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AGONIA

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AGONÍA

La agonía más que un síntoma de los enfermos en fase terminal constituye la última fase de
su enfermedad que abarca desde las últimas horas hasta los 3-5 últimos días según los
diversos autores (aunque a veces este período puede ser más largo) y que se define como el
estado de dolor, lucha y sufrimiento que padecen las personas antes de morir de aquellas
enfermedades en las que la vida se extingue gradualmente.
En esta situación se produce un deterioro progresivo de las funciones físicas, biológicas,
emocionales y de relación con el entorno consecuencia de la evolución de su enfermedad y
es fundamental anticiparnos a los síntomas que previsiblemente se van a producir. Con
mucha menor frecuencia el fallecimiento de estos enfermos se produce de forma brusca
como consecuencia de una complicación imprevista como podría ser una hemorragia
masiva que aunque evita el sufrimiento final de la fase de agonía resulta muy impactante
tanto para el enfermo como para su familia.
Resulta fundamental establecer el diagnóstico de la agonía para replantearnos los objetivos
terapéuticos aunque a veces esto no es siempre fácil y en muchas ocasiones se siguen
intentando tratamientos activos buscando una esperanza de mejoría del enfermo que no
parece un objetivo adecuado en esta fase.

SÍNTOMAS MÁS FRECUENTES DE LA AGONÍA


Somnolencia y confusión.
Estertores y respiración ruidosa.
Agitación terminal y delirio.
Dolor.
Disnea.
Aunque los síntomas citados son los más frecuentes son múltiples los síntomas y signos
físicos que pueden aparecer e igualmente puede constatarse empeoramiento de los ya
existentes. Es característico que en esta fase observemos:
• Alteración de las constantes biológicas: taquicardia, hipotensión arterial, hipertermia,
pulso irregular y rápido, respiración superficial con pausas de apnea...
• Deterioro del estado de conciencia con somnolencia, desorientación, y muy
frecuentemente síndrome confusional.
• Alteraciones esfinterianas con retención o incontinencia tanto urinaria como fecal.
• Aumento de la debilidad, postración, dificultad para la ingesta de alimento y medicación.
• Ansiedad, depresión, crisis de pánico por percepción de muerte inminente.
• Alteraciones visuales como visión borrosa o desenfocada aun- que se mantiene el oído y
el tacto hasta el final.
• Aparición de estertores.
LAS ETAPAS FINALES DE LA VIDA
Para cada persona la agonía es única, pero hay etapas comunes que a menudo se observan
durante el proceso de agonía. Estas etapas se pueden producir en cualquier orden y
durante horas, días, semanas o meses.

Aislamiento de los familiares y amigos


Esto a menudo sucede durante los últimos meses de vida. Las personas que agonizan
pueden estar silenciosas y parecer deprimidas. Pueden perder interés en las cosas favoritas
como leer el diario, escuchar música o ver televisión. Pueden pasar más tiempo pensando y
menos tiempo hablando. Cuando hablan pueden desear hablar sobre su vida pasada o
esperanza de vida eterna. Pueden desear restablecer una relación con Dios en su propia
tradición religiosa. Pueden desear arreglar sus relaciones con familiares, amigos del pasado
o su iglesia. Pueden desear atar los cabos sueltos relacionados con testamentos o asuntos
financieros. Use este tiempo para escuchar lo que dicen y ayudarlos a cumplir
sus deseos lo más posible.

Disminución del apetito y la sed


Es normal que la persona que agoniza desee menos comida y bebida. A medida que el
metabolismo comienza a volverse más lento, se necesita menos comida y agua. La persona
puede tener dificultad para masticar o tragar debido a su debilidad. Durante este tiempo la
persona puede apreciar que le ofrezcan pequeñas cantidades de malteadas, helado, budín,
trozos de hielo o
sorbos de agua con la cabecera de la cama levantada. Hisopos bucales, paños húmedos y
bálsamo labial pueden ayudarlo a mantener la boca limpia y cómoda.

Cambios en los hábitos de sueño


Es normal que la persona que agoniza esté más somnolienta mientras está despierta y
duerme muchas horas durante el día. Sin embargo, la persona puede no dormir por largo
tiempo y tener dificultad para quedarse dormida debido a los síntomas de la enfermedad o
preocupaciones relacionadas con la agonía. Tratar los síntomas de la enfermedad y leerle u
orar por la persona, le puede ayudar a quedarse dormida. A algunas personas les gusta que
haya alguien acompañándolas mientras duermen y otras prefieren dormir solas. La
confusión es común al despertar.

Aumento de la debilidad y la fatiga


La persona que agoniza habitualmente se debilita y fatiga a medida que pasa el tiempo. Esta
debilidad puede interferir con su capacidad de cuidarse a sí mismos. Pueden necesitar
estar
en cama la mayor parte del tiempo o todo el tiempo. Habrá momentos en que la persona se
sienta más fuerte y tenga más energía. Es recomendable que aprovechen estos momentos
para ayudar a la persona a hacer lo que es más importante para ellos.
Agitación
Las personas que están agonizando pueden estar agitadas por diversas razones. La
agitación se puede deber a los cambios físicos relacionados con el proceso de agonía. Se
puede deber al dolor, a la dificultad para respirar, ansiedad, estreñimiento, perturbaciones
visuales o aflicción espiritual. Se deben hacer esfuerzos para determinar la razón de la
agitación.

Confusión
Las personas que agonizan pueden confundirse mientras su organismo se enlentece y el
cerebro recibe menos oxígeno. También pueden parecer confundidos cuando tienen
conciencia de la cercanía de la muerte. En ocasiones,pueden ver o escuchar cosas que otras
personas no ven ni escuchan. Esto puede producir mucha angustia a la familia del paciente.
Es recomendable confortar al paciente durante estos períodos y reconocer lo que ven o
escuchan. En ocasiones, puede ser útil recordarle al paciente dónde está, quién es usted y
quién está en la habitación con usted.

Otros cambios
Mientras se produce el proceso de agonía, la respiración probablemente cambiará y será
más errática con pausas prolongadas sin respiración. Normalmente, disminuye la cantidad
de orina y adquiere un color más oscuro. La persona puede perder el control de la función
intestinal o de la vejiga. La temperatura corporal puede cambiar y la piel ponerse roja y con
manchas y fría al tocarla. En este momento, puede ser útil poner mantas ligeras, aun
cuando algunos pacientes pueden tirar las mantas al sentirse acalorados o incómodos.

NORMAS BÁSICAS DE CUIDADOS EN LA AGONÍA


Resulta fundamental en la fase agónica replantearnos los objetivos terapéuticos con el
enfermo ya que tratamientos o actitudes previas en esta fase final carecen de sentido y
debemos aplicar el sentido común para proporcionarle en este momento únicamente
aquellos cuidados que sean imprescindible para aportar bienestar y comodidad en las
últimas horas-días de vida. Hay que dar prioridad al control de síntomas y al alivio del
sufrimiento tanto físico como psicológico y espiritual tanto del enfermo como de su familia.
Así recomendamos:
• No tratar la fiebre si no crea problemas.
• Mantener al paciente con higiene adecuada, ventilando la habitación y dando suaves
masajes con crema hidratante.
• Si es necesario realizar curas, administrar anestésicos previamente y metronidazol si
fuera necesario para mitigar el olor.
• Evitar la aparición de escaras protegiendo las zonas de riesgo y manteniendo las sábanas
limpias y sin arrugas. Evitar los cambios posturales frecuentes.
• Humedecer la boca y nariz con gasas húmedas y los labios con vaselina.
• Adecuar el tratamiento farmacológico retirando aquellos fármacos que en esta situación
resulten prescindibles (anticoagulación, hipolipemiantes, diuréticos,...).
• Adecuar vías alternativas dando prioridad a vías alternativas como la transdérmica o
subcutánea. Prácticamente toda la medicación que va a necesitar el enfermo en esta fase se
puede administrar por vía subcutánea. Indicar pautas fijas y ofrecer dosis de rescate en
caso de necesidad.
• Anticiparse a problemas graves como hemorragias masivas y prever su tratamiento
inmediato.
• Evitar procedimientos diagnósticos e intervenciones innecesarias.
• Adiestrar a la familia en el manejo de cuidados generales como cambios posturales, de
ropa, etc.
• Valorar uso de pañales, y de orinal.
• No administrar enemas ya que en esta fase el estreñimiento no suele incomodar al
enfermo.
• Evitar comentarios inadecuados en presencia del paciente pero asegurar información a la
familia y al enfermo si su situación lo permite y aconseja.
• Reforzar el hecho de que la falta de ingesta es consecuencia y no causa de la situación y
por ello el enfermo no necesita comer ni beber a menos que él lo desee. Insistir que hagan
lo que el enfermo desee. No hay datos de que la alimentación ni la hidratación del enfermo
en esta fase final asegure un mejor control sintomático en los últimos días que es el
objetivo de nuestro control. No tiene sentido la hidratación endovenosa ni la nutrición
enteral-parenteral que en esta fase proporcionan más incomodidades que beneficios.
• Ofrecer apoyo espiritual y religioso según las creencias que practiquen
• Intentar adelantarnos a síntomas como: respiración irregular, empeoramiento del dolor o
disnea, dificultad de ingesta, vómitos, hemorragias y convulsiones
• Dar consejos prácticos para el momento en el que llegue la muerte (aviso funerario, parte
de defunción).
• Intentar dar información concreta a la familia sobre la esperanza de vida del paciente.

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