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El Conde Lucanor

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l Conde Lucanor

Don Juan Manuel


-29-

Prólogo [del editor]

[Vicedo, Juan, Introducción a «El Conde Lucanor», Alicante, Biblioteca Virtual


Miguel de Cervantes, 2004.]
-28-
Este libro fue escrito por don Juan, hijo del muy noble entendimiento, porque se atrevió a tratar temas tan
infante don Manuel, con el deseo de que los hombres hagan en importantes y difíciles.
este mundo tales obras que les resulten provechosas para su Aunque sabe Dios que lo hizo para enseñar a quienes no son
honra, su hacienda y estado, así como para que encuentren el sabios ni letrados, por lo cual escribió todos sus libros en
camino de la salvación. Con este fin escribió los cuentos más castellano, demostrando así que fueron escritos para los más
provechosos que él sabía, para que los hombres puedan guiarse iletrados, para gente de escasa cultura, como lo es él. A partir
por medio de ellos, pues sería extraño que a alguien le de ahora comienza el prólogo del Libro de los cuentos del Conde
sucediera alguna cosa que no se parezca a alguna de las Lucanor y Patronio.
contadas aquí.
Como don Juan ha visto y comprobado que en los libros hay
muchos errores de copia, pues las letras son muy parecidas
entre sí y los copistas, al confundirlas, cambian el sentido de
muchos pasajes, por lo que luego los lectores le echan la culpa
al autor de la obra, pide don Juan a quienes leyeren cualquier
copia de un libro suyo que, si encuentran alguna palabra mal Prólogo
empleada, no le culpen a él, hasta que consulten el original que
En el nombre de Dios: amén. Entre las muchas cosas
salió de sus manos y que estará corregido, en muchas
extrañas y maravillosas que hizo Dios Nuestro Señor, hay una
ocasiones, de su puño y letra.
que llama más la atención, como lo es el hecho de que,
Estos son los libros que ha escrito hasta el
existiendo tantas personas en el mundo, ninguna sea idéntica
presente: Crónica abreviada, Libro de los sabios, Libro de la
a otra en los rasgos de la cara, a pesar de que todos tengamos
caballería, Libro del infante, Libro del caballero y del escudero,
en ella los mismos elementos. Si las caras, que son tan
Libro del conde, Libro de la caza, Libro de las máquinas de
pequeñas, muestran tantísima variedad, no será extraño que
guerra, Libro de los cantares. Estas obras, manuscritas, están
haya grandes diferencias en las voluntades e inclinaciones de
en el monasterio de los dominicos de Peñafiel, que fue
los hombres. Por eso veréis que ningún hombre se parece a otro
construido por el mismo don Juan Manuel. Cuando las hubieren
ni en la voluntad ni en sus inclinaciones, y así quiero poneros
visto, si encuentran en ellas ciertas faltas o incorrecciones, no
algunos ejemplos para que lo podáis entender mejor.
las deben achacar a su voluntad sino a su cortedad de
Todos los que aman y quieren servir a Dios, aunque desean
lo mismo, cada uno lo sirve de una manera distinta, pues unos
lo hacen de un modo y otros de otro modo. Igualmente, todos resulte dulce, pues por -31- el gusto que siente el hígado a
los que están al servicio de un señor le sirven, aunque de lo dulce, lo atrae para sí, y con ello a la medicina que tanto le
formas distintas. Del mismo modo ocurre con quienes se beneficiará. Lo mismo hacen con cualquier miembro u órgano
dedican a la agricultura, a la ganadería, a la caza o a otros que necesite una medicina, que siempre la mezclan con alguna
oficios, que, aunque todos trabajan en lo mismo, cada uno cosa que resulte agradable a aquel órgano, para que se
tiene una idea distinta de su ocupación, y así actúan de forma aproveche bien de ella. Siguiendo este ejemplo, haré este libro,
muy diversa. Con este ejemplo, y con otros que no es necesario que resultará útil para quienes lo lean, si por su voluntad
enumerar, bien podéis comprender que, aunque todos los encuentran agradables las enseñanzas que en él se contienen;
hombres sean hombres, y por ello tienen inclinaciones y pero incluso los que no lo entiendan bien, no podrán evitar que
voluntad, se parezcan tan poco en la cara como se parecen en sus historias y agradable estilo los lleven a leer las enseñanzas
su intención y voluntad. Sin embargo, se parecen en que a que tiene entremezclados, por lo que, aunque no lo deseen,
todos les gusta aprender aquellas cosas que les resultan más sacarán provecho de ellas, al igual que el hígado y los demás
agradables. Como cada persona aprende mejor lo que más le órganos se benefician y mejoran con las medicinas en las que
gusta, si alguien quiere enseñar a otro debe hacerlo poniendo se ponen agradables sustancias. Dios, que es perfecto y fuente
los medios más agradables para enseñarle; por eso es fácil de toda perfección, quiera, por su bondad y misericordia, que
comprobar que a muchos hombres les resulta difícil todos los que lean este libro saquen el provecho debido de su
comprender las ideas más profundas, pues no las entienden ni lectura, para mayor gloria de Dios, salvación de su alma y
sienten placer con la lectura de los libros que las exponen, ni provecho para su cuerpo, como Él sabe muy bien que yo, don
tampoco pueden penetrar su sentido. Al no entenderlas, no Juan, pretendo. Quienes encuentren en el libro alguna
sienten placer con ciertos libros que podrían enseñarles lo que incorrección, que no la imputen a mi voluntad, sino a mi falta
más les conviene. de entendimiento; sin embargo, cuando encuentren algún
Por eso yo, don Juan, hijo del infante don Manuel, ejemplo provechoso y bien escrito, deberán agradecerlo a Dios,
adelantado mayor del Reino de Murcia, escribí este libro con pues Él es por quien todo lo perfecto y hermoso se dice y se
las más bellas palabras que encontré, entre las cuales puse hace.
algunos cuentecillos con que enseñar a quienes los oyeren. Hice Terminado ya el prólogo, comenzaré la materia del libro,
así, al modo de los médicos que, cuando quieren preparar una imaginando las conversaciones entre un gran señor, el Conde
medicina para el hígado, como al hígado agrada lo dulce, ponen Lucanor y su consejero, llamado Patronio.
en la medicina un poco de azúcar o miel, u otra cosa que
Cuento I
Lo que sucedió a un rey y a un ministro suyo

-32-

Una vez estaba hablando apartadamente el Conde Lucanor


con Patronio, su consejero, y le dijo:
-Patronio, un hombre ilustre, poderoso y rico, no hace
mucho me dijo de modo confidencial que, como ha tenido
algunos problemas en sus tierras, le gustaría abandonarlas
para no regresar jamás, y, como me profesa gran cariño y privado, andaba receloso, aunque no quiso hacer nada contra
confianza, me querría dejar todas sus posesiones, unas él hasta estar seguro de la verdad.
vendidas y otras a mi cuidado. Este deseo me parece honroso -34-
y útil para mí, pero antes quisiera saber qué me aconsejáis en »Quienes urdían la caída del privado real aconsejaron al
este asunto. monarca el modo de probar sus intenciones y demostrar así
-Señor Conde Lucanor -dijo Patronio-, bien sé que mi que era cierto cuanto se decía de él. Para ello expusieron al rey
consejo no os hace mucha falta, pero, como confiáis en mí, un medio muy ingenioso que os contaré en seguida. El rey
debo deciros que ese que se llama vuestro amigo lo ha dicho resolvió hacerlo y lo puso en práctica, siguiendo los consejos
todo para probaros y me parece que os ha sucedido con él como de los demás ministros.
le ocurrió a un rey con un ministro. »Pasados unos días, mientras conversaba con su privado, le
El Conde Lucanor le pidió que le contara lo ocurrido. dijo entre otras cosas que estaba cansado de la vida de este
-Señor -dijo Patronio-, había un rey que tenía un ministro mundo, pues le parecía que todo era vanidad. En aquella
en quien confiaba mucho. Como a los hombres afortunados la ocasión no le dijo nada más. A los pocos días de esto, hablando
gente siempre los envidia, así ocurrió con él, pues los demás otra vez con aquel ministro, volvió el rey sobre el mismo tema,
privados, recelosos de su influencia sobre el rey, buscaron la insistiendo en la vaciedad de la vida que llevaba y de cuanto
forma de hacerle caer en desgracia con su señor. Lo acusaron boato rodeaba su existencia. Esto se lo dijo tantas veces y de
repetidas veces ante el rey, aunque no consiguieron que el tantas maneras que el ministro creyó que el rey estaba
monarca le retirara su confianza, dudara de su lealtad o desengañado de las vanidades del mundo y que no le
prescindiera de sus servicios. Cuando vieron la inutilidad de sus satisfacían ni las riquezas ni los placeres en que vivía. El rey,
acusaciones, dijeron al rey que aquel ministro maquinaba su cuando vio que a su privado le había convencido, le dijo un día
muerte para que su hijo menor subiera al trono y, cuando él que estaba decidido a alejarse de las glorias del mundo y quería
tuviera la tutela del infante, se haría con todo el poder marcharse a un lugar recóndito donde nadie lo conociera para
proclamándose señor de aquellos reinos. Aunque hasta hacer allí penitencia por sus pecados. Recordó al ministro que
entonces no habían conseguido levantar sospecha en el ánimo de esta forma pensaba lograr el perdón de Dios y ganar la gloria
del rey, ante estas murmuraciones el monarca empezó a del Paraíso.
recelar de él; pues en los asuntos más importantes no es »Cuando el privado oyó decir esto a su rey, pretendió
juicioso esperar que se cumplan, sino prevenirlos cuando aún disuadirlo con numerosos argumentos para que no lo hiciera.
tienen remedio. Por ello, desde que el rey concibió dudas de su Por ello, le dijo al monarca que, si se retiraba al desierto,
ofendería a Dios, pues abandonaría a cuantos vasallos y gentes aunque no dio muestras de ello, pues pensó que ahora tendría
vivían en su reino, hasta ahora gobernados en paz y en justicia, en sus manos todo el poder, por lo que podría obrar como
y que, al ausentarse él, habría desórdenes y guerras civiles, en quisiere.
las que Dios sería ofendido y la tierra destruida. También le dijo »Este ministro tenía en su casa, como cautivo, a un hombre
que, aunque no dejara de cumplir su deseo por esto, debía muy sabio y gran filósofo, a quien consultaba cuantos asuntos
seguir en el trono por su mujer y por su hijo, muy pequeño, que había de resolver en la corte y cuyos consejos siempre seguía,
correrían mucho peligro tanto en sus bienes como en sus pues eran muy profundos.
propias vidas. »Cuando el privado se partió del rey, se dirigió a su casa y
»A esto respondió el rey que, antes de partir, ya había le contó al sabio cautivo cuanto el monarca le había dicho,
dispuesto la forma en que el reino quedase bien gobernado y entre manifestaciones de alegría y contento por su buena
su esposa, la reina, y su hijo, el infante, a salvo de cualquier suerte ya que el rey le iba a entregar todo el reino, todo el
peligro. Todo se haría de esta manera: puesto que a él lo había poder y la tutela del infante heredero.
criado en palacio y lo había colmado de honores, estando »Al escuchar el filósofo que estaba cautivo el relato de su
siempre satisfecho de su lealtad y de sus servicios, por lo que señor, comprendió que este había cometido un grave error,
confiaba en él más que en ninguno de sus privados y pues sin duda el rey había descubierto que el ministro
consejeros, le encomendaría la protección de la reina y del ambicionaba el poder sobre el reino y sobre el príncipe.
infante y le entregaría todos los fuertes y bastiones del reino, Entonces comenzó a reprender severamente a su señor
para que nadie pudiera levantarse contra el heredero. De esta diciéndole que su vida y hacienda corrían grave peligro, pues
manera, si volvía al cabo de un tiempo, el rey estaba seguro cuanto el rey le había dicho no era sino para probar las
de -35- encontrar en paz y en orden cuanto le iba a entregar. acusaciones que algunos habían levantado contra él y no por
Sin embargo, si muriera, también sabía que serviría muy bien que pensara hacer vida retirada y de penitencia. En definitiva,
a la reina, su esposa, y que educaría en la justicia al príncipe, su rey había querido probar su lealtad y, si viera que se
a la vez que mantendría en paz el reino hasta que su hijo alegraba de alzarse con todo el poder, su vida correría
tuviera la edad de ser proclamado rey. Por todo esto, dijo al gravísimos riesgos.
ministro, el reino quedaría en paz y él podría hacer vida »Cuando el privado del rey escuchó las razones de su
retirada. cautivo, sintió gran pesar, porque comprendió que todo había
»Al oír el privado que el rey le quería encomendar su reino sido preparado como este decía. El sabio, que lo vio tan
y entregarle la tutela del infante, se puso muy contento,
acongojado, le aconsejó un medio para evitar el peligro que lo le dijo que llevaba tanto dinero cosido a su ropa que nunca
amenazaba. habría de faltarles nada en toda su vida y que, pues habían de
»Siguiendo sus consejos, el privado, aquella misma noche, partir, sería mejor hacerlo antes de que pudiesen ser
se hizo rapar la cabeza y cortar la barba, se vistió con una reconocidos.
túnica muy tosca y casi hecha jirones, como las que llevan los »Cuando el rey oyó decir esto a su privado, pensó que
mendigos que piden en las romerías, cogió un bordón y se calzó actuaba así por su lealtad y se lo agradeció mucho, contándole
unos zapatos rotos aunque bien clavados, y cosió en los cómo lo envidiaban los otros privados, que estuvieron a punto
pliegues de sus andrajos una gran cantidad de doblas de oro. de engañarlo, y cómo él se decidió aprobar su fidelidad. Así fue
Antes del amanecer encaminó sus pasos a palacio y pidió al como el ministro estuvo a punto de ser engañado por su
guardia de la puerta que dijese al rey que se levantase, para ambición, pero Dios quiso protegerlo por medio del consejo que
que ambos pudieran abandonar el reino -36- antes de que la le dio aquel sabio cautivo en su casa.
gente despertara, pues él ya lo estaba esperando; le pidió »Vos, señor conde, es preciso que evitéis caer en el engaño
también que todo se lo dijera sin ser oído por nadie. El guardia, de quien se dice amigo vuestro, pero ciertamente lo que os
cuando así vio al privado del rey, quedó muy asombrado, pero propuso sólo es para probaros y no porque piense hacerlo. Por
fue a la cámara real y dio el mensaje al rey, que también se eso os convendrá hablar con él, para que le demostréis que sólo
asombró mucho e hizo pasar a su privado. buscáis su honra y provecho, sin sentir ambición ni deseo de
»El rey, al ver con aquellos harapos a su ministro, le sus bienes, pues la amistad no puede durar mucho cuando se
preguntó por qué iba vestido así. Contestó el privado que, ambicionan las riquezas de un amigo.
puesto que el rey le había expresado su intención de irse al El conde vio que Patronio le había aconsejado muy bien,
desierto y como seguía dispuesto a hacerlo, él, que era su obró según sus recomendaciones y le fue muy provechoso
privado, no quería olvidar cuantos favores le debía, sino que, hacerlo así.
al igual que había compartido los honores y los bienes de su Y, viendo don Juan que este cuento era bueno, lo mandó
rey, así, ahora que él marchaba a otras tierras para llevar vida escribir en este libro e hizo estos versos que condensan toda
de penitencia, querría él seguirlo para compartirla con su su moraleja:
señor. Añadió el ministro que, si al rey no le dolían ni su mujer,
ni su hijo, ni su reino, ni cuantos bienes dejaba, no había
motivo para que él sintiese mayor apego, por lo cual partiría No penséis ni creáis que por un amigo
con él y le serviría siempre, sin que nadie lo notara. Finalmente hacen algo los hombres que les sea un peligro.
-Señor Conde Lucanor -dijo Patronio-, ciertamente sé que
encontraréis a muchos que podrían aconsejaros mejor que yo
También hizo otros que dicen así: y, como Dios os hizo de buen entendimiento, mi consejo no os
hará mucha falta; pero, como me lo habéis pedido, os diré lo
que pienso de este asunto. Señor Conde Lucanor -continuó
Con la ayuda de Dios y con buen consejo, Patronio-, me gustaría mucho que pensarais en la historia de
sale el hombre de angustias y cumple su deseo. lo que ocurrió a un hombre bueno con su hijo.
El conde le pidió que le contase lo que les había pasado, y
así dijo Patronio:
-Señor, sucedió que un buen hombre tenía un hijo que,
aunque de pocos años, era de muy fino entendimiento. Cada
-37- vez que el padre quería hacer alguna cosa, el hijo le señalaba
todos sus inconvenientes y, como hay pocas cosas que no los
tengan, de esta manera le impedía llevar acabo algunos
Cuento II proyectos que eran buenos para su hacienda. Vos, señor conde,
habéis de saber que, cuanto más agudo entendimiento tienen
Lo que sucedió a un hombre bueno con su hijo los jóvenes, más inclinados están a confundirse en sus
negocios, pues saben cómo comenzarlos, pero no saben cómo
los han de terminar, y así se equivocan con gran daño para
ellos, si no hay quien los guíe. Pues bien, aquel mozo, por la
Otra vez, hablando el Conde Lucanor con Patronio, su sutileza de entendimiento y, al mismo tiempo, por su poca
consejero, le dijo que estaba muy preocupado por algo que experiencia, abrumaba a su padre en muchas cosas de las que
quería hacer, pues, si acaso lo hiciera, muchas personas hacía. Y cuando el padre hubo soportado largo tiempo este
encontrarían motivo para criticárselo; pero, si dejara de género de vida con su hijo, que le molestaba constantemente
hacerlo, creía él mismo que también se lo podrían censurar con con sus observaciones, acordó actuar como os contaré para
razón. Contó a Patronio de qué se trataba y le rogó que le evitar más perjuicios a su hacienda, por las cosas que no podía
aconsejase en este asunto. hacer y, sobre todo, para aconsejar y mostrar a su hijo cómo
debía obrar en futuras empresas.
»Este buen hombre y su hijo eran labradores y vivían cerca preguntó aquel buen hombre a su hijo qué le parecía lo que
de una villa. -38- Un día de mercado dijo el padre que irían decían estos otros, replicándole el hijo que, en su opinión,
los dos allí para comprar algunas cosas que necesitaban, y decían la verdad. Inmediatamente el padre mandó a su hijo
acordaron llevar una bestia para traer la carga. Y camino del subir con él en la cabalgadura para que ninguno caminase a
mercado, yendo los dos a pie y la bestia sin carga alguna, se pie.
encontraron con unos hombres que ya volvían. Cuando, »Y yendo así los dos, se encontraron con otros hombres, que
después de los saludos habituales, se separaron unos de otros, comenzaron a decir que la bestia que montaban era tan flaca
los que volvían empezaron a decir entre ellos que no les y tan débil que apenas podía soportar su peso, y que estaba
parecían muy juiciosos ni el padre ni el hijo, pues los dos muy mal que los dos fueran montados en ella. El buen hombre
caminaban a pie mientras la bestia iba sin peso alguno. El buen preguntó otra vez a su hijo qué le parecía lo que habían dicho
hombre, al oírlo, preguntó a su hijo qué le parecía lo que habían aquellos, contestándole el joven que, a su juicio, decían la
dicho aquellos hombres, contestándole el hijo que era verdad, verdad. Entonces el padre se dirigió al hijo con estas palabras:
porque, al ir el animal sin carga, no era muy sensato que ellos »-Hijo mío, como recordarás, cuando salimos de nuestra
dos fueran a pie. Entonces el padre mandó a su hijo que subiese casa, íbamos los dos a pie y la bestia sin carga, y tú decías que
en la cabalgadura. te parecía bien hacer así el camino. Pero después nos
»Así continuaron su camino hasta que se encontraron con encontramos con unos hombres que nos dijeron que aquello no
otros hombres, los cuales, cuando se hubieron alejado un poco, tenía sentido, y te mandé subir al animal, mientras que yo iba
empezaron a comentar la equivocación del padre, que, siendo a pie. Y tú dijiste que eso sí estaba bien. Después encontramos
anciano y viejo, iba a pie, mientras el mozo, que podría caminar otro grupo de personas, que dijeron que esto último no estaba
sin fatigarse, iba a lomos del animal. De nuevo preguntó el bien, y por ello -39- te mandé bajar y yo subí, y tú también
buen hombre a su hijo qué pensaba sobre lo que habían dicho, pensaste que esto era lo mejor. Como nos encontramos con
y este le contestó que parecían tener razón. Entonces el padre otros que dijeron que aquello estaba mal, yo te mandé subir
mandó a su hijo bajar de la bestia y se acomodó él sobre el conmigo en la bestia, y a ti te pareció que era mejor ir los dos
animal. montados. Pero ahora estos últimos dicen que no está bien que
»Al poco rato se encontraron con otros que criticaron la los dos vayamos montados en esta única bestia, y a ti también
dureza del padre, pues él, que estaba acostumbrado a los más te parece verdad lo que dicen. Y como todo ha sucedido así,
duros trabajos, iba cabalgando, mientras que el joven, que aún quiero que me digas cómo podemos hacerlo para no ser
no estaba acostumbrado a las fatigas, iba a pie. Entonces criticados de las gentes: pues íbamos los dos a pie, y nos
criticaron; luego también nos criticaron, cuando tú ibas a os aconsejo que nunca dejéis de hacerlos por miedo a las
caballo y yo a pie; volvieron a censurarnos por ir yo a caballo críticas de la gente.
y tú a pie, y ahora que vamos los dos montados también nos El consejo de Patronio le pareció bueno al conde, que obró
lo critican. He hecho todo esto para enseñarte cómo llevar en según él y le fue muy provechoso.
adelante tus asuntos, pues alguna de aquellas monturas Y, cuando don Juan escuchó esta historia, la mandó poner
teníamos que hacer y, habiendo hecho todas, siempre nos han en este libro e hizo estos versos que dicen así y que encierran
criticado. Por eso debes estar seguro de que nunca harás algo toda la moraleja:
que todos aprueben, pues si haces alguna cosa buena, los malos
y quienes no saquen provecho de ella te criticarán; por el
contrario, si es mala, los buenos, que aman el bien, no podrán Por críticas de gentes, mientras que no hagáis mal,
aprobar ni dar por buena esa mala acción. Por eso, si quieres buscad vuestro provecho y no os dejéis llevar.
hacer lo mejor y más conveniente, haz lo que creas que más te
beneficia y no dejes de hacerlo por temor al qué dirán, a menos
que sea algo malo, pues es cierto que la mayoría de las veces
la gente habla de las cosas a su antojo, sin pararse a pensar en
-40-
lo más conveniente.
»Y a vos, Conde Lucanor, pues me pedís consejo para eso
que deseáis hacer, temiendo que os critiquen por ello y que
igualmente os critiquen si no lo hacéis, yo os recomiendo que, Cuento III
antes de comenzarlo, miréis el daño o provecho que os puede
causar, que no os confiéis sólo a vuestro juicio y que no os Lo que sucedió al rey Ricardo de Inglaterra cuando saltó
dejéis engañar por la fuerza de vuestro deseo, sino que os dejéis al mar para luchar contra los moros
aconsejar por quienes sean inteligentes, leales y capaces de
guardar un secreto. Pero, si no encontráis tal consejero, no
debéis precipitaros nunca en lo que hayáis de hacer y dejad que
pasen al menos un día y una noche, si son cosas que pueden Un día se retiró el Conde Lucanor con Patronio, su
posponerse. Si seguís estas recomendaciones en todos vuestros consejero, y le dijo así:
asuntos y después los encontráis útiles y provechosos para vos,
-Patronio, yo confío mucho en vuestro buen juicio y sé que, -Señor Conde Lucanor -dijo Patronio-, mucho me agradan
en lo que vos no sepáis o no podáis aconsejarme, no habrá vuestras razones, y sobre todo porque me habéis dicho que os
nadie en el mundo que pueda hacerlo; por eso os ruego que me aconseje según vuestro estado, porque si me lo hubierais
aconsejéis como mejor sepáis en los que ahora os diré. Bien pedido de otra forma pensaría que lo hacíais por probarme,
sabéis que yo ya no soy muy joven y que, desde que nací hasta como sucedió en la historia que os conté otro día -41- de
ahora, me crie y viví siempre envuelto en guerras, unas veces aquel rey con su privado. Y me agrada mucho que queráis hacer
contra moros, otras con los cristianos y las más fueron contra penitencia de vuestras faltas, según vuestro estado y dignidad,
los reyes, mis señores, o contra mis vecinos. En mis luchas con pues tened por cierto que si vos, señor Conde Lucanor,
mis hermanos cristianos, aunque yo intenté que nunca se quisierais dejar vuestro estado y entrar en religión o hacer vida
iniciara la guerra por mi culpa, fue inevitable que muchos retirada, no podríais evitar que os sucediera una de estas dos
inocentes recibieran gran daño. Apesadumbrado por esto y por cosas: la primera, que seríais muy mal juzgado por las gentes,
otros pecados que he cometido contra Dios Nuestro Señor, y pues todos dirían que lo hacíais por pobreza de espíritu y
también porque veo que nada ni nadie en este mundo puede porque no os gustaba vivir entre los buenos; la segunda, que
asegurarme que hoy mismo no haya de morir; seguro de que os sería muy difícil sufrir las asperezas y sacrificios de la vida
por mi edad no viviré mucho más y sabiendo que deberé conventual, y si después tuvieseis que abandonarla o vivirla sin
comparecer ante Dios, que es juez que no se deja engañar por guardar la regla como se debe, os causaría gran daño para el
las palabras sino que juzga a cada uno por sus buenas o malas alma y mucha vergüenza y pérdida de vuestra buena fama.
obras; y en la certeza de que, si Dios halla en mí pecados por Como tenéis muy buenos propósitos, me gustaría contaros lo
los que deba sufrir castigo eterno, no podrá evitar los males y que Dios reveló a un ermitaño de santa vida sobre lo que habría
dolores del Infierno, donde ningún bien de este mundo podrá de sucederle a él mismo y al rey Ricardo de Inglaterra.
aliviar mis penas y donde sufriré eternamente; sabiendo en El conde le rogó que le dijese lo ocurrido.
cambio que, si Dios se mostrase clemente y me señalara como -Señor Conde Lucanor -dijo Patronio-, un ermitaño llevaba
uno de los suyos en el Paraíso, no habría placer o dicha en este muy santa vida, hacía mucho bien y muchas penitencias para
mundo que pudiera igualársele. Y como Cielo o Infierno no se lograr la gracia de Dios. Y por ello, Nuestro Señor fue con él
merecen sino por las obras, os pido que, de acuerdo con mi misericordioso y le prometió que entraría en el reino de los
estado y dignidad, me aconsejéis la mejor manera de hacer cielos. El ermitaño agradeció mucho esta revelación divina y,
penitencia por mis culpas y conseguir la gracia ante Dios. como estaba ya seguro de salvarse, rogó a Dios que le indicara
quién sería su compañero en el Paraíso. Y aunque Nuestro
Señor le dijo por medio de un ángel que no preguntara tal cosa, había hecho penitencia antes de abandonar su tierra y estaba
tanto insistió el ermitaño que Dios Nuestro Señor accedió a muy arrepentido, era seguro que Dios tendría misericordia de
darle una respuesta y, así, le hizo saber por un ángel que el rey su alma, y si los moros fuesen vencidos sería para honra de
de Inglaterra y él estarían juntos en el Paraíso. Dios y ellos, como cristianos, podrían sentirse muy dichosos.
»Tal respuesta no agradó mucho al ermitaño, pues conocía »Cuando hubo dicho esto, encomendó su cuerpo y su alma
muy bien al rey y sabía que siempre andaba en guerras y que a Dios, pidió que le ayudase y, haciendo la señal de la cruz,
había matado, robado y desheredado a muchos, y había llevado mandó a sus soldados que le siguieran. Luego picó con las
una vida muy opuesta a la suya, que le parecía muy alejada del espuelas a su caballo y saltó al mar, hacia la orilla donde
camino de la salvación. Por todo esto estaba el ermitaño muy estaban los moros. Aunque muy cerca del puerto, el mar era
disgustado. bastante profundo, por lo que el rey y su caballo quedaron
»Cuando Dios Nuestro Señor lo vio así, le mandó decir con cubiertos por las aguas y no parecían tener salvación; pero
el ángel que no se quejara ni se sorprendiera de lo que le había Dios, como es omnipotente y muy piadoso, acordándose de lo
dicho, y que debía estar seguro de que más honra y más que dicen los evangelios (que Él no busca la muerte del pecador
galardón merecía ante Dios el rey Ricardo con un solo salto que sino que se arrepienta y viva), ayudó en aquel peligro al rey de
él con todas sus buenas obras. El ermitaño se quedó muy Inglaterra, evitó su muerte carnal, le otorgó la vida eterna y le
sorprendido y le preguntó al ángel cómo podía ser así. salvó de morir ahogado. El rey, después, se lanzó contra los
»El ángel le contó que los reyes de Francia, Inglaterra y moros.
Navarra habían pasado a Tierra Santa. Y cuando llegaron al »Cuando los ingleses vieron a su rey entrar en combate,
puerto, estando todos armados para emprender la conquista, saltaron todos al mar para ayudarle y se lanzaron contra los
vieron en las riberas tal cantidad de moros que -42- dudaron enemigos. Al ver esto los franceses, pensaron que sería una
de poder desembarcar. Entonces el rey de Francia pidió al rey afrenta para ellos no entrar en combate y, como no son gente
de Inglaterra que viniese a su nave para decidir los dos lo que que soporte los agravios, saltaron todos al mar y lucharon
habrían de hacer. El rey de Inglaterra, que estaba a caballo, contra los moros. Cuando estos les vieron iniciar su ataque, sin
cuando esto oyó al mensajero, le contestó que dijese a su rey miedo a morir y con ánimo tan gallardo, rehusaron enfrentarse
que como, por desgracia, él había agraviado y ofendido a Dios a ellos, abandonando el puerto y huyendo en desbandada. Al
muchas veces y siempre le había pedido ocasión para llegar a tierra, los cristianos mataron a cuantos pudieron
desagraviarle y pedirle perdón, veía que, gracias a Dios, había alcanzar y consiguieron la victoria, prestando gran servicio a
llegado el día que tanto esperaba, pues si allí muriese, como
la causa del Señor. Tan gran victoria se inició con el salto que antes, ni viviréis más si os quedáis en vuestras tierras. Y si
dio en el mar el rey de Inglaterra. murierais sirviendo a Dios, viviendo como os he dicho, seréis
»Al oír esto el ermitaño, quedó muy contento y comprendió contado entre los mártires y bienaventurados; pues, aunque no
que Dios le concedía un gran honor al ponerle como compañero muráis en combate, la buena voluntad y las buenas obras os
en el Paraíso a un hombre que le había servido de esta manera harán mártir, y los que os quieran criticar no podrán hacerlo
y que había ensalzado la fe católica. pues todos verán que no abandonáis la caballería, sino que
»Y vos, señor Conde Lucanor, si queréis servir a Dios y hacer deseáis ser caballero de Dios y dejáis de ser caballero del Diablo
penitencia de vuestras culpas, reparad el daño que hayáis y de las vanidades del mundo, que son perecederas.
podido hacer, -43- antes de partir de vuestra tierra. Haced »Ya, señor conde, os he aconsejado, como me pedisteis, para
penitencia por vuestros pecados y no hagáis caso a las galas que podáis salvar vuestra alma, permaneciendo en vuestro
del mundo, que es todo vanidad, ni creáis a quienes os digan estado. Y así imitaréis al rey Ricardo de Inglaterra cuando saltó
que debéis preocuparos por vuestra honra, pues así llaman a al mar para comenzar tan gloriosa acción.
mantener muchos criados, sin mirar si tienen para Al conde le gustó mucho el consejo que le dio Patronio y le
alimentarlos y sin pensar cómo acabaron o cuántos quedaron pidió a Dios que le ayudara para ponerlo en práctica, como su
de quienes sólo se preocupaban por este tipo de vanagloria. consejero le decía y él deseaba.
Vos, señor Conde Lucanor, porque queréis servir a Dios y hacer Y viendo don Juan que este era un cuento ejemplar, lo
penitencia de vuestras culpas, no sigáis ese camino vacío y mandó poner en este libro y compuso estos versos que lo
lleno de vanidades. Mas, pues Dios os entregó tierras donde resumen. Los versos dicen así:
podáis servirle luchando contra los moros, por mar y por tierra,
haced cuanto podáis para asegurar lo que tenéis. Y dejando en
paz vuestros señoríos y habiendo pedido perdón por vuestras Quien se sienta caballero
culpas, para hacer cumplida penitencia y para que todos debe imitar este salto,
bendigan vuestras buenas obras, podréis abandonar todo lo no encerrado en monasterio
demás, estando siempre al servicio de Dios y terminar así
tras de los muros más altos.
vuestra vida.
»Esta es, en mi opinión, la mejor manera de salvar vuestra
alma, de acuerdo con vuestro estado y dignidad. Y también
debéis creer que por servir a Dios de este modo no moriréis
gravemente y, notando que se moría, reunió a parientes y
-44- amigos y, cuando estos llegaron, mandó llamar a su mujer y a
sus hijos; se sentó en una sala muy hermosa desde donde se
veía el mar y la costa; hizo traer sus joyas y riquezas y, cuando
las tuvo cerca, comenzó a hablar en broma con su alma:
Cuento IV »-Alma, bien veo que quieres abandonarme y no sé por qué,
pues si buscas mujer e hijos, aquí tienes unos tan maravillosos
Lo que, al morirse, dijo un genovés a su alma
que podrás sentirte satisfecha; si buscas parientes y amigos,
también aquí tienes muchos y muy distinguidos; si buscas
plata, oro, piedras preciosas, joyas, tapices, mercancías para
traficar, aquí tienes tal cantidad que nunca ambicionarás más;
Un día hablaba el Conde Lucanor con su consejero Patronio si quieres naves y galeras que te produzcan riqueza y
y le contaba lo siguiente: aumenten tu honra, ahí están, en el puerto que se ve desde
-Patronio, gracias a Dios yo tengo mis tierras bien esta sala; si buscas tierras y huertas fértiles, que también sean
cultivadas y pacificadas, así como todo lo que preciso según frescas y deleitosas, están bajo estas ventanas; si quieres
mi estado y, por suerte, quizás más, según dicen mis iguales y caballos y mulas, y aves y perros para la caza y para tu
vecinos, algunos de los cuales me aconsejan que inicie una diversión, -45- y hasta juglares para que te acompañen y
empresa de cierto riesgo. Pero aunque yo siento grandes deseos distraigan; si buscas casa suntuosa, bien equipada con camas
de hacerlo, por la confianza que tengo en vos no la he querido y estrados y cuantas cosas son necesarias, de todo esto no te
comenzar hasta hablaros, para que me aconsejéis lo que deba falta nada. Y pues no te das por satisfecha con tantos bienes
hacer en este asunto. ni quieres gozar de ellos, es evidente que no los deseas. Si
-Señor Conde Lucanor -dijo Patronio-, para que hagáis lo prefieres ir en busca de lo desconocido, vete con la ira de Dios,
más conveniente, me gustaría mucho contaros lo que le que será muy necio quien se aflija por el mal que te venga.
sucedió a un genovés. »Y vos, señor Conde Lucanor, pues gracias a Dios estáis en
El conde le pidió que así lo hiciera. paz, con bien y con honra, pienso que no será de buen juicio
Patronio comenzó: arriesgar todo lo que ahora poseéis para iniciar la empresa que
-Señor Conde Lucanor, había un genovés muy rico y muy os aconsejan, pues quizás esos consejeros os lo dicen porque
afortunado, en opinión de sus vecinos. Este genovés enfermó saben que, una vez metido en ese asunto, por fuerza habréis
de hacer lo que ellos quieran y seguir su voluntad, mientras
que ahora que estáis en paz, siguen ellos la vuestra. Y quizás
piensan que de este modo podrán medrar ellos, lo que no Hablando otro día el Conde Lucanor con Patronio, su
conseguirían mientras vos viváis en paz, y os sucedería lo que consejero, le dijo:
al genovés con su alma; por eso prefiero aconsejaros que, -Patronio, un hombre que se llama mi amigo comenzó a
mientras podáis vivir con tranquilidad y sosiego, sin que os alabarme y me dio a entender que yo tenía mucho poder y muy
falte nada, no os metáis en una empresa donde tengáis que buenas cualidades. Después de tantos halagos me propuso un
arriesgarlo todo. negocio, que a primera vista me pareció muy provechoso.
Al conde le agradó mucho este consejo que le dio Patronio, Entonces el conde contó a Patronio el trato que su amigo
obró según él y obtuvo muy buenos resultados. le proponía y, aunque parecía efectivamente de mucho interés,
Y cuando don Juan oyó este cuento, lo consideró bueno, Patronio descubrió que pretendían engañar al conde con
pero no quiso hacer otra vez versos, sino que lo terminó con hermosas palabras. Por eso le dijo:
este refrán muy extendido entre las viejas de Castilla: -Señor Conde Lucanor, debéis saber que ese hombre os
quiere engañar y así os dice que vuestro poder y vuestro estado
son mayores de lo que en realidad son. Por eso, para que evitéis
El que esté bien sentado, no se levante. ese engaño que os prepara, me gustaría que supierais lo que
sucedió a un cuervo con una zorra.
Y el conde le preguntó lo ocurrido.
-Señor Conde Lucanor -dijo Patronio-, el cuervo encontró
una vez un gran pedazo de queso y se subió a un árbol para
-46-
comérselo con tranquilidad, sin que nadie le molestara.
Estando así el cuervo, acertó a pasar la zorra debajo del árbol
y, cuando vio el queso, empezó a urdir la forma de quitárselo.
Cuento V Con ese fin le dijo:
»-Don Cuervo, desde hace mucho tiempo he oído hablar de
Lo que sucedió a una zorra con un cuervo que tenía un vos, de vuestra nobleza y de vuestra gallardía, pero aunque os
pedazo de queso en el pico he buscado por todas partes, ni Dios ni mi suerte me han
permitido encontraros antes. Ahora que os veo, pienso que sois
muy superior a lo que me decían. Y para que veáis que no trato Convencido el cuervo por sus palabras y halagos, abrió el pico
de lisonjearos, no sólo os diré vuestras buenas prendas, sino para cantar, por complacer a la zorra. Cuando abrió la boca,
también los defectos que os atribuyen. Todos dicen que, como cayó el queso a tierra, lo cogió la zorra y escapó con él. Así fue
el color de vuestras plumas, ojos, patas y garras es negro, y engañado el cuervo por las alabanzas de su falsa amiga, que le
como el negro no es tan bonito como otros colores, el ser vos hizo creerse más hermoso y más perfecto de lo que realmente
tan negro os hace muy feo, sin darse cuenta de su error pues, era.
aunque vuestras plumas son negras, tienen un tono azulado, »Y vos, señor Conde Lucanor, pues veis que, aunque Dios os
como las del pavo real, que es la más bella de las aves. Y otorgó muchos bienes, aquel hombre os quiere convencer de
pues -47- vuestros ojos son para ver, como el negro hace que vuestro poder y estado aventajan en mucho la realidad,
ver mejor, los ojos negros son los mejores y por ello todos creed que lo hace por engañaros. Y, por tanto, debéis estar
alaban los ojos de la gacela, que los tiene más oscuros que prevenido y actuar como hombre de buen juicio.
ningún animal. Además, vuestro pico y vuestras uñas son más Al conde le agradó mucho lo que Patronio le dijo e hízolo
fuertes que los de ninguna otra ave de vuestro tamaño. así. Por su buen consejo evitó que lo engañaran.
También quiero deciros que voláis con tal ligereza que podéis Y como don Juan creyó que este cuento era bueno, lo mandó
ir contra el viento, aunque sea muy fuerte, cosa que otras poner en este libro e hizo estos versos, que resumen la
muchas aves no pueden hacer tan fácilmente como vos. Y así moraleja. Estos son los versos:
creo que, como Dios todo lo hace bien, no habrá consentido que
vos, tan perfecto en todo, no pudieseis cantar mejor que el
resto de las aves, y porque Dios me ha otorgado la dicha de Quien te encuentra bellezas que no tienes,
veros y he podido comprobar que sois más bello de lo que dicen, siempre busca quitarte algunos bienes.
me sentiría muy dichosa de oír vuestro canto.
»Señor Conde Lucanor, pensad que, aunque la intención de
la zorra era engañar al cuervo, siempre le dijo verdades a
medias y, así, estad seguro de que una verdad engañosa
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producirá los peores males y perjuicios.
»Cuando el cuervo se vio tan alabado por la zorra, como era
verdad cuanto decía, creyó que no lo engañaba y, pensando que
era su amiga, no sospechó que lo hacía por quitarle el queso. Cuento VI
Lo que sucedió a la golondrina con los otros pájaros no le dieron ninguna importancia y no quisieron arrancar la
cuando vio sembrar el lino simiente. La golondrina les insistió muchas veces para que lo
hicieran, hasta que vio cómo los pájaros no se daban cuenta
del peligro ni les preocupaba; pero, mientras tanto, el lino
seguía encañando y las aves ya no podían arrancarlo con sus
Otra vez, hablando el Conde Lucanor con Patronio, su picos y patas. Cuando los pájaros vieron que el lino estaba ya
consejero, le dijo: muy crecido y que no podían reparar el daño que se les
-Patronio, me han asegurado que unos nobles, que son avecinaba, se arrepintieron por no haberle puesto remedio
vecinos míos y mucho más fuertes que yo, se están juntando antes, aunque sus lamentaciones fueron inútiles pues ya no
contra mí y, con malas artes, buscan la manera de hacerme podían evitar su mal.
daño; yo no lo creo ni tengo miedo, pero, como confío en vos, »Antes de esto que os he contado, viendo la golondrina que
quiero pediros que me aconsejéis si debo estar preparado los demás pájaros no querían remediar el peligro que los
contra ellos. amenazaba, habló con los -49- hombres, se puso bajo su
-Señor Conde Lucanor -dijo Patronio- para que podáis hacer protección y ganó tranquilidad y seguridad para sí y para su
lo que en este asunto me parece más conveniente, me gustaría especie. Desde entonces las golondrinas viven seguras y sin
mucho que supierais lo que sucedió a la golondrina con las daño entre los hombres, que no las persiguen. A las demás aves,
demás aves. que no supieron prevenir el peligro, las acosan y cazan todos
El conde le preguntó qué había ocurrido. los días con redes y lazos.
-Señor Conde Lucanor -dijo Patronio- la golondrina vio que »Y vos, señor Conde Lucanor, si queréis evitar el daño que
un hombre sembraba lino y, guiada por su buen juicio, pensó os amenaza, estad precavido y tomad precauciones antes de
que, cuando el lino creciera, los hombres podrían hacer con él que sea ya demasiado tarde: pues no es prudente el que ve las
redes y lazos para cazar a los pájaros. Inmediatamente se cosas cuando ya suceden o han ocurrido, sino quien por un
dirigió a estos, los reunió y les dijo que los hombres habían simple indicio descubre el peligro que corre y pone soluciones
plantado lino y que, si llegara a crecer, debían estar seguros de para evitarlo.
los peligros y daños que ello suponía. Por eso les aconsejó ir a Al conde le agradó mucho este consejo, actuó de acuerdo
los campos de lino y arrancarlo antes de que naciese. Les hizo con él y le fue muy bien.
esa propuesta porque es más fácil atacar los males en su raíz, Como don Juan vio que este era un buen cuento, lo mandó
pero después es mucho más difícil. Sin embargo, las demás aves poner en este libro e hizo unos versos que dicen así:
-Señor Conde Lucanor, siempre oí decir que el prudente se
atiene a las realidades y desdeña las fantasías, pues muchas
Los males al comienzo debemos arrancar, veces a quienes viven de ellas les suele ocurrir lo que a doña
porque una vez crecidos, ¿quién los atajará? Truhana.
El conde le preguntó lo que le había pasado a esta.
-Señor conde -dijo Patronio-, había una mujer que se
llamaba doña Truhana, que era más pobre que rica, la cual,
yendo un día al mercado, llevaba una olla de miel en la cabeza.
-50-
Mientras iba por el camino, empezó a pensar que vendería la
miel y que, con lo que le diesen, compraría una partida de
huevos, de los cuales nacerían gallinas, y que luego, con el
dinero que le diesen por las gallinas, compraría ovejas, y así
Cuento VII fue comprando y vendiendo, siempre con ganancias, hasta que
se vio más rica que ninguna de sus vecinas.
Lo que sucedió a una mujer que se llamaba doña Truhana »Luego pensó que, siendo tan rica, podría casar bien a sus
hijos e hijas, y que iría acompañada por la calle de yernos y
nueras y, pensó también que todos comentarían su buena
suerte pues había llegado a tener tantos bienes aunque había
Otra vez estaba hablando el Conde Lucanor con Patronio de nacido muy pobre.
esta manera: »Así, pensando en esto, comenzó a reír con mucha alegría
-Patronio, un hombre me ha propuesto una cosa y también por su buena suerte y, riendo, riendo, se dio una palmada en la
me ha dicho la forma de conseguirla. Os aseguro que tiene frente, la olla cayó al suelo y se rompió en mil pedazos. Doña
tantas ventajas que, si con la ayuda de Dios pudiera salir bien, Truhana, cuando vio la olla rota y la miel esparcida por el suelo,
me sería de gran utilidad y provecho, pues los beneficios se empezó a llorar y a lamentarse muy amargamente -
ligan unos con otros, de tal forma que al final serán muy 51- porque había perdido todas las riquezas que esperaba
grandes. obtener de la olla si no se hubiera roto. Así, porque puso toda
Y entonces le contó a Patronio cuanto él sabía. Al oírlo su confianza en fantasías, no pudo hacer nada de lo que
Patronio, contestó al conde: esperaba y deseaba tanto.
»Vos, señor conde, si queréis que lo que os dicen y lo que
pensáis sean realidad algún día, procurad siempre que se trate
de cosas razonables y no fantasías o imaginaciones dudosas y
vanas. Y cuando quisiereis iniciar algún negocio, no arriesguéis
algo muy vuestro, cuya pérdida os pueda ocasionar dolor, por
conseguir un provecho basado tan sólo en la imaginación.
Al conde le agradó mucho esto que le contó Patronio, actuó
de acuerdo con la historia y, así, le fue muy bien.
Y como a don Juan le gustó este cuento, lo hizo escribir en
este libro y compuso estos versos:

En realidades ciertas os podéis confiar,


mas de las fantasías os debéis alejar.

-53-

-52-
Cuento VIII
Lo que sucedió a un hombre al que tenían que limpiarle Otra vez hablaba el Conde Lucanor con Patronio, su
el hígado consejero, y le dijo:
-Ahora estoy necesitado de dinero, aunque Dios me ha
hecho venturoso otras muchas veces. Creo que tendré que
vender una de mis tierras, aquella por la que más cariño siento,
aunque, si lo hago, me resultará muy doloroso, o bien tendré
que hacer otra cosa que me dolerá tanto como la anterior.
Tengo que hacerlo para salir del agobio y de la penuria en que Si no te piensas bien a quién debes prestar,
estoy, pues, aunque me ven así, y a pesar de que no lo sólo muy graves daños te podrán aguardar.
necesitan verdaderamente, vienen a mí muchas gentes a
pedirme un dinero que tantos sacrificios me va a costar. Por el
buen juicio que Dios ha puesto en vos, os ruego que me digáis
lo que debo hacer en este asunto.
-54-
-Señor Conde Lucanor -dijo Patronio- me parece que os
ocurre a vos con esa gente lo que le pasó a un hombre que
estaba muy enfermo.
Y el conde le rogó que le contara lo acaecido. Cuento IX
-Señor Conde Lucanor -dijo Patronio-, había un hombre que
estaba muy enfermo, al cual dijeron los médicos que no podría Lo que sucedió a los dos caballos con el león
curarse si no le hacían una abertura en el costado para sacarle
el hígado y lavarlo con unas medicinas. Mientras lo estaban
operando, el cirujano tenía el hígado en las manos y, de pronto,
un hombre que estaba cerca comenzó a pedirle un trozo de Un día hablaba el Conde Lucanor con su consejero Patronio
aquel hígado para su gato. y le dijo:
»Y vos, señor Conde Lucanor, si queréis perjudicaros para -Patronio, desde hace mucho tiempo tengo un enemigo que
conseguir un dinero que después vais a dar a quienes no lo me ha hecho mucho daño y yo a él, de modo que por obras y
necesitan, podréis hacerlo por vuestro capricho, pero nunca por pensamientos estamos muy enemistados. Y ahora sucede que
mi consejo. otro caballero, más poderoso que nosotros dos, está haciendo
Al conde le agradó mucho lo que dijo Patronio, siguió sus algunas cosas de las que ambos tememos que nos pueda venir
consejos y le fue muy bien. mucho daño. Mi enemigo me ha sugerido que nos unamos y
Y como don Juan vio que este cuento era bueno, lo hizo preparemos nuestra defensa contra el que desea atacarnos,
poner en este libro y escribió unos versos que dicen así: pues si los dos estamos unidos le haremos frente con facilidad;
pero si uno abandona al otro, cualquiera de nosotros que vaya
contra aquel caballero no podrá vencerlo y, cuando uno de los el león. Al verse los caballos juntos en aquel lugar, antes de que
dos sea derrotado, el que sobreviva será vencido aún más el león saliese de su jaula empezaron a pelear con mucha ira.
fácilmente. Por eso tengo serias dudas en este asunto, pues si Estando en lo más violento de su pelea, abrieron la jaula del
hacemos las paces habremos de fiarnos el uno del otro, por lo león y, cuando los caballos lo vieron suelto por el patio, se
cual, si aquel enemigo mío me quiere engañar y si yo estuviese echaron a temblar y se fueron acercando el uno al otro. Cuando
en sus manos, mi vida correría peligro; pero por otra parte, si estuvieron juntos, se quedaron así un rato y luego se lanzaron
no nos unimos como me sugiere, nos puede venir mucho daño, los dos contra el león, al que atacaron con cascos y dientes de
tal como os he dicho. Por la confianza que tengo en vos y por modo tan violento que hubo de buscar refugio en su jaula. Los
vuestro buen juicio, os ruego que me deis consejo para obrar dos caballos quedaron sin daño, porque el león no pudo herirlos
como mejor deba. ni siquiera levemente y, después de esto, los dos caballos se
-Señor Conde Lucanor -dijo Patronio-, la cosa es hicieron tan amigos que comían en el mismo pesebre y dormían
importante y al mismo tiempo peligrosa. Para que mejor sepáis juntos en la misma cuadra, aunque era muy pequeña. Esta
lo que debéis hacer, me gustaría contaros lo que ocurrió en amistad nació entre ellos por el miedo que les produjo la
Túnez a dos caballeros que vivían con el infante don Enrique. presencia del león.
El conde le pidió que se lo contara. »Vos, señor Conde Lucanor, si creéis que vuestro enemigo
-Señor conde -comenzó Patronio-, dos caballeros que tiene tanto miedo del otro porque le puede causar mucho daño
estaban en Túnez con el infante don Enrique eran muy amigos y os necesita tanto a vos que forzosamente ha de olvidar
y vivían juntos. Estos dos caballeros no tenían sino un caballo vuestras antiguas rencillas, pues piensa que sin vos no puede
cada uno, y mientras ellos se estimaban y respetaban, sus defenderse, creo que, del mismo modo que los caballos se
caballos se tenían un odio feroz. Como los caballeros no eran fueron acercando poco a poco hasta perder el recelo mutuo y
tan ricos que pudieran pagar estancias distintas, y por la estuvieron bien seguros el uno del otro, así vos debéis confiar
malquerencia de sus caballos no podían compartirlas, llevaban poco a poco en vuestro antiguo enemigo. Y si siempre
una vida muy enojosa. Cuando pasó cierto tiempo y vieron que encontráis en él buenas obras y fidelidad, de modo que estéis
no había solución, se -55- lo contaron al infante don Enrique seguro de que nunca os hará daño, por muy bien que vayan sus
y le pidieron como favor que echara aquellos caballos a un león cosas, entonces haréis bien y os será muy útil ir en su ayuda
que tenía el rey de Túnez. para que no os destruya ni conquiste aquel otro enemigo; pues
»Don Enrique habló con el rey de Túnez, que les pagó muy en muchas ocasiones debemos soportar, perdonar y auxiliar a
bien los caballos y los mandó meter en el patio donde estaba nuestros parientes y vecinos para que nos defiendan contra los
extraños. Pero si viereis que vuestro enemigo es de tal Lo que ocurrió a un hombre que por pobreza y falta de
condición que, desde que le hayáis ayudado y sacado del otro alimento comía altramuces
peligro, al tener sus tierras a salvo, se levantará contra vos y
no podréis confiar en él, no sería muy sensato que le ayudarais
sino que debéis apartaros de él cuanto podáis, porque habréis
comprobado que, aunque estaba él en un trance muy apurado, Otro día hablaba el Conde Lucanor con Patronio de este
no quiso olvidar su antiguo recelo contra vos, sino que modo:
esperaba el momento oportuno de causar vuestro daño, con lo -Patronio, bien sé que Dios me ha dado tantos bienes y
cual queda bien patente que no deberéis ayudarle a salir del mercedes que yo no puedo agradecérselos como debiera, y sé
peligro en que ahora se encuentra. también que mis propiedades son ricas y extensas; pero a veces
Al conde le agradó mucho lo que Patronio le dijo, pues me siento tan acosado por la pobreza que me da igual la
comprendió que le daba un buen consejo. muerte que la vida. Os pido que me deis algún consejo para
-56- evitar esta congoja.
Y como don Juan vio que este cuento era muy bueno, lo -Señor Conde Lucanor -dijo Patronio-, para que encontréis
mandó poner en este libro e hizo los versos que dicen así: consuelo cuando eso os ocurra, os convendría saber lo que les
ocurrió a dos hombres que fueron muy ricos.
El conde le pidió que le contase lo que les había sucedido.
Estando vuestras tierras protegidas de daño, -Señor Conde Lucanor -dijo Patronio-, uno de estos
evitad las argucias que urden los extraños. hombres llegó a tal extremo de pobreza que no tenía
absolutamente nada que comer. Después de mucho esforzarse
para encontrar algo con que alimentarse, no halló sino una
escudilla llena de altramuces. Al acordarse de cuán rico había
-57- sido y verse ahora hambriento, con una escudilla de altramuces
como única comida, pues sabéis que son tan amargos y tienen
tan mal sabor, se puso a llorar amargamente; pero, como tenía
mucha hambre, empezó a comérselos y, mientras los comía,
Cuento X seguía llorando y las pieles las echaba tras de sí. Estando él con
este pesar y con esta pena, notó que a sus espaldas caminaba
otro hombre y, al volver la cabeza, vio que el hombre que le
seguía estaba comiendo las pieles de los altramuces que él
había tirado al suelo. Se trataba del otro hombre de quien os Por padecer pobreza nunca os desaniméis,
dije que también había sido rico. porque otros más pobres un día encontraréis.
»Cuando aquello vio el que comía los altramuces, preguntó
al otro por qué se comía las pieles que él tiraba. El segundo le
contestó que había sido más rico que él, pero ahora era tanta
su pobreza y tenía tanta hambre que se alegraba mucho si
-59-
encontraba, al menos, pieles de altramuces con que
alimentarse. Al oír esto, el que comía los altramuces se tuvo
por consolado, -58- pues comprendió que había otros más
pobres que él, teniendo menos motivos para desesperarse. Con Cuento XI
este consuelo, luchó por salir de su pobreza y, ayudado por
Dios, salió de ella y otra vez volvió a ser rico. Lo que sucedió a un deán de Santiago con don Illán, el
»Y vos, señor Conde Lucanor, debéis saber que, aunque Dios mago de Toledo
ha hecho el mundo según su voluntad y ha querido que todo
esté bien, no ha permitido que nadie lo posea todo. Mas, pues
en tantas cosas Dios os ha sido propicio y os ha dado bienes y
honra, si alguna vez os falta dinero o estáis en apuros, no os Otro día hablaba el Conde Lucanor con Patronio y le dijo lo
pongáis triste ni os desaniméis, sino pensad que otros más siguiente:
ricos y de mayor dignidad que vos estarán tan apurados que se -Patronio, un hombre vino a pedirme que le ayudara en un
sentirían felices si pudiesen ayudar a sus vasallos, aunque asunto en que me necesitaba, prometiéndome que él haría por
fuera menos de lo que vos lo hacéis con los vuestros. mí cuanto me fuera más provechoso y de mayor honra. Yo le
Al conde le agradó mucho lo que dijo Patronio, se consoló empecé a ayudar en todo lo que pude. Sin haber logrado aún lo
y, con su esfuerzo y con la ayuda de Dios, salió de aquella que pretendía, pero pensando él que el asunto estaba ya
penuria en la que se encontraba. solucionado, le pedí que me ayudara en una cosa que me
Y viendo don Juan que el cuento era muy bueno, lo mandó convenía mucho, pero se excusó. Luego volví a pedirle su
poner en este libro e hizo los versos que dicen así: ayuda, y nuevamente se negó, con un pretexto; y así hizo en
todo lo que le pedí. Pero aún no ha logrado lo que pretendía, ni hubiese aprendido con él aquella ciencia, no querría hacer lo
lo podrá conseguir si yo no le ayudo. Por la confianza que tengo que ahora le prometía. Entonces el deán le aseguró que, por
en vos y en vuestra inteligencia, os ruego que me aconsejéis lo mucha dignidad que alcanzara, no haría sino lo que él le
que deba hacer. mandase.
-Señor conde -dijo Patronio-, para que en este asunto »Hablando de este y otros temas estuvieron desde que
hagáis lo que se debe, mucho me gustaría que supierais lo que acabaron de comer hasta que se hizo la hora de la cena. Cuando
ocurrió a un deán de Santiago con don Illán, el mago que vivía ya se pusieron de acuerdo, dijo el mago al deán que aquella
en Toledo. ciencia sólo se podía enseñar en un lugar muy apartado y que
El conde le preguntó lo que había pasado. por la noche le mostraría dónde había de retirarse hasta que la
-Señor conde -dijo Patronio-, en Santiago había un deán aprendiera. Luego, cogiéndolo de la mano, lo llevó a una sala y,
que deseaba aprender el arte de la nigromancia y, como oyó cuando se quedaron solos, llamó a una criada, a la que pidió
decir que don Illán de Toledo era el que más sabía en aquella que les preparase unas perdices para la cena, pero que no las
época, se marchó a Toledo para aprender con él aquella ciencia. asara hasta que él se lo mandase.
Cuando llegó a Toledo, se dirigió a casa de don Illán, a quien »Después llamó al deán, se entraron los dos por una escalera
encontró leyendo en una cámara muy apartada. Cuando lo vio de piedra muy bien labrada y tanto bajaron que parecía que el
entrar en su casa, don Illán lo recibió con mucha cortesía y le río Tajo tenía que pasar por encima de ellos. Al final de la
dijo que no quería que le contase los motivos de su venida escalera encontraron una estancia muy amplia, así como un
hasta que hubiese comido y, para demostrarle su estima, lo salón muy adornado, donde estaban los libros y la sala de
acomodó muy bien, le dio todo lo necesario y le hizo saber que estudio en la que permanecerían. Una vez sentados, y mientras
se alegraba mucho con su venida. ellos pensaban con qué libros habrían de comenzar, entraron
»Después de comer, quedaron solos ambos y el deán le dos hombres por la puerta y dieron al deán una carta de su tío
explicó la razón de su llegada, rogándole encarecidamente a el arzobispo en la que le comunicaba que estaba enfermo y que
don Illán que le enseñara aquella ciencia, pues tenía deseos de rápidamente fuese a verlo si deseaba llegar antes de su muerte.
conocerla a fondo. Don Illán le dijo que si ya era deán y persona Al deán esta noticia le causó gran pesar, no sólo por la grave
muy respetada, podría alcanzar más altas dignidades - situación de su tío sino también porque pensó que habría de
60- en la Iglesia, y que quienes han prosperado mucho, cuando abandonar aquellos estudios apenas iniciados. Pero decidió no
consiguen todo lo que deseaban, suelen olvidar rápidamente dejarlos tan pronto y envió una carta a su tío, como respuesta
los favores que han recibido, por lo que recelaba que, cuando a la que había recibido.
»Al cabo de tres o cuatro días, llegaron otros hombres a pie tío suyo, hermano de su padre. Don Illán contestó que, aunque
con una carta para el deán en la que se le comunicaba la era injusto, se sometía a su voluntad con tal de que le
muerte de su tío el arzobispo y la reunión que estaban prometiera otra dignidad. El arzobispo volvió a prometerle que
celebrando en la catedral para buscarle un sucesor, que todos así sería y le pidió que él y su hijo lo acompañasen a Tolosa.
creían que sería él con la ayuda de Dios; y por esta razón no »Cuando llegaron a Tolosa fueron muy bien recibidos por los
debía ir a la iglesia, pues sería mejor que lo eligieran arzobispo condes y por la nobleza de aquella tierra. Pasaron allí dos años,
mientras estaba fuera de la diócesis que no presente en la al cabo de los cuales llegaron mensajeros del papa con cartas
catedral. en las que le nombraba cardenal y le decía que podía dejar el
»Y después de siete u ocho días, vinieron dos escuderos muy obispado de Tolosa a quien quisiere. Entonces don Illán se
bien vestidos, con armas y caballos, y cuando llegaron al deán dirigió a él y le dijo que, como tantas veces había faltado a sus
le besaron la mano y le enseñaron las cartas donde le decían promesas, ya no debía poner más excusas para dar aquella sede
que había sido elegido arzobispo. Al enterarse, don Illán se vacante a su hijo. Pero el cardenal le rogó que consintiera en
dirigió al nuevo arzobispo y le dijo que agradecía mucho a Dios que otro tío suyo, anciano muy honrado y hermano de su
que le hubieran llegado estas noticias estando en su casa y madre, fuese el nuevo obispo; y, como él ya era cardenal, le
que, pues Dios le había otorgado tan alta dignidad, le rogaba pedía que lo acompañara a Roma, donde bien podría
que concediese su -61- vacante como deán a un hijo suyo. favorecerlo. Don Illán se quejó mucho, pero accedió al ruego del
El nuevo arzobispo le pidió a don Illán que le permitiera otorgar nuevo cardenal y partió con él hacia la corte romana.
el deanazgo a un hermano suyo prometiéndole que daría otro »Cuando allí llegaron, fueron muy bien recibidos por los
cargo a su hijo. Por eso pidió a don Illán que se fuese con su cardenales y por la ciudad entera, donde vivieron mucho
hijo a Santiago. Don Illán dijo que lo haría así. tiempo. Pero don Illán seguía rogando casi a diario al cardenal
»Marcharon, pues, para Santiago, donde los recibieron con para que diese algún beneficio eclesiástico a su hijo, cosa que
mucha pompa y solemnidad. Cuando vivieron allí cierto el cardenal excusaba.
tiempo, llegaron un día enviados del papa con una carta para »Murió el papa y todos los cardenales eligieron como nuevo
el arzobispo en la que le concedía el obispado de Tolosa y le papa a este cardenal del que os hablo. Entonces, don Illán se
autorizaba, además, a dejar su arzobispado a quien quisiera. dirigió al papa y le dijo que ya no podía poner más excusas para
Cuando se enteró don Illán, echándole en cara el olvido de sus cumplir lo que le había prometido tanto tiempo atrás,
promesas, le pidió encarecidamente que se lo diese a su hijo, contestándole el papa que no le apremiara tanto pues siempre
pero el arzobispo le rogó que consintiera en otorgárselo a un habría tiempo y forma de favorecerle. Don Illán empezó a
quejarse con amargura, recordándole también las promesas El conde pensó que era este un buen consejo, lo siguió y le
que le había hecho y que nunca había cumplido, y también le fue muy bien.
dijo que ya se lo esperaba desde la primera -62- vez que Y como comprendió don Juan que el cuento era bueno, lo
hablaron; y que, pues había alcanzado tan alta dignidad y mandó poner en este libro e hizo los versos, que dicen así:
seguía sin otorgar ningún privilegio, ya no podía esperar de él
ninguna merced. El papa, cuando oyó hablar así a don Illán, se
enfadó mucho y le contestó que, si seguía insistiendo, le haría Cuanto más alto suba aquel a quien ayudéis,
encarcelar por hereje y por mago, pues bien sabía él, que era el menos apoyo os dará cuando lo necesitéis.
papa, cómo en Toledo todos le tenían por sabio nigromante y
que había practicado la magia durante toda su vida.
»Al ver don Illán qué pobre recompensa recibía del papa, a
pesar de cuanto había hecho, se despidió de él, que ni siquiera
-64-
le quiso dar comida para el camino. Don Illán, entonces, le dijo
al papa que, como no tenía nada para comer, habría de echar
mano a las perdices que había mandado asar la noche que él
llegó, y así llamó a su criada y le mandó que asase las perdices. Cuento XII
»Cuando don Illán dijo esto, se encontró el papa en Toledo,
como deán de Santiago, tal y como estaba cuando allí llegó, Lo que sucedió a la zorra con un gallo
siendo tan grande su vergüenza que no supo qué decir para
disculparse. Don Illán lo miró y le dijo que bien podía
marcharse, pues ya había comprobado lo que podía esperar de
él, y que daría por mal empleadas las perdices si lo invitase a
comer.
»Y vos, señor Conde Lucanor, pues veis que la persona a
quien tanto habéis ayudado no os lo agradece, no debéis
esforzaros por él ni seguir ayudándole, pues podéis esperar el
mismo trato que recibió don Illán de aquel deán de Santiago.
Cuando me encuentro en guerra con mis señores, los reyes, o
con vecinos más poderosos que yo, muchos que se llaman mis
amigos y algunos que me quieren aconsejar me atemorizan y
asustan, aconsejándome que de ningún modo esté en mis
señoríos más apartados, sino que me refugie en los que tienen
mejores baluartes, defensas y bastiones, que están en el centro
de mis tierras. Como os sé muy leal y muy entendido en estos
asuntos, os pido vuestro consejo para hacer ahora lo más
conveniente.
-Señor Conde Lucanor -dijo Patronio-, en asuntos graves y
problemáticos es muy arriesgado dar un consejo, pues muchas
veces podemos equivocarnos, al no estar seguros de cómo
terminarán las cosas. Con frecuencia vemos que, pensando una
cosa, sale después otra muy distinta, porque lo que tememos
que salga mal, sale luego bien, y lo que creíamos que saldría
bien, luego resulta mal; por ello, si el consejero es hombre leal
y de justa intención, cuando ha de dar un consejo se siente en
grave apuro y, si no sale bien, queda el consejero humillado y
desacreditado. Por cuanto os digo, señor conde, me gustaría
evitarme el aconsejaros, pues se trata de una situación muy
delicada y peligrosa, pero como queréis que sea yo quien os
-63- aconseje, y no puedo negarme, me gustaría mucho contaros lo
que sucedió a un gallo con una zorra.
Una vez hablaba el Conde Lucanor con Patronio, su El conde le pidió que se lo contara.
consejero, de este modo: Patronio, sabéis que, gracias a Dios, -Señor conde -dijo Patronio-, había un buen hombre que
mis señoríos son grandes, pero no están todos juntos. Aunque tenía una casa en la montaña y que criaba muchas gallinas y
tengo tierras muy bien defendidas, otras no lo están tanto y gallos, además de otros animales. Sucedió que un día uno de
otras están muy lejos de las tierras donde mi poder es mayor. sus gallos se alejó de la casa y se adentró en el campo, sin
pensar en el peligro que podía correr, cuando lo vio la zorra, - buenos soldados y alimentos, no corre peligro, aunque el lugar
65- que se le fue acercando muy sigilosamente para matarlo. no esté muy bien fortificado. Y si por un miedo injustificado
Al verla, el gallo se subió a un árbol que estaba un poco alejado abandonáis los puestos más avanzados de vuestro señorío,
de los otros. Viendo la zorra que el gallo estaba fuera de su estad seguro de que os irán quitando los otros hasta dejaros
alcance, tomó gran pesar porque se le había escapado y empezó sin tierra; porque como demostréis miedo o debilidad,
a pensar cómo podía cogerlo. Fue derecha al árbol y comenzó abandonando alguna de vuestras tierras, mayor empeño
a halagar al gallo, rogándole que bajase y siguiera su paseo por pondrán vuestros enemigos en quitaros las que todavía os
el campo; pero el gallo no se dejó convencer. Viendo la zorra queden. Además, si vos y los vuestros os mostráis débiles ante
que con halagos no conseguiría nada, empezó a amenazar unos enemigos cada vez más envalentonados, llegará un
diciéndole que, pues no se fiaba de ella, ya le buscaría motivos momento en que os lo quiten todo; sin embargo, si defendéis
para arrepentirse. Mas como el gallo se sentía a salvo, no hacía bien lo primero, estaréis seguro, como lo habría estado el gallo
caso de sus amenazas ni de sus halagos. si hubiera permanecido en el primer árbol. Por eso pienso que
»Cuando la zorra comprendió que no podría engañarlo con este cuento del gallo deberían saberlo todos los que tienen
estas tretas, se fue al árbol y se puso a roer su corteza con los castillos y fortalezas a su cargo, para no dejarse atemorizar
dientes, dando grandes golpes con la cola en el tronco. El infeliz con amenazas o con engaños, ni con fosos ni con torres de
del gallo se atemorizó sin razón y, sin pensar que aquella madera, ni con otras armas parecidas que sólo sirven para
amenaza de la zorra nunca podría hacerle daño, se llenó de infundir temor a los sitiados. Aún os añadiré otra cosa para
miedo y quiso huir hacia los otros árboles donde esperaba que veáis que sólo os digo la -66- verdad: jamás puede
encontrarse más seguro y, pues no podía llegar a la cima de la conquistarse una fortaleza sino escalando sus muros o
montaña, voló a otro árbol. Al ver la zorra que sin motivo se minándolos, pero si el muro es alto las escaleras no sirven de
asustaba, empezó a perseguirlo de árbol en árbol, hasta que nada. Y para minar unas murallas hace falta mucho tiempo. Y
consiguió cogerlo y comérselo. así, todas las fortalezas que se toman es porque a los sitiados
»Vos, señor Conde Lucanor, pues con tanta frecuencia os les falta algo o porque sienten miedo sin motivo justificado.
veis implicado en guerras que no podéis evitar, no os Por eso creo, señor conde, que los nobles como vos, e incluso
atemoricéis sin motivo ni temáis las amenazas o los dichos de quienes son menos poderosos, deben mirar bien qué acción
nadie, pero tampoco debéis confiar en alguien que pueda defensiva emprenden, y llevarla a cabo sólo cuando no puedan
haceros daño, sino esforzaos siempre por defender vuestras evitarla o excusarla. Mas, iniciada la empresa, no debéis
tierras más apartadas, que un hombre como vos, teniendo atemorizaros por nada del mundo, aunque haya motivos para
ello, porque es bien sabido que, de quienes están en peligro, Hablaba otra vez el Conde Lucanor con Patronio, su
escapan mejor los que se defienden que los que huyen. Pensad, consejero, y le dijo:
por último, que si un perrillo al que quiere matar un poderoso -Patronio, algunos nobles muy poderosos y otros que lo son
alano se queda quieto y le enseña los dientes, podrá escapar menos, a veces, hacen daño a mis tierras o a mis vasallos, pero,
muchas veces, pero si huye, aunque sea un perro muy grande, cuando nos encontramos, se excusan por ello, diciéndome que
será cogido y muerto enseguida. lo hicieron obligados por la necesidad, sintiéndolo muchísimo
Al conde le agradó mucho todo esto que Patronio le contó, y sin poder evitarlo. Como yo quisiera saber lo que debo hacer
obró según sus consejos y le fue muy bien. en tales circunstancias, os ruego que me deis vuestra opinión
Y como don Juan pensó que este era un buen cuento, lo sobre este asunto.
mandó poner en este libro e hizo unos versos que dicen así: -Señor Conde Lucanor -dijo Patronio-, lo que me habéis
contado, y sobre lo cual me pedís consejo, se parece mucho a
lo que ocurrió a un hombre que cazaba perdices.
No sientas miedo nunca sin razón El conde le pidió que se lo contase.
y defiéndete bien, como un varón. -Señor conde -dijo Patronio-, había un hombre que tendió
sus redes para cazar perdices y, cuando ya había cobrado
bastantes, el cazador volvió junto a la red donde estaban sus
presas. A medida que las iba cogiendo, las sacaba de la red y
las mataba y, mientras esto hacía, el viento, que le daba de
-67-
lleno en los ojos, le hacía llorar. Al ver esto, una de las perdices,
que estaba dentro de la malla, comenzó a decir a sus
compañeras:
Cuento XIII »-¡Mirad, amigas, lo que le pasa a este hombre! ¡Aunque nos
está matando, mirad cómo siente nuestra muerte y por eso
Lo que sucedió a un hombre que cazaba perdices llora!
»Pero otra perdiz que estaba revoloteando por allí, que por
ser más vieja y más sabia que la otra no había caído en la red,
le respondió:
»-Amiga, doy gracias a Dios porque me he salvado de la red
y ahora le pido que nos salve a todas mis amigas y a mí de un
hombre que busca nuestra muerte, aunque dé a entender con
lágrimas que lo siente mucho.
Cuento XIV
»Vos, señor Conde Lucanor, evitad siempre al que os hace Milagro que hizo Santo Domingo cuando predicó en el
daño, aunque os dé a entender que lo siente mucho; pero si
entierro de un comerciante
alguno os perjudica, no buscando vuestra deshonra, y el daño
no es muy grave para vos, si se trata de una persona a la que
estéis agradecido, que además lo ha hecho forzada -68- por
las circunstancias, os aconsejo que no le concedáis demasiada
Otro día, hablando de sus asuntos el Conde Lucanor con
importancia, aunque debéis procurar que no se repita tan
Patronio, le dijo:
frecuentemente que llegue a dañar vuestro buen nombre o
-Patronio, algunos me aconsejan que reúna la mayor
vuestros intereses. Pero si os perjudica voluntariamente,
cantidad posible de dinero, y aun me dicen que esto me
romped con él para que vuestros bienes y vuestra fama no se
conviene más que ninguna otra cosa. Por eso os ruego que me
vean lesionados o perjudicados.
deis vuestra opinión sobre este asunto.
El conde vio que este era un buen consejo que Patronio le
-Señor conde -dijo Patronio-, aunque a los grandes señores
daba, lo siguió y todo le fue bien.
os sea necesario tener dinero en muchas ocasiones y, sobre
Y viendo don Juan que el cuento era bueno, lo mandó poner
todo, para que nunca incumpláis vuestros deberes por su falta,
en este libro e hizo estos versos:
no por eso podéis pensar en reunir sólo dinero, abandonando
otras obligaciones que tenéis con vuestros vasallos, así como
las propias de vuestro estado y dignidad, pues si actuarais de
A quien te haga mal, aunque sea a su pesar,
ese modo podría sucederos lo que a un lombardo que vivió en
busca siempre la forma de poderlo alejar. Bolonia.
El conde le preguntó qué le había sucedido.
-Señor conde -dijo Patronio-, había en Bolonia un lombardo
que acumuló grandes riquezas sin mirar nunca su procedencia,
-69- pues sólo buscaba acrecentarlas día a día. El lombardo enfermó
muy gravemente, y uno de sus amigos, cuando lo vio tan
próximo a la muerte, le pidió que se confesara con santo santo. El corazón estaba lleno de gusanos y olía peor que la
Domingo, que a la sazón estaba en Bolonia. El lombardo accedió cosa más podrida y hedionda del mundo.
a confesarse. »Y vos, señor Conde Lucanor, aunque el dinero, como antes
»Pero cuando llamaron al santo, este vio que era voluntad os he dicho, es bueno, procurad siempre dos cosas: conseguirlo
del Señor que aquel mal hombre sufriese las penas que por medios lícitos y honrados, y no desearlo tanto que os veáis
merecían sus culpas y, por eso, no fue, sino que mandó un fraile obligado a hacer lo que no os convenga o que vaya en perjuicio
para confesarlo. Cuando los hijos del comerciante supieron que de vuestra honra o de vuestros deberes; porque antes debéis
se había hecho llamar a santo Domingo, se entristecieron, intentar reunir un tesoro de buenas obras para lograr
pensando que el buen santo mandaría a su padre devolver clemencia ante Dios y buena fama ante el mundo.
todos sus bienes a cambio de la salvación de su alma, por lo Al conde le agradó mucho este consejo que Patronio le dio
que de esta forma quedarían ellos en la miseria. Así, al llegar y obró según él y le fue muy bien.
el fraile, le dijeron que su padre estaba con sudores y que lo Y viendo don Juan que este cuento era muy bueno, lo hizo
llamarían cuando estuviera un poco mejor. poner en este libro y compuso estos versos:
»Al poco, el padre perdió el habla y murió sin poder hacerlo
más preciso para la salvación de su alma. Cuando al otro día
lo llevaron a enterrar, pidieron a santo Domingo que predicase Amarás sobre todo el tesoro verdadero,
en la ceremonia. Así lo hizo el -70- santo, pero, cuando hubo despreciarás, en fin, el bien perecedero.
de hablar sobre el difunto, citó estas palabras del evangelio que
dicen: «Ubi est thesaurus tuus, ibi est cor tuum», que significan
en romance: «Donde está tu tesoro, allí está tu corazón». Dicho
esto, se dirigió a los presentes con estas palabras:
-71-
»-Hermanos, para que veáis que el evangelio dice siempre
la verdad, buscad el corazón de este hombre ya fallecido,
aunque os afamo que no podréis encontrarlo dentro del cuerpo
sino en el arca donde guardaba su tesoro. Cuento XV
»Empezaron a buscarle el corazón en el cuerpo, pero no lo
encontraron allí, sino en el arca, como había asegurado el Lo que sucedió a don Lorenzo Suárez en el sitio de Sevilla
demuestra importarle muy poco vuestra honra y vuestra
protección. Sabed, además, que es muy peligroso no hacer
Un día hablaba el Conde Lucanor con Patronio, su consejero, estas cosas, pero si se hacen pueden ser el inicio de nuevos
de este modo: alborotos y desórdenes. Con todo, como me pedís mi opinión
-Patronio, cierta vez tuve como enemigo a un rey muy sobre este asunto tan delicado, me gustaría que supierais lo
poderoso, y, cuando la guerra ya había durado mucho, vimos que le sucedió a un buen caballero.
que nos era más conveniente firmar un pacto. Aunque ahora El conde le pidió que se lo contara.
nos consideramos aliados y no existen conflictos entre -Señor conde -dijo Patronio-, cuando el santo y
nosotros, siempre recelamos el uno del otro. Además, gente de bienaventurado rey -72- don Fernando tenía sitiada Sevilla,
su bando e incluso del mío me llenan de temor, pues dicen que contaba con muchos y valientes caballeros, entre los que
aquel rey busca una excusa para atacarme. Por vuestra lealtad estaban los tres más diestros en el manejo de las armas: uno
y buen entendimiento, os ruego que me aconsejéis lo que debo era don Lorenzo Suárez Gallinato, el otro don García Pérez de
hacer en este caso. Vargas y del tercero no recuerdo su nombre. Los tres
-Señor Conde Lucanor -dijo Patronio-, este es un consejo discutieron un día sobre quién de ellos era el mejor y más hábil.
muy delicado por varias razones, pues cualquiera que busque Como no llegaron a un acuerdo, decidieron armarse muy bien
poneros en un apuro lo podrá hacer muy fácilmente, porque los tres y llegar a las murallas de Sevilla para golpear con sus
aunque os dé a entender que intenta serviros, avisaros del lanzas las puertas de la ciudad.
peligro y poneros en guardia contra él, aunque parezca sentir »Al día siguiente, por la mañana, los tres se pusieron sus
vuestro daño, siempre podrá haceros sospechar de vuestro armaduras y se dirigieron a la ciudad. Cuando los moros que
aliado. Y con esa sospecha, habréis de tomar tales medidas que vigilaban murallas y torres vieron que sólo se trataba de tres
serán el comienzo de una nueva guerra, sin que ninguno de caballeros cristianos, pensaron que serían mensajeros y
vuestros consejeros pueda ser culpado, pues el que os diga que ninguno les atacó, por lo cual los tres caballeros pasaron el
no os preocupéis por los riesgos del combate demuestra muy puente, la barbacana, llegaron a las puertas de la ciudad y las
poca preocupación por vuestra vida; el que os diga que no golpearon con la punta de sus lanzas. Hecho esto, volvieron las
reforcéis vuestros baluartes ni los abastezcáis de alimentos, riendas y regresaron junto al ejército.
hombres y armas, demuestra poco interés por vuestros »Al ver los moros que no traían ningún mensaje, se sintieron
señoríos; y el que os diga que no os protejáis con amigos y humillados y quisieron salir tras ellos; pero, al abrir los
vasallos, que estén bien atendidos y contentos con vos, musulmanes las puertas de la muralla, los tres caballeros, que
se volvían despacio, estaban ya bastante lejanos. De la ciudad decidir quién había sido el más valiente. Una vez reunidos,
salieron en su persecución más de mil quinientos jinetes, así mantuvieron una fuerte polémica, pues unos decían que había
como más de veinte mil infantes. Cuando los tres caballeros demostrado mayor arrojo el que atacó a los moros el primero,
vieron que eran perseguidos, volvieron sus caballos contra sus otros que el segundo y otros lo decían del tercero. Cada uno
enemigos y los esperaron. Al acercarse más los moros, aquel defendía sus opiniones con tales argumentos que todos
caballero, cuyo nombre he olvidado, se lanzó contra ellos y parecían tener razón. Y, en verdad, tan heroicamente se habían
empezó a luchar valientemente, mientras que don Lorenzo portado que cualquiera podría ser tenido como el más valiente;
Suárez y don García Pérez estaban sin intervenir; al pero al acabar la discusión acordaron lo siguiente: si, en caso
aproximarse más los moros, don García Pérez de Vargas se les de que hubieren sido menos, los moros que les habían atacado
enfrentó, mientras que don Lorenzo Suárez seguía sin hubieran podido ser vencidos sólo por el valor y el esfuerzo de
combatir, cosa que sólo hizo cuando los moros lo atacaron, los tres caballeros, el primero en enfrentarse a ellos sería el
pero entonces se metió entre sus enemigos y comenzó a hacer mejor, pues comenzó algo que podría ser acabado; pero si los
cosas sorprendentes y heroicas con sus armas. enemigos eran tan numerosos que ellos tres no podían, el
»Cuando desde el campamento vieron a los tres caballeros primero en atacarlos no lo hizo impulsado por su valor, sino
enfrentarse a los moros, salieron en su ayuda. Aunque los tres porque la vergüenza le impedía abandonar el campo y huir, mas
pasaron momentos muy peligrosos y recibieron numerosas como la huida era imposible, la falta de serenidad ante un
heridas, Dios no quiso que muriera ninguno de ellos. Tan grande miedo muy intenso le hizo comenzar su ataque. Al segundo en
fue la batalla entre moros y cristianos que el rey don Fernando atacar, que supo dominar su miedo más tiempo, lo
hubo de ponerse al frente de su ejército, que resultó vencedor. consideraron más valiente. Mas a don Lorenzo Suárez, que en
Cuando el rey volvió a su tienda, mandó prender a los tres ningún momento se dejó dominar por el miedo y esperó a que
caballeros diciendo que merecían la muerte por haber cometido los moros le atacaran, lo creyeron el más valiente de los tres.
tal locura, pues hicieron que el ejército entrase en combate sin »Vos, señor Conde Lucanor, pues veis que os intentan
orden del rey y arriesgaron la vida propia inútilmente. Pero atemorizar y que esa guerra sería de tal violencia que una vez
luego, ante las súplicas de los más ilustres capitanes, el rey iniciada no podríais acabarla, tened por cierto que, cuanto más
mandó soltar a los tres que os he dicho. dominéis vuestro miedo, mayores muestras de valor y de buen
-73- juicio daréis: porque, como tenéis lo vuestro seguro y no os
»Al saber el monarca la discusión que habían mantenido y pueden hacer mucho daño por sorpresa, os aconsejo que no
sus consecuencias, convocó a los más nobles caballeros para perdáis la serenidad. Como tampoco pueden causaros grave
daño, esperad que os ataquen y entonces veréis que sólo se que siempre sabe vencer quien siempre sabe esperar.
trata de temores infundados, producto de quienes buscan vivir
y hacer vivir en la confusión. Pensad también, señor conde, que
tanto esos amigos vuestros como los de aquel poderoso señor
no desean la paz ni la guerra, para la cual carecen de recursos,
-75-
sino solamente el alboroto y el desorden, durante los cuales
puedan robar y atacar vuestras tierras y coaccionaros a vos y
a los vuestros para quitaros lo que tenéis y lo que no tenéis,
pues no temerán que los castiguéis por cuanto mal os hagan. Cuento XVI
Por lo cual, aunque vuestros enemigos urdan o hagan algo
contra vos, al quedar ellos como culpables de la nueva La respuesta que le dio el conde Fernán González a Nuño
contienda, conseguiréis doble triunfo: primero, porque Dios Laínez, su pariente
estará con vos, y su ayuda es muy necesaria en tales cosas;
segundo, porque todo el mundo verá que -74- tenéis razón
al obrar así. Además, si no hacéis lo que no debéis, acaso no se
levante el otro contra vos, viviréis en paz y haréis servicio a Conde Lucanor hablaba un día con Patronio de este modo:
Dios y beneficio a los buenos, sin buscar vuestro daño por -Patronio, como bien sabéis, yo ya no soy joven y, además,
complacer a quienes os desean perjudicar, a los cuales tampoco he pasado muchos trabajos y dificultades en mi vida.
les importaría el mal que pudieran causar a vuestra vida o Sinceramente os digo que ahora querría descansar y dedicarme
hacienda. a la caza, olvidándome de preocupaciones y tareas más
Al conde le gustó mucho este consejo que le dio Patronio, pesadas; como sé que siempre me habéis aconsejado con
siguió sus enseñanzas y le fue muy bien. mucho acierto, os ruego que me digáis lo que más me conviene
Y como don Juan comprendió que este cuento era muy hacer.
bueno, lo mandó escribir en este libro e hizo estos versos que -Señor conde -dijo Patronio-, aunque no os falta razón en
dicen así: lo que me decís, me gustaría que supieseis lo que contestó una
vez el conde Fernán González a Nuño Laínez.
El conde le pidió que le contase lo que entre ellos había
Movidos por el temor, no decidáis atacar, ocurrido.
-Señor conde -dijo Patronio-, el conde Fernán González Al conde le gustó mucho este consejo de Patronio, lo siguió
vivía en Burgos, después de haber luchado muy duramente por y le fue muy bien.
defender su tierra. Una vez que estaba allí más sosegado y en Y como don Juan comprendió que se trataba de un cuento
paz, le dijo Nuño Laínez que ya le convenía alejarse de tantas muy bueno, lo mandó escribir en este libro e hizo los versos
disputas y contiendas, para descanso suyo y de sus gentes. que dicen así:
»Le respondió el conde que nadie del mundo desearía tanto
como él descansar y disfrutar de la paz si pudiera, pero bien
sabía don Nuño que estaban en guerra con los moros, con los Si por descanso y placeres la buena fama perdemos,
leoneses y con los navarros, por lo que, si ellos se dedicaban al al término de la vida deshonrados quedaremos.
ocio, sus contrarios les atacarían en seguida, y si se marcharan
de caza con buenas aves de cetrería, siguiendo el cauce del
Arlanzón, montados en buenas mulas gordas, sin mantener la
defensa de sus tierras, bien lo podrían hacer, pero les sucedería
-77-
como dice el antiguo refrán: «Murió el hombre y murió su
nombre». Mas si, por el contrario, queremos olvidar las
comodidades y nos esforzamos por defender este joven reino y
acrecentar nuestra honra, dirán cuando muramos: «Murió el Cuento XVII
hombre, pero no murió su nombre». Y como hemos de morir,
felices o desgraciados, no me parece que sea bueno dejar de Lo que sucedió a un hombre con otro que lo convidó a
hacer, por preferir el descanso y los placeres, lo que después de comer
muertos mantiene viva la buena fama de nuestros hechos y
gestas.
-76-
»A vos, señor conde, pues sabéis que habéis de morir, nunca Otra vez hablaba el Conde Lucanor con Patronio, su
podré aconsejaros que, por buscar placeres y descanso, dejéis consejero, y le dijo:
de hacer lo que corresponde a vuestro estado, para que así, una -Patronio, ha venido un hombre y me ha dicho que hará una
vez muerto vos, viva siempre la fama de vuestras grandes cosa muy provechosa para mí, pero, al decírmelo, pensé que su
empresas. ofrecimiento era tan débil que preferiría él que no lo aceptase.
Yo pienso que, por una parte, me interesaría mucho hacer lo »Vos, señor Conde Lucanor, como juzgáis que lo que ese
que me sugiere, aunque tengo reparos para aceptar su oferta, hombre os ofrece es muy provechoso para vos, simulad que
pues creo que me la ha hecho sólo por cumplir. Como sois de aceptáis por darle gusto, sin pensar que lo hace por cumplir, y
tan buen juicio, os ruego que me digáis lo que os parece que no esperéis a que insista mucho más, -78- pues podría ser
deba hacer en este caso. que no os renovara su ofrecimiento y entonces sería
-Señor Conde Lucanor -dijo Patronio-, para que hagáis en humillante para vos pedirle lo que ahora os ofrece.
esto lo que me parece más favorable para vos, me gustaría El conde lo vio bien y pensó que era un buen consejo, obró
mucho que supierais lo que sucedió a un hombre con otro que según él y le resultó de gran provecho.
le convidó a comer. Y viendo don Juan que el cuento era muy útil, lo mandó
El conde le rogó que le contase lo que entre ellos había escribir en este libro e hizo estos versos:
ocurrido.
-Señor Conde Lucanor -dijo Patronio-, había un hombre
honrado que había sido muy rico pero se había arruinado Cuando tu provecho pudieras encontrar
totalmente, y le resultaba muy vergonzoso y humillante pedir no debieras hacerte mucho de rogar.
ayuda a sus amigos para poder comer. Por esta razón pasaba
muchas veces pobreza y hambre. Un día estaba muy
preocupado, pues no tenía nada para comer, y acertó a pasar
por la casa de un conocido suyo que estaba comiendo; cuando
-80-
su amigo lo vio pasar, le dijo por simple cortesía si aceptaba
comer con él. El hombre honrado, movido por tanta necesidad,
le dijo, después de lavarse las manos:
»-Con mucho gusto, amigo mío, porque tanto me habéis Cuento XVIII
pedido e insistido para que coma con vos, que os haría una
grave descortesía si rechazara vuestro amistoso y cálido Lo que sucedió a don Pedro Meléndez de Valdés cuando
ofrecimiento. se rompió una pierna
»Dicho esto se sentó a comer, sació su hambre y quedó más
contento. Al poco, Dios le fue propicio y lo sacó de aquella
miseria en que vivía.
perderá. Sabéis también que ya está preparada toda mi gente
y que, si yo fuese el primero, con la ayuda de Dios, estoy seguro
de que conseguiría mucha honra y gran provecho; pero como
no estoy muy sano, veo que no puedo hacerlo y por eso estoy
muy preocupado, y, aunque perder esa villa me duele mucho,
sinceramente os digo que para mí será peor que él acreciente
su poder y su honra. Por la confianza que tengo en vos, os
ruego que me digáis lo que en estas circunstancias debo hacer.
-Señor Conde Lucanor -dijo Patronio-, aunque tenéis razón
al lamentaros, para que en casos como este hagáis siempre lo
mejor, me gustaría que supierais lo que le sucedió a don Pedro
Meléndez de Valdés.
El conde pidió que le contara lo sucedido.
-Señor Conde Lucanor -dijo Patronio-, era don Pedro
Meléndez de Valdés un caballero distinguido del reino de León,
que, cuando tenía una contrariedad, siempre decía así:
«Bendito sea Dios, pero pues Él lo ha hecho será por mi bien».
»Y debéis saber que don Pedro Meléndez era consejero del
rey de León y privado suyo, por lo cual sus enemigos, movidos
por la envidia, lo acusaron ante el rey de crímenes tan graves
que el monarca decidió mandarle matar.
-79- »Estando don Pedro Meléndez en su casa, le llegó una orden
del rey mandándole ir a palacio inmediatamente. Sabed que
Otro día hablaba el Conde Lucanor con Patronio, su quienes lo habían de matar lo estaban esperando a media legua
consejero, y le dijo: de su casa. Cuando don Pedro Meléndez fue a coger su caballo
-Patronio, como vos sabéis, estoy en litigio con un señor, para ir junto al rey, cayó por una escalera y se rompió una
vecino mío y muy poderoso. Ambos hemos acordado ir a una pierna; por lo cual sus sirvientes y acompañantes se sintieron
villa y el que primero llegue se quedará con ella, pero el otro la
muy disgustados y empezaron a echarle en cara su confianza que Dios hace es para bien nuestro, y si así lo creéis Él os
en Dios, diciéndole: ayudará en todo momento. Pero debéis saber, además, que las
»-¡Vaya, don Pedro Meléndez! ¡Vos, que decís que lo que Dios cosas que nos suceden son de dos clases: unas las podemos
hace es siempre por vuestro bien, tomad el que Dios ahora os remediar cuando ocurren; otras no tienen solución alguna. En
envía! las primeras debemos hacer cuanto podamos para hallar una
-81- solución, sin dejarlo todo en las manos de la Providencia o de
»Pero él les dijo que estuvieran seguros de que, aunque esta la suerte, porque esto sería tentar a Dios, ya que, al tener el
desgracia les molestara mucho, ya verían como era por su bien, hombre entendimiento y razón, ha de intentar remediar
pues Dios la había mandado. Y por mucho que insistieron, no cuantas contrariedades y desdichas le puedan sobrevenir. Sin
pudieron cambiar su actitud. embargo, en las cosas en que no es posible poner remedio,
»Los que le esperaban para darle muerte por orden del rey, debemos pensar que, al ocurrir por voluntad de Dios, será por
cuando vieron que don Pedro no llegaba y se enteraron de lo nuestro bien. Como esa enfermedad de la que me habláis es de
sucedido, volvieron a palacio y allí contaron al rey por qué sus las cosas que Dios manda y que no podemos remediar, pensad
órdenes no se habían cumplido. que, si viene de Él, será lo mejor que pueda ocurriros, que ya
»Durante mucho tiempo estuvo don Pedro Meléndez sin Dios dispondrá que todo salga como deseáis.
poder cabalgar y en este tiempo supo el rey que las acusaciones El conde pensó que Patronio le decía la verdad y le daba un
contra don Pedro eran totalmente falsas, por lo cual hizo buen consejo, obró así y le fue muy bien.
prender a sus calumniadores. Luego fue a visitar a don Pedro, Y como don Juan vio que este era un buen cuento, lo hizo
le contó las infamias que habían levantado contra él, su escribir en este libro e hizo los versos que dicen así:
resolución de darle muerte y, finalmente, le pidió perdón por
los errores que había cometido y le concedió nuevos honores y
mercedes para compensarle. Después mandó ejecutar en su No te quejes por lo que Dios hiciere
presencia a quienes falsamente habían acusado a don Pedro. pues será por tu bien cuando Él quisiere.
»Y así libró Dios a don Pedro Meléndez de perder la fama y
aun la propia vida, resultando ciertas las palabras que solía
decir: «Lo que Dios nos envía siempre es lo mejor».
»Y vos, señor Conde Lucanor, no os lamentéis por esta
-82-
contrariedad que ahora padecéis, pues debéis saber que todo lo
-Señor Conde Lucanor -dijo Patronio-, los cuervos y los
búhos estaban en guerra entre sí, pero los cuervos llevaban la
peor parte porque los búhos, que sólo salen de noche y de día
Cuento XIX permanecen escondidos en lugares muy ocultos, volaban al
Lo que sucedió a los cuervos con los búhos amparo de la oscuridad hasta los árboles donde se cobijaban
los cuervos, golpeando o matando a cuantos podían. Como los
cuervos sufrían tanto, uno de ellos muy experimentado, al ver
el grave daño que recibían los suyos, habló con sus parientes
los cuervos y encontró un medio para vengarse de sus
Hablaba otro día el Conde Lucanor con Patronio, su
enemigos los búhos.
consejero, y le dijo:
»Este era el medio que pensó y puso en práctica: los cuervos
-Patronio, estoy en lucha con un enemigo muy poderoso,
le arrancaron las plumas, excepto alguna de las alas, por lo que
que tenía en su casa a un pariente que se había criado con él
volaba muy poco y mal. Así, lleno de heridas, se fue con los
y a quien había favorecido muchas veces. Una vez, por una
búhos, a los que contó el mal y el daño que le habían causado
disputa entre ellos, mi enemigo causó graves daños y deshonró
los cuervos porque él no quería la guerra contra los búhos, por
a su pariente que, aunque le estaba muy obligado, pensando en
lo cual, si ellos lo aceptaban como compañero, estaba
aquellas ofensas y buscando la forma de vengarse, desea
dispuesto a decirles las mejores maneras para vengarse de los
aliarse conmigo. Creo que me sería hombre muy útil, pues
cuervos y hacerles mucho daño.
podría aconsejarme el mejor modo de hacerle daño a mi
»Los búhos, al oírlo, se pusieron contentos porque pensaban
enemigo, ya que lo conoce muy bien. Por la gran confianza que
que con -83- este aliado podrían derrotar a sus enemigos
me merecéis y por vuestro buen sentido, os ruego que me
los cuervos, con lo cual empezaron a tratarlo muy bien y le
aconsejéis el modo de solucionar esta duda.
hicieron partícipe de sus planes secretos y de sus proyectos
-Señor Conde Lucanor -dijo Patronio-, lo primero que debo
para la lucha.
deciros es que ciertamente este hombre ha venido a vos para
»Sin embargo, había entre los búhos uno que era muy viejo
engañaros, y, para que sepáis cómo lo intentará conseguir, me
y que tenía mucha experiencia que, cuando se enteró de lo del
gustaría que supierais lo que sucedió a los cuervos con los
cuervo, descubrió el engaño que les preparaba y fue a
búhos.
explicárselo al cabecilla de los búhos, diciéndole que, con toda
El conde le preguntó lo que había sucedido en este caso.
seguridad, aquel cuervo se les había unido para conocer sus
planes y preparar su derrota, por lo que debía alejarlo de allí confiar en ese pariente despechado, haciéndolo siempre con
inmediatamente. Pero este experimentado búho no consiguió cautela para que no os pueda resultar peligroso.
que sus hermanos le hicieran caso, por lo cual, al ver que no lo El conde pensó que este era un buen consejo, obró según él
creían, se alejó de ellos y se fue a vivir a un lugar donde los y le fue muy provechoso.
cuervos no pudieran encontrarlo. Y como don Juan comprendió que se trataba de un cuento
»Los búhos, no obstante, siguieron confiando en el cuervo. muy bueno, lo mandó escribir en este libro e hizo estos versos
Cuando le crecieron otra vez las plumas, dijo a los búhos que, que dicen así:
pues ya podía volar, iría en busca de los cuervos para decirles
dónde estaban y, de esta manera, reunidos todos los búhos,
podrían acabar con sus enemigos los cuervos, cosa que les Al que antes tu enemigo solía ser
agradó mucho. ni en nada ni nunca le debes creer.
»Al llegar el cuervo donde estaban sus hermanos, se
juntaron todos y, como sabían los planes de los búhos, los
atacaron de día, cuando ellos no vuelan y están tranquilos y
sin recelo, y destrozaron y mataron a tantos búhos que los
-84-
cuervos quedaron como únicos vencedores.
»Así les sucedió a los búhos, por fiarse del cuervo que es,
por naturaleza enemigo suyo.
»Vos, señor Conde Lucanor, pues sabéis que este hombre Cuento XX
que quiere aliarse con vos debe vasallaje a vuestro enemigo,
por lo cual él y toda su familia son vuestros enemigos también, Lo que sucedió a un rey con un hombre que le dijo que
os aconsejo que lo apartéis de vuestra compañía porque es sabía hacer oro
seguro que pretende engañaros y busca vuestro mal. Pero si él
os quiere servir desde fuera de vuestras tierras, de modo que
nunca conozca vuestros planes ni pueda perjudicaros y
verdaderamente hiciera tanto daño a aquel enemigo vuestro Un día, hablaba el Conde Lucanor con Patronio, su
que nunca pudiera hacer las paces con él, entonces podréis consejero, de este modo:
-Patronio, un hombre ha venido a verme y me ha dicho que »Cuando estas noticias llegaron al rey, lo mandó llamar y le
puede proporcionarme muchas riquezas y gran honra, aunque preguntó si -85- era verdad cuanto se decía de él. El pícaro,
para esto debería yo darle algún dinero para que comience su aunque al principio no quería reconocerlo diciendo que él no
labor, que, una vez acabada, puede reportarme el diez por uno. podía hacer oro, al final le dio a entender que sí era capaz, pero
Por el buen juicio que Dios puso en vos, os ruego que me aconsejó al rey que en este asunto no debía fiarse de nadie ni
aconsejéis lo que debo hacer en este asunto. arriesgar mucho dinero. No obstante, siguió diciendo el pícaro,
-Señor conde -dijo Patronio-, para que hagáis en esto lo que si el rey se lo autorizaba, haría una demostración ante él para
más os conviene, me gustaría contaros lo que sucedió a un rey enseñarle lo poco que sabía de aquella ciencia. El rey se lo
con un hombre que le dijo que sabía hacer oro. agradeció mucho, pareciéndole que, por sus palabras, no
El conde le preguntó lo que había ocurrido. intentaba engañarlo. El pícaro pidió las cosas que necesitaba
-Señor Conde Lucanor -dijo Patronio-, había un pícaro que que, como eran muy corrientes excepto una bola de tabardíe,
era muy pobre y ambicionaba ser rico para salir de su pobreza. costaron muy poco dinero. Cuando las trajeron y las fundieron
Aquel pícaro se enteró de que un rey poco juicioso era muy delante del rey, salió oro fino que pesaba una dobla. Al ver el
aficionado a la alquimia, para hacer oro. rey que de algo tan barato sacaban una dobla de oro, se puso
»Por ello, el pícaro tomó cien doblas de oro, las partió en muy alegre y se consideró el más feliz del mundo. Por ello dijo
trozos muy pequeños y los mezcló con otras cosas varias, al pícaro, que había hecho aquel milagro, que lo creía un
haciendo así cien bolas, cada una de las cuales pesaba una hombre honrado. Y le pidió que hiciera más oro.
dobla de oro más las cosas que le había añadido. Disfrazado el »El granuja, sin darle importancia, le respondió:
pícaro con ropas de persona seria y respetable, cogió las bolas, »-Señor, ya os he enseñado cuanto sé de este prodigio. En
las metió en una bolsa, se marchó a la ciudad donde vivía el adelante, vos podréis conseguir oro igual que yo, pero conviene
rey y allí las vendió a un especiero, que le preguntó la utilidad que sepáis una cosa: si os falta algo de lo que os he dicho, no
de aquellas bolas. El pícaro respondió que servían para muchas podréis sacar oro.
cosas y, sobre todo, para hacer alquimia; después se las vendió »Dicho esto, se despidió del rey y marchó a su casa.
por dos o tres doblas. El especiero quiso saber el nombre de las »El rey intentó hacer oro por sí mismo y, como dobló la
bolitas, contestándole el pícaro que se llamaban tabardíe. receta, consiguió el doble de oro por valor de dos doblas; y, a
»El pícaro vivió algún tiempo en aquella ciudad, llevando medida que la triplicaba y cuadruplicaba, conseguía más y más
una vida muy recogida, pero diciendo a unos y a otros, como oro. Viendo el rey que podría obtener cuanto oro quisiese,
en secreto, que sabía hacer oro. ordenó que le trajeran lo necesario para sacar mil doblas de
oro. Sus criados encontraron todos los elementos menos el respondido que primero me hiciera rico yo y luego me
tabardíe. Cuando comprobó el rey que, al faltar el tabardíe, no creeríais».
podía hacer oro, mandó llamar al hombre que se lo había »Al cabo de unos días, estaban unos hombres riendo y
enseñado, al que dijo que ya no podía sacar más oro. El pícaro bromeando, para lo cual escribían los nombres de todos sus
le preguntó si había mezclado todas las cosas que le indicó en conocidos en listas separadas: en una los valientes, en otra los
su receta, contestando el rey que, aunque las tenía todas, le ricos, en otra los juiciosos, agrupándolos por sus virtudes y
faltaba el tabardíe. defectos. Al llegar a los nombres de quienes eran tontos,
»Respondió el granuja que, si le faltaba aunque fuera uno escribieron primero el nombre del rey, que, al enterarse, envió
de los ingredientes, no podría conseguir oro, como ya se lo por ellos asegurándoles que no les haría daño alguno. Cuando
había advertido desde el principio. llegaron junto al rey, este les preguntó por qué lo habían
»El rey le preguntó si sabía dónde podía encontrar el incluido entre los tontos del reino, a lo que contestaron ellos
tabardíe, y el pícaro respondió afirmativamente. Entonces le que por haber dado tantas riquezas a un extraño al que no
mandó el rey que fuera a comprarlo, pues sabía dónde lo conocía ni era vasallo suyo. Les replicó el rey que estaban
vendían, y le trajera una gran cantidad para hacer todo el oro equivocados y que, si viniera el pícaro que le había robado, no
que él quisiese. El burlador le contestó que, aunque otra quedaría él entre los tontos, a lo que respondieron aquellos
persona podría cumplir su encargo tan bien o mejor que él, si hombres que el número de tontos sería el mismo, pues
el rey disponía que se -86- encargase él, así lo haría, pues borrarían el del rey y pondrían el del burlador.
en su país era muy abundante. Entonces calculó el rey a cuánto »Vos, señor Conde Lucanor, si no deseáis que os tengan por
podían ascender los gastos del viaje y del tabardíe, resultando tonto, no arriesguéis vuestra fortuna por algo cuyo resultado
una cantidad muy elevada. sea incierto, pues, si la perdéis confiando conseguir más bienes,
»Cuando el pícaro cogió tantísimo dinero, se marchó de allí tendréis que arrepentiros durante toda la vida.
y nunca volvió junto al monarca, que resultó engañado por su Al conde le agradó mucho este consejo, lo siguió y le fue
falta de prudencia. Al ver que tardaba muchísimo, el rey mandó muy bien.
buscarlo en su casa, para ver si sabían dónde estaba; pero sólo Y viendo don Juan que este cuento era bueno, lo mandó
encontraron un arca cerrada, en la que, cuando consiguieron poner en este libro y compuso unos versos que dicen así:
abrirla, vieron un escrito para el rey que decía: «Estad seguro
de que el tabardíe es pura invención mía; os he engañado.
Cuando yo os decía que podía haceros rico, debierais haberme Jamás aventures o arriesgues tu riqueza
por consejo de hombre que vive en la pobreza. cuerpo y para su hacienda, porque no querría que fuera víctima
de su propia juventud.
-Señor Conde Lucanor -dijo Patronio-, para que podáis
hacer por este mancebo lo que creo mejor para él, me gustaría
que supierais lo que le pasó a un gran filósofo con un rey joven,
-87-
al que había educado.
El conde le preguntó lo que había sucedido.
-Señor Conde Lucanor -dijo Patronio-, había un rey que
Cuento XXI tenía un hijo y lo encomendó a un filósofo de toda su
confianza, para que se educara junto a él. Cuando el rey murió,
Lo que sucedió a un rey joven con un filósofo a quien su el infante era todavía muy pequeño y siguió siendo educado
padre lo había encomendado por el filósofo hasta cumplir los quince años. Pero, al entrar en
la juventud, aquel muchacho comenzó a despreciar las
enseñanzas del sabio y a seguir las de otros consejeros que,
como no querían a sus pupilos ni tampoco tenían obligaciones
Otra vez, hablando el Conde Lucanor con Patronio, su con ellos, no se preocupaban por alejarlos del mal. Siguiendo el
consejero, le dijo: joven rey ese camino, en muy poco tiempo pudo verse cómo su
-Patronio, yo tenía un pariente a quien quería mucho, y a salud y su hacienda estaban arruinándose. Todo el mundo lo
su muerte dejó un hijo muy pequeño, que se ha criado conmigo. criticaba por perder su salud y malgastar su hacienda. Como la
Por la gratitud y el cariño que siempre tuve a su padre, y situación era cada vez peor, el sabio que lo había educado
también porque espero que él me ayude cuando su edad se lo sintió gran dolor y pesar, pues no sabía ya qué hacer después
permita, sabe Dios que lo quiero como a un hijo. Aunque este de haber intentado muchas veces corregirlo -88- con ruegos
muchacho es muy inteligente y con el tiempo será de la y súplicas, e incluso con dureza, sin conseguir que cambiase de
nobleza, me gustaría mucho que su juventud no lo llevase por vida ya que su juventud le impedía ser más consciente.
malos caminos, pues la inexperiencia de los jóvenes los engaña Comprendiendo el filósofo que sólo le quedaba un remedio para
y no les deja ver lo más conveniente. Por vuestro buen corregirlo, pensó actuar como oiréis.
entendimiento, os ruego que me digáis la manera de conseguir »Empezó el filósofo a decir de vez en cuando en la corte que
que este mancebo haga siempre lo más conveniente para su él podía leer el futuro en el vuelo y canto de las aves, sin que
nadie en el mundo lo aventajara. Tantos y tantos nobles se lo de su nombre. El rey joven le pidió que se lo explicara. Le
escucharon que el hecho llegó a oídos del joven rey, el cual, contestó el sabio que aquellas dos cornejas habían acordado
cuando lo supo, preguntó al sabio si era cierto que interpretaba casar a sus hijos y la que había hablado primero le dijo a la
el canto de las aves tan bien como se decía en palacio. Aunque segunda que, como el matrimonio estaba concertado desde
el filósofo quiso negarlo en principio, al fin reconoció ser hacía mucho tiempo, había llegado el momento de celebrarlo.
verdad, pero le aconsejó que nadie lo supiese. Como los jóvenes La otra corneja le contestó que era verdad que lo habían
siempre están impacientes por saber y por hacer las cosas, el acordado, mas ahora, gracias a Dios, ella era más rica que la
rey, que era joven, estaba ansioso por ver cómo interpretaba otra, pues desde que reinaba aquel joven rey estaban
los agüeros aquel filósofo; por eso, cuanto el sabio más lo abandonadas todas las -89- aldeas del valle, por lo cual ella
dilataba, tanto más le insistía el rey, que consiguió salir un día encontraba muchas culebras, lagartos, sapos y otros animales
muy de mañana con el filósofo para escuchar las aves sin que que se crían en lugares abandonados, y con todos ellos tenía
nadie lo supiera. más y mejor comida, por lo que ya no era este casamiento
»Aquel día madrugaron mucho. El filósofo se encaminó con entre iguales. La otra corneja, al escuchar a su comadre,
el rey por un valle donde había numerosas aldeas yermas y empezó a reír y le dijo que hablaba sin buen juicio si por ese
abandonadas y, después de pasar por muchas, vieron una motivo quería posponer el casamiento, pues, si Dios dejaba
corneja que graznaba desde un árbol. El rey se la mostró al vivir más a ese rey, ella sería mucho más rica porque el valle
filósofo, que hizo como si la entendiese. donde vivía, que tenía diez veces más aldeas, quedaría
»Otra corneja comenzó también a graznar en otro árbol y abandonado, por lo cual no había motivo para aplazar el
ambas estuvieron graznando, unas veces la de la derecha y casamiento. Y así acordaron celebrar en seguida las bodas.
otras la de la izquierda. Después de escucharlas un rato, el »Cuando esto oyó el rey joven, se disgustó mucho y empezó
sabio filósofo comenzó a llorar amargamente, a romper sus a pensar cómo había llegado su reino a tal estado. Viendo el
vestiduras y a dar grandes muestras de dolor. Cuando el rey filósofo la tristeza y la preocupación del rey y que
mozo así lo vio, quedó muy asustado y preguntó al filósofo por verdaderamente quería enmendarse, le dio muy sabios
qué lo hacía. El sabio, sin embargo, quiso ocultarle los motivos, consejos, de manera que en muy poco tiempo el rey cambió de
pero tanto le insistió el joven rey que el filósofo le respondió vida mejorando así su reino y su propia salud.
que más quisiera estar muerto que vivo, porque no sólo los »Vos, señor conde, pues habéis criado a ese mancebo y
hombres sino también las aves sabían ya que, por su falta de queréis llevarlo por el buen camino, buscad el modo de que con
prudencia, perdería tierra y hacienda y todos harían escarnio buenas palabras y con buenos ejemplos entienda cómo debe
ocuparse de sus asuntos; pero nunca lo intentéis con insultos Lo que sucedió al león y al toro
o castigos, pensado que así podréis corregirlo, porque es tal la
condición de los jóvenes que en seguida aborrecen a quien los
atosiga con recomendaciones, sobre todo si es persona de
alcurnia, pues lo toman como una ofensa sin darse cuenta de
su error, pues no hay mejor amigo que quien amonesta a los
jóvenes para que no busquen su propio daño, aunque ellos no
lo entienden así y se dan por ofendidos. Si os portáis duramente
con él, nacerá entre los dos tanta antipatía que sólo os
reportará perjuicios en adelante.
Al conde le agradó mucho este consejo de Patronio, obró
según él y le fue muy bien.
Y como a don Juan le gustó mucho este cuento, lo mandó
poner en este libro e hizo los versos que dicen así:

No amonestes al joven con dureza,


muéstrale su camino con franqueza.

-91-

Cuento XXII -90-


Hablaba otra vez el Conde Lucanor con Patronio, su rogaron a la zorra y al carnero, que eran los privados del león
consejero, y le dijo así: y del toro respectivamente, que buscasen el medio de romper
-Patronio, tengo un amigo muy poderoso y muy ilustre, del su alianza. La zorra y el carnero prometieron hacer cuanto
que hasta ahora sólo he recibido favores, pero me dicen que no pudiesen para conseguirlo.
sólo he perdido su estimación sino que, además, busca motivos »La zorra, consejera del león, pidió al oso, que es el animal
para venir contra mí. Por eso tengo dos grandes más fuerte y poderoso de los que comen carne después del león,
preocupaciones: si se levanta contra mí, me puede ser muy que le dijera a este cómo el toro hacía ya tiempo que buscaba
perjudicial; y si, por otra parte, descubre mis sospechas y mi hacerle mucho daño, por lo cual, -92- y aunque no fuera
alejamiento, él hará otro tanto, por lo cual nuestras verdad pues se lo habían dicho hacía ya varios días, debía estar
desavenencias irán en aumento y romperemos nuestra precavido.
amistad. Por la gran confianza que siempre me habéis »Lo mismo dijo el carnero, consejero del toro, al caballo, que
merecido, os ruego que me aconsejéis lo más prudente para mí es el animal más fuerte entre los que se alimentan de hierba
en este asunto. después del toro.
-Señor Conde Lucanor -dijo Patronio-, para que podáis »El oso y el caballo dieron este aviso al león y al toro, que
evitaros todo eso, me gustaría que supierais lo que sucedió al aunque no lo creyeron del todo, pues algo sospechaban de
león y al toro. quienes eran casi tan fuertes como ellos, creyendo que
El conde le rogó que se lo contara. buscaban su desavenencia, no por ello dejaron de sentir cierto
-Señor Conde Lucanor -dijo Patronio-, el león y el toro eran recelo mutuo. Por lo cual, los dos, león y toro, hablaron con la
muy amigos y, como los dos son muy fuertes y poderosos, zorra y con el carnero, que eran sus privados. Estos dijeron a
dominaban y sometían a los demás animales; pues el león, sus señores que quizás el oso y el caballo les habían contado
ayudado por el toro, reinaba sobre todos los animales que aquello para engañarlos, pero no obstante les aconsejaban
comen carne, y el toro, con la ayuda del león, lo hacía sobre observar bien dichos y hechos que de allí en adelante hicieran
todos los que comen hierba. Cuando todos los animales el león y el toro, para que cada uno obrase según lo que viera
comprendieron que el león y el toro los dominaban por la ayuda en el otro.
que se prestaban el uno al otro, y que ello les producía graves »Al oír esto, creció la sospecha entre el león y el toro, por
daños, hablaron entre sí para ver la forma de acabar con su lo que los demás animales, viendo que aquellos empezaban a
tiranía. Vieron que, si lograban desavenir al león y al toro, recelar el uno del otro, empezaron a propagar abiertamente
podrían romper el yugo de su dominio, por lo cual los animales
sus desconfianzas, que, sin duda, eran debidas a la mala os ha favorecido con buenas obras, dando pruebas de su
intención que cada uno guardaba contra el otro. lealtad, y si tenéis con él la misma confianza que con un buen
»La zorra y el carnero, que sólo buscaban su conveniencia hijo o con un buen hermano, no creáis nada que os digan en su
como falsos consejeros y habían olvidado la lealtad que debían contra. Por el contrario, será mejor que le digáis las críticas
a sus señores, en lugar de decirles la verdad, los engañaron. que os hagan de él, con la seguridad de que os contará las que
Tantas veces previnieron al uno contra el otro que la amistad le lleguen de vos, castigando además a quienes urdan esas
entre el león y el toro se trocó en mutua aversión; los animales, mentiras para que otros no se atrevan a levantar falsos
al verlos así enemistados, pidieron una y otra vez a sus jefes testimonios. Pero si se trata de una persona que cuenta con
que entrasen en guerra y, aunque les daban a entender que vuestra amistad sólo por un tiempo, o por necesidad, o sólo
sólo miraban por sus intereses, buscaban los propios, haciendo casualmente, no hagáis ni digáis nada que pueda llevarle a
y consiguiendo que todo el daño cayese sobre el león y el toro. pensar que sospecháis de él o que podéis retirarle vuestro
»Así acabó esta lucha: aunque el león hizo más daño al toro, favor, mas disimulad sus errores, que de ninguna manera podrá
disminuyendo mucho su poder y su autoridad, salió él tan haceros tanto daño que no podáis prevenirlo con tiempo
debilitado que ya nunca pudo ejercer su dominio sobre los otros suficiente, como sería el que recibiríais si rompéis vuestra
animales de su especie ni sobre los de otras distintas, ni alianza por escuchar a los malos consejeros, como ocurrió en
cogerlos para sí como antes. Así, dado que el león y el toro no el cuento. Además, a ese amigo hacedle ver con buenas
comprendieron que, gracias a su amistad y a la ayuda que se palabras cuán necesaria es la colaboración mutua y recíproca
prestaban el uno al otro, eran respetados y temidos por el resto para él y para vos; así, haciéndole mercedes y favores y
de los animales, y porque no supieron conservar su alianza, mostrándole vuestra buena disposición, no recelando de él sin
desoyendo los malos consejos que les daban quienes querían motivo, no creyendo a los envidiosos y embusteros y
sacudirse su yugo y conseguir, en cambio, que fueran el león y demostrándole que tanto necesitáis su ayuda como él la
el toro los sometidos, estos quedaron tan debilitados que, si vuestra, durará la amistad entre los dos y ninguno caerá en el
antes eran ellos señores y dominadores, luego fueron ellos los error en que cayeron el león y el toro, lo que les llevó a perder
sojuzgados. todo su dominio sobre los demás animales.
»Vos, señor Conde Lucanor, evitad que quienes os hacen Al conde le gustó mucho este consejo de Patronio, obró de
sospechar de -93- vuestro amigo consigan que rompáis con acuerdo con sus enseñanzas y le fue muy bien.
él, como hicieron los animales con el león y el toro. Por ello os Y viendo don Juan que el cuento era muy bueno, lo mandó
aconsejo que, si ese amigo vuestro es persona leal y siempre escribir en este libro e hizo unos versos que dicen así:
provechoso, me gustaría mucho que supierais lo que hacen las
hormigas para mantenerse.
Por dichos y por obras de algunos mentirosos, El conde le pidió que se lo contara y Patronio le dijo:
no rompas tu amistad con hombres provechosos. -Señor Conde Lucanor, ya sabéis qué diminutas son las
hormigas y, aunque por su tamaño no cabría pensarlas muy
inteligentes, veréis cómo cada año, en tiempo de siega y trilla,
salen ellas de sus hormigueros y van a las eras, donde se
aprovisionan de grano, que guardan luego en sus hormigueros.
-94-
Cuando llegan las primeras lluvias, las hormigas sacan el trigo
fuera, diciendo las gentes que lo hacen para que el grano se
seque, sin darse cuenta de que están en un error al decir eso,
Cuento XXIII pues bien sabéis vos que, cuando las hormigas sacan el grano
por primera vez del hormiguero, es porque llegan las lluvias y
Lo que hacen las hormigas para mantenerse comienza el invierno. Si ellas tuviesen que poner a secar el
grano cada vez que llueve, trabajo tendrían, además de que no
podrían esperar que el sol lo secara, ya que en invierno queda
oculto tras las nubes y no calienta nada.
Otra vez hablaba el Conde Lucanor con Patronio, su »Sin embargo, el verdadero motivo de que pongan a secar
consejero, de este modo: el grano la primera vez que llueve es este: las hormigas
-Patronio, como todos saben y gracias a Dios, soy bastante almacenan en sus graneros cuanto pueden sólo una vez, y sólo
rico. Algunos me aconsejan que, como puedo hacerlo, me olvide les preocupa que estén bien repletos.
de preocupaciones y me dedique a descansar y a disfrutar de Cuando han metido el grano en sus almacenes, se juzgan a
la buena mesa y del buen vino, pues tengo con qué salvo, pues piensan vivir durante todo el invierno con esas
mantenerme y aun puedo dejar muy ricos a mis herederos. Por provisiones. Pero al llegar -95- la lluvia, como el grano se
vuestro buen juicio os ruego que me aconsejéis lo que debo moja, empieza a germinar; las hormigas, viendo que, si crece
hacer en este caso. dentro del hormiguero, el grano no les servirá de alimento sino
-Señor Conde Lucanor -dijo Patronio-, aunque el descanso que les causará graves daños e incluso la muerte, lo sacan
y los placeres son buenos, para que hagáis en esto lo más fuera y comen el corazón de cada granito, que es de donde
salen las hojas, dejando sólo la parte de fuera, que les servirá
de alimento todo el año, pues por mucho que llueva ya no
puede germinar ni taponar con sus raíces y tallos las salidas No comas siempre de lo ganado,
del hormiguero. pues en penuria no morirás honrado.
»También veréis que, aunque tengan bastantes provisiones,
siempre que hace buen tiempo salen al campo para recoger las
pequeñas hierbecitas que encuentran, por si sus reservas no
les permitieran pasar todo el invierno. Como veis, no quieren
-96-
estar ociosas ni malgastar el tiempo de vida que Dios les
concede, pues se pueden aprovechar de él.
»Vos, señor conde, si la hormiga, siendo tan pequeña, da
tales muestras de inteligencia y tiene tal sentido de la Cuento XXIV
previsión, debéis pensar que no existe motivo para que ninguna
persona -y sobre todo las que tienen responsabilidades de Lo que sucedió a un rey que quería probar a sus tres
gobierno y han de velar por sus grandes señoríos- quiera vivir hijos
siempre de lo que ganó, pues por muchos que sean los bienes
no durarán demasiado tiempo si cada día los gasta y nunca los
repone. Además, eso parece que se haga por falta de valor y de
energía para seguir en la lucha. Por tanto, debo aconsejar que, Un día hablaba el Conde Lucanor con Patronio, su consejero,
si queréis descansar y llevar una vida tranquila, lo hagáis y le dijo:
teniendo presente vuestra propia dignidad y honra, y velando -Patronio, en mi casa se crían y educan muchos mancebos,
para que nada necesario os falte, ya que, si deseáis ser que son hijos de grandes señores o de simples hidalgos, y en los
generoso y tenéis mucho que dar, no os faltarán ocasiones en cuales puedo ver cualidades muy diferentes. Por vuestro buen
que gastar para mayor honra vuestra. juicio y hasta donde os sea posible, os ruego que me digáis
Al conde le agradó mucho este consejo que Patronio le dio, quiénes de esos mancebos llegarán a ser hombres cabales.
obró según él y le fue muy provechoso. -Señor conde -contestó Patronio-, esto que me decís es
Y como a don Juan le gustó el cuento, lo mandó poner en difícil saberlo con certeza, pues no podemos conocer las cosas
este libro e hizo unos versos que dicen así: que están por venir y lo que preguntáis es cosa futura, por lo
que no podemos saberlo con certidumbre; mas lo poco que de supieseis cómo probó un rey moro a sus tres hijos, para saber
esto podemos intuir es por ciertos rasgos que aparecen en los quién habría de ocupar el trono a su muerte.
jóvenes, tanto por dentro como por fuera. Así podemos El conde le rogó que así lo hiciera.
observar por fuera que la cara, la apostura, el color, la forma -Señor Conde Lucanor -dijo Patronio-, un rey moro tenía
del cuerpo y de los miembros son un reflejo de la constitución tres hijos y, como el padre puede dejar el trono al hijo que
de los órganos más importantes, como el corazón, el cerebro o quiera, cuando se hizo viejo, los hombres más ilustres de su
el hígado. Aunque son señales, nada podemos saber por ellas reino le rogaron que indicara cuál de sus tres hijos le sucedería
con exactitud, pues pocas veces concuerdan estas, ya que, si en el trono. El rey contestó que, pasado un mes, les daría la
unas apuntan una cualidad, otras indican la contraria; con respuesta.
todo, las cosas suelen suceder según los indicios de estas »Al cabo de unos días, una tarde dijo el rey a su hijo mayor
señales. que al día siguiente, de madrugada, quería cabalgar y deseaba
»Los indicios más seguros son la cara y, sobre todo, la que lo acompañara. Aquella mañana, llegó el infante mayor a
mirada, así como la apostura, que muy pocas veces nos la cámara del rey, pero no tan pronto como su padre le había
engañan. No penséis que se llama apuesto al ser un hombre ordenado. Cuando llegó, le dijo el rey que quería vestirse y que
guapo o feo, pues muchos hombres son bellos y gentiles y no le hiciera traer la ropa; el infante mandó al camarero que la
tienen apostura de hombre, y otros, que parecen feos, tienen trajese, pero el camarero le preguntó qué ropa quería el rey. El
mucha gracia y atractivo. infante volvió a preguntárselo a su padre, el cual respondió que
»La forma del cuerpo y de los miembros son señales de la quería la aljuba; el infante volvió y dijo al camarero que el rey
constitución del hombre y nos indican si será valiente o quería la aljuba. El camarero le preguntó qué manto llevaría el
cobarde; aunque, con todo, estas señales no revelan con rey, y el infante hubo de regresar junto al monarca para
certeza cómo serán sus obras. Como os digo, son simples preguntárselo. Así ocurrió con cada vestidura, yendo y viniendo
señales y ello quiere decir que no son muy seguras, pues la el infante con las preguntas, hasta que el rey lo tuvo preparado
señal sólo nos hace presumir que pueda ocurrir así. En fin, todo. Entonces vino el camarero, que vistió y calzó al monarca.
estas son las señales externas, que siempre resultan poco »Cuando el rey estuvo ya vestido y calzado, mandó al
fiables para responder a lo que me -97- preguntáis. Sin infante que le hiciera traer un caballo, y el infante se lo dijo al
embargo, para conocer a los mancebos, son mucho más caballerizo; este le preguntó qué caballo quería el rey. El
indicativas las señales interiores, y así me gustaría que infante volvió a preguntárselo a su padre, y lo mismo ocurrió
con la silla de montar, el freno, la espada y las espuelas; es
decir, con todos los aparejos necesarios para cabalgar, entender que se sentía orgulloso de que su padre, el rey, se
preguntándole siempre al rey lo que quería. viera cuidado y atendido solamente por él, pues era su padre y
»Cuando ya estaba todo preparado, dijo el rey al infante que merecía cuantas atenciones le pudiera otorgar.
no podía dar el paseo a caballo, pero que fuera él por la ciudad »Cuando el rey ya estaba vestido y calzado, ordenó al
y se fijara bien en todas las cosas que viera, para que luego se infante que hiciera traer su caballo. El infante le preguntó qué
las contara. caballo deseaba, así como todo lo necesario para cabalgar,
»El infante cabalgó en compañía de los hombres más como la silla, el freno y la espada; también le preguntó quién
ilustres de la corte y con músicos que tocaban tambores, quería que lo acompañase y cuantas cosas podía necesitar.
timbales y toda clase de instrumentos. El infante dio un paseo Hecho esto, de una sola vez lo trajo todo y lo dispuso como el
por la ciudad y, cuando volvió junto al rey, este le preguntó rey había ordenado.
qué opinaba de lo que había visto; le contestó el infante que »Cuando estaba todo dispuesto, el rey dijo al infante que no
todo estaba muy bien, salvo los timbales y tambores, que quería salir a pasear, que fuera él solo y que luego le contase
hacían mucho ruido. todo cuanto viera. El infante salió a caballo acompañado por
-98- cortesanos y caballeros como lo habían hecho sus dos
»Pasados algunos días, el rey mandó al hijo segundo que hermanos. Ninguno de ellos sabía qué pretendía el rey
fuese a su cámara por la mañana. El infante así lo hizo. El rey actuando así.
lo sometió a las mismas pruebas que al hermano mayor; el »Cuando el infante salió, mandó que le enseñaran el interior
segundo obró como su hermano y respondió con las mismas de la ciudad, las calles, el lugar donde se guardaba el tesoro
palabras de su hermano. real, las mezquitas y todos los monumentos; también preguntó
»Y al cabo de pocos días, el rey mandó al hijo menor que cuántas personas vivían allí. Después salió fuera de las
viniese a verlo muy temprano. El infante madrugó mucho y se murallas y mandó que lo acompañasen todos los hombres de
fue a las habitaciones del rey, donde esperó a que el rey armas, de a pie y de a caballo, pidiéndoles que combatieran y
despertara. Cuando su padre estuvo dispuesto, entró en la le hicieran una demostración de su habilidad con las armas y
cámara real el hijo menor, que se postró ante su padre en señal cuantos ejercicios de ataque y defensa supieran. Luego revisó
de sumisión y respeto. El rey le ordenó que le trajeran la ropa. murallas, torres y fortalezas de la ciudad y, cuando lo hubo
El infante le preguntó lo que quería ponerse para vestir y visto todo, volvió junto a su padre el rey.
calzar, y de una sola vez fue por todo y se lo trajo, no queriendo »Regresó a palacio entrada la noche. El rey le preguntó por
ni permitiendo que nadie le vistiera sino él, con lo que daba a las cosas que había visto, contestándole el infante que, con su
permiso, le diría la verdad. El rey, su padre, le ordenó que se la
dijera, so pena de perder su bendición. -99- El infante le
respondió que, aunque lo consideraba un buen rey, no lo era
tanto, pues si lo hubiera sido, como tenía tan buenos soldados
Cuento XXV
y caballeros, tanto poder y tantos bienes, ya habría Lo que sucedió al conde de Provenza con Saladino, que
conquistado todo el mundo.
era sultán de Babilonia
»Al rey le agradó mucho esta crítica sincera y aguda que le
hizo el infante, por lo que, al llegar el plazo que había señalado
a sus nobles, les señaló como heredero al hijo menor.
»El rey, señor conde, actuó así por las señales que vio en
El Conde Lucanor hablaba otra vez con Patronio, su
cada uno de sus hijos, pues, aunque hubiera preferido que le
consejero, de esta manera:
sucediera cualquiera de los otros dos, no lo juzgó acertado y
-Patronio, un vasallo mío me dijo el otro día que quería
eligió al menor por su prudencia.
casar a una parienta suya; y que, así como él estaba obligado
»Y vos, señor conde, si queréis saber qué mancebo será
a aconsejarme siempre lo más prudente, me pedía como
hombre más valioso, fijaos en estas cosas y así podréis intuir
merced que le aconsejara lo que yo creyera más conveniente
algo y aun bastante de lo que cada uno llegará a ser.
para él. También me ha dicho quiénes son los que querrían
Al conde le agradó mucho lo que Patronio le contó.
casarse con su parienta. Como deseo que este buen hombre
Y como don Juan pensó que era un buen cuento, lo mandó
haga lo mejor para su familia y para su parienta, os ruego que
poner en este libro e hizo estos versos que dicen así:
me digáis lo que os parece de este asunto, pues vos sabéis
mucho de tales cosas, de modo que yo pueda darle un buen
consejo que le vaya bien.
Por palabras y hechos bien podrás conocer,
-Señor Conde Lucanor -dijo Patronio-, para que siempre
en jóvenes mancebos, qué llegarán a ser. podáis aconsejar bien a quienes hayan de casar a una parienta
suya, me gustaría mucho que supierais lo que le sucedió al
conde de Provenza con Saladino, que era sultán de Babilonia.
El Conde Lucanor le rogó que le contase lo que había
-100- ocurrido.
-Señor Conde Lucanor -dijo Patronio-, había un conde en »-Señor, vos me habéis concedido tantas mercedes y honra,
Provenza que era muy bueno y deseaba hacer buenas obras y confiáis tanto en mí, que yo me tendría por afortunado si
para salvar su alma y ganar la gloria del paraíso con hazañas pudiera hacer algo para corresponderos. Y pues vos, señor,
que aumentasen su honra y engrandeciesen el nombre de su tenéis a bien que yo os aconseje en los asuntos más
patria. Para lograrlo, reunió un gran ejército muy bien armado importantes, acogiéndome a vuestra gracia y confiando en
y partió a Tierra Santa, pensando que, sucediera lo que vuestro entendimiento, os pido vuestro consejo en algo que me
sucediera, podría sentirse dichoso, pues lo hacía para servir y sucede.
honrar a Dios. Mas como los juicios de Dios son sorprendentes »El sultán agradeció mucho estas palabras del conde,
e insondables, y Dios Nuestro Señor prueba con frecuencia a respondiéndole que le aconsejaría muy gustoso, e incluso que
sus elegidos, para que sepan sufrir la adversidad con le ayudaría si fuera necesario.
resignación, pues Él siempre hace que todo redunde en su bien »Alentado por este ofrecimiento del sultán, el conde le habló
y provecho, así quiso Dios tentar al conde de Provenza y de las propuestas de matrimonio que había recibido su hija, y
permitió que cayera prisionero del sultán Saladino. pidió que le dijera quién debía ser el elegido.
»Aunque el conde vivía como cautivo, Saladino, conociendo »Saladino le respondió:
su bondad, lo trataba muy bien, le respetaba sus honores y le »-Conde, yo os considero tan inteligente que, con deciros
pedía consejo en -101- todos los asuntos importantes. Tan pocas palabras, podréis comprender perfectamente; os
bien le aconsejaba el conde y tanto confiaba el sultán en él aconsejaré en este asunto según lo entiendo yo. Como no
que, aunque estaba prisionero, tenía tanto poder y tanta conozco a todos los que solicitan la mano de vuestra hija, ni
influencia en las tierras de Saladino como en las suyas propias. su linaje o poder, ni sus prendas personales, ni la distancia
»Cuando el conde partió de su tierra, dejó una hija muy entre sus tierras y las vuestras, ni en qué superan los unos a
pequeña. Tanto tiempo estuvo el conde en prisión, que su hija los otros, no puedo daros un consejo demasiado concreto, y así
llegó a la edad de casarse, por lo cual la condesa, su mujer, y sólo os diré que caséis a vuestra hija con un hombre.
sus parientes le escribieron diciéndole cuántos hijos de reyes y »El conde se lo agradeció, pues comprendió muy bien lo que
de otros grandes señores la pedían en matrimonio. le quería decir.
»Un día, cuando Saladino fue a pedir consejo al conde, »Luego escribió a su esposa y parientes, a los que refirió el
después de haberle aconsejado al sultán en el asunto que consejo del sultán, y les dijo que averiguaran cuántos hidalgos
quería, le habló el conde de este modo. había en sus tierras, cuáles eran sus costumbres, cualidades y
virtudes, sin mirar sus riquezas o su poder, y que, por escrito,
le dijeran también cómo eran los hijos de los reyes y de los »El conde mandó decir a la condesa y a sus parientes que
grandes señores, así como los demás hidalgos que vivían allí y casaran a su hija con el mancebo que Saladino había
que la pedían en matrimonio. aconsejado. Y aunque se asombraron mucho de ello, hicieron
-102- llamar al hijo de aquel rico hombre y le contaron lo que el conde
»La condesa y los parientes del conde se quedaron muy les había dicho. El joven les respondió que sabía muy bien que
sorprendidos de esta respuesta, pero hicieron lo que les el conde era superior, más rico y más noble que él, pero que, si
mandaba y pusieron por escrito las cualidades y costumbres - él fuera tan poderoso como el conde, cualquier mujer podría
buenas y malas- de cada uno de los pretendientes, así como sentirse feliz casada con él, diciéndoles también que, si le
las demás circunstancias que sabían de ellos. También le daban esta respuesta por no acceder a sus pretensiones, sería
indicaron cómo eran los hidalgos de aquellas comarcas, y todo porque buscasen su deshonra sin motivo alguno y le harían una
lo hicieron llegar al conde. gran afrenta. Ellos le replicaron que de verdad querían ese
»Al recibir el conde este escrito, se lo mostró al sultán y, al matrimonio, y le contaron cómo el sultán había aconsejado al
leerlo Saladino, aunque todos los pretendientes eran muy conde que otorgase su hija a aquel mancebo antes que a ningún
buenos, encontró algunos defectos en los hijos de los reyes o hijo de rey o de grandes señores, por ser él muy hombre. Al oír
de los grandes señores, pues unos eran glotones o borrachos, esto, el mancebo comprendió que consentían en su matrimonio
otros coléricos, otros huraños, otros orgullosos, otros amigos y pensó que, si Saladino lo había elegido por ser hombre cabal,
de malas compañías, otros tartamudos y otros, en fin, tenían haciéndole llegar a tan gran honra, no lo sería si no se
otros defectos. El sultán halló, sin embargo, que el hijo de un comportara con arreglo a las circunstancias.
rico hombre, que no era el más poderoso, por lo que del »Por eso pidió a la condesa y parientes del conde que, si
mancebo se decía en el informe, era el mejor hombre, el más querían que los -103- creyese, le entregaran en seguida el
cumplido y perfecto de cuantos había oído hablar en su vida; gobierno del condado y todas sus rentas, sin decirles nada de
en consecuencia, el sultán aconsejó al conde que casara a su lo que había pensado hacer. Ellos accedieron a sus pretensiones
hija con aquel hombre, pues sabía que, aunque los otros eran y le otorgaron los poderes que pedía. Él apartó una gran
de más abolengo y más distinguidos que él, estaría mejor cantidad de dinero y, con mucho secreto, armó muchas galeras,
casada con este que con ninguno de los que tenían uno o varios guardándose una importante suma. Hecho todo esto, fijó la
defectos, ya que pensaba el sultán que el hombre era más de fecha para el casamiento.
estimar por sus obras que por la riqueza o por la nobleza de su »Celebraron las bodas con todo lujo y esplendor. Al llegar la
linaje. noche, marchó hacia la casa donde estaba su mujer y, antes de
consumar el matrimonio, llamó a la condesa y a sus parientes, él traía muchas y muy buenas aves, además de perros muy
a quienes dijo en secreto que bien sabían que el conde lo había rápidos, de los que podría escoger los que más le gustasen,
preferido frente a otros más nobles porque el sultán le aconsejó quedándose él con el resto para acompañarlo en las cacerías y
que casara a su hija con un hombre, y que, pues el sultán y el servirle en aquel ejercicio o en otro cualquiera.
conde tanta honra le habían hecho y lo habían elegido por esta »Saladino le agradeció mucho todo esto y cogió lo que le
razón, no se tendría él por muy hombre si no hiciera lo que era pareció bien, pero no pudo conseguir que el otro aceptara
obligado; por ello les dijo que había de partir, dejándoles aquella ningún regalo ni le contara -104- nada de sus ocupaciones,
doncella, que había tomado en matrimonio, así como el ni se vinculara a Saladino por ninguna obligación de vasallaje.
gobierno del condado, pues confiaba en que Dios le guiaría de De esta manera permaneció viviendo con él mucho tiempo.
tal manera que todo el mundo pudiese ver que se había portado »Como Dios dispone las cosas al fin que quiere y según su
como un hombre. voluntad, quiso que, en una cacería, se lanzaran los halcones
»Dicho esto, montó a caballo y se fue a la buena ventura. tras unas grullas, a las que dieron alcance en un puerto donde
Se dirigió al reino de Armenia, donde vivió mucho tiempo hasta estaba recalada una de las galeras que el yerno del conde había
que aprendió la lengua y las costumbres de aquella tierra. Allí distribuido. El sultán, que montaba un caballo muy bueno, y su
se enteró de que Saladino era muy amante de la caza. acompañante se alejaron tanto del resto de su gente que
»Cogió muchas y buenas aves de cetrería, muchos y buenos ninguno pudo seguirlos. Cuando llegó Saladino a donde los
perros y se dirigió hacia donde estaba Saladino, dividiendo sus halcones estaban peleando con la grulla, bajó rápidamente de
naves y enviándolas una a cada puerto, con la orden de no su caballo para ayudarles. El yerno del conde, que venía con él,
partir hasta que él lo mandase. cuando así lo vio en tierra, llamó a los hombres de su galera.
»Cuando llegó al sultán, fue muy bien recibido en la corte, El sultán, que no se fijaba sino en la pelea de los halcones,
pero ni le besó la mano ni le rindió pleitesía, como debe hacerse cuando se vio rodeado por gente armada, quedó muy
ante el señor. El sultán Saladino mandó darle cuanto asombrado. El yerno del conde desenvainó la espada e hizo
necesitara y él se lo agradeció mucho, pero no quiso aceptar como si le atacase. Al verlo Saladino venir contra él, comenzó
nada, diciéndole que no había ido en busca de ayuda, sino a lamentarse, diciendo que cometía una gran traición. El yerno
atraído por su fama; por lo cual, si él quisiera, le gustaría pasar del conde le respondió que no pidiese ayuda a Dios, pues bien
algún tiempo viviendo con él para aprender alguna de sus sabía él que nunca lo había tenido como a su señor, ni había
preciadas virtudes y cualidades, así como las de su pueblo. querido aceptar nada de él, ni existía entre ellos vínculo que lo
También dijo al sultán que, como conocía su afición por la caza,
obligara a la lealtad, sino que todo era como Saladino había »-Conde, doy gracias a Dios por haberme permitido acertar
dispuesto. cuando os aconsejé sobre el matrimonio de vuestra hija. Mirad
»Dicho esto, lo capturó, lo llevó a la galera y, cuando ya a vuestro yerno, pues él os ha sacado de prisión.
estaba dentro, dijo que él era el yerno del conde, el mismo que »Después le contó cómo se había comportado su yerno, la
el sultán había preferido entre otros mejores por ser más prudencia y el esfuerzo que había demostrado para apoderarse
hombre y que, como él lo había elegido por esta razón, no se de él, y cómo luego confió en su palabra.
tendría por hombre si no hubiera obrado así. Luego le rogó que »El sultán, el conde y cuantos esto supieron alabaron
devolviese la libertad a su suegro, para que viese cómo el mucho el entendimiento, el esfuerzo y la lealtad del yerno del
consejo que él le había dado era bueno y verdadero, y cómo conde, así como las bondades de Saladino, y el conde dio
daba buenos frutos. gracias a Dios por haber dispuesto todo tan felizmente.
»Cuando Saladino oyó esto, dio muchas gracias a Dios y se »Entonces el sultán ofreció muchos y ricos presentes al
alegró más de haber acertado en el consejo que dio al conde conde y a su yerno, y dio al primero, como compensación por
que si le hubiera acontecido una hazaña muy honrosa, por su cautividad, el doble de lo que importaban las rentas de su
grande que esta fuese. El sultán respondió al yerno del conde condado mientras estuvo en prisión, volviendo el conde a su
que lo pondría inmediatamente en libertad. tierra muy feliz y muy rico.
»El yerno del conde, fiando en la palabra del sultán, lo sacó »Todo esto sucedió al conde por el buen consejo que le dio
luego de la galera y se fue con él, mandando a los hombres de el sultán, al decirle que casara a su hija con un verdadero
la galera que se alejasen tanto del puerto que nadie pudiera hombre.
verlos cuando llegara allí. »Y vos, señor Conde Lucanor, pues debéis aconsejar a
»El sultán y el yerno del conde dejaron a los halcones vuestro vasallo para que sepa con quién casar a su parienta,
cebarse en las grullas y, cuando llegaron junto a ellos los aconsejadle que cuide de que su futuro esposo sea, ante todo,
hombres del sultán, encontraron a este muy alegre, pero no le un verdadero hombre, porque, si no lo es, por muy rico, hidalgo
dijo a ninguno lo que entre ellos había sucedido. o distinguido que sea, nunca se tendrá por bien casada.
»Cuándo llegaron a la villa, el sultán detuvo su caballo También debéis saber que el hombre bueno acrecienta su
frente a la casa -105- donde el conde estaba prisionero, bajó honra, da honra a su linaje y aumenta sus bienes. Sabed
de su montura y, llevando consigo al yerno del conde, le dijo también que, no por ser de alta estirpe o de gran nobleza, si el
muy alegre: hombre no es esforzado y leal, podrá mantenerse en tal estado.
Podría contaros muchas historias de hombres notables a
quienes sus padres dejaron ricos y honrados, que, por no ser
como debían, perdieron bienes y honores; aunque también los
hubo que, de origen más modesto o de antepasados muy
ilustres, aumentaron tanto su hacienda y su honra con su
Cuento XXVI
esfuerzo y valía que son más considerados por lo que ellos Lo que sucedió al árbol de la Mentira
hicieron y consiguieron que por la nobleza de su estirpe.
»Tened por cierto que, tanto las ventajas como los
inconvenientes, nacen de la propia condición del hombre, y no
de su origen, por muy humilde que sea. Por ello os digo que lo
Un día hablaba el Conde Lucanor con Patronio, su consejero,
más importante en los matrimonios son las costumbres, la
y le dijo:
inteligencia y la educación que tienen el hombre y la mujer.
-Patronio, sabed que estoy muy pesaroso y en continua
Sabed, por último, que tanto mejor y más provechoso será el
pelea con unos hombres que no me estiman, y son tan
casamiento, -106- cuanto más distinguido sea el linaje,
farsantes y tan embusteros que siempre mienten, tanto a mí
mayor la riqueza, más hermosa la apostura y más estrecha la
como a quienes tratan. Dicen unas mentiras tan parecidas a la
relación existente entre las dos familias.
verdad que, si a ellos les resultan muy beneficiosas, a mí me
Al conde le agradaron mucho estos razonamientos que
causan gran daño, pues gracias a ellas aumentan su poder y
Patronio le hizo, y pensó que eran verdaderos.
levantan a la gente contra mí. Pensad que, si yo quisiera obrar
Y viendo don Juan que este cuento era muy bueno, lo hizo
como ellos, sabría hacerlo igual de bien; pero como la mentira
escribir en este libro e hizo los versos que dicen así:
es mala, nunca me he valido de ella. Por vuestro buen
entendimiento os ruego que me aconsejéis el modo de actuar
frente a estos hombres.
El verdadero hombre logra todo en su provecho, -Señor Conde Lucanor -dijo Patronio-, para que hagáis lo
mas el que no lo es pierde siempre sus derechos. mejor y más beneficioso, me gustaría mucho contaros lo que
sucedió a la Verdad y la Mentira.
El conde le pidió que así lo hiciera.
-Señor Conde Lucanor -dijo Patronio-, la Verdad y la
-107- Mentira se pusieron a vivir juntas una vez y, pasado cierto
tiempo, la Mentira, que es muy inquieta, propuso a la Verdad
que plantaran un árbol, para que les diese fruta y poder encima de la tierra, con los hombres y los demás seres vivos. Y
disfrutar de su sombra en los días más calurosos. La Verdad, como la Mentira es muy lisonjera, en poco tiempo se ganó la
que no tiene doblez y se conforma con poco, aceptó aquella admiración de las gentes, pues su árbol comenzó a crecer y a
propuesta. echar grandes ramas y hojas que daban fresca sombra; también
»Cuando el árbol estuvo ya plantado y había empezado a nacieron en el árbol flores muy hermosas, de muchos colores y
crecer frondoso, la Mentira propuso a la Verdad que se lo gratas a la vista.
repartieran entre las dos, cosa que agradó a la Verdad. La »Al ver las gentes un árbol tan hermoso, empezaron a
Mentira, dándole a entender con razonamientos muy bellos y reunirse junto a él muy contentas, gozando de su sombra y de
bien construidos que la raíz mantiene al árbol, le da vida y, por sus flores, que eran de colores muy bellos; la mayoría de la
ello, es la mejor parte y la de mayor provecho, aconsejó a la gente permanecía allí, e incluso quienes vivían lejos se
Verdad que se quedara con las raíces, que viven bajo tierra, en recomendaban el árbol de la Mentira por su alegría, sosiego y
tanto ella se contentaría con las ramitas que aún habían de fresca sombra.
salir y vivir por encima de la tierra, lo que sería un gran peligro, »Cuando todos estaban juntos bajo aquel árbol, como la
pues estarían a merced de los hombres, que las podrían - Mentira es muy sabia y muy halagüeña, les otorgaba muchos
108- cortar o pisar, cosa que también podrían hacer los placeres y les enseñaba su ciencia, que ellos aprendían con
animales y las aves. También le dijo que los grandes calores mucho gusto. De esta forma ganó la confianza de casi todos: a
podrían secarlas, y quemarlas los grandes fríos; por el unos les enseñaba mentiras sencillas; a otros, más sutiles,
contrario, las raíces no estarían expuestas a estos peligros. mentiras dobles; y a los más sabios, mentiras triples.
»Al oír la Verdad todas estas razones, como es bastante »Señor conde, debéis saber que es mentira sencilla cuando
crédula, muy confiada y no tiene malicia alguna, se dejó uno dice a otro: «Don Fulano, yo haré tal cosa por vos»,
convencer por su compañera la Mentira, creyendo ser verdad sabiendo que es falso. Mentira doble es cuando una persona
lo que le decía. Como pensó que la Mentira le aconsejaba coger hace solemnes promesas y juramentos, otorga garantías,
la mejor parte, la Verdad se quedó con la raíz y se puso muy autoriza a otros para que negocien por él y, mientras va dando
contenta con su parte. Cuando la Mentira terminó su reparto, tales certezas, va pensando la manera de cometer su engaño.
se alegró muchísimo por haber engañado a su amiga, gracias a Mas la mentira triple, muy dañina, es la del que miente y
su hábil manera de mentir. engaña diciendo la verdad.
»La Verdad se metió bajo tierra para vivir, pues allí estaban »Tanto sabía de esto la Mentira y tan bien lo enseñaba a
las raíces, que ella había elegido, y la Mentira permaneció quienes querían acogerse a la sombra de su árbol, que los
hombres siempre acababan sus -109- asuntos engañando y acompañantes, que resultaron muertos o malheridos. Todos,
mintiendo, y no encontraban a nadie que no supiera mentir pues, salieron muy mal librados.
que no acabara siendo iniciado en esa falsa ciencia. En parte »Entonces, por el vacío que había dejado el tronco, salió la
por la hermosura del árbol y en parte también por la gran Verdad, que estaba escondida, y cuando llegó a la superficie vio
sabiduría que la Mentira les enseñaba, las gentes deseaban que la Mentira y todos los que la acompañaban estaban muy
mucho vivir bajo aquella sombra y aprender lo que la Mentira maltrechos y habían recibido gran daño por haber seguido el
podía enseñarles. camino de la Mentira.
»Así la Mentira se sentía muy honrada y era muy »Vos, señor Conde Lucanor, fijaos en que la Mentira tiene
considerada por las gentes, que buscaban siempre su muy grandes ramas y sus flores, que son sus palabras,
compañía: al que menos se acercaba a ella y menos sabía de pensamientos o halagos, son muy agradables y gustan mucho
sus artes, todos lo despreciaban, e incluso él mismo se tenía a las gentes, aunque sean efímeros y nunca lleguen a dar
en poco. buenos frutos. Por ello, aunque vuestros enemigos usen de los
»Mientras esto le ocurría a la Mentira, que se sentía muy halagos y engaños de la mentira, evitadlos cuanto pudiereis,
feliz, la triste y despreciada Verdad estaba escondida bajo la sin imitarlos nunca en sus malas artes y sin envidiar la fortuna
tierra, sin que nadie supiera de ella ni la quisiera ir a buscar. que hayan conseguido mintiendo, pues ciertamente les durará
Viendo la Verdad que no tenía con qué alimentarse, sino con poco y no llegarán a buen fin. Así, cuando se encuentren más
las raíces de aquel árbol que la Mentira le aconsejó tomar como confiados, les sucederá como al árbol de la -110- Mentira y
suyas, y a falta de otro alimento, se puso a roer y a cortar para a quienes se cobijaron bajo él. Aunque muchas veces en
su sustento las raíces del árbol de la Mentira. Aunque el árbol nuestros tiempos la verdad sea menospreciada, abrazaos a ella
tenía gruesas ramas, hojas muy anchas que daban mucha y tenedla en gran estima, pues por ella seréis feliz, acabaréis
sombra y flores de colores muy alegres, antes de que llegase a bien y ganaréis el perdón y la gracia de Dios, que os dará
dar su fruto fueron cortadas todas sus raíces pues se las tuvo prosperidad en este mundo, os hará muy honrado y os
que comer la Verdad. concederá la salvación para el otro.
»Cuando las raíces desaparecieron, estando la Mentira a la Al conde le agradó mucho este consejo que Patronio le dio,
sombra de su árbol con todas las gentes que aprendían sus siguió sus enseñanzas y le fue bien.
artimañas, se levantó viento y movió el árbol, que, como no Y viendo don Juan que este cuento era muy bueno, lo mandó
tenía raíces, muy fácilmente cayó derribado sobre la Mentira, poner en este libro y compuso unos versos que dicen así:
a la que hirió y quebró muchos huesos, así como a sus
indiferencia. Probablemente su error depende del carácter de
sus mujeres y así querría contaros lo que sucedió al emperador
Evitad la mentira y abrazad la verdad, Federico y a Álvar Fáñez Minaya con sus esposas.
que su daño consigue el que vive en el mal.
El conde le preguntó lo que había ocurrido.
-Señor Conde Lucanor -dijo Patronio-, os contaré primero
Cuento XXVII lo que sucedió al emperador Federico, y después lo que ocurrió
a don Álvar Fáñez, porque son dos historias distintas y no
Lo que sucedió con sus mujeres a un emperador y a Álvar
pueden mezclarse.
Fáñez Minaya
»El emperador Federico casó, según su rango, con una
doncella de alto linaje; pero no era feliz, pues antes de casarse
no se había enterado de su mal genio. Después del matrimonio,
y aunque ella era buena y honrada, comenzó a mostrar el
Un día hablaba el Conde Lucanor con su consejero Patronio
carácter más rebelde y más díscolo que pueda imaginarse: si el
y le dijo:
emperador quería comer, ella ayunar; si el emperador quería
-Patronio, tengo dos hermanos casados que viven su
dormir, ella levantarse; si el emperador le tomaba afecto a
matrimonio de manera muy distinta, pues uno ama tanto a su
alguien, ella le demostraba antipatía. ¿Qué más os diré?
esposa que apenas podemos lograr que se aparte de ella un solo
Cuanto le agradaba al emperador, le desagradaba a ella. En fin,
día y no hace sino lo que ella quiere y, aun antes, se lo consulta.
hacía todo lo contrario de su marido.
Del otro, sin embargo, os diré que nadie puede lograr que vea
»El emperador soportó aquella vida algún tiempo, pero,
a su mujer ni que entre en la casa donde vive. Como estoy muy
viendo que de ningún modo podría corregir a su esposa, ni con
preocupado por el comportamiento de los dos, os ruego que me
sus advertencias ni con las de otros, ni con amenazas, ni con
digáis la forma de poner fin a esta situación tan extremosa.
ruegos o halagos, y viendo también la -112- áspera vida que
-Señor Conde Lucanor -dijo Patronio-, por lo que me decís,
le esperaba y el daño que le traería a su reino la mala condición
vuestros dos hermanos están muy equivocados, pues ni uno
de la emperatriz, fue a ver al Papa, y le dijo lo que pasaba y el
debería demostrar tanto amor a su esposa ni el otro tanta
peligro en que se encontraban su pueblo y él por el pésimo ella, se lo aplicó en aquellas partes del cuerpo que no estaban
carácter de su esposa la emperatriz. El emperador pidió al Papa sanas; ella y cuantos allí estaban vieron que en seguida
que, si pudiese, anulara el matrimonio, aunque él sabía que era quedaba curado. Le dijo después a su esposa, en presencia de
imposible según la ley de Dios, pero tampoco podían vivir numerosos cortesanos y de otras personas, que se diese de
juntos por el carácter áspero de la emperatriz. aquel ungüento en cualquier llaga que tuviera. Y dicho esto,
»Como no encontraba otro remedio, el Papa le dijo al tomó la hierba que necesitaba para envenenar las flechas y se
emperador que encomendaba la solución a su buen fue a cazar ciervos.
entendimiento, porque no podía dar la penitencia antes del »Cuando el emperador hubo partido, se puso la emperatriz
pecado. colérica y comenzó a decir:
»El emperador se despidió del Papa, se volvió a su casa, e »-¡Ved lo que me dice ahora el falso del emperador! Como
intentó corregir a la emperatriz con halagos, amenazas, sabe que mi sarna no es como la suya, me dice que me aplique
advertencias y con cuantas maneras parecieron bien a él y a el ungüento que se ha dado él, porque así yo no podré sanar;
todos los suyos, sin que nada diera resultado, pues, cuanto más pero del otro ungüento, que es el más indicado para mí, me
le insistían para que cambiase tanto, más áspera y desabrida dice que no debo darme. Mas, por darle pesar, yo me untaré
se mostraba ella. con él y, cuando vuelva, me encontrará sana. Estoy segura de
»Cuando vio el Emperador que no podía alterar la condición que nada le molestará más; por eso lo haré.
de su esposa, le dijo un día que quería ir a cazar ciervos y que »Los caballeros y las damas que la acompañaban le rogaron
se llevaría un poco de la hierba con que envenenan las flechas y suplicaron -113- con lágrimas en los ojos que no lo hiciese
para matarlos, dejando el resto en la casa para otra cacería. y le decían que tuviese por cierto que moriría si se aplicaba
También le dijo que por nada del mundo se pusiese aquellas aquellas hierbas.
hierbas sobre sarna, pústula o herida que sangrase, porque era »A pesar de sus ruegos, no lo quiso hacer: tomó las hierbas
tan fuerte su veneno que no había nadie a quien aquellas y se dio con ellas en las llagas. Y al poco tiempo le aparecieron
hierbas no provocasen la muerte. El emperador tomó otro los primeros síntomas de muerte. Si ella hubiera podido, se
ungüento muy bueno y muy eficaz para las llagas y, delante de
habría arrepentido de lo que había hecho, pero ya no le quedaba controlar en la cama sus necesidades. Y tantas cosas como
tiempo. Así murió, por su carácter díscolo y rebelde. estas le dijo que ninguna mujer, aunque no fuera muy
»Mas a don Álvar Fáñez le sucedió lo contrario, y así os inteligente, podría sentirse bien casada con él.
contaré lo que le ocurrió. »Cuando le oyó decir esto, la hija del conde le contestó que
»Era don Álvar Fáñez un caballero muy justo y muy el casamiento no dependía de ella sino de sus padres. Después
honrado, fundador de la villa de Íscar, y un día fue a ver al se alejó de don Álvar Fáñez y volvió junto a su padre. Este y su
conde don Pedro Ansúrez, que vivía en Cuéllar con sus tres madre le preguntaron qué deseaba hacer y, como la hija no
hijas. Después de haber comido, le preguntó el conde a Álvar comprendió bien la prueba a que la sometió don Álvar Fáñez,
Fáñez a qué se debía la sorpresa y el placer de su visita. Álvar les contestó que prefería la muerte a casarse con él, por las
Fáñez le contestó que venía para pedirle a una de sus hijas en cosas que le había dicho.
matrimonio, pero antes quería hablar con ellas, conocerlas y »El conde no quiso referírselo así a don Álvar Fáñez, sino
elegir a la que más le gustara. Viendo el conde que Dios le que le respondió que su hija aún no deseaba contraer
favorecía con este casamiento, le dijo que tendría mucho gusto matrimonio.
con que todo se hiciera así. »Don Álvar Fáñez habló, después de esto, con la hija
»Don Álvar Fáñez se quedó a solas con la hija mayor y le mediana. Y -114- ocurrió con ella como con la mayor.
dijo que, si ella aceptaba, le gustaría tomarla por esposa, pero Después habló con la tercera, a la que dijo las mismas cosas
antes debía saber algunas cosas muy importantes sobre su que a sus hermanas.
vida. Lo primero, que él ya no era joven y que, por las muchas »Ella respondió a don Álvar Fáñez que daba gracias a Dios
heridas sufridas en las batallas en que había luchado, tenía tan por este casamiento; también le dijo que, si el vino le sentaba
débil la cabeza que, por muy poco vino que bebiese, perdía el mal, ella lo encubriría de las gentes y nadie lo notaría; y
juicio y se ponía tan violento que no sabía lo que decía, también le dijo que, aunque él se sintiera viejo, no por ello
habiendo llegado incluso a maltratar a algunas personas con renunciaría a la felicidad y al honor de ser su esposa; y sobre
tanta furia que, al volver en sí, se arrepentía de haberlo hecho. lo que dijo de su mal carácter y de sus golpes a las personas,
También debería saber que, cuando estaba dormido, no podía le contestó que no debía preocuparse, porque ella no le daría
motivo y, si alguna vez la maltrataba, lo llevaría con honraba don Álvar Fáñez, que se dejaba guiar por sus
resignación. recomendaciones, pues siempre le aconsejaba y buscaba lo que
»Y a todas las cosas que don Álvar Fáñez le dijo, le supo favorecía la honra y provecho del conde, su esposo. Nunca pidió
responder tan bien que el caballero quedó muy contento y dio a su marido que hiciese algo para darle gusto a ella, sino sólo
gracias a Dios por haber encontrado una mujer tan inteligente. aquello que le fuera conveniente y provechoso como caballero.
Después le dijo al conde don Pedro que quería casarse con la »Sucedió que una vez, estando en su casa don Álvar Fáñez,
más pequeña de sus hijas. Al conde le agradó mucho este lo visitó un sobrino suyo, que vivía en palacio con el rey, y su
matrimonio y pronto celebraron las bodas. Luego don Álvar visita le agradó mucho. Pasados unos días, le dijo su sobrino
Fáñez partió hacia sus tierras con su mujer, que se llamaba que era persona de buenas condiciones, pero que le hallaba un
doña Vascuñana. defecto. Don Álvar Fáñez le preguntó cuál era. El sobrino le
»Llegados a casa de Álvar Fáñez, ella fue tan buena esposa contestó que su único defecto era hacer mucho caso a su
y tan inteligente que su marido se juzgó por bien casado y mujer -115- y entregarle a ella el cuidado de todos sus
ordenó que todos hicieran cuanto ella mandara. Esto lo hacía bienes y tierras. Don Álvar Fáñez le dijo que de allí a pocos días
él por dos razones: la primera, porque Dios la había hecho tan le daría una respuesta adecuada.
buena, tan amante de su esposo y tan respetuosa con sus »Y sin decir nada de esta conversación a su mujer, Álvar
decisiones que, cuanto hacía y decía don Álvar Fáñez, le parecía Fáñez partió a caballo hacia otras tierras y estuvo allí algunos
a ella que era verdaderamente lo más acertado; y tanto le días, acompañado por su sobrino. Después mandó venir a doña
agradaba a ella cuanto su marido hacía y decía que jamás lo Vascuñana, saliendo su esposo a recibirla a mitad del camino,
contrarió en algo que fuera de su gusto. No penséis que hacía aunque no hablaron entre sí ni tampoco tuvieron tiempo para
esto por halagarlo o lisonjearlo, sino porque verdaderamente ello.
creía y sentía que todo lo que don Álvar Fáñez quería, hacía o »Álvar Fáñez y su sobrino iban delante, y doña Vascuñana
decía no podía ser mejorado ni entrañaba ningún error. Primero detrás. Fueron cabalgando así y, al rato, Álvar Fáñez y su
por esto, y en segundo lugar porque ella demostraba siempre sobrino vieron gran cantidad de vacas. Y dijo don Álvar Fáñez:
tan buen juicio y tomaba decisiones tan acertadas, la amaba y
»-¿Has visto, sobrino, qué yeguas tan hermosas hay en »Cuando doña Vascuñana oyó decir esto a su sobrino,
estas tierras? aunque a ella también le parecían vacas, pensó que, si su
»Al oír esto, su sobrino quedó muy sorprendido y pensó que marido decía que eran yeguas, no podía estar equivocado y, por
su tío se lo decía en broma; no obstante, le preguntó por qué tanto, tenían que ser yeguas, aunque todos afamaran lo
decía que eran yeguas si bien se veía que eran vacas. contrario. Por eso dijo a su sobrino y a todos los presentes:
»Entonces Álvar Fáñez se asombró mucho y dijo a su sobrino »-¡Por Dios, sobrino, cuánto siento lo que decís! Pero
que pensaba que había perdido el juicio, pues estaba muy claro esperaba de vos, que tanto tiempo habéis vivido en palacio,
que aquellas eran yeguas. mayor cordura y sentido común, pues demostráis falta de
»Cuando el sobrino vio cómo su tío lo afamaba una y otra juicio e incluso de vista si confundís yeguas con vacas.
vez, con absoluta seriedad, quedó aterrorizado y pensó que sin »Luego doña Vascuñana le comenzó a demostrar que, por la
duda se había vuelto loco. forma, el -116- color y otros muchos detalles, eran yeguas
»Don Álvar Fáñez siguió manteniendo sus afirmaciones, y no vacas, y que su tío no podía estar equivocado ni de palabra
hasta que llegó doña Vascuñana, que venía tras ellos. Al verla, ni de pensamiento; y, así, era cierto lo que decía. Tanto lo
don Álvar Fáñez, le dijo a su sobrino: aseguró ella, que su sobrino y los presentes comenzaron a
»-Mirad, sobrino mío, por ahí viene mi esposa, que dirimirá pensar que eran ellos los confundidos y que las vacas eran
esta discusión. yeguas, según decía don Álvar Fáñez. Ocurrido esto, sobrino y
»Al sobrino le pareció esto muy bien, por lo que, al llegar su tío siguieron camino adelante y vieron gran cantidad de
tía, le dijo: yeguas. Entonces dijo don Álvar Fáñez a su sobrino:
»-Señora, mi tío y yo estamos discutiendo, pues él dice que »-¡Ajá, sobrino! Estas son las vacas y no las que vos decíais
estas vacas son yeguas, pero yo digo que son vacas; y tanto antes, que eran yeguas.
hemos porfiado que él me toma por loco, aunque yo creo que »Cuando el sobrino lo oyó, dijo a su tío:
él ha perdido el juicio. Por favor, señora, juzgad quién dice la »-¡Por Dios, tío! Si vos estáis en lo cierto, el diablo me ha
verdad. traído a mí a estas tierras; porque si de verdad son vacas, yo
habré perdido el juicio, pues estas serían yeguas en cualquier a ella le parecía verdad la opinión del sobrino, no se dejó llevar
lugar del mundo. de su propio juicio y pensó que era verdad lo que decía su
»Y don Álvar Fáñez comenzó a porfiar que eran vacas. Así marido. Y buscó tantas y tan buenas razones con que apoyarlo
estuvieron hasta que llegó doña Vascuñana, a la que contaron que el sobrino y todos los acompañantes creyeron que aquella
lo que afirmaban su marido y el sobrino. Aunque a ella le era la única verdad.
parecía que el sobrino tenía razón, en ningún momento pensó »Y desde aquel día quedó como refrán que, si el marido dice
que su marido estuviera equivocado ni que pudiera ser verdad que el río corre aguas arriba, la buena esposa así lo debe creer
otra cosa distinta a la que él afirmaba. Por ello comenzó a y decir que es verdad.
buscar argumentos para demostrar que era verdad lo que -117-
afamaba su marido, y encontró tantos y tan concluyentes que »Cuando el sobrino vio que con los argumentos de doña
su sobrino y los que allí estaban pensaron que su razón y sus Vascuñana se demostraba la veracidad de cuanto decía don
ojos les hacían confundirse y que estaba en lo cierto don Álvar Álvar Fáñez y que él estaba equivocado al no distinguir unas
Fáñez. Así pasó por esta vez. cosas de otras, sintió pena de sí mismo y pensó que había
»Tío y sobrino siguieron caminando hasta llegar a un río perdido el juicio.
donde había muchos molinos. Mientras los caballos bebían, »Después de caminar largo trecho por el camino, viendo don
comenzó a decir don Álvar Fáñez que las aguas de aquel río Álvar Fáñez a su sobrino muy preocupado y muy triste, le habló
corrían hacia su nacimiento y que aquellos molinos recibían el así:
agua en sentido contrario. »-Sobrino, ya os he dado respuesta a lo que me dijisteis el
»El sobrino de Álvar Fáñez se tuvo por loco cuando le oyó otro día sobre lo que todos consideraban un defecto en mí, por
decir esto, porque pensó que, si ya se había confundido con las hacer siempre caso a mi mujer; tened por seguro que, cuanto
vacas y las yeguas, también lo estaría ahora al pensar que el hoy ha ocurrido, lo he preparado para que vieseis cómo es ella
río discurría en sentido contrario al que decía su tío. Así y que hago bien si me dejo llevar por sus consejos. También
estuvieron porfiando hasta que llegó doña Vascuñana. Cuando debo deciros que para mí las primeras vacas que vimos, de las
le contaron la discusión que tío y sobrino mantenían, aunque que yo decía que eran yeguas, eran vacas como vos defendíais;
y cuando doña Vascuñana llegó y os oyó decir que para mí eran buena voluntad, hacía bien su tío amándola y confiando en ella
yeguas, estoy seguro de que ella creía que vos decíais la verdad, y haciendo por ella cuanto hacía.
pero, como confía tanto en mi recto juicio y piensa que nunca »Como veis, fueron muy distintas la mujer del emperador y
puedo estar confundido, pensó que ella y vos erais los la de Álvar Fáñez.
equivocados. Y por eso buscó argumentos tan concluyentes »Señor Conde Lucanor, si vuestros hermanos son tan
que os convenció a vos y a todos los presentes de que yo estaba distintos que uno hace cuanto su mujer quiere y el otro no la
en lo cierto; eso mismo ocurrió con lo de las yeguas y lo del toma en consideración, ello se debe -118- a que sus mujeres
molino. Os aseguro que, desde el día de nuestra boda, nunca la llevan la misma vida que llevaron la emperatriz y doña
vi hacer o decir algo en su propio provecho o deleite, sino sólo Vascuñana. Si sus esposas son así, no debéis asombraros ni
lo que yo quisiere; tampoco se ha enojado nunca por lo que yo culpar a vuestros hermanos; pero si no son ni tan buenas ni
hiciera. Y, para ella, cualquier cosa, que yo decida, siempre será tan rebeldes como las dos de las que os he hablado, vuestros
lo mejor; además, cuanto debe hacer por su estado o porque yo hermanos tendrán parte de culpa, porque, aunque ese hermano
se lo pido, lo hace muy bien, buscando siempre mi honra y vuestro, que ama mucho a su mujer, hace bien en quererla,
provecho y queriendo que, de esta forma, todos sepan que yo debemos pensar que esa estima tiene que limitarse a sus justos
soy el señor y como tal debo ser obedecido y honrado; no desea términos y no más. Pues si un hombre quiere estar siempre
para sí ni fama ni premio por lo que hace, sino que todos sepan junto a su mujer y por ello deja de ir a los sitios o a los asuntos
en qué puede servirme y mi agrado por cuanto ella hace. Creo que le convengan, debéis pensar que está equivocado; pensad
que, si un moro del otro lado del mar hiciese esto por mí, yo lo también que, si por complacerla o satisfacerla, el marido no
debería amar, estimar y seguir sus consejos; cuánto más a la cumple lo que pertenece a su clase o a su honra, también está
mujer con quien estoy casado. Y ahora, sobrino, os he dado muy equivocado. Pero, exceptuadas estas cosas, cuanta honra,
respuesta al reproche que el otro día me hicisteis. estima y confianza demuestre el marido a su mujer, le están
»Al sobrino de Álvar Fáñez lo convencieron estas razones y permitidas y así deberá tratarla. También os digo que el esposo,
comprendió que, si doña Vascuñana era de tan buen juicio y en asuntos de poca importancia, debe evitarle disgustos o
contrariedades a su mujer y, sobre todo, no debe inducirla al
pecado, pues de él nacen muchos males: primero, por la propia
maldad del pecado y, segundo, porque, para desenojarla y -119-
complacerla, el marido habrá de hacer cosas perjudiciales para
su fama y hacienda. Pero al que por su mala suerte tuviere una
mujer tan rebelde como la emperatriz, pues al comienzo no Cuento XXVIII
supo o no pudo poner remedio, no le queda otra solución sino
soportar su desgracia hasta que Dios quiera. Pero sabed que, Lo que sucedió a don Lorenzo Suárez Gallinato
para evitar lo uno y lograr lo otro, el marido, desde el primer
día de matrimonio, debe hacerle ver a su mujer que él es el
señor y cómo ha de comportarse ella.
»Pienso que vos, señor conde, siguiendo estas reflexiones, Un día, hablaba el Conde Lucanor con Patronio, su
bien podéis aconsejar a vuestros hermanos de qué manera han consejero, de este modo:
de portarse con sus mujeres. -Patronio, un hombre quiere ponerse bajo mi protección, y
Al conde le agradó mucho lo que le dijo Patronio, pues le aunque sé que es buena persona por naturaleza, algunos dicen
pareció que era verdad y muy razonable. que ha cometido diversas faltas. Como conozco vuestro buen
Como don Juan pensó que estos dos relatos eran muy juicio, os ruego que me aconsejéis qué hacer en este caso.
buenos, los mandó poner en este libro y escribió los versos que -Señor conde -dijo Patronio-, para que hagáis lo más
dicen así: juicioso, me gustaría que supierais lo que sucedió a don
Lorenzo Suárez Gallinato.
El conde le preguntó lo que había pasado.
-Señor conde -dijo Patronio-, don Lorenzo Suárez Gallinato
Desde el comienzo debe el hombre enseñar
estuvo a las órdenes del rey moro de Granada y, cuando volvió
a su mujer cómo se ha deportar.
al servicio del rey de Castilla, don Fernando, este le dijo que,
como había ofendido tanto a Dios, al ayudar a los moros contra
los cristianos, Nuestro Señor nunca tendría piedad de él y que, muerto por redimirnos de nuestros pecados, pensó que sería
al morir, perdería su alma. bienaventurado si moría por vengar aquella ofensa y sacrilegio.
»Don Lorenzo Suárez respondió al rey que ningún motivo Así que, lleno de cólera e ira, se lanzó contra el renegado que
tenía él para esperar la misericordia de Dios, excepto el de tal crimen había hecho y le cortó la cabeza. Luego descabalgó,
haber dado muerte a un misacantano. hincó ambas rodillas en tierra y adoró el cuerpo de Cristo, al
»Como al rey le pareció una respuesta muy extraña, le pidió que los moros habían arrastrado. En cuanto se arrodilló, la
más detalles. hostia, que estaba un poco lejos de él, saltó del lodo y vino a
»Don Lorenzo dijo que, mientras vivió con el rey de Granada, caer en la falda de don Lorenzo Suárez. Al ver esto, todos los
disfrutó de toda su confianza y era miembro de su guardia moros se encolerizaron, echaron mano a sus espadas y con
personal. Yendo un día con el rey, escuchó mucho ruido de piedras y palos se dirigieron hacia él para matarlo. Don Lorenzo
personas que daban voces y gritaban; como escolta del rey, cogió su espada, la misma que le sirvió para decapitar al falso
espoleó su caballo y fue a ver qué pasaba, encontrándose con clérigo, y comenzó a defenderse.
un clérigo revestido con los ornamentos sagrados. Se trataba »El rey, al oír tanto ruido y ver cómo querían matar a don
de un sacerdote que había abjurado del cristianismo y Lorenzo Suárez, ordenó que nadie lo atacase antes de saber lo
abrazado el islam y que, por complacer a los moros, les había ocurrido. Los moros, que estaban muy ofendidos, le dijeron lo
propuesto entregarles el Dios en quien creen los cristianos, al que había pasado con don Lorenzo y el clérigo renegado.
que veneran como único Dios verdadero. Para ello, el sacrílego »El rey, muy enojado y con gran violencia, preguntó a don
sacerdote se proveyó de los ornamentos necesarios, hizo un Lorenzo por qué había actuado así. Este le contestó que ya
altar, celebró la misa y consagró una hostia que entregó a los sabía que él no era moro, pero no obstante le había confiado la
moros; estos se -120- empezaron a mofar de ella, la llevaban protección de su cuerpo porque lo consideraba un hombre muy
arrastrando por el lodo y recorrían así toda la villa. leal, y que él, por miedo a la muerte, no dejaría de protegerlo;
»Cuando don Lorenzo Suárez vio esto, aunque él vivía con también le dijo que, si lo juzgaba tan leal que pensaba que lo
los moros, se acordó de que era cristiano y, como creía que defendería hasta la muerte, aunque el rey era moro, debía
aquel era sin duda el cuerpo de Dios, cuyo hijo Jesucristo había considerar qué estaría él dispuesto a hacer, como cristiano que
era, para salvar el cuerpo del Señor, que es rey de reyes y señor miradas más de cerca, ¡qué verdaderas son!
de los señores, y si, por hacer esto, lo mataban, se sentiría muy
dichoso.
»Al oírle esto, el rey se alegró mucho de lo que don Lorenzo
decía, así como de lo que había hecho, y de allí en adelante le -123-
demostró aún mayor aprecio y profunda admiración.
»Vos, señor conde, si sabéis que ese hombre que busca
vuestra protección es bueno y os podéis fiar de él, aunque os Cuento XXIX
digan que cometió algunas faltas, no debéis alejarlo de vos,
Lo que sucedió a una zorra que se tendió en la calle y se
pues a veces lo que la gente considera malo no lo es, como le
hizo la muerta
ocurrió al rey Fernando cuando pensó que don Lorenzo había
cometido el mayor crimen del mundo, al dar muerte a -
121- un sacerdote. Pero, como veis, don Lorenzo cumplió muy
honrosamente con su deber. Sin embargo, si vos supierais que
lo que hizo estaba mal y que lo hizo sin razón, aunque ahora
esté arrepentido, haréis muy bien al rechazarlo de vuestro
lado.
Al conde le agradó mucho esto que le dijo Patronio, siguió
su consejo y le fue bien.
Y viendo don Juan que el cuento era bueno, lo mandó poner
en este libro y añadió unos versos que dicen así:

Aunque muchas cosas parezcan sin razón,


y los nobles de allí querrían que hiciese alguna cosa que les
sirviera de pretexto para juntarse contra él. A mi pariente le
resulta muy penoso sufrir cuantas afrentas le hacen y está
dispuesto a arriesgarlo todo antes que seguir viviendo de ese
modo. Como yo quisiera que él hiciera lo más conveniente, os
ruego que me digáis qué debo aconsejarle para que viva como
mejor pueda en aquellas tierras.
-Señor Conde Lucanor -dijo Patronio-, para que le podáis
aconsejar lo que debe hacer, me gustaría que supierais lo
sucedido a una zorra que se hizo la muerta.
El conde le preguntó cómo había pasado eso.
-Señor Conde Lucanor -dijo Patronio-, una zorra entró una
noche en un corral donde había gallinas y tanto se entretuvo
en comerlas que, cuando pensó marcharse, ya era de día y las
gentes estaban en las calles. Cuando comprobó que no se podía
esconder, salió sin hacer ruido a la calle y se echó en el suelo
como si estuviese muerta. Al verla, la gente pensó que lo
estaba y nadie le hizo caso.
-122- »Al cabo de un rato pasó por allí un hombre que dijo que los
cabellos de la frente de la zorra eran buenos para evitar el mal
Hablando otro día el Conde Lucanor con Patronio, su de ojo a los niños, y, así, le trasquiló con unas tijeras los pelos
consejero, le dijo así: de la frente.
-Patronio, un pariente mío vive en un lugar donde le hacen »Después se acercó otro, que dijo lo mismo sobre los pelos
frecuentes atropellos, que no puede impedir por falta de poder, del lomo; después otro, que le cortó los de la ijada; y tantos le
cortaron el pelo que la dejaron repelada. A pesar de todo, la sepan que se siente humillado, si desde ese momento no hace
zorra no se movió, porque pensaba que perder el pelo no era un cuanto debe para recuperar su honor, será cada vez más
daño muy grave. afrentado y ofendido. Y por ello es mejor soportar las ofensas
»Después se acercó otro hombre, que dijo que la uña del leves, pues no pueden ser evitadas; pero si los ofensores
pulgar de la zorra era muy buena para los tumores; y se la cometieren agravios o faltas a la honra, será preciso
quitó. La zorra seguía sin moverse. arriesgarlo todo y no soportar tales afrentas, porque es mejor
-124- morir en defensa de la honra o de los derechos de su estado,
»Después llegó otro que dijo que los dientes de zorra eran antes que vivir aguantando indignidades y humillaciones.
buenos para el dolor de muelas. Le quitó uno, y la zorra El conde pensó que este era un buen consejo.
tampoco se movió esta vez. Y don Juan lo mandó poner en este libro e hizo estos versos
»Por último, pasado un rato, llegó uno que dijo que el que dicen así:
corazón de la zorra era bueno para el dolor del corazón, y echó
mano al cuchillo para sacárselo. Viendo la zorra que le querían
quitar el corazón, y que si se lo quitaban no era algo de lo que Soporta las cosas mientras pudieras,
pudiera prescindir, y que por ello moriría, pensó que era mejor y véngate sólo cuando debieras.
arriesgarlo todo antes que perder ciertamente su vida. Y así se
esforzó por escapar y salvó la vida.
»Y vos, señor conde, aconsejad a vuestro pariente que dé a
entender que no le preocupan esas ofensas y que las tolere, si -125-
Dios lo puso en una tierra donde no puede evitarlas ni tampoco
vengarlas como corresponde, mientras esas ofensas y agravios
los pueda soportar sin gran daño para él y sin pérdida de la Cuento XXX
honra; pues cuando uno no se tiene por ofendido, aunque le
afrenten, no sentirá humillación. Pero, en cuanto los demás
Lo que sucedió al Rey Abenabet de Sevilla con Romaiquía, »Sucedió que un día, estando en Córdoba en el mes de
su mujer febrero, cayó una nevada y, cuando Romaiquía vio la nieve, se
puso a llorar. El rey le preguntó por qué lloraba, y ella le
contestó que porque nunca la dejaba ir a sitios donde nevara.
El rey, para complacerla, pues Córdoba es una tierra cálida y
Un día hablaba el Conde Lucanor con Patronio, su consejero, allí no suele nevar, mandó plantar almendros en toda la sierra
de este modo: de Córdoba, para que, al florecer en febrero, pareciesen
-Patronio, mirad lo que me sucede con un hombre: muchas cubiertos de nieve y la reina viera cumplido su deseo.
veces me pide que lo ayude y lo socorra con algún dinero; »Y otra vez, estando Romaiquía en sus habitaciones, que
aunque, cada vez que así lo hago, me da muestras de daban al río, vio a una mujer, que, descalza en la glera, removía
agradecimiento, cuando me vuelve a pedir, si no queda el lodo para hacer adobes. Y cuando la reina la vio, comenzó a
contento con cuanto le doy, se enfada, se muestra llorar. El rey le preguntó el motivo de su llanto, y ella le
descontentadizo y parece haber olvidado cuantos favores le he contestó que nunca podía hacer lo que quería, ni siquiera lo
hecho anteriormente. Como sé de vuestro buen juicio, os ruego que aquella humilde mujer. El rey, para complacerla, mandó
que me aconsejéis el modo de portarme con él. llenar de -126- agua de rosas un gran lago que hay en
-Señor Conde Lucanor -dijo Patronio-, me parece que os Córdoba; luego ordenó que lo vaciaran de tierra y llenaran de
ocurre con este hombre lo que le sucedió al rey Abenabet de azúcar, canela, espliego, clavo, almizcle, ámbar y algalia, y de
Sevilla con Romaiquía, su mujer. cuantas especias desprenden buenos olores. Por último, mandó
El conde le preguntó qué les había pasado. arrancar la paja, con la que hacen los adobes, y plantar allí
-Señor conde -dijo Patronio-, el rey Abenabet estaba casado caña de azúcar. Cuando el lago estuvo lleno de estas cosas y
con Romaiquía y la amaba más que a nadie en el mundo. Ella el lodo era lo que podéis imaginar, dijo el rey a su esposa que
era muy buena y los moros aún la recuerdan por sus dichos y se descalzase y que pisara aquel lodo e hiciese con él cuantos
hechos ejemplares; pero tenía un defecto, y es que a veces era adobes gustara.
antojadiza y caprichosa.
»Otra vez, porque se le antojó una cosa, comenzó a llorar
Romaiquía. El rey le preguntó por qué lloraba y ella le contestó
que cómo no iba a llorar si él nunca hacía nada por darle gusto.
El buen rey, viendo que ella no apreciaba tantas cosas como -127-
había hecho por complacerla y no sabiendo qué más pudiera
hacer, le dijo en árabe estas palabras: «Wa la mahar aten?»;
que quiere decir: «¿Ni siquiera el día de lodo?»; para darle a Cuento XXXI
entender que, si se había olvidado de tantos caprichos en los
que él la había complacido, debía recordar siempre el lodo que Lo que ocurrió entre los canónigos y los franciscanos en
él había mandado preparar para contentarla. París
»Y así a vos, señor conde, si ese hombre olvida y no agradece
cuanto por él habéis hecho, simplemente porque no lo hicisteis
como él quisiera, os aconsejo que no hagáis nada por él que os
perjudique. Y también os aconsejo que, si alguien hiciese por Otro día hablaba el Conde Lucanor con Patronio, su
vos algo que os favorezca, pero después no hace todo lo que consejero y le dijo:
vos quisierais, no por eso olvidéis el bien que os ha hecho. -Patronio, un amigo mío y yo querríamos hacer alguna cosa
Al conde le pareció este un buen consejo, lo siguió y le fue muy provechosa y de mucha honra para los dos; yo podría
muy bien. hacerla ya, pero no me atrevo hasta que venga él. Por el buen
Y viendo don Juan que esta era una buena historia, la entendimiento que os concedió Dios, os pido vuestro consejo
mandó poner en este libro e hizo los versos, que dicen así: en este asunto.
-Señor conde -dijo Patronio-, para que hagáis lo que me
parece más provechoso, me gustaría contaros lo que ocurrió a
los canónigos y a los frailes franciscanos en París.
Por quien no agradece tus favores,
El conde le pidió que se lo contara.
no abandones nunca tus labores.
-Señor conde -dijo Patronio-, los canónigos decían que, por aplazarlas y después, cuando querríamos hacerlas, ya no es
como ellos eran cabeza de la Iglesia, debían tocar las horas posible.
antes que nadie. Los frailes alegaban, por su parte, que ellos -128-
debían estudiar, levantarse a maitines y que no podían perder Con esta historia, el conde se sintió bien aconsejado, lo hizo
horas de estudio. Alegaron, además, que, estando exentos de así y le salió muy bien.
obediencia al obispo, no tenían por qué esperar a nadie. Y viendo don Juan que este cuento era bueno, lo mandó
»El pleito duró mucho tiempo y costó mucho dinero a las poner en este libro e hizo estos versos, que dicen así:
dos partes, por los abogados y por llevar el asunto a Roma. Al
fin, un nuevo papa encargó de esto a un cardenal y le ordenó
que fallara el pleito inmediatamente. Si algo muy provechoso tú puedes hacer
»El cardenal hizo que le entregaran el sumario del proceso, no dejes que con el tiempo se te pueda perder.
que era tan grande que verlo daba espanto. Cuando el cardenal
tuvo delante todo el sumario, citó a ambas partes para que
vinieran a escuchar la sentencia y, cuando, personadas las
partes, estaban delante del tribunal, el cardenal mandó -129-
destruir todos los papeles y les dijo así:
»-Amigos, este pleito ha durado mucho, habéis gastado en
él mucho dinero y os habéis hecho mucho daño; como yo no Cuento XXXII
quiero dilatarlo, sentencio que el que se despierte antes, taña
antes. Lo que sucedió a un rey con los burladores que hicieron
Y vos, señor conde Lucanor, si la cosa es conveniente para el paño
ambos, y vos solo la podéis hacer, os aconsejo que la hagáis sin
demora, pues muchas veces se pierden las buenas empresas
Otra vez le dijo el Conde Lucanor a su consejero Patronio: sus hijos. Con esta intención, les mandó dar una sala grande
-Patronio, un hombre me ha propuesto un asunto muy para que hiciesen aquella tela.
importante, que será muy provechoso para mí; pero me pide »Los pícaros pidieron al rey que les mandase encerrar en
que no lo sepa ninguna persona, por mucha confianza que yo aquel salón hasta que terminaran su labor y, de esta manera,
tenga en ella, y tanto me encarece el secreto que afirma que se vería que no había engaño en cuanto proponían. Esto
puedo perder mi hacienda y mi vida, si se lo descubro a alguien. también agradó mucho al rey, que les dio oro, y plata, y seda,
Como yo sé que por vuestro claro entendimiento ninguno os y cuanto fue necesario para tejer la tela. Y después quedaron
propondría algo que fuera engaño o burla, os ruego que me encerrados en aquel salón.
digáis vuestra opinión sobre este asunto. »Ellos montaron sus telares y simulaban estar muchas
-Señor Conde Lucanor -dijo Patronio-, para que sepáis lo horas tejiendo. Pasados varios días, fue uno de ellos a decir al
que más os conviene hacer en este negocio, me gustaría rey que ya habían empezado -130- la tela y que era muy
contaros lo que sucedió a un rey moro con tres pícaros hermosa; también le explicó con qué figuras y labores la
granujas que llegaron a palacio. estaban haciendo, y le pidió que fuese a verla él solo, sin
Y el conde le preguntó lo que había pasado. compañía de ningún consejero. Al rey le agradó mucho todo
-Señor conde -dijo Patronio-, tres pícaros fueron a palacio esto.
y dijeron al rey que eran excelentes tejedores, y le contaron »El rey, para hacer la prueba antes en otra persona, envió a
cómo su mayor habilidad era hacer un paño que sólo podían un criado suyo, sin pedirle que le dijera la verdad. Cuando el
ver aquellos que eran hijos de quienes todos creían su padre, servidor vio a los tejedores y les oyó comentar entre ellos las
pero que dicha tela nunca podría ser vista por quienes no virtudes de la tela, no se atrevió a decir que no la veía. Y así,
fueran hijos de quien pasaba por padre suyo. cuando volvió a palacio, dijo al rey que la había visto. El rey
»Esto le pareció muy bien al rey, pues por aquel medio mandó después a otro servidor, que afamó también haber visto
sabría quiénes eran hijos verdaderos de sus padres y quiénes la tela.
no, para, de esta manera, quedarse él con sus bienes, porque »Cuando todos los enviados del rey le aseguraron haber
los moros no heredan a sus padres si no son verdaderamente visto el paño, el rey fue a verlo. Entró en la sala y vio a los
falsos tejedores hacer como si trabajasen, mientras le decían: muy desdichado, pues ya no le cabía duda de que no era hijo
«Mirad esta labor. ¿Os place esta historia? Mirad el dibujo y del rey a quien había sucedido en el trono. Por este motivo,
apreciad la variedad de los colores». Y aunque los tres se comenzó a alabar la calidad y belleza de la tela y la destreza
mostraban de acuerdo en lo que decían, la verdad es que no de aquellos que la habían tejido.
habían tejido tela alguna. Cuando el rey los vio tejer y decir »Al día siguiente envió el rey a su valido, y le ocurrió lo
cómo era la tela, que otros ya habían visto, se tuvo por muerto, mismo. ¿Qué más os diré? De esta manera, y por temor a la
pues pensó que él no la veía porque no era hijo del rey, su padre, deshonra, fueron engañados el rey y todos sus vasallos, pues
y por eso no podía ver el paño, y temió que, si lo decía, perdería ninguno osaba decir que no veía la tela.
el reino. Obligado por ese temor, alabó mucho la tela y aprendió -131-
muy bien todos los detalles que los tejedores le habían »Así siguió este asunto hasta que llegaron las fiestas
mostrado. Cuando volvió a palacio, comentó a sus cortesanos mayores y pidieron al rey que vistiese aquellos paños para la
las excelencias y primores de aquella tela y les explicó los ocasión. Los tres pícaros trajeron la tela envuelta en una
dibujos e historias que había en ella, pero les ocultó todas sus sábana de lino, hicieron como si la desenvolviesen y, después,
sospechas. preguntaron al rey qué clase de vestidura deseaba. El rey les
»A los pocos días, y para que viera la tela, el rey envió a su indicó el traje que quería. Ellos le tomaron medidas y, después,
gobernador, al que le había contado las excelencias y hicieron como si cortasen la tela y la estuvieran cosiendo.
maravillas que tenía el paño. Llegó el gobernador y vio a los »Cuando llegó el día de la fiesta, los tejedores le trajeron al
pícaros tejer y explicar las figuras y labores que tenía la tela, rey la tela cortada y cosida, haciéndole creer que lo vestían y
pero, como él no las veía, y recordaba que el rey las había visto, le alisaban los pliegues. Al terminar, el rey pensó que ya estaba
juzgó no ser hijo de quien creía su padre y pensó que, si alguien vestido, sin atreverse a decir que él no veía la tela.
lo supiese, perdería honra y cargos. Con este temor, alabó »Y vestido de esta forma, es decir, totalmente desnudo,
mucho la tela, tanto o más que el propio rey. montó a caballo para recorrer la ciudad; por suerte, era verano
»Cuando el gobernador le dijo al rey que había visto la tela y el rey no padeció el frío.
y le alabó todos sus detalles y excelencias, el monarca se sintió
»Todas las gentes lo vieron desnudo y, como sabían que el El conde pensó que era un buen consejo, lo siguió y le fue
que no viera la tela era por no ser hijo de su padre, creyendo muy bien.
cada uno que, aunque él no la veía, los demás sí, por miedo a Viendo don Juan que este cuento era bueno, lo mandó
perder la honra, permanecieron callados y ninguno se atrevió escribir en este libro y compuso estos versos que dicen así:
a descubrir aquel secreto. Pero un negro, palafrenero del rey,
que no tenía honra que perder, se acercó al rey y le dijo: «Señor,
a mí me da lo mismo que me tengáis por hijo de mi padre o de A quien te aconseja encubrir de tus amigos
otro cualquiera, y por eso os digo que o yo soy ciego, o vais más le gusta engañarte que los higos.
desnudo».
»El rey comenzó a insultarlo, diciendo que, como él no era
hijo de su padre, no podía ver la tela.
»Al decir esto el negro, otro que lo oyó dijo lo mismo, y así -132-
lo fueron diciendo hasta que el rey y todos los demás perdieron
el miedo a reconocer que era la verdad; y así comprendieron el
engaño que los pícaros les habían hecho. Y cuando fueron a Cuento XXXIII
buscarlos, no los encontraron, pues se habían ido con lo que
habían estafado al rey gracias a este engaño. Lo que sucedió a un halcón sacre del infante don Manuel
»Así, vos, señor Conde Lucanor, como aquel hombre os pide con una garza y un águila
que ninguna persona de vuestra confianza sepa lo que os
propone, estad seguro de que piensa engañaros, pues debéis
comprender que no tiene motivos para buscar vuestro
provecho, ya que apenas os conoce, mientras que, quienes han Hablaba otra vez el Conde Lucanor con Patronio, su
vivido con vos, siempre procurarán serviros y favoreceros. consejero, de este modo:
-Patronio, a mí me ha ocurrido muchas veces estar en el halcón a la garza, pero cuando el halcón se acercaba a la
guerra con otros señores y, cuando la guerra se ha terminado, garza, volvía a aparecer el águila para matarlo.
aconsejarme unos que descanse y viva en paz, y otros, que »Al ver el halcón que el águila no le permitiría matar a la
emprenda nuevas luchas contra los moros. Como sé que nadie garza, la dejó, y voló por encima del águila y la atacó tantas
podrá aconsejarme mejor que vos, os ruego que me digáis lo veces y con tanta fortuna, hiriéndola siempre, que la hizo huir.
que debo hacer en esta disyuntiva. Después de esto, el halcón volvió a la garza y, cuando volaban
-Señor Conde Lucanor -dijo Patronio-, para que en este muy alto, volvió otra vez el águila para atacarlo. Cuando vio
caso hagáis lo más conveniente, me gustaría mucho que el halcón que cuanto había hecho no le servía de nada, volvió
supierais lo que ocurrió a unos halcones cazadores de garzas a volar por encima del águila y se dejó caer sobre ella con uñas
y, en concreto, lo ocurrido a un halcón sacre del Infante don y garras, y -133- con tanta fuerza que le rompió un ala. Al
Manuel. verla caer, con el ala quebrada, volvió el halcón contra la garza
El conde le pidió que se lo contara. y la mató. Obró así porque pensaba que no debía abandonar su
-Señor Conde Lucanor -dijo Patronio-, el infante don caza, después de haberse desembarazado del águila, que se lo
Manuel estaba un día de caza cerca de Escalona y lanzó un impedía.
halcón sacre contra una garza; subiendo el halcón detrás de la »Y a vos, señor Conde Lucanor, pues sabéis que vuestra
garza, un águila se lanzó contra él. El halcón, por miedo al caza, y honra y todo vuestro bien, tanto para el cuerpo como
águila, abandonó a la garza y empezó a huir; el águila, al ver para el alma, consiste en servir a Dios, y sabéis además que,
que no podía alcanzarlo, se alejó. Cuando el águila se retiró, el según vuestro estado, como mejor podéis servir a Dios es
halcón volvió a la garza y procuró cogerla y matarla. Estando luchando contra los moros, para ensalzar la santa fe católica,
ya el halcón muy cerca de la garza, el águila se lanzó de nuevo os aconsejo yo que, cuando estéis libre de otros ataques,
contra el halcón, que huyó como la vez anterior. Se alejó otra emprendáis la lucha contra los moros. Así lograréis muchas
vez el águila y el halcón voló de nuevo hacia la garza. Así ventajas, pues serviréis a Dios y además cumpliréis con las
ocurrió tres o cuatro veces: siempre que el águila se iba, volvía obligaciones de vuestro estado, aumentando vuestra honra y
no comiendo el pan de balde, cosa que no corresponde a ningún
honrado caballero, ya que los señores, cuando están ociosos, Y viendo don Juan que este cuento era bueno, lo mandó
no aprecian como deben a los demás, ni hacen por ellos todo escribir en este libro, e hizo estos versos que dicen así:
lo que como señores deberían hacer, sino que se dedican a
cosas y diversiones impropias de su hidalga condición. Como a
los señores os es bueno y provechoso tener siempre alguna Si Dios te concediera honda seguridad,
obligación, tened por cierto que, de cuantas ocupaciones intenta tú ganarte feliz eternidad.
existen, ninguna es tan buena, ni tan honrada, ni tan
provechosa para el cuerpo y para el alma, como luchar contra
los moros. Recordad por eso el cuento tercero de este libro, el
del salto que dio el Rey Ricardo de Inglaterra y lo que consiguió -134-
con haberlo dado; pensad también que habéis de morir y que
en vuestra vida habéis cometido muchas ofensas contra Dios,
que es muy justo, por lo que no podréis evitar el castigo que Cuento XXXIV
merecen vuestros pecados. Pero mirad, si os es posible, de
encontrar un medio para que vuestros pecados sean Lo que sucedió a un ciego que llevaba a otro
perdonados por Dios, porque, si encontráis la muerte luchando
contra los moros, habiendo hecho penitencia, seréis un mártir
de la fe y estaréis entre los bienaventurados, y, aunque no
muráis en batalla, las buenas obras y vuestra buena intención En esta ocasión hablaba el Conde Lucanor con Patronio, su
os salvarán. consejero, de esta manera:
El conde consideró este consejo como muy bueno, prometió -Patronio, un familiar mío, en quien confío totalmente y de
ponerlo en práctica y pidió a Dios que le ayudara para que se cuyo amor estoy seguro, me aconseja ir a un lugar que me
cumpliera siempre su voluntad. infunde cierto temor. Mi pariente me insiste y dice que no debo
tener miedo alguno, pues antes perdería él la vida que
consentir mi daño. Por eso, os ruego que me aconsejéis qué que vuestro buen pariente os propone, aunque os diga que
debo hacer. morirá él antes que vos; porque os será de muy poca utilidad
-Señor Conde Lucanor -dijo Patronio-, para aconsejaros su muerte si vos también corréis el mismo peligro y podéis
debidamente me gustaría mucho que supierais lo que le ocurrió morir.
a un ciego con otro. -135-
Y el conde le preguntó qué había ocurrido. El conde pensó que era este un buen consejo, obró según él
-Señor conde -continuó Patronio-, un hombre vivía en una y sacó de ello provecho.
ciudad, perdió la vista y quedó ciego. Y estando así, pobre y Y viendo don Juan que el cuento era bueno, lo mandó poner
ciego, lo visitó otro ciego que vivía en la misma ciudad, y le en este libro e hizo unos versos que dicen así:
propuso ir ambos a otra villa cercana, donde pedirían limosna
y tendrían con qué alimentarse y sustentarse.
»El primer ciego le dijo que el camino hasta aquella ciudad Nunca te metas donde corras peligro
tenía pozos, barrancos profundos y difíciles puertos de aunque te asista un verdadero amigo.
montaña; y por ello temía hacer aquel camino.
»El otro ciego le dijo que desechase aquel temor, porque él
lo acompañaría y así caminaría seguro. Tanto le insistió y
tantas ventajas le contó del cambio, que el primer ciego lo -137-
creyó y partieron los dos.
»Cuando llegaron a los lugares más abruptos y peligrosos,
cayó en un barranco el ciego que, como conocedor del camino, Cuento XXXV
llevaba al otro, y también cayó el ciego que sospechó los
peligros del viaje. Lo que sucedió a un mancebo que casó con una
»Vos, señor conde, si justificadamente sentís recelo y la muchacha muy rebelde
aventura es peligrosa, no corráis ningún riesgo a pesar de lo
-Patronio, un pariente mío me ha contado que lo quieren
casar con una mujer muy rica y más ilustre que él, por lo que
esta boda le sería muy provechosa si no fuera porque, según le
han dicho algunos amigos, se trata de una doncella muy
violenta y colérica. Por eso os ruego que me digáis si le debo
aconsejar que se case con ella, sabiendo cómo es, o si le debo
aconsejar que no lo haga.
-Señor conde -dijo Patronio-, si vuestro pariente tiene el
carácter de un joven cuyo padre era un honrado moro,
aconsejadle que se case con ella; pero si no es así, no se lo
aconsejéis.
El conde le rogó que le contase lo sucedido.
Patronio le dijo que en una ciudad vivían un padre y su hijo,
que era excelente persona, pero no tan rico que pudiese
realizar cuantos proyectos tenía para salir adelante. Por eso el
mancebo estaba siempre muy preocupado, pues siendo tan
emprendedor no tenía medios ni dinero.
En aquella misma ciudad vivía otro hombre mucho más
distinguido y más rico que el primero, que sólo tenía una hija,
de carácter muy distinto al del mancebo, pues cuanto en él
-136- había de bueno, lo tenía ella de malo, por lo cual nadie en el
mundo querría casarse con aquel diablo de mujer.
Otra vez hablaba el Conde Lucanor con Patronio, su Aquel mancebo tan bueno fue un día a su padre y le dijo
consejero, y le decía: que, pues no era tan rico que pudiera darle cuanto necesitaba
para vivir, se vería en la necesidad de pasar miseria y pobreza con mi hija, morirá, o su vida con ella será peor que la misma
o irse de allí, por lo cual, si él daba su consentimiento, le muerte. Mas no penséis que os digo esto por no aceptar vuestra
parecía más juicioso buscar un matrimonio conveniente, con petición, pues, si la queréis como esposa de vuestro hijo, a mí
el que pudiera encontrar un medio de llevar a cabo sus mucho me contentará entregarla a él o a cualquiera que se la
proyectos. El padre le contestó que le gustaría mucho poder lleve de esta casa.
encontrarle un matrimonio ventajoso. Su amigo le respondió que le agradecía mucho su
Dijo el mancebo a su padre que, si él quería, podía intentar advertencia, pero, como su hijo insistía en casarse con ella, le
que aquel hombre bueno, cuya hija era tan mala, se la diese volvía a pedir su consentimiento.
por esposa. El padre, al oír -138- decir esto a su hijo, se Celebrada la boda, llevaron a la novia a casa de su marido
asombró mucho y le preguntó cómo había pensado aquello, y, como eran moros, siguiendo sus costumbres les prepararon
pues no había nadie en el mundo que la conociese que, aunque la cena, les pusieron la mesa y los dejaron solos hasta la
fuera muy pobre, quisiera casarse con ella. El hijo le contestó mañana siguiente. Pero los padres y parientes del novio y de la
que hiciese el favor de concertarle aquel matrimonio. Tanto le novia estaban con mucho miedo, pues pensaban que al día
insistió que, aunque al padre le pareció algo muy extraño, le siguiente encontrarían al joven muerto o muy mal herido.
dijo que lo haría. Al quedarse los novios solos en su casa, se sentaron a la
Marchó luego a casa de aquel buen hombre, del que era muy mesa y, antes de que ella pudiese decir nada, miró el novio a
amigo, y le contó cuanto había hablado con su hijo, diciéndole una y otra parte y, al ver a un perro, le dijo ya bastante airado:
que, como el mancebo estaba dispuesto a casarse con su hija, -¡Perro, danos agua para las manos!
consintiera en su matrimonio. Cuando el buen hombre oyó El perro no lo hizo. El mancebo comenzó a enfadarse y le
hablar así a su amigo, le contestó: ordenó con más ira que les trajese agua para las manos. Pero
-Por Dios, amigo, si yo autorizara esa boda sería vuestro el perro seguía sin obedecerle. Viendo que el perro no lo hacía,
peor amigo, pues tratándose de vuestro hijo, que es muy el joven se levantó muy enfadado de la mesa y, cogiendo la
bueno, yo pensaría que le hacía grave daño al consentir su espada, se lanzó contra el perro, que, al verlo venir así,
perjuicio o su muerte, porque estoy seguro de que, si se casa emprendió una veloz huida, perseguido por el mancebo,
saltando ambos por entre la ropa, la mesa y el fuego; tanto lo -¡Cómo, don caballo! ¿Pensáis que, porque no tengo otro
persiguió que, al fin, el mancebo le dio alcance, lo sujetó y le caballo, os respetaré la vida si no hacéis lo que yo mando?
cortó la cabeza, las patas y las manos, haciéndolo pedazos y Estáis muy confundido, pues si, para desgracia vuestra, no
ensangrentando toda la casa, la mesa y la ropa. cumplís mis órdenes, juro ante Dios daros tan mala muerte
Después, muy enojado y lleno de sangre, volvió a sentarse como a los otros, porque no hay nadie en el mundo que me
a la mesa y -139- miró en derredor. Vio un gato, al que desobedezca que no corra la misma suerte.
mandó que trajese agua para las manos; como el gato no lo El caballo siguió sin moverse. Cuando el mancebo vio que el
hacía, le gritó: caballo no lo obedecía, se acercó a él, le cortó la cabeza con
-¡Cómo, falso traidor! ¿No has visto lo que he hecho con el mucha rabia y luego lo hizo pedazos.
perro por no obedecerme? Juro por Dios que, si tardas en hacer Al ver su mujer que mataba al caballo, aunque no tenía
lo que mando, tendrás la misma muerte que el perro. otro, y que decía que haría lo mismo con quien no le
El gato siguió sin moverse, pues tampoco es costumbre obedeciese, pensó que no se trataba de una broma y le entró
suya llevar el agua para las manos. Como no lo hacía, se tantísimo miedo que no sabía si estaba viva o muerta.
levantó el mancebo, lo cogió por las patas y lo estrelló contra Él, así, furioso, ensangrentado y colérico, volvió a la mesa,
una pared, haciendo de él más de cien pedazos y demostrando jurando que, si mil caballos, hombres o mujeres hubiera en su
con él mayor ensañamiento que con el perro. casa que no le hicieran caso, los mataría a todos. Se sentó y
Así, indignado, colérico y haciendo gestos de ira, volvió a la miró a un lado y a otro, con la espada llena de sangre en el
mesa y miró a todas partes. La mujer, al verle hacer todo esto, regazo; cuando hubo mirado muy bien, al no ver a ningún ser
pensó que se había vuelto loco y no decía nada. vivo sino a su mujer, volvió la mirada hacia ella con mucha ira
Después de mirar por todas partes, vio a su caballo, que y le dijo con muchísima furia, mostrándole la espada:
estaba en la cámara y, aunque era el único que tenía, le mandó -Levantaos y dadme agua para las manos.
muy enfadado que les trajese agua para las manos; pero el La mujer, que no esperaba otra cosa sino que la
caballo no le obedeció. Al ver que no lo hacía, le gritó: despedazaría, se levantó a toda prisa y le trajo el agua que
pedía. Él le dijo:
-140- -¡Locos, insensatos! ¿Qué hacéis ahí? ¿Cómo os atrevéis a
-¡Ah! ¡Cuántas gracias doy a Dios porque habéis hecho lo llegar a esta puerta? ¿No os da miedo hablar? ¡Callaos, si no,
que os mandé! Pues de lo contrario, y con el disgusto que estos todos moriremos, vosotros y yo!
estúpidos me han dado, habría hecho con vos lo mismo que con Al oírla decir esto, quedaron muy sorprendidos. Cuando
ellos. supieron lo ocurrido entre ellos aquella noche, sintieron gran
Después le ordenó que le sirviese la comida y ella le estima por el mancebo porque había sabido imponer su
obedeció. Cada vez que le mandaba alguna cosa, tan autoridad y hacerse él con el gobierno de su casa. Desde aquel
violentamente se lo decía y con tal voz que ella creía que su día en adelante, fue su mujer muy obediente y llevaron muy
cabeza rodaría por el suelo. buena vida.
Así ocurrió entre los dos aquella noche, que nunca hablaba Pasados unos días, quiso su suegro hacer lo mismo que su
ella sino que se limitaba a obedecer a su marido. Cuando ya yerno, para lo cual mató un gallo; pero su mujer le dijo:
habían dormido un rato, le dijo él: -En verdad, don Fulano, que os decidís muy tarde, porque
-Con tanta ira como he tenido esta noche, no he podido de nada os valdría aunque mataseis cien caballos: antes
dormir bien. Procurad que mañana no me despierte nadie y tendríais que haberlo hecho, que ahora nos conocemos de
preparadme un buen desayuno. sobra.
Cuando aún era muy de mañana, los padres, madres y Y concluyó Patronio:
parientes se acercaron a la puerta y, como no se oía a nadie, -Vos, señor conde, si vuestro pariente quiere casarse con
pensaron que el novio estaba muerto o gravemente herido. esa mujer y vuestro familiar tiene el carácter de aquel
Viendo por entre las puertas a la novia y no al novio, su temor mancebo, aconsejadle que lo haga, pues sabrá mandar en su
se hizo muy grande. casa; pero si no es así y no puede hacer todo lo necesario para
Ella, al verlos junto a la puerta, se les acercó muy despacio imponerse a su futura esposa, debe dejar pasar esa
y, llena de temor, comenzó a increparles: oportunidad. -141- También os aconsejo a vos que, cuando
hayáis de tratar con los demás hombres, les deis a entender
desde el principio cómo han de portarse con vos.
El conde vio que este era un buen consejo, obró según él y tomaría tal venganza de ello que todos lo recordarían para
le fue muy bien. siempre.
Como don Juan comprobó que el cuento era bueno, lo Cuando Patronio lo vio tan furioso y tan colérico, le dijo:
mandó escribir en este libro e hizo estos versos que dicen así: -Señor conde, me gustaría mucho que supierais lo que le
sucedió a un mercader que fue un día a comprar consejos.
El conde le preguntó qué le había pasado.
Si desde un principio no muestras quién eres, -Señor conde -dijo Patronio-, en una villa vivía un hombre
nunca podrás después, cuando quisieres. muy sabio que no tenía otra ocupación ni otro trabajo sino el
de vender consejos. El mercader, cuando se enteró, fue a casa
de aquel hombre tan sabio y le pidió que le vendiese uno de sus
consejos. El sabio le preguntó de qué precio lo quería, pues
-142- según el precio así sería el consejo. El mercader le respondió
que lo quería de un maravedí. El sabio cogió la moneda y le dijo
al mercader:
Cuento XXXVI »-Amigo, cuando alguien os invite a comer, si no sabéis qué
platos vendrán después, hartaos del primero.
Lo que sucedió a un mercader que encontró a su mujer y »El mercader le dijo que no le había vendido un consejo
a su hijo durmiendo juntos demasiado bueno, pero el sabio le contestó que tampoco él le
había pagado por otro mejor. El mercader, entonces, le pidió
que le diese un consejo que valiera una dobla, y se la dio. El
sabio le aconsejó que, cuando se sintiera muy ofendido y
Un día hablaba el Conde Lucanor con Patronio, su consejero, quisiera hacer algo lleno de ira, no se apurase ni se dejara llevar
muy enfadado por una cosa que le habían contado y por la cual por la cólera hasta conocer bien toda la verdad.
él se sentía muy ofendido; también le dilo a Patronio que
»El mercader pensó que, comprando tales consejos, podría él o, en todo caso, amancebada, porque el hombre era muy
perder cuantas doblas tenía, por lo que no quiso seguir joven, y esto le pareció al mercader una horrible ofensa.
escuchando al sabio, aunque retuvo el segundo consejo en lo »Pensó matarlos, pero, acordándose del consejo que le había
más profundo de su corazón. costado una dobla, no se dejó llevar por la ira.
»Y sucedió que el mercader partió por mar a lejanas tierras »Al atardecer se pusieron a comer. Cuando el mercader los
y, al partir, estaba su mujer embarazada. Allí permaneció tanto vio así juntos, aún tuvo mayores deseos de matarlos, pero por
tiempo, ocupado en sus -143- negocios, que el pequeño el consejo que vos sabéis, no se dejó llevar por la cólera.
nació y llegó a la edad de veinte años. La madre, que no tenía »Mas, al llegar la noche y verlos acostados en la misma
más hijos y daba por muerto a su marido, se consolaba con cama, no pudo más, y se dirigió hacia ellos para matarlos. Pero,
aquel hijo, al que quería mucho como hijo y llamaba «marido» acordándose de aquel consejo, aunque estaba muy furioso, no
por el amor que tenía a su padre. El joven comía y dormía hizo nada. Y antes de apagar la candela, empezó la madre a
siempre con ella, como cuando era un niño muy pequeño, y así decirle al hijo, entre grandes lloros:
vivía ella muy honestamente, aunque con mucha pena, pues »-¡Ay, marido mío! Me han dicho que hoy ha llegado una
no le llegaban noticias de su marido. nave de las tierras a las que fue vuestro padre. Por el amor de
»El mercader consiguió vender todas sus mercancías y Dios os pido que vayáis al puerto mañana por la mañana muy
volvió con una gran fortuna. Cuando llegó al puerto de la pronto, y quiera Dios que puedan daros noticias suyas.
ciudad donde vivía, no dijo nada a nadie, se dirigió a su casa y »Cuando el mercader oyó decir esto a su esposa,
se escondió para ver lo que pasaba. acordándose de que, al partir él, ella estaba encinta,
»Hacia el mediodía, volvió a casa el hijo de aquella buena comprendió que aquel joven era su hijo.
mujer y su madre le preguntó: »Y no os maravilléis si os digo que el mercader se alegró
»-Dime, marido, ¿de dónde vienes? mucho y dio gracias a Dios por evitar que los matara, como
»El mercader, que oyó a su mujer llamar marido a aquel había querido hacer, lo que habría sido una horrible desgracia
mancebo, sintió gran pesar, pues creía que estaba casada con para él. También os digo que dio por bien gastada la dobla que
el consejo le costó, pues siempre lo recordó y nunca actuó Cuento XXXVII
precipitadamente.
-144- Respuesta que dio el conde Fernán González a los suyos
»Y vos, señor conde, aunque pensáis que os resulta muy después de la batalla de Hacinas
difícil soportar esa injuria, no digáis nada hasta estar seguro
de que es verdad, y así os aconsejo que no os dejéis llevar por
la ira ni por la precipitación hasta que conozcáis todo el
asunto, pues no se trata de algo que pueda perderse por esperar Una vez volvía el conde de una batalla muy cansado,
vos un poco, y, sin embargo, os podríais arrepentir muy pronto maltrecho y pobre; antes de que pudiera descansar, le llegó la
de vuestra precipitación. noticia de que se preparaba otra nueva guerra. Muchos de los
El conde pensó que este era un buen consejo, obró según él, suyos le aconsejaron que descansara algún tiempo y que luego
y le fue muy bien. podría hacer lo que le pareciera más conveniente. El conde
Y viendo don Juan que este cuento era bueno, lo mandó preguntó a Patronio su opinión sobre este asunto. Patronio le
escribir en este libro e hizo estos versos: dijo:
-Señor, para que podáis hacer lo mejor y más conveniente,
me gustaría mucho contaros la respuesta que dio una vez el
conde Fernán González a sus vasallos.
Con la ira en las manos nunca debes obrar,
si no, da por seguro que te arrepentirás. El conde preguntó a Patronio qué les había dicho.
-Señor conde -dijo Patronio-, cuando el conde Fernán
González venció al rey Almanzor en Hacinas, muchos de sus
soldados murieron y muchos supervivientes e incluso él mismo
-145- recibieron graves heridas. Antes de que pudiesen curar, supo el
conde que el rey de Navarra iba a atacar sus tierras, por lo que
ordenó a los suyos aprestarse a luchar contra los navarros. Sus
soldados le contestaron que los caballos estaban cansados, que Y juzgando don Juan que este cuento era muy bueno, lo
ellos también lo estaban y que, aunque por esto no evitara mandó poner en este libro e hizo los versos que dicen así:
entrar en combate, debía hacerlo porque él y todos los demás
estaban malheridos, por lo que convenía esperar a que todos
estuviesen curados. Tened esto por cierto, pues es verdad probada:
»Cuando el conde vio que todos querían rehusar la lucha, que la holganza y la honra no comparten morada.
valorando más la honra que el cansancio, se dirigió a ellos con
estas palabras:
»-Amigos, por las heridas no abandonemos la empresa, pues
las nuevas heridas, que ahora nos causarán, harán que nos -147-
olvidemos de las recibidas en Hacinas, frente al moro
Almanzor.
»Al ver los suyos que al conde no le preocupaban ni el Cuento XXXVIII
cansancio ni sus heridas por defender su honra y su tierra,
marcharon junto a él. El conde y sus soldados ganaron esta Lo que sucedió a un hombre que iba cargado con piedras
nueva batalla y salieron muy victoriosos. preciosas y se ahogó en el río
»Vos, señor Conde Lucanor, si queréis hacer lo que se debe
para defender a los vuestros, vuestras tierras y ensalzar
vuestra honra, nunca -146- sintáis el dolor, las fatigas o los
peligros, sino obrad de forma que los nuevos peligros y dolores Un día dijo el conde a Patronio que deseaba mucho quedarse
os hagan olvidar los pasados. en una villa donde le tenían que dar mucho dinero, con el que
El conde vio que este ejemplo era bueno, obró según el esperaba lograr grandes beneficios, pero que al mismo tiempo
consejo de Patronio y le fue muy bien. temía quedarse allí, pues, entonces, correría peligro su vida. Y,
así, le rogaba que le aconsejase qué debía hacer.
-Señor conde -dijo Patronio-, en mi opinión, para que os aconsejo que jamás pongáis en peligro vuestra vida si no es
hagáis en esto lo más juicioso, me gustaría que supierais lo asunto de honra o si, de no hacerlo, os resultara grave daño,
que sucedió a un hombre que llevaba un tesoro al cuello y pues el que en poco se estima y, por codicia o ligereza, arriesga
estaba pasando un río. su vida, es quien no aspira a hacer grandes obras; sin embargo,
El conde le preguntó qué le había ocurrido. el que se tiene a sí mismo en mucho ha de hacer tales cosas
-Señor conde -dijo Patronio-, había un hombre que llevaba que los otros también lo aprecien, pues el hombre -148- no
a cuestas gran cantidad de piedras preciosas, y eran tantas que es valorado porque él se precie, sino porque los demás admiren
le pesaban mucho. En su camino tuvo que pasar un río y, como en él sus buenas obras. Tened, señor conde, por seguro que tal
llevaba una carga tan pesada, se hundió más que si no la persona estimará en mucho su vida y no la arriesgará por
llevase. En la parte más honda del río, empezó a hundirse aún codicia ni por cosa pequeña, pero en las ocasiones que de
más. verdad merezcan arriesgar la vida, estad seguro de que nadie
»Cuando vio esto un hombre, que estaba en la orilla del río, en el mundo lo hará tan bien como el que vale mucho y se
comenzó a darle voces y a decirle que, si no abandonaba estima en su justo valor.
aquella carga, corría el peligro de ahogarse. Pero el pobre infeliz El conde consideró bueno este ejemplo, obró según él y le
no comprendió que, si moría ahogado en el río, perdería la vida fue muy bien.
y también su tesoro, aunque podría salvarse desprendiéndose Y como don Juan vio que este cuento era muy bueno, lo
de las riquezas. Por la codicia, y pensando cuánto valían mandó poner en este libro y añadió estos versos que dicen así:
aquellas piedras preciosas, no quiso desprenderse de ellas y
echarlas al río, donde murió ahogado y perdió la vida y su
preciosa carga. A quien por codicia su vida aventura,
»A vos, señor Conde Lucanor, aunque el dinero y otras sabed que sus bienes muy poco le duran.
ganancias que podáis conseguir os vendrían bien, yo os
aconsejo que, si en ese sitio peligra vuestra vida, no
permanezcáis allí por lograr más dinero ni riquezas. También
pues no lo dejaban dormir ni descansar, por lo cual pidió a un
-149- amigo suyo un remedio para alejar golondrinas y pardales.
»Le respondió su amigo que el remedio que él sabía sólo
podría librarle de uno de los dos: o de los gorriones o de las
Cuento XXXIX golondrinas.
»El otro le respondió que, aunque la golondrina grita más y
Lo que sucedió a un hombre con las golondrinas y los más fuerte, como va y viene según las estaciones, preferiría
gorriones quedar libre de los ruidos del gorrión, que siempre vive en el
mismo sitio.
»Señor conde, os aconsejo que no luchéis primero con el
más poderoso, pues vive más lejos, sino con quien vive más
Otra vez hablaba el Conde Lucanor con Patronio, su cerca de vos, aunque su poder sea más pequeño.
consejero, de este modo: Al conde le pareció este un buen consejo, se guió por él y le
-Patronio, no encuentro manera de evitar la guerra con uno dio buenos resultados.
de los dos vecinos que tengo. Pero, para que podáis Como a don Juan le agradó mucho este cuento, lo mandó
aconsejarme lo más conveniente, debéis saber que el más poner en este libro e hizo estos versos que dicen así:
fuerte vive más lejos de mí, mientras que el menos poderoso
vive muy cerca.
-Señor conde -dijo Patronio-, para que hagáis lo más
Si de cualquier manera la guerra has de tener,
juicioso para vos, me gustaría que supierais lo que sucedió a
abate a tu vecino, no al de mayor poder.
un hombre con los gorriones y con las golondrinas.
El conde le preguntó qué le había sucedido.
-Señor conde -dijo Patronio-, había un hombre muy flaco,
al que molestaba mucho el ruido de los pájaros cuando cantan,
-151-
Cuento XL
Causas por las que perdió su alma un general de
Carcasona

-150-

Hablaba el Conde Lucanor con Patronio y le dijo:


-Patronio, como sé que nadie puede evitar la muerte,
querría yo, antes de morir, haber podido hacer alguna obra muy
útil para la salvación de mi alma que deje memoria de mí y que
todos me recuerden por ella. Por eso os ruego que me alma del difunto. Así lo hicieron. Cuando entraron en la casa
aconsejéis la mejor manera de lograrlo. de la endemoniada, antes de que ellos le preguntaran, les dijo
-Señor conde -dijo Patronio-, aunque las buenas obras que bien sabía los motivos de su venida, pues hacía muy poco
siempre nos ayudan para conseguir la salvación, no importa que había salido del infierno y allí quedaba el alma del general.
cómo o a quién las hagamos. Para que vos sepáis por qué y con »Cuando los frailes la oyeron decir esto, le contestaron que
qué intención deben hacerse, me gustaría mucho que supierais mentía, -152- puesto que era público cómo había tenido
lo que sucedió a un general de Carcasona. muy santa muerte, auxiliado con los sacramentos de la Santa
El conde le pidió que se lo contara. Iglesia, y que, como la religión cristiana es la única verdadera,
-Señor conde -dijo Patronio-, un general de Carcasona se era imposible que se hubiera condenado.
puso muy enfermo y, viéndose próximo a morir, mandó llamar »Les replicó ella que ciertamente la fe y la religión
al prior de los dominicos y al guardián de los franciscanos, para cristianas son verdaderas, y que si él hubiera hecho, al morir,
tratar con ellos los asuntos de su alma. Les pidió que después lo que debe hacer un auténtico cristiano, habría salvado su
de su muerte cumplieran cuantas mandas les había dejado, alma. Siguió la endemoniada diciendo que él no había obrado
para conseguir su salvación. Así lo hicieron ellos, pues el como verdadero y buen cristiano, pues, aunque había mandado
general les había legado muchos bienes en el testamento. Los rezar oraciones y dar limosnas por su alma, había pedido que
dos frailes estaban muy contentos y confiados en su salvación, lo hicieran después de su muerte, siendo su intención que lo
ya que todo se había hecho pronto y bien. hiciesen sólo una vez muerto, sin importarle su alma mientras
»Sucedió que, pasados unos días, llegó a la ciudad una mujer vivía; por eso mandó que lo hicieran después de muerto,
endemoniada, que decía cosas maravillosas y portentosas, cuando ya sus riquezas no le servían para nada ni se las podía
porque el diablo, que por ella hablaba, sabe cuanto se dice y se llevar consigo. Igualmente les dijo que el general lo había
hace. dispuesto todo así para que quedar a fama eterna de lo que
»Los frailes que habían atendido a la salvación del general, había hecho, sólo por alcanzar vanagloria de las gentes.
al enterarse de lo que decía aquella mujer, pensaron que sería »Por ello, aunque el general mandó hacer buenas obras, no
conveniente hablar con ella para que les diera noticias sobre el obró bien, ya que Dios no premia solamente las buenas
acciones, sino las que están bien hechas, que son hijas de una sería una gran equivocación -153- y tentaríais a Dios al
recta intención. Como la intención del general no fue buena, pensar así, ya que, de cualquier forma que se haga el bien,
porque no nacía de su corazón, no consiguió de Dios el galardón siempre será un bien. Sabed también que las buenas obras
eterno que esperaba. ayudan al hombre a abandonar el pecado y a hacer penitencia,
»A vos, señor conde, pues me pedís un consejo, os digo que, a la vez que nos proporcionan salud corporal, riquezas, honras
en mi opinión, hagáis en vida el bien que deseéis hacer. Sabed, y buena fama ante las gentes. Por ello os digo que toda buena
además, que, para conseguir ante Dios galardón por vuestras obra que haga el hombre será siempre muy provechosa y útil,
buenas obras, debéis reparar primero el daño que hayáis podido pero será mucho más provechosa para la salvación si se hace
hacer: de poco vale robar el carnero y dar luego las patas a los reuniendo las cinco condiciones que os he señalado.
pobres por el amor de Dios. De muy poco os valdría haber El conde vio que era verdad lo que Patronio le decía, decidió
robado y hurtado a todos para, luego, dar limosna de lo que no obrar siempre así y pidió a Dios que le ayudase para seguir los
es vuestro. Sabed también que, cuando la limosna es buena, sabios consejos de Patronio.
concurren en ella estos cinco requisitos: primero, que se Y viendo don Juan que este cuento era muy bueno, lo mandó
entregue algo cuya propiedad sea legítima; segundo, que se dé escribir en este libro y compuso estos versos que dicen así:
cuando uno está haciendo, y arrepentido, verdadera penitencia;
tercero, que el hombre sienta desprenderse de lo que da, bien
por la cantidad o por la calidad de la donación; cuarto, que se Haz siempre el bien, mas con recta intención,
haga en vida; y quinto, que se haga pensando sólo en Dios y no si deseas el cielo, si buscas salvación.
por vanagloria o vanidad. Si se dan estas cinco condiciones,
todas las limosnas y buenas obras serán perfectas y el que así
las haga recibirá generoso galardón de Dios. Pero si vos, o
cualquier otro, por algún motivo no puede hacerlas de ese -154-
modo, no por eso debe dejar de hacerlas, pensando que, al no
reunir todos los requisitos, no le servirán de nada, pues eso
Cuento XLI gustaría que supierais lo que ocurrió a un rey de Córdoba
llamado Alhaquen.
Lo que sucedió a un rey de Córdoba llamado Alhaquen El conde le preguntó qué le había sucedido.
-Señor conde -dijo Patronio-, había en Córdoba un rey
llamado Alhaquen, que, aunque mantenía su reino en paz, no
se esforzaba por acrecentar su fama o su honra con hechos
Un día hablaba el Conde Lucanor con Patronio, de este notables, como deben hacer los buenos reyes, que no sólo están
modo: obligados a conservar su reino, sino también a engrandecerlo
-Patronio, vos sabéis que soy muy buen cazador y he por medios lícitos y a esforzarse en vida por ser alabados de
introducido muchas innovaciones en el arte de la caza, antes las gentes, para que después de su muerte todos recuerden sus
desconocidas, así como reformas muy necesarias en las grandes hechos y conquistas. Este rey, sin embargo, no se
pihuelas y en los capirotes de las aves de cetrería. Ahora los preocupaba de esto, sino de comer, descansar y vivir
que se quieren meter conmigo se burlan de mí por mis ociosamente en su palacio.
invenciones, y así como alaban al Cid Ruy Díaz o al conde »Sucedió que un día, por distraer al rey, tocaban delante de
Fernán González por las victorias conseguidas o al santo y él un instrumento que gusta mucho a los moros, que ellos
bienaventurado rey don Fernando por sus notables conquistas, llaman albogón. Al rey le pareció que su sonido no era tan
me elogian a mí diciendo que realicé una gran gesta al cambiar bueno como debía y, cogiendo el albogón, le añadió un agujero
un poco las pihuelas y los capirotes. Como comprendo que tal en la parte de abajo, a continuación de los que ya tenía. Con
alabanza es sólo una burla, os ruego que me aconsejéis qué esta invención consiguió el rey Alhaquen que el albogón tuviera
deba hacer para que no se mofen de mí por aquellos inventos mejor sonido.
tan útiles. -155-
-Señor Conde Lucanor -dijo Patronio-, para que sepáis lo »Aunque aquella era una buena reforma, pero no digna de
que más os conviene hacer a fin de evitar tales burlas, me un rey, las gentes, en tono de burla, empezaron a elogiar su
invento diciendo cuando querían alabar a alguien: «Wa hedi
ziat Alhaquim»; que quiere decir: «Este es el añadido de alabanzas, hasta el extremo de que es muy corriente entre los
Alhaquen». moros, cuando quieren elogiar algo, decir así: «Este es el
»Esta frase fue tan divulgada por aquellas tierras que llegó añadido del rey Alhaquen».
a oídos del rey, que preguntó por qué la decían. Aunque al »Vos, señor conde, si estáis molesto o pensáis que esas
principio pretendieron ocultárselo, él tanto insistió que alabanzas son un escarnio contra vos por las modificaciones
acabaron por decírselo. hechas en las pihuelas y capirotes de las aves de cetrería, o por
»Al conocer los motivos, sintió gran pesar, pero como era otras innovaciones vuestras en el arte de la caza, haced otras
buen rey, no quiso castigar a quienes decían aquello, sino que cosas nobles e importantes, propias de señores tan
decidió hacer otro añadido que forzosamente mereciera los distinguidos como vos. Así todos alabarán vuestras gestas, del
elogios de sus vasallos. mismo modo que ahora elogian, burlándose, vuestros añadidos
»Entonces, como la mezquita de Córdoba aún no estaba y modificaciones en la práctica de la caza.
acabada, le añadió cuanto le faltaba y la terminó de construir. El conde vio que este era un buen consejo, obró según él y
Esta es la mayor y más hermosa mezquita que tenían los le fue muy bien.
moros en España y que, por la ayuda de Dios, ahora es una Y como don Juan comprendió que este cuento era muy
iglesia llamada Santa María de Córdoba, desde que el rey don bueno, lo mandó escribir en este libro e hizo estos versos que
Fernando conquistó la ciudad y consagró la mezquita a Santa dicen así:
María.
»Cuando aquel rey hubo acabado la mezquita, haciendo tan
buen añadido, dijo que, si hasta entonces se habían burlado por Si algún bien hicieres
lo que hizo en el albogón, de ahora en adelante sería que importante no fuere,
justamente alabado por el añadido que hizo terminando como el bien nunca muere,
aquella grandiosa mezquita. hazlo mayor si pudieres.
»Y, en efecto, el rey fue muy alabado; pero si los elogios
antes eran una burla contra él, luego se convirtieron en
-Señor Conde Lucanor -dijo Patronio-, había en una villa un
-156- hombre joven, casado, que se llevaba muy bien con su mujer,
sin que nunca hubiera entre ellos desacuerdos o riñas.
»Como al diablo le desagradan siempre las cosas buenas,
Cuento XLII tenía con este matrimonio gran pesar, pues, aunque anduvo
mucho tiempo tras ellos para meter cizaña, nunca lo pudo
Lo que sucedió al diablo con una falsa devota conseguir.
»Un día, al volver de la casa donde vivía este matrimonio,
iba el diablo muy triste, porque no podía hacerles caer en sus
tentaciones, cuando se encontró con una beguina, que, al
Otra vez hablaba el Conde Lucanor con Patronio, su reconocerlo, le preguntó por qué estaba tan apenado. El
consejero, de este modo: demonio le respondió que venía de la casa de aquel
-Patronio, en una conversación con varios amigos nos matrimonio, cuyas buenas relaciones quería romper desde
hemos preguntado cómo un hombre muy perverso puede hacía mucho tiempo sin conseguirlo, y que, como su superior
causar más daño a los demás. Unos dicen que encabezando se había enterado de su inutilidad, le había retirado su
revueltas; otros, que peleando contra todos; otros, que estimación, motivo este de su tristeza.
cometiendo graves delitos y crímenes y, otros, que »La mala mujer le respondió que le asombraba que, sabiendo
calumniando y difamando. Por vuestro buen entendimiento os tanto, no lo hubiera conseguido ya, pero que, si hacía lo que
ruego que digáis con cuál de estos vicios se puede causar peor ella le dijera, podría lograr sus propósitos.
daño a las gentes. »El diablo le contestó que haría cuanto le aconsejara, con
-Señor Conde Lucanor -dijo Patronio-, para responder, me tal de llevar la desavenencia a la vida de aquel matrimonio.
gustaría que supieseis lo que sucedió al diablo con una de esas -157-
mujeres que se hacen beguinas. »Cuando el demonio y la beguina llegaron a ese acuerdo, se
El conde le preguntó qué le había sucedido. encaminó la mujer hacia la casa del matrimonio, y tantas
vueltas dio que consiguió hablar con la esposa, a la que hizo que él. Luego le pidió que, por Dios, no se enterase su mujer
creer que había sido educada por su madre y que, para pues, si lo supiera, ella se moriría.
mostrarle su agradecimiento, la intentaría servir en todo »El marido, al oír esto, aunque no se lo pudo creer, sintió
cuanto pudiese. gran pesar y se puso muy triste.
»La esposa, que era muy buena, creyó sus palabras, le »La falsa devota, al dejar al marido con esta sospecha, se
permitió vivir en su casa y le entregó su gobernación. También fue a donde estaba la esposa, a la que dijo entre muestras de
el marido se fiaba de ella. gran pesar y dolor:
»Cuando ya había vivido mucho tiempo con ellos y había »-Hija mía, no sé que desgracia os amenaza, pero vuestro
conseguido toda su confianza, fue un día a la esposa, marido está muy enfadado con vos; como es verdad lo que os
simulando estar preocupada, y le dijo: digo, ahora lo veréis venir muy enojado y triste, lo que no le
»-Hija mía, mucho me duele lo que me han contado: que a pasaba antes.
vuestro marido le agrada más otra mujer; así que debéis »Al dejarla con esta preocupación, se dirigió hacia el marido
tratarlo con mucho cariño para que nunca ame a otra mujer y le dijo lo mismo que a la esposa. Cuando aquel llegó a su casa,
sino a vos, pues, si esto ocurriera, podrían veniros grandes vio que la mujer estaba muy triste y que ya no sentían placer
males y perjuicios. el uno con el otro, por lo cual quedaron los dos aún más
»Al oír esto, la buena esposa, aunque no acabó de creerlo, preocupados.
tuvo gran pesar y quedó muy acongojada. Cuando la falsa »Cuando el marido salió de nuevo, dijo la mala mujer a la
devota la vio tan pesarosa, se dirigió al camino que solía hacer honrada esposa que, si se lo permitía, buscaría a algún mago
el esposo para volver a su casa. Cuando se encontraron, le para que hiciera un -158- encantamiento con el que su
reprobó lo que hacía, porque, teniendo una esposa tan buena, marido perdiese la indiferencia que tenía con ella. Como la
amaba más a otra mujer; también le dijo que su mujer ya lo esposa quería que la armonía volviera a su matrimonio,
sabía y, aunque le pesaba mucho, le había contado que, como accedió a ello y se lo agradeció.
él se portaba así sabiendo que ella lo quería tanto, estaba »Pasados unos días, volvió ella y le dijo que había
dispuesta a buscar a otro hombre que la quisiera tanto o más encontrado un mago que, con algunos pelos de la barba de su
marido, de los que nacen cerca de la garganta, podría preparar »Al verlo entrar, la mujer recibió a su marido más
algún remedio para que su marido perdiese el enojo que tenía cariñosamente que nunca, a la vez que le recordó cómo con
contra ella y, así, volvieran a llevar tan buena vida como antes, tanto trabajo no podían nunca tratarse ni tomar un descanso,
o aún mejor. Le pidió que, al volver el esposo, consiguiera que por lo que le pidió que se echara junto a ella y que pusiese la
se echara en su regazo y, una vez dormido, con una navaja que cabeza en su regazo para espulgarlo.
le dio, podía cortarle los pelos necesarios. »El marido, al oír las demandas de la mujer, pensó que
»Aquella buena esposa, por el gran amor que tenía a su cuanto le había dicho la falsa beguina era cierto, pero, por ver
marido y muy pesarosa por la desavenencia que había entre hasta dónde llegaba la maldad de su esposa, se echó junto a
ellos, como deseaba muchísimo gozar de la vida que antes ella y se hizo el dormido. Cuando así lo vio su mujer, sacó la
llevaban, se lo agradeció y le dijo que así lo haría. Para ello navaja que tenía para cortarle los pelos de la barba, siguiendo
cogió la navaja que le entregó la falsa mujer. el consejo de la mala beguina. El marido, que vio a su mujer
»La mala mujer se dirigió en seguida al marido y le dijo que con una navaja en la mano, muy cerca de su garganta, no dudó
sentía mucho su próxima muerte, por lo cual no deseaba de cuanto la beguina le había dicho, se levantó, le quitó la
ocultarle lo que su mujer había preparado: darle muerte a él y navaja a su esposa y la degolló allí mismo.
marcharse con su amante. Para probarle que esto era cierto, le -159-
dijo cómo su esposa y el amante de esta lo tenían dispuesto: a »El padre y los hermanos de la esposa escucharon el ruido
su vuelta la mujer le pediría que se durmiese en su regazo para, de la pelea, acudieron prestamente a la casa y vieron a la
una vez dormido, degollarlo con una navaja que tenía esposa muerta en el suelo. Aunque nunca habían oído quejas
escondida. contra ella, ni por parte del marido ni por ningún vecino, al ver
»Cuando el marido oyó todo esto, quedó lleno de espanto y, aquel crimen, llenos de cólera y de rabia, se lanzaron contra el
aunque estaba muy preocupado ya por tantas falsedades como esposo, al que mataron en el acto.
la beguina le había dicho, con esto que le contaba ahora se »Al oír los gritos que daban, vinieron los parientes del
preocupó aún más, resolviendo estar muy alerta y ver si era marido y, como lo vieran así muerto, arremetieron contra
cierto cuanto le decía. Con esta turbación volvió a su casa. quienes lo habían asesinado y les dieron muerte. Tanto creció
la venganza, por ambas partes, que aquel día murieron casi
todos los moradores de la villa.
»Todo esto ocurrió por las malas palabras de la perversa Si deseas evitar tan grandes desventuras
beguina. Pero, como Dios nunca permite que el delito quede sin no te dejes convencer por las falsas criaturas.
castigo, así como no permite tampoco su encubrimiento, hizo
entender a las gentes que toda aquella sangre se había vertido
por las calumnias de aquella falsa devota, a la que torturaron
hasta que murió entre grandes dolores. -160-
»Vos, señor Conde Lucanor, si deseáis saber cuál es el peor
hombre del mundo y el que puede causar más daño a los demás,
debéis saber que es quien simula ser buen cristiano, hombre Cuento XLIII
honrado y leal, pero cuyo corazón es falso y se dedica a verter
calumnias y falsedades que enemistan a las personas. Yo os Lo que sucedió al Bien con el Mal y al cuerdo con el loco
aconsejo que evitéis a los hipócritas, pues siempre viven con
engaño y mentira. Para que los podáis conocer, recordad este
consejo del evangelio: «A fructibus eorum cognoscetis eos»; que
significa: «Por sus obras los conoceréis». Por último, pensad que El Conde Lucanor hablaba con Patronio, su consejero, de
nadie en el mundo puede ocultar por siempre los secretos de este modo:
su corazón, pues más tarde o más temprano saldrán a la luz. -Patronio, sucede que tengo dos vecinos: uno es persona a
El conde vio que era verdad lo que Patronio le decía, se quien estimo mucho, pues existen entre los dos numerosos
propuso seguir su consejo y pidió a Dios que lo guardase a él y motivos de agradecimiento; pero a veces, sin que yo acierte a
a todos los suyos de hombre tan dañino. descubrir la causa, me afrenta y agravia, cosa que me duele
Y viendo don Juan que este cuento era muy bueno; lo mandó mucho. El otro no es persona a quien deba mostrarle
escribir en este libro e hizo estos versos que dicen así: agradecimiento ni tampoco gran estima y, además, hace cosas
que me desagradan. Por vuestro buen juicio os ruego que me »Después de esto, dijo el Mal que sería bueno criar cerdos,
digáis la manera de portarme con ellos dos. lo que -161- pareció oportuno al Bien. Cuando las puercas
-Señor Conde Lucanor -dijo Patronio-, lo que me preguntáis parieron, dijo el Mal que, pues el Bien se había quedado con los
no es una sola cosa, sino dos, y bien distintas entre sí. Para corderitos y él con la leche y la lana, ahora el Bien debería
que vos podáis obrar como más conviene, me gustaría contaros quedarse con la lana y la leche de las puercas y él con los
dos sucesos distintos: lo que sucedió al Bien con el Mal y lo que lechones. El Bien aceptó aquello como su parte.
le ocurrió a un cuerdo con un loco. »El Mal propuso después que plantaran hortalizas, y
El conde le pidió que se lo contara. sembraron nabos. Cuando nacieron, dijo el Mal al Bien que, no
-Señor conde -dijo Patronio-, como son historias distintas, sabiendo lo que podía haber bajo tierra, cogiera las hojas de los
primero os contaré lo que sucedió al Bien con el Mal y luego lo nabos, que estaban a la vista, en tanto que él se conformaría
que le pasó al cuerdo con el loco. con lo que hubiera nacido bajo tierra. El Bien aceptó esta
»Señor conde, el Bien y el Mal acordaron vivir juntos. Como partición propuesta por el Mal.
el Mal es más activo, más inquieto, enemigo de la tranquilidad »Después plantaron coles y, cuando nacieron, dijo el Mal
y siempre está maquinando algo, le dijo al Bien que sería muy que, como el Bien había elegido antes las hojas de los nabos,
conveniente tener ganado con el que salir adelante. Como el que estaban sobre la tierra, debía quedarse ahora con la parte
Bien aceptó esta propuesta, acordaron tener ovejas. Cuando de las coles que nace bajo ella. Así, el Bien se quedó con esa
las ovejas parieron, dijo el Mal al Bien que eligiera la parte que parte.
deseara. »Luego dijo el Mal al Bien que deberían buscar una mujer
»El Bien, que es bueno y mesurado, no quiso escoger, sino para que los sirviera y llevara siempre limpios, cosa que agradó
que le dijo al Mal que lo hiciera; eso le agradó mucho al Mal, mucho al Bien. Cuando ya encontraron a la mujer, dijo el Mal
que, por ser malo y engañoso, le propuso al Bien que se quedara que de la cintura para arriba sería para el Bien y de la cintura
con los corderitos recién nacidos y él tomaría la leche y la lana para abajo sería para él. El Bien aceptó este reparto, por lo que
de las ovejas. El Bien hizo como si estuviera satisfecho con este su parte hacía todo lo necesario en la casa y la parte
desigual reparto.
perteneciente al Mal estaba casada con él y tenía que dormir que, recordando cuánto me habéis engañado, os deje sufrir
con su marido. vuestro mal como pago de todo lo que habéis hecho.
»La mujer quedó embarazada y nació un hijo. Cuando la »Al comprender el Mal que el Bien decía la verdad, se puso
madre fue a darle de mamar, vino el Bien, que le prohibió muy triste, pues vio que su hijo podía morir por su culpa, así
hacerlo, porque la leche le pertenecía a él y no estaba dispuesto que empezó a rogarle al Bien para que, en nombre de Dios, lo
a malgastarla. El Mal vino muy alegre para ver a su hijo recién ayudara y se apiadara de aquel niño inocente, pues le prometía
nacido, pero, como lo encontró llorando, preguntó a la madre hacer en adelante lo que él mandara.
qué ocurría. Esta le contestó que estaba hambriento porque no »Cuando el Bien lo oyó expresarse así, pensó que Dios le
mamaba. El Mal le dijo que se lo pusiera al pecho, pero la madre había hecho un gran favor permitiendo que el Mal dependiera
le contestó que no podía hacerlo por habérselo prohibido el de él y, viendo que la enmienda podría conseguirse por la salud
Bien, ya que la leche le pertenecía sólo a él. Cuando el Mal lo de aquel niño, dijo al Mal que su mujer podría amamantarlo si
oyó, habló con el Bien y, riendo y con bromas, le pidió que él lo llevaba sobre sus espaldas y salía con el pequeño por la
dejara mamar a su hijo, pero el Bien respondió que la leche ciudad, diciendo en voz alta para ser oído por todos: «Amigos,
estaba en su parte y que no lo permitía. Al escuchar su sabed que sólo con hacer el bien, derrota el Bien al Mal».
respuesta, el Mal suplicó de nuevo al Bien para que accediera, Cumplida esta condición, podría su mujer darle leche al niño.
y este, viendo su situación y su pena, le dijo: Esto agradó mucho al Mal, que pensó haber pagado muy barata
»-Amigo, no penséis que por ingenuidad no me daba cuenta la vida de su hijo, en tanto que el Bien lo consideró una
de la diferencia entre lo que me asignabais y lo que reservabais excelente penitencia. El Mal cumplió lo prometido y todo el
para vos, a pesar de lo cual nunca os pedía nada de lo vuestro, mundo supo que el Bien siempre vence al Mal por medio de un
sino que, como podía, me mantenía con lo mío. Y aunque me bien.
visteis así, jamás os dolió mi situación ni buscasteis »Mas la historia del hombre cuerdo y el loco es distinta.
favorecerme. Si ahora Dios ha dispuesto que necesitéis mi - Ocurrió así: un hombre bueno era dueño de unos baños, a los
162- colaboración, no os sorprenda que no quiera ayudaros y que un loco solía ir cuando las personas estaban bañándose, y
las golpeaba con cubos, piedras, palos y con cuanto encontraba
a mano, por lo cual la gente dejó de ir a aquellos baños. Así el haga, pues los malos amigos conservan mejor la amistad por
hombre honrado empezó a perder todas sus ganancias. miedo y por recelo que por buena voluntad.
»Al ver el dueño las pérdidas que aquel loco le causaba, se El conde vio que este era un consejo muy bueno, obró según
levantó muy temprano y se metió en el baño antes de que él y le fue muy bien.
viniera el loco. Se desnudó, cogió un cubo de agua muy caliente Y como don Juan pensó que estos cuentos eran buenos, los
y una gran maza de madera. Al llegar el loco a los baños para mandó escribir en este libro e hizo estos versos que dicen así:
golpear a quienes pudiera, como solía hacer, el dueño, que
estaba esperándolo, lo vio entrar y, en ese momento, se dirigió
a él lleno de cólera y rabia; le echó el cubo de agua hirviendo Porque el Bien con sus armas siempre vence al Mal,
por la cabeza, cogió la maza y tantos golpes le dio en la cara y sabed que al hombre malo nadie debe ayudar.
en el resto del cuerpo que el loco creyó que lo mataba y pensó
que el hombre bueno se había vuelto loco. Salió dando grandes
voces y se cruzó con un hombre que le preguntó por qué
gritaba así, a lo que respondió el loco: -164-
»-Amigo, tened cuidado que hay otro loco en los baños.
»Vos, señor Conde Lucanor, comportaos así con vuestros
vecinos: al que estáis tan agradecido y estimáis mucho, Cuento XLIV
tratadle siempre como amigo, -163- haciéndole favores,
dándole alojamiento y ayudándole en lo que podáis, aunque a Lo que sucedió a don Pedro Ruy González de Ceballos y a
veces os cause algún perjuicio; pero dadle a entender que lo don Gutierre Ruiz de Blanquillo con el conde Rodrigo el
hacéis por el afecto y cariño que le tenéis y no por obligación. Franco
Al otro, sin embargo, como no le debéis nada, no le toleréis
nada y dadle a entender que vengaréis cualquier ofensa que os
Otra vez habló el Conde Lucanor con Patronio, su consejero, »Apenas terminó su oración, cuando Dios obró el milagro
y le dijo: que le pedía y castigó al conde con la lepra. Entonces, ella se
-Patronio, una vez, estando yo en guerra y cuando mis separó de él. Estando ya separados, el rey de Navarra mandó
bienes y hacienda corrían mayor peligro, algunos caballeros, a sus emisarios a aquella dama, se casó con ella y se convirtió
quienes yo crie en mi casa y a quienes había favorecido con en reina de Navarra.
largueza, me abandonaron y buscaron hacerme mal junto a mis »El conde, viendo que no podía curarse de la lepra, partió
enemigos, e incluso se distinguieron por su saña contra mí. como peregrino hacia Tierra Santa para morir allí. Aunque era
Tales cosas han hecho que me han llevado a tener peor opinión muy ilustre y tenía -165- muchos y buenos vasallos, sólo
de los hombres que la que tenía antes. Por el buen juicio que aquellos tres caballeros que os dije lo acompañaron. Como
Dios puso en vos, os ruego que me aconsejéis cómo debo pensar permanecieron allí durante tanto tiempo, no tuvieron bastante
y obrar de ahora en adelante. con lo que habían llevado para mantenerse, por lo que llegaron
-Señor Conde Lucanor -dijo Patronio-, si los que os han a tales extremos de pobreza que no tenían nada para alimentar
traicionado hubieran sido como don Pedro Núñez de Fuente al conde, su señor. Movidos por la necesidad, cada mañana se
Almejir, don Ruy González de Ceballos y don Gutierre Ruiz de ofrecían dos de ellos como mozos en la plaza y el tercero se
Blanquillo, y supieran lo que les sucedió, nunca se habrían quedaba con su señor el conde; de esta forma se alimentaban
portado así. ellos y cuidaban al conde. Además, todas las noches lo bañaban,
El conde le preguntó lo que había pasado. limpiándolo y curándole las llagas de la lepra.
-Señor conde -dijo Patronio-, el conde don Rodrigo el Franco »Una noche, al lavarle los pies y las piernas, sintieron los
se casó con una dama, hija de don Gil García de Zagra y mujer tres necesidad de escupir, y escupieron. Cuando el conde los
muy honrada, contra la cual el conde su marido levantó falso vio hacer esto, pensó que era por el asco que su enfermedad
testimonio. Ella, muy dolida por aquellas acusaciones, pidió a les producía y empezó a llorar y a quejarse de su estado.
Dios que, si era, en efecto, culpable, fuera castigada, pero que »Mas ellos, para que viera su señor que no sentían
castigase a su marido si el culpable era él. repugnancia por su enfermedad, con las manos cogieron agua,
que estaba llena de pus y de pústulas de la lepra, y bebieron de
ella varias veces. Luego siguieron viviendo con el conde, hasta jamás había cometido el delito de que la acusaban, aunque
que murió. había deseado hacerlo. Al ver don Pedro Núñez que, pues la
»Al verlo muerto, pensaron que sería una deshonra para mujer había -166- pecado con el corazón, podría sucederle
ellos volver a Castilla sin su señor, y no quisieron regresar sin algún mal a quien la defendiese, como ya había comenzado a
su cadáver. Como, para llevárselo, les ordenaron que cocieran protegerla y la tenía por inocente de cuanto la acusaban, dijo
y lavaran sus huesos, respondieron ellos que nadie tocaría a su que la defendería.
señor, ni vivo ni muerto. Y pues no consintieron que lo »Los acusadores quisieron recusarle por no ser caballero,
cociesen, lo enterraron y esperaron hasta que la carne se pero, cuando les enseñó los testimonios e informes que traía,
deshizo. Después pusieron los huesos en una arqueta, que tuvieron que aceptarlo. Los parientes de aquella dama le dieron
llevaban entre todos sobre los hombros. caballo y armas para que pelease. Don Pedro les dijo antes de
»Así iban caminando, pidiendo limosna, con los restos de su comenzar la pelea que, con la ayuda de Dios, él ganaría honra
señor a cuestas, aunque traían testimonio de cuanto les había y salvaría a la dama, pero que, como ella no era del todo
sucedido. Tan pobres pero tan dichosos, llegaron a tierras de inocente, podría venirle algún daño.
Tolosa donde, al entrar en una ciudad, se encontraron con un »Desde que entraron en el campo, Dios ayudó a don Pedro
grupo de personas que iba a quemar a una dama muy Leal, que venció en la lid y salvó a la dama, pero perdió un ojo
importante, acusada por un hermano de su marido. Decían en el combate, cumpliéndose así cuanto había dicho don Pedro
aquellas gentes que, si ningún caballero salía en su defensa, antes de entrar en el campo de batalla.
moriría en el tormento, sin que hasta entonces hubieran »La dama y sus parientes dieron mucho dinero a don Pedro
encontrado alguno que la defendiera. el Leal, con lo que pudieron seguir llevando los restos de su
»Cuando el venturado y leal don Pedro Núñez comprendió señor, el conde, sin tantas penalidades.
que, por no hallarse caballero, castigaban así a la dama, dijo a »Al enterarse el rey de Castilla de que aquellos tres
sus compañeros que, si él supiera que era inocente, saldría al bienaventurados caballeros venían con los restos de su señor,
campo a defenderla. Fue luego junto a la dama y le preguntó el conde, y cómo su viaje había resultado tan feliz, se puso muy
sobre el fundamento de las acusaciones. Ella le contestó que contento y dio gracias a Dios porque tres caballeros de su reino
hubiesen hecho tal hazaña. El rey les envió recado de que y como le había dicho esto, no debía ella desobedecerlo, por lo
siguiesen a pie su camino, con los mismos andrajos que traían. cual sólo había comido pan y bebido agua.
Cuando ya se acercaban a la frontera de Castilla, el rey en »Igualmente, cuando don Pedro Núñez llegó a su casa, al
persona los salió a recibir a cinco leguas de su reino, quedarse a solas él, su mujer y sus parientes, su esposa y
haciéndoles tal merced que, todavía hoy, sus descendientes parientes se encontraban tan felices y contentos que
poseen heredades de las que les concedió el monarca. empezaron a reír. Don Pedro Núñez pensó que se estaban
»El rey y cuantos caballeros lo acompañaban, para honrar burlando de él porque había perdido un ojo, por lo cual se cubrió
la memoria del conde y rendir tributo de agradecimiento a los la cabeza con el manto y se encerró en sus habitaciones. Al
tres caballeros, acompañaron los restos del conde hasta Osuna, verlo así, su esposa se puso muy triste y tanto le insistió que
donde recibieron sepultura. Después, los caballeros se don Pedro le dijo que estaba así porque se burlaban de él por
marcharon a sus tierras. estar tuerto. Al oírlo su mujer, se clavó una aguja en el ojo y
»Cuando Ruy González llegó a su casa, al sentarse a la mesa quedó tuerta, diciendo a don Pedro Núñez que lo había hecho
con su mujer, al ver ella la carne delante de sus ojos, alzó las para que, si alguna vez la veía reírse, no pudiera pensar que lo
manos al cielo y dijo: hacía por su defecto.
»-¡Señor! ¡Bendito seas, por haberme concedido la gracia de »Así premió Dios a aquellos caballeros por cuanto bien
vivir este día, pues bien sabes que, desde que marchó mi hicieron.
marido, don Ruy González, esta es la primera vez que como »Vos, señor conde, nunca dejéis de hacer el bien aunque
carne y que bebo vino! algunos os hagan mal, porque quienes buscan perjudicaros más
»Al oírla, don Ruy González se sintió muy triste y le daño se hacen a sí mismos que a vos; y pienso que, si los que
preguntó por qué lo había hecho. Ella le contestó que, cuando se portaron mal con vos hubieran sido como aquellos tres
se marchó con el conde, le había dicho que jamás volvería sin caballeros y hubieran sabido cuánto bien les reportó ser leales
su señor y le había pedido a ella que -167- llevase una vida con su señor, no se habrían portado como lo hicieron. Pensad
sin tacha, pues nunca le faltaría ni el pan ni el agua en su casa; también que, si algunos quebrantaron su lealtad, otros muchos
os siguen siendo fieles, y que más os benefició la fidelidad de
aquellos que la deslealtad de estos. No creáis tampoco que
seréis correspondido por quienes habéis mantenido con
largueza, pero pensad que uno solo hará tanto por vos que
daréis por bien empleado lo que habéis hecho por todos ellos.
Al conde le pareció este consejo muy bueno y verdadero.
Y viendo don Juan que este cuento era muy bueno, lo mandó
escribir en este libro e hizo estos versos que dicen así:

Nunca dejes de hacer lo que es debido,


aunque algunos no se porten bien contigo.

-169-

Cuento XLV -168-


Lo que sucedió a un hombre que se hizo amigo y vasallo
del diablo Hablaba otra vez el Conde Lucanor con Patronio, su
consejero, de este modo:
-Patronio, un hombre me dice que sabe muchos agüeros y
encantamientos por los que no sólo podré adivinar el futuro,
sino también aumentar mis riquezas y bienes; pero estoy cuanto le ordenase, lo sacaría de la miseria y lo haría el más
seguro de que en esas malas artes siempre hay pecado. Por la rico de todos los hombres, porque, como era el demonio, tenía
confianza que tengo en vos, os ruego que me aconsejéis lo que poder para hacerlo.
debo hacer en este asunto. »Al oírle decir que era el diablo, el hombre tuvo mucho
-Señor conde -dijo Patronio-, para que podáis hacer lo más miedo, pero, por la pena que traía y la miseria en que estaba,
conveniente, me gustaría contaros lo que sucedió a un hombre le contestó que, si lo hacía rico, le obedecería en todo.
con el diablo. -170-
El conde le pidió que se lo contara. »Como el demonio busca siempre la ocasión más propicia
-Señor conde -dijo Patronio-, había un hombre que, después para engañar a los hombres, cuando los ve angustiados,
de haber sido muy rico, se volvió tan pobre que no tenía con temerosos, en momentos de apuros o incapaces de conseguir
qué alimentarse. Como en el mundo no existe mayor desgracia lo que desean, encuentra ahí la mejor ocasión para lograr de
que la desdicha para quien siempre ha sido feliz, aquel hombre ellos cuanto quiere; por eso buscó el modo de engañar a aquel
que había sido tan rico, viéndose tan pobre, se sentía muy hombre que estaba tan desesperado.
desdichado. Cuando un día iba caminando a solas por el monte, »Firmaron entonces un pacto y el hombre se hizo vasallo
muy triste y desesperado, se encontró con el diablo. del demonio. Después de esto, el diablo le dijo al hombre que,
»Como el demonio conoce todas las cosas pasadas, aunque de allí en adelante, podía robar lo que quisiese, pues nunca
sabía la desgracia de aquel hombre, le preguntó por qué estaba encontraría cerrada una casa o una puerta que, por muy bien
tan triste y pesaroso. El hombre le contestó que no debía cerradas que estuvieran, él no se las abriera, y que, si por
decírselo, pues no podría él acabar con sus males. casualidad se viese en un apuro o encarcelado, le bastaría con
»Mas el diablo le dijo que, si estaba dispuesto a obedecerlo, decir: «Socorredme, don Martín», para que él viniera en su
él pondría fin a sus desdichas y, para que viese que podía ayuda y recuperara la libertad.
hacerlo, le diría en seguida en qué iba pensando y por qué »Después de todo lo cual, se separaron.
estaba tan triste. Entonces le contó toda su historia y los »Una noche muy oscura, pues los que son amigos del delito
motivos de su tristeza, diciéndole, además, que, si hacía actúan siempre en la oscuridad, aquel hombre se dirigió a casa
de un comerciante. Cuando llegó a la puerta, el diablo se la »El hombre volvió a sus robos y, como robaba tanto, fue
abrió, así como el arca, con lo que consiguió un buen botín. encarcelado -171- otra vez. Practicadas las diligencias, los
»Otro día cometió un hurto mayor, y después otro, hasta jueces lo sentenciaron. Esta vez don Martín lo sacó del peligro,
que se hizo tan rico que ya no se acordaba de la pobreza en pero cuando ya había sido juzgado y condenado.
que había vivido. Pero, como aquel desdichado no se sentía »El hombre volvió a robar porque comprobó que don Martín
contento por haber salido de la penuria, siguió robando cada siempre venía en su ayuda. Pero de nuevo lo cogieron y lo
vez más; y tanto robó que acabó en la cárcel. encarcelaron y, aunque llamó a don Martín, este no vino. Tanto
»Al verse prendido, llamó a don Martín, para que le ayudase. se demoró que el hombre fue juzgado y condenado a muerte, y
Don Martín llegó en seguida y lo sacó de la prisión. Viendo el sólo entonces llegó don Martín, que apeló al rey, librándolo así
hombre que el diablo cumplía su palabra, comenzó a robar de la prisión y devolviéndole la libertad.
como al principio, haciendo muchos más robos, hasta el »De nuevo volvió a robar y otra vez fue encarcelado. Llamó
extremo de que llegó a ser muy rico. a don Martín, que no vino hasta que ya lo habían condenado a
»Una vez, cuando estaba cometiendo un robo, fue la horca. Cuando el hombre subía al cadalso, apareció don
sorprendido y lo llevaron a la cárcel. El hombre invocó a don Martín y el hombre le dijo:
Martín, pero este no vino tan rápidamente como la vez »-¡Ay, don Martín! ¡Que esto no es una broma, pues he
anterior, sino cuando ya los jueces del lugar habían iniciado pasado mucho miedo!
sus indagaciones sobre el delito. Cuando don Martín llegó, le »Le contestó don Martín que él traía consigo 500
dijo el hombre: maravedíes en una bolsa, que se los diera al juez y de este
»-¡Ay, don Martín! ¡Cuánto miedo he pasado! ¿Por qué modo quedaría libre. El juez ya había ordenado que lo
habéis tardado tanto? ahorcasen, pero no encontraban la soga; mientras la buscaban,
»Le contestó don Martín que estaba resolviendo otros llamó el hombre al juez y le entregó la bolsita con el dinero.
asuntos muy importantes y que por eso había tardado más, Pensando el juez que le entregaba 500 maravedíes, dijo a las
pero en seguida lo sacó de la prisión. gentes que allí estaban:
»-Amigos, ¿se ha visto alguna vez que falte soga para »Vos, señor Conde Lucanor, si queréis llevar buena vida y
ahorcar a un hombre? Ciertamente, este hombre debe de ser salvar el alma, confiad en Dios, depositad en él vuestra
inocente, pues Dios no quiere que muera y, por eso, nos falta esperanza y esforzaos cuanto pudiereis, que Él os ayudará. Pero
la soga. Dejémoslo para mañana, y veremos su caso con más no creáis ni confiéis en agüeros, ni en cosas parecidas, pues, de
calma; porque, si es culpable, no nos faltará tiempo para cuantos pecados existen, este es el que más ofende a Dios y el
ejecutar la sentencia. que más aleja a los hombres de su Creador.
»El juez hacía esto para liberarlo, por el dinero que creía que El conde vio que este era un buen consejo, obró según él y
le había entregado. Cuando aplazaron su ejecución, el juez se le fue muy bien.
fue a un lugar retirado y abrió la limosnera, donde esperaba Como don Juan vio que este cuento era muy bueno, lo
encontrar los 500 maravedíes; pero sólo encontró una soga, y mandó escribir en este libro e hizo estos versos que dicen así:
no el dinero. Apenas vio esto, lo mandó ahorcar.
»Cuando ya iban a colgarlo, vino don Martín y el hombre le
pidió que le ayudase; pero don Martín le contestó que siempre Mala muerte le espera, mala vida le aguarda
socorría a sus amigos hasta verlos en aquel lugar. al que en Dios no confía, ni goza en su esperanza.
»Así perdió su vida y su alma aquel desdichado, por confiar
en el demonio y obedecerlo. Pues debéis tener por cierto que
jamás nadie, que haya creído en sus promesas o confiado en él,
ha tenido buen fin; mirad, si no, a todos los que hacen agüeros, -173-
o echan suertes, a los adivinos, a quienes invocan al demonio,
a los que hacen encantamientos o practican la magia, y veréis
que siempre acaban muy mal. Acordaos, si no me creéis, de Cuento XLVI
Álvar -172- Núñez y de Garcilaso, que tanto confiaron en
agüeros y en encantamientos, y de cómo terminaron para su
desdicha.
Lo que sucedió a un filósofo que por casualidad entró en más lo dejase, las heces se pondrían más secas y duras, con el
una calle donde vivían malas mujeres consiguiente daño y perjuicio para su salud. Siguiendo el
consejo de sus médicos, obraba como os digo y sentía cierto
alivio.
»Sucedió que un día, yendo por una calle de aquella ciudad,
Otra vez hablaba el Conde Lucanor con Patronio, su en la que tenía muchos discípulos que seguían sus enseñanzas,
consejero, de este modo: le vinieron ganas de obrar como os he contado. Para hacer lo
-Patronio, vos sabéis que una de las cosas de este mundo que sus médicos le aconsejaban y que tan buenos resultados le
por la que más debemos esforzarnos es por alcanzar buena daba, se metió en una callejuela para hacer lo excusado.
fama y conservarla intacta. Como sé que en esto y en otras »Dio la casualidad de que en aquella calleja vivían las
tantas cosas nadie me podrá aconsejar mejor que vos, os ruego mujeres de vida pública, que si hacen daño a su cuerpo también
que me digáis cómo podré acrecentar y guardar mi fama. deshonran su alma. Pero el filósofo nada sabía de que aquellas
-Señor Conde Lucanor -dijo Patronio-, mucho me agrada lo mujeres vivieran allí. Por la clase de enfermedad que padecía,
que decís. Para que podáis hacer en esto lo mejor, me gustaría por el tiempo que permaneció en aquel lugar y por el aspecto
que supierais cuanto ocurrió a un gran filósofo, que era muy que ofrecía al salir de la calleja, aunque ignoraba quiénes
anciano. vivían -174- allí, todos pensaron que había ido allí para
El señor conde le preguntó lo que le había ocurrido. hacer algo impropio de lo que debe hacerse y de lo que hasta
-Señor conde -dijo Patronio-, un gran filósofo, que vivía en entonces había hecho. Si alguna persona respetable hace
una ciudad del reino de Marruecos, padecía una molesta alguna cosa que merece censura y crítica, por pequeña que sea,
enfermedad, pues sólo podía obrar con dolor, con pena y muy a todos les parece peor y da más que hablar que cuando se
despacio. trata de alguien que hace públicamente cosas peores; así, a
»Para librarlo de las molestias que padecía, le habían este filósofo comenzaron a criticarlo y a hablar mal de él, pues,
mandado los médicos que, siempre que lo necesitara, obrase en siendo tan anciano y aparentando tanta virtud, había visitado
seguida, sin dejarlo para más tarde, pues pensaban que, cuanto
un lugar como aquel, tan dañino para su cuerpo, para su alma eso mismo ocurre cuando por sus malas obras le sucede alguna
y para su propia fama. desgracia. Esta es la suerte, buena o mala, hallada y buscada
»Cuando llegó a su casa, vinieron a él sus discípulos que, por el hombre, pues hace cuanto puede para que le venga el
con mucha pena y pesar, le dijeron qué desgracia o pecado bien o el mal que busca.
había sido aquel por el cual se había desprestigiado a sí mismo »"Igualmente, la hallada y no buscada es cuando a un
y a ellos, sus discípulos, a la vez que había perdido la fama que hombre, sin hacer nada para ello, le sucede alguna cosa buena
hasta entonces había conservado sin mancha alguna. o algún bien; por ejemplo, un hombre que vaya por el campo y
»El filósofo, al oírles hablar así, se asombró mucho y les encuentre un gran tesoro o cualquier cosa de gran valor sin
preguntó por qué decían aquello, o qué falta había cometido, haberse esforzado en buscarlo. Eso mismo ocurre cuando -
pues no sabía de qué le estaban hablando. Ellos le contestaron 175- a un hombre, sin haberlo merecido, le sobreviene alguna
que no debía disimular, pues no quedaba nadie de la ciudad que cosa mala o alguna desgracia; es como si un hombre fuera
no comentara su mala acción al visitar la calleja donde vivían caminando por la calle y le cayera una piedra que otro lanzó
las malas mujeres. contra un pájaro que iba por el cielo. Esta es la mala ventura
»Cuando el sabio escuchó esta explicación, sintió gran encontrada y no buscada, puesto que ese hombre nunca hizo
pesar, pero les pidió que no se lamentaran, pues de allí a ocho nada para que le ocurriera esa desgracia.
días les podría dar una respuesta. »"Hijos, debéis saber que en la buena o mala suerte hallada
»Se retiró luego a su estudio, donde escribió un libro, corto y buscada se unen dos cosas: que el hombre se ayude a sí
pero muy bueno y provechoso. Amén de otras cosas buenas que mismo, haciendo el bien para lograr el bien y obrando mal si es
tiene, como si mantuviera una conversación con sus discípulos esto lo que busca; además, merecerá el premio o el castigo de
sobre la buena y mala ventura, les dice así: Dios según sus obras sean buenas o malas. Igualmente, en la
»"Hijos, con la buena y la mala suerte sucede así: a veces se suerte buena o mala, hallada y no buscada, se necesitan otras
la busca y se la encuentra, aunque a veces es encontrada sin dos cosas: que el hombre evite en cuanto le sea posible hacer
buscarla. La buscada y hallada es cuando un hombre hace el mal o parecerlo, de donde le pueda venir alguna desgracia o
buenas acciones, gracias a las cuales consigue alguna felicidad; mala fama y, en segundo lugar, pedir y rogar a Dios que, pues
Él procura alejar de nosotros la desventura o la mala fama, la opinión de las gentes quedan como realmente malas. Tened
también le ayude para que no le sobrevenga alguna desgracia, presente siempre que en asuntos tocantes a la fama tanto
como me ocurrió a mí el otro día cuando entré en una calleja aprovecha o perjudica lo que opinan las gentes como la propia
para hacer lo que no se podía excusar por mi propia salud que, verdad, -176- aunque para Dios y para el alma sólo cuentan
aunque era algo inocente y de lo que no podía venirme mala las obras que el hombre hace, así como la intención que guarda.
fama, como por desventura mía vivían allí aquellas mujeres, Al conde le pareció este cuento muy bueno y rogó a Dios
aunque yo salía sin culpa, fui muy criticado y quedé infamado". para que le permitiera hacer las obras necesarias para salvar
»Vos, Conde Lucanor, si queréis mantener y acrecentar su alma y aumentar su fama, su honra y su estado.
vuestra fama y honra, debéis hacer tres cosas: la primera, muy Y como don Juan vio que el cuento era excelente, lo mandó
buenas obras que complazcan a Dios y, logrado esto, que, escribir en este libro e hizo unos versos que dicen así:
después, en cuanto sea posible, agraden también a los
hombres, cuidando siempre vuestro estado y dignidad, pero sin
olvidar que, por muy buena fama que tengáis, podéis perderla Haz siempre el bien sin levantar recelos,
si, debiendo realizar buenas obras, hacéis las opuestas, porque que así siempre tu fama se extienda por los cielos.
muchos hombres obraron bien durante cierto tiempo y, como
después se apartaron de ese camino, perdieron los méritos
conseguidos y acabaron de mala manera. La segunda cosa es
rogar a Dios para que os ilumine en la conservación y aumento -177-
de vuestra fama, a la vez que aleje de vos la ocasión de
perderla, por obras o palabras vuestras. La tercera cosa es que
ni de palabra ni de obra hagáis nunca nada por lo que las gentes Cuento XLVII
pongan en duda vuestra fama, que siempre debéis guardar por
encima de todo, pues muchas veces los hombres hacen buenas
acciones, pero, como levantan sospechas y parecen malas, ante
Lo que sucedió a un moro con una hermana suya que -Señor conde -dijo Patronio- un moro tenía una hermana
decía ser muy miedosa tan mirada que, por cualquier cosa que veía o le hacían, daba
a entender que sentía miedo y espanto. Era tan delicada que,
cuando bebía en unas jarritas que tienen los moros, como el
agua suena entonces un poco, decía que le entraba tanto
Un día hablaba el Conde Lucanor con Patronio de este miedo con el ruido que estaba a punto de desmayarse.
modo: »Su hermano era muy buen muchacho, pero muy pobre, y,
-Patronio, sabed que tengo un hermano de padre y madre, como la pobreza obliga a los hombres a hacer lo que no quieren,
mayor que yo, por lo cual debo respetarlo y obedecerlo como a aquel joven tenía que ganarse la vida de modo muy vergonzoso,
mis mayores. Tiene fama de ser muy inteligente y buen pues, cada vez que se moría alguien, iba de noche al cementerio
cristiano, pero Dios ha querido que yo sea más rico y poderoso y le quitaba la mortaja, así como las ofrendas funerarias. Así
que él y, aunque no quiere reconocerlo, estoy seguro de que me se mantenían su hermana, él y toda la familia. Y la muchacha
envidia. Cada vez que necesito su ayuda o le pido que haga algo lo sabía.
por mí, se excusa diciendo que no puede por ser pecado y, »Una vez murió un hombre muy rico, al que enterraron con
dando largas al asunto, deja de ayudarme. Sin embargo, cuando lujosos vestidos, alhajas y cosas de mucho valor. Cuando se
él precisa mi ayuda, me dice que, aunque se hundiera el mundo, enteró su hermana, le -178- dijo que quería acompañarlo
debo arriesgar mi vida y mis bienes por hacer lo que me pide. aquella noche para ayudarle a traer todas las riquezas con que
Como habitualmente se comporta así, os ruego que me lo habían enterrado.
aconsejéis el modo más conveniente de solucionar este asunto. »Estando ya muy oscuro, se fueron el mancebo y su
-Señor conde -dijo Patronio-, me parece que el hermana al cementerio, llegaron a la tumba del difunto y la
comportamiento de vuestro hermano se parece mucho al de abrieron, pero, cuando le quisieron quitar los ricos paños que
una mora con el suyo. vestía, vieron que no podían hacerlo sin cortarlos, o bien,
El conde le preguntó lo que había sucedido. rompiendo la cerviz del difunto.
»Al ver la hermana que, si no le quebraban la cerviz al sonido del agua en la jarrita y no le producía miedo
muerto, tendrían que romper las ropas, con lo cual perderían descoyuntar la cabeza del muerto. Cuando os pida que hagáis
todo su valor, cogió con sus manos la cabeza del difunto y, sin en su favor algo que pueda perjudicaros, portaos con él como
compasión y sin pena, la separó del cuerpo, que descoyuntó él lo hace con vos: dadle buenas palabras y estad muy amable
todo. Luego le quitó ella las ropas que vestía, así como las con él. Si os pide algo que no os perjudique, ayudadle si podéis;
riquezas, y se marcharon los dos. pero, si no es así, excusaos siempre de forma muy cortés, para
»Mas al día siguiente, cuando estaban comiendo, al beber que al final, por un medio o por otro, su petición quede
agua, la jarrita empezó a sonar y la mora dijo que iba a desatendida.
desmayarse por aquel pequeño ruido. Cuando su hermano lo Comprendió el conde que Patronio le daba un buen consejo,
vio y se acordó de la frialdad y de la indiferencia que había lo siguió y le fue muy bien.
demostrado al descoyuntar la cabeza del muerto, le dijo en Y viendo don Juan que este cuento era bueno, lo mandó
árabe: escribir en este libro e hizo estos versos que dicen así:
»-Aha ya ohti, tafza min bocu, bocu, va liz tafza min fotuh
encu.
»Lo que quiere decir: «Ay, hermana, os asustáis del sonido Si alguno no quiere en lo tuyo ayudar,
de la jarrita, que hace gluglú, y no os dio miedo la cabeza del cuando algo te pida, responde que lo harás.
muerto». Esta frase se ha convertido en un refrán, que utilizan
mucho los moros.
»Vos, señor Conde Lucanor, si veis que vuestro hermano
mayor se excusa de hacer lo que os conviene -tal como me -179-
habéis contado-, pretextando que es pecado lo que le pedís,
aunque no lo sea, y luego os pide a vos que hagáis lo que a él
interesa, aunque sea pecado más grave y perjudicial para vos, Cuento XLVIII
comprended que actúa como la mora, que se espantaba del
Lo que sucedió a uno que probaba a sus amigos -Señor Conde Lucanor -dijo Patronio-, aquel hombre
honrado tenía un hijo al que, entre otras muchas advertencias,
siempre le aconsejaba que se esforzara por conseguir muchos
y buenos amigos. El hijo lo hizo así y comenzó a rodearse de
Otra vez, hablando el Conde Lucanor con Patronio, su muchos, a los que agasajó y obsequió para ganarse su amistad.
consejero, le dijo: Y todos aquellos le declaraban una y otra vez su amistad,
-Patronio, tengo muchos amigos, según creo, los cuales me diciéndole que harían por él cuanto fuera necesario, y que
prometen hacer cuanto me convenga, aunque para ello tengan incluso arriesgarían su vida y sus bienes llegada la ocasión.
que arriesgar vida o hacienda, e incluso me juran que estarán »Un día, estando aquel mancebo con su padre, este le
siempre junto a mí a pesar de cualquier peligro. Como sois de preguntó si había seguido sus consejos y si había ganado
muy agudo entendimiento, os ruego que me digáis de qué muchos amigos. El mancebo le contestó que tenía muchos y
manera podré saber si estos amigos míos harán por mí cuanto que, sobre todo, había diez de quienes podía asegurar que, ni
dicen. por miedo a la misma muerte, lo abandonarían en un lance de
-Señor Conde Lucanor -respondió Patronio-, un buen amigo peligro para él.
es lo mejor y más preciado del mundo, pero pensad que, cuando »Cuando el padre escuchó decir esto, le replicó que se
vienen necesidades y desventuras, son muy pocos los que sorprendía de que -180- en tan poco tiempo hubiese ganado
quedan junto a nosotros; además, si el riesgo no es grande, es tantos y tan fieles amigos, pues él, que ya era anciano, no tenía
difícil saber quién sería verdadero amigo en unas más que un amigo y medio. El hijo comenzó a porfiar,
circunstancias apuradas. Así, para que sepáis qué amigos son afirmando una y otra vez que era verdad lo que le contaba de
los verdaderos, me gustaría que supierais lo que sucedió a un sus amigos. Cuando el padre vio porfiar así a su hijo, le rogó
hombre honrado con un hijo suyo que se jactaba de tener que los probase de este modo: que matara un cerdo, que lo
muchos y leales amigos. metiera en un saco y que fuera a casa de cada uno de sus
El conde le preguntó qué le había pasado. amigos y les dijera que llevaba a un hombre a quien él había
muerto. También debería decirles que, si su crimen llegaba a
ser conocido por la justicia, no podrían, por nada del mundo, desgracia que le había ocurrido y cómo sus amigos lo habían
escapar a la muerte ni él ni ninguno de sus encubridores; y por abandonado; por último, le rogó que, por la amistad que tenía
eso les rogaba que, como eran sus amigos, ocultaran el cadáver con su padre, le ayudase en aquella situación tan peligrosa.
y lo defendieran si fuera necesario. »Cuando el medio amigo escuchó sus palabras, le contestó
»Así lo hizo el mancebo y se fue a probar a sus amigos, como que no tenía con él amistad ni trato como para arriesgarse
su padre le había mandado. Cuando llegó a casa de cada uno tanto, pero que, sin embargo, por la estimación que sentía
de ellos y les contó el peligro que corría, todos le dijeron que hacia su padre, estaba dispuesto a encubrirlo.
en otras necesidades le ayudarían, pero no en esta, porque »Y entonces se echó a la espalda el saco con el cerdo
podrían perder vida y hacienda; y le pidieron, por Dios, que muerto, pensando que era efectivamente un hombre, lo llevó a
nadie supiese que había hablado con ellos. Algunos de sus la huerta y lo enterró en un surco de coles; volvió a ponerlas
amigos le dijeron que, si era condenado a muerte, pedirían como estaban antes, y despidió al mancebo, al que deseó buena
clemencia para él; otros le aseguraron que, cuando lo llevaran suerte.
a ejecutar, estarían con él hasta el último momento y luego lo -181-
enterrarían muy solemnemente. »El mancebo regresó a casa de su padre y le contó lo que le
»Cuando el mancebo hubo probado así a todos sus amigos había pasado con su medio amigo. Le mandó su padre que al
y ninguno le socorrió, fue a casa de su padre y le dijo lo que día siguiente, cuando estuviesen en concejo, empezara a
había pasado. Al oírlo, el padre le respondió que ya había discutir sobre cualquier asunto con su medio amigo y que,
comprobado que más saben quienes mucho han visto y vivido además de discutir, le diera en el rostro la mayor bofetada que
que los que no tienen ninguna experiencia del mundo o de la pudiese. El joven hizo lo que su padre le mandó y, cuando el
vida. Entonces le dijo otra vez que él no tenía más que amigo medio amigo se vio abofeteado en público, lo miró y le dijo:
y medio, y le mandó que fuese a probarlos. »-En verdad, hijo mío, que has obrado muy mal; pero ten
»El mancebo fue a probar al que su padre calificaba de por seguro que ni por esta ofensa ni por otra mayor descubriré
medio amigo y llegó a su casa de noche, con el cerdo a cuestas. las coles de la huerta.
Llamó a la puerta y le contó al medio amigo de su padre la
»Cuando el mancebo se lo contó a su padre, este le mandó dónde estarán dispuestos a socorrernos cuando fuera
que probara a quien consideraba un amigo cabal. El hijo así lo necesario. Podéis estar seguro de que hay algunos amigos
hizo. El mancebo llegó a casa del amigo de su padre, le contó verdaderos, pero son muchos más los que se llaman amigos
la falsa historia del muerto y, al oírlo, el hombre bueno, amigo sólo en la prosperidad y, cuando la fortuna es adversa,
de su padre, le prometió guardarlo de daño y muerte. Sucedió, desaparecen.
casualmente, que por aquellos días habían muerto a un hombre »Esta historia tiene también la siguiente interpretación
en aquella ciudad y no sabían quién era el culpable. Como espiritual: todos los hombres creen tener amigos en este
algunos vieron a aquel joven ir y venir muchas veces con el mundo, pero, cuando viene la muerte, han de probarlos en este
saco a cuestas, al amparo de la noche, pensaron que sería él el trance y, por eso, piden consuelo a los seglares, que les dicen
asesino. tener ya bastantes preocupaciones propias; los religiosos les
»Pero ¿para qué extenderse más? El mancebo fue juzgado y prometen rezos y súplicas por su alma; e incluso su mujer e
condenado a muerte. El amigo de su padre había hecho cuanto hijos les -182- contestan simplemente que los acompañarán
podía para que consiguiera escapar; pero, cuando vio que era hasta la sepultura y que harán por ellos exequias muy lujosas.
imposible evitar su castigo, declaró ante los jueces que no Así prueban a quienes tenían como verdaderos amigos. Y como
quería ser responsable de la muerte de un inocente y, así, les no hallan en ellos ayuda alguna contra la muerte, se vuelven a
dijo que aquel mancebo no era el asesino, sino que el matador Dios, que es nuestro padre, del mismo modo que el mancebo de
era el único hijo que él tenía. Mandó a su hijo que se declarara la historia se refugió en su padre, al verse desamparado de
culpable, cosa que hizo, y fue por ello ajusticiado. Así escapó quienes creía amigos suyos, y Dios entonces les manda probar
de la muerte el joven, gracias al sacrificio del amigo de su a los santos, que son como medio amigos. Así lo hacen. Tan
padre. grandes son la bondad y piedad de los santos y, sobre todo, el
»Señor Conde Lucanor, ya os he contado cómo se prueban amor de Santa María, que no dejan de rogar a Cristo por los
los amigos. Creo que esta historia nos enseña a reconocer a los pecadores. La Virgen María le recuerda a su hijo cómo fue su
buenos amigos, a probarlos antes de ponernos en un grave Madre y los trabajos que padeció por Él, y los santos le evocan
peligro confiados en su amistad, y también permite saber hasta los dolores, las penas, los tormentos y las persecuciones que
sufrieron por su nombre; y todo esto lo hacen para encubrir
nuestros pecados. Y así, aunque hayan recibido muchas
ofensas, no nos descubren ni nos acusan, como no acusó al Nunca podría el hombre tan buen amigo hallar
mancebo el medio amigo de su padre, a pesar de la bofetada sino Dios, que lo quiso con su sangre comprar.
que le dio el hijo de su amigo.
»Cuando el pecador siente que, a pesar de estas
intercesiones, no puede escapar del castigo eterno, se vuelve a
Dios, como volvió el mancebo de la historia a su padre al -183-
comprobar que nadie podía evitar su muerte. Y Dios Nuestro
Señor, como Padre y Amigo verdadero, acordándose del amor
que profesa al hombre, criatura suya, hizo como el buen amigo, Cuento XLIX
pues envió a su Hijo Jesucristo para que muriese por la
redención de nuestras culpas y pecados, aunque Él era inocente Lo que sucedió al que dejaron desnudo en una isla al
y estaba limpio de falta alguna. Y Jesucristo, como buen hijo, acabar su mandato
obedeció a su Padre, y siendo Dios y Hombre verdaderos quiso
recibir y padecer la muerte para, con su sangre, limpiarnos de
nuestros pecados.
»Y ahora, señor Conde Lucanor, pensad cuáles de estos Otra vez hablaba el Conde Lucanor con Patronio, su
amigos son los mejores y más fieles, y a quiénes debemos ganar consejero, y le dijo:
y considerar como tales. Al conde le agradaron mucho estas -Patronio, muchos me dicen que, como soy tan ilustre y
razones, que encontró claras y excelentes. poderoso, debo aumentar mis bienes, mi poder y mi honra, pues
Viendo don Juan que este ejemplo era bueno lo mandó esto es lo más indicado para mí y lo más propio de mi estado.
escribir en este libro y compuso estos versos: Como sé que vuestros consejos son muy sabios y siempre lo
han sido, os ruego que me digáis lo que, en vuestra opinión, le quitaban cuanto poseía, lo llevaban a un a isla desierta y lo
más me favorece. dejaban desnudo, sin permitir que nadie lo acompañara.
-Señor Conde Lucanor -dijo Patronio-, es muy difícil daros »Sucedió una vez que fue elegido como señor un hombre
el consejo que me pedís por dos razones: la primera, porque, al mucho más inteligente y más previsor que cualquiera de sus
aconsejaros, tendré que contrariar en parte vuestra voluntad; antecesores. Como sabía que, al terminar su mandato, le
la segunda razón es que podría ser inoportuno contradecir los harían lo mismo que a los otros, antes de que su mandato
consejos que parecen favoreceros. Como en este caso se dan expirase, sin que nadie se enterara, mandó construir en la
las dos circunstancias, me resulta muy arriesgado disuadiros isla -184- donde sería desterrado una casa grande y
de lo que os aconsejan. Sin embargo, como todo consejero, si confortable, en la que guardó cuantas provisiones pudiera
es leal, no debe buscar sino el provecho de su señor, para lo necesitar para el resto de su vida. La casa fue construida en
cual deberá aconsejarle lo mejor que sepa, sin preocuparle un lugar tan oculto que nadie ni ninguno de los que lo habían
nunca el propio provecho o el perjuicio que pueda venirle, ni el elegido señor pudo descubrirla. También advirtió a algunos
agrado o desagrado de su señor, os diré por ello lo que me amigos y familiares que, si ellos veían que le faltaba algo de lo
parece que os será más útil y más honroso. Así, debo deciros necesario, se lo enviasen, para que jamás careciese de
que quienes os aconsejan aumentar vuestros bienes sólo a alimentos o vestiduras.
medias os dan buen consejo, que no es perfecto del todo ni »Cuando se cumplió el año y los de aquella tierra lo
tampoco es bueno para vos. Para que veáis esto mejor, me despojaron del mando, lo llevaron desnudo a la isla, como
gustaría mucho que supierais lo que sucedió a un hombre al hacían con todos; pero él pudo vivir muy felizmente, pues,
que le hicieron señor de su país. como había sido tan previsor al mandar construir aquella casa,
El conde le preguntó lo que había ocurrido. puedo vivir en ella contento y feliz.
-Señor Conde Lucanor -dijo Patronio-, en un país tenían la »Vos, señor Conde Lucanor, si queréis escuchar mi consejo,
costumbre de elegir a un hombre como señor para un solo año, pensad que, durante vuestra vida en este mundo, pues
durante el cual lo obedecían en todo. Pero al terminar el año, ciertamente tendréis que dejarla y partir desnudo hacia la otra
vida, sin poder llevaros nada de aquí salvo las buenas obras,
debéis procurar hacer tantas y tan grandes que, al abandonar pidió al Señor que le ayudase para obrar como Patronio le había
este mundo, os hayáis construido una sólida morada en el otro; aconsejado.
y aunque salgáis desnudo de este, tendréis ganada una Y viendo don Juan que esta historia era muy buena, la
mansión para la vida eterna. Sabed, además, que la vida del mandó escribir en este libro e hizo unos versos que dicen así:
espíritu no se cuenta por años, pues el alma es eterna y no
puede morir ni corromperse, sino que vive por los siglos de los
siglos. Sabed, también, que Dios apunta las obras buenas y Por este mundo vano, fugaz, perecedero,
malas que hacen los hombres en este mundo, para darles un no pierdas nunca el otro, mucho más duradero.
premio o un castigo en el otro, según sus merecimientos. Por
todas estas razones, debo aconsejaros que hagáis tales obras
en este mundo que, cuando lo abandonéis, encontréis buena
mansión en el otro, donde viviréis eternamente, y que por las -185-
dignidades y honras de este mundo, que son vanas y
perecederas, no queráis perder lo que ha de durar para siempre.
Estas buenas obras que os digo debéis hacerlas sin ostentación Cuento L
ni vanagloria, para que, aunque sean conocidas por los demás,
no parezcan fruto del orgullo o de la presunción. Además, pedid Lo que sucedió a Saladino con la mujer de un vasallo
a vuestros amigos que hagan por vuestra alma lo que vos no suyo
hayáis podido terminar en la tierra. Pero, tenido todo esto en
cuenta, pienso que no sólo podéis sino que debéis hacer cuanto
esté en vuestras manos para mantener y acrecentar vuestra
riqueza y poder. Hablaba otra vez el Conde Lucanor con Patronio, su
El conde comprendió que este cuento no sólo era muy consejero, de este modo:
bueno sino que también guardaba un buen consejo; por ello,
-Patronio, bien sé yo que sois tan inteligente que nadie de sin preocuparse de vanidades mundanas, y aunque estos eligen
esta tierra podría responder mejor que vos a lo que se le la mejor parte, que nunca podrán perder, ni los unos ni los otros
preguntase. Por ello os ruego que me digáis cuál es la mejor atienden los caminos de Dios y del mundo, por los que es
cualidad que puede tener el hombre. Os lo pregunto porque necesario transitar.
comprendo que son necesarias muchas virtudes para elegir lo »Para no descuidar ninguno de estos dos caminos, se
mejor y hacerlo, pues, si solamente vemos lo que debe hacerse, necesitan muy buenas obras y sutil inteligencia, lo que es tan
pero no sabemos poner los medios para ejecutarlo, no difícil de aunar como meter la mano en el fuego y sacarla sin
aumentaremos mucho nuestra fama o prestigio. Como las quemaduras; pero, si el hombre cuenta con la ayuda de Dios y
cualidades son tantas, querría saber cuál es la principal, para sabe, además, ayudarse a sí mismo, todo puede conseguirse, -
tenerla siempre presente en mis decisiones. 186- pues ha habido muchos buenos reyes y hombres santos
-Señor Conde Lucanor -dijo Patronio-, vos, por vuestra que fueron justos ante Dios y ante el mundo. También os digo
bondad, me elogiáis mucho y me decís siempre que soy muy que, para saber quién es inteligente, hay que mirar bien las
inteligente. Pero, señor conde, creo que estáis confundido o cosas, pues muchos dicen muy buenas palabras y hermosas
equivocado. Pues sabed que no existe nada en el mundo en que sentencias, pero no llevan sus asuntos tan bien como les sería
tan fácilmente nos engañemos como en el conocimiento de las conveniente; otros, por el contrario, los gestionan de modo
personas y de su inteligencia, ya que son dos cosas distintas, excelente, pero no quieren o no pueden decir tres palabras
una, saber cómo es el hombre, y otra, ponderar su inteligencia. acertadas. Los hay también que hablan con mucha elegancia y
Para conocer cómo es la persona, hemos de observar cómo son saben desenvolverse, pero, como tienen mala intención,
las obras que cada uno hace para Dios y para el mundo, pues aunque encuentran siempre beneficio para ellos, sus obras
muchos parecen realizar buenas obras que no lo son, ya que su perjudican a los demás. Sabed que de estos dicen las Escrituras
objeto es ganar la alabanza de las gentes. Tened por cierto que que son como el loco que lleva una espada en la mano o como
su falsa virtud les costará muy cara, pues se trata de algo que un mal príncipe que tiene mucho poder.
apenas dura un día y, sin embargo, los llevará al castigo eterno. »Mas, para que vos y todos los hombres podáis conocer
Hay otros que hacen buenas obras en servicio y honra de Dios, quién es bueno para Dios y para el mundo, quién es el
inteligente, quién el de palabra fácil, quién el de buen entender, olvidase del respeto que se debía a sí mismo y a su vasallo y
y así podáis escogerlo, conviene que no juzguéis a nadie sino que se enamorara de aquella dama apasionadamente.
por las buenas obras que haga durante largo tiempo y no por »Tanto la deseaba que llegó a pedir ayuda a un mal
las hechas en un corto periodo, así como por el aumento o consejero, para que le indicara el modo de conseguirla. Sabed,
disminución de sus bienes; que en estas dos cosas se puede señor conde, que todos deben -187- pedir a Dios que guarde
comprobar cuanto os dije antes. a su señor de malos deseos, pues, si llega a concebirlos y desea
»Todas estas razones os he dicho porque con mucha realizarlos, nunca faltará alguien que le aconseje mal y le
frecuencia me alabáis y destacáis mi inteligencia, pero estoy ayude a ponerlos en práctica.
seguro de que, si pensáis en todas estas cosas, no me »Así le ocurrió a Saladino, que en seguida encontró quien le
elogiaríais tanto. dijera cómo llegar hasta aquella dama. El mal consejero le
»Para responder a la pregunta de cuál es la mejor cualidad sugirió que hiciera llamar al marido, que le concediese muchas
que puede tener el hombre, me gustaría contaros lo que riquezas y que lo pusiera al frente de un numeroso ejército,
sucedió a Saladino con una dama muy honrada, mujer de un con el cual debería partir a lejanas tierras, en cualquier
caballero vasallo suyo, y así sabríais cuál es la mejor condición empresa del sultán. Cuando el caballero se hubiera alejado,
de una persona. Saladino podría cumplir sus propósitos.
El conde le preguntó lo que había sucedido. »El ardid satisfizo mucho al sultán, que así lo hizo. Cuando
-Señor Conde Lucanor -dijo Patronio-, Saladino era sultán el caballero ya había partido en servicio de su señor, pensando
de Babilonia y siempre llevaba un cortejo muy numeroso. Como que había tenido mucha suerte y que quedaba muy amigo del
una vez no se pudieron aposentar todos en la misma casa, él sultán, Saladino se dirigió a casa del caballero. Al saber la
se alojó en la de un caballero. Cuando este vio a su señor, que honrada dama que venía otra vez a su casa, como había
era tan honrado y poderoso, en su casa, hizo cuanto pudo por otorgado tanto merecimiento a su marido, recibió muy bien al
complacerlo y servirlo, y lo mismo hicieron su mujer, sus hijos sultán, al que sirvió y complació en cuanto pudieron ella y sus
y sus hijas. Pero el diablo, que siempre busca la manera de criados. Después de comer, Saladino entró en su cámara y pidió
confundir y hacer pecar a los hombres, hizo que Saladino se que viniese ella. La señora, creyendo que necesitaba algo, fue
a la habitación del sultán. Al verla, Saladino le dijo que la Cuando oyó decir esto al sultán, la buena esposa le respondió
amaba mucho. Ella, sin embargo, aunque comprendió muy bien que, si él le prometía hacer, antes de forzarla y deshonrarla, lo
sus intenciones, al oírle decir esto hizo como si no lo hubiera que le iba a pedir, ella haría todo lo que él quisiese, una vez
entendido, respondiéndole que se lo agradecía y que pedía a cumplida su promesa.
Dios que le diera larga y buena vida, pues bien sabía Dios con »Le contestó Saladino diciendo que temía que le pidiera no
qué frecuencia le pedía por él, para que nunca corriese ningún tratar nunca más de este asunto, pero ella le respondió que no
peligro, cosa que debía hacer por ser él su señor y, sobre todo, se trataría de eso ni de nada que no pudiera hacerse. Saladino,
por las mercedes otorgadas a su marido y a ella. entonces, se lo prometió. La honrada dama le besó la mano y
»Saladino le replicó que, aparte de eso, la amaba más que a los pies, y le dijo que lo único que quería era que le dijese cuál
ninguna otra mujer del mundo. Ella volvió a darle las gracias, era la mejor cualidad del hombre, la que era madre y cabeza de
como si no hubiera comprendido sus intenciones. ¿Para qué todas las demás virtudes.
alargarlo más? El sultán le dijo el alcance de sus pretensiones »Cuando el sultán oyó esto, se puso a pensar la respuesta
y la dama, al oírlo, como era muy honrada y muy inteligente, con mucho interés, pero no se le ocurría ninguna. Como le
le contestó a Saladino: había prometido no tocarla hasta cumplir lo pactado, le pidió
»-Señor, aunque soy una humilde mujer, sé que el amor no algún tiempo para pensar. Ella le respondió que haría todo lo
está en manos del hombre, sino este en manos del amor. que él mandase en el momento que le contestara a su
También se que, si vos decís que me amáis tanto, puede ser pregunta, sin fijar un plazo para ello.
verdad, pero sé también que, cuando a los hombres, sobre todo »Así ocurrió entre ellos. Saladino se volvió con los suyos y,
a los señores, les gusta una mujer, prometen hacer cuanto ella como si fuera por otro motivo, preguntó a todos sus sabios.
quiera, mas cuando la ven sin honra y escarnecida, la estiman Unos le contestaron que la mejor cualidad del hombre era un
en poco y, como es natural, ella queda burlada y deshonrada. alma buena. Otros afamaban que eso podía ser verdad para el
Yo, señor, sospecho que eso mismo me ocurrirá a mí. otro mundo, pero que sólo la bondad de corazón no era lo mejor
»Saladino intentó convencerla, jurando que haría cuanto para este. Otros sabios opinaban que lo mejor era la lealtad,
ella quisiese -188- para que siempre viviera felizmente. aunque había quienes opinaban que, siendo la lealtad muy
buena, se podía ser al mismo tiempo fiel y cobarde, o mezquino, poco tiempo atrás y su padre, que ya era muy anciano, había
o lascivo, o de malas costumbres, por lo que se necesitaba ser sido el mejor caballero de aquellos contornos. Por la vejez no
algo más que simplemente fiel. Esto mismo ocurría con todas podía salir de casa, pero, aunque había perdido la vista, tenía
las buenas cualidades, sin poder encontrar respuesta a la una inteligencia tan experimentada y profunda que su
pregunta de Saladino. ancianidad no era una carga para él. El escudero, que venía
»Al ver el sultán que no encontraba en su tierra quien muy alegre, les preguntó de dónde venían y quiénes eran. Ellos
pudiera responderle, llamó a dos juglares para irse con ellos por dijeron que eran juglares.
el mundo sin que nadie lo reconociese. Y así, en secreto, cruzó »Al oír esto, se alegró mucho y les dijo que, como volvía tan
el mar, dirigiéndose a Roma, que es donde se reúnen todos los contento de cazar, quería hacer una fiesta; les pidió que, pues
cristianos. Por mucho que preguntó, nadie supo responderle. tan buenos juglares parecían, le acompañasen aquella noche.
Después pasó a la corte del rey de Francia y a las de otros reyes, Le contestaron los tres que no podían detenerse, porque hacía
pero no encontró la respuesta. Así fue transcurriendo tanto mucho tiempo que habían partido de su tierra para resolver un
tiempo, que hasta llegó a arrepentirse de su empresa. enigma y que, como no lo conseguían, querían regresar cuanto
»Si hubiera sido sólo por conseguir a aquella dama, ya lo antes, por lo cual no podían quedarse con él aquella noche.
habría dejado, pero, como era tan poderoso, pensaba que sería »Tantas veces les preguntó el escudero cuál era la pregunta,
una deshonra abandonar lo que ya había empezado, pues sin que tuvieron que decírsela. Cuando el escudero la supo, les dijo
duda es grave humillación para un gran hombre dejar lo que se que, si su padre no podía darles la respuesta, nadie podría
ha iniciado, con tal de que no sea pecado; pero, si - hacerlo. Luego les contó quién y cómo era su padre.
189- abandona por miedo o por el trabajo que cuesta, le »Cuando Saladino, a quien el escudero tenía por un juglar,
resultará vergonzoso. Por eso Saladino no cejaba en aquel escuchó sus palabras, se puso muy contento y se fueron los
empeño, que lo había llevado fuera de su reino. tres con él. Al llegar a su casa, el escudero dijo a su padre que
»Sucedió que un día, andando por un camino con los dos venía tan contento por haber cazado mucho y por haberse
juglares, se encontraron con un escudero que volvía de cazar y encontrado con aquellos tres juglares. También le dijo lo que
que había matado un ciervo. Este escudero se había casado andaban preguntando y le pidió que hiciera el favor de
contestárselo, pues les había dicho que, si él no era capaz de con justicia, debo agradeceros cuantos bienes he recibido de
responderles, nadie podría hacerlo. vos, aunque de esto no os diré más por el momento, hasta que
»Cuando el anciano caballero lo oyó, supo que quien hacía pueda hablar con vos a solas, para que ninguno sepa nada de
esa pregunta no podía ser un juglar, y contestó a su hijo que vuestra secreta intención. Pero, volviendo a vuestra pregunta,
les diría la respuesta después de comer. Así se lo dijo el os digo que la mejor cualidad del hombre, que es madre y
escudero a Saladino, a quien tenía por un juglar, que se alegró cabeza de todas las demás, es la vergüenza; pues por
mucho, aunque se impacientó bastante pues tenía que esperar, vergüenza sufre el hombre la muerte, que es lo peor que existe,
para conocer la respuesta, a que terminaran la comida. y por vergüenza dejamos de hacer las cosas que no parecen
»Cuando retiraron los manteles y los juglares hicieron buenas, aunque hubiéramos deseado muchísimo hacerlas. Por
cuanto sabían, el anciano caballero se dirigió a ellos, ello, en la vergüenza están el comienzo y el fin de todas las
diciéndoles cómo su hijo le había contado que iban buscando buenas cualidades, y por vergüenza nos alejamos de los vicios.
la respuesta a una pregunta, sin que nadie hasta el momento »Cuando Saladino oyó esto, comprendió que el anciano
hubiese podido dársela. Luego les pidió que le dijesen la caballero tenía razón. Al ver que ya había encontrado
pregunta, que él contestaría hasta donde pudiese. respuesta para su pregunta, se puso muy alegre y se despidió
-190- de él y de su hijo, de los cuales habían sido huéspedes. Pero,
»Entonces Saladino, vestido de juglar, le replicó que la antes de abandonar la casa, habló con el sultán el anciano
pregunta era esta: cuál es la mejor cualidad que puede tener el caballero y le contó cómo sabía que era Saladino, recordándole
hombre, y que es madre y cabeza de todas las demás virtudes. y agradeciéndole las mercedes que de él había recibido. Padre
»Al oír la pregunta, el anciano caballero comprendió en e hijo le sirvieron en cuanto les fue posible, pero sin descubrir
seguida de qué se trataba; también reconoció por la voz a a los otros su personalidad.
Saladino, pues él había vivido mucho tiempo en su casa y había »Ocurridas todas estas cosas, decidió Saladino volver a su
recibido de él muchas gracias y mercedes. Así, le contestó: tierra lo más pronto posible. Cuando llegó a su reino, fue muy
»-Amigo, lo primero que os diré es que jamás han entrado bien recibido por todos, que le hicieron grandes agasajos y
en mi casa juglares como vos. Sabed también que, hablando celebraron muchas fiestas por su venida.
»Terminadas las celebraciones, se encaminó Saladino a la »Saladino le contestó que, aunque le daba vergüenza
casa de aquella honrada señora que le había formulado la reconocerlo, como tenía que decir la verdad por ser rey, creía
pregunta. Al saber ella que el sultán se acercaba, lo recibió con que era el más honrado y justo, no habiendo otro mejor que él.
muchos honores y le atendió muy bien en todo lo que pudo. »La honrada señora, al oír sus palabras, hincó sus rodillas
»Después de haber comido, Saladino entró en su habitación en tierra y, postrada a sus pies, le dijo así, llorando
y mandó venir a la buena señora. Ella fue a él, Saladino le contó amargamente:
los trabajos que había pasado para encontrar respuesta a su »-Señor, vos me acabáis de decir dos grandes verdades: la
pregunta, diciéndole que ya la había encontrado, y como él ya primera, que sois el hombre más honrado y justo del mundo; la
podía responderle, cumpliendo así lo que había prometido, segunda, que la vergüenza es la prenda más excelsa que puede
debía ella cumplir también su parte. Le contestó ella que le tener el hombre. Pues, señor, a vos, que sabéis todo esto y que
rogaba -191- que siguiera siendo fiel a su promesa y que sois el mejor y más bondadoso del mundo, os pido que queráis
contestara primero a su pregunta, pues si la respuesta para vos la mejor de las cualidades, que es la vergüenza, y que,
convencía al propio Saladino, ella cumpliría todo lo prometido. así, os dé rubor lo que me pedís.
»Entonces Saladino le contestó que aceptaba esta última »Al oír Saladino tales razones, comprendió cómo aquella
condición y le dijo que la respuesta a su anterior pregunta, de esposa, por su bondad y su inteligencia, había sabido evitar que
cuál era la mejor cualidad que podía tener el hombre, era esta: cometiera una grave falta, y dio gracias a Dios. Aunque el
la mejor cualidad del hombre, y que es madre y cabeza de todas sultán la quería apasionadamente, desde aquel momento la
las virtudes, es la vergüenza. quiso mucho más, pero con cariño leal y verdadero, como debe
»Cuando la honrada esposa oyó esto, se alegró mucho y dijo ser el que profese un señor virtuoso para con sus vasallos.
a Saladino: Movido por las virtudes de aquella dama, mandó volver a su
»-Señor, ahora sé que decís la verdad y que habéis cumplido marido y les otorgó a ambos tantos honores y riquezas que
cuanto me prometisteis. Os ruego que me digáis, pues el rey todos sus descendientes vivieron muy felices.
siempre debe decir la verdad, si creéis que existe en el mundo »Sucedió todo esto por la honradez de aquella señora y
alguien más justo que vos. porque gracias a ella todos supieron que la vergüenza es la
mejor cualidad del hombre y, al mismo tiempo, madre y cabeza sabe y todo lo ve, y que le dará el castigo que merezca por sus
de todas las buenas cualidades. innobles acciones.
»Pues vos, señor conde, me habéis preguntado cuál es la »Señor Conde Lucanor, ya os he respondido a la pregunta
mejor cualidad del hombre, os respondo que es la vergüenza, que me hicisteis, y con esta respuesta os he contestado a las
pues por vergüenza el hombre es franco, esforzado y de buenas cincuenta preguntas que me habéis hecho anteriormente.
costumbres: por ella hace toda buena -192- acción. Y tened Tanto tiempo hemos pasado en ello que seguramente muchos
por cierto que todas las cosas se hacen más por vergüenza que de los vuestros estarán muy aburridos, sobre todo los que no
por desearlas. También por vergüenza deja el hombre de hacer sientan ningún placer en escucharme ni en aprender algo que
todas las cosas malas que su voluntad le propone. Por ello, así pueda resultar provechoso para su alma o para el cuerpo. A
como es muy bueno que el hombre sienta vergüenza si hace lo estos les ocurre como a las bestias que van cargadas de oro,
que no debe y deja de hacer lo que es debido, es muy malo y que sienten el peso que llevan encima y no sacan ningún
muy dañoso perderla. Debéis saber también cuánto yerra el provecho de su valor. Así, a ellos les aburre lo que oyen, sin
que, habiendo hecho algo vergonzoso, no se sonroja por ello, al aprovechar las enseñanzas que encierra. Por lo cual os digo
creer que nadie lo sabe. Estad seguro de que no hay nada que, que, en parte por esto y en parte también por el cansancio que
por muy encubierto que parezca, no sea sabido tarde o me han producido las cincuenta respuestas que os he dado, no
temprano. Aunque, cuando haga un hombre algo vergonzoso, deseo que me hagáis más preguntas, pues con esta historia y
no sienta ningún rubor, debería pensar ese mismo hombre la con la siguiente quisiera poner fin a este libro.
vergüenza que pasará cuando se sepa. Y si de esto no siente Al conde le pareció esta historia muy buena. Sobre lo que
vergüenza, deberá sentirla por él mismo, que sabe cuán Patronio dijo respecto a que no quería responder a más
vergonzosas son sus acciones. Si ni siquiera esto le preocupa, preguntas, contestó que buscaría algún medio para que fuera
deberá pensar cuán desdichado es, pues sabe que, si un así.
muchacho viera lo que hace, dejaría de hacerlo por vergüenza, Y como don Juan vio que esta historia era muy buena, la
aunque no sienta miedo ni vergüenza ante Dios, que todo lo mandó escribir en este libro y compuso unos versos que dicen
así:
humildes son menospreciados por la gente y que son
considerados cobardes y pobres de espíritu, por lo cual a los
Obra bien por vergüenza si quieres bien cumplir, grandes señores les conviene ser soberbios. Como estoy seguro
que es la vergüenza madre de todo buen vivir. de que nadie puede saber mejor que vos cómo debe ser un gran
señor, os ruego que me digáis cuál de estas dos cualidades es
más conveniente y qué debo hacer en este asunto.
-Señor Conde Lucanor -dijo Patronio-, para que veáis qué
-193- es lo mejor y más provechoso para vos, me gustaría mucho que
supierais lo que sucedió a un rey cristiano, que era muy
poderoso y muy soberbio.
Cuento LI El conde le pidió que se lo contase.
-Señor conde -dijo Patronio-, en un país, cuyo nombre no
Epílogo recuerdo, vivía un rey muy joven, rico, poderoso y muy
soberbio, tanto que asombraba a todos por su orgullo. A tanto
llegó su soberbia que una vez, oyendo el Magníficat de la
Lo que sucedió a un rey cristiano que era muy poderoso Virgen, al escuchar el versículo que dice «Deposuit potentes de
y muy soberbio sede et exaltavit humiles», que en castellano significa «Dios
Nuestro Señor humilló a los poderosos y exaltó a los humildes»,
sintió gran pesar y mandó que en su reino se borrara ese
versículo para poner en su lugar este otro: «Et exaltavit
Otra vez hablaba el Conde Lucanor con su consejero potentes in sede et humiles posuit in natus»; cuyo significado
Patronio, y le dijo así: sería: «Dios exaltó a los poderosos en sus tronos y humilló a los
-Patronio, muchos me dicen que la humildad es una de las humildes».
virtudes que más agradan a Dios; otros afaman que los
»Nuestro Señor sintió mucho este cambio, pues con él se muy humildes y viejas, como las que llevan los mendigos que
decía lo contrario de lo que había expresado la Virgen en ese van de casa en casa.
cántico, ya que, cuando Nuestra Señora se vio madre del Hijo »El rey, que aún seguía bañándose, no sabía nada de lo que
de Dios, al que concibió y alumbró siendo Virgen y sin había pasado. Cuando deseó salir del agua, llamó a sus
menoscabo de su pureza, al verse Señora de los Cielos y de la camareros y cortesanos, ninguno de los cuales le respondió,
Tierra, dijo de sí misma, alabando la humildad por encima de la puesto que todos se habían marchado ya, creyendo que
demás virtudes: «Quia respexit humilitatem ancillae suae, ecce acompañaban al rey. Al ver que nadie le contestaba, el rey se
enim ex hoc benedictam me dicent omnes generationes»; es enfadó mucho y juró que castigaría a todos con horribles
decir: «Porque Dios, mi señor, -194- admiró en mí la tormentos. Y sintiéndose humillado, salió del baño desnudo,
humildad, me llamarán bienaventurada todas las pensando que alguno de sus camareros le daría con qué
generaciones». Y así ocurrió, en efecto, porque nunca, ni antes vestirse. Llegó al lugar donde debían de estar sus
ni después de la Virgen, pudo ser bienaventurada ninguna acompañantes, pero no encontró a ninguno y se volvió a la sala
mujer, pues sólo ella, por sus virtudes, y sobre todo por su de baños, buscándolos por todas partes, sin encontrar
humildad, mereció los títulos de Madre de Dios y Reina de los absolutamente a nadie.
Cielos y la Tierra, para ser colocada sobre los coros de los »Estando así muy preocupado y sin saber qué podía hacer,
ángeles. vio aquellas ropas tan pobres y viejas, que estaban tiradas en
»Mas al rey soberbio le sucedió todo lo contrario, pues un un rincón; pensó ponérselas y marchar en secreto a palacio,
día quiso ir a los baños y se dirigió allí con toda pompa y un para tomar venganza muy cruel de quienes lo habían
numeroso cortejo. Para entrar en el agua, se tuvo que desnudar escarnecido y humillado. Vestido con aquellas ropas, sin que
y dejó su manto y túnica fuera del baño; entonces, mientras se nadie lo reconociera, se dirigió al alcázar, cuya puerta estaba
bañaba el rey, Dios envió un ángel a los baños que, por voluntad vigilada por un guardián a quien el rey conocía bien y que era,
y deseo del Señor, tomó la forma del rey, se vistió con sus ropas además, uno de los que lo habían acompañado hacía un rato a
y se hizo acompañar por todos los cortesanos camino del los baños; cuando se acercó a él, le dijo en voz muy baja que le
alcázar. A la puerta de la casa de baños quedaron unas ropas
abriese la puerta y lo llevara en secreto a sus habitaciones, tenía espada y maza, mientras que él no tenía armas ni para
para que nadie lo viera con tan pobres vestiduras. atacar ni para defenderse, y creyendo que el soldado estaba
»El guardián, que estaba armado con espada y maza, le loco, por lo que podría matarlo si seguía insistiendo, decidió
preguntó quién era pues demostraba tanta osadía. El rey le irse a casa de su mayordomo y ocultarse allí hasta que curase
contestó: de sus heridas. Pensó que, una vez repuesto, tomaría venganza
»-¡Ah, traidor! ¿No te basta la burla que me habéis hecho al de quienes lo habían humillado y escarnecido.
dejarme solo y desnudo en el baño y obligarme a volver con »Al llegar a casa de su mayordomo, tuvo peor suerte que
estos andrajos? ¿Acaso no eres fulano y no sabes que soy con el guardián de palacio, por lo que también decidió alejarse
vuestro rey, vuestro señor, al que habéis -195- abandonado rápidamente.
en la casa de baños? Abre ya la puerta, antes de que venga »Se dirigió entonces, de la forma más secreta, a casa de su
alguien que me reconozca, pues, si no lo haces, da por seguro esposa, la reina, creyendo que todas aquellas desgracias le
que te torturaré antes de que te maten. habían sobrevenido porque sus vasallos no lo reconocían, cosa
»Pero le contestó el guardián: que sin duda no podría ocurrirle con la reina, su esposa. Cuando
»-¡Loco, villano! ¿Qué amenazas son esas? Sigue tu camino le hubo contado que él era el rey y que había sido golpeado por
y no digas más locuras, pues de lo contrario te daré un los guardias, la reina pensó que, si el verdadero rey, al que ella
escarmiento, porque el rey ya hace tiempo que volvió de los creía en su casa, llegara a saber que había prestado atención a
baños, y todos lo acompañamos; además, ha comido y ahora sus palabras, se enfadaría muchísimo, por lo cual mandó que
está reposando, así que no alborotes, pues podrías despertarlo. golpeasen a aquel loco y que lo echaran de su casa, por
»Cuando el rey lo oyó decir esto, pensó que era por seguir demostrar tan gran atrevimiento ante ella.
la burla y, lleno de rabia y de vergüenza, lo atacó, queriendo »El pobre rey, cuando se vio tan mal parado, no supo qué
arrancarle los cabellos. El guardia repelió el ataque, pero no lo hacer y se fue a un hospital, donde estuvo muchos días para
quiso herir con la maza, aunque le dio un gran golpe con el curar sus heridas. Cuando sentía hambre, se ponía a pedir de
mango, por lo cual el rey empezó a sangrar por muchas partes casa en casa; las gentes se burlaban y mofaban de él, diciéndole
de la cabeza. El rey, al sentirse herido y ver que el guardián que cómo, siendo el rey de aquellas tierras, era tan pobre.
Como todos se lo decían y tantas veces se lo repitieron, él llegó »Creed, señor conde, que, de cuantos hacen peregrinaciones,
a creer que estaba loco y que su locura lo había llevado a dan limosnas, o ayunan, o elevan plegarias, o hacen buenas
creerse rey. De esta manera vivió mucho tiempo pensando obras para que Dios les dé, les guarde o les acreciente la salud
todos que padecía una locura muy frecuente, que consiste en corporal, su honra o su riqueza, yo no digo que hagan mal. Sí
creer que uno es distinto de lo que parece o que vive en estado os digo, sin embargo, que, si todas estas buenas acciones sólo
de mayor dignidad. las hicieran para conseguir el perdón de sus pecados y la gracia
-196- de Dios, que se alcanzan por las buenas obras, hechas con recta
»Estando el rey en tan triste estado, Dios, que siempre intención y sin hipocresía, les iría mucho mejor, pues sin duda
quiere el arrepentimiento de los pecadores y, por ello, les busca alcanzarían el perdón y la gracia de Dios, que sólo quiere del
un camino para su salvación, del que sólo se apartan por su pecador que se arrepienta y viva en la humildad y en la
propia culpa, hizo que aquel desdichado, que tan pobre y verdadera contrición de sus culpas.
humillado se veía a causa de su soberbia, comenzara a pensar »Por ello, cuando el rey se arrepintió, fue perdonado por la
que todas sus desgracias eran castigo de sus pecados, sobre misericordia de Dios, quien, en su infinita bondad, no sólo le
todo de su orgullo, que lo había llevado a cambiar el versículo otorgó el perdón sino que también le devolvió su reino y su
del cántico de la Virgen. Cuando el rey comprendió esto, estado cumplidamente. Y ocurrió de este modo:
empezó a sentir en su corazón tanto arrepentimiento y tan »El ángel, que ocupaba su lugar y tenía la forma del rey,
gran pesar que no se podría decir con palabras; de tal modo llamó a un guardia y le dijo:
que más le pesaba haber ofendido a Nuestro Señor que la »-Me han contado que anda por ahí un loco que dice ser rey
pérdida de su reino y, aunque veía su cuerpo lacerado y de estas tierras y otras locuras parecidas ¿Qué tipo de persona
humillado, no hacía otra cosa sino llorar y pedir perdón a Dios es y qué cosas dice?
por sus pecados y gracia para su alma. Tal era su dolor que »Dio la casualidad de que el guardia era el que había
nunca se le ocurrió pedirle a Dios que le devolviera su trono o golpeado al rey el mismo día que salió desnudo del baño. Como
su dignidad, pues todo eso él lo tenía en muy poca cosa y sólo el ángel, a quien todos tenían por rey, le pidió que le contara
deseaba el perdón de sus pecados y la salvación de su alma. todo lo referido a aquel loco, el guardia le comentó cómo todas
las gentes se burlaban y mofaban de él, al oír los desatinos que todas las personas, buenas y malas, ricas y pobres, listas y
decía. El rey, después de escucharlo, le ordenó que lo fuese a necias; pero, aunque yo veo todo esto y lo comprendo, creo
buscar y lo trajera a palacio. Cuando el rey, a quien todos sinceramente que fui rey de esta tierra y que perdí el reino y
tenían por loco, -197- hubo llegado a presencia del ángel, la gracia de Dios por mis pecados, sobre todo por mi orgullo y
que estaba ocupando el lugar del rey, se fueron a un sitio soberbia.
apartado y le dijo el ángel: »Entonces le contó el rey con mucha pena y con muchas
»-Amigo, me han contado que vais por ahí diciendo que sois lágrimas lo que le había pasado, el cambio que había hecho en
rey de esta tierra y que habéis perdido el reino por no sé qué las palabras del cántico de la Virgen, y también todos sus
desgracia o desventura. Os ruego, por la fe que debéis a Dios, pecados. Cuando el ángel, a quien Dios había mandado para
que me contéis cómo es todo esto, sin encubrirme nada, pues tomar su figura y pasar por rey ante todos, comprendió que
yo os prometo que nada os sucederá. sentía más pena por los pecados que había cometido que por
»Cuando el desdichado rey, que vivía como un loco y era tan la pérdida del trono, le contestó por mandato de Dios:
desventurado, le oyó decir aquello a quien tenía por rey, no »-Amigo, os digo que en todo decís la verdad, pues habéis
supo qué responderle, pues de una parte pensó que se lo sido rey de esta tierra, pero Dios Nuestro Señor os quitó el
preguntaba por sonsacarlo y, si decía que era el rey, le reino por las mismas razones que decís, y me envió a mí, que
mandaría matar. Por ello empezó a llorar muy amargamente y soy uno de sus ángeles, para que tomara vuestra figura y
le contestó, como persona que estaba muy preocupada: estuviera en vuestro lugar. La misericordia del Señor, que es
»-Señor, no sé cómo responderos a lo que me decís, pero infinita y sólo busca que el pecador se arrepienta y viva, ha
como la vida que llevo y la muerte me dan igual y Dios sabe mostrado con este milagro las dos condiciones necesarias para
que ya no espero ni honores ni riquezas, no voy a ocultaros que el arrepentimiento sea verdadero: que exista un auténtico
nada de lo que realmente siento. Os digo, señor, que yo estoy deseo de no volver a pecar y que el arrepentimiento sea
loco y que todos me tienen por tal, tratándome como a un loco sincero. Como Dios ha visto que en vos se dan estas
desde hace mucho tiempo. Y aunque alguno podría estar condiciones, os ha perdonado y me ha mandado a mí que os
equivocado, si yo no estuviera loco, no podrían equivocarse devuelva vuestra figura y os reponga en vuestro trono. Os
ruego y os aconsejo que os -198- guardéis, sobre todo, del vasallos, por las que alcanzó la fama en este mundo y la vida
pecado de la soberbia, pues este es el que más aborrece Dios eterna en el otro, que todos deseamos conseguir por merced
nuestro Señor, ya que va contra su poder y majestad y hace de Dios.
que los hombres pierdan su alma. Estad seguro de que nunca »Vos, señor Conde Lucanor, si queréis lograr la gracia de
se ha visto nación, familia, clase ni persona que fuese esclava Dios y la buena fama en este mundo, haced buenas obras, que
de la soberbia y que no haya sido abatida o castigada. estén bien hechas, sin doblez ni hipocresía, y de todos los males
»Cuando el rey, a quien todos tomaban por un loco, oyó del mundo guardaos, sobre todo de la soberbia, y sed humilde
decir estas palabras al ángel, se postró ante él, llorando muy sin falsa piedad ni simulaciones. Tened presente la humildad,
amargamente y, creyendo todo lo que decía, lo veneró como pero guardando siempre el decoro propio de vuestro estado, de
mensajero de Dios, pidiéndole que no se fuese hasta que todos forma que seáis humilde, pero no humillado ni vejado por nadie.
estuviesen reunidos y se hiciera público este milagro que Dios Los poderosos y soberbios no podrán encontrar en vos
había obrado en él. Así lo hizo el ángel. Cuando todos estaban humildad vergonzante ni apocamiento, y los que sean humildes
juntos, habló el rey y les contó todo lo que le había pasado. ante vos siempre deberán encontraron lleno de humildad y de
Luego habló el ángel, que confirmó el relato del rey y se mostró buenas obras.
como ángel a los ojos de todos. Al conde le gustó mucho este consejo y pidió a Dios que le
»Entonces el rey hizo numerosas y frecuentes penitencias diera fuerzas para seguirlo y ponerlo en práctica.
y, entre otras cosas, mandó que en todo su reino, para Y como a don Juan le agradó mucho esta historia, la mandó
desagraviar a la Virgen, escribieran con letra de oro el versículo escribir en este libro e hizo estos versos que dicen así:
del Magníficat, cosa que todavía hoy siguen haciendo, según
he oído decir. Terminada su misión, volvió el ángel a los cielos A los justos y humildes, Dios los ensalza:
a quienes son soberbios, Él los rechaza.
y se quedó el rey con sus gentes muy alegres y muy felices. En
los años que luego vivió, el rey sirvió muy bien a Dios y a su
pueblo, realizando buenas e importantes obras para sus

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