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Jovenes y Filosofía
Jovenes y Filosofía
Jovenes y Filosofía
(Epicuro).
P
ara efectos de desarrollar una reflexión en torno a la importancia
de un saber como el de la filosofía, cuando se pretende llevar a
cabo un ejercicio de comprensión de nuestra existencia, bien
vale la pena tomar en serio este texto de Epicuro, extraído de su Carta a
Meneceo. Nadie duda de la importancia que éste le concede al ejercicio
del filosofar a la hora de intentar conseguir la felicidad. Filosofar conduce
a la serenidad, conduce a la aceptación sosegada de lo que en nuestro
destino es inmodificable. Se hace necesario preguntarse por esa forma
particular de la filosofía que permite la serenidad y el conocimiento
En su texto Las tareas del pensar (2004), el filósofo español Manuel Cruz
nos propone volver la mirada sobre lo cotidiano, examinar la vida en su
propio escenario, allí donde se revela el juego de las ambivalencias y las
contradicciones; tiene mucho sentido esto que él mismo nombra como la
microscópica de lo cotidiano: volver la mirada sobre el entorno, sobre lo
artistas a los cuales se les exige creatividad, se les pide tener una visión
amplia y plural sobre los fenómenos de la cultura y la historia en los cuales
detienen su mirada. Es imperativo que tanto el filósofo como el literato,
tanto el creativo como el especialista en la teoría y en la historia de la
literatura, lean su propio tiempo, recomiencen la tarea que les permita
llevar a cabo una lectura inteligente y crítica de las relaciones que se tejen
en la conformación de lo humano.
Hoy no nos preocupa tanto el qué sea la filosofía, como el para qué
hoy una filosofía, pues es sobre la búsqueda del sentido que la filosofía
siempre ha querido legitimar la existencia. ¿Será esta búsqueda el mismo
objetivo que hoy nos convoca y legitima? Y si no lo es, entonces ¿qué
importancia tiene la filosofía hoy, hacia dónde debe apuntar su discurso,
su discurrir? Sólo si la filosofía encara la realidad estéticamente, si hace
posible el juego de sentidos y permite entonces la risa y la ironía como
deconstrucción de la realidad, sólo a partir de ese momento la filosofía
descubre su para qué y legitima su razón de ser.