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2

Jornada Mundial de Oración


por la Santificación
de los Sacerdotes

“Los sacerdotes deben ser hombres de Dios,


capaces de guiar a los demás por los caminos del Señor,
mediante su ejemplo y consejos sabios”
(Benedicto XVI)

Solemnidad
“Sagrado Corazón de Jesús”
Viernes 16 de junio del 2023

1
2
PRESENTACIÓN

Queridos hermanos en el Sacerdocio:

Nuestro Dios Providente nos sigue uniendo desde la oración


y de manera muy especial en la Solemnidad del “Sagrado
Corazón de Jesús” para celebrar, como Iglesia en camino
Sinodal, la “Jornada Mundial de Oración por la Santificación
de los Sacerdotes”.

Agradecemos a nuestro Señor Jesucristo por todos los


beneficios que nos otorga en el ejercicio de nuestro ministerio
sacerdotal ya que nos compromete a vivir con fidelidad y
perseverancia la configuración con su Sagrado Corazón. Somos
conscientes que muchas veces se presentan vicisitudes que
pueden generar un desánimo en nuestro ministerio sacerdotal,
pero es allí donde se nos da la oportunidad de dar un testimonio
convincente de la llamada que nuestro Señor Jesús nos ha hecho
y de la respuesta libre que hemos dado. Así, nuestro testimonio
será un signo de fe y de esperanza de lo recibido el día de nuestra
Ordenación Sacerdotal.

En esta Jornada de Oración, pidiendo la santidad de todos


los Sacerdotes, traigo al recuerdo a su Santidad, el Papa Juan
Pablo II, quien nos hace reflexionar cómo vivir nuestra vida
sacerdotal según la mente y el corazón de Cristo. Una primera
afirmación fundamenta nuestra vida de fe ya que reconoce que la
Eucaristía es el corazón del ministerio sacerdotal y de toda
nuestra vida cristiana. Alimentados con la Eucaristía somos
enviados a la proclamación de la Buena Nueva y esto,
indudablemente, nos invita a examinar, en el camino de santidad,
nuestra vida sacerdotal. Debemos ser conscientes que hemos
sido llamados para una especial intimidad con Cristo. Por ello,
nuestro compromiso está en conocerle más íntimamente en la
Sagrada Escritura y en la Oración. Así mismo, nuestro ministerio
sacerdotal hemos de ejercerlo en verdadera unidad. Todos los
3
Sacerdotes unidos a su Obispo participan del mismo y único
sacerdocio y ministerio de Cristo. No vivamos en el
individualismo sino en una verdadera unión con Jesucristo y su
Iglesia. Por último, el Don recibido nos anima a abrazar con
alegría una vida de auténtico celibato sacerdotal donde damos
testimonio de una dimensión de amor diseñada sobre el amor del
mismo Cristo1.

Estimados Sacerdotes, los animo, a que sigan teniendo,


cada vez más fuerte, el deseo de santidad. Acudan siempre a
Aquel que los ha llamado, consagrado y enviado. Que cada día
reaviven el Don que han recibido de Dios en favor suyo y de los
demás2.

Recordemos siempre que la oración debe preceder,


acompañar y seguir toda acción. Al administrar los Sacramentos
meditemos con fe y esperanza lo que hacemos. Cuando
celebremos la Eucaristía meditemos con corazón agradecido lo
que ofrecemos. Queremos salvar las almas, no nos olvidemos de
la nuestra3.

Unidos en oración por la Santificación de los Sacerdotes y


de todos los fieles.

Con mi bendición,

 Mons. Carlos Enrique García Camader


Obispo de Lurín
Presidente de la Comisión Episcopal
para el Clero, Seminarios y Vocaciones

1
Cf. Juan Pablo II. Discurso a los Sacerdotes y seminaristas, Cebú – Filipinas, jueves 19 de febrero
de 1981.
2
Cf. 2 Tim 1,6.
3
Cf. San Carlos Borromeo, Obispo. Del Sermón pronunciado en el último Sínodo que convocó. Acta
Ecclesiae Mediolanensis, Milán 1599,1177-1178.
4
CÓMO VIVIR LA VIDA SACERDOTAL
SEGÚN LA MENTE
Y EL CORAZÓN DE CRISTO

Extracto del Discurso del Santo Padre Juan Pablo II


a los Sacerdotes y seminaristas
(Cebú – Filipinas, jueves 19 de febrero de 1981)
¡Jesús es Señor! Esta proclamación de la Palabra alcanza su
momento culminante en la Eucaristía: “Los otros sacramentos,
así como todos los ministerios eclesiásticos y obras de
apostolado, están íntimamente unidos con la sagrada Eucaristía y
a ella se ordenan... Por lo cual la Eucaristía aparece como la
fuente y la culminación de toda la predicación evangélica”
(Presbyterorum ordinis, 5). La celebración de la Eucaristía es el
corazón del ministerio sacerdotal y de la vida cristiana, porque es
el servicio del amor de Cristo mismo que se inmola. A través de
cada Eucaristía la Iglesia se forma continuamente de nuevo a sí
misma
5
y recibe su forma definitiva: Cristo, por medio del ministerio de
sus sacerdotes, reúne juntos a todos sus discípulos, para hacerles
uno en su amor, y enviarles delante para ser portadores de la
unidad y amor del banquete eucarístico como ejemplo y modelo
de toda comunidad humana y de servicio.

Mis hermanos sacerdotes: Esta Iglesia misionera, este pueblo


eucarístico, cuenta con ustedes para la proclamación auténtica de
la Buena Nueva. Pero si van a ser eficaces predicadores de la
Palabra, deben ser hombres de fe profunda, y a un tiempo
oyentes y operadores de la palabra. Pues con San Pablo debemos
decir siempre: “No nos predicamos a nosotros mismos, sino a
Cristo Jesús, Señor; y cuanto, a nosotros, nos predicamos siervos
suyos por amor de Jesús” (2 Cor 4, 5). Por esta razón no
debemos dejar nunca de examinar cuidadosamente cómo
vivimos nuestra vida sacerdotal, para que no llegue a ser un
antitestimonio que desfigure la presencia sacramental que el
Señor quiere que realicemos en y para su Iglesia.

A este respecto les ofrezco hoy tres breves reflexiones sobre


cómo vivir la vida sacerdotal según la mente y el corazón de
Cristo.

1. En primer lugar, Jesús ha llamado a los sacerdotes a una


especial intimidad con Él. La verdadera naturaleza de nuestra
labor lo requiere. Si hemos de predicar a Cristo y no a nosotros
mismos, debemos conocerle íntimamente en la Escritura y en la
oración. Si hemos de guiar a otros al encuentro y a la respuesta
de fe, nuestra propia fe debe ser ella misma un testimonio. En la
Sagrada Escritura la Palabra de Dios está siempre ante nosotros.
Hagamos, por tanto, de la Escritura el alimento de nuestra
oración diaria y el objeto de nuestro regular estudio teológico.
Sólo así podemos poseer la Palabra de Dios —y ser poseídos por
la Palabra— en esa intimidad reservada para aquellos a quienes
Jesús dijo: “Los llamo amigos” (Jn 15, 15).
6
2. La segunda consideración que deseo ofrecerles concierne a la
unidad del sacerdocio. Los padres del Concilio Vaticano II nos
recuerdan que “todos los presbíteros, junto con los obispos,
participan de tal forma del mismo y único sacerdocio y
ministerio de Cristo, que la misma unidad de consagración y
misión requiere su comunión jerárquica con el orden de los
obispos” (Presbyterorum ordinis, 7). Esta unidad debe tomar
forma concretamente en la realización del único presbyterium
que los sacerdotes, diocesanos y religiosos, forman en torno a su
obispo. La colegialidad que caracteriza la total unión del orden
episcopal en la fe y en la participación en la responsabilidad con
el Obispo de Roma, se refleja analógicamente en la unidad de los
sacerdotes con su obispo y entre ellos en su común tarea
pastoral. No debemos subestimar la importancia de esta unidad
de nuestro sacerdocio para la eficaz evangelización del mundo.
El signo sacramental del mismo sacerdocio no debe ser
fragmentado o individualizado: constituimos un único sacerdocio
— el sacerdocio de Cristo — del cual debe ser un testimonio
nuestra armonía de vida y de servicio apostólico. La unidad
fundamental de la Eucaristía ofrecida por la Iglesia requiere que
esta unidad sea vivida como una realidad visible, sacramental, en
la vida de los sacerdotes. La noche antes de morir, Jesús invocó a
su Padre celestial: “Ruego también por cuantos crean en mí por
su palabra, para que todos sean uno, como tú, Padre, estás en mí
y yo en ti, para que también ellos sean en nosotros y el mundo
crea que tú me has enviado” (Jn 17, 20-21). Nuestra unidad en el
Señor, sacramentalmente visible en el centro de la propia unidad
de la Iglesia, es una condición indispensable para la eficacia de
todo cuanto hacemos: nuestra predicación de la fe, nuestro
servicio a los pobres como una opción preferencial, nuestros
esfuerzos por la construcción de las comunidades cristianas de
base como unidades vitales del Reino de Dios, nuestro trabajo
en la

7
promoción de la justicia y la paz de Cristo, toda la variedad de
nuestro apostolado parroquial, todo empeño para proporcionar
una guía espiritual a nuestro pueblo, todo esto depende
totalmente de nuestra unión con Jesucristo y su Iglesia.

3. En tercer lugar, deseo reflexionar con ustedes sobre el valor de


una vida de auténtico celibato sacerdotal. Es difícil supervalorar
el profundo testimonio de fe que da un sacerdote a través del
celibato. El sacerdote anuncia la Buena Nueva del Reino como
una valiente renuncia a los especiales gozos humanos del
matrimonio y de la vida familiar para rendir testimonio de su
“convicción de las cosas que no se ven” (cf. Heb 11, 1). La
Iglesia necesita el testimonio del celibato gustosamente abrazado
y alegremente vivido por sus sacerdotes por amor del Reino.
Pues el celibato no es de ninguna manera marginal para la vida
sacerdotal; da testimonio de una dimensión de amor diseñada
sobre el amor del mismo Cristo. Este amor habla claramente el
lenguaje de todo amor genuino, el lenguaje del don de sí por el
Amado; y su símbolo perfecto siempre es la cruz de Jesucristo.

8
ROSARIO POR LA SANTIDAD
DE LOS SACERDOTES

Divino Pastor, unidos en tu amor, abandonamos en tu Corazón


nuestras almas y con ellas nuestro cariño por Ti y por María,
Bendita Madre de Dios.

Queremos ofrecerte este Santo Rosario por tus hijos sacerdotes


para que, escogidos con predilección por Ti, sean para todos los
corazones, rebaño preciado en tu redil.

Con tu vara de amor, guíalos, ilumínalos, sostenlos,


acompáñalos, defiéndelos, asístelos, líbralos de todo mal y
endereza sus pasos por el camino de la Verdad y del Amor que
eres Tú, Dulce Jesús.

9
Primer Misterio

Divino Maestro, Tú que eres rostro que ama y Eucaristía que


sana, sostén a tus hijos predilectos a fin de que, contemplando tu
Divina faz de dolor, nos recuerden con amor tu Pasión.

Rezar:
 Un Padrenuestro,
 Diez Avemarías
 Un Gloria

Jaculatoria:

Sagrado Corazón de Jesús,


en ti confío.

10
Segundo Misterio

Divino Maestro, Tú que eres amigo fiel en la alegría, en la


tristeza y en la aflicción, anima a tus hijos predilectos para que
permanezcan fieles a tu amor en toda prueba, en toda adversidad
y dolor. ¡No se echen atrás!

Rezar:
 Un Padrenuestro,
 Diez Avemarías
 Un Gloria

Jaculatoria:

Sagrado Corazón de Jesús,


en ti confío.

11
Tercer Misterio:

Divino Maestro, Tú que eres lámpara encendida de amor,


ilumina los corazones de tus hijos predilectos para que
conduzcan a todos tus hijos por senderos de paz y de unión.

Rezar:
 Un Padrenuestro,
 Diez Avemarías
 Un Gloria

Jaculatoria:

Sagrado Corazón de Jesús,


en ti confío.

12
Cuarto Misterio

Divino Maestro, Tú que eres cayado y bastón de bondad,


defiende a tus hijos predilectos de toda tentación y mal a fin de
conducir a todas las almas a la Patria Celestial.

Rezar:
 Un Padrenuestro,
 Diez Avemarías
 Un Gloria

Jaculatoria:

Sagrado Corazón de Jesús,


en ti confío.

13
Quinto Misterio

Divino Maestro, Tú que has entregado tu vida en el madero por


amor a la humanidad, conmueve los corazones de tus hijos
predilectos a fin de darse por entero a Ti en los demás.

Rezar:
 Un Padrenuestro,
 Diez Avemarías
 Un Gloria

Jaculatoria:

Sagrado Corazón de Jesús,


en ti confío.

En las últimas cuentas del Rosario:

Rezar un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria por las


Intenciones del Santo Padre y por el aumento de las Vocaciones
Sacerdotales.
14
ORACIÓN FINAL

Dulce Jesús, mendigo de corazones,


recibe hoy en tu Corazón nuestras oraciones
por tus hijos predilectos;
sea Él siempre para ellos refugio de amor,
nido de esperanza en la tribulación.
Buen Pastor de almas,
sé para sus corazones cayado y bastón,
vara de amor que los sostenga en la prueba,
los aleje de toda tentación.
Sé abrazo en la duda y camino cierto,
templanza y calma en el desasosiego
y en las tormentas de sus almas, ancla de paz.
Sea tu Santísima faz y semblante
motivo de encuentro para seguir adelante,
para no rendirse jamás.
Divino Maestro, junto a María,
Madre del Buen Consejo,
sean por siempre timón de los corazones
de sus hijos predilectos preservándolos de todo mal,
abrazándolos con ternura,
animándolos a conducir con entrega
a todas las almas a la Patria Celestial. Amén
15
HORA SANTA
POR LOS SACERDOTES

Monición inicial:

Celebramos con mucha fe la Jornada Mundial de Oración por la


Santificación de nuestros Sacerdotes. En esta Hora Santa
tomemos conciencia del valor del Sacerdocio como un don para
la Iglesia y presencia de Cristo entre los hombres.

16
Exposición del Santísimo:

Canto: Oh, buen Jesús

https://www.youtube.com/watch?v=QiCcqVzAtu8

¡Oh, buen Jesús! Yo creo firmemente


que por mi bien estás en el altar,
que das tu cuerpo y sangre juntamente
*al alma fiel en celestial manjar (2)
Indigno soy, confieso avergonzado,
de recibir la santa Comunión;
Jesús que ves mi nada y mi pecado,
*prepara Tú mi pobre corazón. (2)
Dulce maná y celestial comida,
gozo y salud de quien te come bien;
ven sin tardar, mi Dios, mi luz, mi vida,
*desciende a mí, hasta mi pecho ven. (2)
Pequé Señor, ingrato te he ofendido;
infiel te fui, confieso mi maldad;
contrito ya; perdón, Señor, te pido,
*eres mi Dios, apelo a tu bondad. (2)
Espero en Ti, piadoso Jesús mío;
oigo tu voz que dice “ven a Mí”,
porque eres fiel, por eso en Ti confío;
*todo Señor, lo espero yo de Ti. (2)
¡Oh, buen pastor, amable y fino amante!
Mi corazón se abraza en santo ardor;
si te olvidé, te juro que constante
*he de vivir tan sólo de tu amor. (2)

Momento de silencio para meditar: (Se puede poner música


instrumental)

https://www.youtube.com/watch?v=c5y6twAUe04
17
Oración:
¡Oh Jesús, Sacerdote eterno!
Guarda a tus Sacerdotes
bajo la protección de tu Sagrado Corazón,
donde nada pueda mancillarlos;
guarda inmaculadas sus manos ungidas
que tocan cada día tu Sagrado Cuerpo;
guarda inmaculados sus labios
diariamente teñidos con tu preciosa Sangre;
guarda puros y despejados de todo afecto terrenal
sus corazones que Tú has sellado
con la sublime marca del sacerdocio.
Que tu santo amor los rodee y los preserve
del contagio del mundo.
Bendice sus tareas apostólicas con abundantes frutos
y haz que las almas confiadas a su celo y dirección
sean su alegría en la tierra,
y su hermosa e inmarcesible corona en el cielo. Amén.

Momento de silencio para meditar: (Se puede poner música


instrumental)
https://www.youtube.com/watch?v=c5y6twAUe04

Preces por los Sacerdotes:

V.- A nuestro Santísimo Padre el Papa,


R.- Dale Señor tu corazón de Buen Pastor.

V.- A los sucesores de los Apóstoles,


R.- Dales Señor, solicitud paternal por sus sacerdotes.

V.- A los Obispos puestos por el Espíritu Santo,


R.- Compromételos con sus ovejas, Señor.

V.- A los párrocos,


R.- Enséñales a servir y a no desear ser servidos, Señor.
18
V.- A los confesores y directores espirituales,
R.- Hazlos Señor, instrumentos dóciles de tu Espíritu.

V.- A los que trabajan por la juventud,


R.- Que la comprometan contigo, Señor.

V.- A los que trabajan entre los pobres,


R.- Haz que te vean y te sirvan en ellos, Señor.

V.- A los que atienden a los enfermos,


R.- Que les enseñen el valor del sufrimiento, Señor.

V.- A los sacerdotes pobres y enfermos,


R.- Socórrelos y sánalos, Señor.

V.- A los sacerdotes ancianos,


R.- Dales alegre esperanza, Señor.

V.- A los sacerdotes turbados y a los que están en crisis,


R.- Dales tu paz y muéstrales tu camino, Señor.

V.- A los sacerdotes calumniados y perseguidos,


R.- Defiende su causa, Señor.

V.- A todos los sacerdotes,


R.- Dales fidelidad a Ti y a tu Iglesia, Señor.

V.- A todos los sacerdotes,


R.- Dales obediencia y amor al Papa, Señor.

V.- A todos los sacerdotes,


R.- Que vivan en comunión con su Obispo y que sean uno
como Tú y el Padre, Señor.

V.- Que todos los sacerdotes,


R.- Colaboren en la unidad del presbiterio, Señor.

19
V.- Que todos los sacerdotes, llenos de Ti,
R.- Vivan con alegría en el celibato, Señor.

V.- A todos los sacerdotes,


R.- Dales la plenitud de tu Espíritu y transfórmalos en Ti,
Señor.

Oración por los Sacerdotes:

Señor Jesús,
Pastor Supremo del rebaño,
te rogamos que por el inmenso amor
y misericordia de tu Sagrado Corazón,
atiendas todas las necesidades de tus sacerdotes.
Te pedimos que retomes en tu Corazón
todos aquellos sacerdotes que se han alejado de tu camino,
que enciendas de nuevo el deseo de santidad
en los corazones de aquellos Sacerdotes
que han caído en la tibieza,
y que continúes otorgando a tus Sacerdotes fervientes
el deseo de una mayor santidad.
Amén

CANTO: Sagrado Corazón


(Autor: Seminario Pontificio Mayor de Santiago)

https://www.youtube.com/watch?v=Xew3vgGwfJo

Rendido a tus pies Oh, Jesús mío


te pido humildemente amarte
servirte y serte fiel.
Mira que soy pobre, Oh, buen Jesús
soy débil y necesito apoyarme en Ti
para no caer

20
A las puertas de tu corazón
vengo, llamo y espero, Oh, Señor,
y del mío te hago decidida entrega,
Tómalo y dame a cambio
lo que me lleve a la eternidad, Oh, Señor.

Señor quiero hacer tu voluntad


y Tú me dices ¡ánimo!
¡No temas que soy Yo!
Oh, Sagrado Corazón, sé todo para mí
no busque yo consuelo más que en Ti.

Sé Tú mi refugio, quiero esconderme


en tu corazón,
y del mío te hago decidida entrega.
Tómalo y dame a cambio
lo que me lleve a la eternidad, Oh, Señor.

RESERVA DEL SANTÍSIMO

Oración:
V/. Les diste el pan del cielo
R/. Que contiene en sí todo deleite

OREMOS

¡Oh Dios!, que en este sacramento admirable


nos dejaste el memorial de tu pasión,
te pedimos nos concedas venerar de tal modo,
los sagrados misterios de tu Cuerpo y de tu Sangre,
que experimentemos constantemente en nosotros
el fruto de tu Redención.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
21
Bendición con el Santísimo Sacramento:

Alabanzas al Santísimo Sacramento:

Bendito sea Dios.


Bendito sea su Santo Nombre.
Bendito sea Jesucristo, Verdadero Dios y Verdadero Hombre.
Bendito sea el Nombre de Jesús.
Bendito sea su Sacratísimo Corazón.
Bendita sea su Preciosísima Sangre.
Bendito sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar.
Bendito sea el Espíritu Santo, Paráclito
Bendita sea la excelsa Madre de Dios, María Santísima.
Bendita sea su Santa e Inmaculada Concepción.
Bendita sea su Gloriosa Asunción.
Bendito sea el Nombre de María, Virgen y Madre.
Bendito sea San José, su Castísimo Esposo.
Bendito sea Dios en sus Ángeles y en sus Santos.
Amén

CANTO: “¡Tú reinarás!”

https://www.youtube.com/watch?v=2bWzdSa5nfw

¡Tú reinarás!
Este es el grito
que ardiente exhala nuestra fe.
¡Tú reinarás, oh Rey bendito!
Pues tú dijiste: “reinaré”.

Reine Jesús por siempre,


reine su corazón
*En nuestra patria, en nuestro suelo
Que es de María la nación (2)

22
¡Tú reinarás!
Dulce esperanza,
que al alma llena de placer.
Habrá por fin paz y bonanza,
felicidad habrá doquier

¡Tú reinarás!
Dichosa era,
dichoso pueblo con tal Rey
Será tu Cruz nuestra bandera,
tu amor será, ya, nuestra ley

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24
SANTA MISA

SOLEMNIDAD
DEL “SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS”

SALUDO INICIAL:

MONICIÓN: Hermanos, celebramos hoy la solemnidad del


“Sagrado Corazón de Jesús”. Es la fiesta del amor de Dios,
manifestado en Cristo Jesús, manifestado en su encarnación, en su
vida, muerte y resurrección.

El costado abierto de Cristo, del que brotó sangre y agua, es una


puerta privilegiada para llegar al corazón mismo de Dios. En él
somos reconciliados y bendecidos con ese amor inmenso que ni
merecemos ni agradecemos como es debido.

Dispongámonos a celebrar la Eucaristía pidiendo especialmente


por la Santificación de los sacerdotes que tiene un lugar especial
en el corazón de Dios.

25
GLORIA:

ORACIÓN COLECTA:

Dios todopoderoso,
concede a quienes,
alegrándonos en el Corazón de tu Hijo amado,
recordamos los inmensos beneficios
de su amor hacia nosotros,
merecer recibir una inagotable abundancia de gracia
de aquella fuente celestial de los dones.
Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA

Lectura del Libro del Deuteronomio 7, 6-11

En aquellos días, Moisés habló al pueblo, diciendo:


-«Tú eres un pueblo santo para el Señor, tu Dios; Él te eligió
para que fueras, entre todos los pueblos de la tierra, el pueblo de
su propiedad.
Si el Señor se prendó de ustedes y los eligió, no fue por ser
ustedes el más numeroso de todos los pueblos, pues son el
pueblo más pequeño, sino, por el amor que les tiene y por
mantener el juramento que había hecho a sus padres; por eso los
sacó de Egipto con mano fuerte y los rescató de la esclavitud, del
dominio del Faraón, rey de Egipto.
Así sabrás que el Señor, tu Dios, es Dios: el Dios fiel que
mantiene su alianza y su favor con los que lo aman y guardan sus
preceptos, por mil generaciones.
Pero paga en su persona a quien lo aborrece, acabando con
él. No se hace esperar; paga a quien lo aborrece, en su persona.
Pon por obra estos preceptos y decretos que te mando hoy».

Palabra de Dios.

26
SALMO RESPONSORIAL Sal 102
R. Tu misericordia es eterna Señor

Bendice, alma mía, al Señor,


y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios. R.

Él perdona todas tus culpas


y cura todas tus enfermedades;
Él rescata tu vida de la fosa
y te colma de gracia y de ternura. R.

El Señor hace justicia


y defiende a todos los oprimidos;
enseñó sus caminos a Moisés
y sus hazañas a los hijos de Israel. R.

El Señor es compasivo y misericordioso,


lento a la ira y rico en clemencia.
No nos trata como merecen nuestros pecados,
ni nos paga según nuestras culpas. R.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la primera carta del Apóstol San Juan 4, 7-16

Queridos hermanos:
Amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo
el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no
ha conocido a Dios, porque Dios es amor.
En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que
Dios envió al mundo a su Hijo único, para que vivamos por
medio de Él.

27
En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos
amado a Dios, sino en que Él nos amó y nos envió a su Hijo
como víctima de propiciación para nuestros pecados.
Queridos, si Dios nos amó de esta manera, también
nosotros debemos amarnos unos a otros.
A Dios nadie lo ha visto nunca. Si nos amamos unos a
otros, Dios permanece en nosotros y su amor ha llegado en
nosotros a su plenitud.
En esto conocemos que permanecemos en Él, y Él en
nosotros: en que nos ha dado su Espíritu. Y nosotros hemos visto
y damos testimonio de que el Padre envió a su Hijo como
Salvador del mundo.
Quien confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios
permanece en él, y él en Dios.
Y nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y
hemos creído en Él.
Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en
Dios y Dios en él.

Palabra de Dios

EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según San Mateo 11, 25-30

En aquel tiempo, exclamó Jesús:


- «Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has
escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has
revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor.
Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más
que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien
el Hijo se lo quiera revelar.
Vengan a mí todos los que están cansados y agobiados, y yo
los aliviaré. Carguen con mi yugo y aprendan de mí, que soy
manso y humilde de corazón, y encontrarán descanso. Porque mi
yugo es llevadero y mi carga ligera».
Palabra del Señor
28
HOMILÍA: Se ofrece esta homilía del Papa Francisco en la
Solemnidad del “Sagrado Corazón de Jesús”, 27 de junio 2014

Santa Misa en la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús


Homilía del Santo Padre Francisco
leída por el cardenal Ángelo Scola
https://www.vatican.va/content/francesco/es/homilies/2014/docu
ments/papa-francesco_20140627_omelia-ospedale-gemelli.html
«El Señor se ha unido a vosotros y os ha elegido» (cf. Dt 7, 7).
Dios se ha unido a nosotros, nos ha elegido, este vínculo es para
siempre, no tanto porque nosotros somos fieles, sino porque el
Señor es fiel y soporta nuestras infidelidades, nuestra lentitud,
nuestras caídas.
Dios no tiene miedo de vincularse. Esto nos puede parecer
extraño: a veces llamamos a Dios «el Absoluto», que significa
literalmente «libre, independiente, ilimitado»; pero, en realidad,
nuestro Padre es «absoluto» siempre y solamente en el amor: por
amor sella una alianza con Abraham, con Isaac, con Jacob, etc.
Quiere los vínculos, crea vínculos; vínculos que liberan, que no
obligan.
Con el Salmo hemos repetido: «El amor del Señor es para
siempre» (cf. Sal 103). En cambio, de nosotros, hombres y
mujeres, otro salmo afirma: «Desaparece la lealtad entre los
hombres» (Sal 12, 2). Hoy, en particular, la fidelidad es un valor
en crisis porque nos inducen a buscar siempre el cambio, una
supuesta novedad, negociando las raíces de nuestra existencia, de
nuestra fe. Pero sin fidelidad a sus raíces, una sociedad no va
adelante: puede hacer grandes progresos técnicos, pero no un
progreso integral, de todo el hombre y de todos los hombres.
El amor fiel de Dios a su pueblo se manifestó y se realizó
plenamente en Jesucristo, el cual, para honrar el vínculo de Dios
con su pueblo, se hizo nuestro esclavo, se despojó de su gloria y
asumió la forma de siervo. En su amor, no se rindió ante nuestra
29
ingratitud y ni siquiera ante el rechazo. Nos lo recuerda san
Pablo:
«Si somos infieles, Él —Jesús— permanece fiel, porque no
puede negarse a sí mismo» (2 Tm 2, 13). Jesús permanece fiel,
no traiciona jamás: aun cuando nos equivocamos, Él nos espera
siempre para perdonarnos: es el rostro del Padre misericordioso.
Este amor, esta fidelidad del Señor manifiesta la humildad de su
corazón: Jesús no vino a conquistar a los hombres como los
reyes y los poderosos de este mundo, sino que vino a ofrecer
amor con mansedumbre y humildad. Así se definió a sí mismo:
«Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón» (Mt 11,
29). Y el sentido de la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús, que
celebramos hoy, es que descubramos cada vez más y nos
envuelva la fidelidad humilde y la mansedumbre del amor de
Cristo, revelación de la misericordia del Padre. Podemos
experimentar y gustar la ternura de este amor en cada estación de
la vida: en el tiempo de la alegría y en el de la tristeza, en el
tiempo de la salud y en el de la enfermedad y la dificultad.
La fidelidad de Dios nos enseña a acoger la vida como
acontecimiento de su amor y nos permite testimoniar este amor a
los hermanos mediante un servicio humilde y manso. (….)
Queridos hermanos: En Cristo contemplamos la fidelidad de
Dios. Cada gesto, cada palabra de Jesús transparenta el amor
misericordioso y fiel del Padre. Y entonces, ante Él, nos
preguntamos: ¿cómo es mi amor al prójimo? ¿Sé ser fiel? ¿O soy
voluble, sigo mis estados de humor y mis simpatías? Cada uno
de nosotros puede responder en su propia conciencia. Pero, sobre
todo, podemos decirle al Señor: Señor Jesús, haz que mi corazón
sea cada vez más semejante al tuyo, pleno de amor y fidelidad.

30
ORACIÓN DE LOS FIELES

Oremos con la confianza puesta en Cristo, por quien tenemos


libre acceso a Dios Padre.

R. Sagrado Corazón de Jesús, escúchanos.

Por la Iglesia, que nació del costado abierto de Cristo, para que
transmita a todos los hombres el amor de Jesús. Oremos.

Por quienes están sin techo, los enfermos, los que sufren
injusticias, para que encuentren en nosotros el consuelo y la
ayuda efectiva que necesitan haciendo así presente el amor del
Corazón de Jesús. Oremos.

Por todos sacerdotes del mundo para que alcancen la santidad


por medio de la imitación de Jesús Sumo y Eterno Sacerdote
sirviendo sin descanso al Pueblo Santo de Dios. Oremos.

Por nuestros seminaristas para que en el camino de formación


hacia el sacerdocio puedan vivir de la contemplación de la divina
Palabra y del diálogo intenso con el Señor. Oremos.

Por nuestras comunidades parroquiales para que planteen el


discipulado y la vocación sacerdotal como una necesidad de la
Iglesia y como un signo en la fe, que los lleve a poner su vida al
servicio del Evangelio. Oremos.

Por todos los cristianos, para que con su oración y su testimonio


den aliento y fortaleza a los sacerdotes que se encuentran en
momentos de dificultad o enfermedad. Oremos.

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ORACIÓN DESPUÉS DE LAS OFRENDAS

Mira, Señor el inefable amor


del Corazón de tu Hijo predilecto,
para que los dones que te presentamos
sean ofrenda aceptable a ti y expiación de nuestras culpas.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Señor, que el sacramento de la caridad


encienda en nosotros el fuego del amor santo
por el que, cautivados siempre por tu Hijo,
aprendamos a reconocerle en los hermanos.
Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.

BENDICIÓN FINAL

CANTO: María Mírame

https://www.youtube.com/watch?v=KZpTMZy65y8
María mírame, María mírame
si tú me miras Él también me mirará,
Madre mía mírame, de la mano llévame
muy cerca de Él que ahí me quiero quedar.

1. María, cúbreme con tu manto


que tengo miedo no se rezar
que, por tus ojos misericordiosos,
tendré la fuerza, tendré la paz.

2. Madre consuélame de mis penas,


es que no quiero, ofenderle más
que, por tus ojos misericordiosos,
quiero ir al cielo y verlos ya.

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ORACIÓN POR LOS SACERDOTES
Señor Jesús,
Pastor Supremo del rebaño,
te rogamos que por el inmenso amor
y misericordia de tu Sagrado Corazón,
atiendas todas las necesidades de tus Sacerdotes.
Te pedimos que retomes en tu Corazón
todos aquellos Sacerdotes que se han alejado de tu camino,
que enciendas de nuevo el deseo de santidad
en los corazones de aquellos Sacerdotes
que han caído en la tibieza,
y que continúes otorgando a tus Sacerdotes fervientes
el deseo de una mayor santidad.
Unidos a tu Corazón y el Corazón de María,
te pedimos que envíes esta petición a tu Padre celestial
en la unidad del Espíritu Santo.
Amén
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