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Temple, Dominique - Reciprocidad y Comunidad

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Reciprocidad y comunidad

Dominique Temple
 

Publicado por INAUCO


en la Revista Iberomaricana de Autogestión y Acción comunal
(Segunda Epoca) n° 35-36-37, Otoño 2000
 

¿Que es la reciprocidad ?

Sin lugar a dudas, todas las Tradiciones han tenido la intuición de que la conciencia
humana nace de la confrontación de dinámicas contradictorias entre ellas (llamadas, en
consecuencia, fuerzas ciegas, tinieblas o caos).

Han descrito autores, la aparición de la conciencia como metamorfosis de las tinieblas en


luz. Han precisado, muy a menudo, la idea de esta metamorfosis de dinámicas
contradictorias a partir de las imágenes de la identidad y de la diferencia... La identidad no
puede permanecer en sí mismo, dicen, sino debe ser relativizada por la diferencia...Es el
rechazo de lo mismo, la prohibición del incesto, fundamento de la función simbólica y de la
organización de la sociedad. O bien, a la inversa : la diferencia, para ser fecunda, debe
relativizarse por la identidad. Es el rechazo de lo otro cuando es radicalmente otro hasta
ser indiferente. En el caso de las comunidades amerindias, por ejemplo, Lévi-Strauss
observa : " En el pensamiento de los indios de América septentrional y sin duda también en
el de otros, el equilibrio familiar se concibe en permanente amenaza : sea por el incesto,
que es una conjunción abusiva, sea por una exogamia lejana que representa una disjunción
llena de riesgos. Por lo tanto, los lazos familiares no deben ser ni demasiado próximos, ni
distendidos en exceso " (2). Según los primeros versículos de nuestra propia tradición, la
alteridad, simbolizada por la diferencia sexual, es requerida por los Elohim ( "Y los Elohim
dicen : creemos al hombre a nuestra imagen y semejanza (...) Y los Elohim han creado al
hombre de acuerdo a su imagen, los crearon a imagen de los Elohim : macho y hembra "
Pero no sin una identidad común : la mujer surge de la costilla del hombre... Y se podrían
multiplicar los ejemplos...

Ahora bien ¿ porqué la mayoría de las Tradiciones colocan la reciprocidad en el inicio de la


historia de los hombres ? ¿ La conciencia de sí no emerge espontáneamente para todo ser
viviente en la naturaleza cada vez que apuestas contradictorias entre ellas se neutralizan la
una a la otra y liberan un instante de elección libre entre sus determinaciones respectivas ? ¡
Sin duda ! Sin embargo, el paso de una situación a su contraria - por ejemplo, de la vida a la
a muerte para cualquier animal amenazado por su depredador - es generalmente un instante
fugaz, y quedarse en la opción no interesa al ser vivo, que está dirigido a su finalidad
biológica. Cuando esta situación contradictoria es generada por la reciprocidad, el instante
de escogimiento se eterniza, escapa de la empresa de la vida, y se construye como origen de
la libertad.
Aquel que actua debe sufrir, este proverbio que ya Esquilo decía que era muy
antiguo...confronta dos situaciones antagónicas (obrar y sufrir) invirtiéndolas por el
principio de reciprocidad. La reciprocidad aparece así como la astucia por la cual cada uno
redobla la finalidad inherente al obrar por la finalidad inherente al sufrir (3). Dos
finalidades (o conciencias biológicas), ciegas cada una de la otra, se convierten, por su
confrontación y relativización recíproca, en conciencias conscientes cada una de la otra, y
se dan mutuamente sentido. En un equilibrio contradictorio perfecto, la reciprocidad
instaura una conciencia de conciencia, libre frente a todas las determinaciones de la
naturaleza biológica.
Esta conciencia de conciencia se presenta como Otro para el yo de cada uno, lo que no
quiere decir reductible al yo de los demás. El Otro es una referencia que se presenta como
externa a la identidad individual del uno como del otro. Esta alteridad (¡radical!) parece
nacer fuera de la naturaleza. Es por ello, sin duda, que es llamada sobrenatural, o Dios.
Hay que subrayar que esta nueva conciencia de conciencia, liberada entonces de toda
determinación biológica, es únicamente consciente de sí misma : es su propia revelación.
Esta revelación, que hemos designado como el Otro, termino tomado del psicoanálisis, se
presenta como Sujeto en cada miembro de la pareja de la relación reciproca. Este Otro-
Sujeto es un nuevo nacimiento : el de la humanidad en cada uno de nosotros. De ahí la
expresión común en todas las comunidades de reciprocidad : " Hemos aquí los Verdaderos
Hombres ".

La reciprocidad y lo simbólico
El sentimiento de ser humano nacido en el corazón de la reciprocidad, sentimiento común a
los unos y a los otros, se expresa tanto a través (y sobre) el cuerpo de unos y otros gracias a
lo que Aristóteles deciá ser dado al ser por además : la belleza. Se podría hablar de
transfiguración. Cada uno es, en efecto, más que testigo, o el espejo del Otro, como
animado por el Otro por el hecho que recibe el alma del Otro. La belleza testimonia de ello.
Pero se podría también hablar de transustanciación, ya que el cuerpo es la sede de la
metamorfosis del yo en sí, de la metamorfosis de una identidad natural en identidad
espiritual.
Fortalecidos por el principio de reciprocidad, los hombres lo han aplicado a todas sus
actividades (las prestaciones totales de Marcel Mauss) - alimentar, amar, procrear, morir,
cuidar, producir, consumir, etc. y todas estas actividades han adquirido sentido.

Así, como las expresiones de los sentimientos que son los cantos, himnos, danzas,
incisiones corporales, tatuajes, pinturas, aderezos, pueden desprenderse del cuerpo, se
convierten en máscara, rostro de lo espiritual ; y todo lo que se da o que se transmite por
reciprocidad viene a ser un símbolo.
La conciencia humana no es solamente un producto de la metamorfosis de las energías de
la naturaleza, es la metamorfosis de la eficiencia de esas energías en su propia eficiencia :
es el "Debes" de los ancianos, o la obligación de reciprocidad. El mana de los polinesios,
el hau de los maoris, el espíritu del don redescubierto por Mauss (4) son, pues, eficaces. El
símbolo es activo, es motor, es una "energeia" con igual titulo que las "energeias" de la
naturaleza, es una palabra imperativa : un mandato. El objeto simbólico está dotado de una
fuerza que arrastra a los contrapartes de la reciprocidad en su movimiento.
Si la reciprocidad moviliza el don, aparece el espíritu del don que ordena la reproducción
del don. Dar y Recibir se convierten en obligaciones del mismo don. Si la reciprocidad se
expresa en términos de violencia, aparece el espíritu de venganza, el kakarma de los
jibaros, los erinias de los griegos, que llaman y ordenan la venganza.
Notamos que en la reciprocidad de dones, la inversión de un objeto simbólico es una
pérdida para el donador, pero esta pérdida es simbólica de la misma función simbólica,
puesto que está análoga al aniquilamiento mutuo de las fuerzas de la naturaleza necesario
para la génesis del sentido (la relativización mutua de las fuerzas biológicas antagonistas,
en el seno de la reciprocidad originaria). La ofrenda o el sacrificio es, de este modo, la
puesta en escena del nacimiento de lo simbólico, la representación de la metamorfosis de lo
natural en espiritual (como se ve por ejemplo con la consumación sobre los altares de la
materia en fuego).

Si el mana se expresa en el adorno, y después en el tesoro, adorno y tesoro se recibirán


como títulos de gloria. El deseo de adquirir el prestigio reconocido en los símbolos lucha
ahora con el deseo de ser autor del prestigio que se produce al volver a donar (la dialectica
del don) (6)
Si el símbolo es un signo que engendra más sentido desde que entra en un nuevo ciclo de
reciprocidad, el don, en tanto y cuanto es un símbolo, recibirá, en cada nueva inversión, un
nuevo valor (la plusvalía de celebridad) : de ahí la sobrepuja del contra-don.

Toda parada en la inversión del don es parada de la génesis, y al mismo tiempo induce al
fetichismo del valor, a la apropiación del simbólico, y a la competencia por el poder de
unos sobre los otros. La finalidad del don puede, por tanto, en cualquier momento ser
reconvertida en su contrario : en propiedad y en poder.
Ahora bien, puesto que el sentido se acrecienta con la reciprocidad, la creación de sentido
prevalece naturalmente sobre la representación, lo simbólico sobre el simbolismo, y la
estructra sobre los elementos que moviliza, en las sociadades de reciprocidad al menos.

La reciprocidad y lo económico

De la reciprocidad primordial retengamos que engendra un sentimiento que se convierte en


valor de referencia, y que este valor es pronto reimpulsado en una nueva estructura de
reciprocidad. A estos dos niveles de reciprocidad, uno puede ser llamado real, y otro, que
estructura el lenguaje, y por tanto la vida política, simbólico.
Pero ¿ por qué el don ? El don lleva la reciprocidad fuera de su contexto biológico, fuera
del cuerpo a cuerpo de la alianza matrimonial y de la filiación : trasciende lo real porque es
un símbolo. El don es primero hospitalidad, don de víveres, pero también, inmediatamente,
un símbolo de la humanidad nacida de esta hospitalidad, nacida de este don de víveres, y
por tanto una palabra que se sitúa a otro nivel que el de la naturaleza, suscitando la
construcción de una segunda existencia, una existencia artificial, la de la sociedad.
Modifica lo real : se convierte, efectivamente de nuevo en hospitalidad, protección y
cuidados, pero a partir de una producción destinada a este efecto. Enseguida, dar, recibir y
devolver, significan producir-para-dar, consumir-para-recibir y producir-para-volver a
dar. Permite recrear la reciprocidad como fundamento económico de la sociedad : Dar-
recibir-devolver incrementa el sentimiento de humanidad, ciertamente, pero construyendo
la ciudad a partir de la producción económica, lo que se puede llamar una economía
humana.
La ruptura del ciclo es todavía aquí la muerte de la sociedad, a menos de renunciar al don
sin renunciar a la reciprocidad, y que se proceda al pillaje, al rapto, a la muerte, pero
solicitando venganza para ser reconocido por los demás en tanto que enemigo, como Caín,
cuyo don no fue recibido con agrado, y que será vengado siete veces.

La reciprocidad y lo político

De aquí, pues, dos formas de reciprocidad opuestas, la del don y la de la venganza. En las
comunidades de América, aparecen íntimamente vinculadas como si la una debiera ser
necesariamente equilibrada por la otra ; a veces juntas, la reciprocidad positiva (de los
dones) animando muy a menudo las relaciones entre prójimos, y la reciprocidad negativa
(de venganza) las relaciones lejanas.
Entre los jibaros, una red de relaciones mortíferas se encuentra entrelazada con una red de
reciprocidad de alianza en dominó (un hombre anuda con un compañero una relación de
reciprocidad positiva que induce una amistad eterna. Le da todo y recibe todo de él. Pero
cada uno puede establecer una relación idéntica con otro compañero. Se crean, de este
modo, redes llamadas de amistad, abiertas a los extraños pues que no están restringidas por
ninguna condición previa de parentesco o de alianza matrimonial, y estas redes trazan
caminos para la circulación de riquezas).
En los Andes, se observa tanto organizaciones dualistas en las cuales amistad y enemistad
están íntimamente mezcladas cuanto organizaciones cuadripartitas en las que las familias
se hacen frente en dos mitades para las relaciones de dones y de alianza, y en otras dos
mitades para los actos de violencia o sus sustitutos simbólicos (tinku).
Aquí todavía se observará curioso equilibrio entre las estructuras que movilizan la
benevolencia y aquellas que movilizan la violencia.
Estas mismas comunidades de Amazonia y de los Andes incluso hacen más justicia a la
reciprocidad generalizada que se puede llamar igualmente terciaria porque es suficiente
con tres miembros para construirla.
Hemos dicho que la reciprocidad binaria, la más simple, la que nace del encuentro de dos
hombres, engendra una conciencia de sí, libre de toda determinación biológica. De las dos
existencias biológicas puestas en juego, resulta una conciencia de conciencia que aparece
como un Tercio entre ellas, un Tercio invisible. El sentimiento de liberación que caracteriza
tal conciencia de conciencia es también una energía : se experimenta como potencia
autónoma, libre, en cada uno aunque no pueda manifestarse sin la presencia del otro. Así
pues, si se instala en cada miembro de la pareja de reciprocidad como su propia libertad, no
tiene menos razón de ser para cada uno de ellos en el otro. Tanto más desde el momento en
el que se manifiesta como sujeto para el uno, se ve en la expresión del otro. Tiene entonces
un cuerpo y un rostro, siempre el cuerpo y el rostro del otro. Por lo tanto, el sentimiento
común se manifiesta de forma inmediata por lo que se llama amistad, más exactamente lo
que los griegos llamaban la philia.
Nada semejante en la reciprocidad terciaria, donde la imagen del Otro-Sujeto está dividida
entre él compañero de quien se padece y él compañero sobre quien se actúa. Ninguno de
esos dos compañeros es, para el intermediario, a la vez aquel que actúa y que sufre, y no
puede, por tanto, revelarle el sentimiento del Otro Sujeto, del Tercio, de la humanidad. El
intermediario tiene la impresión de encontrarse solo para realizar lo que acabamos de
llamar el Tercio (el Otro-Sujeto). El intermediario de una estructura terciaria solo puede,
pues, reconocerse a sí mismo como humanidad en el eco de su propia palabra. Le parece
que él es la única fuente del Otro-Sujeto.La reciprocidad terciaria engendra entonces la
individuación del Otro-Sujeto en tanto que humanidad revelada a sí-misma.
No está por ello condenado a la soledad, puesto que la estructura de reciprocidad le impone
implícitamente tener en cuenta la existencia de su prójimo tanto como la suya propia. Le
impone postular que aquel del cual se origina su padecimiento pueda padecer, y que aquel
sobre el que actúa pueda actuar, bajo pena de su propia desaparición como ser humano,
bajo pena de muerte espiritual. Con más precisión, la reciprocidad terciaria segmentada
designa al prójimo, siempre que éste de o que reciba, como otro sí mismo. Y la
reciprocidad terciaria centralizada designa a su vez como otro sí mismo a cualquier
donador o donatario : dicta a quien se encuentra en el lugar del intermediario entre todos, el
postulado de que todo hombre es otro sí mismo, pese a que este otro está ausente de su
horizonte.
¿ El sentimiento que resulta de ello, es el sentimiento de responsabilidad ? La
responsabilidad es, en primer lugar, receptividad al mandato de una estructura invisible,
mandato de ser sujeto de la palabra en representación de todos. Es, en segunda, el acto de
esa palabra, el hecho de dirigirse a todos como la expresión de la humanidad (o de la
divinidad). En la reciprocidad terciaria la libertad individual es la expresión no del interés
propio, como en el sistema de libre cambio, sino de la responsabilidad. Con mayor
precisión, la individuación del Otro-Sujeto significa que la libertad se transforma en
responsabilidad.
Que se construye ahora une estructura terciaria y bilateral, es decir, en la que, por ejemplo,
un don es recibido por un lado y dado por el otro, pero equilibrado sistemáticamente por un
don en sentido inverso, que vuelve al primer donador por el mismo intermediario, y la
necesidad de tener en cuenta la existencia de uno, pero también la existencia del otro,
confiere a la responsabilidad del intermediario un sentido nuevo que se expresa a su vez
como un imperativo categórico : el sentimiento de justicia.
Otras estructuras elementales como el reparto o la estructura de reciprocidad tertiaria
centralizada, más conocida bajo el nombre de redistribución o reciprocidad vertical son, a
su vez, las matrices de otros valores que no comentaremos aquí.

Se adivina, sin embargo, por estos ejemplos, que cada estructura elemental de reciprocidad
es matriz de un valor específico y que cualquier sociedad recurre a todas las estructuras
elementales de reciprocidad posibles pero que la organización, o la relación entre estas
estructuras, difiere de una de la otra, tanto más cuando algunas de estas estructuras se
excluyen mutuamente, como la reciprocidad terciaria segmentada y la reciprocidad
terciaria centralizada. Para conciliarlas, es preciso hacerlas cohabitar concediéndoles
territorialidades que le sean propias. Las modalidades de estas cohabitaciones son diversas,
y según la importancia o la prioridad que se conceda a una u otra de las estructuras
elementales, los sistemas de reciprocidad conducirán a ideales o referencias éticas
diferentes. Entre los jibaros, el kakarma surgido de un sistema de reciprocidad de muertes
era antaño la referencia suprema, y lA noción de valor, por tanto, muy diferente de aquella
de los franciscanos, por ejemplo, cuyo mana era el producto de la reciprocidad de dones.
La expresión de cada uno de estos valores fundamentales, responsabilidad, justicia,
amistad, libertad, confianza, etc..; conduce a nuevas estructuras de reciprocidad, nuevas en
el sentido de que se sitúan a otro nivel, el del lenguaje. La reciprocidad se convierte de este
modo en principio de organización de la sociedad a partir de la eficacia de la palabra.
En los Andes, el lenguaje se desenvuelve principalmente gracias a una modalidad de la
función simbólica que Levi-Strauss llamó el principio de oposición : una comunidad de
reciprocidad se representa a sí misma por dos términos opuestos (negro y blanco por
ejemplo). Esta oposición, convencional, autoriza la reproducción de la reciprocidad (desde
entonces el blanco será listado de negro, y el negro listado de blanco, lo que puede
significar que de las dos mitades, hemos pasado a cuatro secciones (7). Las mitades
podrían, sin embargo, decidir interrumpir el proceso de reciprocidad y cada una podría
enfeudar a su dimensión particular el sentimiento de humanidad al cual ha accedido,
excluyendo al otro. Desde entonces, cada una tendría como fin su propio interés en
desmedro del otro, y se constituiría en comunidad separada; después, propondría al otro de
intercambiar lo que tuviera en exceso con lo que le faltaría para realizarse según su ideal
particular.
En las sociedades amerindias, sin embargo, parece que la reciprocidad se ha impuesto
siempre sobre el intercambio, hasta que el intercambio ha sido impuesto por la
colonización. Hoy, la confrontación de los dos sistemas de reciprocidad y de cambio opera
según diferentes modalidades que van del quiproquo histórico (8) hasta la reconquista de
los valores de humanidad en el seno de los consejos, pero sin que en todas partes y siempre
pueda prevalecer una conciencia clara de las opciones de unos o de otros.

La reciprocidad y lo religioso

El principio de oposición es demasiado conocido para que insistamos más sobre la


importancia de su función ¿ Es la única modalidad de la función simbólica que se usa en las
comunidades de reciprocidad ? Las estructuras elementales de reciprocidad como el reparto
o la reciprocidad terciaria centralizada sugieren una forma de expresión más adecuada que
el principio de oposición para expresar los sentimientos que ellas producen.
Llamamos esta segunda modalidad de la función simbólica principio de unión. Este
segundo principio se superpone casi por todas partes al principio de oposición y origina la
palabra de unión y la religión.
En los Andes, se señala que la palabra de unión es muy distinta de la palabra de oposición
gracias al reparto de papeles según las modalidades de la filiación paralela.
Tradicionalmente en las sociedades andinas, la linea masculina recibe la responsabilidad de
expresar los valores sociales y políticos de la comunidad por la palabra de oposición, y la
linea feminina mediante la palabra de unión. Es fácil constatar hasta que punto estas dos
palabras presiden la organización de la vida social hasta en el paisaje. Hoy, en el altiplano,
la granja agricola está, a menudo, constituida por dos casas, una para los asuntos del
hombre, herramientas, etc., la otra para las de la mujer, la cocina, la tejeduría, etc., pero una
es cuadrada y la otra es redonda ¿ Eso quiere decir que los hombres piensan por cuadrados,
o que las mujeres deberían pensar por redondeces, acordando que el cuadrado y el circulo
son los símbolos de la palabra de oposición y de la palabra de unión ? ¡ No, ciertamente!
Es evidente que las mujeres utilizan también la palabra de oposición y los hombres la
palabra de unión. Pero eso quiere decir que cuando ellas son colocadas bajo la
responsablidad de una filiación paralela (como entre los quechuas y los aymaras) las dos
modalidades de la función simbólica deben asociarse entre sí en una relación indisoluble
gracias a la alianza matrimonial que se convierte en la matriz de lo que hay que denominar
con la palabra aymara jaqui, para decir, según Felix Llaymé, ser humano que ha alcanzado
la madurez. Se alcanza la madurez por la conjunción de las dos modalidades de la función
simbólica, de la palabra de oposición y de la palabra de unión.
La palabra de unión es susceptible, a su vez, tanto de reproducir la reciprocidad como de
interrumpirla. La detención de esta palabra es sinónimo de totalitarismo pues el centro
impone entonces su imaginario a todos. Pero, incluso aquí, las comunidades de Amazonia y
de los Andes han escogido reproducir la reciprocidad.
En las comunidades Pano, en la fronntera entre Perú, Bolivia y Brasil, los Huni Kuin
(Nosotros los Verdaderos hombres) se definen como ocho clases organizados según la
palabra de oposición pero, al mismo tiempo, como una sola unidad social y política con la
palabra de unión, cuya claridad irradia alrededor de la aldea (9). Esta claridad disminuye,
alejandose, y se pierde en lo desconocido en una frontera imprecisa que se llama kayabi. Si
la expresión del sentimiento nacido de la comunión entre los miembros de la comunidad
fuera únicamente redistribución a sus miembros, la comunidad tendría la idea de ser la
única que puede reivindicar el título de humanidad. Pero los Huni Kuin reconocen que
están influidos por los occidentales que, en efecto, sustituyendo la reciprocidad de dones
por el intercambio o el robo, destruyen el orden comunitario a su alrededor. Los Huni Kuin
ignoran lo que hay más allá de su visión del mundo, pero descubren las huellas del
desconocido en los desordenes que padecen. La región periférica sometida a estas
alteraciones se llama bemakia. Kayabi y bemakia no se recubren : se afrontan y se
relativizan la una con la otra...
En los Andes, una lógica idéntica parece actuar para desplegar la palabra religiosa en el
más allá de la revelación ya adquirida. La Pacha Mama es palabra de unión, pero, en los
límites de su soberanía, está influida por los espíritus invisibles, los saxra que los aymaras
saben reconocer les huellas después de sus fechorías. En esta frontera se puede encontrar un
extraño personaje, el ch'amacani, capaz de hacer oír la voz divina (mediando su muerte,
por cierto, quizás porque en los límites de la vida, la dinámica susceptible de relativisar la
vida y hacer aparecer un Tercio, un nuevo Otro-Sujeto es la muerte).
Los rituales andinos o amazónicos, necesarios para guardar la inspiración de la palabra,
recuerdan a las jóvenes generaciones sobre cuáles estructuras de base está fundada la
sociedad, y hacia qué valores están ordenadas estas estructuras. La ofrenda (la misa) es el
ritual de la reciprocidad positiva, el tinku, el combate, es el ritual de la reciprocidad
negativa, el sacrificio, el ritual de la metamorfosis de la fuerzas de la naturaleza en el
espíritu en el altar de la reciprocidad.

Lo "diversal " y lo universal

Estructuras elementales, formas e niveles de reciprocidad están organizados en diferentes


sistemas :
- políticos, puesto que las instituciones dan un espacio propio a cada una de las estructuras
elementale
- económicos, puesto que la producción, la circulación y la distribución de riquezas
dependen de las estructuras de reciprocidad
- en fin culturales, según el predominio de tal o cual valor.
Los hombres se han apasionado en inventar toda clase de sistemas, para crear aquí primero
la justicia, en otra parte, antes la amistad. Han ido hasta a buscar la reciprocidad de muerte,
(entre los jibaros, por ejemplo, o entre los guaraníes, e incluso los mayas, los aztecas y los
incas) para descubrir cual sería el camino que permitiría alcanzar lo más rápido posible
(pero¿a que precio ?) lo sobrenatural !
Se diría que por emulación cada comunidad se empeña en saber como podría inventar la
humanidad de modo diferente de la comunidad vecina ¿ Como explicar, en efecto, una tal
inflorescencia de culturas, de tradiciones, de sueños, de himnos y de religiones? La riqueza
de América no es ni su oro, ni su petróleo, ni su caucho, ni su plata, ni su guano, sino la
abundante variedad de sus comunidades originarias. Desde que nos encontramos en una
comunidad amazónica o andina se está confrontando con modos de vida extraordinarios,
como el de la maloca, la gran casa, en Amazonía, donde decenas de familias únicamente
están separadas por los tabiques invisibles del respeto mútuo, donde todas las experiencias
de la vida, del nacimiento, del amor y de la muerte pasan juntas ; o como el modo de vida
de las aisladas familias de los jibaros donde cada uno está siempre al acecho entre la vida y
la muerte !
El ser es, pues, diverso. Pero cada uno de estos sistemas es también universal, universal por
la calidad de los valores creados, universal porque siempre se dirige al otro, universal
porque la comprensión de su génesis permite a cada uno de participar à la creación de sus
valores humanos a gusto.

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