Temple, Dominique - Reciprocidad y Comunidad
Temple, Dominique - Reciprocidad y Comunidad
Temple, Dominique - Reciprocidad y Comunidad
Dominique Temple
¿Que es la reciprocidad ?
Sin lugar a dudas, todas las Tradiciones han tenido la intuición de que la conciencia
humana nace de la confrontación de dinámicas contradictorias entre ellas (llamadas, en
consecuencia, fuerzas ciegas, tinieblas o caos).
La reciprocidad y lo simbólico
El sentimiento de ser humano nacido en el corazón de la reciprocidad, sentimiento común a
los unos y a los otros, se expresa tanto a través (y sobre) el cuerpo de unos y otros gracias a
lo que Aristóteles deciá ser dado al ser por además : la belleza. Se podría hablar de
transfiguración. Cada uno es, en efecto, más que testigo, o el espejo del Otro, como
animado por el Otro por el hecho que recibe el alma del Otro. La belleza testimonia de ello.
Pero se podría también hablar de transustanciación, ya que el cuerpo es la sede de la
metamorfosis del yo en sí, de la metamorfosis de una identidad natural en identidad
espiritual.
Fortalecidos por el principio de reciprocidad, los hombres lo han aplicado a todas sus
actividades (las prestaciones totales de Marcel Mauss) - alimentar, amar, procrear, morir,
cuidar, producir, consumir, etc. y todas estas actividades han adquirido sentido.
Así, como las expresiones de los sentimientos que son los cantos, himnos, danzas,
incisiones corporales, tatuajes, pinturas, aderezos, pueden desprenderse del cuerpo, se
convierten en máscara, rostro de lo espiritual ; y todo lo que se da o que se transmite por
reciprocidad viene a ser un símbolo.
La conciencia humana no es solamente un producto de la metamorfosis de las energías de
la naturaleza, es la metamorfosis de la eficiencia de esas energías en su propia eficiencia :
es el "Debes" de los ancianos, o la obligación de reciprocidad. El mana de los polinesios,
el hau de los maoris, el espíritu del don redescubierto por Mauss (4) son, pues, eficaces. El
símbolo es activo, es motor, es una "energeia" con igual titulo que las "energeias" de la
naturaleza, es una palabra imperativa : un mandato. El objeto simbólico está dotado de una
fuerza que arrastra a los contrapartes de la reciprocidad en su movimiento.
Si la reciprocidad moviliza el don, aparece el espíritu del don que ordena la reproducción
del don. Dar y Recibir se convierten en obligaciones del mismo don. Si la reciprocidad se
expresa en términos de violencia, aparece el espíritu de venganza, el kakarma de los
jibaros, los erinias de los griegos, que llaman y ordenan la venganza.
Notamos que en la reciprocidad de dones, la inversión de un objeto simbólico es una
pérdida para el donador, pero esta pérdida es simbólica de la misma función simbólica,
puesto que está análoga al aniquilamiento mutuo de las fuerzas de la naturaleza necesario
para la génesis del sentido (la relativización mutua de las fuerzas biológicas antagonistas,
en el seno de la reciprocidad originaria). La ofrenda o el sacrificio es, de este modo, la
puesta en escena del nacimiento de lo simbólico, la representación de la metamorfosis de lo
natural en espiritual (como se ve por ejemplo con la consumación sobre los altares de la
materia en fuego).
Toda parada en la inversión del don es parada de la génesis, y al mismo tiempo induce al
fetichismo del valor, a la apropiación del simbólico, y a la competencia por el poder de
unos sobre los otros. La finalidad del don puede, por tanto, en cualquier momento ser
reconvertida en su contrario : en propiedad y en poder.
Ahora bien, puesto que el sentido se acrecienta con la reciprocidad, la creación de sentido
prevalece naturalmente sobre la representación, lo simbólico sobre el simbolismo, y la
estructra sobre los elementos que moviliza, en las sociadades de reciprocidad al menos.
La reciprocidad y lo económico
La reciprocidad y lo político
De aquí, pues, dos formas de reciprocidad opuestas, la del don y la de la venganza. En las
comunidades de América, aparecen íntimamente vinculadas como si la una debiera ser
necesariamente equilibrada por la otra ; a veces juntas, la reciprocidad positiva (de los
dones) animando muy a menudo las relaciones entre prójimos, y la reciprocidad negativa
(de venganza) las relaciones lejanas.
Entre los jibaros, una red de relaciones mortíferas se encuentra entrelazada con una red de
reciprocidad de alianza en dominó (un hombre anuda con un compañero una relación de
reciprocidad positiva que induce una amistad eterna. Le da todo y recibe todo de él. Pero
cada uno puede establecer una relación idéntica con otro compañero. Se crean, de este
modo, redes llamadas de amistad, abiertas a los extraños pues que no están restringidas por
ninguna condición previa de parentesco o de alianza matrimonial, y estas redes trazan
caminos para la circulación de riquezas).
En los Andes, se observa tanto organizaciones dualistas en las cuales amistad y enemistad
están íntimamente mezcladas cuanto organizaciones cuadripartitas en las que las familias
se hacen frente en dos mitades para las relaciones de dones y de alianza, y en otras dos
mitades para los actos de violencia o sus sustitutos simbólicos (tinku).
Aquí todavía se observará curioso equilibrio entre las estructuras que movilizan la
benevolencia y aquellas que movilizan la violencia.
Estas mismas comunidades de Amazonia y de los Andes incluso hacen más justicia a la
reciprocidad generalizada que se puede llamar igualmente terciaria porque es suficiente
con tres miembros para construirla.
Hemos dicho que la reciprocidad binaria, la más simple, la que nace del encuentro de dos
hombres, engendra una conciencia de sí, libre de toda determinación biológica. De las dos
existencias biológicas puestas en juego, resulta una conciencia de conciencia que aparece
como un Tercio entre ellas, un Tercio invisible. El sentimiento de liberación que caracteriza
tal conciencia de conciencia es también una energía : se experimenta como potencia
autónoma, libre, en cada uno aunque no pueda manifestarse sin la presencia del otro. Así
pues, si se instala en cada miembro de la pareja de reciprocidad como su propia libertad, no
tiene menos razón de ser para cada uno de ellos en el otro. Tanto más desde el momento en
el que se manifiesta como sujeto para el uno, se ve en la expresión del otro. Tiene entonces
un cuerpo y un rostro, siempre el cuerpo y el rostro del otro. Por lo tanto, el sentimiento
común se manifiesta de forma inmediata por lo que se llama amistad, más exactamente lo
que los griegos llamaban la philia.
Nada semejante en la reciprocidad terciaria, donde la imagen del Otro-Sujeto está dividida
entre él compañero de quien se padece y él compañero sobre quien se actúa. Ninguno de
esos dos compañeros es, para el intermediario, a la vez aquel que actúa y que sufre, y no
puede, por tanto, revelarle el sentimiento del Otro Sujeto, del Tercio, de la humanidad. El
intermediario tiene la impresión de encontrarse solo para realizar lo que acabamos de
llamar el Tercio (el Otro-Sujeto). El intermediario de una estructura terciaria solo puede,
pues, reconocerse a sí mismo como humanidad en el eco de su propia palabra. Le parece
que él es la única fuente del Otro-Sujeto.La reciprocidad terciaria engendra entonces la
individuación del Otro-Sujeto en tanto que humanidad revelada a sí-misma.
No está por ello condenado a la soledad, puesto que la estructura de reciprocidad le impone
implícitamente tener en cuenta la existencia de su prójimo tanto como la suya propia. Le
impone postular que aquel del cual se origina su padecimiento pueda padecer, y que aquel
sobre el que actúa pueda actuar, bajo pena de su propia desaparición como ser humano,
bajo pena de muerte espiritual. Con más precisión, la reciprocidad terciaria segmentada
designa al prójimo, siempre que éste de o que reciba, como otro sí mismo. Y la
reciprocidad terciaria centralizada designa a su vez como otro sí mismo a cualquier
donador o donatario : dicta a quien se encuentra en el lugar del intermediario entre todos, el
postulado de que todo hombre es otro sí mismo, pese a que este otro está ausente de su
horizonte.
¿ El sentimiento que resulta de ello, es el sentimiento de responsabilidad ? La
responsabilidad es, en primer lugar, receptividad al mandato de una estructura invisible,
mandato de ser sujeto de la palabra en representación de todos. Es, en segunda, el acto de
esa palabra, el hecho de dirigirse a todos como la expresión de la humanidad (o de la
divinidad). En la reciprocidad terciaria la libertad individual es la expresión no del interés
propio, como en el sistema de libre cambio, sino de la responsabilidad. Con mayor
precisión, la individuación del Otro-Sujeto significa que la libertad se transforma en
responsabilidad.
Que se construye ahora une estructura terciaria y bilateral, es decir, en la que, por ejemplo,
un don es recibido por un lado y dado por el otro, pero equilibrado sistemáticamente por un
don en sentido inverso, que vuelve al primer donador por el mismo intermediario, y la
necesidad de tener en cuenta la existencia de uno, pero también la existencia del otro,
confiere a la responsabilidad del intermediario un sentido nuevo que se expresa a su vez
como un imperativo categórico : el sentimiento de justicia.
Otras estructuras elementales como el reparto o la estructura de reciprocidad tertiaria
centralizada, más conocida bajo el nombre de redistribución o reciprocidad vertical son, a
su vez, las matrices de otros valores que no comentaremos aquí.
Se adivina, sin embargo, por estos ejemplos, que cada estructura elemental de reciprocidad
es matriz de un valor específico y que cualquier sociedad recurre a todas las estructuras
elementales de reciprocidad posibles pero que la organización, o la relación entre estas
estructuras, difiere de una de la otra, tanto más cuando algunas de estas estructuras se
excluyen mutuamente, como la reciprocidad terciaria segmentada y la reciprocidad
terciaria centralizada. Para conciliarlas, es preciso hacerlas cohabitar concediéndoles
territorialidades que le sean propias. Las modalidades de estas cohabitaciones son diversas,
y según la importancia o la prioridad que se conceda a una u otra de las estructuras
elementales, los sistemas de reciprocidad conducirán a ideales o referencias éticas
diferentes. Entre los jibaros, el kakarma surgido de un sistema de reciprocidad de muertes
era antaño la referencia suprema, y lA noción de valor, por tanto, muy diferente de aquella
de los franciscanos, por ejemplo, cuyo mana era el producto de la reciprocidad de dones.
La expresión de cada uno de estos valores fundamentales, responsabilidad, justicia,
amistad, libertad, confianza, etc..; conduce a nuevas estructuras de reciprocidad, nuevas en
el sentido de que se sitúan a otro nivel, el del lenguaje. La reciprocidad se convierte de este
modo en principio de organización de la sociedad a partir de la eficacia de la palabra.
En los Andes, el lenguaje se desenvuelve principalmente gracias a una modalidad de la
función simbólica que Levi-Strauss llamó el principio de oposición : una comunidad de
reciprocidad se representa a sí misma por dos términos opuestos (negro y blanco por
ejemplo). Esta oposición, convencional, autoriza la reproducción de la reciprocidad (desde
entonces el blanco será listado de negro, y el negro listado de blanco, lo que puede
significar que de las dos mitades, hemos pasado a cuatro secciones (7). Las mitades
podrían, sin embargo, decidir interrumpir el proceso de reciprocidad y cada una podría
enfeudar a su dimensión particular el sentimiento de humanidad al cual ha accedido,
excluyendo al otro. Desde entonces, cada una tendría como fin su propio interés en
desmedro del otro, y se constituiría en comunidad separada; después, propondría al otro de
intercambiar lo que tuviera en exceso con lo que le faltaría para realizarse según su ideal
particular.
En las sociedades amerindias, sin embargo, parece que la reciprocidad se ha impuesto
siempre sobre el intercambio, hasta que el intercambio ha sido impuesto por la
colonización. Hoy, la confrontación de los dos sistemas de reciprocidad y de cambio opera
según diferentes modalidades que van del quiproquo histórico (8) hasta la reconquista de
los valores de humanidad en el seno de los consejos, pero sin que en todas partes y siempre
pueda prevalecer una conciencia clara de las opciones de unos o de otros.
La reciprocidad y lo religioso