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M3 Epistemologia - 230705 - 100729

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Clase 12-M3 (LA SOCIOLOGÍA DEL

CONOCIMIENTO CIENTÍFICO)
La distinción entre contexto de descubrimiento y contexto de justificación nos permite analizar algunos giros
significativos en la reflexión sobre la ciencia. La sociología de la ciencia se interesa por la génesis del conocimiento
científico y de todo el entorno institucional que acompaña a su emergencia. Veremos en esta lectura que el énfasis en el
carácter social de la ciencia se ha diversificado en diversas tendencias o programas.
Sociología clásica de la ciencia

Para comprender los debates en los que surge la Sociología de la Ciencia, en primer lugar, debemos remontarnos a su
versión clásica con la escuela norteamericana de Robert Merton (1910-2003), que se desarrolló fundamentalmente en
las décadas del 30 y 40. En la tradición de sociología de la ciencia suele identificarse a Merton como su primer
exponente. El foco central de su perspectiva se encontraba en la estructura social de las comunidades científicas, los
sistemas de creencias y las necesidades técnicas necesarias para el desarrollo de la ciencia moderna. No obstante, ya
cerca de los años 50 y 60, en Europa, y bajo la influencia de la obra de Kuhn, se formaron versiones alternativas a la
ciencia mertoniana, que se construyeron en oposición a esta como una nueva Sociología del Conocimiento Científico.

La Sociología de la Ciencia mertoniana compartía, junto con la CH, la necesaria diferencia entre el conocimiento científico y el resto de
los conocimientos y las creencias culturales, es decir, sostenía un criterio fuerte de demarcación científica (Palma, 2008). Esto tenía, al
menos, dos consecuencias: por un lado, consideraba que las relaciones entre los factores sociales y la ciencia tenían una serie de
particularidades diferentes a las de los otros tipos de conocimientos; por otro lado, entendía que no debía trabajar sobre los contenidos
de ciencia, ya que esa tarea estaba reservada a la Lógica y la Epistemología, tal como pregonaba la CH.

Uno de los puntos clave de la sociología mertoniana fue sostener la demarcación entre contexto de descubrimiento
y contexto de justificación: la sociología de la ciencia debía mantenerse apartada de todas aquellas cuestiones
relativas a la validación del conocimiento científico; no formaba parte de su injerencia el estudio de los contenidos y
productos de la ciencia. Prevalece la idea en aquel momento (primeras décadas del siglo XX) que la sociología debía
ocuparse únicamente de lo que Reinchebach llamó contexto de descubrimiento:

Los contenidos de la ciencia, así, constituían una especie de "caja negra" para el análisis
sociológico. Podían estudiarse tanto las relaciones internas entre los científicos como las
repercusiones sociales y culturales de la ciencia, pero el conocimiento científico como tal era
autónomo, suprasocial, dotado de características como objetividad, racionalidad,
intersubjetividad, verdad, etcétera, independiente de influencias externas y desarrollándose
progresivamente según reglas internas.

Merton consideraba que los objetivos de la Sociología de la Ciencia eran dos:

Por otro lado, la realización de un análisis funcional de esa


Por un lado, el estudio de la interdependencia entre la ciencia y la
interdependencia, es decir, indagar, en términos funcionales, su
estructura social, en el que la ciencia se comprende como una
grado de integración. En este marco, Merton destacó una tensión
institución social diferenciada que entra en relación con otras
entre el código político o de lealtad al Estado y el código ético de
instituciones sociales.
la ciencia, al que llamó ethos de la ciencia.

El ethos científico

Las consideraciones éticas no son ajenas al desempeño científico. El ethos científico hace referencia al deber ser de la
ciencia. Merton caracteriza a la ciencia como como una institución social estructurada sobre normas que surgen de
usos y costumbres ligados al ejercicio de la profesión científica. Estas normas conforman lo que él denomina
el ethos científico y que define como:
- Un complejo de tono emocional de reglas, prescripciones, costumbres, creencias, valores y supuestos previos que se
supone que atan al científico. ...Este ethos, como los códigos sociales en general, es apoyado por los sentimientos de
aquellos a quienes se aplica.

Estas reglas, prescripciones, creencias, etcétera, que moldean la actividad científica pueden ser transmitidas
por diversas vías:

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por el ejemplo;

en forma de órdenes:

en forma de permisos;

a modo de prohibiciones;

por el precepto o la enseñanza;

por encontrase reforzadas por sanciones o recompensas.

¿Cuáles son las normas que componen el ethos mertoniano? ¿qué valores de la ciencia reconoce este autor
como esenciales, es decir, como aquellos que deben reglar e inspirar el comportamiento legítimo en la ciencia?

Universalismo

Esto quiere decir que los criterios de validez científica deben sobreponerse a cuestiones personales o privadas, es decir, no atañen a
cuestiones relativas a quién la practica (nacionalidad, género, clase social, etcétera). Por otra parte, la construcción de un cuerpo de
conocimiento certificado o fiable acerca del mundo debe trascender el ámbito personal y todos podemos ser constructores potenciales
del mismo.

Comunismo

Este valor resalta la comprensión del conocimiento científico como un bien social o colectivo, con independencia de qué parte de los
descubrimientos han sido hechos por unos u otros científicos. Pensemos, por ejemplo, cuánto se ha dicho sobre la carrera científica
desmedida por encontrar la vacuna para el virus COVID-19 (carrera en la que intervienen, entre otros, factores políticos y financieros) y
cómo se remarca que el resultado, el hallazgo final de la vacuna, no pertenece a una comunidad científica en particular sino al conjunto
de la sociedad; se entiende que es un logro de la comunidad humana. De modo que se considera que todos deberían tener el mismo
acceso a los bienes científicos. Desde esta mirada, el secretismo es lo opuesto a esta norma ya que atenta contra la colaboración.

Desinterés

Se supone que la actuación en la ciencia no debe estar regida por intereses personales sino en beneficio de una tarea común.
Consideremos, por ejemplo, que una transgresión a esta norma estaría dada por sostener como principal incentivo el afán de lucro
privado. Se entiende que sin dejar de resultar beneficiosa para quien los realice, ese beneficio no debe entorpecer un fin mayor que es
el desarrollo del conocimiento certificado.

Escepticismo organizado

Esta norma nos habla de la importancia de mantener una actitud crítica con respecto a la ciencia, es decir, de la importancia de
examinar y juzgar los conocimientos con independencia de las creencias o las opiniones personales. La ciencia no arroja resultados
indubitables: sus hipótesis o teorías se consideran siempre revisables y es aquí en donde radica lo que diferencia a la ciencia del
dogma o de la imposición autoritaria de una idea. Como dice Palma, “El investigador científico ha de ser un pensador crítico, no un
fanático de una secta”

Los valores o normas enunciadas por el sociólogo Robert K. Merton en la primera mitad del siglo pasado han
experimentado muchas revisiones.
Desde hace un tiempo, las normas mertonianas han sido objeto de numerosos estudios y actualizaciones,
particularmente a raíz de la tendencia creciente a alinear los intereses de investigación con las oportunidades de
financiación.
En los años 60, se cuestionó fuertemente la sociología mertoniana ya que fue la época en la que se fortalecieron las
críticas a la CH. Este rechazo se concentró, fundamentalmente, en la comprensión del conocimiento científico como caja
negra.

Las sociologías del conocimiento científico


Debido a los debates críticos con respecto a la CH, surgieron nuevos marcos teóricos dentro de las sociologías del
conocimiento científico. Toda una serie de trabajos sociológicos heterogéneos se agruparon bajo cinco principios.

Principio de naturalización
Se desestima la distinción entre contextos de descubrimiento y justificación porque se
comprende que “el proceso de producción de conocimiento tiene relevancia epistémica”. Este

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principio trae como consecuencia que se privilegie el análisis descriptivo antes que el
prescriptivo de la Filosofía de la Ciencia.

Principio de relativismo
Se cuestiona la posibilidad de que existan criterios fundamentales que puedan garantizar la
verdad o la racionalidad del conocimiento científico. Estos criterios también se encuentran
sometidos al devenir histórico y a la contingencia de los procesos sociales y políticos de cada
época. De este modo, se comprende que ni la producción, ni el desarrollo o el cambio del
conocimiento científico son procesos autónomos, sino que se relacionan con el momento y el
lugar en el que se instituyen.

Principio de constructivismo
Se plantea que en la medida en que la experiencia es dependiente de los contextos y los
marcos de aprendizajes, las representaciones científicas no son un reflejo de la realidad.
Tanto el conocimiento como la realidad son una construcción social.

Principio de causación social


Se subraya que los científicos están insertos en comunidades organizadas socialmente de
modo que el conocimiento que producen responde a esta organización social y a sus normas

Principio de instrumentalidad
Poner en evidencia que el conocimiento científico se distingue por su eficacia y su efectividad
en relación con otros conocimientos, por eso posee una función instrumental. De este modo,
se pone de manifiesto que el conocimiento sirve para conseguir ciertos fines o satisfacer
determinados intereses.

El programa fuerte
Una de las líneas de estudio más importantes dentro del campo de la sociología de la ciencia es el llamado strong
programme, desarrollado en la década de 1970 en la Science Studies Unit de Edimburgo. Sus principales exponentes
emblemáticos son David Edge, David Bloor y Barry Barnes.
Este programa considera que todo conocimiento está determinado socialmente porque aquello que se considera ciencia
se encuentra definido por la sociedad en la que se desarrolla; los investigadores son sujetos sociales condicionados por
la comunidad científica en la que están inscriptos, y la profesionalización de la actividad científica genera que esta se
vea condicionada por los factores macrosociales que impactan en el funcionamiento de la sociedad (Palma, 2008). En
base a ello, el programa fuerte se presenta como una voz fuertemente crítica con relación a la autonomía de la ciencia
respecto de la sociedad; cuestionamiento que llega a enfatizar la dependencia de la naturaleza de la investigación
científica a las condiciones sociales de su producción.

Este programa fuerte de la Sociología del Conocimiento se definió a partir de cuatro principios programáticos que fueron
formulados por Bloor (1998):
1. Debe ser causal, es decir, ocuparse de las condiciones que dan lugar a las creencias o a los estados de
conocimiento. Naturalmente, habrá otros tipos de causas además de las sociales que contribuyan a dar lugar a una
creencia.
2. Debe ser imparcial con respecto a la verdad y falsedad, la racionalidad y la irracionalidad, el éxito o el fracaso.
Ambos lados de estas dicotomías exigen explicación.

3. Debe ser simétrica en su estilo de explicación. Los mismos tipos de causas deben explicar, digamos, las creencias
falsas y las verdaderas.
4. Debe ser reflexiva. En principio, sus patrones de explicación deberían ser aplicables a la sociología misma. Como
requisito de simetría, esta es una respuesta a la necesidad de buscar explicaciones generales. Se trata de un

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requerimiento obvio de principio, porque, de otro modo, la sociología sería una refutación viva de sus propias teorías.
Estos cuatro principios, de causalidad, imparcialidad, simetría y reflexividad, definen lo que se llamará el programa
fuerte en sociología del conocimiento. No son en absoluto nuevos, pero representan una amalgama de los rasgos más
optimistas y cientificistas que se pueden encontrar en Durkheim, Mannheim y Zaniecki. (p. 38).
Para los adherentes al programa fuerte, el conocimiento es definido como una creencia verdadera, es decir, aquello que
los individuos asimilan como conocimiento. Es posible atribuirles causas sociales a los contenidos de la ciencia y esta
deja de ser entendida como una caja negra. Por eso, el programa fuerte de la Sociología del Conocimiento indaga en las
causas materiales, que son el resultado de otros procesos en los que intervienen diversos intereses. Este programa
buscó “demostrar empíricamente ...que existen redes de expectativas e intereses que determinan las creencias que, a
su vez, guían la observación y afectan también a los resultados de la ciencia y a su evaluación” (Palma, 2008, p. 111).
Estos pueden ser ideológicos o instrumentales. Los intereses ideológicos son aquellos que se vinculan con la
organización social en la que se desarrolla ese conocimiento y son más influyentes en los procesos de evaluación y las
disputas en busca de consenso de la comunidad científica. Los intereses instrumentales se centran en la predicción, la
manipulación y el control del medio y guían los distintos intereses cognoscitivos y epistémicos especializados tales como
la búsqueda de leyes efectivas y la elaboración de conceptualizaciones poderosas (Palma, 2008).

Es importante mencionar que se han desarrollado numerosas líneas de estudio a partir de


objeciones hechas al programa fuerte. Algunas de ellas son el programa relativista y el
constructivista.

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Clase 13 - M3 (INCOMENSURALIDAD)
El concepto de inconmensurabilidad se aplica a la relación que existe entre dos teorías o paradigmas rivales. Este es,
podríamos decir, su dominio más acotado. Sin embargo, su alcance es tan amplio y drástico que no es posible
comprender, sin recurrir a esta noción, la magnitud de una de las crisis más profundas en la reflexión sobre la
racionalidad y la objetividad en la ciencia.

La noción de inconmensurabilidad es, sin duda, una de las más polémicas y también más
distorsionadas de la obra de Kuhn. Tratándose de un componente esencial de su modelo de
cambio teórico en la ciencia es preciso comprender por qué se constituyó en un eje decisivo y
con implicancias de largo alcance.

Recordemos que, para la concepción heredada o la epistemología clásica de la ciencia, las teorías eran
conmensurables, es decir, podían ser comparadas entre sí y acumuladas. En este rasgo descansaba el progreso de la
ciencia, visto como una acumulación a lo largo del tiempo, que apuntaba a la subsunción de unas teorías en otras más
amplias.

Cuando Kuhn conoció a Paul Feyerabend advirtieron que ambos habían arribado, simultánea e
independientemente, a la idea de inconmensurabilidad para caracterizar la relación que existe entre dos teorías o
paradigmas rivales. Aunque entre ellos hay algunas diferencias de fondo, coinciden en cuestionar la imagen
acumulativa del conocimiento, una tesis central de la CH según la cual la ciencia es una empresa que se
desarrolla esencialmente por la acumulación gradual y constante de conocimientos. Ambos pretendían, en cierta
forma, reemplazar esta visión con una tesis mucho más radical.

Se instala cierta ausencia de medida común entre teorías rivales: como el paradigma estructura la percepción, el cambio
implica que ya no es posible la comparación entre paradigmas, debido a que se genera una ruptura entre sus marcos
conceptuales. Esta ausencia de medida común se ubica en un terreno semántico porque no se pueden correlacionar
semánticamente los conceptos básicos entre teorías sucesivas. En cierta forma, una se vuelve ininteligible para la otra
debido a la transformación de significado que experimentan sus términos básicos después de una revolución. Así,
cuando hablamos de cambio de paradigma, estamos frente a nuevos hechos que, de algún modo, son inexistentes para
el paradigma anterior.

¿A qué se refiere Kuhn con “un uso más amplio”?


Está claro que, de acuerdo con la definición de paradigma, después de una revolución no es dable decir que uno y otro
paradigma hacen referencia a la misma clase de objetos, pero estas diferencias no se reducen al hecho de hablar de
cosas completamente diferentes. La ausencia de una medida común entre teorías o paradigmas sucesivos dentro de la
misma disciplina va más allá del significado.

Para comprender este punto pensemos en qué compromisos integran los paradigmas. Como
vimos, un paradigma está compuesto no solo de términos o nociones básicas, sino también
de instrumentos y procedimientos experimentales, de herramientas formales, de entidades y
procesos que se postulan como existentes, de criterios de evaluación, etcétera. De modo
que, la inconmensurabilidad entre paradigmas sucesivos puede estar acompañada de un
amplio espectro de transformaciones que revelan que este fenómeno no se agota en un
problema de índole lingüística. Así, puede haber diferencias cognitivas, perceptuales,
instrumentales, metodológicas, entre otras.

Con todo, es importante puntualizar aquella formulación de la inconmensurabilidad más centrada en lo semántico a la que Kuhn se
abocará en sus trabajos de los años setenta. Es en este marco en donde se introduce la comparación entre el fenómeno de la
inconmensurabilidad y el de la imposibilidad completa de traducción: cuando se afirma que dos teorías son inconmensurables, esto
quiere decir que hay una divergencia semántica de fondo en el sentido de que sus lenguajes no son completamente
traducibles entre sí.

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Consideremos el siguiente ejemplo:

Antes de esta transición (de la astronomía ptolomeica a la copernicana), la Luna era un caso paradigmático de
planeta, el Sol también era un planeta y la Tierra estaba fuera de discusión; después, la Tierra pasó a ser un planeta
como Marte y Júpiter, el Sol pasó a ser una estrella, y la Luna se catalogó como un nuevo tipo de objeto, un satélite.
Es claro que la referencia del término “planeta” se alteró de manera drástica, alteración que no se puede interpretar
como una mera corrección puntual en el sistema ptolomeico. Se trata de un cambio que involucra una modificación
de los principios teóricos fundamentales –de las supuestas leyes de la naturaleza-, junto con una manera diferente
de asociar los términos con los objetos del dominio de investigación. Cuando ocurre un cambio de este tipo tienen
que surgir problemas insuperables de traducción. Por ejemplo: el contenido semántico de la afirmación copernicana
“los planetas giran alrededor del Sol” no se puede expresar en ningún enunciado que remita a la taxonomía celeste
supuesta en la afirmación ptolomeica “los planetas giran alrededor de la Tierra”. El término “planeta”, que aparece
en ambas, refiere a conjuntos de objetos que a pesar de traslaparse no contienen los mismos cuerpos celestes.
(Pérez Ransanz, 1999, p. 93).

Supongamos, de acuerdo con lo que hemos dicho, que intentáramos traducir el significado del término “planeta” usando
un traductor de Google diseñado a partir de la mirada de Kuhn sobre la inconmensurabilidad. ¿Qué ocurría?

El traductor de Google Translate, una de las principales herramientas de consulta a la hora de entender un idioma.

En esta situación, en lugar de “inglés” o “español” tendría “astronomía ptolomeica” y “astronomía copernicana”, y
usamos la expresión “planeta” para traducir. Como acabamos de ver, ese objeto, que pertenece al mismo dominio de
investigación (la astronomía) ha sufrido una alteración crucial en su referencia. De modo que, no es posible una
traducción literal porque refieren a distintas cosas. En otras palabras, ese cambio ha devenido en una cierta forma de
intraducibilidad.
¿Esto significa que no hay ninguna base semántica común? ¿Deberíamos descartar de plano cualquier intento de
traducción?
La crítica ha interpretado la inconmensurabilidad como imposibilidad total de comparación y esta lectura desencadenó
fuertes polémicas. Es por ello que Kuhn, en sus últimos escritos, hace algunas rectificaciones sustantivas a esta noción
y prefiere hablar de inconmensurabilidad local: habría un “resto” semántico que se preserva como un cuerpo de
conocimiento compartido entre paradigmas sucesivos. En otras palabras, la imposibilidad de comparación no es
absoluta. Hay cierta conmensurabilidad que subsiste entre paradigmas rivales por lo que cierta traducción es posible.

Implicancias
Se ha argumentado que la noción de inconmensurabilidad desencadena un relativismo epistemológico (el significado de
los términos depende de la teoría) y desafía el carácter racional de la ciencia. Kuhn cuestionó estas acusaciones
argumentando que hay criterios o principios objetivos que guían la elección entre teorías o paradigmas rivales, pero
desde una concepción de racionalidad distinta a la tradicional.

💡 La otra crítica que le hicieron a Kuhn fue que su concepto de inconmensurabilidad hacía imposible el progreso
de la ciencia. No obstante, la epistemología de Kuhn, efectivamente, cuestiona que el progreso de la ciencia
sea el equivalente de un mayor conocimiento de la naturaleza de las cosas como si fuera una mejor ontología.

Sin embargo, para Kuhn si existe el progreso:

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Las teorías científicas posteriores son mejores que las anteriores para resolver enigmas en los medios a menudo
distintos a los que se aplican. Tal no es una posición relativista y muestra el sentido en el cual sí soy un convencido
creyente en el progreso científico... Como respuesta a enigmas, como instrumentos de predicción, y como teorías más
exactas (matemáticamente) hay un progreso de Aristóteles a Newton, y de éste a Einstein. Pero en su sucesión no
puedo ver una dirección coherente de desarrollo ontológico.

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