Poetry">
El Cosmos de Heinrich Heine
El Cosmos de Heinrich Heine
El Cosmos de Heinrich Heine
Contemporánea:
Identidades e Integración
Tutor: Emilio La Parra
López
Enrique Martín Perán
EL COSMOS DE
HEINRICH HEINE
Un pensamiento del Vörmarz
Título: El cosmos de Heinrich Heine. Un pensamiento del Vörmarz
Resumen:
Palabras clave: Heine, literatura, sátira, ironía, censura, política, revolución, socialismo,
nacionalismo, modernidad, liberalismo, Francia, Alemania.
Résumé:
Heinrich Heine (1797-1856), poète et journaliste allemand, offre dans son œuvre
poétique, essayiste et journalistique une vision large et claire des événements politiques
et des phénomènes idéologiques de son temps. L'objectif de cet ouvrage est de découvrir
les catégories et les concepts utilisés dans son discours, qui se réfèrent aux différents
courants idéologiques qui se sont produits entre 1830 et 1848, période à laquelle il a écrit
ses textes les plus significatifs.
El Trabajo de Fin de Máster que hemos realizado retoma nuestro anterior estudio, El
período entre revoluciones de 1830 a 1848 a través de la literatura de Heinrich Heine,
que fue, de hecho, nuestro Trabajo Fin de Grado. En él se abordaba la producción literaria
del poeta y periodista alemán Heinrich Heine (1797-1856), ofreciendo una visión
panorámica de su época y los acontecimientos que la configuraron. Siempre siendo una
visión personal de este personaje. Muy equivocados estábamos en el valor y el enfoque
de ese trabajo, y ello demuestra una maduración y reflexión respecto a la metodología
empleada con anterioridad. El enfoque que le dimos fue meramente comparativo, entre la
realidad e histórica y las relaciones de hechos que él hacía, como si de una crónica se
tratase. Y por ello hemos tenido que recurrir ahora a otras fuentes para contrastar su
discurso con los hechos e interpretarlos. A su producción literaria le dimos un enfoque
ornamental. Y en ello quedó todo, no tuvimos en cuenta muchos factores, que ahora si
intentamos corregir y reintroducir.
¿Qué abordamos exactamente en aquel trabajo? ¿Qué fuentes utilizamos para ello?
¿Qué obras utilizamos para guiarlo? Son preguntas que intentaremos responder a
continuación. Nuestro anterior proyecto partió de una serie de cuestiones que nos
suscitaron la curiosidad por el carácter transgresor y radical del poeta. Dichas cuestiones
partieron de las lecturas de sus obras y de las notas de sus comentaristas en lengua
castellana. Se configuró así una batería de preguntas: ¿Dónde se encontraba la base de
estas afirmaciones? ¿Qué valor tenía el discurso de Heine en su contexto histórico? ¿Y
cómo se adecuaba a la realidad histórica en la que surge dicho discurso? Para ello dimos
una breve biografía -que ahora perfilaremos con más precisión-; y un análisis de un
conjunto bastante extenso de su producción literaria, en el cual se sintetizaba su posición
política e ideológica respecto a las condiciones de su época.
1
Aquellas obras fueron, básicamente, sus dos epopeyas, o poemas épicos, “Atta Troll.
Ein Sommernachtstraum” (1843) y “Deutschland. Ein Wintermärchen” (1844). A ellos,
hemos de añadir los poemas englobados bajo el epígrafe Zeitgedichte, pertenecientes a su
colección Neue Gedichte (1844)1. En ellos se condensa y se sintetiza todo su pensamiento
político desde 1824 hasta el momento de su publicación y se recoge las elaboraciones
ideológicas que realizó en la década de 1830.También quisimos introducir dentro de lo
posible algunos de sus artículos periodísticos, especialmente de los que disponíamos por
aquel entonces, que eran aquellos elaborados en la década que ya hemos señalado. Ahora,
aunque contamos con los elaborados en la década de 1840, utilizaremos, dentro de lo
posible y puntualmente, aquellos que nos puedan servir. Dada la ingente cantidad de
artículos que redactó no podemos abordarlos todos, tampoco ese es el objetivo de este
trabajo.
A la suma de lo anterior, que volverá a ser la base de trabajo, añadimos unos textos
muy tempranos y sugerentes para lo que perseguimos ahora. Estos textos son: la
“Einleitung zu Kahldorf über den Adel, in Briefen an den Grafen M. von Moltke” (1831)
y “Zur Gesichte der Religion und Philosophie in Deutschland” (1835)2. Textos que
recogen el pensamiento político de Heine en su configuración inicial, y sobre los cuales
después se producirán las variaciones ideológicas que se manifestarán en las epopeyas
que ya hemos tratado. Conjugamos así los ensayos sobre política y filosofía del exilio
parisino con la lírica de la década siguiente. Los textos influenciados por los
sansimonianos y aquellos otros influidos por los jóvenes hegelianos. No pretendemos dar
una síntesis del pensamiento del Vormärz alemán a través de Heine -como en un principio
habíamos pensado ilusamente-, sino ofrecer una de tantas concepciones de la política
alemana previa a la Revolución de 1848. Si fuese una síntesis, ¿dónde quedarían Börne,
Büchner, Ruge o el propio Marx?
Puesto que todavía no hemos definido el asunto que vamos a intentar abordar, es el
momento de fijarlo ya. Donde vamos a centrar nuestra atención es en la concepción de la
“Revolución” de este poeta tan sui generis, al que han denominado “un fenómeno europeo
y un escándalo alemán”. Y, ciertamente, como ya señaló Adorno, hablar de Heine supone
1 Los títulos en castellano de las obras hasta ahora mencionadas son: “Atta Troll. El sueño de
una noche de verano” -con claras referencias a la comedia shakesperiana-, “Alemania. Un cuento
de invierno”, y los “Poemas contemporáneos” integrados en los “Nuevos Poemas”.
2 Los títulos en castellano de estas dos obras son: “Introducción al texto de Kahldorf sobre la
nobleza, en cartas al conde Magnus von Moltke” y “Sobre la Historia de la religión y la filosofía
en Alemania”.
2
hablar de polémica. Ciertos investigadores de la literatura alemana, y otros tantos
historiadores, aciertan en señalar que el Heine al que se ha marginado es al político,
saliendo ampliamente beneficiada su faceta lírica. De ello da buena muestra la escasa
difusión de su obra en la faceta que señalamos. La prevalencia del poeta romántico -
movimiento al que llegó a declarar la guerra abiertamente-, frente al ensayista y el
periodista político, sólo ha contribuido a dar una versión descafeinada de él. Únicamente
el Heine filósofo ha tenido algo más de éxito. Así, no nos ha de sorprender que todas las
obras del journaliste que hallan en la bibliografía sean versiones en edición francesa, pues
ha corrido mejor suerte allí que aquí.
Nuestra línea es así una conjunción de filosofía y política, literatura e historia, que
acaba por desembocar en la llamada Historia de la Cultura. A través del vector individual,
la vida del poeta, que nos permite elaborar su retrato psicológico, enlazamos
determinados elementos presentes en sus escritos, -ideas, concepciones y percepciones-
que estructuran su pensamiento. Todo ello englobado a través de las condiciones dadas
por la realidad histórica de su tiempo. Estas condiciones y presupuestos materiales
establecen las fuentes de sentido de su experiencia vital, mientras que los conceptos que
maneja en sus escritos contribuyen a dar una explicación y un orden a dichas fuentes, a
su vez, propician la apertura de distintos horizontes donde situar la acción, sea literaria o
política. Ya que se trata, en el caso de Heine, de una acción literaria, nos inclinamos
claramente por la representación que se construye de la realidad, en ello residiría la
orientación metodológica que le hemos dado al trabajo.
3
Chartier, 2007:48.
3
serie de elementos y conceptos en juego para conocer parte del clima intelectual del París
de los románticos alemanes emigrados.
Las obras que nos resultan de importancia capital, más allá de las obras del poeta, son
las de aquellos historiadores, que como Reinhardt Koselleck o Arnold Hauser, se han
adentrado en las significaciones de la época y los supuestos sociológicos de ésta para
comprender las manifestaciones dadas. Así, distintas entradas del Geschichtliche
Grundbegriffe, traducidas al castellano, o al catalán, como Crítica, Crisis o Progreso, son
esenciales para comprender el sentido de ciertos términos que aparecen en las líneas de
Heine y las implicaciones en la forma de percibir su tiempo y su sociedad. De igual
manera, Hauser -aunque su obra está superada en ciertos aspectos- nos proporciona, de
manera flexible, unas nociones necesarias vinculadas a la naturaleza social del
movimiento artístico predominante hasta la época que escribe Heine, el Romanticismo.
Un último aspecto que queremos comentar, y que no tiene nada que ver con otras
consideraciones de índole metodológica, es respecto del título, y no nos ocupará mucho.
En un principio consideramos que el título bajo el cual se ampara el trabajo, El cosmos
de Heinrich Heine, tenía la pretensión de dar una visión completa de su pensamiento, casi
totalizante. Pero, puesto que la extensión del trabajo es limitada, y el tiempo también es
un elemento que nos condiciona, pues nuestras obligaciones han ido aumentando
considerablemente, el trabajo intentará dar una visión de conjunto sin entrar en detalles
en muchos aspectos que serán referidos de forma escueta. Por ello hemos decido mantener
este título, sólo que vacío, en cierta medida, de contenido e intenciones. Además, tampoco
existe la pretensión de profundizar sobre el Vormärz. Para ello ya hay ríos de tinta, sólo
que encerrados en el ámbito idiomático que corresponde.
2. De su vida y su carácter
No podemos intentar abordar la figura de Heinrich Heine sin antes abordar su vida,
es decir, su experiencia vital. No es este el lugar para hablar de qué es o no es la vida,
sino el lugar en el que tenemos que exponer una vida concreta, con un comienzo y un
final. Y entre uno y otro punto hay un espacio salpicado de decisiones, vicisitudes y
relaciones -individuales y colectivas- que son las que condicionan los procesos mentales
que acabarían por reflejarse en sus escritos, aunque sobre esta cuestión volveremos más
adelante. Nos vemos así obligados a realizar nuestra propia biografía del personaje para
5
rescatar y contextualizar al poeta y su obra en su momento histórico. Para ello nos
valdremos, en parte, de aquella realizada en nuestro anterior trabajo.
Hemos de reconocer, sin embargo, que fijar la biografía de Heine exige reconocer los
límites claros de su experiencia vital. Aquí se plantea la cuestión del tiempo y el lugar,
sin olvidar las relaciones, significativas o no, que pudiese desarrollar en estas
coordenadas. Estos límites externos los podríamos establecer a través de diversos
documentos (correspondencia, documentos legales, literarios, prensa, …), aunque
nosotros sólo tenemos referencias a dichos documentos a través de las notas y
comentarios que ciertos estudiosos nos ofrecen en las obras del poeta. Como documento
excepcional contamos con el testamento del poeta, y sólo gracias a su existencia
digitalizada. Aunque muchos de esta clase de documentos que hemos comentado son
accesibles a través de distintas instituciones como el Staadtarchiv de Turingia, el
Heinrich-Heine-Institut Archiv, o la prensa literaria de la época recogida en la hemeroteca
digital de la Bibliothèque nationale de France (Gallica).
Más allá de estos testimonios existentes, hay otros que tenemos que tomar en
consideración para la realización de nuestra biografía. Estos son una serie de textos
autobiográficos titulados Geständnisse -publicado en la Revue de deux monds en 1854- y
Memorien -publicado póstumamente en 1884 por Eduard Engel-. No cabe duda de que
son interesantes tenerlos en cuenta, y, sin embargo, “l’autobiographie était posible, mais
on ne pouvait en communiquer la vérité”4, puesto que expresa las justificaciones del
biografiado, sus concepciones, y sus ideas, es decir, una perspectiva del acontecer
histórico en base a la subjetividad de la experiencia vivida. Más aún, si tenemos en cuenta
aquella otra advertencia de Levi sobre la noción socialmente construida del Yo5 y la
potencia de esta según sea la realidad histórica tratada, en el caso de nuestro biografiado,
4 Levi, 1989:1328
5 Levi, 1989:1327
6
el Romanticismo. Por ello, aunque Heine declare que ha tratado “de dibujar de la manera
más verídica y fiel posible los hechos memorables de su tiempo”, hemos de recurrir a
otras fuentes que contrasten y desmientan sus afirmaciones pues dichos hechos los
conoció en cuanto a “espectador o como víctima”6.
Podríamos aventurarnos a decir que la única biografía -al menos en castellano- strictu
sensu, en la que se aborde íntegra la figura de Heine es la del germanista y filólogo Jordi
Jané Carbó de la Universidad Rovira i Virgili de Tarragona, “Heinrich Heine (1797-
1856)”. Dicho texto fue publicado en 2011, y dado su difícil localización y acceso -pues
no se haya en el mercado porque está descatalogado-, así como la presente situación en
la que nos encontramos que impide el acceso a las escasas bibliotecas en las que se halla,
ha hecho que nos veamos obligados a prescindir de su consulta. Únicamente conocemos
la obra por una escueta nota y la reseña de esta en Revista de Filología Alemana de la
UCM.
6 Heine, 2006:103.
7 Levi, 1989:1326.
7
carácter, opiniones y actitudes estaban en constante formación”8. Los problemas que
supone dialogar con la obra de un autor se traducen en la complejidad de establecer una
identidad, a través de su formación progresiva, entendiendo las contradicciones del
proceso y que no existen lecturas en un sentido inequívoco.
En siglo XIX se escribieron varias biografías de Heine, una -no autorizada por la
familia- al poco de su muerte, pero debemos fijar nuestra atención en otras más tardías
como son las de Heinrich Keiter, “Heinrich Heine. Sein Leben, sein Charakter und seine
Werke” (1881), y Gustav Karpeles, “Heinrich Heine. Aus seinem Leben und aus seiner
Zeit” (1899). A finales del ochocientos hubo un interés creciente por su figura, lo cual se
manifiesta en un número creciente de textos biográficos. No obstante, el siglo XX fue
más convulso en su relación con él. Fue proscrito por el nacionalsocialismo dado su
carácter semítico y subversivo, hasta tal punto que su composición “Lorelei” fue
inmortalizada tras declararla anónima. La figura de Heine permaneció olvidada
deliberadamente como atestiguan ciertas declaraciones, entre ellas la del poeta Gottfried
Benn respecto a la cuestión del exilio interior durante el Tercer Reich9. La omisión de
Heine en su calidad de poeta emigrado dentro del mundo literario alemán de los años 30
y la inmediata posguerra demuestra el desprecio existente durante este periodo por su
condición semítica. Sólo una biografía fue publicada durante la década de 1930, estando
ésta a cargo de Max Brod, “Biografie von Heinrich Heine” (1934).
Muy distinta fue la posguerra con Alemania dividida en dos. Hay que esperar al
centenario de su muerte para que se vuelva a iniciar el interés por su figura, con mucho
más vigor en la extinta DDR, al haber sido colaborador de Marx en los semanarios que
éste dirigió durante su juventud. Las obras, en general, de este periodo presenta dos
tendencias: la primera es la idealización y tergiversación de su figura de acuerdo con los
intereses de la DDR. No obstante, no hay que olvidar mencionar la edición de las obras
de Heine por Hans Kaufmann (1961-1964) que impulsó nuevos trabajos sobre su vida y
su obra. Y la segunda tendencia es una visión más equilibrada de su persona, con
múltiples perspectivas. Este nuevo interés también se manifiesta en la historiografía
anglosajona, encontrando su colofón en la obra biográfica del americano Jeffrey L.
Sammons, “Heinrich Heine. A modern biography” (1979). Quizá sea la más importante
8 Levi, 1989:1326.
9 Lepenies, 2008:63.
8
en lengua inglesa, pues se realizó tras un extenso y exhaustivo proceso de investigación
con documentación de archivo.
Respecto a su madre las líneas que hemos de dedicar son quizás algo más extensas
que las del padre. Peierche “Betty” Heine (27/XI de 1771 – 3/IX de 1859), de soltera van
Geldern11, fue una figura clave en las decisiones que tomó el poeta, esencialmente, por
10Heine, 2006:108.
11Como curiosidad queremos añadir el dato de la confusión que originaba la partícula locativa
“van” del apellido materno, fácilmente convertible en un aristocrático “von”. Ello dio lugar a
equívocos como la afirmación del dramaturgo Heinrich Laube sobre la ascendencia nobiliaria de
Heine. (Sacristán, 1985:134) (Heine, 2006:135)
9
haber orientado su educación. Pese a no dominar plenamente el alemán, su madre era una
mujer culta, encuadrada dentro de la Ilustración judía o Haskalá, que había leído a
Rousseau, concretamente su “Emil, ou de l’Éducation”. Obra cuyos principios orientaron
la formación dentro del hogar familiar. También los estudios formales del poeta
estuvieron guiados por su madre. Así, entre 1807 y 1825 ella fue la encargada de barajar
las distintas salidas formativas del joven Heine. Éstas respondían a las aspiraciones y
posibilidades de la pequeña burguesía: una carrera funcionarial al servicio del Estado, en
su momento de la administración del Imperio francés; la opción del comercio, a la que ya
estaba vinculada la familia; o a la jurisprudencia. La experiencia en cada etapa, pues
siguen una secuencia temporal, marcarían la percepción de la realidad del poeta.
Así, a través de sus autobiografías nos llegan las impresiones de cada una de las
etapas. Su educación formal se iniciaba en 1807 en el liceo de Düsseldorf, fundado bajo
administración francesa con el fin de divulgar los valores republicanos y las ideas
universalistas, nacidas de la Revolución, y formar los futuros ciudadanos del Imperio
Dicha institución estuvo compuesta, en un principio, por sacerdotes católicos emigrados
y jesuitas bajo la dirección rector Aegidus Jacob Schallmayer, siendo más tarde
sustituidos por docentes laicos. Pese a la imagen negativa que de ellos se tenía en el
mundo protestante y liberal, Heine les reconocía su sentido práctico y la democratización
que hacían del conocimiento, recordándolos así: “a los trece años de edad me enseñaron
en clase todos los sistemas de librepensadores […] ví (sic) como religión y duda pueden
ir tranquilamente juntas sin hipocresías, de lo cual nació en mí no sólo la incredulidad,
sino también la indiferencia más tolerante”12. La educación recibida, sin ningún tipo de
sectarismo, fue el hito fundacional de su pensamiento crítico y contestario por el cual
regiría toda su labor intelectual posterior. No obstante, el poeta no llegó a obtener el título
de bachiller, en parte debido al desmoronamiento del Imperio francés.
La necesidad de darle un porvenir hizo que entre 1815 y 1819, sus padres le buscasen
una colocación en el mundo de la banca y el comercio. Primero fue colocado en distintas
casas comerciales de Frankfurt am Mein, entre ellas la casa Rotschild, pues Amschel
Mayer Rotschild (1773-1855) tenía cierta relación de amistad con su padre. Tras el
abandono de estos trabajos, fue colocado en Hamburgo con su tío Salomon Heine quien
le financió una pequeña compañía, Harry Heine & Comp., que quebró en 1819. Sus
12 Heine, 2006:108
10
impresiones de esta experiencia fueron mayormente negativas, y más tarde se
transmutarían en su pensamiento socialista contrario a la propiedad privada y el afán de
lucro. En esta época también se fraguaría sus primeras composiciones poéticas y su
primer rechazo sentimental por parte de su prima Amelie Heine.
Con el fracaso de su aventura comercial, la última opción que se barajó fue la carrera
universitaria. Las inclinaciones literarias que empezaba a mostrar no fueron tomadas en
consideración, ya que, como afirma Heine, la vocación de poeta, en el caso de ser tomada
por profesión, era considerada en aquel momento poco o nada respetable. No llegaría ser
nada más que “un pobre diablo harapiento que componía un poema ocasional por
algunos taleros y qué, al final, moría en el hospital”13. Pese a todo, dentro de su ámbito
familiar encontró apoyos para su vocación. Fue el caso de su tío Simon van Geldern quien
dispuso para él la biblioteca familiar. No obstante, fue durante su andanza universitaria
cuando se acercó realmente a la lírica y la filosofía, aquellas inclinaciones que su madre,
especialmente, había procurado que evitase.
13 Heine, 2006:111.
14 La naturaleza de este suceso no la podemos determinar.
11
Friedrich Karl von Savigny, padre de la escuela histórica del derecho alemana. Entre los
lugares que frecuentó se encontraba el salón literario del matrimonio Varnhagen von
Ense, donde estableció numerosas amistades que mantendría en el tiempo y donde se
introduciría de la mano de Karl August Varnhagen en el sansimonismo. Gracias a la
influencia de Rahel Levin participó brevemente en la Sociedad por la Cultura y las
Ciencias de los Judíos de Berlín que abogaba por la emancipación de los judíos. Volvería
a Göttingen en 1824, finalizando en esta ciudad sus estudios, y siendo titulado Doctor en
Derecho, aunque nunca llegaría a ejercer.
La polémica quedó asociada desde ese momento a su persona, y el hecho de que sus
opiniones políticas quedasen plasmadas en las publicaciones Allgemeine Zeitung de Cotta
y sus Riesebilder, contribuyó a que fuese vigilado por las autoridades austro-prusianas.
La prohibición y la censura imperante tras la Revolución de Julio fijó su atención sobre
Heine en 1831 con motivo de la publicación del cuarto volumen de su Riesebilder. Ante
este clima opresivo, optó por el exilio voluntario, decantándose por París, centro cultural
y político de la Europa liberal, y, sobre todo, porque garantizaba, en su justa medida, la
subsistencia. Cruzó el Rin el 1 de mayo de 1831, quedando muy impresionado por el
12
ambiente político de la capital francesa. Pese a todo la prohibición de sus obras y su
persecución política no empezaría hasta 1835 con la prohibición de los escritos de la
Junges Deutschland. Sin embargo, dicha situación no la desencadenó una publicación del
poeta, sino el “Hessischer Landbote” de Karl Gützkow15, que se “dirigía al pueblo y
resultaba insoportable para las autoridades”16. La persecución contra Heine se manifestó
de forma más abierta en las numerosas órdenes de arresto sobre su persona en caso de
pisar suelo alemán y una estrecha vigilancia por los agentes del canciller austríaco
Klemens von Metternich.
13
alemanes; en 1841 eran 30.000, y ya en 1848 se cuentan un total de 62.000)17 qué como
él se asentaron huyendo de la represión y falta de libertades en Alemania.
Por otro lado, la gravedad de su enfermedad le obligó a pasar sus últimos días postrado
en lo que él llamo su Matratzengruft (“tumba de colchones”). Una enfermedad que le
causo múltiples dolores, como refleja este fragmento de una carta: “Mon état de santé, ou
plutôt de maladie, est toujours le même. Je souffre extraordinairement, je supporte
17 Charle, 2000:61.
18 Heine, 1851.
19 Heine, 2006:60.
20 Charle, 2000:60.
14
vraiment des douleurs de Prométhée […]”21. La enfermedad también le supuso una
merma de los recursos económicos de los que disponía (la paga que su tío Salomon le
había ido dando desde la década de 1820 -y que suponía la base de su presupuesto22- y
los derechos de sus obras). El testamento firmado el 13 de noviembre de 1851 da buena
muestra del lastimoso estado económico y de salud en el que se encontraba. Pero no por
ello había perdido la consciencia y el dominio de sí mismo, como atestiguan los notarios
que firmaban el documento (“enfermo de cuerpo, pero sano de espíritu, memoria e
intelecto”23). Muestra de ello es la continuidad de su obra literaria durante su enfermedad:
Romancero y Doctor Fausto, 1851; Los dioses en el exilio, 1853; y Lutecia, 1854, este
último era una recopilación de sus artículos de la década anterior-.
3. El patriota y el cosmopolita
El hecho de enunciar bajo dos conceptos contradictorios la figura de Heine no tiene
otro objetivo que remarcar el carácter eminentemente contradictorio que manifiesta en
sus escritos. Especialmente si tenemos en cuenta que, en el momento en el que escribe, la
defensa de una hermandad entre naciones, la alemana y la francesa, no tiene cabida dado
el exacerbado clima identitario en el que se movió política y literariamente. Una
contradicción que se acentúa, si observamos su condición de judío asimilado. Y a ella le
añadimos su sentimiento de pertenencia a la nación alemana como alemán de pleno
derecho. Pero la cuestión de ser patriota y cosmopolita no radica solamente en la política
nacional, este no es sino otro de tantos frentes en los que se halló a lo largo de su vida. Su
campo de acción también hizo que su condición de exiliado le convirtiera, en cierto modo,
en mediador entre la tradición de la Francia revolucionaria y la filosofía alemana,
21 Gimber, 2011:133.
22 Heine, 1851.
23 Heine, 1851.
24 Heine, 2006:95.
15
compaginando aquellos principios de una y de otra que resultaban positivos para el
enriquecimiento y avance cultural de ambas naciones y del propio género humano.
Aquellas ideas que diversos autores, entre ellos Sacristán y Calvié, han bautizado como
“ilustrado progresismo”, recogiendo las ideas de verdad, Revolución, derechos del
hombre y lo mejor del pensamiento de la Aufklärung (Lessing, Kant, Schiller, …). Un
conjunto que daba paso a una nueva y mejor concepción de la Humanidad. Y, finalmente,
un tercer frente abierto entre los ideales políticos del jacobinismo y el naciente socialismo
científico, estableciéndose el arduo conflicto entre la culminación de los derechos
individuales inherentes a los hombres libres por naturaleza y el bienestar común de la
sociedad en base a la igualdad por principio de justicia. Tres campos de actuación que
convergen en una manifestación estética en la que se acaba por ensalzar la propia
Humanidad sin distingos de cualquier clase. En los siguientes epígrafes veremos cómo se
configuran estos frentes en el pensamiento de Heine.
Literatura y tiempo son dos palabras que tienen implicaciones más extensas de lo
que podemos intentar plasmar aquí. No obstante, es un buen comienzo para introducir
toda una serie de consideraciones respecto a la materia tratada. Aprovechamos su carácter
para añadir ciertas correcciones al enfoque del trabajo del que partíamos en un inicio.
16
poesía actúa bajo el principio de la imitación25, la mímesis. La formulación aristotélica se
combina por aquella máxima hecha por Horacio sobre la naturaleza temporal de la poesía:
Ut pictura poesis. La poesía como la pintura, vendría a ser, en palabras de Simónides de
Ceos, una imitación parlante de la realidad, es decir, algo temporal, mientras que la
pintura sería una poesía silenciosa, reflejada en el espacio, esto es la materia. La poesía
sería así “el arte que imita sólo con meras palabras y con los metros”26. Su reflejo
material es la literatura escrita.
25 Aristóteles, 2018:34.
26 Aristóteles, 2018:36.
27 Burdiel et Serna, 1996:28.
28 Burdiel et Serna, 1996:33.
17
misma experimentación, o bien por la lectura y el conocimiento de su representación,
compartida a través de la producción literaria.
“Heine será, con Balzac, el último gran escritor de talla universal que
posea la burguesía de Europa occidental, porque, al igual que aquel, ha
encontrado una forma adecuada para el libre movimiento de las contradicciones
[…] Crea por lo tanto, una nueva forma, en la que las contradicciones quedan
petrificadas como tales contradicciones, del mismo modo que en la forma antigua
quedaban petrificadas como armonía […] En este tipo de poesía revolucionaria
Heine es, como él mismo dice, el último poeta romántico y, al mismo tiempo, el
primer poeta moderno.”30
29 Aristóteles, 2018:98.
30 Lukács, 1970:139-140; en Paganelli, 2017:129.
18
aquello que critica y se opone a la realización de sus más altos ideales. Deja entrever un
sin fin de voces (la de los clérigos, reyes, censores, la de la burguesía democrático-liberal,
la de los emigrados políticos, judíos, obreros, …) que se expresan al unísono en sus
personajes. Actúa al mismo tiempo como canal expresivo de los distintos colectivos
sociales, sean marginados o no por el poder político, manifestando su simpatía o su
desprecio por la causa que enarbola cada colectivo. Estas representaciones erróneas o no,
son fruto de su diálogo en cuanto que intelectual entre una experiencia social, móvil y
quebradiza, y la propia consciencia del acontecimiento vivido31.
19
que abren puede llevar a la creación de proyecciones a realizar en un corto, medio y largo
plazo. Pueden ser desde simples consignas combativas hasta programas teleológicos
imbuidos de un carácter profético. En el plano de lo estético, la poesía y la figura del
poeta tienen una función clara respecto a las cuestiones temporales, nuevamente nos
ilustra Aristóteles respecto a ello, y será a partir de este supuesto sobre el cual
esbozaremos algunas de las claves del trabajo: “La función del poeta no es narrar lo que
ha sucedido, sino lo que podría suceder, y lo posible, conforme a lo verosímil y lo
necesario. Pues el historiador y el poeta no difieren por contar las cosas en verso o en
prosa […]. la diferencia estriba en que uno narra lo que ha sucedido, y el otro, lo que
podría suceder”34.
Esta vocación estética de la poesía para con el futuro, y en cierta medida con la
utopía, aunque no es un requisito, encuentra en el Romanticismo una serie de elementos
que potencian esta vinculación. Entre ellos hay que destacar, en primer lugar, la
concepción del arte en cuanto órgano propio del ser humano que posibilita la sensibilidad
y el gusto estético. Éste era un “órgano de visión intelectual, de exaltación religiosa y de
revelación divina, pero por otro lado se ponía en tela de juicio su valor en la vida
diaria”35. El segundo elemento es la amplificación de la consciencia y la capacidad
sensitiva del Yo. Esto se debe, fundamentalmente, al prerromanticismo alemán, que puso
en juego a través de la razón el concepto de genio artístico, y que “contiene sobre todo
los criterios de lo racional y lo subjetivo” 36 opuestos a la Ilustración y sus criterios
dogmatizantes y generalizadores. Lo que genera una contradicción entre aquello que dota
al individuo de su dominio y el afán de conquista, la razón, frente a la experiencia interior
libre, traducida en la originalidad artística y en la lucha intelectual por la existencia
individual.
34 Aristóteles, 2018:55.
35 Hauser, 1969:371.
36 Hauser, 1969:294.
20
imaginaria de un libre albedrío sin restricciones”37. El Romanticismo bajo este arquetipo
se correspondía a la fuerza de la juventud que se lanza a la conquista del nuevo siglo
surgido de las cenizas del Ancien Régime. La nueva vitalidad de este nuevo arquetipo
doliente se traduce en todos los ámbitos de la vida, pretendiendo vivir tal que en une
roman, donde se afirma constantemente la unicidad y singularidad del Yo.
37 Hauser, 1969:294.
38 Marías, 1989:237.
39 Véase Anexo 3.1. Fragmento 1.
21
“Eso es precisamente lo que avergüenza a las generaciones posteriores.
pues desde que existe arte burgués tal que tienen que ganarse la vida sin
protectores, han reconocido los artistas secretamente, junto la autonomía de su
ley formal, la ley del mercado, y han producido para consumidores. Sólo qué tal
dependencia se ocultaba tras el anonimato del mercado. Éste permitía al artista
aparecer puro y autónomo a sus propios ojos y a los de los demás, incluso se
remuneraba esta ilusión. Al Heine romántico que vivía de la felicidad de la
autonomía, el Heine ilustrado le arrancó la máscara, puso en primer plano el
carácter, hasta entonces latente, de mercancía. Eso es lo que nunca se le ha
perdonado. La complacencia de sus poemas, que juega consigo mismo y por
tanto se autocritica una y otra vez, demuestra que la liberación del espíritu no
fue una liberación del hombre ni, por consiguiente, tampoco del espíritu.”40
40 Adorno, 2003:96.
22
presente. Los románticos, o una determinada generación de ellos encabezada por los
hermanos Schlegel, se habían convertido en anciennes. La siguiente generación
romántica -entre la que se cuenta Heine- se encontró a medida que se acercaba la década
de 1830 ante unas formas estéticas agotadas y que por tanto empezaban a no ser válidas.
El agotamiento simbólico en el caso alemán se manifiesta con el fenecimiento de las dos
figuras que habían marcado la literatura y la filosofía en Alemania, Hegel y Goethe41.
23
de saltarse las ilusiones románticas y de llegar comprender y reflejar el auténtico ritmo
del tiempo en sus obras, logren percibirse a sí mismo como individuos capaces de
profetizar el futuro. Puesto que habían escapado de las cadenas que dominan su panorama
estético y material. Entonces, su papel de creadores de productos simbólicos con un
contenido político capaz de trascender la simple apariencia de la realidad y marcar un
programa transformador, es visto peligrosamente por las élites afincadas en el poder. El
contenido de las imágenes literarias, ciertamente, “poseen una energía propia que
convence de que el mundo, o el pasado, es lo que ellas dicen que es”46, un contenido que
puede llegar a ser subversivo. Lo que hace que el carácter de esta renovación de la lírica
tenga un contenido político-social, vinculado, primeramente, a la prensa por ser este
medio comunicativo el más vinculado a la inmediatez de la época.
46 Chartier, 2008:48.
47 Chartier, 2008:41.
48 Heine, 2008:56.
49 Véase Anexo 3.1. Fragmento 2 y 3.
24
el propio autor les confiere una serie de significados a sus escritos. Aunque estos después
sean recibidos e interpretados de distintas formas por el propio carácter móvil de la
significación y los límites de la comprensión50. El propio poeta ya nos advierte de esta
realidad descrita: “nosotros, los hombres escritores, también tenemos nuestras simpatías
preconcebidas, y escribimos a favor o en contra de una cosa, a favor o en contra de una
idea, a favor en contra de un partido”51. Nuestro objetivo será ahondar y dilucidar los
conceptos y las representaciones que se configuran en su producción a través de sus
presuntos intereses personales y de clase.
Cuando hemos hecho alusión a la cuestión judía nos remitimos al problema que
representaban los judíos en el seno de unos Estados, fundamentados en el privilegio por
razón de clase y confesión, que avanzaban hacia la conversión en Estados laicos y la
separación de la Iglesia. La pertenencia a una religión minoritaria implica la alteridad
frente a la profesada por la mayor parte de la sociedad, lo judío frente al mundo no judío52.
Dentro del contexto de la Ilustración alemana la solución estimable y, sobre todo,
deseable para superar la otredad, recaía en la asimilación, es decir, su conversión al
cristianismo. Dos personajes son claves en esta cuestión, Gotthold Ephraim Lessing y
50 Chartier, 2008:46.
51
Heine, 2006:28.
52 Arendt, 2020:109.
25
Moses Mendelsohn. El primero de ellos ejerció una notable influencia en los escritos y
pensamientos de Heine. Esto queda atestiguado queda en sus ensayos de filosofía y
literatura -véase el segundo libro Sobre la historia de la religión y la filosofía en Alemania
y La escuela romántica-, y, sobre todo, en su concepción de la idea de igualdad.
53
Arendt, 2020:109.
54 Heine, 2011:67.
26
Por otro lado, en lo concerniente a la figura de Mendelsohn, Heine es un producto
social de las ideas y tesis propuestas por este pensador israelita y sus discípulos. Si
Lessing representaba la respuesta a la cuestión judía planteada por la Ilustración, por su
parte, Mendelsohn era la respuesta dada por el propio mundo judío, concretamente por el
movimiento de la Haskalá. Desde el judaísmo la idea de tolerancia tendría que
desembocar en la emancipación de los hebreos y su integración dentro de la sociedad en
la que habitaban. El camino para lograr su asimilación pasaba por la educación -entendida
como bildung- y el ejercicio de la razón para superar la supuesta minoría de edad en la
que se encontraban los judíos. Estas tesis nos las vuelve a ofrecer Arendt de forma
concisa:
Dicho de otra forma, la emancipación de los judíos sólo se produciría cuando cada
individuo conquistase la libertad de pensamiento a través del uso exclusivo de la razón.
Una libertad de pensamiento que implicaba el rechazo del dogma de la tradición mosaica.
La emancipación de los judíos acabó por traducirse en la asimilación, es decir, su
conversión al cristianismo a través de distintas obras como la del historiador Christian
Wilhem von Dohm, “Über die bürgerliche Verbesserung der Juden” (1781), en la que se
reconocía la igualdad de los judíos en su calidad de hombres y se establecía su “minoría
de edad” en base a la corrupción y degeneración causada por los prejuicios y la opresión
histórica que habían sufrido históricamente56. Más radical fueron las tesis del discípulo
de Mendelsohn, David Friedländer, quien, rompiendo con la religión judía, defendió la
conversión religiosa, al ser el judaísmo un obstáculo para la integración y la
autorrealización de los judíos en la sociedad de acogida en la que habitaban. No podemos
precisar con las informaciones que disponemos la difusión de estas ideas entre la
comunidad judía bajo renana en la que creció Heine, pero su presencia se observa en el
55 Arendt, 2020:113-114.
56 Arendt, 2020:116.
27
hecho de ser Düsseldorf una ciudad sin gueto. A lo que hay que añadir su difusión entre
las familias judías educadas y por su presencia en el discurso del poeta.
El constante rechazo sufrido por Heine durante su etapa universitaria por estos
presupuestos de la especificidad de la nacionalidad alemana, traducida en germanidad y
cristiandad, evidencian, tal y como señala Adorno, el fracaso de la emancipación judía.
No sólo en la idea de una sociedad cosmopolita y tolerante esgrimida bajo el ideal de
Humanidad de la Ilustración, sino también en la defensa de la conversión religiosa de
Friedländer. Tesis por la que se decantó Heine en 1824. Su difícil relación con el judaísmo
y la germanidad viene derivada, en parte, de este rechazo, y, por otra parte, por el
incumplimiento de la promesa emancipatoria de la Haskalá. Dicho incumplimiento se
produce con los episodios de antisemitismo posteriores a su conversión y por la visita de
57 Arendt, 2020:119.
58 Arendt, 2020:121.
28
distintas ciudades en las que pudo observar todavía la segregación de los judíos
(Frankfurt, Hamburgo, …). Así, toda su producción literaria y ensayística están marcadas
por este conflicto religioso entre la religión de sus padres y la religión requerida para ser
alemán -el cristianismo-.
59 Heine, 2008:81.
60 Heine, 2006:74.
61
Heine, 2011:69.
29
La excepcionalidad que supone el rechazo y el sentimiento de pertenencia genera
la suficiente distancia social para poder juzgar con absoluta libertad el marco material e
ideológico de la sociedad. Desde la lejanía puede realizar un análisis crítico de las
condiciones que le han conducido a la exclusión y arremeter contra el nacionalismo que
le niega la nacionalidad a la que se siente pertenecer. Se aleja así del dogma religioso y
el secular -la nación-, siendo especialmente crítico con el último y su carácter
excluyente62 pues no atiende a los principios de la pura razón. A pesar de ello, el
reconocimiento de su condición de paria, o excluido, el poeta la realiza muy tardíamente
en una serie de poemas contenidos en la colección que recibe el título de Romanzero
(1851)63. La conquista de la libertad se produce a través de una figura plenamente
romántica y asimilada a la condición del pueblo judío. Esta figura es el Schlemihl de
Chamisso, un joven que cambia su sombra por una bolsa de monedas e irremediablemente
se ve marginado de la sociedad, quedando libre de las cadenas de ésta. La ausencia de
dichas cadenas son las que le permiten a Heine la posibilidad pensar una realidad distinta,
“un mundo de los sueños” donde no se produce la exclusión por la autoridad de lo
establecido.
30
darse dicha superación, y a ello declaraba: “¡Escuchad, sí, soy un oso, / lo tengo a honra,
me ufano / de mi origen, tan ilustre / como el de Moisés Mendelssohn!”65. Una actitud
que, como definía Adorno, implica “la emoción de quien quiere por su vida ser aceptado
y con ello irrita doblemente a los autóctonos, los cuales al reprocharle a él la
imposibilidad de su adaptación, acallan la propia culpa de haberlo excluido”66.
65 Para otras muestras de su reconciliación con su ascendencia judía véase el Anexo 3.2.
Fragmentos 2 y 3. Heine, 2011:85.
66 Adorno, 2003:97.
31
intelectuales “hacen de su desdicha, el fundamento de su vida intelectual”67. El problema
principal del trabajo consiste en cómo conjugar la labor estética de Heine con el contenido
político derivado de su realidad. ¿Cómo y por qué el salto del malestar político se plasma
en la literatura? Esta pregunta es esencial para poder comprender el contenido político de
su obra, más allá de las consideraciones estéticas ya expuestas. Y los supuestos de partida
para ello hay que encontrarlos en la Ilustración.
67 Lepenies, 2007:28.
68 Hauser, 1969:276.
32
recluida, hacia el ámbito público, y con ello reclamaría la participación en el poder
político. La reclamación de la participación en la vida pública se producía, primero, a
través de la moral y las leyes emanadas de ella en los distintos espacios de socialización
propios la burguesía. La moral pasaba a convertirse en el instrumento de crítica y
determinación del valor de las acciones prácticas69. Pasaba a ser, de este modo, “un poder
público, que sólo actúa intelectualmente, es cierto, pero que en su repercusión es de
carácter político”70.
69 Koselleck, 2007:59.
70 Koselleck, 2007:63.
71
Hauser, 1969:274.
33
las posiciones antitéticas de la moral y la política. Y en el caso de la burguesía alemana
su desarrollo se produce tardíamente bajo el signo del Romanticismo, cuando ya el exceso
revolucionario francés ha sido contenido, primero por el Imperio napoleónico, y, después,
por el sistema de la Santa Alianza. Así pues, la pasividad política reflejada en la cultura
implica una renuncia al campo práctico que “manifiesta no sólo una indiferencia absoluta
por las aparentemente inalterables condiciones sociales coma sino también un desprecio
manifiesto de la política como profesión”72, permitiendo que ésta permanezca en manos
del Estado absoluto.
72 Hauser, 1969:280.
73 Koselleck, 2007:64.
34
importante que en las antiguas sociedades estamentales”74. Las palabras “Libertad” y
“Revolución” adquirían, así, no sólo su significación en cuanto a medio para satisfacer
sus intereses políticos, sino que también eran el justificante moral de su acción política.
Su uso evidenciaba la crisis inmanente que se estaba produciendo en el seno de los
territorios de la Santa Alianza puesto que el ejercicio de la crítica conlleva que todo
conflicto, considerado moralmente, estuviese ya decidido75. Se sentenciaba así cualquier
acción política realizada por la razón de los Estados absolutista, pudiendo los intelectuales
y artistas del Vormärz arrojar sobre las monarquías alemanas “nuevas inculpaciones a la
pretensión y exigencia de dominio” 76 en base a la crítica fundamentaba en la razón. El
propio Heine era consciente de lo que implica el enjuiciamiento racional y moral de la
crítica y el carácter condenatorio que albergaba ésta:
74 Charle, 2000:39.
75 Koselleck, 2007:63.
76 Koselleck, 2007:93.
77 Heine, 2008:134.
78 Koselleck, 2007:94.
79 Koselleck, 2007:102.
35
puede realizar la libertad negada. Y, sin embargo, al mismo tiempo se producía la
necesidad de conquistar dicho espacio en la realidad, manifestándose ya un rechazo al
mundo del idealismo: “Se duerme muy bien y también se sueña muy bien /en nuestras
camas de plumas. / En ella se siente el alma alemana / libre de cadenas terrenales. / Se
siente libre y se lanza hacia arriba, / hacia los más altos espacios celestes. / ¡Oh, alma
alemana, qué altivo estuvo / durante los sueños nocturnos!”80.
80 Heine, 2009:77.
81 Hauser, 1969:273.
82 Hauser, 2006:280.
83 Heine, 2006:17.
84 Heine, 2006:18.
36
resultante de la Restauración y regida bajo el Romanticismo político. Al mismo tiempo
que planteaba toda una serie de consideraciones en base a los principios de la Ilustración.
Si la estructura social era uno de los ejes fundamentales en los que Heine veía el
conflicto político, también sabía que el origen inmediato de esta situación era la escasa
voluntad de modernización política del Estado prusiano. Su juicio caía en esta cuestión
en la hipocresía de que esta monarquía, bajo Federico Guillermo III, hubiese prometido
una asamblea nacional y una constitución escrita emanada de los principios liberales, no
habiendo llegado a cumplir nunca ni una ni otra. Un juicio que solo se podía manifestar
a través de la ironía ante su reiterado incumplimiento:
85 Heine, 2008:237.
86 Heine, 2008:238.
87 Heine, 2011:59.
88 Droz, 1971:62.
37
“Y quien voluntariamente tome parte en la lucha sagrada recibirá hojas
de roble sobre la gorra y se le concederá el trato de <<usted>> y obtendrá
después acceso libre al teatro o será considerado al menos como un niño y
pagará tan solo la mitad. Y por los servicios patrióticos extras se deberá
prometer al pueblo entero una constitución de manera adicional”89
Sin embargo, más allá de estas críticas respecto al atraso político de Alemania, y
concretamente Prusia de la que fue súbdito a partir de 1815, el poeta no se centra
únicamente en el aspecto constitutivo del Estado, ni de la sociedad, ni de las clases
relegadas del ejercicio del poder político. El auténtico eje de la crítica heiniana era aquello
que impedía -o que al menos pretendía impedir- el libre ejercicio de la crítica, la censura
a la prensa y la literatura. Los mencionados Decretos de Karlsbad, firmados el 16 de
septiembre de 1819, marcaron y establecieron las directrices de la censura en el seno de
la Deutscher Bund. Unas medidas de control de la opinión pública que también llegaron
a establecerse para las universidades, coartando la libertad de cátedra existente. Heine,
que había comenzado a dedicarse a la prensa en 1828, sufrió esta censura con mayor
virulencia a partir de 1830, viéndose obligado a recurrir a la ironía y a la sátira para
intentar sortearla, como ya hemos podido ver en algunos fragmentos. Sus escritos
ensayísticos elaborados entre 1831 y 1835, y sobre los cuales trabajamos, muestran un
carácter mucho más enérgico y directo en este campo que sus poemas épicos de la década
de 1840. En esos ensayos se recrea a través de imágenes ambiguas para ejercer la crítica90.
Él mismo vaticinó que el recurrente uso de la ironía haría que la literatura perdiese su
razón de ser. No obstante, la alternancia entre una crítica abierta y otra irónica pretendía
no sólo señalar la inmoralidad del Estado prusiano, el cual le persiguió más
insistentemente, sino también su hipocresía:
89 Heine, 2008:242.
90 Véase Anexo 3.3. Fragmentos 1, 2 y 3.
38
ultramontano para reprimirla, utilizando para ello el arma que el papado invento
y aplicó contra nosotros: la censura”91.
La crítica no quedaba sólo en estas cuestiones, sino que también alcanzó a la nueva
ideología nacida de la expansión de la Francia imperial, el nacionalismo, en la medida
que esta fue utilizada de manera ilegítima por el Romanticismo. Su ataque hacia el
nacionalismo de corte herderiano basado en la concepción orgánica de la nación, encontró
en Heine el rechazo más absoluto, oponiendo el modelo francés de nacionalidad en base
a un contrato consentido por los individuos-ciudadanos. Su idea de nacionalidad, aunque
fundamentada en la lengua por garantizar su acceso a la comunidad nacional, pues la
lengua era aquello que le permitía al individuo ser partícipe de los valores e ideas con los
que la comunidad concreta estructuraba su realidad, le hacía participe de la forma de
pensar propia asociada a dicha lengua. Así pues, la aceptación del modelo de nacionalidad
francesa le situaba en un plano mucho más moderno respecto a sus compatriotas, pues el
fundamento étnico le dejaba excluido de la nación. La defensa abierta de esta pertenencia
fundamentada por el uso de la razón y la lengua92 le costó “el griterío de esos fariseos de
la nacionalidad” que como señalaba se habían aliado “con los gobiernos, que gozan
también del más completo amor y consideración de la censura”93. Sus escritos, por esta
razón y dado su carácter de judío, fueron ampliamente atacados por los sectores
nacionalistas progresistas y conservadores. Con mucho más ímpetu por estos últimos a
los que tildaba de ociosos y de “heroicos lacayos de librea negra, roja y oro”94.
Estos elementos que hemos expuesto constituían las bases del Romanticismo
político, con un tinte abiertamente conservador. Ideas que Madame de Stäel había
difundido como el carácter esencial de la mística y nebulosa Alemania, y que
posteriormente algunos historiadores, sea el caso de Georg L. Mosse, hacen extensiva a
toda la sociedad alemana del siglo XIX. No obstante, la variante política de este
movimiento artístico es un fenómeno que el propio poeta advertía en la mencionada
deutsche Misere, que es en suma el rechazo de la razón y la moral en su carácter universal
y cosmopolita esgrimido por la Ilustración. Hay que entenderlo como la perpetuación de
la reacción a la extensión de racionalismo en Alemania, lo que después en la historiografía
se ha denominado y explicado bajo el nombre de Sonderweg. La reacción era debida,
91 Heine, 2008:87-88.
92 Véase Anexo 3.3. Fragmento 4.
93 Heine, 2009:10.
94 Heine, 2009:10.
39
fundamentalmente, a la realidad histórico-social de Alemania reflejada en la excesiva
fragmentación política en principados y ciudades hasta 1789. Una fragmentación
traducida en una abundante multiplicidad de códigos legales y una marcada división
estamental de la sociedad95 que, al chocar con un nuevo modelo cultural y político, basado
en la razón universal y el rechazo de la tradición, encuentra en ello una férrea resistencia
en base el principio de la razón local o lokalvernunft. La primacía de este principio dentro
del Romanticismo político y literario que exaltaba la particularidad, siendo este más
valioso que la idea de universalidad. La crítica ejercida por Heine y el rechazo de derivada
de ella, implicaba un total desafío al orden establecido y el cuestionamiento de la
autoridad que lo mantenía, sea el de los príncipes, sea la religión o la nación. Esta era la
argumentación de la crítica heiniana. El rechazo individual del poeta, sufrido por sus
particularidades confesionales, encontraba una nueva fuente de sentido en la idea
universal de Humanidad que le proporcionaba la Ilustración.
40
Revolución sobre el pensamiento de los intelectuales alemanes actuaba como polo de
atracción en lo geográfico, lo político y filosófico. Hasta llegar al punto de que muchos
de ellos, como Heine, acabaron por emigrar a París, voluntaria o forzosamente, pues era
para todos ellos la heterotopía en la que realizar la libertad refrenada en Alemania. La
comprensión y el establecimiento de Francia, en lo temporal y en lo espacial como punto
de referencia, manifiesta el deseo íntimo de Heine de que la futura liberación alemana
fuera apoyada por la Monarquía de Julio97, es decir, por la alteridad que representa
Francia, o al menos que sirviera de modelo práctico. Tal acercamiento, aunque truncado
con la crisis de 1840 por la beligerante postura del nacionalismo alemán, se acabó por
producir inconscientemente cuando estalló la Revolución de Febrero.
Heine no estuvo solo ante esta realidad. Compartió destino con otros intelectuales
hebreos, sea el caso Ludwig Börne (1786-1837) a quien conoció en París, y con quien
trabó amistas y trabajó para la entrada de Alemania en la Modernidad cultural y política.
Börne y sus Briefe aus Paris tenían puesta su atención en la cuestión política y la defensa
de la doctrina radical de la soberanía popular98. Por su parte, Heine luchó, principalmente,
por la libertad de pensamiento, contra el dogma y la alianza de la religión con el
romanticismo político de la Santa Alianza99. Ambos estuvieron vinculados a la Junges
Deutschland y sus ideas sirvieron de inspiración y punto de partida para dicho
movimiento político, que por otra parte acabaría por desembocar en la Revolución de
1848. Börne y Heine fueron la tardía vanguardia alemana del racionalismo y el
cosmopolitismo que realizó en 1789 la Revolución y la conquista de los derechos del
hombre100.
Movidos por los hechos de Julio de 1830, tanto Börne como Heine, iniciaron la
traslación del predicado romántico, hasta ahora imperante en la política, hacia el pasado.
Mientras que lo moderno entendido como el presente más próximo era convertido en algo
positivo, en la tendencia “que trata de influir en la vida … […] en la medida que se
circunscribe totalmente al presente y, así, reduce la realidad”101. De lo que se trataba era
de introducir Alemania en la “comprensión del presente”102. Dicha comprensión pasaba,
primero, por la crítica y la exposición de las contradicciones de los ideales del
41
Romanticismo. Y, tras ella, la decisión de plantear una alternativa que pasaba
necesariamente por una nueva filosofía de la Historia favorable al cambio de las
condiciones políticas dadas. Les Trois Glorieuses hicieron aflorar una simpatía por la idea
de la Revolución entre aquella juventud alemana liberal que había abandonado las
universidades a lo largo de la década anterior, no pudiéndose insertar dentro del mundo
académico y estatal, bien por sus consideraciones políticas, bien por sus consideraciones
religiosas. No obstante, en el caso de Heine, sus consideraciones favorables sobre este
acontecimiento político no hay que encontrarlas ligadas indisolublemente a los escritos
posteriores a 1830, ya se podían encontrar en sus Riesebilder -concretamente en Viaje de
Múnich a Génova y Los baños de Lucca-.
La respuesta a esa pregunta había que encontrarla en la Edad Media que tan duramente
censuraba el poeta y que todavía propugnaba el vigente Romanticismo como ideal al que
regresar. Aunque en un primer momento el progresismo romántico encontró en la vuelta
al pasado un punto histórico sobre el que reiniciar la Historia y realizar lo que no triunfó
en 1789. No obstante, la postura conservadora del movimiento se alzó con la hegemonía
e impuso la vuelta al pasado medieval como una vuelta al statu quo pre revolucionario,
sin ninguna opción de realización ni de avance. Pero para Heine, influenciado por la
103Mah, 1990:4.
104“El final del periodo del arte que comenzó en la cuna de Goethe y acabará en su ataúd …
está a punto de cumplirse”. Heine citado en Koselleck, 2018:320-321.
105 Heine, 2008:226
42
filosofía alemana, la vuelta al pasado sobre la que reiniciar la marcha del progreso no
consistía en los tiempos de los emperadores de la casa Staufen, sino en el inicio de la
propia Modernidad establecida con la Reforma protestante.
“No solo el hombre más grande de nuestra historia, sino también el más
alemán de todos, en el hecho de que en su carácter se funden del modo más
grandioso todas las virtudes y todos los defectos de los alemanes, en el hecho de
que representa además personalmente a la asombrosa Alemania. Lutero tenía
características que rara vez encontramos reunidas y muy corrientemente vemos
en hostil contraposición punto era a la vez un místico soñador y un hombre de
acción práctico […]: hablaba y obraba”107.
43
a la praxis política. El poeta creaba así el marco teórico en el que los prerrequisitos para
el asalto del poder por la burguesía ya se habían producido en Alemania. Sin embargo,
dicha realización sólo se había realizado momentáneamente con la expansión del Imperio
napoleónico.
A su vez, Fichte con su filosofía del Yo, en la que la consciencia era el fundamento
de sí misma, se equipara a la figura de Napoleón: “el gran Yo despiadado en el que se
funden la idea y la acción, y los colosales edificios que ambos saben construir dan
testimonio de una voluntad colosal. Pero por la imitación de esa voluntad sus edificios
se unen de nuevo, y la doctrina de la ciencia y el imperio se descomponen y desaparecen
tan deprisa como surgieron”113. Más revelador es otro fragmento respecto a lo que
supusieron uno y otro, en sus respectivos campos, Fichte en el de las ideas, y Napoleón
en el tablero político y la difusión de los ideales liberales por Europa: “El imperio ha
44
pasado ya a la historia, pero el movimiento que el emperador suscitó en el mundo sigue
sin acallarse; de ese movimiento vive aún nuestro presente. Lo mismo ocurre con la
filosofía de Fichte. Ella misma está enterrada, pero los espíritus se sienten estimulados
por las ideas a las que Fichte dio voz; y la influencia de su palabra es incalculable”114.
El discurso que va elaborando, a través de la comparación de la historia política reciente
y la historia de la filosofía, conduce irremediablemente al presente y sus condiciones.
Bajo una terminología algo confusa, Heine vaticinaba que: “un día, aparecerá el
tercer hombre que termine lo que empezó Lutero y continuó Lessing, el hombre que tanto
necesita la patria alemana -¡el tercer liberador!-.Ya veo su dorada armadura detrás del
purpúreo manto imperial, reluciendo <<como el sol tras el rojo del alba>>”116. Este
campeón no era Kant ni Fichte ni Hegel -quien había dominado la revolución filosófica
desde las Guerras de Liberación-. El cambio de orientación política y filosófica en
Alemania se produciría de la mano del panteísmo que Schelling había abandonado al
114
Heine, 2008:173.
115 Véase Anexo 3.4. Fragmento 2.
116 Heine, 2008:142.
45
conservadurismo y que Hegel asociaba al sistema de la Restauración. Para Heine el
panteísmo -la religión secreta de Alemania-, y la filosofía de la naturaleza enlazaban con
el paganismo germánico y el spinozismo. Esta cuestión compleja en su terminología,
relacionaba el ascetismo espiritual del cristianismo con la opresión de la materia,
entendida en cuanto a las formas sociales y políticas de Alemania. A través del panteísmo
se volvía a un juste milieu entre el espíritu y la materia a través de la reivindicación de la
última, creando un marco de libertad, no sólo interior, sino también exterior.
46
que se habían vivido y se vivían119. La renuncia de ciertos sectores sociales,
eminentemente conservadores, a intentar comprender la realidad del tiempo presente de
una manera refractaria, en forma de proceso dialéctico, y la naturaleza de los hechos
permitía que sus rivales políticos se lanzasen a la conquista argumental del tiempo,
ofreciendo una visión que abría la posibilidad de realización de alternativas políticas
contrarias a las posiciones hegemónicas mantenidas por el idealismo estatista inspirado
en Hegel. Heine a través de sus poemas épicos y sus artículos periodísticos introduce una
visión totalizante que quiebra la linealidad entre pasado y presente, narcotizando y
desbordando al lector que ve los hechos de forma abierta y múltiple, percibiendo a su vez
el potencial histórico de las acciones y sus condiciones a través de distintas perspectivas.
47
establece, primero, en Lutero para intentar cuestionar el programa dogmático del
Romanticismo y hacer comprender a sus contemporáneos el carácter alemán de la nueva
cultura moderna. Pese a ello, colocar a Lutero como inicio conllevaba un peligro para el
liberalismo alemán al que se adscribía el poeta. Pues el agustino no fue un adversario de
las autoridades establecidas en lo político, “la libertad que reivindicaba para el creyente
consistía únicamente en la facultad de ponerse directamente en relación con Dios”121.
Hecho que quedó constatado cuando el absolutismo regio apeló al luteranismo político
para volver a encauzar la situación tras 1815, en base a su respeto por el orden, la jerarquía
y la obediencia. Ante tal coyuntura Heine intentó utilizar únicamente la vertiente positiva
del éste: “Yo sólo sabía apreciar el protestantismo por los méritos que había ganado
conquistando la libertad de pensamiento que, por supuesto, es el suelo sobre el que
después pudieron moverse Leibniz, Kant y Hegel (Lutero, el poderoso hombre del hacha,
tuvo que preceder a esos guerreros y allanarle el camino). En ese sentido yo también
apreciaba la Reforma como el comienzo de la filosofía alemana y justificaba mi postura
belicosa a favor del protestantismo”122. El segundo punto, y de forma indiscutible en el
ambiente en el que escribe, es 1793. Pues París y su tradición revolucionaria era el τόπος
que servía de refugio -físico y espiritual- para los intelectuales europeos, “un presente
aún viviente en donde se inspiran”123 las nuevas acciones revolucionarias y sus
programas.
48
la burguesía a la que pertenecía. La revolución que se dejaba vislumbrar en un tiempo
futuro generaba, así, una tensión política en el presente, que se evidencia en la censura de
sus escritos. No obstante, dicho plan seguía residiendo en el ejercicio de la crítica y la
alternativa que derivaba de ella respecto al orden vigente. La imposibilidad de realizarse
en el campo de la praxis manifestaba así que su realización todavía estaba pendiente en
espacio y tiempo. En el plano geográfico los intelectuales alemanes como Heine habían
observado cómo Francia dejaba de responder a sus altos ideales por la evolución de la
Monarquía de Julio y la acuciante crisis del Rin que truncó el acercamiento francoalemán
de la década de 1830. El único campo en el que ejercitar la crítica arrojaba el pensamiento
de nuestro poeta hacia la incertidumbre. La vinculación con el futuro otorgaba al poeta,
en cuanto a juez y ejecutor de la crítica, una total libertad para pensar y representar las
condiciones de la nueva sociedad surgida de la crisis del sistema ideológico imperante.
Ello conducía a Heine hacia el campo del utopismo, hacia un lugar todavía inexistente al
que sólo se llegaría a través de la fe en el progreso, heredera de la teleología
judeocristiana.
49
Derecho de Kant, y, al igual que éste, compartía aquella visión de la libertad como
instrumento de perfeccionamiento y dignificación del hombre. Únicamente su ejercicio
conllevaría la realización del derecho que no se ejercía, diría en 1833: “La vida ni es un
fin ni un medio, la vida es un derecho. La vida quiere hacer valer este derecho contra la
muerte paralizadora, contra el pasado, y este hacer valer es la revolución”125.
50
acciones. Heine diría a este respecto que: “tal vez sea útil / a la humanidad, la clase / más
alta animal, saber / lo que se piensa ahí abajo. - Abajo, en los más sombríos / medios, en
las capas bajas / del mundo animal, se incuban / miseria, orgullo y rencor. - Lo que
durante milenios / sostuvieron el derecho / y la historia natural, / se niega alzando el
hocico129”.
Sin embargo, bajo esta apariencia el sistema político defendido por éstos
respondía a un sistema autoritario en el que toda actividad humana estaba sometida a una
jerarquía y una autoridad. Es cierto que el movimiento propugnaba reformas variadas y
aceptables por el liberalismo radical de los emigrados como la abolición de la herencia y
la propiedad, a la cual Heine detestaba en cuanto a institución. No obstante, el desarrollo
de ideas y conceptos industriales respecto a la eficiencia y la planificación racional de la
producción conducían a una autoridad estatal total. Para Heine no había mucha diferencia
entre la Santa Alianza, a la que atacaba, y el nuevo sistema de la Iglesia sansimoniana.
51
La primera ejercía el domino político en Europa e imponía severas restricciones a la
libertad de prensa, al mismo tiempo que perseguía a los disidentes políticos. Mientras que
la sociedad utópica aspiraba a ejercer su autoridad sobre la Humanidad entera y en todas
las esferas de las relaciones humanas. El cosmopolitismo que debiera resultar de la
fraternidad entre pueblos se convertía en la entrada de la imposición de una utopía que en
la práctica sólo suponía un cambio de opresores, nobleza y clero por empresarios e
intelectuales burgueses. A ello hay que sumar la imposición de un nuevo dogma basado
en la razón y la belleza, el cual contenía valores contrarrevolucionarios y antiliberales,
entre ellos el respeto a la jerarquía y al orden, emparentándose así con el catolicismo.
En la epopeya Atta Troll (1843) es donde Heine expone de forma consciente las
contradicciones de esta corriente del socialismo utópico. El poema expone de forma
dialógica las propias contradicciones del movimiento a través de sus dos protagonistas,
el propio poeta, que sale a cazar, y el oso, la presa y su alter ego, que es la pieza a abatir.
La crítica la lanza a través del discurso del oso contra la Humanidad, identificada ésta con
la burguesía, los sansimonianos y su programa de control y racionalización industrial:
“¡Al infierno ¡tales hombres, / malditos archiaristócratas, / miran al mundo animal / con
insolencia y orgullo, - nos roban hijos y hembras, / nos encadena, nos pegan / y matan,
para vender / nuestra piel y nuestra carne .- se creen autorizados / a cometer esos
crímenes / contra los osos, en nombre /de los derechos del hombre”131. En ella, Heine ya
encierra determinados aspectos sobre la explotación laboral que no se llegarán a plasmar
en una elaboración intelectual, pero que reflejan su entrada en contacto con los jóvenes
hegelianos.
52
producía en aquellos individuos liberados de las cadenas materiales y espirituales, y
solamente a través de las ciencias y las artes. La humanidad no era propia de aquellos que
no las ejerciesen, suponía otra negación de los principios ilustrados. Lo cual Heine no
aceptaba: “[Habla Atta Troll] Hombres, ¿os creéis mejores / porque practicáis con éxito
/ ciencias y artes? Pues nosotros / tampoco somos idiotas”133. El ataque lo dirige contra
el arbitrario esquema social sansimoniano en el cual los individuos-ciudadanos tenían
asignado su lugar definido en la jerarquía social a partir de sus talentos.
53
igualdad. Así, la lucha por la igualdad solo se podía dar desde la individualidad y la
moralidad emanada de los principios revolucionarios:
“Sí, soy humano, y mejor / que el resto de los mamíferos; / no volveré a renegar
/ de mis intereses natos - y en la lucha con las otras / bestias seré siempre fiel / al hombre
y a sus congénitos / sacros derechos humanos (Heine, 2011:63).
137 Calvié dedica unas líneas al temor de Heine por el símbolo de los excesos revolucionarios, la
guillotina, en la obra que hemos consultado. No obstante, dado que estas impresiones del poeta
aparecen dispersas en obras que no hemos abordado no las incluimos. Lepenies, 2007:30.
138 Heine, 2009:17.
139 Heine, 2011:67.
54
respecto a las condiciones ideales de una sociedad futura. Su fracaso recae en un factor
ya esbozado: la individualidad. Ese factor es la condición por la cual Heine renuncia a la
elaboración de un proyecto utópico. Su estatus de judío asimilado y su propia experiencia
vital le han configurado una personalidad concreta, proscrita y mal vista, que se concibe
y se auto representa de manera orgullosa y altiva desde la marginalidad. La utopía no sólo
encierra el peligro del poder totalitario, sino que conlleva la igualación más absoluta de
los individuos en el plano social y político, la negación de su experiencia vital concreta.
Su adhesión a la utopía sansimoniana respondía no sólo al atractivo estético y conceptual,
sino, sobre todo, a la concepción del artista y el intelectual. Los trabajadores del espíritu
eran una figura estratégica para reformar la espiritualidad de la sociedad, el paso previo
para la reforma de las condiciones materiales de ésta. Lo que Kant y Lessing llamaban
moralización, en el sansimonismo es reforma espiritual, enseñanza dogmática de belleza.
El talento del artista era la base sobre la que establecer la proyección del futuro: “Or la
misión de l’artiste est plutôt de sentir les faits vivants que de comprendre la portée des
idées qui sont destinées à les produire un jour”140.
55
marcó la ruptura total con las posiciones más radicales de los neohegelianos y su
separación definitiva con la Junges Deutschland. Su oposición al comunismo derivó de
la misma raíz142.
“Los más o menos líderes secretos de los comunistas alemanes son grandes
lógicos cuyos puntos fuertes vienen de la escuela hegeliana, y ellos son sin duda los más
capaces intelectos, las más enérgicas personalidades de Alemania. Estos doctores de la
Revolución y sus rigurosos y decididos discípulos son los únicos hombres en Alemania
que tienen vida en ellos, y me temo que el futuro les pertenece”143.
56
humanismo intransigente, en la búsqueda de una sociedad más justa e igualitaria en la que
hubiese lugar para todos, incluidos sus compatriotas los judíos. Si en lo estético se dedicó
a exterminar el rancio movimiento romántico, en lo identitario se mofó de los
Schneckenburger y los Hoffmann von Fallersleben, retorciendo los mitos fundacionales
del movimiento nacional. Las Guerras de Liberación y la batalla de las Naciones de 1813
se convirtieron para él en las Guerras de Liberación de la Humanidad iniciadas en 1789.
Se vanagloriaba de ser el más firme y voluntarioso combatiente por los principios nacidos
de la Revolución. Por ello se vio perseguido en Alemania, viéndose obligado a partir al
exilio. Su creencia en una alternativa social y democrática al autoritarismo imperante en
Alemania hizo que las fuerzas de la reacción y los nacionalistas se aliasen contra él en lo
político y lo literario.
57
verso y lo que Arnold Ruge exponía retóricamente como cuerpo programático de los
Deutsch-französische Jahrbücher.
Sin embargo, aunque Heine defendía una sociedad abierta e igualitaria en la que todos
pudiesen participar, no concebía la idea de una igualdad absoluta. ¿Dónde quedaba
entonces el arte si se igualaba a todos los individuos por un mismo patrón espiritual? Su
separación de la causa democrática coincidía con el período de penuria económica y
personal que le sobrevino a la vez que el ciclo revolucionario de 1848, una época en la
que ya se encontraba prácticamente aislado y en la que había perdido el contacto con los
jóvenes hegelianos. Su respuesta hay que verla como una consecuencia de la decepción
y el fracaso de los ideales que había esgrimido durante toda su vida. Es cierto que Manuel
Sacristán recomienda no hacer una lectura de su vida en este sentido, pero ella nos permite
comprender el final de la utopía en Heine, su truncamiento y la consciencia de la
imposibilidad de su realización. El repliegue sobre sí mismo lo deja ver en ciertos textos
elaborados hacia el final de su vida, cargados de un fuerte individualismo alejado ya de
cualquier cuestión social seria. No obstante, este truncamiento debemos entenderlo sólo
en lo político en composiciones como la del poema El Buen Miguel después de Marzo.
58
5. Anexos
Textos 3.1.
Fragmento 1:
Estos fragmentos extraídos de Atta Troll ilustran la crítica que realiza Heine a la falsa
autonomía artística de lo que denominó Tendenzpoesie. Son distintas descripciones de la
vida y el periplo del oso en los que expone la dependencia de los intelectuales y de los
poetas de la autoridad, de la tendencia ideológica imperante y del autoengaño en el que
prefiere vivir.
¡Atta Troll, que antes vivió / como un orgulloso príncipe / en las libres cumbres,
baila / en el valle ante la plebe!
¡Y además debe bailar / por vil dinero quien antes, / rebosando majestad, / se
sintió el dueño del mundo (Heine, 2011:33)
¡A él se lo debía todo, / la vida incluso ¿no había / rechazado por cien táleros /
vender la piel de Atta Troll? (Heine, 2011:39)
El carácter profético de Heine viene dado, en muchas ocasiones, más por las lecturas que
se han hecho de su obra y las relaciones establecidas con hechos posteriores de la historia
alemana. Lepenies, Adorno o Arendt son sólo algunos que han visto estas interrelaciones
entre poesía e Historia. Los siguientes fragmentos que ofrecemos son algunos de estos
escritos donde se puede observar dichas predicciones, sin olvidar aquella sentencia de su
poema Almansor, “ahí donde se queman libros se acaba quemando también hombres”,
que más tarde se relacionó con la quema de libros de la Bebelplatz y la Shoa.
Fragmento 2:
“El pensamiento precede a la acción como el rayo al trueno. El trueno alemán es, claro
está, alemán, lo que quiere decir que no es muy ágil y será algo tardo en llegar; pero llegar, llegará,
y cuando lo oigáis tronar, cuando oigáis tronar como nunca jamás ha tronado en la historia del
mundo, sabed que el trueno alemán ha alcanzado finalmente su meta. Por el ruido caerán las
1
águilas muertas del cielo […]. Se representará entonces en Alemania una pieza en comparación
con la cual la Revolución Francesa parecerá un idilio inocente.” (Heine, 2008:209)
Fragmento 3:
Textos 3.2.
En los escritos de Heine aparecen numerosas críticas a las figuras capitales del
nacionalismo alemán decimonónico, especialmente a sus promotores y poetas. Son los
casos de Ludwig Jahn (1778-1852), pedagogo y padre de la gimnasia moderna; Ernst
Moritz Arndt (1769-1860), poeta nacionalista y autor del Catecismo del soldado alemán,
obra con elementos antifranceses (Abellán, 1997:33); Heinrich Luden (1778-1847),
historiador y profesor en la universidad de Jena que creo la Urburschenschaft; y Hans
Massman (1797-1872), discípulo de Jahn, fue filólogo y pedagogo introductor de la
gimnasia en el sistema educativo. El fragmento que ofrecemos a continuación es
significativo del nacionalismo que estaban construyendo.
Fragmento 1:
Görres, Jahn, y Ernst Moritz Arndt, los tres devorafranceses más famosos, una especie
muy graciosa de perros de caza a los que el famoso patriota Börne había dado ese nombre en su
libro Menzel, el devora franceses. El susodicho Menzel […] editó un diario en el que todos los
días degollaba a media docena de franceses y se los tragaba enteros; Cuando había devorado a
sus seis franceses, solía a veces comerse además a un judío para que le quedará un buen sabor de
boca.” (Heine, 2006:31-32)
Fragmento 2:
2
Antes Moisés no me había gustado especialmente, tal vez porque el espíritu helénico
prevalecía en mí, y yo no perdonaba al legislador de los judíos su odio a todas las imágenes, a la
plástica. No vi que Moisés, a pesar de su hostilidad al arte, era, no obstante, un gran artista y
poseía el verdadero espíritu del artista. Sólo que en él este espíritu estaba orientado únicamente a
lo colosal e indestructible, igual que sus paisanos egipcios. Pero no hizo sus obras de arte de
ladrillo y granito como los egipcios, sino que construyó pirámides humanas, cinceló obeliscos
humanos, cogió una tribu de pobres pastores e hizo de ella un pueblo que a su vez habría de seguir
siendo activo a través de los siglos, un pueblo grande, eterno, sagrado, un pueblo de Dios, que
podía servir a otros pueblos de modelo, e incluso a toda la humanidad de prototipo: ¡creó Israel!
(Heine, 2006:69)
Fragmento 3:
Los judíos siempre fueron hombres, poderosos, indomables, no sólo entonces, sino hasta el
día de hoy, a pesar de dieciocho siglos de persecuciones y de miseria. Desde entonces he
aprendido apreciarlos mejor, y si el orgullo de la cuna no fuera una loca la contradicción entre los
paladines de la revolución y sus principios democráticos, el autor de estas páginas podría estar
orgulloso de que sus antepasados pertenecieran a la noble casa de Israel, de ser un descendiente
de aquellos mártires que dieron al mundo un Dios y una moral, y que lucharon y sufrieron en
todos los campos de batalla del pensamiento. (Heine, 2006:70)
Textos 3.3.
Respecto a la libertad de prensa en Heine evoluciona desde la frontalidad con la que
aborda el tema hasta el uso de la ironía para hacer inocua las críticas a los ojos de la
oficina confederal de Maguncia encargada de esta labor entre 1819 y 1848. Los tres
primeros fragmentos que ofrecemos permiten observar la evolución literaria de esta
defensa. El primero y el segundo pertenece a Sobre la historia de la religión y la filosofía
en Alemania y a la Introducción al texto de Kahldorf sobre la nobleza, en cartas al conde
Magnus von Moltke. Mientras que el tercero pertenece a Deutschland y da cuenta de la
ironía poética.
Fragmento 1:
Fragmento 2:
Sin duda, la clara luz del Sol de la libertad de prensa es para los esclavos, que aguantan mejor en
la oscuridad los supremos puntapiés, tan fatal como para el déspota que no ve con gusto que se
3
ilumine su solitaria impotencia. Es cierto que la censura es muy agradable para dicha gente. Pero
no es menos cierto que la censura, favoreciendo un tiempo al despotismo, al final lo destruye
junto con el déspota, y que allí donde se economiza la guillotina de ideas también pronto se
introduce la censura de las personas. (Heine, 2008:230-231)
Fragmento 3:
En la cabeza llevo joya, / los diamantes de la corona del porvenir, / las alhajas del
templo del nuevo dios, / del gran desconocido
Fragmento 4:
Respetaré y honraré vuestros colores cuando se lo merezcan, cuando dejen de ser un jueguecito
para ociosos o serviles. Plantar la bandera negra, rojo y oro a la altura del pensamiento alemán,
haced de ella el estandarte de la humanidad libre, y derramaré por ella la mejor sangre de mi
corazón. Tranquilizaos, yo amo a la patria tanto como vosotros. Por ese amor he pasado trece
años de mi vida en el exilio, y justamente por ese amor vuelvo a irme al exilio, quizá para siempre,
en todo caso sin lloriquear ni torcer el gesto y poner cara de mártir. Soy amigo de los franceses,
como soy amigo de todos los seres humanos cuando son razonables y buenos, y porque yo mismo
no soy tan bobo, tan malvado como para desear que mis alemanes y los franceses, los dos pueblos
elegidos de la humanidad se partan los pescuezos […].
Alsacia y Lorena no puedo anexionarlas realmente al imperio alemán tan fácilmente como lo
hacéis vosotros, pues las gentes de esos territorios están muy ligadas a Francia por los derechos
que ganaron gracias a la revolución francesa, debido a esas leyes igualitarias y a las instituciones
libres que tan gratas les son al ánimo de la burguesía pero qué, sin embargo, tanto dejan que desear
para el estómago de la gran mayoría. No obstante, cuando nosotros completemos lo que los
franceses empezaron, cuando les aventajamos en la acción, como ya lo hemos hecho en el
pensamiento, cuando seamos capaces de llegar hasta las últimas consecuencias de éste, […], sí,
no solo Alsacia y Lorena, sino toda Francia nos caerá en suerte entonces, toda Europa, el mundo
entero … ¡el mundo entero será alemán! Con esta misión y dominio universal de Alemania sueño
a menudo cuando paseo bajo los robles. Este es mi patriotismo. (Heine, 2009:10-11)
4
La crítica a la fragmentación de Alemania en múltiples Estados soberanos independientes
es recurrente en muchos de sus textos y composiciones, una fragmentación que desde el
Romanticismo político continuaba apelando al Imperio medieval.
Fragmento 5:
El siguiente fragmento que añadimos viene dado por su carácter sintético y por la
hilaridad que presenta para mofarse de todo el contenido del Romanticismo político.
Fragmento 6:
Como títeres meneaban / los huesos hace tiempo muertos; /olían a moho y
también /a vapores de incensario.
Le di por respuesta una carcajada: / ¡En vano te incomodas! / “Veo que en todas
tus relaciones / perteneces al pasado.”
Textos 3.4.
La fuerte influencia de la Revolución Francesa, tanto la de 1789 como la de 1830, se dejó
sentir en todo el movimiento literario del pre marzo alemán. El primer fragmento que
ofrecemos refleja esta influencia y las impresiones ejercidas en Heine, una constante en
sus textos de 1828 a 1843. Otros autores relevantes en los que podemos encontrar esta
influencia sería el dramaturgo Georg Büchner y su Dantons Tod. También podemos
5
mencionar algunas obras para profundizar sobre esta cuestión, sea el caso de la obra de
Jordi Jané, Recepción de la Revolución Francesa: literatura jacobina alemana (1989).
Fragmento 1:
Lo curioso es que el impulso práctico de nuestros vecinos del otro lado del Rin tenía, con
todo, una afinidad electiva propia con nuestros sueños filosóficos en la tranquila Alemania. Al
comprar solo la historia de la Revolución Francesa con la historia de la filosofía alemana habría
que creer esto: los franceses, a quienes les compete tantos asuntos reales, aunque deberían
permanecer completamente despiertos, entre tanto nos habían rogado dormir y soñar por ellos, y
nuestra filosofía alemana no es, según ellos, otra cosa que el sueño de la Revolución Francesa.
Nosotros habríamos roto con lo existente con la tradición en el reino del pensamiento, del mismo
modo que los franceses lo hicieron en el terreno de lo social. (Heine, 2008:226)
Fragmento 2:
Los grises emigrantes que habían intrigado constantemente contra el dominio de la razón y de las
ideas, a saber: el misticismo, el pietismo, el jesuitismo, la legitimidad, el romanticismo, la
teutomanía, la confortabilidad; hasta qué Hegel, el Orleans de la filosofía, fundó o, más bien,
formó un nuevo tipo de gobierno, un gobierno ecléctico, donde el mismo no obstante significaba
poco, pero qué le colocaba en la cúspide, y donde él asignaba una posición fija, constitutiva, a los
viejos jacobinos kantianos, a los bonapartistas fíchteanos, a los pares schellingianos y a sus
propias criaturas. (Heine, 2008:227)
Las concepciones sobre la Revolución en Heine son siempre difusas, pero hay
determinados fragmentos en los que alumbra con gran claridad
Fragmento 3:
147 Esta primera parte del texto fue eliminada por la censura en el momento de publicación.
6
Saint-Just -le pain es le droit du peuple-, suena para nosotros así: le pain est le droit divin de
l’homme. (Heine, 2008:123)
Textos 3.5.
La melancolía en Heine, aquello que propicia el pensamiento, se manifiesta siempre a
través del canto, la lírica bajo la forma de lied. Forma que también permite ahuyentar
dicha melancolía y elaborar
Fragmento 1:
Cantaba del valle de lágrimas terrenal, / de alegrías pronto deshechas, / del más
allá, donde el alma goza / radiante en la gloria eterna.
Cantaba la vieja copla de la resignación, / el tralaralá del cielo / con que se arrulla,
cuando lloriquea, / al pueblo, ese gran trasto.
Conozco la música, conozco la letra / y a los señores que la han escrito; / sé que
a escondidas bebían vino / y en público predicaban agua.
Otra canción, nueva y mejor, / amigos, quiero componeros. / Aquí en la tierra
queremos fundar / nosotros el reino de los cielos.
Queremos ser felices aquí / y no pasar más hambre; / el vientre perezoso no debe
atiborrarse / de lo que produjeron manos laboriosas.
Crece aquí abajo suficiente pan / para todos los hijos de los hombres, / también
rosas y mirtos, belleza y placer, / y no menos guisantes dulces.
¡Sí, guisantes para todo el mundo / en cuánto estallen las vainas! / El cielo se lo
dejamos / a los ángeles y a los gorriones. […]
¡Un canto nuevo, un canto mejor, / cómo de flautas y violines! / Ni el Miserere
suena ya / ni doblan las campanas. (Heine, 2009:19-21)
Fragmento 2:
Mi miedo este último de verdad que no tiene nada en común con el temor del hombre
afortunado que tiembla por sus capitales, o con la aflicción de los industriales que temen verse
frenados en sus negocios de explotación: no, a mí me angustia más el temor secreto del artista y
del erudito que ve amenazada toda nuestra civilización completamente moderna, las esforzadas
7
conquistas de tantos siglos, el fruto de los más nobles trabajos de nuestros predecesores, con la
victoria del comunismo. No obstante, empujados por la corriente de magnánimos sentimientos
podemos sacrificar los intereses del arte y la ciencia, si, todos nuestros intereses particulares, en
aras del interés común del pueblo apenado y oprimido: pero nunca más podremos ocultar que nos
espera cuánto la gran masa en bruto, que unos llaman el pueblo, otros el populacho, y que ya
hace tiempo proclamó su legítima soberanía coma llegue a gobernar realmente punto muy
especialmente siente el poeta un tremendo error ante la llegada al Gobierno de este torpe soberano.
(Heine, 2006:50)
8
6. Bibliografía
Obras de Heine
- Heine, H.:
o (1994). De la France. Saint-Amand (Cher), Gallimard.
o (1995). Gedichte-Auswahl. Antología poética (bilingüe). Edición y
traducción de Berit Balzer. Madrid, Ediciones de la Torre.
o (1998). De l’Allemagne. Saint-Amand (Cher), Gallimard.
o (1998). Nouveaux poèmes. Saint-Amand (Cher), Gallimard.
o (2006). Confesiones y memorias. Traducción y notas de I. Hernández.
Valladolid, Alba Editorial.
o (2008). Sobre la Historia de la religión y la filosofía en Alemania. Edición
de Juan Carlos Velasco. Madrid, Alianza Editorial.
o (2009). Alemania. Un cuento de invierno / Deutschland. Ein
Wintermärchen. Traducción y glosario de Jesús Munárriz. Madrid,
Ediciones Hiperión.
o (2010). La escuela romántica. Edición de Juan Carlos Velasco. Madrid,
Alianza Editorial.
o (2011). Atta Troll. El sueño de una noche de verano / Ein
Sommernachstraum. Traducción, presentación y glosario de Jesús
Munárriz. Madrid, Ediciones Hiperión.
o (2011). Lutezia. Traduction, annotation et Postface de Maria-Ange
Maillet. París, Les Éditions du Cerf.
Obras de consulta
- Abellán, J. (1997). Nación y nacionalismo en Alemania: la "cuestión alemana"
(1815-1990). Madrid, Tecnos.
- Adorno, Th. (2003). “La herida Heine”, en Adorno, Th. Notas sobre literatura.
Madrid, Akal.
- Arendt, H. (2020). La tradición oculta. Madrid, Paidós Ibérica.
- Aristóteles. (2018). Poética. Madrid, Alianza Editorial.
- Aub, M. (2000). Heine. Castellón, Fundación Max Aub.
- Berlín, I. (2015). Las raíces del Romanticismo. Barcelona, Taurus.
- Burdiel, I. et Serna, J. (1996). La historia cultural o Por qué los historiadores
deberíamos leer novelas. Valencia, Editorial Episteme.
- Calvié, L. (2006). Le soleil de la liberte. Henri Heine (1797-1856). París, Presses
de l’Université París-Sorbonne.
- Charle, C. (2000). Los intelectuales en el siglo XIX. Madrid, Siglo XXI.
- Chartier, C. (2008). Escuchar a los muertos con los ojos. Capellades, Katz.
- Clark, C. (2016). El reino de hierro. Auge y caída de Prusia. 1600-1947. Madrid,
La Esfera de los Libros.
- Droz, J.:
o (1971). Historia de las doctrinas políticas en Alemania. Madrid, Aguilar.
o (1976). Historia general del socialismo. (director J. Droz). Barcelona,
Ediciones Destino.
o (1979). Europa: Restauración y revolución 1815-1848. Madrid, Siglo
XXI.
- Duroselle, J.B. (1991). Europa de 1815 a nuestros días. Vida política y relaciones
internacionales. Barcelona, Editorial Labor, Nueva Clío.
- Fichte, J.G. (1984). Discursos a la nación alemana. Barcelona, Ediciones Orbis.
- Ginzburg, C. 1991. El queso y los gusanos. Barcelona, Muchnik Editores.
- Gumbrecht, H.U.; Koselleck, R.; et Stuke, H. (2018). Il·lustració, progrés i
modernitar. Història del conceptes. Valencia, Institución Alfons el Magnànim-
Centre Valencià d’Estudis d’Investigació.
- Hauser, A.:
o (1965). El manierismo. La crisis del Renacimiento y los orígenes del arte
moderno. Madrid, Guadarrama.
o (1969). Historia social de la Literatura y el Arte. Vol.2. Madrid,
Guadarrama.
- Hobsbawm, E. (1997). La era de la Revolución. Barcelona, Crítica.
- Koselleck, R. (2007). Crítica y crisis. Un estudio sobre la patogénesis del mundo
burgués. Madrid, Editorial Trotta.
- Lepenies, W.:
o (2007). ¿Qué es un intelectual europeo? Barcelona, Galaxia Gutenberg-
Círculo de Lectores.
o (2008). La seducción de la cultura en la historia alemana. Madrid, Akal.
- Lessing, G. E.:
o (1985). Laocoonte o sobre los límites en la pintura y la poesía. Barcelona,
Ediciones Orbis.
o (2009). Nathan el Sabio. Pinto, Akal.
- Magris, C. (2004). El Danubio. Barcelona, Anagrama, págs. 62-64.
- Marcuse, H. (2017). Razón y Revolución. Madrid, Alianza Editorial.
- Marías, J. (1989). “Un escorzo del Romanticismo”, en Marías, J. Generaciones y
constelaciones. Madrid, Alianza Editorial, págs. 221-242.
- Marx, K. (1985). El 18 de Brumario de Luis Bonaparte. Barcelona, Sarpe.
- Marx, K. et Ruge, A. (1973). Los anales franco-alemanes. Barcelona, Ediciones
Martínez Roca.
- Mosse, G. L. (1997). La cultura europea del siglo XIX. Barcelona, Ariel.
- Sacristán, M. (1985). “Heine la consciencia vencida”, en Sacristán. M. Lecturas:
Panfletos y materiales IV. Madrid, Icaria.
- Schiller, F. (2018). Cartas sobre la educación estética de la Humanidad.
Acantilado, Barcelona,
- Soboul, A. (1993). La Francia de Napoleón. Barcelona, Critica.
- Torre del Río, R. de la (2015). El Congreso de Viena (1814-1815). Madrid, La
Catarata.
- Tilly, C.
o (1997). El siglo rebelde, 1830-1930. Zaragoza, Prensa universitaria de
Zaragoza.
o (1998). “Conflicto político y cambio social”, en Ibarra Güell, P. et Tejerina
Montaña, B. (editores) Los movimientos sociales: transformaciones
políticas y cambio cultural. Madrid, Editorial Trotta.
- Vedda, M. (editor) et Setton, R. (colaborador). (2009). Ensayistas alemanes del
siglo XIX. Una antología. Buenos Aires, Editorial de la Facultad de Filosofía y
Letras – Universidad de Buenos Aires.
- Zweig, S. (1947). La lucha contra el demonio. Buenos Aires, Editorial Tor.
Artículos
- Dewitte, P. (2005). “1830-1848. “Les bannis de l'Allemagne”, en Hommes et
Migrations, n°1257, págs. 29-33.
- Domínguez Hernández, J. (2009). “Lo romántico y el romanticismo en Schlegel,
Hegel y Heine”, en Revista de Estudios Sociales, nº34, págs. 46-58.
- Grafinger Christine Maria. (2009). “La censure en Autriche”, en Mélanges de
l'Ecole française de Rome. Italie et Méditerranée, tomo 121, n°2, págs. 371-377
- Gimber, A. (2011). “París y el exilio de Heine”, en Revista de Filología
Románica, Anejo VII, págs. 129-135.
- Hammen, O.J. (1946). “The Failure of an Attempted Franco-German Liberal
Rapprochemente 1830-1840” en The American Historical Review, vol.52, Nº1,
54-67.
- Hess, J.A. (1931). Heinrich Heine and the French. The Modern Language Journal,
vol.16, Nº3, págs.193-203.
- Iggers, G.G. (1958). Heine and the Saint-Simonians: A Re-Examination.
Comparative Literature, vol.10, Nº4, págs. 289-308.
- Julien, P. (1998). Heine et la morphin. Revue d'histoire de la pharmacie, n°317,
págs. 94-95.
- Levi, G. (1989). Les usages de la biographie. Annales. Economies, sociétés,
civilisations, Nº6, págs. 1325-1336.
- Mah, H. (1990). The French Revolution and the Problem of German Modernity:
Hegel, Heine, and Marx. New German Critique, Nº50, págs. 3-20.
- Mayer, H. et Zipes, J. (1973). Heinrich Heine, German Ideology, and German
Ideologist. New German Critique, Nº1, págs. 2-18.
- Oesterle, I. (1998). Les «Lettres de Paris»: un genre heinéen. Romantisme, n°101,
págs. 73-83.
- Paganelli, P. (2017). El desgarro-Heine: espiritualismo y sensualismo como
tensión en tres relatos. Anuario de Literatura, vol. 22, Nº1, págs. 128-150.
- Sammons, J. L. (1973). Phases of Heine Scholarship” en The German Quaterly,
vol.46, Nº1, págs. 56-88.
- Zantop, S. (1987). Re-presenting the Present: History and Literature in
Restoration Germany. MLN, vol.102, Nº3, págs. 570-585.
Enlaces Web
- Archivo Estatal de Turingia: http://stadtarchiv.goettingen.de/personen/heine.htm
- Heine, H. (1851) Testament. En línea:
http://www.zeno.org/Literatur/M/Heine,+Heinrich/Autobiographisches/Testament
[Consultado el 15 de febrero de 2020].
- Heinrich-Heine-Institut Archiv: https://www.duesseldorf.de/heineinstitut/archiv-
bibliothek-dokumentation/archiv/?L=0
- Heinrich-Heine-Portal: http://germazope.uni-trier.de:8080/Projekte/HHP/
- Zeno.org. Meine Bibliothek: http://www.zeno.org/Literatur/M/Heine,+Heinrich