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Descartes - Redacciones

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1.

El método cartesiano: ideal matemático de


certeza, duda metódica y criterio de verdad.
PLANTEAMIENTO

Crisis de las ciencias y revolución científica.


El pensamiento de Descartes surge de una gran crisis que se produce en Europa en los siglos XV y XVI, el Renacimiento. En la Europa surgida de la
Edad Media no se concebía una filosofía o una ciencia al margen de las sagradas escrituras. Los filósofos cristianos, como Agustín de Hipona,
Buenaventura o Tomás de Aquino, habían construido un pensamiento que, partiendo de la filosofía griega, afirmaban las verdades de la fe cristiana:
la “filosofía escolástica”
El Renacimiento va a cambiar esta situación; profundos cambios sociales trajeron consigo el desarrollo de un nuevo espíritu; Por todas partes, en
Europa, surgieran artistas y filósofos que no se conformaban con el pensamiento heredado y trataron de encontrar nuevas respuestas y formas de
vivir.
El problema es que proliferaron todo tipo de nuevas ciencias y doctrinas que competían unas con otras tratando de explicar los mismos fenómenos.
Si en la Europa medieval, la filosofía era un sistema perfectamente ordenado, en la Europa Renacentista era tal la proliferación de ideas, ciencias y
nuevas filosofías, que resultaba del todo imposible distinguir entre los conocimientos que poseían una base real y aquellos que no eran más que
prejuicios o quimeras .

La filosofía de Descartes como Proyecto de un método.


La filosofía de Descartes surge como un intento de respuesta a esta situación de revolución científica. Una vez rechazado el conocimiento heredado,
la filosofía medieval y la ciencia antigua, lo primordial, piensa Descartes, es encontrar un método que nos permita distinguir la ciencia verdadera, de
las doctrinas que no son más que quimeras y supersticiones, puesto que entre la gran proliferación de conocimientos en Europa, no existía un
criterio que nos permitiese seguir una dirección común .
De esta forma podríamos organizar el conocimiento de forma racional. En la base del sistema estaría la filosofía, que serviría de fundamentos para
todas las ciencias, y sobre ella se construirían cada una de los saberes particulares . La filosofía es el fundamento de las ciencias porque responde a la
pregunta por la esencia de la realidad, mientras que las distintas ciencias únicamente se ocupan del análisis de aspectos concretos de la realidad

DESARROLLO

El método y las reglas


Descartes desconfía de los métodos de la filosofía antigua y medieval, a la que tacha de un conjunto de opiniones sin fundamento. En cambio, se fija
en el método de la geometría, del que aprecia la simplicidad y el rigor. La geometría parte de principios muy simples y, mediante deducción resuelve
innumerables problemas. Esta simplicidad le va a dar a Descartes la clave para proponer un método general para el conocimiento. Tal método
procederá del mismo modo que el geométrico: a partir de unos principios muy simples que son absolutamente verdaderos, se deducen todas las
verdades, o lo que es lo mismo: partir de evidencias para deducir a partir de ellas todo el conocimiento.

Este procedimiento Descartes lo simplifica en torno a cuatro sencillas reglas, las llamadas “reglas del método” :
A. Regla de evidencia: «No admitir jamás como verdadera cosa alguna sin conocer con evidencia que lo era: es decir, evitar con todo cuidado la
precipitación y la prevención, y no comprender en mis juicios nada más que lo que se presentara tan clara y distintamente a mi espíritu que
no tuviese ocasión alguna para ponerlo en duda». O, lo que es lo mismo, no admitir algo de lo que pueda tener la más mínima duda (por
pequeña que sea), no aceptar nada como verdadero que no se presente ante nosotros de manera evidente. .
B. Regla de análisis: “El segundo, en dividir cada una de las dificultades que examinara en tantas partes como fuera posible y necesario para
resolverlas”. La segunda regla está sacada de la geometría: Operar descomponiendo los problemas en sus elementos más simples y
evidentes. Si lo único que podemos tomar por verdadero son los elementos simples de la realidad, como indica el criterio de verdad, es
necesario que disolvamos toda problema en sus elementos más simples.
C. Regla de síntesis. “Dirigir ordenadamente mis pensamien-tos comenzando por los objetos más sencillos y fáciles de conocer, para ascender,
lentamente, como por grados, has-ta el conocimiento de los más complejos”. Aquí se trata de hacer justamente lo contrario que al
descomponer las cosas en los elementos más simples, construir los elementos complejos a partir de los elementos simples. Una vez que
hemos llegado a los elementos simples de un problema hay que reconstruirlo en toda su complejidad, deduciendo todas las ideas y
consecuencias que se derivan de aquellos principios primeros absolutamente ciertos. Como vemos, esta regla trata de aplicar la deducción: a
partir de las ideas simples (axiomas), deducimos las ideas más complejas (teoremas).
D. Regla de enumeración. “Hacer en todo enumeraciones tan completas y revistas tan generales que estuviera seguro de no omitir nada”. Esta
es una manera de poner en práctica el orden, que es lo que fundamentalmente busca el método de Descartes. Se trata de comprobar y
revisar que no haya habido error alguno en todo el proceso.

La estructura del método. La nueva forma de conocer: intuición y deducción.

A través de este método, Descartes está proponiendo dos formas de conocer o dos procesos para llegar al conocimiento verdadero:

• La intuición: En primer lugar aquello que se presenta frente a nosotros de forma evidente e inmediata. Este tipo de conocimiento es intuitivo
puesto que no necesitamos una compleja operación mental para reconocerlo como verdadero. Lo que se presenta frente a nosotros como
evidente, lo reconocemos como absolutamente verdadero de forma intuitiva . El conocimiento por intuición es aquel que obtenemos de manera
inmediata, es decir, aquel que se nos presenta sin necesidad de que nosotros hagamos nada (como un fogonazo, dice el Francés). A este
conocimiento evidente Descartes le dará el nombre de axiomas2, ideas verdaderas o ideas simples. Son ideas que, aún siendo verdaderas, no es
necesario que las demostremos, puesto que resultan evidentes.
• La deducción: es aquel conocimiento que, pese a no reconocerlo de forma inmediata como verdadero, lo podemos deducir lógicamente a partir
de otros conocimientos que sí que son intuitivos . El conocimiento por deducción es, como su nombre indica, aquel conocimiento que deducimos
o obtenemos a partir de otras verdades; a partir de algo que ya sabemos y que es verdadero, podemos llegar a conclusiones igualmente
verdaderas, aunque no conocidas a primera vista; a estos conocimientos deducidos Descartes los llama teoremas .

Pues, como vemos, el método propuesto por Descartes es un método de conocimiento que procede mediante estos dos procesos intelectuales, la
intuición y la deducción. Se trata, como prescribe la regla de evidencia, de poner todo en duda hasta descubrir una verdad que no pueda ser dudada,
o lo que es lo mismo, una verdad evidente, que se conozca por intuición. Y a partir de ahí, como propone la regla se síntesis, reconstruir el
conocimiento sobre fundamentos sólidos, es decir, deducir todas las demás verdades.

El nuevo criterio de verdad: el ideal matemático de certeza


Descartes al proponer un nuevo método de conocimiento, está proponiendo, en el fondo, un nuevo criterio de verdad: la evidencia. El criterio de
verdad en la filosofía antigua y medieval estaba en las antípodas de la evidencia; recordemos que Platón, por ejemplo, considera que lo más
evidente, aquello de lo que estamos más seguros, no es lo más verdadero. Lo verdadero, en cambio, es lo más difícil de conocer. Descartes propone,
en cambio, que sea aquello que nos resulte más simple, lo que vamos a tomar por verdadero.
Pero ¿qué es lo evidente? En la primera regla del método Descartes ya nos lo dice: aquello que no nos plantee la más mínima duda, por muy
pequeña que sea. ¿cuáles son los conocimientos que no nos plantean objeciones? Descartes nos dice que son aquellos que se nos presenten con
absoluta claridad y distinción. Son claros aquellos pensamientos o ideas que puedo reconocer sin ningún género de dudas, y son distintos aquellos
pensamientos o ideas que puedo distinguir de todas las demás. Lo contrario sería lo oscuro y confuso, aquello que me plantea dudas sobre lo que
es, o sobre sus diferencias con respecto a otros pensamientos o ideas. Lo claro y distinto corresponde, por tanto, a lo simple: las ideas y
pensamientos simples deben ser todas verdaderas. Descartes está pensando aquí en las matemáticas pues las ideas de la matemática son
precisamente estas ideas. En el fondo, lo que está proponiendo Descartes es un criterio matemático de certeza: el conocimiento verdadero va a ser
aquel que tenga las características del conocimiento matemático: claridad, distinción, exactitud.

Dios como garantía del criterio de verdad.


Ahora bien, ¿qué significa que tales ideas, las claras y distintas, sean todas ciertas? Significa que tales ideas son representaciones verdaderas de cosas
realmente existentes. Es decir, las matemáticas se refieren a cosas y objetos que existen en la realidad, mientras que las ideas sensibles, confusas y
oscuras, son pura imaginación que no representa a nada. Ideas tales como las figuras geométricas (triángulo, cuadrado…) o los números, son ideas
que se refieren al mundo. Y las ideas sensibles, tales como las nociones que tenemos de los colores, o de olores, no se refiere a nada existente en el
mundo. El mundo, por tanto, es matemático, obedece a leyes matemáticas y posee propiedades matemáticas.
Este argumento tiene problema grave que Descartes conoce y trata de solucionar: ¿por qué el hecho de pensar algunas ideas con claridad y
distinción significa que estas ideas son verdaderas, es decir, que se refieren a cosas existentes? ¿y por qué no puede pasar lo mismo con las ideas
confusas? Podríamos pensar que el hecho de que yo pueda concebir con claridad un triángulo no implica necesariamente que ese triángulo exista
realmente. Descartes soluciona este problema acudiendo a la idea de Dios: según el francés, las ideas matemáticas son ideas perfectas y, como tales,
nosotros no hemos podido inventarlas, ya que no somos seres perfectos. Por tanto, tales ideas las ha debido inventar un ser perfecto para después
ponerlas en nuestra razón. Sabemos que perfecto solo es Dios. Por tanto Dios ha creado tales ideas y las ha puesto en nosotros; él es la garantía
última de que el criterio de verdad se cumple.

CONCLUSIÓN
En conclusión podemos decir que Descartes consigue su proposito: se trataba de establacer unos principios sencillos para distinguir el conocimiento
verdadero y el falso y así ordenar las ciencias. El resultado va a ser precisamente este: las la revolución científica del siglo XVI y XVII, se reorganizarán
las ciencias y se establecerá la filosofía como su fundamento.
2. Concepto de idea en Descartes y sus tipos.
PLANTEAMIENTO

Crisis de las ciencias y revolución científica.


El pensamiento de Descartes surge de una gran crisis que se produce en Europa en los siglos XV y XVI, el Renacimiento. En la Europa surgida de la
Edad Media no se concebía una filosofía o una ciencia al margen de las sagradas escrituras. Los filósofos cristianos, como Agustín de Hipona,
Buenaventura o Tomás de Aquino, habían construido un pensamiento que, partiendo de la filosofía griega, afirmaban las verdades de la fe cristiana:
la “filosofía escolástica”
El Renacimiento va a cambiar esta situación; profundos cambios sociales trajeron consigo el desarrollo de un nuevo espíritu; Por todas partes, en
Europa, surgieran artistas y filósofos que no se conformaban con el pensamiento heredado y trataron de encontrar nuevas respuestas y formas de
vivir.
El problema es que proliferaron todo tipo de nuevas ciencias y doctrinas que competían unas con otras tratando de explicar los mismos fenómenos.
Si en la Europa medieval, la filosofía era un sistema perfectamente ordenado, en la Europa Renacentista era tal la proliferación de ideas, ciencias y
nuevas filosofías, que resultaba del todo imposible distinguir entre los conocimientos que poseían una base real y aquellos que no eran más que
prejuicios o quimeras .

Un nuevo fundamento para el conocimiento.


En esta situación de crisis del conocimiento Descartes pretende establecer un nuevo fundamento para el conocimiento ya que no encontraba en
ninguna ciencia ni en la filosofía medieval un pilar firme para el conocimiento. Lo primero que va a hacer es proponer un método para evitar caer en
el error en su búsqueda. Este método consiste básicamente en en cuatro reglas que me aseguren que llego a alguna evidencia de la cual no puedo
dudar, y a partir de esta evidencia deducir las demás verdades. Pues bien, con la aplicación del método Descartes encuentra esta primera evidencia
que va a ser el primer principio de la filosofía, el fundamento que estaba buscando: el yo, la propia conciencia. Al aplicar el método rechaza todo el
conocimiento que pueda presentar alguna duda, tanto el conocimiento sensible como el inteligible, y lo único que queda es la propia conciencia, el
yo del que no se puede dudar. A partir de aquí Descartes deducirá todos los demás fundamentos de la realidad.

Concepto de idea.
La única herramienta que tiene Descartes para demostrar la existencia de otra sustancia, es el yo, que es lo único que sabemos que existe con
total seguridad; si lográsemos encontrar algo en la conciencia que justificase la existencia de algo fuera de ella, entonces podríamos afirmar la
existencia de algo a parte de nosotros. Por eso lo que va a hacer descartes es examinar las distintas ideas que hay dentro de la mente y comprobar si
alguna de ellas puede justificar por sí sola la existencia de un mundo extramental.
Las ideas son, por tanto, los contenidos de la mente que funcionan como representaciones. Una idea no es un objeto independiente de la
mente, como pensaba Platón, sino que es la representación que hace la mente de algo. Por ejemplo, la idea de mesa es la representación de un
objeto que encontramos en la realidad. El yo se concibe como un ser pensante, una mente, y las ideas son la forma como este yo se representa las
demás cosas. Es por eso que las ideas están, por así decirlo, contenidas en nuestra mente, como si se tratase de un recipiente.
El problema es, por tanto, determinar si alguna de estas ideas representa alguna realidad existente fuera de nosotros o son meras
representaciones de nada, como ensueños. ¿Cómo podemos saber que mi idea de dragón se refiere a un ser que no existe y en cambio mi idea de
mesa o de Benidorm se refieren a realidades verdaderas? Al fin y al cabo, podría estar soñando y mis ideas no ser más que ensueños vacíos.
Para solucionar este problema, Decartes analiza nuestra mente y distingue los distintos tipos de ideas para ver si hay alguna de ellas que
justifica la existencia de alguna realidad extramental.
a) Hay ideas que poseo porque provienen de los sentidos; por ejemplo, tengo nociones de una mesa o una silla porque he percibido por los
sentidos objetos de esta clase. A estas ideas las denomina Descartes “ideas adventicias”.
b). Otras ideas, en cambio, no provienen de mis sentidos, sino que son creaciones de mi propia mente a través de la imaginación. Estas ideas las
inventa mi propio pensamiento mezclando ideas adventicias: son tales como ideas de dragones, sirenas o unicornios. A tales ideas Descartes le
da el nombre de “ideas facticias”.
c).Por último, hay un tipo de ideas que no provienen de los sentidos, pero tampoco han sido creadas por mi imaginación. A estas ideas descartes
las denomina “ideas innatas”. Son ideas tales como “infinito” o “perfección”, así como casi todos los conceptos matemáticos. Es evidente que
una idea como “infinito” no puede proceder de mis sentidos, dado que yo no puedo conocer nada infinito material. Pero también es
evidente que no sea una invención de mi imaginación, puesto que es imposible que mi imaginación haya inventado un concepto semejante.
La conclusión de Descartes es clara: tales ideas están presentes en mi mente de forma innata, desde mi nacimiento.

Demostración de la existencia de Dios a partir de ideas innatas.


Las ideas innatas son esos contenidos mentales que le van a servir a Descartes para demostrar la existencia de alguna realidad extramental. No
podrían ser las ideas adventicias puesto que ya las ha rechazado descartes mostrándolas como confusas pues los sentidos son engañosos y
podríamos estar soñando. Tampoco pueden ser las ideas facticias, porque al estar constituidas por ensoñaciones inventadas por mi imaginación, no
pueden servir para demostrar ninguna cosa real. En cambio las ideas innatas no han sido ni pueden ser inventos de mi espíritu o errores de mis
sentidos, dado que ni provienen de los sentidos, ni son ideas que yo mismo haya sido capaz de inventar. Si las ideas innatas no han sido inventadas
por mí y sin embargo están en mi mente, debe haber sido, piensa Descartes, porque han sido puestas allí por algún otro ser. Por tanto, tenemos la
prueba de que existe algo más a parte de mi propia conciencia, pues hay al menos un ser que es la causa de mis ideas innatas.
Así es como Descartes, partiendo de las ideas innatas, demuestra la existencia de un segundo ser, Dios. Lo hace mediante tres argumentos: el
argumento de la perfección, el argumento de la contingencia y el argumento ontológico. (se pueden explicar resumidamente)

CONCLUSIÓN.
En conclusión, podemos decir que el concepto de idea es fundamental en la filosofía de Descartes ya que su filosofía establece la conciencia como
fundamento de todo el conocimiento y son las ideas, como representaciones de las cosas, la fuente de todo el conocimiento a partir de este
momento.
3. Concepto de sustancia en Descartes y sus tipos.
Argumentos demostrativos de la existencia de Dios
y del mundo.
PLANTEAMIENTO.

Crisis de las ciencias y revolución científica.


El pensamiento de Descartes surge de una gran crisis que se produce en Europa en los siglos XV y XVI, el Renacimiento. En la Europa surgida de la
Edad Media no se concebía una filosofía o una ciencia al margen de las sagradas escrituras. El Renacimiento va a cambiar esta situación. Por todas
partes, en Europa, surgieran artistas y filósofos que no se conformaban con el pensamiento heredado y trataron de encontrar nuevas respuestas y
formas de vivir.
El problema es que proliferaron todo tipo de nuevas ciencias y doctrinas que competían unas con otras tratando de explicar los mismos
fenómenos. Si en la Europa medieval, la filosofía era un sistema perfectamente ordenado, en la Europa Renacentista era tal la proliferación de ideas,
ciencias y nuevas filosofías, que resultaba del todo imposible distinguir entre los conocimientos que poseían una base real y aquellos que no eran
más que prejuicios o quimeras .

Un nuevo fundamento para el conocimiento.


En esta situación de crisis del conocimiento Descartes pretende establecer un nuevo fundamento para el conocimiento ya que no encontraba en
ninguna ciencia ni en la filosofía medieval un pilar firme para el conocimiento. Lo primero que va a hacer es proponer un método para evitar caer en
el error en su búsqueda. Este método consiste básicamente en en cuatro reglas que me aseguren que llego a alguna evidencia de la cual no puedo
dudar, y a partir de esta evidencia deducir las demás verdades. Pues bien, con la aplicación del método Descartes pretende encontrar los nuevos
fundamentos del conocimiento, o lo que es lo mismo las sustancias que componen la realidad.

Concepto de sustancia.
Descartes entiende por sustancia, aquello que no necesita de otra cosa para existir, aquello que existe por sí mismo. Se contrapone a accidente:
mientras que sustancia es lo que existe en sí, los accidentes son lo que existe en otro, necesita de otra cosa para existir. Por ejemplo, si nos fijamos
en una vasija de barro, podemos considerar que lo material, el barro, es algo sustancial en ella, puesto que sin la materia no sería nada. Pero en
cambio el color de la vasija es accidental, podemos pintarla de uno y otro sin que deje de ser lo que es. El barro, por tanto, es una sustancia, es algo
existente, pero el color es un accidente, no puede existir por sí mismo, sino sólo como la cualidad de algo. De esta forma, Descartes distingue
“cualidades primarias” de las “cualidades secundarias”. Las cualidades primarias son las cualidades sustanciales, aquello que atañe a la sustancia del
objeto, mientras que las cualidades secundarias son las que se refieren a lo accidental. Las primeras, como veremos, se conocen mediante la razón, y
las segundas se conocen mediante los sentidos.

Descubrimiento de la primera substancia: el yo.


Para averiguar la composición de la realidad, las sustancias, Descartes va a aplicar su método al conocimiento de lo real. Se trata por tanto del
proceso conocido como “duda metódica”: rechazo todo aquello que presente la más mínima duda hasta alcanzar una certeza, algo evidente. A partir
de esta primera verdad, deduzco todo el conocimiento restante.
En este proceso, lo primero que se rechaza es el conocimiento que tenemos del mundo a través de los sentidos, dado que este saber no es
evidente. No podemos estar seguros de que lo que ve-mos y tocamos sea real porque nos plantea dos dudas muy serias:
a) La primera de ellas consiste en poner en duda a los sentidos: sé que los sentidos me engañan en alguna ocasión. Por tanto, ¿como puedo estar
seguro de que no me engañan siempre? De lo que me ha engañado una vez no me fiaré, concluye Descartes.
b) La segunda de esas dudas proviene de su famoso argumento del sueño: si somos en ocasiones incapaces de distinguir entre el sueño y la vigilia
¿cómo estar seguro de que las representaciones que tengo del mundo no son también un sueño? Podría ocurrir que todo cuanto me rodea no
fuera más que un sueño.
Una vez ha rechazado el conocimiento de los sentidos, Descartes prueba si puede oponer alguna duda al conocimiento de la razón, es decir, las
matemáticas. Del conocimiento matemático no tenemos noticia a través de los sentidos, sino que lo hayamos mediante el razonamiento. ¿Puedo
estar seguro de que las matemáticas no me engañan? En principio tampoco puedo fiarme de este saber dado que también Descartes le opone dos
objeciones que nos hacen dudar:
i) La primera de las objeciones consiste en el llamado argumento de los paralogismos , que desarrolla en el Discurso del método. Podemos estar
persuadidos de que los razonamientos matemáticos son todos verdaderos y, sin embargo no ser más que un conjunto de paralogismos que
nos conducen a conclusiones erróneas .
ii). En Las Meditaciones Metafísicas (1641), nos presenta Descartes un argumento mucho más poderoso la tesis del Dios engañador (Deus
deceptor) o genio maligno . Según Descartes, no podemos estar seguros de que las ideas matemáticas no sean producto de un dios
engañador, un genio maligno, que las ha puesto en nuestro entendimiento para confundirnos. Por esta razón, porque no podemos asegurar
completamente que las matemáticas sean completamente verdaderas, debemos en principio rechazarlas.
Cuando la mente ha prescindido de todo el conocimiento poco fiable, entonces por “intuición” reconoce algo claro y distinto, algo evidente a lo que
no puedo poner ninguna duda: Podremos no estar seguros de que aquello de que pensamos sea cierto, pero de lo que no podemos dudar es de
que estamos pensando, y por tanto es evidente que existimos como seres pensantes: de aquí su famoso “cogito ergo sum”, o lo que es lo mismo,
“pienso luego existo”.

Descubrimiento de la segunda sustancia: Dios.


Descartes no se queda en la demostración de la primera verdad, se propone demostrar que, además de nosotros, existe el mundo que nos rodea.
Llega ahora, por tanto, el momento deductivo del método: partiendo de una verdad indiscutible, la existencia del yo, demostrar otras verdades, la
existencia de Dios y del mundo. La única herramienta que tiene Descartes para demostrar la existencia de otra sustancia, es el yo, que es lo único
que sabemos que existe con total seguridad; si lográsemos encontrar algo en la conciencia que justificase la existencia de algo fuera de ella, entonces
podríamos afirmar la existencia de algo a parte de nosotros. Por eso lo que va a hacer descartes es examinar las distintas ideas que hay dentro de la
mente y comprobar si alguna de ellas puede justificar por sí sola la existencia de un mundo extramental.
El problema es, por tanto, determinar si alguna de mis ideas representa alguna realidad existente fuera de nosotros o son meras representaciones
de nada, como ensueños. ¿Cómo podemos saber que mi idea de dragón se refiere a un ser que no existe y en cambio mi idea de mesa o de
Benidorm se refieren a realidades verdaderas? Al fin y al cabo, podría estar soñando y mis ideas no ser más que ensueños vacíos.
Descartes analiza las ideas y las clasifica en ideas facticias (que proceden de la imaginación), adventicias (que proceden de los sentidos) e innatas (que
están presentes en mí sin ser yo su causa). Las ideas innatas son esos contenidos mentales que le van a servir a Descartes para demostrar la
existencia de alguna realidad extramental. No podrían ser las ideas adventicias puesto que ya las ha rechazado descartes mostrándolas como
confusas pues los sentidos son engañosos y podríamos estar soñando. Tampoco pueden ser las ideas facticias, porque al estar constituidas por
ensoñaciones inventadas por mi imaginación, no pueden servir para demostrar ninguna cosa real. En cambio las ideas innatas no han sido ni
pueden ser inventos de mi espíritu o errores de mis sentidos, dado que ni provienen de los sentidos, ni son ideas que yo mismo haya sido capaz de
inventar. Si las ideas innatas no han sido inventadas por mí y sin embargo están en mi mente, debe haber sido, piensa Descartes, porque han sido
puestas allí por algún otro ser. Por tanto, tenemos la prueba de que existe algo más a parte de mi propia conciencia, pues hay al menos un ser que es
la causa de mis ideas innatas.

Argumentos de la demostración de Dios.


Así es como Descartes, partiendo de las ideas innatas, demuestra la existencia de un segundo ser, Dios. Lo hace mediante tres argumentos: el
argumento de la perfección, el argumento de la contingencia y el argumento ontológico.
1. Argumento de la idea de perfección: Porejemplola ideade perfección;si examinamosestaidea,nosdamoscuentaqueno puedeprocederde los
sentidos, puesto que no existe ningún ser perfecto que yo pueda contemplar. Y evidentemente tampoco puede ser un invento de mi imaginación,
dado que no siendo yo perfecto, no hay ninguna forma que pueda imaginar un concepto semejante ; pensar que eso fuera posible, sería tan
absurdo como creer que un ciego de nacimiento puede imaginarse la luz. Si yo no puedo ser la causa de que esta idea esté en mí, entonces debe
haber una causa distinta de mí para esta idea. Esta causa tiene que ser, necesariamente, un ser perfecto, puesto que sólo un ser perfecto puede se
la causa de la idea de perfección. Es claro, por tanto, que este ser perfecto, es necesariamente Dios, dado que esta es precisamente su definición
(ser perfecto). Vemos que es la existencia en mí de una idea innata lo que permite a Descartes demostrar la segunda sustancia, la existencia de un
ser perfecto: Dios.
2. Argumento de la contingencia.: Descartes,no satisfechopor estaprimerademostración,añadeen el Discursodos más.En estasegunda,nos dice
que, puesto que dudamos, es evidente que somos seres imperfectos. Pero, aún siendo imperfectos, nos damos cuenta de que alguna virtud
tenemos, de las cuales no hemos podido ser nosotros la causa. Y no hemos podido ser la causa precisamente porque si lo fuéramos, en lugar de
habernos causado como seres imperfectos, nos habríamos dado todas las perfecciones en grado máximo. En conclusión, la causa de nuestras
perfecciones tiene que haber sido otro ser, un ser perfecto, que es precisamente Dios.
3. Argumento ontológico. Por último, Descartes utiliza en el Discurso, el famoso “argumento ontológico”. Se basa en las propiedades necesarias que
tiene que tener una idea para ser dicha idea. Por ejemplo: cuando concebimos la idea de triángulo tenemos, necesariamente que concebirla
como una figura en la que la suma de sus ángulos será igual a 180 grados (dos ángulos rectos). Por tanto la proposición “La suma de los tres
ángulos de un triángulo es igual a dos ángulos rectos”. Ocurre una cosa similar con la Idea de Dios: éste se define como el “ser perfecto”, lo que
implica que debe incluir todas las perfecciones. Si decimos “dios no existe” estamos diciendo que Dios no posee todas las perfecciones, lo que es
contradictorio con la definición de dios como “ser perfecto”. Sería tan contradictorio como decir que “la suma de los ángulos de un triángulo no es
180 grados”. De la misma forma la proposición “Dios existe” es necesariamente verdadera, pues Dios es una idea que representa a un ser
infinitamente perfecto y cuando pensamos al ser perfecto, éste debe tener todas las perfecciones y, puesto que lo que existe es más perfecto que
lo que no existe, Dios debe existir realmente .

Descubrimiento de la tercera sustancia: El mundo.


Por último, una ver deducida la idea de Dios, Descartes, a partir de esta idea, demuestra también la existencia del mundo. La demostración se
fundamenta en la idea de Dios como ser perfecto. Puesto que Dios es perfecto, no puede engañarnos respecto de nuestras ideas, dado que si nos
engañase no sería perfecto, sería un dios engañador (Deus deceptor). En virtud de su perfección y su absoluta bondad, Dios no puede permitir que
nos engañemos. Por tanto, debo confiar en que mis represen-taciones del mundo no son puras ilusiones sino representaciones verdaderas. Así
Descartes llega demostrar la existencia de una nueva realidad, una nueva substancia: el Mundo, la res extensa.
Pero hay que señalar que Descartes con este argumento no pretende justificar la existencia extramental de todas nuestras ideas. Dios no garantiza
que todas nuestras ideas tengan existencia en el mundo; si esto fuera así, por el mero hecho de la bondad infinita de Dios, tendrían que existir en la
realidad ideas pensadas por nuestra imaginación tales como “unicornios”, “dragones” o “gnomos”. En realidad el argumento que propone Descartes
sólo se refiere a algunas de las ideas que tenemos en nuestra mente, a saber, las ideas claras y distintas, aquellas que resultan evidentes. La
existencia de un Dios perfecto, no engañador, es la garantía de que las ideas claras y distintas. Las ideas de las que no podemos dudar son las ideas
matemáticas y geométricas, ideas que describen un mundo matemático y geométrico .

Conclusión: Las tres clases de sustancias.


Descartes cambia la imagen que los hombres teníamos de nosotros mismos y del mundo que nos rodea; a partir de la filosofía cartesiana el modo
de ver la realidad que Europa había heredado de la Edad Media se desploma y la filosofía cartesiana, basada en la existencia de tres sustancias, se
impone. Estas tres sustancias son: la res cogitans (yo), la res infinita (Dios), la res extensa (el mundo):
a) La Res cogitans (el yo): La conciencia es una substancia cuya esencia consiste en pensar, es decir, una mente pensante que duda, que afirma,
que niega, que quiere, que no quiere, que imagina también y que siente.
b) La Res infinita (Dios). Descartes no es un teólogo, ni pretende hacer teología, es más, tiene buen cuidado de no entrometerse en terreno tan
peligroso . Respecto de la imagen de Dios no hace más que asentir ante lo que los teólogos escolásticos habían destacado como perteneciente
a la naturaleza divina , Infinitud, Perfección, Eternidad, inmaterialidad, Omnipotencia.
c) La res extensa (el mundo material): El es básicamente extensión cuantificable, es decir, espacio (con sus tres dimen-siones: Altura, anchura y
profundidad). El hecho de que las realidades materiales no sean más que extensión, es decir, longitudes cuantificables, produce que los objetos
para Descartes tengan las mismas características que las figuras geométricas. De hecho el mundo que concibe Descartes es un mundo
absoluta-mente geométrico y matemático .
4. Dualismo antropológico. Mecanicismo y libertad.
PLANTEAMIENTO.
La concepción del hombre en la filosofía antigua y medieval era una concepción dualista. Platón había establecido ya esta dualidad señalando que el
hombre tenía dos partes, por un lado un cuerpo material y por el otro un alma inmaterial e inmortal. Descartes va a continuar con esta concepción
dualista del hombre aunque modificándola profundamente. Para la filosofía antigua y medieval la parte material del hombre, el cuerpo, era visto
como algo negativo, sin ningún orden y lógica. Descartes en cambio va a considerar el cuerpo como una máquina perfecta, un mecanismo que
funciona con precisión y que sigue unas leyes precisas. Por esta razón dedicó mucho tiempo a estudiar el cuerpo y su funcionamiento, llegando a
realizar profundos estudios de anatomía.
El resultado va a ser una concepción dualista del hombre donde, por un lado se encuentra el alma, entendido como la razón, la fuente de la voluntad
y el puesto de mando del sujeto. Y por el otro lado el cuerpo, un cuerpo mecánico que funciona conforme a las leyes de la física y que está
gobernado por el alma. Descartes trazaba una analogía entre el ser humano y un barco. Un barco es una máquina muy precisa, llena de mecanismos
que lo hacen funcionar con precisión, pero no obstante el barco está gobernado desde el timón por un capitán que toma las decisiones libremente.
Del mismo modo, el cuerpo es un mecanismo preciso, pero gobernado por un alma racional, una conciencia libre que puede tomar decisiones y
gobierna el cuerpo.

DESARROLLO.

Demostración de las tres sustancias


Descartes distingue tres sustancias distintas, Dios (la res infinita) , las almas (la res pensante), y lo material (la res extensa). Es esta clasificación de la
realidad lo que le lleva a mantener un dualismo con respecto al ser humano. El hombre es al único ser en el que se encuentran dos realidades
distintas entre sí, la res cogitans (pensamiento) y la res extensa (cuerpo).
Aplicación del método
A esta conclusión Descartes llega después de aplicar su método al estudio de las realidades, la ontología. Como sabemos Descartes pretende
encontrar los principios firmes del conocimiento, es decir, aquellas realidades o sustancias existentes de las que no pueda tener ningún género de
duda. Por eso, al aplicar el método, descubre como primer principio de la ontología la propia conciencia. Podemos dudar de cualquier
conocimiet¡nto que nos suministren nuestros sentidos, incluso de nuestros razonamientos, pero no podemos dudar de que dudamos (cogito ergo
sum). Por tanto la conciencia, el pensamiento, es una realidad, una sustancia verdaderamente real. Esta se me presenta con la cacarterística de ser
una “cosa que piensa” un puro pensamiento. Partiendo de esta conciencia, Descartes Demuestra primero la existencia de Dios, partiendo de las ideas
innatas contenidas en la propia conciencia, y después la existencia del mundo, atendiendo a la bondad de Dios que no puede permitir que me
engañe. Dios se me presenta como una sustancia perfecta y buena, mientras que el mundo que Descartes demuestra no es el que veo por los
sentidos, sino el que es capaz de pensar mi razon: un mundo geométrico-matemático, el mundo de los físicos como Galileo.

El mundo-máquina
Por tanto, Como sabemos, Descartes concibe el mundo material, la res extensa, como un mecanismo que se comporta con arreglo a leyes
matemáticas. Esta afirmación es válida tanto para el universo entero, como para los cuerpos de los animales y el hombre. Los planetas, por ejemplo,
como descubrían Galileo, Copérnico y Kepler, se pueden comprender como una gigantesca máquina que se mueve de forma automática igual que
un reloj. La explicación ya no es la que daban los filósofos medievales que atribuían a Dios el comportamiento de los astros. En la visión mecanicista
de Descartes, el universo no necesita de Dios para funcionar. Descartes concibe este universo como si fuera un reloj y a Dios como el gran relojero:
Igual que un reloj debe ser diseñado y construido por un buen relojero, el universo entero con todo lo que contiene ha sido diseñado y construido
por Dios, como si fuera un gran arquitecto. Y después de su construcción Dios lo puso a funcionar, del mismo modo que el relojero le dio cuerda al
reloj. A partir de ese momento ninguna de las dos máquinas, ya sea el universo o el reloj, ya no necesitan a su diseñador para funcionar con
perfección. Por eso el mundo ya no necesita ser mantenido, como pensaban antiguos y medievales; Dios no necesita hacer salir el sol cada día, o
hacer que crezcan las plantas o subsistan los animales; el mundo entero funciona como un gran mecanismo autónomo. Y aquí reside precisamente
que los físicos y astrónomos sean capaces de predecir el comportamiento de los astros, como la aparición de un cometa o un eclipse, y los biólogos,
zoologos y botánicos puedan hacer lo mismo con respecto de las plantas y los animales: son mecanismos que funcionan con arreglo a unas leyes y
basta conocer estas leyes para poder predecir su comportamiento. Los cuerpos de los animales y del hombre también son mecanismos de esta
clase; Descartes, que había estudiado anatomía, veía claramente cómo los cuerpos estaban llenos de mecanismos y tenían el aspecto de ser
autómatas fabricados con tendones y huesos en lugar de metal y madera. Por eso, suponía que podemos considerar a los animales como
verdaderos autómatas.

La libertad humana
Pero el caso del hombre es especial porque, pese a tener un cuerpo material, el hombre posee un alma que le permite comportarse con libertad.
Mientras que los animales son autómatas naturales, y los astros obedecen leyes, el hombre posee el pensamiento, y por tanto no está sometido a
las mismas leyes que el resto de los seres, como los planetas o los animales. Él mismo gobierna su cuerpo mediante el razonamiento y la voluntad.
Descartes estaba tan convencido de esta idea que incluso investigó el proceso mediante el cual el alma transmitía las órdenes al cuerpo
constituyendo uno de los primeros estudios de neurología: pensaba que el alma se localizaba en el cerebro, y mediante la glándula pineal transmitía
las órdenes al cuerpo utilizando los nervios, y mediante unos “espíritus” que recorrían el cuerpo por los nervios y transmitían las órdenes a los
músculos llevando la voluntad del alma al cuerpo.

CONCLUSIÓN
En conclusión, Descartes hace una descripción de la realidad que está en la base del mundo contemporáneo: lo concibe como una gigantesca
máquina que funciona de forma autónoma: los animales, el mundo y los astros, son una máquina mecánica que se mueve con arreglo a leyes
matemáticas. Sin embargo el hombre, por poseer alma, tiene la capacidad para ser libre y dirigir a su cuerpo-máquina.
5. Moral provisional.
PLANTEAMIENTO
La filosofía de Descartes puede comprenderse como la pretensión de derribar todo el conocimiento para volver a plantearlo de nuevo sobre bases
más sólidas. Como sabemos el filósofo francés había estudiado todos los ámbitos del conocimiento en el colegio de La Fleche, pero no había
encontrado ninguna ciencia que le satisficiera. La filosofía antigua y medieval le parecía un conjunto de consejos sin base sólida, y las ciencias
modernas se le presentaban como oscuras y llenas de impercepciones. Sólo las matemáticas le resultaban un saber claro, aunque no sabía entonces
cómo levantar sobre ellas un conocimiento fiable del mundo. Por esta razón Descartes va a hacer un “borrón y cuenta nueva”: va a prescindir de todo
el conocimiento para tratar de edificar un nuevo edificio de saberes sobre unos fundamentos firmes.
Pero Descartes es consciente de que necesitamos un mínimo de instrucciones para afrontar la vida, aún cuando carezcamos de certezas. Por eso,
pese a que su pretensión es la de derribar todo el edificio del conocimiento, le parece importante preservar provisionalmente una serie de
orientaciones o reglas que le permitan llevar una buena vida en tanto en cuanto este nuevo edificio se edifique. Por eso, en su “Discurso del método”
propone unas reglas básicas que tienen el objetivo de garantizar una buena vida, al menos de forma provisional.
El mismo Descartes califica, no obstante, a estas reglas de “provisionales”, señalando que son reglas que admitiremos mientras no tengamos
seguridades. El problema es que, en lo tocante a la moral nunca llegó a enunciar unas reglas que pudiéramos considerar como definitivas. La razón
de esta provisionalidad no esta en que sean reglas que vayamos a descartar en el futuro, sino en el hecho de que, en lo tocante a la moral, no vamos
a alcanzar seguridades; por tanto, deberíamos elegir unas reglas que nos permitan llevar una vida lo más razonable, cómoda y feliz que podamos
alcanzar, aunque no estemos seguros de que nuestras decisiones sean correctas.

DESARROLLO:

Las reglas que Descartes propone son las siguientes:


i) La primera de estas reglas recomienda aceptar las costumbres y leyes del país en el que uno viva y seguir siempre las opiniones más moderadas.
Descartes está convencido de que las leyes y costumbres de los países están dictados por lo general desde la sensatez y, puesto que respecto de la
moral no alcanzaremos seguridades, está bien que aceptemos y respetemos las costumbres de los demás, puesto que generalmente no hay
costumbres mejores y peores. No solamente esto, sino que esta regla recomienda admitir siempre las conductas y opiniones más moderadas,
puesto que, de estar equivocados, estaremos menos lejos de acertar que si somos extremistas y radicales. Aquí Descartes vuelve a enunciar una
norma de prudencia: puesto que en temas de moral no vamos a alcanzar seguridades, lo mejor es que adoptemos siempre posturas no extremas,
porque así evitaremos grandes equivocaciones.
ii) La segunda de las reglas de esta moral propone perseverar en las acciones que uno hace con la mayor firmeza , o lo que es lo mismo, ser firme en
nuestras opiniones y proyectos mientras no comprobemos que estamos equivocados. Se trata de no conducirse en la vida como una veleta que
apunta donde le lleva el viento y abandona todo lo comenzado en favor de nuevas ideas y proyectos. En este caso, Descartes está proponiendo un
principio de acción: puesto que en temas morales y políticos no vamos a alcanzar seguridades, y siempre estaremos sometidos a la incertidumbre,
vale más que actuemos como si estuviéramos convencidos de lo que en un momento dado hemos tomado por válido o probable. Si no, con
respecto a nuestra vida no lograríamos nada valioso ya que no trazaríamos ningún camino.
iii)La tercera de las reglas que propone aceptar el orden del mundo y no luchar contra él sino adaptarnos. Esta regla tiene un origen evidentemente
estoico, ya que va en la líneade llegara la felicidada travésde la aceptaciónde lo inevitablecomo inevitable.Por eso es tan importantepara el
hombre el conocimiento de la realidad: es necesario que sepamos como es el mundo a fin de adaptarnos a él y no intentar conseguir imposibles. Las
personas que tengan un conocimiento defectuoso del mundo y se dejen llevar por supersticiones, pueden pasar toda la vida persiguiendo ideales
que arruinen su vida.
iv) En conexión directa con la máxima número tres está la número cuatro: emplear toda la vida en el cultivo de la razón mediante la aplicación del
método. De hecho, el mismo descartes sostiene que “las tres máximas anteriores estaban fundamentadas en mi propó-sito de continuar
instruyéndome”, con lo que muestra el francés, un cierto “intelectualismo moral” . El cultivo de la razón es im-prescindible para obtener un
conocimiento verdadero del mundo, y como ya señala en la máxima anterior, no podemos tener una buena vida si no sabemos cómo es el mundo
que nos rodea.

CONCLUSIÓN.

En conclusión, como vemos estas reglas ponen de manifiesto cuál es la dirección de la ética cartesiana: la sumisión de la voluntad a la razón
como guía de la vida y conducta del hombre. En esto consiste esta moral: que nsea la razón, dentro de lo posible, la que decida en cada caso lo que
es pertinente y deseable hacer. No dejarnos llevar por supersticiones, por ideas falsas o por sentimientos y pasiones, sino tratar de guiar nuestra vida
con prudencia y racionalidad. Sin embargo, Descartes era consciente que, en lo tocante a la moral, y a diferencia de la ciencia y la filosofía, no cabe
que alcancemos seguridades, es decir “certezas metafísicas”, verdades absolutamente indudables y debemos conformarnos con unas “seguridades
morales”, o lo que es lo mismo, conocimientos que damos por válidos porque son razonables, pese a no tener una prueba de ellos. Por eso respecto
de la moral y la política, puesto que no alcanzaremos ningún tipo de seguridad, lo más prudente y aconsejable es tener una actitud racional, guiarnos
por lo que sabemos, y con respecto a lo que no sabemos, ser prudentes.

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