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Cristopher Cortés Pliego

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Cristopher Cortés Pliego

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«LAS COSAS SANTAS A LOS SANTOS ». INVITACIÓN A LA COMUNIÓN
Hoy conmemoramos a San Cirilo, Obispo de Jerusalén y Doctor de la Iglesia .
La ortodoxia de su Doctrina está contenida principalmente en el texto de sus
CATEQUESIS MISTAGÓGICAS, es decir, las Enseñanzas que el Obispo daba a los recién
Bautizados en la Noche Santa de la Pascua.
Es por éso que en los diversos ritos litúrgicos de la Iglesia Católica, algunos conservaron la
recepción de la Sagrada Comunión del Cuerpo de Cristo en la mano y de la Sangre de
Cristo del Cáliz.
Sin embargo, nada más lejos que promover la profanació o comulgar en pecado mortal: el
texto es profundamente reverente. Así, tras haber puntualizado sobre otros momentos de la
Sagrada Eucaristía, explica el momento de la Sagrada Comunión en los últimos números
(19 - 23) de la Catequesis No.XXIII:
19. Después de todo esto dice el sacerdote: «Las cosas santas a los santos». Santas son las
cosas que están sobre el altar, puesto que sobre ellas ha venido el Espíritu Santo. Santos
sois también vosotros, enriquecidos por el don del Espíritu Santo. Y las cosas santas son
buenas para los santos. Vosotros, además, añadís: «Sólo hay un santo y un solo Señor
Jesucristo». Pues realmente sólo uno es santo, santo por naturaleza; pero también nosotros
somos santos, pero no por naturaleza, sino por participación y por la práctica de las obras y
el deseo.
La comunión del Cuerpo y la Sangre del Señor
20. Oíste después la voz del salmista que os invitaba, por medio de cierta divina melodía, a
la comunión de los santos misterios y decía: «Gustad y ved qué bueno es el Señor» (Sal
34,9). Pero no juzguéis ni apreciéis esto como una comida humana: quiero decir, no así,
sino desde la fe y libres de toda duda. Pues a los que los saborean no se les manda degustar
pan y vino, sino lo que éstos representan en imagen, pero de modo real: el Cuerpo y la
Sangre del Señor.
La comunión del Cuerpo de Cristo
21. No te acerques, pues, con las palmas de las manos extendidas ni con los dedos
separados, sino que, poniendo la mano izquierda bajo la derecha a modo de trono que ha de
recibir al Rey, recibe en la concavidad de la mano el Cuerpo de Cristo diciendo: «Amén».
Súmelo a continuación con ojos de santidad cuidando de que nada se te pierda de él. Pues
todo lo que se te caiga considéralo como quitado a tus propios miembros. Pues, dime, si
alguien te hubiese dado limaduras de oro, ¿no las cogerías con sumo cuidado y diligencia,
con cuidado de que nada se te perdiese y resultases perjudicado? ¿No procurarás con
mucho más cuidado y vigilancia que no se te caiga ni siquiera una miga, que es mucho más
valiosa que el oro y que las piedras preciosas?
La comunión de la Sangre de Cristo
22. Y después de la comunión del Cuerpo de Cristo, acércate también al cáliz de la Sangre:
sin extender las manos, sino inclinándote hacia adelante, expresando así adoración y
veneración, mientras dices «Amén», serás santificado al tomar también de la Sangre de
Cristo. Y cuando todavía tienes húmedos los labios, tocándolos con las manos, santifica tus
ojos y tu frente y los demás sentidos. Por último, en oración expectante, da gracias a Dios,
que te ha concedido hacerte partícipe de tan grandes misterios.
23. Guardad íntegras estas tradiciones, y guardaos a vosotros mismos sin mancha. No os
apartéis de la comunión ni mancilléis con vuestros pecados estos sagrados y espirituales
misterios. «Que él, el Dios de la paz, os santifique plenamente, y que todo vuestro ser, el
espíritu, el alma y el cuerpo, se conserve sin mancha hasta la Venida de nuestro Señor
Jesucristo» (1 Tes 5,23), a quien sea la gloria, el honor y el imperio con el Padre y el
Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.
QUE LA ENSEÑANZA DE LA IGLESIA DE SIEMPRE NOS SIGA FORMANDO
SANTA Y CARITATIVAMENTE.

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