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Uso Tradicional de La Tierra y Sus Recursos - Los Wichí Del Pilcomayo
Uso Tradicional de La Tierra y Sus Recursos - Los Wichí Del Pilcomayo
Uso Tradicional de La Tierra y Sus Recursos - Los Wichí Del Pilcomayo
USO TRADICIONAL
Por medio de esta exposición, quiero esbozar ciertos principios básicos con
respecto al uso tradicional de la tierra, basándome en información contemporánea e
histórica. Aunque mi interés principal apunta a la región comprendida por los Lotes
Fiscales Nos. 55 y 14, en el norte del Departamento de Rivadavia, Provincia de Salta,
donde viven actualmente grupos de wichi (mataco), iyo'waja (chorote), niwaklé (chulupí)
y komlek (toba), tengo en cuenta información de otras zonas chaqueñas y otros grupos
indígenas del Chaco.
Si bien los principios básicos que vamos a considerar aquí todavía no han recibido
una elaboración sistemática sobre la base de los datos etnográficos, existe un cuerpo de
conocimientos, que ya son mayormente compartidos por un grupo de antropólogos y otros
que trabajan con pueblos indígenas en el Gran Chaco. En este sentido no pretendo aportar
algo nuevo al tema, sino ofrecer una síntesis, necesariamente un tanto superficial, que nos
ayude a aproximarnos a la problemática actual de la tierra en un caso específico. Espero
demostrar que el uso tradicional de la tierra tiene una lógica propia dentro de un
determinado sistema social y debemos reconocer que esas prácticas tradicionales
constituyen un sistema económico válido en si mismo. Es importante recalcar esto desde el
principio, porque existe una tendencia generalizada de tratar las economías indígenas
simplemente como "formas de subsistencia", como si fueran una especie de "sub-
economía". Si bien las sociedades indígenas son distintas de la nuestra, esto no las priva de
haber desarrollado sus propios sistemas sociales y económicos. Aún hoy día,
transformados por la interrelación con la sociedad envolvente, estos sistemas tienen un
valor didáctico y potencial para desarrollarse. Ahora, cuando hablamos de la necesidad de
encontrar nuevos modelos de desarrollo sostenible en el Chaco, corresponde que
revaloricemos la experiencia indígena en este campo, sin caer en un falso romanticismo.
Esta ponencia fue presentada en un Seminario sobre Temática Indígena, organizado por el Centro de
Estudios Canadienses, Universidad de Rosario, en octubre de 1994.
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A modo de aclaración: por "tierra" quiero decir todos los recursos naturales
comprendidos en el medio ambiente donde un grupo vive, recursos del suelo, agua y aire.
Es evidente que esta diversidad es uno de los factores que permitió que se
mantuviera cierto equilibrio en la disponibilidad de los recursos, y aún después de la
introducción de ganado europeo. Sabemos, por ejemplo, que sobre el Río Pilcomayo,
mucho antes de la llegada de los primeros colonos a comienzos de este siglo, los niwaklé,
iyo'waja y wichi ya tenían cabras, ovejas, caballos, mulas, burros y ganado vacuno, si bien
en cantidades muy inferiores a las que después llevaron los criollos.
En tono similar, su informe registra repetidas veces que los sembrados de los
indígenas se encuentran hacia cualquier rumbo, "exuberantes y de prodigioso
rendimiento". Entre los cultivos mencionados están el maíz, zapallo, porotos, sorgo y
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tabaco, y se sorprendió sobre manera al encontrar las chacras llenas de frutos siendo el mes
de junio. En una parte, recorrieron casi dos leguas de sembrados de zapallo y maíz.
Esta variedad de riqueza se mantenía aun cuando los indígenas ya habían habitado
estas tierras durante largo tiempo. Aunque no tenemos información directa y detallada de
esta región antes del siglo 19, ya mucho antes se sabía que fue habitada por pueblos
indígenas. La primera expedición boliviana al Pilcomayo, al mando del Mayor Gabino
Acha, en el año 1844, probablemente alcanzó el Estero Patiño. Aunque es difícil creer la
estimación dada por el informe de la expedición de haberse encontrado con más de 80,000
indios de doce diferentes naciones, evidentemente la región, tomando en cuenta las dos
bandas del río, fue bien poblada7. En su informe sobre la expedición boliviana de 1883,
que descendió todo el curso del río hasta Asunción, el Doctor Daniel Campos propone una
cifra global de 40.000 indígenas para toda la región del Chaco que ellos recorrieron, y en el
área a la que nos estamos refiriendo tuvo frecuentes contactos con tobas, chorotes y
guisnaes (matacos).
Recién con la expedición de Astrada en los años 1902 y 1903, y las dos estadías del
etnólogo sueco, Erland Nordenskiold (1902-3 y 1908-9), tenemos información más precisa
sobre la población indígena de la zona. De estos informes se hace evidente que había una
población indígena considerable en la zona, y es probable que, en el área comprendida por
los actuales lotes fiscales 55 y 14, no fue mucho menor que la actual9. Inclusive sabemos
que, al menos en ciertos épocas, se reunieron sobre la costa del río en aldeas de hasta 1000
personas, mientras no fueron infrecuentes las aldeas de entre 200 y 400 almas.
Cuando en el año 1991 las comunidades del Lote Fiscal 55 (27 en total) prepararon
un mapa de sus áreas de ocupación tradicional, esta comunidad nombró en wichi unos 116
lugares de recorrido, lo que seguramente representa sólo una parte del total de los lugares
con nombres en su área. Las 27 comunidades que participaron en la elaboración del mapa
indicaron más de 1000 sitios con nombres en sus respectivos idiomas y basándose en esta
información fue posible marcar las áreas de recorrido de cada comunidad. Tratándose de
las comunidades wichi, el área más reducida fue aproximadamente130 km2 (de una
comunidad de 86 personas) y la más extensa alcanzó más de 700 km2 (de una comunidad
de 470 personas)13. Como era de esperar, las comunidades sobre la costa consistentemente
muestran una relación menor de superficie de tierras a cantidad de población que aquella
que muestran las comunidades del interior (esto por el recurso mayor de la pesca en el río).
Así que todas, menos una, en la costa demuestran una relación de menos de 1 km2 por
persona, mientras que en el interior la relación es siempre superior al 1 km2, superando los
5 km2 en el caso de cuatro comunidades. El área total del mapa indígena cubre
aproximadamente 5000 km2 y abarca una población de 4600 indígenas, que nos da una
relación de 0.92 personas por km2. (Esta relación es mayor que el promedio para el Chaco
Arido en la actualidad. Karlin et al. para esa región dan un promedio de 0.5 a 0.7
habitantes rurales por km2. En una zona mucho más favorable del Chaco Central
Paraguayo, donde actualmente están asentadas tres pujantes colonias mennonitas, un
técnico del Banco Mundial, H. Daly, ha propuesto una capacidad de carga poblacional de
1.58 personas por km2. Estas cifras nos hace sospechar que la relación tierras/habitantes en
el contexto del uso tradicional de la tierra por las poblaciones indígenas de la zona ha sido
bastante "racional".
Desde luego, estos datos contemporáneos ignoran el hecho de que en la misma zona
viven aproximadamente 1,800 criollos, las implicancias de lo cual tendremos que
considerar más adelante. Sin embargo, hay razón para creer que los recorridos indicados
corresponden a los tradicionales y por tanto nos dan una impresión de las áreas necesarias
para mantener cierta diversidad biológica y productiva. Habiendo dicho esto tenemos que
introducir dos calificativos muy importantes que surgen de, la percepción por parte de los
indígenas de su espacio vital y sus conceptos de territorio y propiedad.
Aquí se hace necesario decir algo más sobre la composición de los grupos sociales
y la relación que mantienen con su "área" de ocupación.
Es generalmente reconocido que el grupo nuclear entre los pueblos del Chaco
argentino es la familia extensa, con una tendencia de componerse alrededor de los padres,
con sus hijos varones no casados y sus hijas casadas con sus hijos19. Alrededor de este
núcleo se van reuniendo otras familias emparentadas, por ej. hijos casados, hermanas o
hermanos de los padres, etc. Este grupo, que algunos autores han llamado el clan, es mejor
descripto simplemente como el grupo residencial o grupo local.
Ahora, si bien cada persona se identifica, por sus padres y antepasados, con un
lugar o conjunto de lugares, sería incorrecto caracterizar esa identificación como un
derecho propietario. Cuando quieren expresar esa relación suelen calificarla en términos de
pertenencia: no que el lugar pertenece a la gente, sino al revés, que ellos pertenecen al
lugar. La recolección de frutas silvestres de determinado lugar, o el camino del cazador,
son más bien asuntos de costumbre, en el sentido común de la palabra. Las hijas aprenden
a recoger algarroba o chañar con sus madres de ciertos bosques, y los hijos aprenden
ciertos caminos para cazar de sus padres. El uso de la tierra para actividades agrícolas es
igualmente una cuestión de costumbre. Limpiar y sembrar determinado lugar no confiere
un derecho permanente sobre el mismo, sino simplemente el usufructo mientras lo ocupe.
La costumbre, entonces, no se traduce en un derecho permanente y exclusivo, ni sobre
áreas ni sobre lugares específicos.
A los wichi, como a otros grupos indígenas del Chaco, les parece ridículo afirmar
un derecho propietario sobre algo que ellos mismos no han hecho. ¿Cómo puede un
hombre decirse dueño de un árbol que él no ha plantado ni regado? ¿Cómo puede
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considerarse dueño de una aguada si no fue él quien hizo caer la lluvia? ¿Y cómo puede un
hombre negar a otro cazar una iguana si esta no tiene la marca de nadie? Mucho menos,
entonces, puede el hombre pensarse dueño de la tierra, cuando él no la hizo.
recolección de frutas +
caza +
pesca +
recolección de miel +
manufacturas de madera +
hilado (chaguar y lana) +
manufact. de bolsas (chaguar) +
manufact. de tejidos (lana) +
manufact. de redes (chaguar) +
horticultura: prepar. de campos +
horticult.: siembra + +
horticult.: limpieza + +
horticult.: cosecha + +
cocina (+) +
cuidado de ganado (+) +
construcción de casas + +
cerámica +
recolección y transporte. de leña (+) +
transporte de agua (+) +
cuidado de los chicos (+) +
Cabe recordar aquí que los motivos para las concentraciones de población en el
pasado, no fueron para lograr una mayor producción, sino para posibilitar un mayor
consumo o redistribución en los momentos de abundancia de determinados recursos. La
abundancia se volvió motivo para el encuentro social, el baile y el deporte. Del mismo
modo las expediciones para recolectar frutas y para la pesca revisten un carácter "social"
cuando participan grupos grandes, aunque, repetimos, esto no necesariamente significa
relaciones económicas de cooperación.
No podemos terminar esta primera parte sobre uso tradicional, sin por lo menos
mencionar la existencia de otras actividades económicas tradicionales. Me refiero, en
primer lugar, a la GUERRA, cuando esta tenía por motivo la adquisición de botín
(principalmente mujeres y animales). En un sentido la guerra funcionaba entre diferentes
pueblos como la redistribución funciona entre los grupos locales. Aquí es interesante notar
que uno de las causas de conflicto entre diferentes pueblos, o etnias, surgió de la pesca,
cuando se construía una suerte de valla para atrapar los peces y así se impidió que suban
libremente. Esta actividad, necesariamente comunitaria, implícitamente creaba un derecho
exclusivo, que contradecía los principios señalados arriba y así provocaba reacción y
conflicto.
contacto con la sociedad argentina y boliviana. Sabemos que los wichi desde hace mucho
tiempo practicaban el trueque con los chiriguanos (guaraní), intercambiando pescado seco
por maíz. El cacique principal en la zona en el momento de la expedición boliviana de
1883, Sirome, mantenía buenas relaciones con los bolivianos de Yacuiba, quienes vendían
maíz y otros artículos a los wichi. Ya para comienzos de este siglo, sabemos que los
indígenas del Pilcomayo estaban yendo a los grandes ingenios de Ledesma y La Esperanza,
llevando de vuelta a su casa sus nuevas adquisiciones - ropas, hachas, machetes, fusiles y
alimentos del almacen. Ya conocían el trabajo para el patrón, conocían el dinero y las
cosas que por medio de ello se podían adquirir. En 1902, entonces, cuando llegaron los
primeros colonos al Pilcomayo, ya no fue una región aislada y las actividades económicas
de los indígenas abarcaban más que solamente el uso directo de la tierra y sus recursos.
LOS CAMBIOS
El cuadro que hemos presentado sobre el uso tradicional de la tierra y sus recursos
es un "collage" de información del pasado y del presente. Hemos usado información de la
actualidad para aclarar una situación histórica, pero al mismo tiempo la información del
pasado nos ha ayudado a comprender mejor la situación actual.
Aunque sería ridículo negar los profundos cambios que se han producido durante
los últimos 100 años, nos equivocamos si no reconocemos las continuidades. Toda la
información toponímica, las áreas de recorrido de las comunidades contemporáneas, la
ausencia de derechos exclusivos a determinadas áreas, la práctica actual de la
redistribución, las actividades tradicionales de la recolección de frutas, la caza, la pesca, las
artesanías, los cultivos tradicionales, y la división de labores entre los sexos demuestran la
realidad de esta continuidad. Pero sobre estos usos tradicionales existen presiones que no
solamente limitan su práctica, sino también que los desvirtúan y entran en conflicto con sus
bases, las que hemos encontrado en lo que se podría llamar la "vocación igualitaria" de las
sociedades indígenas del Chaco.
los animales silvestres que antes fueron sostenidos por ellos. La erosión de los suelos ha
conducido a un proceso de sedimentación de las aguadas, reduciendo la disponibilidad de
agua superficial, la que se disminuye más, desde luego, por el consumo de los ganados. A
este proceso hay que agregar el fenómeno de compactación de los suelos a causa de la
carga excesiva de animales.
Cada año las vacas y los chanchos penetran los cercos de los indígenas y destruyen
sus cultivos. La costumbre tradicional de sembrar en diferentes ambientes, en los campos y
en los bañados del río se ha vuelto imposible por los ganados, reduciendo la siembra a los
montes donde hay material para hacer los cercos. Los wichi dicen que los animales
arruinan y destruyen la tierra ("känchi honhat" y "wasi honhat") por su orina y sus
enfermedades. Consideran que la presencia de los animales ha hecho infertil la tierra y
algunos han comentado que los arbolitos que brotan de semillas en la bosta de las vacas,
después de brotar rápido, no tienen la misma fuerza que tienen las semillas que no han
pasado por el estómago de la vaca.
A lo largo de este siglo, los indígenas han visto su acceso a la tierra y sus recursos
progresivamente restringido. Han experimentado esta presión no solamente económica,
sino también socialmente, conduciendo muchas veces a un retiro de sus tradicionales
asentamientos, especialmente sobre las cañadas y ciénagas. Paralelamente, la presencia de
misioneros protestantes en el área desde el año 1938, ha propiciado la concentración de la
población indígena en misiones. Aunque los indígenas veían a estas misiones como
refugios, donde mejor ampararse, inevitablemente han favorecido la ocupación criolla de la
zona y la pérdida de control sobre ciertas áreas por parte de los indígenas. La formación de
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aldeas permanentes obviamente ha creado nuevas presiones sobre los recursos naturales
locales, impidiendo el proceso de recuperación natural que antes ocurría.
El trabajo en los ingenios, hasta los comienzos de la década de los ‘60, los obrajes,
la cosecha de poroto y las "changas" - o sea, la venta de su mano de obra - ha sido también
otra vía de acceso a los bienes del mercado. En determinados casos, estos trabajos los han
llevado a los indígenas a situaciones contradictorias como, por ejemplo, en el caso de
realizar para un criollo el trabajo de cercar un algarrobal, que siempre fue fuente de
subsistencia para el mismo indígena.
asentamientos más permanentes. Estos nuevos patrones de residencia, luego, han tenido
sus implicancias para la organización intergrupal, en cierta medida debilitando la
autonomía del grupo local. Esta presión de subordinar al grupo local a una organización
más extensiva es una constante de las relaciones de los indígenas con la sociedad no-
indígena.
En resumen, podemos afirmar que durante el último siglo han habido profundos
cambios en la economía y relaciones sociales de los indígenas del Pilcomayo, que
inevitablemente han afectado el uso tradicional de la tierra. Algunos de estos cambios han
sido impuestos desde afuera y son netamente de carácter físico, mientras otros son más
bien sociales y han influenciado la sociedad indígena desde adentro, casi, se podría decir
en algunos casos, con la complicidad de los mismos indígenas. Como observación general,
se puede decir que en la medida en que las comunidades indígenas se vuelven dependientes
de un mercado externo para su subsistencia, se registra un deterioro en sus relaciones con
el medio ambiente.
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REFLEXIONES FINALES
Como hemos dicho más arriba, los indígenas del Chaco se han caracterizado por su
"vocación igualitaria", pero se encuentran enfrentados con una sociedad donde la
competencia y el poder son determinantes. Paradójicamente, la única manera en que
pueden defenderse, parece ser la adopción de métodos y herramientas que la otra sociedad
reconoce, y esto significa el uso de poder, que en sí mismo involucra a la sociedad
indígena en un proceso de transformación.
La alternativa, que es nuestro deber impulsar, es que Argentina cumple lo que ahora
se propone en el Art. 75, inc. 17 de la nueva Constitución Nacional: el reconocimiento de
la preexistencia étnica y cultural de los pueblos indígenas, garantizando el respeto a su
identidad. Más arriba hemos señalado algunos aspectos fundamentales de la identidad
cultural de los pueblos indígenas de la zona de los lotes fiscales 55 y 14: la igualdad de
oportunidad, la flexibilidad en la organización social, la autonomía relativa de la pareja y el
grupo local en la toma de decisiones, la práctica de la redistribución, la ausencia de un
concepto de propiedad exclusiva en relación a la tierra y sus recursos, la diversidad en el
uso de la tierra y la ocupación de diversos ambientes. Si la nueva Constitución es más que
simbólica, en su declaración de crear una nueva base de relaciones entre el Estado y los
pueblos indígenas, ahora es responsabilidad de las autoridades nacionales y provinciales
crear los instrumentos y las condiciones para que, en un caso específico, estos aspectos
fundamentales de la identidad indígena puedan continuar y desarrollarse.
Notas:
Holanda
Carrasco, M. (1993) "Indegenismo y Democracia: clientes, políticos, punteros,
caciques, gente" en prensa en Cuadernos, INAPL, Buenos Aires
34 Los siguientes artículos del Convenio 169 se refieren a los derechos indígenas en
relación a la posesión de la tierra y a cierto grado de autodeterminación:
Arts. nos. 4, 6, 7, 8, 13, 14, 15.
El texto del Art. 75, inc. 17 de la Constitución Nacional lee:
"Reconocer la preexistencia étnica y cultural de los pueblos indígenas argentinos.
Garantizar el respeto a su identidad y el derecho a una educación bilingüe e
intercultural; reconocer la personería jurídica de sus comunidades, y la posesión
y propiedad comunitarias de las tierras que tradicionalmente ocupan; y regular
la entrega de otras aptas y suficientes para el desarrollo humano; ninguna de
ellas será enajenable, transmisible ni susceptibles de gravámenes o embargos.
Asegurar su participación en la gestión referida a sus recursos naturales y a
los demás intereses que los afecten. Las provincias pueden ejercer
concurrentemente estas atribuciones."