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Primera Fase Del Gobierno Revolucionario de La Fuerza Armada

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PRIMERA FASE DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO DE LA FUERZA

ARMADA

El Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas (1968-1980) fue un período de


régimen militar en la historia del país, dirigido bajo un gobierno nacionalista
conformado por miembros de las Fuerzas Armadas, encabezado por el general Juan
Velasco Alvarado, tomando el poder político mediante el golpe de Estado del 3 de
octubre de 1968.
El Gobierno Revolucionario tuvo dos fases: La primera, bajo el liderazgo de Juan
Velasco Alvarado y la segunda, tras el relevo en el poder por Francisco Morales
Bermúdez.
El 29 de agosto de 1975, el General Francisco Morales Bermúdez, entonces presidente
del Consejo de ministros, lideró un golpe de estado desde la ciudad de Tacna y derrocó
a Velasco en una acción que se conoció como el Tacnazo. Para la realización de esta
acción, Morales Bermúdez alegó la mala situación económica que atravesaba el país y
la deteriorada salud de Velasco.
En la tarde de ese mismo día Velasco abandonó Palacio de Gobierno y se marchó
pacíficamente a su residencia de Chaclacayo. Oficialmente, se le consideró “relevado”
del alto mando. No hubo manifestación alguna a su favor.
En este periodo de tiempo, el gobierno inicio un proceso rápido de reformas. En primer
lugar, tenemos la reforma agraria, se dio a partir de 1969, implementándose una serie de
medidas con el objetivo de transformar el contexto social del país, a través de un cambio
en el sistema de distribución equitativa de la propiedad rural, esta distribución se
proporcionó entre campesinos y ´pequeños agricultores organizados en cooperativas y
sociedades agrícolas. En segundo lugar, está la reforma de la vivienda, debido a las
grandes migraciones del campo a la ciudad, las condiciones en que estos vivían y la
marginación, el estado se vio obligado a crear el ministerio de vivienda, con el objetivo
de brindarles mejores condiciones de vida, desarrollándose programas para que estos
puedan acceder a los servicios básicos como agua, desagüe y electricidad, además crear
programas estructurales para las viviendas económicas. En tercer lugar, tenemos a la
reforma de transporte y comunicaciones, el Perú era dependientemente de las los
transportes extranjeros, por estos motivos se creó la compañía AEROPERÚ, la
compañía de vapores y la empresa ENAPU encargada de la administración de los
puertos, así mismo se desarrollaron los servicios públicos de comunicación con el
objetivo de unificar el sistema nacional eficiente, seguro y económico, en el contexto de
comunicaciones los programaciones radiales y televisivas estuvieron obligadas a
transmitir programas de cultura y arte del país, además las noticias que difundían en los
medios tenían que ser tanto en castellano como que en quechua. En cuarto lugar,
tenemos a la reforma educativa, en el gobierno revolucionario la educación se encontró
entre las primeras prioridades, se debía realizar una reforma educativa que lograra la
creación de una nueva sociedad, con el objetivo que el hombre reconozca su derecho a
la educación sin discriminación alguna.
La reforma agraria peruana fue una de las más radicales de América del Sur. Las
condiciones internas para su realización se presentaron en los años cincuenta del siglo
recién pasado y fueron varias: (a) las migraciones del campo a la ciudad se
incrementaron significativamente, y en las clases urbanas acomodadas apareció el temor
a la formación de ‘cinturones de pobreza’ que empezaban a rodear las principales
ciudades; (b) las recurrentes y masivas manifestaciones reivindicativas de campesinos,
muchas de las cuales culminaron en la toma de tierras de las haciendas; (c) una extrema
concentración de la propiedad de la tierra, la pobreza omnipresente de la población rural
y la difusión de relaciones laborales preca- pitalistas, particularmente en la sierra; (d) la
necesidad de ampliar los mercados para una industria en gestación, que no podía
desarrollarse en un medio rural con esas características. La clase política conservadora,
reacia a la idea misma de una reforma agraria, se vio obligada a aplicar alguna forma de
intervención para modificar la estructura de la propiedad. Así, en las décadas de 1950 y
1960 una serie de hechos dieron inicio a la transformación del campo peruano.
En 1956 un Gobierno de derechas formó una comisión para la reforma agraria y la
vivienda; en 1962 una Junta Militar de Gobierno dio una ley de reforma agraria que, en
la práctica, convalidaba la ocupación de tierras por campesinos en los latifundios de los
valles de La Convención y Lares, en el departamento del Cusco; en 1964 un Gobierno
democrático aprobó una Ley de Reforma Agraria que debía tener alcance nacional pero
que, a falta de decisión política, fue tímidamente aplicada; en 1969, por último, un
Gobierno Militar expidió y ejecutó una nueva Ley de Reforma Agraria, esta vez con el
respaldo de la institución que era y sigue siendo la más organizada del país: las Fuerzas
Armadas.
Por último, en 1968, Los militares peruanos derrocaron al presidente Belaúnde Terry.
La intervención del ejército en la vida política de Perú no era novedad. Sin embargo, el
golpe de Estado de 1968 representó un giro, pues la intención del nuevo presidente,
general Velasco Alvarado, y de sus asesores más próximos, no era solamente la de
supervisar una transición hacia otro gobierno civil, si-no la de iniciar un proceso de
profundas y radicales reformas económicas y sociales. Esta aspiración era inusitada en
uno de los países latinoamericanos más tradicionalistas. El curso inestable de los doce
años subsecuentes traería más sorpresas aún, y para colmo el electorado peruano habría
de reelegir, en1980, al hombre derrocado en 1968. Sería difícil imaginar un repudio a
los militares más decisivo y humillante.
El análisis de cualquier gobierno militar debe basarse firmemente en características
locales y específicas. A pesar de múltiples esfuerzos por generalizar, sorprende que sean
tan pocas las características comunes a las intenciones políticas de gobiernos militares
diferentes, inclusive cuando existen entre ellos similitudes marcadas de estilo y de
comportamiento político. En los años sesenta, Perú resultaba atípico en América Latina
por varias razones, y se podría ver al gobierno militar como un intento de romper las
ataduras del pasado para integrar a Perú a la corriente del desarrollo latinoamericano.

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