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EN LA TRANSICIÓN A LA EDAD ADULTA.

LOS ADULTOS EMERGENTES


Uriarte Arciniega. RESUMEN
RESUMEN
La psicología del desarrollo necesita actualizar constantemente sus planteamientos conforme a los cambios
culturales que se suceden y de la mejor comprensión global del propio desarrollo humano.
La edad adulta es una de las etapas más amplias del ciclo vital y una interesante área de estudio que
demanda una mayor dedicación por parte de los investigadores.

El inicio de la edad adulta viene determinado no tanto por la edad cronológica sino por los acontecimientos
sociales y los retos a los que se enfrentan los jóvenes en la década de los 20 años: finalización de los
estudios, primer empleo, vida en pareja, matrimonio, paternidad, tareas de desarrollo que implican por parte
del individuo alto grado de independencia y responsabilidad.

Pero en las sociedades avanzadas el reloj social parece que se está retrasando: ciertas tareas, normas y
expectativas consideradas adecuadas para una determinada edad se realizan de manera más imprecisa, a
distintos ritmos según los grupos sociales implicados: mayor formación, nuevas formas de convivencia,
retraso en la maternidad, etc.

Entre los 20 y los 30 años muchos jóvenes adquieren el estatus de edad adulto al mismo tiempo que persiste
la dependencia personal, familiar, económica. En la adultez emergente, entre los 18 y los 25 años grupos de
jóvenes coetáneos se siente de manera diferente respecto al estatus de edad. Es esta una etapa de alta
satisfacción y conformidad consigo mismo. Así, en la transición a la edad adulta temprana las variables de
carácter relacionadas con la madurez psicológica tienen tanta importancia como los acontecimientos
sociales normativos.
Los jóvenes de esta etapa están interesados en prolongar los beneficios de ser mayores sin asumir las
responsabilidades propias de la edad adulta.

INTRODUCCIÓN
La psicología del desarrollo está interesada en profundizar sus conocimientos sobre todas las etapas del
ciclo vital, desde el nacimiento hasta el final de la vida.
 La edad adulta, que es la etapa del desarrollo que más años comprende, es un período por descubrir
en profundidad y necesitado de estudios actualizados a los cambios sociales y culturales que le condicionan.

Existe un amplio consenso entre los investigadores en la delimitación de etapas del desarrollo como la
niñez, la adolescencia y la senectud; en donde los determinantes biológicos de la conducta tienen un papel
destacado, y existen numerosas características psicológicas claramente identificables en los individuos. En
cambio, en la edad adulta es más lo que ignoramos que lo que conocemos, tal vez a causa debido a la
complejidad y a la máxima diferenciación interindividual e intraindividual de los individuos.

Después de la adolescencia las personas alcanzan los niveles de maduración biológica más altos y los
procesos psicológicos ya no dependen tanto de ella como de la historia particular del sujeto y la asimilación
de sus experiencias.

Los cambios psicológicos específicos que se producen en la edad adulta son debidos sobre todo a las
nuevas tareas del desarrollo a las que los sujetos se ven necesitados de afrontar, siendo una etapa muy
condicionada por factores sociales, muy diferentes de una sociedad a otra, y variables y cambiantes dentro
de una misma sociedad. La complejidad, la novedad y la variabilidad de los factores sociales son en gran
medida responsables de que tanto las características individuales como el curso del desarrollo vital sean
distintos en unos adultos y en otro. Estas, suponen un interés renovado por parte de los investigadores para
profundizar y actualizar sus conocimientos.

Los inicios de la edad adulta consiste en una década de trayectorias personales diferentes, en donde
algunos prolongan el estado de dependencia y se benefician de la protección familiar y otros asumen con
normalidad las tareas del desarrollo para las cuales han estado formándose durante su vida anterior, tales
como la Independencia personal, familiar, económica, productores de vidas y de bienes, en definitiva tareas
y retos sociales propios de los adultos. Una etapa que se ha denominado de varias maneras: Juventud,
adolescencia prolongada, adultez emergente, adultez temprana, lo cual ya en sí mismo refleja la dificultad
de encasillar conceptualmente toda la riqueza y variabilidad psicológica de estas personas.

LA TRANSICIÓN A LA EDAD ADULTA: LA ADULTEZ EMERGENTE.

Durante mucho tiempo la adolescencia se ha considerado como una etapa temporalmente imprecisa y de
transición entre la niñez y la edad adulta; una etapa condicionada por el contexto social e histórico. Las
sociedades desarrolladas han prolongado la inmadurez de los adolescentes y les han mantenido más tiempo
como sujetos dependientes, necesitados de formación.

Desde entonces han ocurrido muchos cambios sociales que han afectado a la transición a la vida adulta,
cambios en las tareas y en los roles.

Actualmente, se transita un fenómeno denominado de los adolescentes retrasados, jóvenes mayores de 25


años que permanecen en sus hogares con sus padres a pesar de tener empleo o pareja estable.
Parece que la sociedad adulta no facilita el paso de la adolescencia a la vida adulta y le retrasa el
acceso a las responsabilidades que le pueden ayudar a su nuevo estatus social (Dolto, 1990).

Los investigadores del desarrollo humano afirman que la transición a la vida adulta no depende tanto de
factores biológicos y acontecimientos sociales.

Señalan que son cinco los acontecimientos sociales que marcan el inicio de la vida adulta: La finalización
de la formación académica y profesional; el trabajo y la independencia económica; el vivir independiente
respecto de los padres; el matrimonio; y tener el primer hijo. Anteriormente, otros autores han destacado
fenómenos sociales semejantes y las implicaciones en los cambios de roles sociales, con las consiguientes
modificaciones en los procesos psicológicos subyacentes: Identidad, autoconcepto, responsabilidad,
estabilidad emocional, etc.
Actualmente, en nuestro país, dichos acontecimientos ocurren con retraso de varios años respecto a
generaciones anteriores. Parece que se teme que los jóvenes de 20 / 30 años no estén tan preparados
para afrontar los retos sociales de la adulta como en su día estuvieron sus padres.

La adultez está caracterizada sobre todo por factores sociales; considerando maduro/adulto al sujeto que es
capaz de vivir independientemente, sin la necesidad de ser tutelado emocional, social, afectiva y
económicamente, aunque la independencia es más una posibilidad que una realidad total.

Algunos autores se posicionan claramente a favor de la idea de que es posible ser adulto sin ser
independiente En realidad se trata de una dependencia económica y material, pero al mismo tiempo con una
independencia mental y emocional, con una madurez suficiente para auto determinarse en los asuntos que le
son propios. Tienen una forma de pensar y una filosofía de vida propia, son autónomos para pensar, actuar
y valorar los acontecimientos con criterios propios.

 El matrimonio y la orientación hacia la paternidad-maternidad son los acontecimientos que más


influyen a la hora de proyectar una vida independiente de los padres. Pero estos acontecimientos cada vez
se retrasan más, la convivencia en pareja no está necesariamente asociada a la procreación y el primer hijo
no llega, por término medio, hasta pasados los 28 – 30 años de edad.
 Indirectamente la edad cronológica y la edad social son aspectos a tener en cuenta en la
delimitación de los inicios de la edad adulta temprana. La identidad personal de los jóvenes y la
comunicación con los demás tiene relación con la edad y con el estatus social de la edad.
Cómo nos percibimos a nosotros mismos y cómo creemos que nos perciben los demás, incide en la
dinámica interpersonal, en las atribuciones y expectativas sociales y en el bienestar subjetivo. La edad
adulta está marcada más por un estatus que por una edad cronológica concreta.
No se trata solamente de una cuestión sociológica sino que el estatus de edad afecta al yo, al auto concepto,
a la percepción social y a las interacciones sociales.
La década de los 20 años de edad puede ser bien calificada como un amplio período de transición desde la
adolescencia hasta la edad adulta. Las transiciones son cambios en los que reestructuramos nuestras vidas o
reorganizamos nuestras metas.

Los cambios en los roles sociales, en las actitudes, valores y comportamientos, las experiencias
emocionales intensas, el sentido del propio yo, la responsabilidad en los diversos contextos, el sentido de
autodirección de la propia vida, etc, son variables importantes de la personalidad adulta.

Actualmente, La transición a la edad adulta es diferente, según el medio social y cultural de los jóvenes,
su historia personal e incluso su sexo.

Posiblemente la asunción de los roles de padre y madre son los más determinantes en los cambios de la
personalidad del adulto. Particularmente en la década de los veinte años de edad los jóvenes deben realizar
ajustes constantes, ajustes del yo y ajustes sociales, como suele ser habitual en las transiciones evolutivas.

En la transición a la vida adulta hay algunos aspectos que se han revelado como importantes a la hora de
acelerar o retrasar el momento y el orden de ocurrencia de los demás acontecimientos sociales relevantes, y
que denotan diferencias interculturales y sociales

 La clase social de pertenencia condiciona hoy en día las expectativas y aspiraciones formativas y,
cuanta más alta es la clase social mayores probabilidades existen de que se retrase la transición de la
adolescencia a la vida adulta.
 Por otro lado, las facilidades de acceso a la vivienda para los jóvenes, diferencian unas sociedades
de otras y permiten realizar diversas experiencias de vida independiente.

Actualmente en las sociedades desarrolladas los padres valoran la cualificación profesional de los hijos y de
las hijas y les animan para que tengan un alto grado de autonomía económica antes de decidirse a vivir
juntos como pareja estable. Con respecto a las mujeres de nuestro país, los padres desean que sus hijas
tengan un nivel profesional lo más alto posible y un buen empleo antes que decidan casarse, pues en caso
contrario, es difícil compatibilizar la vida de pareja estable, el empleo y la formación continua en la
perspectiva de tener hijos. Esto supone prolongar la dependencia de las hijas respecto de los padres, el
matrimonio se retrasa y el nº de hijos se reduce.

Arnett (2000) define como adultez emergente a la etapa de transición entre la adolescencia y la edad
adulta temprana en las sociedades industrializadas avanzadas, cuyos límites cronológicos estarían
entre los 18 y los 25 años de edad, aunque puede extenderse hasta los 30 años.
Son los jóvenes que han dejado la dependencia de la niñez y la adolescencia, pero aún no han asumido las
responsabilidades propias de la adultez.
Como dice Gould (en G. Craig, 1988), en esta etapa los jóvenes van cambiando su concepción del mundo y
de sí mismos, deben abandonar la “identidad adolescente”, rechazan el control de los padres y deciden ir
creando una nueva identidad que no sea como la de sus adultos-padres. Se trataría de una identidad propia
de “joven para siempre”, con las ventajas de ser adulto con libertad y autonomía para decidir por sí mismo
sobre “sus asuntos”, pero sin las obligaciones, compromisos y responsabilidades adultas.

LA MADUREZ EN LA EDAD ADULTEZ EMERGENTE

Inicialmente el concepto de sujeto “adulto” hace referencia a la dimensión biológica, donde adulto y
maduro biológico son conceptos equiparables.
Principalmente la madurez biológica haría referencia a la plenitud de las capacidades físicas y a la
capacidad de procrear. En cambio desde un punto de vista psicológico la madurez implica la plenitud de las
funciones intelectuales y afectivas, que a su vez están encaminadas a la procreación.

La madurez biológica no coincide con madurez psicológica en las sociedades avanzadas.

En la infancia y la adolescencia los sujetos normales son en parte maduros y en parte inmaduros. La
madurez psicológica representa en cada momento la capacidad aprender, adaptarse al medio y de resolver
con éxito las tareas del desarrollo.

Tanto durante la adultez emergente y como en la adultez temprana se produce una evidente desfase entre la
madurez biológica y la dependencia familiar, entre la capacidad subjetiva y los deseos de independencia y
la demora en la asunción de responsabilidades.
La autonomía personal está limitada en tanto en cuanto no tiene recursos ni medios para vivir de forma
independiente de sus padres.

Torres y Zacarés (2004) destacan con razón que en la adultez emergente la madurez psicológica no se basa
en criterios psicosociales más o menos normativos sino en otros criterios marcadores de inicio de la adultez,
los cuales son: Finalización de la madurez biológica; mayoría de edad legal y derecho al voto;
comportamientos de cierta independencia como la obtención del carnet de conducir, poseer un coche
propio, viajar o pasar vacaciones con amigos aparte de la familia; criterios psicológicos o cualidades de
carácter que son subjetivos e individuales pero que contribuyen al “sentirse adulto” en ausencia de otros
factores y roles sociales asociados directamente con la adultez .

Según K. Schaie y S. Willis “la madurez psicológica de la adultez es función de la habilidad del individuo
para equilibrar dos necesidades opuestas”: La independencia y la intimidad (Schaie y Willis, 2003, pág. 41).
La independencia está asociada a los nuevos roles que caracterizan la adultez temprana: separarse de los
padres, obtención de empleo, la vivienda propia, el matrimonio, la paternidad, lo cual conlleva la
adquisición de altas tasas de responsabilidad y compromisos personales y sociales. En este caso de la
intimidad también aparece una cierta paradoja entre el deseo de relaciones afectivas íntimas y el miedo a
perder la tan buscada independencia a causa de una relación con compromisos. Transitoriamente el joven
resuelve esta contradicción independizándose subjetivamente de sus padres, evitando el compromiso
expreso con su pareja y compaginando su relación de pareja con las relaciones de amistad más amplia, aún
muy importante para él.

Estas experiencias de vivir parcialmente alejados de sus padres son muy importantes en el proceso de
maduración personal, pero no se puede decir que este colectivo, numéricamente poco significativo hoy en
día, se haya independizado. Son sus padres quienes continuar sufragando sus gastos y la tendencia más
habitual es volver a la casa familiar una vez concluida su formación.
Algo parecido ocurre con los jóvenes menores de 25 años que trabajan en otra ciudad distinta de la del
hogar familiar. Al finalizar el contrato, en períodos de vacaciones, sabe que tiene la misma habitación
personal en la casa de sus padres. La emancipación de la familia se produce la mayoría de las veces con
motivo del matrimonio, y este se produce en edades posteriores, alrededor de los 28 – 30 años de edad.
Incluso en esos casos de matrimonios menores de treinta años, si ocurren dificultades de convivencia y se
llega al divorcio, los hijos separados vuelven al hogar familiar, en mayor medida cuanto más jóvenes son y
si la convivencia era de hecho o no formalizada en contrato civil o religioso.

Este retraso de la edad de emancipación respecto a lo que ocurría en los años 70 y 80 en nuestro país
obedece a varias razones: el aumento en la formación y cualificación profesional, las dificultades que tienen
los jóvenes para acceder al mercado laboral y encontrar un empleo estable y de calidad, así como la carestía
de la vida y en particular de la vivienda.
Existe relación entre la independencia familiar y económica. Ambas se condicionan, en un contexto de
carestía de la vida y con altas tasas de consumo de bienes materiales y de ocio. Sin embargo, la capacidad
de obtener ingresos económicos en niveles medios no conlleva a la emancipación si no está acompañado de
un proyecto de vida en común con su pareja.
La dependencia respecto de los padres no es una consecuencia necesaria de la dependencia económica. Es
también una dependencia personal, que se prolongará durante muchos años aún.

En definitiva a los hijos les cuesta dejar la casa y a los padres echarles de casa, aun disponiendo de trabajo o
recursos económicos para poder hacerlo.

En la adultez emergente los jóvenes no se parecen a los adultos. Sienten que aún perduran ciertas actitudes
e intereses vitales que proceden de su etapa adolescente. En el terreno de la personalidad perdura un
sentimiento íntimo de falta de definición, falta de identidad constituida, que ellos lo asocian con sus estados
de inquietud, inseguridad e indecisión.

Las relaciones con los amigos tienen una gran importancia.


CONCLUSIÓN
En la transición a la edad adulta desde la adolescencia se superponen varias trayectorias evolutivas. Cuando
se tienen menos de 25 años muchos de ellos pasan por una etapa denominada de adultez emergente, donde
unos pueden sentirse adultos, otros se sienten adolescentes y unos terceros ni una cosa ni la otra.
Las razones de estas diferencias hay que buscarlas sobre todo en variables de carácter o aspectos subjetivos
más que en acontecimientos sociales.

Tradicionalmente la adultez ha estado más relacionada con las transiciones normativas, pero se puede ser
adulto desde una posición de dependencia económica y familiar. Para ello es necesario introducirse en los
pensamientos y actitudes del joven y en la forma de situarse en el mundo, para comprender mejor el grado
de madurez que posee. Es por la vía de la madurez psicológica por donde muchos jóvenes llegan a la
adultez temprana.

El adulto emergente se caracteriza por pensar en presente y busca que el presente se prolongue todo lo
posible. Sólo le falta tener más recursos para ser más independiente de sus padres y disfrutar de la vida.
Mientras tanto el adulto temprano piensa ya en su futuro y le preocupa el futuro.

Actualmente muchos padres favorecen el estado de dependencia de sus hijos mayores y retrasan su
emancipación. La madurez psicológica del joven ya adulto se pondrá de manifiesto cuando sea capaz de
salir del hogar familiar sin que ello le angustia, o carezca de sentimientos de culpa por dejarlos para crear
una vida independiente y una nueva familia.

Bibliografía

Uriarte Arciénaga, J. (2005). “En la transición a la edad adulta. Los adultos emergentes”. International
Journal of Development and Educational Psychology. Vol. 3. Num. 1. pp. 145-160. Badajoz, España.
El Capítulo 1 Una nueva perspectiva de vida. Resumen Iacub.

La longevidad consiste en un cambio inédito y silencioso en el desarrollo humano.


Nuestra sociedad se ha vuelto longeva. La conquista del conocimiento hizo posible que se cumplieran
algunos de los sueños del hombre.

❖ Según las Naciones Unidas, una sociedad está envejecida cuando la población mayor de 65 años
representa más del 7% del total.
La idea de sociedad envejecida ha promovido temores, ya sea porque se la interpretó como un signo de
debilidad para la guerra o por el riesgo de que las personas económicamente pasivas superen en número a
las activas.

Muchas veces, las preocupaciones sobre el envejecimiento actual se tiñen de cierto tinte apocalíptico.
Además, se vio influenciado por la revolución de fines del Siglo XX, la transformación de los valores y los
roles que comenzó a promover una nueva actitud frente a la vida.

Esta etapa brinda a su vez la posibilidad de vivirla de una manera original. La longevidad
ha hecho que el espacio vital reservado a los mayores asuma dimensiones de una segunda
etapa en la vida.
Esto conlleva a que los adultos mayores deban repensar y redefinir nuevos objetivos en su
vida, nuevas vocaciones u oportunidades.

A través de la historia cada cultura ha considerado las edades de la vida de manera diferente, y les ha
otorgado más o menos funciones o espacios simbólicos según su propia cosmovisión. Dichos roles y
funciones son valorados socialmente de formas diversas. Eso lleva a que los modos de vivenciar las edades
varían.
Sabemos que el envejecimiento a lo largo de la historia y en las diversas culturas ocupó distintos lugares,
algunas veces ligados al saber y el poder.

LA CONSTRUCCIÓN DEL ENVEJECIMIENTO ISRAEL Y GRECIA.

El hombre es artífice de su naturaleza y las definiciones acerca de lo que significa ser mayor, adulto o
niño no son más que un relato compartido por la sociedad, que tiene efectos en las vivencias
cotidianas de cada sujeto. Sin embargo, es cierto que existen variables biopsicológicos que determinan a
los individuos, pero tengamos en cuenta que estas serán defendidas e interpretadas de modo diverso por
cada cultura.
Esta ordenación si bien es relativa con respecto a una situación histórica social particular, asume para el
individuo la experiencia de una manera natural de contemplar el mundo.
Por ello la disparidad de los relatos que siguen nos ayudará a pensar nuestra realidad como una
construcción desde dos fuentes narrativas que forjaron nuestro modo de pensar el envejecimiento humano
en occidente.
LOS HEBREOS.

Según la historiadora estadounidense Sheldon Isenberg los versículos que inician la Biblia consideran que
la vida Per Se” es buena. Una larga vida es considerada una bendición divina, siendo el envejecer
metamorfizado como la posibilidad de maduración de los racimos, como el tiempo de crecimiento y
como una época para compartir la sabiduría de la experiencia. Se idealiza este proceso y se ignoran los
sufrimientos relativos a cierto tipo de envejecimiento.
En la Biblia y para el judaísmo clásico, la vejez feliz es la recompensa por haber cumplido con los
valores culturales.
La tradición judía da prioridad a lo mental y lo espiritual; de este modo, el envejecimiento posibilita la
acumulación y la sabiduría de la experiencia, que le otorga al anciano la posibilidad de saber más acerca de
la biblia y, por ello, también le da una autoridad política especial.
Las consideraciones negativas ubican la vejez en relación con la muerte y con el desprestigio social. Así,
metáforas atribuidas a la vez aluden a la pérdida de autonomía, de respeto, de integración social y familiar o
de la íntima capacidad de disfrute de la vida.

LOS ORÍGENES BÍBLICOS.

Existe una correlación entre el número de años vividos, y la calidad de vida. Un dato curioso poco
observado, es que el pueblo judío desciende de ancianos. Y ese dato es que a pesar de tener 100 años, le
otorga suspenso a la trama de la infertilidad. Esta historia supone un fuerte choque con el orden de la
naturaleza, a través de este dato inaugural.

LA NOMINACIÓN

La misma nominación de anciano supone una serie de cuestiones, que ordenan la noción de vejez para este
pueblo. Por un lado, la enciclopedia judía castellana indica que el término “anciano” es la expresión poética
para designar a Dios y de otra manera es la expresión para indicar que es anterior a todo y así también que
está investido de sabiduría y de benignidad.
Las expresiones que ligan anciano-dios- sabiduría- benignidad- lo anterior a todo, serán paradigmáticas de
una posición que condujo a este pueblo otorgarle al anciano un lugar particular de prestigio dentro de un
universo simbólico. El resultado concreto es haberle conferido a este grupo etario los principales
estamentos de poder.
El viejo remite, en los hebreos, a aquello que los liga como pueblo, unión que se sitúa en el saber. Sin
embargo, los fundamentos de este saber, no remite a un tipo de conocimiento aprehensible, ni tampoco se lo
considera un saber estrictamente experimental; podría situarlo como un “saber sobre los orígenes “un saber
sobre la existencia de un modo propio a su organización cultural.
Las influencias griegas en la cultura judía fueron modificando el lugar del anciano. Esto, a su vez, implicó
que el cuerpo de los mayores fuera visto como lo próximo a la muerte o al desamparo, a que se dudara del
conocimiento de los mayores y se insistiera más en el que se aprende a través de la lectura de los libros
sagrados. Esto generó un debate que se extendió durante varios siglos.
El cuidado de los ancianos es pensado como una bendición divina, y que a su vez esta es considerada como
un estandarte del pueblo mismo, que representa el orgullo de poseer muchos ancianos.
La presencia de los viejos, dice Isenberg, es un signo de la transformación del mundo en lo que debería ser.
LOS GRIEGOS.

En el periodo clásico de la Grecia, consideraban a los ancianos como un anti ideal, la idea de vejez es
considerada como el “inevitable destino” junto con la muerte, la enfermedad, la fealdad y la
concupiscencia.
En periodos posteriores (época helenística) se dan ciertas variantes, por ejemplo, Minerme de Colofón
anatemiza la vejez, en el siglo VII, y afirma que cualquier cosa es preferible a ella, incluso la muerte. Una
vez llegada la dolorosa vejez, que convierte al hombre en un ser feo e inútil, las ingratas obsesiones ya no
abandonan su corazón y los rayos de sol ya no se reconfortan. Resulta antipático a los niños y las mujeres lo
desprecian, esta es la vejez concedida por Zeus, etapa llena de dolor.
En las tragedias se observa a ciertos viejos en el lugar de consejeros o de sabios, en especial a través de
saberes mágicos o de tipo oracular.
En otro sentido, parte de la sabiduría de los viejos consistía en alejarse de los placeres y de las diversiones
mundanas y amorosas.
Para Simone de Beauvoir, la imagen que más parece sublevar al griego es la del viejo libidinoso e
impotente.
Estas marcas forjan, en la cultura, una idea de que lo deseable de un cuerpo se define por la juventud como
un elemento inalienable, que deja la vejez fuera del campo estético, y de esta manera fuera lo deseable.
Aristóteles se pronuncia fuertemente al respecto al considerar al viejo imposibilitado para la sabiduría, dado
que para él no habría separación del alma y del cuerpo, por lo tanto, para este filósofo la decrepitud del
cuerpo se extendería al alma. sostiene que para una práctica de la sabiduría, la salud corporal y la capacidad
física son indispensables.

OTRAS CULTURAS.
La concepción del Lejano Oriente es distinta. En determinados momentos de su historia, especialmente en
China, existe un enorme respeto por los ancianos. Dicho pueblo consideraba que el paso del tiempo
implicaba que los sujetos adquieran cierta sabiduría, asociada a la cercanía con la muerte.
Una de las explicaciones se encuentra relacionada con la idea de que la filosofía Oriental integra la idea del
yo individual a la vida y también a la muerte, en un proceso donde ambas interactúan.
Para el budismo, la muerte significa el pasaje a otra reencarnación, salvo que la persona consiga una
iluminación que lo libere del ciclo eterno.
Para determinadas tribus de África, la muerte aparece integrada a la vida, por medio de ritos por los
cuales un sujeto simula morir muchas veces en su vida, con la finalidad de la reintegración de fuerzas a la
propia comunidad.
En la cultura occidental ha habido momentos que reivindicaron el valor de la vida como la capacidad de
actuar en el envejecimiento humano, tales como la concepción ciceroniana.
Existe una posición contraria llamada angustiana, qué entiende este momento de la vida como una esfera de
la muerte, otorgándole una espiritualización creciente.
A comienzos del siglo XX, el lugar del envejecimiento fue pensado desde una perspectiva del cuidado y de
la investigación médico científica, produciendo por un lado mejoras a nivel de la salud y por el otro un
particular sentido de la marginación. El lugar de la pasividad y la enfermedad, criterios heredados del siglo
XIX, TERMINARON CARACTERIZANDO A LA PERSONA DE EDAD, más allá de otras
representaciones que tuvieron vigencia de manera previa.
También, en este Siglo, particularmente en la segunda mitad, aparece un enfrentamiento crítico a este lugar
de las personas mayores, alejado de todos aquellos espacios sociales que proveen gratificaciones. Así, se
propugna un nuevo tipo de encuentro, el encuentro de pares, entendido como una asociación por edades.
Estas reivindicaciones de los mayores o de la sociedad para con ellos, son parte de un amplio movimiento,
donde se intentó reivindicar a todos aquellos sectores que se caracterizaban por estar al margen.
Las fronteras de lo social se volvieron más permeables y se modificó el lugar adjudicado a las mujeres y los
niños, como también con los mayores, que por otras razones también habían quedado en los márgenes del
ajustado campo de lo social.

Cada sociedad construye una idea de envejecimiento que determinará ciertos espacios y recursos
para cada grupo social. Esto posibilitará mayores o menores expectativas para hacer, construir o inventar
una nueva forma de vivir.
La posmodernidad promueve múltiples imágenes de lo social, en las que el pluralismo cultural consiste en
un reflejo de esa amplitud de criterios.
El gran desafío de las nuevas generaciones consiste en la construcción de determinados modelos sociales en
los que los mayores puedan tener el derecho que le corresponde a todo ser humano. Estos derechos no son
solamente esenciales sino también el poder salir del estereotipo promovido en torno a la vejez, y que en su
conjunto denominamos viejista.
Si hablamos de construcción social, la misma se encuentra modelada por discursos de diferentes épocas los
cuales se representan socialmente por imágenes públicas, esperanzas científicas, religiosas o políticas,
concepciones del ser humano, de la vida y de la muerte, entre otros. Estos componen una realidad diversa y
compleja.

REPRESENTACIÓN SOCIAL

Este concepto surge de la psicología social y sirve para entender una serie de mecanismos sociales que
hacen a los usos y las formas de una época.

Jodelet (1986) considera que una representación social significa:


• Imágenes que condensan un conjunto de significados.
• Sistemas de referencia que nos permiten interpretar lo que nos sucede incluso dar un sentido a lo
inesperado.
• Categorías que sirven para clasificar las circunstancias, fenómenos individuales con quienes
tenemos algo que ver.
• Teorías que permiten establecer criterios sobre los hechos. Esto supone una manera de interpretar y
pensar la realidad cotidiana, conformando un tipo de conocimiento social. Dicho conocimiento, da cuenta
de la actitud mental de las personas o de los grupos humanos ante las diversas situaciones.

Las representaciones sociales circunscriben nuestra realidad, haciendo que los individuos se sitúen desde
un determinado contexto cultural, se comuniquen de formas predeterminadas, comprendan los nuevos
conocimientos conforme a un marco específico y se identifiquen con un nuevo código de valores e
ideologías que incidirá de manera amplia sobre el sujeto y su posición específica en la sociedad.
Capítulo 2: los estereotipos, mitos y estereotipos sociales.
El prejuicio es un juicio basado en una experiencia anterior. Posteriormente, desde la metafísica, los
filósofos Descartes y sobre todo Leibniz, explicaron los prejuicios como la verdad filosófica suprema. Las
proposiciones a priori, pre ordenadas lógicamente a la experiencia, constituyen según Kant la ciencia pura.
Solamente en Inglaterra, donde la experiencia siempre primó la conformación del conocimiento, la palabra
prejuice fue pensada como la opinión que resiste a la comprobación de los hechos.
Horkheimer escribió algunos artículos acerca de los prejuicios, resultado de sus reflexiones e
investigaciones sobre el tema. Dichos artículos fueron realizados luego de la segunda Guerra mundial.

El saber funciona por medio de generalizaciones que nos facilitan nuevos accesos a la realidad a
través de viejos conocimientos. Horkheimer diferencia dos aspectos que aparecen ligados al prejuicio.
Por un lado, lo que él denomina la abreviación del pensamiento. Por el otro, las pasiones sometidas por
la cultura. A menudo, estas son descargadas vía prejuicios, exacerbando ciertas formas de saber y dándole
contenidos fuertemente afectivos, haciendo que las ideas acerca de la vejez se conviertan en un foco de
temores que terminen llevando a una verdadera gerontofobia o miedo a los mayores.
Existe un mecanismo psicológico que funciona especialmente: la proyección. Sí determinados
conocimientos han sido fuertemente afectivizados es porque implican un temor personal frente a algo que
no resulta del todo racional.

La rigidez de los prejuicios lleva a la degradación absoluta de la subjetividad, la cual consiste en la


particularidad de una persona más allá de pertenecer a una edad, raza o condición social. Así, se deja
de preguntar al sujeto acerca de sus deseos y se le supone respuestas anticipadas, generalizadas como
“todos los mayores”.
El producto más habitual del prejuicio es la injuria, que se vierte sobre aquel que es objeto de ella. En el
caso de la vejez, el primer shock aparece al sentir que uno puede llegar a ser considerado de esa manera.

El "otro" se encuentra connotado de sentidos sociales que no responden de manera necesaria a mi imagen ni
a mi persona, sino que hablan desde un discurso ligado a criterios preestablecidos asociados a
conformaciones culturales previas, históricamente o construidas en los inicios de la cultura. Dichos
estigmas, fijan la realidad en formas estereotipadas, más allá de la realidad misma. La función que parece
tener esto consiste en decir una verdad desde una lente de aumento que provoca en el que mira una figura
humorística.
Todo este tipo de estigmas, que terminaron siendo un tipo de saber falso y prejuicios o de la realidad, llevan
a la vergüenza de sí, a la voluntad de ser otro y ocultar que es de ellos de quiénes se pueden reír.

Estos hechos determinaron que durante mucho tiempo esto fuera un motivo de desencuentros, como la
imposibilidad de instaurar una solidaridad mínima entre los mayores. Recuperar la autonomía personal
implica reconstruir la imagen colectiva y personal, más allá de los cuadros estereotipados que ofrece
nuestra sociedad. Por ello, el lenguaje se encuentra atravesado por relaciones de fuerza, ya sean de edad,
clase, sexo o raza. Por medio del lenguaje y sus imágenes, se juega una dominación simbólica, es decir, la
definición y la imposición de las percepciones del mundo y de las representaciones socialmente
legitimadas.

Cada sociedad crea una estratificación que parece ordenar los lugares más o menos importantes en
nuestra sociedad, por medio de valoraciones. Así, cada grupo social discrimina, de manera negativa o
positiva, a distintos sectores sociales.
En cuanto a la discriminación conforme a la edad, la noción más precisa a ello consiste en el edatismo, la
cual refiere a las múltiples discriminaciones ligadas a la edad. Tanto los jóvenes como los mayores son
actualmente los grupos que sufren más dificultades en el orden social. Los primeros son acusados de
manera abusiva de revoltosos, drogadictos y desafiantes. Los segundos son acusados abusivamente de toda
una serie de preconceptos que podemos especificar bajo el nombre de viejismo.
La noción de viejismo surge en los Estados Unidos en 1969, por el gerontólogo Robert Butler, quien la
considera como un conjunto de prejuicios similares a los que se adjudican por la raza, la religión o la etnia.
"El viejismo refleja una profunda y asentada dificultad por parte de los jóvenes y los de mediana edad,
así como un rechazo personal y un disgusto por envejecer, enfermar y quedar discapacitado, y el miedo
por la falta de poder, utilidad y la muerte".
La importancia de dicho concepto es poder pensar una suma de prejuicios que habían sido naturalizados
como fenómenos “normales” del envejecimiento humano.

VEJEZ NO ES ENFERMEDAD.

Uno de los prejuicios más habituales consiste en asociar a la vejez con la enfermedad y reducir la vida
del adulto mayor a un problema médico. Durante el siglo XIX, la medicina y la psicología han entendido
el proceso de envejecimiento como una triste letanía de enfermedades físicas y psicológicas.
Hasta la década de 1970 la mayoría de los reportes médicos, psicológicos, psiquiátricos y de los asistentes
sociales sobre la población mayor, se encontraron basados en la experiencia con personas enfermas
institucionalizadas. A partir de esa década comienza a cambiar el parámetro de comprensión, de
investigación y de trabajo, prestando atención al potencial de salud que existe entre los mayores y poniendo
acento en esa mayoría saludable que empieza a representar, hasta en la actualidad, a la totalidad de las
personas de edad.
Dicho criterio no es rígido, sino que implica una dinámica permanente alrededor de un ideal de
salud, definido por la Organización Mundial de la Salud en 1946 como un completo estado de salud física,
psíquica y social así como de bienestar, y no meramente la ausencia de enfermedad, tratando de alcanzar
una aproximación al ideal. Esto nos lleva a otro criterio que se debe tener en cuenta, el cual consiste en la
salud funcional. La organización mundial de la salud introdujo este concepto, alude a las capacidades
concretas que posee un sujeto, más allá de padecer determinadas patologías que no inhiben el criterio de las
actividades diarias.
Un estudio realizado en 1981 en Estados Unidos, demostró que la mitad de las personas de entre 75 y 84
años de edad no hablaban de ninguna limitación por falta de salud. En otro grupo formado por mayores de
85 años, más de un tercio afirmaba no sufrir limitaciones debido a la salud y otro tercio reconoció
limitaciones de poca importancia. Solamente una de cada tres afirmaba que era incapaz de llevar a cabo
determinadas actividades de la vida cotidiana.
Así, en los últimos tiempos, sobre todos los países desarrollados, los niveles de discapacidad de las
personas mayores son cada vez menores.

En los estudios realizados se comprobó que la base del mejor estado de salud de los mayores se debía a la
mayor educación recibida, la seguridad económica, la mejora del hábito sanitario, como el abandono del
tabaco, una buena nutrición, la salud prenatal, El progreso de los medicamentos y la actividad continua.

EL ROL DEL ENFERMO

Szasz realizó estudios acerca del rol del enfermo haciendo, siendo una de las referencias la lengua: la
palabra inválido es utilizada para un argumento indefendible, un pasaporte caducado o a una persona con
una discapacidad. Así, encuentra en el trato al enfermo, un aparato y un vocabulario propios del
paternalismo que deja al paciente en una posición infantilizada.
En el caso de los mayores, cualquier enfermedad parece ser interpretada como el comienzo de algo
más grave y definitivo, incluso como un dato obvio y esperable.

Un prejuicio acerca de asociar la edad con la enfermedad, lo cual priva a los mayores de la salud incide
teóricamente. Esto generó una praxis errónea médica y psicológica, impidiendo pensar al profesional
debido a que la edad puede aparecer como una pantalla que oculta problemas cotidianos y solucionables.
Existe un nivel de indignidad hacia los enfermos mucho más grande para con los mayores,
especialmente cuando se ponen en duda sus capacidades cognitivas e intelectuales. La autonomía y la
privacidad empiezan a ser cercenadas, se pierden las preguntas particulares hacia ellos y se comienza a
interpretar y a no oír sus deseos. Esto termina incidiendo en la enajenación de sus propias decisiones y
determina que se les vaya restando capacidad de elección sobre sus propios actos y que entren en un círculo
vicioso de enfermedad y cuidado de su cuerpo. También puede generar, en los propios viejos, una actitud de
víctima que no los ayuda demasiado en sus búsquedas personales, muchas veces sacando provecho de un
lugar ciertamente desgraciado.

Frecuentemente, se nota como muchos mayores terminan viviendo para cuidar un cuerpo, preocupados por
la pierna o por los análisis clínicos más que por los proyectos de vida.

Lo normal para un joven no es lo mismo que para un adulto mayor, pero no implica hablar de
enfermedad. Plantear esta etapa de la vida como una enfermedad conlleva un riesgo social y personal,
frente al cual se debe ser extremadamente cauteloso y no descuidar a aquellos que lo requieran pero si tener
siempre en cuenta el respeto por la autonomía. Esto consiste en que la persona debe ser quien dirija sus
actos conforme a sus valores.

Todavía existe la creencia de que los mayores, sin excepciones, padecen dificultades intelectuales que
imposibilitan su memoria, comprensión e inteligencia. Este consiste en uno de los prejuicios más dañinos
debido a que frena y a veces imposibilita su normal desenvolvimiento cotidiano. Es necesario diferenciar lo
normal de lo patológico.

También, dentro de esta serie de concepciones viejitas, encontramos las teorías del desapego o
descompromiso, originado también en los Estados Unidos. Dicha teoría considera que las personas de edad,
por la disminución de sus capacidades sensoriomotrices, irían desapegándose de sus afectos y sus
compromisos con la vida. A pesar de las fuertes evidencias en su contra, se observa que, de manera
lamentable, muchas veces nuestra sociedad se sigue manejando con esta teoría.

Prejuicios han sido incorporados por el conjunto de la población, vente por aquellos que en su juventud
discriminaron la vejez o a los viejos. El hecho de haberse vuelto mayores no hace que necesariamente
cambien sus concepciones viejistas.

¿SEXUALIDAD Y VEJEZ?

También existen prejuicios acerca de la no sexualidad de los mayores y el fantasma del viejo verde
amenazado por detrás, para disuadir a cualquier osado u osada que se quiera animar.

Desde el principio del Siglo XX, se empezaron a desafiar los prejuicios que afirman la imposibilidad de la
sexualidad en esta etapa de la vida. Actualmente se sabe que la sexualidad es posible e incluso importante y
necesaria. El moralismo Victoriano y el supuesto de que la sexualidad sólo tenía fines reproductivos
llevaron a pensar que los mayores debían retirarse de este campo.

Actualmente se sabe que el deseo sexual aparece con el nacimiento y desaparece solamente con la muerte,
y que está en ambos géneros y cada uno puede mostrarlo sin vergüenza. También, se sabe que la sexualidad
en el ser humano es mucho más que una práctica biológica, que se relaciona con hacer el amor, sentirse
deseado y poder desear.

Las dificultades que pueden aparecer en esta etapa se relacionan más con el contacto genital, que es una
parte de la actividad sexual. Pero se sabe que algunas de estas dificultades se han superado, gracias a los
nuevos conocimientos y biotecnologías. Fundamentalmente, la sexualidad tiene que ver con hallar un goce
en el otro.

De esta manera, se ve como actualmente surgen los deseos mucho más explícitos y empiezan a mostrarse
incluso mujeres mayores con hombres más jóvenes, lo cual implica que este rol de sujetos y objetos
sexuales se desliza de otra manera en nuestra sociedad.

¿Los viejos son como los chicos?

Este estigma es afirmado de manera frecuente por los propios mayores como una forma de descripción o de
trato. Posiblemente, muchos lo hacen creyendo en lo que la sociedad les indica y a veces también es
utilizado para dispensarse de ciertas responsabilidades. Este mito posee unas serias consecuencias. Por un
lado sabemos que esta generalización es falsa. Cuando alguien se comporta como si lo fuese, se debe pensar
en una patología, ya sea depresiva o demencial, o simplemente ver si no fue como un chico toda su vida o si
los prejuicios sociales han influido demasiado sobre él.

También debemos tener en cuenta que cuando una persona se vuelve muy dependiente de otro puede
terminar actuando como un niño. Como en los casos en los que se considera a los mayores como objetos de
exagerada fragilidad y donde las recomendaciones generan una dependencia infantilizante. Si toma la
responsabilidad, seguramente podrá hacerse cargo de sí mismo.

Este mismo mito, junto con los otros, genera tus actitudes negativas hacia la vejez: la compasión y la
discriminación. En ambas, se tiende a descalificar las verdaderas posibilidades de los mayores y se puede
perturbar su propia realización como persona. Nuestra sociedad aún mantiene muchos mitos y estas
nuevas generaciones van demostrando una gran capacidad de cambio.

Las edades se encuentran en franca transformación pero probablemente esta edad sea la que más
fuertemente ha evolucionado al ritmo de los nuevos tiempos.

EL PELO GRIS.

Uno de los prejuicios más recientes es el que aparece en los países del primer mundo, donde los jubilados
poseen un alto nivel de vida y son muy numerosos. Esto ha generado un temor pero además una molestia.
Muchas personas han comenzado a configurar prejuicios hacia los mayores, a los que consideran personajes
que viven entre las canchas de golf y banquetes.

Está crítica posee una repercusión sutil en los gobiernos, estando los que se los ve menos beneficios y
ubicado los en los mayores al peligro de la desintegración social. Cumple con la forma más gorda del
prejuicio, app usando a una minoría de un problema de todos.

La particularidad de este prejuicio y que lo hace muy actual se encuentra relacionada con pensar a los
mayores como un grupo definido y con reivindicaciones comunes, lo cual es radicalmente distinto a lo que
sucedía con los anteriores prejuicios.

Los prejuicios promueven que la realidad sea observada bebé una percepción selectiva donde se ve parte
de lo que se espera ver. Así, la persona prejuiciosa verá, ante cualquier olvido de una persona mayor, una
demencia, mientras que ese mismo olvido en alguien joven, lo pensará como un simple error. a estos
agregan los efectos gravísimos que le generan al propio individuo envejecido, prejuicios o con respecto a
este tema, el hecho de un olvido casual cualquier mínima perspectiva de enfermedad.

En algunos casos, es cierto que las dificultades pueden ser más importantes, siendo necesario no subestimar
el posicionamiento personal frente a determinadas pérdidas, ya sea de roles, física y otros. Existen personas
que ante la pérdida son capaces de anteponer el mayor de los deseos para no sucumbir frente a lo que
aparece como intolerable. Otras personas que quizás no posean esa capacidad para sobreponerse pero sí
pueden aprender a cambiar de actitud. La realidad es más diversa y esencialmente dúctil de lo que el saber
de los prejuicios supone debido a que este saber implica siempre un tipo de generalización no apta para los
seres humanos.
Entrevista a Cipe Lincovsky, actriz argentina.

Cipe Lincovsky, fue una de las actrices más destacadas del país, desarrollando una importante carrera tanto
en su país como en Europa. En la entrevista realizada a sus 70 años, hace referencia a su forma de vida a
dicha edad. Refiere que dicha edad no implica nada, no sintiendo una real diferencia de creatividad respecto
a los años anteriores.

Para ella, la juventud o el placer de vivir que uno posee es debido a que se tiene metas en la vida, proyectos,
y porque quiere hacer las cosas. Respecto a su vida, refiere que trata de hacer cosas que le sirvan, no siendo
simplemente ser actriz la forma de ganarse la vida. Considera que puede vivir de manera decente debido a
que lo que hace es tal, no teniendo nada de arrepentimientos, siendo esto una tranquilidad para el alma.
“Uno tiene que hacer en la vida, hoy en día también, aunque se diga: las ideologías murieron, las utopías,
todo”.

Menciona que, en ese momento, se encontraba escribiendo un libro en donde iba a dejar plasmado cosas
que quería decir a las personas, contar hechos fundamentales en la historia del siglo pasado.

En relación al cambio físico, refiere a que él mismo ha cambiado pero que hacía gimnasia.

En cuanto al erotismo, considera que pasa, en parte, por el encanto que uno produce en otra persona,
considerando que posee una vida amorosa muy activa. Considera que existe un momento en el que uno
quiere resguardar cierta intimidad, quizás porque hay un poco de pudor. Para ella, la edad te da algo que
antes no lo tenía, la cual es la intimidad. No siendo soledad sino intimidad.

Respecto al compromiso social, considera que en ella no se ha modificado, sino que se encuentra vital y
optimista como antes. “Cada uno tiene que hacer lo posible para que el mundo sea más amable con la gente,
un poco más amable”. Es importante llegar a su edad y saber que nunca se rindió y que no se va a rendir
bajo ningún motivo, hasta el último momento de su vida.

De joven, nunca pensó en los 70 años. Considera que no cuenta la edad y refiere que la misma tiene que ver
en cuanto a determinados contextos sociales, tales como cuando a una persona le despiden a los 40 años y
después no consigue trabajo. Considera que una persona se encuentra empezando realmente su vida a los
40, adquiriendo una cierta solidez, maduración, conocimiento. Destaca que en la política también nos faltó
una generación de políticos, que no se tiene.

En cuanto a la familia, considera que el primer hijo es el que te cambia de estado, te convierte en madre. El
ser abuela implica una sensación de volar y ver que tu vida continúa debido a que te reconoces en ellos.

No piensa en la muerte sino en estirar la vida lo más posible debido a que la considero linda, uno tiene
tantas cosas que hacer, que dar y que compartir.

Capítulo 3: La concepción actual de las edades.

CONTEXTO GENERACIONAL.
En épocas anteriores, se consideraba que a cada edad les corresponden sus tiempos, formas y actividades.
La vejez era considerada un retiro, familia y enfermedad.
Luego, la vida dejó de estar cerrada en opciones para determinadas edades y con edades que tenían más
opciones que otras. Esa época resulta difícil pero permite una mayor capacidad de acción y de elección. La
familia dejó de ser, en parte, el refugio que era en otros momentos. Las salidas hay que encontrarlas en
otros grupos y en uno mismo.

¿QUÉ PASA ACTUALMENTE CON LA NOCIÓN DE EDAD?


La gerontóloga norteamericana Neugarten lo definió como age irrelevant society, una sociedad en la que
la noción de edad se vuelve irrelevante.

En todas las sociedades, el tiempo de vida estuvo dividido en periodos socialmente relevantes. Así, se
prioriza van o se discriminaban determinadas edades e incluso se inventan otras. Así como la adolescencia
nace en el siglo XIX, junto con la extensión de la educación formal y el retraso en la entrada a la vida
adulta. Este proceso se extenderá hacia la mayor parte de la sociedad en el siglo XX, junto con derechos
sociales que protegieron esta etapa de la vida.

También aparece hace pocas décadas, la mediana edad, la cual surge como un reflejo del ritmo
históricamente cambiante de los acontecimientos, dentro del ciclo familiar. Con menos hijos por familia y
en intervalos más cortos, la mediana edad fue definida como el período en el cual los hijos se hacen
mayores y abandonan el hogar familiar.

Las expectativas por edades, en cada época, suponen más o menos mandatos sociales. Ello se ve reflejado
en la forma en que se distribuyen los roles A mediados del siglo pasado, ya sea en relación con las edades o
con los sexos. Todo parecía estar pautado con anterioridad y pasar los 50 años significaba adoptar toda una
serie de roles que incluían un tipo de vestimenta, actitudes propias o impropias para la edad y tener que
despedirse de hábitos, espacios y deseos muy valiosos. Todo esto contribuye a generar una distancia en
relación con la comunidad, que actualmente Se la vive como intolerable.

Actualmente, las normas y restricciones referentes a la edad pierden importancia, y por tal, la sociedad se ve
habituada al estudiante de 70 años, al director de la universidad de 30 y al intendente de 25 años.

Dichos cambios sustanciales son los que muchos consideran el curso de vida posmoderna. Hischorn
denominó este proceso como el ciclo vital fluido, el cual se caracterizaba por un número cada vez mayor de
cambios de rol y por la desaparición de los tiempos tradicionales de la vida, lo cual implicó la aparición de
tiempos y roles no asociados a ninguna edad particular. Existe una extensión de la adultez en dos
direcciones. Por una parte, la niñez toma nuevos sesgos, que muchos han denominado el fin de la infancia,
y por la otra, aparece la modificación de la forma de vida en la tercera edad. Esta cultura parece
conducirnos hacia un nuevo rediseño de los roles y obligaciones en las diversas etapas de la vida, lo que
nos permite salir de las constricciones y estereotipos de las normas basadas en la edad. Esto se encuentra
reflejado en la gran cantidad de actividades y la posibilidad de no estandarizar por edades. Se viene
produciendo una homogeneización, tanto en los monos de vestir como en los usos cotidianos.

También, actualmente resulta difícil pautar cuándo empieza o cuándo termina una etapa vital, es difícil
determinar cuando una persona se vuelve mayor. Anteriormente parecía haber una sincronización en las
etapas de la vida. Estudiar, trabajar o retirarse se corresponde con una organización social. Actualmente,
estos ciclos que parecían firmes comienzan a autonomizarse en relación con las trayectorias personales. Así,
el estudio, el trabajo o la jubilación se desvanecen de su ordenamiento por edades y se convierten en una
serie de opciones alternas y no consecutivas, con lo cual se pierden los mandatos sociales como “las
profesiones para toda la vida” y se genera una cultura de lo limitado y lo móvil. Encontramos una cultura
más ligada a lo efímero y a lo particular que ofrece más variedad de alternativas sociales y menos
seguridades. Sin embargo, desde las políticas sociales y desde lo laboral, la edad determina la imposibilidad
de seguir trabajando superada la edad jubilatoria y la dificultad de hallar empleo entre los más jóvenes.

Actualmente, las edades aparecen en plena transformación, buscando su máxima expansión y


redescubriendo un nuevo cuerpo, una nueva identidad y sentidos variables del tiempo y de lo que queda por
vivir, lo cual genera que sean menos fiables como predictores de las actitudes sociales.

Un renovado sentido de libertad.

Nuestra sociedad prioriza, en gran medida, los derechos individuales. Intenta alejarse de criterios
homogéneos de lo que sería bueno para todos, pensando más en las particularidades y en las búsquedas
individuales debidas a que intentó defender el derecho de los pequeños grupos a vivir a su manera.
El nuevo paradigma por querer pensarse a sí mismo como totalmente electivo es la negociación entre las
partes, incluso superando las formas jurídicas tradicionales.

El ideal actual que supone el libre consentimiento o el consentimiento negociado, da lugar a que surjan
nuevos reclamos y formas de enfrentar diversas vicisitudes de la vida.

Las nuevas formas de individualización se encuentran centradas en el desarrollo de la


desinstitucionalización, de lo contractual, de la privatización, de lo electivo, tanto a nivel personal como
comunitario.

Todas estas transformaciones sociales son parte de una ética denominada individualismo contemporáneo, el
cual permite concebir el establecimiento de un universo privado sostenido en el principio de autonomía.

Esta emancipación del individuo ha podido ser transformada en una opción propia que es parte de la
democratización de la vida personal.

La privacidad y la autenticidad promovieron un nuevo tipo de ideales en la sociedad. Aspecto optimista


permite que se pueda también ir a la búsqueda del otro por medio de nuevas configuraciones ciudadanas,
tales como el asociacionismo. Como todo ideal, puede ser llevado por carriles que lo asocian más al
egoísmo personal o comunitario, así como todo discurso social predominante genera excesos y malestares
sociales.

Esta sociedad no logra homogeneizar los ideales de libertad con los de equiparación de oportunidades
debido a que los primeros podrían terminar generando la libertad para dormir bajo los puentes, Cómo
refiere Voltaire.

2 rasgos centrales caracterizan, según Weber, el individualismo en la actualidad: el hedonismo y el carácter


pluralista. El hedonismo surge como una protesta contra el puritanismo represivo de las sociedades, aún
marcadas por la moral tradicional e incluye una búsqueda de placeres inmediatos, en detrimento de los
proyectos a largo plazo propios de principios del siglo pasado. Los goces más inmediatos, las fortunas a
corto plazo y al poco tiempo para realizar los deseos, difieren en gran medida de aquella temporalidad que
se pensaba en un más allá de uno mismo, como la construcción de un futuro para los hijos.

También, aparece una mirada democrática y libertaria dirigida contra todas las formas de discriminación, ya
sea de clases, sexos y edades de la vida. Se alza contra todas las formas autoritarias del ejército del poder,
en la escuela, la familia, la pareja, la empresa o el estado.

Nos encontramos con un cambio fundamental respecto al rol moralizador del estado, muchas veces
asociado a la noción de identidad nacional. Dicho cambio favorece la desagregación en múltiples
identidades culturales: locales e internacionales, étnicas y culturales, de edad y de generación. Dichos
cambios llevan a una multiplicación de las identidades culturales ya sea a nivel étnico y cultural, de edad y
de generación. Así, surgen nociones renovadas acerca de las edades que aluden a nuevas magnitudes
temporales asociadas a épocas de la vida.

Una nueva manera de nombrar la vejez.

A lo largo del siglo XX se han ido sucediendo diversas formas de nominar lo que resultaba difícil de
nombrar, debido a que él mismo producía y todavía para muchos produce un cierto temor. Gerontólogos
tales como Leopoldo Salvarezza, decidieron hacerle frente llamando a las cosas por su nombre, “viejo”, y
darle la dignidad que este nombre puede tener. Por otra parte, es una forma de frenar una suma de
eufemismos que no terminan por afirmarse en la lengua debido a que rápidamente aparece la desestima y la
denigración.

Realizar un recorrido de estas nominaciones refleja una enorme cantidad de significaciones que tuvieron y
de los nuevos significados que se le promueve a los mayores, los cuales muchas veces se encuentran
relacionados a nuevas formas de vida. El lenguaje no es jamás neutro y los actos de nominación poseen
efectos sociales que definen imágenes y representaciones.
La nominación produce una toma de conciencia de sí mismo como si fuera otro y desde allí es que nos
reconocemos como tales. Este tipo de denominación tendría efectos performativos, es decir, estos
instituyen, forman y estigmatiza nuestra realidad.

Tercera edad, cuarta, adultos mayores, viejos, gerontes, segunda mitad de la vida, ancianos y una numerosa
serie de palabras que parecen indicar rasgos atribuidos a los mayores y que no reflejan las mismas
características. Un ejemplo tradicional de ello consiste en el de anciano, el cual se lo asociaba a la sabiduría
pero en la cultura actual dicho significado no es revelado como evidente sino que más bien surge su
desestima o simplemente no aparece como un valor preciado.

En cuanto a la palabra latina viejo, posee la particularidad de ser utilizado en la lengua común como
adjetivo atribuible a personas, animales y objetos, lo cual no es frecuente en el vocablo anciano. Una de las
acepciones se encuentra relacionado con algo que se encuentra en desuso o denigrado, mientras que el
anterior le supone un valor que entraña su paso por el tiempo.

El nombre tercera edad nació en Francia en la década de 1960 con el propósito de reflejar una nueva etapa
por vivir. Esta idea se encuentra relacionada con una serie de criterios en los que se propone la integración
de los viejos a través de nuevas políticas sociales para este sector. Está resultará concebida como un paso
necesario, dentro de la lógica de un estado de bienestar que se propone el total desarrollo de sus individuos
y ASUME la responsabilidad para con ellos.

El término segunda mitad de la vida resulta un nuevo corte en lo social que responde a criterios ligados a
renovadas perspectivas éticas que posibilitan una nueva distribución de roles y expectativas en el curso de
la vida. Dicha nominación surgió en los Estados Unidos e implica la posibilidad de reiniciar proyectos
personales que habían sido aplazados por los deberes familiares y que aparece como una época en la que el
sujeto puede volver a gozar lúdicamente de lo que la búsqueda de prestigio y dinero había impedido. Tanto
la denominación tercera edad como la de segunda mitad de la vida, suponen una serie de expectativas
sociales en relación con este sector de la población.

Actualmente, el vocablo más aceptado es de adultos mayores, el cual refiere inicialmente a situar la
cuestión de ser adultos con todas las implicaciones de autonomía que esta palabra tiene en la actualidad. El
ser adulto dentro de esta sociedad aparece como la síntesis propuesta, el nuevo molde social que combina la
capacidad de ocio con la responsabilidad.

Existe una terminología que es la de tercera y cuarta edad y que hace referencia, en primera instancia, a una
época de la vida que por haberse extendido mucho resulta necesario diferenciar. La situación física y
económica de las personas de 60 o 70 años difiere en términos generales de las de 80 o 90 años. Estos
términos son estadísticos y requieren de valores generales sobre los cuales diagramar programas de ayuda o
de asistencia, basados en necesidades de una etapa o de la otra.

UNA NUEVA GENERACIÓN.

La sucesión de las generaciones ha significado una señal a nivel temporal en todas las culturas
tradicionales. La generación designa una relación entre los contemporáneos, fundada en una serie de
vivencias comunes que suponen modos de pensar y entender la realidad, medianamente compartidos.

Dilthey pensaba que una generación se encontraba formada por un círculo estrecho de individuos que, a
pesar de las diversidades personales, se encontraban unidos por los grandes acontecimientos y cambios
sucedidos en su periodo de mayor receptividad.

Mannheim, asocia lo que sucede entre los tiempos históricos y de vida: una generación comparte
experiencias históricas comunes que determinan una conciencia estratificada común, la de ser parte de una
mentalidad o de mentalidades de una época. Dicha conciencia estratificada determina determinados modos
de participación en el mundo laboral, tipos educativos, creencias religiosas, comportamiento como
consumidor, posiciones determinadas frente a los acontecimientos simbólicos como el casamiento,
expectativas sobre las edades y otros.
Aún en la actualidad se puede ver el desfase que existe entre tiempos sociales esperables, entre una
generación y otra tal como la prolongación de la expectativa temporal para el matrimonio, especialmente en
las mujeres.

Todos los cambios sociales han influido para que la nueva generación no acepte discriminaciones y
restricciones asociadas con la edad debido a que nuestra cultura actual demanda permanecer activos y
vigentes, A diferencia de las anteriores. Sin embargo, existe un interjuego entre las ideas de una época y la
noción de generación debido a que haber nacido en una época no implica no seguir recibiendo información
sobre los nuevos tiempos. Este momento histórico hace que nadie se quede afuera debido a que esto es lo
que aparece como negativo o disruptivo con lo social.

Más allá de pertenecer de manera estricta a una generación o a otra, existen épocas que marcan
cambios culturales muy fuertes y determinan modificaciones profundas en las representaciones sociales
de una sociedad.

¿Hacia una cultura del ocio?

Simone de Beauvoir, realizó a finales de la década de 1950 una crítica a la jubilación por considerar que a
los mayores se los condena a un ocio para el cual nunca fueron preparados.

La jubilación tal como la conocemos en la actualidad surge A fines del siglo XIX, siendo un mecanismo
social general respaldado por el estado. Paul Lafargue, consideraba que el trabajador debía reclamar su
derecho al goce, que la vida no se reducía al trabajo y la subsistencia, que no era sólo una fuerza de trabajo
y que existiera por lo tanto el derecho al trabajo, al reposo y al disfrute.

Se va constituyendo esta nueva tendencia, en la cual, más allá de los diversos tipos de jubilación que han
ido surgiendo, desde la obligatoria Hola optativa hasta la gradual o la anticipada, con opciones interesantes
para la persona, deja de ser una condena inútil. Por esto, países en donde el jubilado es bien remunerado y
existen opciones válidas para hacer del tiempo un momento de descubrimientos personales.

Si podemos transitar este camino de nuevas búsquedas aparece el ocio, que remite a la diversión u
ocupación reposada que da lugar al ingenio personal. Creando así una nueva dimensión de la vida.

La organización del tiempo libre es un desafío que debe ser acompañado por la sociedad, ya que los
jubilados actuales tienen una perspectiva de varias décadas de programar, inventar o simplemente vivir.

Entrevista a Pero Meyer, fotógrafo mexicano.

En la entrevista que le realizaron comenta que ser fotógrafo al pasar los 60 años no significa nada ni tuvo
algún cambio, considerando que hay cambios pero a nivel físico.
Comentó que a los 59 años tuvo su último hijo, considerando que es mejor ser padre a los 60 que de joven,
debido a la experiencia y que no posee las dificultades que antes poseía. En esa etapa de la vida ya se posee
una claridad en lo que uno quiere hacer, dando un perfil más interesante y con contenidos: cómo y por qué
lo va a decir.
En cuanto al uso de la tecnología, se encuentra involucrado en las mismas, agregando que es porque sabe
que es lo que quiere decir. Muchos jóvenes poseen el conocimiento de nuevas tecnologías pero no tienen
aún resuelto eso: el qué decir.
Los niños aprenden más rápido debido a que no poseen nada para desaprender. Las personas grandes
también pueden aprender rápido y fácil como los chicos, pero esto depende de su capacidad de
concentración.
Respecto a romper con los clichés, la misma depende de la formación y educación que uno posea,
resultando aburrido el lidiar y discutir acerca de los clichés de los demás.
Para él, las edades consisten en una desde que se nace hasta que se muere, considerando al término “tercera
edad” como una palabra de periódicos.
Considera que la jubilación se encontraba planteada de manera tradicional y actualmente esto se encuentra
cambiando dentro de esta transformación con la tecnología y demás.
Una de las razones por la que los artistas son más longevos es porque la idea de jubilación es absolutamente
irrelevante, debido a que es un proceso creativo que se sigue hasta que uno muere, siempre que existan
capacidades físicas para poder concentrarse. La realidad dice que el proceso creativo y el estar
constantemente ocupado es lo que te da vitalidad.
Erótica y vejez. Ricardo Iacub. RESUMEN.
Capítulo 1. No es bueno que el hombre esté solo
Corona de gloria. Las significaciones de la vejez.
Según la historiadora Sheldon Isenberg (1992) los primeros versículos de la Biblia consideran que la vida es
buena per sé, sin que haya otros textos dentro de la misma que contradigan dicho pensamiento. De esta
manera, una larga vida es tomada como una bendición divina y valorizada por diferentes razones.
El envejecimiento es metaforizado como la posibilidad de maduración de los racimos, como el tiempo
de crecimiento y endurecimiento destinado a compartir la sabiduría de la experiencia. Los relatos
bíblicos coinciden en destacar la nobleza y el carácter venerable de los ancianos, tanto más respetables
cuanto más avanzadas sea su edad. El modelo es el del patriarca, cursa longevidad es señal de la bendición
divina pero dicho bendición podría tornarse en cólera si éste no cumpliera con los deseos de Dios.

 El valor de la longevidad, sostenida por un favor divino, es tomado en cuenta como una fortaleza del
pueblo judío.
Tanto en la Biblia como en el judaísmo clásico, la vejez y felicidad era la recompensa por haber observado
los valores culturales. Las promesas religiosas para el creyente se encontraban dirigidas a evitar la
vulnerabilidad física, emocional y mental, que erosiona van el período anterior a la muerte. De allí el
llamado a no ser abandonado por Dios en los tiempos de la vejez.

 La tradición judía privilegiada lo mental y lo espiritual. Así, el envejecer posibilitaba el acceso a la


sabiduría de la experiencia y a un mayor conocimiento de la Biblia, el hombre de edad avanzada poseía una
autoridad política especial, que era un rasgo compartido con otros pueblos del medio oriente.
Los ancianos eran los portadores del espíritu divino y estaban investidos de una misión sagrada qué
consistía en guiar al pueblo.
Según los escritos más antiguos, en la época del nomadismo, los ancianos desempeñaban una tarea
fundamental debido a que eran los jefes naturales del pueblo, cuyos poderes religiosos y jurídicos eran
enormes e incluso los ejercían en el plano militar debido a que ellos formaban, en torno al jefe, un consejo
de sabios.

La sexualidad no se veía de manera necesaria, coartada por el paso del tiempo o por atributos
asociados a este hecho, Cómo la belleza o la fuerza.

Las alusiones temporales no daban cuenta de una época específica propia del goce erótico, sino que se
insistía en la totalidad de la vida. Tanto que funcionaba a modo de bendición y ofrenda divina.
Saber sobre los orígenes. Se destaca que la denominación misma de anciano suponía a una serie de
cuestiones que ordenaban la noción de vejez para este pueblo. La enciclopedia judaica castellana indica que
el término era utilizado como la expresión poética para designar a Dios o bien para indicar que él es anterior
a todo. También se hacía alusión a la misma con que se estaba investido de sabiduría y de benignidad.

 Así, para los judíos la vejez aludía a todo aquello que los ligaba como pueblo. Esta Unión era
situada en el saber, el cual no se remitía a un tipo de conocimiento aprehensible ni tampoco estrictamente
experiencial. Se trataba de un saber sobre los orígenes, lo cual implicaba una erudición acerca de la
existencia.
La sexualidad en el judaísmo.
El judaísmo nunca glorificó al cuerpo, ni las necesidades primarias resultaron para esta cultura una
preocupación fundamental. Sin embargo, el comer, el tomar vino o la propia sexualidad no fueron negados
ni pasados por alto.
Existía una actitud abierta al goce erótico, “qué proviene de dos concepciones inherentes al pensamiento
bíblico: esencia de separación entre cuerpo y alma, y la visión de que lo existente fue creado por un Dios
benevolente, qué desea el bienestar y la felicidad del hombre en este mundo”. (Hodara, 1999).
Se celebraba la belleza de la naturaleza y no se alababa a Dios sólo por haber creado la imprescindible (pan)
sino también por la creación del vino. Dicha Concepción permitía incluir a la sexualidad dentro de estos
márgenes. La Biblia hace referencia al deber conyugal el cual estaba muy lejos de la creencia popular que
suponía que las relaciones íntimas se justificaban sobre la base de la reproducción. La unión sexual de la
pareja era concebida como un regalo divino y era representada físicamente como el regreso al estado
original de la creación.
Hodara (1999) refiere a la idea de que la procreación no era un argumento que justificar la sexualidad
debido a que la incapacidad de procrear no era una causa para abandonar su práctica. La Halajá enseñaba
que las personas débiles, viejas o estériles de bien casarse aún cuando no existiera para ellas la posibilidad
de tener hijos, como también se consideraban casos donde el talmud recomendaba el uso de
anticonceptivos.
El rabino estadounidense Gold sostiene que existían dos justificaciones para la sexualidad en el judaísmo
qué consistía la reproducción y la compañía, siendo esta última la más poderosa. Por ello, considera que la
afirmación de Dios no es bueno que el hombre esté solo era la más importante que el precepto “creced y
multiplicaos”.
La meta del judío era llevar el deseo sexual a una conducta apropiada y hacer de ella un acto de
servicio de Dios, de ahí que convirtiera a la relación carnal en una de las acciones propias aunque no
obligatorias del viernes por la noche.

Otras lecturas dentro del judaísmo encontraban mayores limitaciones en la sexualidad al asociarla con la
disciplina y la reproducción. Aquellos que cuestionaban esta postura consideraban que tales criterios se
vinculaban con las influencias cristiana y musulmana en el propio judaísmo. Sostenían que este punto de
vista no aparecía en el Toráh, donde si bien se marca una disposición a servir a Dios con todas las
inclinaciones, no existe una ética sexual.
Algunos rabinos a lo largo del período talmúdico y la edad media hablaban de las relaciones sexuales como
una parte maravillosa de la creación divina. La alegorización enseñaba que la unión carnal entre Dos seres
que se amaban era el nexo humano que más se asemejaba al del amor y la proximidad existente entre Dios y
su pueblo.
La sexualidad podría ser santificada siempre y cuando se respetarán determinadas reglas prácticas. Ello
concuerda con una Concepción general del judaísmo según la cual todo creado fue para nuestro usufructo.
Así, la perfección no se lograba abandonando este mundo sino santificando la realidad por medio de un
proceder adecuado. No se trataba de hacer desaparecer los impulsos naturales sino de ponerlos al
servicio de una conducta que nos humanizara más.
“Un hijo en su vejez”. Los orígenes del pueblo.
Se destaca que el relato bíblico hace referencia a la descendencia del pueblo judío de una pareja de viejos.
Dicho hecho plantea una ruptura con la naturaleza humana o con aquello que podría ser considerado
previsible, otorgándole a la sexualidad en la vejez un lugar central en su genealogía.
La tradición judía no es uniforme a lo largo del tiempo debido a que recibe influencias externas y
nuevas interpretaciones de los textos. Cualquier lectura de la erótica en la vejez es inseparable de la
importancia y del poder que este pueblo le otorgaba a esa etapa vital. En relación con la sexualidad, desde
el antiguo testamento no sólo se hace una mirada poco prohibitiva del placer sensual sino que este placer no
estaba circunscripto a una edad determinada.

La idea de que “no es bueno que el hombre esté solo” incidía en las concepciones acerca de la necesidad
de tener una pareja en cualquier momento de la vida por lo que la sexualidad no se hallaba restringida a
la procreación sino que también aparecía en un sentido de compañía.

La noción de un origen asociado a una pareja de viejos supone una expectativa socialmente aceptada no de
la procreación pero sí de goce erótico.
Capítulo 2. “No esta bien visto amar con la cabeza llena de canas”.
A diferencia de la cultura judía, en la grecolatina se abre una serie de dicotomías o tensiones polares en
relación con lo erótico en la vejez, que luego correrán la visión del tema en occidente.
Los romanos contaban con una legislación como la del pater familiae, qué permitía al padre disponer de
cualquier bien y los viejos también conformaban el senado, el cual era el ámbito de enorme relevancia
política. Este papel no tenía correspondencia con el de los viejos de Atena, donde se los consideraba de
relativo valor social y eran pocos consultados.
Eros, búsqueda y Renacimiento. Consideraciones sobre lo erótico en la cultura grecolatina.
La erótica no tiene una definición precisa y entre los griegos ni entre los latinos. El término proviene
de Eros, Dios del amor, una fuerza fundamental del mundo que no sólo aseguraba la reproducción de las
especies sino también la cohesión interna del cosmos. Así, funcionaba como un vínculo de Unión del
universo. Platón consideraba en el Gorgias que la amistad era uno de estos lazos.
Uno de los mitos que se relata en El banquete de platón (203/204 aC) consiste en un intento de dar origen al
sentido de búsqueda permanente de Eros. De dichos relatos se desprende que ellos eran amante de lo bello y
escudero y acompañante de Afrodita por haber sido engendrado en su fiesta. Por su origen, en tanto hijo de
la pobreza y el recurso, poseía la capacidad de ingeniarse para conseguir un medio. También era definido
como aquel que por naturaleza no eran y mortal inmortal sino que en el mismo día vivía, moría y recobraba
la vida Gracias a la naturaleza de su padre.
Esta condición permanente de búsqueda y Renacimiento no sirve para pensar la idea de cohesión en tanto
superación de la muerte o sus representaciones.
La fiesta de Afrodita.
Se considera que, desde el punto de vista lingüístico, en la cultura griega no existía ninguna noción
alusiva a una entidad única que permitirá agrupar comportamientos, sensaciones, instintos, deseos y
pasiones.

 La actividad sexual, particularmente masculina, se ajustaba a una correlación en la cual el más


joven era visto como aquel que debía ser pasivo, mientras que el más viejo debía ser activo. En el caso de
que esta relación entre ambas partes no sé cumplía, la misma era crítica.
En la literatura sobre el amor homosexual, aparecían quejas de los hombres por no poder ser activos debido
a su impotencia, o bien por no ser pasivos, debido a su edad. En ciertas referencias, los arquetipos de lo
activo y lo masculino adquirían valor por sí mismos y funcionaban como términos que conjugaban una serie
de ideales positivos utilizados en otros ámbitos no directamente relacionados con lo erótico, mientras que lo
pasivo y lo femenino eran considerados en forma negativa. Los primeros arquetipos se relacionaban con el
coraje y los segundos con la pereza.
La aphrodisia tendía al desborde, se expresaba a través del exceso y la pasividad, como dos formas
prácticas de la inmoralidad debido a que el peligro que conllevaba era volverse su esclavo.
Para conceptualizar los desbordes, se toma como referencia a Aristóteles (ética Nicomaquea VII, 7) y de
Jenofonte (recuerdos de Sócrates y El banquete).

 Uno de sus modos era la intemperancia, en griego akolasia, que se manifestaba en una particular
relación con los placeres corporales, que implicaba el predominio del deseo sobre ciertas regiones del
cuerpo. Existía una gran aprehensión respecto a la fellatio y el cunnilingus, a los que se trataba en cierta
forma, al igual que el incesto, Cómo prohibidos, chocantes inmencionables. No existía una correlación
directa entre la vejez y la intemperancia, aunque de manera curiosa, en las citas más habituales acerca de los
usos sexuales en la vejez, se consideraba Cómo posible sólo el contacto oral.
 El segundo tipo de desborde, calificado como incontinencia o en griego akrasia, hacía referencia al
obrar con concupiscencia o pasión, no por elección, en contraposición con el comportamiento del individuo
continente. El incontinente comprende pero se aparta de dicho dictamen de la razón y actúa por pasión, aún
sabiendo que no es bueno lo que hace. La incontinencia del deseo era más vergonzosa que la de la cólera, y
podría calificarse la de incontinencia en sentido absoluto y en ciertos sentidos de vicio. (Foucault, 1984).
 El tercer tipo de desborde es la molicie, descripta por Aristóteles en la ética Nicomaquea como el
huir de los trabajos y arrastrarla muerte, no por un deseo de Gloria sino por escapar del mal. Se encuentra
múltiples referencias en los poetas latinos acerca de la molicie como atributo de los viejos y la vejez debido
a que implicaba una pérdida de valentía, asociada a una virtud de los jóvenes.

Por el contrario, las formas de dominio eran la enkrateia o dominio de sí y la sophrosyne o templanza. La
primera se oponía a la incontinencia y la segunda a la intemperancia. Contra este último desborde, la
templanza implicaba una búsqueda de libertad. Esta virtud tenía el carácter eminentemente viril, mientras
que la akolasia, la akrasia y la molicie tenían carácter femenino.

La oposición entre la actividad y la pasividad era esencial tanto en El dominio de los comportamientos
sexuales como el de las actividades Morales. Aquel que no dominaba sus placeres era considerado
femenino y esta posición se evidenciaba en la pereza o molicie, la indolencia, el gusto por los perfumes, los
adornos y el rechazo de las actividades rudas.
En el mundo griego, el carácter de los placeres era considerado según quién echará mano de ellos. Foucault
sostiene que dicha práctica responde a principios generales modelados conforme al contexto y fines. Dicha
forma de lucha que adoptaba la relación con el deseo requería un entrenamiento. El entrenamiento que un
viejo debía realizar consistía en el retiro a placeres de índole más espiritual o, según las expresiones más
burlonas, al sexo oral.
Particularmente desde platón y luego con Séneca, el retiro de la sexualidad era asociado a un
sentimiento de alivio por haberse liberado el sujeto de aquellas pasiones que lo arrebataban, y había
un llamado a la templanza en lo referido al erotismo en la vejez. Gran parte de las ideas platónicas
provenía de la separación que el filósofo suponía entre el cuerpo y el alma; desde esta perspectiva, el
erotismo era tomado como una demanda corporal.
Respecto a las pérdidas propias de la vejez, se las relativizaba por medio de una estrategia
argumentativa qué consistía en ubicar el problema en el carácter de cada sujeto. Estrategia de
neutralización de aquello que se consideraba negativo. La cualidad del carácter del individuo y su capacidad
de afrontamiento daban cuenta de una posición de fuerza y contención, así como liberarse de un amo
fortaleciendo su situación y le permitía dedicarse a cuestiones más valiosas tales como la conversación o la
filosofía. Una vez superadas las pasiones y no habiendo necesidad de placeres, podía disfrutarse de las
delicias o dulzuras de la vejez. De esta manera, se observaba un espacio donde existía un tipo de placer
asociado a las pasiones físicas, y otro considerado aún mayor, más refinado o suavizado y en cierto sentido
más racional.
Según Foucault (1984), en la antigüedad la actividad y los placeres sexuales no fueron regulados por medio
de reglas fijas sino con criterios relativos a una estética de la existencia. El hombre hacía de su propia
vida una obra cuyos valores respondían a pautas de estilo. Conforme a esta idea, las expresiones más
habituales de lo erótico en la vejez no encontraban una prohibición específica ni parecían ser algo
inhabitual, sino que se las calificaba de antiestéticas o de vergonzantes, lo cual configura un tipo especial de
limitación.

La noción de edad se incluía en un marco más amplio relacionado con el momento oportuno, el cual
estaba afectado por múltiples circunstancias tales como las estaciones del año y el tiempo de cosecha.

 En muchos textos, el erotismo aparecía como negación de la muerte y del aspecto más humano del
cuerpo.
Los emblemas eróticos de la masculinidad fueron alejándose de toda referencia a vejez. Esta aparecía
generalmente como impedimento de los placeres, Cómo prolegómeno de la muerte, y fuertemente asociada
a la enfermedad y la ausencia de belleza.
La sensualidad de los jóvenes se encontraba asociada a las flores y a la música a través de la figura de
la laúd, la citara o el canto, y particularmente vinculadas con el género femenino, mientras que el masculino
era ligado a la guerra, los soldados y las armas. A los viejos se los llamaba a abandonar el vino, las flores, a
recostarse sensualmente y se les criticabas y cantaban por tener voces trémulas, y a las mujeres se la
juzgaba por querer parecer bellas.
Otra referencia habitual era la de presentar el rechazo erótico por el cuerpo de los viejos al ser asimilado al
de los animales, lo cual representaba la imagen de lo distinto y rechazable. El tema del intento de evitar la
frustración por medio de una aceptación de lo que ya no se posee también aparece en distintas obras
romanas.
Así, los jóvenes constituyen la propia representación del deseo sensual y del amor, en tanto los viejos
quedaban excluidos del lugar de objetos y sujetos de deseo y también del amor. Sin embargo, existía
una serie de excepciones en lo referido a esto último.
El modo que adoptaba el matrimonio era el de cuidado y abrigo mutuo. Dicho vínculo asegurada que una
mujer fuera apreciada por su esposo aún en la vejez, al tiempo que le evitaba el abandono y la soledad.
Una voz una sombra. La representación del cuerpo y su relación con la vejez.
Para conocer las representaciones sociales más comunes acerca del cuerpo de los viejos, resulta útil
establecer analogías con otras perspectivas con la finalidad de comprender las referencias simbólicas a
partir de las cuales se les atribuyen determinado significados.

 Para los griegos, eran múltiples las diferencias entre el cuerpo y vino y el mortal, aunque una de las
más notorias residía en la noción de continuidad en el tiempo o su transformación.
El cuerpo de los humanos era pensado como un subcuerpo en relación con el de los dioses, y entre ambos lo
limitado de unos se enfrentaba a lo ilimitado de los otros. El pasó el tiempo y la consideración acerca de su
brevedad imprimían en el hombre y en su cuerpo el sello de lo transitorio, de la falta, como un estigma.
El shamanismo griego unificó las tensiones del alma, dando lugar a pensar la como una totalidad, la cual se
establecía en oposición al cuerpo. La Inconstancia del cuerpo hizo que los griegos llamaron a los humanos
los efímeros en contraste con los dioses. Esta construcción de la temporalidad asociada a la falta se
transformó en un eje fundante relación con todo criterio etario.

 De esta manera el futuro se convirtió, entre los griegos, en un espacio temible de cambios y
transformaciones corporales, así como también en el horizonte de la enfermedad, la vejez y la muerte. Esta
última se encontraba instalada en la intimidad del cuerpo y se tornaba visible en determinados cambios
físicos, tales como las canas o las arrugas.
Divina juventud- mortal vejez. Los contrastes polares.
En Grecia, el cuerpo de la vejez aparecía asociado a las imágenes de la muerte y de lo humano,
mientras que los cuerpos jóvenes representaban lo más próximo a las figuras divinas. Las fases
sucesivas de la vida eran leídas como crecimiento, que llegaba a su apoteosis en la juventud, en tanto la
decadencia quedaba asociada a la ancianidad. Esta última tomaba el significado de alteración,
debilitamiento fealdad y degradación, a lo cual continuará la muerte. Diversos investigadores tales como B.
Gentili y K.J.Dover destacan el modo en que la juventud estaba relacionada al esplendor, el brillo, la gracia
y la belleza, mientras que la ancianidad se relacionaba con lo terrible, lo decrepito y lo feo. Así, la vejez y
la juventud funcionaban como pares antitéticos qué modelaron juegos de significaciones opuestos.
En algunos textos, los cuerpos jóvenes eran concebidos como calientes y húmedos, y el de los viejos como
fríos y secos. El otro lo caliente y húmedo se relacionado con lo que estaba vivo, y lo frío y lo seco con lo
que estaba muerto. En la misma serie de diferencias polares se encontraba un conjunto de términos
relacionados a la juventud y la vida, y otros a la vejez y la muerte. La vejez se encontraba asociada a
tánatos, la muerte, hermano gemelo de Hypnos, el sueño. Otras figuras de los siniestros que encarnaban las
desgracias humanas eran el cansancio, el hambre y la vejez.
Cuando el cuerpo humano conseguía brillar era porque un Dios le había enviado un reflejo.
Entre los griegos, la apariencia física cobraba gran importancia. En el hombre, lo físico se asociaba también
al vigor y la resistencia, en oposición a la molicie y el afeminamiento; por ello, la gimnasia y el deporte
garantizaban esta gracia (Foucault, 1986). También podía poseerse la belleza si los dioses la versión en los
cuerpos para modificar su aspecto, revivificarlo o embellecerlo, los cuales serán efectuados con sus
protegidos.
Así, por medio de diversas estrategias retóricas en particular con el uso de polaridades lingüísticas, se
establecían analogías entre los cuerpos divinos y jóvenes, entre los cuerpos humanos y los viejos.
El velo de la escisión. Una consideración sobre la belleza, la vejez y la muerte.

El tiempo se hace cuerpo en la vejez y se presenta como despiadado.

Resulta importante destacar la representación de la belleza en contradicción con la vejez.

 Las estrategias griegas reflejan claramente la asociación entre el viejo la muerte, y de manera
particular entre el viejo y el cadáver en tanto pérdida de la identidad.
 Mimnermo de Colofón consideraba a la vejez como un mal mayor que la muerte, por lo cual
modificaba el orden habitual de lo terrible. Ello guardaba relación con lo dicho acerca de la vejez, su
aspecto cadavérico y la degradación física, que suponía rasgos que no se presentaban en una muerte de.
Es importante remarcar que, además de la gracia, en el viejo también parecía perderse la conexión
entre el sujeto y su cuerpo.
El cuerpo como cadáver, o la desidentificación.
Las representaciones del cuerpo del viejo se anudaban a las de la muerte a través de la imagen corporal, en
tanto que las metáforas sobre él aludían a indicios de un cadáver o a alguien irreconocible.
Tanto en el ritual del duelo como en las sevicias que se ejercían sobre el difunto, el cuerpo era mancillado y
afeado, despojado del rostro y del resplandor, con el objetivo de desidentificarlo para llevarlo al mundo
oscuro del informe. El pasaje entre ambos mundos implicaba un cambio en la representación de sí,
mediante el cual se pasaba de un cuerpo marcado con las insignias de la identidad personal a otro
desprovisto de ellas por medio de un acto asociado particularmente con el borramiento del rostro, de la
belleza y del brillo.
El soma, en tanto cuerpo-cadáver, daba una idea primigenia de unidad al funcionar como soporte de los
ritos funerarios y su primera representación era la forma o imagen del cuerpo.
Una de las acepciones a la noción de soma fue desarrollada por platón conforme a las doctrinas órficas, en
donde el cuerpo era concebido como prisión, cárcel o incluso tumba. La palabra, traducida como cuerpo,
designada originariamente al cadáver en tanto resto de aquello que era abandonado por todo lo que
encarnaba vida y dinámica corporal, suponiendo una figura inerte.
La cuestión del género y el envejecimiento.
La mujer vieja. “no golpearan a vuestra puerta”.
Las referencias literarias a la mujer de edad eran muchos más abundantes que al hombre.
En el caso de los hombres, el discurso se relativizó y se subjetivó más. La cantidad de menciones respecto
al envejecimiento femenino es sorprendente. El estilo era altamente crítico cuando se describía a mujeres
que pretendían su tener su erotismo, mientras que el sesgo era más contemplativo y en algunos casos
cariñoso hacia aquella que desempeñaban el papel de comadres, esposas o compañeras. Sin embargo, la
tendencia a describir el exceso, la falta de temperancia o continencia de la mujer era muy marcada en los
poetas latinos.
La aparición de la vejez femenina surgía en distintas obras como amenaza de la virilidad pero a la
vez se le daba un curso posible por la vía del sexo oral. Otra de las formas clásicas de representar a la
mujer vieja era en el contexto del relato de una antigua venganza. Aquella mujer orgullosa qué no había
atendido las demandas masculinas obtenía su merecido, en su vejez, ya nadie se interesaba por ella. Dato
asimilable a lo que sucedía con los jóvenes varones, cuando les crecía la barba, respecto del amor de los
muchachos. Muchos autores hicieron alusión a estos argumentos, donde se combinaba El deber de
replegarse ante el deseo sexual y el sentido de la venganza.
La otra manifestación de la mujer en la vejez era la de aquella Que no comprendía los límites que la
propiedad le indicaba. Dentro de la serie de contrastes, las jóvenes mujeres quedaban asociadas a la víctima
de Eros, mientras que las viejas a las formas más perversas de la depredación erótica.
Guerras hace mucho acabadas. Hombre viejo.
La perspectiva masculina no estaba circunscripta por patrones tan claros y las posibilidades aparecían
menos cerradas. Las metáforas que se utilizaban para aludir al deseo sensual eran bélicas y musicales. Las
figuras del soldado y el dejar las armas en la vejez eran habituales para significar el abandono del erotismo.
La idea de crueldad aparece como la confrontación de un deseo imposible, lo cual produce una escisión en
relación al sí mismo: “no soy el que era”. En tanto que ya es viejo y, a diferencia del amor, él está
endurecido por su vejez. Los componentes propios del amor y de la vejez eran antagónicos, aunque existía
una animación dada por el amor que no afectaba a la vejez.
La temática de la impotencia masculina aparecía como un elemento signado por múltiples causas, para las
que había ofertas de afrodisíacos, siendo uno de ellos las semillas de la planta ruqueta mezcladas con
pimienta y miel.
En los epigramas eróticos griegos, surge la temática de la impotencia de una manera sumamente cruda.
Tal como si no hubiera nadie. Las relaciones amorosas entre un viejo y una joven
El matrimonio entre mujeres jóvenes y hombres mayores parece haber sido algo habitual, especialmente en
Roma.
Sin embargo, la crítica, el rechazo social y la vergüenza aparecieron también hacia los viejos que se
sometían a las cadenas de Venus.
Más allá de lo habitual que esta situación pueda haber resultado, aparecía narrada como una experiencia
negativa para la joven mujer. Esta vez era representada de manera alternativa como un modo de
sometimiento hasta el momento en que el hombre declinaba sus fuerzas.
Tentación del matrimonio entre una joven y un marido anciano era aún más negativa. La alusión al viejo se
realiza a través de la imagen de un niño de 2 años, cuánto se considera que no cuida a su esposa.
Muchos de estos matrimonios eran decididos por los padres de las novias, en el cual los criterios acerca del
amor se hallaban frente a profundas transformaciones.
La crítica al erotismo de los viejos remitía mucho más a su lascivia que a la dificultad que está podía
suponer para ellos, dando cuenta de las restricciones claras al ejercicio de un goce que debían evitarse.
Algunos criterios se revelaban como centrales para explicar esta forma de exclusión. Por un lado, existía
una ración natalista que excedía el mero factor reproductivo. El eros, Cómo reproducción de las especies y
cohesión del mundo, implicaba sortear la muerte y la devastación. Por otro lado, la asimilación del cuerpo
anciano al cadáver generaba un claro rechazó desde el punto de vista erótico, lo cual nos permite
comprender porque resultaba predominante el repudio por la fealdad de los viejos. La belleza parecía
funcionar como un velo que ocultaba lo más humano del hombre, abriendo una fuerte polarización entre el
joven y lo viejo, en una clara analogía entre el cuerpo de los dioses y el de los hombres.
Bibliografía:
Iacub, R. (2011). Erótica y vejez. Perspectivas de occidente. 1ed. 2° Reimp. Buenos Aires: Ed. Paidós
La culpa en la “era pornográfica”. Diana Sahovaler de Litvinoff. RESUMEN.

La sexualidad, antes oculta y sofocada, ahora se ostenta desafiando nuestra capacidad de encontrar las
nuevas formas en que se esconde la represión. La cultura estará pronta a procurar los objetos con los que se
podrá acceder a ese supuesto placer sin límites.

La culpa, actualmente, no queda ligada a “darse el gusto” sino todo lo contrario, a no poder alcanzar
el grado de placer establecido por el mandato social y el ideario personal. El orgasmo nunca parece ser
el adecuado, la pareja elegida es sospechada de impedir el acceso a otra mejor, cualquier grado de
satisfacción parece poca cosa. No se trata pues de ocultar un desear equivalente a pecar ni tampoco de
propiciar la insatisfacción metódica, sino el incentivo a llevar los anhelos a la saciedad, a “sacarse las
ganas”. Se resalta en este sentido uno de los aspectos del deseo: el que tiene que ver con la promesa de
satisfacción y el velo a la angustia y no aquel relacionado con la falta.

Los avances tecnológicos y científicos potencian la sensación de que “todo lo que se desea es posible”.
Así, es un medio que ofrece. El placer está a la vista y garantizado a través de la posesión de bienes
adquiribles o del empuje hacia vínculos con los cuales vivenciar un erotismo desatado de antiguas
represiones. Pero mientras un malestar insta a explorar nuevos caminos, otro malestar expresa el miedo a la
falta de freno.

Tal como lo advierte Freud, los deseos están para ser formulados, no cumplidos. El ser humano anhela pero
también teme la realización de sus fantasías.
Esta “libertad” en la que aparentemente los anhelos pueden cumplirse, es la que genera, paradójicamente,
terror y deriva en la respuesta fóbica, mal típico de nuestra época. La fobia intenta en forma sintomática,
una suplencia del límite, una prohibición que detenga la promoción a un goce arrasador.
Otras patologías típicas de la actualidad, como los trastornos de la alimentación o las adicciones, se
vinculan con la reacción ante el ofrecimiento de objetos que prometen satisfacción inmediata, acallando
incertidumbres, atacando y uniformando subjetividades individuales, y que suele ser acatado al punto de
degradarse en una adicción o bien rechazado en un intento de crear un espacio propio. El hombre retrocede
frente a un convite que, de efectivizarse, amenazaría su subjetividad. El objeto está ahora al alcance de la
mano, pero se ha escabullido el sujeto.

Se reprocha habitualmente al sujeto el esconderse tras el objeto y recusar vínculos directos y próximos,
cuando lo que sucede es que se ve compelido a ello como defensa frente a la orden de transgredir fronteras
que amenaza su integridad psíquica. No es la culpa sino una subjetividad que se defiende del arrasamiento,
la que hace obstáculo a las tentaciones que empujan a comer, comprar o copular sin límite, aunque en esta
negativa se quede en deuda con el mandato superyoico a gozar.
El auge en el consumo de pornografía mostraría otra forma de cumplir con el ideal sin poner en riesgo la
subjetividad.

El psicoanálisis nos ha llevado a comprender que es la prohibición la que estimula el deseo, que
cuanto menos accesible permanece el ser amado aumenta su valor erótico; cuando todo está ofrecido
y a la vista, pareciera que el efecto es la des-erotización.

Aquel que mira la escena erótica que con desparpajo se le ofrece desde afuera, tiene la ilusión de estar él
mismo libre de toda atadura represiva. Se genera una equiparación ficticia entre la exhibición sexual y la
posibilidad de la unión de los cuerpos en la realidad.

El sexo y la violencia explícitos en la época actual, descriptos y graficados en las pantallas, editados y hasta
modificados para ser comerciados como espectáculo, la aparente falta de angustia que acompaña las
imágenes y discursos más descarnados tanto en el emisor como en el receptor, nos muestran viviendo en
una “era pornográfica”. La conjunción del empuje al objeto y la globalización informática presentan
a la vida como un show donde todo puede ser mostrado. El propósito de llevar la curiosidad y el
conocimiento a su saciedad tiene el efecto de transformar en objeto al que recibe dicho trato, la forma de
considerarlo termina objetivándolo.

El pudor, la vergüenza y la lástima son interpretados como debilidad o como manifestación de una
personalidad amargada o prejuiciosa.

Se trata de lograr otra elaboración que contemple la singularidad del deseo propio y el del otro.
Generalmente se interpreta el papel de la castración como aquello que traba la realización del deseo, sin
embargo resulta ser lo que lo propicia y posibilita, el límite es lo que permite atreverse a desear y a
satisfacerse porque habrá un freno que proteja contra la descarga absoluta. Sólo es posible entregarse al
placer cuando existe la confianza en que la subjetividad quedará protegida, ya que cuando esto no sucede
surge la necesidad de armar fronteras sintomáticas.

En la época actual el hombre es sometido a una presión y un control panóptico, como objeto consumidor de
goce donde se lo insta a “recuperar” el objeto. Ante la angustia que despierta la falta de respuestas frente al
sentido de la vida, aparece como solución la oferta de objetos que se enaltecen a expensas de un sujeto que
se detiene en su desarrollo y creatividad cuando supone que su “angustia existencial” es una equivocación.
Al idealizarse el objeto como representación de completud y solución a la angustia, éste se convierte en
modelo de identificación. El hombre quiere devenir ese objeto íntegro, estético, perfecto, contemplarlo y
contemplarse en el espejo, en los blogs, los face-books o las filmaciones que sube a Internet donde su vida
puede ser un espectáculo para que otros lo miren. Busca cultivar ese “objeto” en los gimnasios, moldearlo
con cirugías estéticas, fijarlo con piercings y tatuajes indelebles, ser incorruptible al tiempo y el deterioro
del envejecimiento. Y aspira ofrecer esa perfección al otro para completarlo.

Un sujeto altamente informado e instrumentado ante una realidad aplastante y un ideal que abandona
dejándolo librado al goce, es invadido entonces por el pánico cuando debe hacerse cargo de su deseo y su
destino.

Bibliografía

Sahovaler de Litvinoff, D. (abril, 2010). La culpa en la “era pornográfica”. Imago Agenda: Culpabilidad y
sacrificio. N°138.
La sexualidad virtual: hombres y mujeres. Gloria Aksman. RESUMEN

"El cuerpo se introduce en la economía del goce por la imagen del cuerpo. La relación del hombre con su
cuerpo, si algo subraya muy bien que es imaginaria es el alcance que tiene en ella la imagen (…)" (LACAN
1974, 91)
Un fenómeno de la época que pone en cuestión el lazo amoroso, no ya por lo diverso y dificultoso del
encuentro con el otro, sino un modo particular de perversión en el contexto donde el plus de goce reina y es
de "consumo rápido". (LACAN 1971, 460).
Este tiempo gobernado por las imágenes virtuales nos induce a reflexionar acerca de lo que implica un
hecho: estamos en un momento en que se hace cada vez más consistente la existencia de la ausencia de la
relación sexual. Más allá de las llamadas "sexualidades”, la sexuación.

La sexualidad virtual: hombres y mujeres

La sexualidad virtual es un recurso más para intentar parar la carencia de relación sexual.

La pornografía virtual entró en la vida sexual naturalizando el intento de experimentar un goce reservado
tanto a la fantasía como a la privacidad. Roland Barthes define la esfera privada como "esa zona del
espacio del tiempo, en la que no soy una imagen (…)" (BARTHES 1990, 48). En la sociedad actual
caracterizada por el "discurso de la transparencia”.

Resultado de ello es una sociedad expuesta donde no hay cabida para el secreto. Así, también el respeto se
ha visto vulnerado. El respeto presupone una mirada distanciada. Hoy esa actitud deja paso a una mirada
sin distancias, que es típica del espectáculo. El verbo latino spectare, del que toma su raíz la palabra
espectáculo, es un alargar la vista a la manera de un mirón, actitud a la que le falta la consideración
distanciada, el respeto (respectare)" (HAN 2013, 13).

En la sociedad del espectáculo (spectare) la imagen reina por sobre la palabra. La vacuidad
semántica, propia de la pornografía impregna el lenguaje y las formas de encuentro en las redes
virtuales destinadas a tal fin. El erotismo del sexo ha cedido ante el avance de la pornografía que lo
aniquila. La obscenidad donde nada permanece oculto, hace desaparecer el cuerpo del otro. Esa
presencia no se recorta sobre el fondo de una ausencia. La condición de lo hipervisible borra toda
diferencia.

Como saldo del discurso capitalista, el sujeto se encuentra en soledad frente a la pantalla. La paradoja del
para-todos del goce solitario cobra existencia.
Amo de sí mismo, concluye Han, "el sujeto actual se explota a sí mismo, (…) permanece igual a sí mismo y
busca en el otro la confirmación de sí mismo" (HAN 2012, 22).
Sus encuentros sexuales se producen siempre con cierto desencanto porque ninguna responde del
mismo modo que la de la pantalla. La mujer virtual se ha tornado su ideal sexual y solo con ella
(cualquiera) logra la plena satisfacción
En los demás aspectos de su vida, también es un sujeto que "rinde": hombre que conserva sus tradiciones
bajo débiles semblantes de religión, familia y amigos.
¿Qué sucedió con el amor?
El amor es una "investidura por parte de las mociones sexuales a fin de alcanzar la satisfacción sexual
directa" (FREUD 1921, 106). "Es el sostén de la investidura en los intervalos de dicha satisfacción
pulsional (FREUD 1921, a). El amor entre un hombre y una mujer es el que inviste al objeto cuando el
apetito sexual está ausente.

El amor es un hecho de discurso, permite el giro de discurso, solo él hace "condescender el goce al deseo"
(LACAN 1972-73) se dirige al Otro, hace lazo.
Cuando el amor se encuentra rechazado, los modos de satisfacción arrojan al sujeto a la soledad del
autoerotismo.
El discurso que forcluye la castración, el conflicto, sume al sujeto -parafraseando a Freud- en la más
radical degradación de la vida amorosa.

La pornografía se posiciona como herramienta y la vergüenza, señal del vínculo con el otro, ha
pasado de moda. Así la perspectiva del amor es rechazada.
Parece destacarse en este fenómeno algo distinto a la reacción frente a la diferencia entre lo buscado y lo
hallado, propia de la experiencia del parlêtre a la búsqueda del objeto de satisfacción. La respuesta
angustiosa nos remite más bien a los efectos sobre lo simbólico que acarrea la sumisión de este al real de la
no relación sexual con el correlato que le imprime el imperio de las imágenes.
Estos síntomas descriptos por Freud a comienzos del siglo pasado, han vuelto a presentarse en la clínica de
la hipermodernidad en forma pertinaz también junto a las neurastenias: la masturbación y eyaculación
precoz.

Según Freud, la culpa por la masturbación era parte de la historia infantil que permitía la tramitación y
eventualmente su tratamiento sintomático.
Pieza fundamental del fantasma desde 1910, el goce autoerótico reprimido se suelda con la fantasía que
concurren a la satisfacción en el síntoma. Lugar estructurante que le adjudica Lacan en su función de
pantalla frente a lo real.
En la actualidad, estas manifestaciones corporales se presentan muy frecuentemente sin pregunta ni
asociación alguna. La masturbación es una práctica propia de la sexualidad virtual, aún más, se sostiene en
ella. Hay tutoriales que indican cómo hacerlo mejor, es decir cómo estar mejor acompañado por la imagen
en el goce solitario.

La sexualidad virtual es un efecto "viralizado" de la declinación del Nombre del padre. La pantalla ha
tomado el relevo y el narcisismo de la imagen se impone por sobre la relación con el otro, más aún, "el
creciente narcisismo hace desaparecer la mirada, hace desaparecer al otro" (HAN 2013, 45). El medio
digital nos aleja cada vez más del otro.

"La bella peculiaridad del encuentro inmediato, ha dejado paso a la asimetría de la mirada. Podemos estar
cerca los unos de los otros, pero dejamos de mirarnos" (HAN 2013).
Con la técnica de la realidad virtual sustentada en la exigencia de que el sujeto se encuentre fuera de
contacto con lo real, se amputa algo de sentido. El otro ya no se juega en su doble estatuto de objeto y el
Otro como sujeto, no es una apelación al reconocimiento del Otro, se trata de señalar que es la captura por
la imagen. Como si quedara abolido el doble circuito de la relación entre el sujeto y el Otro. Solo se afirma
una parte del recorrido, la captura por la imagen.
Con la sexualidad virtual se suele paliar la distancia entre los partenaires que viven lejos. Pero la imagen no
es real. El goce autoerótico revela así su cara más impactante, no se abraza el cuerpo del otro porque no hay
otro.
La sexualidad virtual carece de cuerpo, carece del "enfrente" que le es propio a la presencia del cuerpo del
otro, es decir, una presencia siempre implica la distancia. Un espacio y una temporalidad que solo la
experiencia de alteridad permite dar testimonio.

Bibliografía:

Askman, G. (2016, Septiembre). La sexualidad virtual: hombres y mujeres. Ancla. Recuperado de:
https://psicopatologia2.org/ancla/Ediciones/006/index.php?file=Actualidad/La-sexualidad-virtual.html
Psicoanálisis de la pareja matrimonial. Puget-Berenstein. Resumen.

El tema de la pareja ha inspirado a poetas, literatos, alimenta conversaciones de la vida cotidiana y es


material de innumerables consultorios psicológicos. En cada contexto adquiere una connotación
específica.

Pasar del estado de enamoramiento al estado de amor no es tarea fácil para el yo sino que requiere de un
trabajo psíquico.
La consideración de la subjetividad dibuja los límites del yo con prolongaciones varias, algunas incluyendo
a otros, donde intervienen los mecanismos de identificación.

 En el espacio intrasubjetivo se pone el acento en la distribución del mundo interno, las


constelaciones auto engendradas de las relaciones del yo con los objetos en un tipo de espacialidad propio,
donde predominan las representaciones y los afectos ligados a ella.
 En el espacio intersubjetivo se privilegia el vínculo como una estructura que liga duraderamente,
aparca y envuelve a los yoes. La pareja matrimonial ofrece, por su carácter estable, una estructura vincular
mínima con una peculiar constitución.
 En el campo transubjetivo se privilegia el vínculo del yo con el macro contexto social, donde las
instituciones y las formas de pertenencia a las mismas proveen modelos convenientes.
El vínculo de la pareja ocupa un espacio virtual. Sus límites se encuentran definido por un modelo
sociocultural.
PAREJA MATRIMONIAL. DEFINICIÓN. SEMEJANZAS Y DIFERENCIAS CON OTROS TIPOS
DE RELACIONES DIADICAS.

PAREJA MATRIMONIAL designa una estructura vincular entre dos personas de diferentes sexo desde
un momento dado, cuando establecen el compromiso de formarla en toda su amplitud, lo puedan cumplir o
no.

En el uso de la lengua se produjo un fenómeno de reducción de sentido por el cual al decir pareja queda
sobreentendida su referencia como conyugal o matrimonial, o, lo llamado en antropología, relación de
alianza o alianza matrimonial.
El ser humano tiende a organizar su vida vincular en estructuras que van de menor a mayor estabilidad.
Tienen una condición peculiar y es la alternancia en la polaridad repetición-novedad con distintos tipos de
resolución. La pareja tiene elementos definitorios qué permiten referirse a ella como una unidad o una
estructura con un alto grado de especificidad. Es considerada tradicionalmente como el origen de la familia
desde el punto de vista evolutivo y convencional. Pero también psicoanalíticamente se podría pensar que
la pareja se desprende de la familia donde se originan sus modelos conforme el deseo de los distintos
yoes de una familia de perpetuarse en el tiempo por medio de la transmisión del deseo de tener los hijos,
transformado en el deseo de tener una familia mediante vínculos de alianza. La transformación del
sentimiento de haber sido deseado como hijo por los propios padres opera como una identificación. La
marca de una primera contradicción fundante para la constitución de la pareja matrimonial surge de la
dificultad del mundo psíquico de cada uno de sus miembros derivada de la resolución trabajosa, difícil y no
siempre terminada de la separación de sus vínculos familiares.
Los yoes y su investidura narcisista alientan la idea de pertenencia a un continuo de generaciones.
Sobrevienen entonces distintas puntuaciones como cortes o intentos de establecer una diferencia, aceptando
la continuidad inconsciente en la transmisión de los significados que determinan el vínculo: algunas
instrumentales y otras defensivas.
Algunas parejas fijan su comienzo a ellas mismas, desmintiendo las representaciones de pareja provenientes
de la familia de origen tal como fueron percibidas desde la ubicación en el polo infantil. Otras, cuyos
modelos preferidos son de dependencia y continuidad, perciben como peligroso lo inédito, creativo y
novedoso.
Todo aquello significado como corte o discriminación puede ser fuente de ansiedad: la separación entre
las generaciones, entre los modelos parentales y los propios así como de uno y otro yo. El otro es casos se
experimenta un cierto tipo de intolerancia al percibirse cómo parte de una continuidad. Esta es relatada en
forma de mitos origen. Pudiera ser que la continuidad es impensable y sólo acepte ser formulada a partir de
la discontinuidad, dándose algún tipo de relato, el cuál varía para cada pareja pero que fija el comienzo en
un determinado tiempo. La necesidad de ubicar los orígenes da lugar en la mente a un tipo de mito bíblico,
tal como el de Adán y Eva.
El mito de origen es una producción restitutiva. La cuestión del origen a llevado a algunos autores enfatizar
lo intrasubjetivo como lugar de dónde parten las significaciones, como otros lo han hecho proceder de lo
sociocultural.
Toda organización social posee alguna forma de pareja llamada matrimonial. Levi-Strauss (1983) la
cita como una de las propiedades invariables, ligadas al comienzo de la familia:

 La familia tiene su origen en el matrimonio.


 Incluye al marido, la mujer, los hijos nacidos de esa Unión formando un núcleo al que otros
parientes pueden eventualmente agregarse.
 Los miembros de una familia se encuentran Unidos entre sí por:
A. lazos jurídicos,
B. derechos y obligaciones de naturaleza económica, religiosa y otras.
C. Una red precisa de derechos sexuales y un conjunto variable y diversificado de sentimientos tales
como el amor, el afecto y otros.
Desde el punto de vista psicoanalítico es una de las maneras de vincular en forma estable y complementaria
la diferencia de sexos.
El vínculo de pareja, cuyo comienzo queda registrado para la conciencia como el momento de
enamoramiento, ofrece El marco para disponer de un modelo ilusorio a fin de esperar el dolor mental
surgido de tomar contacto con la discontinuidad.

La definición de pareja matrimonial es un requerimiento para ubicar este tipo de relación diádica y
diferenciarlo de las relaciones diádicas no matrimoniales.

Toda persona dispuesta a constituir un vínculo de pareja sabe, consciente o inconscientemente, desde los
modelos socioculturales, que esto implica ciertos elementos constantes y presupuestos que dan sentido al
campo de lo permitido opuesto al de lo prohibido.
Los parámetros definitorios, aunque provistos desde el mundo sociocultural, tienen un registro en el mundo
psíquico proveniente de lo infantil donde se incorpora el modelo del objeto pareja, construcción imaginaria
constituida por tres representaciones:
1- una proveniente de la inermidad del sujeto infantil en relación con el objeto amparador, estructura
relacional originaria; corresponde al narcisismo primario a la cual hemos denominado de objeto único.
2- Otra es la representación de un papá y una mamá, de los cuales el bebé tiene una posición de
exclusión.
3- La tercera, representación social, es la de un contexto extrafamiliar que incluye a papá, mamá y
bebé, componiendo un código y una serie de señales que hacen a la organización de la estructura familiar.
La creación de un objeto pareja compartido será la resultante inédita de la conjugación de los representantes
de cada uno, donde la posición de esposo o esposa adquiere un contenido significativo.
Alrededor de los parámetros definitorios se establecen verdaderas relaciones contractuales, denominados
acuerdos y pactos inconscientes.
La manera de definir esta estructura se basa en dos conceptos tratándose de modalidades esenciales a la
vida humana:

 El desamparo originario.
 La diferencia de sexos.
Los parámetros definitorios designan el encuadre, su sentido y los significados circulantes en la diada. Los
mismos parámetros pero con diferente calificación otorgan otro carácter a la relación diádica.
Parámetros definitorios.
Se denominan parámetros definitorios A 4 especificaciones: cotidianeidad, proyecto vital compartido,
relaciones sexuales y tendencia monogámica.
1. Cotidianeidad: designa al tipo de estabilidad basada en una unidad temporal y espacial
caracterizada por los intercambios diarios. Implica un nivel de complejidad mayor de lo estrictamente
temporal. Define un espacio tiempo, relación diaria en un lugar simbólico del vínculo, se cumpla ese día o
no. En ese sentido propone a los yoes lugares vinculares y mentales dotados desierto fijeza, tales como los
lugares estables donde se sientan en la mesa o los lugares ocupados por cada uno en la cama. Son la
proyección en el espacio de aquellas relaciones ya establecidas y sin necesidad de redefinir diariamente.
Para el espacio vincular, la cotidianeidad es un organizador de los ritmos de encuentros y no
encuentros de la pareja, susceptibles de transformarse en desencuentros. Activa modalidades primarias de
relación, basadas en acciones estables tales como ritmo, forma y modalidad de comida.
Provienen de marcas impresas en el carácter del yo de adquisición temprana e incorporada a la identidad.
Forma parte de los compartible, de lo no compartido o lo incompatible. Cuando es no compartido, los
sujetos pueden lograr armonizar criterios llegando a transformarse en una dada modalidad de la pareja por
medio de los pactos.
La estabilidad en el vínculo puede ser semantizada de diferentes maneras: conmovida equivalente a
predominio de Eros pero también puede impregnarse de tánatos y transformarse en un equivalente de
muerte, estabilidad cercenante qué es la pareja es registrada como tedio y aburrimiento. Momento en el cual
las parejas intentan producir cambios en los ritmos de encuentros y desencuentros para traer algo
aparentemente novedoso, divertido y entretenido. Se puede suponer que el intento de salir sin resolver la
situación cercenan te corresponde a un intento maníaco por lo general de corto alcance. La inestabilidad
también puede ser semantizada con esas dos modalidades.
Algunas parejas se quejan de su estabilidad, del ritmo de la cotidianeidad y otras de la inestabilidad.
2. Proyecto vital compartido: es la acción de unir, y en la pareja reunir, representaciones de
realización o logros ubicadas en la dimensión de tiempo futuro. El primero proyecto vital de una pareja
consiste en compartir un espacio tiempo vincular. Probablemente el inicio de su realización consiste en la
adquisición de un lenguaje con significado compartido. Será el momento en que ambos yoes de la pareja
hablan o usan significantes sabiendo que le otorgan significado específico y, por lo tanto, ningún otro puede
darlo. Es una adquisición de vida a la complejización del vínculo, creador a la vez de otros vínculos. Ese
lenguaje compartido ocupará un espacio tiempo en la mente de cada uno. El proyecto evoluciona hacia el
futuro y se representa Cómo ir organizando un trayecto pensado hacia adelante. El modelo paradigmático
de proyecto futuro para una pareja pasa por la creación de hijos, ya sean reales o simbólicos.
El proyecto vital compartido tiene como característica el permanente pasaje a cotidianeidad, lo cual
lleva a reformular un nuevo proyecto. Momento en el cual surgen la crisis de ansiedad, emociones
depresivas o dificultades consecuentes A la realización de aquel, al perderse una representación de futuro
que al incorporarse a lo cotidiano se presentifica con el riesgo de inmovilizarse y surge entonces el deseo de
crear un nuevo proyecto.
La pareja requiere un encuadre, una dada estabilidad para poder soportar la concreción del
proyecto, la crisis y la renovación o la reformulación de uno nuevo. Este proceso permite delimitar
cierto tipo de crisis específica de la pareja en el momento en que han cumplido y perdido aquel proyecto y
no pueden reformular otro. Es también el momento en el que paradójicamente se producen separaciones,
con la expectativa de eludir El problema del futuro, fantasía ando con un nuevo proyecto, confundido esté
con una nueva pareja.
3. Relaciones sexuales: son con las que se interrelacionan a través de los órganos genitales. Otras
zonas corporales intervienen como preliminares y se suman a la actividad genital propiamente dicha.
Ocasionalmente el fin sexual se logra con otras zonas corporales sobre significados como genitales. Las
relaciones sexuales son a su vez clasificadas por modelos socioculturales, los cuales organizan un conjunto
semiótico.
Greimas (1970) estudió el modelo de las relaciones sexuales. Cada sociedad tiene sus valores culturales y
sus valores naturales. En el modelo de Greimas, respecto a la sociedad francesa, las relaciones sexuales
prescriptas son las relaciones matrimoniales y las prohibidas son las relaciones anormales.
Cada sociedad organiza a su manera este universo. Superpuesto al modelo sociocultural se ubica el
modelo individual de relaciones sexuales permitidas y excluidas.
Para que haya relaciones sexuales tiene que haber una aceptación de la diferencia, concepto
fundamental, así como del papel de un otro para el logro de una fuente dadora de placer renovada. La
necesidad de un otro está ligada a la aceptación de incompletud.
Cuando la noción de diferencia se encuentra asociada a fuertes ansiedades de castración o de vaciamiento
tendremos toda la gama de las dificultades sexuales de una vida de pareja matrimonial. También puede
darse una dificultad determinada por el modelo de intercambio sexual utilizado sin transformación para
otros intercambios y para los conflictos de otras áreas. Surge como exigencia de que los otros intercambios
funcionan con la misma modalidad.
Las dificultades sexuales pueden ser detectadas en el lenguaje usado por los pacientes aunque referidos a
otros temas. También se pueden detectar perturbaciones sexuales mediante la descripción de otras
modalidades de intercambio como forma de comunicación y tipo de lenguaje usado para referirse a la
imagen de la masculinidad y feminidad dada por la pareja matrimonial. Otras veces hay un tipo de
complementariedad satisfactoria en el cual están invertidas las funciones masculina y femenina
Mientras la diferencia y la complementariedad sean aceptadas es posible que el parámetro de la relación
sexual sea mudo sintomáticamente.
4. Tendencia monogámica: consiste en el ligamen matrimonial con un solo cónyuge. Esta
peculiaridad debe tomarse como clasificatoria y definitoria de una manera simbólica, la de preferencia.
Desde el punto de vista psicoanalítico la tendencia monogámica tiene como base metapsicológica la
estructura de objeto único. El yo puede confundir tener una relación estable y permanente con otro yo que
en ese momento vital es el mejor, y tomarlo como realización de la relación con el objeto único ilusorio del
Zócalo inconsciente. Exigirá a ese objeto privilegiado un lugar permanente de dador.
La tendencia monogámica puede orientarse de menor a mayor complejidad, como la oscilación entre el
intento de concretar la relación con un objeto único ilusorio, primario en tanto funcionamiento, o un objeto
amoroso u objeto unificado. En el otro yo puede existir características y aspectos contradictorios, contrarios
o diferentes y, sin embargo, seguir siendo el mejor para un dado yo.
El objeto unificado es aquel en el cual conviven diferentes aspectos y algunos incluso no compatibles. El
pasaje de objeto único al objeto amoroso o unificado marca el recorrido de una pareja desde el
enamoramiento a una mayor complejidad vincular.
VÍNCULO DE AMIGOS Y VÍNCULO DE AMANTES.

CONSISTEN EN ENCUADRES DE RELACIONES DIÁDICAS.

 Análisis del vínculo amistoso.

Desde el punto de vista psicoanalítico, el vínculo entre amigos resulta de la transformación de dos
modalidades de transferencia: fraterna y edípica. La primera es aquella Merced a la cual los hijos tienen
la posibilidad de soportar la escena primaria, mediante la creación de vínculos donde la complicidad,
basada en espiar a la pareja parental, evoluciona y se transforma en solidaridad y compañerismo. En la
transferencia fraterna se establece una simetría refería a la escena primaria y una asimetría dada por la
distribución de los lugares de hermano mayor o menor, desde el cual se podrá obtener tantos sentimientos
de protección y cuidado como de sometimiento y tiranía. En este nivel la competencia y rivalidad se
encuentran incluidas también en el vínculo y sus componentes sublimatorios han de llevar al ubicarse de
manera simétrica uno en el lugar del ideal del otro.
En la transferencia edípica, la competencia es menor y las cualidades dadas por la asimetría son más
acentuadas que en otro tipo de complementariedad dado por el paro desamparo-amparo transformado en
desprotección-protección.
La transferencia edípica sublimada en el vínculo de amigos es esencialmente asimétrica, promoviendo un
intercambio dado por funciones maternales o paternales con un otro ubicado en el lugar de hijo.
 Frecuentación: el parámetro espacio temporal se encuentra caracterizado por la frecuentación, el
cual es un tipo de regularidad cuyaa definición negativa excluye la cotidianidad, y su definición positiva
incluye una distinta regularidad: una vez cada período determinado. El énfasis es la puesta en relación en un
marco temporo-espacial donde pueden encontrarse cuando cada uno lo necesite y en cierto orden limitado.
Se encuentra ligada a la modalidad vincular y el tipo de exigencia característica de este vínculo. Puede
soportar el reconocimiento de zonas no compartidas sin transformarse en conflicto. Se podría equiparar a la
protección mutua sin las exigencias dadas por la cotidianidad. De allí deriva el rasgo solidaridad. En
momentos de urgencia la frecuentación puede transformarse en una cotidianeidad momentánea aunque
limitada en el tiempo. Ambas partes de la diada saben que luego recuperarán su encuadre espacio-temporal
definitorio. Este delimita además un tiempo libre o tiempo de juego diferente del tiempo de las obligaciones
del encuadre matrimonial y diferente de otros como el tiempo de trabajo en el orden laboral. El encuadre de
la relación de amigos parece en todo momento informar que no sostiene la relación de objeto único, ni la
cotidianeidad matrimonial, hace posible mantener la ilusión de una intersubjetividad libre.
 Proyecto vital: consiste en conservar el espacio tiempo del encuentro no cotidiano durante toda la
vida. Tal vez por ello se confunden el nivel intimidad requerido para este proyecto cuando sobrepasa el
marco definido por este encuadre. Ilusoriamente es un vínculo libre de conflictos con alguna marca de
incondicionalidad.
 Relaciones sexuales: el parámetro de relaciones sexuales figuras semióticamente como no
compatible con este encuadre. Admisión lo transforma insensiblemente en encuadre de amantes. El vínculo
de amigos puede ser entre personas del mismo o de diferente sexo. Cuando se da con personas del mismo
sexo, adquiere un cierto tipo de permisibilidad o de intimidad e intercambios físicos no permitidos en una
relación de amigos entre personas de diferentes sexos.
Es también posible pensar en esta peculiaridad desde el lugar que la cultura otorga a la homosexualidad
y heterosexualidad.
El establecimiento del encuadre de amigos proviene, como la elección de objeto sexual extrafamiliar, de un
requerimiento desde el mandato exogámico. El papel de las relaciones sexuales abre otras cuestiones. La
primera es metapsicológica. Según la teoría clásica, la relación amigos deriva de la sublimación de los
impulsos genitales y pregenitales. El mundo pulsional inhibido en su fin encuentra su gratificación con el
cambio de meta. Desde este punto de vista, la inclusión de la relación sexual en el encuadre de amigos
implicaría las consecuencias devolver la pulsión sobre la gratificación directa cercana a los objetos
primarios, asociada entonces a algún tipo de amenaza que lleva a la desestructuración.
La segunda cuestión es si las características de las relaciones de amigos pueden ser incluidas en los otros
encuadres: en la relación matrimonial o en la relación de amantes. Es una observación que la relación
matrimonial difícilmente contiene la relación entre amigos. Por otra parte, es probable que la relación de
amigos requiera una media test anulada en la relación sexual, sea en la relación matrimonial como en la de
amantes.
 Tendencia monogámica: su transformación en el encuadre de amigos abre camino a exigir al objeto
estar ubicado en un lugar privilegiado elegido por el yo como el mejor para tal modalidad vincular. Tal vez
tenga algún parentesco con lo que hemos denominado objeto unificado.
Persiste un resto de exigencia al objeto considerado como amigo, de estar siempre en el lugar imaginario
ubicado por ello desde dónde habrá de responder como aquel investido y elegido por encima de los demás.
Aunque es aceptado tener varios amigos, y desde el yo admite ser tenido como uno entre otros, podemos
detectar a menudo que así como en la poligamia de todos modos alguno de ellos es marcado como único, lo
mismo ocurriría para este Encuadre. En algunos casos, el objeto perdura y en otros casos puede ser
cambiado, pero en un momento dado ocupa siempre aquel lugar de objeto elegido.
Un aspecto importante y notorio en estos encuadres consiste en el secreto. En el encuadre de amigos es el
equivalente a la intimidad en el encuadre de pareja. Se puede considerar que a lo largo de toda la vida a
través del secreto se intenta recrear zonas de intimidad directamente ligadas a la construcción de la
identidad. La función del secretear está relacionada con la transformación de la incompatible en
compartible, creando para esta zonas de resguardo sostenidas por una estructura triádica. Los yoes
intercambian significados a ser protegidos de su divulgación equiparada a desorganización mental. Es
necesaria la presencia de un otro excluido de esa estructura dual, ubicado proyectivamente en el lugar de
curioso-intrusor deseoso de penetrar en el espacio compartible de dos.

 Análisis del vínculo de amantes.

Se denomina de esta manera a la relación amorosa exogámica entre dos yoes, hetero u homosexual,
con negación y o desmentida de encuadre matrimonial.

 Habitualidad: la representación de la relación de amantes sería la de un segmento de recta con un


punto de comienzo y uno de terminación del encuentro o de un número mayor o menor de encuentros. La
concepción del tiempo es la de un comienzo y una terminación aún cuando pudiera ser renovable. Se
denomina habitualidad y se diferencia por su ritmo de la cotidianidad matrimonial y la frecuentación de los
amigos.
La denominación de encuadre de amantes No se refiere solamente a aquellas parejas instaladas en una
relación extramatrimonial sino también a aquellas con un pacto desde el compromiso a sostener una
peculiar situación psíquica interna no incluye ni puede tolerar un encuadre de tipo matrimonial. Todo signo
tendiente a desvelar o transformar en dicho lo no dicho es equivalente a perder el encuadre de amantes con
su necesaria idealización. Uno de ellos esa es la posibilidad de crear ilusoriamente una vivencia de
incondicionalidad. Es posible siempre y cuando éste es limitado a ciertas áreas de intercambio, como puede
ser la sexual. Se recuperaría la idealización de esta área que parece pasar a desilusionar sexista cuando está
asociada a la cotidianeidad. Se fijó la ilusión de un permanente placer sólo mantenido fuera del encuadre
estable.
 Proyecto vital: la pareja de amantes puede mantener su encuadre cuando determinan qué es
imposible acordar acerca de proyectos futuros donde se incluye dar lugar a un tercero-hijo, debido a que se
transformaría en encuadre matrimonial. Este encuadre no tolera proyectos implicando futuro representado
por la presencia de hijos. Y, si los tienen, el hijo va a ser vivido como de uno y no de los dos.
 Tendencia monogámica: ilusoriamente negada, se cree que sin embargo los amantes se instalan
como elegidos siendo desmentido el significado del encuadre matrimonial. Cuando retorna, lo hace con
violencia y quiebra el vínculo de amantes o genera el fenómeno del escándalo.
Se considera como significante básico del encuadre de amantes El engaño al cual damos una significación
particular. Se emplea el concepto de engaño referido a los enunciados, cuando existe una zona conocida
pero no dicha. Lo dicho divide el universo en permitido y prohibido, en tanto lo no dicho define el área de
lo no permitido y lo no prohibido con lo cual se crea la ilusión de no transgresión. La transgresion se
produce cuando se contraría un enunciado. Si no hubo enunciado y menos acuerdo, es imposible entonces
contrariarlo.
Biografía:
Puget, J. (1988). Psicoanálisis de la pareja matrimonial. 1° Edición. Buenos Aires: Ed. Paidós.

Terapia de pareja: una mirada sistémica. Biscotti. RESUMEN


Prólogo

La pareja es la sociedad más difícil de llevar adelante y posiblemente la más maravillosa también; sin
dudas implica un gran desafío.
Este desafío implica, por un lado, escuchar las dos versiones de una misma historia en común, siempre
disímiles, muchas veces francamente contradictorias, y en general, expresadas con la misma convicción de
estar en lo cierto. Este es el material casi habitual con el que empiezan las desafiantes consultas de
pareja.

Dicho aspecto del escenario relacional de la pareja del conflicto no es el único: Existen los celos, la
rivalidad, la competencia, la necesidad de ser completado por ese otro u otra, inventado por mis anhelos
más íntimos para hacerme feliz, hasta que, luego de la luna de miel, de los primeros meses de convivencia,
este frágil andamiaje comienza a desmoronarse, cae el velo de la ilusoria construcción y descubrimos al
otro en su dimensión real, con sus pros y sus contras.
Dichas parejas acoplan, superan y siguen adelante, conociéndose de verdad y disfrutando de ello o, por el
contrario, se inicia una rápida o lenta lucha, y con participación del público presente: hijos, familia de
origen, amigos e incluso vecinos en algunos casos. En ocasiones, también es invitado algún tercero o
tercera, o simplemente el hijo, concebido para salvar el matrimonio y/o para iniciar el ciclo vital familiar.

Hay que dar cuenta de los cambios históricos contextuales que sucedieron en las últimas décadas, en un
mundo globalizado en continua y acelerada transformación. Los cambios en las cuestiones de género,
sociales, laborales, de ciclo vital y tantos otros el autor nos describe con la misma puntillosidad las
problemáticas actuales de la pareja. (p10)
Introducción:

La pareja es una sociedad más difícil de llevar adelante y posiblemente la más maravillosa e implica
un gran desafío para la humanidad.

De hecho, ha inspirado obras literarias, musicales y pictóricas, como películas y piezas teatrales. Dichas
inspiraciones se basan principalmente en algún conflicto: no concretarse, disolverse, traicionarse o
simplemente desarrollarse, lo cual no está exento de infortunios y complejidades.
Si bien la estructura de la pareja tal como la conocemos y la pensamos hoy, data de unos siglos atrás, está
en permanente cambio. Esta es una de las épocas que más se perciben los cambios, no sólo en esta relación
sino también en la familia y en otras organizaciones sociales. La estructura de la pareja “para toda la vida”,
cómo se conformaba hace medio o un siglo atrás, está fuertemente cuestionada. La ruptura del vínculo
antes de la separación por la muerte es una alternativa cada vez más frecuente. Y no es este el único cambio
en el estilo de las parejas de hoy.

La terapia de pareja es un desprendimiento de la terapia de familia, que ha cobrado identidad propia, quizás
porque este sistema, la pareja, es el germen en el otro; por lo menos, en la gran mayoría de los casos.
Biscotti (2006) define a la pareja como: “una construcción relacional sostenida por ambos miembros a
través de la definición de cada uno se da a sí mismo y le da al otro, la definición y cada uno tiene del otro y
la definición de cada uno recibe del otro”. (Biscotti, 2006, p. 14). Se entiende a la pareja como un lugar
primordial en nuestra sociedad, de sostén de la identidad; no siendo el único pero sí el importante, pensando
que la identidad es el producto permanente del interjuego entre lo que nos decimos que somos, lo que nos
han dicho y lo que nos confirman los contextos. La pareja es un contexto de la individualidad, y un contexto
altamente calificado, tanto personal como socialmente hablando.

La pareja como construcción relaciona la punta a la idea de que lo que se denomina pareja no es un cuerpo
sostenido por la relación entre sus átomos sino un espacio de relación. Ese espacio relacional se encuentra
construido por la permanente interacción entre sus miembros, sus expectativas, la de su contexto de origen
y la de los actuales. Dichas interacciones provienen de ideas sobre los sí mismos de las personas que
interactúan, sus contradicciones, sus confirmaciones y desconfirmaciones, y esas ideas regulan dichos
intercambios que modelan aquellas creencias.
La pareja actual es concebida como la pareja del postmodernismo, de un mundo en constante cambio, en
donde los valores inmutables han caído y se instaló la incertidumbre.
Decímelo perspectiva sistémica, la terapia buscan un cambio, en consenso con los consultantes, qué
promuevan nuevas y mejores interacciones, así como también modificaciones en las creencias subyacentes
en dichas interacciones.
Las personas, cuando formamos parte de un sistema estable y prolongado en el tiempo, Cómo es la pareja,
organizamos creencias sobre nosotros mismos y el otro, a través de los cuales nos relacionamos.

Nos vinculamos con nuestra pareja, la cual nos confirma o nos modifica aquellas.

Pero no sólo la pareja puede recrear las ideas acerca de nosotros mismos y del otro, sino que nuestras
creencias previas también ejercen una fuerte influencia sobre la forma en que construimos aquella.
Cuando se recibe una consulta de una pareja, se recibe a dos personas que poseen una disfuncional
interacción, la cual suele estar basada en creencias de cada uno, del otro y de cómo es la relación. Este
permanente interjuego entre las creencias y los juegos relacionales a partir de ella no permite nuevas
posibilidades y mejores negociaciones. Así, la función del terapeuta consiste en ayudarlas a posibilitar una
lectura diferente de este escenario por medio de los puntos más sensibles para ellos.
Los cambios en la pareja actual.
La pareja ha sufrido fuertes y variados cambios en diferentes áreas durante los últimos años, principalmente
luego de la segunda Guerra mundial.
Algunos cambios en el modelo y las pautas que gobernaban habitualmente la relación son las siguientes:
Cambios relacionales en el modo de pareja occidental en los últimos 50 años:

 Mayor simetrización.
 Disminución del estereotipo sexual y genérico.
 Aumento de la autonomía económica.
 Aumento de la autonomía en múltiples decisiones
 Co-competencia en diversas áreas.
 Complementariedad alternante.
 Mayor expresión de la crisis.
 Mayor tendencia a la disolución del vínculo
 Aumento de la edad de formación de La Unión.
 Des jerarquización de la legalización de La Unión
 Inversión en la complementariedad por factores externos.
 Aumento de la dependencia con las familias de origen.
 Preservación del lugar de la pareja.

Estos cambios relacionales expresan modificaciones en diferentes áreas de contenido de las parejas.
En la pareja heterosexual, los cambios en la relación estuvieron fuertemente influidos por aquellos que a
nivel social sufrió tanto el rol femenino como el masculino.
A partir fundamentalmente el reposicionamiento social y económico de la mujer, a partir de sus luchas para
salir de un rol históricamente inferiorizado por el varón, este pudo también liberarse de mandatos y ataduras
a que lo sometía tal situación de poder.
La pareja está en un proceso incipiente, con diferenciación es que no pasen por el sojuzgamiento ni la
detentación del poder de ningún género sobre el otro.
Cambios genéricos:
A. En la masculinidad:
 Mayor desarrollo de sensibilidades.
 Preocupación por lo corporal, más allá de la musculatura y la fuerza.
 Más expresión emocional.
 Disminución de la vergüenza ante la expresión de las emociones.
 Menor temor a ser confundidos en su virilidad.
 Más diferenciación en la vestimenta.
 Acercamiento a oficios y profesiones tradicionalmente femeninos.
 Desarrollo y valoración de lo intuitivo.
 Desarrollo de la capacidad de protección más allá de lo económico o físico.
 Mayor capacidad de compartir.
 Agobio frente a los mandatos pretéritos.
 Mayor capacidad para conectarse más íntimamente con otros hombres.
B. En la femineidad:
 Revalorización de los propios criterios.
 Acceso a lugares de poder.
 Desarrollo económico autónomo.
 Ruptura del sentido madre esposa.
 Capacidad de elección.
 Desafío a los mitos.
 Mayor desenfado erótico sexual.
 Disminución de la culpa en relación con diferentes temas tales como sexo e hijos.
 Desplazamiento de la coquetería.
 Acceso y desarrollo en oficios o profesiones eminentemente masculinos.

Cambios en las expectativas sociales.


Toda pareja se constituye y desarrolla en un contexto social, el cuál define como debe ser esa relación.
Los cambios en las expectativas sobre cada miembro se encuentran altamente relacionados con los cambios
genéricos qué se produjeron.
Algunos cambios en las expectativas que la sociedad presenta sobre las parejas pueden ser:

 Que no sólo trabaje el varón.


 Inserción de la mujer en otras áreas más allá de la doméstica.
 Menor presión sobre la perdurabilidad de la pareja.
 Menor condena ante la separación.
 Menor condena a la madre soltera.

Cambios en la sexualidad.
La revolución sexual de los años 60 implicó la caída de tabúes y preceptos acerca de la sexualidad,
definiendo una manera en muchos aspectos diferente de transmitirla, practicarla, hablar la y pensar la.
Alguno de los cambios puede ser:

 Caídas del tabú de la virginidad.


 Presencia cara vez más temprano de las relaciones sexuales.
 La preocupación por el cuidador cc desplazó del embarazo al contagio del sida.
 Demostraciones más abierta de la presencia de la sexualidad en la pareja en diferentes contextos.
 Mayor igualdad de género en las iniciativas sexuales.
 Menor ocultamiento de elecciones homosexuales.
 Preponderante ya de los estímulos visuales.
 Mayor presencia de elecciones diferentes tardías.
 Menor ocultamiento de la presencia de la sexualidad a los hijos.

Cambios en las expectativas.


La expectativa ante la formación de una pareja no sólo provienen del contexto social, sino también de las
mismas personas que la conforman. Algunos son:

 La pareja ya no es el requisito para acceder a la sexualidad.


 No es el único camino para la emancipación de la familia, sobre todo en la mujer.
 Ya no es, en el varón, el medio para ser quién mantiene económicamente un hogar.

Cambios en los rituales de formación.


Los acontecimientos que marcan cambios en las personas y en las instituciones se celebran o se
conmemoran con un ritual. La formación de la pareja no es ajena a ello y en tal se encuentran cambios en
los rituales que registran dicha formación:

 Menor importancia de la ceremonia de casamiento sobre todo en lo civil.


 Mayor participación de los novios en las decisiones concernientes al ritual del casamiento.
 Mayor diversión que solemnidad.
 Desaparición o casi de la ceremonia del compromiso.
 Rituales religiosos más independizados de la legalización de La Unión.
 Presencia de hijos de uniones previas o del actual.

Cambios en la relación con las familias de origen.


Cuando dos personas forman una relación de pareja, suelen traer esta sus aprendizajes relacionales previos.
En la familia de origen, cada integrante de la pareja ha realizado sus identificaciones, a recibido sus
mandatos y ha establecido una particular relación con sus aprendizajes que hoy se cristaliza en la relación
que mantiene con esta familia.
La Constitución de una pareja nueva implica la salida de la familia de origen, así como la entrada en esta de
nuevos personajes que conforman lo que se denomina familia política.
La relación con este sistema más amplio también sufrió cambios, determinados principalmente por las
modificaciones en las relaciones intrafamiliares que se aparecían de generación en generación y,
particularmente en nuestro país, también por las vicisitudes de la macroeconomía que afectan los procesos
de independencia y diferenciación dentro de la familia.
Alguno de los cambios en la relación con la familia de origen que se ve en las parejas actuales son:

 Menor tendencia a la aglutinación o aglutinación forzada por razones económicas.


 Mayor diferenciación
 Menor distancia generacional
 Disminución de los rituales compartidos
 Abuelos parentalizados
 Padres infantilizados
 Flexibilización en los mandatos étnicos, raciales y religiosos.

Cambios en los mitos constitutivos de la pareja.


El mito puede ser definido como una historia o narración que aluden a hechos significativos de un grupo
social y se refiere a un tiempo primordial, diferente del cronológico, qué implica cierta atemporalidad y con
una fuerte carga del ideal.
En nuestra sociedad existen múltiples mitos que conforman el imaginario social de lo que es o debe ser una
pareja. Funcionan como exigencias y también como esperanzas de cambio de una realidad. Apuntan más a
la pareja ideal que a la real.
Los fuertes cambios sociales que actúan sobre los otros cambios también modificaron los mitos fundantes o
basales de las parejas de hoy.
Funciones de la pareja.
A pesar de los cambios la pareja subsiste, con nuevas estructuras, nuevas modalidades, contradicciones y
crisis y perdura como organización y sistema.
Algunas funciones de la pareja son las siguientes:

 Confirmación de la identidad.
 Tendencia a la completud: ligada con la confirmación de la identidad y determinada por las
diferencias biológicas que permiten la procreación y la perpetuación de la especie. El otro o la otra tiene eso
que creemos que nos falta y así podríamos lograrlo, siendo un reflejo de nuestra incompletud.
 Célula de organización social: se puede pensar a la pareja como una célula de la organización
familiar y por lo tanto como una protocélula de la organización social. Actualmente, las nuevas
organizaciones familiares presentan la posibilidad de familias uniparentales, pero aun así sigue siendo la
pareja la más común vía de entrada a la formación de la familia.
 Acatamiento o rebeldía a mandatos sociales y familiares.
 Sustentó afectivo y/o económico: la pareja humana surgió en otros momentos como una alianza
económica, entre otros fines. Posteriormente se incluyó el sentimiento del amor en su formación. Entonces,
junto con el ámbito de confirmación de identidad, es un lugar de sustento afectivo.
 Intermediario para los logros: la pareja suele ser pensada como un eslabón en la consecución de
otros logros.
 Perpetuación de la especie: es la función más básica y más ligada a lo biológico.
 Fuente de reaseguro sexual: la pareja se constituye en la organización que aseguran el desarrollo de
la sexualidad activa, aunque no siempre, en tanto ofrece la presencia permanente del compañero sexual.
 Emancipación: exogamia o salida del hogar paterno. Esta función está quedando cada vez menos
ligada a la formación de la pareja.
La pareja de la actualidad refleja estos cambios en relación con su modelo previo, lo cual presenta nuevas
problemáticas y nuevos desafíos para los terapeutas.
Objetivos generales de la terapia de parejas.

 Reducir o disolver el problema o síntomas que trae la pareja a la consulta: implica generar en la en
la pareja expectativas de cambio y más confianza en sus propios recursos. No hay motivo para apuntar
siempre a un cambio total.
 Generar una interacción más funcional a través de la promoción de red definiciones sobre la pareja y
o cada uno de sus miembros, y escucharse mutuamente.
 Lograr la responsabilidad mutua en el conflicto.
 Lograr un auto y un hetero conocimiento mejor, en el sentido de diferente.
 Favorecer los cambios graduales para mejorar la relación.
 Contribuir en la definición de continuar o no con la relación.
 Rescatar los mejores recursos para cada miembro de la pareja.
 Construir con la pareja una comprensión actual histórica del problema, más funcional que la que
traen.
 Generar formas para salir del problema de manera concreta y realizable.
 Favorecer la mayor apertura o cierre de sus fronteras como pareja.
 Ampliar las actitudes de cada miembro, ligadas a su género y a sus mandatos.
 Lograr un cambio, el cual se define con cada pareja y que permite evaluar la eficacia del
tratamiento.
PROBLEMÁTICAS ACTUALES EN LAS PAREJAS.
La pareja se enfrenta actualmente con problemáticas nuevas y también con los tradicionales atravesados por
los paradigmas actuales.
1. La decisión de casarse: actualmente, muchas parejas deciden convivir sin casarse, siendo una
tendencia que va en aumento. El problema que suele plantearse es la forma en que se decida el momento de
casarse, quién lo decides y si es que hay que planteárselo alguna vez. Esto lleva a una escalada donde suele
llegarse a acuerdos que sistemáticamente son incumplidos y reciclan dicha escalada. En las parejas que
atraviesan esta problemática, No necesariamente se encuentra en juego el grado de compromiso del varón
en la relación. Suele estar presente también la presión de la familia de origen, representada por una o dos
generaciones previas que fueron mucho más sintónicas con las normas sociales y familiares. Sobre la mujer
pesa más esta expectativa de casamiento que sobre el varón, por lo que suele ser ella la que más presiona
para llegar a lograrlo y es aquella que tiene depositadas muchas más ilusiones sobre este acontecimiento.
2. El valor femenino de la maternidad: para la mujer, la maternidad ha dejado de ser la única vía de
su realización como persona en esta vida. Ha dejado de estar revestida de tanto valor narcisístico, mientras
que han crecido en valoración otros aspectos de su vida tales como el desarrollo laboral o profesional, la
atención a su propia persona y el grado de libertad para asumir responsabilidades que exceden la pareja y el
hogar. Está su vez entra en colisión con las expectativas del varón, tiempo en un lado pretende también una
mujer moderna para no desprestigiarse el mismo pero por otro lado exige para su descendencia, muchas
veces también para el mismo, una atención maternizada de parte de ella. Compartir este maternaje, cómo
propuesta femenina, trae aparejada muchas veces una serie de conflictos y desacuerdos que pueden
desencadenar fuertes escaladas. En determinadas, esta diferencia sobre la maternidad se halla vinculada a la
diferencia en el momento del ciclo vital entre los miembros de la pareja. La inversa de esto se plantea
cuando uno de ellos se posee su cuota de maternidad o paternidad completada y el otro todavía no.
3. Choque de mandatos: a veces, las personas sienten que su decisión de deshacer la pareja no se
encuentra del todo justificada. Quién si desea separarse vive con mucha culpa esta idea y espera que el otro
ayude en eso, lo perdone o se lo permita. Esto no sucede así sino todo lo contrario. Esto puede ser
observado en parejas en que uno de los miembros es muy dependiente del otro. A los designios familiares y
sociales, se suma la posición complementaria dependiente del otro miembro de la pareja. Esta
complementariedad también se encuentra vinculada con mandato genéricos presentes durante el
matrimonio: aporte económico por parte del hombre hizo efectivo por parte de la mujer.
4. Lo malo no es tan malo: se refiere a cuando la elección de pareja desafía las expectativas de la
familia de origen. Desde el comienzo esa pareja está amenazada por dicha situación. Puede ser que ese
desafío esté solo al servicio de una rebeldía que más tarde se quiebra con todo, o puede ser que tal desafío
esté más al servicio de ampliar la visión del mundo de la familia pero sin un destino trágico. Está
relacionado con la flexibilidad en la familia para soportar tales desafíos y con la independencia emocional
de quién hace la elección: independencia para sortear y resistir toda la oposición. Dicha resistencia permite
el cambio de la familia que tendrá algunos aspectos más conservadores y otros más revolucionarios.
5. Influencia del contexto económico: en nuestro país, la economía es un factor de estrés. Las parejas
se encuentran formadas por personas que sufren esos embates. A lo largo de la vida de una pareja, suele
haber cambios en su nivel económico debido a diferentes factores tales como pasar a trabajar los dos, uno
deja de trabajar, reciben herencias, entre otros. Dichos cambios pueden estar anticipados por la pareja y por
lo tanto ser absorbidos con todas las transformaciones que ellos implican. Pero hay otras situaciones que se
encuentran relacionados con los cambios económicos en el contexto tales como el aumento en el nivel de
desempleo. Habitualmente se ve afectado el varón, qué tiene que cambiar su función en la pareja y en la
familia siendo una típica situación de crisis el ataque a la masculinidad, la auto desvalorización y el ataque
a la mujer por depender de ella.
6. Los hijos anteriores de él o ella: las familias y las parejas transformadas o ensambladas presentan
un habitual punto de conflicto, qué consiste en la relación con el o la ex, y con los hijos del matrimonio o
los matrimonios anteriores. Se complica la situación porque uno ya pasó una etapa que el otro recién está
transitando. Otra situación complicada consiste en que uno es soltero o separado pero sin hijos y el otro
tiene hijos.
7. La ex y el ex: a partir del auge de la separación y los re matrimonios, aparece la figura del ex
formando parte del universo de la pareja. El vínculo que el integrante de la relación mantiene con su ex
pareja se encuentra definido a nuestro entender por diferentes variables, siendo una de ellas el tipo de
relación previa a la separación y el grado de dependencia económica y o emocional. Cuando uno de los
miembros de la pareja posee un ex y el otro no, aquel se encuentra en un lugar de bisagra entre su actual
compañero y su ex compañero, asumiendo muchas veces la responsabilidad por las acciones de ambos.
También sucede que las situaciones inconclusas con la anterior relación son volcadas en la nueva con un
pedido más o menos explícito de que esta pareja se haga cargo de poner los límites, pudiendo así preservar
un lugar más benévolo. Esta estructura sola verse en situaciones de fuertes sentimientos de culpabilidad
ante la separación. Otras veces, el corte abrupto con lo anterior promueve una fuerte exclusión de la o el ex
que su presencia se torna impositiva como reacción al desconocimiento, al lado de la confirmación de su
existencia.
8. Fidelidad e infidelidad: la finalidad es una de las bases de la pareja occidental debido a que se
conforma como monogámica. En la pareja latina, la infidelidad es más permitida para el varón que para la
mujer. Muchas veces, para evitar esta situación, se instala la infidelidad a sabiendas pero como si no
existiera. Hay parejas que instalan la infidelidad de uno de los integrantes como parte del juego relacional
permanente, a modo de regulador del equilibrio. Estas situaciones de infidelidad casi crónica son muy
diferentes de la presencia de la traición al pacto, al acuerdo fundacional como expresión de un momento de
crisis en la pareja. Aquí la infidelidad es un síntoma, es parte de la estructura. La infidelidad síntoma puede
ir tanto hacia la ruptura de la pareja como hacía un cambio profundo en ella. Si va a la ruptura, esta puede
ser permanente o temporaria. Si es permanente, podemos pensar que la infidelidad actúa más como
precipitador de la separación que como expresión de la disfuncionalidad. Y en este último la disolución
suele ser rápida. Si la pareja no se disuelve y realiza un profundo reconocimiento de la necesidad de cambio
en sus pautas relacionales, la infidelidad es incorporada como una situación crítica, como otras que pudo
haber atravesado la unión en su historia. El infiel puede cargar con la culpa durante toda la vida de la pareja
y el traicionado puedes vivir permanentemente sintiéndose menos por haber sido engañado y por continuar
la relación. Es muy fuerte el significado que posee la infidelidad en el contexto cultural en que se
desenvuelve la pareja. La infidelidad pertenece al orden de los engaños y los secretos, que muchas veces se
encuentran determinados históricamente por mandatos de género con fuerte raigambre contextual y
sostienen mitos constitutivos de la misma pareja. En los últimos años, la infidelidad se encuentra planteada
como una posibilidad desde el comienzo, con un acuerdo de comunicación y con discernimiento entre la
fantasía y la concreción. En muchas ocasiones, la búsqueda de otro u otra está al servicio de obtener lo que
no se consigue en la pareja, principalmente a nivel de reconocimiento. En estos casos, el tabú de la
separación Hola obligación de la continuidad a todo precio, es muy fuerte. Resulta de utilidad revisar los
significados culturales, familiares y ancestrales de la infidelidad. Este es un tema que tiene una marca
cultural muy fuerte, tornando lo muy difícil de aceptar y comprender.
9. Las nuevas decisiones sexuales: el blanqueo de una diferente elección de orientación sexual
implica la ruptura de la pareja casi de manera ineludible. En estos casos, los determinantes culturales y
contextuales son muy fuertes. Sobre todo, el contexto familiar y de relaciones afectivas y laborales o
profesionales. Casi siempre hay algún elemento desencadenante, muchas veces ligado al momento del vital
tales como no hay más hijos en la casa o se presenta una enfermedad de cierta gravedad. El miembro de la
pareja que recibe la noticia sobre sentirse engañado. Y, Como sucede también con la infidelidad, encontrar
nuevos sentidos a muchas situaciones previas. En la gran mayoría de los casos, se establece una separación
con mucho odio y rencor, precisamente por ese sentimiento de engaño. Las relaciones posteriores al
divorcio dependen mucho de la significación contextual de la pareja. Hasta el momento se ha visto que la
situación es bastante bien tolerada por los hijos, los cuales pueden mantener relaciones armónicas tanto con
el progenitor homosexual como con su nueva pareja. En estos casos, la relación de los hijos con los padres
separados se encuentra fuertemente influida por la definición de cada uno de los ex cónyuges siga haciendo
del otro, como padre y como persona.
10. Las edades desparejas: clásicamente, la pareja latina presenta una ligera diferencia de edades: es
mayor el hombre que la mujer. Ancestralmente, se encuentra asociado con el patriarcado. Este modelo
también se ha ido modificando. En las parejas de tercera y cuarta década de la vida, las pequeñas
diferencias suelen no ser significativos pero sí en cambio en las edades mayores. En el caso de la mujer
mayor que el hombre, este tipo de parejas tienden a separarse con la convivencia, generalmente más a partir
del hombre que de la mujer, el pasa a constituir frecuentemente otra pareja coetánea. El caso inverso,
cuando el hombre es mucho mayor, presenta raíces culturales más profundas y es menos reprobado
socialmente. Así también presenta menos fracasos. Una particularidad de esta Unión es que suele presentar
descendencia, circunstancia que reequilibra las diferencias.
Tanto en este modelo de hombre mayor como en el de la mujer, el tema de los celos es muy frecuente así
como el de los conflictos con hijos de uniones previas o ex cónyuge.
Bibliografía.
Biscotti, O. (2006). Terapia de pareja: una mirada sistémica. 1° Edición. Buenos Aires: Lumen.
LA PAREJA. Encuentros, desencuentros, reencuentros. Puget. RESUMEN.
Concebir al sujeto como producido por una red vincular que le da origen y como productor de ella. Cuando
se organiza una situación binaria, ésta suele resultar dilemática, y transformarla en problema implica
romper las relaciones determinismo-azar.
1. El encuadre de la pareja matrimonial. SILVIA CINCUNEGUI. NOEMI CHEBAR.

Las frases y las palabras que escogían la mayoría de las parejas para describir lo que les había
sucedido, aludiendo a la separación conyugal, se referían como esta expresión: “algo se rompió entre
nosotros”.

 Algo, alude a la presentificación de lo indeterminado, lo contrapuesto a nada y, por lo tanto, lo


correspondiente a un evento cosa de importancia.
 Se, forma reflexiva del pronombre personal de tercera persona, introduce la terceridad impersonal.
 Rompió, en tiempo pasado, se refiere a que se interrumpió una continuidad, se separaron las partes
de un todo.
 Entre, preposición que expresa video de situación o estado en medio de dos, dentro de, expresa un
estado intermedio,
 Nosotros, pronombre personal de primera persona del plural que alude ambos miembros de la
pareja.
Lo que se rompió, se quebró o se despedazó, es lo indeterminado, ubicado en medio de los dos. Por
otra parte, lo despedazado no es indiferente para quienes sufren la experiencia debido a que es lo opuesto a
nada y ello marca su importancia.
La frase indica la expresión vivencial de un sufrimiento vincular que les produce una ruptura de algo que
está entre ellos pero que al mismo tiempo es producido por ellos. Estamos en encuadre matrimonial. El
encuadre matrimonial debe diferenciarse de otros encuadres de relaciones diádicas, tales como la de los
amantes, socios y amigos.
La diferencia entre estos encuadres se encuentra dada en relación con dos parámetros:

 Las relaciones sexuales.


 Las variables espacio-tiempo que rigen los encuentros.

Mientras que las relaciones matrimoniales se caracterizan por la relación sexual y cotidianidad, las
relaciones de amigos tienen prohibidas las relaciones sexuales y el ritmo de encuentros seria la
frecuentación en lugar de la cotidianidad.

En cambio, en la relación de amantes el marco espacio-temporal es la habitual y las relaciones sexuales son
no prohibida y simultáneamente no permitido. Al mismo tiempo, se va haciendo necesario la adopción de
nueva denominaciones tales como amigovios, para aquellas situaciones no comprendidas en estos
universos.
Existiría otro tipo de pareja matrimoniales del cual la conceptualización peor canoa podido aún dar cuenta y
que se encuentran vinculado a las formas de vida contemporáneo, cómo por ejemplo al matrimonio de
homosexuales con o sin hijos.
Antecedentes del concepto.
Bleger (1966) cuando se refiere al encuadre, no termina como no proceso, telón de fondo, marco y lo
vincula conjunto de estipulaciones qué se establecen entre paciente y analista al formular el contrato
analítico. Advirtió que en el encuadre quedaban silenciados aspectos del vínculo con su paciente, qué
irrumpía sorpresivamente a partir de algún cambio operado en él.
Emergían entonces verbalizaciones y o actuaciones de una cualidad diferente de la índole neurótica en que
se venía desarrollando el proceso, haciendo peligrar su continuidad. Puesto a analizar tales cuestiones,
descubrió que se relacionaban con los aspectos no resueltos de la primitiva simbiosis madre-hijo.
En la observación clínica de parejas se encuentran que frente a algunos cambios en las regularidades de sus
intercambios, provocados por situaciones de crisis, responden con comportamientos disruptivos qué hacen
peligrar la estabilidad matrimonial. Aparecen conductas que aparentemente no guarda relación con sus
interacciones acostumbradas.
Al igual que en el tratamiento psicoanalítico, en el matrimonio también se dan los intercambios apoyado
sobre un fondo de regularidades que los enmarcan, organizadores del vínculo en los aspectos formales y no
formales de sus encuentros. Estos fenómenos aluden a aspectos del encuadre matrimonial que han dejado de
ser estables y muchos, transformándose de fondo, en figura.
Siempre habrá algo propio de la estructura de cada vínculo. Por lo tanto, no hay buenos ni malos encuadres.
También, no hay un solo encuadre posible para el matrimonio.

El encuadre que establezca cada pareja es tan singular como el guion argumentado que escriban
juntos.

Encuadre y juego.
Tanto el encuadre como el juego poseen una legalidad. Por un lado, normas consensuadas, variables fijas
que los reglamentan y los preceden. Por otro lado, reglas que se van Armando con el transcurrir del juego
mismo.
Los intercambios de la pareja se juegan en un escenario en el que se da una puesta en escena argumental. La
pareja juega distintos personajes de su historia encarnados y actualizados en el otro y con el otro.
Está puesta en escena lleva la marca impresa de la repetición y también un determinado grado de creación,
en tanto existe la posibilidad de jugar de distinta manera y de elegir cómo hacerlo.
En este juego creativo siempre hay un plus que va más allá de lo pactado o acordado. Así, aquello que
queda acallado en el vínculo se juega con reglas que pueden llevar a acabarlo cuando son transgredidas.
Encuadre, pertenencia y fusión.
El ser humano nace de un vínculo. Desde su inicio, construye un vínculo que es, a su vez, constituyente de
su subjetividad. La pertenencia a los vínculos comporta un carácter obligatorio debido a que sin ella no
habría vida psíquica. No obstante y al mismo tiempo, el ser humano tiene la opción de elegir, también desde
que nace, la forma y el modo de pertenecer.
Esta paradoja va modelando, a lo largo de la vida humana, sus inserciones en el contexto social, las
instituciones, la familia y la pareja.
La pareja es una institución estable dentro del conjunto social, y por ser la célula de la familia, eslabón
indispensable para la perpetuación genealógica y de la especie. Inmersa en el macro contexto qué le va
pautando su obligación de pertenecer a la institución y cómo hacerlo, la pareja también elige la manera de
cómo lo hará.

Este modo de pertenencia al vínculo que elegir a cada pareja se le denomina encuadre.

La pareja elegirá una forma propia de pautar su entorno espacio temporal, el reconocimiento de sus estados
afectivos y emocionales, sus dependencias sexuales y económicas y la normativa de su funcionamiento.
Otra de las paradojas fundantes del vínculo de pareja es la que se refiere a la coexistencia de la fusión-
separabilidad: “la fusión anula la distancia entre los yoes y crea un vínculo, y al mismo tiempo, sin distancia
no hay vínculo. Por otra parte, sin este elemento pasional, fusional, no hay pareja matrimonial. El modo en
que ambos encuentran de pertenecer constituirá el encuadre que producirán, también singular y único
correspondiente a esa determinada pareja.

La Constitución de una pareja se basa en un acto primordial, el de la elección mutua, qué cristaliza en el
efecto de encuentro y tiene como paradigma el enamoramiento.

También en este estado funcional del vínculo podemos hablar de bidireccionalidad. Esta intervención activa
de ambos polos del vínculo guarda relación con la modalidad que cada uno adoptó en el vínculo inaugural
fundante en su nuevo ligamen con el otro, de esta nueva pertenencia vincular, en este nuevo acto de
encuentro.
Mientras que en el vínculo funcional del comienzo de vida prima la indefensión primaria y la necesidad, lo
que lleva a fundar el vínculo de pareja es el sentimiento de carencia y deseo.
La cualidad de estable que adopta el vínculo matrimonial confiere a las regularidades temporo-espaciales la
posibilidad de ser lugares privilegiados para el asiento de la actividad presencial conjunta. De este modo, la
casa, los ritmos de encuentro, los lugares y los hábitos, vinculados a las experiencias del placer-displacer,
irán configurando ese particular modo de elegir ser, estar y pertenecer a ese vínculo de esa singular pareja,
que marcará lo único y exclusivo de su encuadre. Modalidad presente, sin embargo, muda, vinculada a los
usos y las costumbres del matrimonio.
Detalles tales como los lugares en la mesa, en la cama, la ornamentación de la casa, el orden y el desorden,
no necesitan ser referidos diariamente a menos que algún acontecimiento interrumpa su continuidad, en
cuyo caso dejan de ser fondo y aparecen ocupando el espacio de la interacción, acompañados muchas veces
por matices emocionales intensos.
De este modo, podría verse la función del vínculo conyugal como modo o intento de adaptación que
favorece la localización de ciertos elementos regresivos de cada uno.

En el matrimonio encuentran un lugar de manifestación las demandas narcisistas. Si estás demandas


aparecieron en otros ámbitos o encuadres que no fuesen los de la vida amorosa, su expresión sería sin duda
inadaptada.

El encuadre de la pareja matrimonial nos enfrenta al siguiente problema:


Si bien esta estabilidad favorece la localización en el de aspectos fusionales, al mismo tiempo los promueve
debido a que debe soportar las contradicciones que este vínculo tiene como condición de estructura. Estas
son las de fluctuar entre la ansiedad claustrofóbica y la agorafóbica: por un lado, la pertenencia a ese
vínculo donante de identidad y sostén es vivida como encerrante, y por otro lado, la sensación de no poder
prescindir de él por la ansiedad que surge ante la amenaza del no vínculo, por quedar afectado el
sentimiento de pertenencia.
El encuadre, en cuya Constitución intervienen funcionamientos y representaciones primarios, sin embargo,
una vez constituido funciona como una terceridad simbólica que trasciende el vínculo. Se trata de una
producción inconsciente de la pareja, que a la vez la modela y la regula.
Lo encuadre y el espacio transubjetivo.
En la relación de los esposos, las estipulaciones reconocen su origen en las tradiciones culturales, mitos y
ritos que, de manera implícita y explícita, son transmitidos por medio de las generaciones, imprimiéndole
una determinada fisonomía al vínculo.
Las formas explícitas de las estipulaciones acerca del matrimonio se encuentran escritas en los códigos
civiles y religiosos que lo inscriben en la cultura, así como también los rituales que lo acompañan.

 El matrimonio es diferente de otros contratos debido a que no se puede arreglar sólo entre las partes
sino que se rige en torno a una ley de orden público.
En su obligación de pertenecer, se conjuga un doble mandato pulsional y social. Respecto a estos ideales
culturales que, como formas no explícitas, ingresan en el psiquismo individual, atraviesan el inconsciente
vincular como mandatos y gravitan sobre la estructuración del encuadre matrimonial.
Los ideales culturales ingresan en el psiquismo individual de manera directa y por medio de la
intermediación parental.
Del mismo modo el conjunto social también le designa un lugar para ser ocupado por él, a fin de preservar
la continuidad generacional y la perpetuación de los ideales que su discurso proclama.
Freud, en introducción al narcisismo (1914), refiere que el individuo lleva una doble existencia, en tanto es
para sí mismo su propio fin, y en tanto es miembro de una cadena a la que está sujeto sin que intervenga su
voluntad.
Sitúa la cuestión del narcisismo en este doble estatuto del sujeto. Por medio de esta formación el conjunto
mantiene Unidos a los individuos y estos a su vez mantienen Unidos al conjunto.
Así como para el advenimiento del sujeto singular hay un lugar pre catectizado por el conjunto, del mismo
modo sucede con los lugares que esté asigna a las instituciones que rigen su funcionamiento.
Así la pareja tendrá un espacio asegurado, proveedor de pertenencia social, que permitirá a sus miembros
alejarse del soporte identificatorio familiar y acceder a la exogamia, encontrando en el discurso social
referencias que le permitan proyectar sé también como figuración vincular hacia el futuro.
Este discurso social ingresa en el matrimonio y pauta su encuadre por medio de la estipulación de lo que
serán las renuncias y prácticas, aquello permitido y aquello prohibido.
A través de su encuadre, cada pareja se apropiara de los enunciados del conjunto, producción
inconsciente singular y única qué pasará a funcionar respetando o no las estipulaciones del contrato
narcisista de la pareja.
El soporte identificatorio que supone la apropiación de las posiciones de esposo o esposa, tiene una
cualidad distinta del de la historia identificatoria edípica debido a que en él se juega la pertenencia social y
rehusarse a ella condena a la pareja a la marginalidad.
Sin embargo, existen grados de libertad en cuanto a la sujeción de la pareja a lo socialmente consensuado.
Una de las funciones del vínculo es, desde lo imaginario, la negación de la pérdida, de la falta fundante.
Así, el vínculo de la pareja parece implicar un pacto para silenciar todo lo relacionado con esta falta
fundante.
El pacto denegativo (kaes) constituye la contracara de los ideales narcisistas del individuo en particular y
del conjunto social. Es lo que se silencia por ser aquello que contradice la combinación de los aspectos
compatibles y unificables de los miembros de la pareja. Acto inconsciente que rechaza lo que
necesariamente ha de ser dejado de lado para hacer posible este vínculo. Implica renuncias obligadas.
El espacio de creación y recreación siempre se da articulado con un otro, quién puede aceptar o rechazar o
condicionar el juego y funcionar así como tope de sus proyecciones.
Tanto el pacto denegativo como su contrapartida, el pacto narcisista, son transformaciones subjetivas que
atraviesan el psiquismo individual y también a la pareja, en tanto pertenecientes al conjunto y cumpliendo
una función organizadora del vínculo.
Un reducto narcisista de la pareja, conformado por las experiencias de este orden proveniente de los tres
espacios de la subjetividad (intra-, inter-, transubjetivo), quedaría contenido e inmovilizado en el encuadre
de la pareja y qué serviría de Marco a sus interacciones
Modelo épocal del encuadre.
Los ideales sociales varían conforme a las diferentes épocas. Al estar el encuadre matrimonial en
estrecha relación con ellos, abre entonces un modelo épocal del encuadre. Dicho modelo impregna a los
cónyuges y el vínculo establecido entre ellos, en la medida en que atraviesa la identidad de géneros.

El matrimonio constituye un ideal social jerarquizado debido a que al prescribir intercambio


heterosexual exogámico, perpetua la especie humana y se instala en la base del armado social.

Los ideales y valores imperantes en cada momento condicionan el discurso social, y ello a su vez revierte
sobre la Constitución de la subjetividad y de los vínculos.
El sujeto actual se haya descreído, sin ideales totalizantes, fragmentado, y su noción temporal varía en el
sentido de privilegiar lo inmediato por sobre el proyecto a largo plazo, con la consiguiente pérdida de la
capacidad de espera y del valor de la palabra, desplazado por la imagen.
Se trata de un sujeto que ha investido el yo ideal (narcisista) por sobre el ideal del yo, que privilegia la
imagen corporal y el consumo, en desmedro de una interioridad cada vez más vacía, lo pragmático, en lugar
de lo racional y un contacto superficial a cambio de un vínculo más profundo.
El intercambio heterosexual prescripto para el matrimonio parece haber dejado de ser imprescindible en
cuanto a perpetuar la especie humana como la institucionalización del vínculo matrimonial homosexual, así
como con las pérdidas de fertilización asistida.
Los cambios han dado una nueva forma a las modalidades de vinculación (encuadre) del matrimonio y de la
familia. Asimismo el encuadre se verá afectado por las diferencias de los estratos socioeconómicos a los
que pertenezca la familia o pareja.
Encuadre, pertenencia y crisis.
La disponibilidad afectiva en que se encuentra un sujeto que inicia la vida en pareja está dada, entre otras
variables, por el atravesamiento de una crisis que supone la pérdida de pertenencia a una estructura vincular
anterior, semantizada como carencia, y el criterio de remedar la mediante una reinserción en una nuevo
pertenencia vincular, la pareja.
Puede tratarse de la pérdida afectiva de un ser querido o de la pérdida de un estado anterior, por crisis
evolutivas o situaciones vitales que suponen el cumplimiento de determinadas metas tales como las
graduaciones, y la entrada en la adolescencia.
La crisis va unida también a la amenaza de vivencia de desamparo.
Esperanzado en que el dolor será editado por medio de la fusión narcisista con el otro, sobreviene el
enamoramiento qué es el punto de partida de la relación de pareja. Esto ilusiona al sujeto acerca de su
completud y le permite el borramiento de las diferencias con el otro, evitando de esta manera el dolor de la
soledad. Constituye un intento fantasmático de sutura, de llenado de la brecha que abrió la crisis previa. En
él se produce un atravesamiento narcisista de borramiento de los límites subjetivos.
Las crisis desestabilizan el encuadre de una experiencia vincular previa y será lo negativo lo que aparecerá
en ellas desmintiendo la fusión.
El encuadre y su comportamiento en las crisis.
Las crisis surgen bajo el efecto de determinados acontecimientos que podrían ser ordenados conforme a su
procedencia como:

 Internas y/o vitales: se trataría de éxitos y fracasos personales, cambios de proyectos, de


alteraciones físicas o psíquicas, crisis vitales.
 Crisis provenientes del micro contexto: aluden al micro contexto de la familia pareja y a los
movimientos o cambios que se dan dentro de él.
 Comprenden cambios que impactan desde el macro contexto: tales como las crisis económicas,
las guerras o el terrorismo.
Todo ello cuestiona a cada miembro de la pareja la continuidad del sí mismo, el empleo de sus
mecanismos de defensa, la organización de sus identificaciones e ideales, su coherencia en la forma de
pensar, actuar y sentir, la confiabilidad de sus pertenencias institucionales y la eficacia de los códigos
compartidos. Cada experiencia de crisis abre en la pareja un intervalo, qué afecta al comportamiento del
encuadre y el pleno espacio en que esté queda ubicado

Las parejas en crisis apelarán a distintos mecanismos tendientes a encontrar una vía de resolución
que le ponga fin, estabilizando el sistema.

Las resultantes de estas operaciones defensivas sobre el encuadre en un gradiente que va desde la
ritualización hasta su ruptura. Se distinguen de esta manera:
1. Ritualización
2. Movimientos
3. Fisuras
4. Ruptura
RITUALIZACION DEL ENCUADRE.
En algunas parejas Se observa una adhesión excesiva a las estipulaciones normativas de su funcionamiento,
mostrando de esta manera una ritualización de los aspectos del encuadre contenido en ellas.
El encuadre se comporta como figura estelar de la escena matrimonial.
Esta modalidad vincular caracteropotizada estaría al servicio del mantenimiento ilusorio de un vínculo
fusional con el consecuente empobrecimiento del intercambio libidinal.
Habría en esta ritualización una coraza defensiva, impermeable a los cuestionamientos del vínculo, unidad a
la renegación del paso del tiempo con sus efectos que no debe confundirse con la repetición de intercambios
interaccionales.
Esta fijeza se halla ligada a aspectos relativos, a exigencias superficiales o accesorios que no comprometen
contenidos de fondo pero que poseen una carga vivencial de tal magnitud que no se revelan la importancia
que para ellos tiene lo que allí se juega: la pareja detecta una amenaza de movilización de su reducto
narcisista.
Movimientos del encuadre.
Otro tipo de parejas pone en evidencia una elasticidad mayor en relación con la respuesta del encuadre
frente a las crisis. Son capaces de efectuar movimientos en su encuadre que les permiten restituir los sus
movimientos contractuales y establecer nuevas reglas de juego.
Dichas parejas tendrán un repertorio de opciones identificatorios más amplio, con tolerancia al cambio y la
posibilidad de transformación, de alternancia de los lugares y asimilación de las nuevas experiencias.
La pareja tendrá la posibilidad de sostener la desestabilización y la pérdida del orden previo a la crisis,
apoyándose en las experiencias compartidas de confianza recíproca, en su camino hacia el encuentro de un
nuevo orden.
Así, la estabilidad no presupone inmovilidad.
El encuadre posee una elasticidad que permite sostener la transición de una regularidad a otra. Pero esta
elasticidad no implica un repertorio infinito de posibilidades sino que estará limitado a aquellas
disponibilidades posibles para este vínculo, incluidas en el reducto narcisista del Zócalo inconsciente. Así,
cada pareja poseerá una franja que delimitará el margen tolerable para soportar los cambios de encuadre.
El hecho de atravesar por una crisis produce un efecto enriquecedor, en la medida en que tenga lugar la
complejización del vínculo, la resignificación de antiguas experiencias y dar paso a las nuevas, y la
producción de nuevas ligaduras que permitan elaboraciones no realizadas hasta el momento, ampliando el
espacio representación al conjunto.
FISURAS DEL ENCUADRE.
SE TRATARÍA DE PUNTOS DE DOLOR NARCISISTA, que no entran en tramitación con el otro sino
que se encuentran silenciados y Enquistados, al modo de profundas ofensas.
La movilización del reducto narcisista del vínculo, cuando la elaboración no tiene lugar, deja al desnudo y
de forma descarnada la vivencia más primaria de desencuentro con el objeto originario, en su versión
actualizada con el otro de la pareja.
La fisura del encuadre da cuenta del desencuentro y pone de relieve la alteridad.
RUPTURA DEL ENCUADRE.

SE RECONOCE LA EXISTENCIA DE POR LO MENOS 2 FACTORES QUE LLEVAN A LA


RUPTURA: POR EFECTO TRAUMÁTICO Y COMO FIN DEL UN PROCESO.

En el primer caso se trata de experiencias de brusca aparición y de intensidad tal que no dan lugar al
procesamiento psíquico conjunto hice arriba a la ruptura.
En el segundo de los casos, la ruptura es el efecto acumulativo y sucesivo de fisuras, que han ido
profundizando La brecha hasta romper el encuadre en un momento determinado.
En la experiencia de ruptura hay una interrupción brusca de la continuidad que afecta a todos los
parámetros definitorios de la pareja, y por lo tanto hace blanco sobre los aspectos identificatorios del
vínculo mismo y de los que lo componen.
La pérdida del otro, sostén libidinal privilegiado, provoca angustia de no asignación, es decir la vivencia
catastrófica de no tener existencia para el otro, en ningún lado y para nadie. Es la experiencia de
despojamiento, de pérdida y disposición.
Todo ruptura alude y resignifica otra u otras rupturas previas a las que convoca y contiene.
Se destaca el lugar privilegiado que ocupa el espacio tiempo de la cotidianeidad como asiento de la
actividad representacional conjunta donde se proyectan los funcionamientos fusionales narcisisticos, qué
sirven de fondo al despliegue de la escena conyugal.
DISOLUCIÓN DEL VÍNCULO CONYUGAL: ¿ACTO O ACTING? LILIANA BRACCHI DE
ANDINO.
SEPARARSE como sinónimo de divorciarse, hace referencia a la disolución de la trama vincular, a un
proceso que se inició y del cual tienen noticias por determinado efecto en alguno de los yoes que componen
la estructura.

La disolución del vínculo implica que cada yo cambia de posición, es y deja de ser objeto privilegiado
de la mirada del otro.

La separación como sinónimo de disolución es una de las vicisitudes del vínculo de pareja, siendo la
condición de estructura en la constitución del vínculo de alianza. La separación de la pareja conyugal en
algunas oportunidades parece no tener fin.
El sujeto se constituye en vínculo, que la pareja conyugal es uno más de esos ámbitos de constitución y que
en él antes de la pareja no había vínculo entre ellos. Los sujetos constituyen el vínculo de pareja, y el
vínculo constituye a cada uno de los yoes.

 El vínculo de pareja heterosexual posee entre otras especificidades, la posibilidad de generar un


tercero.
Desde el encuentro fundante se construye un vínculo.
Las producciones singulares son sólo efecto del vínculo que arman esos sujetos y por el que son atravesados
en su subjetividad.
Así como la pareja es efecto de esa producción conjunta, la separación es un producto vincular. El
resultado es un efecto que articulan juntos.
La posibilidad de que la disolución produzca un corte y permita una nueva pareja se encuentra en relación
directa con las vicisitudes de ese vínculo y cómo se produjo el acto de separación.
Algunas cuestiones respecto a la separación se encuentran presentes en los acuerdos, por otro lado hay
cuestiones contingentes o nuevas generadas a partir de la apertura originada en la complejidad vincular.
Algunas cuestiones presentes de la Constitución se encuentran también en la separación: tanto las
que tienen palabras como las que no debido a que nunca accedieron al registro de lo simbólico
A. Acto de encuentro: los sujetos que constituye la pareja marcan un hito que funciona como origen
del vínculo, habiendo un antes y un después. Se produce un encuentro. La relación asimétrica debido a que
cada uno de los yoes es para el otro objeto de catectización privilegiada, y cada uno atribuye al otro un
mismo poder de placer y sufrimiento.
El acto de encuentro es al vínculo la inscripción de una marca, en este caso vincular.
En ese acto de recíproca elección se produce una investidura mutua que establece un hito.
El acto de encuentro se encuentra atravesado por tres ejes:
1. Investidura mutua: divide al vínculo en dos tiempos, un antes y un después de empezar a desearse.
2. Corte con la familia de origen: se vincula a la construcción de la estructura de pactos y acuerdos
inconscientes.
3. Mirada de los otros: a partir de un momento, la pareja se recorta como otro Polo, siendo
reconocido como tal por familiares y amigos.
Muchas veces, cuando este reconocimiento no se produce, trae sufrimientos y dificultades en la
Constitución de la identidad como pareja. Otras veces el no reconocimiento es el que le da identidad. En
ambas formas la mirada de los otros se encuentra presente.

El acto de encuentro como fundante constituye la combinatoria de esta multiplicidad de cuestiones


atravesadas por tres ejes, representantes de los espacios inter, intra y transubjetivo.

Cada pareja matrimonial deja una marca particular en ambos sujetos.


Al acto fundante tenemos acceso por medio del mito de origen que constituye las parejas, la cual es
una necesidad de la cultura. Es así que las cuestiones referidas al mito atraviesan el vínculo de pareja en
el punto de confluencia con el origen y despliegue de las fantasías originarias puestas en juego. El mito no
sólo es relato sino que esa combinatoria opera de manera defensiva frente a algunas problemáticas
vinculares.

 El acto de encuentro implica una necesidad de corte con la fuerza de las figuras primordiales y las
parejas anteriores, en el caso de que la haya habido.
Para abrir un espacio vincular hay cuestiones que quedan en suspenso en cada yo, alguna de las cuales
quedarán en suspenso para siempre en tanto el sujeto atravesado por el vínculo conyugal será un sujeto
diferente. Otras cuestiones quizás puedan ser retomadas o desarrolladas en otros vínculos. En cada vínculo
se arma un entramado de pactos y acuerdos que produce un encuadre inédito.
B. Acto de desencuentro: la disolución del vínculo lleva implícita las vicisitudes de su Constitución y
su modalidad particular. Se desarmó entorno de parámetros semejantes a los que se armó.
Implica un corte, una desorganización y nuevas organizaciones.
Todas las parejas manifiestan de una o determinada forma el deseo de separarse. Pero hay algunas que
claramente se encuentran en proceso de disolución del vínculo y no pueden terminarlo y plantean querer
separarse bien.
La disolución del vínculo lleva de manera implícita la noción de acto, en tanto corte y pasaje a una
nueva situación.
En la pareja se produce momentos de encuentros y desencuentros permanentes. Al hacer referencia a acto
de desencuentro se las relaciona con la disolución vincular a la Constitución de la pareja. Si consideramos
fundante el acto de encuentro, el acto de desencuentro es también fundante de otra situación,
diferenciándolo de los desencuentros de la cotidianeidad. Es un acto de desinvestidura mutua, aunque no se
da en el mismo momento para ambos miembros de la pareja.
La clínica nos muestra que muchas parejas se separaron para no separarse nunca. Muchas parejas no
logran terminar de separarse, muchas veces con el costo de un sufrimiento muy intenso debido que no
pueden discriminarse mínimamente.
Las complejidades de la psicopatología vincular pueden tener alternativas sorprendentes que no parecen
contemplar la posibilidad de separarse.
ACTO- ACTING- ACCIÓN
Así como en el momento de encuentro fundacional hay una marca que es una suerte de nuevo acto psíquico,
en tanto investidura mutua de un objeto privilegiado, en la disolución del vínculo se observa una
desinvestidura mutua, o cierto vaciado de esa estructura que constituyen y los constituyen, el cual se dan en
torno a un acto.
En ese acto intervienen cuestiones presentes en los acuerdos fundantes y se escenifican algunos de los
acuerdos que nunca tuvieron palabras.
Acto de encuentro y acto de desencuentros poseen cualidades diferentes.

 El acto de encuentro como fundantes del narcisismo vincular, se encuentra relacionado con aquello
del nuevo acto psíquico de introducción del narcisismo de Freud, de 1914.
El acto etimológicamente refiere a cosa hecha. Cuando Lacan habla en el seminario del acto del concepto
del mismo, refiere a que está relacionado con un ceremonial que marca el origen del acto. Concibe al acto
como acto analítico y le da gran contenido simbólico debido a que habla de la transferencia como puesta en
acto del inconsciente, como cuando entiende que el acto analítico abre el camino de la transferencia está al
principio del psicoanálisis.
Se destaca el primer sentido, qué hace referencia a su nivel simbólico, al origen de algo diferente.

 En todo acto, el sujeto renace de modo diferente.

Acción es el ejercicio de una potencia.


Acto es distinto de acción. Una dimensión del acto surge la inscripción de algo nuevo, el correlato de lo
simbólico.
El concepto de acto en lo vincular implica un encadenamiento de los tres espacios que tiene una
sanción.
Acto es un hecho. Un momento adoptado para un fin.
En general, existe una antinomia entre pensamiento y acción.
La actuación se encuentra vinculada a la repetición. Así, un acting en torno a la separación sería en
función de no separarse. Al estar al servicio de la repetición, impide la transformación en algo diferente.
Para que se concrete la disolución del vínculo, es necesario llevar a cabo acciones tendientes a un fin, las
cuales se hacen posibles a partir de producirse una determinada desinvestidura del objeto privilegiado (acto
de desencuentro). El proceso completo podrá cursar conforme a un acto en tanto ceremonial y origen de
algo nuevo, o en torno a una actuación ligado a una continua repetición.
Aun cuando la separación conyugal se realiza con predominio de un acto, la disolución nunca es completa
debido a que no se desinvista el objeto privilegiado. De cada vínculo quedan marcas, siendo importante
diferenciarlas de una estructura de repetición.
El concepto de acto como cosa hecha. Hecho atravesado por un fin que deja una marca, el cual implica un
corte ya sea como acto de ese encuentro o acto de separación.
Acción: como medida por medio de la cual se ejerce una posibilidad.
Actuación: Cómo repetición y no cómo lo no puesto en palabras.
A partir de los acontecimientos posteriores en el curso de la vida de los sujetos que constituyen el vínculo
disuelto, es que pueden significarse esas acciones conjuntas de la pareja como acting o acto.
SEPARACIÓN CONYUGAL.

 ACTO DE SEPARARSE: ES CONDICIÓN DE ESTRUCTURA QUE EL VÍNCULO DE


PAREJA PUEDA DISOLVERSE. Así como la pareja es un efecto de la producción conjunta, la
separación es una resultante del vínculo. El resultado es un efecto que articulan juntos.
La disolución del vínculo lleva implícito alguna de las vicisitudes de su constitución y modalidad particular.
Se desarma entorno de parámetros semejantes a los que se armó. En este acto juegan cuestiones presentes
en los acuerdos fundantes y se escenifican algunos de los acuerdos que nunca tuvieron palabras. El acto de
separación consiste en un proceso de disolución del vínculo atravesado por tres ejes:
1. Desinvestidura mutua: el otro deja de ser objeto de deseo, y se deja ser sujeto del deseo del otro.
2. Corte vincular: decisión y acción de separarse.
3. Reconocimiento de los otros: familiar y social y se encuentra relacionado con ocupar otra posición.
Desinvestidura mutua: acto de desinvestidura, es el origen del acto de separación. Si bien la desinvestidura
del otro es un proceso, existe un momento que señala un hito y que el mito popular nombra al decir que un
cristal se quiebra.
La investidura del otro consiste la búsqueda de placer a la vez que es fuente de sufrimiento debido a
que implica un movimiento de desinvestidura. Provoca sufrimiento investir eróticamente a otro al que es
necesario reconocer como autónomo en su desear, en relación con que puede dejar de ser soporte de
investidura en cualquier momento.
Cada vez que el mundo revela un dolor se busca un motivo para explicar ese malestar. Es necesario un
vuelo para la castración. El otro de la pareja, toda vez que no coincide con lo esperado, ofrece situaciones y
acontecimientos para creer justificado el malestar debido a que corre el velo de la castración.
Corte vincular: decisión y acción de separarse : el corte se encuentra relacionado con el momento de la
toma de decisión y pasaje a la acción. Para separarse hay que realizar una operación sobre la realidad la cual
se realiza con un fin y parece condensar el cierre de la vida en pareja. En un momento se hace necesario
pasar a la acción. Cuando ocurre, tiene que ser algo mudo y es el momento en el que hay cuestiones que se
escenifican.
Mirada de los otros, familiar y social. Refiere al reconocimiento de la separación la cual puede ser de tres
tipos:
A. Por la familia formada por la pareja.
B. Por la familia de origen de cada uno.
C. Por los amigos y grupo social.
Es un nuevo recorte, siendo el lugar donde lo privado de la pareja pasa a ser público, lo cual puede
favorecer el proceso de ayudar a la discriminación o entorpecer la dando nuevos argumentos para aumentar
los malentendidos.
El proceso de separación se puede dividir en tres fases:

 De decisión.
 Jurídica.
 Pos jurídico.

El acto de separarse corresponde a la primera fase: de decisión. La etapa jurídica estaría relacionada con
la sanción social que atravesó el vínculo con la firma del contrato matrimonial y la etapa post jurídica
coincidiría con el cierre del proceso y el duelo.

La separación produce una marca que determinan potencia los nuevos vínculos de pareja.
Respecto de la separación se construye una nueva estructura mítica que incluye: el mito de origen
atravesado por el acto de separación en una lectura particular que hace cada uno de los yoes. El mito de
origen lo construyen juntos, el mito de separación lo construyen de manera independiente uno de otro cada
uno de los yoes. La separación marca un hito de transformación donde cada yo vuelve hacer uno pero
nunca el que fue o el que pudo ser antes del vínculo.
El significado de ese acto de cierre se articula con la estructura de la pareja y forma una síntesis entre los
acuerdos fundantes y la historia de las separaciones de ellos y entre ellos. El acto de separarse es la
resultante de todo el proceso y sólo podrá significarse a posterior. Hay una serie de cuestiones que sólo
adquieren significado cuando resultan cosa hecha.
Sólo la ausencia del otro y la decisión de no volver más, abren la dimensión posible de un nuevo estado.
Sólo entonces puede realizarse El duelo.
El proceso de desinvestidura no se produce de modo total sino en parte debido a que hay aspectos que más
allá de que se haya efectuado un corte sólo pueden ser objeto de duelo en otros momentos de la vida y
porque ese hombre o esa mujer que han constituido un vínculo de alianza tendrán siempre una cualidad que
los hará diferentes de los otros hombres y mujeres.
En la separación como proceso, habrá distintas acciones y actuaciones. Lo importante es que apunten a un
fin y que la separación sea algo elegido por los sujetos que arman esa pareja y pueda llevarse a cabo. Si no
se pone en acto el deseo de cada yo entorno de la separación, ese vínculo no podrá disolverse. En este caso,
juega la compulsión a la repetición.

 Disolución de pactos y acuerdos. La estructura de pactos y acuerdos se construye y sostiene en


tanto vínculo constituido. El proceso de desinvestidura se produce en torno de los parámetros definitorios,
en todo o en parte de un acuerdo con la tipología vincular.
Los parámetros definitorios alrededor de los cuales se establecen pactos y acuerdos inconscientes, pueden
ser disfuncionales por separado cuando el vínculo matrimonial se deteriora.
Se hace duelo con lo compartido, lo no compartido y lo incompatible articulado con los parámetros
definitorios.
Los parámetros que a manera de especificaciones nos sirven para comprender la complejidad vincular en la
separación son útiles para dar cuenta del proceso que se está produciendo.
La cotidianidad se modifica abruptamente.
El proyecto vital compartido es no compartir el futuro, la expectativa es alejar de este modo el sufrimiento.
Algunas parejas pretenden conservar la monogamia más allá de la separación, como muestra de la no
disyunción Y si quizás como articulador que los enlaces en la actualidad.
La conyugalidad prescribe las relaciones sexuales, lo cual sustenta la ilusión sobre la que se sostiene el
vínculo.
Las relaciones sexuales, en la separación, suelen ser motor de encuentro aunque hayan sido causa de
conflicto. En algunas parejas es el primer parámetro disfuncional. En las parejas que no tienen sexualidad
por la endogamia que sustenta la vincularidad, la separación permite el encuentro de los cuerpos. Otras
veces, al iniciarse la vida sexual se produce la disolución del vínculo.
Cualidades de la elección durante el proceso.
Durante el proceso de descatectización del otro como objeto privilegiado, la posibilidad de elegir a otro se
robustece y elegir a alguien diferente empieza a aparecer como motor de liberación y no de sufrimiento,
Cómo fue en la constitución del vínculo.
Tener que elegir se instala nuevamente como catexia positiva.
Elegir a otro conlleva una cuota de sufrimiento inherente a la opción de decisión pero en el malestar que
predomina en el vínculo en proceso de disolución estar con el otro se ha tornado causa de dolor y no de
placer.
Piera Aulagnier, al hablar del amor como prototipo de lo que llama relaciones de simetría, dice que poder
amar exige la catectización del otro, y en tanto esto ocurre, pensar que se pueda elegir a otro no sólo es
absurdo sino que causa sufrimiento.
El estado amoroso se acompaña de la ilusión de que no hace falta volver a elegir, aun cuando esto no
funciona como certeza.
Si se desea cambiar de objeto privilegiado habrá que apropiarse del capital y virreinal ocupado en catectizar
al otro, trabajo de duelo mediante, para obtener de esta forma una nueva posibilidad de elección. Cada
vínculo puede poner en juego una nueva potencialidad.

 El contrato matrimonial en la separación: el contrato matrimonial es un elemento más que da


cuenta de la relación de la pareja con el grupo.
La pareja mantiene con el medio social una determinada relación en la que están en juego los ideales que
comparten, el conflicto entre esos ideales y o las cuestiones vinculadas a su marginación.
El contrato de matrimonio funciona a la forma de un contrato narcisista entre la pareja y el grupo, que según
el momento y la cultura podrá regirse por enunciados míticos sagrados o científicos. Puede funcionar como
una ley que ayude a concretar la alianza o puede tener un uso espurio, puede servir a los efectos de cesar el
acto de encuentro o de desencuentro o para incorporar un elemento tanático tendiente a una continua
repetición.

 En la etapa jurídica los términos del contrato se vuelven argumentos de contrincantes y de esta
manera son usados por los abogados en los juicios.
La condición de disolución en tanto vicisitud inherente a la alianza necesita ser investida por los sujetos que
constituyen el vínculo:
A. En tanto vínculo constituido al lugar para una mayor complejización.
B. En tanto disolución permitirá llegar a un acto de separación.
En algunos casos parece necesario un trabajo para el cual pueda ser investiga la posible separación. En estos
casos estaría indicado el tratamiento de la pareja en proceso de separarse. El tratamiento permitiría investir
el vínculo de alianza y diferenciarlo del vínculo de sangre para permitir la disolución a posterior.
Para disolver un vínculo es necesario que exista la posibilidad de disolución. Si el vínculo está armado
con predominio endogámico, no permite que se concrete la separación. Para que el acto de separarse
tenga un real sentido simbólico y permita un corte debe estar precedido por una adecuada salida a la
exogamia.
Muchos son los interrogantes que quedan en el momento en que se está produciendo el proceso. Hay una
cierta decisión y un peso que van tomando los dos.
Escenas: lo no representado
En torno a la separación puede haber cuestiones que suelen ponerse en palabras y que quedaban denegadas
en pro de la constitución del vínculo. Otras quedaban desplegadas en el encuadre Pero hay algunas que no
pueden ser puestas en palabras debido a que no tienen palabras, son articuladas y desplegadas por las
parejas en una escena como un elemento más de pactos y acuerdos inconscientes.
En el acto de separación se despliega una escena que de alguna manera estaba presentan algunos
acuerdos fundantes.

Cuando el corte se produce, las escenas se despliegan como los fuegos artificiales que dibujan formas antes
de apagarse. Cuando el corte no se produce, algunas de esas escenas pueden servir presente como
repetición, dando cuenta de la indestructibilidad de lo inconsciente.

Es constitutivo del vínculo ser vínculo para otros y es a través de la mirada de otro que se significa la
escena.
Es un efecto del vínculo pero sancionado por otro. Estas escenas que se despliegan en la separación, en las
parejas el análisis se despliegan en la transferencia y desde donde puede ser significado por el analista.
Según Freud, las escenas se originan y son efectos del vínculo. Hay muchas escenas que pueden desplegar
en conjunto Pero hay un repertorio que aparece y que da cierta identidad a ese vínculo.
La realidad psíquica correspondientes al núcleo narcisista del vínculo que tiene que ver con las primeras
relaciones madre-hijo son pre verbales del orden del pictograma Y colaboran en este despliegue.
HACIA UNA TIPOLOGÍA DE LA SEPARACIÓN.
Hay ciertas variables esperables referidas a la separación en relación con la modalidad vincular.
La representación del primer encuentro es el acto que inaugura la vida psíquica, el cual es indisociable de
un movimiento inaugural de investidura en provecho de lo encontrado. A lo largo de toda la vida esta
relación entre representación, investidura y placer se preservará.
La especularidad irá dando paso a la triangulación, y este camino es un paso fundamental la aceptación del
otro como autónomo en su deseo.
Cada paso de este proceso tiene sus inconvenientes. El narcisismo de cada año presenta batalla y pretende
ganarla. Así, el reconocimiento del otro como diferente encontrará en la vida cotidiana número sus
argumentos para generar malentendidos, recuperar fuerzas y fortalecer posiciones. Las diferencias
masculino-femenino en torno del desarrollo sociocultural y el posmodernismo ampliar la gama de
cuestiones para las trampas del narcisismo.

 En el vínculo dual, el aceptar la autonomía del deseo del otro es imposible. Predomina el encierro y
el enloquecimiento. No pueden compartir pero tampoco separarse. En caso de lograr separarse, el
enloquecimiento continuará a través de las demandas a los hijos.
 En el vínculo de terceridad limitada o tríadico, el tercero ocupa el lugar de excluido, el cual
siempre se encuentra presente, se necesita que lo esté para no caer en la indiscriminación. Las acciones le
están siempre dirigidas. El tercero puede ser un amante, un hijo o un trabajo. En esta modalidad
predomina la actuación en tanto acción dirigida a otro.

Son las parejas que se separan para no separarse nunca. Hay un círculo repetitivo del que no se puede
alejarse.
En cada proceso de separación siempre hay una repetición y tendencia a la actuación, en esta modalidad es
patognomónico el planteo de separación-no separación. Se divorcian pero nunca se separan.
Por la modalidad vincular se necesita la escisión, que uno esté afuera, controlando la fusión.
En el vínculo con predominio de terceridad ampliada existen dos yoes discriminados, y posibilidades de
aceptar la autonomía del deseo del otro. El compartir es posible. Esto no implica que existen momentos de
confusión o malentendidos sino que Hay posibilidad de representación entre ambos sujetos.
En este vínculo es posible de la disolución del vínculo con predominio de un acto que permite un corte y un
pasaje a una nueva situación.
Separación en un vínculo con predominio de terceridad limitada.
Durante el estado de enamoramiento, el otro funciona según el modelo del vínculo con un objeto único y en
tanto tal es investido de cualidades todopoderosas, siempre presentes y dotadas de todo saber.
Refiere Piera Aulagnier que entre el yo y el yo del otro en tanto objeto privilegiado existe el otro pensado,
qué es la relación con el otro tal como él yo la piensa. Es la representación de la relación con el otro.
Esta relación asegura el soporte de la libido durante la ausencia del otro, y también da cuenta de una cierta
estabilidad en momentos de conflicto.
El encuentro pensado se acerca más al encuentro anhelado que al encuentro real. Este implica Unión y
decepción, y la categoría temporal presente, distinta de pasado y futuro.
En tanto sostenga esta ilusión evita caer en el sentimiento de desvalimiento y catástrofe que le provocaría la
pérdida del objeto.
En las parejas con un vínculo con predominio de terceridad limitada es probable que debido a la
imposibilidad de triangulación, ante la aparición o crecimiento de un hijo, se busque la separación como
forma de mantener relaciones duales.
Diferencias socioculturales seguramente influyen en el hecho de que se elige la separación o la búsqueda de
una u otro amante.
Conclusiones.

La separación es un proceso que se origina en un acto de desinvestidura mutua en el que los yoes de
una pareja dejan de ser objeto privilegiado. Cada uno deja de ser sujeto y objeto de deseo del otro.

Durante este proceso se dan acciones y actuaciones siendo importante que el resultado se produzca en
términos de acto de separación en tanto corte y pasaje a una situación nueva.
En general, sólo el vacío que deja la ausencia del otro permite terminar de resolver malentendidos. Sólo si
se entiende la diferencia entre uno y otro.
Entorno de los parámetros y la posibilidad de compartir y aceptar las diferencias entre los yoes, se articulan
las cualidades específicas de cada pareja conyugal durante la separación.
El proyecto vital compartido y la tendencia monogámica suelen ser las primeras relaciones contractuales en
modificarse en el acto de separación, sostén y sexualidad se privilegia y adquieren distintas luminosidad
conforme con la predominancia estructural de cada pareja. En la disolución del vínculo se vuelva a poner en
escena la estructura relacional narcisista que lo originó.
Separación matrimonial y segundos matrimonios.
La separación del vínculo matrimonial como un proceso, desenmascara y actualiza conflictos anteriores de
la pareja y aquello que estaba denegado en su constitución. Es una crisis accidental que conlleva un proceso
de duelo y elaboración.
Un primer matrimonio es una experiencia inaugural que modifica la representación del objeto pareja de
cada uno de los integrantes. Objeto inaugural conyugal pasará a formar parte del basamento inconsciente
del segundo matrimonio y le otorgará las peculiaridades que implica acarrear este objeto inaugural conyugal
al segundo enlace.
Divorcio e ideales.
Al separarse, los integrantes de la pareja se ubican como cuestionadores y cuestionados de ideales sociales
sobre la eternidad del matrimonio.
La ilusión de que en la pareja el tiempo no transcurre y de que se puede conjurar la vejez, la enfermedad y
la muerte proviene de la conjunción de los anhelos de eternidad desde los tres espacios psíquicos: social,
relacional e individual. Desde el espacio intrapsíquico, el ideal del yo aspira a la no finitud. Desde el
espacio intersubjetivo, la pareja se ilusiona sobre la existencia del otro como objeto amparador perenne, así
como también sobre la posibilidad de que exista una persona ideal para una otro.
Los sentimientos de minusvalía y de desamparo son la contracara de aquella ilusión de completud
depositada en la pareja matrimonial.
Al plantearse la separación, la pareja se enfrenta con el sentimiento de haber fracasado en uno de los ideales
sociales, de la pareja y el propio: la indisolubilidad del matrimonio.
La indisolubilidad del matrimonio como valor puede organizar un sistema de excluidos. El divorciado
pierde el espacio social que tenía asignado en el conjunto. Ésta no pertenencia remite sentimientos de
extranjería y ajenidad. La pareja tendrá un lugar a condición de cumplir con el mandato de mantener la
Unión. Es un fracaso que la sociedad trata de ocultarse a sí misma. Un matrimonio se participa a la
sociedad en cambio un divorcio es notificado en voz baja.
La unión matrimonial consiste en un acto legitimado socialmente por un reconocimiento desde un
lugar de exterioridad. Para que la familia exista tiene que haber una terceridad que la reconozca
como tal mediante normas explícitas.
La unión con hijos está basada en una red de derechos y obligaciones múltiples, tales como económicos,
sociales y afectivas.

 No hay nominación a la cultura para hechos que parecen atentar contra la biología, contra los
valores establecidos, cómo los referentes a la familia fundacional.
La falta de nominación para los vínculos que son efectos de la alianza queda correlativamente patentizada.
En la organización mental originaria la representación de familia se encuentra constituida por el padre, la
madre y los hijos. Se trata de la tendencia a asignar lugares y funciones que tienen una representación
acuñada para así poder dar un nombre, una función y un lugar en los nuevos vínculos. Se tiende a evitar el
sufrimiento que implica la no asignación, la no pertenencia, La angustia ante lo desconocido Y ante el
espacio extra vincular.

 El lenguaje popular tiende a llamar POSTIZOS a éstos vínculos familiares ampliados. En esas
configuraciones familiares, afecto y no producto de la alianza de los cónyuges, se hace necesario mantener
la peculiaridad de cada núcleo.
Cuando es la segunda pareja las que se separa, cada núcleo familiar inaugural vuelva a vivir con su
respectivo progenitor Y esa ilusión de familia estable se esfuma. Los lazos entre ellos no son productos de
la alianza sino efecto de ella. Se trata de familias ampliadas con una parentalidad y fraternidad ampliadas
como consecuencia de la alianza.
La sociedad valoriza a la familia originaria y al primer matrimonio. Un matrimonio posterior ya no
enaltece otro valor vigente.
Un divorcio conmueve no solamente los ideales de la pareja que se divorció sino también los ideales del
conjunto social. Las personas divorciadas son marginadas insensiblemente del conjunto de sus pares
casados. Este cambio de posición en la estructura social se pone de manifiesto en la vida de relación: el
estar casado confiere un cierto prestigio al pertenecer a aquellos que tienen un lugar definido y asignado en
la sociedad.
El divorcio sitúa al sujeto al margen de ese grupo. El divorciado produce inquietud en el campo
social.
La velada amenaza de la qué es portador tiene que ver con la estructura de la pareja, qué contiene en sí
misma la posibilidad de la ruptura. A esta inquietud se le suma muchas veces su propia angustia, producida
por el cambio de encuadre, con los consiguientes miedos a la locura, el vacío, la soledad, El desprecio y la
estigmatización. Esta es la repercusión en el nivel individual, en el divorciado, de las fantasías y las
representaciones que produce en los otros su nuevo lugar social.
El divorciado deja de tener su lugar en la vida social que llevaba anteriormente, siendo habitual que el
divorciado tienda también a marginarse por la herida narcisista que le produce exhibir su fracaso
matrimonial ante sus pares y no cumplir con el mandato social de estar en un vínculo conyugal. Se
conforman grupos de referencia y de pertenencia distintos, qué rara vez admiten en su seno a integrantes del
otro grupo.
La marginación de antaño ha quedado reducida a no mostrar entre los casados la virtualidad del divorcio y
la disponibilidad del divorciado para vincularse en pareja. La pareja divorciada, su sola presencia entre los
casados, denuncia la falta y la amenaza permanente de la ruptura del encuadre matrimonial que remitiría a
vivencias de inermidad y desamparo.
La exclusión de los divorciados de la vida social de los casados es una manera ilusoria de evitar el contagio
o la diseminación del divorcio, eventualidad que queda así denunciada.
El divorciado representa lo temido, lo posible, a lo que está expuesto el vínculo matrimonial.
El casado se siente con derecho a pedir cuentas sobre la vida amorosa de quién se excluyó de la institución
matrimonial y del compromiso con el conjunto.
Este desvío de la norma consensual da lugar a una frecuente intrusión en su vida amorosa y a una habitual
exclusión del divorciado de la vida social que llevaba con sus pares casados.
Crisis en la separación.
Cada uno de los integrantes de la pareja en proceso de separación entre en crisis en tres distintos niveles: el
intrapsíquico, el intersubjetivo y el social.
La crisis es un intervalo entre una pérdida segura y una adquisición incierta, siendo un momento de
transición. La ausencia de proyectos implica una no catectización del futuro que se equipara a la muerte
psíquica.
El carácter crítico está dado por la pluridimensionalidad de la situación.
Las crisis históricas, al igual que las separaciones, configura en crisis de creencias.
Se puede definir al matrimonio como emigración de la endogamia a la exogamia, ya la separación como
exilio, en cuanto tal no deseado, doloroso y vivenciado como sin retorno. Tales concierto se produce al
perder los puntos de referencia y de certeza habituales.
Esta crisis accidental qué afecta una de las áreas, conyugal, es mi vida de una manera tan abarcadora qué
afecta el sentimiento de mismidad.
Poder pensar la crisis y la separación en sus distintas dimensiones es una manera de superarla. De acuerdo
con el momento de la vida familiar, social o personal en el que se produce la separación, esta tendrá su
peculiaridad. A veces, las separaciones son una manera ilusoria de desmentir una crisis evolutiva familiar o
personal. Una separación puede también producir sé cómo efecto de un acontecimiento traumático familiar
o social que la pareja no puede metabolizar.
La crisis de la separación puede ser comparada con la crisis de la adolescencia. En ambas se
reactualizan los antiguos conflictos con las familias de origen. El momento de la separación puede ser
entendida como un desorden pasajero de las identificaciones. En la separación, las desavenencias
conyugales se hacen visibles, públicas y se pasa de lo privado a lo público.

Tanto en la adolescencia como la separación hay resignificación de los procesos identificatorios con la
finalidad de lograr una nueva organización.

En la crisis de separación matrimonial los vínculos intersubjetivos pueden servir de apoyo atura y sostén de
la asociación transitoria por la que se está atravesando. La búsqueda de elementos que funcionan como
intermediarios es un proceso para soportar La angustia de no asignación. Está apuntalamiento social en los
momentos de crisis cumple con diferentes funciones: parentales y fraternas.
El desamparo vivenciado promueve la vuelta de cada uno de los cónyuges a sus respectivas familias de
origen. Se pierde una familia y se busca la propia más segura. Los vínculos cosas guineos son valorados
como aquellos que no se han de perder. Este retorno a los vínculos endogámicos se cristaliza cuando el
separado se refugia en los hijos, los cuales pueden servir así de sostén narcisista e identificatorio.
Otros vínculos del mundo exterior pueden también funcionar como apoyatura narcisista estable. La
tendencia a agruparse entre pares funciona a modo de objeto intermediario, espacio transicional necesario
para poder remar la subjetividad jaqueada.
Las personas, en el momento de la crisis por la pérdida de los vincular, pierden su espacio, y al buscar
espacios nuevos, de tipo transicional, dan cuenta del proceso elaborativo de los sentimientos de identidad y
de pertenencia amenazados en esas circunstancias. Esta necesidad de conectarse entre pares se pone de
manifiesto en los grupos de solos y solas.
La rápida catectización de nuevos espacios y personas puede configurar un modo transicional o bien puede
estereotipar sé cómo manera ilusoria de desmentir la crisis.
El proceso de separación y el duelo consiguiente son diferentes en ambos miembros y se realizan por
separado. Al perderse la posibilidad de elaborar el duelo por la separación matrimonial se tiende a buscar a
otros pares con quién es poder tramitar paritariamente este proceso.
Esta crisis puede resultar traumática según sí remite o no a situaciones de desprendimiento y desvalimiento
no ligados que cerré actualizan en la separación.
Cuando el vínculo se rompe aparece en positivo lo que había quedado en negativo en la fundación de esa
alianza, y esto puede tener un efecto traumático en la medida en que sean regresivos los modos de
Constitución utilizados en la base inconsciente de la formación del alianza.
La comunidad de creencias y la adhesión a ideales constitutivo de la pareja en tanto ídolo preservador de la
muerte hacen que los cónyuges se mantengan juntos, sellando un acuerdo inconsciente para no poner en tela
de juicio ciertos aspectos, los cuales podrán así ser reprimidos, rechazados, abolidos o depositados. Un
vínculo se rompe cuando ya no tiene más razón de ser, cuando se puso en palabras o en actos la ruptura del
acuerdo. El acuerdo inconsciente constitutivo será uno de los últimos en desarticularse y tenderá a
desplegarse en otros vínculos primarios cotidianos investidos de componentes endogámicos. Esta
potencialidad vincular repetitiva que busca un otro para poder realizar se puede ser desplazada a la
nueva pareja o a otros vínculos estables tales como hijos o padres. Esta modalidad vincular puede
aparecer cuando las crisis evolutivas de los hijos o los padres favorecen la reedición de viejas estampas
conyugales.
Es usual que alguno o ambos integrantes de la pareja que se separa se enfermen tengan accidentes en los
que el cuerpo se encuentra involucrado. Son dos cuerpos que se separan y es en ese nivel que se pone
manifiesto la herida. La suma revela en positivo lo que está en negativo en el vínculo. El pacto degenerativo
constituyente de esa pareja se rompe y hace síntomas y de forma tanatica y circular emerge lo denegado,
transformado en ataques a sí mismo, a los hijos o a sus pertenencias. Estos ataques pueden desplegarse en
cada uno de los espacios psíquicos. La revelación o desagregación del denegado en la separación puede
tener efectos violentos actuados en distintas áreas, por lo que puede tenderse a la amputación física o mental
de funciones vitales.
A las parejas les resulta tan dolorosa la separación debido a que la angustia catastrófica se refiere no sólo a
la ruptura del encuadre matrimonial sino a la emergencia de lo de negado en la constitución del acuerdo
conyugal.
El vínculo sostiene la negatividad, por lo cual la experiencia de ruptura va acompañada por el surgimiento
de lo negativo que estaba en la base del vínculo como condición.
La ruptura de un vínculo matrimonial productor de malestar puede conectar asimismo un intento de
separarse nuevamente con la familia de origen, en el sentido de que un vínculo conyugal insatisfactorio
asegura una fidelidad al núcleo endogámico, dónde están depositados los valores socioculturales prescriptos
acerca de la indisolubilidad del matrimonio.
Duelo vincular.
La separación matrimonial conlleva un proceso de duelo. Al separarse, la pareja pierde:

 El ideal de indisolubilidad depositado en la pareja.


 El nosotros, sostén de la ilusión de conjurar en pareja la enfermedad, la vejez y la muerte.

En el momento de la separación, los cónyuges se sienten despojados de una parte importante de su


mismidad, y el encuadre matrimonial queda investido como dador ilusorio de reaseguro. Este proceso de
despojo puede llevar al empobrecimiento del yo y a la idealización del encuadre matrimonial perdido.
Paralelamente son investidos como salvadores la familia de origen, los hijos y los grupos de pares tomados
como objetos transicionales. Los cónyuges se refugian en los vínculos originarios ilusoriamente perdurables
y resistentes a todo daño posible.

 La conyugalidad reasegura. Se pierden las investiduras de los actos cotidianos ejecutados en


conjunto.
Hay una tendencia en el aparato psíquico a ritualizar las regularidades. Cuando estás se rompen, el encuadre
ha dejado de ser mudo y se ha tornado de fondo en figura. Por ello, a veces resulta difícil romper un vínculo
matrimonial generador de sufrimiento.

 Se pierden los amigos comunes, la vida social compartida con ellos. Se pierde generalmente el
grupo de referencia social integrado por matrimonios.
 El nosotros, sostén de los tres espacios psíquicos: intrapsíquico, intersubjetivo y social.
 Se pierde el lugar de casado
 Se pierden generalmente los vínculos con la familia política, familia que es investida muchas veces
como extensión de la familia de origen.
 Se pierde lo que un miembro de la pareja investigó en el otro y la posibilidad de ser investido por
ese otro.
 Se pierde la posibilidad de encontrar en el otro un reconocedor permanente de la identidad.
 Se pierden los proyectos compartidos, habiendo un duelo por lo que no se pudo construir juntos. Se
terminan los proyectos vinculares y de ahí en más, el otro hará proyectos que no podrán ser compartibles.
 Se pierde la ilusión de ser imprescindible para el otro.
 Hay un dolor narcisista debido que resulta intolerable pensar que el otro de quién uno se separó es
deseable y reconocido.
Cuerpo vincular: en la separación se separa el cuerpo vincular y esto puede ser vivido como fragmentación
yoica.
Es común observar que, aún después de separados, los miembros de una pareja no pueden cortar las
relaciones sexuales entre ellos, las cuales aparecen como un parámetro facilitador para sostener la identidad
que el otro confirmaba cotidianamente y que se suele creer perdida junto con la pareja de la que el miembro
se separa. Ante tal amenaza, se recurre a estas relaciones sexuales sostenedoras y amparadoras de las
angustias más primitivas que resurgen en el momento de la separación. Estos encuentros suelen ser furtivos
y, además de reaseguros, una manera de ir despidiéndose y elaborando la ruptura.
En esas relaciones sexuales furtivas y ocasionales con el ex cónyuge, se necesita del contacto con el cuerpo
del otro para rearmar y recomponer el propio cuerpo vivido como fragmentado luego de la separación. El
cuerpo del conyugue puede tener funcionamiento se nivel de objeto único dador de vida y amparador, del
sostén del yo, de reconocedor de la diferencia sexual. Estas funciones tienden a desarticular c y d es
organizarse con las consiguientes angustias: catastróficas, de no asignación y/o de castración.
Diferenciamos duelo por muerte de duelo por separación:

 En el duelo por muerte del cónyuge, los ideales no sé cuestionan, mientras que en el divorcio
sentimientos de fracaso de los ideales de no disolución del vínculo matrimonial.
 En el duelo por separación aparecen sentimientos de responsabilidad respecto del vínculo
matrimonial.
 En el duelo por muerte del cónyuge no hay posibilidad de diálogo con el otro real, mientras que en
el duelo por divorcio existe una presencia del otro real que puede ratificar o rectificar fantaseado acerca del
vínculo.
 En el duelo por muerte del cónyuge y los hijos sólo puede fantasear acerca de la reunión de los
padres, en cambio que en el duelo por separación aparece la fantasía, tanto en los hijos como en los
cónyuges, de que en algún momento estos podrán volver a unirse. Este anhelo de reunión viene reforzado
desde los tres espacios psíquicos.
 En el duelo por divorcio, uno de los diálogos internos más habituales con el ex cónyuge pensado es
aquel que alude al hecho de haber sobrevivido al desamparo y la desorganización temidos al haber perdido
el encuadre matrimonial.
Este diálogo interno desafiante es también dirigido hacia el propio yo, quién tenía sucumbir en el derrumbe
provocado por la quiebra del vínculo matrimonial.

 En el duelo por muerte de uno de los cónyuges existe una red social que acompaña la explícita
pérdida de ese objeto. En el duelo por separación matrimonial se genera socialmente un sentimiento de
incomodidad y se tiende a esconder el fracaso ante la sociedad.
 En el duelo por divorcio se pierde la identificación y la prospectiva familiar.

El divorcio con mueve los ideales de las tres generaciones y de ambas familias. Es un duelo circulante que
se puede reeditar cuando los progenitores vuelven a casarse o cuando los hijos conforman una pareja.
La elaboración por separación matrimonial implica varias generaciones, en el caso de no poder ser
elaborado o de no poder ser pensado el duelo queda como resto y se convierte en un duelo con efectos
transgeneracionales que vuelven una y otra vez de distintas maneras en las alianzas de las generaciones.
Estos duelos no elaborados buscarán quienes los representan en futuros vínculos matrimoniales .
La elaboración del duelo por separación matrimonial implica no sólo a los cónyuges sino también a los
hijos, a la familia política y a los amigos. Consiste en un duelo complejo debido a que involucra a todos
los miembros de ambas familias.
En las familias ampliadas Se reaviva la pérdida al compararse los vínculos empleados con los vínculos
inaugurales. Una manera de defenderse de la Asunción de esta pérdida es refugiarse en los vínculos de
sangre.
El objeto inaugural de la conyugalidad consiste en una de las marcas más importantes que queda para cada
uno tras la separación matrimonial. Cuando esté duelo por la separación ha sido bien elaborado, quiere decir
que ya se ha recuperado el sentimiento de mismidad en lo que era vivido Cómo partes perdidas del yo. Esta
reconstrucción identificatoria es la que nos permite hablar de un enriquecimiento de la capacidad vincular y
de la posibilidad de volver a vincularse.
El resentimiento respecto del ex cónyuge es un observable clínico que a veces perdura a lo largo de la
vida. Resentir es un volver a sentir, con un sentido de hostilidad.

En el resentimiento e ex cónyuge es depositario de aquello que se quiere expulsar de sí mismo, por lo que
queda cargado de reproches en virtud del sufrimiento vincular del que se lo acusa.
El separado podrá ir discriminando qué es lo que se ha perdido en el divorcio y con qué se ha enriquecido.
Esta discriminación permitirá una complejización del aparato psíquico y un enriquecimiento de la
capacidad vincular, basamento de un segundo matrimonio.
Divorcio y parentalidad.
La pareja parental es aquella que satisface las siguientes funciones:

 Implementa el mandato de la prohibición del incesto.


 Favorece los procesos de identificación entre sus miembros.
 Genera un espacio que contrarresta la posibilidad de perecer.
 Metaboliza las emociones.

Todo esto supone que la pareja parental cumple con las siguientes funciones: organizadora, sostenedora,
metabolizador ahí de individuación de los hijos. La manera que se cumplan o no estás funciones puede dar
lugar a diferentes disfunciones familiares, que se puede exacerbar en el proceso de separación.
Se denomina pareja tutelar parental a la que ejerce la función de velar por la prosecución y buen fin de toda
la trama familiar, logrando una identidad familiar singular y propia. Esta función se relaciona con los
ideales traídos desde la familia de origen y entrelazados ahora en la Constitución de un nuevo núcleo
familiar.

La problemática de la conyugalidad está relacionada con la parentalidad, tanto al aportar matices al


funcionamiento como también reafirmando el vínculo conyugal al producirse logros en los hijos. Los
fracasos en la conyugalidad pueden resentir la parentalidad.

En el divorcio se conmueven las relaciones con los hijos: lo privado se hace público y las desavenencias, al
ser exhibidas, traspasa la Barrera generacional y originan una desorganización en ese núcleo familiar,
remitiendo a vivencias de desamparo.

 El hijo, proyecto realizado por la pareja, fue investido con los anhelos y proyectos de ambos padres.
Cuando los padres se separan siguen invistiendo al hijo de forma separada y no como producto de un
proyecto compartido. Aunque se compartan normas y valores respecto de los hijos, al separarse los
cónyuges se quiebra la posibilidad de seguir catequizando juntos el futuro de los hijos. Luego del divorcio,
el proyecto para con ese hijo es realizado en soledad o con otros significados distintos del progenitor de ese
hijo.
La pareja parental, separada como pareja conyugal, sigue interesada en la continuidad vital del hijo, qué
representa para cada uno su trascendencia en el tiempo.
El objeto parental es aquel que cada progenitor posee inscripto en su entramado vincular acerca de la
parentalidad, la cual se inaugura con el nacimiento de hijo y se Acuña a lo largo del tiempo. La misma
queda inscrita y no depende de la presencia o no de los hijos. No se pierde con el divorcio.
Luego del divorcio, las funciones parentales pueden sufrir los avatares de género por tener el objeto
parental un componente sociocultural en su representación. La práctica de la parentalidad en la crisis del
divorcio se pueden alterar, y cada uno de los padres podrán defensivamente refugiarse en los estereotipos de
género asociados a la masculinidad y la feminidad.
La situación es monoparentales obligan a los progenitores a poner en juego habilidades no asociadas a los
que en el imaginativo social se supone inherente a funcionamientos masculinos y femeninos.
Cuanto más precarios hayan sido los basamentos identificatorios en la constitución subjetiva, al transgredir
los mandatos sobre la indisolubilidad del matrimonio, los separados pueden regresivamente adherirse a los
valores socioculturales de género.
En el acuerdo parental inaugural los padres entretejen el diseño ideal del hijo. La función de la parentalidad
emana de una representación de la parentalidad, y este objeto parental sigue inscrito en forma independiente
de la permanencia o no de la conyugalidad.
Los padres, al haber fracasado en su proyecto matrimonial, pueden desplazar este fracaso a los hijos, que
supuestamente no cumplen con los ideales en ellos proyectados, convirtiéndolos así en hijos síntomas,
depositarios de aquellos ideales troncos sobre la conyugalidad. Los hijos pueden servir de depositarios de
hostilidades dirigidas hacia el ex cónyuge. Los padres, al sentirse desvalidos, no pueden en su des amparo
reconocer al hijo como tal, ni pueden ejercer su parentalidad.
Es entonces cuando algunos progenitores tienden, al divorciarse, abrigarse de sus funciones parentales.
Desligarse de los hijos también puede delatar dificultades en la instalación de la función esposo o esposa.
Les es difícil reconocer la autonomía de sus hijos.
El desamparo producido en los hijos por el litigio entre los padres promueve que queden postergadas las
necesidades de rivalidad y competencia entre los hermanos, Y estos suelen tender a cuidarse entre ellos,
pasando también a ser custodio de sus padres, exhibiendo una pseudomadurez.
Cuando un síntoma se cristaliza en los hijos, cabe la pregunta de si éste no es efecto de un resto no
elaborado del divorcio de los padres. Elijo portavoz o porta síntoma se protegerá así del desamparo
poniéndose en el lugar más vulnerable con la finalidad de que los padres siguen ocupando su función de
sostén.
Los padres en tanto pérdida son significados de distinta manera según la edad de los hijos.
Cuando el divorcio de los padres coincide con la crisis de adolescencia de los hijos, la relación entre ellos
puede sufrir distintos avatares, dado que ambos están atravesando por una desorganización y
desidentificación transitorias. Esta situación puede dar lugar a que la rivalidad edípica entre ellos se vea
aumentada o desmentida.
El alejamiento de uno de los padres del hogar conyugal no implica necesariamente un distanciamiento en su
relación con los hijos. Frecuentemente estas relaciones se ven favorecidas por tener cada progenitor un
tiempo asignado para compartir con su hijo y por estar ese tiempo menos contaminado con la hostilidad que
impregnaba el hogar conyugal.
Objeto inaugural conyugal.
Un primer matrimonio es una experiencia inaugural. Por eso se denomina segundo matrimonio a los
siguientes.
Esa experiencia inaugural modifica la representación del propio yo y del objeto pareja de cada uno de los
integrantes. Objeto inaugural pasará a formar parte del Zócalo inconsciente del segundo matrimonio.
El objeto inaugural conyugal es un objeto simbólico que da acceso a una complejización intrapsíquica,
intersubjetiva y social. Obtiene su marca también desde el espacio social debido a que se espera de la pareja
matrimonial el dar hijos. En el contrato matrimonial hay también un contrato implícito de formar una
familia.
El haber venido a la conyugalidad coloca al sujeto en posición de haber accedido a la exogamia, y
permanece como marca en el bagaje identificatorio de cada uno.
El objeto inaugural conyugal tiene un anclaje en el espacio social al otorgar a los cónyuges un lugar social y
jurídicamente diferenciado, qué implica un entramado de obligaciones y derechos para con el conyugue y la
comunidad.
Se denomina segundo matrimonio a todos los posteriores al vínculo inaugural de la conyugalidad.
El objeto inaugural conyugal posibilita la construcción de la función esposo o esposa. Este proceso se
configura a lo largo de la vida conyugal. Una vez inaugurada esta función, el divorcio o la viudez no la
clausuran y permanece como una función virtual.
Al haberse acuñado la función esposo o esposa, se modifica cualitativamente la identidad de cada uno de
los cónyuges.
Este vínculo inaugural conyugal es comparado con los siguientes vínculos conyugales. Esta comparación
permite resignificar la alianza anterior y posibilita la tarea elaborativa en el transcurso de la consolidación
de la segunda alianza.
El primer acuerdo inconsciente de la pareja conyugal, que se establece con una otro privilegiado fuera del
círculo endogámico, trae todo el peso de los componentes originarios de las respectivas familias de origen.
Las parejas matrimoniales siguientes a ese primer vínculo ya atraen complejizaciones, desplazamientos,
transformaciones y condensaciones ocurridas durante el primer matrimonio.
Una de las características del segundo matrimonio es el interjuego de tres objetos para cada uno de los
miembros de la pareja conyugal:

 El originario, proveniente de la constitución del sujeto.


 El objeto actual del vínculo conyugal.
 El objeto inaugural de la conyugalidad, proveniente del primer matrimonio.

Un segundo matrimonio implica un objeto inaugural que puede tener múltiples elaboraciones. En él hay
desarticulación entre el objeto actual y el objeto inaugural conyugal.
Si la separación exige un trabajo de duelo, el segundo matrimonio exige otro trabajo mental: ser
portavoz de ese objeto inaugural que proviene del primer vínculo matrimonial. La existencia de estos
tres objetos promueve la necesidad de rectificar o ratificar los mitos de origen y de separación del primer
matrimonio. Se facilita así la reformulación de los mitos y las fantasías sobre el origen y el devenir del
segundo matrimonio.
El mito de lo realizado y lo no realizado con el objeto inaugural conyugal varía en un segundo matrimonio
conforme con las vicisitudes de la relación con el objeto conyugal actual. La nueva pareja hará también un
pacto inconsciente sobre que dejará de lado del anterior matrimonio.
Muchas veces un segundo matrimonio hace síntoma cuando amenaza con emerger aquello que se
intentó denegar del anterior enlace. Este objeto inaugural conyugal puede ser depositario de hostilidades
dirigidas al objeto original, dejando al segundo matrimonio menos cargado de componentes endogámicos.
En caso de haber hijos producto de la primera Unión, se continúa la cadena generacional. Así, el objeto
inaugural conyugal contiene doble marca si coincide con aquel con que se inauguró la función parental. Al
objeto inaugural conyugal se le puede sumar la parentalidad inaugural.
En el caso de haber tenido hijos en un segundo matrimonio y no en el primero, ese segundo cónyuge con
quién se inauguró la parentalidad adquiere un matiz peculiar. La inauguración de la parentalidad, sumada a
la presencia cotidiana de un segundo ex-cónyuge a través del hijo, coadyuva A qué en un tercer matrimonio
el segundo es conyugue con el que se inauguró la parentalidad quedé cargado como objeto inaugural.
Este vínculo inaugural conyugal presente/ausente, vivo/muerto, familiar/ajeno puede revestir la
característica de siniestro al irrumpir en la cotidianidad del segundo matrimonio.
El objeto inaugural conyugal se constituye en el aparato psíquico al devenir un vínculo matrimonial.
Posibilita la construcción de la función esposo o esposa. Dicha función se conforma en el vínculo
matrimonial a lo largo del tiempo. El objeto inaugural conyugal es un objeto simbólico que deja una marca
en el ciclismo con independencia de las vicisitudes de ese vínculo conyugal singular. La impronta del
objeto inaugural conyugal pasará a formar parte del Zócalo inconsciente de los segundos matrimonios.
Segundo matrimonios.
Un segundo matrimonio trae como consecuencia una gama de relaciones afectivas entre los integrantes de
las respectivas familias inaugurales de los segundos cónyuges. Estas relaciones son efecto y no producto de
esta nueva alianza.
El grupo que conforman los integrantes de esta configuración posee similitudes y diferencias con una
familia inaugural que definen la peculiaridad con la cual se construirá este vínculo.
Un segundo matrimonio es también una nueva manifestación de lo insuficiente que pueden resultar los
vínculos sanguíneos.
Definición de familia ampliada.
La familia ampliada es aquella configuración vincular integrada por vínculos de filiación y consanguinidad
que son producto de la alianza, hipervínculos qué son efectos de la alianza.
Conviven en este grupo familiar sujetos producto de dos o más familias inaugurales. Se denomina familia
inaugural a la integrada por padre, madre e hijos, producto de esa alianza.
La parentalidad ampliada contiene funcionamientos familiares que surgen como efecto de la alianza: el
segundo esposo o esposa ocupa en la familia ampliada el lugar simétrico de parentesco que su cónyuge ya
tiene con su familia inaugural.
Para la familia ampliada no hay nominación en el espacio social, ya que la misma aluden a una falta de
juridicidad donde todavía no se sabe cuáles son las leyes de funcionamiento, los derechos y las obligaciones
entre los integrantes de esta peculiar configuración. Esto genera angustia de no pertenencia.
Desde el espacio social no se le puede poner un nombre porque supone un conflicto con las expectativas
depositadas en cada uno de los estamentos del conjunto. La falta denominación y de juridicidad desde el
afuera delata la conformación de una orden todavía no conocido que no se rige por el paradigma de la
familia tradicional. Genera sentimientos de asignación y no pertenencia pero a la vez posibilita una
configuración singular e inédita.
La peculiaridad de la familia ampliada es que el hijo de El origen de la novela familiar, asiste al
enamoramiento de las figuras parentales. El hijo es testigo, espectador y público de ese enamoramiento
privado de los progenitores. Esa paridad se convierte en parentalidad debido a que el hijo pasaría a ser el
dador de su progenitor. El hijo dador de su progenitor es una de las peculiaridades de las segundas alianzas.
Pareja parental y segundo matrimonios.
Un segundo matrimonio acarrea la división de la pareja conyugal parental y conforma, al haber hijos de uno
o de ambos cónyuges, una pareja conyugal con parentalidad ampliada. Sus funciones se establecen a modo
de la parentalidad inaugural, y el lugar de un cónyuge está determinado por el lugar que ocupa en el
matrimonio con el conyugue progenitor.
Un trabajo mental de la familia ampliada recaerá en la construcción no sólo de la parentalidad ampliada
sino de la pareja tutelar ampliada, cuyo objeto ha cambiado.
Los segundos matrimonios traen consigo la disolución de la pareja tutelar inaugural, tienen que armar en
conjunto una pareja tutelar. Ellos enfrentan al trabajo de conformar una familia ampliada en la que cada
integrante tenga su luz propia, con su base dada por los colores que no se ven, por los objetos parentales
inaugurales ausentes en esa configuración parental ampliada pero presentes en sus ideales e
identificaciones.
La pareja tutelar ampliada construirá su identidad y será dadora de pertenencia en la medida en que incluya
la pertenencia de cada uno de sus integrantes a su familia inaugural. La tutelaridad ampliada es una tarea
creativa que se desarrolla paulatinamente y que puede dar lugar a nuevas organizaciones vinculares.
Paradojas y trabajos mentales de la familia ampliada.
En la familia ampliada hay lugares vacantes aún no construidos que dan cuenta de la existencia de esa
familia inaugural presente o ausente.
En el transcurso del tiempo, estos lugares vacantes son construidos y adquieren una legalidad propia y
nueva. La cotidianidad de la familia ampliada es la que otorga un estatus afectivo familiar a este grupo
familiar ampliado, integrado por miembros que entre ellos mantienen diferencias generacionales y de
filiación.
En una familia ampliada se trata de poder albergar en su seno a padres e hijos provenientes de distintas
familias inaugurales, en la que cada uno pueda ser reconocido de forma discriminada, conservando su
autonomía al tiempo que se reconocen los vínculos peculiares y novedosos que los unen.
Estos vínculos son una conjunción de lazos amistosos y de sangre. Son vínculos paterno filiales ampliados,
por construir y peculiares a cada configuración singular.
En cuanto a la convivencia con los hijos antes del casamiento, se invierte el orden temporal y se genera un
rápido funcionamiento sin que el lugar este todavía construido. Esto da lugar a que algunos autores las
denominan familias instantáneas.
Muchas veces es un lugar provisorio.
Una de las peculiaridades de los segundos matrimonios es que la convivencia parcial, ocasional, de fin de
semana, rápidamente exhibida ante los hijos, con lo cual es estatus de novios o de pareja en proyecto parece
instalarse, dado que se pueden organizar de manera rápida momentos de convivencia familiar en los que se
tendería a ubicar a cada uno de los actores del cuadro familiar en los roles ya previamente establecidos en el
matrimonio anterior, matrimonio familiar inaugural de modelo consanguíneo. Sus compelidos a
desempeñar funciones propias de los objetos inaugurales.
Estos avatares en el desarrollo y la conformación de la familia ampliada pueden aparecer al comienzo de
esta nueva fundación acompañados de violencia, desmentidas y síntomas.
Con respecto a los compartible hilo no compatible en el vínculo matrimonial, en un segundo matrimonio lo
no compatibles se ve acentuado por la presencia del objeto inaugural conyugal. El cónyuge actual y sus
eventuales hijos están excluidos de la fundación de la familia inaugural.
La función familiar sanguínea tiende a homologarse en la mente de ambos a una función por efecto de la
conyugalidad.
Los avatares en la conformación de la familia ampliada tienen que ver con el tipo de alianza que organizan
los cónyuges de este segundo matrimonio.
En un segundo matrimonio, cuando uno de los cónyuges tiene hijos de un matrimonio anterior, otorga al
nuevo conyugue un lugar de progenitor en ese grupo familiar ampliado, lugar desde donde esté puede
ejercer una función parental ampliada.
El hecho de que el progenitor elija como segunda pareja a otro puede ser connotado por el hijo como
descalificatorio para su propio progenitor.
Al progenitor ampliado Se le pide un trabajo psíquico difícil de cumplir qué consiste en el obrar como un
progenitor pero a condición de no afectar la imagen del progenitor inaugural que tiene el hijo. El trabajo
psíquico que resulta de esta paradoja es que se debe cumplir la función de progenitor ampliado sin quitarle
el lugar al padre o madre. Debe cumplir la función de progenitor sin ser reconocido como tal, teniendo
como trabajo entrar y salir de la función parental, correrse y dejar el lugar al progenitor inaugural.
La presencia de los hijos determina que una de las vertientes del vínculo de alianza no se rompa entre los ex
cónyuges, la parentalidad.
En esta nueva configuración se juegan las fidelidades y lealtad hacia la familia inaugural, qué puede ser un
núcleo de conflictos entre los miembros de la familia ampliada. Esa familia ampliada tiene entonces un
trabajo mental en el que será necesario apelar a la creatividad para transformar las luchas de lealtades y los
vínculos hostiles en vínculos de pertenencia a una nueva configuración familiar.
El lugar del progenitor ya está marcado en la mente del niño así como en lo social y no puede ser ocupado
por dos progenitores al mismo tiempo.
En la nueva configuración, los integrantes necesitan que coincida el parecer con el pertenecer, Como sucede
con la familia inaugural. En las familias ampliadas no coincide el pertenecer con, configurando otra
paradoja.
La fragilidad con la que a menudo se vivencian estos nuevos vínculos familiares ampliados se debe a que
dependen para su continuidad de la alianza de ese segundo matrimonio.
Los vínculos de la familia ampliada son vínculos por construir, impuestos o forzosos, qué pueden aparecer
de forma disrupta y sin posibilidad de elección de las partes.
La familia ampliada es una familia con vínculos forzosos debido a que los hijos de los respectivos segundos
cónyuges son parte de la identidad personal y social del hombre y de la mujer divorciados con hijos. Es una
identidad de obligación. Los hijos de los cónyuges divorciados quedan obligadamente incluidos en el nuevo
vínculo matrimonial y tienen un peso específico propio en el momento del proyecto conyugal del segundo
matrimonio.
La existencia de hijos de un primer matrimonio en la familia ampliada hace difícil desmentir la historia
conyugal y familiar.
Es un observable clínico que los hijos ampliados dejados de lado por su progenitor piden ser adoptados por
el progenitor ampliado. La razón es que resulta más fácil para los integrantes de esa configuración vincular
ambigua rellenar con funciones de reconocidos un lugar ausente. Adoptar a los hijos puede ser también otra
manera de no sentirse excluido de esa configuración inaugural que conforma un cónyuge con sus hijos.
Una familia ampliada puede enriquecer y complejizar la capacidad vincular de sus miembros si se
posibilitan;

 La resignificación permanente de la pérdida de la familia inaugural.


 La reformulación de los mitos de origen del primer matrimonio, del divorcio y del segundo
matrimonio.
 El ejercicio de las funciones parentales y filiales ampliadas, al tiempo que no se ocupa el lugar de las
figuras parentales inaugurales.
Una familia ampliada refiere a la posibilidad de enriquecer y ampliar la capacidad vincular de sus
integrantes.
Escena primaria circulante.
Un segundo matrimonio trae como consecuencia una cama de relaciones afectivas, no consanguíneos, entre
los integrantes de las respectivas familias inaugurales de los segundos cónyuges. Estas relaciones son afecto
y no producto de esta nueva alianza.
Llamamos familia ampliada a la configuración vincular integrada por vínculos de filiación y
consanguinidad que son productos de la alianza, hipervínculos que son efectos de la alianza.
Conviven en ese grupo familiar sujetos producto de dos o más familias inaugurales.
Se denomina familia inaugural a la integrada por padre, madre e hijos producto de esa alianza. Una familia
ampliada está conformado por dos o más integrantes de familias inaugurales, con la posibilidad de que los
cónyuges, al tener un hijo producto de esa alianza, conforme también una familia fundacional en el seno de
esa familia ampliada.
En esta nueva configuración se juegan las fidelidades y las lealtades hacia la familia inaugural, que pueden
ser un núcleo de conflictos entre los miembros de la familia ampliada.
Esto determina relaciones de excluidos y de pertenecientes, en las que se pone en juego las hostilidades y
las rivalidades edípicas sin que los lazos sanguíneos las tamicen.
Estos efectos de la conflictiva edípica re actualizada se presentan en los distintos actores, alternándose entre
ellos la posición de excluido, elegido o rival.
La presencia de un sistema de incluidos o excluidos rotativos nos hace pensar en una escena primaria
circulante, cuyo entramado configura organizaciones duales que implican a todos los miembros y re
actualizan sus respectivas conflictivas edípicas originarios
La escena primaria circulante es algo más que un desplazamiento de esas conflictivas edípicas originarias
debido a que ocurren en estas nuevas configuraciones familiares con su peculiar potencialidad vincular.
En esa escena primaria existe siempre un integrante que desde afuera observa una escena caracterizada por
dos o más que comparten un vínculo fundacional del que él está excluido.
Este sistema de relaciones marcado por la exclusión también se puede ampliar a los vínculos políticos, con
lo que la escena primaria se potenciaría.
En la nueva pareja conyugal, el hecho de que uno de ellos haya accedido o no a lugares y funciones
inaugurales otorga un conocimiento, a menudo asociado con poder y pertenencia, al cónyuge qué tiene esa
o esas experiencias inaugurales. Las experiencias inaugurales también conforman un sistema de excluidos o
incluidos.
La función de esposo o esposa se inaugura con el objeto inaugural conyugal y se construye a lo largo de la
vida matrimonial, esta construcción puede ser el resultado de un primero o de un segundo matrimonio.
Cuando la función de esposo o esposa se configura en un segundo matrimonio, el sentimiento de exclusión
al no haber inaugurado juntos la conyugalidad se borra.
En relación con las experiencias inaugurales, ese sentimiento de exclusión qué estás generan podría
esfumarse con el peso de la parentalidad inaugural. Cuando el segundo matrimonio no tuvo hijos en su
primer matrimonio, con el advenimiento del primer hijo en la segunda alianza, inauguran juntos la función
parental. El objeto inaugural conyugal queda subsumido en la parentalidad inaugural, Y aquel sentimiento
de exclusión por no haber inaugurado juntos la conyugalidad se esfuma.
La legalización del segundo matrimonio.
El hecho de legalizar el vínculo conyugal conmociona a la pareja, aunque sus miembros hacen con vivido
durante muchos años he tenido hijos e incluso nietos.
Las resistencias al segundo matrimonio, deseado y buscado de manera consciente, se ponen en evidencia en
lapsus, actos fallidos y en el resurgimiento de la conflictiva vincular, a veces de una manera exagerada y
grotesca. La resistencia se suele representar en los hijos.
También la legalización de la alianza reubica a los miembros de la pareja en los lugares asignados por esa
legalización. Cuando los miembros de una segunda pareja deciden casarse legalmente, se produce una
movilización de los lugares que ocupan todos los integrantes. Se vuelven a cuestionar lugares y funciones
que ya eran habituales. La legalización del matrimonio es una situación de crisis que conmueve lo
establecido.
Los integrantes de la familia ampliada pueden hacer una regresión a modos de funcionamiento previos. El
cambio de encuadre favorece estos movimientos regresivos que, luego de un período de caos, vuelven a
encontrar el equilibrio momentáneamente perdido. La legalización se asocia a un posible fracaso, en el
que se reactiva el temor a quedar encerrado en un estado de sufrimiento vincular.
Reflexiones finales.
Para estos vínculos ampliados no hay todavía una nominación ni juridicidad.
La falta denominación y de juridicidad desde el afuera delata la conformación de una orden todavía no
definido.
Bibliografía.
Puget, J. (1996). La pareja. Encuentros, desencuentros, reencuentros. 1° Ed. Buenos Aires: Ed. Paidós.
RESUMEN Trabajo y psicoanálisis. La desocupación: algunas reflexiones sobre sus repercusiones
psicosociales. Elina Aguiar

1) Desocupación y control social


El importante incremento de la desocupación es un hecho económico, social e histórico, y los procesos
económicos, históricos y sociales no son productores de efectos en la subjetividad: moldean y remodelan las
personas y sus vínculos.
Históricamente en nuestro país, desde el poder y desde la última dictadura se ponen en marcha políticas
destinadas a producir cambios drásticos en el tejido social y en la subjetividad colectiva, los cuales apuntan
al conformismo y a la fragmentación de la red social.
Hoy se deterioran las relaciones laborales y las relaciones sociales de la comunidad, exaltándose el
individualismo en detrimento de la solidaridad.

"Sálvese quien pueda" es la consigna desde el poder.


La amenaza de desocupación funciona como chantaje social, que hace presión para aceptar cualquier tipo
de condiciones laborales y "porque hay muchos esperando su puesto y por menos dinero". Además, la
ausencia de seguro de desempleo que garantice condiciones mínimas de vida, coacciona al desempleado y
disciplina a los ocupados. La desocupación es una amenaza colectiva, estructural y "desocializada".

El desempleo es un fenómeno social pero es vivido como crisis individual, despojado de su dimensión
social.
La institucionalización del desempleo promueve la resignación, el conformismo y la aceptación de
condiciones de trabajo y de vida no dignas.
Uno de los efectos de la desocupación es la paulatina inmovilización de los estratos sociales, que
tienden a volver a una condición de derrotismo, fatalismo y pasividad.

Las reformas laborales no crearon nuevos puestos de trabajo, sino que:


a) empeoraron las condiciones de trabajo, superando el piso de las condiciones mínimas;
b) aumentaron los índices de desocupación y subocupación;
c) el desempleo no aparece ya como transitorio sino como estructural.
A su vez la real amenaza de quedar sin trabajo genera tensiones equivalentes a las de perder el trabajo.
El desempleo es una catástrofe de origen social, pero a diferencia de una epidemia, tiene actores
responsables y víctimas de ello.
"Desocupación", "masa sobrante", "somos números", son expresiones de los desocupados que aluden a
violencia social.
Los desocupados son estigmatizados, se los acusa y se los trata de expulsar, se convierten en "desaparecidos
sociales" que mueren de muerte lenta: por desnutrición, suicidios, mayor incidencia de morbilidad y
exclusión social.
Es una vivencia generalizada de quienes han sido despejados de su trabajo. Despojo que implica una
violencia a nivel de la pertenencia e inserción en el espacio social y en la red familiar.

2) Desocupación y trauma
La desocupación y la amenaza constante de perder el trabajo son violencias que se ejercen contra los
sujetos y que producen una angustia que conceptualizo como traumática.
La amenaza de perder el trabajo encuentra relación con lo que en 1893 decía Freud con respecto a las
experiencias traumáticas: "lo que es eficaz para el síntoma es el afecto de terror". Esto es lo que hace de un
acontecimiento un trauma. Freud recalca que el trauma de origen social produce "estupor inicial, paulatino
embotamiento, anestesia afectiva, narcotización de la sensibilidad... abandono de toda expectativa...y
alejamiento de los demás (Freud, S. 1930; "El malestar en la cultura").
La primera forma de angustia traumática es asociada a inermidad y desamparo; la desocupación y la
flexibilidad laboral exponen a las personas y las dejan indefensas ante el deseo de muerte de otro que las
considera "masa sobrante" y las excluye del sistema laboral en aras de un supuesto bien superior.
Toda situación traumática produce cuatro efectos:
1. Se activa la compulsión la repetición.
2. En una situación traumática, al quedar libres las catexias se buscan nuevas investiduras libidinales, las
cuales serán frágiles y precarias.
3. Se toman nuevas medidas defensivas para que nada del trauma sea recordado y repetido. Hoy, ante la
desocupación, desde los sectores del poder se promueve su desmentida, lo que tiende a generar
paralización, apatía e indiferencia en los afectados y en el conjunto social en general. Nuevamente, ante la
desocupación se favorece el "no te metas". Por miedo a perder su trabajo o a no conseguirlo, las personas
tienden a desentenderse de la suerte de los otros.
4. Hay en el trauma un cierto monto de agresión libre, lo que produciría la predisposición a la violencia
contra sí mismo o contra los demás. La desocupación se convierte en un nuevo trauma de origen social que
viene a agregarse a los ya sufridos por la sociedad. El traumatismo acumulativo favorece al aislamiento y la
resignación.

3) Desocupación y violencia.
Una forma de violencia impuesta a través de una ley es la llamada "flexibilización laboral", que termina
atacando a la ley, por ende al pensamiento, y produce junto con el terror sumisión y luego anestesia o
resignación ante la voluntad de ese otro vivido como omnipotente. Se favorece la anomia.
La violencia impuesta por la flexibilización laboral o por el desempleo, queda anclada dentro de los
ciudadanos en su cuerpo, en su musculatura, como una tensión reprimida y en su mente como una
culpabilidad asumida. Provoca un estado de inhibición y/o explosiones periódicas de violencia hacia sí
mismo o los demás.
Sobre la cotidianeidad de las personas recae el impacto de las violencias y las transformaciones de lo
público. Sobre ella también recaen otras violencias previas inherentes a la sociedad, donde se "naturalizan",
se toman como naturales esos ataques y no se cuestionan.
A esta violencia padecida al quedar excluido del trabajo, se le suma la violencia que implica la
culpabilización del desocupado por parte de los estamentos de poder. Es lo que llamamos victimización
secundaria, como el "Es su culpa si está sin trabajo". Estas violencias recaen en el seno de la familia y son
muchas veces una repetición de las violencias padecidas fuera de ella y convalidadas desde el entorno
social.
Un acto violento en el espacio familiar puede tener su origen en otro laso, en el espacio laboral por ejemplo.
Las tensiones actuales creadas por el desempleo y el empobrecimiento tienen inmediata repercusión en la
red familiar, aunque sus miembros crean ser los actores cuando en realidad son receptores y portadores
pasivos.
4) Efectos en lo cotidiano
La desocupación desarticula la vida cotidiana del desocupado y su entorno. El trabajo proporciona un marco
estable a la cotidianeidad. Se trata de costumbres, práctica, representaciones acerca de lo que sucede. La
vida cotidiana es esencialmente plural y contradictoria, las personas registran las experiencias de diferente
manera según los géneros, el lugar social, las generaciones, etc.
El trabajo nos impone una estructuración del tiempo y de los ritmos, hábitos y costumbres, al
trabajador y a su familia. Provee una fuente importante de vínculos extrafamiliares, que nutren la
vida diaria, confirman la pertenencia social y la inclusión en objetivos sociales más amplios.
La desocupación implica que una persona es arrancada de su lugar, de su grupo de pertenencia y
referencia, de su cotidianeidad, de la vida de relación laboral, de códigos compartidos. Genera vivencias de
desarraigo.
Para explicar los efectos psicosociales del desempleo, Jahoda (1982) elaboró la "teoría de la privación"
del trabajo. Considera que el trabajo da a las personas la posibilidad de acceder a "cuatro categorías":
1. Estructuración temporal de la jornada, los ritmos y costumbres de la cotidianeidad. El trabajo
es el reloj de las familias. El tiempo social tiene dos dimensiones:
a- La primera es la dimensión temporal, lineal y progresiva, relacionada con los proyectos de mediano
y largo plazo;
b- otra temporalidad es cíclica: hace a la habitualidad y se relaciona con regularidades y repeticiones
que sirven de marco estable y reasegurado de la vida cotidiana de las personas. La desocupación atenta
contra ambas formas de temporalidad.
2. La provisión de contactos sociales regulares fuera del circuito familiar.
3. La imposición de objetivos que trascienden al individuo
4. Un status y una identidad social.
Ya en 1938 Eisenberg y Lazerfeld describen los efectos que produce en las personas la pérdida del trabajo:
primero causa un shock; luego, a este estupor inicial le sigue una búsqueda activa y optimista de trabajo,
creen que sí van a poder conseguirlo; después cuando no lo consiguen se vuelven pesimistas, manifiestan
ansiedad de muy distinta manera, sufren, se quiebran. Más tarde se vuelven fatalistas, dejan de buscar
trabajo, y comienzan a adaptarse a su nuevo estado. Se instala la desesperanza, surgen los autoreproches, las
repercusiones psicosomáticas. Se sienten rechazados y no buscan trabajo para no exponerse de nuevo al
rechazo y a la desilusión. Sienten vergüenza en mostrarse, en pedir; se aíslan, como si se escondieran de los
demás.
Quienes han perdido su trabajo se encuentran en una situación de duelo; que se traduce en decaimiento
físico, disminución de la autoestima, autoreproches, sufrimiento mental y aislamiento.

Generalmente, con la desocupación se instala la incertidumbre respecto de su subsistencia y la de su


familia. Se sienten inseguros, se desesperan.
Cuando el desempleo va asociado a la pobreza, el sujeto empieza a tener que enfrentarse con situaciones
humillantes, desde pedir dinero y eludir los pagos hasta mendicidad o delincuencia.

a) Desocupación, pareja y familia.


La vida cotidiana de la pareja abarca el espacio público y el privado.
 Sobre cotidianeidad recae el impacto de las violencias de los otros espacios. La vida cotidiana de la
red familiar puede revestirse de bienestar o de malestar; muchos son los factores que intervienen para hacer
oscilar el péndulo y la desocupación es un factor preponderante y catalizador.
Precisamente es en los vínculos más estables, como la pareja y la familia donde, cuando falla el marco
estable y reasegurador que proporcionaba el trabajo, resulta muy difícil suplir esta carencia y no
sucumbir en la desorganización.
Las personas que han sido despojadas de su trabajo o están bajo la amenaza de perderlo, suelen aferrarse al
marco estable, ilusoriamente seguro y continente de la pareja. Pero su marco de sostén no puede reemplazar
al sostén laboral perdido: es una demanda imposible de cumplir. Ante esa imposibilidad se puede instalar el
reproche entre los miembros de la pareja, el cual está en la estructura de la pareja y que se reactualiza.

Ante la situación de desempleo o amenaza de él, la pareja puede hacer una regresión y retroceder a
un estado de reproche. Se le exige al otro que sea como uno quiere, que dé lo que no puede dar, que supla
lo que no puede suplir. Tiene una cualidad rígida, repetitiva y estereotipada. Este reproche y
disconformidad se puede instalar en la pareja o en el vínculo con los hijos. Ante la desocupación, uno o los
dos de la pareja se sienten defraudados, derrotados y exigen al otro resarcimiento de su pérdida, reparación
de la autoestima, en suma ser revalorizado en su valía jaqueada.
b) Desocupación, pareja y violencia
Ante la desocupación, la sub-ocupación o la amenaza permanente de desocupación, las parejas pueden
pasar por momentos de cohesión y apoyo mutuo, de acusaciones, reproches y violencias.
Cuando la relación se tiñe de violencia, pasan del deseo de ser sostenido y sostener, donde uno parece
frágil y el otro potente, a la relación amo-esclavo. El que pega necesita de su víctima para sentirse potente,
y es heredero de los estereotipos socio-culturales transmitidos y vigentes. Estas personas en estado frágil
pueden establecer un vínculo ilusoriamente amparador-amparado con una total exigencia del uno hacia el
otro. Surge el temor a la autonomía del otro y al abandono. La autonomía de la otra persona es
interpretada como abandono. El que controla y daña, lo hace como manera de anular la autonomía de esa
otra persona.
El otro no puede sostener una situación de por sí insostenible y cuando ese acuerdo de sostén resulta
insatisfactorio se genera un funcionamiento enloquecedor-enloquecido.

c) Desocupación, pareja y proyecto vital.


El proyecto vital compartido, queda así cercenado. El único proyecto seguro es la incertidumbre.
Frente a la desocupación, se le pide a la pareja un trabajo difícil de realizar: contener las ansiedades
primitivas y no sucumbir ante la falta de proyectos
La alteración del proyecto les impide ubicarse en una temporalidad. Tambalea el marco estable sobre el que
se apoyaban. La desocupación los ubica frente a lo catastrófico, a la pérdida de la noción de futuro. Para el
desocupado, futuro remite a desesperanza, angustia catastrófica. La incertidumbre laboral se extiende a los
hijos.
El futuro "promisorio" para los jóvenes se desvanece. El estudio, la formación, no son garantía contra la
desocupación.
Así la desocupación desencadena una situación que ataca los proyectos vitales de las personas
desocupadas o amenazadas por la desocupación.
Ante la inseguridad y el no reconocimiento en el área laboral, la pareja y la familia se ven recargados en su
función de reconocer y valorar al otro.
Esto genera una vivencia de vacío, el cual se liga a ansiedades primitivas de desamparo y abandono que se
reactualizan y se transforman en factor de desequilibrio en la pareja conyugal y en la estructura familiar.
La familia tiene así un equilibrio precario. Pasan por momentos de renovada cohesión ente la adversidad y
otros en los que se puede ir instalando una apatía, resignación y restricción cercenantes. Al ser marginados
se automarginan y además el entorno les huye, quedan aislados. Los amigos se sienten impotentes y
temerosos a la vez de sufrir la misma suerte.

d) Desocupación y estereotipos de género.


Con la desocupación se trastocan los modelos familiares propuestos. Los trabajos domésticos son poco
valorados, y el hombre que se ocupa de ellos ve disminuida su autoestima e incluso su autoridad. Los
prejuicios acerca de qué es ser hombre o mujer emergen bruscamente.
En las familias más tradicionales, la desocupación del hombre puede llevar a graves conflictos en la pareja.
Si bien la salida obligada de esas mujeres al área laboral es un apoyo económico, se espera de la mujer que
sea ella un apoyo y sostén emocional. Entonces la salida de la mujer al ámbito laboral en las familias
patriarcales, es vivida como traición y abandono.
Las mujeres excluidas del mundo del trabajo lo viven de una manera peculiar: algunas lo ligan a su
condición de género, o temen volver a la dependencia y reclusión hogareña en función de las diversas
representaciones sobre su inserción familiar y social. El quedarse sin trabajo es significado como retroceso
en su autonomía, como una derrota.
El hombre se ocupa de las tareas domésticas y los dos de la pareja sienten a menudo que él está realizando
una tarea subalterna, o bien esos trabajos siguen quedando a cargo de la mujer sobrecargada u sobreexigida.
A veces son los hijos los que se sobreadaptan, y asumiendo una pseudo-madurez, se hacen cargo del sostén
afectivo y/o económico de los progenitores.
Las diferencias genealógicas se borran, los niños son pseudo-adultos, o sea niños desamparados. Algunos
hijos se adaptan, otros cooperan y otros se rebelan; no estudian aludiendo la poca validez del esfuerzo;
como también otros tienen vergüenza de sus padres desocupados y ocultan la situación de desempleo. El
hecho de que los hijos no consideren más a su padre como figura dadora de seguridad por la inestabilidad
laboral, puede coadyuvar a presentar una serie de síntomas (alcoholismo, drogadicción, delincuencia, etc.)

e) Desocupación y el poder simbólico del dinero.


En nuestra cultura el dinero está asociado al poder. Trabajar y ganar dinero está pautado socialmente
sobre todo para el varón. Si no aporta dinero se siente castrado, siente que no es nada; el hombre prefiere
trabajar de " cualquier cosa" para evitar algo peor: presentarse sin nada ante su mujer.
Es así como los efectos psíquicos de la desocupación son diferentes para cada género, para cada etapa de
la vida y para cada sector social.
La desocupación en los jóvenes y la imposibilidad de obtener el primer trabajo, es sentido como un retraso
en la entrada a la vida adulta. Al seguir dependiendo económicamente de los padres, se produce un
desfasaje cronológico que repercute en malestar en hijos y padres. Muchas veces retrasa la partida del hogar
familiar, afectando su proceso de logro de la autonomía, generando situaciones violentas.
Cuando estos jóvenes pierden el trabajo o están sub-ocupados, vuelven a depender de los padres o a
convivir con ellos.
La desocupación provoca alteraciones a nivel genealógico: hijos proveedores del dinero que pasan a ocupar
un lugar de autoridad familiar, o hijos adultos infantilizados por verse obligados, al estar desocupados, a
depender económicamente de los padres.
En los sectores más carenciados, muchas veces son los niños quienes con su mendicidad sostienen a las
familias, con las consecuentes alteraciones en la escolaridad infantil.
El momento vital en que ocurre el desempleo es importante y tiene particular incidencia en la llamada
"crisis de la mitad de la vida", donde las personas se sienten vulnerables, envejeciendo, generalmente con
familia y padres de quienes ocuparse.

5) Las relaciones extra familiares y la desocupación


El desocupado se autoculpabiliza, se automargina. Marginado del circuito laboral, puede caer en el
aislamiento.
Se distancia de sus relaciones sociales extralaborales, siente que deja de compartir intereses comunes con
los amigos, excluidos de la conversación social donde el trabajo ocupa un lugar preponderante.
La desocupación pasa a ser un monotema. Los otros a su vez eluden al desocupado porque no tienen
respuestas para él y no pueden darle una mano, dado que son tantos los sin trabajo.
La solidaridad parece casi imposible cuando las relaciones de amistad intentan en vano solucionar el
problema de la falta de trabajo.
Por otra parte en la Argentina, donde alcanzar un título universitario era un aspiración de un amplio sector
social, la desocupación o sub-ocupación de los profesionales es hoy un hecho corriente y forma parte de los
mitos urbanos como el del "arquitecto-taxista" por ejemplo.
Galli (1996) analiza cómo la frustración laboral es mayor cuando es vivida como fracaso en la elección
vocacional.
Esta "privatización de la culpa social" es una de las inducciones provenientes de los estamentos del
poder para ejercer un control social.
Para quienes habían depositados su confianza en empresas-madre o Estado benefactor, el quiebre abrupto
de estas Creencias los sume en un estado de orfandad y desamparo. Se sienten doblemente estafados. El
fracaso de los proyectos vividos como personales los lleva a un sentimiento de inferioridad, a un estado de
parálisis psíquica, de pobreza mental, caracterizados por la incapacidad de imaginar y la inhibición de la
creatividad (Galli, 1996).
a. Desocupación e inserción social: la respuesta del entorno social a la desocupación es de suma
importancia, en el modo en el que el desocupado tramitará esta situación traumática. Cuando pasan a
insertarse y ser reconocidos en otros estamentos sociales, su desvalimiento y aislamiento se aminoran al ser
contenidos por una estructura más amplia. La socialización es un proceso constante y estructurante del
psiquismo a lo largo de la vida de las personas. La subjetividad social se construye y deconstruye
permanentemente.
Es esencial tener en cuenta cómo son contenidos y cómo se reinsertan los desocupados, porque la pareja y
la familia del desocupado aislados no pueden tramitar esta situación.
Quienes pasaron por la experiencia de desocupación, sus parejas y sus familias quedan de ahí en más con
una marca de ese acontecimiento traumático. Esto delimita un antes y un después, y así vuelvan a encontrar
trabajo, su posicionamiento laboral ya no es el mismo. El que esta marca no se convierta en estigma
depende en gran medida de la respuesta continente del entorno y los grupos de referencia en los que se
injerta el desocupado.
En la medida en que desde los estamentos del poder, la sociedad no se hace cargo de los despojados de
trabajo, esta sobrecarga recae sobre la pareja, familia, la escuela, etc.

b. Desocupación y pertenencia social: Estar sin trabajo es quedar afuera de todo tipo de protección:
salud, educación, etc., y ser víctima del proceso de marginación.
La desocupación ataca la pertenencia del sujeto, a su mundo laboral, social, familiar. Es imposible no tener
un lugar, pero el desocupado pierde su posibilidad de elegirlo. Y desde que quedó sin trabajo ya tiene un
lugar en lo social, el lugar estigmatizado del "desocupado". Según sus otros apuntalamientos sociales, sus
otras pertenencias, podrá correrse o no de ese lugar de excluido.
El desocupado ve atacado su lugar, pero al mismo tiempo aquel se entrelaza con su pertenencia familiar y
los mandatos de los antepasados. Entonces al resultar atacada su pertenencia social, quedan vulnerados los
otros espacios de distintas maneras.

c. Múltiples pobrezas generadas por la desocupación: las múltiples pobrezas no se agotan en el


diagnóstico de las carencias que hacen a la satisfacción de las necesidades llamadas básicas; sino que se
trata de necesidades fundamentales.

Cualquier necesidad humana que no es adecuadamente satisfecha socialmente, genera procesos de


exclusión y de aumento de la violencia internalizada en las relaciones sociales" (Sirvent, 1996).
La desocupación implica una "pobreza de protección" que por lo traumático puede acarrear una "pobreza de
entendimiento", o sea un deterioro en la construcción del conocimiento crítico sobre el quehacer cotidiano y
la información cada vez más fragmentaria que se recibe. Este conocimiento nos hará detectar la violencia
simbólica (P. Bourdieu), o sea aquella violencia que ejercida desde el poder, hace que le otorguemos a los
hechos un sentido acorde a los intereses de ese poder. Si tenemos pobreza de entendimiento, haremos de los
intereses del poder nuestro sentido común, así podemos adherir al mito como producto de la desocupación;
la no capacitación laboral, o pensar en la "flexibilización" laboral como generadora de empleo, entre otros.

d. Desocupación y autoritarismo: Históricamente los vencedores legitiman su accionar en un


intercambio en condiciones de desigualdad, donde intentan imponer su voluntad y obligar a los estratos
sociales a volver a condiciones de pasividad, apatía y derrotismo (Ameztoy, 1996). Al mismo tiempo que
ejerciendo esta violencia se niega este hecho represivo. Se genera así el "terror al desempleo"; se trata desde
el poder de una coacción física y simbólica para "reorganizar una nación a beneficio del centro del poder
económico. Este terror tiene efecto de verdad en los cuerpos y en las relaciones sociales.
Así la desocupación puede generar "pobreza de participación" poniendo en marcha factores que inhiben la
posibilidad de actuar en diversas instancias sociales existentes, o la creación de nuevas formas de
organización". La pobreza de participación fomenta la fragmentación, desmovilización, apatía y
escepticismo. (Sirvent, M.T., 1996).

La inserción social y laboral es esencial para "la salud mental producto de las relaciones sociales y su
evolución histórica, de la capacidad de desarrollar una perspectiva integradora de la realidad... y construir
con ésta vínculos activos, transformadores"... "Por eso la importancia para la salud mental de un pueblo de
aquellos acontecimientos que afectan sustancialmente las relaciones humanas". (S. Bermann, 1995).
Las personas y sus familias ante la desocupación, necesitan emprender una lucha contra la enajenación,
dado que el desempleo es entre otras cosas, una táctica de alienación y control social.
La facilidad con la que sigue ocurriendo el desempleo amenaza los cuerpos, las mentes, las relaciones
sociales y las instituciones. Para no convertirnos en "población en riesgo".

Bibliografía
Aguiar, E. (1997), La desocupación: algunas reflexiones sobre sus repercusiones psicosociales. Revista de
Psicología y Psicoterapia de Grupo, T. XX, N 1.

Hombres no trabajando - Schlemenson RESUMEN

El proyecto laboral constituye una parte sustancial del proyecto de vida e inserta socialmente a los
individuos. Su contracara es el desempleo, que margina y genera profundas crisis personales, con una de
tensiones y violencia de efectos imprescindibles.

El trabajo mediatiza la relación de los individuos con la sociedad. Así como el individuo se siente tratado
en el trabajo, siente que lo trata la sociedad.

Así, la desocupación vulnera los lazos de continencia que los individuos tienen con la sociedad. La
alienación, ansiedad, desesperanza y sospecha que esta situación genera traen aparejados fenómenos y
determinan el incremento de la violencia y el delito.

Elaboración de un marco conceptual


Freud señala las dos condiciones básicas para la salud mental: la capacidad de amar y trabajar. En el
método psicoanalítico de Freud se señala que la curación coincide con el restablecimiento de la capacidad
de rendimiento, que alude al trabajo, y del goce, que alude al amor.
 En el malestar de la cultura se señala la importancia primordial del trabajo como la forma que
encontró el hombre primitivo de mejorar su suerte en la tierra. El trabajo responde a un apremio de vida por
una realización vital ligada con la valoración e interés por incorporar a un colaborador o colaboradores con
quienes es útil vivir en común; configura una experiencia primaria comprometedora de la sociabilidad.

Ninguna otra técnica de conducción de la vida liga al individuo tan firmemente a la realidad como la
insistencia en el trabajo.
La actividad en la sociedad brinda una satisfacción particular cuando ha sido elegida libremente. No
obstante, el trabajo es poco apreciado como vida hacia la felicidad por los seres humanos. Uno no se
esfuerza hacia el cómo hacia las otras posibilidades de satisfacción. La gran mayoría solo trabajan forzados
a ello, y de esta natural aversión de los hombres al trabajo derivan los más difíciles problemas sociales.

Eliot Jaques valoriza el marco externo que representa el mundo del trabajo, en encuadre en el que se ejerce
la actividad laboral a través del cual se delegan responsabilidades y tareas por realizar. Dentro de ese marco
ocupa un lugar significativo.
Considera que el ser humano requiere trabajar no solo para resolver las necesidades apremiantes de la vida,
sino que necesita hacerlo en un nivel constante con sus propios límites, intereses y capacidades internas.
Cuando esta relación es equilibrada, el trabajo se transforma en un factor objetivamente modelador de la
propia identidad.
Un trabajo inferior al nivel de complejidad de los procesos mentales individuales es promotor de
insatisfacción y ansiedad. La realización satisfactoria de trabajo es sustancia para el desarrollo y
estructuración del psiquismo, puesto que redunda en niveles progresivos de integración mental, que se
producen cuando dicha experiencia de trabajo confirma la eficacia personal.
El trabajo siempre constituye una actividad creativa de resolución de problemas. Implica analizar,
discernir, discriminar, resolver, ejercer destrezas, abstraer conceptualmente. Y sintetizar. La culminación de
tal proceso coincide con la resolución de un problema. Tomar decisiones constituye una experiencia
fundamental que significa entregarse a la acción y comprometerse.
El alto índice de desempleo porque impide la consolidación de la continencia o coherencia entre realidad
externa y mundo interno.
Empleo, contexto crisógeno y crisis vitales
La desocupación constituye un impacto generador de una crisis individual que incrementa el
sentimiento de incertidumbre referido al futuro.

 La pérdida no anticipada, involuntaria del trabajo caracteriza un evento de la vida negativo, con
la potencialidad de ser disruptivo en las actividades individuales usuales, y causa un considerable desajuste
de la conducta individual. Este evento coloca a la gente en un riesgo creciente de enfermedad mental,
incremento de la depresión, ansiedad, morbilidad psiquiátrica, decrecimiento de la autoestima, entre otras
consecuencias. Estos efectos se revierten en parte después de encontrar un nuevo trabajo.
El cambio abrupto producido por esta pérdida adquiere una tonalidad negativa al afectar la
posibilidad de asimilación a los esquemas familiares y estables con que se enfrenta la vida. Produce
ruptura del equilibrio brindado por la posibilidad de predecir el futuro y de ubicarse así ante él.
El poseer un trabajo seguro o el estar seguro de su trabajo forman parte de una cuestión sustancial.

Estabilidad y equilibro implican contentación. La ruptura de la continuidad de la experiencia conduce a una


desestructuración de los límites y de la continencia, que conlleva la aparición de altos montos de ansiedad.
Cuando las reglas del juego cambian de pronto, el individuo hace intentos erráticos para adaptarse.
La dificultad para incorporar nuevas realidades y adaptarse a ellas forma parte de una tendencia
innata a resistir cambios.
Estilos individuales de respuesta ante la crisis
No obstante la existencia de un patrón común de respuestas frente a la crisis de pérdida de trabajo presenta
diferencias significativas entre los distintos individuos. Se distinguen tres tipos de situaciones según autores
del TyO-:
1) Gente que se adapta a partir de una mayor capacidad de reacción. Asimilan la perdida a un reto, un
desafío estimulante, destacan los aspectos positivos y las oportunidades que conlleva el contexto turbulento
y procuran no dejarse capturar por la sensación de amenaza y el duelo de la pérdida. No constituye un
problema sino un proyecto. La energía mental en este caso está dirigida a la búsqueda prospectiva de
nuevas oportunidades en el medio ambiente externo. Adoptan ante su situación una actitud positiva,
creadora y responden con una alta moral.
2) Personas que se cierran, se quedan en inversiones seguras de escaso riesgo, lo de afuera es algo hostil y
no buscan dar un paso más allá de su habitad conocido. El apego a los vínculos asociado al trabajo y la
dificultad para aceptar las perdidas puede incrementar la dificultad de reinsertarse laboralmente. En tales
situaciones la realidad externa se ve teñida de riesgo y se omiten búsquedas de nuevas alternativas.
3) Las personas que se encuentran frente a una negación como respuesta a la crisis externa, lo cual responde
a una angustia que impide pensar con claridad y actuar con decisión. Prevalece una ignorancia. Los
individuos se aferran a sus formas habituales de enfrentar la vida y les cuesta aceptar la posibilidad de
abandonar viejos esquemas. Este hecho restringe significativamente la libertad de acción y la búsqueda de
alternativas.

Impacto emocional y autoestima. Pérdida y duelo


Luego del shock inicial, y más aún cuando el período de desempleo se prolonga, se generan en el individuo
una impresión de fracaso, pena, dolor, que acentúan el cuadro depresivo.
Sentimientos de fracaso personal y dudas acerca de las propias habilidades para desempeñarse
adecuadamente en eventuales nuevos trabajos son signos detectados que se transforman en factores
inhibitorios para la búsqueda
Estar sin trabajo colca en un status distinto, postergado. El individuo desplazado de la fuente de trabajo se
considera excluido de la sociedad, extraño y distinto de los demás y esto lo hace sentirse en un rol marginal
que afecta fuertemente su identidad.

El circulo vicioso de la desocupación


El individuo que se siente marginado del mundo del trabajo, asimila un impacto paralizante que estimula un
círculo vicioso de retracción. Tener que enfrentarse con la eventualidad de un rechazo incrementa la
frustración y agudiza la regresión de la autoestima.
Es frecuente ocultar la situación real que se padece. Los desocupados tienden a defenderse de la supuesta
desvalorización de los demás.
La declinación de la autoestima declina también el sentimiento de lo que suele denominarse
“autoeficacia”. La autoeficacia juega un papel fundamental hacia la búsqueda de trabajo.
Según los desocupados, buscar trabajo en sus condiciones de crisis implica una situación delicada desde el
punto de vista emocional. El riesgo de “no”, de un rechazo es muy alto. El rechazo es asimilado a un nuevo
fracaso que remite otra vez a una perdida, y desencadena un nuevo y penoso proceso de duelo.
Se produce un círculo vicioso retroalimentado por un sentimiento de autoeficacia negativa. La búsqueda de
trabajo requiere romper ese círculo vicioso mediante la generación de conductas activas de búsqueda, que
incluyen la planificación, elaboración de un proyecto, presentación personal, seguimiento, etc.
Apoyo social y tensión del desempleo
La falta de comprensión y apoyo familiar torna más penosa la falta de trabajo. La contención y sostén
familiar del desocupado constituyen un factor importante para enfrentar las crisis, así como también otros
grupos o redes sociales significativas. El sostén social amortigua la percepción de la zozobra y angustia
económica y los intentos de inserción laboral.
El apoyo de un grupo social amortigua el impacto estresante.
El apoyo social constituye un constructo formado por otros tres subsidiarios:
1. Recurso de redes de apoyo.
2. Conductas de apoyo.
3. Apreciación subjetiva del apoyo.
El establecimiento de redes y contactos facilita a los desocupados la apertura hacia conductas de búsqueda,
y cuando reciben la consideración empática de los individuos que atraviesan una similar situación de crisis,
adquiere un valor significativo.

Discriminación que sufre el trabajador


Existe una dificultad de los más maduros para reinsertarse laboralmente. Constituye una práctica
consuetudinaria en la búsqueda del empleo excluir a los que están por encima de los cuarenta y cinco años.

Tal diferencia persiste a pesar del nivel educacional superior y del entrenamiento, a pesar de las destrezas
cognitivas, la experiencia acumulada y la madurez y complejidad de los procesos mentales.
A los empleados maduros les resulta el doble de difícil encontrar trabajo que a sus colegas más jóvenes.
Se trata de verdaderos prejuicios sociales que dejan afuera a un sector amplio de la población y se
transforman así en factores irracionales de inequidad.
Estos trabajadores disminuyen sus expectativas y aceptan posiciones de menor nivel para cubrir la
subsistencia y para evitar el sentimiento deteriorante de estar desempleados. Pero esto deja como saldo una
sensación de empobrecimiento y deterioro que muchas veces se suma a la erosión de la autoestima.
 El proyecto laboral constituye una parte sustancial del proyecto de vida y es forjador de la
autoestima y del sentimiento de satisfacción.
 La pérdida de trabajo implica una crisis vital profunda. Las ansiedades que origina en el orden social
abandonan un malestar general promotor de tensiones y de violencia.
 Los cambios profundos generados en el contexto económico global afectan las formas tradicionales
del empleo y la organización del trabajo. La situación presente parecería ser una resultante de efectos no
controlados de la economía de mercado, como producto de un ciclo económico que no cierra en el nivel
humano.
 La salud de la población y la convivencia democrática están en juego. La necesidad de crear
condiciones laborales adecuadas es imperiosa.
 Tanto los sistemas económicos como las políticas sociales, y en particular, las referidas al empleo y
a las organizaciones, tienen que diseñarse atendiendo a las necesidades normales de los seres humanos a fin
de poder garantizar su satisfacción.
Bibliografía.
Schlemenson, A. (2000). Hombres no trabajando. Revista Encrucijadas UBA, 2, (pp. 74-81).
CAPITULO 1 PADRE DE MIS HIJOS, PADRE DE MIS PADRES. RESUMEN.
Actualmente, la longevidad está al alcance de grandes masas poblacionales. En el plano personal, el
considerar que es posible alcanzar una larga vida resulta una cuestión inquietante, debiendo amistarse
con la idea de envejecer.
PADRES ENVEJECIDOS.

No hay una edad que se pueda establecer desde el comienzo, salvo en cuestiones administrativas
sociales, en las que se marca convencionalmente el comienzo de cada etapa.

 El inicio de la vejez no tiene edad por eso uno se puede sentir viejo, Aunque quizás atraviese los 30
a los 40 años. Es que se trata de una cuestión condicionada por sensaciones, valores culturales vigentes,
comparaciones.
El proceso de vivir, simplemente, nos hace a todos nosotros cada vez más viejos.
Esta inquietud es propia de las personas de mediana edad respecto de sus hijos y sus padres y pone en
evidencia los cambios que propone el propio envejecimiento. El objetivo será vivir el paso del tiempo en
plenitud, lo cual permitirá, además, mostrarles a nuestros hijos el camino como modelo de buen envejecer.
Es una de las funciones que deberemos incorporar a la maternidad y paternidad. Generalmente se piensan
los padres como guías para el crecimiento de sus hijos pequeños y su sostén.

Vamos a ver qué, así Nunca dejaremos de ser padres para nuestros hijos, ya que esta función no se acaba
nunca, del mismo modo los abuelos de Irán siendo nuestros padres por más viejitos que estén y por más
crecidos que estemos como hijos. (p. 18- 19)

Los roles en la familia no son intercambiables: quien es padre o madre no tendría que pasar a ubicarse como
hijo y viceversa. Deberíamos más bien entender que ellos tuvieron sus padres, los cuales marcaron su
desarrollo, incluido su modo de envejecer.
Lo que sí podemos intercambiar en la familia son las expectativas que tenemos de todo vínculo familiar:
protección, ayuda, solidaridad, apoyo, de padres a hijos y de hijos a padres, entre hermanos, entre marido y
mujer.
Veremos la importancia que tiene para la salud mental de los miembros de la familia, el conservar el lugar
que cada uno posee en la cadena de generaciones.
Se piensa que envejecer está en formarse inevitablemente en una persona dependiente, que requiere
nuevamente la presencia de un padre o de una madre para sobrevivir, cómo le sucede a un niño. (p20)
Hoy en día veremos claramente a nuestro alrededor un nuevo modelo de vejez, activa y protagonista de la
vida familiar, social y cultural.
¿ABUELOS COMO SUJETOS O COMO OBJETO DE NUESTROS DESIGNIOS?

Este es un prejuicio que no sólo puede tener cualquiera sino que lo acarrean experimentados
profesionales: el suponer que el psiquismo se transforma cuando sepas a determinada edad, que se
empieza a funcionar de un modo totalmente distinto.

No hay un comienzo de la vejez, ni psicología de la vejez. Es psicología del envejecimiento, pero en un


ser adulto con un psiquismo adulto, que envejece y que conserva sus deseos, su sexualidad, sus elecciones
cotidianas.
Se trata de poder ver a los abuelos como sujetos con deseos propios, no como hijos dependientes, objetos de
mis deseos. Si a los hijos los alentamos a ser sujetos, a nuestros padres deberíamos alentarlos a seguir
siéndolo: seres autónomos, en condiciones de continuar haciéndose cargo de su vida, a pesar del deterioro y
achaques que conlleva.
Inclusive en esos casos, no deberían pasar a ser colocados en el lugar de objetos manipulables de acuerdo a
nuestros designios. Siguen y seguirán, hasta el fin, siendo nuestros padres, aunque estén así, “caídos”. Lo
que necesitan ahora de nosotros no es que funcionemos para ellos como padres, sino nuestra presencia, a
mayor o menor distancia, nuestra colaboración nuestro compromiso. (P.22-23)
Muchas veces, más que padres pasaremos a ser cuidadores, tarea por momentos ardua y conflictiva. Para lo
que tenemos que estar preparados es para facilitarles la resolución de algunas dificultades, ayudarlos y
acompañarlos. De lo que debemos estar prevenidos es de no hacer las cosas en lugar de ellos no
sobreprotegerlos porque sería una manera de descalificarlos.
Cuando se los deja al margen de los sucesos importantes de la familia o de la vida social, cuando se los
engaña respecto a cierto diagnóstico, estamos decreciendo sus capacidades, las que afectivamente irán
disminuyendo en la medida en que no les permitamos seguir estimulando, no sólo con emociones positivas
sino también con las negativas, las dolorosas, qué necesitan elaboración, precisan ser expresadas, y cuando
las fantasías, lo que los mantendrá conectados con la realidad en que vivimos.
Las circunstancias de vida en muchos geriátricos los ubica en ese lugar, los tradicionales depósitos de viejos
qué tan siniestra imagen tienen. (p. 23)
NI TIRANOS NI TIRADOS.
Esta pretensión de ocupar un lugar de poder frente a las generaciones menor y mayor está en directa
relación con un modo de entender el crecimiento y el envejecimiento.
Es bastante común la idea de que crecer y envejecer son dos etapas radicalmente distintas, con la adultez
como Cúspide.
La generación del sándwich, es una metáfora que aluden a estar encerrado, Atrapado, y también al riesgo de
terminar siendo engullido o hago fagocitado por ambos lados.
La generación del medio se muchas veces ante la obligación sostén, tanto en el plano económico como
afectivo, a abuelos e hijos, incluso compartiendo el mismo techo. Este sostén puede abarcar la crianza de
niños a un pequeño, la orientación y apoyo a hijos adolescentes que aún estudian y no tienen empleo, al
mismo tiempo y acompañar Y a veces cuidar a padres mayores.
Hoy en día, varias instancias complican todavía más esta situación, ya que condiciones complejas, entre las
que se hallan los factores económicos, no colaboran con la independización de los hijos y su pasaje a la
adultez. Se produce un fenómeno de adolescencia prolongada, y de “Cohabitación familiar forzosa” y
“salida parcial” de la casa paterna, con lo que la sobrecarga de la generación sándwich es mayor.
Esta sobrecarga la padecen sobre todo las mujeres de mediana edad, ya que suelen involucrarse más
con los cuidados de su familia. Tal situación se complica mujeres con personalidades sobreadaptadas, es
decir, aquellas que adoptan históricamente La posición de vivir para los demás. Atenta siempre a lo que los
otros necesitan mientras se olvidan de que ellas también son personas con necesidades, limitaciones y
deseos propios. p. 25.
Y este sándwich tiene otras consecuencias que lo vuelven indigerible: las desavenencias que suelen
producirse entre todos los miembros de la familia, además de la posible pérdida de intimidad tiempo para
disfrutar en Soledad. Aparecen Entonces los estallidos, irrupción de broncas contenidas que se ponen en
juego bajo la forma de hostilidad o de desapego y distancia afectiva con el otro, instalándose así la crisis
familiar.
El único modo de evitar este desenlace es el diálogo entre sus integrantes, el reparto consensuado de
responsabilidades que permita restaurar el orden, la comprensión y la armonía familiar, sin
desatender al otro, sin que ninguno se vea sometido o sobrecargado, un diálogo que posibilitará que el
apoyo a los abuelos no se transforme en una situación traumática sino que sea una oportunidad para la
solidaridad intergeneracional. Esta posibilidad va a depender de los distintos tipos de familias que de
acuerdo con su modo de funcionamiento, darán un determinado lugar a los abuelos y bisabuelos.
Se destaca la importancia del apoyo que el estado debería proporcionar para ayudar a las familias a afrontar
estas situaciones. Ante el envejecimiento poblacional, se deben promover políticas públicas que contemplen
estas problemáticas. (P.26).
Se debe replantear la metáfora de la generación sándwich, el cual debería provenir por el lado de la
diversificación de los apoyos, o debería tratarse de un movimiento doble y simultáneo: por un lado,
enriquecernos con las vivencias compartidas qué nos aporta el crecimiento de nuestros hijos e incluso el
declive de los abuelos, Pero también con nuestro crecimiento personal y de pareja, nuestro compromiso
social y hasta con nuestro tiempo libre.
Todos esos apoyos nos enriquecen e integran, al mismo tiempo que implican una gran carga de energía
puesta en cada uno de ellos.
También conviene revisar los propios sostenes, buscando apoyo en un profesional cuando no haya
posibilidad de resolverlo solos y la angustia nos desborde. O bien podremos ingresar algún grupo
constituido alrededor de esa temática específica que nos aflige, o la misma red de amigos, con quienes
compartimos Y nos sentimos escuchados. (p27).
Pero hay casos en los cuales la red se transforma en una telaraña que atrapa y enreda: suele pasar entre
Quienes no tienen hijos o incluso pareja y cuidan a sus padres como tarea central y casi exclusiva en sus
vidas.
Muchas veces no sólo carecen de pareja, sino que también tienen otras perspectivas, otros intereses, más
que un vínculo absorbente e indiferenciado, con el padre o la madre, que nunca pudieron replantear. Son
casos en los cuales no podríamos hablar de la necesidad de un tiempo propio, porque la diferencia con el
otro no existe.
Este problema se agrava cuando el vínculo de pegote o te indiferenciación, con un padre una madre se
mantiene aun habiendo armado una familia propia, en la cual la pareja e incluso los hijos sienten que
ocupan un lugar desdibujado.
Buenos y malos vínculos

Las relaciones simbióticas de toda la vida, pegoteadas entre padres e hijos, no son el único caso de lazos
complejos con los padres mayores.

El cuidado o sostén pone juego y revive muchas veces sentimientos negativos que se acarrean de toda la
vida, forjados en la historia de un vínculo complejo. Freud hace alusión muchas veces a lo largo de sus
escritos, a la figura paterna a partir de episodios de su infancia: por un lado, desprecio y por otro lado,
temor frente a la imagen autoritaria de ese padre que sentenció que no llegaría a nada en la vida. Estas
palabras habrían marcado en él una poderosa ambición de llegar más lejos Que su padre bruto de un deseo
de venganza.
Es importante Identificar y aceptar este tipo de sentimientos que provienen de episodios tempranos, o
incluso cercanos en el tiempo, y que resurgen en el momento de tener que ocuparse de su cuidado.
Identificarlos y aceptarlos a fin de evitar que nos lleven a actuar el rechazo y el deseo de venganza, con su
saldo de culpa y Autoreproches que surgen en vida de ellos o en los momentos de su perdida.
Sucede lo mismo frente a conductas tiranas o egoístas de algunos abuelos, que reclaman desmedida y
desconsideradamente atención exclusiva, provocando la respuesta contraria por parte de hijos y nietos y el
deseo le desligarse y poner distancia, operando desde el enojo y el resentimiento.
Así es cómo se llega al extremo de dejar de atenderlo y de negar la situación, desentendiéndose o
delegando en otros o en una institución su cuidado, resolviendo burocráticamente su atención. Cualquiera
de estas situaciones o modos de afrontarlas constituirán una experiencia negativa para todas las
generaciones involucradas, convenientes o no, y requerirán del diálogo familiar para lograr acuerdos
mínimos que permitan una convivencia posibilitadora del crecimiento personal de todos sus miembros.
Hay que aprender a no ceder a presiones y exigencias, darse mutuamente un espacio y un tiempo de
reflexión, investigar juntos las opciones para ver entre todos Así que no se trata de falta de afecto sino de
que no se puede conformar totalmente ningún deseo.
Se trata de aprender a decir que no desde el afecto, buscando otras alternativas más acordes. (p30)
La nueva imagen de la vejez
No toda persona mayor se vuelve dependiente
Frecuentemente observamos abuelos que desean continuar con su vida activa pero se ven confrontados con
el intento de sus familiares de someterlos a un lugar o a una función que se les asigna, conculcando así sus
derechos.
Hacia mediados del siglo pasado la cuestión parecía más simple: Los pocos que llegaban a viejos eran
considerados ancianos y tenían dos opciones: apoltronarse en sus sillones a contar sus historias a los nietos,
Cómo jubilados de la vida, o vivir enfermándose, con el relato de sus enfermedades y el consumo de
medicamentos como actividades centrales de sus vidas. p31
Había menos opciones y los límites entre las edades estaban más marcados. Actualmente, estamos viviendo
cambios culturales y científicos que ponen sobre el tapete la complejidad del ser humano, de modo que ya
no es tan simple definir las diferencias en base a la edad. Se demuestra que en el envejecer se continúa
creciendo y abriéndose a nuevas posibilidades.
Eso es lo que está mostrando la actual generación de mayores, lo que causa un gran impacto en el ámbito
social, que se ve reflejado con creciente asiduidad en los medios de comunicación y es que así se habla de
la revolución de los años.
Hoy en día es novedoso y los viejos nuevos son mayoría. Las formas múltiples que adopta su presencia
marca un hecho irrefutable: Llegar a viejo puede ser visualizado como un buen punto de llegada.
La existencia a nuestro alrededor de gente mayor pujante, luchadora, creativa, lúcida, permite revertir o por
lo menos cuestionar la imagen anticipada que la mayoría de la gente joven pose respecto de su propio
envejecimiento.
Estos “viejos nuevos” nos están mostrando A los nuevos viejos que seremos, que el envejecer puede ser un
período de plenitud, de realización, de honrar la vida. Mostrar que la vida puede seguir siendo una línea
continua de crecimiento.
La gente mayor está así Cada vez en mejores condiciones físicas y psicológicas, no sólo para recrearse y
seguir aprendiendo, sino también Para aportar a la sociedad su memoria, su creatividad, su solidaridad
desde el trabajo y desde el voluntariado y elaborando proyectos propios, chicos quizás, pero posibles. Ya
no sobreviven sino que viven.
Muestran de este modo que es posible lograr que el fenómeno de longevidad no desencadene una masa de
seres “muriendo demasiado tiempo” (p33)
Factores protectores y favorecedores desde la cultura.
Con respecto al envejecimiento, aún persisten ideas prejuiciosas y verdaderos maltratos e inevitablemente
nos vuelven pesimistas.
En la actualidad, asistimos a la construcción de identidades variadas: la flexibilización en La Asunción de
roles sexuales, la participación social de las minorías y distintos grupos, la moda más dúctil y abierta al
estilo propio.
Otros cambios protectores o favorecedores en la cultura actual tienen lugar en los modelos familiares. El
pasaje de las familias-tipo a distintos tipos de familia nos permite asistir a nuevos fenómenos en el
envejecimiento de sus miembros, Cómo divorcios tardíos, parejas de distintas edades, hijos también tardíos.
En este contexto de cambio está más que claro que no importa tanto la edad sino como se la siente y
se la significa desde cada uno, los cuales cambian constantemente. p34-35.
Padre de mis hijos, padres de mis padres. Zarebski. CAP 3 RESUMEN
CAPITULO 3 – EN LA FLOR DE LA VIDA.
El envejecer de nuestros padres es el reflejo anticipado de nuestro propio futuro.
Otto kernberg refiere a que en la mediana edad nos orientamos hacia el porvenir. En realidad durante toda
la vida tenemos esa orientación pero será en la mediana edad cuando es el futuro irá adquiriendo una nueva
cualidad: será limitado.
Si bien la muerte de abuelos se produce habitualmente en las etapas anteriores, este acontecimiento se vive
más como algo qué le sucede a los viejos y no entra dentro de nuestra perspectiva debido a que uno se
encuentra preocupado por su propia realización personal como para pensar en sus límites.
En cambio, ya es la mediana edad el envejecimiento de los padres y luego su muerte nos hará tomar una
dolorosa pero esclarecida conciencia del paso del tiempo de un modo ya personificado. La muerte deja de
ser una abstracción ser una perspectiva para uno mismo. Estamos sujetos al mismo devenir.
Esta toma de conciencia es esclarecedora debido a que nos permite anticipar un límite a lo que hasta ese
entonces se vivía omnipotente mente como una vida sin fin, y nos posibilitará revisar qué camino debería
tomar nuestra creatividad y que todavía no tomo. La vida nos da oportunidad de ser sabios a tiempo.
El envejecer va a depender del momento evolutivo que estemos atravesando.
● Los niños descubren la muerte a temprana edad, cuando su psiquismo comienza a incorporar los
límites y prevén como posibilidad angustiante que sus padres mueran, porque los enfrenta a la vivencia del
desamparo. Los padres somos en el presente su base de sustentación, ellos sienten que no podrían vivir sin
nosotros y suponen siempre que será así. No adelantan aún las transformaciones subjetivas que produce el
paso del tiempo y tampoco tienen sus ideales establecidos en tanto futuros adultos. No sería un momento
adecuado para adelantarle que también van a envejecer y morir a su vez debido a que de manera intuitiva se
les ayuda a crecer, acercando les y anticipando él es una transformación de su imagen que los tranquilicen y
los impulsa a crecer y a aspirar a ser autónomos.
● En la adolescencia y adultez joven, lo importante va a ser apoyar este proyecto de independización
y ayudarlos a soportar la incertidumbre. Frente a esta carga de desazón no es tarea en ese momento hablar
del fin aunque se tengan en cuenta los límites. Se impone estimular el yo puedo, superar los miedos. Para
sostener esta tarea será conveniente que nosotros hayamos podido incorporar la doble tarea que nos vaya
acercando a la verdad.
Este trabajo interno de nuestro psiquismo lleva también a la revisión de lo logrado y a realizar un balance
de lo vivido.
Bernice Neugarten plantea que ya los adolescentes desarrollan un sentido especial para saber qué es un
ciclo vital normal y previsible. Van construyendo expectativas de lo que serán los principales
acontecimientos de la vida, los posibles puntos de ruptura y cuando se producirán.
En el proceso de socialización el sujeto humano, que vive en contacto con personas de todas las edades,
aprende a que hay que anticiparse. Pero recién en la adultez el individuo crea el sentido de su ciclo vital,
una aceptación y anticipación de la secuencia inevitable de los hechos que le deben a ocurrir a una persona
al crecer, envejecer y morir. Se es adulto cuando se comprende que el curso de la propia vida es similar al
de las vidas de los demás y que los puntos decisivos a lo largo de ella son inevitables.

La habilidad para interpretar el pasado y prevenir el futuro y la creación por sí mismo del sentido
predecible de su ciclo vital diferencia la personalidad adulta saludable de la que no lo es.

Ayer, hoy y mañana.


En cuanto los balances en el presente respecto del ayer y la anticipación de un futuro posible, esta idea nos
lleva a pensar que en nuestro psiquismo vivimos en un vaivén permanente entre distintos tiempos. Nuestro
momento actual lo vamos construyendo desde el pasado y desde el futuro.

En nuestro inconsciente no hay tiempo, los deseos inconscientes son atemporales. Así, a cualquier
edad, hay un movimiento permanente entre pasado, presente y futuro en el que vamos construyendo
lo que somos actualmente.

La mediana edad es la etapa de la vida en la que más claramente se pone de manifiesto esta ida y vuelta en
el tiempo de nuestro psiquismo. Es un estado de la mente privilegiado para nutrirnos de esta riqueza, si
estamos en condiciones de aprovecharla, o derrumbarnos si el balance no es bueno.
Es a partir de la experiencia que se da la posibilidad de no cometer errores en acciones futuras. El pasado
es el futuro, encierra elementos que contribuyen a la construcción del futuro.
Anticipando el futuro.
Los eventos esperables en la mediana edad son los cambios que nos propone el paso del tiempo:
Relativos al cuerpo:
● Las transformaciones en la propia imagen.
● Las transformaciones en el rendimiento intelectual, físico, intelectual.
Relativos a los vínculos o roles familiares.
● Crecimiento en pareja o disolución del vínculo. Nuevas familias.
● Crecimiento e independencia de los hijos.
● Abuelidad
● Envejecimiento de los propios padres.
Relativos a factores socioeconómicos o roles sociales.
● Preparación para la jubilación.
● Soledad y aislamiento.
Todos estos temas no se van presentando generalmente de a uno sino que aparecen de varios o todos al
mismo tiempo. Muchos de estos eventos pueden dar lugar actualmente a situaciones de crisis que no se
presentaban antes, en la época de nuestros padres. Esto hace que la cuestión de la mediana edad sea un tema
relativamente nuevo.
La mediana edad de ayer y hoy.
Hasta las últimas décadas del siglo pasado prácticamente no encontramos tratados ni investigaciones acerca
de la mediana edad en la vida cotidiana, qué nos permite saber cómo pudieron vivirlo aquellas personas
que, como nuestros padres, la atravesaron aproximadamente entre los años 1940 y 1975. Es en la década de
los 70 cuando se comienza a aparecer los primeros estudios acerca del tema.

Esto no se planteaba antes debido a que, primeramente, no se había logrado hasta ese entonces el grado de
longevidad que masivamente alcanzaron nuestros padres, la mediana edad no era un tema de preocupación
cotidiana. Se pasaba de joven a viejo sin tanta transición.

Los escasos estudios acerca del tema se refieren generalmente a la mediana edad de grandes creadores de la
cultura o de la ciencia de diversas épocas. Se trata de personas excepcionales a las cuales su mediana edad
pudo haberles suscitado reflexiones e inquietudes que no reflejaban las del hombre y la mujer común de la
época, quienes aparentemente no se planteaban demasiados cuestionamientos al respecto.
Además, se debe tener el contexto de la vida en esos años, en la sociedad occidental. Esto marca en sus
vidas historias de exterminios, terror, hambre y migraciones, desde el dolor por todo lo que se deja atrás
hasta la incertidumbre por el porvenir en tierras y lenguas extrañas. Ellos tuvieron que superar todas esas
vicisitudes, pudiendo decir que de algún modo se hicieron resilientes. De esta manera, una gran mayoría
alcanzó una longevidad que nunca antes se había logrado, debido al notable desarrollo de las ciencias y la
tecnología que se produjo a partir de la década del 40.
Las costumbres cotidianas de la familia, pautas de consumo y el trabajo, transcurrían conforme a los
cánones culturales de la época, atravesados aún por la moral victoriana en la que se educaron nuestros
padres en su infancia. Era una cultura patriarcal y con una rígida división de géneros que suponía un lugar
social para las mujeres dentro de la intimidad doméstica y familiar y una femineidad basada en el rol
reproductor y un papel asignado al hombre en el ámbito público, de proveedor y de sostén del hogar.

Había menos libertad de elección y las separaciones matrimoniales eran eventos sociales ocasionales y
traumáticos. No se planteaban demasiados conflictos.

Si el hombre, en tanto jefe de familia, debía preocuparse por su sustento, no podía pensar demasiado en
Cómo ocupar su tiempo libre.
La mujer ya tenía, como madre y ama de casa, suficiente. Si contaba con otras expectativas, las relegaba
con mayor o menor grado de conformidad, o accedía como mucho a ser modista, dactilógrafa o maestra, en
el caso de que tuviesen la aprobación de sus padres y luego el marido para ejercerlo.
Las frustraciones personales en ellas y la doble vida en el hombre solían ser los habituales focos
determinantes de conflictos y síntomas diversos.
● El avance del deterioro físico propio del envejecer generaba, tanto en hombres como en mujeres,
una actitud de resignación.
Con semejante proyecto de vida y de muerte, contextuado en los acontecimientos históricos y la cultura de
la época, no había demasiado lugar ni tiempo para preocuparse por los cambios físicos o el tiempo libre
después de la jubilación. En el caso de que eso haya generado preocupación, oferta de soluciones diversas y
propuestas que existen en la actualidad para contrarrestar sus efectos.
Quienes han vivido en este periodo, nos dejan un legado de valores cultivados a lo largo de una
trayectoria hecha de luchas y sacrificios frente a adversidades y desamparos de todo tipo que debieron
pasar para construir una vida sobre las bases más sólidas que las que habían dejado atrás.
Actualmente, aumento en la expectativa de vida que marca la posibilidad de vivir otro tanto a los 40, le dan
a la mediana edad un estatuto de etapa marcada por cambios que anteceden y preparan a la siguiente. Nos
beneficiamos, muestra mediana edad, con la posibilidad de disfrutar de los valores culturales vigentes, tales
como el acceso a la construcción de identidades variadas, la flexibilización en La Asunción de los roles por
el sexo, la participación social de minorías y grupos diversos, entre otros.
También estamos más sujetos que nuestros padres a sus desventajas. La sociedad de consumo estimula
nuestra demanda y la cultura de lo efímero y lo desechable atraviesa todos los órdenes, la condición
humana, oponiendo una resistencia a los valores transmitidos por nuestros mayores.
En medio de esta transición cultural llena de incertidumbres y que, en el presente y en lo personal, nos
plantean ventajas que pueden leerse también como desventajas:
En el plano biológico: 
● Ventaja: mayor expectativa de vida.
● Desventaja: se envejece durante más tiempo.
En el plano cultural: 
● Ventaja: mayores libertades y posibilidades de realización personal.
● Desventaja: valores culturales vigentes que conspiran contra el envejecer, empobreciendo y
achacando la realización personal.
Esto refiere a que existen trabajos a realizar y valores a contrarrestar que requieren condiciones
psíquicas determinadas que no todos poseemos, lo cual dependerá de la posición personal que se vaya
adoptando frente a cada una de los temas.
La paradoja de la mediana edad.
No siempre posible aprovechar lo bueno y modificar lo malo.
La frase de Simone de Beauvoir “este modo de ser adulto no establece reciprocidad ni con el niño ni
con el viejo” merece una doble interpretación. Por un lado, este modo de ser adulto implica que la persona
no estará en condiciones de ser permeable a su propia niñez ni a los mensajes que lleguen de su futuro ser
viejo. Por otro lado, no se vinculara fluidamente con niños ni viejos debido a que se sentirá radicalmente
distinto a ellos, ya que evocaran en el esos aspectos internos que rechaza.
Estas personalidades rígidas, férreamente estructuradas, que manifiestan la dificultad para adaptarse a los
cambios que plantea el paso del tiempo, procuran evitar que el tiempo pase.
Esa forma de asentarse en la adultez y la mediana edad es un modo patológico de resolver el gran torbellino
de la identidad que suele significar la adolescencia.
En la adolescencia y adultez joven se vive una vacilación a propósito de la relación consigo mismo y con
el mundo. Ciertas circunstancias dan lugar a una vivencia de extrañamiento, de ruptura con los reparos
familiares. Es una etapa de cuestionamiento de la sexualidad y de la diferencia de los sexos, de la vida y
de la muerte. Implica una exigencia de dar sentido, que se vive por momentos con la incertidumbre de
saber si se puede o no ordenar lo que se siente caótico.

Este modo de vivir y de simbolizar la mediana edad Como la cima de una montaña de la cual hay
resistencia a bajar a luz a un supuesto punto de máxima realización personal e implica el temor a perderlo.

Se asienta en los prejuicios habituales respecto del envejecimiento, al cual, en lugar de concebirlo como una
posibilidad de seguir creciendo, es pensado como sinónimo de decadencia. Una de las consecuencias es que
en las personas que tengan esta visión generará, además de dificultades en el vínculo con sus hijos, mucha
más inquietud de la habitual frente al sostén que requieran sus padres envejecidos.
Por otro, se plantea una paradoja qué consiste en que “en la flor de la vida” se comienza a anticipar la
propia muerte.
El riesgo radica en que el enfrentarse con la posibilidad del fin refuerce, a modo de resistencia, un trabajo
de redondeo que se pretenda completo.
Bibliografía.
Zarebski, G. (2008). En la flor de la vida. En Padre de mis hijos, ¿padre de mis padres? Serie Al Límite.
(pp. 62-81). México: Editorial Paidós.
Viejismo. Los prejuicios contra la vejez. SALVAREZZA. CAPITULO 1 RESUMEN.
La vejez es un tema conflictivo, el grado de conflicto estará determinado por la historia personal de cada
uno.
En la mayoría de los casos, esta ideología determinada por nuestra inserción sociocultural permanece
inconsciente para nosotros, y solo es posible detectarla, observando la conducta cotidiana y reiterada que se
utiliza en el trato directo con las personas viejas. Forma parte de lo que llamamos Nuestra forma de ser, o
nuestro carácter, pero ignoramos en que medida estas conductas están determinadas por aquella ideología.
Se presenta la importancia que esto tiene, tanto en el tratamiento que se dispensa a los viejos desde el punto
de vista profesional, como en la forma teórica de pensar sobre ellas. Es preciso hacer consciente estas
ideologías, subyacente para evitar que, por desconocimiento, podamos transformar una pretendida actitud
terapéutica en iatrogénica (refiere al daño a la salud de una persona producido o provocado por un médico
de modo involuntario).
1. las dos teorías
A fines de la década del cincuenta el comité sobre el desarrollo Humano de La universidad de Chicago
inicio una investigación sobre los aspectos sociales de la vejez que culmino en la publicación de un libre
“Growind Old: the process of Disengagement. Desde su aparición, al postular la teoría del desapego, este
libro se constituyo como la base para todas las investigaciones sobre los aspectos psicosociales de la vejez.
Esta teoría hace referencia a que a medida que el sujeto envejece se produce una reducción de su
interés vital por las actividades y objetos que lo rodean, lo cual genera un sistemático apartamiento
de toda clase de interacción social . Se va sintiendo menos comprometido emocionalmente con los
problemas ajenos y están absortos en los suyos propios y en sus circunstancias. Este proceso pertenece al
desarrollo normal del individuo. Este distanciamiento afectivo le plantea situaciones de difíciles
confrontaciones lo que a su vez plantea una difícil solución al problema, al no hallarla engendran cuadros
de angustias. (Por ejemplo, cuando su competencia laboral es más joven, al sentir disminuido sus
capacidades sexuales)
Los puntos sobresalientes de esta teoría que facilitan su comprensión son:
1. es un proyecto universal, es decir, que ha ocurrido y ocurre en cualquier tiempo histórico.
2- Es un proceso inevitable, porque esta apoyado en procesos psicobiológicos
3- Es intrínseco, es decir que no esta condicionado ni determinado por variables sociales
De aquí se desprende que la conducta que es aconsejable tomar frente a los viejos, desde cualquier rol en
que nos encontramos, debe ser inducir o favorecer un apartamiento progresivo de sus actividades como un
paso de preparación necesaria para la muerte. La teoría del desapego en 1963 comenzó a ser objeto de
fuertes críticas.
Bromley (1966) señala que las críticas a la teoría del desapego pueden agruparse en tres clases, practicas,
teóricas y empíricas.
La crítica práctica es que creyendo en esta teoría uno se inclina a adoptar una política de segregación o de
indiferencia hacia los viejos a desarrollar la actitud nihilista de que la vejez no tiene valor.
La crítica teórica es que la teoría del desapego no es un sistema axiomático en el sentido científico, sino,
en el mejor de los casos, una prototeoría.
La critica empírica, tal vez la, más seria, es que la evidencia usada para soportar la teoría es inadecuada o,
aun mas, no cierta.
Havinghurst y colaboradores (1968), redefinieron al desapego como un simple proceso más que como una
teoría del envejecimiento óptimo.
Carp (1966) comprueba que en un entorno positivo la gente vieja generalmente prefiere la actividad y los
contactos sociales informales más que el desapego. Sugiere resultado de conductas adversara del entorno
más que elementos constitutivos propios de la edad.
Maddox (1973) contrapuso la “teoría de la actividad” los viejos deben permanecer activos tanto tiempo
como les sea posible. Esta teoría estaba apoyada en el estudio de sujetos notables que habían creado obras
de artes, o realizados descubrimientos científicos u obtenido logros políticos-sociales a edad avanzada.
Los autores resuelven las críticas presentando hipótesis ad hoc:
1) frente a casos anómalos de desarraigo, se trata de desarraigo no exitoso. Una persona esta desarraigada,
sea bien o mal desarraigada, pero en ningún caso está arraigada.
2) en otros casos anómalos el problema esta en la edad. El desarraigo esta fuera de época; o bien ya
ocurrió; o esta en camino de.
3) otros casos anómalos formarían parte de un grupo selecto desde el punto de vista biológico y hasta
psicológico. A tal grupo pertenecería Bertrán Russell;
4) otros casos anómalos son tratados como variaciones de formas del desarraigo: tales los trabajos
antropológicos.

Las críticas a la teoría del desapego provienen de diversos campos, es por esto por lo que su
argumentación no ha llegado a estructurarse en una teoría homogénea que se le pueda contraponer
íntegramente. Es preciso recoger los puntos fundamentales de estas críticas y tratar de agruparlo en lo que
sería propiamente la teoría del apego.
Bleger (1963): el hombre aislado es un problema y no un ideal; por lo tanto, mal puede argüirse el
apartamiento y el desapego como un proceso intrínseco del ser humano y deseado por él. Toda satisfacción
de necesidades o deseos es prevista solo en estas relaciones objetales, y la separación o el aislamiento
deben ser comprendidos como formando parte de la patología o de la acción prejuiciosa y
segregacionista contra los viejos de ciertas estructuras sociales, pero de ninguna manera como
normalidad.
S. de Beauvoir (1970): “para que la vejez no sea una parodia ridícula de nuestra existencia anterior no
hay más que una solución y es seguir persiguiendo fines que den un sentido a nuestra vida: dedicación a
individuos, colectividades, causas, trabajo social o político, intelectual, creador. Contrariamente a lo que
aconsejaban los moralistas, lo deseable es para que nos eviten volvernos sobre nosotros mismos. La vida
conserva valor mientras se acuerda calor a la de los otros a través del amor, la amistad, la indignación, la
compasión”.
Cuando se invoca la disminución de las capacidades sensorio-motrices como el argumento de apoyo que
sostiene la teoría del desapego, se esta cometiendo el error tan común de juzgar la posibilidad de
satisfacción que pueden obtener los viejos en sus actividades con la óptica comparativa de las personas mas
jóvenes. En las actividades humanas, el secreto del buen envejecer estará dado por la capacidad que tenga el
sujeto de asesorar y acompañar estas inevitables declinaciones son insistir en mantenerse joven a cualquier
precio. Esto quiere decir que hay que mantener una lucha activa para tratar de obtener el máximo de
satisfacción con el máximo de las fuerzas de que se disponga en cada momento.

La única posibilidad de éxito es luchar contra el enemigo presente y no contra el fantasma del
pasado. Pero la reiteración de esta conducta, la de contraponer la juventud a la vejez, requiere de
una explicación.

La gerontología todavía no ha podido proporcionar una definición de la vejez que no se asiente solamente
en los aspectos deficitarios. Frente a la falta de perspectiva futura, solo queda el refugio en el pasado: la
juventud, promovida, por otra parte, por la enorme mayoría de los medios de comunicación masiva,
especialmente la televisión. El viejo, el principal consumidor de este medio. Todo lo que se vende por este
medio es por jóvenes y para jóvenes.
Esto lleva a la remanida frase “en mis tiempos” señalando así que este, el actual, no es ahora su
tiempo. Mayor que manifiestan los viejos es la perdida de roles sociales, cuyas causas, como sabemos, son
la separación o la perdida de objetos reales o fantaseados considerados necesarios para satisfacer un deseo.
“tengo 75 años y vea que joven estoy” o Mire a fulano, tiene 85 años ¡Qué joven esta! Todavía trabaja.
Cuando se utilizan estas formas de expresarse, el mensaje que se está trasmitiendo es que lo único bueno
esta en la juventud, en ser joven, y que todo lo malo está en la vejez”.
La queja mayor que manifiestan los viejos es la perdida de roles sociales, cuyas causas son la
separación o la perdida de objetos reales o fantaseados considerados necesarios para satisfacer un
deseo.

El autor plantea que la segunda teoría la del apego, es la correcta y la que hay que tratar de utilizar
operativamente. La otra, la del desapego, esta mucho mas extendida y arraigada, consciente o
inconscientemente, en todos los estratos de nuestra sociedad, y que producen un fenómeno que se podría
llamar de desapego hacia los viejos.
Prejuicios contra la vejez
La mayoría de la población de todas las culturas tiene un cumulo de conductas negativas hacia las personas
viejas. Butler ha sido el primero en llamar la atención sobre este fenómeno. La definición de Butler (1993)
el viejismo, el prejuicio de un grupo contra otro, se aplica principalmente al prejuicio de la gente joven
hacia la gente vieja.

El viejismo es una conducta social compleja con dimensiones históricas, culturales, sociales,
psicológicas e ideológicas, y es usado para devaluar, consciente o inconscientemente, es estatus social
de las personas viejas. Su construcción esta basada en la estereotipia y la utilización generalizadora
de este componente psicosocial lleva a la construcción de las estructuras de los prejuicios que luego
son usados ampliamente en contra de la población vieja.

La tendencia a culpabilizar a la víctima es también un componente importante del viejismo y de otros tipos
de discriminación.
Por lo tanto, el termino viejismo define el conjunto de prejuicios, estereotipos y discriminaciones que
se aplican a los viejos simplemente en función a su edad.
Darle categorías de creencia al viejismo porque nos permite entender la fuerza que tiene para los sujetos
prejuiciosos, en tanto que le confiere la condición de realidad psíquica a su prejuicio y lo hace preceder a la
evaluación objetiva de los hechos. La realidad psíquica conferida así al prejuicio genera consecuencias
y promueve acciones que, en este caso, se traducen en desconsideraciones y discriminaciones.

“creer en algo no es lo mismo que conocerlo” esto refiere a que hasta que los sujetos no hagan consciente el
prejuicio que determina sus creencias no podrán modificarlo o abandonarlo.

Britton menciona que dichos problemas están relacionados con una marcada dificultad para abandonar
objetos, aceptar todos los cambios necesarios que surgen a partir de dicha perdida. Algunas personas que
experimentan la misma dificultad con las creencias que con los objetos, no pueden aceptar que no son
indispensables.
Los prejuicios contra la vejez, son adquiridos durante la infancia y luego se van asentando y racionalizando
durante el resto de la vida de los seres prejuiciosos; generalmente son el resultado de identificaciones
primitivas con las conductas de personas significativas del entorno Familiar que se limitan a una respuesta
emocional directa ante un estímulo determinado, no forma parte de un pensamiento racional. Busse (1980)
señala que las personas prejuiciosas muestran una llamativa disociación en sus conductas, las justificaciones
de sus conductas y reacciones son lógicas pero sus respuestas emocionales muestran una sobre exageración
irracional de la ansiedad.
Simon de Beauvoir (1970) menciona que hay dos cosas: el papel que juega la identificación infantil con las
figuras familiares significativas en la construcción del prejuicio: se hace lo que se ve que el otro hace. Por
otro lado, el modo en que la toma de conciencia, por el camino que fuese, puede modificar las conductas de
los individuos prejuiciosos.
Busse (1980) menciona que durante muchos años en la formación educativa, los niños observan la vejez
asociada con declinaciones mentales y físicas. Ven como las características físicas de sus abuelos van
modificándose al pasar el tiempo, sus arrugas, el cabello etc. Esto provoca un rechazo inconsciente al
envejecimiento y por consecuencias a la vejez.
Butler también menciona que otro factor que agrega a la propensión humana es la hostilidad hacia los
discapacitados, con los cuales son identificados los viejos.
En un estudio efectuado por dos psicólogos alemanes sobre las actitudes de escolares normales, niños y
jóvenes, la mayoría (63%) pensaba que las victimas debían ser institucionalizadas. Se trata del temor de que
esto me pueda pasar a mí, por lo tanto, o debo escaparme o debo luchar activamente en contra. Estos
sentimientos irracionales son especialmente peligrosos cuando los poseedores de ellos son los médicos o
psicólogos que tienen a su cargo la responsabilidad de la salud mental de los viejos.
Gibson (1970) encontró un diagnóstico en el cual presentaba 138 pacientes mayores de 65 años que fueron
admitidos en un hospital psiquiátrico privado durante un periodo de tres años, su pronóstico fue considerado
pobre el 80% de los casos, aun mas del 60% fue desahuciado enviado de vuelta a su domicilio después de
90 días.
El group for the advancement of psychiatry enumeró en 1971 algunas de las razones de las actitudes
negativas de los psiquiatras para tratar a las personas viejas:
1. Los viejos inspiran en los terapeutas temores sobre su propia vejez
2. Reactualización en los terapeutas conflictos reprimidos en relación con sus propias figuras parentales.
3. Los terapeutas piensan que no tienen nada que ofrecer a los viejos porque creen que estos no van a
cambiar su conducta o porque sus problemas están relacionados con enfermedades cerebrales orgánicas
intratables.
4. Los terapeutas creen que no vale la pena hacer el esfuerzo de prestar atención a los psicodinamismos de
los viejos porque están muy cerca de la muerte; algo similar a los que ocurre en el sistema medico militar de
urgencia, en el cual el más grave recibe menos atención porque es menos probable su recuperación.
5. El paciente que puede morir durante el tratamiento afecta el sentimiento
de importancia del terapeuta
6. Los terapeutas se sienten disminuidos en su esfuerzo por sus propios
colegas. Habitualmente se escuchaba decir que los gerontólogos o los geriatras tiene una preocupación
morbosa por la muerte; su interés por los viejos es “enfermizo” o, por lo menos, “sospechoso”.

Un viejo frente a nosotros es como una especie de espejo del tiempo y como todos sabemos el destino que
la sociedad impone a la vejez, nos provoca angustia frente a este futuro posible y nos impulsa a escaparnos
de ella. En otras palabras, elegimos no atenderlos.

Otra dificultad que se les plantea a los terapeutas se deriva de una vivencia directa. En su gran mayoría, los
mismos no han llegado a viejos y en su acercamiento a estos faltara la vivencia personal, creándose una
brecha que muchas veces resulta difícil de salvar. La persistencia de esta realidad como una abstracción se
encuentra dada por la imposibilidad de hacer del objeto concreto real, un objeto concreto real pensado, es
decir, incluirnos dentro del proceso evolutivo y pensarnos a nosotros viejos mismos. Lo habitual es que se
trate de negar reiteradamente nuestro propio envejecimiento y que se lo adjudiquemos masivamente al viejo
real que tenemos delante. “nos negamos a reconocernos en el viejo que seremos” Beauvoir, 1970.

Aprendimos que la vejez no es algo que esta allá, afuera de nosotros, en el futuro, sino que es
presente, actual y que la llevamos adentro activamente; por lo tanto, era artificial la diferenciación
entre pacientes viejos y terapeutas jóvenes, puesto que todos formábamos un conjunto de seres
humanos en un proceso activo de desarrollo que integra simultáneamente diversos momentos, con las
contradicciones propias de esta diversidad. La dolorosa toma de consciencia de esta realidad
personal es la herramienta fundamental que permitirá que nuestro accionar profesional se desarrolle
científicamente en lugar de formar parte de una nebulosa visión prejuiciosa sobre la vejez.

El prejuicio más común contra la vejez

Uno de los prejuicios más comunes extendidos, tanto entre legos como entre profesionales, es el de
que los viejos son todos enfermos o discapacitados.
El resultado de estos prejuicios es que se establece una fuerte sinonimia: viejo= enfermo, que entraña un
enorme riesgo, pues pasa a comportarse como una profecía auto predictiva que termina por internalizarse
aún en los destinatarios del prejuicio, es decir en los propios viejos.
Una encuesta demuestra que 3 de 4 viejos no poseen enfermedades, es decir están sanos. Esto se contradice
con la creencia popular; es una afirmación muy fuerte y hay que poder encontrar la forma de defenderla
científicamente.
La relación entre edad cronológica y enfermedad es bien conocida y está bien documentada en las tablas de
expectativas de vida al nacer y en los estudios epidemiológicos sobre la distribución de las enfermedades
por edades.
En la práctica, la salud de los viejos se describe generalmente:
1) En su función de la presencia o ausencia de enfermedad: es la utilizada de manera habitual por los
profesionales médicos y afines, pudiéndose llamar modelo médico de la perspectiva de la salud.
2) En función de cuan satisfactorio es su funcionamiento en cualquiera de las tres áreas de la conducta
mencionadas. La definición alternativa de la salud de los viejos según su nivel de funcionamiento, esta
resumida por Adversory Group de la OMS (1959) “la salud de los viejos es mejor medirla en términos de
función el grado de ajuste mas que la falta de patología debe ser usado como la medida del monto de
servicios que el viejo requiere de la comunidad”.
Un estudio realizado en Polonia ha demostrado el valor del modelo funcional comparando las respuestas de
los viejos a un conjunto de preguntas de acuerdo a su capacidad funcional con los resultados de un examen
físico completo.
Maddox y Douglas (1973) sostienen que con el correr del tiempo los dos tipos de observaciones tienden a
ser cada vez más congruentes. Las auto predicciones de los pacientes no deben tomarse como sustitutos del
diagnostico clínico, pero si deben tenerse en cuenta como un criterio realista de su capacidad de
funcionamiento comunitario.
En 1974 el comité de Expertos de la OMS señalaba que el diagnostico funcional es uno de los más
importantes elementos que deben ser introducidos en la geriatría. En este sentido, la distinción debe hacerse
entre el impedimento y la discapacitación producida por una condición patológica.
Se plantea la diferencia entre impedimento y discapacidad. El primero es una anormalidad psicológica o
fisiológica que no interfiere con la actividad vital normal del individuo, en tanto que la segunda es una
condición que provoca una total o parcial limitación de esas actividades.
Con respecto a la idea de que los viejos pasan mucho tiempo en cama debido a sus enfermedades, la verdad
es que pasan el doble de días en la cama que las personas más jóvenes, pero esto representa el 3% del total
de días del año.
Con referencia al estereotipo de que los viejos desarrollan más fácilmente infecciones y tienen más
accidentes, en realidad hay entre ellos, muchas menos condiciones agudas de este tipo que entre las
personas más jóvenes. Es cierto que los viejos tienen más problemas crónicos, pero solo una vez y media
más que las personas entre 17 y 64 años.
Hay frecuentes noticias de viejos que corren maratones, trepan montañas, nadan largas distancias o
simplemente dan muestras de su excelente funcionamiento físico.
El criterio funcional permite interpretar las estadísticas de manera distinta de como lo haría el criterio
medico puro y muestra, como decía antes, que la vejez no es una enfermedad en sí misma, sino que esta
ultima puede influir negativamente sobre aquella. En una conferencia sobre envejecer en la casa Blanca, el
informe señalaba que actualmente las investigaciones tendientes a prolongar la vida humana estaban
establecidas en dos direcciones distintas. Unas estudiaban la forma de prevenir y curar principalmente las
afecciones como el cáncer y las cardiopatías; las otras estudiaban el proceso de información genética y los
posibles errores que se registraban en el interior de las macromoléculas consideradas responsables en gran
parte del envejecimiento. Estos resultados al mismo tiempo que muestran la real incidencia del proceso
patógeno sobre el curso del envejecimiento, por otra parte, demuestran incuestionablemente la
independencia de ambos procesos.
La mayoría de la gente se resiste a aceptar estos hechos y sigue aferrada a sus concepciones prejuiciosas
sobre la vejez.

Bibliografía:
SALVAREZZA, L. (1991). Capítulo 1: Viejismo. Los prejuicios contra la vejez. En Psicogeriatría. Teoría y
clínica. Buenos Aires: Paidós.

La sexualidad en la vejez. Resumen


Introducción.
Existe una gravedad acerca de que se evita mencionar acerca de la forma y función de la sexualidad en los
viejos. Primeramente, Se podría decir que esto tal vez no sea una excepción, sino que forma parte de una
dificultad generalizada para llegar al conocimiento último, científico, de la sexualidad en sus aspectos
fisiológicos, psicológicos o sociales. La sexualidad humana ha estado, desde épocas inmemoriales, envuelta
en una fuerte capa de represión, tanto individual como sociocultural y, especialmente religiosa. Esto llevó a
que existiera un desconocimiento pronunciado acerca de la misma, que recién comenzó a develarse a
principios del siglo XX y que se aceleró de manera rápida en la década de 1960 cuando surgió la
denominada Revolución sexual. Es conocido por toda la enorme cantidad de trabas, algunas internas y
otras externas que, a lo largo de la historia del desarrollo científico, se han opuesto a su conocimiento.
Debido a la capacidad y al desarrollo de autores tales como Dickinson, Van de Velde, Freud y sus
continuadores, nos han permitido modificar aunque de manera lenta, este estado de cosas y de manera
gradual se ha podido ir estructurando nuestros conocimientos en un cuerpo de doctrinas que posibilitan
establecer sólidos conocimientos científicos. En la medida que esto se ha desarrollado, paralelamente y
como consecuencia lógica, Se ha producido una modificación paulatina de la conducta sexual humana
manifiesta, aunque también ha proliferado una considerable industria de la pornografía en razón directa del
grado de represión anterior. Afortunadamente, esto último será sólo transitorio en tanto el auténtico
conocimiento científico seguirá su desarrollo.
Actualmente se conoce las intrincadas fantasías que conforman el mundo imaginario de la relación del
sujeto-niño con las pulsiones sexuales y las zonas erógenas; la compleja relación simbólica del sujeto-
adolescente con su necesidad de afirmarse en su identidad sexual; y la ominosa presencia de una borrosa
realidad cultural preexistente que determina al sujeto-adulto en la más variada búsqueda de alivio
atenciones sexuales que generalmente escapan a su posibilidad de conductas instrumentales adecuadas. Sin
embargo, en los respecto a la relación del sujeto-viejo, el mismo sigue siendo inexplorado, cubierto por una
espesa cortina de prejuicios, palacios y cientificismo.
Además, se encuentra presente los mitos y prejuicios acerca de la vejez y que tornan más dificultosa su
comprensión.
El imaginario social piensa a los viejos en extremos opuestos: son asexuados o son perversos y
asquerosos. La ignorancia posee un papel importante en ello, debido a que todo lo que no se conoce de
manera científica da lugar a un prejuicio. Este desconocimiento lleva de manera inevitable a que las
personas que envejecen deban enfrentarse a preguntas tales como ¿Disminuye la sexualidad con el curso del
tiempo?
No existen dudas de la existencia de cambios fisiológicos a medida que las personas envejecen Pero
subsisten la pregunta acerca de cuánto influyen estos cambios en la conducta sexual debido a que resulta
difícil separar los efectos psicológicos de los fisiológicos. Debido a ello, resulta importante tener en cuenta
la existencia de que los cambios fisiológicos no conllevan a que la función sexual sea afectada de manera
negativa.
El autor considera que se debe enfocar la sexualidad desde otra perspectiva, pasando del modelo sexual
basado en el joven, donde se Iguala sexualidad con coitalidad, a un modelo más permisivo y real, conforme
con las investigaciones actuales, que lo identifica con la búsqueda de placer sexual y en el cual las
posibilidades de manifestación actividad son inmensas.
La frecuencia del coito como medida tradicional de la actividad sexual se encuentra siendo cuestionada por
los investigadores y terapistas sexuales. El obtener placer más que cualquier acto en particular es visto
actualmente como 1 mejor índice de la actividad sexual y algo que promueve más que inhibe la
gratificación sexual. La búsqueda de placer hace referencia a cualquier forma de actividad que haga sentirse
bien. De esta manera, la erección, el coito y orgasmo son hechos deseables pero no son los únicos
necesarios para brindar placer.
Conforme con el principio de la búsqueda de placer, tanto al contacto táctil u oral como otras formas de
estimulación pueden ser válidas para satisfacerse a sí mismos.

 En cuanto a la intimidad, esta comprende los lazos afectivos compuestos por el cuidado mutuo,
responsabilidad, confianza y una comunicación abierta. Una de las necesidades básicas del ser humano
consiste en la del afecto y de cuidado desde y hacia otra persona. Joven o viejo, sano o enfermo, el ser
humano que deja de tocar Y ser tocado, el afecto y la confianza en la conexión humana se deterioran de
manera lenta y se muere emocional y/o físicamente. La intimidad consiste en la cualidad que permite a
cada persona ser abierta, confiable, receptiva y capaz de cuidado. El significado de las relaciones íntimas
para los viejos consiste en el de acrecentar su autoestima, el de proveerles una razón para existir la
seguridad de que alguien puede estar allí para ellos, así como ellos satisfacen sus necesidades a ver que
también se encuentran allí para el otro. Las relaciones íntimas dentro y fuera del matrimonio sirven de
protección y soporte contra los sentimientos de soledad y contra la disminuida demostración de afecto que
ocurre durante muchos años de estar juntos. En forma creciente las personas viejas hacen esfuerzos para
establecer lazos con amigos y confidentes, conexiones íntimas que pueden ser emocionales, intelectuales,
espirituales y potencialmente sexuales y que lo satisfacen y energizan.
La no indagación sobre la sexualidad de los viejos se produce por una serie de diversos factores.
Primeramente, actualmente subsiste una fuerte ola de puritanismo que se enraíza en la fuerte influencia
histórica que se plasma en la era victoriana de fines del siglo XIX.
El judaísmo encontró que el sexo era algo más que el deber de procreación y que el placer por medio de la
expresión sexual debía ser apreciado por el hombre y la mujer dentro de la santidad del matrimonio. Los
primitivos griegos se encontraban orientados hacia el placer e identificados con actitudes positivas hacia el
sexo pero aún seguían considerando las mujeres como tenedoras de niños. En la medida en que se fue
desarrollando el cristianismo, la idealización del celibato y la percepción del sexo como pecado se fueron
fortaleciendo. El renacimiento y la reforma protestante consideraron al sexo como no pecaminoso y
hallaron pocas virtudes en el celibato pero las mujeres siguieron siendo vistas como tenedoras de niños y
fuente de satisfacción para los deseos sexuales de los hombres. En 1840 la época victoriana inició un largo
periodo de contradicciones: modestia, mojigatería y reserva, muchas de las cuales aún prevalecen en el
siglo XX. La prostitución era legal pero apareció la primera ley de anti pornografía. La masturbación fue
considerada la causa de una amplia gama de enfermedades mentales y de insania y la mujer era considerada
siempre en desventaja, siendo menos inteligentes respecto al hombre, mínimamente libidinosa y con menos
capacidad para la respuesta sexual. La virginidad era esperable en la mujer y el atletismo sexual en el
hombre. Durante este período la expresión sexual era generalmente discutida en términos genitales, dejando
de lado las percepciones y preferencias personales.
El psicoanálisis nos ha familiarizado con la noción de que el individuo construye su identidad por
identificación de las figuras significativas de su infancia. Este proceso de identificación resulta complejo e
incluye formas y grados distintos, pero la significativa consiste en la que se refiere a la identificación con
las conductas normativas y que se establece en relación con las conductas normativas de los padres. Dichas
conductas que abarcan todo lo que el sujeto debe ser y todo lo que no debe ser, te incluyen la Constitución
de una escala de valores en cuyo extremo superior se encuentra un ideal Y en el otro extremo el negativo de
ese, se establecen con normas y valores vigentes en el siglo pasado, difíciles de ser modificadas por sí solas.
Esta visión puritana de la sociedad despliega sus aspectos moralistas en conceptos tales como que la
sexualidad en los viejos no es posible necesaria, Y si la misma ocurre no es normal. De esta manera se
constituye un doble juicio de valor:

 Por un lado, se niega la sexualidad y la idea de su presencia escandaliza.


 Por el otro, se torna fuerte el estereotipo del viejo verde.

De esta manera, el viejo queda atrapado en la disyuntiva de no tener sexualidad o tenerla pero ser
desplazado por enfermo.
El acatamiento por parte del sujeto de lo que cree que el otro espera de él adquiere gran importancia para su
equilibrio narcisista, sobre todo cuando se trata de una edad en la cual el individuo se ve afectado por una
sensación de pérdida permanente en sus relaciones objetales y por el temor a dejar de ser deseado.
Esta moral puritana impone al mismo tiempo la prohibición de verbalizar esta problemática, lo que implica
que a la angustia proveniente de la conflictiva individual se le sube la imposibilidad de buscar ayuda.
Muchas veces, algunos viejos deciden a consultar abiertamente, chocando con el silencio cómplice de los
profesionales.
En otros casos y en contra de lo que el imaginario popular cree, aparecen los hijos como potenciales aliados
para enfrentar estas dificultades. A partir de la Revolución sexual de los años 60, el tema de la sexualidad se
instaló como fuerza de la sociedad y comenzó a circular en las conversaciones cotidianas de una manera
nunca antes pensada.
Se destaca que la impronta que está moralidad ha dejado en la generación vieja no resulta la misma para los
hombres que para las mujeres.
Nuestra cultura se encuentra hecha por los hombres y para los hombres y por lo tanto podemos hablar de
una cultura falocéntrica. La mujer ha sido considerada a lo largo de los tiempos como un individuo de
segunda categoría. Desde cierto grado de ignorancia popular hasta el portentoso pensamiento científico de
algunos pensadores, pasando por legisladores y poetas, casi todos acarreado ello y a la vez graves
consecuencias. Los mismos movimientos de reivindicación feminista en sus comienzos no pudieron
sustraerse a la ideología de su época, y cuando actualmente se estudia la historia de sus organizaciones y
sus ideales Se observa de manera clara como estos consistían simplemente en ser como los hombres, ser
hombres. Se partía de la idea de que los hombres eran superiores y hacia esa superioridad se tendía.
Se comprende que la atención narcisista de determina dos hombres antes las características particulares que
el envejecimiento impone a su función sexual, se ha traducido en severas crisis de ansiedad y en fuente de
crecientes dificultades en su revelación intersubjetiva con sus objetos eróticos. De esta desventaja biológica
no se puede escapar: al hombre se le nota y no hay simulación posible. Resulta destacable la transcendencia
sobre los desajustes psicológicos que este hecho posee, sobre todo en culturas como la nuestra donde el
falocentrismo mencionado se traduce con el conocido machismo.
Si bien la mujer es más estable de manera biológica, es destacable su desventaja social.
Pero si esta moralidad puritana de mantenimiento en la oscuridad de este tema, es particularmente notoria
en los viejos actualmente, no por eso es menos importante en quienes se debe tener a nuestro cuidado, tales
como médicos, psicólogos y enfermeros.
Se añaden otras razones, derivadas de que generalmente los profesionales son más jóvenes que sus
pacientes, lo cual introduce diferentes puntos de vista. La convivencia cotidiana con estos desarrollos que se
sienten como propios, marca la diferencia con los viejos, quienes difícilmente puedan adaptarse y quedan,
tal como refiere mead (1971): convertidos en inmigrantes perpetuos en el mundo en el que viven.
A esto se suma el cambio a partir de 1960 que ha experimentado la condición de la juventud en todos los
órdenes del contexto social.

Salvarezza (1973) refiere que “en lo cotidiano hay un hecho de objetivación mu simple a la par que
divertido: no hace muchos, los jóvenes querían llega a ser grandes para vestirse como sus padres, en tanto
que hoy en día la moda la impone la juventud son los padres los que están compelidos a copiarlos so pena
de quedar obsoleto”.

Influenciado por los medios masivos de comunicación, la juventud ha terminado por creerse depositaria de
la totalidad de la sexualidad y del placer, negando y descalificando la de los viejos. La emergencia de un
estilo de vida sexualizado que se extiende hasta la mediana edad tardía y los cambios de posición sexual del
hombre. Imágenes eróticas penetran de manera continua en la vida diaria refuerzan el estereotipo del
desempeño sexual masculino, llevando a despertar ansiedad cuando la capacidad sexual comienza a
decrecer. La investigación sexológica ha contribuido con invalorable información clínica, cuyo resultado no
sirvió para desmitologizar el sexo sino para la creación de una ciencia, estereotipos y fantasías, lo cual
contribuye a la persistencia de las imágenes de nuestra contemporánea cultura de consumo sexualizada.
El término cultura de consumo hace referencia al impacto del consumo masivo diario, el cual es reforzado
a través de los medios con la promoción de la imagen de cuerpos delgados y atractivos y eficientes en sus
conductas sexuales. La aflicción psicológica y la ansiedad sobre la masculinidad, la identidad sexual y la
expresión sexual durante la transición del hombre a lo largo de su mediana edad son vistas como resultado
del conflicto de fuerzas generado por el estilo de vida sexualizado de la juventud que caracteriza las
actuales expectativas culturales y los cambios en el rol sexual y el balance de poder entre los sexos en las
sociedades occidentales contemporáneas.

Al negarse a reconocer la sexualidad de los viejos, los jóvenes y los adultos se niegan a reconocerse a
sí mismos en los viejos que serán, en sus deseos y posibilidades. En caso de no modificarlo,
acarrearán consecuencias cuando no sepan lidiar con la vejez.

A estas razones ideológicas, se le suman las de orden psicológico.


El conflicto triangular edípico, las fantasías de la pareja combinada, el ataque intrusivo fantasmático por
parte del niño y la posterior renuncia represiva a la que tiene que someterse para poder asumir su propia
identidad, retornarán luego desde el inconsciente como una negación casi universal de la sexualidad de los
propios padres, y por desplazamiento defensivo esa negación se extenderá a todas las personas mayores.
Aceptar la sexualidad de los viejos implicará aceptar la de los propios padres y, al hacerlo, reinstalar
a el primitivo objeto del deseo infantil. Entonces el joven debe enfrentarse con una nueva puesta en
escena de un conflicto temido y a la vez doloroso.
En la persistencia activa de este conflicto inconsciente se debe buscar las razones profundas de nuestras
dificultades como profesionales y también como individuos para comprender y desarrollar de manera
científica el conocimiento sobre la sexualidad en la vejez. Al no conseguir hacerlo, no podemos comprender
ni manejar nuestra propia sexualidad cuando nuestras limitaciones psicofisiológicas nos muestran que
hemos llegado a la vejez.
Por otro lado, desde un punto de vista cotidiano, se debe destacar que la mayoría de los padres guardan en
secreto su sexualidad ante sus hijos, lo cual lleva a que se niegue la sexualidad de nuestros viejos y después,
por extensión, la de todos los viejos.
A esto se le suma la conducta represiva impuesta por patrones socioculturales muy extendidos.
La persistencia de conflictos infantiles inconscientes en relación con nuestros propios padres, reales o
imaginarios, la persistencia de concepciones ideológicas moralistas, transmitidas por el interjuego de
las identificaciones primarias y la reactualización represiva impuesta por factores dominantes en
nuestra cultura actual, entre los cuales juegan un papel predominante la ideología religiosa de que la
procreación es el único fin de la sexualidad, se conjugan para mantener una conducta de negación
activa sobre el conocimiento psicobiosocial de la sexualidad de los viejos, transformándola en un
problema. En lugar de poder acceder a ella como un auténtico conocimiento científico, sólo se puede
manejar con pseudo conocimientos, mezcla de prejuicios y falacias.

Para romper con esta visión errónea se debe comenzar por revisar de manera cuidadosa las investigaciones
realizadas hasta el momento, las que nos marcaran cuál es la realidad que subyace en la intimidad de la
vejez.
Datos estadísticos.
En la década de 1940, Alfred Kinsey, un profesor de zoología de la universidad de indiana, estados unidos,
emprendió por primera vez la tarea de estudiar la conducta sexual humana y sus resultados fueron
presentados en 1948 y 1953 en libros separados, con conclusiones sobre hombres y mujeres
respectivamente. Su método consistió en entrevistar a 12000 personas y aplicar luego tablas y gráficos de
aviación estadística, cuyos datos son de naturaleza fundamentalmente sociológica y casino dan cuenta a los
aspectos psicológicos y fisiológicos involucrados, no habiendo demasiados datos acerca de la vejez debido
al escaso número de viejos entrevistados. Mientras el estudio estadístico de los hombres arroja algunos
datos importantes, no ocurre lo mismo con el de las mujeres, los cuales no van más allá del problema de la
menopausia y de sus consecuencias.
Posteriormente, en el centro de estudios para el conocimiento de la vecina universidad de Duke, Estados
Unidos, el doctor Eric Pfeiffer efectuó un estudio longitudinal a partir de entrevistas efectuadas con los
mismos individuos durante 15 a 20 años, cuyos resultados no son fáciles de obtener y son de compleja
interpretación. Los gatos fueron confirmados por un estudio es todo por el doctor charles Fisher en el
laboratorio para el estudio del sueño del Mount Sinaí Hospital de Nueva York. Es investigador desarrollo
técnicas para estudiar las periodos de sueño que se producen durante el dormir y por la aplicación de una
red de electrodos defecto que durante soñar, no sujetos mueve los ojos siguiendo la dirección de la escena
en la que se desenvuelve el sueño. A esto lo denominó periodos REM. Dichos experimentos han sido
ampliamente difundidos y se conoce de manera universal. El doctor Fisher desarrollo técnicas para detectar
y medir las erecciones peneanas que se producen durante los periodos REM, y luego reunió a un grupo de
21 hombres en 75 y 96 años, quienes pasaron varias noches durmiendo con los aparatos que registran el
trazado electro encéfalo gráfico y la posible erección peneana. El 75% de los hombres tuvo erecciones.
Todos los sueños que luego fueron relatados tenía el algo que ver con temas sexuales.
Existen diferencias notorias en el comportamiento sexual según clase social la que se pertenezca. En
general, los sujetos pertenecientes las clases media baja y baja son más activos sexualmente qué los de las
clases media alta y alta, y los hombres de campo lo son más que los de las ciudades.
Las investigaciones de Samuel y Cinthia Janus (1993) condujeron una investigación sobre 2765 personas.
Entre las personas mayores de 65 años, el 53% de los hombres y el 41% de las mujeres pueden considerarse
sexualmente activos.
Audrey mitigación fue realizada en 1995 por Mark Clements (1996) sobre 1604 personas de entre 65 y 97
años. Los investigadores encontraron el 40% de los investigadores encontraba interesados y todavía
sexualmente activos. En todas las edades los hombres dicen estar más interesados en el sexo que las
mujeres. El sexo no era una prioridad para los investigadores. Las personas más felices de la muestra r la
que realmente era activa sexualmente, y los hombres encontraban menos satisfechos que las mujeres. Los
entrevistados tendían a tener actitudes conservadoras hacia el sexo.
Respecto a la masturbación, está práctica, especialmente entre los viejos sin pareja, ha devenido en una
creciente y aceptable forma de sexualidad y es ampliamente practicada. Alto grado de masturbación
relatado por aquellos viejos que son solteros, viudos o divorciados, cómo cambian por muchos otros que
son casados. Muchos expertos concuerdan con qué la masturbación del viejo es una actividad saludable que
puede reducir los sentimientos de frustración y soledad en tanto problema las necesidades físicas
estimulación y alivio.
A pesar de que muchos de los viejos de la presente generación sean desarrollado bajo serios tabúes hacia la
masturbación que los lleva a experimentar una considerable culpa efectuarla, se evidencia la culpa se
encuentra naufragando a la luz de la popularización de la masturbación realizada por medio de las terapias
sexuales y del movimiento feminista.
Datos biológicos.
Los datos de esas encuestas poseen el inconveniente de que desnaturalizan un tanto las observaciones por el
afán de forzar las comparaciones estadísticas, siendo necesario revisar otro tipo de investigaciones, lo cual
se logró 20 años después de los anteriores.
William H. Masters y Virginia E. Johnson, realizaron un estudio minucioso sobre la fisiología de la
respuesta sexual humana en sus diversas formas. Para tal, no solamente utilizaron el interrogatorio de un
elevado número de personas de ambos sexos y variadas edades sino que en sus laboratorios observaron de
manera directa la respuesta de los sujetos durante el desarrollo de la función es mismas. Los resultados de
sus investigaciones han sido ampliamente difundido en diversos libros de capital importancia, a pesar de lo
cual la gran mayoría de los psicoanalistas, psicólogos y psiquiatras continúan ignorándolos a pesar de que
muchas de las teorías sexuales que integran sus esquemas referenciales están dejando de tener preeminencia
a la luz de esos resultados; porque el aspecto específico de la psicogeriatría, la función del especialista no
debe ser solamente comprender la problemática sexual que nos plantean nuestros pacientes sino también la
pedagógica en el sentido más amplio de la palabra. Un inadecuado conocimiento sobre el sexo y la
sexualidad a sido reiteradamente enfatizado como una importante contribución a los problemas sexuales.
Los hombres viejos que ignoran los cambios en el funcionamiento sexual que se producen con la edad
pueden ser particularmente vulnerables a preocupaciones sobre su desempeño sexual.
A pesar de que el grupo de personas viejas era pequeño, su contribución fue amplia y cooperaron durante
más de 4 años en la investigación. Tanto la mujer como en el hombre aparecen, alrededor de los 50 años,
una serie de cambios multidimensionales en sus aspectos circulatorios, neuronales y psicosociales y otros.
Este periodo se denomina climaterio y se extiende durante varios años. Un particular estado dentro del
climaterio femenino se caracteriza por la cesación, ya sea gradual o súbita, de las menstruaciones, debido
generalmente a la pérdida de la función ovárica, lo que lleva a una continua disminución de la producción
de estrógeno y progesterona junto a otros factores, lo cual puede llevar directamente la función sexual
femenina. Dicho estado se llama menopausia y puede presentar síntomas tales como la jaqueca, los calores
y accesos de llanto y otras respuestas molestas. En el estudio directo con la participación activa de las
mujeres se observó con mayor detalle las respuestas de los órganos genitales internos y externos como así
también los extragenitales.
Si bien todos estas modificaciones constitución la prueba de la falta hormonas sexuales el menopausia y
que, generalmente la intensidad de las reacciones fisiológicas y la duración de la respuesta anatómica a la
estimulación sexual efectiva se reduce con los años, esto no implica asumir que la mujer vieja no puede
mantener una capacidad amatoria que satisfaga de manera plena sus deseos, los que estarán determinados
por su experiencia y capacidad de goce previo y, por sobre todo, por la ejercitación regular de su
sexualidad.
En los hombres, más que en las mujeres, una palabra puede ser utilizado para definir la acción del paso del
tiempo sobre la respuesta sexual: lentificación. A medida que envejece, el hombre es más lento para llegar
a la erección y esto con independencia de la efectividad de la técnica estimulatorio empleada. Una vez
alcanzada, puede mantenerse durante largos periodos antes de la eyaculación, lo cual no incluye aquellos
que han tenido eyaculación precoz a lo largo de su vida. Respecto al proceso de eyaculación, a medida que
el hombre envejece se reduce su eficiencia fisiológica, la cual va a depender cada vez más de la
estimulación directa del pene y que va a requerir más tiempo que en los jóvenes. Estos cambios son
extremadamente variables en cada individuo.
Consideraciones psicológicas.
Conforme a la concepción corriente, la vida sexual humana consiste esencialmente en satisfacer el impulso
a la búsqueda de placer por medio del contacto de los órganos genitales propios con los de uno otro o en
actividades autoeróticas, siendo necesario establecer una distinción entre los conceptos de lo sexual y lo
genital. El primero consiste en un concepto más amplio y comprende muchas actividades que no guardan
relación alguna con los órganos genitales.

El concepto de sexualidad adquiere capital importancia en la estructura de la teoría psicoanalítica y tiene un


papel importante como estructurante de la misma.

Psicológicamente, la sexualidad ha sido definida como el conjunto de los impulsos, conductas, emociones y
sensaciones que se encuentran intrínsecamente relacionadas con la actividad reproductiva o con el uso de
los órganos genitales como fuente de satisfacción. Fue conceptualizada antes de los descubrimientos
trascendentales del psicoanálisis, te llamaron la atención acerca del hecho de que la sexualidad adulta tiene
su precursor en una sexualidad infantil, qué existe desde la Constitución misma del individuo en forma de
una pulsión ubicada en el límite entre lo psíquico y lo somático. La energía de esta pulsión fue definida por
Freud como destinada a la búsqueda de placer y posteriormente por Fairbairn y seguidores, Cómo
buscadora de objeto.
La sexualidad infantil es contemporánea con el desarrollo del sujeto y se manifiesta en sus primeros años
de una forma polimorfa, sin centrarse de manera específica en los órganos genitales. Cualquier parte del
sujeto puede constituirse en sí y por sí en una zona erógena capaz de ser asiento de una excitación de tipo
sexual. De manera paulatina y luego de un recorrido en la cual el sujeto, para constituirse como tal, debe
soportar prohibiciones y aceptar sacrificios, En dónde estás pulsiones van confluyendo en la erotización,
tanto de los órganos genitales Cómo es su función. A partir de allí se instaure la genitalidad adulta que
desde la pubertad en adelante será la exteriorización más visible de la sexualidad pero que siempre estará
dominada en sus manifestaciones por las vicisitudes que están haya sufrido en el desarrollo de la inserción
del sujeto dentro del orden simbólico sociocultural. Así, la genitalidad queda subsumido en el movimiento
más abarcativo de la sexualidad, de la cual sólo es un representante Pero no el único.
Los individuos que soportan una disminución o desaparición de sus funciones genitales no por eso son
asexuados y deberán realizar su sexualidad a pesar de sus limitaciones, lo cual consiste en el problema del
viejo.

La sexualidad puede aumentar, disminuir y desplazarse, dando contenido a infinitas conductas que
podrían pasar desapercibidas o de llevarlo a pensar que nada tiene que ver con ella.

No sólo se encuentra involucrada esta relación con el otro sino que la relación con uno mismo, narcisista, se
encuentra ampliamente determinada por la sexualidad. No sólo se reconocen y valorizan en sus atributos
masculinos o femeninos sino que el ejercicio de la función se erotiza y ordena el curso de la actividad
amorosa.
La sexualidad no posee límite de edad para su exteriorización, desde el nacimiento hasta la muerte
siempre estará con uno y podrán variar sus manifestaciones.
Consideraciones clínicas
Un estudio detallado de los aportes de los campos de la psicología, la sociología y la fisiología, sumado a la
experiencia clínica diaria, permiten extraer tres premisas fundamentales que son importantes para
contraponer las luego a las desviaciones que se deben considerar como grados diversos de perturbación o
patología.
1. No hay causa alguna para que un sujeto, en un razonable buen estado de salud general, no
pueda continuar experimentando deseos sexuales y ejercitando su función genital hasta estadíos de
edad muy avanzados.
2. La posibilidad de que esto ocurra de manera efectiva está en razón directa de la actitud que el
sujeto es detenido para su sexualidad a lo largo de toda su vida.
Aquellos que a gozar de la misma son los que se mantienen activos durante más tiempo. Por el contrario,
aquellos que han actuado con temor, repugnancia o rechazo y los que la han acatado sólo como una
posición, son los que antes invocarán las razones de la edad para retirarse.
Byrne and Shulte (1990) introducen la construcción erotofobia-erotofilia, la cual es definida como la
disposición para responder a los temas sexuales con disposiciones negativas o positivas de afecto y
evaluación. Los erotofobos destacan haber tenido reacciones emocionales negativas hacia la sexualidad y
responden de manera negativa o evitan los temas sexuales y poseen pocas fantasías sexuales. Los erotofilos
reportan más interés sexual, un pasado con más frecuentes y variadas experiencias sexuales y gran
satisfacción en su ejercicio. Este constructo es asociado con dimensiones tales como permisividad o
conservatismo sexual y puede ayudar a explicar las diferencias en la respuesta sexual dentro y a través de
diferentes grupos de edad.
Ramos y González (1994) destacan que la capacidad del viejo para mantener una vida sexual activa se debe,
en parte, a su experiencia sexual en épocas anteriores. Una identidad de género en la infancia positiva y
consistente, junto con unos primeros encuentros sexuales valorados y disfrutados por el joven, son dos
aspectos que abrirán el camino a una extensa e intensa vida sexual en la época adulta. Está, a su vez, será la
mejor garantía del mantenimiento Y satisfacción de la actividad sexual hasta edades muy avanzadas en la
vejez. Se ha encontrado que un denominador común entre los viejos activos sexualmente es que también ha
sido en su juventud y adultez y han percibido esta actividad como positiva e importante en sus vidas. El
haber mantenido una gran actividad sexual en épocas anteriores no la agota en la vejez sino que la
favorece. Las personas mantienen vivo su deseo sexual en proporción al grado de actividad sexual
que han mostrado en épocas anteriores.
3. En ningún caso debe tomarse comparativamente como medida de la normalidad la actividad
de la juventud o de la adultez joven.
Cada momento de la vida posee sus propias posibilidades funcionales.
Las modificaciones fisiológicas que la vejez impone, son lo suficientemente importantes como para
provocar trastornos funcionales si el sujeto no cuenta con un adecuado desarrollo psicológico que le permita
sobreponerse a este déficit, a la par que enfrentar las condiciones de desventaja que su inserción
sociocultural le determina.
Las modificaciones afectan tanto a las mujeres mayores de 55 años que frecuentemente suelen evitar la
experiencia del orgasmo y aún el coito mismo.
Pero esta aceptación pasiva del malestar se produce sólo en aquellas mujeres que han tomado la relación
sexual no como una fuente de amor y placer, sino simplemente como formando parte de los deberes
conyugales. Llegado este momento pueden invocar las molestias como una forma de desligarse
gradualmente de la actividad sexual. Molestias poseen un remedio relativamente fácil con la institución de
una terapia hormonal balanceada de estrógenos y progesterona, remedios caseros y, sobre todo, una
actividad sexual regular. No todos los trastornos mecánicos desaparecerán pero se conseguirá que
desaparezcan las molestias que ocasionan, no dando lugar para el apoyo de conductas de rechazo
neurótico. Por otro lado, la terapéutica hormonal no produce por sí misma un aumento del erotismo o de la
respuesta sexual, como muchas personas parecen creer. Lo que ocurre es que al disminuir los trastornos
mecánicos, secundariamente se alivian los malestares y es posible recobrar el nivel de excitabilidad y goce
que había disminuido o desaparecido por completo.
Stern y Prados (1946) sostienen qué en las mujeres con una práctica sexual regular Y sostenida es más raro
encontrar dichas dificultades.
Todos los autores concuerdan en señalar la importancia que posee la actividad sexual regular sobre la
prevención de la aparición de trastornos en el desempeño sexual en las mujeres viejas.
La gran mayoría de los trastornos que se observan en la menopausia son consecuencia directa de desórdenes
neuróticos que han portado la vida de la mujer con anterioridad a este periodo. La falta de sensación de
bienestar y los trastornos físicos sólo contribuyen a aumentar y reactivar patrones de conducta anteriores.
Numerosos autores destacan que en muchos de estos problemas poseen una relación directa con las
funciones imaginarias relacionadas con el embarazo y la maternidad.
En determinados estratos sociales existe la creencia arraigada entre las mujeres de que con la menopausia se
interrumpe la actividad sexual, la adscripción a esta creencia determina que generalmente ocurre.
Un factor que hay que tener en cuenta es el estado civil de la mujer. Aquellas que se encuentran casados o
mantienen una relación de pareja estable poseen más probabilidades de mantenerse regularmente activa
sexualmente que las que no lo están. El problema en estas mujeres se suele presentar por otro lado. En
nuestra cultura las relaciones extramatrimoniales para estas mujeres son bastantes dificultosos y lo mismo
puede afirmarse para las solteras, viudas o separadas. La condición sexual de la mujer vieja y sola es
terrible y las diferencias con los hombres son notables. Gustan menos a los hombres jóvenes que los viejos
a los jóvenes.
Los informes señalados destacan que en la medida en que los contactos sexuales se reducen por viudez o
divorcios, las mujeres suelen retomar hábitos masturbatorios anteriores, como un intento de salida de la
penosa situación de frustración de sus deseos eróticos.
Butler (1973) destacar que muchos de los denominados problemas de la vejez en realidad son los problemas
del enorme número de mujeres viejas que, en cantidad cada vez mayor, viven sin un hombre a su lado.

La vejez, especialmente entre los muy viejos, es mayormente un problema para las mujeres, tanto los
países desarrollados como en los que se encuentran en desarrollo.

Otro factor de suma importancia en la consideración de la sexualidad de la mujer consiste en qué las
muchas de ellas, la escala de valores que determina la medida de su narcisismo incluye un yo ideal de
características físicas hermosas y siempre jóvenes. La búsqueda de satisfacción de esta ideal provocan ellas
una desmesurada conducta ansiosa con preocupación permanente por su apariencia física, cuidado personal
y por su posibilidad de seducción. Cuando el paso del tiempo comienza a traer los signos irreversibles del
proceso de envejecimiento, suelen generarse fuertes sensaciones detención narcisista que ocasionan serios
trastornos de la personalidad Y que pueden organizarse en varios cuadros psicopatológicos. Uno puede
tener un colapso reactivo y producir un ataque vuelto contra sí mismo, llegando a una situación de
descuido, desaliño, gordura y suciedad. La otra puede llegar a exagerar de manera grotesca su intención de
mantener la apariencia de juventud. En ambos casos, toda la actividad, la observación y la valoración se
encuentra colocada sobre sí misma con una desconsideración total por el objeto y el resultado será el
mismo: cabecear un objeto deseado y sexualmente estimulante.
Respecto a los hombres, presentan una situación de desventaja biológica en que se encuentran con respecto
a las mujeres, agregando su mayor sensibilidad a la influencia negativa de los problemas psicológicos,
físicos y sociales. Se presenta una disminución de la respuesta sexual del hombre a medida que envejece
Pero existe una enorme disparidad de respuestas de un individuo a otro y aún en un mismo individuo en
distintos periodos de su vida.
En el hombre, como en la mujer, el factor más importante para el mantenimiento de la sexualidad activa
hasta edad avanzada consiste en la regularidad de las relaciones, pudiendo llegar activo hasta los 80 años o
más. El estado civil influye mucho. Los hombres casados o con relación de pareja estable poseen una mayor
oportunidad de mantenerse activos, demostrado también estadísticamente. Pero si llegan a enviudar o a
separarse, al igual que los solteros, las oportunidades que se les presentan son muy distintas de las de las
mujeres en iguales condiciones. Tradicionalmente al hombre le está permitido la actividad sexual
extramatrimonial, los amores venales y el acercamiento a mujeres mucho más jóvenes que él. Dicha
circunstancia favorece la posibilidad de rehacer el contacto sexual cuando, por diversas razones, el objeto
habitual se pierde. Con el correr de los años el poder de seducción se debilita o se pierde por completo. Sí
buscan aventuras, el temor al fracaso y la sensación de ridículo los ponen en peligro. Desaparecido uno de
los miembros del triángulo edípico, la rivalidad y el temor se alivian y la alianza con el que sobrevive se
fortifica. Pero los viejos muchas veces hacen caso omiso de ésta permisividad y siguen proyectando sobre
sus hijos temores y prohibiciones que sólo a ellos les pertenece.
Por otro lado, un número bastante importante de hombres casados posee su actividad sexual reducida o
anulada. La impotencia secundaria es bastante frecuente después de los 50 años, pero esta perturbación
puede remediarse en un elevadísimo porcentaje de los casos, así cómo puede mejorarse la habilidad de
respuesta y restituirla si el sujeto desea volver a practicar el coito y tiene una compañera interesada en la
actuación sexual. La nueva generación de drogas activas contra la disfunción eréctil orgánica ha contribuido
de manera considerable a modificar esta situación de una manera inimaginable.
Partiendo de la base de que la disfunción sexual más común entre los hombres es la eréctil, los
investigadores han comenzado durante los últimos años a buscar evidencias biológicas acerca de la relación
entre estado y función y el nivel hormonal sanguíneo, apareciendo marcadas disparidades conforme con la
población estudiada, con la definición de impotencia, con el lugar en el cual el estudio se lleva a cabo y con
los intereses sectoriales y económicos que se encuentren en juego.
Primeramente, el papel de los andrógenos en la relación con la sexualidad y el envejecimiento no se
encuentra claro y muestra variantes significativas en su apreciación. De diversas investigaciones se
desprende que los andrógenos, especialmente la testosterona, poseen un rol necesario en el sustento del
deseo sexual y parece que el efecto primario de esta sería sobre el deseo sexual más que sobre la función
eréctil. Es concebible aunque no se encuentra probado, acción principal contribuye a las variaciones
observables sobre la libido dentro de los sujetos. Los hombres con un marcado bajo nivel de testosterona
muestran una falta de interés sexual asociado con baja actividad, en tanto que la terapia de reemplazo
incrementa de manera marcada los pensamientos sexuales y restablece el deseo al cabo de pocas semanas.
Martin (1981) concluye que es mejor buscar estas diferencias en la motivación, lo cual explica mejor la
consistencia en la función sexual desde la mediana edad hasta la vejez. La biología y la personalidad
influencian en la motivación sexual pero al mismo tiempo enfatiza como la exposición continuada a
estímulos eróticos sostiene el deseo y la motivación erótica a través del tiempo.
A pesar de toda la falta de evidencia sobre la relación entre cambios hormonales, síntomas psicológicos y
dificultades sexuales durante la mediana edad y la vejez de los hombres, la literatura popular sobre el
climaterio masculino sigue creciendo.
Respecto a cuáles son los factores psicológicos, chicos y sociales que determinan la pérdida progresiva de
la función sexual en los seres humanos, respuestas que se pueden dar a la misma deberán ser
cuidadosamente evaluadas para comprender y tratar los problemas de la sexualidad de los viejos debido a
que gran parte de la vida del sujeto viejo se encuentra determinado en su aspecto psicosocial por los
desajustes sexuales que padece.
Temor por el desempeño.
Masters y Johnson (1978) refiere que “no existen palabras para destacar la importancia que el factor del
temor por el desempeño tiene en la finalización de la actividad sexual del hombre”. Muchos de ellos toleran
mal o malinterpretan el proceso de lentificación que se produce por el envejecimiento y reaccionan con lo
denominado pars pro toto, toman el hecho de necesitar más tiempo para llegar a la erección como una
señal de impotencia, cuál puede acarrear graves consecuencias. El sujeto se pone ansioso y no tolera la
espera, lo invade una sensación de fracaso y la ansiedad ante él colapso narcisista aumenta. Esto lleva luego
a que se posea temor a exponerse a nuevas experiencias frustrantes y comienza a esgrimir diversas
racionalizaciones, en las que finalmente termina por creer y que convierten un factor involutivo normal y
superable en un cuadro francamente patológico.
Problemas derivados de la inserción socioeconómica.
Las estadísticas muestran que a medida que se asciende en la escala social, el manejo de la sexualidad se
torna más problemático. Estás en social determina el sometimiento a una estructura competitiva y
consumista, que exige del sujeto un enorme esfuerzo desgastante en su afán de conseguir seguridad
económica o la preservación de su estatus. Los sujetos que no se resignan a aceptar su proceso de
envejecimiento se sobrecargan de actividades en un vano intento de detener el paso del tiempo y tratando de
establecer una competencia ruinosa con sus colegas más jóvenes. La búsqueda de prestigio y honores
consume su actividad diaria y la transforma en una actuación narcisista de la cual no hace partícipe al
cónyuge. Este interés del hombre fuera del hogar va reduciendo el tiempo necesario para su pareja.
Enfermedades y medicamentos; cualquier deterioro, agudo o crónico, o sintomatologías frecuentemente
asociadas, que se manifiestan en el ámbito de la mente o del cuerpo, que actúan reduciendo las condiciones
generales del sujeto o la eficiencia de su economía orgánica, pueden estar en relación con el descenso o
ausencia de las pulsiones sexuales. Cuando el problema es agudo, la complicación será transitoria, Y si el
sujeto no presenta una estructura de personalidad muy ansiosa la suele tolerar bien. Cuando es crónico o se
desarrolla de manera lenta, la reducción de la capacidad de respuesta es consecuencia directa de la
disminución de la eficacia física.
Como refiere Butler (1973) la mayoría de los estudios sobre la sexualidad se encuentran basados en la
población saludable más que en la que presenta problemas, lo cual distorsiona las conclusiones. Esto suele
deberse también a que la gran mayoría de los hombres viejos no buscan una ayuda sexual aunque
experimentan un decaimiento significativo en su función sexual y una gran parte de los que consultan lo
hacen presionados por sus parejas. Investigadores especulan en que la edad avanzada, el gran número de
problemas médicos y el desconocimiento acerca de cuáles son los cambios en la esfera sexual esperables
con el avance de la edad, pueden contribuir a su falta de interés en la evaluación de sus dificultades
sexuales.
La actividad sexual puede actuar tanto en función terapéutica como preventiva. El acto sexual es, en sí
mismo, una forma de actividad física y ayuda a la persona a estar en buenas condiciones, al mismo tiempo
que reduce las tensiones, tanto físicas como psicológicas.
Los accidentes cerebrovasculares y los ataques coronarios suelen traer preocupación pero ellos así porque
los pacientes y los médicos no hablan de manera clara sobre cuándo y cómo retomar la actividad sexual,
aunque en este tópico hay que destacar que la mayor responsabilidad corresponde al médico. El consumo de
oxígeno durante el acto sexual es equivalente al de subir un breve tramo de escaleras o de caminar deprisa.
La potencia sexual puede ser afectada psicológicamente, no sólo porque la enfermedad cardíaca es
atemorizante por sí misma, sino porque tiende a restringir la confianza del sujeto en sus capacidades físicas.
Para muchas personas, la ansiedad generada por la restricción sexual puede ser más perniciosa que el riesgo
físico posible.
Enfermedades muy comunes en la vejez tales como la diabetes, suele causar impotencia. En los diabéticos
no controlados, una adecuada medicación puede mejorar la impotencia pero cuando un enfermo bien
controlado desarrolla impotencia, el problema se vuelve de difícil solución. No es conocida la acción de la
diabetes sobre la sexualidad de la mujer.
La aparición de alguna enfermedad que reduzca la capacidad de respuesta sexual en cualquiera de los
cónyuges suele acarrear consecuencias deteriorante para el funcionamiento de la pareja toda vez que la
clave para el mantenimiento de una buena sexualidad hasta edad avanzada es su constancia y regularidad.
Existe una fuerte asociación, tanto en hombres como en mujeres, Entre el disfrute sexual y la calidad de la
relación matrimonial. En algunos cuadros de involución producida por las demencias suelen aparecer
trastornos diversos del funcionamiento sexual, sumamente variables de un individuo a otro, sin que hayan
podido determinarse con exactitud sus causas.
Las personas viejas consumen una cantidad desproporcionada de drogas prescritas y no prescriptas.
El alto índice de enfermedades crónicas y factores socioeconómicos tales como la promoción del consumo
de medicamentos por el lobby de los laboratorios farmacológicos, realizados por medio de los medios de
comunicación masivos, contribuyen al incremento del uso de drogas.
La polifarmacia, al promover la interacción de medicamentos, contribuye de manera significativa al alto
grado de efectos nocivos de las drogas en los viejos, entre ellos la disfunción sexual. La mayoría de las
drogas más ampliamente utilizadas para una gran cantidad de enfermedades crónicas poseen efectos
negativos sobre la sexualidad, tales como los anti hipertensores, las drogas cardiovasculares y los agentes
citostáticos.
Aunque hubo un gran avance, nuestro conocimiento es todavía limitado por una inadecuada información
acerca de la especificidad de la acción de las drogas. Las drogas pueden influenciar las respuestas sexuales
por efectos no específicos sobre el bienestar general, el nivel de energía y el humor, pudiendo también tener
consecuencias fisiológicas complejas. La información acerca del grado de efectos secundarios de las
distintas drogas acerca de la sexualidad varía de manera amplia y se complican debido a que, entre otras
cosas, se desconoce la forma en que los medicamentos se recomponen dentro del organismo luego de su
degradación metabólica primaria. Lema de la falta de conocimientos precisos hace que tengamos sólo una
vaga e inadecuada caracterización de cuáles son los componentes de la respuesta sexual que son afectados
por la droga.
La prescripción de drogas, junto con las enfermedades crónicas, debe ser considerada como un factor de
riesgo para la disfunción sexual de los viejos.
Excesos en la comida y en la bebida.
La excesiva ingesta de alimentos y el sobrepeso consecuente que se observa con relativa frecuencia en los
sujetos viejos tiende a reducir tanto el deseo como la capacidad de goce sexual.
Dicho problema es mínimo en relación con el que se produce con el alcoholismo. La mayoría de las
personas no asumen que el alcohol consiste en una droga depresora y no estimulante y que posee enormes
efectos indeseables acerca del funcionamiento sexual porque reduce la potencia en los hombres y de la
habilidad orgastica en la mujer.
Conclusión.
Se refuta la creencia popular que coloca a los viejos al margen de la sexualidad, afirmar que en los viejos la
sexualidad no sólo es posible sino que resulta necesaria. La satisfacción psicológica que proviene del
ejercicio de la función no se altera y es necesaria debido a que el ejercicio regular de la misma consiste en
el factor de mayor importancia en su mantenimiento.
Se debe realizar la tarea de vencer la resistencia que proviene de la sociedad respecto a sus prejuicios,
prohibiciones y sanciones que se abaten sobre los viejos, privándolos del ejercicio una parte de su vida. La
sociedad se arroga el derecho de disponer sobre ellos como antaño lo hacían con los esclavos y con los
negros.

Bibliografía:
SALVAREZZA, L. (1991). Capítulo 5: La sexualidad en la vejez. En Psicogeriatría. Teoría y clínica.
Buenos Aires: Paidós.
Familia en desorden. Roudinesco RESUMEN.
CAPITULO 8 - La familia venidera

 A partir de 1965 y 1977 el movimiento de gays y lesbianas quisieron convertirse en padres, así es
que inventaron una cultura de la familia que en muchos aspectos contenía en sí misma un gran deseo de
normatividad fue recibida de mala manera, infligiendo al orden simbólico.
 A partir de 1975 se multiplicaron la lucha por la despenalización de la homosexualidad ocupando un
vasto movimiento de emancipación de los negros y las minorías étnicas.

La necesidad de justificar la imagen parental hacia los hijos creó la necesidad de abrir debate acerca de la
institución familia, ya que en esa época apenas si podía escapar a su principio fundador: El acoplamiento
carnal.

Es así que la invención de la llamada familia homoparental podía activar el miedo, en cuanto a borrar la
diferencia sexual que tuvo surgimiento fines del siglo XIX, con la declinación de la antigua autoridad
patriarcal. Aun cuando los etnólogos exponen a modo de ejemplo contados casos en los cuales las mujeres
se casan con mujeres y hombres con hombres, esto no hace más que aumentar la condena moral sobre este
tipo de experiencias.
Los homosexuales siempre habían tenido la posibilidad de fundar una familia, separando las
prácticas sexuales en cuanto a su inclinación de los actos necesarios para la reproducción.
En cuanto a esta nueva forma de parentalidad, lo que presenta controversias consiste en la idea que un
hombre ya no quiere un acto carnal con una mujer para engendrar y que una mujer ya sólo desea de un
hombre su semen para procrear, consistiendo ello en la transgresión. Los nuevos padres gays y lesbianas
no pretendían cuestionar los dos grandes interdictos fundadores de las leyes del parentesco,
consistentes en la prohibición del incesto y prohibición de la confusión de las generaciones.

 Freud no incluía la homosexualidad entre las taras o anomalías y consideraba que todo sujeto es
susceptible de hacer es elección debido a la bisexualidad psíquica. Nunca abandonó la idea en la cual decía
qué para un hombre como para una mujer el hecho de ser criado por mujeres o por una sola mujer favorecía
la homosexualidad. No realizaba una clasificación de la homosexualidad como categoría de las prácticas
sexuales perversas y distinguía a la perversión de los actos sexuales perversos llevados a cabo sobre todo
por los hombres y a veces por las mujeres, fueran o no homosexuales.
Freud (1935) refiere que “la homosexualidad no es, desde luego, una ventaja, pero no hay en ella nada de lo
cual avergonzarse”. Para él, resulta en vano intentar transformar a un homosexual en heterosexual; y que a
lo largo de la historia muchos homosexuales fueron grandes conocidos, como Platón, Miguel Ángel,
Leonardo da Vinci, entre otros. Además, considera que perseguir la homosexualidad como un crimen es una
gran injusticia y también una crueldad.

 La sexología inventó un vocabulario destinado a jerarquizar los comportamientos sexuales como


desviados, clasificados entre las enfermedades hereditarias y entre los crímenes y delitos.
 Para los partidarios del discurso psiquiátrico del siglo XX, la homosexualidad fue una expresión
de un trastorno de la identidad o la personalidad que podía llegar a la psicosis y conduce a menudo al
suicidio.
 En 1970, mediante trabajos de historiadores tales como Michel Foucault y John Boswell, como
a los grandes movimientos de la liberación sexual, la homosexualidad comenzó a dejar de ser considerada
como una enfermedad, viéndose de esta manera como una práctica sexual con todas las de la ley, marcada
también por la diversidad. Así, se comenzó a hablar de las homosexualidades y ya no de la homosexualidad,
resaltando que la misma no era una estructura inmutable sino un componente multiforme de la sexualidad
humana.
 En 1974, por la presión ejercida por los movimientos gays y lésbicos, la American Psychiatric
Association (APA) decidió retirar la homosexualidad de la lista de enfermedades mentales, siendo ello un
gran escándalo para la historia de la psiquiatría.
 En 1987, la APA eliminó la palabra perversión de la terminología psiquiátrica mundial, para
reemplazarla por el término parafilia, permitiendo disolver la noción misma de la homosexualidad.
 Los discípulos y herederos de Freud se mostraron extremadamente intolerantes ante la
homosexualidad. A partir de diciembre de 1921 la cuestión dividió a los miembros del comité directivo de
la IPA, la internacional freudiana. Sostenidos por Karl Abraham, los berlineses se negaron a otorgar a la
homosexualidad el derecho a ser psicoanalistas. Respaldados por Freud, Otto Rank se opuso a esta
directiva, considerando que no se podía rechazar a las mismas sin tener una razón valedera, así como que no
se puede aceptar que los mismos sean perseguidos por la ley. En contraposición, Ernest Jones apoyó a los
berlineses y adjudicó que la homosexualidad era un crimen repugnante y que la aceptación de un miembro
homosexual desprestigiaría a los demás miembros del comité.
 Anna Freud desempeñó un papel importante en la tergiversación de la tesis de su padre, militando
contra el acceso de los homosexuales a la jerarquía de analistas didácticos, al mismo tiempo que promovió
la idea, contraria a toda la realidad clínica, de que una cura exitosa debe encauzar a un homosexual por el
camino de la heterosexualidad.
 Los representantes de la corriente kleiniana consideraron que la homosexualidad se explicaba
como una identificación de un pene sádico, por un trastorno esquizoide de la personalidad, acompañado o
no de una manifestación de defensa contra una paranoia excesiva. Ningún kleiniano se levantó para criticar
la discriminación de la homosexualidad. Posteriormente, juzgaron a la homosexualidad como un trastorno
de naturaleza borderline, relacionándola con u desorden psíquico específico cercano a la psicosis.
En 1975, la asociación norteamericana de psicología adoptó la misma posición que los psiquiatras.
Sus representantes ordenaron a los profesionales de la salud mental renunciar a sus prejuicios homofóbicos
y realizar investigaciones de campo con familias homoparentales. De esta manera, los gays y las lesbianas
entraron en el círculo infernal de los peritajes y los contra peritajes. Se quería probar que eran tan buenos
padres y que sus hijos adoptados, pero creados artificialmente o procedentes de familias recompuestas, se
comportaban también como los criados en las llamadas familias heterosexuales. Para demostrar el absurdo
de un proceder semejante, se llegó a publicar casos de ciertas familias heterosexuales que no sólo revelaban
abusos sexuales sino también torturas Morales en las que el odio se codeaba con La indiferencia.
Los métodos utilizados en Estados Unidos con los padres gays y lesbianas, versaban en el sometimiento de
pruebas de aptitudes psicológicas de los homosexuales para ser padres y determinar luego si sus hijos eran o
no susceptibles a convertirse en homosexuales o depresivos y capaces de orientarse en el señalamiento de
las diferencias anatómicas. Entre 1973 y 1995 se publicaron decenas de investigaciones de este tipo, los
cuales no sirvieron para determina la enorme mutación histórica que representaba el hecho de no fundar el
orden familiar en la diferencia sexual, pero sirvió de alivio para las angustias de los homosexuales al
mostrarles que eran padres tan comunes y corrientes como los otros, similares a los de las familias
horizontales del fin de siglo, recompuesta sin cesar.

 Lacan, cuando fundó la Escuela Freudiana de París en 1964, brindó la posibilidad a los
homosexuales a ser psicoanalistas. Consideraba que la homosexualidad consistía en una perversión en sí
misma, a diferencia de Freud. No la consideraba como una práctica sexual perversa sino como una
manifestación de un deseo perverso, para ambos sexos. Respecto a la perversión, la consideraba como una
estructura universal de la personalidad humana, siendo el homosexual una especie de perverso sublime de la
civilización, forzado a cargar con la identidad infame que le atribuye el discurso normativo. De esta
manera, no puede, bajo ningún caso, acceder a un statu de neurótico corriente sin ir contra de su ser. La
perversión es analizable pero jamás curable; y el amor homosexual consiste en la expresión de una
disposición perversa presente en todas las formas de relación amorosa. Respecto al deseo perverso,
solo es sostenido en una captación inagotable del deseo del otro.
Así, retoma la concepción freudiana de la ley del padre y el logos separador, pero hacía del orden simbólico
una función del lenguaje estructurador del psiquismo. Si bien prosiguió la empresa freudiana de
revalorización de la función paterna al eregir el concepto de nombre-del-padre en significante de ésta, y la
familia en El crisol casi perverso de la norma y la transgresión de la norma, nunca adhirió al familiarismo
moral originado en Bonald o Maurras.
En 1999, cuando las parejas homosexuales obtuvieron un primer reconocimiento legal de su vida en común,
algunos psicoanalistas lacanianos adoptaron, como sus colegas de la IPA, una posición de peritos.
Más allá de la ridiculez de las cruzadas, las pericias y los prejuicios, es necesario admitir que los hijos
de padres homosexuales llevan, como otros pero mucho más que otros, la huella singular de un
destino difícil.
Habrá que admitir que los padres homosexuales son diferentes del otros padres por eso nuestra
sociedad debe aceptar que existan tal como son, otorgando los mismos derechos que a los demás padres,
como así también reclamarle los mismos deberes. Los homosexuales no lograrán demostrar su actitud para
criar a sus hijos obligándose a ser normales, pues al procurar convencer a quienes lo rodean de que esos
hijos nunca se convertirán como ellos, corren el riesgo de darles una imagen desastrosa de sí mismo. Todos
los padres desean que sus hijos sean a la vez idénticos a ellos y diferentes. Lo hijos heredan en el
inconsciente la infancia de sus padres, el deseo y la historia de éstos tanto como una diferencia sexual.

 La infancia de los homosexuales occidentales del siglo XX fue melancólica. Ante todo, desde la
primera niñez, tuvieron la sensación de pertenecer a otra raza. La incomprensión por los padres, la
obligación a desmentir su realidad, a veces violentamente y hostiles; los condenaban a una imagen
vergonzosa y salvaje, siendo incapaces de decencia sobre sí mismos. Tal presión provocó un alto porcentaje
de suicidio o la vida en anonimato en otras ciudades, odiándose a sí mismos.
De esta manera, el SIDA diezmó toda una generación, nacida entre 1945 y 1960, en el mismo momento en
que ésta terminaba de conquistar su libertad. Los homosexuales se adaptaron a la estructura familiar de su
época, es decir, una estructura de construida, medicalizada, fragmentada, peritada, librada al poder materno
y ya evadida de la antigua autoridad patriarcal que se procuraba en vano no revalorizar, sino restablecer
presentándola como la quintaesencia de un orden simbólico inmutable.
Es evidente que el principio mismo de la autoridad sobre el cual se fundó la familia está hoy en crisis
en el seno de la sociedad occidental.
Por un lado, ese principio, por la afirmación majestuosa de su soberanía caduca, se opone a la realidad de
un mundo unificado que borra las fronteras y condena al ser humano a la horizontalidad de una economía
de mercado cada vez más devastadora. Por otro lado, incita incesantemente a restaurar en la sociedad, la
figura perdida de Dios padre en la forma de una tiranía. Enfrentada a ese doble movimiento, la familia se
muestra entre el sujeto como la única capaz de asumir este conflicto y favorecer el surgimiento de un nuevo
orden simbólico. La familia se encuentra, aparentemente, en condiciones de convertirse en un lugar de
resistencia a la tribalización orgánica de la sociedad mundializada. Sin duda logrará serlo, con la condición
de que sepa mantener como un principio fundamental el equilibrio entre lo uno y lo múltiple que todo sujeto
necesita para construir su identidad. La familia venidera debe reinventarse una vez más.
Bibliografía:
Roudinesco, E. (2005). La familia venidera. Capítulo 8. En Roudinesco, E. (2005). La familia en desorden.
Argentina: Fondo de cultura Económica
Factores biológicos y sociales que inciden en la psicología del envejecimiento. Resumen.
Introducción.
Uno de los mayores problemas que enfrenta el estudio de la gerontología y la geriatría consiste la excesiva
tendencia a la generalización y o universalización de los temas que se abordan, como también la utilización
de un innumerable lugares comunes acerca de la vejez y los viejos. Existe la probabilidad de que las
mismas se encuentran relacionadas y que el folklore y la mitología invadan el espíritu científico de los
investigadores en un intento de encontrar explicaciones totalizadoras para un fenómeno psicológico que se
quiere evitar Y qué es tomar conciencia del devenir de nuestro propio envejecimiento.
Tomar conciencia de ello consiste en El punto de partida para poder comprender a estos complejos e
intrincados fenómenos que se presentan en el proceso de nuestro envejecimiento y las diversas conductas
que surgen de las mismas, las que si bien se presentan y se encuentran integrados en un todo, poseen su
manifestación preponderante conforme a los casos, tanto en lo psicológico, en lo biológico o en lo social.
Todos los autores importantes en el campo de la geriatría insisten en la imposibilidad de esta
generalización, basándose fundamentalmente en el criterio de dispersión, qué consiste en la mayor
disparidad de conductas o de sus rasgos que se advierten con el paso del tiempo. Esto no es la única
dificultad metodológica. La investigación gerontológica geriátrica requiere de una mayor realización de
estudios de tipo longitudinal que permiten el estudio de los sujetos durante la mayor parte posible de su vida
para poder seguir las vicisitudes de su crecimiento, envejecimiento lo cual es difícil de realizar debido a que
requeriría una población investigada relativamente estable y disponible y un equipo de trabajo con la
consiguiente estabilidad Y persistencia a lo largo de los años.
Por tal, se debe recurrir al método transversal, qué compara una o varias funciones en grupos de igual edad
cronológica. Dicho método es el más utilizado pero el menos confiable científicamente debido a que sus
resultados inducen errores al no contemplar el variable tiempo histórico. El método transcultural es aquel
que compara individuos de la misma edad en diversas culturas pero tiene el inconveniente de desestimar el
variable tiempo social.
Generalmente los investigadores empíricos tienden a sacar sus conclusiones a partir de los consultorios
privados o de las instituciones y luego tratan de extrapolar estos resultados a la población general. El error
recae en que la misma consiste en una extensión de observaciones realizadas sobre pacientes hacia
individuos sanos, sean estos orgánicos o funcionales. Dicho error deriva del prejuicio sobre la población
vieja y qué es la utilización automática de la categoría viejo=enfermo.
El término envejecimiento puede inducir a ambigüedades acerca de su ubicación temporal.
Qué es la mediana edad.
Una de las dificultades que presenta el término mediana edad reside en que no es una fase que pueda ser
definida de manera clara sino que guarda diferente significado para la gente conforme a su edad, sexo,
status, clase social, etc.
El primero en estudiarla fue E. Jackes tienda sitúa cronológicamente de los 35 años en adelante. El autor
concibe que Jackes cometió una equivocación porque constituían la muestra de su estudio
fundamentalmente artistas del siglo pasados, cuando la expectativa de vida al nacer era mucho menor de lo
que es ahora y, consecuentemente, Si se quiere recurrir al mismo método se debe situar actualmente este
periodo entre los 45 y los 65 años.
Esta es la época en que la mayoría de las personas ha encontrado el modo de subsistencia propio y el de su
familia, y el momento en el cual han terminado la crianza y cuidado de sus hijos, actividad que suele
suplantar sé con el cuidado y preocupación por los propios padres, aún cuando éstos existen. En
determinados sectores de la población, se está al mando de la sociedad en términos de poder, influencia y
toma de decisiones, aparejado en la suma responsabilidad en el manejo de temas tales como los
relacionados con la juventud y la vejez.
Las personas que han adquirido un nivel socioeconómico que les brinda seguridad y que mantienen un buen
estado de salud, pueden sentir esta época Como la flor de la vida. La experiencia acumulada y las conductas
estabilizadas en las relaciones interpersonales hacen que en general les resulte fácil responder a las
demandas del entorno social y mantener adecuadas performance físicas, atléticos o deportivas, aunque sean
modificados por la experiencia y por cierto grado de limitaciones.
Para otras personas la mediana edad constituye un nicho ecológico, se han adaptado a un entorno limitado y
que su ajuste a las actividad de la vida cotidiana se reduce a una rutina regular. Esto nos proporciona
sentimientos de seguridad y así se sienten protegidos de los conflictos que podrían provocar la ansiedad. La
experiencia les otorga la paciencia necesaria para hacer frente a los problemas y para sentir confianza en sí
mismos. La profusión de contactos sociales que surgen del estatus y la jerarquía conseguidos hacen que se
esté en condiciones óptimas de recoger la información necesaria para resolver los problemas, tanto en el
campo de la investigación científica como en el mundo de los negocios. El objetivo de todas estas
conductas consiste en el mantenimiento de un adecuado nivel de autoestima.
Para gran parte de la gente la mediana edad consiste en la época de la autorrealización y la gratificación,
pero al mismo tiempo, para todas las personas sin excepción estás también la que marca el paso inexorable
hacia la vejez y, consecuentemente, gran parte de lo que se denomina buen o mal envejecer se encuentra
contenido en dicho pasaje.
Características de la mediana edad.
La mayoría de los estudios, tanto los longitudinales como los transversales y transculturales, muestra la
presencia de algunos rasgos intrapsíquicos con la suficiente constancia como para tomarlos como punto de
partida para una futura investigación comparativa. En la mediana edad se presentan dos temas
predominantes que prestan una especie de telón de fondo sobre el que se desarrolla: la progresiva toma de
conciencia del paso del tiempo con el consiguiente envejecimiento personal, y la consideración de que
los cambios en los patrones vitales muestran que los hijos crecen, los propios padres envejecen cada
vez más y mueren, y que eso los coloca al individuo ante la sensación ineludible de ser el próximo la
fila.
1. Incremento de la interioridad: Neugarten (1970) fue la primera en considerar acerca de que en la
mediana edad hay un énfasis en la introspección y en el balance vital de un intento de revaluar el sí mismo
(self). La preocupación por el mundo interno se intensifica. Considera que este incremento de la
interioridad consiste en un proceso intrínseco atribuible a la edad más que a una respuesta adaptativa a
proceso de cambio debido a que puede ser medida en personas con buen funcionamiento mental antes de
que ocurran las inevitables perdidas sociales inherentes al envejecimiento, o antes de que haya algún
cambio detectable en la performance o competencia de los sujetos en los roles sociales adultos. Si bien el
incremento de la interioridad debe ser considerada en primera instancia como un fenómeno universal, se la
debe ver cómo el resultado de la disociación que produce el conflicto de envejecer o ciertas situaciones
vitales dentro del proceso de ser viejo. Este repliegue sobre sí mismo podrá tener las características de
reminiscencia, en cuyo caso se conseguirá la integridad del sujeto o adquirirá la forma de nostalgia, ya no
poder establecer la integridad se transformará en desesperación. El narcisismo pasa a ser la consecuencia y
no la causa del incremento de la interioridad.
2. Cambio en la percepción del tiempo: su mediana edad las personas comienzan a pensar el tiempo,
su tiempo, desde una perspectiva diferente. Comienza a medir el tiempo más en función de lo que falta por
vivir que de lo que ha pasado desde el nacimiento. No hay solamente una inversión de la direccionalidad
sino que aparece la conciencia de que el tiempo es finito. Neugarten (1970) sostiene que en esta época
existe una marcada dificultad para situarse en la propiedad y que cuando a algunas personas se les pregunta
de improviso por su edad no pueden dar de inmediato la respuesta adecuada, interrumpen su pensamiento y
frecuentemente realizan expresiones qué connotan que no se acuerdan de la misma.
3. Personalización de la muerte: la muerte de pares y amigos, especialmente los últimos, hace que
esto se convierta en una posibilidad real para uno mismo y que deje de ser la mágica o extraordinaria
ocurrencia que parecía cuando éramos jóvenes.
La muerte, en lugar de ser una Concepción general o acontecimiento experimentado en términos de la
pérdida de algún ser, se convierte en un problema personal, la propia muerte, la propia mortalidad real y
actual. Freud (1915) describió precisamente este problema “estábamos preparados para sostener que la
muerte era el resultado necesario de la vida… sin embargo, en realidad, estábamos acostumbrados a
comportarnos como si fuera de otra manera. Desarrolla vamos una inconfundible tendencia a archivar la
muerte, a eliminar la de la vida. Tratábamos de ocultarlo… se trata de nuestra propia vida, por supuesto…
nadie quiere en su propia muerte… en el inconsciente todos están convencidos de su propia inmortalidad.
Así, un rasgo importante de orden cultural parece de terminar una distinta conducta conforme a los sexos:
mientras el hombre aparece preocupado por la proximidad de su muerte, la mujer se encuentra preocupada
por la inminencia de su viudez.
En condiciones normales, al instalarse la vejez, de los tres rasgos intrapsíquicos mencionados, los dos
últimos tienden a perder importancia y a desaparecer como factor preocupante, en tanto que el
primero persiste y aún puede llegar a incrementarse de manera considerable.
Distintos tipos de envejecimiento.
Los estudios realizados muestran que generalmente la mayoría las personas se ajustan y adapta de manera
relativa a los problemas y demandas que presentan la mediana edad, pero muchas veces ocurren dificultades
en el tránsito y aparecen las llamadas crisis de la mediana edad.
Se producen una serie de conductas comunes y que denotan sintomáticamente que el proceso del buen
envejecer se encuentra perturbado.
H. Ey señala que el ser que envejece debe hacer un esfuerzo extra debido que al contrario el niño del adulto,
debe adaptarse no solamente al medio sino también a su propia vejez. La imposibilidad de aceptar las
nuevas condiciones que impone el envejecimiento puede acarrear la aparición de una reacción global de
rechazo. Este consiste en el rechazo de admitir el envejecimiento de las capacidades intelectuales, el
envejecimiento físico o la disminución de la sexualidad. Dicho rechazo puede ser convertido en una
auténtica formación reactiva que se traducirá en la adopción de rasgos, maneras y conductas inapropiadas,
correspondientes a otra época, como un intento de detener el reloj.
La frustración libidinal puede llevar al sujeto que envejece a sentirse inferior a los jóvenes, puedo
fomentar sentimientos de envidia lo cual se traduce en un rechazo global de todo lo relacionado con la
juventud y el sujeto se mostrará impaciente, agresivo, autoritario y crítico hacia las generaciones
menores. La preocupación por los cambios corporales inevitables puede llegar a ser exagerada y aparecerá
en forma de trastornos hipocondríacos con depresión, alcoholismo o a algún otro tipo de adicción Como
posibles consecuencias. El temor a los cambios, especialmente lo corporal, relacionado con el
funcionamiento sexual, puede producir dos tipos de reacciones opuestas:
Por un lado, la promiscuidad sexual al tratar de probar que aún se es joven y atractivo, lo cual puede
conducir a rupturas matrimoniales o a convertir la relación de pareja en una situación de aburrimiento e
insoportable rutina.
La mediana edad puede ser para muchas personas la flor de la vida, pero necesariamente se verá
amenazada por múltiples conflictos cuya resolución da lugar a alteraciones superficiales irreversibles o
bien profundas y de difícil solución, consideradas patológicas.
Factores psicológicos en el envejecimiento.
Se han propuesto múltiples teorías acerca del envejecimiento psicológico y o la reacción psicológica de los
individuos ante el envejecimiento. Esta multiplicidad de punto de vista depende de las teorías dónde se
encuentran asentados.
Erickson (1968) fue el primer psicoanalista que se ocupó de manera específica sobre el tema del
envejecimiento y la vejez, formando parte de su teoría epigenético que describe una serie de fases del
desarrollo de la personalidad conforme a su adecuación con determinadas variables psicosociales. Dicha
teoría propone un eslabonamiento de ciclos vitales, 8 eslabones, que se encuentran determinados por la
relación del individuo en crecimiento y la realidad social que actúa por medio de representantes
institucionales diversos y que son los encargados de permitir o facilitar ese desarrollo. Cada ciclo comporta
tareas evolutivas que el individuo debe resolver, cuyo ah cierto o no en hallar las soluciones necesarias
determinará su destino.
En la temprana edad, el conflicto principal se plantea entre generatividad y estancamiento, según Erikson.
La generatividad consiste en la preocupación por afirmar y guiar a la generación siguiente, sin referirse
con ello solamente a una relación con personas de filiación directa. Este concepto incluye los otros más
estrechos de productividad y creatividad. Pero cuando esté enriquecimiento falla hay una regresión a una
necesidad obsesiva de pseudointimidad acompañada por un sentimiento de estancamiento, aburrimiento y
empobrecimiento interpersonal. En estos casos, los individuos comienzan a gratificar sé como si fueran sus
propios hijos únicos y, cuando sean las condiciones favorables, la invalidez precoz, física o psicológica, se
convierte en el vehículo de la preocupación por sí mismos.
La resolución, satisfactoria o no, del conflicto planteado en este estadio dará lugar al o último, que se
plantearía entre la integridad y la desesperación. La integridad consiste en el fruto de los otros siete
ciclos vitales y madura de manera gradual en las personas que envejecen, pero sólo en aquellas que se han
ocupado las cosas y de la gente y se han adaptado los triunfos y a los desengaños de ser, por necesidad, el
que ha dado origen a otros y ha producido objetos. El fracaso de esta lleva al sentimiento de desesperación,
qué expresa el sentimiento de que el tiempo es corto como para iniciar el intento de otro tipo de vida que
lleve a la integridad.
Este esquema epigenético resulta útil y satisfactorio respecto a las preguntas que muchos investigadores en
campo geriátrico han realizado.
El psicoanálisis ha privilegiado el encuadre histórico individual (psicosocial). La historia es una explicación
del presente para el pasado, Dell presenta durito por el pasado infantil. Para entender la operatividad de este
concepto se recurre a la formulación de las series complementarias, propuesta por Freud 1916. En ellas hay
tres series de causas que no actúan de manera independiente sino que lo que actúa es la resultante de su
interacción.

 Una primera serie se encuentra constituida por factores hereditarios y congénitos. Entre los factores
hereditarios se encuentran los trasmitidos por herencia, por los genes. Entre los factores congénitos se
encuentran aquellos que derivan del período intrauterino. Dicha serie también se denomina componente
constitucional.
 La segunda serie se encuentra constituida por las experiencias infantiles que son de importancia
fundamental por que recurren en los primeros momentos de la formación de la persona.
 Los factores actuales o desencadenantes constituyen la tercera serie. Estos actúan sobre la
disposición, sobre el resultado de la interacción de la primera con la segunda serie.
La reciprocidad en la actuación de una de las series con otras permite explicar tanto el desarrollo
psicológico de los individuos como sus eventuales estructuraciones psicopatológicas, y también las
categorías de endógeno y exógeno. Para entender su funcionamiento hay que recurrir al principio de la
proporcionalidad inversa, la cual considera que una disposición fuerte se encuentra en condiciones de
absorber de manera adecuada y sin mayor complicación reiterada situaciones conflictivas, en tanto que en
disposiciones débiles o debilitadas por reiterados sufrimientos, factores actuales mínimos pueden
desencadenar catástrofes al constituirse en verdadera situaciones traumáticas difíciles o imposibles de
manejar.
Dicho esquema permite entender el desarrollo psicológico de los seres humanos y nos permite comprender
las particularidades de cada proceso de envejecimiento por la estructura de la personalidad Y por la acción
de los factores actuales que sobre ella inciden, tales como los biológicos y los sociales, y poder determinar
en qué momento estos se convierten en traumáticos.
Cada cultura produce su propio tipo de envejecimiento Pero dentro de estas, cada viejo es el
producto de sus propias series complementarias.
Factores biológicos en el envejecimiento.
En la mediana edad se comienza a notar que estos aspectos se encuentran siempre presentes aunque su
desarrollo no será de manera cronológica mente idéntico para capacidad ni para cada individuo.
Los estudios muestran que los mejores resultados obtenidos para el conjunto de las aptitudes corporales se
sitúan alrededor de los 30 años y que a partir de allí se insiste a un deterioro progresivo fisiológico, pero es
sólo en la mediana edad cuando las curvas de los estudios realizados se desvían de manera evidente y toman
estado clínico.
El aspecto general refleja el envejecimiento. La silueta se pone pesada por la gordura que predomina en
determinadas regiones. La piel pierde su hidratación y elasticidad, se arruga. A esto se suman las
alteraciones autoperceptibles de las funciones oculares y auditivas, el incremento de la fatigabilidad
muscular y un cambio en la velocidad de respuesta adaptativa a determinados estímulos. Unificaciones
muchas veces pueden ser corroboradas por medio de estudio de alteraciones producidas en las moléculas,
las células, tejidos, y aparatos.
Todas estas modificaciones que deben ser consideradas fisiológicas en tanto no derivan de problemas
patológicos definidos, poseen repercusiones personales y serán vividas de manera totalmente diferente por
los individuos que las padecen y que depende de la personalidad previa de cada uno y del rol
socioeconómico que desempeña.
La pérdida de la belleza y del encanto físico no tendrá el mismo efecto en una personalidad narcisista quede
en una depresiva, ni será igual para un actor o para un panadero. La declinación de la fuerza muscular no
tendrá el mismo efecto en un estibador que en un cajero de banco, y la disminución de la audición puede
tener efectos perniciosos en un crítico musical o en un psicoanalista pero no revestir importancia en un
dibujante. Las combinaciones de personalidades, profesiones y roles sociales multiplican las
posibilidades casi hasta el infinito, resultando con ello difícil aunque no ilusoria, pretensión de
establecer generalidades acerca del proceso de envejecimiento.
De igual manera se considera la eclosión de patología somática en la mediana edad. La observación clínica
institucional o privada nos permite ver la de semejanza de reacciones personales que se registran en ello,
partiendo de la resignación al suicidio.

En la mediana edad, tanto las modificaciones biológicas fisiológicas, como las patológicas entran a
formar parte de las series complementarias como el factor actual o desencadenante que determinará
el tipo de mg cimiento de cada persona.

Factores sociales en el envejecimiento.


El hombre es fundamentalmente un ser social. Freud (1921) refería que la psicología es ante todo psicología
social. Por tal, toda consideración sobre la psicología del envejecimiento debe hacerse dentro del encuadre
social en el que se desarrolla y con la interacción entre ambos. Para considerar esta interacción, el autor
hace referencia a tres aspectos que consideran de fundamental importancia.

 Los viejos en nuestra sociedad son discriminados por su edad. Estos denominado viejismo, siendo
definido de manera simple como el prejuicio y la consecuente discriminación que se lleva a cabo contra los
viejos. Este es un concepto relativamente nuevo y fue descripto y estudiado profundamente por Robert
Butler a comienzos de la década de 1970. Muchas de las manifestaciones de ellos son inconscientes o no
son registrados como tales por sus portadores. En ellos, prejuicios suele estar mucho más definido debido a
que, en este caso, si tenemos el tiempo suficiente todos llegaremos a ser viejos y pasaremos a convertirnos
en las víctimas de nuestro propio prejuicio. A esta conducta prejuiciosa se debe imputar una gran parte o
todos los problemas del envejecimiento.
Las personas víctimas del viejismo se consideran desde este punto de vista social como enferma, senil,
deprimido, rígido, asexuado, pasadas de moda y múltiples rótulos descalificatorios más. Sus problemas
físicos y mentales tienden a ser fácilmente ignorados y con frecuencia no se tienen en cuenta sus
necesidades económicas y sociales. El viejismo lleva a las generaciones jóvenes a ver a los viejos como
diferentes y a no ser considerados como seres humanos con iguales derechos, no permitiendo a ellos
identificarse con los viejos. Como resultado se tiende a ver a la vejez como algo que no nos pertenece y,
consecuentemente, al no sentir que nos competen no nos permite prepararnos para enfrentar nuestro propio
envejecimiento.
El psicoanálisis nos ha enseñado el movimiento dialéctico de las identificaciones. Tendemos a
identificarnos con las personas significativas de nuestro entorno pero también nos identificamos con la
imagen que estas personas tienen de nosotros. Este último aspecto resulta el más significativo en la mediana
edad debido a que en una sociedad orientada hacia y para la juventud y la competencia, las personas que
envejecen pueden fácilmente hacer suyas las imágenes prejuiciosas de los otros y sentirse y o funcionar
como ciudadanos perimidos de una segunda categoría.

 La teoría del desapego de Cummings y Henry (1961) considera como componentes típicos del
proceso de envejecimiento El apartamento natural y normal del geronte de sus actividades y roles sociales,
el incremento de la preocupación por sí mismo y el de crecimiento del interés su relación con los demás.
Atchley (1987) considera que esté desapego individual fue concebido primeramente como proceso
psicológico que comprendía tanto el apartamiento del interés como del compromiso. El distanciamiento
social se vio como una consecuencia del desapego individual conectado con la falda de oportunidades que
brinda la sociedad piel escaso interés que manifiesta por las contribuciones de los viejos. Para comprender
esta teoría se la debe situar en el contexto histórico en donde surgió.
Al postular la normalidad del desapego, está teoría impulso una enorme cantidad de investigaciones
conexas debido a que cambió rotundamente la imagen tradicional que consiste en que mantenerse activo r la
mejor forma de envejecer. Para refutar la teoría de Cummings y Henry se profundizó este concepto y se
sentaron las bases de la teoría de la actividad. Neugarten (1987) refiere a otro problema adicional en
relación con ello, cuando señala que estás teorías cometen el error de postularse cómo modelos óptimos de
envejecimiento, omitiendo otros aspectos tales como el tipo de personalidad previa, ejercicio de roles
sociales, la forma de obtener satisfacción, etc. Así, ambas teorías se convierten en reduccionistas al centrar
el envejecimiento en un solo aspecto.
Actualmente, el desapego no es natural ni inevitable, y cuando ocurre es a causa de la falta de
oportunidades que la sociedad brinda a los viejos para que puedan seguir ejerciendo sus roles sociales
comprometidos.
A pesar qué existen innegables pruebas científicas para refutar la teoría del desapego, no ocurre lo mismo
popularmente, debido a que la teoría consiste en un reflejo del sentimiento social muy extendido, lo cual es
pernicioso debido a que creyendo y o practicando la misma, se inclina por adoptar una política de
segregación o indiferencia hacia los viejos, o a desarrollar una actitud nihilista en la cual la vejez carece de
valor.

Las identificaciones con la mirada de los demás pueden tener consecuencias catastróficas en el
individuo que envejece.

 Conceptos de Neugarten (1970) sobre el factor tiempo: esta autora considera que todos los
individuos desarrollan la idea de un ciclo vital normal y esperable (que ciertos eventos deben ocurrir en
determinados momentos de la vida, y que un reloj mental interno indica si uno se encuentra en tiempo o si
no). La existencia del mismo puede ser demostrado cuando las personas refieren acerca de temas como por
ejemplo: cual es para ellos la mejor edad para casarse, la mejor edad para tener hijos, y cuáles deben ser las
características sobresalientes en las sucesivas edades. Así, tanto hombres como mujeres efectúan
comparaciones con sus amigos, hermanos, compañeros de trabajo, con sus padres, para decidir si han hecho
bien, teniendo en cuenta la línea del tiempo.
El llegar a una determinada edad no es en sí mismo importante, sino el preguntarse si lo que se está
haciendo corresponde a su edad. Desde esta perspectiva, se argumenta que los eventos normales y
esperables no deben constituirse en sí mismos en crisis, debiendo reservarse este término para aquellos que
no son esperables o que alteran el ritmo y la secuencia del ciclo vital.
Hechos tales como el dejar la casa paterna, la realización profesional y la jubilación, son puntos decisivos a
lo largo de la vida, la marcan puntualmente y exige cambios en el concepto que se tiene de sí mismo y de la
propia identidad. El hecho que se vuelvan o no críticos depende fundamentalmente de su timing. Dicha
observaciones no niegan el hecho de que los eventos esperables puedan producir crisis en algunas personas
ni que la mayoría de los grandes acontecimientos personales que ocurren durante la mediana edad y en la
vejez están constituidos por pérdidas individuales unidas a la pena natural que desencadenan. Pero cuando
estos eventos ocurren en tiempo pueden anticiparse, y de esta manera, el trabajo del duelo puede ser
elaborado de manera adecuada, sin que se destruya el sentido de continuidad del ciclo vital del individuo.
A causa de que las preguntas sobre el timing son centrales para la construcción de la autoestima,
especialmente en aquellos individuos que se encuentran en la mediana edad y haciendo el balance de sus
vidas, los cambios en las normas relacionadas con la edad y en los horarios deberán ser significativos. Así,
la psicología del ciclo vital no es la psicología de las crisis de la conducta, sino la psicología del tiempo.
Conclusiones.
En el proceso de envejecimiento los factores psicológicos, biológicos y sociales, más que pensarlos como
actuando unos sobre otros, hay que verlos en la totalidad de su interacción y en las resultantes, el
envejecimiento individual. Así, las generalizaciones pueden llegar a confundir más que a esclarecer
conceptos.
Bibliografía:
SALVAREZZA, L. (1991). Capítulo 2: Factores biológicos y sociales que inciden en la psicología del
envejecimiento. En Psicogeriatría. Teoría y clínica. Buenos Aires: Paidós.
CAPITULO 4: En la travesía. Zarebski. RESUMEN.

La mediana edad impulsa la construcción cotidiana de variadas trayectorias personales.

Si pensamos a la vejez como nuevos caminos que se abren y diversifican, se piensa a la mediana edad como
una travesía que impulsa la construcción cotidiana y permanente de variadas trayectorias personales.
Temas relativos al cuerpo.
En cuanto a las transformaciones de la imagen corporal y los cambios en el rendimiento intelectual físico y
genital, algunos aspectos de la cultura actual refuerzan la dificultad que conllevan.
Primeramente, se impone el ideal de juventud eterna, debido a que vivimos en un imperio de lo efímero y
de la exaltación narcisista de la propia imagen. Las cirugías estéticas parecen estar de moda.
Actualmente, nuestro tiempo es la convergencia de dos dimensiones:
1- de carácter socioeconómico y cultural: debido a que vivimos en una sociedad de consumo que
erige al propio cuerpo en mercancía e implanta un modelo de belleza, la cual exalta la delgadez y la lozanía
eterna.
2- Dimensión científica: hace referencia a las nuevas tecnología que permiten hacer realidad los
sueños de transformación que antes resultaban imposibles
Existe una nueva tiranía que consiste en la de la imagen, en la obsesión de mostrarse, la cual se presenta
como la búsqueda de la imagen perfecta.
Las mejoras en las condiciones de vida, los avances en la tecnología, nos permiten ser más longevos.
Queremos vivir pero nos horroriza ser viejos.
El problema reside en sentirse viejo a cualquier edad.
La posibilidad de seguir teniendo un espíritu joven, siendo activos y con proyectos, implica dos opciones
1- La peor, una vitalidad omnipotente que no acepte el reconocer que nuestra vida posee un límite y
que nos manda avisos de manera gradual. Cuando estos suscitan terror, desde la no aceptación, toda
búsqueda de transformación estará marcada por el autoengaño.
2- La de transformación interna: implica la aceptación de la discordancia entre poseer un espíritu joven
y reconocer que el cuerpo envejece, lo cual no significa el desentendimiento de los avatares de ese cuerpo,
sino que requiere de un trabajo cotidiano de cuidado para que acompañe del mejor modo los proyectos,
hasta el final de los días.
Esta búsqueda obsesiva por responder al modelo de belleza vigente y por evitar todo signo de
envejecimiento delata un problema de espíritu.
Otro factor cultural vigente consiste en la sobrevaloración del rendimiento y la eficiencia.
Esto lleva a recurrir muchas veces a mecanismos de sobrecompensación, fuerzas desmesurados que se
realizan para compensar la disminución del rendimiento, los cuales consisten en intentos de llenar el vacío.
También en el orden de la sexualidad se pone en evidencia el mal uso que puede hacer nuestra cultura
actual en los avances científicos. Un descubrimiento qué sirve de ayuda en caso de impotencia, como el
viagra, está permitiendo que aflore, a través de comentarios y chistes pero también por medio de los datos
de casos que terminaron en fatalidad, un imaginario social en el que se detecta la exagerada preocupación
por el desempeño genital.
Hacer pasar el eje del goce compartido, de la erotización de la vida, por la recuperación de la potencia
eréctil delata la dificultad para aceptar y adaptarse creativamente al hecho de la pérdida de un margen de
capacidad funcional en el ejercicio de la genitalidad, lo cual es inevitable en el envejecimiento.
Si se aspira a mejorar la sexualidad humana en su sentido pleno mediante estos recursos, basándose en una
Concepción limitada de la sexualidad, no se va por buen camino, habiéndose de educar en no desesperarse
por el desempeño debido a que los casos fatales muestran la desconsideración por el propio cuerpo en la
búsqueda desesperada de recursos de sobre estimulación para la consecución de un alto rendimiento. A esta
situación actual de la sexualidad masculina, la autora la denomina la sexualidad aviagrada o agravio a la
sexualidad.
Temas relativos a los vínculos (roles familiares).
A lo largo de esta travesía se producen cambios en la pareja, el crecimiento y alejamiento de los hijos,
nuevos vínculos que se incorporan, la abuelidad, sumado al envejecimiento de los padres.
Anteriormente, había mayores libertades de las que se gozan actualmente, que posibilitan una creación
personal más diversificada del propio trayecto vital. Loción viene a complejizar el vínculo matrimonial,
sobre todo en la mediana edad. En la medida en que esa relación no vaya acompañada por la posibilidad de
diálogo y fluida comunicación en la pareja, los caminos divergentes que cada uno adopta podrán
transformarse el motivo de disolución del matrimonio, en lugar de la oportunidad para el crecimiento en
conjunto.
Frente a ocasionales episodios de falta de erección por ejemplo, el hombre podrá intentar recuperar la
juventud perdida buscando parejas más jóvenes para confirmar su virilidad, otros se resignaron y
abandonarán toda actividad genital. La mujer preocupada por responder a los cánones de belleza que
predominan en la sociedad actual, podrá No sentirse deseable y recurrirá frenéticamente a las soluciones
mágicas.
Se hace necesario conciliar la realización personal y de la pareja, el cuidado de la estética, el disfrute
del tiempo libre, a la vez que estar pendientes de los hijos y de los padres mayores.
También en el hombre se da este juego entre los factores socioculturales vigentes con el modo de asumir su
sexualidad en la mediana edad. Actualmente se ve cuestionado el viejo modelo machista y una de sus
consecuencias más nefastas qué consiste la violencia familiar.
La manera de vivir la masculinidad interactúa con los modelos sociales vigentes y determina modos
patológicos de envejecer que influyen los factores biológicos.
Se propone recuperar la propia mirada y abrirse a la flexibilidad, asumiendo los desafíos del elegir y
decidir, para lo cual habrá de deshacerse de disfraces impuestos y dejar de vivir detrás de máscaras que
amordazan la interioridad.
Por otro lado, estos mandatos que actúan sobre hombres y mujeres, especialmente de mediana edad,
determinan que sea más difícil compartir los cambios y crecer juntos en pareja. Dicha dificultad sumada a la
perspectiva de una vida más extensa, requerir a ir ajustando las expectativas mutuas y reformular las rutinas
en todos los órdenes, para lo cual se deberá poner la creatividad de ambos miembros de la pareja al servicio
de una empresa que no siempre se logra.
Los cambios en los modelos familiares nos permiten asistir a nuevos fenómenos en el envejecimiento de sus
miembros tales como divorcios tardíos, parejas de distintas edades e hijos tardíos.
El crecimiento de los hijos y su acompañamiento durante el proceso de su independización genera
situaciones a analizar. Por un lado, reaparecen las disputas de los padres motivados por la envidia que
pueden sentir por un hijo del mismo sexo en quién se está desarrollando el potencial sexual. La persistencia
de conflictos sexuales no resueltos y su resolución parcial después de años de experiencia adulta reaparecen
en las relaciones inconscientes de los padres con sus hijos. Esto consiste en las rivalidades
intergeneracionales en el proceso de envejecimiento, lo cual conlleva una amplia gama de manifestaciones
culturales que van desde usos de la moda en nuestra sociedad hasta prácticas mutilantes en sociedades
primitivas.
El nido vacío se compensa con la entrada de yernos y nueras en escena.
Muchos hombres se encuentran apegados a la vida familiar y sufren también por el alejamiento de los hijos
del hogar. No es en el plano del género donde se plantean las diferencias acerca de cómo transitar esta
etapa sino que depende de cómo estén resueltas las cuestiones de la identidad en cada uno de ellos.
Una hermosa compensación trae la independización de los hijos, además de permitirnos comprobar su
realización personal, vendrá con la llegada de los nietos. La abuelidad pasa a estar comprendida dentro
de la temática de la mediana edad.
Los abuelos, que en el siglo pasado eran los viejos de la familia, ceden este lugar a los bisabuelos pues los
primeros, aún activos, continúan comprometidos no sólo con el trabajo sino con el despliegue de
vocaciones y ocupaciones diversas del tiempo libre, aunque cada vez más bisabuelos logran mantenerse de
igual modo.
Respecto a la mediana edad, por un lado contamos con la posibilidad de seguir desarrollándonos hasta edad
avanzada y por el otro se nos dificulta el asumir el rol de abuela/o y disfrutarlo en plenitud.
Si bien persiste la condición de que algunos denominan de abuelas esclavas sometidas a la obligación de
cuidar a sus nietos más allá de sus posibilidades reales, se va instalando el otro extremo, el de la ausencia o
imposibilidad de dedicarse suficientemente a este rol.
Llegar a abuelo actualmente implica sólo una de las facetas posibles en la identidad del ser mayor, muchas
cosas. Hacerse abuelo podrá ser uno de los modos más placenteros y enriquecedores de rehacerse y de
recrearse en el envejecer.
Temas relativos a factores socioeconómicos (roles sociales).
En la mediana edad, un evento que acontecerá en el futuro de lo laboral, es pasar ser jubilado de oficio. La
denominada jubilación garrote o guillotina consiste en un pasaje violento, solo en función de la edad, de
una vida de trabajo a la condición de clase pasiva.
Las expectativas respecto de la etapa post jubilatoria, que actualmente puede llegar a durar más de 30 años,
lleva a revisiones permanentes de la identidad, en relación con objetos e ideales a renovar.
Nuestra sociedad de consumo exalta la apropiación de bienes materiales y la adicción al trabajo que muchas
veces conduce al sedentarismo y la anulación del tiempo libre.
Por otro lado, se sobrevalora la rapidez y la eficacia de la acción más que la reflexión. Esto conspira
muchas veces contra el autocuidado, el disfrute del placer corporal y el darse un tiempo para replantearse y
revisar las metas a alcanzar.
Resulta necesario revisar la posibilidad de limitar el tiempo que se dedica al trabajo para poder incluir al
despliegue de otras habilidades y hobbies que se tenían pendientes.

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