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Luis Carlos Martín Jiménez - El Valor de La Axiología
Luis Carlos Martín Jiménez - El Valor de La Axiología
Luis Carlos Martín Jiménez - El Valor de La Axiología
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PENTALFA EDICIONES
El valor de la Axiología
Crítica a la Idea de Valor y a las teorías y doctrinas de los Valores
02014 Pentalfa Ediciones (Grupo Helicón S.A.)
Apartado 360 / 33080 Oviedo (España)
Tel [34] 985 985 3386 / Fax [34] 985 985 512
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Diseño y composición: Piérides CÉS
Edición preparada por: Meletea CJR
ISBN 978-84-7848-554-3 -digital- (Pentalfa Ediciones)
ISBN 978-84-7848-555-0 -vegetal- (Pentalfa Ediciones)
D.L.: AS 00193-2014
Luts CARLOS MARTÍN JIMÉNEZ
EL VALOR DE LA AXIOLOGÍA
Pentalfa Ediciones
Oviedo 2014
LUIS CARLOS MARTÍN JIMÉNEZ
(Nava del Barco, 1967). Licenciado
en Filosofía por la Universidad
Complutense, es Doctor en filosofia
por la Universidad de Oviedo e
Investigador Asociado de la Fundación
Gustavo Bueno; Profesor de Filosofía
en Talavera de la Reina, colabora en la
revista El Basilisco y la revista digital
El Catoblepas.
Actualmente está trabajando el
problema de la técnica en relación a su
estudio inédito “América: fenómeno y
realidad”.
Introducción
implica su posición dentro de la escala, esto es, sus relaciones con los
otros; relación que puede ser otro valor (su tematización axiológica la
podemos ver en doctrinas como la del valor moral en Scheler).
Esta dialéctica ha ido perdiendo el carácter holístico en el tratamiento
del campo, al derivar hacia una distribución que ya no ofrecería
jerarquizaciones sistemáticas, completas u «objetivas» de los valores,
sino que se limitaria a ofrecer o resaltar grupos o «retahilas» de valores
que fiscalizarian la praxis ética o política, y cuyos elementos axiológicos
quedan relativizados.
Desde este progresivo atomismo axiológico los sistema de los valores
se entenderán distribuyéndose en función de criterios tan diversos como
puedan ser el sujeto volitivo o afectivo, las sociedades históricas, las
culturas o las propias personas, factores que, aunque también se consideren
valores fundamentales, sin embargo siguen siendo independientes entre sí,
distributivamente considerados. Desde este punto de vista las escalas de
valores son muchas e incompatibles, aunque desde el armonismo atomista
tenderán a entenderse como tolerables mutuamente (también aquí son
muchas las doctrinas y muy distintas). La máxima a la que adscribimos
estas posiciones sería: «Ningún valor (como tal) está conectado con otro».
Otras formulaciones dicotómicas de este estilo las encontramos
en distinciones muy comunes en Axiología, como son absolutismo o
relativismo de los valores, objetivismo o subjetivismo, universalidad o
historicidad, u otras que coinciden con la propuesta en algunos tramos, en
otros no. En concreto, vemos aparecer esta división en Raymond Ruyer
(La filosofia del valor. Fondo de Cultura Económica, México 1969),
aplicada a la diferencia que en el terreno de la fundamentación naturalista
se da entre Ostwald y Kóhler, cuando dice que el segundo rompe la
unidad de los valores que el primero, desde el sistema emergentista
holista basado en la entropía del universo, daba a la valoración humana
en un único sentido (negativo); al contrario, Kóhler, distribuye el valor
en los múltiples estados de equilibrio que se forman, quedando dividido
el universo en estados desconectados de equilibrio —homeostático—,
determinando la tendencia o el sentido de la valoración de modo contrario
al de Ostwald, no sólo respecto a su campo, pasando de la totalidad a
la atomicidad, sino respecto a su sentido, pasando del desequilibrio
entrópico al equilibrio homeostático.
Pues bien, esta clasificación generalísima, que en nuestra tabla
cruzamos con otros criterios para reconstruir lo más extensamente
posible la pluralidad de doctrinas axiológicas, se puede considerar como
8 Luis Carlos Martin Jiménez
Las críticas a las teorías y doctrinas de los valores son muchas y se han
hecho desde diversos puntos de vista; desde luego con la exposición de las
diversas teorías se pondría de manifiesto su crítica mutua y su divergencia,
pero parece útil situarse, aunque sea superficialmente, respecto de otras
criticas que en principio podríamos dividir de dos modos generales: un
modo sincrónico y otro diacrónico (dejaremos su clasificación para el
Capitulo V).
Desde el primer punto de vista las críticas se diversifican en la crítica
al todo, a la Axiología en general, o en la crítica a la parte, desde una
doctrina axtológica a otra. En el primer caso la Axiología no tiene sentido
como tal, no puede haber una doctrina genérica de los valores, un ejemplo
sería el positivismo lógico o Wittgenstein, pero también metafísicas como
la de Heidegger son explicitas respecto al tema.
En el caso de Heidegger la crítica a los valores se hace desde una
idea de valor a otra que se considera errónea o equivocada, una idea que
entiende al valor como opuesto al ser, y que creemos que está cerca de las
posiciones inmanentes impersonales y temporales de las que hablaremos
más adelante. Su posición respecto a los valores aparece explicitamente
cuando dice Heidegger en la Carta sobre el Humanismo: «Cuando se
habla contra los “valores”, surge la indignación contra una filosofía que
supuestamente se atreve a entregar al desprecio a los mayores bienes de
la humanidad. Pues en efecto, ¿Qué más “lógico” sino que un pensar
que niega los valores deseche necesariamente todo como carente de
valor?», en efecto, no se trata de una crítica directa, sino a la idea: «Todo
valorar es subjetivización, incluso cuando valora positivamente. No deja
de ser a lo ente, sino que lo hace valor única y exclusivamente como
objeto de su propio quehacer. El peregrino esfuerzo de querer demostrar
la objetividad de los valores no sabe lo que hace. Cuando se declara a
“Dios” el “valor supremo”, lo que se está haciendo es devaluar la esencia
de Dios. El pensar en valores es aquí y en todas partes la mayor blasfemia
contra el ser. Y, por eso, pensar contra los valores no significa proclamar
a son de trompeta la falta de valor y la nulidad de lo ente, sino traer el
claro de la verdad del ser ante el pensar, en contra de la subjetivización
de lo ente convertido en nuevo objeto» (Martin Heidegger, Cartas sobre
el Humanismo. Alianza, Madrid 2002). Crítica frontal que le permite
diagnosticar la filosofía de Nietzsche, precisamente, sobre la idea de
valor; en su lectura de Nietzsche el tema de los valores aparece ligado a
El valor de la Axiologia 23
cómo debería ser, lo que las hace caer en formulas vacías y sin contenido.
Esto es, queremos contribuir a la desmitificación de la idea de valor de
modo que pueda, en su medida, forzar a buscar otros caminos menos
placenteros para el tratamiento de problemas jurídicos, pedagógicos,
deontológicos, éticos o, en general, antropológicos o filosóficos. No tanto
porque sus tratamientos nos parezcan insuficientes o pobres, antes al
contrario, el nivel de Scheler, Lavelle o Hartmann exige una plataforma
lo suficientemente potente para llevar a cabo la crítica; el motivo más
bien lo encontramos en la vuelta de «sucedáneos» de estas doctrinas, tal
y como en los últimos años se han vuelto a poner de relieve, en temas
relacionados con el valor, muchas veces involucrados con la ética y la
moral, casi siempre cuando se tratan temas antropológicos y sociológicos,
o bien, de manera ubicua, cuando se trata el tema del destino del hombre
(dejando de lado los usos categoriales ya asentados, como puedan ser los
económicos, los valores bursátiles o los matemáticos).
Esta tradición se introduce en España principalmente por Ortega
y continua en su escuela, de la que pasa a Hispanoamérica, que si no
explícitamente, sí reúne aspectos de la escuela de Baden, el historicismo
(el hombre no tiene naturaleza sino historia), el vitalismo nietzscheano o
el propio Scheler con la estimativa (que es el término que emplea Ortega
para traducir la teoría de los valores); de manera que el problema del
hombre, la moral (el deber ser) y el mundo de los valores suelen darse
confusamente unidos desde concepciones que, como se ve, nacen en su
mayor parte a principios del siglo XX alemán.
Ahora bien, a nivel mundano el uso de la Idea de Valor en España está
muy extendido, principalmente en su acepción atomista (resultado de su
dialéctica con la Axiología); en concreto la vemos vinculada a la dictadura
de Primo de Rivera o a la defensa de la monarquía en textos como el de
José Pemartin, Los valores históricos en la Dictadura Española (Editorial
Arte y Ciencia, Madrid 1928), desde una idea entre valorativa y esencial,
compartida por el propio General Primo de Rivera cuando dice, en su
Prólogo (anticipando la idea de valores superiores de la Constitución de
1978, en el contexto de los valores como esperanzas, deseos y creencias):
«...y por eso tengo puesto el prurito y la ilusión en dar vida en España
a una Cámara parlamentaria, única, de ponderada composición y de
inmejorable solvencia, en que se reúnan los verdaderos valores».
Idea de los valores muy utilizada por la Falange, baste citar la
conferencia, al Primer Congreso Nacional de los Sindicatos de la Falange,
de Pedro Laín Entralgo: «Los valores morales del nacional sindicalismo»,
El valor de la Axiologia 29
establecida» (cuando antes había dicho que estaba en litigio); para acabar
con vaguedades del tipo de la Sociologia del Conocimiento sobre el
positivismo o la modernidad, y usando continuamente el sintagma «valor
o valores» pero sin establecer siquiera si hay en el «o» una diferencia
esencial, como de hecho la hay. Diríamos que acaba sin aclararnos si hay
uno, si hay muchos o cómo se establecen sus relaciones.
The case is not the same with moral principles, as with speculative
opinions of any kind. These are in continual flux and revolution.
The son embraces a different system from the father. Nay, there
scarcely is any man, who can boast of great constancy and
Uniformity in this particular. Whatever speculative errors may be
found in the polite writings of any age or country, they detract but
little from the value ofthose compositions (Essays, Moral, Political,
and Literary, Part. l, Essay XXIIl, Of the Standard or taste, 1.
XXIIL. 34». Disponible en www.Econlib.org/library/LFBooks/
Hume).
IV- The Axiological Problem und method —Facts and Norms- Genesis
and Validity.
The second task of a theory of value is the reflective evaluation of
objects of value. We not only feel the value ofobjects, but we evaluate
these objects and ultimately the feelings of value themselves. Clearly
another point of view than the psychological is here involved, a point
of view wich requires, not only to be clearly defined, but also to be
properly related to the psychological. Ifour problem were that of the
determination of the validity of objects and processes of knowledge,
itwould be best described as logical or epistemological, but the term
epistemology is too narrow to includ the problem of the evaluation
of values, and we may therefore make use of a special term to define
the problem as it here presents itself. On the analogy of the term
epistemology we have constructed the term axiology, and may
hereafter speak of the relation of the axiological to the psvchological
point of view. The chief problem for axiology, as for epistemology,
36 Luis Carlos Martin Jiménez
Ahora bien, sin perjuicio de que la vaguedad del Axio, haya triunfado
administrativa o bibliográficamente y sea asumido por otras corrientes
filosóficas, ejerce alguna distorsión en sus correspondencias con la
etimología directa del valor que hay que verlo originarse en el valeo latino.
En filosofía es fundamental, lo que tomamos como principio,
incorporar o más aún tomar como materia de la crítica, las Ideas, teorias
o doctrinas, tal y como se exponen por sus autores o por los sujetos que
operan con ellas o en base al significado que les dan lo más fielmente
posible, ya sea en su uso mundano (técnico) o académicos (científicos o
filosóficos); esto es, hay que tomar en consideración lo que se pretende
entender (partiendo de la distinción emic-etic) se asuma como tal, o no.
En este sentido es indispensable, antes de nada, dejar patente lo más
precisamente que se pueda el campo temático con el que trabajamos,
el significante, la palabra o término, que arrastra distintos significados,
por ello hay que ir al concepto o idea para que la crítica sea efectiva
O para que sea tal crítica. De modo que lo que no se puede eludir es el
problema lingúístico del término valor respecto a los «valores» o usos
que toma su significado en cada época histórica y su evolución, lo que
de modo diacrónico decía el propio Saussure que quedaba fuera del
campo lingúístico, pues éste debe partir de una determinada estructura
(sincrónica) significativa.
Pero es este «hecho», el que se hayan planteado las concepciones
o doctrinas sobre los valores o que se haya llamado de este modo a sus
referentes, sean del orden que sean, lo que no se puede desdeñar, como si
la estructura expulsase la génesis o como si se independizase la doctrina
de la base lingúística que utiliza como «excusa» para expresarse, cuando
esto es lo que está por demostrar. Más bien ocurre lo contrario, para ver
qué hay de cierto en la doctrina no queda más remedio que acudir a otros
estratos del discurso en los que rastrear la novedad histórica, positiva,
los «hechos» del mundo que nos permiten entender la posibilidad de
proyectarlos sobre las ideas más dispares.
El valor de la Axiologia 3;
ar”
l- es racional.
(2) Tenemos que decir que las ideas sobre la axiología que ha expuesto Silverio
Sanchez Corredera irían en este sentido: «Para una teoría de la Justicia. TH. El mundo
de los valores» (Eikasia. Revista de Filosofia, 4, Mayo, 2006), reproducción de parte
de Jovellanos y el jovellanismo, una perspectiva filosófica, (Pentalfa, Oviedo 2004).
Es éste un intento de elaboración de una doctrina de los valores desde el Materialismo
Filosófico, como axioantropología, pero que parece más una reformulación de
grandes tramos de doctrinas clásicas (que nos recuerdan concepciones como las de
Agnes Heller), por ejemplo defiméndolos como «cualidades del ser» («Para una
teoría de la Justicia», pág. 3), o bien, distanciándose del idealismo pero articulando
los «valores completos» «en torno al valor de la igualdad» (pág. 4) o al entenderlos
como «sistemas de fines» (pág. 6) que se actualizan o se cumplen en bienes, o
bien al plantear como «objetivos de universalización la Igualdad ética y la Justicia
moral» pues «sólo son idealmente posibles» y más adelante «los llamados «derechos
humanos» son la regla ética general que la humanidad se ha dado recientemente»,
insistiendo en su voluntarismo: «la finalidad real no es la justicia sino la lucha por
la justicia» (pág. 24); o en las consideraciones finales: «pretendemos poder proceder
a esclarecer la complejidad de la implantación ontológica del valor de la Justicia»
(pág. 26); o bien de igual modo, aunque no sabemos quién lo firma, en el libro de
texto para 1” de Bachillerato, Filosofia, de la Sociedad asturiana de filosofia (Ed.
Eikasía, 2004), referidos siempre a un ser humano de modo global: «los valores son
producciones humanas», o «el deber ser» es un modo trascendental de acción en el
hombre, pues consiste en la capacidad de determinarse» (pág. 180). Para este asunto
ver la polémica con Joaquín Robles sostenida a lo largo de los números 47 a 53 de la
revista El Catoblepas, http://www.nodulo.org/ec/polemica.htm+*p27).
50 Luis Carlos Martin Jiménez
Valoro la LOGSE como una buena ley que ha tenido mala suerte.
La LOGSE está impregnada de valores como la igualdad, la
tolerancia, el respeto a la diversidad cultural y a la naturaleza, la
participación, la solidaridad y la paz, pero en la practica ordinaria
de la educación se continúan apreciando especialmente los valores
que han tenido una gran tradición en el sistema educativo como la
responsabilidad individual de alumnos y profesores, la autoridad
del profesor, el esfuerzo y el mérito personal, la disciplina, la
adquisición de los conocimientos y habilidades que se consideran
útiles para encontrar un empleo con el que ganarse la vida. Todos
los sectores sociales implicados hablan de la necesidad de educar
en valores, pero es dificil encajar y armonizar esos dos sistemas de
valores tan diferentes y tan necesarios. Si en el preámbulo de la Ley
se propugnan valores emergentes en nuestra sociedad plural, que
sustentan los Derechos Humanos y la Constitución, la comunidad
educativa mayoritariamente añora valores tradicionales, aunque
necesarios, de la educación. Esos conflictos de valores reproducen
en el sistema educativo los conflictos de valores que se viven en la
sociedad de nuestro tiempo.
de valor) que se ofrece desde las Ideas; principalmente desde las ideas
teológicas del imperio español. Más adelante ofreceremos multiples
ejemplos, baste citar «el valor de los valores» de Fray Ambrosio Montesino
o de la idea de «valor intrínseco» en Feijoo, referido al espiritu, los bienes,
la verdad, Xc.
Esta tercera especie o idea de valor absoluto supone la integración de
todos los sistemas particulares, específicos en un solo sistema absoluto
y respecto de un sujeto operativo también absoluto, el Dios cristiano,
desde el cual se pueda hablar de un valor intrínseco, fijo, dado desde lo
Absoluto. Y la plataforma es el sistema ontoteológico católico-universal,
proyectado desde el imperio español.
l- en contextos económicos:
(5) Lasso de la Vega, Jose M., Ideales de la formación griega, Ediciones Rialp,
Madrid 1966. Obra hecha desde el historicismo axiológico, que con Wilamovitz
y Jaspers (tercer humanismo) entiende que el descubrimiento griego es el Valor del
hombre (tiempo eje) sin darse cuenta el autor, de las diferencias entre el valor que
utiliza para interpretar el valor griego interpretado; —confusión de usos a los que ya
nos hemos referido; caso típico metafinito en la formula: «el valor (ideal) del hombre
arcaico es el valor guerrero (cualidad)» (pero como Andreía y no como fimé o axio—).
(6) Platón, Laques o del valor. En Obras completas de Platón. Traducción de
Patricio de Azcárate, Madrid 1871, pags. 259-299. Es de notar que en la traducción
se introduce la noción de valor independiente de la virtud, diríamos en su segunda
El valor de la Axiologia 83
acepción «Indudablemente eso a nada conduciría, pero veamos bien si lo que pretende
decir Nicias tiene algún valor, y si tú no tienes razón al acusarle de que todo es un
hablar por hablar», cuando en el original no hay nada de esto (ver Laques, 196b).
Otro ejemplo, en la Etica de Nicolai Hartmann se atribuye al Lisis la discusión sobre
el valor al tratar de la amistad.
84 Luis Carlos Martin Jiménez
105 Exeiva kai ápopuñ kin tica. 10 tá piv adróv ¿xléyetos, <rú
de GrreklEyetan, tóv [6] erépov Exions Exóviov rpoc alpeotv
Kad puyny.
Tóv aduapópov TO ueév léyovol rponyuéva, TÁ Í£ A4TOTPon-
yuéva: rponyuéva pév tú Exovta útiav, uxorponyuéva Se tú
áxmaciav Exovta. acia Se tmv pév tiva Aéyovo1 cÚMBlnow rpoc
tóv ónoloyoúnevov Biov, tte gori aepi múv yadóv: tiv Se sivan
unéonyv tiva S0va uv y xpeiav ovuPBaddouevnv TpoOc TOV KOATÓ PÚNIV
Piov, Ouotov elxmeiv TVtiva TPOOPÉPETOL TIPOS TÓV KATA pa
Piov rhobtoc A dyisia: tiv $” sivar áciav áuoBny Soxwactob,
NV Uv O Euxrelipoc tÓV apayuótov tán. Onorov sixeiv o ueiPeodar
TUPOUCG TPOS TÚC OVV NMÓVO k«pidác.
Para hacer referencia a algún texto clásico que sea significativo de los
usos nos referiremos en primer lugar, por la continuidad con las ideas de
Zenón de Citio un texto de «De Finibus» de Cicerón:
Nescimus aestimare res, de quibus non cum fama sed cum rerum
natura deliberandum est; nihil habent ista magnificum quo mentes
in se nostras trahant praeter hoc, quod mirari illa consuevimus. Non
enim quia concupiscenda sunt laudantur, sed concupiscuntur quia
laudata sunt, et cum singulorum error publicum fecerit, singulorum
errorem facit publicus (Séneca, «Epistolas Morales a Lucilio», L1b. X,
Epíst. 81, Párr. 29).
No sabemos apreciar las cosas sobre las cuales el consejo hay que
tomarlo no de la opinión, sino de la naturaleza; ellas no encierran
nada deslumbrante para arrastrar hacia sí nuestros espíritus, si
exceptuamos el hecho de que estamos acostumbrados a admirarlas.
En efecto, no se las elogia porque son apetecibles, sino que se las
apetece porque se las ha elogiado, y cuando el error individual
ha provocado el error general, al individual lo provoca el general
(Traducción obtenida de Séneca, Epistolas Morales a Lucilio, 11
(Libros X-XX y XXII [frs.], Epistolas 81-125), traducción y notas de
Ismael Roca Melia, Biblioteca Clásica Gredos, Madrid 1989).
92 Luis Carlos Martin Jiménez
más si lo uso detra guisa ue no fue puesta, sea tenjdo de dar la valia.
Ovi caballo orrocin o asno de yeguas o otra bestia que ssea guardada
pora fijos fazer castrare sin mandado de su señor, pedhe el doblo dela
valia a aquel cuyo era, éz la bestia castrada finque por suya.
Mas valen mil omes malos que los guie un bueno que mil omes....
Asi como el cuerpo e el alma non valen nada el uno sin el otro.
Como en chica rosa está mucha color e en oro muy poco grand precio
e grand valor.
Tristán, Lanzarote de las muy gentiles sus enmoradas e muy de valores, ...
96 Luis Carlos Martín Jiménez
O también:
Paresce commo las flores en el tiempo del estío. a quien fallesce rocío e
fatigan las calores: perdió todas sus valores perdiendo vuestra presencia
cuya ymagen e prudencia venge buensas e mejores.
si los fechos buenos ante los mejores se olvidan, e callan por grandes
los chicos, ¡quánto más presto deven los inicos callar ante fechos de
grandes valores!
por el poder que tiene del mismo Dios y el valor de la sangre de lesú
Christo.
O también:
el griego 4 latin de donde recebemos esta figura: vale tanto como es.
Siglo XVI. Pero la expresión más feliz que hemos encontrado a este
respecto se encuentra a principios de siglo, en 1508 en el Cancionero
(Excelentisima diputación provincial de cuenca, Cuenca 1987) de Fray
Ambrosio Montesino, confesor y poeta favorito de la reina Isabel, y
que fue famoso por la traducción de la Biblia al castellano al cantar el
nacimiento de Dios en la tierra:
98 Luis Carlos Martin Jiménez
O bien:
Uno de los usos más significativos que vemos aparecer en esta acepción
absoluta del Valor, y que está vinculada a Dios, está en la acepción infinita
del valor, cuyo primer ejemplo la encontramos (como inicio de una larga
serie) en textos donde se utiliza en analogía con el sentido económico,
pero que no se pueden reducir a éste. ¿Cómo entender el precio de un
padecimiento sino es alegóricamente en relación a los bienes del cielo? En
este sentido creemos (tal es la tesis sobre esta tercera acepción del valor)
que esta especie de valor que no se atiene a una categoría, o un género de
cosas (matemáticas, lingúísticas, médicas o jurídicas) sino que se utiliza
para establecer correspondencias y analogías entre ellas, una analogía
que tiende antes a la diferencia que a la semejanza o continuidad entre
ellas y las categorias religiosas (o teológicas), de una forma tan expresa
como es la acepción infinita del valor. Éste junto a otros textos adelantan
las diferencias que se establecen, por ejemplo, en Kant, una vez que el
Reino de la Gracia traspase sus contenidos al espiritu humano (el valor
del alma frente al cuerpo), dentro del proceso de la inversión teológica del
racionalismo y que veremos culminar con las ciencias humanas del siglo
XIX.
Esta acepción infinita del valor aparece en 1540 también en Francisco
de Osuna, Sexta parte del Abecedario espiritual (edición de Mariano
Quirós Garcia, FUE, Madrid 2002).
El valor de la Axiologia 101
Para que se conozca la instimable ventaja del valor que tienen las
llagas de Christo sobre todas las que padescieron y han de padescer
los sanctos, es de notar que las llagas que nosotros padescemos por
Dios y los trabajos que se nos ofrescen, en sí mesmos poco valen si
no los acompañamos e juntamos con los de Jesuchristo, que les dará
gran valor e quilate. De manera que sus llagas sin las nuestras son
de infinito merescimiento, y las nuestras sin las suyas valen poco;
empero, si las juntamos con las suyas, házese de una compañía de
infinita ganancia. Y por esto nos dixo Él que tomássemos nuestra
cruz y lo siguiéssemos, porque ni cruz ni trabajo alguno vale algo si
no va hazia Jesuchristo, padesciéndose por Él: e, si por Él se padesce
y con su gracia, es de valor infinito.
Desta manera dizen algunos doctores que paga Dios ciento por uno
en esta vida, porque en la otra alimentos perpetuos ha de dar por un
jarro de agua fría. No por lo que ella vale, que esso y lo demás poco
es, sino porque lo fiastes de Dios con charidad christiana, porque
la moneda no todas vezes pesa tanto como vale. A lo menos un
pedacuelo de cobre en poco se tiene antes que tenga las insignias
y cuño real: pero después que se las imprimen sube su valor. Assí
nuestras obras pías de suyo poco valen; pero informadas de charidad,
que es el cuño de Dios, luego cobran valor divino. Porque en quitar
de vos lo que days a pobres, dize sant León, y passarlo a la cuenta de
Dios, sube su precio a valor celestial.
alli hay composición de partes, so pena que como ser parte de alguna
cosa dice imperfeción, Dios ternia oficio de cosa imperfecta, lo cual
es herético; y por esto Dios no es parte del mundo, antes Dios y el
mundo no valen más que Dios a solas, pues el valor infinito no puede
crescer con añadidura ninguna que le den, aun en caso que sea cosa
extrínseca totalmente la que se le añada; cuánto más que el mundo
no es totalmente extrínseco a Dios, pues en su entendimiento le tiene
eternamente dibujado en virtud de las ideas, conforme a las cuales
le crió, y ni porque el mundo pereciese, perecerían ellas, porque son
cosa esencial en Dios, y ansi antes que Dios criase al mundo, ya le
tenía dentro de Si idealmente.
hay otra fortaleza mas subida, De mas alto valor y mas heróica,
Que está en los siete espirituales dones, Y es uno de los santos doce
frutos. Esta valora todas las virtudes.
Abridles Dios mio, los ojos, dadles a entender que es el amor que
están obligados a tener a sus hijos, para que no los hagan tanto mal y
no se quejen delante de Dios, en aquel juicio final de ellos, a donde,
aunque no quieran, entenderán el valor de cada cosa (pág. 37).
108 Luis Carlos Martin Jiménez
O bien:
En un contexto «interdisciplinar»:
O puramente matemático:
seis treze abos, quiere decir, cualquier cosa dividida, o hecha trece
partes iguales, las seis de ellas será el valor de los seis treze abos,
como mejor entenderéis por las reglas que los Aritméticos dicen de
números rotos o quebraos; ...
Preguntese qué valdrán estas figuras: 5555. Estas quatro legras cada
una vale cinco; más por estas en diversos asientos o lugares, mudan
sus valores. Y para saber lo que todas vale, comienga del primero
cinco que está hazia la mano derecha, y dale el primero nombre, que
se dize unidad, ....
Terrible cosa es que sea la carga de tanto precio como son los
hombres, redimidos con la sangre de Jesucristo, que vale más un
alma que todos los cielos y la tierra, y de precio y valor infinito, y
que, si el prelado que lleva la carga se pone a descansar un poco, se
pone a peligro de perder la carga; que, si un ratico se descuida, estará
ya el súbdito en el fuego del infierno en el profundo de la mar, donde
no parezca.
TROILUS. You are for dreams and slumbers, brother priest: You fur
your gloves with reason. Here are your reasons: You know an enemy
intends you harm; You know a sword employ"d is perilous, And
reason flies the object of all harm. Who marvels, then, when Helenus
beholds A Grecian and his sword, if he do set The very wings of
reason to his heels And fly like chidden Mercury from Jove, Or like
a star disorb'd? Nay, if we talk of reason, Let's shut our gates and
sleep. Manhood and honour Should have hare hearts, would they
but fat their thoughts With this cramm'”d reason. Reason and respect
Make livers pale and lustihood deject.
HECTOR. Brother, she is not worth what she doth, cost The keeping.
HECTOR
Hermano, ella no vale lo que nos cuesta tenerla.
TROILO
HÉCTOR
El valor no reside en nuestra voluntad; encierra su rango y su
calibre por sí mismo, y no sólo por aquel que lo establece»
(Según la traducción de Ángel Luis Pujante, Troilo y Cresida.
Espasa, Madrid 2002, pág. 88).
Por tanto nos vamos a atener al análisis que en torno al término valor;
propiamente los conceptos y las teorias sobre el valor se desarrollan a
lo largo del siglo XVIII y siglo XIX, principalmente en los imperios
emergentes, inglés y alemán, de un modo que permita entender cómo la
filosofía posterior se debe hacer cargo del mismo, en defensa legítima,
frente al avance del monismo naturalista de la ciencias positivas.
Y unas de las razones fundamentales la ponemos en el volumen de
categorías que ejercen de desencadenante del proceso, y que nos parece
un elemento fundamental —prueba mayor— cuanto que en el siglo XIX
se produce el mayor nacimiento de ciencias o de categorias de toda la
Historia de la Ciencia; por ejemplo con el nacimiento y el desarrollo
posterior de la llamada «Gran Ciencia» (pues en tiempos de Kant la única
ciencia moderna es la Fisica de Newton), que junto a su implantación
social con la industria y los cambios que produce a nivel social y político,
como decimos, obligan a una respuesta filosófica. De hecho, antes de
este siglo, ni siquiera las Matemáticas, la ciencia más antigua, se puede
entender tal y como es hoy, y con ella la Mecánica y la Cosmología —la
Física que deja de ser Filosofía Natural—, la ciencia efectiva que va a
movilizar el complejo ciencia filosofía en su independencia de la religión
(recordemos la polémica que se inicia con G. Draper en la Alemania
de estos años); así la Química, que empieza a finales del siglo XVIII y
que es uno de los motores del despegue económico alemán (los tintes
de los tejidos, la farmacología), la Geología, la Fisiología y sobre todo
la Biología, con la teoría de la evolución de Darwin y el cataclismo
que supone con el positivismo, con las ramas de la fisica en todo su
despliegue, la termodinámica, el electromagnetismo, o las teorías sobre
la luz, que son el referente común de muchos autores por los paralelismos
entre los colores y los valores (Scheler, Messer) y un sinfín de factores
relacionados.
Nosotros no nos centraremos en muchos de ellos aunque sean
determinantes sobre ramas de la Axiología o en concreto sobre doctrinas
axiológicas; por ejemplo, el vitalismo, el sociologismo, o el papel de la
teoría de la evolución de Darwin, aunque sean el epicentro del seísmo
cientifico que conmueve la nematologías y sistemas teológicos o
doctrinales (normativos) a partir del cual aparece la fractura de la idea
teleológica y permite el cierre entre los elementos vivos, la teoría del
desarrollo de las especies, lo que en el terreno lógico supone la ruptura
entre Historia y Antropología —o totalidades plotinianas y porfirianas—.
Ni tampoco trataremos en particular el desarrollo de lo que se llamó
El valor de la Axiologla 12]
En estos términos desarrolla Marx la teoría del valor (ley del valor):
una mercancía tiene valor porque es una cristalización del trabajo social
(masa relativa de trabajo necesario para su producción), «valor, precio, y
beneficio» (1865). Los capitalistas (con la plusvalía) se apropian del valor
producido por los trabajadores socialmente necesarios, en las mercancias
producidas W=T (cantidad de trabajo abstracto socialmente necesario).
Teoría de la plusvalía: W= c + v + s (W valor total de producción, C
capital constante, V capital variable, fuerza de trabajo, $ plusvalía, valor
adicional).
No podemos hacer referencia a la interpretación que se quiera
hacer de estos textos, tan sólo haremos referencia a una polémica que
El valor de la Axiologla 125
l- valor de uso.
2- estima o urgencia del deseo.
3- relación de intercambio.
e
dy/dx = y/x
pl(a+x)/w(b+y)=dy /dx
(7) Huerta del soto ve esta relación como paradójica al generalizarse con la
«praxeología»: «La concepción subjetivista de los austriacos permite la generalización
de la economía en una ciencia que trata sobre todas las acciones humanas que, por tanto,
y tan sólo en apariencia paradójicamente, tiene plena validez objetiva» (Nota 6 de La
escuela austriaca moderna frente a la neoclásica, www.eumed.netícursecon/textos/
Huerta de Soto austria-vs-neocla.pdó.
136 Luis Carlos Martín Jiménez
por otro lado las implicaciones metafísicas de los matemáticos son bien
conocidas. Así ocurre con Cantor y el espiritualismo.
Ahora bien es necesario puntualizar dos facetas fundamentales: una
por lo que respecta a la fundamentación u ontología de la matemática
(y en paralelo de la Física —la Mecánica—) que después de Bourbaqui
rompe la idea de espacio euclidiano como condición de posibilidad del
conocimiento geométrico y por tanto de la sensibilidad kantiana. Otro
tanto ocurre con la aritmética, principalmente en lo que concierne a la
Idea de Infinito y sus desarrollos con Cantor (a pesar de sus dificultades
de aceptación), cuando formalmente era la estructura dialéctica sobre
lo incondicionado de la serie de las condiciones que imposibilitaba los
juicios sobre Dios (demostración de la existencia de Dios), el Alma
(paralogismos) y el Mundo (las famosas antinomias) del sistema kantiano.
El segundo aspecto que permanece en el terreno técnico, pero que
corre en paralelo a las notaciones sobre funciones y derivadas leibnicianas
(recordemos la importancia de las mónadas espirituales y el sistema
monadológico en el curso de la Axiología) y querrá sustituir el concepto de
sustancia clásico con el de función (Cassirer), es el uso ya completamente
extendido del término valor matemático, lo que nosotros situamos en
el segundo modo de la Idea de Valor, pues la función es la estructura
relacional, sintáctica que arroja o determina la variable indefinida que en
el siglo XVI español era «el valor de la cosa» (la incógnita).
Como decimos, introducir la Economía Política y la Matemática, y no
otras materias como la Biología darwinista o la Mecánica materialista antes
de ver el desarrollo de la disciplina axiológica, responde a la intención de
seguir el desarrollo que la especie o acepción segunda o relacional del
valor tiene en vistas a la generalización del concepto y a la formación de
la acepción o especie cuarta (axiológica). Hay otras categorías que como
ya hemos dicho también la utilizan, es el caso de las valencias en química
(con distintos valores según los elementos químicos y que también pueden
ser positivos o negativos), y cuya relevancia deriva de su dialéctica con
ideas como la de la eucaristía, en función del atomismo implicito que
abre paso a formas monistas reduccionistas y contra quien la axiología
espiritualista reaccionará. Sin embargo incidimos en las matemáticas
modernas que tienen su gran avance en el siglo XIX, donde se observa
cómo el complejo Ciencia-Filosofía es más intenso (por ello haremos
también una pequeña alusión al nacimiento de la Lógica moderna con
Frege), aún en las formulaciones positivas de estructuras metafinitas
como son los transfinitos de Cantor, que axiólogos como R. S. Hartmann
El valor de la Axiologla 139
entonces a los valores) (pág. 152), texto que sorprende por estar revisado
al ser de 1935 (Filosofia en Alemania, citado en la pág. 231).
Para incidir en las vinculaciones entre Axiologia y Política, nos
referiremos a algunos axiólogos, por ejemplo porque muchos tuvieron
que huir a América; Á. Stem (Filosofía de los valores, pág. 59) señala
que Scheler durante la Primera Guerra Mundial publicó tres libros
con los cuales intentó justificar y aun glorificar la guerra como tal
y, especialmente, la guerra imperialista alemana: en Der Genios des
Krieges und der deutsche Krieg (Leipzig, 1915) trata de demostrar
que la guerra «predispone muy especialmente al conocimiento de las
realidades absolutas» (Ibidem, pág. 119) o bien es «un vehículo hacia
la moralidad», así le sorprende a Stern hasta qué punto las «intuiciones
fenomenológicas» respondían en este terreno a las exigencias del Estado
Mayor prusiano y las necesidades de la industria de la guerra alemana. De
igual modo Ortega califica esta axiología de la guerra como «espíritu...
fatalmente envenenado, intelectualmente intoxicado» (J. Ortega y Gasset,
Obras completas, Tomo 1. Madrid 1950, pág. 202).
Las implicaciones de la instauración del Tercer Reich y la Axiología
llevaron a la muerte a T. Lessing, quien huyendo del odio enconado de
los estudiantes nacionalistas de la Escuela Politécnica e instalado en la
república checoslovaca fue asesinado en 1933; o bien en 1936 cuando
Moritz Schlick fue asesinado en la Universidad de Viena por uno de
sus discipulos, doctor en Filosofía, quien declaró que Schlick había
«corrompido» los sentimientos nacionales y religiosos de la juventud
alemana de Austria.
En este mismo sentido relaciona M. G. Ash (Gestalt psychology
in German culture 1890-1967: Holism and the quest for objectivity) la
Escuela de la Gestalt y su uso político ideológico en la República de
Weimar, sin reducir uno a lo otro.
Por lo que respecta a las categorías cientificas y sus vínculos con la
Axiología, retomaremos el problema una vez que hagamos la clasificación
de doctrinas axiológicas y volvamos sobre las consecuencias que
generarán estas doctrinas y concepciones de los valores en las ciencias,
del que un ejemplo notable será el de la jurisprudencia.
Capítulo 4
Clasificación de las doctrinas axiológicas
(8) No hay que confundir este criterio con los planteamientos del «Symposium
sobre valor in genere y valores especificos» (Universidad nacional Autónoma de México,
México, 1963), cuyas posiciones parten de los valores y en líneas generales refieren lo
general a la esencia o al problema de su definición, y lo específico a los tipos o a las clases
en que se dividen.
El valor de la Axiologla 153
Por tanto, el último criterio tiene que ver con la extensión o capacidad
recursiva de la Idea de Valor; así, s1 entendemos que su extensión está
limitada a una categoria o se determina frente a otras categorias que
deja fuera de su ámbito de aplicación supondremos que son teorías o
doctrinas específicas, incluso en tanto definen un género de materialidad
(o varios), contra las teorías que extienden o aplican recurrentemente la
Idea a todo género de categorías o a la totalidad de ellas de un modo
sistemático.
Esta dicotomía refiere al uso o ejercicio de la Idea, pues propiamente un
valor categorial o especial en su intensión puede tener un alcance universal;
por ello no es la denotación del concepto la razón de esta dicotomía,
pues tan omniabarcante es la utilización del valor desde la Psicología
de Ehrenfels o Perry (donde el valor es todo lo que se desea o es objeto
de interés) como la de Le Senne que habla de valor «psicometafisico»
para unir la manifestación con su fuente espiritual o Dios como valor
absoluto. Diríamos que la definición de Le Senne «valor como lo que es
digno de ser buscado» se parece mucho a la psicológica de las doctrinas
subjetivistas (por ejemplo, si el deber lo reducimos a creencia del sujeto),
pero inmediatamente al cambiar el plano del discurso la convierte en una
160 Luis Carlos Martin Jiménez
los aspectos axiológicos, con lo que se deja de lado otras partes de la obra
que aunque sean más importantes no interfieren en lo que tenga que ver
con la Axiología.
Tampoco creemos necesario hacer un listado exhaustivo en lo que
respecta a la totalidad de autores que hayan tenido algo que decir sobre
la materia, pues probablemente habrá autores que traten los valores y que
no nombramos siquiera. Lo que sí creemos necesario en este sentido, es
que la tabla debe poder incorporar aquellas doctrinas significativas (o no),
que por inadvertencia o descuido no hayamos considerado como casos
particulares dentro de los propuestos, esto es, debe ser posible insertarlos
en la tabla.
Por último no creemos que sea necesario exponer en forma y
detalladamente las doctrinas a las que nos referimos, pues este ejercicio
ya está hecho en tesis particulares o compendios o estudios sobre los
autores mucho mejores de lo que aqui podríamos hacer. Lo que si creemos
necesario es tocar las ideas básicas y las directrices generales de las que
penden el cuerpo de doctrina, para lo cual hemos tratado de incorporar la
mayor parte de citas de los propios autores en la idea de que lo mejor es
«oír» a los autores definirse.
En definitiva el objetivo que buscamos no es tanto el entendimiento
de cada doctrina en particular, sino las diferencias que hacen patente la
incompatibilidad mutua entre todas ellas. De modo que los autores que
exponemos tal y como aparecen sus doctrinas en alguna de sus obras, y
creemos que son las más importantes, están tratados a modo de ejemplos
de concepciones donde se cumplen las intersecciones de los criterios
que creemos necesario tener en cuenta para entender la pluralidad de
enfrentamientos doctrinales que existen en la Axiología, y a modo de
ejemplos hay que entenderlos.
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4.5. Tabla clasificatoria de doctrinas o concepciones de los valores
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7
Luis Carlos Martín Jiménez
Citado por Schnáidelbach, pág. 219), llega a los «valores» como garantías
epistemológicas de la objetividad.
Así o de modo parecido se suele interpretar a Lotze. Ahora bien, hay
que hacer ciertas precisiones por lo que respecta al tema de los valores.
En primer lugar y como sostenemos, se pueden entender las formulas
básicas o especificas de la axiología en la obra de H. Lotze, principalmente
en la «Logic», tomo VI del Sistem of philosophie, y su obra Microcosmus
—usaremos la traducción de 1887 en ingles: Lotze, H., Microcosmus:
An Essay concerning Man And His Relation To the World. Edinburch: T
é t. Clark. (2 Tomos). En relación a la primera, hay una gran multitud
de ejemplos del uso de la idea de valor, como adjetivo y singular, «valor
objetivo», «valor epistemológico», $c. (común en la época ya desde Kant),
pero la referencia a un campo propiamente «axiológico», lo que se puede
parecer ya a una doctrina o una concepción general de los valores aparece
precisamente cuando se trata de entender dentro del sistema monista
mecanicista de la naturaleza (idealismo teleológico del Microcosmus) el
conjunto de principios lógicos, matemáticos, que entiende Lotze integran
el «mundo de las ideas» de Platón y que no pueden tratarse como seres, sin
que sepa muy bien que categoría ontológica darles, cuanto que tampoco
podemos adscribirlos o reducirlos a las operaciones de los sujetos
(psicologismo). Máxime cuando las geometrías no-euclidianas están
vetando la posibilidad kantiana del sujeto trascendental como condición
de posibilidad de los juicios en Matemáticas.
Nuestra interpretación entiende que se trata del conjunto de contenidos
de M, que desde Descartes al idealismo se habían polarizado en torno a las
ideas de sujeto-objeto, y que o bien estaban a priori en el sujeto, las Ideas de
extensión, figura y movimiento del mecanicismo que constituían como tal al
objeto, o bien tenían un correlato que derivaba de aspectos propios del sujeto
(como ya hemos argumentado en relación a las cualidades secundarias).
Pues bien, es típico abrir un libro sobre axiología y encontrase la
figura de Lotze como padre-fundador (junto a otros: Brentano, Nietzsche,
Ehrenfels, Meinong, Ac.) al distinguir los seres de los valores: «los seres
son, los valores valen»!**, esta división se presenta como la fundación
(11) Esta frase es lugar común de muchos textos cuando pretenden fijar la primera
formulación sobre los valores, así aparece en muchos autores de prestigio; sin embargo
tenemos dudas para garantizar que sea efectivamente de Lotze, o por lo menos no hemos
encontrado en los que le citan, la referencia que nos asegure de donde sale la misma, ya
sea Frondizi, Hessen, Schnádelbach o cualquier otro autor o manual (aquí tenemos que
incluir la consulta al profesor J. M. Palacios, de la U.C.M., sin duda una de la primeras
autoridades en la materia).
172 Luis Carlos Martín Jiménez
III. Además, el Ser puede tener realidad o no, del mismo modo que
las cosas transitorias del sentido la tienen o no, pero esa realidad que
consiste en la Validez, que es en sí misma una realidad, permanece
intacta tras todos estos cambios (Ibidem, pág. 211).
Por ello suponemos que esta doctrina que analizamos es especial (no
general) pues la filosofía se centra en el valor de verdad de las Ideas,
contenidos de conciencia, que son objeto de la psicología, al igual que los
entes naturales lo son de la física. Así, «la filosofía crítica es la ciencia
de los valores necesarios y absolutos. Su investigación tiende a saber
si existe una ciencia, es decir un pensamiento que encierre un valor de
verdad general y necesario».
De modo que no sólo se da la historia «desde» los valores supremos
(ahistóricos) sino que estos valores son el contenido de la persona divina,
lo sagrado que se realiza en la Historia: «lo sagrado sólo puede llegar a
determinarse intrínsecamente mediante el conjunto de formas que presiden
la vida lógica, ética y estética. Estos valores son, en realidad lo más alto
y lo último que poseemos en el contenido total de nuestra conciencia:
más allá de ella nada sabemos. Y son seguros para nosotros porque no
El valor de la Axiologla 179
H. RICKERT
Sin embargo los valores deben ser universales, válidos para una
comunidad de cultura (objetivos). Frente a lo continuo homogéneo de las
ciencias, que no es individual, esta lo continuo heterogéneo.
Por ello la ley de la entropía no puede afectar al universo como un
individuo, sino a partes, como ejemplares de la especie en que se cumple
la ley (1? y 2? ley de la termodinámica), luego no tiene significación
histórica.
Ahora bien, en el capitulo XIV «La objetividad de la historia de la
cultura», aparece el problema al que antes aludíamos, pues el progreso
que se niega en la cultura pasa a la ciencia histórica, y pregunta Rickert:
«¿no debemos, por lo tanto, presuponer la validez de ciertos valores
superhistóricos de los cuales estén más o menos cerca, por lo menos, los
valores culturales efectivamente reconocidos?» (Ibídem, pág. 220). En
efecto, al introducir el punto de vista de la historia universal el historiador
«ha de presuponer que algunos valores valen en absoluto y que, por lo
tanto los valores que él ha puesto a la base de su exposición avalorativa
no carecen de relación con lo absolutamente válido» (Ibidem, pág. 221), y
esto para estar al nivel de la validez de la verdad de las ciencias naturales.
El problema por tanto no es la valoración empírica, sino conceptual,
pues si tenemos un todo cultural unitario, y un concepto histórico
universal, entonces tenemos que suponer «la validez de valores
objetivos y la posibilidad de ir aproximándonos cada vez más a su
conocimiento» (Ibidem, pág. 223). Y en la Nota de la página 225 leemos:
«creo haber demostrado (en El objeto del conocimiento, 1892) que
es inevitable, por fundamentos puramente lógicos, admitir valores,
objetivamente válidos o «trascendentales».
La referencia a éstos suponemos que tenía su fuente en la ciencia
natural, pues a ésta se la ve como un producto cultural histórico, y si
es así, ¿de dónde le viene su validez, su valor teórico? Pues de que es
un bien cultural. Luego la ciencia histórica —cultural— está por encima
de la natural, pues ésta ha de «suponer siempre precisamente la validez
absoluta del valor que en ella reside» (Ibídem, pág. 230).
Desde este punto de vista ofrece Rickert una clasificación de los
valores como estructuras formales de la vida cultural (suprahistóricos al
ser supuestos a priori) cuyo centro común jerárquico es el concepto de
perfección o finitud (Voll-Endung)
Utilizando los Bienes como criterios de clasificación, salen seis
especies de valor, según sean asociales o sociales: valores teóricos,
182 Luis Carlos Martin Jiménez
Subjetiva
T. LIPPS
Uno de los ejemplos en que podemos ver como las ideas y los
planteamientos kantianos se trasladan a desarrollos axiológicos (1903), es
el de Teodoro Lipps, en Los problemas fundamentales de la Ética (Daniel
Jorro Editor, Madrid 1926).
Asi, en su tercera conferencia («Acción y sentimiento») se centra en
¿qué acciones tienen «valor moral»?, pues es la buena intención lo valioso
en la personalidad, «el valor personalidad es el único valor incondicionado
o valor absoluto» (Ibidem, pág. 94). Y se acoge al imperativo categórico
kantiano. Donde la conciencia es «la facultad de comparar y ponderar los
valores objetivos puros, ... hacer apreciaciones morales» (Ibídem, pág.
190). Hay que decir que situamos el contexto axiológico en el sintagma
«valores objetivos puros» como ya hemos dicho, frente a Kant.
Esto se aprecia con más claridad cuando se ven las doctrinas sobre
los valores haciéndose extensivas al campo moral, al estético y a otras
categorías, y aquí nos parece que la diferencia está en la aplicación de
la Idea de Valor a «todo juicio» (a todo conocimiento): «como regla,
está dicho cómo puede nacer el juicio del valor estético — para evitar el
equivoco que puede ocasionar la palabra juicio—, como puede nacer el
valor estético o la conciencia estética», «lo mismo sucede con los juicios
de valor éticos» (Ibídem, pág. 30), afectando a la propia estimación,
186 Luis Carlos Martín Jiménez
SEGUNDO MEINONG
Creemos que hay que ver el último Meinong, el de la Teoría del objeto,
dentro de esta categoría de concepciones de los valores, al entenderlos
con un estatuto a priori, atemporal, especifico por su idealidad (M,), en
esa medida ajenos a la persona (humana o divina) y trascendentales, por
no ser algo humano o reducible a las relaciones humanas, con formato
distributivo, pues su sistematicidad la suponemos en paralelo a los
principios lógicos o las verdades matemáticas, tesis sobre los valores
como objetos ideales definidos desde la Teoría del Objeto del segundo
Meinong que se extenderá con cierto éxito.
Esta etapa, la «Genenstandstheorie», tiene su punto de partida en la
obra Untersuchungen zur Genenstandstheorie und Psychologie de 1904
(Leipzig), y continua en la obra de 1923 cuyo artículo «Autopresentación»
aparece enLeipzig Die Philosophie der Genenswartin selbstderstellungen.
El valor de la Axiologla 189
G. E. MOORE
(13) Para ver los conflictos con la fenomenología son interesantes las críticas de
Hartmann «tendencialmente realista» a la fenomenología, al plantear el paso a la ontología
y la independencia del objeto («Ontología I Fundamentos». Fondo de cultura Económica,
México 1965 (1? edición de 1934)
(14) Del artículo «Alexius Meinong: Uber gegenstadstheorie. Selbstdarstellung»
Felix Meiner, Hamburgo, 1988. recogido por Victor Velarde Mayor, «Revista de filosofía»
3* época, Vol, I (1987, 88) paginas 175-1836, Editorial complutense. Madrid. Sobre el
segundo Meinong es intereseante la tesis doctoral de Millan-Puelles, «El problema del
ente ideal. Un examen a través de Husserl y Hartmann» (C.S.1.C.. Madrid 1947)
190 Luis Carlos Martin Jiménez
El segundo autor que está en las inmediaciones del valor; como dice
J. Miguel Palacios en «Brentano en las inmediaciones del valor» (Revista
de Filosofia, 3* época, vol. III (1990) núm. 4, págs. 239-245), será
Francisco Brentano al diferenciar los tipos de fenómenos psíquicos (Franz
Brentano, El origen del conocimiento moral. Real Sociedad Económica
Matritense de Amigos del País, 1989), y la razón la ponemos en el mismo
punto que en Kant aunque esté a un siglo de distancia; Brentano nos parece
un ejemplo claro de la Idea de Valor como validez, una validez adjetiva,
dependiente del acto correcto, y por tanto con valor, precisamente por
analogía con la Lógica, con los juicios justos «algo es verdadero cuando
si lo admito es justo», asi las reglas lógicas son verdaderas, pues si nos
atenemos a ellas no erramos, pero sino erramos.
El valor de la Axiologla 193
E. HUSSERL
Conocimientos teoréticos:
1. Axiológico no existenciales.
11. Axiológico existenciales.
11. Axiológico desiderativas.
1v. Axiológico prácticas.
El valor de la Axiologla 197
POLÉMICA EHRENFELS-MEINONG
humana exige que el valor absoluto sea reconocido por todos los seres
conscientes, lo que supone un intelectualismo axiológico.
De modo que suponemos en Heyde se muestra la inmanencia cultural
precisamente en postular este valor absoluto, que obligatoriamente, al no
ser una cualidad del objeto, ni ser en si, viendo la independencia de los
valores en sí sin relación a los sujetos como un fantasma, de igual modo
que pone la subjetividad de los valores en su relación con algún sujeto (es
manifiesta su intención crítica contra Scheler y Hartmann) necesita del
componente sentimental del sujeto como polo de la relación, generando
una dirección atributiva de validez general de toda valoración. Con lo
cual se parte de la posibilidad de la correlación, a priori, que el progreso
del conocimiento demostrará con el progreso de la cultura humana.
D. V. HILDEBRAND
R. LE SENNE
del bien» (como valor absoluto), identidad entre valor y valentía, al ser el
«valor entero» que la convierte en el valor moral como tal al «superar el
obstáculo», superación que es el principio de la moral.
d) Valor de la energia psicológica en sí misma, que va de lo
mental a lo espiritual: concurso de sentimientos y unión de corazones
como el valor más íntimo de todos: el amor.
Aqui también notamos la influencia de Hartmann, cuando Le Senne
en la esencia de la inmoralidad afirma que cada valor es autárquico y
recibe sus contenidos de los otros (suponemos que ya no como valores),
pues la inmoralidad y el moralismo como vicio, confunde los valores
con el valor absoluto. Y esto de nuevo porque la solidaridad de todos los
valores (Cap. VII) se da en el valor absoluto de donde se irradian.
J. DE FINANCE
respecto de Dios «sabemos que esta totalidad sólo puede ser concebida
como sujeto» (Ibídem, pág. 253).
Ahora bien, estos valores y Dios como valor «subsistente y personal»,
están tratados al modo de ideales (pues una ciudad de ensueño, bella,
noble y dulce, sólo sería una figuración del ideal, no seria el ideal mismo,
«condicionada en su valor tanto como en su ser» (Ibídem, pág. 343) —
al modo de las cualidades terciarias— pues sólo la cualidad aristotélica
puede comportar oposición de contrariedad —como en Axiología carece
de finalidad introduce la oposición— nos pone delante de un sistema en
que los valores están distribuidos en valores estéticos, de conocimiento,
sociales, £c., en los cuales «la relación de participación o de semejanza
con el Ideal están inscritos en la estructura del elemento natural» (Ibidem,
pág. 383).
Dividiendo la escala de valores definidos y especificados en cuatro
grados:
1- Valores infrahumanos: no valen para el hombre formalmente,
por lo que le hace hombre —los valores de la sensibilidad,
valores biológicos o vitales.
2- Valores humanos inframorales que valen para el hombre según
su diferencia: valores económicos, valores eudenómicos,
valores noéticos, valores estéticos, valores sociales, valores
de la voluntad (natural) que son valores mixtos porque son
exteriores al sujeto espiritual.
3- Valores morales que implican un corte respecto a los
anteriores, pues no les afecta el tiempo y suponen al hombre
en cuanto es libre.
4- Valores religiosos: lo que está consagrado y es la relación al
principio del ser y de todo valor.
Esto nos lleva a una distribución de los valores entre los seres, pues
refiere a su dignidad, pero nunca nos encontramos a Dios definido como
Valor de los valores, ni se postulan principios de vinculación entre
valores, antes bien entre el segundo y el tercer tipo de valores se antepone
un corte que incide en la independencia entre la felicidad (natural) y el
valor moral, precisamente contra la interrelación que suponen los valores
morales para los otros valores en Scheler donde el valor moral se tiene
que dar «a la espalda» de la elección, como ya veremos.
208 Luis Carlos Martín Jiménez
Sin embargo las teorías que más influencia han tenido o las que
más potencia atribuyen a la Idea de Valor, como capaz de ordenar el
conjunto de ideas ontológicas y gnoseológicas, éticas o estéticas, vitales
o económicas, son las teorías objetivistas, metafísicas de los valores,
ya sean en su versión personal (antrópica o anantrópica) o impersonal
(ontoteológicas o conceptualistas) de los valores.
A este bloque de teorías les atribuimos una posición general
sustancialista o absoluta en tanto son desarrollos del espiritualismo,
el cual se define por los actos desde los cuales se entiende a sí mismo
el hombre o la persona humana (esta interpretación «sustancialista»
no resulta incompatible con Scheler sino todo lo contrario, cuando
entendemos la sustancia no al modo aristotélico, o entendida en función
del pensamiento al modo cartesiano, sino como el conjunto de actos
intencionales que entiende el espíritu personal como autónomo), y aquí es
donde los valores tienen una aplicación reiterativa propia en cada orden
de categorías. Así suponemos a diferencia de Lotze, que los valores sin
perjuicio de ser independientes aparecen en los bienes y los actos (M_) y
a la conciencia del sujeto (M,) de modo esencial, sin que esto haga de los
valores entes históricos; lo que sí es histórico será su modo de aparición,
expandiéndose recurrentemente por todos los géneros de materialidad,
aunque estén ontológicamente adscritos a uno de ellos. Como ejemplo
paradigmático y máximo representante por sus repercusiones en el
último siglo, Max Scheler sobresale en esta serie con su Ética. Este grupo
de teorias son las que llevan más lejos la concepción de los valores al
atribuirles la esencialidad, el objetivismo, e incluso llegando al plano
ontológico general, al identificarse con el mismo ser.
Los valores por tanto van a tener el papel fundamental de ser los
elementos que permiten el desarrollo del espiritu mismo, el ejercicio
de sus actividades propias, operatorias, prácticas ya sea el espiritu
humano personal (A. Stern) ya sea el espiritu divino personal (J. Hessen)
El valor de la Axiologla 209
M. SCHELER
cinco estratos del valorar, de las cuales nos parece que la más importante
es la que se refiere al «percibir sentimental de los valores mismos, así
como de la estructura del preferir valores y del amor y odio» (Ibídem,
pág. 410), lo que se llama «ethos».
Ahora bien, la persona (que no se la quiere «sustancializar» para
diferenciarla de la «cosa» al modo asociacionista) es entendida como
una Estructura Metafinita: «en cada acto plenamente concreto se halla
la persona íntegra, y “varia” también toda la persona en y por cada acto,
sin que se agote en cualquiera de sus actos o “cambie” como una cosa
en el tiempo» (Ibidem, pág. 515), precisamente por su identificación con
el «espiritu»: pues todo espiritu es «personal», y Dios «persona de las
personas».
Todo lo cual nos separa de los animales (que también tienen yo —
dice Scheler) refiere al mundo y comprende sus actos en una unidad de
sentido.
Para nosotros es particularmente interesante de este planteamiento
varios aspectos, por ejemplo la infinitud de la persona divina, que por
un lado nos acerca a planteamientos ontológico generales y por otro nos
pone en presencia de una idea enteramente contradictoria; en el plano
gnoseológico el análisis de la Idea de «cualidad» de la que participan los
colores y respecto al papel de la ciencia en la axiología, y sus análisis
sobre la memoria; o bien, las variaciones del «ethos» y los diferentes
tipos de axiomas respecto a las diferentes geometrías, euclidianas o
no cuclidianas, así como la relación que tiene la idea de las personas
colectivas y sus tipos con la teoría de las instituciones del materialismo
filosófico (Ibídem, pág. 688).
Como en el resto de autores caben muchas precisiones, en este sentido
y al nivel que nos movemos nos interesaran las variaciones que se dan
desde 1924 hasta su muerte, lo que va a suscitar una serie de distancias
respecto del catolicismo, por ejemplo en el libro de Karol Wojtyla (Wax
Scheler y la ética cristiana. Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid
1980) las diferencias respecto del deber y del deber cristiano, cuyo ejemplo
es el sermón de la montaña y el valor de la acción como culpa o premio
basado en las sagradas escrituras. O bien como dijimos las distancias del
planteamiento fenomenológico respecto al realismo neotomista de O.
N. Derist, dejando los valores en el plano intencional —inmanente—, y
contraponiendo el plano ontoteológico neotomista del valor ontológico.
216 Luis Carlos Martín Jiménez
J. HESSEN
M. E SCIACCA
Vamos a definir como un tipo de doctrinas de los valores que sin estar
reducidas o especificadas a una especie de valores por su capacidad para
recoger aspectos de los bienes, las acciones o los ideales, sin embargo
tengan su fundamento y su aplicación estricta al campo inmanente de las
personas humanas. En este modo participan versiones del neo-tomismo
que restringen el valor a su uso moral o ético, esto es, circunscriben el
El valor de la Axiologla 22]
valor a la acción del hombre, sin que esto suponga, como decimos un uso
especifico sino genérico, aplicable a los sujetos, las acciones, los bienes,
los juicios de valor, los ideales, los sentimientos, la historia y en todo caso
de modo análogo en el uso del nombre a Dios (Ponferrada).
En las Lecciones fundamentales de la filosofia moral (Biblioteca
Argentina de filosofia, Buenos Aires, 1966) de J. Maritain vemos un
ejemplo de concepción del valor implicado en el problema del bien
moral, en el orden de la especificación, donde el valor se aplica al bien
intrínsecamente bueno de un acto humano pero distinto del fin. Los valores
morales se determinan en el amor y el deseo hacia los actos positivos que
tendrán valor, y al contrario, teniendo un valor supremo cuando el acto
tenga como fin el fin último.
Ahora bien, la tercera lección está dedicada a los Juicios de valor. Dado
que hay un conocimiento filosófico de los valores éticos demostrativo
y científico como especificación autónoma e irreductible del orden
universal, a la graduación de perfecciones que tienen los seres se pueden
aplicar los juicios de valor con verdad o error en función del más o menos
perfecto, siendo Dios la causa primera.
Asi concebidos tenemos dos órdenes autónomos pero relacionados:
el orden trascendente que se rige por la causa primera y el orden de los
valores éticos que se basta a sí mismo: a la razón del hombre y al universo
de la libertad. Es en este donde la noción de fin como causa eficiente hace
del valor la causa formal, aunque dice Maritain todo valor es o puede ser
un fin. Siendo el fin último el bien total (la felicidad); lo cual hace a la
obligación moral descansar sobre el valor que respecto al fin supremo me
obliga por deber, por su valor supremo.
La diferencia con Kant, la pone Maritain en que este deber, fundado
en el valor, manda por el sentimiento de la obligación y no por el valor
formal, pero no es un mero fin o ideal pues el valor se da en el orden de
la esencia —la especificación— y no en el de la existencia, la atracción
del valor.
Razones parecidas encontramos en Gustavo Ponferrada («Metafísica
delos valores», en Sapientia, N* 140, BuenosÁltres, 198 1,pág. 115): el valor
«no es el bonum metafísico surgido del acto de ser y que es co-extensivo
con el ente: es el bien moral que, como es claro, no es “trascendental”, ya
que no se da en todo orden sino en uno muy determinado, el de los actos
voluntarios hechos con conciencia y libertad. Y por analogía, la noción se
extiende al ámbito de las cosas: así se habla de valores estéticos o útiles,
cuyo sujeto no es un acto humano, sino una realidad subsistente», pero
222 Luis Carlos Martín Jiménez
1. El a priori axiológico:
- «creo en este mundo que al mismo tiempo existe y tiene valor.
- «Busco un mundo que al mismo tiempo existe y tiene valor.
2. El a priori subjetivo: «yo aprecio luego soy».
3. El a priori objetivo: «hay valores».
Las ocho clases se dividen en tres según las vivencias del mundo
externo, del prójimo y del mundo interno, lo cual nos da 24 valores.
(16) Las que hemos utilizado son las de Alfred Stern en su Filosofia de los valores,
León Dujovne en su 7eoria de los valores y Filosofia de la Historia, Cap. V; Augusto
Messer en La estimativa o la Filosofía de los valores en la actualidad, Alfonso Rubio y
Rubio en La filosofía de los valores y el Derecho (Preludios a una Estimativa jurídica).
Ed. Jus, México, 1945.
El valor de la Axiologla 227
existente por si» (M. Scheler, El puesto del hombre en el cosmos. Losada,
Buenos Aires 1938, pág. 72).
Naturalmente las variaciones en lo que respecta a su Axiología
no afectan al sistema entero, pues los valores siguen siendo a priori,
atemporales aunque el tiempo adquiera una direccionalidad precisa,
así como sigue siendo una concepción general, sin embargo suponen
que la atributividad ya no se establece desde un orden teológico al que
los valores morales se atienen, con un «orden» que permitía hablar de
desorden o desvíos del corazón (De lo eterno en el hombre), pues se
abandona al Dios cristiano (ya sea por las razones que sean: la incidencia
de la causalidad tomista en la iglesia (esta es la razón según Llanvias de
Azevedo, Max Scheler. Editorial Nova, Buenos Aires, 1965), o razones
de tipo personal como su separación matrimonial), lo que se hace patente
en las modificaciones que el propio Scheler propone para su Ética en
el prólogo a la 3* edición??, que inciden en la eliminación de la idea de
micro y macrocosmos junto a otras que tienden a «soltar» los valores
de la persona, sobretodo la divina, y situarlos junto a los ideales (así
suelen aparecer en El puesto del hombre en el cosmos** y en El saber y
la cultura).
En resumen creemos que el cambio fundamental que implica el
«panenteísmo» de corte histórico teogónico, en el terreno axiológico
afecta sobre todo al fundamento de los valores, que se quedarían adscritos
Ser-bien= simetría.
Existencia-valor= simetría imperfecta por la libertad.
Real-ideal= simetría inversa (lo uno le falta a lo otro).
Hay que agradecer a Raymond Ruyer (La filosofia del valor, Fondo
de Cultura Económica, México 1969) cierta claridad expositiva que no
se encuentra en otros autores, no sólo por ver en el terreno axiológico
una filosofía general y no especial, al ver el valor en tratados de Teología
(Lossky), de Psicología (Perry), de Sociología (Bouglé), de Economía
Política (Peroux), de Lógica (Lalande) o de Filosofía general (Kóhler),
sino por ejercitar el criterio de generalidad que nosotros atribuimos a esta
columna, tesis principal de Ruyer, y es la de que «todo valor implica
siempre al conjunto del esquema: agente x + dominio de encarnación
actual > ideal» (Ibídem, pág. 83). Lo cual también le sirve de criterio para
clasificar las teorías de los valores: Naturalismo (el segundo), idealismo
de la libertad (el primero) e idealismo objetivo (el ideal).
Ahora bien esa claridad expositiva, se pierde cuando como pasa en
otros axiólogos tratan de unificar en un sistema «mediador» los más
diversos antagonismos.
En principio parece evidente que los valores como tales «no existen
como las cosas, están fuera del tiempo, como las esencias (la igualdad, dc.)
y subsisten como una cierta naturaleza posible, que se realiza» (Ibídem,
pág. 15), aspecto en el que ponemos la inmanencia (aunque se diga en el
capítulo dedicado al valor como acto del agente que son «intemporales y
trascendentes» (Zbidem, pág. 65), esta trascendentalidad está referida a la
actividad axiológica no al valor como tal. Y esto en cuanto el valor esta
aunado a la conciencia capaz de percibirlo (exista o no orgánicamente),
con lo cual se forman los valores tipo que son históricos. En esa medida
El valor de la Axiologla 239
E. TROELTSCH
E. MOUNIER
M. WEBER
entonces tan ligados entre sí, que casi llega a ser irresistible la tentación de
violentar la realidad para consolidar la validez efectiva de la construcción
en la realidad» (Ibidem, pág. 178. Aquí tendriamos que introducir la idea
de las estructuraciones metafinitas, y los casos de las ideas aureolares de
democracia, ézc.).
De modo que la tarea del cientifico social es la construcción de tipos
puros que nos permitan medir las desviaciones de los agentes si hubieran
conocido todas las circunstancias (como se ve las tesis marginalistas
de Menger o Jevons están aquí presentes). Es más, «cuanto más clara
y agudamente estén construidos los tipos ideales —en otras palabras,
cuanto menos realistas sean en este sentido— mejor realizan su función,
que es terminológica y clasificatoria además de heurística» (Ibidem, pág
36). Y aquí se ven las diferencias con el otro plano, el práctico, cuanto
que la acción «racional en cuanto a sus valores, en el sentido de constituir
un intento de realización de un valor absoluto: en tal caso el agente
puede creer conscientemente en el valor intrínseco e incondicional de
un género determinado de acción en nombre de un valor estético, ético,
religioso o de otra índole, puramente y por sí mismo, al margen de sus
consecuencias» (Ibídem, pág. 42), por ejemplo, «de quien actúa del todo
racionalmente en el sentido de intentar realizar un valor absoluto es aquel
hombre que, con desprecio de las consecuencias posibles, actúa por
convicción de lo que es el deber, el honor, la belleza, la doctrina religiosa,
la piedad o la importancia de una «causa» cualquiera» (Ibídem, pág 43);
aquí se ve muy bien la aplicación del «imperativo categórico» kantiano
utilizado en sentido positivo, en la indiferencia de una «norma válida» a
sus consecuencias.
Pasemos a especificar el problema de su confusión, el de la
«Wertfreiheib» o «neutralidad valorativa» —problema con el que empieza
el «texto base» de Gustavo Bueno que tomamos como referencia de
salida «Sobre la imparcialidad del historiador y otras cuestiones...»—,
en el texto traducido «Los juicios de valor en ciencia social », publicado
en 1917, pero que se trata de un informe interno de discusión presentado
en 1913 a la Asociación de Política Social.
Bien, pues aqui Weber señala taxativamente la responsabilidad
culpable que supone eliminar los juicios de valor dentro de las cátedras de
la disciplina por cuanto es «irrealizable» (Ibídem, pág. 50), por tanto no
sólo hay que partir de la distinción hecho empírico, valoración práctica,
ética o ideológica, sino que hay que discutirla, como «mínimo absoluto
que cabe exigir».
El valor de la Axiologla 255
valores económicos «los primeros por ser los más generales» (Ibidem,
pág. 164), de modo que los valores políticos pueden ser también valores
éticos, «en tanto son reconocidos y afirmados por una conciencia moral»
(Ibidem, pág. 201).
Se puede ver fácilmente el carácter inmanente de estas posiciones
pues implican la conciencia donde se dan, de modo especifico pues todos
pertenecen a la categoría social, puestos históricamente y adquiriendo y
perdiendo su vigencia, permitirán a esta idea proliferar en el terreno de las
explicaciones que sobre creencias, ideologías, gustos y toda materia de
«conciencias o emociones sociales» quepa recoger empíricamente.
Aires 1959), pero lo cierto es que ha sido continuado por discípulos como
C. Bouglé (Legons de sociología sur l'evolutión des valeurs), cuando
entienden realidad y valor como análogas y a la historia de los valores
como una diferenciación mutua, en una Ley de Heterogeneidad: desde la
homogeneidad primitiva de la religión, establecida a través de la división
del trabajo, que en sus puntos de intersección hace surgir la personalidad
«original y autónoma», y se tiende a lograr la armónica coordinación de
los valores en la compleja vida social.
En todo caso volviendo al maestro, lo ideal surge de lo real social
«1ipso facto», de modo que la sociedad como sujeto axiológico se expresa
por las conciencias individuales y el objeto axiológico como ideal se
constituye en obligación (el debería) y en aspiración que se propone como
objetivo, lo que explica la violencia externa e interna.
Juicios de valor y juicios de realidad irían referidos a dos tipos de
«realidades» con la misma objetividad. Fruto de dos tipos de capacidades
en el hombre, la de pensar lo real y la de pensar lo ideal, respecto de lo
cual las cosas serían valoradas.
Y estos ideales, ¿de dónde vienen? Vendrian del cuerpo social
organizado (sociedad orgánica frente a la mecánica) como un todo, en
un orden nuevo o vida psíquica colectiva, que en la cooperación de las
conciencias, organizan un conjunto de ideales colectivos; «el valor de
las cosas proviene de su realización con aspectos de lo ideal», tanto es
así, que la diferencia con las ideas está en el aspecto lógico: los juicios
analíticos serían los juicios de existencia en que el ideal es simbolo de
la cosa y los juicios sintéticos son los juicios de valor en que la cosa es
simbolo del ideal.
De modo que todos los órdenes de valores se interpretan
sociológicamente: el bien es lo conforme a la norma, lo sagrado es lo
social que trasciende al individuo por la comunión y el ceremonial, el
valor económico tendrá en cuenta las representaciones colectivas, igual
el arte o la lógica, la verdad es un límite del acuerdo social y de un ideal
armónico.
Esta absorción sociológica no puede ser asumida desde ningún otro
presupuesto, salvo para concepciones cercanas a la sociología, aunque es
práctica habitual de la dialéctica entre doctrinas axiológicas. La crítica
que sale al paso inmediatamente sitúa al tipo social como un valor
dado pero inserto en otras escalas o bien respecto a valores absolutos
(Raymond Ruyer, La filosofia del valor. Fondo de Cultura Económica,
México 1969).
El valor de la Axiologla 259
S. ALEXANDER
J. ORTEGA Y GASSET
W. DILTHEY
(20) Ver a este respecto el artículo de Guy van Kerckhoven «El desarrollo de la idea
de psicología en W. Dilthey. En torno a las ideas y su lectura fenomenológico». Revista
de Filosofia, 3* época, vol. XIT (1999), n* 1, págs. 157-198. Servicio de Publicaciones de
Universidad Complutense, Madrid.
El valor de la Axiologla 27]
pues, más general que la que se haga acerca de los fundamentos de las
valoraciones» (l/bidem, pág. 266).
De modo parecido se expresa Russell (en contra de posiciones
anteriores inspiradas en Moore), «cuando afirmamos que esto o aquello
tiene «valor», estamos dando expresión a nuestras propias emociones,
no a un hecho que seguiría siendo cierto aunque nuestros sentimientos
personales fueran diferentes» (B. Russell, Ética y Ciencia. FCE, México
1965, pág. 158); aunque en El impacto de la ciencia en la sociedad
(Capítulo: «La ciencia y los valores») de 1952 hace depender los valores
del deseo, del sentimiento o de la voluntad, correspondiendo a la razón
conseguir los medios para alcanzar o realizar la felicidad de la humanidad.
J. ECHEVERRÍA
(Q1) J. Echeverría, Ciencia y valores. Ediciones Destino, Madrid 2002; que junto a
algunos colaboradores han realizado recientemente publicaciones y cursos en el CSIC, en
el que se encuentra el libro de Armando Menéndez Viso, Las ciencias y el origen de los
valores. Siglo XXI, Madrid 2005; al que ya nos hemos referido, y que creemos es un caso
típico de falta de criterios para tratar el tema, tanto en la exposición de doctrinas, como en
la solución que ofrece el autor: «un valor es un todo resultado de una medida», pág. 187,
mezclando las especies de valor, sin atender a su dialéctica con la virtud.
El valor de la Axiologla 273
M. ROKEACH
LA AXIOLOGÍA CUBANA
R. EUCKEN
Sin embargo hay que decir que esta obra que analizamos en lo que
nos compete, parece cambiar de discurso cuando se introduce el carácter
histórico de la creación de los valores (pues al parecer la gestación de la
obra fue larga y se dio en dos grandes fases), pues «toda labor cultural
basada en valoraciones objetivas se nos presenta como una construcción
progresiva, como una creación de valores», «sólo en virtud de ese trabajo
se va erigiendo gradualmente el mundo moral o mundo de los valores»
(Ibidem, pág. 401), y en este sentido: «la creación humana de valores
puede, pues, compararse a una corriente que jamás calma su lecho y que
fluye, a veces alli donde el álveo es más profundo» (Ibídem, pág. 527).
Lo que lleva del psicologismo inicial a un historicismo: «En los
pueblos y en las culturas nacionales no impera predominantemente un
valor único, sino que se fundan en síntesis de valores ya históricos que
sólo podrán ser integramente comprendidas por el examen de toda su
historia» (Ibidem, pág. 483).
Estas son las líneas maestras del carácter genérico de los valores y que
dan lugar a diferentes tipos ideales de individualidad: el hombre teórico,
económico, estético, social, político o religioso según el valor que prime.
En todo caso la sistemática atributiva aparece tanto en su engarce
moral como en su dependencia religiosa: «la moral es reconocible como
la forma del deber ser que viene a añadirse a los contenidos de valor de la
vida —los anteriores— según su sustancia, en la orientación hacia el valor
supremo objetivo, que ya por el hecho de dirigirnos a él en la intención,
nos perfecciona en nuestra esencia» (Ibidem, pág. 343); aspectos que no
implican su aprioricidad, pues el mundo de los valores se crea, ni implica
su independencia del hombre, en cuyas vivencias aparecen, lo que
constituye el marco de su estudio: «no disponemos, en absoluto, de otro
instrumento cognoscitivo, para la creación de productos espirituales que
la estructura espiritual individual» (Zbídem, pág. 90), pero que en cuanto
a su unidad nos remite a Dios, que se revela como suprema vivencia de
valor, metafísica, no fenomenológica.
Hemos escogido la obra de Alejandro Korn por ser quizás donde mejor
vemos el carácter creador, histórico, pero en este caso con fundamento
inmanente al propio hombre, por la persona.
El valor de la Axiologla 283
toda coerción lógica» (Ibidem, pág. 155), y esta de nuevo nos remite a la
libertad: «En la personalidad humana se halla, pues, la raigambre común
de todas las valoraciones. Yo fijo los valores; yo también los niego»
(Ibidem, pág. 164); pues también el más misero de los mortales aspira a
realizar su libertad personal» (Ibídem, pág. 167).
devenir abierto pues «la libertad no está antes o después de cada momento
histórico, sino en cada momento de su desarrollo» (M. Reale, Experiencia
e cultura. Ed. Grijalbo-EDUSP, Sao Paulo 1977, pág. 227), plasmándose
en la cultura: «la cultura representa el resultado de la filtración final de la
temporalidad» (Ibídem, pág. 224).
Proceso entendido todo él desde un espiritualismo creador cuyo
valor positivo primordial consiste en «la capacidad del espiritu para
manifestarse de infinitos modos y para reaccionar fecundamente ante el
imprevisible y sorprendente juego de las circunstancias, componiendo
en una sintesis creadora y vital el disperso y fragmentado mundo de las
experiencias particulares» (M. Reale, Filosofía do Dereito, pág. 223,
Trad. cast, pág. 197).
Ahora bien, esto nos llevaría a posiciones cercanas a los culturalistas
sino fuera por el papel de la persona como valor fundamental o valor
fuente que es la condición y fundamento de todos los demás: la persona
humana. En el cual vemos el principio atributivo y metafinito de los
valores pues todas las constelaciones axiológicas «gravitan en torno al
valor primordial o fundamental de la persona humana, en razón del cual
y por el cual, todos los valores valen» (Ibidem, pág. 237. Trad. cast, pág.
199). Este carácter personalista que al parecer le viene de Mounier, junto
a la libertad, permiten que el hombre en el plano práctico-moral pueda
dar sentido a su propia realidad, pues todo acto (incluso los cognitivos)
implica una acción libre «por la razón fundamental de ser la libertad la
raíz misma del espiritw», al igual que la «ética es la realización de la
libertad» (Ibídem, pág. 219), lugar donde interviene la persona como
autoconciencia de su dignidad, en cuanto significado que adquiere su
propia vida, como valor y fuente de todo valor.
Esta ontología de la libertad hace de la persona una naturaleza onto-
axlológica en que «el ser del hombre es su deber ser» —expresión que
como señala Ángeles Mateos, pág. 470 (Tesis, nota 54), aparece en muchas
de sus obras: Experiencia e Cultura, pág. 195; Teoria Tridimensional
do Direito, pág. 138; Filosofia do Direito, págs. 204 y ss.—, lo que
extendido sobre la cultura permite entender toda la filosofía y el derecho
desde la axiología, pues los objetos culturales son «entendidos como
aquellos que son en cuanto deben ser» (M. Reale, Paradigmas da Cultura
Contemporánea. Saraiva, Sao Paulo 1994, pág. 75), como productos
objetivados de los diferentes actos de libertad estimativa del espiritu,
dentro de la historia y cuya fuente es la persona.
286 Luis Carlos Martín Jiménez
Sin duda hay que poner en las palabras del final del capitulo 1 de La
Genealogía de la Moral (PPP Ediciones, Madrid 1985) la idea de lo que se
ha dado en llamar «axiología»: «Aprovecho la oportunidad que me brinda
este tratado para formular de una forma pública y formal un deseo que
288 Luis Carlos Martín Jiménez
(23) Ya nos hemos referido a la lectura de M. Heidegger, Nietzsche, Vol. 1, II. Destino,
Barcelona 2000. Donde el problema del valor aparece relacionado con todas y cada una
de las ideas de Nietzsche: «Nietzsche desde su posición metafísica fundamental, puede
interpretar la comprensión platónica del ente, las ideas y por lo tanto lo suprasensible, como
valores. En esta interpretación toda la filosofia desde Platón se convierte en metafísica de
los valores», pág. 222; o más adelante: «Nietzsche experimenta el movimiento histórico
del nihilismo como una historia de la desvalorización de los valores supremos válidos
hasta el momento. Por la misma razón, se representa la superación como transvaloración
y la lleva a cabo no sólo en una nueva posición de valores sino de manera tal que
experimenta a la voluntad de poder como el principio de la nueva —y en el fondo de
toda— posición de valores. El pensamiento en términos de valor se eleva ahora al rango
de principio», pág. 277.
El valor de la Axiologla 289
Alianza Editorial, Madrid 1993, pág. 22), en tanto como buen «espíritu
libre» se tiende a totalizar las antítesis (bueno/malo, verdadero/falso),
en términos de valores (estamos en 1885): «La creencia básica de los
metafísicos es la creencia en las antítesis de los valores» (Ibidem, pág.
22). Lo cual nos pone en presencia de un tratamiento de los valores en
términos de sistemas (tablas dirá Nietzsche) atributivos, en tanto crear
valores no puede perder de vista como tal, las transvaloraciones de las
anteriores, pues el filósofo: «espíritu libre» y casi todas las cosas, a fin de
recorrer el círculo entero de los valores y de los sentimientos de valor del
hombre y a fin de poder mirar con muchos ojos y conciencias.... todas
estas cosas son únicamente condiciones previas de su tarea: esta misma
quiere algo distinto, —cexige que él cree valores» (Ibídem, pág. 155),
dentro de la dinámica esclavos/señores que se establece desde la voluntad
de poder: «La especie aristocrática del hombre se siente a si misma como
determinadora de los valores, no tiene necesidad de dejarse autorizar, su
juicio es —lo que me es perjudicial a mi, es perjudicial en sí», sabe que
ella es la que otorga dignidad en absoluto a las cosas, ella es creadora de
valores» (Ibidem, págs. 223-224),
Como se ve hacia La Genealogía de la moral todas estas ideas ya está
perfectamente orientadas y se formulan así: «¿en qué condiciones inventó
el hombre las valoraciones contenidas en los términos bueno y malvado?,
y ¿qué valor tienen en sí mismos?¿ Han obstaculizado o han favorecido
el desarrollo humano?¿son una señal de escasez, de empobrecimiento,
de degeneración de la vida, o manifiestan, por el contrario, la plenitud,
la fuerza, la voluntad, el valor, la confianza y el futuro de la vida?» (F.
Nietzsche, La genealogía de la moral, págs. 39-40), ¿cómo no ver una
doctrina de los valores en Nietzsche, en torno precisamente a la vida?,
pues a esta se recurre como criterio (lo que en un principio no pasaba),
criterio que sirve para entender al propio hombre: «el hombre se designa
como el ser que mide valores, que valora y mide, como «el animal tasador
en si» (/bídem, pág. 90), recurriendo a expresiones metafinitas usuales
en axiología: «la ausencia de dolor. Los que sufren, los radicalmente
alterados pueden considerar legitimamente que esto es ya el bien supremo,
el valor de los valores» (Zbídem, pág. 156); lo cual nos va acercando a la
voluntad de poder transcendente a los hombres, siendo ella misma un
valor frente a otros, lo que será tema de sus últimas obras. Principalmente
en el proyecto de la «La voluntad de poder» o como titula en El ocaso
de los idolos (Ediciones PPP, Madrid 1985, pág. 36): «la inversión de
todos los valores», de la que esta obra parece ser su primer libro. Donde
encontramos ya perfectamente delineado el plano de la trascendencia que
292 Luis Carlos Martín Jiménez
R. MULLER-FREIENFELS
(24) De este autor sólo hemos encontrado traducciones que tengan referencias a los
valores en su libro Tu alma y la ajena, por lo demás hay exposiciones en W. Stern (Filosofía
de los valores) y R. Ruyer (La filosofía del valor), principalmente de su Grundziige einer
neuen Wertlehre de 1919. Nos remitimos al artículo de Gustavo Bueno que nos sirve de
base: “Sobre la imparcialidad del historiador y otras cuestiones de la teoría de la historia”,
El Catoblepas n* 35, enero 2005,
El valor de la Axiologla 297
de la cultura—, de modo que puede hacer una crítica del naturalismo (la
realidad misma es valiosa) y del positivismo al absorber el deber ser en el
derecho producido por el pueblo, de modo que entre el juicio de valor y el
juicio de la realidad existe un tercer estadio intermediario: la cultura (G.
Radbruck, «Introducción a la ciencia del derecho». Revista de Derecho
Privado, Madrid 1930); donde la idea (pura forma mental) constituye el
valor al que se dirige y pretende realizar; de modo que será universal e
incondicionalmente válido, pues es un ser puramente formal.
Radbruch pone la moral como fin y fundamento de la validez del
derecho y la justicia como valor se constituye en un deber ético y moral;
pero como el valor justicia es formal, se necesitan valores materiales
para superar el relativismo; estos son: los valores de la persona, los
valores colectivos y los valores del trabajo (que toma de E. Lask y F.
Tónnnies), y que originan tres sistemas de valores: sistema individual,
correspondiéndole la libertad —los partidos liberales—, diferenciándose
de la igualdad de los socialistas por especificar la libertad como económica
y social (la igualdad); sistema supra-individual, el poder del Estado; y
sistema cultural.
De modo que el relativismo de Radbruch es el presupuesto para la
democracia, así como su relativismo gnoseológico sirve de crítica al
absolutismo.
Es necesario hacer notar cómo aparecerán estos argumentos en las
explicaciones que ya hemos expuesto (en el caso de Peces-Barba) sobre la
justificación de la inserción del sintagma, «valores superiores» en nuestra
constitución, aunque suponemos que se mezclan con otras concepciones
como las de Coing.
La crítica al relativismo ético-jurídico la hizo Carl August Emge
(Uber das Grunddogma des rechtsphilosophischen Relativismos. Walter
Rothschild, Berlín-Leipzig 1916) diferenciando tres especies o formas
de relativismo juridico: el relativismo empirico-normativo o ético-
normativo (G. Jellinek y M. Weber), el relativismo psicosociológico (H.
Kantorowicz y Félix Somló) y el relativismo estrictamente ético-juridico
(E. Lask y G. Radbruch), pero que coinciden en entender los valores
como inestables, variables, y carentes de la cualidad de lo absoluto (al
menos cognoscitivamente).
De modo que Emge trata de determinar el contenido material de los
valores a través de los conceptos de sentido y de fin u objetivo (zweck),
primero superponiendo la filosofía del derecho a las ciencias jurídicas
particulares a través de enunciados comprobables y constatables, de
El valor de la Axiologla 307
modo que son los valores los que determinan cómo debe ser el derecho y
cada norma jurídica concreta.
Es precisamente esta idea de sentido recurrente en axiología un
criterio de la clasificación de las doctrinas que hemos utilizado en nuestra
tabla.
Max Ernst Mayer es otro neokantiano del que cabe resaltar su obra
de 1922 Rechtsphilosophie (M. E. Mayer, Filosofía del derecho. Labor,
Barcelona 1937); aqui se parte de la cultura donde se entrelazan en una
unidad la realidad y el valor, definiéndola como «la realidad transformada
en realidad valiosa, o bien, un valor convertido en realidad» (Zbidem, pág.
81), aunque quiere desvincular el concepto del derecho de la idea del
derecho y superar el relativismo, entendiendo los valores como idealidades
supra-empíricas que no pueden ser absolutos, sino relativos, o bien a la
persona o bien a la cultura; el relativismo crítico que presenta, condiciona
los valores a el contexto cultural en el que surgen, permitiendo determinar
la rectitud de ciertas determinaciones del valor respecto al contexto
cultural, permitiendo ordenar los diversos valores según el grado de su
relatividad según el valor más condicionado o el menos condicionado.
De modo que una vez descartados el valor de la justicia como formal y
el del poder como fin lícito, afirma el de la humanidad como único valor
que soporta la idea del derecho como la menos condicionada de todas:
«aquello que es propio al hombre en si, dejando atrás todas las diferencias
accidentales como nacionalidad, religión, raza, para no tener en cuenta
más que aquello que hace al hombre, hombre» (Zbidem, págs. 156-168).
Estas son las especies de fundamentación que suponemos actúan en torno
al eticismo de los derechos humanos, hoy tan presentes en la legislación
española y europea.
Ahora bien la filosofía de los valores surgidas de Scheler y Hartmann
también han servido para desbordar el conflicto tusnaturalismo-
¡uspositivismo, al hacer referencia a aquellas entidades que dotan al
orden jurídico de un contenido material objetivo y que no son otros que
los valores.
En este sentido Helmul Coing (Fundamentos de filosofia del derecho,
Ariel, Barcelona 1961) entiende que el derecho siendo una creación
humana no es arbitraria, al haber ciertas legalidades esenciales dadas
en la materia jurídica, sirviendo a ciertos fines objetivos en los que
encuentra su fundamento y su razón de ser. De modo que partiendo de
la intencionalidad del hombre, el contenido del orden social es resultado
del sentimiento y de las tendencias vivas que habitan en su alma. Será a
308 Luis Carlos Martin Jiménez
través de la conciencia de los valores como los creadores del derecho —el
legislador y el juez— van determinando con sus propias valoraciones,
que a la vez son el reflejo de las valoraciones del grupo al que pertenecen,
los contenidos normativos del derecho.
Enfrentándose con el nihilismo o escepticismo moral que lleva al
relatrvismo ontológico (que afecta al propio Kelsen, cuando afirma que a
la norma jurídica le es indiferente la validez del derecho) y al relativismo
axiológico que lleva al relativismo gnoseológico de los valores
(relativismo kantiano que identifica con Stammler, al partir del origen de
los sentimientos en los estímulos y a Max Weber que en su «politeismo
de los valores» no pone más aval que la convicción personal; incluso a
Radbruch con su justicia formal).
Los valores, siguiendo a Scheler y Hartmann, son esencias
independientes de nuestra conciencia, pues aunque el sentimiento de valor
no puede ser comprobado experimentalmente ni implica el consensus
omnium, permiten atisbar la verdad sobre el contenido de los diversos
valores morales, e incluso a través del análisis de la historia y de las
culturas se pueden deducir las jerarquías valorativas.
Coiné sigue a Radbruch en poner a la Justicia como primer valor del
Derecho, cuya nota esencial es la igualdad, apoyado en las consideraciones
de Hartmann sobre este valor en su Ética; la apelación al deber ser que
se fundamenta en los valores implica una moralización del derecho con
la inclusión de los valores de justicia, libertad, igualdad y dignidad de la
persona, sin que esto signifique confundirlos.
En cuanto al orden jurídico, es la esfera en que se realiza la dignidad
humana al garantizar las condiciones necesarias para la libertad y la
responsabilidad del hombre, su autonomia. Por tanto en cuanto seres
ideales, el ideal del derecho es el «objetivo ideal a cuya realización debe
orientarse todo orden jurídico» (Ibídem, pág. 162) como modelos fuera
del devenir histórico, aunque sean los modelos para la legislación y la
jurisprudencia, «todo juez justo debe llevar en el corazón la idea del
Derecho, como todo buen legislador debe orientar hacia ella su actividad»
(Ibidem, pág. 161).
Para nosotros lo fundamental es remarcar como los valores se
introducen en el derecho en virtud de la intencionalidad humana, la cual,
apoyada en la conciencia del derecho, es capaz de dotar ala norma jurídica
de contenidos axiológicos, lo que da lugar a la formación de los conceptos
jurídicos. Estos son de dos clases: conceptos generales empíricos (de
objetos o de hechos importantes —precio, sueldo, £c.) o de conceptos
El valor de la Axiologla 309
historia del advenimiento del problema que esta teoría quiere resolver».
Problema gnoseológico que trataremos al final de este capítulo y al que
encuentra dos respuestas que van en la misma dirección: la primera de
Raymond Bayer («Valeur et Réalite», en L "homme et son prochain, PUE,
Paris 1956), explica que la nueva física hace homogéneo el Universo,
dejando a la realidad aparente mostrada por cualidades y valores como
«simples sombras o proyecciones antropomórficas» en una unidad del
ser en que desaparece la libertad. Por ello la filosofía de los valores,
busca la autonomía, «el valor sólo se afirma oponiéndose a la realidad».
La segunda de Emile Bréhier («Doutes sur la philosophie des valeurs»,
Revue de métaphysique et de morale, 1939), sostiene que ante la caída
de la Teodicea en el XIX se replantea el tema de los valores universales.
En líneas generales estamos de acuerdo con los diagnósticos
propuestos, no sólo porque se percibía de este modo desde ambos bandos,
sino porque con el ajuste de las ciencias humanas a lo largo de todo el
siglo XX y la suerte que corren las filosofías espiritualistas coinciden en
la «caída en desgracia» de la Axiología.
Por tanto partimos como diagnóstico general (que ya tenía Marx
respecto del espiritualismo) que la Axiología surge en un contexto
muy determinado, esto es, como respuesta a la reducción del monismo
materialista que surge con gran fuerza en torno a las ciencias naturales
en Alemania y cuyo éxito asusta en la medida en que acompaña a las
transformaciones sociales y económicas de la industrialización de finales
del siglo XIX. No podemos entrar a considerar este fenómeno, bastaría
remitirnos al éxito de los sucesivos positivismos (sociales, evolucionistas)
que quizás debido a su éxito son especialmente virulentos en Alemania,
con figuras como Carlos Vogt (La fe del carbonero y la ciencia, 1854),
Luis Birchner (Fuerza y materia, 1855) o Ernesto Haeckel (Los enigmas
del mundo, 1899); doctrinas, algunas de las cuales hemos tratado aqui,
como las filosofías vitalistas o energentistas, caso de Guillermo Ostwald
(La energía y sus trasformaciones, 1888).
En este sentido parece que hay un cierto consenso entre los
historiadores de la Axiología. Ya hemos citado la opinión de varios de
ellos, tanto más cuanto que no hay otras hipótesis explicativas al respecto;
a no ser aquellas que suponen a la axiología apareciendo como última
explicación de la historia, bien por las etapas de desenvolvimiento de la
cultura al modo de Rickert, bien por la devaluación e inversión de lo que
no parecía un valor, al modo de Nietzsche, bien por el descubrimiento
322 Luis Carlos Martin Jiménez
Por fin Locke (Essay; IL, VIIL 8-9, cfr. ) separa cualidades primarias,
que son las originales de los cuerpos (e inseparables de ellos) y las
cualidades secundarias que son posibilidades (powers) de producir
sensaciones mediante las primarias (colores, sonidos y gustos); a este
respecto hay que hacer notar la referencia a los colores en axiologías muy
distintas; motivo prácticamente constante, principalmente como ejemplo
que se usa para explicar las cualidades o relaciones de valor a través de
un hecho patente en la experiencia cotidiana y al que se refieren una y
otra vez Scheler, Hessen, Polin, Messer, 4c.; la explicación suponemos
que pasa por M,, cuando las teorías corpusculares u ondulatorias sacan
los colores del ámbito de las cualidades secundarias e introduciéndolas
en leyes de alguna manera siguen exigiendo en cuanto percepciones la
participación del sujeto.
Berkeley por su parte (Tres diálogos, Principios, Int. Sec. 9-15)
entiende las cualidades secundarias como colores y sonidos, aunque
desde el esse esf percipi queda vacia la distinción principalmente por ser
ésta una filosofía cualitativa radical.
Llegado aquí, es muy interesante ver como Kant diferencia en la
categoría de la cualidad, la realidad, la negación y la limitación: asi la
cualidad es la cantidad del continuo; en general sólo puede conocerse a
priori en las cantidades una sola cualidad «es decir la continuidad, y en
toda cualidad (en lo real del fenómeno) sólo puede conocerse su cantidad
intensiva, perteneciendo todo lo demás a la experiencia». De modo que a
priori sólo se da la continuidad.
La interpretación axiológica que se daría de este problema será
tajante; por un lado la materia se adscribe al continuismo monista y
a la contigúidad causal; en cambio la forma se adscribe a los valores
como cualidades dadas al espiritu en la memoria, las semejanzas o los
fenómenos psicológicos o intencionales.
Por tanto la conexión entre la ruptura del continuismo monista
materialista (el Sujeto incluido en el objeto) y el espiritualismo de corte
neokantiano (el Objeto incluido en el Sujeto), la ponemos en paralelo a la
sustantificación de los términos sujeto-objeto por el catolicismo terciario,
al eliminar los «entendimientos y sensibilidades» animales del mundo y
con ello las relaciones angulares.
La conexión historiográfica que cabe reconocer entre el mecanicismo
radial, asumido en forma de circularismo antropológico de la inversión
teológica, en que se elimina el eje angular (las capacidades cognoscitivas
y volitivas de los animales) volcándolos en el sujeto (espiritual), se
El valor de la Axiologla 327?
este motivo por el que no podemos tomar distancias entre el sujeto y sus
valoraciones, no hay libertad valorativa, o dicho de otro modo «libertad de
conciencia»; aunque tampoco se efectúan las operaciones valorativas en
el vacio, sino in media res, en virtud de la dialéctica entre los «esquemas
de identidad» o armaduras que son las instituciones como complejos
normativos en los que se dan los sujetos y sus valoraciones, de modo
que los sujetos y los bienes paramétricos se relacionan funcionalmente,
V=f(B, S), en armaduras o contextos determinantes, que pueden ser
instituciones complejas en symploké con otras, de donde se siguen
incompatibilidades que imposibilitan un «reino de los valores» o escalas
jerárquicas; antes al contrario, la problemática constitutiva del campo es
tan pregnante que como hemos visto ha conducido a una multiplicidad de
doctrinas filosóficas.
1- Desprendimiento/Incorporación.
2- No desborde/Desborde/Reorganización.
Para ver este asunto vamos a aplicar las ideas sobre las estructuras
metafinitas en el análisis de las teorías sobre los valores en la tercera y
cuarta especie de valor (la idea de valor absoluta y la axiológica).
En principio si partimos de que los valores se dan en los bienes de
forma diversa, implicando multiplicidad de valoraciones en las sociedades
o en el sujeto, no restaría para entender que en si mismos estén unidos
sistemáticamente compartiendo una misma universalidad semántica; esto
querría decir que:
Ciencias axiológicas
Supondremos que:
A- La distancia apotética es un fenómeno al implicar semejanzas.
B- La distancia implica la memoria y el recuerdo (percepción de
una distancia).
C- Las distancias tienen que ver con las prolepsis (finalidad como
coordinación de objetos apotéticos operables).
es constitutiva para que la norma sea norma; no ocurre asi en las leyes
cientificas, pues no implican las operaciones de los sujetos para existir
(aunque sí para constituirse). Pero esta dialéctica no es meramente
abstracta o teórica, metodológica, sino que es real, está involucrada en el
propio desarrollo en lucha de las instituciones en que se desarrolla la vida
de los hombres, múltiples y en symploké de intereses y fines. Por tanto es
a ésta a la que hay que acudir para ver los fulcros reales que hay bajo las
doctrinas metafísicas de los valores.
Capítulo 10
Introducción a una doctrina funcional de los valores
A- Plano fenomenológico:
a- Entidades corpóreas sueltas, múltiples necesariamente,
amorfas, que soportará la atribución de valor.
b- Fase de configuración, o composición entre las partes que las
sitúa mutuamente, (y que puedan estar hipostasiados como
valores anteriores a los propios bienes —Scheler—).
efectiva) del esquema de identidad normativo (el deber ser), al margen del
cual la valoración pierde su carecer racional, pero que ceñida totalmente
a la misma, «mecánicamente» (según el carácter ciego o repetitivo de la
tradición) perdería su connotación personal —lo que en el límite se da en
los valores de verdad—.
El llamado «problema del valor» quedaría disuelto en la medida en que
el elemento subjetivo («los bienes valen porque los apreciamos») deriva
del carácter «objetivo» de la confluencia y conflicto entre instituciones, en
el límite por lo menos de dos: la persona según los proyectos individuales
(donde se sitúa el individuo corpóreo) y la institución donde se inserta
(y al contrario, cuando el bien es la propia institución personal, desde
aquellas que la determinan, sea la familia, la nación o el estado); a su
vez, el elemento objetivo («se aprecia un bien porque vale») necesita
ser asumida por un sujeto activo, presente, si no quiere perder su propia
identidad como tal bien, esto es, las operaciones evaluativas físicas o
pragmáticas. Quedando los valores como las resultancias funcionales
entre las rectificaciones operativas causales de las evaluaciones sobre
las fracturas o conflictos de los esquemas de identidad institucional (las
normas) donde actúan los sujetos.
Las funciones proposicionales que tomábamos como principios
arquitectónicos de la axiologia quedan así desactivadas y trituradas en una
pluralidad en principio abierta o indefinida; a saber, la principal «el sentido
de la vida humana deriva de los valores», y las que tomábamos como
principios de columna: «el hombre se valida desde los valores (verdad)»,
«el hombre se entiende a sí mismo por los valores (sustancia), «el hombre
se realiza a si mismo (conciencia)» y «el hombre se determina a sí mismo
(libertad)»; se nos pluralizan desde sus modos metafísicos cuando la
función toma parámetros personales e institucionales concretas, precisas,
históricas, adquiriendo sentido o efectividad, esto es, arrojan valores, nos
muestran la dirección a la que efectivamente tienden como confluencia
dialéctica (conflictiva) los sujetos y las instituciones en que entender
los discursos axiológicos; la cual no puede estar determinada de ante
mano pero tampoco queda indefinida, aleatoria o fruto de la valoración
subjetiva o aislada, dado que ya están dados los marcos normativos en que
se determinan sus valores respectivos. Sólo haciendo abstracción de este
hecho un sujeto o grupo se cree con derecho de cambiar las cosas (en este
sentido se podría entender el papel de la propia filosofía idealista), pero
ésta es una mera impresión, un valor formal vacio que pide el principio,
el valor como efecto que sólo en contextos determinantes muy precisos
384 Luis Carlos Martin Jiménez
de la teoría unitaria del valor, pero sin embargo afirma en Las formas
elementales de la vida religiosa que todas las grandes instituciones
sociales han nacido de la religión (de la magia vendría la técnica), aunque
las relaciones entre el valor religioso y el económico se desconozcan; de
modo que desde el hecho social a que atiende la sociología, se pasa a la
persona con valor incomparable, fruto del progreso de la sociedad; así
la diversidad de valores deriva de la evolución de las sociedades, y la
persona seria mas persona cuanto permite rebelarse contra la sociedad.
Para C. Bouglé (Lecons de sociologie sur l'evolutión des valeurs) la
realidad y el valor son análogos, en tanto más resistencia a la realidad más
valor y relieve adquiere el valor. La historia de los valores es su deslinde
mutuo, en una ley de heterogeneidad desde la homogeneidad primitiva de
la religión, por la división del trabajo.
También queremos hacer referencia al pragmatismo de Dewey, en
su Teoría de la valoración (Teoría de la valoración: un debate con el
positivismo sobre la dicotomía hechos/valores. Biblioteca Nueva,
Madrid 2008, que en principio se quería llamar Teoría de los valores)
por varios motivos; por ejemplo por la pretensión de salir del mentalismo
(con la crítica al psicologismo del interés o del deseo), la idea de fin-a-
la-vista (con la crítica a la idea de fin o valor intrínseco), el atenerse a
los términos físicos, la visión de las operaciones racionales valorativas
en marcos racionales causales, la supresión de la división mundo de los
hechosímundo de los valores por la interrelación entre medios y fines; y
aunque no se centra explícitamente en la idea de Institución, sin embargo
tampoco está su exposición exenta de ella aunque dentro de un humanismo
genérico: «Gobierno, negocios, arte, religión..., todas las instituciones
sociales tienen su significado, un propósito. El propósito es liberar y
desarrollar las capacidades de los individuos humanos sin intención a la
raza, el sexo, la clase o el estatus económico. Y esto es lo mismo que decir
que el test de su valor es en qué medida esas instituciones educan a cada
uno de los individuos en toda su amplitud de posibilidades» (J. Dewey,
La reconstrucción de la filosofía. Planeta De Agostini, Barcelona 1993).
Otro tanto tendríamos que decir de R, B. Perry (General Theory of
Value [1926]: Realism of Value, Á critique of Human civilización [1954)),
al definir el valor como el objeto de interés e identificar los reinos del valor
con las Instituciones que estudiarian las ciencias culturales: educación,
religión, «tc.
Habría que preguntar por la validez de esta correspondencia, sobre
todo cuando las instituciones como «columna jónica» o «guerra» poco o
388 Luis Carlos Martin Jiménez
La crítica que por tanto cabe hacer desde los presupuestos que
hemos manejado en esta tesis irán dirigidos contra aquellas ideas que en
la actualidad reproduzcan la hipóstasis de algún aspecto de la realidad
humana identificándolo con la idea de valor (en su tercera o cuarta
especie), en tanto tenga capacidad para alcanzar la idea de valor absoluto
o por le menos de pertenecer a la clase de los «valores».
Es en este sentido en el que cabe reconocer dos formas de hipóstasis
derivadas de los polos en torno a los cuales se dan los valores, los sujetos
y sus relaciones mutuas, lo que entenderemos como eje circular, y los
bienes o los objetos que se establezcan en sus relaciones con los hombres
en el eje radial.
Desde el primer modo hablariíamos por un lado de Ideas aureolares
(los valores de la Democracia, la Solidaridad, la Paz, c.), presentes
hoy en dia de múltiples formas en torno a un atomismo de los valores
configurado sobre la persona humana, o mejor dicho dirigido al consumo
de ideología por el individuo soberano; y por otro lado, de los fetiches
como bienes culturales o artísticos, que en el límite están ajenos a los
valores de cambio.
404 Luis Carlos Martín Jiménez
que hay que acatar. Los bienes artisticos y culturales como «valores
supremos» son los grandes fetiches que hay que adorar en el tiempo de
ocio; tanto como las palabras que miticamente se refieren a ellos.
perjuicio de que sea virtual o potencial), por ello es una «idea infecta o
aureolar».
S1 partimos de los usos actuales, podemos identificar los valores
como «enclasamientos de ideas aureolares»; pues aplicarles la crítica,
supone que cada valor particular (y su unión como clase) es más que la
característica de la función, o sea, cuando la idea adquiere una «esencia» es
cuando está determinada en alguno de sus modelos, pero no en todos pues
no pueden co-existir (como ocurría con las especies de triangulo), pues
desde la perspectiva fenoménica, cada valor se corresponde con procesos
B-operatorios, no ciclicos, con unicidad, pero impredecibles en su esencia
y su existencia. Es una idea aureolada «en devenir» como tal idea (lo que
quiere decir que no es una idea), sino una idea oblicua, cuya plataforma
es su supuesto cumplimiento (de modo que toda idea aureolada implica
petición de principio); mientras que en la idea utópica la «parte virtual»
ha de figurar como irrealizable, en la idea aureolada la «parte virtual» es
constitutiva, supuesta sin realidad, del sentido de la parte real (pasa con el
imperio universal, la iglesia católica, la democracia, el comunismo, 4c.)
Por tanto no es un «hecho», es un fenómeno envuelto en alguna teoría
en torno a una idea o modelo determinado.
S1 suponemos que estos conjuntos de valores distributivos forman la
acepción más común en la actualidad (el atomismo de los valores), habrá
que concluir que estos «valores superiores» (en fórmula de la Constitución
Española de 1978) en que se aglutinan, las Ideas de Humanidad,
Globalización, Justicia, $2c., no existen, ni existen haciéndose; como
sí ocurre con las realidades procesuales no autotéticas o cíclicas (como
puede ser la Idea de Estado). Éstas tienen una existencia inseparable
del contenido de su esencia, y recíprocamente. Están en función de la
realidad de su futuro o «realización». Pero en cuanto disociables, hay
posibles alternativas diferentes en contenido con una misma existencia.
En líneas generales nos situariamos frente al capitalismo industrial
y el comunismo que asumen una concepción monista de la naturaleza y
la humanidad, y por tanto creen en una «ley» del destino y el progreso,
y frente al anarquismo (pluralismo radical) que entiende toda acción de
valor dada desde iniciativas particulares, desde una humanidad plural
que actúa desde las partes. Frente a ambas ideologías hay que situar un
pluralismo institucional en symploké, donde de hecho se efectúan las
valoraciones causales en orden a sostener esos esquemas de identidad, lo
que supondrá desplazamientos de otros.
El valor de la Axiologla 407
utilicen el axio en este sentido, sino que hablan del valor (andreía) en
cuanto parte de la excelencia (la arere), quedando reservado el axio
principalmente al terreno de la Economía y siempre de modo adjetivo
(como prefijo).
Lo cual nos ha exigido reconstruir la dialéctica de sentidos entre el
valor (andreía) y la virtud (aretfe), que al incorporar campos significativos
del axio, iniciándose en los estoicos y los usos del latín clásico a través del
valeo de donde derivan las acepciones modernas, llega a su consumación
en el castellano de la España del siglo XV; lo que en síntesis consiste en
la transformación del valor subjetual como parte de la virtud en Grecia, a
la virtud como parte del valor metafísico. De modo que hemos constatado
a través de una serie de textos «mundanos» suficientemente significativos
de la España «imperial» (si el idioma culto, académico, era el latin),
el uso de una acepción presente en múltiples categorías, desarrollo de
la segunda especie, que de un modo extensivo y recurrente aparece en
textos políticos, legales, o en tratados de matemáticas, de lingúística, y
sobretodo de economía; pero lo más interesante es que nos ha permitido
poner de manifiesto la aparición en el siglo XV, de un sentido absoluto
de la idea de valor teológico o metafísico; idea en la que creemos aún se
mueve el Kant de la Fundamentación de la metafísica de las costumbres.
Ahora bien, esto no nos autoriza a hablar de un tratamiento filosófico,
sea especifica o genéricamente de la Idea de Valor, hay que esperar a
la dialéctica o confluencia conflictiva de la segunda especie de valor, el
valor relativo dado en estructuras categoriales y el valor absoluto, a través
de nuevo de la economía (los desarrollos de las teorías del valor en la
economía política de todo el siglo XIX en el contexto de la vinculación
protestante entre los dones del espiritu y la riqueza —Weber— que exige
conectar lo que en el catolicismo era inconmensurable); una economía
política que hará de resorte para la utilización sistemática de la idea de
valor filosófica (axiológica), pero ya crítica respecto de la segunda y
tercera especie que vemos aparecer en Lotze y luego va cristalizando en
autores como Ehrenfels, Meinong, Nietzsche o las filosofías neokantianas;
proceso constitutivo que explica la aparición de la acepción plural,
valores, enlazados en una unidad o mundo sustantivado, o bien dispersos
y dependientes de diversos fundamentos.
Y aquí la dificultad es mayor cuanto situados en el terreno propio
de la axiología hemos pretendido ofrecer los criterios que nos permiten
clasificar las diferentes doctrinas o concepciones de los valores de modo
que se reproduzca lo más fielmente posible la polémica que anima
412 Luis Carlos Martín Jiménez
INTRODUCCIÓN +. oooococcccocccccoccoonoconnocononooncnononononnorannn
nn annie nono r nro nrnnnna cian ianrs errrrra rear 5
1. Del monismo al atomismo de los valores 5
AP VE Ln
YCONCEPCIONES
DE LOS VALORES POR AUTORES oia ricino rin rr rr rima. 169
5.1. Valores atemporales, específicos con fundamento
personal trascendente y sistemática distributiva: R. H. LOTZÉE ooo 169
5.2. Valores atemporales, especificos, con fundamento
personal trascendental y sistemática atributiva: W. WINDELBAND -.................. 178
6.2.2. Los valores y la Doctrina tradicional del Derecho Natura! ................ 311
BIBLIOGRAFÍA a 113
¿Por qué hoy en día se insiste en “educar en valores”?
¿por qué según el artículo 1.1 de la Constitución española nos
guían “valores superiores”? ¿qué tiene que ver la valentía de
un guerrero con la validez de la lógica o la valoración de un
inmueble? ¿qué tienen que ver los valores de una ecuación
con los valores espirituales?¿puede entenderse qué son los
valores y cómo se diferencian?¿son independientes de los
bienes y los sujetost¿desde qué criterios preguntamos st la
valoración pone el valor o el valor determina la valoración?
¿que fundamenta su orden en jerarquías?¿es posible la
neutralidad axiológica o a todo valor se le opone un contravalor?
Más de un siglo de teorías y concepciones de los valores han
pretendido responder a estas y otras cuestiones olvidando que
ya en el S. XVI español se hablaba del “valor de los valores”,
del “valor infinito de Dios”, de “valores intrínsecos” y de
“intrínsecos valores”.
La pluralidad de disciplinas axtológicas que nacen en la Alemania
de finales del S, XIX, donde las tecnologías están cambiando
vertiginosamente la vida humana, reaccionan frente a filosofías
mecanicistas, economicistas y matertalistas desde la teología
protestante, la fenomenología, la psicología, el historicismo
u otras disciplinas “humanas” que como la jurisprudencia
o la pedagogía expanden el campo de la idea de valor y la
terminología de los valores.
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