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Capítulo I Visión de La Iglesia en El Plano Social

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Capítulo I

Visión de la Iglesia en el Plano Social

1.1 Dios y su relación con la persona

Cualquier experiencia religiosa auténtica, en todas las tradiciones culturales, comporta una
concepción de Dios. Existe un movimiento natural de la creatura racional hacia su creador,
independiente a la tradición cultural en la que ha sido depositado. Ante este principio, el hombre
constituye la imagen viva de ese que le ha creado (Dios). El hombre ha recibido una inseparable
dignidad y guarda consigo sobre todas las creaturas una condición especial, la de ser capaz de
Dios, puede pensarlo, relacionase y vivir con Él.

1.1.1 La creación

Partiendo de la reflexión anterior del Pontificio Consejo Justicia y Paz, es necesario referirse a
las dimensiones de alcance de la reflexión profética y sapiencial, implícita en la Sagrada
Escritura, que confiere al hecho de la creación, la primera manifestación y fuente misma del
proyecto de Dios sobre toda la humanidad, cuando llega a formular el principio de la creación de
todas las cosas por Dios. (Pontificio Consejo Justicia y Paz, 2005), expresa que el hombre y la
mujer, creados a imagen y semejanza de Dios, están llamados a ser el signo visible e
instrumento eficaz de la gratuidad divina en el jardín en el que Dios los ha puesto como
cultivadores y guardianes de los bienes de la creación.

Continúa diciendo que en el actuar gratuito de Dios Creador se expresa el sentido mismo de la
creación, aunque esté oscurecido y distorsionado por la experiencia del pecado. La ruptura de la
relación de comunión con Dios provoca la ruptura de la unidad anterior de la persona humana,
de la relación de comunión entre el hombre y la mujer y la relación armoniosa entre los hombres
y las demás criaturas. En esta ruptura originaria debe buscarse la raíz más profunda de todos
los males que acechan a las relaciones sociales entre las personas humanas, de todas las
situaciones que en la vida económica y política atentan contra la dignidad de la persona, contra
la justicia y contra la solidaridad.

1.1.2 La persona creatura de Dios

Mons. Francisco José Arnaiz, quien fue Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Santo Domingo y
un eminente teólogo y escritor, en ocasión al desarrollo de la Conferencia Dignidad Humana,
señala lo siguiente: “en el libro del Génesis, en su primer capítulo, se presenta al ser humano
como la coronación y cima de la creación y lo es precisamente por ser imagen y semejanza de
Dios”.

En esta narrativa de la creación del hombre, se presenta al hombre, como creatura diferente y
especial de entre todo lo creado, “Y dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a
nuestra semejanza” (Gn 1, 26). Que el hombre está hecho a imagen de Dios es definición del
hombre y fundamento de la peculiar dignidad de la persona humana. Acentúa Monseñor Arnaiz,
que esta gracia de semejanza con Dios, da al hombre, la capacidad humana de dialogar con él,
de escuchar su llamada y de responder a ella. Evidentemente que tal capacidad de relación y
diálogos radica en su racionalidad. Lo que subraya, pues, es su condición racional, consciente y
libre.

San Pablo dice que la imagen de Dios en el ser humano no es otra cosa que esa semejanza con
Dios que Cristo restaura en el ser humano unido a él por la fe y por el bautismo, semejanza que
aumenta por medio de una vida vivida en unión con Cristo y que llega a su plenitud en el Reino
definitivo de Dios. Algunos Santos Padres señalaron que el ser humano, encuentra semejanza
con Dios, por el don de la gracia, por su participación real en la vida divina a través de la
presencia transfiguradora del Espíritu Santo en Él.

Por su parte, Santo Tomás de Aquino señala que la naturaleza racional del ser humano, es lo
que provoca su semejanza con Dios. Las demás criaturas son meramente vestigios suyos.
(Arnaiz, 2006), señala ante esto que la imagen de Dios existe en toda persona, pero se realiza
de manera más o menos perfecta. Su perfección aumenta cuanto más racional se muestre en su
actuar. Pero sobre todo se hace más perfecta por la gracia.

Bajo el apelativo del ser humano como imagen y semejanza de Dios, se formula el principio de la
dignidad humana, dicho principio, es para la Iglesia el fundamento de la radical igualdad y
fraternidad de los seres humanos, independientemente de su raza, nación, sexo, origen, cultura
y clase social. El trasfondo de esta realidad, está en que la persona es un ser inteligente y
consciente, capaz de reflexionar sobre sí mismo y, por lo tanto, capaz de tener conciencia de sí y
de sus propios actos.
1.1.3 La Buena Nueva

Según la (Comisión Interdiscasterial para el Catecismo de la Iglesia Católica, 1997) “La Buena
Noticia es el anuncio de Jesucristo, «el Hijo de Dios vivo» (Mt 16, 16), muerto y resucitado. Jesús
quiere decir en hebreo “Dios salva”, su nombre expresa a la vez su identidad y su misión. Dios
en nombre de su Hijo Eterno hecho hombre, salvará a su pueblo de sus pecados. En Jesús, Dios
recapitula, toda la historia de la salvación, en favor de los hombres. Historia de la Salvación que
tiene como fundamento el establecer y definir la relación de Dios con el ser humano”.

El Espíritu del Señor está sobre mí, porque Él me ha ungido. Me ha enviado a dar la Buena
Noticia a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, a los ciegos la vista. Para dar
libertad a los oprimidos, para anunciar el año de gracia del Señor". Y, enrollando el Libro, lo
devolvió al que le ayudaba y se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos fijos en él. Y se puso a
decirles: "Hoy se cumple esta escritura que acabáis de oír. (Lucas 4,18).

(Galarreta, n.d) señala que, la Buena Noticia es que para Dios todo es al revés: los de arriba
tienen que ponerse a servir: los de abajo son los más queridos. Dios no es patrimonio de ricos o
poderosos: ni siquiera es poder: Dios es alimento, luz, liberación, don, gratuidad, gracia, amor.

Esta es la línea que da coherencia a toda la actividad de Jesús, hechos y dichos: Buenas
Noticias: Dios no es como nos lo habían pintado, amo poderoso, juez temible, poder que reina
desde templos; y por eso Jesús está a gusto entre la gente normal, cura infatigablemente, libera
a los poseídos y enseña de manera que todos le entienden. Buenas Noticias... para algunos.
Para los que están bien instalados en una religión de poderes, de cultos, de misterios... malísima
noticia. Esta Noticia le llevará a Jesús a la muerte. Pero los que buscan de corazón a Dios
creerán en él a pesar de la cruz y verán en el la presencia de Dios: es la esencia de la primera
predicación: "Pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el mal porque Dios estaba con
él".
1.2 Moral y Ética cristiana

El Ser Humano es gregario por creación, o sea, su vida se desarrolla en sociedad. Es, al mismo
tiempo, una creatura que tiene libre albedrío, pues tiene la capacidad de tomar decisiones. La
fragilidad y dependencia con la que nace le hace heredero de estructuras sociales que definen el
vivir y convivir. Estas estructuras rigen la vida social, a través de normas de conductas comunes
basadas en la configuración histórica propia de cada sociedad, a esto se le llama moral,
direccionada a la normalización de las conductas humanas en pro del bien individual del hombre
y la mujer, su realidad social y natural. Para entender la relación entre “ética” y “moral” bastará la
sencilla explicación que ofrece Fernando Savater: “Moral” es el conjunto de comportamientos y
normas que tú, yo y algunos de quienes nos rodean solemos aceptar como válidos; “ética” es la
reflexión sobre por qué los consideramos válidos y la comparación con otras “morales” que
tienen personas diferentes”. (Busch, 2010).

Existe, además, una línea reflexiva de naturaleza axiológica, es decir, un juicio filosófico de
valoración de los actos relacionados al comportamiento moral de la persona, tanto de manera
individual, así como colectiva. Esto se enmarca en la ética, que se define como un conjunto de
normas que influyen en la conducta de la persona, partiendo de su conciencia y voluntad, o sea,
de un acto reflexivo. La ética es la auto-reflexión de la moral, desde una perspectiva
universalista. Su objeto de estudio es la moral, que a su vez formula las normas de conducta que
han de regir las estructuras sociales y las personas.

La principal diferencia, radica en su formulación teórico-práctica. En cuanto a la formulación


teórica, la ética está relacionada con el acto reflexivo de las estructuras normativas que promulga
la moral, es decir, la moral está relacionada con el qué hacer de los actos mismos del hombre, o
sea, lo que es bueno o lo que es malo, mientras la ética reflexiona sobre la valoración. La ética
es reflexiva y la moral es práctica; la ética trata sobre lo que debe ser en relación a lo que es
bueno y lo que es malo, mientras la moral dice qué es lo bueno y lo malo de los actos mismos.

Según (Benedicto XVI, 2005), la ética cristiana tiene que ser entendida desde Jesucristo, porque
Él, como Hijo del Padre, ha llevado a plenitud toda la voluntad de Dios (todo lo debido), todo
esto, para que desde Él, que es la ley eterna, el hombre logre vivir en la libertad que le
caracteriza como hijo de Dios.
Cristiana, no es ninguna ética personal y social separable de la palabra eficaz y generosa de
Dios: la relación interhumana, para ser correctamente moral, presupone como condición el
diálogo entre Dios y el hombre, y viceversa, la relación con Dios remite expresamente al diálogo
que debe ser asumido a un nuevo nivel (entre judío y gentil, libre y esclavo, hombre y mujer,
padres e hijos, pobre y rico, etc.).

1.3 El Cristianismo ante la realidad social

“Durante los tres primeros siglos de la Iglesia, ésta se caracterizó por el lento crecimiento en la
conciencia de los problemas sociales y se limitó a vivir, defender y desarrollar las condiciones de
la ética social que nacían del evangelio. Este estilo de convivencia no necesitaba de un
ordenamiento jurídico. Se inspiraba únicamente en el Evangelio y dependía de la libre adhesión
de fe de cada creyente”. (Galindo, 1996).

El hecho de que no haya existido una doctrina social sistemática del magisterio de la Iglesia, no
quiere decir que no haya existido una doctrina social de la Iglesia durante los primeros
diecinueve siglos. La vida social de la Iglesia, los discursos, invitaciones y enseñanza de los
Santos Padres y del Magisterio, a lo largo de estos siglos, manifiestan el interés social de su
enseñanza y de su pastoral.

La aparición en 1891 de la encíclica Rerum novarum supuso una respuesta a la cuestión social
nacida y desarrollada a lo largo del siglo XIX. Se trata de un reto para analizar la cuestión social
en el presente y para descubrir las respuestas que hoy se dan a la misma, tanto desde la
enseñanza eclesial como desde el compromiso cristiano y desde otras instancias de la vida
social, señala (Galindo, 1996). Es preciso ahora darse cuenta del ámbito universal de la cuestión
social. Sus límites se extienden tanto en el nivel geográfico, hoy planetario, como a las
dimensiones de la vida humana.

Por esta razón, la Doctrina Social de la Iglesia se interesa por todos los aspectos que afectan a
la integridad del hombre y la problemática social. Será en la encíclica Populorum Progressio en
1967 donde se afirme de forma genuina y primera esta dimensión universal, aunque tenga raíces
en la Mater et Magistra y sea recogida en la constitución Gaudium et spes. En los momentos
actuales, la universalidad tiene un alcance antropológico y geográfico. Es todo el hombre y son
todos los hombres los implicados en la cuestión social.

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