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Un - Taller - Alfarero - Prehispanico - San Jerónimo

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1

#0Un taller alfarero prehispánico. La producción cerámica más allá del ámbito
doméstico
Liliana Isabel Gómez Londoño
Antropóloga
Investigadora independiente
Dirección electrónica: licanela@hotmail.com
Mauricio Obregón Cardona
Profesor Departamento de Antropología
Universidad de Antioquia
Dirección electrónica: mapana@hotmail.com
Resumen: En este artículo presentamos algunos resultados, generados a partir del
estudio de la cultura material recuperada en un contexto de producción alfarera del siglo
II d.C. en el actual municipio de San Jerónimo, departamento de Antioquia. El estudio
estuvo orientado por preguntas sobre la producción alfarera, específicamente sobre el
proceso de manufactura, la escala y la pauta de producción. Igualmente exploramos, de
forma preliminar, algunos aspectos relacionados con la distribución y el consumo de los
productos cerámicos elaborados.
Palabras clave: Colombia, Antioquia, producción alfarera prehispánica, tecnología.
Abstract: On this paper we bring up some results of a study related with the
archaeological material culture, recovered from a context of pottery production dated
around the second century AD. in San Jerónimo, department of Antioquia, Colombia.
The research had been directed by questions about pottery production, especially related
with manufacture process, scale and mode of production. In the same way, we explore
preliminary some topics like distribution and use of pottery vessels.
Keywords: Colombia, Antioquia, prehispanic pottery production, technological analysis.
Gómez Londoño, Liliana; Obregón, Mauricio. 2003. “Un taller alfarero prehispánico.
La producción cerámica más allá del ámbito doméstico”. En: Boletín de Antropología
Universidad de Antioquia, Medellín, volumen 17 No. 34, pp.
Texto recibido: 05/05/2003; aprobación final: 06/08/2003.
Con todo el cariño que siempre nos inspiró, queremos dedicar este trabajo a la
memoria de Luis Carlos Múnera, quien fue maestro, compañero y amigo. Un gran ser
2

humano que compartió con nosotros su pasión por la arqueología y quien nos dejó
grandes enseñanzas. Gracias Siempre
#1Presentación
En la tradición local de los estudios sobre cerámica arqueológica, el enfoque se ha
centrado fundamentalmente en los aspectos de tipo estilístico. A través del
agrupamiento y clasificación de los vestigios, los arqueólogos han configurado diversos
conjuntos que han sido interpretados mecánicamente como referentes cronológicos y
étnicos (Obregón, 1999). De esta forma las producciones alfareras de los primeros
siglos de nuestra era, en el occidente de Antioquia y en otras regiones vecinas, han sido
clasificadas bajo el rótulo de cerámica “marrón inciso” y han sido consideradas a priori,
por muchos autores, como la expresión del trabajo de especialistas, al interior grupos
étnicamente afines.
Consideramos que la interpretación de estas producciones alfareras como producto del
trabajo de artesanos especialistas (Castillo, 1995; Santos, 1998), a la fecha, no se ha
formulado sobre la base de evidencia empírica específica o de estudios especializados
de los contextos de producción (Gómez y Espinal, 2001). La existencia de especialistas
ha sido más bien una conjetura basada en consideraciones estéticas que parten de la
representación de la cerámica “marrón inciso” como una producción “bonita” y “bien
elaborada”.
En el presente artículo ponemos a consideración de los lectores los resultados de un
acercamiento que realizamos a la cultura material, recuperada en la excavación de un
basurero, el cual se relaciona con un contexto de producción alfarera del siglo II d.C., en
el occidente de Antioquia. En este sentido, nuestra pretensión fundamental consiste en
aportar información específica (argumentos teóricos/datos), que nos permita avanzar
hacia el conocimiento de las condiciones económicas y tecnológicas (la escala, las
pautas de producción, la distribución y uso de los productos cerámicos) en las que se
desarrolló la producción alfarera durante los primeros siglos de nuestra era.
El estudio que desarrollamos fue financiado por la Corporación Autónoma Regional del
Centro de Antioquia Corantioquia, y partió de la selección de una muestra de los
vestigios identificados y excavados por la empresa Integral S.A, en el contexto
arqueológico denominado San Vicente, en el municipio de San Jerónimo, Antioquia. A
3

continuación presentamos algunos de los resultados más relevantes del estudio que
realizamos.1
Para facilitar la comprensión de la información, presentamos un primer numeral
denominado el contexto, en el cual exponemos algunos datos importantes sobre
respecto de contexto paisajístico / estratigráfico y de los vestigios recuperados durante
las tareas de prospección y las excavaciones. En un segundo numeral, que denominamos
una mirada sobre la producción alfarera, formulamos las principales preguntas y
herramientas conceptuales que direccionaron y permitieron la construcción de la
información. En el tercer aparte, denominado producción alfarera en un taller del siglo
II d. C., presentamos los datos que elaboramos al respecto de la tecnología, la pauta y la
escala de producción empleadas en el proceso de manufactura alfarera en el contexto
estudiado. Por último, bajo el título la producción más allá del ámbito doméstico
presentamos nuestra interpretación del contexto estudiado, como un taller de producción
cerámica de nivel intermedio y sus posibles relaciones con prácticas (enterramientos,
intercambios) desarrolladas por élites en proceso de consolidación.
Invitamos pues al lector a que nos acompañe críticamente en este ejercicio apasionante
de construcción de la memoria académica. Una vez más, bienvenidos.
#1El Contexto
#2Localización
El yacimiento San Vicente se encuentra localizado en el costado occidental de la
cabecera municipal de San Jerónimo (ver mapa general), en la microcuenca de la
quebrada la Muñoz, en las coordenadas 1.204.200 mN y 1.148.800 mE, a una altura de
750 msnm. Está ubicado en las cimas planas de dos colinas de laderas suaves, que
constituyen el extremo noroeste de la cuchilla Loma Hermosa (véase figura 1).
Figura 1. Ubicación del taller de San Vicente dentro del departamento de Antioquia y
su relación espacial con otros contextos del valle de Aburra y del occidente.
El contexto arqueológico fue identificado por los investigadores gracias a la
construcción de un carreteable, el cual dejó expuesto sobre uno de sus taludes un perfil
de suelos con abundantes fragmentos cerámicos. Además de las muestras recuperadas
en el perfil, los investigadores realizaron sobre la parte superior de la colina tres

1
Véase también Integral, 1997 y 1999 y Corantioquia Integral, 2001.
4

transeptos con sondeos espaciados cada 10 metros, para un total de 20 pozos, en los
cuales recuperaron diversas evidencias arqueológicas (Integral, 1997).
En el año de 1999 durante la fase de rescate del proyecto Conexión Vial Aburrá-Cauca,
el equipo de arqueólogos de la firma consultora trazó tres nuevos transeptos de sondeos,
espaciados cada 10 metros para un total de 17 nuevos muestreos. Junto con la
información recuperada durante la prospección, la nueva intervención permitió a los
investigadores identificar una estratigrafía cultural poco profunda, con baja densidad de
evidencias arqueológicas en la zona plana y un incremento de los vestigios hacia el
hombro del aterrazamiento, contiguo al depósito de fragmentos cerámicos de la ladera.
La distribución de los vestigios favoreció la decisión de excavar una trinchera de cinco
metros cuadrados en forma de T, junto al talud dejado por el carreteable. Los análisis
desarrollados (artefactuales, polínicos, dataciones), la calidad y el tipo de los vestigios
arqueológicos recuperados, su cantidad, y la disposición estratigráfica del depósito,
permitieron a los investigadores formular una interpretación, según la cual, el contexto
intervenido correspondía con claridad a un basurero o depósito de desechos de un taller
alfarero del siglo II d.C. (Integral, 1999).
#2Los vestigios arqueológicos
En la excavación de la trinchera del yacimiento San Vicente fueron recuperados más de
siete mil fragmentos cerámicos caracterizados, entre otros aspectos, por presentar un
tamaño promedio bastante mayor al observado en otros contextos intervenidos en la
zona, correspondientes a áreas domésticas. Junto con los fragmentos cerámicos se
recuperaron algunos trozos de materia prima empleada para la manufactura de los
recipientes cerámicos, consistentes en treinta trozos de arcilla que presentaban huellas
claras de manipulación durante el trabajo alfarero; también fueron recuperados algunos
artefactos líticos asociados al proceso de manufactura alfarera, tales como pulidores (17
artefactos), manos de moler (7 artefactos) y cinceles de tamaños pequeños (3
artefactos). Por otro lado, se reportó la presencia abundante de cenizas y carbón vegetal,
con el cual se realizaron tres dataciones de radiocarbono, que arrojaron los siguientes
resultados: 1820+/-50 a.p (Beta 116878), 1770+/-50 a.p (Beta 116877) y 1750+/-50 a.p
(Beta 116876).
Los análisis de polen fósil señalaron la ausencia de plantas cultivadas y la presencia de
especies de zonas abiertas (Integral, 1999). Todos estos vestigios arqueológicos se
5

encontraron en una disposición espacial/estratigráfica bastante particular, vale decir, que


los estratos arqueológicos, no se hallaron completamente horizontales, sino
configurando concentraciones o amontonamientos, posiblemente relacionados con la
acumulación de basuras provenientes de la limpieza de áreas de trabajo alfarero (Ibid).
Las características antes descritas entre las que destacamos el tamaño y la cantidad de
los fragmentos cerámicos, el hallazgo de numerosas herramientas para el trabajo
alfarero con huellas de uso, la presencia de materias primas en proceso de
transformación, y el hallazgo de otros deshechos tales como cenizas y abundante
carbón, así como la disposición estratigráfica de los vestigios, nos permiten reafirmar la
interpretación según la cual el contexto del que nos ocupamos corresponde a un taller de
un basurero de producción cerámica, tal como lo habían considerado los arqueólogos
que desarrollaron las excavaciones (Integral, 1999).
De esta forma las características particulares del contexto estudiado nos permitieron
avanzar en el conocimiento de los “artefactos y equipos usados al hacer cerámica”
(Rice, 1987: 178) y en la “concentración de materias primas y productos terminados en
un sitio. Estos datos son invaluables por sí mismos, y proveen información, no sólo
sobre los espacios de manufactura, sino también sobre las técnicas usadas y dan además
claves sobre la organización de la producción” (Ibid).
#2Una mirada sobre la producción alfarera
A nuestro juicio, la identificación y el estudio del yacimiento San Vicente, entendido
como un contexto relacionado con la manufactura intensificada de objetos cerámicos,
resulta clave para avanzar en el conocimiento de aspectos específicos de la producción
alfarera, tales como el nivel tecnológico, la escala de producción y las pautas de
organización del trabajo, durante los primeros siglos de nuestra era, en el Occidente de
Antioquia. Si bien es cierto que puede estudiarse la producción alfarera contando
únicamente con los productos cerámicos, tener la posibilidad de hacerlo a partir de la
información aportada por un contexto de producción específico, es una oportunidad
invaluable para avanzar en este tema (Rice, 1987).
No sobra señalar a su vez, que un conocimiento más preciso de estos aspectos de la
producción alfarera, aporta elementos de juicio relacionados con el esbozo de las
estructuras económicas y sociopolíticas de los grupos asentados para comienzos del
milenio en esta importante región de los Andes noroccidentales. Los vínculos entre la
6

producción alfarera y otros aspectos de la organización económica de las sociedades se


vislumbran más claramente si tenemos en cuenta que “Como una actividad económica,
la producción alfarera está entretejida en la trama de un contexto social y político más
amplio al interior del cual las decisiones relativas a la manufactura son tomadas y están
estrechamente ligadas a patrones de distribución y consumo” (Rice, 1987: 168).
La problemática de la producción alfarera, se convirtió entonces en la perspectiva desde
la cual abordamos el estudio de los vestigios arqueológicos recuperados en este
contexto. Para el estudio de la producción alfarera concebimos un ordenamiento ideal o
modelo que incluye tres niveles crecientes en la organización del trabajo, en la
tecnología utilizada y en el volumen de la producción (Rice, 1987). Estos niveles han
sido diferenciados a partir de un conjunto de variables entre los que se cuentan “la
frecuencia y estacionalidad de la producción, el número de trabajadores, su estatus y sus
relaciones, la edad, el sexo, el grado de división del trabajo, el tipo y el tamaño de la
inversión en espacios especiales o herramientas, la variabilidad en las materias primas y
productos, y el tamaño y la proximidad de los grupos consumidores” (Ibid: 183-184)
Estos niveles ideales abarcan desde el trabajo doméstico en pequeña escala (Osborn,
1979; Vasco, 1987), pasando por niveles intermedios (Carmichael, 1994; Shimada,
1994), hasta llegar a la producción masiva en talleres especializados (Hayashida, 1994;
Tschauner et al., 1994).2
La producción alfarera a nivel doméstico satisface necesidades del grupo local o de un
grupo más amplio conformado por parientes de diversos grados de consanguinidad o
afinidad. Este tipo de producción está orientada a la autosuficiencia y presenta pocas
oportunidades para la intensificación y la especialización (Rice, 1987). Puede estar
relacionado con poblaciones poco numerosas y con niveles de complejización social
bajos. La producción alfarera en este nivel se lleva a cabo dentro del espacio doméstico
y con el empleo de tecnología simple. No implica la existencia permanente de áreas
exclusivas para este fin. Por esta razón tiene poca visibilidad a nivel del registro
arqueológico. Los productos alfareros suelen ser poco estandarizados tecnológicamente
y poco diversos en sus aspectos formales.

2
Para identificar aspectos específicos de la organización del trabajo, de las técnicas y herramientas
empleadas, así como la disposición espacial y la visibilidad material en los diferentes niveles de
organización de la producción alfarera, ver a los autores referenciados en cada uno de ellos.
7

La producción alfarera a nivel intermedio responde a necesidades generadas al interior


de grupos sociales más numerosos y con niveles crecientes de complejidad social. En
este sentido supera el abastecimiento de la demanda de unidades familiares y puede
responder a necesidades relacionadas con el aprovechamiento intensivo de ciertos
recursos. La fabricación especializada de urnas funerarias (bienes de élite) asociada a
este nivel de producción alfarera, ha sido documentada arqueológicamente en Perú para
la cerámica Nasca (Carmichael, 1994), asociada a un nivel de complejidad relacionado
con sociedades cacicales y a niveles de intercambio de espectro regional. La producción
está a cargo de individuos que presentan un nivel de conocimientos y destrezas más alto
(especialistas), lo cual reporta socialmente un mayor estatus. Aunque la producción
alfarera puede darse en el espacio doméstico, existe una adecuación permanente de
superficies dedicadas a este trabajo, lo que a menudo genera áreas de actividad visibles
arqueológicamente, tales como basureros, depósitos y zonas de quema. Los productos
alfareros aumentan su estandarización tecnológica y su diversidad formal.
La producción alfarera a nivel de talleres especializados se puede caracterizar porque se
desarrolla en contextos sociales con un alto nivel de complejidad (sociedades estatales),
alcanzando altos niveles de especialización que implican a su vez una marcada división
técnica y social del trabajo, generando grupos específicos que desarrollan estas tareas
(artesanos y posiblemente esclavos: Hayashida, 1994; Tschauner et al., 1994). Esta
dinámica tiene su correlato espacial en la existencia de grandes áreas urbanas destinadas
a la producción alfarera, tal como es el caso de grandes talleres especializados y los
barrios de artesanos (Ibid). Existe también una marcada diferencia entre la producción
de los bienes de élite (cerámica), los cuales tienen una amplia distribución en los
mercados regionales, y los bienes corrientes de consumo popular, los cuales incluso
pueden seguirse produciendo a nivel doméstico. Los productos alfareros suelen ser
altamente estandarizados tecnológicamente y altamente diversos a nivel formal.
La formulación de este modelo nos proporciona un marco conceptual que permite
relacionar un determinado ordenamiento y nivel de producción, interpretado a través de
los vestigios y su contexto, con ciertos requerimientos sociales y políticos según el tipo
de sociedad en la que se desarrolla (Bate, 1998: 54).
Atendiendo a este modelo, nuestro interés se dirigió en primer lugar hacia la
interpretación del proceso de manufactura, con el propósito de tener un acercamiento al
8

nivel tecnológico empleado por los alfareros durante la elaboración de los recipientes
cerámicos. El estudio desarrollado sobre los vestigios nos permitió acercarnos al
conocimiento del proceso de selección y preparación de las materias primas, a las
técnicas de armado de los recipientes, a los tratamientos y acabados de superficie, así
como a la tecnología de cocción empleada. Adicionalmente estuvimos atentos a la
identificación de huellas o vestigios de estrategias intensificadas de manufactura tales
como moldes, tornos y hornos, los cuales se constituyen en indicadores claros de un
nivel tecnológico más alto, alcanzado en la producción alfarera por algunos contextos
específicos.
En segundo lugar, buscamos avanzar en el conocimiento del nivel de organización de la
producción alfarera desarrollado en el contexto. En este sentido proponemos algunas
inferencias relacionadas con este aspecto de la producción, a partir de información
aportada por los resultados del estudio del proceso de manufactura, y a partir de la
estimación que realizamos sobre el volumen y las pautas de producción desarrolladas en
San Vicente. Igualmente, apoyamos las conjeturas formuladas sobre la especialización
de la producción alfarera del taller, a partir de la identificación de los niveles de
variabilidad de los productos alfareros, es decir, a partir de registro y comparación de
los niveles de estandarización tecnológica y los niveles de diversidad estilística de las
vasijas del taller (Rice, 1987, 1996).
Por último, buscamos avanzar en el conocimiento de la distribución y posible uso de los
productos elaborados en el taller. Para ello revisamos diversas colecciones del Museo
Universitario de la Universidad de Antioquia, buscando cerámica (fragmentos y piezas
completas) proveniente de áreas vecinas (occidente antioqueño, suroeste cercano y
Valle de Aburrá). Los objetos cerámicos de las colecciones fueron comparados con los
vestigios del taller teniendo en cuenta algunos atributos formales y tecnológicos.
Para la realización de las inferencias relacionadas con el proceso de manufactura,
recurrimos a la información proporcionada tanto por el contexto de intervención, como
por el análisis de los vestigios recuperados en él. Para el esbozo de la secuencia de
manufactura nos apoyamos adicionalmente en el registro etnográfico de una alfarera
tradicional, doña Gubertina Arias, quien actualmente trabaja cerca del contexto
arqueológico. Para nuestra sorpresa, y pese a las diferencias identificadas en el nivel y la
9

escala entre la producción prehispánica y la producción tradicional contemporánea,


encontramos muchos aspectos técnicos que son comunes entre ellas.3
#1Producción alfarera en un taller del siglo II d.c.
A continuación presentamos sintéticamente las inferencias realizadas en el estudio del
proceso de manufactura alfarera desarrollada en el taller. La forma en que presentamos
la información sigue los pasos en que se desarrolla genéricamente este proceso.
#2Tecnología y proceso de manufactura
En primer lugar, consideramos que la arcilla empleada para manufacturar los recipientes
cerámicos elaborados en el taller fue una arcilla local, derivada directamente (in situ) de
rocas ígneas ácidas, presentes al oriente del municipio. Esta conjetura la sustentamos
mediante tres argumentos complementarios.
En primer lugar el resultado de los análisis granulométricos desarrollados,4 señaló que
en general las fuentes de arcillas primarias (no transportadas) derivadas de rocas ígneas
locales, presentan características óptimas para el trabajo alfarero, debido a que poseen
atributos que combinan la plasticidad y los contenidos óptimos de material inerte en un
valor cercano al 34%. Con respecto a la variedad en la oferta natural de materias primas
presentes en la zona, este tipo de arcillas tiene la ventaja de no necesitar la adición de
material inerte, también conocido como antiplástico o desgrasante.
Por otro lado, gracias a los resultados de análisis mineralógicos desarrollados por
observación directa, comparamos los minerales presentes en las arcillas ígneas locales y
en los fragmentos cerámicos. Esta comparación reveló la presencia en ambos de
partículas minerales idénticas, entre ellas abundante mica biotita, cuarzos angulares y
feldespatos.
En tercer lugar, el resultado de los análisis químicos de extracción ácida5 (Burton,
1993), nos reveló una gran similitud química al interior de la totalidad del conjunto de
vestigios cerámicos prehispánicos. La relativa homogeneidad química de los fragmentos
cerámicos prehispánicos, coincide además con una muestra de la producción
contemporánea de una alfarera tradicional de la zona, quien utiliza las fuentes in situ de
las arcillas derivadas de rocas ígneas ácidas. Pensamos que el resultado del análisis
químico realizado, en el cual predominan las similitudes sobre las diferencias, está

3
Para un seguimiento detallado del proceso de producción alfarero contemporáneo, desarrollado por doña
Gubertina, y su utilización como base comparativa en la investigación ver: Corantioquia–Integral 2001.
4
Laboratorio de suelos: Solingral Ltda.
10

relacionado además con la variación en el uso continuado de las mismas fuentes de


arcillas primarias durante largo tiempo, puesto que este tipo de fuentes tienden a variar
naturalmente sus características químicas en la medida en que el frente de explotación
avanza desde el material completamente degradado en la superficie hacia los niveles
más profundos cercanos a la roca fresca.
Luego de la selección de la fuente y del aprovisionamiento, los alfareros del siglo II d.C
continuaban con la preparación de la arcilla mediante el desarrollo de actividades de
limpieza y trituración. La trituración o amasado se realiza con el propósito de romper la
estructura de la arcilla en “paquetes” y con el fin de reducir y homogeneizar el tamaño
de las partículas minerales naturalmente contenidas en ella. Entre los argumentos que
nos permiten afirmar que la arcilla era transformada mediante la trituración se
encuentra, en primer lugar, la recuperación en el contexto de siete manos de moler de
sección oval en materiales ígneos, algunas de ellas con desgastes y brillos en una de sus
caras, además de la presencia de estrías paralelas (Van Gijn y Nieuwenhuis, 1993) de
profundidad media, orientadas perpendicularmente al eje mayor. Consideramos que la
cantidad de este tipo de artefactos, así como el tipo de huellas de uso registrado podría
estar relacionada con la trituración de materiales tales como la arcilla y sus partículas
minerales duras (cuarzos especialmente). En la reseña etnográfica de la producción
cerámica de la zona, encontramos que también la alfarera tradicional utiliza para triturar
las arcillas ígneas manos de moler, actualmente en madera, las cuales junto con los
pilones en el mismo material, reemplazaron hace algún tiempo las manos de moler y los
metates en piedra con los que tradicionalmente también se procesaba el maíz.
En segundo lugar, en los treinta trozos de materia prima recuperados en la excavación
pueden observarse con frecuencia partículas minerales de tamaños muy heterogéneos
(con ordenación pobre), entre las que destacamos un porcentaje considerable de cuarzos
angulares mayores a tres milímetros, lo cual es perfectamente coherente con el
comportamiento natural de este tipo de arcillas, según la fuente de la que provienen. En
contraste, cuando observamos el comportamiento de las partículas minerales en los
fragmentos cerámicos arqueológicos, encontramos una notable homogeneidad
(ordenamiento medio y alto) en el tamaño de las partículas minerales. Esta situación
hace que predominen los fragmentos que presentan una serie de atributos asociados

5
James Burton: Laboratorio de Química Arqueológica de la Universidad de Wisconsin, Madison.
11

tales como pastas con texturas suaves y medias, con partículas minerales de tamaños
finos y medios y ordenaciones buenas y equilibradas. Resulta claro entonces que el
predominio de estas características sólo puede lograrse, en este tipo de arcillas,
mediante una actividad de los alfareros, consistente en el triturado de la materia prima
original y la extracción manual de los fragmentos de roca mayores.
Planteamos que el armado de los recipientes en el taller fue realizado probablemente
utilizando la combinación de dos técnicas: el enrollado para elaborar recipientes
relativamente grandes, y el modelado para recipientes de tamaños menores. Esta
conjetura sobre las técnicas de armado de los recipientes la apoyamos en el análisis de
un conjunto de radiografías realizadas sobre muestra de vestigios cerámicos una, a partir
de las cuales identificamos uniones entre rollos (evidencia de enrollado), así como
paredes relativamente homogéneas posiblemente elaboradas mediante el modelado.
También realizamos una observación sistemática de las formas generales de los
fragmentos en los que identificamos un conjunto de formas aproximadamente
rectangulares, posiblemente relacionadas con la técnica del enrollado y otro conjunto de
fragmentos con formas irregulares, relacionado con la técnica del modelado.
La información proporcionada por las excavaciones y por el análisis de los fragmentos
señala que no se recuperó ningún vestigio, ni se empleó ninguna técnica que pudiera
asociarse con la utilización de moldes, tornos, platos de alfarero, bases de cestería o
cualquier otro artefacto que representara un nivel intensivo de producción durante el
armado de los recipientes.
De otro lado, el análisis de la variabilidad aplicado sobre formas de bordes y a los
recipientes nos permite afirmar que la producción desarrollada en el taller fue poco
diversa, registrando sólo tres formas de bordes (biselados 38.3%, biselados pestañados
47.1% y redondeados 14.5%), y siete formas básicas de recipientes (cuencos aquillados
de cuello largo 25.9% y de cuello corto 14.8%, cuencos semiesféricos de cuello largo
3.7% y de cuello corto 18.5% —véase figura 2— y ollas de cuello largo 16.6%,
globulares 3.7% y cilíndricas 11.1 % —véase figura 3—). Se registraron también tres
fragmentos correspondientes a alcarrazas y cuatro correspondientes a bandejas con asas
de botón y zoomorfas.
Figura 2. Formas de cuencos producidos en el taller alfarero
Figura 3. Formas de ollas producidas en el taller alfarero
12

La información referente a los tratamientos, acabados y decoraciones de la superficie de


los vestigios cerámicos elaborados en el taller, la obtuvimos tanto del estudio de los
productos alfareros (fragmentos cerámicos) como del análisis de algunos artefactos
líticos hallados en el contexto de excavación. En primer lugar, es claro que la gran
mayoría de los recipientes cerámicos pertenecientes a este taller, recibieron el
pulimiento como tratamientos de superficie (57.3%), teniendo en cuenta que en el
porcentaje restante de la muestra, no fue posible observar el tratamiento de las
superficies, debido a que presentaban un alto grado de erosión.6 Como evidencia que
apoya esta observación interpretamos el hallazgo en el contexto de excavación de 17
artefactos líticos, que hacían las veces de pulidores de cerámica. En ellos pudimos
observar claramente las caras producidas por el desgaste y un patrón de estrías paralelas
orientadas,7 generadas por la abrasión entre la herramienta y las partículas minerales
duras (cuarzos) presentes en la materia prima.
De igual forma, como parte de la información etnográfica recuperada, registramos un
instrumento con características idénticas a los pulidores arqueológicos (materia prima,
caras de desgaste y patrones de estrías) utilizado por la alfarera tradicional Gubertina
Arias, para alisar las superficies de los recipientes cerámicos una vez se han secado las
piezas. Las similitudes entre la herramienta etnográfica y los artefactos arqueológicos
las interpretamos como expresión de su uso en tareas idénticas.
Con respecto a los acabados de la superficie, un porcentaje relativamente pequeño de la
muestra presentó baños y engobes con un 17.3% y 12% respectivamente. Consideramos
que la poca presencia de engobes y baños en los fragmentos cerámicos estudiados,
puede deberse a que efectivamente los alfareros empleaban poco este tipo de acabados
en su producción cerámica, o a que estos acabados eran realizados después del proceso
de cocción. Como es lógico pensar, si los engobes y baños se aplicaban postcocción
(para ser luego recocidos) los recipientes que se dañaban durante la cocción inicial, y
que terminaban en el basurero, corresponden a los fragmentos que nosotros estudiamos
y por eso muy pocos presentarían este tipo de acabados.
Con respecto a la decoración, encontramos que el 33.7% de los fragmentos cerámicos
están decorados. No obstante, este valor no puede interpretarse directamente como

6
El porcentaje relativamente alto de superficies erosionadas lo correlacionamos a su vez con un bajo nivel
en las temperatura de cocción alcanzadas, tal como lo presentamos más adelante.
7Observadas en un estereoscopio de 40 aumentos.
13

representativo de la cantidad de vasijas decoradas que producía el taller, puesto que al


romperse un recipiente decorado genera un porcentaje de fragmentos no decorados que
puede ser igual o superior a un 50 o 60 % de sus partes. Debemos tener en cuenta
además que la gran mayoría de los recipientes cerámicos producidos en este taller,
tienen la decoración sólo en la parte superior. De esta forma consideramos que los datos
sobre la decoración, presentados anteriormente, están indicando posiblemente que la
gran mayoría de los recipientes producidos en el taller fueron decorados. Por otro lado,
la decoración observada en los fragmentos cerámicos es poco diversa. Sólo cuatro
técnicas fueron empleadas para la decoración de los recipientes: la impresión, los rollos
sin alisar, la incisión y el acanalado. Los motivos decorativos fueron
predominantemente el corrugado, seguido por las líneas paralelas oblicuas, tanto incisas
como dentadas estampadas, los escamados y las líneas paralelas horizontales y
verticales.8
Para acercarnos al conocimiento de las condiciones de cocción en las que se llevó a
cabo la quema de los recipientes cerámicos, realizamos en primer lugar, algunas pruebas
de recocción de los fragmentos cerámicos a temperaturas de 400º, 600º y 800º C,
controlando el tiempo y la circulación de aire y registrando la variación en
características tales como el color de la pasta, de los núcleos y de las manchas de
cocción.
Para la interpretación de los resultados de las pruebas, partimos de la consideración de
que todos los recipientes del taller están elaborados con un mismo tipo de arcilla, y que
bajo esta condición un fragmento recocido sólo cambia de color cuando supera la
máxima temperatura a la que fue quemado originalmente: una mayor temperatura
durante la recocción permitiría una nueva oxidación de las pastas y con ello, la
transformación del color del fragmento. En segundo lugar realizamos una
caracterización de la totalidad de los fragmentos cerámicos estudiados, haciendo énfasis
en los atributos que están directamente relacionados con la quema de los recipientes,
vale decir, la presencia de núcleos y manchas de cocción y su ubicación. Por último,
realizamos el análisis de fitolitos9 en muestras de suelo tomadas del basurero de

8En el contexto de excavación fueron hallados tres pequeños artefactos pulidos en forma de cincel; para
este tipo de artefactos no conocemos antecedentes que los asocien al proceso de producción alfarera, no
obstante su recuperación en este contexto, y su materia prima (roca blanda) podría sugerir algún uso
relacionado con la decoración.
9
Análisis paleobotánicos fueron realizados por el biólogo Msc. Carlos Albeiro Monsalve.
14

producción, con el fin de acercarnos eventualmente a restos vegetales relacionados con


los combustibles empleados para la quema de los recipientes.
Los resultados de las pruebas realizadas a 400º C, mostraron que no se presentaba
ninguna variación significativa en los colores originales de los fragmentos cerámicos,
mientras que a 600º y 800º sufrieron cambios notables en su coloración. En términos
generales, todos los fragmentos cerámicos que originalmente presentaban colores café,
café amarillo y gris oscuro, a 600º y 800º se convirtieron en naranjados o rojos-
amarillos; además observamos que con la recocción a estas temperaturas desaparecieron
los núcleos y manchas de cocción, registrando sólo manchas superficiales cuando
permitimos la circulación libre del aire (quemas con la puerta del horno abierta).
De otro lado, la información proporcionada por el estudio de la muestra seleccionada
nos informa que cerca del 50% de todos los fragmentos recuperados en el basurero
poseen núcleo de cocción. Esta situación indica a nuestro juicio, que los alfareros
prehispánicos del taller no lograron mantener condiciones de quema con temperaturas
por encima de los 400º C, durante lapsos de tiempo lo suficientemente largos, para
lograr oxidaciones completas y homogéneas de las paredes de los recipientes.
Información etnográfica, recopilada alrededor del trabajo de doña Gubertina Arias, nos
indica que en fogatas abiertas las piezas que se disponen en el centro de la quema tienen
una mayor probabilidad de quedar mejor cocidas (sin núcleo de cocción), mientras que
las que se ubican hacia la parte externa presentan, con mucha frecuencia, un marcado
núcleo de cocción hacia el centro de la matriz de arcilla. Esta situación está relacionada
claramente con el hecho de que hacia el centro de la fogata se obtienen temperaturas
más altas y un poco más estables, ofreciendo la posibilidad de que se alcance la
oxidación completa de la pieza, por el contrario hacia los extremos la temperatura tiende
a ser más baja y sobre todo es mucho menos homogénea, debido a las oscilaciones
provocadas por la circulación de aire fresco alrededor de la quema. Igualmente, la
información etnográfica recopilada, nos indica que la presencia y la posición de los
núcleos de cocción también se encuentra relacionada con la posición de la vasija
durante la quema: en general las quemas de recipientes o vasijas colocadas boca abajo
favorecen una concentración y retención del aire caliente en el interior de la vasija, lo
que se expresa en cocciones más homogéneas y en núcleos desplazados hacia la cara
externa.
15

Las pruebas de recocción realizadas, nos permiten proponer que los alfareros del taller
utilizaron una tecnología de cocción bastante simple, expresada en el predominio de
rangos de temperaturas bajos (cercanos a los 400° C) y una capacidad limitada para
mantener de manera estable temperaturas elevadas durante tiempos prolongados. Esta
interpretación es coherente con la abundante presencia de núcleos y manchas de cocción
en la producción del taller y con las tonalidades café, café amarillo y gris predominantes
en los fragmentos cerámicos, los cuales asociamos con las bajas temperaturas y con la
circulación de aire durante las pruebas realizadas. Las temperaturas bajas y la capacidad
limitada para el control de las condiciones de quemado son propias de la tecnología de
cocción a fuego abierto, por lo que planteamos que los alfareros del taller quemaron sus
recipientes en fogatas de este tipo.
Por otro lado, en el análisis de fitolitos realizado sobre una muestra de cenizas, que
relacionamos con actividades de limpieza del lugar de quema en el taller, encontramos
algunos fitolitos que asociamos con los combustibles utilizados por los alfareros
prehispánicos. La identificación de palmas (Palmeae), de hierbas y bambusoides
leñosos (Cyperaceae y Poaceae) y de algunas plantas leñosas (desde arbustos hasta
árboles grandes de la familia Myrtaceae), presenta además similitudes notables con los
combustibles utilizados por la alfarera tradicional doña Gubertina Arias, quién para sus
quemas en fogatas abiertas emplea caña brava (bambusoide leñoso de la familia
Poaceae) y pasto seco.
Es importante que tengamos en cuenta que el uso de este tipo de combustibles, tanto en
la producción prehispánica como en la producción artesanal contemporánea, resulta
totalmente coherente con los resultados observados en los productos alfareros del taller
y de doña Gubertina Arias, puesto que en fogatas abiertas los bambusoides leñosos y
pastos se caracterizan por alcanzar fácilmente temperaturas relativamente altas y por
consumirse rápidamente, lo cual impide que se mantengan durante tiempos largos las
máximas temperaturas alcanzadas, generando las condiciones necesarias para la
aparición de núcleos y manchas de cocción.
#2Características de la producción alfarera en el taller
Debido a que sólo contamos con la información contextual proporcionada por la
excavación del basurero y por el análisis de los fragmentos cerámicos, decidimos
retomar la propuesta de Rice (1987), quien considera que es posible acercarse al
16

conocimiento de los niveles de especialización de la producción alfarera a través del


análisis de la estandarización tecnológica, de la diversidad formal y de la escala de la
producción. En efecto, según esta autora la especialización como indicador de niveles
diferenciables en la organización de la producción alfarera, ha sido rastreada a través de
la estimación del volumen de producción, del registro de las técnicas de manufactura
observables en vasijas y fragmentos cerámicos, así como también el análisis de los
niveles de variabilidad, es decir, estandarización tecnológica y diversidad formal.
Según Rice (1987, 1996) las pautas de producción pueden ser estudiadas utilizando dos
herramientas conceptuales complementarias: la estandarización tecnológica y la
diversidad formal. La estandarización del proceso de manufactura consiste en la
utilización de un rango limitado de técnicas de elaboración formalizadas y de criterios
de selección de recursos, generando como manifestación un conjunto de productos
virtualmente idénticos (Ibid). La diversidad por su lado, está relacionada más con
atributos de tipo formal, decorativo o estilístico, de tal forma que para un "determinado
conjunto arqueológico, la diversidad engloba el concepto de riqueza de la muestra,
medido por el número de tipos distintos que existen en ella" (Fernández y Fernández,
1991: 236).
De esta forma, las inferencias que presentamos en los párrafos anteriores en cuanto al
proceso de manufactura indican, a nuestro juicio, un nivel tecnológico relativamente
simple y una alta estandarización en la aplicación de las técnicas utilizadas por los
alfareros prehispánicos del taller. En efecto, consideramos que la selección y empleo
reiterado de la misma fuente de arcilla, la trituración sistemática y el amasado cuidadoso
de la materia prima, el empleo de sólo dos técnicas sencillas para el armado de los
recipientes (enrollado y modelado), el uso de una tecnología de cocción con una escasa
capacidad para controlar y mantener las temperaturas, junto con los bajos niveles en la
diversidad10 de las formas de bordes, recipientes y decoraciones, son indicadores claros
de un nivel tecnológico simple, de una escasa diversidad formal y de una alta
estandarización técnica de los productos.
Un análisis estadístico multivariado, consistente en el agrupamiento de la muestra,
empleando las variables tecnológicas de textura de la pasta, tamaño de las partículas

10
Para estimar la variabilidad aplicamos el índice de riqueza de Margalef y el de diversidad de Shannon
Weaver sobre las variables forma del borde, técnica de decoración y forma del recipiente, y comparamos
17

minerales y ordenación de las partículas minerales, revela el carácter tecnológicamente


homogéneo en la producción de taller, tal como se observa en la tabla 1.
Tabla 1. Grupos tecnológicos
Grupo No. fragmentos Textura pasta Tamaño partículas
Orden partículas Tipo decoración Otros atributos
1 281 (30%) Media (70%) Medio (60%) Equilibrado (60%)
Sin decoración
2 140 (15%) Áspera (100%) Grueso (76%) Pobre (85%)
Sin decoración
3 410 (44%) Suave (70%) Fino (91%) Bueno (99%)
Dentados estampados (67%) y escamados (52%9 Grosor de pasta
fino/medio (96%) Recipientes aquillados (64%) Engobes (70%)
4 98 (10%)Media (68%) Medio/grueso (76%) Equilibrado y pobre
(87%) Rollos sin alisar (49%)
El alto nivel de estandarización tecnológica en la producción del taller alfarero, se
representa en la tabla anterior a través del dominio de un grupo mayoritario (grupo 3),
constituido por elementos que exhiben una tendencia a presentar pastas con texturas
finas y partículas minerales pequeñas y bien ordenadas. Estas características junto con
los valores medios en los mismos atributos (grupo 1) constituyen las tres cuartas partes
de la totalidad de la muestra, lo que señala con claridad el predominio de productos
alfareros caracterizados, en general, por un buen tratamiento de las pastas como
producto de la aplicación reiterada de gestos y procedimientos técnicos estandarizados.
Un dato que refuerza la idea de que esta tendencia no es accidental, sino que
efectivamente revela un proceso productivo con pautas claramente definidas, es la
asociación de algunos atributos decorativos con las tendencias identificadas. De esta
manera los resultados de los agrupamientos indican que las pastas más elaboradas
aparecen asociadas a atributos tales como grosores de pasta finos y medios, a la
decoración dentada estampada y escamada y a la presencia de engobe y formas de
recipientes aquillados; lo que contrasta con las relaciones identificadas entre las pastas
menos elaboradas y la decoración de rollos sin alisar (véase tabla 1).

los resultados obtenidos en el taller, con muestras provenientes de tres contextos puntuales en el valle de
Aburrá, el suroeste y el suroeste cercano.
18

Por sí solo, un alto nivel de estandarización tecnológica y un alto nivel de diversidad


formal podrían estar relacionados con pautas altamente especializadas de organización
del trabajo, propias de un contexto de producción alfarero que supera ampliamente el
ámbito doméstico (Rice, 1996). Sin embargo lo que encontramos en el caso estudiado
indica que aunque la estandarización tecnológica es alta, la diversidad formal no lo es,
por lo que el nivel de especialización de la producción en nuestro caso probablemente
supera el ámbito doméstico, pero no alcanza el nivel de los grandes talleres alfareros
reportados en sociedades estatales. Adicionalmente, apoyamos nuestra estimación
acerca de un nivel de especialización intermedio en la producción del taller en
información complementaria, obtenida del contexto arqueológico y referente a
elementos que permiten inferir aspectos de la escala de producción.
#2Escala de la producción alfarera
En lo referente a la escala de producción, es decir, al volumen de productos elaborados,
construimos un estimativo de la producción global del taller a partir del número mínimo
de vasijas reportado en el informe de excavación (Integral, 1999), correspondiente a 676
vasijas, en un lapso de tiempo probable de 70 años.11 Para estimar la cantidad global
probable de vasijas producidas en este lapso, partimos de la consideración de que el
número mínimo de vasijas calculado corresponde específicamente al porcentaje de
pérdidas durante el proceso de producción (especialmente durante la cocción), y por lo
tanto representa sólo una fracción del número total de vasijas producidas en el taller. Si
atendemos a la información etnográfica (Rice, 1987), en relación a los porcentajes de
pérdidas ocurridas durante el proceso de cocción y la extrapolamos para el caso de los
fragmentos recuperados en el basurero del taller, entonces resulta relativamente sencillo
construir el estimativo propuesto.
De acuerdo con la información etnográfica (Rice, 1987), la quema en fuego abierto
presenta porcentajes de perdidas sumamente variados que pueden oscilar entre 0 y
100%. No obstante en los datos consultados se reportan valores frecuentes cuyo rango
medio se encuentra entre 10 y 25%. Si asumimos el punto medio de este intervalo
(17.5%) como referencia para el cálculo, podría plantearse que el número de vasijas
estimado (676) corresponde al 17.5 % de las piezas cocidas, es decir, que el total de
piezas producidas o sea el 100% estaría por encima de 3.863 piezas. Si dividimos el
19

número mínimo de piezas producido entre el tiempo correspondiente al período de


actividad de la producción, obtenemos un estimativo mínimo de 55 vasijas por año.
Aún con todas las limitaciones y objeciones que estos cálculos suponen, consideramos
que es probable que el número real de vasijas producido haya estado por encima del
estimativo anual y el estimativo total que presentamos, tanto por el hecho de que los
porcentajes de pérdidas en la cocción pudieron ser menores, como por que los vestigios
excavados corresponden sólo a una fracción de la totalidad del basurero. Una
producción anual que supera las 50 piezas, pensamos que se encuentra por encima de
los requerimientos de reposición correspondientes al ámbito de las necesidades
domésticas, y se acerca a un nivel más alto y complejo en los esquemas de organización
de la producción relacionado con el trabajo de especialistas.
Teóricamente este nivel intermedio de producción, aunque puede desarrollarse dentro
del espacio de las viviendas, incrementa notablemente su productividad con respecto al
nivel de producción doméstico, ya que responde a necesidades sociales más amplias,
que superan la demanda simple de los hogares (Carmichael, 1994). El nivel intermedio
de producción alfarera es coherente con un contexto social en el que se da un
aprovechamiento especializado e intensificado de ciertos recursos (tales como fuentes
de oro y aguasal) o con la producción controlada de cierto tipo de bienes, ligados al
intercambio regional entre élites nacientes, que intentan afirmarse en el poder (Ibid).
La información que recopilamos indica que en este nivel intermedio, se reseña
etnográficamente (Shimada, 1994) y arqueológicamente (Carmichael, 1994), la
adecuación permanente de espacios de trabajo alfarero, lo que genera áreas de actividad
y patrones espaciales definidos. Entre los patrones espaciales de mayor visibilidad
destacamos los basureros con grandes acumulaciones de fragmentos de piezas rotas
durante el proceso de producción, así como la presencia de herramientas de trabajo o
partes de ellas y abundantes deshechos de quemas, tal como se reportan en el contexto
estudiado. En esta escala, los volúmenes y los ciclos de producción están relacionados
con necesidades utilitarias y socio-religiosas, que se manifiestan en prácticas tales como
el intercambio entre élites y la conformación de ajuares funerarios diferenciados
(Carmichael, 1994). Este tipo de prácticas sacan de circulación local un número
considerable de piezas e implican, a su vez, un control de las élites sobre los

11
Estimado a partir de la diferencia máxima entre las tres dataciones (200 d.C. – 130 d.C.) realizadas en el
20

productores y sobre la circulación de los productos (Rice, 1987). Para este nivel
intermedio, los alfareros corresponden a individuos que presentan un grado de
conocimiento especializado y un conjunto de destrezas alto, lo cual les reporta
socialmente un estatus especial y un mayor reconocimiento (Ibid).
#1La producción más allá del ámbito doméstico
La producción alfarera del taller pudo estar orientada hacia tres niveles diferentes de
distribución: el abastecimiento de las necesidades locales, las posibles demandas de un
centro de control regional y el intercambio con élites de otros territorios. Con respecto a
la orientación de la producción hacia la demanda local es necesario dejar en claro que
no exploramos esta vertiente, por lo que enfocamos nuestros esfuerzos en identificar
zonas de concentración que referenciaran centros de control regional y en rastrear
posibles intercambios con territorios vecinos. Por esta razón desarrollamos una
comparación de los productos elaborados en el taller con piezas cerámicas de espacios
geográficos vecinos, de tal forma que pudiéramos aportar elementos para la formulación
de algunas conjeturas.
Teniendo presentes atributos tales como el color de la pasta, el tratamiento de la
superficie, las partículas minerales, los tipos de decoración, las formas de los bordes y
recipientes, comparamos los vestigios cerámicos del taller con muestras provenientes
del Valle de Aburrá (Medellín: Castillo, 1995; La Estrella (Pueblo Viejo): Castro,
1998), del occidente de Antioquia (Buriticá: Girón, 1985; Sopetrán: Castillo, 1988;
Santa fe de Antioquia: Arboleda, 1988; Anzá: Montoya, 1992; Abriaquí: Castrillón,
1996) y del suroeste cercano (Titiribí y Venecia: Arcila, 1969, Botero 2000; Heliconia:
Castro y Restrepo, 1997; Armenia Mantequilla: Nieto, 1991).
Las comparaciones arrojaron resultados, a nuestro juicio, sorprendentes. En primer
lugar, con las muestras representativas de contextos domésticos y funerarios (Cardona et
al., 2001) provenientes del occidente de Antioquia y del suroeste cercano —con las
cuales esperábamos mayores similitudes dada su vecindad geográfica y las facilidades
de comunicación— identificamos, por el contrario, las diferencias más notables con los
productos cerámicos del taller.
En segundo lugar, y contrario a lo observado en las muestras del occidente y del
suroeste cercano, el Valle de Aburrá presentó grandes similitudes en los aspectos

contexto (Integral, 1999) sin considerar las desviaciones típicas.


21

morfológicos, decorativos y tecnológicos enumerados anteriormente. Es importante


señalar que las principales similitudes las identificamos con muestras provenientes del
suroccidente del Valle de Aburrá. Entre las similitudes destacamos especialmente la
abundancia de la decoración dentada estampada y escamada, y su asociación con
cuencos aquillados de bordes biselados o biselados pestañados, la presencia de rollos sin
alisar, la escasez relativa de engobes, las tonalidades de las pastas y la abundante
presencia de partículas minerales tales como cuarzos angulares, feldespatos y micas.
Consideramos que las similitudes identificadas entre los productos del taller y la
cerámica del suroccidente del Valle de Aburrá, podrían estar relacionadas con contactos
entre estos escenarios. Sin embargo, queremos llamar la atención sobre el hecho de que,
al compararlos con el taller alfarero, los contextos puntuales del Valle de Aburrá
resultan ser más diversos y ricos en formas y decoraciones. Es decir, todo lo que se
reporta en el taller se encuentra en el Valle de Aburrá, pero no todo lo que se encuentra
en el Valle de Aburrá se reporta en el taller. En el ámbito de la producción alfarera, esta
situación podría estar relacionada con la dirección hipotética de los intercambios (del
taller hacia el Valle de Aburrá) y con la complejidad y jerarquía de cada uno de los
asentamientos. Lo que podría representar que el Valle de Aburrá correspondiera a un
centro de control regional del cual fuera dependiente la producción realizada en el taller
alfarero estudiado. No obstante es necesario que nuevos estudios avancen sobre la
naturaleza de estas relaciones, puesto que no tenemos información suficiente que nos
permita señalar si se compartieron sólo las formas y las ideas o si viajaron directamente
los productos alfareros.
Queremos destacar además, dentro de las similitudes identificadas, aquellas que
registramos con ciertas piezas completas de la colección del Museo Universitario.12
Consideramos que la similitud entre la producción del taller con algunas de las piezas
completas del Museo Universitario, provenientes del Valle de Aburrá, tiene una especial
significación. A nuestro juicio las piezas completas del Museo Universitario representan
en su totalidad contextos funerarios, y gracias a los circuitos comerciales en que muchas
de ellas participaron antes de llegar a la colección, podemos pensar que corresponden,
con frecuencia, a las piezas estéticamente más elaboradas, las más “museables”. Si esta

12
Todas ellas rotuladas en términos tradicionales bajo el apelativo de cerámica “marrón inciso”.
22

premisa es correcta, la similitud entre ciertas piezas completas del Valle de Aburrá 13 y
la producción del taller resulta coherente con la posible destinación de los productos del
taller para satisfacer las necesidades de sectores sociales dominantes; estas piezas
representarían referentes simbólicos de estatus incluidos en sus contextos funerarios y
en el abastecimiento de centros regionales.
La posible vinculación de los productos de este taller alfarero del siglo II d.C. con el
abastecimiento de contextos funerarios, representa a nuestro juicio un vínculo claro
entre la producción alfarera del taller y un contexto social que exige de manera continua
la reposición de las vasijas consumidas, no sólo por el uso doméstico, sino muy
especialmente por el hecho de que numerosas piezas eran sacadas sistemáticamente de
circulación, mediante su inclusión en ajuares funerarios en el centro de control regional
localizado en el Valle de Aburrá.
#1Agradecimientos
Queremos agradecer a la Corporación Autónoma Regional del Centro de Antioquia
Corantioquia, especialmente debemos gratitud al doctor Norberto Vélez por su
sensibilidad y apoyo a esta iniciativa de investigación y al arqueólogo Gonzalo Castro
por favorecer la divulgación de los resultados de la misma. Al arqueólogo James
Burton, del Laboratorio de Química Arqueológica de la Universidad de Wisconsin, por
facilitarnos los análisis de extracción ácida de la cerámica. Personalmente queremos
agradecer al antropólogo Luis Carlos Cardona y la arqueóloga Sofía Botero, quienes nos
han acompañado en múltiples etapas de este proceso, mostrando un interés permanente;
agradecemos especialmente sus críticas y comentarios.
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Antioquia, Vol 11 N. 3, Medellín, pp. 13-42

13
Especialmente con algunas piezas recuperadas en la investigación desarrollada en el cerro el Volador
(Santos 1995): cuencos aquillados con decoración dentada estampada, y recipientes subglobulares y
cilíndricos con decoración en rollos sin alisar o corrugado, en la parte media y superior de la vasija
23

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