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Arqueológicas31 08 Quispe

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ARQUEOLÓGICAS

2022 N° 31 pp. 207 - 231

LA WAK’A TETEQAQA: UNA ESCULTURA MONUMENTAL INKA


EN CUSCO, PERÚ

THE TETEQAQA WAK’A: A MONUMENTAL INKA SCULPTURE


IN CUSCO, PERU

Hubert Quispe-Bustamante

Resumen

La Wak’a Teteqaqa fue un templo Inka en las montañas del Cusco. La creación de tallados
sobre el afloramiento rocoso con cánones naturalista, abstracto y figurativo fue la forma
de apropiación de una geografía ya religiosa desde tiempos preinkas, para transformarlo
en un santuario con fines imperiales. Este estudio identificó la escultura monumental Inka
del paisaje. Las tallas reflejan un significado de las simbologías plasmadas en las composi-
ciones escultóricas, concluyendo que en esta wak’a están coexistiendo rituales para el Inti,
la Pachamama, los Mallqui, al Inka, Amaru y la Qochamama.

Palabras Clave: Escultura Monumental, Estado Inka, religión Inka, ancestros, culto al
agua, wak’a.

Abstract

The Teteqaqa Wak’a was an Inka temple in the mountains of Cusco. The creation of carvings
on the rocky outcrop with naturalistic, abstract, and figurative canons constituted the

Hubert Quispe-Bustamante. Departamento de Investigación, ZUAYER Consultores y Ejecutores S.A.C., Cus-


co, Perú (zuayersac@gmail.com)

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appropriation of a sector that was already religious since pre-Inka times, thus transforming
it into a sanctuary for imperial purposes. This study identified the wak’a as an example
of monumental Inka sculpture in the landscape. The carvings reflect the meaning of the
symbologies in the sculptural compositions, indicating that rituals for Inti, Pachamama, the
Mallqui, the Inka, Amaru and Qochamama are coexisting.

Keywords: Monumental sculpture; Inka state; Inka religion; ancestors; water cult; wak’a.

La escultura monumental en América prehispánica, específicamente en los Andes Centrales,


presenta una problemática sobre qué significa. La Escultura Monumental Inka (EMI) no se
explica como un templo, pero si como parte de la arquitectura. De esta manera, aún no llega
a comprenderse el porqué de su existencia en el paisaje. Actualmente, persiste una inexacta
comprensión sobre los tallados o elementos escultóricos en las composiciones de las EMI.
Las investigaciones no registran estos tallados y no logran confirmar los ritos y fiestas.
De este modo, la arqueología no cuenta con herramientas suficientes para comprender la
religión Inka, y menos la andina.

El objetivo de este estudio fue concebir la significación del monumento a través


del descifrado de los tallados, contrastando con la teoría de la Escultura Monumental
Inka. Hoy gracias a su mimetismo con la naturaleza, las EMI sobrevivieron y pueden
ser registradas, contrastadas e interpretadas de forma sistemática.

En la región existen áreas geográficas donde su concentración se hace más


visible, como es el caso de Perú (Saywite, Cusco, Ollantaytambo, Machupicchu,
Chinchero, Vilcabamba, Vilcashuaman, Huaytará, Áncash e Ilave), Bolivia (Isla del
Sol, Samaypata y Copacabana) y Ecuador (Ingapirca). A partir del presente estudio
de la EMI de Teteqaqa del Cusco, se propone que fue un templo Inka o wak’a del tipo
rocoso. A continuación, se expone como los inkas manipulaban ritualmente los talla-
dos de la roca en composiciones, y se manifiesta que la EMI de Teteqaqa escenificó
posibles actos rituales y ceremonias dedicadas al sol, a la tierra, los gobernantes, el
agua y los ancestros.

La Escultura Monumental Mundial

La escultura es una de las artes más desarrolladas en la mayoría de las civilizaciones,


pero la escultura monumental no fue desarrollada en todas las sociedades. Por su tamaño
gigantesco, fueron difíciles de producir y generalmente requieren la administración de
mano de obra especializada, recursos exorbitantes y tiempo. La escultura monumental está
compuesta por tallados en alto relieve, medio relieve y bajo relieve; su elaboración tuvo
un especial significado para las culturas que las crearon. De esta manera, sus funciones
varían en: rituales, símbolos de poder, emblemas regionales, centros religiosos, propaganda
estatal, marketing social, sensibilización y hechos históricos.

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QUISPE/La Wak’a Teteqaqa: una escultura monumental Inka en Cusco, Perú

La escultura monumental mundial antigua se revela en tres principales categorías:


Un primer grupo corresponde a las estatuas: como un subgrupo de esculturas megalíticas
figurativas in situ. Son bloques líticos remarcados en el mismo afloramiento rocoso, pero
no separados de la roca madre. El segundo grupo son los obeliscos: esculturas megalíticas
abstractas fuera de lugar, las cuales siempre deben ser diferenciadas de las estatuas. El
tercer grupo son los templos tallados: algunos dentro del lugar, que comprenden enormes
afloramientos rocosos tallados en alto relieve, bajo relieve y medio relieve con formas ar-
quitectónicas, figurativas y abstractas.

Ante tan diverso arte mundial distribuido en diferentes continentes, podemos re-
sumir que la mayoría de estas esculturas monumentales representaron formas de seres hu-
manos, animales divinizados y dioses del estilo figurativo. Muchas de estas fueron objetos
de reverencia en el paisaje, otros, instrumentos nemotécnicos para sus ancestros y dei-
dades; también, formaron parte del centro del monumento, fueron en sí mismos templos, y
finalmente, centros de santuarios arquitectónicos.

La Escultura Monumental Inka

Las esculturas monumentales inkas representan una importante excepción a nivel mundial
debido a que, al ser observadas a distancia, se manifestaron como expresiones naturalistas
del paisaje (Dean 2010), pero al ser vistas de cerca se convirtieron en formas abstractas
(Van de Guchte 1990). Incluso, una mirada más precisa nos permite destacar rasgos figura-
tivos imperceptibles al ojo no entrenado.

Las rocas y afloramientos rocosos fueron sagrados y planificados en los asentamientos


inkas (e.g., Hyslop 2016: 145-175); la mayoría de los templos o wak’a se ubicaban fuera del
núcleo urbano monumental (Hyslop 2016: 174; Makowski 2016: 114). El simbolismo de la
wak’a ha sido tratado recientemente por varios investigadores (Aguilar Egoávil y Cáceres
Anaya 2014; Bauer 2000: 24-37; 2016: 39- 50; Bray 2019: 13; Carrión Cachot 1955; Chase
2019: 109; Cook 2019; Dean 2010, 2019; Kosiba 2019: 187-198; Mannheim y Salas Carreño
2019; McEwan 2019; Topic 2019: 381,388; Van de Guchte 1990) y debido a que es un
concepto amplio y complejo, no puede sintetizarse en una sola conclusión. Sin embargo,
entre las funciones emparentadas con la wak’a estaban la actividad oracular y paccarina
(conmemoración de monumentos de procedencia para los diferentes linajes). Estos templos
cumplieron una función propagandística donde el Estado reafirmaba en los monumentos su
presencia (Dean 2019: 228). Aguilar Egoávil y Cáceres Anaya (2014: 306) explican que una
wak’a es una entidad sacra, que tiene intervención territorial, económica y administrativa
sobre la organización del grupo étnico (ayllu). Para la mentalidad Inka no existieron dos rocas
exactamente iguales, ni sus historias, mitos y significados (Hyslop 2016: 145).

En la concepción occidental, un templo (del latín templum) era un edificio sagrado


donde mediante la contemplación de manifestaciones naturales se conseguía tener augu-
rios y vaticinios (Grassi 2003). Es correcto mencionar que un templo en los Andes tuvo

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el mismo significado religioso que una wak’a, no obstante, en sociedades andinas varias
expresiones de la naturaleza como manantiales, rocas, árboles antiguos, lagunas, abras y ci-
mas de montañas fueron considerados sagrados, y personificaban sedes de poder religioso
sin la existencia de arquitectura circundante; aunque en ocasiones también se encontraban
rodeados de arquitectura auxiliar. Pese a ello, el estar o no con arquitectura, no les restaba
sacralidad a estos espacios sagrados denominados como wak’a en los Andes.

Un claro ejemplo de esta sacralidad para un asentamiento preinka, es Choquepukio


(McEwan et al. 2005: 267, 269; McEwan y Gibaja 2004), capital de una sociedad cusqueña
del período Intermedio Tardío y quizás desde finales del Horizonte Medio. Estaba construido
alrededor de cada afloramiento rocoso no tallado, de estilo naturalista. La roca estaba
ubicada en el centro del patio principal dentro de cada espacio del complejo monumental.

Entonces, ¿Se podría considerar wak’a como un templo? La respuesta es sí. Del mis-
mo modo, este no es el único ejemplo de wak’a preinka en la región del Cusco. Existen varios
centros religiosos que sin presentar o evidenciar arquitectura circundante, eran lugares reli-
giosos para sus sociedades. Tal es el caso del peñón rocoso de Waqrapukara (Colque Enríquez
2006) en Acomayo, de la sociedad Kana; la roca gigante de Ausangata en territorio de los
Quiguares, hoy conocida como Señor de Qoylloritti; o el afloramiento rocoso de Wanka, de
los Cuyo, conocido como señor de Huanca y de la gran roca de Urqo-Calca (Van de Guchte
1990; Arredondo Dueñas 2008; Cornejo Sueros y Pauccar Calliñaupa 2016).

La wak’a era un templo, fuente de fertilidad, un agente originario social y político


que, en ocasiones, se convertía en oráculo, una entidad sacralizada, histórica y mitológica,
territorial, económica y administrativa. La integración de esta matriz social consistía en
mantener relaciones recíprocas y de comunicación con los seres humanos además de otras
wak’as, especialmente con su pareja complementaria o wak’a yanantin. La organización
sagrada e imaginaria alineada con otros templos vecinos, se convertía en el aparato de siste-
mas rituales de linajes para el mundo andino.

Los templos inkas y preinkas se conocían como wak’a y cumplían la función de


títulos de propiedad; quien poseía la wak’a poseía sus territorios, sus aguas y, por lo tanto,
su población (mano de obra). Del mismo modo, las wak’as mantenían relaciones muy cer-
canas con las wak’as vecinas, igualmente, las rocas talladas no pasaron desapercibidas de-
bido a su importancia en los paisajes. Como explica Kosiba (2019: 198), “el paisaje cultural
pre-inka en el Cusco, con prácticas y percepciones sociales de sus wak’a, fueron atendidas
por el Estado Inka, remodelándolas y creando nuevas formas de poder con el objetivo de
manejar personas y tierras”.

El Culto Inka

El Tawantinsuyu fue una sociedad expansionista con diferentes mecanismos de control


y administración sobre las sociedades regionales y provinciales (Morris 2016; Watanabe

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QUISPE/La Wak’a Teteqaqa: una escultura monumental Inka en Cusco, Perú

2015). Uno de estos sistemas de control ideados para la integración de los grupos conquis-
tados fue la apropiación de templos locales mediante el sincretismo y colonización. Bajo
la mirada de Hyslop (2016: 149), la religión Inka fue fundamentalmente animista, dando
un concepto espiritual a los objetos inanimados. El término animista, expresa que se les
daba vida a cosas inertes como la roca, el árbol, las montañas, las estrellas, la luna, el sol
y algunos planetas, con el fin de insertarlos en sus creencias y religión. Existieron diversos
rituales para la siembra y cosecha, rituales al sol (Inti), a la luna (Killa); o el rito Purucaya,
que era la garantía de la conversión del Inka en ancestro (Hernández Astete 2013). La chi-
cha de maíz fue consumida esencialmente en estas ceremonias religiosas y en los rituales
(Morris 2016: 106).

Según Szeminski (2016: 174), los ceques o ziq’i eran “líneas inmateriales que reunían
una serie de lugares de culto, extendiéndose en zigzag a partir de un centro ceremonial […],
el cual cubría todo el espacio que constituía el territorio étnico”. La significación ziq’i era
un cosmos andino, investigado intensamente por Zuidema (1964) y Bauer (2000: 3-23;
2016: 29-37, 51-65, 183-189). Al respecto, Van de Guchte (1990) relaciona muchos de los
tallados de las EMI con apus o cerros importantes del valle utilizando acimuts, y es posible
que también algunas wak’as se encuentren relacionados a los ziq’i por medio de acimuts.
En realidad “la mayor parte de las ceremonias en el frondoso calendario ceremonial
imperial tuvieron por escenario lugares sagrados (huacas)” (Makowski 2016: 113). Los
ziq’i fueron un sistema de culto con alrededor de 340 a 450 santuarios situados hasta 150
km de distancia desde la capital y organizados en 4 suyos (divisiones políticas del Imperio
de los inkas).

Respecto a Teteqaqa, sabemos que esta denominación era colonial y cambia de


nombre por estrategia de la élite Inka, con el objetivo de proteger la verdadera identidad
de la wak’a. Ziólkowski (1988) explicaba que en la montaña Manturcalla, existía el tem-
plo de Chuquimarca donde se realizaba un ritual de “beber con el Sol”. Era el acto de
brindar, en el cual el gobernante Inka era servido por una sacerdotisa (aclla) quien llena-
ba dos vasos (qero) con chicha, derramando su contenido en unos pozos fuera del Cuzco.
Desde Chukimarca se observaba la puesta del sol en el solsticio de junio, que los inkas
denominaban como el despertar del sol y que significaba que el sol se ponía en el mismo
punto del horizonte por varios días alrededor del solsticio. Lo más probable es que el
Templo del Sol de Chuquimarca, en Manturcalla, fuera importante para la observación
de la puesta del sol en el solsticio de junio (Zuidema 2010: 159). En otras palabras, la
denominación actual de Teteqaqa fue considerada como Chukimarka en tiempo de los
inkas, el segundo Templo del Sol (Figura 1).

Van de Guchte (1990: 161) profundiza “que las tierras donde actualmente se
encuentra Lucrepata (Lucri) y Ucchullo (Occhullo) pertenecieron a Túpac Amaru Inka,
el nombre de Amaru simboliza muchas creencias de este ser mitológico relacionado con
el agua”. Teteqaqa se ubica encima de las tierras de Occhullo, por tanto, es razonable
que al haber sido propiedades de este Inka, sus wak’as tenían representaciones de la
serpiente.

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Figura 1. Ortofoto de Teteqaqa. Cortesía del dron de Elder Antezana 2018.

Metodología

Parte de la incomprensión acerca de cómo entender las esculturas monumentales como


templos inkas se logró remediar primero, inspeccionando sistemáticamente las diferentes
formas de los elementos escultóricos y calculando sus tamaños mediante la profundidad.
Segundo, diferenciando la distribución en las composiciones de las EMI; y tercero,
observando los elementos escultóricos encontrados en las composiciones. La unidad de
observación de la presente investigación fue el afloramiento rocoso de Teteqaqa, que se
ubica a 1,20 kilómetros al este del Templo del Sol (Qoricancha) y a 989 metros del centro
de la ciudad Inka del Cusco. Actualmente se encuentra dentro de la ciudad moderna, pero
en el período Inka estaba en las afueras de la ciudad.

El método empleado para la medición y descripción1, permitió brindar precisiones


detalladas sobre las formas de los elementos y sus tamaños para aparejar sus composiciones.
La técnica desarrollada fue la observación estructurada, que consistía en distinguir la
singularidad del elemento escultórico. Esta caracterización se basó en acercarse a plantear
la forma percibida del elemento compositivo en las EMI.

Los registros escultóricos abarcaron todo el afloramiento rocoso, que incluía


fotografías, dibujos en planta y elevación, ubicación del elemento escultórico en relación
al afloramiento rocoso, acompañado del diámetro y caracterización del estilo al que
correspondía cada tallado (abstracto, figurativo y naturalista). Se registró aproximadamente
el 100 % de la EMI que corresponde a 867,69 metros cuadrados.

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QUISPE/La Wak’a Teteqaqa: una escultura monumental Inka en Cusco, Perú

La Wak’a de Teteqaqa

La EMI de Teteqaqa tiene 39.95 m de largo por 29.74 m de ancho y una altura de 25.90 m
(Figura 1). La arquitectura se encuentra asentada en los alveolos tallados de los afloramientos
rocosos y estaba diseñada para integrar visualmente la pared con las rocas (Dean 2010:
226). Esta acción de incrustar los paramentos en la arquitectura ceremonial simbolizaba la
apropiación de esta manifestación geológica, añadiendo muros con hornacinas.

Los elementos escultóricos reconocidos en la investigación en Teteqaqa son de


33 formas talladas: 5 formas naturalistas, 19 abstractas y 9 figurativas. No actúa una regla
fija de composición, de manera que no hay un estándar que repita la misma frecuencia de
elementos escultóricos sobre otra. Esta colocación en las composiciones escultóricas no es
aleatoria y debió de cumplir algún rol o función en las ceremonias donde fueron partícipes,
aunque no se lograron establecer rutas de recorrido por la superficie de estas esculturas
públicas. A continuación, se explicarán las seis composiciones escultóricas ubicadas en la
parte más alta de Teteqaqa.

Culto al Inti.

El culto al Sol se celebraba en el Inti Raymi, fiesta registrada por los cronistas: La cele-
bración del Inti Raymi, en el mes de Haucay cuzqui, el rey participaba en los rituales de li-
bación y fuego llevados a cabo en Manturcalla, un cerro de baja altura al noreste del Cuzco
con el templo de Chuquimarca encima, para observar la puesta del sol durante el solsticio
de junio (Ziólkowski 1988).

Prada Honor (1985, 1986) relacionó el tallado del gnomon ubicado en Teteqaqa
con funciones astronómicas relacionadas al sol. Uhle (1998) registró etnográficamente al
gobernador de Písac detallando la existencia de un anillo de metal de cobre alrededor de
este gnomon, aduciendo que pudo ser un asiento para el Sol. De igual manera, comparó
la planta del Templo del Sol (Qoricancha) con la forma de la arquitectura semicircular del
gnomon de Písac, aseverando que ambos templos del Sol compartían estas característi-
cas. Investigaciones más recientes revelan que el gnomon (Intihuatana) de Machupicchu
estuvo alineado con los cuatro puntos cardinales, y el gnomon de Písac hecho para los
equinoccios de marzo y setiembre, siendo entonces instrumentos astronómicos (Gamarra
y Zen Vasconcellos 2019). “Los templos del Sol, al parecer, se emplearon para obser-
vaciones astronómicas, había una división en medios años de seis meses […] divididos
por los solsticios como las ‘dos cillas’ del Sol.” (Zuidema 2010: 605). Estos asientos se
reconocen como gnómones en los templos del Sol (Quispe-Bustamante 2013).

El gnomon de Teteqaqa (Figuras 1 y 2) es un tallado abstracto por su forma


circular en alto relieve. Presenta pulido en el interior y en el exterior esta devastado por
las condiciones ambientales; tuvo presión y bruñido en la parte superior. Este elemento
pertenece a la composicion escultórica más transcendental de Teteqaqa. Está ubicado

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sobre un piso plano, que pareciera ser una plataforma ceremonial (ushnu), encima de pisos
hundidos ubicados al costado y en frente de una banqueta, que posiblemente sea para
colocar ofrendas. Es probable que este gnomon haya cumplido funciones astronómicas
para los solsticios y equinoccios.

Por otro lado, el gnomon presenta un canal adelante (Figura 2), y otro canal más
con forma de cabeza de serpiente en bajo relieve. Al coincidir con el ritual de beber con
el Sol, existiría espacio para colocar una paccha con fines rituales. Este grupo de tallados
estaban encerrados por la arquitectura, identificado gracias a la observación in situ sobre
los alveolos o improntas de mampuestos de muro curvo. Al levantar el plano de planta hi-
potético se pudo corroborar que existió este muro curvo.

La presencia de un gnomon, así como la del muro curvo, coinciden con el patrón
de un Templo del Sol, sin dejar de mencionar la existencia de los canales para el ritual de
brindar con el Sol. En este sentido, se confirma la existencia de ceremonias dedicadas al
Sol, además que desde Teteqaqa se llegaba a observar el oeste del Qorikancha.

Figura 2. Foto del gnomon del Templo del Sol de Chukimarka (Teteqaqa). Al fondo el Qorikancha.

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QUISPE/La Wak’a Teteqaqa: una escultura monumental Inka en Cusco, Perú

Culto a la Pachamama

El culto en el Tawantinsuyu hacia la deidad femenina de la Tierra (Pachamama) tenía una


correspondencia con el poder. Los inkas profesaban que esta omnipotencia se manifestaba
en forma de afloramientos rocosos manejados en maquetas o paisajes tallados y en los
cuales se les rendía culto. Según Aguilar Egoávil y Cáceres Anaya (2014: 306) “Una wak’a
puede contener terrazas talladas”. De igual manera, para Carrión Cachot (1955: 42-43) era
indiscutible, que estas representaciones de paisajes en maquetas, como en Saywite, eran
expresiones para la fecundación, para impetrar lluvias y buenas cosechas en los ritos cele-
brados en el Cuzco.

Se han encontrado esculturas de maquetas inkas en cerámica, madera y piedra.


Van de Guchte (1989) expresó que la maqueta tallada de Teteqaqa estuvo arraigada e
inamovible en la roca, pudiendo establecer infinitas relaciones con su paisaje circundante.
Es importante señalar que los rasgos tallados en la maqueta de Teteqaqa también están
representados en la Quebrada de Occhullo, tanto en la andenería y la orientación de la
quebrada del paisaje, siendo plasmados en la maqueta de Teteqaqa que simboliza a la
Pachamama. Las excavaciones de Arredondo Dueñas (2012) confirmarían un sistema de
terrazas y de canales entre cada andén alrededor de la escultura monumental de Teteqaqa.

En Teteqaqa se dispone este elemento escultórico al costado del gnomon de la com-


posición escultórica 1 del culto al Sol (Figuras 1 y 3). Se distingue por estar compuesta de
andenes rectangulares y cinco andenes semicirculares de forma cóncava; del mismo modo,
se observa la depresión natural conocida como ‘riachuelo’ con una orientación del noreste
al suroeste. La maqueta fue elaborada en la misma roca, un tallado figurativo en bajo y
medio relieve con ligera inclinación. La maqueta podría representar el culto a deidades
andinas típicas del panteón Inka como la madre Tierra (Pachamama). Un espacio privile-
giado, muy exclusivo y restringido solamente para los sacerdotes, oráculos de la deidad y
líderes políticos del Estado.

El elemento escultórico de la paccha en forma de serpientes en Teteqaqa (Figuras


1 y 2) era un tallado en bajo relieve, figurativo y tridimensional. Se experimentó in situ que
al echar líquido sobre la maqueta (deidad Pachamama) este seguía su recorrido por medio
del canal rectilíneo finalizando en una cabeza de serpiente, desembocando en un asiento
insinuado y posteriormente hacia la galeria subterranea. Proponemos que este canal parece
tener vínculo con la maqueta (Figura 3).

Culto al Mallqui

Las momias de los inkas difuntos eran cuidadas diariamente por sus descendientes, se
les alimentaba con la esencia de los alimentos quemados y saboreaban la chicha que se
les vertía; eran trasladados en complejos rituales y aislados del mundo sin pisar tierra
(Hernández Astete 2013). La paccha fue un objeto ritual usado en el culto de los an-

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cestros y tenía una función importante en las ceremonias religiosas. Este recipiente era
sagrado, se llenaba con bastante chicha o agua, cerca del ídolo, con el objetivo de obtener
tierras fértiles para las cosechas (Carrión Cachot 1955).

Las ofrendas eran presentadas en consideración a los mallquis o ancestros que


estaban en cada EMI, sobre los asientos de los ancestros. Hyslop (2016: 146) recalcó que
eran nichos o estantes tallados en la piedra. Las referencias presentadas por Uhle (1998) y
Carrión Cachot (1955) confirman que este elemento escultórico era un recipiente sagrado,
relacionado al culto hacia los muertos; un elemento de mediación entre este mundo y el
sobrenatural. Algo similar sucedía en Calca, donde Squier (1974: 282) registró un canal
serpenteante que descendía ligeramente por la escultura monumental de Urco y terminaba
en una cabeza de un animal parecido a la serpiente. La “paccha o una diversidad de canales
conectados a depresiones” (Hyslop 2016:147) es también observado en la EMI de Kenqo.

De la misma manera, en Teteqaqa se distinguió la presencia del elemento es-


cultórico de la paccha u hoyo con canal (Figuras 1 y 4). Esta paccha, según nues-
tro análisis, confirma la teoría de Carrión Cachot la cual precisaba que eran recipientes
sagrados, con el cuenco redondo y canal ondulado por donde discurría el líquido. Al
costado oeste de esta paccha se encuentra un asiento cuadrangular de gran tamaño y
a cierta altura del suelo; este pudo haber contenido a un ídolo o ancestro emparentado
directamente con la wak’a. Este aspecto confirmaría el análisis de Hernández Astete que
los ancestros no podían estar cerca del suelo.

Figura 3. Foto de la maqueta de la Pachamama en la EMI de Teteqaqa.

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QUISPE/La Wak’a Teteqaqa: una escultura monumental Inka en Cusco, Perú

La ubicación del elemento escultórico de asiento cuadrangular (Figuras 1 y 4) en


la composición está asociada a la paccha y parece otorgarle algún privilegio por varias
razones: se ubica en los niveles más altos del afloramiento rocoso, la profundidad del
tallado y la altura del umbral que parecen conferirle cierta importancia trascendental en
la realización del culto al ancestro. El elemento escultórico de asiento circular (Figuras
1 y 4) estaba tallado en bajo relieve, totalmente pulido y dispuesto a una altura regular
del suelo y es probable que pudiera contener a otro ancestro. En esta composición tam-
bién se halló un elemento escultórico naturalista de mayupuma (nutria pequeña), a unos
metros al pie y mirando hacia el asiento cuadrangular del ancestro. Su presencia indica
la dirección de la salida del manantial detrás del monumento, así como, la existencia del
manantial en la zona.

Figura 4. Foto del asiento del culto a los ancestros en la


EMI de Teteqaqa.

Culto al Inka

En el Tawantinsuyu existió un culto gubernamental con la figura del Inka como Dios
viviente donde el gobernante y su trono eran apreciados y santificados. El asiento era
reconocido por tener la forma de una tiana ubicado en áreas sagradas exclusivas para el
gobernante. Esta estructura era denominada ushnu y representaba al Inka en todo el territo-

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rio. “El Inka se mostraba y era reconocido como un dios parlante, […] el Inka actuaba tam-
bién como un dios que administraba justicia sentado en los ushnu, ubicados en los centros
ceremoniales andinos dispersos en los Andes” (Ramírez 2008: 9).

Squier (1974: 259) registró este elemento escultórico, pero de mayor complejidad a
la tiana de Teteqaqa, en el afloramiento rocoso de Suchuna en Saqsaywaman (Cusco). Para
Prada Honor (1985, 1986) era un asiento con características de “trono imperial” donde la
élite presenciaba las ceremonias. Ambos autores concuerdan en otorgar mayor importancia
a este tallado. Una siguiente propuesta es la planteada por Dean (2019: 229), el cual indicó
que la función de los asientos no siempre implicaba que hayan sido hechos para seres
físicos, sino también para entes espirituales. La presencia de un asiento en un territorio
podría haber expresado que ese espacio estuvo controlado por la entidad (vigilante) física
o espiritual, que vivió en la wak’a o templo Inka.

En Teteqaqa, el elemento escultórico de altar ascendente (Figuras 1 y 5) o “tiana del


Inka” parece haber sido un espacio donde personas o ancestros importantes se ubicaban,
debido a que, en primer lugar, la tecnología aplicada era completa, observándose que no
solo presentaba bruñido y presión, sino también un pulido intenso, parecidos a la calidad
del “trono del Inka” de Suchuna en Saqsaywaman. En segundo lugar, su composición es
triple (tres asientos cuadrangulares), la sección central es más elevada, a una altura pru-
dente del suelo. Otros elementos escultóricos complementarios presentes son los asientos
rectangular y cuadrangular al oeste. Aunque, no tenemos la seguridad que hayan sido para
situar ofrendas, o el espacio para que el sacerdote oficie la función dentro del oráculo.

Figura 5. Foto del altar ascendente o Tiana del Inka en la EMI de Teteqaqa.

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QUISPE/La Wak’a Teteqaqa: una escultura monumental Inka en Cusco, Perú

Culto al Amaru

El culto a las serpientes fue institucionalizado en la religión Inka. “Amaru …en quechua,
katari o yawirca … en aymara, la serpiente, … ha representado y representa para los
pueblos andinos una entidad de primer orden, vinculada a la fertilidad, al agua, la lluvia, el
rayo…” (Gil García 2017: 14). En la EMI de Teteqaqa, Van de Guchte (1990) registró una
‘zona plana y nivelada artificialmente’ sin percatarse de las serpientes talladas. Prada Honor
(1985, 1986) lo denominó como ‘sucesivos planos escalonados’. Por su parte, Carrión
Cachot (1955) señaló que donde se ubicaban lagunas, estanques y pocitos se encontraban
espacios sagrados y se identificaban como centros de origen del agua. Asociado a ello se
tallaban diferentes representaciones de la fauna, entre ellas serpientes en gran número,
consideradas animales protectores del agua al tiempo que simbolizaban las lluvias.

Esta composición se puede apreciar en las Figuras 1 y 6, donde se encuentra una


diversidad de amplios espacios, una zona plana y nivelada artificialmente denominada
patio de las serpientes. Este sector se encuentra rodeado de pequeños pisos, los niveles
medios del afloramiento rocoso contienen muchos pisos tallados, además de presentar
algunos patios grandes. Los pisos posiblemente sirvieron para el tránsito estacional sobre
la EMI conectados a través de escaleras y escalinatas. Los patios, al parecer, mantuvieron
por momentos prolongados a un limitado público que asistía a estas ceremonias.

Los elementos escultóricos centrales de estos espacios fueron tres serpientes escul-
pidas en la pared vertical (Figuras 1 y 6), elaboradas en alto relieve y que dan la sensación
de estar en ascenso hacia las composiciones superiores del Inti y la Pachamama. Cabe
mencionar que estos elementos se encuentran ubicados al lado este de la composición 3
del culto a los ancestros. Todo parece indicar que la serpiente fue la representación de un
ayllu que administraba la wak’a de Teteqaqa (Prada Honor 1986). En la investigación se
logró registrar nueve serpientes talladas; estos animales podrían haber sido los tótems de
los grupos étnicos que conformaban el zik’i encargado de la wak’a.

Los elementos escultóricos de serpientes fueron demolidos durante las campañas


de extirpación de idolatrías donde la existencia de serpientes sustentaba al tótem del Anti-
suyo. Esta conjetura coincide con la ubicación de esta escultura monumental en el lado este
de la ciudad del Cusco en sentido al Antisuyo, argumento que podría responder la presencia
de varias serpientes talladas en este afloramiento rocoso y que posiblemente pertenecerían
a alguna wak’a del Antisuyo.

Culto a la Qochamama

El culto al agua fue un rito muy arraigado en la devoción andina. La presentación de


conchas marinas como ofrecimientos lo reflejan (Vargas Faulbaum 2011). Del mismo
modo, eran frecuentes las peregrinaciones hacia las lagunas y manantiales con el objetivo
de obtener agua y cosechas (Carrión Cachot 1955). Una pareja personificaba al Sol y la

219
ARQUEOLÓGICAS 31

Luna, transportaba emblemas de poder y fuerza, como la honda y la lanza, además del
cántaro para llenarlo con el agua del lugar sagrado, regando el altar y la propiedad que
estaba representada en la roca. Se sacrificaban llamas para rociar con su sangre al agua, y
con esto manchar el rostro del ídolo (Carrión Cachot 1955: 24), wayqui de la momia Inka.

Prada Honor (1985, 1986) registró en Teteqaqa “representaciones de lagunas y


manantiales” (qocha), planteando la hipótesis de su vinculación con el culto a la diosa
del agua (Qochamama). “También se atraía la lluvia por medios mágicos, colocando en
las altas cumbres o en el sitio más elevado del templo, recipientes sagrados destinados a
empozar el agua de lluvias. Con gran celo y con ritos de carácter secreto, los sacerdotes
cautelaban el precioso líquido recolectado en ellos, haciendo los vaticinios respectivos de
buenos o malos años” (Carrión Cachot 1955: 22).

En Teteqaqa se halló la qocha, un cuenco grande con canal (Figura 7), que estaba
rodeaba con una composición de varios tallados complejos. Quispe-Bustamante (2013)
categorizó este tallado cuadrangular hundido como una representación de las lagunas o
qochas, y el canal que sale del cuenco parecería estar vinculado con los manantiales.

Figura 6. Recreación isométrica en 3D de la Composición Escultórica 5 del Patio de las Serpientes en


la EMI de Teteqaqa. Elaboración propia en Google Sketchup 13.0.4812 (2013)

Esta vinculación de elementos escultóricos con expresiones naturales del agua la


identificamos como representación de la Qochamama, deidad andina, no solo Inka, sino
también, de culto trascendental en el pasado andino. Carrión Cachot (1955) mencionaba
que en los Andes prehispánicos, el culto al agua se realizaba en las lagunas y manantiales,

220
QUISPE/La Wak’a Teteqaqa: una escultura monumental Inka en Cusco, Perú

considerados como pacarinas, donde residían seres míticos protectores de la vida, incluso,
algunos pueblos tenían la necesidad permanente de conseguir agua para sus cultivos. Una
preocupación constante que posiblemente se vea reflejado en el elemento escultórico de
Teteqaqa.

Consideramos que otro elemento escultórico es la denominada cabeza de ave


(Figura 1), una representación de un animal, considerado dios protector del agua. Estas
fueron materializaciones que rodearon a los sitios donde nacía el agua, estaban adornados
con seres del medio ambiente como aves y serpientes debido a que, en la mentalidad andina,
estos animales siempre se ubicaban en los manantiales o quebradas de agua (Carrion Cachot
1955). Este simbolismo se encuentra presente en el Templo del Cóndor de Machupicchu
y también en Teteqaqa. La proyección del pico del ave está dirigida hacia el elemento
escultórico de la maqueta, y probablemente la dirección del tallado del pico, indique algún
centro de origen del agua en el sitio. La existencia de canales excavados por Arredondo
Dueñas (2012) insinúa la posibilidad de la existencia de agua en esta wak’a y, por tanto,
la presencia de las cabezas de aves señalando el origen de manantiales o fuentes de agua.

Figura 7. Recreación isométrica en 3D de la Composición Escultórica 6 del culto al Agua en la EMI


de Teteqaqa. Elaboración propia en Google Sketchup 13.0.4812 (2013)

Discusión

Las formas de los elementos escultóricos naturalistas fueron manifestaciones que ya eran
consagradas por varias sociedades cusqueñas y andinas antes del ascenso de los inkas. Esta
sacralidad fue respetada y aprovechada, apropiándose del paisaje sagrado de los centros
de poder regional como Choquepukio (McEwan et al. 2005: 267, 269; McEwan y Gibaja
2004), Waqrapukara (Colque Enríquez 2006), Urqo-Calca (Van de Guchte 1990; Arredon-

221
ARQUEOLÓGICAS 31

do Dueñas 2008; Cornejo Sueros y Pauccar Calliñaupa 2016) y Pueblo Viejo Pukara-Lurín
(Makowski 2016: 225).

El gran número de elementos escultóricos sagrados reunidos dentro de un sistema


de composiciones sobre el afloramiento rocoso refuerza la idea inicial que la escultura
monumental Inka de Teteqaqa era una wak’a. De la misma manera, perteneció a uno de los
ziq’is del Antisuyo, por tal razón fue modificada para ser utilizada como parte del sistema
de colonización del Estado Inka sobre las poblaciones conquistadas. Este sincretismo
demuestra una hibridación de la tradición cultural local con la tradición cultural Inka.

Llamado actualmente Intihuatana, y gnomon por los científicos, su nombre verdadero


fue apachita según los gráficos de Murúa (1616). Aplicando la analogía de Dean en el tallado
del culto al Sol de Teteqaqa en Cusco, se estaría representando dos aspectos del mundo Inka:
la primera vinculación natural estaría supervisada por montañas importantes, y la segunda
relación representaba el poder del Inka, se encontrara o no en el monumento. La identidad
dual del gnomon es la significancia de su marcación del espacio en este templo.

Por otra parte, la wak’a es la administradora del territorio y sus recursos para re-
distribuirlos con su pueblo, y la entidad del gnomon representaría estas intervenciones en
el valle de Cusco. Lo más intrigante es la forma de gnomon: su presencia en áreas abiertas
y superiores lo relaciona posiblemente con eventos astronómicos, con cerros importantes
del valle (Van de Guchte 1900; Dean 2010) y la presencia de ancestros o deidades como el
Sol (Uhle 1998). Este último dato está respaldado en las observaciones hechas por Van de
Guchte y Zuidema sobre los dibujos de Guamán Poma.

El culto de la Pachamama, según Prada Honor (1986), había sido observado por
Manuel Chávez Ballón como una representación de la Pachamama. Prada Honor (1986)
sostuvo la misma interpretación, agregando que fue un vehículo, por así decirlo, para
agradecer a la tierra. Del mismo modo, Carrión Cachot (1955) y Dean (2010) concuerdan
que estas representaciones de paisajes en maquetas están relacionadas a este culto. Van de
Guchte (1990) lo referencia como un “paisaje de pequeña escala”, comparándolo estilísti-
camente con la escultura monumental de Saywite y caracterizándola como una escultura
figurativa por su representación de terrazas agrícolas en miniatura que descienden de una
ladera, asegurando que es la única escultura de paisaje en una EMI del Cusco.

Por lo tanto, queda claro que el canal que desciende de la maqueta es una paccha
y se caracteriza porque en el inicio presenta depresiones como cuencos y que se conecta
directamente con el otro canal, en cuyo final, se observa una terminación de cabeza de
serpiente dispuesta en alto relieve. Este aspecto, también se relaciona a la Madre Tierra,
donde el líquido descendía a las entrañas del afloramiento rocoso como simbolización de
las profundidades de la tierra o Pachamama.

Estos argumentos parecen ser más sólidos cuando Dean (2010) explica que las
rocas sagradas podían cambiar su carácter típico. Este elemento escultórico de la maqueta

222
QUISPE/La Wak’a Teteqaqa: una escultura monumental Inka en Cusco, Perú

posiblemente fue este tipo de roca sagrada a la que la investigadora se refería. No solo con-
tenía la esencia del cerro representado, sino que era la presentación del Cerro Mantocalla,
vinculado con la escultura monumental de Teteqaqa, montaña muy adorada por los inkas
donde se encontraba la wak’a Chuquimarca.

En el culto a los ancestros (Allen 2019; Hernández Astete 2013) se presume que
existía esta función ceremonial, no obstante, Max Uhle (1998), Prada Honor (1985,1986)
y Van de Guchte (1990) pudieron encontrar actividades relacionadas con el culto funerario
al interior de Teteqaqa, tipo mausoleo de un ancestro, pero no lograron distinguirla en su
parte exterior. Es de pensar que los ancestros inkas no permanecían perpetuos al interior de
su mausoleo, sino que participaban activamente en diferentes rituales y asuntos de Estado.
Es por esta razón que se les asienta en rocas y no en la tierra, encerrándolas en estas EMI,
afloramientos rocosos convertidos en wak’a, siendo morada y alojamiento del ancestro
Inka momificado o mallqui.

Debe recalcarse que los dos asientos principales hallados en la parte superior de
la escultura monumental, uno circular y el otro cuadrangular, están asociados a la escali-
nata principal y a elementos compositivos como pacchas figurativas y naturales, lo que
probablemente denota importancia mayor. Según las referencias de Prada Honor (1986) se
tratarían de asientos de ancestros. Carrión Cachot (1955) también mencionaba que debido
a donde se ubicaban estas pacchas, se encontraban los mallqui situados en unos asientos
para poder así rendirles culto. Los ancestros eran los intermediarios de la protección de las
tierras a través del aseguramiento del agua.

La tiana Inka o altar ascendente contiene dos características a resaltar. El elemento


escultórico de altar ascendente es también un sillón, un lugar de inspección sobre la región
agrícola del área sur central del Valle de Huatanay en Cusco. Desde este asiento se vigilaba
el manejo del agua, el sostenimiento de sus andenes y terrazas, y se monitoreaba el uso
de los terrenos de cultivo. El mallqui, estando sentado o no en su asiento, encarnaba la
presencia del vigilante en Teteqaqa.

Del mismo modo, el culto al agua estuvo muy afín con las serpientes, ambas están
compuestas de elementos escultóricos figurativos como la paccha, la qocha, las serpientes
y la mayupuma. Son varios los investigadores (Aguilar Egoávil y Cáceres Anaya 2014:
306, Carrión Cachot 1955, Dean 2010) que dan realce a la paccha, qocha, hoyos con ca-
nales o recipientes tallados, denotando la relevancia ceremonial de este culto. Las tres
formas representadas en estas EMI respaldarían la teoría de Carrión Cachot (1955), donde
estos animales eran considerados como seres protectores del agua, símbolos de las lluvias,
además, de precisar la ubicación de los manantiales.

El culto al agua era celebrado en el Cusco y expresaba la idea de fecundidad, im-


plorando lluvias y buenas cosechas frente a las efigies de los dioses (apus) y los ancestros
(mallquis). Estas efigies eran colocadas en los elementos escultóricos de las EMI donde se
ofrendaban grandes cantidades de chicha, regada al pie de los ídolos que se encontraban ubi-

223
ARQUEOLÓGICAS 31

cados en estos asientos cuadrangulares o circulares. El líquido ofrendado se derramaba en los


hoyos o pacchas y se dirigía al interior de la tierra aprovechando los canales naturales.

Conclusiones

La investigación ha logrado evidenciar que en la EMI de Teteqaqa existieron rituales


y ceremonias como el culto al Sol, a la Pachamama, a los ancestros inkas, al mismo
Inka en el altar ascendente, y principalmente al agua por la presencia de las serpientes o
amaru, felinos o mayupuma. Al inicio, las expresiones geológicas de Teteqaqa gozaron
de un valor anímico manifestándose en estado natural diferentes del paisaje. Esta
tendencia las valoraba como monumentos naturales, sin embargo, en la ideología Inka
no se concebía a estos afloramientos rocosos como obras de arte, pero sí como ancestros
petrificados transformados en animales míticos, esto debido a la transformación de
estos seres en amarus, nutrias (mayupuma) y cóndores, emergiendo a los valles para
colonizarlos.

Eran seres protectores grabados sobre las superficies rocosas y forjados en las
EMI colindantes a estos manantiales. Este lazo con las rocas se manifestaba en wak’as y
paccarinas aprovechados como instrumentos de poder. Tenemos como ejemplos la maqueta
de la Pachamama (madre Tierra), el gnomon del Sol y el altar ascendente o tiana Inka, de
manera que, la presencia de las pacchas estaría en compañía de los mallqui. En base a
estos elementos mitológicos los inkas tenían como propósito concientizar a la población
dominada sobre sus responsabilidades de conservar y mantener durante el año calendárico
las nacientes de las fuentes de agua, consideradas como espacios sagrados y fiscalizados
por el poderío cusqueño.

En consecuencia, la EMI era un monumento natural que dominó el entorno ambien-


tal, siendo el centro vital de cada espacio físico y, al mismo tiempo, caracterizado como un
elemento natural de singular valor paisajístico. La idea de circundarla de arquitectura fue una
invención estratégica Inka para aprovecharse de la ritualidad y costumbres de las poblaciones
vencidas que ya adoraban a los afloramientos rocosos en el estilo naturalista en los Andes. Por
lo tanto, la EMI representa un intento de sincretismo con propósitos imperiales, razón por la
cual el gnomon de Machu Picchu, Písac y Teteqaqa no se parecen. Cada roca representa una
identidad distinta y son personalidades o entidades que lideran sus valles.

El culto al agua está muy presente en esta región debido al hallazgo de pacchas y
qochas hechas por el ser humano o por la naturaleza y acondicionadas en gran número a
los rituales. Las pacchas naturales y figurativas siempre están ubicadas en frente o al lado
de un asiento (rectangular, circular o cuadrangular; Figura 7), sin embargo, puede variar
su posición y ubicación de acuerdo con al diseño de la escultura monumental (Van de
Guchte 1990). Es probable que investigaciones futuras puedan determinar la funcionalidad
de estas EMI, analizando sus composiciones de acuerdo con los elementos escultóricos que
contienen estructuradamente.

224
QUISPE/La Wak’a Teteqaqa: una escultura monumental Inka en Cusco, Perú

Por otro lado, y en relación con la ritualidad, el ancestro podría desplazarse por
toda la wak’a. Se sobreentendía que tenía una cripta interna y asientos específicos en la
parte exterior. Se podría proponer que el ancestro Inka, santificado en mallqui, habitaba
la wak’a de Chukimarka (Figura 8), tenía una presencia política y religiosa muy activa
siendo visitado en ocasiones por el soberano. En un análisis exhaustivo in situ, cabe la
posibilidad que esta composición del altar ascendente sea la tiana lítica y se considera como
el espacio donde el gobernante Inka se sentaba con su corte más cercana para conversar con
el oráculo del ancestro momificado.

Los orígenes de los manantiales fueron embellecidos con alto relieves y cabezas
de animales a manera de íconos protectores del agua, indicadores de lluvia para la siembra,
asociados frecuentemente a estos centros como Teteqaqa. Las EMI o wak’a líticas estaban
cubiertas con telas que las diferenciaba de otras wak’a.

Al examinar estos elementos escultóricos de las EMI se aprecia la simbología de


aspectos ideológicos vinculados a la organización de la sociedad. Estudiar estas relaciones
entre distintos elementos escultóricos tallados sobre los afloramientos rocosos, potenciará
nuestro conocimiento del rol desempeñado por la ideología en los imperios tempranos.

Figura 8. Fotografía aérea del segundo templo del Sol Chukimarka, hoy Teteqaqa. Cortesía
del dron de Elder Antezana 2018.

225
ARQUEOLÓGICAS 31

Las esculturas monumentales en la antigüedad estaban conformadas por estatuas


monolíticas o empotradas en la roca, templos en afloramientos rocosos y cámaras funerarias,
dedicadas a sus ancestros, gobernantes y dioses. En ellas se percibe su sentir de este mundo,
la manifestación de sus creencias y la presencia de su poder.

Agradecimientos. Quisiera agradecer a José Luis Tovar Cayo de la Universidad Nacional


San Antonio Abad del Cusco; también a Véronique Bélisle de Millsaps College de
Mississippi por ayudarme con la investigación. Agradezco a la ANR (Asamblea Nacional
de Rectores del Perú) por la condecoración recibida en el Tercer Concurso de Tesis de
Licenciatura del Perú. Mención especial al arqueólogo Elder Antezana quien estuvo a cargo
del levantamiento tridimensional con Dron.

226
QUISPE/La Wak’a Teteqaqa: una escultura monumental Inka en Cusco, Perú

Notas

1 La medición consistió en el registro escrito de las dimensiones de los elementos compositivos, así
como diferenciar el tamaño y el área de los distintos tallados sobre la superficie de los afloramientos
rocosos. Dada la complicación de algunos tallados, fue forzoso aplicar en el registro gráfico la trian-
gulación, que fijó el área y forma exacta de un elemento escultórico
La descripción muestra la forma precisa del tallado, hecho in situ. Luego de la digitalización con el
programa Autocad 3d, se consiguió un plano en 3d en el programa de Google SketchUp 13.0.4812
(2013). Usando el plano de planta en formato de JPEG, se logró introducir en el sistema con la escala
adecuada para comenzar a elevar o extruir cada elemento escultórico de acuerdo a las profundidades
registradas con la medición y observación; en este caso fue necesario la comparación con la técnica
de la fotografía digital, que aportaba datos de color y profundidad del tallado y el relieve preciso
(alto relieve, medio relieve y bajo relieve), para una mayor transformación de la forma real de cada
tallado en la versión digital. El dibujo tridimensional se realizó proponiendo una imagen perceptible
para cada elemento escultórico de esta unidad de observación en Teteqaqa. Usando el método de
la experimentación en el recorrido, se logró entender cuáles eran los mecanismos de movilización
encima de la EMI, la capacidad de aforo de cada composición, y el tránsito in situ. En esta inves-
tigación se encontró todo un sistema de comunicación peatonal restringido y exclusivo encima del
afloramiento rocoso de caliza.

227
ARQUEOLÓGICAS 31

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