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Movimiento de La Arquitectura Sustentable 2023

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Lectura para los estudiantes del taller IX y XI

MOVIMIENTO DE LA ARQUITECTURA SUSTENTABLE

En los últimos 40 años del siglo XX, una parte considerable de la producción arquitectónica en
todo el mundo empezó a considerar valores nuevos que en algunos casos fueron recuperación
de valores antiguos para enfocar la arquitectura.

Resultaron temas de inusitado interés hasta el momento, de notable nivel de olvido o descuido
durante el periodo heroico del Movimiento Moderno; cuestiones tales como:

 Atrapar el paisaje, generando tensiones o atracciones entre el edificio y su entorno,


entre la localización y la resolución misma de la obra.
 Ahorrar energía, donde a través del propio diseño edilicio o de sus mecanismos de
regulación, se introdujo la problemática de la escasez de recursos naturales no
renovables y la conveniencia de disminuir por lo tanto el uso de los mismos.
 Aumentar el confort climático, donde el ahorro de energía tenia que ir de la mano de
edificios más confortables, ya sea atenuando el calor o el frío, los vientos o la agresión
de un exterior inhóspito.
 Respetar la identidad de materiales y colores, nutriéndose de las enseñanzas locales y
regionales (este último punto muy próximo a las preocupaciones del movimiento de las
arquitecturas regionalistas).

Estas búsquedas habían tenido importantes registros históricos, en realidad en casi todas las
épocas de la historia de la arquitectura, y desde los tratadistas romanos ya se la consideró.

Pero fue después del proceso heroico del Renacimiento, que el “manierismo” se permitió
explorar la arquitectura más allá de sus facetas puristas, y estas cuestiones merecieron la
atención privilegiada de grandes arquitectos como Andrea Palladino.

En sus obras, las cuatro cuestiones antes mencionas están totalmente presentes en la filigrana
paisajística de sus pórticos y galerías, en la utilización de materiales y colores idénticos a los de
la arquitectura vulgar del entorno, y llegando a refinamientos de ventilación y
acondicionamiento climático dignos de un manual moderno.

A pesar de lo mencionado al inicio en relación al Movimiento Moderno algunos de los


maestros consideraron también estas cuestiones, y muchas de sus obras también son
testimonios brillantes de estas consideraciones ambientales.

Frank Lloyd Wright dio muestra de ello en la mayoría de sus obras y muy especialmente en sus
casas Usonian, como el caso de la Casa Jacobs II, que forma un círculo, mitad del cual da
espalda al mal clima, y la otra mitad genera casi un invernadero. Además, para demostrar su
convicción en tal sentido, escribió ese magnifico libro titulado “la naturaleza de los materiales”.
El caso de Alvar Aalto quizás está más vinculado a una visión regionalista, como sucede en
otras manifestaciones culturales de su país, Finlandia; pero sin embargo la consideración del
clima y de los materiales (sometidos a rigores extremos, en paisajes tenues y frágiles) también
es una constante en su obra; y quizás su casa de fin de semana en los lagos es el mejor ejemplo
en tal sentido.

También es de interés que en la obra de maestros más puristas del Movimiento Moderno como
Le Corbusier, se produce una multivalencia donde, sin dejar de atender principios cubistas o
más vinculados a la estética maquinista del racionalismo internacional, surgen ingredientes de
sostenibilidad ambiental casi con el grito de un manifiesto.

La propia Ville Savoye con su ansiada levitación sobre la naturaleza, es un manifiesto de la


intangibilidad del paisaje natural, pero en su periodo posterior, que algunos denominamos
brutalismo, Le Corbusier no solo adopta materiales texturas y colores de profunda identidad
local, sino exploraciones de excelencia en ahorro energético, confort climático y mimetización
con el paisaje. Desde la Cada de la Tres Bóvedas en adelante, y quizás con mayor énfasis aun en
sus casas de la India, el genial arquitecto hace proclamas ambientalistas con sus obras.

Otro aspecto a destacar es que este tipo de obras están mas preparadas para mantener su
cualidad a través del tiempo. Materiales rústicos o de factura históricamente probada para el
contexto en que se utilizan, son evidentemente de mucho más fácil mantenimiento. Y es en
este sentido la Ville Savoye se separa de estos ejemplos positivos y muestra, como la mayoría
del movimiento racionalista internacional, una fuerte debilidad producto de su artificiosidad
lingüística.

Alguna vez hemos tratado el tema de la diferencia entre un enfoque apolíneo (del Dios Apolo,
de la belleza) perfeccionista, fuertemente abstracto, muchas veces minimalista, de un enfoque
dionisiaco (del Dios Dionisio) nutrido de sensualidad, organicidad y la búsqueda de una
participación casi mimética con la vida misma.

Este razonamiento en cuanto al buen mantenimiento o a la durabilidad, provoca una nueva


citación de Palladio, que, con su absoluta consustanciación con las técnicas y materiales
locales, y consecuentemente con la utilización de una mano de obra ya entrenada y habituada,
hizo de sus obras un legado patrimonial que perdura hasta el presente, en mucho caso en
propiedad de sus mismos propietarios herederos iniciales.

Es este un valor de las búsquedas de arquitectura fuertemente intrincadas con el ambiente,


que las ligan deliciosamente con las mejores búsquedas patrimoniales, done al valor ideológico
cultural, se suma el valor fáctico vivencial, se está en consecuencia a horas de tan esplendida
como cómoda factibilidad de conservación.
Pero estas mismas disquisiciones historicistas nos enfrentan a un grave equivoco que hoy
afronta este movimiento “ambientalista” como aporte de su proceso de consolidación reciente
en el tiempo.

¿Se trata de una arquitectura ecológica, ambientalista sustentable?

También hace más de 40 años que se mantiene este debate, que en algunos casos es mas bien
una pluri significación (en definitiva, la multivalencias que tiene también el enfoque) y en la
mayoría de los casos se trata de un equívoco a superar, donde cabe esperar que suceda a
medida que vaya madurando el enfoque.

“Arquitectura ecológica” es francamente un modo acertado de llamar a estas búsquedas. La


ecología es una ciencia que trata de los ciclos de la vida y se empeña en ver sus sistemas en
relación, por lo tanto, no es apropiado usarla como objetivo de ciencia arte, como es el caso de
la arquitectura. Se estaría diciendo que es una arquitectura más relacional, o consecuente con
los procesos cíclicos, holísticos, homeostáticos, y ello excede las posturas habituales de las
obras representativas de esta corriente. Se estaría atribuyendo un valor mas general y se le
estaría dando a la ecología el valor de modificar las ciencias y las artes. Es tan discutible como
hablar de medicina ecológica o de derecho ecológico.

Si se trata de “arquitectura ambientalista”, en realidad también se corren riesgos de graves


equívocos.

Las edificaciones deben probar que son sustentables frente al manejo


de los recursos naturales, tecnológicos, económicos y culturales.
Se trataría de este caso de tomar en cuenta los valores ambientales consabidos, como es el
caso típico del ahorro energético o el confort climático, perdiendo en parte de vista los valores
culturales y territoriales de la inserción en e paisaje, la identidad de materiales, formas e
interpretaciones culturales. En fin, se estaría aludiendo a “ambientalizar” las edificaciones.
Muchos consideran que colocándoles techos/jardín, semi enterrándolas, o de todos modos
escondiéndolas en parte, se hace una arquitectura en parte, se hace una arquitectura
ambiental. Cuando quizás este ambiente lo que necesitaba era de una manifestación
construida importantes para organizarse funcionalmente y adquirir sentido como hito estético
cultural.

Tampoco la conjunción de arquitectura y sostenibilidad nos resulta completa.

En este caso la definición de sustentable es mas moderna y abarcativa: la arquitectura, las


edificaciones, deben probar que son sustentables frente al manejo de los recursos naturales,
de los recursos económicos y de los recursos culturales. Es decir, que es determinada
edificación esta contribuyendo al ahorro de energía, el confort climático y la identidad de
materiales y colores, y que se propone hacer durables esos valores. También es cierto que va a
tratar de tener una articulación con el paisaje lo mas leve e integrada posible. Sin embargo,
sigue remitiéndose a la relación del objeto con su entorno.

La arquitectura crece en significación, pero no cambia de escala.


No es el objeto de este escrito el empeñarse en distinciones terminológicas y por lo tanto
vemos con total simpatía la posibilidad de hablar de un movimiento de arquitectura
sustentable, y no nos horroriza el pensar que esta se defina como ambientalista o ecológica.

Existe en cambio una distinción fundamental que quizás enriquezca la mirada, cualquiera sea la
definición terminológica: si se trata de una arquitectura ambientalizada, o si se trata de
arquitecturizar el ambiente. En este ultimo caso se utiliza las herramientas de una noble
disciplina como es la arquitectura, capaz de dar organización y forma a los espacios de escala
mayor: al propio ambiente como sistema de relaciones.

Se trata de una extensión de la arquitectura y su práctica a la configuración de dos escalas que


han quedado muy relegadas a partir que se “objetualizaría el ambiente”: la ciudad y el
territorio.

Quizás con un breve comentario de distintos ejemplos sea mucho más fácil interpretar estas
distinciones.

La arquitectura objeto que se ambienta liza ha venido produciendo en las últimas décadas
excelentes ejemplos. Si nos referimos a edificios, buena parte de la producción de Enrique
Browne, chileno, o de Emilio Ambasz, argentino radicado en Nueva York, se caracteriza por
cubrir sus edificios de vegetación, o por incluir la misma poderosamente (aun en sus propios
rasgos tecnológicos y formales) en una clara vocación por mimetizarla con el paisaje o de
reintroducir el verde en un paisaje demasiado pétreo., Desde una perspectiva anticipatoria, el
edificio de la Fundación Ford, en Nueva York, obra de Kevin Roche, de fines de los 60, enseño
que era posible incluir grandes espacios verdes, semi interiores, a una escala de rascacielos.

Recientemente, Frei Otto y LucienKroll han realizado pequeños poblados “ecológicos” con una
arquitectura volcada al mayor ahorro energético y además con un rasgo típico de los
ambientalistas, incluyendo la participación de los usuarios en los procesos de diseño. Tampoco
es casual esta línea en los países de centro Europa y en especial en Alemania, donde por
precisas indicaciones normativas, ya hoy el 80% de las edificaciones se hacen bajo estrictas
consideraciones bioclimáticas, y responden de ese modo a la creciente conciencia social sobre
el tema. Una obra emblemática es este sentido es la Comunidad Experimental diseñada por
Szyszkowitz Kowlski.

También merece mencionarse la obra de Sergio Los, con Natasha Pulitzer, discípulos de Carlo
Scarpa, que introdujeron variable de ahorro energético y mejora de los servicios ambientales
en edificios excelentes como calidad de diseño total, como el Conjunto Experimental de
Merano, Italia.

En la dimensión de la “arquitectura del ambiente” es sin embargo donde estas búsquedas se


vuelven más innovadoras y provocan ejemplos detonantes por su escala y significación.

Es curioso también observar este integrando esta categoría privilegiada algunos de los grandes
arquitectos actuales.

Pero antes una pequeña referencia a algunos antecesores ilustres. Me gustaría nombrar en
Argentina a Alejandro Bustillo y en México a Luis Barragán. En el primer caso, Bustillo tuvo una
visión audaz e historicista al mismo tiempo, concibiendo conjuntos capaces de abarcar
territorios, con la unidad de la arquitectura y la organización del urbanismo siempre definiendo
paisajes que a su vez influyen y se nutren de paisaje de macro escala. Es el caso de los
Complejos Llao- Llao, en Bariloche y Casino Hotel Provincia en Mar del Plata. Rasgos de macro
escala, repeticiones tipológicas, patrones más semejantes a una organización urbanística que a
la de único edificio, que crean tensiones paisajísticas en una entera unidad de paisaje, y que
organizan grandes sectores de una ciudad o de un territorio.

En el caso de Luis Barragán su accionar fue más circunscripto a la escala del edificio, pero en
una repercusión o reverberación morfológica, que alude al tejido amplio de toda una cultura y
manera de habitar el espacio. Barragán daba arquitectura a ambientes de fuerte identidad
mexicana, por la utilización de patrones de microescala pero que contienen claras
repercusiones por su adopción generalizada en múltiples ejemplos populares, manteniendo sin
claudicar rasgos estilísticos bien contemporáneos, como la continuidad espacial.

Acercándonos a nuestro tiempo, citaremos una obra que nos parece emblemáticas en este
sentido:

 El barrio de viviendas populares en la Isla de Mazzorbo, de Giancarlo de Carlo,


Venecia, 1990, es un ejemplo relevante de nivel mundial, de como hacer un barrio de
viviendas sin destruir la ciudad ni el ambiente. El efecto de Carlo construye en esa
pequeña y frágil isla de la Laguna de Venecia, con la escala, los materiales y los colores
del tejido residencial habitual en esas islas, en viviendas dignas con tipologías sencillas
pero variadas, muy adecuadas al clima húmedo y lluvioso. Pero agrega valencias de
carácter urbanístico y ambiental como la creación de una calle publica …

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