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GÓMEZ REDONDO, La Clerezía Cortesana de Alfonso X
GÓMEZ REDONDO, La Clerezía Cortesana de Alfonso X
GÓMEZ REDONDO, La Clerezía Cortesana de Alfonso X
Preliminares
Siendo esto así, lo que me interesa examinar aquí es una curiosa deriva-
ción terminológica que se produce en el reinado alfonsí y que afecta a la misma
fijación de la voz «literatura» que, sin duda, no se hubiera concebido sin la cons-
trucción del orden de la «historia» y la determinación de un modelo estable de
«lengua castellana», de esa propuesta de nombrar la realidad y de registrarla con-
forme a los valores de un pasado literario que era preciso descubrir y aprove-
char en el presente. A lo largo de la primera mitad del siglo xiii, el término que
designa el conjunto de saberes de ese pasado y de las disciplinas necesarias para
sistematizarlo es el de «clerezía» que coincide, ya en el Libro de Alexandre, con
el de «savieza» o ‘sabiduría’; estos autores clericales se llaman «clérigos», «maes-
tros», pero también «letrados»; de ahí que el concepto que yo haya acuñado para
identificar el sistema cultural alfonsí sea el de «clerezía cortesana» porque todo
ese mosaico de artes y de materias se pone al servicio de un proyecto político de
integración cultural detrás del que emerge la figura de un rey letrado.
Como ya es sabido, tanto la alta nobleza del reino como los principales
prelados se opusieron a la configuración de este modelo cultural de carácter
integrador, unos por el regalismo con que era definida la historia –de donde
buena parte de las derivaciones nobiliarias de la Estoria de España a lo largo del
siglo xiv–, otros por los excesos cometidos por Alfonso en su deseo por aden-
trarse en el dominio de la «natura». Aparece clara, para estos grupos disidentes, la
necesidad de controlar o limitar esta pluralidad de intenciones y de saberes que
se está instigando desde la corte regia. Por una parte, la recuperación y la reela-
boración de las principales tramas de la materia épica tienen que ver con este
deseo de recobrrar un imaginario cultural diferente al acotado por Alfonso en el
1
Síntesis de F. Gómez Redondo, «The Court of Alfonso X», en Fernando Cabo Aseguinolaza,
Anxo Abuín y César Domínguez, eds., A Comparative History of Literatures in the Iberian Peninsula,
Ámsterdam, John Benjamin, 2010-2011, en prensa.
espacio de sus crónicas; por otra, la aparición del término de «letradura» señala
el valor preciso con que ese orden de conocimientos, de raíz clerical y afirmado
en el dominio del latín, debe ser aprendido y utilizado precisamente por los
miembros de la Iglesia. Todas las ocurrencias, menos una, del término «letra-
dura» están vinculadas a la trama legislativa, a las secciones de Partida I –en sus
dos redacciones– o del Setenario referidas al derecho canónico, tanto en lo que
concierne a la formación sacerdotal como al desarrollo del orden sacramental.
La única ocasión en que «letradura» se emplea fuera de ese contexto jurí-
dico es en la Estoria de España, en su primera parte, en la sección de la historia
de Roma, en la materia referida a Constantino, como medio de describir a uno
de sus enemigos, a su cuñado Licinio; así, se señala en el cap. 321:
E fue este Licinio omne much escasso et muy cobdicioso et muy duro et much
áspero et bravo y esquivo et no sofrido en ninguna cosa, e era muy luxurioso. Et
queríe grand mal la letradura, et esto era por que lo él no podíe aprender, et por
esto dizíe siempre mal del saber et mayormientre del derecho porque andavan los
omnes en pleitos, ca dizíe que no era ál sino pestilencia del pueblo (I, 193b, 33-43)2.
2 La fuente del episodio es Pablo Diácono, Historia miscella, col. 909. Se cita por Primera Crónica
General de España, ed. de Ramón Menéndez Pidal (1ª ed.: 1906; 2ª ed.: 1955), Madrid, Gredos,
1977, 2 vols., con indicación de tomo, página, columna y líneas.
3 Así precisaba entonces: «El dominio de estos saberes se explicita con un término de gran
precisión: letradura, denominación cuyo valor significativo sería más amplio que el de literatura
empleado hoy en día, ya que cubriría todas las doctrinas vinculadas a la palabra en su concepción
humanística», 56-57; ver «Terminología genérica en la Estoria de España alfonsí», en Revista de
Literatura Medieval, 1 (1989), 53-75.
Esleer no deven pora obispo ni pora otro prelado de los mayores omne que no
sea letrado, pero esto mesuradamientre. Ca por no aver en sí grand clerizía, no·l’
pueden desechar, tanto que sepa fablar latín e entienda lo que leyere porque
pueda preigar al pueblo e darles consejos de sus almas e yudgar los pleitos de
Sancta Eglesia segund manda el derecho (Título v, ley xxii, 79)4.
Elegir no deven para obispo ni para otro perlado de los mayores que desuso son
dichos honbre que no sea letrado, pero por no aver en sí grand letradura non
pueden desecharlo, salvo que sea letrado comunalmente de guisa que cumpla el
oficio que ha de fazer (39vb)5.
Postulación e elección son sendas cosas. Ca postulación quier’ tanto dezir cuemo
demandança e elección cuemo escogencia. Pero postulación es carrera por o
pueden venir a elección. Mas con todo esto no deven fazer la postulación sino
en aquellos que ovieren algunos de los embargos que dize en esta ley. Empero
Sancta Eglesia tovo por bien de mostrar primeramientre cuáles deven seer pos-
tulados e desí mostró a quién los deven demandar e estableció qué postulación
pudiessen fazer de los que no oviessen edat de treinta años complidos e otrossí
de los que no oviessen dado orden de epístola a lo menos, o que no fuessen
nacidos de casamiento de bendiciones, o los que no oviessen letradura cual per-
tenesce pora obispo (81).
4 Ver Primera Partida (Manuscrito Add. 20787 del British Museum), ed. de Juan Antonio Arias Bonet,
Valladolid, Universidad, 1975.
5 Se cita por la ed. preparada y glosada por Gregorio López en 1555 y reproducida en Madrid,
BOE, 1974.
Postulación tanto quiere dezir como demandançia e es otra manera para fazer
perlado e ésta non deve ser fecha sinon en aquellos que ovieren algunos de
estos enbargos señalados porque non pueden ser elegidos, assí como los que no
oviesen edad de treinta años complidos, e otrosí de los que nom han orden de
epístola a lo menos, e que non fuessen nascidos de legítimo matrimonio, o que
non oviessen la letradura que les pertenesce para obispos» (40rb).
Qué pena han los prelados que dan los beneficios de Sancta Eglesia a clérigos que no los
merecen.
Costumbres buenas a letradura deven aver los clérigos a qui dieren los prelados
los beneficios de las eglesias e que sean tales que puedan e quieran fazer a Dios
servicio en ellas... (343-344).
Et por ende deve ý parar mientes el penitençiador qué persona es aquel que se
le confiessa, primeramiente en su hedat, si es moço o mançebo o viejo, et desí
en estado de su cuerpo, si es sano o enfermo, o rezio o flaco, o gruesso o magro,
o lazrado o viçioso; otrossí en estado de su fazienda, si es clérigo o lego o sin
letradura, o casado o por casar, o rico o pobre, o libre o siervo (201-202)6.
Los «legos» son, por tanto, los que carecen de «letradura» por oposición a
los «clérigos»; un nuevo matiz ofrece la segunda versión de Partida I:
...cuál es el pecado que fizo aquel que se le confiessa, e de qué edad es el peca-
dor, si es mancebo o si es viejo, o sano o doliente, o libre o siervo, o rico o pobre,
o clérigo o lego, o letrado o sin letradura, o perlado o otra persona menor, o en
qué lugar fizo el pecado... (IV.xxiv, 22rb-va).
6 Se cita por la ed. de Kenneth H.Vanderford, Buenos Aires, Instituto de Filología, 1945.
E saber deves escojer cuáles son los omnes con que fables en seso, o con cuáles
fables en juglería o en escarnio, o cuáles son para fablar con ellos en trobar, o
cuáles son para cantar, o cuáles son letrados para fablar con ellos en letradura,
o cuáles son para fazer el ofiçio de Santa Eglesia, o cuáles son para bofardar e
lançar, e cuáles son para tomar armas o para justar, o cuáles son para jugar tablas
o axedrezes o otros juegos que ý ha, o cuáles son para caçar que son sabidores
de caça, o cuáles son para correr monte, o cuáles son aquellos a que deves fazer
honrra, segund son sus estados e sus bondades, o de cuáles te has de reír o a fazer
escarnio, o de cuáles lo non deves fazer (169)7.
El buen perlado cuanto más loado fuere tanto más le terná pro para el ofiçio que
ha de fazer. E cuanto mejor entendiere por letradura lo que dize e lo que faze,
tanto más lo preçian e más se pagarán d’él. Que orden de ser perlado es muy
buena e muy provechosa para el cuerpo e para el alma del bien que usa d’ella e
la bien mantiene (180).
7 Cito por Castigos del rey don Sancho IV, ed. de Hugo O. Bizzarri, Madrid-Frankfurt, Iberoame-
ricana-Vervuert, 2001.
el mismo conocimiento que la corte garantiza– tiene que protegerse de los que
no la merecen; así, en el cap. xxxix, Sancho recomienda a su hijo que se aparte
de los necios en cuanto personas ajenas al entendimiento:
El nesçio non puede fazer cosa de que el entendido se pague. El omne enten-
dido olvida lo que sabe e lo que entiende cuando fabla con el nesçio e non
vee la ora que se parta d’él. El entendido grand sabor toma cuando falla otro
entendido con que fable en su entendimiento. Bien así como el que es letrado
que se paga mucho de fablar en letradura con letrado, otrosí el mançebo págase
mucho cuando falla otro mançebo con que fable e faga su mançebía, otrosí el
juglar págase mucho cuando falla otro joglar con que tanga e acuerde sus estru-
mentos (281).
Nuestro Señor Jhesu Christo, que dixo estas semejanças, Él mismo las dispone
por el su Evangelio espiritualmente. E nós, el rey don Sancho, que fezimos
este libro, querémoslos aquí disponer tenporalmente, segund las costunbres e las
bondades de los omnes. E en antes que el rey o el grand señor diga sus razones
o departiendo, segund se acaesçen las cosas, deve meter mientes cómo las dize.
Por ende, el nuestro disponimiento d’estas palabras es éste. El que sienbra su
semiente buena es el que dize sus palabras buenas e apuestas e de buena razón
e derecha. La tierra sobre que caen es a semejança de los omnes que aquellas
palabras oyen. E así como la tierra e los logares sobre que esta semiente cae son
departidos los unos de los otros, bien así las voluntades e las bondades e las obras
de los omnes son departidas de [las otras]. La buena tierra e bien labrada en
que cae esta semiente es a semejança de los buenos omnes, los cuales son bien
labrados por buenos entendimientos e por buenas memorias que han e por seer
sesudos e letrados e de buenas maneras, que las sus vidas despienden en buenas
obras e se saben guardar de las malas. E en tales como éstos non se pierde la
buena simiente de las buenas palabras que oyen, mas cresçe e amuchigua e va
adelante. E bienaventurado es aquel que gelas dize e a quien Dios da tales oido-
res que gelas aprenden. La semiente que cae sobre la piedra dura e seca en que
non falla humor en que críe es a semejança de las buenas palabras que se dizen
ante los nesçios e desentendidos, que los sus coraçones son secos e sin humidat
de buen entendimiento e de buena razón e de letradura, e por que non falla en
qué prender para retener lo que oye que son enduresçidos que non saben retener
las palabras que han oídas (310-311).
8 Ya es sintomático que el término de «letradura» desaparezca de los manuscritos C (BN Madrid
3995) y B (BN Madrid 6603) emparentados entre sí por numerosas lecciones aunque como ha
demostrado Bizzarri derive cada uno de ellos de una rama independiente que remite a un mismo
prototipo.
todas estas razones, se arma el mosaico de estorias que integra el Zifar y se lleva,
al interior de su estructura, como remate de la primera de ellas, esa miscelánea
sapiencial de los Castigos del rey de Mentón, estrechamente ligada a Flores de filo-
sofía, pero concebida con el mismo objetivo que los Castigos de Sancho iv, el de
la transmisión de un saber letrado que debe ser regulado en todos sus aspectos
por la Iglesia; precisamente, una de las claves de la enseñanza que Zifar imparte
a sus hijos incide en la defensa del «seso natural» frente a cualesquiera formas
del conocimiento letrado; por primera vez, el término de «letradura» se acerca
al mismo dominio de la «clerezía» alfonsí, ya que resulta rechazado o cuando
menos ajustado a unos límites que posibiliten la recta utilización de sus conteni-
dos; la importancia que se concede a este orden viene marcada por la continua
reiteración del mismo, buscando siempre los diferentes matices con que debe
ser considerado:
E por ende, deve onbre obedescer al seso como a verdadero amigo e contrastar
a su voluntad como a falso enemigo. Onde bienaventurado es aquel a quien
Dios quiere dar buen seso natural, ca más val’ que letradura muy grande para
saberse onbre mantener en este mundo e ganar el otro. E por ende dizen que
más val’ una onça de letradura con buen seso natural, que un quintal de letra-
dura sin buen seso; ca la letradura faze al onbre orgulloso e sobervio, e el buen
seso fázelo omildoso e paçiente. E todos los omes de buen seso pueden llegar a
grant estado, e mayormente seyendo letrados, e aprendiendo buenas costunbres;
ca en la letradura puede onbre saber cuáles son las cosas que deve usar e cuáles
son de las que se deve guardar. E por ende vós, mios fijos, punad en aprender, ca
en aprendiendo veredes e entenderedes mejor las cosas para guarda e endresça-
miento de las vuestras faziendas e de aquellos que quesierdes bien. Ca estas dos
cosas, seso e letradura, mantienen el mundo en justiçia e en verdat e en caridat
(ed. CG, 290-291; ed. JML, 368)9
9 Remito con las abreviaturas a la ed. de Cristina González, Madrid, Cátedra, 1984 y a la crítica
elaborada por José Manuel Lucía Megías en su tesis doctoral Edición crítica del «Libro del Cavallero
Zifar», Alcalá de Henares, Universidad, 1993.
Por ende, mio diçípulo, entre los pequeños me quiero yo poner, ca non entre
los segundos [los sabios], ca yo só muy pequeño en saver, salvo ende lo que Dios
quiere que [sepa] por la su graçia e la su merçed, ca non por otra letradura que
aya en mí. Por ende, quiero que sepas que d’esta setena edad [adelante] non
avemos a aver otra ninguna, mas non puede omne del mundo saber, por seso
nin por letradura que aya, si ha de ser la fin ante que la hedat sea conplida o en
el comienço d’ella, aviendo a començar otra edad si la fin antes non fuese; e la
razón por que non á de seer más de siete hedades, quiérote agora dezir e pro-
barlo por ley e por natura derecha (194-195)10.
10 Se cita por la ed. de Richard P. Kinkade, Los “Lucidarios” españoles, Madrid, Gredos, 1968.
Que los fechos de Dios, que son muy marabillosos et muy escondidos, non deve
ninguno ascodriñar en ellos mucho, mayormientre los cavalleros, que an tanto
de fazer en mantener el estado en que están, que es de muy grant periglo et de
muy grant trabajo, que non an tienpo nin letradura para lo poder saber conplida-
mente. Et por ende non debe[n] mucho cuidar en ello, et señaladamente los que
son sotiles et entendudos, ca el diablo es tan maestro et tan sabidor que conosçe
11 «E comoquier que los omnes todo esto sepan, e pueden saver la raíz e la vertud d’ella por las
que ay de cada uno d’estos saveres, non se tienen por pagadas d’esto e van travar con agudeza de
grand entendimiento que an en sí en lo que non les es dado e lo que Dios non quiso que sopie-
sen», 79. Con estos preámbulos se establece una firme defensa de la teología.
bien las maneras et las conplissiones de los omnes, et siempre tienta al omne de
aquella cosa en que entiende que más aína lo pu[e]de engañar (65)12.
Además de que se perfilen aquí varias de las situaciones a las que luego se
dará forma narrativa en el Libro de los exemplos, don Juan Manuel ajusta el estado
al que pertenece al cumplimiento escrupuloso de unas obligaciones circunscri-
tas básicamente al dominio de la guerra, también al de las relaciones sociales y
políticas; la «letradura» no puede tener ahí cabida en cuanto plasmación de un
saber religioso, útil para abordar estas cuestiones teológicas; el peligro de ese
orden de sabiduría sigue siendo el mismo: el ensoberbecimiento que adquiere el
ser humano y que lo convierte en presa fácil del demonio. En cierto sentido, no
ha habido muchos cambios con respecto a las ideas perfiladas en Partida i, sobre
todo por el vínculo de «letradura» al dominio religioso. En este mismo capítulo
xxxiv del Libro del cavallero et del escudero, el anciano recomienda al novel que se
aparte de esas tentaciones, ya no sólo por su peligrosidad, sino porque carece
de los recursos intelectivos y de la profundidad en las materias necesarias para
poder dirimir la verdad de los asuntos que se le puedan plantear:
Ca si él [el diablo] falla que segund la conplisión del omne es aparejado para un
pecado, de aquel lo tienta; et por ende, cuando falla que alguno es muy sotil et
muy entendudo, trabajasse de fazer pensar e las cosas que son de Dios et de la fe,
marabillosas et muy ascondidas, por le fazer caer en alguna dubda. Ca la sotileza
les faze pensar muchas cosas, et por la mengua de la letradura non pueden saber
la verdad conplidamente como es. Et así podríe[n] caer en grandes yerros et en
grandes dubdas (íd.).
12 Cito todos los textos de don Juan Manuel por la ed. de José Manuel Blecua, Obras completas
i, Madrid, Gredos, 1981.
Et por ende yo, que bisque mucho en estado de cavallero et non aprendí otra
sçiencia, siempre fiz cuanto pudi por partir el coraçón de non cuidar estas
cosas (íd.).
Et por esta razón vos lo envío, ca só cierto que tan buen entendimiento vos
Dios dio et tan grant letradura avedes, que entendredes muy bien todas las cosas
aprovechosas et bien dichas et todas las menguas que [en] este libro fueren. Ca
por vuestras buenas obras, et cuan alongado sodes de los malos fechos et de mal
pecado, vos quiere Dios alunbrar el entendimiento para el su serviçio, más por
gracia que por estudio (208).
— Señor –dixo Julio–, por aventura vós cuidades que ha [en] mí mayor enten-
dimiento et mayor letradura de cuanta es la verdat, et para tal fecho como éste
devedes catar otro que lo pudiese mejor fazer. Pero pues vós mandades que vos
sirva en ello, yo faré ý todo mio poder; et Dios lo endereçe a lo que fuere más
su serviçio (234).
En pos esto, ya vos dixe desuso que en el tiempo de la criança que ay departi-
miento; ca unas cosas conviene de fazer a los niños et otras a los moços et otras
a los mançebos (...) Et en todas las cosas fazerles lo que les cunple que les fuere
aprovechoso, et guardarlos de las cosas que les pueden enpeçer. Et después que
fueren entendiendo, irles mostrando poco a poco todas las cosas por que pueden
ser muy sabidores, tan bien en la letradura cuanto les cunple de saber, como en
saber todo lo que cunple de cavallería, et de cómo pueden mantener sus pueblos
en derecho et en iustiçia et en paz (158).
dominio de la caballería –siempre más práctica que teórica, aunque don Juan
instruya dos tratados de esta materia– y a un conocimiento de las leyes y de la
política, adscrito a unas funciones de gobierno que competen también al esta-
mento de la nobleza. Estos principios de educación, asentados en la «letradura»,
se explicitan en el cap. lxvii del Libro de los estados y son importantes porque
coinciden con las líneas maestras fijadas ya en Castigos de Sancho iv, relativas a la
transmisión y recepción de las «buenas estorias» de las que han de desprenderse
comportamientos ejemplares:
13 Piénsese que éstas son pautas dictadas por Julio al infante Joás. Cabe, con todo, la posibilidad
de que «latín» sea lengua vernácula.
Et bien vos digo que ove desto muy grant pesar, et movido por este buen zelo
dicho, comoquier que entiendo que seyendo tan pecador como yo só, et tan
menguado de letradura et de buen entendimiento natural, que es gran atrevi-
miento, más mengua de buen entendimiento que ál, et aun entendiendo que
segunt el mio estado, que me caía más fablar en ál que en esto, pero por el grand
pesar que ove d’esto que oí, pensé de dezir et fazer contra ello, segunt es dicho
desuso que deve omne fazer por el buen zelo que debe el omne aver contra su
señor (509).
Otrosí, el que se ordena deve ser prudente, que debe saber la Santa Escriptura e
por ende es estableçido que en las iglesias arçobispales que aya estudio en teolo-
gía, e deve saber las escripturas d’este siglo por que sepa departir verdat e falsedat,
e por ende es estableçido que en las iglesias catedrales aya maestros de las libera-
les artes, pero non se entiende que arismética e geometría e música e astronomía,
mas tan solamente de gramática e de lógica e de rectórica, e deven saber de los
seglares negoçios, pero dezimos que cumple que ayan letradura conpetente, que
cuanto a aquel que se ordena a sacras órdenes, el cardenal veyendo que era gran
simpliçidat en los clérigos d’esta tierra, que non avíen ninguna d’estas sciencias,
fizo costituçión que non se ordenasse clérigo a sacra orden, salvo si supiese fablar
latín (212)14.
14 Cito por la ed. de José Luis Martín y Antonio Linage, Salamanca, Junta de Castilla y León, 1987.
Por ende, ruego a ti, leedor, que si fallares en ti sçiençia e letradura, que non
muerdas nin despreçies esta poca limosna, sacada de las letras, en lengua comunal,
non para ti, farto de sçiençia, mas para los fanbrientos d’ella, porque aquellos
que non salieron al restrojo de la escuela a coger las espigas de la escriptura, que
puedan, si ál que non, aver en sus casas los granos del trigo linpio, sin las pajas e
las aristas de la disputaçión (3-4)15.
15 Cito por Martín Pérez, Libro de las confesiones. Una radiografía de la sociedad medieval española, ed.
de Antonio García y García, Bernardo Alonso Rodríguez, Francisco Cantelar Rodríguez,
Madrid, B.A.C., 2000.
si quesierdes escuchar,
oiredes gran fazaña.
Agora quiero contar
d’este noble rey d’España (c. 2022-2023)16.
Nada tiene que ver, por tanto, el conocimiento de esta «letradura» con
el vinculado al saber religioso que desde Partida i se está instruyendo y que se
utiliza, progresivamente, para regular los modelos de afirmación letrada que se
habían impuesto en las cortes anteriores.
Sólo en la de Juan ii, ya en la primera mitad del siglo xv, se recuperan
principios doctrinales de esta misma naturaleza y es, justo, en ese momento,
cuando aparecen, como restos de un imaginario religioso que procedía recupe-
rar, dos nuevas referencias al término de «letradura»; bien es cierto que una se
desliza en un poema de tono jocoso de Diego Martínez de Medina en el Can-
cionero de Baena, en el que, con todo, se recuerda la vinculación de este proceso
de formación letrada a la lengua latina17; importa más el rasgo descriptivo con
que se presenta la figura de don Pedro de Luna, arzobispo de Toledo, abuelo del
Maestre don Álvaro, en la Crónica de Juan ii, aún en la sección redactada por don
Álvar García de Santa María, en 1431.xxiv:
...hobo venido a este reino por legado del Papa Clemente seteno, don Pedro
de Luna, hermano de don Juan Martínez de Luna, abuelo de este Condestable;
era Cardenal de los antiguos e más solemnes de linaje, e en letradura e buenas e
virtuosas costumbres que en corte de Roma e en el colegio de los Cardenales
antes de la cisma había, el cual fue después Papa, que se llamó Benedicto. Fue el
terceno Papa que en la iglesia de Dios este nombre hobiese.Vino sobre el fecho
de la cisma que entonces comenzara (307)18.
16 Se cita por la ed. de Juan Victorio, Madrid, Cátedra, 1991, 387.
17 Requerido el término por la consonancia: «Grande es e bien oscura / la soltura / de manos al
reprovado / e como sin letradura / sin fondura / entendiéredes farpado; / ca latín en su natura /
sin rotura / non diredes preguntado, / e dizides en res pura, / sin pavura, / que leístes su deitado»,
cito por la ed. de ..., 582-583.
18 Cito por la ed. de Antonio Paz y Melia, incluida en la Colección de documentos inéditos pora la
historia de España, Madrid, 1891, tomo xcix, 79-465 y tomo c, 3-409.
Neuter: quiere dezir ni aquel nin éste, como ne vterque, ‘ninguno de nós’. Et nom-
bre neutro dizen los gramáticos que no se tiene por masculino ni por feminino
cuanto toca ala boz, ca por el entendimiento muéstrase masculino o feminino.
Et dizen verbo neutro que no reçibe .r. como passivo, los cuales llaman verbos
neutrales, como iaceo, sedeo e dízense neutros passivos los que no tienen pretérito
salvo en literatura passiva, como fio factus sum e gaudeo gauisus sum, ca ceno cenas
faze cenatus sum e cenaui e prandeo prandes faze pransus sum e pransi e d’esta causa
no son neutros passivos (301r)20.
19 En este caso sólo remitiendo al étimo latino: «Letrero de letras: literatura, -ae», en su Vocabulario
español-latino, ed. de John O’Neill, Madison, H.S.M.S., 1992.
20 Se cita por Universal vocabulario en latín y en romance, ed. Gracia Lozano López, Madison,
H.S.M.S., 1992.
21 Con lo que se puede retrasar en tres años la aparición de esta voz en lengua vernácula, por
cuanto Corominas y Pascual, s.v. letras remiten a Palencia y a 1490 (III, 636b).
devolver a sus palabras el recto sentido que les diera y culpa a su adversario de
quedarse en la superficie literal de los textos que aduce como pruebas, llamados
en su conjunto «literatura»:
Dice este sandio que aquella ordenación de las sepulturas se hizo y ordenó o
so alguna cautela o por haber poco leído, pero ya parece de lo susodicho, que
no hobo en esto ni hay cautela alguna, mas que hobo y hay muy suficientes y
muy piadosas razones para lo así ordenar y amonestar. Pero piensa este raposo
malicioso, qui demolitur vineas, que andamos con cautelas maliciosas como él.
También parece de lo ya dicho en este artículo, que no se ordenó aquello por
haber poco leído, salvo si habla de aquella literatura, que es la guarda de la ley
mosaica, a la letra que mata e impide, como dice el salmo, de entrar en las poten-
cias de nuestro Señor. Esto es en el conocimiento y fruto del misterio de nuestra
Redención, en que se manifestó más que en cosa su infinito saber y su infinito
poder y su soberana bondad. Ni es verdad lo que este necio añade, que defendió
nuestro Señor el tocar de los cuerpos muertos y que mandó que se bañasen y
lavasen sus ropas los que los tocasen, por la abominación, horribilidad y sucie-
dad de los cuerpos muertos de los hombres, ca no son así abominables, sucios
y horribles, como este malvado piensa y dice, hasta que se corrompan (211)22.
No puede ser elegido por obispo hombre menor de treinta años, y que no sea
de sufficiente literatura, ni descomulgado, ni entredicho, ni suspenso, ni aquél
que fuesse perlado de otra iglesia, ni lego, ni otro que, a lo menos, no fuesse
subdiácono, ni herético, ni el que oviesse metido algún desacuerdo entre chris-
tianos y la Iglesia de Roma por que hoviessen de venir a departimiento, ni el
que fuesse de mala vida, o de mal testimonio, o dado por malo por fechos que
hoviesse fecho o que fuesse dado por tal en juyzio, ni el que fuesse nuevamente
convertido; por cuanto, por cada uno de los dichos casos, salvo el último, el tal
sería mal infamado e infame23.
22 Se cita por la ed. de Francisco Martín Hernández, Barcelona, Juan Flors, 1961.
23 Cito por la ed. de María Jesús Vidal Muñoz y Mariano Quirós García, Salamanca, Cilus, 2000.
6. Conclusiones.
24 Ver «i. El concepto de literatura. La teoría de la literatura», en Vítor Manuel de Aguiar e Silva,
Teoría de la literatura [1968; trad.: 1972], Madrid, Gredos, 1979, 11-14; también Miguel Ángel
Garrido Gallardo, «1. «¿Qué es la literatura?», en Nueva introducción a la teoría de la literatura,
Madrid, Síntesis, 2000, 19-22 y José Domínguez Caparrós, «Capítulo i. Definición de literatura:
sus funciones», en Teoría de la literatura, Madrid, Centro de Estudios Ramón Areces, 2000, 15-16.