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Arqueológicas31 08 Quispe
Arqueológicas31 08 Quispe
Arqueológicas31 08 Quispe
Hubert Quispe-Bustamante
Resumen
La Wak’a Teteqaqa fue un templo Inka en las montañas del Cusco. La creación de tallados
sobre el afloramiento rocoso con cánones naturalista, abstracto y figurativo fue la forma
de apropiación de una geografía ya religiosa desde tiempos preinkas, para transformarlo
en un santuario con fines imperiales. Este estudio identificó la escultura monumental Inka
del paisaje. Las tallas reflejan un significado de las simbologías plasmadas en las composi-
ciones escultóricas, concluyendo que en esta wak’a están coexistiendo rituales para el Inti,
la Pachamama, los Mallqui, al Inka, Amaru y la Qochamama.
Palabras Clave: Escultura Monumental, Estado Inka, religión Inka, ancestros, culto al
agua, wak’a.
Abstract
The Teteqaqa Wak’a was an Inka temple in the mountains of Cusco. The creation of carvings
on the rocky outcrop with naturalistic, abstract, and figurative canons constituted the
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appropriation of a sector that was already religious since pre-Inka times, thus transforming
it into a sanctuary for imperial purposes. This study identified the wak’a as an example
of monumental Inka sculpture in the landscape. The carvings reflect the meaning of the
symbologies in the sculptural compositions, indicating that rituals for Inti, Pachamama, the
Mallqui, the Inka, Amaru and Qochamama are coexisting.
Keywords: Monumental sculpture; Inka state; Inka religion; ancestors; water cult; wak’a.
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QUISPE/La Wak’a Teteqaqa: una escultura monumental Inka en Cusco, Perú
Ante tan diverso arte mundial distribuido en diferentes continentes, podemos re-
sumir que la mayoría de estas esculturas monumentales representaron formas de seres hu-
manos, animales divinizados y dioses del estilo figurativo. Muchas de estas fueron objetos
de reverencia en el paisaje, otros, instrumentos nemotécnicos para sus ancestros y dei-
dades; también, formaron parte del centro del monumento, fueron en sí mismos templos, y
finalmente, centros de santuarios arquitectónicos.
Las esculturas monumentales inkas representan una importante excepción a nivel mundial
debido a que, al ser observadas a distancia, se manifestaron como expresiones naturalistas
del paisaje (Dean 2010), pero al ser vistas de cerca se convirtieron en formas abstractas
(Van de Guchte 1990). Incluso, una mirada más precisa nos permite destacar rasgos figura-
tivos imperceptibles al ojo no entrenado.
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ARQUEOLÓGICAS 31
el mismo significado religioso que una wak’a, no obstante, en sociedades andinas varias
expresiones de la naturaleza como manantiales, rocas, árboles antiguos, lagunas, abras y ci-
mas de montañas fueron considerados sagrados, y personificaban sedes de poder religioso
sin la existencia de arquitectura circundante; aunque en ocasiones también se encontraban
rodeados de arquitectura auxiliar. Pese a ello, el estar o no con arquitectura, no les restaba
sacralidad a estos espacios sagrados denominados como wak’a en los Andes.
Entonces, ¿Se podría considerar wak’a como un templo? La respuesta es sí. Del mis-
mo modo, este no es el único ejemplo de wak’a preinka en la región del Cusco. Existen varios
centros religiosos que sin presentar o evidenciar arquitectura circundante, eran lugares reli-
giosos para sus sociedades. Tal es el caso del peñón rocoso de Waqrapukara (Colque Enríquez
2006) en Acomayo, de la sociedad Kana; la roca gigante de Ausangata en territorio de los
Quiguares, hoy conocida como Señor de Qoylloritti; o el afloramiento rocoso de Wanka, de
los Cuyo, conocido como señor de Huanca y de la gran roca de Urqo-Calca (Van de Guchte
1990; Arredondo Dueñas 2008; Cornejo Sueros y Pauccar Calliñaupa 2016).
El Culto Inka
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QUISPE/La Wak’a Teteqaqa: una escultura monumental Inka en Cusco, Perú
2015). Uno de estos sistemas de control ideados para la integración de los grupos conquis-
tados fue la apropiación de templos locales mediante el sincretismo y colonización. Bajo
la mirada de Hyslop (2016: 149), la religión Inka fue fundamentalmente animista, dando
un concepto espiritual a los objetos inanimados. El término animista, expresa que se les
daba vida a cosas inertes como la roca, el árbol, las montañas, las estrellas, la luna, el sol
y algunos planetas, con el fin de insertarlos en sus creencias y religión. Existieron diversos
rituales para la siembra y cosecha, rituales al sol (Inti), a la luna (Killa); o el rito Purucaya,
que era la garantía de la conversión del Inka en ancestro (Hernández Astete 2013). La chi-
cha de maíz fue consumida esencialmente en estas ceremonias religiosas y en los rituales
(Morris 2016: 106).
Según Szeminski (2016: 174), los ceques o ziq’i eran “líneas inmateriales que reunían
una serie de lugares de culto, extendiéndose en zigzag a partir de un centro ceremonial […],
el cual cubría todo el espacio que constituía el territorio étnico”. La significación ziq’i era
un cosmos andino, investigado intensamente por Zuidema (1964) y Bauer (2000: 3-23;
2016: 29-37, 51-65, 183-189). Al respecto, Van de Guchte (1990) relaciona muchos de los
tallados de las EMI con apus o cerros importantes del valle utilizando acimuts, y es posible
que también algunas wak’as se encuentren relacionados a los ziq’i por medio de acimuts.
En realidad “la mayor parte de las ceremonias en el frondoso calendario ceremonial
imperial tuvieron por escenario lugares sagrados (huacas)” (Makowski 2016: 113). Los
ziq’i fueron un sistema de culto con alrededor de 340 a 450 santuarios situados hasta 150
km de distancia desde la capital y organizados en 4 suyos (divisiones políticas del Imperio
de los inkas).
Van de Guchte (1990: 161) profundiza “que las tierras donde actualmente se
encuentra Lucrepata (Lucri) y Ucchullo (Occhullo) pertenecieron a Túpac Amaru Inka,
el nombre de Amaru simboliza muchas creencias de este ser mitológico relacionado con
el agua”. Teteqaqa se ubica encima de las tierras de Occhullo, por tanto, es razonable
que al haber sido propiedades de este Inka, sus wak’as tenían representaciones de la
serpiente.
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ARQUEOLÓGICAS 31
Metodología
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QUISPE/La Wak’a Teteqaqa: una escultura monumental Inka en Cusco, Perú
La Wak’a de Teteqaqa
La EMI de Teteqaqa tiene 39.95 m de largo por 29.74 m de ancho y una altura de 25.90 m
(Figura 1). La arquitectura se encuentra asentada en los alveolos tallados de los afloramientos
rocosos y estaba diseñada para integrar visualmente la pared con las rocas (Dean 2010:
226). Esta acción de incrustar los paramentos en la arquitectura ceremonial simbolizaba la
apropiación de esta manifestación geológica, añadiendo muros con hornacinas.
Culto al Inti.
El culto al Sol se celebraba en el Inti Raymi, fiesta registrada por los cronistas: La cele-
bración del Inti Raymi, en el mes de Haucay cuzqui, el rey participaba en los rituales de li-
bación y fuego llevados a cabo en Manturcalla, un cerro de baja altura al noreste del Cuzco
con el templo de Chuquimarca encima, para observar la puesta del sol durante el solsticio
de junio (Ziólkowski 1988).
Prada Honor (1985, 1986) relacionó el tallado del gnomon ubicado en Teteqaqa
con funciones astronómicas relacionadas al sol. Uhle (1998) registró etnográficamente al
gobernador de Písac detallando la existencia de un anillo de metal de cobre alrededor de
este gnomon, aduciendo que pudo ser un asiento para el Sol. De igual manera, comparó
la planta del Templo del Sol (Qoricancha) con la forma de la arquitectura semicircular del
gnomon de Písac, aseverando que ambos templos del Sol compartían estas característi-
cas. Investigaciones más recientes revelan que el gnomon (Intihuatana) de Machupicchu
estuvo alineado con los cuatro puntos cardinales, y el gnomon de Písac hecho para los
equinoccios de marzo y setiembre, siendo entonces instrumentos astronómicos (Gamarra
y Zen Vasconcellos 2019). “Los templos del Sol, al parecer, se emplearon para obser-
vaciones astronómicas, había una división en medios años de seis meses […] divididos
por los solsticios como las ‘dos cillas’ del Sol.” (Zuidema 2010: 605). Estos asientos se
reconocen como gnómones en los templos del Sol (Quispe-Bustamante 2013).
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sobre un piso plano, que pareciera ser una plataforma ceremonial (ushnu), encima de pisos
hundidos ubicados al costado y en frente de una banqueta, que posiblemente sea para
colocar ofrendas. Es probable que este gnomon haya cumplido funciones astronómicas
para los solsticios y equinoccios.
Por otro lado, el gnomon presenta un canal adelante (Figura 2), y otro canal más
con forma de cabeza de serpiente en bajo relieve. Al coincidir con el ritual de beber con
el Sol, existiría espacio para colocar una paccha con fines rituales. Este grupo de tallados
estaban encerrados por la arquitectura, identificado gracias a la observación in situ sobre
los alveolos o improntas de mampuestos de muro curvo. Al levantar el plano de planta hi-
potético se pudo corroborar que existió este muro curvo.
La presencia de un gnomon, así como la del muro curvo, coinciden con el patrón
de un Templo del Sol, sin dejar de mencionar la existencia de los canales para el ritual de
brindar con el Sol. En este sentido, se confirma la existencia de ceremonias dedicadas al
Sol, además que desde Teteqaqa se llegaba a observar el oeste del Qorikancha.
Figura 2. Foto del gnomon del Templo del Sol de Chukimarka (Teteqaqa). Al fondo el Qorikancha.
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Culto a la Pachamama
Culto al Mallqui
Las momias de los inkas difuntos eran cuidadas diariamente por sus descendientes, se
les alimentaba con la esencia de los alimentos quemados y saboreaban la chicha que se
les vertía; eran trasladados en complejos rituales y aislados del mundo sin pisar tierra
(Hernández Astete 2013). La paccha fue un objeto ritual usado en el culto de los an-
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ARQUEOLÓGICAS 31
cestros y tenía una función importante en las ceremonias religiosas. Este recipiente era
sagrado, se llenaba con bastante chicha o agua, cerca del ídolo, con el objetivo de obtener
tierras fértiles para las cosechas (Carrión Cachot 1955).
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Culto al Inka
En el Tawantinsuyu existió un culto gubernamental con la figura del Inka como Dios
viviente donde el gobernante y su trono eran apreciados y santificados. El asiento era
reconocido por tener la forma de una tiana ubicado en áreas sagradas exclusivas para el
gobernante. Esta estructura era denominada ushnu y representaba al Inka en todo el territo-
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rio. “El Inka se mostraba y era reconocido como un dios parlante, […] el Inka actuaba tam-
bién como un dios que administraba justicia sentado en los ushnu, ubicados en los centros
ceremoniales andinos dispersos en los Andes” (Ramírez 2008: 9).
Squier (1974: 259) registró este elemento escultórico, pero de mayor complejidad a
la tiana de Teteqaqa, en el afloramiento rocoso de Suchuna en Saqsaywaman (Cusco). Para
Prada Honor (1985, 1986) era un asiento con características de “trono imperial” donde la
élite presenciaba las ceremonias. Ambos autores concuerdan en otorgar mayor importancia
a este tallado. Una siguiente propuesta es la planteada por Dean (2019: 229), el cual indicó
que la función de los asientos no siempre implicaba que hayan sido hechos para seres
físicos, sino también para entes espirituales. La presencia de un asiento en un territorio
podría haber expresado que ese espacio estuvo controlado por la entidad (vigilante) física
o espiritual, que vivió en la wak’a o templo Inka.
Figura 5. Foto del altar ascendente o Tiana del Inka en la EMI de Teteqaqa.
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Culto al Amaru
El culto a las serpientes fue institucionalizado en la religión Inka. “Amaru …en quechua,
katari o yawirca … en aymara, la serpiente, … ha representado y representa para los
pueblos andinos una entidad de primer orden, vinculada a la fertilidad, al agua, la lluvia, el
rayo…” (Gil García 2017: 14). En la EMI de Teteqaqa, Van de Guchte (1990) registró una
‘zona plana y nivelada artificialmente’ sin percatarse de las serpientes talladas. Prada Honor
(1985, 1986) lo denominó como ‘sucesivos planos escalonados’. Por su parte, Carrión
Cachot (1955) señaló que donde se ubicaban lagunas, estanques y pocitos se encontraban
espacios sagrados y se identificaban como centros de origen del agua. Asociado a ello se
tallaban diferentes representaciones de la fauna, entre ellas serpientes en gran número,
consideradas animales protectores del agua al tiempo que simbolizaban las lluvias.
Los elementos escultóricos centrales de estos espacios fueron tres serpientes escul-
pidas en la pared vertical (Figuras 1 y 6), elaboradas en alto relieve y que dan la sensación
de estar en ascenso hacia las composiciones superiores del Inti y la Pachamama. Cabe
mencionar que estos elementos se encuentran ubicados al lado este de la composición 3
del culto a los ancestros. Todo parece indicar que la serpiente fue la representación de un
ayllu que administraba la wak’a de Teteqaqa (Prada Honor 1986). En la investigación se
logró registrar nueve serpientes talladas; estos animales podrían haber sido los tótems de
los grupos étnicos que conformaban el zik’i encargado de la wak’a.
Culto a la Qochamama
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ARQUEOLÓGICAS 31
Luna, transportaba emblemas de poder y fuerza, como la honda y la lanza, además del
cántaro para llenarlo con el agua del lugar sagrado, regando el altar y la propiedad que
estaba representada en la roca. Se sacrificaban llamas para rociar con su sangre al agua, y
con esto manchar el rostro del ídolo (Carrión Cachot 1955: 24), wayqui de la momia Inka.
En Teteqaqa se halló la qocha, un cuenco grande con canal (Figura 7), que estaba
rodeaba con una composición de varios tallados complejos. Quispe-Bustamante (2013)
categorizó este tallado cuadrangular hundido como una representación de las lagunas o
qochas, y el canal que sale del cuenco parecería estar vinculado con los manantiales.
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considerados como pacarinas, donde residían seres míticos protectores de la vida, incluso,
algunos pueblos tenían la necesidad permanente de conseguir agua para sus cultivos. Una
preocupación constante que posiblemente se vea reflejado en el elemento escultórico de
Teteqaqa.
Discusión
Las formas de los elementos escultóricos naturalistas fueron manifestaciones que ya eran
consagradas por varias sociedades cusqueñas y andinas antes del ascenso de los inkas. Esta
sacralidad fue respetada y aprovechada, apropiándose del paisaje sagrado de los centros
de poder regional como Choquepukio (McEwan et al. 2005: 267, 269; McEwan y Gibaja
2004), Waqrapukara (Colque Enríquez 2006), Urqo-Calca (Van de Guchte 1990; Arredon-
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ARQUEOLÓGICAS 31
do Dueñas 2008; Cornejo Sueros y Pauccar Calliñaupa 2016) y Pueblo Viejo Pukara-Lurín
(Makowski 2016: 225).
Por otra parte, la wak’a es la administradora del territorio y sus recursos para re-
distribuirlos con su pueblo, y la entidad del gnomon representaría estas intervenciones en
el valle de Cusco. Lo más intrigante es la forma de gnomon: su presencia en áreas abiertas
y superiores lo relaciona posiblemente con eventos astronómicos, con cerros importantes
del valle (Van de Guchte 1900; Dean 2010) y la presencia de ancestros o deidades como el
Sol (Uhle 1998). Este último dato está respaldado en las observaciones hechas por Van de
Guchte y Zuidema sobre los dibujos de Guamán Poma.
El culto de la Pachamama, según Prada Honor (1986), había sido observado por
Manuel Chávez Ballón como una representación de la Pachamama. Prada Honor (1986)
sostuvo la misma interpretación, agregando que fue un vehículo, por así decirlo, para
agradecer a la tierra. Del mismo modo, Carrión Cachot (1955) y Dean (2010) concuerdan
que estas representaciones de paisajes en maquetas están relacionadas a este culto. Van de
Guchte (1990) lo referencia como un “paisaje de pequeña escala”, comparándolo estilísti-
camente con la escultura monumental de Saywite y caracterizándola como una escultura
figurativa por su representación de terrazas agrícolas en miniatura que descienden de una
ladera, asegurando que es la única escultura de paisaje en una EMI del Cusco.
Por lo tanto, queda claro que el canal que desciende de la maqueta es una paccha
y se caracteriza porque en el inicio presenta depresiones como cuencos y que se conecta
directamente con el otro canal, en cuyo final, se observa una terminación de cabeza de
serpiente dispuesta en alto relieve. Este aspecto, también se relaciona a la Madre Tierra,
donde el líquido descendía a las entrañas del afloramiento rocoso como simbolización de
las profundidades de la tierra o Pachamama.
Estos argumentos parecen ser más sólidos cuando Dean (2010) explica que las
rocas sagradas podían cambiar su carácter típico. Este elemento escultórico de la maqueta
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posiblemente fue este tipo de roca sagrada a la que la investigadora se refería. No solo con-
tenía la esencia del cerro representado, sino que era la presentación del Cerro Mantocalla,
vinculado con la escultura monumental de Teteqaqa, montaña muy adorada por los inkas
donde se encontraba la wak’a Chuquimarca.
En el culto a los ancestros (Allen 2019; Hernández Astete 2013) se presume que
existía esta función ceremonial, no obstante, Max Uhle (1998), Prada Honor (1985,1986)
y Van de Guchte (1990) pudieron encontrar actividades relacionadas con el culto funerario
al interior de Teteqaqa, tipo mausoleo de un ancestro, pero no lograron distinguirla en su
parte exterior. Es de pensar que los ancestros inkas no permanecían perpetuos al interior de
su mausoleo, sino que participaban activamente en diferentes rituales y asuntos de Estado.
Es por esta razón que se les asienta en rocas y no en la tierra, encerrándolas en estas EMI,
afloramientos rocosos convertidos en wak’a, siendo morada y alojamiento del ancestro
Inka momificado o mallqui.
Debe recalcarse que los dos asientos principales hallados en la parte superior de
la escultura monumental, uno circular y el otro cuadrangular, están asociados a la escali-
nata principal y a elementos compositivos como pacchas figurativas y naturales, lo que
probablemente denota importancia mayor. Según las referencias de Prada Honor (1986) se
tratarían de asientos de ancestros. Carrión Cachot (1955) también mencionaba que debido
a donde se ubicaban estas pacchas, se encontraban los mallqui situados en unos asientos
para poder así rendirles culto. Los ancestros eran los intermediarios de la protección de las
tierras a través del aseguramiento del agua.
Del mismo modo, el culto al agua estuvo muy afín con las serpientes, ambas están
compuestas de elementos escultóricos figurativos como la paccha, la qocha, las serpientes
y la mayupuma. Son varios los investigadores (Aguilar Egoávil y Cáceres Anaya 2014:
306, Carrión Cachot 1955, Dean 2010) que dan realce a la paccha, qocha, hoyos con ca-
nales o recipientes tallados, denotando la relevancia ceremonial de este culto. Las tres
formas representadas en estas EMI respaldarían la teoría de Carrión Cachot (1955), donde
estos animales eran considerados como seres protectores del agua, símbolos de las lluvias,
además, de precisar la ubicación de los manantiales.
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Conclusiones
Eran seres protectores grabados sobre las superficies rocosas y forjados en las
EMI colindantes a estos manantiales. Este lazo con las rocas se manifestaba en wak’as y
paccarinas aprovechados como instrumentos de poder. Tenemos como ejemplos la maqueta
de la Pachamama (madre Tierra), el gnomon del Sol y el altar ascendente o tiana Inka, de
manera que, la presencia de las pacchas estaría en compañía de los mallqui. En base a
estos elementos mitológicos los inkas tenían como propósito concientizar a la población
dominada sobre sus responsabilidades de conservar y mantener durante el año calendárico
las nacientes de las fuentes de agua, consideradas como espacios sagrados y fiscalizados
por el poderío cusqueño.
El culto al agua está muy presente en esta región debido al hallazgo de pacchas y
qochas hechas por el ser humano o por la naturaleza y acondicionadas en gran número a
los rituales. Las pacchas naturales y figurativas siempre están ubicadas en frente o al lado
de un asiento (rectangular, circular o cuadrangular; Figura 7), sin embargo, puede variar
su posición y ubicación de acuerdo con al diseño de la escultura monumental (Van de
Guchte 1990). Es probable que investigaciones futuras puedan determinar la funcionalidad
de estas EMI, analizando sus composiciones de acuerdo con los elementos escultóricos que
contienen estructuradamente.
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QUISPE/La Wak’a Teteqaqa: una escultura monumental Inka en Cusco, Perú
Por otro lado, y en relación con la ritualidad, el ancestro podría desplazarse por
toda la wak’a. Se sobreentendía que tenía una cripta interna y asientos específicos en la
parte exterior. Se podría proponer que el ancestro Inka, santificado en mallqui, habitaba
la wak’a de Chukimarka (Figura 8), tenía una presencia política y religiosa muy activa
siendo visitado en ocasiones por el soberano. En un análisis exhaustivo in situ, cabe la
posibilidad que esta composición del altar ascendente sea la tiana lítica y se considera como
el espacio donde el gobernante Inka se sentaba con su corte más cercana para conversar con
el oráculo del ancestro momificado.
Los orígenes de los manantiales fueron embellecidos con alto relieves y cabezas
de animales a manera de íconos protectores del agua, indicadores de lluvia para la siembra,
asociados frecuentemente a estos centros como Teteqaqa. Las EMI o wak’a líticas estaban
cubiertas con telas que las diferenciaba de otras wak’a.
Figura 8. Fotografía aérea del segundo templo del Sol Chukimarka, hoy Teteqaqa. Cortesía
del dron de Elder Antezana 2018.
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Notas
1 La medición consistió en el registro escrito de las dimensiones de los elementos compositivos, así
como diferenciar el tamaño y el área de los distintos tallados sobre la superficie de los afloramientos
rocosos. Dada la complicación de algunos tallados, fue forzoso aplicar en el registro gráfico la trian-
gulación, que fijó el área y forma exacta de un elemento escultórico
La descripción muestra la forma precisa del tallado, hecho in situ. Luego de la digitalización con el
programa Autocad 3d, se consiguió un plano en 3d en el programa de Google SketchUp 13.0.4812
(2013). Usando el plano de planta en formato de JPEG, se logró introducir en el sistema con la escala
adecuada para comenzar a elevar o extruir cada elemento escultórico de acuerdo a las profundidades
registradas con la medición y observación; en este caso fue necesario la comparación con la técnica
de la fotografía digital, que aportaba datos de color y profundidad del tallado y el relieve preciso
(alto relieve, medio relieve y bajo relieve), para una mayor transformación de la forma real de cada
tallado en la versión digital. El dibujo tridimensional se realizó proponiendo una imagen perceptible
para cada elemento escultórico de esta unidad de observación en Teteqaqa. Usando el método de
la experimentación en el recorrido, se logró entender cuáles eran los mecanismos de movilización
encima de la EMI, la capacidad de aforo de cada composición, y el tránsito in situ. En esta inves-
tigación se encontró todo un sistema de comunicación peatonal restringido y exclusivo encima del
afloramiento rocoso de caliza.
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