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Cuerpo y Psicoanalisis

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CUERPO Y PSICOANÁLISIS

En el siguiente texto compartiré algunas reflexiones derivadas de las lecturas de los artículos
referidos a lo corporal y al psicoanálisis. En ese sentido, me gustaría empezar refiriéndome a la
frase de “Hay tantos cuerpos como personas”. Partiendo de esta base, es interesante destacar
como des del psicoanálisis se da especial atención a la singularidad de cada caso y como en lo
corporal, aunque podamos encontrar elementos en común, tendremos que averiguar, junto con
el paciente, qué significado tiene para éste su propio síntoma, no precisamente como algo a
erradicar o a eliminar, sino más bien a comprender. Siguiendo en la misma línea, escuchar el
cuerpo en el espacio psicoterapéutico, es indispensable a la hora de entender la subjetividad del
paciente, así como para captar qué tipo de sufrimiento prevalece y cómo el cuerpo se coloca
ante este, y para escuchar al cuerpo, será necesario permanecer conectada con los sentidos.

Me atrevería a decir que el cuerpo es algo polivalente, un espacio receptor y agente de placer y
de sufrimiento; el cuerpo puede ser la brújula del propio deseo y la verdad de la cual no podemos
escapar. El cuerpo no miente, el cuerpo no olvida y tiene memoria. Además, el cuerpo es
dinámico, no estático. Y aunque está presente desde que nacemos hasta que nos morimos,
formará parte de nosotros de diferentes maneras según la etapa del ciclo vital que estemos
atravesando, así como las circunstancias individuales de cada uno de nosotros. Así pues, en la
infancia nos encontramos un cuerpo en donde lo prioritario son las necesidades básicas, la
dependencia de nuestras figuras de apego, el juego y el placer inmediato. En la pubertad nos
encontramos con un cuerpo cambiante; una parte de niño y otra de adulto, una época de
tránsito. En la adultez nos encontramos con un cuerpo que empieza a cambiar a envejecer y que
busca, quizás, en el mejor de los casos, tranquilidad, seguridad…y finalmente en la vejez, nos
encontramos con un cuerpo que no funciona igual, que ha perdido algunas capacidades, que va
a otro ritmo.

En todo caso, el cuerpo está presente de manera constante y no sólo de forma individual sino
también social y cultural. Según la época, la cultura y el contexto socioeconómico y político los
cuerpos que prevalecen son de una manera u otra. Actualmente sabemos de los efectos de las
redes sociales, así como de la importancia del culto al cuerpo, imperando unos ideales de
masculinidad y feminidad exigentes y en la mayoría de los casos inalcanzables, que pueden
contribuir a los llamados delirios de transformación, por los cuales el individuo está disconforme
con algún rasgo de su cuerpo o en el peor de los casos, con las problemáticas derivadas de la
anorexia, la bulimia y la vigorexia. Sin olvidarnos de las violencias recibidas hacia aquellos
cuerpos que salen de la norma; las personas con mucho peso, o los cuerpos de personas con
discapacidad.
CUERPO Y PSICOANÁLISIS

Cuando hablamos de cuerpo también nos remite a la enfermedad. Cuando un cuerpo enferma
y es vulnerable, cuando la enfermedad es un reflejo de un dolor psíquico muy profundo, como
es el caso de la fibromialgia o cuando el cuerpo expresa algo reprimido que no ha podido
simbolizar, como es el caso de las somatizaciones.

En ese sentido es interesante como la psicoterapia puede ser un espacio para pensar sobre qué
le pasa a nuestro cuerpo y para poder ir saliendo de un discurso meramente corporal para
incorporar uno de más emocional, teniendo en cuenta que la escisión puede ser un mecanismo
de defensa muy presente. Pues como refiere Freud1 el Yo es ante todo corporal, por lo que poner
palabras al sufrimiento, hablar de nuestra propia historia, etc. puede ayudar a dar cuerpo,
solidez y a reforzar el yo. Sería algo así como dejar que el cuerpo hable para ponerle palabras
a lo que duele y de esta manera poder hacer algo con aquello que nos pasa, darle movimiento,
crear.

A nivel clínico, veo interesante lo que comenta Fischbein (2010) 2 sobre los diferentes discursos
del cuerpo; el discurso histérico que expresa un conflicto neurótico que puede ser desvelado y
que tiene que ver con la represión de contenidos psicosexuales. El discurso psicótico, del cuerpo
fragmentado en el que será interesante ayudar a recuperar la subjetividad y en donde están
muy presentes mecanismos de escisión y desorganización, y donde el discurso se sostiene sobre
certezas incuestionables. Y finalmente; el discurso del cuerpo en las patologías del acto, en las
que se suspende la resolución de conflictos y se soluciona a través del cuerpo, indicador de
grandes dificultades de mentalización.

Ante estas problemáticas, destacar la importancia de la detección precoz y el trabajo con


primera infancia, que nos puede ayudar a prevenir patologías en la edad adulta, teniendo en
cuenta las posibilidades de trabajar con el vinculo madre-hijx, así como la mayor plasticidad
cerebral que presenta el infante. En ese sentido, destacar las enfermedades psicosomáticas que
se pueden observar en niños derivadas de la sobreadaptación a entornos familiares
disfuncionales, tal y como hacía referencia Winnicot.3 En el trabajo clínico con niños y niñas, se
puede observar las defensas que se van creadas para la protección del propio self, que están
basadas en el sometimiento y como el síntoma seria la parte más sana de la personalidad que
grita pidiendo ayuda.4

1
C. Tabbia (2021) Clínica del significado. Escribir con el cuerpo. El vértice Bion / Meltzer, Bs. AS., APA ed.,
pp. 258-294.

2
Fischigan Jose (2010) Las súplicas del cuerpo, Psicoanalisis. Vol. XXXII Nº1

3
Grassano (2001) Dialogo entre distintas perspectivas psicoanalíticas, Revista de la sociedad argentina
de psicoanálisis.

4
Sara Zusman (1999) Sobreadaptación y enfermedad psicosomática en niños y adolescentes. REV. DE
PSICOANÁLISIS, LVI
CUERPO Y PSICOANÁLISIS
En este sentido es clave mencionar la importancia de la capacidad de reviere de la madre para
sostener los impulsos del niño y poder hacer de continente de sus emociones en los primeros
momentos de vida donde el niño o la niña no es capaz aun de poner palabras a lo que le sucede
y el cuerpo tiene un protagonismo especial. Si nos encontramos con una madre que puede
sostener las tensiones del infante y que no se ruboriza ante tales expresiones emocionales de
su hijo, será más fácil para el infante poder regularse y sentir que hay un entorno fiable y seguro
para poder expresarse.

En resumen, el dolor corporal no puede fragmentarse de lo emocional, por lo que será


imprescindible tenerlo en cuenta en consulta y ayudar que el paciente se haga diferentes
preguntas en relación a qué le hace enfermar. También veo importante indagar, a través del
genograma, qué papel ha tenido lo corporal a nivel familiar. Creo que es interesante tener en
cuenta lo transgeneracional y relacional a la hora de abordar lo traumático, ya que nos puede
dar pistas sobre la sintomatología que presenta el paciente.

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