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Anales Del Seminario De: Historia de La Filosofía

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RESEÑAS

Anales del Seminario de Historia de la Filosofía


e-ISSN 0211-2337

https://dx.doi.org/10.5209/ashf.78041

Chillón, José Manuel, Serenidad. Heidegger para un tiempo postfilosofico. Comares, Granada, 2019, pp. 122.

Este ensayo de José Manuel Chillón, docente de Filo- práctica de esta serenidad. Liberado de cualquier vincu-
sofía contemporánea de la Universidad de Valladolid, lación eclesiástica y dogmática, en su carácter paulino
es una reflexión sobres la posibilidades que una actitud que luego deviene místico, el cristianismo de los oríge-
diferente hacia el ser, la de la Gelassenheit, la serenidad, nes proporciona la piedra angular para lo que concierne
nos ofrece, en la búsqueda de una vida auténtica en este la parusía, que libera al hombre de las cadenas de las
mundo tecnificado, automatizado, sustraído a la medita- preocupaciones por lo no esencial que la vida auténtica
ción y a la reflexión. Por medio de un largo excursus a proporciona, crea la justa distancia entre el hombre y las
través del pensamiento de Heidegger, Chillón nos brin- cosas del mundo y, finalmente, es testigo de la presencia
da una lectura vivificante, actualizada y a-curada de su de lo absoluto aquí y ahora. Solo entrando en contacto
filosofar. con la provisionalidad de las cosas se explicita la actitud
La profundización ontológica no tiene, en ningún fenomenológica hacia estas. Es el frenesí insensato de la
momento, un corte erudito o académico, sino que está contemporaneidad que ha de ser combatido a través de
siempre centrada en una toma de conciencia de la facti- un desapego meditativo, de un silencio fecundo.
cidad de lo real, utilizando un lenguaje sencillo. De ahí Chillón recorre por lo tanto las lecturas heideggeria-
se deriva un enfoque que tiende a subrayar el aspecto nas  de la mística renana sugiriendo un desemboque en
“existencial” del pensamiento del filósofo, sin olvidar la concepción del Dasein. La serenidad es entonces una
sus derivaciones éticas en el camino de crecimiento in- manera de enfrentar la técnica moderna (p.2), que sigue
terior de cada uno. El camino que Chillón emprende es siendo en todo caso un destino, incluso en su nihilismo
un acercamiento experiencial hacia lo que Heidegger y en su inhumanidad. El autor aclara que se está hablan-
define como vida,  Leben, que no puede comprenderse do de sentimientos, de  Stimmungen, y no de “estrecha
por medio del pensamiento teorético sino por una suerte racionalidad” (p.7). Sin demonizarla ni pretender que se
de tonalidad interior, de sensibilidad, de emocionalidad. salga de ella, ya que estamos siempre en el mundo, Chi-
Para Chillón la serenidad es precisamente “una actitud”, llón  hace suya la postura  heideggeriana  de crítica a la
una forma de estar delante al mundo que consiste en de- tecno-ciencia, a su destructividad, a su perseguir política,
jar ser las cosas en sus posibilidades más propias. En social y económicamente la globalización. El pensar me-
la lectura se percibe un tono agradablemente español, ditativo que no entrega la serenidad debe ser por lo tanto,
ya que en cada frase se reconocen el trabajo y las re- un “pensar la diferencia”, contraponiéndose al pensa-
flexiones de Ortega, Zubiri y Unamuno, sobre todo en miento calculador que homologa (p.4) y pretende reali-
su capacidad de desmitificar la dictadura cientificista o zar hombres que sean meros “animales de trabajo” (p.5).
“técnica-tecnológica” (p.11), por un lado, y de oponerse Es explícita, pues, la crítica a la “lógica del capi-
a la metafísica “tradicional” por el otro, ya que “pensar tal” (p.13) que encarna, como Heidegger aclara en los
metafísicamente es mantenerse en la concepción técnica Cuadernos Negros, el mejor aliado de la técnica hasta
del pensar” (p.103). el punto de llegar a ser, junto con esta, el carácter de
El sentido de lo “post-filosófico” que aparece en el Occidente. Esta alianza es hoy aún más evidente en el
título consiste precisamente en ese subrayar la necesi- capitalismo financiero, pura razón calculadora, que re-
dad de un desapego radical de la trayectoria grabada diseña el mundo arrollando la soberanía de los estados
en el pensamiento occidental, metafísico también, que (p.14) por medio de la deslocalización de las empresas,
ha llevado tanto a la superfetación de la razón como al disolviendo la responsabilidad política. El mundo ban-
asumir el típico carácter instrumental, violento, cerra- cario y de las multinacionales vive de y se funda sobre
do, incapaz de reflexión, que hoy vemos completamente esta técnica tecnologizada. Aquí Chillón se remite a las
desplegado en sus dispositivos. figuras de Ser y Tiempo: moda, publicidad, frenesí in-
También el humanismo y el nihilismo –en esto Chi- formativo, poniéndolas al día, por así decir, trayéndolas
llón está de acuerdo con Heidegger– representan el cum- a la interpretación del actual mundo de la técnica, que no
plimiento de esta incapacidad de desapego. El cristia- es ya el del “motor”, modelo de Heidegger.
nismo, según Heidegger en la lectura de Chillón, puede El mundo de la técnica niega tanto la sacralidad de
ser un modelo de referencia para la comprensión y la la naturaleza como la relación privilegiada del hombre

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con esta: la técnica no tiene un mundo anterior de la na- escondido (aletheia). Aquí Chillón y Heidegger hablan,
turaleza que conservar, y se pierde en la culpable y mio- tal vez, con las palabras de Max Weber, que tendía a
pe ilusión de que cada cambio sea una mejora (p.9). Es a reiterar la necesidad de mantener a la ciencia fuera de
través de la actitud de la Serenidad que el hombre puede las elecciones esenciales, de valor, de orientación exis-
neutralizar las acciones  automatizadoras  de la técnica tencial, que pueden tener solamente una cara histórica,
volviéndole a dar a uno mismo la responsabilidad que ya relacional, in fieri, y ya nunca verdadera de una vez por
surge de la analítica del ente. La serenidad, en este caso, todas. La aletheia llama al estar abiertos al misterio, a
entendida también simplemente como ataraxia y actitud la inquietud (p.36), a la aceptación de la problematici-
a la meditación, nos permite esa distancia de las cosas dad de la verdad misma, que tampoco la metafísica oc-
que puede llevarnos a ese principio de precaución con el cidental ha podido lograr. Tal concepción de la verdad,
que deberíamos enfrentar el enorme poder del progreso y por lo tanto de la vida, no puede darse dentro de una
tecnológico. Se trata, por el momento, de una “retirada concepción que ve en lo que viene solo una forma más
estratégica” preventiva. ingenua e imperfecta de lo que sigue. Para el hombre
La idea de serenidad en Chillón consta de dos fases: moderno y posmoderno el descubrimiento de la verdad
la primera, husserliana, concierne a la comprensión del es una superación de la naturaleza y de sus engaños,
mundo y de sí, a través de la renuncia a la imposición de para el griego es en cambio un  reacercamiento  a esta
una voluntad sin mesura, basada en la Hybris, sobre el y a sus posibilidades (39). En este avecinarse a la aber-
mundo mismo, que es sometido y vuelto disponible sin tura, también la phrónesis tiene más sentido que la so-
ningún límite (en este caso se trata de una actitud pa- phia, ya que la primera contempla la incertidumbre, la
siva). En este sentido también la solución nietzscheana contingencia y la imprevisibilidad (p.51) y encarna pues
que pasa por la voluntad, y específicamente, la voluntad una “forma existencial de estar en el mundo” (p.51). La
de potencia, no parece para Chillón, como para Heide- distinción moderna y cartesiana sujeto-objeto es por lo
gger, ser capaz de salir de la visión univoca y astigmá- tanto sustituida por una forma distinta de relacionarse
tica del mundo. Digo astigmática porque se trata de una con la alteridad, es decir, con el cuidado (die Sorge), ca-
dificultad de comprensión y de proyecto debido a la cer- rácter fundamental del Dasein. No se trata obviamente
canía e inmersión en la mundanidad. Esta primera fase de negar la modalidad con la que nosotros conocemos
tiene que aceptar también los síntomas de este cambio las cosas del mundo, a saber, su estar a la vista y estar
radical, por ejemplo el aburrimiento, que es positivo si a la mano, sino de evitar, por el contrario, que se pue-
es visto como signo del venidero abandono de una vida da perder de vista el ser de estas para nosotros, dejarlas
frenética. La segunda fase consiste en recuperar después por lo tanto vivir la vida propia y dejarse arrollar por su
la libertad, según un concepto clave de la lectura  hei- imponente presencia. Reconocer que las cosas son para
deggeriana de Chillon, para re-proyectarse más allá de nosotros, significa hacerse cargo de estas, proyectarse
la cotidianidad y de la urgencia. Creo que tal concep- (gevorfener Entwurf) con estas. Este es el componente
to es más importante que nunca, ya que desde el 11 de activo de la actitud hacia la serenidad. Se llega por lo
Septiembre 2001 vivimos de manera aún más intensa en tanto a un estado en el que es posible rehacer, refundar,
un mundo en el que la prisa y la urgencia, que el poder en las posibilidades antes negadas del acercamiento ins-
político llama engañosamente “estado de emergencia”, trumental impuesto al sujeto.
impiden hoy, en el aislamiento pandémico, no sólo la A mi modo de ver, aquí Heidegger se acerca al
reflexión sino también la autenticidad de las relaciones Nietzsche vitalista del Zaubern machen que también co-
sociales. Es, a mi modo de ver, también en este sentido necta a Heidegger por medio de la poesía de Hölderlin.
que Chillon, citando a Heidegger, apela a la necesidad Este volver a apoderarse de su estar en el mundo, esta
de ser serenos para comprender lo que es digno de ser autenticidad, solo puede darse haciéndose cargo del ser
investigado (p.29). Si la razón instrumental y calculado- para la muerte, que da sentido al actuar humano. Solo
ra, la filosofía teorética, la metafísica, no están capaci- siendo para la muerte podemos descubrir la esencia de
tadas para sacarnos de este limitado ya establecido, en- las cosas fuera del “se” impersonal que las cristaliza.
tonces las posibilidades de otro pensar han de buscarse Solo siendo para la muerte podemos dar el justo peso a
en algo diferente: el sentimiento, la experiencia estética, lo que la habladuría, la sed de novedad y la ambigüedad,
la poesía, es decir, el “fundar poéticamente” (p.105), lo es decir, el tríptico de la existencia inauténtica, nos po-
religioso, entendidos como fuente cognoscitiva de ran- nen irreflexivamente delante de los ojos. Chillón subra-
go superior. Se trata de experiencias de superación de la ya un peligro que hoy vemos concretizarse: la serenidad
realidad cotidiana. Aquí también es evidente el recorrido no es “la seguridad, la tranquilidad, el apaciguamiento”
español de tal reflexión, que recuerda a Ortega y sobre (p.71), ya que estas son señales, en cambio, de la falta
todo a Unamuno. Si el Unamuno presente en Chillón no de preguntas esenciales. El afán por ampararse, por se-
es tanto el quijotesco y vitalista, en el sentido de la exal- cundar servilmente el mero instinto de supervivencia en
tación de la voluntad, es por el aspecto “cardíaco” de esta serie de emergencias políticas y sanitarias, delata la
Unamuno que emerge entre las páginas del ensayo. incapacidad del hombre contemporáneo de exponerse al
El pasaje de la primera a la segunda fase de la sere- peligro del cuestionar, del dudar de lo que es impuesto.
nidad se da a través de un cuestionamiento de la idea de En este sentido vivimos en una época que no sólo no
verdad: es necesaria la superación de la verdad como conoce el ser para la muerte, sino que incluso rechaza la
certeza, del todo moderna y típicamente científica, y la muerte (y la vejez) como posibilidad auténtica y destino
recuperación de la verdad como descubrimiento de lo del hombre. Vemos con nuestros ojos la “transformación
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de hombres y cosas en objetos” privados de autonomía, rizan, que pueden reducir el peso opresor de lo munda-
conciencia y dignidad, por obra de la “compulsión tec- no, van hacia una puesta en discusión de las relaciones
nológica” (p.72), hombres a los que es negado el cuida- entre el hombre y las cosas, una nueva “semantización”
do por su propio tiempo y a los que les es proporcionada (p.94). La invitación que nos brinda Chillón, por medio
una guía ya lista de las prioridades existenciales en la de Heidegger, es pues la de recuperar la cara más hu-
que no es prevista ningún tipo de meditación. mana del hombre, que ha sido velada, porque esta es la
En sentido anti-técnico, como decíamos ya antes, es verdadera patria, la Heimat, que ha sido perdida en este
indicada por Chillón, como también en parte por Heide- vórtice de cálculo y automatismo. Se trata de habitar au-
gger, una solución existencial que remite al cristianismo ténticamente el mundo siendo el pastor del ser y no su
de los orígenes, al cristianismo paulino, en su carácter dominador. Y la del pastor es una vida pobre e inmersa
vivificador de la experiencia del mundo como posibi- en la naturaleza. No se trata, por lo menos, a mi modo de
lidad de salvación, como “experiencia agónica contra entender, del nuevo camino “green”, que sigue siendo,
las potencias del mundo”, que nada tiene que ver con en todo caso, una green economy, la del Friday for futu-
la teología. Es el espíritu del protestantismo, anticipado re, ni del actual intento del capitalismo de salvarse a sí
por el misticismo (como negación de la voluntad) que mismo con una reconversión desesperada y de emergen-
se apela al retorno a las fuentes, al “retorno a las cosas cia a costa de los pueblos, ya que en esta no hay nada de
mismas” (p.80), a la revisión total, a la recuperación de eso sublime que el mismo Chillón indica (p.110).
esa apertura, de ese ardor de los albores del cristianismo
que Chillon define como “reducción fenomenológica de Matteo Simonetti
la experiencia cristiana” (p.80). La experiencia mística matteosimonetti@hotmail.com
y ascética, con la pobreza y la “angustia” que la caracte- Universidad de Salamanca

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