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Hume Apuntes

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8.

HUME (Edimburgo1711-1776)
Hume, filósofo del siglo XVIII nacido en Edimburgo, sostiene que todas las ciencias son
productos humanos de tal forma que conociendo la naturaleza humana llegaremos a conocer
todos los saberes: “Tratado sobre la naturaleza humana”. Hume tiene el objetivo de
convertirse en el Newton de las ciencias humanas.

8.2. Teoría del conocimiento


Hume será un seguidor del empirismo, corriente filosófica surgida en el s.XVII de la
mano de Locke y Hobbes. Como empirista defiende que todo el conocimiento parte de la
experiencia sensible y, además, cree que el método apropiado para obtener el conocimiento
es el método inductivo frente al método deductivo de Descartes.

En su obra “Investigaciones sobre el entendimiento humano” expondrá cómo


conocemos y para ello comienza analizando la mente humana. Todo contenido de conciencia
( ideas, deseos, sentimientos, sensaciones,…) es llamado por Hume percepciones.
Dependiendo de su fuerza y su viveza existen dos tipos. Las percepciones más fuertes y vivas
son las impresiones: datos inmediatos de la conciencia o de los sentidos, ya sean internos o
externos; las percepciones más débiles son las ideas provenientes de la memoria, al recordar
una impresión, o de la imaginación. Además es posible tener impresiones de reflexión
originadas a partir de una idea (volver a sentir frio sólo con recordarlo)

Hume establece así su criterio de certeza o principio empirista: una idea será cierta
cuando sea copia de una impresión; por tanto para Hume, no existen las ideas innatas ni
existen los universales, siendo estos últimos meras generalizaciones de casos concretos.

Además, las percepciones se dividen en simples o complejas. Podemos tener


impresiones simples, las cuales no se pueden descomponer, o complejas, formadas por la
agrupación de impresiones simples. También podemos tener ideas simples, copias de una
impresión simple o ideas complejas. Estas pueden ser generadas por el correlato de
impresiones complejas o pueden haber sido generadas por la imaginación. Para Hume, la
imaginación no actúa al azar sino que está sometida a las leyes de la asociación de ideas: Ley
de la semejanza, Ley de la contigüidad espacio temporal y Ley de la causa y efecto.

Por otro lado, el ser humano a la hora de conocer genera afirmaciones a través de la
razón combinando diferentes ideas. Existen para Hume dos tipos de afirmaciones:

Las relaciones de ideas: son propias de las matemáticas y de la lógica. Ejemplo: “El cuadrado
de la hipotenusa es igual al cuadrado de sus lados”. Son afirmaciones universales, serán ciertas
en cualquier lugar y momento, son necesarias, es decir, su contrario es imposible y son juicios
analíticos. Su verdad es independiente de la experiencia, son demostrativamente ciertas pero
no afirman nada sobre el mundo. (Ley de semejanza)

Las cuestiones de hecho son afirmaciones sobre hechos que comprobamos mediante la
observación y experimentación. Ejemplo: “El Sol saldrá mañana”. No son universales, no son
necesarias, pues su contrario es posible, ya que siempre cabe que se dé algo contrario a lo que
hasta ahora hemos experimentado, son meramente probables y son juicios sintéticos que
dependen de la experiencia. (Ley causa y efecto)
Crítica del principio de causalidad
Hume cree que toda afirmación sobre el pasado o el presente pueden ser cierta si se
basa en impresiones actuales o recuerdos, pero que las afirmaciones sobre el futuro ,“El Sol
saldrá mañana”, son meras creencias de las que no tenemos impresión externa alguna, sino
que están basadas en experiencias pasadas. La certeza de que hechos futuros van a suceder
necesariamente se basa en la idea de que existe una conexión necesaria entre las causas y los
efectos. Creemos que dado una causa (la bola de billar A golpea la bola B) se producirá
necesariamente un efecto (la bola B se mueve), pero esta conexión no es más que una
creencia subjetiva fruto del hábito y de la costumbre. La conexión entre causa y efecto surge
en nosotros tras observar en numerosas ocasiones en el pasado que dado A ocurrirá B, así
creemos que esto volverá a pasar en el futuro. La idea de conexión no es copia de ninguna
impresión externa sino que ha sido generada por una impresión interna, el sentimiento de que
las causas y los efectos están conectados. El principio de causalidad no es racional sino una
mera creencia basada en un sentimiento.

De esta forma, Hume realiza una crítica al principio de causalidad, el cual había sido la
base de la filosofía y de la ciencia hasta ahora. Este principio es considerado por Hume una
creencia muy útil para la vida pero no un principio racional y cierto. Según esta crítica, las leyes
de la naturaleza obtenidas por la física moderna serán meramente probables y no necesarias
ni universales como afirmaba Newton. Estas leyes son leyes generales causales obtenidas
mediante el método inductivo. El método inductivo genera una ley general partiendo de la
observación de fenómenos y regularidades en la naturaleza. El paso que realiza toda inducción
no es racional según Hume, sino que es un hecho psicológico que se explica por el hábito y la
asociación de ideas. Hume apunta que toda ley de la naturaleza es provisionalmente
verdadera mientras que no se observe un fenómeno que la desmienta.

8.3. Crítica a la metafísica


Como consecuencia de su teoría del conocimiento, Hume defiende que la metafísica
no es un conocimiento racional dado que sus juicios no son ni relaciones de ideas ni cuestiones
de hecho. Hume realiza una crítica a las tres substancias defendidas por Descartes llegando
afirmar que son meros productos de nuestra imaginación. La idea de Res extensa o mundo no
es cierta, ya que no tenemos ninguna impresión de la que sea copia. Solo tenemos
impresiones de los accidentes (color, olor, sabor…) pero no de la existencia de una realidad
más allá de estas impresiones. La idea de Res pensante o yo es un producto de nuestra
imaginación, pues no es copia de ninguna impresión, ya que toda impresión es inmediata y no
es posible tener una impresión continua en el tiempo. Sólo somos un “Haz de impresiones”. En
cuanto a Dios, Hume dice que es incognoscible dado que no podemos demostrar su existencia
de forma racional. Los argumentos a priori, como el de San Anselmo, partían de la idea de
Dios, de la que no tenemos ninguna impresión; y los argumentos a posteriori se basaban en el
principio de causalidad y, según Hume, no es necesario que dado un efecto exista una causa.

Hume concluye que el ser humano sólo puede conocer fenómenos aislados, es decir,
no conocemos la realidad exterior al sujeto sino sólo nuestras propias percepciones. Hume
caerá así en un escepticismo moderado, no es posible un conocimiento verdadero de la
realidad basado en la experiencia. Es muy útil vivir como si el mundo exterior existiera pero no
tenemos ninguna seguridad de que esto sea cierto.
8.4. Ética emotivista

Hume realiza una crítica a todas las éticas anteriores a él que habían defendido que la
razón es la base de la moralidad. Hume afirma, en cambio, que los juicios morales no son
racionales ya que no son ni relaciones de ideas, no son ni analíticos ni necesarios, ni cuestiones
de hecho, la bondad o la maldad no son propiedades de las acciones ni de los objetos y, por
tanto, no son empíricamente observables. Hume cree que todo juicio de valor está basado en
los sentimientos y no en la razón, esta última puede ayudarnos a tomar decisiones morales,
pero no nos impulsa a realizar una acción como hacen los sentimientos. Según Hume, la razón
es esclava de las pasiones y, por tanto, el hombre no actúa libremente sino según su instinto
natural.

Hume defiende el emotivismo moral, defiende que la base de la moralidad es un


sentimiento interno universal en la especie humana. Ante las mismas situaciones todo ser
humano siente lo mismo. El fundamento de la moralidad está en el sentimiento de simpatía
(empatía), sentimos simpatía por la felicidad de los demás y disgusto por su miseria. Según
Hume, juzgamos un carácter o acción como buena o mala si despierta en nosotros el
sentimiento de agradable o desagradable, o útil o inútil. Lo bueno será aquello que es
agradable para nosotros o para otros, o útil para nosotros o para la comunidad. Hume
defenderá así una ética hedonista, utilitarista y que persigue el bien común. Según este autor,
la sociedad surgió de la inclinación natural que tiene todo hombre a sobrevivir y por ello todo
lo que favorece al grupo lo juzgamos como bueno o justo. Esta inclinación se refuerza a lo
largo de la vida con la educación y el hábito.

El emotivismo moral de Hume estuvo influenciado por el sentimentalismo moral de


Hutcheson y fue la base para la corriente utilitarista del s.XVIII defendida por Benthan y Stuart
Mill, la mayor felicidad para el mayor número de personas posibles.

Por otro lado, Hume también critica a las éticas racionales por considerar que todas
ellas caen en la “falacia naturalista” al derivar de la descripción de los hechos un deber moral.
Es decir, estas éticas fundamentan el deber moral en las características antropológicas,
produciéndose así un salto sin justificar del “es” al “deber ser”.

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