Justice">
La Filosofía de Julián Marías Como Método para Pensar La Justicia Social Y La Felicidad
La Filosofía de Julián Marías Como Método para Pensar La Justicia Social Y La Felicidad
La Filosofía de Julián Marías Como Método para Pensar La Justicia Social Y La Felicidad
a
Doctoranda en la Universidad Pontificia Comillas y la Universidad Ramón Llull.
*
Correspondencia: Universidad Pontificia Comillas. Calle Alberto Aguilera, 23. 28015 Madrid.
España.
E-mail: lgarciap@comillas.edu
84 Lourdes García del Portillo
1. Introducción
Todo gran metafísico nos dona en sus obras dos tesoros: por una parte, el
precipitado de su interpretación filosófica; por otra, el método o camino por
el que fue llegando a sus teorías, de tal manera que es posible afirmar que, en
definitiva, lo que nos brinda es una nueva forma de comprender la realidad
desde la que podemos seguir pensando. Asimismo, dentro de ese grupo de
metafísicos hay autores que elaboran sus obras con un lenguaje y un estilo
muy técnico y especializado, de suerte que son textos que están destinados a
aquel público minoritario que se dedica a estudiar a fondo las obras y métodos
filosóficos. Otros metafísicos, en cambio, han tenido la pretensión de querer
alumbrar con su pensamiento no solo a académicos y especialistas, sino a la
sociedad en general; y para ello han forjado un estilo literario que busca ser
atractivo y repristinar el lenguaje comunal. Desde el punto de vista que aquí
se sostiene, ese ha sido el caso tanto de Julián Marías como de su maestro
Ortega. Gracias a estos dos autores, la sociedad española e iberoamericana
ha contado durante décadas con artículos, ensayos y libros que han incitado
a todo tipo de personas a reflexionar sobre la realidad. Y, sin embargo, el
lado oscuro de esta forma de hacer filosofía es que muchas veces la belleza y
originalidad del lenguaje distrae, de tal manera que el lector resbala sobre los
conceptos o entiende que, por ser doctrinas claras y expresivas, están exentas
SCIO. Revista de Filosofía, n.º 16, Julio de 2019, 83-113, ISSN: 1887-9853
La filosofía de Julián Marías como método para pensar la justicia social... 85
SCIO. Revista de Filosofía, n.º 16, Julio de 2019, 83-113, ISSN: 1887-9853
86 Lourdes García del Portillo
entendiendo por tal aquella ciencia que se afana en buscar la realidad radical,
es decir, aquella realidad que, por una parte, es radical porque es lo que que-
da cuando elimino todas mis teorías e interpretaciones y, por otro, es radical
también en cuanto a que en ella radican el resto de realidades (1954a: 38-39).
Por tanto, la doctrina de Ortega parte primero de la búsqueda de una reali-
dad indubitable, que me sea presente más allá de las interpretaciones que ten-
go; una realidad que, además, envuelva el resto de realidades, de suerte que
desde ella pueda intentar comprender intelectualmente la totalidad de cuanto
hay elaborando una teoría sistemática y justificada. Para Ortega, entonces, la
realidad radical desde la que empezar esa aventura metafísica es mi vida.
Pero, para comprender mejor la innovación de su pensamiento, antes de
analizar la idea “mi vida” como realidad radical, vamos a detenernos en el
concepto estructura del que se sirvió Ortega en Meditaciones del Quijote, y
que tendrá gran importancia en la metafísica posterior de Julián Marías. Una
estructura para Ortega, señala su discípulo, es en principio “elementos + or-
den” (1983a: 11). Toda filosofía regida por el principio de pantonomía se afa-
na en conocer la estructura de la totalidad. Desde este punto de partida puede
señalarse que la filosofía realista entendió así que la realidad de la que brota
todo lo que hay es la naturaleza, una estructura en la que sus ingredientes es-
tán ordenados a partir del orden invariable del ser. Por tanto, desde este marco
interpretativo, todo aquel que quiera entender lo que hay tiene que buscar el
ser de las cosas y adecuar su pensamiento a ellas (siendo él mismo parte de la
naturaleza a la que se tiene que adecuar). En cambio, el movimiento idealista,
a partir de Descartes, asumió que la realidad radical es la conciencia, de suerte
que esta se convierte en la estructura que contiene la realidad. Todo lo que
hay existe porque lo encuentro yo en cuanto sujeto pensante. Por eso, el idea-
lismo para entender la totalidad se afana en estudiar la estructura del cogito
humano. Pero, al mismo tiempo, parte de la base de que toda conciencia ha
de regirse igualmente por el orden invariable del ser y, por ello, su pretensión
es nuevamente adecuar su pensamiento a ese orden. El problema derivado de
este marco interpretativo, señala Ortega, es que el filósofo idealista no duda
de que está pensando; y, sin embargo, el contenido de su reflexión ya no es tan
incuestionable. La existencia de la naturaleza para el hombre antiguo era una
creencia de la que partía al pensar. Pero el moderno, encerrado en su mente,
vacila y no encuentra el camino para determinar si todo lo que se le aparece
SCIO. Revista de Filosofía, n.º 16, Julio de 2019, 83-113, ISSN: 1887-9853
La filosofía de Julián Marías como método para pensar la justicia social... 87
es un mero contenido de su intelecto o si, además, existe más allá de él. Este
problema, conocido como el de la comunicación de las sustancias, llevado a
su radicalidad implica en el orden de la vida cotidiana no saber si realmente
todas esas personas a las que tratamos a diario, aquellas a las que amamos u
odiamos, son tan solo una idea de nuestra psique o si tienen realidad, pense-
mos en ellas o no (2008: 332).
Para Ortega, en cambio, la realidad radical no es ni la naturaleza, ni la
conciencia, sino mi vida. Y según Julián Marías, su maestro llegó a esta idea
muy pronto. Ya en 1913 escribió tres artículos en los que discernía entre el
acto de percepción que ejecutivamente acepta de buena fe, de manera espon-
tánea lo que encuentra, y aquel segundo acto posterior y, por tanto, derivado
del primero, en el que se centra la fenomenología de Husserl, que es aquel
que se dedica a contemplar en una postura espectacular y descriptiva aquello
que previamente ha percibido. Un año después, en su Ensayo de estética a
manera de prólogo, Ortega volvía a ahondar en la cuestión. Para ello, dife-
renciaba dos realidades: la cosa y la persona. Cosa es todo aquello que puedo
utilizar. Persona es aquello que no puedo usar en la medida en la que no la
puedo poseer. Para Ortega, el único ejemplo claro de persona soy yo porque
a un “tú” o a un “él” puedo tratarlos como cosas. En cambio, yo a mí mismo
no puedo cosificarme. La razón estriba en que cuando encuentro algo, como
acabamos de ver, en primer lugar, lo percibo, y solo en un segundo acto puedo
contemplar espectacularmente lo percibido y reflexionar acerca de ello. Para
pensar en Fulanito, tendré que haberlo encontrado de alguna manera. Pero,
posteriormente, puedo segregar una idea de él y tratarle desde esa imagen, de-
teniéndolo, determinándolo, cosificándolo. En lo que respecta a mí, también
me encuentro a mí mismo, aunque de entrada ese descubrimiento me muestra
una realidad muy distinta a la de cualquier otra persona. Mi percepción de
Fulanito subiendo unas escaleras nada tiene que ver con la que tengo de mí
mismo subiéndolas, sintiendo el esfuerzo de mis músculos, el fuelle de la
respiración. En mi encuentro conmigo mismo, señala Ortega, me descubro
en cuanto intimidad. Pero, además, no puedo cosificarme, o al menos no del
todo, porque por mucho que segregue una idea de quién soy, mi vida sigue
ejecutándose aquí y ahora, sin dejarse apresar del todo por ninguno de mis
pensamientos. Se escapa de cualquier barrote intelectual en la que pretenda
encerrarla. Es inefable e inabarcable. De ahí que, según Ortega, el pecado
SCIO. Revista de Filosofía, n.º 16, Julio de 2019, 83-113, ISSN: 1887-9853
88 Lourdes García del Portillo
SCIO. Revista de Filosofía, n.º 16, Julio de 2019, 83-113, ISSN: 1887-9853
La filosofía de Julián Marías como método para pensar la justicia social... 89
SCIO. Revista de Filosofía, n.º 16, Julio de 2019, 83-113, ISSN: 1887-9853
90 Lourdes García del Portillo
SCIO. Revista de Filosofía, n.º 16, Julio de 2019, 83-113, ISSN: 1887-9853
La filosofía de Julián Marías como método para pensar la justicia social... 91
SCIO. Revista de Filosofía, n.º 16, Julio de 2019, 83-113, ISSN: 1887-9853
92 Lourdes García del Portillo
lenguaje y compartirla con los demás. Por esa razón, el ser humano es histó-
rico puesto que, aunque las vigencias sociales cuentan con una cierta perma-
nencia, en su subsuelo se están continuamente remodelando a medida que los
miembros de la sociedad conviven e interactúan. Es más, cabría decir que, si
nos vamos al detalle, cada persona que viene al mundo, al ser una perspectiva
única, por el hecho de interpretar espontáneamente las vigencias sociales que
encuentra, aun sin pensar, con su mero comportamiento está ya introduciendo
una innovación en la estructura de la sociedad. Asimismo, existe una unidad
de medida, la generación, que nos permite conocer cómo se producen los
cambios históricos. De esta manera, como analiza minuciosamente Marías en
El método histórico de las generaciones (1967), cada quince años aproxima-
damente, todas esas reinterpretaciones personales cristalizan en un sistema de
vigencias parcialmente distinto del anterior. Pero, aún así, evidentemente, esa
novedad se produce reformando lo que han hecho las generaciones previas,
de suerte que la estructura social está ordenada por un argumento compartido
que se va gestando históricamente y que está, a su vez, dirigido en última
instancia por la pretensión o proyecto colectivo.
La sociedad cumple así, según Ortega, tres grandes funciones en nuestra
vida: en primer lugar, nos mantiene a la altura de nuestro tiempo, es decir, nos
permite despertar a la vida envueltos ya por una serie de interpretaciones so-
bre lo que podemos y no podemos hacer. En segundo lugar, fomenta nuestro
encuentro con los otros gracias a que las vigencias son formas transpersonales
de entender la realidad. Por último, al dictarnos qué debemos hacer en la ma-
yoría de las situaciones de la vida, las vigencias sociales nos dejan en franquía
para que podamos dedicarnos a realizar nuestro propio proyecto personal.
A la luz de estas tres funciones que desempeña la sociedad en nuestra vida,
Julián Marías en La justicia social y otras justicias sostiene que la “justicia
social ha querido siempre decir aquella situación en que se da «a cada uno lo
suyo», entendiendo por «lo suyo» aquello a que tiene derecho, aquello que
necesita tener para vivir al nivel que históricamente está establecido en la so-
ciedad a la que pertenece y que, por tanto, es realmente posible” (1979: 26).
Cuando una sociedad es justa, nos brinda a través de sus vigencias todo el
precipitado de interpretaciones de nuestros antepasados, lo cual nos permite
buscar nuestro proyecto personal. En cambio, cuando una sociedad se estanca
o vuelve a vivir de interpretaciones antiguas se produce el fenómeno que se
SCIO. Revista de Filosofía, n.º 16, Julio de 2019, 83-113, ISSN: 1887-9853
La filosofía de Julián Marías como método para pensar la justicia social... 93
SCIO. Revista de Filosofía, n.º 16, Julio de 2019, 83-113, ISSN: 1887-9853
94 Lourdes García del Portillo
posibilidades para que yo pueda desvelar quién soy, así que, en la medida en
que es justa, me ayuda a que pueda ser feliz. Pero por muy afinada que esté
la sociedad como herramienta, la felicidad a última hora es personal, es una
empresa que tengo que realizar yo.
Por eso, a menudo me desoriento y no sé qué hacer. En esos momentos
en los que la sociedad ya no me sirve es cuando, como veíamos antes, tengo
la posibilidad de usar esa otra herramienta que es el pensamiento o la razón,
reinterpretando las vigencias sociales para llegar a mi propio punto de vista.
Pero si mi intelecto a lo que se dedica no es a adecuar mis ideas al ser de la
realidad, como pretendieron el realismo y el idealismo, sino a adecuar la cir-
cunstancia a mi proyecto de ser alguien (De Nigris, 2015: 27), la razón última
no es el pensamiento o la conciencia. La verdadera razón, señala Marías, es
mi vida en cuanto “aprehensión de la realidad en su conexión” (1981: 144).
La vida es, por tanto, teoría intrínseca (1983a: 58-63). Y como es una fuente
de la que constantemente mana mi razón personal, si quiero comprenderla no
me queda otra que reflexionar acerca de ella una y otra vez. De esta manera,
según De Nigris, aunque la vida humana en cuanto razón o aprehensión de la
realidad en su conexión es siempre en alguna medida comprensiva, a lo que
me apela en todo momento es a seguir comprendiendo lo que me rodea, a
seguir estableciendo conexiones entre la realidad que me circunda desde mi
pretensión personal (2005: 23-26).
Pues bien, a esa necesidad de comprender y ahondar en lo que me circunda
a través de mi proyecto de ser alguien es a lo que Ortega en Meditaciones del
Quijote denomina amor. Cuando amamos, señala el filósofo, lo amado se nos
aparece como imprescindible, de suerte que no podemos ni imaginar un mun-
do en el que yo esté y lo amado no. Y es esa necesidad radical de comprender
a lo amado en mi vida lo que me incita a llevarlo a la plenitud de su signifi-
cado internándome en sus propiedades. Así descubro que lo amado necesita
a su vez de otras realidades, y al ser imprescindibles para él también lo son
para mí. El amor, por tanto, “va ligando cosa a cosa y todo a nosotros en firme
estructura esencial” (2004a: 748-749).
De esta manera, es ese movimiento amoroso el que me permite seguir
comprendiendo, reinterpretando, salvando constantemente mi circunstancia
con el objeto de desvelar y realizar mi proyecto de felicidad. Ahora bien, aun-
SCIO. Revista de Filosofía, n.º 16, Julio de 2019, 83-113, ISSN: 1887-9853
La filosofía de Julián Marías como método para pensar la justicia social... 95
que el fin de mi vida parece ser hallar la felicidad, que siempre es personal,
una consecuencia derivada de ese movimiento amoroso, salvífico, es que, a su
vez, estoy dilatando el grado de justicia de mi sociedad. La razón es eviden-
te: salvar mi circunstancia, señala Marías, es convertirla en mundo (1983b:
399-402), es decir, es personalizar todo lo que encuentro reinterpretando el
sistema de vigencias sociales para alojar en él las conexiones que establece
mi propio punto de vista. Pongamos un ejemplo: podemos imaginar que uno
de los grandes proyectos personales de Thomas Edison, es decir, una de las
fuentes de su felicidad, fue descubrir la luz eléctrica; y, sin embargo, esa
empresa felicitaria suya trajo consigo una dilatación sin precedentes de las
posibilidades de vida del hombre actual1.
A la luz de lo apuntado anteriormente, por tanto, desde el nivel de la es-
tructura analítica de la vida humana podemos llevar a cabo la siguiente re-
flexión: para Ortega y Julián Marías la sociedad es justa en la medida en que
sus vigencias sociales están a la altura de los tiempos, es decir, en la medida
en que me permiten comprender el precipitado de todos los proyectos de mis
antepasados de suerte que yo pueda buscar los míos propios. Ahora bien, eso
convierte a la sociedad en una mera herramienta porque el fin de mi vida o
felicidad es siempre un proyecto personal de amor circunstancial (De Nigris,
2005: 111-114), de tal manera que en la medida en que soy justo o auténtico,
como consecuencia derivada, hago justa mi sociedad.
1
Gracias, en buena medida, al descubrimiento de Edison posteriormente llegaría el desarrollo de la
electrónica que, según Julián Marías, es, junto con la energía nuclear, el factor técnico más importante
e influyente en la transformación del mundo y de las condiciones de la vida humana en el siglo xx. Tal
es así que el filósofo dedicó su libro Cara y cruz de la electrónica (1985) a ahondar en los cambios que
se han producido gracias a la técnica electrónica.
SCIO. Revista de Filosofía, n.º 16, Julio de 2019, 83-113, ISSN: 1887-9853
96 Lourdes García del Portillo
al mismo tiempo supone que, como señala Ortega en Historia como sistema,
la vida humana no es un ser sino un gerundio, “un faciendum y no un factum”
(2006: 65). Y, si queremos hablar de naturaleza humana, añadirá Marías, ne-
cesariamente tendremos que asumir que esta está en expansión (s. f.: 15).
Esa idea, la de que nuestra naturaleza o consistencia se está dilatando, lle-
vó a Marías, como narra en el prólogo de 1983 de Antropología metafísica,
a caer en la cuenta en 1949 de que, entre la estructura analítica, universal y a
priori que compartimos todos los seres humanos y mi vida personal, ejecuti-
va, que estoy haciendo yo aquí y ahora, hay además una estructura intermedia
que es, precisamente, aquella que estamos modificando cada uno de nosotros
con nuestro vivir.
Y esta no consiste solo en la estructura social, aunque la estructura social
forma parte de ella. Aclaremos mediante un par de ejemplos lo que se quiere
decir: los investigadores de los últimos siglos han hecho hallazgos que han
cambiado sustancialmente el sistema de vigencias sociales, pero, sobre todo,
lo que han conseguido es que se transforme el ser humano en su totalidad, de
suerte que hoy vivimos más, nos alimentamos mejor y tenemos, en general,
una calidad de vida mayor. Asimismo, cuando tras un denodado esfuerzo pro-
yectivo se reforesta un bosque o mejora la calidad de los mares, no es solo
que se haya producido un cambio en la estructura social –que también–; es
que se ha alcanzado, de nuevo, una transformación del ser humano, que ne-
cesariamente comprende el planeta como parte de su realidad. Cuando perso-
nalizamos la circunstancia, comprendiéndola desde la perspectiva de nuestro
proyecto auténtico personal, lo que logramos, al mismo tiempo, es aquilatar
la totalidad de la realidad, y esa transformación se sedimenta en lo que Julián
Marías denominó la estructura empírica de la vida humana.
Se trata esta de una de las estructuras que compone la estructura analíti-
ca, es decir, toda estructura analítica contiene necesariamente una estructura
empírica. Y, sin embargo, cada una de estas estructuras cuenta con una serie
de rasgos distintos. Mientras que la estructura analítica es universal, es decir,
está compuesta por requisitos permanentes y necesarios sine quibus non para
que haya vida humana, la estructura empírica no es válida para todo tiempo
y lugar, pero sí tiene cierto carácter estructural y configurador que, aunque la
hace estable, a su vez le permite aparecer como “el campo de posible varia-
SCIO. Revista de Filosofía, n.º 16, Julio de 2019, 83-113, ISSN: 1887-9853
La filosofía de Julián Marías como método para pensar la justicia social... 97
ción de la vida humana” (1983a: 75). De ahí que mientras que Ortega halló
la estructura analítica mediante la indagación de sus rasgos esenciales, como
en el caso de la estructura empírica sus requisitos no son necesarios para
que haya vida humana, solo puedo descubrirlos mediante la experiencia. El
ejemplo de E. T. que cita Helio Carpintero nos sirve para comprender a qué
parte de la realidad humana se refiere Marías cuando habla de la estructura
empírica. Porque, aunque desde el punto de vista de la estructura analítica, el
extraterrestre de la película cuenta con los mismos caracteres que nosotros, es
decir, es vida humana; desde el punto de vista de la estructura empírica difiere
al menos en cuanto a que su instalación corpórea y mundana es distinta (2008:
91). Asimismo, es posible imaginar un mundo en donde las personas tuvieran
alas, tres piernas o cuatro brazos. O un planeta en el que no existieran hom-
bres y mujeres, sino un solo tipo de vida que sería igualmente humana siem-
pre y cuando contuviera todos los requisitos necesarios que hemos revisado.
Pues bien, mientras que la filosofía, tal y como hemos visto, se ocupa de
la vida humana en general, según Julián Marías, la ciencia que estudia el con-
junto de estructuras que componen el Hombre o la estructura empírica es la
antropología. Pero, a su vez, como su antropología está fundada en la filosofía
de la razón vital de Ortega, va a ser una antropología metafísica (1986: 12).
Desde ella, el pensador nos conduce a nuevas visiones de lo que es la
justicia social y la felicidad. Pero para no quedarnos en la superficie de su in-
terpretación necesitamos revisar al menos sucintamente tres de los conceptos
capitales de su antropología: instalación, vector y trayectoria.
Según Marías, históricamente la filosofía se ha centrado en el verbo ser,
que denota inherencia y permanencia. Pero existe en el español un término,
el verbo estar, que no aparece en otras lenguas y que cuenta con una serie de
rasgos que lo hacen especialmente apropiado para comprender la estructura
empírica de la vida humana, ya que, por una parte, mientras que el ser puede
referirse también a cualquier forma de irrealidad, ideal o ficticia, el estar hace
mención siempre a lo real. En segundo lugar, porque, aunque “estar” puede
usarse para señalar estados o afecciones pasajeros, no siempre tiene por qué
ser así. Puede utilizarse también para reflejar una cierta permanencia, pero no
de orden espacial. Marías se refiere a aquella acepción que apunta al “estar”
como una estructura biográfica en la que me encuentro, y desde la que me
SCIO. Revista de Filosofía, n.º 16, Julio de 2019, 83-113, ISSN: 1887-9853
98 Lourdes García del Portillo
SCIO. Revista de Filosofía, n.º 16, Julio de 2019, 83-113, ISSN: 1887-9853
La filosofía de Julián Marías como método para pensar la justicia social... 99
SCIO. Revista de Filosofía, n.º 16, Julio de 2019, 83-113, ISSN: 1887-9853
100 Lourdes García del Portillo
tercer factor que es el capital a la hora de entender la justicia social: los recur-
sos son siempre para los proyectos. Es decir, porque pretendemos hacer algo
necesitamos producir y distribuir tal o cual recurso (1979: 21-22).
A lo largo de la historia, señala el filósofo, la pobreza ha sido la condición
general del hombre, así que, si en un pasado no tan lejano los adinerados hu-
bieran querido redistribuir su riqueza, como eran tan pocos, y en el fondo aun
siendo los más pudientes, no contaban con tanto, solo habría habido pobreza
en el mundo, porque los acaudalados habrían dejado de serlo y los indigentes
no habrían salido de su miseria. Hoy, en cambio, el individuo medio occi-
dental cuenta incluso con más recursos que las clases altas del pasado (1973:
68-69). Esto se debe a que, como señala Ortega en La rebelión de las masas,
el gran proyecto compartido de los últimos siglos ha consistido en lograr el
confort y la seguridad gracias a la técnica y la democracia liberal (2005: 403).
Y esa pretensión se ha satisfecho hasta el punto de que, para Marías, la po-
breza ha dejado de ser un estadio generalizado para convertirse en una mera
posibilidad individual (1973: 68-69).
Pero, en vez de haber un clima de júbilo, lo que encontramos la mayoría de
las veces, añade el filósofo, son visiones pesimistas, o deterministas. Existen
autores que, sin establecer ningún patrón comparativo, se empeñan en afirmar
que “el mundo va mal”. Y, efectivamente, añade Marías, hay muchas cosas
que mejorar, pero si se toma el planeta en su conjunto, la ventaja de nuestro
tiempo frente al pasado es abrumadora porque hay mucha más riqueza, desa-
rrollo técnico, sanidad y difusión de la cultura (1979: 48-49). Asimismo, ha
surgido un moralismo contradictorio por el cual las personas tienden a juzgar
constantemente lo que hacen los demás, a decir si actúan bien o mal, pero, al
mismo tiempo, creen que la libertad humana no existe porque asumen que el
hombre está determinado por su biología, su psique o su condición económi-
co-social (1979: 17).
Si seguimos lo establecido por Marías, esto puede deberse a que, si una
de las condiciones para que se dé la justicia social es que haya un proyecto
compartido que la sostenga, entonces, el occidental quizá está desorientado
por haber conseguido el confort que se proponía sin haber gestado todavía
otra nueva empresa. Pero Ortega, anticipándose a los tiempos, en 1916 nos
invitaba ya a abrazar un nuevo proyecto, aquel en que, a última hora consiste
SCIO. Revista de Filosofía, n.º 16, Julio de 2019, 83-113, ISSN: 1887-9853
La filosofía de Julián Marías como método para pensar la justicia social... 101
SCIO. Revista de Filosofía, n.º 16, Julio de 2019, 83-113, ISSN: 1887-9853
102 Lourdes García del Portillo
guerras (1970: 575). Por eso, a última hora tampoco consiste en el bienestar,
ni de orden psicológico, ni como se ha entendido con posterioridad de orden
social organizado estatalmente. Bien es verdad, añade Marías, que el Hombre
de hoy, para ser feliz, necesita cierta holgura. El proyecto de la justicia social
entendida como consecución de medios forma ya parte de la estructura de
nuestra biografía, es decir, es ya algo que constituye al Hombre de nuestra
época, pero, al mismo tiempo, no es suficiente porque al haberlo logrado ne-
cesitamos un nuevo proyecto que dé sentido a nuestra vida (1989: 170-171).
Tras investigar los ensayos que han realizado nuestros antepasados para
ser felices, Marías, en su libro La felicidad humana, se detiene a analizar
en qué puede consistir desde su punto de vista. Y señala que, como veíamos
antes, no se trata de nada determinado, sino que es una empresa; acontece en
la medida en que realizamos nuestro proyecto personal. Pero, a su vez, según
el filósofo, desde la estructura empírica se entiende que la felicidad es una
instalación vectorial. Las personas estamos radicalmente instaladas en la es-
tructura biográfica de nuestras vivencias felicitarias y en ellas nos apoyamos
para seguir proyectando en forma de vectores nuevos caminos de felicidad.
Por eso, esta no es epidérmica como el placer, ni psicológica como el bienes-
tar. La felicidad opera en el estrato más profundo o raíz de nuestra persona.
Por eso, a diferencia del placer, no se caracteriza tanto por su intensidad como
por su cualidad o implantación al afectar a nuestra mismidad, a quien a última
hora somos. Asimismo, la felicidad no distrae, sino que nos centra en nuestro
proyecto vocacional de suerte que, cuando un vector se realiza, como la feli-
cidad opera desde el mismo fondo de la persona, pronto se derrama sobre el
resto de los vectores envolviendo toda la vida hasta reorganizarla o transfigu-
rarla. La felicidad entonces, señala Marías, irradia y pone una nueva luz en la
persona y, por eso, es la plenitud de la vida (1989: 255-278).
Previamente mostrábamos desde la estructura analítica que la justicia so-
cial es un instrumento que me brinda posibilidades para que yo pueda reali-
zarme y ser feliz, pero, al mismo tiempo, la fuente última de la justicia social
en la felicidad personal. Ahora, desde la estructura empírica hemos llegado a
una nueva perspectiva de la relación entre ambos temas: el concepto de jus-
ticia social no es algo que haya existido siempre. Es una interpretación que
nace en un momento concreto, en el siglo xix con la aspiración de satisfacer
SCIO. Revista de Filosofía, n.º 16, Julio de 2019, 83-113, ISSN: 1887-9853
La filosofía de Julián Marías como método para pensar la justicia social... 103
una pretensión colectiva, la de que todos podamos contar igualmente con los
medios suficientes para vivir. Y, como la realización de esa empresa ha logra-
do variar, no solo la organización social sino toda nuestra estructura empírica,
es posible argumentar que, cuando modificamos el sistema de vigencias co-
lectivas a través de nuestra felicidad personal, lo que producimos no es solo
una justicia social, sino una justicia antropológica, porque lo que cambia con
aquellas es el Hombre en su totalidad. Por otra parte, hemos visto, además,
que, si bien en nombre de la justicia social en el siglo xix se entendió que
nuestra gran empresa compartida era buscar medios para todos, la filosofía
de Marías nos muestra que, paradójicamente, el proyecto de nuestro tiempo
parece ser de orden inverso, porque es en la medida en que buscamos el fin o
felicidad personal como, por consiguiente, segregamos los medios necesarios
para espolear la justicia social.
SCIO. Revista de Filosofía, n.º 16, Julio de 2019, 83-113, ISSN: 1887-9853
104 Lourdes García del Portillo
SCIO. Revista de Filosofía, n.º 16, Julio de 2019, 83-113, ISSN: 1887-9853
La filosofía de Julián Marías como método para pensar la justicia social... 105
SCIO. Revista de Filosofía, n.º 16, Julio de 2019, 83-113, ISSN: 1887-9853
106 Lourdes García del Portillo
Por una parte, hay que tener en cuenta el tipo de sociedad y el momento
histórico en el que nace la persona. Hay comunidades, como los pueblos pri-
mitivos, cuyo sistema de vigencias estaba todavía muy poco interpretado, de
tal manera que ejercían un férreo control sobre los individuos dejando muy
poco espacio para la búsqueda del sentido personal. Algo parecido acontece
también, como hemos visto, cuando las sociedades no están a la altura de su
tiempo y, en vez de proyectarse hacia el futuro gestando variaciones innova-
doras, recaen en formas del pasado, lo que produce un grave estadio de injus-
ticia social. Una prueba de ello lo encontramos en aquellos lugares en donde
un Estado de orden totalitario pretende interferir en todas las dimensiones de
la vida de los ciudadanos ahogando su vida personal. De ahí que en La justi-
cia social y otras justicias Julián Marías subraye la importancia de la libertad
política como fuente de justicia social (1979: 25-28). Asimismo, según el
filósofo, todos aquellos fanatismos sociales que suponen la discriminación de
determinados individuos por razón de raza, sexo, nación o clase fomentan la
despersonalización, en la medida en que tratan a las personas desde un punto
de vista abstracto, atendiendo a lo que son y no a quiénes son (2005: 56).
Pero, en el proceso de personalización, además del factor relativo a lo justa
que es una sociedad y las posibilidades que ofrece a sus ciudadanos, también
hay que tener en cuenta el aspecto más importante que es el personal. Las
presiones sociales, en mayor o menor medida, por su propia consistencia in-
tentan coartar siempre la libertad individual. Pero a las personas nos queda,
señala Marías, la libertad que uno se toma. Es decir, la libertad no está ahí,
sino que se hace ejerciéndola, de tal manera que, como hemos visto, es gra-
cias a ella que dilatamos la justicia social (1979: 33-35). En ese sentido, según
el pensador, es posible medir el grado de personalización de alguien a través
de dos criterios: la autenticidad de sus proyectos y la intensidad con la que
aspira a realizarlos (1996: 95).
Ahora bien, ¿cómo podemos saber que nuestros proyectos son realmente
verdaderos y felicitarios? Señalábamos en nuestro análisis de la estructura
analítica que una persona es auténtica en la medida en que aspira a realizar
su vocación, es decir, en la medida en la que presiona la circunstancia para
alojar en ella su proyecto personal, aquel que se le aparece como el mejor.
Pero Marías sigue ahondando en la fórmula para encontrar la felicidad y la
autenticidad y nos muestra cómo, en verdad, el método para la realización
SCIO. Revista de Filosofía, n.º 16, Julio de 2019, 83-113, ISSN: 1887-9853
La filosofía de Julián Marías como método para pensar la justicia social... 107
2
Esto no quiere decir que se conviertan en completos autómatas. De hecho, inevitablemente la
personalidad se filtra siempre, en mayor o menor medida, por entre los barrotes de los usos sociales.
SCIO. Revista de Filosofía, n.º 16, Julio de 2019, 83-113, ISSN: 1887-9853
108 Lourdes García del Portillo
SCIO. Revista de Filosofía, n.º 16, Julio de 2019, 83-113, ISSN: 1887-9853
La filosofía de Julián Marías como método para pensar la justicia social... 109
más plena y saturada, nos permite comprender todas las demás: se trata de
aquella que tiene lugar cuando un hombre y una mujer, es decir, cuando las
dos formas de ser persona se enamoran. Amar, señala Marías, es proyectarse
amorosamente hacia la otra persona, pero estar enamorado implica otro orden
de magnitud porque significa que la otra persona se convierte en mi proyecto,
de manera que se produce una transformación ontológica, en la que la persona
se siente, paradójicamente, más suya y a la vez más enajenada. El enamora-
miento supone así una extraña transmigración en la que la condición proyec-
tiva pasa a ser dual, sin que haya posibilidad de separación, pero sin que, al
mismo tiempo, la distinción se anule porque es precisamente el contenido del
proyecto. De esta manera, añade el filósofo, el que ama se percibe como más
real, experimenta un incremento de su realidad, adivina un nuevo sentido
de la felicidad (2005: 142-148). Y cuando ese amor llega a ser recíproco, se
alcanza la plenitud de la vida que no es sino la forma suprema de felicidad
(1989: 294).
Hemos llegado, por tanto, a una nueva perspectiva de los dos temas que
aquí nos ocupan. Decíamos previamente que una sociedad es justa en la me-
dida en la que sus vigencias hacen que las personas puedan vivir a la altura
de su tiempo. En el siglo xix el proyecto colectivo que nutrió esa justicia fue
el de lograr producir y distribuir unos recursos mínimos para que las personas
no tuvieran que dedicar su vida a conseguirlos por su cuenta para sobrevi-
vir. Pero, una vez que el Hombre medio cuenta ya con esos bienes y vive
holgado, las antiguas vigencias no colman a las personas que necesitan una
nueva empresa en la que embarcarse. En ese sentido, la metafísica de Ortega
y Marías nos descubre al mismo tiempo un proyecto que es tanto colectivo
como personal, así como el método para poder realizarlo. Ese proyecto no
es sino el de la vida humana misma, que nos llama a cada uno de nosotros
a personalizarnos para poder ser felices, y el camino para conseguirlo es el
amor interpersonal. Ahora bien, ese proyecto de la vida humana por su propia
consistencia se manifiesta infinito, en tanto que es indeterminado por lo que
nos invita siempre a continuar. No hay, pues, empresa ni justicia social defini-
tiva, porque somos cada uno de nosotros los que amando al prójimo y siendo
amados por él vamos incrementando el grado de justicia antropológica, al
introducir en el Hombre de nuestro tiempo visiones cada vez más profundas
y fecundas de nuestra perspectiva personal.
SCIO. Revista de Filosofía, n.º 16, Julio de 2019, 83-113, ISSN: 1887-9853
110 Lourdes García del Portillo
Nos queda una última cuestión por tratar. Porque si bien, según Julián
Marías, la felicidad es el fin de nuestras vidas y, por tanto, es imprescindible
para nosotros, a su vez, es imposible conseguirla del todo por distintas razo-
nes. A veces, la circunstancia se impone inevitablemente a nuestro proyecto;
otras, elegimos la mejor de nuestras posibilidades, pero nos queda un poso de
tristeza al darnos cuenta de que dejamos atrás otros proyectos que también
nos habría gustado realizar. Igualmente, al ser felices en un momento dado
emerge de las profundidades de nuestra vida una punzada de dolor al saber
que ese tiempo está destinado a pasar y no se repetirá. Por último, existe una
dificultad que aparece como el mayor de los escollos para lograr la felicidad.
Hemos dicho que, para Marías, ser feliz es ir a serlo, es decir, es poder pro-
yectarse en un futuro felicitario. Pero la vida humana es moriturus, es decir,
queramos o no tenemos que morir (1989: 25-31, 321 y 364).
Entonces, la pregunta radical que ordena nuestra vida nos fuerza también
tarde o temprano a intentar comprender quiénes somos frente a ese ingredien-
te de la vida que es la muerte. Históricamente, la mayoría de las culturas han
contado con una interpretación religiosa de la inmortalidad. Pero hay épocas
como la nuestra, señala Marías, en las que se produce una crisis del amor, lo
que supone que, a su vez, desfallezcan las pretensiones de perduración (1989:
345). Una muestra de ello la encontramos en que hoy en día en Occidente
vuelve a ser vigente un inveterado naturalismo que nos induce a pensar que
esa perduración es poco probable porque el cuerpo se corrompe (1995: 113-
144).
Pero el hecho de que se promuevan ese tipo de interpretaciones a Julián
Marías le parecía la suma injusticia social porque son posturas superadas, que
no están a la altura de los tiempos, y, sobre todo, porque si ser feliz es preten-
der serlo pero se nos convence de que estamos destinados a desaparecer, en el
fondo lo que se está fomentando es que perdamos toda esperanza de lograr la
felicidad y que la vida nos parezca un engaño y un sinsentido (1982: 22-25).
De esta manera, entendiendo que la metafísica intenta comprender desde
su teoría justificada la totalidad de cuanto existe, el filósofo se cuestiona si
es plausible nuestra perduración. Veíamos al investigar el nacimiento que,
SCIO. Revista de Filosofía, n.º 16, Julio de 2019, 83-113, ISSN: 1887-9853
La filosofía de Julián Marías como método para pensar la justicia social... 111
SCIO. Revista de Filosofía, n.º 16, Julio de 2019, 83-113, ISSN: 1887-9853
112 Lourdes García del Portillo
Referencias bibliográficas
SCIO. Revista de Filosofía, n.º 16, Julio de 2019, 83-113, ISSN: 1887-9853
La filosofía de Julián Marías como método para pensar la justicia social... 113
SCIO. Revista de Filosofía, n.º 16, Julio de 2019, 83-113, ISSN: 1887-9853