llevándose a cabo, paulatinamente, hasta mediados del siglo XX (Textos
VI y IX).
86

Referente territorial: Ciudad y Vega de Granada.

Número y título de ficha: I.11. Imagen interna de la ciudad de Granada


(II): las sensaciones.

Objetivo de la Catalogación: Caracterización del tipo de paisaje


local.

Referente paisajístico: Paisajes de dominante urbana

Autor(es), Obra(s) y fecha(s):

I.- IBN AL-JATIB (1313-1374). Esplendor de la luna llena, (?). Citada


en Francisco Javier Simonet, Descripción del Reino de Granada, p. 53 y
54. Madrid. Imprenta Nacional, 1860.
II.- MÁRMOL CARVAJAL, LUIS DEL (1520-1600). Rebelión y castigo de los
moriscos de Granada, (1600), p. 39. Málaga, Ed. Arguval, 1991.

III.- HENRÍQUEZ DE JORQUERA, FRANCISCO (1594-1646). Anales de Granada.


Tomo I, (1603-1644), p. 22 y 85. Granada, 1987.

IV.- MADOZ, PASCUAL (1806-1870). Diccionario geográfico-estadístico-


histórico de España y sus posesiones de ultramar. Tomo 8, (1847), p.
503. Madrid, 1847.

V.- ANDERSEN, HANS CHRISTIAN (1805-1875). Viaje por España, (1863), p.


128, 139 y 143. Madrid. Alianza Editorial, 2004.

VI.- DAVILLIER, CHARLES y DORÉ, GUSTAVE (1823-1883 y 1832-1883). Viaje


por España. Tomo II, (1874), p. 96. Madrid. Ediciones Giner, 1991.

VII.- GARCÍA LORCA, FEDERICO (1898-1936). Impresiones y paisajes,


(1917), p. 154 y 167. Granada. Ed. Don Quijote, 1981. [Facsímil de
1918].

VIII.- SERMET, JEAN (1907-2003). La España del sur, (1956), p. 112 y


114. Barcelona. Editorial Juventud. 1956.

TEXTOS SELECCIONADOS:
87
I. “(…) Tenía Granada en sus contornos muchas alquerías y jardines,
de los cuales se veía rodeada como una madre de sus hijas, y gran
copia de plantas, con que tapizaba sus términos, y adornaba su
garganta a manera de collares, aromatizándose con los céfiros que le
llevaban el perfume de las flores.” “(…) el invierno apagaba el calor
y llama de la vida, impidiendo a veces a los labios el devolverse las
salutaciones; de la escasez y penuria que solía sentirse en aquella
ciudad en algunas épocas calamitosas…”

II. “(…) En estos jardines estaban los veranos los reyes, por ser
alrededor de la Alhambra; y aunque tenían otros palacios en la
Alcazaba con jardines y huertas a la parte de la Vega, no moraban en
ellos, por quitarse del tráfago y comunicación del pueblo escandaloso
y amigo de novedades; y por esto comenzaron y acabaron aquella
fortaleza fuera de los muros de la ciudad y cerca de ella…”

III. “(…) Hermosa por su admirable y agradable vista, sus hermosos


edificios por dentro y por fuera, con tantos jardines y casas de
recreación, que la hacen más hermosa gozando de apacible y hermoso
cielo, sierras que la defienden y adelgazan sus aires, fuentes de
saludables y delgadas aguas…”

IV. “(…) Los aires puros que en ella se respiran, su temperatura


benigna en todas estaciones, su cielo teñido del azul más vivo, y su
atmósfera singularmente esclarecida por la luz del sol…” “(…) La
abundancia de aguas de que goza, debida a la exquisita laboriosidad de
los árabes, mantiene en todas estaciones la hermosura y alegría de sus
contornos. Cuando el otoño marchita la hoja de los árboles y los
deshoja de verdura, ya el suelo verdeguea con nuevas plantas, y flores
tempranas exhalan sus aromas…”
V. “(…) Por debajo de nuestras ventanas pululaban vehículos y
peatones; las campanas de la iglesia repicaban; se oían cantos y
gritos de júbilo. Parecía un lugar estupendo para estar.” “(…) Los
rayos del sol ardían implacables; fue un gran alivio poder pasar a la
umbría sala de guardia de los oficiales.” “(…) ¡Qué explosión de
júbilo! Volteaban las campanas de todas las iglesias; nutridos grupos
de gitanos bailaban por las calles tocando las castañuelas y unos
extraños instrumentos de cuerda. Era como un ruidoso desfile de
bacantes.”

VI. “(…) Esta gran avenida, comparable a la bóveda de una catedral,


está flanqueada por dos pequeñas avenidas laterales que formarían las
naves de los lados de una iglesia. El perfume de las jazmines y de los
arrayanes, el murmullo de las fuentes lanzando sus límpidas aguas
hasta la copa de los árboles, la sombra y el fresco que no cesan de
reinar en él, hacen del Salón un lugar delicioso durante los calores
del verano.”

VII. “(…) En torno a las grandes torres de las iglesias, aparecen los
campaniles de los conventos luciendo sus campanas enclaustradas tras
las celosías, que cantan en las madrugadas divinas de Granada,
contestando a la miel profunda de la Vega.” “(…) El ruido del Dauro es
la harmonía del paisaje. Es una flauta de inmensos acordes a la que
los ambientes hicieran sonar. Desciende el aire con su gran monotonía
cargado de aromas serranos y entran en la garganta del río, éste le da 88
su sonido y lo entrecruza por las callejas del Albaicín por las que
pasa rápido dando graves y agudos…”

VIII. “(…) Por la noche, la Carrera del Genil, la Puerta Real, la


calle de los Reyes Católicos, la Plaza Nueva no son más que un inmenso
paseo. Un mar humano circula por él, se estruja en las mesas de los
cafés, que han invadido las plazas y parte de las calzadas, y comenta
con calor los hechos del día. Gentío joven y simpático entre el cual
hay muchos estudiantes…” “A medida que vamos subiendo, los ruidos
humanos parecen quedarse abajo. He aquí una plaza silenciosa que no
tiene diez metros de lado, bordeada de altos muros por encima de los
cuales asoman los jazmines, y que se las arregla para estar
desnivelada por tres lados y dar acceso a cuatro calles distintas.
Silencio y efluvios insistentes de flores.”

Contexto y valoración:

La ficha I.11 engloba las distintas experiencias o sensaciones


que despierta en el visitante la ciudad de Granada, a través de su
contemplación, de su ambiente, de sus sonidos o de su aroma. De ese
modo, los sentimientos que surgen en el espectador son una
consecuencia directa, por ejemplo, del clima de la ciudad, de los
árboles y edificios de las calles y de las plazas, del ruido que
produce la población en su día a día, etc.

Porque Granada tiene ciertas particularidades que se repiten


muchas veces en el tiempo, como los sonidos del tráfago de sus calles
(Textos II, V y VII). De ello da también testimonio Francisco
Izquierdo, en la p. 36 de su Guía secreta de Granada: “(…) se podía
seguir la metamorfosis en ofidio, impuesta por el oleaje de las
colinas, de todas las voces del Paseo de los Tristes. El ambiente
sonoro de la ciudad, apenas nace ya crece megafónico, como la gráfica
invisible del aroma, que repta, que modela la inflexión numerosa de
los barrios.”

No sólo el ruido del gentío ha sido una cualidad destacable en


esta ciudad, sino también todos aquellos sonidos procedentes de los
arroyos y de las fuentes que la pueblan (Textos V y VII), así como los
producidos por las campanas de las iglesias (Textos V y VII), tal como
también describe en su poema Noviembre Mª Encarnación Seco de Lucena:
“(…) Granada dormía, pero la despiertan / las lenguas de bronce de
viejas iglesias, / que lanzan al viento una helada queja; / gimen por
aquellos que abriga la tierra.”

El agua abundante que circulaba por Granada provocaba asimismo


que afloraran en ella gran número de plantas, bien de cultivo o bien
de tipo ornamental (Textos I, II, IV y VI). Aunque éstas no sólo
destacaban por su presencia y vistosidad, sino también por el perfume
que desprenden sus flores (Textos I, IV, VI y VIII). Del mismo modo,
las plantas son también un elemento que aporta frescura a las calles
de Granada, tal como el propio Andersen describe en su libro, en las
p. 129-130 y 146: “(…) un gran patio invadido por la hierba; un grueso
chorro de agua salpicaba en el resquebrajado estanque del centro del
patio, sumido totalmente en la sombra de una solitaria parra, cuyas
potentes ramas se extendían cubriendo por arriba un considerable
espacio.” “(…) Añosos e increíblemente altos árboles se yerguen en 89
fila, formando al enlazar sus frondosas ramas una tupida bóveda en lo
alto, impenetrable para la luz del sol. Laureles y adelfas, cual setos
de rica fronda, protegen asimismo los lados contra los rayos del
vigoroso sol.”

La temperatura es otro aspecto que no pasa desapercibido para


los visitantes, quienes suelen remarcar los estados extremos
apreciables en la ciudad. De hecho, en los diversos escritos, o bien
se describe un sol abrasador (Textos V y VI), o bien se habla de un
frío intenso (Texto I). Y es que Granada posee un clima continental
que la diferencia de otras ciudades andaluzas muy visitadas como
Córdoba, Sevilla, Cáiz o Málaga, por su emplazamiento en el dominio de
las altiplanicies orientales. Curiosamente, Pascual Madoz (Texto IV)
habla de una temperatura agradable a lo largo de todas las estaciones,
respecto a lo que Francisco Izquierdo ironiza en la p. 20 de su libro:
“(…) Una temperatura media de 15º, que raramente se goza, pues la
costumbre es que salte de los 8 a los 30 grados…”

Pero es probablemente la combinación de algunos o de todos estos


factores, a los que habría que añadir además la propia belleza de
algunos edificios o la que poseen también ciertas calles, lo que crea
un ambiente de gran aprecio para aquéllos que visitan Granada. La
placidez y la frescura del entorno, tomadas de forma general, son así
de igual modo destacables en el marco interno de la propia ciudad
(Textos III, IV y VI).

Referente territorial: Ciudad y Vega de Granada.


Número y título de ficha: I.12. Imagen interna de la ciudad de Granada
(III): la huella de la historia en el paisaje urbano.

Objetivo de la Catalogación: Caracterización del tipo de paisaje


local.

Referente paisajístico: Paisajes de dominante urbana.

Autor(es), Obra(s) y fecha(s):

I.- MÜNZER, JERÓNIMO (?-1508). Itinerario por España, Francia y


Alemania, (?). Citada en José García Mercadal, Viajes de Extranjeros
por España y Portugal. Tomo 1, p. 334. Consejería de Educación y
Cultura. Junta de Castilla y León, 1999.

II.- MÁRMOL CARVAJAL, LUIS DEL (1520-1600). Rebelión y castigo de los


moriscos de Granada, (1600), p. 35. Málaga, Ed. Arguval, 1991.

III.- IRVING, WASHINGTON (1783-1859). Cuentos de la Alhambra, (1832),


p. 34. Barcelona. Ediciones Brontes S. L., 2012.

IV.- FORD, RICHARD (1796-1858). Manual para viajeros por Andalucía y


lectores en casa (Granada), (1845), p. 141 y 152. Madrid. Ediciones
Turner, 1980.
90
V.- MADOZ, PASCUAL (1806-1870). Diccionario geográfico-estadístico-
histórico de España y sus posesiones de ultramar. Tomo 8, (1847), p.
504. Madrid, 1847.

VI.- DAVILLIER, CHARLES y DORÉ, GUSTAVE (1823-1883 y 1832-1883). Viaje


por España. Tomo II, (1874), p. 82 y 98. Madrid. Ediciones Giner,
1991.

VII.- SERMET, JEAN (1907-2003). La España del sur, (1956), p. 109-110


y 112. Barcelona. Editorial Juventud. 1956.

TEXTOS SELECCIONADOS:

I. “(…) el Albaicín, verdadera ciudad fuera de la muralla antigua


de Granada, pero con calles tan sumamente estrechas, que en muchas de
ellas, por la parte de arriba, se tocan los tejados de las casas
fronteras, y por la de abajo no podrían pasar dos asnos que fueran en
direcciones contrarias; las más anchas no miden más de cuatro o cinco
codos. Las casas de los moros son casi todas pequeñas, con
habitaciones reducidísimas…” “(…) El rey don Fernando ha mandado
ensanchar muchas calles, derribar algunas casas y hacer mercados.
Ordenó, además, demoler la judería, donde habitaban más de veinte mil
judíos, construyendo a sus expensas en el lugar que ocupaban un gran
hospital y una magnífica iglesia en honor de la Virgen…”

II. “(…) y la fortaleza debió ser donde ahora están las torres
Bermejas, porque según fuimos informados de los naturales de la
tierra, el muro que baja de estas torres, roto y aportillado en muchas
partes, es el edificio más antiguo de esta ciudad…”
III. “(…) Dejando la posada de la Espada, atravesamos la famosa plaza
de Bibarrambla, teatro en otros tiempos de las moriscas justas y
torneos, y ahora convertida en mercado principal. Desde allí subimos
por el Zacatín, que es la calle más importante, y que en tiempos de
los moros era el Gran Bazar: en él las tiendecillas y callejuelas
conservan todavía el carácter del Oriente.”

IV. “(…) la celebrada Plaza de Vibarambla, la <<puerta del río>>.


Esta puerta existe todavía: el arco moro lucha contra los añadidos
modernos incongruentes, pero no exentos de cierto pintoresquismo. La
curiosa Plaza ha sido convertida ahora en un mercado: una hilera de
viejas casas moras con ventanas cuadradas sigue aún en el lado norte.”
“(…) Algunas de las casas moras de los humildes refugiados en Baeza
están todavía intactas.”

V. “(…) Los cristianos recelosos de los granadinos recientemente


sometidos, edificaron en él varios cuarteles para vivienda de los
moros y de las tropas que los vigilasen: la autoridad militar era la
única que en el barrio se reconocía con inhibición de la civil, la
cual no podía entrar en aquella jurisdicción sin desprenderse de las
varas, emblema de su poderío.”

VI. “(…) Entremos en el Zacatín y estaremos en el corazón de la


vieja ciudad mora. Bajo ese mismo nombre era antiguamente la calle del
comercio por excelencia, y aún hoy cientos de comerciantes viven allí
en tiendas estrechas y oscuras que apenas han cambiado desde los 91
tiempos de Boabdil.” “(…) Es el barrio granadino que ha conservado
mejor su aspecto antiguo, tanto en su población como en algunas viejas
casas moras que escaparon a la destrucción casi general de la antigua
ciudad. Una de las más notables que pudimos descubrir es la casa del
Chapiz, en la cuesta del mismo nombre.”

VII. “(…) la ciudad baja es moderna y cristiana; la ciudad alta,


antigua y musulmana. Granada del Islam y Granada de la Reconquista,
separadas en el espacio como en el tiempo. Claro que esto no es más
que una aproximación…” “(…) En la Alhambra misma, Carlos V edificó un
palacio y puso bajo la Puerta de la Justicia de Yusuf una fuente del
más puro Renacimiento.” “(…) Pese a las capillas y ermitas, el fondo
es de Islam secreto. Por doquier lo sugieren las calles tortuosas, las
fachadas blancas, las plazuelas solitarias donde desborda el follaje
de los jardines.”

Contexto y valoración:

Del mismo modo que en la vega los textos hacen referencia, en momentos
muy diferentes, a la importancia del agua y su aprovechamiento, así
como a la abundancia y diversidad de las producciones que la
caracterizan, con la ciudad ocurre un fenómeno similar. En momentos
diferentes, y desde sensibilidades distintas, diversos autores dejan
constancia de cómo, a pesar del paso del tiempo, la herencia islámica
es un atributo esencial del paisaje urbano.

En ello podemos distinguir tres etapas. Los autores cristianos de los


años posteriores a la conquista nos ofrecen descripciones del paisaje
urbano, pero sin el carácter enfático y retórico que tenían las
descripciones de la Vega. Tienen sobre todo un valor documental,
consignando por ejemplo los cambios que se van produciendo en la
ciudad (texto I). La toma de la ciudad provocó una serie de cambios
apreciables en la fisonomía de la ciudad pues se acometieron varias
empresas de reurbanización, en las que comúnmente se destruían las
antiguas construcciones para hacer otras nuevas o, simplemente, se
levantaban barrios enteros en zonas sin edificar para realojar en
ellos a los habitantes (Textos I y V). Por ello a veces puede parecer
que existan dos partes bien diferenciadas, una andalusí y otra
castellana, que conforman la ciudad, aunque no sea del todo así. Del
mismo modo, la conquista de Granada hizo surgir a la vez varios
monumentos de interés con los que se deseaba reflejar, y festejar,
dicha victoria (Texto VII).

En el siglo XIX, los viajeros románticos (Irving, Ford, Davillier)


proyectan su sensibilidad orientalizante sobre la experiencia de
recorrer la ciudad de Granada. Sus descripciones tienen un carácter
ambivalente: puede decirse que la imagen que ofrecen tiene un carácter
estereotipado, y que fijan un conjunto de lugares comunes que
pervivirán durante largo tiempo (textos III, IV y VI) pero no es menos
cierto que son capaces de captar un atributo clave del paisaje urbano:
nos referimos al diálogo que mantienen las nuevas necesidades y
funciones con el tejido urbano heredado, un hecho que coexiste con los
cambios radicales que supuso la conquista castellana. De este modo,
nos transmiten una imagen de la herencia islámica como un hecho
resiliente y adaptativo que, en realidad, va configurando, un nuevo
carácter del paisaje (textos IV y VI). En su Viaje por España, p. 167, 92
Hans Christian Andersen hace también una breve referencia a esta
cuestión: “(…) junto a una calle, hay una antigua casa de baños
moruna, ahora transformada en bloque de viviendas y almacén de la
fábrica de papel que dirige nuestro compatriota Visby.”

Jean Sermet convierte esta cuestión en interpretación geográfica


(texto VII). Este fragmento viene a sintetizar el complejo diálogo que
se establece, tras la conquista, entre un marco cultural cristiano y
occidental y un paisaje urbano de carácter marcadamente islámico,
diálogo que el geógrafo francés considera una de los hechos que
definen la identidad de la ciudad de Granada.

Pero Granada tiene también un pasado anterior a Al-Andalus. El


propio Jean Sermet, en una parte de su libro La España del Sur, p.
113, nos recuerda de forma sucinta la herencia anterior a la época
nazarí, tanto romana como cristiana: “(…) La última iglesia cristiana,
en el Paseo del Triunfo, es destruida en 1099.” No obstante, hay
restos presentes hoy en día que provienen incluso de su fundación
(Texto II). Francisco Izquierdo, en las p. 79-80 de su Guía Secreta de
Granada, también nos habla de ello: “(…) Parece que la obra primitiva
es muy anterior a la invasión árabe y que la construcción presidía el
arcaico reducto de Garnatha Alyehud, el lugar de los judíos. Los
sirios realizaron en las Torres importantes chapuzas allá por el final
del siglo VIII…”
Referente territorial: Ciudad y Vega de Granada.

Número y título de ficha: I.13. Imagen interna de la ciudad de Granada


(IV): la renovación del paisaje urbano hasta mediados del siglo XX.

Objetivo de la Catalogación: Caracterización del tipo de paisaje


local.

Referente paisajístico: Paisajes de dominante urbana.

Autor(es), Obra(s) y fecha(s):


93
I.- FORD, RICHARD (1796-1858). Manual para viajeros por Andalucía y
lectores en casa (Granada), (1845), p. 153 y 155. Madrid. Ediciones
Turner, 1980.

II.- ANDERSEN, HANS CHRISTIAN (1805-1875). Viaje por España, (1863),


p. 167. Madrid. Alianza Editorial, 2004.

III.- DAVILLIER, CHARLES y DORÉ, GUSTAVE (1823-1883 y 1832-1883).


Viaje por España. Tomo I, (1874), p. 310. Madrid. Ediciones Giner,
1991.

IV.- DAVILLIER, CHARLES y DORÉ, GUSTAVE (1823-1883 y 1832-1883). Viaje


por España. Tomo II, (1874), p. 88 y 96. Madrid. Ediciones Giner,
1991.

V.- SERMET, JEAN (1907-2003). La España del sur, (1956), p. 108.


Barcelona. Editorial Juventud. 1956.

TEXTOS SELECCIONADOS:

I. “(…) Cerca del Triunfo, una columna con una inscripción marca el
sitio de <<su sacrificio por un anhelo de libertad>>. Es la moderna
santa mártir de Granada; y es que es la libertad, y no la religión, lo
que está ahora a la orden del día.” “(…) Este convento fue saqueado
por los franceses, que insultaron las cenizas del viejo león, ante
quien, cuando estuvo vivo, sus antepasados siempre habían huido.
Cuando Mendizábal suprimió los conventos, éste fue convertido en
cuartel por la bisoña caballería cristiana…”
II. “(…) La casa, por lo demás, no ofrece los habituales rasgos
morunos: ni ligeras columnas ni ajimeces; es de construcción tosca,
con cantidad de ornamentos rococó. Un corredor de arcos soportados por
columnas enmarca el cuadro del jardín…”

III. “(…) las calles de Granada, si no recuerdan al Oriente por


completo, están muy lejos de parecer monótonas. Las casas, pintadas de
un rosa pálido, verde claro, color manteca fresca y otros matices de
los más suaves, resaltan al sol alegremente.”

IV. “(…) La plaza de Bib-rambla es un ancho paralelogramo rodeado de


casas pintadas de varios colores, en las que destacan balcones de un
aspecto deteriorado y pintoresco. Estas casas han sustituido a los
palacios moros, de los que no queda ningún vestigio.” “(…) El Salón,
que sigue a la carrera de las Angustias, es el paseo más amplio y
hermoso de la ciudad. No hay ninguno en España que se lo pueda
comparar, ni siquiera el de Madrid que lleva el mismo nombre. Es una
larga avenida de cuatrocientos pies de longitud adornada en cada
extremo por una gran fuente…”

V. “(…) Estas nuevas actividades han acentuado en Granada un


crecimiento urbano que se manifestaba ya antes de la guerra y que la
moderniza. Tal desarrollo se impone al recién llegado. Para entrar en
Granada hay que pasar antes un verdadero barrio de edificios en
construcción…” “(…) Desde la guerra, el Ayuntamiento, después de hacer
94
algunas plazas, ha construido cerca de la Puerta Real grandes
inmuebles con soportales, de un estilo moderno bastante suntuoso,
característico, por lo demás, de la España actual.”

Contexto y valoración:

Esta ficha, la número I.13, tiene un carácter complementario


respecto al anterior. Se trata de mostrar como los viajeros románticos
y los geógrafos del siglo XX han captado también el carácter dinámico
y cambiante del paisaje urbano, no tanto por el antes mencionado
carácter resiliente del mismo, sino por el hecho de que podían
apreciar elementos enteramente nuevos o muy recientes.

De ese modo, se identifican y describen barrios, parques, calles


y plazas construidos al amparo de nuevos tiempos (Textos II, IV y V).
Algunas de estas zonas han surgido, no por un plan trazado de
antemano, sino de forma espontánea. En este sentido, en el segundo
tomo de Charles Davillier es posible leer un comentario al respecto,
sobre uno de los barrios de la ciudad: “(…) El Sacro Monte es hoy el
cuartel general de los gitanos de Granada. Es, para hablar con
propiedad, una ciudad dentro de la ciudad, con una población que tiene
costumbres y lenguas particulares. Íbamos a decir también casas
diferentes, pero aunque el Sacro Monte está muy poblado, carece de
casas. Las faldas de la colina están socavadas por infinitos agujeros
o grutas que sirven de vivienda a los gitanos.”

Muchas de esas construcciones se han aprovechado de cimientos o


estructuras más antiguas, haciendo que de éstas apenas ya quede rastro
(Textos I, III y IV). En tiempos más recientes, los cambios en los
edificios, sobre todo en lo que respecta a su función, incluso han
podido beneficiarse de algunas estructuras modernas, tal como indica
Jean Sermet: “(…) ¡Oh viejos cafés de Granada, de mucho fondo,
agradables, penumbrosos, que tendéis a disminuir ante la moderna
ofensiva de los bares y de las heladerías! ¡Qué emocionante aquel
antiguo camarero que rememoraba los tiempos en que se hacían los
sorbetes con la nieve que traían por la noche de la montaña los
neveros, otro modesto oficio desaparecido!”

Existen asimismo monumentos erigidos en memoria de personajes o


acontecimientos recientes, que sirven también para indicar las
corrientes ideológicas dominantes en esa época (Texto I). Los
elementos de renovación implican también la configuración de una nueva
trama simbólica que imprime carácter al paisaje urbano.

Otro tema que aparece en textos diversos es el del ambiente


callejero y como también va evolucionando y adaptándose a las modas
imperantes, como puede verse en esta descripción realizada por Hans
Christian Andersen en su Viaje por España: “(…) Por la tarde tocó una
banda militar en diferentes plazas y, precisamente, también debajo de
nuestro balcón, próximo al del general que allí vivía. Tocaban Un
ballo in maschera, de La Traviata, y otra de esas melodías galopantes
de óperas verdianas.”

Referente territorial: Ciudad y Vega de Granada. 95

Número y título de ficha: I.14. La Alhambra árabe y cristiana. Siglos


XII-XVII.

Objetivo de la Catalogación: Paisaje sobresaliente y singular:

Referente paisajístico: Paisaje de dominante urbana.

Autor(es), obra(s) y fecha(s):

I.- ALLAH, ABD (1055-?). Memorias, (Siglo XI). Citada en Pedro


Salmerón Escobar, La Alhambra, estructura y paisaje. Granada, 1997.

II.- BEN SIMAK, ABD ALLAH (Siglo XII). Citada en Emilio García Gómez,
Poemas árabes en los muros y fuentes de la Alhambra. Instituto Egipcio
de Estudios Islámicos. Madrid, 1985.

III.- AL SAQUNDI (1231-?). Elogio del Islam español, (Siglo XIII), p.


109. Valladolid. Ed. Maxtor, 2005. [Facsímil de 1934].

IV.- IBN ZAMRAK (1333-1394). Poema epigráfico de la Sala de Dos


Hermanas, (Siglo XIV). Citada en Emilio García Gómez, Ibn Zamrak, el
poeta de la Alhambra. Patronato de la Alhambra y el Generalife.
Granada, 2006.

V.- NAVAGERO, ANDREA (1483-1529). Viaje por España, (1526), p. 47.


Madrid. Ediciones Turner, 1983.

VI.- MÁRMOL CARVAJAL, LUIS DEL (1520-1600). Rebelión y castigo de los


moriscos de Granada, (1600), p. 38. Málaga, Ed. Arguval, 1991.
VII.- HENRÍQUEZ DE JORQUERA, FRANCISCO (1594-1646). Anales de Granada.
Tomo I, (1603-1644), p. 58. Granada, 1987.

TEXTOS SELECCIONADOS:

I. “(…) Se fijaron en una bella llanura surcada de arroyos y


cubierta de árboles… Les llamó la atención la montaña… Y se dieron
cuenta de su posición central en relación con el resto del país.
Delante se extendía la vega, a cada lado los parajes de Al-Sawuja y
Al-Sath, detrás el monte. Les encantó el sitio, en medio de una rica
comarca y que alrededor se extendían las instalaciones de los
labradores. Juzgaron por otra parte que si algún enemigo viniese a
atacar la plaza no podría proseguir el cerco con provecho, ni
cortarles dentro ni fuera los aprovisionamientos necesarios.”

II. “(…) El jardín de verdes altozanos, / se adorna para los


espectadores / con el color más bello, / como si hubiese expuesto / en
él su ajuar una doncella / resplandeciente con sus collares de oro… /
Los pájaros gorjean en los ramos, / como si fuesen cantoras /
inclinadas sobre los laúdes. / El agua continua deja caer / sus caños
como / cadenillas de plata y perlas…”

III. “(…) Ello fue que habían pasado la noche en Hawz Mu’ammal, como
allí se pasa, es decir, entre jardines y céfiros, aromas exquisitos y
vegetación deliciosa.” “(…) Venía del Nayd un perfume que, al soplar, 96
difundía el aroma del clavo. Cantaba la tórtola entre el boscaje y se
curvaban los ramos de arrayán sobre el arroyo.”

IV. "(…) Jardín yo soy que la belleza adorna: / sabrás mi ser si mi


hermosura miras. / Por Muhammad, mi rey, a par me pongo / de lo más
noble que será o ha sido. / Obra sublime, la Fortuna quiere / que a
todo monumento sobrepase. / ¡Cuánto recreo aquí para los ojos!” “(…)
¡Cuántos arcos se elevan en su cima, / sobre columnas por la luz
ornadas, / como esferas celestes que voltean / sobre el pilar luciente
de la aurora! / Las columnas en todo son tan bellas, / que en lengua
corredora anda su fama: / lanza el mármol su clara luz que invade / la
negra esquina que tiznó la sombra; / irisan sus reflejos, y dirías /
son, a pesar de su tamaño, perlas. / Jamás vimos alcázar más excelso,
/ de contornos más claros y espaciosos. / Jamás vimos jardín más
floreciente, / de cosecha más dulce y más aroma.”

V. “(…) el Generalife, el cual, aunque no es muy grande, es muy


bello y bien fabricado, y la hermosura de sus jardines y de sus aguas
es lo mejor que he visto en España; tiene varios patios con sus
fuentes, y entre ellos uno con un estanque rodeado de arrayanes y de
naranjos con una galería que tiene debajo unos mirtos tan grandes que
llegan a los balcones, y están cortados tan por igual y son tan
espesos, que no parecen copas de árboles, sino un verde e igualísimo
prado…” “(…) debajo de los mirtos hay gran número de conejos, que se
ven algunas veces por entre las ramas, haciendo el lugar muy apacible.
Corre el agua por todo el palacio y por sus salas, si se quiere: en
muchas de ellas se está muy bien en las siestas del estío.”

VI. “(…) Estos alcázares o palacios reales son dos, tan juntos uno
de otro, que sólo una pared los divide. El primero y más principal
llaman cuarto de Comares, del nombre de una hermosísima torre labrada
ricamente por dentro de una labor costosa y muy preciada…” “Allí tenía
este rey los aposentos del verano, y desde las ventanas de ella, que
responden al cierzo y al mediodía y a poniente, se descubren las casas
de la Alcazaba, del Albaicín y de la mayor parte de la ciudad…”

VII. “(…) está en la eminencia de un monte sobre el margen del Dauro


con fructíferas huertas y maravillosos jardines de plantas y
odoríferas flores, abundancia de fuentes de artificio, donde la
festejada primavera reside y tiene lugar primero, poniendo en olvido
los campos y jardines sabeos.”

Contexto y valoración:

¿Cómo era percibido el paisaje de la Alhambra en los 260 años en


que fue habitada por los reyes nazaríes? Bajo la denominación de los
versos escondidos se han ido traduciendo una serie de inscripciones
grabadas por los literatos árabes en la misma Alhambra, que hoy día
pasan desapercibidas para el visitante por estar escritas en árabe
clásico. El filólogo Emilio García Gómez fue el personaje impulsor que
las tradujo y recopiló. De las citas de textos árabes se han
seleccionado tres de ellas, correspondientes a los siglos XII al XV.

En dichas citas se despliega una poesía sensual, acorde con la


moda de la época, en que se compara, por ejemplo, el fluir de las
aguas en los jardines de la Alhambra con el sonido de “cadenillas de 97
plata y perlas” que usaban las odaliscas. Los encantos del paisaje de
la Alhambra se describen por los autores árabes como los de un
“espacio vivido”, con toda la complejidad de sensaciones que provocaba
al estar ideado para el recreo y el placer: aguas sonoras, jardines,
gorjeos de los pájaros, aromas que trae el céfiro; impresiones de su
refinada arquitectura de mármoles y yesos, arcos y columnas…

Los textos posteriores a la conquista cristiana (siglos XV al


XVII) nos hablan de una Alhambra aún bien conservada pero cada vez más
deshabitada.

El viajero Andrea Navagero (1526) la contempla ya poblada por


conejos y ensalza su frondosísima vegetación y su arquitectura del
agua.

Henríquez de Jorquera (1600) la define como un “paraíso


español”. Y ensalza la sabia manera de abancalar la colina roja (que
eso quiere decir Alhambra) en que se encuentra, y convertirla en un
vergel de jardines y huertos. Otro autor de la época, Mármol de
Carvajal, admira dos elementos de su paisaje: su condición de
privilegiado mirador sobre la ciudad de Granada y su vega, y la
delicada arquitectura, labrada como encaje, de sus principales salas y
torres.
98

Referente territorial: Ciudad y Vega de Granada.

Número y título de ficha: I.15. La Alhambra decimonónica.

Objetivo de la Catalogación: Paisaje sobresaliente y singular

Referente paisajístico: Paisaje de dominante urbana.

Autor(es), obra(s) y fecha(s:

I.- IRVING, WASHINGTON (1783-1859). Cuentos de la Alhambra, (1832), p.


65-66. Barcelona. Ediciones Brontes S. L., 2012.

II.- MADOZ, PASCUAL (1806-1870). Diccionario geográfico-estadístico-


histórico de España y sus posesiones de ultramar. Tomo 8, (1847), p.
531. Madrid, 1847.
III.- ZORRILLA, JOSÉ (1817-1893). Granada. Tomo I, (1852), p. 59 y
273. Paris, 1852.

TEXTOS SELECCIONADOS:

I. “(…) posee una magia singular, un especial poder para hacer


recordar sueños y cuadros del pasado, y para presentarnos desnudas
realidades con las ilusiones de la memoria y de la imaginación. Sentía
yo, pues, una inefable complacencia paseándome entre aquellas <<vagas
sombras>>, buscando los sitios de la Alhambra que más se prestaban a
estas fantasmagorías de la imaginación; y nada era tan adecuado para
el caso como el Patio de los Leones y sus salones adyacentes.”

II. “(…) En aquellos productos del arte más ingenioso, brillaban


diestramente combinados los colores más sobresalientes, y el artista,
como admirado de su misma obra y prendado de aquellos sitios, había
sembrado por do quiera varios fragmentos de romances e invocaciones
del nombre de Dios, de la gloria de la nación árabe y de elogios de la
Alhambra.”

III. “(…) Sostenían los ricos arquitrabes / de sus claros moriscos


corredores / columnas ligerísimas. Sus naves / adornaban arábigas
labores, / sutiles cual la pluma de las aves…” “(…) Sus patios, que en
albercas espaciosas / reciben unas aguas cristalinas / al cuerpo
gratas y al beber sabrosas, / pilas eran de baño alabastrinas, /
sembrado el borde de arrayán y rosas, / donde las bellas moras 99
granadinas / el seco ardor de la mitad del año / ahuyentaban de sí con
fresco baño.” “(…) El estanque y las fuentes del palacio, / ornadas
con vistosos surtidores, / poblaban el espacio / de caños de cruzados
saltadores / que, deshechos en gotas en la altura, / doblaban del
ambiente la frescura / como perlas cayendo entre las flores, / que al
borde crecen de la alberca pura / llena de pececillos de colores.”

Contexto y valoración:

La Alhambra, tras el casi total abandono del siglo XVIII, cuando


sirvió de cobijo a asaltadores y bandoleros que usaron sus estancias
incluso como cuadras, se mantuvo en pie hasta que el ideal romántico
decimonónico volvió a revivir las cenizas de su fama por todo el
mundo.

Como en los antiguos tiempos nazaríes, el asombro y la luz


regresaron a los rostros de los viajeros que la contemplaron.
Volvieron los curiosos paseantes, tornaron los aventureros que
imaginaban historias truculentas entre sus patios, historias morunas
de amores y venganzas, traiciones y secretos, poetas y emires,
bailarinas y sultanes.

La Alhambra y el Generalife son visitados y recreados en la


primera mitad del siglo XIX por Washington Irving y otros literatos y
viajeros franceses e ingleses. En la mayoría de las ocasiones los
autores se la inventan. Reconstruyen la Alhambra como ellos la
soñaban, no como realmente fue.
Pero no sólo los viajeros de otras naciones se apropian de la
historia de la Alhambra para dar rienda suelta a su imaginación.
También muchos autores españoles quedan fascinados en esta época por
la imagen que ven frente a ellos. Y la mirada con la que, tanto unos
como otros, perciben el edificio, así como sus patios y jardines,
termina cobrando una gran importancia en la sociedad, que perdurará
incluso con el paso de los años.

Poco a poco se crea un lenguaje propio, lleno de tópicos


literarios, para describir la Granada Oriental, el esplendor del
pasado Al-Andalus. Surgen los piropos que resumen la identidad de la
ciudad: “Granada hechicera”, “Agua oculta que llora”, “Qué pena ser
ciego en Granada”. La Alhambra aparece poblada de gitanas,
guitarristas, mendigos, contrabandistas, frailes, etc.

Los mejores representantes españoles del orientalismo alhambreño


serán el poeta vallisoletano José Zorrilla, del que se han
seleccionado dos fragmentos de sus poemas, y el almeriense Francisco
Villaespesa. Las fuentes y estanques de la Alhambra se describen, con
una mirada tópica e idealizada, como un ambiente idílico e intemporal,
pobladas de leyendas y símbolos de la España orientalizante, lo que
entronca con el movimiento literario modernista de fin del siglo XIX.

100

Referente territorial: Ciudad y Vega de Granada.

Número y título de ficha: I.16. La Alhambra de la primera mitad del


siglo XX.

Objetivo de la Catalogación: Paisaje sobresaliente y singular.


Referente paisajístico: Paisaje de dominante urbana.

Autor(es), obra(s) y fecha(s:

I.- RUSIÑOL, SANTIAGO (1861-1931). Oraciones, (1897). Barcelona. Ed.


Maciá, 1897.

II.- MARTÍNEZ SIERRA, GREGORIO (1881-1847). Granada (Guía emocional),


(1910), p. 41-42, 45-46, 51, 52 y 126. Granada. Ed. Impredisur, 1992.
[Facsímil de 1920].

III.- JIMÉNEZ, JUAN RAMÓN (1881-1958). Olvidos de Granada (1924-1928),


(1960). Madrid. Ediciones de la Torre, 1986.

IV.- GARCÍA, ÁNGELES (?). Las odaliscas que “nacieron” en la Alhambra,


(2010) Diario El País. 15 de octubre de 2010.

TEXTOS SELECCIONADOS:

I. “(…) debió dormirse un poeta, y embriagado por incienso del


Oriente, debió soñar un palacio que fuera visión de un sueño. Debió
soñar, que encima de una florida montaña, rodeada de llanura sombreada
por laureles, nacía un bosque dorado de columnitas de mármol, blancas
de un blanco de cera y dulcísimas al tacto; que sobre las columnas, se
posaban los más tenues capiteles, sosteniendo en sus arcos 101
sutilísimos, un tejido de estalactitas de espuma…” “(…) entre aquellas
paredes tan íntimas y recogidas, cantaba la voz del agua la cadencia
melancólica que reza al besar al mármol, el dulcísimo cantar que el
gotear de la fuente murmura pausadamente sobre la taza sonora…” “(…)
Debió soñar, en un palacio claustrado lo mismo que un Arca Santa,
donde las hurís soñaban detrás de las celosías, se bañaban á la sombra
de tupidos limonares en las albercas de plata; se mecían al rumor de
música cadenciosa, meditando las poesías del Profeta. Debió soñar en
un palacio escondido, de cuya alma de palacio salía un aliento tibio,
hecho de humo de suspiros, de vibraciones sonoras, de alenadas de
plegarias, de promesas amorosas y sordo rumor de besos. Aquel sueño
del poeta fue el palacio de la Alhambra…”

II. “(…) este patio, primero que se encuentra, tiene una extraña
combinación emocional, una impresión de cosa a un tiempo pública y
recóndita. El cielo azul -que es de todos, al menos para la
contemplación- está como apoyado sobre los altos muros; el agua de la
alberca lo refleja en verdosa placidez; los arrayanes hacen al agua un
marco de quietud.” “(…) el agua de la alberca, que debiera inquietarse
con su lluvia, ha estado frente a mí siempre serena y quieta, cercada
por su verde prisión de mirtos, como un espejo mágico…” “(…) Aquí está
la maravilla del humano artificio; aquí el palacio en que una ciencia
segura de sí misma se ha dado el goce soberano de hacerse la
insensata; aquí el laberinto, la maraña, el florecimiento, el panal
con todo su rumoroso enjambre de abejas; aquí el surtir del agua
poemáticamente dispuesto para voz del silencio; aquí la voluptuosidad
de la estancia recóndita y fresca bajo el cielo de fuego; aquí el
verso tendido por los muros en grandes letras ornamentales…” “(…) Y si
un minuto gustan el inquieto placer de la artificialidad, horas
enteras, y aun toda una vida, quisieran dejar que pasase en coloquio
con la hermosura natural que generosamente se les ofrece. Desde estos
ajimeces, desde lo alto de las torres, desde la reja abierta en el
muro de aquel otro jardín, desde aquel mirador, el alma se olvida del
tesoro para gustar la vida ansiosamente.” “(…) Un cuadrado perfecto.
Mármoles para el suelo. Para techo una bóveda que copia la celeste en
noche estrellada, merced a inverosímil artificio de maderas labradas e
incrustadas.” “(…) En cada uno de los tres restantes lados del
cuadrado hay tres ventanas como tres anhelos, que rompiendo la cárcel
de la simetría, han salido al campo, o por la generosidad de ofrecerse
o por el ansia de saber.” “(…) Porque aquí están las fuentes de agua
viva, que surgen limpias y agudas, tales los deseos de entre el
laberinto de bojes y macetas, que dijérase que las quieren prender y
apresar…” “(…) aquí el fuego de amor, en el florecimiento pomposo de
las rosas; aquí la oración, en el murmullo de esas mismas fuentes; la
mortificación en el aroma amargo, pero voluptuoso, de los arrayanes;
aquí el esfuerzo en las escalinatas, con su descanso en las mesetas,
donde brota, como por milagro, el refrigerio de los surtidores…”

III. “(…) Hablan las aguas y lloran, / bajo las adelfas blancas; /
bajo las adelfas rosas, / lloran las aguas y cantan / por el arrayán
en flor, / sobre las aguas opacas. / ¡Locura de canto y llanto, / de
las almas, de las lágrimas! / Entre las cuatro paredes, / penan, las
llamas, las aguas; / las almas hablan y lloran, / las lágrimas
olvidadas; / las aguas cantan y lloran…” “(…) En agua el alma se
pierde, / y el cuerpo baja sin alma; / sin llanto el cuerpo se va, /
que lo deja con el agua, / llorando, hablando, cantando, / con las 102
almas, con las lágrimas / del laberinto de pena, / entre las adelfas
blancas, / entre las adelfas rosas / de la tarde parda y plata, / con
el arrayán ya negro, / bajo las fuentes cerradas.”

IV. “(…) el pintor francés Henri Matisse (1869-1954) viajó a España


sin un claro objetivo. Visitó Madrid, Sevilla, Córdoba, Granada,
Toledo y Barcelona. En España pinta tres obras (dos bodegones y un
retrato), pero el impacto de lo que contempla lo inspira muchas más.
La huella de los artesonados o de los yesos que adornan los interiores
de la Alhambra están presentes en los fondos de sus composiciones.”
“(…) la visita a Granada fue definitiva en su obra, tal como se lee en
las cartas que envía a su esposa y a sus amigos desde Andalucía en las
que habla con fascinación de la forma en que la luz se filtra por las
celosías o del paraíso de fuentes y de árboles que envuelve los
palacios…” “(…) Habla también en las cartas de su admiración de las
formas geométricas rematadas con círculos del patio de los Arrayanes.
Y describe como se embelesa contemplando los adornos con estelas de
estrellas que llevan al paraíso.” “(…) la belleza de los sofisticados
baños de la Alhambra están presentes en los fondos decorativos sobre
los que retrata a sus sensuales odaliscas. En ellas vierte todo un
mundo de colores fuertes: rojos, dorados, azulones, que están también
en el las pinturas originales del artesonado de las estancias de los
sultanes.”

Contexto y valoración:

La Alhambra y el Generalife son descubiertos por los literatos y


artistas andaluces y españoles, como lo habían sido por los viajeros
románticos en el siglo anterior.
La Alhambra había sido declarada Monumento Nacional allá por el
año 1870. A la vez, en este periodo el recinto queda protegido desde
el punto de vista institucional. Alertadas las autoridades a través
del diario El Defensor de Granada del riesgo de ruina que amenaza sus
principales salas a comienzos del siglo XX, empiezan a invertir un
presupuesto anual en su conservación. Leopoldo Torres Balbás inicia la
etapa de restauración científica de la Alhambra (1923-1936) que
continúa en la actualidad. A su vez, desde la recién creada Escuela de
Estudios Árabes (1932) Emilio García Gómez impulsa la traducción de
las múltiples descripciones árabes de sus muros, paredes y fuentes.

En este periodo se inicia una reconstrucción de los paisajes de


la Alhambra basada no en bellas imaginaciones sino en datos e
investigaciones históricas. Un trabajo científico y arqueológico que
lleva a la Alhambra a recuperar su entidad histórica, alejada de los
bellos pero descuadrados ideales del romanticismo.

Las citas literarias y de viajeros sobre la Alhambra se


multiplican en este momento. Y es que su recinto que sirve de fuente
de inspiración a pintores famosos (como los españoles Santiago
Rousiñol y Joaquín Sorolla o el francés Henri Mattisse), a literatos
de las Generaciones del 98 -como Azorín y Juan Ramón Jiménez-, o de la
Generación del 27 -como Federico García Lorca-, así como a músicos
como Manuel de Falla. A la vez, Granada y sus monumentos de la
Alhambra y el Generalife comienzan a ser destinos turísticos
internacionales. 103

Los textos seleccionados coinciden en una visión subjetiva y


personal de los paisajes de la Alhambra y el Generalife, pero
diferente a la que se hizo tópica por orientalizante y fantasiosa en
el siglo XIX. Se comienzan a describir sus paisajes, agrupándose en
tres grandes temas luego omnipresentes en los textos contemporáneos:
La arquitectura palaciega, los jardines y los paisajes del agua.

El texto I (Oraciones, Santiago Rousiñol, 1897) contiene aún


alusiones finales a la moda orientalizante del siglo XIX. “un palacio
claustrado, donde las huríes soñaban detrás de las celosías, se
bañaban a la sombra de tupidos limoneros en albercas de plata…”, pero
es predominantemente una descripción personal, aunque realista, de su
arquitectura: “un bosque dorado de columnitas de mármol, blancas de un
blanco de cera y dulcísimas al tacto; que sobre las columnas se
posaban los más tenues capiteles, sosteniendo en sus arcos sutilísimos
tejidos de estalactitas…” y los paisajes del agua: “entre aquellas
paredes tan íntimas y recogidas, cantaba la voz del agua la cadencia
que reza al besar el mármol, el dulcísimo cantar que el gotear de la
fuente murmura pausadamente sobre la taza sonora…”.

El texto III (Romance del Generalife de Juan Ramón Jiménez,


1924) describe las impresiones personales (olores, colores, textura,…)
que le producen dichos jardines según la estación del año y la hora
del día. Y lo hace hermanando el agua y el jardín mediante una musical
y ajustada distribución de las rimas básicas del agua: lágrimas, alma,
plata.

El texto II (Guía Emocional de Granada, Gregorio Martínez


Sierra, 1931) además de las interpretaciones personales pero realistas
de la arquitectura palaciega, los patios y los jardines del
Generalife, esboza una interpretación global del significado del
monumento en su conjunto como patrimonio de la humanidad: “Aquí está
compendiada la maravilla del humano artificio… el laberinto, la
maraña, el florecimiento, el surtir del agua poemáticamente dispuesto
para voz del silencio; aquí la voluptuosidad de la estancia recóndita
y fresca bajo el sol de fuego; aquí el verso tendido por los muros en
grandes letras ornamentales; aquí la gracia de las columnas y el
atrevimiento de sus frágiles arcos… En la Alhambra… se gusta del
inquieto placer de la artificialidad… Desde estos aljimeces, desde lo
alto de las torres, desde la reja abierta en el muro de aquel otro
jardín, desde aquel mirador, el alma se olvida del tesoro para gustar
la vida ansiosamente.”

104
Referente territorial: Ciudad y Vega de Granada.

Número y título de ficha: I.17. La Alhambra en la segunda mitad del


siglo XX e inicios del siglo XXI.

Objetivo de la Catalogación: Paisaje sobresaliente y singular

Referente paisajístico: Paisaje de dominante urbana.

Autor(es), obra(s) y fecha(s:

I.- GARCÍA-GÓMEZ, EMILIO, (1905-1995). Silla del Moro y Nuevas Escenas 105
Andaluzas, (1948), p. 34. Fundación Rodríguez Acosta. Granada, 1978.

II.- PRIETO MORENO, FRANCISCO (1907-1985). Guía de Granada, (1954), p.


11, 12, 23, 25 y 26. Barcelona. Ed. Noguer, 1957.

III.- PERAMÓS, FRANCISCO (?). Granada, (1959). Madrid. Publicaciones


españolas, 1959.

IV.- LUCA DE TENA, CAYETANO (1917-1997). Monumentos de España: La


Alhambra, (1970). Revista Blanco y Negro. 30 de mayo de 1970.

V.- CASTRO, MERCÉ (1957-). Abundancia de ofertas culturales, (1990).


Diario La Vanguardia. 7 de junio de 1990.

VI.- CURTIS, WILLIAM (1948-). Una meditación sobre la Alhambra,


(2009). Citada en La Alhambra, eterna influencia de la arquitectura.
Diario Público. 6 de mayo de 2009.

TEXTOS SELECCIONADOS:

I. “(…) Tal vez nunca salió de manos de alarifes maravilla de más


escandalosa fragilidad. Festones de estuco, calados de yeso, puzzles
de estalactitas, tacos de exquisita cerámica… Aquí y allá un poco de
mármol y alabastro, pero en delicadas solerías o en quebradizas
columnatas. La Alhambra –dulcemente femenina- es la Mimí de los
monumentos.” “(…) Washington Irving casi llora su ruina y se cree su
último espectador. Y, sin embargo, ahí sigue, casi intacta, para
nuestro deleite. Un ejército de devotos artesanos, herederos directos
de los primitivos alarifes, va sustituyendo paulatinamente el panel
gastado, la inscripción borrosa o el descolorido azulejo” “(…) también
se renuevan en torno suyo el agua de las acequias y de las cascadas,
las rosas y los ruiseñores del bosque, que no saben ser longevos.”

II. “(…) Produce una impresión un poco hipnótica esa prolijidad de


elementos que parecen componer una ciudad en miniatura, al alcance de
la mano, o por lo menos accesible a la mirada en toda su intimidad.
Mas lo extraordinario es el aliento vital que asciende del Albaicín,
determinado por la perfecta acústica que se produce entre las dos
colinas separadas por el Darro. El aire, límpido e inmóvil, trasmite
con maravillosa claridad cada sonido…” “(…) la integración de la
naturaleza en los edificios, apropiándose del dominio del paisaje y la
vegetación, que penetran hasta los espacios más íntimos de la
vivienda, llega a expresar un máximo naturalismo.” “(…) la austeridad
de formas y la superposición de perspectivas, que dan lugar a
transparencias análogas a las del cubismo, pueden aleccionar a los más
avanzados proyectistas, del mismo modo que se evidencia en su técnica
constructiva un sentido de lo estricto que elimina los espesores
característicos de los edificios clásicos, inclinándose, por el
contrario, a la más sucinta levedad. Todo esto no ha impedido, como
demuestran los siglos, que la Alhambra sea uno de los monumentos más
resistentes de la Historia…” “(…) En el interior de sus jardines se
logra el ideal de quietud y aislamiento que produce la huerta, al
mismo tiempo que se goza de la completa visión panorámica de Granada…”
“(…) Se trata de un recinto de máximo recogimiento, donde el agua
brota con infinidad de sonidos mientras la arquitectura se reduce a la
mínima representación al convertirse en unos sencillos muros, entre 106
los que se desarrollan los cipreses, rosales y adelfas, que
multiplican sus formas en los reflejos del estanque.” “(…) Pero sobre
esta estructura sentimental es el agua la que completa y presta vida,
música y dinamismo al concentrado recato del Generalife. Cascadas,
surtidores y corrientes producen una música especial que impresiona
fuertemente en la quietud de la noche de luna, en que la vegetación y
la arquitectura se funden en la penumbra…”

III. “(…) La atracción de sus jardines, de gran frugalidad: arrayán,


ciprés y laurel por todas partes, viene del modo tan sabio en que
están utilizados y trabajados estos arbustos; esmeradamente cortados
trazando dibujos, adoptando inverosímiles perfiles, transformándose en
columnas, adelgazándose en superficies planas que cubren tapias y
muros, formando bóvedas sobre los paseos o las cúpulas de los
cenadores, dejando en su interior huecos umbrosos. Y este trabajo se
acompaña del rumor del agua subterránea que se embalsa en aljibes o
que canta en libertad cuando se remonta en surtidores: fuentes
patinosas, bancos semiocultos, templetes, acequias…”

IV. “(…) La Alhambra era ese perfecto oasis por el que suspiraba
todo un pueblo venido desde la arena del desierto africano. El agua,
la sombra y el verde de los árboles eran la recompensa celestial a la
que aspiraban. Granada les dio, en vida, esta colina poblada de
árboles, generosa de aguas y fresca con las brisas que bajan de la
nieve.” “(…) Aseguran que Alhamar subió el agua del Darro hasta el
castillo y dio con ello posibilidad a fuentes y jardines labrados a la
sombra protectora de los muros. Con el agua entró en la Alhambra otra
vida civil, dulce y regalada.” “(…) Tal vez los árabes no hayan dejado
huella de vigor en su arquitectura. Lo suyo es la pasión del detalle,
el primor caligráfico, la casi abrumadora superposición de menudos y
delicados elementos. Una interminable paciencia se adivina detrás de
todo este alarde artesano.” “(…) este arte tiene la medida exacta del
hombre. Y es verdad. Todo está pensado para ser visto de cerca.
Incluso para ser acariciado si se quiere.” “(…) Ellos trajeron de
Oriente el secreto de la azulejería y llenaron las tierras del Sur con
esa fresca, limpia y alegre invención del zócalo. El frágil yeso
adquirió en sus manos flexibilidad insuperable. ¿Cuántos artesanos
cuidadosos y tenaces fueron precisos para labrar los anchos frisos,
las bóvedas que repiten con sus estalactitas -siempre la obsesión de
sombra y de frescor- los techos de las grutas donde su raza solía
buscar refugio?”

V. “(…) La Alhambra no es una fortaleza, ni un castillo, ni un


palacio, no es un monumento espectacular, es un espacio idílico, un
encadenado de ambientes de frescas tonalidades.” “(…) La Alhambra
posee símbolos de mundos distintos. Cruzada esa puerta aparece un
juego de perspectivas, luces y volúmenes. Las construcciones militares
como la Alcazaba, concebidas para resistir asaltos, contrastan por su
solidez con la arquitectura ingrávida y liviana de los palacios. Los
patios ajardinados son en realidad estancias sin cubrir. En fin, un
derroche de sensibilidad.”

VI. “(…) En su texto Curtis afirma que ‘La Alhambra es un paisaje


simbólico que encarna referencias antiguas como el jardín del paraíso,
la villa imperial romana y el trono de Salomón’ y agrega que ‘su
entrelazada geometría sugiere temas cósmicos y planetarios’.” “(…) Hoy 107
la Alhambra obsesiona a quienes preocupa la búsqueda del adecuado
equilibrio entre lo local y lo universal en los países en vías de
desarrollo y proporciona numerosas lecciones a los diseñadores
preocupados por el paisaje y las fronteras entre lo natural y lo
artificial” “(…) La Alhambra ‘funde arquitectura y el arte del paisaje
y transforma el regadío en un arte de las superficies del agua, de los
canales y las fuentes: integra magistralmente espacios abiertos,
terrazas, pabellones y estanques. Es como un laberinto de patios,
caminos serpenteantes y ejes sutiles a la vez que nos enseña cómo
controlar la temperatura o las corrientes de aire, cómo filtrar la luz
y enmarcar las vistas al exterior’. Las ‘sorprendentes cualidades’ de
ese gran monumento nazarí representan una gran lección para los
arquitectos modernos…” “(…) Sus edificios integran el paisaje e
intensifican nuestra experiencia de la naturaleza. Trabajan con capas
de transparencia y volúmenes de agua de manera que las formas se
disuelven en la luz y en el ambiente.”

Contexto y valoración:

La miscelánea de textos recoge, como tendencia, la adopción de


una visión científica, o si se quiere más rigurosa y menos
imaginativa, en la interpretación de los paisajes de la Alhambra y el
Generalife. Dicha interpretación del paisaje se puede agrupar a
grandes rasgos en tres principales aspectos: su arquitectura, sus
jardines y su arquitectura del agua.

Sobre sus jardines, en los textos seleccionados se valoran,


entre otros aspectos, “el modo tan sabio en que están utilizados y
trabajados sus arbustos” y su acompañamiento con una densa
infraestructura de agua para su riego, subterránea y superficial
(Texto de Francisco Peramós, 1959) o su “quietud y aislamiento” que
hace que sean “recogidos e íntimos, al mismo tiempo que se goza de la
completa visión panorámica de Granada.” (Texto de Francisco Prieto
Moreno, 1966).

Respecto a la arquitectura, se valoran aspectos tan diversos,


como que “Las edificaciones de la Alhambra se integran en la
naturaleza, la vegetación penetra hasta los espacios más íntimos de la
vivienda…”, “la austeridad de sus formas y la superposición de
perspectivas, que dan lugar a transparencias análogas al del cubismo”,
“su técnica constructiva que elimina los espesores de los edificios
clásicos” (Texto de Francisco Prieto Moreno, 1966); “la pasión por el
detalle, el primor caligráfico”, “la superposición de menudos y
delicados elementos artesanos”, o que “Todo está concebido a la medida
exacta del hombre, para ser visto de cerca, incluso para ser
acariciado si se quiere… supeditado al goce inmediato de los sentidos:
sus azulejería, sus zócalos de yeso, sus techos de
estalactitas…”(Texto de Torcuato Luca de Tena, 1970); “su maravilla de
escandalosa fragilidad”, “su femineidad” (Texto de Emilio García
Gómez, 1978); “Las construcciones militares como la Alcazaba,
concebidas para resistir asaltos, que contrastan por su solidez con la
arquitectura ingrávida y liviana de los palacios” (Texto de Mercé
Castro, 1990); cómo “funde la arquitectura y el arte del paisaje”,
cómo “integra magistralmente espacios abiertos, terrazas, pabellones y
estanques” y su “laberinto de patios, caminos serpenteantes y ejes
sutiles que, a la vez, nos enseña cómo controlar la temperatura o las 108
corrientes de aire, cómo filtrar la luz y enmarcar las vistas al
exterior” (Texto de William Curtis, 2009).

La Alhambra es apreciada como paisaje por el peculiar manejo del


agua y su arquitectura específica, citándose, entre otros aspectos,
“el rumor del agua subterránea que se embalsa en aljibes o que canta
en libertad cuando se remonta en surtidores: fuentes patinosas, bancos
semiocultos, templetes, acequias…” (Texto de Francisco Peramós, 1959);
“el agua completa y presta vida, música y dinamismo al concentrado
recato de este espacio de ocio y recreo. Cascadas, surtidores y
corrientes producen una música especial que impresiona fuertemente en
la quietud de la noche de luna, en que la vegetación y la arquitectura
se funden en la penumbra…” (Texto de Francisco Prieto Moreno, 1966); o
que “La Alhambra transforma el regadío en un arte de las superficies
del agua, de los canales y las fuentes (Texto de William Curtis,
2009).

Finalmente, mencionaremos que un reciente estudio de la


Universidad de Alicante realizado por un equipo de arabistas dirigidos
por el catedrático Luis Fernando Bernabé, ha recopilado más de dos mil
referencias literarias relativas a la Alhambra desde el siglo XV y las
ha analizado. En el lado estrictamente literario, a la Alhambra se le
compara con sentimientos tan puros como el dolor, la melancolía, la
nostalgia del pasado y perdido esplendor y, al mismo tiempo, con la
belleza, el hedonismo o el amor verdadero. Figuran entre los rincones
o elementos más citados: La musicalidad del agua de las fuentes, la
majestuosidad del salón de los Embajadores con su techo a modo de
constelaciones, el Patio de los Leones, el mirador del Lindaraja o la
imagen invertida de los palacios al reflejarse en las láminas
acuáticas.
109

Referente territorial: Ciudad y Vega de Granada.

Número y título de ficha: I.18. Imagen de conjunto de La Alhambra

Objetivo de la Catalogación: Paisaje sobresaliente y singular

Referente paisajístico: Paisajes de dominante urbana.

Autor(es), Obra(s) y fecha(s):

I.- IBN AL-JATIB (1313-1374). Esplendor de la luna llena, (?). Citada


en Francisco Javier Simonet, Descripción del Reino de Granada, p. 45.
Madrid. Imprenta Nacional, 1860.

II.- ANDERSEN, HANS CHRISTIAN (1805-1875). Viaje por España, (1863),


p. 128 y 165-166. Madrid. Alianza Editorial, 2004.

III.- COLLADO DEL HIERRO, AGUSTÍN (1590-1635). Granada, (?). Citada en


José Carlos Rosales, Memoria poética de la Alhambra, p. 100. Sevilla.
Ed. Vandalia, 2011.
IV.- AMADOR DE LOS RÍOS, RODRIGO (1847-1917). A la Alhambra, (1875-
1876). Citada en José Carlos Rosales, Memoria poética de la Alhambra,
p. 181. Sevilla. Ed. Vandalia, 2011.

V.- RUSIÑOL, SANTIAGO (1861-1931). A la Alhambra, (1898). Citada en


José Carlos Rosales, Memoria poética de la Alhambra, p. 211. Sevilla.
Ed. Vandalia, 2011.

VI.- LLORÉNS TORRES, LUIS (1876-1944). La Alhambra, (1899). Citada en


José Carlos Rosales, Memoria poética de la Alhambra, p. 245. Sevilla.
Ed. Vandalia, 2011.

VII.- DÍAZ-PLAJA, GUILLERMO (1909-1984). Elegía segunda, (1953).


Citada en José Carlos Rosales, Memoria poética de la Alhambra, p. 321.
Sevilla. Ed. Vandalia, 2011.

VIII.- GIL-ALBERT, JUAN (1904-1994). Monólogo en la Alhambra, (1985).


Citada en José Carlos Rosales, Memoria poética de la Alhambra, p. 304-
305. Sevilla. Ed. Vandalia, 2011.

IX.- GARCÍA MONTERO, LUIS (1958-). Quedarse sin ciudad, (1994). Citada
en José Carlos Rosales, Memoria poética de la Alhambra, p. 409.
Sevilla. Ed. Vandalia, 2011.

X.- MADOZ, PASCUAL (1806-1870). Diccionario geográfico-estadístico-


histórico de España y sus posesiones de ultramar. Tomo 8, (1847), p. 110
531. Madrid, 1847.

TEXTOS SELECCIONADOS:

I. “(…) Sobre los edificios y vergeles que componían esta rica y


populosa ciudad se elevaba como otra villa, según dice Ebn Aljathib,
la población de la Alhambra, Medina Alhamra, residencia de los reyes,
que ostentaba altísimas torres y alminares, fortísimos baluartes,
alcázares magníficos y otros suntuosos edificios, que con su
brillantísimo aspecto arrebataban los ojos y el ánimo.”

II. “(…) El sol se ocultó según me acercaba al Darro, desde cuyo


lecho se elevan, cubiertos de árboles y matorrales, los empinados
barrancos, que, en lo alto, están coronados por la Alhambra.”

III. “(…) Dilátase la Alhambra sobre cumbres


de selvosas montañas, sobre horrores
del bosque, donde las celestes lumbres
pierden en su verdor sus esplendores…”

IV. “(…) ¡Todo está igual! ¡El tiempo ha transcurrido


para ti, como un sueño,
sin marchitar tu espléndida corona
ni tu aspecto risueño!
Todo está igual! ¡Tus verdes alamedas,
tus altos torreones,
y los calados muros de tu alcázar
llenos de tradiciones!”
V. “(…) Aquel sueño del poeta fue la Alhambra, fue el sueño que
entreveía aquel claustro de Oriente, aquella obra armoniosa bañándose
en un baño de cielo, aquel cofre exquisito, estuche de lámparas de oro
y de aromáticas palmeras, de habitaciones misteriosas y jardines
bordados de arrayanes…”

VI. “(…) Soberbio y colosal, sobre cimientos


de roca y de granito fabricados,
allí está, con sus fustes y calados,
el bermejo castillo musulmán;
allí está, con sus torres y murallas,
dormido entre fantásticos jardines,
donde el aura que mece los jazmines
expira bajo bosques de arrayán.”

VII. “(…) La Alhambra es una tumba. Vanamente se animan


dulces generalifes, lindarajas que suenan
músicas detenidas en cristales opacos.
Inútilmente chorros de música disuelta
cantan con voz de vidrio ternuras ya olvidadas.
Triste es que los cipreses semejen surtidores,
pues que tienen el alma de su raíz reseca,
vano que el arrayán tome temblor de río:
las tijeras le han dado un dolor geométrico.”

VIII. “(…) todo son arquerías quebradizas, bóvedas afiligranadas, 111


patios donde la luz, el agua y los graciosos aleros oscuros crean, al
margen de la arquitectura, una materialidad inefable…”

IX. “(…) En alto, anclada en un bosque como un barco en el agua


verdosa de los puertos, la Alhambra guarda silencio frente a la ciudad
y se deja mirar, responde igual que una metáfora a los ojos inquietos
de los que deben buscarla.”

X. “(…) elévase en una de las extremidades de Granada sobre una


colina bañada por los ríos Genil y Darro, alrededor de la cual se
extiende sobre un plano levemente inclinado la vega, llanura hermosa,
que consideraban los moros como el paraíso del profeta, colocado en
aquella parte del cielo que cae sobre Granada.” “(…) La Alhambra
presentaba por fuera un carácter de fuerza y una apariencia guerrera…”

Contexto y valoración:

La presente ficha, número I.18, incluye varios textos acerca de


la visión de conjunto o imagen global que se ha tenido, a lo largo de
las diversas épocas, del recinto de la Alhambra. Mediante su estudio
resulta posible descubrir las características fundamentales que han
llamado de manera constante la atención del visitante en relación con
esta ciudad palaciega.
El primero es su emplazamiento en alto, dominando al resto de la
ciudad de Granada, en un estado de aislamiento aparente, es uno de los
rasgos más usuales de las descripciones que se hacen de la Alhambra en
la literatura (Textos I, II, IX y X). Asimismo, los muros y torres que
la rodean también le han dado un carácter externo de fortaleza militar
singular (Textos I, VI y X); sin embargo, Hans Christian Andersen, en
su Viaje por España, puede que por el ángulo de visión, no comparte
esta sensación de firmeza: “(…) El señor Visby me señaló una cima
próxima a la ciudad, sobre la que se veía una vieja muralla con una
rojiza torre cuadrada, algo insignificante en apariencia. Era la
Alhambra, la afamada y hechicera Alhambra, la meta de nuestro viaje.”

Al recinto lo rodea, prácticamente por toda la colina sobre la


que éste se asienta, un frondoso bosque. Desde hace varios siglos,
forma ya parte de las descripciones habituales de la Alhambra (Textos
II, III, IV y IX). De igual forma, en la parte más próxima a los
palacios, así como en la zona del Generalife, existen varias zonas de
jardines, que también aportan la condición de paisaje vegetal
sobresaliente al carácter general del lugar (Textos V, VI, VII).

Este enclave guarda además en su interior una serie de


construcciones de gran acabado, enumeradas y descritas por muchos
literatos, historiadores y geógrafos, que conforman la parte más
emblemática de la Alhambra (Textos I, IV, V y VIII). No es extraño por
tanto que la contemplación de este lugar, en conjunto, derive a veces
en pensamientos y elucubraciones de la más diversa índole, surgidos de 112
su propia historia y de las emociones que la Alhambra produce en el
observador (Textos VII y IX). En este sentido, también en el libro de
Ángel Ganivet, Granada la bella, se puede leer: “(…) la profunda
tristeza que emana de un palacio desierto, abandonado de sus
moradores, aprisionado en los hilos impalpables que teje el espíritu
de la destrucción, esa araña invisible cuyas patas son sueños.”

Referente territorial: Ciudad y Vega de Granada.

Número y título de ficha: I.19. Imagen interna de La Alhambra.


Objetivo de la Catalogación: Caracterización del tipo de paisaje
local.

Referente paisajístico: Paisaje sobresaliente y singular.

Autor(es), Obra(s) y fecha(s):

I.- MÜNZER, JERÓNIMO (?-1508). Itinerario por España, Francia y


Alemania, (?). Citada en José García Mercadal, Viajes de Extranjeros
por España y Portugal. Tomo 1, p. 330. Consejería de Educación y
Cultura. Junta de Castilla y León, 1999.

II.- MEDINA, PEDRO DE (1493-1567). Libro de grandezas y cosas notables


de España, (1548), p. 316. Sevilla, 1568.

III.- HENRÍQUEZ DE JORQUERA, FRANCISCO (1594-1646). Anales de Granada.


Tomo I, (1603-1644), p. 58. Granada, 1987.

IV.- BERMÚDEZ DE PEDRAZA, FRANCISCO (1576-1655). Antigüedad y


excelencias de Granada, (1608), p. 36. Madrid, 1608.

V.- FORD, RICHARD (1796-1858). Manual para viajeros por Andalucía y


lectores en casa (Granada), (1845), p. 117 y 126. Madrid. Ediciones
Turner, 1980.

VI.- MADOZ, PASCUAL (1806-1870). Diccionario geográfico-estadístico- 113


histórico de España y sus posesiones de ultramar. Tomo 8, (1847), p.
531. Madrid, 1847.

VII.- DAVILLIER, CHARLES y DORÉ, GUSTAVE (1823-1883 y 1832-1883).


Viaje por España. Tomo II, (1874), p. 8 y 59. Madrid. Ediciones Giner,
1991.

VIII.- RUSIÑOL, SANTIAGO (1861-1931). A la Alhambra, (1898). Citada en


José Carlos Rosales, Memoria poética de la Alhambra, p. 211-212.
Sevilla. Ed. Vandalia, 2011.

IX.- IZQUIERDO, FRANCISCO (1927-2004). Guía secreta de Granada,


(1977), p. 79 y 101. Madrid. Ed. Al-Borak, 1977.

X.- LOYNAZ, DULCE MARÍA (1902-1997). Nochebuena en Granada, (1991).


Citada en José Carlos Rosales, Memoria poética de la Alhambra, p. 299.
Sevilla. Ed. Vandalia, 2011.

TEXTOS SELECCIONADOS:

I. “(…) No creo, en fin, que en Europa se halle nada semejante,


puesto que es todo tan magnífico, tan majestuoso, tan exquisitamente
obrado, que ni el que lo contempla puede cerciorarse de que no está en
un paraíso, ni a mí me sería posible hacer una relación exacta de
cuanto vi.”

II. “(…) Esta casa es tan aventajada en grandeza y labor que antes
se puede llamar ciudad excelente que casa porque caben dentro de los
muros más de cuarenta mil hombres; está toda cercada de altos y
fuertes muros y torres tan grandes y hermosas que es cosa muy de
notar. Aquí hay especialmente dos apartamientos. El uno se llama el
cuarto de los leones y el otro el cuarto de camares.”

III. “(…) está en la eminencia de un monte sobre el margen del Dauro


con fructíferas huertas y maravillosos jardines de plantas y
odoríferas flores, abundancia de fuentes de artificio, donde la
festejada primavera reside y tiene lugar primero, poniendo en olvido
los campos y jardines sabeos.”

IV. “(…) Al mediodía respecto de la Alcazaba está el famoso alcázar


de la Alhambra, cercado de un bosque poblado de tanta arboleda, corzos
y venados, que admira ver una tan grande y fuerte fortaleza, fundada
sobre un collado y cercada de un vergel de tantos y tan frondosos
árboles, que parece le sirven de guirnalda.”

V. “(…) El exterior severo, sencillo y casi huraño de la Alhambra


no ofrece razón alguna para esperar la espléndida belleza ladinesca
que en otros tiempos brilló en su interior, cuando la apertura de una
sola puerta dejaba entrar al forastero en un semiparaíso.” “(…) El
camerín real es un cuadrado de nueve pies; el interior fue modernizado
por Carlos y pintado en arabesco como las loggie del Vaticano; pero no
hay pintura de arte capaz de compararse con las de la naturaleza
cuando miramos en torno a nosotros y vemos las colinas y los
desfiladeros entre la columnata de mármol.”

VI. “(…) Algunos de aquellos aposentos eran tan vastos y magníficos, 114
que un monarca de oriente podía tener en cualquiera a toda su corte; y
otros tan suaves, misteriosos y placenteros, que parecían el gabinete
de una hurí de Mahoma. Todos, en fin eran tan poéticos, que no se
creía posible hubiesen servido a los usos comunes de la vida. Todo
esto y más de lo que podemos pintar era la Alhambra.”

VII. “(…) Pero lo que, por encima de todo, hace del Generalife un
lugar de delicias, es la abundancia extraordinaria de sus aguas. Jamás
se ha mostrado con tanto encanto la pasión de los moros por los
riegos. No hay más que estanques, fuentes, surtidores y manantiales.
No se pueden dar más de dos pasos sin encontrar un canal o un reguero
formado de tejas cóncavas que sirve para conducir el agua que se
precipita borboteando.”

VIII. “(…) sólo en sueños se podía ver alzar aquella torre de Comares,
encendida por los rayos de sol y los preceptos de Mahoma, poblada de
poesía, arropada de azulejos irisados y de artesonados de cedro, seria
como una mezquita, alta como un minarete y majestuosamente clavada al
pie de la ciudad mora; sólo el atrevimiento del sueño pudo suspender
allí en lo alto aquel mirador de la Reina, colgado de sus columnitas
como un nido blanco de odalisca…”

IX. “(…) En tiempo de los nazaritas no existía tal boscaje,


naturalmente. ¡Estaría bueno un castillo rodeado de tamaño camuflaje
forestal! Las arboledas extramuros de hoy datan del siglo XVI; bueno,
la invención, porque fueron replantadas en los comienzos del XVII…”
“(…) Este soportal ha sufrido las mayores injurias a lo largo de los
siglos, desde diversas techumbres, como aquella del siglo XVII que
semejaba un mandil o miriñaque horrendo, hasta las torrecillas de hoy,
a simple vista extrañas al conjunto y que son, como el refrán, las dos
pistolas del santo.”

X. “(…) Hoy he ido al Generalife: Es un palacio moro que está en la


misma montaña de la Alhambra, pero que por ser más modesto y menos
importante, no es muy visitado ni muy curioseado. En el Generalife no
hay profusión de oros ni de mármoles, pero la piedra está también
delicadamente labrada y hay tanta agua que de continuo, donde quiera
que se esté, hay que oír un mismo rumor de chorros y cascadas. Los
jardines son inefablemente bellos…”

Contexto y valoración:

Dentro de esta ficha I.19 se hallan recogidos varios fragmentos


literarios en los que se hace mención de alguna particularidad
concreta del conjunto de la Alhambra. A través de su estudio resulta
posible conocer las singularidades ornamentales, arquitectónicas y
vegetales del recinto, que más han llamado la atención de los
observadores. Y, también, del efecto placentero que procura la
contemplación de la armónica combinación de los elementos antes
citados.

Los textos versan pues sobre el carácter o la forma de un


elemento en concreto y, aunque a veces no termine de especificarse por
completo cuál es o dónde se encuentra, sí es cierto que a éste se lo
describe con el suficiente detalle. Hay varios comentarios centrados, 115
por ejemplo, en el bosque que rodea la Alhambra, que es a la vez uno
de los elementos más llamativos del lugar (Textos IV y IX). El propio
Charles Davillier escribió unas líneas sobre el mismo: “(…) Uno se
cree transportado a un país encantado al penetrar bajo estos inmensos
arcos de verdor formados por olmos seculares, y se piensa en la
descripción del poeta árabe que los compara a bóvedas de esmeralda. Es
la más majestuosa decoración que podamos soñar, y si los ojos se
encuentran maravillados, el oído no está menos deleitado por el canto
de los pájaros…”

También los jardines y fuentes que pueblan el recinto han


despertado cierto interés al respecto, siendo así objeto de varias
composiciones literarias (Texto III). Incluso Washington Irving les
dedicó unas palabras en su libro Cuentos de la Alhambra: “(…) El
jardín de debajo de mi ventana se iluminó dulcemente; los naranjos y
limoneros se bañaron del color de la plata, y la fuente reflejó en sus
aguas los pálidos rayos de la luna, haciéndose casi perceptible el
carmín de la rosa.”

Pero es sobre todo el Generalife el que, con sus manantiales de


agua, su pequeño palacio y su atmósfera de recogimiento, se ha ganado
en gran medida la admiración de los visitantes (Textos VII y X). De
hecho, el poeta Rubén Darío escribió también sobre él lo siguiente, en
su obra Granada: “(…) Si la Alhambra es más grande, más suntuosa, más
imponente, el Generalife es más cordial, más íntimo, más amable.”

Por otro lado, en lo que respecta al palacio de la Alhambra y


los sentimientos que éste provoca, también su interior ha sido
detallado y referenciado numerosas veces (Textos I, II, V y VI). Hasta
Francisco Izquierdo, dejando momentáneamente a un lado su particular
modo de ver las cosas, realizó en su libro un comentario al respecto
del edificio y su ornamentación: “(…) La decoración de la Sala de
Embajadores es un prodigioso alarde de geometrías y grafismos, todo
con sus nomenclaturas propias: alicatados, yeserías de lazo,
atauriques, mocárabes, etc. Los lienzos de las paredes y el techo
asombran al espíritu más simplista y lo dejan anonadado.”

Incluso su fachada exterior, sencilla y formada por muros y


torres, que oculta la belleza interior de la Alhambra, es un elemento
relevante dentro de este recinto (Texto V), de la cual también llega a
escribir Hans Christian Andersen en su Viaje por España: “(…) Subiendo
a la terraza del castillo inacabado de Carlos V puede verse un par de
pequeños jardines hundidos detrás de las murallas, con dos o tres
casas bajas. Detrás de éstas, dentro ya del recinto fortificado, entre
ruinosas torres disimuladas por una apariencia insignificante, se
encuentra tal maravilla.”

Por último, cabe también decir, además, que la historia misma de


cada parte de la Alhambra tiene una gran importancia en la visión que
se tiene de ellas, incluso contemplada desde diferentes puntos de
vista. Porque su conocimiento bien puede usarse para dejar volar la
imaginación, con los diversos hechos ocurridos en el pasado, o para
resaltar todos los cambios que se han ido produciendo en un
determinado lugar con el paso de los años (Textos VIII y IX).
116
Referente territorial: Ciudad y Vega de Granada.

Número y título de ficha: I.20. El barrio del Albaicín (I). Siglos


XIV-XVIII.

Objetivo de la Catalogación: Paisaje sobresaliente y singular

Referente paisajístico: Paisaje de dominante urbana.

Autor(es), obra(s) y fecha(s): 117

I.- MÜNZER, JERÓNIMO (?-1508). Itinerario por España, Francia y


Alemania, (?). Citada en José García Mercadal, Viajes de Extranjeros
por España y Portugal. Tomo 1, p. 334-335. Consejería de Educación y
Cultura. Junta de Castilla y León, 1999.

II.- TITO ROJO, JOSÉ (1953-). Los jardines y la génesis de un paisaje


urbano a través de la documentación gráfica: El Albayzín de Granada,
(1999). Revista Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico, nº 27, p.
157.

III.- MARTÍNEZ SÁNCHEZ, JUAN J. (?). Granada, sus calles, su historia.


Albaícín, (2002), p. 19, 23, 24, 31, 32, 33, 35, 38 y 39. Gráficas La
Madraza. Granada, 2002.

IV.- ANÓNIMO. El misterio del carmen. www.abaycindeayer.worldpress.com


5 de agosto de 2011.

TEXTOS SELECCIONADOS:

I. “(…) debe advertirse que una casa de cristiano ocupa más lugar
que cuatro o cinco de moros, las cuales son intrincadas y
laberínticas, que parecen nidos de golondrina…” “(…) Son muchos y muy
suntuosos los edificios que en la ciudad se han alzado a costa del
rey, pero también hay moros ricos que poseen casas espléndidas con
patios, jardines, agua corriente y otras lujosas comodidades.”

II. “(…) La vieja ciudad islámica mantenía en su zona alta una


amplia masa de edificaciones junto a las que aparecen salpicadas las
nubes verdes de las plantaciones.”
III. “(…) No faltó en la nueva ciudad su red de aguas a través de la
acequia de Aynadamar, procedente de la Sierra de Alfacar, que se
abastecía de la fuente de las Lágrimas y la acequia de Axares que
serviría de abastecimiento a la poblada ladera que daba al río Darro.”
“(…) También vivieron en el Albaicín los primeros monarcas nazaritas
desde 1238, año en el que Muhammad ben Yusuf, Alhamar de Arjona, crea
el reino de Granada, hasta finales de siglo en que fue construida, en
la Colina Roja, la nueva Alcazaba; desde este momento la del Albaicín
o Cadima empezó a llamarse la Vieja.” “(…) Los musulmanes se asentaban
en los respectivos barrios por razones muy diversas: credo religioso
(judíos, moriscos…), actividades económicas (sederos, plateros…),
lugar de procedencia y otros aspectos.” “(…) Las calles de la medina y
sus arrabales eran las típicas de las ciudades musulmanas: estrechas,
muchas de ellas sin salida, de escasa longitud, sinuosas, no presentan
fachada sino simple pared…” “(…) En el proceso de separación de las
comunidades cristiana y musulmana, llevado a cabo en 1498, intervino
como representante de los árabes Mohammad el Pequení y llegaron al
Albaicín quinientas personas dedicadas a oficios varios (mercaderes,
tratantes, albañiles, carpinteros) y unos cuatrocientos labradores. A
todos se les dio casa en el Albaicín a cambio de que dejaran su
residencia en la zona cristiana.” “(…) Se crean los medios jurídicos
adecuados para remodelar los espacios urbanos nazaritas, mediante los
repartimientos y otros tipos de dominio real, aristocrático,
eclesiástico o municipal. La Iglesia ocupa lugar de privilegio en este
nuevo modelo-dominio del espacio urbano: colegiatas, iglesias, 118
fundaciones, conventos, etc.” “(…) La medina musulmana padece de forma
violenta el dominio cristiano sobre todo en sus núcleos religiosos
(mezquitas, rábitas, etc.); pero también aljibes, edificios públicos y
privados, casi sin excepción, serán demolidos para ser sustituidos por
iglesias, conventos, etc.” “(…) Muchas calles son producto de reformas
urbanas favorecedoras de nuevas alineaciones y más amplitud para
favorecer el control de posibles sublevaciones. Muchísimos nuevos
edificios han surgido: son las iglesias con sus fachadas góticas o
renacentistas y sus cubiertas mudéjares.” “(…) Cuando se produjo la
expulsión de los moriscos, había en el Albaicín unos cincuenta
cármenes, la gran mayoría propiedad de cristianos viejos. Ese número
se incrementa de forma considerable a partir de la expulsión, porque
los habitantes que quedaban fueron ocupando las viviendas abandonadas
y uniéndolas a las propias” “(…) Los cármenes presentan unas
características muy peculiares: están rodeados de muros elevados para
evitar la visibilidad desde el exterior; esos muros aparecen cubiertos
de ramas o enredaderas; parecen hechos para el disfrute de la vida
familiar íntima; la superficie cultivable y la vivienda forman un
conjunto unitario; se conjugan, en el carmen, el jardín y el huerto;
la alberca y la fuente son sus integrantes fundamentales; la
inclinación de la ladera del cerro del Albaicín permite unas vistas
únicas.”

IV. “(…) En el albayzin árabe, sólo las casas señoriales tenían


derecho a agua de la acequia de Aynadamar, que constaba en la
escrituras de propiedad de la casa. La mayoría de las casas no tenían
agua, se abastecían de los aljibes públicos, sacando el líquido
elemento con pequeños cubos llamados acetres. También a estos aljibes
se trasladaban las mujeres para lavar y enjuagar la ropa e incluso las
ponían a solear y secar.”
Contexto y valoración:

El barrio del Albaicín es posiblemente uno de los paisajes


urbanos de más compleja evolución de Granada, de ahí que su visión
desde la literatura haya sido dividida en varias fichas. La primera de
ellas está dedicada a las descripciones del primitivo barrio del
Albaicín (siglos XIV-XV). A través de las mismas se identifican varios
elementos del paisaje urbano del barrio, heredados de dicha época. El
primero de ellos es su traza urbanística. Construido en las laderas de
una colina: “Sus calles eran estrechas, muchas de ellas sin salida, de
escasa longitud, sinuosas…”. Un segundo elemento característico del
barrio original es el predominio de calles con largas y prolongadas
tapias que ocultan las fincas interiores, que sería un rasgo aún más
preeminente en la etapa nazarí: “las casas no presentaban fachadas
sino simple pared”. Y un tercer elemento sería su arquitectura del
agua, del que formaban parte dos acequias, decenas de aljibes y,
conservados en menor medida, una red de baños públicos.

Además, el Albaicín nazarí fue un barrio muy vivido y animado,


con una población de más de cuarenta mil habitantes, cuando a
principios del siglo XXI no se llega a los diez mil. A ello contribuyó
primero el avance de los reinos cristianos y, tras la conquista, su
conversión en el guetto o barrio destinado a la población morisca en
Granada.
119
El barrio del Albaicín vivirá a lo largo de los siglos XVII y
XVIII, desde la expulsión de los moriscos un estado de abandono y
ruina permanentes, perviviendo tan solo una mínima población de
jornaleros y artesanos (como repujadores de cuero, caldereros,
tintoreros o hiladores de seda). Una parte importante de su solar,
particularmente en las laderas, está ocupado por casas con huerto y
terrenos yermos o cultivados que le daban un aspecto marcadamente
rural. Es más, por sus calles había cabras, animales de corral y
burros o mulas, pareciendo más un pueblo de montaña que el barrio de
una urbe.

La ocupación cristiana supuso la superposición en el paisaje


urbano del barrio de una arquitectura civil y religiosa diferente
pero, también, la conversión progresiva de los antiguos cármenes en
fincas de recreo y con jardines en la parte próxima al Darro, imagen
hoy representativa del paisaje del barrio, ya que posteriormente se
extienden por todas sus calles.
120

Referente territorial: Ciudad y Vega de Granada.

Número y título de ficha: I.21. El barrio del Albaicín (II). Siglo


XIX.

Objetivo de la Catalogación: Paisaje sobresaliente y singular.

Referente paisajístico: Paisaje de dominante urbana.

Autor(es), obra(s) y fecha(s):

I.- GAUTIER, THEOPHILE (1811-1872). Viaje a España, (1843), p. 267.


Madrid. Ed. Cátedra, 1998.

II.- AMICIS, EDMUNDO DE (1846-1908). España, viaje durante el reinado


de Amadeo I de Saboya, (1872), p. 462 y 463. Madrid, 1883.

III.- TITO ROJO, JOSÉ (1953-). Los jardines y la génesis de un paisaje


urbano a través de la documentación gráfica: El Albayzín de Granada,
(1999). Revista Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico, nº 27, p.
161 y 162.

TEXTOS SELECCIONADOS:
I. “(…) Algunas calles desiertas y medio en ruinas del Albaicín
están habitadas por gitanos más ricos o menos nómadas. En una de estas
callejuelas vimos una muchachita de ocho años, completamente desnuda,
que se dedicaba a bailar el zorongo sobre un pavimento puntiagudo.”

II. “(…) Calles estrechas, casas mezquinas, viejas que medio dormían
en los umbrales de las puertas, madres que espulgaban a sus
chiquillos, los perros ladrando, las gallinas sueltas, chiquillos
harapientos que alborotaban y corrían, y cuantas otras cosas se ven en
todos los arrabales: en aquellas calles no había nada más. Sólo que, a
medida que subíamos, iba mudando el aspecto de las casas y de la
gente…” “(…) sobre las puertas y en torno de las ventanas, veíanse
restos de arabescos y fragmentos de columnas; en las esquinas de las
plazoletas, fuentes y pozos que datan del tiempo de los moros. Cada
cien pasos que daba me parecían cincuenta años desandados para volver
a la edad de los Califas.” “(…) Las calles parecían lechos de
torrente, o senderos cavados en las rocas; todo eran realces, fosos,
hondonadas y peñascos; algunas tan empinadas que no puede subirlas un
mulo, y otras tan estrechas que apenas puede atravesarlas un hombre;
éstas llenas de mujeres y chiquillos tendidos por los suelos, y
aquellas herbosas y desiertas; unas y otras aspecto extraño, mísero,
salvaje, del cual no daría idea el más mezquino de nuestros lugares…”
“(…) Dimos vueltas por un laberinto de calles, pasando de cuando en
cuando bajo un gran arco árabe o por una plazoleta, desde donde se
abrazaban con la vista el inmenso valle, los montes cubiertos de nieve
y parte de la ciudad…” 121

III. “(…) Las más antiguas imágenes fotográficas del Albaicín, entre
1850 y 1870, nos muestran un barrio desolado y ruralizado, en el que
apenas había comenzado el proceso de recuperación. Casas pequeñas y
pobres, huertos descuidados, derrubios y solares sin aterrazar,
algunos de ellos mostrando apenas restos de antiguos aterrazamientos,
resultantes de antiguos cultivos abandonados…” “(…) Son escasos los
cármenes donde podemos detectar elementos resultantes de
ajardinamientos. Con independencia de que algunos de los huertos
visibles en las panorámicas tuvieran elementos de ornato que la
fotografía difícilmente muestra en la distancia, fuentes, pérgolas
entre vegetación, estatuas.” “(…) Sí hay rasgos de ornamentación
vegetal que pueden detectarse en una panorámica. Los altos árboles de
sombra y los cipreses entre ellos. Unos y otros son escasísimos en
estas panorámicas más antiguas.”

Contexto y valoración:

La segunda ficha está dedicada al barrio del Albaicín durante el


siglo XIX, cuando su pintoresquismo es descubierto por los viajeros
románticos. Su paisaje distaba entonces mucho del actual. Hay rasgos
que se mantienen hay día, como su condición de mirador: “pasando de
tiempo en tiempo bajo un gran arco árabe o por una alta plazoleta,
desde la cual se abrazaba con una mirada el valle inmenso, los montes
cubiertos de nieve y una parte de la ciudad”

Otros dos aspectos que se han mantenido son “el laberinto de


calles estrechas” y su empedrado tradicional. Edmundo de Amicis
compara sus calles: “parecían lechos de torrente, senderos cavados en
las rocas…”.
Sin embargo, durante la mayor parte de este siglo es un barrio
marginal, asiento de la población gitana que vive en cuevas –hoy
desaparecidas- y casas modestas que acogen a familias dedicadas a
oficios humildes. El caserío sólo llama la atención por la presencia
puntual de restos árabes que producen extraña sensaciones el viajero:
“parecía que se retrocedía hacia el tiempo de los Califas…”

Su geografía humana, sus gentes auténticamente exóticas y


populares, son el principal atractivo de los viajeros románticos:
“viejas adormecidas sobre los escalones de las puertas, madres que
espulgan chiquillos…”

122

Referente territorial: Ciudad y Vega de Granada.

Número y título de ficha: I.22. El barrio del Albaicín (III). Primera


mitad del siglo XX.

Objetivo de la Catalogación: Paisaje sobresaliente y singular.

Referente paisajístico: Paisaje de dominante urbana.

Autor(es), obra(s) y fecha(s):

I.- MARTÍNEZ SIERRA, GREGORIO (1881-1847). Granada (Guía emocional),


(1910), p. 145-146. Granada. Ed. Impredisur, 1992. [Facsímil de 1920].
II.- GARCÍA LORCA, FEDERICO (1898-1936). Impresiones y paisajes,
(1917), p. 155-157 y 158. Granada. Ed. Don Quijote, 1981. [Facsímil de
1918].

III.- PRIETO MORENO, FRANCISCO (1907-1985). Guía de Granada, (1954),


p.34. Barcelona. Ed. Noguer, 1957.

IV.- PERAMÓS, FRANCISCO (?). Granada, (1959) Publicaciones españolas.


Madrid, 1959.

V.- FERNÁNDEZ, MIGUEL (?). El Albaicín: Se ha roto un paisaje, (1966).


Diario ABC. 25 de abril de 1966.

VI.- GÓMEZ MONTERO, RAFAEL (1922-1994). El Albaicín, belén de España,


(1972). Diario ABC. 24 de diciembre de 1972.

VII.- LLOVET, ENRIQUE, (1917-2010). Se merece un festival, (1982).


Diario ABC. 24 de julio de 1982.

VIII.- ANÓNIMO. Fueron los protagonistas de las calles albayzineras.


www.aLbaycindeayer.worldpress.com. 7 de octubre de 2011.

TEXTOS SELECCIONADOS:

I. “(…) va pasando la vida cotidiana de los muchos, lenta y 123


laboriosamente, y esta vida de los muchos humildes es la única
historia digna de tenerse en cuenta. De ella hablan las callejas del
Albaicín al espíritu atento, sin aparato y sin vocinglería,
precisamente por las revueltas de sus callejuelas; por las rejas
morunas, por los patios que acá y allá pueden adivinarse en el rápido
abrir de una cancela…” “(…) por la capilla semibárbara, donde un
Cristo, bañado en sangre y renegrido a humo, sonríe tristemente a las
flores de talco de su altar pobre; por la vieja que en medio del
arroyo aún hila estambre en una rueca; por las madejas de ese mismo
estambre, que cuelgan puestas a secar en el patio de la tintorería…”
“(…) por el jazminero que asoma desde la alta pared de un jardín; por
el cenador que se ve detrás aquella verja; por la moza gitana que
pasa, dando aire con los volantes de su faldamenta; por el clérigo que
va cuesta arriba, teja en mano, limpiándose el sudor con el inmenso
pañuelo de hierbas; por la mujer que da de mamar al niño sentada en el
poyo de una puerta, comiendo, mientras chupa el crío, un pedazo de
pan; por la otra vieja que remienda andrajos, sentada en su silla de
paja en el otro zaguán…”

II. “(…) casonas enormes con aires de deshabitadas, miedosos aljibes


en donde el agua tiene el misterio trágico de un drama íntimo,
portalones destartalados, en donde gime un pilar entre las sombras,
hondonadas llenas de escombros bajo los cubos de las murallas, calles
solitarias que nadie las cruza y en donde tarda mucho en aparecer… y
esa puerta está cerrada, covachas abandonadas, declives de tierra roja
en donde viven los pulpos petrificados de las pitas. Cavernas negras
de la gente nómada y oriental.” “(…) Calles silenciosas con hierbas,
con casas de hermosas portadas, con minaretes blancos en los que
brillan las verdes y grises mamas del adorno característico, con
jardines admirables de color y de sonido. Calles en que viven gentes
antiguas de espíritu, que tienen salas con grandes sillones, cuadros
borrosos y urnas ingenuas con Niños Jesús entre coronas.” “(…) Cuando
se está más abrumado por el paseo angustioso de las sombras y las
cuestas, se divisan los colores suaves y apagados de la vega, siempre
plateada, llena de melancólicos tornasoles de color… y la ciudad
durmiendo aplanada entre neblinas, en las que descuella el acorde
dorado de la catedral…”

III. “(…) Ya nos encontramos inmersos en pleno ambiente morisco entre


los jardines y huertas de los cármenes y los alminares de las
mezquitas convertidas en iglesias; las calles estrechas se abren paso
reptando entre las tapias encaladas que se alternan con alguna
edificación. Su escasa anchura y su falta de ostentación acentúan su
carácter, conservando el primitivo aspecto rural de caminos entre
huertas. En todo el barrio en encuentran numerosas casas moriscas y
algunos palacios…”

IV. “(…) Callejuelas en cuesta, estrechas y retorcidas; rejas y


balcones rebosantes de macetas; tapias de cármenes coronadas de
madreselvas y tapizadas de hiedra, que se unen en bóvedas en algunos
sitios, exhalando su fragancia junto a las resonancias de agua de sus
aljibes, cuyas bocas exhalan frescura…” “(…) Casas deslumbrantes de
blancura, rojos tejados, patios floridos; y entre ellas, patios
conventuales con esbeltos cipreses y esbeltas torres que fueron
antiguos minaretes…”
124
V. “(…) El Albaicín de hace treinta años, para no ir más lejos, ha
cambiado bastante su famosa fisonomía. Poco a poco va perdiendo su
poesía total, se van rellenando los espacios verdes que tanto juegan
en su confección de contrastes. Y si no se remedia seriamente,
terminará muriendo buena parte de su encanto. De cipreses, estas
serias agujas que no estorban la visión del paisaje, quedan no más de
un conco por ciento.” “(…) Y encontré al Albaicín -¡qué poco se cuida,
Señor!- sucio, francamente sucio. La basura no tiene nada que ver con
el tipismo ni mucho menos con la poesía que arranca lo viejo. Los
niños nacidos y criados allí han conseguido una rara y admirable
habilidad para caminar y brincar por estas piedras hincadas en
tierra.” “(…) Las muchachas bordan encajes de esperanza en las puertas
de sus casas. Las viejas enlutadas, mujeres “del riguroso luto”
contrastan con la cal hiriente de los muros. El Albaicín es un barrio
bellamente dramático. Dramáticas son las voces de los hombres y el
dolorido éxtasis de las palmeras. Dramáticas las palabras en bronce de
las campanas y dramáticos los maullidos de los gatos en libertad.”

VI. “(…) Desde allí se veía el Albaicín acurrucado en la colina, con


las pinceladas de verdes y ocres, de blancos y azules. Cármenes,
tierra, casas y cielo. Los cipreses y el arrayán, las palmeras sobre
los tejados, la cal de las fachadas, el cielo y el sol, la nieve de la
sierra y el tintineo de las campanas de los conventos.” “(…) El
Albaicín es, en la geografía del paisaje, el mejor belén de España.
Basta contemplarlo desde esa lejanía para identificarse con la
panorámica de casucas en el cerro, con lucecillas en las ventanas, con
el alfarero que trabaja en su rústico horno o el telar que no cesa en
su cantinela sorda.”
VII. “(…) Un hombre que acariciaba un teclado desde la atalaya de un
<<carmen>> histórico: Manuel de Falla. A veces el piano callaba,
dejando entrar los rumores de la ciudad y sus jardines. Nada o casi
nada: un grito lejano, un canto de pájaros porfiando sobre los
naranjos, un rumor de agua misteriosa y escondida. Y el silencio otra
vez.” “(…) Falla aprendió, palmo a palmo, la geografía maravillosa de
sus calles y sus plazas, contempló la corona del sol levantándose
sobre los torreones del gran palacio y despertando a los ruiseñores
del Darro…”

VIII. “(…) Arrieros, lecheros, panaderos, traperos, afiladores,


barrenderos, guardias, serenos, chatarreros, empedradores, semaneros,
cobradores de los muertos, prestamistas (gabelistas), enculadores de
sillas de anea, vendedores ambulantes de higos chumbos, caracoles e
iguales le daban al barrio una fisonomía muy distinta a la de hoy en
día. Y profesiones artesanales que conseguían infundir vida en estos
andurriales, carboneros, tenderos, zapateros, herreros…” “(…) un río
de gente bajaba y subía por la calderería a todas las horas del día,
la gente se saludaba y la tertulia en medio de la calle se entablaba,
todo el mundo se conocía y de las vidas de los demás se sabía, había
vida social y puertas afuera el barrio era un hervidero que le
otorgaba un marchamo especial a todo albaicinero.” “(…) El empedrado
basto con cantos y piedras irregulares se destinaban a calle poco
principales, mientras que el fino, las placetas más recoletas y calles
principales tenían como destino.”
125
Contexto y valoración:

La imagen actual del Albayzín, y en gran medida la imagen actual


de otros barrios históricos de las colinas de la ciudad, es el
resultado reciente de una evolución urbana compleja, fruto de una
curiosísima deriva histórica que alcanzó el estado que hoy vemos en la
primera mitad del siglo XX.

En ese proceso se generaliza en el Barrio del Albaicín la


jardinería urbana de sus cármenes. Una jardinería urbana que es
insólita porque, a diferencia de la mayoría de los retiros de placer
frecuentes en el área mediterránea, no se establece en las afueras de
la ciudad si no que lo hace en su mismo centro histórico. Se pasó
entonces de la medina árabe apiñada de casas y prácticamente privada
de espacios verdes al actual conjunto en que casas y jardines
coexisten en una forma que difícilmente encontramos en ningún casco
antiguo de las ciudades europeas.

La expulsión de los moriscos y la desamortización dejaron en los


siglos XVII al XIX muchos terrenos del Albaicín, bien despoblados,
bien convertidos en solares, casas en ruinas y huertos abandonados. En
ellos se van implantando los cármenes que, en los comienzos del siglo
XX, comenzarán a caracterizar el paisaje del Albaicín.

Asimismo, los espacios libres de este barrio aún se caracterizan


–al igual que citan los viajeros románticos del siglo XIX- por la
vegetación autóctona de carácter invasor, con vegetales escapados de
cultivos cercanos -higueras, almeces,...- a los que se unen plantas
asilvestradas de procedencia americana, pitas y chumberas, ligados
entonces a la colina del Albayzín como todavía lo son del Sacromonte.
Además de por sus jardinería urbana y sus espacios libres, el
barrio del Albaicín en el primer tercio del siglo XX se individualiza
por la predominancia de un arbolado urbano típico, el del ciprés. Este
arbolado había sido ya mencionado desde el siglo XVIII y en un
elemento de paisaje indicador de la notable presencia de cultivos
ornamentales en los cármenes

Tanto los cármenes como los cipreses, como elementos


identificadores del paisaje del barrio del Albaicín se expanden en
esta época en tanto que se pone de moda el amor por el pasado árabe
granadino. Junto a la Alhambra, el carmen, y de su mano el ciprés, se
convierte en referente de lo granadino.

Asimismo, el barrio deja de ser un lugar ocupado exclusivamente


por población marginal y de bajos ingresos. Es el momento en que
artistas, escritores, músicos, ocupan cármenes en el Albaicín, para
situar allí la sede de las tertulias de sus círculos. Aún hoy para
muchos intelectuales y profesionales de la ciudad tener un carmen es
algo apetecido. En algunas ocasiones implica la reivindicación de un
modo de vida, en otras connota un determinado status social.

Los textos seleccionados del IV al VIII permiten apreciar que


los nuevos edificios que se hacen en el Albaicín durante las primeras
décadas posteriores a la Guerra Civil española, debían construirse en
un estilo tipista, que no es más que la continuación de la 126
arquitectura regionalista del primer tercio del siglo. Los grandes
solares yermos del barrio fueron entonces poco a poco edificados y el
barrio alcanza una densidad edificatoria que posiblemente nunca tuvo
antes.

Los textos posteriores a la Guerra Civil Española y que se


prolongan hasta la década de los setenta suprimen casi totalmente,
respecto a los del primer tercio del siglo XX, la descripción del
ambiente y el paisanaje popular y exótico albaicinero. Si bien, en una
de sus escasas menciones se comprueba que es aún lugar de asiento de
su población tradicional: “Las muchachas tejen encajes en las puertas
de sus casas. Las viejas de riguroso luto contrastan con las viejas
tapias blancas. Los niños allí criados brincan sobre las piedras
hincadas como si fueran liebres en el monte…”

En esta época el Albaicín se valora, como imagen global, por su


original trazado urbanístico en cuesta y con calles estrechas y
laberínticas. Pero, por encima de todo, se teoriza sobre sus bondades
como barrio típico español. Como una especie de pequeño pueblo blanco
y morisco dentro de la urbe granadina, en que se produce una armoniosa
combinación de arquitectura y vegetación. Uno de los textos menciona:
“Nos encontramos inmersos en pleno ambiente morisco entre los jardines
y las huertas de los cármenes y los alminares de las mezquitas
convertidas en iglesias”.

Con la colmatación de su urbanización desaparece la vegetación


de pitas y chumberas de sus cuevas y espacios libres. La vegetación
urbana propia del barrio es objeto de elogiosos cumplidos: “El arrayán
y los cipreses. Las palmeras sobre los tejados” Y, también, la que
ahora está de moda que engalane los huecos de las casas: “balcones
rebosantes de macetas… tapias de cármenes coronadas de madreselvas y
tapizadas de hiedra, que se unen en bóvedas en algunos sitios,
exhalando su fragancia… patios floridos…y entre ellas, patios
conventuales con esbeltos cipreses…”

La modesta vivienda tradicional de tapias encaladas subsiste en


gran medida, de manera que sus calles, como cita uno de los textos:
“producen la sensación de caminos entre huertas…”. El caserío
tradicional, además de por sus tapias encaladas, es elogiado por sus
“Casas deslumbrantes de blancura, rojos tejados…”, y por “las
resonancias de agua de sus aljibes, cuyas bocas exhalan frescura…”.

Un autor sintetiza el barrio como “Cármenes, casas, tierra, y


cielo”. Y, en concreto, porque “Cualquier casa tiene una ventana hacia
el paisaje. Para contemplar el gran palacio mientras se oyen los
murmullos de los surtidores del Carmen, o pequeño huerto, donde
también se toma el sol, o se cultivan flores, hortalizas y frutales…”.

Esta visión idílica y rural, casi de paisaje postal, es rota en


ocasiones por algunos de los viajeros y literatos, como cuando se
afirma del Barrio que “Las calles están increíblemente sucias. Hay
miles de gatos en libertad. Muchas casas están abandonadas o
convertidas en solares.”

127
Referente territorial: Ciudad y Vega de Granada.

Número y título de ficha: I.23. El barrio del Albaicín (IV). Finales


del siglo XX e inicios del siglo XXI.

Objetivo de la Catalogación: Paisaje sobresaliente y singular.

Referente paisajístico: Paisaje de dominante urbana.

Autor(es), obra(s) y fecha(s):

I.- ASENJO SEDANO, JOSÉ (1930-2009). Yo, Granada, (1979). Granada. Ed.
Aljibe, 1979.

II.- VARAS, ISABEL (?). El barrio granadino de Albaicín quiere ser


patrimonio mundial, (1981). Diario La Vanguardia. 24 de junio de 1981. 128

III.- MUÑOZ MOLINA, ANTONIO (1956-). Granada, la ciudad en el tiempo,


(1989). Granada. Ed. Comares, 1989.

IV.- ANÓNIMO. El Albaicín, de mito a problema, (2000), p. 2. Fundación


Patrimonio del Albaicín, 2000.

V.- PASCUAL, CARLOS (?). El Albaicín, corazón renovado de Granada,


(2004). Diario El País. 25 de diciembre de 2004.

VI.- BITTERNUT, PAUL (?). El Albaycín, (2006). Revista de Cultura


Lenguas de Fuego. 12 de mayo 2006.

VII.- MARTÍN, LUCÍA (?). La Granada de Morente, (2009). Diario El


Mundo. Enero de 2009.

VIII.- PARRA, ANDREA G. (?). El Albaicín es un barrio fósil


monumentalizado, (2010). Diario Ideal. 27 de octubre de 2010.

IX.- LORCA, NOELIA S. (?). El Albaicín aumenta en más de siete mil las
plazas hoteleras en diez años, (2011). Diario Ideal. 8 de octubre de
2011.

X.- MUÑOZ MOLINA, ANTONIO (1956-). Caminos de Eduardo Mitre, (2012).


Diario El País. 24 de noviembre de 2012.

XI.- ANÓNIMO. Itinerarios didáctico-culturales por el Albayzín, (?).


www.granada-in.com

TEXTOS SELECCIONADOS:
I. “(…) Un laberinto de callejas moriscas, de barrios ocultos, de
calles solitarias, vacías; parece un pueblo olvidado en la cumbre de
su colina, arreglado y bien limpio, subiendo y bajando; las iglesias
ponen sobre el aire una estampa fina, metálica, muchas de ellas están
cerradas; las calles son blancas, con sus macetas de claveles, se van
enmarañando a la colina con sus cármenes, sus huertas y sus macetas…”
“(…) Las casas se aprietan unas en otras, por esos callejones seguidos
y sin nadie, oscuros y vacíos, parados en el ayer: los aljibes. La
tiendecilla de cristal opaco. El auto pegado a la tapia. Sus puertas
son redondas, de madera, con sus portalones oscuros, relucen sobre las
paredes encaladas…”

II. “(…) El Albaicín, ese Albaicín de los cármenes que también han
sido destruidos para edificar casa nuevas, se encuentra hoy en un
estado de abandono que roza la alarma: la población -en su mayoría
niños y ancianos- ha disminuido sensiblemente…” “(…) un 11 por ciento
de las casas se encuentran vacías como consecuencia de la emigración;
de las ocupadas, un 15 por ciento no tienen suministro de agua y sólo
la cuarta parte posee cuarto de baño.” “(…) la riqueza de sus
cármenes, Iglesias y palacios la han convertido en uno de los
conjuntos más representativos de la cultura musulmana, a costa de la
pérdida del ritmo vital del barrio; sus calles estrechas y empinadas
dificultan la circulación del tráfico rodado, motivos psicológicos han
llevado a considerar que vivir en el Albaicín es <<de mal tono
social>>…” 129

III. “(…) Granada, la ciudad más íntimamente musulmana de España; las


calles islámicas del hermético Albaicín, sus hondos callejones sin
salida, las tapias monótonas, sus jardines tan inaccesibles como
patios de clausura…”

IV. “(…) las categorías que han hecho posible el Albaicín que
conocemos se han desmoronado, pero unas nuevas condiciones sociales
parecen favorecer un interés renovado en muchos de los aspectos del
barrio, que lucha desde dentro y desde fuera por mantener su
idiosincrasia, el reto permanente de ser recreado conservando lo mejor
de sí mismo, contradicción estructural de carácter permanente –cambiar
el Albaicín dejándolo como es- al mismo tiempo que expresión de
intereses diversos…” “(…) el Albaicín ha venido a convertirse en un
mito para la ciudad, una especie de barrio o centro histórico
idealizado, que quizá nunca existió, expresión del sueño colectivo que
toda sociedad necesita para pensarse a sí misma.”

V. “(…) los turistas han descubierto el Albaicín, que se ha


convertido de repente en un torbellino de zocos y tiendas, talleres y
salas de exposiciones, restaurantes, teterías; hasta la movida más
jaranera se ha trasladado a sus orillas.” “(…) En menos de 200 metros
se apiñan, en la falda del Albaicín, media docena larga de pequeños
hoteles. El primero en abrir, hace casi una década, fue el Palacio de
Santa Inés, edificio mudéjar que con sus frescos renacentistas, telas
y estucados de tonos cálidos marcaba una pauta.” “(…) Luego abrió la
Casa Morisca, en la cuesta del Chapiz, justa y repetidamente premiada
por su ambiente señorial, que tiene algo de riad marroquí y mucho de
mansión noble granadina.” “(…) El voyeurismo es arte en el Albaicín.
Hay profundas disputas sobre qué mirador, de los muchos que hay, es el
mejor. Bill Clinton dijo que el de San Nicolás, y desde entonces,
aquella terraza se ha convertido en un lugar de encuentro con músicos,
vendedores, rastas y un público juvenil.” “(…) Si se trata sólo de
mirar, habrá que dirigirse al Bañuelo, en la carrera del Darro: unos
baños anteriores en varios siglos a los de la Alhambra. Si lo que se
quiere es repetir la experiencia única del hammam, habrá que cruzar al
otro lado del Darro…” “(…) En un ambiente relajado, casi a la luz de
velas, con música especialmente sensual y aromas de canela y perfumes
orientales…” “(…) El agua es el alma de Granada, también del Albaicín.
Hubo sólo en este barrio más de 50 aljibes, y se conservan casi la
mitad, alguno tan evocador como el de San Miguel (junto a San Miguel
Bajo). En el Aljibe del Rey (placeta del Cristo de las Azucenas, por
detrás de Santa Isabel) se está ultimando un Centro de Interpretación
del Agua para mostrar la sabiduría de los árabes en estas materias.”
“(…) se han convertido en un auténtico y genuino zoco. Los dueños de
los negocios compadrean en árabe y los vecinos se refieren
familiarmente a estas cuestas como "Marruecos", o también "las
teterías" (por la abundancia de ellas, algunas con posibilidad de
fumar en narguile o pipa de agua). Los bastoncillos de sándalo e
incienso impregnan el aire, y junto al aroma de kebabs y pasteles, y
el abigarramiento de lámparas, alfombras y cachivaches morunos
contribuyen a crear la ilusión de estar en un zoco magrebí.” “(…)
restaurante Mirador de Morayma, uno de los mejores balcones sobre la
Alhambra. El restaurante, aparte de ofrecer platos moriscos y
granadinos de alta calidad, es un carmen delicioso y también un museo:
por los diversos comedores, en vitrinas, pueden verse piezas 130
originales de cerámica, tallas y monedas de época árabe sobre todo,
además de buenos cuadros costumbristas.” “(…) Cuando la rendición de
Granada había en el Albaicín 26 mezquitas. Doce de ellas fueron
transformadas en iglesias, y gracias a eso, algo se salvó. Por
ejemplo, en la iglesia del Salvador (que era la mezquita Mayor del
Albaicín y, según escribió Hieronymus Münzer en 1494, más hermosa que
la mezquita Mayor de Granada) se conserva íntegro el patio de los
Limoneros, ceñido por doble galería de arcos almohades (del siglo
XIII). La iglesia se visita como museo, con una colección de arte
sacro repartida por varias dependencias.” “(…) la mezquita Mayor de
Granada, abierta todos los días al culto musulmán, y cuyos jardines
pueden visitar los paseantes de manera gratuita; anexo a la mezquita,
el Centro de Estudios Islámicos se abrió en julio de este mismo año.
La comunidad islámica en Granada se calcula en unos 15.000 fieles.”

VI. “(…) Y el embrujo cayó, y permaneció para siempre, en sus calles


tortuosas y laberínticas, en sus vistas descomunales, en su vida
alejada de cualquier realidad.” “(…) Sus calles poseen el halo de otro
tiempo, sus piedras besan nuestros pasos, o quizá sea al revés,
mientras caminamos sin sentidos, saturados por lo magnífico, por lo
maravilloso, por lo que escapa a la razón, por lo que está incluso por
encima del Arte.” “(…) sólo puede ser una bajeza intentar describir lo
que está más allá de la razón, de las palabras, de las imágenes.
Porque el Albayzín lo es todo, el Albayzín es la grandeza del tiempo,
de un tiempo detenido, esperando, agazapado, viendo cómo la vida
transcurre con sus sombras y sus luces, con sus atardeceres, con sus
noches de bohemia, con sus amaneceres meloncólicos.” “(…) Una piedra
tras otra guían nuestra alma por un mundo de Belleza que abarca
cualquier rincón, incluso el más abandonado…” “(…) Confesémonos, en el
Albayzín hemos soñado mundos, nuestro mundo, el mundo musulmán, el de
la orgía y desenfreno, el de la cultura y la belleza, el de la lucha,
de la rebelión, de la muerte, de lo sublime… En el Albayzín hemos
soñado que estamos vivos, que otros están vivos.”

VII. “(…) El barrio, que junto con el Sacromonte, es uno de los más
singulares de la ciudad, supone un entramado de callejuelas empinadas
que corta la respiración al turista, no sólo por sus pintorescos
rincones sino por sus escarpadas subidas.” “(…) cuenta con uno de los
mayores atractivos de la capital, con permiso de la Alhambra,
evidentemente: nos referimos al mirador de San Nicolás que ofrece una
magnífica estampa de la anterior y, por eso, reúne a todas horas a
transeúntes de muy diversa índole: viajeros venidos del mundo entero
(la Alhambra es el monumento más visitado de España), artesanos que
venden su mercancía, oriundos que pasean, escritores en busca de
inspiración…” “(…) atraídos por este imán poderoso y rojizo que se
vislumbra enfrente. Curiosamente, la Alhambra devuelve al Albaicín la
misma esplendorosa mirada con otra no menos hermosa: para aprehender
verdaderamente el laberíntico zoco que conforman sus calles basta
contemplarlas desde el Peinador de la Reina, una atalaya situada en el
monumento…” “(…) no se oye más ruido que el canto de los pájaros y
circulan pocos coches, lo que provoca que uno se sienta como si no
estuviese en la ciudad, como si fuera un pueblo.” “(…) La barriada es
rica en aljibes, que se utilizaron en su día para la canalización y
distribución de agua potable. Hoy se conservan muchos como el de la
Vieja, el de San Luis, Santa Isabel, el de las Tomasas, etcétera.
También hay numerosos cármenes…” “(…) Lo mejor para descubrirlo es 131
dejarse llevar sin rumbo fijo: la afluencia de turistas en algunos
tramos, como el de la zona de las teterías, contrasta con la soledad
más absoluta de algunos pasajes en los que el único ruido es el sonido
de nuestros pasos sobre los rollos del suelo.” “(…) A nuestro
encuentro salen hermosas rejas en ventanas, cármenes floridos, fuentes
y placetas, como la del Cobertizo, que reflejan ese aire de pueblo que
aún conserva la ciudad.” “(…) Cuando anochece o incluso ya con noche
cerrada uno de los lugares más pintorescos por el que caminar es el
Paseo de los Tristes, junto al Darro, que enlaza la cuesta del Chapiz
con la Plaza Nueva. La carrera del Darro discurre al lado del río y a
los pies de la Alhambra, atravesando el barrio de Axares, también
conocido como de San Pedro. Es un lujo pasear junto al agua
acompañados por los reflejos rojizos de la Alhambra…”

VIII. “(…) El barrio está destrozado. Las casas vecinales se han


perdido y hay poca relación entre nosotros. Yo era artesano y
trabajaba la madera, pero actualmente no se hace nada por
recuperarla.” “(…) Juan, estudiante, pensaba que: <<Le sobran los
museos, pero le falta vida>>. Por su parte, Matthias, un estudiante
Erasmus: <<Tras vivir una semana en un hostal quedé enamorado del
barrio>>. Clemente, un turista de 33 años, percibe <<falta de actividad
vecinal: Un barrio fósil monumentalizado>>.” “Poco a poco los vecinos,
turistas y algún colegio llegado de Santa Fe se acercaron a ver qué
pasaba en una plaza en la que hace años los niños del barrio jugaban
toda la tarde al fútbol y en la que ahora se pasean los turistas o
toman algo en las terrazas, pero no hay mucha más vida en común.” “(…)
<<Hay que mover la ciudad. Descentralizar y que la ciudad vaya a los
bordes y no se olvide la deuda histórica>>, dijo Fernández-Alonso. En
su opinión, el Albaicín se ha convertido en <<una ciudad dormitorio>>…”
“(…) Como también lo hizo un tercer grupo que en la plaza de San
Nicolás acotaron el espacio con unos papales para hacerles ver la
geometría y cómo un espacio con vistas tan bonitas -la Alhambra al
fondo- está ocupado por los coches.” “(…) Por la tarde también hubo un
río artificial en medio de una calle y hasta las doce de la noche
estaba previsto que hubiera acciones en este emblemático barrio de
Granada, declarado en 1994 Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.”
“(…) Las espléndidas vistas de la Alhambra y la cacas de los perros en
sus calles. La soledad de muchas calles y los cármenes, aljibes y
monasterios de una belleza incomparable. Eso es el Albaicín.”

IX. “(…) a principios de los 90, la posibilidad que ofrecía el


barrio del Albaicín como fuente de negocio turístico. Y no porque no
fuese lugar de visita obligada cuando se llegaba a Granada, sino
porque no existía en él ningún establecimiento en el que el visitante
pudiera hospedarse. Sus estrechas y empedradas calles, sus vistas
hacia Granada capital o La Alhambra, así como sus centenares de casas
moriscas en ruinas, se perfilaban como el <<perfecto aliciente>>…” “(…)
Desde entonces, y en apenas 15 años, el Albaicín cuenta, a día de hoy,
con 7.504 plazas hoteleras, repartidas entre hoteles, apartamentos,
hostales y pensiones.” “(…) Fue así como nació el primer hotel en este
típico barrio granadino. El Palacio de Santa Inés abrió hacia 1995,
dando a un edificio histórico -35 habitaciones en las que se pueden
admirar patios mudéjares, techumbres originales y frescos
renacentistas-, situado en el Bajo Albaicín, un <<uso social y
económico>>.” “(…) A partir de ahí, comenzaron a aparecer nuevos
hoteles para compartir el número creciente de turistas que utilizaban 132
este tipo de locales con encanto para alojarse.” “(…) Cuando yo empecé
a trabajar aquí con 20 años, había la mitad de tiendas, bares y
restaurantes. Ahora con 30, puedo decir que la oferta complementaria
en la ciudad que ofrecemos a nuestros clientes, aparte de la oferta
monumental que siempre ha existido, es impresionante…”

X. “(…) subiendo por las cuestas del Albaicín, paladeando los


nombres árabes en las esquinas de las calles, asomándose por fin a una
pequeña plaza desde la cual se ve el castillo de muros rojizos,
siempre más prodigioso que en la imaginación o que en las fotografías,
el castillo rojo sobre la colina, sobre las barrancas umbrías del
Darro, delante del gran telón levantado de la Sierra, con su bruma
violeta y sus cimas coronadas de nieve.”

XI. “(…) Proponemos a los viajeros que paseen por las calles del
Albayzín y descubran por ellos mismos los rincones de este singular
barrio, sus plazas y sus miradores con vistas irrepetibles, los
encantos del vecindario con sus tiendas, artesanías y pequeños
negocios, las tonalidades del sol sobre el ladrillo rojo de la
Alhambra y el Generalife en las diferentes estaciones del año.” “(…) A
pesar de las transformaciones sufridas a lo largo de los siglos, el
Albayzín se nos presenta con su trazado laberíntico, usual en las
ciudades medievales. La prioridad que la cultura musulmana concede a
lo privado sobre lo público se hace patente no sólo en el trazado de
sus calles -estrechas, empinadas y muchas de ellas sin salida- sino
también en la tipología tanto interior como exterior de sus
edificios.” “(…) podemos encontrar ejemplos de diferentes tipologías
arquitectónicas: torreones, murallas, puertas, alminares -convertidos
en campanarios de iglesias cristianas-, aljibes, baños, casas,
recuerdos del pasado musulmán; otros en donde se aúnan los elementos
cristianos e hispanomusulmanes: casas moriscas e iglesias mudéjares, y
finalmente casas nobiliarias y cármenes.”

Contexto y valoración:

En esta última ficha se expone una selección de textos desde la


década de los ochenta a la actualidad sobre el barrio del Albaicín.

Los primeros textos coinciden con la etapa en que se redactan


los primeros planes institucionales de rehabilitación del barrio del
Albaicín. Datan de finales de la década de los setenta y principios de
los ochenta del siglo XX, cuando el barrio llega a rozar la alarma por
su despoblamiento y la degradación de su tejido urbano. A la vez,
coincide con el comienzo de su valoración como barrio turístico por
excelencia de Granada capital. De modo que, en las tres últimas
décadas del siglo, XX el barrio del Albaicín es visto por viajeros y
literatos, con los siguientes atributos:

- El original trazado urbanístico en laberinto y empinado de sus


calles y plazas.
- Su condición de privilegiado mirador de la Alhambra y la ciudad.
- La recobrada limpieza y aseo para su visita masiva por los
turistas.
- La mejor valoración de su enorme variedad de tipologías
arquitectónicas, propensas de mostrarse en rutas temáticas.
133
Son también estas últimas décadas del siglo XX en las que se
puede saborear plenamente de determinadas sensaciones propias del
barrio tradicional del Albaicín, tales como:

- El íntimo y misterioso ambiente de sus calles solitarias


- El encanto de sus tiendas, artesanías y pequeños negocios y la
personalidad de sus gentes milenarias.

El barrio del Albaicín se ha seguido despoblando en los


principios del siglo XXI (algo menos de diez mil habitantes) y ve como
su paisaje tradicional se transforma, por su paulatina conversión en
un barrio fósil monumentalizado y colonizado como barrio de ocio y
para el turismo. Los principales rasgos de este paisaje urbano, tal
como se perciben en los textos seleccionados, son:

- Masificación de usos y visitantes en torno a los puntos de mayor


atracción, como los miradores: “El mirador…que ofrece una magnífica
estampa de la Alhambra… reúne viajeros venidos del mundo entero (la
Alhambra es el monumento más visitado de España), artesanos que venden
su mercancía, oriundos que pasean, escritores en busca de inspiración,
grupos de perros flauta, otros que hacen sus pinitos con la guitarra
española… atraídos por este imán poderoso y rojizo que se vislumbra
enfrente.” “El voyeurismo es arte en el Albaicín. Hay profundas
disputas sobre qué mirador, de los muchos que hay, es el mejor. Bill
Clinton dijo que el de… y desde entonces, aquella terraza se ha
convertido en un lugar de encuentro con músicos, vendedores, rastas y
un público juvenil”.
- Disgregación del espacio vivido entre el espacio turistizado y
el que conserva su función residencial tradicional: “La afluencia de
turistas en algunos tramos, como el de la zona de las teterías,
contrasta con la soledad más absoluta de algunos pasajes en los que el
único ruido es el sonido de nuestros pasos sobre los rollos del
suelo”.
- Implantación masiva de usos hoteleros y de restauración: “en
apenas 15 años, el Albaicín cuenta, a día de hoy, con más de siete mil
quinientas plazas hoteleras, repartidas entre hoteles, apartamentos,
hostales y pensiones”, o “Hay restaurantes llenos de tipismo… con sus
balcones sobre la Alhambra, ofrecen platos moriscos y granadinos, son
cármenes deliciosos y también museos: por los diversos comedores, en
vitrinas, pueden verse piezas originales de cerámica, tallas y monedas
de época árabe sobre todo, además de buenos cuadros costumbristas, y
salas de flamenco de calidad.
- Implantación de nuevas actividades comerciales y de ocio,
propias de los barrios típicos o turísticos de las grandes ciudades:
“se ha convertido de repente en un torbellino de zocos y tiendas,
talleres y salas de exposiciones, restaurantes y teterías; hasta la
movida más jaranera se ha trasladado a sus orillas”.
- Reproducción moderna del ambiente morisco y musulmán en algunas
de sus calles y casas: “Hay calles se han convertido en un auténtico y
genuino zoco. Los dueños de los negocios compadrean en árabe y los
vecinos se refieren familiarmente a estas cuestas como "Marruecos", o
también "las teterías", “También se han puesto de moda los baños… la
experiencia única del hammam… En un ambiente relajado, casi a la luz
de velas, con música especialmente sensual y aromas de canela y
perfumes orientales…”, “Han proliferado hoteles con algo de riad
marroquí y mucho de mansión noble granadina. 134
II - COSTA GRANADINA.

135
Referente territorial: Costa granadina

Número y título de ficha: II.1. La representación literaria del


carácter del paisaje. Siglos XIV al XVIIII.

Objetivo de la Catalogación: Caracterización del tipo de paisaje


provincial.

Referente paisajístico: Paisaje de dominante agraria.

Autor(es), obras(s) y fecha(s):

SIMONET, FRANCISCO JAVIER. Descripción del reino de Granada bajo la


dominación de los nazaritas, sacada de Mohammed Ibn Jatib. (1860)
Madrid. Editorial Atlas, 1982(I)

HENRIQUEZ DE JORQUERA, ANTONIO. Anales de Granada. Paraíso español y


conquista de Granada por los esclarecidos reyes Don Fernando el V y
Doña Isabel, Reyes Católicos. Años 1588-1646. (II)

DE MÁRMOL CARVAJAL, LUIS. Rebelión y castigo de los moriscos (1600).


Málaga: Editorial Arguval, 1991 (III)

DEL MORAL, VICTORIANO. Almuñecar, historia de un pueblo milenario.


Almuñecar/Madrid. Edición del autor, 1981. (IV)
136
DE ROJAS CLEMENTE RUBIO, SIMÓN (1777-1827). Viaje a Andalucía.
Historia Natural del Reino de Granada 1804-1809. Barcelona: Griselda
Bonet Girabert, 2002. (V)

MADOZ, PASCUAL. Diccionario geográfico estadístico histórico de la


provincia de Granada (1845-1850) (VI)

TEXTOS SELECCIONADOS:

“Tiene campos dilatados y deliciosos. La caña de azúcar ocupa la mayor


parte de la llanura bien cultivada, se cogen además muchos frutos y
pasas, y los montes vecinos proporcionan sabrosos panales de miel…
Atraviesan la tierra canales levantados sobre arcos que riegan los
contornos… Hay puertos que son parada de naves y los pescados de sus
costas son más numerosos que las arenas…” (I)

“La Costa es uno de los mejores países de este reino de Granada;


abastecida de todos mantenimientos, regalada de mucha caza y tempranas
frutas, buenos aires, hermoso y apacible cielo y terreno de
cristalinas aguas… y en los lugares marítimos extremada azúcar de la
más fina” (II)

“Hay muchas arboledas de huertas, olivos y morales por aquellos


valles, y tienen los moradores muy buena cría de seda, aunque la
principal granjería es ahora la azúcar, porque en sus vegas tienen
muchas hazas de caña dulce e ingenios que las labran” (III)

“La costa granadina, entre los siglos XVI al XVIII, es lugar


estratégico para la defensa del reino de Granada. Dispone de quince
fortalezas –enlazadas con torres o atalayas que emiten alertas con
ahumadas durante el día y luminarias en la noche-. Quinientos
ballesteros guardan la costa de la piratería berberisca, que suele
desembarcar en las calas para hacer daño.

Los campesinos salen durante el día a cultivar los predios más


próximos, el resto está inculto. Por la noche vuelven al amparo de los
castillos y fortalezas…” (IV)

“Son muchos los trechos del pésimo camino entre Málaga y Almería en
que el viajero se ve amenazado con ser precipitado al mar desde las
alturas y ser pasto de los peces, ya que cerros y sierras son casi
constantemente bañados por el mar…

Cada cierto tiempo, la cordillera penibética se parte o ahorquilla


para formar las pequeñas vegas donde se asientan las poblaciones
principales, echando una pierna al mar por cada extremo de estas
vegas”. (V)

“En la conjunción de las dos grandes sierras, la Nevada y Almijara, y


sobre las ramificaciones que de ellas se desprenden y bajan hacia el
Sur, forma, al abrigo de estas mismas ramificaciones, la extensa
llanada de Motril y los senos de Carchuna y Almuñécar, perfectamente
resguardados de la acción maléfica del Norte y expuestos al benéfico
influjo del sol de mediodía, cuyos rayos, reflectados por los laderas
de las montañas, elevan su temperatura a mayor calor que la costa
vecina de África, si bien las brisas del mar la suavizan notablemente 137
en verano.

Se encuentran por doquiera multitud de plantas tropicales, y en las


vegas de Motril y Almuñécar la caña de azúcar y en particular el
algodón y el añil, plantas excepcionales en la costa andaluza.” (VI)

Contexto y valoración:

El paisaje de la costa granadina, contemplada en su


globalidad, ha tenido una percepción cambiante a través del tiempo.

Los textos de la Edad Moderna, posteriores a la conquista cristiana


del reino nazarí, reflejan la predominancia de un paisaje mixto
agrario y natural.

El Cehel árabe, la Farda de mar y Lugar de la Marina


cristiana, se identifica en los siglos XV y XVI con un paisaje agrario
donde se combinaban las producciones del mar (la pesca) y las
producciones terrestres. Dentro de éstas se destacan tres principales
cultivos: los plantíos de caña de azúcar, los campos de moreras para
la cría de seda, y sus producciones de pasas.

La Costa se convierte durante los siglos XVII y XVIII, tras la


expulsión de los moriscos y la amenaza de la piratería berberisca, en
un paisaje defensivo y de frontera, relegándose a un lugar secundario
la presencia de los paisajes agrarios.

El texto IV nos habla de cómo ”Dispone de quince fortalezas –


enlazadas con torres o atalayas que emiten alertas con ahumadas
durante el día y luminarias en la noche-. Quinientos ballesteros
guardan la costa de la piratería berberisca, que suele desembarcar en
las calas para hacer daño. Los campesinos salen durante el día a
cultivar los predios más próximos, el resto está inculto. Por la noche
vuelven al amparo de los castillos y fortalezas…”.

La primera mitad del siglo XIX, con la desaparición del peligro


de la piratería berberisca, supone la resurrección de los paisajes
agrarios, como imagen predominante de la costa granadina.

Y esta vez, dicha colonización agraria vendrá acompañada de las


primeras aclimataciones de plantas subtropicales, que conllevarán su
nueva denominación como “Costa tropical”.

El Diccionario de Pascual Madoz (1845-1850) menciona como:”Se


encuentran por doquiera multitud de plantas tropicales, y en las vegas
de Motril y Almuñécar la caña de azúcar y en particular el algodón y
el añil, plantas excepcionales en la costa andaluza.”

138
Referente territorial: Costa granadina

Número y título de ficha: II.2. La representación literaria del


carácter del paisaje. Siglos XX al XXI.

Objetivo de la Catalogación: Caracterización del tipo de paisaje


provincial.

Referente paisajístico: Paisaje de dominante agraria

Autor(es), obras(s) y fecha(s):


139
ROCA ROCA, EDUARDO. Estudio turístico de la Costa del Sol de Granada.
Granada: Consejo Económico Sindical Provincial, 1967 (I)

LUCA DE TENA, TORCUATO. Granada. España a vista de helicóptero.


Madrid: Revista Blanco y Negro, 7 de agosto de 1967 (II)

BOSQUE MAUREL. Granada, la tierra y sus hombres. Granada: Diputación


de Granada, 1971. (III)

GARCÍA-GÓMEZ, EMILIO. Un trozo de costa. Nuevas Escenas Andaluzas.


Granada: Fundación Rodríguez Acosta, 1978 (IV)

PEREZ BARQUERO, JESÚS. Guía de la costa granadina. Barcelona:


Editorial Escudo de Oro, 1982. (V)

FRONTANA GONZÁLEZ, JOSEFA. El clima de la Costa Tropical. Granada:


Universidad de Granada, 1984. (VI)

IZQUIERDO, FRANCISCO. Un litoral bizarro. La costa granadina. Granada:


Diario IDEAL. Coleccionable tu tierra, tu gente. Comarcas de Andalucía
de la A a la Z, 1993 (VII)

SOMME PÉREZ-GALDÓS, JACOBO. Costa del Sol granadina. Granada.


Patronato de Turismo de Granada, 1996 (VIII)

TORRES, DAVID. Sol invernal en la costa granadina. Diario El Mundo, 1


de marzo de 2003 (IX)

ARIÑO RODRÍGUEZ, JOSÉ RAMÓN. Secretos playeros del litoral de Nerja.


Madrid: Diario El País. Colección El Viajero. 2 de abril de 2006 (X)
RETAMAR, PEDRO. El trópico a la puerta de casa. Madrid. Coleccionable
Al aire libre. Diario El Mundo, 12 de mayo de 2007 (XI)

QUEROL, MIRIAM. Largo y cálido invierno en Granada. Madrid: Diario El


País 8 de enero de 2010 (XII)

MATEO PÉREZ, MANUEL. Costa Tropical. Un Sol al año. Madrid.


Coleccionable Una Andalucía por descubrir. Diario El Mundo, 30 de mayo
de 2012 (XIII)

TEXTOS SELECCIONADOS:

“Desde el año 1930 figura adscrita a la Costa del Sol por las
autoridades turísticas… es ésta una costa de montaña; una costa
acantilada y vigorosa pero atractiva y cálida…

La carretera y los campos serpentean paralelamente a las playas que


ofrecen atractivas calas y playas enmarcadas en ásperos acantilados y
escarpados cabos, que alternan con planicies y vegas de gran
fertilidad… están ocupadas por cultivos tropicales, y desde ellas
puede contemplarse el grandioso paisaje de montaña y nieve
circundante, cortijos blancos y pueblecitos colgados de sus laderas,
feracísimas vegas…

Es un lugar privilegiado para el turismo de invierno, ya que abunda 140


entonces la presencia de un cielo despejado y azul y unas temperaturas
elevadas, pues la costa absorbe el cálido sol del mediodía gracias a
la protección de Sierra Nevada, mientras que en verano su clima se
suaviza por las brisas marítimas… 321 días de sol anuales casi
aseguran que el visitante regrese a casa pigmentado…

Además, la costa granadina ofrece al cambiante estado de ánimo del


turista la posibilidad de la diversidad, de que pueda disfrutar de una
extensa gama climática desde la subtropical a la alpina y del factor
monumental de Granada” (I)

“El antiguo reino de Granada se abre al mar en cincuenta breves,


pintorescos kilómetros…la carretera se sube al flanco de la montaña, y
se retuerce en curvas interminables entre viñas y pinos, desde donde
el agua azul de las playas y las caletas es un espectáculo
interminable. De vez en cuando viejos pueblos se encaraman a un
castillo, mientras que las nuevas urbanizaciones se aproximan al mar,
que ya no es un camino de amenaza de los piratas berberiscos…”

“El autobús acomete la cuesta al borde mismo del mar azul, para
asomarse, siempre en intrincado zigzag, a una nueva ensenada, rara vez
deja de aparecer sobre el cerro de la otra punta un desportillado
castillete redondo…de uno a otro torreón-vigía volaba en otros
tiempos, por medio de ahumadas y señales que hacían de rudimentario
telégrafo, la alarma por la presencia de barcos piratas berberiscos…

Pasados Almuñécar, Salobreña y Motril, las enormes montañas peladas


llegan al filo mismo del Mediterráneo. Entre unas y otras, por
angostas gargantas se abren las ramblas, casi todo el año secas,
polvorientas, pedregosas… sólo hay pequeñas y fertilísimas caletas y
unos lugarejos de pescadores: cuatro casas blanca medio ocultas por un
biombo de cañaverales.” (II)

“Es la gran solana por la que la Sierra Penibética linda con el Mar
Mediterráneo. Forma una línea continua de acantilados verticales y
rectilíneos, apenas rotos por profundas calas arenosas… Es el dominio
de las rocas calizas, mientras que en terrenos de esquistos se han ido
creando lentamente en los últimos siglos hoyas litorales y playas,
alargadas en curvas armoniosas; como igual sucede con los anticlinales
del plegamiento alpino, que son cabos, y los sinclinales, que son
bahías.

La imagen de la costa granadina sería muy parecida a la almeriense, la


de un desierto litoral, si no fuera por el arca de agua y nieve de su
vecina Sierra Nevada y otras altas cumbres… que le hace llegar
abundantes aguas a través de sus principales ríos, y por el eficaz
sistema de regadío creado por los antiguos pobladores árabes. Sistema
que permitió dar rendimiento feraz a sus hoyas, con cultivos como la
caña de azúcar, frutales…

Estos cursos de aguas, cuando riegan las principales llanuras costeras


–las de Almuñécar y Motril-Salobreña- rompen la monotonía de los
abruptos y majestuosos acantilados que tan característico perfil
otorgan a esta costa…” (III)

“Este litoral ofrece uno de los más variados paisajes de la Costa del 141
Sol. Verdes pinares que descienden abruptamente por la montaña hasta
el mar; panorámicas serenas desde lo alto de las poblaciones situadas
en cerros y colinas, con los caseríos blancos dispersos por los
montes, el verdor de sus vegas, las playas interminables y, como telón
de fondo, el azul del mar.” (III)

“Se llama costa tropical pues permite aclimatar cultivos de este


clima, procedentes de otros continentes. Sobre todo, en las zonas más
resguardadas por las altas montañas de los vientos fríos del norte y
con una situación de solana. Además, todo este territorio se beneficia
de la proximidad de un mar caliente, como el de Alborán”. (IV)

“Este litoral es una sucesión de acantilados verticales que se


alternan con recogidas calas y playas arenosas…

Es la porción de la Costa del Sol de clima más soleado y templado, el


mejor de todo el Mediterráneo. Está protegido de los vientos fríos por
la montaña más alta de la Península Ibérica, Sierra Nevada…

Sus temperaturas invernales son dulces, no hay heladas…sus aguas son


templadas, invitan al baño” (V)

“La carretera serpea entre acantilados cortados a pico, al borde de un


mar lúcido y centelleante.

En verano, a veces, llega hasta aquí el simún, un bofetón de calor, un


mechón de viento del Sáhara. Pero en invierno no hay nada de eso; nada
más que calor, luz y una brisa suave, vestigios de ese edén
mediterráneo donde se refugiaron los últimos reyes nazaríes.
En medio de la carretera se alza, como un recuerdo del pasado, la
torre del Cambrón, la última tierra granadina que, según la leyenda,
pisó Boabdil antes de embarcarse hacia su exilio africano. En este
lugar, uno llega a pensar si el simún no será más que el espíritu de
Boabdil, añorante y rencoroso, que salta otra vez con sus garras
doradas hacia el reino que le arrebataron.

Las vegas que rodean Motril y Almuñécar permiten el cultivo de


aguacates y chirimoyas, como si algunos pescadores, de espaldas al
mar, hubiesen decidido trasplantar en sus tierras un pedazo del
trópico” (VI)

“La costa va hacia las incubadoras de hortalizas, los campos de


concentración de subtropicales y los invernaderos de turistas,
incluidos los japoneses” (VII)

“La costa granadina toma el nombre de Costa Tropical, ya que en sus


tierras se cultiva la chirimoya, el aguacate, el mango, la papaya y la
caña de azúcar bajo un sol potente.

Apenas hay invierno, y las temperaturas no bajan casi nunca en la


costa de los cinco grados.

Por la mañana, bucear o hacer esquí acuático, y por la tarde, subir a


esquiar en la nieve, pasando a través de los huertos de aguacates y
chirimoyos y por la vega de caña de azúcar. Todo esto puede hacerse en 142
este rincón de Andalucía.” (VIII)

“La costa granadina serpentea la orilla mediterránea a lo largo de 73


kilómetros mecidos por una sucesión de playas y calas de oscuros
guijarros, arropadas por la hermosa silueta de sus peñones y
acantilados.

Con el espaldar norteño cubierto por la cordillera de Sierra Nevada y


los cálidos soplos africanos entrando por el sur, este litoral andaluz
está considerado el trópico del continente europeo.

Miles de turistas ingleses pasan el invierno entre los pueblos de las


Alpujarras Bajas y las recoletas riberas marinas que miran al mar de
Alborán. La tierra más cálida de la península Ibérica fue descubierta
por los fenicios hace más de tres mil años. Es la misma que ha sido
reencontrada por el turismo extranjero hace tan sólo un par de
décadas” (IX)

“Esta costa exuberante hace las delicias de los turistas del norte con
sus 320 días de sol al año y una temperatura media anual de 20 grados.
Casi una veintena de municipios componen este trópico nazarí, vertidos
desde las sierras hasta las orillas del mar y rodeados de plantaciones
de frutas exóticas más propias de otras latitudes mucho más cercanas
al ecuador.

Una de las siluetas que identifican todo este litoral es la de las


torres y atalayas apostadas sobre los acantilados. Desde los
acantilados de Cerro Gordo hasta la alcazaba de Castell de Ferro, las
torres defensivas y los castillos se alternaban con el cometido de
proteger la costa de las incursiones berberiscas procedentes de la
otra orilla del mar. Las mejor conservadas son ahora algunos de los
miradores más espectaculares para otear este excepcional paisaje
costero” (X)

“Es la costa española con más horas de sol al año. Más de 320 días
iluminada por un astro ardiente que garantiza una temperatura templada
que hace honor al apellido del litoral granadino.

La Costa Tropical está moteada de torres y fortalezas vigías que


atestiguan su pasado, de huertas abancaladas donde crecen frutos
impropios de esta tierra –aguacates, mangos, chirimoyas, bananas y
guayabas– y de pueblos blancos como la leche que se asoman cada mañana
a un mar tranquilo e intensamente azul” (XI)

“Es fácil olvidarse del invierno entre exóticos árboles frutales y


grandes extensiones de cañaveral salvaje que se adentra casi hasta la
orilla de un mar tan estático que parece una bañera” (XII)

“Ésta es una costa accidentada, bella y excéntrica, de duros


acantilados, profundos valles e íntimas y cristalinas calas a menos de
30 kilómetros en línea recta de Sierra Nevada, techo de la península
ibérica” (XIII)

Contexto y valoración:
143
Durante los siglos XX y XXI coexisten dos visiones
complementarias del paisaje de la costa granadina, la que da
predominancia a su paisaje agrario y natural, y la apellida Costa
Tropical, y la que apuesta por su inclusión en el mercado turístico
internacional y nacional, y la denomina Costa del Sol granadina.

Los dos aspectos más valorados de ambas visiones son su clima y


su perfil costero.

Respecto al clima, los autores no han cesado de encontrar


valoraciones positivas de este paisaje por ser “el edén mediterráneo
donde se refugiaron los últimos reyes nazaríes”, “la porción de la
Costa del Sol de clima más soleado y templado, el mejor de todo el
Mediterráneo”. “la costa española con más horas de sol al año”, allí
donde más “abunda la presencia de un cielo despejado y azul”, “la
tierra más cálida de la península Ibérica”, el lugar “con una
temperatura media anual de 20 grados”, o “un territorio sin invierno,
donde las temperaturas no bajan casi nunca de los cinco grados y cuyas
aguas son templadas e invitan al baño”.

El perfil del litoral granadino es el segundo aspecto más


comentado por viajeros y literatos. Lo caracterizan también de forma
mayoritariamente positiva como “una costa accidentada, bella y
excéntrica”, una costa donde “su carretera litoral se sube al flanco
de la montaña, y desde donde el agua azul de las playas y las caletas
es un espectáculo interminable”, o “una sucesión de playas y calas de
oscuros guijarros, arropadas por la hermosa silueta de sus peñones y
acantilados”.

Un tercer aspecto muy valorado por viajeros y literatos es la


gran diversidad interna de sus paisajes litorales. Al respecto, los
textos seleccionados nos hablan de que la costa granadina es un
paisaje turístico singular, ya que “ofrece atractivas calas y playas
enmarcadas en ásperos acantilados y escarpados cabos”, combinado con
un paisaje agrario único en Andalucía en el que ”alternan planicies y
vegas de gran fertilidad que están ocupadas por cultivos tropicales, y
con un telón de fondo paisajístico, igualmente único en el sur
peninsular, de modo que “se contempla el grandioso paisaje de montaña
y nieve circundante, cortijos blancos y pueblecitos colgados de sus
laderas, feracísimas vegas…”.

Un cuarto y un quinto elemento del paisaje que diferencia la


costa granadina de otras costas andaluzas, son la profusión de
castillos y atalayas defensivas de su franja litoral, y la presencia
de campos con plantaciones y cultivos tropicales, únicos en la
Península Ibérica.

A esta visión general del paisaje de la costa granadina se le


han venido a sumar otras percepciones contemporáneas.

La primera de ellas, y posiblemente la que recibe más atención


por las campañas divulgativas y de promoción de la costa granadina, es
su excepcional emplazamiento para combinar ofertas turísticas muy
diferentes, situadas a una escasa distancia temporal con las nuevas
autovías inauguradas recientemente. Así, el texto I señala que “la
costa granadina ofrece al cambiante estado de ánimo del turista la
posibilidad de la diversidad, de que pueda disfrutar de una extensa 144
gama climática desde la subtropical a la alpina y del factor
monumental de Granada…”. El texto VII reitera esta misma idea: “Por la
mañana, bucear o hacer esquí acuático, y por la tarde, subir a esquiar
en la nieve, pasando a través de los huertos de aguacates y chirimoyos
y por la vega de caña de azúcar. Todo esto puede hacerse en este
rincón de Andalucía”.

El profesor y geógrafo Joaquín Bosque Maurel, en el texto III,


valora este paisaje en tono menos laudatorio. Para él, la Costa
granadina es una excepción dentro de la Andalucía árida y esteparia,
sujeta a un precario equilibrio ecológico, creado por el hombre a
través del manejo artificial del abastecimiento de agua: “La imagen de
la costa granadina sería muy parecida a la almeriense, la de un
desierto litoral, si no fuera por el arca de agua y nieve de su vecina
Sierra Nevada y otras altas cumbres… que le hace llegar abundantes
aguas a través de sus principales ríos, y por el eficaz sistema de
regadío creado por los antiguos pobladores árabes. Sistema que
permitió dar rendimiento feraz a sus hoyas, con cultivos como la caña
de azúcar, frutales… Estos cursos de aguas, cuando riegan las
principales llanuras costeras rompen la monotonía de los abruptos y
majestuosos acantilados que tan característico perfil otorgan a esta
costa…”).

Finalmente, el escritor granadino Antonio Izquierdo, ante la


reciente proliferación de infraestructuras y artefactos tecnológicos
en el paisaje rural y urbano, se preguntaba imaginariamente a mediados
de los años noventa si el paisaje de la costa granadina no se estaba
volviendo demasiado artificial y “va hacia las incubadoras de
hortalizas, los campos de concentración de subtropicales y los
invernaderos de turistas, incluidos los japoneses”.
145

Referente territorial: Costa granadina

Número y título de ficha: II.3. La evolución del paisaje agrario.

Objetivo de la Catalogación: Caracterización del tipo de paisaje


provincial.

Referente paisajístico: Paisaje de dominante agraria

Autor(es), obras(s) y fecha(s):


MALPICA CUELLO, ANTONIO y MAY, THOMAS. La prospección y los recursos
naturales. Aplicación a la Costa granadina. Granada. Universidad de
Granada, 1997 (I)

DE ROJAS CLEMENTE RUBIO, SIMÓN (1777-1827). Viaje a Andalucía.


Historia Natural del Reino de Granada 1804-1809. Barcelona: Griselda
Bonet Girabert, 2002 (II)

MIÑANO, SEBASTIÁN DE. Diccionario geográfico estadístico de España.


1826 (III)

MAY, THOMAS; DRESCHER, ALEX. Sevilla: Técnicas tradicionales de


protección del suelo, paisajes abancalados y erosión en la costa
granadina, pp. 103-116. Revista de Estudios Andaluces. Número 13, 1989
(IV)

VARIOS AUTORES. Diccionario Geográfico Universal dedicado a la Reina


Nuestra Señora. Barcelona: Imprenta José Torner, 1831 (V)

MADOZ, PASCUAL. Diccionario geográfico estadístico histórico de la


provincia de Granada (1845-1850) (VI)

MALPICA CUELLO, ANTONIO. MAY, THOMAS. La prospección y los recursos


naturales. Granada. Universidad de Granada, 1997 (I continuación)

SERMET, JEAN. La España del Sur. Barcelona: Editorial Destino, 1958 146
(VII).

BOSQUE MAUREL, JOAQUIN. Granada, la tierra y sus hombres. Granada:


Universidad de Granada, 1999 (VIII)

PIÑAR SAMOS, JAVIER. La Costa de Granada. Nuevos paseos por Granada y


sus contornos. Granada: Caja General de Ahorros de Granada, 1993. (IX)

RETAMAR, PEDRO. El trópico a la puerta de casa. Madrid. Coleccionable


Al aire libre. Diario El Mundo, 12 de mayo de 2007 (X)

MAY, THOMAS; DRESCHER, ALEX. Sevilla: Técnicas tradicionales de


protección del suelo, paisajes abancalados y erosión en la costa
granadina, pp. 103-116. Revista de Estudios Andaluces. Número 13, 1989
(IV continuación)

TEXTOS SELECCIONADOS:

“Desde el siglo XVI las laderas de los montes se van talando para
viñas y, muchos de sus bosques comienzan a talarse, a la vez que se
prohíbe que entre el ganado, ya que sus leñas abastecen a los ingenios
del azúcar. Van desapareciendo quejigos, algarrobos, encinas y
alcornoques.

Las lomas y colinas circundantes son ocupadas por los secanos


cerealistas.

La vega ve como se extiende por ella la caña de azúcar. Y, también,


otros cultivos hoy olvidados como los platanares y el comino, que
introdujeron los árabes desde Oriente y la India en la etapa nazarí
(siglos XIV y XV), el arroz y los morales para la cría de seda

Dos siglos más tarde, en el siglo XVIII, las laderas de los montes que
rodean las vegas de la costa granadina se encuentran tan deforestadas
que empiezan a parecerse al paisaje contemporáneo.

Las lomas y colinas circundantes a las poblaciones van siendo ocupadas


también por las viñas.

En la Vega, van siendo roturadas las dehesas comunales que quedaban y,


dentro de los plantíos de caña se siembran también cereales y plantas
forrajeras…” (I)

“Los términos, cortos y embarazosos, están ocupados por doquier por


viñas, higueras, olivares y otros árboles en los secanos pedregosos
pero con ventajosa exposición sur…

Las cañas son el alma de las poblaciones de Vega. Se trata de plantíos


muy espesos, donde a veces se siembra grano en ellos…Quevedo en una de
sus Musas las cita: En Motril la caña dulce/en Málaga la batata/a
coger al azafrán/en Santa Cruz de la Zarza…y de ahí le viene a Motril
el nombre de Las Indias de España…
También hay campos inmensos de algodón, tan extensos como los de
cañas; este cultivo ha sido introducido hacia 1770 por los catalanes
por problemas de abastecimiento de América y Turquía debido a las 147
guerras, pero de su fruto se obtiene una hilaza demasiado grosera…
Otras producciones típicas son las pasas, las batatas, las naranjas y
los limones… Los morales están prácticamente abandonados y en una
finca se ha experimentado con la chufa y el añil…” (II)

“Los terrenos más secos y ásperos están plantados de viñas, olivos,


higueras, moreras,…que producen vinos y pasas, higos, esparto…

Las vegas de sus términos producen caña dulce, batata, limones, y


todos cuantos frutos prevalecen en las regiones equinocciales…Han
decaído mucho los plantíos de caña y los antiguos ingenios de azúcar,
cuyas cosechas eran afamadas.” (III)

“Desde tiempos árabes hasta el siglo XIX, colinas y cerros próximos y


las laderas de los montes de la costa granadina en suelos se fueron
colonizando para la agricultura. Para ello se construyeron bancales
tradicionales, que eran pequeños y estrechos, pues se adaptaban al
relieve de las laderas de los montes. En terrenos muy pendientes había
bancales tipo escalera pare evitar la erosión. Es decir, en distancias
iguales se amontonaba tierra de poca altura, creando este efecto.
Otros bancales poseían, además de sus muros secos de piedra,
construidos y mantenidos manualmente, una vegetación de borde para
fijar los suelos. Se trataba de árboles que ya estaban ahí o de
chumberas e higueras que se plantaban para consumo familiar, lo que
les daba la apariencia de islas verdes en el secano…” (IV)

“Sus vegas son terrenos muy apropiados para aclimatar todas o la mayor
parte de las plantas que viven en América, y particularmente el
algodón y la caña de azúcar, de la cual se daban cuantiosos productos
en tiempos de los moros.
Los algodones tienen justa celebridad y el ron no envidia en calidad
al de Jamaica. Últimamente se sacan de allí todos los productos de la
zona tórrida, pues han conservado los métodos de riego que implantaron
los árabes.” (V)

“Sus vegas se dedican a la caña de azúcar. Es uno de los legados más


ricos que nos dejaron los moros. Desde su época hasta la presente se
ha conservado sin interrupción con el mismo cultivo y sistema de
fabricación que aquellos seguían. En el año de 1515, cuando la
población se componía de tres cuartas partes de moriscos, en Motril
había 11 ingenios ó fabricas de azúcar, y su vega, la más extensa de
la costa y susceptible de 15.000 marjales de cañas, se hallaba
generalmente ya cubierta de este plantío.
El moral y la morera, sin embargo, han decaído, pues se disponía de
45.000 morales en la vega de Motril tras la conquista cristiana; en
1751 quedaban algo más de 3.000…
Entre los frutales autóctonos destacan las naranjas y limones. Y entre
las importadas la chirimoya, árbol americano de agradable fruto que se
reproduce con facilidad; el plátano, el aguacate y el guayabo, han
sido recientemente aclimatados en Almuñécar. Entre las verduras y
legumbres tiene fama la batata y el tomate y recientemente se ha
introducido la papa…” (VI)

“La crisis de la filoxera en el año 1880 redujo notablemente la


presencia del viñedo, sustituido en las laderas medias y bajas por el
almendro, que no corre riesgo de heladas por la proximidad del mar y 148
los inviernos templados. Adonde no llega se encuentra un monte bajo o
un matorral muy ralo por la erosión y las pendientes. El cultivo de
cereales y leguminosas se fue abandonando en la primera mitad del
siglo XX” (I continuación)

“La Vega es el dominio de las azucareras, que han adquirido vastos


campos de cañas y hacen que los trabajen los colonos cuyas horas se
contaban antes, como en las Antillas, por cigarros…
Antes de la guerra la carretera desaparecía, a su paso por la vega,
entre plataneros, palmeras y cañas; se cruzaba uno con grupos de
trabajadores: descalzos y con sombreros de paja de anchas alas: ¡Era
Cuba ¡” (VII)

“Tras una larga evolución, las tierras de secano están ocupadas


mayoritariamente por espartales y monte bajo, si bien el bosque ha
crecido recientemente con las últimas repoblaciones forestales…
Más de la mitad de los terrenos cultivados están ocupados por el
almendro, mientras el viñedo y el olivar son minoritarios. Su
expansión continuada durante el siglo XX le ha llevado a ocupar desde
alturas superiores a los 50 metros (huyendo de la excesiva humedad y
salinidad) hasta los 800 metros (no sube más, por las heladas
invernales)”
A partir del siglo XVIII, hecha la paz y controlada la piratería, las
poblaciones vuelven a la orilla del mar, a la vez que se colonizan las
hoyas litorales…
Desde mediados del siglo XIX la superficie cañera se triplica
cubriendo todo territorio susceptible de riego. Aparecen las grandes
familias que a finales de dicho siglo tienen una decena de fábricas y
son las principales productoras de azúcar y ron de Europa…
En el primer tercio del siglo XX la competencia de la remolacha
azucarera se convierte en una amenaza para la supervivencia de la caña
dulce, a la vez, se empiezan a aclimatar frutales subtropicales en las
vegas costeras… Hasta los años setenta, la caña seguirá siendo el
principal cultivo, el elemento visual predominante en el paisaje…
La caña de azúcar irá siendo sustituida durante la segunda mitad del
siglo XX por cultivos tropicales como el aguacate, el chirimoyo, el
níspero japonés y el mango; y por la patata temprana. Los cultivos de
invernadero crecerán inusitadamente en la parte oriental y, en
general, irán ascendiendo por las laderas en detrimento de las tierras
de secano, gracias a las nuevas ingenierías del agua…” (VIII)

“Desde finales del siglo XIX y, sobre todo, en las primeras décadas
del siglo XX una serie de construcciones fabriles eligieron pequeños
oteros por su proximidad a la Vega y al agua… hoy todas ellas están
inactivas o desmontadas.
Forman parte del paisaje aquí y allá estas recias chimeneas, y también
algunas fincas de recreo con casona y jardines, construidas en los
albores del siglo veinte por la burguesía. Ocupan pequeños cerros
pletóricos de cipreses, palmeras y setos” (IX)

“Hoy día, los plantíos de chirimoyas, mangos, aguacates y papayas


alternan en las vegas con unos altozanos cada vez más moteados de
casitas solariegas, apartamentos, hoteles y urbanizaciones. “ (X)

“Los modernos bancales para invernaderos suelen estar construidos por 149
máquinas desde los ochenta en las laderas de los montes de la costa
granadina. Además de ser paisajes monótonos, se trata de
construcciones más anchas y amplias que los bancales tradicionales,
que no suelen ir acompañadas de ningún tipo de vegetación.
Su mayor rentabilidad a corto plazo va acompañada a medio plazo de
mayores riesgos de erosión de los terrenos y desprendimientos de los
suelos. La consecuencia es un paisaje sintético, con poca diversidad
de especies vegetales y animales, y un geosistema cada vez más
desestabilizado” (IV continuación)

Contexto y valoración:

Los textos seleccionados pretender mostrar la evolución de los


paisajes agrarios de la costa granadina en los últimos siglos. Para
ello se ha optado por situar en primer lugar de cada uno de ellos, los
párrafos que hacen referencia al paisaje agrario de secano,
característico de las laderas de los montes y de colinas y cerros
aislados. Y colocar después los párrafos alusivos a los paisajes de
las vegas o paisaje del regadío.

Asimismo, además de los textos de literatos y viajeros, se han


incluido los de dos autores (Antonio Malpica Cuello y Thomas May), que
han venido investigando la reconstrucción arqueológica de los paisajes
agrarios de este ámbito.

El paisaje agrario de las laderas de los montes de la costa


granadina es producto de una larga evolución de sus usos y
aprovechamientos de los que se tienen noticias, al menos, desde
finales de la Edad Media y comienzos de la Edad Moderna.
La vocación de estos suelos es forestal y ganadera, de modo que
en sus orígenes, como menciona el texto I, estarían cubiertos de un
bosque mediterráneo de: “quejigos, algarrobos, encinas y alcornoques”.
Sin embargo, la imagen externa que ofrecen los montes de la costa
granadina dista mucho de la anterior.

El paisaje agrario contemporáneo se ha desdoblado en dos usos y


aprovechamientos principales.

Por un lado, han ido creciendo los modernos bancales ocupados


por invernaderos. El texto IV nos indica como “Además de ser paisajes
monótonos, se trata de construcciones más anchas y amplias que los
bancales tradicionales, que no suelen ir acompañadas de ningún tipo de
vegetación… es un paisaje sintético, con poca diversidad de especies
vegetales y animales”.

Y, por otra parte, subsisten los bancales tradicionales de


cultivos de secano, aunque están en regresión. El texto IV los
describe de la siguiente manera: “son bancales pequeños y estrechos,
pues se adaptan al relieve de las laderas; tienen muros secos de
piedra, construidos y mantenidos manualmente, vegetación de borde para
fijar los suelos…”. Su cultivo principal es el almendro, si bien hasta
finales del siglo XIX, como nos informa el texto I continuación,
tuvieron otros usos: ”La crisis de la filoxera en el año 1880 redujo
notablemente la presencia del viñedo, sustituido en las laderas medias
y bajas por el almendro… El cultivo de cereales y leguminosas se fue 150
abandonando en la primera mitad del siglo XX”.

Los dos paisajes agrarios antes mencionados no son, sin embargo,


la imagen predominante en las laderas de los montes de la costa
granadina. Su imagen principal es la de campos abandonados, que
estaban dedicados anteriormente a la agricultura de secano, y una vez
que ésta es abandonada, aparecen como terrenos de tonos grises y
parduzcos, pelados o cubiertos por eriales y monte bajo. Hay, sin
embargo, algunas excepciones. Así, en terrenos con fuertes problemas
de erosión de los suelos, desde los años sesenta se han efectuado
repoblaciones de diversas clases de pinos. Son manchas de verdor,
minoritarias respecto al escenario antes indicado. Lo mismo ocurre con
terrenos abruptos y barrancos abrigados que descienden de las sierras,
que tras antiguas talas del monte para leña, se han ido recuperando
bajo formas más degradadas como chaparrales o matorral.

La imagen externa del paisaje agrario de las vegas litorales -


como las del río Verde en Almuñécar o la del río Guadalfeo entre
Motril y Salobreña- ofrece, por su verdor, un fuerte contraste con el
paisaje agrario de las laderas de los montes. El predominio de
plantaciones de caña de azúcar, ha dotado de una imagen externa propia
a este paisaje, así como a la costa granadina en su conjunto. Imagen
que le vale el sobrenombre de costa tropical. Pero los paisajes de
vega tienen también un efecto directo sobre sus habitantes.
Tradicionalmente le han aportado un microclima más fresco y lleno de
verdor.

Además de la presencia secular de las plantaciones de caña de


azúcar, los textos seleccionados nos informan de la presencia de
muchos otros cultivos implantados en las vegas litorales en tiempos
pasados.

Así, el texto I nos habla que en los siglos XV y XVI había


“platanares y el comino, que introdujeron los árabes desde Oriente y
la India, arroz, morales para la cría de seda…”. El texto II nos
informa de que hubo “campos inmensos de algodón, tan extensos como los
de cañas” y se experimentó con otras especies como “la chufa y el
añil”. Los textos III y VI nos hablan de un paisaje de las vegas
litorales durante el siglo XIX con una mayor diversidad de cultivos.
Así, el texto VI menciona que alternan “frutales autóctonos donde
destacan las naranjas y limones. Y especies importadas como la
chirimoya, el plátano, el aguacate y el guayabo, que han sido
recientemente aclimatados. Entre las verduras y legumbres tienen fama
la batata y el tomate y recientemente se ha introducido la papa…”. El
texto X cierra esta antología sobre la evolución de los cultivos, al
mencionar que “La caña de azúcar irá siendo sustituida durante la
segunda mitad del siglo XX por cultivos tropicales como el aguacate,
el chirimoyo, el níspero japonés y el mango; y por la patata
temprana…”.

El texto IX nos habla, además, de la existencia de un


interesante patrimonio histórico y etnográfico que ha sido parte
integrante del paisaje agrario tradicional de las vegas del litoral
granadino: “Una serie de construcciones fabriles eligieron pequeños
oteros por su proximidad a la Vega y al agua… hoy todas ellas están 151
inactivas o desmontadas… Forman parte del paisaje aquí y allá estas
recias chimeneas, y también algunas fincas de recreo con casona y
jardines, construidas en los albores del siglo veinte por la
burguesía. Ocupan pequeños cerros pletóricos de cipreses, palmeras y
setos”.

En cualquier caso, el paisaje agrario de las vegas litorales de


la costa granadina es, en el momento actual, un asunto controvertido.
Y ello, en tanto que se han constituido plataformas ciudadanas para
salvar las vegas de localidades como Almuñécar o Motril; plataformas
que se oponen a que se mantengan e intensifiquen las tendencias
urbanizadoras recientes de dicho paisaje agrario. Y, a la vez, las
perspectivas institucionales, plasmadas en algunos documentos de
planeamiento urbanístico, pasan por duplicar las viviendas para el
turismo residencial y los campos de golf de estos términos
municipales; Términos en los que, dada la escasez de terrenos llanos,
ocuparían buena parte de estas vegas, con lo que su paisaje agrario
quedaría muy disminuido e se vería impactado negativamente.
Referente territorial: Costa granadina

Número y título de ficha: II.4. El proceso de urbanización turística y


residencial.

Objetivo de la Catalogación: Caracterización del tipo de paisaje 152


provincial.

Referente paisajístico: Paisaje de dominante urbana turística.

Autor(es), obras(s) y fecha(s):

DE ROJAS CLEMENTE RUBIO, SIMÓN (1777-1827). Viaje a Andalucía.


Historia Natural del Reino de Granada (1804-1809). Barcelona: Griselda
Bonet Girabert, 2002 (I)

RUBIO, ANTONIO. Del mar al cielo. Crónica de un viaje a Sierra Nevada.


(1881).Granada: Caja General de Ahorros de Granada, 1994 (II)

JEREZ PERCHET, AUGUSTO. Granada pintoresca. Málaga: Alfonso Rubio,


1885. (III)

PÉREZ PRADO, JOAQUÍN. La ciudad de la melaza. Motril: Biblioteca de


Motril. Auskaria Mediterránea, 1997 (IV)

SERMET, JEAN. La costa mediterránea andaluza de Málaga a Almería.


Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas, septiembre,
1943. (V)

GOYTISOLO, JUAN. Fin de fiesta. Barcelona: Círculo de Lectores.


Barcelona, 1962. (VI)

RUIZ MOLINERO, JUAN JOSÉ. Almuñécar y la Costa del Sol. Granada:


Diario IDEAL, 15 de julio de 1966 (VII)
BERMUDEZ-CAÑETE, FEDERICO. Retorno a Granada, pp.100. Granada:
Ediciones Ubago, 1989 (VIII)

GARCÍA, EULALIA. Carchuna, la belleza más salvaje. Granada. Diario


IDEAL.7 de agosto de 2012. (IX)

TEXTOS SELECCIONADOS:

“Las playas son lugar de arribo de muchas naves mercantes y sus


arenales inútiles reciben cada invierno la visita de gran número de
ganados extraños…
En la playa de Salobreña, dicen los naturales que se ha retirado el
mar unas 200 varas y en este espacio cultivan marjales de habichuelas,
tomates y pimientos. Junto a ellos hay chozas que sirven a la Guardia,
para elaboración de sal y como almacenes de vinos.”(I)

“Junto a la anchurosa playa se ve crecer un nuevo pueblo con sus


fábricas, sus almacenes, sus ricas quintas, sus pobres albergues, sus
lujosas ventas, sus típicos ventorillos, y sus barracas, tiendas de
campaña y habitaciones para los bañistas, que bajan en coche de
caballo a solazarse entre las nevadas espumas.”(II)

“En el Varadero, aldea de Motril, hay una fonda llamada poéticamente


Estrella de Mar, donde se aloja la colonia que acude anualmente a la
zona, y algunas chozas de cañas que sirven para el uso particular del
bañista. 153
Entre varadero y Torre Nueva hay un plantel de azucenas marinas que
nacen espontáneamente y de forma continua en la arena. La fantasía
popular lo atribuye a que la Virgen de la Cabeza holló con sus pies la
arena…Las muchachas de la zona y las forasteras en la época de baños
las cortan de continuo.
Muchas familias se desplazan anualmente a Torrenueva para tomar los
baños. Es una humilde aglomeración de casas de una planta. Marineros
componiendo las redes. Embarcaciones varadas que reciben su carena.
Otras que se aparejan para salir al mar, y, dentro de él, lanchas con
vela latina a las que pasan rozando las gaviotas marinas.” (III)

“La aristocracia local se inició (principios del siglo XX) en los


baños de mar, atendiendo los consejos de los galenos sobre las
cualidades salutíferas del yodo y el salitre.
Las damas tomaban baños nocturnos, enfundadas en bañadores provistos
de frunces, corpiños, entretelas, caída de volantes hasta el calcañar
y ristras de calabazas huecas ceñidas al talle. Esperaban al pie del
resbalaje los mayordomos de confianza provistos de albornoces…
Las capas modestas sólo se acercaban a la acequia gorda, donde
provistos de un manojo de esparto y piedra pómez, se frotaban
enérgicamente. Finalmente, con unas ramas de eucaliptos flagelábanse
los miembros para activar la circulación y curtir la piel con el
tanino de sus hojas. “(IV)

“En las playas todavía se ven los barcos de los pescadores tirados en
la arena, con sus adornos de pintura; La mayoría de las localidades
pescan al copo…
El pescador vive en humildes chozas de caña cercanas a la orilla…y se
hacen presentes por las noches con los focos brillantes de sus barcos,
cuando pescan con luz…” (V)
“Los domingos, la playa es completamente distinta a otros días. Los
pescadores no salen a la mar y en los merenderos hay infinidad de
burgueses que vienen en autocar de Granada y matan el tiempo pescando
a la liña y desperezándose al sol lo mismo que lagartos.
A partir de septiembre el sol se acuesta tras las colinas, las
chirimoyas maduran en el campo y cede el calor. Es el mejor momento
del verano. El cielo se tiñe de rojo al atardecer, la luna brilla de
noche como un reflector de circo y el mar es transparente y fresco y
sabe a corteza de melón… las bandas de gaviotas volaban como
torbellinos de plumas sobre la playa y el mar parecía más azul que
nunca y, a través de él, podía verse la arena ondulada del fondo, las
praderas cubiertas de erizos y anémonas.” (VI)

“En el centro del núcleo urbano las edificaciones del paseo marítimo,
de no excesivas plantas y pulcramente encaladas, han sabido mantener
el sabor marinero de sus orígenes, respetando el horizonte de los
montes coronado por Sierra Nevada… En su término han ido surgiendo
urbanizaciones como El Capricho, Los Berengueles, Taramay…que tienen
un sentido creador formidable…en ellas se está teniendo en cuenta el
paisaje, la natural armonía de las edificaciones y el total
alejamiento de la sensación de agobio y aplastamiento físico que no
debiera tolerarse en estos lugares de esparcimiento y descanso… el
arquitecto que promueve las principales urbanizaciones de esta zona va
huyendo de las defectos de la gran ciudad…pregona que ellas, en cada
apartamento y vivienda, no falte la perspectiva, la presencia del 154
paisaje, del mar, del monte, del sol (VII)

“Al llegar a la orilla, emergen en altura los altísimos bloques de


apartamentos, entre antiguas y desmoronadas torres vigías. En
Almuñécar se hace palpable la aparatosa impronta de los últimos
decenios de construcción especulativa… Altísimos bloques de
apartamentos se adosan a sus cerros y edificios voluminosas ahogan con
su cinturón informa al caserío antiguo…” (VIII)
“El ladrillo avanza imparable por las lomas que se asoman al mar,
mientras los coches de matrículas foráneas y volantes a la derecha
sestean cada vez más a las puertas de cada casa. Los lugareños han
tenido que aprender a chapurrear el inglés para trabajar en la
hostelería, y ya no hay hotel, restaurante o chiringuito en el que no
se oiga ese murmullo casi ininteligible de la lengua de Shakespeare.
Hace dos décadas, que la primera ola anglosajona asomó por estos lares
en los años ochenta, con aires hippies y en alpargatas, para montar
sus tipis y aparcar sus furgonetas en las riberas del río Guadalfeo.
Han pasado más de veinte años y ahí continúan dando forma a una
especie de comunidad: la mayoría no ha aprendido castellano y sólo
hacen trabajos de subsistencia entre ellos mismos. Años después, las
bondades del paisaje y del clima se fueron conociendo en las islas
Británicas, y además de los hippies fueron llegando los primeros
turistas y jubilados ingleses en busca del sol y el mar. En la
actualidad es la comunidad extranjera más numerosa asentada de forma
definitiva en casi todos los pueblos de la comarca tropical.” (IX)

Contexto y valoración:

Las playas del litoral granadino, como tantas otras de la Costa


del Sol andaluza, se han visto sometidas en las últimas décadas a un
intenso proceso de urbanización turística y residencial, que ha
transformado radicalmente sus paisajes primigenios.

En los primeros textos seleccionados se muestra este paisaje


primitivo de sus playas, ya casi desaparecido, antes de la llegada del
turismo masivo. Paisaje donde alternaban otros usos, tales como:

- Terrenos para pastos de invierno del ganado trashumante


granadino. Esta costumbre, implantada tras la conquista
castellana (siglos XV y XVI) se mantendrá hasta bien entrado el
siglo XX. El texto I nos dice al respecto, refiriéndose a la
playas de Salobreña, que ”sus arenales inútiles reciben cada
invierno la visita de gran número de ganados extraños…”;
- Aldeas de pescadores y fondeaderos de las barcas de pesca, con
pequeñas parcelas cultivadas para autoconsumo y edificaciones
dedicadas al comercio de productos diversos. El texto I describe
como en la playa de Salobreña ”se cultivan marjales de
habichuelas, tomates y pimientos. Junto a ellos hay chozas que
sirven a la Guardia, para elaboración de sal y como almacenes de
vinos.”; y
- Terrenos donde se mantiene el paisaje natural. El texto III nos
informa de que, a finales del siglo XIX ”Entre Varadero y Torre
Nueva (Motril) hay un plantel de azucenas marinas que nacen
espontáneamente y de forma continua en la arena.”

A finales del siglo XIX y durante toda la primera mitad del 155
siglo XX, la franja litoral granadina mantendrá un paisaje híbrido
entre los usos agrícolas, pesqueros, comerciales y los propiamente
turísticos.

El proceso de urbanización turística de la franja litoral es


entonces poco denso tanto en superficie como en cuanto a la elevación
en altura de las edificaciones.

El texto III, por ejemplo, describe la colonia turística de


Torrenueva (Motril) como ”una humilde aglomeración de casas de una
planta”. En cada playa solo sobresale un reducido número de fondas y
hoteles con nombres bien conocidos, que reciben en verano a grupos de
bañistas o colonia de veraneantes, en la que la mayoría de la gente se
conoce. Es un turismo familiar aún selecto y minoritario. El paisaje
turístico se completa con otras edificaciones a su servicio como son
las quintas particulares, las ventas y los ventorrillos destinados al
gran público. El texto II nos habla de que en las playas de Motril ”se
ve crecer un nuevo pueblo con sus fábricas, sus almacenes, sus ricas
quintas, sus pobres albergues, sus lujosas ventas y sus típicos
ventorillos…”. El texto IV nos informa de que gran parte de la
población local no usaba aún las playas en verano: “Las capas modestas
sólo se acercaban a la acequia gorda, donde provistos de un manojo de
esparto y piedra pómez, se frotaban enérgicamente. Finalmente, con
unas ramas de eucaliptos flagelábanse los miembros para activar la
circulación y curtir la piel con el tanino de sus hojas.”. La huella
más interesante de este periodo (1880-1940) en el paisaje de la zona
son determinadas edificaciones de estilo arquitectónico modernista y
regionalista que, cuando siguen en pie, constituyen elementos
singulares del patrimonio histórico de cada localidad de la Costa
Tropical.
Las edificaciones para veraneantes y bañistas convivirán durante
más de medio siglo con el paisaje de las aldeas y chozas de
pescadores. Al igual que éstos compartirán la toma de baños en las
playas con la actividad pesquera. El texto III menciona la escena
típica entonces de “Marineros componiendo las redes. Embarcaciones
varadas que reciben su carena. Otras que se aparejan para salir al
mar, y, dentro de él, lanchas con vela latina…). Y es que las playas
sólo estaban concurridas en periodo estival, cuando se pueblan de un
mobiliario efímero y desmontable. Los textos II y III citan ”barracas,
tiendas de campaña y habitaciones para los bañistas, que bajan en
coche de caballo a solazarse entre las nevadas espumas” y ”algunas
chozas de cañas que sirven para el uso particular del bañista…”,
conocidas en la zona con el nombre de “chambaos”.

Los años cincuenta y sesenta del siglo XX conocerán la fase


inicial de urbanización de los paseos marítimos, franja separadora de
la vega y las playas a la orilla del mar. Así como de las primeras
urbanizaciones turísticas fuera de los núcleos urbanos.

El texto VII ilustra como entonces, en el núcleo urbano de Almuñécar


”las edificaciones del paseo marítimo, de no excesivas plantas y
pulcramente encaladas, han sabido mantener el sabor marinero de sus
orígenes, respetando el horizonte de los montes coronado por Sierra
Nevada…”. Asimismo, dicho texto expresa la preocupación de la época
porque estos crecimientos urbanísticos no supusieran la pérdida de 156
identidad del paisaje natural y rural circundante: “En su término -
Almuñécar- han ido surgiendo urbanizaciones como El Capricho, Los
Berengueles, Taramay… tienen un sentido creador formidable…en ellas se
está teniendo en cuenta el paisaje, la natural armonía de las
edificaciones y el total alejamiento de la sensación de agobio y
aplastamiento físico que no debiera tolerarse en estos lugares de
esparcimiento y descanso… el arquitecto que promueve las principales
urbanizaciones de esta zona va huyendo de las defectos de la gran
ciudad y pregona que en ellas, en cada apartamento y vivienda, no
falte la perspectiva, la presencia del paisaje, del mar, del monte,
del sol…”.

Treinta años después la realidad será muy otra. El escritor


granadino Federico Bermúdez-Cañete recorre la provincia a finales de
la década de los ochenta, y al visitar el municipio sexitano anota las
siguientes impresiones: “Al llegar a la orilla, emergen en altura los
altísimos bloques de apartamentos, entre antiguas y desmoronadas
torres vigías. En Almuñécar se hace palpable la aparatosa impronta de
los últimos decenios de construcción especulativa… Altísimos bloques
de apartamentos se adosan a sus cerros y edificios voluminosos ahogan
con su cinturón informe al caserío antiguo…”.

Finalmente, el texto IX relata el proceso de incursión del


turismo residencial y veraniego europeo y, especialmente, británico,
en las principales poblaciones de la costa granadina.

Distingue dos etapas sucesivas: “La primera ola anglosajona


asomó por estos lares en los años ochenta, con aires hippies y en
alpargatas… Años después, las bondades del paisaje y del clima se
fueron conociendo en las islas Británicas, y además de los hippies
fueron llegando los primeros turistas y jubilados ingleses en busca
del sol y el mar”. El resultado, según dicho texto, es que “Los
lugareños han tenido que aprender a chapurrear el inglés para trabajar
en la hostelería, y ya no hay hotel, restaurante o chiringuito en el
que no se oiga ese murmullo casi ininteligible de la lengua de
Shakespeare… En la actualidad es la comunidad extranjera más numerosa
asentada de forma definitiva en casi todos los pueblos de la comarca
tropical”.

157

Referente territorial: Costa granadina.

Número y título de ficha: II.5. Calas y acantilados.

Objetivo de la Catalogación: Paisaje sobresaliente y singular.

Referente paisajístico: Paisaje de dominante natural

Autor(es), obras(s) y fecha(s):

MADOZ, PASCUAL. Diccionario geográfico estadístico histórico de la


provincia de Granada (1845-1850) (I)
JEREZ PERCHET, AUGUSTO. Granada pintoresca. Málaga: Alfonso Rubio,
1885. (II)

BARRAGÁN, PEDRO. Zafarí. Novela granadina de costumbres. Madrid:


Espasa Calpe, 1942 (II)
SERMET, JEAN. La costa mediterránea andaluza de Málaga a Almería.
Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas, septiembre,
1943 (IV)

SANMIGUEL, ANTONIO. Guía de Andalucía, Marruecos y Canarias. Madrid:


Afrodisio Aguado, 1952 (V)

FOLGADO, LUIS C. Paseo por la Costa del Sol. Barcelona. Diario La


Vanguardia, pp. 17, 3 de agosto de 1989 (VI)

BERMUDEZ-CAÑETE, FEDERICO. Retorno a Granada, pp.100. Granada:


Ediciones Ubago, 1989 (VII)

SOMME PÉREZ-GALDÓS, JACOBO. Costa del Sol granadina. Granada.


Patronato de Turismo de Granada, 1996 (VIII)

ARIÑO RODRÍGUEZ, JOSÉ RAMÓN. Secretos playeros del litoral de Nerja.


Madrid: Diario El País. Colección El Viajero. 2 de abril de 2006(IX)

RETAMAR, PEDRO. El trópico a la puerta de casa. Madrid. Coleccionable 158


Al aire libre. Diario El Mundo, 12 de mayo de 2007(X)

ALCÁNTARA, ISABEL. Entre acantilados. Granada: DIARIO IDEAL, 17 de


noviembre de 2011. (XI).

ANDALUCIA. Paraje natural Acantilados Maro-Cerro Gordo.


Descubreandalucia.blogspot.com, 7 de agosto de 2007 (XII)

ARIEL & ENRY. Acantilados de Maro. Senderosdelsol. Blogspot.com.


(XIII)

DOMINGO, LISARDO. Sierra de la Contraviesa. La Cala del Ruso.


Monumentos naturales. En: Supervivenciaef.blogspot.com (XIV)

TEXTOS SELECCIONADOS:

“La Cala puede contener hasta 60 buques menores; está guarecida de los
vientos más recios y frecuentes en la costa. La punta se compone de
grandes moles derruidas y aisladas del cerro, y se hallan los restos
de una torre, obra al parecer del siglo XVI y destinada para defensa
de la caleta y vigía de la costa: la ensenada abunda en buen pescado y
mucho marisco. En tiempo de los moros hubo una pequeña población de
pescadores, cuyas ruinas se veían en los laderos del barranco próximos
al mar y al presente ha desaparecido v solo hay una casa inhabitada en
la playa y algunos sembrados en la falda del barranco” (I)

“La playa desaparece para dar lugar a grandes tajos. Exhiben en su


base huecos y cuevas azotados de continuo por el mar y sólo a trechos
hay pequeñas ensenadas de finas arenas… las torres de fuego fenicias
han sido sustituidas por modernos faros, símbolos de la civilización…”
(II)

“El Cabo, con su cuchilla reluciente segaba incansablemente una


cosecha de espuma. La noche colgaba grandes terciopelos fúnebres,
levantando un túmulo por la muerte del sol. El cielo era ya de un azul
ultramar, que se degradaba hacia Occidente en un verde claro…” (III)

“Estos acantilados tienen fama por lo que hay en su base: la cueva de


las Palomas, cuya entrada se hace por mar. Su bóveda de estalactitas y
estalagmitas tiene coloraciones insospechadas y en ocasiones semejan
esculturas” (IV)

“¡Cómo olvidar que el mar domina con su magnitud el paisaje y al


hombre de esta costa, cuando de tantos sitios se dominan horizontes
marinos de una belleza y amplitud enorme: de los cabos, sobre todo,
cayendo casi verticalmente, parece que se va volando a gran altura
sobre las olas¡ En la Punta de los Gigantes, donde siempre el mar es
fuerte, las calizas presentan acantilados de más de 200 metros, donde
la vista se pierde en el Occidente hasta la Serranía de Ronda, en uno
de los panoramas más grandiosos del Mediterráneo…” (V)

“Limpias playas que son un paraíso para el naturismo, y a las que se


llega por escarpados accesos. Nos alejamos de la civilización,
armonizando cuerpo y espíritu” (VI)
159
“Las laderas nos reservan la sorpresa de pinos carrascos y palmitos
enanos, resistentes a la insolación, capaces de nutrirse de la humedad
emanada de la evaporación del mar. Me dejé mecer por el tenue oleaje
e intuí el diálogo mudo de los elementos puros: tierra, agua, aire y
fuego: El beso interminable de las olas, la caricia mudable del
viento, la roca inerte y opaca recibiendo quietamente el fluido sutil
del sol” (VII)

“Sus calas y acantilados son enclaves de gran riqueza botánica y


biológica. Lugares ideales para observar aves en sus cuarteles de
invierno, o el paso migratorio a África de especies como alcatraces y
flamencos” (VIII)

“La costa se ha mantenido virgen gracias a que lo abrupto de las


montañas no ha permitido la especulación y masificación. Ha sido
declarada paraje natural, poseyendo un único pueblecito que vive de
los huertos de chirimoyos y aguacates.
En los jardines de las villas asentadas aquí y allá, compiten en
colorido las buganvillas con los árboles de Pascua de hojas rojas, los
ficus gigantes, los hibiscos (rojos, amarillos y los delicados
blancos), los cactus (de muchas especies) y los palmitos, que hasta
crecen salvajes en el monte, como matorrales de lujo, debajo de los
pinos y los algarrobos.
Las altas montañas de la sierra caen a pico sobre el azul
Mediterráneo, que forma calas entre acantilado y acantilado. Sobre
algunos de estos riscos que se miran en el espejo del mar aún pueden
verse en libertad cabras monteses salvajes que hace unos años bajaron
a la costa huyendo de un incendio. Ahora descienden cada noche a lamer
la sal de las rocas.” (IX)
“En la cumbre de Cerro Gordo hay una antigua torre de avisos que
servía para alertar de las invasiones berberiscas, mirando al oeste se
divisa el resto de la costa. Ver la puesta de sol desde este punto, es
una experiencia recomendable. Hacia el Oeste hay una playa dedicada al
nudismo y una cala (El Cañuelo) flanqueada por rocas que parecen
esculturas. Le siguen otras tres calas entre las rocas, hasta los
restos de la torre de vigilancia del río de la Miel, que desemboca
junto a un arroyo de los Colmenarejos y una nueva cala, la del Molino
de Papel. Desde aquí se ven restos sumergidos de la torre caída, como
un menhir gigante enhiesto en el mar. El agua es muy profunda ya casi
en la misma orilla, y existen varios clubes de buceo para adentrarse
en las aguas y observar sus peces (con especies tropicales propias),
los corales y las actinias de color naranja, típicas de estos fondos.
Está en proyecto la creación de un parque submarino.” (X)

“Es el enclave mejor conservado de la Costa Tropical. Un rosario de


abismos de roca caliza precipitados sobre las aguas claras de la
ribera más virgen del mar de Alborán, salteados de medias lunas
lamidas por las olas y sembradas de guijarros con nombres tan sonoros
como playa del Cañuelo, playa de Cantarriján y playa de las
Alberquillas. Comer en sus tabernas playeras en invierno es todo un
lujo, con un derroche irreverente de luz, mar, sol y silencio.” (XI)

“Bajo las aguas de este peculiar escenario –las sierras llegan a


penetrar un milla en el mar de Alborán- es posible encontrar praderas
160
de posidonias, cuevas submarinas y tortugas bobas. Les acompañan en la
superficie gaviotas, rapaces, anfibios, reptiles como el camaleón y
mamíferos como el zorro, el tejón o el gato montés.
Como sonido de fondo solo se escucha el rumor de las olas llegando a
la orilla, el canto de la cigarra y el de algún pájaro que pasa por
allí. Como paisaje se contempla, a un lado, la inmensidad del mar, que
se pierde con el horizonte; y al otro, la vegetación repleta de
árboles y arbustos de un paraje natural. El olfato percibe a la vez el
aroma de los pinos y del mar en una mezcla de sensaciones que hacen
sumergirse en el relax más profundo a todos los sentidos. El único
rastro de vida humana que existe en los alrededores es el velero
atracado a pocos metros de la orilla, balanceándose suavemente
mientras el sol de agosto calienta con fuerza” (XII)

“Hay una sucesión es escabrosos acantilados y barrancos, con tajos de


hasta más de doscientos metros, y calas con playas de fina arena, cuya
belleza es vigilada por celosos riscos, lentiscares y palmitos, entre
los que vuelan cormoranes y gaviotas allí donde afloran las rocas, y
frondosos pinares con orquídeas, donde el suelo es más rico” (XIII)

“(Playa del Ruso) Esta playa nudista en épocas invernales se


transforma en una paradisiaca bahía natural. Un estrecho camino de
tierra nos adentra en ella, en un continuo zigzagueo entre espartos y
pitas, que nos asoman en las curvas del camino a las tremendas paredes
verticales que desembocan en el mar.
Los aviones roqueros no paran de planear a mi altura, cerca tienen sus
posaderos y dormideros que utilizarán para pasar las no muy frías
noches de esta Costa Tropical. Seguimos descendiendo siempre con la
imagen de fondo de la cala, un grupo de gaviotas están posadas sobre
la orilla; en un fuerte revoloteo observo las palomas como esquivan un
halcón peregrino que otea a gran altura encima de los acantilados.

Sigo el descenso, de repente el sendero se introduce en un espacio


resbaladizo de piedra, donde multitud de gotas de agua caen resudando
de toda la montaña, pequeñas estalagmitas y estalactitas formadas en
miles de años adquieren un color anaranjado, como oxidado. La imagen
es maravillosa, entre margaritas marinas y helechos enanos encuentro
un manantial de agua pura y cristalina. Es un pequeño pilar en el que
el continuo goteo de la diminuta cueva lo rebosa, formando diversas
colonias de musgos que rodean la fuentecilla. Este manantial es el más
meridional y posiblemente uno de los más cercanos a África del
continente europeo.
Ya cerca de la playa atravieso un pequeño y oscuro túnel de cañaveras.
Sobre los grandes chinos y la fina arena hay multitud de huellas y una
gran cantidad de plumas de aves marinas amontonadas por los remolinos
de viento. Un grupo de cormoranes salta hacia el mar y se introducen
buceando para emerger en la lejanía.
En el cabo opuesto acantilados oscuros forman un conjunto de grutas de
diferentes tamaños que se adentran en el mar. En una de ellas vuelve a
surgir el agua cayendo de unos cincuenta metros de altura hasta la
misma arena marina. Cuando el Sol empieza a ponerse aparece la imagen
de una barca de pesca y los alcatraces soltando sus arpones contra el
agua. (XIV)

Contexto y valoración: 161

Los textos seleccionados pretenden mostrar como los acantilados


y pequeñas calas de la costa granadina son posiblemente uno de sus
paisajes naturales más sobresalientes y singulares. Y ello, en tanto
que funcionan como el reverso de sus playas turísticas más visitadas.
Se trata de espacios donde se conserva en alto grado, especialmente en
invierno, la naturalidad de su paisaje.

Al respecto, el texto IX lo explica así: “La costa se ha


mantenido virgen aquí gracias a que lo abrupto de las montañas no ha
permitido la especulación y masificación”. Asimismo, ha influido que
su uso tradicional haya sido su dedicación a la pesca. El texto I nos
informa que su paisaje humano fue muy diferente en siglos
anteriores:(”la ensenada abunda en buen pescado y mucho marisco…en
tiempo de los moros hubo una pequeña población de pescadores y al
presente ha desaparecido v solo hay una casa inhabitada en la playa y
algunos sembrados…”).

Asimismo, los textos seleccionados nos permiten desbrozar los


principales valores paisajísticos de estos tramos del litoral. Dichos
valores son los siguientes:

- La existencia de espectaculares acantilados o tajos, de gran


interés como formaciones geológicas singulares. Acantilados a
través de los que la sierra desciende de forma abrupta hacia el
Mar Mediterráneo. El texto III describe uno de estos acantilados
como una “cuchilla reluciente que segaba incansablemente una
cosecha de espuma”. El texto V los presenta también
poéticamente, se trata de “acantilados cayendo casi
verticalmente, parece que se va volando a gran altura sobre las
olas”. El texto X menciona que son: “rocas que parecen
esculturas”. El texto XI lo describe como:(”Un rosario de
abismos de roca caliza precipitados sobre las aguas claras de la
ribera más virgen del mar de Alborán”). Y el texto XIII habla de
:(“una sucesión es escabrosos acantilados y barrancos, con tajos
de hasta más de doscientos metros).

- La presencia de cuevas marinas. Es un segundo paisaje singular


por su interés geológico, que se forma por infiltraciones
subterráneas del agua sobre la porosa costa calizo-dolomítica
del litoral granadino. Así, el texto IV nos informa de que
”Estos acantilados tienen fama por lo que hay en su base: la
cueva de las Palomas -Cerro Gordo, término municipal de
Almuñécar-, cuya entrada se hace por mar. Su bóveda de
estalactitas y estalagmitas tiene coloraciones insospechadas y
en ocasiones semejan esculturas”. Y el texto XIV menciona la
existencia en la cala del Ruso- en La Rábita, Albuñol-de ”grutas
de diferentes tamaños que se adentran en el mar. En una de ellas
vuelve a surgir el agua cayendo de unos cincuenta metros de
altura hasta la misma arena marina”.

- El paisaje sobresaliente y singular de sus aguas litorales. El


texto X describe este paisaje de la siguiente forma: ”El agua es
muy profunda ya casi en la misma orilla, y existen varios clubes
de buceo para adentrarse en las aguas y observar sus peces (con 162
especies tropicales propias), los corales y las actinias de
color naranja, típicas de estos fondos”. El texto XII nos habla
de que en las aguas de estas calas ”es posible encontrar
praderas de posidonias, cuevas submarinas y tortugas bobas”. Y
el texto XIV menciona que es posible observar ”Un grupo de
cormoranes que salta hacia el mar y se introducen buceando para
emerger en la lejanía”.

- Su excepcional riqueza biológica como refugio de la fauna y


flora silvestre. Este aspecto le ha valido la declaración como
paraje natural a los acantilados de Maro-Cerro Gordo, entre
Nerja y Almuñécar. El texto VII nos indica que “Las laderas nos
reservan la sorpresa de pinos carrascos y palmitos enanos,
resistentes a la insolación, capaces de nutrirse de la humedad
emanada de la evaporación del mar”. El texto IX nos informa de
que ”los cactus y los palmitos crecen salvajes en el monte, como
matorrales de lujo, debajo de los pinos y los algarrobos… y
sobre algunos de estos riscos aún pueden verse en libertad
cabras monteses”, mientras que el texto XIII menciona ”riscos,
con lentiscares y palmitos, entre los que vuelan cormoranes y
gaviotas allí donde afloran las rocas, y frondosos pinares con
orquídeas, donde el suelo es más rico…. El texto XIV nos
describe como se baja a la Cala del Ruso: “en un continuo
zigzagueo entre espartos y pitas” y encontramos “margaritas
marinas y helechos enanos donde surge un manantial” y “un
pequeño y oscuro túnel de cañaveras” en la playa”. Finalmente,
el texto X nos hace saber que hay una abundante fauna: ”en la
superficie gaviotas, rapaces, anfibios, reptiles como el
camaleón y mamíferos como el zorro, el tejón o el gato montés…”.
- La conservación parcial del patrimonio arquitectónico defensivo
del litoral granadino, edificado en la Edad Moderna (siglos XVII
y XVIII). En concreto, de su red de torres vigías. El texto II
menciona como ”las torres de fuego fenicias han sido sustituidas
por modernos faros, símbolos de la civilización…”. El texto X
nos habla de que en una de estas calas ”se ven restos sumergidos
de la torre caída, como un menhir gigante enhiesto en el mar”.

- Su condición de miradores y observatorios privilegiados del


paisaje circundante. El texto V menciona que desde la cima de
estos acantilados, y especialmente, en los cabos que rematan las
pequeñas calas ”se dominan horizontes marinos de una belleza y
amplitud enorme…la vista se pierde en el Occidente hasta la
Serranía de Ronda, en uno de los panoramas más grandiosos del
Mediterráneo”.

- Su revalorización reciente como paisaje por el turismo rural y


natural. Muchas de las playas de estas calas se han convertido
en playas nudistas durante la estación estival. Además, como
menciona el texto VIII:(“son lugares ideales para observar aves
en sus cuarteles de invierno, o el paso migratorio a África de
especies como alcatraces y flamencos”.

- Su percepción como “lugares paradisiacos” del litoral andaluz.


El texto VI nos presenta estas pequeñas calas como lugares donde
”Nos alejamos de la civilización, armonizando cuerpo y 163
espíritu”. El texto VII describe las siguientes sensaciones: ”Me
dejé mecer por el tenue oleaje e intuí el diálogo mudo de los
elementos puros: tierra, agua, aire y fuego: El beso
interminable de las olas, la caricia mudable del viento, la roca
inerte y opaca recibiendo quietamente el fluido sutil del sol”.
El texto XI ensalza que “Comer en sus tabernas playeras en
invierno es todo un lujo, con un derroche irreverente de luz,
mar, sol y silencio”. Y el texto XII describe este paraíso de la
siguiente manera: ”Como sonido de fondo solo se escucha el rumor
de las olas llegando a la orilla, el canto de la cigarra y el de
algún pájaro que pasa por allí. Como paisaje se contempla, a un
lado, la inmensidad del mar, que se pierde con el horizonte; y
al otro, la vegetación repleta de árboles y arbustos de un
paraje natural. El olfato percibe a la vez el aroma de los pinos
y del mar en una mezcla de sensaciones que hacen sumergirse en
el relax más profundo a todos los sentidos”.
Referente territorial: Costa granadina.

Número y título de ficha: II.6. La vega de caña de azúcar de Motril-


Salobreña.

Objetivo de la Catalogación: Paisaje sobresaliente y singular.

Referente paisajístico: Paisaje de dominante agraria 164

Autor(es), obras(s) y fecha(s):

RUBIO, ANTONIO. Del mar al cielo. Crónica de un viaje a Sierra Nevada.


(1881).Granada: Caja General de Ahorros de Granada, 1994(I)

JEREZ PERCHET, AUGUSTO. Granada pintoresca. Málaga: Alfonso Rubio,


1885(II)

BARRAGÁN, PEDRO. Zafarí. Novela de costumbres granadina. Madrid:


Espasa Calpe, 1942 (III)

ROBLES, FERNANDO. El barranco de los gitanos (1958). Granada:


Editorial Don Quijote, 1984 (IV)

TEXTOS SELECCIONADOS:

“Desde lo alto se descubren dos enormes lagos, uno verde y otro azul,
ambos ligeramente rizados por la brisa.
Es el primero la extensa vega, plana, uniforme, sin escalonados ni
recortes, sin vallados ni caseríos, ni árboles que la interrumpan, ni
que maticen el vivo colorido de sus movibles y homogéneas
plantaciones, que convierten el calor de la tierra, los estiércoles,
el oxígeno del aire y el agua en dulce jugo azucarado o en alcohol
ardiente con los que se enriquece la industria…” (I)

“La caña de azúcar ocupa gran parte de la vega de Motril… Sus


opulentas plantaciones y el verde de las cañas, le dan el aspecto de
una colosal esmeralda” (II)
“Ni un solo cirro frente a Sierra Nevada. El mar era un continuo
crepitar de lentejuelas de fuego. La Sierra tenía un malva claro
encaperuzado de lana. El sol, ya muy bajo, ponía en la planicie de un
azul plomizo, unos reflejos de púrpura. La Vega aparecía como un
extenso lago esmeraldino, engarzado en el alveólo de los montes…
Las nubes iban entoldando la vega, con un efecto de una magia
sorprendente. Avanzaba la sombra lanzando una tibia vaharada sobre
aquel mar verde como la ova. A su aliento las cañas se humillaban y se
estremecían hasta el confín, con un movimiento de marea que se alejaba
para tornar encrespándolas…”
La vega, con su prodigiosa red de acequias y canales constituía un
sistema venoso y arterial que repartía vida y fertilidad por donde
pasaba…Sus márgenes estaban cubiertas de lirios silvestres, cerrajas,
alfilericos y margaritas, que casi ocultaban el agua…
La atmósfera de la vega, por dentro, era tibia y húmeda…frotar sedeño
de las cañaveras en las márgenes de los balates, húmedas hazas oliendo
a boca de aljibe y a fruta en fermentación…entre los marjales de caña
suenan las notas de clarinete de los sapos de anchos calzones. Las
ranas con su croar y los sapos con sus modulaciones de flauta se
enfrascaban con un concierto en que las cañaveras llevaban gravemente
el compás con sus penachos…” (III)

“Se abrió camino entre los cañaverales… Los jopos de caña hicieron un
ruido susurrante al rozarse entre ellos sobre su cabeza y las largas
hojas de filo cortante recorrieron su cara en un rozamiento largo,
áspero y cosquilleante, como el zarpazo juguetón de un gato…” (IV) 165

Contexto y valoración:

El cultivo de la caña de azúcar ha sido secularmente una de las


principales imágenes visuales del paisaje de la costa granadina. Y, a
pesar de ello, no abundan las descripciones de viajeros y literatos
que superen su simple mención superficial.

No obstante, se han seleccionados tres visiones más profundas y


detalladas del paisaje de las plantaciones de caña de azúcar de la
costa granadina. Corresponden a un escritor tardorromántico (Antonio
Rubio) y dos autores granadinos de la postguerra civil poco conocidos
actualmente (Pedro Barragán y Fernando Robles), cuyas novelas –de
estilo realista social- se ambientan en las cañaveras del litoral
granadino.

Los textos seleccionados aportan una imagen externa del paisaje


de la caña de azúcar que se caracteriza por los siguientes aspectos:

- Su condición de plantación colonial, que se yuxtapone al


parcelario rural tradicional, donde predominan los bancales con
cultivos arborescentes, creando su propia configuración que,
como menciona el texto I, es “plana, uniforme, sin escalonados
ni recortes, sin vallados ni caseríos, ni árboles que la
interrumpan”.
- Su identificación con una paleta de colores especial, de tono
verde intenso. El texto II afirma que el cañaveral “da el
aspecto de una colosal esmeralda” a la vega litoral. El texto
III reitera la misma imagen literaria, diciendo que ”La Vega
aparecía como un extenso lago esmeraldino, engarzado en el
alvéolo de los montes”).
- En cuanto a su textura, al texto III nos menciona que, movidas
por el viento, las cañaveras semejan “un mar verde” por el
movimiento de marea que produce en las cañas.

En lo referente a su imagen interna, el que ofrece el cañaveral


cuando se discurre por dentro, los textos recogen los siguientes
aspectos:

- El ambiente cálido y húmedo de las “plantaciones, que convierten


el calor de la tierra, los estiércoles, el oxígeno del aire y el
agua en dulce jugo azucarado o en alcohol”.
- El tacto áspero de las cañas: El texto IV alude a que “las
largas hojas de filo cortante recorrieron su cara en un
rozamiento largo, áspero y cosquilleante, como el zarpazo
juguetón de un gato…”
- La existencia de una serie de ruidos y sonidos característicos
del propio cañaveral: “frotar sedeño de las cañaveras”, “Los
jopos de caña hicieron un ruido susurrante al rozarse entre
ellos”, y de la fauna silvestre: “suenan las notas de clarinete
de los sapos de anchos calzones. Las ranas con su croar y los
sapos con sus modulaciones de flauta se enfrascaban con un
concierto en que las cañaveras llevaban gravemente el compás con
sus penachos…”.
- Por último, el cañaveral tiene también olores característicos, 166
mezcla de agua y fruta, como alude el texto II: “húmedas hazas
oliendo a boca de aljibe y a fruta en fermentación…”
Referente territorial: Costa granadina.

Número y título de ficha: II.7. El Valle del Río Verde.

Objetivo de la Catalogación: Paisaje sobresaliente y singular.

Referente paisajístico: Paisaje de dominante agraria

Autor(es), obras(s) y fecha(s):

RODRÍGUEZ GÓMEZ, MARIA DOLORES. El Islam en la costa granadina.


Granada: Universidad de Granada, 1993. (I)

MADOZ, PASCUAL. Diccionario geográfico estadístico histórico de la


provincia de Granada (1845-1850). (II)

COPADO, BERNABÉ. Crónicas Misionales en Andalucía. Molvizar (año


1941). Sevilla: Edición del autor, 1973. (III)

SERMET, JEAN. La España del Sur. Barcelona: Editorial Destino.


1958(IV)

MARÍAS, JULIÁN y HERRERA, JOSÉ LUÍS. Antología de España, pp.102.


Madrid: Editorial Prensa Española, 1982. (V)

PARRA, ANDREA Y GAN, RAFAEL. Entre el Temple y la Costa: El Valle del


río Verde. Granada: DIARIO IDEAL, 10 de junio de 2004 (VI)
PARRA, ANDREA Y GAN, RAFAEL. El río Verde. Granada: DIARIO IDEAL, 22
de marzo de 2007 (VII)

PARRA, ANDREA Y GAN, RAFAEL. El barranco del pueblo (Molvizar).


Granada: DIARIO IDEAL, 11 de octubre de 2009 (VIII)

TEXTOS SELECCIONADOS:

“Debe su nombre a las muchas algas, líquenes y musgos de sus aguas… En


tiempos del Islam, las poblaciones del Valle eran famosas por poseer
viñedos que daban unas pasas excelentes, de gran tamaño, de color rojo
y gusto agridulce, que se exportaban por mar…” (I)

“Tiene su origen en la sierra Almijara y desde aquí se encamina hacia


el Mediterráneo, donde termina al pie de la ciudad de Almuñecar,
fertilizando su vega. En su curso que es de 5 leguas recibe 3 arroyos
dé corto caudal, en cuyos barrancos funcionan molinos harineros en
invierno. Todo este valle es, por la bondad del clima y de las aguas
de riego, muy fructífero para que se desarrolle con prontitud la vid,
produciendo vinos generosos, la higuera, algodoneros y toda planta
propia de país meridional” (II)

“En estos pueblos, cuando se acerca el tiempo de cosechar las frutas


tempranas de sus huertas que aquí son numerosas, ponen en las plazas
la imagen del Niño Jesús, y todo el mundo le trae lo primero y más
regalado de sus huertas” (III) 167

“El Valle del río Verde, encajonado y muy cálido, los olivares ocupan
el entorno mientras que sus proximidades son un vergel donde las
enormes granadas y los agrios van cediendo su lugar a los árboles
subtropicales, plátanos, nísperos y chirimoyos…” (IV)

“Subiendo desde Almuñecar, todo lo visible se divide entre dos


absolutos: el verde oscuro del bosque, de los cultivos subtropicales,
sólo interrumpido por las manchas de cal –manchas inmaculadas- de los
pueblos, y el azul denso, luminoso, del Mediterráneo” (V)

“Sus cañones, una serie de cortados y desfiladeros por los que


discurren las aguas de este río con saltos y pozas que hacen descender
el cauce desde 1.200 a 300 metros de altitud en poco más de tres
kilómetros, han atraído al turismo de aventuras, para el que las
autoridades han dotado al río de puentes colgantes y senderos
señalizados… Su otro atractivo es la níspola, que posee feria propia”
(VI)

“Los pequeños núcleos de Valle del río Verde son lugares tranquilos en
los que podemos dar la bienvenida a la primavera, rodeados de paisajes
sembrados de productos tropicales- el níspero tiene aquí un paraíso y
florece en mayo- cuando no salpicados de viñedos.
También hay espacios para liberar tensiones. Río Verde es un paisaje
idóneo para la práctica en las tobas y pozas de sus barrancos de
deportes de aventura como descenso de cañones y senderismo.
Descender por el Río Verde es pasar del paisaje árido de sus cumbres,
donde al amanecer nos podemos cruzar con cabras monteses, a una
interesante biodiversidad y pozas de agua color esmeralda. Y el río
tiene su límite sur en los acantilados de Maro-Cerro Gordo, uno de los
mejores lugares de la costa andaluza para la práctica del
submarinismo”. (VII)

“Paseando por el río nos deleitamos también con las huellas de tiempos
pasados, de otras maneras de vivir. Aquí y allá hay numerosos
bancales, sostenidos por fuertes balates de piedra, antaño
profusamente cultivados y ahora cubiertos de almendros u olivos. Una
vieja era, casi escondida bajo la alta hierba, descansa de lejanas
parvas. A su lado, en cambio, la acequia tradicional sí cumple su
función aunque sea a través de la moderna goma de plástico negro que
ocupa el cauce…Se camina por una vieja vereda de herradura, de piedras
ancladas en la tierra, una senda tradicional, el 'Camino de la Vega',
por donde ahora transitan labradores y senderistas por igual, con sus
muretes de piedra justo antes de llegar a las balsas de riego, junto a
viejos cortijos que lucen moreras y granados cargados de rojos
frutos.” (VIII)

Contexto y valoración:

El Valle del Río Verde dispone de un emplazamiento excepcional y


único en la Costa granadina. Si en la antigüedad ya fue valorado por
el hombre como pasillo de comunicaciones, sirviendo para transportar
el pescado desde la costa al interior, como recuerda la toponimia
local, desde tiempos medievales hasta el siglo XX ha sido valorado,
sobre todo, por sus paisajes agrarios singulares. Se trata de un valle
bien protegido de los vientos fríos del norte y que se beneficia del 168
soleamiento del mediodía y la templanza climática que le aporta la
proximidad del Mar.

De ahí que, como indica el texto I, durante la etapa islámica


fuera ya elogiado por sus producciones agrarias: “las poblaciones del
Valle eran famosas por poseer viñedos que daban unas pasas excelentes,
de gran tamaño, de color rojo y gusto agridulce, que se exportaban por
mar…”.

A mediados del siglo XIX el Diccionario de Pascual Madoz nos


informa de que el Valle del Río Verde se ha ido especializando en
“toda planta propia de país meridional”. Y entre ellas cita el
algodonero.

Durante décadas se ha ido experimentando con diversas especies


(algodoneros, plataneros, etc.) tras iniciarse tales prácticas entres
finales del siglo XIX y el primer tercio del siglo XX. Naranjos,
olivos y vides han cedido sus bancales en los fondos de valle a estos
nuevos cultivos. Y de esta manera se ha consolidado su paisaje agrario
predominante actual: el de plantaciones masivas de frutales
subtropicales como chirimoyas, aguacates y níspolas.

Los textos III, IV y V hacen referencia al paisaje agrario


subtropical del río Verde.

Para Julián Marías (texto V), es un paisaje de fuertes y bellos


contrastes cromáticos y de panorámicas únicas respecto a los
alrededores “todo lo visible se divide entre dos absolutos: el verde
oscuro del bosque, de los cultivos subtropicales, sólo interrumpido
por las manchas de cal –manchas inmaculadas- de los pueblos, y el azul
denso, luminoso, del Mediterráneo”. En el texto VII se nos informa de
que existe también una gran diversidad de paisajes con el entorno
alpino que lo rodea: “Internarse por las rutas de este valle es pasar
del paisaje árido de sus cumbres, donde al amanecer nos podemos cruzar
con cabras monteses, a pozas de agua color esmeralda”.

A esta diversidad espacial de paisajes se le yuxtapone otra


diversidad de paisajes de carácter temporal.

El texto VIII nos informa de las posibilidades que ofrece el


valle del río Verde para hacer arqueología del paisaje y descubrir
cómo han evolucionado antiguos bancales de piedra secularmente
cultivados, sus acequias de riego, los artefactos e ingenios
hidráulicos (molinos harineros, etc.), los cortijos tradicionales e
incluso los caminos y veredas de herradura, que al día de hoy han sido
convertidos en senderos señalizados. Y es que la percepción
contemporánea de este paisaje por el turismo de aventuras está
enfatizando nuevos aspectos del valle, como son las desigualdades
orográficas de sus barrancos, o sus tobas y pozas, a lo que aluden los
textos VI y VII. Desde este óptica aparece como un paisaje natural “en
el que liberar tensión”, quitarse el estrés de la vida urbana. Y en
función de este propósito, el paisaje ha sido ligeramente transformado
por el hombre con nuevos equipamientos (senderos, puentes
colgantes,…).

Por último, el “paisaje vivido” del valle del Río Verde también
ha ido cambiando. Hoy día se celebran ferias comerciales como la de la 169
níspola, para atraer visitantes, cuando casi un siglo antes, como
señala el texto III, se daban gracias a la divinidad por el éxito de
las cosechas: “En estos pueblos, cuando se acerca el tiempo de
cosechar las frutas tempranas de sus huertas que aquí son numerosas,
ponen en las plazas la imagen del Niño Jesús, y todo el mundo le trae
lo primero y más regalado de sus huertas”.

Referente territorial: Costa granadina.

Número y título de ficha: II.8. Salobreña.

Objetivo de la Catalogación: Paisaje sobresaliente y singular.

Referente paisajístico: Paisaje de dominante urbana.

Autor(es), obras(s) y fecha(s):

AQUINO Y MERCADO, TOMÁS DE. Historia de las antigüedades y excelencias


de la villa de Motril, 1600 (I)

MIÑANO, SEBASTIÁN DE. Diccionario geográfico histórico y estadístico


de España y Portugal, 1826 (II)
SANMIGUEL, ANTONIO. Guía de Andalucía, Marruecos y Canarias. Madrid:
Afrodísio Aguado, 1952 (III)

SORIA, ANDRÉS. La Costa del Sol granadina. Caja de Ahorros de Granada.


1970 (IV)

PIÑAR SAMOS, JAVIER. La Costa de Granada. Nuevos paseos por Granada y


sus contornos. Caja General de Ahorros de Granada. Granada.1993 (V)

IZQUIERDO, FRANCISCO. Un litoral bizarro. La costa granadina. Granada:


Diario IDEAL. Coleccionable tu tierra, tu gente. Comarcas de Andalucía
de la A a la Z, 1993(VI)

MARÍN LÓPEZ, RAFAEL. Guiarama. Granada. Madrid: Editorial Anaya, 2002


(VII)

TORRES, DAVID. Sol invernal en la costa granadina. Diario El Mundo, 1


de marzo de 2003 (VIII)

RETAMAR, PEDRO. El trópico a la puerta de casa. Madrid. Coleccionable


Al aire libre. Diario El Mundo, 12 de mayo de 2007 (IX)

MATEO PÉREZ, MANUEL. Costa Tropical. Un Sol al año. Madrid.


Coleccionable Una Andalucía por descubrir. Diario El Mundo, 30 de mayo
de 2012 (X) 170

NAVAS RODÍGUEZ, JOSÉ. Salobreña. Guía histórica y monumental. Granada:


Editorial Alhulia, 2001 (XI)

TEXTOS SELECCIONADOS:

“Está la ciudad murada y fortalecida por altas y fuertes murallas en


toda su circunferencia, son muchas torres a trechos. Éstas son más
gruesas en sus dos puertas de entrada, que están forradas con planchas
de hierro” (I)

“Está edificada sobre un tajo medianamente elevado, con una fortaleza


inutilizada en el día; pero muy ventajosa en tiempo que la rodeaba el
mar, según se cree” (II)

“Salobreña tiene aspecto de ciudad africana por su abundancia de


palmeras y las ruinas de su castillo, coronando un promontorio donde
se asienta el caserío” (III)

“Es uno de los paisajes más ásperamente hispánicos de la Costa del


Sol, que lanza como un reto su belleza austera, morena y blanca contra
los increíbles follajes de los cañaverales. De día es imponente,
militar; De noche, una joya entre dos horizontales, el azul del mar y
el verde de la vega” (IV)

“Se nos muestra desde los montes próximos como una nave encallada
sobre los limos feraces del río Guadalfeo; desde la Vega es una mole
compacta salpicada de cal y piedra; desde el mar es roca amenazante y
fortificada, refugio y otero” (V)
“Salobreña es la sorpresa encalada de un risco urbano a flor de agua,
algo así como el nacimiento de Venus pintado por Mondrian. Goza de un
brioso sillar para presidir el mar del donaire, y de un patio
abrumadoramente vegetal… Desde la población se domina con soberanía el
verde meridional de las plantas exóticas, el tornasol ultramarino y
los contrafuertes hidrófilos de la serranía.” (VI)

“Aparece como una piña blanca que se yergue desafiante junto al bello
azul de sus aguas mediterráneas… su callejero guarda una curiosa
estructura, adaptado a las laderas ascendentes del promontorio en que
se enclava…” (VII)

“Salobreña ofrece el soberbio espectáculo de un pueblo de casitas


blancas encaramado sobre un roquedal y rematado por una fortaleza que
se jacta de ser el único resto de arquitectura fenicia que queda en
Europa. La visita a la fortaleza -reconstruida por los romanos y
remozada en alcazaba en tiempos de los árabes-, con la extenuante
subida hasta el peñón que remata el terroncito de azúcar, y el
callejeo por el barrio morisco dejarán al viajero exhausto “(VIII)

“Es la estampa más bonita de la costa, arracimada alrededor de su


fortaleza árabe. Sus barrios de casas encaladas se dispersan por la
vieja ciudadela entre empinadas callejuelas y plazas, conquistando el
peñón rocoso que se asoma al mar desde los miradores del Postigo y del
Albaycín” (IX)
171
“Es el pueblo más encantador de la costa. Su apiñado caserío blanco se
esparce en torno a un cerro redondo que hace cientos de años fue una
isla separada de tierra firme por una entrada de mar.
El pueblo posee un castillo donde árabes y después cristianos otearon
las amenazas procedentes del Mediterráneo. Los barrios de Salobreña
reciben nombres árabes y evocan a los de la capital por sus calles
estrechas, adarves, pequeñas plazoletas y miradores hacia las playas.
La tierra ganó espacio a los pies de la antigua isla y hay
plantaciones de cañas de azúcar al lado de las playas de chinos grises
y aguas cristalinas.”(X)

“Se han alzado urbanizaciones turísticas en la playa, que llegan a


unirse con las nuevas barriadas. Este nuevo urbanismo difiere del
caserío tradicional, ya que son bloques de pisos o apartamentos de
disposición ortogonal, terminados en azoteas, mientras que el casco
antiguo está formado por casas cubiertas de tejas y adosadas unas a
otras, dispuestas escalonadamente en las laderas del promontorio, por
lo que han adoptado una forma sinuosa e irregular” (XI)

Contexto y valoración:

Los espacios urbanos han tenido un papel secundario en la


formación del paisaje de la costa granadina. El hombre, desde la más
remota civilización, ha escogido para habitar los espacios más
elevados. Los cerros y oteros dispersos donde sus casas flotan sobre
el aire húmedo y caliente de las Vegas, libres de enviciamientos de la
atmósfera y de los posibles contagios de las aguas encenegadas.
De estos emplazamientos, los de los núcleos urbanos de Salobreña
y Almuñécar figuran entre los paisajes urbanos más comentados a lo
largo del tiempo por literatos y viajeros.

El núcleo habitado de Salobreña, o si se quiere su imagen urbana


tradicional, ha merecido todo tipo de elogios, como se muestra en los
textos seleccionados. A partir de ellos es posible extraer algunos de
los principales elementos que hacen que posea tan atractivo paisaje
urbano:

La excelente valoración que ha recibido la imagen urbana externa


de Salobreña reside, al menos, en dos aspectos principales: 1) Su
escena urbana compone una panorámica global con un fuerte y
sorprendente contraste cromático con el medio rural y natural
inmediato. Y, 2) La originalidad de su forma urbana deslizándose por
las laderas de un cerro testigo, con un emplazamiento abruptamente
elevado pero muy próximo al mar Mediterráneo.

Respecto al primer aspecto hay que señalar que la imagen urbana


externa del núcleo de Salobreña ha estado formada por la yuxtaposición
de tres elementos consecuentes del paisaje de la costa granadina, en
el lugar donde se emplaza primitivamente: El núcleo urbano, su vega y
el mar Mediterráneo. El texto IV nos habla del increíble contraste de
“su belleza austera, morena y blanca contra los increíbles follajes de
los cañaverales. De día es imponente, militar; De noche, una joya
entre dos horizontales, el azul del mar y el verde de la vega”. 172

El segundo elemento, su singular emplazamiento, ha movido a la


imaginación de viajeros y literatos a la composición de múltiples
metáforas sobre el mismo. Salobreña se ha comparado con una: “nave
encallada”, un “risco urbano a flor de agua” o una “piña blanca”.
Además, hay autores que han observado que dicho emplazamiento tiene
diferentes percepciones según desde donde se contemple el núcleo
urbano. Al respecto, al texto V menciona como “desde la Vega es una
mole compacta salpicada de cal y piedra; desde el mar es roca
amenazante y fortificada, refugio y otero”.

El texto XI alerta de que la expansión urbana de la periferia


urbana de Salobreña puede afectar a la integridad de la imagen externa
del paisaje urbano heredado si no se tienen en cuenta medidas de
integración paisajística de los nuevos crecimientos urbanos: “El nuevo
urbanismo difiere del caserío tradicional, ya que son bloques de pisos
o apartamentos de disposición ortogonal, terminados en azoteas,
mientras que el casco antiguo está formado por casas cubiertas de
tejas y adosadas unas a otras, dispuestas escalonadamente en las
laderas del promontorio, por lo que han adoptado una forma sinuosa e
irregular”.

Por lo que se refiere a su imagen urbana interna, la de sus


calles y plazas, el texto VII alaba su crecimiento orgánico a través
de la historia: “su callejero guarda una curiosa estructura, adaptado
a las laderas ascendentes del promontorio en que se enclava…”.

Por su parte, el texto IX ensalza su arquitectura de origen


medieval –en torno al castillo o fortaleza – y su condición casi
intacta de pueblo blanco mediterráneo: “Sus barrios de casas encaladas
se dispersan por la vieja ciudadela entre empinadas callejuelas y
plazas, conquistando el peñón rocoso que se asoma al mar desde los
miradores del Postigo y del Albaycín”.

El texto X indica la fuerte raigambre de su arquitectura árabe:


“Los barrios de Salobreña reciben nombres árabes y evocan a los de la
capital por sus calles estrechas, adarves, pequeñas plazoletas y
miradores hacia las playas”.

Finalmente, los textos IX y X coinciden en la condición que


tiene la parte alta del núcleo tradicional de Salobreña como mirador
privilegiado del paisaje de los contornos. Este escenario es descrito
plásticamente en el texto VI, de la siguiente manera: “Desde la
población se domina con soberanía el verde meridional de las plantas
exóticas, el tornasol ultramarino y los contrafuertes hidrófilos de la
serranía.”

173
Referente territorial: Costa granadina.

Número y título de ficha: II.9. Almuñécar.

Objetivo de la Catalogación: Paisaje sobresaliente y singular.

Referente paisajístico: Paisaje de dominante urbana.

Autor(es), obras(s) y fecha(s):

MIÑANO, SEBASTIÁN DE. Diccionario geográfico histórico y estadístico


de España y Portugal, 1826 (I)

MADOZ, PASCUAL. Diccionario geográfico estadístico histórico de la


provincia de Granada (1845-1850) (II)

ROBLES, FERNANDO. El barranco de los gitanos (1958). Editorial Don


Quijote. Granada. 1984 (III)

LUCA DE TENA, TORCUATO. Granada. España a vista de helicóptero. 174


Madrid: Revista Blanco y Negro, 7 de agosto de 1967 (IV)

GUÍA Costa granadina. Barcelona: Editorial Escudo de Oro, 1972 (V)

BERMUDEZ-CAÑETE, FEDERICO. Retorno a Granada, pp.100. Granada:


Ediciones Ubago, 1989 (VI)

TORRES, DAVID. Sol invernal en la costa granadina. Diario El Mundo, 1


de marzo de 2003 (VII)

RETAMAR, PEDRO. El trópico a la puerta de casa. Madrid. Coleccionable


Al aire libre. Diario El Mundo, 12 de mayo de 2007 (VIII)

MATEO PÉREZ, MANUEL. Costa Tropical. Un Sol al año. Madrid.


Coleccionable Una Andalucía por descubrir. Diario El Mundo, 30 de mayo
de 2012 (IX)

TEXTOS SELECCIONADOS:

“La ciudad de Almuñécar está al pie de un cerro, sobre el cual se


conservan restos de la antigua alcazaba, que estuvo cercada de
murallas y torres cuadradas que al día de hoy están destruidas…” (I)

“Almuñécar se halla en la orilla del mar y sobre una colina, detrás de


la cual se eleva una cordillera de escarpadas sierras en forma de
anfiteatro, que la deja libre de la influencia de todos los vientos.
Su caserío bueno y cómodo en lo general, ocupa la mayor parte de la
mencionada altura, habiendo bastantes casas edificadas sobre la arena.
Tuvo un fortísimo castillo, del que el emperador Carlos V hizo un
reducto que dominase al puerto, cortando el extremo por la parte del
mar con una fuerte cortina o muralla, y cuatro grandes torreones,
defendidas por un ancho y profundo foso con puente levadizo… hoy
desaparecido” (II)

“Se encuentra en el centro de la desembocadura del río Verde,


encaramada sobre un abrupto penacho de rocosa costa, y construida en
anillos concéntricos en torno a la vieja iglesia” (III)

“Las blancas azoteas de luminosa cal suben por escalones hacia el


cementerio, que cubre las ruinas de una antigua fortaleza, con la
única mancha oscura de la cruz latina de su iglesia. ¡Qué buena idea
la de instalar este recinto de la muerte sobre las peñas asomadas al
mar¡ Su encalado balcón tiene más de palomar que de necrópolis. El mar
ciñe de azul a los muertos de Almuñécar” (IV)

“Ciudad blanca rodeada de una verde campiña, que mira el esplendoroso


azul del mar. Su casco antiguo ocupa la parte superior de una colina,
que en su día fue una isla. Tiene un trazado urbanístico de tipo
helénico…calles en paralelos geométricos y radiales, bajan hacia la
playa…” (V)

“En Almuñécar se hace palpable la aparatosa impronta de los últimos


decenios de construcción especulativa… Altísimos bloques de
apartamentos se adosan a sus carros y edificios voluminosas ahogan con
su cinturón informa al caserío antiguo” (VI)
175
“Almuñécar (que se llamaba Sexi en fenicio), cambia el biquini e
incluso el tanga por un pareo o un vestido ligero que permitan probar
la delicia de sus bares de tapas y el paseo por el laberinto de sus
empinadas y blanqueadas callejuelas.
Es uno de los más hermosos pueblos de la costa, donde se unen el
interés arqueológico (no cesan de encontrarse restos de necrópolis
púnicas y fenicias) y el puramente turístico (parques acuáticos,
botánicos, ornitológicos, y casi una treintena de playas cuajadas de
merenderos y zonas de buceo). Detenerse en la balaustrada del paseo
marítimo de Almuñécar, con la vista del peñón del Santo -famoso porque
fue allí donde dieron sepultura a Chanquete- al fondo, es mirar frente
a frente a un mar que se balancea para el hombre desde hace más de
3.000 años. “(VII)

“La Sexi de los fenicios, es el referente turístico de la zona… una


población cargada de historia, vigilada por un castillo árabe donde se
conservan ruinas importantes de una necrópolis fenicia, una fábrica de
salazón romana, varias torres vigía, cinco tramos de acueducto y un
interesante museo arqueológico en la cueva de los Siete Palacios.”
(VIII)

“(Almuñécar) No se ha conformado con ser un clásico destino de sol y


playa. Sus gestores han querido ir más lejos. Durante buena parte del
año, Almuñécar ejerce la capitalidad cultural de la comarca.
Cada día son más los visitantes que descubren las muchas tentaciones
históricas que encierra el Museo Arqueológico, ubicado en la cueva de
los Siete Palacios, el castillo de San Miguel o el colorista parque
ornitológico en el que se reúnen hasta 120 especies distintas de aves
de todo el mundo.” (IX)
Contexto y valoración:

Según las investigaciones arqueológicas realizadas, la primitiva


Sexi fenicia, actual Almuñécar, era una inmensa y gran factoría de
salazones, de la que se están abriendo al público algunos de los más
importantes vestigios hallados en las excavaciones arqueológicas
recientemente realizadas.

El paisaje de la Almuñécar árabe también es más conocido por los


hallazgos arqueológicos que a través de fuentes directas. A principios
del siglo XIX, como nos informa el Diccionario de Sebastián Miñano o
texto I ” sólo se conservan restos de la antigua alcazaba, que estuvo
cercada de murallas y torres cuadradas que al día de hoy están
destruidas…”. Tampoco quedaba en pie la notable arquitectura defensiva
construida en los siglos XVI al XVIII, de la que nos informa el
Diccionario de Pascual Madoz (texto II): “Tuvo un fortísimo castillo,
del que el emperador Carlos V hizo un reducto que dominase al puerto,
cortando el extremo por la parte del mar con una fuerte cortina o
muralla, y cuatro grandes torreones, defendidas por un ancho y
profundo foso con puente levadizo… hoy desaparecido”.

Aunque Almuñécar entró en el siglo XX sin haber conservado la


imagen medieval primitiva, cuando estaba coronada por el castillo de
San Miguel, sus ruinas llamaron la atención de uno de los viajeros que
la visitó en los años sesenta.
176
El texto IV alude a la original imagen externa que ofrecía, por
acoger un blanco cementerio en el recinto de su antiguo castillo
medieval: “¡Qué buena idea la de instalar este recinto de la muerte
sobre las peñas asomadas al mar¡ Su encalado balcón tiene más de
palomar que de necrópolis. El mar ciñe de azul a los muertos de
Almuñécar”. Hoy día, dichas ruinas han sido revalorizadas para el
turismo, como lugar de acceso al museo arqueológico, enclavado en un
yacimiento fenicio situado bajo en antiguo castillo, denominado la
Cueva de los Siete Palacios.

La imagen externa de Almuñécar no ha conservado su paisaje


tradicional hasta la actualidad. El texto III nos informa de su otrora
ubicación aislada: (“en el centro de la desembocadura del río Verde,
encaramada sobre un abrupto penacho de rocosa costa”). Y el texto V
señala que hasta la década de los setenta del siglo XX era una “Ciudad
blanca rodeada de una verde campiña, que mira el esplendoroso azul del
mar”. Sin embargo, el texto VI, escrito al final de la década de los
ochenta, menciona que ya para entonces: “Altísimos bloques de
apartamentos se adosan a sus carros y edificios voluminosas ahogan con
su cinturón informe al caserío antiguo”.

Como consecuencia, la imagen interna del casco histórico es el


paisaje urbano más importante que conserva Almuñécar. Entre los
elementos más característicos de sus calles y plazas, los textos
seleccionados nos hablan de:

- Un paisaje urbano típico del pueblo blanco mediterráneo de


origen medieval (Calles empedradas y fachadas encaladas).
- Un paisaje urbano de raigambre árabe, caracterizado por un
“laberinto de empinadas y blanqueadas callejuelas”, heredado de
la traza urbanística de la primitiva medina y alcazaba árabe
(siglo X-XI).

- Un paisaje urbano que se considera por los viajeros como similar


al de las poblaciones helénicas: El texto V nos habla al
respecto de que (”tiene un trazado urbanístico de tipo helénico…
calles en paralelos geométricos y radiales, bajan hacia la
playa…”. Y el texto III lo hace de que sus “blancas azoteas de
luminosa cal suben por escalones…”.

Los textos literarios y de viajeros posteriores a los años


ochenta nos hablan de un paisaje urbano de Almuñécar que, una vez que
decae el esplendor de su imagen externa e interna, se ha convertido en
un pequeño parque temático y cultural para el turista que viene a la
Costa Tropical granadina.

Un parque temático donde, la recuperación puntual de su


patrimonio histórico ha ido adquiriendo un importante papel para el
mantenimiento de su atractivo turístico. Así, el texto VIII menciona
que es:(”una población cargada de historia, vigilada por un castillo
árabe donde se conservan ruinas importantes de una necrópolis fenicia,
una fábrica de salazón romana, varias torres vigía, cinco tramos de
acueducto y un interesante museo arqueológico) y el texto IX alude a
que: (“los visitantes descubren las muchas tentaciones históricas que
encierra el Museo Arqueológico, ubicado en la cueva de los Siete
Palacios, el castillo de San Miguel o el colorista parque ornitológico 177
en el que se reúnen hasta 120 especies distintas de aves de todo el
mundo.”

Finalmente, junto a la recuperación de su patrimonio histórico,


la ciudad de Almuñécar ha ido creándose en las últimas décadas una
nueva imagen. Está vinculada al disfrute de sus recursos paisajísticos
contemporáneos surgido del “boom turístico” iniciado en los setenta,
tal como señala el texto VII: “parques acuáticos, botánicos,
ornitológicos, y casi una treintena de playas cuajadas de merenderos y
zonas de buceo.”
178

III – PONIENTE GRANADINO.


Referente territorial: Poniente granadino.

Número y título de ficha: III.1. La Tierra de Alhama (I).


Representación literaria del carácter del paisaje (ss. XIV-XXI).

Objetivo de la Catalogación: Caracterización del paisaje provincial.

Referente paisajístico: Paisaje de dominante agraria.

Autor(es), obras(s) y fecha(s):

IBN JATIB, citado en: OLMEDO, FERNANDO. Ruta de Washington Irving, pp.
78. Sevilla: Turismo Andaluz, 1999(I)

JACOB, WILLIAM. Viajes por el Sur. Cartas escritas entre 1809-1810.


Sevilla: Portada Editorial, 2002 (II)

WIDDRINGTON, SAMUEL. España y los españoles (1843). Citado en: LÓPEZ


BURGOS, MARIA ANTONIA. Por los caminos del Poniente granadino. Relatos
de viajeros durante el siglo XIX. pp. 192, Granada: Consorcio para el
desarrollo rural del Poniente granadino. Proyecto Sur de Ediciones,
1998 (III)

MADOZ, PASCUAL. Diccionario geográfico estadístico histórico de la


provincia de Granada (1845-1850) (IV)
179
BERMÚDEZ-CAÑETE, FEDERICO. Retorno a Granada, pp. 134-135. Granada:
Editorial Ubago, 1989 (V)

ADELFO. De Vélez Málaga a Granada (1994). Diario El País, 3 de


noviembre de 2011 (VI)

GUTIERREZ, LUCAS. Campos de Alhama-El Temple. Página WEB Granada


Natural, Febrero de 2010 (VII)

TEXTOS SELECCIONADOS:

“Es tierra de abundante caza y sus trigales parecen trozos de oro” (I)

“El grano domina como cultivo en estos suelos pedregosos. Como los
campos están apartados de los lugares de residencia, durante la
cosecha se levantan en ellos tiendas bajo las que viven los
campesinos, como en Arabia. En torno a ellas tienen sus eras donde
trillan los cereales. Lo pisan yeguas, en vez de bueyes. También
tienen los pajares o silos, en los que los almacenan hasta que vuelven
a sus casas, donde permanecen hasta la siembra” (II)

“El campo está singularmente pelado y desprovisto de árboles, a


excepción del trigo y del centeno, lo que le da un aspecto monótono la
mayor parte del año” (III)

“La mayor parte del terreno que compone el partido es bastante


quebrado, aunque no de mucha aspereza, formado de montes pequeños,
valles cañadas y algunas llanuras.
La parte cultivada produce trigo muy bueno y cebada. Lo inculto
produce pastos, aulagas, romeros, salados, toda ciase de arbustos, y
en sitios monte alto de encinas y demás árboles de bellota, si bien ya
no constituye esto la principal riqueza, como en otro tiempo, cuando
abundaban más los montes y los terrenos incultos” (IV)

“Sus campos son un escenario placido y risueño, sobrio de dimensiones


y colorido. Es una altiplanicie cereal de trigales ondulantes entre
barbechos blancos, pues llueve poco. La llanura compone una melodía
visual con sus combinaciones de distintos matices de amarillos y
verdes y el fondo de los montes y las sierras costeras” (V)

“La campiña es amplia, abierta, soleada; un agreste irreal desciende,


lento, hacia él por el sur. Corre la carretera, a su salida, cortando
los jugosos páramos, agachándose unas veces, intentando sortear los
vientres lánguidos de los yesos otras, pero siempre bajando, buscando la
llanura horizontal de la vega granadina. Aquí el caminante va despacio,
recreándose en este paisaje lento, entre verde y ocre, entre alegre y
cansino. El cielo es inmenso, extenso, acaparador. Una vez en la
autovía, lo bucólico es engullido por la frialdad del asfalto, las
prisas te comen los pensamientos contemplativos y caes en los brazos de
la velocidad.
Algunos caseríos quedan sumidos en esta fría tierra, perdida la
esperanza, anclados en su soledad estéril. Otros están atravesados por
barrancos pobres, estrechos, desheredados, que ha mucho que no ejercen,
que hace muchos lustros que no corren por su seno una mísera gota de
agua. Y los hay que permanecen varados en sus páramos despojados, a la
espera de un soplo de vida” (VI) 180

“Campos de cereales, olivos, almendros y algunas encinas, que nos


hacen disfrutar de líneas, colores y formas onduladas. La presión del
olivar está cambiando los cultivos tradicionales. En las zonas sin
cultivar se conservan encinares y es posible contemplar orquídeas
silvestres” (VII)

Contexto y valoración:

El Campo o Tierra de Alhama es la más meridional de las


altiplanicies interiores granadinas. El obstáculo de las Sierras de
Almijara, Tejeda y Alhama, cierra el paso de las corrientes de aire
húmedas procedentes del Océano Atlántico, lo que unido a su elevada
altitud media, le otorga el carácter de paisaje agrario típicamente
seco y continental. Primitivamente esta altiplanicie estaría poblada
de encinas, si bien, los textos de viajeros ya nos hablan, desde
tiempos medievales, del predominio de un uso y aprovechamiento
principal: la de altiplanicie cereal.

Los textos seleccionados muestran la secuencia de percepciones


que tiene su paisaje rural en los últimos siglos.

Durante los siglos XVIII y XIX, en general, la visión del


viajero romántico sobre este paisaje rural es negativa. Así, el texto
III afirma que “El campo está singularmente pelado y desprovisto de
árboles, a excepción del trigo y del centeno, lo que le da un aspecto
monótono”.

Por el contrario, a partir de la década de los ochenta del siglo


XX, los viajeros contemporáneos han reivindicado los valores
paisajísticos de esta altiplanicie cereal. Tres de sus aspectos más
valorados son: Su paleta de colores, sus formas de relieve y su
ambiente bucólico.

Respecto a su colorido, el viajero árabe Ibn Jatib ya exclamaba


con encomio que:”sus trigales parecen trozos de oro”. El texto V nos
habla de que “La llanura compone una melodía visual con sus
combinaciones de distintos matices de amarillos y verdes y el fondo de
los montes y las sierras costeras”. Y el texto VI subraya una idea
similar: ”Aquí el caminante va despacio, recreándose en este paisaje
lento, entre verde y ocre, entre alegre y cansino”.

En lo que concierne a sus formas, los textos destacan la constante


ondulación de sus relieves, cuando se transcurre por su interior. El
texto V habla de:”una altiplanicie cereal de trigales ondulantes”. El
texto VI explica esta ondulación y quebradura del terreno con mayor
detalle: ”Corre la carretera, a su salida, cortando los jugosos páramos,
agachándose unas veces, intentando sortear los vientres lánguidos de los
yesos otras, pero siempre bajando, buscando la llanura horizontal de la
vega granadina”. Y el texto VII cita cómo ”Campos de cereales, olivos,
almendros y algunas encinas, nos hacen disfrutar de líneas, colores y
formas onduladas”.

La soledad de los campos y el débil poblamiento humano de la


Tierra de Alhama originan una peculiar percepción de este paisaje rural.
El texto V menciona que ”Sus campos son un escenario placido y
risueño”. Y el texto VI nos habla de que “Una vez en la autovía, lo 181
bucólico es engullido por la frialdad del asfalto, las prisas te comen
los pensamientos contemplativos y caes en los brazos de la velocidad”.
Referente territorial: Poniente granadino.

Número y título de ficha: III.2. La Tierra de Alhama (II). Zafarraya.

Objetivo de la Catalogación: Paisaje sobresaliente y singular.

Referente paisajístico: Paisaje de dominante agraria y natural.

Autor(es), obras(s) y fecha(s):

DE MÁRMOL CARVAJAL, LUIS. Rebelión y castigo de los moriscos (1600).


Málaga: Editorial Arguval, 1991 (I)
182
BERMÚDEZ DE PEDRAZA, FRANCISCO. Antigüedad y excelencia del Reino de
Granada (1608) (II)

SEMPLE, ROBERT. Observaciones sobre un viaje por España, Italia y


Nápoles (1809). Citado en: LÓPEZ BURGOS, MARIA ANTONIA. Por los
caminos del Poniente granadino. Relatos de viajeros durante el siglo
XIX. pp. 192, Granada: Consorcio para el desarrollo rural del Poniente
granadino. Proyecto Sur de Ediciones, 1998 (III)

WIDDRINGTON, SAMUEL. España y los españoles (1843). Citado en: LÓPEZ


BURGOS, MARIA ANTONIA. Por los caminos del Poniente granadino. Relatos
de viajeros durante el siglo XIX. pp. 192, Granada: Consorcio para el
desarrollo rural del Poniente granadino. Proyecto Sur de Ediciones,
1998 (IV)

MADOZ, PASCUAL. Diccionario geográfico estadístico histórico de la


provincia de Granada (1845-1850) (V)

DURÁN, JUAN JOSÉ y LÓPEZ MARTÍNEZ, JUAN. Karst en Andalucía, pp. 55-
58. Madrid: Instituto Tecnológico Geominero de España, 1998 (VI)

MARTÍNEZ, GEMA. La encrucijada de los vecinos de Zafarraya. Málaga:


Diario Sur, 5 de noviembre de 2006 (VII)

REDACCIÓN. El llano de Zafarraya. Página web zafarraya.net, 12 de


abril de 2008 (VIII)

MORENO, JOSE ANTONIO. Zafarraya. Granada: Ayuntamiento de Zafarraya,


1987 (IX)
ADELFO. De Vélez Málaga a Granada (1994). Diario El País, 3 de
noviembre de 2011 (X)
CUERDA.JOSÉ. La Andalucía del Mediterráneo. Barcelona: Ediciones del
Serbal, 1998 (XI)

QUERO, LOLA. Una esponja natural. Madrid: Diario El País, 25 de mayo


de 2002 (XII)

TEXTOS SELECCIONADOS:

“El puerto de Zafarraya es una hermosa dehesa de yerba y de encinas,


que los árabes llaman campo de pastores” (I)

“Dejando la hoya de la Axarquía, se hace un puerto, en cuya cima está


la dehesa de Zafarraya, que significa Campo de pastores. Desde este
puerto sale una cordillera de sierra hacia el mar que llaman de
Tejeda” (II)

“Todo el llano está casi completamente cubierto de encinas…Aquí todos


los perros que estaban cuidando de los rebaños llevaban collares con
clavos para protegerlos de los lobos, que abundan en Sierra Tejeda”
(III)

“A través de dos escarpadas montañas de desnudas rocas discurre el


itinerario de Málaga a Granada. Cuando llegamos al mismo, al mirar
atrás, vimos como las sillas de un anfiteatro, las sierras 183
descendiendo a ese lago plateado que es el Mediterráneo. Y, hacia
adelante, nos apareció una salvaje y desnuda mesera, con escarpadas
rocas formando precipicios o cerros” (IV)

“En el extenso campo de Zafarraya no tienen las aguas salida


descubierta: corren por medio del valle, formando en los inviernos
verdaderos ríos que llaman madres, y llegando á ciertos puntos se
pierden u ocultan por lo que dicen los sumideros. Si no fuese por esta
salida, formada por la naturaleza, seria Zafarraya una gran laguna,
porque está rodeada de sierras elevadas que llevan a este campo sus
vertientes; Todavía cuentan los ancianos de todo crédito del país, que
vieron por si mismos alguna vez, en grandes temporales, cubiertas de
agua las mayores encinas y los árboles mas corpulentos, cuando
Zafarraya era un bosque espesísimo e inculto; y que entonces tardaban
los sumideros un día o dos lo mas, en absorber toda aquella laguna que
se formaba. Luego que se rompió y laboreó dicho campo, no se ha
notado semejante rebalsa, porque el terreno chupa mucho por todos
aquellos parajes, y los sumideros son suficientes a embeber… No hace
un siglo que Zafarraya era bosque y una gran dehesa, cuya propiedad
pertenecía a las ciudades de Alhama y Vélez- Málaga” (V)

“El polje de Zafarraya es una depresión cerrada con el fondo muy


plano, rodeada por montañas calcáreas, cuyas aguas son absorbidas por
sumideros. Lo forman dolomías y caliza situadas al sur de la Sierra de
Loja y al norte de Sierra Tejada. Era antiguamente un brazo de mar que
entraba en la Hoya de Granada, que quedó fosilizado y encerrado por
una falla, y el levantamiento de las sierras litorales, a una altitud
de entre 900 y 1.000 metros” (VI)
“Desde época fenicia esta ruta que, a través de Zafarraya, conectaba
Vélez con Alhama adquiere una importante dimensión comercial.
Salazones, vino, aceite y productos exóticos cruzaban de un territorio
a otro. La ruta se mantiene como vía de paso y de comunicación durante
la época Romana y es ya en Al-Ándalus. La necesidad de garantizar la
seguridad de la mercancía motivó que se jalonara de centros
fortificados. Surgen torres, fortines y fortificaciones. Al otro lado
del límite provincial, durante el reino nazarí, el castillo fenicio
de Zalia, se convirtió en el lugar en el que se fiscalizaban las
mercancías, además de servir para dar seguridad al comercio. Este
camino siguió siendo difícil. Su orografía, las cuevas y los bosques
hacían peligrar la mercadería hasta la aparición de las ventas. El
origen del poblamiento humano de Zafarraya son sus ventas, a una
jornada de camino de Málaga, donde los comerciantes podían descansar
manteniendo su mercancía a buen recaudo durante la noche y posibilitar
el cambio de yunta. Los robos, no obstante, siguieron haciendo
estragos a manos de bandoleros, lo que motiva que a finales del siglo
XIX se cortaran muchos árboles del llano de Zafarraya, con el objetivo
de impedir su ocultación y se convirtiera en un campo cerealista.”
(VII)

“Abrigado por las sierras circundantes, su especial microclima hace


que las últimas décadas haya triunfado su dedicación para la
horticultura. El secreto del afamado tomate de Zafarraya está en gran
parte en su peculiar clima. El llano se beneficia de que los vientos
húmedos procedentes del mar (por el sur), asciendan súbitamente por la 184
ladera de la Sierra de Alhama, enfriándose y por tanto eliminando la
calidez que poseen, dando lugar a una estación veraniega más fresca y
húmeda que la del litoral; En invierno, los vientos procedentes del
interior faltos de humedad y más fríos son igualmente elevados por la
Sierra Gorda de Loja, haciendo que sus inviernos sean más húmedos que
los de otras altiplanicies granadinas. Además, se aprovechan los ricos
sedimentos depositados por las avenidas del Arroyo de la Madre, que
atraviesa la zona, y la presencia a tan sólo 8-10 metros de mantos de
aguas subterráneas. Todo esto hace que el Llano sea un fértil valle en
el que se cultivan con primor los productos de la huerta” (VIII)

“El polje tirita en las madrugadas escarchadas, en las tardes de frío


gallego y en las noches de azote de lluvia; brilla de contrastes de
colores en los días claros de corto sol. En primavera explota en
verdes de quejigos, mieses y huerta, cuando el aire pasa limpio, las
lechugas brillan y los colores aumentan su distinción. En verano la
huerta rebosa de un verde más apagado y el aire está siempre limpio”
(IX)

“La carretera pasa por debajo de un arco con el letrero de Bienvenido


a la Axarquía, y a nuestros pies aparece, inmenso, el gran valle que
desciende hacia el mar. A mis pies tenía in paisaje bordado de caminos
y pequeñas carreteras que iban uniendo los numerosos pueblecitos
blancos que se veían pegados a las laderas de los cerros. Y de nuevo,
las chumberas, los palmitos y esa brisa cálida del mar de Alborán.
Entonces tomé conciencia de lo que significaba el altiplano granadino”
(X)

“Entrar en Granada por el boquete de Zafarraya, desde la costa


malagueña, es un gesto alpinista loable, una difícil pelea con la
agreste naturaleza. Coronada la verticalidad marina de un pétreo y
escarpado monolito de piedra, después de serpentear por su rala
naturaleza, que se recrea espartana mirando las olas suaves de la mar
cercana, esta figura fantasmal, árida, estéril, forma una barrera
adusta que corta a un agazapado poblado, Ventas de Zafarraya, los
flujos marinos y lo pone al solano del austero clima de su campiña.”
(XI)

“Hay vecinos que aseguran obtener agua subterránea sólo con levantar
unas cuantas piedras. Esto podría parecer una gran exageración, dado
que se trata de una localidad que se encuentra a 1.100 metros de
altitud sobre el nivel del mar. Pero no lo es. Porque se enclava en
medio de un polje o extensa llanura rodeada de montañas a donde éstas
vierten sus aguas y que por su composición caliza deja pasar el agua a
modo de esponja natural, formándose así una gran cantidad de
acuíferos. No en vano, es el mayor polje de la península ibérica y uno
de los más importantes de Europa. Su telón de fondo es montañoso: las
sierras de Tejeda y la de Alhama. Pero su entorno es de dolinas y
elevaciones rocosas en cuyo paisaje predomina la vegetación
mediterránea, con encinas y matorral. No hace muchos siglos, este
valle sin salida estaba totalmente inundado y era una zona pantanosa
que con la ayuda de la naturaleza se consiguió drenar para hacerlo
habitable. Del tiempo en que este llano estuvo cubierto por el agua
del mar aún hoy los vecinos encuentran gran cantidad de restos
fósiles. Los sedimentos calcáreos del mar han tardado muchos años en
disolverse para crear un material en el suelo del polje que hoy es 185
fuente de riqueza por su aplicación a la agricultura. Más de dos mil
hectáreas son ahora una extensa explotación agrícola de productos de
regadío. Cuando el visitante divisa el polje percibe un mosaico de
colores. Son las distintas áreas de cultivo, divididas en rectángulos,
de lechugas, tomates y otras hortalizas” (XII)

Contexto y valoración:

Situado en el borde suroeste del Poniente granadino, en el


límite de la Tierra de Alhama con la Axarquía malagueña, el polje o
llano de Zafarraya es un paisaje agrario sobresaliente y singular de
esta zona, pese a tratarse de una pequeña llanura de 10 kilómetros de
largo por unos tres o cuatro de ancho.

Los textos seleccionados han tenido un triple objetivo. En


primer lugar, nos ofrecen una secuencia del paisaje agrario del polje
o llano de Zafarraya desde la Edad Moderna al siglo XXI. En segundo
lugar, se hacen eco del increíble observatorio del paisaje que
constituye el boquete de Zafarraya. Y, en tercer término, refieren la
singularidad de su paisaje kárstico o calizo.

Respecto al primero de los contenidos citados, los textos de los


siglos XVII a la primera mitad del XIX coinciden en su condición de
paisaje ganadero singular.

Así, el texto I afirma que era: (“una hermosa dehesa de yerba y


de encinas, que los árabes llaman campo de pastores”). Dehesa, que
como figura en el texto III, a principios del siglo XIX, todavía
estaba “casi completamente cubierta de encinas… Aquí todos los perros
que estaban cuidando de los rebaños llevaban collares con clavos para
protegerlos de los lobos, que abundan en Sierra Tejeda”.

El paisaje agrario del Llano de Zafarraya cambia sustancialmente


a mediados del siglo XVIII, cuando el gobierno de Carlos III impulsa
el proceso de roturación y puesta en cultivo de las tierras del Llano,
construyendo colonias de agricultores y otorgándole un ayuntamiento
independiente de Alhama.

El texto VII nos dice al respecto que ”Los robos siguieron


haciendo estragos a manos de bandoleros, lo que motiva que a finales
del siglo XIX se cortaran muchos árboles del llano de Zafarraya, con
el objetivo de impedir su ocultación y se convirtiera en un campo
cerealista.”

Y entre setenta y ochenta años después- durante la segunda mitad


del siglo XX – las antiguas tierra de cereal, una vez que se pusieron
en explotación los acuíferos del llano, pasaron a ser dos mil
hectáreas dedicadas a hortalizas muy tempranas o tardías.

El texto VIII explica esta dedicación en función del peculiar


clima de la zona: “El llano se beneficia de que los vientos húmedos
procedentes del mar (por el sur), asciendan súbitamente por la ladera
de la Sierra de Alhama, enfriándose y por tanto eliminando la calidez
que poseen, dando lugar a una estación veraniega más fresca y húmeda
que la del litoral; en invierno, los vientos procedentes del interior 186
faltos de humedad y más fríos son igualmente elevados por la Sierra
Gorda de Loja, haciendo que sus inviernos sean más húmedos que los de
otras altiplanicies granadinas”.

El texto X describe el paisaje actual se la siguiente manera:


“Cuando el visitante divisa el polje percibe un mosaico de colores.
Son las distintas áreas de cultivo, divididas en rectángulos, de
lechugas, tomates y otras hortalizas”. El texto IX nos habla, con
mayor detalle, de sus cambios a través de las diferentes estaciones
del año: “El polje tirita en las madrugadas escarchadas, en las tardes
de frío gallego y en las noches de azote de lluvia; brilla de
contrastes de colores en los días claros de corto sol. En primavera
explota en verdes de quejigos, mieses y huerta, cuando el aire pasa
limpio, las lechugas brillan y los colores aumentan su distinción. En
verano la huerta rebosa de un verde más apagado y el aire está siempre
limpio”.

En lo relativo a la condición de mirador privilegiado del


paisaje de los contornos, algunos textos subrayan las espectaculares
panorámicas que se observan desde el denominado boquete de Zafarraya.

El texto IV menciona que “Cuando llegamos al mismo, al mirar


atrás, vimos como las sillas de un anfiteatro, las sierras
descendiendo a ese lago plateado que es el Mediterráneo. Y, hacia
adelante, nos apareció una salvaje y desnuda mesera, con escarpadas
rocas formando precipicios o cerros”. El texto X relata este cambio de
paisajes entre Granada y Málaga, de la siguiente manera: “La carretera
pasa por debajo de un arco con el letrero de Bienvenido a la Axarquía,
y a nuestros pies aparece, inmenso, el gran valle que desciende hacia
el mar. A mis pies tenía in paisaje bordado de caminos y pequeñas
carreteras que iban uniendo los numerosos pueblecitos blancos que se
veían pegados a las laderas de los cerros. Y de nuevo, las chumberas,
los palmitos y esa brisa cálida del mar de Alborán. Entonces tomé
conciencia de lo que significaba el altiplano granadino” Y el texto XI
lo hace, en sentido contrario, desde Málaga a Granada, con unas
impresiones opuestas: “Entrar en Granada por el boquete de Zafarraya,
desde la costa malagueña, es un gesto alpinista loable, una difícil
pelea con la agreste naturaleza. Coronada la verticalidad marina de un
pétreo y escarpado monolito de piedra, después de serpentear por su
rala naturaleza, que se recrea espartana mirando las olas suaves de la
mar cercana,…”.

El tercer aspecto destacable es la morfología caliza de los


terrenos del Llano de Zafarraya. En el año 1998 fueron estudiados en
profundidad por el geólogo René Lhénaff. Posteriormente, la Junta de
Andalucía, por su singularidad geológica, los ha declarado “Lugar de
Importancia Comunitaria” (LIC) y busca potenciarlo como lugar de gran
interés para el turismo científico y natural.

El texto VI resume la evolución geológica del que constituye el


mayor polje de la Península Ibérica y uno de los mayores de Europa:
“El polje de Zafarraya es una depresión cerrada con el fondo muy
plano, rodeada por montañas calcáreas, cuyas aguas son absorbidas por
sumideros. Lo forman dolomías y caliza situadas al sur de la Sierra de
Loja y al norte de Sierra Tejada. Era antiguamente un brazo de mar que
entraba en la Hoya de Granada, que quedó fosilizado y encerrado por 187
una falla, y el levantamiento de las sierras litorales, a una altitud
de entre 900 y 1.000 metros”

Referente territorial: Poniente granadino.

Número y título de ficha: III.3. La Tierra de Alhama (III). Sierras de


Almijara, Tejeda y Alhama.

Objetivo de la Catalogación: Paisaje sobresaliente y singular.

Referente paisajístico: Paisaje de dominante natural.

Autor(es), obras(s) y fecha(s):

DE MÁRMOL CARVAJAL, LUIS. Rebelión y castigo de los moriscos (1600).


Málaga: Editorial Arguval, 1991 (I)

MADOZ, PASCUAL. Diccionario geográfico estadístico histórico de la


provincia de Granada (1845-1850) (II)
TERRÓN TENTOR, JOSÉ. De campo por Granada. 22 itinerarios
naturalísticos de la provincia de Granada. Granada: Turismo Andaluz,
1997 (III)

PULIDO PASTOR, ANTONIO. La cabra montés en el Parque Natural de las


Sierra de Tejeda, Almijara y Alhama. Sevilla: Junta de Andalucía,
Consejería de Medio Ambiente, 2000 (IV)

PULIDO PASTOR, ANTONIO. RODRÚGUEZ-EIRAS, JULIO AUGUSTO. Parque Natural


de las Sierras de Tejeda, Almijara y Alhama. Sevilla: Junta de
Andalucía, Consejería de Medio Ambiente, 2002 (V)

CUARTERO ZUECO, JESÚS y CASADO BOLIVAR, CAYETANO. Disfrutar caminando


por los ríos y costas del Parque Natural de las Sierras Almijara y
Tejeda. Málaga: Editorial Arguval, 2004 (VI)

URIARTE, FRANCISCO. Neveros en Sierra Tejeda. En:


Meteocacin.blogspot.com. Mayo de 2010 (VII)

BORRAZ, SANDRA. Un baño árabe para dormir la olla jameña. DIARIO IDEAL
11 de noviembre de 2010 (VIII)

TEXTOS SELECCIONADOS:

“…Yendo por el camino que va de Vélez a Alhama sobre mano izquierda. 188
Desde este puerto vuelve una cordillera de sierra, que procede de la
mayor y va hacia la mar, llámanla tierra de Tejeda por los muchos
tejos que hay en ella, que son unos árboles derechos y altos como el
ciprés, y la madera es semejante al pino, y se aprovecha rolliza sin
aserrar para enmaderar las casas y para otras muchas labores. Bajando
pues por la cordillera de esta sierra, que es alta y muy fragosa” (I)

“La parte de esta sierra que mira al N. pertenece a Alhama, y la del


S. á Vélez-Málaga: casi todo el año está cubierta de nieve, haciéndose
en ella ventisqueros que la conservan aun en el verano, y abastecen á
Málaga y pueblos de su costa hasta Cádiz… La sierra Tejeda, llamada
así por la multitud de tejos que la poblaban en otro tiempo, es
sumamente áspera, por lo que abunda en cabras montesas, tiene también
buenos pastos, cría salvias, piornos, artos y otros arbustos, y es
abundantísima de aguas” (II)

“Su orografía abrupta está atravesada por antiguos caminos que fueron
veredas de bandoleros y están en desuso. Mantiene una significativa
población de cabras monteses y aves rapaces, así como algunas de las
mejores manchas de monte mediterráneo de la provincia: alcornoques,
melojos y algún que otro tejo” (III)

“Este parque, tan poco conocido, conserva árboles como el tejo, que al
igual que el pinsapo se refugió en sus cimas al acabar las
glaciaciones, por ser típico de un clima más frío, pinos de casi todas
las especies y climas: piñoneros, carrascos, negrales, laricios o
salgareños… Los pinos forman bosques de una altura desusada para
nuestra región, mezclándose con encinares bien conservados punteados
de quejigos. Alcornocales inesperados se enriquecen con quejigos y
melojos en algunos valles. Por si fuera poco, los ingenieros
forestales tuvieron a bien plantar cedros y tsugas, que hoy crecen con
entusiasmo disputando el puesto a los robles…
Encontramos también 45 especies de orquídeas salvajes y otras tantas
de setas; plantas carnívoras colgadas de paredones verticales, que
atrapan moscas y mosquitos … en sus aguas nadan todavía los clásicos
cangrejos de río, y en sus aires vuelan mariposas tan raras como la
monarca –que emigra anualmente desde América-o la cuatro colas…” (IV)

“En otoño, en sus altas cimas, se produce un curioso espectáculo. El


rito nupcial de las cabras monteses, no tan llamativo como el del
venado. Los machos recorren la sierra (es lo que los serranos conocen
por el nombre de "las corrientes"), atraídos por el olor de la hembra
en celo. No emiten sonidos notorios, solamente un chillido escasamente
apreciable. Apenas se alimentan y adoptan lo que se conoce como
posición agonística, con el cuello estirado, los cuernos pegados hacia
el lomo y la cola levantada, persiguiendo en esta posición a las
hembras por peñascos y acantilados solo aptos para alpinistas” (V)

“Sus riachuelos siguen hondos valles que se adentran hasta la misma


espina dorsal de la Sierra, allí donde nacen y sólo son un rezumadero
o un hilillo de agua. En sus orillas, chopos, fresnos y sauces,
conviven junto a cultivos de frutales, castaños, nogales y cerezos. En
su entorno más próximo el encinar, que conforme se asciende va siendo
sustituido por quejigares y algunos ejemplares de arces granadinos.
Estos valles discurren por desfiladeros y angosturas, donde las tobas
calcáreas tienen mil formas de cuento de hadas. La cal transportada 189
por el agua ha formado, con la ayuda del tiempo, cascadas que salvan
desniveles de más de 20 metros, en las que la altura hace que el agua
caiga abajo en forma de lluvia finísima.
Hay también profundas pozas donde el agua se remansa, clara como el
cristal. En ellas y en los rezumaderos que aparecen entre los
permeables mármoles y los impermeables esquistos se forman lagunas
donde se agrupan aquí familias de anfibios como el tritón y la
salamandra” (VI)

“La cima de las Sierras de Tejeda y Almijara es el pico de La Maroma.


Junto a él tiene una cavidad o sima, donde los temporales y el viento
depositan grandes y espesos bloques de nieve. Se conoce por los
documentos de los archivos, que desde 1525 se bajaba a ella con sogas
o cuerda gruesas, llamadas maromas por los marineros, de donde le
viene la denominación al pico. Y, una vez extraída, se transportaba en
mulas a las ciudades de Granada y Málaga” (VII)

“Acoge las cumbres más elevadas de la zona, los picos de la Maroma y


el Lucero, así como infinidad de propuestas activas al aire libre:
senderismo, cicloturismo, escalada, espeleología... y hasta descenso
de barrancos. Para los no tan activos, existen rutas en burro o a
caballo que recorren las cautivadoras sendas de estas sierras” (VIII)

Contexto y valoración:

Las sierras de Almijara, Tejeda y Alhama, que cierran la comarca


del Poniente granadino por su flanco sur, son uno de los paisajes más
desconocidos de Andalucía y de la provincia de Granada.
De hecho, la primera publicación que narra una visita a su
interior data de comienzos del verano del año 1839. Es obra del
botánico suizo Carlos Edmundo Boissier (1810-1885). Entonces
permanece allí casi un mes para recolectar la flora de sus ventisqueros
y contemplar, con interés etnográfico, el modo de trabajar el esparto.
Su trabajo fue tan fructífero que dio nombre científico a nueve de
ellas: Berberis hispánica, Acer granatensis,… Tras funcionar como
Reserva Nacional de caza, en el año 1989 quedó integrada en el Parque
Natural Sierras de Tejeda, Almijara y Alhama. Esta protección legal ha
venido unida a una creciente promoción de sus valores naturales y
paisajísticos, habiéndose incrementado de forma notable las
publicaciones sobre la misma en los últimos 25 años.

A partir de las fuentes antes mencionadas, se ha seleccionado


una antología de textos que ponen de manifiesto la existencia de, al
menos, dos paisajes sobresalientes en la Sierra de Tejeda: Su zona de
cumbres, y los terrenos de mármoles y dolomías.

Uno de sus paisajes sobresalientes es, pues, el de las cumbres -


entre los 1.500 y más de 2.000 metros de altitud-, que ocupadas
mayoritariamente por terrenos relativamente llanos, compuestos por
esquistos, duros e impermeables. Sus principales valores son:

- Observatorio o mirador del paisaje del entorno, destacando el


cordal de las sierras de Tejeda y Almijara, que ofrece
singulares vistas al Mediterráneo y las costas africanas. 190

- El paisaje forestal y, especialmente de sus bosquetes de tejos,


pinos y otras arboledas mediterráneas: El texto I nos informa de
que se bautizó como Sierra de Tejeda:”por los muchos tejos que
hay en ella…”). El texto III menciona que aquí se conservan las
(“mejores manchas de monte mediterráneo de la provincia:
alcornoques, melojos y algún que otro tejo…”.

- El paisaje de su vida animal salvaje: Hasta finales del siglo


XIX había muchos lobos y buitres que tenían sus madrigueras en
las cumbres de estas sierras. Hoy es un privilegiado
observatorio ornitológico de grandes águilas, búhos reales,
halcones peregrinos o azores. Y, sobre todo, acoge una de las
mayores poblaciones de cabra hispánica. las poblaciones de cabra
montés se calcula que superan los 1.500 ejemplares sólo en la
vertiente malagueña. Al paisaje asociado a este animal salvaje
hace alusión el texto V: “En otoño, en sus altas cimas, se
produce un curioso espectáculo. El rito nupcial de las cabras
monteses, no tan llamativo como el del venado. Los machos
recorren la sierra (es lo que los serranos conocen por el nombre
de "las corrientes"), atraídos por el olor de la hembra en celo.
No emiten sonidos notorios, solamente un chillido escasamente
apreciable. Apenas se alimentan y adoptan lo que se conoce como
posición agonística, con el cuello estirado, los cuernos pegados
hacia el lomo y la cola levantada, persiguiendo en esta posición
a las hembras”.

- El paisaje fósil de sus neveros o almacenes de nieve. Este


oficio tradicional se menciona ya en el año 1525, y ha perdurado
más de cuatro siglos. El texto II nombra la existencia de:
”ventisqueros que conservan la nieve aun en el verano, y
abastecen á Málaga y pueblos de su costa hasta Cádiz…”. El texto
VII nos indica que su principal altura, el pico de La Maroma:
”tiene una cavidad o sima, donde los temporales y el viento
depositan grandes y espesos bloques de nieve…”.

El otro paisaje sobresaliente de la Sierra de Tejeda son los


terrenos ocupados por rocas como mármoles y dolomías en sus laderas
medias y bajas.

El texto VI menciona que para subir a las cumbres de la sierra


se pueden seguir: ”desfiladeros y angosturas, donde las tobas
calcáreas tienen mil formas de cuento de hadas. La cal transportada
por el agua ha formado, con la ayuda del tiempo, cascadas que salvan
desniveles de más de 20 metros, en las que la altura hace que el agua
caiga abajo en forma de lluvia finísima. Hay también profundas pozas
donde el agua se remansa, clara como el cristal.”

Un valor paisajístico común a toda la Sierra de Tejeda es la


observación puntual de manifestaciones originales de la vida vegetal y
animal, con presencia de numerosos endemismos locales. Así, el texto
IV nos señala que: “encontramos también 45 especies de orquídeas
salvajes y otras tantas de setas; plantas carnívoras colgadas de
paredones verticales, que atrapan moscas y mosquitos… en sus aguas
nadan todavía los clásicos cangrejos de río, y en sus aires vuelan
mariposas tan raras como la monarca –que emigra anualmente desde 191
América-o la de cuatro colas…”.

Finalmente, hoy día la nueva visión del paisaje de Sierra


Tejeda, más que a los oficios tradicionales, está vinculada ahora al
disfrute de su paisaje a través de, como indica el texto VIII:
“infinidad de propuestas activas al aire libre: senderismo,
cicloturismo, escalada, espeleología… y hasta descenso de barrancos.
Para los no tan activos, existen rutas en burro o a caballo que
recorren las cautivadoras sendas de estas sierras”.
Referente territorial: Poniente granadino.

Número y título de ficha: III.4. La Tierra de Alhama (IV). Imagen de


conjunto de Alhama de Granada.

Objetivo de la Catalogación: Caracterización del tipo de paisaje


local.

Referente paisajístico: Paisaje de dominante urbana.

Autor(es), obras(s) y fecha(s):

SERRANO, JESÚS; NEUHAUS, ROLF. El collar de las medinas. Rutas


literarias por el corazón de Al Andalus. Pp. 153, Granada: Editorial
Mágina, 2004. (I)

MEDINA, PEDRO DE. Libro de grandezas y cosas memorables de España.


Agora nuevo fecho y recopilado por el Maestro Pedro de Medina vezino
de Sevilla (año 1548) pp. 172-ss, (II)

MIÑANO, SEBASTIÁN DE. Diccionario geográfico histórico y estadístico


de España y Portugal, 1826 (III) 192

FORD, RICHARD. Manual para viajeros por Andalucía. (1831-1833), pp.


110. Madrid: Ediciones Turner, 1980 (IV)

MADOZ, PASCUAL. Diccionario geográfico estadístico histórico de la


provincia de Granada (1845-1850) (V)

GAUTIER, TEOPHILE. Viaje a España (1845). Madrid: Colección cómo nos


vieron. Editorial Cátedra, 1998 (VI)

LADY TENISON Castille and Andalucia (1853). Citado en: LÓPEZ BURGOS,
MARIA ANTONIA. Por los caminos del Poniente granadino. Relatos de
viajeros durante el siglo XIX. pp. 192, Granada: Consorcio para el
desarrollo rural del Poniente granadino. Proyecto Sur de Ediciones,
1998 (VII)

MATEO PÉREZ, MANUEL. El Poniente granadino, la última frontera.


Coleccionable una Andalucía por descubrir. Diario el Mundo. 10 de
junio de 2010. (VIII)

ADELFO. De Vélez Málaga a Granada (1994). Diario El País, 3 de


noviembre de 2011 (IX)

OUBERNELL, CAROLINA. Los miradores del Poniente granadino. Madrid:


Diario El Mundo, 16 de agosto de 2012 (X)

TEXTOS SELECCIONADOS.

“Escuchaban el rumor del agua que movía las aceñas, veían la


atormentada garganta rocosa cubierta por el sereno sol estival…era la
ciudad balnearia de la corte nazarí, el sueño de los príncipes niños,
que saltaban de alegría cuando al comienzo del verano dejaban la
Alhambra para zambullirse en la delicia del agua y perderse en las
correrías campestres” (I)

“La ciudad de Alhama está de tal modo dispuesta que comienza su


población en la ribera de un río en lo bajo de un cerro y va subiendo
hasta llegar a lo alto, donde es llano y hay gran número de calles,
casas y plazas. Es aquella ciudad muy fortalecida por muros y torres…”
(II)

“La ciudad parece enteramente morisca, conservando sus murallas. Está


situada en una gran elevación por debajo de la cual pasa el río y se
halla en una vega de frutales y particularmente de buenos vinos (III)

“Alhama es la Ronda de estas zonas alpinas…agreste y pintoresca,


colgando en el filo de una imponente raja en la montaña por la que
corre el río…Por abajo, las aguas serpentean entre barrancos y rocosos
peñascos, hierven en los molinos y cascadas… Toda la escena es
perfecta para un pintor” (IV)

“Se halla situada en la raíz oriental de un monte de poca altura sobre


un banco de piedra calcárea, que forma una especie de plano inclinado
de Este a Oeste… La parte antigua está delimitada por un tajo de
piedra, por cuya profundidad corre el río, teniendo una muralla casi
destruida, en la cual aun se conservan vestigios de antiguos fortines, 193
un castillo y sus puertas, e Málaga y Granada, las cuales se hallaban
en las extremidades que respectivamente unían la muralla con el
expresado tajo…” (V)

“Está colgado de una roca o pico, como un nido de águilas, resultando


una especie de herradura, rodeada de profundos tajos, a cuyos pies
corre el río…” (VI)

“Sus casas grises tienen el mismo color del terreno sobre el que se
levantan…Está enclavada en el filo de una de las montañas que debió
ser una fortaleza inexpugnable. Desde el valle es donde se ve mejor.
Las rocas, que forman los lados de la garganta fluvial, se levantan de
forma casi perpendicular, mientras que, por encima de sus afilados
riscos, aparece una irregular línea de casas, construidas sobre el
borde mismo del precipicio” (VII)

“Al filo de una hoz rocosa cortada por el río, sobre los altos tajos,
se halla Alhama de Granada, una de las ciudades que más ríos de tinta
hicieron correr a viajeros y artistas románticos del XIX. En sus
escritos solían decir que Loja fue la llave de Granada, Íllora el ojo
derecho y Alhama la joya más llorada” (VIII)

“El primer golpe de vista se centra en su sólida y portentosa iglesia


arropada por un racimo de casas pardas. El pueblo cabalga a lomos de
un brazo terroso, esculpido por dos gargantas torrenteras, que lo
encumbra, que lo elevan en medio de una lenta ladera. A medida que
bajas el apiñamiento blancuzco, entorno al templo, es más denso, más
abigarrado; viven adosados, pegados unos con otros, en un esfuerzo
supremo, tratando de evitar desprenderse por las cortadas del torrente
que los precipitaría al vacío y se perderían entre las eses secas que
otrora el barranco labrara” (IX)

“Es uno de los mejores miradores del Poniente granadino. Se encuentra


en una espectacular y estrecha fisura abierta en la corteza de la
tierra en cuyo fondo discurre el menudo curso del río Marchán. El
barranco es inmenso y hermoso, un auténtico cañón que se prolonga a lo
largo de dos kilómetros. Los puentes y acueductos que salvan las aguas
mansas del Merchán parecen de juguete desde lo alto del tajo al que
asoman las casas colgadas” (X)

Contexto y valoración:

Desde el Renacimiento y, sobre todo, en la época de los viajeros


románticos, la localidad de Alhama de Granada aparece citada en
numerosos relatos de libros de viaje por España y Andalucía. Esta gran
abundancia de citas se explica, al menos, por dos aspectos:

- La ubicación de la localidad de Alhama de Granada en uno de los


itinerarios realizados con mayor frecuencia por los viajeros
nacionales y extranjeros, el que unía Granada y Málaga, a través
del puerto de Zafarraya, su conexión más directa;
194
- La fama legendaria de la localidad como uno de los lugares más
excelentes del antiguo reino nazarí de Granada. Fama aportada
por el romance de la pérdida de Alhama. Romance ampliamente
divulgado en Inglaterra por el famoso escritor Lord Byron, que
lo tradujo a principios del siglo XIX.

En el último tercio del siglo XVII la localidad de Alhama adopta un


aspecto diferente al levantarse su iglesia mayor: los viajeros
centrarán su atención en los siguientes aspectos;

- Su posición en lo alto de un abrupto tajo, mirando el río que


corre bajo ella, le ha valido comparaciones con otras ciudades
andaluzas y españolas con similar emplazamiento, como Ronda,
Cuenca o Toledo. En el texto IV el hispanista Richard Ford – a
mediados del siglo XIX la cataloga de la siguiente manera: ”es
la Ronda de estas zonas alpinas…. Dicho emplazamiento lo comparó
también el literato romántico francés Téophile Gautier con un
“nido de águilas”.

- Su paleta de colores tradicional, similar al del paisaje


circundante: El texto VII, debido a la pluma de una viajera
romántica inglesa nos habla de que: (“Sus casas grises tienen el
mismo color del terreno sobre el que se levantan…”). Otros
textos critican esta falta de color propio, que le resta
vistosidad en la lejanía.

- La vega y el barranco del río Marchan y el perfil recortado de


la población de Alhama de Granada en la meseta que lo corona,
constituyen tres elementos de un mismo paisaje urbano.
La vega del río Marchán, en el fondo del valle situado bajo la
población es también citado. El texto IV menciona que “Por abajo, las
aguas serpentean entre barrancos y rocosos peñascos, hierven en los
molinos y cascadas… Toda la escena es perfecta para un pintor”. El
texto I imagina los sonidos peculiares de los príncipes árabes que
veraneaban en Alhama: ”Escuchaban el rumor del agua que movía las
aceñas…”.El texto IX se fija en que “Los puentes y acueductos que
salvan las aguas mansas del Marchán parecen de juguete desde lo alto
del tajo”.

El segundo elemento principal del paisaje es el barranco que


forma la corriente fluvial. El texto VII habla de sus virtudes para la
defensa del lugar. Alhama está enclavada en el filo de una de las
montañas que debió ser una fortaleza inexpugnable: “Desde el valle es
donde se ve mejor. Las rocas, que forman los lados de la garganta
fluvial, se levantan de forma casi perpendicular…). El texto IX, mucho
más reciente, nos habla de “Una espectacular y estrecha fisura abierta
en la corteza de la tierra en cuyo fondo discurre el menudo curso del
río…El barranco es inmenso y hermoso, un auténtico cañón que se
prolonga a lo largo de dos kilómetros”.

La meseta donde está asentada la población es descrita de esta


manera por el texto II: (“a lo alto, donde es llano y hay gran número
de calles, casas y plazas…”). El texto VI matiza que la forma urbana
acaba “resultando una especie de herradura, rodeada de profundos
tajos, a cuyos pies corre el río…”. El texto VII nos habla de que 195
(“por encima de sus afilados riscos, aparece una irregular línea de
casas, construidas sobre el borde mismo del precipicio…”).

Además de estos elementos inmanentes del paisaje urbano, que han


permanecido inalterados secularmente, la imagen externa de Alhama de
Granada también ha evolucionado a través del tiempo.

Alhama llegó a ser una de las mejores fortalezas del Reino de


Granada en los siglos XIV y XV. Poco después de su conquista, el texto
II cita que era “ciudad muy fortalecida por muros y torres…”. Y,
todavía a principios del siglo XIX, como indica el texto III, ”La
ciudad parece enteramente morisca, conservando sus murallas”. Sin
embargo, e mediados del siglo XIX se observa, en el texto V, la
decadencia definitiva de este paisaje urbano defensivo: “teniendo una
muralla casi destruida, en la cual aún se conservan vestigios de
antiguos fortines, un castillo y sus puertas, e Málaga y Granada, las
cuales se hallaban en las extremidades que respectivamente unían la
muralla con el expresado tajo…”.
Referente territorial: Poniente granadino.

Número y título de ficha: III.5. La Tierra de Alhama (V). Imagen 196


interna de Alhama de Granada.

Objetivo de la Catalogación: Caracterización del tipo de paisaje


local.

Referente paisajístico: Paisaje de dominante urbana.

Autor(es), obras(s) y fecha(s):

GROSVENOR, ELISABETH MARY. Viaje por el Mediterráneo (1840-1841).


Citado en: LÓPEZ BURGOS, MARIA ANTONIA. Por los caminos del Poniente
granadino. Relatos de viajeros durante el siglo XIX. pp. 192, Granada:
Consorcio para el desarrollo rural del Poniente granadino. Proyecto
Sur de Ediciones, 1998 (I)

MADOZ, PASCUAL. Diccionario geográfico estadístico histórico de la


provincia de Granada (1845-1850) (II)

GAUTIER, TEOPHILE. Viaje a España (1845). Madrid: Colección cómo nos


vieron. Editorial Cátedra, 1998 (III)

BERMÚDEZ-CAÑETE, FEDERICO. Retorno a Granada, pp. 131. Granada:


Editorial Ubago, 1989 (IV)

OLMEDO, FERNANDO. Ruta de Washington Irving, pp. 78. Sevilla: Turismo


Andaluz, 1999 (V)

BORRAZ, SANDRA. Un baño árabe para dormir la olla jameña. DIARIO IDEAL
11 de noviembre de 2010 (VI)
TEXTOS SELECCIONADOS:

“Las calles, empinadas, son simples tramos de escaleras, y están


pavimentadas con piedras muy puntiagudas. Las fachadas de algunas
casas tienen enormes y salientes rejas negras en las ventanas” (I)

“El piso de las calles es una cantera de color pardo u oscuro, picado
de trecho en trecho para evitar que se resbalen los transeúntes…” (II)

“La meseta que forma su suelo está cincelado de ranuras, para evitar
que sus habitantes resbalen. Sus tapias de color de yeso están
agujereadas con alguna ventana rara, tapadas con contraventanas de
aspecto árabe” (III)

“Tiene un conjunto de calles que convergen en la iglesia, cuyas torres


destacan al final como la proa de un barco. El caserío es homogéneo,
taje moruna y fachadas encaladas…Su entramado urbano se lee como un
libro. La trama medieval de callejuelas en torno al cerro con sus
tejados rojizos ensamblados en largas hileras y con el gran volumen
cilíndrico de la iglesia en el centro… Más allá, los barrios nuevos
que elevan sus volúmenes discordantes” (IV)

“La antigua ciudad amurallada nazarí conserva sus plazas, calles y


adarves cerrados… En ella se concentraron tras la conquista los
edificios cristianos. Tres iglesias, levantadas sobre antiguas
mezquitas; un reguero de casas solariegas timbradas con la heráldica 197
de los linajes de los repobladores; la fuente de los Reyes Católicos;
el Hospital de la Reina Isabel, el primer hospital de sangre del reino
de Granada; la antigua sinagoga y el pósito o granero común,…. Más
allá, las calles rectilíneas de la nueva ciudad” (V)

“Recorrer las empedradas calles garantiza un tranquilo paseo en el


tiempo hasta finales del siglo XV. Cuando Isabel la Católica fundó la
Iglesia Mayor y en la frontal del Caño Wamba quedaron para historia
las armas de los Reyes Católicos y el escudo de Carlos I. Las
estrechas calles de su barrio árabe pueden convertirse en un verdadero
laberinto, y puedes acabar entre mazmorras (cavidades abiertas en la
roca que en su día fueron utilizadas como silos para el grano)” (VI)

Contexto y valoración:

El interior del núcleo urbano de Alhama de Granada no le va a la


zaga a su imagen externa, y constituye uno de los paisajes urbanos
sobresalientes y singulares del Poniente granadino.

Destaca, sobre todo, el Barrio árabe, que fue el núcleo


originario de la villa. Su traza urbanística sigue vigente, aunque se
perdió gran parte de su arquitectura defensiva. Este barrio estaba
constituido por calles, plazuelas y rincones de puro estilo musulmán.
El texto IV nos habla de que allí: “caserío es homogéneo, taje moruna
y fachadas encaladas…”. Y el texto V de que “La antigua ciudad
amurallada nazarí conserva sus plazas, calles y adarves cerrados…”, y
el texto VI de que las ”estrechas calles de su barrio árabe pueden
convertirse en un verdadero laberinto”. Si bien, el texto IV ve un
orden global en esta anarquía aparente de su callejero: “La trama
medieval de callejuelas en torno al cerro con sus tejados rojizos
ensamblados en largas hileras y con el gran volumen cilíndrico de la
iglesia en el centro…como la proa de una nave”.

Durante el siglo XVI la imagen interna del casco histórico


alhameño, que es actualmente uno de sus principales atractivos
turísticos, se trasformó radicalmente, cristianizándose, como nos
informan los textos V y VI: “…tras la conquista los edificios
cristianos se concentran aquí. Tres iglesias, levantadas sobre
antiguas mezquitas; un reguero de casas solariegas timbradas con la
heráldica de los linajes de los repobladores; la fuente de los Reyes
Católicos; el Hospital de la Reina Isabel, el primer hospital de
sangre del reino de Granada; la antigua sinagoga y el pósito o granero
común, la casa de la inquisición, …” y “Isabel la Católica fundó la
Iglesia Mayor y en la frontal del Caño Wamba quedaron para historia
las armas de los Reyes Católicos y el escudo de Carlos I”.

Hay, además, algunos otros aspectos sobresaliente del paisaje


urbano, citados en los textos de literatos y viajeros.

El más repetido es el peculiar pavimento tradicional de sus


calles. Éste llamó particularmente la atención de los viajeros
románticos (siglos XVIII-XIX). El texto I menciona: (“calles
empinadas, son simples tramos de escaleras, y están pavimentadas con
piedras muy puntiagudas. Y el texto II asevera que su pavimento está
“picado de trecho en trecho para evitar que se resbalen los
transeúntes…”. El texto III coincide con el anterior, informándonos de 198
que “su suelo está cincelado de ranuras, para evitar que sus
habitantes resbalen”.

Otro aspecto original era la existencia, en la parte más antigua


del barrio nazarí, de unas cavidades abiertas en la roca, que fueron
destinadas tanto a silos para granos como a mazmorras en algunas
ocasiones, y de escaleras que permitían bajar hasta el río para
abastecerse de agua.
199

Referente territorial: Poniente granadino.

Número y título de ficha: III.6. La Tierra de Alhama (VI). Baños


árabes de Alhama de Granada.

Objetivo de la Catalogación: Paisaje sobresaliente y singular.

Referente paisajístico: Paisaje de dominante natural.

Autor(es), obras(s) y fecha(s):

PERUCHO, JUAN. Diccionario de aguas. Barcelona: Diario La Vanguardia,


10 de enero de 1970 (I)

IBN BATTUTA. A través del Islam (1349-1350), Madrid: Alianza


Editorial, 2005. (II)
MÜNZER, JERÓNIMO. Itinerario por España, Francia y Alemania (1494).
Citado en: GARCIA MERCADAL, A: Viajes de extranjeros por España y
Portugal. Desde los tiempos más remotos hasta fines del siglo XVI, pp.
348-350. Madrid: Editorial Aguilar, 1952. (III)

MEDINA, PEDRO DE. Libro de grandezas y cosas memorables de España.


Agora nuevo fecho y recopilado por el Maestro Pedro de Medina vecino
de Sevilla (año 1548) pp. 172-ss (IV)

MIÑANO, SEBASTIÁN DE. Diccionario geográfico histórico y estadístico


de España y Portugal, 1826 (V)

WIDDRINGTON, SAMUEL. España y los españoles (1843). Citado en: LÓPEZ


BURGOS, MARIA ANTONIA. Por los caminos del Poniente granadino. Relatos
de viajeros durante el siglo XIX. pp. 192, Granada: Consorcio para el
desarrollo rural del Poniente granadino. Proyecto Sur de Ediciones,
1998 (VI)

JIMÉNEZ TITOS, FRANCISCO. La bañera de árabes y romanos. Madrid:


Diario EL PAÍS. 21 de agosto de 1999 (VII)

SERRANO, JESÚS y NEUHAUS, ROLF. El collar de las medinas. Rutas


literarias por el corazón de Al Ándalus, pp.254. Granada: Editorial
Mágina, 2004 (VIII)

BORRAZ, SANDRA. Un baño árabe para dormir la olla jameña. DIARIO IDEAL 200
11 de noviembre de 2010 (IX)

DURÁN, BLANCA. Alhama, el agua de la vida. Página WEB Turgranada.com,


junio 2012 (X)

TEXTOS SELECCIONADOS:

“Los árabes se bañaban en ellas al son de chirimías y atabales, según


refiere Jorge Borrow en su “Biblia en España”. El poeta andalusí Ben
Raia dijo de ellas en el siglo XIII: Se deslizan a borbotones sierpes
de agua, que corren hacia la taza como amedrantadas víboras. El agua
acostumbrada a correr furtivamente debajo de la tierra al ver un
espacio abierto aprieta a huir, más luego, al reposarse, satisfecha de
su nueva morada, sonríe amorosamente mostrando sus dientes de
burbujas” (I)

“Existen allí unas burgas de agua caliente, orilla de su río, a una


milla de distancia, más o menos, del pueblo, con aposentos separados
para el baño de hombres y mujeres” (II)

“Sus termas son de un agua purísima y bastante calientes. El rey de


Granada mandó hacer allí un baño muy suntuoso, con piso de mármol, en
cuya parte superior hay soberbios arcos y lucernas” (III)

“Tiene unos edificios grandes y muy antiguos en los que sale agua
caliente que tiene la virtud de curar muchas enfermedades, y allí
vienen a estos baños muchas gentes no solo de la comarca sino de toda
España que sana sus enfermedades entrando en estos baños…” (IV)
“Sus aguas nacen entre peñascos, pero la frondosidad de los árboles lo
hace divertido. Tiene unos baños termales muy célebres, con
alojamientos para los dolientes. Los baños consisten en estanques, uno
menor que otro, al que llaman baño de la reina…está cubierto todo de
buena fábrica de arquitectura y embadurnado por dentro. Cuando el sol
entra por las lumbreras se ve el agua que parece que los que se bañan
se están untando aceite… estas aguas se usan también de bebida…” (V)

“Los baños tienen un edificio árabe que se ha dejado sin tocar, tal
como éstos lo usaron…Se han construido baños privados y otros aseos, y
habitaciones con alcobas para dormir…” (VI)

“El baño viejo data de la época romana, cuando descubrieron que de


esta tierra emanan 80 litros de agua por segundo a 47 grados de
temperatura. Un hallazgo natural que en el baño nuevo perduró en el
tiempo, después del gran terremoto de 1884,…” (VII)

“El agua cana del río desprende un olor picante y el vaho de su calor
se conserva en el edificio de los baños. En parte de nueva fábrica, en
parte de estilo califal. Tiene arcos de herradura y bóvedas, y se le
han adosado unos azulejos moriscos. La luz que llega por arcos y
lucernas crea un ambiente mágico, acentuado por la sensación de
frescor tras un caluroso día” (VIII)

“Hoy, el balneario atrae cada temporada a unas 1.300 personas,


llegadas de Andalucía en su mayor parte. Sus aguas, ricas en sulfatos 201
y calcio, están indicadas para el tratamiento de enfermedades del
aparato locomotor y respiratorio. Obtienen también excelentes
resultados contra la gota. Las termas se encuentran arropadas por las
escarpadas cimas de las sierras de Almijara y Tejeda. Su frondosa
vegetación y el murmullo del cercano río otorgan al paraje donde se
ubica el balneario una tranquilidad y un frescor envidiable en pleno
verano: la temperatura media es de 19 grados. El balneario ofrece un
amplio repertorio de técnicas de hidroterapia. Desde baños, baños con
burbujas y duchas de chorro a presión hasta inhalaciones y
parafangos.” (IX)

“El Baño Viejo o de la reina es una gran piscina redonda de la que


emanan agua caliente y vapor. Su origen se halla en el diseño de un
laconicum romano, sala destinada a los baños de vapor y que respondía
a unas estrictas normas de diseño. La bañera, con idéntico diámetro
que la altura de la cúpula, conserva su primitiva imagen romana. Bajo
la estricta supervisión de médicos hidrólogos que estudian las
propiedades de las aguas, presenta un amplio programa de tratamientos
diferenciados: baños de burbujas, hidromasaje, de algas, jacuzzi,
parafangos, chorros y duchas circulares, masajes vichy bajo el agua,
sauna húmeda y finlandesa, envolturas corporales en lodos, algas,
chocolate o uvas moradas y cabinas de aerosolterapia y aromaterapia”
(X)

Contexto y valoración:

Uno de los lugares en la provincia de Granada más citados por


los viajeros desde el siglo XV son los baños árabes de Alhama.
Subyace, tras esta descripción repetida de dicho lugar, la novedad que
les producía el conocimiento en pleno funcionando de uno de los pocos
edificios que se conservaban en tal estado de la época dorada nazarí.

Las fuentes de dicha época describen estos baños como parte de


las instalaciones del lugar de retiro y descanso estival de los reyes
granadinos, que fue Alhama en los siglos XIV y XV.

Así, el texto III nos refiere, poco después de la conquista


castellana, que era “un baño muy suntuoso, con piso de mármol, en cuya
parte superior hay soberbios arcos y lucernas”. El texto II, del
viajero árabe Ibn Battuta nos habla de un aspecto luego olvidado, como
era la división sexista de los baños, en función del credo islamista
que pregona el ocultamiento del cuerpo de la mujer: ” Se ven allí unas
burgas de agua caliente con aposentos separados para el baño de
hombres y mujeres”. Y el texto I recrea, a través de la imaginación
romántica, la vida cotidiana de los baños árabes como un lugar
paradisiaco donde “Los árabes se bañaban en ellas al son de chirimías
y atabales”.

Los baños árabes permanecieron en funcionamiento y sin apenas


cambios durante los siglos XVI y XVII. El texto VI nos informa de que
los baños “Tienen unos edificios grandes y muy antiguos en los que
sale agua caliente que tiene la virtud de curar muchas enfermedades”.
Este texto también nos habla de que, junto con Granada y la Alhambra,
desde época renacentista los baños árabes de Alhama se convierten en
uno de los primeros destinos de los viajeros españoles dentro de la 202
provincia granadina, merced a la fama de sus aguas curativas: ”allí
vienen a estos baños muchas gentes no solo de la comarca sino de toda
España”.

Los textos de los viajeros románticos y de la época


contemporánea nos permiten conocer los adelantos que la modernidad y,
especialmente, la moda de los baños en aguas minero-medicinales, han
impuesto al paisaje de este lugar.

Su momento de máximo esplendor lo vivió, al igual que el resto


de balnearios europeos, en el siglo XIX, cuando el Romanticismo
devolvió el protagonismo a las antiguas construcciones romanas. En ese
tiempo, llegó a ser uno de los más importantes de Andalucía, junto a
los balnearios de Carratraca y Zújar. En la actualidad, ha cobrado un
auge importante debido a la modernización de las instalaciones y a la
creciente preocupación por la salud.

El paisaje de los baños árabes de Alhama de Granada puede ser


segmentado, a efecto de sus análisis, en tres elementos: Su entorno y
acceso principal; el manantial, y las instalaciones para los baños.

Su entorno y acceso principal se realiza por un paisaje agreste,


un desfiladero donde el río discurre encajonado entre paredes
verticales. Se trata de una zona fresca, umbría y húmeda con gran
riqueza paisajística y ecológica. A principios del siglo XIX, el texto
V alude a ella, diciendo que “Sus aguas nacen entre peñascos, pero la
frondosidad de los árboles lo hace divertido”. Hoy en día, este paraje
se ha convertido en los jardines del balneario, mejorándose si cabe,
de manera que un texto contemporáneo nos habla de que “Su frondosa
vegetación y el murmullo del cercano río otorgan al paraje donde se
ubica el balneario una tranquilidad y un frescor envidiable en pleno
verano: la temperatura media es de 19 grados”.

Las dos estaciones termales de Alhama de Granada son conocidas


desde antaño como “Baño viejo” y “Baño nuevo”. Cada una tiene su
propio manantial, gabinete de baños y hotel.

El Baño Fuerte o Manantial Prehistórico es el segundo de los


elementos que se puede diseccionar este paisaje. Fue declarado Bien de
interés cultural en 1931. Los relatos de los viajeros se detienen
frecuentemente en la descripción de estas aguas que llaman la atención
porque “desprenden un olor picante”, tienen un “sabor amargo y
desagradable” y “son claras y transparentes, pudiéndose reconocer una
pequeñísima moneda en su fondo” (Hoefnagel, 1572). Su descripción
contemporánea se fija ahora, más que en su aspecto externo, en su
composición química, al ser aguas “ricas en sulfatos y calcio”. En lo
que coinciden la mayoría de las descripciones es en que las aguas
salutíferas son “aguas de un calor moderado”, y en “el vaho de su
calor que se desprende en el baño”.

Las aplicaciones de las aguas, ya en forma de baños o bebidas,


fueron descritas para todo tipo de males en el siglo XVI: “sirve de
remedio para todos aquellos afligidos por alguna enfermedad”
(Hoefnagel, 1572). Si bien, los avances de la ciencia médica la
recetan actualmente de manera específica para “el tratamiento de
enfermedades del aparato locomotor y respiratorio”. 203

La edificación más notable de este conjunto arquitectónico es el


antiguo baño árabe, también llamado baño de la reina.

Se trata de su antigua sala central. Aquélla en donde surge el


manantial en una habitación bajo bóvedas esquifadas y con arcos de
herradura, que es considerada como una joya del arte nazarí. El texto
V menciona respecto a en ella que “Cuando el sol entra por las
lumbreras se ve el agua que parece que los que se bañan se están
untando aceite…. Y el texto VIII alude a su atmósfera interior, donde
“La luz que llega por arcos y lucernas crea un ambiente mágico,
acentuado por la sensación de frescor tras un caluroso día…”. El texto
X describe su posible origen romano: “Su origen se halla en el diseño
de un laconicum romano, sala destinada a los baños de vapor y que
respondía a unas estrictas normas de diseño. La bañera, con idéntico
diámetro que la altura de la cúpula, conserva su primitiva imagen
romana”).

Finalmente hay que señalar que, aun conservando esta sala


central, el balneario ha ido cambiando el aspecto del resto de sus
instalaciones adaptándose a cada época histórica.

Así, en el siglo XVI los bañistas eran “recibidos en una gran


casa, donde se alojaban, mientras sus caballos y animales de tiro eran
puestos en los establos. Las personas tratadas eran servidas en
habitaciones provistas de camas, ropas, mantas, fuego y otras cosas
necesarias para recuperar su salud” (Hoefnagel, 1572). Y, en la
actualidad “disponen de un amplio y cómodo aparcamiento, jardines
donde pasear, “se ofrece un amplio repertorio de técnicas de
hidroterapia. Desde baños, baños con burbujas y duchas de chorro a
presión hasta inhalaciones y parafangos”. Y sus múltiples servicios
actuales asociados a las nuevas formas de alojamiento como lavandería,
salones de estar, televisión con mando a distancia y teléfono en todas
las habitaciones, calefacción central, capilla, aparcamiento vigilado,
peluquería o custodia de valores.

204
Referente territorial: Poniente granadino.

Número y título de ficha: III.7. La Hoya de Loja (I). Representación


literaria del carácter del paisaje (ss. XVI-XXI).

Objetivo de la Catalogación: Caracterización del tipo de paisaje


provincial.

Referente paisajístico: Paisaje de dominante agraria.

Autor(es), obras(s) y fecha(s):

MEDINA, PEDRO DE. Grandezas y cosas notables de España. Libro Segundo.


Alcalá de Henares. 1595 (I)

HENRIQUEZ DE JORQUERA, Anales de Granada. Descripción del reino y la


ciudad de Granada (1588-1646), pp.108-109. Granada: Universidad de
Granada, 1987 (II)
205
MIÑANO, SEBASTIÁN DE. Diccionario geográfico estadístico de España.
1826 (III).

IRVING, WASHINGTON. Diario 1882-1829 (IV)

BEN SELIM, ABDEL. Relatos de Granada. Recuerdos de Andalucía (1839-


1843). Granada: Editorial Albaida, 1991 (V)

MADOZ, PASCUAL. Diccionario geográfico estadístico histórico de la


provincia de Granada (1845-1850) (VI)

JEREZ PERCHET, AUGUSTO. Impresiones de viaje. Andalucía. El Rif.


Madrid: Librería de Bailly-Bailliere, 1873 (VII)

SERMET, JEAN. La España del Sur. Barcelona: Editorial Destino, 1958


(VIII)

PORCEL, BALTASAR. Lección de ortografía penibética. Los Trabajos y los


días. Barcelona: Diario La Vanguardia, 9 de julio de 1967 (IX)

DE MENA, JOSÉ LUÍS. Loja, flor entre espinas. Granada: Revista Sierra
Elvira. Invierno, 1980 (X)

GARCÍA DE LOS REYES, JUAN CARLOS. Vega de Loja (Granada). Observatorio


virtual del paisaje mediterráneo (5). www.granadablogs.com, Diario
IDEAL, 2 de abril de 2011 (XI)

TEXTOS SELECCIONADOS:
“Loxa… se coge en esta ciudad mucha oliva y aceite. Se hace mucha obra
de cáñamo como cordeles, maromas, alpargatas y otras cosas” (I)

“Abunda de todo mantenimiento, con buena cría de seda, caza y


regaladas frutas…” (II)

“Se coge mucho trigo, cebada, habas, maíz, aceite y bellota… Tiene muy
buena salina y abunda en agua… Tienen fama sus paños y fábricas de
papel” (III)

“Por encima todo es agreste y estéril; por debajo encontramos la más


ubérrima vegetación y el más fresco verdor. Un contraste parecido es
el que ofrece el río Genil; por encima del puente es plácido y
herbáceo, las arboledas y jardines se reflejan en sus aguas; por
debajo es rápido, ruidoso y tumultuoso” (IV)

“Los contornos de Loja son amenísimos y deleitosos. Las corrientes que


se desprenden de las sierras y las muchas aguas que se extraen del
Genil, conducidas por acequias y canales, riegan multitud de huertas y
vergeles, y hermosean su campiña.
Desde une eminencia presenta un aspecto tan encantador como pintoresco
por sus ricos olivares y viñedos, la verdura de sus hortalizas y
frutales, los bosques de álamos de las orillas, y las risueñas
habitaciones luciendo entre arboleda y frescura” (V)

“Su territorio, aunque erizado de montañas y sierras por sus lados 206
norte y sur, deja buenas y amenas vegas, siendo espaciosas y fecundas
por la parte oeste. El cultivo de cáñamo y lino ya no se hace en
general a pesar de ser muy buenos los que se cogen; y la cría de
gusanos de seda es cortísima.
A fines del siglo último se hallaban estas sierras pobladas de
encinas, quejigos, robles y madroños; pero hoy carecen de este
arbolado… criándose álamos negros y blancos, chopos copudos y
elevados, nogales, y gruesos cerezos… No falta caza de conejos,
liebres, perdices y volatería; ni pesca de truchas, barbos, anguilas,
cangrejos, pececillos, bogas, y en alguna ocasión la nutria,
cuadrúpedo anfibio del Genil.” (VI)

“La Vega está colocada en medio de montañas que ocultan entre sus
faldas hermosas huertas. El río Genil es aquí profundo y ancho como el
Tajo en Aranjuez. Sus alamedas con frondosísimas. De las sierras de
los contornos se desprenden manantiales riquísimos, que hacen que toda
la vega sea abundante en aguas“(VII)

“Por todas partes brotan manantiales claros y límpidos, cuyas aguas


determinan un riquísimo valle. Todos son cuadros de diferentes verdes
con predominio del maíz y de las hortalizas, y de árboles frutales en
las lindes de las parcelas. El río transcurre ligeramente encajonado,
acompañado de una galería de sauces inclinados sobre los remansos
verde oliva, entre los alisos y viburnos que forman verdaderas
frondas, y entre plantaciones de álamos que abastecen de madera en un
mundo de montañas peladas” (VIII)

“La vega está encajada y es estrecha. Poco a poco se aplanan los


campos, se ensanchan los valles hasta deshacerse en la vega granadina.
Las aldeas jalonan la ruta y de las márgenes del río se erizan árboles
esbeltos y temblones. Prolifera el regadío” (IX)

“La vega de Loja es una sinfonía de colores. En medio, la ciudad, con


su hábitat blanco y sus piedras seculares. Abajo, los esmeraldas y
verdes de cien matices de sus huertas. A sus lados, los extensos
olivares verdioscuros en las laderas de los montes que la cercan; los
ora verdosos ora dorados trigales; y, más arriba, los agrestes
paisajes pardos y grises de las sierras” (X)

“El Surco Intrabético se encaja aquí entre las escarpadas laderas de


la Sierra. La alargada vega es un pasillo estrecho entre las amplias
extensiones de la Hoya de Antequera y la Vega de Granada. Su referente
urbano central es la ciudad de Loja a orillas del río Genil. Esta
ciudad media ocupa históricamente una posición central en la llanura
aluvial, derivado de su condición de bastión defensivo dentro de la
frontera medieval andaluza.
La Vega es un espacio agrícola de una gran personalidad paisajística.
La existencia de agua, tanto superficial como subterránea, y la
calidad de los suelos, ha permitido una ocupación agrícola densa y
prolongada, lo que ha contribuido a generar una trama parcelaria y una
diversificación de usos extremadamente compleja y rica en componentes
(canales y acequias, setos y linderos variados, caminos rurales).
Un aspecto que proporciona singularidad a la Vega lo constituyen las
choperas. Otro, la presencia de un parcelario minifundista, a veces
extremo, que refuerza la imagen de espacio complejo y diverso. La 207
diversidad de usos agrícolas contribuye a reforzar la variedad
cromática de la Vega.
El contraste topográfico y paisajístico entre el humanizado fondo de
valle y los roquedales calizos que lo enmarcan tiene aquí una de sus
expresiones más contundentes y singulares. El entorno serrano ofrece
un paisaje intensamente desforestado, en el que se intercalan manchas
olivareras y zonas de pinares de repoblación. En las laderas de mayor
pendiente y suelos más pobres, dominan las plantaciones de olivar. Las
escarpadas laderas, que sobresalen por encima de las lomas cultivadas
del piedemonte, soportan un uso forestal (encinares y pinares a más
altura), que culmina en los pastizales de montaña” ((XI)

Contexto y valoración:

Los textos I y II nos ofrecen algunas pistas sobre el paisaje de


la vega de Loja en tiempos medievales y modernos (siglos XV al XVII),
que sería muy diferente al actual. Cañamares, linares y moreras
cultivados en la vega regada abastecían a las manufacturas textiles y
sederas que hicieron famosa a la Hoya de Loja desde tiempos nazaríes.
Los montes de los contornos estarían aún suficientemente poblados de
encinas, ya que se cita como una de las principales producciones a la
bellota y se habla de abundante caza. Sin embargo, como nos informa el
Diccionario de Sebastián de Miñano o texto III, a principios del siglo
XIX, ”El cultivo de cáñamo y lino ya no se hace en general a pesar de
ser muy buenos los que se cogen; y la cría de gusanos de seda es
cortísima”.

Los siguientes textos –del III al VII- nos informan de cómo era
su paisaje decimonónico:
Las sierras de los contornos estaban ya peladas o ocupadas por
un ralo matorral. El texto VI nos habla de que ”A fines del siglo
último se hallaban estas sierras pobladas de encinas, quejigos, robles
y madroños; pero hoy carecen de este arbolado…”. Las laderas del
piedemonte estaban ocupadas no sólo por olivares, como ahora, sino
también por viñedos.

La vega se repartía entre el cultivo de diversos cereales y


leguminosas, como menciona el texto III: “Se coge mucho trigo, cebada,
habas, maíz…”. Las márgenes ribereñas y fondos de valle combinaban las
plantaciones de árboles madereros y especies frutales. El citado texto
VI menciona que “se crían álamos negros y blancos, chopos copudos y
elevados, nogales, y gruesos cerezos…”. El río Genil funcionaba
todavía como eje manufacturero, citándose en los textos la existencia
de salinas, fábricas de papel, batanes, etc. Y, finalmente, los cursos
fluviales poseían aguas de una mayor pureza, ya que como indica el ya
mencionado texto VI tenían una gran biodiversidad y eran lugar de
“pesca de truchas, barbos, anguilas, cangrejos, pececillos, bogas, y
en alguna ocasión la nutria, cuadrúpedo anfibio del Genil”.

Los textos VIII al XI describen el paisaje contemporáneo de la


vega de Loja. Éste se caracteriza desde los fondos de valle a las
cimas de las sierras inmediatas por los siguientes aspectos:

- En primer lugar, las márgenes ribereñas se han acabado


especializando en plantaciones de álamos y chopos que abastecen 208
a las artesanías e industrias madereras. Este paisaje se traduce
en intensas manchas de verdor en los fondos del valle. El texto
VII indica que ”Sus alamedas con frondosísimas”. Estas
plantaciones ribereñas, además, emergen de manera destacada,
por su dimensión vertical, en la imagen global de la vega
lojeña. El texto IX nos habla de que ”las márgenes del río se
erizan de árboles esbeltos y temblones”. De ahí, que como señala
acertadamente el texto XI, “Un aspecto que proporciona
singularidad a la Vega lo constituyen las choperas”. El texto
VIII resume las anteriores apreciaciones al hablarnos de que ”El
río ligeramente encajonado, discurre acompañado de una galería
de sauces inclinados sobre los remansos verde oliva, entre los
alisos y viburnos que forman verdaderas frondas, y entre
plantaciones de álamos que abastecen de madera en un mundo de
montañas peladas”.

- Gran parte del resto de la vega lojeña tiene como paisaje


predominante el de las plantaciones de huerta. El texto VIII
refiere que todo “son cuadros de diferentes verdes” y el texto
X, otorga a la Vega de Loja un peculiar colorido, el de ”los
esmeraldas y verdes de cien matices”.

- En las laderas del piedemonte tiene su reinado, casi en forma de


monocultivo, el olivar, mientras que los montes cercanos se han
recuperado ligeramente gracias a la política de repoblación
forestal, aunque, como indica el texto XI, ”ofrecen un paisaje
intensamente desforestado, en el que se intercalan manchas
olivareras y zonas de pinares de repoblación”.
Además de este desmenuzamiento del paisaje de la vega de Loja
por pisos altitudinales y usos/aprovechamientos agrarios, los textos
seleccionados también nos permiten obtener las siguientes
características del paisaje de la vega de Loja visto en su conjunto o
globalidad:

- Es un paisaje agrario con una paleta de colores muy rica,


diversa y variada. La Vega de Loja, como menciona el texto X es
un paisaje que compone ”una sinfonía de colores. En medio, la
ciudad, con su hábitat blanco y sus piedras seculares. Abajo,
los esmeraldas y verdes de cien matices de sus huertas. A sus
lados, los extensos olivares verdioscuros en las laderas de los
montes que la cercan; los ora verdosos ora dorados trigales; y,
más arriba, los agrestes paisajes pardos y grises de las
sierras”. El texto XI añade que ”la presencia de un parcelario
minifundista, a veces extremo, refuerza la imagen de espacio
complejo y diverso. La diversidad de usos agrícolas contribuye a
reforzar la variedad cromática de la Vega”.

- Es un paisaje con fuertes contrastes cromáticos y de texturas y


formas entre el fondo de valle, el piedemonte y las sierras
circundantes. El texto XI señala, como otra de sus
características: ”el contraste topográfico y paisajístico entre
el humanizado fondo de valle y los roquedales calizos que lo
enmarcan, que tiene aquí una de sus expresiones más contundentes
y singulares”. 209

- La Vega de Loja es un paisaje agrario maduro y de una gran


personalidad. El texto XI menciona que ”La existencia de agua,
tanto superficial como subterránea, y la calidad de los suelos,
ha permitido una ocupación agrícola densa y prolongada, lo que
ha contribuido a generar una trama parcelaria y una
diversificación de usos extremadamente compleja y rica en
componentes -canales y acequias, setos y linderos variados,
caminos rurales-”.

- La vega de Loja se individualiza, en cuanto a sus dimensiones,


por su configuración alargada y estrecha. El texto IX nos habla
de una “vega que está encajada y es estrecha. Poco a poco se
aplanan los campos, se ensanchan los valles hasta deshacerse en
la vega granadina”. Y el texto XI describe que la vega ”se
encaja aquí entre las escarpadas laderas de la Sierra. La
alargada vega es un pasillo estrecho entre las amplias
extensiones de la Hoya de Antequera y la Vega de Granada”.

- Finalmente, a pesar de sus dimensiones relativamente modestas,


el paisaje de la Vega de Loja se singulariza también por su
proverbial abundancia de aguas. El texto VII refiere que ”De las
sierras de los contornos se desprenden manantiales riquísimos,
que hacen que toda la vega sea abundante en aguas”. El texto
VIII reitera esta afirmación, indicando que ”Por todas partes
brotan manantiales claros y límpidos, cuyas aguas determinan un
riquísimo valle”.
210

Referente territorial: Poniente granadino.

Número y título de ficha: III.8. La Hoya de Loja (II). Los Infiernos


de Loja.

Objetivo de la Catalogación: Paisaje sobresaliente y singular.

Referente paisajístico: Paisaje de dominante natural

Autor(es), obras(s) y fecha(s):

IRVING, WASHINGTON. Diario 1828-1829. (I)

JIMÉNEZ, ANTONIO. Los infiernos de Loja. Madrid: Blanco y Negro, pp.


41, 21 de marzo de 1911 (II)

GARCÍA RODRÍGUEZ, FRANCISCO. Visita a Loja. Madrid: Revista Blanco y


Negro, 4 de junio de 1931 (III)

PORCEL, BALTASAR. Lección de ortografía penibética. Los Trabajos y los


días. Barcelona: Diario La Vanguardia, 9 de julio de 1967 (IV)
AGUILERA, YOLANDA. Los infiernos de Loja. Granada: Diario IDEAL, 22 de
agosto de 2008 (IV)

PARRA, ANDREA G. Granada: Piragüismo en el mejor río Genil. Diario


IDEAL, 10 de mayo de 2007 (V)
LANZAS, P. E. y ARCO, A.J. “Los Infiernos de Loja”. Estudio del medio
físico. Loja (Granada: Excmo. Ayuntamiento de Loja. Área de Medio
Ambiente, 1992 (VII)

TEXTOS SELECCIONADOS:

“Los Infiernos de Loja son unas oscuras cavernas donde los ríos y las
cascadas subterráneas producen un misterioso murmullo. Dice el vulgo
que hay falsificadores de monedas encerrados allí desde la época de
los árabes, y que los reyes moriscos guardaban sus tesoros en el
interior de las grutas” (I)

“En el curso del Genil se encuentran los vistosos paisajes conocidos


por los Infiernos de Loja, sitios amenos de gran profundidad, en los
que el agua corre como filtrándose por medio de los tajos que hay en
su fondo, con un ruido bronco e imponente…” (II)

“Los infiernos de Loja posee una caprichosa y fantástica arquitectura,


obra de la naturaleza, y están formados por el propio río en
combinación con rocas graníticas, materialmente cuajadas de 211
estalactitas…
Entrando por la fuente del paraíso, las grandes moles de piedra
adoptan las más fantásticas y extrañas figuras, mientras el río cae
con un estrépito infernal desde más de veinte metros de altura y
llega a estrecharse tanto que pasa encajado por una abertura de tres
metros que llaman boca del Infierno” (III)

“Junto a Loja, existen unas gargantas impresionantes, de piedra


hendida en tajos de bestialidad excesiva. Se llaman los Infiernos”
(IV)

“El río tiene que salvar un desnivel de más de treinta metros y se


precipita al fondo formando torbellinos de espuma en forma de la
cascada denominada Cola de Caballo.
El río se bifurca en varios brazos para salvar este paraje abrupto y
accidentado, que en el lado occidental se llaman Infiernos Bajos, y en
el Oriental, Infiernos Altos, donde hay una gruta de estalactitas y
estalagmitas” (V)

“Los Infiernos de Loja -declarados monumento natural en 2003- se han


dotado de mejores accesos, barandas, bancos y miradores en la Cola
del Caballo, para que el visitante pueda visionar mejor su enorme
cascada. Hay pocos lugares en Andalucía como Los Infiernos de Loja.
Aquí se inspiró Washington Irving para escribir aquel relato de sus
Cuentos de la Alhambra, que habla de una cueva de Los Infiernos donde
los reyes nazaríes escondían sus tesoros, imagen que seguramente le
vino a la cabeza por el ruido que hace el agua…” (VI)

“El paraje de Los Infiernos, de unos 3 kilómetros, es ideal para


descender en piragua por sus aguas. Desde Los Infiernos altos hasta el
puente de Gran Capitán, es toda una aventura mover las palas cuando el
río Genil viene crecido, intentando sortear los obstáculos que te pone
la caprichosa naturaleza. Y, además, el deportista se ve rodeado de
un paisaje de ribera en el que hay bosques chopos y lugares donde
acampar y deleitarse con la naturaleza…” (VII)

“Los infiernos sirven de hábitat, en sus superficies de remanso, a


anfibios, peces (como barbos y truchas), crustáceos como el cangrejo
de río. Y en época de descenso del caudal del río, se pueden encontrar
incluso galápagos leprosos y aves como petirrojos y
currucas. Asimismo, su clima abrigado y húmedo hace que su bosque de
ribera albergue sauces, chopos y olmos y plantas enraizadas y
sumergidas en el río, como el rosal silvestre, el majuelo o la
zarzamora, que, en las zonas de vega, protegen los suelos” (VIII)

Contexto y valoración:

Se trata de uno de los paisajes geológicos singulares del


Poniente granadino por, al menos, dos aspectos. Por un lado, porque el
río Genil se escalona dando lugar a socavamientos y la formación de
sendas terrazas, al atravesar una masa de rocas travertinos, donde las
aguas han dibujado un paisaje de formas caprichosas con vistosas
cascadas como la Cola del Caballo.

Y, por otra parte, porque los manantiales y surgencias de la


zona dibujan sobre estas masas de rocas los denominados edificios 212
travertínicos, donde se conservan fósiles de flora y fauna. Además,
las condiciones de temperatura y humedad del lugar favorecen la
presencia de un gran número de plantas y animales.

El texto I recoge la mirada del hispanista romántico Washington


Irving, a mediados del siglo XIX, recoge la percepción de viejas
leyendas sobre esta zona. Y, más en concreto, sobre la llamada
popularmente “Cueva de la Moneda” donde “Dice el vulgo que hay
falsificadores de monedas encerrados allí desde la época de los
árabes, y que los reyes moriscos guardaban sus tesoros en el interior
de las grutas”. El texto III, de estilo más realista, admira en este
paisaje, simplemente por ”la caprichosa y fantástica arquitectura,
obra de la naturaleza… las grandes moles de piedra que adoptan las más
fantásticas y extrañas figuras,…”).

Otro rasgo peculiar del paisaje de los Infiernos de Loja son los
sonidos percibidos por sus visitantes.

En el texto I, el escritor romántico Washington Irving percibe


un: “misterioso murmullo” en sus aguas. Murmullo que, según este
autor, la imaginación popular atribuía a que “desde el tiempo de los
moros, había allí encerrados cientos de hombres, almas en pena ya,
fabricantes de dinero para aumentar los tesoros que en ese mundo
guardan los reyes de la morisma”. Este mismo sonido, ya en pleno siglo
XX, adquiere las propiedades de “ruido bronco e imponente” en el texto
II, y en el texto III, como buscando una etimología al paraje, se
habla del mismo como “estrépito infernal”.

Los Infiernos de Loja -declarados monumento natural en 2003-


presentan una nueva imagen contemporánea.
Las instituciones están interviniendo en su paisaje natural para
adecuarlo, a la manera de un parque periurbano, como espacio de ocio y
disfrute de la naturaleza, a lo que alude el texto VI: “se han dotado
de mejores accesos, barandas, bancos y miradores…”. A la vez, como
menciona el texto VII, es un paisaje cuya conservación puede ser
compatible con el fomento de nuevas actividades recreativas y
deportivas, de moda en la actualidad: “es ideal para descender en
piragua por sus aguas. Desde Los Infiernos altos hasta el puente de
Gran Capitán, es toda una aventura mover las palas cuando el río Genil
viene crecido, intentando sortear los obstáculos que te pone la
caprichosa naturaleza…”.

Ambas nuevas vocaciones que han surgido en el paisaje de los


Infiernos de Loja pueden, a su vez, ser compatibles con su
conservación y enriquecimiento como paisaje natural. A la diversidad
de éste alude el texto VIII al señalar que “sirven de hábitat, en sus
superficies de remanso, a anfibios, peces (como barbos y truchas),
crustáceos como el cangrejo de río. Y en época de descenso del caudal
del río, se pueden encontrar incluso galápagos leprosos y aves como
petirrojos y currucas. Asimismo, su clima abrigado y húmedo hace que
su bosque de ribera albergue sauces, chopos y olmos y plantas
enraizadas y sumergidas en el río, como el rosal silvestre, el majuelo
o la zarzamora, que, en las zonas de vega, protegen los suelos”.
213

Referente territorial: Poniente granadino.

Número y título de ficha: III.9. La Hoya de Loja (III). Riofrío.

Objetivo de la Catalogación: Paisaje sobresaliente y singular. (Loja).

Referente paisajístico: Paisaje de dominante agraria


Autor(es), obras(s) y fecha(s):

GÓMEZ, JUAN ENRIQUE. Riofrío, un ecosistema a 15 grados. Granada:


Diario IDEAL, 10 de septiembre de 2012.

TEXTO SELECCIONADO:
“No hace calor, al menos bajo sus aguas. Es la cualidad natural que ha
convertido el cauce de este pequeño y constante afluente en uno de los
paraísos naturales del sur de la península Ibérica. Un ecosistema en
el que los termómetros marcan 15 grados centígrados ya sea agosto o
enero, verano o invierno. Los científicos han aprovechado esta
característica para montar una de las piscifactorías más importantes
de Europa. Dedicada desde hace décadas a la cría de truchas, ha
logrado también la recuperación del esturión autóctono del área
mediterránea, que solo se encontraba en el sur de la península en el
cauce del Guadalquivir.
A su vez, la presencia de la piscifactoría ha sido el elemento
fundamental que ha evitado que el cauce y las aguas del río sean
alteradas y, por lo tanto, se mantenga un ecosistema casi imposible de
encontrar en otros puntos de la geografía andaluza. Desde el
nacimiento del río, forma, como dicen con ironía sus vecinos: «un
montón de restaurantes y sus casas adosadas», donde el agua cae como
tantos otros cauces de montaña, libre de vertidos y sin encontrarse
elementos extraños que la contaminen. Un agua que surge del interior 214
de las montañas de Loja, de la sierra del Hacho. Son aguas
subterráneas que se mantienen a bajas temperaturas y que al brotar
logran mantenerse a menos a quince grados, en un recorrido de varios
kilómetros.
En el cauce, junto a las pequeñas lagunas de salida del agua de la
piscifactoría, e incluso en las piscinas de la explotación, viven
entre la vegetación poblaciones de ánades azulones, que se alimentan
de las algas, plantas e invertebrados. Se han venido a convivir con
ellos otros patos como cercetas, rabudos y cucharas, que necesitan de
espacios salvajes. Asimismo, aquí se refugian diversas poblaciones de
anfibios, galápagos autóctonos, que han colonizado las riberas.
Estas riberas, hace unos años, no tenían más vegetación que las
clásicas mimbreras, zarzas, juncales y otras especies de plantas
aromáticas como mentas fuertes (mastranzos), además de la arboleda
propia de álamos, sauces y tarajes. Pero ahora, tras una serie de
intervenciones llevadas a cabo por los biólogos de la piscifactoría,
comprenden también pequeñas lagunas creadas en puntos concretos del
cauce a lo largo de la piscifactoría. Lagunas cuyas riberas han sido
pobladas de aneas, carrizos y otras plantas acuáticas.
Y es que la vegetación lagunar va depurando naturalmente las aguas.
Sobre todo, los residuos orgánicos que genera la producción de truchas
y esturiones. En estas lagunas, grupos de galápagos leprosos toman el
sol junto a los muros de las albercas, y saltan al agua para nadar
hacia los carrizales en el momento en que alguien se acerca. Las
ánades se convierten en buceadores para aprovechar los residuos y
buscar invertebrados. Hay también varias poblaciones aladas:
rabilargos, urracas y una gran cantidad de pajarillos como currucas,
petirrojos, pinzones, herrerillos, carboneros y el ruiseñor bastardo,
que suena insistentemente entre los carrizales”). (I)

Contexto y valoración:
Entre los numerosos textos existentes sobre el paraje de la
piscifactoría de Riofrío, perteneciente a la Hoya de Loja, y al
Poniente granadino, se ha seleccionado un texto de cierta longitud,
que compendia la mayoría de sus valores paisajísticos y ofrece,
además, su imagen más reciente.

El primer aspecto que se destaca del paisaje dedicado a


piscifactoría, que ha encumbrado a la fama a la localidad de Riofrío,
es su peculiar paisaje, de aguas que son abundantes, limpias y,
además, conservan una temperatura idónea para la cría de peces: “Es un
ecosistema casi imposible de encontrar en otros puntos de la geografía
andaluza. Desde el nacimiento del río… el agua cae como tantos otros
cauces de montaña, libre de vertidos y sin encontrarse elementos
extraños que la contaminen. Un agua que surge del interior de las
montañas de Loja, de la sierra del Hacho. Son aguas subterráneas que
se mantienen a bajas temperaturas y que al brotar logran mantenerse a
menos a quince grados, en un recorrido de varios kilómetros”.

Un segundo aspecto importante de este paisaje agrario es el


enriquecimiento de los paisajes del agua y vegetales que ha traído
consigo la actividad piscícola. Al respecto, el texto señala que
“Estas riberas, hace unos años, no tenían más vegetación que las
clásicas mimbreras, zarzas, juncales y otras especies de plantas
aromáticas, además de la arboleda propia de álamos, sauces y tarajes.
Pero ahora, tras una serie de intervenciones llevadas a cabo por los 215
biólogos de la piscifactoría, comprenden también pequeñas lagunas
creadas en puntos concretos del cauce a lo largo de la piscifactoría.
Lagunas cuyas riberas han sido pobladas de aneas, carrizos y otras
plantas acuáticas….

El tercer aspecto significativo de este paisaje es que el


enriquecimiento y diversificación de los paisajes vegetales sirve para
impedir la contaminación de las aguas producida por la actividad
piscícola. Al respecto, el texto señala como “la vegetación lagunar va
depurando naturalmente las aguas. Sobre todo, los residuos orgánicos
que genera la producción de truchas y esturiones”.

Y un cuarto y último aspecto novedoso es la conversión


progresiva de todo este territorio en un refugio de especies muy
diversas de la fauna silvestre. Al respecto, el texto alude a ello en
los dos párrafos siguientes: “viven entre la vegetación poblaciones de
ánades azulones, que se alimentan de las algas, plantas e
invertebrados. Se han venido a convivir con ellos otros patos como
cercetas, rabudos y cucharas, que necesitan de espacios salvajes.
Asimismo, aquí se refugian diversas poblaciones de anfibios, galápagos
autóctonos, que han colonizado las riberas” y “En estas lagunas,
grupos de galápagos leprosos toman el sol junto a los muros de las
albercas, y saltan al agua para nadar hacia los carrizales en el
momento en que alguien se acerca. Las ánades se convierten en
buceadores para aprovechar los residuos y buscar invertebrados. Hay
también varias poblaciones aladas: rabilargos, urracas y una gran
cantidad de pajarillos como currucas, petirrojos, pinzones,
herrerillos, carboneros y el ruiseñor bastardo, que suena
insistentemente entre los carrizales”).
Referente territorial: Poniente granadino.

Número y título de ficha: III.10. La Hoya de Loja (III). Imagen de


conjunto de la ciudad de Loja.

Objetivo de la Catalogación: Paisaje sobresaliente y singular.

Referente paisajístico: Paisaje de dominante urbana.

Autor(es), obras(s) y fecha(s):

IBN JATIB (1347): Citado en: OLMEDO, FERNANDO. Ruta de Washington


Irving, pp. 78. Sevilla: Turismo Andaluz, 1999 (I)

HENRIQUEZ DE JORQUERA, Anales de Granada. Descripción del reino y la


ciudad de Granada (1588-1646), pp.108-109. Granada: Universidad de
Granada, 1987 (II)

JACOB, WILLIAM. Viajes por el Sur. Cartas escritas entre 1809-1810.


Sevilla: Portada Editorial, 2002 (III)

GROSVENOR, ELISABETH MARY. Viaje por el Mediterráneo (1840-1841). 216


Citado en: LÓPEZ BURGOS, MARIA ANTONIA. Por los caminos del Poniente
granadino. Granada: Proyecto Sur ediciones, 1998 (IV)

ROMER. ISABELLA. El Ródano, el Darro y el Guadalquivir (1842). Citado


en: LÓPEZ BURGOS, MARIA ANTONIA. Por los caminos del Poniente
granadino. Granada: Proyecto Sur ediciones, 1998 (V)

QUILLINAN, DORA. Viaje y residencia durante unos meses en España y


Portugal (1845). Citado en: LÓPEZ BURGOS, MARIA ANTONIA. Por los
caminos del Poniente granadino. Granada: Proyecto Sur ediciones, 1998
(VI)

GARCÍA RODRÍGUEZ, FRANCISCO. Visita a Loja. Madrid: Revista Blanco y


Negro, 4 de junio de 1931 (VII)

SERMET, JEAN. La España del Sur. Barcelona: Editorial Destino, 1958


(VIII)
FERRÉS, ANTONIO. Tierra de olivos. Barcelona: Editorial Seix Barral,
1964 (IX)
PORCEL, BALTASAR. Lección de ortografía penibética. Los Trabajos y los
días. Barcelona: Diario La Vanguardia, 9 de julio de 1967 (X)

DUQUE GIMENO, AQUILINO. Guía natural de Andalucía (1986). Valencia:


Editorial Pretextos, 2002 (XI)

BERMÚDEZ-CAÑETE, FEDERICO. Retorno a Granada, pp. 131. Granada:


Editorial Ubago, 1989 (XII)

OLMEDO, FERNANDO. Ruta de Washington Irving, pp. 78. Sevilla: Turismo


Andaluz, 1999 (XIII)
PARRA, ANDREA G. Loja y Washington Irving. 23 de marzo de 2006 (XIV)

TEXTOS SELECCIONADOS:

“La ciudad de Loxa tiene rostro risueño, aspecto fascinador, un río de


copiosa corriente y muchos arroyuelos, frondosas arboledas, jardines
que son delicias. Allí se encuentra cuánto se pueda apetecer de
molinos de rueda y mujeres hermosas…
Sus calles son pendientes y angostas, y para transitarlas hay que
pasar por gargantas estrechas…” (I)

“Fundada sobre un fuerte peñasco, en lo más eminente, la adornan siete


torres en circunferencia y a sus murallas la ciñen once puertas… La
baña el plateado Genil, que divide su arrabal con un bizarro puente de
cinco ojos” (II)

“Loja está estratégicamente situada en la parte más estrecha de una


fisura, por la que se cierra la vega de Granada por montañas
elevadísimas” (III)

“Loja tiene una vista magnífica sobre su valle. Se levanta como una
ciudadela aislada y bastante alta, en medio de él. Y lo hace sobre un
penacho de roca y con el río Genil corriendo por debajo” (IV)

“El emplazamiento de Loja fue escogido con exquisito gusto, el que


regía en todo lo que los árabes crearon en este país: Es un oasis en 217
el desierto. Bañada por el plateado Genil, la escoltan viñedos y
verdes bosques” (V)

“Loja está construida en el empeine de una montaña para dominar desde


su castillo, por un lado, el desfiladero en que se enclava y, por
otro, toda la vega hasta Sierra Nevada” (VI)

“Loja ofrece un aspecto pintoresco desde la estación férrea, en la


cual no pocos turistas toman instantáneas de su ubicación en un fértil
y ameno valle, cercada de montes por todos lados” (VII)

“El Genil no encuentra otra salida en su descenso que un paso angosto


en el que se encajona en hoces complejas. De ahí el valor estratégico
de Loja, que cerraba el acceso a Granada. La ciudad fue excelentemente
descrita por la reina Isabel: Flor entre espinas. Las espinas son las
dos sierras que la limitan. La flor, la ciudad y su valle.” (VIII)

“Loja se abre rodeada de una ancha huerta. La ciudad en alto, coronada


por una edificación, y el río abajo, haciendo brillos y reflejando el
cielo en sus aguas… Desde la ciudad se oye el ruido del agua en los
regatos y las acequias, el retumbar de las voces de las mujeres que
van a la fuente y el lavadero… Y se contempla abajo la huerta entera y
un tramo largo del Genil azul. Y, por detrás, las colinas blancas que
ciñen la ciudad” (IX)

“Corre el curso del Genil, animando las tierras. Loja tiene un asiento
irregular, lo que le proporciona callejones alterados y de un
pintoresquismo subido. Sobresalen las fábricas de iglesias y
fortalezas, construidas después de la conquista cristiana” (X)
“Discurrimos por un camino, a lo largo del río Genil, con su escolta
de chopos, flanqueado por las cumbres de los montes. Nos internamos en
un desfiladero y, en lo más hondo, allí aparece Loja con su peñasco en
medio, rematada por las ruinas de su alcazaba árabe” (XI)

“Es agreste y pintoresca, hallándose construida en la falda de una


árida montaña. Las ruinas de un alcázar moro coronan un rocoso
montículo que se yergue en el centro de la ciudad. El río Genil baña
su pie, serpenteando entre rocas, arboledas, jardines y prados, y
fluyendo bajo el puente moro que lo atraviesa. Loja, llamada rosa
entre espinas por el contraste de su arquitectura y su vega con los
hoscos montes que la rodean, ha ido siendo ahogada por un cinturón
amazacotado de altos y vulgares bloques de viviendas” (XII)

“El embrujo romántico del reino de Granada aflora en Loja, estratégica


ciudad enclavada entre dos sierras, en el punto donde el río Genil
rompe el cerco de montañas que ciñen su vega. Su perfil, con la
alcazaba nazarí escoltada por campanarios cristianos sobre un mogote
rocoso, sigue produciendo un golpe de efecto en la retina de los
viajeros” (XIII)

“Se ha inaugurado la ruta de Washington Irving en Loja, donde el


hispanista americano se encontró con la primera ciudad con decenas de
fuentes y monumentos en los que conocer la cultura musulmana que lo
atraparía de por vida” (XIV)
218
Contexto y valoración:

Los textos seleccionados ofrecen la visión de viajeros y


literatos sobre la ciudad de Loja desde tiempos medievales a la Edad
contemporánea.

La ciudad que ha recibido una doble valoración a través de la


historia. Hasta finales del siglo XIX atrae como ejemplo de ciudad
romántica, de raigambre árabe, que tuvo una importancia crucial como
llave y guarda del reino nazarí de Granada. En el primer tercio del
siglo XX, con su declaración como “Lugar de interés turístico por el
Patronato Nacional (año 1929), comienza a ser considerada de una
manera más amplia, como una de las milenarias ciudades medias
andaluzas –al igual que Antequera, Osuna, Écija o Lucena-, donde es
posible deleitarse con vestigios prehistóricos, fenicios, romanos,…y,
sobre todo, árabes.

Uno de los aspectos más apreciados por literatos y viajeros es


su agreste y pintoresca imagen externa.

Esta imagen externa ha cambiado en gran medida desde los tiempos


medievales y modernos, en que primaba su condición de bastión
defensivo. El texto II nos habla de que ”la adornan siete torres en
circunferencia y a sus murallas la ciñen once puertas…. Hoy día, como
menciona el texto XI, esta imagen es ya un recuerdo: ”aparece Loja con
su peñasco en medio, rematada por las ruinas de su alcazaba árabe”.
Esta imagen externa hizo que fuera un lugar de observación panorámica
desde las afueras de la población. El texto VII, escrito a comienzos
de los años treinta, nos informa de que ”desde la estación férrea, no
pocos turistas toman instantáneas de su ubicación…”. No obstante,
medio siglo después, el texto XII menciona que su imagen externa se ha
ido devaluando: ”ha ido siendo ahogada por un cinturón amazacotado de
altos y vulgares bloques de viviendas”.

Otro aspecto repetidamente ensalzado en la privilegiada


situación y el estratégico emplazamiento de la ciudad de Loja, mayor
si cabe que el de la mayoría de los núcleos urbanos andaluces.

Respecto a su situación, se destaca su posición elevada. El


texto II señala que se encuentra: “sobre un fuerte peñasco, en lo más
eminente”. Y el texto IV la califica “sobre un penacho de roca, como
una ciudadela aislada y bastante alta”. Su emplazamiento ha sido uno
de los aspectos más alabados de la ciudad de Loja a través de los
tiempos. El texto III nos habla de que “está estratégicamente situada
en la parte más estrecha de una fisura, por la que se cierra la vega
de Granada por montañas elevadísimas”. El texto VII nos dice que “está
construida en el empeine de una montaña para dominar desde su
castillo, por un lado, el desfiladero en que se enclava y, por otro,
toda la vega hasta Sierra Nevada”. El texto VIII revela que “El Genil
no encuentra otra salida en su descenso que un paso angosto en el que
se encajona en hoces complejas. De ahí el valor estratégico de Loja,
que cerraba el acceso a Granada”. Y, finalmente, el texto XII vuelve
sobre la misma idea: “Loja, enclavada entre dos sierras, en el punto
donde el río Genil rompe el cerco de montañas que ciñen su vega”.

La peculiar relación de la ciudad de Loja con su entorno 219


geográfico inmediato es otro aspecto característico de su paisaje
urbano. El texto VIII resume esta simbiosis con el medio rural y
natural que la rodea: ”La ciudad fue excelentemente descrita por la
reina Isabel: Flor entre espinas. Las espinas son las dos sierras que
la limitan. La flor, la ciudad y su valle.” El texto XII señala
también otro aspecto a tener en cuenta: “el contraste de su
arquitectura y su vega con los hoscos montes que la rodean”. Otro
aspecto muy valorado por literatos y viajeros es que la ciudad ocupa
una posición central sobre su vega, ya que, como menciona el texto IX:
“se abre rodeada de una ancha huerta”. Y, como nos dice el texto IV:
“tiene una vista magnífica sobre su valle”.

Otros aspectos que singularizan el paisaje urbano de Loja ciudad


son los siguientes:

- Su perfil aéreo: La alcazaba moruna y los campanarios cristianos,


con sus cruces recortándose sobre el azul de la serranía y con la
vega verde y sus frondosas huertas a sus pies, constituye su imagen
más repetida por literatos y viajeros. El texto X señala que
“Sobresalen las fábricas de iglesias y fortalezas, construidas
después de la conquista cristiana”. Y el texto XIII nos habla de
que “Su perfil, con la alcazaba nazarí escoltada por campanarios
cristianos sobre un mogote rocoso, sigue produciendo un golpe de
efecto en la retina de los viajeros”.

- La traza urbanística del barrio de la Alcazaba. El texto I menciona


que en plena edad media “Sus calles son pendientes y angostas, y
para transitarlas hay que pasar por gargantas estrechas…”. El texto
X indica siglos más tarde que “Loja tiene un asiento irregular, lo
que le proporciona callejones alterados y de un pintoresquismo
subido”.

- Un aspecto menos conocido son los sonidos característicos de esta


ciudad otrora hortelana y abundante en aguas. El texto IX, escrito
a principios de los años sesenta menciona que ”Desde la ciudad se
oye el ruido del agua en los regatos y las acequias, el retumbar de
las voces de las mujeres que van a la fuente y el lavadero…”.

220

IV – ALTIPLANO DE GUADIX Y MARQUESADO.


Referente territorial: Altiplano de Guadix y Marquesado

Número y título de ficha: IV.1. Altiplano de Guadix (I).


Representación literaria del carácter del paisaje (ss. XIX-XX).

Objetivo de la Catalogación: Caracterización del tipo de paisaje


provincial.

Referente paisajístico: Paisaje de dominante natural.

Autor(es), obras(s) y fecha(s):

ANDREO DAMPIERRE, SALVADOR (1839-1843). Relatos de Granada. Recuerdos


de Andalucía. Edición facsímil. Editorial Albaida. Granada, 1992 (I)

FORD, RICHARD. Libro para viajeros por España. 1845. Madrid: Editorial
Turner.1989 (II)

REIN, JOHANNES, J. Aportación al estudio de Sierra Nevada (1899).


Granada: Caja General de Ahorros de Granada, 1994 (III)

APARICIO, JUAN. Cuadernos de la Penibética. Barcelona: Diario LA


VANGUARDIA. 10 de julio de 1960 (IV)

DANTIN CERECEDA, JUAN. Aspectos geográficos de las vegas interiores


granadinas. II Reunión de Estudios Geográficos. Madrid: Consejo 221
Superior de Investigaciones Científicas, 1942 (V)

SERMET, JEAN. La España del Sur. Barcelona: Editorial Juventud, 1958


(VI)

VELÁZQUEZ, FLAVIA PAZ. 1986. Cuadernos biográficos del Padre Poveda.


En los Cerros de Guadix. Editorial Narcea. Madrid (VII)

CUCALA, SARA. Viaje al corazón de la tierra. Madrid: Diario el Mundo,


Septiembre de 2008 (VIII)

GARCÍA DE LOS REYES, JUAN CARLOS. El Guadix mágico. En: Granada:


Diario IDEAL. Observatorio virtual del paisaje, julio 2009 (IX)

AYUNTAMIENTO DE GUADIX. Guadix, encuentro de culturas. Página WEB


www.guadix.es. 2013 (X)

TEXTOS SELECCIONADOS:

“Todo este fondo de valle parece ser una gran masa de légamo; el pozo
o sedimento de un gran lago que por muchos siglos ha conservado sus
aguas, habiendo recibido las tierras y arenas arrastradas por los
torrentes de los montes vecinos” (I)

“Todo el paisaje alrededor de los pueblos recuerda al mar, cuyas olas


se hubieran transformado de repente en sustancias sólidas” (II)

“Toda la altiplanicie ha sido comparada con un mar tormentoso, cuyas


olas hubieran quedado súbitamente petrificadas” (III)
“Comarca abrupta y montaraz, unida por la linfa fluvial de los
afluentes al río Grande, pero cuyo origen procede de una orografía
dura y solemne. Un paisaje geológico inmóvil frente a la vida pasajera
y fluyente de sus habitantes…” (IV)

“Todas estas altiplanicies tienen sus semejanzas. Los territorios de


secano son más enjutos y áridos que los de la propia región de La
Mancha… es la estepa, donde la población se dispersa en cortijos o
cortijadas… En oposición, y en fuerte contraste con la sequedad del
terreno, donde el terreno se deprime y los aluviones suavemente
depositados han creado un suelo rico, profundo y fresco, y ha sido
posible aprovechar el agua, se ha concentrado la población y ha
surgido un paisaje de regadío que sujeta el disfrute del caudal
líquido al más sabio ordenamiento. Surge, entonces, en el corazón de
las estepas áridas, el verde manchón de la huerta” (V)

“El paisaje de la estepa impone su soberanía, eclipsa a cualquier


otro…en marcado contraste con estas llanuras planas y muy peladas, que
pueden parecer estériles y tristes, surge el fondo verde de la vega,
deleite para los ojos… dijérase una decoración morisca cincelada con
la más sutil fantasía” (VI)

“En el horizonte más lejano, la belleza de las cimas de Sierra Nevada,


blanca por las alturas del Puerto de la Ragua, o malvas o sonrosadas,
según las luces del alba o del crepúsculo; Delante, a menor distancia,
los cordales azul oscuro que cubren la sierra de Lugros y el 222
Marquesado de Cenete. Aproximándose, el cinturón fantasmagórico de
alcores cortados en cejo, centinelas amenazantes que cierran un cerco
sobre las terrazas rehundidas de la Hoya de Guadix.” (VII)

“Tierra fértil y tierra lunar, Pueblos de ladrillo arcilloso, de


cigüeñas sobrevolando viejos campanarios, de tejados rojos y chimeneas
que parecen estar pariendo de la tierra” (VIII)

“Las tierras de Guadix, Wadi-as, son mágicas por sus contrastes de


color, por el relieve de los montículos de arcilla entre las llanuras
y los valles, o por el fondo escénico que suponen las numerosas
montañas que enmarcan a esta tierra, encrucijada de caminos entre las
sierras más bellas del Sur: las montañas Béticas de las sierras de
Mágina, Baza, Huétor, Cazorla… y sobretodo de Sierra Nevada” (IX)

“Ocres y marrones de los cerros arcillosos que la rodean y donde se


asienta el hábitat en cuevas; el verde de la fértil vega y las
extensas plantaciones de álamos situadas en la rivera de los ríos; y
el blanco, siempre el blanco de sus edificaciones y construcciones
subterráneas -las casas cueva con sus blancas chimeneas y fachadas- y
sobre todo, de Sierra Nevada como telón de fondo” (X)

Contexto y valoración:

La antología de textos ofrece diversas imágenes globales del


paisaje de la Hoya de Guadix a través del tiempo.

Los primeros textos, debidos a la pluma de escritores del siglo


XIX, prestan gran atención a su peculiar relieve de barrancos y conos
ligeramente elevados, insertos dentro de su depresión, y aluden al
origen geológico de estas tierras.

Los geólogos se han encargado de comprobar que esta hoya


correspondía, hace seiscientos mil años, a un mar antiguo, cuyos
suelos aparecen hoy petrificados y fosilizados. Sin embargo, los
viajeros románticos ya intuyeron esta secuencia temporal. El texto I
opina que “Todo este fondo de valle parece ser una gran masa de
légamo; el pozo o sedimento de un gran lago que por muchos siglos ha
conservado sus aguas, habiendo recibido las tierras y arenas
arrastradas por los torrentes de los montes vecinos”. Los textos II y
III reiteran que: (“Todo el paisaje alrededor de los pueblos recuerda
al mar, cuyas olas se hubieran transformado de repente en sustancias
sólidas”) o “hubieran quedado súbitamente petrificadas”. Esta visión
se prolongará en algunos textos del siglo XX, como el del accitano
Juan Aparicio – que en el texto IV describe este paisaje
como:(“paisaje geológico inmóvil”).

La percepción del paisaje de la Hoya de Guadix por literatos y


viajeros durante el siglo XX será diferente. El texto resume esta
valoración, al hablarnos de una gran variedad interna de unidades de
paisaje de la Hoya de Guadix, ya que:(“Las tierras de Guadix, Wadi-as,
son mágicas por sus contrastes de color, por el relieve de los
montículos de arcilla entre las llanuras y los valles, o por el fondo
escénico”).
223
Los dos principales paisajes que se contraponen dentro de la
Hoya de Guadix –por sus relieves, formas, texturas y colores- son las
vegas regadas y la estepa o tierras de secano.

El texto V, del geógrafo Juan Dantin Cereceda (año 1942),


concluye que: (“un paisaje de regadío, que sujeta el disfrute del
caudal líquido al más sabio ordenamiento, el verde manchón de la
huerta…”) surge dentro del paisaje predominante de la estepa árida.
Años más tarde, el también geógrafo Jean Sermet contrapone el
predominio de: (“llanuras planas y muy peladas, que pueden parecer
estériles y tristes”) con el paisaje del: (“fondo verde de la vega,
deleite para los ojos… dijérase una decoración morisca cincelada con
la más sutil fantasía”). El texto VIII reitera este marcado contraste
existente en el paisaje de la Hoya de Guadix entre:(“Tierra fértil y
tierra lunar”).

El texto X ve, como consecuencia de estos contrastes, la


alternancia de una doble paleta de colores en el paisaje de la Hoya de
Guadix; el de los: (“Ocres y marrones de los cerros arcillosos que la
rodean y donde se asienta el hábitat en cuevas”) y el (“verde de la
fértil vega y las extensas plantaciones de álamos situadas en la
rivera de los ríos”).

El paisaje global de la Hoya de Guadix también se ha contemplado


por viajeros y literatos como una sucesión de diferentes unidades de
paisaje que se suceden escalonadas, desde los de mayor altura de las
sierras circundantes a los fondos de la depresión.

El texto VII lo describe así: (“En el horizonte más lejano, la


belleza de las cimas de Sierra Nevada, blanca por las alturas del
Puerto de la Ragua, o malvas o sonrosadas, según las luces del alba o
del crepúsculo; Delante, a menor distancia, los cordales azul oscuro
que cubren la sierra de Lugros y el Marquesado de Cenete.
Aproximándose, el cinturón fantasmagórico de alcores cortados en cejo,
centinelas amenazantes que cierran un cerco sobre las terrazas
rehundidas de la Hoya de Guadix”).

Otra característica más del paisaje de la Hoya de Guadix es su


telón de fondo. Son altiplanicies cercadas por montañas.

El texto IX señala al respecto: (“el fondo escénico que suponen


las numerosas montañas que enmarcan a esta tierra, encrucijada de
caminos entre las sierras más bellas del Sur: las montañas Béticas de
las sierras de Mágina, Baza, Huétor, Cazorla… y sobretodo de Sierra
Nevada”).

Otros dos elementos más que singularizan el paisaje de la Hoya


de Guadix, tratados en otras fichas con mayor profundidad por su
condición de paisajes singulares y sobresalientes, son el paisaje de
sus cárcavas o malas tierras, a los que menciona el texto VII: (“el
cinturón fantasmagórico de alcores cortados en cejo, centinelas
amenazantes que cierran un cerco sobre las terrazas rehundidas de la
Hoya de Guadix…”) y el de su hábitat cuevero, que supone la mayor
concentración de este tipo de vivienda de la Península Ibérica.
224
Referente territorial: Altiplano de Guadix y Marquesado.

Número y título de ficha: IV.2. Altiplano de Guadix (II). Malas


Tierras.
225
Objetivo de la Catalogación: Paisaje sobresaliente y singular.

Referente paisajístico: Paisaje de dominante natural.

Autor(es), obras(s) y fecha(s):

DE ROJAS CLEMENTE RUBIO, SIMÓN (1777-1827). Viaje a Andalucía.


Historia Natural del Reino de Granada 1804-1809. Barcelona: Griselda
Bonet Girabert, 2002 (I)

FORD, RICHARD. (1830.1833) Citado en: López-Burgos, María Antonia.


Guadix y su comarca. Relatos de viajes (1809-1948). Australis
Publishers. Melbourne.2000. (II)

WILLIAMS, LEONARD. (1906), Citado en: López-Burgos, María Antonia.


Guadix y su comarca. Relatos de viajes (1809-1948). Australis
Publishers. Melbourne.2000 (IV)

FERNÁNDEZ, FIDEL. Guadix. Madrid: Revista Blanco y Negro, 17 de junio


de 1934 (V)

STARKIE, WALTER. Don Gypsy. London. 1936, citado en: López-Burgos,


María Antonia. Guadix y su comarca. Relatos de viajes (1809-1948).
Australis Publishers. Melbourne.2000 (VI)

APARICIO, JUAN. Cuadernos de la Penibética. Barcelona: Diario LA


VANGUARDIA. 10 de julio de 1960 (VII)

SAINT-MARCOUX, P. La guitarra andaluza. Editorial Pomaire.1965.


Barcelona (VIII)
ASENJO SEDANO, JOSÉ. Impresiones, recuerdos de un paisaje (Andalucía,
Tierras altas). Sevilla: Universidad de Sevilla, 1973 (IX)

DUQUE GIMENO, AQUILINO. Guía natural de Andalucía (1986). Valencia:


Editorial Pretextos, 2002 (X)

ASENJO SEDANO, CARLOS. Guadix: Guía histórica y artística. Granada:


Diputación de Granada, 1989 (XI)

ENRIQUE, ANTONIO. Kalaat-horra. Sevilla: Ediciones Muñoz Moya, 1991


(XII)

ASENJO SEDANO, CARLOS. Por tierras de Granada, pp. 53, Granada: Port
Royal Ediciones. 1997 (XIII)

REDACCION. El monumento natural de las cárcavas del río Marchal.


Diario El País. 29 de septiembre de 2009 (XIV)

REDACCIÓN. Los bad-lands de Purullena. En: wwwelaccitano.com

RODRIGUEZ PASTOR, MIGUEL. El misterio de Guadix. 1960. Guadix


(Granada): Ediciones Alhorí. (XV)

226
TEXTOS SELECCIONADOS:

“Los llaman dientes de la vieja, por ser peñascos más o menos sueltos
que se parecen a las muelas…son terrenos resbaladizos y penosos para
las bestias” (I)

“Todo el paisaje recuerda el mar, cuyas olas se hubieran transformado


de repente en sustancias sólidas. Los montículos se alzan
fantásticamente con formas cónicas y piramidales, llamadas los dientes
de la vieja, aunque más bien parecen las mandíbulas de un colosal
cocodrilo” (II)

“Son escarpadas rocas grisáceas y leonadas de unos cuatro o cinco pies


de altura y que tienen una forma parecida a unos colmillos” (III)

“La estepa se interrumpe por conos arcillosos y montes de poca


elevación sin una mancha de follaje…paisaje árido y triste como un mar
agitado, cuyas olas se hubieran petrificado de repente (IV)

“Por la noche las cúspides de las montañas con cavernas como colmenas
en su falda hasta el ápice, producen un efecto fantástico, parecen
volcanes en erupción interna que lanzan entre su lava infinidad de
fulgores…El paisaje es fantástico, parece hecho con marga por un
delirante, como un niño lo formaría con pedazos de tiza… (V)

“Sus cerros de arcilla, parecidos a los de Montserrat han servido para


que sus habitantes excaven sus cuevas, donde hay un pozo y una parra
en cada puerta, y donde los burros se atan a las chimeneas” (VI)
“Ilustra muy bien lo que podría ser un paisaje de luna, revisado y
corregido por Walt Disney... El detalle más destacado de esta
fantasmagoría permanente es el de las chimeneas que, como largos
hongos blancos, cubiertas de techos redondos, surgen del flanco de los
conos como vigías inmutables o fantasmas petrificados” (VII)

“Es un paisaje erizado de dientes agresivos. Los conos de sus arcillas


son afiladas por los vientos y las lluvias, endurecidas por el frío, y
parecen colmillos que acechen cielos y nubes, con el tenor tétrico de
su inmovilidad, para desgarrarles las entrañas” (VIII)

“La greda arcillosa se convierte en un museo al aire libre de


esculturas góticas (torres, agujas, hornacinas, doseles,…) que han
labrado la lluvia y el viento” (IX)

“Tienen un aspecto lunar y caprichoso, a la vez encantador y desolado,


consecuencias del trabajo de las lluvias y el viento sobre las
arcillas” (X)

“La planicie se arruga, se quiebra y se hunde en un foso inmenso, en


un anfiteatro de colinas piramidales, domos obrados por la lluvia y el
viento como esfinges de arenisca, como campamento de deidades
vigilantes, como templos de enanos y gigantes” (XI)

“Las cárcavas son profundas y pintorescas, de enorme variedad y


atractivo. La tierra arcillosa, bermeja, alhambra…La erosión del 227
paisaje lo ha trasformado en un bordado de pináculos, con unas
paradójicas estalagmitas de arcillas llovidas del firmamento” (XII)

“Las cárcavas del río Marchal (Hoya de Guadix) fueron declaradas


Monumento Natural en el año 2003. Las tonalidades ocres se mezclan con
el verde de la vegetación y le confieren una gran belleza. No son
consideradas buenas para los cultivos, pero permiten la construcción
de Casas Cueva con una temperatura constante en su interior. Además
del paisaje y sus casas cueva, cuentan con senderos para realizar
agradables rutas a pie o a caballo” (XIII)

“Las tierras baldías o badlands son un tipo de paisaje ruiniforme,


extensamente erosionado por el viento y el agua. Cañones, cárcavas,
barrancos, canales, chimenea de hadas (columnas de roca con formas en
sus picos) y otras formas geológicas del estilo son comunes en estas
tierras baldías. Pueden presentar una espectacular gama de colores,
que alterna capas que van del negro azulado oscuro, característico del
carbón, al blanco del caolín o el yeso, pasando por el rojo
brillante.” (XIV)

“La embestida del paisaje de Guadix es de tal magnitud que impide todo
acomodo. El único paisaje del mundo que enseña los dientes es el
paisaje de Guadix. Es un paisaje erizado de dientes agresivos. Los
conos de sus arcillas, afilados por los vientos, y la lluvia, y
endurecidos por el frío, parecen colmillos que acechan los cielos y
las nubes… semejan una sinfonía de gritos fosilizados, de furores
compactos, de horribles pesadillas densas…Si tuvieran misión de
muralla. Pero no. Su única exclusiva misión es de cerco... ciñe y
aprieta, amenaza con estrangular a la ciudad… es una cuña obstinada de
la tierra furiosa contra el hombre que se levantó contra su
determinismo geológico… Guadix es el hombre y el paisaje frente a
frente. Irreconciliables, antagónicos... es la única ciudad del mundo
invadida por el paisaje, que se hizo fuerte sobre sí mismo, negándose,
contra toda orden del hombre… es la única ciudad del mundo donde la
geología se articuló en arquitectura, como las torres, los palacios o
las iglesias…” (XV)

Contexto y valoración:

La percepción como paisaje sobresaliente y singular de las


“cárcavas”, “tierras baldías” o “bad lands” de la Hoya de Guadix
procede de los viajeros y literatos del siglo XIX.

Éstos, como pone de manifiesto el texto I del botánico ilustrado


Simón de Rojas, las bautizan con el mismo nombre que les venía dado
por la etimología popular local, la de “dientes de la vieja” o menos
denigrantemente a la manera de “colmillos”, como lo hace el texto III.

El viajero Richard Ford aporta una nueva visión, vinculada a su


origen geológico, y no meramente a su morfología.

En el texto II menciona que “Todo el paisaje recuerda el mar,


cuyas olas se hubieran transformado de repente en sustancias sólidas”.
Y su intuición no será fallida pues los geólogos comprobarán que la
Hoya de Guadix fue un mar en tiempos prehistóricos.
228
Los textos correspondientes al siglo XX abundarán en nuevas
comparaciones imaginativas de este paisaje.

El texto VI las compara con las “montañas de Montserrat” de


Cataluña. El viajero irlandés W. Starkie (años treinta, texto V)
relaciona sus formas con las de “volcanes en erupción”. Y, poco más
tarde, el texto VII, de la novelista infantil francesa J. Saint-
Marcoux, las semeja a “un paisaje de luna, revisado y corregido por
Walt Disney”. Esta imagen, la de paisaje lunar, será la que más
triunfará y se repetirá posteriormente en muchas guías turísticas.

En el siglo XX se produce también la paulatina interpretación de


este paisaje de “bad lands”, “cárcavas” o “tierras baldías” como
semejante al paisaje onírico o producto de un sueño.

El viajero irlandés Walter Starkie en los años treinta -texto V-


las describe como algo parecido a los “dibujos delirantes hechos en
tiza por un niño”. El texto VII compara estos conos “con “vigías
inmutables o fantasmas petrificados”. Dicha personificación se
prolonga en el tiempo. Y el texto XI las ve como “esfinges de
arenisca, como campamento de deidades vigilantes, como templos de
enanos y gigantes”).

Lo que fueron “dientes de vieja” en el siglo XIX, pasaran a


tener a finales del siglo XX la consideración positiva de “monumento
natural”, incluyéndose en ocasiones en los Espacios Naturales
Protegidos por la Junta de Andalucía (año 2003).

A la par, algunos viajeros y literatos hablan de ellas como


“obras de arte” labradas sobre las rocas arcillosas de la Hoya de
Guadix por las fuerzas de la propia naturaleza, como son las heladas,
el viento y las lluvias. El escritor Aquilino Duque nos dice en el
texto X, que son “un museo al aire libre de esculturas góticas”. Y el
escritor Carlos Asenjo Sedano –texto XII- las compara a “un bordado de
pináculos, con unas paradójicas estalagmitas de arcillas llovidas del
firmamento”.

Los autores más recientes hablan de ellas como espacios


naturales de interés geológico, aptos de ser visitados a pie o a
caballo, donde disfrutar, como señala el texto XIV de un original
catálogo de formas de relieve “Cañones, cárcavas, barrancos, canales,
chimenea de hadas y otras formas geológicas”) y de una “espectacular
gama de colores” en sus diferentes rocas.

Finalmente, la descripción literaria que ha abordado con mayor


profundidad el paisaje de los “bad lands” quizás sea la que
proporciona el escritor accitano Miguel Rodríguez Pastor en su pequeño
libro “Los Misterios de Guadix”, del que se ofrece un pequeño párrafo
–texto XV-. En él, al autor indaga sobre la influencia de un paisaje
que “enseña los dientes” y “cerca” la ciudad accitana, sobre la
psicología intimista y el carácter retraído de sus habitantes.

229

Referente territorial: Altiplano de Guadix y Marquesado.

Número y título de ficha: IV.3. Altiplano de Guadix (III). Vega de


Guadix.

Objetivo de la Catalogación: Caracterización del tipo de paisaje


provincial.

Referente paisajístico: Paisaje de dominante urbana.

Autor(es), obras(s) y fecha(s):

IBN JATIB, citado en: SIMONET, FRANCISCO JAVIER. Descripción del reino
de Granada (1860). Madrid. Ediciones Atlas, 1982 (I)
AL HIMYARI, citado en: ASENJO SEDANO, CARLOS. Las cuevas. Un hábitat
insólito del Sur. Sevilla: Ediciones Muñoz Moya, 1990. (II)

ASENJO SEDANO, CARLOS. Guadix, la ciudad musulmana del siglo XV.


Granada: Diputación de Granada, 1983(III)

GÁMEZ NAVARRO, JUAN. El paisaje agrario y la propiedad de la tierra de


Guadix durante el antiguo régimen (siglo XVIII), pp. 117-148 Granada:
Revista de Estudios Andaluces. Número 13, 1989 (IV)

DE ROJAS CLEMENTE RUBIO, SIMÓN (1777-1827). Viaje a Andalucía.


Historia Natural del Reino de Granada 1804-1809. Barcelona: Griselda
Bonet Girabert, 2002 (V)

INSTITUTO ANDALUZ DE PATRIMONIO HISTÓRICO. Fábrica azucarera de San


Torcuato en Guadix. En: Atlas histórico del patrimonio industrial
andaluz, www.patrimonioandaluz.com (VI)

FERNÁNDEZ, FIDEL. Guadix. Madrid: Revista Blanco y Negro, 17 de junio


de 1934 (VII)

SERMET, JEAN. La España del Sur. Barcelona: Editorial Destino, 1958


(VIII)

DUQUE, AQUILINO. Guía Natural de Andalucía (1986). Valencia. Editorial 230


Pretexto, 1992 (IX)

BERMÚDEZ-CAÑETE, ANTONIO. Retorno a Granada. Ubago Editores. Granada.


1989 (X)

TEXTOS SELECCIONADOS:

“Sus campos verdes y frondosos, con muchos frutos y excelente vino,


están regados por muchos canales y arroyos, y doblan las cosechas” (I)

“Es abundante en moreras, en viñas, en árboles frutales de diversas


especies y en olivos. Además, el algodón crece allí en gran cantidad”
(II)

“Una gran diversidad de árboles frutales se repartían el vuelo de la


vega (ciruelas, peras, manzanas, higueras, almendros, nogueras y
castaños), mientras que el suelo se destinaba a cereales, algodón,
lino y unos famosos melones. En la vega se contabilizan varios cientos
de cármenes que, como en Granada, tenían también baños y servían de
quintas de recreo, además de por las producciones de sus huertas y
árboles frutales” (III)

“El Catastro de Ensenada del año 1752 pone de manifiesto que la vega
en más de la mitad de su extensión acoge el cultivo de cereales -
trigo, cebada, habas y garbanzos- que se cosechan cada uno o dos años,
viñas y unas pocas hectáreas de frutales y hortalizas. Además, quedan
dispersos por las explotaciones, herencia de la época nazarí, más de
veinte mil árboles de ciruelos, diez mil de guindos, seis mil de
moreras, unos tres mil de perales y manzanos, y cifras menores de
almendros, castaños, cerezos, duraznos, membrilleros y nísperos”(IV)
“Se coge ya poca seda y uva, dedicadas mayormente a trigo y cebada con
que se abastecen muchos ganados” (V)

“Durante el último tercio del siglo XIX la agricultura atravesó una


situación especialmente difícil en la comarca. La alarmante caída de
precios del trigo y el cáñamo hizo que se prestara atención a los
cultivos industriales, básicamente la remolacha azucarera. Las
perspectivas de rentabilidad eran muy prometedoras, a lo que ayudaban
las especiales características de los suelos de la comarca, mejores
aún que los de la vega de Granada. El problema era la existencia de
elevados costes de transporte hasta las fábricas más cercanas, en la
capital granadina. La situación cambió con la llegada del ferrocarril
en 1895, abriéndose la posibilidad del envío de la remolacha a
Almería. A partir de este momento, se generaliza el cultivo de la
remolacha, con excelentes cosechas. Esta eclosión culminaría con la
construcción de la fábrica de azúcar, junto a la estación del
ferrocarril. La existencia de problemas de superproducción provocó su
cierre en 1915” (VI)

“Las huertas están encajonadas entre hiladas de junco, mimbres y


frutales. Sirven de marco a espacios bien labrados y delimitan valles
angostos. Junto a ellas, suavizando el paisaje, las hileras de chopos.
Acequias, huertos y jardines ponen la nota de fertilidad al encintado
de alrededor. La imagen de lo fecundo en el marco de lo estéril. Tal
es la mezcla de aridez y de verdura, de pobreza y de vergel, que se 231
observa desde los alminares” (VII)

“¡Suntuosa vista¡ La extensa vega está encuadrada por todas partes


entre rebordes de tierra rojiza quebrados por innumerables barrancos.
Dijérase una decoración morisca cincelada con la más dúctil fantasía…
A la puesta de sol, se acusa mejor el dibujo de las barrancas que
destaca violento, con sus vertientes rojas, sobre el fondo verde”
(VIII)

“La vega tiene un ejército de chopos azules y huertos verdes con


ciruelos, perales y melocotoneros” (IX)

“La Vega de Guadix ofrece el mismo contraste entre desierto y oasis


que el originario de los árabes y bereberes que la poblaron. Hasta
donde las escasas aguas del río alcanzan a regar, verdean arboledas y
huertas; más allá, las malas tierras y los espartales…” (X)

Contexto y valoración:

La vega fue siempre una franja de terreno estrecha, a ambos


lados del río, pero de gran longitud. Su paisaje en tiempos nazaríes
se caracterizaría por una vegetación alta y cultivos de huertas. El
texto II menciona que era “abundante en moreras, en viñas, en árboles
frutales de diversas especies y en olivos. Además, el algodón crece
allí en gran cantidad”.

El texto IV, de principios del siglo XIX nos informa que


entonces “Se coge ya poca seda y uva, dedicadas mayormente a trigo y
cebada con que se abastecen muchos ganados”. Este cambio del paisaje
proviene de la reconquista y dominación castellana, que redujo la
diversidad y riqueza del paisaje veguero.

En el siglo XVIII las moreras eran escasas y, paradójicamente,


la fabricación artesanal de artículos de seda y algodón había sido
sustituida por el cereal y por plantaciones de cultivos industriales,
como el lino y el cáñamo, destinados a la elaboración de tejidos
burdos y baratos. También eran importantes los viñedos que, como en
otras áreas de montaña andaluzas, que fueron devastados por la plaga
de la filoxera, para no recuperarse jamás.

La Vega vive un segundo y efímero periodo de esplendor a finales


del siglo XIX y principios del siglo XX. Se produce la eclosión de
nuevos cultivos como las choperas y la remolacha azucarera. El texto
V, escrito en el año 1934, nos informa de cómo era este paisaje en el
primer tercio del siglo XX “Las huertas están encajonadas entre
hiladas de junco, mimbres y frutales. Sirven de marco a espacios bien
labrados y delimitan valles angostos. Junto a ellas, suavizando el
paisaje, las hileras de chopos. Acequias, huertos y jardines ponen la
nota de fertilidad al encintado de alrededor”. Esta diversidad de
cultivos y la pequeñez de las explotaciones, hacen que el geógrafo
Jean Sermet, un cuarto de siglo más tarde, alabe este paisaje, del que
afirma en el texto VI: “Dijérase una decoración morisca cincelada con
la más dúctil fantasía…”.

Durante la segunda mitad del siglo XX se ha producido la entrada 232


de nuevos cultivos. Sobre todo, plantaciones frutales de melocotoneros
y de hortalizas, aunque pervive, en gran medida, la infraestructura
hidráulica, el arbolado disperso y la traza minifundista y artesana de
la vega de origen morisco.

No habiéndose producido la modernización de sus regadíos (al


menos, el mismo ritmo que en el Valle del Guadalquivir y la franja
litoral), el debate de los expertos en desarrollo rural de la comarca
está entre dar este paso o apostar por la implantación de la
agricultura ecológica, para el que algunos limitantes podrían ser
ventajas sus producciones diferenciadas y de calidad, como la
extremada división de la propiedad de la tierra, la estrechez y
profusión de irregulares escalinatas y terrazas de los predios
cultivados, lo frío del clima o la frecuencia de heladas.
Referente territorial: Altiplano de Guadix y Marquesado.

Número y título de ficha: IV.4. Altiplano de Guadix (IV). Imagen de


conjunto e imagen interna de la ciudad de Guadix.

Objetivo de la Catalogación: Caracterización del tipo de paisaje


provincial.

Referente paisajístico: Paisaje de dominante urbana.

Autor(es), obras(s) y fecha(s):

AL IDRISI, citado en: SIMONET, FRANCISCO JAVIER. Descripción del reino


de Granada (1860). Madrid. Ediciones Atlas, 1982 (I)

IBN JATIB, citado en: SIMONET, FRANCISCO JAVIER. Descripción del reino
de Granada (1860). Madrid. Ediciones Atlas, 1982 (II)

AL HIMYARI, citado en: ASENJO SEDANO, CARLOS. Las cuevas. Un hábitat


insólito del Sur. Sevilla: Ediciones Muñoz Moya, 1990. (III)

MIÑANO, SEBASTIÁN DE. Diccionario geográfico estadístico de España.


1826 (III)
233
MADOZ, PASCUAL. Diccionario geográfico estadístico histórico de la
provincia de Granada (1845-1850) (IV)

HOSKINS, P. Spain as it (Londres, 1851). Citado en: LÓPEZ BURGOS,


MARIA ANTONIA. Guadix y su comarca. Relatos de viajes (1809-1948).
Australis publishers. Melbourne, 2000 (V)

FERNÁNDEZ, FIDEL. Guadix. Madrid: Revista Blanco y Negro, 17 de junio


de 1934 (VI)

SERMET, JEAN. La España del Sur. Barcelona: Editorial Destino, 1958


(VII)

ASENJO SEDANO, JOSÉ. Impresiones, recuerdos de un paisaje (Andalucía,


Tierras Altas). Sevilla: Universidad de Sevilla, 1973 (VIII)

ASENJO SEDANO, CARLOS. Guadix: Guía histórica y artística. Granada:


Diputación de Granada, 1989 (IX)

AVILA GRANADOS, JESÚS. Las viviendas troglodíticas de Guadix.


Barcelona. Diario la Vanguardia. 13 de agosto de 1989 (X)

BRU ROVIRA. Guadix. Diario la Vanguardia. 18 de julio de 1992 (XI)

DE LAS HERAS, ESTEBAN. Volver a Guadix. Granada: Diario IDEAL. 31 de


agosto de 2008 (XII)

MOEBIUS. En: Guía de Guadix y su comarca. www.moebius.es.2008 (XIII)


CUCALA, SARA. Viaje al corazón de la tierra. Madrid: Diario el Mundo,
Septiembre de 2008 (XIV)

TEXTOS SELECCIONADOS:

“Ciudad de mediana grandeza, ceñida de muros, donde se pueden hacer


ganancias en los negocios, por ser cruce principal de caminos, y hay
aguas abundantes por tener un pequeño río que nunca se seca” (I)

“Ciudad populosa, lugar donde posan muchos camellos en su gran


caravansarar, incomparable por sus fortificaciones, sus acequias y
amenidad” (II)

“Ciudad hermosa y grande. Su río desciende de Sierra Nevada y corre


por el este de la ciudad; a su orilla hay molinos contiguos,
accionados por las aguas, y unos baños. Tienen una entrada por el río
y otro por el foso que circunda la muralla que rodea la alcazaba,
situada en lo más alto de la ciudad, al suroeste” (III)

“Situada en una cañada, descendiendo al valle, por lo que la mayoría


de sus calles están inclinadas… En el centro, está su plaza mayor y su
catedral de buena arquitectura. En lo alto, unas murallas en buen
estado con las que se defendieron los moros” (IV)

“Ciudad situada en la falda septentrional de Sierra Nevada, a la


margen izquierda del río de su nombre, en terreno desigual. Una 234
tercera parte de sus edificaciones son cuevas; Tiene una antigua y
destruida fortaleza, llamada la Alcazaba en un punto elevado, casi en
el centro, en donde se halla el cementerio común; seminario conciliar
eclesiástico; un hospital fundado por los reyes católicos, y ,en el
orden eclesiástico, Catedral. Está situada en el mismo lugar que ocupó
la mezquita mayor durante la dominación de los moros” (V)

“Guadix aparece en una llanura surcada de barrancos a modo de inmensa


fortificación natural, con sus iglesias, torres, chapiteles y casas,
entremezcladas con una gran variedad de follaje. Y con otro pueblo, el
de las cuevas, detrás de él, formando montículos” (VI)

“En el centro del caserío, la torre enhiesta de la Catedral; los cubos


del Alcázar moro; picudos campanarios y elevadas azoteas. Alrededor,
terreno accidentado y pequeños montículos agujereados de cuevas… Los
choques entre el rojo y el blanco de los tejados y fachadas de Guadix
producen un bello contraste desde arriba, al que se suman ribazos,
pintorescas hondonadas y espesas alamedas” (VII)

“Está en un empalme de carreteras importantes…Tiene la Catedral más


antigua de España, aunque es pequeña pues los recursos del entorno son
limitados… Tiene una plaza mayor de tiempos de Felipe III y calles
todas en cuesta con curiosas casas muy altas…sus calles, llenas de
pobres y vagabundos trascienden a población gitana y mora” (VIII)

“Ciudad vieja, con su torre quemada por el sol, el campanario, los


tejados… Treinta o más torres de iglesias, conventos y casas
solariegas, y una muralla mora, partida, y sus torreones y almenas. Y,
atrás, el telón de fondo de la Sierra Nevada y, más cerca, los cerros,
extrañas ruinas, agujereadas de cuevas” (IX)
“Esta milenaria ciudad tiene antiguas alamedas convertidas en
bulevares de carreteras, restos de su antigua alcaicería y calles
gremiales, casas solariegas y palacios, casas de labradores y, sobre
todo, casas de hidalgos con sus torreones laterales rematados con
veletas y cruces, y casas moriscas, donde perviven balcones labrados
artesanalmente en madera, que no sobresalen de la fachada“ (X)

“La antigua medina, amuralladas sobre un cerro, contrasta con la


piedra dorada de la Catedral renacentista y barroca. Ésta, en primer
término; la otra, con su mole en lo alto, rodeada de callejuelas
moriscas. Y, como telón de fondo el arrabal de las cuevas, o barrio de
Santiago, la mayor concentración de cuevas habitadas- más de diez mil
moradores- con chimeneas encaladas de la Tierra…” (XI)
“Ciudad de la piedra, de la arcilla y de la cal, asentada en una vega
en la que abundan almendros y melocotoneros, y rodeada del paisaje
lunar de sus cerros” (XII)

“La piedra, la cal, la arcilla y la luz hacen de Guadix una ciudad de


contrastes. Las cuevas, los barrios históricos y la vega están
protegidos por la alcazaba árabe, la catedral renacentista y barroca;
y más al fondo por Sierra Nevada. En Guadix se encuentra el mayor
conjunto de cuevas de España, abiertas a pico sobre cerros de arcilla.
Junto a ellas los palacios, iglesias y calles señoriales muestran la
grandeza y antigüedad de esta ciudad. Su principal monumento es la
Catedral, que fue iglesia visigoda hasta que los árabes construyeron 235
allí su Mezquita Mayor. A partir del siglo XVI, se edifica sobre ella
una Catedral Gótica transformada durante el Renacimiento y finalizada
en el Barroco (S.XVI-XVIII). En la parte alta de la villa se alza la
Alcazaba árabe, declarado monumento nacional y el de mayor importancia
de la época árabe de la ciudad. Desde sus torreones se observa una
espléndida panorámica de la vega, la ciudad y Sierra Nevada. Alrededor
de la Alcazaba se extiende un sin fin de chimeneas que salen de la
tierra y que no son otra cosa que la parte visible de las casas
horadadas en las tierras arcillosas y que forman al popular barrio de
las Cuevas. Guadix es pródiga también en palacios y casas nobiliarias”
(XIII)

“Es una ciudad que subyuga al viajero, que lo atrapa en su luz y lo


envuelve en el aire sutil de sus calles y en el misterio de sus viejos
palacios, sus grandes y decrépitas casonas, sus conventos e iglesias,
sus cuevas, su catedral… Perderse en Guadix es sumergirse en un cuadro
impresionista, ser parte de una luz distinta, diferente, inabarcable.
Es estar a la sombra del misterio, disfrutar de un paisaje
incomparable, de un mundo de cal y arcilla, campanadas, tertulias,
paseos y alamedas… Es una ciudad tan distinta; tan castellana que
parece trasplantada desde la meseta y, a la vez, tan levantina, tan
mediterránea, que la luz cegadora y limpia de su barrio de las Cuevas
nos transporta en el viento de los sueños” (XIV)

“Es una ciudad cuidada y restaurada, que se organiza en torno a su


catedral, con su museo y pequeña pinacoteca. Aunque si se quiere
comprender hay que pasearse por el barrio de las cuevas, cono hay una
curiosa Cueva-Museo, que hace un recorrido por las estancias de esta
arquitectura tradicional, sus ajuares y sus herramientas” (XV)
Contexto y valoración:

Se ha realizado una selección o antología de textos que permita


sintetizar la imagen externa y la imagen interna de la ciudad de
Guadix desde tiempos nazaríes a los actuales.

Los tres primeros textos ofrecen la imagen externa de la Guadix


nazarí: Una ciudad-oasis fortificada en un principal cruce de caminos
entre Granada, Almería y Murcia.

Respecto a la importancia que tuvo el agua en esta época, el


texto I indica que “hay aguas abundantes por tener un pequeño río que
nunca se seca”. El texto II nos habla de “sus acequias y su amenidad”.
Y el texto III expresa la estrecha vinculación entonces existente
entre la ciudad y el río de su mismo nombre, señalando que “a su
orilla hay molinos contiguos, accionados por las aguas, y unos baños”.

En relación con su condición de fortaleza defensiva, el texto I


califica a Guadix como ciudad “ceñida de murallas”. El texto II
ensalza que es “incomparable por sus fortificaciones” y el texto III
menciona “la muralla que rodea la alcazaba, situada en lo más alto de
la ciudad, al suroeste”.

Los textos siguientes hablan de la formación de una nueva imagen


externa, correspondiente a la Guadix cristiana y cuevera –siglos XVI
al XIX-. 236

Esta transformación urbana proviene, por un lado, de la


decadencia de elementos típicos del paisaje urbano nazarí como sus
baños –que se cierran-, así como del abandono del recinto defensivo.
La Alcazaba fue perdiendo su peso funcional y su presencia
urbanística. De igual modo, la muralla de la medina se ve afectada por
las diferentes casas nobles que se van adosando a ella. Las puertas y
fuentes irán transformándose, perdiendo su configuración y su papel
urbanístico. El texto V nos informa de que a mediados del siglo XIX “la
Alcazaba funciona como cementerio común…”.

Por otra parte, emerge, en la parte más llana, un Guadix


cristiano donde el texto IV menciona como lugar central a la “plaza
mayor y su catedral de buena arquitectura”.

Una plaza mayor de tiempos de Felipe III donde se implanta el


corazón administrativo que defina la gran plaza porticada con su
fuente central. Este espacio acogerá la Casa del Común, la Cárcel y el
Balcón de los Corregidores.

Por su parte, la Catedral que es el “principal monumento, que


fue iglesia visigoda hasta que los árabes construyeron allí su
Mezquita Mayor. A partir del siglo XVI, se edifica sobre ella una
Catedral Gótica transformada durante el Renacimiento y finalizada en
el Barroco (ss.XVI-XVIII)”.

El texto V indica también varios lugares centrales: “el


seminario conciliar eclesiástico; un hospital fundado por los reyes
católicos, y, en el orden eclesiástico, la Catedral.”
La imagen externa de Guadix tiene desde entonces, al menos, las
siguientes lecturas del paisaje:

- La contemplación de la ciudad de Guadix, vista en la lejanía,


ofrece la superposición de tres escenarios visuales–el del río y
las barranqueras; la de la ciudad y la de los barrios cueveros,
tal como describe el texto VI:(“Guadix aparece en una llanura
surcada de barrancos a modo de inmensa fortificación natural,
con sus iglesias, torres, chapiteles y casas, entremezcladas con
una gran variedad de follaje. Y con otro pueblo, el de las
cuevas, detrás de él, formando montículos”). Además, tiene como
principal perfil aéreo, tal como señala el texto IX, el de sus
“Treinta o más torres de iglesias, conventos y casas
solariegas”.
- Observada en picado desde su interior - desde lo alto de la
antigua Alcazaba-, desde Guadix se observan panorámicas de
muchos paisajes de los contornos, como menciona el texto XIII:
“Las cuevas, los barrios históricos y la vega están protegidos
por la alcazaba árabe, la catedral renacentista y barroca; y más
al fondo por Sierra Nevada”. A más corta distancia, tal como
describe el texto VII, la ciudad presenta dos franjas visuales
netamente diferenciadas: “Alrededor, terreno accidentado y
pequeños montículos agujereados de cuevas… Dentro, los choques
entre el rojo y el blanco de los tejados y fachadas producen un
bello contraste, al que se suman ribazos, pintorescas hondonadas
y espesas alamedas”. 237

La imagen interna de Guadix, la de sus calles y plazas, se dota


en estos siglos de una creciente complejidad, en tanto conviven, como
señala el texto X: “calles gremiales, casas solariegas y palacios,
casas de labradores y, sobre todo, casas de hidalgos con sus torreones
laterales rematados con veletas y cruces, y casas moriscas, donde
perviven balcones labrados artesanalmente en madera, que no sobresalen
de la fachada“.

Los textos más recientes, desde los años noventa, nos hablan de
un Guadix-contemporáneo donde se superponen, como en un libro, varias
páginas de la historia y la arquitectura accitana: la Guadix árabe, la
Guadix cristiana y la Guadix de las cuevas –está última a partir del
siglo XVII-.

El texto XI destaca que se trata de tres espacios con fuertes


contrastes de color y textura: “La antigua medina, amurallada sobre un
cerro, contrasta con la piedra dorada de la Catedral renacentista y
barroca. Ésta, en primer término; la otra, con su mole en lo alto,
rodeada de callejuelas moriscas. Y, como telón de fondo el arrabal de
las cuevas”.

De ellos, el Guadix árabe (el entorno de la Alcazaba) se está


potenciando como mirador privilegiado del paisaje urbano y de los
contornos. El texto XIII indica que “En la parte alta de la villa se
alza la Alcazaba árabe, declarado monumento nacional y el de mayor
importancia de la época árabe de la ciudad. Desde sus torreones se
observa una espléndida panorámica de la vega, la ciudad y Sierra
Nevada.”
El Guadix cristiano y de las cuevas son los sectores de la
ciudad que están siendo objeto de una mayor revalorización de sus
paisajes urbanos para el turismo.

El texto XV menciona que “Es una ciudad cuidada y restaurada,


que se organiza en torno a su catedral, con su museo y pequeña
pinacoteca. Aunque si se quiere comprender hay que pasearse por el
barrio de las cuevas, donde hay una curiosa Cueva-Museo, que hace un
recorrido por las estancias de esta arquitectura tradicional, sus
ajuares y sus herramientas”.El texto XIV subraya “el misterio de sus
viejos palacios, sus grandes y decrépitas casonas, sus conventos e
iglesias, sus cuevas, su catedral…” y cómo “la luz cegadora y limpia
de su barrio de las Cuevas nos transporta en el viento de los sueños”.
El texto XIII menciona que “En Guadix se encuentra el mayor conjunto
de cuevas de España, abiertas a pico sobre cerros de arcilla. Junto a
ellas los palacios, iglesias y calles señoriales muestran la grandeza
y antigüedad de esta ciudad”.

Todo lo anterior dota a la ciudad de Guadix una peculiar


textura, que el texto XII resume como la de una “Ciudad de la piedra,
de la arcilla y de la cal, asentada en una vega”.

238

Referente territorial: Altiplano de Guadix y Marquesado.

Número y título de ficha: IV.5. Altiplano de Guadix (V). Imagen de


conjunto del Barrio de Cuevas.

Objetivo de la Catalogación: Caracterización del tipo de paisaje


provincial.

Referente paisajístico: Paisaje de dominante urbana.

Autor(es), obras(s) y fecha(s):

ASENJO SEDANO, CARLOS. Las cuevas de Guadix. Sus orígenes (I)

PÉREZ CASAS, ANTONIO. Estudio etnológico de los gitanos de Granada.


Granada: Universidad de Granada, 1974 (II)

TWISS, RICHARD. Travels through Portugal and Spain in 1772 and 1773
(III)
MADOZ, PASCUAL. Diccionario geográfico estadístico histórico de la
provincia de Granada (1845-1850) (IV)

HOSKINS,P. Spain as it (Londres, 1851). Citado en: LÓPEZ BURGOS, MARIA


ANTONIA. Guadix y su comarca. Relatos de viajes (1809-1948). Australis
publishers. Melbourne, 2000 (V)

ALARCÓN, PEDRO ANTONIO DE. El sombrero de tres picos (1874) (VI)


WILLIAMS, LEONARD. Spain in 1899. Citado en: LÓPEZ BURGOS, MARIA
ANTONIA. Guadix y su comarca. Relatos de viajes (1809-1948). Australis
publishers. Melbourne, 2000 (VII)

BROWN, IRVING. (1924). La senda gitana. Viaje por Andalucía y otras


riberas del Mediterráneo. Sevilla. Editorial Renacimiento, 1986 (VIII)

BELLO, LUIS. Guadix. Viaje por las escuelas de España. Madrid.


Editorial renacimiento, 1929 (IX)

GARCÍA HORTAL, FRANCISCO. Visita a Guadix de Federico García Sanchíz.


Sevilla: Diario ABC, 25 de marzo de 1933 (X)

FERNÁNDEZ, FIDEL. Guadix. Madrid: Revista Blanco y Negro, 17 de junio


de 1934 (XI)

STARKIE, WALTER. Don Gitano. Londres. 1936. Citado en: LÓPEZ BURGOS,
MARIA ANTONIA. Guadix y su comarca. Relatos de viajes (1809-1948).
Australis publishers. Melbourne, 2000 (XII)

BAYO, CIRO. Lazarillo español. Madrid: Editorial Austral, 1945 (XIII)

JOHNSTON-SAINT.P. Castanets and carnatios. London 1946. Citado en:


LÓPEZ BURGOS, MARIA ANTONIA. Guadix y su comarca. Relatos de viajes
(1809-1948). Australis publishers. Melbourne, 2000 (XIV)
239
BERMÚDEZ-CAÑETE, FEDERICO. Retorno a Granada, pp. 39-40. Granada:
Editorial Ubago, 1989 (XV)

ASENJO SEDANO, CARLOS. Guadix: Guía histórica y artística. Granada:


Diputación de Granada, 1989 (XVI)

ÁVILA GRANADOS, JESÚS. Las viviendas troglodíticas de Guadix.


Barcelona. Diario la Vanguardia. 13 de agosto de 1989 (XVII)

OUBERNELL, CAROLINA. Guadix. Memoria de la cueva. Madrid. Diario El


Mundo. 9 de enero de 2013 (XVIII)

VELÁZQUEZ, FLAVIA PAZ. Las cuevas de Guadix. En: www.elaccitano.com


(XIX)

CUCALA, SARA. Viaje al corazón de la tierra. Madrid: Diario el Mundo,


Septiembre de 2008 (XX)

TEXTOS SELECCIONADOS:

“Las cuevas aparecen como paisaje en el siglo XVI, atraen como refugio
de moriscos, menesterosos y fuera de la ley. Son ya unas 400 en el
siglo XVII según Henríquez de Jorquera. Y a mediados del siglo XVIII
el Catastro de Ensenada nos habla de que superan las 800, y en ellas
vive más de la mitad de la población de Guadix. Las cuevas no se
aglutinarán en torno a una iglesia. Las cuevas surgen sin una
planificación, sino la de las cañadas y barrancos, y rodearán en forma
de arco a la ciudad. A finales del siglo XVIII empezarán a ser
reconquistadas por el catolicísimo oficial a través de la construcción
de ermitas, que aglutinen su vida religiosa. Como la ermita nueva, que
está excavada en el cerro y adapta el templo al paisaje, a la
policromía de la tierra, a la anarquía de su urbanismo” (I)

“Los gitanos adoptan este tipo de vivienda a finales del siglo XV. Por
un lado, la seguridad que le confería su extrema posición respecto a
la ciudad y como consecuencia su alejamiento de las autoridades
encargadas de hacer cumplir la ley, amén de otros enemigos. Por otro,
su baratura y relativo confort: frescas en verano y caldeadas en
invierno. No obstante la popularidad de las cuevas gitanas parte del
siglo XIX, con la visita de los viajeros románticos. Por el contrario,
a los escritores locales y nacionales les llamó menos la atención y
consideraron un descrédito la existencia de tales paisajes” (II)

“Las colinas arcillosas que la envuelven por completo son de


naturaleza extraordinaria; masas muy altas y quebradas que se asemejan
a agujas, torres y rocas deformes. En sus laderas se han excavado
poblados enteros, cuyas ventanas parecen palomares o, más bien,
madrigueras. El camino que lo atraviesa es extraordinariamente
singular, serpenteando media milla entre dos escarpadas paredes de
tierra, sin la menor presencia de roca o grava" (III)
“La estructura en general de los edificios no ofrece cosa digna de
atención, por su fábrica antigua, siendo una tercera parte de ella
cuevas, sin más luz que la que reciben de las puertas” (IV)

“Es necesario obtener permiso de la policía para construir una cueva,


pero aquellos que lo consiguen son afortunados, pues están mucho más 240
cómodos que en las otras casas, ya que en verano son siempre frescas,
y en invierno cálidas” (V)

“Están situadas alrededor de pequeñas cañadas que dan vueltas y


revueltas alrededor de montes terrosos de corta elevación, formando un
laberinto entre ellas” (VI)

“Pocos viven en casas, la mayoría vive en cuevas que excavan ellos


mismos, tales como las que deben habitar los duendecillos, bajo un
sistema prehistórico en que no hay propietario ni rentas, salvo un
impuesto que se paga al Gobierno” (VII)

“Los moradores de las cuevas son vestigios de varias razas a la vez:


españoles, árabes y africanos. Constituyen un mundo aparte, ignorado
del resto. Un mundo bárbaro y caótico, donde las pasiones primarias
actúan con la más entera libertad.” (VIII)

“Cada cerro tiene su propietario que, por diez pesetas, concede el


derecho a abrir una puerta y cavar lo que se quiera, mientras no haya
perjuicio para el vecino. Los linderos son los montes, y cuando no hay
otra cueva, no hay linderos.” (IX)

“A cada paso en que nos internamos por sus innumerables vericuetos, se


descubren panorámicas cambiantes y nuevas perspectivas.” (X)

“Las cuevas muestran el negro agujereado de sus puertas, rodeado de un


marco de cal, la pirámide saliente de los respiraderos y las
placetillas donde, bajo una parra, viven en tiestos albahacas,
alhelíes y claveles.” (XI)
“Las cuevas no guardan ninguna simetría y sus chimeneas aparecen en
cualquier ángulo, como para significar la independencia de los
gitanos. La mayor parte de la población se pasa el tiempo subiendo y
bajando por veredas escalonadas a distinto nivel. Aquí los gitanos
llevan una vida de tribu en su propio barrio. Dicen que sólo se les ve
en los campos durante las cosechas. Las mujeres se casan a los catorce
o quince años y se pasan la vida en continuo estado de preñez. Hay
siempre un rebaño de niños desnudos revolcándose alrededor de las
cuevas. Sus rasgos son tan primitivos como los de los gitanos de la
Transilvania. Incluso tienen un baile, el del gato, que interpretan
agachados, arqueando las espaldas como los gatos, que recuerda al de
los pieles rojas.” (XII)

“Los gitanos viven aquí de la manera más primitiva imaginable.


Comparten el mismo agujero en la tierra sus animales: cabras, burros,
aves de corral, y cerdos. Tienen sus propios curanderos y curanderas
para asistir a las mujeres en sus partes, recolectar hierbas que son
remedios naturales en las sierras…” (XIII)

“Forman barriadas y se escalonan en pisos, con gradas en espiral para


subir entre ellas. Debido a la superposición de viviendas, resulta que
muchas veces vemos asomados a las ventanas de arriba orejudos asnos
como cualquier vecino, porque aquéllas corresponden a cuadras o
caballerizas.” (XIV)

“Caminé entre las cuevas. Tenían la entrada reluciente de cal, desde 241
el dintel de la puerta hasta una amplia franja alrededor, a veces
alisada y pulida… El territorio utilizado por el hombre se definía por
unos estrictos límites de uso cotidiano: los pocos metros regados y
barridos a diario, las matas de flores amarillas que brotaban, una
acacia para dar sombra… En torno suyo, familiar e intacto, el medio
físico.” (XV)

“Están dispuestas a modo de campamento militar en torno a la ciudad,


Aprovechan las colinas arcillosas que la rodean, abrazándola en
semicírculo con sus numerosos barrancos, cañadas y cerretes… Enfrentan
mundos y mentalidades distintos, pues allí están las familias obres y
artesanas. De la arcilla, del hierro, de la forja, de la piel y del
esparto…” (XVI)

“Las cuevas no deben ser vistas meramente como una respuesta a la


pobreza, sino como una feliz adaptación el medio geográfico. Su
orientación y alineación proporcionan más sol y aire que las viviendas
dispuestas en callejuelas. Para ello se elige una ladera orientada al
sur o al mediodía. También se valora la existencia de agua en las
proximidades, y que no haya que estar subiendo y bajando el cerro
continuamente.” (XVII)

“Este territorio cobija cerros áridos y arcillosos, coronados de


chimeneas blancas, salpicados de viviendas tan antiguas como la
tierra. En un número superior a las dos mil, las cuevas han venido a
engordar la llamada "ciudad troglodita", reclamo para turistas que
encuentran aquí originalidad y tipismo. Las calles del barrio de las
Ermitas han hallado el acomodo natural de los cerros. Pequeñas puertas
y minúsculas ventanas se insertan en la misma pared arcillosa.”
(XVIII)
“Una extensa comba de cerros cónicos, apiñados anárquicamente, sin más
organización que la divisoria trazada por los surcos profundos de los
barrancos. Un laboreo geológico de lluvias torrenciales ha ido
configurando la arcilla hasta trazar un paisaje de aspecto lunar. Allí
anidan las cuevas. Este tipo de vivienda subterránea ha conformado un
paisaje muy peculiar, de innumerables montículos pardos y rojizos,
cortados como un queso por planos blancos y punteados por chimeneas
cónicas también blancas. Su ausencia de ordenación urbana aconseja no
prefijar ningún itinerario, ya que ello privaría del placer espontáneo
de descubrir, por sí mismos, parajes y rincones sólo perceptibles por
la subjetividad individual.” (XIX)

“Se puede decir que así nacieron las primeras casas-cueva. Excavando
las laderas, creando laberintos hogareños donde cobijarse, huir,
perderse o encontrarse… Las cuevas fueron perfeccionándose, haciéndose
más profundas y aisladas. En una época las cuevas fueron utilizadas
por los que huían del poder; luego, por las clases menos adineradas; y
en el siglo XXI, el que tiene una cueva no sólo posee el mayor tesoro
de Granada, sino un trocito de la Historia de España.
Desde la carretera lo único que se divisan son arcillosas chimeneas
que sacan sus cabecillas redondeadas de las profundidades de la
tierra. Allí donde ves un ramillete de humo sabes que en su interior
se encuentra una de las viejas casas. «Poblado troglodita», se lee en
un letrero en plena carretera. Si lo sigues se llega a esas casas de
fachada en forma de arco. Cavidades hoy acompañadas por casas de adobe 242
blanco y techumbre de ladrillo rojo pegadas a las montañas.” (XX)

Contexto y valoración:

El paisaje de los barrios cueveros de la comarca de Guadix no es


prehistórico. La mayoría de las cuevas son posteriores al siglo XVI, y
tienen su origen cuando la abundante población morisca que permaneció
en la zona tras la reconquista castellana abandona los núcleos urbanos
y se instala en este hábitat. Su objetivo de preservar sus costumbres,
sus creencias y, en última instancia, su forma de vida. A ella se le
sumarán los gitanos, hasta confundirse con el paso de los siglos en un
solo grupo social.

El Sínodo de la Diócesis de Guadix y Baza - año 1574- es el


primer documento escrito que nos informa de la existencia de pequeños
núcleos de cuevas. La marginación en la documentación oficial de las
cuevas llegará incluso al siglo XIX. A pesar del peso que las cuevas
tienen en la configuración urbanística y demográfica de la ciudad de
Guadix, en los diccionarios geográficos de la primera mitad del siglo
XIX aparecen pocas referencias a ellas. El Diccionario Geográfico-
Estadístico de España y Portugal de Sebastián Miñano (año 1826) no
hace referencia alguna a las cuevas de Guadix. Pascual Madoz en su
Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus
posesiones de ultramar (Madrid, 1847) hace una escueta descripción –
Texto IV-: “La estructura en general de los edificios no ofrece cosa
digna de atención, por su fábrica antigua, siendo una tercera parte de
ella cuevas, sin más luz que la que reciben de las puertas”.

Los libros de viajeros que comienzan a florecer en el siglo


XVIII y que viven su gran esplendor en el siglo XIX empiezan a recoger
las primeras sensaciones que los viajeros tienen al visitar la comarca
de Guadix y contemplar su paisaje plagado de cuevas. Viajeros
románticos como Richard Twiss, que estuvo viajando por Portugal y
España entre 1772 y 1773, y más tarde Richard Ford (1845) las
describen y ven en ellas "hogar de los trogloditas pobres". El texto
III recoge la descripción del primero de estos viajeros: (“En sus
laderas se han excavado poblados enteros, cuyas ventanas parecen
palomares o, más bien, madrigueras”). Cinco años más tarde, Hoskins en
su obra Spain, as it (Londres, 1851) es el primero que llama la
atención sobre sus buenas condiciones térmicas. Así lo expresa el
texto V: “Es necesario obtener permiso de la policía para construir
una cueva, pero aquellos que lo consiguen son afortunados, pues están
mucho más cómodos que en las otras casas, ya que en verano son siempre
frescas, y en invierno cálidas”.

Aún así, las cuevas no posaron por primera vez para un objetivo
fotográfico hasta el año 1892. El primer fotógrafo local que se
encarga de recoger la imagen de las cuevas lo hace tan sólo en dos
momentos históricos de este barrio, como la visita de Alfonso XIII al
barrio de Las Cuevas en Guadix o la colocación de la primera piedra de
las Escuelas del Sagrado Corazón en la Ermita Nueva.

A pesar de su olvido por literatos y viajeros durante largo


tiempo, hay una gran abundancia de textos, ya de literatos o de
viajeros, escritos sobre el hábitat de las cuevas en los dos últimos
siglos. 243

La antología de textos seleccionados ha cumplido dos objetivos:


Ofrecer la imagen externa e interna de los barrios cueveros, de puerta
para afuera, mientras que otra ficha explora el paisaje doméstico o
interior de estas cuevas.

La imagen externa del barrio de cuevas de Guadix llamó la


atención ya en el siglo XIX por su condición de paisaje urbano surgido
espontáneamente y no sacralizado, fenómeno urbano insólito en
Andalucía. El texto I lo refiere así: “Las cuevas no se aglutinarán en
torno a una iglesia. Las cuevas surgen sin una planificación, sino la
de las cañadas y barrancos, y rodearán en forma de arco a la ciudad”.
El texto V indica que, como consecuencia de esta disposición, “Están
situadas alrededor de pequeñas cañadas que dan vueltas y revueltas
alrededor de montes terrosos de corta elevación, formando un laberinto
entre ellas”. El texto XVIII nos habla de que el único orden divisorio
interior son las cañadas que separan los barrancos de las cárcavas:
“Una extensa comba de cerros cónicos, apiñados anárquicamente, sin más
organización que la divisoria trazada por los surcos profundos de los
barrancos”.

El texto X intuye que, tras esta aparente anarquía del paisaje


urbano cuevero, se encierra un paisaje muy diverso y cambiante: “A
cada paso en que nos internamos por sus innumerables vericuetos, se
descubren panorámicas cambiantes y nuevas perspectivas”. El texto
XVIII reitera la originalidad de esta disposición del paisaje urbano y
sus posibilidades para el turista que las visita: “Su ausencia de
ordenación urbana aconseja no prefijar ningún itinerario, ya que ello
privaría del placer espontáneo de descubrir, por sí mismos, parajes y
rincones sólo perceptibles por la subjetividad individual”.
Otros dos rasgos de la imagen externa de los barrios cueveros
son el característico perfil aéreo de sus chimeneas saliendo de los
cerros, y la presencia de la cal sobre la tierra arcillosa.

La cal blanca con que se enlucen las fachadas y chimeneas ha


servido para desinfectar las cuevas y hace del conjunto cuevero una
ciudad blanca y luminosa. El texto XV, de finales de la década de los
ochenta, menciona que cada cueva “Tiene la entrada reluciente de cal,
desde el dintel de la puerta hasta una amplia franja alrededor, a
veces alisada y pulida…”.

El texto XVIII menciona que las chimeneas encaladas hace que los
“innumerables montículos pardos y rojizos, [sean] cortados como un
queso por planos blancos y punteados por chimeneas cónicas también
blancas”. Y el texto XIX insiste en que “Desde la carretera lo único
que se divisan son arcillosas chimeneas que sacan sus cabecillas
redondeadas de las profundidades de la tierra. Allí donde ves un
ramillete de humo sabes que en su interior se encuentra una de las
viejas casas”.

Un penúltimo elemento característico de esta imagen externa, ya


periclitado, fue que muchas cuevas tenían cuadras y sus alrededores
eran compartidos por gallinas, cabras, borricos, perros y personas, en
pacífica convivencia. El texto XIII –año 1945- todavía retrata este
paisaje: “Los gitanos viven aquí de la manera más primitiva 244
imaginable. Comparten el mismo agujero en la tierra sus animales:
cabras, burros, aves de corral, y cerdos”.

El último aspecto que daba una imagen externa propia e estos


barrios cueveros era el importante peso que tenían en ellos
determinadas actividades artesanas. Se sabe que los distintos oficios
ocupaban cada uno un lugar diferenciado. En el centro del barrio
cuevero de Guadix se situaban las fraguas de los herreros,
especializadas en calderos y las famosas navajas accitanas; a su
alrededor se encontraban artesanos de los oficios más variados: los
que elaboraban sillas de enea, o sogas y cuerdas de esparto; los que
tenían tejares y hornos de cal, los talleres de alfarería, o los
curtidores de piel. Otros eran vendedores o ejercían oficios
trashumantes como los de esquiladores o aguadores.

Por su parte, la imagen interna de las cuevas destaca por ser


una de las más ricas manifestaciones de la arquitectura popular
andaluza. Aunque carecen del urbanismo de los modernos arquitectos,
son construcciones ejemplares por sus condiciones bioclimáticas y en
muchos otros sentidos. Los textos seleccionados nos ayudan a entender
mejor sus rasgos diferenciales.

Un primer aspecto a considerar es su adecuado emplazamiento. Las


cuevas son excavadas allí donde el terreno empieza a elevarse sobre la
vega, previniendo su inundación. Y son perfectamente secas si ha sido
convenientemente elegido el estrato donde excavarla, entre materiales
permeables e impermeables. Además, como nos informa el texto XVII,
“También se valora la existencia de agua en las proximidades, y que no
haya que estar subiendo y bajando el cerro continuamente”.
Un segundo criterio es su orientación apropiada, que resulta tan
importante como su exacto emplazamiento en altura. Se prefieren
siempre las orillas que miran a oriente o al mediodía para librarlas
de los vientos fríos. El citado texto XVII nos dice que “Su
orientación y alineación proporcionan más sol y aire que las viviendas
dispuestas en callejuelas. Para ello se elige una ladera orientada al
sur o al mediodía”.

Un tercer rasgo original es que las cuevas se han rodeado


tradicionalmente de sus propios espacios libres y zonas verdes.

El texto XI, fechado en 1934, nos informa de que “Las cuevas


muestran el negro agujereado de sus puertas, rodeado de un marco de
cal, la pirámide saliente de los respiraderos y las placetillas donde,
bajo una parra, viven en tiestos albahacas, alhelíes y claveles”. El
texto XIV –año 1989- menciona que, en las cuevas, “El territorio
utilizado por el hombre se definía por unos estrictos límites de uso
cotidiano: los pocos metros regados y barridos a diario, las matas de
flores amarillas que brotaban, una acacia para dar sombra… En torno
suyo, familiar e intacto, el medio físico”.

Un cuarto aspecto singular es el trazado orgánico de sus calles


y plazas. El texto III menciona que “El camino que atraviesa las
cuevas es extraordinariamente singular, serpenteando media milla entre
dos escarpadas paredes de tierra, sin la menor presencia de roca o
grava”. El texto XI nos habla de que “Cada cerro tiene su propietario 245
que, por diez pesetas, concede el derecho a abrir una puerta y cavar
lo que se quiera, mientras no haya perjuicio para el vecino. Los
linderos son los montes, y cuando no hay otra cueva, no hay linderos”.
Y el texto XIV menciona que las cuevas “Forman barriadas y se
escalonan en pisos, con gradas en espiral para subir entre ellas”.

Un último contenido significativo de la imagen interna del


barrio cuevero de la comarca de Guadix es el de su geografía humana,
sobre la que pesó hasta mediados del siglo XX la fama de barrio
marginal y peligroso.

El texto VIII –año 1924- habla de que “Los moradores de las


cuevas son vestigios de varias razas a la vez: españoles, árabes y
africanos. Constituyen un mundo aparte, ignorado del resto. Un mundo
bárbaro y caótico, donde las pasiones primarias actúan con la más
entera libertad”). El hecho objetivo es que -durante cuatro siglos-
acogió minorías urbanas como los moriscos y los gitanos, que
compartieron este barrio troglodita, manteniendo formas de vida
arcaizantes, que recordaban la de pueblos primitivos de otras partes
del Planeta.

El texto II nos explica la concentración de la población de


etnia gitana en este barrio: “Los gitanos adoptan este tipo de
vivienda a finales del siglo XV. Por un lado, la seguridad que le
confería su extrema posición respecto a la ciudad y como consecuencia
su alejamiento de las autoridades encargadas de hacer cumplir la ley,
amén de otros enemigos. Por otro, su baratura y relativo confort:
frescas en verano y caldeadas en invierno”.
Los textos XII y XIII reflejan costumbres que contribuyeron a
formar esa leyenda negra sobre este barrio cuevero. El primero –
escrito el año 1936– nos dice que “los gitanos llevan una vida de
tribu… Las mujeres se casan a los catorce o quince años y se pasan la
vida en continuo estado de preñez. Hay siempre un rebaño de niños
desnudos revolcándose alrededor… Sus rasgos son tan primitivos como
los de los gitanos de la Transilvania. Incluso tienen un baile, el del
gato, que interpretan agachados, arqueando las espaldas como los
gatos, que recuerda al de los pieles rojas”. Y el texto XIII –fechado
en 1945- señala que “Tienen sus propios curanderos y curanderas para
asistir a las mujeres en sus partos, recolectar hierbas que son
remedios naturales en las sierras…”. Hoy día ya no existe esta
geografía humana, que acompañaba un paisaje urbano marginal y
atrasado. Los niños ya no viven descalzos y mal vestidos, como
describía el padre Poveda a principios del siglo XX. Van a la escuela,
en lugar de pasarse el tiempo correteando, jugando y peleando en
completa libertad. Tampoco dedican gran parte de sus horas a juegos
como las carreras de lagartijas y el tiro de navajas, o a vigilar que
no entren intrusos, arrojándoles duras pellas de arcillas.

Hoy día, las Cuevas o hábitat troglodita son el paisaje más


singular de la comarca, por la conjunción de las extrañas formas de
las cárcavas con un hábitat tan original como primitivo. El hábitat
cuevero de las altiplanicies es el más importante de la Península
Ibérica. Se han contabilizado más de 16.000 cuevas habitadas en 36
municipios. 246
Referente territorial: Altiplano de Guadix y Marquesado.

Número y título de ficha: IV.6. Altiplano de Guadix (VI). Imagen


interna del Barrio de Cuevas.

Objetivo de la Catalogación: Caracterización del tipo de paisaje


provincial.

Referente paisajístico: Paisaje de dominante urbana.

Autor(es), obras(s) y fecha(s):

HOSKINS,P. Spain as it (Londres, 1851). Citado en: LÓPEZ BURGOS, MARIA


ANTONIA. Guadix y su comarca. Relatos de viajes (1809-1948). Australis
publishers. Melbourne, 2000 (I) 247

ALARCÓN, PEDRO ANTONIO DE. El sombrero de tres picos (1874) (II)

BELLO, LUIS. Guadix. Viaje por las escuelas de España. Madrid.


Editorial Renacimiento, 1929 (III)

STARKIE, WALTER. Don Gitano. Londres. 1936. Citado en: LÓPEZ BURGOS,
MARIA ANTONIA. Guadix y su comarca. Relatos de viajes (1809-1948).
Australis publishers. Melbourne, 2000 (IV)

CERECEDA, DANTIN. Aspectos geográficos de las vegas interiores


granadinas. Segunda Reunión de Estudios Geográficos (1942). Madrid:
Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1943 (V)

PEMÁN, JOSÉ MARÍA. Andalucía. Guías de España. Barcelona: Editorial


Destino, 1958. (VI)

PÉREZ CASAS, ANTONIO. Estudio etnológico de los gitanos de Granada.


Granada: Universidad de Granada, 1974 (VII)

AVILA GRANADOS, JESÚS. Las viviendas troglodíticas de Guadix.


Barcelona. Diario la Vanguardia. 13 de agosto de 1989 (VIII)

ASENJO SEDANO, CARLOS. Guadix: Guía histórica y artística. Granada:


Diputación de Granada, 1989 (IX)

NADAL, PACO. Dormir como trogloditas. Madrid: Diario el Mundo, 26 de


julio de 2008 (X)
CUCALA, SARA. Viaje al corazón de la tierra. Madrid: Diario el Mundo,
Septiembre de 2008 (XI)

TEXTOS SELECCIONADOS:

“Tienen una primera habitación rodeada de estantes repletos de jarros


y cacharros de cerámica de un estilo muy curiosos. Sus paredes están
decoradas con estampas. Y, tras ésta, una gran cámara con el techo
abovedado, de donde cuelgan las uvas, almacenan el vino y las
aceitunas, la harina y el arroz. La chimenea, en un extremo, sirve
para cocinar el puchero y calentarse en invierno.” (I)

“No tienen ninguna o muy poca ventilación. Son oscuras y húmedas.


Gentes de extraña naturaleza se refugian en estos parajes: mendigos,
vagabundos,…” (II)

“Tienen un aire limpio, por cuidado de la mujer que sabe embellecerlo


todo. Tres habitaciones: zaguán, alcoba y cuadra, con un agujero en lo
alto. Cortinas blancas, cromos, innumerables cachivaches, vasos,
jarras, peroles de cobre pendientes de la pared…” (III)

“Las cuevas carecen de luz eléctrica, por lo que usan por las noches
lamparillas encerradas por un farol pequeño. En muchas, un fuego de
sarmientos se enciende en el suelo, y sus habitantes de tumban a su
alrededor para calentarse… Para el agua van a la fuente de la cañada y
las basuras las depositan en agujero subterráneos, cerca de cada 248
cueva.” (IV)

“Las mujeres mantienen en su interior una exquisita pulcritud, y para


mayor adorno y decoro tapizan y ornamentan paredes y suelos, sobre
todo los de la cocina, con lozas y cerámicas diversas, de vivos
colores.” (V)

“Tienen, por dentro, una extraña pulcritud, no exenta de un atisbo de


confort. La habitan gitanos de pura cepa que decoran sus paredes con
cacharros de reluciente bronce y limpia cerámica.” (VI)

“Las paredes presentan una textura tosca y rugosa, sobre las que se
dan lechadas de cal que con el tiempo van formando sucesivas capas.
Igual ocurre con los techos. En las paredes se acostumbra a excavar
nichos que sirven de alacenas. La horadación de las chimeneas se hace
desde el interior, y de abajo hacia arriba. Se trata sencillamente de
abrir un agujero que se comunique con el exterior para dar salida al
humo. En cuanto a la forma, las hay troncocónicas, cilíndricas, etc.
La primera habitación hace de comedor, sala de estar y recibidor y en
algunos casos de cocina, y las del fondo se utilizan de dormitorios.
La sala de estar es corriente que esté decorada con objetos de cobre,
propios de su industria, con estampas devotas, retratos de familiares,
así como con cuadros de recuerdo de nacimiento o primera comunión.”
(VII)

“Las cuevas no deben ser vistas meramente como una respuesta a la


pobreza, sino como una feliz adaptación el medio geográfico. Su
orientación y alineación proporcionan más sol y aire que las viviendas
dispuestas en callejuelas. Para ello se elige una ladera orientada al
sur o al mediodía, se corta casi en vertical el talud de la fachada,
se empieza por excavar el zaguán –la habitación mejor iluminada- donde
se hace la vida familiar. Al fondo, se excavan la cocina-comedor, con
una chimenea de tiro que ventila toda la cueva, y a los lados los
dormitorios, con pequeñas ventanas a la fachada. (VIII)

“Las cuevas tienen aún una doble puerta de entrada, sirviendo la


superior como ventana a la manera morisca. Prestan una fisonomía
peculiar a su paisaje sus chimeneas de argamasa, siempre encaladas.”
(IX)

“Nacidas como viviendas pobres en épocas de necesidad, las casas-cueva


se han reconvertido ahora en hoteles y complejos de ocio subterráneos
que, incluso en verano, no necesitan aire acondicionado. El
aislamiento natural de la roca en la que están excavadas es la mejor
garantía de una fresca estancia. Las cuevas de nueva construcción son
mucho más amplias y luminosas por dentro que las históricas, el
equipamiento es muy superior a la media, y cuentan con piscina, un
servicio que se agradece en los tórridos veranos de estas latitudes.
Paredes y suelos toscos, rugosos. Decoración andaluza, sin caer en el
tópico excesivo. Algunas casas rompen un tanto el ascetismo de este
tipo de construcciones y su decoración espartana. Tienen habitaciones
con cuartos de baños de colores o jacuzzis y una decoración i-
insospechada. Muestran caprichos de refinamiento afrancesado.
Barroquismo reposado y exquisito. Miles de objetos de origen diverso
han sido poco a poco rescatados de anticuarios y se han aliado con
éxito con otros enseres de menor linaje, pero muy enraizados con las 249
costumbres de la comarca.” (X)

“Se abre la boca de la cueva. Cuando entras lo primero que se


encuentra es una habitación con un techo de bóveda de cañón. A partir
de ahí van sucediéndose las habitaciones, rasgando el cerro en su
interior y creando espacios aclimatados. Su número y organización
dependía de la economía y necesidades familiares y de la extensión de
la colina. Algunas de esas tradicionales casas -hoy bellos hoteles
rurales- son el mejor refugio para unos días de otoño. Un ejemplo
claro de esa arquitectura y forma de vida son Cuevas del Tío Tobas. Lo
que fue un antiguo cortijo familiar es hoy un lugar con encanto que
lleva el nombre del creador de este peculiar reino. Éste puede ser el
lugar para el sueño.” (XI)

Contexto y valoración:

Desde las primeras descripciones del siglo XIX hasta bien


entrado el siglo XX el paisaje urbano y humano que se observa, al
recorrer por dentro el barrio de las cuevas de Guadix, se presenta con
la condición de territorio marginal y salvaje. Lugar donde prima la
vida al aire libre, sin alcantarillado, ni electricidad, ni escuelas,
y donde los cuidados sanitarios eran difíciles. El escritor accitano
Pedro Antonio de Alarcón – a finales del siglo XIX – nos dice de ellas
en el texto II que “No tienen ninguna o muy poca ventilación. Son
oscuras y húmedas. Gentes de extraña naturaleza se refugian en estos
parajes: mendigos, vagabundos,…”. El texto IV -fechado en el año 1936-
todavía nos habla de un paisaje urbano con muchas deficiencias: “Las
cuevas carecen de luz eléctrica, por lo que usan por las noches
lamparillas encerradas por un farol pequeño. En muchas, un fuego de
sarmientos se enciende en el suelo, y sus habitantes de tumban a su
alrededor para calentarse… Para el agua van a la fuente de la cañada y
las basuras las depositan en agujero subterráneos, cerca de cada
cueva”.

Los textos de las décadas de los veinte a los sesenta del siglo
XX muestran, no obstante, que han ido mejorando enormemente las
condiciones de habitabilidad de las cuevas. El texto III –fechado en
1929- menciona que “Tienen un aire limpio, por cuidado de la mujer que
sabe embellecerlo todo”. Los textos V –escrito en 1943- y VI –que data
del año 1958– mencionan que en el interior de las cuevas: (“las
mujeres mantienen una exquisita pulcritud, con un atisbo de confort”).

A partir de la década de los setenta del siglo XX el barrio de


las cuevas se urbanizará y modernizará sus infraestructuras –viarias,
de abastecimiento y saneamiento, etc.-, acabando la imagen marginal
ofrecida anteriormente.

Otro aspecto citado en los textos seleccionados es el diseño de


las cuevas. El Texto VIII nos informa del diseño interior tradicional
de las habitaciones de las cuevas, que responde a un orden lógico,
sustentado en la experiencia de los picadores-constructores de las
mismas: “se empieza por excavar el zaguán –la habitación mejor
iluminada- donde se hace la vida familiar. Al fondo, se excavan la
cocina-comedor, con una chimenea de tiro que ventila toda la cueva, y
a los lados los dormitorios, con pequeñas ventanas a la fachada”.
250
El texto X nos informa de que en las últimas décadas se están
produciendo algunas innovaciones para acrecentar su confort: “Las
cuevas de nueva construcción son mucho más amplias y luminosas por
dentro que las históricas, el equipamiento es muy superior a la media,
y cuentan con piscina”.

Un tercer aspecto sobresaliente es la decoración tradicional de


las habitaciones de las cuevas, que les ha otorgado una imagen interna
característica.

El texto I –escrito en 1851- menciona “habitaciones rodeadas de


estantes repletos de jarros y cacharros de cerámica de un estilo muy
curiosos. Sus paredes están decoradas con estampas…). Ochenta años
después poco había cambiado en dicha decoración, como relata el texto
III –escrito en 1929-: “Cortinas blancas, cromos, innumerables
cachivaches, vasos, jarras, peroles de cobre pendientes de la pared…”.
Los textos de las décadas de los cuarenta –texto IV- y cincuenta –
texto V- mantienen la misma tónica. Nos hablan de cuevas decoradas con
“lozas y cerámicas diversas, de vivos colores” y de cuyas paredes
cuelgan “cacharros de reluciente bronce y limpia cerámica”.

Sin embargo, en el último tercio del siglo XX, una vez se pone
de moda al “turismo troglodita”, las cuevas para alojamientos rurales
de cierto lujo, como nos informa el texto X van mezclando la
decoración tradicional (“Paredes y suelos toscos, rugosos. Decoración
andaluza, sin caer en el tópico excesivo”) con innovaciones destinadas
a darles un mayor confort: “cuartos de baños de colores o jacuzzis y
una decoración insospechada. Muestran caprichos de refinamiento
afrancesado. Barroquismo reposado y exquisito. Miles de objetos de
origen diverso han sido poco a poco rescatados de anticuarios se han
aliado con éxito con otros enseres de menor linaje, pero muy
enraizados con las costumbres de la comarca”.

251

Referente territorial: Altiplano de Guadix y Marquesado.

Número y título de ficha: IV.7. Marquesado del Zenete (I).


Representación literaria del carácter del paisaje (ss. XIX-XX).

Objetivo de la Catalogación: Caracterización del tipo de paisaje


provincial.

Referente paisajístico: Paisaje de dominante natural.

Autor(es), obras(s) y fecha(s):

DE ROJAS CLEMENTE RUBIO, SIMÓN (1777-1827). Viaje a Andalucía.


Historia Natural del Reino de Granada 1804-1809. Barcelona: Griselda
Bonet Girabert, 2002 (I)

FERNÁNDEZ, FIDEL. Guadix. Madrid: Revista Blanco y Negro, 17 de junio


de 1934 (II)

APARICIO, JUAN. Cartas desde la Penibética. Barcelona: Diario La


Vanguardia, 9 de agosto de 1960 (III)

ASENJO SEDANO, JOSÉ. Impresiones, recuerdos de un paisaje (Andalucía,


Tierras altas). Sevilla: Universidad de Sevilla, 1973 (IV)
DUQUE GIMENO, AQUILINO. Guía natural de Andalucía (1986). Valencia:
Editorial Pretextos, 2002 (V)

ASENJO SEDANO, CARLOS. Viaje al Sened. Nuevos paseos por Granada y sus
contornos. Granada: Caja General de Ahorros de Granada, 1993 (VI)

ENRIQUE, ANTONIO. Kalaat-horra. Sevilla: Ediciones Muñoz Moya, 1991


(VII)

RUÍZ PÉREZ, RICARDO. El Marquesado. El paisaje. En: www.elaccitano.com


(VIII)

ALLENDE, ENRIQUE. El Marquesado, despensa eléctrica de Europa.


Granada: Diario IDEAL, 21 de julio de 2006 (IX)

TEXTOS SELECCIONADOS:

“Comarca llana donde abundan las colinas y terreras. De aspecto


pintoresco por la vista de las dos grandes sierras: La Nevada y la de
Baza.” (I)

“Desde la loma de Jerez las inmensas tierras áridas y desnudas


descienden en prolongados escalones hacia Guadix; En las alturas
brillan las lajas pizarrosas como espejos acerados. Nos rodean enormes
ventisqueros que contrastan con manchones de castaños. Más cerca, la
llanura y los montes de hierro de Alquife. Más allá, los dientes de 252
vieja de las tierras amarillentas de Guadix. En todas partes el
contraste entre lo suave y lo quebrado, lo árido y lo verde… Visto
desde arriba del observatorio inmejorable de la Loma de Jeres, los
pueblos del Marquesado semejan un nacimiento, con sus verdes
huertecillos regados por acequias que se señalan gracias a la
frondosidad de sus orillas. Los pueblos, con sus blancas casitas
achatadas y las veletas de sus iglesias parroquiales, aparecen entre
bosques muy tupidos de castaños, sembrados de vides, cereales,…” (II)

“Dentro.de los contrastes del paisaje penibético, en el que .alternan


los glaciares» con el paisaje tropical, hay otro contrapunto entre los
ventisqueros alpinos más arriba de Jerez, y los Llanos del Marquesado
del Cenete, planillanura a más de mil metros de altitud, sin una
fuente, sin un árbol, con un viento ululante y con un palacio del
Renacimiento con mármoles italianos en la Calahorra.” (III)

“Puede ser la Castilla andaluza. La tierra se aplana. Junto a cada


río, un batallón de álamos desnudos. En lo agreste, el castaño. Los
azules –llanura incierta-son mares imaginarios en los que el viento
emprende sus batallas.” (IV)

“Inmensa llanura cerealista…en sus laderas serranas pacen ovejas


cabeciblancas, en los barrancos soleados hay plantíos de almendros, en
las márgenes de ramblas pedregosas plantíos de perales y manzanos, y
en el regadío, chopos, castaños y frutales.” (V)

“Inmenso páramo, plano como la palma de la mano, abrazado por la cara


norte de Sierra Nevada que allí, por el sur, cabecea buscando las
dulzuras del golfo de Almería, es la barbacana que guarnece el foso de
Guadix.” (VI)
“La explanada es llana, ancha y larga, sin nada… a la izquierda, en el
piedemonte de Sierra Nevada, se asientan las aldeas, el valle
ajedrezado de huertas y plantíos, cuyos ribazos suben hasta
inescrutables desfiladeros y ventisqueros, cuyos regueros blancos
sobre pizarras ocres, son como manchas en la piel de un vacuno
gigante.” (VII)

“El paisaje conforma una estampa que con frecuencia sorprende a


propios y extraños. La primera impresión es que este altiplano
paramérico flanqueado por montañas surge como robado del cielo.
Es una llanura trapezoidal dominada por una extraordinaria
horizontalidad y con todos sus puntos por encima de los mil metros
sobre el nivel del mar. En invierno, con la llegada de las nieves,
ofrece su mejor cara. Entonces el altiplano semeja un trozo de estepa
rusa cortada por las masas blancas de los Urales, y en las noches
luneras el resplandor de la nieve baja al llano como latidos de un
cíclope polar. Por el norte, la Sierra de Baza impresiona menos por
sus más modestas altitudes y su piel apergaminada, aunque pronto se
percibe en ella un vaho incierto de profundidad y misterio que no se
acierta a adivinar.
Un cielo en abanico lleno de aire y luz cierra este cuadro singular.
Anchos horizontes y masas de luz no descubren, sin embargo, los
pueblos del Marquesado. Unos montes-isla levantados en la línea de
contacto del llano con la sierra rompen el dominio de lo estepario. A
su vera se recuestan la mayoría de las cabeceras municipales rodeadas 253
de pequeñas vegas arboladas.” (VIII)

“La comarca granadina del Marquesado del Zenete, uno de los altiplanos
más elevados de todo el país, con sus mil cien metros de altitud media
tiene un cielo muy limpio, constituyendo un excelente recurso de
radiación solar. La presencia de Sierra Nevada hace que sea abundante,
a la vez en agua. Y hay pocos lugares en el mundo con tanto sol y
tanta agua juntos en el mismo sitio. Además, dispone de varios cientos
de hectáreas muy llanas, donde plantar un inmenso bosque de miles de
colectores y espejos termosolares para producir electricidad. De
manera que puede convertirse en la gran despensa de energías
renovables de Europa.” (IX)

Contexto y valoración:

La comarca fue llamada por los árabes “Sened”, cuya traducción


al castellano es “la ladera”. Y, efectivamente, su paisaje cobra plena
personalidad por su condición de ladera norte de Sierra Nevada, a
través de la que se desciende a los altiplanos granadinos
nororientales.

Los textos seleccionados nos permiten distinguir los siguientes


elementos que caracterizan, de modo general, el paisaje del Marquesado
del Zenete:

- La unicidad del telón de fondo o escenario visual de esta


comarca que, como ya indica el texto I -de principios del siglo
XIX-: “tiene vista de las dos grandes sierras: La Nevada y la de
Baza”.
- La lectura escalonada en altura del paisaje comarcal, en tres
áreas o subunidades territoriales:
La parte más alta de la comarca se caracteriza por los rasgos
alpinos del paisaje de las laderas de Sierra Nevada: El texto II
menciona como “En las alturas brillan las lajas pizarrosas como
espejos acerados. Nos rodean enormes ventisqueros que contrastan
con manchones de castaños”.
Una franja intermedia, o de piedemonte, concentra el poblamiento
y el regadío y presenta una gran diversidad paisajística. El
texto VII habla de “el valle ajedrezado de huertas y plantíos” y
el texto VIII de que “Unos montes-isla levantados en la línea de
contacto del llano con la sierra rompen el dominio de lo
estepario. A su vera se recuestan la mayoría de las cabeceras
municipales rodeadas de pequeñas vegas arboladas”.
A continuación aparece una amplia llanura de sabor castellano:
El texto Vi la describe como “Inmenso páramo, plano como la
palma de la mano”; el texto IV menciona que “Puede ser la
Castilla andaluza. La tierra se aplana. Junto a cada río, un
batallón de álamos desnudos. Los azules –llanura incierta- son
mares imaginarios en los que el viento emprende sus batallas”).
Y el texto VIII nos hace saber que “En invierno, con la llegada
de las nieves, ofrece su mejor cara. Entonces el altiplano
semeja un trozo de estepa rusa. Esta llanura linda en su borde
con un paisaje de cárcavas y malas tierras, propio del sureste
árido, con que se interna Andalucía en la Hoya de Guadix 254
(“tierras amarillentas, atochares,…”).

- La armónica integración del regadío y del poblamiento de origen


nazarí en el paisaje circundante, al que embellece. El texto II
señala que “los pueblos semejan un nacimiento, con sus verdes
huertecillos regados por acequias que se señalan gracias a la
frondosidad de sus orillas. Los pueblos, con sus blancas casitas
achatadas y las veletas de sus iglesias parroquiales, aparecen
entre bosques muy tupidos de castaños, sembrados de vides,
cereales,…”.

Un texto contemporáneo cierra esta miscelánea, ofreciendo una


imagen innovadora sobre el futuro paisaje del llano del Marquesado del
Zenete. Se trata del texto VIII, que alude a la reciente conversión de
su gran llanada, que lo une con la Hoya de Guadix, en un bosque
artificial dedicado a la generación de energías renovables como la
termosolar y la eólica.

Referente territorial: Altiplano de Guadix y Marquesado.

Número y título de ficha: IV.8. Marquesado del Zenete (II). El paisaje


agrario.

Objetivo de la Catalogación: Caracterización del tipo de paisaje


provincial.

Referente paisajístico: Paisaje de dominante agraria.

Autor(es), Obras(s) y fecha(s):


BARBOSA GARCÍA, MARIA VICENTA; RUÍZ RUÍZ, MANUEL. El Marquesado de
Zenete. Granada: Gabinete pedagógico de Bellas Artes. Delegación de la
Consejería de Educación, 1991 (I)

CHECA, FRANCISCO. Labradores, pastores y mineros en el Marquesado del


Zenete. Granada: Universidad de Granada, 1995 (II)

DE ROJAS CLEMENTE RUBIO, SIMÓN (1777-1827). Viaje a Andalucía.


Historia Natural del Reino de Granada 1804-1809. Barcelona: Griselda
Bonet Girabert, 2002 (III)

MIÑANO, SEBASTIÁN DE. Diccionario geográfico estadístico de España.


1826 (IV)

MADOZ, PASCUAL. Diccionario geográfico estadístico histórico de la


provincia de Granada (1845-1850) (V)

REIN, JOHANNES J. Aportación al estudio de Sierra Nevada (1899).


Granada: Caja General de Ahorros de Granada, 1994 (VI)

GÓMEZ, JUAN ENRIQUE. Sierra Nevada torna al verde. Granada: Diario


IDEAL, 13 de junio de 2013 (VII)

TEXTOS SELECCIONADOS:
255
“Los árabes fueron responsables de la extensión del regadío por la
existencia de unos recursos hídricos abundantes procedentes de las
nieves de Sierra Nevada, que cumple una función de “pantano natural”,
y gracias al control y organización de esos recursos en una extensa
red de infraestructuras hidráulicas compuesta por numerosas acequias,
balsas y aljibes.
Entre los manantiales serranos y los núcleos urbanos se dispusieron
acequias perfectamente enlucidas con lajas de pizarra, en cuyas
márgenes, además del típico bosque de ribera -álamos, mimbres y
alisos- proliferaron las plantaciones en bancales y terrazas de piedra
seca de plantaciones de vides, moreras y castaños. También tenían
fama, según los geógrafos árabes, sus grandes peras y sus exquisitas
nueces. Las laderas de Sierra Nevada y el Campo o llano, estuvieron
poblados de pastizales, encinas, robles y pinos.” (I)

“Desde el siglo XVI se produjeron cambios agrarios, debido a la


repoblación de la zona por los castellanos, tras la expulsión de los
moriscos. Impusieron el sistema agrario propio de Castilla y poco
frecuente en el sur de España. Toda la llanura fue roturada como
altiplanicie cereal. Se organiza el territorio agrícola en dos hojas,
cereal y barbecho. Eran tierras comunales de sus once villas, donde
cualquier campesino podía labrar lo que encontrara vacio.
El paisaje agrario del piedemonte, al desconocerse las técnicas de la
sericultura y el regadío para los frutales, se transformó más
lentamente. Se cultivan trigo, cebada, legumbres y garbanzos. Además,
se mantiene el arbolado disperso de castañas y nueces, las vides y las
moreras para seda, que serán sustituidas por el lino y el cáñamo a
partir del siglo XVIII. Los ricos pastizales de la Sierra –más de
cinco mil hectáreas- albergaban unas 170 manadas de ganados de ovejas
y cabras, con cerca de veinte mil cabezas.” (II)
“Su llanura es tierra mala por arenisca, terreras de acarreo de color
rojizo… Da cebadas, centenos y trigos con que se alimentan las
bestias.” (III)

“Cría toda especie de ganado propio y procedente del resto de


Andalucía, especialmente en verano cuando las laderas de Sierra Nevada
presentan abundancia de aguas cristalinas entre bosques espesos y
ricos prados y se respira un aire balsámico. Produce trigo, cebada,
centeno, habas, garbanzos, maíz, habichuelas, lino, seda, castañas,
algún vino y pocas frutas.” (IV)

“Las laderas de Sierra Nevada poseen riquísimos pastos. En el verano


atraen multitud de ganados hasta de largas distancia. Sus pastores
residen en varias chozas y casitas en la sierra durante esta época.
Los montes están poblados de encinas y carrascas, de las que se extrae
carbón. También hay algunos tejos y almeces. Hay caza de perdices,
conejos, liebres y monteses; y truchas en los barrancos. Sus vegas son
amenísimas por la abundancia de castaños y frutales y en algunas
riberas funcionan molinos harineros. Tienen sus márgenes pobladas de
árboles productivos, y los que más abundan son el castaño, nogal,
moral y otros frutales como avellanos, cerezos, servas, peras y
manzanas que se aclimatan con facilidad en terrenos fríos. Las tierras
calmas de sus espaciosas llanuras necesitan beneficiarse con
estiércoles, sin cuyo requisito producen poco trigo, centeno, maíz,
cebada, habas, garbanzos, judías, lino, cáñamo y papas o patatas.” (V) 256

“De Sierra Nevada surgen numerosos arroyuelos de aguas cristalinas que


abrevan rebaños en su curso alto. Luego riegan los campos de más abajo
y finalmente llegan a la llanura, asegurándole buenas cosechas.” (VI)

“Las montañas que caen desde las cimas del Marquesado hacia la meseta
de la Calahorra eran en el primer tercio del siglo XX pedregales sin
vegetación arbórea y de escaso matorral, miles de hectáreas fueron
repobladas en los años cincuenta y sesenta, lo que aportó una imagen
completamente diferente. Una vez crecidos los pinos, el bosque ha sido
clareado y se ha naturalizado por sí mismo, dominando los tonos
verdes. Como consecuencia, el entorno de las altas cumbres de Sierra
Nevada supera ya las doscientas especies de aves. Las rapaces se han
multiplicado en la sierra. Cada vez se ven más águilas reales y
perdiceras, con poblaciones estables, y otras especies como el buitre
negro y el quebrantahuesos la visitan procedentes de otros
territorios, como Córdoba o Castril.” (VII)

Contexto y valoración:

La antología de textos presenta los principales rasgos


evolutivos del paisaje agrario de la comarca del Marquesado del Zenete
desde tiempos árabes a la actualidad.

Los textos I y II corresponden a sendos estudios históricos que,


apoyándose en diversas fuentes de la época, reconstruyen los paisajes
agrarios de la Baja Edad Media y la Edad Moderna, tras la expulsión de
los moriscos y su repoblación castellana. Los textos III al VI
pertenecen a fuentes directas del siglo XIX, bien de viajeros bien de
diccionarios histórico-geográficos.
En ellos se citan tres paisajes agrarios dispuestos
altitudinalmente desde las cumbres de Sierra Nevada a la depresión y
hoya de Guadix, que van cambiando sus usos y aprovechamientos agrarios
a través de los siglos, hasta llegar a su fisonomía contemporánea: las
laderas altas y medias de Sierra Nevada, el piedemonte irrigado, y el
campo o llano.

- El paisaje de las laderas medias y altas de Sierra Nevada es


actualmente, como menciona el texto VII, un paisaje forestal
integrado en el espacio protegido. Predomina un pinar
naturalizado, si bien, al haber sido aclarado, está permitiendo
el resurgimiento del bosque original de encinas, quejigos o
robles. Este paisaje no tiene ni un siglo de antigüedad, ya que
en el primer tercio del siglo XX todas estas laderas eran un
pedregal lleno de terrenos incultos y eriales, debido a la
abusiva extracción de leña y carbón, los incendios y el
sobrepastoreo. Como nos informan los textos II y IV durante la
Edad Media y la Edad Moderna fue un área ganadera de las más
importantes del reino de Granada por el aprovechamiento de sus
ricos pastos de montaña en verano.

- El paisaje agrario de las vegas de sus pueblos, ha heredado


buena parte de su fisonomía de la etapa nazarí. Su imagen
principal es el aspecto de pintoresco damero del parcelario
rural, con árboles en los linderos para mejor aprovechamiento 257
del terreno agrícolas. El texto I nos informa que en la Edad
Media “tuvo plantaciones de vides, moreras y castaños. También
tenían fama, según los geógrafos árabes, sus grandes peras y sus
exquisitas nueces”. A mediados del siglo XIX, el diccionario de
Pascual Madoz –texto V-, nos habla de que “Sus vegas son
amenísimas por la abundancia de castaños y frutales y en algunas
riberas funcionan molinos harineros. Tienen sus márgenes
pobladas de árboles productivos, y los que más abundan son el
castaño, nogal, moral y otros frutales como avellanos, cerezos,
servas, peras y manzanas que se aclimatan con facilidad en
terrenos fríos. Asimismo, la imagen de estas vegas se ha
alterado en tiempos contemporáneos, bien por las concentraciones
parcelarias, bien por la sustitución de sus infraestructuras
tradicionales de regadío, como las acequias enlucidas de lajas
de pizarras, que en ocasiones han sido sustituidas por las de
cemento, al igual que balsas y aljibes, hechas antiguamente de
piedra y mampostería.

- El paisaje del Llano ha centrado la atención de literatos y


viajeros por su fuerte contraste con los contornos.
Históricamente ha pasado de ser un lugar despoblado y, como
indica el texto I, poblado de pastizales, encinas, robles y
pinos en la Edad Media, a una altiplanicie cereal, cuyo proceso
de roturación ocupa desde el siglo XVI a finales del siglo
XVIII. Lo más llamativo de los cambios de este paisaje agrario -
en la transición del siglo XX al XXI- es su progresiva ocupación
como pasillo de todo tipo de infraestructuras (viarias y
ferroviarias, red energética,…) y por modernas centrales
termosolares y eólicas.
Referente territorial: Altiplano de Guadix y Marquesado.

Número y título de ficha: IV.9. Marquesado del Zenete (III). El


paisaje urbano.

Objetivo de la Catalogación: Caracterización del tipo de paisaje


provincial.

Referente paisajístico: Paisaje de dominante urbana.

Autor(es), obras(s) y fecha(s):

REIN, JOHANNES J. Aportación al estudio de Sierra Nevada (1899).


Granada: Caja General de Ahorros de Granada, 1994 (I)

DUQUE GIMENO, AQUILINO. Guía natural de Andalucía (1986). Valencia:


Editorial Pretextos, 2002 (II)

BERMÚDEZ-CAÑETE, FEDERICO. Retorno a Granada, pp. 39-40. Granada:


Editorial Ubago, 1989 (III)

ASENJO SEDANO, CARLOS. Viaje al Sened. Nuevos paseos por Granada y sus
contornos. Granada: Caja General de Ahorros de Granada, 1993 (IV) 258

ASENJO SEDANO, CARLOS. Por Tierras de Granada. Granada: Port Royal


ediciones, 1998 (V)

ALCALDE, BÁRBARA. El Marquesado de Zenete, una joya de contrastes.


Granada: Diario IDEAL. 10 de julio de 2012 (VI)

MEDINA ALBA, JOSÉ. Pregón de la Feria de Lanteira. Abril de 2013.


granadaluzcoloryliteratura.blogspot.com (VII)

BARBOSA GARCÍA, MARIA VICENTA; RUÍZ RUÍZ, MANUEL. El Marquesado de


Zenete. Granada: Gabinete pedagógico de Bellas Artes. Delegación de la
Consejería de Educación, 1991 (VIII)

RUÍZ PÉREZ, RICARDO. El Marquesado. El paisaje. En: www.elaccitano.com


(IX)

TEXTOS SELECCIONADOS:

“Pueblos que nacieron para aprovechar las numerosas fuentes de agua


potable que brotan de la unión de Sierra Nevada con la altiplanicie.”
(I)

“Casas bajas, encaladas y con chimeneas como mojones de término y


techo plano sujeto con lastras de pizarra. Pueblos que miran las altas
y blancas cumbres de Sierra Nevada.” (II)

“Pueblos de caserío alpujarreño, es decir, casitas escalonadas entre


la montaña y el llano, ensamblando unas con otras sus menudos
volúmenes cúbicos, rematados por terrazas cubiertas de launa, que
recuerdan a los pueblos moros del Rif.” (III)

“Pueblos de escasa vocación suntuaria y abundantes lajas en las


cubiertas de los tejados. Prolifera la arquitectura serrana amén de
los requiebros callejeros derrochando ángulos por doquier entre la
abundancia de colorines y una sobriedad que se masca por todas
partes…Calles sinuosas, estrechas y sugerentes, que reposan a veces en
el encanto de alguna plaza adormecida. Aquí todo respira de lo
introvertido de la arquitectura pública musulmana.” (IV)

“Estos pueblos no son estrictamente del llano, sino del cauce alto,
del nacimiento de los ríos…pueblos serranos donde la nieve se ve allí
mismo, en las chorreras que proveen de abundantes aguas a las pequeñas
vegas del entorno y a las fuentes, para aprovechamiento de hombres y
animales. Pueblos con pequeñas plazas centrales, calles enfastadas y
rincones encalados.” (V)

“Su decena de pequeñas poblaciones, muy próximas unas a otras en el


piedemonte, tienen un perfil aéreo dominante, casi todas las iglesias
son mudéjares, construidas sobre antiguas mezquitas, con ricos
artesonados y adornadas con elementos renacentistas, sobre todo en sus
portadas.” (VI)

“Ese paisaje serrano que te circunda, esas lastras y pizarras que como
espejos reflejan la luz del Sol, arrancadas de la tierra son las 259
alfombras y basamentos de las moradas lanteiranas y los geranios, que
cual vestidos de gitana cubren tus fachadas y balcones para
engalanarlas y adornarlas.” (VII)

“Los reyes Católicos donan estas tierras al Cardenal Pedro González de


Mendoza, creando el Marquesado del Zenete. Ello lleva consigo no sólo
la cesión de las tierras sino también vasallos y jurisdicción sobre el
territorio. El Marqués levantará y mantendrá iglesias parroquiales en
los centros y ermitas dedicadas al santo tutelar en las periferias. Y
cuidará del buen aspecto de estas poblaciones. Su imagen
característica deviene de los materiales constructivos cercanos que,
hasta hace poco, eran los únicos que se usaban: Madera, cal,
mampostería, pizarra y launa.” (VIII)

“Salvo excepciones, la mayoría de los pueblos rehuyeron el llano como


si de él le llegaran enemigos invisibles e implacables, buscando, como
contrapunto, la protección de la sierra hacia la cual se orientan y
quedando fuera de las miradas de quien cruza la comarca. Son las
alturas andaluzas del olvido, casi todos los lugares están por encima
de los 1.275 metros. Algunos semejan pueblos manchegos con sus
campanarios airosos recibiendo el viento horizontal del llano.
La parte antigua de los pueblos recuerda la estética andalusí y
morisca. Es un urbanismo ecológico, ya que no invade zonas irrigables
y sus calles y casas se adaptan a las pendientes. Las viviendas, con
algunos cobertizos y adarves, son blancas y de módulo irregular. Sus
balcones de pecho, puertas y ventanucos determinan una fachada
anárquica de imposible simetría, donde son frecuentes los tinaos. Por
su parte, el espacio creado por los cristianos tras la Repoblación,
ocupa la zona más llana y es de calles más rectas y anchas, en las que
vuelan balcones castellanos.” (IX)
Contexto y valoración:

Los textos seleccionados ponen de manifiesto los principales


elementos de la imagen externa e interna de los núcleos urbanos del
Marquesado del Zenete.

- Una primera imagen externa o de conjunto de estos núcleos


urbanos, proviene de su peculiar emplazamiento en el piedemonte,
entre Sierra Nevada y el Llano del Zenete. El texto III la
describe de esta manera : ”casitas escalonadas entre la montaña
y el llano, ensamblando unas con otras sus menudos volúmenes
cúbicos, rematados por terrazas cubiertas de launa, que
recuerdan a los pueblos moros del Rif”.
- Otro elemento muy común a su imagen externa, de la que nos habla
el texto VI, es que la mayoría de los núcleos de población
“tienen un perfil aéreo dominante, casi todas las iglesias son
mudéjares, construidas sobre antiguas mezquitas, con ricos
artesonados”.

- La traza urbanística de estas poblaciones presenta, al menos,


dos sectores bien diferenciados.
El texto IX nos habla de que “La parte antigua de los pueblos
recuerda la estética andalusí y morisca. Es un urbanismo
ecológico, ya que no invade zonas irrigables y sus calles y
casas se adaptan a las pendientes”. El texto IV menciona que en 260
estos barrios ”todo respira de lo introvertido de la
arquitectura pública musulmana: arquitectura serrana… requiebros
callejeros derrochando ángulos por doquier… sobriedad que se
masca por todas partes…Calles sinuosas, estrechas y sugerentes”.
El mencionado texto IX nos dice también que “el espacio creado
por los cristianos tras la Repoblación, ocupa la zona más llana
y es de calles más rectas y anchas, en las que vuelan balcones
castellanos”.

- La arquitectura de estas poblaciones ha estado muy vinculada a


los materiales constructivos que ofrecía el terreno, lo cual
contribuye también a darles una imagen original y única. El
texto VIII señala que “Su imagen característica deviene de los
materiales constructivos cercanos que, hasta hace poco, eran los
únicos que se usaban: Madera, cal, mampostería, pizarra y
launa”.

- La imagen interna es parecida a la del caserío alpujarreño.


Entre sus elementos característicos, el texto II menciona sus
“Casas bajas, encaladas, chimeneas como mojones de término y
techo plano sujeto con lastras de pizarra”.

- El texto IV alude a que son pueblos que poseen “escasa vocación


suntuaria y abundantes lajas en las cubiertas de los tejados. El
texto VII reitera dicha imagen: “abundantes lajas en las
cubiertas de los tejados lastras y pizarras que como espejos
reflejan la luz del Sol, arrancadas de la tierra son las
alfombras y basamentos de las moradas lanteiranas y los
geranios, que cual vestidos de gitana cubren tus fachadas y
balcones”.
- Finalmente, el texto IX nos habla de que sus “viviendas, con
algunos cobertizos y adarves, son blancas y de módulo irregular…
balcones de pecho, puertas y ventanucos determinan una fachada
anárquica de imposible simetría, donde son frecuentes los
tinaos”.

Referente territorial: Altiplano de Guadix y Marquesado.

Número y título de ficha: IV.10. Marquesado del Zenete (IV). El


castillo de La Calahorra.

Objetivo de la Catalogación: Paisaje sobresaliente y singular.

Referente paisajístico: Paisaje de dominante urbana.


261
Autor(es), obras(s) y fecha(s):

BARBOSA GARCÍA, MARIA VICENTA; RUÍZ RUÍZ, MANUEL. El Marquesado de


Zenete. Granada: Gabinete pedagógico de Bellas Artes. Delegación de la
Consejería de Educación, 1991.

MATEO PÉREZ, MANUEL. En el castillo de La Calahorra. Madrid: Diario El


Mundo. Andalucía por descubrir. 5 de marzo de 2003.

TEXTOS SELECCIONADOS:

“El Castillo exteriormente ya no parece medieval por los baluartes o


torres de los ángulos, que son circulares y no cuadrados. Esto es
debido a las nuevas armas ofensivas del momento: la artillería –
El cortile o patio es típicamente renacentista. Presenta doble galería
de arcadas. La decoración de casetones con rosetas, ovas y los escudos
de la familia. El escudo, tema decorativo tan frecuente en este
palacio, adquiere un significado distinto al que tenía el escudo
medieval, éste reflejaba la fuerza bélica del señor feudal, mientras
que ahora se refleja la historia de la familia.
Las diversas estancias se cubren con artesonados, de muy variadas
formas, siendo los primeros renacentistas que se construyeron en
Granada. La iconografía de portadas y vanos expone temas míticos y
grutescos del primer renacimiento.”

“De don Pedro González de Mendoza la historia ha escrito ríos de


tinta. De su hijo Rodrigo, no tanto. El primero fue Gran Cardenal de
España, hombre de Estado, primado y consejero personal de la reina
Isabel la Católica. Su hijo, en cambio, se conformó con cultivar un
alma sensible e inclinada a las artes, a vivir de la fama y el nombre
de su progenitor. De su padre, eso sí, heredó el gusto por las
corrientes estéticas que florecían en la Italia del XVI.
Cuando fue nombrado marqués del Cenete mandó levantar en un cerro
redondo, solitario y femenino como un pecho un castillo al gusto
bramantesco y toscano.
Por fuera el castillo es severo, duro, hosco. Los cuatro torreones
cilíndricos que flanquean sus esquinas apenas lo enternecen. Sus muros
tienen hasta tres metros de espesor.
Por dentro, en cambio, La Calahorra es la síntesis de la delicadeza,
la divinidad y el buen gusto. Tiene un patio señorial al más puro
estilo renacentista, obras de uno de los más reputados artistas
lombardos de la época. Dejó un monumento de factura perfecta, de
espacios, longitudes y volúmenes no conocidos hasta entonces.
En torno al patio levantó una galería doble con bellos arcos de medio
punto, los mismos que sostienen los escudos de las familias Mendoza y
Fonseca. Todo fue construido con mármol blanco de Carrara. En torno al
patio se disponen las estancias palaciegas. La escalera monumental que
nace de uno de los lados del patio conduce hasta un salón señorial,
adornado por chimeneas de inspiración francesa. En la parte alta toma
asiento la capilla donde oraban a diario los marqueses. Las salas de
Armas y de la Justicia, los aposentos del marqués y la marquesa, están
techados por artesonados de inspiración mudéjar.
El castillo de La Calahorra es hermano de aquel otro que se halla en
la almeriense Vélez Blanco, y que un plutócrata estadounidense lo
compró para ubicarlo en su mansión de Central Park en Nueva York. No
tuvo descendencia y decidió donarlo al Museo Metropolitano.” 262

Contexto y valoración:

El castillo de La Calahorra (1509-1512), monumento nacional


desde 1922 y bien de interés cultural desde el año 2010, constituye un
paisaje sobresaliente y singular de la comarca del Marquesado del
Zenete por diversos motivos, tal como se expone en los textos
seleccionados.

- En primer término, por ser punto focal preeminente del paisaje


de la comarca del Marquesado. Se alza sobre una colina a 1.250
metros, dominando visualmente la comarca. El texto II menciona
que está emplazado “en un cerro redondo, solitario y femenino
como un pecho un castillo al gusto bramantesco y toscano”.

- En segundo lugar, por ser uno de los pioneros y mejores ejemplos


de arquitectura civil y defensiva del Renacimiento andaluz y
español, conservado en buenas condiciones hasta la actualidad.
En él se efectúa una temprana, única y original trasposición a
la arquitectura andaluza y española de las “corrientes estéticas
que florecían en la Italia del XVI”. Es considerado, además, la
primera obra de envergadura en la que se documenta el trabajo de
artistas italianos en nuestro país. Y, a pesar de su diferente
origen de los autores que labran sus piezas (lombardos,
genoveses y carrareses), exhibe una sorprendente unidad.

- En tercer lugar, como obra de síntesis de diferentes estilos


arquitectónicos, vigentes en el siglo XVI. En él confluyen tres
corrientes constructivas y estilísticas diferentes: la
arquitectura defensiva castellana, el renacimiento italiano y
el arte mudéjar.

- Descendiendo a mayor detalle, su fachada externa queda


diferenciada de tantos castillos medievales andaluces y
españoles, como indica el texto I, ya que “los baluartes o torres
de los ángulos, son circulares y no cuadrados. Esto es debido a
las nuevas armas ofensivas del Renacimiento: la artillería”).
El texto II dice, sin embargo, que su imagen externa ofrece un
aspecto ”severo, duro, hosco. Los cuatro torreones cilíndricos
que flanquean sus esquinas apenas lo enternecen”.

- Su imagen interna es, si cabe, aún más notable. El texto II


señala que “es la síntesis de la delicadeza, la divinidad y el
buen gusto”. Para uno de sus elementos singulares, su original
decoración, se importan de Italia materiales, técnicas y
artistas. El texto I nos informa de que “La decoración es de
casetones con rosetas, ovas y los escudos de la familia. El
escudo, tema decorativo tan frecuente en este palacio, adquiere
un significado distinto al que tenía el escudo medieval, éste
reflejaba la fuerza bélica del señor feudal, mientras que ahora
se refleja la historia de la familia” y que “La iconografía de
portadas y vanos expone temas míticos y grutescos del primer
renacimiento”. Un segundo elemento sobresaliente son sus
materiales constructivos. El texto II nos informa de que “Las
salas de Armas y de la Justicia, los aposentos del marqués y la 263
marquesa, están techados por artesonados de inspiración mudéjar”
y el texto I nos hace saber que “estos artesonados, de muy
variadas formas, siendo los primeros renacentistas que se
construyeron en Granada”. El texto II nos habla de las
magníficas balaustradas del patio, donde “Todo fue construido
con mármol blanco de Carrara”.

- Entre sus espacios interiores (escalera monumental, aposentos,


etc.), uno de los más valorados es el patio de armas o cortile,
tanto para el texto I como para el texto II. Este último señala
que “Tiene un patio señorial al más puro estilo renacentista,
obra de uno de los más reputados artistas lombardos de la época.
Dejó un monumento de factura perfecta, de espacios, longitudes y
volúmenes no conocidos hasta entonces”.
264
V - ALTIPLANO DE BAZA Y COMARCA DE HUÉSCAR.

265
Referente territorial: Altiplano de Baza y comarca de Huéscar.

Número y título de ficha: V.1. Altiplano de Baza y comarca de Huéscar.


La representación literaria del carácter del paisaje (ss. XIX-XX).

Objetivo de la Catalogación: Caracterización del tipo de paisaje


provincial.

Referente paisajístico: Paisaje de dominante natural.

Autor(es), obras(s) y fecha(s):

NAVARRO, ANTONIO JOSÉ. Viajes de un naturalista ilustrado por los


reinos de Granada y Murcia. Estudio de Javier Castillo Fernández.
Murcia, Edición del autor, 2000 (I)

DE ROJAS CLEMENTE RUBIO, SIMÓN (1777-1827). Viaje a Andalucía.


Historia Natural del Reino de Granada 1804-1809. Barcelona: Griselda
Bonet Girabert, 2002 (II)

VARIOS AUTORES. Diccionario Geográfico Universal dedicado a la Reina


Nuestra Señora. Barcelona: Imprenta José Torner, 1831 (III)

CASSOLA, JUAN BAUTISTA. Ensayo histórico sobre la antigüedad, honores


y privilegios de la muy noble y leal ciudad de Baza y pueblos de su
abadía (1855) (IV) 266

WILLKOMM, MORITZ. Las Sierras de Granada (1882). Granada: Caja


Granada, 1993 (V)

REIN, JOHANNES J. Aportación al estudio de Sierra Nevada (1899).


Granada: Caja General de Ahorros de Granada, 1994BOSQUE MAUREL.
Granada, la tierra y sus hombres. Granada: Diputación de Granada, 1993
(VI)

DANTIN CERECEDA, JUAN. Aspectos geográficos de las vegas interiores


granadinas. II Reunión de Estudios Geográficos. Madrid: Consejo
Superior de Investigaciones Científicas, 1942 (VII)

BOSQUE MAUREL. Granada, la tierra y sus hombres. Granada: Diputación


de Granada, 1993 (VIII)

DEL RÍO, JESÚS. Espartales de las Hoyas de Guadix y Baza. En:


Otragranada.org, 18 de febrero de 2010 (IX)

BERMÚDEZ-CAÑETE, FEDERICO. Retorno a Granada. Granada: Editorial


Ubago, 1989 (X)

GUÍA del Altiplano: Baza-Huéscar. Granada: Patronato de Turismo, 1995


(XI)

PROYECTO SIERRA BAZA. Apuntes naturalistas de la Sierra de Baza, mayo


2006. En: http://www.sierradebaza.org (XII)

GUÍA del Altiplano: Baza-Huéscar. En: www.altiplanodegranada.com, 2013


(XIII)
TEXTOS SELECCIONADOS:

“Es un terreno hundido de diez leguas de largo y más de cuatro leguas


de ancho, rodeado en todos sus vientos por sierras a diferentes
distancia… el naturalista que observe esta gran hoya con ojos
instruidos le parecerá ver en ella un gran valle, en donde reposaron
las aguas después de abandonar la altura.” (I)

“La Hoya tiene forma elíptica…y aunque parece llana como la de Guadix,
está muy surcada de barrancos… internamente se organiza en bancos
horizontales, algunas tierras son yesíferas y otras margo-arcillosas…
Está desarbolada, pero hay mucho albardín y esparto que se recoge para
hacer sogas y alpargatas y otros utensilios… En sus terrenos de secano
se cogen trigo, cebada, maíz y centeno, y algo de mijo y garbanzos… El
resto de la altiplanicie es para pasto de ganados propios y foráneos;
sobre todo, lanar y caprino…” (II)

“Es un gran llano, de formación submarina, destrozado en gran parte


por las aguas dulces y demás meteoros, después de la retirada de las
aguas saladas, rodeado por un largo y numeroso conjunto de montes.”
(III)

“El fondo de la Hoya es una gran masa de légamo, sedimento de un gran


lago que durante muchos siglos ha conservado sus aguas…El terreno es
arcilloso mezclado con arena y cascajo, por donde se introduce 267
fácilmente el agua que separa la tierra y la arrastra. La vega es muy
llana y el cultivo prepara otro suelo a las lluvias, las recoge y
dirige para que no causen tanto daño.” (IV)

“La región oriental del reino de Granada posee un carácter


completamente distinto al resto de Andalucía. En cuanto se traspasan
los Montes de Granada acaba este suelo tremendamente fértil, que se
extiende hacia el Oeste… En su lugar aparece un terreno compuesto de
cal, yeso y arcilla, caracterizado por su esterilidad y ausencia de
agua. Altas montañas con faldas cubiertas de pinos y cumbres de roca
pelada alternan con áridas y yermas altiplanicies, y con otras
montañas compuestas de sedimentos de yeso, arena, de color blanco
rojizo; solamente algún que otro humilde pueblecito, junto a algún
nacimiento al pie de la sierra o en la margen de algún río casi
completamente seco durante el verano, rompe la monotonía del paisaje…
Aunque desde el punto de vista estético el paisaje es muy monótono,
tiene un enorme interés para el naturalista, especialmente para el
geólogo y el botánico pues presenta una orografía muy particular y
característica, y una vegetación que, aunque escasa, muestra una
variedad asombrosa. Parte de esta vegetación tiene un carácter
netamente africano, pero incluye también, sobre todo en las sierras,
especies únicas en toda la Península. … La altiplanicie es árida, casi
desértica, llena de cadenas de colinas desnudas…un verdadero páramo…
sólo en la proximidad de los pocos pozos o fuentes se ven pastores con
rebaños de ovejas morenas. Sólo en las márgenes de los principales
ríos hay estrechas vegas, cuyo regazo verde está cercado de arboledas.
Parece un trozo de África en la Península Ibérica.” (V)

“La meseta de Baza muestra un carácter estepario muy acusado por la


sequedad del clima y la composición de los suelos con alto contenido
de yeso y sal. Aparece como una hoya blanca como la tiza y son Baza
ciudad como un oasis en el desierto.” (VI)

“Cuantas corrientes descienden de las vertientes internas de sus muros


laterales, van engrosándose en ríos cada vez de mayor caudal…en
dirección este-oeste, hacia el cauce del Guadiana menor, afluente del
Guadalquivir. La Hoya de Baza es uno de los mejores ejemplos de la
Península de cómo se forma una red fluvial jerarquizada y organizada.”
(VII)

“Combina altitud, continentalidad y sequedad, lo que le da una típica


imagen esteparia. La altiplanicie tiene fuertes contrastes ya que las
sierras que la rodean, más húmedas, están arboladas. Igual ocurre con
sus hoyas fluviales interiores, auténticos oasis en el fondo de la
depresión. Los terrenos llanos, con una disposición tabular en amplios
estratos horizontales, estuvieron cultivados en la primera mitad del
siglo XX, cuando se colonizan utilizando el sistema de año y vez.
Entonces sería más parecida a la planicie cereal típicamente meseteña
y mediterránea… Estos campos se han ido abandonando y son el dominio
de la estepa reseca y desierta.” (VIII)

“Los espartales de la hoya de Baza presentan un suelo de color claro,


debido a la presencia de margas ricas en yesos, formadas por
precipitación en un antiguo lago que ocupó gran parte de la depresión
de Baza en tiempos remotos. La dificultad de sobrevivir en estos
suelos yesosos, genera unas comunidades biológicas muy especializadas 268
y valiosas, que han sido reconocidas como hábitat prioritario de la
Unión Europea (vegetación gipsícola ibérica).” (IX)

“Las malas tierras yesosas, hendidas por cárcavas blanquecinas,


semejan un paisaje lunar. Contrastan con secanos muy pobres y algunas
vetas de alamedas verdes. El relieve se hace, por momentos,
atormentado. Una sucesión de promontorios y hendiduras, cárcavas y
mamelones de tierra yesosa desnuda, de una blancura deslumbrante, con
algunas matas de esparto. Aquel desierto es puro lenguaje de
volúmenes, perfiles y colores.” (X)

“La hoya ofrece bellos contrastes entre los tonos blanquecinos y ocres
de la tierra y los surcos verdes de las arboledas que acompañan
ramblas y ríos. Y con las imponentes sierras que la rodean. Dentro de
ella el hombre ha creado un llamativo paisaje. La mayor concentración
de agua del sureste español, el embalse de Negratín, cuyo azul intenso
contrasta vivamente con el árido paisaje del entorno.” (XI)

“Hace más de cien mil años existió un gran lago interior de agua
dulce… En un momento dado se rompió por el lugar conocido como Cerrada
del Negratín, a la altura de la actual cabecera de esta presa, y
basculó hacia el Oeste, dejando en su brutal arrastre un poso de
materiales blandos que se habían ido acumulando en capas a lo largo de
los años, como gredas, yesos, arcillas y arenas, sobre todo lo cual se
fueron acumulando en los siglos posteriores depósitos formados por los
arrastres aluviales, que al sufrir el ataque de unas lluvias que por
aquel entonces eran torrenciales y muy abundante formaron el actual
paisaje abarrancado, tipo badlans en los últimos 10.000 años, cuando
se genera este característico paisaje de cárcavas y el profundo
encajamiento de las ramblas y ríos de la Depresión hasta adquirir el
aspecto que conocemos en la actualidad.” (XII)

“Posee una paleta de colores que no nos dejará indiferentes, el verde


de sus montañas llora ríos plateados que desgarran la árida y
policroma estepa, creando verdaderos oasis como los embalses del
Portillo o del Negratín, donde una inmensa lámina azul contrasta y
juega con los tonos ocres de sus inmensas cárcavas labradas durante
siglos por la erosión.” (XIII)

Contexto y valoración:

La miscelánea de textos de viajeros y literatos pone de


manifiesto los principales aspectos que caracterizan el paisaje, en su
globalidad, del Altiplano de Baza y comarca de Huéscar.

El primero es su apariencia de antiguo lago. Es decir, la


extrañeza de literatos y viajeros acerca de su origen geológico. Un
viajero naturalista del siglo XVIII afirmaba que “parecerá ver en ella
un gran valle, en donde reposaron las aguas después de abandonar la
altura”. Esta intuición ha sido confirmada por los estudios
científicos. Hoy en día, como afirma el texto XII, se sabe a ciencia
cierta que “Hace más de cien mil años existió un gran lago interior de
agua dulce…” y que el ataque de unas lluvias que por aquel entonces
eran torrenciales y muy abundantes formaron el actual paisaje
abarrancado, tipo badlans en los últimos 10.000 años, cuando se genera 269
este característico paisaje de cárcavas y el profundo encajamiento de
las ramblas y ríos de la Depresión hasta adquirir el aspecto que
conocemos en la actualidad”.

El segundo de ellos es la dualidad entre su imagen externa e


interna. La primera le da la apariencia de una superficie llana;
apariencia que queda en entredicho al transitar por su interior ya
que, como menciona el texto II, “está muy surcada de barrancos”; o,
como indica el texto V: “llena de cadenas de colinas desnudas”. El
texto X menciona que “El relieve se hace, por momentos, atormentado.
Una sucesión de promontorios y hendiduras, cárcavas y mamelones”). El
texto XIII cita “inmensas cárcavas labradas durante siglos por la
erosión”.

Un tercer aspecto que destaca en este territorio es su falta de


vegetación arbórea. El texto II cita que “Está desarbolada” y el texto
V que es “un verdadero páramo…”.

Un cuarto rasgo que diferencia a la Hoya de Baza es el


predominio del tono blanquecino en su paleta de colores, originado por
la abundancia de yesos. El texto VI nos dice que “Aparece como una
hoya blanca como la tiza y con Baza ciudad como un oasis en el
desierto”. Y el texto X alude a que “Las malas tierras yesosas,
hendidas por cárcavas blanquecinas, semejan un paisaje lunar”.

El resultado es, como concluye el geógrafo Joaquín Bosque Maurel


–texto VIII-, un paisaje que “Combina altitud, continentalidad y
sequedad, lo que le da una típica imagen esteparia”. Antes, el
naturalista suizo Maurice Willkomm había llegado a conclusiones
similares. En el texto V afirma que “Parece un trozo de África en la
Península Ibérica”).

La contemporaneidad ha mejorado la percepción del altiplano


granadino como paisaje, al descubrir sus valores como ecosistema
singular y encontrar diversos atractivos turísticos a su paisaje

Respecto a la singularidad de la estepa como ecosistema, el


texto X menciona que “La dificultad de sobrevivir en estos suelos
yesosos, genera unas comunidades biológicas muy especializadas y
valiosas, que han sido reconocidas como hábitat prioritario de la
Unión Europea -vegetación gipsícola ibérica-”.

La valorización del paisaje del altiplano en las últimas décadas


ha venido de la mano de la promoción del turismo de interior. Bajo
este punto de vista, el texto X valora el altiplano granadino como
“Aquel desierto que es puro lenguaje de volúmenes, perfiles y
colores”.

Los textos XII y XIII resaltan que: “ofrece bellos contrastes


entre los tonos blanquecinos y ocres de la tierra y los surcos verdes
de las arboledas que acompañan ramblas y ríos” y que “Posee una paleta
de colores que no nos dejará indiferentes”. Asimismo, coinciden en la
reciente creación por el hombre de un atractivo y nuevo paisaje dentro
de la Hoya de Baza: el entorno del Embalse de Negratín, cuyo “azul
intenso contrasta vivamente con el árido paisaje del entorno”. 270
271

Referente territorial: Altiplano de Baza y comarca de Huéscar.

Número y título de ficha: V.2. Altiplano de Baza (I). Evolución de los


usos en la Sierra de Baza.

Objetivo de la Catalogación: Caracterización del tipo de paisaje


provincial.

Referente paisajístico: Paisaje de dominante natural.

Autor(es), obras(s) y fecha(s):

GARCÍA SÁNCHEZ, JOSÉ. El reparto de la Sierra de Baza (1527),


Noviembre 2005. En: www.sierradebaza.org (I)

CANO GARCÍA, GABRIEL. Introducción. Baza 1752 según las respuestas


generales del Catastro de Ensenada. Madrid: Grupo Tabacalera, 1990
(II)

DE ROJAS CLEMENTE RUBIO, SIMÓN (1777-1827). Viaje a Andalucía.


Historia Natural del Reino de Granada 1804-1809. Barcelona: Griselda
Bonet Girabert, 2002 (III)

GUÍA del Altiplano: Baza y Huéscar. Granada: Patronato de Turismo,


1995 (IV)

REDACCION. La Sierra de Baza. Granada: Diario IDEAL, de enero de 2010.


(V)
TEXTOS SELECCIONADOS:

“La necesidad de leñas y carbón, imprescindibles para la


supervivencia, maderas para la construcción de iglesias, conventos,
edificios públicos y viviendas; la extensión de la ganadería, con la
presencia de lobos que les incordiaban y el laboreo de tierras de
nueva roturación que transformarían el monte bajo y encinar en la
conocida como "tierra de pan llevar" fueron motivos más que poderosos
para que la Corona de Castilla cediese a las continuas presiones del
Cabildo y pueblo de Baza y que finalmente se consiguiese la Real
Cédula del Emperador (1527) para repartir entre los vecinos de ella
las extensas y entonces improductivos posesiones de la sierra, que en
reparto hecho por los Reyes Católicos se habían dejado como tierras
realengas.” (I)

“En el siglo XVIII miles de ovejas y menor número de cabras y cerdas,


pastan estos montes, aprovechamientos del común de vecinos de la
comarca. Su monte bajo y alto de encinas y sus bosques de pinos
producen bellotas, leña, madera, miel y los mencionados pastos.” (II)

“Lo que más me paraba la atención era verla en su mayor parte poblada
de pinos y encinas… y vimos muchas picazas (urracas), arrendajos,
grajas, torcaces, perdices y ardillas… Su principal rendimiento son
las minas de plomo, cuya fábrica en la ciudad de Baza se para cuando
la nieve y el frío paralizan los trabajos…” (III)
272
“Pasear por esta Sierra es deleitarse con sus hermosos valles e
increíbles barrancos, con sus frondosos bosques donde recolectar
níscalos, contemplar pueblos serranos con tejados de launa y piedra, o
escuchar la tradicional berrea de los ciervos.” (IV)

“Mientras rapaces como el águila perdicera, la real, el azor o el búho


real sobrevuelan las solitarias cumbres, el viajero puede caminar
rodeado de pinos carrasco, laricios, encinas… y de fuentes con agua
que mana con gran pureza. Son más de 52.000 hectáreas por las que
dejarse llevar por la cercanía de sus gentes y por el silencio de la
tierra. En muchos parajes sólo se escucha la voz de la naturaleza:
cantos de pájaros, el sonido del viento… El viajero se olvidará
durante su estancia del timbre de casa, la alarma del coche, el ruido
de las motos, los coches o la sirena de las ambulancias.” (V)

Contexto y valoración:

La Sierra de Baza es el principal paisaje montañoso del


Altiplano granadino, tanto por su extensión como por su biodiversidad.

Se ha seleccionado una miscelánea de textos de literatos y


viajeros que recogen las diferentes percepciones que se han tenido a
través de la historia de este territorio.

- Espacio agrario comunal: Desde el siglo XVI, como indica el


texto I, estas tierras serían repartidas entre los vecinos de la
comarca por su “necesidad de leñas y carbón, imprescindibles
para la supervivencia, maderas para la construcción…; la
extensión de la ganadería… y el laboreo de tierras de nueva
roturación que transformarían el monte bajo y encinar".
- Espacio de vocación ganadera y forestal en la Edad Moderna y
Contemporánea. El texto II nos informa, para el siglo XVIII, de
la presencia de: (“miles de ovejas y menor número de cabras y
cerdas, pastan estos montes, aprovechamientos del común de
vecinos de la comarca. Su monte bajo y alto de encinas y sus
bosques de pinos producen bellotas, leña, madera, miel y los
mencionados pastos”).

- Principal yacimiento minero de la Hoya de Baza durante el siglo


XIX. El texto III habla de que: (“Su principal rendimiento son
las minas de plomo, cuya fábrica en la ciudad de Baza se para
cuando la nieve y el frío paralizan los trabajos…”).

- Principal parque Natural de la Hoya de Baza y especialización


como destino emergente del turismo rural y natural: Los textos
IV y V resumen algunos de los principales atractivos de este
espacio natural desde el punto de vista del turismo.

273

Referente territorial: Altiplano de Baza y comarca de Huéscar.

Número y título de ficha: V.3. Altiplano de Baza (II). El paisaje


vegetal de la Sierra de Baza.

Objetivo de la Catalogación: Caracterización del tipo de paisaje


provincial.

Referente paisajístico: Paisaje de dominante natural.

Autor(es), Obras(s) y fecha(s):

RIVAS GODAY, JOAQUÍN. Contribución al estudio de la vegetación de la


provincia de Granada. Excursión botánica a la Sierra de Baza y Zújar.
Anales de la Real Academia Nacional de Farmacia, 1937-1941. En:
www.analesranf.com (I)

MARTÍN LUENGO, MERCEDES. Sierra de Baza. En: Paraísos de la


Naturaleza. Andalucía I. Madrid: Editorial Rueda, 1998 (II)
BLANCA, GABRIEL; MORALES, CONCEPCIÓN. Vegetación del Parque Natural
Sierra de Baza. Granada: Universidad de Granada, 1991 (III)

MARTÍN LUENGO, MERCEDES. Sierra de Baza. En: Paraísos de la


Naturaleza. Andalucía I. Madrid: Editorial Rueda, 1998 (II bis)

RODRÍGUEZ, JOSÉ ÁNGEL. Los Prados del Rey. Revista Digital Proyecto
Sierra de Baza 1999-2013 (IV)

BLANCA, GABRIEL; MORALES, CONCEPCIÓN. Vegetación del Parque Natural


Sierra de Baza. Granada: Universidad de Granada, 1991 (III bis)

TEXTOS SELECCIONADOS:

Imagen externa:

“La zona basal (por debajo de los 900 metros) se encuentra en gran
parte en cultivo debido al afán de laboreo de esta época, bien de
raquíticos cereales con numerosos barbechos, bien de almendros, donde
antes hubo pastos y dehesas… en las zonas no cultivadas y pegadas al
monte se aprecia la dominancia en las faldas de la sierra de la
encina, la chaparra y, donde se han producido incendios, de los
jarales. El bosque mediterráneo alterna, entre los mil y mil
doscientos metros, con el llamado localmente pino borde, o pino
carrasco - en zonas soleadas - y con el pino ródeno -en umbrías-. Si
bien, no llegan a cubrir ni el 20 por ciento del terreno… 274
Por encima de los 1650-1700 metros aparece el pino silvestre que,
según nos comunicó el guía, recibe el nombre en esta comarca de «pino
blanco» o «pino maderero»… Es un pino alpinizado, por estar expuesto
más crudamente a los vientos y ventisca. Encontramos también
importantes extensiones de jaras y lavandas, que eran objeto de
recolección por los campesinos, llevándolas a la estación de Caniles,
según nos informamos, para una casa norteamericana de productos
químicos, o fotográficos.
Por encima de los 2.000 metros o zona nival aparecen los piornales de
matorral rastrero en torno a los calares.” (I)

“La Sierra se alza cual isla montañosa, vestida de verde intenso,


rodeada del árido paisaje de las altiplanicies de Guadix y Baza…
Los espartales, romerales y tomillares ascienden por los bordes de la
Sierra, que presenta un aspecto casi pelado por las extracciones sin
freno de madera y carbón que han reducido las encinas y chaparras a
una presencia testimonial…
Más de la mitad de la Sierra está repoblada, desde mediados del siglo
XX, con pinos carrascos. Es el territorio de aves forestales, tales
como los pájaros carpinteros, el arrendajo o el picogordo…
En la zona medio-alta de la Sierra aparecen los mejores bosques de
pinos silvestres de alta montaña de Andalucía. La zona de cumbres
presenta dos formaciones vegetales únicas: los piornales y los prados
de alta montaña o borreguiles.” (II)

“Entre sus componentes florísticos se incluyen elementos de zonas tan


diversas como el sureste semiárido de la Península Ibérica, las
serranías subbéticas calizas, Sierra Nevada y las depresiones de
Guadix y Baza. En ella se encuentran también, en las zonas
cacuminales, los pinares autóctonos de Pinos negros y silvestres más
importantes de toda la provincia de Granada.” (III)

Imagen interna (Formaciones vegetales representativas):

“(Los acerales) o bosquetes de arces son, como el pinsapo, un bosque


relicto de la zona. Se trata de un bosque muy escaso en Andalucía ya
que, aparte del cambio climático, su madera -de gran calidad y
belleza-fue muy utilizada para tallas y trabajos de artesanía. En
épocas más húmedas ocuparían una importante extensión de esta
geografía, pero se han visto desplazados por las coníferas y los
esclerófilos que soportan mejor la sequía estival, quedando
acantonados en valles cerrados y húmedos con suelos bien
desarrollados. Suelen acompañarse con quejigos y arbustos como
ciruelos y cerezos silvestres.
Los principales bosquetes aparecen en barrancos y calares de la Sierra
de Baza. En otoño alcanzan su mayor protagonismo y belleza, al
destacar con su llamativa coloración de tonos ocres, amarillos y rojos
del resto de vegetación.” (III bis)

“(Los pinos silvestres) presentan ejemplares tan longevos que pueden


llegar hasta los quinientos años, como uno en cuyo tronco los pastores
han acondicionado una cueva para su refugio… Estos pinos tienen
esbeltas figuras –pueden alcanzar hasta diez metros- y sus copas
presentan forma de bandera por la acción incesante del viento… Bajo 275
sus copas se forman espinares, que acogen vistosas especies como los
agracejos.”
(Los piornales de las cumbres) están compuestos de enebros y sabinas
rastreros. Adquieren apariencias semiesféricas o almohadilladas, que
se asemejan a iglús, así las yemas de las plantas se aíslan y se
protegen de las bajas temperaturas y del frío viento.
(Los aznachares) aparecen en los barrancos más húmedos y abrigados de
la media y alta montaña. Han sido usados para hacer carbón y alimentar
el ganado, ya que el aznacho es de hoja perenne. Ahora cumple un
importante papel en la alimentación invernal de los ciervos.
Corresponde a la denominación local con que se conoce a las
rascaviejas. Sus arbustos verdes cuelgan racimos de flores amarillas
en la primavera temprana y pueden llegar a los cinco metros, formando
aquí matorrales intrincados y espesos.” (II bis)

“(Los Prados del Rey del Calar de Santa Bárbara) En primavera y


principio de verano son una extensión de unas 12 ó 13 hectáreas de
verde prado alpino.
Está enmarcada majestuosamente por pinos silvestres y los calares que
les rodean, y junto a ellos se conserva un pozo de nieve.
Sus terrenos suelen encharcarse en los períodos más húmedos y en años
de abundantes nevadas, incluso se forma un largo ventisquero.
Estos prados alpinos se han creado sobre rocas dolomías grises y
negras, encharcadas muchos meses al año, que contienen plantas propias
de los borreguiles de Sierra Nevada. Debido a la presencia secular del
ganado tienen también una peculiar familia de hongos y setas
pratenses.” (IV)

“(Los blanquizares) son formaciones vegetales que aparecen donde


dominan las rocas dolomías, que están presentes en las sierras
penibéticas andaluzas. Al ser rocas muy permeables y estar muy
fisuradas, exigen una peculiar adaptación de las plantas a su ambiente
seco.
Los parajes en que dichas rocas dolomías son ricas en magnesio, dan
lugar a unas arenas resplandecientes de color blanco, que aumentan el
reflejo del ya por sí intenso sol de este sureste andaluz. Las plantas
(arenarias, tomillos,…) de los blanquizares están recubiertas de un
pelo o vello blanquecino para reflejar la radiación y protegerse de la
desecación. Son plantas menudas y poco vistosas al exterior, pero que
desarrollan larguísimas e intrincadas raíces subterráneas para
sobrevivir en este difícil medio.” (III bis)

Contexto y valoración:

Se ofrece en esta selección de textos una visión global del


escalonamiento altitudinal de los pisos de vegetación en la Sierra de
Baza y, a continuación, una descripción de sus principales paisajes
vegetales.

Los textos II y III nos describen las principales


características de estos paisajes.

El texto III nos informa de que la vegetación de la Sierra de


Baza, debido a su posición de encrucijada entre diferentes regiones
botánicas alberga un cruce de especies de flora de regiones tan
diversas “como el sureste semiárido de la Península Ibérica, las
serranías subbéticas calizas, Sierra Nevada y las depresiones de 276
Guadix y Baza”.

Además, como nos informa el texto II, esta vegetación de ordena


por pisos altitudinales. Los pisos inferiores y medios de la Sierra
presentan actualmente una vegetación de pinos carrascos que tiende a
naturalizarse. Su bosque primitivo tiene una importancia residual.
Allí donde no están presentes prolifera el monte bajo y el matorral.
Los pisos inferiores y la zona de cumbres se distingue por la
presencia de bosques de pinos silvestres, de los mejor conservados de
Andalucía, y dos formaciones vegetales típicas de la alta montaña:
piornales y prados alpinos.

Los textos siguientes (IV, II y III bis) describen las


principales características que permiten diferenciar, dentro de un
espacio como la Sierra de Baza, con una gran diversidad de formaciones
vegetales, los paisajes naturales más sobresalientes y singulares. En
concreto, se describen:

- Paisajes vegetales de alta montaña y zona de cumbres: Pinos


silvestres, prados alpinos y piornales.
- Paisajes vegetales relictos: acerales y aznachares.
- Paisajes vegetales especializados en suelos de dolomías:
Blanquizares.

Referente territorial: Altiplano de Baza y comarca de Huéscar.

Número y título de ficha: V.4. Altiplano de Baza (III). Rambla del


Espartal.
Objetivo de la Catalogación: Paisaje sobresaliente y singular.

Referente paisajístico: Paisaje de dominante natural.

Autor(es), obras(s) y fecha(s):

PROYECTO SIERRA BAZA. Apuntes naturalistas de la Sierra de Baza, mayo


2006. En: http://www.sierradebaza.org (I)

TEXTOS SELECCIONADOS:

“Hay un porcentaje muy alto de especies de flora exclusivas de las


zonas áridas, que alcanzan al 30 por ciento. Se trata de una flora
singular, estrictamente ibérica, al menos en el contexto europeo y,
por ello una de las principales contribuciones de Andalucía y España a
la biodiversidad en la Unión Europea.
Especial relevancia en este tipo de vegetación, la tiene la llamada
Rambla del Espartal, también conocida como Rambla de las Cuevas de las
Ventanas, en las proximidades de la margen izquierda de la A-92
dirección Baza a Cúllar. Se ha propuesto su declaración como monumento
natural. Cuenta con una superficie de 668 Has. y sobre ella se ha
dicho que sintetiza todas las peculiaridades de este ecosistema,
"único en Europa".
Se trata de una rambla en la que destaca el hábitat de matorral árido
arbustivo sobre yesos, el que presenta una alta biodiversidad y 277
endemicidad tanto en especies vegetales como animales.
Éste es el hábitat de plantas gipsófilas (yepsícolas), de gran belleza
como el arnacho, la oruga blanca, planta nutricia de la mariposa de
Baza, el alelí de los yesos, la jarilla… Llama la atención también un
amplio catálogo de plantas parásitas, con floración espectacular, en
primavera, esto es, plantas que se alimentan de las raíces de otras
plantas en que se parasitan, por lo que no precisan hojas y tan solo
cuentan con un eje floral muy desarrollado…
También aparecen plantas propias de ecosistemas salinos, como la
siempreviva de la que sólo se conoce su presencia en la Hoya de Baza…
Otras plantas originales y exclusivas son las que viven en suelos
salinos y con abundante presencia de nitrógeno. Son plantas que tienen
glándulas para eliminar la sal, y son de carácter craso o suculento.
Entre ellas, la barrilla y el álcali. Plantas que, por su alto
contenido en sosa, se han empleado para fabricar jabones. Antiguamente
se cultivaban estas plantas en la depresión de Baza, donde se
encontraban alrededor de una docena de especies y hasta finales del S.
XVIII, se exportaban a Mallorca, llegándose a decir que los buenos
cristales de Venecia, eran obtenidos con sosas de la región bastetana
Asimismo, La Rambla del Espartal es uno de los puntos más importantes
de Andalucía para los invertebrados, muchos de ellos endémicos de la
zona, particularmente de artrópodos (amplio grupo que incluye a
animales como insectos, arácnidos, crustáceos o miriópodos, entre
otros invertebrados) de origen africano y que sólo están presentes
aquí en Europa.” (I)

Contexto y valoración:

Lo más común es que los paisajes se valoren por su imagen


externa y, también, por sus cualidades estéticas. Sin embargo, como
pone de manifiesto el texto seleccionado, hay otros paisajes, poco
espectaculares globalmente considerados, que tienen un gran interés
por otros motivos, como son la unicidad de su biodiversidad.

El proyecto Sierra de Baza ha identificado uno de estos paisajes


en la Rambla del Espartal (entre Baza y Cúllar Baza), para el que ha
pedido su declaración como Monumento Natural.

Los principales valores de este paisaje del sureste árido


andaluz son los que provienen de la concentración de especies
vegetales y animales que sólo viven exclusivamente en estos lugares
(endemismos) y están adaptadas y especializadas a las circunstancias
extremas de los suelos y el clima.

El texto I identifica los siguientes paisajes naturales


sobresalientes y singulares dentro de la Rambla del Espartal:

- Formaciones vegetales o plantas gipsófilas (yepsícolas).

- Formaciones vegetales o plantas de suelos salinos con y sin


abundancia de nitrógeno, como una docena de especies de barrilla
o productoras de sosa, y

- Comunidades de artrópodos especializadas en estos ambientes


amplio grupo que incluye a animales como insectos, arácnidos,
crustáceos o miriópodos, entre otros invertebrados, de origen 278
africano y que sólo están presentes aquí en Europa.
Referente territorial: Altiplano de Baza y comarca de Huéscar.

Número y título de ficha: V.5. Altiplano de Baza (IV). La Sierra de


Jabalcón.

Objetivo de la Catalogación: Paisaje sobresaliente y singular.

Referente paisajístico: Paisaje de dominante natural.

Autor(es), obras(s) y fecha(s):

DE ROJAS CLEMENTE RUBIO, SIMÓN (1777-1827). Viaje a Andalucía.


Historia Natural del Reino de Granada 1804-1809. Barcelona: Griselda
Bonet Girabert, 2002 (I)

MADOZ, PASCUAL. Diccionario geográfico estadístico histórico de la


provincia de Granada (1845-1850) (II)

CASSOLA, JUAN BAUTISTA. Ensayo histórico sobre la antigüedad, honores


y privilegios de la muy noble y leal ciudad de Baza y pueblos de su 279
abadía (1855) (III)

GARCÍA GALLEGO, JUAN CARLOS. Excursiones por el Sur de España. Tomo


II. Madrid: Ediciones Desnivel, 1998 (IV)

RODRÍGUEZ, JOSÉ ÁNGEL. La Sierra de Jabalcón. Revista Digital Proyecto


Sierra de Baza 1999-2013 (V)

REDACCIÓN. La Sierra de Jabalcón. Directorio de turismo y tiempo


libre. Granada: Diario IDEAL, 19 de enero de 2012 (VI)

NADAL, PACO. El viento en las orejas. Madrid. Diario El Mundo, 11 de


octubre de 2008 (VII)

GRUPO DE DESARROLLO RURAL DE GUADIX-GRUPO DE DESARROLLO RURAL DEL


ALTIPLANO GRANADINO. Itinerario geoturístico de la Cuenca Guadix-Baza.
En: www.tiotobas.com. 2013 (VIII)

TEXTOS SELECCIONADOS:

“El Cerro tiene una figura bastante semejante al Peñón de Gibraltar,


pero es bastante más alto que éste. Está aislado.” (I)

“Es de considerable altura. Su relieve es bastante escarpado, y se


compone de una piedra sólida y rojiza al par que azulada. Está
cubierto de atochar, con algunos chaparros y sabinas en las grietas y
cimas de sus peñascos. En sus cañadas formadas por las aguas, hay
terrenos cultivables que producen buena cebada. Abundante de conejos,
liebres, perdices, codornices y palomas.” (II)
“La enorme mole del Cerro de Jabalcón protege a la ciudad de los
estragos que causan los vientos del norte, aunque suele originar
pérdidas considerables llamando a sus crestas a las nubes… y esparce
algunas veces el luto y la consternación entre los habitantes del
campo. Es áspero y lleno de derrumbaderos, excepto los baños situados
al pie del mismo.” (III)

“Emerge como un castillo solitario de la Hoya…antiguas terrazas de


almendros invadidas por las retamas; carrascales con pinares
naturalizados, y feroces tajos y despeñaderos. Tiene preciosas vistas
a los cuatro ríos que se unen en el embalse de Negratín y a éste.”
(IV)

“Es una gran mole caliza que se eleva desde los 800 metros, que como
altitud media tiene en su base, hasta alcanzar los 1.492 metros en su
cumbre. Su carácter de macizo aislado dentro de los terrenos
esteparios de la Hoya de Baza, le da similitud con una gran isla
dentro de este antiguo lago, sensación que aún hoy en día puede
sentirse cuando lo contemplamos desde la Sierra de Baza y las nubes
bajan llenan la Hoya de Baza y como emergiendo de un mar de nubes
aparecen las cumbres del Jabalcón.” (V)

“En la cumbre se construyó en el año 1960 una ermita dedicada al culto


de la Virgen de la Cabeza, en honor de la cual se organiza una
romería. Hay también instaladas varias antenas de telefonía y
televisión, estratégicamente posesionadas en este lugar, así como 280
varias pistas de despegue de vuelo libre, desde el que los deportistas
de ala delta y parapente se lanzan para cruzar sus cielos. Las vistas
y panorámicas que se nos ofrecen desde la cumbre son impresionantes y
podemos divisar toda la magnitud del Negratín, al poniente, así como
el cinturón de montañas que rodean la Hoya de Baza. Aquí se localiza
una colonia de murciélagos rabudos en su cuevas naturales y otra de
cabras monteses, así como endemismos botánicos como la árnica y el
cardo del Jabalcón.” (VI)

“Imagina un atardecer furioso de tonos almagres, violetas y magentas.


El sol acaba de esconderse y una claridad negroazulada empieza a
adueñarse de la escena. Estamos en la cumbre del Jabalcón, al lado de
Zújar (Granada), una montaña caliza que se eleva aislada en medio de
una llanura de olivos y almendros. Hacia el sur se vislumbran las
arcillas cuarteadas de los desiertos de Guadix y Baza. Abajo, la
superficie acuosa del embalse del Negratín brilla como un papel de
plata rodeada por campos sumidos en la penumbra. Entonces empiezas a
correr como un poseso por la ladera cimera de la montaña. Un plano
inclinado y pedregoso que no lleva a ninguna parte, más que al abismo
que empieza ya a intuirse pocos metros delante de ti. Y de repente,
cuando crees que te vas a despeñar, el suelo se despega de tus pies.
Una voz te dice entonces: “OK, ya te puedes sentar”. Es la del piloto
que maneja el parapente tándem en el que acabas de iniciar tu primer
vuelo. Te acomodas en la silla arnés y tratas de rebajar las
pulsaciones que desbocan tu corazón. Te relajas. Andalucía, negro y
almagre, claros y oscuros de un atardecer mágico, se despliega ahora
bajo tus pies, inmensa, inabarcable. A vista de pájaro.” (VII)

“Con sus 1492 metros de altitud el cerro emerge a modo de una


gigantesca isla caliza entre las llanas superficies del altiplano
granadino. Es una creencia popular muy extendida en la comarca que es
un antiguo volcán. Nada más alejado de la realidad. Es un “horst”, o
formación de relieve en que dos o más fallas actúan delimitando,
compartimentando y elevando un gran bloque de roca, que se ha
desgajado de la sierra de Baza. Al ser una gran superficie de modelado
kárstico, tiene algunas formas de relieve populares como el arco
conocido como ‘Ojo de la Heredad’.” (VIII)

Contexto y valoración:

Se ha realizado una selección de textos de viajeros y literatos


los dos últimos siglos, que permite apreciar las siguientes cualidades
de este paisaje natural, sobresaliente y singular dentro del altiplano
granadino:

- Su condición de montaña aislada y solitaria dentro de la Hoya de


Baza. Geológicamente, se explica por tratarse de afloramientos
calizos sumergidos en el lago o brazo de mar de textura
arcillosa que era primitivamente este territorio. Afloramiento
que, por la mayor dureza de las rocas, no se ha erosionado como
las tierras circundantes.

- Es un privilegiado mirador u observatorio paisajístico de los


territorios que lo rodean, por su ya mencionada condición
“aislada” en la llanura. El texto II indica que “tiene preciosas
vistas a los cuatro ríos que se unen en el embalse de Negratín y 281
a éste”. El texto VI reitera esta condición:”Las vistas y
panorámicas que se nos ofrecen desde la cumbre son
impresionantes y podemos divisar toda la magnitud del Negratín,
al poniente, así como el cinturón de montañas que rodean la Hoya
de Baza”. Y el texto VII señala que “Hacia el sur se vislumbran
las arcillas cuarteadas de los desiertos de Guadix y Baza.
Abajo, la superficie acuosa del embalse del Negratín brilla como
un papel de plata rodeada por campos sumidos en la penumbra”.

- Es un espectacular escenario o telón de fondo, contemplado desde


algunos parajes de la Hoya de Baza. Así, el texto V señala que
desde la Sierra de Baza tiene ”similitud con una gran isla
dentro de este antiguo lago, sensación que aún hoy en día puede
sentirse cuando lo contemplamos y las nubes bajan llenan la Hoya
de Baza, y como emergiendo de un mar de nubes aparecen sus
cumbres”.

- Ha tenido un carácter demiúrgico o de “monte sagrado” para los


habitantes del municipio de Zújar, pues su “aislamiento” y
“soledad” acentúan la sensación de ascenso hacia los cielos.
Como testimonio de esta percepción, en él se sitúa la ermita de
la Virgen de la Cabeza, donde se celebra una famosa romería
local.

- Se ha considerado un territorio salvaje y natural, apto para la


caza, por los viajeros y literatos decimonónicos. Territorio que
sólo había sido colonizado ligeramente por la agricultura en su
piedemonte en tiempos pasados. El texto II, escrito a principios
del siglo XIX, señala que “hay terrenos cultivables que producen
buena cebada. Es abundante de conejos, liebres, perdices,
codornices y palomas”. El texto III, más reciente, nos habla de
”antiguas terrazas de almendros invadidas por las retamas;
carrascales con pinares naturalizados”.

- Se valora actualmente como un paisaje o lugar de interés


natural. Así, el texto VI menciona que “Aquí se localiza una
colonia de murciélagos rabudos en su cuevas naturales y otra de
cabras monteses, así como endemismos botánicos como la árnica y
el cardo del Jabalcón”. Y el texto VIII menciona el interés de
su morfología caliza: “Al ser una gran superficie de modelado
kárstico, tiene algunas formas de relieve populares como el arco
conocido como “Ojo de la Heredad”.

- Con la contemporaneidad se ha convertido, además, en un espacio


estratégico para la adecuada cobertura de las redes de
telecomunicaciones. El texto VI señala que “Hay instaladas
varias antenas de telefonía y televisión”.

- Otro aspecto que lo ha revalorizado en la contemporaneidad es,


como lugar ideal para la práctica de determinados deportes de
riesgo en la naturaleza. Tal como señala el texto VI, funciona
“como pista de despegue de vuelo libre, desde el que los
deportistas de ala delta y parapente se lanzan para cruzar sus
cielos”. Acoge también la práctica del alpinismo en sus paredes
más escarpadas, circuitos de mountain bike, etc. El texto VII
describe las sensaciones que se viven cuando se practica el 282
parapente desde sus cimas: “Cuando crees que te vas a despeñar,
el suelo se despega de tus pies. Una voz te dice entonces: “OK,
ya te puedes sentar”. Es la del piloto que maneja el parapente
tándem en el que acabas de iniciar tu primer vuelo. Te acomodas
en la silla arnés y tratas de rebajar las pulsaciones que
desbocan tu corazón. Te relajas. Andalucía, negro y almagre,
claros y oscuros de un atardecer mágico, se despliega ahora bajo
tus pies, inmensa, inabarcable. A vista de pájaro”.
Referente territorial: Altiplano de Baza y comarca de Huéscar. 283

Número y título de ficha: V.6. Altiplano de Baza (V). El embalse de


Negratín.

Objetivo de la Catalogación: Paisaje sobresaliente y singular.

Referente paisajístico: Paisaje de dominante natural.

Autor(es), obras(s) y fecha(s):

PARRA, ANDREA G. Ocio acuático en playas de agua dulce. Granada:


Diario IDEAL, 29 de junio de 2006 (I)

UTRERA, JOSÉ. Las playas del embalse de Negratín. Granada: Diario


IDEAL. 29 de agosto de 2012 (II)

CONSEJERIA DE MEDIO AMBIENTE. Cola del Embalse de Negratín. Inventario


de humedales de Andalucía. Sevilla: Consejería de Medio Ambiente,
2011.

GÓMEZ, JUAN ENRIQUE. Gaviotas en el Negratín. Granada: Diario IDEAL, 7


de junio de 2013 (III)

TEXTOS SELECCIONADOS:

“Las playas y los clubs deportivo-náuticos no están sólo en la costa


granadina. En el interior también los hay. Son playas diferentes. Son
de agua dulce y con un paisaje montañoso combinado con lugares
escarpados. En estas singulares playas el color predominante no es el
azul sino el verde, pero las panorámicas siguen siendo impresionantes.
Las más numerosas y extensas son las del embalse de Negratín. Es el
segundo embalse de Andalucía por su capacidad y oferta una interesante
actividad acuática. Apodado "El mar del Altiplano", constituye por sí
mismo uno de sus principales destinos turísticos. En este embalse
disfrutaréis de la única Playa Naturista de interior y varias áreas
recreativas en sus tres pueblos ribereños, con embarcaderos, tumbonas
y sombrillas y zonas de pesca y deportes acuáticos.
Pose, además, unos paisajes impresionantes, inmensas cárcavas formadas
durante siglos, con un color rojizo nos recordarán paisajes muy
parecidos al del Gran Cañón del Colorado.” (I)

“A 125 kilómetros de la costa más cercana –la del Levante almeriense-,


se encuentran las playas del embalse de Negratín. La playa de Freila
tiene una pendiente de hormigón muy suave y entre 10 a 15 metros desde
la orilla el agua no cubre al bañista. Como toda playa que se precie,
tiene un chiringuito restaurante y un camping con piscina municipal.
Ha sido construido por la propia Confederación Hidrográfica para
contribuir a socializar el embalse inaugurado en el año 1985. La playa
es familiar. En las inmediaciones se practica la pesca. Ofrece
servicio de hidropedales, canoas, y windsurf. Además, en esta orilla
hay una playa y embarcadero próximos al balneario para aprovechar las
aguas termales del municipio de Zújar.
En la parte opuesta del embalse, en el municipio de Cuevas del Campo,
se ha abierto en 2007 la primera playa naturista de interior en
Andalucía. Se encuentra instalada sobre la zona abrupta de la ribera,
sobre la que se extendió una capa de arena fina y se colocaron 284
sombrillas y una rampa de acceso hasta la orilla.
Hay además, dos impresionantes miradores, el del embalse, en este
último municipio, y el mirador natural del Cerro Jabalcón. Éste
dispone de campos de despegue para parapente y ala delta, pues la zona
es muy propicia para el vuelo. En el entorno del Jabalcón y sobre todo
sobre la vertical de la ermita se producen unas condiciones que
posibilitan a los pilotos de vuelo libre alcanzar una gran altura e
iniciar largos desplazamientos.” (II)

“El bajo nivel actual del embalse ha propiciado la colonización de la


zona descubierta por amplias masas de carrizales y eneales y por
cinturones de tarajales, que conforman la orla externa, junto con
galerías de álamos blancos y cultivos de chopos. Hoy día la cola del
embalse es un humedal incluido en la Red de Espacios Protegidos, ya
que en sus áreas someras se han asentado numerosas comunidades
orníticas.” (III)

“La primavera está en su ecuador. Cinco piraguas avanzan por el


interior del pantano del Negratín. Navegan hacia las pequeñas islas.
Las sobrevuelan bandadas de gaviotas que lanzan sonidos de aviso. Son
ejemplares jóvenes de las gaviotas patiamarillas, habituales de los
puertos, playas y acantilados mediterráneos. Intentan que los
navegantes no se acerquen a los islotes. Instantes después, desde las
tierras que afloran sobre el agua, grandes bandadas emprenden el vuelo
y, en círculos, lanzan sus voces de alarma Esta especie de ave marina
desde hace unos años ha situado en este pantano uno de sus territorios
de nidificación y cría, a pesar de que la costa más cercana se
encuentra a 100 kilómetros de vuelo en línea recta. Los habitantes de
la comarca ya las han bautizado como las Islas de las Gaviotas, aunque
en realidad son tres islotes con alturas que dependen del nivel
embalsado y que el más grande de ellos, a mediados de mayo, tenía poco
más de 100 metros de perímetro.” (IV)

Contexto y valoración:

Es uno de los nuevos paisajes creados por el hombre en el


Altiplano granadino, y va a cumplir sus treinta años de existencia (se
inauguró en 1985).

Este paisaje es una de las mayores obras hidráulicas construidas


en Andalucía y la Península Ibérica. Tiene 21 kilómetros desde la cola
a la presa, una capacidad de 567 hectómetros cúbicos –la cuarta mayor
de Andalucía-, y 2.170 hectáreas de extensión, de ellas 1.900
inundadas.

En los periodos inmediatos a su construcción fue criticado por


su impacto ambiental. Su ubicación en la junta de los cauces del
Castril, Guardal, Cúllar y Guadalentín, se consideraba que reducía
drásticamente la vegetación de ribera original y suponía una amenaza
para la población de nutrias.

En la actualidad, como nos informan los textos seleccionados, el


embalse de Negratín presenta los siguientes valores paisajísticos:

- Paisaje sobresaliente y singular del altiplano granadino, por su


imagen externa: El entorno del Embalse de Negratín es un paisaje 285
de contrastes extremos, cuyo azul intenso contrasta vivamente
con el árido paisaje del entorno. Asimismo, el texto I señala la
presencia en su entorno de “unos paisajes impresionantes,
inmensas cárcavas formadas durante siglos, con un color rojizo
nos recordarán paisajes muy parecidos al del Gran Cañón del
Colorado”.

- Nuevo paisaje recreativo cómo área de baño y para la práctica de


deportes náuticos: El texto I nos informa de que “En este
embalse disfrutaréis de la única Playa Naturista de interior y
varias áreas recreativas en sus tres pueblos ribereños, con
embarcaderos, tumbonas y sombrillas y zonas de pesca y deportes
acuáticos”. El texto II describe con detalle la fisonomía de
estas playas de interior.

- Paisaje naturalizado protegido por su valor ambiental. El texto


III nos informa de que “El bajo nivel actual del embalse ha
propiciado la colonización de la zona descubierta por amplias
masas de carrizales y eneales y por cinturones de tarajales,
junto con galerías de álamos blancos y cultivos de chopos. Hoy
día la cola del embalse es un humedal incluido en la Red de
Espacios Protegidos, ya que en sus áreas someras se han asentado
numerosas comunidades orníticas”. El Texto IV ilustra el hábitat
de aves marinas como las gaviotas patiamarillas, que han
escogido este “mar interior” como zona de nidificación y cría.
286

Referente territorial: Altiplano de Baza y comarca de Huéscar.

Número y título de ficha: V.7. Altiplano de Baza (VI). La Vega de


Baza.

Objetivo de la Catalogación: Paisaje sobresaliente y singular.

Referente paisajístico: Paisaje de dominante agraria.

Autor(es), obras(s) y fecha(s):

MEDINA, PEDRO DE. Grandezas de España (1527)(I)

SUÁREZ, PEDRO. Historia del obispado de Guadix y Baza (1695) (II)


DE ROJAS CLEMENTE RUBIO, SIMÓN (1777-1827). Viaje a Andalucía.
Historia Natural del Reino de Granada 1804-1809. Barcelona: Griselda
Bonet Girabert, 2002 (III)

CASSOLA, JUAN BAUTISTA. Ensayo histórico sobre la antigüedad, honores


y privilegios de la muy noble y leal ciudad de Baza y pueblos de su
abadía (1855) (IV)

DE LA RADA Y DELGADO, JUAN DE DIOS. Crónica de la provincia de Granada


(1869) (V)

SERMET, JEAN. La España del Sur. Barcelona: Editorial Destino, 1958


(VI)

BOSQUE MAUREL. Granada, la tierra y sus hombres. Granada: Diputación


de Granada, 1993 (VII)

TEXTOS SELECCIONADOS:

“Baza es ciudad muy fértil y tiene muchas huertas y fruta lindísima


que produce no solo la ciudad sino toda la comarca…
Tiene grande cantidad de viñas de que se coge mucho vino y se hace
pasa que se licua en muchas partes… Hácese también mucho higo que es
muy alabado. Cógese también mucho lino y cáñamo… Hay también muy
buenas legumbres. Y todo ello en regadío. Cógese también mucho aceite
pues tiene grandes olivares. Críase mucho ganado, mucha miel y es de 287
mucho pan.” (I)

“(Cerco de Baza, 1489) En lo llano había muchas huertas, con gran


espesura de árboles frutales, donde había mil torres en las quintas de
recreo que cada vecino edificaba como fortaleza de su heredad en la
vega, no siendo menor el número de acequias y quiebras altas y bajas,
artificiosamente dispuestas que la fortalecían… Eran ricas en morales
y moreras con los que se criaban los gusanos de seda, que se
transformaba en alfombrillas para orar y tapices famosos en todo Al
Ándalus.” (II)

“La cruzan tres acequias, dos regadas por fuentes y otra por el río…
No tiene casas. Es demasiado arcillosa, y el terreno se apelmaza
mucho, además de su condición infructífera cuando se mezcla con yeso.
Los riegos mejor cuidados son los bancales inmediatos a la ciudad, en
manos de los conventos, a los que se da estíercol y se riegan
continuamente. En ellos se pone trigo y, además maíz, cáñamo o papas.
Otras tierras sólo se riegan en verano y en éstas sólo se pone trigo o
cebada y se las deja baldías todo un año…Un acequiero reparte turnos
de riego cada cuarto de hora, aunque en la práctica da más a quién más
puja por ella.” (III)

“En la Vega son abundantes las cosechas de trigo, lino, cáñamo… Se


cultivan frutas muy exquisitas como las cerezas, las peras de pinta,
las ciruelas claudias, los peros de Loja, el melocotón y las camuesas.
El olivar se da muy bien, no así las chumberas y los naranjos por los
fríos del invierno. Nótase el descenso del cultivo de los morales,
florecientes en tiempos de los moros. Posee un extenso viñedo que da
fama a los caldos y vinos de la comarca…Existen diseminados muchos
caseríos que, cuando el viajero llega a la cumbre del cerro que domina
la ciudad, aparecen entre el lienzo verde, ocultos entre los árboles,
sobresaliendo la blancura mate de su exterior, y formando con el verde
un conjunto que encanta y embelesa a los sentidos… La alameda del río
está poblada de esbeltos y copudos chopos cuyo ramaje impide la
penetración de los rayos del sol.” (IV)

“La vega posee fuentes, alamedas, arboledas, frondosas huertas y


productivos olivares…y abundantes restos de sus antiguos habitantes,
los bastetanos.” (V)

“A Baza la rodea una gran vega llena de árboles frutales, de olivos,


de cultivos fuertes, entre ellos mucha remolacha.” (VI)

“La Vega está refugiada en la profunda hoya excavada por el sistema


fluvial del Guadiana Menor. La defienden altos escarpes, que le
procuran un clima más favorable. Es un pequeño oasis alargado que
sigue las márgenes del río, y allí escondida, su contraste con el
secano es sorprendente. La Vega tiene las mismas plantas que el secano
–cereales, olivos y almendros-. Sólo recientemente ha incorporado la
horticultura intensiva, iniciativa de empresas comercializadoras de la
costa almeriense, y el cultivo del cerezo.” (VII)

Contexto y valoración:

La antología de textos presenta la evolución del paisaje de la


288
vega de la hoya de Baza desde tiempos de la dominación árabe a la
actualidad.

La Vega nazarí tenía un paisaje bien diferente al actual.

En primer lugar, por la espesura de sus arboledas, debida al


predominio de una arboricultura variada (viñas, higueras, moreras y
morales y moreras para la cría de seda, olivares, etc.). Arboricultura
que se enriquecía con multitud de especies frutales cultivadas en
diseminado en márgenes de parcelas, acequias y caminos, y el entorno
de las casas. El texto IV –escrito el año 1855-menciona que ”Se
cultivan frutas muy exquisitas como las cerezas, las peras de pinta,
las ciruelas claudias, los peros de Loja, el melocotón y las camuesas.
El olivar se da muy bien, no así las chumberas y los naranjos por los
fríos del invierno.

En segundo término, la Vega tenía un importante hábitat


diseminado. El texto II indica que “había mil torres en las quintas de
recreo que cada vecino edificaba como fortaleza de su heredad…”. Y el
texto –escrito el año 1855- menciona que “Existen diseminados muchos
caseríos que, cuando el viajero llega a la cumbre del cerro que domina
la ciudad, aparecen entre el lienzo verde, ocultos entre los árboles,
sobresaliendo la blancura mate de su exterior, y formando con el verde
un conjunto que encanta y embelesa a los sentidos…”.

Una tercera característica eran los muros de mampostería que


separaban las parcelas cultivadas, cuyo objetivo era defender el suelo
agrícola de la erosión provocada por lluvias y avenidas, relativamente
frecuentes. El texto II las menciona al hablar de “quiebras altas y
bajas, artificiosamente dispuestas que la fortalecían…”.
Dos siglos más tarde, la Vega bastetana del siglo XVIII tiene
como cultivo protagonista estelar a la vid. Se obtiene uva de mesa y
elaboran mostos, aguardientes, licores y diversas clases de vinos. Hay
especies de uva muy diversas según su orientación productiva. En
consonancia con esta actividad, se consignan numerosas bodegas en el
término municipal.

Desde el último tercio del siglo XIX a mediados del siglo XX, la
Vega acoge como cultivo industrial predominante a la remolacha
azucarera. A ésta le siguen los cereales, cuya principal dedicación
tradicional era como productos panificables, aunque se irán orientando
a la producción de piensos al final de este periodo. Se cultivan,
además, hortalizas muy variadas para autoconsumo local (lechugas,
tomates, papas, melones y sandías, pimientos, etc.). Del paisaje de la
vega nazarí se conservan árboles frutales diseminados en los bordes de
parcelas, caminos y acequias, que sirven al autoconsumo local. Entran
en decadencia cultivos heredados de la etapa árabe como el lino y el
cáñamo. Las moreras y viñas desaparecieron del paisaje por diferentes
razones. Las segundas por la crisis de la filoxera a finales del siglo
XIX, y las primeras tras una larga decadencia en los siglos XVII y
XVIII.

En el tránsito del siglo XX al XXI las vegas de toda la comarca


de la Hoya de Baza, incluidas las de Huéscar, ocupan unas 25.000
hectáreas, lo que significa algo más de la décima parte de la
superficie agraria útil. En estas vegas predominan ahora los cultivos 289
de almendro y olivar y el de cereales para piensos. Su reto de futuro
es el cambio de su paisaje de vega tradicional, una vez se vayan
ejecutando los proyectos de modernización de los regadíos, que
supondrán su automatización, la implantación del riego por goteo, la
creación de balsas de regulación, etc.

Referente territorial: Altiplano de Baza y comarca de Huéscar.


Número y título de ficha: V.8. Altiplano de Baza (VII). La ciudad de
Baza.

Objetivo de la Catalogación: Paisaje sobresaliente y singular.

Referente paisajístico: Paisaje de dominante urbana.

Autor(es), Obras(s) y fecha(s):

SUÁREZ, PEDRO. Historia del obispado de Guadix y Baza (1695) (I)

CAÑABATE, RICARDO. La ciudad de Baza. Edad Media, En:


www.webdebaza.com (II)

GARCÍA DE PAREDES MUÑOZ, ANTONIO. FERNÁNDEZ SEGURA, FRANCISCO JOSÉ.


Guía de Baza. Historia y monumentos. Baza (Granada): Ayuntamiento de
Baza, 1985 (III)

CANO, GABRIEL. Baza 1752 según las respuestas generales del Catastro
de Ensenada. Madrid: Grupo Tabacalera, 1990 (IV)

GALLEGO MORALES, SEBASTIÁN MANUEL. Acequias, caños, fuentes y sorbetes


de Baza. Tribuna Abierta. En: www.webdebaza.com (V)

CAÑABATE, RICARDO. La ciudad de Baza, Edad Moderna y Contemporánea, 290


En: www.webdebaza.com (VI)

GALLEGO MORALES, SEBASTIÁN MANUEL. Industrias de Baza. Tribuna


Abierta. En: www.webdebaza.com (VII)

JUAN BAUTISTA CASSOLA. Ensayo histórico sobre la antigüedad, honores y


privilegios de la muy noble y leal ciudad de Baza y pueblos de su
abadía (1855) (VIII)

SERMET, JEAN. La España del Sur. Barcelona: Editorial Destino, 1958


(IX)

SUÁREZ MEDINA, FRANCISCO JAVIER; NAVARRO VALVERDE, FRANCISCO ANTONIO.


Evolución histórica de la morfología urbana y la tipología
constructiva en la comarca de Baza-Huéscar. Granada. Pp. 171-193.
Granada: Revista Cuadernos Geográficos 1-2006 (X)

TEXTOS SELECCIONADOS:

“(Cerco de Baza, 1489) La ciudad tenía en aquel tiempo el muro muy


fortificado con muchas y numerosas torres, cercanas entre sí, muy
anchas y altas, y en lo alto, una alcazaba.” (I)

“El emplazamiento original es un cerro de unos quince metros, donde se


levantó la alcazaba, rodeada por murallas flanqueadas por antiguos
barrancos. La Baza árabe tenía tres partes bien definidas. La alcazaba
y su barrio de La Cava Alta, la Almedina o Cava Baja, y los arrabales.
Uno en la parte de la sierra y otro en la parte de las huertas, que
poseían más vecinos que la propia medina. En la segunda de estas zonas
estaba la mezquita mayor (luego colegiata), la alcaicería donde se
hilaban los tejidos y se comerciaba con seda, las tiendas y las
oficinas de los cambistas… Los barrios de la Al Medina estaban
ocupados por los musulmanes y los de los arrabales por mozárabes y
judíos, que tenían su sinagoga y sus baños propios.
Sus calles eran estrechas y estaban abrigadas del calor. Hechas sin
orden alguno, con numerosos callejones sin salida o adarves. Tenía
casas con, con albercas y surtidores rodeados de jardines y huertas.”
(II)

“La ciudad presenta en su parte antigua una arquitectura popular de


gran sabor morisco y del Renacimiento castellano. La Baza nazarita
tuvo baños árabes y hebreos. De los primeros se conservan los usados
por las familias notables, a modo de baños turcos, mientras que su
alcazaba fue desapareciendo. Entre sus edificios castellanos más
destacados - tras su conquista por los Reyes Católicos- se encuentran
sobrios edificios renacentistas como la Colegiata y el Hospital viejo,
o el viejo ayuntamiento. Durante el siglo XVI, bajo su señorío, se
levantan el palacio de los Enríquez (1506), el monasterio Jerónimo
(1510), la Iglesia Mayor (1534) y la Casa de Matanzas o Carnicerías
(1567), y en el siglo XVIII lo hará el pósito o almacén de cereales
(1776).” (III)

“La Baza de los siglo XVI y XVII sustituye las mezquitas por iglesias,
monasterios y conventos. A pesar de la sucesión de varios terremotos
se levantan la Iglesia Mayor, el Hospital y el Palacio de los
Enríquez. La Plaza Mayor se convierte es su espacio más importante. En 291
ella se agrupan el Ayuntamiento, la alhóndiga, el Seminario Menor y la
Colegiata. Baza tuvo entonces un excepcional patrimonio industrial.
Florecieron las industrias de la carne, la piel y la lana, derivadas
de los animales degollados en su edificio de las carnicerías, uno de
los principales del reino de Castilla. En sus calles, junto al cauce
del Caz Mayor, del que obtenían el agua, se ubicaban múltiples
talleres donde había curtidores (tenerías de Santa Isabel),
zurradores, zapateros y tintoreros (Casa del Tinte)… La lana se
exportaba a otros centros españoles y europeos: Flandes y Génova…”
(IV)

“La ciudad estaba atravesada por el Caz Mayor y el Caz Alto; el


primero, movía los molinos de harineros de la rivera, abastecía los
aljibes del palacio de los Enríquez y hacía que manaran agua las bocas
de los cuatro leones de la fuente de los Caños Dorados, después seguía
su curso abasteciendo a otros molinos y pilones, hasta desembocar en
la vega…El Caz Alto discurría por barrios donde se tomaba agua
directamente del mismo y movía un molino. En los años treinta (siglo
XX) se creó un depósito que abastecía cinco fuentes ornamentales y
otras trece para uso de personas y animales, de las cuales siguen
conservándose varias de ellas.” (V)

“La Baza del siglo XVIII es una ciudad llena de conventos, con
alrededor de una decena de comunidades religiosas que, sin embargo
pierde una de sus señas de identidad árabe, la de su antigua alcazaba,
que es demolida. La población burguesa se construye caserones mientras
que la población jornalera y obrera se refugia en las cuevas. Baza
diversifica su fisonomía en el siglo XIX y principios del siglo XX. Es
una ciudad agrícola, artesana, industrial y comercial. La
desamortización cambia las funciones y el aspecto de antiguos
edificios eclesiásticos… El esparto se exporta para ser usado como
materia prima para elaborar las hojas del periódico londinense The
Times, se abren fábricas que producen azúcar y ron… Hasta veinte
sociedades explotan las minas de metales de la Sierra…” (VI)

“Baza tuvo entre finales del siglo XIX y mediados del siglo XX
numerosas bodegas y destilerías de licores que se abastecían de los
extensos viñedos cultivados en la Hoya, media docena de almazara y una
y orujera, harineras y fábricas de pastas, una fábrica azucarera,
barrios enteros como el de las cuevas donde se trabajaba la pleita o
esparto, alpargaterías, fábricas de tejidos y telares artesanales,
hornos de cal extraída de las canteras de piedra caliza de la parte
baja de la Sierra, fábricas de teja árabe con que se cubrían las
viviendas tradicionales, de ladrillos y cerámicas, etc.” (VII)

“Las calles se resienten del gusto árabe, estrechas y angostas, aun


cuando alternan con otras más amplias… Las casas no tienen gusto
artístico definido, pero poseen unos característicos saledizos, muchas
y completas habitaciones, y algunas tienen pequeñas huertas y
jardines, así como patios envidiables en las mejores poblaciones de la
nación… Las fuentes o tomaderos públicos de agua son distintas,
curiosas y bien establecidas…” (VIII)

“Baza está en el centro de la Andalucía de las estepas, y es allí


donde mejor se aprecia el carácter de ésta: mezcla de Castilla, de
Levante y, desde luego, también de Andalucía. Un agua excelente, que 292
brota en su sierra, corre por sus bellas fuentes de los siglos XVI y
XVII. Un gran cielo puro, un sol vivo y claro, una alegría general de
la atmósfera son ya elementos castellanos, como lo es también el
carácter cortés de sus habitantes. La ciudad está bien cuidada. Ofrece
una imagen típica con sus casas altas de balcones floridos y tejados
con chimeneas de mampostería o ladrillo que terminan en aleros
marrones y de madera…La Colegiata con su pórtico y sus grandes
blasones esculpidos, y la alcazaba, le dan un tono de pequeña
capital.” (IX)

“La conquista castellana y la posterior expulsión de los moriscos en


Baza, genera un vacío urbano, que es aprovechado por los repobladores.
No se produce por tanto la yuxtaposición de una nueva ciudad, sino la
superposición de elementos urbanísticos como consecuencia del cambio
de civilización; aparecen nuevos edificios religiosos (iglesias) y
civiles (ayuntamientos y casas señoriales), y nuevos espacios públicos
(la plaza mayor o la plaza del pueblo), que se insertan en el antiguo
trazado medieval, sustituyendo a los existentes, y centralizando la
vida de los nuevos habitantes. Las iglesias, edificadas todas ellas
sobre las antiguas mezquitas, estructuran la ciudad y los barrios de
arrabales, cristianizando a la población morisca, a lo que contribuye
igualmente el establecimiento de conventos de religiosos. Las plazas
en las que se ubican las iglesias, conforman el elemento central del
barrio y del núcleo urbano, al celebrarse en ellas los mercados, las
fiestas e incluso, las corridas de toros, además de establecerse la
Casa señorial y la Casa Consistorial.
El desarrollo industrial durante el siglo XIX, origina el ensanche
urbano, a partir de la creación de un viario más ancho y regular, y la
disposición de avenidas y alamedas, y otros elementos estructurantes
de la época como las fábricas o la estación de ferrocarril. Durante el
siglo XX se incorporan al desarrollo urbano nuevos elementos
constructivos, como la casa-cueva, las viviendas adosadas de una
planta de las décadas 50 a 70, las viviendas unifamiliares aisladas y
adosadas de finales del siglo, los bloques plurifamiliares, y las
naves agroganaderas e industriales.” (X)

Valoracion y contexto:

Los textos seleccionados describen la imagen externa e interna,


la de sus calles y plazas, de la ciudad de Baza. Se corresponden con
la Baza histórica, la de sus etapas medieval, moderna y contemporánea,
ya que su casco antiguo apenas crecería hasta las últimas décadas del
siglo XX.

A finales de la Edad Media, la ciudad de Baza ofrecía una imagen


externa de inmejorable fortaleza defensiva del altiplano granadino,
por su condición de lugar de frontera con los reinos cristianos. Hasta
el punto de apodarse “la bien cercada”. El texto I –fechado en 1697-
nos habla de que “La ciudad tenía en aquel tiempo el muro muy
fortificado con muchas y numerosas torres, cercanas entre sí, muy
anchas y altas, y en lo alto, una alcazaba”. Y el texto II de que “El
emplazamiento original (de Baza) es un cerro de unos quince metros,
donde se levantó la alcazaba, rodeada por murallas flanqueadas por
antiguos barrancos”. La demolición de la Alcazaba en el siglo XVIII
supuso la pérdida de esta señal de identidad, si bien sus terrenos se
encuentran actualmente en proceso de rehabilitación como espacio 293
público e hito singular de la imagen externa de la ciudad.

El texto II describe la imagen interna de la Baza nazarí: “La


Baza árabe tenía tres partes bien definidas. La Alcazaba y su barrio
de La Cava Alta, la Almedina o Cava Baja, y los arrabales. En la
segunda de estas zonas estaba la mezquita mayor (luego colegiata), la
alcaicería donde se hilaban los tejidos y se comerciaba con seda, las
tiendas y las oficinas de los cambistas…”.

La huella árabe medieval ha quedado patente en la traza


urbanística de las calles de la ciudad de Baza, ya que la incidencia
de la cuadrícula cristiana no es muy notable, debido al débil
crecimiento posterior de la ciudad histórica. El texto II nos habla de
“calles estrechas y que están abrigadas del calor. Hechas sin orden
alguno, con numerosos callejones sin salida o adarves”, que aún se
conservan en muchos lugares. Y el texto VIII menciona que “Las calles
se resienten del gusto árabe, estrechas y angostas, aun cuando
alternan con otras más amplias…”. En Baza sigue habiendo callejuelas
cuya principal función es servir de acceso a las viviendas. No
presentan ni orden ni lógica aparente, pero obedeciendo en realidad a
un propósito consciente de intimidad y lucha contra el calor. El
principal exponente de este plan es el adarve o azucaque,
introduciéndose en las manzanas para dar acceso a las numerosas y
pequeñas viviendas que las forman, y a las que se accede con
frecuencia mediante pasadizos.

Los textos III al IX describen los principales elementos del


paisaje urbano bastetano, heredados tanto de la mencionada Baza árabe
como de la Baza cristiana de los siglos XVI al XX. Hay que diferenciar
tres tipologías: Los espacios públicos, el caserío o arquitectura
popular, y el patrimonio edificado de valor patrimonial.

Dentro de los espacios públicos, uno de los rasgos diferenciales


de la ciudad de Baza son sus frecuentes y numerosas fuentes. El agua y
las construcciones hidráulicas adquieren especial importancia en el
urbanismo medieval musulmán: fuentes, aljibes, molinos, acequias,
pozos, etcétera. Tanto las fuentes, como los molinos y aljibes, se
abastecían de dos Caz o acequias que cruzaban la ciudad. El texto V
menciona que “La ciudad estaba atravesada por el Caz Mayor y el Caz
Alto; el primero, movía los molinos de…, abastecía los aljibes del… y
hacía que manaran agua las bocas de los cuatro leones de la fuente
de…, después seguía su curso abasteciendo a otros molinos y pilones…
El Caz Alto discurría por barrios donde se tomaba agua directamente
del mismo y movía un molino. En los años treinta (siglo XX) se creó
un depósito que abastecía cinco fuentes ornamentales y otras trece
para uso de personas y animales…”. El texto VIII indica que “Las
fuentes o tomaderos públicos de agua son distintas, curiosas y bien
establecidas…”.

Por lo que se refiere a su arquitectura popular, el texto IX


alude a un caserío tradicional de “casas altas de balcones floridos y
tejados de teja árabe con chimeneas de mampostería o ladrillo que
terminan en aleros marrones y de madera…”.

En segundo término, Baza dispone de un amplio catálogo de más de 294


una veintena de edificios civiles y religiosos de gran valor como
patrimonio histórico, lo que es otro elemento que singulariza el
paisaje urbano bastetano. Las iglesias y conventos sustituyen a las
mezquitas, la casa consistorial y la casa señorial a la alcazaba.

Dentro de su arquitectura civil destacan los baños árabes, el


Palacio de los Enríquez y otros edificios administrativos agrupados en
torno a su Plaza Mayor. Por lo que se refiere a su patrimonio
edificado religioso, como nos informa el texto V de que “La Baza del
siglo XVIII es una ciudad llena de conventos, con alrededor de una
decena de comunidades religiosas…”, de los cuales se conserva muchos
de ellos.

Además, Baza conserva un excepcional patrimonio industrial. El


texto IV menciona que “Florecieron las industrias de la carne, la piel
y la lana… En sus calles, junto al cauce del Caz Mayor, del que
obtienen el agua, se ubican múltiples talleres donde hay curtidores,
zurradores, zapateros y tintoreros…”. A ellas habría que unir
construcciones posteriores. Algunas de las cuales aún se conservan. El
texto VII describe que “Baza tuvo entre finales del siglo XIX y
mediados del siglo XX numerosas bodegas y destilerías de licores que
se abastecían de los extensos viñedos cultivados en la Hoya, aceiteras
y orujeras, harineras y fábricas de pastas…”

El resultado es que la ciudad de Baza, en la transición del


siglo XX al XXI, oferta su paisaje urbano como un excepcional destino
turístico y plató del Cine dentro del Altiplano granadino. Y para
lograr este objetivo, ha emprendido el objetivo de poner en valor la
riqueza patrimonial de su paisaje urbano árabe y cristiano (Edad
Moderna y Contemporánea), así como su condición de capital del Sureste
árido andaluz, un territorio que tiene una inusitada diversidad
paisajística (Parque Natural de la Sierra de Baza, pantano de
Negratín, etc.)

Referente territorial: Altiplano de Baza y comarca de Huéscar. 295

Número y título de ficha: V.9. Altiplano de Baza (VIII). Cuevas de


Cúllar Baza.

Objetivo de la Catalogación: Caracterización del tipo de paisaje


provincial.

Referente paisajístico: Paisaje de dominante urbana.

Autor(es), obras(s) y fecha(s):

HOSKINS, G.E. Spain is it (1851). En: LÓPEZ BURGOS, MARIA ANTONIA. Por
las rutas de Baza. Relatos de viajes (1809-1867). Melbourne: Australis
Publishers, 2000 (I)

SINGLETON, DACIA; WRONG, ALTOGETHER. A Winter tour in Spain (1867).


En: LÓPEZ BURGOS, MARIA ANTONIA. Por las rutas de Baza. Relatos de
viajes (1809-1867). Melbourne: Australis Publishers, 2000 (II)

ARCINIEGAS, GERMÁN. Las cuevas de Cúllar Baza. Buenos Aires: Diario La


Nación, 15 de octubre de 1970 (III)

SUÁREZ MEDINA, FRANCISCO JAVIER; NAVARRO VALVERDE, FRANCISCO ANTONIO.


Evolución histórica de la morfología urbana y la tipología
constructiva en la comarca de Baza-Huéscar. Granada. Pp. 171-193.
Granada: Revista Cuadernos Geográficos 1-2006 (IV)

TEXTOS SELECCIONADOS:
“El pueblo serpentea en varias direcciones entre las rocas, en la que
se encuentran excavadas la mayoría de las casas del lugar. A veces
pude observar hasta tres plantas en ellas, una encima de otra en los
barrancos, a las que se entra por escalones excavadas en ellos… la
mayoría con puertas de madera y porches, y campesinos de mirada
salvaje, abrigados con zamarras de piel de oveja, reposando bajo
ellos.” (I)

“Tres cuartas partes del pueblo de Cúllar Baza están formadas por
agujeros en la tierra, excavados para servir de viviendas. El aspecto
de estas moradas es extremadamente singular, y son aún más curiosas
debido a la gran chimenea de barro que sobresale del techo, que suele
ser plano. Las colinas en que están excavadas forman terrazas que,
contempladas desde lejos, semejan calles.” (II)

“En Cúllar Baza y otros lugares próximos los campesinos han tallado
miles de cuevas en los barrancos, y desde ellas van diariamente al
campo a cumplir las faenas del día…
Hay cuevas enormes con salas alfombradas y hasta dos pisos útiles…Sus
moradores blanquean la puerta de la casa, su mueble más funcional, la
decoran con un alero de teja de barro y le ponen alrededor unas
macetas de geranios…” (III)

“La trama urbana en los barrios trogloditas se adapta a la topografía


abarrancada de las laderas de las periferias urbanas, presentando una
estructura anárquica e irregular, utilizando las ramblas y cañadas 296
como vías de acceso.
Las cuevas de la comarca, denominadas por los habitantes como cuevas
de moros, por su proximidad a las zonas de cultivo, están muy
vinculadas a las labores agrarias, y sus moradores son aquellos
vecinos que poseen menores recursos económicos; cumplían además otros
menesteres, como los de refugiar el ganado, guardar el grano (silos
subterráneos), y funciones diversas (extracción de esencias
aromáticas, palomares,…).
En el tejado natural de la cueva se realizaban pequeños surcos que
canalizaban el agua de lluvia hacia los lados, evitando la formación
de goteras y derrumbes. En el rellano que antecedía a la entrada se
solían instalar tinaos de esparto, aleros de ramas o tejas, que
preservaran un poco la fachada de las inclemencias del tiempo. En
muchas de estas cuevas, las mejor elaboradas, aparecen dos plantas,
destinándose la inferior a bodega, y la parte superior se destinaba a
pajar o granero.” (IV)

Contexto y valoración:

Dentro del estudio sobre literatura y paisaje en la provincia de


Granada se han incluido sendas fichas sobre la imagen externa e
interna de las cuevas de Guadix, que completan la información aportada
por esta ficha.

La peculiaridad de las cuevas o arquitectura subterránea de


poblaciones del altiplano granadino es su apertura sobre suelos
yesíferos, que no arcillosos como los de Guadix. Esto da lugar a
algunas diferencias en el paisaje de las cuevas, que son las
siguientes:
- Disposición de las cuevas en pisos sobre los barrancos
yesíferos. El texto I, obra de un viajero inglés a mediados del
siglo XIX menciona que “pude observar hasta tres plantas en
ellas, una encima de otra en los barrancos, a las que se entra
por escalones excavadas en ellos…”. De modo y manera que su
imagen externa es ligeramente diferente a la disposición
anárquica e irregular de las cuevas accitanas, presentando una
disposición en sucesivas terrazas. De ello nos informa el texto
II: “Las colinas en que están excavadas forman terrazas que,
contempladas desde lejos, semejan calles”.

- Presencia de algunos elementos constructivos diferentes. El


texto IV menciona que “En muchas de estas cuevas, las mejor
elaboradas, aparecen dos plantas, destinándose la inferior a
bodega, y la parte superior se destinaba a pajar o granero”.
Otra característica que las diferencia es, como indica el texto:
“la gran chimenea de barro que sobresale del techo, que suele
ser plano”.

- Mayor peso en la distribución de las diversas dependencias


cueveras de los espacios dedicados a actividades agrarias y
artesanales. El texto IV describe que “Las cuevas, por su
proximidad a las zonas de cultivo, están muy vinculadas a las
labores agrarias, y sus moradores son aquellos vecinos que
poseen menores recursos económicos; cumplían además otros
menesteres, como los de refugiar el ganado, guardar el grano 297
(silos subterráneos), y funciones diversas (extracción de
esencias aromáticas, palomares,…)”.

Referente territorial: Altiplano de Baza y comarca de Huéscar.

Número y título de ficha: V.10. Altiplano de Baza (IX). Hábitat


tradicional diseminado de la Sierra de Baza.

Objetivo de la Catalogación: Paisaje sobresaliente y singular.

Referente paisajístico: Paisaje de dominante urbana.

Autor(es), Obras(s) y fecha(s):

RODRÍGUEZ, JOSÉ ÁNGEL. Guía para conocer y visitar el Parque Natural


Sierra de Baza. Proyecto Sierra de Baza, 2002 (I)

SUÁREZ MEDINA, FRANCISCO JAVIER; NAVARRO VALVERDE, FRANCISCO ANTONIO.


Evolución histórica de la morfología urbana y la tipología
constructiva en la comarca de Baza-Huéscar. Granada. Pp. 171-193.
Granada: Revista Cuadernos Geográficos 1-2006 (II)

TEXTOS SELECCIONADOS:
“Poblados, molinos y cortijos, diseminados entre las montañas y los
bosques de la Sierra de Baza están abandonados y muchos han
desaparecido. Esta arquitectura tradicional, que se remonta en muchos
casos a los primeros pobladores de la comarca, se ha mantenido hasta
hace menos de un siglo, y se encuentra en un inminente peligro de
extinción…
El empleo de materiales autóctonos, hace que, según en qué zonas nos
encontremos, diferentes tipos de cubierta y muros. Así, en la mitad
occidental se emplea con mayor profusión la piedra caliza, más o menos
"careada", además de los socorridos cantos rodados de grandes
dimensiones. Estas edificaciones de lascas de piedra, casi ni se ven
entre el paisaje calizo. Están tan perfectamente mimetizadas con el
medio que suponen una de las mejores muestras de la integración de las
necesidades del hombre con la naturaleza. En la zona oriental, o se
recurre mayoritariamente además de los propios cantos, a los bloques
de lastras, o superficies planas por exfoliación por el predominio de
rocas cuarcitas y filitas.
Las viviendas serranas suelen ser de una sola planta y formas cúbicas,
irregulares y anárquicas. Sus habitaciones iban creciendo en número
paralelamente al aumento de miembros en la familia o a las necesidades
de éstos. La estancia principal la constituye la cocina, alrededor de
cuya chimenea o fuego, al que solía estar adosado el horno para
aprovechar el tiro de aquella gira gran parte de la vida de sus
moradores, fundamentalmente en los duros meses de invierno; los
dormitorios se sitúan alrededor de ésta, y cuando hay una segunda 298
planta se dedicaba a granero y solana, donde se guardan los granos de
la siembra y otros productos del campo y del cerdo.” (I)

“En la Sierra de Baza, se desarrolló una arquitectura popular de gran


riqueza estética y en soluciones constructivas, y de profunda raíz
histórica y cultural, al originarse tras el refugio de la población
morisca en la sierra como consecuencia de la conquista castellana.
Mediante el empleo de materiales como la piedra del lugar en sus
muros, la madera, y la launa (filitas), o las lajas de esquisto
(pizarras) en sus cubiertas, se encuentra integrada de una forma
perfecta en el paisaje serrano. Las construcciones de zonas en las que
dominan los micaesquistos poseen cubiertas de pizarra; y las
construcciones en zonas en las que predominan calizas, dolomías y
filitas, poseen terrados o cubiertas de launa o tierra roja (filitas
trituradas), aprovechando su poder impermeabilizante.
Otras originalidades de estas viviendas provienen del uso de
materiales constructivos que ofrece el terreno. Los suelos eran de
tierra apisonada, de lajas de piedra, y sólo en algunos casos de
losetas de barro o de planchas de madera. Los techos y cubiertas se
hacían de listones o varas de chopo y de cañizo. Para las vigas se
empleaban troncos de álamo negro sin desbastar, aunque también se
empleaban para éste y otros usos el álamo blanco, el pino o la encina.
Y un tercer aspecto que la distingue es su adaptación el riguroso
clima de la Sierra de Baza con los escasos medios de que se disponía
en el pasado. Los muros son muy gruesos, con las piedras trabadas de
barro. Las ventanas son de dimensiones muy reducidas, y escasas en
número, para evitar las pérdidas de calor del interior de las
viviendas. En algunas viviendas era característico el mirador o
tinado, especie de terraza de baja altura, techada y abierta en su
frente, protegida con una balaustrada de madera, aprovechada como
secadero.” (II)

Contexto y valoración:

Los dos textos seleccionados describen un paisaje edificado en


diseminado, en la Sierra de Baza, que se encuentra mayoritariamente en
proceso de arruinamiento y abandono. Y que, sin embargo, presenta un
gran valor etnológico como muestra representativa de la arquitectura
tradicional del altiplano granadino.

Los principales atributos de este patrimonio edificado, que


comprende poblados, molinos y cortijos de la Sierra bastetana, son los
siguientes:

- Es un paisaje edificado caracterizado por el predominio de


materiales constructivos locales, extraídos de los terrenos de
la Sierra. El texto II indica que “Los suelos eran de tierra
apisonada, de lajas de piedra, y sólo en algunos casos de
losetas de barro o de planchas de madera. Los techos y cubiertas
se hacían de listones o varas de chopo y de cañizo. Para las
vigas se empleaban troncos de álamo negro sin desbastar, aunque
también se empleaban para éste y otros usos el álamo blanco, el
pino o la encina”.

- Paisaje edificado de carácter cambiante, ya que los muros y 299


cubiertas dependen de los materiales constructivos existentes en
el entorno. El texto I nos indica que “En la zona oriental, la
viviendas recurre mayoritariamente, además de los propios
cantos, a los bloques de lastras, o a superficies planas por
exfoliación por el predominio de rocas cuarcitas y filitas”,
mientras que en la zona occidental, con predominio de rocas
calizas: “se emplea con mayor profusión la piedra caliza, más o
menos careada, además de los socorridos cantos rodados de
grandes dimensiones. Estas edificaciones de lascas de piedra,
casi ni se ven entre el paisaje calizo”. El texto II reitera que
“Las construcciones de zonas en las que dominan los mica
esquistos poseen cubiertas de pizarra; y las construcciones en
zonas en las que predominan calizas, dolomías y filitas, poseen
terrados o cubiertas de launa o tierra roja (filitas
trituradas), aprovechando su poder impermeabilizante”.

- Paisaje edificado destinado a asegurar la mayor confortabilidad


bioclimática con los escasos medios constructivos disponibles:
El texto II describe que las viviendas son de “muros muy
gruesos, con las piedras trabadas de barro. Las ventanas son de
dimensiones muy reducidas, y escasas en número, para evitar las
pérdidas de calor del interior de las viviendas”. El texto I
señala que la distribución interior de las habitaciones se
dirige a que estén caldeadas suficientemente en invierno: “La
estancia principal la constituye la cocina, alrededor de cuya
chimenea o fuego, al que solía estar adosado el horno para
aprovechar el tiro de aquélla gira gran parte de la vida de sus
moradores, fundamentalmente en los duros meses de invierno; los
dormitorios se sitúan alrededor de ésta”.
300

Referente territorial: Altiplano de Baza y comarca de Huéscar.

Número y título de ficha: V.11. Comarca de Huéscar (I). Sierra de La


Sagra.
Objetivo de la Catalogación: Paisaje sobresaliente y singular.

Referente paisajístico: Paisaje de dominante natural.

Autor(es), obras(s) y fecha(s):

LAGUNA RECHE, JESÚS DANIEL. Aproximación a la historia de Huéscar.


www.ieslasagra,com. 2006 (I)

BERRUEZO DÍAZ, ANTONIO. La Puebla de Don Fadrique 1525-1980. Murcia:


Edición del autor, 1980 (II)

MADOZ, PASCUAL. Diccionario geográfico estadístico histórico de la


provincia de Granada (1845-1850) (III)

WILLKOMM, MORITZ. Las Sierras de Granada (1882). Granada: Caja


Granada, 1993 (IV)

BORJA CARBONELL, JOSÉ. Excursión a la Sierra de la Sagra (1955).


Barcelona: Jardín Botánico. Instituto A. F. Cavanilles (V)

GARCÍA GALLEGO, JUAN CARLOS. Excursiones por el Sur de España. Tomo


II. Madrid: Ediciones Desnivel, 1998 (VI)

VELLIDO, JUAN. El pico de la Sagra y el cemento. Granada: Diario 301


IDEAL, 7 de febrero de 2007 (VII)

PARRA, ANDREA G. El Pico de la Sagra. Granada: Diario IDEAL, 20 de


septiembre de 2007 (VIII)

NADAL, PACO. Ascensión a la Sierra de la Sagra. Madrid: Diario El


País. Coleccionable El Viajero. 29 de octubre de 2011 (IX)
REDACCION. Mirar al cielo. Murcia. Diario La Verdad, 2 de mayo de 2008
(X)
MEDIAVILLA, DANIEL. Europa caza asteroides desde la Sierra de Granada.
Madrid: El Público, 20 de agosto de 2009 (XI)

TEXTOS SELECCIONADOS:

“La sierra de la Sagra fue la frontera entre el reino cristiano de


Castilla y el islámico de Granada, último reducto musulmán de la
Península Ibérica. El hecho de vivir en plena frontera exponía a los
habitantes a un constante peligro de incursiones cristianas cuando se
acercaba la primavera, porque en invierno ningún rey organizaba
campañas militares. Para defenderse de los más que posibles ataques de
los cristianos castellanos, los musulmanes construyeron numerosas
atalayas de piedra para vigilar los caminos y lugares de paso.” (I)

“Durante el reinado de Carlos III (siglo XVIII) residía aquí el


Intendente de la Armada, del que dependían los caballeros de la
Sierra… Éstos supervisaban a las cuadrillas de aserradores que,
durante el buen tiempo, subían a la Sierra para cortar los pinos que
proveían a los Astilleros.” (II)
“Este Sierra fue llamada en otro tiempo Monte Sacro. Es un gran
promontorio de figura cónica, cuya cumbre descuella sobre las
cordilleras de alrededor y tiene nieve durante todo el año. En días
despejados se pueden distinguir, desde sus cumbres, las costas
mediterráneas de Vera a Garrucha.” (III)

“Entre los habitantes se tiene por inaccesible… Después de mucho


trabajo conseguí encontrar un pastor joven que la había subido dos
veces… He sido el primer botánico en subir… Allí he recogido una
planta de tallos verdiazulados, revestidos de color purpúreo, que es
una nueva especie de fumaria… La Sierra, hasta más de la mitad de sus
laderas, está cubierta por pinos rodenos…al sol es un bosque
verdioscuro, como un paño de terciopelo verde…Hacia arriba, rocalla
caliza, afilada y desnuda, crestas peñascosas grises y afiladas, con
algunos restos níveos… La zona de cumbres, como la de Sierra Nevada,
es una región alpina y de nieve… ésta permanece en algunos lugares
durante todo el verano y allí crecen plantas únicas… La vista es
maravillosa desde la cumbre…. Al norte, una meseta amplia y despoblada
hasta Murcia, la cordillera sombría de la Sierra de Segura…Al sureste,
los campos de yeso grisáceo de la Hoya de Baza, las elevadas y azules
Sierras de Gor y Baza, el majestuoso macizo de Sierra Nevada, siempre
coronado de nieve.” (IV)

“La segunda de las montañas béticas llama la atención por lo poco


frecuentada que ha sido por los botánicos españoles. Mi excursión no
fue por sus pinos, sino por sus plantas más modestas. A los 1200 302
metros los antiguos campos de almendros y olivos ya están ocupados por
el matorral. Éste, hacia arriba, se hace más denso: Espliegos,
agracejos y tomillos. Por encima del bosque se encuentran las raras
plantas que viven en sus paredones –de orientación norte o sur-,
roquedos móviles, cuevas y oquedades… En los peñascos de la cumbre de
la vertiente Sur, tapizando las fisuras y oquedades de las peñas,
aparecen plantas que aprovechan la presencia de manchones de nieve
casi todo el año. En la cumbre, el matorral se transforma en un
pastizal, al que los pastores llaman «prado», constituida por una
alfombra de plantas vivaces sobre un suelo pedregoso.” (V)

“La Sierra es la montaña de nieve del sureste español…su cúpula blanca


anuncia , como si fuera un diamante, el único bastión nevado en muchos
kilómetros…A ella acuden excursiones colectivas de los contornos a la
primera ascensión invernal de la temporada y veteranos alpinistas a su
reválida particular anual.” (VI)

“El pico de la Sagra es la segunda montaña más alta de Andalucía,


después de Sierra Nevada, y su pico sobresale entre las sierras de
Segura y Cazorla, al socaire del desierto de Almería, en la granadina
altiplanicie, ya en los límites de Albacete, Murcia, Jaén y Almería.
Aquí crecen el roble carrasqueño, las encinas, los enebros, el chopo,
el sauce y el pino. Y abre, de mayo a julio, la flor amarilla del
crepis granatensis, una planta singular en este predio, que sólo crece
entre los 1.700 y los 2.000 metros de altitud.
Aquí habitan el gato montés, el buitre leonado, el gavilán, la ardilla
roja, el halcón peregrino, el petirrojo, el alcaudón real, el
ruiseñor, la garduña, la comadreja, el águila real, el milano.” (VII)
“Desde el mirador de la Sagra – a 2.383 metros- van apareciendo los
ocres que acompañan el otoño. Al llegar a la cima y desde su entorno
se contempla una gran estampa paisajística que abarca lugares como el
punto más alto de la provincia de Murcia, Sierra de María, Sierra
Nevada y las sierras de Cazorla, Segura y las Villas. Un auténtico
balcón para mirar el otoño y las sierras de cuatro provincias como son
la propia Granada, Jaén, Almería y Murcia.
Montaña de renombre y de altura, allí todo (o casi todo) es calma y
aire puro. Abundan los circuitos turísticos y senderos y pequeñas y
ya casi desaparecidas cortijadas, fuentes, cuevas con pinturas
rupestres o huertos y propiedades que tienen sus historias y leyendas.
Esta montaña tiene muchas historias, leyendas y viajeros de lujo…”
(VIII)

“Su silueta piramidal se alza solitaria en mitad del altiplano


granadino. Es una montaña mágica que parece estar gritando ¡súbeme! .
Sin duda, es el icono montañero del oriente andaluz. Su ascensión es
uno de los rituales anuales para muchos. Posee varias vías de acceso,
casi todas fáciles, por las que en unas cuatro horas, ida y vuelta, se
llega a la cumbre. Los amantes de la adrenalina encontrarán en las
palas del Embudo emociones fuertes durante el invierno, cuando la
formación de placas de hielo exige el uso de crampones, piolet y
equipo adecuado para subir por esta vía de la cara norte. Una de las
rutas más asequibles y bellas es la llamada Bosque Vertical, que
progresa por un bosque de viejos pinos que llegan casi a la cota de
2.000 metros.” (IX) 303

“Desde La Sagra se puede tocar el cielo y viajar por las estrellas. El


Observatorio astronómico del complejo turístico de Los Collados
permite este disfrute. Está situado a más de 1.500 metros de altitud y
en uno de los lugares de la península Ibérica con menos contaminación
lumínica, algo que lo convierte en una atalaya privilegiada para
explorar el cielo telescopio en mano.” (X)

“A lo largo de la historia, muchos seres que vivían confiados en algún


desaparecieron en un instante por culpa de un asteroide extraviado.
Impacto y extinción, se acabaron los dinosaurios. Desde hace quince
años los terrícolas europeos cuentan con un grupo de vigilantes que
dan la señal de alarma en caso de peligro… Una de estas líneas de
defensa frente las amenazas del espacio se encuentra en la Sierra de
la Sagra: Tres telescopios rastrean el cielo en busca de objetos sin
catalogar. Ya han descubierto más de 2.500 nuevos asteroides, de ellos
12 con órbitas cercanas a la de la Tierra. Este Observatorio es el
mejor cazador de NEO (Objetos con una órbita cercana a la de la
Tierra) fuera de EEUU. Cada noche, sus telescopios husmean el cielo en
busca de objetos con rutas sospechosas. Nadie quiere acabar como los
dinosaurios.” (XI)

Contexto y valoración:

La Sierra de La Sagra tuvo, como primer testimonio histórico


conservado, la condición de tierra de fronteras en la Edad Media. Sus
manifestaciones materiales son un conjunto de atalayas defensivas y,
las del orden espiritual, un conjunto de cuentos y leyendas sobre
diversos toponímicos serranos. El texto I menciona que “fue la
frontera entre el reino cristiano de Castilla y el islámico de
Granada, último reducto musulmán de la Península Ibérica. El hecho de
vivir en plena frontera exponía a los habitantes a un constante
peligro de incursiones cristianas cuando se acercaba la primavera,
porque en invierno ningún rey organizaba campañas militares. Para
defenderse de los más que posibles ataques de los cristianos
castellanos, los musulmanes construyeron numerosas atalayas de piedra
para vigilar los caminos y lugares de paso”.

Con posterioridad (siglos XVII-XVIII) la Sierra de la Sagra se


convierte en un territorio anexo de la Armada del Imperio español. Su
territorio -como también sucedió a la vecina Sierra de Segura-,
abastece de madera a los astilleros. A ello alude el texto II:
“residía aquí el Intendente de la Armada, del que dependían los
caballeros de la Sierra… Éstos supervisaban a las cuadrillas de
aserradores que, durante el buen tiempo, subían a la Sierra para
cortar los pinos que proveían a los Astilleros”.

Durante el siglo XIX los viajeros y literatos encontrarán en la


sierra de La Sagra algunos de los valores paisajísticos hoy todavía
vigentes: Su condición de único monte nevado de un extenso entorno
semiárido; su funcionamiento como atalaya y privilegiado mirador
panorámico de los paisajes circundantes, y su riqueza botánica.

En lo relativo a su funcionamiento como mirador paisajístico, el


texto III, extraído del Diccionario Pascual Madoz del año 1845,
informa de que “En días despejados se pueden distinguir, desde sus 304
cumbres, las costas mediterráneas de Vera a Garrucha”. Y al final de
dicho siglo, el botánico suizo Moritz Willkomm nos da una detallada
descripción de las vistas que se contemplan en sus cuatro puntos
cardinales en el texto IV “Al norte, una meseta amplia y despoblada
hasta Murcia, la cordillera sombría de la Sierra de Segura…Al sureste,
los campos de yeso grisáceo de la Hoya de Baza, las elevadas y azules
Sierras de Gor y Baza, el majestuoso macizo de Sierra Nevada, siempre
coronado de nieve”). El Texto VIII menciona que desde ella “se
contempla una gran estampa paisajística que abarca lugares como el
punto más alto de la provincia de Murcia, Sierra de María, Sierra
Nevada y las sierras de Cazorla, Segura y las Villas. Un auténtico
balcón para mirar el otoño y las sierras de cuatro provincias como son
la propia Granada, Jaén, Almería y Murcia”.

El tercer aspecto de la Sierra de la Sagra que se pone de moda


en el siglo XIX es su paisaje botánico, a partir de los viajes del
suizo Moritz Willkomm, que descubre varias plantas endémicas en sus
paredes y roquedos, y realiza una detallada descripción de la
vegetación de la misma.

Un cuarto aspecto destacable es como paisaje montañero y para la


práctica del alpinismo, por el que la Sierra de la Sagra se empezará a
valorar, sobre todo, en la segunda mitad del siglo XX. El texto VI,
escrito en la segunda mitad de los noventa, cita que “A ella acuden
excursiones colectivas de los contornos a la primera ascensión
invernal de la temporada y veteranos alpinistas a su reválida
particular anual”. Esta moda sigue vigente en las primeras décadas del
siglo XXI, como nos informa el texto IX: “Sin duda, es el icono
montañero del oriente andaluz. Su ascensión es uno de los rituales
anuales para muchos”.
Por último, la Sierra de la Sagra ha adquirido una nueva
valoración en la transición del siglo XX al XXI, ya no como
observatorio panorámico o paisajístico sino como observatorio
astronómico para disfrute de la contemplación del cielo y las
estrellas, y como organismo previsor del riesgo de choque de
asteroides contra la Tierra. A ella aluden los dos últimos textos.

Referente territorial: Altiplano de Baza y comarca de Huéscar.

Número y título de ficha: V.12. Comarca de Huéscar (II). Sierra de


Castril.

Objetivo de la Catalogación: Caracterización del tipo de paisaje


provincial.

Referente paisajístico: Paisaje de dominante natural. 305

Autor(es), obras(s) y fecha(s):

MIÑANO, SEBASTIÁN DE. Diccionario geográfico estadístico de España.


1826 (I)

MADOZ, PASCUAL. Diccionario geográfico estadístico histórico de la


provincia de Granada (1845-1850)(II)

PARRA, ANDREA G. Senderos fluviales y grutas rurales. Granada: Diario


IDEAL. 3 de mayo de 2007 (III)

GUÍA de Castril, En: Turismodenegratin.com, 2013 (IV)

GUÍA del Parque Natural Sierra de Castril y su entorno. Sevilla:


Consejería de Turismo, Comercio y Deporte, 2007 (V)

GARCÍA, PEPA. Naturaleza abrupta. Murcia: Diario La Verdad, 2 de


septiemmbre de 2011.(VI)

ALONSO, JUAN MIGUEL. La laguna de Sierra Seca, mar de altura. En:


www.turgranada.com. 2013 (VII)

TEXTOS SELECCIONADOS:

“Su Sierra es una inmensidad de pinares y encinas. Su río abunda de


truchas y otros peces.” (I)

“Su Sierra es abundante en pinos, encinas, robles y madroños. Cría


ganado lanar, cabrío, vacuno y de cerda. Tiene muchas liebres,
conejos, perdices y otras aves de sierra; así como jabalíes, cabras
monteses, corzos, lobos y zorras. En sus aguas crían truchas y
anguilas.” (II)

“Caminar por veredas impregnadas de arbustos, matorrales y vegetación


baja, todo en un entorno de canchales, tajos y grandes paredones
rocosos. Transitar las angostas cerradas del río Castril y sus
afluentes, donde poco a poco la vegetación se va abriendo dejando
atrás encinas, quejigos, serbales, fresnos y cultivos como cerezos e
higueras. Todos ellos propios de suelos profundos, antaño cubiertos
por densos bosques que fueron talados para el aprovechamiento
agrícola, primero, y ganadero, después. De modo que encontramos cuevas
donde se guarda el ganado y que funcionan como pequeñas majadas o
corrales, y tornajos o abrevaderos de madera con que se le da de beber
al ganado el agua de los manantiales que nacen en la sierra.” (III)

“Todo un macizo está repleto de cañones, cuevas y picos para disfrute


de espeleólogos, montañeros y senderistas…El nacimiento del río
Castril es una pared pétrea que vomita cien manantiales, formando el
regato de montaña más opulento y truchero del sur de España…más abajo,
por la Cerrada del Castril, se puede recorrer a través de un puente
colgante…” (IV)

“Un aspecto común a la Sierra de Castril es la naturaleza caliza del


suelo, que unido a las numerosas precipitaciones en las cumbres y la
acción de las aguas corrientes, origina por doquier con abundantes 306
simas, grutas y galerías. Se pueden contemplar vistosas formaciones
de estalactitas y estalagmitas en la cueva del Muerto; descender a 241
metros de profundidad en la Cueva de Don Fernando, la de mayor
profundidad y longitud de Granada.
El efecto colador de estas rocas calizas propicia la aparición de
numerosos manantiales en las zonas más bajas, y pequeñas lagunas
temporales que se cubren, posteriormente, de especies herbáceas que
crean verdaderos oasis verdes de altura.
El paraje del Nacimiento del río Castril es, por ejemplo, un amplio
“circo”, rodeado de amplios farallones rocosos de naturaleza caliza,
con numerosas surgencias que garantizan un considerable caudal al río
Castril, incluso en años secos.
La circulación del agua en su superficie origina cañones y
encajamientos profundos y abruptos. El río Castril se entretiene en
formar, entre sus pies y su cabeza, un valle estrecho y hermoso, que
desciende desde los dos mil metros de las cumbres a la altiplanicie.
El río conserva bosques de galería, con mimbres, sargas, chopos,
fresnos, olmos, carrizales, juncales y zarzales. Y constituye uno de
los pocos cursos de agua andaluces donde es posible la pesca de la
trucha común y que está habitado por la nutria. En los paredones
abundan las cornicabras, que aprovechan su umbría y humedad, y que
vistan de una tonalidad rojiza a estos parajes en otoño. Sus arroyos
tributarios forman espectaculares brechas y barranqueras abiertas en
los paredones calizos y desembocan en angostas cerradas.
Un lugar especial es la denominada explanada de los Cortijos del
Nacimiento, en la cabecera de la cuenca, donde pasta en verano la
cabaña ganadera. Es un paisaje de suaves lomas, dominado por el verde
de la hierba, y rodeado de altivas montañas, que contrasta con las
zonas serranas del sur del valle, mucho más quebradas. Asimismo, el
Cerro del Buitre -2.020 metros- constituye un observatorio del
conjunto de las Sierras de Castril y del Pozo, con el embalse y el río
abajo, y más allá, el pueblo, al fondo.” (V)

“En la esquina nororiental de Andalucía, es un entorno privilegiado de


altas montañas (muchas de sus cumbres rondan e incluso superan los
2.000 metros de altitud) en el que el buitre leonado, el quebranta
huesos (ha habido sueltas recientes) y el águila real cazan a sus
anchas y hacen su nido en las verticales paredes; donde se han
descubierto especies de flora nuevas o coleópteros no descritos con
anterioridad; y en el que la nutria y la trucha son dos de sus máximos
exponentes y crían ajenas a las presiones que sus primas sufren en
otras zonas. Esta abrupta sierra granadina poco conocida y escasamente
frecuentada permite para disfrutar del estado salvaje de su
naturaleza: contemplar sus estrellados y brillantes anocheceres;
sumergirse en las gélidas y cristalinas aguas que brotan de las
entrañas de las rocas calizas formando espectaculares pozas; pasearse
por el centenario bosque de almeces que crece junto al barranco de
Túnez; observar las habilidades acrobáticas de las cabras monteses;
maravillarse ante las cerradas, de cuyas paredes brotan las venas
acuáticas que irrigan este valle; sestear a la fresca sombra de las
alamedas y choperas que pueblan las riberas de este río, apreciar los
serbales y fresnos que clavan las raíces en sus laderas; Para los más
intrépidos, las surgencias de agua esconden estupendas vías para
practicar barranquismo y las enormes paredes de caliza ocultan en su
interior enormes y primorosas cuevas en las que realizar espeleología;
el embalse del Portillo, al comienzo, permite practicar piragüismo con 307
tranquilidad; y los verticales muros de roca que levantan la Sierra de
Castril y la Sierra Seca congregan a sus pies a escaladores de todos
los niveles.” (VI)

“En el entorno de la laguna de Sierra Seca (Castril) la vegetación de


montaña comienza a ser escasa y se puede contemplar la belleza de los
pinos altos y delgados, casi sin ramas, moldeados por el viento a su
antojo, formando inverosímiles figuras a las que nuestra imaginación
puede dar vida. Es ésta una zona que permanece nevada durante las
estaciones frías del año y donde es fácil divisar colonias de buitres
surcando el cielo, y, menos fácil pero posible, contemplar ejemplares
de muflón, cabra montés y jabalí.
Llegamos a los Prados del Conde, y empezamos a contemplar pequeños
glaciares y grandes y profundas cavidades que no son más derrumbes del
terreno producidos por las filtraciones de aguas de los deshielos.
Aparecen setas de varios tipos y la flor del azafrán silvestre. En ese
momento, el excursionista queda atónito cuando observa que, entre
tanta brusquedad y adversidad paisajística, existe una zona llana,
tranquila y hasta cálida donde se disfruta de rocas repletas de
fósiles marinos, lagos, praderas e incluso una laguna con fina arena
característica de la más cuidada playa caribeña. Mención aparte es
destacar la calidad del cielo que se puede disfrutar desde lo alto de
la Laguna de Sierra Seca, cielo catalogado como el más limpio de
Europa tanto por su nula contaminación atmosférica como por su pureza
de contaminación luminosa y de ruidos.” (VII)

Contexto y valoración:

Tras servir como tercera y última línea fronteriza de la cora de


Baza con los reinos cristianos, desde Baza, fue conquistada a finales
del siglo XV. Poco después, se implanta su vocación ganadera, que ha
permanecido hasta la actualidad.

El Señor de Castril poseía los derechos de arrendamientos de los


pastos de la Sierra, donde cabían veinte mil cabezas de ganado. A
ellos acudían ganados de diversas procedencias pues no se agostaban en
verano, debido al deshielo de las nieves de las cumbres. Lo alternaba
con una explotación salinera en el río. La sal se vendía como
complemento alimenticio a los pastores.

No será hasta su declaración como Parque Natural (año 1989) y la


visita asidua del escritor y Premio Nobel portugués José Saramago,
cuando la Sierra de Castril se convierta en un paisaje especialmente
valorado por el turismo cultural y natural.

Hay paisajes que tienen una fisonomía similar al de las sierras


del entorno (Sierras de Baza, La Sagra, etc.). Así, en las zonas
medias y bajas de la Sierra de Castril predominan los restos del
bosque mediterráneo de encinas y quejigos. Si bien, en los parajes más
abrigados y húmedos pueden encontrarse árboles como almeces y tejos.
Y, por encima de éstos, aparecen los bosques de pinos salgareños y los
piornales en las zonas de cumbres.

Los textos seleccionados tienen como objetivo diferenciar


algunos de los elementos singulares del paisaje natural de la Sierra
de Castril, que son los siguientes: 308

- Paisaje singular y sobresaliente de morfología caliza: Entre


ellas, el texto III menciona sus “canchales, tajos y grandes
paredones rocosos”; El texto IV alude a que “está repleto de
cañones, cuevas y picos”; y el texto V a sus “abundantes simas,
grutas y galerías”. Y, como producto de la combinación de la
erosión fluvial y el modelado kárstico, el texto V cita también
sus “cañones y encajamientos profundos y abruptos”,
“espectaculares brechas y barranqueras abiertas en los paredones
calizos que desembocan en angostas cerradas” y “pequeñas lagunas
temporales que se cubren, posteriormente, de especies herbáceas
que crean verdaderos oasis verdes de altura”. Este último se
describe pormenorizadamente en el texto VII.

- Paisaje fluvial singular y sobresaliente del río Castril y sus


arroyos tributarios: El paisaje vegetal fluvial destaca por sus
bien conservados “bosques de galería” y por la presencia de
matorrales de cornicabras en los paredones rocosos más húmedos y
umbríos. Y se complementa con una fauna original. El texto V
cita que es “uno de los pocos cursos de agua andaluces donde es
posible la pesca de la trucha común y que está habitado por la
nutria”.

- Paisaje de montaña vinculado a su actividad ganadera: En la


cabecera de la cuenca se localizan prados alpinos como el de los
Cortijos del Nacimiento, que, como nos informa el texto V: “Es
un paisaje de suaves lomas, dominado por el verde de la
hierba…”. Además, es común, como nos informa el texto III, “la
presencia de cuevas donde se guarda el ganado y que funcionan
como pequeñas majadas o corrales, y tornajos o abrevaderos de
madera con que se les da de beber al ganado el agua de los
manantiales que nacen en la sierra”.

- Paisaje que combina la observación directa de la vida silvestre


y del firmamento: El texto VI menciona que “Esta abrupta sierra
granadina poco conocida y escasamente frecuentada permite para
disfrutar del estado salvaje de su naturaleza: contemplar sus
estrellados y brillantes anocheceres; sumergirse en las gélidas
y cristalinas aguas que brotan de las entrañas de las rocas
calizas formando espectaculares pozas; pasearse por el
centenario bosque de almeces que crece junto al barranco de
Túnez; observar las habilidades acrobáticas de las cabras
monteses; maravillarse ante las cerradas, de cuyas paredes
brotan las venas acuáticas que irrigan este valle; sestear a la
fresca sombra de las alamedas y choperas que pueblan las riberas
de este río, apreciar los serbales y fresnos que clavan las
raíces en sus laderas…”) y el texto VII cita “su cielo
catalogado como el más limpio de Europa tanto por su nula
contaminación atmosférica como por su pureza de contaminación
luminosa y de ruidos”.

309

Referente territorial: Altiplano de Baza y comarca de Huéscar.

Número y título de ficha: V.13. Comarca de Huéscar (III). Los


yacimientos paleontológicos.

Objetivo de la Catalogación: Caracterización del tipo de paisaje


provincial.

Referente paisajístico: Paisaje de dominante natural.

Autor(es), obras(s) y fecha(s):

GILBERT CLOLS, JOSEPH. El primer ser humano de Europa. Diario La


Vanguardia, 1 de mayo de 1993 (I)

RUÍZ BUSTOS, ANTONIO. Biostratigraphy of the Continental Deposits in


the Granada, Guadix and Baza Basins (Betic Cordillera). Actas del
Congreso Internacional de Paleontología Humana (Orce. 1995) (II)
REDACCIÓN. Campaña multidisciplinar de excavaciones en Orce. Granada:
Diario IDEAL, 29 de septiembre de de 2010 (III)

REDACCION. Descubren en Orce un fósil de búfalo de 1,5 millones de


años. Granada: Diario IDEAL, 4 de julio de 2011 (IV)

GRUPO DE DESARROLLO RURAL DE GUADIX-GRUPO DE DESARROLLO RURAL DEL


ALTIPLANO GRANADINO. Itinerario geoturístico de la Cuenca Guadix-Baza.
En: www.tiotobas.com. 2013 (V)

TEXTOS SELECCIONADOS:

“Desde 1983, tras una década de excavaciones paleontológicas, se ha


ido descifrando la fauna de la Hoya de Baza en el pleistoceno inferior
(hace 750.000 años): hipopótamos morfológicamente similares a los
africanos, felinos de tamaño mediano, perros y hienas de tamaño grande
emparentados con especies africanas, junto con otros animales de
origen asiático como son los bóvidos y cérvidos de tamaño grande y
pequeño. Todo indica que hubo una gran movilidad de la fauna producto
de una progresiva aridificación en ambos hemisferios, debido a
enfriamiento térmico. Este cambio climático limitó los recursos
alimentarios de los animales y les obligó a emigrar. También afectó a
los homínidos. Los cuales, dotados de escasos recursos tecnológicos no
podían sobrevivir en su ambiente original, la sabana africana, y
tuvieron que seguir a la fauna en su búsqueda de nuevos recursos.” (I)
310
“Es el registro sedimentario más continuo de los medios continentales
de los últimos siete millones de años de la historia de la Tierra que
existe en la Península Ibérica y en toda Europa Occidental… Esta
circunstancia ha permitido comprobar que, al menos 19 especies de
grandes mamíferos hoy en día extinguidos como hienas gigantes,
elefantes, rinocerontes, hipopótamos, caballos, los grandes bóvidos
con hábitos acuáticos, los ciervos gigantes o los célebres tigres
dientes de sable, estaban aquí presentes.” (II)

“Se han hallado desde su descubrimiento hace unos treinta años, más de
1.400 fósiles que hablan de la ocupación humana de este lugar hace 1,3
millones de años. Esto significa la población más antigua datada en
Europa. El trasfondo del asunto que aún se debate es si los homínidos
llegaron al Antiguo Continente cruzando el Estrecho de Gibraltar, no
por Asia (Georgia). La entrada del hombre por Oriente es el dato más
claro hasta el momento, ya que allí se han hallado restos de 1,8
millones de años. Los grandes huesos de mamíferos, como elefantes,
rinocerontes e hipopótamos y las marcas de herramientas de piedra que
fueron usadas para descuartizarlos llevan a la conclusión de que el
ser humano era capaz de hacerse con alimentos, y habitaba las riberas
del inmenso lago subtropical que era la comarca de Guadix-Baza en el
Pleistoceno Inferior.” (III)

“En Orce se han hallado los restos de un búfalo del pleistoceno


inferior, antecesor de los búfalos de agua, de cuyas hembras se extrae
la leche. Habitaba en zonas arboladas y debía de pesar entre 350 y 450
kilogramos y no se tenía constancia de él en Europa. Indica que la
Península Ibérica no era un territorio aislado sino una parte más del
Continente Euroasiático, donde las faunas se comunicaban desde China
hasta la Península. También probaría que la climatología no era tan
diferente, puesto que estos herbívoros comían el mismo tipo de plantas
y ello les permitía moverse a lo largo de las mismas latitudes, en
torno al paralelo 40-42, y habitar desde la China central hasta la
Península Ibérica. Tanto búfalos como bisontes eran cazados y
devorados por los grandes carnívoros, y finalmente sus huesos
aprovechados por las hienas.” (IV)

“Orce constituye una zona con una extraordinaria concentración de


yacimientos paleontológicos y geoarqueológicos que ha proporcionado un
ingente cantidad de restos fósiles de fauna sólo comparable por su
riqueza e interés a determinadas áreas del este de África. La
explicación se encuentra en que sus yacimientos se sitúan en el borde
de lo que entonces era un gran lago a donde los animales se acercaban
desde la estepa pantanosa a beber, siendo cazados y comidos por otros
grandes carnívoros que allí vivían. Los restos abandonados de sus
esqueletos quedarían depositados y enterrados en el fango lacustre
permitiendo su fosilización.
En los yacimientos se han encontrado restos fósiles de elefantes,
hipopótamos, rinocerontes, caballos, búfalos de agua, bueyes
amizcleros, ciervos, cabras, bóvidos, puercoespines, lirones, ratones
de campo, topillos, conejos, desmanes, osos, tigres de dientes de
sable, hienas, lobos, tejones, linces, zorros, ranas, lagartos, y
algunas aves. Junto a todo ello se han encontrado también, en algunos
de los yacimientos, utensilios y tallas en sílex realizadas por
nuestros antecesores hace ya 1.400.000 años. Una visita al Museo de
Prehistoria y Paleontología Municipal de Orce y, en un futuro próximo, 311
al Centro de Interpretación de los Primeros Pobladores, sumergirá al
visitante en el siempre apasionante mundo de la prehistoria.” (V)

Contexto y valoración:

Dos nuevos paisajes han surgido en el Altiplano granadino desde


la década de los ochenta del siglo XX: El embalse de Negratín y los
yacimientos paleontológicos del prehistórico hombre de Orce.

El yacimiento de Orce fue descubierto hace apenas treinta años


(1982) y desde entonces se le ha juzgado como uno de los dos
principales yacimientos prehistóricos -junto al de Atapuerca– de la
Península Ibérica. Aquí se encuentran los homínidos más antiguos de
Eurasia. El texto II nos informa de que es “el registro sedimentario
más continuo de los medios continentales de los últimos siete millones
de años de la historia de la Tierra que existe en la Península Ibérica
y en toda Europa Occidental”.

Este paisaje, a diferencia del de Atapuerca, no está previsto


que se muestre mediante la visita directa a los yacimientos donde se
han encontrado más de un millar de fósiles de restos y utensilios
humanos y de animales, sino a través de centros de interpretación. En
cualquier caso, es uno de los dos únicos lugares de la Península
Ibérica donde se puede realizar un recorrido virtual por el paisaje
que presentaba la Tierra en el Pleistoceno (hace entre 500.000 y
1.000.000 de años).

Los textos seleccionados nos informan de los principales


elementos que configurarían dicho paisaje, como serían:
- Paisaje de la flora y fauna prehistórica: Existía un clima
húmedo y subtropical que más tarde se aridificaría y enfriaría.
El texto II cita la presencia de “Al menos 19 especies de
grandes mamíferos hoy en día extinguidos como hienas gigantes,
elefantes, rinocerontes, hipopótamos, caballos, los grandes
bóvidos con hábitos acuáticos, los ciervos gigantes o los
célebres tigres dientes de sable, estaban aquí presentes”.

- Paisajes y hábitat del hombre prehistórico: Existen abundantes


vestigios de la población de ”homínidos más antigua datada en
Europa” y de cómo vivían. El texto III cita que “Los grandes
huesos de mamíferos, como elefantes, rinocerontes e hipopótamos
y las marcas de herramientas de piedra que fueron usadas para
descuartizarlos llevan a la conclusión de que el ser humano era
capaz de hacerse con alimentos, y habitaba las riberas del
inmenso lago subtropical que era la comarca de Guadix-Baza en
el Pleistoceno Inferior”.

- La oportunidad del emplazamiento de la cuenca de Orce, que


explica la riqueza de sus yacimientos. El texto V menciona que
“La explicación se encuentra en que sus yacimientos se sitúan en
el borde de lo que entonces era un gran lago a donde los
animales se acercaban desde la estepa pantanosa a beber, siendo
cazados y comidos por otros grandes carnívoros que allí vivían.
Los restos abandonados de sus esqueletos quedarían depositados y 312
enterrados en el fango lacustre permitiendo su fosilización”.

Referente territorial: Altiplano de Baza y comarca de Huéscar.

Número y título de ficha: V.14. Comarca de Huéscar (IV). Imagen de


conjunto e imagen interna de Castril.
Objetivo de la Catalogación: Paisaje sobresaliente y singular.
Altiplano granadino.

Referente paisajístico: Paisaje de dominante urbana.

Autor(es), obras(s) y fecha(s):

AL ZUHRÍ (siglo XIII). En: ALFARO BAENA, CONCHA. Castril, de Hisn


fronterizo a señorío medieval. Granada: Universidad de Granada.1993
(I)

MIÑANO, SEBASTIÁN DE. Diccionario geográfico estadístico de España.


1826 (II)

MADOZ, PASCUAL. Diccionario geográfico estadístico histórico de la


provincia de Granada (1845-1850) (III)

VILLANUEVA ROA, JUAN DE DIOS. Castril años setenta. Granada: Diario


IDEAL, 11 de octubre de 2008 (IV)

CASTAÑEDA, CARLOS. Castril, testimonio. Ayuntamiento de Castril, 1990


(V)

GUÍA de Castril, En: Turismodenegratin.com, 2013 (VI)


313
TEXTOS SELECCIONADOS:

“A poniente de este monte sale el río llamado Guadiana [Menor], que


baja hacia la fortaleza llamada Castril (Qastal). En el patio de dicha
fortaleza se encuentra una fuente de la que brota cantidad de agua… En
el estanque [que se forma] existen muchos peces de color amarillo con
lunares rojo, que poseen dientes caninos y molares.” (I)

“Tiene un castillo que está en mucha elevación…una vista pintoresca,


por estar sus huertas en anfiteatro. Producen, además de cereales,
uvas y unos duraznos especiales. Esta población tiene fábrica de
betunes para la Armada y fábrica de vidrio.” (II)

“Castril está situado en una colina que corta el río de su mismo


nombre, dominando un profundo valle. Tiene una docena de calles en
ladera, excepto la principal, con casas de construcción sencilla. Dos
elevadísimos riscos dominan el pueblo, cortados perpendicularmente por
sus flancos, por cuyo estrecho paso se desliza espumoso el río. En su
cima estuvo la fortaleza árabe, y a sus pies de localiza la iglesia
parroquial, fundada por los Reyes Católicos, y el cementerio.
Alrededor de la población, en forma de anfiteatro que desciende como
una escalera, se encuentran huertos con árboles frutales y cercados
cubiertos de viñedos. Ofrecen una visión pintoresca con el telón de
fondo de los espesos bosques de la sierra, las angulosas y elevadas
puntas que coronan sus montes, y los surcados llanos de la Hoya de
Baza.” (III)

“Su río lo abrazaba mimosamente, como queriéndolo enrocar; su aire,


limpio y frío en invierno, cálido y limpio en el estío, lamiendo el
rostro que lo desafía desde la atalaya natural que se yergue,
rompiendo el desfiladero que abre hacia unos espacios que traen la
esencia de su sierra en forma de agua, serpenteante y ágil. Sus campos
llenan de frutales, de acequias, de frescura… todos los alrededores
del pueblo. En el río, la muchachada desafiaba a los calores del
verano mientras las truchas buscaban su alimento entre las rocas que
invaden su fondo, entre las que aún se pueden ver algunos fósiles
incrustados. Castril es un pueblo que baja hasta el agua, pero que
sube hasta el cielo… El pueblo encalaba sus fachadas durante la
primavera, con una serpiente multicolor de macetas adornando cada
casa, con cuestas que bajaban hasta una escuela plantada entre
paratas, olivos y frutales. Y una iglesia enorme desde cuyo
campanario, donde nos subíamos la chiquillería, se divisaba casi hasta
el fin del mundo, con la sierra más grande y el cielo más azul. Y unas
gentes que se dedicaban a lo suyo: tenderos, carpinteros, panaderos,
herreros, butaneros, barberos, cura, zapateros, agricultores,
ganaderos…” (IV)

“Uno se va acercando…echa el ojo a la peña y el racimo de viviendas,


deformes, blancas, ocultas, agazapadas… Tienen las casas poca altura…
dos plantas, y la superior suele ser el altillo o almacén de los
productos del campo. Son casas de fachadas cerradas –debe ser por el
frío-, ventanas pequeñas y blancas, vestidas de cal… y el uso de la
madera es constante…se suelen cubrir por antiguas tejas árabes, sin
pretensiones ni lujos… En el pueblo, contemplado desde abajo, desde el
río, no existen apenas rasgos de lo típicamente andaluz: No hay
patios, ni rejas, ni portadas emblemáticas. Solo hay una sobria y 314
castellana manera de entender y entenderse… Castril desconoce el
urbanismo: tiene calles, rincones, breves chimeneas; tiene multitud de
escaleras…Nada en sus calles está pensado. Sus casas, a modo de piñas,
se abren y se cierran a la vez… el pueblo es como una gran casa
abierta y cerrada, como las personas que las viven.” (V)

“El pueblo cabalga sobre un promontorio rocoso que se une a la Sierra.


Es un pueblo serrano viejo y auténtico, declarado Conjunto Histórico
Artístico… Su peña, parte indivisa del caserío, tuvo una fortaleza
árabe medieval, hoy en ruinas, y está coronada por la imagen del
Sagrado Corazón, símbolo patrio…” (VI)

Contexto y valoración:

Los textos seleccionados permiten diseccionar algunos de los


principales elementos del paisaje urbano de la población serrana de
Castril.

Dos elementos naturales –el río y su peña– otorgan un carácter


diferente a la imagen externa de Castril, que la hacen única dentro
del altiplano granadino.

El texto V menciona que “El pueblo cabalga sobre un promontorio


rocoso que se une a la Sierra”. Y, efectivamente, como menciona el
texto II, el caserío primitivo se adapta al relieve. El diccionario de
Pascual Madoz –año 1845- informa de que: (“Tiene una docena de calles
en ladera, excepto la principal, con casas de construcción sencilla”).

La peña formó parte de la tercera línea fronteriza del reino


nazarí –contada desde Baza- frente a los reinos cristianos. El texto
III habla de cómo se aprovechan un espolón rocoso y el desfiladero del
río, para construir una fortaleza casi inexpugnable: “Dos elevadísimos
riscos dominan el pueblo, cortados perpendicularmente por sus flancos,
por cuyo estrecho paso se desliza espumoso el río”. Sin embargo, a
partir del siglo XV se produce la superposición característica de los
paisajes árabe y cristiano –como ocurre en otras poblaciones del
altiplano granadino-, y donde hubo un castillo o fortaleza árabe,
sobresale luego, como informa el texto V, “la imagen del Santo,
símbolo patrio…”. Y en su pie se construyen otros espacios tan
simbólicos como la iglesia y el cementerio.

Por su parte, el río otorga a la población dos espacios


privilegiados. El primero es el espacio de ocio de sus riberas
urbanas, donde como informa el texto IV, “la muchachada desafiaba a
los calores del verano mientras las truchas buscaban su alimento entre
las rocas que invaden su fondo…”.

Y, el segundo, es el paisaje de sus regadíos y sus huertas. El


texto IV señala el microclima especial que crean en la población: “Sus
campos llenan de frutales, de acequias, de frescura… todos los
alrededores del pueblo”.

Pero, además, las huertas forman parte de un paisaje panorámico


que se observa desde la población, ya que éste desciende hacia el
llano y se eleva hacia la Sierra. El texto III la describe en estos
términos: “Alrededor de la población, en forma de anfiteatro que 315
desciende como una escalera, se encuentran huertos con árboles
frutales y cercados cubiertos de viñedos. Ofrecen una visión
pintoresca con el telón de fondo de los espesos bosques de la sierra,
las angulosas y elevadas puntas que coronan sus montes, y los surcados
llanos de la Hoya de Baza”.

Respecto a la imagen interna del núcleo de Castril, el texto V


nos habla de la singularidad de su arquitectura que conjuga tres
elementos: lo serrano, lo orgánico o pegado al terreno, y una
austeridad casi castellana: “Son casas de fachadas cerradas –debe ser
por el frío-, ventanas pequeñas y blancas, vestidas de cal… y el uso
de la madera es constante… se suelen cubrir por antiguas tejas árabes,
sin pretensiones ni lujos… En el pueblo, contemplado desde abajo,
desde el río, no existen apenas rasgos de lo típicamente andaluz: No
hay patios, ni rejas, ni portadas emblemáticas. Solo hay una sobria y
castellana manera de entender y entenderse… Castril desconoce el
urbanismo: tiene calles, rincones, breves chimeneas; tiene multitud de
escaleras… Nada en sus calles está pensado. Sus casas, a modo de
piñas, se abren y se cierran a la vez… el pueblo es como una gran casa
abierta y cerrada, como las personas que las viven.”
Referente territorial: Altiplano de Baza y comarca de Huéscar.

Número y título de ficha: V.15. El almendro en el Altiplano de Baza y


la comarca de Huéscar.

Objetivo de la Catalogación: Caracterización del tipo de paisaje


provincial.

Referente paisajístico: Paisaje de dominante agraria.

Autor(es), obras(s) y fecha(s):

GIL CRAVIOTTO, FRANCISCO. Los almendros. Relatos, 14 de febrero de


2008. En: www.otragranada.org.
316
TEXTOS SELECCIONADOS:

“El almendro es inseparable de este paisaje seco, adusto, salpicado de


cerros imponentes, barranqueras y lomas interminables. En las faldas
de los cerros, en las grietas de los tajos, en las pequeñas llanadas
que quedan entre loma y loma, al borde de los riachuelos y barrancos,
en alcores y altozanos, con su tronco negro y sus hojillas leves,
allí, irremisiblemente, está el almendro, humilde señor de los
secanos, inseparable compañero del tomillo y la retama.
Lo he visto en invierno sin una hoja, negro como un fantasma en la
noche, me ha inundado el corazón de gozo cuando, antes de que
apareciera la primavera con su más precoz florecilla en la más
insignificante hierba del campo, estaba él, erguido en lo alto de su
tajo, inundando de flores el paisaje.
Si este año no hay hielos en primavera tendremos una buena cosecha. -
decían confiados los campesinos. Y lo miraban como se mira a un niño
pequeño, como si fuera de cristal, de aire o de humo y se pudiera
deshacer. Hacía sol. Abejas y otros insectos pululaban en torno. Iban
naciendo poco a poco las hojas nuevas, siempre de un verde tan fresco
y brilloso que daba encanto verlas y tocarlas; al tiempo que, bajo el
almendro, toda la tierra se iba cubriendo de blanco. Era una lluvia de
pétalos que hasta que caía el último, la brisa de la tarde movía a su
antojo. Las allozas, con su leve pelusilla, crecían insensiblemente.
También las tardes se hacían cada día más largas y soleadas.
Y la alloza, día a día, noche a noche, con esa maravillosa naturalidad
y precisión con que la naturaleza hace las cosas, si antes alguna
nevada no la helaba, si alguna solanera no la quemaba -era débil como
todo lo hermoso-, se convertía en almendra. En almendra dulce,
apetecible y deleitosa, que, con la caricia del sol, se iba abriendo,
separándose más y más de la capota, hasta que un día: “Ya va a siendo
tiempo de empezar a varear”. Eran siempre los finales de verano. El
sol no quemaba tanto como antes y, al final de la tarde, empezaba a
ser tibio y consolador. Después… Otra vez los almendros sin hojas,
ateridos por el frío del invierno, pero entre su ramaje seco, de nuevo
brillaba, prometedor, el botón que sería flor en febrero y fruto en
agosto.”

Contexto y valoración:

El paisaje del almendro ocupa más de 20.000 hectáreas del


altiplano granadino y su presencia en el secano es predominante. El
novelista Francisco Gil Craviotto evoca en prosa poética, en este
relato, algunas singularidades del paisaje agrario del cultivo del
almendro.

En primer lugar, le otorga un calificativo ajustado dentro del


paisaje comarcal: El almendro es el “humilde señor de los secanos,
inseparable compañero del tomillo y la retama”.

Según dicho autor, el paisaje del almendro tiene dos momentos


estelares al cabo del año agrícola: su floración primaveral y la
cosecha de la almendra.

Durante la primavera cobran su mayor protagonismo visual los


campos de almendro, “inundando de flores el paisaje”. En esta época,
se produce su más brusco contraste con la árida vegetación natural de 317
los contornos –esparto, retama romeros, etc.-. Ello es debida al
nacimiento de los brotes tiernos, de un verde suave, de los almendros,
y la caída de sus hojas al suelo: “Iban naciendo poco a poco las hojas
nuevas, siempre de un verde tan fresco y brilloso que daba encanto
verlas y tocarlas; al tiempo que, bajo el almendro, toda la tierra se
iba cubriendo de blanco. Era una lluvia de pétalos…”.

Un segundo momento del año en el que el paisaje de los campos de


almendro se anima inusitadamente es el de finales del verano, cuando
se cosecha su fruto: la almendra. El autor lo relata así: “las tardes
se hacían cada día más largas y soleadas. Y la alloza… se convertía en
almendra… se iba abriendo, separándose más y más de la capota, hasta
que un día: ‘Ya va a siendo tiempo de empezar a varear’. Eran siempre
los finales de verano.”.

En contraste con los dos momentos anteriores, el otoño y, sobre


todo, el invierno, son estaciones del año en que los campos de
almendro tienen un menor protagonismo en el paisaje. Francisco Gil
Craviotto lo explica así: “Después… Otra vez los almendros sin hojas,
ateridos por el frío del invierno, pero entre su ramaje seco, de nuevo
brillaba, prometedor, el botón que sería flor en febrero y fruto en
agosto”.
318

VI – LOS MONTES.
Referente territorial: Los Montes.

Número y título de ficha: VI.1. Montes Occidentales (I). Cambios en el


paisaje en los ss. XIX y XX.

Objetivo de la Catalogación: Caracterización del tipo de paisaje


provincial.

Referente paisajístico: Paisaje de dominante natural.

Autor(es), obras(s) y fecha(s):

SEMPLEN, ROBERT. A second journey in Spain in the spring of 1809.


Citado en: LÓPEZ BURGOS, MARIA ANTONIA. (I)

MIÑANO, SEBASTIÁN DE. Diccionario geográfico-histórico-estadístico de


España. pp. 583, (1826)(II)

TORRES ALBA, ANTONIO. Cuadros retrospectivos de una devoción popular.


La Virgen de los Remedios en Montefrío. Badajoz: Tipografía Española,
1934. (III)

FERRÉSM ANTONIO. Tierra de olivos. Barcelona: Editorial Seis Barral,


1964 (IV)

BERMÚDEZ-CAÑETE, FEDERICO. Retorno a Granada, pp. 134-135. Granada: 319


Editorial Ubago, 1989 (V)

IZQUIERDO, FRANCISCO. El escudo de Granada. Coleccionable Tu Tierra,


tu gente. Comarcas de Andalucía de la A a la Z, número 47. Granada:
Diario Ideal, 1992. (VI)

AVILA GARCÍA, JOSÉ. Montefrío. Años cuarenta. Madrid: Entrelíneas


editores. 2008 (VII)

TEXTOS SELECCIONADOS:

“Forman en su base una sucesión de colinas suaves y onduladas


conectadas con la Vega de Granada por el sur, pero que en la zona
norte se vuelven cada vez más abruptos y elevados, con profundos
barrancos, donde en las noches oscuras, se pierden hombres y caballos.
Allí, las montañas tienen un aspecto imponente, y sus laderas están
sombreadas por bosques de encinas y alcornoques, y aparecen escarpadas
montañas como si hubiesen estado castigadas por alguna gran convulsión
de la naturaleza.” (I)

“La mayor parte del terreno son lomas, pedrizas, cerros, ramales de
éstos y cabezos sueltos, cubiertos en su mayor parte de montes de
encinas y quejigos… también hay llanos, algunos de cierta extensión,
con cereales y olivares… y dehesas en que se combinan encinas, viñedos
y pinares…” (II)

“Campos de monte y serranía y muy accidentados que en su mayor parte


están salpicados por numerosos y bien repartidos manantiales de escaso
caudal. De manera que el terruño ha sido dividido en pequeños predios
y todos tienen una casa habitada…” (III)
“Subimos desde Loja o Granada. Las carreteras van en constante cuesta
arriba por paraje llenos de revueltas, entre pretiles, piedras y
gruesos trancos pintados de cal. Siguen el curso de ríos y arroyos que
son casi barrancos… Por sus laderas más tendidas hay olivares
interminables, verdosos y brillantes… La carretera va luego
zigzagueando entre cerros y lomas de olivos, con su gris
serpenteando…” (IV)

“Estos territorios ya no son los montes de antaño, cuando eran


encinares inmensos, territorios de caza y ganadería. Trigales,
olivares y almendrales se suceden y mezclan hasta el borde mismo de
los montes, algunos pelados, otros poblados con chaparrales y otros
repoblados de pinos.” (V)

“Geografía de lomas y vaguadas trabajadas por el hombre y de monte


bajo con antigua memoria de extensos pastos; horizontes de laboreo
ante el ojo avizor del castillo de la población principal, ave rapaz
de cuanto ha sucedido en los alrededores durante siglos…” (VI)

“Montes flotando sobre el gris plateado de los olivos, requemados unas


veces por los ardores del verano, otras transidos por las heladas de
los inviernos; Caminos orillados de olivos, algún viejo torreón de
cuando los moros poblaban estas tierras… la gracia caleidoscópica de
las fucsias clavelinas entre los trigales…Abajo, la refrescante sombra
de la alameda de una vaguada y hacia más arriba, el ácido y 320
refrescante aroma de las rudas que festonean las sendas ascendentes a
la sierra y sus pinos.” (VII)

Contexto y valoración:

La antología de textos muestra los cambios del paisaje de los


Montes Occidentales, globalmente considerados, tal como ha sido
percibido por viajeros y literatos desde principios del siglo XIX
hasta la actualidad.

El texto II caracteriza las formas muy fragmentadas y variadas


del relieve de los Montes Occidentales granadinos, que comparten con
otras comarcas de las Sierras subbéticas andaluzas.

En concreto, nos habla de que son una sucesión de: (“lomas,


pedrizas, cerros, ramales de éstos y cabezos sueltos,… también hay
llanos, algunos de cierta extensión”).

El texto I nos informa de otra característica general del


paisaje de los Montes Occidentales, como es su condición de relieve
escalonado desde la Vega de Granada hasta lo más profundo de las
Sierras Subbéticas. En concreto, menciona que “Forman en su base una
sucesión de colinas suaves y onduladas conectadas con la Vega de
Granada por el sur, pero que en la zona norte se vuelven cada vez más
abruptos y elevados, con profundos barrancos, donde en las noches
oscuras, se pierden hombres y caballos”.

El texto IV, escrito por un viajero en los años sesenta,


describe la condición de lugar remoto que tienen algunas poblaciones
de los Montes Occidentales, por los obstáculos que presenta la
orografía a un potente y fácil desarrollo de la red viaria y la
circulación automovilística. En concreto, menciona “carreteras van en
constante cuesta arriba por paraje llenos de revueltas, entre
pretiles, piedras y gruesos trancos pintados de cal… luego van
zigzagueando entre cerros y lomas de olivos, con su gris
serpenteando…”.

Además de los tres rasgos antes citados, la fisonomía global del


paisaje de los Montes Occidentales granadinos es fruto de la
intervención humana a través de la historia.
El texto I –año 1809- nos habla todavía de un paisaje de los
Montes Occidentales donde los usos ganaderos y forestales son
predominantes. En concreto, menciona que “las montañas tienen un
aspecto imponente, y sus laderas están sombreadas por bosques de
encinas y alcornoques”.

El texto II –escrito en el año 1826- nos informa del avance del


proceso de roturación de los Montes para la agricultura. En concreto,
menciona que están ”cubiertos en su mayor parte de montes de encinas y
quejigos… también hay llanos, algunos de cierta extensión, con
cereales y olivares… y dehesas en que se combinan encinas, viñedos y
pinares…”.

Los textos IV y V –escritos en los años 1989 y 1992- nos hablan


ya de un paisaje eminentemente agrario, completada la roturación para
cultivos de los antiguos montes. El texto IV alude a que “Estos 321
territorios ya no son los montes de antaño… Trigales, olivares y
almendrales se suceden y mezclan hasta el borde mismo de los montes,
algunos pelados, otros poblados con chaparrales y otros repoblados de
pinos” Y el texto V nos dice que estamos ante una “Geografía de lomas
y vaguadas trabajadas por el hombre y de monte bajo con antigua
memoria de extensos pastos; horizontes de laboreo ante el ojo avizor
del castillo de la población principal, ave rapaz de cuanto ha
sucedido en los alrededores durante siglos…”.

Finalmente, el texto VI hace una lectura global del paisaje


contemporáneo de los Montes Occidentales granadinos. Este paisaje se
puede caracterizar por el predominio de “Montes flotando sobre el gris
plateado de los olivos, requemados unas veces por los ardores del
verano, otras transidos por las heladas de los inviernos; Caminos
orillados de olivos, algún viejo torreón de cuando los moros poblaban
estas tierras… la gracia caleidoscópica de las fucsias clavelinas
entre los trigales…”. El predominio del paisaje de olivares y tierras
cerealistas, no obstante, tiene al menos dos excepciones: las
estrechas vaguadas entre montañas y las partes altas y cumbres de las
sierras, donde aún tiene destacada representación el paisaje natural.
El texto VI menciona al respecto: “Abajo, la refrescante sombra de la
alameda de una vaguada y hacia más arriba, el ácido y refrescante
aroma de las rudas que festonean las sendas ascendentes a la sierra y
sus pinos”.
Referente territorial: Los Montes.

Número y título de ficha: VI.2. Montes Occidentales (II). Paisajes del


agua.

Objetivo de la Catalogación: Caracterización del tipo de paisaje


local.

Referente paisajístico: Paisaje de dominante natural

Autor(es), obras(s) y fecha(s): 322

RIVERA, MARIEL. La ruta del agua. Algarinejo. En: Granadapedia (I)

PEDREGOSA MEJIAS, RAFAEL. La evolución de una villa nazarí de


frontera: Montefrío, pp. 73-100, Granada: Universidad de Granada,
Revista del Centro de Estudios Históricos del Reino de Granada. Número
24, 2012 (II)

MIÑANO, SEBASTIÁN DE. Diccionario geográfico-histórico-estadístico de


España. Pp. 583, 1826 (III)

DUQUE GIMENO, AQUILINO. Guía natural de Andalucía (1986). Valencia:


Editorial Pretextos, 2002 (IV)

TEXTOS SELECCIONADOS:

“En los parajes que rodean al arroyo se conservan paisajes arrieros y


molineros de raíz andalusí. Vías pecuarias con puentes de madera,
abrevaderos y descansaderos para el ganado trashumante. Observamos
terrazas ocupadas por antiguas huertas, con un intricado sistema de
acequias, ramales y albercas o balsas de riego donde es común la
presencia de higueras, granados y nogales centenarios, con cuya pulpa
se lavaban y encurtían los cueros…y un centenario paisaje de ingenios
hidráulicos, donde subsisten antiguos molinos de cubo para moler el
grano, accionados por el impulso del agua, batanes para la fabricación
de paños y telas de lana de los abundantes ganados del entorno, junto
con haciendas. Junto a ellos, algunas nuevas edificaciones que se
incorporaron en el siglo XIX, como fábricas de electricidad y de
harinas.” (I)
“Hay lugares donde se conservan una serie de casas, conocidas como
Alcubillas, nos hablan de alquerías rurales con huertas y molinos
hidráulicos. Se abastecían de recortes labrados en la roca, a modo de
piletas o depósitos, que tendrían la función de contener el agua, bien
para almacenarla o conducirla al cubo del molino.” (II)

“A orillas de los arroyos y en sus huertas hay sauces, álamos negros y


chopos, algunos almeces y castaños, y también almendros, granados,
higueras, manzanos, morales, nogales y perales, plantados por los
árabes… Los barbos usan estas aguas limpias y cristalinas como
desovaderos.” (III)

“Los pequeños arroyos son aquí trincheras de zarzas. Las altas


acequias son cuellos blancos; cuellos como de caballo con larga crin
de hiedra, limo y agua derramada. En las vaguadas, prados de chopos y
olmos.” (IV)

Contexto y valoración:

Los paisajes del agua en los Montes Occidentales alcanzan una


dispersión y diversidad extrema en el momento álgido de su
poblamiento, como frontera con los reinos cristianos, en la Edad
Media. Entonces se pueblan de aldeas, alquerías y cortijadas que 323
aprovechan las aguas, bien de pequeños arroyos que discurren encajados
entre y estrechas vaguadas, formando pequeñas vegas, bien de fuentes y
nacimientos de agua al pie de las sierras.

Existen diversos arroyos que siguen el curso de barrancos


(Arroyo del Zurreón en Algarinejo; Arroyo de los Molinos o Los
Cahorros de Montefrio, los Tajos de la Hoz o del río Velillos en
Moclín, o el Tajo del Zumacal en Illora). El texto II nos habla de uno
de estos arroyos (el de Zurreón en Algarinejo). Un arroyo que discurre
encajado entre barrancos calizos, con saltos de aguas y pozas. Este
territorio es un paisaje singular y sobresaliente por diferentes
motivos.

El primero de ellos es la conservación del paisaje tradicional


medieval relacionado con el uso del agua. En estas pequeñas vegas de
los Montes Occidentales apenas se ha modernizado el regadío
tradicional, y encontramos las huellas de un paisaje pretérito,
caracterizado por:

- Paisajes arrieros de raíz andalusí, tales como vías pecuarias


con puentes de madera, abrevaderos y descansaderos para el
ganado trashumante.

- Un sistema de terrazas ocupadas por antiguas huertas, que se


regaban con un intricado sistema de acequias, ramales y albercas
o balsas de riego, de origen nazarí. O, como menciona el texto
II, a partir de alcubillas: “recortes labrados en la roca, a
modo de piletas o depósitos, que tendrían la función de contener
el agua, bien para almacenarla o conducirla al cubo del molino”.
- La presencia de ejemplares centenarios de especies frutales y de
árboles de ribera, con abundancia puntual de especies como los
nogales (con cuya pulpa se lavaban y encurtían los cueros) o los
zumaques.

- Un patrimonio edificado compuesto por varios antiguos ingenios


hidráulicos, como molinos de cubo para moler el grano accionados
por el impulso del agua, batanes para la fabricación de paños y
telas de lana de los abundantes ganados del entorno. Paisaje
cuya única modernización fueron algunas nuevas edificaciones
que se incorporaron en el siglo XIX, como fábricas de
electricidad y de harinas.

Un segundo aspecto significativo es su condición de paisajes de


alto valor natural, pues sirven como refugios de la biodiversidad en
un medio rural, como el de los Montes Occidentales, donde la
roturación de los terrenos para la agricultura ha sido mayoritaria.
Los textos III y IV aluden a la presencia de un frondoso, variado y
bien conservado bosque de ribera: “A orillas de los arroyos y en sus
huertas hay sauces, álamos negros y chopos, algunos almeces” y su
cortejo de arbustos o sotobosque característico, que alterna con un
gran número de especies de árboles frutales, destinados en otros
tiempos a la subsistencia de los habitantes del entorno: “A orillas de
los arroyos y en sus huertas hay castaños, y también almendros,
granados, higueras, manzanos, morales, nogales y perales, plantados
324
por los árabes…”.
325

Referente territorial: Los Montes.

Número y título de ficha: VI.3. Montes Occidentales (III). La Peña de


los Gitanos.

Objetivo de la Catalogación: Paisaje sobresaliente y singular.

Referente paisajístico: Paisaje de dominante natural.

Autor(es), obras(s) y fecha(s):

GÓMEZ, J.E. La última frontera de Al Andalus. Granada: DIARIO IDEAL,


13 de octubre de 2012 (I)

LÓPEZ PALOMO, LUIS ALBERTO. La peña de los gitanos, enclave


excepcional del megalitismo andaluz. Córdoba: Revista CAJASUR,
Septiembre de 1998 (II)

PARRA, ANDREA G. La ruta de un romántico. DIARIO IDEAL, 23 de marzo de


2006 (III)

TEXTOS SELECCIONADOS:

“Las Peñas de los Gitanos eran el paso natural desde el que se entraba
en la Vega de Granada y -en los últimos años de la presencia árabe- en
Al-Andalus. Fue la última frontera de los nazaríes, que llegaron a
hacerse fuertes aquí hasta que claudicaron frente a las tropas
cristianas. Pero este espacio natural está cargado de mucha más
historia, pues sirvió de frontera desde el neolítico hasta el final de
la dinastía nazarí, y desde hace 6.000 años se utiliza como refugio
para el ganado y fuente de riqueza vegetal…
A lo largo de seis kilómetros se encuentran enterramientos
prehistóricos con dólmenes bien conservados, varias necrópolis de la
Edad del Bronce y del Cobre, y poblados romano-visigodos. Hay, además,
restos de ocupaciones de todas las épocas, desde el neolítico hasta
ahora, ya que tras la Guerra Civil fue ocupada por grupos de familias
de etnia gitana que vivieron allí de forma permanente.
Las peñas tienen dos grandes formaciones. La primera es la del Cerro
del Castellón. En ella se encuentran el poblado visigodo y las
necrópolis… un conjunto de alrededor de un centenar de tumbas de
procedencia altomedieval y visigoda, de las que quedan las bases y
muretes de piedra sobre las que se construían las casas de sus
pobladores, con barro y elementos vegetales. La segunda es la del
Cerro de los Castillejos, separado del otro por una garganta, con un
complejo arqueológico con elementos romanos y de la Edad del Cobre.
En las peñas de los Gitanos pueden observarse, además, bosquetes de
encinas y quejigos, matorral mediterráneo, zonas de dehesa, cuevas y
roquedos… Hay un espectacular circo rocoso, con paredes pobladas de
encinas y matorral donde la vegetación se hace la dueña del paisaje,
con gran cantidad de especies, entre las que se encuentran plantas
escasas y difíciles de ver, como las hierbas piojeras, cargadas de
florecillas de un azul intenso. El refugio de las rocas y la gran
cantidad de vegetación favorece la presencia de rapaces, de bandos de 326
golondrinas, aviones roqueros, y palomas bravías. Es también hábitat
de zorros, ginetas, gatos monteses, tejones, garduñas y comadrejas.
Los buitres sobrevuelan las peñas porque encuentran restos de ganado y
cadáveres de pequeños animales.” (I)

“La estratigrafía de los yacimientos arqueológicos se ha conservado


protegida por una estructura metálica en forma de hangar, rodeada de
naturaleza por todas partes. Se pueden observar paseando entre las
peñas y encinas y chaparros, poblados de las más diversas épocas y más
de una docena de enterramientos megalíticos.” (II)

“La Peña de los Gitanos fue un lugar ideal para el hombre del
Neolítico y de una interesante belleza para el actual. El paisaje es
diferente al del resto del entorno: tajos de rocas calcáreas, terrazas
y barrancadas, poblados de encinas, monte bajo y abundante vegetación
entre los que se esconden poblados y dólmenes muy antiguos.” (III)

Contexto y valoración:

La primera noticia de la Peña de los Gitanos se encuentra en


Historia del Reino de Granada (1843), de Antonio Lafuente Alcántara,
obra que recoge información procedente de los geógrafos Plinio y
Estrabón en sus estudios sobre la Bética romana. Poco después, Manuel
de Góngora, en Antigüedades prehistóricas de Andalucía, monumentos,
inscripciones, armas, utensilios y otros importantes objetos
pertenecientes a los tiempos más remotos de su población (1868), es el
primero en dar a conocer públicamente sus yacimientos arqueológicos.
Sin embargo, su salto a la fama ocurre ya entrado el siglo XX, cuando
Antonio Gómez Moreno fechó, en 1907, su origen neolítico. Y cuando se
realizan excavaciones arqueológicas intensivas en los años cuarenta y
cincuenta –por parte de Cayetano de Mergelina y Miguel Tarradell–, que
se completan posteriormente por Antonio Arribas Palau y Fernando
Molina González –décadas sesenta y setenta-. En la actualidad, este
paraje ha sido declarado Bien de Interés Cultural -año 1996– y es de
propiedad y gestión privada, aunque apto para su visita por el
público.

Los tres textos seleccionados permiten identificar los


principales elementos de este paisaje singular y sobresaliente de los
Montes occidentales granadinos. Estos elementos son, al menos, los
siguientes:

- La presencia de restos arqueológicos de asentamientos humanos


con una secuencia cronológica que abarca cinco milenios.

- En concreto, van desde el neolítico, la Edad del Bronce, la Edad


del Hierro (Ibéricos), romanos, visigodos hasta los árabes
(siglo X DC). De manera que puede observarse el traslado desde
las cuevas prehistóricas a los primeros poblados al aire libre
y, dentro de éstos, el cambio de una economía de caza y
recolección por una cerealística y pastoril, como nos informa el
texto I.

- La presencia de restos arqueológicos de arquitectura funeraria


(necrópolis) de muy diferentes épocas.
327
- El citado texto I nos informa de que van desde el tercer milenio
AC (dólmenes o enterramientos colectivos bajo grandes piedras),
a los periodos visigodo y árabe.

- La importancia arqueológica del paisaje se complementa con la


singularidad de un paisaje natural muy poco alterado.

- Desde el punto de vista geológico, predominan los llamativos y


espectacular relieves de morfología kárstica. El texto I
menciona que hay simas cuevas y cortados rocosos –conocidos
localmente como tajos- y rocas esculpidas con figuras extrañas
como un rostro humano, el moco de un pavo, etc.

- Es, asimismo, un lugar de gran riqueza en cuanto a


biodiversidad. Al respecto, el texto I nos informa de la
presencia de “plantas escasas y difíciles de ver, como las
hierbas piojeras, cargadas de florecillas de un azul intenso. El
refugio de las rocas y la gran cantidad de vegetación favorece
la presencia de rapaces, de bandos de golondrinas, aviones
roqueros, y palomas bravías. Es también hábitat de zorros,
ginetas, gatos monteses, tejones, garduñas y comadrejas. Los
buitres sobrevuelan las peñas porque encuentran restos de ganado
y cadáveres de pequeños animales”.

Con todo, la mayor originalidad de este paisaje es que su uso


público actual compatibiliza la necesaria protección de los
yacimientos arqueológicos conservados, o si se quiere, la
contemplación del paisaje cultural, con el disfrute del paisaje
natural.
Al respecto, el texto II señala que “La estratigrafía de los
yacimientos arqueológicos se ha conservado protegida por una
estructura metálica en forma de hangar, rodeada de naturaleza por
todas partes. Se pueden observar paseando entre las peñas y encinas y
chaparros, poblados de las más diversas épocas y más de una docena de
enterramientos megalíticos”. Y el texto III concluye que “La Peña de
los Gitanos fue un lugar ideal para el hombre del Neolítico y de una
interesante belleza para el actual”.

328

Referente territorial: Los Montes.

Número y título de ficha: VI.4. Montes Occidentales (IV). El paisaje


agrario.

Objetivo de la Catalogación: Caracterización del tipo de paisaje


provincial.

Referente paisajístico: Paisaje de dominante agraria.

Autor(es), obras(s) y fecha(s):


IBN JATIB. Citado en: OLMEDO, FERNANDO. Ruta de Washington Irving, pp.
78. Sevilla: Turismo Andaluz, 1999 (I)

BERMÚDEZ DE PEDRAZA, FRANCISCO. Antigüedad y excelencias del reino de


Granada, 1608. Madrid. (II)

MADOZ, PASCUAL. Diccionario geográfico estadístico histórico de la


provincia de Granada (1845-1850) (III)

BOSQUE MAUREL. Granada, la tierra y sus hombres. Granada: Diputación


de Granada, 1971 (IV)

IZQUIERDO, FRANCISCO. El escudo de Granada. Coleccionable Tu Tierra,


tu gente. Comarcas de Andalucía de la A a la Z, número 47. Granada:
Diario Ideal, 1992 (V)

TORRES MARTÍN. FRANCISCO MIGUEL. El espacio rural del reino de Granada


a finales de la Edad Media (VI)

LUNA DÍAZ, JUAN ANDRÉS. Repoblación y gran propiedad en la región de


los Montes de Granada durante el siglo XVI. Granada. Universidad de
Granada, 1992 (VII)

AVILA GARCÍA, JOSÉ. Montefrío. Años cuarenta. Madrid: Entrelíneas


editores. 2008 (VIII)
329
TEXTOS SELECCIONADOS:

“Montefrío e Illora son una mina de excelente trigo y de caza, y sitio


de ganados…" (I)

“Corre esta tierra de oriente a occidente, y tiene muchas villas y


lugares fertilísimos de pan, diferenciándose por donde pasa según las
villas y lugares allí asentados.” (II)

“Terreno áspero y quebrado que mantiene en sus montes bastante ganado


vacuno y de cerda. Produce trigo, cebada, aceite, algún vino y seda…
El terreno es montuoso, destinado en su mayor parte a pastos, y las
cañadas a la labor, que se va progresivamente aumentando con nuevas
roturaciones. Hay una sorprendente abundancia de bosque y carrascal en
ciertas partes de peñas e tierras tan agrias son inútiles para poderla
pacer con ganados e para toda otra cosa… lomas, cerros, ramales de
estos y cabezos sueltos, están cubiertos en su mayor parte de monte de
encina y quejigos; o de monte bajo de retama, enebro, romero, madroño
y otras matas. Hay también extensos olivares, dilatados viñedos y muy
pocas alamedas.” (III)

“Las tierras calmas eran hasta el siglo XVIII islas agrícolas en un


mar de pastizales, monte bajo, encinares y algunos pinares.
Ocupaban los suelos profundos y fértiles de los pasillos margosos
entre las sierras. Pero, con el proceso desamortizador, se trastoca el
paisaje geográfico tradicional. Se roturan para cereales los suelos de
las sierra calizas. Muchos de ellos se rozan temporalmente y luego
quedan como eriales. Los encinares y los pinares de repoblación han
quedado finalmente como islas de naturaleza, en un mar de secano,
refugiados en los parajes más abruptos y agrestes y las cimas
serranas.” (IV)

“Los cronistas nos hablan de que las siete villas de los montes
sustentaban de pan a Granada, y no sólo de pan amasado, sino tocinos,
garbanzos y caza, e incluso vinos… Hoy día se cultiva el cereal y, por
años, el girasol, y donde los suelos son mezquinos queda el matorral y
el páramo, además, en los fondos de valle hay mangas de huertas y
olivar regados por acequias…” (V)

“La organización del espacio agrícola de las poblaciones de los Montes


va a girar en la Edad Media torno a la posibilidad de irrigación de
las tierras, siendo las tierras más cercanas a cada asentamiento, y
por debajo de él, las destinadas a un cultivo intensivo para
abastecerse. Por el contrario, el secano va a tener una menor
incidencia y se encontrará más alejado. Todo lo demás es monte para
extraer leña, dar de pacer al ganado y practicar la caza.” (VI)

“Las alquerías dispersas por los montes son entidades rurales, exentas
de fortificación, ocupadas mayoritariamente por moriscos, con
agrupación de casas por núcleos, como viejo recuerdo de la
implantación del clan familiar… Cada alquería poseía sus propios
hornos para amasar pan, molinos harineros, corrales de ganado, eras…
Más importantes eran las cortijadas, que solían situarse próximas a
los cursos de agua y en las encrucijadas de los caminos. La iglesia
para los bautismos y la casa solariega del señor eran sus signos 330
externos… Además, en un territorio de tan grandes extensiones vacías,
con aislamientos producidos por la difícil orografía y comunicaciones
precarias, la venta instalada junto a los caminos jugaba un papel
importante.” (VII)

“La mayor parte de la población de muchas poblaciones eran cortijeros,


vivían en las innumerables casas de labor esparcidas por los términos…
además de sus pequeñas hazas, trabajaban como jornaleros en tiempos de
las aceitunas, la escarda o la siega…” (VIII)

Contexto y valoración:

El paisaje contemporáneo de los Montes Occidentales granadinos


se caracteriza por el predominio del paisaje agrario cultivado, y
conserva minoritariamente su antiguo paisaje ganadero/forestal y
natural.

Así lo menciona el texto IV: “Los encinares y los pinares de


repoblación han quedado finalmente como islas de naturaleza, en un mar
de secano, refugiados en los parajes más abruptos y agrestes y las
cimas serranas”.

Esta situación contrasta con la de siglos anteriores. Por


ejemplo, el texto I nos habla de que, en el siglo XIV, “Montefrío e
Illora son una mina de excelente trigo y de caza, y sitio de
ganados…”. Los usos tradicionales del paisaje forestal han perdido la
importancia que tuvieron antaño. El texto VI menciona al respecto:
“Todo lo demás es monte para extraer leña, dar de pacer al ganado y
practicar la caza”.
El paisaje agrario contemporáneo se ha formado como tal en el
último siglo. Entre el 80 y el 90 por ciento de la superficie agraria
útil está ocupada por el monocultivo del olivar. En cierto modo, su
implantación está influida por el éxito del complejo productivo
aceitero de la provincia jiennense. Se trata de modernas plantaciones,
ordenadas geométricamente. El cereal o tierra calma, cultivo principal
hasta el siglo XIX, ocupa ahora tan solo unas pocos cientos de
hectáreas de cada término municipal. Y otro cultivo leñoso, el
almendro, acompaña al olivar en algunos terrenos más pendientes y
pedregosos.

Este paisaje agrario tan uniforme contrasta con el existente


hasta finales del siglo XVIII. Entonces, las tierras cultivadas eran
un mosaico de usos y aprovechamientos diversos, destinados a la
subsistencia.

El paisaje agrario tradicional alternaba, como indica el


Diccionario de Pascual Madoz –año 1845- las parcelas cerealistas con
“extensos olivares, dilatados viñedos y muy pocas alamedas”. Se
trataba entonces de un «olivar adehesado». Éste se encontraba
integrado con las explotaciones de cereal, viñas, huertas e incluso
dehesas. Era un frutal más del que obtener un aprovechamiento
artesanal muy completo (leña, ramón, aceitunas, etc.), destinado a la
subsistencia de las poblaciones campesinas.

Otro rasgo diferencial del paisaje agrario de los Montes 331


Occidentales granadinos es su importante hábitat rural, que llegó a
ser más cuantioso que el de los propios núcleos urbanos de cada
municipio.

El texto VIII menciona que “La mayor parte de la población de


muchas poblaciones eran cortijeros, vivían en las innumerables casas
de labor esparcidas por los términos… además de sus pequeñas hazas,
trabajaban como jornaleros en tiempos de las aceitunas, la escarda o
la siega…”.

El texto VII diferencia en este hábitat rural tres tipos de


poblamiento: las alquerías familiares de origen morisco, las
cortijadas y las ventas.

En concreto, hace la siguiente descripción: “Cada alquería


poseía sus propios hornos para amasar pan, molinos harineros, corrales
de ganado, eras… Más importantes eran las cortijadas, que solían
situarse próximas a los cursos de agua y en las encrucijadas de los
caminos. La iglesia para los bautismos y la casa solariega del señor
eran sus signos externos… Además, en un territorio de tan grandes
extensiones vacías, con aislamientos producidos por la difícil
orografía y comunicaciones precarias, la venta instalada junto a los
caminos jugaba un papel importante.”
Referente territorial: Los Montes.

Número y título de ficha: VI.5. Montes Occidentales (V). El paisaje


urbano.

Objetivo de la Catalogación: Caracterización del tipo de paisaje


provincial.

Referente paisajístico: Paisaje de dominante urbana

Autor(es), obras(s) y fecha(s):

IRVING, WASHINGTON. Crónica de la conquista de Granada, 183. Madrid:


Imprenta Sancha, 1831 (I)

TORRES ALBA, ANTONIO. Cuadros retrospectivos de una devoción popular.


La Virgen de los Remedios en Montefrío. Badajoz: Tipografía Española,
1934 (II)

IZQUIERDO, FRANCISCO. El escudo de Granada. Coleccionable Tu Tierra,


tu gente. Comarcas de Andalucía de la A a la Z, número 47. Granada:
Diario Ideal, 1992 (III) 332

LUNA DÍAZ, JUAN ANDRÉS. Repoblación y gran propiedad en la región de


los Montes de Granada durante el siglo XVI. Granada. Universidad de
Granada, 1992 (IV)

MALPICA CUELLO, ANTONIO. Poblamiento y castillos en Granada. PP. 35,


Granada: Universidad de Granada, 1996 (V)

TORRES MARTÍN. FRANCISCO MIGUEL. El espacio rural del reino de Granada


a finales de la Edad Media. pp. 98, Universidad de Granada, 1996 (VI)

PEDREGOSA MEJIAS, RAFAEL. La evolución de una villa nazarí de


frontera: Montefrio. pp. 103, Granada: Universidad de Granada, 2012
(VII)

REDACCIÓN. La atalaya de Deifontes. Granada: Diario Ideal, En:


www.degranada.net, 1 de junio de 2013 (VIII)

TEXTOS SELECCIONADOS:

“Illora, llamada el ojo derecho de Granada, fue una formidable


fortaleza fundada sobre una alta peña, en medio de un espacioso valle,
y con un encumbrado castillo que señorea todo el país vecino… Moclín,
llamada el escudo de Granada, está situada sobre un alto cerro, por
cuya base pasa un río que la protege, mientras que el otro se cubre de
un monte espeso. Sus altos muros y torres dominan todas las entradas y
pasos de las montañas inmediatas.” (I)

“Todas las poblaciones de los Montes debieron ser fortalezas


importantes, por llevar en la vertiente Oeste una cinta de fortines y
murallas bien manifiesta, por guardar restos visibles de una igual
obra de defensa en la vertiente oriental, por los tajos inasequibles
que ofrecen a los otros rumbos y por retener en la cumbre un castillo
con aljibes para almacenamiento de aguas, galerías en la planta baja
provistas de troneras para la defensa y puerta con igual fin… En el
interior de las murallas antedichas estuvieron el pueblo cristiano a
continuación del islamita, como edades superpuestas en la historia sin
línea de separación…” (II)

“La visita de estos lugares, por pequeño talante urbano que tengan,
supone la recuperación ipso facto de una frontera perdida hace siglos
como cinturón defensivo de Granada…
Es un paisaje custodiado por torres vigías y animado por cortijos
dueños y señores del sosiego rural… los escritores clásicos hablan de
fragosas cumbres coronadas de torres atalayas musulmanas y tantos
cortijos como bandadas de torcaces…” (III)

“Los bastiones de Montefrio, Moclín e Íllora fueron la cerradura


potente del reino nazarí frente a las acometidas cristianas desde
Alcalá la Real… y en la zona de contacto con la Vega había otra
línea fortificada exterior de ésta, defendida por las fortalezas de
las Villas. Asentadas junto a los escasos cursos de agua al sur de
Íllora (Tocón, Brácana, Alomartes,…), las proximidades del río
Velillos (Santa María, Limones, Tozar y Tiena) y el término de
Deifontes, en el pasillo del río Cubillas (Deifontes y Mitagalán).”
(IV) 333

“Los castillos, que luego serán villas, guardan los pasillos de


comunicaciones, tratándose de fortalezas situadas por encima de los
ochocientos metros, de manera que observan las panorámicas no sólo de
los reinos cristianos sino de la Vega y la ciudad de Granada…
Cuando el clima perjudicaba la visibilidad, contaban con atalayas en
los puntos muertos de los pasos y accesos, que trasmitían a más corta
distancia señales de fuego y humo que significaban alerta o
tranquilidad… Cada Castillo y sus atalayas defendían un sector
concreto alrededor de Granada, que se cerraba en caso de peligro…” (V)

“La construcción de los castillos de los Montes, como otros de de


época nazarí, viene marcada por la orografía y la topografía del lugar
en el que se enclava. Ocupan un cerro elevado y amesetado, situado
entre arroyos, de fácil defensa y con un gran control estratégico…
Sus murallas alternaban las torres circulares y cuadradas, según el
estilo nazarí… Dentro del recinto más alto estaban, la alcazaba y la
mezquita, que serán sustituidas luego por la Casa señorial y la
Iglesia Mayor; más abajo está la primitiva población y su cementerio
con su propio recinto amurallado…todas se abastecían con aljibes
propios, horadados en la roca…” (VI)

“Cada villa tenía dos o más recintos amurallados con pocas puertas el
primero sería el comúnmente denominado castillo y el segundo definiría
el espacio destinado a las viviendas, con un lienzo de muralla
exterior… En sus arrabales, casas apiñadas, calles estrechas, sin
salida a veces, callejuelas tortuosas, auténticos laberintos que se
adaptan a las curvas de nivel o rompen la pendiente…” (VII)
“Desde las atalayas nazaríes, tan frecuentes en las cimas de los
cerros de los Montes Occidentales y Orientales, se avisaba de
cualquier incursión o ataque del enemigo a la torre más próxima. Los
vigilantes hacían la ahumada en la chimenea, quemando el esparto
húmedo (si era de día), o encendiendo un gran fuego en la terraza (si
era de noche). Y así, de torre a torre, hasta alertar a la alcazaba
más próxima, que tocaba a rebato formando a la tropa en el patio de
armas, a la espera del jinete que había partido desde la atalaya
fronteriza para dar noticias concretas. Si la guarnición de la
fortaleza era suficiente para atajar el peligro, allí finalizaba el
sistema de señales y de alertas; en cambio, si el ataque o incursión
enemiga era de mayor envergadura, continuaban las señales entre torres
y alcazabas, y la galopada de relevos de los mensajeros hasta llegar a
la capital, a Granada, que era alertada por las señales de su torre
vigía más próxima.” (VIII)
Contexto y valoración:

La miscelánea de textos seleccionados de diferentes viajeros y


literatos tiene como objetivo contribuir a la explicación del peculiar
paisaje urbano de los Montes de Granada (sobre todo, los del sector
Occidental), que va unido al papel que jugó como frontera bajomedieval
entre los reinos cristianos y el reino nazarí de Granada.

Se muestran aquí los diferentes elementos de este paisaje


urbano, pudiéndose distinguir, por un lado, el emplazamiento elegido
para ubicar la red de fortalezas que originan los núcleos de 334
población. A continuación, su situación concreta dentro del medio
geográfico que las rodea. Y, finalmente, la imagen externa que
ofrecieron estas poblaciones.

Respecto al emplazamiento de las principales poblaciones de los


Montes, el texto I nos habla de la elección de lugares que sirvieran
de atalaya de vigilancia de los contornos y, al tratarse de un relieve
quebrado donde se suceden montes y valles: “Sus altos muros y torres
dominan todas las entradas y pasos de las montañas inmediatas”. El
texto III expresa que los Montes son “un paisaje custodiado por torres
vigías” y que sus “fragosas cumbres están coronadas de torres atalayas
musulmanas”. Al respecto, el texto V nos informa de que servían de
atalayas en una doble dirección: “guardan los pasillos de
comunicaciones, tratándose de fortalezas situadas por encima de los
ochocientos metros, de manera que observan las panorámicas no sólo de
los reinos cristianos sino de la Vega y la ciudad de Granada…”. El
texto IV rescata un aspecto menos conocido, como es la existencia de
una doble línea de fortalezas que protegía a la ciudad de Granada. Al
norte, “Los bastiones de Montefrio, Moclín e Íllora fueron la
cerradura potente del reino nazarí frente a las acometidas cristianas
desde Alcalá la Real…” y, al sur, en la zona de contacto con la Vega
“había otra línea fortificada exterior de ésta, defendida por las
fortalezas de las Villas. Asentadas junto a los escasos cursos de
agua”.

El segundo elemento explicativo del paisaje urbano es el


emplazamiento de cada núcleo poblacional. El texto VI menciona que
dicha localización “viene marcada por la orografía y la topografía del
lugar en el que se enclava. Ocupan un cerro elevado y amesetado,
situado entre arroyos, de fácil defensa y con un gran control
estratégico…”. El texto I describe cómo “Íllora, se ubica sobre una
alta peña, en medio de un espacioso valle, y con un encumbrado
castillo que señorea todo el país vecino…”, mientras que “Moclín está
situada sobre un alto cerro, por cuya base pasa un río que la protege,
mientras que el otro se cubre de un monte espeso”. Y el texto II
interpreta que todas estas poblaciones debieron ser “fortalezas
importantes, por llevar en la vertiente Oeste una cinta de fortines y
murallas bien manifiesta, por guardar restos visibles de una igual
obra de defensa en la vertiente oriental, y por los tajos inasequibles
que ofrecen a los otros rumbos”.

Un tercer elemento del paisaje urbano, resultante de la


condición de frontera formada por una red de de fortalezas defensivas,
es la imagen externa de estas poblaciones.

Al estar los castillos fundacionales sobre enhiestas peñas o


cerros, como indica el texto VII, “sus arrabales son casas apiñadas,
calles estrechas, sin salida a veces, callejuelas tortuosas,
auténticos laberintos que se adaptan a las curvas de nivel o rompen la
pendiente…”. En el lugar más eminente, donde estuvo la alcazaba
moruna, las características del tejido urbano son similares de una a
otra población. El texto II señala que “En el interior de las murallas
antedichas estuvieron el pueblo cristiano a continuación del islamita,
como edades superpuestas en la historia sin línea de separación…”. Y,
finalmente, el texto VI detalla cómo era este paisaje urbano: “Sus
murallas alternaban las torres circulares y cuadradas, según el estilo 335
nazarí… Dentro del recinto más alto estaban, la alcazaba y la
mezquita, que serán sustituidas luego por la Casa señorial y la
Iglesia Mayor; más abajo está la primitiva población y su cementerio
con su propio recinto amurallado… todas se abastecían con aljibes
propios, horadados en la roca…”.
Referente territorial: Los Montes. 336

Número y título de ficha: VI.6. Montes Occidentales (VI). Imagen de


conjunto e imagen interna de Montefrío.

Objetivo de la Catalogación: Paisaje sobresaliente y singular.

Referente paisajístico: Paisaje de dominante urbana.

Autor(es), obras(s) y fecha(s):

PEDREGOSA MEJIAS, RAFAEL J. La evolución de una villa nazarí de


frontera: Montefrío, pp. 73-103. Granada: revista del Centro de
Estudios Histórico del Reino de Granada, número 24. Año 2012 (I)

TORRES ALBA, ANTONIO. Cuadros retrospectivos de una devoción popular.


La Virgen de los Remedios en Montefrío. Badajoz: Tipografía Española,
1934 (II)

BERMÚDEZ-CAÑETE, FEDERICO. Retorno a Granada, pp. 134-135. Granada:


Editorial Ubago, 1989 (III)

OLMEDO, FERNANDO. Ruta de Washington Irving, pp. 78. Sevilla: Turismo


Andaluz, 1999 (IV)

MATEO PÉREZ, MANUEL. El Poniente granadino, la última frontera.


Coleccionable una Andalucía por descubrir. Diario el Mundo. 10 de
junio de 2010 (V)

TEXTOS SELECCIONADOS:
“El castillo de Montefrío ocupó un cerro elevado y amesetado, de fácil
defensa y con un gran control estratégico, situado entre arroyos.
Tendría dos claros recintos, el superior donde se situaría la alcazaba
y el inferior, ocupado por la villa. Y una muralla de cierre
construida en mampostería con un total de 6 torres de planta
semicircular y una de planta cuadrada. Cerca de las murallas hubo un
almacén o pósito que en caso de cabalgada cristiana serviría de
refugio de hombres, ganados, cereal y demás bienes. Y, en la zona de
las Erillas, el espacio dedicado a la trilla de las mieses.
Una vez que Montefrío fue conquistado y pacificado, se iniciaría una
gran expansión por la cara oriental del cerro, surgiendo los tres
barrios más antiguos. La antigua mezquita sería el lugar donde ahora
se levanta la iglesia de Diego de Siloé. Surgen las primeras casas
nobiliarias o solariegas que conviven con otras más sencillas y con
chozas de retamas. Se levantan edificios públicos -como el antiguo
Hospital, la Casa de Oficios o la ermita-, y las «tenerías» se llevan
al Sur del Arrabal, por el nivel de ruido e insalubridad derivado del
trabajo del curtido, tinte y trabajo de la piel. A mediados del siglo
XVII la parte alta de la villa se ha abandonado y se dedica a
cementerio. Proliferan en la parte llana, las casas solariegas y de la
nobleza montefrieña, que aún conservan los escudos heráldicos que
prueban su condición”. (I)

“Al franquear un puerto de montaña, el viajero se topa de pronto con


su asombrosa imagen, al pie de una peña tajada, formando un dramático
paisaje de aire romántico…Un pinar cubre la peña donde se asentó la 337
villa medieval, con la alcazaba en lo más alto, donde aún permanecen
resto de torres, lienzos de murallas, el aljibe…Al filo del cortado en
que se asienta, por inverosímil que parezca, se construyó el monumento
más llamativo de Montefrío, por su pureza de líneas, la Iglesia de
Diego de Siloé… Tiene la fuerza plástica de su limpio y geométrico
diseño y su potencia visual sorprende al visitante desde el primer
momento.
El casco del pueblo tiende una cinta blanca hacia abajo. Sus calles
onduladas y las casas descienden, a veces incrustándose en la roca,
hasta el llano, donde está la plaza mayor y las principales casas
solariegas.” (II)

“Montefrío sólo puede verse, aproximándose mucho a él, por hallarse


situado en un hoyo y escondido entre peñas al pie de la peña.
Debió ser pueblo pequeño, dado su reducido asiento, y tan humilde que
una buena parte de sus viviendas, tal vez serían chozas, como aún se
continúan; después debió crecer y levantar nuevas y mejores
habitaciones, y más tarde rompería las murallas, y se extendió por el
plano al Este, menos inclinado y pedregoso. Todavía está coronado por
el antiguo templo de la reconquista, que es una joya de arte
inexplicablemente abandonada. Dominan la población dicho templo y un
convento unido a él, ambos cercados de unos grupos de chozas. Bajando
se encuentran varias calles de casitas blancas recostadas en la
pendiente; en las partes declives hay un amplio conjunto irregular de
casas mayores alrededor de una rotonda y maciza iglesia. Vistas en su
conjunto las casas desde la altura, parecen enormes piedras rodadas y
situadas por la ley de gravedad, abajo las mayores, arriba las
pequeñas y entre ambas las medianas.” (III)
“Población de contrastes. El cerro piramidal donde se asienta es un
gran farallón calizo de gran valor defensivo, situado en el centro de
una pequeña depresión rodeada de cerros de olivares y tierra calma. Su
arquitectura popular es de menudos volúmenes, tejas morunas y
fachadillas deslumbrantes de cal. Contrasta vivamente con el edificio
cilíndrico de la iglesia de la Encarnación, imagen y símbolo del
pueblo.” (IV)

“Por la carretera que viene de Granada, aparece envuelto entre lomas


olivareras. Lo primero que se vislumbra es el peñón. En él, desde
mediados del XVI, se asienta la iglesia de la Villa. El castillo moro
y su ciudadela está hoy tapizado por un denso pinar que baja hasta las
llanezas. Este abultado pliegue, esta ola rocosa, es visible desde
cualquier calleja.
Lo más hermoso es encontrar en cada esquina la silueta amable del
templo tardo gótico de la Villa. Allá arriba, altiva y presumida,
sujeta fuertemente a las rugosidades ocres de la peña, la iglesia lo
otea todo.
El templo, proyectado por Diego de Siloé, imprime una elegancia que se
vuelve a repetir pueblo abajo. Montefrío es un pueblo colmado de
armonía. La populosa trama de sus calles estrechas y empinadas cobijan
en ocasiones casas señoriales que en siglos pasados tuvieron mucha
enjundia. El Ayuntamiento, por ejemplo, toma asiento en una casona
dieciochesca con una portada adintelada, rejas y balcones volados.
Montefrío es, en definitiva, pura geometría. Una figura geométrica de
quebradas aristas, envalentonados vértices, severas líneas y 338
dramáticos cuerpos enlazados por inexplicables leyes físicas. No caben
vacilaciones: es uno de los pueblos más evocadores y románticos de la
provincia de Granada.” (V)

Contexto y valoración:

Se han seleccionado cinco textos que describen los principales


elementos del paisaje urbano de la villa de Montefrío. Los textos nos
desvelan algunas de las inmanencias o permanencias del paisaje urbano,
tales como:

- El papel preponderante del cerro y su castillo en la imagen


externa de Montefrío. El texto II comenta que “Al franquear un
puerto de montaña, el viajero se topa de pronto con su asombrosa
imagen, al pie de una peña tajada, formando un dramático paisaje
de aire romántico…Un pinar cubre la peña donde se asentó la villa
medieval, con la alcazaba en lo más alto”. El texto V indica que
“Lo primero que se vislumbra es el peñón”.

- La originalidad de su caserío y callejero, dispuesto u ordenado -


escalonado en las laderas de una peña- desde lo más alto y
antiguo a lo más nuevo y llano. El texto II, viendo la panorámica
en picado de dicho paisaje urbano, nos indica que “Vistas en su
conjunto las casas desde la altura, parecen enormes piedras
rodadas y situadas por la ley de gravedad, abajo las mayores,
arriba las pequeñas y entre ambas las medianas”. Y el texto V
define este paisaje urbano global como “pura geometría. Una
figura geométrica de quebradas aristas, envalentonados vértices,
severas líneas y dramáticos cuerpos enlazados por inexplicables
leyes físicas”, considerándolo, por ello, “uno de los pueblos más
evocadores y románticos de la provincia de Granada…”.

- La condición focal de la Iglesia de Diego de Siloé dentro del


paisaje urbano. El texto II menciona que “la Iglesia de Diego de
Siloé tiene la fuerza plástica de su limpio y geométrico diseño y
su potencia visual sorprende al visitante desde el primer
momento”. El texto III señala que “Dominan la población dicho
templo y un convento unido a él”. El texto V señala que “Lo más
hermoso es encontrar en cada esquina la silueta amable del templo
tardogótico de la Villa. Allá arriba, altiva y presumida, sujeta
fuertemente a las rugosidades ocres de la peña, la iglesia lo
otea todo”.

- El contraste entre su arquitectura popular y sus principales


edificios religiosos y civiles. El texto IV comenta este
contraste entre “Su arquitectura popular de menudos volúmenes,
tejas morunas y fachadillas deslumbrantes de cal” y la iglesia
“oronda y maciza, de volumen cilíndrico”. El mismo contraste se
observa con el edificio del ayuntamiento, según indica el texto
V: “una casona dieciochesca con una portada adintelada, rejas y
balcones volados” y con “casas señoriales que en siglos pasados
tuvieron mucha enjundia”. El texto I habla también de “las casas
solariegas y de la nobleza montefríeña, que aún conservan los
escudos heráldicos que prueban su condición”.
339

Referente territorial: Los Montes.

Número y título de ficha: VI.7. Montes Orientales (I). Atributos


generales del carácter del paisaje.

Objetivo de la Catalogación: Caracterización del tipo de paisaje


provincial.

Referente paisajístico: Paisaje de dominante natural.

Autor(es), obras(s) y fecha(s):


DE ROJAS CLEMENTE RUBIO, SIMÓN (1777-1827). Viaje a Andalucía.
Historia Natural del Reino de Granada 1804-1809. Barcelona: Griselda
Bonet Girabert, 2002 (I)

MADOZ, PASCUAL. Diccionario geográfico estadístico histórico de la


provincia de Granada (1845-1850)(II)

PÉREZ, J.J. El Cerro del Mencal. Granada: Diario Ideal, 17 de julio de


2008. (III)

RODRÍGUEZ TITOS, JUAN. Los montes orientales. Granada: Diario Ideal,


En: www.degranada.net. 20 de diciembre de 2011 (IV)

RODRÍGUEZ TITOS, JUAN. Los montes de Guadix. Granada: Diario Ideal,


año 2012 (V)

TEXTOS SELECCIONADOS:

“Estos lugares son muy fríos y están muy altos…Las terreras de arcilla
se elevan a uno y otro lado de sus ríos y ramblas, y hacen barrancoso
a este país…El Cerro del Mencal ofrece panorámicas en las cuatro
direcciones. Estuvo pobladísimo de encinas y ahora lo está de esparto.
En él abundan los conejos y perdices.” (I)

“Su clima es extremado y frio en invierno, pues lo combaten los


vientos del norte. Montes, llanos y cañadas. En algunos terrenos 340
poblados de pinos carrascos, las dehesas de encinas y el monte bajo de
las cumbres de los cerros y de los llanos, cubiertos de atocha, romero
y esparto. Hay algunas liebres, perdices y conejos; muchas zorras, que
se guarecen en las rocas y bastantes lobos que llegan hasta los
pueblos.” (II)

“El Cerro del Mencal domina visualmente el centro norte de los Montes
Orientales. Es una de sus elevaciones más características y en sus
faldas se asienta el pueblo de Pedro Martínez. Las vistas de la Hoya
de Guadix y Sierra Nevada son impresionantes.
En la zona conocida como La Meseta y que cae sobre el valle que
describe en su curso el río Fardes afloran los dólmenes de esta
localidad. A más de 1.400 metros sobre el nivel del mar, la
Prehistoria se asoman a un paisaje dominado por el vuelo de los
buitres o las águilas reales. Aquí se asentaron las primeras
civilizaciones en la Península Ibérica. Hay una vasta necrópolis,
compuesta por numerosos dólmenes. Sus piedras hablan de la primera
presencia humana de la que se tiene conocimiento en estas tierras. Hoy
día atrae a jóvenes a los que les gusta la aventura del viento, para
practicar vuelo con motor, parapente…” (III)

“Sorprende esta tierra por la extensión inmensa de sus colinas


alomadas, como un mar ondulado, y por los llanos y los cerros que
quiebran la monotonía de ese suave oleaje.
Y sorprende la parcelación geométrica de los campos, tan clara, tan
plástica, como si hubiera sido dibujada con regla y lápiz…
El gozo de la naturaleza pura, el de la sencillez y el de la paz están
al alcance de la mano al recorrer, despacio, estos campos de lomas y
ramblas, que son la encarnación misma de la luz y del color.” (IV)
“Cierro los ojos y veo, cercana y limpia, la tierra alta de los
Montes. De inmediato, se desata mi nostalgia y se me va por esas lomas
de ensueño, libre, a desgranar espigas, a contar amapolas, a tomar el
fresco en la calle en las noches estivales, a mirar las estrellas y a
proyectar, con mi gente, un futuro digno para esta tierra. Lo sé: yo
tengo el corazón perdido en los Montes.
Es la meseta más alta de España, con campos despejados y abiertos,
bajo un cielo limpio y cercano, lo que le imprime un carácter
paisajístico claramente diáfano y tranquilo, que sosiega el ánimo.
Cualquier tiempo es buen momento para recorrer, despacio, estos campos
de lomas y ramblas, para comprobar que aún hay jilgueros que cantan
libres y fuentes que manan agua pura. Y para acercarse a esos pueblos
blancos, de gente amiga, en los que hay sencillos retazos de historia
y recoletos rincones de ensueño.” (V)
Contexto y valoración:

El territorio de los Montes Orientales, globalmente considerado,


presenta algunas características generales y comunes en lo que se
refiere a su paisaje, que se citan en los textos seleccionados.

Dos aspectos definen en grandes rasgos a este territorio: Su


clima extremado y su condición, como nos informa el texto V, de ser
“la meseta más alta de España”. En cuanto a su clima, los textos I y
II, escritos en la primera mitad del siglo XIX, nos hablan de “lugares
que son muy fríos y están muy altos…” y de que “Su clima es extremado 341
y frio en invierno, pues lo combaten los vientos del norte”,
respectivamente.

Un tercer aspecto que caracteriza a los Montes Orientales


granadinos es la predominancia del relieve alomado de los terrenos. Al
respecto, el texto IV los describe como “una extensión inmensa de
colinas alomadas, como un mar ondulado, y llanos y cerros que quiebran
la monotonía de ese suave oleaje”. La explicación científica se
encuentra en la emersión de espolones calizos, de mayor dureza, entre
terrenos de margas.

En cuarto término, el paisaje goza aquí de un cielo, o si se


quiere, una atmósfera limpia y despejada. A ello alude el texto V:
“campos despejados y abiertos, bajo un cielo limpio y cercano, lo que
le imprime un carácter paisajístico claramente diáfano y tranquilo,
que sosiega el ánimo.”

Finalmente, la percepción anímica del viajero que recorre estas


tierras es la de encontrarse en un lugar remoto, siempre poco poblado
y donde es posible entablar un diálogo con la naturaleza y los campos
circundantes, o con los habitantes de sus pequeñas poblaciones, que no
es posible ya en áreas más urbanizadas. El texto VIII lo expresa de
esta manera: “recorrer, despacio, estos campos de lomas y ramblas,
para comprobar que aún hay jilgueros que cantan libres y fuentes que
manan agua pura. Y para acercarse a esos pueblos blancos, de gente
amiga, en los que hay sencillos retazos de historia y recoletos
rincones de ensueño”.
Referente territorial: Los Montes.

Número y título de ficha: VI.8. Montes Orientales (II). El paisaje


agrario.
Objetivo de la Catalogación: Caracterización del tipo de paisaje
provincial.

Referente paisajístico: Paisaje de dominante agraria.

Autor(es), obras(s) y fecha(s):

HENRIQUEZ DE JORQUERA, ANTONIO. Anales de Granada. Paraíso español y


conquista de Granada por los esclarecidos reyes Don Fernando el V y
Doña Isabel, Reyes Católicos. Años 1588-1646 (I)

DE ROJAS CLEMENTE RUBIO, SIMÓN (1777-1827). Viaje a Andalucía.


Historia Natural del Reino de Granada 1804-1809. Barcelona: Griselda
Bonet Girabert, 2002 (II)

MADOZ, PASCUAL. Diccionario geográfico estadístico histórico de la


provincia de Granada (1845-1850) (III)

LÓPEZ SALINAS, ARMANDO. La mina. Barcelona: Editorial Destino, 1960


(IV)

BERMÚDEZ-CAÑETE, FEDERICO. Retorno a Granada, pp. 131. Granada:


Editorial Ubago, 1989 (V)

MARTÍNEZ PELÁEZ, AGUSTÍN. Torre Cardela: La cumbre de los montes 342


orientales. Maracena (Granada): T.G. arte, 1996 (VI)

RODRÍGUEZ TITOS, JUAN. Los montes orientales. Granada: Diario Ideal,


En: www.degranada.net. 20 de diciembre de 2011 (VII)

RODRÍGUEZ TITOS, JUAN. Los montes de Guadix. Granada: Diario Ideal,


año 2012 (VIII)

TEXTOS SELECCIONADOS:

“Es tierra de grandes labradores, con mucha cantidad de cortijos y


donde se consiguen buenas cosechas de trigo.” (I)

“Las vegas acogen cultivos como el maíz y el mijo, tras lo que se


siembra el cereal de invierno, trigo y cebada, que se da a las bestias
y vacuno, a las gallinas y a las palomas, no dejando de aprovechar sus
granos, e incluso sus excrementos que, una vez molidos, engordan a los
cerdos.” (II)

“Montes, llanos y cañadas, siendo éstas las más a propósito para la


labor (trigo, cebada y centeno), por ser su producción fija.
Esto no se verifica en los llanos, que son flojos y de poca
consistencia, ni en las cumbres de los cerros, por cuya razón están
destinados para pastos. Las hojas y pastos de monte bajo alimentan
ganados de cabras y ovejas. Hay algunas dehesas de encinas y monte. Su
bellota alimenta piaras de cerdos.
Sus ríos tienen poca agua, pero sus avenidas son temibles, porque,
desbordándose, ha entrado varias veces, e inundado lo principal de las
poblaciones, arrancando algunos edificios. Algunos pueblos tienen
alamedas y huertos arbolados, ya que sus aguas sirven para regar las
vegas y dar impulso a molinos harineros.” (III)

“Ante la mirada del hombre se extendían los campos ocres y


polvorientos, el paisaje cultivado a retazos, las hileras de olivos y
viñas que formaban largas calles entre el mar de trigo… Su ilusión,
como la de cualquier campesino, era que el Amo les diera en arriendo
algún baldío junto al Guadahortuna para sembrar trigo, cebolla y
tomate, o las tierras junto al monte, donde no había más que quemar la
jara y arrancar las piedras.” (IV)

“Las tierras, de poco rendimiento, son casi todas de secano. Llueve


poco… Entre la cordillera, con lisos tajos de piedra caliza, y el
pueblo, aparecen campos de cereal. Algunos están adehesados, con
encinas aisladas que dan sombra, sin estribar la labranza…hacia el
sur, al llegar a las inmediaciones de Sierra Harana, trigales,
almendrales y olivares se suceden y mezclan hasta el borde de los
montes, poblados aún de chaparrales.” (V)

“El imperio del cereal se tradujo en la presencia en el paisaje de


múltiples elementos que han ido desapareciendo en los últimos tiempos:
Molinos harineros en las cimas de los cerros mejor venteados y molinos
de cubo accionados por las aguas, las eras o trillas en cortijadas y
en las afueras de los pueblos, y la presencia ubicua de silos, hornos
y tahonas de pan dentro del caserío.” (VI)
343
“Campos de secano, dedicados –todavía– al cultivo de cereales y de
girasol. Hazas y más hazas de tierra en las que los árboles
sencillamente no existen o son una rareza excepcional.” (VII)

“Esta tierra, pese a ser de riguroso secano, ha sido generosa en


producción cerealista (trigo, cebada y centeno) y de legumbres
(lentejas, garbanzos, yeros y guijas). Fue sobre todo a mediados del
siglo XIX, con la roturación masiva de tierras para dedicarlas a este
tipo de agricultura, cuando evolucionó de forma rápida el crecimiento
de la población de estos pueblos. Al ser dominio del latifundio, se
trató especialmente de braceros que venían de otras latitudes porque
aquí había trabajo para ellos. Desaparecidas estas circunstancias vino
la emigración…
Hoy, no genera riqueza, por ejemplo, sembrar trigo en los blanquizales
de Pedro Martínez; en cambio sí puede ser rentable habilitar alguna de
las caras del Cerro Mencal para la práctica del ala delta y el
parapente. Se pueden hacer muchas cosas: explotaciones de canteras de
mármol, granjas cinegéticas con espacio para la caza, cerámica
artesanal, granjas escuelas, itinerarios rurales, casas rurales… Los
monumentales túneles del Cerro de las Bocas, en Morelábor, están
siendo parcialmente explotados con un criadero de setas. Pero sería
providencial que toda esa gran infraestructura se pusiera en
producción, bien ampliando la plantación de setas o champiñones, o
diversificando su uso y orientándolo hacia sectores económicos nuevos
como pueden ser unas bodegas de vino o un secadero de jamones.” (VIII)

Contexto y valoración:
El paisaje agrario de los Montes Orientales granadinos se
caracteriza desde el siglo XVII, como se observa en los textos
seleccionados, por el predominio del monocultivo de cereales.

No obstante, hasta bien entrado el siglo XX, el paisaje


presentaba una marcada dualidad, entre lo agrícola y lo ganadero-
forestal. Campesinos, pastores y recolectores (de las espigas de los
campos cultivados, del esparto del monte bajo o de las frutas
silvestres y setas del monte) compartían los usos y aprovechamientos
primarios del territorio.

En concreto, el texto III –escrito en 1845- menciona que “las


cañadas, eran las más a propósito para la labor -trigo, cebada y
centeno-”. En el extremo opuesto, las sierras estaban entonces
pobladas de bosque, más o menos cerrados, y monte bajo. Mientras que
los territorios intermedios entre ambas se ocupaban por dehesas
laboreables ocasionalmente, barbechos y algunas parcelas de campos
cerealistas, con largos descansos de los terrenos para que recuperasen
su fertilidad.

El predominio del cultivo de cereales caracteriza el paisaje


agrario desde los siglos XVII y XVIII, en el que se reparten las
grandes tierras entre unas pocas familias nobles, hasta mediados del
siglo XX, como nos informa el texto VIII: “Fue sobre todo a mediados
del siglo XIX, con la roturación masiva de tierras para dedicarlas a
este tipo de agricultura, cuando evolucionó de forma rápida el 344
crecimiento de la población de estos pueblos. Al ser dominio del
latifundio, se trató especialmente de braceros que venían de otras
latitudes porque aquí había trabajo para ellos. Desaparecidas estas
circunstancias vino la emigración…”.

El paisaje agrario de los Montes Orientales no ha ofrecido


siempre la misma imagen, la que menciona el texto IV, de “un mar de
trigo…”.

El texto II -escrito hacia 1806– nos informa de que existían


complejas rotaciones de cultivos a principios del siglo XIX,
destinadas tanto a regenerar los suelos como a asegurar la
alimentación humana y del ganado: “Las vegas acogen cultivos como el
maíz y el mijo, tras lo que se siembra el cereal de invierno, trigo y
cebada, que se da a las bestias y vacuno, a las gallinas y a las
palomas, no dejando de aprovechar sus granos, e incluso sus
excrementos que, una vez molidos, engordan a los cerdos”.

Este panorama sólo es parcialmente diferente al actual. La


superficie regada de los Montes Orientales, la más productiva aunque
siempre escasa, sigue caracterizándose por la presencia mayoritaria de
los cereales (como la avena, cebada, el trigo o el triticale) pero se
han introducido algunos cultivos oleaginosos (como el girasol) y
plantas forrajeras (como la alfalfa). Y, minoritariamente, por
producciones más recientes influidas por su proximidad al complejo
productivo jiennense (como el olivar).

Otra consecuencia del absoluto predominio del cultivo de


cereales en el paisaje tradicional ha sido la dispersión y frecuencia
de un conjunto de artefactos vinculados a su cultivo.
El texto VI menciona que existían numerosos “Molinos harineros
en las cimas de los cerros mejor venteados y molinos de cubo
accionados por las aguas, las eras o trillas en cortijadas y en las
afueras de los pueblos, y la presencia ubicua de silos, hornos y
tahonas de pan dentro del caserío”.

El texto VII menciona una última característica de este paisaje


agrario, como es la de ausencia de espacios de sombra de algunos
territorios: “Hazas y más hazas de tierra en las que los árboles
sencillamente no existen o son una rareza excepcional”.

Sin embargo, hay que matizar que la presencia de la altiplanicie


cerealista, debido a sus rendimientos, no siempre es rotunda en el
paisaje como en el pasado.

Las poblaciones de los Montes Orientales han emprendido una


estrategia de diversificación de cultivos, que puede ir cambiando el
paisaje agrario tradicional.

Ya es una realidad que en los terrenos en pendiente hayan ido


apareciendo otros cultivos leñosos (el olivar, el cerezo y el
almendro), en alternancia con las vaguadas y tierras llanas, donde
sigue imperando la tierra calma, que le dan mayor diversidad al
paisaje rural. Además, el texto VIII nos informa de que este camino
hacia la diversificación podría supone la progresiva implantación de 345
usos y aprovechamientos nuevos. En concreto, menciona “Los
monumentales túneles del Cerro de las Bocas, en Morelábor, están
siendo parcialmente explotados con un criadero de setas…se pueden
hacer muchas cosas: explotaciones de canteras de mármol, granjas
cinegéticas con espacio para la caza, ampliar la plantación de setas o
champiñones, o diversificar su uso y orientarlo hacia sectores
económicos nuevos como pueden ser unas bodegas de vino o un secadero
de jamones”.
Referente territorial: Los Montes.

Número y título de ficha: VI.9. Montes Orientales (III). El paisaje


urbano.

Objetivo de la Catalogación: Caracterización del tipo de paisaje


provincial.

Referente paisajístico: Paisaje de dominante urbana. 346

Autor(es), obras(s) y fecha(s):

MADOZ, PASCUAL. Diccionario geográfico estadístico histórico de la


provincia de Granada (1845-1850) (I)

LÓPEZ SALINAS, ARMANDO. La mina. Barcelona: Editorial Destino, 1960


(II)

BERMÚDEZ-CAÑETE, FEDERICO. Retorno a Granada, pp. 131. Granada:


Editorial Ubago, 1989 (III)

ALCÁNTARA, REBECA. La tranquilidad de Benalúa de las Villas. Granada:


Diario Granada Hoy, 18 de mayo de 2010 (IV).

PÉREZ, J.J. Pedro Martínez a bombo y platillo. Diario IDEAL, 7 de


agosto de 2010 (V)

REDACCION. Los montes orientales. Granada: Diario Ideal, En:


www.degranada.net. 20 de diciembre de 2011 (VI)

TEXTOS SELECCIONADOS:

“Pequeños pueblos situados en el centro de las cañadas, con casas de


tamaño reducido, que están cubiertas de teja moruna o chozas de
retamas, llamadas casas de chamiza, donde habitan los moradores más
pobres…
Las poblaciones tienen varias fuentes encañadas para surtido del
vecindario, lavaderos públicos y pósitos para almacenamiento de
granos…en sus cortijadas hay ermitas y oratorios públicos que sirven a
los labradores para oír misa.” (I)

“(Aldea del Guadahortuna) Al pie de la cordillera se apretaba el


pueblo. Un pequeño lugar de casas de adobe, apiñadas con una plaza en
el centro. La aldea, desde lo alto, parecía estar abandonada,
silenciosa, como muerta… Las casas del pueblo estaban llenas del olor
dulzón del estiércol y la jara al arder, del humo azul de las
chimeneas, el berreo de las ovejas y cabras, el relincho de los mulos,
el ladrar de algún perro o las pisadas de las mujeres que iban a la
fuente. Todos los ruidos familiares, y el sol y el viento…” (II)

“El pueblecito aparecía como dormido, con su caserío tradicional


blanqueado y sus calles estrechas donde se desconocía la prisa.” (III)

“(Benalúa de las Villas) En sus calles las viviendas, que se han ido
construyendo cada una al gusto de su propietario, no conforman una
imagen muy homogénea, pero paseándolas se siente la tranquilidad de
este pequeño rincón de la comarca de los Montes Orientales, el
silencio de los campos que lo rodean lo llena casi todo y ese ajetreo
al que se acaba acostumbrando la gente en las grandes ciudades, es
aquí casi inexistente. Los vecinos que barren el tranco de la puerta o
disfrutan de un paseo durante la mañana, son amables. El comercio no
es muy abundante y aún se pueden ver algunas de esas pequeñas tiendas
en las que se encuentra casi de todo, en las que los clientes paran no
sólo a comprar, sino también a saludar al propietario, ese que tiene 347
su vivienda encima y cuyos hijos se han criado subiendo y bajando la
escalera, de la tienda a la casa y de la casa a la tienda. En verano,
la época de fiestas, casi todos los que se han ido trasladando a otras
localidades vuelven a su pueblo para disfrutar.” (IV)

“(Pedro Martínez) Es un pueblo llano, con casas de poca altura, una o


dos plantas como mucho, y muy extenso. Cada puerta es la casa de un
vecino y sigue siendo un lugar de encuentro durante las noches de
verano. Los corros se reúnen a las puertas de las casas para disfrutar
del aire acondicionado natural que ofrece la brisa del cercano Cerro
Mencal. El pueblo se ha ido haciendo más pequeño, la mecanización de
la agricultura, le ha robado vecinos… Las fiestas mayores del pueblo
se celebraban a finales de septiembre, pero como en tantos otros
sitios los calendarios de los emigrantes obligaron a trasladarlas al
mes de agosto. La banda municipal tiene todo el protagonismo. En sus
orígenes era la Banda Espartera. Los músicos entonces ensayaban encima
de los burros cargados de esparto, porque aquí había mucho.” (V)

“¡Con qué facilidad se ven los pueblos de los Montes! ¡Y qué claros se
divisan, a lo lejos, desde cualquier parte! Asentados en espacios
abiertos –a excepción de Huélago, que se esconde en la cañada–,
ofrecen disfrutar, en la distancia, la blancura de sus casas.
Son pueblos de estructura castellana, con amplio espacio para calles y
plazas, y con casas sencillas provistas de corral. Pueblos que se van
modernizando, pero que conservan gran parte de las características
incontaminadas del pasado, que conservan iglesias antiguas y casas de
rancio abolengo, y que tienen rincones agradables en donde las gentes
hablan sin prisas. Pueblos en donde los vecinos se sientan al fresco,
en la calle, durante las noches de verano, para charlar y reír. Y sin
embargo, estos pueblos están vacíos en invierno porque no hay trabajo
en la zona, y esperan, ansiosos, que llegue el verano para que, como
las golondrinas, vuelvan los hijos del pueblo en busca de la
tranquilidad y la paz.” (VI)

Contexto y valoración:

La imagen externa de la mayoría de las poblaciones de los Montes


Orientales se diferencia de los del sector occidental, entre otros
aspectos, por su emplazamiento. Como nos dice el texto I están
frecuentemente “situados en el centro de las cañadas”. Sobre todo, si
son núcleos que, tras la conquista castellana sirvieron para repoblar
estas tierras.

Una segunda cualidad observable desde el exterior es que son


pequeñas poblaciones con una arquitectura baja y sencilla. El texto I,
que data de mediados del siglo XIX, menciona sus “casas de tamaño
reducido, que están cubiertas de teja moruna o son chozas de retamas,
llamadas casas de chamiza, donde habitan los moradores más pobres…”.
Un siglo más tardes, el texto II las retrata en los años sesenta del
siglo XX: “casas de adobe, apiñadas con una plaza en el centro”;
retrato que completa el texto III, al mencionar la pervivencia del
“caserío tradicional blanqueado y sus calles estrechas”. Uniendo dos
de los aspectos paisajísticos antes señalados, emplazamiento y
pervivencia del caserío tradicional, el texto VI resume así su imagen
externa: “¡Con qué facilidad se ven los pueblos de los Montes! ¡Y qué
claros se divisan, a lo lejos, desde cualquier parte! Asentados en 348
espacios abiertos… ofrecen disfrutar, en la distancia, la blancura de
sus casas.”

Respecto a su imagen interna, el texto VI considera que uno de


sus valores paisajísticos es que son “Pueblos que se van modernizando,
pero que conservan gran parte de las características incontaminadas
del pasado, que conservan iglesias antiguas y casas de rancio
abolengo…”.

No obstante, los textos que describen la imagen interna de las


pequeñas poblaciones de los Montes Orientales, no destacan
especialmente ni su arquitectura ni su monumentalidad, sino su
“ambiente” bucólico, tan diferente a las ciudades.

Esta percepción se encuentra ya en el texto II –en los años


sesenta- que se maravilla de que se trata de localidades
“silenciosas”; el texto III, escrito casi treinta años después, nos
habla de pueblos “dormidos, donde se desconoce la prisa”. Y los textos
contemporáneos reiteran que “el silencio de los campos que lo rodean
lo llena casi todo”; que en sus calles “se siente la tranquilidad”, y
que sus gentes “hablan sin prisas. Pueblos en donde los vecinos se
sientan al fresco, en la calle, durante las noches de verano, para
charlar y reír.”
349

Referente territorial: Los Montes.

Número y título de ficha: VI.10. Espacios de religiosidad popular en


Los Montes.

Objetivo de la Catalogación: Caracterización del tipo de paisaje


provincial.

Referente paisajístico: Paisaje de dominante urbana.

Autor(es), obras(s) y fecha(s):

CARDENAS, ANDRES. Carriles de silencio. 1981. Caja General de Ahorros


y Monte Piedad de Granada (CECA). Maracena. Granada. 1986 (I)

TORRES ALBA, ANTONIO. Cuadros retrospectivos de una devoción popular.


La Virgen de los Remedios en Montefrio. Badajoz: Tipografía Española,
1934 (II)
AVILA GARCÍA, JOSÉ. Montefrío. Años cuarenta. Madrid: Entrelíneas
editores. 2008 (III)

RODRÍGUEZ TITOS, JUAN. Los montes de Guadix. Granada: Diario Ideal,


año 2012 (IV)
MARTÍNEZ PELÁEZ, AGUSTÍN. Torre Cardela: La cumbre de los montes
orientales. Maracena (Granada): T.G. arte, 1996 (V)

RUIZ AMEZCUA, MANUEL. Vida y milagros del santo Custodio. Revista de


Folklore. Año 1984. Número 40. Edita Caja España (VI)

TEXTOS SELECCIONADOS:

“… entre sus gentes, la carencia económica y cultural hace que


prevalezca un singular forma de espiritualidad. A poco que uno se
adentre en este tortuoso territorio observará multitud de rasgos que
le dan al ambiente un cierto carácter mágico: desde las anudadas
retamas de los árboles para ahuyentar las malévolas intenciones del
diablo, los pequeños nichos y ermitas blancas edificadas junto al
camino, hasta la abundancia de fuentes y manantiales con propiedades
taumatúrgicas, nos adentran en un mundo de formas religiosas situado
entre el misterio esotérico y el misticismo más popular.” (I)

“(Algarinejo) Hay numerosas cruces repartidas por el término municipal


a las que se venera… y numerosas ermitas en los alrededores. El camino
que conduce a Priego de Córdoba, a la salida de la población, tiene
una pequeña ermita conocida como “Santita”, donde se celebra misa a
una imagen muy milagrosa de Nuestra Señora de los Dolores. Otra
pequeña ermita se encuentra a mitad de la cuesta del cerro Calvario,
bajo la advocación del Santo Cristo de la Vía Sacra. Desde esta ermita 350
al pueblo están colocadas las estaciones del Vía Crucis.” (II)

“(Montefrio) Las casas campestres tienen a la entrada una habitación,


llamada cocina, con gran chimenea de campana, donde guisar, comer,
estar y recibir, y en ninguna falta el cuadro con la estampa de la
Virgen de los Remedios, la remediadora…” (III)

“(Moreda) Hay nichos abiertos en las fachadas de algunas casas, con


imágenes y motivos religiosos, que dan testimonio de su papel
caritativo de antaño. Por otra parte, la cruz de piedra de las Eras,
cuyo pedestal lítico conserva las inscripciones grabadas originales y
que data de 1659.” (IV)

“(Torre Cardela) La devoción y una cantera cercana han hecho que, pese
a la modestia de la población, tenga un cementerio lujoso…las lápidas
son de mármol y se adornan con impresionantes imágenes escultóricas o
ricos y labrados panteones y jardineras.” (V)

“(Deifontes) Oleadas de incautos y desechados por la ciencia médica se


arremolinan en torno a los santuarios de los iluminados, de la saga de
santones que ha anidado en los Montes Orientales, entre las provincias
de Granada y Jaén…
El Santo Custodio, sucesor del santo Aceituno,… lo mismo arreglaba
pleitos de lindes con soluciones salomónicas, que predecía catástrofes
matrimoniales… Las tumbas del mítico Aceituno, del santo Custodio o el
santo Manuel… tienen la propiedad de curar cojeras de toda la vida y
congénitas descomposiciones de vientre; la de la Santa Piedad… cura
insomnios y tics nerviosos… Todas las viejas del lugar guardan entre
sus flácidos pechos la fotografía plastificada del santo Custodio y
como reliquia un cofrecillo con tierra de la sepultura.” (VI)
Contexto y valoración:

Los Montes de Granada, además de su paisaje natural, agrario o


urbano, constituyen el más notable ejemplo de la provincia de Granada
de la profusa aparición de espacios de religiosidad popular.

Estos espacios de religiosidad popular tienen múltiples


manifestaciones, que se pueden agrupar en dos bloques: Las amparadas
por la Iglesia católica, y las de los santones y curanderos populares.

Los espacios de religiosidad popular católicos en sentido


estricto presentan una gran variedad. La manifestación más
espectacular, en lo artístico y visual, son las grandes iglesias
renacentistas que dominan poblaciones importantes como Illora o
Montefrío.

Pero hay, además, un sinfín de otras manifestaciones más


modestas pero no menos singulares.

Dos de ellas son la profusión de cruces de piedra y ermitas


dispersas por sus términos municipales y, especialmente, en los
alrededores de las poblaciones, con una misión de “sacralizar” los
lugares de vida cotidiana de sus habitantes.

El texto II cita en Algarinejo que: (“Hay numerosas cruces 351


repartidas por el término municipal a las que se venera… y numerosas
ermitas en los alrededores”).

Una tercera es la presencia ubicua de las imágenes patronales en


el disperso y abundante hábitat rural.

El texto III describe que en el término municipal de Montefrío


era común hasta mediados del siglo XX que: (“Las casas campestres
tienen a la entrada una habitación, llamada cocina, con gran chimenea
de campana, donde guisar, comer, estar y recibir, y en ninguna falta
el cuadro con la estampa de la Virgen de los Remedios, la
remediadora…”).

Una cuarta expresión de esta honda religiosidad popular es la de


la arquitectura mortuoria.

El texto V cita, por ejemplo, para el municipio de Torre


Cardela, la magnificencia de su cementerio municipal: (“La devoción y
una cantera cercana han hecho que, pese a la modestia de la población,
tenga un cementerio lujoso…las lápidas son de mármol y se adornan con
impresionantes imágenes escultóricas o ricos y labrados panteones y
jardineras”).

Hay otros espacios de religiosidad popular que han sido


tolerados, pero están al margen de la Iglesia oficial. Se trata de las
viviendas y tumbas de una saga de santones y curanderos populares.

El texto VI cita al respecto que: (“Oleadas de incautos y


desechados por la ciencia médica se arremolinan en torno a los
santuarios de los iluminados, de la saga de santones que ha anidado en
los Montes Orientales, entre las provincias de Granada y Jaén…”).

352
VII - ALPUJARRAS Y VALLE DE LECRÍN.

353
Referente territorial: Alpujarras y Valle de Lecrín.

Número y título de ficha: VII.1. Alpujarra Alta (I). Visiones del


carácter del paisaje hasta finales del s. XX.

Objetivo de la Catalogación: Caracterización del tipo de paisaje


provincial.

Referente paisajístico: Paisaje de dominante natural.

Autor(es), obras(s) y fecha(s):

HURTADO DE MENDOZA, DIEGO. Guerra de Granada hecha por el Rey de


España Don Felipe II contra los moriscos de aquel reino, sus rebeldes.
(1568-1570). Madrid: Biblioteca de Autores españoles, 1970 (I)

RULFO, JUAN. La Austriada (1584). Madrid: Biblioteca de Autores


españoles, 1966 (II)

CALDERÓN DE LA BARCA, PEDRO. Amar después de la muerte o el tuzaní de


la Alpujarra (1659). Madrid: Biblioteca de Autores españoles, 1957.
(III)

NAVARRO, JUSTO. El país perdido. La Alpujarra en la guerra morisca.


Sevilla: Fundación José Manuel Lara, 2013 (IV)
354
ALARCÓN, PEDRO ANTONIO. 1874. La Alpujarra. (1872), pp. 128, Granada:
Editorial Don Quijote, 1991 (V)

FERNÁNDEZ MARTÍNEZ, FIDEL. Sierra Nevada. Barcelona: Editorial


Juventud, 1936 (VI)

BRENAN, GERALD. Al sur de Granada (1957). Madrid: Editorial Siglo XXI,


1976. (VII)

MEDINA, TICO. España por el talle, pp. 112, Madrid: Editorial Azur,
1972 (VIII)

TEXTOS SELECCIONADOS:

“Montaña áspera, valles al abismo, sierras al cielo, caminos


estrechos, barrancos y derrumbaderos sin salida…” (I)

“Fría montaña, peñascosa y dura,/ en valles honda, en cerros


eminente,/dispuesta para engaños y celadas,/motines, asechanzas y
emboscadas.” (II)

“La Alpujarra (aquesa sierra/que al sol la cerviz levanta,/y que


poblada de villas,/es mar de peñas y plantas…/Esta austral águila
heroica,/es la Alpujarra, ésta/es la rústica muralla,/es la bárbara
defensa/de los moriscos, que hoy,/mal amparados en ella,/ africanos
montañeses/restaurar a España intentan./Es por su altura
difícil,/fragosa por su aspereza,/por su sitio inexpugnable/e
invencible por sus fuerzas.” (III)
“La Alpujarra, con más de cuatro mil telares moriscos, controlaba el
mercado de la seda. Vergel y tierra escarpada, era un país incitante y
a la vez hermético, encastillado en la naturaleza y con prestigio de
irreductible frente a los invasores prerromanos, romanos, godos o
árabes.” (IV)

“Allá arriba, donde un perpetuo frío achica los robles, las encinas y
los castaños, se crían el liquen de Spitzberg, la sabina de Noruega,
el quebrantapiedras de Groenlandia y los sauces herbáceos de Laponia.
Más abajo, donde los castaños y encinas se agrandan, aparecen los
cerezos y manzanos silvestres... se produce la salvia, una manzanilla
especial, la mejorana...y otras plantas aromáticas y alpinas…” Luego
siguen los morales, los fresnos y las higueras; después los olivos,
las vides y los granados; a continuación los naranjos y limoneros… Y,
por último, la africana pita, la higuera chumba, el plátano de América
y la palmera de los desiertos de Arabia. Añadid a esto, en ordenada
progresión, todos los demás frutales, flores, semillas y cereales de
las tres zonas en que se divide la tierra.” (V)

“La Alpujarra no es más que un desierto de montañas, sembrado de


frecuentes oasis. Se sale del lecho florido de un río y se empiezan a
subir lomas áridas y ásperas. Un poco más allá, hermosas alamedas,
oscuros olivares, agua abundante, rientes naranjos…” (VI)

“Frente a mí se extendía un ancho panorama de montañas, valles, aldeas


355
y, a lo lejos, el mar, como un fotograma de maravillas del mundo en un
libro infantil de geografía… Tras la casa se elevaba suavemente la
montaña, en escalones de bancales cultivados, mientras que a mis pies
se desplegaba la aldea…” (VII)

“Junto con el paseo de Las Cañadas hasta la cima de la Orotava en


Tenerife, éste es el paseo de la nieve al sol más increíble de
Europa…” (VIII)

Contexto y valoración:

Es uno de los paisajes de referencia en la provincia de Granada,


por el gran número de citas literarias y de viajeros. Sin embargo, su
conocimiento es muy escaso hasta el siglo XVI. Entonces, como
consecuencia de la rebelión de los moriscos, se pone de moda como país
literario. Moda que se ha prolongado hasta nuestros días.

La visión del paisaje de la Alpujarra morisca (siglos XV y XVI)


estará condicionada por razones geoestratégicas, como es la obstinada
rebeldía de los moriscos que aún permanecen en esta comarca tras la
conquista castellana. De ahí que las Alpujarras sean calificadas en
dicha época con adjetivos como “tierra rencillosa y pendenciera”,
“borrascosa”, “indomable” o “fortaleza de monfíes”.

Los textos I al IV se refieren a la Alpujarra como ese


territorio mítico y legendario, escenario de exilios y batallas,
último escalón hacia la mar y África,

Los siglos XVII y XVIII continuarán apoyándose en las crónicas


de la conquista de este territorio a los moriscos y su posterior
repoblación cristiana, sin aportar una visión renovada de sus paisajes
y gentes.

Esta tendencia se rompe durante el siglo XIX. Entonces,


escritores granadinos como Pedro Antonio de Alarcón y Fidel Martínez
publican sendos libros sobre sus viajes a la Alpujarra, renovando la
visión clásica antes mencionada.

Se impone ahora una percepción de este territorio alpujarreño


como paisaje natural y agrario de una singular diversidad procedente
del es escalonamiento de microclimas que van desde el alpino al
tropical. Paisaje que acuña la frase ya tópica: “Es como un paseo del
Polo al Trópico” en pocos kilómetros, que se repetirá después en
tantas guías turísticas contemporáneas.

En el primer tercio del siglo XX la Alpujarra se pondrá de moda


por primera vez, por su estilo de vida alternativo, como hogar de
artistas y escritores extranjeros y, más tarde, nacionales. Fue
gracias a la iniciativa pionera del escritor Gerald Brenan, que
encontró en sus pueblos argumentos para construir algunos de sus
mejores libros. En él se compara el modo de vida más auténtico, las
costumbres y la paz que proporciona el ambiente de las pequeñas
poblaciones alpujarreñas, con el ambiente anónimo, artificial y
aristocrático del barrio londinense de donde prevenía el autor inglés.

En relación con el paisaje natural y agrario, Don Gerardo no se 356


queda en la observación impresionista de autores como Pedro Antonio de
Alarcón, sino que busca expresar las emociones y pensamientos de un
“paisaje vivido”. Y, en este sentido, opinaba que el paisaje
alpujarreño era “como un fotograma de maravillas del mundo en un libro
infantil de geografía”.
Referente territorial: Alpujarras y Valle de Lecrín.

Número y título de ficha: VII.2. Alpujarra Alta (II). Visiones del


carácter del paisaje desde finales del s. XX.

Objetivo de la Catalogación: Caracterización del tipo de paisaje


provincial.

Referente paisajístico: Paisaje de dominante natural. 357

Autor(es), obras(s) y fecha(s):

PUÉRTOLAS, ANA. Madrid: Tierra de moriscos. Diario El País, 26 de


junio de 1983 (I)

GARCÍA MORALES, ADELAIDA. El silencio de las sirenas (1979-1980).


Barcelona: Editorial Anagrama, 1985 (II)

VARGAS, ADOLFO. Viajeros por el Sur, pp. 36, Sevilla: Portada


editorial, 1995 (III)

BLANCO PRIETO, FRANCISCO. La Alpujarra. Notas de un viaje. Librería


Cervantes. Salamanca. 1991 (IV)

RUIZ CASADO, JUAN MANUEL. Viaje a la Alpujarra. El tesoro de Sierra


Madre. Madrid: Revista sobremesa. Número 55, 1992 (V)

IZQUIERDO, FRANCISCO. Altanería de la naturaleza. Granada:


Coleccionable “Tu Tierra, Tu Gente. Diario Ideal. Granada. 1996 (VI)

MATEO PÉREZ, MANUEL. La Alpujarra. Diario El Mundo, 23 de enero de


2013 (VII)

RUÍZ ALMODOVAR, MIGUEL. Salvar el paisaje alpujarreño. Granada: Diario


Ideal. 16 de mayo de 2003 (VIII)

RUÍZ ALMODOVAR, MIGUEL. La Alpujarra, justo al lado del cielo. Diario


El País, 23 de julio de 2003 (IX)
TEXTOS SELECCIONADOS:

“Las sierras -Nevada y de la Contraviesa- colocadas de forma paralela,


frente a frente, y el mar llega hasta aquí con olores mediterráneos
impregnados de retamas florecidas.
Los pueblos de la Alpujarra, blancos, hechos de cubos escalonados en
las laderas de sierra Nevada, se han mantenido intactos, rodeados de
los mismos bancales con que domesticaron los montes aquellos colonos
árabes que se instalaron en estas abruptas tierras en el siglo X.
Por aquel entonces, las colinas cultivadas de la Alpujarra estaban
pobladas de moreras, inaugurándose el comercio de la seda, que traería
riqueza a estas poblaciones durante siglos. Hoy, olivos, naranjos y
todo tipo de frutales anuncian siempre la proximidad de las zonas
habitadas…en el monte, los pinos y castaños alternan con los
almendros, las higueras y otros frutales.” (I)

“Al entrar en la Alpujarra tuve la impresión de cruzar una frontera


precisa y de penetrar en un mundo extraño que se volvía hacia sí
mismo, encerrado en la quietud intemporal. Multitud de pueblecitos se
escondían entre silenciosas cordilleras, indiferentes a ese otro mundo
que quedaba fuera, lejano y confuso…” (II)

“Es sobrecogedora la presencia de la naturaleza, con sus


impresionantes picachos, fuertes pendientes, barrancos y cortados,
ramblas, encajonados valles, profundos tajos, que apabullan al
espectador.” (III) 358

“Un paisaje que tiene en los ruidos de la naturaleza su música


permanente: el piar de los pájaros o el zarandeo de las copas de los
árboles movidos por el viento que peina constantemente la sierra...
pero es el fragor del agua... el rumor que asalta al visitante de
manera más inesperada, como una melodía que se interrumpe
constantemente para surgir en otro punto…” (IV)

“Tierra de alternancias, cambios y contrastes, donde conviven alegres


arroyos con ramblas secas. Altivas cumbres y profundos barrancos.
Reconfortantes verdores y grises melancólicos. Anchos valles y
violentas escarpaduras. Pedregales y cultivos. Secanos y riberas…” (V)

“La cercanía a la ciudad de Granada y a La Alhambra, el no menos


curioso trazado de estos pueblos, la atracción que generan los mitos
románticos en relación con los moriscos y, sobre todo, su
emplazamiento prodigioso… han atraído en pocos años turistas de toda
Europa que recorren gustosos las calles de tiendas, compran jarapas y
motivos de cerámica, beben aguas de fuentes en la que algún azulejo
asegura sus propiedades curativas, y consumen en bares cuyas cartas de
productos figuran en tres y cuatro idiomas…
Todo se construye para generar el atractivo de una postal turística,
un sentimiento de incomodidad y decepción sobreviene cuando se
comprueba que los efectos del turismo han invadido la vida cotidiana
de estos pueblos casi en su totalidad, hasta el punto que sólo se deja
ver en el esfuerzo de una mujer que tiende la ropa al atardecer o en
la labor de los campesinos que reconducen el agua de las acequias para
que se sacien las plantas más secas.” (VI)
“Paisajes bucólicos más propios de tierras del norte que de una región
adscrita al simbolismo del sol permanente…” (VII)

“La salvación de este paisaje debe pasar siempre por el conocimiento


histórico y geográfico de cada uno de sus pueblos, de la conservación
de sus fiestas y tradiciones, del estudio de sus costumbres más
antiguas y la rehabilitación y el respecto de la vejez como enseñantes
naturales entre los más jóvenes... por el mantenimiento y cuidado de
su agricultura, y arquitectura vernácula, con especial consideración a
la recuperación de sus acequias y de sus comunidades de regantes,
auténtico tejido social que hizo posible lo que nos ha llegado hasta
la actualidad.” (VIII)

“Existe la creencia exagerada y utópica de que el alpujarreño es por


naturaleza un ser inteligente y sabio, si bien lo que acontece es sin
duda una simple confusión con esa manera de vivir antigua, hoy extraña
en el mundo moderno por auténtica: la de sujetar nuestra conducta y
acciones al pensamiento, y más en concreto a nuestras palabras. En los
años cincuenta el etnólogo y arqueólogo suizo Jean-Christian Spahni,
tras varios meses entre nosotros reconocería haber encontrado aquí
arriba, justo al lado del cielo, ese silencio benefactor, que tanto se
parece o asemeja, a la felicidad. Sírvanos estas palabras como aviso y
recomendación a los muchos visitantes y emigrantes retornados de que
respeten y preserven, no sólo el paisaje de la Alpujarra, sino también
el paisanaje, la dignidad de un pueblo, al que todavía es posible
oírle latir el corazón, tesoro éste sin el cual de poco o nada sirven 359
las panorámicas.
Así como sírvanos también para recordarles a todos, principalmente a
los gobernantes, de que la solución y porvenir de la Alpujarra debe
pasar siempre por el conocimiento histórico y geográfico de cada uno
de sus pueblos, la conservación de sus fiestas y tradiciones, el
estudio de sus costumbres más antiguas y la rehabilitación y respeto
de la vejez como enseñantes naturales de los más jóvenes, única manera
de recuperar la identidad y diferencias que les son propias,
permitiendo de esa forma frenar o impedir el exterminio aniquilador
que le amenaza…” (IX)

Contexto y valoración:

Durante la segunda mitad del siglo XX y las primeras décadas del


siglo XXI la Alpujarra ha continuado siendo lugar de retiro de
literatos e intelectuales. Por ejemplo, la escritora pacense Adelaida
García Morales ganó en el año 1985 el Premio Herralde con su novela El
silencio de las sirenas. Al respecto, esta autora comentaba en una
entrevista que en la Alpujarra “no te sientes como en Madrid, una
ciudad que te agrede, sino que te encuentras en armonía con el
paisaje, y te parece que el paisaje es el exterior de tu interior”.
Treinta años antes, el etnólogo y arqueólogo suizo Jean-Christian
Spahni, tras varios meses de estancia, decía haber encontrado en esta
tierra “ese silencio benefactor, que tanto se parece o asemeja, a la
felicidad”. Más tarde, Chris Stewart, batería del grupo británico de
rock Génesis, continuará esta tendencia.

De manera paralela a su puesta de moda como destino turístico,


la imagen externa de la Alpujarra ha ido enriqueciéndose. Así, hay
quien ve “sobrecogedora la presencia de la naturaleza”, y quién dentro
de ella se queda con los “ruidos de la naturaleza alpujarreña, su
música permanente: el piar de los pájaros o el zarandeo de las copas
de los árboles movidos por el viento que peina constantemente la
sierra, el fragor del agua…”, o un “paisaje bucólico más propio del
norte de Europa.”

En los años noventa, tras su explosión como destino turístico,


hay escritores granadinos, como Francisco Izquierdo, que han alertado
sobre el riesgo de la pérdida de las señas de identidad del paisaje
tradicional alpujarreño. En concreto, señala como “los efectos del
turismo han invadido la vida cotidiana de estos pueblos casi en su
totalidad, hasta el punto que sólo se deja ver en el esfuerzo de una
mujer que tiende la ropa al atardecer o en la labor de los campesinos
que reconducen el agua de las acequias para que se sacien las plantas
más secas.” Más recientemente, Miguel Ruíz Almodóvar ha continuado
esta línea de pensamiento, como se pone de relieve en los textos XV y
XVI, donde se vincula la “manera de vivir antigua” del alpujarreño con
su paisaje y el paisanaje tradicional, que, por tanto, debiera ser
defendido y preservado a toda costa.

360

Referente territorial: Alpujarras y Valle de Lecrín.

Número y título de ficha: VII.3. Alpujarra Alta (III). El paisaje


agrario.

Objetivo de la Catalogación: Caracterización del tipo de paisaje


provincial. Alpujarra granadina.

Referente paisajístico: Paisaje de dominante agraria.

Autor(es), obras(s) y fecha(s):

HURTADO DE MENDOZA, DIEGO. Guerra de Granada hecha por el Rey de


España Don Felipe II contra los moriscos de aquel reino, sus rebeldes.
(1568-1570). Madrid: Biblioteca de Autores españoles, 1970 (I)

CALDERÓN DE LA BARCA, PEDRO. Amar después de la muerte o el tuzaní de


la Alpujarra (1659). Madrid: Biblioteca de Autores españoles, 1957
(II)

RUBIO, ANTONIO. Del mar al cielo. Crónica de un viaje a Sierra Nevada.


(1881). Granada: Instituto de Estudios Almerienses- Caja General de
Ahorros de Granada, 1994 (III)
REIN, JOHANESS JUSTUS: Aportación al estudio de Sierra Nevada (1899),
pp. 194. Granada: Caja General de Ahorros de Granada, 1994 (IV)
BRENAN, GERALD. Al sur de Granada (1957). Madrid: Editorial Siglo XXI,
1976 (V)

SERMET, JEAN. La España del Sur, pp.127, Barcelona: Editorial


Juventud, 1958 (VI)

APARICIO, JUAN. Banco y bancal. 16 de octubre de 1964. Coleccionable


Cartas desde la Penibética. Barcelona: Diario La Vanguardia. Años 1964
a 1967 (VII)

IZQUIERDO, FRANCISCO. El apócrifo de la Alpujarra Alta. Madrid:


Editorial Azur, 1969 (VIII)

BOSQUE MAUREL. Granada, la tierra y sus hombres. Granada: Diputación


de Granada, 1971 (IX)

SOMME PÉREZ-GALDÓS, JACOBO. La Alpujarra. Granada: Grafisur, 1996 (X)

CUERDA, JOSÉ. La Andalucía del Mediterráneo. Ediciones del Serbal.


Barcelona. 1998 (XI)

TEXTOS SELECCIONADOS:
361
“Tierra estéril y áspera de suyo, donde hay vegas; que con la
industria de los moriscos es tratable y cultivada, abundante de
frutos, cría de seda y ganados… Montaña buena para ganados, caza y
pesca, aunque en algunas partes falte agua.” (I)

“La Alpujarra tiene lugares donde apacientan / gran cantidad de


ganados; / si bien los más se sustentan / más que carnes, de frutas /
ya silvestres o ya secas, / o de plantas que cultivan, / porque no
sólo a la tierra, / sino a los peñascos hacen / tributarios de la
yerba; / que en la agricultura tienen / del estudio, tal destreza, /
que a preñeces de su azada/hacen fecundas las piedras.” (II)

“Al frente, la cortina de la Sierra que llega a engastarse en el


cielo; sus vertientes están plantadas de bosques o salpicadas de
extensos abancalados, cuya variedad de matices los hace tan
encantadores. Manchas de un verde oscurísimo, cuadros pajizos que
revelan la madurez de la mies, embutidos unos en cuadros de flores
blancas, contorneados otros por las líneas anaranjadas de mieses a
medio granar, o por el verde esmeralda de otras en estado de
crecimiento.” (III)

“El cultivo de los campos es posible gracias sobre todo al riego


artificial. El cultivo comienza con los sembrados de patatas y
centeno, a más de 2000 metros de altitud, de los que las primeras
alcanzan su madurez a los once meses, y acaba con la batata y la caña
de azúcar del sur. La producción de fruta y frutos secos aumenta de
norte a sur e incluye desde las cerezas, moras, castañas y nueces, que
se cultivan a 1.600 metros de altitud, hasta una gran variedad de
frutos subtropicales que se cultivan junto a la costa. Existe un gran
contraste entre las lomas, por un lado, secas y castigadas por el sol,
y las verdes tierras de cultivo y los fértiles valles por otro.” (IV)
“La naturaleza del terreno alpujarreño estimuló la práctica
civilizadora del regadío, pues estos suelos en estado natural son casi
estériles, pero abancalados, desmenuzados y regados, resultan
particularmente fértiles.” (V)

“Hay algo de conmovedor en ver entregarse así el hombre a la montaña.


Más de 100.000 almas pueblan la Alpujarra… ¡Qué espléndido espectáculo
esos miles y miles de bancales brillando con todos los matices del
verde en la falda de la sierra¡ ¿Y hay en Andalucía frondas más
tupidas de árboles frutales? ¡Cantares de los trabajadores, de los
arrieros en los caminos de las mujeres en las fuentes ¡Ruidos humanos
fundidos en un vasto rumor que es como un símbolo del trabajo en este
suelo donde los hombres se esfuerzan por no perder nada.” (VI)

“El ascético agricultor de la Penibética resumía su existencia en el


interior del perímetro reducido de su bancal… en los linderos de
aquella especie de huerto familiar, que producía espigas candeales,
hortalizas, patatas y panizo. El bancal era como un arca sagrada de
cuyo fondo se podía extraer de todo. El bancal, trozo de tierra de
regadío, condensación de la propiedad con agua, se contraponía al
terrajo de los secanos, que era un cultivo más extensivo y esporádico,
un desolado cultivo sin árboles, luego que se talaron las encinas y
aún no ha brotado la repoblación forestal del Estado. Porque el bancal
se adornaba en sus lindes con olivos, algún morisco moral y alguna
bíblica higuera, bajo cuyas ramas el permanente y perpetuo cultivador 362
del bancal fumaba sus cigarros y extendía sus siestas. Ahora en la
Penibética se va desvalorizando el bancal, el banco agreste de los
campesinos alpujarreños…y la juventud se destierra voluntariosamente
de este exiguo patrimonio penibético.” (VII)

“La Alpujarra Alta es un monumento del agua, ya que es el primer


protagonista del paisaje. Y, por ello, de las tendencias del paisaje.
El agua es como una bestia de labor; ha habido que llevarla corta y
arrearla de continuo… Agua semental con prisas por cubrir los
labrantíos, agua salvaje aun dentro de la acequia, enfurecida y
renacentista, agua sin jinete, pero atentamente custodiada y dividida.
La Alpujarra Alta es una máquina fontanera que mueve a los hombres,
que los mantiene en vigilia cuando toca, que los enreda en sus
exigencias cuando falta, que los mantiene a golpe militar según
fechas…
El alpujarreño necesitó edificar una montaña entera para labrar la
décima parte. Las paratas son falsos escalones a los que el agricultor
ha puesto calzos de piedra, calzos que deben ser fortalecidos cada
cosecha, afirmados constantemente.
El agua, con doble personalidad, es enemiga tenaz de la tarea
arquitectónica del labrador, rompe las amarras de los canales, socava
las contenciones, rinde las zagas de los árboles de raíz, inunda las
sementeras, etc., pero juntamente se hace buena inyectando el bancal y
vivificando cuanto recorre.
La cultura labriega de los campesinos alpujarreños guarda toda una
apariencia primitiva, es una cultura de manos, de herramientas no
mecánicas, tenazmente excluidas por la inclinación de los suelos, por
la roquedad y por la bravía rotación de los ciclos de cultivos…
Todos estos repartimientos de montaña poseen árboles frutales, en
algunos casos para la probanza o un gasto de fiesta, y en muchos
sitios con un solo ejemplar, para no echar en falta. Así se aparean
los perales con el cerezo, los manzanos con el durazno, la serba con
los ciruelos y el guindo con los priscos. Arboles de enjundia son el
nogal y el castaño. Para el adorno jamás faltan, en el huerto o en los
emparrados, la celinda, el jazmín y los rosales…
No puede haber en el mundo lugar más vivido y transitado, que los
alpujarreños siempre andan fuera, en el bancal, en los caminos, hacia
las fuentes con sus cántaras, sobre las bestias, tras las piaras,
adivinando los cambios del Cielo, etc. Toda la Alpujarra es un ir y
venir, gentes de improviso, canciones en la profundidad de las
quebradas, golpes de hacha…
Toda la sierra ha sido convertida en pirámides semejantes a los
templos aztecas…que han creado un verdadero mosaico de labores. El
bancal posee un aspecto siempre diverso. Junto a la besana de las
habichuelas andan las simienzas del trigo o los tubérculos; en los
bancales de fruta, por sus regueros, el forraje; junto a los surcos de
cereal negro las viñas.” (VIII)

“Dos terceras partes de la comarca están libres de la impronta


campesina, ocupados mayoritariamente por monte bajo y eriales. De lo
cultivado, tres cuartas partes son secanos, repartidos entre los
cereales y la arboricultura mediterránea (almendros, higueras, olivos
y vides) y de montaña (algarrobos, castaños, nogales,…). Sólo una muy
pequeña parte corresponde a los oasis regados. Eso sí, muy dispersos y
aislados en huertas de origen medieval. En ellas, junto a las
hortalizas, hay árboles frutales que no suben más allá de los 1.200 363
metros y otros que dominan más arriba como castaños, cerezos y
manzanos.” (IX)

“Sus habitantes han conseguido una perfecta adaptación al medio,


aprovechando los diferentes niveles para cultivos diversos: viñedos,
almendros e higueras; cereales, hortalizas o frutales. Para ello, han
formado terrazas escalonadas o bancales, donde la tierra se dispone
manualmente, y una ingeniosa red de regadío. Y, dividiendo la tierra
en pequeñas parcelas en que se cultiva casi de todo, han logrado
autoabastecerse y, a la vez, aminorar los riesgos del clima.” (X)

“En la época nazarita la Alpujarra se convirtió en un vergel, cosa


que, teniendo en cuenta la fragosidad del terreno, sólo pudo
conseguirse a base de mucho esfuerzo, ingenio y entusiasmo. Las
laderas se aterrazaron y se cubrieron de bancales alimentados por una
eficiente red de canales de riego, se plantaron olivos, vides,
cítricos y una gran variedad de frutales, y el cultivo de la morera se
generalizó para mantener lo que fue el pilar más sólido de la economía
granadina: la industria de la seda.” (XI)

Contexto y valoración:

La originalidad y singularidad del paisaje agrario alpujarreño


ha sido tardíamente apreciada y estudiada, si tenemos en cuenta que su
origen data mayoritariamente de la etapa nazarí (siglos XIV y XV). Los
textos de la época, a pesar del asombro que sentirían los cronistas
castellanos, acostumbrados a campos llanos sembrados como grandes
explotaciones, son parcos al describirlos. Diego Hurtado de Mendoza
nos habla en el texto I, escrito en el siglo XVI, de la Alpujarra como
“Tierra estéril y áspera de suyo, donde hay vegas; que con la
industria de los moriscos es tratable y cultivada”. Un siglo más
tarde, Pedro Calderón de la Barca reconoce un mayor mérito en este
paisaje agrario, sin entrar a fondo a explicarlos. Así, en el texto II
señala que los moriscos alpujarreños: “en la agricultura tienen / del
estudio, tal destreza, / que a preñeces de su azada/hacen fecundas las
piedras.”

A finales del siglo XIX los primeros viajeros que visitan la


Alpujarra con fines de ampliar los conocimientos naturalísticos, como
Antonio Rubio y el alemán Reiss, valorarán tres aspectos de este
paisaje agrario:

- La variedad de su paleta de colores, en forma de mosaico. El


texto III alude a ello: “sus vertientes están plantadas de bosques o
salpicadas de extensos abancalados, cuya variedad de matices los hace
tan encantadores”. Y el texto VI reitera la misma idea: “¡Qué
espléndido espectáculo esos miles y miles de bancales brillando con
todos los matices del verde en la falda de la sierra!”.

- La diversidad de usos y aprovechamientos escalonados de norte a


sur: Así, el texto IV señala que “El cultivo comienza con los
sembrados de patatas y centeno, a más de 2000 metros de altitud y
acaba con la batata y la caña de azúcar del sur.”

- El fuerte contraste entre las tierras de secano y las vegas


regadas: El texto IV indica que “Existe un gran contraste entre las 364
lomas, por un lado, secas y castigadas por el sol, y las verdes
tierras de cultivo y los fértiles valles por otro.”).

A mediados del siglo XX, el escritor inglés Gerald Brenan y el


geógrafo francés Jean Sermet coincidirán en otorgar un creciente valor
etnográfico a este paisaje agrario alpujarreño. Así, el primero, lo
contempla en el texto V como una “práctica civilizadora” que pone en
valor suelos naturalmente casi estériles. Por su parte, Jean Sermet,
tal como expresa el texto VI, ve el típico paisaje abancalado
alpujarreño como un “símbolo del trabajo humano en este suelo donde
los hombres se esfuerzan por no perder nada.”

Durante la década de los sesenta se completa la justa


apreciación y valoración del paisaje abancalado agrario alpujarreño.
Dos textos que lo ejemplifican son un fragmento de las Cartas
Penibética del escritor accitano Juan Aparicio y el libro El apócrifo
de la Alpujarra Alta, salido de la pluma del escritor granadino
Francisco Izquierdo, que le valió el Premio Nacional de Literatura.

Ambas publicaciones nos informan en profundidad de otros


aspectos que caracterizan el paisaje agrario alpujarreño, como un
conjunto de oasis regados en un mar de secano, tales como:

- El valor del bancal de regadío para la tradicional economía de


subsistencia de sus habitantes. El texto VII nos señala cómo “El
bancal era como un arca sagrada de cuyo fondo se podía extraer
de todo.” y cómo “se contraponía al terrajo de los secanos, que
era un cultivo más extensivo y esporádico, un desolado cultivo
sin árboles. El texto VIII completa las anteriores
observaciones, haciéndonos ver que “el bancal posee un aspecto
siempre diverso. Junto a la besana de las habichuelas andan las
simienzas del trigo o los tubérculos; en los bancales de fruta,
por sus regueros, el forraje; junto a los surcos de cereal negro
las viñas”. Y también como “poseen árboles frutales, en algunos
casos para la probanza o un gasto de fiesta, y en muchos sitios
con un solo ejemplar, para no echar en falta. Así se aparean los
perales con el cerezo, los manzanos con el durazno, la serba con
los ciruelos y el guindo con los priscos. Arboles de enjundia
son el nogal y el castaño. Para el adorno jamás faltan, en el
huerto o en los emparrados, la celinda, el jazmín y los
rosales…”.

- El trato exquisito y esmerado otorgado a cada bancal por su


propietario y agricultor. El texto VII nos señala cómo “en el
interior del perímetro reducido de su bancal… producía espigas
candeales, hortalizas, patatas y panizo.”; o cómo “El bancal se
adornaba en sus lindes con olivos, algún morisco moral y alguna
bíblica higuera, bajo cuyas ramas el permanente y perpetuo
cultivador del bancal fumaba sus cigarros y extendía sus
siestas”.

- El valor principal del paisaje del regadío en el conjunto del


paisaje alpujarreño tradicional. Así, el texto VIII enfatiza que
“La Alpujarra Alta es un monumento del agua, ya que es el primer
protagonista del paisaje. Y, por ello, de las tendencias del
paisaje. El agua es como una bestia de labor; ha habido que 365
llevarla corta y arrearla de continuo… Agua semental con prisas
por cubrir los labrantíos, agua salvaje aun dentro de la
acequia, enfurecida y renacentista, agua sin jinete, pero
atentamente custodiada y dividida. La Alpujarra Alta es una
máquina fontanera que mueve a los hombres, que los mantiene en
vigilia cuando toca, que los enreda en sus exigencias cuando
falta, que los mantiene a golpe militar según fechas…”.

- Tan importante como la arquitectura del agua es el paisaje


abancalado, tanto en secano como en regadío. Así, Francisco
Izquierdo en el texto VIII indica que “El alpujarreño necesitó
edificar una montaña entera para labrar la décima parte. Las
paratas son falsos escalones a los que el agricultor ha puesto
calzos de piedra, calzos que deben ser fortalecidos cada
cosecha, afirmados constantemente…”.

- Precisamente, este paisaje abancalado de montaña da al paisaje


una imagen singular. Nuevamente Francisco Izquierdo, en el texto
VII establece la siguiente comparación: “Toda la sierra ha sido
convertida en pirámides semejantes a los templos aztecas…”.

- Otras dos cualidades que singularizan el paisaje agrario


alpujarreño tradicional es la importancia de las faenas manuales
y la destacada presencia humana en el mismo. Al respecto, el
texto VIII señala que “La cultura labriega de los campesinos
alpujarreños guarda toda una apariencia primitiva, es una
cultura de manos, de herramientas no mecánicas, tenazmente
excluidas por la inclinación de los suelos, por la roquedad y
por la bravía rotación de los ciclos de cultivos…” y, en
relación con la presencia humana, nos dice que “No puede haber
en el mundo lugar más vivido y transitado, que los alpujarreños
siempre andan fuera, en el bancal, en los caminos, hacia las
fuentes con sus cántaras, sobre las bestias, tras las piaras,
adivinando los cambios del Cielo, etc. Toda la Alpujarra es un
ir y venir, gentes de improviso, canciones en la profundidad de
las quebradas, golpes de hacha…”.

366
Referente territorial: Alpujarras y Valle de Lecrín.

Número y título de ficha: VII.4. Alpujarra Alta (IV). Imagen externa


de los núcleos.

Objetivo de la Catalogación: Caracterización del tipo de paisaje


provincial.

Referente paisajístico: Paisaje de dominante urbana.

Autor(es), obras(s) y fecha(s):

ACOSTA MONTORO, JOSÉ. Aben Humeya, rey de los moriscos. Instituto de


estudios Almerienses. El Ejido. Almería. 1998 (I)

ALARCÓN, PEDRO ANTONIO. 1874. La Alpujarra. (1872), pp. 128, Granada:


Editorial Don Quijote, 1991 (II)

BRENAN, GERALD. Al sur de Granada (1957). Madrid: Editorial Siglo XXI,


1976 (III)
367
LLANES, HIPÓLITO. Capileira En: GÓMEZ MONTERO, RAFAEL. Ruta
alpujarreña. Granada: Caja de Ahorros de Granada, 1971 (IV)

CASADO ALCALDE, ALEJANDRO. Introducción al urbanismo alpujarreño.


Granada: Revista de Antropología, número 6, 1988 (V)

ÁVILA, SUSANA. Pueblos de España. Andalucía y Canarias. Madrid:


Ediciones Rueda, 1995 (VI)

GARCÍA GALLEGO, JUAN CARLOS. Excursiones por el sur de España.


Madrid: Editorial Desnivel, 1998 (VII)

ÁLAMO, ANTONIO. El despertar verde de La Alpujarra. Madrid:


Coleccionable El Viajero. Diario El País, 9 de marzo de 2002 (VIII)

MATEO PÉREZ, MANUEL. La Alpujarra, un país literario. Madrid:


Coleccionable Una Andalucía por descubrir. Diario El Mundo, 16 de mayo
de 2012 (IX)

TEXTOS SELECCIONADOS:

“La Alpujarra se dividió en tahas o cabezas de partido compuestas por


1.000 a 2.000 vasallos de gente natural africana. Cada taha estaba
constituida por varios lugares y cada lugar por varios barrios; en
cada barrio había una gima, donde tenían lugar las reuniones de
carácter religioso; una rabita, pequeño santuario rústico; y un
macaber o cementerio.” (I)

“Sesenta y cinco pueblos, otros treinta o cuarenta lugarcillos y


aldeas, más de quinientos caseríos y cortijadas; más de dos mil
cortijos y casas de campo, y unos cuatrocientos grupos de chozas y
cuevas pastoriles, especies de aduares encaramados en lo alto de la
Sierra.” (II)

“La aldea es una aglomeración de grises superficies rectangulares que


semejaban un cuadro cubista de Braque, aderezado con el dulce aroma y
la neblina de las chimeneas que usaban como combustible ramitas de
romero, tomillo y espliego traídas a lomos de burro desde las colinas.
Vistos desde lo alto los pueblos se tornan dólmenes megalíticos
amontonados unos sobre otros." (III)

“Capileira es un belén:/un belén de hueso y carne/ con alba nieve en


la sierra/rubio trigo en los marjales/lavanderas en el río/y romero en
los bancales.” (IV)

“Los conjuntos urbanos alpujarreños vistos desde lejos asemejan a


ventisqueros de nieve que rompen la monotonía de la gama de verdes
primaverales o de fuegos otoñales. Son como un juego de alternancias
entre lo blanco y lo verde o amarillo.” (V)

“Claro ejemplo de simbiosis entre arquitectura y medio rural:


viviendas escalonadas y orientadas al sur para aprovechar al máximo
las horas de sol, con tejados horizontales para secar cosechas o tomar
el sol,…” (VI)

“Pueblos deslumbradoramente encalados, muy parecidos a los de los 368


griegos de las Islas del Egeo…
La escabrosidad del terreno y la búsqueda de sol los ha llevado a unir
los distintos niveles, comunicados por tinaos o pasadizos sobre
estrechas callejuelas con techos o terrados, para pasar o sentarse…
Casas apegadas a los materiales que da el medio: Hechas de piedra, con
vigas de roble, con techos de launa, bordeadas de lajas de pizarra y
con sus inconfundibles chimeneas.” (VII)

“Se tiene la sensación de caminar por el Alto Atlas africano… no sólo


por la semejanza de las construcciones, también por los peculiares
colores negruzco-marrones derivados de los micaesquistos, los tonos y
relieves del paisaje son tremendamente parecidos, serenos,
sombríos…”(VIII)

“Los pueblos de la Alpujarra de Granada se antojan desde lo lejos


copos de una nevada recién caída entre una maraña de bosques de
árboles verdes y frondosos en primavera y azafranados y desnudos a la
caída del otoño.” (IX)

Contexto y valoración:

Los textos I y II nos informan de la imagen externa de las


poblaciones de la Alpujarra granadina entre los siglos XVII al XIX.

Hay que señalar, por un lado, la presencia de tres elementos


focales o visuales que destacaban, vistas desde afuera, en el paisaje
urbano: La mezquita (sustituida por la iglesia cristiana), el
cementerio y la ermita. Esta última, cristianizada, sigue siendo un
elemento habitual en la periferia de cualquier población.
Por otra parte, el texto II, del novelista costumbrista Pedro
Antonio de Alarcón nos pone en contacto con un paisaje alpujarreño
donde los núcleos urbanos principales tenían menos importancia que en
la actualidad. Y cita, al respecto, la tremenda importancia que tenía
el hábitat disperso –hoy mucho más reducido- en el paisaje alpujarreño
con: “más de quinientos caseríos y cortijadas; más de dos mil cortijos
y casas de campo, y unos cuatrocientos grupos de chozas y cuevas
pastoriles, especies de aduares encaramados en lo alto de la Sierra.”

El resto de los textos seleccionados han sido publicados desde


la segunda mitad del siglo XX hasta la actualidad, y van recogiendo
diversos aspectos significativos de la imagen externa de los núcleos
habitados, que son los siguientes:

- Contemplados desde una panorámica lejana, insertos en cada


valle, las poblaciones alpujarreñas tienen una imagen típica y
original, por su disposición orgánica, adaptándose a las formas
del relieve, con una organización escalonada –semejante a la de
los cultivos- de su caserío. Esta imagen típica ha llevado a un
poeta local a compararlos con pequeños belenes navideños, por su
exquisita integración con el medio natural y el paisaje agrario
circundante. Así, el texto IV, debido a la pluma de Hipólito
Blanes, menciona como “Capileira es un belén: / un belén de
hueso y carne / con alba nieve en la sierra / rubio trigo en los
marjales / lavanderas en el río / y romero en los bancales.”.
369
- La peculiar composición y forma arquitectónica de los pueblos
alpujarreños llevó a Gerald Brenan a compararlos por su imagen
externa a una “aglomeración de grises superficies rectangulares
que semejaban un cuadro cubista de Braque”. Si bien, otros
autores con una óptica antropológica, les encuentran semejanzas
a las poblaciones bereberes situadas al otro lado del
Mediterráneo. Así, el texto IX alude a que “Se tiene la
sensación de caminar por el Alto Atlas africano… por la
semejanza de las construcciones.”

- La paleta de colores es la típica de los pueblos blancos


mediterráneos, lo que hace que los núcleos alpujarreños hayan
sido comparados a “ventisqueros de nieve que rompen la monotonía
de la gama de verdes primaverales”, como menciona el texto V, y
a “copos de una nevada recién caída entre una maraña de bosques
de árboles verdes y frondosos”, como figura en el texto X.
Asimismo, el texto VII alaba que sean “pueblos
deslumbradoramente encalados, muy parecidos a los de los griegos
de las Islas del Egeo…”. El texto V señala que la predominancia
del color blanco en las poblaciones produce en el paisaje
alpujarreño: “un juego de alternancias entre lo blanco y lo
verde o amarillo” del campo y la vegetación que los rodea.

- Una visión más elaborada de esta imagen externa de los núcleos


habitados es aquélla que relaciona sus características con la
necesaria adaptación bioclimática al medio físico y natural en
que se inserta el poblamiento. Así, el texto VI menciona que
estas poblaciones son un “ejemplo de simbiosis entre
arquitectura y medio rural: viviendas escalonadas y orientadas
al sur para aprovechar al máximo las horas de sol, con tejados
horizontales para secar cosechas o tomar el sol,…”. El texto VII
plantea que la forma y composición de los núcleos habitados no
es azarosa, sino que responde a soluciones prácticas y baratas
para hacer frente a dos problemas: “La escabrosidad del terreno
y la búsqueda de sol…”

- El original perfil aéreo de estos paisajes urbanos


tradicionales. Gerald Brenan, en el texto III, menciona cómo
“Vistos desde lo alto los pueblos se tornan dólmenes megalíticos
amontonados unos sobre otros". Otro rasgo característico es el
perfil recortado que a la silueta de los pueblos proporciona la
profusión de chimeneas troncocónicas en los techos de las casas,
a lo que se añade “el dulce aroma y la neblina de las chimeneas”
que envuelve el aire y los cielos de los núcleos habitados
(texto III)

Referente territorial: Alpujarras y Valle de Lecrín.

Número y título de ficha: VII.5. Alpujarra Alta (V). Imagen interna de


los núcleos.

Objetivo de la Catalogación: Caracterización del tipo de paisaje


provincial. 370

Referente paisajístico: Paisaje de dominante urbana.

Autor(es), obras(s) y fecha(s):

BRENAN, GERALD. Al sur de Granada (1957). Madrid: Editorial Siglo XXI,


1976 (I)

APARICIO, JUAN. La launa. Barcelona: Diario La Vanguardia. 13 de


agosto de 1966. Coleccionable Cartas desde la Penibética. Años 1964 a
1967 (II)

IZQUIERDO, FRANCISCO. El apócrifo de la Alpujarra Alta. Madrid:


Editorial Azur, 1969 (III)

MEDINA, TICO. España por el talle, pp. 112, Madrid: Editorial Azur,
1972 (IV)

CASADO ALCALDE, ALEJANDRO. Introducción al urbanismo alpujarreño.


Granada: Revista de Antropología, número 6, Universidad de Granada,
1988 (V)

SOMME PÉREZ-GALDÓS, JACOBO. La Alpujarra. Guía turística. Granada:


Grafisur, 1996 (VI)

MATEO PÉREZ, MANUEL. La Alpujarra, un país literario. Madrid:


Coleccionable Una Andalucía por descubrir. Diario El Mundo, 16 de mayo
de 2012 (VII)
MATEO PÉREZ, MANUEL. La Alpujarra. Diario El Mundo, 23 de enero de
2013 (VIII)

TEXTOS SELECCIONADOS:

“Yegen es una aldea con arquitectura de origen beréber, una serie de


casas unidas entre sí con forma de caja, sin blanquear y los terrados
de launa gris azulado. Todas edificadas en la ladera de una montaña,
las calles sin adoquinar, sólo tierra y protegidas a intervalos por
los tinaos, una especie de soportales que protegían a los viandantes
de las inclemencias del tiempo. Los animales vivían en la parte baja
de las casas…son de tierra y piedra sin labrar. Tienen pesados techos
de launa que las protegen de las lluvias, nieves y tornados del
invierno… en las azoteas, o en una galería amplia del piso alto cuando
no las tienen, se ponen a secar las ristras de pimientos rojos, los
tomates, las mazorcas de maíz…” (I)

“La launa es una materia prefabricada en abundancia y de balde en el


Atlas africano y Sierra Nevada, contemporáneos de los Alpes, y
distantes entre sí unos cien kilómetros por la hendidura del
Mediterráneo…Es producto de la descomposición de las pizarras de la
zona, que producen una arcilla impermeable que es la launa; ésta,
transportada en borriquillos por las cuestas empinadas de las ciudades
y villorrios penibéticos ha servido para cubrir, encima del cañizo o
las bovedillas de ladrillos las techumbres de las inalterables
moradas. Así se viene renovando cada año la tapa o montera de las 371
casas alpujarreñas, que descienden desde los glaciares de Sierra
Nevada…

La launa, además, sirve para la comunicación por arriba del


vecindario, trasladándose de azotea en azotea o tomando el fresco o la
solana en la terraza, sin necesidad de salir fuera de los recintos
domésticos. Esta penetrabilidad e interconexión del grupo gracias al
sombraje y solaje superior de la launa, significa un tipo de cultura
muy distinto al derivado de la teja árabe tan común en el resto de
Andalucía.” (II)

“Sus calles son pinas, abruptas y resbaladizas… abundan los


soportales, que no son tales sino calles sobre las que caminan otras
calles… son túneles blanquísimos artesonados con troncos sin
desbastar… En casi ninguna casa con balcón, amplio y con voladizo de
madera como en Galicia, faltan los albahaqueros con geranios y
clavellinas… La cara uniforme de los pueblos alpujarreños es la launa
gris azulada. Todas las cubiertas de los edificios, excepto las
iglesias, la tienen. También poseen una ermita que tiene el respaldo
teófilo de un manantial.” (III)

“El pueblo está tendido a nuestros pies. Los niños juegan en los
techos de pizarra y de barro. Un bosque de redondas chimeneas.
Calabazas puestas a secar. El latero grita abajo. Brilla su lata como
plata. Mugen las vacas. Se oye el latir del pueblo. Castañas puestas a
secar.” (IV)

“El conjunto de accesos entre las viviendas y demás construcciones


forman una especie de sistema nervioso reticular complejo, lleno de
recovecos. Estas redes nerviosas (calles) están trazadas a semejanza
de los terrenos de cultivos, los bancales. Las viviendas tienen un
acceso en zig-zags para evitar el esfuerzo en la subida rectilínea.
Las casas se construyen ocupando el menor espacio posible, dejando los
accesos únicamente necesarios según el paso obligado al bancal, el
paso de una caballería cargada de haces o aguaderas. Al construir la
vivienda, si no había paso cedido a otra propiedad, se cerraba la
calle con su propia construcción, dando lugar a los adarves.

Los tinaos surgen de la conveniencia de dejar un paso, al propietario


se le permite construir encima, ya sea un terrado, lo que certifica la
propiedad a algunas dependencias domésticas o agrícolas. Son una de
las construcciones más típicas de la zona, que producen un ambiente
misterioso y laberíntico de comunicación entre unas calles y otras, y
entre las viviendas…

Los lugareños edificaban sus moradas en los espacios menos propicios


para los cultivos. El relieve no se transformaba; una roca grande
podía convertirse en una parte de una pared maestra, en un peldaño de
escalera o en algo de utilidad; lo que aparentemente era un obstáculo
ha servido para afianzar la casa, para señalar la escalera, sin gastar
esfuerzo ni tiempo alguno. La inclinación del terreno permite una
entrada doble, a pie de calle, en plantas diferentes, que ahorra
energía, en particular cuando hay que almacenar productos en casa…
Los materiales de construcción son los propios de la zona: Piedras y
argamasa para los muros de la casa; se colocan las piedras tal como se
recogen, acoplándolas unas sobre otras con ciertas cantidades de 372
argamasa. La madera para los techos es de nogal, castaño, pino, olivo
y almendro. Encima se colocan planchas de pizarra y sobre éstas,
arcilla magnesiana gris o launa.” (V)

“La arquitectura alpujarreña, cuyo origen se remonta al neolítico, es


única en el mundo: techos de launa (escamas microscópicas de pizarra,
que lo impermeabilizan), muros de piedra y barro y gruesas vigas de
castaño. Pocos interiores de alta montaña hay que sean tan
acogedores.” (VI)

“Todos los pueblos poseen un entramado de calles estrechas y plazuelas


íntimas donde manan fuentes de evocador nombre.
Las casas están perfumadas de geranios, jazmines y madreselvas que
estallan en insultantes colores. Su arquitectura es un arte de difícil
entendimiento.
Las viviendas están aterrazadas, de manera que el techo de la primera
sirve de posadera a la que surge por encima. Los terraos, como así se
llaman, están cubiertos con launas, piedras pizarrosas que soportan a
su vez el peso de unas peculiares chimeneas coronadas por dos lajas.”
(VII)

“Sus pueblos conservan lo mejor de la arquitectura tradicional


andaluza. Se diría que por ellos no ha pasado el tiempo, y que sus
casas, sus calles y sus plazas son las mismas que abandonaron los
moriscos a principios del siglo XVII.” (VIII)

Contexto y valoración:

La imagen interna de los núcleos habitados constituye uno de los


principales valores del paisaje alpujarreño. Y no resulta extraño ya
que, a diferencia de tantas ciudades, se han mantenido incólumes
algunas de sus características primigenias, como señala el texto VIII:
“Sus pueblos conservan lo mejor de la arquitectura tradicional
andaluza. Se diría que por ellos no ha pasado el tiempo, y que sus
casas, sus calles y sus plazas son las mismas que abandonaron los
moriscos a principios del siglo XVII”.

Sin embargo, como señala el texto VII, “Su arquitectura es un


arte de difícil entendimiento”. El punto de partida para lograr una
mejor comprensión de este paisaje urbano lo aporta, en gran medida, el
texto V, que nos habla de que se trata de un urbanismo y una
arquitectura orgánica, adaptada al terreno: “Los lugareños edificaban
sus moradas en los espacios menos propicios para los cultivos. El
relieve no se transformaba; una roca grande podía convertirse en una
parte de una pared maestra, en un peldaño de escalera o en algo de
utilidad; lo que aparentemente era un obstáculo ha servido para
afianzar la casa, para señalar la escalera, sin gastar esfuerzo ni
tiempo alguno”.

El resultado de este urbanismo alpujarreño, tan adaptado al


medio, como señala el texto VII, es que “Todos los pueblos poseen un
entramado de calles estrechas y plazuelas íntimas”. Descendiendo en
detalle, las calles, como revela el texto III: “son pinas, abruptas y
resbaladizas…”. Sus condiciones de tránsito, en cualquier caso, han
mejorado notablemente desde mediados del siglo XX, cuando Gerald
Brenan describía que eran “calles sin adoquinar, sólo tierra”, algo 373
hoy raro y excepcional.

Uno de los elementos característicos de estas calles


alpujarreñas son los soportales o tinaos que las cubren cada cierto
tramo. En el texto I se describen como “una especie de soportales que
protegían a los viandantes de las inclemencias del tiempo”. En el
texto III se los menciona, dándoles una dimensión más amplia, como
espacios comunitarios: “los tinaos o soportales, que no son tales sino
calles sobre las que caminan otras calles…”. El texto V indica que
“surgen de la conveniencia de dejar un paso, al propietario se le
permite construir encima, ya sea un terrado, lo que certifica la
propiedad a algunas dependencias domésticas o agrícolas”. En cualquier
caso, los tinaos o soportales aportan una imagen característica a las
poblaciones alpujarreñas, ya que, como alude el texto V, “producen un
ambiente misterioso y laberíntico de comunicación entre unas calles y
otras, y entre las viviendas…” y, además, tienen una imagen visual
propia, a lo que alude el texto III: “son túneles blanquísimos
artesonados con troncos sin desbastar…”.

Un segundo elemento característico son sus terrados o techos


grises de launa. El texto I refiere como los “pesados techos de launa
protegen de las lluvias, nieves y tornados del invierno…” Y el texto
VI nos indica como los “techos de launa -escamas microscópicas de
pizarra, que lo impermeabilizan-, los muros de piedra y barro y las
gruesas vigas de castaño) han logrado que “Pocos interiores de alta
montaña haya que sean tan acogedores”. Pero el significado de la launa
no acaba en la confortabilidad climática que proporciona. El texto II
explica el origen y evolución de este material constructivo. Y aporta,
además, una interpretación sobre sus múltiples usos y cómo contribuye
a la sociabilidad de los grupos que habitan cada población: “La launa
sirve para la comunicación por arriba del vecindario, trasladándose de
azotea en azotea o tomando el fresco o la solana en la terraza, sin
necesidad de salir fuera de los recintos domésticos. Esta
penetrabilidad e interconexión del grupo gracias al sombraje y solaje
superior de la launa, significa un tipo de cultura muy distinto al
derivado de la teja árabe tan común en el resto de Andalucía”.

Menos conocidos que los tinaos son los balcones de las


viviendas. El texto I los presenta como “galerías amplias del piso
alto donde se ponen a secar las ristras de pimientos rojos, los
tomates, las mazorcas de maíz…”. Y el texto III nos habla de un
“balcón, amplio y con voladizo de madera como en Galicia, donde nunca
faltan los albahaqueros con geranios y clavellinas…”.

Un cuarto elemento son las chimeneas troncocónicas, resultado de


la unión de dos lajas de pizarra, que ya han sido mencionadas al
hablar de la imagen externa del paisaje urbano de la Alpujarra.

Un quinto aspecto distintivo de la imagen interna de los núcleos


alpujarreños es el abundante y casi exclusivo uso de materiales
constructivos procedentes del entorno más próximo, a diferencia del
uso masivo de materiales estandarizados que se produce hoy en día en
la ciudad contemporánea.

Así, el texto V refiere como “Los materiales de construcción son


los propios de la zona: Piedras y argamasa para los muros de la casa; 374
se colocan las piedras tal como se recogen, acoplándolas unas sobre
otras con ciertas cantidades de argamasa. La madera para los techos es
de nogal, castaño, pino, olivo y almendro…”.

Finalmente, al tratarse de poblaciones que estaban habitualmente


rodeadas de una vegetación natural rica y diversa, los núcleos urbanos
alpujarreños han optado tradicionalmente por adornarse con aquellas
plantas más vistosas, que no se encuentran en la naturaleza inmediata.

Así, el texto VII alude a que “Las casas están perfumadas de


geranios, jazmines y madreselvas que estallan en insultantes colores.”
Y el texto III menciona que “En casi ninguna casa con balcón faltan
los albahaqueros con geranios y clavellinas…”.

Referente territorial: Alpujarras y Valle de Lecrín.

Número y título de ficha: VII.6. Alpujarra Baja (I). Sierra de la


Contraviesa.

Objetivo de la Catalogación: Caracterización del tipo de paisaje


provincial.

Referente paisajístico: Paisaje de dominante natural.

Autor(es), obras(s) y fecha(s):


MAESTRE, AMALIO. Sobre la riqueza forestal de la provincia de Granada
(1865), citado en: IZQUIERDO, FRANCISCO. Las Hazas del vino. La
Contraviesa. Coleccionable “Tu Tierra, Tu Gente. Diario Ideal.
Granada. 1996 (I)

SECO DE LUCENA, LUIS. Panoramas de los magníficos glaciares de Sierra


Nevada. Madrid. Diario ABC, 9 de Enero de 1927 (II)

COLECTIVO PEÑABAN. De la nieve al mar. Guía natural de la Alpujarra,


pp. 41. Granada. Editorial Clave Aynadamar, 1993 (III)

RODRIGUEZ GÓMEZ, MARÍA DOLORES. El Islam en la costa granadina.


Granada: Universidad de Granada, 1993 (IV)

DE ROJAS CLEMENTE RUBIO, SIMÓN (1777-1827). Viaje a Andalucía.


Historia Natural del Reino de Granada 1804-1809. Barcelona: Griselda
Bonet Girabert, 2002 (V)

BRENAN, GERALD. Al sur de Granada (1957). Madrid: Editorial Siglo XXI,


1976 (VI)

BARRAGÁN REINA, ANTONIO. Alcázar en la Contraviesa. Un retrato en vivo


de la Alpujarra Baja. Editorial Muñoz Moya, 2004 (VII)

DOMINGO, LISARDO. Sierra de la Contraviesa. Observaciones naturales.


Supervivenciaef.blogspot.com (VIII) 375

TEXTOS SELECCIONADOS:

“Sierra Nevada, antes de hundir sus últimas vertientes en las ondas


del mar, da origen a multitud de ramificaciones; cuéntase entre ellas
la Contraviesa, en su parte meridional y paralela a la misma.” (I)

“Como si de un espejismo se tratara, contemplamos a nuestros pies el


Mediterráneo y a nuestras espaldas Sierra Nevada. Descendemos desde
los mil doscientos cincuenta metros por una solana poblada de
almendros, viñedos e higueras. Y es que este territorio fue,
geológicamente hablando, uno de los mantos de corrimiento alpinos,
formados tras el plegamiento que dio origen a Sierra Nevada…” (II)

“Para adaptarse a la multiplicidad y debilidad de los puntos de agua


existente, el poblamiento humano primitivo se realizó mediante un
hábitat difuso. Decenas de alquería de pequeño tamaño que, más tarde,
los reyes nazaríes organizaron en tahas. Cada una tenía su guarnición,
su alcalde y su jefe espiritual.” (III)

“La Contraviesa, como la Axarquía de Málaga, ocupa las laderas


pizarrosas de la solana de la sierra con vides; sus terrenos son tan
pendientes como ella, y a veces casi verticales.” (IV)

“Desde Sierra Nevada, volviendo los ojos a poniente aparece la parda y


gigantesca molde de la Sierra de la Contraviesa… un conjunto de cerros
grises, áridos, pelados de toda vegetación, dividida por hondos
barrancos y semejante a un mar de piedra.” (V)
“Cadena de rojas formaciones esquistosas suavemente moldeada, de una
altura no superior a los mil doscientos cincuenta metros, pero
redimida de la mediocridad por sus estribaciones y quebradas, que
ofrecen el aspecto de una cortina chafada… la Sierra de la Contraviesa
es listada, pulida y plegada como un terciopelo ajado.” (VI)

“La Contraviesa tiene dos caras. Las laderas de su cara norte forman
barrancos y ramblas que van a morir al valle del río Guadalfeo. En
cambio, por su cara sur, las laderas de la solana, con sus barrancos y
ramblas, se sumergen suavemente en el mar de Alborán…
Su relieve está muy desgastado, tanto por sus fuertes pendientes como
por ser un suelo poco firme y fácil de remover, propenso a los
desprendimientos, si no posee cubierta vegetal…
Su clima, en general soleado y cálido, pero tiene fuertes contrastes
pues puede nevar en las umbrías y originarse gotas frías otoñales que
dan lugar a lluvias torrenciales que arrastran miles de toneladas de
suelo al mar…” (VII)

“Una característica peculiar de la Sierra de la Contraviesa es la


frecuencia de inmensos bancos de nubes y niebla. De manera que puede
llover en altura y estar soleado cerca de la costa. En verano es
habitual que por la mañana aparezcan bancos de nubes que se posan
sobre el mar, y van subiendo por las laderas conforme avanza el día.
En invierno también se forman nubes muy bajas en sentido descendente,
cuando el aire frío de las montañas reposa sobre el agua más caliente
del mar.” (VIII) 376

Contexto y valoración:

La Sierra de la Contraviesa tiene como principal rasgo de su


paisaje incluido en su etimología, el de su posición “enfrentada” a
Sierra Nevada por el norte y el Mar Mediterráneo, por el sur.

Este original emplazamiento, como señala el texto II obedece a


su peculiar formación geológica, ya que es “uno de los mantos de
corrimiento alpinos, formados tras el plegamiento que dio origen a
Sierra Nevada…”. Su emplazamiento es juzgado positivamente en el texto
III: “Como si de un espejismo se tratara, contemplamos a nuestros pies
el Mediterráneo y a nuestras espaldas Sierra Nevada”.

Un segundo atributo del paisaje de esta sierra, derivado del


anterior, es que posee dos caras. Como indica el texto VII, “Las
laderas de su cara norte forman barrancos y ramblas que van a morir al
valle del río Guadalfeo. En cambio, por su cara sur, las laderas de la
solana, con sus barrancos y ramblas, se sumergen suavemente en el mar
de Alborán…”. En relación con lo anterior, la Sierra de la Contraviesa
es mayoritariamente una “gran solana” serrana que se beneficia de la
proximidad del mar. Aunque también posee en su umbría o cara norte,
parajes donde nieva más fácilmente y que guardan mayores similitudes
con la Alpujarra.

Su clima es también objeto de atención por parte de literatos y


viajeros. El texto VII lo presenta como un clima “en general soleado y
cálido”. Y el texto XI alude a un aspecto que ha sido tan fundamental
para su colonización agraria como el anterior, el de la humedad
aportada a los cultivos por las frecuentes nubes: “Una característica
peculiar es la frecuencia de inmensos bancos de nubes y niebla… En
verano es habitual que por la mañana aparezcan bancos de nubes que se
posan sobre el mar, y van subiendo por las laderas conforme avanza el
día. En invierno también se forman nubes muy bajas en sentido
descendente, cuando el aire frío de las montañas reposa sobre el agua
más caliente del mar.”

Otras características del paisaje de esta Sierra, a los que


aluden los textos seleccionados, son las siguientes:

- Una paleta de colores pardos y grises que la diferencia


visualmente de los territorios de sus contornos. El texto V,
crónica de un autor granadino que la divisa desde Sierra Nevada,
subraya que “a poniente aparece la parda y gigantesca molde de
la Sierra de la Contraviesa… un conjunto de cerros grises…”.

- Su relieve interno es quebrado y difícil, guardando similitudes


con otras comarcas penibéticas. Así, el texto IV nos habla de
que sus: “terrenos son tan pendientes como los de la Axarquía
malagueña, y a veces casi verticales”. El hispanista Gerald
Brenan la observa, en el texto IV, “listada, pulida y plegada
como un terciopelo ajado”. Y es que la textura de sus suelos,
como alude el texto VII, es “propia de un relieve que está muy
desgastado, tanto por sus fuertes pendientes como por ser un
suelo poco firme y fácil de remover, propenso a los
desprendimientos,…”. 377

- Su poblamiento humano tradicional es muy disperso. Está formado


por pequeños núcleos de población y decenas de alquerías y
pequeñas cortijadas, y responde a un condicionante natural: la
escasez de agua. A ello alude el texto III: “Para adaptarse a la
multiplicidad y debilidad de los puntos de agua existente, el
poblamiento humano primitivo se realizó mediante un hábitat
difuso. Decenas de alquerías de pequeño tamaño…”.
Referente territorial: Alpujarras y Valle de Lecrín.

Número y título de ficha: VII.7. Alpujarra Baja (II). Los alcornocales


meridionales.

Objetivo de la Catalogación: Paisaje sobresaliente y singular.

Referente paisajístico: Paisaje de dominante natural.

Autor(es), obras(s) y fecha(s):

MIÑANO, SEBASTIÁN DE. Diccionario geográfico estadístico de España.


1826-1829 (I)

GAN, RAFAEL. De venta en venta. Granada. Diario IDEAL, 29 de noviembre


de 2009. (II)

GÓMEZ, JUAN ENRIQUE. Haza del Lino, la mayor reserva de bosque


mediterráneo del sureste ibérico. Granada: Diario IDEAL. 10 de julio
de 2012 (III)

DOMINGO, LISARDO. Sierra de la Contraviesa. Monumentos naturales. 378


Supervivenciaef.blogspot.com (IV)

GUIRADO UCEDA, JOSÉ. El alcornocal de Lujar. Motril: Revista


miscelánea de creación y pensamiento del Taller de Escritura
Guadalfeo, 2005 (V)

GRUPO MEDIOAMBIENTAL BELLOTA. El alcornocal de Lujar. Motril: Área de


Medio Ambiente. Ayuntamiento de Motril, 2006 (VI)

TEXTOS SELECCIONADOS:

“Las cumbres de estas lomas están cubiertas de encinas y alcornoques,


útiles por el corcho, que estando bien molido es un buen preservativo
para envolver las uvas que se exportan por los puertos.” (I)

“La mayoría de los bosques fueron talados para alimentar hornos


mineros, fábricas de aguardiente y la industria azucarera de la costa.
Pero han quedado dos reductos de un gran valor natural, los de Haza
del Lino y Lujar. Estos alcornocales además de ser dos auténticas
joyas botánicas de la provincia, suelen recibir la visita de las
nieves cada año. Lo que hace las delicias de cuantos suben a hacer
muñecos de nieve o pasear entre el escenario tan singular de los
árboles del corcho cubiertos de un manto blanco.” (II)

“(Haza del Lino) Fue durante décadas fue el cruce de caminos para los
vecinos de las poblaciones cercanas y, además, es el lugar donde se
encuentra el alcornocal más alto del planeta, con su cota más baja en
1.280 metros sobre el nivel del mar, y el que se encuentra más al este
de la península Ibérica y de Europa.
Los habitantes lo consideran como una referencia clara del paisaje de
su tierra. Se enorgullecen al decir que desde este paraje se contempla
el Mediterráneo, y en los días claros se ven las costas y montes de
África.
En la zona más alta, la vegetación es achaparrada por estar expuesta a
las inclemencias meteorológicas, pero muy rica en plantas aromáticas
como romeros, tomillos, te, manzanillas, lavandas y jaras de
diferentes tipos. En el monte bajo del alcornocal, plagado de matorral
mediterráneo, están omnipresentes los jabalíes. Se aprecian los huecos
que usan como bañeras, y como dejan los árboles manchados de barro
tras restregarse en ellos para desparasitarse. Destaca la presencia
del gran castaño del Haza del Lino. Un castaño centenario, de más de
300 años, que tiene un tronco que necesita de siete personas dándose
la mano para poder rodearlo.” (III)

“(Haza del Lino II) Es el alcornocal situado a mayor altitud de Europa


y el más antiguo del Continente, poseyendo pies datados en la época
romana. Abarca unas 100 hectáreas entre los 1.200 y 1.400 metros de
altitud.
Su permanencia viene de la mano de la mayor pluviosidad local. En esta
zona de relieve alomado, las nubes suben drásticamente desde el mar y
se enfrían, siendo frecuentes tanto la lluvia como el granizo o la
nieve.
Conviven aquí alcornoques de todas las edades, aunque los más
sobresalientes son los centenarios. Un tupido matorral los acompaña,
especialmente de rascaviejas y aulagas, que florecen en invierno. En 379
otoño e invierno su suelo amanece frío, casi helado, pero cubierto de
setas. Es un cúmulo de señales y huellas de pisadas de animales
salvajes como zorros, jabalíes o cabras monteses. Aves rapaces como
el águila real o el gavilán merodean por aquí, por los cortados y
acantilados del arroyo del mismo nombre, que va a desembocar en el río
Guadalfeo. Las riberas del arroyo, por cierto, están adornadas por una
espléndida alameda. El corcho, en los años de pela o descortezado del
alcornoque, le da un especial sabor al entorno. Los troncos de los
árboles adquieren un especial color rojizo, mezclándose con líquenes,
y creando una gran tonalidad de colores. La primavera es otra estación
singular del año, cuando florece el matorral y, sobre todo, las
pequeñas y bellas orquídeas que crecen entre las jaras. El símbolo de
este alcornocal es el gran castaño de la Haza del Lino, de unos 500
años, con una altura de diez metros y un perímetro en el tronco de
cinco.” (IV)

“(Sierra de Lújar) Es el alcornocal más meridional de la provincia de


Granada. Este alcornocal aporta un valiosísimo testimonio de
acomodación de la vegetación ante condiciones adversas; Es, además,
imprescindible refugio de un gran variedad de arbustos y matorrales y
de hábitats de fauna silvestre; Asimismo, posee interesantes vestigios
etnográficos y costumbristas, como sus antiguos cortijos corcheros; y,
finalmente, aporta al visitante nuevas impresiones estéticas
vinculadas a la sucesión de colores en los troncos de los chaparros
tras los descorches.
Su vitalidad prodigiosa proviene de prosperar en los parajes rebujados
por donde penetran las densas brumas mediterráneas, proporcionándole
la humedad que precisa. Su orientación a levante le permite
beneficiarse de la influencia de las nieblas del cercano mar
mediterráneo y, a la vez, disponer de un microclima bastante más
húmedo que el de las zonas cercanas de distinta orientación. Por otra
parte, el alcornocal tiene una idónea situación topográfica, al estar
protegido de los vientos fríos del norte por la Sierra…
Los alcornoques pueden alcanzar alturas de hasta diez metros. Junto a
ellos hay pinos de repoblación, algunos madroños y quejigos, etc. Las
lianas, arbustos e hierbas completan el monte. Un monte que contiene
una abundante representación de nuestra fauna de insectos, anfibios,
reptiles, aves y mamíferos. Aves, por ejemplo, que se alimenta de los
frutos de los madroños o de las bellotas.” (V)

“Es uno de los pocos alcornocales que siguen presentes en Andalucía


oriental, y en concreto en la provincia de Granada. El alcornocal
abarca 256 hectáreas y su altitud oscila entre los 550 y 1000 metros.
Su aspecto es muy parecido a la encina pero se distingue muy bien de
ésta por su gruesa corteza, el corcho, que puede llegar a tener más de
15 centímetros de grosor. El tronco es derecho y grueso y presenta una
copa amplia, de tonos grisáceos y ramas robustas que sirven de hogar a
varias especies de aves.
El alcornoque no vive sólo, está acompañado de un cortejo de plantas y
animales que le ayudan a crecer y desarrollarse y que viven en
equilibrio con él. En este caso, con los alcornoques aparecen
salpicados pinos de repoblación, algunos madroños, enebros, escasos
quejigos, castaños y una repoblación de eucaliptos en las zonas más
altas. Además, podemos encontrar arbustos y matorrales como la jara,
el matagallo, el palmito… pequeñas y hermosas orquídeas, tréboles,
lianas… Junto con la vegetación podemos encontrar una serie de 380
animales adaptados para aprovechar eficazmente los recursos
alimenticios del mismo y facilitando ellos a su vez procesos como la
polinización de las plantas o la dispersión de semillas.” (VI)

Contexto y valoración:

Los dos únicos grandes alcornocales de la provincia de Granada:


en la Sierra de Lújar y en la Haza del Lino, gozan entre sus
habitantes de la condición de paisajes sobresalientes y singulares.

Ambos son de titularidad privada, propiedad de la familia


Martín-Moré. Los dos fueron mejorados por el bisabuelo de esta saga
durante la primera mitad del siglo XIX.

Ya en enero de 1926, Federico García Lorca y Manuel de Falla,


realizaron una excursión a estos parajes y les encantó el bosque de
alcornoques de sierra y su condición de privilegiado mirador desde el
que se contempla el mar Mediterráneo, y hasta el mar de Alhucemas, por
el sur. Años más tarde, Juan Carandell lo consideraba lugar
inmejorable para observar la grandeza geológica de Sierra Nevada en su
conjunto, sin el obstáculo de las lomas intermedias de la Sierra de la
Contraviesa (véase su artículo en el Boletín de la Real Sociedad
Geográfica Nacional, noviembre de 1934).

El objetivo inicial de estas dos plantaciones de alcornoque,


como nos informa el texto I, extraído del diccionario de Sebastián de
Miñano –publicado el año 1826- era obtener “corcho, que estando bien
molido es un buen preservativo para envolver las uvas que se exportan
por los puertos” de Málaga y Almería.
Casi dos siglos después, los alcornocales de Haza del Lino y
Sierra de Lújar, pese a que su extensión es reducida (100 y 256
hectáreas, respectivamente) se han convertido en sendos paisajes
naturales de gran valor, ya que constituyen bosques aislados de esta
especie, y son refugio de muchísimos animales y plantas, en un entorno
predominantemente desertizado, con la excepción de las repoblaciones
forestales de pinares ejecutadas en la segunda mitad del siglo XX.

Los textos seleccionados resumen algunos de los principales


valores paisajísticos de estos alcornocales, que son los siguientes:

- Su interés biológico, en cuanto al proceso de adaptación de las


especies vegetales al medio, al tratarse de los alcornocales más
altos y meridionales y situados más al Este de Europa. Y, en el
caso del de Haza del Lino, de uno de los más antiguos del
Continente.

- Su interés biológico en cuanto a que ambos alcornocales


aprovechan las ventajas de dos microclimas diferentes. El texto
IV, relativo al alcornocal de Haza del Lino, nos informa cómo
“En esta zona de relieve alomado, las nubes suben drásticamente
desde el mar y se enfrían, siendo frecuentes tanto la lluvia
como el granizo o la nieve”. Mientras que el texto VI, sobre el
alcornocal de la Sierra de Lujar, nos explica que “su vitalidad
prodigiosa proviene de prosperar en los parajes rebujados por
donde penetran las densas brumas mediterráneas, proporcionándole 381
la humedad que precisa. Su orientación a levante le permite
beneficiarse de la influencia de las nieblas del cercano mar
mediterráneo y, a la vez, disponer de un microclima bastante
más húmedo que el de las zonas cercanas…”.

- La experiencia estética y visual de poder recorrer estos


alcornocales en invierno, como menciona el texto II, con un
“escenario tan singular como el de los árboles del corcho
cubiertos de un manto blanco de nieve”. Otros dos momentos de
gran esplendor visual, como nos informa el texto IV, coinciden
con la corta o pela del corcho y la primavera: “Los troncos de
los árboles adquieren un especial color rojizo, mezclándose con
líquenes, y creando una gran tonalidad de colores. La primavera
es otra estación singular del año, cuando florece el matorral y,
sobre todo, las pequeñas y bellas orquídeas que crecen entre las
jaras…”.

- Su valor como paisaje natural relicto, ya que el alcornocal no


sólo ha frenado la erosión y desertización de los terrenos, sino
que ha permitido el crecimiento en ambas zonas de ricas
comunidades vegetales y ha acogido como refugio a numerosas
especies de animales salvajes. El texto V menciona que “Junto a
ellos hay pinos de repoblación, algunos madroños y quejigos,
etc. Las lianas, arbustos e hierbas completan el monte” y el
texto III nos informa de que aquí se puede encontrar un amplio y
muy completo repertorio de “plantas aromáticas como romeros,
tomillos, te, manzanillas, lavandas y jaras de diferentes
tipos…). En cuanto a la fauna, el texto III los indica como
lugar de refugio de “jabalíes. Se aprecian los huecos que usan
como bañeras, y como dejan los árboles manchados de barro tras
restregarse en ellos para desparasitarse” Y el texto IV menciona
que el suelo del alcornocal “Es un cúmulo de señales y huellas
de pisadas de animales salvajes como zorros, jabalíes o cabras
monteses. Aves rapaces como el águila real o el gavilán
merodean por aquí…”. El texto V nos dice que estos lugares
“contienen una abundante representación de nuestra fauna de
insectos, anfibios. reptiles, aves y mamíferos. Aves, por
ejemplo, que se alimentan de los frutos de los madroños o de las
bellotas”. Finalmente, la presencia de este alcornocal ha
contribuido a la supervivencia de árboles singulares por su
longeva edad y gran porte. Los textos III y IV nos hablan de que
“El símbolo de este alcornocal es el gran castaño de la Haza del
Lino, de unos 500 años, con una altura de diez metros y un
perímetro en el tronco de cinco”).

Finalmente, estos alcornocales poseen un indudable valor


etnográfico. Y ello, en tanto que conservan, entre otras huellas del
primitivo hábitat rural, más de media docena de cortijadas, muchas de
ellas en fase de arruinamiento, donde aún se pueden observar las
múltiples dependencias que contenían en relación con la actividad
agraria: almazaras, prensas para el corcho, viviendas para encargados
y operarios, capilla y casa principal…

Referente territorial: Alpujarras y Valle de Lecrín. 382

Número y título de ficha: VII.8. Alpujarra Baja (III). El paisaje


agrario.

Objetivo de la Catalogación: Caracterización del tipo de paisaje


provincial.

Referente paisajístico: Paisaje de dominante agraria.

Autor(es), obras(s) y fecha(s):

COLECTIVO PEÑABAN. De la nieve al mar. Guía natural de la Alpujarra,


pp. 41. Granada. Editorial Clave Aynadamar, 1993 (I)

MIÑANO, SEBASTIÁN DE. Diccionario geográfico estadístico de España.


1826-1829 (II)

MADOZ, PASCUAL. Diccionario geográfico estadístico histórico de la


provincia de Granada (1845-1850) (III)

SERMET, JEAN. La España del Sur. Barcelona: Editorial Destino, 1958


(IV)

IZQUIERDO, FRANCISCO. Las Hazas del vino. La Contraviesa.


Coleccionable “Tu Tierra, Tu Gente. Diario Ideal. Granada. 1996 (V)

BARRAGÁN REINA, ANTONIO. Alcázar en la Contraviesa. Un retrato en vivo


de la Alpujarra Baja. Editorial Muñoz Moya, 2004 (VI)
GAN, RAFAEL. Alfornón, perla de la Contraviesa. Las rutas de la
Contraviesa. Granada: Diario IDEAL, 13 de abril de 2009 (VII)

GAN, RAFAEL. Albondón, con pan y vino. Las rutas de la Contraviesa.


Granada: Diario IDEAL, 13 de abril de 2009 (VIII)

GAN, RAFAEL Y PARRA, ANDREA. Estallido de color en Granada. Diario


IDEAL, 16 de marzo de 2006 (IX)

GAN, RAFAEL. Días de vendimia. Granada. Diario IDEAL, 17 de octubre de


2006 (X)

GAN, RAFAEL. La Contraviesa, bodega de la Alpujarra. Granada: Diario


IDEAL, 7 de octubre de 2012 (XI)

TEXTOS SELECCIONADOS:

“Sus suelos ásperos y secos estarían ocupados primitivamente por un


enorme matorral mediterráneo con encinas y alcornoques dispersos, y su
poblamiento fue muy escaso hasta la época nazarí… Este paisaje estaría
dominado por los piornales, la jara, las gayombas, el cantueso y el
esparto.” (I)

“Las cumbres de estas lomas están cubiertas de encinas y alcornoques,


útiles por el corcho, que estando bien molido es un buen preservativo
para envolver las uvas que se exportan por los puertos… Sus laderas 383
están plantadas de viñas que producen ríos de vinos de buena calidad,
y para producirlo tienen establecidas numerosas fábricas de
aguardiente… Las higueras y los almendros son los árboles de sus
laderas y cañadas pobladas de cortijo.” (II)

“Cordillera de montañas paralela a Sierra Nevada, formando su último


escalón. El terreno que comprende es extremadamente productivo,
excepto algunos, muy cortos trechos todo está aprovechado en fuerza de
la laboriosidad de los habitantes. Ya con plantíos de viñedo, donde
corresponde esta clase de cultivo, ya con sembrados, utilizando para
el riego por medio de depósitos, las aguas de los innumerables, aunque
escasos manantiales que fluyen por todas partes.
La temperatura de estas montañas es tan variada, que a cada cuarto de
leguas de ascenso se encuentra una diferencia muy notable desde lo más
templado hasta lo más frio, de aquí resultan producciones muy
distintas desde el panizo o maíz hasta el centeno, y desde el limonero
hasta el nogal y el castaño. Las faldas norte, sur y suroeste están
plantadas de viñas que producen muchísimo, y para consumir parte del
vino, que es de buena calidad, hay muchas fábricas de aguardiente las
higueras y los almendros son los árboles de las laderas y cañadas,
pobladas á la vez de cortijos.” (III)

“Un ejemplo muy curioso de secano es el de la Sierra Contraviesa: las


pendientes bajas, muy abruptas hacia el mar y las ramblas, tienen
higueras, que pueden permitirse el agarrarse a cualquier sitio; más
arriba, en vertientes menos escarpadas, los almendros y luego los
olivos. Entre los 800 y 1.000 metros les sucede la vida, de la que se
saca un estupendo vino de mesa…y en las cumbres achatadas, hacia los
1200 metros, los cereales.” (IV)
“Las laderas son como tramas sutiles de una gran red agrícola,
pintaviruelas en invierno y madroñera en verano, tierra sienas
entonces y veronés luego…
Estamos en el reino de los allozares, del vino costa y de las
almendras mollares, cultivos ancestrales que denotan la solera
mediterránea de sus habitantes…” (V)

“Almendros, vides e higueras cubren los montes, de abajo arriba, hasta


su cima, y los olivos ocupan, sobre todo, gran parte de los barrancos
norteños de la Sierra. Todo está labrado… Montes y barrancos,
aparentemente secos e inhóspitos desde lejos, han sido cultivados
hasta el último palmo. Y junto a los pueblos, los huertos en bancales,
aprovechando antiquísimos sistemas de regadíos con albercas y acequias
para repartir el agua…
Toda la Sierra de la Contraviesa es un cuadro espléndido y laborioso…
llena de almendros desde las ramblas hasta las cimas sin importar la
inclinación que tuvieran. Igualmente, las viñas llegan y se cierran en
las cumbres en perfectas formas geométricas… las higueras, verdes y
frondosas, completan el cuadro…
Aún quedan interesantes vestigios de esa ingente actividad agraria:
Lagares, bodegas, alambiques para aguardientes, almazaras, eras y
molinos hidráulicos de harina, que existían en casi todas las
localidades… Además, los viejos del lugar, que ya no podían hacer
otras faenas, se reunían en las tardes soleadas a trabajar el esparto,
con el que hacían de todo: capachos, sogas, cuerdas, alpargatas…
Este cuadro se ha ido transformando hoy en día, ya que los 384
invernaderos cubren parte de las laderas soleadas cercanas a la costa
y ramblas enteras hasta la orilla misma del mar…” (VI)

“Estamos en plena rambla a la que confluyen algunos barrancos que


aportan riachuelos de agua. Frescor en la tierra húmeda; líquenes y
musgos decoran las paredes de piedra del camino, antigua cañada real;
algunos castaños permanecen como testigos de vastos bosques; los
almendros muestran ya las allozas, sus primeros frutos; el monte bajo
despliega multitud de colores y olores mil. Se siente la soledad en
este paraje virgen, aislado, nada frecuentado.
Poco a poco dejamos la umbría de la rambla y descubrimos panoramas más
amplios. Ahí está por fin Alfornón, recostado sobre una loma orientada
al sur para recoger hasta el último rayo de sol. Rodeado de barrancos
y de lomas cubiertas de almendros por doquier; viñas, encinas y
alcornoques en las cotas superiores; huertas y olivos desperdigados
por paratas.” (VII)

“10 kilómetros de curvas en una continua subida que ofrece paisajes


cambiantes: los últimos invernaderos de la zona, lomas de almendros,
las primeras viñas, blancos cortijos esparcidos, barrancos y ramblas
por doquier…El pueblo tiene también trazado empinado, fuentes de agua
fresca, bodegas familiares tras viejas puertas, macetas en las
ventanas, silencio, paz…
Un extenso paseo bordea la carretera y enlaza el barrio hondero con el
altero -la popular plaza de los gavilanes- ofreciendo numerosos bancos
para sentarse a la sombra de los árboles. O bien una coqueta placita
de albero, orientada al sur con bellos ejemplares de olivo y una
antigua prensa de vino, para dar testimonio de su principal actividad.
Normal pues que los lugareños salgan al atardecer a disfrutar de su
aire y de sus vistas y, en un reposado paseo con conversación
incluida, llegan a perderse, pueblo arriba, hasta el mirador de la
loma… Desde aquí Albondón se ofrece en toda su extensión, entre viñas
renacientes y almendrales, encajonada entre barrancos y lomas.” (VIII)

“Las intensas lluvias de un largo y frío invierno han dado paso a días
radiantes en los que el sol reaparece de nuevo para calentar la tierra
humedecida y despertar la vegetación aletargada. Somos testigos de un
espectáculo único pero poco conocido, anual y efímero, sencillo y
maravilloso: la floración de los almendros.
Miles de almendros vuelven a vestirse de blanco. La flor del almendro
cubre la tierra de un manto blanco y de un olor suave y la convierte
en un festival de colores. Se da la impresionante estampa de ver la
Contraviesa y Sierra Nevada igual de blancas, la primera por su manto
invernal y la segunda por la blancura de las flores de los almendros.
El campo ofrece un espectáculo de sábana blanca a finales del mes de
febrero que alcanza cotas en torno a los 1.000 metros, si bien el
estallido de flores abiertas depende mucho de la exposición al sol, de
si la loma está en umbría o en solana… El color y la cantidad va
subiendo gradualmente desde las localidades costeras y se va
extendiendo, por las cotas más altas. Es un estallido de color, con
tonos blancos, grises o rosáceos ¡Pero cuidado, en apenas unos días, a
finales de febrero, el blanco y rosa de la flor ya habrán dado paso al
verde de la hoja!” (IX)
“Varias figuras aparecen agachadas sobre el terreno tan pendiente y
pedregoso. Con ropa de faena, gorra o sombrero, navaja o tijera en 385
mano y cubos de plástico. Se afanan un año más en recoger la uva de su
parcela. Con un rápido movimiento de manos sostienen el racimo y de un
tajo certero lo arrancan de los sarmientos. Como cuantas más manos
haya mejor, los propietarios de las fincas vecinas colaboran en la
vendimia. Poco a poco se van llenado los cubos y luego las cajas que
darán, una vez prensadas, un buen y natural vino ecológico, muchas
veces para consumo familiar. Se sigue vendimiando con el Mediterráneo
de frente y se usan todavía mulos que sacan la uva hasta la carretera
o pista más cercana. Cuando regresan los últimos vendimiadores, rugen
las prensas hidráulicas en los lagares y el trasiego de vinos y
toneles llenan de vida los pueblos.” (X)

“Con la llegada de los cristianos el paisaje se fue transformando con


el cultivo de las laderas, plantando viñas por doquier incluso en
sitios inverosímiles. La encina cedió su secular territorio a la vid.
Viñas que se dedicaban tanto a uva de mesa como a pasas, a vinos como
a aguardientes.
Pero a finales del siglo XIX la terrible plaga de filoxera ataca
centenares de hectáreas de viña. Tienen que ser arrancadas, y las
industrias de aguardiente sufren un tremendo revés. Como alternativa
se incentiva la plantación de higueras y almendros para reemplazar las
viñas.
La utilización de cepas americanas, resistentes a la filoxera,
consiguió reponer parte de los viñedos, pero su presencia en el
paisaje bajó de casi las dos terceras partes a menos de la cuarta
parte de los términos municipales. Y, sobre todo, dejó un paisaje de
casas y cortijos abandonados y caídos.” (XI)

Contexto y valoración:
Del periodo árabe se conocen pocos datos sobre el paisaje
agrario, cuando la Sierra de la Contraviesa formaba la comarca
administrativa de la Taha Castillo del Viñedo.

Todo este territorio era una de las rutas de la trashumancia.


Los pastores bajaban de Sierra Nevada para invernar en la Costa,
instalándose en cabañas de las que luego surgirían algunas de estas
poblaciones. Se baraja que, entonces, todavía habría bosques más
amplios y abundantes herbazales para el ganado. El texto I alude a
este paisaje tradicional hoy desaparecido “Sus suelos ásperos y secos
estarían ocupados primitivamente por un enorme matorral mediterráneo
con encinas y alcornoques dispersos”. Prueba de ello es que, tal como
se pone de manifiesto en el texto II, el Diccionario Geográfico
Histórico de Sebastián de Miñano, publicado el año 1826, “Las cumbres
de estas lomas están cubiertas de encinas y alcornoques, útiles por el
corcho, que estando bien molido es un buen preservativo para envolver
las uvas que se exportan por los puertos…”.

Durante el siglo XVI los moriscos del Reino de Granada


encontraron aquí un refugio donde seguir viviendo en la Península
Ibérica, y llevaron a cabo la obra civilizadora y de colonización
agraria, cuyo paisaje se ha heredado hasta nuestros días, y que
permitió el poblamiento humano de esta zona. Los barrancos de ríos,
arroyos y ramblas, con terrenos más abruptos y pendientes,
permanecieron casi vírgenes y en estado natural. Pero la interminable
sucesión de lomas redondeadas que componen la Sierra de la Contraviesa 386
fueron aterrazadas, y puestas en cultivo mediante bancales y paratas
con especies amantes de los climas secos y soleados como higueras,
vides y olivos. El texto VI señala como “Almendros, vides e higueras
cubren los montes, de abajo arriba, hasta su cima, y los olivos
ocupan, sobre todo, gran parte de los barrancos norteños de la Sierra.
Todo está labrado… Montes y barrancos, aparentemente secos e
inhóspitos desde lejos, han sido cultivados hasta el último palmo…”).
Y el texto VII reitera: “Alfornón está rodeado de barrancos y de lomas
cubiertas de almendros por doquier; viñas, encinas y alcornoques en
las cotas superiores; huertas y olivos desperdigados por paratas”.

Así pues, el paisaje agrario tradicionalmente dominante ha sido


el de multitud de pequeñas parcelas cultivadas, formando bancales y
paratas, que han colonizado las vaguadas, lomas y, en menor medida,
barrancos del relieve de la Contraviesa.

Sin embargo, este paisaje no es en nada parecido al de hace unos


siglos, cuando toda la Sierra de la Contraviesa era un territorio
monocultivo de vides.

A partir del siglo XVI y hasta finales del siglo XIX, el paisaje
agrario predominante fue el cultivo del viñedo. Como indica el texto
XI, a raíz de la plaga de la filoxera su predominancia en el paisaje
bajó drásticamente: “su presencia bajó de casi las dos terceras partes
a menos de la cuarta parte de los términos municipales”. El
diccionario de Pascual Madoz -1845-1850- nos informa en el texto III
de que “Las faldas norte, sur y suroeste están plantadas de viñas que
producen muchísimo, y para consumir parte del vino, que es de buena
calidad, hay muchas fábricas de aguardiente…”. Las vides de la
Contraviesa se aprovechaban entonces para todo: uvas de mesa, pasas,
vinos y aguardientes. Esta comarca, junto a los montes y la Axarquía
malagueña, era una de las principales productoras y exportadoras de
vinos del Mediterráneo en los siglos XVIII y XIX.

El paisaje agrario tradicional ha tenido, además, una serie de


atributos complementarios:

- Jean Sermet –a mediados del siglo XX- describe la siguiente


ordenación de los cultivos en la Sierra de la Contraviesa, que
se realiza en función de su altitud y su exposición al sol: ”las
pendientes bajas, muy abruptas hacia el mar y las ramblas,
tienen higueras, que pueden permitirse el agarrarse a cualquier
sitio; más arriba, en vertientes menos escarpadas, los almendros
y luego los olivos. Entre los 800 y 1.000 metros les sucede la
vid….”

- El Diccionario de Pascual Madoz -1845-1850- también nos informa


de la presencia de huertas en regadío, que serían minoritarias;
Y de cómo se efectuaba el riego: “por medio de depósitos que
recogían las aguas de los innumerables, aunque escasos
manantiales que fluyen por todas partes”. El texto VI nos habla
de que a mediados del siglo XX aún había “junto a los pueblos,
los huertos en bancales, aprovechando antiquísimos sistemas de
regadíos con albercas y acequias para repartir el agua…”.

- El trabajo manual y el uso de caballerías en las faenas agrarias 387


no sólo ha sido parte del paisaje tradicional de la Contraviesa,
sino que ha subsistido hasta la actualidad por lo accidentado y
quebrado del relieve y las insuficiencias de la red viaria.

- El paisaje urbano de la Contraviesa tuvo en esta época, y aún


conserva en gran medida, un interesante y original patrimonio
edificado vinculado a las faenas agrarias: bodegas, lagares,
fábricas de aguardientes, molinos de aceite y harineros,
almacenes de higos, fábricas de tejidos de pita y esparto,…

Las principales transformaciones del paisaje agrario tradicional


en la transición del siglo XX al XXI, como nos indica el texto VI,
provienen de que ahora, por extensión del complejo productivo litoral
de Almería y Granada: “los invernaderos cubren parte de las laderas
soleadas cercanas a la costa y ramblas enteras hasta la orilla misma
del mar…”.
Además, el paisaje agrario recibe ahora una distinta valoración
según las estaciones del año.

En este sentido, hasta mediados del siglo XX las estaciones de


otoño e invierno animaban inusitadamente el paisaje agrario de la
Contraviesa, pues era cuando se vendimiaba y se pisaba la uva, o se
vareaban olivas e higos. Además, era cuando estaban en plena actividad
los innumerables “secaderos” de los cortijos, donde las uvas se
convertían en pasas y los higos en higos secos.

Hoy día, la transición del invierno a la primavera es el momento


más valorado del paisaje agrario, pues es cuando se produce la
floración del almendro, cultivo hegemónico contemporáneo y motivo de
atracción de posibles visitantes y turistas. El texto IX alude a este
momento mágico del año: “Somos testigos de un espectáculo único pero
poco conocido, anual y efímero, sencillo y maravilloso: la floración
de los almendros. Miles de almendros vuelven a vestirse de blanco. La
flor del almendro cubre la tierra de un manto blanco y de un olor
suave y la convierte en un festival de colores. Se da la impresionante
estampa de ver la Contraviesa y Sierra Nevada igual de blancas, la
primera por su manto invernal y la segunda por la blancura de las
flores de los almendros…”.

388
Referente territorial: Alpujarras y Valle de Lecrín.

Número y título de ficha: VII.9. Valle de Lecrín (I). Visiones del


carácter del paisaje (ss. XVIII-XXI).

Objetivo de la Catalogación: Caracterización del tipo de paisaje


provincial.

Referente paisajístico: Paisaje de dominante natural.

Autor(es), obras(s) y fecha(s):

LÓPEZ, TOMÁS. Diccionario Geográfico e histórico de España (1756) (I)

PONZ, ANTONIO. Viaje por España (1794) (II)

MIÑANO, SEBASTIÁN DE. Diccionario geográfico y estadístico de España y


Portugal (1826-1829) (III)

MADOZ, PASCUAL. Diccionario geográfico estadístico histórico de la


provincia de Granada (1845-1850) (IV)

VALERA Y ALCALÁ DE GALIANO, JUAN. El Valle de Lecrin, en: Ensayos


poéticos, 1848; Madrid: Editorial Aguilar, 1958 (V)

BERMÚDEZ-CAÑETE, FEDERICO. Retorno a Granada, pp. 134-135. Granada: 389


Editorial Ubago, 1989 (VI)

JIMÉNEZ TITOS, FRANCISCO. Valle de Lecrin: El Vergel de la Suerte.


Madrid: Diario El País. 20 de abril de 2000 (VII)

VILCHEZ, DIEGO. Antología poética. Dúrcal: Edición del autor, 2001


(VIII)

GAN, RAFAEL. A caballo y a pie por el valle de la Alegría. Granada:


DIARIO IDEAL. 1 de marzo de 2007 (IX)

ORTEGA, EDUARDO. El río de las Albuñuelas. Noviembre de 2010. En:


www.periodicovalledelecrin.es (X)

TERRON IBÁÑEZ, FRANCISCO. El Valle de Lecrin. www.elvalle.es, 2013


(XI)

TEXTOS SELECCIONADOS:

“El valle de Lecrín, esto es de alegría, denominación que justamente


le conviene por su amenísima situación, está al Mediodía de la ciudad
de Granada y distante de ella tres leguas. Todas sus villas y lugares
están sujetos a la jurisdicción ordinaria del alcalde mayor de
Granada. Este partido es abundantísimo de aguas, muy saludables y de
bello gusto para beberlas, las que fecundan su feraz terreno, que casi
todo lo que en él se cultiva, es de regadío. Es un país de los más
sanos de nuestra Península.” (I)

“Contiguo a la Alpujarra se encuentra el Valle de Lecrin,… cuyas


poblaciones gozan de benigno temperamento y apacibles aires, algo
participes de los marítimos; sus suelos aunque desiguales por los
altos y bajos que tienen, son de reciproca diversión, por lo bien
poblados de arboledas, parras, huertos y olivares: todo el territorio
es fértil por lo bien regado, con ríos y acequias que sacan sus aguas
de Sierra Nevada.” (II)

“Lecrin es voz arábiga que significa alegría, y en efecto es terreno


hermoso por los olivos, naranjos y limoneros que le amenizan. Le
riegan barrancos que llaman ríos. Estos ríos dividen el valle en
varios trozos y forman un país pintoresco donde abunda un aceite
riquísimo, y claro como el agua, frutas deliciosas y muchos granos.”
(III)

“Es uno de los lugares más pintorescos de la Península. Su clima es


benigno y saludable. Reinan vientos únicamente fuertes del norte o de
arriba, y vientos del sur, de abajo o mareas.
Está cortado en todas direcciones por barrancos profundísimos, que
forman la divisoria de los pueblos que comprende. Levántanse en él
cerros de considerable altura y diversa configuración, descubriéndose
derrumbaderos inaccesibles y tajos cortados de bastante altura.
Abunda por todas partes el agua procedente de la falda meridional de
Sierra Nevada, que se conduce por acequias que atraviesan tajos,
terrenos escarpados y barrancos, gracias a la laboriosidad de sus
habitantes.” (IV)

“Valle de Lecrín lo llamó el moro, / porque allí alegremente se 390


respira. Su nido en las paredes y en las peñas / suspende allí la
errante golondrina, / y en los copudos álamos y albeñas / la torcaz
gime y la calandria trina. La mosqueta, el tomillo y la viola/tienen
el fresco ambiente perfumado, / y el trébol, la verbena y la amapola /
de púrpura gentil bordan el prado. Prometen rico y sazonado fruto /
las manzanas en flor y los nogales, / y da el arroyo al valle su
tributo, / en brazos mil partiendo sus raudales. Ciñen la margen por
do el paso tuerce, / en venas fecundante, mejorana, / mastranzo,
toronjil, fragante alerce, / mimbres y almendros con su flor temprana.
Y brinca el agua y la ladera cruza, / y con grato rumor mueve el
molino, / y en diamantes la rueda desmenuza / y difunde el tesoro
cristalino. Vagos iris en fuentes y cascadas/pone el radiante sol que
las colora; / invisibles allí tal vez las hadas/aun tienen su mansión
encantadora.” (V)

“El valle es un vergel y cuando sopla lo que los lugareños llaman


viento marea huele a azahar. Es una brisa fresca que procede del
cercano Mediterráneo, distante apenas 30 kilómetros, y que junto al
cálido viento solano crea un peculiar microclima a los pies de Sierra
Nevada”(VI)

“La hoya está a menor altitud y protegida en todos sus lados por las
montañas y cercana al mar. Es éste un paraje idílico, con una suavidad
desconocida del aire, perfumado de azahar… Todo el paisaje tiene una
gran diversidad interna, al estar lleno de barrancos, rellanos y
recuestos muy variados en altitud y orientación…” (VII)

“¡Oh, Valle de Lecrín! Dulce sabana/de olivos y de naranjos gran


maceta/recostado al regazo del Veleta/percibes su fragancia soberana
Tus pueblos que son bella filigrana/disfrutan de una dicha tan
completa/que el fluir de su alegría va sujeta/a la paz que en su
entorno se derrama. Tu belleza a un tiempo cristiana y mora/en la flor
del naranjo se contiene/y el paso de los siglos no desdora.” (VIII)

“A mitad de camino entre la capital alhambreña y la Costa Tropical,


este microcosmos que es el Valle disfruta todo el año de un clima muy
benigno. Las vetustas callejuelas y rincones de los pueblos y
cortijadas rebosan paz y un olor inconfundible de los naranjos y
restos de cítricos y de algunos almendros que inundan la zona. Un
auténtico vergel son sus alrededores. Los entornos de las poblaciones
también están repletos de manantiales de aguas serpenteantes, fuentes
y cuevas, y en los antiguos caminos se puede practicar senderismo y
cicloturismo.” (IX)
“El monte Parnaso y su paisaje mediterráneo era y es hermano y muy
parecido a estas tierras… Aquí, en la frondosidad y cercanía de los
cauces de los ríos y barrancos, el clima es mediterráneo suave y los
cultivos son diversos y muy fecundos. Los bancales y bancaletas se
acercan y forman parte de sus cuencas y de forma inmarcesible y
tranquila besan los ríos. En las márgenes de los ríos hay abundancia
de plantas, almendros, higueras, naranjos, mimbres, sauces y álamos y
distintos tipos de matorrales, piornos, gayombas, romeros, tomillos,
salvias, esparteras,…” (X)

“El Valle está cerca del mar y de la nieve, cerca de la ciudad y


también de la Costa. Su naturaleza es variada como pocas: es zona de 391
montaña pero también tiene una excepcional laguna, y riega sus campos
con agua de nieve.” (XI)

Contexto y valoración:

La comarca del Valle de Lecrín es conocida con tal denominación


desde la etapa nazarí y, especialmente, a partir de su conquista
cristiana a finales del siglo XV.

Entre los siglos XVI al XVIII los aspectos más valorados del
Valle como paisaje, según mencionan los textos I y II, son su bondad
climática, su abundancia de aguas y su fertilidad agraria.

El clima se juzga tan benigno que, como indica el texto I, se le


considera “un país de los más sanos de nuestra Península”, en lo que
tienen que ver, como menciona el texto II “sus apacibles aires, algo
partícipes de los marítimos”. Su segunda cualidad es la abundancia de
aguas que, procedentes de Sierra Nevada, son “muy saludables y de
bello gusto para beberlas”. Y su tercera característica es su
fertilidad, ya que la antiquísima puesta en regadío de los predios
cultivados, hace que “todo el territorio sea fértil por lo bien
regado” que está y permite que “sus suelos aunque desiguales por los
altos y bajos que tienen, sean de reciproca diversión, por lo bien
poblados de arboledas, parras, huertos y olivares”.

Los textos III, IV y V, correspondientes a los diccionarios


ilustrados, viajeros y escritores decimonónicos resucitan un adjetivo
que, desde entonces, viene acompañando las descripciones del Valle de
Lecrin en las guías turísticas, como es la de “Valle de la alegría”, y
se reconoce además su etimología árabe.
Tan del gusto romántico, se enfatizan en esta época otros
aspectos del “Valle” como su paisaje pintoresco, especialmente por su
peculiar geología cuyos efectos adversos quedan atenuados por la
laboriosidad de sus hombres. De manera que el “Valle” combina la
naturaleza agreste de “cerros de considerable altura y diversa
configuración, descubriéndose derrumbaderos inaccesibles y tajos
cortados de bastante altura” con los “terrenos hermosos por los
olivos, naranjos y limoneros que le amenizan”.

Otro rasgo que destaca el texto del escritor cordobés Juan


Valera es su riqueza de pájaros u ornitológica. El texto V la describe
en verso: “Su nido en las paredes y en las peñas / suspende allí la
errante golondrina, / y en los copudos álamos y albeñas / la torcaz
gime y la calandria trina”. Esta riqueza aviar será después otro rasgo
que sorprenda al historiador irlandés Ian Gibson, cuando en el año
1979 elija el Valle para fijar su residencia en España.

Un tercer aspecto que se pondera positivamente es la presencia


ubicua del agua en campos y poblaciones, que embellece notablemente su
paisaje. El ya citado Juan Valera lo expresa en los siguientes versos:
“y da el arroyo al valle su tributo, / en brazos mil partiendo sus
raudales. Ciñen la margen por do el paso tuerce, / en venas
fecundante, mejorana, / mastranzo, toronjil, fragante alerce, /
mimbres y almendros con su flor temprana. Y brinca el agua y la ladera
cruza, / y con grato rumor mueve el molino, / y en diamantes la rueda
desmenuza / y difunde el tesoro cristalino. Vagos iris en fuentes y 392
cascadas/pone el radiante sol que las colora; / invisibles allí tal
vez las hadas / aun tienen su mansión encantadora”.

El catedrático de geografía Francisco Villegas Molina va a


realizar aportaciones fundamentales para el conocimiento del Valle de
Lecrin como producto de su tesis doctoral, elaborada en la transición
de las décadas de los sesenta a los setenta del siglo XX.

Durante el siglo XX y primeras décadas del siglo XXI, siguen


surgiendo aspectos novedosos que llaman la atención de literatos y
viajeros. Entre éstos se pueden citar:

En primer lugar, los textos contemporáneos aluden a la


“fragancia soberana”, “el un olor inconfundible de los naranjos”, o si
se quiere, “perfumado de azahar”, del Valle de Lecrín, y a su momento
de esplendor primaveral. Al respecto, hay que matizar que dichas
cualidades no se olvidaron a los autores antiguos sino que son
relativamente recientes. Están originadas por la fuerte expansión que
tiene aquí el cultivo del naranjo con fines comerciales durante la
segunda mitad del siglo XX.

En segundo término, se resalta el “ambiente idílico” y la “paz”


que rebosan sus pueblos. Pueblos pequeños que, como los de las
Alpujarras o la Contraviesa, aún conservan sus costumbres y rasgos
identitarios, en contraste con los paisajes urbanos cada vez más
anónimos y masificados del área metropolitana de Granada o de su
franja litoral. A ello se unen entornos rurales sombreados y que
“están repletos de manantiales de aguas serpenteantes, fuentes y
cuevas, y en los antiguos caminos se puede practicar senderismo y
cicloturismo”.
Y, en tercer lugar, su excepcional situación geográfica. De
manera que se puede gozar del paisaje del valle de Lecrín y, a la vez,
disfrutar de otros modos de vida y otros paisajes de los contornos.
Pues, como afirma el texto XII, “El Valle está cerca del mar y de la
nieve, cerca de la ciudad y también de la Costa”. En relación con este
aspecto, el geógrafo francés Jean Sermet ya señalaba en los años
cincuenta de que una de las originalidades del Valle de Lecrín es la
de ser el único pasillo vertical de cierta envergadura entre la
Andalucía del Mediterráneo y la Andalucía Penibética y de las
altiplanicies.

Referente territorial: Alpujarras y Valle de Lecrín.

Número y título de ficha: VII.10. Valle de Lecrín (II). El paisaje


agrario.

Objetivo de la Catalogación: Caracterización del tipo de paisaje


provincial. 393

Referente paisajístico: Paisaje de dominante agraria.

Autor(es), obras(s) y fecha(s):

MARTÍN GARCÍA, MANUEL. Nigüelas, atalaya de la alegría. Granada:


Ayuntamiento de Nigüelas-Diputación de Granada, 1998 (I)

LÓPEZ, TOMÁS. Diccionario Geográfico e histórico de España (1756) (II)

MADOZ, PASCUAL. Diccionario geográfico estadístico histórico de la


provincia de Granada (1845-1850) (III)

VALERA Y ALCALÁ DE GALIANO, JUAN. El Valle de Lecrin, en: Ensayos


poéticos, 1848; Madrid: Editorial Aguilar, 1958 (IV)

BRINKMANN, MAIMOSELLE DE. Promenades en Espagne (1849-1850). Citado


en: www.adurcal.com (V)

JOHANNES J. REIN, Aportación al estudio de Sierra Nevada (1889).


Granada: Caja General de Ahorros de Granada-Junta de Andalucía (VI)

VILLEGAS MOLINA, Francisco. El Valle de Lecrin. Estudio Geográfico,


pp. 41, Granada: CSIC, Instituto de Geografía aplicada del Patronato
“Alonso de Herrera”, 1972 (VII)

BERMÚDEZ-CAÑETE, FEDERICO. Retorno a Granada, pp. 134-135. Granada:


Editorial Ubago, 1989 (VIII)
JIMÉNEZ TITOS, FRANCISCO. Valle de Lecrin: El Vergel de la Suerte.
Madrid: Diario El País. 20 de abril de 2000 (IX)

GAN, RAFAEL. Perfumes de azahar en el Valle de Lecrin. Granada: Diario


IDEAL, 30 de marzo de 2006 (X)

TEXTOS SELECCIONADOS:

“Cuando los cristianos ocuparon el Valle había muchos marjales de


tierra de riego que habían pertenecido a moriscos sublevados y
expulsados. Se producían gran cantidad de onzas de cría de gusano de
seda, aunque se habían perdido muchos morales durante la guerra.
Existían miles de olivos que producían un año si y el otro no, así
como marjales de viñas de riego y secano. Las acequias servían tanto
para regar como para dar de beber a los pueblos.” (I)

“Los regadíos rinden considerables cosechas de cereales, aceites,


frutas como naranjas, limones y granadas, uvas que se conservan
frescas todo el invierno, miel de oro, y en algunos parajes castañas y
seda.” (II)

“Los frutos que este valle produce son: Trigo, maíz, alguna cebada y
habas, algunos garbanzos y los pueblos que tienen contigüidad a Sierra
Nevada y labor en ella, recogen centeno. También en estos pueblos se
cría seda, bien que aunque en otros tiempos era la seda un fruto de
mucha consideración en el valle, en el día no lo es porque van 394
quedando pocos morales, porque los aires y transcurso de los tiempos
los destruyen.
En este valle el fruto más abundante es el aceite, produce mucho y de
excelente gusto y sin disputa el más singular de toda Andalucía.
Aunque produce muchas uvas, éstas sólo se destinan para comer, por lo
que aunque todos los pueblos tienen algún vino, en los más es muy
poco. También produce higos, albaricoques, duraznos, melocotones y
demás frutas.” (III)

“Allí crecen la vid y el limonero, / en la enramada cantan Filomena /


y la tórtola fiel, y lisonjero / murmura el río entre dorada arena.
Allí las dulces limas, las naranjas / y el cristalino aceite se
producen, / y, formando en el monte verdes franjas, / los azufaifos y
castañas lucen.” (IV)

“Entre estos pueblos reina el más delicioso valle de naranjas que se


pueda ver… Todas estas huertas están colocadas en terrazas desde
arriba hasta abajo, donde la tierra es llevada. La abundancia de agua
y la buena posición hacen pensar que la gente, a fuerza de trabajo, ha
convertido esta montana en un jardín de las Hespérides. Son tantos los
plantíos de árboles y frutales regados que la puesta de sol hace miles
de luces de arriba abajo dándole el aspecto de una montaña de
esmeraldas.” (V)

“Suave y sano clima, de eterna primavera, que reina en la región. Una


inmensa variedad vegetal que nos ofrece la naturaleza y extasiarse en
su contemplación. Todo crece fabulosamente sin necesidad de cuidados
especiales…
Grande y centenario olivar en la ladera de la montaña, impresionante
vega, con sus cultivos que llegan a lo más alto. En primer plano
aparecen los naranjales y limonares, por las hileras de casas
blanqueadas, y al fondo las cumbres con sus neveras. Montaña arriba
encontramos sarmientos que han trepado por las ramas de los árboles, y
cuyas hermosas uvas se descuelgan, en racimos, en todo su esplendor.
Junto a éstas, higos maduros, verdes morados, igualmente apetitosos y
tentadores. Más allá, olivos, almendros y moreras crean un contraste
de color en su alternancia con el maíz y diversas hortalizas. Más
arriba encontramos diversos frutales y finalmente nogales y castaños.
Una vez cruzados éstos llegamos a campo abierto, con sembrados de
trigo, de legumbres y, a mayor altura, de patatas y centeno. Nos
encontramos en la zona más alta de los cultivos.” (VI)

“El hombre se adaptó al predominio de los suelos inclinados en el


valle. Y los convirtió en escalinatas, cuyos escalones son a veces
amplios y de poca altura y otros estrechos y de gran desnivel… Hay
todo un mosaico de pequeñas parcelas con una gran diversidad de formas
y colores. Colores según acojan distintos cultivos herbáceos,
barbechos y frutales. Formas que se adaptan a las irregularidades de
laderas y cerros, o se disponen ordenadas y geométricas en las vegas…
Y el problema de la falta de agua lo solventó recogiendo la que mana
abundantemente de las montañas próximas, o desciende por ríos y
arroyos, desviándola y dispersándola con una extensa red de acequias
por todos los campos y localidades…
Otro rasgo singular de este valle es la original convivencia de
olivares y naranjos. Éstos, apenas se podan o dejaron de hacerlos, y
tienen una gran envergadura, de manera que protegen a los naranjos de 395
los fríos intensos, de los vientos del norte y de las heladas.” (VII)

“Los campos cultivados, minuciosamente ordenados en bancales y


paratas, contrastan vivamente con los barrancos y ramblas secas… En
las laderas abancaladas más bajas crecen olivos seculares y de gran
porte, que protegen de los vientos y las heladas a los naranjos y
limoneros, mientras que en las laderas más altas prosperan los
almendros…” (VIII)

“Éste es el único lugar de la provincia de Granada donde se cultivan


naranjos y limoneros, por la tibieza de las temperaturas durante todo
el año.” (IX)

“Son tierras ricas en naranjos, limoneros, almendros, viñedos y


olivos… El invierno va cediendo paso a la primavera y el Valle del
Lecrin luce ahora más bonito y perfumado que ninguno. Muchos de sus
pueblos están adornados con los naranjos que hay en sus campos y la
estampa que ofrecen es singular. Es una época ideal para visitar este
Valle de la Alegría que los árabes descubrieron en sus viajes hacia el
oeste de Granada y del que se quedaron prendados.” (X)

Contexto y valoración:

El paisaje agrario del valle de Lecrín conserva numerosas


descripciones desde el siglo XVIII, bien de diccionarios geográficos,
bien de viajeros y literatos que visitaron el lugar.

Para los siglos XIV y XV, o paisaje agrario del Valle de Lecrín
nazarí, sólo se dispone de información indirecta o historiográfica.
Durante el siglo XVI, una vez que se conquista este territorio
por las tropas castellanas a finales del siglo XV, se dispone de los
de los libros de apeo y repartimientos de suertes de diferentes
poblaciones. A partir del realizado para Nigüelas, el texto I nos
presenta como sería el paisaje agrario del Valle de Lecrín al comienzo
de la Edad Moderna. Sus rasgos más sobresalientes fueron los
siguientes:

- El predominio de cultivos arborescentes diferentes a los


actuales, en tanto que el Valle estaba muy poblado de moreras,
hoy casi extinguidas, para la cría de seda destinada a la
exportación, así como de olivares y viñedos, que permanecen en
el paisaje agrario, aunque con un papel secundario.

- El prestigio alcanzado entonces por sus producciones de aceite,


de manera que el “oro verde” era considerado, como menciona el
texto III, “de excelente gusto y sin disputa el más singular de
toda Andalucía”.

- La dedicación secular del viñedo de la zona a uva de mesa, que


ha ido desapareciendo en favor de la crianza de vinos de la
tierra.

Hay una relativa abundancia de textos sobre el paisaje agrario


del Valle desde la segunda mitad del siglo XVIII a finales del siglo
XIX. Los principales atributos de dicho paisaje eran: 396

- La presencia de importantes cultivos cerealistas en regadío,


propios de la economía de subsistencia de la época y hoy
reducidos a una superficie más escasa. Cultivos cerealistas que
eran diversos y alternaban con los de plantas leguminosas para
dar nutrientes y no agotar los suelos (“Trigo, maíz, alguna
cebada y habas, algunos garbanzos…”) y, además, se ordenaban en
altura: “los pueblos que tienen contigüidad a Sierra Nevada y
labor en ella, recogen centeno”.

- La creación durante la segunda mitad del siglo XIX de la imagen


actual que predomina al hablar del paisaje agrario del Valle. En
el texto V una viajera francesa ya menciona que “En estos
pueblos reina el más delicioso valle de naranjas que se pueda
ver…”). Y lo compara con un “jardín de las Hespérides” y una
“montaña de esmeraldas”.

- La visión positiva de la diversidad del paisaje agrario del


Valle, pero con un estilo impresionista y un contenido
superficial. Así, el texto VI describe detalladamente la
sucesión de árboles y cultivos que aparecen desde los fondos de
valle a las cumbres en el Valle de Lecrín. Pero, más que
explicar sus razones, se queda en la emoción estética que causan
en el viajero: “Más allá, olivos, almendros y moreras crean un
contraste de color en su alternancia con el maíz y diversas
hortalizas…”.

Durante el siglo XX y principios del siglo XXI observamos las


siguientes tendencias:
- Literatos y viajeros han seguido promocionando como una de las
principales imágenes externas del Valle de Lecrín, la
proporcionada por la belleza y singularidad de su paisaje
agrario de naranjos. Así, el texto IX nos habla de que cuando
“el invierno va cediendo paso a la primavera, el Valle del
Lecrin luce más bonito y perfumado que ninguno”. Y el texto VIII
añade que “es el único lugar de la provincia de Granada donde se
cultivan naranjos y limoneros, por la tibieza de las
temperaturas durante todo el año”.

- Los textos contemporáneos, sin embargo, han profundizado en la


complejidad de este paisaje agrario donde nada es aleatorio ni
azaroso, sino que responde a un orden territorial bien
estudiado. El catedrático de geografía Francisco Villegas Molina
analiza en el texto VI como todo el paisaje agrario del Valle es
fruto una labor civilizadora emprendida por los árabes nazaríes
para adaptarse a dos condicionantes: el predominio de terrenos
inclinados y la falta de agua. También menciona otro factor
explicativo como es el parcelario rural minifundista y con gran
diversidad de formas y colores. El texto VII reitera la misma
idea al afirmar que “Los campos cultivados, minuciosamente
ordenados en bancales y paratas, contrastan vivamente con los
barrancos y ramblas secas… En las laderas abancaladas más bajas
crecen olivos seculares y de gran porte, que protegen de los
vientos y las heladas a los naranjos y limoneros, mientras que
en las laderas más altas prosperan los almendros…”. 397
VIII - SIERRA NEVADA.

398
Referente territorial: Sierra Nevada.

Número y título de ficha: VIII.1. Siglos XII-XVIII.

Objetivo de la Catalogación: Caracterización del tipo de paisaje


provincial.

Referente paisajístico: Paisaje de dominante natural.

Autor(es), obra(s) y fecha(s):

I.- AL-ZUHRI, MUHAMMAD BEN ABI BAKÚ (Siglo XII). Viaje a España, 1137.
Citada en M. P. Torres Palomo, Sierra Nevada en los escritores árabes.
Miscelánea de Estudios Árabes y Hebraicos (Granada), vol. XVI-XVII,
1967-1968.

II.- AL IDRISI (1100-1166). Citada en Francisco Javier Simonet,


Descripción del Reino de Granada. Madrid. Imprenta Nacional, 1860.

III.- AL AZDI, IBN AL MURABI (Siglo XIII). Solayr, (?). Citada en


Antonio Gallego Morell, Antología Poética de Sierra Nevada. Granada.
Editorial Cetursa, 1992.

IV.- IBN AL-HATIB (1313-1374). Kitab al-Ihata, (?). Citada en C.


Álvarez de Morales, Ciencias de la Naturaleza en Al-Ándalus. Textos y
Estudios IV. Granada, 1996. 399

V.- BERMÚDEZ DE PEDRAZA, FRANCISCO (1576-1655). Historia eclesiástica


de Granada, (1638), p. 65 y 66. Granada, 1652.

VI.- MURILLO VELARDE, PEDRO (1696-1753). Geographia histórica, (1752),


p. 209. Madrid, 1752.

VII.- PONZ, ANTONIO (1725-1792). Relación del viaje que desde Granada
hizo á Sierra Nevada D. Antonio Ponz á influxo del Excmo. Sr. Marqués
de la Ensenada, (1754). Mensajero económico y erudito de Granada.
Granada, 1754.

TEXTOS SELECCIONADOS:

I. “(…) Y esta montaña es una de las maravillas del mundo porque no


se ve limpia de nieve en invierno ni en verano. Allí se encuentra
nieve de muchos años que, ennegrecida y solidificada, parece piedra
negra, pero cuando se rompe se halla en su interior nieve blanca. En
la cumbre de esta montaña las plantas no crecen ni los animales pueden
vivir…” “(…) De este monte salen veinticinco ríos de los que dieciocho
van a desembocar al mar Romano (Mediterráneo) y siete al Guadalquivir.
Nadie puede subir a esta montaña, ni andar por ella, salvo en la época
de calor, cuando el Sol está en el signo de Escorpión, siendo entonces
posible su acceso.” “(…) No tiene acceso esta montaña más por tres
lugares especiales y cuando se sube por alguno de ellos y se ha
llegado a la cumbre se divisan desde allí numerosas regiones.”

II. “(…) la cadena de montañas llamadas Xolair o montes de la nieve,


que se extiende por espacio de dos jornadas: su altura es
considerable, y sus nieves duran así en invierno como en verano.
Guadix, Granada, y la parte de estos montes que se extiende hacia el
Mediodía, puede descubrirse desde el mar a una distancia de cien
millas…”

III. “(…) Anciano de venerable majestuosidad y larga vida / cuya


extensión y límite nos son desconocidos. / Luces blancas y luminosas
vestiduras / que no puede hacer mejor mano de hombre. / En unas
ocasiones lo ves totalmente vestido / mostrando su autoridad; / en
otras, lo ves desnudo sin quejarse / del calor del sol o del frío de
la noche. / ¡Cuántos días han transcurrido y los sigues viendo / en la
misma situación sin padecer enfermedad ni vejez! / Éste es Sulayr, el
anciano de Granada, ciudad / de cuya belleza todo el orbe tiene
noticia.”

IV. “(…) los pastores buscan con interés en los pastizales de Sulayr
creyendo que hay hierbas que poseen virtudes medicinales.”

V. “(…) Está a cinco leguas de Granada, y parece que está sobre sus
casas, tanta es su altura; y lo nevado se extiende ocho leguas, desde
el puerto de la Ragua en el Marquesado del Cenete, hasta Órgiva.” “(…)
Y no podía faltarle el agua en ella, si ha conservado la primera nieve
que le envió el cielo después del Diluvio.”

VI. “(…) nunca le falta nieve en lo que llaman el Picacho del


Veleta. Hay tanta abundancia en lo más riguroso del estío, como en lo
más helado del invierno; y en medio de ser tan excesivo el consumo de 400
nieve, que se saca para Granada, y otras partes, siempre hay grande
abundancia; y ésta es una de las cosas más singulares de España.”

VII. “(…) Dejado este sitio (se refiere al picacho del Veleta)
pasamos a registrar el propincuo llamado corral del Veleta, nombre
ajustado a sus proporciones, por ser una profundidad ancha y cerrada
de tajos muy peinados sin entrada por parte alguna, cajón ambicioso de
nieve, que se cree guarda la primera que cayó después del Diluvio,
reducida a piedra, pues estando abierto hacia el Norte, aquí es hielo
lo que es nieve en otros lugares; y nunca se derrite más que la
superficie, que es lo que el Sol le descubre.”

Contexto y valoración:

Las referencias más antiguas sobre el paisaje natural de Sierra


Nevada corresponden a los textos árabes, cuyos viajeros ya hablaban de
las Montañas de la Nieve y del río de la Nieve.

La primera alusión que nos ha llegado es de comienzos del siglo


X y se continuarán hasta el siglo XVI. Sus menciones –como los texto I
y II- repiten la abundancia de nieves que alberga, el frío gélido que
la domina, el viento violento que barre las alturas; y, también, en el
plano positivo, las aguas cristalinas que de ella proceden, o la
variedad de plantas medicinales que producen (Texto III). Cuando
mencionan la morfología de la Sierra destacan sus fuertes pendientes,
la angostura de sus barrancos y las considerables alturas de sus
picos, que se distinguen desde el mar. Algunos poetas, como el del
texto III, personifican la montaña en un anciano que nunca envejece.
Esta comparación con la vida eterna estará luego presente también en
los poetas cristianos.
Posteriormente a la etapa árabe, Sierra Nevada como la mayoría
de las montañas de nuestro entorno cultural y de cierta envergadura
(combinación de volumen y altitud y juego de pendientes) pasan a ser
descritas someramente en algunos libros de viajes del Renacimiento. Y
no será sino Diego Hurtado de Mendoza el que descubrirá su interés
literario, al hablar de las Guerras de Granada. Para la mayoría de los
viajeros y literatos es el paisaje de fondo de Granada y la Alhambra,
como señala el texto V.

De tal manera que no fue inspeccionada y descrita hasta bien


entrado el siglo XVIII. Hasta ese siglo muy pocos se habían adentrado
en Sierra Nevada, acaso pastores, manzanilleros y neveros, pues la
montaña resultaba desconocida, inhóspita e insegura. Sólo en verano
determinados puertos, si quedaban libres de nieves, eran frecuentados
por arrieros en sus recorridos entre poblaciones.

Los primeros datos de interés que se tienen se deben a los


viajeros ilustrados como Antonio Ponz (Texto VII) y a obras como el
Catastro de Ensenada y el Diccionario de Tomás López. Ambos son
comisionados por la Corona, y la recorren y cartografían por primera
vez para dar cuenta de sus riquezas y bienes; viajeros exploradores y
botánicos.

401
Referente territorial: Sierra Nevada.

Número y título de ficha: VIII.2. Siglo XIX (I). Naturalistas y


montañeros.

Objetivo de la Catalogación: Caracterización del tipo de paisaje


provincial.

Referente paisajístico: Paisaje de dominante natural.

Autor(es), obra(s) y fecha(s):


402
I.- ROJAS CLEMENTE RUBIO, SIMÓN DE (1777-1827). Viaje a Andalucía.
Historia Natural del Reino de Granada 1804-1809, (1810). Barcelona.
Griselda Bonet Girabert, 2002.

II.- BOISSIER, EDMOND (1810-1885). Viaje botánico por el Sur de


España, (1837), p. 278, 279, 287 y 293-294. Granada. Fundación Caja
Granada-Universidad de Málaga, 1995.

III. RUTE, LUIS DE (1844-1889). Sierra Nevada, p. 146-148. En Titos


Martínez, M. (ed.): Montañeros en Sierra Nevada (1866-1893), Granada.
Fundación Caja Granada-Consejería de Medio Ambiente-Parque Natural de
Sierra Nevada, pp. 115-151.

IV.- RUBIO GÓMEZ, ANTONIO (1836-1902). Del mar al cielo. Crónica de un


viaje a Sierra Nevada, (1881), p. 184-185, 156, 157, 190 y 245.
Almería, 1881.

TEXTOS SELECCIONADOS:

I. “(…) Noto de paso que todas las altas cumbres de Sierra Nevada
están peladas no porque deje de caer en ellas la nieve, sino porque la
arrojan de ellas los vientos fuertes a que están expuestas, así muy
cerca de ellas, como a 100 varas o menos más abajo (así se observa en
el Mulhacén y Veleta) ya se hallan grandísimos ventisqueros
perpetuos.” “(…) Así el verdadero límite de nieves perpetuas o
permanentes en el Norte de la Sierra Nevada será aproximadamente a
2.800 varas sobre el nivel del mar…” “(…) A diferencia de Los Alpes,
la nieve aparece en forma de manchas o montones acumulados en los
bajos fondos y pliegues del terreno…” “(…) desde finales de septiembre
toda la región se cubre de una nieve nueva, que sólo desaparecerá en
el mes de junio, y que la cubre parcialmente durante ocho meses.”

II. “(…) Los bordes de los cúmulos de nieve acumulados en los bajos
fondos, estaban cubiertos con las rosetas apretadas del Plantago
nivalis que florece en seguida que la tierra se queda al descubierto…”
“(…) Encontré pronto las primeras matas desmedradas de una planta que
bajo el nombre de Manzanilla real tiene en todo el país una gran
reputación gracias a sus virtudes medicinales; ya la había visto seca
en Granada, a donde llevan grandes cantidades en verano.” “(…) Había
llegado al lugar que llaman Borreguiles: son unos pastos situados
inmediatamente al pie de los desmoronamientos esquistosos de las
cimas; separados por unos corrimientos de terreno, toman el nombre del
valle del cual forman la parte superior, tenemos así el Borreguil de
San Jerónimo, el de Dílar, el de San Juan. La mayoría encierran lagos
alpinos muy pequeños cuyas aguas se escapan por encima de las rocas en
mil cascadas.” “(…) estos prados húmedos estaban blanqueados por las
flores de Ranunculus angustifolius y acetoselloefolius, el Pinguicula
leptoceras crecía también con profusión. Aunque una hierba corta
apenas había empezado a desarrollarse, los rebaños de cabras se habían
apoderado de estos lugares…” “(…) Lo primero que llama la atención al
llegar al Veleta y al aproximarse con precaución a su borde
septentrional, es un circo de casi 2.000 pies de profundidad que se
abre al noreste: sus paredes están casi siempre cortadas en vertical y
en el fondo se percibe un pequeño glaciar muy inclinado: es el lugar
llamado Corral del Veleta.” “(…) El glaciar tiene una pendiente muy 403
inclinada, su altura perpendicular sólo tiene 200 a 300 pies, su ancho
más o menos 600 pasos y está atravesado por numerosas grietas
transversales de apenas unas pulgadas de ancho.” “(…) el único en toda
la Sierra y el más meridional de Europa; debe su formación a su
posición, en el fondo de un circo abrigado y dominado en todas partes
por las altas cumbres donde las tormentas barren la nieve en invierno.
Su altura media es de 9.000 pies y presenta en miniatura todos los
caracteres de los glaciares alpinos, hendiduras, hielo impuro,
morrenas fangosas en su base y sus laterales, por fin, riachuelos de
aguas turbias que se escapan en su extremidad por varias cavernas
excavadas en el hielo.”

III. Acompañado de algunos subí por la divisoria, y al caer el día,


dominaba extensísismo paisaje“ (…) Se alzaba allí al otro lado del
mar, más vislumbrada de vista, la costa rojiza de África” (…) Pocas
veces puede desarrollarse más espléndido panorama ante los ojos: id
allí los que sepáis pintar o mirar, o sentir las magnificencias de la
naturaleza” (…) “Desde el Picacho veíamos a nuestros pies a unos 700
metros de profundidad el Corral de Veleta, cubierto de espesa capa de
nieves; con grietas longitudinales y transversales, y en su parte
baja, materiales amontonados como en un canchal. Todo acusaba desde
arriba que es aquel circo un glaciar;” (…)

IV. “(…) Vense en ella grandes moles, de formas regulares, pero


variadísimas, pirámides truncadas, cubos y prismas gigantescos, una
confusa masa de pizarras, de basaltos y contrapuestas
estratificaciones, que se acumulan en el más monstruoso desconcierto.
Parece que se ha derrumbado del cielo un inmenso palacio, cuyos
sillares colosales, volcados unos sobre otros, han quedado allí
depositados sin arte ni simetría.” “(…) Trabajo eterno y poderoso de
los rayos, de los huracanes y de las nieves, que fraccionan las rocas,
que empujan los acantilados, y hacen resbalar o precipitarse unos
sobre otros, en el mayor desconcierto…” “(…) Aquel reposo de los
peñascos y de las nieves, aquella callada inmensidad, impasible y
silenciosa, la ausencia de todo ser viviente, aquel crepúsculo, casi
repentino, que hace que el astro del día sorprenda a la naturaleza en
la profundidad de su sueño, nos dieron idea, más que de una alegre
resurrección, de una eterna vida, ajena a todo movimiento.” “(…) Los
ventisqueros del Veleta formaban sobre el cerro las más caprichosas
figuras, á la manera que las nubes suelen fingir en los cielos
palacios, monstruos, cabezas barbudas y desgreñadas, sátiros, ninfas y
bosques.” “(…) Lanjarón es, en fin, la hermosa garganta que eslabona
un cuerpo de admirables y voluptuosas formas, con una cabeza soberbia,
escultórica, monumental. Es el enlace del Valle de Lecrín con Sierra
Nevada. Figúrense los poetas un hada que se reclina graciosamente
sobre un espléndido lecho de esmeralda; las ondas de su traje están
cubiertas de flores, bordadas de cintas de plata, esmaltadas de
aljófar y ribeteadas de brillante serpentina…”

Contexto y valoración:

A lo largo de todo el siglo XIX se lleva a cabo el descubrimiento


científico de Sierra Nevada. Este fenómeno va acompañado de su
descripción geográfica. Dicho proceso de interpretación y explicación
de sus paisajes naturales vino encabezado por naturalistas, botánicos
y también por geólogos y geógrafos de Centroeuropa, mayoritariamente. 404

A la par de estos hechos se había levantado la primera


información de su organización orográfica e hidrográfica, del manto
vegetal- se cataloga buena parte de la flora nevadense y se determinan
y clasifican los pisos de vegetación-, de la abundancia de minerales y
aguas, en definitiva, de lo más representativo del paisaje de Sierra
Nevada.

La cartografía fue perfeccionándose. En el ámbito geológico


igualmente la cartografía va adquiriendo notoriedad, particularmente,
a raíz de las campañas que acompañan los trabajos de realización del
Mapa Geológico de España, así como también aquellas otras encaminadas
a la explotación minera. De esta manera, a mediados del siglo XIX ya Y
también se fue cartografiando progresivamente el territorio, en
particular la ubicación de los núcleos de población, las vías de
comunicación y caminos, los bosques y usos del suelo, los pasos y
altitudes de las montañas, etc.

El texto I corresponde a Simón de Rojas Clemente en su viaje por


Andalucía (1804-1809). Fue el primer botánico que la visitó y
describió, aunque no explicó. Describe, por primera vez, uno de sus
paisajes singulares, el de los ventisqueros. Asimismo, propone la
estratificación del paisaje vegetal de Sierra Nevada en altura
relacionando relieve, altitud y ambiente climático. Identificó las
siguientes: zona caliente (hasta 1000 m), zona templada (1000-1500 m),
zona subalpina (1500-2000 m), zona alpina (2000-2500 m), zona
frigidísima (2500-3000 m) y zona glacial (3000-3500 m).

El texto II, donde se describan por primera vez sus paisajes


glaciares, se debe a Charles Edmundo Boissier (1837). Forma parte de
los geólogos, geógrafos y botánicos, principalmente, formados en
universidades centroeuropeas (Berlín, Freiburg, Bonn, Munich, Berna,
Viena) e influidos por los principios del evolucionismo que recorren
Sierra Nevada.

Otro autor, MacPherson (1875), descubrirá en el paisaje de


lagunas, la huella del glaciarismo cuaternario de Sierra Nevada.
Cierran el siglo otras publicaciones sobresalientes como la de
Willkomm, M. Las sierras de Granada, (1882). Granada: Caja General de
Ahorros de Granada y Sierra Nevada 95, 1993. Y la de Johannes Augustus
Rein (Aportación al estudio de Sierra Nevada, (1899). Granada: Caja
General de Ahorros de Granada-Junta de Andalucía, 1994) resalta la
adecuación del hombre al territorio de la montaña, a través de sus
formas de vida y economía. Este naturalista austriaco fue el primero
en realizar una cartografía completa de la Sierra con sus poblaciones,
vías fluviales y de comunicación, y formaciones montañosas.

Una segunda fuente de información sobre los paisajes de Sierra


Nevada en el siglo XIX la proporcionan los excursionistas. Además de
señalar cotas, itinerarios, pasos estratégicos, etcétera, van
delimitando los terrenos ocupados por las nieves y los hielos de forma
permanente. Destaca la obra de Luis de Rute La Sierra Nevada (1889),
publicada en Francia a partir de unas conferencias dadas en el Centro
Artístico de Granada (texto III). La inspiración de este autor procede
de los principios de la Institución Libre de Enseñanza, que veía en la
montaña y en el contacto directo con ella un medio fundamental de 405
educación en sus propios valores.

El texto IV, correspondiente a Antonio Rubio, ofrece una imagen


global de la sierra con reminiscencias religiosas: “Aquel reposo de
los peñascos y de las nieves, aquella callada inmensidad, impasible y
silenciosa, la ausencia de todo ser viviente, nos dieron idea más que
de una alegre resurrección, de una vida eterna.” Asimismo, a la hora
de describir sus paisajes singulares, a veces recurre a las metáforas
típicas del modernismo de fin de siglo: “Los ventisqueros formaban las
más caprichosas figuras, a la manera que las nubes suelen fingir en
los cielos palacios, monstruos, cabezas barbudas… un hada que se
reclina graciosamente sobre un espléndido lecho de esmeralda; las
ondas de su traje están cubiertas de flores, bordadas de cintas de
plata…). Y, en otras ocasiones las incluye pero adopta finalmente una
percepción científica, como cuando describe las altas cumbres: “En el
más monstruoso desconcierto veíanse grandes moles de formas regulares,
pero variadísimas, pirámides truncadas, cubos y primas
gigantescos…pareciera que se hubiera derrumbado del cielo un inmenso
palacios… es el trabajo eterno y poderoso de los rayos del sol, de los
huracanes y de las nieves, el que fracciona las rocas…”.
406

Referente territorial: Sierra Nevada.

Número y título de ficha: VIII.3. Siglo XIX (II). Viajeros románticos.

Objetivo de la Catalogación: Caracterización del tipo de paisaje


provincial.

Referente paisajístico: Paisaje de dominante natural.

Autor(es), obra(s) y fecha(s):

I.- GAUTIER, TÉOPHILE (1811-1872): Voyage en Espagne. Paris,


Bibliothèque Charpentier, 1843. Textos extraídos del volumen Sierra
Nevada en los viajeros románticos. Granada, Caja General de Ahorros de
Granada, 1992, p. 116-118

II.- FORD, RICHARD (1796-1858): A hand-book for travellers in Spain


and readers at home. Londres, John Murray, 1845, 2 vols. Textos
extraídos del volumen Sierra Nevada en los viajeros románticos.
Granada, Caja General de Ahorros de Granada, 1992, p. 98-101
III.- TENISON, LOUISA (1813-1896). Castile and Andalucia (1853), p.
117-118. London. Richard Bentley, 1853. Texto extraído del volumen
Sierra Nevada en los viajeros románticos. Granada, Caja General de
Ahorros de Granada, 1992, p. 157-158.

IV.- DAVILLIER, CHARLES DE (1823-1883): L’Espagne. Paris, Hachette,


1874. Textos extraídos del volumen Sierra Nevada en los viajeros
románticos. Granada, Caja General de Ahorros de Granada, 1992, p. 196-
198.

V.- ALARCÓN, PEDRO ANTONIO DE (1833-1891). La Alpujarra: Sesenta


leguas a caballo precedidas de seis en diligencia, (1873), p. 5.
Versión on-line.

TEXTOS SELECCIONADOS:

I. “Cuando reflexiono fríamente en aquella ascensión increíble, me


asombro como ante el recuerdo de un sueño incoherente. Habíamos pasado
por senderos en los que las cabras habían dudado en aventurarse,
subido pendientes tan escarpadas, que las orejas de los caballos
tocaban con nuestras barbas, a través de roquedales, de piedras que
rodaban a lo largo de precipicios espantosos” (…) “La vega de Granada
y toda Andalucía se desplegaban bajo el aspecto de un mar azulado, en
el cual algunos puntos blancos, heridos por el sol, figuraban las
velas” (…) Habíamos alcanzado la región de las águilas (…) Las nieves
comenzaban a mostrarse en hilillos delgados, en manchas diseminadas a 407
lo largo de las rocas; el aire se enrarecía; las escarpas tornábanse
cada vez más abruptas; a poco comenzaron las marchas enormes de nieve,
y los rayos del Sol no tenían fuerza para derretirla”

II. “Seguidamente comienzan los ventisqueros, u ollas de nieve, de


los que rara vez se ve libre la montaña (…) Estas manchas, que vistas
desde abajo parecen pequeñas (…) son inmensos campos cuando se acerca
uno a ellos (…) Después del Prevesín comienza la verdadera lucha.
Durante la primera hora hay una especie de vereda que se puede hacer a
caballo, pero el resto hay que hacerlo a pie (…) al requerirse el
esfuerzo muscular se necesita un esfuerzo mucho mayor que cuando se
está en una atmósfera más densa (…) El Picacho es una pequeña
plataforma sobre la oscura cima de un precipicio. Desde esta cumbre
nos sentimos elevados sobre la tierra, que, con todas sus bellezas,
queda extendida como un mapa a nuestros pies, en tanto que las
nieblas, se esparcen sobre las planicies inferiores, semejantes a un
mar de nubes, del cual emergen como islas los negros picachos de las
montañas inferiores.”

III. “Dejamos aquí los caballos, e hicimos el resto del camino a pie;
las cuestas del lado oeste descienden suavemente, pero, aun así, es un
paseo agotador. Hay una gran cantidad de enormes bloques de roca de
esquisto micoso, tirados por todas partes, encima unos de otros, que a
veces al pisar parecen muy inseguros. Aunque a una cierta distancia
tengan una apariencia desoladora y triste, las intersecciones de estas
rocas están llenas de flores de alegres colores, floreciendo en la
soledad alpina lejos de la zona en donde hay una vegetación más
llamativa. El liquen anaranjado imparte su brillante tono sobre las
oscuras piedras, mientras que entre ellas crecen gruesas matas de
margaritas de un rosa vivo (Erigeron frigidum) y manojos de la de
bella linaria (Linaria glaciale) se apiñan en todas las grietas.
Pequeñas y bajas, como todas las plantas que florecen en una región
tan elevada, buscan el cobijo de las rocas protectoras y apenas
esperan la desaparición de la nieve para mostrar sus flores…”

IV. “No tardamos en divisar las primeras nieves diseminadas en


largas placas en las fragosidades de las rocas. En seguida se hicieron
más abundantes. Estábamos en la región de los ventisqueros. Así se
llaman las enormes aglomeraciones de nieve que el ardor del sol no
puede derretir jamás y que sirven para aprovisionar a Granada y a las
principales ciudades de la provincia (…) Pertenecen a la ciudad de
Granada. El Ayuntamiento los arrienda a los neveros y saca de ellos,
como nos aseguraron los propios neveros, una importante renta. Cuando
llegamos a la más alta meseta accesible del Picacho de la Veleta hacía
tiempo que había amanecido pero el disco solar permanecía oculto tras
el enorme cono nevado del Mulhacén. Por fin se elevó, radiante, por
encima de las nieves eternas, y bañó con su luz el inmenso paisaje que
se extendía ante nuestros ojos. (…) El picacho de la Veleta debe su
nombre a un centinela (veleta) que se establecía antiguamente en lo
alto de la montaña, en una atalaya cuyas ruinas aún se ven. Las
señales se transmitían de cumbre en cumbre hasta Granada por medio de
fuegos encendidos de noche”

V. “(…) Bajan de aquella Sierra, por lo tanto, los ríos que


amenizan las Vegas de ambas ciudades, los veneros de las fuentes que
apagan la sed de sus moradores, las leñas que calientan sus hogares, 408
los ganados que les dan alimento y los abastecen de lana, cien
surtideros de aguas medicinales, salutíferas hierbas y semillas,
mármoles preciosos, minerales codiciados, y el santo beneficio de las
lluvias…”

Contexto y valoración:

Los viajeros románticos consagran Sierra Nevada como tema


literario. En ello tiene una importancia esencial la experiencia del
viaje y, más específicamente, la experiencia del paisaje que conlleva
la acción de viajar. La actitud de estos escritores es muy diferente a
las de los viajeros del siglo XVIII. El fin del viaje no es la
investigación ni tampoco tiene un sentido estratégico y utilitario,
sino que se convierte en un fin en sí mismo.

Gautier, Ford, Tenison y Davillier escribieron sendos libros de


viajes, cada uno de los cuales es un gran éxito, bien en Francia, bien
en Gran Bretaña. En ellos incluyeron la narración del ascenso a Sierra
Nevada. Lo hicieron a caballo y caballo usando guías locales, que
utilizaban los caminos trazados por los neveros, personas que subían
allí a diario para hacer acopio de nieve y venderla en la ciudad de
Granada.

Gautier narra, en su Voyage en Espagne (1843) el ascenso al


Mulhacén (texto I). Presta atención a la dificultad del ascenso a
caballo, la creciente desolación del paisaje, la aparición de los
ventisqueros, la peligrosidad del descenso… La emoción de esa
experiencia, a la que califica como “ascensión increíble”, queda
patente al mencionar que, al final del trayecto, se dedicó a componer
versos que reflejaran la experiencia que había vivido. Otro aspecto de
interés es el hecho de que combine la narración de la experiencia del
movimiento (a caballo y a baja velocidad) con la experiencia de
contemplación estática del paisaje, la cual se centra en las diversas
vistas panorámicas que van surgiendo a medida que se asciende.

Los textos de Tenison (III) y de Davillier (IV) tienen diversos


aspectos comunes con el de Gautier. También narran una experiencia
personal que les marca profundamente, combinando referencias a la
experiencia del movimiento y a la experiencia de contemplación
estática del paisaje, deteniéndose en ambos casos en la visión
panorámica que se tiene desde la cima del Veleta. Por otra parte,
ambos autores introducen pasajes que pueden adscribirse al género de
la descripción explicativa del paisaje, combinando y fusionando la
narración de la experiencia que están viviendo con la interpretación
de aquello que sale a su encuentro, sin abandonar en ningún momento el
lenguaje literario. Cada uno de ellos se apoya en claves
interpretativas diferentes: la británica presta más atención a las
claves ecológicas del paisaje mientras que el francés es más sensible
a sus claves culturales, esto es, al significado histórico o
institucional de los rasgos que va percibiendo.

En el caso de Richard Ford (II), hay que tener en cuenta que su


Hand-book… es a la vez un libro de viajes y una obra con un fin
práctico y utilitario, como era suministrar informaciones útiles a
otras personas interesadas en viajar a España. En este contexto, el
hecho de que el autor evoque con frecuencia sus propias experiencias 409
paisajísticas ha de entenderse como una manera de inducir y animar al
lector a que emprenda un viaje mucho más dificultoso que ahora. Hay
que tener en cuenta que, en esta época, la experiencia paisajística
constituye una de los alicientes más importantes para que los viajeros
de entonces, cultos y adinerados, visitaran un lugar determinado,
afrontando dificultades muy superiores a las actuales

Y una última referencia de interés es la de los primeros


escritores españoles que, en esa época, le dedican páginas de interés
literario, como el novelista accitano Pedro Antonio de Alarcón. En su
libro La Alpujarra: Sesenta leguas a caballo precedidas de seis en
diligencia (1872), podemos encontrar una interpretación geográfica de
Sierra Nevada y de su vínculo con la ciudad y la vega (texto V).

Referente territorial: Sierra Nevada.

Número y título de ficha: VIII.4. Siglo XIX (III). El Diccionario de


Madoz.

Autor(es), obra(s) y fecha(s):


I.- MADOZ, PASCUAL (1806-1870). Diccionario geográfico-estadístico-
histórico de España y sus posesiones de ultramar. Granada, (1845-
1850), p. 300 y 302-303. Valladolid. Ámbito Ediciones, 1987.

TEXTOS SELECCIONADOS:

I. “(…) se enlaza con la sierra de Baza, que después toma el nombre


de Filabrés, y va a perderse cerca del Mediterráneo en pequeñas
ramificaciones. La Sierra Nevada, denominada así por las nieves y
hielos que perpetuamente coronan sus cimas, constituye una de las
principales partes del sistema bético, el cual, si no es el más
extenso de los siete en que se consideran divididas las montañas de la
Península, es sin duda alguna el más admirable por su extraordinaria
elevación…” “() Sus empinadas cimas, a la vez que dominan un inmenso
horizonte, matizado de pueblos y de caseríos, con praderas llenas de
verdura, están cubiertas de nieve y de hielos, que a la altura de
9.180 pies son perpetuos, a pesar del apacible clima…” “(…) Desde sus
cimas se domina casi toda Andalucía y la costa del Mediterráneo, desde
Gibraltar hasta Sierra Cabrera, y desde Sierra Morena hasta las
llanuras del antiguo reino de Sevilla bañadas por el Guadalquivir; y
si es admirable que se divise hacia el norte Sierra Morena, que se
halla a treinta leguas de distancia, mucho más lo es que por el sur se
distingan con suma claridad las costas de África…”

“(…) cuando se llega a dominar su cima, se abandona siempre con 410


pesar, y movidos especialmente por dos poderosas consideraciones, la
del intenso frío que se siente, y el peligro que se correría
permaneciendo allí mucho tiempo” “(…) Los parajes que en estas dos
elevadas montañas, Mulhacén y Veleta, y en sus inmediaciones, se
hallan cubiertos de perpetuas y endurecidas nieves, cuyas capas o
estratificaciones se pueden contar fácilmente en muchas de sus
quebradas, se llaman en el país corrales…” “(…) por su situación entre
el pico de su nombre y el de Mulhacén presenta la figura de un gran
circo, en cuyo centro brotan las primeras aguas del Genil. La nieve,
acopiada por los vientos, que encierra el grandísimo depósito de este
corral, está tan petrificada, que tiene la consistencia del mármol más
duro.” “(…) En los puntos verticales de los expresados cerros, a media
legua antes de llegar a ellos es desconocida toda vegetación, y ni aun
tierra se ve en su superficie, cubierta de lajas sueltas y sonoras,
semejantes al carbón de encina…” “(…) sólo se encuentran a últimos de
julio y primeros de agosto, época en que estos puntos son accesibles,
en medio de estas lajas en el pico del Veleta, o mejor dicho en la
explanada que hay antes de llegar al pico, algunas matas de manzanilla
muy raquíticas, pero sumamente aromáticas.” “(…) nace de las mayores
alturas meridionales de la sierra, pues cada uno de sus lados parece
que emana respectivamente de las vertientes de Mulhacén y Veleta, y
recoge todas las aguas que bajan de la cordillera que los une, en la
cual se encuentra la laguna de la Caldera, que conserva casi siempre
heladas sus aguas.” “(…) Tanto en las inmediaciones de dicho cerro,
como en las de Veleta, hay otras lagunas menores, cuyas aguas,
formando ráfagas de colores en toda la superficie, presentan el
aspecto del arco iris.”

“(…) en los sitios de las Lagunillas y Borreguiles se hallan


hermosas y dilatadas praderas, donde pastan ganados de todas clases,
como se observa desde la cueva de la Ermita.” “(…) tiene difícil su
entrada y su salida, y sólo puede dar albergue con trabajo a seis
hombres tendidos: viene a estar hacia el sur y frente a los Torcales
de Cartuja, y la forman varias lajas pizarrosas que, como hemos dicho,
es 1a única clase de piedra que se encuentra en aquellos parajes.”
“(…) se construyeron a principios del presente siglo, y sobre terreno
seguro, una serie de atalayas como de cuatro varas de elevación a todo
lo largo del puerto y a la derecha del camino marchando de las
Alpujarras al marquesado, ya demás dos ventas convenientemente
situadas: estos postes o pilares sirven de guía a los trajineros…”
“(…) los transeúntes confiados en los días serenos se encaminan a
aquella altura, y en su dilatada travesía de dos leguas se improvisan
tan fuertes chubascos de ventisca, que cegado el camino por la nieve
que cae y la que aglomeran los vientos traída de los cerros
inmediatos, los obliga a sucumbir si no vienen a estar cerca de las
expresadas ventas.” “(…) Además de estos dos puertos principales, se
atraviesa también la sierra en la estación de verano por hombres
escoteros y aun sobre bestias del país, para pasar a Granada desde los
pueblos de las Alpujarras, por varios senderos, siempre difíciles y
peligrosos…”

“(…) No hay en esta sierra grandes bosques y espesuras porque


está muy cultivada y muy poblada; sin embargo, a poca distancia de
casi todos los pueblos se hallan montes de encina más o menos
considerables, que por lo general pertenecen a los propios, y no
faltan tampoco trozos de monte bastante extensos, de robles, castaños, 411
fresnos, cerezos y manzanos silvestres…” “(…) los álamos blancos y
negros son muy corpulentos en los sitios húmedos o de riego, y
especialmente en las riberas del Genil; entre los árboles de fruta se
crían nogales de gran tamaño, cuya madera es muy a propósito para
muebles de gusto.” “(…) El terreno, aunque escabroso, es fértil y de
excelentes producciones de todas clases, cereales, hortalizas,
legumbres y frutas, como detalladamente se expresa en el artículo de
la provincia de Granada; cría naturalmente un número considerable de
plantas aromáticas y medicinales, buscadas con avidez en las
respectivas épocas por herbolarios y botánicos…” “(…) ofrecen pastos
sabrosos y abundantes para toda clase de ganados, especialmente el
lanar; en el verano suben a disfrutarlos en toda la estación de la
sierra no sólo los de los pueblos de la costa, sino de los que se
hallan entre ésta y aquélla: los mayorales dejan abandonadas las
toradas por dos, tres y cuatro meses, y cuando ya amenaza la
intemperie, vuelven a recogerlas para trasladarlas a otros puntos. La
caza es también abundante y variada, y no faltan en los principales
ríos anguilas, truchas y peces de distintas clases.” “(…) En esta
escala gradual y admirable de temperaturas, es muy común observar, que
mientras una planta inmediata a los ventisqueros de nieve, está
naciendo, otra igual, más separada de ellos, está al mismo tiempo
retallando; otra, colocada en sitio más bajo y abrigado, se encuentra
en forma de capullo; y por fin, la que está situada en el llano,
defendida de los vientos y recibiendo la benéfica influencia del sol,
ha adquirido todo su desarrollo y llegado al estado de la
florescencia.

Contexto y valoración:
El Diccionario Madoz (año 1845) resume los conocimientos del
paisaje de Sierra Nevada a mediados del siglo XIX. Su imagen global
coincide en la mayoría de los aspectos con la ya mencionada en los
autores árabes y durante el siglo XVIII: extraordinaria elevación,
fuertes pendientes, abundancia de nieves e hielos, etc. Como principal
novedad aporta su condición de privilegiado mirado u observatorio del
paisaje de los contornos, tanto del interior de Andalucía como del Mar
Mediterráneo.

Por lo que atañe a los paisajes singulares de la Sierra, se


describen por su aspecto exterior más que se explican científicamente.
Es el caso de los corrales y las lagunas, que se valoran porque
conservan “casi siempre heladas sus aguas” y “formando ráfagas de
colores en toda la superficie, presentan el aspecto del arco iris”.

Respecto al paisaje de dominante rural, en esta época se valora


el paisaje de Sierra Nevada por la riqueza de sus pastos y, por tanto,
por su vocación pastoril, con una importancia secundaria de la
actividad de extracción de plantas aromáticas y medicinales.

412
Referente territorial: Sierra Nevada.

Número y título de ficha: VIII.5. Siglo XX (I). El modernismo


literario y Sierra Nevada.

Objetivo de la Catalogación: Caracterización del tipo de paisaje


provincial.

Referente paisajístico: Paisaje de dominante natural.

Autor(es), obra(s) y fecha(s):

I.- RUEDA, SALVADOR (1857-1933) “La diosa del vértigo” (1915).


Granada, nº 3, 1915 (cit. en Antología poética de Sierra Nevada de A.
Gallego Morell, p. 92)
413
II.- VILLAESPESA, FRANCISCO (1879-1936): “Sierra Nevada” (1928,
inédito); publicado en Poesías completas, Madrid, 1954. (cit. en
Antología poética de Sierra Nevada de A. Gallego Morell, p. 99)

III.- DÍAZ DE ESCOBAR, NARCISO (1860-1935): “En lo alto de Sierra


Nevada” (1917). La Alhambra, Granada, 1917, T. XX, p. 510 (cit. en
Antología poética de Sierra Nevada de A. Gallego Morell, p. 103)

IV.- DE PAREJA, MIGUEL MARÍA DE (1873-1939): “Sierra Nevada” (1898) La


Alhambra, Granada, T. I, p. 531-533 (cit. en Antología poética de
Sierra Nevada de A. Gallego Morell, p. 107-108)

V.- ÁLVAREZ CIENFUEGOS, ALBERTO (1885-1957): “Canción de la Sierra”


(1930), La Vega, la Ciudad y la Sierra. Granada, 1930 (cit. en
Antología poética de Sierra Nevada de A. Gallego Morell, p. 117-118)

TEXTOS SELECCIONADOS:

I. “(…) Allá en el fondo de la sima abierta / la diosa está del


vértigo encantada; / un relámpago tiene por mirada, / cuyo fulgor
fascina y desconcierta. / Mira al Picacho en incesante alerta, / a la
cumbre de nieve coronada, / para atraer la vida, que, hechizada / se
asome al fondo y se desplome muerta. / Es la novia del rayo, allí
cautiva, / que aguarda el beso de su lumbre viva, / con que su raro
pecho goza y sufre. / ¡No miréis a la sima procelosa, / o rodaréis de
la funesta diosa / a las pupilas de terrible azufre!”

II. “(…) ¡Qué sobrehumana poesía / al surgir el alba tienes, / alta


sierra que a Granada / hermoseas y defiendes! / ¡Sierra Nevada…! ¡Me
evocas / al besar el Sol tus nieves, / las mejillas de mi Amada /
cuando de rubor se encienden!”
III. “(…) Desde tu cumbre, todo me parece, / que se achica, se esfuma
o desvanece, / que es pobre y triste cuanto ve mi anhelo, / que a un
divino poder todo se inclina, / que al mundo entero ese poder domina…
/ ¡pues sólo, sobre ti, se eleva al cielo!”

IV. “(…) ¡allí, todo qué grande! / ¡aquí, todo pequeño…! / quién
pudiera gozoso / en alas de los vientos, / posarse en las alturas / de
tus enormes témpanos, / vivir la dulce vida / de los copos ligeros, /
dorando en los cristales / de su trama de hielo; / y allí, lejos del
mundo, / morir en el misterio / sin otro amor que Dios, / sin otra
idea que el cielo.”

V. “(…) Bajo la roca más inaccesible / cavaré la morada que a


cubierto / me ponga de las fieras tempestades; / con toscas pieles
cubriré mi cuerpo; / las montaraces selvas milenarias / me darán con
sus frutos alimento / y apagaré mi sed en los arroyos / que forman los
deshielos / y, claros, se deslizan entre musgos / y desempeñan luego /
para formar el cauce de los ríos / que cantan en su fértil derrotero /
el himno colosal de la montaña / que los nutrió en su seno. / Sólo en
las cumbres la verdad reposa. / Ellas sólo conocen el secreto / de ser
sencillo sin perder grandeza, / como es sencillo y grande el
Universo.”

Contexto y valoración:
414
Los autores incluidos en esta ficha pertenecen todos ellos a la
corriente del modernismo literario, que, a finales del siglo XIX y
principios del XX, tuvo gran influencia en la literatura en
castellano, tanto española como americana. Su relevancia respecto a
Sierra Nevada estriba en el hecho de que la consolidan como motivo
poético, a través de un lenguaje que busca transmitir tanto la
experiencia sensorial como los significados simbólicos que estos
autores atribuyen a la experiencia de recorrer las cumbres del macizo.

El texto I es el primero de un grupo de cinco sonetos titulados


“La diosa del vértigo”, centrados en la experiencia paisajística de
contemplar el precipicio junto al Picacho del Veleta. Salvador Rueda
es un autor en el que la experiencia de la naturaleza y el paisaje
tienen una gran importancia, pero al mismo tiempo busca significados
morales o religiosos en dicha experiencia. Otro aspecto relevante de
los textos de este autor es el recurso frecuente a personalizar las
sensaciones paisajísticas. En este caso, se trata del vértigo que
dicho precipicio le provoca es personificado a través de la “diosa del
vértigo” que da título al poema.

En cuanto a Villaespesa (texto II), se trata de un autor que dedicó


una gran cantidad de poemas a Sierra Nevada. En su caso también la
experiencia directa del paisaje tiene una gran importancia. Es un
autor que combina la experiencia del asombro y la emoción ante el
paisaje con una consideración del valor simbólico de esa experiencia,
generalmente relacionado con estados de ánimo o experiencias
personales.

En otros autores, sin embargo, se da el paso hacia el paisaje


alegórico. Desde esta óptica pueden considerarse los poemas de Díaz de
Escobar, Pareja y Álvarez Cienfuegos (textos III, IV y V). La
experiencia del ascenso a las cumbres de Sierra Nevada termina
teniendo un significado moral y existencial al que estos autores
atribuyen un alcance universal. En Díaz de Escobar y en Pareja se
combinan una experiencia vivida intensa, centrada en las cumbres del
macizo, con la atribución de un significado metafísico o religioso a
la misma. Las “nevadas y altas cumbres” les proporcionan una
percepción distinta de la realidad en la que la vida cotidiana se ve
pequeña e ínfima.

En el caso de Álvarez de Cienfuegos, las cumbres del macizo son


el escenario del anhelo de una vida más verdadera, pues sólo “Ellas
(las cumbres) conocen el secreto de ser sencillo sin perder grandeza
como es sencillo y grande el Universo”. Por tanto, el ascenso a Sierra
Nevada adquiere para este autor un profundo significado, como una
experiencia capaz de proporcionar un estado de purificación y de
elevación espiritual.

Referente territorial: Sierra Nevada.

Número y título de ficha: VIII.6. Siglo XX (II). Los penibetistas.

Objetivo de la Catalogación: Caracterización del tipo de paisaje


provincial.

Referente paisajístico: Paisaje de dominante natural. 415

Autor(es), obra(s) y fecha(s):

I.- SECO DE LUCENA, LUIS (1857-1941). Panorama de los magníficos


glaciares de Sierra Nevada, (1927). Diario ABC. 9 de enero de 1927.

II.- FERNÁNDEZ MARTÍNEZ, FIDEL (1890-1942). Sierra Nevada, (1931).


Granada. Fundación Caja Granada, 1996.

TEXTOS SELECCIONADOS:

I. “(…) El descenso de temperatura que se ha producido estos


últimos días ha ocasionado copiosas nevadas que cubren las
estribaciones de la Sierra y llegan al límite de los valles,
ofreciéndonos un panorama tentación de los turistas que tienen, a dos
horas de la ciudad, el encanto de los abruptos glaciares y los
placeres del sport alpino, y en la cañada, al abrigo del bóreas, en el
seno mismo de la sierra, el confortable refugio de un hotel caldeado
por moderna calefacción…” “(…) bajan de las cumbres pequeños arroyos
que fertilizan las reducidas vegas del Marquesado, verdaderos oasis en
aquellos llanos que parecen estepas de África. La zona noroeste, que
riega el Genil y a la que sube el tranvía eléctrico, es más
accidentada y trabajada por ventisqueros y glaciares. Enormes cortes,
escarpes casi verticales en bloques ciclópeos de pizarra, muerden el
macizo al pie de los cerros más elevados, con precipicios que miden
hasta 800 y 1.000 metros…” “(…) Forman el circo altísimos escarpes de
negras pizarras, paisajes de salvaje aspecto, teatro de desolación en
que está marcado con sublime grandeza el sello de convulsiones y
trastornos de grandes catástrofes geológicas.” “(…) La suprema
aspiración del excursionista que sube a la Sierra es contemplar en sus
más altos picachos el extenso panorama que desde ellos se disfruta, y,
principalmente, el grandioso espectáculo de la salida del sol.” “(…)
Parece que va a surgir un volcán por aquella parte del Mediterráneo,
que se enciende y agita a impulsos de los brillantes rayos del sol.”
“(…) Atónitos volvemos la vista atrás y contemplamos otro fenómeno que
contrasta con la salida del sol. Granada y su vega y toda la
vertiente oceánica duermen aún en las sombras de la noche.” “(…) los
ventisqueros que esmaltan la accidentada mole de la Alcazaba brillan
como diamantes colocados artísticamente en el pelo gris de la hermosa
matrona modelada por el genial escultor. El Mulhacén, legendario
mausoleo del penúltimo Rey nazarita, parece ciclópea esfinge de
conjunto pesado y severo, y el Picacho dibuja su perfil pintoresco y
atrevido sobre el inmenso Corral del Veleta, depósito de nieves
milenarias que forman un glaciar muy dilatado.”

II. “(…) Sierra Nevada, no sólo influye en toda Andalucía con el


benéfico aporte de sus aguas, fuente de riqueza al permitir el regadío
y proporcionar luz y fuerza motriz, sino que también modifica las
condiciones meteorológicas locales…” “(…) Nuestra Sociedad aspira a
que la montaña de Sierra Nevada vea descubiertos sus tesoros
botánicos, minerales y entomológicos. Vea impulsados los sports de
nieve, para traernos los grandes premios internacionales y la enorme
corriente de turistas que se sienten actualmente atraídos por Suiza.
Se incrementen las excursiones por todo su territorio; Vamos a
impulsar industrias y explotaciones que, como las de los alemanes,
devuelvan nuestras hierbas medicinales transformadas en medicamentos, 416
y extraigan los mármoles, el hierro y el oro de los breñales de las
altas cuencas.”

“(…) el mar se ilumina con una luz verde muy clara, que se
diluye en vapores blanquecinos. Las costas de África se recortan en
las lejanías del horizonte. Las de España, desde Gibraltar hasta
Alicante, se distinguen internándose en el agua, y dibujando sobre
ella la silueta de montañas, promontorios y ensenadas. Poco a poco el
mar va cambiando de colores…” “(…) la mancha celeste se tiñe de vivo
color áureo con matices de zafiro; de la superficie brillante brotan
relámpagos rosados que doran la bruma del cielo; el Mediterráneo
parece encendido y agitado por un volcán de fuego; y de pronto, en
medio de aquella majestad imponente y silenciosa, el sol asoma su
cabeza, y la va sacando lentamente…” “(…) A los pocos minutos la
sombra puntiaguda del Veleta proyecta su enorme cono sobre los montes
y estribaciones que lo sustentan. La silueta de los altos picos se
destaca sobre el azul del firmamento; las rocas micáceas parecen
sembradas de brillantes que reflejan en sus múltiples facetas los
rayos luminosos…”

“(…) Dos colosos monolíticos –el Mulhacén y la Alcazaba- guardan


la entrada de la bellísima cañada; en otro tiempo este paraje era
famoso como criadero de lobos, gamos y corzos, de ellos sólo quedan
los recuerdos y algún que otro patronímico geográfico…” “(…) Lomas
grises, peñascos entre tajos y desfiladeros; horizontes recortados por
la silueta de los picos o abiertos, sin límites…planicies de pizarra;
altas cumbres donde tienen las águilas su nido; enormes ventisqueros,
como chales gigantescos olvidados en aquel terreno pedregoso, y al
fondo, con su inmenso turbante de nieve, el Veleta…” “(…) califa
feudatario, y el inaccesible Gran Señor, el Mulhacén, que asoma
arrogante su cabeza envuelta en nubes y engarzada en hielos…alrededor
sus reyes tributarios y unos cuantos magnates que le rinden pleitesía,
cubiertos también de nieve…”

“(…) La falta de árboles y sombra hace que el sol queme el cutis


como a través de una lente, si no se tiene el cuidado de protegerlo…”
“(…) Perfumes de salvias y romeros embalsaman el aire puro de la
cumbre. Gencianas y orquídeas viven en las grietas de las rocas.
Motean la alfombra de pizarra, como un policromado tapiz alpujarreño,
helechos y sabinas, especialmente a la sombra de los peñones, islas
umbrosas rodeadas del mar incandescente de la pizarra…reverberante y
abrasador desierto…”

“(…) Estaba en una cañada a la sazón deliciosa y fresca;


multitud de pajarillos cantaban revoloteando entre los riscos que la
rodean; un rebaño entraba lentamente en la explanada con el orden y la
precisión de un ejército moderno; los mastines con la cabeza baja,
como personas graves, elegían puntos estratégicos para encauzar y
dirigir la marcha; los borregos brincaban de contento y se esparcían
por el prado…” “(…) la gran planicie era como un anfiteatro rodeado
por montañas de mica brillante y cubierta de césped. La laguna con sus
aguas color esmeralda sonreía en su centro, en contraste con las masas
pizarrosas grises, ásperas y desiguales, donde sólo vivía la
manzanilla de la sierra.”

“(…) Abajo, los álamos, las moreras y los frutales; más arriba, 417
los trigos y centenos en abancalados inverosímiles de desigual
escalinata; luego los bosques oscuros de castaños; más arriba todavía
alguna pradera esmeralda entre estériles laderas; después, páramos y
ráfagas de tierra negra y, al fin, intensas manchas de nieve…” “(…)
añadid a todo esto la animación que prestan multitud de arroyuelos
deshaciéndose entre los peñascos, y acequias como ríos de plata, que
saltan desde tremendas alturas al lecho del barranco.”

“(…) Hemos ido solucionando en estos primeros treinta años el


problema gravísimo del alojamiento en las alturas; con la construcción
de la carretera, se han puesto a nuestra disposición los albergues de
Obras Públicas…” “(…) aquí se podría poner en marcha un sanatorio
antituberculoso, una escuela central de gimnasia militar para las
divisiones alpinas, hoteles y múltiples instalaciones para su deporte
principal, el esquí…” “(…) Y es que subir al Veleta ya no es una tarea
de romanos: larga caravana de mulos, tiendas de campaña, provisiones
para varios días, incomunicación completa del resto del mundo; bastan
cinco horas donde antes de empleaban tres días…”

Contexto y valoración:

Durante las primeras décadas del siglo XX se yuxtaponen dos


fuentes de conocimiento de sus paisajes. Por un lado, los penibetistas
granadinos van descubriendo progresivamente, desde el ámbito local, el
significado ambiental, ecológico e histórico de la Sierra. Y, por
otro, la comunidad intelectual y científica se preocupa cada vez más
por descubrir, explicar y difundir los valores biofísicos e histórico-
culturales de la Sierra.
Las asociaciones de montañeros conocidas como penibetistas
tuvieron como objeto actividades de excursionismo, practicado por
intelectuales, que aportaron conocimientos científicos de la montaña.
De ellas ofrecemos dos amplios textos debidos a las plumas de Luis
Seco de Lucena (año 1927) y Fidel Fernández (1931).

De ellos se deducen numerosos aspectos relativos al paisaje de


Sierra Nevada. En primer lugar, la imagen global que se ofrecía de
Sierra Nevada no es ya la de un lugar temible como en la Edad Media,
ni sólo un escenario de sorprendentes y arriesgados viajes y
excursiones, sino que se intuye su importancia ecológica, como hace
Fidel Fernández en el texto II, cuando señala “el benéfico aporte de
sus aguas, fuente de riqueza al permitir el regadío y proporcionar luz
y fuerza motriz”. Se intuía también su condición de lugar privilegiado
como observatorio del cambio climático planetario, ya que el mismo
texto menciona que “(Sierra Nevada) también modifica las condiciones
meteorológicas locales…”. Por otra parte, también se menciona la
posibilidad de llevar a cabo usos muy diversos del medio, debido a
“que se ven descubiertos sus tesoros botánicos, minerales y
entomológicos. Vea impulsados los sports de nieve, para traernos los
grandes premios internacionales y la enorme corriente de turistas que
se sienten actualmente atraídos por Suiza. Se incrementen las
excursiones por todo su territorio; Vamos a impulsar industrias y
explotaciones que, como las de los alemanes, devuelvan nuestras
hierbas medicinales transformadas en medicamentos, y extraigan los
mármoles, el hierro y el oro de los breñales de las altas cuencas”. 418
Por lo que se refiere a su imagen como espacio turístico para los
deportes de nieve, su imagen era más sencilla y modesta que la actual,
ya que su desarrollo era aún muy incipiente y reducido a grupos
minoritarios. El texto I habla (año 1927) de que “Los turistas tienen,
a menos de dos horas de Granada, el encanto de los abruptos glaciares
y los placeres del sport alpino… y en la cañada un confortable refugio
en un hotel caldeado por moderna calefacción…”

En segundo lugar, ambos textos ilustran el valor que de daba


entonces a la contemplación del paisaje natural y, más concretamente,
a la salida del sol.

En tercer término, los dos autores describen los paisajes de la


alta montaña nevadense. Hace un siglo, cuando todavía estaba
prácticamente deshabitada, su paisaje seguía siendo imponente para el
hombre. El texto I menciona “paisajes de salvaje aspecto, teatro de
desolación marcado por el sello de convulsiones y catástrofes
geológicas…”. El texto II, por el contrario alude a que “en otro
tiempo este paraje era famoso como criadero de lobos, gamos y corzos,
de ellos sólo quedan los recuerdos y algún que otro patronímico
geográfico…”

Dentro de la zona de altas cumbres hay, al menos, tres paisajes


sobresalientes: los picos principales de la Sierra, los ventisqueros y
la laguna de Yeguas.

El texto II incluye una poética y muy granadina interpretación


del paisaje de estos picos principales de Sierra Nevada: “y al fondo,
con su inmenso turbante de nieve, el Veleta… califa feudatario, y el
inaccesible Gran Señor, el Mulhacén, que asoma arrogante su cabeza
envuelta en nubes y engarzada en hielos…alrededor sus reyes
tributarios y unos cuantos magnates que le rinden pleitesía, cubiertos
también de nieve…”. El texto I también personaliza poéticamente a
estos picos principales: “El Mulhacén parece ciclópea esfinge de
conjunto pesado y severo, y el Picacho dibuja su perfil pintoresco y
atrevido…”

Los ventisqueros son objeto también de descripciones


particulares. El texto I menciona que “brillan como esmeraldas,
colocados artísticamente en el pelo gris (la roca pizarrosa) de la
hermosa matrona modelada por el genial escultor…” Y el texto II habla
de ellos en los siguientes términos: “enormes ventisqueros, como
chales gigantescos olvidados en aquel terreno pedregoso.”

Hay, además, numerosas aproximaciones parciales a su botánica,


geología o riqueza minera. Menos conocida es la descripción de su
antiguo mundo de pastores, agricultores, arrieros. Esta geografía
humana fue descrita por Fidel Fernández en el libro ya citado y
estudiado por otros autores como el sociólogo J.A. PITT RIVERS. The
people of the Sierra Nevada. London, 1955. Asimismo, hubo autores que
se fijaron en su paisaje cinegético, como LAZA. Sobre la cabra de
Sierra Nevada. Real Sociedad Española de Historia Natural, Tomo XIX.
Madrid, 1890. O MUÑOZ MUÑOZ, JOAQUÍN. Estudios cinegéticos de la
provincia de Granada y Coto Nacional de Sierra Nevada, 1956.
419

Referente territorial: Sierra Nevada.

Número y título de ficha: VIII.7. El siglo XX (III). Visiones poéticas


de Sierra Nevada en la segunda mitad del siglo.

Objetivo de la Catalogación: Caracterización del tipo de paisaje


provincial.

Referente paisajístico: Paisaje de dominante natural.

Autor(es), obra(s) y fecha(s):

I.- MURCIANO, RAFAEL (1898-1925): “Mirando a la Nieve” (1916), La


Alhambra, Granada, 1916, T. XIX, p. 295 (cit. en Antología poética de
Sierra Nevada de A. Gallego Morell, p. 113)
II.- MARTÍN VIVALDI, ELENA (1907-1998): “Sierra Nevada” (1960), Sierra
Nevada, Granada, 1960, p. 27 (col. “Veleta al Sur”, 12) (cit. en
Antología poética de Sierra Nevada de A. Gallego Morell, p. 133)

III.- MERCADER, TRINA (1919-1984): “Poema de la Sierra increíble”


(1960), Sierra Nevada, Granada, 1960, p. 31-32 (col. “Veleta al Sur”,
12) (cit. en Antología poética de Sierra Nevada de A. Gallego Morell,
p. 140)

IV.- PÉREZ ALMEDA, ANTONIO (1929): “Al Mulhacén” (1972), en


“Centenario del viaje de Pedro Antonio de Alarcón a las Alpujarras”,
Granada, 1972. (cit. en Antología poética de Sierra Nevada de A.
Gallego Morell, p. 148)

V.- SECO DE LUCENA, Mª ENCARNACIÓN (1937): “Sierra Nevada” (1971),


Poesías, Granada, 1971, p. 48 (cit. en Antología poética de Sierra
Nevada de A. Gallego Morell, p. 163)

TEXTOS SELECCIONADOS:

I. “(…) Enmudece la vega, envuelta en los aromas / que exhalan en


las granjas las rosas y jazmines, / solamente se escuchan arrullos de
palomas; / y allá en la lejanía, ladridos de mastines: / y mis ojos se
cierran por el calor aleve;… / al abrirse, los fijo allá en Sierra
Nevada / y sueño en la frescura, contemplando la nieve, / sentando en
esta cumbre de olivos coronada.” 420

II. “(…) Cima y sierra, nevada cumbre, altura; / por vecina del
cielo, casi hermana / de águila y nube. Cerca y tan lejana, / de verde
valle trazas fiel cintura. / Alucinante río de blancura / al sol
hiriendo, audaz, en la montaña; / eres, rendida en el ocaso, humana /
carne, donde el color se transfigura. / Nieve y pasión. Quebrada
melodía, / levantas tu presencia misteriosa / cuando la luna azul te
desafía. / La noche se te rinde, traspasada / de tu esplendor, y deja
ya gozosa / tu frente por estrellas coronada.”

III. “(…) Oh, mínima para los ojos que te contemplan; / dulce para
los labios que te piensan. / Tan próxima si lejana, / con eterna
distancia de deseo. / De una verde llanura no extinguida / sube tu
corazón; / hacia qué tramo último, preguntan. / Y te yergues con signo
de ciprés, / con altura de álamo.”

IV. “(…) Y por la cicatriz de los barrancos, / lívida corteza, el


agua fugitiva, / dormida ayer sobre los riscos blancos. / Todos los
ríos de ti: de la furtiva / fuente en la entraña de la roca ciega, /
de los altos neveros sierra arriba, / maravilla fluvial, la dulce
entrega / del agua, descendida de la mano / de Dios al verde vientre
de La Vega.”

V. “(…) La Sierra mira al cielo / y busca el mar; / sus ojos son de


nieve, / de eternidad; / pero sus pies extiende / hasta la sal. / Por
desnudos peñascos / quiero alcanzar / la respuesta callada / que no
vendrá. / Mil suspiros de piedra / la hacen llorar / Sus picos sienten
ansia / de inmensidad; / pero el cielo se eleva / aún más allá.”

Contexto y valoración:
A partir de principios del siglo XX se va consolidando un nuevo
clima cultural en la ciudad de Granada, en el que emerge una marcada
preocupación por la identidad propia de la ciudad. Los autores locales
van cobrando un protagonismo creciente y la sensibilidad paisajística
que se desarrolla desde entonces es muy diferente a la desplegada en
las visiones orientalizantes de la ciudad y de la Alhambra. Estos
escritores centran su atención en la ciudad, en tanto que constituye
su marco vital cotidiano, y se esfuerzan en evocar la experiencia que
les proporciona, con todos sus matices. Es pues una aproximación
basada en un largo contacto con el paisaje evocado.

En esta corriente de fondo hay que situar los poemas dedicados a


Sierra Nevada que se han incluido en la presente ficha. Si bien pueden
identificarse antecedentes a principios de siglo, como el poema de
Rafael Murciano incluido aquí parcialmente (I), este motivo poético se
desarrolla y se consolida en la segunda mitad del siglo XX, en
especial con la publicación, en 1960, del volumen colectivo Sierra
Nevada, en la colección Veleta al Sur.

La perspectiva que estos poetas aportan del macizo es muy


diferente también de la de los autores modernistas, obsesionados con
las cumbres del macizo. En el caso que nos ocupa. Se trata de autores
que centran su atención en la imagen de conjunto desde la ciudad, la
vega o la costa (texto V). Para ellos Sierra Nevada es un telón de
fondo de su marco vital, pero que no es ni mucho menos secundario o 421
banal, y con el cual sienten un vínculo especial.

La única excepción a esta tendencia es el texto IV, que forma


parte de un extenso poema dedicado al paisaje de las cumbres de Sierra
Nevada. Resulta significativo que el autor de este poema, Antonio
Pérez Almeda, no sea granadino sino cordobés. Su acercamiento no es
pues el de una persona que vive en Granada o su ámbito próximo, sino
el de un viajero que quiere mostrar su asombro y emoción ante este
paisaje de alta montaña. Puede decirse que su experiencia entronca con
la de los viajeros románticos, pero adoptando una forma literaria y un
lenguaje muy distintos.

Referente territorial: Sierra Nevada.

Número y título de ficha: VIII.8. Visiones científicas de Sierra


Nevada (finales del s. XX y principios del s. XXI).
Objetivo de la Catalogación: Caracterización del tipo de paisaje
provincial.

Referente paisajístico: Paisaje de dominante natural.

Autor(es), obra(s) y fecha(s):

I.- BOSQUE MAUREL, JOAQUÍN (1924-). Maravillas de la Península


Ibérica, (1975). Madrid. Editorial Readers Digest, 1975.

II.- MORALES HENARES, FERNANDO (?). Granada, la ciudad en el tiempo,


(1989). Granada. Editorial Comares, 1989.

III.- MOLERO MESA, JOAQUÍN; PÉREZ RAYA, FRANCISCO y VALLE TENDERO,


FRANCISCO (?). Parque Natural de Sierra Nevada. Paisaje, fauna, flora
e itinerarios, (1992). Madrid. Editorial Rueda, 1992.

IV.- AZPILICUETA, LUIS (?). Parques Naturales y zonas de interés


ecológico de España, (1993). Barcelona. Editorial Salvat, 1994.

V.- BARTOLOMÉ, JORGE y VEGA, ISAAC (1967- y 1964-). Naturaleza de


España, (1998) Madrid. Editorial Debate/WWF, 1998.

VI.- BLANCA, GABRIEL. (1954-). Flora amenazada y endémica de Sierra


Nevada, (2001). Granada. Consejería de Medio Ambiente, 2002.
422
VII.- CASTILLO MARTÍN, ANTONIO (1958-). Las lagunas de Sierra Nevada,
(2009). Granada. Universidad de Granada. 2009.

VIII.- GÓMEZ ORTÍZ, ANTONIO (?). El paisaje como valor patrimonial en


los espacios protegidos: El caso del parque nacional de Sierra Nevada
(España), (2010). En Revista Geocrítica, vol. XIV, núm. 346, 20 de
diciembre de 2010.

IX.- ABAD LIÑÁN, JOSÉ MANUEL (?). Vistas al cambio global desde Sierra
Nevada, (2012). Diario El País. 5 de marzo de 2012.

X.- ANÓNIMO. (?). Ecosistemas borreguiles, (2012). Observatorio del


Cambio Global de Sierra Nevada. Consejería de Medio Ambiente, 2012.
wiki.obsnev.es/index.php/Ecosistemas_Borreguiles

TEXTOS SELECCIONADOS:

I. “(…) Sierra Nevada es una montaña paradójica… el más importante


edificio montañoso de Europa tiene una gran bóveda uniforme y
monótona… parece poco montañosa en sus alturas… con predominio de
lomas, llanos y cerros, propios de las zonas llanas. Sólo la nieve
justifica y confirma la altura… En este paisaje donde la piedra
pizarrosa parece no acabar nunca hay, sin embargo, una vida vegetal y
una fauna plenamente originales… especies en peligro de extinción como
la cabra montés y el quebrantahuesos… y un hábitat nada parecido a la
alta montaña europea. Ante todo, Sierra Nevada es una cordillera de
campesinos que recuerdan bien el secano de la Meseta o el regadío
tradicional de las vegas granadinas, teniendo poca importancia la
ganadería.”
II. “(…) Aisladas en su tundra, tras la retirada de los hielos
cuaternarios, una rica variedad de flora ártica pervive
milenariamente, desplegando, cual menudas joyas, esplendores efímeros
pero rutilantes… su desaparición supondría la desaparición sobre la
tierra de alguno de sus más delicados seres… flores que habitan en las
grandes alturas, desafiando la sequedad desértica, el frío y los
grandes vientos, como la amapola de Sierra Nevada.”

III. “(…) El fin de la Glaciación y el comienzo de un progresivo


aumento de temperaturas, hizo que las especies adaptadas a climas
fríos encontraran refugio en las alturas de Sierra Nevada, adaptándose
progresivamente a las características propias del clima de la zona,
como su sequía estival. Así, muchas especies han desarrollado
características propias o incluso se han ido desarrollando de forma
independiente a causa de su aislamiento, contándose por ello un número
mayor de endemismos en el macizo que los existentes en muchos países
europeos. Ejemplos de endemismos son: la Manzanilla real, el Narciso
de Sierra Nevada o la Estrella de las nieves, siendo esta última uno
de los grandes símbolos del macizo, equivalente al Edelweiss de los
Pirineos o los Alpes. Además, en Sierra Nevada también hay presentes
especies que son endémicas del Sistema Bético o sólo están presentes
también en la cordillera del Atlas marroquí. A partir de los 1.900
metros aparecen la mayoría de las especies que convierten a Sierra
Nevada en un paraíso botánico. Y, a partir de los 2.800 o 2.900 m,
las condiciones climáticas de fuerte insolación, temperaturas
extremas, fuertes vientos, sequía estival y presencia de nieve más de 423
8 meses al año impide el desarrollo de especies leñosas. En este
entorno se desarrollan los borreguiles (nombre que reciben en Granada
los pastizales de alta montaña), que guarda ciertas similitudes con la
tundra ártica, y un elevadísimo número de endemismos.”

IV. “(…) A diferencia de los Alpes o los Pirineos, en la Sierra hay


un predominio casi absoluto de formas convexas muy suaves en las que
las lomas y los llanos llegan hasta cerca de las cumbres más
elevadas…carece de valles, sólo existen barrancos estrechos y
pendientes… y todo ello se explica por la juventud de su relieve… y la
disposición del roquedo en escamas superpuestas inclinadas en el
sentido de la pendiente.”

V. “(…) Alrededor de un par de miles de plantas viven en este


macizo montañoso… una quinta parte de la flora europea… de ella,
sesenta y seis son endemismos locales, es decir, sólo habitan aquí en
la Península Ibérica… y tan original como la flora es su fauna, con
veintitrés mariposas y treinta y siete coleópteros exclusivos de la
Sierra… y la presencia de vertebrados tan originales como el sapo
partero bético, los pequeños pájaros alpinos como acentores y roqueros
rojos, las grandes rapaces, la cabra montés…”

VI. “(…) Sierra Nevada es la última gran muralla natural del sur de
Europa. Se alza majestuosa trazando una línea agreste con mirada al
mar desde 1.000 a 3.481 metros de altitud, en los que se esconden los
más variados paisajes, cada uno de ellos propio del piso bioclimático
en el que se encuentra. Desde Güéjar Sierra hasta Capileira,
recorriendo la integral de la sierra, se pasa de una zona
eminentemente mediterránea, de verdor y agua, (junto al curso del
Genil) a espacios marcados por los efectos del viento y las heladas.
Al ascender a los 2.500 metros, la sierra cambia, la vegetación se
hace alpina, pequeña, rastrera, almohadillada, escondida entre las
lajas de pizarra, pequeñas lagunas y cortados dan paso al punto más
alto de la vertiente norte, y al paisaje de la tundra, a 3.000 metros
de altitud y a las altas cumbres. La vista se pierde sobre un paisaje
de montañas suaves, erosionadas. Las lagunas de Río Seco, Aguas
Verdes, la Caldera, borreguiles cargados de verdor en verano y
toneladas de nieve en invierno. Desde allí se puede bajar al mar.
Nuevamente los paisajes se marcan por la altitud y los efectos de las
temperaturas.”

VII. “(…) Sierra Nevada contiene lagunas y lagunillos que figuran


entre las más interesantes de la alta montaña de toda Europa. Son
zonas húmedas glaciales que forman ecosistemas muy particulares,
caracterizados por estar rodeadas de una vegetación muy especializada,
como los borreguiles, o situadas en zonas de pedregal donde ayudan a
dar humedad a las especies que crecen entre las rocas, o constituir el
nacimiento de ríos como el Genil… Además, de las setenta lagunas
existentes entre los más de tres mil y los dos mil seiscientos metros
de altura, muchas de ellas han permanecido ocultas hasta el siglo XX
desde que se crearon con la glaciación cuaternaria hace unos diez mil
años…”

VIII. “(…) tiene paisajes de un alto valor científico y patrimonial.


Sobre todo por lo que se refiere a su medio natural. No sólo incluye
una rica biodiversidad con endemismos únicos en el ámbito peninsular, 424
también formas de modelado singulares en el conjunto de las montañas
andaluzas. Nos referimos, en particular, a los relieves glaciares y
peri glaciares que distinguen los niveles de cumbres del macizo y que
son huella reciente de los acontecimientos morfo climáticos
pleistocenos, holocenos e históricos.”

IX “(…) Desde las cumbres y laderas de Sierra Nevada es posible


medir alguno de los índices más claros del cambio global y traducirlos
casi de inmediato en medidas concretas para evitar el deterioro de la
mayor reserva de biodiversidad del Mediterráneo español…” “(…) los
científicos echan mano de su pericia y de la última tecnología de
medición de la 'vitalidad' de Sierra Nevada. Y es que un sistema de
montaña es una realidad ecológica muy compleja, pero precisamente por
ese motivo resulta muy jugoso a los expertos en cambio global.” “(…)
Las variables son tantas y tan diversas (se miden unas cien, como la
pluviosidad, la temperatura del suelo o la evaporación) que en su
conjunto aportan indicios claros de cómo el cambio global ocurre
también a escala local.” “(…) en las montañas se concentran las
condiciones ambientales que, en otros entornos, solo se expresan en
superficies muy extensas.” “(…) se basa en estar alerta a esas
variables, desde las enfermedades de la fauna, el adelantamiento de la
floración, pasando por el incremento de las plagas y los incendios. La
introducción de especies invasoras y la pérdida de biodiversidad son
otros indicadores interesantes.” “La cubierta de nieve se va
reduciendo de manera patente, sobre todo en las cotas más altas. Se
retrasa el inicio de las primeras nieves y se adelanta la fecha del
deshielo. También aumentan las temperaturas máximas y mínimas…” “Han
ocurrido cambios muy importantes en los usos del suelo y la cubierta
vegetal en los últimos 60 años. Por ejemplo, se ha observado un
aumento de la superficie ocupada por otros bosques naturales
(encinares y robledales), que los científicos atribuyen al abandono de
la ganadería y la agricultura extensivas.” “(…) un desplazamiento en
altura del límite del árbol, probablemente provocado por una
combinación de cambio climático y abandono de usos tradicionales, que
frenaban el desarrollo del bosque.”

X. “(…) A partir de 2000 m de altitud se localizan alrededor de las


corrientes de agua unas formaciones vegetales que corresponden
fisionómicamente a un pastizal húmedo en verano y cubierto por la
nieve durante gran parte del año. Estas formaciones reciben el nombre
de borreguiles, incluyen no solo los pastizales, sino las comunidades
propias de arroyos, fuentes, turberas y aguas nacientes…” “(…) quedan
englobados, en la definición de borreguiles, por extensión, todos los
prados de montaña con similares características, incluyéndose también
prados más secos…” “(…) Son elementos del paisaje claramente
diferenciados, siendo los más típicos y extensos los que se forman en
los restos de los antiguos aparatos glaciales. El fondo de los valles
en 'U' permite la existencia de superficies poco inclinadas, donde el
agua se remansa o, incluso, se llega a estancar, lo que también sucede
en las proximidades de las lagunas, todas ellas de indudable origen
glacial.” “(…) los borreguiles constituyen un biotopo idóneo para las
especies originarias de macroclimas fríos y húmedos, siendo frecuentes
las de procedencia boreal y alpina, junto con numerosos endemismos, en
su mayoría derivados de progenitores de similar procedencia. Tienen
una gran importancia tanto a nivel paisajístico, por aportar un
importante colorido, como desde el punto de vista ganadero, por ser la 425
principal fuente de pastos en verano.”

Contexto y valoración:

Hoy día existe un conocimiento muy completo de Sierra Nevada,


quizá de los más detallados de las montañas españolas.

Una panorámica histórica muy acertada y completa de la misma se


debe a la dilatada labor de Manuel Titos Martínez. De este autor
destaca la dirección de la colección Sierra Nevada y la Alpujarra, en
la que se reeditaron obras de época. También resalta su trabajo Sierra
Nevada: una gran historia (Universidad de Granada, 1997). En sus
páginas se recoge una extraordinaria y bien documentada información
acerca de la evolución histórica del conocimiento de Sierra Nevada.

Por su parte, el conocimiento científico de Sierra Nevada ha


venido generalmente canalizado desde la Universidad de Granada y sus
centros de investigación. El catedrático de geografía Joaquín Bosque
Maurel (texto I) ofrece ya a principios de los años setenta una visión
de Sierra Nevada desmitificadora del paisaje temible e inabordable que
se pintaba en siglos pasados. Gran parte de su territorio de cumbres
es fácilmente transitable: “Sierra Nevada es una montaña paradójica…
el más importante edificio montañoso de Europa tiene una gran bóveda
uniforme y monótona… parece poco montañosa en sus alturas… con
predominio de lomas, llanos y cerros, propios de las zonas llanas”. En
el texto IV se dan algunas claves del por qué de estas formas de
relieve: “todo ello se explica por la juventud de su relieve… y la
disposición del roquedo en escamas superpuestas inclinadas en el
sentido de la pendiente”.
Por los que se refiere a sus formaciones vegetales y fauna de
Sierra Nevada, en la contemporaneidad han sido detalladamente
inventariadas y estudiadas. Al respecto se citan pequeños textos de
dos obras compendiadoras: la de MOLERO MESA, J.; PÉREZ RAYA, F. y
VALLE TENDERO, F. (Coord.). Parque Natural de Sierra Nevada. Paisaje,
fauna, flora e itinerarios. Madrid: Editorial Rueda, 1992. Y la de
BLANCA, G. et al. Flora amenazada y endémica de Sierra Nevada.
Granada. Consejería de Medio Ambiente. 2002.

De modo y manera que, tal como indica el texto III, “Sierra


Nevada… tiene paisajes de un alto valor científico y patrimonial.
Sobre todo por lo que se refiere a su medio natural… poseen una rica
biodiversidad con endemismos únicos en el ámbito peninsular…”. En este
sentido, el texto VI afirma que: “Sierra Nevada es la última gran
muralla natural del sur de Europa. Se alza majestuosa trazando una
línea agreste con mirada al mar desde 1.000 a 3.481 metros de altitud,
en los que se esconden los más variados paisajes, cada uno de ellos
propio del piso bioclimático en el que se encuentra”.

Además de la variedad de sus paisajes vegetales, ha crecido la


importancia concedida a estos paisajes como reservas de la
biodiversidad. Biodiversidad que, como señala el texto III, tiene su
origen en el carácter de refugio de especies de latitudes medias
europeas o de la frontera ibero-africana que, tras la última
glaciación cuaternaria, ha tenido el macizo de Sierra Nevada. A ella
aluden los textos II, III y VI para explicarla y resaltar su 426
importancia a nivel europeo.

En segundo lugar, la interpretación contemporánea del paisaje de


esta zona de cumbres se ha fijado en los relieves creados por la
huella glaciar. Diversos estudios han inventariado las formas de
relieve glaciares y peri glaciares: figuras geométricas en
altiplanicies, glaciares rocosos en cuencos de alimentación glaciar,
etc. Destaca la labor del Grup de Recerca Paisatge i paleoambients a
la muntanya mediterrania (Universidad de Barcelona), capitaneado por
Antonio Gómez Ortíz. Sus conocimientos se han vertido en la obra Mapa
geomorfológico de Sierra Nevada. Morfología glaciar y peri glaciar
(Consejería de Medio Ambiente. Sevilla, 2002). Han constatado, además,
la sucesiva transformación del glaciar blanco de la Edad del Hielo de
Sierra Nevada en glaciar negro y éste, en su devenir más reciente, en
masas de permafrost profundo o alpino, como consecuencia del cambio
climático.

En tercer lugar, la interpretación de los paisajes nevadenses se


ha ido sistematizando en función de los diversos ecosistemas
existentes. El texto X, producto del Observatorio Cambio Global Sierra
Nevada, describe el de los borreguiles. Y lo hace combinando su
interés visual o estético (“Tienen una gran importancia a nivel
paisajístico, por aportar un importante colorido”), su interés para la
conservación de la biodiversidad (“Aparte de las interesantes y
originales comunidades vegetales que en ellos se desarrollan, los
borreguiles constituyen un biotopo idóneo para las especies
originarias de macroclimas fríos y húmedos, siendo frecuentes las de
procedencia boreal y alpina, junto con numerosos endemismos, en su
mayoría derivados de progenitores de similar procedencia”), y su
aprovechamiento económico sostenible (“desde el punto de vista
ganadero, es la principal fuente de pastos en verano”).

Finalmente, cabe señalar que se ha operado en ciertos ámbitos de


la sociedad granadina un cambio de mentalidad en favor de la
protección del medio ambiente de Sierra Nevada. Al respecto, varias
actuaciones han marcado los últimos decenios:

- La declaración de Sierra Nevada como MAB reserva de la


Biosfera (1986).
- La declaración del espacio protegido de Sierra Nevada como
Parque Natural (Junta de Andalucía, julio de 1989).
- La declaración de las cumbres de Sierra Nevada como Parque
Nacional (Ley 3/1999, de 11 de enero).
- La entrada en funcionamiento del Observatorio del Cambio
Global de Sierra Nevada, donde se analizan sus repercusiones
en Andalucía (año 2006), a la que alude el texto IX.

Referente territorial: Sierra Nevada.

Número y título de ficha: VIII.9. Las cumbres del Mulhacén y el


Veleta.
427
Objetivo de la Catalogación: Paisaje sobresaliente y singular.

Referente paisajístico: Paisaje de dominante natural.

Autor(es), obra(s) y fecha(s):

I.- MURILLO VELARDE, PEDRO (1696-1753). Geographia histórica, (1752),


p. 209. Madrid, 1752.

II.- BOISSIER, EDMOND (1810-1885). Viaje botánico por el Sur de


España, (1837), p. 302 y 331-332. Granada. Fundación Caja Granada-
Universidad de Málaga, 1995.

III.- FORD, RICHARD (1796-1858). Guía para viajeros por España y


lectores en casa, (1845). Citada en VV. AA., Sierra Nevada en los
viajeros románticos, p. 97. Granada. Fundación Caja Granada, 1992.

IV.- MADOZ, PASCUAL (1806-1870). Diccionario geográfico-estadístico-


histórico de España y sus posesiones de ultramar. Granada, (1845-
1850), p. 302. Valladolid. Ámbito Ediciones, 1987.

V.- ORMSBY, JOHN (1829-1895). Sierra Nevada, (1866). Citada en VV.


AA., Montañeros en Sierra Nevada (1866-1893), p. 73. Granada.
Fundación Caja Granada, 1997.

VI.- ALARCÓN, PEDRO ANTONIO DE (1833-1891). La Alpujarra: Sesenta


leguas a caballo precedidas de seis en diligencia, (1873), p. 15, 219
y 220. Versión on-line.
VII.- RUBIO GÓMEZ, ANTONIO (1836-1902). Del mar al cielo. Crónica de
un viaje a Sierra Nevada, (1881), p. 49, 157 y 186. Almería, 1881.

VIII.- VILLAESPESA, FRANCISCO (1879-1936). Cumbres, (1928). Citada en


Antonio Gallego Morell, Antología poética de Sierra Nevada, p. 100.
Granada. Editorial Cetursa, 1992.

IX.- FERNÁNDEZ MARTÍNEZ, FIDEL (1890-1942). Sierra Nevada, (1931), p.


52, 55 y 177. Granada. Fundación Caja Granada, 1996.

TEXTOS SELECCIONADOS:

I. “(…) nunca le falta nieve en lo que llaman el Picacho del


Veleta. Hay tanta abundancia en lo más riguroso del estío, como en lo
más helado del invierno; y en medio de ser tan excesivo el consumo de
nieve, que se saca para Granada, y otras partes, siempre hay grande
abundancia; y ésta es una de las cosas más singulares de España.”

II. “(…) la Alcazaba y el Mulhacén al dirigir por este lado sus


escarpaduras, se presentan bajo la forma de dos pirámides de roca viva
y, más a la derecha, las crestas fracturadas y escarpadas que se
extienden desde estas cimas hasta el Picacho completan un inmenso
semicírculo.” “(…) Volví a ver con placer Sierra Nevada tan abrupta y
tan despedazada por este lado y la cima del Mulhacén tan elevada que,
a pesar de la distancia, parecía estar suspendida sobre nuestras
cabezas…” 428

III. “(…) El pico más elevado es el Mulhacén, llamado así por el


padre de Boabdil. El siguiente es el Picacho de la Veleta, que aparece
como más alto, porque se encuentra cerca de Granada y es de forma
cónica y no redondeada.”

IV. “(…) Los parajes que en estas dos montañas, Mulhacén y Veleta, y
en sus inmediaciones, se hallan cubiertos de perpetuas y endurecidas
nieves, cuyas capas o estratificaciones se pueden contar fácilmente en
muchas de sus quebradas, se llaman en el país corrales: el más
considerable de todos ellos es el nombrado de Veleta, el cual por su
situación entre el pico de su nombre y el del Mulhacén presenta la
figura de un gran circo…”

V. “(…) El Mulhacén, cuando finalmente apareció ante nuestros ojos,


se asemejaba a una gran masa corvada de color gris, y parecía el
bisabuelo de todas nuestras familias de montañas británicas, un
absoluto contraste con el esbelto pico de líneas afiladas del Veleta.”

VI. “(…) El Picacho de Veleta, erguido encima de nosotros, y el


Mulhacén, que asomaba más allá su frente augusta, ambos vestidos de
nieves recientísimas sobre las eternas que los acorazan, eran, por lo
tanto, el eje inmóvil que nos sujetaba y nos repelía a la par, como la
mano a la piedra aprisionada en la honda…” “(…) Allí no hay modo de
contemplar de una vez y a corta distancia toda la cordillera: allí no
se presentan nunca de frente y en orden de batalla todas sus cimas.
Granada no ve más que el señorío del Veleta. Guadix nada más que el
reino patrimonial del Mulhacén. Ni la una ni la otra ciudad descubre a
un mismo tiempo todo el vasto imperio presidido por este viejo rey.”
“(…) A la izquierda del Mulhacén gallardeaba el Picacho de Veleta,
virrey de Lanjarón y de Órgiva; señor feudal de Granada; presunto
heredero de la corona de la Sierra, y digno ciertamente de su
tratamiento de Alteza (¡era tan alto!), así como el Mulhacén (por ser
mayor) merecía a todas luces el de Majestad.”

VII. “(…) allá hacia el N.O., levantando su cana cabeza, coronada de


nubes, como el atributo de la majestad, se ve el gigante cono de
nieve, que pronto hollarán nuestras plantas. El soberbio Mula-Hacén
erguido, para contemplar sus dominios, a aquella postrera luz que
absorbía en sus brillantes altitudes…” “(…) Aquí un corte
perpendicular, tajado a plomo sobre una saliente repisa, que amenaza
derrumbarse; grietas profundas y quebradas espantosas, desniveles
inverosímiles y tajos que causan vértigo, recortes ciclópeos, y
voladas escarpas, desquiciamiento general; tal es el monstruoso
aspecto que Mula-Hacén presenta en mucho más de la mitad de su
superficie.” “(…) Al oeste, recostada bajo el Veleta, su eterno vigía,
abrazada por las sierras de Elvira y de Loja, de Albania y de
Cogollos, de Alfacar y de Parapanda, aparecía la antigua Iliberí, la
Gar-nathat de los árabes, Granada…”

VIII. “(…) ¡Al Mulhacén y al Veleta


una laguna separa,
que su cariño imposible
refleja en sus claras aguas!”

IX. “(…) Antes de que la noche se echara encima preparamos nuestro 429
‘dormitorio’ en la cumbre del Mulhacén. Existen allí los muros de las
viviendas construidas por el general Ibáñez, para sus ayudantes, y
para los soldados que colaboraron en los trabajos geodésicos llevados
a cabo, con brillante éxito, durante el verano de 1879.” “(…) El
solemne silencio del sitio y de la hora, no anunciada como aquí por
‘las arpadas lenguas de los pequeños y pintados pajarillos’, daba
cierta unción religiosa al nacimiento del día.” “(…) asomó a través de
las aguas del Mediterráneo, (ahora sí era el Mediterráneo) como luna
llena de ignición y a poco, dando saltitos, nos envió sus primeros
rayos, que proyectaron la enorme sombra del Veleta en el todavía
oscuro hemisferio occidental.” “(…) al Mulhacén se lo distingue a una
distancia de ochenta leguas; domina un horizonte de doscientos mil
kilómetros cuadrados; se lo ve desde la Mancha; se alcanza desde el
interior de Marruecos y desde las montañas argelinas… ¡y no se lo
conoce desde la base de su asiento!”

Contexto y valoración:

En esta ficha VI se recogen varios fragmentos literarios en los


que se hace mención de las elevaciones del Mulhacén y del Veleta.
Ambas cimas, distintas tanto en su forma como en la personalidad que
la población le ha otorgado a cada una, son las más referenciadas y
conocidas de entre todas las de la sierra. Es por ello, además, que, a
pesar de sus diferencias, suele nombrase o vincularse a la una con la
otra, tanto en el plano físico como en el emotivo.

De ese modo, resulta posible descubrir en algunos escritos una


relación metafórica entre ambas montañas, que albergarían así un
vinculo similar al de un padre y un hijo o al de un siervo y su señor
(Texto VI). También Antonio Rubio hace una referencia al respecto:
“(…) veíase a la derecha, como sombrío coloso, el cerro de la
Alcazaba, a la izquierda la aguda cima de mi encantador Veleta, y en
medio a Mula-Hacén, como augusto padre de aquella majestuosa
trinidad.” No es extraño, por ello, que el Mulhacén, de forma aislada,
conserve al mismo tiempo esa imagen de monarca o patriarca de longeva
edad (Texto V, VI y VII).

Por otro lado, no es ésta la única visión que sobre el Mulhacén


se ha tenido en la extensa literatura sobre la zona, sino que a veces
también se ha llegado a usar la presencia de nieve en él para evocar
otro tipo de imágenes. Así, Luis de Rute, en su texto Sierra Nevada, y
Pedro Antonio de Alarcón han escrito también, respectivamente, en este
sentido: “(…) Los campos de nieve de los Llanos de Mulhacén aparecían
unidos a aquella hora con inmensa superficie de nubes bajas que,
vistas desde las alturas por aquella cara que el hombre sorprende rara
vez, presentan el aspecto de un mar de hielo, apareciendo el Mulhacén
como inmenso témpano arrastrado entre mares polares, con nosotros
náufragos espantados.” “(…) Era el Pico del Mulhacén; pero el pico
solamente, saliendo, blanco como un fantasma, por detrás de las
oscuras lomas que se destacaban todavía en nuestro cielo.”

Del Mulhacén se alude con frecuencia a sus formas (Textos II y


VII) y, por supuesto, también su altura (Textos II y IX), puesto que
es la montaña más alta de Sierra Nevada, así como de toda la
Península. Incluso el celebérrimo escritor Alejandro Dumas, en su El
bandido de Sierra Nevada, hace una pequeña referencia a este hecho: 430
“(…) Desde la cima de Mulhacén, su pico más elevado, la mirada podía a
la vez abarcar su doble límite.” Sin embargo, es necesario incidir de
nuevo en el detalle de que ambas características son tomadas en
consideración especialmente a la hora de compararlas con las del
Veleta (Texto V).

Asimismo, Luis Seco de Lucena, en su artículo Panorama de los


magníficos glaciares de Sierra Nevada, hace la siguiente comparación
entre ambas montañas, nombrando al Veleta como Picacho, pues se le
denomina así con frecuiencia: “(…) El Mulhacén, legendario mausoleo
del penúltimo Rey nazarita, parece ciclópea esfinge de conjunto pesado
y severo, y el Picacho dibuja su perfil pintoresco y atrevido sobre el
inmenso Corral del Veleta, depósito de nieves milenarias que forman un
glaciar muy dilatado.”

Como este último texto pone a su vez de manifiesto, al Mulhacén


se le atribuye también el albergar el cuerpo de un monarca nazarí,
epónimo del lugar (Texto III), tal y como describe asimismo Fidel
Fernández en su libro: “(…) se menciona aparte de la ignorancia e
incultura, estrechamente emparentada con la superstición, la tradición
fabulosa de estar sepultado en la cumbre del Mulhacén, el rey moro
Muley Hacén, y con él, un cuantioso tesoro…”

No es la única característica que, entre los diversos autores,


se vincula al Mulhacén de manera exclusiva. En algunos escritos se
hace referencia asimismo a ciertos restos de construcciones
relativamente recientes (Texto IX), e incluso Pascual Madoz realiza un
breve comentario al respecto: “(…) En la cima del cerro Mulhacén, que
forma una planicie bastante extensa, se hallan también vestigios de
muros, formados de piedra de una mole inmensa, casi superiores a las
fuerzas humanas, los cuales por sus divisiones y traza parece que
indican haber estado poblado aquel sitio en algún tiempo.”

Por otro lado, se destaca a su vez el silencio imperante en las


regiones del Mulhacén (Texto IX), así como el extraño fenómeno óptico
de ver más altas ciertas cimas que quedan en realidad por debajo, tal
y como expone de nuevo el texto de Fidel Fernández: “(…) Del lado
meridional, es el Mulhacén una loma de perfil suavísimo, casi
horizontal. Alturas de segundo orden, pero pinas y erectas como
atalayas, parecen, en virtud de engañosas perspectivas, más elevadas
que la nuestra.” Esto es algo que se tiene a su vez en cuenta en
ciertas descripciones del Veleta, donde se hacen comparaciones aparte
entre esta cima y la del Mulhacén (Texto III).

La visión o el panorama que puede contemplarse desde el Picacho,


por su cercanía además a Granada y la Vega, sobre las que proyecta su
sombra, es también un tema muy usual en las descripciones literarias
de la montaña, llegando incluso a dársele a esta conexión un carácter
más simbólico (Textos VII, IX y X). Luis Seco de Lucena y, de nuevo,
Fidel Fernández comentan, respectivamente, sobre este hecho: “(…)
Atónitos volvemos la vista atrás y contemplamos otro fenómeno que
contrasta con la salida del sol. Granada y su vega y toda la vertiente
oceánica duermen aún en las sombras de la noche. El sol sube
rápidamente proyectando la silueta puntiaguda del Veleta sobre las
estribaciones que lo sustentan…” “(…) Esta altitud, -3.470 metros sobre
el nivel del mar-, es la segunda de la Sierra, pero la más popular sin 431
duda porque su acceso desde Granada es más fácil, y porque limitándose
sus perspectivas, recíprocamente, Mulhacén y Veleta, el horizonte del
segundo al Oeste es superior al que se descubre, en igual orientación,
desde el primero…” Del mismo modo, la presencia de nieve es también un
factor a tener en cuenta en las descripciones del Veleta (Texto I).

Pero, como puede apreciarse por la mayoría de estas citas, la


relación existente entre el Mulhacén y el Veleta sigue siendo un tema
bastante común en los textos literarios, el cual se fundamenta en
varios puntos. Ambas son las dos mayores alturas de la Sierra y, por
tanto, las mejores referencias visuales para los caminantes (Texto
VI), y entre ambas se halla a su vez una estructura geológica
determinada, llamada Corral del Veleta, muy conocida en el lugar y que
surge de la falda de ambas cimas (Texto IV). Sin embargo, la relación
entre las dos montañas es más significativa cuanto más se incide en
hablar sobre lo que las separa. Tanto es así que esa distancia emotiva
o simbólica se dispone ya como un hecho consabido en algunos escritos
(Texto VIII), y el que ambas elevaciones sólo puedan ser contempladas,
en toda su altura, desde puntos de vista diferentes, no ayuda tampoco
a acabar con esa concepción (Texto VI).

La propia Lady Tenison hace una referencia a las diferencias que


imperan en ambas cimas, en su libro Castilla y Andalucía: “(…) El
Picacho del Veleta no es la cima más elevada de la cadena montañosa,
pero como su ascenso desde Granada es más fácil, es el más visitado,
la subida al Mulhacén implica un recorrido a través de las Alpujarras,
un salvaje y bello lugar montañoso que se extiende en el lado sur de
la Sierra.” Sin embargo, se hace evidente, con éste y con todos los
demás textos, que tanto el Mulhacén como el Veleta son los dos
referentes montañosos de Sierra Nevada, ya sea por todo aquello que
los diferencia como por lo que los asemeja.

432

También podría gustarte