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Marcodiaz, Gestor - A de La Revista, Politica N°7-8-41

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ORIGENES, APOGEO Y OCASO DE LOS PARTIDOS

POLITICOS EN CHJLE. 1857 - 1973.

B ERNARDJNO BRAVO LIBA


de la Academia C hilena de la Historia,
Universidad de Chile.

I NTRODUCCIÓN.
E l estudio de los partidos políticos es uno de los temas más
apasionantes e instructivos dentro de la historia institucional de Chi-
le. Pero está todavía por hacerse.
Mucho se ha escrito sobre lo que son y deben ser los parti-
dos políticos en teoría , pero apenas se ha investigado lo q ue ellos
fueron e n la práctica en Ghile: las característi cas como institución y
el papel que cumplieron en las sucesivas fases del Estado constitu-
cional.
La mayor parte de las historias de partidos políticos chilenos
son obra de hombres de partido, que escriben exclusivamente so-
bre su propia colectividad y con fines apologéticos 1 • Como en
toda apología, en ellas se atiende más a defender los ideales y la
actuación del partido que a estudiar el papel que el mismo tuvo
en la vida institucional. Ad emás, hay toda una literatura sobre los
males o los abusos de los partidos, con no menos tono polémico.
Falta, pues, un estudio sobre los partidos como institución y su pa-
pel en la historia institucional chilena.
Este será el objeto de la presente exposición, si bien los es-
trechos límites de ella sólo nos permiten una aproximación al te-
ma. Pero, como se verá, esto sólo basta para mostrar que la his-
toria de los partidos políticos en Chile, es una verdadera caja
de sorpresas.

1 Sobre los partidos políticos hay una bibliograf ía preparada por la Bi-
blioteca del Congreso. Comprende el material allí disponible en 1972
sobre doctrina c·onstitucional, historia, documentos y sociología de los
mismos. Para la historia, ver bibliografía en B RAVO L 1RA , Bernardino.
Régimen de gobierno y partidos políticos en Chile 1924-1973, Santiago
1978, p. 273, notas 34 y 35.

2.- PoHtlca ...


10 BERNARDINO BRAVO LIRA

En ella nos salen al paso una serie de temas dignos de un


estudio pormenorizado. Tales son, por ejemplo, la relación enb·e
los partidos políticos y la Constitución de 1833 y de 1925; el sur-
gimiento y la actividad exb·aconstitucional de los partidos polí-
ticos; las transformaciones del régimen de gobierno por obra de
los partidos; la implantación exh·aconstitucional del gobierno de
partido en Chile y sus sucesivas fo1mas históricas; el manejo de
las elecciones populares por el presidente y luego por los diri-
gentes partidistas; la relación entre los partidos y el presidente; el
predominio de los partidos parlamentarios y el predominio de los
partidos extraparlamentarios; las dos crisis del gobierno de parti-
do durante el presente siglo: en 1924 y en 1973.

I. ORIGENES DE LOS PARTIDOS.

l. FACCIONES Y PARTIDOS POLÍTICOS.

La sola enunciación anterior nos anticipa que el significado his-


tórico de los partidos políticos en Chile es muy superior al que de-
ja suponer la escuálida bibliografía sobre ellos. Es un hecho que
Chile vivió por poco más de un siglo, desde los años sesenta del
siglo pasado hasta 1973, bajo un gobierno de partido.
Pero, ya sobre este punto, hay confusiones y malentendidos.
Comúnmente se piensa que los partidos son en Chile anteriores al
Estado constitucional, que se remontan a la época de la Junta
de Gobierno de 1810 o al Congreso de 1811 o a la caída de O'Hig-
gins en 1823. Así lo entendieron Isidoro Errázuriz en el siglo pa-
sado 2; Alberto Edwards a comienzos del presente siglo 3 y
últimamente, León Echaiz en 1971 4 •

2. Isidoro. Historia de la administración Errázuriz, preced ida de


E RRAZURrz .
una introducción que contiene la reseña del movimiento y la lucha de
los partidos desde 1823 hasta 1871, Santiago 1877, 2• ed., Santiago 1935.
3. EowARDS VIVES , Alberto, Bosquejo histórico de los partidos politicos chi-
lenos, Santiago 1903, ed. Santiago 1936, 111. Era de los pipiolos.
4. L EoN EcHA1z, René, Evolución histórica de los partidos pollticos chi-
lenos, Santiago 1939, 2~. ed. Bueno·s Aires, 1971.
ORIGENES. APOGEO Y OCASO DE LOS PARTIDOS POLITICOS EN CHILE (1857-1973) 11

Esta cuestión no es intrascendente. De ella depende el papel


que debe reconocerse a los partidos polí.ticos en la trayectoria ins-
titucional de Chile. Al respecto, Edwards sostuvo, en 1903, una
tesis sugerente. Según él:
"La Constitución de 1833 habría sido una obra estéril e
inútil como las que le habían precedido, si para darle cum-
plimiento y hacerla respetar no hubiera existido un par-
tido poderoso y disciplinado que profesó durante largos
años a nuestro código fundamental una veneración y un
respeto que hoy han llegado a ser tradicionales" s.
No puede formularse en términos más claros la afinnación
de que la Constitución de 1833, la primera que logró durar largo
tiempo, debió su permanencia y estabilidad a los partidos polí-
ticos.
Pero el mismo Edwards se dió cuenta de que todo esto era
un error, por la sencilla razón de que en 1833 no había partidos
políticos. De ahí que en su conocida obra La Fronda Aristocr~
tica, aparecida en 1927, señale que los partidos políticos sólo co-
mienzan a formarse en Chile después de I856 y, en consecuen-
cia, actúan bajo un régimen de gobierno que se había configura-
do desde hacía un cuarto de siglo al margen de ellosº·
Sin embargo, la rectificación de Edwards pasó inadvertida a
autores como León Echaiz, quien en su breve obra sobre los
partidos políticos, desde su aparición en 1939 hasta su última edi-
ción en 1971, transcribió literalmente la primitiva tesis de Ed-
wards, que atribuía la permanencia de la constitución de 1833 a
los partidos políticos 1.
Por su parte, Encina se complace en poner al descubierto el
anacronismo de los historiadores liberales del siglo XIX que pro-

5. EowARDs, nota 3, V. Dominación de los pelucones.


6. EowARos V 1vEs, Alberto, la Fronda Aristocrática. Historia polltlca de
Chile, Santiago 1927, B". ed., Santiago 1982. Cito la 6' ed. Santiago
1936, XVIII. La fusión de las frondas, p. 103.
7. LEON ECHAIZ, nota 4, 1' ed. p. 30; 21!- ed., p. 19.
12 BERNAROINO BRAVO L I RA

yectaron su propia imagen de los partidos políticos hacia el pa-


sado: la época de la independencia y de los comienzos del Estado
constitucional s.
De su lado, Eyzaguirre sin entrar en la cuestión, apunta que
desde tiempos de Prieto ( 1831-41) se habla de un partipo con-
servador 9,
Sin pretender zanjar aquí la cuestión, cabe señalar que los
testimonios de la época parecen hablar de dos cosas bastante dis-
tintas: bandos o facciones y partidos políticos. Los primeros apa-
recen como agrupaciones más bien informales y ocasionales, cu-
yas metas son concretas e inmediatas, <le suerte que, por lo gene-
ral, no sobreviven a la situación o coyuntura a propósito de la cual
surgieron.
Los partidos políticos, en c~mbio, se muestran como entida-
des permanentes, con dirigentes y fines propios, y, por tanto, con
una cierta organización, cuya razón de ser es participar estable-
mente en la vida política a través del gobierno. En otras palabras,
el partido tiene un ideario que es permanente y aspira a realizar-
lo desde el gobierno.
Hecha esta distinción, parece muy exacta la observación de
Edwards de que en Chile sólo después de 1856 se hallan partidos
políticos, dignos de este nombre 10.
Por lo demás, sólo a partir de esos años nos enconh·amos con
partidos que tienen gravitación sobre el régimen de gobierno.
El mismo Edwar<ls ha resumido esta gravitación, la cual es
tan fuerte que le permite distinguir, en atención a ella, tres fases
dentro de la historia constitucional de Chile desde 1830 hasta
1924:

8. E NCINA ARMANET, Francisco Antonio, Historia de Chile desde la pre-


historia hasta 1891, 20 vol., Santiago 1940-52. vol. XII , p . 152; vol. XIII,
p. 218.
9. EvzAGUIRRE GuT1ERR EZ , Jaime, Historia de Chile. vol. 2, Santiago 1972,
cito 2"' edición, Santiago 1982, p. 547.
10. Ver nota 6.
ORIGENES. A PO G EO Y OCASO DE LOS PARTIDOS POLITICOS E N C H I LE ( 1 857, 1973 > 13

"Durante la primera (1830-1860) -dice Edwards- se go-


bierna sobre los partidos : en realidad puede decirse que
éstos no existen. Durante la segunda ( 1860-1890) se go-
bierna con los partidos: hay una especie de equilibrio no
siempre estable entre la autoridad presidencial y los círcu-
los en que se apoya. Durante la tercera (1890-1924) la au-
toridad presidencial casi desaparece y los partidos go-
biernan solos: es el período clásico de la oligarquía par-
lamentaria" 11.

2. SURGIMIENTO DE LOS GRANDES PARTIDOS.

El año 1857 es una fecha señalada en la historia de los partido.,


políticos chilenos. Entonces surgieron los tres primeros que tuvie-
ron larga vida y dilatada proyección. El hecho que dio lugar a su
nacimiento fue un bullado conflicto jurisdiccional entre la Corte Su-
prema y el Arzobispado de Santiago, al que se conoce como cues-
tión del sacristán.
No nos corresponde tratar de ella. Baste decir que dio ocasión a
que se escindiera el conglomerado gobernante en dos sectores anta-
gónicos: uno partidario del gobierno y otro del arzobispado. El con-
flicto halló una salida razonable, pero dejó planteada la cuestión de
las relaciones entre Iglesia y el Estado.
De ahí que los dos sectores surgidos a propósito del conflicto
subsistieran y se organizaran de modo duradero en torno a un idea-
rio político cada vez más definido, con una decidida voluntad de lu-
char por hacerlo realidad. Se transformaron así en verdaderos partidos
políticos.
En 1857 el clima estaba maduro para la formación de par-
tidos políticos. La nueva generación no había sufrido la expe-
riencia de la anarquía y el desgobierno anteriores a 1830. En cam-
bio, se encontraba bajo la influencia del romanticismo europeo, del
liberalismo parlamentario y en ma teria político-eclesiástica del ul-
tramontanismo y el laicismo.

11. EDwARDs, nota 6, XX. las tres etapas de la república en forma, p. 11 S.


14 BERNAROINO BRAVO LIRA

El primero en constituirse fue el Partido Conservador, adic-


to al arzobispo, que asumió la defensa de los intereses de la
Iglesia dentro del Estado confesional. Subsistió poco más de un
siglo, hasta 1966, en que unido al Liberal, constituyó el Partido
Nacional.
Enseguida, también otros elementos, distintos de los sectores
en pugna por la cuestión del sacristán, se agruparon asimismo en
un partido. Tal fue el caso de los que propugnaban una restric-
ción de los poderes presidenciales quienes formaron el Partido Li-
b eral. Al igual que el Conservador éste persistió por poco más de
un siglo, hasta 1966, en que se fusionó con el Conservador para
constituir el Partido Nacional.
En tercer lugar, se organizó también en forma permanente
bajo el nombre de Partido Nacional el sector adicto al gobierno
en la cuestión del sacristán. Sus fines fueron sostener el gobierno
fuerte, que lo contrapone a los liberales, y el régimen de patro-
nato sobre la iglesia, que lo diferencia de los Conservadores. En
una palabra, los nacionales fueron conservadores regalistas. Este
partido subsistió basta 1932 en que se fusionó con el Liberal.
Pero esto no fue todo. Un acercamiento entre conservadores y
liberales despertó resistencias entre algunos de éstos últimos, a
los que se llamó rojos o radicales. A partir de 1863 estos radica-
les comienzan a fundar asambleas electorales en distintas ciuda-
des del país 12. En su programa se propiciaba la reforma de la
constitución de 1833, pero, curiosamente, no hacían la menor alu-
sión al laicismo que había determinado su alejamiento de los li-
berales y que sería su Pl'!ncipal bandera de lucha. Tal fue el ori-
gen del Partido Radical.

3. Los PARTIDOS v EL RÉGIMEN DE GOBIERNO.

El surgimiento y la acción de los partidos trajo consigo una


transformación del régimen de gobierno. Ella fue extraconstitucio-

12. Texto del programa de la Asamblea de Santiago en R1vERA Miguel,


A. Pslszuelos. Su acción en la sociedad chilena, Santiago 1898, p. 71.
ORIGENES. APOGEO Y OCASO DE L OS PARTIDO S POLITICOS EN CH I LE (1857- 1 9 7 3 ) 15

nal, como, por lo demás, toda la organización y la actividad d~


los partidos hasta 1971, en que a menos de dos años de su diso-
lución y receso, se intentó por primera vez regularla.
En general, la acción de los partidos se encaminó a conseguir
el manejo del Congreso y a usar de él para demoler la preemi-
nencia presidencial, tal como estaba establecida desde 1830 y ha-
bfa sido sancionada desde 1833 por la constitución 13. En último
término, aspiraban a hacer del parlamento, dominado por los
partidos, el eje del gobierno, a fin de constituirse ellos mismos
en árbitros de los intereses del Estado. D e este modo, se produ-
ce en 1861 y 1891 por acción de los partidos un deslizamiento del
régimen de gobierno hacia formas parlamentarias.
El choque entre los nacientes partidos y el presidente fue
inmediato. Ya ese mismo año 1857, un senador p erteneciente al
flamante partido Conservador, Femando Lazcano, propuso que
se aplazara el despacho de la ley anual de presupuestos para pre-
sionar al presidente a nombrar ministros que dieran garantías a
la oposición en las próximas elecciones de 1858 14.
Ante este desconocimiento de la facultad presidencial de de-
signar a los ministros, el Presidente Montt redactó su renuncia al
mando supremo 1s. Pero el incidente se solucionó, aunque al igual
que en el asunto del sacristán la cuestión quedó abierta.
Este primer enfrentamiento de los partidos y el presidente
por la dirección del gobierno preludia los que vendrán más ade-
lante hasta culminar treinta y cuah·o años más tarde, es decir
en 1891. Como se sabe, en esa ocasión los partidos mayoritarios
en el parlamento recurrieron también al aplazamiento ele la ley

13. BRAvo L tRA, Bernardino, La Constitución de 1833, en: Revista chilena


del Derecho 10, Santiago 1983, p. 317 ss.
14. Sesiones del Congreso Nacional 1857, Senado, sesión 10 y 12 agos-
to 1857.
15. BARRos BoRGoÍlo, Luis, Proemio para la obra de don Alberto Edwards:
El gobierno de don Manuel Montt, Santiago 1933.
16 BERNAROINO BRAVO L IRA

de presupuestos para imponer al presidente un cambio de mi-


nisterio 10,
La pug na entre los partidos políticos y el presidente llena el
período 1861-91. En rigor no se trata de un enfrentamiento entre
el presidente y el parlamento, como se repite demasiado a me-
nudo, sino de un enfrentamiento entre el presidente y los parti-
dos que manejan el parlamento.
Por lo demás, desde que los partidos se adueñaron del parla-
mento, el presidente no pudo gobernar sin su concurso. .Así, pues,
no tuvo más remedio que contar con ellos. D e esta manera, sin
ninguna reforma constitucional o legal, se introdujo en Chile el
gobierno de partido, que duró más de un siglo, por lo menos des-
de 1861 hasta 1973.
Naturalmente, este gobierno de partido reviste diversas for-
mas a lo largo del tiempo. En líneas generales, pueden distin-
guirse tres fases sucesivas. La primera corresponde al gobierno
de partido moderado por el presidente, que dura desde 1861 has-
ta 1891. La segunda, es el gobierno de partido bajo formas par-
lamentarias, desde 1891 hasta 1924. Finalmente, la tercera es pos-
terior al quiebre del régimen de gobierno entre 1924 y 1932 y con-
siste en el gobierno de partido bajo formas presidenciales, desde
1933 hasta 1973.

II. COMIENZOS DEL GOBIERNO DE PARTIDO


1861 - 1891.

4. EL GOBIERNO DE PARTIDO.

En su primera etapa, el gobierno de partido está moderado


por el presidente. T odavía es él quien elige y lleva al gobierno a
un partido o combinación de partidos. Además, es el mismo pre-
sidente quien hace triunfar a estos partidos mediante la inter-
vención electoral. Por otra parte, el presidente designa a su su-

16. SALAS EowARos, Ricardo. Balmaceda y el parlamentarismo en Chlle,


2 vol., Santiago 1915 y 1925.
ORIGENES. APOGEO Y OCASO DE LOS PARTIDOS POLITICOS EN CHILE <1857,1973) 17

cesor en el mando. Todas estas prácticas son extraconstitucionales,


pero no por ello menos efectivas. Gracias a ellas el presidente
consigue mantenerse por encima de los partidos.
De esta manera comienza por gobernar con los nacionales
desde 1857 hasta 1862, luego los sustituye por la fusión liberal-
conservadora durante la década 1862-73 y finalmente, reemplaza
a esta última por la alianza liberal, constituida por sucesivas com-
binaciones de liberales y radicales, en los diecisiete años que
transcurren desde 1873 hasta 1891.
La fisonomía de los partidos se definió poco a poco, a me-
dida que se perfilaban los planteamientos doctrinarios y progra-
máticos que animaban su acción. En general , este ideario termi-
nó por girar en torno a tres puntos fundamentales que, por lo mis-
mo, se convirtieron en objeto de enconadas disputas . entre los
partidos. Esos puntos fueron la confesionalidad del Estado, los
poderes del parlamento y el contrato como base de las relaciones
individuales. De esta suerte, se contraponen, en materia religio-
sa, confesionalidad del Estado y Estado laico; en materia polí-
tica, gobierno identificado con los grandes intereses de la patria
y gobierno de partido; en materia económico-social, legalidad co-
rno garantía de la libertad individual y contrato, como expresión
de la autonomía del individuo.
Ya en 1864, el diputado Ricardo Claro abogaba por la refor-
ma de la constitución, en nombre de una triple libertad: religio-
sa, política y civil, porque "en ella no encontraba garantías sufi-
cientes para el libre desarrollo de la vida religiosa, política y
civil" 11.

5. LAS LUCHAS DOCTRINARIAS.

Los avances del gobierno de partido se hicieron en Chile a


costa de los fundamentos sobre los cuales, a partir de 1830, se ha-
bía consolidado el Estado constitucional. Estos, corno es sabido, se

17. Sesiones del Congreso Nacional 1864, Cámara de Diputados, sesión


11 agosto 1864.
18 BERNARDINO BRAVO LIRA

sintetizan en la trilogía Dios-Patria-Legalidad, consagrada por la


Constitución de 1833, en la fórmula de juramento presidencial is.
Por una parte se combatió el papel de la Iglesia, como reli-
g:ón oficial, en nombre de una libertad religiosa que significaba
imponer el libre juego de las creencias a toda la poblaci9n. Tal
es el sentid o de una serie ele refonnas, como la ley de 18'65 que
permitió a los disidentes tener templos y escuelas privadas 19,
la supresión del fuero eclesiástico y de los recursos de fuerza en
1876 y sobre todo, las llamadas leyes laicas de 1883 y 84 sobre ce-
menterios laicos, ma h·imonio civil obligatorio y registro civil 20 •
Por otra parte, se combatió también el papel del presidente
como portador de los intereses supremos de la patria, en nombre
de una libertad política que significaba imponer el libre juego
de las opiniones a toda la población. Tal es el sentido de otra
serie de reformas como la reducci ón del período presidencial a
cinco años en 1871 y, sobre todo, la restricción de las facultades
presidenciales en favor del parlamento, manejado por los partidos
y el condicionamiento del ejercicio de esas facultades a través de
la nueva composición del Consejo de Estado en 1874, a las que
siguieron las leyes sobre el régimen interior de 1885 y municipa-
lidades de 1887 2 1. Como consecuencia de las grandes reformas de

18. BRAVO LIRA , Bernardino, Etapas históricas del Estado Constitucional


en los países de habla castellana y portuguesa (1811-1980), en: Re-
vista de Estudios Histórico-Jurídicos 5. Valparaís'O 1980, p. 35 ss. esp.
p. 62. El mismo, op. cit. nota 13, p. 32 1 ss.
19. GoNzALEZ E sPEJo, Fernando, Cuatro decenios de historia eclesiástica
de Chile. Crónica de las Relaciones entre la Iglesia y el Estado 1831-
1871, Santi ago 1948. E sTELLE , Patricio, El debate de 1865 sobre liber-
tad de culto. en Estudios de Historia de las instituciones políticas y
sociales 2, Santiago 1967, p. 181.
20. KREss ( W 1LcK EN s ) Ricardo. El pensamient o de la Iglesia frente a la
laicización del Estado 1875 - 1885, en: El mismo y otros, Catolicis-
mo y laicismo. Santiago 1981. p. 9 ss.
21. EGAf-lA M oRrno, Luis Enrique, Estudio del parlamentarismo durante el
gobierno de Don Federico Errázuriz 1871-1876, Santiago. 1968.
ORIGENES. APOGEO Y OCASO DE LOS PARTIDOS POLITICOS EN CHILE (1857- 1973) 19

1874, 22 se discute si el régimen de gobierno contemplado en la


constitución es presidencial o parlamentario 2s.
Finalmente, se combatió también el papel de la religión y de
la patria, como fundamentos de la legalidad, en nombre de una
libertad económica que significaba imponer el libre juego de las
iniciativas individuales y del contrato a toda la población.
Dos de estos aspectos merecen especial atención: la transfor-
mación del Consejo de Estado y las leyes laicas.
El cambio de composición del Consejo de Estado tuvo por
objeto dar mayoría en él a los parlamentarios y significó una do-
ble victoria para los partidos. En primer término, el Consejo dejó
de ser un cuerpo consultivo destinado a respaldar con su autori-
dad al presidente en el ejercicio de sus funciones y se convirtió en
una sucursal del parlamento a través del cual los partidos podían
presionar al presidente en el uso de sus prerrogativas. Como el
Consejo tenía intervención en los nombramientos que correspon-
día hacer al presidente, después de esta reforma los partidos
dispusieron de un medio inmejorable para favorecer el ingreso o la
promoción de sus protegidos en la Administración, en la Judica-
tura y en el Ejército.
Pero esto no es todo. Esta reforma del Consejo de Estado
valió además, a los partidos nada menos que el monopolio de la
representación política, pues, en adelante no hubo otra forma de
participar en la gestión gubernativa que a través de los partidos
políticos. A partir de entonces, la acción política pasó a ser sinó-
nimo de acción partidista 24.

22. EGAFM, nota 20.


23. Cfr. H uNEEus Z EGERs, Jorge, La Constitución ante el Congreso o co-
mentario positivo de la Constitución ch/lena, 2 vol., Santiago 1879 -
80, reeditado 3 vol.. Santiago 1890-91. Bañados Espinosa, Julio, De-
recho constitucional, Santiago, 1889.
24. 8RAvo L 1RA, Bernardino, La función consultiva, un vaclo secular den-
tro del régimen de gobierno en Chile (1874-1973) , en : Revista de
Derecho Público 21-22, Santiago 1977. p. 157 ss. El mtsmo, Gobierno
fuerte y función consultiva, Santiago 1984.
20 BERNARDINO BRAVO LIRA

No menor importancia tuvieron para los partidos las leyes


!aicas. Gracias a ellas consiguieron movilizar en su favor vastos
sectores de la población hasta entonces al margen de los partidos.
Al sentirse afectados en sus creencias mucha gente se incorporó a
sus filas o, al menos, se sumaron a sus seguidores. D e esta ma-
nera el poder y la influencia de los dirigentes partidistas se exten-
dieron inmensamente. Sin dejar de ser asunto ele minoría y de
unos cuantos personajes influyentes, la política de partido se abrió
a una cierta participación del hombre común, aun en remotas
aldeas y rincones 25.
Por lo demás, el laicismo jugó un gran papel político, tam-
bién porque se convirtió en el principal factor aglutinante de los
diversos partidos liberales.

6. FORTALECIMIENTO DE LOS PARTIDOS.

Durante esta época, los partidos se robustecen también inter-


namente. Así, el Conservador fuera del gobierno y, por tanto, ex-
cluido casi completamente del parlamento por la intervención elec-
toral del presidente, celebra en 1878 su primera convención, a la
que concurri eron más de doscientos delegados de todo el país.
En ella no se propuso un nuevo programa, sino que se formuló
por escrito el que el partido sustentaba hasta ese momento. Con
ello el Conservador fue el primer partido político chileno que tuvo
un programa escrito 2 6 .
En una segunda convención celebrada en 1885 se fortaleció
la organización del partido, que quedó dirigido por una Junta
Ejecutiva elegida por el directorio general 2 7 •

25. EowARDs, nota 6, XXIV, La alianza liberal, esp. p. 136.


26. La Gran Convención Conservadora de 1878. Manifiesto-Discurso,Conclu-
siones, Santiago, 1881. ,
27. ARTEAGA UNDURRAGA, Ignacio, Convenciones del Partido Conservador,
en: Partido Conservador. XIV Convención Nacional 1947, Santiago 1947,
p. 205 SS.
ORIGENES. APOGEO Y OCASO D E LOS PARTIDOS POLITIC OS EN CHILE <1857•1973 ) 21

El ejemplo del partido Conservador cunde. En 1887 se cele-


bra una convención para constituir un nuevo partido, el Demo-
~rático. Sus fundadores habían abandonado el partido Radical al
que reprochaban, por una parte, su indiferencia ante los proble-
mas sociales y, por otra, su posición laicista. Pensaban que de-
bían dejarse de lado las luchas teológicas y dedicar, en cambio,
las energías a resolver lo que se llamó la cuestión social 2s. En
ambos aspectos, el partido Democrático es precursor de la re-
novación que los demás partidos llevaron a cabo sólo en el siglo
XX.
En 1888 también los radicales celebraron su primera conven-
ción, que fue más decisiva para la organización del partido que
para los conservadores la suya de 1878. Durante el cuarto de si-
glo de existencia la organización del partido había consistido só-
lo en asambleas. De hecho, había además, un centro directivo for-
mado por los parlamentarios del partido. En la convención se
estableció una junta central permanente y se aprobó un programa
y unos estatutos escritos. En materia política el programa sos-
tiene: "que nuestro régimen de gobierno es y debe ser constitu-
cionalmente parlamentario, o sea, el gobierno de gabinete". En
materia religiosa se propicia la separación de la Iglesia y el Es-
tado y la enseñanza primaria gratuita, laica y obligatoria 29,
La pugna entre los partidos y el presidente por el régimen
de gobierno culmina en 1891 con una revolución so. El triunfo de
los partidos pone fin a la discusión sobre si en la Constitución de
1833 se establecía un régimen presidencial o parlamentario. Se
acepta lisa y llanamente la segunda interpretación. Se ingresa

28. PARTIDO D EMOCRAT1co. Primera Memoria Anual presentada por el di-


rectorio a la Asamblea del Partido. 20 noviembre 1887 - 20 noviem-
bre 1888.
29. Programa y documentos de la Convención radical de 1888, Santiago,
1889, esp. p. 6.
30. SALAS EowARos, nota 16. Yrarrázaval Larraín, José Miguel, El presi-
dente Ba/maceda, 2 vol., Santiago, 1940.
22 BERNARDINO BRAVO LIRA

así a una nueva etapa de gobierno de partido, en la que éste se


ejerce bajo formas parlamentarias que abarca el período 1891-
1924.

III. GOBIERNO DE PARTIDO BAJO FORMAS


PARLAMENTARIAS 1891 - 1924.

7. EL RÉGIMEN PARLAMENTAIUO.

Durnnte esta etapa la constitución apenas sufre una peque-


ña modificación. De esta suerte, se completa en esta época la im-
plantación del gobierno de partidos bajo la formas parlamentarias
por una vía fundamentalmente extraconstitucional.
Así sucede con el principio fundamental de este régimen par-
lamentario. Después de 1891 se acepta sin discusión que los ministros
sólo pueden permanecer en sus cargos mientras cuenten con el
respaldo parlamentario, es decir, de los partidos que forman la
mayoría en el Congreso. En ob·as palabras de ahora en adelante,
ya no es el presidente quien elige a los minish·os, sino los diri-
gentes de los partidos mayoritarios en el parlamento.
En consecuencia, el presidente queda relegado a un papel
más bien honorífico de Jefe del Estado, en tanto que la jefatura
del gobierno pasa a manos del ministro que encabeza el gabinete,
con la pa1ticularidad de que el presidente apenas retiene algún
poder, como por ejemplo, en materia de relaciones exteriores, y los
del jefe de gabinete están en todo momento supeditados al Con-
greso, es decir, a los partidos que en su seno componen y des-
componen la mayoría. Tal es la base del gobierno parlamentario
o de gabinete.
Junto con la libre designación de los ministros, el presidente
pierde también los otros dos factores que le daban una cierta su-
perioridad sobre los partidos: su poder eléctoral y la posibilidad
de designar a su sucesor.
Tanto el manejo de las elecciones como la designación y elec-
ción de presidente quedaron entregadas por completo a los parti-
dos, es decir, a la oligarquía formada por sus dirigentes.
ORIGEN ES. APOGEO Y OCASO DE LOS PARTIDOS POLITIC OS E N CHILE ( 1857· 1973> 23

De esta suerte, bajo el régimen parlamentario llega a su


apogeo el gobierno de partido. Nadie disputa a los partidos y a
sus dirigentes, ni el manejo del gobierno ni el de las elecciones.
Todo se decide entre ellos por el bien asentado método de la ne-
gociación, el acuerdo y la transacción.
Los verdaderos árbitros del gobierno bajo el régimen parla-
mentario no son ni el presidente ni los ministros, ni, en fin, los
propios parlamentarios, sino los dirigentes partidistas, que mu-
chas veces rehúsan formar parte del gabinete 31 . Tarea suya es,
por una parte, organizar la actividad electoral del partido para
asegurarle la más nutrida representación parlamentaria posible y,
por otra, formar una mayoría que respalde al gabinete en el Con-
greso. Como dice el conservador Rafael Luis Gumucio en 1913:
"La actual actividad del partido se concreta a preparar campa-
ñas electorales y combinaciones parlamentarias" s2 •

8. APOGEO DE LOS PARTIDOS.

En estas condiciones se desarrolla en los partidos un espm-


tu parlamentario, cuyo fundamento es la creencia en el valor dr:l
la discusión, el poder de los argumentos y la ventaja de los com-
promisos. Los partidos se convierten así en una verdadera es-
cuela de políticos con esta mentalidad que, a h·avés de ellos, so-
brevivirá largamente al fin del régimen parlamentario.
Este espíritu dio nueva fisonomía a las luchas doctrinaria~.
Como observa en 1905 el político Hberal Marcial Martínez no de ·
saparecen los antiguos antagonismos religiosos entre los partidos, pe-
ro revisten una nueva forma, la de la lucha por las partidas de
presupuesto. No hay probablemente nada más ilustrativo en est~·.
época que revisar la discusión de la ley de presupuesto 33.

31. Un excepcional testimonio sobre la política partidista de la época


parlamentaria en R 1vAs V1cuÑA, Manuel. Historia política y parlamen-
taria de Chile, 3 vol. , Santiago 1964.
32. ARTEAGA UNDURRAGA, nota 27, p. 227.
33. MARTINEZ, Marcial, Nociones sobre la teoría liberal, Santiago 1905,
p. 36. Conferencia pronunciada en el Club Liberal de Santiago.
24 BERNARDINO BRAVO LIRA

Así, pues, sin dejar de sustentar planteamientos llamados doc-


trinarios en los tres campos que centran la lucha partidista: reli-
gioso, político y económico-social, los partidos se inclinan hacia el
debate, la negociación y el compromiso. Se distingue, pues, entre
los p ostulados doctrinarios y lo demás, que en la jerga partidista de
la época, se conocen con el nombre <le cuestiones abiertas 34. To-
dos los miembros del partido deben adherir a sus planteamientos
doctrinarios, pero son libres de formarse una opinión por sí mis-
mos en las cuestiones abiertas. Como es fúcil comprender, esto da
gran flexibilidad a las actuaciones de los partidos y de sus miem-
bros.
En la práctica, bajo el régimen parlamentario se alternaron en
el gobierno dos combinaciones par tidistas, que sólo pálidamente re-
cuerdan la oscilación entre dos partidos los toríes y los whigs, en In-
glaterra. Estas combinaciones son la Alianza liberal formada sobre la
base del partido Radical y la Coalición sobre la base del Conser-
vador, cuya orientación laicista o clerical, respectivamente, los
convertía en los dos polos del espectro partidista. Pero la deci-
sión estaba en manos de los partidos q ue podrían denominarse
de centro, q ue solían oscilar entre la Alianza y la Coalición: na-
cionales, liberales y liberales democráticos, agrupación formada en
1892 por los partidarios del presidente vencido en 1891. Ello se re-
fleja en el hecho de q ue fueran estos partidos los que elevaron a
la presidencia a hombres de sus filas, en tanto que ni el partido
conservador, a pesar de ser el más fuerte, ni el radical, eligieron
a ningún presidente de su filiación.
Pero el manejo del gobierno y de las elecciones por los parti-
dos no dejó de tener inconvenientes.
Uno de los principales fue la llamada rotativa ministerial que
los dirigentes partidistas no supieron evitar. Además, como obser-
va Malaquías Concha en 1894: "otro reproche que se puede ha-
cer a la influencia de los partidos en el régimen parlamentario,

34. SueERCASEAux, Guillermo, declaraciones a El Sur, Concepción, 1O ma-


yo 1958.
ORIGENES. APOGEO Y OCASO DE LOS PARTIDOS POLITICOS EN CHILE (1857-1973) 25

es el abuso de la intervención de los diputados en todas las ramas


de la administración" ss.
En cuanto al manejo de las elecciones, desde que pasó de
manos del presidente a las de las oügarquías partidistas, se modifi-
caron las prácticas electorales y se impuso el cohecho en forma alar-
mante. Por eso, la antigua intervención presidencial es añorada por
Julio Zegers en 1904:
'1a verdadera causa de la diferencia entre los antiguos y los
nuevos gobiernos está en que la intervención oficial, ins-
pirada en elevados propósitos políticos, favorecía la elec-
ción de ciudadanos honestos y patriotas; y la elección li-
bre de nuestros días, maleada por el mercado de votos
es inescrupulosa en las designaciones" sa.

9. PRÁCTICAS PARTIDISTAS DE LA ÉPOCA PARLAMENTARIA.

Se introdujo también la práctica de que los dirigentes parti-


distas negociaran entre ellos los cargos llamados de elección popu-
lar y los votos de los miembros de cada partido. Así, el directo-
rio del partido Democrático dice en su cuenta de 1897:
"Pactado un arreglo parcial con radicales y liberales, ba-
jo el compromiso de honor contraído por los primeros de
asegurarnos siete asientos en la Cámara de Diputados, en
cambio de nuestro incondicionado apoyo en el resto del
país, no sólo se faltó al cumplimiento de este pacto que
ligaba la fe política de ambos partidos, sino que aún en
aquellos pueblos en que triunfaron los candidatos del Par-
tido vino el fraude y la falsificación a privar de su legí-
tima representación a las agrupaciones" s1.

35. CoNc HA, Malaquías, El programa de la Democracia, Santiago 1894,


p. 92.
36. ZEGERs, Julio, ¿De quién es la culpa?, en: El Ferrocarril, diciembre,
1904.
37. PETERs G1EsEN, Héctor, Historia del Partido Democrático, Santiago,
1942.
26 B ERNAROINO BRAVO LIRA

Otra práctica partidista muy reveladora del poder que reca-


baba para sí las oligarquías dirigentes, es el pase del partido,
que se exige como req u;sito previo para que uno de sus militan-
tC's acepte una designación presidencial. En la últ'ima conven-
ción radical de este período, celebrada en 1921, se lo regula en los
siguientes términos:

"Al pedir el pase para formar parte de algún ministerio,


los fu turos minisb·os deberán exponer ante la junta su pro-
grama de labor de gob:crno. La Junta Central recomen-
dará a los ministros radicales un programa mínimo de
trabajo" as.

Los partidos no experimentan en este período de apogeo


grandes transformaciones. Como hemos dicho, en 1892 se agru-
pan los admirad ores del presidente vencido en 1891 en el parti-
do Liberal Democrático 39. De su lado, el partido Liberal celebra
ese m'smo afio 1892 su primera convención, en la que se aprobó
la primera formulación escrita de su programa 4º. Otro tanto hi-
zo el partido Nacional en 1920 u. Tal vez lo más relevante de
esta época es que los principales partidos incluyen, uno en pos de
otro, planteamientos sociales en sus programas. Primero lo hacen
los conservadores en 1901 42 y los radicales en 1906 43, luego los

38. PA RT1Do RADIC A L . Estatutos-Programa mínimo. Santiago 1921, Estatutos.


art. 33.
39. PARTIDO L IBERAL DEMOCRATrco. Gran Convención del . . . reunida en
Ta/ca el día 5 de noviembre de 1893.
40. Convención Liberal de 1892. Organización y programa, Santiago 1893.
41. PARTroo NACIONAL. Convención del •. . celebrada los días 3, 4 y 5 de no-
viembre de 1910.
42. ARTEAG A ÜNOURRAGA, nota 27, p. 224 y SS.
43. SARR IA Soro, Conrado, El Partido Radical y sus obras, Santiago 1957, p.
154.
ORIGENES . APOGEO Y OCASO DE LO S PARTIDOS P O LIT IC OS E N C HI LE <1857 , 197 3 ) 27

liberales en 1907 «, los liberales democráticos en 1908 4s y los


nacionales en 1910 46.
El régimen parlamentario tuvo, a pesar de lo que se dice,
evidentes ventajas. Durante este período Chile mantuvo su esta-
bilidad política y gozó de un grado de libertades públicas no al-
canzado ni antes ni después. Baste decir que el gobierno sólo
acudió en dos ocasiones y transitoriamente a las facultades extra-
ordinarias, en 1893 y 1919, y al estado de sitio una vez en 1894 47.
No obstante, el régimen parlamentario produjo desencanto.
Alejandro Silva de la Fuente lo expresa en 1905 con estas pala-
bras :
"Nuestro gobierno entero, desde el gabinete hasta el par-
lamento ha venido a caracterizarse por una evidente me-
diocridad ... Podría mejorar algo la acción de nuestros
partidos políticos, funcionar mejor el régimen parlamen-
tario; pero seguiremos padeciendo los serios defectos de
las democracias, d el gobierno de partido" 48.
Por otra parte, puede decirse que el régimen de gobierno
realizó en gran medida el ideal parlamentario, al menos en cuan-
to a resolver los asuntos de gobierno mediante la negociación, el
acuerdo y el compromiso entre los distintos partidos.
Pero este impecable juego de los partidos dio mayor impor-
tancia a los intereses doctrinarios y electorales de los mismos
p artidos que a los grandes problemas del país, como el deterioro

44. PARTIDO L1BERAL. Convención del . . . de 1907. Santi ago 1908, p. 115.
45. PARTIDO LIBERALOEMOC RAT1co . Convención del . • . reunida en San-
tiago el dla 12 de Julio de 1908, Santiago 1908
46. PARTIDO NACIONAL, Convención, nota 41, p. 182.
47. HEISE G., Julio , Historia de Ch/le, El periodo parlamentar/o, vol. 1,
Santiago 1974, p. 322.
48. S 1LVA DE LA FuENTE, Alejandro, Z. Rodríguez economista. Valparaíso
1905, p. 19.
28 BERNAROINO BRAVO LIRA

de la unidad nacional originado por el laicismo y el surgimiento de


la cuestión social en los grandes centros mineros y urbanos 49•
En estas condiciones se produjo el movimiento militar de
1924, que puso fin al gobierno de partido bajo formas parlamen-
tarias so. Este fue el primer quiebre del régimen constitufional
de gobierno desde 1830.

IV. GOBIERNO DE PARTIDO BAJO FORMAS


PRESIDENCIALES 1933 - 1973.

10. Crus1s DEL GOBIERNO DE PARTIDO.

Pero esta vez no se encaró el problema como había hecho


Portales en 1830. En lugar de establecerse primero un régimen de
gobierno y dictarse luego una constitución para afianzarlo jurídica-
mente, se hizo lo conh·ario: se dictó una constitución con la vana
esperanza de que en virtud de ella surgiera un régimen de go-
bierno.
La actitud de los partidos -es decir de sus dirigentes má-
ximos- frente a la nueva constitución fue inequívoca. Salvo una
fracción liberal, se declararon en contra de ella. Sobre todo, se
opusieron al hecho de que la constitución se redactara por una
comisión designada arbih"ariamente por el presidente y se impu-
siera no menos arbitrariamente bajo la presión de las Fuerzas Ar-
madas mediante un plebiscito. En consecuencia, dieron orden de
partido a sus militantes para que se abstuvieran ele n:1rticipar en
él. En el hecho, un 55.1 % del electorado no votó. Del resto un
2.7% lo hizo en contra o en blanco, de suerte que tan 1,6!0 un

49. V1AL CoRREA, Gonzalo. Historia de Chile 1891·1973. 2 vol. apare-


cidos, Santiago, 1981, 1982 (en curso de publicación), esp. 1, p. 31
SS. y 495 SS.

50. MrLLAR CARVACHo, René, Significado y Antecedentes del movimiento


militar de 1924, en: Historia 11, Santiago 1972-73, p. 7 s·s.
ORIGENES. APOGEO Y OCASO DE LOS PARTIDOS POLITICOS EN CHILE (1857, 1 973> 29

42.2% aceptó la nueva constitución. No obstante, ella fue promul-


gada sin tardanza el 18 de septiembre de 1925 5 1,
Pero entonces se vio que una cosa era redactar e imponer
una nueva constitución y otra muy distinta y mucho más com-
pleja, dar forma institucional al régimen de gobierno.
Esto dio una nueva oportunidad a los antiguos políticos y a
los antiguos partidos de la época parlamentaria. Ellos estaban en
condiciones de contribuir a la configuración del régimen de go-
bierno y, por tanto, de hacer valer su propia influencia. Así Jo
comprendieron sus dirigentes, que después de haber sido los más
enconados enemigos de la nueva constitución no tuvieron incon-
venientes en convertirse en los más decididos campeones de ella,
ya que les brindaba una oportunidad de recobrar su antiguo po-
derío s2•
En el hecho, entre 1925 y 1932 hubo tres tipos de intentos
de configurar un nuevo · régimen de gobierno, protagonizados o
b ien por los partidos políticos, o bien por una figura superior a
los partidos, o bien conjuntamente por una personalidad sobre-
saliente y los partidos.
Tentativas del primer género fueron la elevación al mando su-
premo, bajo el patrocinio de los partidos, de Emiliano Figueroa
en 1925 y de Juan Esteban Montero en 1931, dos presidentes en
todo conformes con el ideal del anterior régimen parlamentario.
Al segundo pertenece el gobierno de lbáñez ( 1927-31) un presi-
dente situado por encima de los partidos 53,
Finalmente, al tercer género corresponde el retomo de Artu-
ro Alessandri Palma y de los antiguos partidos de la época par-
lamentaria, a fines de 1932. Este intento consiguió su objeto, por-

51. WooD LE Rov, Guillermo, El plebiscito constitucional de 1925, en: Fa-


cultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, Universidad de Chile, Me-
morias de Licenciados, vol. 32 , Santiago 1953, p. 61, ·ss.
52. BRAvo L1RA, Bernardino, Régimen de Gobierno y partidos politicos en
Chile 1924-1973, Santiago 1978, p. 34.
53. (bid. p. 34 y SS.
30 BERNARDINO BRAVO URA

que acabó por dar lugar a una nueva figura institucional: el pre-
sidente capaz de negociar con los partidos a fin de obtener el
concurso de los mismos para su gestión gubernativa s4 •

11. RESTAURACIÓN DEL GomERNO DE PARTIDO.

El nuevo régimen de gobierno se estableció, como el parla-


mentario, de un modo extraconstitucional. La clave de él fue este
contrapunto entre el presidente y los partidos y no como en ge-
neral pensaron los constituyentes y constitucionalistas, la posición
del presidente frente al parlamento, que, en definitiva, pasó a
estar condicionada por los partidos. El presidente abandonó su
neutralidad frente al juego de partidos y pasó a tratar directa-
mente con los jefes partidistas. De esta manera, se restauró en 1933
el gobierno de partido bajo una nueva forma. Los acu~rdos entre
los dirigentes partidistas cedieron paso a la negociación entre ellos
y el presidente ss.
Los puntales de este nuevo régimen de gobierno fueron los
mismos partidos q ue hasta el plebiscito de 1925 sobre la consti-
tución habían sido los más enconados opositores al cambio del an-
terior régimen parlamentario.
La separación de la I glesia y el Estado introducida por la
Constitución de 1925 derribó la barrera que desde el siglo XIX
había hecho de conservadores y radicales los dos extremos del
mapa partidista. Ante el imperativo de retornar a la normalidad
constitucional, estos partidos, sin dejar de ser tan clerical o lai-
cista como antes, concurrieron juntos primero a apoyar los suce-
sivos intentos de configurar un régimen de gobierno entre 1925 y
1932. Luego, conservadores y radicales, sin dejar tampoco de lado
su preferencia por el régimen parlamentario, por cuya restaura-
ción, purgado de sus excesos, abogaron, todavía durante más de
veinte años, se convirtieron en los más firmes sostenedores del

54. lbid. p. 38 y SS.

55. lbid. p. 40 y SS.


ORIGENES. APOGEO Y OCASO DE LOS PARTIDOS POLITICOS EN CHILE ( 1 657- 19 7 3> 31

nuevo régimen de gobierno. En esto coincidió con ellos el nuevo


partido liberal que unificó desde 1932 a los antiguos liberales,
liberales democráticos y nacionales so.

12. ESTABILIZACIÓN DEL RÉGIMEN DE GOBIERNO.

La estabilización del régimen de gobierno entre 1933 y 1952


se debió en gran parte al predominio de estos tres grandes par-
tidos de la época parlamentaria, cuya votación en conjunto to-
davía en 1950 representaba un 49% del electorado. El significado
de esta cifra se aprecia mejor si se tiene en cuenta que entonces
hubo una abstención superior al 25% , de suerte que en conjunto,
el resto de los partidos apenas llegaban, con cerca de un 25%, a
la mitad de la votación de conservadores, liberales y radicales s7 •
En estas condiciones, no tiene nada de extraordinario que
bajo el régimen llamado presidencial prosperen sin cortapisas y
en forma extraconstitucional, pero no por eso menos efectiva, vie-
jas prácticas de la época parlamentaria ss. Entre ellas, cabe citar

56. Es muy sugerente que en la convención de 1933 se modificara el


programa del particto para admitir el régimen presidencial, sin renun-
ciar al Ideal parlamentario: "(El Partido Liberal) declara que el ré-
gimen parlamentario establecido sobre la base de partidos fuertes
y bien organizados es el que asegura mejor las libertades y el
Buen Gobierno de la Nación; pero acepta como una necesidad deri-
vada de nuestro actual estado político y social, el régimen presiden-
cial, sin perjuicio de las modificaciones que la experiencia aconse-
ja". Programa del Partido Liberal en: GoMEz, M. Enrique, La Gran
Convención del Partido Liberal, Santiago 1933, p. 22.
57. BRAVO LIRA, cit. nota 52, anexos III y IV, p. 201 y 203.

58. La significación de estas prácticas fue señalada en su época por S1t-


VA DE LA FUENTE, Alejandro, en artículos periodísticos reunidos lue-
go bajo el titulo de Cuestiones constitucionales 1924-1947, Santiago,
1948. Posteri·ormente se ocuparon de ellas. Gu1f;)Ez CARRAsco, Julio En-
rique Interpretación de la Evolución Social y Política de Chile desde
1932 a 1952, Concepción 1963; S1LvA VARGAS, Fernando, Historia de
Chile, vol. 4, Santiago 1976 en: V1LLAL00os R1vERA, Sergio y otros,
Historia de Chile, vol. 4, Santiago 1974-76. 8RAvo L1RA, nota 52, esp.
p. 60.
32 BERNAROINO BRAVO URA

el pase del partido para que sus militantes asumieran cargos o


responsabilidades que según la constitución era de designación
presidencial; la orden de partido para que los abandonaran o per-
manecieran en ellos o para que los parlamentarios del partido
votaran en determinada forma en el Congreso 59; por no decir na-
da del repmto o cuoteo como se llamó, de cargos públieos entre
los milifantes de los distintos partidos de gobiernoºº·
Estas prácticas son algunos de los medios a través de los cua-
les los dirigentes máximos de los partidos condicionan el ejerci-
cio de los poderes presidenciales. De esta suerte, surge en esta
época un fenómeno nuevo: el conflicto entre presidente y partido
gobernante que se produce especialmente durante los gobiernos
radicales en los años 1938 a 1952 y que solo se explica por la re-
sistencia del presidente a subordinarse a los dirigentes de su pro-
pio partido. En una ocasión el presidente Aguirre Cerda ( 1938-
41) llegó a redactar su renuncia por este motivo.

13. NUEVA EDAD DORADA DE LAS OLIGARQUÍAS PARTIDISTAS.

Pero, en verdad, nada amenazaba seriamente el predominio


que desde Santiago ejercía sobre todo el país el escogido círcu-
lo de los principales dirigentes partidistas. Directa o indirecta-
mente su acción se dejaba sentir a lo largo y a lo ancho del te-

59. Sobre la orden de partido : en 1940 el presidente Pedro Aguirre Cerda


(1938-41) llegó a redactar su renuncia al mando supremo ante la pre-
sión ejercida p·or la Junta Central de su propio partido, el radical, en
materia de nombramientos de ministros y funcionarios reservados al
presidente. CABERO, Alberto, Recuerdos de Don Pedro Aguirre Cerda,
Santiago, 1948, p. 248, incluye el texto. En 1950 el Presidente Gabriel
González Videla (1946-52) se vio forzado por su partido, el radical, a
substituir el ministerio llamado de concentración nacional por otro
que se llamó de sensibilidad social. G oNZALEZ V10ELA, Gabriel, Memo-
rias, 2 vol., Santiago, 1975, 2, p. 975 y ss.
60. Sobre el cuoteo ver CABERo, Alberto, nota 59, p. 283. El Mercurio,
Santiago 14 diciembre 1946: acuerdo de los partidos para provisión
de cargos públicos: poco menos del 50% para los radicales, poco
más del 25% para los liberales y 25% para los comunistas. GoNZALEZ
VIDELA, nota 59, vol. 1, p. 598.
ORIGENES. APOG EO Y OCASO DE LOS PARTIDOS POLITICOS EN CHILE ( 1 857- 1 973> 33

rritorio desde la administración y las entidades paraestatales has-


ta el cortejo de actividades conexas. Los propios dirigentes enten-
dían que su cometido abarcaba, no en último término, sostener e
impulsar la carrera funcionaria o profesional de sus correligiona-
rios. Lo que por los años 50 cuando se cumplía más de una dé-
cada de gobiernos radicales, dio lugar a un difu so malestar con-
tra lo que se dio en llamar la "politiquería".
No obstante, puede decirse q ue el período 1933-52 fue una
segunda edad dorada de las oligarquías partidistas. Entonces su pre-
dominio era algo indiscutido y ninguna de ellas tenía fuerza sufi-
c:.ente ni alentaba propósitos de sobreponerse a los demás. La dicta-
dura de un partido parecía tan poco factible en Chile que mere-
cía ser descartado como impensable. Todos los partidos se mani-
festaban igualmente dispuestos a compart ir el predominio con los
demás y el único que por su ideología y actividad podía consti-
tu'r un peligro, el comunista, había s'do puesto fuera de la ley en
1948 61, En el sentir unánime no había problema, por grave que
fuese, para el que no pudiera encontrarse una solución dentro del
bien asentado sistema de concesiones, compromisos y componen-
das entre los jefes partidistas.
Conservadores, liberales y radicales fueron partidos eminen-
temente parlamentarios, no tanto a causa de su preferencia por
este régimen de gobierno 02, ya de por sí bastante reveladora, como
por su creencia en la virtud de la discusión, el poder de los argu-
mentos y la ventaja de los comprom:sos. Estos partidos rechazan
como contrario a la razón, el choque, la violencia e incluso la

61. La ley 8.987 sobre Defensa permanente de la Democracia. de 3 sep-


tiembre 1948, proscribió al Partido Comunista. Fue derogada y reem-
plazada por la ley 12.927 de 6 de agosto de 1958 sobre Seguridad In-
terior del Estado.
62. Todavía en 1945 los diputados rad icales Pedro Bórquez, Fernando Mai-
ra y Jorge Salamanca presentan un proyecto de reforma constitucional pa-
ra restablecer el régimen parlamentario. Sesiones del Congreso Nacio-
nal, Cámara de Diputados, sesiones extraordinarias. 1945. Por su parte,
los conservadores en su XIV Convención Nacional de 1947 reafirmaron
su aspiración a volver al régimen parlamentario. PART1Do CoNs ER VADOR
XIV, Convención Nacional 1947, Santiago 1947, p. 92.

3.- Política.. ,
34 BERNARDINO BRAVO LIRA

imposición y, por tanto, las actitudes extremas. Dramatizan sobre


los principios, pero no buscan eliminar al contendiente. En una pa-
labra, no aspiran a aplastar el adversario, sino que entenderse
con él.

14. pARTIDOS EXTRAPARLAMENTARIOS.

En cierto modo, la antítesis de estos partidos parlamentarios,


impregnados de la mentalidad del siglo XIX, son otros tres cu-
yo núcleo inicial se constituyó en 1933, es decir, en los tiempos
de auge de una serie de partidos extraparlamentarios en Euro-
pa, como el socialismo internacional o comunismo, el nacional so-
cialismo o nacismo y el corporativismo fascista.
Ese año 1933 se fundó el partido Socialista, por fusión de
cuab·o agrupaciones nacidas poco antes 63; se reconstituyó el par-
tido Comunista, esta vez bajo la dirección soviética 6", y se for-
mó el Movimiento Nacional de la Juventud Conservadora 65, an-
tecesor de la Falange Nacional constituida en 1935 y, a través
de ella, del partido Demócrata Cristiano, fundado en 1958.
Estos h·es grupos contrastan con los antiguos partidos parla-
mentarios. Experimentan una doble necesidad de definirse en el
plano internacional y de trazarse un programa comprensivo de la
totalidad de los problemas nacionales.

63. Acta de Fundación del Partido Socialista. Santiago 19 abril 1933, en:
Archivo Judicial Notaría Luis Azócar Alvarez. protocolización N9 6 de
6 de diciembre 1934. Sobre los firmantes. BRAvo L1RA, nota 52, p. 280,
nota 101.
64. PARTIDO CoMuN1sTA, Hacia la formación de un verdadero partido de
clase. Resoluciones de la Conferencia Nacional del . . • realizada en
julio de 1933. Santiago 1933. Sobre los fundadores del partido co-
munista ver, B RAvo L 1RA, nota 52. p. 281. nota 102.
65. PARTIDO CoNsERVADOR, Centro de Estudiantes. Bases-Estatutos-Organiza-
ción, Santiago 1933. Sobre los fundadores de este centro ver, BRAVO
L rRA, nota 52, p. 281, nota 103.
ORIGENES. APOGEO Y OCASO DE LOS PARTIDOS POLITICOS EN CHI L E ( 1857, 1 9731 35

Así los socialistas declaran no adherir ni a la II ni a la III In-


ternacional, pero estar dispuestos a colaborar con ellas en pro d~
"una unidad política de la clase trabajadora mundial"ºº· Los comu-
nistas, en cambio, no tienen empacho en autodefinirse como parb
del movimiento proletariado mundial adherido a la 111 Internacio-
nal º 7 • De su lado, los jóvenes conservadores declaran que "combati-
rán con igual energía al liberalismo y al socialismo" y que su "adhe-
sión al régimen democrático legítimamente imperante ... no significa
... un rechazo a la idea de organizar corporativamente el Estado" ss.
Por otra parte, ya en los tempranos documentos de estos par-
tidos se proclama abiertamente su ambición de proyectar su ac-
ción a todos los planos de la vida colectiva: no sólo político, sino
también social, económico y cultural. Así, por ejemplo, los jóve-
nes conservadores afirman pretender "una transformación espiritual,
social y política (que ) abarca la totalidad de los problemas na-
cionales" 69•
En una palabra, estos grupos tienen una visión total de la
política. La abordan con espíritu de minoría selecta, convencidos
de poseer la clave para dar solución integral a todos los proble-
mas. Por eso, ninguno de estos movimientos, se contenta con ser
un partido más, igual que los otros. Se constituirán, por cierto, al
modo de los antiguos partidos, pero institucionalmente son -y
ellos mismos se saben- algo nuevo, muy diferentes.

15. PARTIDOS IDEOLÓGICOS Y PARTIDOS PARLAMENTARIOS.

Estamos, pues, ante el surgimiento de otro tipo de partido, el


partido ideológico. Este nombre no obedece a que tengan una ideo·

66. (PARTIDO Soc1ALISTA) . Programa de acción Inmediata, en Jobet, Julio


César, El socialismo chileno a través de sus congresos, Santiago,
1965, p. 127 y ss. La cita p. 132.
67. El partido comunista se autocallfica en la II Conferencia Nacional de
Julio de 1933 de "Sección chilena de la Internacional Comunista". Par-
tido Comunista, Hacia • . . nota 64, p. 33-34.
68. PARTIDO CONSERVADOR. Centro ••. nota 65, puntos 22. p. 10 y 23 p. 11.
69. Circular a la Juventud Chilena, 26 julio 1935, en: GRAv soN jr., G. W.
El Partido Demócrata Cristiano Chlleno, 21 ed. Buenos Alres,Santiago,
1968, p. 467 y ss. La cita p. 469.
36 BERNAROINO BRAVO L IRA

logía en lugar de un ideario o unos planteamientos doctrinarios,


como los que tenían los antiguos partidos parlamentarios. Lo es-
pecífico de estos nuevos partidos es el papel que en ellos juega
la ideología. Se llaman ideológicos porque en su seno ella funda-
menta la p osición de los dirigentes dentro del partido, del parti-
do dentro del país y del pafs dentro del concierto internacional.
Su fuerza institucional deriva de la identificación ele la propia
ideología con los intereses del partido, del pueblo e incluso de to-
da la humanidad. Es el mundo entero el que debe ser comunista,
socialista o democratacristiano. Así en estos partidos corresponde
a los dirigentes, en cuanto a depositarios de la ideología, ejercer
el mando dentro del partido; al partido, en cuanto portador de la ideo-
logía, ejercer el gobierno del país; y al país en cuanto realizador
de la ideología, servir de modelo para el resto del mundo 10.

Vale la pena repetirlo: estos partidos ideológicos son, en cier-


to modo, la antítesis de los partidos parlamentarios. Por su mism'.l
amplitud, sus planteamientos no solici tan ni admiten concurren-
cia de igual a igual con otros similares, como ocurría con el idea-
r io o p lanteamientos doctrinarios de los antiguos partidos. Por eso,
en rigor, tampoco son compatibles con otra forma de negociación
política que en los acuerdos tácticos, esto es, sin cesión ni con-
cesión alguna en los propios fines, aceptados únicamente a título
de medio transitorio para llegar a imponerlos en definitiva.

Socialistas y comunistas se constituyeron desde 1933 como


partidos autónomos. En cambio los fundadores de la futura Fa-
lange Nacional ingresaron en 1933 al partido Conservador, un an-
tiguo partido paflamentario. Está por estudiar todavía hasta qué
punto la ruptura entre la Falange y el partido Conservador en
1938 responde a un conflicto entre la ideología de los falangistas
y la mentalidad parlamentaria de los conservadores.
El contraste entre partidos ideológicos y partidos parlamen-
tarios refleja un profundo cambio de mentalidad que va mucho
más allá del campo específicamente político. También en el te-

70. BRAVO LIRA, nota 52, p. 76 y SS.


ORIGENES. APOG EO Y OCASO DE LOS PARTIDOS POLITICOS EN CHILE <1857- 1 9 7 3> 37

rreno científico se advierte que frente a los métodos de investi-


gación predominantes en el siglo XIX, basados en la libre discu-
sión, es decir, en el sopesar de teorías y opiniones contrapuestas,
se abren paso en el siglo XX métodos de investigación que par-
ten ele una hipótesis ele trabajo, cuya natural eza exige una apli-
cación integral, sin cesión ni concesión ele ninguna especie ;1_
Bajo este prisma los partidos ideológicos se nos presentan como
verdaderas hipótesis de trabajo llevadas al terreno de la política,
cuya única razón de ser es su realización integral, sin cesión ni
concesión de ninguna especie.

16. PARTIDOS IDEOLÓGICOS Y RÉGIMEN DE GOBIERNO.

El surgimiento de estos partidos ideológicos abre una nueva


etapa en la vida partidista chilena. Sus esfuerzos no se concen-
traron exclusivamente en la lucha electoral y los arreglos post-
electorales en que los pa rtidos parlamentarios tenían su fuerte.
Antes bien, extendieron su acción más allá de este horizonte elec-
toral, hacia los medios gremiales, tenidos hasta entonces, por lo
común, como ajenos a las luchas partidi stas. D e esta suerte am-
pliaron el radio de acción de los partidos y obligaron a los otros
a renovar sus mé todos y formas de penetración 72 •
En las primeras tres décadas de su existencia, entre 1933 y
1963, los partidos extraparlamentarios hicieron sus principales avan-
ces en el campo g remial. Tal fue el primer pilar de su poderío. La
última década de su existencia 1963-73 se caracteriza por su auge

71. ScHELER, Max, Versuchen zu einer Soziologie des Wissens (1923)


ahora en: Die Wissensform en und die Gesellschaft. Leipzig. 1926. trad.
castellana , Sociología del Saber, Madrid 1935, Santiago 1936. La ci-
ta según esta última edición pp. 215-16.
72. Sin embargo. el Partido Radical desde su X Convención de 1931 reco-
n·o ció " la organización sindical como el medio para obtenerla (la in-
dependencia económica de la clase asalariada) y consecuentemente
se luchará dentro de esa organización para impregnarla de su doctri-
na social". Ver a R1QuELME, Enrique. Evolución del Radicalismo chile-
no, Santiago 1943, p. 225.
38 BERNARDIND BRAVO LIRA

electora], segundo pi1ar de su poderío, que les permitió transfor-


marse en partidos gobernantes y extender su acción a] régimen
de gobierno.
Este entró en crisis a partir de 1952. La elección de Ibáñez
como presidente ese año y la parlamentaria de 1953 mar~ el fin
del predominio de los tres grandes partidos parlamentarios: conserva-
dores, liberales y radicales. Su decadencia abrió camino a una re-
composición del mapa partidista, pero ella no se produjo sino una
década después, a partir de 1963.

Sin embargo, ya en 1958 hay indicios que anuncian el auge


de los partidos ideológicos. No nos referimos a la unión del re-
cién constituido partido D emócrata Cristiano con el Socialista pa-
ra volver a la legalidad al partido Comunista ese año 73 , tampoco
nos referimos a los resultados de la elección presidencial de 1958,
en la que los partidos ideológicos, en conjunto, obtuvieron por
primera vez un 49 % de la votación: 28.51 % socialistas y comu-
nistas y 20.45 % democratacristianos 74 • Por encima de todo eso,
es claro que el vacío dejado por la decadencia de los partidos
parlamentarios comienza a llenarse con este avance de los par-
tidos ideológicos. Bajo su influjo empieza a difundirse una con-
cepción total de ]a política que coloca al Estado al servicio del
partido gobernante para imponer desde arriba su propia ideología.
El auge electoral de la década 1963-73 marca el apogeo de
los partidos ideológicos. Merced a él pudieron, por fin, transfor-
marse en partidos gobernantes. El paso por el gobierno de ]a de-
mocracia cristiana, duró ]os seis años de un período presidencial
( 1964-70) y el de los partidos marxistas aproximadamente la mi-
tad ( 1970-73). Su actitud y su actuación frente al régimen d~
gobierno fue muy diferente de la que habían tenido los parti-
dos parlamentarios. En lugar de aplicarse a ensanchar los márge-
nes de la negociación interpartidista, se aplicaron a substituirlo

73. Ver nota. BERTELSEN REPETTO, Raúl, La crisis del constitucionalismo


chileno, en Cruz del Sur 1, Valparaíso 1975, p. 37 y ss. esp. 49.
74. BRAVO LIRA, nota 52, anexo 11, p. 199 y SS.
ORIGENES. APOGEO Y OCASO DE LOS PAR"flDOS POLITICOS EN CHILE ( 1857-1973> 39

por el predominio de un solo partido o combinación de partidos,


con exclusión de los demás.

17. EL PRESIDENTE EJECUTOR DE UN PROGRAMA PARTIDISTA.

Se ingresa así en la última fase del régimen en la cual


el gobierno de partido asume una nueva forma. Al gobierno com-
partido entre distintas oligarquías partidistas sucede el gobierno de
una oligarquía dominante. En cuanto esta nueva forma de gobier-
no de partido descansa en último término sobre la base monopar-
tidista, pierde su razón de ser la tensión entre el presidente y los
partidos. Así a esta nueva forma de gobierno de partido corres-
ponde un nuevo tipo de presidente: el presidente ejecutor de un
programa partidista. En el hecho, los dos últimos presidentes del
período se declararon tales 75 y gobernaron exclusivamente con el
o los partidos que los eligieron.
En la medida en que el presidente se subordinó efectivamen-
te al partido o combinación de partidos gobernantes y puso a sn
servicio sus poderes y medios de acción, estos partidos substituye-
ron la búsqueda del bien común por la realización de la propia
ideología. De ahí que gobernar no fuera para ellos una tarea por
su naturaleza común a todos, en la cual participa cada uno según
sus propias condiciones, sino la oportunidad histórica de un par-
tido para imponer, a todos, desde arriba, con los poderes y me-
dios de acción del presidente su propia ideología.
No es extraño, pues, que la tónica del período 1964-73 esté
dada por un menosprecio cada vez más marcado del derecho vi-

75. Cfr. Alocución del presidente Eduardo Frei Montalva (1964-70) la no-
che de su elección en: El Mercurio 5 septiembre 1964. Lo mismo , ofi-
cialmente en: Mensajes presidenciales al inaugurar cada período le-
gislativo. Ver además, Proyecto de reforma constitucional de 17 ene-
ro 1969, sobre ley programa en: FREJ MoNTALVA, Eduardo y ·otros, la
Reforma Constitucional de 1970, Santiago 1970. Discurso del presi-
dente Salvador Allende Gos·sens. (1970-73). al día siguiente de su
elección en: El Mercurio 5 septiembre 1970. Lo mismo oficialmente en
Mensajes presidenciales al Inaugurar cada período legi·slativo.
40 B ERNARDINO BRAVO LIRA

gente. D esde el gobierno los partidos id eológicos emplean no só-


lo los medios legales, sino también en gran m edida extralegales
para presionar contra las instituciones establ ecidas. Presionan con
los mecanismos tributarios, a través d e los organismos de regula-
ción económica, con medidas y resortes administrativos, con la
composición d e tribunales especiales, con el recurso crecfente a
decretos d e insistencia y con la amenaza de una legislación más
drástica y retroactiva ,G. Significa tivam ente, esta gestión guberna-
mental fa lta d e confianza en las pos ibilidad es del d erecho pre-
cedió a la aparición d el extremismo a fines de la década del 60.
Finalmente, bajo el gobierno de los partidos marxistas el em-
pleo abusivo de los poderes y medios de acción d el presidente,
antes creciente, pero todavía excepcional, se convierte sistema, y
se d esigna con el nombre d e vía d e los resquicios legales. Pero
estos resquicios d ataban d e mucho antes, por lo menos d el segun-
do gobierno d e lbá11ez 1952-58, que coincide con el com ienzo de
la crisis d el régim en de gobierno. Sin embargo hay una diferen-
cia. Entonces prácticas como el llamado enroque de los ministros,
es d ecir, su cambio a otra cartera cuando son d estituidos por el
Congreso, o los decretos de insistenoia, eran hechos inconexos en-
tre sí. Bajo Allende, en cambio, los resq u: cios legales se emplean
sistemáticamente para sobrepasar la legalidad vigente.

18. FIN DEL RÉGIMEN DE GOBIERN O Y DE LOS PARTIDOS.

La presión ejercida por los partidos ideológicos d esde el go-


bierno, con los medios de acción del presidente, en contra d e las
instituciones establecidas, d esembocó en un desdoblamiento de Li
legalidad cada vez más marcado. Por un lado, está la ley unifor-
madora, impuesta desde arriba por los gobernantes, q ue los parti-

76. Un buen ejemplo bajo Frei es la reforma agraria, cuya primera etap3
se cumplió mediante la amenaza de una ley más drástica y retroac-
tiva. Bajo Allende es ilustrativa la estatización de la Banca , para cu-
ya realización bastó la amenaza de una ley expropiatoria, que ni si-
quiera fue necesario dictar. Ver CoRPORACION DE FOMENTO DE L A PRO-
DUCCION, Fiscalía, La estatización de la Banca (a multic'Opista, sin lu-
gar ni fecha).
ORIGENES. APOGEO Y OCASO DE LOS PARTIDOS POLITICOS EN CHILE (1857,1973> 41

dos intentan poner al servicio de su ideología. Por el otro, está la


ley diferenciada, a menudo obtenida desde abajo por los propios
interesados, ajena al partidismo y sostenida de alto a abajo por los ele-
mentos instituidos, a saber: los magistrados judiciales, para quie-
nes no hay partidos sino poderosos o débiles en razones; los fun-
cionarios administrativos, identificados por encima de los partidos
con las instituciones estatales o paraestatales a que pertenecen, y
los grupos o sectores de población, identificados, al margen de los
partidos, con sus propias asociaciones y derechos colectivos.
Este dislocamiento de la legalidad llevó a lo que ha sido des-
crito como "una guerra civil todavía no armada, pero catastrófica,
análoga a los últimos meses de la República española, antes de
julio de 1936" 77
En estas condiciones, la Corte Suprema representó al gobier-
no la quiebra inminente de la juridicidad 7 ª; el cuerpo de gene-
rales y almirantes en retiro, el grave deterioro de la seguridad na-
cional 79 y hasta los propios partidos mayoritarios no pudieron me-
nos que dar fe de la desintegración institucional a través de un
acuerdo de la Cámara de Diputados, tan macizo en su funda-
mentación como vacilante en sus conclusiones prácticas so, Desahu-
ciado de todos llegó así a su fin, en septiembre de 1973, el régi-
men de gobierno implantado cuarenta años antes. Como en sep-
tiembre de 1924, lo sepultó un pronunciamiento armado. Con ello
Chile se halló, por segunda vez en el siglo, ante un quiebre del

77. GoNGORA (DEL CAMPO), Mario. Ensayo histórico sobre la noción de


Estado en Chile en los siglos XIX y XX, Santiago 1981, p. 132.
78. Oficios de la Corte Suprema al Presidente de la República 12 abril,
26 mayo y 25 junio, 1973. Los acuerdos pertinentes en: Libro de Ac-
tas de Acuerdos ordinarios y extraordinarios del Tribunal pleno de la
Corte Suprema de Justicia, vol. 18, pp. 22-26, 40-41 y 52-76.
79. Comunicación del Cuerpo de Generales y Almirantes en retiro al Pre-
sidente de la República, en: El Mercurio 29 de mayo de 1973, que
también publica el oficio de la Corte Suprema de 26 de mayo de 1973,
cit. nota 78.
80. CAMARA DE D1PUTAD0s, acuerdo de 22 agosto 1973, en: El Mercurio,
23 agosto 1973.

4,- Política.. ,
42 BERNAROINO BRAVO LIRA

régimen de gobierno que, esta vez arrastró consigo a los partidos


políticos, los cuales fueron o bien disueltos o bien declarados en
receso.
La historia más que centenaria de los partidos políticos chi-
lenos no tuvo un final feliz. Terminó mal: con un nuevo dprrum-
be del régimen de gobierno que esta vez aplastó a los propios par-
tidos.
Quizás por eso mismo, este final esté preñado de enseñanzas.

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