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Neuropsicologia de La Salud Mental 7

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Profesor: Pablo Conde Guzón

Neuropsicología de la Salud Mental
Pablo Conde Guzón
Universidad de León

Neuropsicología de la Salud Mental

El módulo didáctico Neuropsicología de la Salud Mental comprende una
serie  de  contenidos  referidos  a  los  aspectos  conceptuales  generales
sobre  la  repercusión  de  los  procesos  neuropsicológicos  básicos  en  la
salud mental.

Desde  el  punto  de  vista  neuropsicológico,  una  buena  salud  mental
depende  de  que    una  serie  de  procesos  relacionados  con  el
funcionamiento neurológico, cognitivo y conductual, que denominamos
procesos  neuropsicológicos  básicos,  marchen  correctamente.  Es  decir
que  la  salud  mental  viene  garantizada  por  que  los  mecanismos
neuropsicológicos  básicos  permanezcan  intactos  y  funcionen  de
manera  coordinada.  Estos  mecanismos  son:  lenguaje,  atención,
memoria  y  funciones  ejecutivas.  La  Neuropsicología  en  la  salud
mental  trata  de  facilitar  la  labor  diagnóstica  a  los  psiquiatras  y
psicólogos clínicos; además, pretende minimizar los déficit en diversas
funciones  cognitivas,  producto  de  las  diferentes  enfermedades
mentales.

A lo largo de la exposición de este tema, explicaremos de manera sucesiva el funcionamiento neuropsicológico de
los  procesos  cuya  alteración  supone  una  mayor  incidencia  sobre  la  salud  mental  y  estudiaremos  las  patologías
relacionadas con las disfunciones de estos procesos neuropsicológicos básicos.

El módulo está estructurado en cuatro apartados:

­ Aspectos conceptuales: neuropsicología y salud mental. Se desarrolla el concepto de neuropsicología y la relación
de  ésta  con  la  salud  mental.  Se  ubica  a  la  neuropsicología  dentro  de  las  neurociencias  y  se  plantean  las
características  de  aquella.  También  se  presenta  el  funcionamiento  de  los  bloques  funcionales  del  cerebro  por  la
repercusión que estos establecen sobre la salud mental del individuo.

­  Evaluación  y  rehabilitación  neuropsicológicas  en  salud  mental.  En  este  apartado  se  describe  de  manera  muy
general las técnicas de evaluación y tratamiento en neuropsicología.

­  Neuropsicología  de  la  salud  mental  en  los  problemas  derivados  de  los  trastornos  del  lenguaje.  Se  describe  la
neurobiología  del  lenguaje  y  la  neuropsicología  de  las  alteraciones  del  lenguaje  con  mayor  incidencia  en  la  salud
mental (afasias y trastornos específicos del desarrollo del lenguaje).

­  Neuropsicología  de  la  salud  mental  en  los  problemas  derivados  de  los  trastornos  de  la  memoria,  la  atención  y
otras  funciones  ejecutivas  superiores.  En  este  apartado  describen  los  diferentes  tipos  de  memoria,  atención  y
funciones ejecutivas superiores así como la neurobiología de las mismas. Se concluye cada apartado describiendo
las patologías de cada una de estas variables neuropsicológicas con mayor repercusión en la salud mental.

Objetivos

Conocer  de  manera  básica  el  concepto  de  neuropsicología  dentro  del  campo  de  las  neurociencias  y  su
repercusión sobre la salud mental.

Conocer los objetivos básicos de evaluación neuropsicológica implicados en los procesos de salud mental del
individuo.

Conocer los objetivos básicos de rehabilitación neuropsicológica implicados en los procesos de salud mental
del individuo.

Conocer el concepto de lenguaje, las bases neuropsicológicas, la neuroanatomía básica del lenguaje.

Conocer las patologías lingüísticas que tienen una especial repercusión en la salud mental del individuo.

Conocer el concepto de memoria, las bases neuropsicológicas, la neuroanatomía básica de la memoria y los
diferentes tipos de memoria.

Conocer las alteraciones de la memoria más frecuentes (amnesias) con repercusión en la salud mental del
individuo.

Conocer el concepto de atención, las bases neuropsicológicas, la neuroanatomía básica de la atención y los
diferentes tipos de atención.

Conocer las alteraciones atencionales más frecuentes y su repercusión sobre la salud mental del individuo.

Conocer  el  concepto  de  funciones  ejecutivas,  las  bases  neuropsicológicas,  la  neuroanatomía  básica  de  las
funciones ejecutivas y los diferentes tipos de funciones ejecutivas.

Conocer las alteraciones de las funciones ejecutivas que se derivan de las lesiones frontales y su repercusión
en la salud mental del individuo.

Copyright © Instituto de Altos Estudios Universitarios

Esquema de conceptos básicos
1. Aspectos conceptuales: Neuropsicología y salud mental

La Neuropsicología se interesa por el estudio de las relaciones entre la conducta y
el  cerebro,  prestando  especial  atención  a  las  consecuencias  que  provocan  las
lesiones cerebrales sobre las funciones cognitivas y el comportamiento. Junto con
otras  disciplinas  implicadas  en  el  mismo  objeto  de  conocimiento,  pretende
contribuir  a  perfeccionar  el  diagnóstico,  el  tratamiento  y  la  orientación  del  daño
cerebral  sobrevenido,  facilitando  la  mejora  en  la  calidad  de  vida  de  las  personas
que lo sufren.

Por otra parte, la salud mental abarca una amplia gama de actividades directa o
indirectamente relacionadas con el componente de bienestar mental incluido en la
definición  de  salud  que  da  la  OMS:  «un  estado  de  completo  bienestar  físico,
mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades». Está
relacionada con la promoción del bienestar, la prevención de trastornos mentales y el tratamiento y rehabilitación
de las personas afectadas por dichos trastornos.

 
Desde  el  punto  de  vista  neuropsicológico,  una  buena  salud  mental  depende  de  que  marchen
correctamente una serie de procesos relacionados con el funcionamiento neurológico, cognitivo
y  conductual  que  denominamos  procesos  neuropsicológicos  básicos.  La  salud  mental  viene
garantizada  por  que  los  mecanismos  neuropsicológicos  básicos  permanezcan  intactos  y
funcionen  de  manera  coordinada.  Estos  mecanismos  son:  lenguaje,  atención,  memoria  y
funciones ejecutivas.

Expondremos de manera sucesiva el funcionamiento neuropsicológico de los procesos cuya alteración supone una
mayor incidencia sobre la salud mental, así como las patologías relacionadas con las disfunciones de estos procesos
neuropsicológicos básicos.

1.1 La neurociencia como referente de la Neuropsicología

La  Neuropsicología  está  incluida  dentro  del  contexto  de  la


Neurociencia, desde un abordaje multidisciplinar del estudio
del  sistema  nervioso,  con  el  objetivo  de  unificar  el
conocimiento  de  los  procesos  neurobiológicos  y
psicobiológicos (Portellano, 2005).

Durante mucho tiempo el estudio de la mente y el cerebro
se  ha  mantenido  como  dos  realidades  diferentes  debido  al
predominio de los planteamientos dualistas, que impusieron
la  creencia  de  que  neurobiología  y  psicobiología  eran  dos
entidades  diferentes.  Actualmente,  con  el  desarrollo  y
perfeccionamiento  de    la  neuroimagen  funcional  se  ha
podido  estudiar  el  funcionamiento  del  cerebro  y  no
solamente  su  topografía  y  anatomía.  Mediante  este  tipo  de
técnicas  funcionales  (Resonancia  magnética  funcional,  Tomografía  por  emisión  de  positrones,  tomografía
computarizada de emisión monofotónica o la magnetoencefalografía) se pueden observar las modificaciones que se
producen en determinadas áreas cerebrales durante la realización de un determinado proceso cognitivo, lo que ha
contribuido, muy activamente, al acercamiento definitivo entre neurobiólogos y psicobiólogos.

Se puede definir la Neurociencia como el ámbito interdisciplinar que estudia diversos aspectos del sistema nervioso:
anatomía,  funcionamiento,  patología,  desarrollo,  genética,  farmacología  y  química,  con  el  objetivo  último  de
comprender  en  profundidad  los  procesos  cognitivos  y  el  comportamiento  del  ser  humano  (Mora  y  Sanguinetti,
1996).

Según Portellano (2005), dentro del amplio marco de la Neurociencia existen dos orientaciones, conductuales y no
conductuales,  según  su  mayor  énfasis  en  el  estudio  del  sistema  nervioso  o  en  el  del  comportamiento.  Las
Neurociencias de orientación no conductual centran su interés en algún aspecto del sistema nervioso, prestando
menor  atención  a  los  aspectos  cognitivos  y  comportamentales.  Se  incluyen  aquí  disciplinas  como  Neurobiología,
Neurofisiología,  Neurofarmacología  y  Neuroendocrinología.  Las  Neurociencias  de  orientación  conductual,  por  su
parte,  se  preocupan  por  relacionar  el  sistema  nervioso  con  determinados  aspectos  de  la  conducta  y  los  procesos
cognitivos. Se incluyen en este grupo: Psicobiología, Psicología, Psicofisiología, Psicofarmacología, Neuropsicología y,
más recientemente, Neurociencia Cognitiva.

1.2 Concepto de Neuropsicología y sus características
La Neuropsicología es una Neurociencia que estudia las relaciones entre el cerebro y la conducta, tanto en sujetos
sanos como en los que han sufrido algún tipo de daño cerebral (Kolb y Whishaw, 2002; Rains, 2003). Los procesos
estudiados se pueden resumir en los siguientes: pensamiento, atención, memoria, lenguaje, funciones ejecutivas y
formas más complejas de motricidad y percepción.

Según  Portellano  (2005),  las  principales  características  de  la


neuropsicología son:

Carácter neurocientífico
La  Neuropsicología  es  una  neurociencia  conductual  que  utiliza  el
método  científico    para  el  estudio  del  cerebro  y  lo  hace  mediante  el
procedimiento  hipotético­deductivo  o  a  través  del  método  analítico­
inductivo. Mediante el método hipotético­deductivo establece hipótesis
que  son  refrendadas  o  refutadas  mediante  la  realización  de
experimentos.  A  través  del  procedimiento  analítico­inductivo  realiza
experimentos  para  poner  a  prueba  la  relación  entre  variables
controladas.

Estudia las funciones mentales superiores
Se  centra,  específicamente,  en  el  estudio  de  los  procesos  cognitivos
superiores:  pensamiento,  atención,  lenguaje,  memoria,  funciones
ejecutivas,  percepción  y  motricidad.  También  estudia  las
consecuencias  del  funcionamiento  cerebral  sobre  la  conducta
emocional y sobre la salud mental.

Trata preferentemente las manifestaciones de la corteza cerebral asociativa
Hay dos razones que justifican este hecho: en primer lugar, la corteza asociativa es la principal responsable de los
procesos cognitivos superiores. En segundo término, ésta es una zona muy susceptible de resultar dañada, lo que
puede  afectar  a  los  procesos  cognitivos.  Sin  embargo,  otras  áreas  subcorticales  como  el  cuerpo  calloso,  tálamo,
ganglios  basales,  amígdala,  hipocampo  o  cerebelo,  también  pueden  tener  implicaciones  sobre  la  conducta,  por  lo
que sus lesiones, igualmente, pueden afectar a las funciones mentales superiores, a la regulación de la actividad
emocional o a la salud mental en general.

Estudia las consecuencias del daño cerebral sobre los procesos cognitivos
Existe  una  división  entre  la  Neuropsicología  básica  y  Neuropsicología  clínica.  La  Neuropsicología  básica  aborda  el
estudio  de  las  relaciones  entre  la  cognición  y  el  cerebro  en  sujetos  sanos  y,  en  cierta  medida,  es  claramente
homologable  a  la  Neurociencia  cognitiva.  La  Neuropsicología  clínica  es  una  rama  de  la  Psicología  que  aplica  el
conocimiento  derivado  de  relevantes  investigaciones  experimentales  y  clínicas  a  problemas  específicos  cerebro­
conducta  en  humanos.  Es  decir,  trata  los  trastornos  del  pensamiento,  el  síndrome  disejecutivo,  las  afasias,  las
amnesias, las agnosias, las apraxias y las alteraciones neuroconductuales. En este sentido, tanto la Neuropsicología
básica como la Neuropsicología clínica tienen una gran repercusión sobre la salud mental.

Utiliza modelos humanos
La  Neuropsicología  humana  coexiste,  junto  a  la  Neuropsicología  de  otras  especies  de  mamíferos,  pero  cada  una
tiene su propia especificidad.

Carácter interdisciplinar
En  sus  orígenes,  la  Neuropsicología  surgió  como  una  especialidad  autónoma  gracias  a  la  convergencia  y  a  las
aportaciones  procedentes  de  disciplinas  muy  diferentes  como  neurología,  biología,  neurofisiología,  neuroquímica,
neurorradiología, medicina nuclear, psicología experimental, farmacología, fisiología y psicología cognitiva. Además,
su  carácter  interdisciplinar  también  se  debe  a  que  los  neuropsicólogos  ejercen  su  actividad  dentro  de  un  ámbito
igualmente interdisciplinar, en el que atienden el daño cerebral junto a otros profesionales.

1.3 Neuropsicología moderna
A. Luria (1902­1977) puede ser considerado el padre de la neuropsicología
moderna.  La  mayor  contribución  de  Luria  es  el  modelo  de  la  configuración
anatómica del cerebro en tres grandes bloques funcionales.

Este  concepto  de  sistemas  funcionales,  eje  fundamental  de  la  teoría
neuropsicológica  de  Luria,    ha  supuesto  una  nueva  forma  de  entender  e
investigar los mecanismos cerebrales que subyacen a la compleja actividad
psíquica  humana.  Los  sistemas  funcionales  se  caracterizan  por  su
complejidad:  se  alude  a  una  red  o  cadena  de  estructuras  del  cerebro
compuesta por múltiples eslabones, que actúan de forma conjunta y entre
los cuales se establece un estrecho e intrincado lazo de unión. Estas partes
integrantes  pueden  localizarse  en  diferentes  niveles  neurales,  siendo  una
característica  central  su  movilidad.  Esta  movilidad  permite,  manteniendo
invariante  el  resultado  final  de  la  actividad,  variar  el  modo  de  realizarla
según las partes o componentes del sistema que intervengan realmente en
el proceso. Así pues, el sistema funcional resulta ser un conjunto de áreas cerebrales que interactúan entre sí para
poder producir, de este modo, una conducta determinada.

Los  bloques  funcionales  básicos  del  cerebro,  según  (Luria,  1983b)  son  tres.    Siguiendo  a  Manga  y  Ramos
(1991) los señalamos:

1.  El  primero  es  el  bloque  de  la  activación,  encargado  del  tono  cortical  o  estado  óptimo  de  activación  de  la
corteza  cerebral.  Está  compuesto  por  estructuras  troncoencefálicas,  diencefálicas  y  límbicas.  Cuenta,  así  mismo,
con  la  formación  reticular  ascendente  y  descendente,  parte  importantísima  por  sus  conexiones  con  la  corteza
frontal. Controla el tono, la vigilia cortical y regulaciones vegetativas emotivas y mnésicas.

La primera fuente de activación está constituida por las propias motivaciones primarias (homeostasis). La segunda,
por los estímulos del mundo externo a los que el cerebro responde con una reacción de “arousal” (activación), y el
organismo con el reflejo de orientación que “constituye la base primordial de la actividad cognoscitiva”. La tercera
fuente de activación cortical es la planificación que el sujeto hace de su conducta.

Con  respecto  a  su  repercusión  sobre  la  salud  mental,  la  Neuropsicología  clínica  considera  que  algunos  síntomas
asociados a trastornos evolutivos de aprendizaje, tales como el déficit de atención o la hiperactividad, pueden estar
relacionados con la disfunción o retraso madurativo de este bloque funcional (Willis y Widerstrom, 1986).

2. El segundo es el bloque  del  input.  Luria  lo  llamaba  “bloque  de  recepción,  elaboración  y  almacenamiento  de
información”,  funciones  que  lo  distinguen  del  primer  bloque.  Ocupa  las  regiones  posteriores  del  neocórtex,  que
abarcan  las  zonas  visuales  (lóbulo  occipital),  auditivas  (lóbulo  temporal)  y  somestésicas  (lóbulo  parietal).  Es  la
unidad  receptiva  y  sensorial  que  obtiene,  procesa  y  almacena  la  información  que  llega  del  mundo  exterior  e
interior.

Los  procesos  cognitivos  secuencial  y  simultáneo,  son  las  dos  estrategias  principales  del  procesamiento  de
información propias del segundo bloque funcional:

­  Procesamiento  secuencial  o  sucesivo:  se  asocia  con  la  audición  y  el  movimiento,  funciones  que  requieren,
principalmente, procesamiento del orden serial de la información o de la secuenciación. La apropiada organización
secuencial  de  la  información  es  una  capacidad  básica  para  el  aprendizaje  escolar  (Obrzut  y  Obrzut,  1982)  y  la
organización secuencial es característica de la cadena hablada.

­ Procesamiento simultáneo: el procesamiento simultáneo se asocia con la visión y el tacto, al realizar síntesis de
elementos  separados  en  agrupamientos  o  “gestalten”.  Este  tipo  de  procesamiento  implica,  con  frecuencia,
información  espacial,  campo  en  el  que  el  procesamiento  fácilmente  puede  ser  holístico,  vía  visual  o  táctil.  La
memoria visual se hallaría al servicio de procesos simultáneos, tan importantes para retener y reconocer formas y
palabras.

Luria asocia el procesamiento secuencial a zonas fronto­temporales y el simultáneo a zonas parieto­occipitales. Se
basa,  según  indican  Ramos,  Manga  y  Pérez  (1995),  en  la  hipótesis  sobre  percepción  formulada  por  Sechenov.
Según  este  investigador  en  el  análisis  perceptivo,  las  sensaciones  auditivas  se  integran  en  series  temporales  y
sucesivas  (síntesis  secuenciales),  mientras  que  en  el  análisis  táctil  y  el  visual  en  combinaciones  espaciales  o
simultáneas (síntesis simultáneas). Pensaba que estos dos tipos de procesamiento funcionan tanto para material
verbal como no verbal, en los niveles de memoria, en los procesos intelectuales y a nivel perceptivo.
3. El tercero lo constituye el bloque de programación y control de la actividad. Abarca los sectores corticales
situados por delante de la cisura central (de Rolando), principalmente los lóbulos frontales. Su función principal es
programar, regular y verificar la actividad.

Luria  (1983a)  indica  que  los  sectores  prefrontales  juegan  un  papel  decisivo  en  la  formación  de  propósitos  y
programas  y  en  la  regulación  y  control  de  las  formas  más  complejas  de  la  conducta  humana.  Este  modo  de
entender  la  organización  cerebral  de  las  funciones  psíquicas  superiores  en  sistemas  funcionales,  llevó  a  Luria  a
revisar  el  concepto  de  “localización”,  a  la  búsqueda  de  centros  cerebrales  específicos  para  los  procesos  psíquicos
complejos, análogos a los sensoriales y motores encontrados en el siglo XIX, superando, así, el antagonismo entre
los defensores de un localizacionismo estricto y los defensores del holismo, para quienes las funciones superiores
eran  el  resultado  de  la  actividad  cerebral  como  un  todo.  Luria  señala  al  respecto:  “Los  sistemas  funcionales
complejos no pueden localizarse en sectores restringidos de la corteza cerebral o en grupos celulares aislados, sino
que deben de distribuirse en sistemas complejos de zonas que actúan conjuntamente, conservando cada una su
papel en la realización de los procesos psíquicos complejos. Estas zonas pueden hallarse en distintos sectores del
cerebro,  a  veces  muy  distantes  entre  sí”.  (Luria,  1983b,  p.  117).  En  la  figura  1  se  pueden  ver  los  bloques
funcionales.

 
Figura 1
 

Figura que representa los bloques funcionales superpuestos a las
consideraciones de Campbell sobre la orientación y el devenir temporal
(Peña­Casanova y Barraquer, 1983, p.5)

El  concepto  de  sistema  funcional,  con  la  movilidad  como  característica  central,  nos  ayuda  a  entender  la  mayor
gravedad en las consecuencias de lesiones cerebrales en niños que en adultos. En los adultos una lesión en alguna
parte  del  sistema  funcional  provocaría  la  reorganización  funcional  de  los  sistemas  intactos  que  asumirían  las
funciones llevadas a cabo por el sistema lesionado. Es decir, se llevaría a cabo una sustitución de la función, más
que  una  restitución  de  la  misma.  En  caso  de  lesión  en  niños  el  proceso  es  distinto,  puesto  que  los  sistemas
funcionales  están  desarrollándose,  no  encontrándose  otros  alternativos  que  pudiesen  hacerse  cargo  de  las
funciones perdidas (Manga y Ramos, 1991).

Plaisted, Gustavson, Wilkerning y Golden (1983) indican, en la misma línea, que la organización del sistema en el
que  se  dan  muchos  componentes,  partes  y  detalles,  la  proporciona  el  resultado  de  la  actividad  del  sistema,
contribuyendo  a  este  resultado  todos  los  componentes.  Puesto  que  el  resultado  de  la  actividad  es  el  factor  que
organiza el sistema, no puede decirse que éste sea simplemente un compuesto en el que las partes integrantes
interactúan entre sí, sino que un sistema se caracteriza por crear una cooperación o trabajo común, para obtener
un resultado útil. Éste es el factor decisivo que asigna a todos los componentes del sistema las funciones que les
corresponden. Una conducta determinada puede estar sustentada por numerosos sistemas funcionales. Este hecho
tiene un doble efecto: por una parte, cuantos más sistemas funcionales sustenten las conductas afectadas, menos
graves  serán  los  efectos  de  una  lesión  cerebral;  por  otra,  se  ve  afectada  la  recuperación,  al  convertirse  en  guías
activos los sistemas funcionales que se hallaban en estado latente antes del daño cerebral sufrido. Esta es la base
de  la  recuperación  de  las  funciones  que,  siguiendo  la  teoría  de  los  sistemas  funcionales,  es  sustitución  y  no
restitución. Cuantos más sistemas funcionales se hayan formado, menos serán los efectos del daño cerebral en un
individuo dado. También se debe tener en cuenta que, aún descartando la posibilidad de lesión, el desarrollo de los
sistemas  funcionales  puede  sufrir  un  retraso  madurativo  o  una  desviación  (déficit  madurativo)  con  respecto  a  la
pauta evolutiva normal (Plaisted et al., 1983).

2. Evaluación y rehabilitación neuropsicológicas en salud mental

Dos  son  los  objetivos  básicos  de  la  neuropsicología  en  la  salud  mental,  la
evaluación neuropsicológica y la rehabilitación neuropsicológica.

 
La  evaluación  y  la  rehabilitación  neuropsicológicas  deben  individualizarse  y  adaptarse  a  las
necesidades  del  individuo  (nivel  de  aceptación  de  su  déficit,  nivel  de  iniciativa,  capacidad  de
autorregulación, naturaleza y gravedad del trastorno, necesidades de la familia y objetivos de la
reeducación).

2.1 Evaluación neuropsicológica

Partimos de la base de que toda evaluación neuropsicológica pretende obtener un perfil de capacidades, en dicho
perfil aparecerán puntos débiles y puntos fuertes según las capacidades deterioradas y las conservadas intactas que
pueden estar influyendo en la salud mental del individuo.

De ello se desprende la necesidad de hacernos la siguiente pregunta: ¿qué razones o fines justifican la necesidad de
efectuar un examen neuropsicológico a una persona a la que se le supone un problema de salud mental?

Las respuestas a este interrogante, es decir, los fines que nos planteamos con una evaluación neuropsicológica, los
podemos observar en la figura 2 y son los siguientes: diagnóstico, neuropsicológico, educativo e investigador.

 
Figura 2. Fines de la evaluación neuropsicológica
El fin diagnóstico;  es  el  más  común,  se  trata  de  personas  con  problemas  de  salud  mental,    con  daño  cerebral  o
disfunción neurológica conocida para los que se intenta confirmar un diagnóstico preciso. Se trata de la descripción
de  las  consecuencias  de  la  disfunción  cerebral  sobre  el  funcionamiento  cognitivo,  trastornos  de  conducta  y
alteraciones  emocionales.  En  este  orden  de  objetivos,  en  algunos  casos  el  neuropsicólogo  persigue  la  valoración
médico­legal del nivel del deterioro cognitivo y de la salud mental.

El  fin  neuropsicológico;  que  consiste  en  una  exploración  para  detectar  alteraciones  neurológicas  en  relación  a
trastornos cognitivos o comportamentales que impiden el buen desarrollo de la salud mental del sujeto, en los que
previamente, existen disfunciones cerebrales no comprobadas en exámenes neurológicos habituales.

El fin terapéutico, relativo al interés por conocer el perfil neuropsicológico de cualquier persona con la finalidad de
adecuar los planes y estrategias de intervención (educativa, psicológica y rehabilitadora) a las características propias
de la alteración. Se trata de diseñar el programa de rehabilitación individualizado, con el fin de optimizar la calidad
de  vida  y  la  independencia  del  paciente.  En  este  mismo,  sentido  también  se  persigue  la  finalidad  de  valorar  la
eficacia de los diferentes tratamientos.

El fin investigador; tiene sentido si se intenta relacionar la neuropsicología clínica con la investigación. Existen tres
tipos de evaluación neuropsicológica con fin investigador. El primero se basa en comparar grupos de sujetos entre
sí  y  desde  esa  comparación  pueden  surgir  perfiles  neuropsicológicos  característicos  de  algunos  trastornos
cerebrales.  En  segundo  lugar,  están  los  estudios  longitudinales,  en  los  que  el  examinador  deberá  repetir  la
evaluación posteriormente a la misma población, lo que permitirá comprobar si el pronóstico y el tratamiento han
sido los correctos. El tercer tipo se refiere a los estudios de seguimiento (con carácter investigador y clínico) en los
que la evaluación neuropsicológica se repite pasado un intervalo de tiempo desde la anterior evaluación.

El proceso de evaluación neuropsicológica según Blázquez, González y Paúl (2008) sigue una serie de pasos que se
pueden  resumir  en  los  siguientes:  revisión  de  informes  previos,  entrevista  al  paciente  y  familiares,  métodos  de
valoración,  selección  de  instrumentos  de  exploración,  formulación  de  hipótesis  neuropsicológicas  y  finalmente,
interpretación de resultados.

Una  vez  detectada  la  existencia  de  un  problema,  el  siguiente  paso  será  el  realizar  una  adecuada  evaluación  por
parte de un neuropsicólogo experto. La evaluación neuropsicológica es recomendable siempre que se sospeche de
la  existencia  tanto  de  alteraciones  comportamentales  como  de  las  funciones  superiores  basadas  en  un  daño
cerebral, sea cual fuere su etiología. Así destacaríamos como pacientes que pueden verse afectados por alteraciones
neuropsicológicas aquellos que padezcan o hayan padecido: trastornos del desarrollo o dificultades de aprendizaje,
déficits  atencionales,  traumatismos  craneoencefálicos,  infartos,  trastornos  psiquiátricos,  demencia,  abuso  crónico
de sustancias tóxicas, intoxicación por compuestos químicos, intervenciones de neurocirugía, etc.

En la evaluación neuropsicológica son sistemáticamente exploradas las siguientes funciones superiores:

Funciones atencionales
Funciones comunicativas
Funciones perceptivas­visuales
Funciones visuoconstructivas
Funciones de aprendizaje y memoria
Funciones del pensamiento
Funciones ejecutivas
Funciones afectivas­emocionales

2.2 Rehabilitación neuropsicológica

Según Paúl, Bilbao y Ríos (2008), la rehabilitación neuropsicológica es un término que puede aplicarse a cualquier
estrategia de intervención o técnica que tenga como objetivo permitir a los pacientes y a los familiares que viven
con ellos manejar, sobrellevar o reducir los déficits cognitivos que se producen por una lesión cerebral.

Los inicios de la rehabilitación neuropsicológica en salud mental hay que situarlos en la Primera Guerra Mundial, en
concreto, en Alemania, con el aumento de soldados que sobrevivieron a impactos de bala en el cerebro. A partir de
este  hecho,  han  sido  muchos  los  investigadores  que  han  desarrollado  la  rehabilitación  neuropsicológica  como
disciplina  científica.  Destacan  entre  ellos,  los  estudios
pioneros de Goldstein, Poppelreuter, Luria, Yishay, Prigatano,
Christensen, Trexler, Malec, Mateer, Ponsford, Wilson y otros
tantos.

Los  mecanismos  a  través  de  los  cuales  se  produce  la


recuperación neurológica son complejos e incluyen aspectos
biológicos  neuronales  (cambios  proteicos  y  genéticos),
estructurales  (dendritogénesis,  remielinización),  de  las
estructuras  asociadas  (revascularización,  gliogénesis)  y  de
las  asociaciones  y  organización  de  las  redes  neuronales
(restructuración  neuronal,  sinaptogénesis)  (Paúl,  Bilbao  y
Riós, 2008).

Mateer  (2005)  indica  algunas  sugerencias  que  pueden  constituir  una  buena  base  para  la  práctica  de  la
rehabilitación neuropsicológica. Éstas son:

­  La  rehabilitación  neuropsicológica  debe  individualizarse  y  adaptarse  a  las  necesidades  del  individuo  (nivel  de
aceptación  de  su  déficit,  nivel  de  iniciativa,  capacidad  de  autorregulación,  naturaleza  y  gravedad  del  trastorno,
necesidades de la familia y objetivos de la reeducación).
­ Es indispensable la colaboración entre paciente, familia y terapeuta.
­ Se debe incluir como objetivo del tratamiento el cambio funcional en la salud del paciente.
­ Se debe asumir un modelo ecléctico de tratamiento.

Deben  tenerse  en  cuenta  también  los  componentes  emocionales,  derivados  de  la  pérdida  de  eficacia  cognitiva
(ansiedad, depresión, frustración), integrándolos en el tratamiento.

 
La  Neuropsicología  en  la  salud  mental  trata  de  facilitar  la  labor  diagnóstica  a  los  psiquiatras  y
psicólogos  clínicos,  además  pretende  minimizar  los  déficits  en  diversas  funciones  cognitivas
producto de las diferentes enfermedades mentales.

Hasta el momento no existen perfiles neuropsicológicos exclusivos para cada enfermedad psiquiátrica, que hagan
más fácil su abordaje rehabilitador, sin embargo, parece que el funcionamiento cognitivo de los trastornos mentales
crónicos,  como  por  ejemplo  esquizofrenia,  trastorno  bipolar  o  trastorno  obsesivo  compulsivo,  influye  en  gran
medida en las dificultades que se presentan en su vida cotidiana. Por tanto, será labor del neuropsicólogo ayudar a
los pacientes y a sus familias a entender y a disminuir estas limitaciones con estrategias específicas.

El beneficio más importante que va a obtener el paciente es recibir el tratamiento más adecuado y, en caso de que
exista  un  déficit  neuropsicológico,  el  especialista  podrá  diseñar  e  iniciar  el  proceso  de  rehabilitación.  El  concepto
central de la rehabilitación es el de adaptación funcional, siendo éstas las estrategias que un sujeto lesionado puede
desarrollar  para  resolver  problemas  de  muy  diversa  índole.  Así  podemos  hablar  de  compensación  conductual,
estrategias alternativas, estrategias compensatorias, etc. Según K. Goldstein (1983) tres procesos contribuyen a la
recuperación  de  funciones;  la  restitución  del  sustrato  lesionado  a  través  de  la  resolución  de  ciertos  procesos
patológicos (recuperación espontánea), simplificación del entorno del paciente y reaprendizaje usando los sistemas
que permanecen funcionales. Sea cual sea la estrategia que utilicemos en el proceso de rehabilitación, éste produce
efectos  muy  positivos  tanto  en  el  paciente  como  en  su  entorno  más  cercano.  En  primer  lugar,  al  paciente  se  le
facilitan una serie de estrategias que le permiten aumentar su rendimiento funcional, lo que produce una notable
mejoría  conductual.  Por  otro  lado,  también  se  ve  beneficiado  su  entorno  familiar,  no  sólo  por  esta  mejoría
conductual  anteriormente  señalada  sino  porque  son  capaces  de  entender  mejor  a  su  familiar,  lo  que  facilita
notablemente la convivencia.

3. Neuropsicología de la salud mental en los problemas derivados
de los trastornos del lenguaje
Neurobiología del lenguaje

Neuropscología de las alteraciones del lenguaje con
incidencia en la salud mental

 
El lenguaje es una de las capacidades neuropsicológicas más complejas en el ser humano. Las
alteraciones  del  lenguaje  y  la  comunicación  afectan  de  manera  muy  importante  a  la  salud
mental del sujeto.

3.1 Neurobiología del lenguaje

En las funciones formales del lenguaje los mecanismos más
especializados tienen su asiento neural sobre gran parte de
la  corteza  perisilviana  primaria,  secundaria  y  terciaria  del
hemisferio cerebral izquierdo en el 87% de los humanos, sin
tener en cuenta la preferencia manual; en el resto, un 8%
asienta  su  lenguaje  sobre  el  hemisferio  derecho,  mientras
que  un  5%  lo  hacen  de  forma  repartida  en  proporción
similar sobre los dos hemisferios (Narbona, 1997). También
participan  el  tálamo,  los  ganglios  basales,  la  corteza
prefrontal, el área motriz suplementaria y la corteza límbica
de  ambos  hemisferios.  A  las  regiones  perisilvianas  del
hemisferio  derecho  conciernen  las  funciones
suprasegmentarias  de  prosodia  y  de  adecuación  comunicativa.  Para  el  lenguaje  escrito  se  requiere,  además,  el
funcionamiento de la corteza calcarina y de las áreas adyacentes secundarias de asociación visual.

a.­ Vías terminales de entrada y salida y áreas corticales primarias

Podemos decir que lenguaje es un proceso cognitivo superior que presenta una gran complejidad desde el punto de
vista anatómico y funcional. No obstante, podemos sintetizar que la cadena de lenguaje consiste en un proceso de
retroalimentación en el que se integran dos componentes básicos que son la codificación y la decodificación de la
señal lingüística, con dos puertas de entrada y salida, respectivamente, cuya función es la de garantizar el cierre
del  circuito.  El  primer  paso  de  la  decodificación  es  la  entrada  de  la  señal  lingüística  y  el  último  paso  la  salida  del
mensaje articulado.

a.1.­  Entrada.  Una  vez  transformadas  por  el  órgano  de  Corti  las  señales  acústicas  en  señales  bioeléctricas
(potenciales de acción), son llevadas por los axones de las células del ganglio de Scarpa (VIII nervio craneal) para
establecer sinapsis en el núcleo coclear homolateral, a nivel de la unión bulboprotuberancial.

A  partir  de  aquí,  los  axones  de  las  neuronas  del  núcleo  coclear  constituyen  el  lemnisco  lateral,  que  asciende  por
protuberancia y mesencéfalo hasta el tálamo, con una organización altamente sofisticada (Buser e Imbert, 1987).
Una pequeña parte de estos axones asciende desde el núcleo homolateral, mientras que el contingente principal
(70%)  procede  del  lado  opuesto.  La  vía  lemniscal  posee  estaciones  intermedias  en  el  complejo  olivar  superior
(protuberancia  media),  en  los  núcleos  del  leminisco  lateral  (protuberancia  superior)  y  en  los  tubérculos
cuadrigéminos  o  colículos  inferiores  (mesencéfalo);  estos  acúmulos  celulares  a  cada  lado  del  tronco  cerebral  se
conectan  entre  sí  mediante  axones  que  cruzan  la  línea  media.  En  el  complejo  olivar  superior  existen  neuronas
binaurales  (que  responden  a  estímulos  procedentes  de  ambos  oídos),  lo  que  permite  la  localización  de  la  fuente
sonora.  Las  neuronas  más  periféricas  de  los  colículos  inferiores  envían  conexiones  hacia  la  sustancia  reticular
ascendente  (alerta  auditiva  y  atención)  e  intervienen  en  reacciones  motoras  de  orientación  corporal  hacia  el
sonido.  De  la  parte  central  de  cada  colículo  inferior  surge  la  proyección  hacia  el  cuerpo  geniculado  mediano
homolateral y una pequeña porción de axones conecta con el geniculado del lado opuesto.

Desde  el  cuerpo  geniculado  medial,  la  radiación  auditiva  constituye  un  denso  tracto  que,  atravesando  la  región
sublenticular  desemboca  homolateralmente  en  la  corteza  auditiva  primaria,  constituida  por  el  giro  transverso  de
Heschl en la cara superior de cada lóbulo temporal, oculto en la profundidad de la cisura silviana. Se han discutido
largamente los límites de la corteza de proyección auditiva, si bien, recientemente, una rigurosa investigación de
los  potenciales  auditivos  corticales  de  latencia  media  (N­13,  P­17  y  N­26),  mediante  electrodos  implantados  por
estereotaxia en pacientes epilépticos, concluye que el área auditiva primaria se restringe a la porción posteromedial
de la circunvolución de Heschl.

a.2.­  Salida.  La  vía  eferente  motriz  final  parte,  bilateralmente,  de  la  porción  más  inferior  de  la  corteza  motora
(circunvolución frontal ascendente, opérculo rolándico), constituyendo el haz geniculado que forma parte de la vía
piramidal,  cuyos  axones  corticofugales  dan  las  “órdenes”  oportunas  a  las  neuronas  de  los  núcleos  de  los  nervios
craneales VII, IX, X, XI y XII para la motricidad fonoarticulatoria. Pero antes de constituirse esta vía descendente,
es  modulada  por  los  circuitos  córtico­estrío­tálamo­corticales  y  córtico­cerebelo­corticales  (Alexander  y  Crutcher,
1990) y por las informaciones táctiles y propioceptivas de la boca y de la faringe que se proyectan sobre la corteza
retrorrolándica (circunvolución parietal ascendente).

b.­ Corteza asociativa secundaria

En  la  cara  superior  del  lóbulo  temporal,  la  zona  cortical  comprendida  entre  el  giro  de  Heschl,  por  delante,  y  el
ángulo de reflexión del valle de Silvio, por detrás, constituye, a su vez, el planum temporale; éste y una pequeña
porción de la cara externa de la primera circunvolución temporal constituyen el área de Wernicke, en el hemisferio
izquierdo,  para  la  gran  mayoría  de  sujetos.  A  este  área  se  atribuye  el  papel  de  decodificación  de  las  señales
auditivas llegadas a la corteza primaria adyacente y en particular, las que reúnen los rasgos de fonemas o unidades
mínimas distintas del lenguaje. El área de Wernicke forma parte de la corteza secundaria de asociación específica
auditiva;  ésta,  en  el  hemisferio  izquierdo,  posee  mayor  anchura  y  recibe  información  proveniente  del  planum
temporale  derecho  mediante  axones  interhemisféricos  que  cruzan  en  el  esplenio  del  cuerpo  calloso.  En  la  zona
correspondiente del hemisferio derecho también ocurre un primer procesamiento de las señales acústicas verbales
elementales, sobre todo los componentes melódico­emocionales (prosodia, música).

En  el  tercio  posterior  de  la  tercera  circunvolución  frontal  izquierda  se  sitúa  el  área  de  Broca,  adyacente  al  área
motora primaria correspondiente a la musculatura oro­faringo­lingual, en la parte más inferior de la circunvolución
frontal ascendente. Se distinguen en el área de Broca dos porciones anatómicas: la pars opercularis (posterior) y la
pars  triangularis  (anterior).  Esta  última,  forma  parte  de  la  corteza  terciaria  de  asociación  plurimodal  y  tiene  el
cometido  de  formular  las  conductas  verbales;  en  cambio,  la  porción  posterior  está  constituida  por  corteza
secundaria  de  asociación  unimodal  y,  al  ser  más  cercana  al  área  de  proyección  motora  simple,  se  ocupa  de
programar los esquemas gestuales de los órganos fonoarticulatorios donde se genera el material sonoro del habla.

Tanto el área de Wernicke como la de Broca no son sino dos cuellos de botella donde se realizan, respectivamente,
la  primera  decodificación  de  las  señales  auditivo­verbales  y  la  última  elaboración  (formulación  y  programación
motriz) para la realización fono­articulatoria de la palabra (Mesulam, 1990). Están conectadas entre sí mediante el
fascículo arqueado subcortical y conectadas con las áreas terciarias de asociación (giro supramarginal, pliegue curvo
y  región  prefrontal),  así  como  con  las  estructuras  limbicocingulares  y  con  los  núcleos  grises  talamoestriados
mediante circuitos secuenciales y paralelos, como veremos más adelante.

c.­ Corteza asociativa terciaria

El gran cinturón cortical terciario sustenta capacidades representativas mentales que posibilitan el lenguaje como
actividad  simbólica.  Está  constituido  por  la  corteza  prefrontal,  la  corteza  parietal  inferior  (giro  supramarginal  y
pliegue curvo) y el giro fusiforme de la corteza inferotemporal.

El giro supramarginal y el pliegue curvo del hemisferio izquierdo realizan las más sofisticadas funciones de análisis
morfosintáctico y semántico de los mensajes verbales. El análisis y la identificación de los rasgos morfosintácticos
parecen operarse predominantemente, en el giro supramarginal, mientras que la función el pliegue curvo sería la
correspondencia significante­significado, es decir, la función semántica del lenguaje oral y escrito. El pliegue curvo
es  también  el  centro  de  integración  de  gnosias  táctiles,  visuales  o  auditivas  no  verbales,  como  corresponde  a  su
naturaleza  de  córtex  terciario  de  asociación  plurisensorial;  asimismo,  es  el  polo  asociativo  de  las  “imágenes
mentales” de los gestos.

El almacén lexical se encuentra ampliamente distribuido por todo el cerebro: Mohr et al. en 1994 han demostrado
que  las  palabras  o  los  morfemas  funcionales  (pronombres,  preposiciones,  adverbios,  adjetivos  demostrativos
conjugaciones verbales, etc.) son “almacenados”, casi en su totalidad, por el hemisferio izquierdo, mientras que los
lexemas (nombres, verbos, etc.) se “almacenan”, por igual, en la corteza de ambos hemisferios. Ahora bien, para
identificar el significado de los lexemas y de las estructuras sintácticas o para recuperar determinados significantes
que expresen un concepto, el proceso parece tener un “paso obligatorio” por las áreas de asociación terciaria del
hemisferio izquierdo a las que nos estamos refiriendo.

d.­ Rol de las estructuras mesiales y subcorticales en el lenguaje

Al igual que las demás conductas humanas, el lenguaje está posibilitado por la atención, la memoria de trabajo, la
memoria a largo plazo y la capacidad de control de respuesta. Estas funciones se sustentan en el amplio sistema
neural  presidido  por  la  corteza  prefrontal  que,  a  su  vez,  establece  conexiones  con  el  sistema  límbico,  con  el
neoestriado,  con  el  núcleo  reticular  del  tálamo,  con  los  colículos  y  con  el  sistema  reticular  del  tronco  (Stuss  y
Benson, 1986; Sato y Jacobs, 1992; Goldman­Rakic, 1993).

e.­ Gradientes de dominancia funcional hemisférica

Desde  la  primera  observación  de  Broca  (1865)  se  ha  reunido  una  importante
acumulación  de  evidencias  clínicas  y  experimentales  acerca  de  la  existencia  de
un  gradiente  de  especialización  neurocognitiva  entre  ambos  hemisferios
cerebrales.  Siendo  claramente  simétricas  la  morfología  cerebral  y  la
representación  cortical  de  los  actos  sensitivos  y  motores  elementales  (corteza
primaria),  el  asiento  cerebral  de  las  funciones  cerebrales  superiores  posee,  en
cambio, unos patrones asimétricos.

Se admite que el hemisferio izquierdo desempeña un papel preponderante en los
aspectos formales (fonología­morfosintaxis) del lenguaje en, al menos, el 87% de
los  humanos  (Corballis  y  Morgan,  1978;  Coren  y  Porac,  1980).  El  hemisferio
derecho,  en  cambio,  manifiesta  superioridad  jerárquica  en  la  atención,  en  la
orientación  espacial,  en  la  prosodia  y  en  la  adecuación  contextual  del  lenguaje
(Ross  y  Mesulam,  1979;  Mesulam,  1981).  Se  ha  postulado  también,  no  sin
críticas,  que,  en  lo  que  concierne  a  la  inteligencia,  el  hemisferio  izquierdo
presidiría  los  procesos  de  pensamiento  hipotético­deductivo,  mientras  que  al
hemisferio derecho corresponderían tareas holísticas e inductivas.

f.­ Plasticidad cerebral

La plasticidad anatomofuncional es una cualidad común a los organismos vivos y a los aparatos y sistemas que los
componen; permite la adaptación del sujeto a los azares que alteran el programa genético, enriqueciéndolo o, bien,
disminuyendo  las  consecuencias  negativas  de  eventuales  agresiones  que  podrían  truncar  transitoriamente  las
potencialidades normales.

En el sistema nervioso los factores epigenéticos, sean influencias normales (aprendizaje), o agresiones patógenas,
inducen  fenómenos  de  remodelación  a  la  vez  cuantitativa  y  cualitativa,  según  la  distinta  especificidad
anatomofuncional de cada subsistema neural. La plasticidad neural es variable según el tipo de estructura y según
la edad. De acuerdo con lo primero, la variación entre modalidades aferenciales a nivel primario es menos posible
que en los sistemas de asociación secundaria y terciaria; de acuerdo con lo segundo, los procesos de remodelación
del sistema nervioso ocurren preferentemente (aunque no de forma exclusiva) en determinadas edades de la vida,
variables  para  cada  conjunto  de  estructuras  neuronales;  de  aquí  deriva  la  noción;  bastante  relativa,  de  los
“períodos críticos” en neurobiología (Changeux, 1983).
3.2 Neuropsicología de las alteraciones del lenguaje con incidencia
en la salud mental

Existen  multitud  de  alteraciones  del  lenguaje  que  pueden  estar  influyendo  en  la  salud  mental  de  un  individuo.
Entre  ellas,  las  que  podemos  considerar  que  tienen  un  carácter  neuropsicológico  son  las  afasias  y  el  trastorno
específico del desarrollo del lenguaje (TEDL), que describiremos a continuación.

­ Afasias

Denominamos  afasias  a  un  grupo  de  patologías  cuyo  denominador  común  es  la  alteración  del  lenguaje  en
cualquiera de sus dimensiones (forma, contenido y uso) y/ó de sus niveles (comprensivo y expresivo), de etiología
orgánica  (lesión  en  el  sistema  nervioso  central).  El  síndrome  debe  aparecer  cuando  ya  se  había  desarrollado  el
lenguaje funcional en el sujeto. El diagnóstico excluye los problemas del lenguaje congénito (TEDL), alteraciones
del  habla  motora  o  de  la  articulación  (disartria,  disglosia  y  apraxia  pura  del  habla)  y  trastornos  secundarios  a
procesos del pensamiento como demencia o esquizofrenia.

Según la topografía de la lesión podemos distinguir entre afasias de tipo fluente (lesiones en el área de Wernicke o
zonas  limítrofes)  y  afasias  de  tipo  no  fluente  (lesiones  en  el  área  de  Broca  o  zonas  limítrofes).  Si  la  lesión
compromete tanto a las zonas motoras como a las sensoriales podemos hablar de afasia global y finalmente, si la
lesión compromete al fascículo arqueado, hablaremos de afasia de conducción.

En  tabla  1  señalamos  las  características  del  lenguaje  en  cada  uno  de  estos  tipos  de  afasia.  Estas  alteraciones
lingüísticas  y/o  neuropsicológicas  comprometen  en  algunos  casos  la  independencia  del  individuo  y  tienen  una
repercusión muy negativa sobre la salud mental del paciente.

Tabla 1. Características del lenguaje en las afasias más frecuentes

Característica Afasia de Broca Afasia de Wernicke Afasia Global Afasia de conducción

Habla espontánea No fluente Fluente, parafásica No fluente Fluente


Nominación Deteriorada Parafásica Deficiente Variable
Comprensión Deterioro ligero Deficiente Deficiente Intacta
Repetición Deteriorada Deteriorada Deteriorada Deteriorada
Lectura  A­veces deteriorada  Deteriorada Deteriorada  A veces intacta 
Escritura Deteriorada Errores Deficiente A veces intacta

­ Trastorno específico del desarrollo del lenguaje

Nos referimos a trastornos del desarrollo del lenguaje que se presentan de forma aislada y aparentemente primaria
(Chevrie­Muller, 1997).

Se  presentan  con  una  serie  de  síntomas  heterogéneos.  Esta  dispersión  semiológica  hace  que  la  definición  de  los
Trastornos  Específicos  del  Desarrollo  del  Lenguaje  (TEDL)  se  base  en  diagnósticos  por  exclusión.  TEDL  se  refiere
(Rapin y Allen, 1983, American Psychiatric Association: DSM­IV, ed. Española 1995) a un inicio retrasado o a un
desarrollo enlentecido del lenguaje que no se puedan explicar por:

­ Déficit sensorial auditivo
­ Déficit motor
­ Deficiencia mental
­ Trastornos psicopatológicos
­ Privación socioafectiva
­ Lesiones o disfunciones cerebrales evidentes

Nos vamos a referir a TEDL para definir trastornos y cuadros que se han venido definiendo tradicionalmente como:

­ Disfasia congénita (Monfort y Juárez, 1997)
­ Audiomudez o agnosia auditiva (Ajuriaguerra, 1973)
­ Trastorno especifico del lenguaje (Bishop, 1997)
­ Afasia del desarrollo (Benton, 1964)
­ Otros retrasos severos del lenguaje

Para poder llegar al diagnóstico de TEDL debemos realizar las siguientes tareas (Chevrie­Muller y Narbona, 1997):

1.­ Afirmar la realidad del trastorno: Estudiar las tres dimensiones del lenguaje (forma, contenido y uso) y sus dos
niveles  (expresivo  y  comprensivo)  estableciendo  el  perfil  psicolingüístico  del  sujeto.  Establecer  la  gravedad  del
cuadro.
2.­ Comprobar el carácter específico: es decir, realizar el diagnóstico diferencial descrito anteriormente.

La evaluación del lenguaje para determinar la existencia de un TEDL se suele realizar a través de la utilización de
criterios  estadísticos  (p.  ej.,  las  habilidades  lingüísticas,  evaluadas  con  test  estandarizados,  se  encuentran  por
debajo  de  2  desviaciones  estándar  de  la  media,  según  la  International  Classification  of  Diseases,  ICD­10,  1993).
Una alternativa a este criterio estadístico ha sido la definición del TEDL en términos de discapacidad (dificultades
que tienen estos niños para llevar a cabo las rutinas y actividades de la vida diaria o si aquéllas interfieren en el
rendimiento  académico  o  en  la  comunicación  social).  El  problema  de  este  tipo  de  acercamiento  es  que  necesita
contar con la opinión de padres y profesores, que si bien es válida con fines clínicos, plantea serias dudas para su
uso en investigación.

En la tabla 2 se reflejan los criterios diagnósticos aportados por Leonard (1998) que actualmente son ampliamente
aceptados tanto por investigadores como por clínicos.

Tabla 2. Criterios diagnósticos de TEDL de Leonard (1998)

Puntuación en los test de lenguaje ≤ 1,25 desviaciones estándar
CI no verbal ≥ 85
Superar las pruebas de audición de acuerdo con los criterios convencionales
No presentar episodios recientes de otitis media serosa
No presentar disfunciones neurológicas como parálisis cerebral o lesiones cerebrales
Ausencia de anomalías estructurales de la cavidad oral
Motricidad oral correcta

4. Neuropsicología de la salud mental en los problemas derivados
de los trastornos de la memoria, la atención y otras funciones
ejecutivas superiores

Memoria

Atención

Funciones
ejecutivas

4.1 Memoria

4.1.1 Definición y procesos de la
4.1.1 Definición y procesos de la
memoria

4.1.2 Tipos de memoria

4.1.3 Bases neuroanatómicas de la
memoria

4.1.4 Trastornos y alteraciones de la
memoria

4.1.1 Definición y procesos de la memoria

Se puede definir la memoria como la capacidad para evocar información previamente aprendida o la habilidad para
recordar  experiencias  y  acontecimientos  pasados.  En  esta  capacidad  están  presentes  tres  procesos  (figura  3):
adquisición, almacenamiento y recuperación.

Los procesos de adquisición son los responsables de la entrada de información. Intervienen los factores perceptivos
y de atención y los fenómenos de registro input.

Los procesos  de  almacenamiento  o  retención se  refieren  a  la  forma  en  que  se  organiza  y  codifica  la  información
para poder ser almacenada. Se distinguen, a su vez, dos estructuras de memoria: la memoria a corto plazo y la
memoria a largo plazo.

Los  procesos  de  recuperación  engloban  posibilidades,  mecanismos  y  condiciones  para  utilizar  la  información
adquirida. Incluye los procesos de accesibilidad y disponibilidad de la información, así como los de decodificación y
reconocimiento.

Figura 3. Modelo procesual, procesos de la memoria

4.1.2 Tipos de memoria

­A pesar de que la Neuropsicología de la memoria se encuentra muy consolidada, no existe suficiente consenso en
algunas de sus divisiones. Básicamente, podemos establecer dos grandes modalidades de memoria en función del
tiempo transcurrido para su almacenamiento: memoria a corto plazo y memoria a largo plazo (figura 4).

Figura 4. Tipos o modalidades de memoria
 

I.­ Memoria a corto plazo (MCP)

Es el proceso de retención inicial de la información durante un breve espacio de tiempo que oscila desde algunas
fracciones  de  segundo  hasta  varios  minutos,  aunque  algunos  autores  sitúan  el  límite  temporal  de  la  memoria  a
corto  plazo  en  30  segundos.  El  sistema  de  memoria  a  corto  plazo  almacena  recuerdos  mientras  tienen  lugar  los
cambios fisiológicos necesarios para el almacenamiento a largo plazo, que se produce mediante la reverberación de
la actividad neuronal, hasta que, finalmente, se producen cambios estructurales a largo plazo en las sinapsis que,
posteriormente, facilitan que se produzca la misma pauta de actividad.

Antes de que se pueda realizar un procesamiento perceptivo de la información, es necesario que se produzca una
codificación sensorial de los estímulos que han de ser memorizados, por lo que, dentro de la memoria a corto plazo,
existen varias submodalidades: memoria sensorial, memoria inmediata, memoria de trabajo y memoria primaria.

I.a Memoria sensorial (MS). Es el registro inicial de la información a través de los receptores sensoriales. Los
distintos estímulos auditivos, olfativos, luminosos, táctiles, etc, acceden al cerebro a través de los órganos de los
sentidos. La memoria sensorial se desvanece rápidamente si no participan otros sistemas.

I.b  Memoria  a  corto  plazo  o  inmediata.  Es  un  sistema  de  retención  y  almacenamiento  con  capacidad  y
duración  de  varios  segundos.  La  memoria  inmediata  permite  el  archivo  sensorial  de  la  información,  con  una
capacidad  limitada  que  engloba  el  análisis  de  la  información  a  nivel  sensorial  en  áreas  cerebrales  específicas.  Se
incluyen en la MCP tareas como la repetición de 6­8 dígitos, el recuerdo inmediato de un número de teléfono, la
repetición de una frase, el recuerdo de alguna secuencia visual que acabamos de presenciar o la repetición de una
serie rítmica.

El  sustrato  de  la  MCP  se  localiza  en  los  circuitos  reverberantes  locales  que  implican  neuronas  corticales  o  bucles
córtico­talámicos. La circunvolución angular y supramarginal del lóbulo parietal son la base de la MCP, existiendo
una  disociación  hemisférica,  ya  que  el  lóbulo  parietal  izquierdo  es  responsable  de  la  MCP  de  contenido  verbal
(recuerdo de dígitos o palabras), mientras que el derecho es responsable del recuerdo inmediato de imágenes.

I.c  Memoria de trabajo. En los últimos 30 años nuestra concepción de la memoria a corto plazo se ha ampliado.
Este  concepto  ya  no  sólo  hace  referencia  al  mantenimiento  ‘en  la  mente’  de  información  que  no  se  halla  en  el
ambiente, sino que también hace alusión a la manipulación y transformación de esta información para planificar y
guiar nuestra conducta. La memoria de trabajo o memoria operativa (working memory) se define como un sistema
que  mantiene  y  manipula  la  información  de  manera  temporal,  por  lo  que  interviene  en  importantes  procesos
cognitivos como la comprensión del lenguaje, la lectura, el razonamiento, etc. Sus subcomponentes se pueden ver
en la figura 5.
Figura 5. Subcomponentes de la memoria de trabajo
 

Este modelo quedó desarrollado inicialmente por Baddeley y Hitch (1974), pero ha sufrido una reformulación en el
año 2000 (Baddeley, 2000) y se ha fragmentado en la actualidad. La memoria de trabajo se descompone en: el
bucle fonológico, la agenda visuoespacial, el ejecutivo central y el buffer episódico (figura 6.5.).

El bucle fonológico es un proceso de control basado en el repaso articulatorio que se puede evidenciar si se colocan
unos  sensores  en  su  musculatura  orofacial.  Este  componente  actúa  como  un  sistema  de  almacenamiento
provisional para mantener el habla interna que está implicada en la memoria a corto plazo.

La agenda visuoespacial, opera de forma similar al bucle fonológico, sólo que su cometido se centra en mantener y
manipular  imágenes  visuales.  Este  sistema  se  alimenta  de  imágenes  visuales  y  se  emplea  en  la  creación  y
utilización de estas imágenes.

El sistema ejecutivo central (SEC), es un sistema por medio del cual se llevan a cabo tareas cognitivas en las que
interviene la memoria de trabajo, y que realiza operaciones de control y selección de estrategias. En este sentido,
el propio Baddeley reconoce sus dificultades para definir el concepto de SEC y los procesos implicados en éste, por lo
que acude recurrentemente al concepto de sistema atencional supervisor (SAS) de Norman y Shallice (1986) para
intentar operativizar este escurridizo sistema.

Este modelo plantea que el SAS se activa cuando una situación se reconoce como novedosa o no rutinaria, por lo
que  se  precisa  poner  en  acción  procesos  ejecutivos  de  anticipación,  selección  de  objetivos,  planificación  y
monitorización. En cada uno de estos procesos actuaría la memoria de trabajo y en particular el SAS (recordemos
que  el  propio  Baddeley  asume  que  el  SEC  se  puede  explicar  por  el  modelo  de  SAS  de  Shallice  (1988).  Es  muy
importante señalar que el SEC o SAS no contiene información, lo que indica lo inapropiado de la denominación de
este sistema con el término de memoria. Por tanto, el SAS trabaja con la información y su cometido fundamental
se centra en seis procesos interrelacionados, pero que pueden diferenciarse como:

– Codificación/mantenimiento de información cuando se saturan los sistemas esclavos (bucle y agenda).
– Mantenimiento/actualización como capacidad del SEC/SAS para actualizar y mantener la información.
– Mantenimiento y manipulación de la información.
– Ejecución dual entendida como la capacidad para trabajar con bucle y agenda simultáneamente.
– Inhibición como capacidad para inhibir estímulos irrelevantes del tipo paradigma “Stroop”.
–  Alternancia  cognitiva  que  incluye  procesos  de  mantenimiento,  inhibición,  y  actualización  de  “sets”  o  criterios
cognitivos.

La  inclusión  de  un  nuevo  componente  (buffer  episódico)  procede  de  nuevos  datos  que  llevan  a  pensar  que  la
información fonológica y visual se combina de algún modo, e integra, adicionalmente, la información que proviene
de  la  memoria  a  largo  plazo.  Se  trata,  en  definitiva,  de  un  sistema  donde  se  almacena  simultáneamente
información  de  los  dos  primeros  componentes  y  de  la  memoria  a  largo  plazo,  de  forma  que  se  crea  una
representación multimodal y temporal de la situación actual. Este cuarto componente no está localizado en un área
específica  del  cerebro,  sino  que  se  debe  a  la  descarga  sincrónica  de  diferentes  grupos  de  neuronas  en  una  red
ampliamente distribuida y formada por vías redundantes (Prabhakaran, Narayanan, Zhao y Gabrieli, 2000).

I.d    Memoria  primaria.  Se  entiende  por  ésta  el  contenido  de  los  estímulos  que  se  acaban  de  presentar  a  la
conciencia. Esta modalidad de memoria es equivalente a la memoria a corto plazo y englobaría también la memoria
sensorial,  además,  la  memoria  primaria  podría  pasar  a  convertirse  en  memoria  secundaria  si  el  estímulo  se
presenta durante un tiempo más prolongado.

II. Memoria a largo plazo (MLP)

Es la capacidad para retener la información durante periodos más prolongados de tiempo o de manera permanente.
La MLP también se refiere a la capacidad para evocar la información después de un intervalo de tiempo en el que el
sujeto ha centrado su atención en otra tarea. La MLP nos permite codificar, almacenar y recuperar informaciones y
tiene  una  capacidad  teóricamente  ilimitada,  ya  que,  a  lo  largo  de  la  vida,  podemos  seguir  realizando  sucesivos
aprendizajes como montar en bicicleta o aprender nuevos idiomas. A continuación, definimos brevemente formas
clásicas de MLP.

II.a  Memoria  secundaria.  Se  refiere  a  los  acontecimientos  sucedidos  hace  poco  tiempo,  por  lo  que  se  puede
equiparar a la memoria reciente dentro de la MLP y se localiza en el circuito de Papez.

II.b Memoria terciaria. Es una modalidad de MLP llamada también memoria consolidada; es la memoria de los
hechos  sucedidos  hace  mucho  tiempo.  Permite  recordar  acontecimientos  autobiográficos  o  eventos  sociales  del
pasado. Se localiza fuera del circuito de Papez, en las áreas heteromodales del córtex cerebral.

II.c  Memoria  anterógrada  y  retrógrada.  La  memoria  anterógrada  es  la  memoria  de  los  acontecimientos
sucedidos  a  partir  de  un  determinado  hecho  y  también  se  define  como  la  capacidad  para  aprender  nuevas
informaciones.  La  memoria  retrógrada,  es  la  capacidad  para  recuperar  información  que  ha  sido  previamente
almacenada o aprendida.

II.d Memoria declarativa y no declarativa. Una de las divisiones más frecuentes utilizadas en el marco de la
Neuropsicología  es  la  de  memoria  declarativa  y  no  declarativa,  que  hace  referencia  a  la  activación  de  procesos
mnémicos conscientes o inconscientes.

La memoria declarativa o explícita se refiere a las experiencias, hechos o acontecimientos adquiridos a través
del aprendizaje que pueden ser conscientemente recuperados por el sujeto, es decir, se refiere a hechos que son
directamente  accesibles  a  la  conciencia.  Se  relaciona  con  hechos  autobiográficos  o  con  adquisiciones  de  tipo
cultural,  acontecimientos,  caras  o  palabras.  Su  sede  está  localizada  en  las  estructuras  y  conexiones  del  lóbulo
temporal,  siendo  habitual  que  en  la  amnesia  se  produzca  pérdida  en  esta  modalidad  de  memoria.  Existen  tres
modalidades de memoria declarativa: semántica, episódica y autobiográfica.

La  memoria  semántica  es  la  memoria  de  los  conocimientos  generales  relacionados  con  la  adquisición  de  tipo
cultural, como la historia de un país, las capitales de los estados o la tabla de multiplicar.

La memoria episódica se refiere a los hechos que han sucedido. Está asociada a un determinado contexto, ya que
almacena  información  sobre  sucesos  o  episodios  fechados  espacial  o  temporalmente.  Este  tipo  de  memoria
responde  a  las  preguntas  ¿qué  sucedió?,  ¿cuándo  sucedió’  y  ¿dónde  sucedió?  La  memoria  episódica  permite
recordar acontecimientos de la vida personal, familiar y social.

La  memoria  autobiográfica  es  una  modalidad  de  memoria  episódica  que  hace  referencia  exclusiva  a  los
acontecimientos que se produjeron a lo largo de la biografía del sujeto, como la fecha o el lugar de nacimiento o el
nombre de sus progenitores.

La  memoria  no  declarativa  o  implícita  es  aquella  que  no  puede  examinarse  de  una  manera  consciente,  ni
puede  expresarse  o  medirse  mediante  un  sistema  simbólico.  La  memoria  no  declarativa  es  el  sistema  más
importante de adquisición de información en todas las especies animales, incluida la especie humana y nos permite
la adaptación al medio ambiente mediante automatismos, ya que continuamente estamos registrando información,
aunque  no  seamos  conscientes  de  ello,  que  luego  utilizaremos  también  sin  darnos  cuenta.  Existen  tres  tipos  de
memoria  implícita:  memoria  de  procedimiento,  el  efecto  “priming”  (preparación)  y  el  aprendizaje  por
condicionamiento.
La  memoria  de  procedimiento  es  la  memoria  del  “saber  cómo”  y  se  refiere  a  todas  las  destrezas  aprendidas,
expresándose,  únicamente,  a  través  de  la  ejecución  de  actividades  como  nadar,  montar  en  bicicleta,  etc.  Nos
permite  adquirir  habilidades  perceptivo­motoras  o  cognitivas  sin  hacer  referencia  explícita  a  las  experiencias
anteriores. Esta modalidad de memoria precisa un mayor tiempo de práctica que la memoria explicita, pero es más
resistente al olvido y se localiza en los ganglios basales.

El  Efecto  “priming”  (preparación)  es  una  modalidad  en  la  cual  un  estímulo  presentado  previamente  ejerce  un
efecto  facilitador  en  la  detección  subsecuente  de  estímulos  o  en  su  identificación  y  se  localiza  en  el  córtex
heteromodal.

El aprendizaje por condicionamiento incluye el aprendizaje asociativo (habilidades motoras y respuesta emocional),
realizado  mediante  condicionamiento  clásico  o  por  condicionamiento  operante,  y  el  aprendizaje  no  asociativo,
realizado mediante habituación o sensibilización.

En la tabla 3 podemos observar las diferencias entre la memoria declarativa y la memoria no declarativa.

Tabla 3. Diferencias entre la memoria declarativa y la no declarativa

MEMORIA MEMORIA NO
DECLARATIVA DECLARATIVA

Otras Explícita Implícita Inconsciente


denominaciones

Concepto Se refiere a hechos, personas, lugares o cosas Se refiere a las sensaciones, capacidades y


que se recuerdan de manera consciente y habilidades que se recuerdan de modo
deliberada. inconsciente.
Es la memoria del “saber qué”. Es la memoria del “saber cómo”

Tipo de Es el proceso creativo que requiere un proceso Es un proceso automático que se adquiere


procesamiento de síntesis y reconstrucción. mediante repetición.
Permite que el individuo interprete el mundo
externo.

Afectación en Muy afectada. Generalmente indica un grado de deterioro


demencias y cognitivo más acentuado.
amnesias

Modalidades Semántica. Priming


Episódica Condicionamiento
Autobiográfica Memoria de procedimiento

4.1.3 Bases neuroanatómicas de la memoria

Las áreas cerebrales de la memoria según Budson y Price (2005) las encontramos en la figura 6 que se muestra a
continuación.

Figura 6. Áreas cerebrales de la memoria
Los lóbulos temporales  y,  especialmente,  sus  caras  internas,  tienen  una  gran  importancia  en  los  procesos  de
archivo del material mnémico. El circuito de Papez es un importante centro integrador situado en la cara medial de
cada  lóbulo  temporal,  a  su  vez  formado  por  una  red  en  la  que  participan  numerosas  estructuras  diencefálicas,
límbicas  y  corticales:  hipocampo,  circunvolución  parahipocámpica,  fórnix,  cuerpos  mamilares,  fascículo
mamilotalámico,  amígdala,  núcleos  anteriores  del  tálamo,  circunvolución  cingular  y  circunvolución  dentada.  Las
lesiones del circuito de Papez producen amnesia, provocan trastornos en la memoria a largo plazo e incapacitan el
aprendizaje,  produciendo  olvido  progresivo,  al  tiempo  que  los  recuerdos  más  recientes  se  pierden.  Los  recuerdos
antiguos  se  preservan,  puesto  que  son  independientes  del  circuito  de  Papez.  Mientras  que  los  circuitos
hipocámpicos  son  responsables  de  la  memoria  anterógrada  (nuevos  aprendizajes),  las  regiones  temporales  no
mediales están implicadas en la memoria retrógrada o recuerdo de las informaciones del pasado.

El hipocampo es un centro asociativo integrador supramodal, principal responsable del archivo y consolidación de
todos  los  recuerdos  explícitos,  aunque  no  es  responsable  del  almacenamiento  a  largo  plazo  de  la  información.
Recibe  informaciones  directas  o  indirectas  de  todas  las  regiones  del  cerebro,  por  lo  que  puede  integrar  todos  los
elementos  en  una  sola  experiencia.  El  hipocampo  derecho  se  especializa  más  en  la  codificación  de  material  no
verbal (caras, planos, situación espacial), mientras que el izquierdo codifica el material verbal.

La  amígdala  desempeña  un  papel  especial  en  la  valoración  del  significado  emocional  de  las  experiencias.  Las
lesiones amigdalinas impiden el aprendizaje condicionado de respuestas autonómicas de contenido emocional.

Las áreas prefrontales son responsables de varias modalidades de memoria: de trabajo, contextual, temporal y
prospectiva. También son responsables de la metamemoria, que se define como la “sensación de saber” o habilidad
para  saber  si  nuestra  memoria  contiene  o  no  una  determinada  información.  Existe  disociación  hemisférica  de  la
memoria,  ya  que  el  lóbulo  frontal  izquierdo  es  más  importante  en  la  recuperación  de  recuerdos  semánticos,
mientras  que  en  la  memoria  episódica  es  más  activo  el  lóbulo  frontal  derecho.  Las  lesiones  del  lóbulo  frontal  no
afectan  a  la  capacidad  de  retención  o  recuerdo,  sino  que  producen  incapacidad  para  manejar  los  recuerdos  de
manera eficiente.

El lóbulo parietal está implicado en la memoria a corto plazo, existiendo disociación hemisférica, toda vez que el
hemisferio izquierdo es responsable de la memoria verbal a corto plazo y el derecho de la memoria no verbal a corto
plazo.    El  lóbulo  parietal  contiene  los  centros  de  la  memoria  espacial  y  somestésica.  La  memoria  espacial  de  los
acontecimientos se localiza en la corteza parietal posterior, mientras que los recuerdos somestésicos se localizan en
la corteza somestésica asociativa.

Determinadas  estructuras  diencefálicas  como  los  tractos  mamilotalámicos,  cuerpos  mamilares  o  núcleos
dorsolaterales  del  tálamo  forman  parte  del  circuito  de  Papez,  junto  con  otras  estructuras  situadas  en  la  zona
interna  del  lóbulo  temporal,  por  lo  que  ambas  áreas  ­temporales  y  diencefálicas­  regulan  el  mismo  tipo  de
procesamiento de la memoria, participando en la codificación y consolidación de la información, siendo responsables
de la secuenciación temporal de los recuerdos.

Los  ganglios  basales  son  responsables  del  almacenamiento  de  recuerdos  de  las  relaciones  sistemáticas  entre
estímulos y respuestas, asumiendo un importante papel en el aprendizaje de hábitos motores y en el recuerdo de
tareas  que  se  han  adquirido  mediante  múltiples  ensayos.  También  intervienen  en  la  memoria  declarativa  o
implícita  y  en  la  memoria  no  declarativa  o  implícita  y  en  la  memoria  de  procedimiento.  Su  lesión  no  afecta  a  la
memoria explícita, pero altera la capacidad de aprendizaje motor.

El cerebelo es responsable de los aprendizajes motores realizados mediante condicionamiento pavloviano, siendo
el almacén de recuerdos de las habilidades sensoriomotoras adquiridas.

En la tabla 4 se puede observar la localización anatómica de las principales modalidades de memoria.

Tabla 4. Localización de las principales modalidades de memoria

MODALIDAD LOCALIZACIÓN EN EL 
DE MEMORIA SISTEMA NERVIOSO

Sensorial Explícita

A corto plazo Área supramarginal y giro angular del lóbulo parietal./td>

Operativa Área prefrontal (áreas dorsolaterales y cingulares), en colaboración con el Área de Broca,
(De trabajo) el Área de Wernicke y las áreas parieto­occipitales de asociación.

Declarativa Estructuras temporales mediales.
Conexiones del lóbulo temporal.

No declarativa Ganglios basales.
(Implícita) Cerebelo.
Amígdala.
Neocórtex.

Prospectiva Área prefrontal.

Retrógrada Caras externas del lóbulo temporal.

Anterógrada Hipocampo y circuito de Papez.

Priming Lóbulo frontal.
Corteza asociativa.

Semántica Lóbulo frontal izquierdo.

Episódica Lóbulo frontal derecho.
Lóbulo temporal.
Hipocampo.
Corteza entorrinal.

Temporal  Lóbulo frontal.
Diencéfalo

4.1.4 Trastornos y alteraciones de la memoria

Todos presentamos a lo largo de nuestra vida algún fallo de memoria, considerándolo como un hecho normal. En
ocasiones,  estos  fracasos  son  debidos  a  falta  de  atención  sobre  los  acontecimientos,  produciéndose  como
consecuencia  una  fijación  deficitaria.  Otras  veces,  los  fallos  pueden  ser  debidos  a  fatigabilidad,  cansancio  en  el
momento de evocar el recuerdo o al contenido emocional del material a recordar (aspecto desagradable) fallando el
proceso de recuperación (Perea y Ladera, 2006).

La relación intrínseca entre la atención, la percepción, la esquematización, y la memoria sugieren que el deterioro
en una variedad de procesos cognitivos puede afectar la memoria. Así, la valoración clínica de la memoria en un
niño requiere un amplio perfil de desarrollo que incluye el desarrollo cognitivo, la experiencia personal, la dinámica
familiar y el ambiente escolar.
La  amnesia  es  un  trastorno  del  funcionamiento  de  la
memoria.  Durante  el  episodio  el  paciente  es  incapaz  de
conservar  o  recuperar  información  almacenada  con
anterioridad. La etiología puede ser orgánica o funcional.

Según  el  criterio  del  tipo  de  memoria  afectado,  podemos


distinguir  entre  dos  tipos  de  amnesia:  la  amnesia
anterógrada y la retrógrada.

En  la  amnesia  anterógrada,  los  sucesos  nuevos  no  son


transferidos a la memoria a largo plazo, por este motivo, el
paciente no es capaz de recordar los eventos posteriores a la
lesión. Sin embargo, en la amnesia retrógrada se afectan los
recuerdos establecidos antes de la lesión.

Lindsay,  Bone  y  Callander  (1993),  señalan  dos  trastornos


específicos  de  la  memoria:  el  síndrome  de  Korsakoff  y  la
amnesia global transitoria.

El  síndrome  de  Korsakoff  se  caracteriza  por  una  incapacidad  para  adquirir  nuevos  recuerdos,  con  un  cierto
deterioro  de  la  memoria  previa  al  inicio  de  la  enfermedad  (amnesia  retrógrada).  Suele  haber  fabulaciones
(descripciones  falsas  de  los  hechos  o  circunstancias  reales).  La  lesión  suele  estar  en  el  hipocampo  y  estructuras
límbicas,  en  el  núcleo  dorsomedial  del  tálamo.  La  etiología  puede  ser  diversa,  así  las  causas  más  frecuentes  que
pueden  estar  en  la  base  de  esté  síndrome  son  los  infartos  talámicos  bilaterales,  encefalitis  por  herpes  simple,
meningitis tuberculosa, déficit de vitamina B12, tumores del tercer ventrículo o demencias de tipo posterior en las
que se alteran tempranamente los lóbulos temporales.

La amnesia global transitoria es un trastorno que se presenta en la edad media­avanzada de la vida, en que
aparece  una  amnesia  total  para  los  hechos  recientes,  con  una  función  normal  durante  este  periodo,  es  decir,  el
paciente  puede  ir  a  trabajar  y  comportarse  normalmente  o  pude  aparecer  levemente  desorientado.  Un  episodio
puede  durar  varias  horas.  La  patogenia  se  desconoce,  pero  es  probable  una  presunta  isquemia  vascular
(hipocámpica bilateral). El trastorno parece ser benigno y es infrecuente la recidiva de episodios.

4.2 Atención

4.2.1 Conceptualización de la atención

4.2.2 Modalidades de la atención

4.2.3 Bases neuropsicológicas de la
atención

4.2.4 Trastornos y alteraciones de la
atención

4.2.1 Conceptualización de la atención

Se considera que el punto de partida son las investigaciones que surgieron en torno a la aportación de Wundt. El
estudio de la atención no se limitó al análisis conceptual propio de la tradición filosófica, sino que hizo su aparición
el  uso  del  experimento  como  instrumento  de  análisis  empírico  y  de
contrastación  de  hipótesis.  Wundt  (1879;  citado  en  Fernández  y  Tudela,
1992) define la atención como “una actividad mental que regula el grado de
claridad  que  las  sensaciones,  imágenes  y  sentimientos  adquieren  en  el
campo de la conciencia”.

Tras las contribuciones pioneras de Wundt, es William James en 1890 (citado
en Fernández y Tudela, 1992), quien aportó una concepción de la atención
diferente  a  la  de  los  estructuralistas.  Para  él,  la  atención  es  la  toma  de
posesión por parte de la mente, de uno entre los muchos simultáneamente
posibles  objetos  o  series  de  pensamientos.  Focalización,  concentración  y
consciencia  constituyen  su  esencia.  La  naturaleza  de  la  atención  radica  en
dos procesos fisiológicos:

a. La acomodación y adaptación de los órganos sensoriales
b. La  preparación  anticipatoria  de  los  centros  ideacionales  relacionados
con el objeto al que se presta atención.

Este mismo autor, propuso tres criterios de clasificación binaria de la atención:

i.    Por razón del objeto al que se dirige, puede ser sensorial o intelectual.
ii.    Por razón del interés que la causa, la atención puede ser inmediata o derivada.
iii.    Por razón del modo como es controlada, la atención puede ser pasiva (refleja) o activa (voluntaria).

Fue  la  psicología  soviética  de  la  primera  mitad  del  siglo  XX  la  que  concedió  relevancia  al  estudio  de  la  atención,
concebida  como  una  propiedad  de  la  vida  psíquica  que  proporcionaba  selectividad  y  orientación  en  la  conducta
(Fuentes y García, 2008).

Por  su  parte,  con  la  psicología  cognitiva,  y  a  través  de  la  teoría  de  la  información  de  Shannon  (1949;  citado  en
Fernández y Tudela, 1992) se tomó en consideración la necesidad de estudiar los procesos mentales incluso para
mejorar la predicción de la conducta.

Luria  (1986)  define  la  atención  como  un  proceso  selectivo  de  la  información  necesaria,  la  consolidación  de  los
programas de acción elegibles y el mantenimiento de un control permanente sobre el curso de los mismos.

Tudela  (1992;  citado  en  Fernández  y  Tudela,  1992)  considera  que  la  atención  debe  ser  considerada  como  un
mecanismo central de capacidad limitada cuya función primordial es controlar y orientar la actividad consciente del
organismo de acuerdo con un objetivo determinado.

García  (1997)  considera  la  atención  como  un  mecanismo  implicado  directamente  en  la  activación  y  el
funcionamiento  de  los  procesos  y/u  operaciones  de  selección,  distribución  y  mantenimiento  de  la  actividad
psicológica.  Según  esta  autora  cuatro  son  las  características  más  importantes  de  la  atención:  la  amplitud,  la
intensidad, el oscilamiento y las funciones de control.

Esta  posibilidad  de  automodificación  se  conoce  con  el  nombre  de  metaatención,  y  las  estrategias  destinadas  a
conocer y desarrollar mejor estos componentes se denominan estrategias metaatencionales.

Las características más importantes de la atención son: amplitud o ámbito, intensidad, oscilación, y control.

a. Amplitud: existe una evidencia clara de que podemos atender al mismo tiempo a más de una cuestión, a un
proceso de decisión o a una respuesta. El concepto de amplitud de la atención hace referencia a la cantidad
de  información  que  el  organismo  puede  atender  al  mismo  tiempo  y  al  número  de  tareas  que  se  pueden
realizar simultáneamente.
b. Intensidad o tono atencional se define como la cantidad de atención que se presta a un objeto o tarea, y se
caracteriza por estar relacionada directamente con el nivel de vigilia y alerta de un individuo: cuanto menos
despiertos estemos menor es nuestro tono atencional; y por el contrario, cuando estamos bajo condiciones
de  alerta  es  cuando  se  intensifica  dicho  tono.  Cuando  se  producen  cambios  de  intensidad  de  la  atención
tienen lugar las fluctuaciones de la atención, y si se produce un descenso significativo de dichos niveles se
dice  que  se  hay  un  lapsus  de  atención.  Cuando  los  cambios  de  intensidad  de  la  atención  son  cortos  y
transitorios reciben el nombre de cambios fásicos, y cuando son largos y relativamente permanentes se les
denomina cambios tónicos.
c. Oscilamiento:  cambia  u  oscila  continuamente  bien  porque  se  han  de  procesar  dos  o  más  fuentes  de
información, o bien porque se han de llevar a cabo dos tareas y se dirige alternativamente de una a otra.
Este fenómeno se conoce con el nombre de oscilamiento o desplazamiento (shifting) de la atención.
d. Control: en la mayoría de las ocasiones el individuo ha de llevar a cabo tareas que le exigen unas respuestas
determinadas con unos objetivos concretos. Se denomina control atencional (atención  controlada)  a  aquel
en el que la atención se pone en marcha y desarrolla una serie de mecanismos de funcionamiento eficientes
en función de las demandas del ambiente.

4.2.2 Modalidades de la atención

A  continuación  se  recogen  de  forma  resumida,  en  la  tabla  5,  las  principales  modalidades  de  atención  en
Neuropsicología, así como las características más relevantes de cada una de ellas, según Portellano (2005).

Los  procesos  atencionales  se  dividen  en  dos  clases:  una  atención  tónica,  responsable  de  la  vigilancia  y
concentración y una atención selectiva, que se ocupa de la dirección de la atención.

La  atención  selectiva  es  la  habilidad  de  dirigir  el  foco  de  la  vigilancia  hacia  los  aspectos  relevantes  del  espacio
sensorial. La alteración de estos mecanismos determina la conducta de heminegligencia.

Tabla 5. Principales modalidades de atención en Neuropsicología

 MODALIDAD
ATENCIONAL CARACTERÍSTICAS

Focaliza    Capacidad para dar respuesta de un modo diferenciado a estímulos sensoriales específicos.
    Permite el procesamiento de determinados estímulos, mientras se ignoran otros.
    No existe consenso sobre su origen: algunos autores sostienen que tiene naturaleza sensorial
que se inicia en las fases iniciales del procesamiento atencional, mientras que otros afirman que
se trata de un proceso perceptivo que realiza una selección entre varios estímulos después de
producirse la recepción sensorial inicial.

Sostenida    Capacidad para mantener una respuesta conductual mediante la realización de una actividad
repetida y continuada durante un período de tiempo determinado.

Alternante    Capacidad para cambiar de foco de atención desde un estímulo a otro, desplazándolo entre
varias tareas que exigen distinta respuesta cognitiva, pero ejerciendo un control para que la
información se atienda de forma selectiva.

Selectiva    Capacidad para mantener una determinada respuesta ante un estímulo a pesar de la presencia
de varios estímulos distractores que de manera simultánea compiten entre sí.
   La atención selectiva permite prestar atención a las características del ambiente que son
relevantes para la conducta dirigida a metas, excluyendo otros estímulos.

Dividida    Capacidad para responder simultáneamente a diferentes estímulos y tareas o a demandas
diferentes durante la realización de una misma tarea.
   Permite la realización de varias tareas atencionales de modo simultáneo, como por ejemplo
hablar con el acompañante, mirar por el espejo retrovisor o controlar los pedales mientras
conducimos.

Excluyente    Capacidad para producir una respuesta inhibiendo otras que no son relevantes para el logro de
metas, lo que exige la ignorancia de estímulos irrelevantes para la realización de una tarea.
   Un ejemplo de atención excluyente es la realización de tareas de inhibición tipo Stroop,
consistentes en no leer el nombre de la palabra sino decir el color con el que está escrita.

Siguiendo a García (1997) existen diversos criterios para clasificar los diferentes tipos de atención existentes
(Figura 7).

 
Figura 7. Criterios de clasificación de los mecanismos implicados en la memoria
Actualmente  se  concibe  a  la  atención  como  una  de  las  funciones  ejecutivas  superiores  que  está  presente  en  el
control de las demás funciones ejecutivas. En este sentido la atención estaría involucrada en todos los procesos de
aprendizaje.

4.2.3 Bases neuropsicológicas de la atención

A  pesar  de  que  la  atención  es  una  función  bilateralizada,  cada  hemisferio  está  funcionalmente  especializado
(Estévez, García & Junqué, 1997). Así, el hemisferio izquierdo ejerce un control unilateral, y el hemisferio derecho
un  control  bilateral,  además  de  regular  el  sistema  de  ‘arousal’  y  mantener  el  estado  de  alerta  (Posner  &  Driver,
1992;  citado  en  Estévez  et  al.,  1997).  No  obstante,  el  hemisferio  derecho  a  través  de  vías  noradrenérgicas  se
hallaría mejor capacitado para regular la atención selectiva (Cooley & Morris, 1990; citado en Estévez et al., 1997).

La  base  neurofisiológica  de  la  atención  es  una  amplia  red  neuronal  entrelazada  de  estructuras  subcorticales  y
corticales.  El  colículo  superior,  el  pulvinar  (tálamo),  el  núcleo  caudado  (neoestriado)  y  la  pars  reticularis  de  la
sustancia negra constituyen las principales estructuras subcorticales relacionadas con la atención. Las conexiones
del  caudado  a  la  sustancia  negra,  de  ésta  al  colículo  superior  y  de  éste  al  tálamo  conforman  el  circuito  básico
subcortical de la atención (Tabla 6).

Tabla 6. Neuroanatomía de la atención visual
Principales estructuras corticales y subcorticales implicadas según la parcelación y 
morfometría sistematizada por Rademacher et al. (1992)

Estructuras subcorticales Estructuras corticales

Colículo superior Córtex occipital

  Área V1 o estriada o área 17
Áreas V2 (área 18)+V3+V4 (giro fusiforme) +P­O o
áreas 18+19

Tálamo Córtex temporal

Pulvinar Córtex temporal superior o área 22
Surco temporal superior
Córtex temporal medio
Córtex temporal inferior

Ganglios basales Córtex parietal posterior (posterosuperior)

Neoestriado Caudado Surco intraparietal
Área intraparietal lateral o rama lateral del surco
intraparietal

Sustancia negra. Pars reticular Giro parietal inferior (área 39)
Área 7
Córtex frontal
Campos oculares frontales
Área motora suplementaria
(área 6 medial)
Córtex prefrontal dorsolateral
Córtex orbitofrontal lateral
Córtex cingulado o frontal medial
Anterior (áreas 33 y 24)
Posterior (áreas 23,16, 29, 30, 31)

Fuente: Estévez et al. (1997)

Las  principales  estructuras  corticales  involucradas  en  la  atención  visual  incluyen  las  áreas  visuales  occipitales  y
visuales temporales, el córtex parietal posterior, los campos oculofrontales, el córtex prefrontal lateral y el córtex
cingulado.  Sus  principales  interconexiones  se  sintetizan  en  tres  circuitos:  uno  inferior  u  occipitotemporal;  un
segundo circuito superior u occipito­parieto­frontal; y un tercer circuito que corresponde a las interconexiones del
córtex  parietal  posterior,  el  córtex  prefrontal  dorsolateral  y  el  cíngulo  (Estévez  et  al.,  1997).  En  la  Figura  8  se
pueden visualizar las principales áreas cerebrales relacionadas con la atención.

Tejero (1999; citado en Munar, Roselló & Sánchez, 1999) señala que para el estudio de las estructuras anatómicas
del  sistema  nervioso  que  posibilitan  la  atención  se  utilizan  dos  técnicas,  en  el  caso  de  las  personas  se  obtienen
imágenes de las áreas nerviosas activadas a través de resonancia magnética funcional o tomografía por emisión de
positrones; en el caso de animales, se utiliza también el registro mediante electrodos.

Los datos recogidos indican que existen áreas del sistema nervioso central implicadas en las funciones atencionales
(Posner  &  Petersen,  1990;  citado  en  Tejero,  1999).  Por  un  lado,  se  encontrarían  el  lóbulo  parietal  posterior,  el
colículo superior y el núcleo pulvinar, que forman una red posterior de áreas cerebrales que permiten la capacidad
de  orientar  la  atención  de  una  posición  a  otra  del  campo  visual.  El  lóbulo  parietal  posterior  se  encargaría  del
desenganche  de  la  atención  respecto  a  la  posición  inicial;    el  colículo  superior  permitiría  el  desplazamiento  de  la
atención  de  la  posición  inicial  hacia  la  nueva  posición;  y  el  núcleo  pulvinar  se  encargaría  de  la  focalización  de  la
atención sobre la nueva posición.

Por  otro  lado,  las  zonas  anteriores  y  alrededor  del  giro  cingular  formarían  la  red  anterior  relacionada  con  la
detección de estímulos y con el control de atencional de las acciones.

Existen  datos  que  confirman  la  existencia  de  una  tercera  red,  la  red  de  vigilancia,  en  la  que  interviene
especialmente el lóbulo frontal derecho que garantiza el mantenimiento del estado de alerta por la implicación de
vías noradrenérgicas originadas a nivel del locus coeruleus, en el tronco encefálico.

Figura 8. Áreas cerebrales relacionadas con la atención

Existe predominio funcional del hemisferio derecho en el control de la atención que guarda estrecha relación con la
mayor  importancia  que  tiene  el  lóbulo  parietal  derecho  en  los  procesos  atencionales.  Numerosas  evidencias
confirman  esta  asimetría  parietal  derecha  (Junqué  y  Barroso,  1994).  El  modelo  de  Mesulam  permite  explicar  el
mayor deterioro atencional que sufren los pacientes con lesiones del lóbulo frontal derecho, comparativamente con
los  lesionados  parietales  izquierdos,  toda  vez  que  las  redes  atencionales  que  controla  el  hemisferio  derecho
gestionan  el  hipocampo  atencional  izquierdo  y  el  derecho,  mientras  que  el  hemisferio  izquierdo  sólo  controla  los
procesos atencionales del hemicampo derecho. Las redes atencionales e intencionales se activan, solamente, en el
hemisferio izquierdo por las informaciones que provienen del hemiespacio derecho, mientras que las mismas redes
del hemisferio derecho se activan independientemente de cuál sea la procedencia del estímulo.

4.2.4 Trastornos y alteraciones de la atención

Los trastornos de la atención voluntaria se manifiestan porque el sujeto
se  ve  atraído  fácilmente  por  cualquier  estímulo  accesorio  y  resulta
imposible centrar su atención. Estos trastornos pueden tener un origen
orgánico  (lesiones  en  el  cerebro)  y  ser  permanentes,  pero  también
pueden  ser  transitorios,  debidos  a  estados  del  sistema  nervioso  que
resultan  del  agotamiento  e  intensas  emociones.  Los  trastornos  de  la
atención se pueden resumir en los siguientes:

1. En función del grado de alerta y la atención focalizada: desde la nula
respuesta  atencional  hasta  la  normalidad,  encontramos  el  siguiente
espectro:  coma­somnolencia­desorientación­baja  respuesta  a  la
estimulación­ausencia de reflejos­estado de respuesta normal.
2.  Con  respecto  a  las  variables  vigilancia  y  atención  sostenida,  nos
encontramos  los  pacientes  que  suelen  realizar  bien  las  tareas  con
presentación  de  estímulos  lenta  y  baja  frecuencia  (vigilancia),  pero
muestran dificultades en estimulación continuada.
3.  Con  respecto  a  la  atención  selectiva,  nos  podemos  encontrar
pacientes cuya atención solamente puede ser guiada por la estimulación
externa o de conductas rígidas.
4. También se encuentran pacientes con atención alternante y/o dividida.

Según lo anterior las patologías mejor clasificadas y estudiadas son las siguientes:

Heminegligencia
Es la dificultad para orientarse, actuar o responder a estímulos o acciones que ocurren en el lado contralateral a la
lesión  hemisférica  y  la  misma  no  es  debida  a  trastornos  elementales  sensoriales  o  motores.  De  acuerdo  con  los
diferentes  aspectos  involucrados  en  la  atención  selectiva  en  la  conducta  de  negligencia  pueden  describirse  los
siguientes síndromes:

­  Negligencia atencional o negligencia sensorial: heminegligencia o heminatención sensorial; extinción sensorial;
negligencia espacial; negligencia personal
­  Negligencia intencional o negligencia motora: hemiacinesia; extinción motora; impersistencia
­  Negligencia afectiva
­  Negligencia representacional

Trastorno por Déficit de Atención
Se piensa que el déficit de atención es el principal signo del trastorno de atención. El Déficit de Atención (TDA) se
define como un trastorno que afecta al mantenimiento sostenido de la atención durante un periodo ajustado a su
edad. Actualmente se están describiendo casos de TDA tanto en la infancia, en la adolescencia o en la edad adulta.
Dicho  trastorno  se  caracteriza  por  tres  grupos  de  síntomas  fundamentales:  déficit  en  atención,  comportamiento
perturbador o hiperactivo y personalidad impulsiva.

Hoy en día, cuando hablamos de Trastorno de Déficit de Atención (TDA), nos referimos a una diferencia leve pero
demostrable en el funcionamiento cerebral normal que hace que un individuo con un cociente intelectual normal (o
incluso  con  cociente  superior  a  lo  normal)  rinda  poco  en  los  estudios  (y  en  el  caso  de  los  alumnos  hiperactivos
tenga un comportamiento no deseable).

Según el DSM­5, (Diagnostical and Statistical Manual of Mental Disorders – 5ª edic. de la American Psychological
Association)  podemos  hablar  de  tres  tipos  de  TDA:  “Trastorno  por  Déficit  de  Atención  con  Hiperactividad
presentación  combinada,  presentación  predominante  con  falta  de  atención  y  presentación  predominante
hiperactiva/impulsivo” (TDAH).
Las  dificultades  para  mantener  la  atención  y  la  impulsividad  pueden  impedir  la  adquisición  de  conceptos,  el
aprendizaje de estrategias, y la motivación. Además, en los casos en los que va asociada hiperactividad (TDAH) al
cuadro se añade un trastorno de autocontrol tanto de la actividad como de la impulsividad.

Excesiva atención
La hipervigilancia y una elevada atención ocurren en situaciones que involucran un miedo focalizado (mirando una
película  de  horror),  los  terrores  nocturnos,  las  condiciones  paranoicas  (raro  en  la  niñez),  y  algunos  estados  de
esquizofrenia aguda. La excesiva atención puede asociarse a las ilusiones perceptoras; por ejemplo, el niño ansioso
o fóbico que confunde un crujido nocturno con el acercamiento de un intruso.

4.3 Funciones ejecutivas

4.3.1 Conceptos de funciones ejecutivas

4.3.2 Patologías en las funciones
ejecutivas

4.3.1 Concepto de funciones ejecutivas

Según Shallice (1982), las funciones ejecutivas se han definido como los procesos que asocian ideas, movimientos
y acciones simples y los orientan a la resolución de conductas complejas. Luria (1988) fue el primer autor que, sin
nombrar el término, conceptualizo las alteraciones en las funciones ejecutivas como una serie de trastornos en la
iniciativa,  en  la  motivación,  en  la  formulación  de  metas  y  planes  de  acción  y  en  la  automonitorización  de  la
conducta asociada a lesiones frontales. El termino funciones ejecutivas se debe a Muriel Lezak (1987), quien  las
define  como  capacidades  mentales  esenciales  para  llevar  a  cabo  una  conducta  eficaz,  creativa  y  aceptada
socialmente. A su vez, Sholberg y Mateer (1989) consideraban que las funciones ejecutivas abarcan una serie de
procesos  cognitivos,  entre  los  que  destacan  la  anticipación,  elección  de  objetivos,  planificación,  selección  de  la
conducta, autorregulación, automonitorización y uso de feedback. El objetivo de las funciones ejecutivas es facilitar
la adaptación a situaciones nuevas (Flores y Ostrosky­Solís, 2008). Debido a que en la mayoría de las situaciones
de  la  vida  es  necesario  hacer  adaptaciones  conductuales,  también  permiten  la  creación  de  patrones  nuevos  de
procesamiento  cuando  no  existen  esquemas  que  puedan  enfrentar  la  situación  (Burgess,  2000).  Aunque  se  ha
estudiado e identificado un número importante de ellas, no existe una función ejecutiva unitaria, existen diferentes
procesos  que  convergen  en  un  concepto  general  de  funciones  ejecutivas  (Fernández­Duque  et  al.,  2000).  Entre
todas las descritas destacan: la planeación, el control conductual, la flexibilidad mental, la memoria de trabajo y la
fluidez.  Recientemente  se  ha  hecho  énfasis  en  capacidades  psicológicas  no  incluidas  dentro  del  concepto  de
funciones ejecutivas, sino capacidades de mayor jerarquía cognitiva, como la metacognición, la mentalización y la
cognición social (Flores y Ostrosky­Solís, 2008).

Según  Tirapu  y  Luna  (2008)  desde  el  punto  de  vista  neuroanatómico  (Figura  9),  se  han  descrito  diferentes
circuitos funcionales dentro del córtex prefrontal que estarían implicados en las funciones ejecutivas. Por un lado, el
circuito  dorsolateral  se  relaciona  más  con  actividades  puramente  cognitivas,  como  la  memoria  de  trabajo,  la
atención  selectiva,  la  formación  de  conceptos  o  la  flexibilidad  cognitiva.  Por  otro  lado,  el  circuito  ventromedial  se
asocia con el procesamiento de  señales emocionales que guían nuestra toma de decisiones hacia objetivos basados
en el juicio social y ético. El córtex prefrontal, pues, debe considerarse como un área de asociación heteromodal 
interconectada con una red distribuida de regiones corticales y subcorticales.

Figura 9. Circuitos funcionales de la corteza prefrontal
(Según Tirapu y Luna, 2008)

Desde una perspectiva evolutiva, podemos afirmar siguiendo a Tirapu y Luna (2008) que:

Las funciones ejecutivas comienzan a emerger el primer año de vida.
Las funciones ejecutivas se desarrollan en un amplio rango de edades, con importante pico entre los 2 y los
5 años y a partir de los 12 años.
Las  alteraciones  en  el  funcionamiento  ejecutivo  puede  ocurrir  en  distintas  situaciones  y  etapas,  y  estas
alteraciones parecen hallarse en consonancia con las exigencias de las tareas.
Las funciones ejecutivas pueden ser abordadas desde una perspectiva meramente cognitiva relacionada con
la  corteza  frontal  dorsolateral,  y  desde  otra  perspectiva  emocional  o  cálida  dependiente  de  la  corteza
orbitrofrontal.
Las dificultades en las funciones ejecutivas constituyen una alteración común a diferentes perturbaciones.
Diferentes alteraciones del desarrollo cognitivo pueden explicarse por la afectación de estas funciones.

 
Las funciones ejecutivas pueden ser definidas como procesos que asocian ideas, movimientos y
acciones simples y los orientan a la resolución de conductas complejas. Las alteraciones en las
funciones ejecutivas producen una serie de trastornos en la iniciativa, en la motivación, en la
formulación de metas y planes de acción y en la automonitorización de la conducta, asociada a
lesiones frontales.

4.3.2 Patologías en las funciones ejecutivas

Las  alteraciones  en  las  funciones  ejecutivas  se  han  considerado  específicas  de  patología  del  lóbulo  frontal.  Las
principales  manifestaciones  clínicas  resultantes  de  daño  de  los  distintos  circuitos  frontosubcorticales  (“Síndromes
Pre­Frontales”)  han  permitido  identificar  tres  síndromes  principales:  Síndrome  Dorsolateral  o  Disejecutivo,
Síndrome  orbitofrontal  (cambio  de  personalidad)  y  Síndrome  mesial  frontal  (apatía  y  mutismo)  (Franco  y  Sousa,
2011).

El síndrome  disejecutivo  se  manifiesta  con  dificultades  para  centrarse  en  la  tarea  y  finalizarla  sin  un  control
ambiental externo (Baddeley y Wilson, 1988), junto con dificultades en el establecimiento de nuevos repertorios
conductuales, y una falta de habilidad para utilizar estrategias operativas. También se presentan limitaciones en la
productividad y creatividad, con falta de flexibilidad cognitiva. La conducta de los sujetos afectados  por alteraciones
en  el  funcionamiento  ejecutivo  se  manifiesta  por  una  incapacidad  para  la  abstracción  de  ideas  relacionada  con
dificultades  para  anticipar  las  consecuencias  de  su
comportamiento,  lo  que  provoca  una  mayor  impulsividad  o
incapacidad para posponer una respuesta. En este síndrome
también se presentan problemas en la memoria de trabajo,
en la memoria en general, en la programación motora, en la
fluidez  verbal  y  no  verbal,  en  el  comportamiento,  en  la
ordenación temporal de acontecimientos.

El  Síndrome  orbitofrontal  (cambio  de  personalidad)  se


asocia  con  desinhibición,  conductas  inapropiadas,
irritabilidad,  labilidad  emocional,  distraibilidad  y  dificultades
para responder a señales sociales.

El  Síndrome  mesial  frontal  (Apatía  y  mutismo)  se


produce por una lesión a cualquier nivel del circuito mesial,
pero especialmente por lesión del área 24. Daños en estos circuitos causan apatía y/ó abulia. Déficit subcorticales
como las que se observan en la Enfermedad de Parkinson o Huntington así como lesiones talámicas, pueden causar
apatía, en especial si el cíngulo anterior está afectado. Las características de pacientes con lesiones en esta área
son las siguientes: mutismo acinético y abulia (falta de deseo).

Ejercicios de autoevaluación

 
1. Señalar cuál no es una neurociencia de orientación conductual:

a) Psicobiología

b) Neuropsicología

c) Psicología

d) Neurofarmacología

2. Señalar al que se considera como “el padre” de la neuropsicología moderna:

a) Sechenov

b) Wunt

c) Luria

d) Watson

3.  Una  evaluación  neuropsicológica  puede  tener  los  siguientes  fines:  diagnóstico,
neuropsicológico, investigador y…

a) educativo

b) divulgativo

c) económico

d) ninguna de las anteriores

4. Señalar la proposición falsa respecto a la rehabilitación neuropsicológica:

a) Es indispensable la colaboración entre paciente, familia y terapeuta
b) Se debe incluir como objetivo del tratamiento el cambio funcional en la salud del paciente

c) Se debe asumir un modelo único de tratamiento

d) Deben tenerse en cuenta los componentes emocionales, derivados de la pérdida de eficacia cognitiva
(ansiedad, depresión, frustración), integrándolos en el tratamiento

5.  Qué  tipo  de  afasia  reúne  habla  espontánea  no  fluente,  dificultades  en  la  nominación,
comprensión solo ligeramente deteriorada, repetición deteriorada y lectura a veces deteriorada
o deteriorada:

a) Afasia tipo Wernicke

b) Afasia tipo Broca

c) Afasia de conducción

d) Afasia global

6. Señalar la patología que tiene un carácter primario y, por lo tanto, no se evidencia una lesión
en el sistema nervioso central:

a) Afasia

b) Disartria

c) Disglosia

d) TEDL (Trastorno específico del desarrollo del lenguaje)

7.  Señalar  las  áreas  cerebrales  que  estarían  implicadas  en  la  regulación  de  las  funciones
ejecutivas:

a) Circuitos funcionales dentro del córtex prefrontal

b) Circuitos funcionales dentro del córtex temporal

c) Circuitos funcionales dentro del córtex parietal

d) Circuitos funcionales dentro del córtex occipital

8. Señalar la proposición falsa respecto al Síndrome de Korsakoff:

a) Incapacidad para adquirir nuevos conocimientos

b) La lesión suele estar en el hipocampo y estructuras límbicas

c) No suelen aparecer fabulaciones

d) a y b son verdaderas

ENVIAR RESPUESTAS

Anexos

Resumen
Bibliografía

Resumen

En  este  módulo  hemos  estudiado  en  primer  lugar  el  concepto  de
neuropsicología y la relación de ésta con la salud mental. Hemos visto las
características  de  la  neuropsicología  y  su  ubicación  en  el  campo  de  las
neurociencias.  Se  ha  presentado  también  el  funcionamiento  de  los
bloques  funcionales  del  cerebro  por  la  repercusión  que  estos  establecen
sobre la salud mental del individuo. A continuación, en el apartado sobre
Evaluación  y  rehabilitación  neuropsicológicas  en  salud  mental  se  han
descrito de manera general las técnicas de evaluación y tratamiento en
neuropsicología.

En sucesivos apartados se ha descrito la neurobiología del lenguaje y la
neuropsicología de las alteraciones del lenguaje con mayor incidencia en
la  salud  mental,  así  como  la  neuropsicología  de  la  salud  mental  en  los
problemas derivados de los trastornos de la memoria, la atención y otras
funciones ejecutivas superiores. Se han descrito asimismo los diferentes
tipos de memoria, atención y funciones ejecutivas superiores así como la
neurobiología  de  las  mismas.  Al  final  de  cada  apartado  hemos  visto  las
patologías  de  cada  una  de  estas  variables  neuropsicológicas  con  mayor
repercusión en la salud mental.

Entre  las  alteraciones  del  lenguaje  que  pueden  influir  en  la  salud  metal,  hemos  estudiado  las  que  podemos
considerar que tienen un carácter neuropsicológico: las afasias y el trastorno específico del desarrollo del lenguaje
(TEDL). Hemos visto también que la relación intrínseca entre la atención, la percepción, la esquematización, y la
memoria sugieren que el deterioro en una variedad de procesos cognitivos puede afectar la memoria. Nos hemos
detenido asimismo en los trastornos de la atención, que pueden tener un origen orgánico (lesiones en el cerebro) y
ser permanentes, pero también pueden ser transitorios, debidos a estados del sistema nervioso que resultan del
agotamiento  e  intensas  emociones.  Finalmente,  hemos  visto  las  alteraciones  en  las  funciones  ejecutivas,
consideradas específicas de  patología del lóbulo frontal, y cómo las principales manifestaciones clínicas resultantes
de  daño  de  los  distintos  circuitos  frontosubcorticales  han  permitido  identificar  tres  síndromes  principales:
Dorsolateral  o  Disejecutivo,  Síndrome  órbitofrontal  (cambio  de  personalidad)  y  Síndrome  mesial  frontal  (apatía  y
mutismo).

Bibliografía

Bibliografía básica

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